opinión, abril 2012

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2 Cumbre de imperialista de E.U. La una derrota a la política Cartagena: La mal llamada Cumbre de las Américas, reunida en Cartagena de Indias, Colombia -el 14 y 15 de abril del corriente-, es una derrota a la política imperialista de los Estados Unidos en el continente americano. La posición yanqui -de nuevo- se desnudó de cuerpo entero: desoyó las voces de las naciones latinoamericanas-caribeñas y su derecho a la autodeterminación, dignidad y desarrollo; hubo un rechazo generalizado de su posición de exclusión de Cuba del ámbito interamericano; y, como hace 30 años, respaldó la política colonialista de Gran Bretaña contra Argentina, actuando, como lo ha hecho desde 1823, con la prepotencia imperialista sustentada en la Doctrina Monroe. Fredy Franco (*) P ero esta prepotencia esconde, al mismo tiempo, una cobardía: el encuentro (Cumbre) fue censura- do, no fue transmitido plenamente (ni parcialmente incluso) por los medios de comunicación, como al contrario sí sucede con el ALBA y la CELAC; y lo que se transmitió sólo fue a partir del guión predeterminado: el Foro de los empresarios con Obama al frente y a la inauguración del evento con la voz de la OEA y de Santos. Después de esto, todo fue censurado por los “demócratas” y “garantes de la libertad de Prensa”. En la mejor llamada Cumbre de Car- tagena -porque no llegó a ser de Las Américas- los países del continente se opusieron a una declaración que no considera o incluyera  el legítimo recla- mo para que cese el criminal bloqueo contra Cuba y su exclusión de los en- cuentros hemisféricos. y que respaldara a la República Argentina en defensa de las Islas Malvinas. Por eso no hubo Declaración Final, porque el guión y el veto estadounidense, junto al de Cana- dá, no fue aceptado. Este hecho y lo expuesto por los Jefes de Estados o de Gobiernos de las dis- tintas tendencias político-ideológicas, expresa ese claro distanciamiento a la política de Estados Unidos y, por tanto, su rechazo, Cada vez más las naciones del continente avanzan en la búsqueda de las mejores vías para su desarrollo y construyen espacios de unidad e inte- gración propios, para potenciarse como grupo de naciones en avance. Y no es casual la creación del Mercosur, de UNASUR, del ALBA y de la Comu- nidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), junto a otros es- pacios históricos de integración como el SICA y CARICOM, que existen y se desarrollan en búsqueda de caminos de desarrollo y prosperidad. Ni conectados ni socios La existencia de esos espacios de inte- gración ha ido construyendo la unidad de las naciones desde el Río Bravo hasta la Patagonia, la cual cada vez más se distancia y sirve de contrapeso a la política imperialista de Estados Unidos, que se ha ganado el creciente rechazo de las naciones del continente y de nuestros pueblos. Por eso el lema central de esta Cumbre “Conectando las Américas: Socios para la Prosperidad”, expreso la total desconexión de los interés de Estados Unidos-Canadá con respecto a Amé- rica Latina, y en la que igualmente no han sido ni son socios para la prospe- ridad, porque lo que defiende Obama y compañía son los intereses económicos de las grandes transnacionales, la de los banqueros y la de los organismos finan- cieros internacionales, que protegen el sistema a “capa y espada”, el cual es cada vez más insostenible para la espe- cie humana. Con esto de socio, como declaró el gobierno revolucionario de Cuba, “han querido timarnos ahora con la “Alianza Igualitaria”, como lo quisieron hacer con la llamada política de “la Buena Vecindad”, la “Alianza para el Progreso”,

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Ni conectados ni socios Y no es casual la creación del Mercosur, de UNASUR, del ALBA y de la Comu- nidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), junto a otros es- pacios históricos de integración como el SICA y CARICOM, que existen y se desarrollan en búsqueda de caminos de desarrollo y prosperidad. 2 Fredy Franco (*) fue censurado por los “demócratas” y “garantes de la libertad de Prensa”.

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Cumbre de

imperialista de E.U.

La

una derrota a la política

Cartagena:

La mal llamada Cumbre de las

Américas, reunida en Cartagena

de Indias, Colombia -el 14 y 15 de

abril del corriente-, es una derrota

a la política imperialista de los

Estados Unidos en el continente

americano. La posición yanqui -de

nuevo- se desnudó de cuerpo entero:

desoyó las voces de las naciones

latinoamericanas-caribeñas y su

derecho a la autodeterminación,

dignidad y desarrollo; hubo un

rechazo generalizado de su posición

de exclusión de Cuba del ámbito

interamericano; y, como hace 30

años, respaldó la política colonialista

de Gran Bretaña contra Argentina,

actuando, como lo ha hecho desde

1823, con la prepotencia imperialista

sustentada en la Doctrina Monroe.

Fredy Franco (*)

Pero esta prepotencia esconde, al mismo tiempo, una cobardía: el encuentro (Cumbre) fue censura-

do, no fue transmitido plenamente (ni parcialmente incluso) por los medios de comunicación, como al contrario sí sucede con el ALBA y la CELAC; y lo que se transmitió sólo fue a partir del guión predeterminado: el Foro de los empresarios con Obama al frente y a la inauguración del evento con la voz de la OEA y de Santos. Después de esto, todo

fue censurado por los “demócratas” y “garantes de la libertad de Prensa”.

En la mejor llamada Cumbre de Car-tagena -porque no llegó a ser de Las Américas- los países del continente se opusieron a una declaración que no considera o incluyera  el legítimo recla-mo para que cese el criminal bloqueo contra Cuba y su exclusión de los en-cuentros hemisféricos. y que respaldara a la República Argentina en defensa de las Islas Malvinas. Por eso no hubo Declaración Final, porque el guión y el veto estadounidense, junto al de Cana-dá, no fue aceptado.

Este hecho y lo expuesto por los Jefes de Estados o de Gobiernos de las dis-tintas tendencias político-ideológicas, expresa ese claro distanciamiento a la política de Estados Unidos y, por tanto, su rechazo, Cada vez más las naciones del continente avanzan en la búsqueda de las mejores vías para su desarrollo y construyen espacios de unidad e inte-gración propios, para potenciarse como grupo de naciones en avance.

Y no es casual la creación del Mercosur, de UNASUR, del ALBA y de la Comu-nidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), junto a otros es-pacios históricos de integración como el SICA y CARICOM, que existen y se desarrollan en búsqueda de caminos de desarrollo y prosperidad.

Ni conectados ni socios

La existencia de esos espacios de inte-gración ha ido construyendo la unidad de las naciones desde el Río Bravo hasta la Patagonia, la cual cada vez más se distancia y sirve de contrapeso a la política imperialista de Estados Unidos, que se ha ganado el creciente rechazo de las naciones del continente y de nuestros pueblos.

Por eso el lema central de esta Cumbre “Conectando las Américas: Socios para la Prosperidad”, expreso la total desconexión de los interés de Estados Unidos-Canadá con respecto a Amé-rica Latina, y en la que igualmente no

han sido ni son socios para la prospe-ridad, porque lo que defiende Obama y compañía son los intereses económicos de las grandes transnacionales, la de los banqueros y la de los organismos finan-cieros internacionales, que protegen el sistema a “capa y espada”, el cual es cada vez más insostenible para la espe-cie humana.

Con esto de socio, como declaró el gobierno revolucionario de Cuba, “han querido timarnos ahora con la “Alianza Igualitaria”, como lo quisieron hacer con la llamada política de “la Buena Vecindad”, la “Alianza para el Progreso”,

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el derrotado ALCA y los Tratados de Libre Comercio; Estados Unidos nos sigue viendo como sus colonias, como su patio trasero. Mientras se mantenga esa política imperialista y no se luche efectivamente para superar las asime-

trías y las grandes desigualdades, no seremos socios ni puede haber “alianza igualitaria”.

Temas claves previstos como la po-breza y desigualdades, seguridad ciu-

dadana, desastres y acceso y uso de tecnologías, no alcanzaron la discu-sión y el consenso necesario, porque Estados Unidos y Canadá no discutie-ron el fondo de la actual crisis susten-tada en el sistema neoliberal, que ha generado más pobreza, desigualdad, migraciones.

El tema de los inmigrantes en los Es-tados Unidos y Europa -provocados esencialmente por dicha políticas- son una consecuencia del sistema; millones de seres humanos que separados de sus familias son perseguidos y reprimi-dos brutalmente en el “democrático” Estados Unidos y en la “democrática” Europa, son obligados a retornar bes-tialmente o asesinados en muros como el del Río Bravo.

Tampoco centró su discusión en reco-nocer que América Latina y el Caribe, producto de esas políticas neoliberales venidas desde los años 80 del siglo XX, es la región más desigual del mundo.

Con el ejemplo de Bolívar, Martí y

Sandino

La alta vulnerabilidad social de la re-gión ha facilitado la creciente presencia del narcotráfico y del crimen organizado en nuestras sociedades. Aunque es un problema común y estructural, el principal responsable, y quien debe contribuir mayor-mente a su superación, son los Estados Unidos, principal productor de armas en el mundo y una so-ciedad que es la mayor consumidora de drogas en todo el planeta.

Estamos obligados a trabajar aceleradamente para sacar del abismo a que han sido llevadas las sociedades latinoameri-canas y caribeñas por ese brutal sistema neoliberal, que ya lleva más de 30 años y al cual hay que derrotar definitiva-mente.

Debemos inspirarnos el ejemplo de Bolívar, Martí y Sandino, grandes constructores de integración del continente, para avanzar en la autodeterminación de nuestros pueblos y el respeto a su soberanía.

También en nuestros líderes actuales como Chávez, Raúl, Evo, Correa y Daniel, han jugado un papel central en defen-sa de la dignidad y unidad latinoamericana. Daniel reivindi-co la dignidad latinoamericana y la inclusión de Cuba en la Cumbre del año 2009, y señalo desde aquel momento que no asistiría a dichas cumbres mientras no hayan sigo inte-gradas Puerto Rico y Cuba al concierto interamericano y por

tanto a estas Cumbres, y lo ha cumpli-do consecuentemente.

Si prevalece la política imperialista y la exclusión habrá sido ésta, la de 2012, la

última de esta especie llamada Cumbre de las Américas, siendo el principal responsable de su

fracaso los Estados Unidos.

Mientras tanto, América Latina seguirá avanzando “viento en popa” construyendo y consolidando la CELAC, espacio de unidad digna, de cooperación, solidaridad y complemen-tariedad como lo quisieron nuestros Próceres, que deberá seguir creciendo en beneficio de nuestros pueblos y cada vez más en contra de las políticas imperialistas y neolibera-les que nos están llevando al abismo.

Los 600 millones que habitamos esta Patria Grande, tiene toda la fortaleza de recursos, una inmensa riqueza cultural y social, pueblos trabajadores y en creciente mejoría educativa; y si cultivamos como un árbol robusto nuestra solidaridad y forjamos la unidad, derrotaremos a nuestros enemigos his-tóricos y haremos realidad Nuestra América, la América de todos nuestros pueblos y siempre amiga de todos los pue-blos del mundo para “contribuir al equilibrio del mundo, a la defensa de la paz y a la preservación de la especie humana”.

(*) Fredy Franco, Secretario Nacional Comisión de Asuntos Jurídicos y Éticos del FSLN (CAJE-Nacional).

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En la inclaudicable lucha noviolenta en defensa de los derechos de Tierra, la paz y la vida

unidos,Sólo

todas y todos,sobreviviremos

Teólogos de todas las religiones del mundo, científicos sociales, biólogos,

ecólogos, mujeres, transmisores de valores ancestrales de nuestros pueblos

originarios y de nuestras culturas afro-descendientes; más indignados contra

la cultura dominante de codicia e individualismo vuelven por la vida y por la

preservación de nuestra especie humana, convencidos de que sólo unidos en

un auténtico ecumenismo espiritual, ético, multi-religioso-cultural-étnico e

interdisciplinario de hombres y mujeres, sobreviviremos.

Miguel d’Escoto Brockmann, M.M.*

D ecir que el mundo está pasando una etapa realmente trágica y que, además, es una situación

que en cualquier momento podría volverse catastrófica ya que pudiera resultar hasta en la extinción de la propia especie humana, resulta hoy ser un lugar común. Pero el hecho de que esto ya se haya repetido tantas veces, no significa que se haya tomado muy en serio por los principales responsables de hacer algo al respecto.

Ya son muchas y diversas las institu-ciones religiosas en el mundo que se han vuelto disfuncionales y que, por eso mismo, obligan a sus más fieles seguidores a asumir la responsabilidad de orientación espiritual de sus congre-gaciones. Estos son los profetas laicos

de los que ya hay muchos en todas las religiones y corrientes ético-filosóficas. Hoy ya nadie se atreve a cuestionar la naturaleza antropogénica de las dife-rentes crisis convergentes que son las causas de la grave situación en nuestro mundo, humanidad y Madre Tierra.

Es decir, existe un consenso muy ge-neralizado de que el culpable de esta situación es el ser humano, nuestro comportamiento, nuestro concepto de desarrollo y negación, en la práctica, de lo limitado de los recursos natura-les que requerimos para mantener el estilo de vida insostenible, impuesto por la cultura dominante, las deman-das cada vez mayores, debido a un incremento poblacional irracional, si tomamos en cuenta las costumbres alimentarias y el tamaño de nuestro pequeñísimo planeta.

El problema tiene aspectos cientí-ficos, tecnológicos y económicos pero, por sobre todas las cosas, es un problema ético y moral. Nuestras costumbres, nuestras formas de in-terrelacionarnos y de relacionarnos con la Madre Tierra es lo que nos ha llevado a todo esto. Lo cual significa que es algo que debería preocupar fundamentalmente a los líderes reli-giosos del mundo o, mejor dicho, a los líderes espirituales del mundo, ya que los dos conceptos no siempre son coextensivos.

Existen personas muy espirituales que no son del todo religiosas y, por otro lado, personas muy religiosas que de espiritual no tienen nada pues lo que los incentiva no es el amor o el deseo de servir, sino más bien el egoísmo, el poder; es decir, el materialismo a ultranza que el capitalismo inculca en sus discípulos.

La grave situación que el mundo atra-viesa hoy en día es la peor en nuestra historia, aunque también han habido varias muy graves antes de ésta. Po-siblemente, la peor de ellas fue la que produjo los grandes estragos en la clase obrera hace ya más de 150 años, es decir, la revolución industrial. Fue realmente atroz y voces de denuncias proféticas se hicieron oír en varias par-tes del mundo.

Miguel d’Escoto Brockmann.

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Henry David Thoreau, con su libro Walden, se convierte en el padre de lo que posteriormente se llegó a llamar ecología –aunque probablemente él nunca oyó mencionar esa palabra. Se convirtió al mismo tiempo en el es-critor estadounidense más leído en el mundo al hacernos un fuerte llamado a que nos liberáramos de la esclavitudes de la sociedad industrial, tratáramos con mucha mayor responsabilidad los recursos de la naturaleza, conscientes de que son limitados, y que viviéramos en armonía con la Madre Tierra.

León Tolstoi se pone el sombrero de reportero y se traslada por una larga temporada a vivir en la miseria urbana de los barrios más pobres de Moscú. El resultado fue uno de sus libros más importantes y que conmovió profunda-mente a toda Europa. Por título tomó unas palabras del evangelio de Lucas III: 10 ¿Qué debemos hacer? (What then shall we do?).

Como la revolución industrial se ori-gina en lo que en ese tiempo se cono-cía como la cristiandad y ahora se le prefiere llamar civilización occidental, era lógico esperar que Roma fuera la primera en registrar su protesta. Pero nuestra querida madre iglesia pecadora (y soñolienta), desde mucho tiempo atrás, había permitido que se extinguiera el fuego que Jesús dijo que trajo a este mundo con la esperanza de que ardiera.

Cuando Marx, que era cristiano cre-yente, se convirtió en la conciencia de la humanidad con su “Capital”, nuestro santo Padre Pio Nono, el del más largo pontificado en la historia de la iglesia, que más de un siglo después se llega-ría a convertir en paradigma de Juan Pablo II, todo lo de la “cuestión social” no le importó en lo más mínimo, pues lo que consumía su alma era que lo declararan infalible.

“Es urgente proveer de la manera oportuna al bien de las gentes de condición humilde, pues es mayoría la que se debate indecorosamente en una situación miserable y calamitosa, ya que, disueltos en el pasado siglo los antiguos gremios de artesanos, sin ningún apoyo que viniera a llenar su vacío, desentendiéndose las instituciones públicas y las leyes de la religión de nuestros antepasados, el tiempo fue insensiblemente entregando a los obreros, aislados e indefensos, a la inhumanidad de los empresarios y a la desenfrenada codicia de los competidores.

Hizo aumentar el mal la voraz usura, que, reiteradamente condenada por la autoridad de la Iglesia, es practicada, no obstante, por hombres codi-ciosos y avaros bajo una apariencia distinta. Añádase a esto que no sólo la contratación del trabajo, sino también las relaciones comerciales de toda índole, se hallan sometidas al poder de unos pocos, hasta el punto de que un número sumamente reducido de opulentos y adinerados ha impuesto poco menos que el yugo de la esclavitud a una muchedumbre infinita de proletarios.

Confiadamente y con pleno derecho nuestro, atacamos la cuestión, por cuanto se trata de un problema cuya solución aceptable sería verdade-ramente nula si no se buscara bajo los auspicios de la religión y de la Iglesia. Y, estando principalmente en nuestras manos la defensa de la religión y la administración de aquellas cosas que están bajo la potestad de la Iglesia, Nos estimaríamos que, PERMANECIENDO EN SILENCIO, FALTÁBAMOS A NUESTRO DEBER. Sin duda que esta grave cuestión pide también la contribución y el esfuerzo de los demás; queremos decir de los gobernantes, de los señores y ricos, y, finalmente, de los mismos por quienes se lucha, de los proletarios; pero afirmamos, sin temor a equivo-carnos, que serán inútiles y vanos los intentos de los hombres si se da de lado a la Iglesia”.

Como reconociendo que tratándose de un problema esencialmente ético y moral, a la iglesia le correspondía tomar cartas en el asunto y referirse a él con toda claridad y autoridad, León XIII, casi al final de su encíclica nos dice: “Como dijimos al principio, puesto que la religión es la única que puede curar radicalmente el mal”.

Lo que por un momento pareció ser un despertar de la conciencia social de nuestra iglesia, no fue tal. Muchísimos obispos alrededor del mundo se negaron a traducir y difundir la encíclica Rerum Novarum de León XIII en su diócesis y su traducción y difusión era prohibida.

Posiblemente como forma de com-pensar la pérdida de los estados pon-tificios, asunto en el que no obtuvo la solidaridad de nadie pues la verdad era que ya toda Europa estaba harta de él. El secuestro de Edgardo Morta-ra fue, sin duda, lo que más contribu-yó a tanta pérdida de prestigio para el papado e, indirectamente, para toda la iglesia en general.

En este contexto el mundo entero, in-cluyendo muchísimos prelados, fueron vigorosamente sorprendidos por la pu-blicación de Rerum Novarum por León XIII, el 15 de mayo de 1891. Parecía que la iglesia estaba como queriendo desper-tar a la realidad de un mundo en el que estaba llamada a ejercer una función de sal y levadura. Veamos un poco lo que nos dice León XIII en Rerum Novarum:

¿Qué debemoshacer?

Rerum Novarum de León XIII

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En Chile, por ejemplo, Rafael Agustín Gumucio, padre de quien fuera dipu-tado nacional en el tiempo de Eduardo Frei Montalva, se atrevió a arriesgarse a una seria censura eclesiástica tradu-ciéndolo y difundiéndolo en Chile ape-nas cinco años antes de que saliera la encíclica Quadragesimo Anno del Papa Pio XI conmemorando los 40 años de la publicación de Rerum Novarum en Roma. Se decía que León XIII era co-munistoide, especialmente por haber admitido que los obreros tenían todo el derecho de crear organizaciones para defender sus derechos laborales.

Todo eso pudo ocurrir en un país tan avanzado como era Chile, por lo menos desde la época de Luis Emilio Recaba-rren, dirigente ferroviario de Antofa-gasta, que fundó el Partido Comunista de Chile siete años antes del triunfo de la Revolución Bolchevique. En el resto de los países de nuestra América la oposición a la encíclica Rerum Nova-rum fue aún mucho mayor.

El propio León XIII estuvo a punto de condenar el sindicalismo en su encícli-ca, de no haber sido por la providencial

La Teología Dogmática

y oportunísima intervención del Carde-nal James Gibbons de Baltimore, quien estaba muy compenetrado de todo lo relacionado con el emergente sindi-calismo en los Estados Unidos, dado que su primera manifestación fue The Knights of Labor (Los Caballeros del Trabajo) integrado casi en su totalidad por inmigrantes irlandeses. Condenar el derecho de crear sindicatos hubiera resultado en la decapitación de la Igle-sia católica en Estados Unidos y Gib-bons -que de tímido no tenia nada- así se lo hizo saber a León XIII.

La Teología Dogmática hacía mucho tiempo que se había convertido en

ejercicios intelectuales sobre irrelevan-cias, por lo menos en cuanto a cómo vivir el evangelio en los diferentes períodos y realidades por las que la historia iba atravesando. Esto obligó a Tolstoi a escribir su famosa Crítica a la Teología Dogmática (1881-1882) que posiblemente, más que ningún otro de sus libros, haya sido el pretexto para que el Metropolitano Antonio, el 24 de febrero del año 1901, en la Catedral de Nuestra Señora en San Petersburgo, con gran pompa y circunstancia, pro-cedió a excomulgar a Lev Nikolayevich Tolstoy de la Iglesia Ortodoxa, dicta-men que posteriormente fue clavado en la puerta principal de todas las iglesias en Rusia.

Ciertamente hubo grandes teólogos en los años subsiguientes, por ejemplo Bernhard Häring, Edward Schillebeec-kx, Karl Rahner, Romano Guardini, Karl Adam, Michael Schmaus, y mu-chos otros. Pero la iglesia en cuanto tal, desde sus más altos voceros, parecía estar destinada a una total y absoluta irrelevancia en cuanto a ayudar a los seres humanos a liberarse de los demo-nios que cada vez amenazaban más con destruirla, por haber ignorado la ley suprema del amor sin excepciones ni exclusiones por la razón que fuere.

Pudiéramos decir que después de la revolución industrial en la que Marx se proyecta (y sigue proyectándose) como la más clara consciencia de la humanidad, el período más tenebroso en la historia humana fue el de la Solu-ción Final de Hitler contra los judíos. Sobre este tema nunca he leído algo tan profundamente lacerante como el tes-timonio de Albert Camus presentado en el Monasterio de los Dominicos de Latour-Maubourg en 1948.

No obstante, el momento actual, el de las diferentes crisis convergentes que están causando una rapidísima desapa-rición de las especies, y amenazando incluso a la propia especie humana, no nos presenta un mejor panorama. La fal-ta de liderazgo espiritual, ético y moral

en el mundo es algo realmente escalo-friante. Las voces proféticas, ahogadas en, y por, la iglesia desde hace ya siglos, se están necesitando desesperadamente. Nada más que de ahora en adelante ya no podrán ser de una u otra iglesia o de alguno u otro científico, indigenista o

La teoría Gaia de Lovelock

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culturalista. Se está necesitando un gran y aturdidor coro profético.

El ecumenismo del momento actual, si es que ha de tener la efectividad reque-rida para ayudarnos a sobrevivir, tendrá que ser un ecumenismo construido en forma incluyente, sin exclusiones de ninguna clase, donde las voces de todos los que luchan por la paz y por la vida puedan ser oídas sin distingos ni jerarquías de ninguna clase. En este nuevo e indispensable ecumenismo, es la verdad y no los dogmas (como el de la infalibilidad) la que tendrá que respe-tarse, la humildad y no la arrogancia la que tendrá que imponerse.

Pero veamos rápidamente qué es lo que algunos de los más destacados científicos contemporáneos tienen que decirnos sobre el momento crítico en que se encuentra nuestro mundo. No cabe duda de que entre todos ellos, el científico británico James Lovelock es quien, mediante su teoría Gaia, ha influido más que ningún otro científico

en la forma en que nosotros y nuestros contemporáneos entendemos la Tierra, y nos entendemos a nosotros mismos como parte integral e inseparable de la Madre Tierra, la que puede vivir sin nosotros, pero nosotros no podemos vivir sin ella.

Sobre Lovelock, The Ecologist dice lo siguiente: “Lovelock forma parte del grupo de personas más importantes de la tradición científica occidental en los últimos cien años.” Escuchemos algo que Lovelock nos dice en “La Venganza de la Tierra”, (Editorial Planeta, 2009).

“Los fundadores de las grandes religio-nes del judaísmo, cristianismo, islamis-mo, hinduismo y budismo vivieron en

tiempos que éramos muchos menos y teníamos formas de vida que no supo-nían una carga para la Tierra. Aquellos hombres santos no podían imaginar el estado del planeta mil años después y, por tanto, como no podía ser de otra manera, se centraron en los asuntos humanos. Hacían falta reglas y consejos para que los individuos, las familias y las tribus se portasen bien.

La familia humana estaba creciendo en el mundo natural de Gaia y, como niños, dimos nuestro hogar por supuesto y

nunca cuestionamos su existencia. El éxito de esos antecedentes religiosos se mide por su persistencia a lo largo de los siglos y siglos de expansión de la pobla-ción. Yo también crecí en un ambiente cristiano y creo que el cristianismo toda-vía guía de forma inconsciente mi forma de pensar y mi conducta. Ahora debe-mos enfrentarnos a las consecuencias de haber contaminado nuestro hogar planetario, y en el futuro nos esperan peligros mucho más difíciles de com-prender o sobrellevar que los conflictos tribales y personales del pasado.

Nuestras religiones todavía no nos ofrecen reglas ni consejos para nuestra re-lación con Gaia. El concepto humanista de desarrollo sostenible y el concepto cristiano de administradores de la Tierra están viciados por una hubris (falsas pretensiones) inconsciente. Carecemos tanto de los conocimientos como de la capacidad para ello. No estamos mejor cualificados para ser administradores o promotores de la Tierra de lo que las cabras lo están para ser jardineros.

Quizá los cristianos necesitamos un nuevo Sermón de la Mon-taña que siente las bases para vivir en armonía con la Tierra y explique las reglas para conseguirlo. Deseo vivamente que las religiones y los humanistas seculares puedan recuperar el concepto de Gaia y reconozcan que los derechos y necesida-des humanas no son lo único que importa; los que tengan fe deberán asumir que la Tierra forma parte de la creación divina y enfadarse contra quienes la profanan. Hay señales de que los líderes eclesiásticos avanzan hacia una teología de la creación que podría incluir a Gaia. Rupert Shortt, en su libro, God’s Ad-vocates (2005), reprodujo una entrevista con el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams:

“Periodista: La siguiente pregunta es que los milagros parecen desvanecerse conforme avanza la ciencia. No hay pruebas de la existencia de milagros y se los considera intrínsecamente poco plausibles.

“Arzobispo: Es un tema muy importante, pues afecta a la cuestión de la acción divina. De nuevo, creo que debe estudiarse desde la perspectiva de una doc-trina global de Dios más que empezar examinando específicamente cualquier ejemplo concreto.

“Permítame explicarlo de la siguiente manera. Para un creyente, la relación de Dios con la creación no es ni la vieja imagen de alguien que da cuerda al reloj y luego lo abandona, ni la de un director de teatro ni, lo que sería peor, la de un titiritero que constantemente interviene en lo que está pasando.

“Es la relación de una actividad externa que constantemente proporciona ener-gía, convierte en real y activo lo que existe. Y a veces siento que buena parte de nuestra teología ha perdido esa extraordinaria y excitante sensación de que el mundo está penetrado por la energía divina en términos teológicos clásicos.

Hacia una teología de la creación

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Al leer estas reflexivas e impresionantes respuestas me sentí transportado de vuelta a la década de 1970, cuando Richard Dawkins y otros científicos se opusieron violenta-mente al concepto de Gaia utilizando argumentos simila-res a los que hoy utilizan como ateos para oponerse a los conceptos de Dios y de creación… Es hora, creo, de que los teólogos compartan con los científicos esa maravillosa palabra que es “inefable”, un término que expresa la creen-cia de que Dios es inmanente pero incognoscible.

Conceptos importantes como Dios o Gaia no son com-prensibles en el limitado espacio de nuestras mentes cons-cientes, pero sí tienen sentido en esa parte de nosotros en la que reside la intuición. Nuestros pensamientos incons-cientes profundos no se construyen de forma racional, sino que emergen plenamente formados, igual que nuestra conciencia y la innata capacidad de distinguir el bien y el mal, etc., etc.”.

El otro científico de relevancia mundial que quisiera mencio-nar y citar algunas de sus palabras es Ed-ward O. Wilson. Se le reconoce como quizás el más importante biólogo de nuestra ge-neración y lleva medio siglo de profesor en la Universidad de Har-vard. Su libro The Futu-re of Life (El Futuro de la Vida) y, más recien-temente, The Creation, traducido al castellano como La Creación por Katz Editores, Buenos Aires, 2006, son libros que yo, por lo menos, considero esenciales para todos los comprometidos militantemente con el futuro de la Madre Tierra y la sobrevivencia de la especie humana.

Wilson considera que la ciencia y la religión son las fuer-zas más poderosas en el mundo de hoy. Y por ello dice: “Me sorprende que tantos líderes religiosos -que repre-sentan a la gran mayoría de la humanidad en la esfera espiritual- no hayan incluido decididamente la protección de la Creación como parte sustancial de su magisterio”.

Wilson, en lo personal, nació en el seno de una familia bautista, fundamentalista del sur de los Estados Unidos. Fue bautizado y cuando niño tuvo la formación cristiana que correspondía a los de su religión. Ya de adulto se de-

clara un humanista laico y confiesa: “Creo que la existen-cia es lo que hacemos de ella en cuanto individuos; que no hay garantía alguna de la vida después de la muerte y que el cielo y el infierno lo construimos nosotros, en este planeta”.

Pero, no obstante, se pregunta y nos pregunta a nosotros: “¿Acaso estas discrepancias en nuestras cosmovisiones nos separan en todo? No lo creo”. El libro entero es una apasionante invitación para que todos los amantes de la vida, de la paz y de la Madre Tierra se unan para trabajar como un solo bloque heterogéneo, en un gran ecume-nismo espiritual, ético e incluyente y él, Wilson, más que nadie, es, sin duda alguna, quien me inspiró a hacer la propuesta de un Manifiesto del siglo XXI, por la Paz y por la Vida que publicamos el 21 diciembre en Visión Sandi-

nista y simultáneamente lo publicó en España la editorial Nueva Utopía.

Dicho Manifiesto in-siste en la necesidad de la reinvención de la ONU para impedir que EE.UU., o cual-quier otro país, pueda utilizarla para “legiti-mar” sus agresiones y genocidios contra países más débiles, para hacerse de sus recursos naturales y ampliar el área bajo su control. Por lo tanto, es radical-mente antimperia-

lista y anticapitalista y declara que estas doctrinas y prácticas deben ser erradicadas por su naturaleza inhuma-na y genocida.

Todo mundo debe contribuir eficazmente al desmoro-namiento de la imagen ficticia de EE.UU. como un país que quiere paz y armonía en este mundo, pues lo único que quiere es adueñarse de él para imponer su idolatría al becerro de oro, declarando la guerra a todos los que pre-dican y practican la solidaridad humana, el amor y cuido a nuestra Madre Tierra.

*Miguel d’Escoto Brockmann, M.M. Sacerdote católico. Canciller de Nicaragua 1979-1990. Presidente de la 63 Sesión de la Asam-blea General de la ONU 2008-2009. Miembro del Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos de la ONU (Ginebra). Presi-dente del Capítulo nicaragüense de En Defensa de la Humanidad.

Dios es inmanente pero incognoscible