olive - interculturalismo y justicia social

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    COLECCINLA PLURALIDAD CULTURAL EN MXICO

    Nm. 2

    Coordinador Jos del Val

    COORDINACIN DE HUMANIDADESPrograma Universitario Mx ico Nacin Multicultural

    COORDINACIN DE DIFUSIN CULTURALDireccin General de Publicaciones y Fomento Editorial

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    Y JUSTICINTERCULT

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    A SOCIALUR ALISMO AUTONOMA E IDENTIDAD CULTURAL

    EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIN

    Len Oliv

    Universidad Nacional Autnoma de MxicoMxico 2004

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    Primera edicin: 2004 D.R. UNIVERSIDADN ACION AL AUTNOMA DE MXICOCiudad Universitaria, 04510, Mxico, D. F.PROGRAMAUNIVERSITARIOMXICO N ACIN MULTICULTURAL

    DIRECCIN GENERAL DE PUBLICACIONES Y FOMENTO EDITORIAL

    Prohibida la reproduccin parcial o total por cualquier medio,sin autorizacin escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    ISBN: 970-32-1679-X (obra completa)ISBN: 970-32-1676-5 (tomo 2)

    Impreso y hecho en Mxico

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    a Ernesto Garzn Valds y Luis Villoroen memoria de Fernando Salmern

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    Mxico es un pas multicultural. La nacin mexicana incluye unamuy rica variedad de pueblos, cada uno de los cuales merece respetoy es digno de crecer y f lorecer. Pero hasta ahora hemos sido incapacesde establecer las estructuras y las instituciones polticas, econmicas y jurdicas que garanticen el ejercicio del derecho de los diversos pueblosde nuestro pas a sobrevivir y a desarrollarse en la forma en que au-

    tnomamente decidan sus miembros, a elegir cmo mantener o cmocambiar sus formas de vida, a participar efectivamente en la decisinsobre el uso y destino de los recursos materiales de los territorios don-de viven, y a participar activamente en la construccin de la nacinmexicana. ste es el problema de la multiculturalidaden Mxico, y con-tina siendo uno de los principales problemas nacionales.

    El desafo es lograr unasociedad autnticamente plural y justa, en

    donde los diferentes pueblos y las diversas culturas convivan armo-niosamente, los conflictos puedan resolverse por vas no v iolentas, yse respeten los derechos individuales, los colectivos y los de grupo.Esto requiere una profunda reforma que establezca nuevas relacionesentre el Estado y los pueblos de Mxico, as como entre esos pueblosy el resto de la nacin.

    Introduccin

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    El Estado debe garantizar la participacin en la vida pblica na-cional, en lo econmico y en lo poltico, de los diversos pueblos, y nodebera estar controlado por ningn grupo social, poltico o econ-

    mico particular, sino que en l deberan participar representantes delos diferentes sectores sociales relevantes en el pas, as como de losdiferentes pueblos. El Estado debe servir a todos ellos, fomentandosu desarrollo, y estableciendo y gestionando mecanismos para evitar,y en su caso para dirimir, conflictos entre los diferentes pueblos yentre diferentes sectores de la sociedad. Esto es lo que se conocecomo un Estado plural.

    Es necesario pues que la reforma del Estado mexicano incluya larectificacin de su poltica cultural y econmica, orientada durante d-cadas hacia el ideal de una nacin monocultural y hacia la exclusin delos pueblos indgenas del acceso y el control sobre los recursos natura-les de los territorios donde viven, y en general de la toma de decisioneseconmicas y polticas sobre las cuestiones que afectan su vida.1 Serequiere ahora un Estado plural que respete y que garantice el respe-

    to de toda la sociedad a la identidad de los pueblos, y que establezcapolticas que aseguren el florecimiento de todos ellos, empezando des-de luego por su participacin activa en las decisiones sobre el manejoapropiado de sus recursos naturales y de sus fuentes de riqueza.

    En suma, para lograr una solucin al problema de la multicultu-ralidad en Mxico, que conduzca a mediano y a largo plazo a unasituacin estable y legtima, se necesita que la sociedad poltica re-

    conozca en pie de igualdad a todos los pueblos que forman parte del

    1 En este libro mantenemos el uso ordinario del trmino pueblos indgenas para referirnos a los pueblosoriginarios que han habitado lo que ahora es el territorio nacional desde antes de la Conquista. Pero deninguna manera debe identi carse este uso con el sentido de indio o indgena como una categora queabarca a todos los pueblos indgenas como una entidad social unitaria que contrasta con lo no indio o noindgena. Jos del Val y muchos antroplogos han sealado que este sentido es un producto ideolgico quese arrastra desde la Colonia. Dicho uso ideolgico de indgena es completamente opuesto a la concepcinpluralista y multiculturalista que desarrollamos en este texto (cf . Warman, 2003, cap. 1).

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    pas, y que se lleve a cabo una reforma estructural de manera que seestablezcan nuevas relaciones sociales, econmicas, polticas y cul-turales entre pueblos, entre regiones y entre ellos y el Estado. Estas

    nuevas relaciones deben garantizar:

    1. la satisfaccin de las necesidades bsicas de los miembros de losdiferentes pueblos, de acuerdo con la formulacin que ellos hagande manera autnoma, respetando su derecho a desarrollarse en laforma en la que consideren adecuado;

    2. el acceso y control de los recursos materiales de su territorio,

    asegurando su participacin en la toma de decisiones acerca decundo y cmo explotarlos, cmo controlarlos, y cmo encauzarlos beneficios de su explotacin; y

    3. la participacin de todos los pueblos en la construccin de la na-cin mexicana, incluyendo su participacin en las instancias pol-ticas locales, regionales, nacionales e internacionales.

    En este libro se desarrollan ideas y conceptos que permiten articu-lar un modelo de sociedad multicultural adecuado para pases comoMxico y la mayora de los pases latinoamericanos. El modelo sugieretambin el tipo de normas que deberan regir las relaciones intercul-turales en el mundo globalizado en el que vivimos hoy en da, que esun mundo plural en sus perspectivas polticas, en sus evaluacionesmorales, en sus gustos estticos, en sus creencias y prcticas religio-

    sas, en sus preferencias sexuales, y en sus formas de vida; un mundoplural, en suma, en sus culturas.Para ello analizaremos y explicaremos conceptos como los que ya

    hemos mencionado en los prrafos anteriores: multiculturalidad, mul-ticulturalismo, interculturalidad, interculturalismo, justicia social,necesidades bsicas, cultura, autonoma, derechos individuales,derechos colectivos y derechos de grupo.

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    Con la ayuda de estos conceptos, y con base en el modelo de so-ciedad multicultural que delinearemos, ofreceremos una fundamen-tacin de la tesis de que en las sociedades multiculturales donde hay

    desigualdades entre pueblos o entre culturas, el establecimiento porparte del Estado o de entidades supraestatales, o de organismos in-ternacionales de polticas de compensacin o de un trato diferencialen la asignacin de recursos a favor de los pueblos que tienen des-ventajas, se justifica sobre la base de un principio de justicia social.Igualmente, este principio fundamenta el derecho de los pueblos aparticipar efectivamente en la toma de decisiones acerca de la explota-

    cin de los recursos naturales de los territorios que ocupan y sobre lacanalizacin de los beneficios derivados de dicha explotacin.

    Analizaremos pues algunos elementos de una teora de la justiciasocial.Veremos que slo es justa aquella sociedad donde se garantizala satisfaccin de las necesidades bsicas de todos sus miembros.Pero, como se ver en el libro, una necesidad bsica es algo que slopueden determinar los propios interesados, en funcin de las tradi-

    ciones, las creencias, las normas y los valores, as como las expecta-tivas y los proyectos y planes de vida individuales y colectivos queconstituyen sus prcticas y su horizonte cultural.

    ste es el gran tema incomprendido, o que se aparenta no compren-der, en el conflicto de Chiapas. Pero no slo en Chiapas, sino es eldrama de todos los pueblos indgenas de Mxico. La cuestin es que nobasta, no bastara aunque se hubieran desarrollado polticas adecuadas

    para ello, con resolver el problema de la pobreza material. Por supuestoque hay que hacer eso, y es urgente. Pero es necesario asegurar la pre-servacin de la identidad colectiva de los pueblos, as como la satis-faccin de las necesidades bsicas de sus miembros, las cuales debenser determinadas por ellos mismos. Pues las necesidades bsicas estnmediadas culturalmente, y la pertenencia a un pueblo bien puede seruna de esas necesidades para quienes han nacido y crecido en su seno.

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    Aunque al mismo tiempo hay que insistir que se trata de un derechoy no de una obligacin. Nadie puede obligar a nadie a permanecerdentro de un pueblo si no es por su propia voluntad.

    En suma, en este libro se rechaza tajantemente la ideologa que haperdurado en nuestro pas durante mucho tiempo, segn la cual hayun problema indgena, relacionado con un ser indgena o una na-turaleza indgena, frente al ser no indgena. Se critica esa ideologaque ha sustentado muchos de los programas indigenistas de Mxico,y que hasta la fecha alimenta polticas del Estado como las que hanllevado a crear instituciones de educacin especiales para indgenas.

    Como opcin frente a esa concepcin ideolgica se defiende un mo-delo de sociedad multicultural que parte del reconocimiento de queen Mxico realmente existen y conviven pueblos muy distintos, y sefundamenta en una posicin filosfica en tica, en epistemologa y enfilosofa poltica conocida como pluralista, la cual se distingue y separatanto de las posicionesabsolutistascomo relativistas, concepciones to-das stas que sern explicadas en el cuerpo del texto (captulo 2).

    Con base en ese modelo, y en virtud de su fundamentacin plura-lista, es posible proponer normas ticas y de convivencia poltica, ascomo instituciones que garanticen la justicia social para todas las per-sonas y para todos los pueblos, respetando sus diferencias y la identi-dad y autonoma de cada uno. Pero el modelo al mismo tiempo insisteen la necesidad de garantizar la participacin de todos los pueblos yde todos los ciudadanos en el proyecto de una nacin mexicana, mul-

    ticultural, democrtica y justa.En suma, la tesis central de este libro es que, en virtud de que unode los rasgos de la actual sociedad globalizada es la multiculturalidad,a partir de la cual se generan constantes conflictos, entre las condicio-nes necesarias para la resolucin pacfica de problemas se encuentrael establecimiento de normas, de instituciones y de mecanismos que:a) favorezcan las relaciones interculturales en un contexto de justicia

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    social, respetando y alentado la autonoma de los pueblos, incluyendoel acceso efectivo al control de sus recursos materiales;b) promuevanlas prcticas de democracia participativa, yc) faciliten el aprovecha-

    miento del conocimiento incluyendo el cientfico y tecnolgico parael desarrollo econmico y cultural de todos los pueblos.

    Nota sobre el contenido

    El libro se compone de cinco captulos y un Apndice. Las ideascentrales de lo que llamamos un modelo multiculturalista, o un

    proyecto intercultural para un pas como Mxico, se exponen enlos cinco captulos. En ellos se presentan las principales tesis quecomplementan y desarrollan la discusin sobre el tema que he lle-vado a cabo en mi libroMulticulturalismo y pluralismo(Paids-UNAM,Mxico, 1999). Sin embargo, en algunas partes, especialmente en loscaptulos 2 y 3, se incluye la explicacin de algunos conceptos que yahe discutido en ese libro tales como el derecho a la diferencia, los

    derechos individuales, colectivos y de grupo, la identidad personal yla colectiva, o la autenticidad y la autonoma cuya presentacin, queaqu se hace de una manera reorganizada y modificada, es indispen-sable para la comprensin de las ideas centrales sobre una sociedadmulticultural democrtica y justa que se desarrollan en los captulos4 y 5, as como en el Apndice. La presentacin de esos conceptos,pues, era necesaria para volver autocontenido al presente volumen.

    En el Apndice se reconstruye y se analiza un debate filosficosobre la interculturalidad centrado en las aportaciones de tres im-portantes figuras del pensamiento iberoamericano de las ltimasdcadas: Ernesto Garzn Valds, Fernando Salmern y Luis Villoro.

    Por medio de este debate se profundiza en la fundamentacintica y poltica de un proyecto intercultural adecuado para Am-rica Latina como el que se defiende en este libro. De esa manera se

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    subraya el papel de la filosofa en el diseo y la justificacin del mo-delo multiculturalista, as como su utilidad como gua para la tomade decisiones y para la accin en el contexto de las relaciones entre

    culturas. Pero el Apndice se centra adems en la particular impor-tancia de la historia de la filosofa para la filosofa contempornea,por ejemplo para responder a desafos como el de incidir en la com-prensin del problema de la multiculturalidad y en sus posibles vasde solucin. Por esta razn esperamos que el Apndice sea de interspara los estudiosos de la filosofa y de las ciencias sociales preocupa-dos por la fundamentacin tico-poltica de los modelos de sociedad

    adecuados para llevar adelante proyectos de cambio social en pasesmulticulturales, y en particular en comprender los sentidos en que lahistoria de la filosofa puede ser relevante para esa fundamentacin.Pero tambin abrigamos la esperanza de que el Apndice llame laatencin de los interesados en la historia de la filosofa.

    Los primeros cinco captulos pueden ser ledos de manera autocon-tenida, y podran apoyar un curso sobre los problemas de la multi-

    culturalidad y las relaciones interculturales en Amrica Latina paraestudiantes de cualquier disciplina, mientras que la lectura del Apndice podra reservarse para estudiantes de filosof a y paraestudiosos de las ciencias sociales interesados en profundizar enla fundamentacin filosfica de los modelos adecuados para lassociedades multiculturales.

    Sirva el Apndice tambin como un homenaje a tres figuras l-

    deres del pensamiento social y fi losfico latinoamericano Garzn Valds, Salmern y Villoro quienes con su ejemplo y con su obrahan marcado el rumbo para muchos colegas y estudiantes de lasnuevas generaciones, y a quienes el autor de este ensayo debe unreconocimiento pblico por las enseanzas que siempre ha recibidode ellos, y por el privilegio de haber contado con su apoyo profesio-nal y con su amistad personal.

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    Globalizacin y sociedad del conocimiento

    Puede la filosofa ayudar en el diseo y en la discusin de mode-los de sociedad tiles para tomar decisiones y para guiar accionesque contribuyan a establecer condiciones legtimas y estables quepropicien las relaciones pacficas entre diversos pueblos, naciones y

    culturas en el mundo, en el contexto de la sociedad globalizada y lasociedad del conocimiento?La respuesta sucinta que desarrollaremos a lo largo de este libro

    es que la filosofa no slo puede ayudar, sino que es indispensablepara pensar en el tipo de acciones y prcticas, de normas y valores,as como de instituciones que se requieren para establecer las condi-ciones que faciliten la resolucin pacfica de conf lictos y el desarrollo

    econmico y cultural de todos los pueblos de Amrica Latina y delplaneta, respetando su autonoma.La filosofa mantiene sus tareas perennes de elucidacin concep-

    tual y de crtica, pero como ocurre en cada poca, ahora enfrentadesafos especficos que surgen de las circunstancias novedosas a lasque ha llegado la sociedad planetaria a principios del sigloXXI. Algu-nas de esas circunstancias han sido recogidas en los poco precisos

    Pluriculturalidad y globalizacin

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    conceptos de globalizacin y de sociedad del conocimiento. Co-mencemos por aclarar en qu sentido los entenderemos aqu.

    El trmino de globalizacin se usa en muchos sentidos diferentes.

    Con mucha frecuencia se le emplea para referirse principalmente a unfenmeno econmico. As, por ejemplo, elDiccionario de la Real AcademiaEspaolade ne a la globalizacin como la tendencia de los mercadosy las empresas a extenderse, alcanzando una dimensin mundial quesobrepasa las fronteras nacionales. Por su parte, el Fondo MonetarioInternacional ha planteado que la globalizacin es la interdependenciaeconmica creciente del conjunto de pases del mundo, provocada por

    el aumento del volumen y la variedad de las transacciones de bienesy servicios, as como los flujos internacionales de capitales, al tiempoque la difusin acelerada y generalizada de la tecnologa.1

    Todava otro sentido del trmino, muy importante para nuestrosfines, se centra en lo que muy de pasada se alude en la caracteriza-cin del FMI: la globalizacin se refiere sobre todo al proceso tecno-lgico de las redes telemticas e informticas que han permitido el

    flujo instantneo de informacin en el mbito planetario, lo quea la vez ha posibilitado el movimiento de capitales de una parte aotra del globo terrqueo en slo unos segundos. Pero el desarrollotecnolgico tambin ha significado la intensificacin de las comu-nicaciones terrestres, martimas y areas, que han facilitado el in-tercambio de mercancas, y por lo tanto la interdependencia de laseconomas de casi todo el planeta.

    En este ltimo sentido, la globalizacin est ligada y de hecho hasido posibilitada por el desarrollo tecnolgico. Pero es importante su-brayar que, como lo ha enseado la reciente filosofa de la tecnologa,

    1 Ambas de niciones son sealadas por David Sobrevilla, 2004. La delFMI a su vez est tomada de J. Estefana,El fenmeno de la globalizacin, en J. J. Tamayo Acosta (ed.), 2002,10 palabras clave sobre la globalizacin,Navarra, Verbo Divino, p. 19.

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    si bien la tecnologa influye de manera notable en la sociedad, estlejos de determinar la estructura y la dinmica de las sociedades. Msbien, los efectos sociales de la tecnologa pueden ser controlados por

    decisiones humanas y por tanto puede encauzarse de diferentes mane-ras. Por esta razn, si la globalizacin se entiende como el intercambiode informacin y la interaccin cultural entre pueblos y naciones dife-rentes, posibilitada por las tecnologas de la comunicacin, entoncesdebe ser bienvenida, pero debe ser orientada, y es un imperativo ticoprocurar que sus beneficios alcancen a un mayor nmero de sereshumanos. Sin embargo, insistimos que esto es sostenible slo si la

    globalizacin se entiende de esa manera.Pero el trmino de globalizacin se utiliza sobre todo en relacin

    con un modelo econmico que ha venido imponindose en todo elmundo, no de forma disgregada, sino como una unidad a escala global,el modelo llamado neoliberal. En este sentido puramente econmicoasociado al modelo neoliberal, el trmino de globalizacin se refierea una nueva fase del capitalismo surgida al final del sigloXX. Se trata de

    un capitalismo verdaderamente global, que ha dado lugar a relacionessociales profundamente injustas, y que ha tenido como consecuencia laexclusin de millones de seres humanos de los beneficios de la riqueza.Por consiguiente merece una condena desde un punto de vista tico.

    Todava hay otro rasgo de la sociedad globalizada en el que convienedetenerse, y es al que suele aludirse con el trmino de sociedad delconocimiento. Se trata de una forma de produccin del conocimiento,

    donde los trminos bsicos son ahora auto organizacin, disper-sin, distribucin y divisin (cf . Fuller, 2001). En esta nueva formaya no hay un lugar central de produccin del conocimiento, sino queste se genera de manera distribuida en muchas unidades dispersas,que fsicamente pueden estar muy separadas, pero que a la vez semantienen en contacto mediante redes de comunicacin, de aqu porejemplo el trmino de sociedad red que utiliza Castells (1999). El

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    conocimiento producido por una unidad adquiere valor en la medidaen que complementa y se suma al que se produce en los otros nodosde la red. Pero para que esto sea posible se requiere cierto nivel de

    homogeneizacin cultural. Se encuentra aqu entonces una de las ten-dencias ms fuertes que estn empujando en la sociedad globalizaday del conocimiento: la de una estandarizacin que parece amenazar alas diversas identidades culturales del planeta.

    La forma distribuida de produccin del conocimiento no significauna democratizacin del conocimiento, en el sentido de que sea pblicoy accesible a todos, ni una disminucin de la exclusin de millones

    de seres humanos de sus beneficios. Por el contrario, ni siquiera haygarantas de que quienes participan de una red se beneficien del co-nocimiento producido distribuidamente, o siquiera que sepan cul esrealmente el producto final.

    De aqu surgen otros desafos de la sociedad del conocimiento.Hay millones de excluidos del sistema econmico y tambin de losbeneficios del conocimiento, y quienes no han quedado excluidos

    estn sometidos a fuertes tendencias culturalmente homogeneizado-ras. En este contexto no sorprende que laUNESCO, por ejemplo, en unintento de contrarrestar dichas tendencias, promueva los siguientescuatro principios como los fundamentales que deberan subyaceral modelo de la sociedad del conocimiento: libertad de expresin,acceso a la educacin, acceso universal a la informacin y respetoa la diversidad cultural y lingstica. Y se entiende que tambin la

    UNESCO pugne por el uso del trmino sociedad del conocimiento,entendido como un concepto pluralista que incluya a los derechoshumanos, en vez del trmino de sociedad de la informacin que serestringe slo a la tecnologa y a la infraestructura material.2

    2 Vase por ejemplo el documentoInternet Governance,UNESCO Position Statement, disponible en la siguientedireccin: http://portal.unesco.org.

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    stos son, pues, algunos de los rasgos del modelo de la sociedaddel conocimiento en cuyo contexto quisiramos plantear la pregunta:queda un papel para la filosofa? Particularmente, puede la filosofa

    contribuir a pensar en las condiciones necesarias para que los sistemassociales globales y nacionales sean legtimos y estables, y permitan eldesarrollo cultural y econmico de los diversos pueblos del mundo,as como una resolucin pacfica de los conflictos? Hemos adelantadoque defenderemos una contundente respuesta positiva. Para avanzaren esa lnea procedamos a la elucidacin de varios conceptos centralespara nuestro tema.

    Multiculturalidad e interculturalismo

    Desde hace varios aos se ha puesto en boga el trmino de multi-culturalismo. A menudo se le usa con temor, a veces como objeto decrtica o de desprecio, y en ocasiones el concepto es propuesto comopanacea. Conviene pues subrayar que este trmino, lo mismo que el

    de globalizacin, tiene varias connotaciones que deben elucidarsepara evaluar los modelos propuestos hasta ahora para orientar, y en sucaso justificar, las acciones de los agentes involucrados en las relacio-nes entre culturas.

    En ocasiones el trmino multicultural se utiliza para describirsociedades en donde conviven grupos que provienen de diversas cul-turas. Estas sociedades multiculturales pueden ser de diversos tipos.

    Por un lado, pueden ser como los pases donde han subsistido pueblostradicionales junto con una sociedad que ha pugnado por moderni-zarse despus de largos periodos coloniales. Tal es el caso de la ma-yora de los pases de Amrica Latina. Por otra parte estn los pasesque se han desarrollado sobre la base de grupos inmigrantes, comolos Estados Unidos. Un tercer tipo lo constituyen pases compuestoshistricamente por grupos tnicos y nacionales diferentes, en donde

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    en tiempos recientes se han producido intensos fenmenos de inmi-gracin, como Espaa o el Reino Unido. Todos estos pases son multi-culturales, en ellos coexisten culturas diversas. Conviene reservar los

    trminos de multiculturalidad y pluriculturalidad para referirse alas situaciones de hecho en las que coexisten pueblos y culturas diver-sas. Bajo esta acepcin, se trata de trminos factuales. Tambin pode-mos decir que son trminosdescriptivos, porque describen un aspectode la realidad social de nuestro pas, de otros pases y del mundo. Eneste libro utilizaremos los trminos de multiculturalidad y de pluri-culturalidad como sinnimos, con el significado recin mencionado.

    Pero junto con el reconocimiento de la multiculturalidad de mu-chos pases, incluyendo Mxico, se ha desarrollado otro concepto,el de multiculturalismo, y es el que despierta polmicas. Este trminoexpresa un concepto que se refiere a modelos de sociedad que puedenservir como gua para establecer o modi car relaciones sociales, paradisear y justi car polticas pblicas, para tomar decisiones y para rea-lizar acciones, ya sea por parte de los representantes de los Estados, de

    los miembros de los diversos pueblos y de las diversas culturas, de lospartidos polticos, de organizaciones no gubernamentales, de organis-mos internacionales y de los ciudadanos en general, en materias queafectan las vidas de los pueblos y las relaciones entre ellos. A diferenciade la multiculturalidad, que tiene un sentido descriptivo, el concepto demulticulturalismo tiene un sentidonormativo.

    El concepto de multiculturalismo ha suscitado grandes polmicas

    principalmente por dos razones. Primero, porque no tiene un sentidounvoco, sino que adquiere diferentes significados segn los modelosde sociedad con los que se le asocia. Todos esos modelos son discuti-bles, pues incluyen concepciones acerca de los pueblos y las culturas,3

    3 Por el momento hablamos indistintamente de pueblos y de culturas. Sin embargo se trata de conceptos queconviene precisar y distinguir, lo cual haremos adelante.

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    sus funciones, sus derechos y obligaciones, sus proyectos de desarro-llo, las relaciones entre los pueblos y los individuos, y las relacionesentre los diversos pueblos. Por lo tanto, el concepto de multicultura-

    lismo queda sujeto a esos debates, as como a las crticas y objecionesque se plantean a los diversos modelos.

    Pero como acabamos de recordar, no hay un nico tipo de socieda-des multiculturales. La situacin multicultural de Mxico es diferentede la de los Estados Unidos, la cual a la vez no es la misma que en elReino Unido o que en Espaa. El modelo multiculturalista adecuadopara cada uno de estos tipos de sociedad no necesariamente ser el

    mismo. De aqu surge la segunda razn por la cual el concepto demulticulturalismo suscita polmicas.

    Y es que el trmino ha sido acuado y usado principalmente en elcontexto anglosajn, es decir, en los pases de habla predominante-mente inglesa. Esto ha producido el efecto de que tienda a identificarseel trmino de multiculturalismo con un modelo particular, elaboradodentro de una corriente filosfica y de pensamiento especfica, que ha

    sido la dominante en los pases anglosajones, y en tiempos recientes enotras partes del mundo, a saber, la corriente liberal.Si bien hay muchas vertientes dentro de esta corriente, el pensa-

    miento liberal o liberalismo en filosofa poltica puede identificarseen torno a ciertos principios. Entre ellos, la idea de que las sociedadeshumanas son meras asociaciones de individuos, a diferencia, diga-mos, de estar compuestas tambin, de un modo fundamental, por

    grupos o por colectivos humanos. De aqu se derivan algunas conse-cuencias importantes para la tica y la poltica. Por ejemplo, que losnicos derechos morales que existen son derechos de los individuos,y que los grupos no tienen derechos morales. Puede reconocerse, porejemplo, que existen derechos colectivos, digamos los derechos de al-guna institucin, de una universidad, o de una asociacin, un club oun sindicato. Pero suele aclararse, desde el punto de vista liberal, que

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    dichos derechos son jurdicos, los cuales existen como resultado deconvenciones entre los individuos, pero de ninguna manera se tratade derechos morales que pudieran fundamentar derechos jurdicos

    y estar a la par y mucho menos por encima de los derechos de losindividuos. Adelante regresaremos sobre este tema al hablar de ladistincin entre derechos de los individuos, los derechos colectivos,y los derechos de grupo.

    En virtud de la asociacin que suele hacerse entre el trminomulticulturalismo y un modelo de sociedad con fundamentos li-berales, hay pensadores que prefieren no utilizar dicho trmino y

    emplear en cambio otros, tales como interculturalismo o autono-mismo o movimiento autonomista.4 El primero hace hincapi enla importancia de las relaciones horizontales y sin pretensiones dedominacin ni ejercicios de poder entre los pueblos, y el segundo enel derecho de los pueblos a tomar decisiones por ellos mismos.

    Ha habido, sin embargo, un buen nmero de pensadores en Mxicoque han adoptado el trmino de multiculturalismo, sin asociarlo di-

    rectamente al modelo de sociedad liberal multicultural que se ha de-sarrollado en los pases anglosajones, y que han hecho contribucionespara desarrollar un modelo adecuado para las sociedades latinoameri-canas, y cuyas ideas incluyen los aspectos fundamentales de los mode-los interculturales y autonomistas. Entre ellos pueden mencionarse aFernando Salmern, Luis Villoro, Jos del Val, Ambrosio Velasco, Ral Alcal, Alejandro Salcedo, Mauricio Beuchot, Samuel Arriarn, Dora

    Elvira Garca, Mara Teresa Muoz, y al autor del presente texto.5

    En lo que sigue de este libro, a menos que indiquemos otra cosa,utilizaremos indistintamente los trminos multiculturalismo e in-

    4 En el primer caso se encuentra por ejemplo Ral Fornet-Betancourt, 2001; en el segundo, Hctor DazPolanco, 1991, 1998, y Consuelo Snchez, 1999.5 Vanse por ejemplo: Villoro, 1998; Salmern 1998; Velasco, 2004; Alcal, 2002, 2004; Beuchot y Arriarn,1999, Beuchot, 2002; Salcedo, 2000, 2001; Garca, 1998, 2001, 2003; Muoz, 1999; Oliv, 1999.

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    terculturalismo para designar a un modelo de sociedad multicultural,democrtica y justa, que aliente la interaccin armoniosa y construc-tiva entre los pueblos y culturas de Mxico y del mundo, con base en

    el derecho de cada uno a tomar decisiones por s mismo acerca desu proyecto colectivo de desarrollo. As, utilizaremos tambin indis-tintamente los trminos de modelo multiculturalista y de proyectointercultural para referirnos al modelo normativo y valorativo quedefendemos en este libro.

    El concepto de cultura

    El concepto de cultura desde luego no es un concepto unvoco. Eltrmino cultura en su sentido original proviene del latn con el sig-nificado de cultivar. Se refiere al cultivo del conocimiento y de lasfacultades fsicas e intelectuales de los seres humanos. Pero hoy enda la palabra cultura tiene muchos significados diferentes. El fil-sofo peruano David Sobrevilla ha hecho un minucioso recuento de las

    diferentes acepciones del concepto, y resume algunos de los sentidosactuales ms importantes (Sobrevilla, ed., 1998).

    En primer lugar, dice Sobrevilla, ciertos usos del trmino mantie-nen el significado original de cultivar (Sobrevilla, ed., 1998, 15).6 Se trata del sentidodirectode cultura, como cuando se habla deagricultura, apicultura, etctera.

    Luego, Sobrevilla se refiere a varios usosindirectoso figurados. En

    uno de ellos, el trmino de cultura tiene un sentidoobjetivo, segnel cual se entiende la cultura como la creacin y realizacin devalores, normas y bienes materiales por el ser humano. Bajo estaacepcin, la cultura puede entenderse como restringida a una poca

    6 El nmero despus de una referencia indica la pgina donde se encuentra la cita en cuestin.

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    determinada de una cierta sociedad, y as tiene un sentidohistrico,por ejemplo cuando se habla de la cultura del barroco. O bien larestr iccin puede referirse a un pueblo, dando lugar al sentidoantro-

    polgico; as se habla por ejemplo de la cultura nhuatl o maya.En ciertas tradiciones de pensamiento contina explicando Sobre-

    villa se ha sugerido oponer los conceptos de cultura y civilizacin,a veces entendiendo a la primera como refirindose a lo espiritual, yla segunda a lo material. A veces invirtiendo estos sentidos.

    Otra acepcin comn del trmino cultura es cuando se habla deuna persona culta. Se trata de un sentidosubjetivoporque se refiere

    al cultivo de las capacidades de una persona: cultura fsica, culturade la inteligencia, cultura de los sentimientos, cultura del saber, cul-tura del espritu.

    En otras ocasiones se habla de culturas populares, en un sentidoobjetivo, refirindose a la cultura de ciertos pueblos o etnias, y sesuele distinguir de la cultura oficial o de la cultura acadmica, quees la que han desarrollado los grupos dominantes o ciertas elites

    intelectuales o artsticas en ciertas sociedades.De manera cercana a lo anterior, a veces se habla de culturade masas y cultura de elites. Se trata de dos usos del trminocultura en sentido objetivo, pero uno referido a lo que consumenlos grandes sectores de la poblacin, por lo general a travs de losmedios de comunicacin (radio, cine, televisin, internet), mientrasque el trmino de cultura de elites se refiere a la cultura de algunos

    grupos dominantes, sea en sentido intelectual, poltico, econmicoo ideolgico.Tambin es frecuente encontrar en la literatura trminos como

    sub cultura y contra cultura. En ambos casos se trata tambin deusos objetivos. En el primer caso se restringe a ciertos grupos socia-les dentro de una sociedad ms amplia: la sub cultura chicana, lasub cultura de un barrio de la ciudad de Mxico. Una contra cultura

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    es una sub cultura que deliberadamente se opone a valores y normasde una cultura dominante (la contra culturahippie). Hasta aqu algu-nos de los sentidos que ha repasado David Sobrevilla.

    El filsofo espaol Gustavo Bueno (1997) distingue tambin va-rios conceptos de cultura. Entre ellos, llama la atencin el uso deltrmino de cultura en contextos poltico-administrativos (Bueno,1997, 15), por ejemplo en relacin con ministerios de cultura, o enel caso de Mxico, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes(Conaculta). Esta acepcin del trmino cultura equivale a hablarde una cultura circunscrita. Suele ocurrir, dice Bueno, que los cri-

    terios connotativos de la circunscripcin ministerial son arcanosy sus lmites los lmites de su denotacin extraordinariamenteimprecisos y borrosos (Bueno, 1997,15). En el caso de Mxico, yde muchos otros pases, la cultura, en este sentido, incluye por logeneral a las artes y poca cosa ms (lo que en el caso de Mxico haceredundante el nombre de Conaculta, pues cultura y ar te se identifi-can). La educacin, la ciencia y la tecnologa, la economa, la indus-

    tria, el comercio, la poltica, el deporte, el turismo, etc., casi todo loque tradicionalmente ha sido englobado en el concepto objetivo decultura, queda fuera del alcance de Conaculta.

    Finalmente mencionemos el significado del trmino cultura queha esclarecido otro filsofo espaol, Jess Mostern. En su libroFilo-sofa de la cultura(1993), este autor propone entender la cultura b-sicamente como informacin, como la informacin transmitida por

    aprendizaje social. A diferencia de la informacin que se transmitepor medio de los genes, fenmeno que pertenece a la natura, hayinformacin que se transmite mediante mecanismos de aprendizajesocial, y en ese caso estamos ante la cultura. El aprendizaje socialpuede lograrse por medio de la imitacin, como ocurre en muchas es-pecies animales, incluyendo la humana. Pero tambin puede transmi-tirse la informacin por medio de lenguajes (verbales y no verbales),

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    y tambin puede codificarse en diferentes medios tablillas de arcilla,papeles, libros, revistas, discos magnticos, servidores electrnicos,y transmitirse por diferentes vas: oralmente, en persona o por medios

    como el telfono, o por escrito y transmitirse por correo ordinario opor internet. En todos los casos, luego la informacin necesita ser re-cuperada e interpretada.

    Actualmente se acepta ampliamente que los miembros de muchasespecies animales utilizan herramientas y tienen sistemas de comu-nicacin; transmiten informacin por medio del aprendizaje social,no nicamente por medio de los genes, y as, hay cultura en muchas

    especies animales. Pero para autores como Mostern, lo que distinguea las sociedades humanas de las de otros animales es que la transmi-sin de la informacin se da tambin, y cada vez ms, por medio delenguajes proposicionales utilizando soportes artificiales: la escrituraconvencional en papel o en medios informticos que se transmitenpor internet; la escritura por medio de lenguajes de computacin, delenguajes matemticos, etctera.

    Qu hacer ante tal variedad de sentidos del trmino cultura?Esta polisemia nos enfrenta al menos ante dos posibles actitudes.Una es la que asumi Gustavo Bueno al concluir, todava en la dcadapasada (1996), que tal diversidad de conceptos y de concepcionesmostraba que la cultura era, a final de cuentas, el ltimo gran mitodel milenio que deba combatirse. Pero tambin es posible asumiruna actitud positiva, con nimo pluralista que es el ms apropiado

    para la sociedad globalizada de principios del sigloXXI, como sos-tendremos en este libro y entonces elegir el significado de culturaque mejor permita plantear los problemas, entenderlos con claridad,y por consiguiente proponer soluciones adecuadas.

    Deberamos concluir que se trata de un trmino oscuro que ha dadolugar a una multiplicidad de confusiones y que por ello se ha prestado auna manipulacin ideolgica? No. Es cierto que en las dcadas recien-

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    tes ha habido un abuso del trmino cultura, y que muchas veces haygran confusin acerca del sentido en que se est usando (las errticaspolticas de muchos ministerios de cultura en el mundo dan fe de

    esto). Pero la multiplicidad de significados no es exclusiva del trminode cultura, ocurre con muchos trminos cientficamente respetables,en las ciencias naturales y sociales. Pero a lo que s obliga la multipli-cidad de significados es a precisar el sentido en que uno lo utiliza, y ahacer ver que tal sentido es claro y pertinente para los fines que unopersigue, como lo intentaremos ms adelante.

    Como ya sugerimos antes, de la misma manera en que existen di-

    versos conceptos de cultura, tiles en distintos contextos, por ejem-plo cientficos, filosficos, polticos o antropolgicos, as hay tambindiversos conceptos de multiculturalismo, pues heredan la variabili-dad semntica del de cultura.

    Los diversos modelos multiculturalistas no tienen la misma utilidaden todos los contextos. Un modelo til por ejemplo para la situacinde Mxico o de Amrica Latina en relacin con los pueblos indgenas,

    puede no serlo para la situacin pluricultural de los Estados Unidoso la de Espaa. Sin embargo, como veremos, aunque el modelo desociedad multicultural puede variar segn las condiciones de cadapas pluricultural, todos esos modelos pueden tener una comn fun-damentacin tica y poltica, e incluso epistemolgica. En el resto deeste libro nos concentraremos en el problema de la diversidad culturalen pases como Mxico y otros de Amrica Latina, en relacin con los

    pueblos que forman parte de ellos, por lo que buscaremos un conceptode cultura apropiado para esta problemtica.

    Un concepto antropolgico-filosfico de cultura

    Acabamos de ver que, como con tantos conceptos de inters filo -sfico y cientfico, no hay razones para pensar que hay o que debe

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    haber un nico concepto de cultura que sea elcorrecto. Puestoque hay muchos significados del concepto, la eleccin del msadecuado debe estar en funcin de los problemas que queremos

    comprender. Lo que importa es tener claro el problema que sequiere discutir y elegir los conceptos que permitan plantear y en-tender ese problema, para as proponer soluciones aceptables.

    En virtud de los problemas que nos proponemos discutir en estelibro, el concepto ms til es un concepto de origen antropolgico,al que le aadiremos algunos elementos ms, por lo que podramosconsiderarlo como un concepto antropolgico-filosfico.

    Tampoco existe un nico concepto antropolgico de cultura, peromuchos autores reconocen como un buen punto de partida la ya cl-sica definicin de E. B. Tylor: La cultura o civilizacin [...] es aqueltodo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, lamoral, las leyes, las costumbres y cualesquiera otros hbitos y capaci-dades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad(Primitive Culture, Chicago, 1871, vol. VII, 7).

    Como dice Mostern, otros conceptos antropolgicos de cultura giranbsicamente en torno a la misma idea. El antroplogo mexicano Gui-llermo de la Pea, por ejemplo, considera que [e]l concepto deculturase opone al denaturaleza; sirve para nombrar el cmulo de conocimien-tos, tcnicas, creencias y valores, expresados en smbolos y prcticas,que caracteriza a cualquier grupo humano, y que suele transmitirseaunque no mecnicamente en el t iempo (de una generacin a otra)

    y en el espacio (de un lugar a otro) (de la Pea, 1998).Luis Villoro ha recordado la definicin adoptada en una reuninsobre polticas culturales de laUNESCO (realizada en Mxico en 1981):

    En su sentido ms amplio, la cultura puede considerarse actualmente como elconjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afec-tivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Ella engloba, adems de

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    las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser huma-no, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias (Villoro, 1985, 177).

    Podemos agregar que engloba tambin a todas las formas de generarconocimiento y de transformar la realidad social y natural; la cienciay la tcnica quedan as comprendidas dentro de la cultura.

    Villoro destaca dos aspectos de las culturas, los que simplista-mente podran denominarse externo e interno. El primero co-rrespondera a los elementos que puede percibir directamente unobservador, e incluye dos subconjuntos:

    Por una parte los productos materiales de una cultura: edi cios, utensilios, vesti-dos, obras de arte, conjuntos de signos, etc. Por la otra los sistemas de relacin y decomunicacin, observables al travs de casos concretos en los cuales se realizan o alos que se aplican. Entraran en esta categora las relaciones sociales, los lenguajesde distintos tipos, los comportamientos sometidos a reglas (costumbres, ritos, jue-gos, etctera) (Villoro, 1985, 177).

    Pero la dimensin externa de las culturas, constituida por los rasgosdirectamente observables contina Villoro es comprensible slo sisuponemos que los miembros de esas culturas son capaces de asumirestados disposicionales internos, en virtud de los cuales los elemen-tos externos adquieren sentido. Se trata de las creencias, los propsitoso intenciones y las actitudes colectivas de los creadores de cultura.

    Esta condicin interna de cultura es condicin de posibilidad de sudimensin externa (idem, 177-178).Siguiendo las propuestas anteriores, el concepto de culturaque uti-

    lizaremos es el siguiente:

    una cultura es una comunidad que tiene una tradicin desarrollada a lo largo de va-rias generaciones, cuyos miembros realizan cooperativamente diferentes prcticas,

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    por ejemplo cognitivas, educativas, religiosas, econmicas, polticas, tecnolgicas,ldicas y de esparcimiento lo cual signi ca estar orientados dentro de esas prcti-cas por creencias, normas, valores y reglas comunes, que comparten una o varias

    lenguas, una historia y varias instituciones, que mantienen expectativas comunes,y se proponen desarrollar colectivamente proyectos signi cativos para todos ellos(cf . Kymlicka, 1995, 18 y 76; Salmern, 1998; Villoro, 1998, 109 y ss.)

    ste es el concepto que ha permitido una gran cantidad de trabajoantropolgico, y que tiene referentes de los que no podemos dudar,cuando se habla, por ejemplo de las culturas nahua, maya, tzotzil,

    huichola o tojolabal. Pero en ocasiones utilizamos el trmino culturapara referirnos a un grupo social que se identifica con un pueblo,aunque no sea idntico a l. Por ejemplo, los judos en Espaa, o losmexicanos en Estados Unidos.

    Algunas de las razones para identificar a los huicholes o a los tzo-tziles como culturas son que tienen una lengua comn, creencias bienatrincheradas, tradiciones, costumbres, instituciones y prcticas cog-

    nitivas, religiosas, lingsticas, econmicas y polticas, todo lo cual haperdurado por siglos aunque haya cambiado, pero adems mantienenexpectativas y proyectos de vida comunes. Sus creencias y prcticas,sus costumbres, sus instituciones y su lengua han provisto a muchasgeneraciones de los elementos bsicos que dotan de sentido a su exis-tencia como seres humanos y que les permiten tener expectativas yformular proyectos y planes de vida.

    En este libro restringiremos el sentido de los conceptos de mul-ticulturalismo y de relaciones interculturales a las comunidadesque satisfacen las condiciones para calificar como culturas en elsentido recin especificado. Ms an, como ya dijimos, centraremosnuestra atencin slo sobre los pueblos originarios de Mxico y de Amrica Latina que claramente satisfacen las condiciones para serculturas en el sentido mencionado. As evitaremos discusiones acer-

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    ca de si otros grupos sociales, que no son culturas, seran sujetos delos mismos derechos de grupo (concepto que veremos adelante). Estaaclaracin es importante porque muchas veces se intenta desechar

    al multiculturalismo por la va fcil de ridiculizarlo, sugir iendo quedefiende el derecho a la diferencia de cualquier grupo, aunque setrate de una secta religiosa, de grupos de inmigrantes que slo tie-nen en comn la nacionalidad de sus antepasados, o fanticos de unclub de futbol. Como hemos dicho, el concepto de cultura que es-tamos suponiendo es lo suficientemente claro como para identificarpor ejemplo a la cultura nahua, o la maya, o la tzotzil, o la tojolabal

    o la purpecha.

    Un modelo de multiculturalismo o un proyecto intercultural

    En este libro presentaremos y defenderemos un modelo multicul-turalista particular, al cual indistintamente le llamaremos tambinproyecto intercultural. Resumamos ahora los rasgos fundamenta-

    les de este modelo.El modelo contempla bsicamente un conjunto de normas de con-vivencia entre pueblos y culturas (captulo 5), y establece derechosy obligaciones de los pueblos, del Estado y del resto de la nacin,que se consideran necesarios para que la sociedad multicultural sea justa, bajo un concepto de justicia social que se desarrolla en el ca-ptulo 4. El modelo incluye tambin elderecho a la diferencia.

    El derecho de los pueblos a la diferencia, entendido como el de-recho de sus miembros a ser reconocidos como pertenecientes a esepueblo y a disfrutar de ciertos beneficios en virtud de ello, tantocomo el derecho a decidir de manera autnoma sobre sus formas devida, sobre su desarrollo y sobre el manejo de sus recursos materia-les, no son incompatibles con el derecho a participar en la vida po-ltica, econmica y cultural de su sociedad nacional y de la sociedad

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    global. Por el contrario, estos derechos son complementarios. Peroa la vez, como veremos, llevan consigo la obligacin del cambio encada pueblo, al menos de los cambios que sean necesar ios para con-

    vivir armoniosamente con el resto de la nacin, y con otros pueblosde su contexto nacional o del contexto planetario.

    La justificacin tico-poltica de las normas aludidas, as como delconcepto de justicia adecuado para una nacin multicultural, y suposibilidad efectiva, se desprenden de la concepcin pluralista quese explica en el captulo 2, as como de las nociones de identidadpersonal y colectiva, autenticidad y autonoma que se analizan en el

    captulo 3.Resumamos por ahora los derechos y obligaciones de los pueblos y

    del Estado, de acuerdo con el modelo que desarrollaremos adelante.

    Derechos de los pueblos

    Derecho a la diferencia, al reconocimiento y a mantener su iden-

    tidad colectiva. Derecho a desarrollarse y a f lorecer. Derecho a la autonoma. Derecho a participar activa y efectivamente en la toma de decisiones

    sobre la explotacin y canalizacin de los beneficios de la explota-cin de los recursos naturales de los territorios que habitan.

    Derecho, cuando es el caso, a recibir tratos diferenciales y recur-

    sos compensatorios especiales por parte del Estado y de organi-zaciones internacionales en virtud de su rezago econmico social,como una cuestin de justicia social.

    Derecho a participar activamente en el diseo y realizacin de unproyecto nacional incluyente de todos los pueblos y de otros gru-pos sociales.

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    Obligaciones de los pueblos

    La obligacin de dinamizacin: modificar sus prcticas y cos-

    tumbres cuando stas sean incompatibles con la convivenciaarmoniosa y constructiva con otros pueblos y con el resto de lanacin, o sean violatorios de los derechos humanos acordadosconjuntamente y con la participacin de ellos (cf . Garzn Valds,1993b).

    Preservar el ambiente en beneficio del resto de la nacin, de lahumanidad y de futuras generaciones.

    Participar activamente en el diseo y realizacin del proyectonacional.

    Participar en el diseo y en la realizacin de los sistemas norma-tivos e institucionales para la convivencia pacfica entre pueblos ypara la resolucin pacfica de conflictos.

    Obligaciones del Estado mexicano en relacin con los pueblos

    Transformarse en un Estado plural (cf . Villoro, 1998). Garantizar las condiciones para el desarrollo econmico de los

    pueblos, incluyendo la capacidad de stos de tomar decisionessobre la explotacin de los recursos naturales de sus territorios.

    Establecer mecanismos y polticas especiales de distribucin debienes y servicios a favor de los pueblos que estn en desventaja

    como una cuestin de justicia social. Reconocer y garantizar el ejercicio de la autonoma de los pueblos. Establecer las condiciones y los mecanismos que garanticen la con-

    vivencia pacfica entre pueblos y la resolucin pacfica de con ictos. Promover la cultura de la interculturalidad en Mxico, entendi-

    da como la conciencia de que el pas es multicultural y que todoslos pueblos deben ser respetados y merecen tener las condiciones

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    adecuadas para su desarrollo econmico y para el ejercicio de suautonoma. Esto implica desarrollar proyectos educativos a favorde la multiculturalidad en el mbito nacional, y no exclusivamen-

    te dirigidos a los pueblos indgenas. Vigilar que los diversos pueblos y culturas que conviven en el pas

    se toleren unos a otros (veremos que, segn el concepto de tole-rancia que adoptaremos, est fuera de lugar exigir que el Estadosea tolerante, si se trata de un Estado plural y multicultural).

    Segn este modelo, todos los pueblos y comunidades indgenas que

    conviven en el pas tienen derecho a mantener su identidad colec-tiva. Pero no tienen slo el derecho de sobrevivir, sino tambin adesarrollarse social y econmicamente segn los planes de vida co-lectivos que ellos mismos formulen y elijan. Esto exige que tengan laposibilidad efectiva de tomar decisiones por s mismos, es decir, demanera autnoma, y la capacidad para llevar adelante las acciones ylas prcticas necesarias para realizar sus proyectos.

    El modelo plantea, en particular, que los pueblos y comunidadesindgenas tengan la posibilidad efectiva de participar en la toma dedecisiones sobre el uso y la canalizacin de los beneficios de la explo-tacin de los recursos naturales y materiales de los territorios dondehabitan. Adems, el modelo prev el derecho de los pueblos y comu-nidades indgenas a la participacin en la formulacin y ejecucin deun proyecto de nacin que los incluya, es decir, el derecho a participar

    activamente en la construccin de la nacin y en la vida poltica delEstado en los mbitos municipal, estatal y federal.Ms an, el modelo plantea como obligacin del Estado mexicano

    sentar las bases para una sociedad justa, y esto signi ca que el Estadodebe establecer las condiciones que garanticen la satisfaccin de laslegtimas necesidades bsicasde todos los ciudadanos, entre las cualespueden encontrarse las necesidades de preservar la identidad y la

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    cultura de cada pueblo, si as lo demandan sus miembros. Adems,es una cuestin de justicia socialestablecer polticas diferenciales y decompensacin a favor de los pueblos y comunidades que hasta ahora

    han sido discriminados y excluidos de los beneficios econmicos dela nacin, y que por consiguiente requiere recursos especiales parase desarrollo econmico. Pero la forma de lograr y de encauzar esedesarrollo econmico debe ser decidido por ellos.

    Ahora bien, segn el modelo multiculturalista que defendemosen este libro, los derechos anteriores llevan consigo obligaciones.Principalmente la obligacin al cambio por parte de los pueblos

    tradicionales, es decir, la obligacin de realizar transformacionesque permitan la convivencia con las dems culturas y con el restode la nacin, y que garanticen el respeto de los acuerdos bsicospara esa convivencia (por ejemplo, el respeto a los derechos de losindividuos que en los mbitos nacional e internacional se acuerdenen comn). Veamos ahora el contexto en el cual debera aplicarse unmodelo multiculturalista como ste.

    El contexto de aplicacin del modelo: las polticas en Mxicosobre la problemtica de los pueblos indgenas

    En Mxico, a lo largo del sigloXX y hasta hace ms o menos 15 o20 aos, la poltica oficial del Estado era claramente de integracincultural, es decir, se trataba de incorporar a los indgenas a la socie-

    dad moderna, cuidando quiz la preservacin de sus rasgos cultura-les en sentido estrecho (folklricos), pero sin hacerles concesionesde importancia en el terreno econmico o poltico. Esta posicincont durante mucho tiempo con el respaldo de antroplogos ypensadores progresistas, quienes alegaban que el establecimientode un status especial para los pueblos indgenas slo agravara susituacin de explotacin y de humillacin. Y la expedicin de leyes

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    especiales slo tendera a restaurar la sociedad discriminatoria,estamentaria y corporativista de la colonia (vase, por ejemplo, J.C. Oliv, 1993, 190).

    Pero en la prctica esa poltica no fue efectiva. Los pueblos ind-genas siguieron siendo vejados, humillados, explotados, marginadosy excluidos. Podra alegarse como lo ha hecho Ernesto Garzn Val-ds (1999) que el problema es que nunca se aplicaron las leyes conrigor y en toda su extensin. Eso es verdad. Sin embargo, ya muchoantes de la insurreccin zapatista, en el terreno de la ref lexin teri-ca, las ideas en que se fundaba aquella posicin se venan poniendo

    en cuestin, y hay buenas razones para preguntarse si en efecto elproblema no va ms all de una falta de cumplimiento de la legisla-cin vigente.

    Uno de los problemas fundamentales es que en la base de esaconcepcin se encontraba el ideal de una nica cultura mexicana,monoltica y coherente, sobre la cual deberan converger todaslas dems culturas, y se haca caso omiso del problema del reco-

    nocimiento de la identidad colectiva en cuestin, as como de susderechos, particularmente de su derecho a tomar decisiones aut-nomamente, incluyendo decisiones sobre el manejo de los recursosnaturales de sus territorios.

    Durante las dos ltimas dcadas, de manera cada vez ms insis-tente, se han ofrecido razones poderosas para sostener que el mejorcamino para los pases como Mxico es el reconocimiento de que

    las diversos pueblos que en l conviven no slo tienen el derecho aexistir y preservarse, sino tambin a florecer y desarrollarse. No setrata de expedir leyes especiales para los indgenas, ni de establecerinstituciones particulares para ellos, sino se trata de disear y llevaradelante un proyecto de nacin multicultural bien articulado, en elcual participen en pie de igualdad todos los pueblos, contribuyen-do al desarrollo nacional y beneficindose cada uno de ellos de la

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    cooperacin y del intercambio con los otros pueblos y con el restode la nacin.

    Esto se reconoci incluso por el gobierno mexicano en los llamados

    acuerdos de San Andrs, firmados con representantes de los pueblosindgenas en febrero de 1996, pero que por razones polticas no hantenido un destino afortunado hasta el momento, pues incluso la Leyde Derechos y de Cultura Indgena en Mxico, aprobada en abril de2001, desvirta de forma significativa esos acuerdos.

    Conviene recordar algunos aspectos de tales acuerdos, que par-tan del reconocimiento de la siguiente premisa:

    La historia con rma que los pueblos indgenas han sido objeto de formas de sub-ordinacin, desigualdad y discriminacin que les han determinado una situacinestructural de pobreza, explotacin y exclusin poltica. Con rma tambin quehan persistido frente a un orden jurdico cuyo ideal ha sido la homogeneizacin yasimilacin cultural.

    A partir de este reconocimiento, en esos acuerdos se reconoca la ne-cesidad de una nueva relacin entre el Estado mexicano y los pueblosindgenas [que] se bas[e] en el respeto a la diferencia, en el recono-cimiento de las identidades indgenas como componentes intrnsecosde nuestra nacionalidad, y en la aceptacin de sus particularidadescomo elementos bsicos consustanciales a nuestro orden jurdico, ba-sado en la pluriculturalidad.

    Para ello, contina el texto de esos acuerdos, se requiere []desarrollar una cultura de la pluralidad y la tolerancia que acepte[las] visiones del mundo [de los pueblos originarios], sus formasde vida y sus conceptos de desarrollo.

    Dibujado con trazos extremadamente burdos, ste es el contextogeneral de la discusin del pluriculturalismo en Mxico. Pero estaproblemtica ahora tiene que enfocarse en la perspectiva de la so-

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    ciedad global, por lo que conviene destacar algunos de los rasgosespecficos que han cobrado importancia reciente.7

    El contexto de aplicacin del modelo:rasgos de la situacin global

    1. El debilitamiento de los Estados nacionales, que entre otras cosashan perdido poder y soberana, sobre todo en materia econmica,debido a la desregulacin impuesta por el modelo neoliberal global.

    2. El asedio, por parte de las grandes empresas multinacionales, con

    el apoyo de los Estados militar y econmicamente poderosos, alos recursos naturales y a las capacidades productoras de conoci-miento y de su explotacin efectiva de los pases y de los pueblosque no pertenecen al primer mundo. Algo particularmente rele-vante para los pases de Amrica Latina es que una proporcinmuy importante de los recursos naturales valiosos se encuentranen terr itorios donde viven pueblos indgenas.

    3. La concentracin del poder econmico e ideolgico en las grandesempresas trasnacionales que controlan el acceso a los medios de co-municacin, al ciberespacio, a las noticias y a lo que la gente debeleer, poder concentrado que como nunca antes depende de la cien-cia y la tecnologa. En este rubro destacan los llamados por JavierEcheverra seores del aire: las grandes compaas de comunica-cin, como laCNN, ITT, o las que controlan en gran medida el acceso

    y la navegacin por internet, como Microsoft (Echeverra, 1999). Astas cabra agregar los grandes consorcios editoriales que han ab-sorbido a las pequeas y medianas editoriales, que han acumulado

    7 Varios de los rasgos que se mencionan a continuacin han sido sealados insistentemente por Jos del Valen diversas conferencias y charlas que he tenido la oportunidad de presenciar.

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    una gran capacidad para controlar la publicacin y distribucin delibros, es decir, de controlar lo que la gente lee.

    4. El surgimiento de nuevos agentes sociales y polticos, o al me-

    nos revalorizacin de su significado poltico: pueblos indgenas,movimientos ecologistas, de gnero, de homosexuales, de con-sumidores, movimientos antiglobalizacin, nuevos movimientoslaborales y campesinos, etctera.

    5. La nueva relevancia de la cultura, y en particular de la lucha porel reconocimiento desde diversas perspectivas culturales. As, lareligin y la etnicidad, tanto en el contexto de pueblos origina-

    rios, como de grupos de inmigrantes en otros pases, se han vueltoelementos cruciales de la identidad. Adems, el fenmeno de lainmigracin, as como el trasvase cultural producto de las redessatelitales, de la comunicacin electrnica, y la difusin de publi-cidad y filmes (ms unilateral que multilateral, hay que decirlo),estn produciendo una hibridacin cultural no vista antes, ante lacual, sin embargo, tambin se ha reforzado la lucha por el recono-

    cimiento de las identidades propias y por el reconocimiento de ladiversidad cultural y de su valor para la sociedad en los mbitosglobal y nacionales (cf. Fraser, Garca Canclini, 2000, 2001).

    Muchos de los ms intensos conflictos sociales a los que ha asis-tido el mundo en las dcadas recientes tienen que ver con esa luchapor el reconocimiento: movimientos de pueblos indgenas y de gru-pos tnicos, luchas por la autonoma efectiva de los pueblos, luchas

    en torno al gnero y la sexualidad, luchas por la soberana nacionaldentro de Estados constituidos, como en el caso de Espaa, ascomo la defensa de los derechos humanos, muchas veces ligados aesos movimientos.

    6. En Latinoamrica muchos pases han hecho un reconocimientoconstitucional de su carcter multicultural, y en general de los de-rechos de los pueblos originarios. Pero ha habido una muy pobre

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    traduccin de este reconocimiento a una implementacin de meca-nismos efectivos que modifiquen las relaciones interculturales ennuestros pases.

    7. Hasta ahora los nuevos movimientos y los llamados nuevos agen-tes polticos haban venido identificndose ms en trminos deuna lucha por el reconocimiento y el derecho a la diferencia, quepor una participacin efectiva en la toma de decisiones sobre lasformas de cundo y cmo explotar recursos (naturales, sociales ydel conocimiento), y de cmo canalizar y distribuir los beneficiosde su usufructo. Pero eso ha comenzado a cambiar en tiempos

    recientes, y es algo que se ha empezado a ver en las luchas de lospueblos y movimientos indgenas, y en su articulacin horizontalcon otros movimientos sociales, como qued evidenciado en Bo-livia en 2003, con respecto a la explotacin del gas y la canaliza-cin de los consiguientes beneficios econmicos.

    Por eso es muy importante insistir en que adems de los de-rechos culturales, tanto en el caso de los pueblos indgenas de

    Amrica, como en el caso de grupos de inmigrantes en Espaa, enEstados Unidos o Canad, y en general para las relaciones entrelos pueblos y entre los pases, adems de los principios pugnadospor la UNESCO (libertad de expresin, acceso a la educacin, accesouniversal a la informacin, y reconocimiento y respeto de la diver-sidad cultural y lingstica), es necesario reivindicar los derechoseconmicos de los pueblos y de las naciones.

    Pero cules son esos derechos? Qu significa tener derechoseconmicos y, sobre todo, cmo pueden ejercerse en la prctica?Esto es parte del debate y de las luchas econmicas y polticas, aniveles tericos y prcticos, en el contexto de la sociedad global yla sociedad del conocimiento. En Amrica Latina, particularmente,en este punto surge una tensin entre la propiedad de la nacin delos recursos por ejemplo del subsuelo, como lo consagran la mayo-

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    ra de las constituciones polticas de nuestros pases, y el inters delos pueblos indgenas de tener acceso y participacin en el controldel usufructo de esos recursos, especialmente cuando se encuen-

    tran en territorios que han ocupado desde tiempos ancestrales.8. Conformacin de un consenso en muchos pases, particularmente

    en los latinoamericanos, a partir de fenmenos como los que he-mos recordado hasta aqu, de que es necesaria una profunda refor-ma del Estado.

    9. Finalmente, como noveno y ltimo punto del contexto que enfren-tan actualmente los esfuerzos de llevar adelante un modelo multi-

    culturalista, subrayaremos que el complejo proceso social globalque hemos estado viviendo en las dos ltimas dcadas ha venidoacompaado de una precariedad en la elaboracin y uso de las cate-goras del pensamiento filosfico y terico en las ciencias sociales.Un ejemplo de esto, como lo ha sealado insistentemente Jos del Val, consiste en el desplazamiento de muchos de los conceptos quehaban sido centrales en la teora social, tales como clase social,

    explotacin, alienacin, solidaridad, extraamiento, enaje-nacin, ideologa, por el concepto de pobreza, y consecuente-mente las polticas pblicas se han visto invadidas con programaspara ayudar a los pobres, ms como consecuencia de visionescaritativas que de polticas de distribucin de la riqueza basadas enun concepto de justicia social. Ante esta situacin, es imperativo aceptar eldictumde la UNESCO

    de que la sociedad del conocimiento debera encauzar a las tecno-logas de la comunicacin y la informacin, as como en general elconocimiento cientfico y tecnolgico, en beneficio del desarrollocultural, social y econmico, pero a esto hay que agregar, y es aqudonde permanece una tarea inaplazable para la filosofa crtica,dentro de un marco de justicia social en las sociedades democrticas y plurales.

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    Cultura global, culturas locales

    Aunque ya se ha formado lo que podemos llamar la cultura global en

    el mbito planetario, no debemos olvidar que todava vivimos en unmundo donde esa cultura global convive con otras culturas tradicio-nales y locales, y en donde existen posibilidades de autntica vidacomunitaria. La cultura global no ha logrado, ni es deseable que lohaga, borrar del planeta a todas las dems culturas que existen juntocon ella. Como ha insistido Luis Villoro, uno de los grandes desafosde nuestro tiempo y del futuro inmediato es el de resolver la tensin

    entre el movimiento hacia una comunidad mundial homognea y lavoluntad creciente de muchos pueblos de mantener sus identidadespropias y sus culturas locales (Villoro, 1985, 175).

    Es un problema cuya resolucin no es fcil. Pero no se trata deuna contradiccin entre la construccin de la cultura global y lapreservacin de las culturas particulares. A final de cuentas, esoque llamamos la cultura global es el resultado de la comunicacin e

    interaccin de todas las culturas particulares que han dado lugar auna unidad ms amplia.El contraste entre diversas culturas y tradiciones en el mundo, a pe-

    sar de la globalizacin, es sin duda constante. Vale la pena mencionarun tenue reflejo de esto que se manifest en elXX Congreso Mundialde Filosofa celebrado en Boston en 1998. En una sesin plenaria sesuscit un interesante debate entre una profesora norteamericana, de-

    fensora de la tradicin crtica socrtica que sin duda es uno de losbaluartes de la cultura occidental que debemos defender y promover yun profesor chino, quien subrayaba el valor de las enseanzas de Con-fucio, insistiendo en la importancia de cultivar los valores tradiciona-les de la cultura propia. Otro interesante debate se dio tambin entreun participante que destacaba la idea de la humanidad como unidad,frente a otros que hablaban de la humanidad como diversidad.

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    Esos debates, muy ricos por cierto, en realidad no encerraban unacontradiccin. Las oposiciones slo eran aparentes. Por supuestoque la humanidad es una sola unidad, si la vemos como una especie

    biolgica. Y como tal, todos sus miembros comparten una serie decapacidades y habilidades. Ms an, hoy en da reconocemos que susmiembros tambin comparten una serie de derechos bsicos, los de-rechos humanos.

    Pero al mismo tiempo esas capacidades siempre se cultivan, seejercitan y se desarrollan en contextos socioculturales especficos. Yes aqu donde la humanidad no puede evitar la diversidad. Aun esa

    capacidad que llamamos razn, la capacidad de manejar un lengua- je, de conectar ideas, de hacer inferencias, y de aceptar creencias,normas y valores con base en razones, incluso esa capacidad y laforma de ejercitarla ha var iado a lo largo de la historia y cambia se-gn las culturas.

    Anlogamente, la crtica socrtica y el cultivo de los valores tradicio-nales de una cultura no son necesariamente opuestos. Podemos cultivar

    los valores de nuestra tradicin sin dejar por ello de examinarlos, acep-tarlos, rechazarlos o revisarlos despus de analizarlos crticamente.Por eso en todas las culturas por medio de la educacin se debe

    preparar a sus miembros para participar en esas constantes redefini-ciones. Una tarea crucial es la de ensear a la gente el contenido deesos conceptos, de acuerdo con su herencia cultural, pero hacerlesver al mismo tiempo que ese contenido no queda nunca fijo para

    siempre, sino que el mismo se transformar con el paso del tiempo,conforme cambien las estructuras sociales y participen ms gruposy ms culturas en las interacciones en el mbito planetario. La gentedebe estar preparada para participar en esas discusiones, en los di-ferentes foros nacionales e internacionales. Eso es lo que significarla autntica construccin de una comunidad global, mediante laparticipacin de todas las culturas del planeta.

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    Y esto ser posible slo si los individuos asimilan crticamente losprincipios y valores que su cultura les ha heredado, y al mismo tiem-po tienen una actitud positiva para comprender los presupuestos de

    otros. Adems, esa sociedad multicultural, en los mbitos nacional yglobal, ser legtima slo en la medida en la que los individuos estnadecuadamente representados en los procesos de redefiniciones.

    Pero lo que s es indeseable es el dominio hegemnico de una culturasobre otras, pasando subrepticiamente como la genuina cultura quetiene conceptos universales y valores y normas de validez absoluta.

    Si es correcta la idea que desarrollaremos en este libro de que

    el significado de conceptos claves en la vida moral y poltica comolos de derechos humanos, dignidad, autodefensa legtima, ne-cesidades bsicas, sobre los cuales deben construirse los proyectossociales no estn dados de una vez y para siempre por alguna teoratrascendente, ni son el patrimonio exclusivo de alguna cultura parti -cular, sino que su significado tiene que determinarse una y otra vez,segn las pocas, segn los contextos, segn los agentes sociales y

    el conocimiento disponible, y que en ello deben participar las partesque se enfrentan en el mundo social con intereses y puntos de vistadiversos, entonces la educacin es fundamental en la construccinde una sociedad multicultural, sea dentro de un solo Estado, o seaen el mbito global.

    Por eso uno de los temas candentes de nuestros das es el del ca-rcter de ciudadano que debe formarse, cul es la responsabilidad de

    los Estados y de las comunidades donde las hay (como las nacionescatalana o vasca en el Estado espaol, o los pueblos originarios deMxico), y cules las polticas pblicas aceptables. Se trata tan slode facilitar opciones de desarrollo personal, bajo el supuesto de queel fin es slo formar individuos capaces de elegir sus planes de vidaconforme a reglas racionales? O se trata de que las polticas pblicaspermitan la preservacin y el desarrollo econmico y autnomo de

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    los pueblos y de las culturas, para lo cual habra que legislar lo nece-sario y establecer las instituciones y los mecanismos apropiados? staes la discusin de fondo en torno al problema de la multiculturali-

    dad y de las relaciones interculturales.Las relaciones interculturales tendientes a la construccin de la

    sociedad global deben estar guiadas por el ideal regulativo de esta-blecer estndares de evaluacin moral y epistmica de comn acuer-do. Sabemos que nunca ser posible, ni es deseable, un acuerdo totalsobre todo lo que interesa en cada pueblo. Pero lo que importa esalcanzar acuerdos sobre suficientes puntos de manera que sea posible

    la cooperacin entre pueblos y culturas, y que se pueda desarrollar,por un lado, un proyecto nacional comn, y por otro un proyecto glo-bal comn. Sobre todo, se requieren acuerdos acerca de lo que deberespetarse de los individuos y colectivamente, de modo que quedenclaramente establecidos los derechos humanos y los derechos de lospueblos en los contextos pertinentes.

    Estas ltimas tesis, centrales dentro del modelo de sociedad mul-

    ticulturalista que defendemos en este libro, se fundamentan en unaposicin filosfica que ha sido llamada pluralista. Esta posicin sedistingue de las concepciones llamadas absolutistas y relativistas encuestiones ticas y epistemolgicas. Es importante comprender cadauna de estas posiciones, pues diferentes modelos de sociedad es-pecialmente cuando atienden a la diversidad cultural descansan enalguna de estas concepciones acerca de las normas, los valores y las

    creencias.8

    Esto es lo que haremos en el captulo siguiente, pero paraterminar ste comentemos sobre el papel de la ciencia y la tecnolo-

    8 El modelo de sociedad multiculturalista que defendemos en este libro nada tiene que ver con el conceptoque critica por ejemplo Sartori, para quien multiculturalismo y pluralismo son posiciones antitticas que seniegan la una a la otra (Sartori, 2001, 8). La discusin del multiculturalismo de Sartori es pues irrelevantepara un modelo multiculturalista apropiado para Amrica Latina.

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    ga en el desarrollo de los pueblos, y sobre el carcter progresista oconservador del multiculturalismo.

    Sobre el papel de la ciencia y la tecnologaen el desarrollo de los pueblos

    Hemos sostenido que la filosofa debe desplegar a toda potencia dosde sus papeles perennes: poner clar idad y orden en los conceptos, demanera que podamos comprender mejor la realidad, para as tenerorientaciones claras acerca de qu hacer y cmo actuar; y segundo

    y ms importante: ejercer su sentido crtico, enseando a la gente apensar y a actuar crticamente.

    La llamada sociedad del conocimiento es en realidad un modelode sociedad global en construccin. La filosofa debe participar ensu construccin, criticando las vas erradas, por ejemplo porquesean ticamente injustificables, y dando orientaciones para abrircaminos y consolidar modelos que guen las acciones. La filosofa

    puede sealar, por ejemplo, algunos aspectos bsicos que debenincluirse en los modelos de la sociedad del conocimiento:1) no ol-vidar el carcter multicultural de la sociedad global, y de muchospases como Mxico, lo cual conduce a la necesidad de los modelosmulticulturalistas que incluyen el derecho a la autodeterminacinde los pueblos; y 2) no confundir el derecho de los pueblos a la auto-noma con la tesis conservadora de que deben quedarse como estn,

    sin cambiar nada en su situacin de pobreza y de atraso econmicoy social.El derecho de los pueblos originarios de Amrica a la autonoma,

    como lo defenderemos en el captulo 3, no significa que nada cambiepara ellos y que se queden en las condiciones de pobreza y atraso eco-nmico en las que viven casi todos. Por el contrario, como veremosen el captulo 4, es una cuestin de justicia social que los pueblos

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    originarios de Amrica cuenten con las condiciones adecuadas parasu desarrollo econmico y social, lo cual implica el establecimientode polticas diferenciales por parte del Estado para favorecer su de-

    sarrollo, as como la participacin efectiva en la toma de decisionessobre la explotacin de los recursos naturales de los territorios dondeviven y sobre la canalizacin de los beneficios.

    Un factor fundamental para el desarrollo de los pueblos es el apro-vechamiento adecuado de la ciencia y la tecnologa. Pero la formaen las que stas pueden utilizarse para su desarrollo, tambin es unasunto que los pueblos deben decidir por ellos mismos, en el ejercicio

    de su autonoma.Dos de los grandes desafos que debe enfrentar la sociedad mexi-

    cana, los cuales no estn desligados entre s, y son centrales para laconstruccin de un modelo de sociedad plural y justa son, entonces,el problema de la justicia social, y el problema del aprovechamientode la ciencia y la tecnologa para el desarrollo cultural y econmico delos pueblos, dentro de un posible escenario de paz y de convivencia

    armoniosa y constructiva entre ellos.En efecto, la ciencia y la tecnologa son bienes pblicos que pue-den ser utilizados para aumentar el bienestar social y para resolveruna diversidad de problemas econmicos, sociales, culturales, am-bientales y de preservacin de recursos. Aunque tambin pueden serutilizados para daar y destruir.

    Uno de los grandes problemas que tenemos en Mxico, y que

    compartimos con muchos otros pases del mundo, es que a pesar delenorme potencial de la ciencia y de la tecnologa, en muchos sectoressociales polticos, gubernamentales, empresariales, organizacionesciudadanas, pueblos indgenas y pblico en general no se ha logra-do una adecuada comprensin de su estructura y funcionamiento,y sobre todo de su capacidad para concurrir eficientemente no sloen el crecimiento de las economas, sino en la resolucin de los pro-

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    blemas que enfrentan las sociedades a escala regional, nacional yplanetaria. Por lo general tampoco se tienen ideas claras acerca decmo desarrollar los mecanismos adecuados para vigilar y controlar,

    en su caso, el impacto negativo de muchas de sus aplicaciones en lasociedad y en el ambiente.

    Actualmente la ciencia y la tecnologa se generan, se desarrollany se aplican por medio de sistemas regionales, nacionales e interna-cionales, cuyo mantenimiento y crecimiento depende de un finan-ciamiento que proviene en ltima instancia de los ciudadanos, yque se canaliza por medio de las polticas pblicas y privadas que

    adoptan los Estados, los organismos internacionales, y otros agenteseconmicos (por ejemplo, las empresas).

    Desde la segunda Guerra Mundial las concepciones dominantessobre la relacin entre ciencia, tecnologa y sociedad se han basadoen un modelo que traza una lnea recta desde la ciencia bsica hastala innovacin tecnolgica y el bienestar social, pasando por las cien-cias aplicadas y las ingenieras. El supuesto central es el v iejo con-

    trato social sobre la ciencia: el sistema cientfico recibe apoyo de lasociedad por medio del Estado especialmente para la investigacinbsica, cuyos resultados difcilmente tienen un valor de mercado,se mantiene autnomo y relativamente aislado, es decir, fija sus pro-pias reglas y metas y, a la larga, la sociedad se beneficia por mediode la ciencia aplicada y de la innovacin tecnolgica.

    En los ltimos aos se ha criticado este modelo, entre otras

    razones, porque sugiere que los miembros del sistema cientficono tienen responsabilidad alguna con la sociedad que lo sostiene,a excepcin de la produccin desinteresada del conocimiento. Adems de que este supuesto es falso, como en dcadas recienteslo han dejado claro los estudios filosficos sobre la ciencia y latecnologa (cf . Echeverra, 2002 y 2003; Oliv, 2000), es un supues-to que perjudica al sistema cientfico en s, pues facilita que los

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    responsables de las polticas pblicas y privadas tanto como elciudadano de la calle olviden el papel imprescindible de la cien-cia bsica dentro de los sistemas de ciencia y tecnologa, con el

    consecuente desinters para canalizar recursos hacia ese sectorde la ciencia.

    En contraste, en los ltimos aos se ha desarrollado un modelo nolineal, que enfatiza la interdependencia entre las ciencias bsicas yaplicadas, la investigacin y el desarrollo y la innovacin, de modoque el complejo de ciencia y tecnologa slo puede funcionar y cre-cer de manera integral. La innovacin tecnolgica puede plantear

    nuevos problemas a la ciencia bsica, y el avance de sta puede tenerrepercusiones inmediatas tanto en las ingenieras como en la propiainnovacin tecnolgica. Cada sector afecta y depende de los otros,por lo que es necesario apoyar y fortalecer a todos.

    Pero adems, la ciencia y la tecnologa no aparecen aisladas delresto de la sociedad, sino inmersas en ella, por lo que es imprescindi-ble tomar en cuenta el papel de los funcionarios del Estado, de los in-

    dustriales y empresarios, as como de los ciudadanos en general, puesen una sociedad democrtica todos ellos deben sancionar positiva onegativamente el gasto pblico para desarrollarlas. sta es una raznfundamental por la cual estos tres sectores Estado, empresarios yciudadanos deben tener una mejor y ms adecuada comprensin delos sistemas de ciencia y tecnologa de un pas, de una regin, o delmundo: qu son, cmo funcionan, por qu son importantes, y cmo

    pueden coadyuvar a la resolucin de problemas y a satisfacer deman-das sociales provenientes de sectores con distintos intereses.Este modelo sigue sosteniendo la necesidad de la autonoma

    epistmica de las comunidades cientficas y tecnolgicas, pues sloas pueden lograr sus objetivos en la produccin de conocimiento.La autonoma epistmica significa que el conocimiento cientfico ysus aplicaciones son generados dentro de comunidades cientficas

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    y tecnolgicas por medio de prcticas, es decir, de complejos deacciones que tienen sus propios y especficosvalores y normas paraorganizar el trabajo, as como para la evaluacin de sus productos

    (hiptesis, teoras, modelos, tcnicas, tecnologas, artefactos), y fi-nalmente para su aceptacin o rechazo.

    Pero esto no signi ca que las comunidades cient cas y tecnolgicasestn al margen de la sociedad. La justificacin para sostener el sistemade ciencia y tecnologa con dineros pblicos es que pueden satisfaceralgunas demandas de la sociedad, que incluyen las econmicas y lasempresariales, pero tambin abarcan problemas de salud, educacin,

    cultura, preservacin del ambiente, paz y seguridad, as como desa-rrollo sostenible.

    Segn el nuevo contrato social sobre la ciencia y la tecnologa,la sociedad sostiene a stas como medios idneos para satisfacer losvalores de desarrollo cultural, bienestar, equidad y justicia social.Las comunidades cientficas merecen ser apoyadas porque ellas y susproductos tienen unvalor para la sociedad.

    A la vez, los agentes del sistema cientfico reconocen que ste noest aislado, sino que forma parte del ms amplio sistema econmico,poltico, educativo, social y cultural, y asumen compromisos en labsqueda de soluciones a problemas sociales.

    Esto no significa que todos los cientficos tengan que trabajar direc-tamente sobre las demandas sociales. Una cosa es que el sistema deciencia y tecnologa deba contribuir para encontrar soluciones a pro-

    blemas planteados por diferentes grupos humanos, y otra distinta quelos individuos o las instituciones en su totalidad deban desarrollar losmismos tipos de acciones o proyectos.

    Por eso es importante que los miembros de diferentes sectoressociales tengan una clara idea de la estructura y del funcionamientodel sistema de ciencia y tecnologa, y en particular de su posibilidad deayudar a resolver muchos problemas, pero bajo la condicin de que

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    se desarrollen todos los componentes del sistema, desde la cienciabsica hasta la innovacin tecnolgica.

    Tambin debe quedar claro que dentro de los sistemas de ciencia

    y tecnologa los sectores deeducaciny