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Ocho poetas mayores de Nicaragua Notas críticas Desde hace treinta y cinco años, cuando apareció la antología Nueva poesía nicaragliense (Madrid. Seminario de Problemas Americanos, 1949) de Orlando Cuadra Downing, no ha vuelto a revalorarse en Espa- ña ese fenómeno representativo de las letras hispanoamericanas con- temporáneas. No en vano se ha afirmado que «la poesía es, hasta ahora, el unico producto nicaragí¿ense de valor universal>”. De ahí que, basa- dos en un estudio de superiores dimensiones, ofrezcamos a continua- ción ocho notas críticas sobre el mismo número de poetas mayores de la potencia lírica que ha sido, en el siglo xx, Nicaragua. Aludimos a los creadores de poesía Azarías II. Pallais (1884-1954) —sacerdote y orador—, Alfonso Cortés (1893-1969) —enfermo mental— y Salomón de la Selva (1892-1959), catedrático y soldado de la Primera Guerra Mun- dial, líder obrero y diplomático, etc.; a Pablo Antonio Cuadra (1912) —hacendado y promotor de cultura, director de diario y académico—, Joaquín Pasos (1914-1947) —estudiante de Leyes y humorista—, Ernesto Mejía Sónchez (1923) —filólogo y schollar—, Carlos Martínez Rivas (1924) —critico de arte, diplomático, outsider— y Ernesto Cardenal (1925), librero y monje, sacerdote y propagandista político. 1. AZARIs H. PALLAIS [León, 3-IX-1884-León, 5-XI-1954] Surgido en Bélgica, paralelamente a las promociones modernistas de su país natal, Azarías H. Pallais fue un auténtico continuador —no un imitador— de Rubén Darío. Con una voz propia y obsesiva, de indis- JosÉ CORONEL URTECUO:« Introducción al tema de la universalidad nicaragúense», en Reflexiones sobre ¡a historia de Nicaragua. Tomo II B: Explicaciones y revisiones, León, Editorial Hospicio, 1967,p. 50; frase utilizada de epígrafe por Ernesto Gutiérrez en su an- tologí-a Poesía nícaragáense po=r-dar¿a<ía (Cacidernos Vni,’erWiarios, León, 2. época, núm. 3, 1967). Anales de literatura hispanoamericana, núm. 14. Ed. Univ. Complutense, Madrid, 1985.

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Ocho poetasmayoresde NicaraguaNotas críticas

Desdehacetreinta y cinco años,cuandoaparecióla antologíaNuevapoesía nicaragliense (Madrid. Seminario de ProblemasAmericanos,1949) de Orlando CuadraDowning, no ha vuelto a revalorarseen Espa-ña ese fenómenorepresentativode las letras hispanoamericanascon-temporáneas.No en vanose ha afirmado que «la poesíaes, hasta ahora,el unico producto nicaragí¿ensede valor universal>”. De ahí que, basa-dos en un estudio de superioresdimensiones,ofrezcamosa continua-ción ocho notas críticas sobreel mismo númerode poetasmayoresdela potencialírica que ha sido, en el siglo xx, Nicaragua.Aludimos a loscreadores de poesía Azarías II. Pallais (1884-1954) —sacerdote yorador—,Alfonso Cortés (1893-1969)—enfermo mental— y Salomón dela Selva (1892-1959),catedráticoy soldadode la Primera GuerraMun-dial, líder obrero y diplomático, etc.; a Pablo Antonio Cuadra (1912)—hacendadoy promotor de cultura, director de diario y académico—,Joaquín Pasos(1914-1947)—estudiantede Leyesy humorista—,Ernesto

Mejía Sónchez(1923) —filólogo y schollar—, Carlos Martínez Rivas(1924) —critico de arte, diplomático, outsider— y Ernesto Cardenal(1925), librero y monje, sacerdotey propagandistapolítico.

1. AZARIs H. PALLAIS [León, 3-IX-1884-León,5-XI-1954]

Surgido en Bélgica, paralelamentea las promocionesmodernistasde su país natal, Azarías H. Pallais fue un auténticocontinuador —noun imitador— de Rubén Darío. Con unavozpropia y obsesiva,de indis-

JosÉCORONELURTECUO:«Introducciónal temade la universalidadnicaragúense»,enReflexionessobre¡a historia de Nicaragua. Tomo II B: Explicacionesy revisiones,León,Editorial Hospicio, 1967,p. 50; fraseutilizadadeepígrafeporErnestoGutiérrezensu an-tologí-aPoesíanícaragáensepo=r-dar¿a<ía(CacidernosVni,’erWiarios, León, 2. época,núm.3, 1967).

Anales de literatura hispanoamericana,núm. 14. Ed. Univ. Complutense,Madrid, 1985.

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cutible valor en el ámbito del post-modernismoen lengua española,presentóuna poesíafresca y novedosaen sus libros A la sombra delagua (1917), Espumas y estrellas(1918) y Caminos (1921) que contienensu peculiar universo.Paraintroducirseen él, por consiguiente,es inne-cesario recurrir a sus poemarios restantes:Bello tono menor (1928),Epístola católica a RafaelArévalo Martínez (1947)y Piraterías... (1951)nia susnumerosos—y a vecesexcelentes—poemasdispersos.De maneraque antesde concluir la décadade los veinte, ya había ejercitadotodassusexperimentadasversificaciones:exasílabos,heptasílabos,octosíla-bos, dodecasílabosy alejandrinospareados,versificación predilecta deFrancisJammesque hizo suya para siempre.Hastael mar, clave finalde su obra, se prefigura en A la sombra del agua: «Agua de la luz, her-mana, 1 dime, ¿no has visto pasar¡ a Jesús, nuestra fontana, ¡ nuestrafuente,nuestromar?”, En Espumasy estrellasanticipa uno de susgran-des poemasculminantes(«Misa solemnisen la»): «Cierra tus oídos, di-me: ¡¿no ¡e parece escuchas¡allá dentro, la sublime!misa can¡ada delmar?”. Y en el tercero —su entrañableCaminos— define la posicióncristianaque mantuvohasta la muerte.

Derivadade un sectordel simbolismoen lengua francesa(Rodern-bach,Guerin, Bertrand,Jammes,etc.), estapoesía—efectivamente—esuna predicaciónincansablede la verdadcristiana, se origina, ante to-do, de una práctica del Evangelio: viviendo con humildad y pobreza,Pallais, se entregabasin condicionesa los débiles y explotados,comoNazarín—personajede la novelade Benito PérezGaldósque llevó al ci-ne Luis Buñuel—.Poreso empleómuchasmetáforaspara designara le-sus: sencillasy tradicionales,unaseran masculinas(«Lucero’>, «Cielo>’,«Rey silencioso”, «Príncipe de la aurora”, «Buen tiempo», «BuenAmor”, <‘dulce peregrino»,«Mayo’>, <cArbol de la sombra», ‘<mar’>, «ojode agua>’, «Jilguero”, «Puerto>’, «Espejo sin mancha de las horas”): yotras,femeninas(« Estrella», «Dichosamañana>’,«Novia>’, «Rosa>’, «Llu-vía”, «Pascuaflorida», «Nave”, «Maravillosa lámpara”, «Fuente’>,«Bue-na justicia>’, «Bella esperanza>’,«Fuerza>’,«Vida>’, «Ley” y «MayúsculaPrima del divino misal’> [véase la «Baladaterceradel que oía y oía ynuncaqueríadejar de oír el Minuet de Faderewsky”).Porotra parte,deesavivenciabrotabala alegría inherentea casi todossusversos;impre-sion que no hacefalta probar: bastauna breve lectura de los mismospara sentir un júbilo contagiantey franciscano, de comunión íntimacon las cosas2.Y estavirtud la acompañabade una purezainfantil («lasombra de mi vida ¡ es un niño que juega”) y dc un sentido del canto,procedentedel simbolismo, que se remonta a su formación clásicay ala Ilíada y a la Odisea que intentó traducir’. Pallais, en principio, con-

2 Vúanse dos de sus poemas (<Los caminos después dc laslluvias» y «Ciervo»),en Pu.RE GLNrERRIIW 4n1o¿og¿ade (ci j>o&sí« mojer,í¿sta. Barcelona, Barral, 1969, Pp. 241-243.

3 Esta i ¡aducción, perdida deíini i comen te, es casi tina leyenda, pues sólo se conoce ci

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ceptuabaa los versoscomo sinfonía, cantoy ritmo exterior; de ahí quese hayaenamorado tanto de la musicalidadde los alejandrinosparea-dos, a travésde los cuales encontrabasu expresiónpersonalísíma,lle-gandoa ser—en la lírica centroamericana—sumáximo cultivador. Las

cesurasde los suyossuelencortarlosen la mitad: «La dorada Giocon-da, ¡tan bien iluminada ¡¡que pareceuna luz, laco/ores pintada»,cons-tituyendo una bimembraciónestructural.-«Oro y mar/II del mar, ¡se ha-ña dulcemente/1 el Cristo de Velózquez,¡ en luces del Poniente’>. Enellos, pues, la bimembraciónes rítmica, Fonéticay sintáctica:«en óro,sM, mármol, len léche, rniél y vino” (preposición-sustantivo-sustantivo-conjunción-sustantivo= preposíción-sustantivo-sustantivo-cOnjunCión-sustantivo).

Sin embargo,para lograr flexibilidad en susdísticoso alejandrinospareados,usa frecuentementeel encabalgamiento,resultando en esterecursoun verdaderomaestro;ademásde los cuatro tipos de encabal-gamientoscomunes[el versal, el medial, el abrupto y el suave], utiliza elsirreinático (cuando la pausaincide en el interior de un sirrema forma-do por un sustantivoy un adjetivo). « Flor de lejanía ¡ si/enciostt..”.Además, algunasveceseludió la limitación de susdísticosal preferir lacombinaciónde un endecasílabo(de sinalefa disuelta)con alejandrinos,las cuartetasoctosílabasy el soneto alejandrino; nos referimos a tresdc sus mejorespoemas:«Ahora que estáiluminado’>, «Noticias buenasy malas» y «Los que no somosgente”. En el primero, de acabadaper-fección técnica, realiza su mayor compenetracióncristiana; en el se-gundo desarrolla la natural maldadhumana—uno de sus leimotívs—,afirma una vez más su cristianismo, formula toda denuncia política yjustifica la luchaarmadadel héroede las Segovias,a quien agradecesugestapatriótica. « todos pasan,sólo queda¡ indeclinable, Sandino.¡¡Porsuspequeñoshermanos,¡Dios se lo paque”. Por fin, en el tercero—unaestupendaprotestasocial— penetraen el tema [el despreciosolapadode los ricos y pudienteshacia los miserables]con expresionescoloquia-les,ofreciendosiempre la solución cristiana.

Y es que el poetapermanecíaal lado de los oprimidos, desarrollan-do santamentesu ministerio —fue cura de puebloy de puerto— y ata-candoa los que, en lo civil y eclesiástico,estaban«constituidosen dig-nidad>’. Tal actitud procedía,en última instancia, de su hambrey sedde justicia, de su pasión evangélicaque,al ser desoíday tergiversada,lo desengañaba,reafirmándoleel deseode vivir alejadode los hombres—o, mejor, ciertos hombres—y refugiarseen el silencio. Clave de supoesía,el silencio lo entendíacomo sobriedady equilibrio, perosignifí-

dato escueto. P-allais tradujo, además, a Pilágoras, Aristófanes, Pluiarco, Séneca y a losfranceses Vigny y Prudhomc, entre otros, según JUAN FELiPE TORUÑO «Marías Fi. Pallais,Monseñor dc lverbn y la poesía>, en Los desterrados.Tonto II, San Salvador, 1942, p. 163.

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cabapara él, eso y mucho más:perfecciónhumanay verdad religiosa,dicha y paz verdaderas4.Por fin, en Piraterías incorporó musical y pic-tóricamenteal mar; perosuspoemasen general,sólo puedenserapre-ciadosen antologíasy son incapacesde suscitarel entusiasmocon quelos recibió la crítica centroamericana5.

2. ALFONSO CORTSS[20-XII-1893/3-II-1969J

Sin dudael más alto poetametafísicode América. Alfonso Cortés seformó en el modernismo,asimilando sus temas y títulos, versificacio-nes y vocabulario6.Mas pronto dio con una poesíamisteriosa,marca-da por la escasez,la concentracióny la complejidad.Hablamosde suspoemasalfonsinos —no más de cuarenta—con los cualescrea un ín-timo universoqueesmodelo de ipseidad. Así construyedinámicamentesuyo que definecomo ser ávido, projundo centro, punto alucinado y ro-ca, expresionesque no son tomadasde la literatura, si no de la viven-cia: de la angustiosaintensidadde un hombre, de un yo que se ubica,se reconocey se compenetraen la inmensidadde lo existente.

Más aún: en las búsquedasde su propia identidad, Cortés se tras-ciendey al establecercontactocon Jascosas—o, más bien,con el almade las cosas—advierterelacionessutilesentreellas a travésde sussen-tidos que, para él, constituyen «una divina fiesta” («En el sendero»).Esencialmentesensorial,no lo es tanto del tacto y del gusto, cuantodelolfato («en estesentido en queestamoslos dos¡huele a gas, a infancia

4 Era lógico,en consecuencia,quelo sugirieraensu ars poetica:«Hay todas las escue-las: La urraca vocinglera;/y el versosimbolistade la perdiz ligera; ¡y envíala paloma ro-mánticosdesvelos,¡sobresus contradanzas,sobresus ritornelos. ¡¡De todas esasvoces,yoprefiero ei sonido ¡del ave que en su, notasprocura no hacer ruido. ¡¡Así comouna rimode Bécquer,mansa y queda, ¡le dice mása mi alma que un libro de Espronceda»(«Lasnueve Kiries de las aves»>. Amaba, pues, el silencio y a sus poseedores:santosy poetas,sabios y artists, agricultores y navegantes, mineros y peregrinos, locos y misioneros «sinruido, ,nansos;humildes,ingenuos,sencillos.,.El estadomayordel silencio» y «odiaba» lapalabreria y los palabreros (adjetivo queaplicó a Francisco Franco):interventoresy paci-ficadores, charlatanesy diplomáticos, políticos y periodistas, oradores y pontífices litera-rios, caballeros de industria y pendantes<ruidosos, empinados,graves, solemnes,llenosde condecoracionesy penachos...todosellos: El estadomayorde la palabra». Setrataba delos otros de uno de sus últimos poemas: «Entierro depobre, ya sabesamigo. ¡No quieroque rengan los otros, conmigo».

En Bello tono menor (León, Talleres Gráficos Robelo, 1928, Pp. 307-329) se encuen-tran juicios críticos de los centroamericanos Ricardo Miró, Moisés Vincenzi y Mario San-cho con otros de los sudamericanos Juan Zorrilla de San Martin, Juana de Ibarbourou,Guillermo Valencia y Baldomero Sanjo Cano. Asimismo, véase a QUINO LOTO (Joaquin So-to Canizales): «Espumasy estrellas de Azarías FI. Pallais», en Rutas, San Salvador, 22 demayo, 1919.

6 También fue incluido en la Antologia de poesíamodernista, op. cii., PP. 260-263 deGínferrer con los poemas «Fragmento», «Afrodita» y «La danza de los astros’..

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y a Dios), de la vista y del oído. La significación de éste, sin embargo,radicaen ir haciael másallá de los sentidos,queesunade las direccio-nes fundamentalesde su poesía.(A la mismatienden también los otros,menos refinados).De maneraque llega a oír lo invisible: «La muerteesun silencio» («Aniversario»>,lo cual suponela imposibiiidad de existirsin hablarni oír porque la vida es sonidoy hastaescucha«los numerasde la mar o del viento ¡ o de los jóvenesruidos terrenales’> (‘<Las aves»).Peroéstasexperienciassensorialessonintuiciosasde sualma asediadapor la temporalidad,es decir, por el tiempo fraguandoincesantemente.De ahí que lo asumacomo problemaradical. Y estarealidad sevuelvelúcida en suconciencia(«el tiempoes hambre»)y la desentrañaparaex-presarsu ínefable misterio.

Por otra parte, se apropiade la inmensidad—hacia dondealza vue-lo su ser— que convierteen patrimonioesencial:suespacio,por tanto,es vivido: a través de una ventanay encadenadoa una viga del techo—por susconstantesaccesosde furia— casi durante veintinueveaños;concentradoen su imaginaciónde forma transubjetiva,se íntegraper-manentementea su estadoanímico. Y de ahí brota su intimidad de loinmenso,contenidosobretodo en «Ventana”, la más célebrey celebra-da de suscomposiciones.Por lo demás,la enfermedad—se volvió locoa los 34 años: la nochedel 17 de febrerode 1927— no perturbó su capa-cidad creadora;antesbien, la impulsó enormemente.Porque,como elalemánHólderlin, el italiano Campanay el inglés Blake, Alfonso perte-necea la familia de los grandespoetasdementesy comparte con ellosexperienciasanálogas:sensaciónde plenitud y euforias, vehemenciadel influjo divino y participación mística. Aunque la fuente vesánicaacrecentósupoesíaen potenciay profundidad, mucho antesde su ex-plosión catatónica,ya estabaobsesionadopor suselementos:yo, sent¡-dos, tiempo e inmensidadíntima; marcadodefinitivamentepara ser elúnico poetavesánicode Hispanoamérica.

Resta señalarlos elementosaccidentales:el ocultismo —que utilizómenos en su espíritu que en su letra— y la serpienteerótica. Si la pri-meraes una herenciamodernistamás, la segunda—basamosnuestroanálisis en los Símbolosde transformaciónde C. G. Jung— la segundafunciona en Alfonso como lugar común psicoanalítico, o sea, signifi-cando la última etapa del erotismo:el éxtasis sexual. Con ella se es-clarecen dos de sus poemasmás misteriosos: ‘<Cuadro” y «Danzane-gra

Finalmente,es necesarioreconocerque Salomón de la Selva fue elprimero en valorar la poesíaalfonsinaen su verdaderadimensión, ha-biendo escrito sobreella un juicio reveladorque hoy resulta muy exa-gerado y harto controversial.En esa página,de la Selva recomendabala recopilacióny ediciónde los poemasde Cortés.«La poesíadel conti-

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IB Jorge EduardoArellano

nente —concluía—ganará con ello. Alfonso Cortés era el primer poetadel continentedespuésde Darío>?.

SALOMÓN DE LA SELVA [León, 20-II1-1893/París,5-11-1959]

Salomón de la Selva —escribió el mexicanoOctavio Trías Aduna—~<selleva la palma de serel poeta de primer ordenen Hispanoaméricadequien menosse ha escrito en nuestrospaíses»8.En efecto: el númerodetrabajossobresu obra,que abarcaveinte títulos en verso, apenassupe-ra el centenary medio; pero ya se le ha reconocidocomo lo que fue: elprimer poeta moderno de Mesoamérica.Octavio Paz, josé Emilio Pa-checo y Roberto Armijo [mexicanos los primeros, salvadoreño elúltimo] han señaladoesevalor —y otros no menos importantes—quesustentasu obraEl soldadodesconocido(México, Cvltvra, 1922), cuyacarátula ilustró Diego Rivera. Pero la trayectoria poética del nicara-gúensese remontabaa su fecundaestadíaen los EstadosUnidos.

Clave de su formación y destino,esa experienciade los dieciochoalos veinticinco años le dotó de un enriquecimiento, demostradoen clestudiode la métricainglesa y en las versionesal españolde Coleridgey Swímburne,en la amistad de poetase intelectualesnorteamericanos(en especialEdnaSt. Vincent Millay) y en el encuentrosignificativo conRubén Darío, a quien sirvió de secretarioe intérprete en 1915; en la

7 SM.oxíott De LA SELVA.« Alfonso Cortés”, en RepertorioAmericano. San José, C. R.,Vol. 22, núm. 1, 3 de enero 1931, p. íí. conocido y apreciado por sus coetáneos nicara-gúcoses, el descubrimiento de su verdadero valor se debió a los miembros de) movimien-tu de Vanguardia de Granada (José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra, Joaquín Pa-sos, etcéteral y, posteriormente, a Ernesto Cardenal, autor de las más difundida selecciónalfonsina:30 poemasde Alfonso (1952, 1968, 1971 y 1982). Impulsora, como otras publica-ciones, de la valoración del poeta en algunos criticos europeos y americanos (Tentorí,Merton, Valera-Ibarra, Oráa), esa antología no ha trascendido eí ámbito centroamericanoy mantiene, en las tres últimas ediciones, la misma introducción (<‘ El caso de Alfonso Cor-tés”) de la primera, lanzada por la editorial el hilo azul, de Managua, en 1952. Afortunada-mente, en 1980 la Dirección General de Difusión Cultural del Departamento de Hu<nani-dades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) editó un breve libro deCortés que revelaotro gusto y otra valoración, a! mismo tiempo que una imagendistintode la formulada por Cardenal hace más de treinta años. Tal selección restaura su verda-dero titulo al poema «Cuando tiendes al indice» que es «Fragmento>’, prescinde de nuevepoemas nada alfonsinos—-por so ostensible vinculación a la retórica rnoderntsta— e in-corpora ocho nuevos que poseen mucha fuerza y misterio; en total: 29 poemas. Más enri-quecida y cornptet.a resultó otra antología, que circuló en Managua con el titulo de Eltiempoes hambrey el espacioes frío, lanzada por Ediciones Americanas; partiendo de Laanterior, agrega cinco poemas de la primigenia de Cardenal, un poema desconocido(«Irrevocablemente») y dos prosas de Cortés. Suma esa entrega, pues, 37 textos, por loque resulta —hasta ahora— la más rigurosa y representativa selección alfonsina,

8 En solapa de Ilustre familia. Novela de dioses y héroes. México, Talleres Gráficos dcLa Nación, 1954.

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consagraciónen la revista The Forum con “Ihe tale from Faerliland>’,insertoen una antologíade esemismo añopor Braith White y en la pu-blicación de traduccionesal inglés de poetashispanoamericanosy deno pocos poemaspersonalesen los órganos del renacimientopoéticonorteamericano.Así fue: Poetry de Chicago,Century,Harper~sMontly yPan American Poetry (las tres de Nueva York), ContemporanyVerse yotras revistas difundieron muchos de sus versosreunidos en Tropicaltown and other poems(1918), primera gran contribución de un hispa-noamericano en lengua inglesa. Aparte de su musicalidad verbal ymaestríaversificadora,use libro repercutió tanto —lo habíalanzadolaeditorial de prestigio John Lane, The Bodley Mead—que lo hicieron,tempranamente,candidatoal Premio Nobel~, Poralgo seapropiade lascorrientesque admiramosen la expresiónnuevay humanitaria de Elsoldado desconocido:el realismo libre y el inmediatismo exteriorista.Mientras en Tropical town (...), Salomón inicia la poesía de protesta,comprometidasociopolíticamente(«A songfor Wall Street’>), en El sol-dado [.1 descubrea conciencialas posibilidadesdel coloquialismoy elprosaísmo.

No sólo introdujo en la poesíahispanoamericanaambascorrientes—especificaPaz—, sino «el tema de su libro único —El soldadodesco-nocido [1922]— también fue novedosoen nuestralírica: la Primera Gue-rra Mundial vista y vivida en el dog-ouí hermético¡sonorode risas y depedos¡como una comediadeBen ionson...”’0. Pero El soldado[.1 no esel ánico libro de Salomóny éstevio y vivió la citadaconflagraciónen elfrente, combatiendoal lado de Inglaterra. A partir de esta vivencia,Pa-checo anota que Salomón opone—a la máscaradel creacionismoo elestridentismoy al poetacomo «mago”— la figura del bufón doliente yel serdegradado.«Escribir versosno es jugar al pequeñodios, sino unadebilidad y una vergíienza que, sin embargo, puede expiarse descri-biendolo que sucedeen el lodo de las trincheras: Ile visto a los heridos:¡¡Qué horribles son los trapos manchadosde sangre! [..1 Contemplarladestrucciónde lo orgánicopor lo inorgánico [..] Ver que los prtsionerosson gentecomo toda la gente...»,agregael critico para puntualizarqueel panoramade El soldadodesconocidoes el arquetípicodel siglo XX:

<‘Esta villa en escombros,¡ estascasasquemadas,¡ estasruinas de mu-ros...»>. Tal fue el testimoniodel único poetahispanoamericanoque es-tuvo cerca de la muerte masiva y tecnificada de la Primera GuerraMundial.

ANGEL LAZO [seud. de Leonardo Montalbán]: Antología hispanoamericana.Tomo dedi-ciado a Nicaragua. San José, Biblioteca Renovación, 1919, p. 33.

>0 OcTAvto PAZ.-»Laurel y la poesia moderna»> en Quimera,Barcelona, núm. 27, enero1983, pp. 13.

tI Jose EMILtO PActIEco.» La otra vanguardia», en Caso de los Américas,Año XX, núm.lIS, enet<,-febrero, 1080, p. 105.

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Ejemplificando la modernidaddel autor de El soldádodesconocido,Pachecoy Armijo señalanla expropiación,para los fines de supropialengua, de la dicción poéticaanglosajona;el intensolirismo mezcladocon tonos conversacionales,Jasabiaelaboraciónde giros cultosy equi-libradasalusionesprosaicas(véasela ‘cOda a Safo”, manifestode esanuevapoesía)y el uso de aníigúedadesmodernizadas,como las de EzraPound ~ En fin: lo que seha llamado la otra vanguardia.Masestareno-vación no irrumpió en Centroamérica,sino en México y tuvo sus árga-nos difusores, antesde la aparición formal de los «contemporáneos”,en las revistasMéxico Moderno en un solo número de Vida mexicana,al igual que en El Mundo, periódico de Martín Luiz Guzmán.Bajo elmagisteriode PedroHenríquezUreña, estatendenciaestabavinculadadirectamentea la new americanpoetry, de la que Salomónera uno desus representantes[además de Tropical town and other poemshabíadado a luz, en 1919, unasSoldierssings, anticipos de El soldadodesco-nocido); sin embargo,se proyectóen España.Basta informar que unode los primeros textos vanguardistasen castellano de Salomón, «Elpoemade las Estaciones»,aparecíaen febrero de 1919 en la revista es-pañola de vanguardiaCervantest¾

Luego emprendióuna tareaque también se realizaba en la mismaEspaña:la explotación,con felices resultados,de la yetaneopopularis-la, por ejemploun par de composicionesafrocubanas(‘<Danzón” y «Ha-banera»,ambasde 1921), muchascancionesy numerososcantares,ro-manceseróticos,corridos políticos y villancicos sociales,su significati-va sOdaa La tristeza»(4924) y algunasadaptacionesde otras lenguas,ysu ámbitos culturales, pertenecientesa un pequeñolibro en prosayverso, fundamentalmenterecreativo: Las hijas de Erechteo (Panamá,Andreve, 1933). A este título siguieron poemasdispersos,reveladorasde una obravariadísima:«vuelode muchasflechas” queincluía —entreotras direcciones—la apropiaciónepocal y biográfica [«Sonata de Ale-jandro Hamilton»], un nuevo tipo de erotismo («Sajadya>’)y la recrea-ción indostánica de «Amanecer»;el tema cívico, circunstancialmenteenaltecedorde Elogio del pudor (México, Turanzas,1943) y el humani-tarismo plenamenteexteriorista, por su cargaanecdótica,de «Dos sol-dados’>,poemaantológico acercade la SegundaGuerraMundial.

En seguida,Salomónpenetróen la fuente latina y en toda suactualpermanencia,como lo hizo en la didáctica Evocaciónde Horacio (1949)

2 ROBERTO ARMIJO. « Reflexiones sobre la poesía centroamericana”, en Poesíacontem-poránea de Centro América (Selecciónde poetas nacidos alrededor de 1900-1950).[Barcelona]. Los libros de la Frontera, 1983, p. 8. Alli mismo se lee: <‘En 1972, en visitaque Ernesto Mejía Sánchez y Roberto Armijo le hicieron a Pablo Neruda en Paris, éste re-conoció su deuda a Salomón de la Selva, y expresó su deseo deque nos encargásemos dehacer una antología que él prologaría. Neruda, además, indicó que él buscaría el editor».

13 Véase una reproducción faesimilar de ese número en >‘Garcia Lorca y Salomón dela Selva” (La PrensaLiteraria, Managua,12 de mayo. 1984).

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y estableciólas basesde unapaideahispanoamericanaen Canto a la In-dependenciaNacional de México (1956); apesarde la limitación geográ-fica de su título, el Canto concretizaidealesy teoríaseducativas,fijahistóricamentela nacionalidadmexicana—a travésdel prócer MiguelHidalgo y Costilla— y glosafundamentosdemocráticosen general:«LaIndependenciafue para que hubiesepueblo¡y no mugrosaplebe; hom-bres, no borregosde desfile»(...) «Quéel pueblocomaes primordial cui-dado del gobernante”. Prosiguiendola tradición de asimilar cristiana-menteel mundoclásico, centroamericanizóla Hélade,en su alta,épicay trascendenteEvocaciónde Píndaro (1957) que,dos añosatrás, habíaobtenido el Primer PremioCentroamericanode Poesíaen El Salvador.Y, ya en susúltimos años,profundizó—comonadieanteriormente—enel espíritu aborigende lo americano:no otra cosaresultaríasu aporteen Acomixtli Netzahualcoyotl(1958): y, partiendode sugestionesde losoriginales, hizo suyos los temas de la poesíahelénica, iluminando supersonalexperenciaintelectual o sentimental, en las dos coleccionespóstumasde Lira graeca (1959 y 1960).

Hastaaquí trazamosla imagenfiel, pero incompleta, de estemáxi-mo trasmutor de vivencias humanas,casi sin paralelo de Hispanoamé-rica; de esteverdaderoBardo, «algo raro hoy día» —como dijo, a raízde su muerte, Carlos Martínez Rivas. «Un gran poeta tradicional y demañana. Un clásico con toda la barba. Un maestro serio y alegre.. Yaunquees cierto —agregaMartínez Rivas— quesu misma familiaridadcon el mundoelegíaco,doradoy heroico de la Hélade, lo llevaron a aba-rala~ a desnaturalizarsuestro (hablandode él la palabra estro conservasu prístino esplendor)rebajándolo a un plano un tanto espúreode pro-saísmocfvico, Política y Academia,en susmejoresmomentos—quefue-ron los más—alcanzó comonadie el étery la luz seca;la abovedadaele-vación y el soplo de los grandesvates, junto a una psicología humanacon sonrisa a lo Shakespeare,que en vano tratarían de emular muchospoetas contemporáneos y suficientes, que le desconoceninjustamente»4

3. PABLO ANTONIO CUADRA (4-XI-19 12)

Consideradoel mayor poeta de Nicaragua en las últimas décadas,PabloAntonio Cuadraya era —en los añostreinta— la figura más re-presentativadel Movimientode Vanguardiade supaís. Desdeentonces,tntció la fidelidad a lo nicaragliensey a suuniversalizaciónen las ‘<Can-

14 En c<>ntracarátula de la última obra de SALOMON BE LA SELVA: Antologíapo¿tica. In-troducción de Guillermo Rothschuh Tablada. Selección de Jorge Eduardo Arellano. Mana-gua, Extensión Cultural UNAN/Núcleo de Managua (1982).

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cionesde pájaro y señora»(1929-31)que aspirabana una expresiónderaícespopulares.Esta fue la principal tendenciacreadoraque predicóaquel movimiento: común a susintegrantes,pretendíadar con unapoe-sía dotadade <‘un espíritu esencialmentenacional» queCuadrahalló enlas formas de la lírica popular (romances,jalalelas, corridos, fábulas,cancioncíllas amatorias,etc.) e impulsó, más que cualquiera de suscompañeros,dentro de una atmósferalúdica y narrativa.

Ahora bien: las «Canciones...>’citadasexplican la evolución de suautor en los Poemasnicaragaenses(1930-33). aparecidoen la EditorialNascimentode Santiago de Chile en 1934. Si las primeras asimilan lovernáculo nicaragúense,las segundasfundan la poesía nacional enCentroamérica;si las «Canciones»desarrollanmotivos cantablesy for-mas tradicionales,búsquedasy experimentosentusiastas(el poema-afiche y el poemade rimas máltiplesy reiterativas), los Poemascantanel campoy la patria de tercera, captanel paisajey la geografía—la des-bordantenaturalezade Nicaragua—y exaltan, frente a la intervenciónextranjera, la identidad propia.

A partir de los Poemasnicaragáenses—y conciliandoel espíritu cós-mico de la tierra y un arraigadosentimientocatólico— concebíael sen-tido arquitectónicodel poemaque conservóen su seriede poemasvia-jeros «Cuadernodel Sur» (1934-35), escritosa raíz de suprimera esta-día con Sudaméricae inédito hasta1982. El mismo sentidose advierteen la inocencia,radiografía interior, oscuridadzozobrantey luz salva-dora del Canto temporal (1943), nacido de las crisis que le produjo elimpacto de la SegundaGuerraMundial; en el júbilo cristiano y solida-rio del «Libro de Horas» (1946-54)y de su mejor texto: «Himno Nacio-nal en vísperasde la luz”; y en la trascendenciay profundidadhuma-nas de los ‘<Poemascon un crepúsculoa cuestas’>(1949-56),sobre todoen el más memorable:«El hijo del hombre>’(“El hijo es muerte, lay! Esmuerte,digo ¡ —pasión de la esperanza—...»).

Pero hacia los 45 añosde edad—cifra clavepara aspirara la madu-rez plena— abandonósu tendenciadiscursivaa lo Claudel para descu-brir el Mito, asediarlo y depurarseformalmente.Así continuó su pa-cientey hermosatareapoética, realizandoun sincretismo:el del mun-do greco-latinocon el indígenade Mesoamérica,incorporadoen «Guir-nalda y ruedadel año» (1957-60);recreandomitos y ágiles evocactoneslíricas en El Jaguary la luna (1959), queobtuvoen Nicaraguael PremioCentroamericanode Poesía;y ganandola batalla a la narrativaen la re-novadoramitología lacustre de los Cantosde Cifar (1971) que —segúnJoséMaría Valverde—cambiala situación y naturalezade la poesíaenespañoly corresponde,exactamente,a la poesíaque Antonio Machadosoñóy profetizópara el fuiuro’~. Asimismo, Cuadraamplió la universa-

5 JosÉ MARtA VALVERDE.:” Carta sobre Citar», en La PrensaLiteraria, lO de junio> 1972.

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lización de lo nicaragzÁenseen Esos rostros que se asomanen la multi-tud (1976), libro en el cual rescata,contra la historia, personajesanóni-mos de nuestropuebloy suspersonalestragediasque perennizacomofactoresprevios de una colectiva y esperanzadaliberacton.

Por fin, en suúltima obra Sieteárbolescontra el atardecer(1980) al-canza la plenitud vital, desplegandouna sabiaelaboracióny, más quenunca, su constanteentusiasmojuvenil: esa virtud capaz de producircosasbrillantes y hermosas,como decía Rubén Darío. Y los Sieteárbo-les... son eso: cosasu objetosverbalesque culminan un poetizar y en-gendranluz o, paradecirlo con un lemabolivariano, moral y luces. Ade-más de resumir técnicay conceptualmentetoda sutrayectoriaexpresi-va, los Siete árboles vuelcan la ética y el pensamientohumanistadeCuadra.Porquesi surgieroncontra el atardecer, sostenidospor el pasode los años,postulanuna lucha y una victoria a favor del Hombrey susatributos esenciales:una defensade sus valorespor encimade la posi-ble raíz ideológicaque podría rastrearseen ellos y en el de sus restan-tes poemariosanteriores.

Al respecto,la poesía de Cuadraes un caso significativo, aunquecorriente, de un fenómenocaracterísticodel modo de producciónpoéti-ca nícaragúense:la superaciónde la ideología, lo que ha llamado laatención a varios estudiosos,entre ellos al marxista norteamericanoMarc Zimmermann.Porque—no debemosolvidar estalección de Adol-fo SánchezVázques—si es cierto que el artista se hayacondicionadohistórica y socialmente,y que sus posiciones ideológicasdesempeñancierto papel —al que no es ajenoel destinoartístico de la creación—noimplica, en modo alguno, la necesidadde reducir la obra a sus ingre-dientes ideológicos.Y con mayor razón la de Cuadra,quien diluye enella susraícesde clase,rebasandoel humushistórico-socialque la hizonacery tendiendoun puenteentre los hombresy las sociedadesde cla-se, por su permanentevocación de universalidad.De ahí se deriva nosólo la convicción de que suobra, en conjunto, sobrevivey sobrevivirápor superartodo rastro ideológico, sino algo mucho más importante:que,al apropiarsede la esencianicaragilense,lo proyectacomo el poe>ta nacional por antonomasiadc Nicaragua;algo similar, guardandoladistanciasde tiempo y espacio,a lo que representaAlexanderSergueiPushkin—vinculado intelectualmentea la tradición feudal— para Ja li-teratura y el pueblo rusos.

4. io~oUlN PASOS [14-V-l 914/20-1-1947]

La poesíade JoaquínPasosfue la primera de su generaciónque rna-duró totalmente,alcanzandola maestría. CuandoPablo Antonio Cua-dra publicabasuCanto temporal (1943)y JoséCoronel Urtecho se deba-

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tía en su etapasurrealista>Pasosestabaa puntode culminar una obraperdurablecreadaantesde los treinta años,es decir, en plena juven-tud. Como en el casode Vicente Huidobro, a cuya teoríaestéticase ad-hirió sin fanatismo, la última define su personalidad,porqueél siem-pre seríaun joven que,con una amorosafacultad de adivinación, haríamilagros con la poesía;por esotituló Poemasde un ioven el libro en elque Ernesto Cardenal,a quince años de su muerte, reuniría casi todasu producción ~.Pero ya antesPabloAntonio Cuadralo ubicabaentrelos cinco poetasmás representativos—los otros eran el peruanoCésarVallejo, el chilenoPabloNeruda,el argentinoRicardo Molinari y el me-xicano Octavio Paz— de Hispanoamérica.

Dentro de suevolución creadora,sin embargo,se distinguendos fa-ses: la adolescente,que abarcade 1928 a 1935, gestadaentre los catorcey veintiún añosde edad; y la juvenil propiamentedicha, a partir del úl-timo año.Mientras en la primera sólo revelaun amplio poderde asimi-lación de ciertos poetascontemporáneosde EstadosUnidos y Europa(Paul Morand, Valery Larbaud,Phillipe Soupault,J. J. Van Doren, Ma-rianne Moore, Rafael Alberti y Gerardo Diego), en la segunda,yendomás allá de sus fuentes, logra la originalidad. Precozy lúdico, hábil enritmo y plasticidad, le obsesionanlos viajes, la pasión geográfica y lajuguetería;imbuido de un humor de filiación subrealy de purezarea-lista, se empeñaen la función sustantivade crearobjetos, cosas,en suconctencja. Lúcida y diáfanamente,trasciendeel creacionismode suadmiradoy cuestionado—a principios de los añoscuarenta—granpoe-ta chileno.

Con esatoma de concienciapoética,Pasostuvo ángeL genio e inge-nio para cultivar —entreotras simpatíastemáticas—el uso de la feal-dad con sentido burlesco, la sátira del lugar común y de las costum-bresfamiliares, burguesas;la arborizaciónnativa y la ternuradel amoradolescenteque llegaría a obtenerniveles de extraordinariaintensidady perfecciónclásicaen algunosde sus «Poemasde un joven que no haamadonunca»(‘<Invento de un nuevo beso>’, ‘<Construcciónde tu cuer-po”, «Poema inmenso»,«Imagen de la niña del pelo», «Despedida>’).También utilizó heterónimos(JuanArgúelles Darmstadt, PedroOrtiz)paraepaterle burgeois.Se apropió instintivamentede la lenguainglesa,infundiendovida a susmuuaparola, en «Poemasde un joven que no sa-be inglés», segundo aporte nicaragúense—el primero fue Tropicaltown and otherpoemsde Salomónde la Selva—a la poesíaen esalen-gua . Y absorbió la esenciatelúrica en aquellos textos cuyo contenidopermitiéronle luego titular «Misterio indio», poemarioasistidopor lacompenetraciónen el hombre-tierra y unahumanísimasolidaridadque

16 Con prólogo del mismo Cardenal, se editó en México, Fondo deCulturaEconómica,1962.

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tendría ejemplos insuperablesen «La verdulera>’ e «India caída en elmercado>’,pieza antológicade la denunciasocial.

Igualmente,en los primeros años treinta se destacóen la formula-ción poemáticade otra tendenciapromovida por el granadinoMovi-miento de Vanguardia:la fundamentaciónde la identidad nacionalba-sadaen la herenciahispánicay en el rechazode la intervenciónnortea-rnericana.Llevandoa la práctica uno de los temas-guiasdel mismo mo-vimiento, tomado de JeanCocteau(“bien canta el poeta cuandocantaposadoen su árbol genealógico»),Pasosproclamaen su «Desocupaciónpronta, y si esnecesarioviolenta»: «Yankees,váyanse,/váyanse,váyan-se, váyanse(..) Esta es tierra con perfumesólo para nosotros(..y) ¡Cuán-tos sigloshabrán depasarpara que vosotrossintáis cómociertos árbolesfrutales llegan hasta el alma!¡y cómociertas avescantansólo para cier-tas razas».

Pero, tras el definitivo fracasoen Nicaragua de una restauraciónpolítica de signo patriarcal y corporativista —que impulsó decidida-mente con sus compañeros—y la crisis espiritual desencadenadaporla SegundaGuerra, llegó a compartir el dolor y la amargura,a calar enexperienciasmás profundas: la desacralizacióndel yo y el desgarra-miento interior, el tributo a la realidad cósmica,el presentimientodela muertey de la destrucción apocalíptica.Tales elementosconformanel «Cantode guerra de las cosas»,su testamentoy prediccióndel hom-bre atómica, tecnificado, hechocosa. Poralgo estegranpoema, segúnel uruguayoMario Benedetti,poseeno menoshonduraque el «Sermónsobrela muerte»de CésarVallejo, las «Alturas de MachuPichu»de Pa-blo Neruda y el «Soliloquio del individuo» de Nicanor Parra, con loscualesadmite y resisteun riguroso parangónt7 Y por algo, también,es-ta obramaestra—de acuerdoal italiano OresteMacrí— planteala sal-vación total del Hombre, resultandomás elementaly emotivo que Thewaste land de 1. S. Elliot.

5. ERNESTOMEJIA SÁNCHEZ

Para comprenderla aparición de estequinto poetamayor de Nica-ragua,es precisoubicarlo cronológicay generacionalmente,puesantesde que surgieranlos poetasinmediatamenteposterioresal Movimientode Vanguardia—entreellos FranciscoPérezEstrada(1917-198Z)y Enri-que FernándezMorales (1918-19S2)—, la denominada«Generacióndel40» ya había emprendidosu obra juvenil signada,como es tradicionalen el país,por la precocidad.Aludimos a los hoy altos nombresde lapoesía hispanoamericanaque despuntaron coordinadamenteel año

t7 MARto BENEDETTt: Letras del continentemestizo. Montevideo, Area (sa.), p. 78.

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1940: ErnestoMejía Sánchez(1925). Orientadopor el magisterio de losvanguardistas y el del poetajesuita español Angel Martínez Baigorri(1899-1971),esta <‘Generación»,o promoción mejor dicho, no insurgíacontra la anterior,sino que la prolongaba,desarrollandosusprincipiose influencias, etc., y un punto de partida común: la actitud epigramáti-ca, que aportaronen los añoscincuentay sirvió de basea no pocasdesuscomposicionesde crítica social y política.

En la segundamitad de los cuarenta,por tanto, Mejía Sánchezco-menzó a dominar en forma definitiva el idioma como vehículo de ex-presión rigurosa,mágicay exacta, revelándoloen Ensalmosy conjuros(1947), textos de una permanentepureza. La misma revelación poseíaLa carne contigua (1948), poemaextensoen versículos,de intensidadyhermosuraúnicas, que interpreta el incestobíblico de Thamar y Am-nón, superandoa suspredecesoresremotose inmediatos,incluyendoaFederico García Lorca. De una concentrada elaboración, esta poesíaaumentósu cargalírica en La impureza (1950), inédita hasta 1972, quepudo haber educado a la llamada Generacióndel óOtS; en El re/orno(1952)y Contemplacioneseuropeas(1957), obrasentretejidasde clavesyalusionessecretas,enigmáticas,en función de unapotencialidadverbalque trasmuta «la insolencia creadora¡en humilde artesanía’>.

Esta actitud —remontadaestéticamentea Mallarmé— le impulsabaa ejercer un conjuro sobre la lengua,a conseguirla selecciónmas ex-trema y a lograrpermanentesaciertos sustentadosen un amplio fondode erudición que circula acompañandosu volcada intimidad. Desdeluego, la disciplina de lo minucioso,su carácterprofesionalde filólogo,le preparabapara alcanzareseseñorío de lo exacto —como diría Salo-món de la Selva— quees su poesía.Desdeestaperspectiva,el poetare-curre al juego de palabrasque eleva a categoría poética; a recursospersonalísimoscomo el retruécano,la descotuposiciónde vocablos ounificación de los mismos (<‘Quizás llegaron cuandoyo era tu yo ¡ y yoera tuyo) y el continuo y eficaz empleode la paronomasia:«...amanececon todas las luces y colores imaginables,imaginadas,sin imagen y se-mejanza,sip imaginación ni delirio...» («Patria amada»).Con ella obtie-ne ingeniosasconstrucciones:«La muerte de Somoza,como la de Fos-ter, ¡ dice lke, es unapérdida, ay! 1 para el mundo libre» («La muertede Somoza»):o verdaderoshallazgos: «Y no me diga usted nada delamanecerque es parapegar un grito al cielo, porqueahí estáel cielo alalcance de todo grito...»; o logros completos:<‘...vienen cantandoque esbuenala cosecha,queestá a la vista, queestá ya lista, queestalla limpiala Nueva Milpa...>’.

Simultáneamente,Mejía Sánchezrecurre a la fundición de elemen-

8 BELTRÁN MoRALes, Sin pdginasamarillas. Managua,EdicionesNacionales,1975, p.124.

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tos hiperartísticosen hipervitales, como los tomadosde la Biblia quetiene para él significación literaria, no religiosa. Lo mismo puedeafir-marsede otras muchasfuentesque le desarrollaronviviencias profun-das y obsesivas:la soledady la purificación, el ángel y el demonio, losespejosdeformantesy el amorquecompleta, la confusión de la existen-cia y el regresoa los libros, la propia poesíay la justezade la palabra,los ojos y los labios, la crucifixión y el escarnio,lo inmutabley lo pasa-jero, la nochelaboriosay el hundimientoen la vivenciapresente,dicho-sa,delirante. Al mismo tiempo, y en gran medida,la Madre y la Mujer,con su nada, estánmuy arraigadosen él. Al respecto,esafuerte actitudmisógina la comparte otro compañerode promoció: Carlos MartínezRivas. Pero si en éste la misoginia es abierta y dionisiaca, en aquélce-rrada, restringida y definítivmente hostil.

Otro de lo sentidosde sumensajeesde signomoral o moralista,y lelleva a proyectaruna dimensiónpolítica efectivaque va desdeel testi-monio de la luchade supueblo por suliberaciónpolítica hastael cues-tionamientode los regímenestotalitarios, afirmando la libertad creado-ra más allá de las ideologías y defendiendosiemprelo humano: «Y yoque quería escribir lo que me viniera en gana... como un hombre» («Li-

bertad de pensamientonúmero dos»). Esa misma defensahumanista,quepresidetodo suser, le inducea elegirel recatocon todassusconno-taciones de honestidad y decoro, pudor y cautela, como dice en su«Autorretrato de otoño», autoexameny ars poética a la vez: “Sin teatroni patria, ni lágrimas ni prisa, yo me elegíel recato —no el tono menorni la sordina—sino los peorestonos disimuladospara decir la verdad».

El sentido anterior puededetectarsesobre todo en sus poemasenprosa—o prosemas—que constituyen su principal aporte a la poesíanicaragtiensecontemporánea;breve e intensa,con su tono estructuralpropio, conservandodos fuerzas—una anárquicay destructiva,otra lú-cida y organizadora—,esta prosa poemáticano ha tenido en español,desdeDarío, otro cultivador tan sorprendentey maestrocomo él.

En fin, estemáximopotenciadorde palabras—queequilibradamen-te las dice y calla, las piensa y siente, las vive y sueña, las intuye yelabora— absorbe la anécdotaliteraria para transformarla en poesía,compartiendoe identificándosecon los valores sostenidospor sus ho-menajeadosen verso y prosa: especialmenteliteratos y artistas plásti-cos. En estesentido, superaa Martínez Rivas, quien practica tambiénese tipo de absorción. A varias docenassuman los ejemplos que po-drían enumerarse,perobasta indicar los poemasde Estelas¡ homena-jes (1971).

Con todo ello, Mejía Sánchezdesafíael tiempoy la destrucción,con-tribuyendo <‘a la perfeccióndel inundo, inclusive del yo>’.

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CARLOSMARTINEZ RIVAS (Guatemala,12-X-1924]

De los tres miembros de la llamada «Generacióndel 40”, CarlosMartínez Rivas fue el más favorecidopor la gracia poética:preparadocomo pocosen Nicaraguadespuésde Darío para trasmitiría, ejecutóalos diecinueveañosun extensopoemade madurezprecoz: El paraísorecobrado (1943)y, diez añosmás tarde, un monumentoexcepcionaldela poesíaen lenguaespañola:La insurrecciónsolitaria (1953). De haberdispuestode una vastay merecidadivulgación, esta obra hubierare-percutido tanto o más que los Antipoemas —publicados al añosiguiente—del chileno Nicanor Parra; sin embargono faltaron los crí-ticos previsores:el mexicanoOctavioPazy el nicaragñenseJulio YcazaTigerino, el italiano FranciscoTentori y el españolJoséMaría Valver-de. Ademásde reconoceren su autor a uno de los tercos, lúcidos y de-safiantestrabajadoresdel versoanunciadospor Rimbaud, los aludidosadvertíanen ella un programade vida, una actitud rebelde ante los va-lores establecidos,un desacuerdocrítico con suépocay unanuevacon-figuración de los elementossustantivosde la sociedad:no ordendicta-torial ni libertad anárquica,sino el ordennecesariopara la existenciaplena de la libertad.

Tal estratode preocupaciónantesu tiempo —extensivoal antago-nismo generacionaly a la censurade los «círculosde cultisimos ¡ poe-tastros maquinando novedades”,al rechazode los tabúesy convencio-nes burguesas,lo mismo que a la Ola de la tontería— lo planteabaelpoetaexigiendo «el rigor ¡ y la probidad estética»,encabezandola acti-tud epigramáticade su promoción en la poesíacrítica, satíricae irrita-da de la tercera secciónde su libro «El monstruoy su dibujante>’. Siesenivel se captó ampliamente,no tuvo similar apreciaciónla poesíaoculta y ceñida de «Noviembre fue los tres ángeles»—la segundasección—;gustabamás lo tenebroso,el flash de azufre,de fuego fatuoque Pazadmirabaen <‘El monstruo...»como «Quéretraso(capricho)»y«El pintor español».Se prefería, antesque el equilibrio supremoquedio titulo al libro, los epigramaspunzantesde «Mechaquemándose»y«Dichos de agur», remontadoa los proverbiosbíblicos. Y fue hastaunadécadadespuésque los poetasjóvenesde su patria —poseídos«satáni-camente”por su palabra, tal es el casode Beltrán Morales— compren-dieron sualquimia verbal y la realizaciónde suobra basadaen el axio-ma baudelarianode la bellezacomo resultadodel entendimientoy elcálculo. De aquí que cadauno de suspoemassea, de hechoun crimenperfecto—o la acción de “urdir una mentira sin mácula¡ hechaverdada fuerzadepureza»—concebidocomo primordial creaciónestética,quees superadapor cuantoMartínez Rivas impone el sujeto sobreel obje-to, o mejor, lo vital sobre lo artístico.

No obstante,siempredeja explícito sudeliberadodeseode tallar lapalabray hacerde susversos lo mismo que Baudelairehacía con los

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suyos:ejemplosperpetuosde perfección. Estaes la principal herenciadel genio francésen su poética, hecho que lo vincula a una de las co-rrientesmayoresde la poesíamodernade Occidente.Por esoes válidoaplicar a la suya lo queThibaudetdijo de Apollinaire: que estaballenade asonancias,estribillos de cancionesy textos populares,recuerdosculturalistas,logros renovadoresy de todo lo que puedeasimilarsedeunaexperienciaeuropea.Y así es: el nicaragúenseempleala asonancia—la más refinada y frecuente de sus rimas— localizable en libres ymúltiples combinacionesmétricas y estróficas,recurre a expresionesde arraigo popular (la Múcura, el sun sun de la calavera),evocalectu-ras literarias(Cervantesy Shakespeare,Byron y Rilke, Lawrencey Bur-ton, Van Goh y Klee, Bach y Benn, etc.), descubrenovedosasmanerasde adjetivar y usoslegítimos de formas verbalesy adverbiales,ponien-do en todo ello encantamientopersonal.Guiado,en suma, por la con-vicción de “no decirlo todo, mas todo sugeri río”, como recomendabaSa-lomón de la Selva en Evocación de Horacio (1949). Así recogela heren-cia de eseotro epígonode la poesíamodernaque es StephaneMallar-mé.

Presidida, consecuentemente,por una sabiduría fulgurante y unequilibrio reconocidopor el resplandory la precisión, estaalta poesíano seha advertidoen las etapasposteriores del autor que abarcarcin-co o seis aún inéditas,entre otrasAllegro ira/a Peroal menosha deja-do otros ejemplos de lucidez y perfección: «La puestaen el sepulcro”(1954)y «Una llama en el bosquede Chapultepec”—poemaen prosadeerotismotenso e inolvidable—, el par de «MuralesU.S.A.» —visión per-sonal, culminante de su menester técnico, de Norteamérica—y «Lostestigosoculares>’,«Quédicen, hermanamía, las olas salvajes»,«Infier-no de cielo>’ —que obtuvo el Premio Latinoamericano«Rubén Darío»de Poesíaen 1984— y un parde poemaspertenecientea su breve mues-trario Antripologías (1973). Señalemosla importancia,al menos,del pri-mero y de los dos últimos.

ComoobservóBeltrán Morales, el poema«La puestaen el sepulcro’>poetizala función del via-crucis desempeñadapor el amor, lo que con-firma la significación literaria de lo religioso en la poesíacarlomarti-niana; partiendo de una frase bolerizada(«Cuandoya no me quieras»),el poetamonta un microcosmosque va más allá, en su nostalgia y de-sencanto,del lugar comúny el estereotipo.Al mismo tiempo, enseñaa«no cotidianizar» demasiadola experienciapoéticapara eVitar conver-tirla en merodocumentoperiodístico. En otraspalabras,«La puestaenel sepulcro” revela que es licito apropiarsedel lugar común,pero sólopara transfundirlo en realidad poética; operaciónque se desarrollaendicho poema.

Lo mismo se opera en «Tow-boy and little-women”, dondeMartínezRivas contraponedos tipologías universales—confirmando su especialy variadísima concepción de la mujer— rematadocon una referencia

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anecdótica,literaria o culturalista. En «Al poeta FranciscoValle, ex-hortándolo a no escribir su correspondienteelegía a Alejandra Pizar-nik”, por su lado, imparteotra lecciónde diáctica poemáticay humanaautenticidad;mas eseaporte tiende a negar la elegía tradicional, a laque destruye, construyendouna antí-elegía que resulta —al fin y alcabo— elegía: la única merecida por la intensa pócta argentina y lamás valiosade todas las que suscitaría.

Bastanestosejemplospara calar en la poesíade CarlosMartínez Ri-vas,sobrequien ErncstoCardenal dejó escritaestavaloración en 1964:«No soyel mejorpoeta (deNicaragua).Ni el segundaNi e/tercero.Ni si-quiera el mejor de mi. generación>en la que sólo éramostres. El mejorde los tres, a mi juicio, es Carlos MartínezRivas.Américalo conoceráal-gún día»t~.

ERNESTOCARDENAL [25-1-1925]

Paramuchos críticos, entreellos el ecuatorianoBenjamínCarrión,ErnestoCardenales el mayorpoetavivo de Hispanoamérica.Acertadao no esta apreciación,lo cierto es que de sus contemporáneoscentro-americanosninguno es más conocido que él; traducidoa casi veinteidiomas y con un centenarde títulos aproximadamente,al menoses elque más influencia ha ejercido en el mundo de habla españolay enotros ámbitos. ¿Porqué?Porque ha creadoun nuevolenguaje.Desdeese punto de vista, nadie lo supera en su calidad de renovadorde laesenciamisma de la poesíaal enriquecerlacon nuevosobjetos, darleun valor de uso y transformarlaen crónica de nuestro tiempo, asimi-lando técnicasde origen norteamericanoo tomadas de Ezra Pound.Nos referimosa la acumulacióny al collage,al cortey a la síntesis,a larima interna y a onomatopeya,al polisíndeton y a la superposicióndeimágenes;recursosque seleccionay distribuye inteligentementecon unsólo objetivo: la representacióndel objeto poético—fijo o en movimien-to— ante la imaginaciónvisual. Tal sería la definición de suexterioris-mo que no se da en el terreno metafórico,sino en una inmediataper-cepción de la realidad.

Así Cardenal, tras el subjetivismo lírico-onírico de sus primerospoemas que le dieron fama en Centroamérica («La ciudaddeshabitada’>,1946, y «Proclamadel conquistador”, 1947), descubriólarecreativa«yeta americana»que, con mirada foránea,objetiva, elevabaa categoríapoéticaprosashistóricas [entre otros ejemplos «Raleigh>’,<‘Squier en Nicaragua»,<‘La vuelta a América»] y redescubrióen el epi-

~ Meto MARcIMSse.:«Entrevista a Ernesto Cardenal,> (La PrensaLiteraria, 1,0 deno-viembre, 1964).

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gramaunaforma breve y eficaz paraexpresarnovedosamentepoemasde amor y políticos. Esto lo emprendióen sulibro titulado precisamen-

te Epigramas(1960).Peroesteaporteoriginal lo realizó completamenteen el hallazgodel tema político-social de Hora 0 (1960), calificado comosu más alto, espléndidoy significativo poema,síntesisestructural, te-máticay estilística de toda su produccióny que,deseandoser prologa-do en una edición chilenapor Pablo Neruda,convierte a Nicaraguaenla capital de la poesíade América y España.

A continuációnencontróel amor místico en CethsemanyKy (1960),poemariode su experienciatrapenseen el quepredominala más purasencillez y estilización; rescató la historia del continenteamericano,trazandoun vasto mural recreativoo una nueva épica en El estrechodudoso(1966); acertóen la adaptacióna nuestraépocade los salmosbí-blicos, estableciendoel clamor solidario de la liberación, en Salmos(1964); culminó su fuentenorteamericana,cuestionandoel capitalismoy la sociedadde consumo,en Oración por Marilyn Monroe y otros poe-mas (1965); idealizóy resucitóal indio precolombinono como indio, si-no como hombre, reconociendosusvalores superioresa los contempo-ráneos,en Homenajea los indios americanos(1969); reafirmó la actitudcristianaantela muerteen «Coplasa la muertede Merton» (1970); exal-tó la esencianicaragiiense,con el mismo trasfondo social y político deHora O, en CantoNacional (1972); revaloróel poema-crónica,aportandounanuevavisión cinemática,en Viaje a Nueva York (1973)y dio un tes-timonio trágico, profético, del último terremoto en Oráculo sobre Ma-nagua (1973), poemaque transportaideología y sociología,economíaypolítica, desnudandoel rostro perverso y corrupto de su país, paraplantearla construcción de una nueva ciudad y un nuevo futuro.

Pero, ¿cuál esel mensajeespecificode estedesarrollopoético?Pararesponderestapregunta,nada mejor que formular una hermenéuticade la evolución vital e ideológicade su autor, marcadapor cinco «ba-ses» radicaleso saltos más o menoscualitativos. Estas «bases»se dis-tinguen por unaclara correlacióncronológicay por la fidelidad de Car-denal a su esencialcristianismo y a su concepciónpersonalísima,sui-géneris,de la realidad.Su punto de partida, entrandoen materia, fue elamor20 (enminúscula):el amor al mundo a las mujeres,a la existencia;pero eseamor, u obsesióndel amorque nadani nadie podía satisfacer,le llevó a padeceruna sedde absolutoque tuvo su solución en la con-versión religiosa, en la cita con el Amante, cuya inmensidadllenabaelvacio del amor humano que habíaexperimentado.En el amor místico,pues,encontróla segunda«base»de su residenciaen la tierra. Desde

20 «Del amor a la revolución» se titula, precisamente, la ponencia que presentamos so-bre el temaen el 1 Congresode Escritoresde LenguaEspafiolacelebradoen Las Cana-rias, junio, 1979.

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entonces,decidió «abandonar»el mundo, ingresandoen el monasteriotrapensede Qur Lady of Gethsemany,en Kentucky, Estados Unidos,para dejar de ser el poeta de extracción y mentalidadburguesasquehastaesemomentoera, afiliado a la Unión Nacional de Acción Popular(UNAP) —primer germende la social democracianicaragiiense—y he-redero de la tradición política del Partido Conservador.

Mas su experienciamística —que proyectóen las poéticasreflexio-nes de Vida en el amor (1961), nutridas de los SantosPadresy de Teil-hard de Chardin— no se agotó en sí misma: tendió, por el contrario, arealizarseen el mundoexterior. «God alone>’, sólo Dios, no podía sersulema, como creyó en el instante de ingresar en la Trapa. Dios, por lotanto, tenía que insertarseen la realidad presente,pasandoa serya nouna experienciaabstracta,personal—monopolizadapor su ipseidad—,sino unaconcrecióndel amorcristiano, sostenidopor la pasiónevangé-lica que volcaba sualteridad. Mientras tanto, desdeesanuevaperspec-tiva se identificabacon el anarquismoy el pacifismogandyiano,absor-bía las lecciones comunitarias de Lanza del Vasto, proclamándoseanarquistay pacifista, y promoviendounacomunidadevangélicacon lafundación,en 1965, de Nuestra Señorade Solentinameen una isla delarchipiélago del mismo nombre, del Gran Lago de Nicaragua.

Cardenal permaneciócasi diez años apoyado en esa «base»hastaque, en 1970, tuvo su «segundaconversión»:el viaje a Cuba que hizoese año. Como él mismo lo ha confesado,este viaje le reveló que elEvangeliose hacía posible, real, en el socialismo;de maneraque orien-tó todo su pensamientoanterior haciaesehallazgoque lo impulsaría adeclararsesocialistaen 197]. El socialismoconstituíaya su nueva«ba-se» existencial. Y de ahí, lógicamente,desembocaríaen su conciliación—menos teórica que vivencial— entre cristianismo y marxismo, par-tiendo del objetivo final de ambasconcepcionesdel mundo: unasocie-dad ideal que surgirá despuésdel socialismo.

JORGEEDUARDO ARELLANO

Managua(Nicaragua)