obstrucción via lagrimal congénita
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Obstrucción de la vía lagrimal congénita, qué es, tratamiento y maniobra de crigler (masaje)TRANSCRIPT
Empar Sanz Marco, MD, PhD
Clínica Aiken, C/Pizarro num 15 Valencia. España
Hospital de Manises
Obstrucción del conducto nasolagrimal congénita
Una preocupación frecuente de los padres es la presencia de epifora o lagrimeo,
conjuntivitis de repetición y secreción persistente en los lactantes. La mayoría de los
casos se debe a la obstrucción de la vía lagrimal, que es una alteración muy frecuente en
la infancia.
La causa más frecuente de esta obstrucción es la imperforación de la válvula de Hasner,
en la desembocadura del conducto nasolagrimal en el meato inferior en la cavidad nasal.
Hay autores que promueven un tratamiento inicial mediante sondaje de la vía en la
consulta con anestesia tópica, comprobando posteriormente la permeabilidad mediante
lavado, de forma precoz. Esto supone una menor morbilidad en comparación con los
sondajes realizados en quirófano bajo anestesia general, un tratamiento precoz de la
epífora y por tanto un menor número de conjuntivitis; y un índice de éxitos de un 95%.
Otros autores prefieren esperar al año de edad y directamente realizan el sondaje bajo
anestesia general, alegando que se evitan realizar un tratamiento en una patología que se
resuelve espontáneamente en un 96% en el primer año de vida, posibilidad de
inspeccionar la fosa nasal y menor riesgo de crear una falsa vía.
Nosotros optamos por un
tratamiento inicial
conservador durante los
primeros seis meses de vida,
mediante la maniobra de
Crigler, con hasta un 95%
de eficacia, y a partir de los
seis meses, si persiste el
lagrimeo, realizamos un
sondaje de la vía lagrimal
bajo anestesia tópica. Si tras
un año de tratamiento y dos sondajes infructuosos persiste la epifora o el lagrimeo, así
como las conjuntivitis de repetición procedemos al sondaje e intubación de la vía
lagrimal bajo anestesia general.
La maniobra de Crigler consiste en la colocación de un dedo sobre el canto interno del
ojo del niño, de manera que queda bloqueado el canalículo común evitando el reflujo al
presionar el saco. A continuación, presionando sobre el saco, se desliza el dedo hacia
abajo, produciéndose un aumento de la presión hidrostática que se transmite a la porción
inferior del conducto nasolagrimal, provocando la ruptura de las obstrucciones
localizadas en dicho conducto.