nueva colombia, la academia del 'mapalé

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EL HERALDO Viernes 28 de febrero de 2014 4C TENDENCIAS Por Luis Iglesias Monsalve Twitter: @luisiglesiasm S olo faltan pocas horas para que arranque el Carnaval de Barran- quilla y la seño Yilda Fruto reúne a niñas y niños que hacen parte del grupo Raíces de Nueva Colombia. Les pide que se estén quietos, ordenados y concentrados. Algunos de ellos, con los pies descalzos sobre el pavimento agrietado, se miran con otros que permanecen in- móviles, en silencio, frotándose las cabezas con las manos en la oscuridad de la noche, a la espe- ra de un grito de mapalé. Los más pequeños se hacen los de oídos sordos y empie- zan lentamente a contorsionar sus cuerpos, sin el más mínimo reparo de atención hacia los demás. Da la impresión de que por sus mentes recorre sin pa- rar la melodía que hace el tam- bor alegre, el guache, la tam- bora y los golpeadores entre sí, como si no pudieran dejar de sentirla, con una necesidad ineludible de sacarla de sí mis- mos con las manos y los pies. De repente, repican los cueros de los tambores y se levanta el polvorín del suelo. El frente de la casa de Yilda se convierte en una tarima, un escenario aplaudido por los vecinos de Nueva Colombia, que ven a sus hijos hacerle ho- nor a un baile ancestral, traído a Barranquilla por los viejos hace más de 100 años. Alzan los brazos, palmotean, mueven los hombros hacia adelante y hacia atrás, se menean y agitan sus pechos en cada golpe de la tambora. Por primera vez en toda la noche todos están con- centrados, coordinados y si- guiendo el compás de la ‘seño’ que guía a la comparsa entera gritando “el mapalé”. Raíces es un grupo de danza juvenil de escasos recursos cuyo propósito es salir adelante a través del baile k Su directora, Yilda Fruto, prepara a niños y adolescentes para los eventos del Carnaval. Nueva Colombia, la ‘academia’ del mapalé FOTOS ANDRÉS ALONSO Yilda Fruto, creadora y di- rectora del grupo Raíces. Vea el video en nuestra página web. “Sigo aquí adelante por los niños, pa’ alejarlos del vicio”. YILDA FRUTO MARIMÓN Directora de Raíces de Nueva Colombia. k PASA A LA PÁGINA 5C Raíces es un grupo artístico conformado por jóvenes afrodescendientes de escasos recursos en Nueva Colombia. Hacen un círculo, y pareja por pareja salen al frente y se exhiben ante el grupo entero para demostrar cómo es que se baila ese ritmo que hierve la sangre. Es el momento más álgido del mapalé, un enfren- tamiento musical lleno de pa- sión en estos jóvenes que no superan los 15 años, y que des- de el vientre están escuchando sonidos de percusión. En tor- no al baile, sus miradas jamás se pierden: se ven directo a los ojos, sin pestañear y con una sonrisa de oreja a oreja, llena de ansiedad. Al final, los tres músicos de la tambora hacen un último estruendo con sus manos y acaban la pieza. Sudados y con los pies curtidos, los bai- larines posan y hacen una ve- nia. Es el primer receso del ensayo. Así ha sido desde el 2002, también desde enero de este año y así lo será por toda la semana previa al Car- naval, para seguir alegrando el próximo sábado y domingo, tanto a los que se sientan en los bordillos de la calle 17, co- mo a los que permanecen ba- jo la sombra de los palcos de la Vía 40, en Batalla de Flores y Gran Parada. Yilda también hace una pausa e invita a ingresar a su vivienda para enseñar las prendas que lucirán sus pupilos en el Car- naval. En la humilde sala de su casa guindan sobre una cuerda varias faldas hechas en poli- propileno, un material flexible y el más económico del mer- cado, que pasa por las manos de una modista del barrio -que por cierto también cobra bara- to-, para terminar justo en las caderas de las niñas del grupo. También hay más atuendos, retazos de telas donadas por amigos, disfraces e instrumen- tos musicales en cada esquina. Para esta fecha es cuando más se evidencia en este hogar del suroccidente la dedicación de todos los hacedores de un evento que, aunque solo dura cuatro días, explota desde me- ses atrás el ingenio y la creati- vidad al límite, aún con pocos recursos. Ya reposada, Yilda se sienta y carga en sus piernas a su nieta de cuatro años. La niña tiene ambas rodillas raspadas de tanto bailar y, según la abuela, hace esto desde el primer año de vida. No sorprende, provi- niendo de una familia de mú- sicos y artistas comprometidos con el folclor, con la raza ne- gra Caribe que se place de ser protagonista de la fiesta más importante de la ciudad. “Mantener unido al grupo es muy difícil, ¡no crea!, porque la mentalidad de todos en el barrio es de que como somos pobres, como no tenemos pa’ pagar un vestuario, si no le se saca plata a esto no sirve pa’ nada. A todo le quieren poner el signo peso.

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Reportaje hecho por Luis Iglesias Monsalve, publicado en el diario EL HERALDO de Barranquilla.

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Page 1: Nueva Colombia, la academia del 'mapalé

EL HERALDO Viernes 28 de febrero de 20144C TENDENCIAS

Por Luis Iglesias Monsalve Twitter: @luisiglesiasm

Solo faltan pocas horas para que arranque el Carnaval de Barran-quilla y la seño Yilda

Fruto reúne a niñas y niños que hacen parte del grupo Raíces de Nueva Colombia. Les pide que se estén quietos, ordenados y concentrados. Algunos de ellos, con los pies descalzos sobre el pavimento agrietado, se miran con otros que permanecen in-móviles, en silencio, frotándose las cabezas con las manos en la oscuridad de la noche, a la espe-ra de un grito de mapalé.

Los más pequeños se hacen los de oídos sordos y empie-zan lentamente a contorsionar sus cuerpos, sin el más mínimo reparo de atención hacia los demás. Da la impresión de que por sus mentes recorre sin pa-rar la melodía que hace el tam-bor alegre, el guache, la tam-bora y los golpeadores entre sí, como si no pudieran dejar de sentirla, con una necesidad ineludible de sacarla de sí mis-mos con las manos y los pies. De repente, repican los cueros de los tambores y se levanta el polvorín del suelo.

El frente de la casa de Yilda se convierte en una tarima, un escenario aplaudido por los vecinos de Nueva Colombia, que ven a sus hijos hacerle ho-nor a un baile ancestral, traído a Barranquilla por los viejos hace más de 100 años. Alzan los brazos, palmotean, mueven los hombros hacia adelante y hacia atrás, se menean y agitan sus pechos en cada golpe de la tambora. Por primera vez en toda la noche todos están con-centrados, coordinados y si-guiendo el compás de la ‘seño’ que guía a la comparsa entera gritando “el mapalé”.

Raíces es un grupo de danza juvenil de escasos recursos cuyo propósito es salir adelante a través del baile k Su directora, Yilda Fruto, prepara a niños y adolescentes para los eventos del Carnaval.

Nueva Colombia, la ‘academia’ del mapaléFotos Andrés Alonso

Yilda Fruto, creadora y di-rectora del grupo Raíces.

Vea el video en nuestra página web.

“Sigo aquí adelante por los niños, pa’ alejarlos del vicio”.Yilda fruto marimón Directora de Raíces de Nueva Colombia.

kPasa a la PágINa 5C

Raíces es un grupo artístico conformado por jóvenes afrodescendientes de escasos recursos en Nueva Colombia.

Hacen un círculo, y pareja por pareja salen al frente y se exhiben ante el grupo entero para demostrar cómo es que se baila ese ritmo que hierve la sangre. Es el momento más álgido del mapalé, un enfren-tamiento musical lleno de pa-sión en estos jóvenes que no superan los 15 años, y que des-de el vientre están escuchando sonidos de percusión. En tor-no al baile, sus miradas jamás se pierden: se ven directo a los ojos, sin pestañear y con una sonrisa de oreja a oreja, llena de ansiedad.

Al final, los tres músicos de la tambora hacen un último estruendo con sus manos y acaban la pieza. Sudados y con los pies curtidos, los bai-larines posan y hacen una ve-nia. Es el primer receso del ensayo. Así ha sido desde el 2002, también desde enero de este año y así lo será por toda la semana previa al Car-naval, para seguir alegrando el próximo sábado y domingo, tanto a los que se sientan en

los bordillos de la calle 17, co-mo a los que permanecen ba-jo la sombra de los palcos de la Vía 40, en Batalla de Flores y Gran Parada.

Yilda también hace una pausa e invita a ingresar a su vivienda para enseñar las prendas que lucirán sus pupilos en el Car-naval. En la humilde sala de su casa guindan sobre una cuerda varias faldas hechas en poli-propileno, un material flexible y el más económico del mer-cado, que pasa por las manos de una modista del barrio -que por cierto también cobra bara-to-, para terminar justo en las caderas de las niñas del grupo.

También hay más atuendos, retazos de telas donadas por amigos, disfraces e instrumen-tos musicales en cada esquina. Para esta fecha es cuando más se evidencia en este hogar del suroccidente la dedicación de todos los hacedores de un evento que, aunque solo dura cuatro días, explota desde me-ses atrás el ingenio y la creati-vidad al límite, aún con pocos recursos.

Ya reposada, Yilda se sienta y carga en sus piernas a su nieta de cuatro años. La niña tiene ambas rodillas raspadas de tanto bailar y, según la abuela, hace esto desde el primer año

de vida. No sorprende, provi-niendo de una familia de mú-sicos y artistas comprometidos con el folclor, con la raza ne-gra Caribe que se place de ser protagonista de la fiesta más importante de la ciudad.

“Mantener unido al grupo es muy difícil, ¡no crea!, porque la mentalidad de todos en el barrio es de que como somos pobres, como no tenemos pa’ pagar un vestuario, si no le se saca plata a esto no sirve pa’ nada. A todo le quieren poner el signo peso.