nuestra obsesión por la esperanza es una maldición

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    17/4/2016 Rebelion. Nuestra obsesión por la esperanza es una maldición

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    Portada :: Conocimiento Libre

      30-05-2015 

    Nuestra obsesión por la esperanza es una maldición

    Chris HedgesInformation Clearing House

    Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

    La ingenua creencia en que la historia es lineal, en que el progreso moral acompaña al progresotécnico, es una forma de ilusión colectiva. Paraliza nuestra capacidad para actuar de forma radicaly nos apacigua con un falso sentido de seguridad. Quienes se agarran al mito del progresohumano, creyendo que el mundo se mueve inevitablemente hacia un estado moral y materialsuperior, se convierten en rehenes del poder. Sólo quienes aceptan la posibilidad muy real de ladistopía, del auge de un despiadado totalitarismo corporativo, reforzado por el aparato de

    seguridad y vigilancia más terrorífico en la historia humana, podrán llevar a cabo el autosacrificionecesario para la sublevación.

    El anhelo de positivismo que impregna nuestra cultura corporativa ignora la naturaleza y la historiahumanas. Pero, para desafiarlo, para exponer el hecho obvio de que las cosas están empeorando,y que es posible que pronto empeoren mucho más, es preciso arrancarlo del círculo delpensamiento mágico que define la cultura estadounidense y gran parte de la de Occidente. Laizquierda está tan contaminada por esa manía de la esperanza como la derecha. Es una manía queoculta la realidad aunque el capitalismo global se desintegre y el ecosistema se descomponga,condenándonos potencialmente a todos.

    El teórico del siglo XIX Louis-Auguste Blanqui, a diferencia de casi todos sus contemporáneos,

    rechazó la creencia, central en Karl Marx, de que la historia humana es una progresión lineal haciala igualdad y una mayor moralidad. Advirtió de que este positivismo absurdo es la mentiraperpetrada por los opresores: “Todas las atrocidades del vencedor, sus largas series de ataques setransformaron fríamente en una evolución constante e inevitable, como la de la naturaleza… Perola secuencia de los hechos humanos no es inevitable como la del universo. Se puede cambiar encualquier momento”. Previó que los avances científicos y tecnológicos, más que representar unindicador de progreso, podrían ser “un arma terrible en manos del Capital contra el Trabajo y elPensamiento”. Y en una época en que muy pocos lo hacían, condenó el expolio del mundo natural.

     “El hacha derriba y nadie vuelve a plantar. No hay preocupación por la mala salud del futuro”.

     “La humanidad”, escribió Blanqui, “no es algo inmóvil. Avanza o retrocede. Su marcha progresivaconduce hacia la igualdad. Su marcha regresiva la hace retroceder a través de cada etapa de

    privilegio hasta la esclavitud humana, la palabra final del derecho a la propiedad”. Además,escribió: “No me sitúo entre quienes dan por sentado que el progreso es algo garantizado, que lahumanidad no puede ir hacia atrás”.

    Blanqui entendía que la historia tiene largos períodos de esterilidad cultural y represión brutal. Porejemplo, la caída del Imperio romano causó miseria por toda Europa durante la Edad Media, más omenos desde el siglo VI hasta el siglo XIII. Se perdieron conocimientos técnicos (un ejemplodestacado fue la forma de construir y mantener acueductos) y el empobrecimiento cultural eintelectual produjo una inmensa amnesia histórica que suprimió a los grandes pensadores y artistasdel mundo clásico. Ninguna de estas pérdidas pudo recuperarse hasta el siglo XIV, cuando Europapresenció el inicio del Renacimiento, un desarrollo que fue en gran medida posible gracias alflorecimiento cultural del Islam, que, al traducir a Aristóteles al árabe, además de otros logrosintelectuales, mantuvo vivos el conocimiento y la sabiduría del pasado. La Edad Media estuvo

    http://es.wikipedia.org/wiki/Louis_Auguste_Blanquihttp://www.rebelion.org/noticia_pdf.php?id=199411http://es.wikipedia.org/wiki/Louis_Auguste_Blanquihttp://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=Chris%20Hedges&inicio=0http://www.rebelion.org/noticia_pdf.php?id=199411http://www.rebelion.org/seccion.php?id=1http://www.rebelion.org/

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    Los artistas y filósofos que exponen los trasfondos mercuriales del subconsciente nos permitenenfrentarnos a una verdad sin adornos. Las obras de arte y filosofía fundamentadas en losmeandros intuitivos e inarticulados de la psique humana trascienden las construidas por una menteconsciente laboriosa. La fuerza liberadora de los recuerdos viscerales no llega a través deintelecto. Esos recuerdos son impermeables al control racional. Y sólo ellos conducen a lasabiduría.

    Los poderosos han manipulado siempre la realidad y creado ideologías definidas como progresopara justificar sistemas de explotación. Los monarcas y las autoridades religiosas así lo hicieron

    durante la Edad Media. Igual hacen actualmente los sumos sacerdotes de la modernidad:tecnócratas, académicos, científicos, políticos, periodistas y economistas. Deforman la realidad.Impulsan el mito de la predestinada inevitabilidad y de la racionalidad pura. Pero ese conocimiento–que domina nuestras universidades- va contra el pensamiento. Excluye todas las alternativas. Seutiliza para poner fin al debate. Se diseña para dotar de una capa de discurso racional a las fuerzasde la ciencia o del libre mercado o de la globalización, para persuadirnos de que pongamos nuestrafe en esas fuerzas y les confiemos nuestro destino. Esas fuerzas, nos aseguran los expertos, sontan inalterables como la naturaleza. Nos harán avanzar. Cuestionarlas es herejía.

    El escritor austríaco Stefan Zweig, en su novela de 1942 “Novela de ajedrez”, narra lasespecializaciones arcanas que han creado los tecnócratas que son incapaces de cuestionar lossistemas a los que sirven, así como a la sociedad que estúpidamente les venera. Mirko Czentovic,

    el campeón mundial de ajedrez, representa al tecnócrata. Su energía mental se invierteúnicamente en las 64 casillas del tablero de ajedrez. Aparte del juego, es un memo, unmonomaníaco como todos los monomaníacos que “escarba como las termitas en su propio yparticular material para construir, en miniatura, una imagen del mundo extraña y totalmenteindividual”. Cuando Czentovic “detecta una persona instruida se mete en su caparazón”. De esaforma, nadie podrá alardear nunca de haberle oído decir alguna estupidez o de haber sondeado lasprofundidades de su ignorancia aparentemente ilimitada”.

    Un abogado austríaco conocido como el Dr. B., a quien la Gestapo había mantenido durante muchosmeses en régimen de aislamiento, desafió a Czentoviz a una partida de ajedrez. Durante suaislamiento, el único material de lectura del abogado fue un manual de ajedrez, que memorizó.Reconstruyó las partidas en su cabeza. Obligado por su cautiverio a reproducir la monomaníacaobsesión del tecnócrata Czentovic, el Dr. B. llegó a estar también atrapado dentro de un mundoespecializado y, a diferencia de Czentovic, se volvió loco temporalmente al vivir concentrado enuna diminuta pieza especializada de la actividad humana. Cuando desafía al campeón de ajedrez, levuelve la locura.

    Zweig, que lamentaba profundamente que el fascismo y la burocracia moderna hubieran devoradola amplia cultura liberal de la Europa educada, advierte de lo absurdo y del peligro de un planetadirigido por tecnócratas. Para él, el auge de la Era Industrial y del hombre y de la mujer industriaes una metamorfosis terrorífica de la relación de los seres humanos con el mundo. Al igual que losespecialistas y los burócratas, los seres humanos se convierten en herramientas capaces de hacerque sistemas de explotación e incluso de terror funcionen eficientemente sin el más mínimosentido de responsabilidad o entendimiento personal. Se repliegan al lenguaje arcano de todos losespecialistas para enmascarar lo que están haciendo y dar a su trabajo un barniz clínico sanitizado.

    Ese es el punto central de Hannah Arendt en “Eichmann en Jerusalén”. Los seres humanostecnocráticos están espiritualmente muertos. Son capaces de cualquier cosa, no importa lo atrozque pueda ser, porque no reflejan ni cuestionan el objetivo último. “Cuanto más se le escuchaba”,escribe Arendt sobre el nazi Adolf Eichmann en el juicio, “más obvio resultaba que su incapacidadpara hablar estaba estrechamente relacionada con su capacidad para  pensar , es decir, para pensardesde el punto de vista de otra persona. La comunicación era imposible con él, no porque mintiera,sino porque estaba rodeado de la más fehaciente de las salvaguardias contra las palabras y lapresencia de los otros, y por tanto contra la realidad como tal”.

    Zweig, horrorizado ante un mundo regido por tecnócratas, se suicidó junto a su esposa en 1942.Era consciente de que a partir de ese momento en adelante, los Czentovics al servicio de las

    http://www.ushmm.org/wlc/en/article.php?ModuleId=10007412http://www.iep.utm.edu/arendt/http://www.bbc.com/culture/story/20140310-the-writer-behind-budapest-hotel

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    monstruosidades estatales y corporativas serían glorificados.

    La resistencia, como señala Alexander Berkman, consiste primero en aprender a hablar de formadiferente y abandonar el vocabulario de los tecnócratas “racionales” que nos gobiernan. Una vezque descubramos nuevas palabras e ideas a través de las que percibir y explicar la realidad, nosliberamos a nosotros mismos del capitalismo neoliberal, que funciona, como Walter Benjaminsabía, como una religión de Estado. La resistencia se llevará a cabo fuera de los límites de lacultura popular y del mundo académico, donde el peso entorpecedor de la ideología dominanterestringe la creatividad y el pensamiento independiente.

    Como el capitalismo global se desintegra, la herejía que nuestros amos corporativos temen vaganando adeptos. Pero esa herejía no será eficaz hasta que se divorcie de la manía de laesperanza, que es parte esencial del adoctrinamiento corporativo. El ridículo positivismo, lacreencia de que nos dirigimos hacia algún futuro glorioso, desafía la realidad. La esperanza, eneste sentido, es una forma de quitarnos poder.

    No hay nada inevitable en la existencia humana, excepto el nacimiento y la muerte. No hayfuerzas, ni divinas ni técnicas, que nos garanticen un futuro mejor. Cuando desistamos de las falsasesperanzas, cuando veamos la historia y naturaleza humana como lo que son, cuando aceptemosque el progreso no está predeterminado, entonces será cuando podamos actuar con la urgencia ypasión de los que comprenden las sombrías posibilidades que tenemos delante.

    Chris Hedges fue corresponsal en Centroamérica, Oriente Medio, África y los Balcanes durante casidos décadas. Ha informado desde más de cincuenta países y ha trabajado para The ChristianScience Monitor, National Public Radio, The Dallas Morning News y The New York Times.

    Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article41955.htm

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