nuestra memoria - museo del holocausto- shoá buenos aires · 2018-12-10 · nuestra memoria año...

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nuestra memoriaaño IX / número 20 / octubre de 2002

3 Editorial

4 Poesía. Ve y visita Treblinka. Halina Birenbaum

5 Izcor. RecordaciónIashe Esterman

6 La importancia de los zapatosProf. Angela Winik

8 Los perpetradores de la ShoáSamuel Salzborn

11 Salvación de los judíos búlgaros durante la Segunda Guerra MundialBeatriz Rosanes de Samuilov

13 Vida cultural en los campos nazis de mujeresLic. María Gabriela Vasquez

15 La Shoá y los genocidios del siglo XXDr. David Bankier

17 Una explicación provisoria de la imposibilidad de representación de la ShoáDr. José Emilio Burucúa

21 Memorias de las vísperas: La civilización de Ashkenaz antes de la Segunda Guerra MundialProf. Leonardo Senkman

27 Richard Wagner y las fuentes del nazismoDr. Horacio Sanguinetti

28 La construcción social de la memoria de la Shoá en ItaliaPablo Dreizik

30 Los campos y la filosofía: las nuevas tareas del pensamiento filosóficoProf. Bruno Guitton

32 Canadá en tiempos del Holocausto. Puertas cerradasDr. Pedro Germán Cavallero

35 Shoá: testimonio del desamparo

sumario

CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN 2002 / 2003

Presidente: Dr. Gilbert Lewi

Vicepresidente: Sr. Daniel VernikSr. Leon GrzmotDr. Enrique OvsejevichSr. Isaac Ursztein

Secretaria General: Lic. Sima W. de Milmaniene

Pro Secretario: Sr. Daniel Banet

Pro Secretaria: Sra. Susana Rochwerger

Tesorero: Sr. Jaime Machabanski

Pro Tesorero: Dr. Sixto StolovitzkyDr. Manuel Kobryniec

Vocales: Sra. Eugenia UngerSr. Iashe EstermanSr. Samuel ChiromArq. Cristina FernandezSra. Mónica DawidowiczSra. Danuta GotlibSra. Eva RosenthalSra. Susana LutersteinDr. Víctor Sporn

Vocales Suplentes: Rab. Daniel GoldmanSr. Israel L. NielavitzkyArq. Mariela OvsejevichDr. Rubén Abramovich

Revisor de Cuentas Titular:Dr. Abraham Boczkowski

Revisor de Cuentas Suplente:Dr. Alberto Ruskolekier

Asesores Legales: Dra. Irene WeissDr. Cesar Siculer

Directora Ejecutiva: Lic. Regina Steiner

Comité de Redacción:Lic. Sima W. de MilmanieneProf. Abraham Zylberman

Colaboraron en la Redacción:Lic. Regina SteinerProf. Ana María CartolanoLic. Daniel Bargman

Colaboración periodística:Lic. Eduardo Chernizki

Diseño e impresión: Marcelo Kohan

«Nuestra Memoria» es una publicación de la Fundación Memoria del Holocausto. Las colaboraciones firmadas expresan la opinión de sus autores, declinando laInstitución, toda responsabilidad sobre los conceptos y/o contenidos de los mismos. Asimismo, se reserva el derecho de publicar los trabajos recibidos. Publica-ción de divulgación y distribución gratuita. Permitida su reproducción citando la fuente.

Fundación Memoria del Holocausto

Tapa: Inscripción en alemán: “En hebreo y en idish, lenguas prohibidas”Contratapa: Sello postal del ghetto de Lodz (Litzmannstadt)

Estamos viviendo momentos muy complicados en el mundo, y nuestro país nopuede ser ajeno; debido a ello los conceptos de crisis económica, racismo, xenofo-bia, fundamentalismo terrorista, violencia, se instalaron en el lenguaje cotidiano delos medios de comunicación, dejando de ser motivo de preocupación sólo de losanalistas políticos y los estudiosos, para afectarnos a todos en el inicio del siglo xxi.

Pareciera que muchos de quienes poblamos el planeta Tierra no aprendimos lalección de la Shoá, el significado del trágico mensaje de los millones de seres huma-nos asesinados por los nazis.

El nacionalismo con zeta ya no es patrimonio de alienados que en soledad año-ran el Tercer Reich, o de grupos cerrados que editan libros pseudo-históricos queniegan Auschwitz y veneran a Hitler y sus secuaces. Sino que se expande en sectoresjuveniles desencantados con el sistema, que utilizan páginas de Internet y concier-tos de rock para captar adherentes, reivindicando la defensa de un mítico patrimo-nio cultural amenazado por las minorías y los diferentes, que les quitan el trabajo ylos ahogan económicamente.

Lograr que su mentiroso mensaje no sea tenido en cuenta por la sociedad argen-tina es una ardua tarea que los miembros de la Fundación Memoria del Holocaustoasumimos como un desafío y a la cual nos dedicamos diariamente.

Para ello consideramos necesario que se comprenda que mantener viva la Me-moria de la Shoá es un instrumento de concientización y de cambio destinado acrear una concepción solidaria y de respeto al diferente, a la vez que sirva para aler-tar sobre los peligros que entrañan la xenofobia y la discriminación.

Para poder concretarlo estamos comprometidos en el desarrollo de una actividadeducativa destinada a la capacitación de docentes, académicos e integrantes de todala ciudadanía del país, y a que el Museo de la Shoá –que funciona en nuestra sede–permita comprender, mediante la concreción de su muestra permanente y la insta-lación de temporarias e itinerantes, la forma en que la Shoá caracterizó al siglo xx.

El Seminario “La Shoá y los genocidios del siglo xx”, destinado a profesores de es-cuelas secundarias, universitarios y académicos, es un ejemplo de lo que decimos.Otro es la publicación de “Nuestra Memoria”, en la cual editamos artículos y ma-teriales sobre la temática de la Memoria y la Shoá, a la vez que difundimos nuestrotrabajo.

Dentro de esta tónica educativa, no podemos dejar de mencionar los cursos dehistoria y de cine dictados, respectivamente, por los profesores Abraham Hubermany Abraham Zylberman, como tampoco los seminarios y conferencias que, a lo largodel año, se dictan en nuestra sede. La página web, inaugurada hace pocos meses, esotro de los elementos que utilizamos para difundir nuestra labor, a la vez que ya ini-ciamos la publicación de la colección “Biblioteca Nuestra Memoria”.

Pero también tenemos otra obligación, tan importante como las anteriores, rela-cionada con sobrevivientes de la Shoá. A ellos, que son el alma mater de nuestraFundación, les brindamos tanto un espacio en el cual puedan nuclearse como unaestructura especial destinada a brindar ayuda y contención a los que están atrave-sando un grave estado de necesidad, para lo cual se ha establecido un convenio es-pecial con la Fundación Tzedaká y la DAIA.

Esta tarea que, sin lugar a dudas, es sólo una parte de la que debería realizarse, selleva a cabo gracias a quienes me acompañan integrando el Consejo de Administra-ción de la Fundación o sus comisiones de trabajo en forma voluntaria, como asítambién por el trabajo de los funcionarios y empleados de la institución. A todosellos les agradezco su esfuerzo

/3

E D I T O R I A L

Dr. Gilbert LewiPresidente

Fundación Memoria del Holocausto

4/

*Halina Birenbaum es escritora, poetisa y traductora. Nació en Polonia y tenía quince años cuando ter-minó la guerra. Vive en Israel desde 1946. Su autobiografía titulada La esperanza es lo último que muere quefue publicada en Polonia, Israel, Alemania y los Estados Unidos se convirtió rápidamente en un clásico dela literatura referida a la Shoá. Publicó en polaco y en hebreo varios volúmenes de poesía entre los quese encuentra Los sonidos de un silencio culpable; a esta obra pertenece el poema “Ve y visita Treblinka”.Versión castellana por Regina Steiner.

Ve y visita Treblinka

abre bien tus ojos

aguza tus oídos

contén el aliento muy fuerte

escucha con atención las voces que surgen de allí

desde el más ínfimo grano del suelo

ve y visita Treblinka

ellos te están esperando

sedientos de escuchar los sonidos y las señales de tu existencia

quieren escuchar tus pasos

ver una mirada humana de recuerdo, de comprensión

un aliento de amor sobre sus cenizas

sin dudarlo ve a Treblinka

por tu propia voluntad

ve a Treblinka con todo el poder que te otorga tu dolor

por las atrocidades que ocurrieron allí...

con la más profunda de las compasiones

con el corazón sollozante, corazón que no acepta

escúchalos

con todos tus sentidos, observa a Treblinka

el silencio verde, dorado o blanco te contará

innumerables historias

de una vida prohibida e imposible

que fue arrancada...

Ve y visita Treblinka

Halina Birenbaum *

ve a Treblinka

observa de qué manera el tiempo se detuvo allí

escucha el tiempo detenido

el silencio muerto y atronador

un remedo, en piedra, de un ser humano

llorando en medio de la soledad

ve a Treblinka y siéntelo por un momento

ve a Treblinka para plantar una flor salpicada de lágrimas

ardientes

y con un suspiro humano

acércate a una de las piedras recordatorias

que conmemoran a compatriotas desaparecidos

todos ellos te esperan en Treblinka

para que escuches sus relatos que se elevan en el aire

confúndete con ellos, identifícate con todos ellos

y llévales permanentemente

las noticias de que estás vivo

a pesar de que tu supervivencia estaba prohibida

y cuéntales de tu amor eterno por ellos

ve a Treblinka a través de todas las generaciones y a pesar de

todas las distancias

no los dejes solos...

Cementerio simbólico de Treblinka

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Sesenta años han transcurrido desdeel aniquilamiento de mi querida comu-nidad de Koretz-Volinia en los pozosde Kozak, Shitnie y Sujovole. Hace se-senta años que lloramos la desapari-ción de nuestros seres queridos, sin quehaya menguado nuestro dolor ni desa-parecido nuestra pena, a pesar de losaños. Es que no es una pena que se di-luya con el tiempo, porque, mientrasvivamos, no podremos olvidar jamás anuestros queridos hermanos, y no pasa-rá nuestro dolor mientras haya un hálitode vida en nosotros. Permanentementenos acompañará una dolorosa nostalgiapor lo que fue nuestra Kehilá. Y cadaaño viajan muchos hermanos sobrevi-vientes de todo el mundo, miles de ki-lómetros, para visitar las tumbas de lasvíctimas, donde se humedece el pastocon la sangre de nuestros corazones.

Sesenta años han transcurrido, y en elmundo hubieron cambios en la valora-ción del genocidio cometido contra elpueblo judío. Los historiadores crearondefiniciones de la matanza, y a medidaque nos alejamos, en el tiempo, delmomento de la tragedia, cambian lasdefiniciones –de acuerdo con el con-cepto de “lo que ya pasó”– y se debilitala participación en el dolor y el sufri-miento del pueblo cuyo tercio, libre detodo pecado, fue ultimado.

El nazismo renueva aquí y allá su ac-cionar, con su conducta asesina. La-mentablemente hay en sus filas gentedel pueblo y gente de la ciencia quehace cuanto le es posible para borrar elrecuerdo de la Shoá. También hay quie-nes niegan en absoluto el genocidio dela Shoá, cuando los campos de exter-minio, con todo el sistema utilizado pa-ra lograr sus fines, siguen estando como

testigos mudos de la realidad que se vi-vió. Las fosas comunes son los restosque quedaron de las espléndidas co-munidades en esos monumentos queclaman al cielo.

Esta realidad no impide a ciertos his-toriadores negar el Holocausto, para asíagregar una culpa más al judaísmomundial, la de haber inventado el temade la Shoá. Convocamos a estos perso-najes a visitar los campos de exterminioy las ciudades importantes como Vilna,Babyar, mi ciudad Koretz-Volinia y lasfosas cavadas en sus proximidades. Allíse encontrarán con lo hecho por losasesinos con sus manos para vergüenzade la humanidad.

Para colmo, los muchos que no sonantisemitas, o son incluso simpatizan-tes, definen el genocidio como el de“corderos llevados al matadero”. Estosin tomar en cuenta las revueltas y losenfrentamientos de comunidades en-

teras con los nazis, a pesar de la preca-riedad de las condiciones en las que sehallaban, encerrados en ghettos, gol-peados, hambreados y, muchas veces,separados los más jóvenes, es decir, losmás capaces para la lucha. De donde sededuce lo difícil que fue para los infeli-ces subyugados, de quienes se pretendeque sin armas y con la salud quebranta-da se levantaran contra las bestiasopresoras, armadas de pies a cabeza,que habían sometido a naciones enterasen contados días, naciones como Polo-nia, Francia, Bélgica, Checoeslovaquia,Holanda y hasta la U.R.S.S., fuerzas ar-madas con las armas más modernas ysofisticadas.

Tampoco hay que pasar por alto lacolaboración voluntaria de los pueblosya conquistados, que aportaron su cuo-ta de maldad y muerte. Sin la activaparticipación de estos pueblos cómpli-ces el genocidio no podría haber sidotan total. Quienes califican a los judíosde “corderos que marchan al matadero”son los que impidieron muchas vecessu levantamiento y ayudaron a eliminargrupos enteros en los bosques.

Sesenta años es una cifra como parahacer las cuentas con nosotros mismosy con el mundo, un mundo que observa-ba la matanza y no hizo nada para evi-tarla, o atenuarla, y estaba en sus manoshacerlo.

En este día inclinamos las cabezasante los luchadores de los ghettos y losbosques, ante los que se rebelaron enlos campos de exterminio, y ante todoslos que, como yo, integraban las filas delos ejércitos que se levantaron contra elenemigo nazi.Bendita sea la memoria de losmartires

Iashe Esterman · Sobreviviente

I Z C O RR e c o r d a c i ó n

Monumento recordatorio en Koretz. Fosa de las víctimas de los nazis.

Polonia dos veces. Polonia llena de sol, dorada, florida, esefue el impacto que recibí al llegar allí por primera vez. No eraaquella Polonia gris que me había imaginado, porque a finesde abril el sol había estallado con todo en el cielo demasiadoceleste para ese país que era incoloro para mí o, mejor dicho,que estaba representado en un arco iris particular cuyacurvatura iba del blanco al negro, pasando solamen-te por la gama de los grises. Me había equivocado.

Polonia nuevamente. Poloniablanca, fría con calles desiertas yalgunas luces iluminando flacosárboles de navidad o quizás noeran flacos y yo los veía así.

Era poco el tiempoque había transcurri-do entre una visita yla otra. Sin embar-go, tal fue el cambioen la fisonomía del pai-saje que me parecieronaños. Pero de abril a diciembrehay solo 8 meses, meses que puedenser determinantes de la vida y la muerte.

Birkenau, Maidanek. Dos nombres trági-cos en la memoria de quienes pasaron por allí ysobrevivieron. Dos nombres trágicos al recordar aquienes quedaron allí definitivamente. Y cuando evocoesos lugares vuelve a mi la imagen de las dos Polonias, la bri-llante inundada de sol y la blanca, fría, amorfa por momentos.

Recorrer los campos en primavera fue sentir que la natura-leza no es justa. Fue sentir que no hay derecho a caminar so-bre el tapizado verde del pasto humedecido. Fue pensar quedonde hubo muerte no debe haber vida y sin embargo ...

Recorrer los campos en invierno es sentir una sensación deespanto y dolor.

Espanto porque desde mi comodidad de ropa abrigada yapropiada puedo no abarcar la magnitud de quienes vivíanallí y soportaban la inclemencia de un clima terrible.

Estando en Birkenau, lejos de la entrada, comenzó a nevar.Los copos que caían se hacían cada vez más grandes y espe-sos y yo, petrificada, no podía seguir adelante. Casi no podíaver la puerta que conducía al cómodo micro que me resguar-daría. Estaba inmóvil, no por el frío, ni por la nieve. Miles de

imágenes comenzaron a aparecer en mi cabeza y no mepermitían avanzar. Libros leídos, testimonios escucha-

dos, todo eso se agolpaba frente a mi y me para-lizaba el cuerpo y el corazón.

¿Cómo es posible que esto sucediera?,¿cómo es posible que el hombre

le hiciera esto al hombre...?¿cómo es posible... ?

Y de pronto otra ima-gen se me aparece y

aclara mis pensa-mientos. Zapatos.

Cuando lleguépor primera vez a

Maidanek era pri-mavera, fuí recorrien-

do el campo y me sentíafuerte, segura. Sabía sobre la Shoá, y

sentía que ese conocimiento me pro-tegía. Cuando llegué a la barraca de los

zapatos intenté entrar y no pude. Algo loimpidió. Primero fue el profundo y penetrante

olor de la madera humedecida mezclada con el cuero y luegola magnitud de lo que se presentaba ante mis ojos. Ya no erannúmeros abstractos, tenía ante mi la magnitud de la Shoá, unainmensa barraca llena de zapatos, y ahí mismo me di cuenta:dos zapatos, una persona, un par, una persona.

Zapatos. Qué importante era estar calzado adecuadamente.Tanto en invierno como en verano. Soportar el dolor de pisarun suelo duro y reseco por el sol era tan terrible como pisar lanieve que cortaba, que partía la carne en dos, que destruía.

6/

Foto: Zapatos de niño encontrados en Auschwitz.

Prof. Angela Winik

La importanciade los zapatos

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Muchos sobrevivientes relatan el cuidado que cada uno teníade esa prenda tan importante, porque perder los zapatos eradefinitivamente estar condenado. Y los zapatos fueron el pre-mio y su falta el castigo de quien se sabe transitar el últimotramo de la vida. Pero así como eran la vida podían resultartambién la muerte.

Primo Levi vuelve siempre a mi memoria, re-cuerdo su descripción acerca de la importanciade los zapatos. El dice en su libroSi esto es un hombre1: “Y nocreáis que los zapatos en lavida del Lager, son un factorsin importancia. La muerteempieza por los za-patos: se han con-vertido para lamayoría de no-sotros en autén-ticos instrumentosde tortura que, despuésde largas horas de marcha,ocasionan dolorosas heridas lascuales fatalmente se infectan. Quien laspadece está obligado a andar como si tu-viese una bala en el pie...”. Sí, ese calzado erauna necesidad, pero era también la tortura, esatortura permanente que se sumaba a todas las demás.Tenerlos representaba un sufrimiento extraordinario, pero,¿qué pasaba si uno no los tenía?

Si uno no tenía los zapatos, esos que se ataban con alambreo se sostenían con tiras de tela, la vida se hacía insoportable.Tenerlos lo era, pero no tenerlos también. La vida era insopor-table y todo contribuía a que esto fuera así; pero la importan-cia de los zapatos era vital.

Retorno a Polonia y me veo paralizada ante la entrada de labarraca de los zapatos de Maidanek. Nuevamente el pene-trante olor me envuelve e impide que dé un paso más. Hoy elcampo está cubierto de nieve, nieve blanca aunque no pura,nieve negra por la suciedad y porque en el lugar de los muer-tos la pureza no existe. Existen las almas puras, pero el campo

no lo es , ni aún hoy a casi 57 años de la finalización de laguerra. Las huellas del exterminio están ahí a nues-

tro alcance y los zapatos como mudos testigosnos acompañan. Mudos testigos de la bar-

barie indescriptible, pero mudostestigos de que ese horror se co-

metió contra hombres, mu-jeres y niños inocentes,

sin distinción.Ahora me doy vuel-

ta, me voy de allí ytrato de llevar con-migo la pesada carga

de haber estado enese lugar. No en la Shoá,

¡de ninguna manera! Nadieque no haya vivido esa experiencia

puede imaginarse mínimamente lo quefue. Sin embargo, cuando pienso en za-

patos, cuando recuerdo la inmensa cantidadque tuve frente a mí, esa montaña de cuero des-

colorido por el tiempo, no puedo dejar de pensar: dos zapa-tos, una persona, un par de zapatos, ese niño que pudo ser ungran profesor. Dos zapatos, una persona, un par de zapatos,esa mujer que podía haber iluminado la casa con su alegría ysus canciones. Dos zapatos... y definitivamente mi cabeza sedeja caer y no me queda otra cosa que rezar un kadish silen-cioso por todos ellos

1 Levi, Primo. Si esto es un hombre, Milá editor, Bs. As, 1988.2 Toker, E., Weinstein, A. Seis millones de veces uno, el Holocausto, Ministerio del

Interior, Bs .As, 1999.

Nosotros somos los zapatos,

los últimos testigos. Somos los zapatos

de nietos y abuelos de Praga, París y Amsterdam,

y como sólo estamos hechos de tela y cuero y no

de sangre y carne, cada uno de nosotros

evitó el fuego del infierno

Moishe Shulshtein2

8/

Durante largo tiempo hablar, en elpaís de los perpetradores, de los he-chos concretos y de la participaciónreal de los alemanes en el exterminiomasivo de los judíos europeos fue todolo contrario de oportuno. Hasta hacepocos años, tanto en el ámbito socialcomo en el contexto científico, se pro-curó marginar de la normalidad alema-na a los culpables y las culpables de laShoá. A veces eran considerados mons-truos dementes o bestias brutales; a ve-ces, asesinos de escritorio carentes deinterés y de emociones; otras, elemen-tos criminales y asociales; no pocas ve-ces la Shoá fue vista como el productode una pequeña élite directiva nacio-nalsocialista, política o aún científica.

En los primeros años de la posguerra,prevaleció sobre todo una tendencia aguardar distancia con respecto a laShoá, de manera que en la investiga-ción histórica de la joven República Fe-deral Alemana este tema no jugó nin-gún papel digno de mención, con fre-cuencia fue inclusive negado, o no sedio absolutamente ninguna informa-ción al respecto. Cuando los crímenesmasivos de los nazis se hicieron públi-cos, a lo sumo constituian una realidadnebulosa en la que no se hablaba depersonas concretas (víctimas y perpe-tradores) ni de lugares concretos de loscrímenes. Si bien se hablaba con pathoscontra el terror, por otro lado se extra-territorializaba a los culpables y se atri-buian los crímenes a pequeños gruposal margen de la sociedad, descriptoscomo demoníacos autores de los exce-sos. Vinculada con esto estaba la ten-dencia a no ver a los perpetradorescomo actores en actividad sino a trans-formarlos en víctimas, en víctimas de

una pretendida obediencia forzosa,que habían estado, ellas mismas, suje-tas a mecanismos de represión.

Con el correr del tiempo, ese procesosocial y científico de guardar distanciacambió. Desde el comienzo de los añossesenta hasta el principio de los ochen-ta, en lugar de las perturbaciones pato-lógicas se siguió una creciente estrate-gia de despersonalización y abstrac-ción. Ahora los perpetradores ya noeran considerados asesinos dementes ybrutales sino seres carentes de volun-tad, asesinos de escritorio atrapados enlas estructuras del régimen, que desdeuna fría distancia burocrática ejecuta-ban el asesinato masivo como un actoadministrativo. Esta imagen tuvo tal po-der de efectividad que raras veces sehablaba de los hechos concretos o de losculpables concretos, y la Shoá comenzóa presentarse como un automatismo enel que, en los pocos casos particularesque servían de ejemplo, no figurabaningún ser humano, pero sobre todoningún perpetrador al que se pudieranombrar concretamente. Con lo cualsubsistía, para los “alemanes norma-les”, la posibilidad de distanciarse delos anónimos perpetradores sin tenerque negar los hechos.

Paralelamente a esta forma de “in-vestigación de los culpables”, tanto enla Historia como en la Sociología ale-manas cobró importancia una inter-pretación del nacionalsocialismo queanalizó las estructuras abstractas y losabstractos mecanismos de poder y sepropuso elaborar características gene-rales del fascismo sin reflejar la especi-ficidad del nacionalsocialismo alemány el exterminio masivo de los judíoseuropeos. Tal interpretación fue parti-

Los perpetradores de la Shoá

Samuel Salzborn *

* Samuel Salzborn, nació en Hannover en 1977.Diplomado en Ciencias Sociales. Cursó estudios deCiencias Políticas, Sociología, Psicología y Derechoen la Universidad de Hannover. Autor de numerososartículos y ensayos en diarios, revistas y libros. Actualmente trabaja en el Instituto de Ciencias Po-líticas en la Universidad de Giessen.

Sobre el desarrollo de la

investigación acerca de los

culpables en Alemania

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cularmente acentuada no sólo en Ale-mania Occidental sino especialmenteen la entonces República DemocráticaAlemana, en la que, prescindiendo dealgunas pocas excepciones, los perpe-tradores concretos se desvanecen, y suscrímenes eran vistos como motivadosen general por las estructuras capitalis-tas, con lo cual la Shoá casi desaparececomo nota al pie junto a los interesesdel capital y la ganancia.

En suma, los perpetradores apare-cieron durante mucho tiempo comodementes o como sujetos que carecíande voluntad propia. Se atendió tan pocoa sus intereses individuales y a su liber-tad de acción en los niveles (completa-mente diferenciados) de los hechos delexterminio masivo como a la preguntapor la relación entre responsabilidadindividual y procesos sociales de inte-racción. Sólo a partir de las controver-sias suscitadas en torno al libro deDaniel J. Goldhagen Los verdugos volun-tarios de Hitler, a mediados de los años90, la pregunta por los perpetradores ysus motivos, más allá de las estrategiasde exculpación, es colocada en el focode interés (aunque en este debate to-davía persistía la impronta de los refle-jos defensivos y las paráfrasis exculpa-torias). Si bien los trabajos de Raul Hil-berg y Christopher R. Browning habíanproporcionado ya los primeros indiciosde una percepción concreta de los crí-menes y sus autores, sólo el libro deGoldhagen marcó un auténtico cambiode perspectiva en la polémica sobre losperpetradores de la Shoá. A partir deese momento comienza lentamente aestablecerse una investigación críticasobre los culpables también en la Re-pública Federal (hasta entonces los po-cos estudios importantes sobre el tema,casi sin excepción, habían sido escritospor autores no alemanes), una investi-gación orientada a sondear precisa ydetalladamente intereses y libertad de

acción, y a poner bajo la lupa, en formatan concreta como diferenciada, a cadauno de los grupos de perpetradores dela Shoá.

Los resultados de las investigacionessobre esta cuestión hasta la fecha fue-ron compilados por el historiador deFlensburg Gerhard Paul en un volumencon colaboraciones de varios autores,editado por él con el título Die Täter derShoah. Fanatische Nationalsozialisten oderganz normale Deutsche? (Los perpetradoresde la Shoá. ¿Nacionalsocialistas fanáticoso alemanes totalmente normales?), quepuede ser considerado como un fun-damentado compendio de los resulta-dos de la investigación y los pormeno-rizados análisis actuales. En base a di-ferentes estudios sobre los diversosgrupos de responsables (los SS de loscampos de concentración, la policía delorden y la policía de seguridad, lasfuerzas armadas, la administración civil)es delineada en el volumen la imagende un heterogéneo personal de exter-minio, en crecimiento con el avance dela guerra, y la de “una colectividad, dedimensión europea, con una efectivadivisión de tareas” (Gerhard Paul). Se-gún esto, hay que distinguir diferentesgrupos entre los perpetradores de laShoá: los responsables ideológicos, losque actuaron por motivos utilitarios, loscriminales que cometieron excesos, ylos tradicionales ejecutores de órdenes.

El responsable ideológico sabíaexactamente qué quería y actuó segúnesas premisas. A este sujeto, que seconsideraba el ejecutor del ideario an-tisemita nacionalsocialista, se lo podíaencontrar en todos los ámbitos políti-cos y sociales así como en todos los ni-veles jerárquicos, por consiguiente, lomismo entre los que planificaron y or-denaron el exterminio que entre losmiembros de los cuerpos policiales ylas unidades militares. El que actuómovido por fines utilitarios, a quien se

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podía encontrar sobre todo en el ámbi-to de la administración civil del Este ydentro del ejército, obedecía a una ló-gica antisemita del exterminio y actua-ba guiado por el delirante deber deasegurar los fundamentos reproducti-vos del pueblo alemán. En cambio, elcriminal que cometió excesos fue im-pulsado a actuar prioritariamente pormotivos materiales o sexuales; el anti-semitismo, en este perfil de perpetrador(que se encuentra en todos los nivelesde los grupos que participaron directa-mente en el exterminio masivo), debeser considerado más como un concep-to legitimatorio que como motivaciónpara la acción. Para el tradicional eje-cutor de órdenes, el antisemitismo pro-porcionó una vez más el impulso con-creto para actuar, pero éste se volvióconcretamente activo a través de lasmanifestaciones de subordinación a laautoridad.

En el análisis de estos perfiles, que amenudo se complementan y superpo-nen, se pone de manifiesto que los per-petradores no pocas veces actuaronvoluntaria y espontáneamente, públi-camente y hasta con placer. Se orienta-ron hacia lo que se entiende por “senti-do común”, como lo ha formulado lahistoriadora de Friburgo Karin Orth enrelación con los SS de los campos deconcentración, quienes deben ser con-siderados como la clave del consensoantisemita y racista. El hecho de que losperpetradores compartieran la satis-facción de sus necesidades privadas(absolutamente diferenciadas) en la“ejecución de la Shoá”, dio un gran em-puje al exterminio masivo y posibilitó la“ejecución de un enemigo en provechopropio”, como lo ha hecho notar Klaus-Michael Mallmann, director del Centrode Investigación de Ludwigsburg.

Según el estado actual de la cuestión,entonces, fue precisamente la integra-ción de numerosos y diferentes intere-

ses y circunstancias motivantes lo que,en última instancia, pudo transformar aun número considerable de alemanesen activos perpetradores o, “al menos”,en entusistas simpatizantes del exter-minio. La consideración concreta delos hechos, imprescindible para la ad-quisición de este conocimiento, y lailuminación del horizonte local, plan-tean simultáneamente la pregunta porel correspondiente contexto social, ycon ello, la pregunta por los funda-mentos del objetivo antisemita del ex-terminio.

Sería preciso explicar de qué modoel antisemitismo se transformó en má-xima individual de conducta, y por quéuna latente conducta antisemita no só-lo se manifestó sino que también seconcretó en un antisemitismo elimina-torio. Aunque mientras tanto se fueronpresentando precisas nociones sobrelos diferentes grupos de perpetradores,todavía no parece suficientemente ela-borada la visión del contexto social, ypor eso, tampoco hay una respuesta lú-cida para esta cuestión. Así, algunos delos esbozos de interpretación de la re-ciente investigación sobre los culpablesen Alemania amenazan deslizarse haciamodelos antropológicos o situaciona-les; pero lo que en el caso individualexaminado todavía puede parecer con-cluyente, considerado teóricamente es,por el contrario, muy absurdo.

El politólogo vienés Walter Manos-chek, colaborador de la exposición“Vernichtungskrieg. Verbrechen der Wehr-macht 1941-1944” (Guerra de extermi-nio. Crímenes de las fuerzas armadasalemanas 1941-1944) del Instituto parala Investigación Social de Hamburgo,ha traído a la memoria, en este contex-to, un principio de la Psicología Socialsustentado analíticamente, y ha remiti-do al potencial de un modelo doctrina-rio autoritario para el esclarecimientode la inserción social de los perpetra-

dores. Que en esta perspectiva integra-tiva podría vincular entre sí aspectosideológico-programáticos, corporati-vo-sociales e individual-biográficos.

La investigación del psicólogo socialRolf Pohl, de Hannover, podría ser con-siderada como complementaria de estapropuesta. Pohl interpreta el cambioque se da en los conceptos de normali-dad y patología (entre las que, según él,no se ha diagnosticado una clara oposi-ción, ni clínicamente ni desde la psico-logía social) como el factor psicológicocentral de la violencia antisemita delnacionalsocialismo, puesto que los ele-mentos psicóticos se convirtieron “enun fenómeno de masiva patología, en elmarco de una normalidad, socialmenteredefinida, en la que estaba incluída lalocura.” Por eso el odio y la aniquila-ción producían un efecto tan banal,porque se habían vuelto “normales”.Por lo tanto, parece que fueran, antetodo, las categorías de normalidad ypatología, en el cambio producido, loque habría que comprender. Posible-mente –por terrible y doloroso que seaeste reconocimiento– los alemanes nohayan perdido en absoluto su horizon-te de valores, sino que éste estaba en-tretejido de un modo esencial con laideología racista y antisemita que per-tenecía a lo socialmente cotidiano, ypor eso había llegado a ser, en granparte, la norma consensuada. Las con-cepciones de los valores, de la norma yde la moral no fueron suprimidas, sinodesplazadas hasta tal punto a lo “vol-kisch” y a lo irracional que el antisemi-tismo pudo funcionar como una fanta-sía universal de interpretación delmundo sin estar en contradicción con el“sentido común” de la mayoría de lapoblación alemana

Traducción del alemán de:

Ana María Cartolano.

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Soy de Bulgaria y siento un ineludibledeber de contar la historia de nuestrasalvación durante esta cruenta segundaguerra mundial de la que fuimos testigosy también protagonistas.

Quisiera de algún modo demostrarque no toda la población fue compuestapor santos, pero el raciocinio dominó lagran mayoría. Y así quisiera expresar miagradecimiento por haber nacido enBulgaria, por la instrucción que nos fuedada a toda mi generación y por el privi-legio de haber conocido el significado deser protegida en los momentos máscruentos de mi vida y la de los míos.

La década del 30 se presentó pesada,cargada de incertidumbre política, Hitlerfue elegido canciller de Alemania, diocomienzo la guerra civil española, las tro-pas de Mussolini ocuparon Abisinia. Elsoplo de esperanza fueron los varios via-jes de Sir Neville Chamberlain, saludandoa su pueblo con su paraguas en alto. Losaños 1938-1939 demostraron que conbuena voluntad no se había conseguidonada. Cayó Austria, luego los Sudetes ydespués toda Checoslovaquia.

Dicen que el Rey de Bulgaria Boris IIIamargamente comentó: “Mi ejército espro alemán, mi esposa es italiana, mipueblo es pro ruso. Solamente yo soy probúlgaro”. El rey, de este modo trató demantener a Bulgaria neutral, fuera de laguerra que se avecinaba.(...)

Por las calles de Sofía se veían pasearhombres y mujeres rubios con ojos azu-

les. La gente murmuraba: “Deben ser dela quinta columna”1. En marzo de 1941 elprimer ministro búlgaro Bogdan Filovcon orgullo firmó el “pacto de no agre-sión con el eje Berlín-Roma”. Al día si-guiente los rubios de ojos azules troca-ron su ropa civil por flamantes uniformesdel ejercito alemán. Durante el otoño de1940 se publicó el proyecto de la “Leypara la defensa de la nación”. ¿De quiéntenían que defenderse? De los malvadosjudíos, por supuesto.

Y así comenzó nuestro calvario:1) Todos los objetos de metales precio-

sos, gemas y otros, menos las alianzasde los casados, debían ser colocadosen bolsitas, rubricadas y entregadas alBanco de la Nación.

2) Se evaluaron todas las pertinencias ju-días, fueron tasadas y por única vez secobró un elevado impuesto. Muchosdebieron vender algunos objetos parapoder pagarlo.

3) Todos los judíos a partir de los 10años, debían tener cosidos del lado iz-quierdo de todas las prendas que usa-ban encima de la ropa interior, la es-trella de David en amarillo y negro (elodio y la muerte). Al sacarse algunaprenda, no podía quedar la camisa ovestido sin la insignia de judío.

4) Las entradas a los departamentos ocasas debían tener el funesto indiciode que ahí habitaban judíos. Eran car-tones blancos, en cuyo centro se halla-ba la estrella de David, bordeada de

negro y luego en letras negras decía“Domicilio del judío...”

5) Llegó el turno de devolver los teléfo-nos al estado.

6) En aquel entonces ninguna casa teníamás de un radio receptor. Se los envol-vió con las respectivas etiquetas depropiedad y fueron entregados al de-pósito del correo central. Los amigosnos visitaban para contarnos las noti-cias que habían oído por la onda cortade Londres (la BBC) y de Estados Uni-dos (la Voz de América), siempre enbúlgaro. Evitaban comentar las noticiasacerca de los campos de concentra-ción. Nosotros sabíamos algo sobre di-chos campos, pero creíamos que erannoticias tendenciosas de los aliados.

7) Y llegó otra medida contra nosotros.Nos dieron tres días para abandonarnuestros domicilios. Debíamos mu-darnos a un barrio alejado del centroresidencial. No era un gheto, simple-mente era un apartado. Poco antes de esta última medida, lle-

gó de Belgrado nuestra abuela. Sola.Arribó con una valija solamente. Sombríay llorando, nos dijo que al abuelo lo ha-bían sacado de casa, se lo habían llevadoa un campo de concentración en lasafueras de la ciudad y que dos días atráshabía sido asesinado. ¿Cómo se podíacreer semejante noticia? Sin embargo,

Salvación de los judíosbúlgaros durante la

Segunda Guerra Mundial

Beatriz Rosanes de Samuilov T E S T I M O N I A L

1 Quinta columna: eran observadores, espías de paísextranjero.

12/

nuestro padre comenzó a correr para pe-dir la expatriación. El abuelo, farmaceúti-co recibido en Vienna, había sido duran-te la Primer Guerra Mundial, Capitán deReserva, condecorado por alemanes ybúlgaros, por haber preparado un medi-camento contra la malaria.

Amigos del abuelo, compañeros de laFacultad y de Guerra, se enteraron de sudesgracia, vinieron a casa y ofrecieron susservicios. Uno de ellos era suegro de unCoronel importante. Pasados unos pocosmeses, recibimos del Ministerio de Gue-rra búlgaro, una lacónica esquela que de-cía: “A vuestro pedido acerca de la repa-triación de Iosiff Pardo, Capitán de Re-serva del ejército búlgaro, se ha recibidola siguiente nota de las fuerzas alemanasde ocupación: El judío Iosiff Pardo, murió dehemorragia el 4 de Octubre de 1941”.

Desde 1941, todos los hombres de 18a 46 años de edad, eran convocados aprestar servicios en los “Campos de tra-bajos forzados”. En 1942, en el mes no-viembre, fueron llamados nuevamentepara otro período de trabajo que duróhasta octubre del siguiente año.

El trabajo fue duro, rompiendo rocas,arreglando líneas ferroviarias. Debíancambiar las trochas angostas de Greciapor anchas, para que coincidieran conlas de Bulgaria.

Se corrió la voz de que se acercabanconvoyes con judíos desde Grecia y eraverdad. Se podían escuchar sus gritos enjudeo-español: “Hermanos, ayuda!!!!Agua!!!! Pan!!!”. El Jefe del Campo de Tra-bajos Forzados, prohibió a los hombresque se acercaran a los vagones para queles diesen sus propias provisiones diariasy los amenazó. Los hombres hicieron bul-tos con sus cantimploras y las raciones depan, se acercaron a los vagones sin techoy con ímpetu, trataron de que los bultoscayeran dentro de los vagones. No eranvagones de lujo, sino para cincuenta ycinco personas u ocho caballos, segúnestaba escrito del lado de afuera. El gen-darme que dirigía el campo, no castigó anadie, se hizo el ciego y ordenó que sedistribuyera otra ración de pan. Muchosde los trabajadores enfermaron de malariay fallecieron. Los que sobrevivieron de-cían: “Gracias a Dios, estamos en Bulgaria”.

Había salido una nueva orden, los ju-díos no podían transitar por la más bellaavenida de Sofía, con sus adoquines co-lor ocre que resistieron terremotos, ca-rros blindados. Hacía tiempo que ya noera permitido circular a los judíos desdelas 21 hs. hasta la 6 de la mañana. Toquede queda (…)

El antisemitismo en Bulgaria siempreestuvo presente, pero era como una cos-tumbre, no era sanguinario, a veces bur-lón, otras algo agresivo, como cuandoaparecieron los grupos de extrema dere-cha “Kubrat y Ratnitsi”. El historiador in-glés R. J. Crampton en su libro menciona:“que el antisemitismo apareció en Bulgariacon la llegada de las tropas libertadoras ru-sas”. (...)

En febrero fue la caída de Stalingrado.Y el 9 de marzo de 194,3 el comisariopara los asuntos judíos Belev, junto conel alemán Dänneker, habían decididodeportar a los judíos según órdenes deuna de las oficinas de Adolf Eichmannque funcionaba en Sofía. Sin embargo,sus planes fallaron por la oposición de lagran mayoría del pueblo: iglesias, políti-cos, organizaciones profesionales, todosencabezados por el venerado, por búl-garos y judíos, Cardenal Stefan y tambiénel Obispo Kiril, que se plantó entre lasvías del tren en Plodiv, declarando que eltren debería pasar únicamente sobre sucuerpo. Los planes de Belev fracasaron.La oficina de Eichmann insistía y Belevpropuso una postergación, pero siguióelaborando planes:a) Uno de ellos, consistía en embarcarlos

en grupos de 16.000 personas men-sualmente, para que el 30 de setiem-bre se acabara con todos, pero previa-mente todos serían reunidos en cam-pos de concentración y embarcados enlos vapores que esperaban.

b) El otro era evacuar de la capital a todoslos judíos, enviándolos al norte deBulgaria para estar más cerca de lospuertos. Unos pocos se quedarían enla capital, por ser necesarios para elesfuerzo bélico. Una empleada delcomisariato, Liliana Panitza, cometióel error de informar al Dr. Buco Levi. Yun obrero de la imprenta estatal entre-gó una copia con todos los detalles

acerca del futuro de los judíos a unamigo muy allegado. El pánico cundióporque este amigo indignado divulgótodo.(...)El 24 de mayo… comenzaron las corri-

das entre las sedes judías y el PalacioReal.

Mis padres, mis hermanas y todo elresto de nuestra familia, somos sobrevi-vientes de la tragedia que había enluta-do toda Europa. También lo son los48.000 judíos que habían vivido por si-glos en Bulgaria. El Cardenal Stefan, elexpremier demócrata Nikola Mushanov,la Princesa Evdokia, hermana del rey,Ekaterina Karavelova, se acercaron a Bo-ris III, con el pedido de leer la carta quelos judíos le habían escrito. No tuve elhonor de leerla. Ha sido publicada en unanuario judío de 1986, en el volumenXXI, en la página 223:

Majestad, en nombre de los hombres,mujeres y niños le rogamos, arrodillados,que extienda su mano paterna, paraprotegernos, en memoria de aquellosque han caído en los campos de batalla.Denos su protección. Estamos prepara-dos a derramar nuestra sangre por la pa-tria, por Bulgaria, pero dentro de sus lí-mites, no fuera del país.Hubo una manifestación en pro de los

judíos. 63 personalidades, los más im-portantes políticos pertenecientes a mo-vimientos liberales y democráticos, fir-maron un documento muy valioso:

Estas medidas pueden ser interrumpidasy defendidas únicamente por su majes-tad, porque Ud. es el verdadero gobierno.Ya conocemos el final.Siempre se habló de cómo los dina-

marqueses salvaron a sus 8.000 judíos.Muy pocos se han enterado de que elpueblo búlgaro, con una población de 6o 7 millones, salvó de los campos de ex-terminio a sus 48.000 judíos

BibliografíaA short history of modern Bulgaria by R. J. Crampton

de la Universidad de Cambridge. Edit. 1987.Saving the bulgarian jews in world war II by Christo

Boyadjieff. Editado en 1989.Diario político de Bogdan Filov, publicado en 1990.Conversaciones con Tsvekto Boboshevski y con Todor

Mushanov, sobrino de Nikola Mushanov.Memorias propias –por haber vivido durante esa

época en Sofía– y que supe atesorar.

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La vida cultural en los campos de tra-bajo y exterminio ha representado unfenómeno singular en la Historia de lacivilización(1). Los nazis prohibieroncualquier tipo de actividades artísticaso literarias; sin embargo, éstas existie-ron y dieron “vida” a las mujeres quese encontraban en aquellos lugares. Elrefugio en la cultura era una manera deseguir siendo personas y resistirse aser convertidas en simples números uobjetos.

Las expresiones artísticas en loscampos, entonces, han sido y lo son ac-tualmente, de un gran valor humano,mucho más que puramente estéticodebido a que han mostrado cómo laspersonas, aun en las condiciones másadversas y extremas, han sido capaces dedejar libre el espíritu para crear y emo-cionarse con las cosas más pequeñas.

Tzvetan Todorov, en su excelente li-bro titulado Frente al límite(2), se ocupade reflexionar sobre la moral a partir delas experiencias extremas vividas en loscampos de concentración. Y examinaen detalle lo que él mismo llama las“virtudes cotidianas” que se veían y vi-vían a diario, esto es, la dignidad, elcuidado por los demás y la actividad delespíritu.

Aunque las condiciones de vida eraninhumanas, hubo, a pesar de todas lasdificultades, un pequeño “gran” espa-cio en la vida cotidiana de las prisione-ras para la literatura, el arte y la música.No era necesario ser artista o intelec-

tual de profesión, todas y cada unafueron capaces de ser felices por unosinstantes al componer unos versos sen-cillos, tararear una canción o simple-mente contemplar una puesta de sol yadmirar la naturaleza. En aquellos bre-ves momentos, esas mujeres eran li-bres, se sentían vivas, con capacidadpara regocijarse nuevamente.

Tomemos algunos ejemplos. La mú-sica, en general, estuvo presente en loscampos y en el interior de cada una delas prisioneras. Algunas de buena vozeran invitadas a cantar en las barracaspara alegrar a sus compañeras. Otras,en cambio, sabían tocar instrumentos yse organizaron en pequeños grupos;uno de los casos más conocidos fue elde la orquesta femenina dirigida por laviolinista Alma Rose, en Birkenau. “Lamúsica es, ciertamente (...) –recuerdaFania Fénelon-, la mejor y la peor delas cosas. La mejor: devora el tiempo,procura el olvido, a la manera de unadroga, de la que se sale atontado,ablandado ... La peor, porque nuestropúblico son ellos, los asesinos; sonellas, las víctimas ...”(3)

La lectura también tuvo su espacio.Charlotte Delbo, por citar otro ejemplo,compró en una ocasión un pequeño li-bro con la ración de pan del día. Lo pa-gó a muy alto precio porque en loscampos, el alimento era, sin duda, unode los bienes más preciados; sin em-bargo, valía la pena, no quizá por el li-bro en particular sino por la experien-

Vida cultural en los campos nazis de mujeres*

Lic. María Gabriela Vasquez

* Este Artículo forma parte de un trabajo más extenso titulado “Las mujeres y la Shoá”. Mendoza, 2001 (inédito).

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cia misma de poder leer. “Lo importante–anota con acierto Todorov- no es queel libro transmita tal o cual mensaje si-no la existencia misma de la bellezaque se encarna en esos libros y la expe-riencia de libertad de espíritu que seexperimenta al ponerse en comunica-ción con los creadores y, a través deellos, con lo universal.”(4)

Pequeñas reuniones para hablar so-bre diversos temas culturales ocupabanlos breves momentos de descanso demuchas prisioneras. Milena Jesenska yMargarete Buber-Neumann solíanconcertar encuentros secretos donde laliteratura era el centro de la conversa-ción debido a que pensaban que “(...) elespíritu constituye una isla, pequeñapero segura, en el centro mismo de unmar de miseria y desolación.”(5)

Había también artistas entre las pri-sioneras, como fue el caso de la jovenpintora polaca Miszka, quien no perdiósus deseos de pintar aun en las situa-ciones más adversas. Otras, más quedibujar, preferían regocijarse con obrasmaestras: Milena Jesenska había recor-tado de un periódico una reproducciónde Bruegel y la había pegado en la pa-red para contemplarla a diario. Es decir,la música, los dibujos, artesanías senci-llas y pequeños recortes de cuadrosfamosos transportaban a estas mujeresa otro mundo, un mundo añorado decosas bellas.

Acerca de lo que impulsó a escribir ycrear en los campos nazis, Najman

Blumental opina que el torrente de vi-vencias y el afán de dejar un rastro, unrecuerdo tangible llevó a hombres muje-res y aun niños a componer; era el anhe-lo de perpetuar la memoria colectiva(6).Durante el trabajo o los escasos ratos li-bres, las mujeres escribían poemas enpequeños trozos de papel y los memo-rizaban inmediatamente por miedo aser descubiertas o a perder el papelito.Malka Owsiany, por ejemplo, escribióun poema titulado “Fluyen lágrimas” es-tando en Kielce, que refiere su encuen-tro con mujeres que “habían renunciadoa pensar y que, cansadas por el hambre yla sed, sólo querían poner fin a su penu-ria”.(7) Moshé Korin dice al respecto: “Elpoema alberga un sentimiento límite(...), el sujeto que está al borde de la ago-nía, escribe. Es decir, crea. De modo queno sólo hay que ver un sentido en las pa-labras del poema sino también en elmismo acto de su creación (...)”.(8) Estajoven polaca trajo consigo a la Argentinauna recopilación de poesías escritas porella misma y por su entrañable amigaRushe Laks, quien siendo prácticamenteuna niña componía versos en un campode concentración. Todavía hoy Malkaconserva esas poesías de aquellos años,las lee a sus familiares y las cuida comoun preciado tesoro.

Los poemas, en general, evocabantiempos pasados o la vida diaria en elcampo. Algunos sobrevivieron anóni-mos, otros, en cambio, lo hicieron juntoal nombre de su autora

Bibliografía1 Karay, Felicja. “The social and cultural life of the prisoners in the Jewish forced labor camp at Skarzysko-

Kamienna”. En: Holocaust and genocide studies. Londres, Oxford University Press, vol. 8, n. 1, primaverade 1994.

2 Todorov, Tzvetan. Frente al límite. México, Siglo XXI, 1993.3 Fénelon, Fania, citada por Todorov, Tzvetan. op. cit., p. 107.4 Todorov, Tzvetan. op. cit., p. 99.5 Buber-Neumann, Margarete, citada por Todorov, Tzvetan. op. cit., p. 101.6 Citado por Turkow, Mark en: Malka Owsiany relata. Buenos Aires, Milá, 2001, p. 204.7 Owsiany, Malka. Fluyen lágrimas. En: Turkow, Mark. op. cit., p. 8.8 Korin, Moshé, citado por Turkow, Mark. op. cit., p. 8.9 En: Anderson, Bonnie y Zinsser, Judith. Historia de las mujeres: una historia propia. Barcelona, Crítica, 1992.

Tomo II, p. 350. 10 En: Karay, Felicja. op. cit.

Poema de Käthe Pick Leichter escrito en Ravensbrück y dirigidoa su hermano(9)

Hermano, ¿tú también permaneces todoel día con una pala en las manos?¿No es todavía mediodía? ¿No tiene laarena fin?¿O tú también, como yo, arrastras pesadaspiedras?¿Te duele también la espalda? ¿Te ardentambién las piernas?Pero tú eres hombre y estás acostumbradoa duros golpes,Yo soy más débil y mi cuerpo ya ha tenidohijos.¿Qué piensas tú de la vida de nuestros hi-jos?¿Seguirán los golpes y las celdas de casti-go amenazando siempre?Pero seguimos adelante ... con esperanzay firmeza en el corazón;Yo en Ravensbrück, tú en Sachsenhausen,en Dachau o en Buchenwald.

Poema de la poetisa polacaHenryka Karmel, en el campoSkarzysko-Kamienna(10)

En el bosque de Skarzysko,El eco soportaMi canción atormentada.Y los árboles oscilan,A su ritmoCantando conmigo.Y los árboles tiemblan,Ellos suspiran mientras estremecenSus incontenidas lágrimas,Porque sólo a ellosRamas cargadas de nieveYo he transferido mi dolor.

P o e m a s

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Cuando escuchamos los recuerdos delos sobrevivientes nos damos cuenta deque es muy dificil transformar esos re-cuerdos en memoria colectiva. Y no esmera casualidad que el idioma, por lomenos ciertos idiomas, tengan palabrasdistintas para estos dos conceptos que noson lo mismo. Una cosa es recuerdo y otraes memoria (en francés souvenir y mémoi-re, en inglés recollection y memory).

El recuerdo tienen que ver con lo quecada uno de los sobrevivientes experi-mentó durante los años del Holocausto.Memoria es la representación colectivaque tiene el pueblo judío o la humanidadde esos recuerdos individuales. Y la me-moria no es simplemente una sumatoriade recuerdos individuales, la memoria esuna construcción, y esa construcción mu-chas veces depende de la época en queestá siendo construida, y es por eso quela memoria va cambiando. No sé haciadónde va ir esa memoria en el futuro,cuál va ser su contenido y cuánto de losrecuerdos individuales van a seguir cons-tituyendo esa memoria. Eso ya dependede cómo una sociedad determinadaconstruye esa memoria.

¿Cuál era la memoria del Holocaustoen el año 1945? Yo podría afirmar que lamemoria del Holocausto en 1945 noexistía. Lo que ustedes tenían en 1945son recuerdos individuales. ¿Por quéafirmo esto? Porque en el momento enque el tema del Holocausto fue llevado alos tribunales de Nuremberg y se trató dehacer que estos recuerdos individualesformaran parte del proceso de investiga-ción, acusación y veredicto, esos recuer-dos individuales, esa memoria fue recha-zada por parte de aquellos que llevaron acabo los juicios. El tema judío en los jui-cios de 1945, 1946 y 1947 era totalmentemarginal y no le interesaba a nadie (...) Enlos juicios de Nuremberg el tema judíono existía y es por eso que se necesitóque pasaran quince años, hasta el juiciode Eichmann, para que apareciera la me-moria del Holocausto y hallara un juiciodel Pueblo Judío contra los nazis. Lo quehubo en 1945 no fue un juicio de los ju-

díos contra los nazis, fue un arreglo decuentas de las potencias aliadas victorio-sas con el régimen del Tercer Reich, losjudíos no entraban en ese juego. Y esaera la memoria en 1945.

(...) Pero aún entre judíos no existía to-davía esa memoria del Holocausto, apartede los sobrevivientes. Como lo ha testi-moniado Primo Levi en su introducción aSi esto es un hombre, al referirse a la nega-tiva de Natalia Ginzburg a publicarlo conla argumentación de que este tipo de re-cuerdo era irrelevante para la memoriade lo que fue la Segunda Guerra Mundial.Si Primo Levi hubiera escrito sus recuer-dos de sus actividades como partisano,eso hubiera sido publicable, porque esoera lo que la Italia de posguerra queríatener como su memoria colectiva. Susexperiencias como prisionero en la Buna,en Auschwitz, son irrelevantes para lamemoria de la Segunda Guerra Mundialen 1947. Porque lo que iba formando lamemoria no eran esas experiencias indi-viduales de sufrimiento en Maidanek oen Treblinka sino que lo que iba forman-do la memoria era la resistencia, la clan-destinidad y la lucha contra los alemanes,y los recuerdos de aquel que no tenía ensu curriculum vitae resistencia o activi-dad en los bosques o en la clandestinidaddel ghetto no eran parte de la memoria.

Y es por eso que uno no tiene por quésorprenderse cuando hojea los libros pu-blicados sobre la Segunda Guerra Mun-dial, libros de fotos de los años cincuen-ta,(...) y ve que el Holocausto no existe, no

es parte de lo que debe ser la memoria,sigue siendo parte de los recuerdos indi-viduales de aquellos que estuvieron en elHolocausto (...) Es solamente ahora queAuschwitz ya no es un punto en un mapa,es solamente ahora que Hiroshima ya noes un punto en un mapa sino que ambos,Hiroshima y Auschwitz, se convierten enlo que los historiadores franceses llamanun lieu de memoire, un lugar de memoria yno en un punto geográfico, en algo quetiene más significado que ser un puntogeográfico.

Cuál va a ser la evolución en el futuro,cómo va a seguir desarrollándose estamemoria del fenómeno, está en relacióncon los que van a tener que continuar conla memoria de lo acontecido, porque eltiempo hace lo que hace. ¿Y cuál será lamemoria que ellos van a recibir o van afomentar de lo ocurrido?

Y esto nos lleva al problema de dóndeubicar el Holocausto dentro del espectrode los genocidios. Aquí voy a limitarme alsiglo XX, debido a que el término Holo-causto ha sufrido una deformación en elsentido de haber sido devaluado. A todoacto de violencia para un determinadogrupo se lo llama holocausto.Y la pregun-ta que nos hacemos es si esto es así o no(...) El aspecto sociológico de la cuestión,que matematiza el genocidio, y comparagenocidios para crear jerarquías no noslleva a nada; puede ser que tenga un va-lor informativo, pero no nos lleva a unconocimiento profundo del tema.

(...) La no reacción de la comunidad de

Dr. David Bankier*

La Shoá y losgenocidios

del siglo XX**

*Yad Vashem, Israel.** Fragmentos

Conferencia - 7/8/2002

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naciones hacia la violencia genocidaexistió en la Segunda Guerra Mundial yexistió en 1976 en Camboya y en 1993en Ruanda y en Timor Oriental, y meimagino que va a seguir existiendosiempre que el lugar donde ocurra unevento de este tipo no desestabilice a lasfuerzas políticas mundiales; en ese caso,tampoco van a intervenir. O sea quetambién la pasividad del bystander, deltestigo de los actos del perpetrador esalgo que se repitió, y también pareceque se va a repetir, o en parte. Y es poreso que no me satisfacen estas analogíassociológicas y me interesa mucho máspromocionar mi profesión, que es la dehistoriador, y buscar no las analogías si-no las singularidades.

Si yo puedo hablar de la singularidaddel Holocausto comparándolo con otroseventos genocidas del siglo XX, debobuscar qué es lo que lo singulariza, si hayalgo que singulariza al Holocausto. Y yocreo que lo que lo singulariza está justa-mente en la motivación del perpetrador.No está en el sufrimiento de la víctima, nien la pasividad del testigo de afuera, delaliado, del americano, del británico, deStalin, de quien sea, sino en la motivacióndel perpetrador.

Cuando estudio a los perpetradores,también veo que hay aquí un desarrolloen la memoria colectiva acerca de cómoera el perpetrador (...) En los testimoniosaparecidos inmediatamente después dela guerra, el perpetrador (el SS Mann) eraun bruto, un sádico, una persona que ac-túa en forma instintiva, emotiva, con re-laciones personales hacia la víctima. Diezaños más tarde, a mediados de los añoscincuenta, el SS Mann deja de ser un sá-dico torturador y se transforma en un bu-rócrata sentado detrás de un escritorioque elimina en forma banal a sus víctimas(...) En los estudios recientes, los de losúltimos siete años, la imagen del perpe-trador cambia merced a lo que los histo-riadores llaman prosopografías: se hacenbiografías colectivas. Se toma, por ejem-plo, lo que se llamaba en su momento laRSHA, que era el servicio de inteligenciadel Reich. (...) Un estudio sobre los datosde un 20% de sus tres mil empleados, queen general se dedicaban a la burocracia

de la muerte, muestra que no hay sádicosni burócratas allí sino lo que llamaríamospersonas ordinarias. Y cuando uno pre-gunta qué los motivó, entonces, a entraren la SS, a entrar en la Gestapo, a entraren las unidades de extermino, se en-cuentra que lo que los motivó fue suidealismo nazi perverso. (...) Muchísimosde ellos tenían títulos universitarios, ensu gran mayoría eran abogados, historia-dores, juristas, expertos en literatura, queeligieron participar en lo que creían unagran empresa de reestructuración delmundo a partir de principios racistas, enlos que creían. No son autómatas, robotsque recibieron órdenes, sino personasque eligieron trabajar, por ejemplo, den-tro de la SS para cambiar el mundo con lavisión del mundo que la SS tenía (...) Aquíya no estamos hablando de alguien quees un sádico ni un autómata, estamos ha-blando de una persona que tenía unaideología para reestructurar el mundo apartir de principios racistas que ordena-ban la desaparición de los judíos. Y enesto hay algo singular que no encontra-mos en los otros casos, ni en el caso delos armenios, ni en Ruanda ni en Cambo-ya. (...) Egresados de la facultad de medi-cina que reciben la oportunidad de noser un médico en algún consultorio o enalgún hospital, sino ir a hacer biología alEste, y eligen hacer esa biología (...) Egre-sados de la facultad de filosofía que envez de sentarse a escribir sobre un Estadoideal entran en las unidades de las SS,entran en los campos de concentraciónpara hacer su república, su repúblicaideal.

Y es así como tienen que ser vistos es-tos perpetradores. Este tipo de mentali-dad criminal no existe entre los turcos (...)ni tampoco en Uganda ni en ninguno delos lugares donde ha habido genocidios.Esto es tan singular, tan absolutamentepropio de los nazis, que en verdad no esposible encontrar en ningún otro sistemaesta actitud (entre muchas comillas)“idealista”.

Werner Best, el asesor legal de la Ges-tapo, fundador de los Einsatzgruppen,cuando en 1931 se refería a qué hacercon los judíos, recomendaba destruir alenemigo sin odiarlo, porque si se lo

odiara el nazi se convertiría en un turcomatando armenios, en un tuxi matandoutus. La meta aquí no es ser turco ni serafricano sino ser nazi; y ser nazi repre-senta hacerlo como un ideal de recons-trucción del mundo y no como un actopersonal de sadismo, ni como un buró-crata sin conocimiento de lo que se estáhaciendo (...) Setenta años más tarde en-contramos la misma mentalidad en lasinstrucciones de Muhama Ata a los quecometieron el atentado a las Torres Ge-melas de Nueva York. Se crea ese mismoideal de reconstruir el mundo, ya no abase de principios racistas sino a base deprincipios de fundamentalismo islámico,con los mismos preceptos. Y eso es loque más aterroriza en esta historia, quesi uno consideraba que este tipo de pen-samiento idealista perverso se habíaacabado con los nazis, ahora ve que nose acabó; y que el peligro no tienen queser los neonazis o las cabezas rapadassino el de todas estas ideologías funda-mentalistas que siempre tendrán ungrupo de perpetradores que estarándispuestos a sacrificarse a sí mismos, dela misma forma en que Dannecker yGoebbels se sacrificaron y sacrificaron asus familias, porque “en un mundo así nomerece vivirse”. Estos no son robots,ninguno de ellos es un robot, ninguno deellos es un sádico, son todos idealistasperversos.

Y encontrar la existencia de estosidealistas perversos también a fines delsiglo XX, o ya entrado el siglo XXI, es loque más aterroriza en esta historia. Poreso es que cuando pensamos en qué de-bemos enseñar en el futuro, estamos se-guros de que no son justamente los nú-meros, ni la actitud de los aliados en rela-ción al Holocausto, sino hablar sobre laaterrorizante existencia de estos gruposde distintas ideologías que están emer-giendo. Nadie hubiera pensado que acomienzo del siglo XXI todavía podíanexistir estos grupos de idealistas perver-sos, y creo que es contra eso que la edu-cación sobre el Holocausto tiene que serenfocada, y es así –creo yo– como hayque entender la exigencia de Adorno dever en Auschwitz algo paradigmático pa-ra la educación del futuro.

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[...] El concepto de Pathos-formel, que Aby Warburgacuñó a lo largo de su traba-jo de décadas en torno alarte del Renacimiento, hade servirnos en este puntode nuestra reflexión sobre larepresentación de la Shoá.1

Pathosformel, “fórmula ex-presiva”, es una organiza-ción de formas sensibles ysignificantes (palabras, imá-genes, gestos, sonidos)2

destinadas a producir enquien las percibe y captauna emoción y un significa-do, una idea acompañadapor un sentimiento intenso,que se entiende han de sercomprendidos y amplia-mente compartidos por laspersonas incluidas en unmismo horizonte de cultura. Todo Pat-hosformel tiene por lo tanto un origenhistórico preciso, un tiempo en el cual seconstruyó y obtuvo su configuración mássencilla, eficaz y precisa, un devenir quelo despliega en la larga duración y loubica en el ámbito geográfico y culturalde una tradición civilizatoria. Warburgestudió, por ejemplo, la aparición en laGrecia arcaica, la persistencia manifiestaen el mundo helenístico o larvada en elMedioevo y la “vuelta a la vida” (dasNachleben) durante el Renacimiento, delPathosformel de la ninfa, un conglomera-

do perceptible-significante que él juzgócomo una de las formas fundamentales ymás tenaces de la sensibilidad europea,una imagen que sintetizaba la experien-cia de la vida joven y en movimiento,exultante y alegre o desgarrada y even-tualmente trágica, aunque siempre diná-mica y contagiosa de la expansión o agi-tación esenciales que anida en todo serhumano viviente.3 Fritz Saxl desarrolló lanoción warburguiana y amplió la lista delos Pathosformeln característicos del arteoccidental desde las culturas antiguasdel Mediterráneo hasta la época moder-

na: el hombre que lucha conel animal, el mensajero divi-no, el sufriente, el contem-plativo, cada cual en el mo-mento de su despuntar y enel desenvolverse de suscambios o adaptacioneshistóricas.4

Ahora bien, Aby Warburgpensaba que los Pathosfor-meln eran los instrumentossensibles, estéticos, del pro-ceso, más amplio que el dela actividad artística, por elcual las sociedades que sesuceden en la historia co-mún de pueblos y culturastejen una civilización capazde producir una ciencia y unsaber predominantementeracionales y objetivos queacrecientan las fuerzas de

los hombres en el dominio de la natura-leza. Warburg sintetizaba ese devenir enla dilatación progresiva de lo que él lla-maba el Denkraum, esto es, el “espaciopara el pensamiento” que separó al su-jeto humano de los objetos del mundocircundante a partir del instante mismoen que comenzó el fenómeno de la ho-minización, vale decir, la historia de lahumanidad. En ese panorama, la magiahabía marcado el primer umbral del Den-kraum, el mínimo necesario para que loshombres iniciasen la construcción delmedio de una experiencia común ytransmisible a través de las generacio-nes. Religión y ciencia implicaron nue-vos aumentos in crescendo del Denkraum.He aquí que el arte acompañó cada faseevolutiva y lo hizo mediante un refuerzo

Una explicación provisoria de la imposibilidad de

representación de la Shoá*

Dr. José Emilio Burucúa*

* La presente publicación integra el trabajo “Reflexiones sobre la pintura de Guillermo Roux, la noción del Pat-hosformel y un explicación provisoria de la imposibilidad de representación de la Shoah”.Este tema fue desarrollado por el Dr. Burucúa durante el Seminario de capacitación docente: La Shoá y los genoci-dios del siglo XX que se realizó en Fundación Memoria del Holocausto en agosto de 2002.

“Sonidos del silencio”, Samuel Bak.

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de aquellas ampliaciones sucesivas porla vía del ejercicio de sus poderes sobrela sensibilidad. Los Pathosformeln prove-yeron los mecanismos para hacer evi-dente, sentir, experimentar consciente-mente y conocer las perturbacionesprincipales de la vida, actuantes, porejemplo, en la figura de la ninfa o del lu-chador. Sin embargo, el hecho de la pre-servación de la potencia de las emocio-nes en las variantes de los Pathosformelntambién permitió un camino inverso.Pues, cuando la crisis de las sociedades,que habían producido ya un Denkraumapto para el conocimiento científico y elmanejo lúcido y participativo de la polí-tica (la Roma de los Antoninos, porejemplo, o el Medioevo tardío o la épo-ca actual del capitalismo), precipitó unadisolución de esas formas ampliadas delos umbrales cognitivo-técnicos de la vi-da, las artes colaboraron en la reediciónactiva de umbrales más estrechos, los dela religión primero, los de la magia en úl-timo lugar. Los Pathosformeln exhibieronentonces su seducción sensible con el finde presentar la intensidad de los senti-mientos más elementales y mantenerlasiempre en una cota soportable, es decir,compatible con el Denkraum mínimo (elmágico) sin el cual no podría haber unasociedad ni un fenómeno humanos es-pecíficos.5 Según parece, Warburg veíaen el hombre a un ser primaria y básica-mente mágico, un ser que, si carecieradel umbral de la magia al producirse losestallidos y las crisis de los sistemas so-cio-culturales, volvería a confundirsecon los animales o quizás se convertiríaen algo desconocido, probablementemonstruoso (regresaremos a este puntoen el tramo último de nuestro artículo).Lo cual equivale a decir que el mago es lafigura irreductible y primaria de lo hu-mano.6 Si fuese concebible una involu-ción destructora del umbral mágico,asistiríamos entonces al estallido de to-dos los Pathosformeln de nuestros hori-zontes culturales. Esa experiencia hipo-mágica sería finalmente innombrable eirrepresentable, en el más amplio alcan-ce del concepto de representación.

Cuando Theodor Adorno dijo que yano era posible la poesía después de

Auschwitz;7 cuando Primo Levi se expla-yó acerca del testimonio siempre parcialy aproximado que puede dar el sobrevi-viente del Lager, quien conserva el hablay aún es capaz de contar, una figura de símismo a la cual Primo contrapuso la delos hundidos, la de los que vieron a laGorgona cara a cara, la de los llamados“musulmanes” en los campos, porque sehabían entregado al aniquilamiento sinretorno y sólo balbuceaban produciendoun sonido similar al de una plegaria;8

cuando Levi recordó al pequeño Hurbinek,aparentemente nacido en Auschwitz,poseedor de una sola palabra indiferen-ciada y repetida en sueños, niño muertoen marzo de 1945 “liberado, pero noredimido”,9 en todos esos casos lo quese expresa es, en definitiva, el escándaloestético y existencial que implica la pre-tensión de representar lo ocurrido en laShoá.10 A partir del examen de los dilemasteóricos e historiográficos que encierratamaño problema, Dominick LaCapra seha ocupado de los límites emocionales yde los peligros de trivialización del asun-to.11 Dos libros suyos, por lo menos,atestiguan el hecho de un regreso inevi-table al proyecto necesario, siempre in-suficiente y siempre recomenzado, derepresentación del Holocausto.12 La histo-rieta Maus, obra de Art Spiegelman, un hi-jo de dos sobrevivientes de Auschwitz,13

tal vez haya sido para LaCapra el ejem-plo de una última frontera del relato,donde la secuencia historiada de imáge-nes da cuenta, por un lado, del miedo,del horror, de la crueldad, del laberintode muerte, de la trampa fatal sin salidaen el pasado, e instala, por otro lado, demanera conflictiva a la par que reconsti-tuyente, todos esos temas y las emocio-nes conexas en el presente del judaísmonorteamericano, el ámbito de nacimientoy vida del autor del comic.14 La conver-sión del drama en una fábula de anima-les ha introducido la posibilidad extrañade una simplicidad abierta a la ternura yde un acompañamiento satírico conti-nuo de la trama. En un libro reciente,propuse la filiación de la historieta res-pecto del grotesco y de los caprichosboschianos,15 pero ahora me pregunto siesa representación de los dramatis perso-

nae como animales no podría derivar deuna corriente revitalizada del arte judíoen la Alemania del medioevo, una líneaeditorial y artística que aceptaba lasimágenes zoomorfas en los libros de laHaggadá para simbolizar las condicionesde vida del pueblo hebreo en la antigüe-dad y en la Europa cristiana entre los si-glos XIV y XVII.16 Claro que al marcar unconfín real con el horizonte de la risa,Maus ha establecido un límite represen-tativo insólito para el tema de la Shoá, unborde desde el cual vislumbramos la po-sibilidad de lo cómico, inclusive de locarnavalesco, sin los riesgos de deslizar-nos hacia el Holokitsch de un film como Lavita è bella.17 Y tal retorno de una repre-sentación, al fin siempre incompleta, nosobliga a rever los ejemplos en los que seha ensayado realizar imágenes de la Shoáy se ha buscado algún modo genérico dehacerlo, es decir, un cierto sistema for-mal-significativo propio del Holocausto.Creo que habría, por lo menos, cinco deesos géneros:1) El primero se basa en la identificación

de los padecimientos del pueblo ju-dío, de los gitanos y de otros deporta-dos a los campos de concentración,con las visiones del apocalipsis y delinfierno.18 Al parecer, los testimoniosinmediatos de los soldados que libe-raron los campos acudieron a ese sí-mil, en las cartas a sus parientes o ensus declaraciones judiciales más pró-ximas al momento del contacto inicialcon el horror. [...]

2) Los memoriales de esos millones demujeres y hombres asesinados tam-bién han querido recordar elíptica odirectamente los hechos mediante tresvariantes de una iconografía alusiva,tres retóricas: la de las ruinas, la de loscementerios judíos y la de la historiade las persecuciones padecidas por elpueblo judío.19 [...]

3) El tercer género trata de representar lavida extinguida, más allá de cualquierdialéctica que nos hayan descubiertola biología y la sociología juntas, valedecir, más allá de un conflicto o proce-so que derive de explicaciones dadaspor las teorías de la evolución y de lasmetamorfosis en la naturaleza y en la

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historia (aunque pensemos en unadialéctica del dolor y de las redencio-nes postergadas como las que nos hanexpuesto Benjamin, Adorno y Hork-heimer).20 El fundamento que Lawren-ce Langer asignó a todo arte posibledel Holocausto –una poética de la re-definición de símbolos familiares entérminos de suciedad, destrucción yausencia–21 se da con particular in-tensidad en este tercer género que re-presenta “las víctimas perdidas, elsignificado perdido de su desapa-rición, el Dios perdido a la hora decertificar algún solaz para este dra-ma espantoso de un pueblo calci-nado”, y de tal suerte realiza “la para-doja de la presencia conocida sólomerced a la ausencia, heredad delos sobrevivientes del Holocaustoque perdieron a sus familias”.22 [...]

4) Nuestro cuarto género comprende lasrepresentaciones realizadas in situ porartistas que fueron testigos directos dela Shoá, sobrevivientes los menos,mártires completos la mayor parte,entre quienes incluiremos a los niñosdibujantes y pintores de Terezín. Lasobras de los muertos son escenas oalegorías de la prisión, de las deporta-ciones, de la vida en las barracas, delos prolegómenos de la matanza, valedecir que, en ellas, el fin es sólo ame-naza presentida y suele asumir la for-ma de una desesperación transmitidapor el peso visual de las sombras o laopresión de los espacios interioresrepresentados. Las imágenes de lossobrevivientes también ilustran lascondiciones de la vida cotidiana en losLager, los castigos, las humillaciones enla marcha de los prisioneros al trabajoforzado, pero han preferido centrarseen los momentos y lugares abisales delHolocausto, el ingreso a las cámarasde gas y la actividad alrededor de loscrematorios, captados por lo generaldesde el espacio exterior, salvo unaspocas excepciones que exhiben losinstantes finales de mujeres y de hom-bres asesinados con el gas. En ambosgrupos, encontramos sobre todo artis-tas ya formados antes de llegar a loscampos. [...]

5) El quinto y último género, que desig-naremos documental en un sentidorestringido, corresponde a las fotogra-fías tomadas en los campos: a) duranteel Holocausto y b) después de la libe-ración. a) Las primeras fueron, en sumayoría, captadas por los médicos delequipo del Dr. Mengele y por fotógra-fos nazis que trabajaban en los dos la-boratorios montados en Auschwitz yencargados de llevar el registro enimágenes de lo que ocurría en el cam-po (en un principio, la oficina llamadaServicio de Reconocimiento, dirigidapor la Gestapo; luego, a partir de laadopción de la Endlösung, la secciónfotográfica de la Oficina de Construc-ción que era responsable de erigir lascámaras de gas y los crematorios –laBauleitung–, bajo la dirección de lasSS). Del mismo lugar, se conserva unpuñado de tomas clandestinas realiza-das por un grupo de resistencia. Aqué-llas y éstas se salvaron de la destruc-ción gracias al coraje y la astucia deunos pocos prisioneros.23 b) Las fotosposteriores a la liberación son o bienfotogramas de un film rodado por lossoviéticos en Auschwitz, Crónica de laliberación de Auschwitz, o bien tomasefectuadas por periodistas polacos enese Lager, por militares americanos ybritánicos, generalmente aficionados,en Dachau, Mauthausen y BergenBelsen.

Consideremos las imágenes captadaspor los nazis. Gerhard Schoenberger de-cía en 1960 al respecto: “La gente foto-grafiada aquí no tenía otra alternati-va que dejarse fotografiar. Los fotó-grafos se esforzaron por fotografiar asus sujetos tan desfavorablementecomo fuera posible”,24 pues queríanreunir documentos para confeccionar ál-bumes en los que los oficiales superioresde las SS pudieran confirmar, por unaparte, su opinión acerca de la inferioridadde los prisioneros destinados a la ejecu-ción en masa (rapados, harapientos, ridí-culamente vestidos, agrupados como ga-nado y siempre enfrentados a los hom-bres de uniformes impolutos, bien calza-dos en sus botas, solos o en pequeños

grupos, pero rodeados del vacío suficien-te para sentirse libres y moverse con hol-gura) y, por otra parte, advirtieran el ordeny la eficacia de los métodos aplicados a lamatanza sistemática. Y si en las fotos de larampa de Auschwitz los dueños de la cá-mara lograron quizás hundir a los indivi-duos en una masa de más en más indife-renciada hacia el fondo, asimilable a la depequeños seres vivos que apenas semueven en sus sitios, paralizados por elmiedo de una expectativa sin esperanza,cuando hicieron las tomas de los judíoshúngaros, mujeres, niños, viejos, queaguardan en los alrededores de las cáma-ras, fotos conservadas en el album de LiliJacob, entonces nada pudo aquel esfuer-zo señalado por Schoenberger: los cuer-pos todavía vivos componen un cuadroabsurdo de la dignidad humana. [...]

[...] Las fotos clandestinas, obtenidas amediados de 1944 por personas del gru-po de resistencia que formaron variosmiembros del Sonderkommando enAuschwitz (aparentemente fue el prisio-nero griego Alex quien apretó el dispa-rador de la máquina), están movidas pe-ro alcanzan a revelar dos escenas desga-rrantes, la primera, la marcha de mujeresdesnudas hacia las cámaras de gas, la se-gunda, la remoción e incineración de loscadáveres a cielo abierto.25 El temblor, laurgencia, la mezcla de arrojo y miedo deAlex se perciben en las imágenes borro-sas y la realidad retratada asume esos ca-racteres, como si estuviera desintegrán-dose, primero, para rearmarse, luego,escandalosamente iluminada por el día,incomprensible en su estabilidad, nuncavista ni en sueños de pesadilla. [...]

[...] En el último corpus que señalamos,el de las fotos tomadas por militares alia-dos y por periodistas polacos tras la libe-ración, volvemos a encontrar los procesosestéticos que acabamos de describir (“es-téticos” en el sentido de lo que pertene-ce más bien al orden de lo percibido quede lo artísticamente representado). [...]

[...] Volvamos al final de nuestra argu-mentación warburguiana. Parecería quehemos podido mostrar cuáles han sido lasconsecuencias culturales de la Shoá desdeuna perspectiva fundada en la teoría his-tórica de la transmisión, persistencia, me-

Una explicación provisoria de la imposibilidad de representación de la Shoá

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tamorfosis y creación de formas visualesde gran fuerza emocional y cognitiva–los Pathosformeln– como parte de unproceso de aumentos y contracciones delDenkraum entre el umbral mínimo de lamagia y la cota máxima de la tecnologíamoderna. Pero la explosión verificada delos Pathosformeln ante el fenómeno histó-rico del Holocausto nos coloca de cara auna etapa desconocida en el devenir delas sociedades y de las civilizaciones, unaépoca de desintegración del Denkraumque, en el mundo concentracionario nazi,sufrió un desgarramiento impensado: seconservó en su máximo sólo como unatecnología pura, una racionalidad opera-tiva divorciada de toda racionalidad éti-ca,26 que buscó una eficacia impar en lamatanza sistemática de seres humanos; yabolió, al mismo tiempo, el mínimo mági-co cuando lanzó a millones y millones depersonas a una vida de terror sin límites,de un miedo absoluto, al cerrarles todaposibilidad de huida o de defensa amuerte. Las víctimas del Holocausto notuvieron siquiera las chances del lobo enel poema de Alfred de Vigny, no pudieronsentir que reverberase en sus mentes eldestello de ninguna grandeza, como la deaquella exhortación que el poeta se re-servó para los animales: “Sufre y mueresin hablar”.27 Giorgio Agamben ha des-corrido el velo de esa monstruosidad, harevelado el límite no-humano de lo hu-mano28 y nuestra digresión supone ha-ber hallado una propiedad de esa regiónindecible. Y la propiedad vislumbrada esprecisamente el colapso de los Pathosfor-meln disponibles en la representación dela Shoá.29 Claro que nuestra indagacióntambién nos ha enseñado que las artes norenunciaron a explorar los hechos delHolocausto hasta el agotamiento de losPathosformeln a su alcance, aun a sabien-das de que quizás nunca nos sea dadoconstruir el Pathosformel desconocido dela Shoá, simplemente porque allí, en eseámbito de lo hipomágico no-animal yno-humano, se ha extinguido el Den-kraum que es condición sine qua non delas representaciones. Pero nada de esoimpide que aquella necesidad de explo-rar la Shoá permanezca para siempre vivae imperiosa.30

1 Aby Warburg, La Rinascita del Paganesimo Antico. Contributi alla storia della cultura, Florencia, La Nuova Ita-lia, 1966. Estudio introductorio por Gertrud Bing.

2 Para un ensayo de ampliar el concepto al análisis histórico-cultural de la música, véase Burucúa, Cor-deros y elefantes. La sacralidad y la risa en la Europa de la modernidad clásica. Buenos Aires, Madrid. Ed. Miñoy Dávila, pp. 470-472, 2001.

3 Warburg, op.cit., pp. 4-58. Italo Spinelli y Roberto Venuti (org.), Mnemosyne. L’Atlante della memoria di AbyWarburg, Roma, Artemide edizioni, 1998.

4 Fritz Saxl, La vida de las imágenes. Estudios iconográficos sobre el arte occidental, Madrid, Alianza, 1989.5 Aby M. Warburg, Images from the Region of the Pueblo Indians of North America, Ithaca y Londres, Cornell

University Press, 1995. Traducción y ensayo interpretativo por Michael P. Steinberg.6 Roger Labrousse, Del mago al burócrata, Buenos Aires, Raigal, 1955. Libro de extraordinaria lucidez y

belleza sorprendente, que he conocido gracias a la Dra. Enriqueta Bezián-Busquets. Vaya mi recono-cimiento a la colega distinguida de la Universidad Nacional de Tucumán.

7 Eduardo Grüner, El sitio de la mirada. Secretos de la imagen y silencios del arte, Buenos Aires, Norma, 2001, p. 26.8 Primo Levi, I sommersi e i salvati, Turín, Einaudi, 1986, pp. 72-73. Acerca del personaje del “musulmán”

y del significado antropológico de su experiencia, véase Giorgio Agamben, Lo que queda de Auschwitz.El archivo y el testigo. Homo sacer III, Valencia, Pre-Textos, 2000, pp. 41-89.

9 Primo Levi, La tregua, Turín, Einaudi, 1963, pp. 21-23.10 Ricardo Forster, El exilio de la palabra. En torno a lo judío, Buenos Aires, Eudeba, 1999, pp. 237-246.11 Para una discusión historiográfica alrededor de las relaciones entre la Shoá y el estatuto de verdad de los

textos históricos, véase Roger Chartier, Au bord de la falaise. L’histoire entre certitudes et inquiétudes, París, Al-bin Michel, 1998, pp. 108-125, especialmente sus objeciones a la teoría “retórica” de Hayden White.

12 Dominick LaCapra, Representing the Holocaust: History, Theory, Trauma, Ithaca y Londres, Cornell Univer-sity Press, 1994; History and Memory after Auschwitz, Ithaca y Londres, Cornell University Press, 1998.Acerca de esta recurrencia de la representación en el plano del lenguaje, véase el trabajo de Raúl Levinsobre el poema Simiente de lobo por Paul Celan, en Psicoanálisis. Revista de la Asociación Psicoanalítica deBuenos Aires, vol. XXII, nº 2 dedicado a Violencia visible e invisible, 2000, pp. 375-385. Del mismoLevin, “Hacia un psicoanálisis de lo indecible”, en Psicoanálisis en la Clínica y Práctica actuales (actas delXXIII Simposium y Congreso Interno de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires), Buenoa Aires,noviembre de 2001, tomo II, pp. 327-344.

13 Art Spiegelman, Maus. Historia de un sobreviviente. I. Mi padre sangra historia. II. Y aquí comenzaron mis pro-blemas, Buenos Aires, Emecé, 1994.

14 D. LaCapra, History and Memory... op.cit., pp. 139-179.15 Burucúa, Corderos... op.cit., pp. 52-53.16 Elliott Horowitz, “Existe-t-il un art juif? Le peuple de l’image: Les juifs et l’art”, en Annales, Histoire,

Sciences Sociales, mayo-junio 2001, pp. 665-684.17 D. LaCapra, History and Memory... op.cit., p. 141. La referencia al film de Benigni es mía.18 Para una discusión de este topos, véase Omer Bartov, War, Genocide and Modern Identity, Oxford, Oxford

University Press, 2000, cap. 4: “Apocalyptic Visions”, pp. 143-212.19 James E. Young, The Texture of Memory. Holocaust Memorials and Meaning, New Haven y Londres, Yale Uni-

versity Press, 1993.20 Walter Benjamin, Angelus Novus, Barcelona, Edhasa, 1971, sobre todo las “Tesis de filosofía de la histo-

ria” y “Para la crítica de la violencia”, pp. 77-89 y 171-199. Max Horkheimer y Theodor W. Adorno, Dia-léctica del iluminismo, Buenos Aires, Sudamericana, 1969, pp. 15-59.

21 Lawrence Langer, Preempting the Holocaust, New Haven y Londres, Yale Univertsity Press, 1998, pp. 82-84.22 Ibidem, p. 95. 23 Los detalles se encuentran en Swiebocka, Webber & Wilsack, op.cit., pp. 34-42. Auschwitz. A history in

Photographs, Indiana University Press, 1995.24 La cita es del libro de Schoenberger, La Estrella Judía, y aparece en los posters de la exposición “Un día

en el ghetto de Varsovia”, organizada por el Museo de la Shoá en Buenos Aires con las 129 fotografíasque Heinz Jöst, un soldado alemán, tomó de aquel lugar en 1941.

25 Swiebocka, Webber & Wilsack, op. cit., pp. 42-43 y 172-175.26 Erich Kahler, Historia Universal del Hombre, México, FCE, 1965, passim.27 Alfred de Vigny, Les Destinées, “La mort du loup”, III, vv. 14-16. El poeta cazador imagina que el animal,

herido de muerte, le dice estas palabras: “Haz enérgicamente tu largo y pesado trabajo / En elcamino donde la suerte ha querido llamarte, / Luego, como yo, sufre y muere sin hablar”.

28 G. Agamben, op.cit., pp. 141-142. Lo que queda de Auschwitz. Pre-texto, 2000.29 Ruptura entonces de la “dialéctica de lo monstruoso” que, aunque radicalmente tensa y contradicto-

ria, permanecía bajo control psíquico y social dentro de los límites conceptuales y sensibles de los Pat-hosformeln. Al desintegrarse éstos, al derrumbarse la posibilidad de una coexistencia conflictiva de lasempiterna dualidad cultural, ha quedado libre un monstruo desconocido, indescriptible, resistente acualquier intento de representación, opaco a cualquier esfuerzo de iluminación, mezcla letal de mal-dad responsable y locura. Véase George Didi-Huberman, “Dialiektik des Monstrums: Aby Warburg andthe symptom paradigm”, in Art History, vol. 24, nº 5, noviembre de 2001, pp. 621-645.

30 Saul Friedlander ha roto una lanza en favor de esta expectativa que no cesa ni se agota, la única quehabrá de mantenernos alertas ante el apaciguamiento al que nos convoca el frisson del Holokitsch, unsentimiento que reproduciría el núcleo de la vida emocional estimulada por el nazismo. Véase SaulFriedlander, Reflections of Nazism. An essay on Kitsch and Death, Bloomington e Indianápolis, IndianaUniversity Press, 1993.

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En esta presentación quisiera empe-zar no directamente desde la memoriadel Tercer Reich y la ideología nacio-nalsocialista, ni arrancar desde los lu-gares del exterminio, como si toda latragedia del Holocausto se pudieracondensar sólo en los campos de lamuerte, sino desde otros “lugares de lamemoria”: la de las víctimas. Pierre No-rau definía los lieux de memoire como“de orden material e ideal que la volun-tad de los hombres y el trabajo deltiempo han transformado en elementossimbólicos de una comunidad”. Ennuestro caso, se trata de la comunidadde los judíos en vísperas de la Shoá, esacomunidad humana, pero tambiéngeográfica, a la cual el gran poeta PaulCelan, recordando su Bukovina natalante el público alemán de Bremen en1958, llamaba “el paisaje del que vengo(…) desconocido para la mayoría de us-tedes. Se trata del paisaje donde tuvo suhogar una parte nada insignificante deesos cuentos jasídicos que Martin Bubervolvió a contarnos a todos en alemán”.Y Celan, utilizando una metáfora topo-gráfica de su geografía natal, concluyela rememoración de ese hogar de lamemoria del que fue oriundo antes dela Shoá, diciendo:

“(…) Era un territorio donde vivíanhombres y libros” (Dossier Celan, prepa-rado por Ricardo Ibarlucia en Diario dePoesía, Buenos Aires, Nº 39, 1996, p. 22).

Precisamente, me propongo dirigir laatención de ustedes hacia esa geogra-fía, ese locus, esa topografía en vísperasde la Shoá: aquella geografía donde vi-vieron antes del exterminio los judíosde la Europa Centro Oriental (...) El na-zismo fue derrotado, pero el judaísmoque floreció en algunas de esas zonasdel Centro Este Europeo, de Polonia, Li-tuania, Bukovina, Rumania, Hungría,quedó completamente destruído. He-mos cedido al hábito de hablar del“judaísmo del Centro-Este de Europa”como si hubiera habido una geografíaregional común y culturalmente com-partida de los judíos ashkenazies envísperas de la Shoá. El historiador EzraMendelsohn demostró la imposibilidadde hablar de algo así como el “judaísmodel Centro-Este de Europa”, debido alas enormes diferencias regionales, so-cioeconómicas y culturales. Más aún:este historiador, que enseña en Jerusa-lén, afirma que también es problemáti-co hablar de un “Judaísmo Checoslova-co”, un “Judaísmo Rumano”, incluso deun “Judaísmo Polaco” durante aquellosaños fatídicos. Porque era inmensa ladiferencia entre las modernizadas cla-ses medias judías de Bohemia y Mora-

via en Checoslovaquia occidental res-pecto de las pobres y tradicionales co-munidades ortodoxas judías de hablaidish del Rus sub-Carpática al este deese país. Similarmente, había pocosrasgos socioculturales comunes entrelas modernas comunidades judías deWallachia, en la Rumania anterior a laPrimera Guerra Mundial, respecto delas comunidades ortodoxas tradiciona-les de la zona de Besarabia anexada aRumania después de la guerra. De unmodo semejante, grandes diferenciasseparaban del resto a los judíos tradi-cionales de Polonia central y de la Ga-litzia polaca y también del norte y surde Letonia.

En los estudios sobre el Holocausto,hay una tendencia a empezar el estudiocronológicamente, desde Weimar hastallegar al Tercer Reich, el ascenso del na-zismo y la ideología del nazismo. Mu-chos se convencieron de que estabanante un hecho de tal envergadura, deuna radicalidad tan impresionante, queconstituía una discontinuidad totaldesde el punto de vista histórico res-pecto a lo que había sucedido antes, yque por lo tanto no merecía otro abor-daje que empezar a analizar la irrupcióntremenda de esta discontinuidad, comosi no hubiera tenido un antes, como sino hubiera estado precedida de unahistoria y una geografía de las víctimas.

Dr. Leonardo Senkman*

*Universidad Hebrea de Jerusalem

Memorias de las vísperas:La civilización de

Ashkenaz antes de la Segunda Guerra Mundial

Conferencia - 8/8/2002

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(...) El historiador Raul Hilberg temíaalcanzar apenas sólo pequeñas res-puestas a las grandes preguntas de laShoá que lo atormentaban y obsesio-naban. Siguiendo sus temores, yopartiré de los lugares en que vivieronantes de morir los judíos: pequeñosfragmentos territoriales de la destruc-ción, mínimos detalles de la geografíay de la historia, sobre todo en Poloniay en Bukovina. Preguntaré a partir deesas menudencias topográficas e his-

tóricas, haré una serie de preguntasque nos acerquen a las grandes cues-tiones para las cuales, como dice contoda razón Hilberg, no hay respuestas,o las respuestas son tan decepcionan-tes que no nos animamos a preguntardemasiado más allá de pequeños de-talles. Desde el punto de vista delanálisis histórico, la primera dificultadque tenemos para analizar estas “me-nudencias” histórico-geográficas, esacostumbrarnos a analizar en términos

de discontinuidad y continuidad, si-multáneamente.

La historiadora Lucy Dawidowicz, ensu libro La guerra contra los judíos 1933-1945, presentaba a las comunidadesjudías tan heterogéneas, tan fragmen-tadas, como una especie de materiaprima, para explicar luego de qué mo-do el Holocausto se ensañó con ellas.Materia prima, en el sentido de sujetopasivo, de una historia terrible dondeesas comunidades estuvieron práctica-mente a merced de procesos sobre losque no tenían ningún control; y esas co-munidades antes de la guerra aparecencarenciadas de circunstancias históricasy geográficas. Y yo creo que esta faltade curiosidad geográfica por el detalleafecta la comprensión de los compor-tamientos diferentes, que en el interiorde la misma Polonia –ni hablar de losjudíos de Hungría o de Rumania– pro-dujeron reacciones diferentes frente ala tragedia que se avecinaba.

Y esta falta de comprensión de la tra-gedia en términos de geografía históri-ca forma parte del prejuicio que con-siste en pensar que un acontecimientotan radical como fue la Shoá sólo sepuede entender a partir del centro y delgran discurso, es decir, a partir de losprocesos de la Europa totalitaria, y no apartir de los márgenes, de la periferia,del klein shtetl, del pequeño villorrio, ode la pequeña región en la que vivíanlos judíos del Este.

El historiador Ezra Mendelsohn esuno de los mejores investigadores, nodel Holocausto, sino de la Europa Cen-tral-Oriental entre ambas guerras mun-diales, y yo creo que su análisis de losestados nacionales que surgen entre lasdos guerras mundiales, donde se loca-lizaba el escenario y la geografía prin-cipal del desastre de la Shoá, constituyeun aporte fundamental para todo aquelque quiera entender y estudiar algunaspequeñas cuestiones y formular algu-nas pequeñas preguntas sobre lo que

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pasó a nivel territorial (ver su libro TheJews of East Central Europe between theWorld Wars, Bloomington, 1983).

Mendelsohn toma en cuenta a los es-tados nacionales que surgieron en Eu-ropa Centro-Oriental inmediatamentedespués de la Primera Guerra Mundial.En virtud del triunfo del principio de lasnacionalidades estatales, surgieronconstelaciones geográficas nacionalesen países tan importantes para el estu-dio de la Shoá como Polonia, Checoslo-vaquia, Letonia y Lituania, a raíz del co-lapso de los imperios multinacionalesde Rusia, Austria-Hungría y el SegundoReich alemán. Entre ambas guerrasmundiales, estos escenarios nacionalessirvieron a los judíos de “ensayos pre-monitorios” de lo que ocurriría durantela Shoá. Algunos estados nacionales,como Rumania, expandieron su super-ficie después de la Primera GuerraMundial. Los territorios de Transilvania,Bukovina y Besarabia, anteriormentebajo gobierno húngaro, austríaco y rusorespectivamente, fueron anexados aRumania, donde las minorías naciona-les aumentaron su población de tal mo-do que constituyeron un tercio de loshabitantes del estado-nación goberna-do desde 1937 por un régimen de claratendencia antijudía. El número de losjudíos aumentó a 750.000, un 4,2% dela población total, y Rumania intentóevitar que se aplicara sobre ellos en losterritorios anexados el Tratado de lasMinorías impuesto por las grandes po-tencias. Con el comienzo de la guerra,Rumania se vio obligada a ceder territo-rios de Serbia, Bukovina y Besarabia a laURSS, solo recuperados por Antonescu ysus aliados en 1941, cuando lucharonjunto a Alemania, intentando “liberar-se” de sus judíos en esos territorios li-berados. Solo así se puede entender lacolaboración del ejército rumano en lamatanza de 160.000 judíos de Besara-bia y Bukovina por el Einsatzgruppen D, ysolo así se entiende la expulsión de

otros 150.000 judíos hacia Transnitria,en Ucrania, entre los ríos Bug y Dnies-ter, y la posterior repatriación a fines de1943 de los sobrevivientes a los lugaresde residencia original en Rumania.

Czernowitz, ciudad natal de Paul Celan,fue un cruce multicultural y multi lin-güístico notable, en el que los judíosque participaron del primer congresode la lengua idish en 1908 comproba-ron el impacto sobre Bukovina de latradición cultural de la Ucrania rusa, deAustro-Hungría, de Alemania, de Ru-mania. Los judíos de Bukovina fueronreconocidos por la monarquía de losHabsburgo como una nacionalidad ét-nica (no solo religiosa) y como sus lea-les aliados en aquella provincia del Im-perio, donde vivían 794.924 habitantesen 1910 junto a minorías étnicas muyheterogéneas, entre ellos Rutenos , Ru-manos, Alemanes , Magyares y Polacos.En 1918, el 47% de la población deCzernowitz era judía. Más que en nin-guna otra minoría nacional, los intelec-tuales judíos estaban influídos profun-damente por la cultura y lengua alema-nas. Después de la anexión por el reinode Rumania, los habitantes de Bukovi-na tuvieron el derecho a optar por laciudadanía rumana o austríaca. Peroesta segunda opción para los leales ju-díos resultó fatal durante la SegundaGuerra Mundial: los soviéticos clasifi-caron a los judíos de Bukovina con pa-saporte austríaco como ciudadanosalemanes condenados a ser deportadosa Siberia junto a los nazis. Si durante lacampaña de rumanización y fascistiza-ción en los años 30, los judíos sufriero-nel racismo y el antisemitismo, bajo laocupación soviética luego de agosto1939 sufrirán por la campaña de rusifi-cación contra los “capitalistas enemigosdel comunismo”.

Los cambios geográficos de Hungríatambién son ejemplos premonitoriosde lo que acontecería luego. Hungríaperdió alrededor de un tercio de su te-

rritorio después de su derrota en la Pri-mera Guerra Mundial. En sus nuevasfronteras vivían en Hungría alrededorde 445.000 judíos, menos de la mitaddel período anterior. Pero a raíz del ali-neamiento del Almirante Miklos Horthycon el III Reich, Hungría recibirá en1938 como compensación territoriosde Checoslovaquia, en 1939 le fueronanexados los territorios de los Cárpatos,y en 1940 territorios de la TransilvaniaSeptentrional. En vísperas de la Shoá,esos territorios anexados aumentaranel número de judíos bajo poder húnga-ro a 725.000. Sin embargo, a pesar delas diferencias de situación de los ju-díos en esos territorios, respecto delcentro de Hungría, y pese a las leyesdiscriminatorias y raciales de 1938 y1939, la situación general de los judíosfue relativamente soportable hasta1944, si se la compara con otros paísesconquistados, o con los países satélitesde Alemania.

(...) Ezra Mendelsohn señala conperspicacia que, a diferencia de otrosprocesos históricos de la modernidaddonde los judíos se acomodaron muyfácilmente y lograron una relación muybuena en el origen mismo de los nue-vos estados nacionales europeos, en lospaíses de Centro Este de Europa, desdeel día en que nacieron los estados dePolonia, de Lituania y Letonia, comen-zaron los conflictos; en la agenda na-cional de esos estados se instala la asíllamada “cuestión judía”.

Paradójicamente, a pesar de esto,hay un proceso de continuidad y no deruptura o discontinuidad; los judíos dePolonia florecieron como nunca desdeel punto de vista político, cultural y so-cial. Nunca se repitió ni se repetirá enEuropa la creación cultural y política deljudaísmo secular, socialista, pero tam-bién religioso que se dió en Polonia;nunca como entonces los procesos demodernización del judaísmo polacollegaron a producir obras tan importan-

Memorias de las vísperas: La civilización de Ashkenaz antes de la Segunda Guerra Mundial

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tes en los campos artísticos, literarios, yeducacionales, tanto desde el punto devista del judaísmo religioso como laico.Esta paradoja de un florecimiento en ladesgracia, bajo condiciones adversas, yla creciente tendencia hacia la separa-ción, la negación de derechos, la emi-gración forzada o forzosa y el antisemi-tismo, es una característica especial deljudaísmo polaco que no ha tenido to-davía suficientes estudios históricos,antropológicos, culturales. El judaísmopolaco estaba diversificado geográfica,cultural y socialmente. Vivían en tres re-giones principales: Galitzia, Poloniacentral, y Polonia del este.

Galitzia, antigua provincia del ImperioAustro-Húngaro, estaba habitada porjudíos básicamente del tipo de EuropaOriental: baja clase media dedicada alpequeño comercio y masas proletariasy artesanales, residentes urbanos perotambién en el Shtetl (villorrios rurales),fuertemente arraigados en la tradiciónreligiosa ortodoxa, con un vigoroso ba-luarte de la corriente jasídica. En estaregión coexistía un estilo de vida tradi-cional judío (semejante a la de Ucraniarusa) junto con pautas de moderniza-ción política y aculturación. Entre am-bas guerras mundiales, los judíos deGalitzia fueron los mas polonizados detodas las comunidades: la prensa sio-nista estaba escrita en polaco, no enidish. Coexistían judíos jasídicos juntocon sus más encarnizados enemigos,los Maskilim (Ilustrados) y agnósticosjudíos modernos que abogaban por laintegración y la aculturación al país. EnGalitzia –al igual que en Rusia-, se revi-vió el idioma hebreo, pero tambiéncreció una corriente asimilacionista depolacos de fe Mosaica, junto con unvigoroso movimiento sionista. En la zo-na oeste, cuya capital era Cracovia, losjudíos eran la minoría nacional mayori-taria, mientras que en la zona orientalresidía una gran minoría ucraniana muynacionalista, cuya rivalidad con los po-

lacos arrojaba a los judíos a una situa-ción intermedia peligrosa.

Mas del 50% de los judíos vivían enlas provincias de Polonia central y lamayoría de ellos corresponden a la ti-pología de los judíos del Este desde unpunto de vista demográfico y económi-co, aunque debido a la modernizaciónurbana de la región las pautas de asen-tamiento en el Shtetl eran mucho menosrepresentativas que en Galitzia. En lasdos grandes ciudades de Lodz y Varsoviael perfil moderno industrial y comercialde la burguesía judía no tenía paraleloen otras regiones polacas, y el movi-miento de aculturación y polonizaciónfue muy fuerte. Entre ambas guerrasmundiales, dos movimientos opuestosse disputaban la calle judía: la Ortodo-xia religiosa extrema y los asimilacio-nistas. Los nacionalistas judíos politi-zados en Varsovia y Lodz tuvieron lafuerte influencia de los judíos de Litua-nia y Bielorusia. La región del Este dePolonia antes de la Primera Guerra, eraparte del área noroeste del ImperioRuso, conocida como Lituania-Bielo-rrusia. Luego de 1918 la judería lituanafue repartida en tres nuevos estadosnacionales emergentes: Lituania, Leto-nia, Polonia, además de la URSS. En lazona Noroeste y en Volinia, la pobla-ción era de carácter multinacional: li-tuanos, bielorrusos, ucranianos, rusos,polacos, y judíos. Históricamente, lanacionalidad dominante era la polaca,pero los polacos constituían una mino-ría. Los judíos se orientaron cultural-mente hacia la influencia rusa, no lapolaca, y la inmensa mayoría hablabaidish. El carácter multinacional de la zo-na operaba contra la tendencia a la asi-milación, como ocurría en Polonia Cen-tral. La corriente ortodoxa fue muyfuerte y las yeshivot más famosas del Esteeuropeo estaban concentradas en estazona; sin embargo, también fue im-portante el movimiento de la Haskalah,deviniendo Vilna, “la Jerusalem de Li-

tuania”, en centro hebraista y tambiénproletario. En Vilna fue fundado el so-cialista BUND, pero también fue cunadel sionismo religioso, como Mizrahi. Adiferencia de Polonia Central, en Litua-nia los intelectuales judíos con inclina-ciones políticas elegían preferente-mente adherirse a movimientos nacio-nales judíos. Sin embargo, a pesar delas diferencias regionales, es posibleafirmar que hacia 1938 los judíos deVilna, Lwow y Varsovia tenían entre símucho más en común que en la Poloniade 1918.

En esos años treinta florecían impor-tantes corrientes en materia de educa-ción y pedagogía, tanto sionistas, bun-distas, seculares como ortodoxos (Agu-dath Israel). También fue el apogeo de laprensa idish, el teatro idish, y de grandesescritores. La “Calle Judía” se modernizay palpita social, cultural y políticamente.Hay que señalar que los judíos de esacomunidad estaban muy politizados;este es otro de los aspectos que no apa-rece en las estereotipadas imágenes deljudaísmo oriental antes de la Shoá. Enel campo de la izquierda, se disputabana los trabajadores judíos los marxistasBUND y Poale Sion. En el centro, milita-ban partidos sionistas hebraistas comolos seculares Sionistas Generales y elreligioso Mizrahi; además, el Folkspartei,idishistas muy antisionistas y antisocia-listas. La organización anti-modernistay anti-sionista mas radical fue AgudesYsroel, importada a Polonia desde Ale-mania donde se fundó en 1912. Sinembargo, todas las fuerzas políticas ju-días fueron incapaces de estableceralianzas con los partidos políticos pola-cos para garantizar derechos civiles ynacionales a la minoría judía. Ahorabien: es fundamental reconocer las di-ferencias regionales en las tres áreasdonde vivían las comunidades judíasde Polonia para entender las estrategiaspolíticas diversas que los representantesjudíos planteaban en el Sejm polaco.

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(..) Es importante conocer lo que EzraMendelsohn denomina las transforma-ciones demográficas del judaísmo po-laco, un judaísmo que a lo largo de losaños veinte y treinta, y sobre todo envísperas de la guerra, se pauperiza deun modo que no existió antes, debidoal estancamiento económico pero tam-bién debido a la competencia nacionalentre las minorías étnicas nacionales yla política nacionalista del estado dePolonia. Esa pauperización va acompa-ñada también de un envejecimientomuy avanzado de la pirámide de eda-des. Un fenómeno no del todo com-prendido es lo que Mendelsohn analizacomo la aculturación. Antes hablé de lapolonización y de la necesidad de queaún los mismos religiosos o laicos quehablaban idish aprendieran el polaco yse expresaran en este idioma, así comoen Rumania debían expresarse en idio-ma rumano. Las lenguas nacionalesaparecen como la demanda lógica deun proceso que se da en otros paísesdel mundo, donde los judíos lograronincorporarse a procesos de nacionali-zación, de construcción local de la ciu-dadanía, con el concomitante fenóme-no de aculturarse al idioma del país enque viven. Mendelsohn llama a este fe-nómeno aculturación, (diferente delproceso de asimilación) para caracteri-zarlo como proceso de integración a laciudadanía, tanto a la ciudadanía polí-tica como a la cultural y económica dePolonia, a pesar de las adversidades.

En los estudios de sociología y dehistoria de la participación de los judíosen la modernización se confunden muya menudo la asimilación con la acultu-ración. En el caso polaco, Mendelshonseñala porcentajes importantes de ju-díos que quieren integrarse como acul-turados. Al analizar la aculturalizacióncomo proceso de la modernización po-laca señala la incidencia de éste en lacrisis de la estructura familiar judía. En-tre otros estereotipos existe la imagen

de que la familia judía tradicional fuedestruida recién en la Shoá. Pero so-ciológicamente la crisis de la familiatradicional comenzó mucho antes de ladestrucción del judaísmo polaco. Laeducación en el famoso Gymnasium, erabásicamente un intento de integracióny de aculturalización.

(...) Ahora bien: el fenómeno de mo-dernización, transformación demográficay cultural fue concomitante en Polonia(igual que en otros países de EuropaCentral) durante los años del surgi-miento del fascismo. El fascismo ruma-no, húngaro y polaco fue concomitanteal florecimiento y expansión a nivel ins-titucional de las comunidades judías enesos países.

Es importante tener en cuenta que lasamenazas externas e internas que sien-ten los judíos en estos nuevos estadosnacionales (Polonia es un caso paradig-mático), surgen no desde la izquierdasino desde la derecha. El triunfo del na-

cionalismo polaco en los años 20, fue elcatalizador político para que el antise-mitismo económico y social en los co-mienzos de la nueva república se trocaraen política estatal discriminatoria y le-gitimara actos violentos durante los 30.

Pilsudski fue un coronel populista dederecha que hizo un golpe de estado en1926 y recibió el apoyo de los judíosque veían en él a un nacionalista mode-rado federalista, capaz de frenar a losantisemitas violentos de su propio par-tido y a las organizaciones fascistas po-lacas. Los diez años de su gobierno,hasta cierto punto, no desilusionaron alos judíos que confiaron en Pilsudskicomo el “mal menor” para restablecerel orden interno y evitar que las comu-nidades judías sufrieran atropellos delos grupos de la extrema derecha fas-cista polaca (el ONR). Pero luego de sumuerte en 1935, a medida que la crisiseconómica-social se acentuaba y Polo-nia se sentía amenazada por la crisis in-

Memorias de las vísperas: La civilización de Ashkenaz antes de la Segunda Guerra Mundial

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ternacional, la “cuestión judía” fuetransformada en mito movilizador de laderecha radical, y también desde el es-tado. El propio gobierno polaco, a partirde 1936, alentará el boicot económicoy la emigración de los judíos como“medidas preventivas” de explosionesviolentas antisemitas.

(...) Otro aspecto muy bien analizadopor Mendelsohn, en vísperas de la se-gunda guerra mundial, es la amenazaque sentían esos estados nacionalespor las demandas de las minorías na-cionales, un legado de los imperiosmultinacionales. Los judíos eran unaminoría nacional, no la única. Ucrania-nos, alemanes, judíos y bielorrusosexistían en Polonia, y estas minoríasnacionales (un tercio de la población)fueron permanentemente un factor dedesequilibrio e inestabilidad para unestado-nación que se negaba a sermultinacional. También lo fueron susdemandas internas de derechos nacio-nales territoriales (ucranianos en el estede Galitzia) y extraterritoriales (los ju-díos), la autonomía a la minoría nacionalcomo un principio político (representa-ción proporcional en el parlamento) ycultural de forma de vida comunitariareconocido (por ej: reconocimiento dela Kehilá judía democrática).

(...) Mendelsohn plantea cómo es po-sible el surgimiento de un espíritu decreación cultural en esas comunidadescarenciadas en lo político y lo econó-mico (una de las comunidades más em-pobrecidas fue la polaca), atacadas pormovimientos antisemitas que surgen dela sociedad civil y desde el estado, cómose ha podido desarrollar en esas socie-dades regionales una de las culturasjudías más fructíferas; y cómo es posi-ble estudiar fenómenos tan importan-tes como la politización de los elencosdirectivos de las comunidades por laacción de gente con una mentalidadmoderna y politizada; cómo esta cultu-ra política kehilati (comunitaria) de al-

guna manera pudo acomodarse con loque va a ser luego la política de losConsejos Judíos durante el nazismo;cómo es posible entender, desde unpunto de vista identitario, el ser judíode esos judíos polacos laicos que que-rían ser judíos modernos y polacos oc-cidentalizados, especialmente los quevivían en las grandes ciudades (la partecentral de Polonia); (...) cómo es posibleentender una construcción identitariaque básicamente buscaba la incorpora-ción a la ciudadanía polaca para prote-ger a la minoría nacional cultural judía:he aquí una contradicción de la moder-nidad judía antes de la Shoá que hayque tener en cuenta. Fueron intelectua-les judíos modernos idishistas y muypolitizados los que crearon en 1921Tsisho, sigla de la Organización CentralEscolar Judía, la red de 120 escuelaselementales, 26 kindergarten y 3 secun-darias, centradas en la cultura nacionalsecular idish de la diáspora. Y fuerontambién intelectuales seculares sionis-tas quienes crearon la red de escuelaslaicas Tarbut, basadas en el idioma ycultura hebrea, las cuales enseñaban en1935 a 37.000 alumnos de nivel prima-rio y secundario, mayoritariamente enla zona de Lituania. Fueron también in-telectuales judíos simpatizantes del so-cialismo judío quienes crearon en 1925el YIVO, la más prestigiosa instituciónacadémica para la investigación de lalengua y la literatura idish, además deinvestigar la historia del judaísmo delEste Europeo. Y fueron intelectualessionistas laicos (Y. Grinboim) quienesreclamaban en Polonia la demanda deuna autonomía nacional cultural me-diante una alianza con las otras mino-rías nacionales, mientras que los orto-doxos de la Agude intentaron unaalianza con Pilsudski a cambio del res-peto a la libertad religiosa judía. LaAgude buscaba definir su identidad entérminos exclusivamente religiosos yortodoxos: ni nacional judío, ni desde

la ciudadanía polaca. Según estadísti-cas, la red escolar religiosa de Agudat Is-rael era la más grande de todas. En 1934los alumnos enrolados en las escuelasKhoyrev para varones y Beys yankevpara mujeres, sumaban 110.000 estu-diantes, comparadas con un poco másde 50,000 alumnos de las redes escola-res laicas de Tsisho y Tarbut.

Sin embargo, es menester tomar encuenta que en vísperas de la segundaguerra mundial la mayoría de los niñosjudíos en edad escolar (60%) participa-ban más del sistema educacional estatalde Polonia que de establecimientosprivados judíos. La mayoría de los ado-lescentes judíos de colegios secunda-rios iban a establecimientos privadosjudíos debido a la discriminación anti-semita de los colegios estatales, mien-tras que esa tendencia no se daba en elnivel de escuelas primarias polacas. Lapreferencia por escuelas estatales gra-tuitas muestra un inequívoco procesode aculturación y polonización de lasgeneraciones jóvenes judías en víspe-ras de la segunda guerra mundial.

Lo que he hecho hasta aquí ha sidohablar de las vísperas regionales deldesastre. En esas vísperas están algunossignos y rastros topográficos para de-sentrañar o leer tanto las grandes comolas pequeñas preguntas que Hilberg, ensu libro La destrucción del judaísmo euro-peo, fue cauteloso en formular de ma-nera categórica.

La historia de estas localidades, de al-gunos locus regionales donde vivieronlos judíos de Europa Oriental, tan dife-renciados unos de otros, sirve para rom-per el mito de que la historia de la Shoáse puede comprender sólo a partir de lahistoria de los perpetradores. Esta nece-sidad de integrar lo local con lo general,lo discontinuo con lo continuo de lasvíctimas, me parece algo mucho másenriquecedor e importante que anali-zarlos únicamente desde una perspecti-va general de la historia europea

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Tanto o más que por sus óperas, Richard Wagner aspiraba aser juzgado “por el bien que ellas hagan a la humanidad”, ysegún tres coordenadas: como músico, literato e ideólogo.

En verdad, fue músico genial; como escritor y dramaturgo,mediocre; como ideólogo, siniestro. Si bien los judíos teníanen la Europa decimonónica numerosos enemigos, las razonesno eran biológicas, sino de orden religioso, político, econó-mico. La redención por vía de la conversión era posible aúnpara los peores inquisidores. Es Wagner quien introduce yextiende la pretensión de que el judío es intrínsecamenteirredimible.

Después de una juventud tempestuosa, donde participó deepisodios que anticipan los métodos nazis –incendiar algunacasa “de mala fama”, apalear entre muchos, a algún divergen-te–, y sufrir cierto tiempo las hipotecas del alcohol y del jue-go, Wagner observó –meramente observó–, la revolución enDresde (1849), espectáculo que le valió el exilio.

Su confusa ideología, a partir de entonces, va tomando unadirección concreta, donde prevalecen el satánico orgullo y latensión discriminatoria.

Desdeñaba lo latino: París le parecía farisea, aborrecible, yodiaba lo italiano al extremo de detestar Don Giovanni de Mo-zart, ópera de óperas, por su libreto en tal idioma. En todossus escritos no se hallará referencia alguna a Verdi –estética-mente su par, pero cívica y moralmente su antípoda.

Entre el 3 y el 6 de septiembre de 1850, Wagner publicó, ba-jo el seudónimo de F. Freigedank, en el Diario musical de Leipzig,que editaba Franz Brendel, su opúsculo “El judaísmo en lamúsica”. Allí negaba al judío, fatalmente, definitivamente,toda posibilidad de creación artística, toda inventiva propia,toda espiritualidad. Veamos: le “sorprende primero, su aspec-to exterior”, siempre “desagradable”. El judío para Wagner,carece de la “facultad de expresarse... (con) originalidad ypersonalidad... Con más razón, una manifestación semejantele sería imposible por el canto”. Es decir, ni por la palabra nipor el canto y tampoco por la composición, pues “jamás pose-yó un arte propio”, y nunca logrará producir auténtica música.

La que haga, siempre de “un carácter frío e indiferente, lle-gará hasta lo ridículo y trivial”. Mendelsohn, p. ej., como judío

rico, pudo aprender mecánicamente las técnicas, pero en loverdaderamente profundo, en lo que toca las últimas fibras,sólo “se engaña a sí mismo y a su público de aburridos”. Asi-mismo, Heine “se mintió a sí mismo al creerse poeta”.

Como conclusión, Wagner advertirá piadosamente, a los ju-díos, “que existe un solo medio de conjurar la maldición quepesa sobre ustedes: la redención de Ahasvero: el Exterminio”.

Y no se crea que son delirios juveniles. A instancia de Cósima,el músico –sesentón– reeditaría su panfleto a veinte años vista.

El editor Brendel, que había sufrido molestias a raíz deaquella primera publicación, fue desdeñado por Wagner,quien –siempre ingrato–, hacia 1862, en la Gewandhaus deLeipzig, fingió no reconocerlo, lo que “me divirtió [...] Mi con-ducta afectó mucho al parecer, al pobre diablo” [...]

Porque Wagner era sistemáticamente desagradecido consus benefactores, incluso Meyerbeer y Mendelsohn. A susamigos les arrebataba desde muy joven, casi como un ritual,novias y consortes. De sus amistades, muy pocas perduraron,pero sostuvo y privilegió la de su vero discípulo, el conde deGobineau, cuyo “desigualitarismo” él contribuyó decisivamen-te a partear. En cuanto al legatario intelectual de Gobineau,Houston Chamberlain, se convertiría en yerno del músico.

Del sectarismo y racismo wagnerianos dan testimonio, ade-más su correspondencia, sus memorias (Mi vida), y otros nu-merosos escritos. Pero, más grave aún, gran parte de sus dra-mas musicales. Por ejemplo: una raza inferior, fea y proterva,usurpa el oro del mundo. Wotan deberá crear a otra raza, su-perior, de héroes rubios, atléticos, “dolicocéfalos”, que no co-nocen el miedo, forjarán la espada y enfrentarán a los otros.Habrá un holocausto final. Y no se diga que Parsifal es un re-greso al cristianismo. Allí hay un mal caballero, que como nologra ser casto, se “disfraza” castrándose. Pero ni aún así seredime porque es ínsitamente perverso y –con justicia–, lo re-chazan. Entonces, rencoroso y castrado (¿circunciso?) se con-vertirá en un enemigo demoníaco. Y hay más ejemplos ...

Se afirma en defensa de Wagner, que, muerto medio sigloantes, no podía evitar que su música ilustrara la saga del na-zismo. Pero ocurre que el nazismo no sólo se apropió de suarte, sino de sus ideas. Y en última instancia, el numen creadorde aquellos horrores, se llamó Richard Wagner. Tal como él re-clamaba, juzguémoslo por lo que hizo a la Humanidad

“Mientras se escuche músicade Wagner, yo estaré presente”

(palabras que Hans Jürgen Syberberg pone en boca de Hitler,

en Una película alemana).

Dr. Horacio Sanguinetti

Richard Wagnery las fuentes

del nazismo

*Rector del Colegio Nacional de Buenos Aires

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En un valioso volúmen de recienteaparición titulado The jews of Italia. Me-mory and Identity* (University Press ofMaryland) se ha logrado reunir (bajo ladirección de Barbara Garvin y BernardCooperman) diversos trabajos sobre elaún poco conocido en nuestro mediotema de los judíos italianos. La últimasección, enteramente dedicada al an-tisemitismo y la Shoá, cuenta con im-portantes trabajos de Fabio Levi (des-tacado historiador de Turin), LilianaPicciotto Fargion y Michele Sarfatti(ambos de la importante FondazioneCentro di Documentazione Ebraica Con-temporanea, uno de los centros más im-portantes de documentación sobre laShoá localizado en Milán) y de LucioSponza (Unversidad de Wetminster)sobre los refugiados judeo-italianosen Londres.

En esta ocasión quisiera detenermeparticularmente en uno de los trabajosincluidos en la última sección: “SocialPerceptions of the Shoah in Italy” deAnna Bravo, pues creo que este estudiomerece nuestra especial atención entanto plantea con agudeza una serie decuestiones problemáticas en la cons-trucción de la memoria de la Shoá a lacual nosotros no permanecemos aje-nos ni indemnes. Lo primero que debedecirse es que el trabajo de Anna Bravose atiene al marco italiano, pero, comose verá, el alcance de sus observacio-nes se extiende a dificultades en la re-cepción de la Shoá que, en algún senti-do, nos involucran.

El trabajo de la historiadora de Turín,Anna Bravo, se inicia con una inquie-tante interrogación acerca de las razo-nes que condujeron a la extendidaconvicción de que Italia se mantuvoesencialmente inocente de la persecu-ción a los judíos. Bravo une esa repre-sentación del pasado a la figura-mitode los “italiani, brava gente” (italianosbuena gente) según la cual los italianoshabrían sido innatamente personas de‘buen corazón’, lo que los habría man-tenido inmunizados a las persecucio-

Pablo Dreizik

La construcción social de la memoria de laShoá en ItaliaAcerca de un estudio de Anna Bravo

Las Fosas Ardeatinas. Monumento de mármol travertino del escultor Coccia.

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nes del modo en que éstas fueron lleva-das a cabo en otras partes. Argumen-tando contra la atribución de los actosde solidaridad a un rasgo nacional,Bravo afirma: “Es conocido que indivi-duos solitarios y grupos, ayudaron yprotegieron a judíos [...] éstas fueronacciones que implicaban grandes ries-gos personales. Atribuir al ‘caracter na-cional’ las decisiones de individuos detomar tales riesgos es despojar a lasacciones de todo su sentido ético omoral” (p. 383).

Para Bravo, la construcción de estemito de inocencia y su persistencia a lolargo del tiempo se debió a que fue an-te todo una construcción política, “La ne-cesidad en la posguerra de crear unaimagen del país que no fuera tan nega-tiva”(p. 382). Pero, la afirmación máscomprometida de Bravo es que fue jus-tamente la Resistencia e incluso la iz-quierda quien colaboró en gran parteen el afianzamiento de este mito. “Aprimera vista esto parece incomprensi-ble” reconoce la autora. Pero esta afir-mación puede verse mejor si se con-templan algunos elementos, “pues hayuna relación entre la idea de inocenciay el marco que ha sido usado para in-terpretar los acontecimientos de 1940-1945”. En primer lugar, la imagen de laResistencia que se impuso por parte dela mayoría de los antifascistas no fue lade una guerra civil entre el pueblo mis-mo sino la de una guerra popular de li-beración nacional contra la ocupaciónalemana. Esta conceptualización con-tribuía, por aquellos años, al impulso derestablecer la identidad italiana.

El “mito de la inocencia” no fue sinembargo, para Bravo, el único factor deexplicación para comprender la pérdidade interés en reexaminar la persecuciónde los judíos en Italia. Ha influído, sobretodo, “la deportación descripta comounidad, factor que después de la guerraayudó a crear esta ceguera sobre lapersecución”, se tendió a fundir a to-dos los prisioneros de los campos deconcentración dentro de la categoría de

deportados políticos integrándolos,así, en un frente indiferenciado de laResistencia antifascista. De modo quelas historias particulares y diferencia-das se obscurecieron, especialmente lade los judíos. Históricamente, esto esatribuible a que la percepción de loscampos estuvo más determinada por laimagen de los liberados, en la inmedia-ta posguerra, de Mauthausen que deAuschwitz. Aun así, Bravo indica quetambién se pensaba que era inapropia-do hacer distinciones respecto a las ra-zones de la deportación cuando todosellos sufrieron. Además, la preeminen-cia de la dicotomía fascismo/antifascis-mo como llave interpretativa de lo quehabía ocurrido en Italia dificultó reco-nocer la diversidad de las historias de lagente y distinguir lo que le había suce-dido a los judíos en los campos.

Una observación muy interesante deltrabajo de Bravo descansa sobre la ele-vación de la figura del ‘partisano’ en larepresentación colectiva como figuravaronil y heroica dentro de un esquemageneral de contraposición entre lucha-dores activos (armados) / víctimas pasi-vas. Esto colaboró, argumenta la autora,a la visión de los deportados como víc-timas de horribles acontecimientos quesucedieron en otra parte. La preemi-nencia del modelo del ‘combatiente’, asu vez, ayuda a comprender por qué al-gunos judíos partisanos y deportados sevieron y se presentaron a sí mismos an-te todo, como combatientes políticos.

Esta asimilación e indiferenciaciónentre deportados políticos y deporta-dos judíos ha redundado en que en elcontexto italiano, según señala Bravo,no se produjeran los amargos choquesy “batallas públicas sobre la representa-ción histórica de la deportación que tu-vieron lugar en otros paises (por ejem-plo Francia) donde han chocado ver-siones ‘patrióticas’, políticas y judías”.

En otro pasaje de su artículo, Bravoargumenta contra la explicación de unafalta de atención sobre el genocidio ju-dío que apela como justificación al cli-

ma reinante durante la Guerra Fría y elrol crucial que Alemania Federal jugabacomo bastión de Occidente. Si hubierasido así, afirma la autora, debían haberestado ausentes los trabajos sobre laResistencia, cosa que no ocurrió.

A continuación se da cuenta de lasescasísimas referencias a los campos ylas deportaciones que se incluían enaquellas primeras obras y en los diver-sos encuentros sobre el tema de la Re-sistencia durante los sesenta. Sólo, dirála autora, hacia principios de losochenta, grupos de investigadores co-menzaron a focalizarse en el genocidioy la deportación, la mayor parte de lasveces alentados por la Associazione na-zionale ex deportati o comunidades ju-días locales.

Sin embargo el tema hasta hoy, nosdice Bravo, permanece marginal en elconjunto de estudios historiográficos.Las razones, entre otras: el mito de lainocencia, el deseo de reprimir as-pectos de la conciencia nacional y elpredominio de la visión de la lucha ar-mada como modelo de resistencia úni-co que, con una perspectiva masculina,arrojaba la deportación al lugar de lapasividad.

La evaluación, como se ve, de trazosfuertes de Anna Bravo, se comprometeen una política de la transmisión y lamemoria. Así, al referirse a los progra-mas conmemorativos del 50 aniversa-rio de la Liberación de Italia en 1995,Bravo afirmará: “Los Institutos para laHistoria de la Resistencia no parecenhaberse dado cuenta que es histórica-mente absurdo presentar las deporta-ciones y el genocidio como una secciónmenor dentro de las exhibiciones yconmemoraciones de la Resistencia”,es “ver la persecución judía como unmero incidente en la historia italiana,más bien que como una cuestión quenos asedia.”

* Los judíos de Italia. Memoria e Identidad (UniversityPress de Maryland)

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Hubo muchos silencios, después del genocidio, sobre el genocidio. Uno de losmás sorprendentes, si exceptuamos algunas obras capitales como la de HannahArendt(1), fue el de la filosofía. ¿Cómo entender que la disciplina del análisis y de lareflexión crítica por excelencia haya quedado al margen del trabajo necesario de lamemoria y, lo que es aún más grave, de la experiencia analítica de las enseñanzas yde los cuestionamientos sobre lo que ocurrió? ¿Cómo explicarlo y sobre todo, cómopensar las posibilidades filosóficas que abren o permiten el pensamiento del fenó-meno de los campos de concentración y de la realización concreta de la política delexterminio?

Veo sintéticamente cinco razones fundamentales en esta insuficiencia de la filo-sofía relacionada con el tema general de los campos.

1) Como el trabajo de los historiadores necesitó cierto tiempo, empezó tarde y, dehecho, no ha concluído aún, la filosofía no dispuso de los elementos sistematizados,ni tampoco de la distancia necesaria para la formación de una mirada crítica y ob-jetiva sobre el tema.

2) Después de la segunda guerra mundial, el prestigio adquirido por la U.R.S.S.,gran triunfadora en la lucha contra el fascismo, convocó a los pensadores a unacelebración de la teoría marxista de la emancipación, que interpretaba el nacio-nalsocialismo como un avatar más del capitalismo. En otras palabras, no se vio lasingularidad del acontecimiento porque la actitud de aquella época consistió enaprovechar una oportunidad imperdible de criticar y denunciar, mediante el discur-so filosófico, aquello que había jugado un papel esencial en el nacionalsocialismo,es decir, el capitalismo militante y sus contradicciones.

3) Después de despertar del sueño político del marxismo y de sus experiencias enel mundo, el genocidio y el holocausto fueron interpretados como la realización másabsoluta de aquello que el psicoanálisis había formulado desde comienzos de siglo:la victoria de Thanatos sobre Eros. En Europa, por ejemplo, se estaba viviendo unacrisis política (Francia, mayo de 1968), y en ese marco reivindicar la liberación delEros contra todo lo que lo oprimía constituía el lema mismo de la modernidad. ¿Ydónde más que en Auschwitz la humanidad había podido verificar la dictadura delThanatos, que tenía a su servicio la maquinaria perversa del Estado?

4) Pero, más allá de estas razones generadas por la historia misma del entorno dela filosofía, existen cuestiones metodológicas, tal vez más importantes. El filósofo noestaba preparado para estudiar un fenómeno que requería un acercamiento a losprocedimientos de la ciencia histórica. Leer a historiadores como Poliakov(2) o Hil-

LOS CAMPOS Y LA FILOSOFÍA:

las nuevas tareas del pensamiento filosófico**

Prof. Bruno Guitton*

* Bruno Gitton: Profesor en Filosofía de la UniversidadFrancois Rabelais (Tours)

** Corresponde a un fragmento del trabajo original ,que será publicado en los próximos números.

Hannah Arendt

La Shoá y el pensamiento filosófico

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berg(3), precisar los detalles de una organización que fue creando centros de deci-sión, pensar la totalidad de las estructuras de un Estado, las especificidades localesde la aplicación de Wannsee(4), la colaboración de la ciencia nazi con el régimen, lasmúltiples vivencias de las víctimas, etc... resultaba un trabajo demasiado ambiciosoy considerado inútil porque, después de todo, de eso se habían encargado los his-toriadores... Además, entender exigía recurrir a los testimonios o escritos de gentecomún como Philip Muller(5), Rudolf Vrba(6), Joseph Rovan(7) que no se habían pro-puesto otra cosa que no fuera decir lo que habían visto, un material que no es con-siderado generalmente como fuente válida del pensamiento filosófico. La literaturapropia de los campos de concentración, un concepto muy reciente, no era entoncesreconocida como literatura. A esto se sumaba otro problema: ¿qué hacer con Wiesel(8),Semprun(9), Antelme(10), Rousset(11), Levi(12), etc... sobre todo cuando los filósofos seinscriben en una tradición de pensamiento que integra a sus propios autores, quesuelen comentarse entre sí, discutir unos con otros, citarse y, de este modo, auto-producirse?

5) A lo largo de los últimos veinte años se fue anunciando el fin de las ideologías.Ya nadie parecía creer en los grandes sistemas conceptuales de la filosofía política.Pero, curiosamente, esta tendencia correspondía a una reafirmación de las seme-janzas entre el nacionalsocialismo y el comunismo. Al homologar a todos los movi-mientos totalitarios, el nazismo perdía su identidad, y de ese modo, el Goulag o elexterminio solían decir lo mismo.

Pero si estos obstáculos impidieron que durante muchos años el fenómeno de loscampos de concentración y el exterminio de millones de personas fueran analiza-dos tal como ocurrieron, quizás tengamos ahora, gracias a la distancia y a esa in-mensa bibliografía con la que contamos, la oportunidad de intentar hacerlo. La pro-blemática que se nos presenta, entonces, consiste en saber si podemos o no pensarAuschwitz a partir de la búsqueda de su realidad o si vamos a dejar la reflexión, unavez más, en manos de los sistemas de pensamiento sicológico, sociológico, o de lafilosofía política del totalitarismo.

Me parece que, para intentar comprender lo que Auschwitz representa, es nece-sario confrontar la filosofía y la historia a partir, tal vez, de un nuevo método que in-tegre los documentos y los trabajos de los historiadores como verdaderos funda-mentos de la meditación sobre la Shoá y más generalmente sobre el exterminio

Notas1. Arendt, Hannah , Eichmann à Jérusalem, Editions Gallimard, 1966.2. Poliakov, Léon, Le bréviaire de la haine, Editions Calmann-Lévy, 1958.3. Hilberg, Raoul, La destruction des juifs d’Europe, Editions Fayard, 1988.4. La conferencia de Wannsee estuvó organizada por Reinhard Heydrich el 20 de enero de 1942. Ella pla-

neaba la eliminación de los judíos europeos por medio de asesinatos o exterminarlos mediante el tra-bajo. Además de Reinhard Heydrich y Adolf Eichmann, el oficial de la S.S que había preparado los in-formes de esta conferencia, estuvieron presentes otros 13 miembros representantes de los principalesministerios interesados en esta cuestión.

5. Muller, Philip, Trois ans dans les chambres à gaz d’Auschwitz, Editions Pygmalion 1980.6. Vrba, Rudolf, Je me suis évadé d’Auschwitz, Editions Ramsay, 1988. 7. Rovan ,Joseph, Contes de Dachau, Editions Julliard 1987. 8. Wiesel, Elie, La nuit, Editions de Minuit, 1958.9. Semprun, Jorge, L’écriture ou la vie, Editions Gallimard 1994, Le grand voyage, Editions Folio Gallimard,

1963.10.Antelme, Robert, L’espèce humaine Editions Gallimard, Tel, 1978.11.Rousset, David, L’univers concentrationnaire, Editions de Minuit, 1981.12.Levi, Primo, Si c’ est un homme, Editions Presses Pocket Julliard, 1987.

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Quien visita Canadá, aprecia inme-diatamente la diversidad étnica y cultu-ral de su población. Este “Canadá decolores” queda de relieve en Toronto,donde las distintas colectividades ha-cen sentir su presencia a través de res-taurantes de comida étnica, comerciosde productos típicos y barrios enterosque parecen “pequeñas repúblicas”enclavadas en la geografía canadiense.Desde hace más de medio siglo, el paísha recibido en forma continua oleadasde inmigrantes, perseguidos políticos yvíctimas de los conflictos armados. Estatendencia se acentuó fuertemente so-bre fines de la década del ‘60 y comien-zos del ‘70, manteniéndose hasta elpresente.

En la actualidad la colectividad demayor crecimiento demográfico es laasiática, en su mayoría de origen chino.Concentrados en la región del Pacífico,los asiáticos cuentan además con unanutrida presencia en Toronto. El antiguobarrio judío de Spadina se convirtió enel epicentro de la vida social, comuni-taria y comercial de los residentes chi-nos. Una visita al mismo nos lleva acompararlo con el barrio de Once(Buenos Aires), donde los coreanos “re-diseñaron” esa parte de la ciudad tra-dicionalmente habitada por la colecti-vidad judía porteña. Spadina presentauna geografía urbana salpicada depuestos callejeros, restaurantes chinos,dragones de piedra y luces de neón queparecen señalar el fin de una era mar-

cada por los tenderos y comerciantesjudíos locales. Una vieja sinagoga, to-davía activa y con su fachada ennegre-cida, desafía solitaria el evidente pasodel tiempo.

¿REFUGIO PARA LOS PERSEGUIDOS?

Canadá goza ampliamente de unareputación internacional de “apertura”respecto de los perseguidos políticos yemigrados económicos llegados con elanhelo de arraigarse. En buena medida,esa reputación responde a una realidadconcreta. Prueba de ello son los chile-nos, uruguayos y argentinos (emigradosdurante la “Guerra Sucia”), colombianos(empujados por el conflicto armadoque desangra al país), nicaragüenses yguatemaltecos (salidos de sus paísesdurante los convulsivos años ’80), asiá-ticos, africanos, rusos y europeos delEste radicados en el país. Sin embargo,la trayectoria del país es más compleja:durante la Segunda Guerra Mundial, Ca-nadá cerró herméticamente sus puertasignorando los desesperados pedidos deauxilio de los judíos europeos.

CANADÁ Y EL HOLOCAUSTO

Según el historiador canadienseFranklin Bialystock, autor de DelayedImpact: The Holocaust and the CanadianJewish Community (Reacción Tardía: elHolocausto y la Comunidad Judía Ca-nadiense), durante las dos décadas

Canadá en tiempos del Holocausto

Puertas cerradas

Dr. Pedro Germán Cavallero*

* Abogado - Coordinador del “National Council of La Raza”, (NCLR), Washington.

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posteriores a la II Guerra la Shoá “estuvoausente en la vida de los canadienses”.Para Bialystock, esa “amnesia generali-zada” incluyó también a una parte de lacomunidad judía local. Este dato resul-ta significativo si se tiene en cuenta queel 15 por ciento de los judíos canadien-ses eran sobrevivientes del Holocausto.Durante años, las instituciones educati-vas comunitarias tampoco hicierongrandes avances en la difusión de la ex-periencia, tanto en el ámbito internocomo con la opinión pública. Habríande pasar tres décadas (hasta comienzosde los ’80), para que se produjera unvuelco fundamental y se “redescubrie-ra” el exterminio perpetrado por elTercer Reich.

Sorprendentemente, el cambio sobre-vino en 1982 a partir de la publicacióndel libro None Is Too Many (Ninguno YaSon Demasiados). La investigación de

los historiadores canadienses IrvinAbella y Harold Trouter generó un grandebate en el país al revelar por primeravez la política de “puertas cerradas”implementada por el primer ministroMackenzie King con relación a los refu-giados europeos. Mackenzie King, elformidable líder del Partido Liberal queencabezó el gobierno entre 1926-1948, ejerció el cargo durante 22 años,convirtiéndose en una figura de enor-me popularidad y gravitancia en la vidapolítica canadiense. Las revelacionesde los historiadores Abella y Trouterfueron acompañadas por otras aún másdesconcertantes: además de impedirseel ingreso a Canadá de las víctimas delnazismo, se autorizó la entrada de cri-minales de guerra nazi.

Bialystock destaca como factor rele-vante del período histórico la relativa“pasividad” de la comunidad judía ante

las reiteradas negativas del gobierno.Sin embargo, una de las explicacionesque rescata de sus investigaciones paraexplicar este fenómeno deriva de la si-tuación que atravesaba durante esosaños el judaísmo canadiense: “fraccio-nado, débil y sin capacidad real parallegar hasta los círculos de poder”. Esascircunstancias, al combinarse, impidie-ron influir de una forma efectiva en eltrazado de la política doméstica y en lainternacional.

LOS AÑOS DE PREGUERRA

Durante los años previos a la II Gue-rra Mundial Canadá se esforzaba porromper con una tradición antisemitaque impregnaba a distintos segmentosde la población. En el ámbito domésti-co actuaban varios grupos pro-fascistasque enrarecían el clima de opinión ge-

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neral. Entre ellos, eran particularmenteconspicuos el Partido Nacional SocialCristiano (NSCP) y el Partido Naciona-lista de Canadá, ambos de fuerte orien-tación fascista y antisemita. Estos gru-pos impidieron que tomara forma unapolítica humanitaria destinada a socorrera las víctimas del nazismo. En el mismocontexto, tampoco puede obviarse laparticipación de Canadá en el esfuerzobélico aliado. Desde su alineacióncontra las potencias del Eje “la preocu-pación por las víctimas del Holocaustoquedó relegada por la atención dedica-ba a la guerra misma”. Otros historia-dores sostienen que, además de todosesos factores, en los círculos influyentesse creía que el asentamiento de judíoseuropeos “no era viable en Canadá”,aunque sí era posible en la Palestinabajo control británico”.

EL FRENTE INTERNO

Otra circunstancia que impidió abrirla inmigración de refugiados y perse-guidos judíos estuvo dada por la mar-cada cautela que prevalecía entre algu-nos líderes comunitarios judíos. Estosveían como prioritario orientar a la co-munidad “a superar los obstáculos in-ternos creados por el antisemitismodoméstico, como condición necesariapara insertarse socialmente”. De acuer-do a esta visión, el crecimiento “rápido”de la minoría judía hubiera puesto enpeligro el dificultoso proceso asimila-cionista que estaba teniendo lugar. Alcomenzar la guerra, la comunidad judíaalcanzaba las 167.000 personas, o sea el1.5 por ciento de la población total. Deellos, 50 por ciento eran inmigrantesprocedentes en su mayoría de Rusia,

Polonia y Rumania. Esa presencia, re-ducida, con un nivel muy incipiente deinserción social y un alto componenteinmigrante, enfrentaba la discriminaciónen sus más variadas formas. El acceso ala vivienda, empleo, establecimientoseducativos, parques, paseos públicos ycomercios privados era restringido pa-ra los judíos canadienses. En este con-texto, eran comunes (fundamental-mente en la provincia de Ontario) loscarteles conteniendo leyendas tales co-mo: “Sólo Gentiles”, “Judíos No” y“Cristianos Solamente”. La realidadsocial cotidiana limitaba las posibilida-des concretas de la comunidad judíapara abogar (menos aún “presionar”)en favor de la obtención de permisosde ingreso para familiares, amigos opersonas del mismo pueblo.

HUÉSPEDES EN LA PROPIA CASA

Recién a comienzos de los años ’40,comenzó a debatirse una legislación decontenido antidiscriminatorio que ha-bría de permitir alcanzar progresiva-mente un trato más igualitario para losjudíos locales. Durante el mismo perío-do, los tres parlamentarios canadiensesde origen judío que integraban el Par-lamento, Samuel Jacobs, Sam Factor(ambos del Partido Liberal) y A. Heaps(de la oposición), estaban muy lejos delos espacios políticos de decisión, tantoen sus respectivas bancadas en la Cá-mara de los Comunes como en el mar-co de sus agrupaciones políticas. Segúnlos historiadores Abella y Trouter, losjudíos canadienses “tenían la sensaciónde ser ‘huéspedes’ en su propia tierra,de estar en Canadá pero no ser parte dela misma”. Ese sentimiento colocaba a

la dirigencia comunitaria en una situa-ción extremadamente débil al dialogarcon las autoridades gubernamentales.

Los distintos académicos que han in-vestigado el período coinciden en se-ñalar que la “diplomacia silenciosa” se-guida por los dirigentes comunitariosfrente al gobierno (para persuadirlo deabrir la inmigración) evidentementefracasó, al igual que fracasaron los es-fuerzos de las organizaciones judíasdestinados a recaudar ayuda humanita-ria. Tras la liberación de los campos deconcentración, el gobierno de Macken-zie King no modificó en absoluto suposición intransigente respecto de losrefugiados judíos. King permaneció alfrente del gobierno hasta bien entradala posguerra, siendo reemplazado co-mo premier a fines de 1948. SegúnAbella y Trouter, para el líder liberal nohabía “un beneficio electoral directo”derivado de la adopción de una posi-ción más receptiva. De igual forma, unaparte importante de la opinión públicacanadiense seguía aferrada al antise-mitismo, y los judíos residentes en elpaís continuaban siendo vistos en for-ma negativa.

Finalmente, una cifra revela con cla-ridad la “eficacia” y “dedicación” con lacual la burocracia gubernamental cana-diense implementó la política de“puertas cerradas”. La misma surge delnúmero de refugiados judíos que fue-ron autorizados a entrar al país: entre el1 de abril de 1945 y el 31 de marzo de1947, Canadá aprobó el ingreso de tansólo 2.918 judíos europeos. Estos cons-tituyeron el 3 por ciento de los 98.011inmigrantes (fundamentalmente euro-peos no judíos) ingresados en dichoperíodo

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El 27 de Septiembre, bajo el título “LaShoá: Testimonio del Desamparo” se de-sarrolló en la sede de la Fundación Me-moria del Holocausto, una actividad paraacercar y encontrar a dos generacionesdiferentes y poder así transmitir directa-mente de boca de quienes lo vivieron, laexperiencia histórica del pueblo judío enépocas del nazismo. Esta actividad fue laprimera de una serie de actividades quecoordinan conjuntamente el EVC (Red dejóvenes profesionales judíos) y miem-bros de la FMH.

La coordinación del encuentro estuvoa cargo del Dr. José Milmaniene, médicopsiquiatra y psicoanalista, quien realizóun abordaje psicoanalítico de los aconte-cimientos de la Shoá, a partir de los testi-monios presentados.

Las palabras testimoniales brindadaspor los sobrevivientes, evidenciaron unagran emotividad y sabiduría. De los deta-lles más minuciosos de sus vivencias en laEuropa nazi podían obtenerse los con-ceptos más generales del horror y la sis-tematización del desamparo.

Los testimonios provenían de dos per-sonas diferentes, con experiencias dis-tintas, y que en la actualidad transmiten,cada uno con su sello personal, los avata-res sufridos en esa época de horror. Esposible así encontrar dos posicionesdiametralmente opuestas unidas por uneslabón común: el recuerdo.

Ambos sobrevivientes cumplen con elmandato esencial de la Shoá que es latransmisión y su permanencia en la me-moria. Pero así como hemos escuchadotantas veces frases como “Ni olvido niperdón”, en esta oportunidad presencia-mos una bipolaridad conceptual que tie-ne como pivote el precepto del recuerdo.

Eugenia Unger no olvida ni perdona... ycomo enfáticamente aclara reiteradasveces en su fotográfico discurso, lo queocurrió no es pasible de restitución, y nohabría lugar en su mundo para ser cle-mente con quien no lo fue con ella y susseres adorados. Con crudeza relata laimplacable injusticia que la acompañódurante tantos años como su sombra, in-separable. Como si reviviera cada mo-mento en el campo de exterminio deAuschwitz nos deja ver que la tinta que

marca su brazo llega mucho más allá de lapiel, y se aloja en cada célula de su cuer-po, y la acompaña cada segundo de susdías. Para ella con seguridad no existie-ron los justos, “no olvida ni perdona”.

Leon Grzmot por su parte, comparte surelato con cierta pausa, como si el tiempole indicara que la forma más sencilla detransmitir lo que vivió se basa en com-prender las grandes instancias histórico-sociales que hicieron posible la idea yejecución de la eliminación sistemáticade un pueblo. Fiel al recuerdo y al “no ol-vidarás”, Leon presenta una variante aldiscurso de Eugenia: la comprensión y laposibilidad de aceptación de las discul-pas. En su óptica, la injusticia de los actoscometidos contra él y su familia, así comotantas otras miles de familias a su alrede-dor, no debe darse por prescripta por elsimple hecho de recibir disculpas forma-les de un gobierno, o restitución moneta-ria de otro. Sin embargo cree que hay queobservar estos gestos como una forma derecuperación moral y ética de quienesquieren romper con la transmisión delodio generacional, para evitar nuevosgenocidios, pero más que nada pretendeotorgar un lugar a aquellos “justos” quehicieron lo humanamente posible poraliviar el dolor padecido por los judíosdurante el Holocausto.

El Dr Milmaniene señaló con maestríael leimotiv de cada uno de los sobrevi-vientes, que es mantener la llama encen-dida del traspaso generacional, para en-samblar cada eslabón de la cadena quemantiene unido al pueblo judío a travésde invariables persecuciones, pero des-tacando como paradigma, el holocaustoperpetrado por el nazismo.

A pesar de las diferencias, y de la disí-mil expresividad afectiva de cada discur-so, ambos parecen indicar que el recuer-do y su transmisión hacen a una memoria

inextinguible, aquella que se manifiesta através del escalofrío que corre por elcuerpo y el espíritu de un joven que noestuvo allí para vivirlo, que se torna mate-ria en la lágrima que rueda por su mejilla,y se hace asfixiante en aquel nudo en lagarganta que no le permite expresar todoaquello que siente como “ya vivido”.

Dos discursos que en definitiva brin-dan el ejemplo que necesitamos para vi-vir en estos tiempos y poder manteneraquellas palabras que resuenan desde lascenizas de cada marcha de la muerte, yde cada marcha por la vida: “nunca digasque este es tu último camino”. En aquelHimno de Partisanos se resume el men-saje que los sobrevivientes entregaron alos jóvenes presentes, que en definitivaes el mismo que estos jóvenes les devol-vieron: “Estamos aquí”

EVC (Einstein Virtual Campus). Red de jóve-

nes profesionales judíos.

Shoá: testimoniodel desamparo

Encuentro con jóvenes

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El domingo 15 de septiembre, duran-te las Altas Fiestas del calendario hebreo(Iamim Noraim) la Fundación Memoriadel Holocausto organizó un acto desti-nado a rendir homenaje a los seis millo-nes de judíos inmolados en la Shoá., elque contó con la adhesión de la Embaja-da del Estado de Israel, del Congreso Ju-dío Latinoamericano, la AMIA, DAIA, elGran Rabinato de la República Argenti-na y Sheerit Hapleitá (Asociación de So-brevivientes de la persecusión nazi).

La Fundación organiza este homenajeasumiendo el legado de la Unión Cultu-ral Israelita Polaca en la Argentina queintegran miembros de las comunidadesarrasadas por el nazismo: Varsovia, Pra-ga, Belchatow, Lodz, Lublin, Dubno,

Wengrow, Levartov, Biala Podalska, Rov-no, Sarnacki, Losice, etc.

El acto se inició con el encendido delas seis velas alusivas por parte del pre-sidente de la Fundación, Dr. Gilbert Lewi,hijos de sobrevivientes y miembros deinstituciones comunitarias.

Sobrevivientes de la Shoá se dirigie-ron a los presentes: el Sr. Juan Lichtigmediante la lectura de un poema alusi-vo; la Sra. Eva Rosenthal con un sentidotestimonio y el Sr. León Grzmot recor-dando a las comunidades y a los marti-res de la Shoá.

Finalmente el Sr. Yehuda Laufban re-cito el “Izcor” y el Jazan Oscar Fleischersalmodió “Kel male rajamím”, tradicio-nales oraciones establecidas por la reli-gión judía para recordar a sus muertos, yfinalizando el acto todos los presentes

entonaron el “Himno de los Partisanos”.Miembros de la Embajada del Estado

de Israel en la Argentina, del CongresoJudío Latinoamericano, directivos de laAMIA, DAIA, B'nai B'rith, el Gran RabinoShlomo Ben Hamú, oriundos de las co-munidades destruídas en Europa Centraly Oriental, dirigentes de institucionescomunitarias acompañaron en esteemotivo, sentido y sobrio acto de home-naje, a los sobrevivientes de la Shoá pre-sentes y miembros de la Fundación

Emotiva ceremonia de recordaciónIZCOR

El día 21 de agosto realizamos en conjunto con laComunidad de San Egidio y la Universidad CatólicaArgentina el Encuentro “Testigos del dolor, una mi-rada hacia la esperanza” Testimonio de sobrevivien-tes de la Shoá en Argentina: un aporte para la cons-truccion del bien común.

La cálida recepción por parte del Dr. Delbosco, de-cano de la Facultad de Filosofía y Letras, del Prof.Nestor Auzá, de la Arq. Andrea Poretti y el Prof. MarcoGallo y la presencia de más de un centenar de jóvenesestudiantes hicieron de esta velada un momento inol-vidable para los Sobrevivientes de la Shoá, las Sras.Ella Bernath, Bety Samuilov, Eva Rosenthal, MónicaDawidowicz y el Sr. Juan Lichtig, que dieron testimonio.

El Sr. Presidente de la Fundación, Dr. Gilbert Lewi,señaló el marco institucional de esta actividad y des-tacó la importancia de nuestro trabajo cotidiano pa-ra preservar la Memoria de la Shoá y por la solidari-dad entre los pueblos.

Las palabras pronunciadas por la Arq. Andrea Po-retti de la Comunidad de San Egidio expresan clara-mente el objetivo de esta reunión:

“... Este encuentro apunta a dos direcciones: por un lado,la posibilidad de escuchar el testimonio de los "testigos deldolor", que en sus propias vidas, en sus cuerpos y hasta enlo más profundo de sus existencias, han pasado por humi-llaciones y vejaciones, despojos como los que se propusie-ra un aparato precisamente ideado como máquina demuerte. Esta memoria es como una compañera del caminoque nos ayuda a no repetir los errores del pasado. Y porotro lado, es una deuda que tenemos hacia quienes no hanvuelto jamás... junto al dolor, al recuerdo, este encuentromira al futuro con esperanza”.

Testimonios de Sobrevivientes de la Shoáen la Universidad Católica Argentina

Dr. Gilbert Lewi

Sr. Juan Lichtig

Sra. Bety Samuilov De izq. a der.: Ella Bernath, Eva Rosenthal y Mónica Dawidowicz.

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Adhesiones

Dr. Gilbert Lewi y flia.

Dr. Abraham Boczkowski y Sra.

Dr. José Milmaniene y flia.

Dr. Sixto Stolovitzky y Sra.

Flia. Luterstein

Adriana y Daniel

Arq. Bernardo Triskier

Flia. Ruskolekier

Ezequiel y Lucila Ursztein

Estudio Weiss-Freilich

Marcelo Kohan

Adhesión N.N.

Centro de Convenciones y Eventos Palais Rouge

En memoria de las víctimas de Koretz

Iashe Esterman

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Daniel Vernik y Sra.

Nusia y JulioLeón Dissi

Juana Schis de Dissiy

Samuel Jatemliansky

Balcarce 226 2º piso of. 7Tel.: 4345-6555

Adhesión

Adhesión En memoria de

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www.bodegasalentein.com e-mail: [email protected]: Emilio Civit 778 (M5502GVU), Ciudad de Mendoza, Argentina · Tel.: (54261) 423-8514 · Fax: (54261) 423-8565Oficina comercial: Humboldt 2355, 1º piso (C1425FUE) Buenos Aires, Argentina · Tel.: (5411) 4777-8880 · Fax: (5411) 4778-0294