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NOTICIARIO

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NOTICIARIO

KOBIE (Serie Paleoantropología), Bilbao Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia N.º XX, 1992/93

TUMULO DE MENDIGANA (GORBEA)

Partiendo desde Víllaro por pista forestal se asciende des­pués de varios kilómetros de duro repecho al lugar denomina­do de Mendigana, allí donde junto a la pista se levanta un Re­fugio, y donde los fines de semana es lugar de esparcimiento de numerosas familias por disponer de una fuente y asadores al aire libre.

En la espesura del bosque y cerca de la cumbre del monte Mendigana se levanta un gran túmulo circular de unos 10 m. de diámetro y una algura de 1,5 m. con una especie de cráter. El galgal está compuesto de tierra y piedra arenisca, asoman­do una piedra caliza en su parte central.

Lo vimos por primera vez el 12 de junio de 1992, hallán­dose al N.NW del citado Refugio o "Aterpe" a 168 metros de distancia, en el término municipal de Villaro.

Habida cuenta de la construcción en las cercanías de varias pistas forestales, habrá que tenerse la prudencia necesarias, hasta que no se efectúe un sondeo, de adscribirlo a un túmulo dolménico prehistórico, pues el amontonamiento de piedras a los lados de las pistas suele ser práctica habitual, si bien el crácter central, parece alejar toda sospecha de su intencionali­dad reciente. (Foto 1, 2, Gráf. 1).

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MENHIR DE ZASTEGI (GORBEA)

Este posible menhir situado en término de Zeanuri, se ha­lla, una vez rodeado el paso de Aldape, en dirección a Egiri­ñao, en las primeras campas herbosas que conducen a Zaste­gi, por encima de un grupo de txabolas y en una especie de rellano amesetado. Su posición hasta hace poco era la de tum­bada, y ya hace muchos años era conocida por el Grupo Espe­leológico Vizcaíno (Angel Alvarez), si bien fue publicado co­mo descubierto por Luis Millán (1), p. 148.

Es curioso constatar que el entorno donde se halla este mo­nolito es caliza, mientras que el menhir es de arenisca, proba­blemente traido de las estribaciones inferiores del Arranbal­tza. A muy pocos metros hay agua y está inmerso en una de la majadas pastoriles conocidas ya de antiguo.

En marzo de 1992, J.J. Arrate, G. Lauzirika, J.R. Romo, I. Rueda, E. Nolte y como testigo de excepción el ex-pastor Je­sús Amundarain, se procedió a levantarlo verticalmente, colo­cándose una placa con su nombre al pie del mismo (Foto 3). Tiene una longitud superior a los dos metros.

E. Nolte y Arámburu

FOTO l. Túmulo dolménico de Mendigana (Garbea). Obsérvese el cráter central (E. Nolte).

(!) MILLAN, Luis. GORBEA. 1vol.178 pp. Ed. Federación Viz­caína de Montaña. Bilbao, 1984.

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FOTO 2. Túmulo de Mendigana (Gorbea), desde otra dirección (E. Nolte).

TUMULO de MlNDl&ANA~GooEA

GRAF. l. Túmulo de Mendigana - Gorbea.

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FOTO 3. Menhir de Zastégi (Gorbea). Foto E. Nolte.

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LA ESTELA DISCOIDE DE ARANTIONES (CANTABRIA)

Arantiones es un pueblecito de Valderredible, al sur de Cantabria, hoy en día sin vecinos, salvo gentes de ciudad, que han comprado y restaurado algunas de las viejas casas y que acuden a él como lugar de descanso. Uno de estos nuevos ve­cinos, D. Agustín Agudo Castanedo, es el que tiene en su ca­sa la estela que aquí publicamos, y quien, percatado de su va­lor, conserva la pieza con todo cuidado.

Se ignora el sitio donde estaba originariamente ubicada, pero es evidente que procede de algún lugar cercano a la casa. Tenía un vástago para hincar en tierra, que, según nuestras noticias, fue roto hace relativamente poco tiempo, al pasar un carro por encima de la pieza. La estela fue identificada por uno de nosotros (A.G.A.) en el pasado mes de enero y cree­mos que es rigurosamente inédita.

Se trata de una piedra de arenisca, con un grosor de 15 cm. tallada en forma de disco. El diámetro de éste es de 77 cm. La decoración se reduce sólo a una cara y consiste en un grabado fitomorfo, enmarcado en una circunferencia. Los surcos del grabado son muy profundos, llegando hata 2,5 cm. y presen­tan estrías muy marcadas. (vid. foto).

El motivo representado (una planta o árbol) no tiene estric­to precedente -que nosotros sepamos- entre las estelas de Cantabria, bien sean de época antigua o medieval. Sólo cono­cemos un posible y lejano paralelo en la necrópolis altome­dieval de Saro de Carriedo, donde apareció una estela en una de cuyas caras hay una cruz visigótica y en la otra un motivo palmiforme. Se conserva en el Museo Regional de Prehistoria y Arqueología de Santander (1). Sin embargo, ni el dibujo es el mismo, pues en el ejemplar de Saro, a diferencia del de Arantiones, las ramas caen hacia abajo como en una palmera, ni tampoco lo es la técnica, ya que en la estela de Saro el mo­tivo vegetal y la orla que lo encierra están en relieve positivo, mientras que en la de Arantiones éste es negativo, al estilo de los auténticos grabados. Otras figuras vegetales más o menos realistas, de pequeñas dimensiones como hojas o palmas en estelas de época romana, o mayores y más estilizadas como las rosetas, tanto en estelas romanas como medievales, prácti­camente nada tienen que ver con el dibujo aquí presentado. En cambio, éste aparece en estrecha relación, tanto en el mo­tivo como en la técnica con los llamados petroglifos de Rasi­nes, similares a otros de Baviera y vinculados con la cultura de los Campos de Urnas (2), si bien en estos casos no se trata de estelas discoides, sino de piedras labradas de forma más o menos prismática.

(1) GONZALEZ ECHEGARA Y, J. y GARCIA GUINEA, M.A., Museo Provincial de Prehistoria y Arqueologfa de Santander, Madrid, 1963, p. 73; VEGA DE LA TORRE, J.R., Epigrafía del Museo de Santander, Sautuola l (1975): 215-244; BOID­GAS ROLDAN, R., Yacimentos arqueológicos medievales del sector central de la Montmza Cantábrica, I, A.C.D.P.S., San­tander, 1986, p. 169.

(2) EALO DE SA, M., Catálogo de los Petroglifos de Rasines (Cantabria), Santander, 1990.

Arantiones Valderredible.

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Respecto a la datación de la estela de Arantiones, no cree­mos estar en condiciones de asegurar ninguna cronología, por el momento. El hecho de que carezca de símbolos cristianos -como la falta de cruz-, no es un argumento serio para atri­buirla a una época anterior a la Alta Edad Media, pues esta circunstancia es frecuente en ciertas estelas de la época. Sin embargo, las grandes dimensiones del disco se aproximan más a los modelos antiguos cántabros que a los medievales. Ya hemos dicho que la decoración podría ser también un in­dicio de una mayor antigüedad. Pero habrá que esperar nue­vos datos para una clasificación más fundada de la interesante estela de Arantiones.

J. González Echegaray A. García Aguayo

"GUIPUZCOA" VASCONGADA PRIMERA CON UNA ETIMOLOGIA ESCLARECEDORA

Cuando existe el polimorfismo lingüístico, la confluencia semántica favorece la fijación de un término. En el caso de "Guipúzcoa" se encuentra documentada con seguridad como "Ipuscua" u "Ippuzka" por vez primera en el siglo XI, ya que dos citas presuntamente anteriores son reputadas de apócrifa y retocada con inciso (1 ).

Las presumibles lenguas utilizadas en la formación del nombre del referido territorio son en cuanto a la filiación in­doeuropea, el céltico, el latín y el germano, este último a tra­vés de godos y normandos (2); además hemos de incluir el vascuence, en especial para el término componenente final "EUSKO/A" que los vasquistas actuales se empeñan en con­siderar como indicativo máximo de su propia naturaleza.

El hecho de haberse transmitido oralmente hasta el presen­te desde el ámbito popular y el oficial desde el siglo XIII la forma actual "Guipúzcoa" (3), nos obliga a tener en cuenta también la posibilidad de que no haya existido una prótesis de "G" o "W", sino que tal fuera la original, y los documentos iniciales la sincoparon; entonces el análisis etimológico parte de "Wip-uscua" o "WIP-USKA"; la forma de "WIP" se escri­be "WIPE" para los germánicos y significa "pasar por enci­ma", pero también "quitar o limpiar" (4); la interpretación re­sulta difícil, pues podemos pensar que en dicha zona geográ­fica se suprimía la presencia de "euska" o "uska", o bien que había existido un desplazamiento de tales gentes sobre la mis­ma. De todas formas cualquiera de las dos acepciones nos de­lata que en algún tiempo no muy lejano a la fecha de la cita primera, la mayor parte del territorio guipuzcoano fue una zo­na limítrofe para los vascos; esto ya lo acreditaba el gentilicio de la nominación anterior, "W ARDULOS" (W ARD-UL-OS)

(1) Vizcaya, siglos VIII al XI. Los orígenes del Señorío, por An­drés Eliseo de Mañaricúa, págs. 19 y 20. Biblioteca Histórica del Pueblo Vasco. Bilbao, Caja de Ahorros de Vizcaya, 1984.

(2) Diario EL MUNDO del País Vasco. Edición Bizkaia, pág. 15 del 14/7/92. Bienandanzas e fortunas, por Lope García de Sa­lazar, T. II, pág. 391. Edición Excma. Diputación de Vizcaya. Bilbao, 1967. Historia de España de R. Menéndez Pida!, T. VI, pág. 47. Es­pasa-Calpé, S.A. Madrid, 1971. Vizcaya, siglos VIII al XI. Obra citada. Capítulo 4. Vascos y Navarros en su primera Historia, por Claudio Sán­chez-Albomoz, capítulo 5. Estudios de Arqueología Alavesa. Tomo IX, págs. 71, 72 y 73. Diputación Foral de Alava. Consejo de Cultura. Vitoria, 1978.

(3) Vizcaya, siglos VIII al XI. Obra citada, pág. 21. (4) Webster's New World Dictionary of the American Language.

Concise edition, por David B. Guralnik, general editor. Cleve­land and New York 1966, pág. 852. "Wipe" proviene del anti­guo sajón "wipian". Diccionario Universal Langenscheidt. Inglés-Español. Espa­ñol-Inglés. pág. 247. Berlín, 1960. También IP-USK-IA o Gip-usk-ia podría interpretarse como "territorio de Gip el vasco", o sea un nórdico vasconizado.

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(5), cuya etimología céltico-germánica nos concreta que era un pueblo "guardián o barrera"; el extendido apellido "Gar­cía" es una transformación del distintivo "Ward-ia > "Warth­ia" > "Warc-ia" > "Garc-ia".

Si consideramos como primigenia la forma documentada "Ipuscua" (IP-USCUA), la partícula "IP" parece reconocerse con la sajona "UP" y la céltica "ISP", y en especial en la eu­fonía de un dialecto producto de la mixtura; ambas significan "elevación" o "parte superior"; desde esta perspectiva parece ser que los "euskos" poblaban las montañas del territorio de Guipúzcoa sobre el siglo X1 o el final del siglo X.

¿Qué puede decirse respecto de la naturaleza lingüística de "USKO"? Resulta innecesario para esclarecer el último pro­ceso evolutivo del gentilicio en cuestión determinar si dispo­ne de un lexema turanio, camito-semítico o indoeuropeo; pa­rece evidente que es una síncopa de "UASKO" palabra docu­mentada en la época romana por la identidad que hubo de "V" con "U" en el latín clásico (6) y la equivalencia céltica "OU'' y "U" según las transcripciones griegas (7).

La documentación antigua, la Arqueología y los últimos avances de la Glotocronología (8) nos conducen a considerar a los vascos como descendientes de un destacamento militar "blasto-fenicio" (9) apostado durante la II Guerra Púnica por orden del general cartaginés Aníbal en el puente estratégico Pirineos-Ebro, y trasladados previamente desde las colonias que fueran fenicias en el sur de Hispania.

Un pueblo de características heterogéneas puede tomar el nombre de sus "gens" más preeminentes como una identifica­ción ambigua de sus "parientes mayores" a través de la etnia cultural; una de las más prestigiadas familias fenicias por su

(5) Webster's New World Dictionary. Obra citada, pág. 836. Anti­guo normando francés. La forma "BARD" es céltica y podemos tomarla directamente del bretón. Dictionnaire Breton. Fran~ais­Breton. Gamier, bajo la dirección de Per Jakez Helias, pág. 38, París, 1986. "UP" y "ISP" pueden consultarse en las dos obras anteriores.

(6) Latín tercer curso de Bachillerato. Edelvives, pág. 10. Zarago­za, 1971.

(7) Método Perrier Lengua Francesa. Tercer grado para enseñanza libre, pág. 9. Editorial A. Perrier. Barcelona, 1969. Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco. Cuerpo B. His­toria General de Euskalerría, por Bernardo Estomés Lasa, 221 a. de C. - 476 d. de C., pág. 194. Editorial Auñamendi, Estor­nés Lasa Hnos. San Sebastián, 1976. Nota del autor.- La expresión "EUSKO" incluye la prótesis eu­fónica de "E", como en el caso de "E-RECALDE".

(8) KOBIE. Paleoantropología, n.º 18, págs. 239, 240 y 241. Dipu­tación Foral de Bizkaia. Bilbao, 1989.

(9) Historia Romana, por Apiano, T. I, pág. 152. Biblioteca Clási­ca Gredos. Editorial Gredos, S.A., Madrid, 1980 (especial pág. 131). Textos para la Historia Antigua de la Península Ibérica, por Narciso Santos Yanguas, pág. 145. Asturlibros. Oviedo, 1980. Historias, por Polibio. Libros I-IV, págs. 313, 314, 318, 309, 31 O y 311. Biblioteca Clásica Grredos, n.º 38. Editorial Gre­dos, S.A., Madrid, 1981.

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patriotismo fue la de "GISCON" (10), como también se lla­mara el padre del general cartaginés Asdrúbal (11), que espe­ró mlitarmente en territorio hispano durante la II Guerra Pú­nica (12) y que tras la derrota que sufrió por los romanos apostó dispersa el resto de su tropa (13).

Resulta ser mucho más que otra coincidencia sugerente el hecho de que en la ambigüedad vocálica del idioma fenicio (14), superior a la indoeuropea, podría pronunciarse "GAIS­CON" o bien "W AISCON"; la primera forma es la que se ha impuesto en la zona francesa.

Durante el siglo IX todavía debía hablarse algo de bretón o galés en la zona cantábrica, pues se reconocía la similitud funcional de los significados de Bardulia y Castilla, según se deduce de la Crónica de Alfonso III "El Magno" (15) que di­ce: " ... Bardulies que ahora se llama Castella ... " Con el inicio de la Reconquista los guerreros celtas de contención del va-

(10) Ibídem, págs. 151, 156, 157, 158, 170 y 171. Historia de España, por Ramón Menéndez Pida!, T. I, Vol. I. España Primitiva. La Protohistoria, pág. 666. Editorial Espasa­Calpé, S.A. Madrid, 1982.

(11) Textos para la Historia Antigua de la Península Ibérica, por Narciso Santos Yaguas, págs. 115, 116, 118 y 119. Asturli­bros. Oviedo, 1980.

(12) Ibídem. (13) Ibídem, pág. 119. Frontino, 1, 3, 5. Pág. 120. Tito Livio, XX­

VIII, 12, 13. (14) Historias del Viejo Mundo, n.º 8. Los fenicios, señores del

mar, por Ramón Corzo, pág. 116. Historia 16. Madrid, 1988. Regreso (por la ruta de ida) de parte de los restos de la tropa de Asdrúbal hemano de Aníbal. Véase: Historia Romana, por Apiano. Op. Cit., pág. 231. Los fenicios, señores del mar, Op. cit., pág. 33.

(15) Vizcaya, Siglos VIII al XL Los orígenes del Señorío. Op. Cit., págs. 7, 77 y 88.

guadismo se unirían a los germanos en las Marcas o zonas de presión contra los musulmanes, lo que más tarde por debilita­miento y indefensión daría oportunidad a la intrusión vasca y a la nueva nominación de Guipúzcoa.

Nota del Autor:

Gabriel Carretié González C/ Menéndez y Pelayo, 12-4.º B

48006 Bilbao

El término "Ip", así corno "Wip", "Gip" y "Gib" pueden ser antro­pónimos de naturaleza germánica bastante comunes en Escandinavia; esa hipótesis evocaría las leyendas de vascos dirigidos en sus corre­rías o contiendas por caballeros nórdicos llegados por mar.

LOS VIKINGOS Y EL PAIS VASCONGADO. ULTIMOS HALLAZGOS

Son numerosas las referencias históricas a las incursiones piráticas de los pueblos germanos del norte o normandos; la primera conocida en la Península data del año 456, y fue per­pretada por los hérulos, que tras ser repelidos por ataque sor­presa en la costa lucensa, saquearon cruelísimamente las cos­tas cántabras y várdulas (1). En unas no muy recientes exca­vaciones arqueológicas llevadas a cabo por los arqueólogos Ana Martínez Salcedo y Miguel Unzueta Portilla de la Uni­versidad de Deusto, se hallaron los restos de un asentamiento galorromano de carácter industrial en Forna (Vizcaya) (2) y un puerto muy próximo que pudieran haber sido destruidos en el mencionado ataque (3). La fecha citada coincide aproxi­madamente con el inicio de las incursiones marítimas "previ­kingas" y la invasión de Britania por jutos, anglos y sajones (4). Por su localización original intermedia en la península de Jutlandia, los anglos en muchas ocasiones fueron dados como el nombre genérico de estos tres pueblos; así fue el caso de Inglaterra (5). La ausencia de datos concretos en la "Edad del oscurantismo" (6) no es suficiente razón para descartar una continuidad más o menos intensa en las incursiones piráticas de los normandos hasta el cuarto decenio del siglo VIII.

Es mediado el siglo VIII cuando comienza la llamada Era

(!) Historia de España, dirigida por R. Menéndez Pida!, T. III. Es­paña Visigoda. Las invasiones y los reinos germánicos de Es­paña, por Manuel Torres López, pág. 32. Cuarta Edición. Es­pasa-Calpé, S.A., Madrid, 1980. El Condado de Castilla, por fray Justo Pérez de Urbe!, T. I, pág. 49. Editorial Siglo Ilustrado, S.A., Madrid, 1969. Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco. Historia Gene­ral de Euskalerría, por Bernardo Estornés Lasa. Epoca Vasco­na. Volumen I, págs. 85 y 86. Editorial Auñamendi, Estornés Lasa Hnos. San Sebastián, 1981.

(2) Cuadernos de Arqueología de Deusto. Estudio del material ro­mano de la cueva Peña Forua (Forna-Vizcaya), por Ana Martí­nez Salcedo y Miguel Unzueta Portilla, pág. 63. Universidad de Deusto. Bilbao, 1988.

(3) Bizkaia. Arqueología. Urbanismo y Arquitectura Histórica. T. II. Realización: J.A. Barrio Loza (director), A. de Andrés Mo­rales, J.M. Apellániz Castroviejo, M.J. Aróstegui Irastorza, C. Bariazarra Echevarría, J.M. Cifuentes Pazos, I. García Camino, J.M. González Cembellín, A. Larrea Beobide, D. del MOnte Fernández y A. Santana Ezquerra, págs. 459 y 460. Diputación Foral de Bizkaia. Universidad de Deusto-Deiker. Bilbao-Za­mudio, 1990.

( 4) Las grandes épocas de la Humanidad. Historia de las culturas mundiales. Orígenes de Europa, por Gerarld Simons y los re­dactores de libros Time-Life, pág. 12. Time-Life Books (Ne­derland) B.V. Amsterdam, 1980.

(5) Ibídem, pág. 35. (6) Ibídem, pág. 13.

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Vikinga que se mantiene en su apogeo durante los siglos IX y X, para extinguirse ya mediado el siglo XI (7).

Los vikingos suecos se dirigieron preferentemente hacia el este, tomando Novgorod a final del siglo IX y más tarde Kiev, ciudades estas desde las cuales los jefes normandos go­bernaron como zares (8).

El occidente europeo fue saqueado por los vikingos norue­gos y daneses; las primeras incursiones ya en el siglo VIII las realizaron los noruegos dirigiéndose a Escocia, posteriormen­te a Irlanda (9), y alternando después sus correrías con los da­neses en las costas oceánicas de Francia y cantábricas hispa­nas; durante el siglo IX los noruegos intensifican la ruta del oeste llegando a Islandia el año 826 (10) y asentando colonos pioneros en Groenlandia en el 986 (11 ); pero también sa­quean Nantes en el año 843 y remontando el río Loira asolan el centro de Francia (12); en el 844 tras ataques fallidos en Gijón y Betanzos asaltan Cádiz y Sevilla, y Algeciras en el 859 (13).

Los vikingos daneses nuevamente invasores de Inglaterra entre los años 841 y 867 (14), a partir del 845 asaltaron Ruán,

(7) Los vikingos y América, por Erik Wahlgren, pág. 29. Edicio­nes Destino, Barcelona, 1990. Historia Universal Daimon, por Car! Grimberg, T. 4, págs. 196 y 197. Ediciones Daimon, Manuel Tamayo. Barcelona, 1972. Historia y Vida, n.º 140. Noviembre 1979. Los vikingos, de pág. 4 a 15, por Juan A.G. Larraya. Barcelona. Historia y Vida. Extra 23. Los vikingos, por J.L. Alcofar Nas­saes, de pág 30 a 40. Barcelona 1981.

(8) Los vikingos reyes de los mares, por Yves Cohat, pág. 62. Aguilar, S.A. Ediciones. Madrid, 1990. Historia Universal Daimon, por Car! Grimberg, T. 4, pág. 195. Ob. cit. Cuadernos de Historia 16. Los vikingos, n.º 246. Del Valga al Dnieper. El patrón de la primitiva historia rusa, por Jonathan Sheppard, de pág. 18 a 26. Grupo 16. Información y Revistas, S.A. Ma­drid, 1985.

(9) Los vikingos reyes de los mares, por Yves Cohat, págs. 28 y 29. Ob. Cit. Los hombres del norte invaden el Imperio, por José María Mínguez, págs. 4 y 6. Cuadernos de Historia 16, n.º 246. Ob. Cit.

(10) Los vikingos y América, por Erik Wahlgren, pág. 67 y 68. Ob. Cit. Orígenes de Europa, por Gerald Simons, pág. 128. Ob. Cit.

(11) Ibídem. Los vikingos y América, por Erik Wahlgren, págs. 12 y 13. Ob.Cit.

(12) Los vikingos reyes de los mares, por Ives Cohat, pág. 32. Ob. Cit.

(13) Ibídem. Historia de España, dirigida por R. Menéndez Pida!, T. IV. Es­paña Musulmana, por E. Lévi-Proven~al, págs. 144, 146, 147, 148, 149 y 150. Editorial Espasa-Calpé, S.A. Madrid, 1976. Historia de España, dirigida por R. Menéndez Pida!, T. VI. Los comienzos de la Reconquista, por fray Justo Pérez de Urbe!, pág. 62. Espasa-Calpé, S.A. Madrid, 1971.

(14) Orígenes de Europa, por Gerald Simons, pág. 155. Ob. Cit. Cuadernos de Historia 16, n.º 246. Los hombres del norte inva­den el Imperio, por J.M. Mínguez, pág. 7. Ob. Cit.

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Chartres y Tours, y llegan a París en el 885; en el 911 por el Tratado de Saint-Clair-sur-Epte el rey de los francos Carlos "El Simple" les concedió el territorio de Normandía (16).

Tan vinculados con el mar estaban los vikingos, que al fa­llecer se les incineraba en su propia nave a la que prendían fuego cargada de leña suficiente para que además provocase el hundimiento de la embarcación (17). En otros casos, según fuera su lugar de procedencia o territorio susceptible de pro­fanación, podían los vikingos ser enterrados o incinerados en tierra firme, pero dentro de un cerco de piedras en forma de nave (18). Estos cronlech naviformes de los más diversos ta­maños, tanto en sus hitos como en la superficie comprendid­da, se hallan en buen número en los países escandinavos (19). Lo más característico de estos cronlech naviformes vikingos son los hitos que simulan la proa y la popa, y en especial el primero, soliendo ser muy parecidos en todos los casos, ya que sólo existen dos variantes (20).

Como he apuntado al inicio, algunos historiadores nacio­nales y extranjeros de nuestro siglo han apoyado la presencia normanda en el País Vascongado y su intrvención en la lucha por la Reconquista; hemos de destacar al escandinavo Mel­vinger y a su obra: "Les premieres incursions des vikings en Occident d'apres les sources arabes. Upsala 1955"; de la im­portancia de tales documentadas hipótesis es testimonio el ca­pítulo o apartado del mismo que dedica el finado e ilustre profesor Andrés Elíseo de Mañaricúa en su última obra titula-

(15) Ibídem, pág. 6. Los vikingos reyes de los mares, por Ives Cohat, págs. 46, 47 y 48. Ob. Cit. Orígenes de Europa, por Gerald Simons, pág. 125. Ob. Cit.

(16) Ibídem, págs. 132 y 133. Los vikingos reyes de los mares, por !ves Cohat, págs. 52 y 53. Ob.Cit. Historia Universal. La Edad Media, T. 4, por Car! Grimberg, págs. 911 y 912. Ob. Cit.

(17) Textos Mitológicos de las Eddas, por Snorri Sturlusen, pág. 146. Editora Nacional. Madrid, 1983. Podía celebrarse el rito en tierra firme con el barco varado y calzado; en ese caso seguidamente se erigía un túmulo en el lu­gar. Cuadernos de Historia 16, n.º 246. Los vikingos. Textos, selec­ción por Cristina Granda Gallego, págs. VI, VII y VIII. Ob. Cit. Los vikingos reyes de los mares, por Y ves Cohat. Ritual fune­rario, el relato de un viajero árabe, de pág. 152 a 155. Ob. Cit.

(18) Ibídem, pág. 153. (19) La aventura de la Arqueología, por la National Geographic

Society, págs. 102 y 103. P & J Editores, S.A. Barcelona, 1989. Los vikingos y América, por Erik Wahlgren, págs. 44 y 45. Ob.Cit. Los hombres nórdicos, por Thomas Froncek y el equipo edito­rial de Libros Time-Life, págs. 81 y 82. Time-Life Internatio­nal (Nederland) B.V. 1975. Los orígenes de Europa, por Gerald Simons, pág. 136. Ob. Cit.

(20) Mundos del Pasado. The Times. Atlas de Arqueología, dirigi­do por Elizabeth Wyse y Barry Winkleman, págs. 242 y 243. Plaza & Janés Editores, S.A. Barcelona, 1992. Diccionario Enciclopédico EDAF, T. 4. Emb-gos, pág. 193. Edaf, S.A. Madrid, 1971.

da: "Vizcaya, Siglos VIII al XL Los orígenes del Señorío", aunque no haya compartido tales planteamientos; Claudio Sánchez-Albornoz en su obra: "Vascos y navarros en su pri­mera Historia", dedica un capítulo íntegro al susodicho tema, pero al menos lo acepta en parte, manteniendo dudas en algu­nos puntos.

Tras este resumen introductorio comenzaré la exposición de las pruebas que conforman mi tesis, con la única de ellas que resulta dudosa o al menos bastante objetable, pero que suscita la sospecha de su realidad.

El obispo de Beja (Portugal) en su "Crónica mozárabe del 754" de texto latino, dice así: "En la era 788 (año 750), en las nonas de abril, día domingo, durante la hora de prima, de se­gunda y casi de tercia, todos los ciudadanos de Córdoba vie­ron tres soles que brillaban y titilaban de modo maravilloso precedidos de una hoz de fuego y esmeralda; y desde su apa­rición, por mandato de Dios, sus ángeles devastaron con un hambre intolerable a todos los habitantes de la patria España" (21). Parece una exposición puramente alegórica de un monje piadoso, referente a unos fenómenos astronómico y meteoro­lógico que comprenden una sequía; pero en realidad podría haber omitido la intervención de los "ángeles devastadores" pues tiene un sentido de acción material destructiva y no de labor agrícola improductiva; el tema crucial de esta cuestión es que el término latino utilizado "ANGEL!" (ángeles), pu­diera ser ANAPTIXIS de "ANGLI" (anglos), ya que ambos pertenecen a la segunda declinación; los topónimos de la po­blación de ANGULO situada estratégicamente en la provin­cia de Burgos junto al límite del País (22), y Sierra Salvada, (nombre evocador en este caso), llamada también Peña Angu­lo (23), pudieran ser metátesis de "ANGLIO", dada la exis­tencia pretérita local de la "u" protusa gala. Tal vez en la na­rrativa del obispo Isidoro de Beja no hubiera tanta sublima­ción religiosa y sí en cambio estricta disciplina de la jerarquía eclesiástica, ya que el papa Gregorio I "El Magno" que ocupó el solio pontificio entre los años 590 y 604, había declarado respecto a los anglo-sajones: "que estaba muy bien llamarles ángeles, y que era justo que fueran herederos de los ángeles en el cielo" (24 ).

En apoyo de lo expuesto existen dos documentos incues­tionables respecto a la autenticidad y naturaleza de los he­chos; en especial el que pertenece a la documentación medie­val de la catedral de Burgos y afirma que en la "Era DCCCXXXVII", -año 799-, "salio flama del mar, e encen­dio muchas villas e cibdades", en Zamora, Castrojeriz, en

(21) Vascos y navarros en su primera historia, por Claudio Sán­chez-Albornoz, págs. 96 y 97. Ediciones del Centro. Madrid, 1974.

(22) La Tierra y los valles de Mena. Biografía de un Municipio, por José Bustamante Bricio, págs. 30 y 31. Bilbao, 1971. El libro de Amurrio, por José Madinabeitia, pág. 33. Edita Consejo de Cultura de la Diputación de Alava. Vitoria, 1979.

(23) La Villa de Arceniega, por el Pbro. Dr. D. Eduardo de Escar­zaga, pág. 5. Bilbao, 1931.

(24) Los orígenes de Europa, por Gerald Simons, págs. 62 y 63. Ob. Cit.

Briviesca, en Burgos, en la Calzada, en Pancorvo, Belorado, "e otras muchas villas" (25).

La siguiente prueba carece de toda duda en cuanto a la in­terpretación; pertenece al historiador vizcaíno, -concretamen­te encartado-, Lope García de Salazar, que en su obra "Las bienandanzas e fortunas", libro XIII, folio 219 cara 2.ª y folio 220 cara l.ª, y en castellano bajomedieval narra la llegada y penetración por Santoña-Laredo y por el curso del río Ner­vión de los "godos de las yslas dEscancia (Escandinavia) que benían en socorro de los godos dEspaña" en el año 740. Po­dría infundirse la duda respecto lo afirmado, en cuanto que tal preeminente señor no fue testigo presencial de los hechos que sucedieron 659 años antes de su nacimiento; pero también es cierto que nadie mejor para recogerlos que dicho señor sola­riego encartado, el más poderoso de la zona en su tiempo, con sus considerables medios económicos, amplias relaciones y la disponibilidad de acceso a todo tipo de documentación que le confirieran sus cargos de Prestamero del Señorío, Merino de Castro Urdiales y Preboste de Portugalete (26), los documen­tos familiares de sus linajes, y su insaciable avidez por el co­nocimiento del pasado, quizás insuperable, pues gustaba tanto de los libros que se los procuraba por todas partes; tal fuera su afición que impresiona al manifestarla (27). En cuanto a lo que hubiera podido recoger por transmisión oral de sus paisa­nos, pudiera esperarse que no hubiera de dar fechas fiables; parece no haber sido así, ya que en la Crónica de Alfonso III "El Magno" se hace mención de la repoblación llevada a cabo por Alfonso I (739-757) en Asturias, Transmiera (Santoña) y en las dos localidades encartadas de Sopuerta y Carranza (28), pero no especifica que fuera con normandos; por asocia­ción resulta racional extender el mismo tipo de inmigración, ya que los textos no recogen diferencias.

Conviene tener presente que para los historiadores arabis­tas y los especialistas en temas escandinavos, "mayus" y "machus" son expresiones que los árabes empleaban para describir a los vikingos (29).

(25) Efemérides burgalesas. (Apuntes históricos), por Juan Albare­llos Berroeta, págs. 191 y 192. Cuarta edición. Diario de Bur­gos, S.A. Burgos, 1980.

(26) Don Lope García de Salazar, por Rafael González Orejas, págs. 11 y 12. Colección Temas Vizcaínos, editada por Bilbao Bizkaia Kutxa, n.º 190. Octubre, 1990.

(27) Las bienandanzas e fortunas. Códice del siglo XV, por Lope García de Salazar, T. I, pág. 12. Publicación patrocinada por Ja Excma. Diputación de Vizcaya. Bilbao, 1967.

(28) Vizcaya, Siglos VIII al XI. Los orígenes del Señorío, por An­drés Eliseo de Mañaricua Nuere, pág. 77. Biblioteca Histórica del Pueblo Vasco. Caja de Ahorros Vizcaína. Bilbao, 1984.

(29) Historia de España, dirigida por R. Menéndez Pidal, T. V. Es­paña Musulmana, por E. Lévi-Proven~al, pág. 60 y 62. Ob. Cit. Historia de España, dirigida por R. Menéndez Pidal, T. IV. Es­paña Musulmana, por E. Lévi-Proven~al, págs. 146, 147, 148, 149 y 150. Ob. Cit. Ref. (13). Los vikingos y América, por Erik Wahlgren, pág. 34. Ob. Cit. Cuadernos de Historia 16, n. º 246. Los vikingos. Los adorado­res del fuego en Ja Península, por José Luis Martín, pág. 27. Ob.Cit.

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Las siguientes fuentes escritas que voy a hacer referencia son árabes y tienen el valor documental del celo de una civili­zación en preservar el cenit de su esplendor material, de las letras y épico.

Según los textos árabes del oriental Ibn al-Atir (1160-1234) y del marroquí Ibn Idari (1306) conocedores de la obra íntegra de Ibn Hayyan ( + 1070) y quién sabe de cuántas perdi­das en la actualidad, el monarca asturiano Alfonso II "El Cas­to" (791-842), durante la razzia musulmana del año 795 "soli­citó el auxilio de los vascones y de los mayus". La correcta traducción de los temas que recojo la corroboran tanto el eru­dito Melvinger, como C. Sánchez-Albornoz y otros historia­dores de prestigio (30).

El mejor de todos los historiadores árabes Ibn Hayyan na­rra que en el año 816 las fuerzas de Alfonso II de Oviedo, junto con las del señor de Pamplona Belasco "El Gascón" y algunos contingentes de los "mayus" lucharon contra el ejér­cito de Abd al-Karim Ibn Mugait (31).

Más ampliamente difundido ha sido el pasaje de la obra histórica del citado autor cordobés Hayyan que relata la raz­zia del verano del año 825 dirigida por Ubayd Allah al-Valasi que entrando en tierras alavesas obtuvo una gran victoria jun­to a la montaña de los "machus" (32).

Son muchos los vestigios antroponomásticos anglos que en la población ha legado el paso del tiempo; fueron según Lope García de Salazar familias preeminentes en Trasmiera los Gil o Will (33), que en realidad es la forma primitiva del apellido inglés Wilson (hijo de Will); el primer conde o caudillo ala­vés registrado por las crónicas fue Eilón o Gilón (34) nom-

(30) Vascos y navarros en su primera historia, por Claudia Sán­chez-Albornoz, pág. 97. Ob. Cit.

(31) Ibídem, pág. 98. (32) Ibídem.

El Condado de Castilla, por fray Justo Pérez de urbe!, T. I, págs. 107 y 108. Ob. Cit. Historia de España, dirigida por R. Menéndez Pidal, T. VI, Los comienzos de la Reconquista, por fray Pérez de Urbel, págs. 46 y 47. Ob. Cit. Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco. Historia Gene­ral de Euskalerría. Epoca Pamplonesa. Vol. I, por Bernardo Estornés Lasa, págs. 58 y 59. Editorial Auñamendi. Estornés Lasa Hnos. San Sebastián, 1984.

(32bis).- Existe otro episodio de acción vikinga en Navarra, iniciado muy probablemente a través de territorio guipuzcoano; en los años 858-9 llegan Jos normandos a Pamplona y apresan al rey García Iñiguez ppor el que tras negociaciones cobran rescate; no lo he citado en el texto por parecer una incursión pirática, no obstante por suponerse un proceso de canje prolongado no resulta ilógico al menos que existiese un asentamiento parcial de los normandos. Vizcaya siglos VIII al IX. Los orígenes del Señorío, por A. Eliseo de Mañlaricúa, pág. 133. Ob. Cit. Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco, Historia Gene­ral de Euskalerría. Epoca Pamplonesa. Vol. I, por R. Estornes Lasa, pág. 114. Ob. Cit. Los vikingos y América, por Erik Wahlgren, pág. 33. Ob. Cit.

(33) Las bienandanzas e fortunas. Códice del siglo XV, por Lope García de Salazar. T. N, págs. 149 y 157. Ob. Cit.

(34) Historia de España, dirigida por R. Menéndez Pidal, T. VI. Los comienzos de Ja Reconquista, págs. 75 y 76. Ob. Cit.

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bres que ante la desinencia o sufijo "-on" contienen los radi­cales distintivos familiares de su naturaleza escandinava.

Existen otro tipo de evidencias de naturaleza toponímica que cuando en su análisis conllevan absoluta carencia de es­peculación y suposiciones gratuitas y alcanzan plena preci­sión en la ortodoxia lingüística clásica, resultan incuestiona­bles, y en especial cuando el número de ellas descalifica ra­cionalmente con probabilidad cualquier hipótesis de coinci­dencia casual.

Había expuesto hace años que el topónimo ribereño del Ner­vión "Olaveaga" me hacía sospechar que se trataba de un nom­bre normando, ya que incluso en el actual noruego fonética­mente significa "el solar de Olaf' (35); transcurridos algunos meses de la identificación del cromlech vikingo que describiré y publicado ya el hallazgo, durante las comunicaciones que mantuve con una Facultad ovetense, una bibliotecaria del cen­tro me comentaba al respecto que en un pueblecito asturiano llamado "Antromero" siendo niña le habían dicho ciertos luga­reños que eran rubios y de ojos claros pues según habían oído de sus predecesores era tradición que descendían de vikingos; mi perplejidad se hizo convicción al apreciar que tal topónimo en su significado en galés o bretón, --el idioma hablado en la vertiente cantábrica hasta la Alta Edad Media-, apunta al me­nos abreviadamente al indicar "entrados en el mar" (36).

Parece impensable a primera instancia que dos idiomas de una filiación lingüística tan dispar como son el árabe y el bre­tón pudieran tener en tiempos muy pretéritos una misma ex­presión o vocablo para indicar una misma condición personal e idéntico sujeto; a instancias de un aficionado inicié la si­guiente línea de investigación que ha resultado de una preci­sión asombrosa. La presunta etimología árabe de "machus", que varios autores asignan "adoradores del fuego" (37), es de

Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco. Historia Gene­ral de Euskalerría, por B. Estomes. Epoca Pamplonesa. Vol. I, págs. 110 y 136. Ob. Cit. Vizcaya, Siglos VIII al XI. Los orígenes del Señorío, por A. de Mañaricúa, págs. 150 y 261. Ob. Cit.

(35) Lexicón Sopena. Diccionario de Bolsillo. Noruego-Español. Español-Noruego, pág. 292. Jardín.- Hage. Langenscheidt. Alemán. Diccionario Moderno. Alemán-Espa­ñol. Español-Alemán, pág. 725. "Hag" -seto-. Cercado hecho de palos o varas entretejidos (EDAF).

(36) En bretón el radical o lexema "ANTR" Jo es del verbo "entrar" y del nombre "entrada"; ANTROU", "entradas"; "mor", "mar", aunque pudiera haber sido una forma dialectal "mer" Ja tomada por el francés; también "An Aotrou Mer" significa "al­calde". Dictionnaire Breton. Breton-Fran~ais. Fran~ais-Breton. Gamier. París, 1986. El lexema indoeuropeo "antr" en su forma "antrou", daría "hombres de mar", que en el bretón no es vigente, pero sí "pa­raje de mar".

(37) En las citas de Ja referencia (32) Jos traductores transcriben una presunta etimología por una nomimición asumida; no obs­tante el especialista Erik Wahlgren en su Ob. Cit. pág. 34, identifica la etimología "machus" o "madjus" con "mago". El mismo fray Justo Pérez de Urbel en su obra "El Condado de Castilla", T. I, 157, confirma que "machus" era la expresión árabe de "vikingo". El aficionado aludido es D. Femando Suárez.

importancia secundaria e incluso puede dar lugar a malas in­terpretaciones, ya que existe plena constancia de que los mu­sulmanes dedicaron concretametne la palabra para designar a los vikingos; sin embargo ocurrió que en los tiempos prime­ros de la dominación sarracena el contacto entre ambas cultu­ras, la autóctona céltica continental y bretona y la invasora eran muy estrechos con lo que resulta comprensible que a unos nuevos "intrusos" los nominaran ambas de forma idénti­ca; para los celtas locales Carietes y Autricones (38) los "ma­chus" o "machis" según su pronunciación eran como ahora para los bretones individuos de familias desconocidas y muy poco de fiar (39), como hubieron de ser entonces los vikingos arribados a sus costas. El promontorio más destacado en el Golfo de Vizcaya como es el cabo Machichaco denota en la descripción literal céltica una identidad normanda, contenien­do la asemántica epítesis o paragoge final y la lógica trans­cripción de la "s" geminada "ss" por "ch", a saber: "Machus­sak-o" -> "Machis-ssak-o" -> "Machi-chak-o" que signifi­ca "saqueo vikingo" (40). A pocos quilómetros del anterior y

(38) Los primitivos habitantes del País Vascongado, Autrigones, Caristios o Carietes y V árdulos, eran celtas galos sin vincula­ción alguna con los vascos; como los celtistas han podido com­probar con otras poblaciones peninsulares, tienen su origen en determinadas familias del centro de Europa, siendo las más re­cientes inmigraciones del siglo VI a.C. (véase: "Los celtíberos; territorio, producción y raza, por Bias Taracena. Historia de España, dirigida por R. Menéndez Pidal, T. I, Vol. III, pág. 206. Espasa-Calpé, S.A. Madrid, 1982). Los "autrigones" o "autricones" (cita primera de Tito Livio que corresponde en cierto modo con las mutaciones sincrónicas de oclusivas sor­das por sonoras del actual bretón), tal como su nombre indica son de "Autricum" (la actual Chartres), que fuera Ja capital ci­vil de Jos galos continentales; apellidos tan genéricos y exten­sos en España pero con menor raigambre toponímico han ido perdiendo vigor como son Motrico y Tricio. Los "CARI-ET­ES" (de gran parentesco con los anteriores Camutes o Cami­tes), provienen de Ja zona gala entre Mil.con y Dijon; en el País Vascongado quedan múltiples epónimos, tanto en apellidos compuestos como con aféresis: Carranza (Carr-ant-ia), Suca­rrieta < Suj-CARRI-ET-a (Pedernales), Arrieta (C-arriet-a), Arratia (C-arrat-ia), etc. Los várdulos o ward-ul-os fueron la clase social más representativa de Jos celtas, Jos guardianes de su cultura por medio del idioma y por las armas; las penetra­ciones vascas en el País sólo tuvieron éxito cuando por causa de la Reconquista estos caballeros celtas se trasladaron a Casti­lla(" ... , Subporta, Carrantia, Bardulies que ahora se llama Cas­tella, .. " referencia (28)).

(39) Dictionnaire Breton. Breton-Fran~ais. Fran~ais-Breton, por Ja­kez Helias y Emgleo Breiz. "Machin" - "Machun", pág. 213. Gamier. París, 1986. "Machín" - "Machun". Dictionnaire de Ja Jangue fran~aise. Petit Robert, pág. 1124. Le Robert. París, 1982.

(40) Dictionnaire Breton. Ob. Cit. "sach'', pág. 292. Dictionnaire de la langue fran~aise. Ob. Cit. págs. 1746 y 1747, "del antiguo alemán sakman, ladrón". (Véase: "sac"). Historia Universal Daimon, T. 4, por Carl Grimberg. La Edad Media. El choque de dos mundos: Oriente y Occidente, pág. 185. Ob. Cit. El historiador escandinavo dice así: " .. .los vikin­gos deben su nombre al vocablo "wik", que significa ensenada; en efecto solían ocultarse en las irregularidades del litoral has­ta que llegase Ja ocasión propicia de lanzarse al ataque ... ".

junto a la población de Barrica se encuentra un terreno coste­ro llamado "Machulanda" o "Machulando" (Machu-land-o) (41), que según lo ya expuesto y teniendo en cuenta que para bretones y germanos "land" significa "terreno" (42), habría de ser "el País o terreno vikingo". Alguna mayor dificultad me ha supuesto descifrar el significado céltico del topónimo "Maicholako" que corresponde a un lugar situado en territo­rio navarro muy cercano a los límites de Guipúzcoa (43), ya que en tal expresión bretona se ha desarrollado la matátesis que translada la "i" (44) como en el caso del portugués "bai­rro" y el español "barrio"; así pues "Maicholako" fuera "Ma­chiolako" -> "Machi-io-lak-o", teniendo en cuenta que para los celtas atlánticos "u" -> "i" (45), y el significado es de "territorio de asentamiento vikingo" (46).

Resulta además curioso observar que en euskera "machi" o "matxi" según lo escriben ahora significa "rebelde" (47), lo que ratifica que los contingentes marginales del territorio de Navarra o vascos hubiesen acatado el sometimiento a los in­vasores musulmanes e incluso confraternizasen con ellos; tal estado de vasallaje y advenimiento entre árabes y vascos du­rante los primeros tiempos de la Reconquista los había docu­mentado el ilustre historiador Claudia Sánchez-Albomoz en la obra titulada "Orígenes del Reino de Pamplona. Su vincu­lación con el Valle del Ebro".

Para tiempos obscuros de mucha inestabilidad y poca den­sidad documental como fuera la Alta Edad Media, las pruebas de la existencia de asentamientos permanentes vikingos con importantes intervenciones de éstos en la Reconquista de His­pania son relativamente numerosas a tenor de lo expuesto; quizás sólo se hacían necesarios los testimonios materiales para poder constatar las fehacientes declaraciones de los his­toriadores.

A final del año 1991 había descubierto dos santuarios de

(41) L'Espagne Distingueé en tous ses Royaumes. Principautés & c scavoir sous la domination du Roy Catholique les Roy mes de Castille-Leon. Mapa existente en el piso 3.º de la Cámara de Comercio de Bilbao. Cartografía Militar de España. Algorta (Getxo), n.º 37. El: 50.000. Mapas de pared de El Correo Español. El Pueblo Vasco. Mapa l.

(42) Dictionnaire Breton. Ob. Cit. (véase: "lander"), pág. 198. Dictionnaire de la langue frarn;aise (véase: "lande", pág. 1072) "del galo "landa".

(43) Cartografía militar de España "L-San Sebastián nl (40)-(64) El: 50.000.

( 44) Diccionario de términos filológicos, por Femando Lázaro Ca­rreter, pág. 277. Biblioteca Románica Hispánica. Editorial Gredos, S.A. Madrid, 1984.

(45) Filología Indoeuropea, por W.B. Lockwood, pág. 164. Edito­rial Universitaria de Buenos Aires. Buenos Aires, 1978.

(46) Dictionnaire Breton. Op. Cit. (véase: "lak", pág. 198). (47) Diccionario "IKAS". Euskera-Castellano. Castellano-Euskera.

Dialectos vizcaíno y guipuzcoano, por J.A. de Montiano y José Ramón de Urquijo, pág. 98 "matxina" - "rebelde". Academia Montiano. Bilbao, 1972.

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los celtas protohistóricos a la vera del río Nervión; el primero fuera un bosque sagrado en la parte oriental del desaparecido monte bilbaíno de Miravilla (48), y cuyas características des­tacables expone Plinio en la Naturalis Historia (49); la natura­leza atribuida carece de toda duda, pues el referido bosque se llamaba "de los Druidas" (50) o sacerdote galos. El segundo también lo reconocí inicialmente por su nombre "Délica" o "relativo a la diosa reina de los bosques salvajes" (51), topó­nimo que también se documenta en la versión "Odélica" (O'Délica) (52) que incluye el significado "gran descendien­te" (53). Adentrado el año 1992, decidí comprobar si en reali­dad el lugar respondía a la descripción etimológica y nada mejor que recurrir como guía a un amigo gran investigador autodidacta y nacido precisamente allí; para no extenderme innecesariamente diré que el resultado fue impresionante y muy significativo; se trataba del cañón del nacimiento del río Nervión que se alimenta de un gran salto y se encuentra po­blado de un hermoso bosque de hayas (54). Animado mi compañero de expedición por el éxito obtenido me instó a re­conocer una disposición de piedras que se encuentran en el alto que alimenta la caída; durante una nueva visita dirigida al alto mencionado pude llevar a cabo un registro fotográfico

(48) Plano de bilbao. G-H-5-6. Monte de Mlribilla. Excmo. Ayun­tamiento de Bilbao. Octubre, 1983. Avance del Plan General de Ordenación Urbana. Bilbao, pág. 65, dice así: "ZONA DE MIRIBILLA. La gran extensión de vacío dejado por la finalizada explotación minera ... ". Mayo, 1989. Los planos actuales no recogen el término "Monte de Miravi­lla" o de "Miribilla" como disponen.

(49) Los orígenes de Bilbao. Las Encartacions y Tierra de Ayala, por Gabriel Carretié González. Ediciones 1985-1986 y 1987. KOBIE. Revista de Ciencias, n.º 13. Estudio Etimológico del controvertido topónimo "Bilbao", de pág. 478 a 483. Diputa­ción Foral del Señorío de Vizcaya. Bilbao, 1983.

( 50) Guía Histórico-Descriptiva del viajero en el Señorío de Vizca­ya en 1864, por D. Juan E. Delmas, pág. 101. Edición de la Junta de Cultura de la Excelentísima Diputación de Vizcaya, 1944. Bilbao y los pueblos de su ría en la tarjeta postal, por Luis Amann Egidazu y Román Alonso de Miguel, pág. 10. Editorial Santurtzi, 1990.

(51) Diccionario Latino-Español, por Agustín Blánquez Fraile, T. I, A-J, pág. 538. DELIA, -AE.- Delia o Diana (nacida en Delos isla del Egeo). Diccionario de Mitología Griega y Romana, por Pieme Gri­mal, pág. 136. Ediciones Paidós. Barcelona, 1982. DEL-ia - DEL-ica (cambia el sufijo que también puede ser morfema desinencial de nominativo indoeuropeo, por un dimi­nutivo o un relativo).

(52) Historia General del País Vasco, dirigida por Julio Caro Bara­ja, T. 3. pág. 275. Obra coeditada por: Editorial La Gran Enci­clopedia Vasca y Luis Haranburu-Editor. Bilbao-San Sebas­tián, 1980.

(53) Leaner's Irish-English. English-Irish. Dictionary. O Siochfu­radha. Am Comhlacht Oideachais, pág. 76.

(54) Diccionario Histórico-Geográfico de España, por la Real Aca­demia de la Historia. Tomo III. Madrid, 1802, pág. 168. Se­gunda edición, facsímil de la primera. Editorial La Gran Enci­clopedia Vasca. Bilbao, 1980.

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preciso y extenso, necesario para un preciso análisis identifi­cativo; tras unos cuantos meses de estudio quedó el problema resuelto: se trataba de un CROMLECH NA NAVIFORMEVI­KINGO de gran extensión (55); al mismo tiempo había podi­do recopilar bastante documentación que apuntaba en pro de asentamientos vikingos en la vertiente cantábrica. Tras infor­mar al respecto a la Universidad de Deusto y al Departamento de Conservación del Patrimonio de la Diputación de Alava, fue reconocido tal crornlech como el yacimiento de registro 5.006 de la Carta Arqueológica de Alava que fuera publicado en el año 1978 (56) constando como de procedencia o natura­leza desconocida.

El monumento funerario de incineración de procedencia cul­tural normanda tiene forma de nave muy apuntada y consta de 15 hitos que se encuentran muy deteriorados, alguno incluso partido desde su base; varios están cubiertos en su totalidad por espinos y otros tumbados; no obstante los más representativos son los que conforman la proa y la popa, y en especial el pri­mero que posee una similitud asombrosa a otro existente en Di­namarca (57), circunstancia que me orientó plenamente y hace incuestionable la identidad de sus constructores.

Al profundizar en las investigaciones tuve conocimiento que por su longitud de 145 m. era el mayor crónlech vikingo descubierto, ya que el más próximo en tamaño alcanza sólo 55 m. (58).

Precisamente tales dilatadas dimensiones han sido el ele­mento crucial de juicio para datar con mínima posibilidad de error la fecha de su construcción; la única confrontación en territorio alavés directa y exclusiva en batalla campal entre vikingos y el grueso de las fuerzas musulmanas de Al-Anda­lus, según consta documentalmente fue la razzia del año 825; quizás haya sido la lucha más sangrienta que hayan librado los vikingos en todos los tiempos. La celebración de una ce­remonia mortuoria de incineración de un gran número de ca­dáveres, dispensando a todos ellos simultáneamente la máxi­ma dignidad de guerreros vikingos, hubo de ser la causa del dimensionado excepcional.

(55) Referencias (18) y (19). (56) Estudios de Arqueología Alavesa. Homenaje a D. José Miguel

de barandiarán. Tomo IX. Dólmenes y túmulos de las sierras de Guibijo y Badaya, Plantemiento para su estudio a la vista de los últimos descubrimientos, por A. Ciprés, F. Galilea y L. Ló­pez, págs. 71, 72, 73 y 97. Publicación del Instituto Alavés de Arqueología del Consejo de Cultura de la Diputación Foral de Alava. Vitoria, 1978.

( 57) Le Danemark. Introduction. Prehistoire. Ministere Royal des Affaires Etrangeres du Danemark. Volume I, pág. 92. Copen­hague, 1983.

(58) Orígenes de Europa, por Gerald Simons, pág. 137. Ob. Cit.

NOTA DEL AUTOR

a) Incluyendo la proyección de textos de documentos por el sistema de transparencias y con el mismo título, fue leído la mayor parte del presente artículo en la Universidad del País Vasco Campus de Lejona 18/11/92, y en el Aula Magna de la Facultad de Geografía e Historia de Vitoria 3/12/92; ambas lecturas fueron seguidas de extensos tumos de objeciones y preguntas orientadas por el auditorio en el esclarecimiento de la naturaleza autóctona céltica gala y no vasca del País.

Informaciones parciales han sido dadas a conocer en Radio Bilbao de la Cadena SER 7/9/92, El Mundo del P.V. 14/7/92, diario Egin 4/10/92 y 13/12/92, Informar B.I. del COMME noviembre 1992.

b) La estructura casi idéntica a la normanda que se observa en el primer registro gráfico de una nave de San Sebastián en el S. XIII que corresponde al sello de dicha villa conservado en Lille, (véase: La Marina Civil Vasca en los siglos XIII, XIV y XV, por Jesús María de Leizaola, T. I, págs. 166, 179 y cubierta. Editorial Sendoa. San Sebastiaán, 1984), en un in­dicativo de una gran influencia cultural y por tanto sugiere el asentamiento de una nutrida colonia vikinga. En el Museo Arqueológico, Etnográfico e Histórico Vasco de Bilbao se analiza y expone gráficamente una presunta evolución de la construcción naval vascongada a partir de las naves vikingas. El apellido del cronista encartado Salazar, parece correspon­derse con el escandinavo SALZER, pronunciado Salzar, pro-cedencia que él mismo indica (59). ·

El diario "El Mundo del País Vasco" del 11/9/93 recoge en una entrevista la identificación de otro santuario céltico en Deusto; dicho topónimo en la terminología galo-germana de los nervii belgas asentados en las riberas del Nervión signifi­caría "el Dios máximo" (60).

Gabriel Carretié González C/ Menéndez y Pelayo, 12-4.º B

48006 BILBAO

(59) Expandido en Época del Hallstatt desde su origen en Austria. (60) Bayona estuvo ocupada por los normandos. Historia de Ipa­

rralde, por Eukeni Goyhenetxe. Pág. 30. Editorial Txertoa. San Sebastián, 1985.

INFORME DE LA XX CAMPAÑA DE EXCAVACIONES EN ARENAZA I (GALDAMES), AÑO 1992

1.- LOGÍSTICA

1.1 Fechas

La XX campaña de excavaciones en la Cueva de Arenaza I (Galdames), se ha desarrollado en los días que van desde el 21.07.1992 al 14.08.1992, ambos inclusive. La excavación ha podido ser llevada a cabo gracias a la subvención de la Exc­ma. Diputación Foral de Bizkaia.

1.2 Equipo

La campaña ha sido realizada por las siguientes personas y funciones:

Director José Antonio Fernández Lombera Subdirector Juan M.ª Apellániz Castroviejo Encargada de Registro Arantza Saratxaga Garai Colaboradores Lorena Alonso Barba

Ana María Carro Rodríguez Larraitz Diago Ozaeta Ander Fernández Mesa Javier Gómez Aguinaga Illán Gorrotxategi González Alejandro Jorge Calleja Susana Leguina Echeberría Silvia León Nieto Margarita Lozano Melgar Antxoka Martínez Velasco Pedro Oyarzábal Cuadra Nerea Torrubia Elías

Todos los colaboradores, menos uno, son alumnos de la Escuela Práctica de la Arqueología del País Vasco (EPAPV) de la Universidad de Deusto.

1.3 Área Excavada

La zona excavada comprende 34 cuadros del llamado Sec­tor VII y que se ha venido denominando como "Saleta" de la cueva de Arenaza (Plano n.º 1). Son los mismos que los exca­vados en la campaña anterior. Estos cuadros son los compren­didos en los números 9, 11, 13, 15, 17 y en las letras N, Ñ, O, P, Q, R, y S. El cuadro Sl 7 no se excava ya que está como tes­tigo del cono desde campañas anteriores. En todos estos cua­dros se ha excavado un solo lecho, aquél que hace el número 9 (NUEVE) en el proceso de excavación de este yacimiento.

En los años 1989 y 1990 el Dr. D. Juan M.ª Apellániz ex­cavó los lechos ocho y nueve respectivamente en un área con­tigua a la que yo he excavado: los 35 cuadros que correspon­den a las mismas letras y a los números 2,1,3,5 y 7.

N.B.- A efectos de la explicación y para la orientación den­tro de la cueva, consideraré que la entrada está, aproximada­mente, mirando hacia el Sur (orientación muy cercana a la real -Plano n.º 1-). Igualmente, cada cuadro lo he divido, a efectos

293

metodológicos, en cuatro cuadrantes, que llamo Cl, C2, C3 y C4; los cuadrantes se sitúan el Cl hacia el NW, el C2 hacia el NE, el C3 hacia el SW y el C4 hacia el SE. Cuando me refiero a un cuadro en concreto lo designo con la letra y el número; si me refiero a una serie de cuadros contiguos siguiendo la línea NS los denomino con la palabra "banda" y después le pongo la letra que le corresponda; si me refiero a un conjunto de cuadros contiguos en la dirección EW, los denomino con la palabra "columna" y el número correspondiente.

2.- METODOLOGÍA

El método de excavación que he utilizado ha sido el de Le­chos. Por tal entiendo un sistema de división vertical del yaci­miento de forma que intente aislar conjuntos de objetos depo­sitados en momentos muy cercanos en el tiempo. Para ello me baso en una serie de criterios cuales son:

la disposición de los objetos y la inclinación de la ba­se de los mismos. las estructuras que puedan aparecer. la situación de las piedras grandes con base plana. la situación de los huesos planos y de los huesos lar­gos. la identificación de un conjunto que pertenezca a una unidad superior y que esté en posición reconocible. la composición y coloración de la matriz terrosa. la posible existencia de eventos geológicos con sufi­ciente superficie en un área amplia de forma que tal área tenga, bajo y/o sobre tal evento, una contempora­neidad.

Todos estos datos y cualesquiera otros que puedan ir apa­reciendo en el proceso de excavación son los que van, poco a poco y paulatinamente, confirmando y/o rectificando la situa­ción teórico-objetiva de la base del lecho en el continuo pro­ceso de excavación. Esta es, para mí, la tarea primordial en el trabajo de levantar los diferentes niveles de un yacimiento ar­queológico: haber acertado con un porcentaje suficientemente grande en la contemporaneización de los objetos (geológicos, arqueológicos, estructuras, etc.) que se han ido desenterrando, a la vez que obtener una cronología relativa de los diferentes conjuntos.

3.- SEDIMENTOLOGÍA

La inclinación que presentaba la base del lecho anterior es la siguiente: hacia el E, bandas T y S se encontraba la zona más alta y hacia el W , bandas N y Ñ, la zona más baja. Des­de el punto de vista geológico, el lecho excavado presenta una matriz de tierras bastante similares en casi toda el área con algunas diferencias que se verán más adelante. El color de la tierra del Código Cailleux estaría entre el N71 Gris en le cuadro Ql5 y el R71 Marrón oliva del cuadro Ñ11. Los colo­res obtenidos hasta ahora se asemejan bastante según puede verse en el cuadro adjunto en el que se exponen los obtenidos

294

1

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PLANON.º l.

en los lechos ocho y nueve en las dos áreas diferentes excava-das en años diferentes:

Lecho Año Cuadro Código Nombre

Ocho 1989 SS D61 Gris marrón claro NlS E90 Gris

1991 QIS D61 Gris marrón Ñ11 E90 Gris

Nueve 1990 SS C90 Gris claro NIS B90 Gris muy claro

1992 Q!S N71 Gris Ñ11 R71 Marrón oliva

Se ve que en el lecho ocho han coincidido los colores de ambas zonas y en el siguiente sigue el gris y aparece uno nue­vo, el marrón oliva.

La matriz terrosa está compuesta por una combinación de arcilla y arena. El predominio de estos dos componentes es desigual según zonas: la arcilla es más abundante en la zona más hacia la boca (SE) y la arena abunda más en el fondo de la Saleta, zona NW. En el cuadro Ñ13 apareció lo que hemos venido identificando como "costra"; entendemos por tal el re­siduo que queda en el fondo de un proceso de inundación del que se ha ido evaporando lentamente el agua y en cuya zona superior se endurece la matriz sedimentaria.

Este fenómeno ha resultado muy pequeño y ocasional, mu-

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cho más reducido que el que encontramos el pasado año (le­cho ocho) un poco más hacia el E.

Las piedras son muy abundantes y a medida que bajamos hacia el W, hacia el fondo de la Saleta, aumentan, tanto la cantidad de las piedras como el tamaño de las mismas. Los tamaños oscilan desde pequeñas de S cm. de eje mayor a las grandes con 40-SO cm., pasando por otras que hemos llamado medianas de hasta 30 cm.

4.- LECHO

Como se ha indicado antes he utilizado el "lecho" como unidad vertical de excavación. El excavado en esta campaña es el que hace el número nueve en este Sector VII. (Foto n. º 1). Este lecho nueve ha resultado de unos 9 cm. de espesor. La composición del mismo, es como sigue: afloran las cabe­ceras de las piedras que están enterradas; quitada una primera capa de tierra aparece la base de estas piedras ; bajo esta base existe más tierra con piedrecillas, quitada la cual afloran las cabeceras de las piedras infrayacentes a las que considero del lecho inferior.

Expongo los datos que me han ayudado a determinar este lecho:

la aparición de un hogar en el cuadro Ñ13 la base primordialmente plana de un gran bloque de piedra retirado del cuadro R 13

1

la disposición de todos los objetos, tanto arqueológi­cos como los de la fracción grosera la uniformidad en la composición de la matriz terrosa en un alto porcentaje de toda el área excavada.

4.1 Hogar del Ñ13

Este hogar no tiene una cubeta o ahondamiento artificial del terreno bajo sus piedras sino que éstas están depositadas en la matriz terrosa de igual manera que las de su derredor. La base de estas piedras tienen una inclinación y están a un nivel simi­lares a las piedras contiguas. Esta estructura nos sirve de apoyo para tener un porcentaje razonable de seguridad en la determi-

FOTO l.

nación del lecho: al ser un hogar simple cuyas piedras están de­positadas artificialmente pero sin ningún tipo de remoción pre­via, podemos deducir que bastantes de las piedras que lo for­man fueron depositadas prácticamente a la vez y, por tanto, se puede deducir la inclinación del suelo que las soporta.

4.2 Gran bloque de piedra en el cuadro Rl 3

En este cuadro existía un bloque de piedra muy grande que se encontraba ya totalmente desenterrado. Lo hemos quitado y hemos apreciado que la base (plana en un gran porcentaje)

295

de esta gran piedra coincide con la inclinación que he consi­derado base del lecho nueve. Se puede afirmar que cuando la piedra se depositó el suelo tendría una situación (respecto de su inclinación) bastante parecida a la que he dejado como ba­se de este lecho.

4.3 Materiales arqueológicos

Aparecen con cierta uniformidad en toda el área excavada (si bien las densidades son diferentes) por lo que dan a enten­der un plano de sedimentación bastante homogéneo; este pla­no coincide con el que he seguido para la determinación del lecho.

4.4 Inclinación

No ha sido uniforme en todo el área sino que, con un plano general de E-W (E más alto) la intensidad en la inclinación ha ido variando según zonas. Los diferentes grados de inclina­ción han coincidido con las inclinaciones que se obtuvieron en el lecho anterior, con la de las piedras del hogar, con lapo­sición de las piedras planas y de las no planas pero con el fondo plano. Los materiales arqueológicos de cierto tamaño (sobre todo los huesos largos) han confirmado la inclinación dada por los objetos anteriores.

296

4.5 Conclusión

Con todos estos datos puedo afirmar que la superficie deja­da al descubierto y que he considerado como "muro" (o fon­do, base) del lecho nueve es contemporánea en un porcentaje razonable, dándole al término "contemporáneo" una signifi­cación amplia: eventos que ocurren en un lapso de tiempo re­lativamente dilatado.

5.- ARQUEOLOGÍA

5.1 Estructuras

5.1.1 HogarN.ºUno En el cuadro Ñl3 aparece una estructura de hogar com­

puesta por una serie de piedras de tamaño mediano/grande dispuestas de manera que delimitan o establecen un ámbito interno de forma semicircular. El sedimento es de tierra con carbones abundantes que se concentran en el ámbito que for­man las piedras. Verticalmente el hogar se reduce a esta capa de tierra arenosa suelta mezclada con los carbones y cenizas. Debajo de esta tierra está la tierra con piedrecillas (grija) pro-

1 1 1 3

+

+ PLANON.º2.

pia de toda la estructura vertical del lecho. Es una estructura más sencilla y con menos entidad que el hogar del Nl5 del le­cho anterior (ocho). Este hogar del lecho nueve tiene una pie­dra arenisca, rojiza, con una superficie superior alisada que se ha utilizado como base para pulimentar, afilar o algún tipo de trabajo similar a los anteriores.

5.1.2 Hogar N.º Dos (Plano n.º 2, foto n.º 2) En el Nl3 Gusto un cuadro más abajo que el cuadro del

hogar anterior) aparece otro hogar más complejo en su cons­trucción plana que el anterior; es bastante más grande pues tiene aproximadamente un metro cuadrado. Se trata de una estructura circular en su perímetro externo y oblonga en su interior, con una piedra plana que, naciendo en el perímetro de la estructura, se introduce hasta casi el centro de la misma, desde el SW. Aún no hemos llegado a la base de este hogar por lo que todavía no contamos con datos completos sobre su construcción vertical. Dentro de su ámbito aparece una tierra diferente a la del exterior del mismo: en el interior ésta es suelta y mezclada con carbones y cenizas. Justo debajo de una de las piedras, al NW de este hogar aflora la tierra rojiza mezclada con cenizas y carbones de otro hogar cuya base se encuentra en un lecho inferior.

1 5

+

N

N

Analizando el número de hogares que han aparecido en es­ta zona vemos que son varios (Cuadro Cinco):

lecho 6, hay uno en el cuadro 015 lecho 8, hay uno en el cuadro Ñl5 lecho 9, hay uno por lo menos en el cuadro Ñl3 y, muy probablemente el del Nl3 también pertenece a este lecho y, si no, a otro muy cercano al nueve. lecho inferior al 9, hay uno por lo menos en el cuadro Nll.

Es evidente que se ve una tendencia a ubicar en esta zona de la Saleta estructuras de habitación que implican, para su uso, la presencia humana de una forma continua y reiterada.

FOT02.

5.2 Antropología Física

En el S9 han aparecido dos pequeños fragmentos de hueso de cráneo infantil a los que se les aprecian suturas (sueltas) marcadas. En el Ql5 ha salido un fragmento de mandíbula de adulto con algunos dientes muy gastados.

5.3 Fauna

El número de huesos es más abundante que los del lecho

297

anterior. Parecen restos de gran bóvido, ovi-caprino, suido, cérvido, rnicrofauna y malacofauna terrestre y marina. En la parte baja de la banda S aparece media mandíbula de carnívo­ro (perro o lobo).

5.4 Industrias

5.4. l Lítica La industria lítica en material de sílex es abundante, tanto

piezas tipologizables como lascas y lasquitas sin más. Entre otras piezas hay raspadores, puntas de flecha con pedúnculo y aletas y retoque bifacial plano, un par rnicrolitos, núcleos, etc.

Los rnicrolitos: uno es un segmento de círculo o media lu­na en sílex blanco; este tipo de sílex es diferente al que suele

ser habitual en Arenaza (sílex azul grisáceo propio de Kurtzia en Sopelana/Barrika). El retoque del arco es bidireccional predominando el inverso y la cuerda tiene unas melladuras muy pequeñas. El otro microlito es un trapecio bitruncado con la truncadura distal recta y la proximal convexa, casi an­gular. En el lecho anterior apareció otro rnicrolito (segmento de círculo), por lo que parece que empiezan a cobrar cierta entidad estas piezas a partir de estos lechos.

Hay una laminilla de dorso con sección casi triangular. Es­tá retocada con un retoque abrupto; en los dos extremos tiene

298

unos retoque !amelares muy pequeños y estrechos similares en su forma a los que se ven en los frentes de un raspador.

Existen cuatro puntas de flecha con pedúnculo central y aletas; todas tienen retoque plano bifacial y algunas han per­dido o el vértice de la punta o alguno de sus alerones.

Hay algunos raspadores sobre lasca pequeños, algunos casi carenados.

5.4.2 Cerámica El número de fragmentos que han aparecido es bastante

menor que el del lecho anterior. Algunas tienen desgrasantes finos. Sus colores son rojizos, rojo muy brillante y negro muy fuerte. Las decoraciones inás habituales son:

incisiones paralelas incisiones paralelas y oblicuas una incisión bajo la cual hay impresiones puntuales en línea muy juntas a partir de cada una de las cuales na­cen incisiones transversales a la primera y paralelas entre sí.

5.4.3 Ósea Ha aumentado bastante el número de útiles fabricados en

hueso. Resulta significativa una pieza aparecida en el cuadro Ql3. Es un hueso largo (parece ovicaprino) seccionado trans-

muestra

Arenaza AI.Pl 7 .F2.L8 Arenaza AI.Pl 7 .36.L9

n. ºlaboratorio

Ua3173 Ua 3174

versalmente (truncado en terminología lítica) en uno de sus extremos. El seccionamiento se ha hecho mediante tres cortes grandes y otro más pequeño. A 25 mm. del extremo secciona­do tiene una gran muesca que no llega a alcanzar la parte in­terna del hueso; a 20 mm. tiene otra muesca más pequeña y menos profunda que la anterior. Casi toda su superficie está llena de marcas.

5.4.4 Metal Hay unos pocos fragmentos pequeños y en estado de con­

servación bastante precario. Es difícil apreciar cuál sería la forma de la pieza original de la que formaron parte.

5.4.5 Otros Hay cuatro cuentas de collar; son de piedra blanca; una tie­

ne forma discoidea y otra es cilíndrica con la perforación en forma de diábolo o como dos conos unidos en sus vértices.

Igual que del lecho ocho se ha recogido todo el sedimento fino de toda el área excavada y también el sedimento grueso de los cuadros Nl7, P15 y Rll.

He facilitado que D." Lydia Zapata haya podido procesar tierra de este lecho. El proceso ha consistido en hacer flotar en agua los sedimentos más livianos que ésta y obtener mues-

tras para análisis de paleobotánica. Entre otros ha procesado tierra de los cuadros, Rll, Rl5, Sll, S15, y bastante de la aparecida en los hogares habida cuenta la gran cantidad de carboncillos que estas tierras contienen. Los materiales obte­nidos se encuentran en fase de estudio.

6.- ADSCRIPCIÓN CULTURAL

¿Hemos llegado ya al Bronce Antiguo en este lecho nueve o nos encontramos aún en el Bronce Medio? Intentaremos responder a esta pregunta.

Hasta ahora han aparecido indicios de que sí y hoy conta­mos con un dato nuevo que es una fechación de C14 para este lecho nueve. Incorporando este dato al resto de los existentes el análisis resultante es el siguiente.

6.1 Fechaciones

He podido realizar dos fechaciones con hueso pertenecien­te a los lechos ocho y nueve, es decir, el excavado este año y el de la campaña anterior; ambas muestras pertenecen al mis­mo cuadro, P17. Los laboratorios Svedberg de la Universidad de Uppsala (Suecia) han hecho la fechación. Los datos son los siguientes:

edad estimada BP

3805 +/- 70 3580 +/- 70

IdemAC

1805 +/- 70 1580 +/- 70

Lo primero que llama la atención es que el lecho más re­ciente tiene la fecha más antigua. Incluso corrigiendo las fe­chas con los márgenes de error de forma que se acerquen (1805 - 70 = 1735; 1580 + 70 = 1650) sigue existiendo una diferencia mínima de 85 años en contrario. De todas maneras las fechas son valiosas ya que, como la más reciente y, ade­más, incluso aplicándole la corrección hacia el momento ac­tual, nos da el 1510 AC .... lo que supone que hemos sobrepa­sado el umbral del 1500, considerándose esta fecha como más o menos límite entre el Bronce Medio y el Bronce Anti­guo.

Existen otras fechaciones de este yacimiento para lechos cercanos a éste. Apellániz fechó el lecho 7 a partir, también, de hueso en el laboratorio lsotops con el número de muestra AI.1988.SVII.L7 y el número de laboratorio I.15,851. La edad obtenida es 3370 +/- 10 B.P., 1370 +/- 10 AC.

Incluso hay otra fechación más, Apellániz fechó, a partir de carbón, el lecho 5 en el Sector III, cuadro Y6 en el mismo laboratorio; la fechación lleva la referencia de laboratorio I,16,079 y la edad obtenida es 4590 +!- 110 B.P., 2590 +/-110 AC. Considerada esta fecha como muy antigua (estamos en el lecho 5) el laboratorio vuelve a fechar a instancias del arqueólogo y lo hace con carbón de la misma muestra con el

número de referencia I,16,079C; la fecha obtenida es 4660 +/- 120 B.P., 2660 +/- 120 AC.

Sorprende que el lecho 5 pueda dar unas fechaciones tan antiguas. Veamos qué datos podemos obtener de estas cuatro fechaciones:

Lecho AñosAC Sector

Cinco 2660 +/- 120 III Siete 1370 +/- 10 VII Ocho 1805 +/- 70 VII Nueve 1580 +/- 70 VII

La fecha del lecho cinco es la más dispar de las cuatro por lo que la analizaremos primeramente. Cuenta con varias dife­rencias respecto de las otras tres, cuales son:

el lugar de donde se obtuvo la muestra está en el Sec­tor III y las otras muestras son del sector VII está hecha a partir de carbón y la otras tres a partir de hueso es de un hogar con un ahondamiento y las otras tres no son de hogares. la disparidad en las fechas respecto a la media de las otras tres es muchísimo mayor que la que puedan te­ner las otras tres entre sí.

Es evidente que todas estas diferencias no pueden explicar el porqué una fecha del lecho cinco puede ser casi 1300 años más antigua que otra de dos lechos hacia abajo. Hoy, y con los datos que contamos, es difícil encontrar la razón cierta de esta disparidad y es por lo que, en principio, esas diferencias y esa disparidad en las cifras me llevan a descartarla ante la imposibilidad de encontrarle un encaje con un porcentaje aceptable de verosimilitud.

Tenemos las otras tres fechas entre las que existen algunas congruencias:

la fecha más reciente es, también, la del lecho más re­ciente entre la fecha del lecho siete y la del lecho nueve exis­te un lapso de tiempo de 21 O años que para dos lechos de estos momentos (Bronce) daóa a 105 años teóricos por lecho. Con todas las reservas de lo teórica que esta cifra es, tampoco es excesivamente aberrante como para tener que desecharla sino que podemos conside­rarla apta para trabajar con ella.

Estas razones me llevan a aceptar como más correctas las fechas de los lechos siete y nueve frente a la del ocho, la cual seóa la dispar y a la que habría que encontrarle una explica­ción. Dando por buenas las de los lechos impares, al lecho ocho le correspondería una fechación en torno al 1475 con lo que la fechación tendóa una disparidad de 330 años. Esta ci-

299

fra correspondeóa, teóricamente, al lecho once. El pisoteo es una de las fuerzas que continuamente está actuando sobre los sedimentos y la cerámica demuestra que fragmentos de un mismo vaso se encuentran algunos lechos más altos o más bajos. Esta es una de las explicaciones que me parece más

Material Laboratorio

carbón Isotops hueso Isotops hueso Svedberg hueso Svedberg

coherente: la pieza que yo he enviado a fechar podría haber remontado tres lechos por efecto del pisoteo. Se puede adu­cir el porqué aceptar que la del lecho ocho sí y las otras dos no. La falta de argumentación objetiva es evidente: es tan posible lo uno como lo otro ..... además existiendo otras posi­bles causas para esta disparidad tan probables como la ante­rior: contaminación de la muestra, error en el análisis, etc. Ahora bien, esta explicación encaja con otros datos obteni­dos por otros medios diferentes de las fechaciones y la pro­babilidad de coherencia que encontramos en nuestra explica­ción es razonablemente mayor. Con ello y con todo es difícil poder acertar con fechas realizadas en estas condiciones de diferentes muestras, diferentes laboratorios, márgenes de error amplios, etc., etc. pero a pesar de no contar con más y mejores fechaciones, creo que los datos actuales tienen un porcentaje de probabilidad lo suficientemente amplio como para poder aceptarlo. Considero, por tanto, a las fechaciones de los lechos siete y nueve como bastante coherentes, admi­sibles y no excesivamente dispares como para invalidarlas, sino todo lo contrario.

6.2 Cultura

Recapitulemos los datos y veamos si ciertamente hemos sobrepasado el Bronce Medio y nos encontramos ya en el Bronce Antiguo.

l.º.- En le lecho siete (fechado el 1370 +/- 10 AC.) y en es­te mismo Sector apareció una punta en cuerno de do­ble sección. Esta pieza existe también en los yaci­mientos de Atapuerca y Los Husos en niveles del Bronce Medio.

2.º.- En el lecho ocho de este Sector salió una punta de fle­cha en bronce; la punta es con pedúnculo central y aletas. Esta punta de bronce ha sido analizada por el Dr. D. Salvador Rovira en el Instituto de Conserva­ción y Restauración de Bienes Culturales: el resultado del análisis es que se trata de una aleación metálica propia del Bronce Medio.

3.º.~ El Dr. Apellániz apreció, en el lecho nueve excavado por él, que "desaparecen las decoraciones de impre-

300

siones e incisiones o se reducen, como el llamado pseudoboquique" y que "las decoraciones (cerámicas) se asemejan a las aparecidas en los niveles IIB 3, 2 y 1 de Los Husos" ... que se asignan al Bronce Antiguo y campaniforme tardío.

4.º.- La fechación absoluta del lecho nueve sobrepasa am­pliamente la cifra del 1500.

Tenemos, por tanto, que, por un lado los lechos siete y ocho tienen dos puntas de flecha y una datación absoluta pro­pias del Bronce Medio y por otro lado el lecho nueve tiene unas decoraciones cerámicas y una fechación absoluta pro­pias del Bronce Antiguo.

La conclusión es que esta fechación confirma los indicios detectados anteriormente y parece altamente probable que nos encontremos ya en el Bronce Antiguo, cultura a la cual adscribimos este lecho nueve.

7.- COMPARACIÓN ENTRE LOS LECHOS OCHO Y NUEVE

Ahora compararé los lechos ocho y nueve en los 69 cua­dros excavados tanto por mí como por el Dr. Apellániz. Estos 69 cuadros son los correspondientes a los números 2, 1, 3, 5, 7, 9, 11, 13, 15 y 17 y letras N a la S (Plano 1). La compara­ción consiste en ver en qué cuadros hay más o menos acumu­lación de objetos prehistóricos diferenciados en paleontológi­cos y arqueológicos.

La cantidad de restos se ha reducido de 7.393 en el lecho ocho a 7089 en el nueve, un 4 % escaso y poco significativo pero, aun habiendo menos restos en el lecho nueve, en este lecho hay más restos paleontológicos (4.602) que en el lecho ocho (4.381) ... de ahí que la proporción entre ambos tipos de restos (arqueológicos y paleontológicos) varíe del lecho nue­ve (35% arqu. y 65 % paleont.) al lecho inmediatamente pos­terior en el tiempo, el ocho en que esta diferencia se va miti­gando, quedando en un 40% arqu. y 60 paleont. Esto parece implicar cierto cambio: en el lecho ocho se aprecia un aumen­to del "resto manufacturado" y una pérdida del "resto faunís­tico".

Veamos ahora la distribución espacial aproximada que tie­nen todos estos restos y qué posibles diferencias se pueden detectar en la utilización del espacio entre ambos lechos com­parando dónde se concentran y enrarecen los restos prehistó­ricos, tanto arqueológicos como paleontológicos. Soy cons­ciente de que estos restos han recibido cantidad de influencias tras su deposición por el ser humano prehistórico hasta que han sido exhumados por nosotros. Estas influencias han sido de varios tipos, desde las geológicas, (principalmente aguas, tanto en movimiento como quietas), pasando por las antrópi­cas (pisoteo, redistribución y acondicionamiento del espacio, etc.) sin olvidar las de los animales, tanto los trogloditas (ra­tones, etc.) como otros del exterior. Ahora bien, hemos de considerar que TODOS han estado sometidos, potencialmen­te, al mismo cúmulo de influencias por lo que su situación en el momento de ser exhumados tiene un grado de significativi­dad, no tanto un objeto aislado cuanto el conjunto de todos

los objetos. Y es bajo esta perspectiva bajo la que analizare­mos esa significatividad con un cierto grado de aleatoriedad por lo antedicho. Esta comparación puede aportarnos algún dato de interés.

Para realizar este análisis he expresado gráficamente la densidad porcentual de ocupación de estos restos en los cua­dros Uno a Cuatro.

7.1 Restos Arqueológicos

7 .1.1 Lecho Nueve. Cuadro Uno. Se aprecia una neta concentración en el ángulo NW del

área analizada en los cuadros de las letras N, Ñ y O y en los numeras 5, 3, 1 y 2, más el N7 y P2. Estos 14 cuadros tienen casi el 45% del total. Seguidamente hay una zona, en torno a la columna 13 y en su W donde 6 cuadros concentran un 11 % del total. El resto está muy desocupado. Por bandas es la N la que acumula más restos y éstos van paulatinamente per­diendo cantidad a medida que vamos hacia el E. Las bandas menos ocupadas de objetos son la S y la R. Por columnas son la 3 y la 1 las más ocupadas, junto a sus contiguas 2 y 5; las menos ocupadas son la 17 y la 15.

7 .1.2 Lecho Ocho. Cuadro Dos. Aquí se ven dos zonas de máxima ocupación diferencia­

das con bastante nitidez por la columna 7. Una zona es la que se acerca al ángulo NW pero, en este caso, la acumula­ción se realiza en los lados del ángulo: cuatro cuadros de la banda N y cinco de la columna 2; estos ocho cuadros acumu­lan el 37% del total. La otra zona ocupada (alejada de la an­terior) es de menor extensión y con siete cuadros (013, 011 y Pl 7 a P9) tiene más de un 18% del total. Las zonas menos ocupadas por los objetos son, también, dos: una desde la co­lumna 7 (la menos ocupada) hacia el Norte y la otra el ángu­lo SE en los cuadros comprendidos de las letras Q, R y S y números 17 al 7. Por bandas es la N la más ocupada y esta ocupación va gradualmente perdiéndose cuando nos aleja­mos hacia la banda S, que es la menos ocupada. Por colum­nas es la 2 la más ocupada de objetos seguida de la 13; la pérdida de ocupación por columnas es gradual a medida que nos vamos alejando de las antedichas, siendo la central (la 7) la menos ocupada.

7 .1.3 Comparación entre lechos. Cuadros Uno y Dos. Se aprecian cambios y continuidades. El cambio mayor es

el establecimiento de dos áreas bien diferenciadas por la co­lumna siete en el lecho ocho frente a la neta agrupación en el ángulo NW del lecho nueve. Otra diferencia es que en el le­cho ocho la columna 2 está mucho más ocupada (casi un 20% del total) mientras que en el lecho subyacente es la columna 3, dos más hacia el Sur.

Las similitudes están en que la ocupación de bandas es muy similar siendo la N la más ocupada en ambos lechos; igualmente la pérdida gradual de ocupación por banda a me­dida que nos alejamos de dicha banda hacia el E es casi igual en los dos lechos. Otra similitud es que las zonas menos ocu­padas de objetos rondan el ángulo SE, si bien esto es más evi­dente en el lecho nueve, pues en el ocho es el centro, colum-

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CUADRO N.º l.

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301

302

rZ O a..

CUADRO N.º 2.

nas 9, 7 y S el menos ocupado, seguido, eso sí, del Sur neto, columnas 17 y lS.

7.2 Restos Paleontológicos

7 .2.1 Lecho Nueve. Cuadro Tres. La ocupación del espacio por los restos paleontológicos se

encuentra dividida en dos grandes zonas que delimita la dia­gonal N 17 /SS. Hacia el NW de esta diagonal existen tres zo­nas ocupadas: una es la columna 2 (casi el 20% del total), en su zona más al W y central; la segunda corresponde a siete cuadros en tomo a los cuadros O, N, Ñ números 3 y S; y la tercera está en los cuadros 3 de las letras R y S. La zona me­nos ocupada por los restos es evidente en el ángulo SE a par­tir de la diagonal antedicha. Por bandas es la N la más ocupa­da y esta ocupación se va perdiendo a medida que vamos ha­cia el E, aunque es la banda R, no la S, la menos ocupada. Las columnas tienen una graduación similar, con un pequeño salto por la pérdida de efectivos en la columna 1: del Norte (columna 2) se va gradualmente perdiendo hacia el Sur, sien­do la columna 17 la menos ocupada.

7 .2.2 Lecho Ocho. Cuadro Cuatro. Dos son las zonas netas más ocupadas. Una está en torno

al cuadro R2, a partir del cual se continúa la ocupación en los cuadros adyacentes siguiendo la misma banda R hacia el Sur y la misma columna, tanto en dirección Este como W: estos seis cuadros concentran más de un cuarto del total de restos. El ángulo NW tiene, también, una agrupación de restos, pero con una cantidad mucho menor y de forma más dispersa. Las zonas menos ocupadas son el ángulo SE y otras zonas disper­sas en torno a la columna 7 y bandas Ñ, O y P. Por columnas es la 2 la que más restos agrupa y, a partir de ella hacia el Sur, los restos se van enrareciendo paulatinamente. La banda R es la más ocupada, casi un 20%, con la particularidad de que la mitad de sus cuadros hacia el Sur tienen un contenido mínimo (los cinco cuadros juntos tienen poco más de un 2 % ), de manera que existe un amontonamiento de huesos en torno al cuadro R2. Ese amontonamiento en la R se hace más pa­tente al ser la banda S la menos ocupada.

7 .2.3 Comparación entre Lechos. Cuadros Tres y Cuatro. Tres son los cambios netos:

l.º en el lecho ocho la concentración es mucho mayor que en el nueve

2.º la ocupación de la columna 2 ha variado notablemente en sus bandas: así como en el lecho nueve la mayor concentración está en la banda más al W (la banda N) en el lecho superior ha saltado casi al extremo opuesto hasta la banda R

3.º la banda R ha cambiado, también, de signo pues ha pasado de ser la menos ocupada por los restos en el le­cho nueve a la más ocupada en el ocho.

Las similitudes se encuentran en la no ocupación del ángu­lo SE, en la menor ocupación de la columna 17 y en la con­centración mayor de la columna 2.

303

7.3 Comparación de Restos por Lechos

7.3.l Lecho Nueve. Cuadros Uno y Tres. Las similitudes son más numerosas que las diferencias.

Como similitudes tenemos:

la banda N es la más ocupada por los dos tipos de res­tos la ocupación mayor del ángulo NW la graduación hacia la menor ocupación en dirección Este y Sur la ocupación media del ángulo SW la ocupación mínima del ángulo SE

Las diferencias son pocas y pequeñas:

la columna 2 es la más ocupada por los restos paleon­tológicos y la 3 (dos hacia el Sur) por los arqueológi­cos la columna 3, en el extremo Este, tiene muchos restos paleontológicos y pocos arqueológicos. en la diagonal Nl 7 /SS y cuadros adyacentes la con­centración de restos arqueológicos está en un extremo de la diagonal, estando el otro extremo casi vacío; los restos paleontológicos tienen una mayor dispersión e, incluso, cierta regularidad a lo largo de toda la línea.

7.3.2 Lecho ocho. Cuadros Dos y Cuatro. La cantidad de diferencias existentes no son muchas en

cantidad pero sí tienen calidad en su significación. Tales dife­rencias son:

variación de las bandas N y R que se hallan completa­mente cambiadas. consecuencia del anterior cambio hay otro en la co­lumna 2: aun siendo en ambos casos la más ocupada, la mayor cantidad de restos está en extremos opuestos. la zona de las letras O y P números 17, lS, 13, 11 y 9: el cambio es neto de gran ocupación de restos arqueo­lógicos y mínima de los paleontológicos. similar al cambio anterior existe aún otro en la zona de las letras Ñ a la R números S, 3 y l.

Las similitudes están en la mayor ocupación de la columna 2 y en la mínima ocupación del ángulo SE y de la banda S.

7.3.3 Comparación entre Lechos Las diferencias más notables están en que en el lecho nue­

ve la ocupación del espacio por ambos tipos de restos es prác­ticamente igual y que en el lecho ocho esto ha cambiado y se empiezan a diferenciar zonas: unas acumulan el máximo de restos arqueológicos en torno al cuadro P13 y los restos pale­ontológicos se amontonan en torno al R2.

Una vez que hemos visto cómo ocupan el espacio los obje­tos prehistóricos podemos preguntarnos si podríamos saber cómo lo ocupan los seres humanos. Ampliando la pregunta: ¿hay una relación directa entre ocupación del espacio por los restos y la utilización de ese mismo espacio por los hombres

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prehistóricos que los dejaron allí? La respuesta que vemos es que sí hay relación en el sentido contrario, esto es: los habi­tantes de la Saleta de Arenaza hacen la vida con más asidui­dad en los espacios NO ocupados por los restos.

Para obtener estos datos tendríamos que ver qué zonas son propicias y cuáles no para la fijeza continuada en la intensi­dad de la ocupación y habitación humanas.

La existencia de un hogar en el que se constatan restos de fuego intenso sí nos da constancia de una presencia humana continuada. En el Cuadro Cinco se aprecia que los hogares se agrupan en el ángulo SW durante bastante tiempo.

Una charca es un indicio de zona no propicia para una pre­sencia humana continuada, aunque la existencia de agua no sea permanente durante todo el año y aunque tenga altibajos en su nivel, incluso momentos de desecación total en ciertas épocas anuales. En el lecho seis y en las columnas pegadas a la pared Norte de la cueva, Apellániz apreció ya una fina capa de limos consecuencia de leves rebalsarnientos del agua que provenía del interior de la cueva y salía por la Saleta; esa fina de capa de limos fue creciendo hasta convertirse en una ver­dadera costra en el lecho nueve y la costra se encuentra en el ángulo NW, subiendo hacia el E, pero pegada a la pared.

El amontonamiento de desechos de comida podemos con­siderarlo como una "basurero" y a éste un lugar poco propicio para una presencia humana continuada. Los Cuadros Tres y Cuatro patentizan que estos restos se acumulan en torno a la columna2.

Los Cuadros Uno y Dos ponen de manifiesto que es la zo­na más al NW la que está más ocupada por los restos arqueo­lógicos. De esta constante se salé el cuadro Pl3 (y adyacen­tes) del lecho ocho (Cuadro Dos) pues este cuadro P13 es el que acumula más restos arqueológicos de su lecho. Resulta significativo que, al excavar yo el lecho ocho, detecté una costra precisamente en esta zona. Esta inundación parece un evento mucho más corto que la del ángulo NW pues en el le­cho inferior (nueve) apenas aparece en tomo a dicho cuadro P13 y sí en el citado ángulo NW.

Todo lo anterior sugiere cierto alejamiento y búsqueda de los extremos de ambas áreas: la deposicional y la de estadía continuada. Parece como si hubiese una relación entre tres eventos: hogar, charca y acumulación de restos arqueológicos en el sentido de que los restos se encuentran NO en el hogar ni en otras zonas en las que no se aprecian signos de inunda­ción y SI aparecen en esas zonas inundadas. Ciertamente es difícil demostrar, sin más argumentos, que quienes utilizaron la Saleta de Arenaza en estas épocas están más permanente­mente junto al hogar y acumulan sus desechos arqueológicos, no junto a éste, sino que los tiran a las chárcas que, quizá no de forma permanente, se forman en esta Saleta. Sería necesa­rio conocer cuándo el ámbito de la costra es ciertamente char­ca (éstá lleno de agua) y si ese momento tiene una sincronía total al momento de la deposición de los restos arqueológicos. Las posibilidades de deteétar ambos datos, hoy por hoy, son

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prácticamente nulas, por lo que la reconstrucción debe ser he­cha exclusivamente con los datos actuales. Es evidente que pueden existir otras muchas causas (difícilmente detectables por nosotros) qué han podido influir en esta disposición de los restos, pero, con ello y con todo, tampoco parece muy aberrante hacer coincidir la situación descrita anteriormente y sugerida por los datos que hemos encontrado con la que, de hecho, ocurriría en la Saleta de Arenaza justo en el cambio del Bronce Antiguo al Medio.

8.- RESUMEN

En el lecho nueve nos encontramos en una cultura, muy probablemente, del Bronce Antiguo en torno al año 1580 +/- 70 AC. Quienes habitan la Saleta de Arenaza en estos mo­mentos colocan sus hogares en una zona que está muy alejada en dirección NIS y muy cercana en la direc­ción E/W de otra zona en la que suele haber una inun­dación y encharcamiento de agua. Depositan sus restos lejos de su lugar habitual de per­manencia en la cueva, pero no diferencian ínucho los lugares de deposición para los restos arqueológicos y los provenientes de los huesos animales. Aunque aparecen microlitos geométricos aún no he­mos podido determinar si conocen el cultivo cerealís­tico. Los restos de origen animal que dejan son bastante más numerosos (65%) que los propios de la manufac­tura humana (35%). Unos 100 años (aproximadamente) más tarde quienes habitan la Saleta de Arénaza continúan los modos de vida anteriores, pero han efectuado algunos cambios. La cultura es del Bronce Medh Además de la inundación del ángulo NW, tienen otra charca mucho más pequeña y por tiempo menos conti­nuado en torno al cuadro P13. Colocan un hogar junto al de sus antepasados, un po­quito más al Sur. Al construir su hogar ponen, a dife­rencia de sus antecesores, un capa de material refrac­tario (arena) en la base del ámbito en el que van a ha­cer el fuego. Parece que depositan sus restos de manera diferencia­da: amontonan los huesos de sus desechos en la zo1 más alejada del hogar, en el ángulo NE y arrojan los desechos de manufactura a las dos charcas. Las creencias que tienen les llevan a realizar estructu­ras cuya finalidad no es ni funcional ni económica. En ellas utilizan piedras, huesos humanos, huesos anima­les, cuernos de ciervo y mineral ocre.

Jóse Antonio Fdez. Lombera

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11 CONGRESO NACIONAL DE PALEOPATOLOGIA

La Asociación Española de Paleopatología convocó a to­dos los historiadores, arqueólogos, antropólogos, médicos, profesionales y estudiantes de nuestro país que estén interesa­dos en la paleopatología humana y animal y, consecuente­mente, en su estado de salud y en los problemas de índole so­cial, epidemiológico y laboral, al II CONGRESO NACIO­NAL DE P ALEOP ATO LOGIA que tendrá lugar en Valencia del 7 al 10 de octubre de 1993. Bajo el lema "El estado de la cuestión" los temas serán:

El hombre prehistórico y antiguo sano: Anatomía, Fisiología, Psicología.

El hombre prehistórico y antiguo enfer­mo: Paleopatología médica, quirúrgica y de las especialidades. Paleo-odontología. Arqueología de la Muerte.

La colectividad prehistórica y antigua: De­mografía, Epidemiología, Sociología en relación al estado de salud y enfermedad. Reliquias y restos de interés histórico.

Problemas ambientales: Fenómenos cada­véricos, Fenómenos transformativos (mo­mificación, corificación, saponificación, fosilización), Tafonomía.

Instrumentación y tecnolocía de apoyo.

Problemas de lenguaje y estandarización.

Más información en la Secretaría del Departamento de Prehistoria y Arqueología, Facultad de Geografía e Historia, Avda. Blasco lbáñez, 28, 46010 Valencia. Tifo. 96 - 386 42 42.

XXII CONGRESO NACIONAL DE ARQUEOLOGIA

El XXII Congreso Nacional de Arqueología tuvo lugar en la ciudad de Vigo, los días 17 al 20 de noviembre de 1993.

Las ponencias que fueron sometidas a debate tendrán co­mo tema:

a) El Noroeste de la Península y las relaciones atlánti­cas.

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b) Bases arqueológicas para el estudio de las aportacio­nes exteriores al interior de la Península.

c) El papel de las distintas Administraciones Públicas en las actividades arqueológicas.

Más detalles en la Secretaría del Congreso, Museo Munici­pal "Quiñones de León", Parque de Castrelos, s/n.º, Vigo (36213). Tlf. 986 - 471066 y 810158.

310

NUEVAS NORMAS PARA VISITAR LA CUEVA DE SANTIMAMIÑE

La Dirección General de Difusión Cultural / Servicio de Patrimonio Histórico / Departamento de Cultura, de la Dipu­tación Foral de Bizkaia a partir del 10 de diciembre de 1992 ha impuesto nuevas normas para las visitas a la Caverna de Santimamiñe.

Tras un control de la influencia que el flujo de visitantes ejercía en las condiciones ambientales del interior de la cue­va, con un gran riesgo de deterioro para los conjuntos pictóri­cos de las mismas, se ha visto la necesidad de restringir al máximo el acceso a la misma.

Estas son algunas de las medidas tomadas en cuenta:

l.- Suspensión total de las visitas organiza­das sean de escolares o de cualquier otro tipo.

2.- Las visitas individuales serán de un má­ximo de quince personas por pase (indis-

tintamente adultos o niños), con el si­guiente horario, excepto sábados, do­mingos y festivos en que las cuevas per­manecerán cerradas.

10,00H. 11,15 H. 12,30 H. 16,30 H. 18,00 H.

Para paliar en lo posible los perjuicios que es­tas medias puedan ocasionar a los centros es­colares en el desarrollo de los programas de estudios, este Servicio de Patrimonio, tendrá a su disposicón a partir del segundo trimestre de 1993 un víeo y carpeta didáctica.

Más detalles Servicio de Patrimonio Histórico, M.ª Díaz de Haro, 11, Bilbao. Tlfno. 420 77 01 - 427 63 44.