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NOTICIARIO ALBISTEGIA

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NOTICIARIO ALBISTEGIA

KOBIE (Serie Paleo~ntropol~gía y c .. Nat.urales) Bilbao Zientzietako Aldizkana - Revista de C1enc1as Bizkaiko Foru Aldundia - Diputación Foral de Vizcaya N.º XIV, 1984

1 CAMPAAA (1984) DE EXCAVACION EN LA CUEVA DE LUMENTXA (LEKEITIO)

Locallzaclón

La cueva de Lumentxa se encuentra situada en la ver­tiente meridional del monte del mismo nombre, a 95 metros sobre el nivel del mar, en el término municipal de la villa de Lekeitio. Se localiza en la hoja n.º 39 (Lekeitio) del mapa 1 : 50.000, con las coordenadas geográficas sexagesimales:

Longitud: 01 º 11' 08" Latitud: 43º 21' 40"

El acceso se hace desde el cementerio de Lekeitio, siguiendo el camino del Vía Crucis, cuya última estación se sitúa en la cima del monte. A la altura de la quinta estación parte un camino a la derecha que, faldeando unos 100 metros, conduce a la boca principal, la orientada hacia el S-SW., de la cueva. Esta tiene una segunda entrada, en la actualidad más pequeña, orientada al N-NE, que se alcanza continuando el mismo camino. Por el interior, ambas bocas están unidas por una corta y amplia galería; la distancia interior de boca a boca es de 70 metros. (Fotos 1y11.)

Historia de las investigaciones

El yacimiento de Lumentxa fue parcialmente excavado (aproximadamente en sus dos terceras partes) por don Telesforo Aranzadi y don José Miguel de Barandiarán, entre 1926 y 1929 (ARANZADI, T., y BARANDIARAN, J. M., 1935) y, entre 1963 y 1964, por don José Miguel de Baran­diarán en solitario (BARANDIARAN, J. M., 1965 y 1966).

Ambas excavaciones, pero sobre todo la primera, permi­tieron establecer la estratigrafía general del yacimiento, con una secuencia cultural que abarca, desde la presencia de cerámicas de filiación romana (terra sigillata y cerámica común), asociadas a tipos cerámicos de tradición indígena (nivel Vascorromano de la ocupación en cuevas del grupo de Santimaniñe), (APELLANIZ, J. M.ª, 1973 y 1975), hasta los comienzos del Paleolítico Superior, representados por un nivel Auriñaciense Típico, definido por don José Miguel de Barandiarán en una revisión estatigráfica del yaci­miento efectuada en 1962 (BARANDIARAN, J. M., 1962).

Con los trabajos emprendidas este año pretendemos alcanzar dos objetivos básicos:

a) Revisar y completar, si fuera preciso, la secuencia estratigráfica y cultural ya establecida, aplicando la meto­dología más actual y una estrecha colaboración interdis­ciplinar.

b) Analizar las diferentes zonas de ocupación y apro­vechamiento del suelo de la cueva en los sucesivos niveles de habitación, intentando en lo posible, establecer la estructura y la distribución espacial del hábitat prehistórico de Lumentxa.

Los trabajos de la 1 Campaña

Las adversas circunstancias por las que ha atravesado esta cueva tras las excavaciones llevadas a cabo en la década de los veinte, al haber servido de refugio a la población de Lekeitio durante la guerra civil y, posterior­mente, de lugar común de juegos y visitas, habían modifi­cado notablemente la fisonomía del yacimiento parcial­mente excavado. La dificultad más grave, era la falta de diferenciación entre las zonas ya excavadas y aquellas otras que aún quedaban intactas. Incluso, tanto su anterior excavador como nosotros, temíamos por posibles altera­ciones del sedimento teóricamente intacto. Esta hipótesis ha podido ser descartada a la luz de los resultados obteni­dos en los primeros trabajos de excavación, de los que damos cuenta en este avance.

Habida cuenta de los condicionantes descritos, esta primera campaña fue planificada de acuerdo a tres objeti­vos:

a) Limpieza parcial de la superficie presumiblemente intacta.

b) Localización del frente de las excavaciones de la década de los veinte y, consecuentemente, delimitación del área ya trabajada.

c) Inicio de la excavación sistemática del sedimento no alterado.

A) Limpieza de la superficie de la cueva

Se realizó en los días anteriores al comienzo de la exca­vación en el mes de Julio. Ha permitido extraer del yaci-

546 NOTICIARIO

miento una parte de los aportes naturales y antrópicos depositados con el paso del tiempo en la superficie del mismo. Asimismo posibilitó la limpieza de la trinchera creada en la excavación de los años sesenta. Este trabajo fue de enorme importancia al hacer posible la lectura de sus cantiles, los únicos que no habían sido enmascarados por los trabajos de acondicionamiento efectuados durante la guerra civil.

B) Locallzaclón del frente de la excavación histórica y dellmltaclón del área de la excavación moderna

Las tareas de acondicionamiento señaladas habían ten­dido a rellenar el espacio vacío creado por la primera excavación, hasta formar un suelo de habitación relativa­mente horizontal y homogéneo. Bajo él quedaron enterra­dos los sedimentos de la ocupación prehistórica intactos y el relleno de piedras acumulado en la zona ya excavada.

El comienzo de la nueva excavación pasaba, por tanto, por la determinación inicial del frente de la excavación histórica. Para hacerlo dispusimos de los planos elabora­dos por Aranzadi y Barandiarán (ARANZADI, T., y BARANDIARAN, J. M., 1935), de la cuadriculación de la totalidad del yacimiento efectuada por Barandiarán en su segunda excavación y de la lectura de los cantiles, ya lim­pios, de ésta.

Analizados los datos, decidimos abrir una trinchera de sondeo de 4 metros de longitud, 1 metro de anchura y, aproximadamente, 1 metro de profundidad (fig. 1, foto 3). El sedimento estaba compuesto por un revuelto de bloques calizos, algunos de gran tarnaño, con escasa tierra, seca y floja, entre ellos; extrajimos algunos fragmentos de esta­lactita desprendidos, o quizá arrancados, del techo. Reco­gimos fragmentos de cerámica prehistórica, mezclados con otros de cerámicas más recientes, de escaso valor arqueológico, excepción de su pura definición tipológica.

Detuvimos el sondeo a un metro por debajo de la super­ficie inicial por la dificultad intrínseca de excavar en pro­fundidad una zanja tan estrecha, y porque consideramos que habíamos reunido datos suficientes para comenzar los trabajos en extensión en el yacimiento. A medida que éstos avancen, continuaremos profundizando en la trin­chera hasta alcanzar la roca madre o un nivel arqueoló­gico, si lo hubiera.

En el límite entre las bandas G y H se fue creando un cantil de sedimento intacto, que se correspondía con el frente de las excavaciones históricas. En él podían apre­ciarse, bajo una delgada capa de tierra muy oscura, com­pacta y mezclada con piedras de pequeño tamaño, pro­ducto del pisado reciente de la cueva, dos niveles geológi­cos claramente diferenciados (Foto 4).

Nivel 1: arcillas amarillas muy compactas con bloques de caliza de considerable tamaño.

Nivel 11: arcillas más oscuras y sueltas, con piedras más pequeñas.

En el extremo sur, el próximo a la boca de la cueva (cuadro 16H), la excavación de la trinchera permitió exhumar, a una profundidad media de 170 centímetros con respecto al plano O, y de -85 con respecto a la superficie inicial, un cráneo humano perteneciente, según las prime­ras impresiones, a un adolescente de 12 a 14 años, que apoyaba su cara fronto-nasal sobre un "lecho" de piedras pequeñas, que no formaban una estructura definida. El sedimento que lo rodeaba era de tierra arcillosa, suelta y

floja, entre la que se encontraban pequeñas piedras de caliza. Alrededor del cráneo y en contacto con sus pare­des, localizamos abundantes carbones, que fueron reco­gidos a fin de efectuar una datación de radiocarbono, que nos feche el enterramiento.

Este hallazgo nos ha permitido confirmar la existencia de un Nivel de Enterramiento, ya definido por Aranzadi y Barandiarán (ARANZADI, T., 1929 p. p. 92-99; ARANZADI, T., y BARANDIARAN, J. M., 1935), que parece extenderse a la totalidad del yacimiento. Sin embargo, dado el carác­ter casi accidental del mismo, no hemos obtenido preci­siones cronológicas o culturales, a la espera de la datación de radiocarbono. El cráneo no presentaba en sus proximi­dades restos de ajuar de adorno, habiéndose recogido junto a él un fragmento informe de cerámica a mano, impregnada de carbón en una de sus caras, una lasca de sílex sin retocar y abundantes moluscos.

En el extremo opuesto de la trinchera, el norte, localiza­mos y descubrimos parcialmente un sencillo hogar a -206 centímetros de profundidad del plano O. Carece de estructura de piedras, percibiéndose nítidamente un núcleo carbonoso rodeado de arcilla quemada y cubierto por una pequeña lentilla de ceniza. En su entorno recupe­ramos las siguientes evidencias arqueológicas: dos frag­mentos informes de cerámica a mano, una mandíbula de vaca y algunos moluscos. En el cantil queda reflejado el resto de este hogar, que excavaremos al alcanzar su base en el cuadro 22G.

C) Excavación Sistemática del Sedimento

Sobre un área inicial de 26 m2 hemos levantado, en esta primera campaña, tres Lechos teóricos, de espesor variable.

El Lecho 1 se limitó a retirar la capa del sedimento arci­lloso apelmazada y ennegrecida por efecto del pisado y de la descomposición de abundante materia orgánica animal y, sobre todo, vegetal, depositada sobre el suelo actual de la cueva. Su espesor, no homogéneo, estuvo determinado por la acumulación, mayor o menor, de detritus. Las evi­dencias recogidas fueron escasas y de procedencia moderna.

Con el Lecho 2 comenzamos el levantamiento del Nivel 1. Su espesor tampoco fue el mismo en toda el área excavada. En los cuadros delanteros, muy próximos al cono de deyección natural formado por la boca de la cueva y, por tanto, con un ritmo de sedimentación más rápido, alcanzó los 5 centímetros, mientras que en los traseros, donde la sedimentación es más lenta, no sobrepasó los 2 centí­metros.

Desde el punto de vista sedimentológico, ambas áreas presentan características notablemente distintas. Los cua­dros delanteros (14F, 14G, 16F, 16G, 18F, 18G) presentan una fuerte concentración de piedras calizas, que, en forma de cascada, se orientan hacia la izquierda del vestíbulo. Su procedencia es exterior y su orientación explicable por el seguimiento de la pendiente más rápida de la cueva. Sólo los bloques de gran tamaño corren hacia el fondo de la sala, siguiendo el eje perpendicular a la boca (foto 5).

Hacia el interior del yacimiento (bandas 20, 22, 24 y 26) las piedras descienden en número y tamaño, hasta prácti­camente desaparecer (foto 5).

Esta estructura geológica se ha repetido en el Lecho 3, con la novedad de la aparición de un suelo de redistribu­ción de piedras en las bandas 28 y 30.

ALBISTEGIA 547

La humedad del sedimento también varía entre los cua­dros exteriores y los interiores. Es menor en los próximos a la boca y mayor en los del fondo. En consecuencia, la arcilla de los primeros es más floja y seca, mientras que la de los segundos, más alejados de la luz y del calor proce­dentes del exterior, es plástica y húmeda.

En algunos cuadros levantamos un fenómeno local de amontonamiento de arena de playa, ajena al proceso de sedimentación natural. Su presencia en al yacimiento parece estar en relación con hogueras de época reciente, por lo que hemos supuesto que la arena fue aportada como elemento aislante de la humedad del suelo arcilloso.

La banda que corre paralela a la pared derecha de la cueva (fig. 1, cuadros 18F, 20E, 20F, 220, 240, 260, 280 y 300), está sometida a un aporte sedimentológico interno, procedente de la propia pared y de las gateras abiertas en ella. El resultado es la mezcla de la arcilla dominante con arena de descomposición y la presencia de pequeñas con­creciones calizas y delgados mantos estalagmíticos.

Las evidencias arqueológicas continúan siendo escasas. Entre la cerámica hay mezcla de recipientes modernos con otros de procedencia romana, cerámica común, e indí­gena. Los restos metálicos se limitan a clavos de hierro muy oxidados, de procedencia probablemente histórica.

Fig. 1.- Planta de la cueva de Lumentxa.

La fauna es el capítulo más abundante e interesante, al proporcionar datos sobre los animales que merodeaban o habitaban la cueva una vez abandonada por el hombre.

El tercher Lecho mantiene unas características sedimen­tológicas y arqueológicas muy similares al anterior. Los fenómenos geológicos ya descritos se han ampliado y completado, sin que hayamos apreciado la aparición de otros nuevos. Entre los hallazgos merece ser destacado el aumento de los fragmentos de cerámica común romana, asociados, como es habitual en estos niveles superficiales de los yacimientos del Grupo de Santimamiñe, a fragmen­tos de cerámicas a mano con decoraciones heredadas de la Edad del Bronce. También ha sido notable el aumento de los restos de peces.

Como conclusión podemos señalar que estos primeros lechos han proporcionado un contenido arqueológico muy escaso. Aunque no puede hablarse estrictamente de un sediménto estéril y, en consecuencia, de una total des­ocupación de la cueva, sí puede afirmarse que no hemos alcanzado aún los niveles de ocupación prehistórica de Lumentxa, ni siquiera en sus últimos momentos. Los res­tos recuperados parecen ser el resultado de la mezcla de esas últimas etapas de ocupación con los escasos depósi­tos realizados en época histórica.

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- LUMENTXA -

(LEKEITIO)

LEYENDA

PUNTO CERO

PARED

ZONA ABIERTA

COLUMNA ESTALACTITICA

El1 ZONA EXCAVADA 1984

548

Fot. 1 Boca S.-SW. de Lumentxa. Da acceso al vestíbulo excavado.

Fot. 11 Boca N.-NE. de Lumentxa.

NOTICIARIO

Fot. 111 Trinchera de Sondeo.

ALBISTEGIA 549

Fot. IV Perfil estatigráfico límite bandas G/H. Niveles 1 y 11.

BIBLIOGRAFIA

APELLANIZ CASTROVIEJO, J. M.ª (1973): Corpus de materia/es de las culturas prehistóricas con cerámica de la población de cavernas del País Vasco Meridional. Suplemento a Munibe, núm. 1, San Sebastián.

(1975): "El grupo de Santimañe durante la Prehistoria con cerámica". Munibe, vol. XXVII, fascículo 1-2. pp. 1-136, San Sebastián.

ARANZADI, Telesforo de (1929): Restos humanos en las cavernas de Santimamiñe (Cortézubi), Arezti (Ereño) y Lumentxa (Lekeitio) de Vizcaya. Asociación Espa­ñola para el progreso de las Ciencias. Congreso de Barcelona. Tomo VI. pp. 71-99, Barcelona.

ARANZADI, T., y BARANDIARAN, J. M. (1935): Explora-

·~--··--------

Fot. V Visión general de la excava­ción Lechos 2/3.

ciones de la cueva de Santimamiñe (Basando, Corté­zubi). Tercera memoria, yacimientos Azilienses y Paleolíticos. Exploraciones de la caverna de Lumentxa (Lekeitio). Excma. Diputación de Vizcaya, Bilbao.

BARANDIARAN, J. M. (1962): "Los hombres Prehistóricos de Vizcaya". El Hombre Prehistórico y el Arte Rupes­tre en España, Junta de Cultura de Vizcaya, Bilbao, pp. 9-62. (1965): "Excavaciones en Lumentxa (Campaña 1963)". Noticiario Arqueológico Hispánico, Vol. VI 1, pp. 56-61, Madrid. (1966): "Excavaciones en Lumentxa (Campaña 1964)". Noticiario Arqueológico Hispánico, Vol. VIII/IX, pp. 24-32, Madrid.

José Luis ARRIBAS PASTOR

550 NOTICIARIO

EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS AL AIRE LIBRE EN LAS ENCARTACIONES (VIZCAYA) DURANTE 1984

Poblado de la Edad del Bronce de Uso Betaio (Artzentariz- Sopuerta).

En esta 4.ª campaña se ha trabajado en la delimitación de la segunda estructura de habitación, un fondo de cabaña. Es una estructura circular, ligeramente ovalada, que sobresale en forma tumular del terreno. La pendiente del fondo de cabaña está formada por numerosas piedras de arenisca de pequeño tamaño a manera de enlosado, aunque las piedras no cubren totalmente la superficie, dejando vacíos entre ellas. El centro es horizontal, terroso y dividido en dos áreas, una de cenizas correspondiente al hogar y otra de tierra compacta. De la superestructura de cubierta sólo se conserva una losa que pudiera desempe­ñar la función de apoyo a un pie derecho. Fuera del fondo de cabaña aparece algún otro cenizal. El material arqueo­lógico se sitúa preferentemente alrededor del fondo, si bien en menor cantidad que en el excavado anteriormente. No existen diferencias apreciables en el utillaje de ambos, constituido por puntas de flecha de aletas y pedúnculo, puntas de dorso y raspadores preferentemente. Destaca la ausencia total de cerámica y metal.

Dolmen de La Cabaña 2 (Karrantza)

Esta excavación se lleva a efecto en la necrópolis dolmé­nica de La Cabaña, constituida por seis monumentos fune­rarios, dos de ellos inéditos. Este es el segundo que se excava. Desde el punto de vista constructivo, este dolmen parece desarrollar la fórmula ensayada en el de La Cabaña 4. La mayor diferencia está en la cámara, que en aquél era poligonal y ahora es rectangular. La cara interior de las piedras de la cámara es perfectamente plana, lo que denota un mayor cuidado en la ejecución. Se coloca una gran losa plana en el fondo en vez del incipiente enlosado del anterior. El núcleo del túmulo se agranda hasta abarcar la totalidad de la base del mismo, dándole mayor consis­tencia con numerosas piedras colocadas horizontalmente en capas sucesivas, alternando con otras clavadas verti­calmente. El ajuar del monumento puede abarcar diferen­tes épocas, de acuerdo a la zona donde aparecen. En el exterior el desarrollo temporal puede ser el más extenso (punta de flecha de aletas y pedúnculo). El núcleo es de un momento anterior al funcionamiento del monumento como necrópolis que también podría situarse en su misma etapa cultural (raspadores, perforador, foliáceas, incipien­tes, microlitos geométricas, hacha pulimentada y diversos tipos de cerámica). La cámara y el lecho superficial del túmulo corresponderían al ajuar estrictamente funerario, aunque en este caso, como en La Cabaña 4, no sea espe­cialmente significativo.

María José YARRITU Javier GORROCHATEGUI

"EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN LA CASA HOSPEDERIA DE URKIOLA. ABADIANO (VIZCAYA)"

Con motivo de las obras de restauración que lleva a cabo el Gobierno Vasco en la casa hospedería de Urkiola se procedió a la excavación del interior de la misma. Los

trabajos arqueológicos iban orientados en dos direccio­nes:

1. Obtener el mayor número de datos para realizar la obra.

2. Poder determinar el momento en que el lugar fue ocupado por vez primera, ya que la tradición atribuye la fundación del santuario de los santos Antonios a un momento medieval, sin ninguna base científica.

Los trabajos realizados en el subsuelo en la zona Norte de la hospedería no dieron resultados positivos: La roca madre afloraba tras un estrato de escasa potencia (5 cmts.), prácticamente estéril, a excepción de algún mate­rial moderno.

La zona Sur, situada a un nivel inferior al adecuar el edificio a las desigualdades topográficas del terreno, ya que la roca madre buza considerablemente hacia esta zona, proporcionó resultados más favorables. Fue puesta al descubierto la única estructura constructiva localizada en el transcurso de la excavación:

Se trata de un recinto cuadrado al exterior, de tres por dos con setenta metros y adosado a las paredes sur y oeste de la casa hospedería. El interior del mismo es de forma circular, de uno con cincuenta metros de diámetro.

Esta construido sobre la roca madre que ha sido reba­jada para encajar la obra. de manera que esta queda semienterrada.

La fábrica de mampostería presenta, en alzado, en el lienzo exterior de los muros, tres hiladas de piedra de tamaño medio (20 a 40 cmts.), parcialmente trabajadas y unidas con argamasa. el panel interior del recinto está constituido por piedras de diferentes tamaños, escasa­mente trabajadas y dispuestas en posición vertical y hori­zontal indistintamente.

El interior del recinto presenta la siguiente estratigrafía: Nivel l. Suelo actual de la habitación donde se ubica la

construcción. Nivel 11. Constituido por piedras de gran tamaño (una de

ellas trabajada) colmatando una cavidad que determina un especio circular.

Nivel 111. Constituido por piedras de menor tamaño, tie­rra, cascotes de cerámica popular y huesos de animales.

La base del nivel está constituida por un lecho de pie­dras de pequeño tamaño y regulares. Debió tratarse del suelo del recinto.

Nivel IV. Formado por tierra. Bajo él se localizó la roca madre parcialmente trabajada y alisada.

-Funcionalidad del recinto No hemos encontrado paralelos que nos ofrezcan indi­

cios acerca de la funcionalidad del recinto. La revisión de parte de la documentación que sobre el santuario de los Santos Antonios de Urkiola existe en el archivo histórico­eclesiástico de Derio tampoco nos ha proporcionado datos clarificadores.

El dato más aproximativo a la funcionalidad dé la cons­trucción es el transmitido por vía oral, por un vecino de Urkiola que recuerda la existencia de una estructura simi­lar en la hospedería de San Antonio, destinada a guardar y conservar productos cárnicos en sitio fresco. Este recinto, semienterrado en el suelo, iba cubierto por una tapa de madera. (Fig. 1)

Sus muros se apoyan en las paredes maestras y ni cor­tan, ni son cortadas por éstas. Por ello consideramos que cronológicamente es contemporáneo o ligéramente poste-

ALBISTEGIA 551

rior a la zona de la hospedería donde se ubica, correspon­diente a la última fase de ampliación del edificio, según muestra el análisis de su estructura externa que presenta tres obras, ya realizadas, al menos, en 1887 como puede apreciarse en un plano existente en el archivo históri­co-eclesiástico.

-La cerámica Los materiales cerámicos obtenidos en el transcurso de

la excavación se corresponden a productos confecciona­dos en alfares populares. La mayor parte de ellos se encuentran barnizados en blanco, total o parcialmente. Han sido localizados tanto en el interior del recinto, como

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en las zonas donde la roca se encuentra a profundidad considerable y fue necesario rellenar el terreno para crear una superficie lisa y homogénea.

Cronológicamente estos fragmentos pueden situarse en torno al siglo XIX. (Figs. 2, 3 y 4.)

La decoración está, por lo general, realizada en barniz azul sobre fondo blanco, a base de motivos radiales enmarcados en un circulo o en temas vegetales. Este tipo decorativo en barniz azul, según E. IBABE, corresponde a la cerámica vidriada confeccionada en centros de produc­ción alaveses (Eguilleta ... ). ya que en los alfares populares vizcaínos no se han localizado, en el momento actual de la investigación, piezas semejantes. Es de destacar que

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552 NOTICIARIO

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ALBISTEGIA 553

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Fig. 4

ALBISTEGIA 555

Urkiola es paso importante en las comunicaciones entre la Llanada alavesa y Vizcaya.

lñaki GARCIA CAMINO

"AVANCE A LA MEMORIA DE LA 111 CAMPAl\IA DE EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN LA NECROPOLIS MEDIEVAL DE SAN JUAN DE GARAI. VIZCAYA

Durante el mes de julio del año 1984 se procedió a la realización de la 111 campaña de excavaciones arqueológi­cas en el yacimiento medieval de San Juan de Garai, con el objeto de delimitar su extensión y establecer la conexión entre los diversos sectores a fin de determinar cualquier discontinuidad, interrupción o innovación en las prácticas funerarias. Con ello se pretende el estudio de las diferen­tes fases de ocupación de la necrópolis.

La presente campaña se ha centrado en el sector IV, situdo al Oeste de la ermita. Sobre una superficie de 136 metros cuadrados fueron localizados 21 enterramientos, cinco de los cuales eran infantiles y se agrupaban en la zona más cercana al edificio religioso.

La mayor parte de las sepulturas consisten en una fosa excavada en la roca en la tierra, de forma irregular, relati­vamente alineadas (no existen cortes, ni superposiciones) y orientadas en el eje Oeste-Este, aunque con algunos grados de desviación según los casos.

(1) No entramos en la polémica sobre la autenticidad de este documento, que ya produjo desconfianza en BALPARDA a pesar de reconocer que "no hay en síntesis motivos para desechar como apócrifa la escritura" (Historia Critica de Vizcaya, 11, p 167, nota 136). que fue considerado "apócrifo probablemente, de época muy posterior", Gonzalo MARTINEZ DIEZ (Cfr. Gupúzcoa en los albores de su Historia, siglos X-XII, San Sebastián, 1975, p. 55), y que, más recientemente ha sido también considerado "sospe­choso" por J. A. GARCIA DE CORTAZAR (La organización del territorio en la formación de Alava y Vizcaya en los siglos VIII a fines del XI, en El habita! en la historia de Euskadi, Publicaciones del Colegio Vasco-Navarro de Arquitectos, Bilbao 1981, p. 149). Sobre las diferentes transcripciones y divergencias en torno a la fecha del documento, Cfr. A. E. MAtilARICUA. San Agustín de Echebarrla (Elorrlo), Scriptorium Victoriense, 4 (1953), 304-325, quien no duda de su autenticidad.

(2) ITURRIZA es, indudablemente, un observador inmejorable de los hechos que narra. Por una parte, debemos considerarle un buen conocedor del Duranguesado (recordemos que nació en Bérriz). Por otra, precisamente en los años que cita (1760 y 1792) estaba redactando y mejorando incansablemente su Historia General de Vizcaya. Así, sabemos que su "Historia" alcanzó su forma casi definitiva entre 1780 y 1785, (Cfr. A. E. MAtilARICUA, Hlstorlografla de Vizcaya, La Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao, 19, p. 255). En 1785 está fechado un ejemplar conservado en la Aca­demia de la Historia (fue la que publicó el P. FITA), en 1787 otro más (que servirá para su edición a M. AZCARRAGA REGIL) y así varios más hasta 1805 en que terminó su copia. La edición del P. FITA no cita la demolición de la ermita de Memaya, evidente­mente, porque aún no había ocurrido tal cosa. Tampoco la citará la edición de M. AZCARRAGA REGIL. Sí, en cambio, ·la de A. RODRIGUEZ HERRERO, que publica en 1938 el manuscrito de 1792, lo cual nos demuestra que ITURRIZA estaba atento a todas las novedades susceptibles de ser incluidas en su Historia General.

(3) J. R. ITURRIZA, Historia de Vizcaya, Ed. RODRIGUEZ HERRERO, p. 492.

Una de las fosas presenta una estructura más compleja al reforzar y delimitar el espacio sepulcral con dos lajas verticales, situadas en la cabecera y en los pies del ente­rramiento y una alineación de piedras informes y sin traba­jar en los laterales. En ellas era depositado el cadáver, en posición decúbito supino, con la cabeza mirando hacia el Este y sin ajuar. .

Por lo general no presentan cubiertas. Cuando estas aparecen son monolíticas o constituídas por dos lajas horizontales apoyadas en los bordes de las sepulturas. A diferencia de lo sucedido en los sectores 1, 11 y 111 de la necrópolis, excavados en anteriores campañas, no existen orificios que atraviesen las cubiertas y conecten el interior de la sepultura con el exterior, por el lado de la cabecera.

En dos ocasiones se observa la reutilización de elemen­tos constructivos empleados en la zona Sur o Este. Así aparecen losas fragmentadas, procedentes de los prime­ros sectores ocupados.

A 26 metros de la ermita primitiva, cuyos cimientos fue­ron localizados bajo la construcción actual, no fueron hallados, en una superficie de 32 metros cuadrados, ente­rramientos ni material arqueológico, por lo que se pudo delimitar la necrópolis por su lado Oeste.

Los materiales puestos al descubierto corresponden a distintas épocas, atendiendo a su tipología, y aparecen revueltos en el único estrato que la excavación ha proporcionado.

No se encuentran asociados directamente a las sepultu­ras, a excepción de una cuenta de collar de pasta vítrea azul localizada en el interior de un enterramiento y diver­sos huesos de animales.

La cerámica medieval se caracteriza por la existencia de formas globulares y pastas de color naranja u ocre, con­feccionadas a torno y decoradas a base de líneas incisas, paralelas y horizontales.

La cerámica romana pertenece a dos tipos: -terra sigillata o cerámica de lujo fechada en torno al

siglo 11. -Cerámica común romana, manifiesto en ollas globula­

res, de cuello corto y con él borde exvasado, plano y muy desarrollado, decorado a base de círculos concéntricos incisos. La decoración de la panza es "a peine". El material aparece muy fragmentado y rodado, lo que explica su pre­sencia en el yacimiento.

lñaki GARCIA CAMINO

ASENTAMIENTOS MEDIEVALES DE MEMAIA (ELORRIO. VIZCAYA)

La referencia más antigua que tenemos del monasterio que existió en Memaia, macizo montañoso que separa Elo­rrio del valle de Atxondo, procede del documento funda­cional de S. Agustín de Etxebarria, del año 1053: usque ad monasterlum quod dlcitur Memaia, documento cuyo ori­ginal ha desaparecido y del que se conservan diferentes copias manuscritas. Se trata, como se sabe, de una de las primeras noticias sobre la ocupación y explotación del suelo vizcaíno (1 ). ITURRIZA lo cita en las distintas versio­nes manuscritas de su Historia de Vizcaya, fijando entre los años 1787 y 1792 la fecha de su demolición (2).

Entre otros datos de interés que ofrece ITURRIZA hace referencia, por primera vez, a una lápida procedente de dicho monasterio y que al presente se halla en la puerta de la ermita de San Roque (3). Sabemos, pues, que la lápida

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procede de la ermita de Santa Marina, y que, una vez demolida ésta, la inscripción existente en una de sus pare­des fue trasladada a la ermita de San Roque donde actualmente aún puede observarse. Se trata de una ins­cripción de indudable importancia tanto por su cronología como por el carácter de sus advocaciones (4). El mismo ITURRIZA hace también referencia al aprovechamiento que se hizo de antiguos sepulcros para la conducción de agua al casco urbano de Elorrio.

Sin embargo, ni el documento fundacional de San Agus­tín de Etxebarria de 1053, ni ITURRIZA, especifican la ubi­cación concreta del monasterio. Por otra parte, al haber sido demolido hace casi dos siglos, no existían restos en superficie. Nuestra labor de localización se basó, pues, en el trabajo de campo y en la información conseguida a tra­vés de los más viejos del lugar. Ello nos condujo a una

. ladera donde quedaba únicamente una cruz moderna de hierro con la siguiente inscripción: "Santicruz", es decir, una de las advocaciones que aparecen en la inscripción que antes mencionábamos. El siguiente paso fue la lim­pieza y labor prospectiva de la zona que, con la colabora­ción de un equipo cuyos miembros provenían del Museo Histórico de Vizcaya y Universidad de Deusto, ofreció los siguientes hallazgos:

1. Planta de un edificio, probablemente antigua ermita, con el perímetro claramente definido y atrio de entrada y cuya situación en el mapa 1 :50.000 del Instituto Geográ­fico y Catastral (hoja 87) es la que sigue: Long. 1 º 07' 24", Lat. 43° 07' 12".

2. Fragmento de sarcófago de arenisca, perteneciente a la caja, y que sirve de base a la cruz a la que antes hacíamos referencia.

3. Nueva planta de otro edificio, similar al anterior, situado a unos 200 mts. al SW del que venimos comen­tando y cuyo hallazgo fue totalmente casual. Hallándonos trabajando en la limpieza de la zona de "Santicruz", la con­versación con un montañero que pasaba por allí y que resultó ser el propietario de un caserío próximo, nos dio a conocer la existencia de otro asentamiento donde, según nos dijo, "habían vivido frailes". Personados allí, en un pequeño promontorio, totalmente cubierto de matorral, pudimos observar el basamento de una columna. Su lim­pieza dejó al descubierto una planta que venía a aumentar, indudablemente, el interés de la zona.

Todo ello, junto a las noticias documentales e historio­gráficas que antes recogíamos, justificaba a nuestro entender, una campaña de excavación que se reaizó, con los permisos necesarios, durante la primera quincena del mes de agosto de 1984.

El primer problema surgía de la presencia de dos plan­tas. ITURRIZA, en su manuscrito de 1785 publicado por el P. FITA, hace referencia a Santa Marina, en la eminencia de Memaya, así como en el manuscrito de 1787 editado por AZCARRAGA Y REGIL: Santa Marina en el elevado monte de Memaya. No olvidemos, sin embargo, que ITU­RRIZA fue mejorando incansablemente su Historia de Viz­caya en sucesivas copias manuscritas y poniendo al día aquellos datos que, por el paso del tiempo, hubieran que­dado anticuados o resultaran inexactos. Así, en el manus­crito de 1793, editado por RODRIGUEZ HERRERO, hace

(4) Cfr. A. AZKARATE, Gol-Ertaroko blzkaltar eplgrallaz: Memalako Sta. Marina (Elorrlo. Blzkala), HISTORIA ETA GIZAR­TE ZIENTZIEN URTEKARIA, 11. urtea, 2. zenb. (1982), 47-73.

referencia a la ermita de San Roque, reedificada el año de 1792, a la que condugeron las Imágenes de las hermltas demolidas de Santa Cruz y Santa Marina de Memaya. Sabemos, por tanto que fueron dos y no una las ermitas existentes en el monte de Memaya y que fueron demolidas entre los años 1787 y 1792. Es decir, que la información ofrecida por ITURRIZA concordaba con los datos recogi­dos en los trabajos de prospección. El problema, de todas maneras, consistía en saber cuál de las dos plantas correspondía a Santa Marina que fuera en su antigüedad, Parroquia monasterial (Ed. FITA) o que hace ocho siglos fue Parroquia monasterial (Ed. AZCARRAGA Y REGIL) y que, en buena lógica, debería corresponder al monaste­rium quod dlcltur Memaia del documento de 1053. Una de las plantas conserva una cruz de hierro con el epígrafe "Santicruz" inscrito en ella y los propietarios del lugar lo denominan con la misma advocación. La ermita de Santa Marina debería de corresponder, pues, por exclusión, a la segunda de las plantas conocidas. Según ITURRIZA, sin embargo, Santa Marina "fue en su antigüedad Parroquia monasterial: y varios sepulcros que hubo en su circunfe­rencia los metieron en la cañería de la fuente que se hizo en la plaza de dicha Villa el año 1760 con la agua condu­cida desde más arriba de la expresada ermita de Santa Marina". Todavía se conserva actualmente el depósito de aguas desde donde se hizo la toma referida, y se encuen­tra, efectivamente, más arriba de la ermita de Santicruz, pero por debajo de la que hemos supuesto podía haber sido la de Santa Marina.

Ante las dificultades por conceder una denominación segura a los dos asentamientos conocidos, se optó por llamar MEMAIA 1 al descubierto en primer lugar (Santi­cruz) y MEMAIA 11 al segundo.

Objetivos de la campaña: En el estudio que realizamos sobre el epígrafe, actualmente ubicado en la ermita de San Roque y al que antes hacíamos referencia, destacábamos la importancia de sus advocaciones, fundamentalmente la de San Acisclo, santo cordobés del siglo 111, cuya advoca­ción en tierras del norte peninsular tiene resonancias cla­ramente mozárabes. No hay duda, como ya han señalado diversos autores, en que hay que insistir en el estudio sis­temático de los santos a quienes están dedicadas las parroquias y ermitas, puesto que plantean la posibilidad de cierta relación entre el nombre del santo, la fecha de cris­tianización, la época de repoblación y las influencias cul­turales. En este caso, tanto por la ubicación topográfica de los restos que conocemos (dominando, por una parte, el acceso a tierras vizcaínas y próximo, por otra, a tierras alavesas), como por la cronología del epígrafe que conser­vamos y el carácter de sus advocaciones, pensamos que los asentamientos de Memaia, si no ambos sí alguno de ellos, puede arrojar luz sobre los asentamientos altome­dievales en Vizcaya. El objetivo prioritario de la excavación sería, pues, delimitar el carácter del asentamiento, su ori­gen, evolución y características fundamentales. Es pre­ciso, además, realizar otra observación al respecto: la zona donde se encuentran los restos localizados es de explota­ción forestal intensiva, con el riesgo que ello conlleva de cara a su conservación. Existía, por tanto, y existe cierto carácter de urgencia a la hora de planificar los trabajos de excavación.

Excavación

MEMAIA 1: Fueron abiertos cuatro cuadros de 4 X 4 m.

ALBISTEGIA 557

al sur de la planta de la ermita que ofrecieron, como viene siendo común en excavaciones de esta indole, una secuencia de niveles sencilla y de poca potencia estrati­gráfica. Respecto a los materiales, lo más destacable es su pobreza, habitual tambián en las necrópolis altomedieva­les. La casi totalidad de ellos aparecieron en el nivel l. Fragmentos de cerámica vidriada y bizcochada, clavos, objetos metálicos y algunas monedas, todo ello ofreciendo una cronología reciente y que coincide con la fecha de la demolición de la ermita. Lo más importante, sin duda, han sido las tumbas aparecidas en el nivel 11, que por su tipolo­gía fechan la necrópolis en torno a los siglos XI-XII. Es preciso, de todas maneras, insistir en la provisionalidad de estos datos por el conocimiento deficiente que se tiene tanto de la tipología de las tumbas altomedievales como de su seriación cronológica.

MEMAIA 11: En ese segundo asentamiento se abrió un cuadro de sondeo que, en líneas generales, ofreció la misma secuencia estratigráfica que Memaia l. Los materia­les fueron, asimismo, semejantes. No aparece, sin embargo, resto alguno de necrópolis aunque ello tampoco es significativo por ser mínima la parte excavada. Es de destacar la presencia de un suelo de losas de buen tamaño, aunque de forma irregular, a unos 30 cms. de profundidad sin que sea posible, de momento, precisar su significado.

Esta primera campaña, realizada en un margen de tiempo insuficiente y con un equipo reducido, no ha cons­tituido más que un primer paso al que habrá que dar conti­nuidad en fechas próximas. Se hace necesario continuar trabajando en próximas campañas, excavando en exten­sión la necrópolis de Memaia 1 e intentando delimitar el carácter de Memaia 11. No cabe duda que los interrogantes planteados invitan a ello.

Agustín AZKARATE GARAl-OLAUN

AVANCE DE LA 11 CAMPARA DE EXCAVACIONES EN EL YACIMIENTO ROMANO DE FORUA (ARO 1984)

Como ya sabe el lector por anteriores noticias, la zona excavada se encuentra en la suave colina de Elejalde, al pie de la iglesia parroquial de San Martín y en su vertiente meridional. Aquellos terrenos ofrecieron en la anterior campaña de 1983 abundantes restos de cerámica de época romana, fechados entonces en los dos primeros siglos de nuestra Era. Las piezas extraídas, carentes de estratigrafía precisa y de contexto arqueológico, ya que aparecían en un nivel, si bien rico, también falto de estructura alguna y revuelto por las continuas labores agrícolas, fueron el punto de partida paré! la campaña "de 1984. Comenzó ésta con una profusa serie de sondeos durante la primavera. Así se trazaron y excavaron treinta catas en los terrenos parroquiales y en el caserío Azkona, ambos sitos en la zona más alta de la colina. Los resultados fueron pobres en cuanto al estado de conservación del nivel arqueoló­gico ya que aparecían los materiales muy revueltos y fragmentados. Sin embargo, la riqueza de las piezas apa­recidas así como el área en que aparecieron, con diámetro aproximado de 300 mts. nos anuncian la presencia de un asentamiento importante para esta zona.

Los trabajos de esta segunda campaña continuaron en la huerta de los P.P. Franciscanos, (sector 1) junto al área

excavada en la campaña anterior. La superficie excavada es de veinte cuadros de cinco por cinco metros, lo que da un área útil de 500 mts. cuadrados. Para ello se han empleado dos meses, julio y agosto y han participado alumnos de la Escuela Práctica de Arqueología de la Uni­versidad de Deusto y personal contratado.

Los resultados han sido satisfactorios ya que han res­pondido a las dudas planteadas en la campaña anterior. Así, hemos podido determinar la existencia de una secuencia estratigráfica para los dos primeros siglos de esa Era. Ello nos permite establecer una tipología para la cerámica de esta zona. Por otro lado la aparición de los restos, muy alterados, de una construcción han llenado, en parte, la carencia de estructuras arquitectónicas de la campaña anterior. La secuencia estratigráfica es la siguiente:

1. El primer nivel y más antiguo es el que ofrece la construcción, muy alterada. Lo hallado consiste en las bases de cuatro pilares que encierran una superficie rec­tangular de 5, 10 por 4 metros, cerrada por un muro en su lado oeste. Entre estos pilares y, a modo de cimentación de un suelo, se extiende una acumulación de arenas. La cubierta de este recinto muy probablemente fuera de tégula e ímbrice ya que son frecuentes los fragmentos de ambos en los alrededores. En el lado este de la construc­ción puede observarse un suelo de tierra y cantos rodados, en cuyo centro hemos podido localizar un agujero de poste. Sobre este suelo han aparecido depositados nume­rosos fragmentos de cerámica y vidrio así como grandes gotas de escoria.

Los materiales hallados en este nivel más característicos son las cerámicas, ya en su variedad de "terra sigillata", ya en la de "paredes finas". La primera la podemos encontrar, tanto en su versión sudgálica como en la hispánica, de imitación a la anterior. Las formas más abundantes son la Dragendorf 15 / 17, 27, 29 y la Ritterling 8, entre otras. La segunda, también abundante, y de la que podemos desta­car una forma 37 B, decorada a la "barbotina", ratifica las fechas que consideramos determinan las piezas de "terra sigillata", es decir, el último tercio del siglo primero.

2. El segundo nivel y más tardío es un suelo compuesto por fragmentos de tégula, ímbrice y abundante piedra are­nisca, todo ello elementos de construcción. Sobre este suelo se ha hecho vida durante el siglo segundo, como lo prueba un pequeño pavimento hecho con elementos reaprovechados y abundante "terra sigillata" hispánica. La forma más común es la Dragendorf 37, ya sea en su ver­sión del borde sencillo como almendrado. Acompañando a ésta y, completando su cronología, aparecen la 15 I 17, 27, 36 y la Ritterling 8. Junto a esta cerámica encontramos la conocida como "común local" y otra que si común, de pasta y cochura más cuidadas de color rojizo y alma gris. Consideramos ese nivel, ya por la presencia de cerámicas del del siglo 11, como por la ausencia de la "terra sigillata" hispánica tardía, fechada en su momento más tardio en los albores del siglo 111.

De cara a un entronque histórico de los datos facilitados por la excavación y, teniendo en cuenta las limitaciones que impone lo poco excavado, en proporción a lo que es el yacimiento, debemos considerar: Que el topónimo "Forua" es interpretado por los autores de mayor prestigio como alusivo a un "Forum", es decir, un lugar de creación artifi­cial para aglutinar a los pueblos indígenas de la zona y así facilitar su romanización; que la escoria y el mineral de hierro encontrados en el yacimiento hacen sospechar la

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explotación por parte de los aquí residentes de vetas de hierro en los montes de Rigoitia o de Arrazua. Hecho este que junto al anterior encajaría en la política de la dinastía Flavia para la provincia de Hispania. Esta hipótesis parece refrendada por la cronología dada por la cerámica, aunque por el momento depende de las sucesivas campañas lo que nos permita confirmar esto.

La dirección de los trabajos realizados en este yaci­miento corre a cargo de Miguel Unzueta Portilla, Ana Mar­tínez Salcedo y Enrique J. Alcorta lrastorza.

CAMPARA DE PROSPECCION DE LOS TUMULOS DE GASTIBURU (ARRAZUA)

Durante el mes de diciembre de 1983 se realizó en el túmulo n.º 1 (Fig. 1) de Gastiburu un corte de prospec­ción. La proximidad con el Castro de Marueleza hacía inte­resante el trabajo para ver si se podrían poner en relación ambos yacimientos.

El túmulo se sitúa en la ladera E de una de las estriba­ciones de Gastiburu. Su relación geográfica con el Castro es al W de la puerta, siendo visibles el uno desde el otro. (Distancia 1.150 m.).

Este campo de túmulos se halla compuesto por 4 gran­des túmulos próximos entre sí (fig. 1 ), y un quinto situado a 200 m. al sur de estos.

El trabajo con máquinas pesadas para eliminar los res­tos de un pinar quemado han alterado las superficies de los 2 túmulos mayores y ponía en peligro capas más profundas.

Se escogió el túmulo n.º 1 como inicio de los trabajos, por ser el que presentaba un perfil menos problemático, ya que la caída de la vertiente de los restantes es pronun­ciada. La altura intermedia de este túmulo no sobrepasaba la profundidad máxima, que en una semana de trabajo, podríamos alcanzar.

Las dimensiones del túmulo, antes de la excavación, son: Diam. NS 21,40 m., EW 21 m.

El túmulo Gastiburu 5 es el de dimensiones más reduci­das y se trata de los que, tipológicamente, se denominan de depresión central1

, aunque más me inclino a pensar que esta supone una violación de la cámara, al menos en este caso.

El corte se realizó en la dirección NE, en una zanja de 1 X8 m., a una profundidad máxima de 1,60 m.

En el corte se pudo observar la siguiente estratigrafía, de abajo a la superficie del túmulo:

1.0 Suelo natural, solamente en la zona más exterior del túmulo.

1. -Apellaniz J.M.- "Corpus de materiales de las culturas ... ". Munibe Suplemento n. º 1. San Sebastián 1973.

Gorrochategui J. y Yarritu M.J. Carta Arqueológica de Vizcaya. 2.ª parte, "Cuadernos de Arqueología de Deusto"' 1984, y en otros autores puede ser encontrada esta división.

2. El otro caso se corresponde al hallazgo de un molino en la cueva de Lumentxa por don J. M. de Barandiarán.

3. En yacimientos al aire libre, pero de recogida superficial, se encuentran determinados útiles que presentan características similares a las de un molino de mano, pero que en el caso de los de Azkorri, por su materia prima y las características de su fricción, pueden ser incluidos entre los elementos dedicados a la elabora­ción de útiles pulimentados. En el castro de Malmasín fue encon­trado un elemento que recuerda a los molinos y que tendría expli­cación más agrícola que los de Azkorri.

2. 0 Macizado de piedra arenisca amarilla informe, exclusivo.

3. 0 Piedras planas de arenisca más compacta, de for­mas paralepipédicas, situadas a plano.

La estructura tumular en su límite presentó un murete de 3 hiladas que se podía continuar viendo en dirección W. Este murete está formado por areniscas careadas, puestas a hueso (fot. n.º 2). No se pudo alcanzar la zona base en toda la superficie de la zanja. Si bien no se llegó a la zona fértil del túmulo, sí se encontraron elementos extraños al conjunto constructivo, aunque incorporadas a él, como amortización de su primer uso. Se trata de piedra de aglo­merado, de grano pequeño, con una cara alisada por fro­tación. Podría tratarse de fragmentos de molino, aunque no se puede determinar su forma. Se encontraron a 1 m. de profundidad, en la zona central del túmulo. De ser así su interpretación, es el 2.º caso de molino en yacimiento2

.

Casos de molino, aunque más dudosa su función 3 y en distinto material lítico son conocidos, a lo largo de Punta Galea a Barrica, como hallazgos en superficie. Es pues necesario realizar una Campaña definitiva en el túmulo 1 de Gastiburu, y más, a la luz de los elementos materiales conocidos ya en Marueleza que permitirían una compara­ción directa con este campo tumular tan próximo.

DOS NUEVOS YACIMIENTOS EN LA RIA DE GERNIKA

Luis G. VALDES

En el municipio de Kanala, en la carretera que desde Arteaga lleva a Laga, a la altura del camino de lrusqueta se aprecia en un corte de limpieza de los laterales de la carre­tera, en el talud izquierdo, una banda de 5 m. de conchas de "ostraea", entre las que fueron recogidas escorias y mineral de hierro. Junto con estos restos recogimos frag­mentos mínimos de cerámica rojiza, rosácea, de pasta muy fina, bien decantada, no determinable con seguridad, pero de apariencia de Terra Sigilatta.

En el camino de acceso a la ermita de San Martín de Kanala, aparece un nuevo "Conchero" similar al anterior descrito, de una longitud aproximada de 50 m. Entre estas conchas se encontraron fragmentos de ímbrices, escorias, mineral de hierro, cerámica rosácea sin restos de barniz, pero de apariencia como la anterior a la Terra Sigilatta y dos fragmentos de útiles de hierro con un remache cada uno.

Posiblemente se traten de dos yacimientos de época romana, aunque sin hallazgos más relevantes es difícil precisar más. Son interesantes estas dos apariciones de yacimientos de esta época en la ría de Gernika, ya que refuerzan la hipótesis mantenida para la arqueología sub­marina, en la que suponemos fue una vía de penetración de gran interés. Poseemos datos en tierra que lo reafirman, como es el yacimiento de Peña Fórua y algún hallazgo suelto en el agua en torno al siglo I; en la margen opuesta, un yacimiento de las mismas características se sitúa al borde de las marismas.

En las proximidades de los dos yacimientos descritos se encuentra mineral de hierro, bajo las formas de pirita y rubio coincidente, este último con el detectado en los dos "concheros".

Luis G. VALDES

ALBISTEGIA

Nº. 1.- Vista W-E del tu mulo Nº. 1 con el Castro de Marueleza al Fondo, La puerta se halla bajo la Flecha.

Nº .2.- Zanja de prospección del sector SE. Junto a la flecha el murete a hueso.

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LA XIII CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN LA CUEVA DE ARENAZA 1 (S. PEDRO DE GALDAMES, VIZCAYA) AÑO 1984

La campaña XII 1 pretendía adquirir mayores datos sobre Ja estratigrafía y los materiales de las ocupaciones más recientes, para lograr una sólida interpretación del hecho de Ja coexistencia, de una ocupación tardorromana y otra supuestamente atribuible al Bronce Final, tal como había sido observado en las excavaciones anteriores.

La excavación, extendida a 165 m.2, ha permitido esta­

blecer Ja identidad arqueológica de las dos grandes áreas de diversa significación sedimentaria, así como aportar datos crecientemente significativos de la ocupación del Bronce Final.

No han variado las estructuras sedimentarias, pero se h·an recuperado materiales de indudable significación cro­nológica. Entre estos queremos destacar un alfiler de cabeza esférica en bronce, así como una punta de lanza de enmangamiento hueco y hoja de sección circular central, además de una punta de flecha en hueso, que reproduce el modelo de bronce característico del final de la Edad del Bronce. Los paralelos más próximos para la primera se hallan en cuevas del Ariege y, en General, del S.E. de Francia, en contacto con el .macizo pirenaico, tal como ha mostrado J. Guilaine en su estudio sobre la Edad del Bronce de estas zonas. Para la segunda, los paralelos se hallan en los depósitos de la Península, tal como ha mos­trado M. Almagro Basch y su cronología ronda en torno al 800 a. C. Por lo que hace a la tercera, si el paralelismo entre material de hueso y modelos en bronce sirve para fundamentar la atribución cronológica, encaja claramente en las mismas fechas. Lo mismo puede decirse de lo más significativo de otros materiales, como la cerámica de la población de cavernas. Sus decoraciones acanaladas, así como las de incisas, tanto aisladas como combinadas, con impresiones de matrices, también encajan en la misma cronología, como ha mostrado J. Guilaine en la obra a la que aludimos más arriba. En conjunto la fecha de todos estos materiales oscila entre 1100 a. C. y 800 a. C .. fecha que habiamos sugerido en los informes de las dos campa­ñas anteriores.

Si este primer análisis está sólidamente fundado, la coexistencia de la ocupación tardorromana y la del Bronce Final, parece ser un fenómeno de superposición y mezcla producida por la ocupación tardía, como habíamos suge­rido anteriormente.

Sin embargo, deberíamos esperar a recuperar la ocupa­ción del Bronce Final sin intrusiones tardorromanas para alcanzar una completa seguridad. Esto podría producirse en sucesivas excavaciones, pero no podemos asegurarlo ahora.

Juan M.ª APELLANIZ CASTROVIEJO

1 CAMPAÑA DE EXCAVACIONES EN EL YACIMIENTO DE KURTZIA (BARRICA)

Ha sido subvencionada por la Excma. Diputación de Viz­caya, y dirigida por la abajo firmante, del Seminario de Arqueología de la Universidad de Deusto.

El yacimiento de Kurtzia se conoce desde hace varias décadas, y en él realizó prospecciones D. José Miguel de

Barandiarán, determinando la presencia de niveles arqueo­lógicos que abarcan desde el Musteriense al Bronce, en distintos lugares del yacimiento.

La posibilidad de encontrar una estratigrafía de varios niveles consecutivos fue lo que motivó el inicio de las excavaciones presentes, para lo cual recabamos el corres­pondiente permiso, tanto al Gobierno Vasco, como a los propietarios dél terreno.

La excavación está situada en la ladera NW del monte Curcio, en terreno cruzado por un camino que, partiendo de la carretera general Bilbao-Plencia, llega hasta la cum­bre del monte. Este camino ha sido abierto por máquina excavadora, lo que nos ha proporcionado un valiosísimo cantil para observar la estratigrafía.

Después de reavivar el cantil, comprobamos .que los niveles no eran uniformes. En algunos lugares había dos estratos de espesor variable y en otros, sólo había uno y bajo ellos, arcillas amarillas mezcladas con arcillas grisá­ceas, estériles.

El lugar escogido para la excavación coincide con una gran bolsada de tierra de color oscuro, en la que hay una gran acumulación de piedras, tanto areniscas como de sílex. Cuadriculamos un terreno de 5 por 2 m., del que retiramos una capa bastante espesa de maleza.

Primeramente levantamos un lecho de tierra revuelta, de unos 20 cm. de espesor, con gran riqueza de material de sílex, sobre todo núcleos y lascas no retocadas. A partir de aquí se podía observar una acumulación de materiales, no distribuida de manera uniforme, sino a bandas inclinadas en dirección SE. / NW., abundando más en los cuadros situados al Sur.

Esta misma disposición en la aparición de materiales la hemos podido observar en los cuatro lechos excavados este año. La acumulación se mantiene, aunque más floja en los lechos más profundos. l,.os cuadros situados más al N. son casi estériles, y todavía faltan varios cm. de tierra para poder llegar a la parte fértil que delataba el cantil. Incluso es distinta la composición y el color de la tierra, más amarilla y arcillosa en la parte sur y más oscura y suelta en la parte norte.

Es posible que la acumulación de material sea debida a arrastres de agua o arcilla por la ladera de la montaña. Sin embargo, la composición del material hallado hasta el momento es muy coherente, piezas de mediano tamaño entre las que abundan sobre todo denticulados, escotadu­ras, lascas retocadas, raederas, algún raspador, buril, per­foradores ... Además, muchísimos núcleos, restos de talla, etc.

No ha aparecido ni un solo resto óseo. Como conclusión podemos decir que toda la industria tiene aspecto muste­roide, aunque no tenemos todavía suficiente material como para poder asegurarlo.

Margarita MUÑOZ

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RECINTO FORTIFICADO EN EL MONTE BERREAGA

Labayru recoge la noticia que en el monte Berreaga fue encontrada una lápida sepulcral con la inscripción "HIC IACET CORPUS VILELLA SERVAE JESUCRISTI OBllT HERA CXV", junto a otros sepulcros, desconociéndose el paradero de los mismos y las circunstancias precisas del hallazgo. Igualmente se tenían datos de la existencia, en la cumbre, de una ermita y otras ruinas ya desaparecidas en el siglo pasado, según muestra un pleito seguido en el tribunal Eclesiástico de Calahorra y La Calzada, recogido por Juan Gutiérrez en su Historia de Munguía. Ello nos movió a reconocer el monte con objeto de localizar cual­quier vestigio material que aportara datos a la Historia de Vizcaya.

El monte Berreaga se encuentra entre los términos municipales de Munguía, Zamudio y Gamiz, en una exce­lente situación estratégica, dominando parte de la zona costera (la entrada del Abra) y los amplios valles de Mun­guía y Asúa. En la actualidad se halla profundamente alte­rado debido a la explotación de coníferas.

La inspección visual en él realizada dio como resultado el hallazgo de diversos lienzos de muro en diferente estado de conservación. El mejor conservado domina el valle de Munguia y presenta varias hiladas de mampuesto asen­tado en seco, aprovechando para su construcción el mate­rial pétreo existente en el terreno. En la zona que no pre­senta defensas naturales se observa un fuerte derrumbe de piedras que forma una alineación transversal al eje NW­SE, con un grosor aproximado de unos 3 metros. Aparen­temente, estos lienzos son parte de una muralla que cir­cunda el monte, otorgándole un aspecto fortificado, y configuran, junto con los escarpes naturales del monte, un recinto alargado y amesetado que nos hacen pensar en la existencia de un posible rastro.

Cercano a la cumbre fueron localizados los cimientos de una estructura de planta rectangular, muy cubierta por la vegetación, y que pueden corresponder a la ermita de San Bartolomé.

Hacia el S. E. del monte, fuera del presunto recinto amu­rallado, han sido descubiertas por Eduardo Goitisolo una serie de estelas con decoración de triscelas y motivos cru­ciformes, conseguidas mediante dos trozos incisos en sen­tido longitudinal y transversal de la pieza que se cortan, semejantes al tipo, ya conocido, de la estela de Jainko (Arrieta). Estas, junto a otras, que presentan un esquema decorativo parecido, ubicadas en la ermita de San Lorenzo de Mesterika y San Salvador de Fruniz, serán objeto de un trabajo más profundo, actualmente en curso.

M. J. AROSTEGUI lñaki GARCIA CAMINO

LA CONVIVENCIA DE LA FAUNA DE DESDENTADOS EXTINGUIDOS CON EL ABORIGEN DE CUBA

RESUMEN

Desde hace más de seis décadas se vienen reportando en la bibliografía arqueológica cubana, hallazgos de restos óseos de los desdentados extinguidos de la familia Mega­lonychldae asociados con evidencias de la vida aborigen en nuestro país.

Las investigaciones relacionadas con el trabajo de campo, así como las de carácter cronológico, a partir del desarrollo del Método Colágeno en Cuba, han permitido determinar que dicha fauna pudo sobrevivir hasta épocas relativamente recientes y por tanto, como resultado de su caza, haber formado parte de la dieta del hombre primitivo cubano.

SUMMARY

From more than six decades there have been reporting in the Cuban archeological bibliography findings of bones belonging to the extinguished edentates of the Megalony­chldae family associated with evidence of aborigin life in our country.

lnvestigations related to the work in the field as well as those of chronological character, departing from the deve­lopment of the Collagen Method in Cuba, have permitted to determine that such a fauna could suvirve up to relatively recent times, and therefore, as a result of its hunt, could have taken part of the diet of the Cuban primiteve man.

Desde hace varias décadas, el origen y la llegada de los distintos representantes de la fauna terrestre pleisto­holocénica extinguida a las Antillas, ocupa la atención de paleontólogos y prehistoriadores. Para los primeros, estaba centrada en dilucidar la procedencia de la misma, y en la medida en que se fueron ampliando los conocimien­tos sobre nuevas especies, a la par de los avances que en materia geológica se alcanzaban, la preocupación se extendió hacia la búsqueda de una explicación geopaleon­tológica que justificaría los vínculos que nuestras tierras tuvieron con el Continente.

Por otra parte, a los arqueólogos se les presentó las disyuntiva de aceptar o no la posibilidad de que al menos, los últimos vestigios de esta fauna, hubieran coexistido con los grupos aborígenes cubanos, a tal punto, que for­mara parte de su dieta, cuestión esta no descartable, si se tienen en cuenta las peculiaridades de algunas especies -peso, tamaño y movilidad- que justificarían una caza fácil, convirtiendo al hombre primitivo en un agente depredador no despreciable que influyera por esta vía, con el exterminio de estos animales para la satisfacción de sus necesidades dietarías.

Testigos de los grandes eventos que tuvieron lugar en el mundo prehistórico, la llamada fauna pleisto-holocénica habitó nuestras tierras, procedentes del Continente Ame­ricano, ascendiendo posiblemente desde el sur.

Sin dudas, los periodos conocidos como Glaciales, con su traducción en los cambios climáticos, tanto en el norte como en las regiones más meridionales, en que grandes precipitaciones lluviosas se hicieron manifiestas en las etapas intermedias del avance de los hielos, significaron

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uno de los factores más importantes que obligaron a los mamíferos a desplazarse.

El problema de la supervivencia de la fauna prehistórica cubana, especialmente los representantes gravígrados, y sus relaciones con los primitidos pobladores de nuestro país, comienza a perfilarse a la luz de la obtención de nue­vos datos cronológios experimentales y observaciones estratigráficas a lo largo de muchos años, que justifican la afirmación de que dichos animales sobrevivieron hasta épocas relativamente recientes.

Algunos antecedentes y secuencia cronológica de los hallazgos

En 1860, en una serie de excavaciones realizadas en Ciego Montero, al norte de la ciudad de Cienfuegos, apa­reció una mandíbula de un animal desconocido, cuyos res­tos fueron entregados al Dr. Felipe Poey para su estudio por un discípulo. El sabio naturalista cubano clasificó el especimen como perteneciente a un roedor gigantesco, presentando un interesante trabajo sobre el tema, el 15 de septiembre de 1861.

En el año 1868 el paleontólogo norteamericano Joseph Leidy analizó el descubrimiento de Ciego Montero, clasifi­cando los huesos como pertenecientes a un desdentado de la familia de los gravígrados, destacando que el ejem­plar cubano guardaba una estrecha semejante con el Megalonix jeffersoni, Desmarest, descubierto en 1797, pero que sin embargo constituía un género y una especie diferente, la que recibió la denominación de Megalocnus­rodens, Leidy. Esta primera aparición de restos del des­dentado, estimuló a los científicos a seguir su rastro; así, en 1911 el Dr. Carlos de la Torre y Huerta, acompañado de un grupo de investigadores, se dirigió a la zona de "Las Llanadas", en Yaguaja y Sancti Spiritus, pudiendo localizar en unas casimbas o pequeñas depresiones cársicas, restos del Megalocnus rondes, los que fueron enviados a Estados Unidos, donde se restauraron y armaron dos esqueletos, uno de los cuales regresó a nuestro país, siendo entregado por el Dr. de la Torre en 1916 al Museo de Historia Natural Felipe Poey de la Universidad de la Habana. Este acto parece sellar la historia del descubrimiento y clasificación de la familia Megalonychidae, que comprendía tres especies.

El año 1915 marca un hito en lo referente a hallazgos de asociaciones de esta fauna con el hombre primitivo cubano, como resultado de las excavaciones emprendidas por el arqueólogo norteamericano Mark R. Harrington en la Cueva de la Caleta, en Jauco, antigua provincia de Oriente; al respecto señala el autor:

" ... Pero también hallamos mezclados con el depósito, huesos del extinguido perezoso llamado Megalocnus con los de pescado y tortugas, usados regularmente por los indios como alimento, lo que nos conduce a sospechar que aquel curioso animal pudo ser contemporáneo con los primitivos habitantes de esta cueva .. " Harrington (1935).

En 1919 regresa Carrington a Cuba para realizar investi­gaciones en la provincia de Pinar del Río, incorporándose al grupo el Dr. Victor Rodríguez Torralbas, de la Universi­dad de la Habana.

Ambos se dirigen a la Cueva de los Portales, donde realizan excavaciones, localizando restos de Megalocnus y Boromys claramente asociados a acumulaciones aboríge­nes, que contenían: pinzas de cangrejo, espinas de pes­cado, vértebras de majaes, etc; muchos de los cuales con

huellas dejadas por el fuego, sin olvidar las conchas marinas.

Nuevas opiniones son vertidas por Harrington, esta vez en la introducción a su obra "Gypsum Cave Nevada" (Southwest Museum Papers No. 8):

"En Cuba sin embargo, después de haber hallado hue­sos de especies de perezoso gigante, mezclados con res­tos humanos, en diversas ocasiones y en ambos extremos de la isla, tuve que admitir, que este perezoso (Megaloc­nus) había estado probablemente asociado con el hombre de Cuba; pero en aquella época no llegué a comprender toda la trascendencia de aquella asociación". (Citado por Tabío, 1951, pág. 143).

En estas excavaciones de Nevada, el investigador nor­teamericano encontró tan excelentes condiciones de estratificación, que pudo determinar con bastante certeza una antigüedad no menor de 8.500 años para el hombre que dejó una considerable cantidad de dardos muy pinta­dos, asociados con restos óseos del gran perezoso Noth­rotherium shastense.

Abundando aun más, en 1944, el Dr. René Herrera Fritot, insgine antropólogo cubano, en su estudio sobre el yaci­miento de Soroa, en Pinar del Rio, describe las caracterís­ticas del grupo cultural en que este se enmarca. Declaraba en aquella oportunidad el Dr. Herrera:

"Junto a sus restos se han hallado frecuentemente los huesos de especies animales extinguidas, como los de la musaraña Nesophonte mlcrus, los de Geocapromys, Megalocnus, etc, y aún más, entre sus residuos de cocina hemos hallado huesos cortados y quemados de Megaloc­nus rodens, el gran perezoso antillano ... " Herrera (1945).

Juan A. Cosculluela, refiriéndose a los grupos más anti­guos refiere en su estudio "Sincronismo de las culturas indo-antillanas":

"Todos los elementos geográficos por otra parte, como el contenido orgánico de las diversas islas antillanas hicie­ron de su primer ocupante, un hombre de costá's, no un verdadero pescador. Pero no por ello desdeñaba los ani­males de fácil captura, como el gran perezoso megalocnus (cubano-haitiano), cuyos restos aparecen frecuentemente, con los de este primitivo ser y con los artefactos de su ruda y arcaica cultura."

Y reafirma: "En Cuba y Haití fueron contemporáneos del Megaloc­

nus rodens que les sirvió de alimento, así como de otras especies extinguidas." (Cosculluela, 1947. págs. 8 y 10).

Los hallazgos de asociaciones de los desdentados con restos de los grupos aborígenes cubanos realizados hasta la década del 40 permiten que el Dr. Carlos Garcia Robiou se haga eco de tal fenómeno de contemporaneidad plan­teada en su "Curso de Antropología de América":

"La importancia que ofrece el hecho de haber sido posi­ble probar de manera evidente, que ciertas formas del Pleistoceno, como el Megalocnus, fueron contemporá­neos con el hombre primitivo, el primer ocupante del suelo cubano, permite establecer cierta cronología prehistórica; como sabemos ella se fundamenta en tres clases de hechos:

1. En la estratigrafía, es decir, en el estudio de la superposición de las capas en que se encuentran los res­tos humanos.

2. En las especies animales c1:.Jyos huesos están aso­ciados a restos humanos en las capas donde ellos yacen, ya que los progresos de la Paleontología, permiten atribuir a una época determinada, los restos de animales pertene-

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cientes a especies extinguidas. 3. La industria, que a falta de huesos humanos

demuestra la existencia del hombre en una época cualquiera.

Y siendo el Megalocnus y otras especies extinguidas en ya remota época, testigo de la convivencia con el hombre, la antigüedad de este se remonta a los tiempos en que vivió nuestro maximo representante de los Perezosos ame­ricanos." (Garcia Robiou, 1948, pag. 6c).

En 1949, en "el bañito del muerto" en San José del Lago, Mayajigua, Sancti Spiritus, el Dr. J. Alvarez Conde refiere haber encontrado huesos y dientes de perezosos cubanos. El Dr. Ernesto Tabío también exploró esta zona reportando el hallazgo de huesos de Megalocnus. En ella se detectan en otra oportunidad enterramientos y bolas líticas. Alvarez Conde (1951).

Sin duda, los trabajos mas importantes que en este año se hicieron, fueron los emprendidos por miembros de la Sociedad Espeleológica de Cuba y el grupo Guama en Cayo Piedras, Cayo Salinas y Cayo Lucas, ubicados en la Bahía de Buena Vista, al este de Caibarien. En las excava­ciones realizadas aparecieron huesos de Megalocnus y Mesocnus asociados a huesos humanos y material lítico. En particular, en la Cueva del Chino, ubicado en Cayo Lucas, los huesos de Megalocnus aparecen con fracturas intencionales y huellas dejadas por el fuego, lo cual llevó al Dr. Herrera Fritot a plantear que nuestros aborígenes no sólo convivieron con los perezosos sino que también se sirvieron de ellos para satisfacción de sus necesidades alimentarias. Asimismo, en la Cueva de los Megalocnus de Cayo Salinas, los restos óseos se presentaban fragmenta­dos.

En el año 1951, el Dr. Ernesto Tabio, publica un impor­tante trabajo titulado: "La cultura mas primitiva de Cuba precolombina"; en el mismo, el autor refiere que no hay evidencias suficientes para pensar que haya asociaciones de individuos del llamado Complejo 1 con restos de anima­les pleistocénicos; sin embargo señala que: "El hombre del Complejo 11 parece haber convivido con el Megalocnus y otras especies ya extinguidas del Pleistoceno de Cuba".

El Dr. Tabío ofrece dos interesantes tablas en las que estudia una serie de características diferenciales para comparar los Complejos 1 y 11. Analizando las mismas, se puede apreciar que para los sitios seleccionados por el autor aparecen asociaciones de restos de la vida material de los hombres del Complejo 11 con huesos de Megaloc­nus en un 33% de los casos y en un 20% con los de otras especies pleistocénicas.

El Dr. Alvarez Conde, también en 1951 publicó un folleto titulado: "Los perezosos cubanos y sus relaciones con el indio", donde fija su posición coincidente con el Dr. Herrera Fritot, al considerar que la familia Megalonychidae coexistió con nuestros aborígenes y que estos se sirvieron de ella para su alimentación. Dicho autor basa sus conclu­siones en los hallazgos de Cayo Lucas y Cayo Salinas.

lrving Rouse, arqueólogo norteamericano, escribió y publicó por la década del 40, una obra de consulta necesa­ria: "The West lndies, an introduction the ciboney", en la que señala que en diferentes sitios donde estuvo asentada la cultura Ciboney de Cuba, se han localizado huesos de Megalocnus sp. Dicho investigador indica ademas que la situación de Cuba no es un caso particular ni aislado, y que las asociaciones de restos de la cultura material con osamentas de animales pleistocénicos extinguidos que se han hallado, son perfectamente comparables a los que han

sido localizados en diferentes lugares del continente Ame­ricano, diferenciandose de estos solamente por la antigüedad.

Rouse plantea que no existen dudas de que los perezo­sos cubanos, así como otros animales contemporaneos con ellos, ya extinguidos, convivieron en determinada etapa, con nuestros primitivos pobladores.

En atención a la importancia que reviste el asunto que tratamos, nos permitimos reproducir un listado de sitios de América en los que se producen estas manifestaciones de asociación, referidas por el Dr. Tabío en su obra (Tabio, 1951, op. cit.) tomada a su vez de McGowan en su título "Early man in the New World":

Año Sitio 1838 Gasconade County, Mo. E. U. 1846 Natchez, Miss. E. U. 1915 Vero, Fla. E. U. 1923 Melbourne, Fla. E. U. 1923 Panin, Ecuador. 1926 Frederick, Okla, E. U. 1929 Coukling Cavern, New Mexico, E. U. 1930 Gypsum Cave, Nevada. E. U. 1935 Confins, Brasil. 1936 Sandía Cave, New Mexico. E. U. 1936 Cueva Cerro Soto, Chile. 1937 Cueva Fell, Chile. 1937 Palli Aike, Chile 1939 Ventana Cave, Arizona. E. U. 1947 Tequixquiac, Mexico.

Otros investigadores tratan el tema aún con ciertas reservas en determinado momento; así, el destacado antropólogo cubano Dr. Manuel Rlvero de la Calle nos dice:

"Este desdentado (el Megalocnus) como todos los de su grupo, era de gran torpeza en sus movimientos y por ello facilmente capturable por los indígenas".

Mas adelante, a partir del examen de los restos hallados por el Dr. René Herrera Fritot en la Cueva de la Monja, apunta:

"Nosotros hemos encontrado también restos de esta especie en un material óseo procedente de la Cueva de la Monja en Jibacoa, provincia de la Habana ( ... ). Creemos que la aparición de estos mamíferos en los cayos del nor­deste de Caibarien, y en Isla de Pinos, donde los descu­brimos en gran cantidad en el año 1960, en las Sierras de Colombo y de Caballos, prueba mas bien la antigüedad de los mismos, que su utilización por el indio, aunque no debe descartarse completamente la posibilidad de la coexistencia de los perezosos con el indio". (Rivero de la Calle, 1966, pag. 30).

En la Cueva No. 1 de Punta del Este, durante las excava­ciones realizadas en mayo de 1969 por personal del Depar­tamento de Antropología de la Academia de Ciencias de Cuba, bajo la dirección del arqueólogo Ramón Dacal, se localizó en un contexto correspondiente a la etapa prea­groalfarera, clasificada en aquel entonces como Ciboney Aspecto Guayabo Blanco, restos calcinados de Megaloc­nus sp. (Ramón Dacal, comunicación personal)

Durante las excavaciones realizadas por el grupo Caguanes en la cueva de "La Guinea'', Guayarues, Mayaji-

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gua, provincia de Santi Spiritus, en mayo de 1982, aseso­radas por el arqueólogo Ramón Dacal Moure y el Dr. Manuel Rlvero de la Calle, ambos del Museo Antropoló­gico Montané de la Universidad de la Habana, se reportó el hallazgo de un fragmento de molar calcinado de Mega­locnus rodens, Leldy en un nivel sellado por una capa de cenizas, asociado a restos de dieta aborígen.

En julio de 1982, el grupo de aficionados a las ciencias "Carlos de la Torre'', de Matanzas, realizó excavaciones en un sitio que no había sido reportado anteriormente, en Rincón Francés, Punta de Hicacos, Matanzas, ubicado en una solapa rocosa de la cueva de los Musulmanes; en ella se localizaron pictografías aborígenes así como evidencias óseas de Megalocnus sp, afiliadas estratigráficamente con otras de la vida material del hombre primitivo.

Una vez más, en julio de 1983 el Comité Espeleológico de Matanzas, bajo la dirección del licenciado Esteban Maciques y con el asesoramiento de los investigadores del Museo Montané antes mencionados, realizó una nueva excavación en la cueva de los Musulmanes, en la que vol­vieron a aparecer huesos de Megalocnus sp en íntima relación con menaje propio del aborigen, observándose incluso, algunos calcinados por la acción del fuego, apre­ciándose además en las paredes del perfil, capas de ceni­zas bien diferenciadas y lentículas de carbón vegetal.

Nuevamente, el 4 de septiembre de 1983, el periódico Juventud Rebelde, reporta que los investigadores Nllecta Castellanos y Mllton Pino del Departamento de Arqueolo­gía de Ciencias de Cuba, hallaron restos del Megalocnus rodens y otros representantes de la familia en asociación con instrumentos de piedra pertenecientes a grupos abo­rígenes cubanos -al parecer muy antiguos- en una cueva del municipio Gibara, provincia de Holguín, en una capa de residuos culturales no alterada por excavaciones anteriores.

Otros hallazgos en el área antillana

El fenómeno comprobado de la contemporaneidad de los grandes desdentados pleisto-holocénicos con los hombres prehistóricos en Cuba, no resulta un fenómeno aislado ni particular; así, en otras islas cercanas a nuestro país, se reportan hallazgos similares. Tal es el caso de Santo Domingo, donde en 1971 se localizó una pequeña cueva, a 1584 metros de altura, en la Cordillera Central; en la zona de Constanza, restos de varios desdentados en magnífico estado de conservación pertenecientes a por lo menos 4 animales. La fecha radiocarbónica obtenida para huesos del lugar, señala que estos animales murieron hacia el 840 antes de Cristo. La datación es la siguiente: 2790 ± 190 A. P.

El resultado cronológico obtenido por el Museo del Hombre Dominicano revela que el Parocnus serus, Miller, coincidió con la presencia antillana, ya fechada, de un poblador que desconocía la agricultura y que debió apro­vecharse de la caza.

De acuerdo con las investigaciones, la mayoría de los artefactos del Complejo Cordillera Central, son puntas de proyectil para artefactos arrojadizos y para lanzas, que indican su uso en la cacería de animales de gran tamaño. Veloz y Ortega (1973).

Situación cronológica de los hallazgos en Cuba

En nuestro país, hasta el momento, no se han fechado huesos de estos animales por C-14, sin embargo, el des-

arrollo del Método Colágeno ha dilucidado el problema, obteniéndose dataciones que encajan perfectamente en el horizonte de habitación prehispánica; estos son:

Animal Localidad Datación

Mesocnus sp. Cueva de los niños. Cayo Salinas. 3250 ± 200AP Yaguajay. S. Spiritus.

Mesocnus sp. Cueva del Tunel. La Habana. 4220 ± 200AP Megalocnus rodens Caverna de Pio Domingo. 2840 ± 200AP

Pinar del Río. Megalonychldae Farallones de Sebo ruco. Halguin. 5060 ± 200AP Megalonychldae Cueva La Masanga. Gibara.

Holguin. 3740 ± 200AP Megalocnus rodens Cueva Musulmanes. Punta de Hicacos. 2410 ± 40 AP

Restos humanos, procedentes de algunas de estas loca­lidades han sido fechadas por igual método, a saber:

Cueva de los niños. Cayo Salinas. Yaguajay. S. Spiritus. 2590 ± 120.

Farallones de Seboruco. Holguín. 5880 ± 200 AP.

Conclusiones

Como ha podido apreciarse, nuevos hallazgos han venido a confirmar los planteamientos hechos hace más de seis décadas al rededor de la convivencia de los repre­sentantes de la familia Megalonychidae con nuestros gru­pos primitivos, quienes lo hicieron objeto de la caza para satisfacción de sus necesidades dietarías. Tales eviden­cias, que durante buen tiempo hicieron dudar a algunos investigadores, se ven confirmadas por los fechados obte­nidos a partir del Método Colágeno, indicando además que, al igual que la conservación hasta nuestros días del Almiquí (Solenodon cubanus, Peters), verdadero repre­sentante del remoto pasado prehistórico, en condiciones propicias los grandes vertebrados pudieron sobrevivir. Las causas de su extinción pudieran hallar explicación en el debilitamiento o desaparición de las condiciones del entorno que garantizan la existencia de estas especies, o, la necesidad de un medio superselectivo, que progresiva­mente se hacía más difícil de lograr, hicieron fracasar las fuerzas biológicas que mantenían la perpetuidad de estos animales en el tiempo, sin descartar que el hombre, consti­tuido en agente depredador, pudo traer con su incursión a nuestras tierras el decreto inexorable de extinción de esta fauna, al hacerla objeto de su sustento, participando en su desaparición en la competencia cotidiana por la vida.

Resumen de los hallazgos de restos óseos de la Familia Megalonychidae asociados a evidencias del hombre primi­tivo cubano.

Nombre del sitio Investigador Año del descubrl-miento.

1. Cueva de la Caleta. Jauco. Gtánamo Harrington 1915

2. Cueva del Mylodon. Gran Tierra Maya. Harrington 1915 Guantánamo.

3. Cueva del Muerto. Ciboney. Harrington 1915 Santiago de Cuba.

4. Abrigo rocoso Los Portales. Guane. Harrington 1919 Pihar del Río.

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5. Cueva de los Niños. Cayo Salinas. Sociedad Espeleológica 1946 Yaguajay. Sancti Spiritus. de Cuba y Grupo

Guamá.

6. Cueva del Chino. Cayo Lucas. Grupo Guamá 1946 Caibarlen Sancti Spiritus.

7. Balneario San José del Lago. J. Alvarez Conde 1949 Mayajlgua. Sancti Spiritus.

8. Cueva No. 1. Punta del Este. Academia de

Isla de la Juventud. Ciencias 1969

9. Cueva La Guinea. Yaguajay. Grupo Caguanes 1982 Sancti Spiritus.

10. Cueva de los Musulmanes. Grupo Carlos 1982 Peninsula de Hicacos. Matanzas. de la Torre

11. Cueva La Masanga. Gibara. Holguin. Milton Pino y 1983

Nilecta Castellanos

Reconstrucción del Megalochus rodens, Leidy.

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Por Roberto RODRIGUEZ SUAREZ Ornar FERNANDEZ LEYVA Ercilio VENTO CANOSA (República de Cuba)

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