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MATAFUEGOS DRAGO- DISTRIBUIDORA “SAN MARTIN” 4752-0841 4755-4702 MATAFUEGOS DRAGODSMTELEFONOS 4752-0841 4755-4702 “CALIDAD-SERIEDAD-PRECIO” 47 AÑOS JUNTO A LA INDUSTRIA DISTRIBUIDORA “SAN MARTIN” MATAFUEGOS DRAGO Notas de interés Para: SR/S. CLIENTES- De: MATAFUEGOS DRAGODSM Fax: Páginas: Teléfono: Fecha: 13/04/2011 Asunto: GRANDES PENSADO- RES: el turno de AL- VIN y HEIDI TOFFLER. CC: Por Lic. Miguel Martin (h) , Hugo Alco- nada Mon (La Nación) y A. Auné. (La edición nos pertenece. Ma- tafuegos DRAGODSM).- Urgente Para revisar Responder Alvin y Heidi Toffler afirman que el porvenir sólo está asegurado para quienes desarrollen un pensamiento crítico y aprendan a tomar decisiones veloces……. ….La pregunta es: ¿Estamos preparados?

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MATAFUEGOS DRAGO- DISTRIBUIDORA “SAN MARTIN” 4752-0841 4755-4702

MATAFUEGOS DRAGODSMTELEFONOS 4752-0841 4755-4702 “CALIDAD-SERIEDAD-PRECIO” 47 AÑOS JUNTO A LA INDUSTRIA

DISTRIBUIDORA

“SAN MARTIN”

MATAFUEGOS

DRAGO

Notas de interés

Para: SR/S. CLIENTES- De: MATAFUEGOS DRAGODSM

Fax: Páginas:

Teléfono: Fecha: 13/04/2011

Asunto: GRANDES PENSADO-

RES: el turno de AL-

VIN y HEIDI TOFFLER.

CC: Por Lic. Miguel Martin (h) , Hugo Alco-

nada Mon (La Nación) y A. Auné.

(La edición nos pertenece. Ma-

tafuegos DRAGODSM).-

Urgente Para revisar Responder

Alvin y Heidi Toffler afirman que el porvenir sólo está asegurado para quienes desarrollen un pensamiento crítico y aprendan a tomar decisiones veloces……. ….La pregunta es: ¿Estamos preparados?

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VAMOS A LAS PRESENTACIONES…..

El sociólogo, considerado “profeta social o también “gurú”, llamado vin Toffler nació en Nueva York, el 3 de octubre de 1928….. es un escritor y futu-

rista estadounidense doctorado en Letras, Leyes y Ciencia, conocido por sus discu-siones acerca de la revolución digital, la revolución de las comunicaciones y

la singularidad tecnológica.

Fue periodista y colaborador en revistas como Fortune, Horizon y Life. Ha sido también asesor de la multinacional IBM y de la Fundación Rockefe-ller, además de dedicarse a la docencia en universidades y fundaciones cultura-

les.

Después de trabajar como corresponsal en Washington y obtener un doctorado, fue profesor en la New School for Social Research, lugar donde im-

partía un curso sobre sociología del futuro que inició los estudios sobre futuro-logía.

Por sus conocimientos y la forma literaria que tiene de transmitir sus

ideas, este estadounidense que reside en Los Ángeles y es miembro de orga-nizaciones como el Instituto Internacional para los Estudios Estratégicos y la

Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, ha sido premiado en una gran cantidad de ocasiones.

Sus primeros trabajos están enfocados a la tecnología y su impacto (a través de efectos como la Sobrecarga informativa). Más tarde se centró en exa-

minar la reacción de la sociedad y los cambios que ésta sufre.

Sus últimos trabajos han abordado el estudio del poder creciente del

armamento militar del siglo XXI, las armas y la proliferación de la tecno-logía y el capitalismo.

Entre sus publicaciones más famosas se destacan La revolución de la

riqueza, El cambio de poder, El shock del fututo y La tercera ola, todas obras de imprescindible lectura.

Está casado con Heidi Toffler, también escritora y futurista, a la que

conoció estudiando lingüística en la Universidad de Nueva York, quien es sin duda su más importante colaboradora intelectual y con quien además ha escrito varios

libros, con quien reside en Bel Air, Los Ángeles.

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LA CLAVE PARA ALVIN y HEIDI TOFFLER ESTA EN….

EDUCAR!!!!!

Por Hugo Alconada Mon - Revista La Nación

Para ser el "futurólogo más famoso del mundo", como lo definió The Fi-nancial Times, Alvin Toffler tiene un prurito singular: le escapa a la pala-

bra "predicciones" y desconfía -casi detesta- a quienes la lanzan. "De hecho, nunca usamos la palabra «predecir».

Pensamos que cualquiera que diga que puede predecir el futuro es proba-

blemente un miembro del club de los charlatanes, porque los eventos humanos están llenos de sorpresas y hechos fortuitos, de conflictos, retro-

cesos y trastornos", suele repetir. Y en cuanto al modo en que expone, no se trata de un mero plural mayestático, sino bien concreto: habla de sus

ideas y las de su mujer, Heidi, coautora de sus libros.

Juntos, Alvin y Heidi, intentan decodificar la realidad y comprender las

tendencias subterráneas para entender la dirección que lleva una sociedad. Así es como en los albores de los años 70 vislumbraron el ascenso impara-

ble del conocimiento especializado, la aceleración tecnológica y el florecer de profesiones interdisciplinarias, y alertan desde hace años sobre la nece-

sidad de reconstituir de raíz el sistema educativo tal como lo conocemos con pequeños retoques desde hace un siglo.

Los Toffler subrayan que el futuro será para aquellos que desarrollen lo que denominan "habilidades o técnicas de pensamiento crítico". Es decir, aquellos que sepan asimilar información, adaptarse a los

cambios y tomar decisiones a una velocidad creciente, algo para lo cual, afirman, no preparan las escuelas de hoy en día.

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La "escuela del mañana", tal como la entienden los Toffler, resulta muy distinta de las actuales….

……para empezar, porque deberían funcionar las 24 horas del día, ofrecer un servicio adaptado a las necesidades y los intereses de

cada chico y de las empresas, y con una currícula interdisciplinaria no sólo en cuanto contenidos, sino también por sus exponentes…….

…..¿Por qué?

Porque las clases deberían darlas no sólo los maestros –que a su vez de-berían pasar parte de su tiempo en el mundo empresarial-, sino todos

aquellos que tengan algo para dar.

……vamos a preguntarles, más en con-creto, para ver que nos enseñan con sus respuestas….

-¿En qué piensa, en concreto?

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-¿Por qué no sumar a las aulas a quienes sin ser maestros, pueden ofrecer-les otras perspectivas de aprendizaje a los chicos? ¿Por qué no sentarlos

durante media hora, una hora o lo que fuere con un piloto de avión? ¿O con un cocinero, un empleado de oficina o un empresario? Que se genere un ida

y vuelta: ¿Qué hacés? ¿Cómo es tu vida diaria? Y, más relevante aún, ¿cómo introducir a los estudiantes al mundo actual, a la vanguardia de la

tecnología de la información, cuando los maestros conocen tanto o menos

de ellas que los alumnos?

Por supuesto que éstas son algunas pocas de las muchas ideas y reformas posibles, pero el sistema educativo en Estados Unidos -y sospecho que al

igual en la Argentina- debe reformarse. Debe adaptarse a los desafíos que afrontarán los chicos.

-Sé que a usted no le gustan las "predicciones", por considerarlas

imposibles, ¿pero es al menos optimista sobre el futuro?

-Bueno, la pregunta es de qué período estamos hablando. ¿Hablamos del

futuro inmediato? Y en ese caso, ¿de qué región del mundo? Este no es un buen momento para los Estados Unidos. Afrontamos un declive económico

significativo que podría tornarse mucho peor antes de mejorar. Así que éste no es el mejor de los momentos. Pero si miramos al largo plazo, diez o

quince años hacia adelante, es otra historia. Creo que Estados Unidos y otros muchos países disfrutarán de grandes oportunidades para mejorar la

calidad de vida de sus ciudadanos.

-¿Cuáles son los grandes desafíos que anticipa para Estados Unidos

y otros países desarrollados?

-Por supuesto que el primero es el que mencioné antes: el declive económi-co y cómo se lo supera. También está el desafío ambiental, y si seremos

capaces de hallar los sustitutos energéticos. Pero soy optimista y creo que superaremos esos problemas.

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-Así como hoy se reafirma optimista, ¿cuánto cambió su visión res-pecto de la que exponía antes del 11 de septiembre de 2001?

-Bueno... (suspira, calla por unos segundos), aquel día introdujo el concep-to del terrorismo en un nuevo nivel, aun cuando, si mira en nuestros libros,

creo que encontrará que aludimos a ese problema en prácticamente todos ellos, incluso en El shock del futuro . Por supuesto que no nos enfocamos

en ese problema, ni como "terrorismo religioso", pero sí nos referimos a otros tipos de terrorismo. Y volvimos a citarlo en la mayoría de nuestros

trabajos, así que no es un problema completamente nuevo. Lo que sí es nuevo y realmente peligroso es que ahora tenemos nuevos medios masivos

de comunicación al servicio de los gobiernos y los ciudadanos, pero que también les aportan ventajas a los terroristas de las que antes carecían. A

esto se suma que vivimos en un mundo en el que ahora es posible acceder a armas de destrucción masiva, y eso cambia la historia. No me gusta tra-

zar comparaciones históricas, aun cuando se podría repasar la historia grie-ga y hallar similitudes con la actualidad. Pero nada fue como hoy, porque

nadie tenía estas armas, que generan otro "juego", otra dinámica, otro

mundo. Todo lo que lo precede no es comparable.

-Me fuerza entonces a repetir mi pregunta anterior: ¿es usted opti-

mista sobre el futuro?

-(Sonríe). Soy estadounidense y soy, por tanto, lo que defino como un "op-timista químico" (carcajadas). ¡Está en nuestra química orgánica! Básica-

mente, sí, lo soy aun cuando atravesamos tiempos difíciles, dolorosos, an-

tes de arribar a un futuro algo mejor.

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-Le complicaré el panorama, entonces. ¿Cómo ve las perspectivas para América latina?

-De hecho, acabo de terminar una serie de reuniones con mi equipo de consultores en las que discutimos sobre América latina. Lo que me choca,

debo admitirle, es el hecho de que varios países de la región están gastan-do más y más dinero en armas. Eso le añade más grados de incertidumbre

y preocupación al análisis sobre hacia dónde se dirige el continente. Sé, por supuesto, que hay también una enorme demanda para mejorar la infraes-

tructura de los países, lo que está abriendo una oportunidad para que China y otras potencias accedan a la región. Esa demanda de infraestructura re-

fleja una gran oportunidad, a la vez que puede causar potenciales conflictos sobre, por ejemplo, qué puertos potenciar o el trazado de autopistas o ga-

soductos.

-¿Ve esos conflictos como algo serio?

-Veo que los países perciben, correctamente o no, una amenaza velada y

potenciales tensiones; pero lo último que necesita América latina es un con-flicto militar. Eso me preocupa. Creo que habrá que ser muy cuidadosos en

cuanto a evitar ese conflicto armado, aunque ya hay uno en marcha, que sí es necesario, contra las FARC (N. de la R.: Fuerzas Armadas Revoluciona-

rias de Colombia).

-Dado que mencionó a China, cambiaré el orden de mis preguntas.

La última que tenía prevista era: ¿será éste el siglo chino?

-Mi respuesta es que éste no será el siglo de un país en particular. Primero,

porque los cambios se suceden cada vez más rápido. Así que incluso si Chi-na se convierte en el "número uno", puede que no dure un siglo en ese lu-

gar de prevalencia. Creo que es demasiado sencillo afirmar que China será la próxima superpotencia o que India lo será. Creo más bien que viviremos

una situación con una multiplicidad de superpotencias. No una, sino alian-

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zas o grupos cambiantes de países que, comparadas con su pasado, serán superpotencias.

-Dada esa dinámica, ¿que deberían hacer países como la Argentina, aquellas naciones que no serán las potencias de este siglo, sino

que, por el contrario, aún fluctúan entre la segunda y la tercera olas?

-(Suspira). Hasta el grado en que les sea posible, un punto importante que

también alcanza a Estados Unidos, sería eliminar todos los sistemas educa-tivos que preparan a los chicos para trabajar en modelos industriales o de

factorías. En otras palabras, nuestros sistemas educativos hoy simulan el modelo de las fábricas, en las que los chicos siguen un horario fijo de ingre-

so y salida, y una rutina al estilo de un trabajo cualquiera, lo que estuvo

bien mientras duró la sociedad de masas. Preparamos a los chicos para tra-bajos que, en su esencia, serán una suerte de línea de ensamblaje aun

cuando esos empleos resultarán cada vez más escasos, y no avanzamos hacia una economía basada en el conocimiento individual. Por tanto, es ne-

cesario transformar este sistema masivo de educación, algo que será ex-tremadamente difícil de lograr. Es obvio que los sindicatos de maestros se

resistirán a estos cambios porque de manera comprensible buscarán prote-ger sus puestos de trabajo, pero aun así debe darse un replanteo radical de

la educación. ¡¿Cómo se combina lo que hoy aprenden los chicos en la es-cuela con lo que aprenden en Internet o en la calle?!

-¿Hay algún país que siga esta reforma educativa que sugiere?

-No. No aún.

-¿Por qué?

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-Bueno, para empezar, porque una de las metas más preciadas de los paí-ses en vías de desarrollo es convertirse en sociedades industrializadas. O,

como decimos nosotros, pasar de la "primera ola" a la "segunda ola". A demás, muchos de esos países tampoco se han confrontado aún con las

nuevas realidades globales. Y a esto se suma que los docentes en casi to-dos los países están muy bien organizados en sindicatos para proteger sus

empleos. Lo comprendo. ¡Mi hermana es maestra! Pero el punto, para

mí, es que el modelo en que se mueven es injusto para los chicos. Preparan a los chicos para ayer, no para mañana…..

-¿Hay algo en concreto que debería propugnar una reforma educa-

tiva para un país como la Argentina?

-No hay una sola respuesta a esa pregunta. Depende de cada país y de ca-

da cultura. Pero todos los países deben tener en claro que los cambios so-ciales se irán acelerando, los futuros puestos de trabajo requerirán

más y más conocimientos y habilidades. Es algo que debe ser aprendido ahora por los chicos, pero que no necesariamente ad-

quieren hoy en las escuelas….

LA DESLUMBRANTE PERCEPCION DE LOS TOFFLER…..

«Es una sensación gloriosa percibir la unidad de un grupo de fenómenos que, mediante

observación sensorial directa, aparecen como entidades completamente separadas.» Al-

bert Einstein (1901)

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Oriente es Oriente

En Octubre de 1986 Mijail Gorbachov invitó a varios intelectuales del pla-

neta a conversar con él en el Kremlin. Dos de ellos eran Alvin y Heidi Toffler, su esposa. La perestroika fracasó por proponerse un objetivo imposible, pero en lo

que respecta a la búsqueda de otras formas de ver la realidad, la elección de los Toffler fue inmejorable.

Todos usamos diariamente (varias veces al día) los códigos de barras, pe-ro fue Toffler quien señaló (ref. 4, pág. 127) que «el código de barras hizo algo

más que acortar el tiempo de permanencia en la cola a millones de clientes [¡lo cual no es poco!]. Transfirió el poder de unas manos a otras». Antes, el fabri-

cante dictaba condiciones al comerciante, pero la información que el código de barras puso en manos de los supermercados transfirió el poder hacia ellos.

Hace poco tiempo pudimos ver la película «Oriente es Oriente», dirigida

por Damien O'Donnell, con argumento de Ajub Khan-Dir. Muestra una familia de

origen pakistaní, radicada en Londres. El cabeza de familia es un buen hombre, pero rígido y de carácter fuerte. Pretende que su mujer e hijos le obedezcan en

todo, sin chistar. El decidirá con quien y cuando se casarán sus hijos. Así es co-mo se hace en Pakistán y eso es lo correcto. Pero los hijos nacieron en Inglate-

rra y las imposiciones paternas les resultan intolerables. Es un caso de «choque de culturas». Pero ¿por qué el rol paterno y el grado de libertad de la mujer e

hijos son tan diferentes en Pakistán e Inglaterra? En las sociedades agrarias la vida es muy dura y la familia es, sobre todo, una unidad productiva. Los hijos

numerosos no se deben solo al desconocimiento de los anticonceptivos. Se los necesita para buscar agua, recoger leña y apacentar el ganado (ref. 2, pág.

394). Y en esta economía de bajísima productividad, siempre se está al borde de la miseria. Es imprescindible la experiencia paterna y su firme dirección de la

actividad cotidiana.

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El padre que muestra la película podría ser particularmente rígido y autori-

tario. Pero, fundamentalmente, sigue las tradiciones que en su país eran im-

prescindibles. En una sociedad industrial el trabajo se realiza fuera del hogar; se necesita libertad de movimientos y elección para dar fluidez a la oferta laboral.

La familia patriarcal, además de innecesaria, se vuelve contraproducente.

El choque tiene lugar a raíz del trasplante de seres humanos de una cultura a otra, cuya rapidez no permite la adaptación gradual. Com-

prender esto es muy importante, debido al aumento acelerado de las migraciones.

El libro que dio a Toffler fama internacional, El shock del futuro (ref. 1) mostró la aceleración de los cambios en la realidad humana y su manifestación

psicológica como «transitoriedad».

«El «shock» del futuro –dice en pág. 360– es la respuesta a un estímulo excesivo». Excesivo por la rapidez de los cambios, que hace difícil su

asimilación. La aceleración de los cambios coloca a las personas, en su misma sociedad, en una situación psicológica similar a la del emigrante.

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Las innovaciones se estructuran en «olas»

El shock del futuro tuvo un éxito extraordinario y sigue siendo muy valio-

so. Tal vez por eso mismo, sus hallazgos han pasado a formar parte de las cre-encias de casi todos, y hoy el libro puede resultar demasiado detallado sobre

asuntos en líneas generales conocidos. Sus propios ejemplos confirman la rapi-dez del cambio. Así, en pág. 18 dice que la población activa ocupada en la agri-

cultura en EEUU «está ya por debajo del 6% y sigue disminuyendo rápidamen-te». Algunos años después, él mismo dijo que ya es menos del 2% (ref. 4, pág.

98).

También dice (pág. 67) que «En el Japón, los tejidos para un solo empleo han llegado a ser tan universales que el pañuelo de tela se considera anticuado

(...) E incluso en Francia son corrientes los encendedores que una vez consumi-

do el depósito se tiran». Muy poco después de que Toffler escribiera esto, su-cedía exactamente lo mismo en España y, según creo, en toda Europa.

En pág. 212 dice que «Cuando sepamos más sobre la manera como

funciona el cerebro, me sorprendería que no pudiésemos construir una especie de computadora biológica...» A nivel de investigación, hace

años que se está trabajando en computadoras biológicas.

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En el prólogo de Newt Gingrich a «La creación de una nueva civilización»

(ref. 5) dice que «Pese a las pruebas de que algo radicalmente nuevo está suce-diendo en política, economía, en la sociedad y en la actividad bélica, todavía es

notablemente escasa la apreciación del carácter crucial del descubrimiento de los Toffler». Esto, a mi juicio, sigue siendo cierto.

Este libro, al igual que «Avances y premisas» (ref. 3) cumplen la función

de correlacionar y generalizar sus ideas. Los dos libros fundamentales (publica-dos en España) de Toffler son: El shock del futuro (ref. 1), donde llama la

atención sobre la universalidad y la aceleración del cambio y contiene

los gérmenes de sus ideas sobre el futuro, y La tercera ola, escrita diez años después. En ella pinta un cuadro coherente de lo que está sucediendo en

las sociedades humanas, en la tecnología, industria, comercio, economía, y en la política.

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Para Toffler, las civilizaciones se han ido conformando según tres «olas» (pues se trata de novedades tecnológicas que se extienden sobre la estructura

anterior como olas que la van cubriendo y dominando).

La primera ola es el nacimiento de la agricultura, que, hace unos diez mil

años arraigó a los hombres a la tierra y aumentó sus posibilidades de subsisten-cia (por lo que posibilitó el crecimiento numérico de la especie humana). Esta

ola tardó milenios en propagarse por el mundo y «no se había extinguido aún a finales del siglo XVII cuando la revolución industrial estalló sobre Europa y des-

encadenó la segunda gran ola de cambio planetario...» (ref. 2, pág. 26). Esa se-gunda ola no ha perdido por completo su fuerza. Pero alrededor de 1955 (cuan-

do el personal de servicios superó numéricamente por primera vez al de los obreros manuales) comenzó en EEUU la tercera ola. Esta se propagó rápidamen-

te a todas las naciones de alta tecnología y entró en colusión con las anticuadas economías e instituciones de la segunda ola. Se relaciona directamente con la

generalización del computador, los vuelos comerciales de reactores, la píldora para el control de la natalidad y muchas otras innovaciones.

Naturalmente, antes de la agricultura, hubieron numerosas etapas (v. gr., desarrollo del lenguaje, dominio del fuego) que acentuaron el dominio de la na-

turaleza por el hombre y lo separaron culturalmente de los animales, y duraron probablemente más de cien mil años. La primera ola duró unos diez mil y tuvo

varias e importantes etapas (v. gr., paleolítica y neolítica). La segunda ola co-menzó hace apenas 300 años, y la tercera, hace pocas décadas. Se podría decir

que el esquema de Toffler es irregular y algo tosco. Se puede clasificar la evolu-ción sociocultural de muchas otras maneras. Pero lo cierto es que el criterio de

Toffler facilita la visualización de muchos fenómenos integrando un conjunto co-

herente.

Cualquiera sea la clasificación –la teoría– que hagamos o aceptemos, con-viene recordar que su función no es otra que «percibir la unidad de un grupo

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de fenómenos», como dijo Einstein a sus 22 años. Las clasificaciones y las teorías intentan representar parcialmente aspectos de la realidad, pero nunca

son completas, no son la realidad misma ni su imagen especular.

Clases y «propiedad» de los medios de producción

Para el marxismo, el motor de la evolución social, es la lucha de clases (hasta que el proletariado, al expropiar a la «burguesía», termina con la división

en clases, con lo cual la Historia debería llegar a su fin, anticipando a Fukuya-ma).

Hasta fines del siglo XIX fue una forma razonable –plausible– de ver la

realidad. El conjunto de los trabajadores lucha por mejores salarios y condicio-

nes de trabajo, mientras que el interés de los empresarios es pagar lo menos posible. Pero los intereses de ambos sectores no son homogéneos: hay compe-

tencia entre los empresarios por los mercados, y entre los trabajadores por sus intereses individuales (v. gr. trabajadores vs. desocupados, competencia por as-

censos). Hay además zonas de intereses comunes. Una empresa mal adminis-trada va a la quiebra; a los trabajadores les interesa la permanencia de su fuen-

te de trabajo.

En ref. 5, pág. 63, Toffler dice:

«Como las tareas eran intercambiables o requerían tan poca capacitación

que se aprendían en menos de una hora, prácticamente cualquier obrero des-empleado podía ocupar cualquier puesto.» «En la economía supersimbólica de

nuestros días, esto es menos cierto, y aquí se encuentra la razón de que en

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buena parte el desempleo parezca insoluble y de que no den gran resultado los tradicionales remedios keynesianos o monetaristas.»

Y en pág. 68: «(...) a medida que se desarrolla la economía supersimbóli-ca, el proletariado se convierte en cognitariado».

Galbraith había explicado la «stagflación» por el control de las corporacio-

nes sobre los precios de venta. Toffler agrega un factor que explica por qué no basta con aumentar el gasto público para disminuir el paro. Es necesario desta-

carlo porque, aunque los ataques a quienes sostienen la necesidad del equilibrio presupuestario son demagogia electoralista, hay todavía izquierdistas que real-

mente creen que el aumento del gasto público es una solución. Así, el ex dipu-tado socialista Mario Trinidad (ref. 7) escribe que «los socialistas de hoy siguen

convencidos de que sólo el gasto público puede curar los males sociales (la po-

breza, la exclusión social) que genera el sistema económico».

Antiguamente la caza, la guerra y el trabajo, requerían fuerza física. De

ahí la prioridad del hombre; la mujer era relegada al hogar. A medida que el ce-rebro va reemplazando al músculo, la mujer se va acercando a la igualdad (ref.

3, pág. 152). Al mismo tiempo, va disminuyendo la necesidad de trabajadores no cualificados (por lo que son mal pagados).

Los trabajadores forman cada vez más el «cognitariado», como lo llama

Toffler, pues desempeña funciones que requieren conocimientos (informática, electrónica, biología, &c.). Por la naturaleza de sus trabajos y también por sus

retribuciones, nada tienen que ver con el antiguo «proletariado». La clase que, según Marx, terminaría con las clases, está desapareciendo ella misma. Y al

mismo tiempo va desapareciendo (o, al menos por ahora, cambiando de carac-

terísticas), el empresariado. Esto ya lo observó Galbraith en 1987 (ref. 6, pág. 216) citando escritos de Berle y Means de 1932. Y Toffler dice (ref. 3, pág.

117):

«Los izquierdistas están tan obsesionados con la idea de la propiedad –de la posesión– que, a menudo, les ciega el estado actual de este asunto. El autén-

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tico concepto de la propiedad está girando al revés por sí mismo.» «La gente que domina en las sociedades 'capitalistas' avanzadas en la actualidad no es,

necesariamente, aquella que 'posee' los medios de producción.» «De una forma creciente, la gente que domina actúa así porque domina los medios de integra-

ción: son los directores. En EE.UU., que se supone que es el centro del mundo capitalista, la propiedad ha ido perdiendo su significado durante una genera-

ción.»

Y en pág. 120:

«Todos los análisis de izquierdas comienzan por la obsesión marxista de la

propiedad, que tenía sentido hace cien años, pero que ahora, progresivamente, se está convirtiendo en menos relevante (...).» «En una sociedad de la Tercera

Ola, seguimos necesitando tierra y máquinas, pero la propiedad esencial se con-vierte en la información, y esto (...) es un cambio revolucionario porque es la

primera forma de propiedad que no es material, ni tangible y, potencialmente, resulta infinita.»

En ref. 3, pág. 121:

«Por tanto, la propiedad, simplemente, ya no es lo que solía ser cuando Marx y los primeros socialistas edificaron sus teorías.» «Esta es la contradicción

fatal de la que hablaba. La propiedad privada ha sido definida como una carac-terística del capitalismo. Y ahora, de repente, la propiedad esencial se transfor-

ma desde algo simbólico hasta una cosa metasimbólica, y desde algo finito a una cosa con carácter no finito. Y esto contradice cualquier noción de la propie-

dad que se haya basado en su escasez y materialidad.» «El capitalismo y el so-cialismo se han convertido ambos en unos anacronismos.»

Paul Johnson relata (ref. 8, pág. 300) la comprensión realista de Hitler acerca de lo relativo de la propiedad, y vale la pena citarlo ampliamente:

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«Antes de la asunción, Strasser le preguntó [a Hitler] qué hará con Krupp, y recibió esta respuesta: 'Por supuesto, lo dejaré en paz. ¿Cree que estoy tan

loco como para tratar de destruir la economía de Alemania?' Hitler creía que el principal error de Lenin en el área de la economía había sido ordenar a los tra-

bajadores que asumieran la dirección de la industria, y mataran o expulsaran a sus gerentes capitalistas (...).» «No hay en absoluto pruebas de que Hitler estu-

viese influido en lo más mínimo por los conceptos del gran capitalismo. Acepta-

ba los consejos de los empresarios sólo cuando estaba convencido de que si-guiendo ese camino promovía sus propios fines militares y de política exterior.

Se creía socialista, y la esencia de su socialismo era que todos los individuos y todos los grupos del Estado debían trabajar sin vacilaciones en beneficio de la

política nacional. De manera que poco importaba quien fuese el dueño de la fábrica misma, mientras sus administradores hicieran lo que se les decía. El so-

cialismo alemán, dijo a Hermann Rauschning, no tenía que ver con la nacionali-zación. 'Nuestro socialismo cala mucho más hondo. No modifica el orden exte-

rior de las cosas, regula únicamente la relación del hombre con el Estado (...) En esas condiciones, ¿qué importan la propiedad y el ingreso? ¿Por qué necesita-

mos socializar los bancos y las fábricas? Estamos socializando a la gente.' Cuan-do presentó el Plan Cuatrienal (que a semejanza del plan de Stalin era un mero

ejercicio de propaganda), afirmó que la tarea del Ministerio de Economía era sencillamente 'exponer las tareas de la economía nacional'; después, 'la eco-

nomía privada se encargará de cumplirlas', y si ella retrocedía ante esa perspec-

tiva, 'los nacionalsocialistas sabrán como resolver esas tareas'.» «Por lo tanto Hitler mantuvo a la clase dirigente alemana y la obligó a trabajar para él. Las

firmas florecían o no, exactamente en armonía con el grado en que ejecutaban las órdenes de Hitler. Por supuesto, las obligó a apostar a fondo: pero era una

relación de extorsionador con su víctima, no la del cliente con el protector (...).» «Lejos de que las grandes empresas corrompieran el socialismo de Hitler, fue a

la inversa. La corrupción de I. G. Farben por los nazis es una de las más impor-tantes tragedias individuales en el marco de la tragedia general de la nación

alemana».

La transformación y casi desaparición de las «clases» es lo que en la ac-

tualidad termina de inhabilitar al marxismo para el análisis sociológico.

El otro pilar del marxismo (junto a la lucha de clases) es la teoría del valor de David Ricardo. Es también una manera de ver. Una manera muy poco ade-

cuada, puesto que después de haber sido refutada teóricamente, se mostró in-útil para la asignación de precios (a falta de mercado) en la URSS, lo cual fue

una importante causa del fracaso del socialismo. Pero para Marx, la teoría del valor tenía una función ética. Si el valor proviene del trabajo, el beneficio del

empresario sería una parte de este valor agregado por el trabajador («plusval-ía») el cual sería entonces «explotado» y esa circunstancia justificaría la revolu-

ción. Una de las razones de la aceptación de esta pintoresca teoría es el uso

ambiguo de «explotación», posible por su polisemia. Stalin explotaba a los pre-sos en Siberia, porque los obligaba a trabajar por la violencia, hasta que morían

extenuados, de frío e inanición. Es decir, que los usaba para producir, y les qui-taba la vida, sin retribución alguna. Según Marx, el trabajador es «explotado»

porque el empresario se queda con la «plusvalía». De modo que si Bill Gates tiene empleados que ganan 10.000 dólares mensuales –y los tiene– aunque

tengan una vida agradable y lujosa, son «explotados» porque si su trabajo be-neficia a Microsoft es porque se apropia (según Marx) de la «plusvalía» que ellos

producen.

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¿Qué es el mercado?

Volviendo a la URSS, no digamos que no fue «verdadero» socialismo, pues como dice Toffler (ref. 3, pág. 110):

«Naturalmente, estoy familiarizado con los argumentos de que el 'verda-

dero socialismo' no existe, y que sólo los impostores reclaman ese nombre por razones ideológicas; naciones que son versiones 'degeneradas' de la cosa re-

al...» «Aparte de esto, estamos igualmente justificados para decir que el 'capita-lismo auténtico' no existe.»

Para Toffler (ref. 2, pág. 53), «Las dos mitades de la vida humana que la segunda ola separó fueron la producción y el consumo». Y en pág. 56:

«(...)cuando se separaron productor y consumidor, es necesario algún meca-nismo que medie entre ellos. Este mecanismo, cualquiera que sea su forma, es

lo que yo llamo mercado». Y luego (pág. 57): «Esta explosiva expansión del mercado contribuyó a la elevación de los niveles de vida más rápida que el

mundo había experimentado jamás».

Naturalmente, Toffler tiene derecho a llamar «mercado» a cualquier me-

canismo de distribución. Sin embargo, al hacerlo prescinde de una función muy importante. En ref. 3, pág. 113, dice que los planificadores centrales «No saben

lo suficiente lo que está pasando en cada localidad específica y, cuando tratan de averiguarlo, por lo general no lo consiguen».

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Y más adelante: «Por tanto la gente que está debajo, aún sin ser estúpida,

suaviza la información, o miente lisa y llanamente, o envía la verdad demasiado tarde, o juega cualquier otro número de las varias partidas que pueden realizar-

se con la información».

Y en la página siguiente: «¿No está «Solidaridad» tratando de impulsar a Polonia (...) hacia un sistema de planificación participativo, en el que la comuni-

cación no tenga que dirigirse siempre a un centro, sino que, en vez de ello, deba tener canales laterales, de participante a participante?»

Todo esto es muy cierto. Pero, aparte de las mentiras, la cantidad de in-formación requerida es tan grande que nadie la tiene ni puede tenerla. Y la idea

de un sistema «participativo» surge para reemplazar el sistema informativo más eficaz que se conoce y que se suprimió al introducir la planificación central. Se

trata de la otra función del mercado, que condensa la información de oferta y demanda de millones de personas (y a escala mundial, de miles de millones) en

índices, que son los precios.

Estos índices muestran continuamente que conviene producir (u obtener)

y que no conviene por ser la oferta excesiva. Cuando un precio sube notable-mente, provoca el aumento de la oferta (que tiende a hacerlo bajar). Y cuando

los precios dan lugar a negocios mediocres, estimulan la investigación para bus-car otros procesos o materias primas que lo abaraten y aumenten el beneficio.

Por eso los precios regulan la asignación de recursos (materias primas, investi-gación, &c.). Creo que la definición de mercado es más rica cuando no se limita

a su función distributiva sino que incluye la fundamental función informativa.

El mercado fue la primera gran división del trabajo, lo que dio lugar a un gran aumento de eficiencia; además implicó también el aprovechamiento de las

ventajas comparativas (algunas personas son más eficaces que otras para cier-

tos trabajos, o consiguen materias primas más económicas, o son capaces de abaratar procesos) y la competencia tiende a hacer bajar los precios. Pero yo di-

ría que la economía de trueque era muy limitada puesto que la compra implica-ba una venta al mismo tiempo.

La introducción del dinero permitió separar ambas operaciones en el tiem-

po, lo que condujo a un desarrollo exponencial de los mercados. Todo productor es también consumidor y (casi) todo consumidor es también productor (pues si

no, no tendría qué ofrecer al mercado, salvo que fuera un heredero).

Toffler señala reiteradamente que la crisis no es inherente a un determi-

nado sistema político. Así, dice (ref. 3, pág. 103): «Lo que estamos viendo es el derrumbamiento del sistema. Pero no del sistema capitalista. Ni del sistema co-

munista. Se trata del sistema industrial, que abarca a ambos». Y en ref. 2, pág. 268: «Finalmente no es, como pretenden los marxistas, una crisis exclusiva del

capitalismo, sino que afecta también a las naciones industriales socialistas. Es, en resumen, la crisis general de a civilización industrial como un todo.» Pero,

aunque afectó a ambos sistemas, para el capitalismo es una crisis de crecimien-to, mientras que el socialismo se derrumbó; lo curioso es que Toffler no lo pro-

nosticó.

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Más acerca de las olas

La pauta de las «olas» de Toffler enmarca diversos movimientos que así se perciben como espirales, es decir ida y aparente retorno, pero a un nivel su-

perior; por eso se les puede llamar «dialécticos», al responder al esquema hege-liano de tesis, antitesis y síntesis. Algunos ejemplos:

Antes y durante la primera ola, la humanidad era poco numerosa. Su con-

sumo de alimentos y energía era bajo y provenía de fuentes renovables. La energía provenía de la combustión de leña, del viento y de corrientes de agua.

Luego (ref. 2, pág. 39) «En contraste con ello, todas las sociedades de la se-gunda ola empezaron a obtener su energía del carbón, el gas y el petróleo... de

combustibles sólidos irreemplazables.

Este revolucionario cambio, acaecido tras la invención por Newcomen de

una máquina de vapor susceptible de explotación en 1712, significaba que, por primera vez, una civilización estaba consumiendo el capital de la Naturaleza, en

vez de limitarse a vivir del interés que producía».

En la tercera ola se intensifica el uso de las energías renovables (eólica, fotovoltaica, y, es de esperar, la energía solar almacenada como hidrógeno por

electrólisis del agua). (Desde el año 2005 –ref. 12– en España será obligatoria la instalación de paneles solares en los nuevos edificios.) Además, como vere-

mos luego, se reducirá el consumo de energía.

Durante la primera ola, la producción era fundamentalmente agrícola, en

las tierras que rodeaban al hogar, y los niños participaban en estas tareas desde

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los seis o siete años. La segunda ola concentró a los trabajadores en las fábri-cas: el trabajo se alejó del hogar (y los niños, enviados a escuelas, organizadas

como fábricas, que les daban, masificadamente, los conocimientos imprescindi-bles para trabajar tiempo después). La tercera ola comienza a dirigir nuevamen-

te la actividad al hogar, otra vez centro de producción y educación e incluye a la mujer e hijos. (ref. 2, págs. 233, 257, 260, 261, 349, 392.)

Durante la primera ola la población, aunque creció gracias a la agricultura, era todavía poco numerosa y dispersa. La mayoría de las personas vivían en pe-

queñas comunidades, no viajaban a más de unos pocos kilómetros e ignoraban que sucedía en el mundo. La segunda ola, a la vez que permitió la multiplicación

de los seres humanos, los fue concentrando en ciudades.

Desarrolló fabulosos sistemas de comunicación e información: la prensa

diaria impresa, la fotografía y después el cine, el telégrafo, el teléfono, viajes en barcos a vapor y en tren, y más tarde en avión. Al mismo tiempo masificó los

gustos, la moda, la información, las creencias, la educación, &c. (ref. 3, pág. 40)

La tercera ola está dispersando a las personas, posibilitando cada vez más el trabajo en casa, prefiriendo las pequeñas unidades productivas y flexibles a

las empresas gigantescas y de rígida producción masificada, flexibilizando las modas, las familias, la información (cada vez hay más periódicos especializados,

para sectores específicos). La informática, la biología, la nanotecnología, &c., hacen bajar poco a poco todos los precios. Internet abarata las comunicaciones

con todo el mundo (comunicaciones a las antípodas al precio de una llamada lo-

cal). Ya hay en el mundo más teléfonos celulares que fijos. En Costa de Marfil, por ejemplo, el 10% de la población tiene celulares (que, si están distribuidos

uniformemente, harían que todas las familias tengan acceso a las comunicacio-nes).

Comunicación es información, e información es poder. Desde el

pueblo más pobre y aislado de África se puede obtener información médica y agrícola, sin que haya necesidad, como hasta hace poco, de enterrar capitales

en la forma de cientos de toneladas de cables de cobre. Por eso los Toffler cues-tionan (ref. 5, pág. 30): «Ahora que surge la civilización de la tercera ola, cabe

preguntarse si la industrialización rápida implica la liberación del neocolonialis-

mo y la pobreza, o si en realidad garantiza el yugo de ambos».

La importancia del teléfono celular ya es obvia en todo el mundo, para re-ducir costos y para dar acceso a la información a los pueblos más pobres sin in-

versión de capital. Es particularmente interesante este párrafo (ref. 3, pág. 161: «A medida que las computadoras proliferen en Asia, los chinos (y los chinos de

ultramar) desarrollen sus propios sistemas de procesado de palabras, capaz de hacer frente a su idioma ideográfico, así como los satélites radien y reciban da-

tos sobre regiones antiguamente aisladas del Pacífico, en cuanto los licenciados de la India o de Singapur escriban programación para las computadoras en

Manhattan o Minneápolis, será muy probable que veamos un poderoso flujo de

influencias financieras, culturales y de otras clases desde Oriente hacia Occiden-te.»

No sólo Bangalore es ya uno de los principales proveedores del mundo de

programas informáticos y está contribuyendo a la prosperidad de la India, sino que algo similar está sucediendo en otros lugares, como Irlanda. Esto parece

dar la razón a Toffler: el Tercer Mundo, los países de la primera ola, deberían saltar directamente a la tercera sin pasar por la segunda ola. Digamos, de paso,

que China, hasta ayer parte del Tercer Mundo, invertirá 20.000 millones de dólares en Argentina (ref. 11). Es sorprendente el enriquecimiento de China en

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pocos años de apertura económica; esta inversión es el primer flujo de capital hacia Argentina desde fines de 2001 y será una inmensa ayuda a su recupera-

ción económica.

Leemos en ref. 5, pág. 46: «En cierto sentido, los conocimientos represen-

tan desde luego para el poder de las finanzas una amenaza muy superior a la de las organizaciones sindicales o los partidos políticos anticapitalistas. Porque, en

términos relativos, la revolución de la información mengua en una economía 'capitalista' la necesidad de capital por unidad producida. Nada podría ser más

revolucionario». Y en pág. 47: «(Según Merlon) eso significa que un país pobre puede defenderse hoy en día con el mismo capital mucho mejor que hace cinco

o diez años».

Cuando Toffler escribió La tercera ola, aún no existía Internet (factor revo-

lucionario, mucho más potente aún que el ordenador). Pero al parecer lo previó, incluyendo el correo electrónico (ref. 2, pág. 225 y ref. 3, pág. 158). Y previó la

importancia económica (además de la ecológica y el ahorro de tiempo del traba-jador) del trabajo a distancia (ref. 2, pág. 239, y Ref. 3, pág. 41). Y nos dice

además (ref. 3, pág. 50): «El obrero de la Tercera Ola es más independiente, con más recursos, ya no es un apéndice de la máquina.(...) Posee los «medios

de producción», en una forma en que los poco hábiles obreros de una fábrica nunca pudieron tener». La famosa escena de Chaplin en una cadena de montaje

reflejaba la realidad de la primera mitad del siglo XX, pero hoy ya podemos de-cir que no muestra el futuro sino el pasado.

La segunda ola se caracteriza por seis principios (que Toffler describe de-

talladamente en ref. 2, pág. 63, y son: Uniformización, Especialización, Sincro-nización, Concentración, Maximización y Centralización). Y en pág. 78 dice: «Los

seis principios que formaron ese código prestaron un sello distintivo a la civiliza-ción de la segunda ola.

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Actualmente (...) todos y cada uno de esos principios fundamentales están siendo atacados por las fuerzas de la tercera ola». En cambio, «En asombroso

contraste, –dice en pág. 392– la civilización de la tercera ola resulta presentar muchas características –producción descentralizada, escala apropiada, energía

renovable, desurbanización, trabajo en el hogar, elevados niveles de prosumo (...) que se asemejan a las que se daban en las sociedades de la primera ola.

Estamos presenciando algo que se parece extraordinariamente a un retorno

dialéctico».

El conocimiento, la información y la imaginación, son las propieda-des claves –no materiales– de la era en que estamos entrando.

«Prosumo»

Como el «prosumo» empieza a ser un factor importante, veamos a qué

llama Toffler «economía subterránea» al que está ligado este concepto. Anti-guamente, cada familia producía casi todo lo que consumía. La revolución indus-

trial escindió la producción del consumo. Los economistas sólo tienen en cuenta

lo que se produce para el mercado (que Toffler llama «sector B»). El «sector A» comprende todo lo que se hace para uso propio.

Esto incluye el trabajo doméstico y la educación de los niños. La economía

debería tenerlo en cuenta, no por un «sentido de justicia», sino porque es im-prescindible (ref. 2, pág. 315), donde dice: «¿Puede alguien imaginar una eco-

nomía funcional, y mucho menos una economía productiva sin trabajadores a los que se les haya enseñado desde niños a vestirse y a hablar y que hayan sido

socializados en la cultura?¿Qué sería de la productividad del sector B si los tra-bajadores que llegaran a él carecieran incluso de estas mínimas habilidades?

Aunque ignorado por los economistas de la segunda ola, el hecho es que la productividad de cada sector depende en gran medida del otro». Prosumo es

lo que aprovecha el supermercado, que en vez de vendedores, utiliza al propio cliente, o las estaciones de servicio, donde uno mismo se sirve la gasolina, o la

venta de herramientas para que uno mismo haga sus arreglos caseros.

El País Semanal (ref. 9, pág. 92) publicó un artículo sobre IKEA. Dice que

«a idea de un empleado que sugirió vender una mesa desmontada en piezas con sus cuatro patas perfectamente encajadas en una caja plana. (...) permitiría

ahorrar costes en el transporte, en el almacenaje y evitar daños en su traslado. (...) Es decir, si usted trabaja para nosotros, por así decir: se sirve usted mismo

en la tienda, se lo lleva a casa, lo monta y, gracias a eso, consigue un precio fantástico». ¡Eso es prosumo!

La percepción del futuro, y algunas paradojas

Al prever el fin o al menos la decadencia del mercado (ref. 2, pág. 334 y

337), no deja de rendirle un homenaje (pág. 336) como el «logro más impor-tante de la civilización de la segunda ola, empequeñeciendo incluso sus especta-

culares logros tecnológicos». Y esa maravillosa y complicada estructura de rela-ciones humanas, no fue creada ni regida por nadie; fue un emergente.

Así como Toffler insinúa Internet antes de que existiera, menciona a Tony Judge, quien (ref. 2, pág. 312) «ha escrito extensamente sobre el carácter 'reti-

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cular' de estas emergentes organizaciones del futuro, señalando, entre otras co-sas, que la red no está ahora 'coordinada' por nadie; los organismos participan-

tes se coordinan por sí mismos, de modo que puede hablarse de 'autocoordina-ción'». Y en pág. 380: «Más que una o unas cuantas burocracias globales pira-

midales, estamos tejiendo redes o matrices que enlazan diferentes clases de or-ganizaciones con intereses comunes.»

La característica de la segunda ola era la organización piramidal. El para-digma de la tercera ola es la red, en la empresa, en las comunicaciones y en la

política. Y la «autocoordinación» que surge espontánea de la complejidad, red mediante, tanto en Internet, como en los mercados y en el proceso de la globa-

lización, que nadie coordina ni dirige.

Hasta las personas más imaginativas tienden a ver el futuro como «más

de lo mismo». Julio Verne imaginó un viaje a la luna... con el viajero montado en una bala de cañón. Eduardo Bellamy, a finales del siglo XIX (El año 2000)

imaginó que en ese futuro, en cada apartamento de un edificio será posible es-cuchar música en cualquier momento. ¿Cómo? En el sótano, una orquesta tocar-

ía continuamente, y el sonido llegaría por tubos hasta auriculares situados en cada apartamento.

El fonógrafo fue inventado en esa época, y la radio poco después! Novelas

como 1984, de Orwell, y Un mundo feliz, de Huxley, extrapolan las tendencias

de su época y logran descripciones impresionantes de la presunta sociedad futu-ra. Tal vez hayan sido una buena advertencia de lo que podría suceder, pero,

como dice Toffler (ref. 2, pág. 416): «Nosotros estamos ahora avanzando en di-rección exactamente opuesta». No es poco mérito el comprender que el futuro

no está determinado, que no hay etapas (o estadios) preestablecidos, y que sí

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hay puntos de ruptura –caminos que se bifurcan, o mejor que se «polifurcan»– en la evolución (tanto biológica como social).

Otra paradoja que nos muestra Toffler es que habría que hacer campaña a favor del trabajo infantil (ref. 2, pág. 260). Actualmente, muchas personas se

horrorizan de que en el Tercer Mundo trabajen niños. Naturalmente, sería mejor que los niños se dedicaran a jugar y a estudiar.

Pero la indignación tiene mucho de hipocresía. Olvidan que hasta hace dos

siglos sucedía lo mismo en Europa, y que el cambio se debió al auge económico más que a las prédicas de los moralistas. (Lo mismo puede decirse de la supre-

sión de la esclavitud). Muchos niños trabajan porque su aporte es imprescindible para sus familias. Pero lo que es realmente grave, mucho más que el trabajo, es

la prostitución infantil y la utilización de los niños como carne de cañón por par-

te de grupos guerrilleros y de algunos gobiernos. Contra estos crímenes debería canalizarse la indignación de las personas honestas. Las razones de Toffler son

(ref. 2, pág. 260) que:

«La mayoría de los niños actuales apenas tienen una nebulosa idea de lo que hacen sus padres, o de cómo viven en sus lugares de trabajo (...)». «(...) En un

hogar electrónico, los niños no sólo observan el trabajo, sino que, a partir de cierta edad, pueden participar en él.»

En la civilización de la tercera ola, el hogar vuelva a ser (como lo fue durante la primera ola, pero a un nivel superior) el centro de pro-

ducción y de educación.

A propósito del racismo en los países «socialistas», Toffler comenta (ref. 3, pág. 166) que «En otro incidente, los obreros checos de una fábrica de zapa-

tos exigieron una política de No Empleo para los vietnamitas». El ejemplo tam-bién pone de manifiesto el carácter corporativo y reaccionario que suele tener la

acción de los sindicatos y de los trabajadores individuales (continuando la acción

retrógrada de los gremios artesanales de la edad media, que frenaban el desa-rrollo tecnológico). Algo muy similar sucedió en España, en Alicante, con respec-

to a empresas chinas que venden zapatos baratos. Empresarios y trabajadores, solidariamente asociados, quemaron los locales y los zapatos de sus competido-

res chinos.

Un excelente artículo de Alfredo Pastor (ref. 10), después de desear que los responsables del incendio reciban su merecido, nos recuerda que, hace 50

años, gracias, en buena parte, a las inversiones extranjeras, (que acudían a Es-paña debido a los bajos salarios de entonces) Elche se convirtió en la capital

mundial del calzado. «En cuanto a los trabajadores, quizá hayan pensado que la

capitalidad mundial del calzado iba a durar para siempre, y que para qué com-plicarse la vida haciendo estudiar a los jóvenes (...).

Para sacarnos de nuestra complacencia sólo se me ocurre recomendar...

que sigamos el ejemplo que nos dan nuestros amigos chinos, con su preocupa-ción, que raya a veces en la obsesión, por la educación de sus hijos». Estamos

en la sociedad de la información y la «propiedad» más importante es el conoci-miento; los esfuerzos deben orientarse a que los jóvenes los adquieran.

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Política

Apenas hemos tocado el tema de las consecuencias psicológicas de la ace-leración del cambio y de la agonía de la civilización en la que nos hemos forma-

do (y la incertidumbre que nos embarga acerca de la nueva). Pero menos aún hemos dicho de las implicaciones políticas.

En ref. 2, pág. 453, nos dice que «Una civilización de la tercera ola no

puede funcionar con una estructura política de la segunda ola». En ref. 3, pág. 34, nos habla del aumento del regionalismo, y de que «California se ha conver-

tido en la séptima u octava economía más importante del mundo capitalista». De modo que en muchos casos hay que particularizar en regiones más que en

países. Pero esto hay que relacionarlo con lo que dice en pág. 93: «Por ejemplo,

en 1908, un escritor norteamericano llamado Homer Lea –un protofascista, pero brillante y elocuente–, escribió un libro prediciendo la guerra del pacífico que se

produciría treinta años después.

En el mismo, argumentaba que el Pacífico, llegado el momento, reempla-zaría al Atlántico como el teatro principal del comercio mundial y del intercambio

cultural, y que la rivalidad económica llevaría, inevitablemente, a Estados Uni-dos y al Japón a una colisión». Además de la guerra, el pronóstico sobre el Pací-

fico fue acertado. Es una de las razones del auge de California, y también de Chile, Japón, y Corea.

Junto al auge del regionalismo, se forman grandes bloques como la Unión Europea, porque los estados-nación son demasiado grandes para algunas cosas

y demasiado pequeños para otras. Y, al menos a nivel regional, la organización en red jugará un papel muy importante.

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¿Por qué este artículo? ¿Por qué escribe Toffler?

La obra de Toffler tiene tal variedad y riqueza de ideas, que es imposible transmitirlas todas en un artículo, cuya justificación es sugerir a quienes no lo

han leído, que lo hagan. Aún aquellos puntos en los que podamos no estar de acuerdo, estimulan la reflexión. Me permito, para finalizar, transcribir las her-

mosas palabras con las que Toffler concluye «Avances y premisas» (ref. 3, pág. 236):

«Vivimos en un mundo lleno de crueldad, tristeza e ira, junto con promesas radiantes, y la única forma de sobrevivir, mientras transita-

mos a través de todo ello, es hacerlo con un sentido del humor y con

una apetencia por lo surrealista.»

«Necesitamos reconocer que formamos parte de una fantástica ocurrencia cósmica, y hay que seguir gloriándose de ello, disfrutar de la

broma, reírse de lo cósmico y de nosotros mismos.»

«Yo escribí, escribí y escribí antes de que hubiese alguien para le-

er lo que escribía. Escribo, si, para persuadir a la gente de que lo que opino es moral e intelectualmente cierto. Pero también porque todo el

proceso de escribir me cambia a mi. Aclara mis pensamientos. Organiza mi tiempo y mi vida. Escribo porque no hacerlo me deja vacío e insatis-

fecho.»

«Escribo porque cuando logro entrever una pauta que hasta en-tonces había pasado inadvertida en la turbulencia parecida a un caos

que nos rodea, y soy capaz de hacer llegar esa nueva idea a mis lecto-res, siento el leve toque que el explorador español Núñez de Balboa sin-

tió al ver el Pacífico por primera vez, de pie desde lo más alto de Da-rién...»

El Poder del Futuro según Alvin Toffler

La prospectiva es, simplemente, que se puedan hacer algunos es-

cenarios básicos de una determinada realidad en el futuro. Nuestra lec-ción de hoy, dada por las reflexiones que nos genera Alvin Toffler, está

en cómo se puede llegar a tener y solidificar el poder que genera el mínimo de seguridad posible ante el futuro, ya sea individual o de algún

colectivo.

El poder que emerge de enfrentar el futuro con planes, conoci-mientos, valores, emociones y pericias requeridas, si no garantiza que

se cumpla el futuro que necesitamos o deseamos, sí nos va a generar

perfeccionamiento continuo de lo que somos y lo que hacemos.

Hace 81 años nació en la ciudad de Nueva York un hombre que, con el pa-so del tiempo y la escritura de unos cuantos libros le dio una dimensión impor-

tante al futuro, avizorándolo, desde el presente. De esta manera, la realización

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de su famosa trilogía “Future shock” (1970), “The third wave” (1980) y “Po-wershift” (1990) lo catapultó como uno de los grandes especialistas mundiales

del futuro a la cual suma el libro “War and Anti war” que publico con su esposa Heidy Toffler en 1995 y que coloca el concepto de las nuevas guerras que son,

simplemente, guerras de información. Apoyado en un gran sentido de la obser-vación y en doctorados en Letras, Leyes y Ciencias, ha generado un gran poder

como futurólogo, área en la que asesora a múltiples entidades públicas y priva-

das.

De este pensador, podemos aprender la lección de poder que nos genera el futuro y la capacidad que tengamos para enfrentarnos en la mejor situación a

él, sobre todo, tomando como base las dinámicas que se van generando con el conocimiento en el cual confluyen especialidades tan diferentes como las que

van desde las ciencias blandas o del ser humano hasta la de las ciencias duras o exactas.

Es una importante lección la que nos inspira Toffler con su visión integral

de una realidad de civilización que él logra dividir muy bien en tres olas con ca-racterísticas muy bien definidas, en especial en temas como la familia y los pa-

trones comunicacionales, habiendo dicho, por ejemplo que en la segunda ola, una familia nuclear y una comunicación de uno a varios mientras que en la ter-

cera, en la cual ya estamos, la familia se diversifica en una gran cantidad de

modelos y las comunicaciones serán de varios a varios que se representa desde las que se hacen con radio, televisión o prensa a la que se establece por medio

de internet.

El poder del futuro, de esta manera e inspirándonos en las bases que ge-nera en prospectiva, Alvin Toffler, requiere de los siguientes puntos bási-

cos,

.- El futuro tiene, al menos, que ser pensado desde el presente siendo aún más conveniente que se haya pensado y planificado desde el pasa-

do. Cuando uno tiene planes de futuro, lo más probable es que trabaje para ellos, sin que termine importando mucho sí se logra tal cual pero en lo que sí

termina por importar todos los procesos de conocimiento, mejoramiento y opti-mización que se lograron, tratando de lograrlo.

.- El futuro que nos planificamos tiene relación directa con el conoci-miento que tengamos ya que, este factor va a condicionar las reales po-

sibilidades de trabajo y logro para alcanzarlo. Un futuro hecho sin un cono-cimiento adecuado de las diferentes realidades que toca será, con toda seguri-

dad, un futuro arriesgado y peligroso.

.- El futuro tiene alta relación con el tono emocional con que lo enfren-temos y esto da origen a tres factores que siempre hay que tomar en

cuenta y que son, el optimismo o tono emocional con que evaluamos el presente, la esperanza o tono emocional con el cual confrontamos el fu-

turo y, finalmente, la perseverancia que nos ayude a saber mantener el esfuerzo cuando todo pareciera caerse.

.- El futuro, también tiene que contar con las pericias adecuadas que,

desde el comportamiento, entendiéndolo por acciones hechas y omiti-

das, ayuden a lograr lo que se ha vislumbrado como ideal y que, tiene como consecuencia que, a pesar de muchos planes, conocimientos y emociones,

todo el futuro vislumbrado se puede perder sí no existe la pericia necesaria para lograrlo.

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Tratar de hacer posible un determinado futuro, al mismo tiempo hace que hombres tan perceptivos y preparados con Alvin Toffler puedan leer en algunas

acciones específicas de grupos y de civilización hacia dónde apunta la tendencia del mañana que, pese a todos los riesgos y variantes, siempre está ahí, a punta

del próximo minuto, de la siguiente hora.

Bibliografía:

1. Alvin Toffler, El shock del futuro (1970), Plaza y Janés 1978. 2. Alvin Toffler, La tercera ola (1980), Plaza y Janés 1982.

3. Alvin Toffler, Avances y premisas (1983), Plaza y Janés 1983. 4. Alvin Toffler, El cambio del poder (1990), Plaza y Janés.

5. Alvin y Heidi Toffler, La creación de una nueva civilización (1994), Plaza y

Janés 1995. El primer libro de Toffler fue The culture consumers (1964) y los posteriores a los citados: War and anti war y Rethinking the future.

6. John K. Galbraith, Historia de la economía (1987), Ariel 1992. 7. Mariano Trinidad, «Cuando lleguen las vacas flacas», El País, 26-10-2004.

8. Paul Johnson, Tiempos modernos (1983), Javier Vergara Editor 1988. 9. Luis Gómez, «El mobiliario democrático», El País Semanal, 7-11-2004.

10. Alfredo Pastor, «El zapato amarillo», El País, 13-10-2004. 11. «China prepara importantes inversiones en Argentina», El País, 8-

11-2004. 12. «El Gobierno obligará a instalar paneles solares en los nuevos edifi-

cios desde 2005», El País, 8-11-2004.

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LA SALUD MENTAL y ALVIN TOFFLER y su libro: LA

TERCERA OLA….por Alberto Auné

1. Un libro que predijo un nuevo mundo El ensayista estadounidense Alvin Toffler publicó en 1979 La Tercera Ola,

una obra que tuvo el mérito de prever el futuro que se aproximaba haciendo realidad la aldea global de que hablaba el sociólogo canadiense Marshall

McLuhan a fines de la década de 1960 y principios de la siguiente.

Toffler es el autor de anticipación que de manea más rápida que otros, como Leonardo Da Vinci y Julio Verne, ha visto concretadas, y durante su vida,

las predicciones formuladas.

Uno de sus planteos relacionados con las disciplinas relativas a la salud mental es el nacimiento de una nueva psicosfera, cuestionadora de verdades

y dogmas presentados hasta entonces como valores absolutos e incuestio-

nables.

2. Las tres olas

La historia de la humanidad, para Toffler, está dividida en tres períodos.

El primero tuvo una duración cercana a los 10.000 años, comprendiendo desde el año 8000 antes de nuestra era hasta el 1600 de la era cristiana; el se-

gundo se extendió desde mitad del siglo XVII hasta mediados de 1950, es decir unos 300 años, mientras que el tercero del cual no se sabe cuándo finalizará,

comenzó en el último año mencionado.

El primero de estos períodos es denominado Era Agrícola y Civilización, co-rrespondiente a la Primer Ola, mientras que el segundo es conocido como Mo-

dernidad, Revolución Científica, Revolución Industrial o Era Industrial, compren-diendo la llamada por Toffler segunda Ola.

Hay diferencias respecto al nombre del tercer período, al cal se le adjudi-caron las denominaciones de Posmodernidad, Posindustrialismo, Superindustria-

lismo, Siglo XXI, Futuro, Era de las Comunicaciones y otros. A esta etapa el au-tor denomina Tercera Ola.

3. No hay una verdad absoluta En este libro Toffler recuerda que cuando su edad era de 20 años había

aceptado al marxismo como ideología, creyendo entonces tener todas las respuestas a cualquier pregunta que se formulara, pero más adelante veri-

ficó que ninguna de estas respuestas era completa; por el contrario, las ca-racterísticas que ellas mostraban eran parcialidad, antigüedad y unilaterali-

dad, entre otras.

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Así, llegó a la conclusión de que una pregunta efectuada correctamente

puede llegar a ser más importante que una respuesta correcta a una pre-gunta equivocada.

Esta reflexión va más allá de una simple afirmación para cuestionar

nuestra misma forma de razonar.

En efecto, muchas veces escuchamos respuestas que creemos perfec-

tas pero que corresponden a preguntas mal formuladas o no de todo correc-tas.

En cambio, la pregunta cuestionadora muestra la inteligencia de quien

la formula, ya que lleva a ese cuestionamiento a partir de reflexiones propias y no por repetir sin sentido textos que ha leído quizás sin razonar.

A partir de la duda llegamos al conocimiento de la verdad; así lo han

afirmado filósofos y pensadores a través de la historia.

4. Saber y preguntas en la aldea global

Muchos científicos, profesionales y estudiosos de las más variadas discipli-nas, entre ellas las relacionadas con la salud mental, parecen por sus expresio-

nes tener la certeza absoluta de lo que creen.

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Esta certeza se basa en sus estudios, análisis y muchas veces en una vida académica en la que los estudios y actividades profesionales han tenido un lugar

preponderante.

Concurren a congresos, seminarios; dictan cátedras... pero siempre en-tre quienes comparten sus ideas o en caso de disentir lo hacen a nivel estric-

tamente académico.

Esta estructura de vida, ideal, se desmorona cuando se plantean cues-tionamientos, en especial cuando quienes los formulan no constituyen un

pequeño número de personas.

La globalización, y con ella la facilidad de acceso al conocimiento en los más diversos niveles y de innumerables disciplinas, ha fortalecido los cues-

tionamientos.

Parece entonces, en la ciencia y en los ámbitos del conocimiento, reco-rrerse un camino que se bifurca.

Cuando llega el cuestionamiento, una posibilidad es ignorarlo y prose-

guir como si éste no hubiera existido. Avanzar siempre en un mundo ideal,

en el que la duda no existe. Pero tarde o temprano ésta volverá a presentar-se, pudiendo ser nuevamente evitada pero tarde o temprano deberá ser en-

frentada.

La segunda posibilidad, que parece ser la correcta, es ver cuáles son los elementos que plantea la globalización del conocimiento que nos permi-

tan presentar las mismas verdades con nuevos aportes que las enriquezcan.

5. La Tercera Ola y los cuestionamientos

La humanidad, sostiene Toffler, está enfrentada a un salto cuántico hacia

delante, enfrentándose a la más profunda conmoción social y reestructuración creativa de todos los tiempos. Sin darnos cuenta estamos entrando a una nueva

civilización.

El impacto de esta Ola será sentido por nosotros por lo que resta de nues-

tras vidas, ya que se completará en unas décadas. Pone en duda todas las vie-jas relaciones de poder, las prerrogativas y los privilegios hasta ahora dominan-

tes en todos los planos, incluso el intelectual.

Esta situación de cambio conmueve todas las estructuras sociales. La economía, los sistemas de representación cívica, la educación, la cultura, su-

fren cambios que pocos años atrás eran impensados.

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6. La educación profesional dura toda la vida

Excede a este trabajo analizar todos los cambios que se producen en la ci-

vilización actual. Por ello, concentraremos el análisis en algunos puntos en parti-cular.

Uno de ellos es el relativo a la educación, en especial las carreras universi-

tarias y terciarias que otorgan títulos a profesionales. Actualmente, el contar con un título no garantiza la actualización, ya que las materias que se dictan van

quedando obsoletas con el paso del tiempo. La actualización debe ser una obli-gación para los profesionales, bajo riesgo de perder su capacidad de instrucción

y con ella las posibilidades laborales. Es un primer paso, necesario pero básico para la etapa que seguirá: con-

tar, en la vida profesional, con una actualización constante que permita enfren-

tar los desafíos del mundo actual.

Sin embargo, a menudo es difícil, para quien tiene una formación

académica en la que la tecnología no ha jugado un rol importante, adaptarse

a esta situación. Las disciplinas humanistas, las relativas a la salud mental y otras, cuentan con brillantes profesionales. Sin embargo, parece a veces

haber un divorcio entre la formación recibida y la actividad posterior por un lado y la tecnología por otra.

Lo tecnológico parece difícil, alejado de la realidad académica y profe-

sional. Sin embargo, este prejuicio debe ser vencido para poder lograr una actividad plena, integrada al mundo de hoy y a sus planteos y cuestiona-

mientos.

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7. La nueva psicosfera

Uno de los planteos más apasionantes de la obra de Alvin Toffler es el na-

cimiento de una nueva psicosfera, que cuestiona muchas de las verdades que en psicología y psiquiatría se creían absolutas hasta ahora.

Para algunos pensadores actuales los cambios tecnológicos han traído

consigo el fin de la amistad, el amor, el compromiso y la solidaridad.

En este contexto crece la tensión en mucha gente, que se encuentra comu-nicada tecnológicamente pero al mismo tiempo sufre un fuerte aislamiento

respecto a sus seres más cercanos.

Si hay algún síntoma de falta de salud en el aspecto mental, esta situa-ción se potencia con la soledad.

Surgen entonces caminos de justificación; nuevas creencias religiosas

se expanden, mientras que algunos hechos que la clínica determina como riesgosos o negativos en salud mental son presentados como positivos y

aceptables para la sociedad.

8. Responsabilidad comunicacional

Los medios de comunicación tienen en esta situación una gran responsabi-lidad. La información no se presenta siempre de manera objetiva, y los riesgos

crecen con ello. La persona necesita una identificación consigo misma y con un contexto social. Si una conducta encuentra justificación, genera una respuesta

positiva y se cree entonces estar obrando correctamente, cuando la realidad es otra.

La amplia difusión de conductas perjudiciales para quien las practica, pre-

sentándolas como correctas, es un hecho grave, que no se encuentra castigado en las legislaciones y por lo tanto permanece impune, con las consecuencias

graves que tiene para las personas y la sociedad.

9. Conducta dañina, soledad y sociedad

La tecnología de las comunicaciones ha producido una paradoja: por un

lado las personas están conectadas entre sí, pero la mayoría de las veces con alguien distante físicamente. La cercanía con el prójimo inmediato ha

pasado a un segundo plano.

Entonces, quienes tienen en sus vidas la soledad como un hecho incor-porado, buscan nuevas salidas a nivel espiritual y emocional.

La promesa de nuevas sensaciones sabe seducir; existen quienes entonces comienzan a recorrer un camino que de no ser enmendado a tiempo puede

conducir a abismos en el cuerpo y en el espíritu.

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10. Nuevas formas de convivencia

Una de las características de la Tercera Ola es la presencia, ya anunciada

por Toffler, de formas y costumbres de vida alternativas a la familia nuclear.

Este tipo de familia –compuesta por un hombre, una mujer y sus hijos-, que en un tiempo era considerada en los discursos oficiales como “la célula

básica de la sociedad”, hoy no es el modelo de vida que todos eligen.

Los censos nos muestran el número creciente de personas que viven

solas. Otras eligen hacerlo en comunidad alquilando o comprando en conjun-to una propiedad grande para abaratar costos. También hay grupos huma-

nos que comparten trabajo y vivienda de manera permanente, sea en co-munidad o no, y no olvidemos la cantidad de convivientes en pareja siendo

ambos o no del mismo sexo, forma de vida que inclusive ha sido reconocida por la legislación civil, como en el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Ai-

res.

11. Conciencia de los propios derechos

La globalización ha traído, para quienes tienen una forma de vida alterna-tiva a la familia nuclear, la conciencia de que no están solos.

En un mundo en el que no existía la interconectividad actual, era fácil dis-

criminar al diferente en cualquier aspecto, como sexual, ideológico, religioso.

Hoy quien piensa u obra de manera diferente a la mayoría sabe que aunque en su contexto social inmediato –familia, trabajo- sea la única per-

sona que obra de esa manera, en el contexto mediato cuenta con pares, con

quienes mutuamente se concientizarán y actuarán solidariamente.

No sólo los componentes de estas minorías se comunican entre sí, sino que exigen el reconocimiento de la sociedad.

Trabajan, pagan impuestos, cumplen con las leyes, y como ciudadanos tie-nen derechos que quieren hacer valer.

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12. La clínica ante los nuevos desafíos

La globalización ha traído, como hemos señalado, nuevas formas de vida y

cuestionamientos al conocimiento institucional, creencias y actitudes sociales.

Se plantea entonces, en el campo de la salud mental, la necesidad de sa-ber discernir entre nuevas formas de vida que ayudan al desarrollo del individuo

y desviaciones que parecen más bien producir en la psiquis y el cuerpo de las personas un daño irreparable.

Con la llegada de internet se han multiplicado los sitios web en los que

es fácil acceder a prácticas que incluyen neurosis o psicosis, sea de manera individual o colectiva. Estas conductas se presentan como positivas, y quie-

nes las practican dicen sentirse bien y en armonía con la vida.

La clínica debe entonces enfrentarse a esta situación, y debe contar con las mayores posibilidades para hacerlo con éxito.

13. La salud mental hoy

Para ayudarnos a discernir en este tema, recordemos que la salud mental

está incluida en la definición de salud que define la Organización Mundial de la Salud (OMS):

“La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no so-

lamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

Este enunciado tiene en sí mismos la fuerza para despejar cualquier incógnita sobre la diferencia entre una conducta saludable y otra con algún

grado de desviación.

Tomemos en este campo tres posibilidades:

La primera es la conducta de alguien que sigue los parámetros sociales establecidos, sin formular respecto a ellos el menor cuestionamiento.

Al cumplir con ellos, esta persona se siente bien consigo misma, con

quienes la rodean y ello la lleva a responder de manera positiva a las distin-tas situaciones que la vida le plantea en todos los campos, como familiar,

social y laboral.

En el segundo caso hay una persona que ha elegido una forma de vida alternativa en alguno o algunos de los aspectos que los parámetros sociales

cuestionan.

Sabe que su actitud ante la vida no es comprendida por muchas perso-

nas, pero ha hecho una elección consciente y adulta.

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Tiene esta persona la satisfacción y tranquilidad que le da haber cum-plido con su conciencia. Se siente bien consigo misma por ello, y transmite

esta actitud hacia los demás. Sea comprendida o no, sabe mantener los lími-tes del disenso y desarrolla sus actividades en diversos campos con normali-

dad.

En los momentos difíciles se comunica con quienes comparten su acti-tud ante la vida y recibe entonces el apoyo necesario para superar dificulta-

des.

En la tercera situación encontramos alguien que ha incorporado a su vida alguna práctica de situaciones que la clínica podría calificar como cerca-

nas a la neurosis o la psicosis, entre otras posibilidades que causan daño a quien las implementa.

A diferencia de quien ha elegido pertenecer a alguna minoría de vida u

opinión alternativa y se comunica con sus pares, esta persona mantiene en

reserva sus prácticas.

Se produce así una disociación de la personalidad. Quien todos los días es un correcto estudiante, profesional u oficinista, se transforma en forma

privada para mostrar su faceta oculta. Esta exhibición de lo oculto se hace solamente a algunos iniciados que, como él, participan de la misma situa-

ción.

Bajo un placer transitorio quedan ocultos cuestionamientos íntimos que si fueran formulados con claridad permitirían enfocar la vida de una manera

positiva.

No hay tiempo para pensar, reflexionar o efectuar un análisis sincero de la propia conducta, ya que los momentos de soledad son muy dolorosos

pues no hay afectos sinceros con quienes compartir sentimientos.

Otro aspecto de doble personalidad se produce cuando esta persona

oculta sus prácticas a sus seres más cercanos, como su familia.

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Esta situación obliga a una cautela y control continuos para mantener

la privacidad, que tienden tarde o temprano a producir alteraciones en el sis-tema nervioso, que terminan perjudicando órganos sensibles del cuerpo,

como el corazón.

No hay entonces una buena relación consigo mismo ni con los demás.

La respuesta a la demanda de las distintas situaciones que plantea la

vida es dificultosa y está condicionada a otras situaciones, de tipo personal e íntimo.

Es por lo tanto negativa la relación con los demás.

Los sentimientos de angustia predominan a menudo.

Finalmente, señalamos que esta persona necesita siempre de un sopor-

te técnico o comunicacional al no poder desarrollar ninguna actividad con la tranquilidad necesaria.

Una experiencia lleva a otra... y siempre se busca más.

Un callejón sin salida, que lleva a la destrucción de la vida personal, familiar y laboral tarde o temprano.

14. Necesidad de una actualización profesional

Como resumen de lo expuesto, podemos decir que la salud mental como

armonía del hombre consigo mismo y la sociedad pasa por una etapa de cues-tionamientos.

Las nuevas tendencias y realidades que presenta la sociedad llevan a

quienes trabajan en este campo a la necesidad de una actualización constante.

Es necesario dejar los ámbitos en que hay una retroalimentación por la cual creemos que todo está bien y comenzar a plantear la verdad: la neuro-

sis y la psicosis, entre otras enfermedades, en cualesquiera de sus modali-

dades, son altamente perjudiciales para el ser humano.

15. Una sociedad cambiante

La gran cantidad de información que recibimos nos impide reflexionar; to-

do nos llega ya con un análisis incorporado que aceptamos pasivamente.

La sociedad actual, con su fiebre de consumo, lleva también a que el ser humano no se sienta realizado y se repliegue sobre sí mismo, en una actitud

autista.

En esta situación, quienes presentan conductas perjudiciales como una situación a seguir tienen un campo fértil para expresar sus ideas.

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Esto se ve favorecido porque muchas personas priorizan el trabajo en

exceso para acceder a bienes que se presentan como indispensables y viven su vida en una carrera en que los únicos placeres son cada vez más alejados

de la realidad.

16. Exteriorización de los síntomas

Los síntomas de esta situación se ponen de manifiesto en especial en

hechos de violencia cada vez más frecuentes en el seno de la familia. De esta forma se quiebra el diálogo y se entra en una espiral de soledad que no parece

tener salida.

17. Mostrar un camino

El profesional de la salud mental tiene entonces un desafío muy importan-te, para reconstruir los lazos del individuo tanto consigo mismo como con la so-

ciedad.

Un campo importante de trabajo es el que se realiza durante la consulta.

La proliferación de problemas lleva a que una persona de la familia, a

menudo no el afectado en forma directa, acuda a una consulta profesional.

Muchas veces esta consulta no se realiza en consultorios privados sino en centros públicos de salud mental.

Si consultamos a profesionales que trabajan en estos centros, confir-

maremos que estas consultas se han incrementado en los últimos años. Es entonces ésta la oportunidad para trabajar buscando una mejoría en la cali-

dad de vida en salud mental de nuestros semejantes.

18. La salud mental como algo personal

El profesional debe indagar en los trastornos del paciente y buscar ubicarlo en alguno de los tres grupos que hemos señalado. Esto se debe efectuar con

respeto a la privacidad, ya que muchas veces puede haber quien considere que hay una enfermedad en quien si bien vive de una manera diferente o pertenece

a alguna minoría, se siente bien consigo mismo y con los demás.

19. Alejar de las adicciones

El paciente debe comprender que sentirse bien no depende de un soporte técnico, que en cualquier momento puede estar ausente y causar así una crisis.

Aprender a tener momentos de independencia de estos soportes es una tarea difícil pero que puede dar el resultado positivo esperado.

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Por lo general, quienes practican alguna conducta que los daña tienen una disociación entre su vida normal y la que llevan cuando se dedican a

ella.

Llevar a la reflexión es un trabajo quizás lento pero concreto. Unido a esto, es necesario que el individuo logre la independencia res-

pecto a lo tecnológico. Esta es la diferencia entre una enfermedad mental y

la salud mental, aunque se pertenezca a alguna comunidad minoritaria en la sociedad.

20. Sentirnos bien, prueba de salud mental

El camino entonces parece ser éste: llevar al individuo a que no necesite de soportes para tener armonía consigo mismo y con los demás.

Si esto se logra, se habrá dado un primer e importante paso, y las conduc-

tas perversas, de cualquier tipo que fueren, irán disminuyendo, ya que necesi-tan de un apoyo externo.

También es importante que el profesional esté informado, y sepa utili-

zar los apoyos que da la tecnología para compartir experiencias con sus pa-res.

Uniendo una capacitación constante a la comprensión de las diferencias

entre los seres humanos, será posible discernir entre quienes pertenecen a una minoría siendo conscientes de ello y quienes no pueden tener la sensa-

ción, al menos efímera, de sentirse bien, si no tienen un soporte externo, cualquiera que sea.

Es necesario entonces recuperar el libre albedrío del paciente, inten-tando que sus opciones sean las que lo lleven a una vida positiva, en la cual

los valores que priorizan el propio respeto y el buscar el bien para sí y la so-ciedad se vayan integrando a la persona para que su conducta lo lleve a una

existencia digna de ser vivida

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