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Noche de Velación Pasos ceremoniales El fundamento cosmogónico de las ceremonias de las Hermandades de la Santa Cuenta, es ancestral y se hunde en los tiempos previos a la invasión europea. ¿Qué tanto hay de una y otra parte? La respuesta es incierta pero algo es seguro, las imágenes provenientes de la espiritualidad medieval católica europea primero funcionaron como elementos de encubrimiento y no tácitamente sincretismo. El sincretismo va gestándose primero en paralelo: los antiguos Caudillos Reales dejaban abierta la opción de entender los elementos de ambas formas, por ejemplo, las cruces “Santo Lumbre” eran, a su vez, los Cuatro Vientos y su centro el Fuego -quizá Otontecuhtli, el numen mayor y del Fuego en el culto antiguo Otomí y mesoamericano “sentado en el centro”- y, también, ese tipo de cruces eran la Cruz de Cristo/Sol y su Fuego Místico. Estas formas subsistieron, incluso, hasta el siglo XX y se puede leer de ellas a través de la palabra del Capitán General Manuel Luna Cuevas cuando narra, a Martha Stone, la noche de velación. Fue un entendido común, hasta antes de la migración o reconquista de la Danza en Tenochtitlan, que cada quien decidiera que vertiente tomar. Unos podían seguir el antiguo culto y, sin mayor problema, escoger el catolicismo como tal. O

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Noche de Velación Pasos ceremoniales El fundamento cosmogónico de las ceremonias de las Hermandades de la Santa Cuenta, es ancestral y se hunde en los tiempos previos a la invasión europea. ¿Qué tanto hay de una y otra parte? La respuesta es incierta pero algo es seguro, las imágenes provenientes de la espiritualidad medieval católica europea primero funcionaron como elementos de encubrimiento y no tácitamente sincretismo. El sincretismo va gestándose primero en paralelo: los antiguos Caudillos Reales dejaban abierta la opción de entender los elementos de ambas formas, por ejemplo, las cruces “Santo Lumbre” eran, a su vez, los Cuatro Vientos y su centro el Fuego -quizá Otontecuhtli, el numen mayor y del Fuego en el culto antiguo Otomí y mesoamericano “sentado en el centro”- y, también, ese tipo de cruces eran la Cruz de Cristo/Sol y su Fuego Místico. Estas formas subsistieron, incluso, hasta el siglo XX y se puede leer de ellas a través de la palabra del Capitán General Manuel Luna Cuevas cuando narra, a Martha Stone, la noche de velación. Fue un entendido común, hasta antes de la migración o reconquista de la Danza en Tenochtitlan, que cada quien decidiera que vertiente tomar. Unos podían seguir el antiguo culto y, sin mayor problema, escoger el catolicismo como tal. O

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uno y otro o ambos. Aunque eso sí, los Caudillos Reales fueron bastante recelosos de conservar las formas arcaicas. Desde el punto de vista académico, algo aún se sigue considerando y viendo como imposición, sin embargo también, como resistencia. En palabras de Juan Diego Razo Oliva: “Se obligan, pues, a preservar -como legado sagrado y trasmitirlo a sucesivas generaciones de conversos e iniciados- un complejo de cantos, rezos, alabanzas, música y actos rituales con que rememoran, con gran solemnidad y efectos espirituales impactantes, aquel acontecimiento más que dramático, en verdad trágico, cuando fue impuesta la religión y la cultura de los invasores europeos cristianos, destruyendo ancestrales creencias y modos de vida por vía de la conquista y el coloniaje. En este proceso fueron protagonistas varios capitanes dirigentes de otomíes y chichimecos (Juan Valerio de la Cruz, Fernando de Tapia Conín, Nicolás de San Luis Montañez, entre otros,) que -tal como consta en cronistas de la época- decidieron participar simulando combatir del lado invasor, ya que no quedaba mejor estrategia para salvar a su gente de un total exterminio y mantener la presencia aborigen como la de mayor peso demográfico en la región de Mesoamérica que vino a ser el Bajío, su patria original sacramentada en memoriales que hablan del “Gran Valle Chichimeco” señoreado por la Montaña Sagrada de Culiacán, el Chicomóztoc de las Siete Cuevas. De aquí, según sus relatos sobre sus dioses y héroes, habían partido sus antiguos progenitores a fundar imperios de gloria y civilización como la misma Tula, del insigne caudillo Quetzalcóatl, ciudad madre de

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culturas tan esplendorosas como la mexica, la texcocana, la tlaxcalteca, la atlalixquense, etcétera. Hacia el lugar donde partiera el antiguo peregrinar, sus dioses y caudillos, en tan crítica y ominosa situación como fue la conquista, les estarían guiando en un retorno circular y memorable. Y con devoción y sacrificios, acá restablecerían sus viejas costumbres, pese a todo. No obstante la situación de etnias subordinadas en que las arrinconó el dramático acontecer del siglo XVI, desde que sus líderes recurrieron a esta inteligente, sensata y valiente estrategia de defensa de identidad y de pervivencia dentro de tan tremenda adversidad histórica, fue como si hubiesen diseñado hacia el futuro y la esperanza un guión de vida y de actitudes colectivas a partir del presunto milagro de la aparición de la Cruz de Sangremal, el 25 de julio de 1531, cerca de Querétaro, dice una de las versiones; y otra dice que también sucedió en Puerto de Bárbaros, cerca de San Miguel de Allende, el 14 de septiembre del mismo año. Se buscaría vivir haciendo resistencia cultural (Nosotros ante y entre Ellos) en un mundo sincrético tras del cual las antiguas deidades y creencias, mitos fundacionales y visión cosmogónica podrían continuar negociando, incluso desde la desventaja respecto a la religión extranjera impuesta, un culto propio para exaltar lo sacro del espíritu, la mente y el corazón de sus comunidades (como de hecho ha sucedido)…”

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Observación, en la formación de las primeras hermandades ya había un componente pluriétnico cuya base centro fueron Querétaro y San Miguel de Allende, cuyas cruces mayores de fundación, Sangremal y Calderón, son establecidas con un esquema mitológico idéntico. Son narraciones de resistencia en crisis ante el embate del desplome de las formas milenarias de culto. Es decir, no son historias legibles y puntuales, son narrativas que proceden de esquemas mesoamericanos de conquista y expansión con tintes de espiritualidad mística guerrera. En palabras de Gabriel Mohedano: “En su origen este culto de crisis estaba circunscrito a Querétaro, pero pronto deben haberse empezado a desarrollar actividades de proselitismo (tendencia básica del grupo), atrayendo nuevos miembros, “conquistándolos” (como aún se dice) para fortalecerlo (y al que entrarían después de una ceremonia de iniciación, como hasta ahora es usual), instruyéndolos en las antiguas creencias y prácticas: dándoles a conocer los medios para entrar en contacto con las ánimas de los antepasados y de este modo mantener el linaje cultural, la forma de pedir su ayuda o intercesión para curar o para deshacerse de sus enemigos. Y quizá hasta alentándolos y aconsejándolos para que rechazasen la nueva doctrina y continuaran con la antigua, prometiéndoles -como en otras partes- que los españoles habrían de irse; a la vez que preparándolos para posibles enfrentamientos armados, mediante el ejercicio de la danza, de carácter básicamente guerrero, en la que el arco y la flecha eran las simbólicas armas tradicionales."

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En cada lugar que conquistaran adeptos, dejarían establecida una “mesa”, de conformidad con la General u otra de las que se consideraban originales, que se encargaría de mantener las “velaciones”, la danza, etc. con sus rituales apropiados, es decir lo que hasta ahora califican como la “obligación”. Y así se iría difundiendo poco a poco el culto -la “palabra” en una de sus varias acepciones-, entre los “pueblos de indios” del Bajío, con tradiciones culturales y religiosas semejantes y en las que las privaciones en las áreas de conducta, posesiones, status y poder, serían también dramáticas voces cotidianas, imposibles de acallar a través de los medios seculares usuales… …La Hermandad de la Santa Cuenta se constituyó, desde ahí, como consecuencia de un esfuerzo consiente y organizado para perpetuar y defender aspectos selectos de la cultura indígena de la zona en que surgió.” Los componentes de esas poblaciones eran Pame-Otomí, Chichimeca, migraciones nuevas de contingentes Náhuatl, en porcentaje mayor Tlaxcalteca, y pequeños grupos provenientes de Tenochtitlan. Mestizos en primera o segunda generación y, todos con múltiples propósitos: unos para el sedentarismo, otros para la milicia. Unos para poblar, otros para repoblar. Este proceso, se puede entender desde 1558, con el levantamiento de la Santa Cruz de los Milagros en Querétaro y, por parte del primer Caudillo Real, tata Julián Campos al servicio -en sus propios términos-, de la Corona Española. De

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allí hasta, aproximadamente 1620. (Acá estoy preparando una publicación sobre un acta de cabildo que registra, con firmas, una primigenia „conformidad‟ entre capitanes de „conquista‟, soldados al servicio del sistema colonial. Todos ellos de diversos orígenes pero, con todo, siendo ellos, la mayoría del Bajío y poblaciones de la cada vez, mas pacifica, Gran Chichimeca.) “Se levanta la Palabra General en Tlaxcala, pero como orden de guerra. Allí se extendían los papeles, sólo eso. Siendo que los Tlaxcaltecas y los contingentes Mexica no conocían ya el territorio a cabalidad ni por política, diplomacia y mucho menos combate, entonces el “trabajo” es encomendado a los caciques Otomí. La danza y las hermandades nacen ante la Cruz de Sangremal y la Cruz de Calderón, es allí donde comienza la “conquista”, la nuestra, en todos los sentidos. Cada lugar conquistado retiene su nombre “Chichimeca”, tanto por ser lo propio, tan por la necesidad de las autoridades religiosas y civiles de aquellas épocas, de establecer y mantener un censo de los núcleos pacificados y conversos. Con el tiempo, lo Otomí queda relegado a segundo plano pero no en el lenguaje ceremonial, allí si prevalece. De Tlaxcala queda sólo una estrofa en un canto de conquista.” Fernando Flores Moncada. Mecanuscrito inédito, fragmento. 1982-1994

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En un artículo de Felipe Castro Gutiérrez: “Los indios tenían motivos muy amplios de agravio. La elite y las instituciones indígenas podían argumentar que no eran conquistados, sino conquistadores, y que sus méritos los convertían en vasallos privilegiados...” Otra observación, el catolicismo de esa época y su afán de conquista espiritual al “reino de dios”, no es el catolicismo que conocemos actualmente. Esos primeros misioneros, también, en su empuje, traían fuertes componentes de guerra. Venían de un ambiente donde, la expulsión de los moros en España, era considerada una hazaña tanto militar como espiritual y aún mesiánica. Extender ese “reino” fue algo que, a los primeros Caudillos Reales, les causó diversas reacciones, pero algo importante hay aquí, con facilidad se comenzaron a fundir dos misiones místicas guerreras. Una, la europea, otra la mesoamericana y ambas con un componente básico: la toma o „enlistado‟ de las „almas‟ a un contingente unificado de creyentes o practicantes de la „verdadera‟ religión. O de religiones o visiones mixtas. De allí nosotros. ¿Por qué esto? Porque la ceremonia de velación incluye ambas vertientes, por momentos unificándose, por momentos, la nuestra, divergente, a la fecha. Cristianismo mesoamericano, pareciese que siempre hemos querido quitarnos ese componente invasivo que cayó sobre nuestras abuelas y abuelos.

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La ceremonia de Velación, en un sustrato ancestral, es ante todo, la preparación nocturna, telúrica, fría, femenina y gestante, de la ofrenda de elementos que otorgan fuerza a la lucha de la luz sobre la oscuridad. Pero no la luz y la oscuridad como antagónicos, sino como complemento. Se entrega el canto y el aroma, la exudación de la fragancia de la flor y la expresión poética, filosófica y florida de la voz. Se acompaña al Sol/Jesucristo en su lucha por las tinieblas, el inframundo. Es la Pasión, la Conquista, la preparación del amanecer y el enfilamiento de la milicia espiritual, el personal, el contingente místico guerrero, que, habiendo cumplido su paso de sacrificio, sale ahora, ante la luz nueva, a danzar la batalla final de conquista: elevar al Sol/Jesucristo en esplendor. Queda así, entonces, hecho el complemento, la procreación diurna, celeste, caliente, masculina. Se sacrifica/paga a ambas partes, nos mueve la retracción, nos nutre el movimiento. Retomo acá el tono de los antiguos Caudillos Reales: cada quien tome la variante a, cuya adhesión, su Corazón nutre, ancestral o católico o ambos. En nuestra visión mesoamericana, no hay contradicción. Observación: los pasos rituales, ceremoniales, hasta antes de 1952, cabían sólo en el Corazón dictante de los Capitanes y Capitanes Generales, Caudillos Reales -o ya sin realeza, cumplida la independencia de los territorios del México presente, el término „real‟ comienza a disolverse-. En 1952 y hasta 1954, el jefe Francisco Díaz, soldado y hermano sin cargo en la Corporación de Concheros de los Hermanos

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Barrera, Carlos y Manuel -a su vez, la primera vertiente de la Corporación fundada por tata Felipe Hernández y tata Vicente Márquez-, él, ya independiente y, habiéndose re integrado a la Conquista, es quién primero organiza los cargos en distinción: hay ya Primera y Segunda Palabra, Tercera Palabra, a veces, Cuarta y Quinta. El régimen que, en antiguo sólo era la decisión del Capitán o Capitán General, se delega al personal del propio grupo o de grupos y personal selecto de grupos en conformidad. Antes de 1952, tanto en el Bajío como en Tenochtitlan, la Invocación, el llamado de Ánimas, los procedimientos de paso, marcha, pasión, conquista, limpia y gloria, en la noche de velación, dependían del conocimiento del jefe/caudillo o de aquel que ostentase el cargo mayor. Después, la “marcha” nocturna quedó a consideración y, muchas veces, a la deriva de los conocimientos de aquellos elementos que se asignaron para dirigir las ceremonias. Queda claro, hay dos temas acá. El primero, no todo jefe o soldado llegó a conocer, a cabalidad, cómo era un procedimiento, los procedimientos. Lo que resultó de esto fue indisciplina y „variantes regionales‟ -que no lo son, en realidad-, los ejercicios espirituales tuvieron su estructura y no, nunca validaban caprichos individuales. Lo segundo que, como sea, partiendo de esto primero, es lo que ha resultado tanto del desconocimiento tanto como de la creatividad. Actualmente hay líneas de hacer directo tanto como líneas de hacer y trabajar que comienzan apenas y que les respaldan sólo unas décadas del siglo pasado y del presente. No soy quién ha de validar unas u otras, personalmente mi propensión es el estudio de las ancestrales pero, caso curioso, nuestra Danza,

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hace caber afecto hasta en las más hilarantes. A nuestra Danza le parece, ahora correcto, acoger la experimentación, yo me uno a esto, eso sí, con reserva. Anotación: la Corporación de Concheros de México, la línea directa que proviene de tata Felipe Hernández, no adopta la delegación de cargos. Allí, al interior, el jefe mayor al mando lleva el rito al estilo antiguo y ejecuta las órdenes al modo antiguo también, adaptándose a las circunstancias. Las otras Corporaciones si han acogido el sistema de cargos e, incluso, trabajado con personal mixto tanto de la Conquista como de otras Corporaciones. En el Bajío y Estados Unidos, la situación es mixta aunque predomina, casi totalmente, el otorgar Palabra. En algunas ocasiones he notado excepciones pero siempre éstas, porque el jefe tiene algo de mesías y algo de gurú, mucho de intransigente y poco de conocedor. Sobre altares y recintos donde hacer los ejercicios espirituales. Altar del Cuartel General, Altar en cueva o montaña, Calvario o Puerto, (Retache y Capilla Familiar son casos aparte): “La danza, nuestra forma de entender el movimiento resguarda muchos secretos. Muchos. Los altares “Puerto” regularmente se establecieron en distancias cuyo vórtice fue el centro ceremonial de una población. La iglesia, la casa antigua de culto, es lo mismo. A las cuatro direcciones, como protección, altares públicos quedaron establecidos. Bajo ellos, el sacrificio de un guardián

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quedó dado. Sí, en las cuatro esquinas de distintos lugares, una persona, alguien como usted y yo decidió entregar su vida y quedar al resguardo. Eran tiempos difíciles, tiempos de exterminio. Fue un honor, en algún entonces, dejar de vivir aquí para vivir allá y vivir desde eso para preservar todo cuánto ahora podemos ser. Coroneo, Apaseo, Chupicuaro, Vizarrón, Robledad, Guanajuato, Querétaro, San Miguel el Grande, bajo esos “puertos” hay restos de sacrificio humano. Sacrificio voluntario. ¿Cuál así es la diferencia entre un altar “Puerto” y un altar “Corazón”? Los altares Puerto sirven, aún ahora, como centro de trabajo para quienes sepan invocar la fuerza de quienes resistieron y supieron, quisieron resistir la violencia. ¡Cuidado! Ofrendar allí no es cosa de juego. Los altares Corazón, también siguen una regla parecida pero tienen una constante diferente. Los altares Corazón se sirven de reliquias, reliquias Nahualiyolo, que, en envoltorio, caminan en conquista. La reliquia Nahualiyolo son los restos, huesos, cráneos, posesiones, cuentas de jade, piedra, máscaras, navajas, flechas, de aquellas abuelas y abuelos que fundaron nuestra sagrada Cuenta. La Santa y Legal Cuenta. Un altar Corazón es privado, se sirve de la fuerza de los ancestros de sangre, un altar Puerto es público, se sirve del sacrificio de quienes quisieron ser el resguardo de todos. Todos aquí, hijos de la misma madre y el mismo padre, todos somos herederos del fuego que comenzó esto y del fuego que esto hace continuar. Todos invocamos ánimas y les hacemos presentes. Seguimos y seguiremos juntos. No se lamenta, de verdad, la muerte de un

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danzante por la causa que fuera. Los danzantes vivimos todo y de más y también después." Fernando Flores Moncada. Mecanuscrito inédito, fragmento. 1982-1994 Las estructuras de antaño. (Saltándome acá, toda la preparación previa del altar y las órdenes dadas a diversos sargentos, a la Capitana de Flor, de Mesa, Capitán Primero, Segundo, de Marcha, de Bastón, soldados y aún la familia misma de la mesa “convocante”.) Primer paso. Es el atardecer, “yoñepu” decían los rezadores. (No domino el Otomí, sólo transcribo mis notas.) Los rezadores y/o los Capitanes o Capitanes Generales, frente al altar, afuera apenas del recinto donde se haya convocado a celebrar Velación, llamaban a la “animas” a asistir a la ofrenda. El Capitán General tenía su Malinche y, en ese entonces, la Malinche no era la Sahumadora, una y otra, cumplían trabajos espirituales distintos. “Yoñepu”, insistían con ademanes y gestos de ir recibiendo a los ancestros, incluso hubo, quienes les invitaban a sentarse y, hasta les daban lugar en el altar. Les dirigían con ademanes de invitación. Capitán Real y Malinche “sentaban” a las ánimas, sus ánimas, muy por nombre y, aunque pareciese

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curioso, así por jerarquía. A veces, hasta su libretita con la lista de ánimas, hacían su convocación. Este es el momento del atardecer cuando, miembros del mismo grupo o grupos/mesas enteros, en conformidad, en marcha, llegaban ante el recinto ceremonial de batalla nocturna espiritual. Llegaban con sus propias ánimas y así, Capitán Real y Malinche, primero le daban la bienvenida a esas ánimas y, después al grupo, al cuyo frente, un cantor/rezandero, una Malinche Abanderada, una Capitana de Sahumador, la otra Malinche, los Sargentos y Capitanes de Marcha, sin dejar de cantar, ofrecían sus respetos y consideraciones al altar “Corazón Santo” e imágenes a venerar. Entregaban y se dirigían a los Cuatro Vientos, entregando ofrendas de cera, principalmente luz y luz que acompañará, como en una constelación de estrellas, a esta noche de combate. Banderas/Árbol y Bastones de Mando y Poder se saludaban y después se integraban al conjunto total de “merecedores de la luz”. (Éste último término, “merecedores de la luz” se ha perdido, creo, en su forma antigua, ya totalmente.) “Llegué, llegué, llegué, llegué a Jerusalén…” “Buenas noches señor General de esta conformidad...” Contemporáneo. “Lo encontré, lo encontré…” “De rodillas voy llegando…”

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Así, hasta la medianoche. Segundo paso. A la media noche, una vez reunidos los “ejercitantes” y “merecedores de luz”, se hacía una pausa. Si dirigido a la forma antigua, el Caudillo Real, Capitán Real o Capitán General, o Capitán así sólo, ya mínimo jefe o Segundo al cargo, delegado de una autoridad mayor, comenzaba la Palabra. La Palabra allí, consistía en rezos y salmodias. Unas en Otomí, otras en latín, otras en español y otras a como entendían que iba. Sino a la forma antigua, acá, desde 1954, se usa que se repartan y comisionen las órdenes. -Palabras de bienvenida. -Exhortación a la batalla. Discursos diversos. -Encomienda de trabajos espirituales: preparación de cucharilla y flor, limpieza, armado, tendido, homologación de trabajos, Capitanas de Sahumador de distintos grupos cumpliendo funciones paralelas, Capitanes de Clarín al tanto del tono a trabajar -hubo antes, distintos tonos de afinación según el trabajo-, Sargentos de Campo y Regidores de Canto al mando de la Capitana de Flor y ella, a su vez, a la orden de la Malinche General, etc. -Órdenes de marcha y cumplimientos y espacio para Palabra en „conformidad‟. (Siempre fue admitida alguna disidencia o Palabra que podía, podría reconfigurar una obligación.)

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-Cierre ritual. A partir de la medianoche, culmina la recepción de personal. Actualmente, sin pensar en variantes regionales, los cargos se distribuyen así: Primera Palabra canta el permiso, apoyándose, si así lo cree conveniente, en la Segunda Palabra. Después del permiso, ellos dos dirigirán las siguientes partes rituales: canto de entrega de ofrendas, canto a la Cruz o imagen a venerar, y primer alabanza de Pasión. De allí, en adelante, la Tercera Palabra repartirá alabanzas, cantos, marchas, lutos, conquistas, glorias o albas, acorde al momento ritual. (Más adelante detallo estos pasos.) La Tercera Palabra o Regidor, cerrará con un canto de gloria o alba para dirigir entonces, nuevamente, la atención a la Primera Palabra para terminar la noche de velación con lo que se juzgue, se crea o, ya mínimo se sepa hacer. Esto puede ser, rezar en diversas formas o bien, sólo volver a hacer conformidad para otorgar Palabra, la Palabra a seguir en las danzas a ejecutar más tarde. ¿Quién otorga Primera, Segunda, Tercera y adicionales Palabras? La Conformidad total de mesas o grupos y personal diverso, teniendo como elemento principal de decisión, al mayor en cargo de la mesa convocante. Si no hay suficiente personal o nadie sabe cómo llevar la Palabra, los cargos se otorgan al interior de la mesa convocante o se disuelven y todo recae en algún miembro, casi voluntario, que pueda o sepa hacer algo.

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La Santa Cuenta, su tendido o siembra y su encendido, junto con las diversas ofrendas que le acompañan, era, solía ser el tema más delicado. El otorgamiento de este cargo recaía sobre el rezador ceremonial, anciana o anciano, Capitana General o Capitán General de mayor prestigio de cualquiera de las mesas asistentes o de entre el personal que ha llegado. Muchas veces, estas personas, dentro o fuera de la danza, ya solían ser reconocidas como sanadores, curanderos -incluso brujos-, o bien personas de prestigio por su trayectoria dentro de los círculos ceremoniales de danza. Actualmente, hay aún, danzantes de este tamaño y que son invitados, ex profeso, para tal función. Fuera de estas posibilidades, el tendido y encendido de la Santa Cuenta, ha de recaer, lo mínimo, en una persona con experiencia o sinceridad o bien, algo de inclinación a este aspecto espiritual ya que es, después de todo, elemento núcleo en la noche de velación. Observación: en las formas antiguas, el tendido o siembra de la Santa Cuenta sobre el Corazón Santo -la piedra cuadrada al pie del altar-, era previo a su encendido, de forma tal que no era necesario esperar a encender candelas al azar durante la mención de ánimas durante el canto de permiso. Esta segunda forma se acostumbró cuando ya no hubo ni se pudo contratar a rezadores ceremoniales que supieran hacer correctamente el trabajo. Es asunto de mucho secreto los haceres de los cebos en el Corazón Santo. Los números tienen su propia Palabra y esa Palabra conlleva oraciones específicas. Hago unos ejemplos

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mínimos pero no me extiendo, no es lo correcto. Al tendido de 13 velas/candelas o cebos se le llama “la casa de dios”, esto en caso de hacer la Velación en una iglesia o bien dentro de una capilla. Su forma es un cuadrado con lados equidistantes. Al tendido de 9 velas/candelas se le llama “la tumba”, solía ser la más extendida. Su forma es una “U” invertida, el lado sin candelas expresa que se abre la tumba para que las ánimas salgan. El tendido de 6 velas es “el reclinatorio”, se usa para pedir perdón en caso de haber cometido alguna falta grave. Su forma es una línea que se enciende de izquierda a derecha. Una vez que se consume y, dependiendo del movimiento/hablar del fuego presente, se tiene una nueva Cuenta. Hay más números, mas Palabra y citando al Capitán General Felipe Aranda Hernández, saberlo es “para quien le toca saberlo. Ser “velero” o llevar la “ciencia de la vela” es para pocos…” Otra observación: al interior de una mesa, antes del repartimiento de cargos, antes de 1954, solía ser, con mucha frecuencia, el Capitán Segundo el encargado de la Santa Cuenta. Capitán Primero o Capitán Real o General o Caudillo solían apoyarse en su Segundo para hacer las oraciones correspondientes. El Segundo solía prepararse en el discurso ceremonial y en los profundos secretos del manejo de curación y llamado y ofrenda a las ánimas. Esto con una lógica de consecuencia: el Segundo solía asumir las funciones del Capitán Primero, tanto en su ausencia, por cualquier motivo, o bien, en su ausencia definitiva, después de la muerte. La Santa Cuenta, es de recalcar, no sólo se usó, se usa, durante las

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noches de Velación para ofrenda de Danza, también se usa fuera de este contexto y atmósfera, para otros fines y en otras capacidades. Sobre el encendido de los cirios. Ya se han repartido, desde todo esto visto, muchos cargos de autoridad ceremonial. En las formas antiguas, la persona encargada del “encendido del altar”, el tendido y encendido de la Santa Cuenta, también era quien prendía los 3 cirios a menos que, por organización al interior o conformidad, la Malinche Real fuese la encargada. Cirio central y su izquierdo y derecho. Eso quedó atrás realmente. En la actualidad, se designa a otras personas de grupos convocados, danzantes con cargo alto al interior de su mesa, para los diversos encendidos. Si hay, por ejemplo, varios Capitanes Generales -o sólo Capitanes-, además del General o Capitán de la mesa convocante, y a alguno u otro de ellos ya les tocó la Primera Palabra y Segunda Palabra, es entonces, a otro General o Capitán o Jefe al mismo nivel, al que le toca el encendido del cirio central. Y así, en sucesión, para el cirio izquierdo y el cirio derecho. A veces, esto sí como costumbre o variante local, los cirios quedan en su encendido, seleccionados de manera vitalicia a personas, no necesariamente danzantes, que tienen un contacto cercano a la mesa o a la familia o bien, de la mesa y la familia o, en una extensión de emotividad, a algún invitado que, por alguna razón, se considera especial. Como ejemplo de esto, podría ser que la abuelita, esposa de un General ya fallecido, aun no siendo danzante -y también habiéndolo sido-, sea siempre la persona que encienda el cirio central. Lamento

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decir, que no conozco el ejemplo opuesto: el abuelito esposo de una Generala fallecida. Pero, por allí va el asunto. Siempre sucede algo. Habiendo o no personal para delegar autoridad, siempre es de alta tensión emocional para quien resulte decidir, el escoger con propiedad. La selección a muchos, les ha resultado, el sentirse descartados o bien, hay quien acaba sintiéndose discriminado. El caso opuesto: nos escondemos, damos vuelta, resulta que es hora de ir al baño o se llega a propósito tarde, para no recibir cargo. Y claro, quién decide, le parece correcto cierto favoritismo. Craso error. Citando a mi maestro diré que ser danzante es un don, un honor y una responsabilidad. Llevar el cargo que sea, es mucho y no debe mediar ningún miedo pero tampoco ninguna vanidad. Se hace lo que se tiene que hacer y la danza, nuestra danza, desde sus múltiples momentos, ha sabido desembocar en madre y padre tolerante. Equivocarse, y mucho menos, de forma involuntaria, ya no hace daño que no se pueda resarcir. En la antigua, ancestral cosmovisión que nos sustenta, llevar un cargo, hace fuerza sobre el elemento vital, “tonalli”, que se fortalece con “calor”. Este calor es fuerza mayor y esa fuerza mayor se acumula. Llevar cargos en sucesión y ascender en su ejecución conlleva, con mayor fluidez y, en aquello que desemboca, a tener un rostro y un corazón auténtico.

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Tercer paso. La Pasión. Es apenas un poco después de la medianoche. Los elementos del altar han sido preparados, con antelación, por los Sargentos al mando de la Capitana de Flor o Mesa. La Palabra ha sido dada. Primera y Segunda Palabra listos. Tercera Palabra a la espera. Capitanas o Capitana de Sahumador ante al altar. Banderas/Árboles y Bastones de Mando presentes. -Salmodia de la Pasión. -Toque ritual de la Pasión, Llamamiento de Ánimas. De acuerdo a mi maestro, Fernando Flores Moncada, 'Príncipe Azteca', el toque de Pasión, Llamamiento o Llamado de Ánimas era, a mediados del siglo XIX, aún una salmodia en Otomí. Las salmodias o recitaciones ceremoniales, ligeramente cantadas, formaban parte de los elementos rituales de la Hermandad. El toque de Pasión en sí, es el "pespunteo" o requinto, de la versión recitada/cantada de la salmodia o rezo llamado, precisamente, Pasión de Ánimas. Combina idioma español con idioma Ñahñu/Otomí en la variante dialectal del Mezquital. La primera parte de tal recitación comenzaba así: "Con licencia de la Cuenta de la Cruz de Calderón..." y así hasta citar cuatro cruces que corresponden a las cuatro repeticiones del toque en mandolina. Uno por Cruz.

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Continuaba: "Se presentan las ánimas a batalla en velación..." Pero muchas partes iban en Otomí así que eso fue causando recelo de las autoridades religiosas. Ahora sí, ¿cuándo o cómo o quién reformula esto para ser convertido sólo a toque de concha o concha/mandolina? Eso he notado, ya no se sabe, nadie lo recuerda. Mi maestro no lo sabía. Las salmodias ya no llegan a Tenochtitlán con la Reliquia General, sin embargo subsisten algunas, sobre todo en ritos de curación en las áreas de Querétaro y Guanajuato. Se dice que había distintas y, de allí, la variedad de toques de Pasión. Con el tiempo, se pierde la letra pero se continúa sobre el requintado mismo y con cambios de tiempo y ritmo, la base más ágil o más lenta o más ceremoniosa. Hay una variante con final 'alegre'. Hay unas con pausas muy graves y hay algunas donde apenas aparece la mandolina. Hay un General del Bajío -cuyo nombre no mencionaré acá-, que dice tener apuntadas todas las recitaciones en que se originan los Llamamientos. Yo conozco sólo una. Una vez, estuve insistiendo con el General J. Natividad Reyna acerca de esto. Le pregunté, sobre si había alguna "fricción" ideológica en cuanto al sentido espiritual de llamar a las ánimas, de hacerlas presentes en velación. La pregunta en cuestión era esta: -mi General, ¿y esto no entra en conflicto con la idea cristiana de que las almas reposarán en paz hasta el día del juicio final? Él me contestó: -mira mijo', nosotros creemos en cosas distintas, lo del cristianismo es una cosa

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superficial acá, lo nuestro es sentir que las ánimas están entre nosotros cuando las llamamos, nuestras creencias son otras. Al final de la velación, dijo a varios que estábamos allí, que el toque de Ánimas era como una clave o código secreto con el que nosotros podíamos hacer que las ánimas "despertaran" para presentarse a velación. Luego añadió: -así que escúchenla bien, que algún día se las tocarán a ustedes para que, dondequiera que se encuentren, se presenten a batalla. Mi maestro decía que el tendido de la Santa Cuenta había surgido como un recuento, por parte de los Caudillos Fundadores, de todas aquellas personas que habían caído en combate durante las cruentas batallas de conquista. Al conteo total de luces se le llamaba “Tzompantle.” Con el tiempo terminó la guerra y ese Tzompantle ya sólo se armaba durante velaciones de Ánimas. Los primeros Caudillos Generales llevaban un registro muy estricto de todas esas Ánimas Conquistadoras. “Las ánimas son personas como nosotros, pero sin cuerpo. Son espíritus. Cuando alguien abandona este mundo, el Señor puede otorgar licencia a un ánima a bajar a este mundo. Las ánimas ven y escuchan lo que hablamos y si nosotros no creemos en eso a ellas les tiene sin cuidado.

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Las ánimas conquistadoras de los cuatro vientos son los jefes antiguos de la danza que viajaban por los pueblos y conquistaban a la gente, y organizaban nuevos grupos. Se llaman “de los cuatro vientos” porque antiguamente las danzas comenzaban y terminaban la ceremonia de cortar los cuatro vientos, que consiste en formarse en cruz y así avanzar en círculo. Hay que enseñar a las mujeres a llevar cabeceras y a cortar los cuatro vientos. Esa enseñanza es muy importante, pero hoy no se enseña y así se está perdiendo la tradición. Si uno no enciende la luz a un ánima, se puede caer y tropezar. Prender luces a las ánimas es la base de todo.” Capitán General Félix Hernández Avilés. Transcribo acá dos fragmentos de oraciones. Uno, el primero, “salmodiado” y en voz baja recitado por el orador ceremonial. El segundo, en voz alta y fuerte para hacer partícipe al personal en las oraciones a las ánimas. Quedaba, queda en el corazón del rezandero, el momento preciso para hacer esto. Algunos lo hacían durante el toque de Pasión o Llamamiento y otros acostumbran hacerlo durante todo el tiempo que dura el Permiso. Incluso, si el toque de Pasión se junta con el Permiso, entonces la primera oración se hace durante el tendido de la Cuenta y la segunda hasta finalizar el Permiso. Ambas formas son bellísimas.

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“Santo dios, Santo fuerte, Santo inmortal. Con permiso del Sol, la Luna y las Estrellas. Animas guardianas fundadoras y conquistadoras de los cuatro Vientos. Santo Crucero, Santo Lumbre, Santo Pasión y Santo Calvario. En su nombre pido, pago y bendigo esta Santa Cuenta para protección de tus danzantes durante el ejercicio espiritual. Y entregó, doy y sirvo, en el Corazón Santo de este altar. Y una Cuenta por el ánima de… Y una Cuenta por el ánima de… Y una Cuenta por el ánima de… Bandera y bastón. Arco y flecha. Corona y collar. Santa Reliquia de… En su nombre pido, pago y bendigo esta Santa Cuenta para recibir la fuerza necesaria para consumar estas obligaciones y cumplir nuestras peticiones. Y una Cuenta por… Y una Cuenta por… Y una Cuenta por… Santo dios, Santo fuerte, Santo inmortal.”

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Al finalizar. “Santísimo sacramento hijo del eterno padre, alumbra nuestro entendimiento para que nuestra alma se salve. En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado el corazón amoroso de Jesús sacramentado, el corazón amoroso de Jesús sacramentado viva y reine en nuestro corazón a los pies de esta sagrada imagen. Te pedimos que lo que hemos iniciado con la luz de la espiritualidad con la luz de estas velas manifestadas con las manos del hombre que las compro para ser encendidas y dedicadas a los grandes espíritus de nuestros ancestros, los cuerpos en la tierra y la almas en la eternidad de nuestro señor…” -Alabado Santo dios, Santo fuerte, Santo inmortal. A veces, si el rezador también así lo decidía, acá se cantaba, independiente al Permiso, este alabado. Con el tiempo este paso ceremonial, donde se decía, “el somador se une a los ejercicios”, terminó por fusionarse con el Permiso. El rezador tomaba el “somador” y se dirigía hacia todas las imágenes con un detalle espiritual muy particular: bajo el altar estaban ubicadas las reliquias principales. El bulto Nahualiyolo -los restos óseos, huesos, cráneos; posesiones diversas, cuentas de jade, piedra, máscaras, navajas, flechas, de aquellas abuelas y abuelos que fundaron nuestra Santa y Legal Cuenta-, también

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los papeles, pergaminos de diversos tipos. Bastones antiguos, las navajas usadas para adivinación, “ídolos”, monedas y tesoros diversos. Orando y sahumando, a modo de “sacerdote Chichimeca”, este paso ritual se hacía en extremo sigilo y secreto. Se omitía, incluso, si se sospechaba de la presencia de alguien que pudiese revelar estas formas a algún ministro de la iglesia. El Regidor de Reliquias, un cargo ya casi olvidado, era el encargado de preparar este paso ritual. El último que yo recuerdo haciendo estos trabajos fue el Capitán General J. Natividad Reyna. Con un pañuelo de color rojo tomaba cada elemento y, junto con el rezador -que también solía ser otro General-, cumplían con parsimonia, este paso ceremonial. -Permiso. A la forma antigua por aquel que lleve el cargo mayor. Desde 1952-1954, por aquel cuya mando sea Primera Palabra o, si acaso, por la Segunda Palabra, si la Primera, por alguna razón, así lo decide. Anotación al margen: el permiso, el alabado original de las Hermandades de la Santa Cuenta no es el mismo que el de ahora. En 1944, el Capitán Real Gabriel Osorio, añade, para propósitos de poder hacer obligación en la Catedral de México, dos coplas que antaño no se recitaban: “Que viva y que viva el ánima sola, que está en la catedral de México…” y, también, “Que viva y que viva el Señor del Buen Despacho, que está en la Catedral de México…”. Antes, sólo, y desde el Bajío, se invocaba “Que viva y que viva Señor Santiago, porque él es el

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Correo de los Cuatro Vientos…” Ese añadido se extendió. Con esto, sólo para recalcar, que la tradición se ha ido reformulando y que, muchos entendidos de ahora, en realidad son recientes. Con todo válido, por costumbre, pero igual, muestra del dinamismo que jefes, con autoridad o peso, han ido añadiendo al conjunto ceremonial. (Lo mismo sucedió con los fragmentos de “Al pie del Altar Mayor…” que han sido añadidos al Permiso. Allí fue otro General y en otras circunstancias. Esto no se extendió tanto ni entre todos los grupos pero allí está también.) Transcribiré, posteriormente, un permiso del siglo XVII para propósito de contraste. (Incluye dos coplas que ya se han perdido.) Sobre detalles antiguos: antes de 1952-54 y siendo que el permiso quedaba sólo en la autoridad mayor, sea General o Capitán, su voz, de carácter grave, era siempre acompañada por otra voz de tipo agudo, aquella de la Malinche, su Malinche. Los dos iban al mismo tiempo y el personal respondía. La Capitana de Campana, incesante, marcaba los ritmos de cambio en las estrofas, ese era su trabajo en ese preciso momento. Es después que también acompaña ella, con un toque, a cada ánima mencionada.

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-Encendido de cirios, el del centro, el de la izquierda, el de la derecha. Hay una versión antigua y con poco sincretismo con respecto a los cirios. Yo mismo hice la entrevista. Transcribo: “el cirio o luz central es la luz de dios, iluminando la noche de velación”. Es el “Santo Lumbre” y tal vez, como antes mencioné, es el Fuego “sentado al centro”, Otontecuhtli. (No serían las ánimas ya que a las ánimas, exprofeso, se les tiende una cuenta). El cirio de la izquierda es la Madre Vieja, aspecto femenino del antiguo culto Otomí/Ñahñu; el cirio de la derecha es el Padre Viejo, aspecto masculino de ese culto anterior a la invasión europea. A veces son llamados también 'Abuela Vieja, Abuelo Viejo'.” Después, siglos después y cuando el culto Otomí comienza a ser desplazado o mínimamente olvidado, esos aspectos masculinos y femeninos de los 'dioses' creadores comienzan a ser llamados de nuevas formas. El culto a la Madre Vieja y Padre Viejo aún existe entre otros grupos Ñahñu, pero ya ha desaparecido -a menos que este comentario rescate algo- de la tradición de nuestra danza. En San Miguel de Allende, hasta mediados del siglo pasado, aún se hacía la representación de ambos principios o aspectos creadores. En la danza había dos personajes, la Bruja y el Adivino o bien la Abuela Vieja y el Abuelo Viejo. Portando vestuarios representativos de esa investidura, los danzantes designados tenían mucha libertad de movimiento y expresión.

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En el libro de Justino Fernández, hay un grabado y algunas explicaciones paralelas a este comentario sólo que el autor, no entra en detalles con respecto a la velación. Para entender todo este complejo ritual espiritual del bajío, es importante también hacer el estudio del área y de prácticas en poblaciones que aún hablan Otomí/Ñahñu. La danza no es un fenómeno aislado ni queda circunscrito a su momento de fundación. Cambia, se desenvuelve pero contenidos antiguos aún pueden ser entendidos en contraste. Por otra parte, los cirios no sustituyen a los ídolos o dioses o númenes, más bien, al ser plantados y encendidos, sirven como ofrenda a aquellos antiguos principios de dualidad y complementariedad que hunden raíz en el pasado prehispánico. En algún momento no fueron cirios, probablemente teas de ocote o antorchas o bien grandes fogatas "al estilo chichimeca" como decía mi maestro pero, con todo, "eso" queda en terreno fuera ya del testimonio oral. Acotación estructural: en tiempos de las abuelas y abuelos, los cirios eran “plantados” sobre tierra, es decir, se les colocaba directo “tocando tierra”: se enterraban. Esto a diferencia de la Santa y legal Cuenta, que siempre ha ido sobre la piedra, “Corazón Santo”, pie del altar. Acá una diferenciación: unas luces, cierto Fuego ceremonial es celeste, otro es terrestre y esto, también, después se verá, va a colación de la razón por la cual, el tendido de la Santa Forma o Santo Xúchil, no toca tierra: hay un pañuelo que hace que esa cucharilla y flores,

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después se conviertan, cambien en propósito, en la noche de Velación misma. La información original y los testimonios sobre el culto a la Madre Vieja y el Padre Viejo presente en varios aspectos de la danza, proviene de mis entrevistas a los descendientes del Caudillo Real Carlos Granados 'Lima Dulce' de San Miguel de Allende. Esa Mesa y el Cuartel ya no existen pero alcancé a platicar con muchos compadres al respecto de esto y otros temas. La familia Granados es de los caciques fundadores de las Hermandades en 1531. La Primera Palabra entonces, ha terminado el permiso, ha sido puesto, por quien quedó asignado, un tendido o sembrado y encendido de ánimas. Los cirios resplandecen. La Capitana o Capitanas de Sahumador y la Malinche -en su forma antigua-, están al tanto del siguiente paso ceremonial. Hay oraciones diversas, se presenta el mantel de tendido de la cucharilla y flor y se “bendicen”, se presentan a los Cuatro Vientos, las ofrendas. Tanto lo que ofrecen los convocantes como los convocados siendo, el contingente, los “merecedores de luz”. Este es el momento del paso de Pasión. El Sol/Jesucristo comienza su batalla en el inframundo/oscuridad. Este paso queda a cargo de la Primera y Segunda Palabra. -Ofrendas. Charolas de “viandas”: tabaco, mariguana, ocasionalmente peyote. Alcohol para libación ceremonial, café, panes, agua y

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sal, alimento u ofrecimiento de comida tanto para ánimas tanto para convocados y convocantes. Sahumación de todos los presentes traídos. (La Corporación de Concheros S.U., desde su fundación en 1922, acota sus formas y reforma el uso de la mariguana y el peyote sacándolos de estos ofrecimientos y comuniones.) “Recibe María las flores…” “Recibe estas flores con gusto y anhelo…” “Y están son las flores que el Señor mandó…” Contemporáneo. “Recibe esta ofrenda señor…” “Las flores son el camino, las flores son la oración…” “Ya empezó la velación…” Para quienes lo han intuido, a veces sospechado; incluso también, para quienes siempre quisieron saberlo sin poderlo probar, acá brevemente haré unas explicaciones, aún para mí, extraordinarias, para ustedes, quizá despierte la misma magia y fascinación por el amor que, a nuestra danza y en su defensa, tuvieron nuestros Caudillos Fundadores. Si bien, muchas veces la planta de un canto, cántico, alabado, marcha o luto o gloria o ejercicio espiritual de recitación, da la pauta a aquello que va a comenzar, también es cierto, hay contenidos ocultos y significados esotéricos atrás de las

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palabras, la Palabra de muchos cantos. Especialmente en los más antiguos. Describiré un fragmento de uno solo. Antes, haciendo referencia a la planta, ese ejemplo es sencillo: “Y estas son las flores…” es un ejemplo claro del recibimiento de flores. “Pasión y muerte de mi Jesús…” es ejemplo, sin duda, del inicio del paso de Pasión. “Dan la una, dan las dos…” es ejemplo indiscutible del primer toque ritual de gloria o alba. Más adelante recapitulo todo esto. Ahora de retorno a la Palabra oculta. Si la velación y sus tiempos, si acaso también el grupo o una conformidad acordaban que se podía cantar un alabado de curación, entonces se pasaba a afinación en RE. Lento, pausado y muy ceremonioso, comenzaba un canto “gemelo” dirigido por el Capitán General y seguido y contestado por su Segundo, la Malinche o bien alguna voz femenina que conociese ya estas formas. No fue una forma muy acostumbrada en las velaciones regulares, formaba parte, sobre todo, de las velaciones hechas ex profeso, para hacer curaciones, “tirada” de navajas de adivinación y ejercicio de la Santa Cuenta. Corazón Santo Corazón Santo La piedra cuadrada del Altar Tú reinarás Aserción sobre su fuerza Tú nuestro Encanto Nombre oculto del Corazón Santo Siempre serás Aserción de cierre

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Racimo de uvas Las velas que vienen en racimos Bien sazonado Salpicadas de lociones herbales Corazón Santo La piedra cuadrada del Altar Sacramentado Con su ofrenda ya prendida Corazón Santo, entendido en su forma oculta, da pauta a los pasos ceremoniales de una curación. Va desde el encendido del sahumador -con su respectivo nombre secreto-, hasta el tendido y encendido de la Santa Cuenta de Ánimas y del Altar. Se va cantando cómo hacer los procedimientos de sanación. Los saludos, las formas heredadas de antiguo para rezar, “barrer” y “limpiar”. El cierre total, el depósito de las cenizas del sahumador. Incluye el desglose de los nombres metafóricos de diversas enfermedades y padecimientos y los nombres ocultos de los elementos del Altar y de los instrumentos y los ejecutantes del acto ceremonial. No me puedo extender mucho en esto. Da para otro trabajo, otras circunstancias y también otro ánimo y actitud. Corazón Santo, Mano Poderosa, una parte del Permiso -por supuesto-, la salmodia de la Pasión y muchos otros cantos, alabados, albas y recitaciones ceremoniales antiguas, tienen sus respectivos contenidos y lenguajes ocultos. Al parecer y ante el conocimiento de mi maestro, esto no fue hecho así para ocultarlo de los misioneros y frailes. Eran así, “porque así son”, así se han de hacer. Para mí, entonces, es la continuidad

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preservada del Nahuallatolii de nuestras primeras madres y padres y mi corazón se estremece sólo de escribir esto. “Los franciscanos procuraron controlar e intervenir con mucho celo en el contenido de las alabanzas y cánticos pero siempre „se les volaban las palomas de los brazos‟, los Caudillos Fundadores siempre encontraron el modo de incluir referencias a sus ritos y costumbres antiguas…” Fernando Flores Moncada. Mecanuscrito inédito, fragmento. 1982-1994 -Canto, cantico o alabado -si así decido por la Primera o Segunda Palabra- dirigido a la Cruz, como en antiguo, o a la imagen a venerar. “Santísima Cruz, santísima Cruz, del cerro de Sangremal…” “Salve Cruz bendita…” “Adoremos al madero santo que se venera en cerro de Culiacán…” “Buenas noches Cruz bendita…” “Alabemos y ensalcemos a la santísima Cruz…” O bien, imágenes: “Si a tus plantas ha llegado el Señor de la Conquista…” “Viva Señor San Miguel, viva también su bandera…” “Eres Guadalupe, Guadalupe bella…”

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“Señor de Plateros, estrella brillante…” “Virgen gloriosa, que al cielo subes…” Contemporáneas, de Cruces hay pocas, “Santísima Cruz, santísima iglesia…”, por ejemplo; de imágenes hay muchas y númenes y entidades del pasado ancestral, muchas más ahora. Se elige, al tanto del personal, el contexto y el dominio de canto de la Primera y Segunda Palabra. A partir de allí, Primera o Segunda, hacen un canto o alabado que comienza la Pasión y que da principio posterior, al Regidor o Tercera Palabra, para continuar la marcha nocturna y designar a los cantores. -Alabados de Pasión. “Alabadas sean las horas…” “Jesucristo se levanta…” “Pasión y muerte de mi Jesús…” “Para alabar a mi dios…” “De la llaga del costado…” Contemporáneo. “Quisiera verte…” “Aquellos tiempos cuando los viejos, en una cuenta…” Alabanzas, alabados cuya expresión es la lucha, la Pasión. Suelen narrar pasos de dolor, sufrimiento, pena. Sacrificio y sangre. Son toques lentos, cautos, ceremoniosos, incluso hipnóticos.

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Algunos jefes cambiaban la afinación para hacerla más alta o bien que afinaban en Re para hacer este paso ceremonial. Se dice que Granito de Oro cambiaba la afinación de su concha para hacer curaciones, la 'subía' o bien desafinaba para rebotar malos trabajos. (Su danza aún existe y se dice o decía que era su particular danza de poder para hacer curaciones.) En este momento ritual comienza el trabajo “de flor”. Sahumación del mantel ceremonial donde reposará la cucharilla y las flores. Los manteles antiguos eran bordados y se designaba ese trabajo a una persona mayor. La Capitana de Mesa disponía, con el curso de los años de distintos de estos manteles o pañuelos ceremoniales que, después de su función principal o, a partir de ella, servían para envolver distintos objetos de culto y como mantel en el altar. El diseño del bordado era la flor “tutu”, tan propia del sentir Otomí. En los grupos más conservadores de Querétaro y San Miguel de Allende, es también, en este momento, que comienza el trabajo de armado de los “Chimales”. Los escudo símbolo que se “plantaran” también, frente al portón de las iglesias o templos. Son el signo de nuestra propia tradición, quedar encerrados en un espacio cerrado no será lo nuestro. No se entiende. “De aquí hacia adentro, es tu forma” se le dice al invasor, “de aquí hacia afuera, es la nuestra.” Una anotación que me parece interesante. El Capitán General Manuel Luna le revela -o solo le dice-, a Martha Stone, que

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tanto la piedra del altar como el paliacate sobre el que se posa el sahumador en la danza, son sagrados. Y lo son por ser cuadrados y por recibir el fuego. Añade que ambos son la forma contemporánea de la piedra de sacrificio dónde "los Aztecas sacaban el corazón". "Cantar y danzar, ésta es la forma de hacer los sacrificios ahora...", dice más adelante. La Santa Rosa tendida, llamada ahora “Santa Forma” antes era una cruz con peana y resplandores, ocasionalmente su cendal y no llevaba más que una luz central, el “Santo Lumbre”. Éste se enciende, únicamente, después de terminar el tendido y durante su “reposo”. La Santa Rosa, así, es una homologación viva, de la Cruz de piedra de cualquiera de las dos principales cruces Otomí-Chichimeca de Fundación: la Santa Cruz de Sangremal o bien la Cruz de Calderón del Puerto de Bárbaros. (Posteriormente se añaden otras cruces al culto siguiendo el esquema ancestral de ubicar el Altar Adoratorio en el Cuartel General como punto central y sus cuatro “esquinas” o “fronteras”, sus conquistas. Ejemplo de esto, la Cruz de Culiacán, que no es una, sino tres. -Es tan basto lo propio de este culto que prácticamente reclama un texto aparte o una extensión posterior.) Hay algo bien interesante cuya respuesta pocas veces he escuchado. La pregunta principal sería así: ¿por qué una cruz? Una pregunta secundaria sería: ¿por qué después, de esa cruz, se forman bastones y custodias? En el fondo lo mismo, ¿por qué, precisamente, una cruz?

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Hay una razón muy sencilla por la que se hace una cruz con peana y resplandores, a veces incluso corona. Algunos piensan, incluso afirman que es la cruz por cristo o algo así; otros suelen ir más hacia atrás y sólo considerar los 4 rumbos o las 4 direcciones pero, igualmente, allí falta ver a quienes fundaron las hermandades mismas. Al tender la Santa Rosa en la velación, más que del todo estar simbolizando los Cuatro vientos, se está formando a la Cruz de Fundación y, al hacerlo así, contar con su protección y ejercicio espiritual. Es un acto de culto al mismísimo objeto y no tanto a lo que representa o podría representar. La Cruz se vuelve protectora de la milicia espiritual que entrará en batalla al amanecer. Los Caudillos Fundadores no querían cruces de madera, sólo hasta que fue de piedra, se aceptó el símbolo. Interesante entonces, este contrapunto: la Cruz de Piedra y culto es firme y permanente, la Cruz de Flor y culto es efímera, como el canto mismo que le acompaña. Como la vida misma, y unos siempre partiremos y algo siempre se queda. Propongo que retornemos al tendido de la Cruz de Fundación. La cruz es femenina y, después levantada y “exaltada”, la cucharilla y la flor forman el “cuerpo místico” de la Custodia/Sol. Se torna masculina. Sus resplandores o potencias, transformados en bastones, son ahora los rayos del Sol o bien, si por declinación católica, el resplandor de Cristo.

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La metáfora mesoamericana sigue allí, la vida, la flor y el canto, son efímeros, al final transcienden, ascienden, se reintegran al Sol que, después de todo, libra batalla en la oscuridad y resplandece, con orgullo, como danzante guerrero triunfante. Se ha terminado el tendido. La Palabra principal, Primera, Segunda o Tercera, da la indicación de ponerse de pie aun estando en desarrollo el canto, cántico o alabado. Al finalizar Primera, Segunda o Tercera autoridad harán un cierre ritual con diversas palabras de exhortación al cumplimiento de este paso ritual. Acá sigue otra designación para cantar -de preferencia, por momento ceremonial, algún otro alabado a la Cruz-. Mientras se hace esto, el personal, uno a uno, pasa a sahumar la Santa Forma tendida. Se saluda igualmente a los Cuatro Vientos. Al finalizar llega el primer descanso y descansa también la ofrenda. “En el suelo se ha formado el resplandor del Señor…” “Nació de la tierra, conoció la luz…” Continúa un momento abierto, tan lúdico como de descanso, permitido está/estaba incluso, el dormir para descansar y aguantar mejor. Algún sargento por allí, tendría también la posibilidad de repartir la charola de comunión de la Hermandad: cigarros, té, café, etc. El ambiente se relaja, se

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corrigen afinaciones o cambian cuerdas o instrumentos y también, fuera de contexto, se echan “toritos” o sones para revisar los tonos. Se canta, se puede ensayar. Se intercambian, se mueven los alabanceros, viejos, nuevos, se destensa el tiempo sacro. Cuarto paso. La Conquista. Acá hay varios cambios de rumbo o un rumbo con varias ramificaciones. Por una parte se puede continuar directamente, por otra, si la fecha y la celebración en curso tienen algún carácter adicional al sólo la continuidad hacia la danza, se puede aprovechar el contexto total para diversos, otros trabajos: bendecir/sahumar o levantar y presentar nuevas banderas o árboles/estandartes, entregar bastones o símbolos diversos de autoridad nueva: pergaminos, diplomas, reconocimientos, insignias. Recibimiento de nuevos miembros, expulsiones o regaños, reconsideraciones, discursos de lamento o disgusto, exhortativas. Regalos sencillos o no sencillos -como entrega de plumas o indumentarias-. Entrada y bendición de nuevas imágenes, cuadros, cruces, pinturas, cuentas y más. Dependiendo del elemento o los elementos a presentar, cualquiera de las tres autoridades principales, en Palabra, pueden acompañar con cantos y se hacen las respectivas pautas de Sahumación.

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La razón atrás de esto es que viene el levantamiento de la Santa Forma y, ese levantamiento, es ascensión y acto de erigir, así entonces, al “parearse” la conquista del Sol/Jesucristo en su forma de Santo Xúchil o Custodia, con todo aquello que comience acá, entonces, todo eso también, queda en ascenso de fuerza y quedará acompañado de lo que conlleve todo el paso ceremonial. Dicho de otro modo, entra en la Conquista. Esta era la forma antigua. Ahora se acostumbra también hacerlo cuando la Custodia ha quedado lista. Personalmente no le veo gran contenido en ese momento. Quede en cada quien. Cambio de tono, entonación e, incluso, actitud y ánimo ceremonial. Se entra en Conquista. Atrás quedan los alabados, ahora continúan los Himnos de la Hermandad -aquellos que reafirman la pertenencia misma, la identidad propia, la lucha, la resistencia. Estos no suelen tener contenidos religiosos muy marcados y también algunos, incluyen Palabra oculta. “Nuestra América…” “Estrella del oriente…” “Sigan su Bandera, también su pabellón…” Continúan también los cantos que revelan más, el contenido “bélico espiritual” de la Hermandad. “A la batalla mi Capitán, usted que lleva su bella luz…”

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“Si a tus plantas ha llegado el señor de la Conquista…” “Tropas de Jesús sigan su bandera, no desmaye nadie…” “Ya resuenan los Clarines en el cuartel General…” La cantidad posible de ejecuciones acá es ya, ahora, extenuante, hay muchos cantos antiguos y muchos más nuevos. Este es el momento ideal de presentar nuevas composiciones. El “tacto” ceremonial lo hace festivo, propio, nutriendo el aprendizaje y la difusión de lo que llega. No me extiendo en ejemplos. Esta Palabra más fuerte y enérgica, acompañará el ascenso de la flor, flor cucharilla, “cuerpo divino de la Rosa”, “hueso y carne de dios”, (–“por el color de la cucharilla”, escuché de un General.) “-¿Qué significan los doce rayos del Xúchil? Pregunté al Capitán que se sentó a mi lado. -Los doce rayos del sol, o los 12 discípulos de Cristo, como usted guste, señora. -¿Y el espejo en el centro del Xúchil? -emocionada de que él contestaría preguntas-.

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-Son los poderes que todo lo ven de Tezcat, un dios de nuestros ancestros, o bien los poderes que todo lo ven de las ánimas benditas, señora, como usted guste.” Martha Stone en At the sign of midnight, the conchero dance cult of central Mexico. Pp. 161. “La Custodia es la Custodia de la iglesia, pero esta es nuestra Custodia, Custodia Indiana. La diferencia es que acá, el cuerpo de dios es un espejo. Usted saque sus conclusiones y ya no pregunte más que cuando se prenda su cebo, puede comenzar a castigar…” Capitán General J. Natividad Reyna. Quinto paso. Barrido y limpia. La Custodia está prácticamente por terminarse. Las flores remanentes, las últimas aguardan en canastas. La Capitana de “Somador” o la Malinche de Somador, o la Capitana de Flor, mínimo un sargento comienzan los trabajos de limpieza del altar para continuar con el siguiente paso. Se re encienden los carbones o se les anima y prepara, se les habla incluso. (Posteriormente transcribiré un fragmento de este tipo de oraciones, Palabra oculta, resguardo en este caso, de la femineidad.)

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Nuevamente un acto conocido. Casi al final del proceso y ya casi al punto de los amarrados finales, cualesquiera de las tres autoridades, Primera, Segunda o Tercera Palabra se ponen de pie asegurando así, que el resto del personal lo haga. La Custodia/Sol, Sol/Jesucristo ha ascendido, se ha levantado, ha ganado la batalla. Sus Bastones, resplandores/rayos o potencias están listos. Se han “cargado” de oraciones, fuerza, dirección, propósito y han triunfado. La Custodia ahora va a encenderse. Y esa, precisamente, es la luz de la que se hace uno merecedor. Los guerreros, los vivos y muertos, van acompañando al Sol/Jesucristo en su camino hasta el amanecer. No es necesario destacar la atmósfera ritual de este momento. La más cargada, la más ruda, difícil. El cansancio es notorio en todas las armas, las cuentas a veces sin varias cuerdas, las voces, los cuerpos que entraron en batalla, los “somadores”, la casa, el altar, la noche que “carga las estrellas en su espalda”, el humo de copal revelando presencias y ausencias saliendo del espacio ritual como la respiración de todo un ser que toma nueva fuerza en medio del agotamiento. Es estremecedor. Aquella persona encargada del encendido del cirio central, antiguamente era quien también encendía el cebo de la Custodia. Ahora hay variaciones, incluso hay quien asigna aún a otra persona para tal momento. Quede también en la decisión más prudente y sensible.

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Se enciende. Nueva Palabra. Exhortaciones, regaños si es necesario. Silencio ritual y Sahumación de las Santas Formas ya terminadas. (Acá, a veces, también había oraciones.) Anuncio del paso de barrido y limpia. Designación de ejecutantes, regularmente, también, los rezanderos de alto renombre y aquella persona que haya tendido la Santa Cuenta. Esa es regla. "Salgan, salgan, salgan animas en pena …" En otras ocasiones, al terminar los bastones y las custodias se cantaba la Santa Rosita y, si ésta se extendía, se comenzaban los "barridos" y "limpias" con ella. "Barridos" era cuando sólo se usaban los bastones y "limpias" cuando se usaban más hiervas, ramos, velas, puros y lociones herbales diversas. Algunos capitanes del Bajío recitan oraciones en Otomí durante los trabajos espirituales. Regularmente, aún, la Capitana de mesa o su variante actual, llena de pétalos de flor a cada persona que ha terminado su proceso de limpia. Los bastones, al ser formados a partir de la Santa Rosa representan sus rayos o resplandores y, al hacerse el "barrido" con ellos, se está dando la fuerza de la Santa Cruz a cada soldado y lo está preparando para la batalla espiritual. Lo está "limpiando" de envidias, daños, cansancio.

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En los bastones hay dos tipos de flores, las blancas y las rojas, ¿qué significan? Originalmente -y hasta donde se me respondió a mí también-, entiendo que las flores empleadas eran originalmente la margarita de color rojo y la "conchita" blanca. La conchita es la florecita que da el maguey cuando florea. En las versiones más antiguas de la Santa Rosita se les menciona en par: "Flor de conchita Flor de margarita Son mi remedio Él es… Vamos cantando Vamos rezando Vamos diciendo Él es dios Vamos diciendo Él es dios…" La flor roja representa la sangre derramada en las batallas, la sangre de los antepasados que preservaron estas costumbres. La flor blanca es la luz de las ánimas. Entre el cuerpo sagrado de la Santa Cruz, sus resplandores hechos de cucharilla y flores-, y la sangre y la luz de las ánimas, los bastones son elementos muy poderosos de curación y protección. Y vaya, ni hablar que todo el proceso es acompaño de cantos y oraciones. La danza es un ritual público y abierto -a diferencia de la velación, que es cerrada y privada-, los "barridos" y las "limpias" protegen a los soldados que salen a batalla,

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expuestos a miradas, recelos, críticas y toda esa gama tan variada de insensateces humanas. Los bastones son originalmente de cucharilla. 'Xutol' dice el Capitán General Manuel Cabrera, esa era la palabra Ñahñu. 'Sotol‟ le dicen también. “Mano Poderosa” se cantaba cuando había nuevos miembros en una mesa, también "Mi alma recibe". Era su recibimiento durante las limpias. Desde mi punto de vista es la Santa Rosita la más apropiada para este momento. Mi punto de vista. Con este canto se comenzaban las limpias y barridos, así, en su contexto, son nombradas las hiervas y elementos usados para preparar a la milicia espiritual para salir a danzar/combatir al mando de su Capitán o Capitán General que es el Sol y guía ante el que orbitan los soldados. Otro momento ritual para este Canto, recalculando o recapitulando los pasos, era cuando comenzaba “la Conquista” -el paso anterior acá-. Después del descanso, se bendecía/presentaba a los Cuatro Vientos frente al altar la charola de tres niveles: mariguana o peyote, tabaco puro y cigarrillos. Según el cargo, se podía tomar de uno o de otro. Al retomar la velación, la Santa Rosita era cantada pero con menos coplas y haciendo énfasis en el tabaco y la “Juanita”. Hay unas coplas que indican que también se usaba peyote,

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pero no incluiré acá ejemplos de ni una ni las otras. (Al peyote, en el siglo XVI, también se le decía 'Rosita'.) El consumo de estas sustancias no era censurado pero si regulado. Tenían su momento ritual y su propósito ceremonial formando parte de la ofrenda y las curaciones. No se llegaba “ya fumado” ni se consumía por placer o recreación. Un Capitán General muy famoso del bajío prendía el tabaco y luego lo fumaba al revés para, barriendo soplando, alejar el “susto”, el cansancio o algún “daño” en su personal. Lo mismo hacía con la Juanita y después con los bastones. Otro Célebre Caudillo Real de Querétaro, tata Atilano Aguilar, de ascendencia Ñahñu, usaba el tabaco y la Juanita durante sus invocaciones a las ánimas. "En el primer nivel había tabaco puro, eran hojas envueltas a la manera de un puro pequeño, este tabaco lo podía tomar cualquier elemento del grupo, mujeres y hombres, pero no niños, los niños no tomábamos nada. En el segundo nivel había mariguana envuelta de manera muy rústica para formar cigarrillos, todos los danzantes podían tomar estos cigarrillos, pero con cierta reserva. En el tercer nivel había gajos de peyote, éste lo podían tomar sólo los jefes principales, estos también solían fumar la mariguana." Fernando Flores Moncada. Mecanuscrito inédito, fragmento. 1982-1994

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Ese plato o charola era considerado sagrado tan por pertenecer al altar, tan por estar al servicio de la imagen. Plato reverencial. 'Manzazidada', plato de dios en Otomí -aunque aclaro, la palabra podría requerir corrección, yo no hablo ese idioma. Especulo que parte de la erosión en la sacralidad de los elementos rituales de nuestras danzas ya venía dándose desde antes de que la ésta migrara a Tenochtitlán. En contextos ceremoniales Otomí del bajío no son tan descabellados pero, por acá sí o, al menos, eso he notado. Los fueron de plata o latón, al modo de una charola “botonera”. Ahora es un plato común de la cocina; pero no es de extrañarse, el Corazón, la sagrada piedra cuadrada, representación de los rumbos del universo y Corazón pulsante de la Hermandad, acabó en ladrillo en muchos rumbos. Añadido y fulgor de un testimonio. La Dra. Yolotl González Torres citando a José Luis González Chagoyán: “en el pueblo otomí de Santa Cruz de Galena, Guanajuato… cada año un grupo especial de hombres iba a recoger peyote, antes de lo cual tenían que hacer penitencia por ocho días, incluyendo abstinencia sexual; como no podían tocar la comida, otras personas los tenían que alimentar. “Soñaban en el camino e iban sólo con una bolsa de pinole y una cantimplora. Cuando regresaban, todo el pueblo se „empeyotaba‟ y había una confesión general.”

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En las Hermandades de la Santa Cuenta, este procedimiento correspondía a dos personas, el Sargento de Campo y uno o algún Capitán de Marcha. Al parecer la relación fue directa: no sólo se hacía regiduría sobre el espacio físico y la organización del personal en la danza, también a ellos, les correspondía el orden del espacio espiritual y la ordenanza y comunión ritual “con las ánimas presentes”. Colectado y preparado el peyote, la Capitana de Mesa o de Flor, distribuía la charola Manzazidada, entre personas de alto cargo ya que “sólo ellos saben qué comunicar”. Fue, se tuvo en alta estimación, que los grandes generales, supieran reportar a las Ánimas Fundadoras, “el parte de guerra actual”. Ambas dimensiones, la de ellos, la de nosotros, en esos momentos, unificadas. Toda respuesta quedaba “en su corazón”, sólo los grandes generales sabían leer, en el goteo de la Cuenta, cómo se debía proceder de allí en adelante.” Sexto paso. Glorias y Albas Llegó el momento del Jilguero, el mensajero del Sol. La milicia espiritual está lista, los bastones de limpia y barrido han sido sahumados y presentados de vuelta a los Cuatro Vientos, luego han quedado depositados a los costados del altar y como “columnas” de la Custodia Indiana. Los Caudillos

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Generales daban la siguiente orden: el toque del alba o toque de gloria. “Jilguero qué dulce cantas…” “Jilguero vamos cantando hasta ahuyentar al contrario…” “Jilguero vamos cantando mañanitas…” “Ya rompió el alba bellísima…” “Ya viene el alba por el oriente…” “Qué linda está la mañana y el aroma de las flores…” “Dios te salve luna hermosa, dios te salve luz del día…” Este paso ritual cada vez se ha hecho más pequeño, en parte ha quedado perdido. Se le confunde con el cantar sólo las mañanitas después de la entrega de cargos y el último canto de la Tercera Palabra. Antes no era así. Antes de cerrar los pasos rituales, se debía recibir al alba. Era parte del ejercicio espiritual del Capitán General, Capitán o Jefe al mando. Entendiéndolo ahora, desde la delegación de cargos, ha de quedar en cualquiera de las tres autoridades principales. Incluso podría ser la responsabilidad nueva de la Tercera Palabra: dar el toque de alba y cerrar así. En este momento comienza el ejercicio espiritual de la insignia de poder y mando: el Bastón General. Regirá sobre la danza a partir de acá y, después de ser sahumado, será portado con su pañuelo rojo. No se le toca directamente, su “tona” es muy fuerte.

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Un bastón muy célebre fue el del Caudillo Real Carlos Granados 'Lima Dulce'. De madera de ébano y empuñadura de plata cuyo rasgo distintivo era que, en la parte de arriba, tenía un sol de oro puro y una luna de plata que hacían significar que el Jerarca General de San Miguel de Allende gobernaba sobre el día y la noche, es decir, sobre la danza y la velación. Se cuenta que, cuando terminaba la obligación nocturna, después de los barridos y limpias, el gran Caudillo Real tomaba su bastón y levantándolo con la mano derecha y apuntando al altar, iniciaba una larga oración en Otomí con la que daba permiso a la aurora a ya presentarse. Habían terminado los ejercicios espirituales y, entonces sí, podía amanecer. “Mä zi Dadahu, Rä Mäkä Hyady…” “Xa „ñepu ra mpote viene la creación Ya xa „ñepu ra ñot‟i ra hyady ya viene la luz del sol Xa „ñepu ra hyats‟i viene la aurora Ya bä thengi mboxhyady…” ya enrojece el horizonte Carlos Eduardo Granados, bisnieto -o tataranieto, no fue muy claro en la entrevista-, del Jerarca Carlos Granados “Lima Dulce”. San Miguel de Allende, Guanajuato. Fragmento de grabación de campo. 1989 (La transcripción al Otomí es mía, creo necesaria una revisión.) Oraciones finales, salmodias, cantos, recitaciones de agradecimiento a las ánimas y a las imágenes a venerar.

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Palabra de exhortación, órdenes, revisiones, entregas finales de cargos. A veces nuevos cargos, responsabilidades, y siendo que ha amanecido y ya canta el mensajero del Sol, la Palabra Mayor al mando, da la orden para presentarse a formación de danza con el uniforme listo. Siendo que antiguamente había Ensayo Real, y siendo que la Malinche asumía la responsabilidad de revisar que cada soldado portara las armas necesarias, la Malinche se quedaba al resguardo del altar junto con la Capitana de Mesa, la de Flor y una Capitana de “Somador”. Conforme el personal se presentaba a batalla, ellas se encargaban de la organización de la milicia que sale a combate. Anexos “Los primeros Generales de Conquista, los Caudillos Reales, hacían énfasis en algo muy importante: le decían a sus danzantes que sus ritos NO eran los restos ruinosos de algo antiguo o aquello que escapó al „exterminio‟ o la continuidad clandestina. Los invasores españoles y los religiosos no les habían impuesto por la fuerza casi nada que no quisieran hacer, incluso levantaron sus primeros „chimales‟ en protesta por el hecho de quedar recluidos en un espacio cerrado durante la celebración de la misa católica, eso no lo entendían. Sus „chimales‟ representaban su propio culto y ante ellos se danzaba en espacios abiertos. Los Capitanes Generales hablaban claramente que en la fundación original de las mesas, se estaba cimentando un culto nuevo sobre las bases

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antiguas, todo bien determinado y con mucha disciplina y discernimiento. Sus ritos no „sobrevivieron‟ realmente. Aquí están, desde un „siempre han estado‟. Con mucha perspicacia y fortaleza se introdujeron en la dinámica de los tiempos nuevos que estaban enfrentando. Sus rituales no gozaron el amparo del aislamiento o la inaccesibilidad geográfica. No había crisis en ellos. No huyeron a las montañas, iban a la guerra y regresaban con bastones y papeles. Las facciones y grupos más dominantes, lo hicieron todo a 100 metros del convento franciscano, y luego, aun con el carcaj y el arco en la espalda, se expandieron. Siguieron visitando las mismas cuevas y las montañas de antes, llevaban consigo sus bultos Nahualiyolo. Iban, como ahora, de un lugar a otro siguiendo un orden ritual. Desde siempre, el danzante anda en el camino de aquellos viejos chichimecas. Abierta o veladamente, con bases ancestrales, el nuevo culto enfoca elementos hitos que danzan al comando de una secuencia calendárica: Los Cimentos: el Sol, la Luna, Estrellas y Antepasados. Ánimas fundadoras, guardianas y conquistadoras. Los Cuatro Vientos. El Alba y la Estrella grande del Alba.

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Las cruces o „Calvarios‟, 'Santo Lumbre', 'Santo Crucero'. (Representación de la Tierra.) Los altares llamados „Puerto‟, que son públicos y los altares llamados „Corazón‟, que son privados. La presencia del Fuego, manifiesto de un modo en la Santa Cuenta -y en el sahumador de otro. Ciertos sitios, montañas, valles, manantiales y cuevas. Algunos elementos y fenómenos de la naturaleza. Las diversas insignias y las reliquias: estandartes o árboles y envoltorios Nahualiyolo y los bastones de mando. La Hermandad de la Santa Cuenta misma. Las deidades y símbolos del cristianismo fueron asimilados, como si invitados y sin discriminarles. Tuvieron un lugar pero primero cumplieron una tarea: encubrir todo. En mayor o menor medida, según la mesa y el criterio de los Caudillos Generales, en esos símbolos se depositó una forma de fe que era ajena al sentir nativo, sin embargo, al escogerles por sus atributos y características, en esos símbolos orbitó la continuidad de algo que es, sin duda, fascinante: el impacto del movimiento sobre el cuerpo. Esta es una de las historias de resistencia más bellas de la humanidad y ya nadie nos quita nuestra danza, nadie nos dirá qué hacer. En medio de la barbarie y la exterminación, nuestras abuelas y abuelos aprendieron a fluir: acá estamos esperando la media noche para cantar y ofrendar el aroma de las flores, acá estamos esperando el amanecer para danzar en la milicia espiritual. Nadie pudo, nadie podrá.

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Somos Tolteca, somos Chichimeca, Ñahñu, Pame, Mexica, Náhuatl, mestizos. Ser danzante es un don, un honor y una responsabilidad. No hay que deshonrar nuestro brillante camino." Fernando Flores Moncada. Mecanuscrito inédito, fragmento. 1982-1994 “Todo cambió y ahora no hay arbitrio. Ahora nuestra danza está bajo algo que más o menos puede ser llamado 'darwinismo espiritual' (ya sé, el término no existe, lo acuño acá.) Nuestra danza conserva un núcleo antiguo que le da estructura y, desde allí, en múltiples formas y facetas, evoluciona, involuciona, se crea y recrea a sí misma a veces, no cabe duda, lacerándose. Es un ser vivo adaptándose a todo medio y sobrevive sin oxígeno nuevo tanto como se asfixia en ciertos cielos. Algunos cambios terminaron siendo apéndices que ya se extirparon. Algunas experimentaciones soldaron nuevas posibilidades ya asimiladas. Algunos camuflajes ya obtuvieron derecho de permanencia. Cierta nostalgia a veces le coloca una máscara tallada con sus propios rasgos. Desde mi punto de vista, a nuestra danza le ha sucedido lo mejor posible: no necesita iluminados, ni profetas, ni libros ni leyes sagradas que interpretar y con las cuales castigar, oprimir o reprimir. Ni a dios necesita -sólo hay que hacer notar la cantidad de creencias y no creencias en el personal de cada

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grupo-. Nuestra danza toma fuerza desde sí y siento que no hay nada de qué preocuparse, los excesos, por su naturaleza, terminan por extinguirse. Nuestra danza es la Vida misma y, como el Universo, nos da cabida a todos.” Apab‟yan Tew