no. 10 alimentos para todos

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10 de julio de 2008 • Número 10 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Suplemento informativo de La Jornada ALIMENTOS PARA TODOS ALTERNATIVAS CAMPESINAS A LA CRISIS TEMA DEL MES

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Alternativas campesinas a lo crisis

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Page 1: No. 10 Alimentos para todos

10 de julio de 2008 • Número 10

Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver

Suplemento informativo de La Jornada

ALIMENTOS PARA TODOSALTERNATIVAS CAMPESINAS A LA CRISIS

TEMA DEL MES

Page 2: No. 10 Alimentos para todos

10 de julio de 20082

Te invitamos a que nos envíes tus opiniones, comentarios y dudas a [email protected]

La Jornada del Campo, suplemento mensual de La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Me-dios, SA de CV; avenida Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, delegación Benito Juárez, México, Distrito Federal. Teléfono: 9183-0300.Impreso en Imprenta de Medios, SA de CV, avenida Cuitláhuac 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, delegación Azcapotzalco, México, DF, teléfono: 5355-6702. Reserva de derechos al uso exclusivo del título La Jornada del Campo en trámite. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin la autorización expresa de los editores.

Suplemento informativo de La Jornada 10 de julio de 2008 • Número 10 Crisis ambiental, energética, financie-

ra y alimentaria. Cuatro flagelos que anuncian, no el fin del mundo, sí el

agotamiento de un modelo civilizatorio. Y los cuatro jinetes galopan a la par, de modo que la carestía universal se alimenta de cambio climá-tico, petróleo escaso y especulación bursátil.

La debacle alimentaria propicia la especu-lación, pero es estructural pues remite al ex-hausto paradigma técnico-económico. En 1968 William Gaud, de la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID) llamó a las mudanzas agropecuarias en curso “no una violenta revo-lución roja” sino una “revolución verde”, y el nombre quedó. Pero, recientemente, Maumo-han Singh, primer ministro de la India, dijo que la revolución verde había terminado.

Y es que los rendimientos de los granos bási-cos, que a principios de los 60s crecían en pro-medio diez por ciento anual, entre 1990 y 2007 decrecieron a una media anual de uno por ciento. Es cierto que, pese al estancamiento productivo, las cosechas siguen aumentando, pero menos que la población, mientras que, arrastrada por los requerimientos de la gana-dería y los agrocombustibles, su demanda crece más que la demografía. Así, por primera vez en casi 40 años, la humanidad consume más potenciales alimentos de los que cosecha; los inventarios de cereales y oleaginosas se reducen; las trasnacionales especulan con el hambre, y los precios de la comida se dispa-ran, no sólo los granos, también frutas y le-gumbres frescas y alimentos procesados, pues el encarecimiento del petróleo eleva todos los costos. Aún hay comida suficiente. Bien dis-tribuida, alcanzaría para alimentar a todos de forma adecuada; sin embargo, con el tipo de consumo actual la escasez es un hecho.

Otra agricultura es necesaria; otra agri-cultura es posible. Pero la nueva revolución verde no puede ser más de lo mismo. El viejo modelo de irrigación, mecanización, mejora-miento de semillas, fertilización y control de plagas no sólo se agotó, también mostró su consustancial irracionalidad como paradig-ma único. Suya es la responsabilidad mayor por la debacle campesina, pero también por la degradación de los suelos que se extiende sobre 30 por ciento de la superficie terrestre y que junto con la deforestación contribuye con 20 por ciento al calentamiento global.

Tom Lumpkin, del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt), dice que la solución está en los transgénicos (Economist Intelligence Unit. Urge otra re-volución verde, La Jornada 17/6/08). Opinión compartida por trasnacionales, empresarios y funcionarios públicos, pero muy polémica.

Cuestionables cuando menos porque ero-sionan el germoplasma silvestre o domestica-do (en tiempos en que el cambio climático hace más valiosa la capacidad adaptativa de la diversidad de especies y variedades), las semillas genéticamente modificadas no son el demonio pero tampoco la solución, pues profundizan la tendencia al monocultivo, a la destrucción de los ecosistemas naturales y al establecimiento de la vertiginosa agricul-tura extractiva que place al agronegocio aso-

ciado a las corporaciones agrotecnológicas y graneleras.

Hace falta producir más y hacerlo mejor. Lo que pasa por el empleo de tecnologías múlti-ples y flexibles adecuadas a la diversidad de los ecosistemas, por el manejo agro-silvo-pastoril, por el policultivo y, en general, por el empleo diversificado y sostenible de los recursos hu-manos y naturales. Polifonía que de antiguo han practicado los campesinos y que pueden reforzar los saberes de la ciencia formal.

También en México la carestía tiene raí-ces estructurales. Según el INEGI, la agricul-tura, que entre 2003 y 2004 había crecido en términos reales 7.2 por ciento, el año pasado se estancó al incrementarse en sólo 0.1 por ciento, y este año decrecerá 1.3 por ciento (Re-porte Económico, La Jornada, 16/6/08). Por su parte, el informe del Banco Mundial del 30 de mayo (La Jornada, 4/6/08), pronostica para el año en curso un déficit alimentario de casi 5 mil millones de dólares, 251 por ciento más que el de 2006, antes del alza generalizada. La dependencia es básicamente cerealera: en maíz hay un déficit neto de 2 mil millones de dólares, de mil 344 millones en trigo y de 306 millones en arroz. No debe de extrañarnos, entonces, que de 2007 a la fecha los precios de los alimentos hayan crecido 70 por ciento.

Pese a que se destina a importar comida el equivalente a 25 ciento del presupuesto para el campo, las Acciones en Apoyo a la Econo-mía Familiar, anunciadas por Calderón el 24 de mayo pasado, valen lo que un corcho en el naufragio del Titanic. Ya se le cuestionó la pretensión de enfrentar un problema de dependencia alimentaria facilitando importa-ciones, a lo que se añade el nulo efecto de su-primir aranceles cuando casi todo lo traemos de Estados Unidos, con el cual tenemos un tratado de libre comercio. Más incongruente aún es el anuncio de que se incrementará 120 pesos el subsidio de Oportunidades. Al pare-cer ya olvidaron que en el lanzamiento de la estrategia de desarrollo social Vive Mejor, se proclamó con fanfarrias que, ahora sí, el com-bate a la pobreza se vincularía con el fomento a la producción. Pero, en cuanto se presenta una emergencia, a los campesinos pobres se les da algo de dinero adicional, no para que produzcan comida sino para que la compren.

Que el programa emergente es sólo merca-dotecnia, se confirmó el 18 de junio cuando el presidente Calderón, en plan de Julio Regalado, anunció un ofertón de primavera, consistente en mantener hasta diciembre el precio de casi 150 productos, muchos de ellos alimentos cha-tarra y casi todos previamente reetiquetados.

No se puede jugar con el hambre. Hace falta un “debate nacional sobre soberanía y crisis alimentaria”, que avance hacia la defini-ción de “una política pública de largo plazo”, como lo demandaron el 29 de mayo pasado 14 organizaciones y coordinadoras, entre ellas la Confederación Nacional Campesina (CNC), la Campaña Sin Maíz no hay País y el Consejo Nacional de Organizaciones Rurales y Pesque-ras (Conorp); pero también la Unión Nacio-nal de Trabajadores (UNT), el Frente Sindical Mexicano (FSM), la Coordinadora Nacional

de Trabajadores de la Educación (CNTE), el Sindicato Minero, el Diálogo Nacional.

Urge aprobar la Ley de Planeación para la Soberanía Alimentaria y Nutricional (LPS-SAN), cuya minuta avalada por todas las fraccio-nes parlamentarias de San Lázaro, se encuentra en el Senado. Y es que la Ley es un verdadero programa de transformación. Consecuente con el severo diagnóstico de su exposición de motivos: “la nación no cuenta con soberanía y seguridad alimentaria y nutricional” y sí, al con-trario, padece creciente déficit comercial agro-pecuario, progresiva importación de básicos, pérdida de rentabilidad y de empleos, inconte-nible migración, pobreza generalizada, desnu-trición y mala nutrición, destrucción del medio ambiente, desmantelamiento del Estado..., el artículo 9 de la Ley ordena: “el Ejecutivo fe-deral deberá conducir la planeación como un proceso cuyo objetivo sustantivo es modificar la realidad nacional actual, para lograr y man-tener la soberanía y seguridad agroalimentaria, con base en una política de Estado”. Con este fin mandata la creación de un sistema nacio-nal de planeación para la soberanía y seguridad agroalimentaria y nutricional, con estrategias de largo, mediano y corto plazos (artículos 15 al 29); un sistema de apoyos, incentivos e inver-siones estratégicas que debe constituir una “red de seguridad para los productores” y una “red de seguridad (...) para la población que contri-buya a garantizar el derecho (...) a la alimen-tación”, para esto la Ley prorroga del 2007 al 2018 la operación del Procampo y del programa Ingreso Objetivo, instruye para el primero la ac-tualización anual de las cuotas por hectárea con criterios progresivos (incrementos mayores a los predios de menor extensión), además de crear programas específicos orientados a ordenar los mercados, detonar las inversiones y garantizar el derecho a la alimentación (artículos 30 al 94).

La Ley define soberanía agroalimentaria y nutricional como “libre determinación de la Nación para establecer políticas de Estado (...) que garanticen el abasto y el acceso de alimen-tos a toda la población, fundamentalmente con producción nacional”; y seguridad como “abasto oportuno, suficiente e incluyente de alimentos inocuos y de calidad nutritiva a la po-blación” (artículo 6). Además, establece que la planeación debe considerar el “carácter multi-funcional del territorio y las actividades rurales” (artículo 11). Y contra las pretensiones de una Se-cretaría de Agricultura que busca deshacerse de los pequeños productores, el artículo 92 define un subprograma destinado a fortalecer la segu-ridad alimentaria de la familia rural, apoyando la producción campesina sustentable y en parti-cular el autoabasto. Por último, la Ley establece que el Consejo Mexicano para el Desarrollo Rural Sustentable deberá “convocar y llevar a cabo, cada tres años, un ejercicio nacional de consulta, evaluación y propuesta, en relación con los instrumentos de esta Ley, con la amplia participación de la sociedad, que se denominará Conferencia Nacional para la Soberanía y Segu-ridad Alimentaria y Nutricional” (artículo 21).

Aprobar la Ley que impulsó el movimiento campesino y que se pactó en el Acuerdo Na-cional para el Campo (ANC) de 2003, sería sólo el principio de un viraje integral. Pero sin duda sería un buen principio.

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COMITÉ EDITORIAL

Armando Bartra Coordinador

Luciano Concheiro Subcoordinador

Enrique Pérez S.Lourdes E. RudiñoHernán García Crespo

CONSEJO EDITORIAL

Elena Álvarez-Buylla, Gustavo Ampugnani, Cristina Barros, Armando Bartra, Eckart Boege, Marco Buenrostro, Alejandro Calvillo, Beatriz Cavallotti, Fernando Celis, Luciano Concheiro Bórquez, Susana Cruickshank, Gisela Espinosa Damián, Plutarco Emilio García, Francisco López Bárcenas, Cati Marielle, Brisa Maya, Julio Moguel, Luisa Paré, Enrique Pérez S., Víctor Quintana S., Alfonso Ramírez Cuéllar, Jesús Ramírez Cuevas, Héctor Robles, Eduardo Rojo, Lourdes E. Rudiño, Adelita San Vicente Tello, Víctor Suárez, Carlos Toledo, Víctor Manuel Toledo, Antonio Turrent y Jorge Villarreal.

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Diseño Hernán García Crespo

BUZÓN DEL CAMPO

CUANDO FALTAN ALIMENTOS EN LA MESA GLOBAL

Page 3: No. 10 Alimentos para todos

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Esta semana nuestros participantes subieron de peso,

pues pasaron su tiempo libre comiendo botanas y viendo por la tele programas de concurso con anuncios

chatarra. ¡¡Felicidades a todos!!

No hagas caso de las calumnias sobre grasas saturadas, exceso de azúcares, harinas refi nadas, aditivos cancerígenos y otras zarandajas. Te lo dice un nutriólogo que no cobró por hacer este anuncio: no hay alimentos buenos ni alimentos malos, sólo hábitos buenos y hábitos malos.

¡Atáscate de frituras y bebidas energizantes! Pero sin excesos y en buen plan.

Y ahora, nuestros retos de la semana.

Desde el domingo pasado, Dora, del equipo rojo, desayunó, comió y cenó puros sándwiches de jamón bajo en grasa, hechos

con pan de caja sin colesterol y sabrosa mayonesa light….

En cambio Nacho, del equipo azul, escogió la dieta de botanitas y para la sed

que provocan se hidrató con jugos, refrescos y bebidas energizantes…

José Eduardo, de los rojos, se alimentó con cereales enriquecidos con minerales

y vitaminas, mermeladas hechas con fruta natural y lácteos deslactosados…

Por está vez ganaron los azules –y sin trampa–, pero

nuestras olimpiadas dietéticas continuarán la próxima semana.

… y engordó 4 kilos 255 gramos. ¡Muy bien Dora!

… pero en siete días sólo subió 3 kilos 700

gramos. ¡Ánimo Nachito!

… y engordó 6 kilos 700 gramos, poniendo arriba a los rojos ¡Bien

hecho Pepelalo!

… y gracias a esa dieta, barata, saludable y patriótica, engordó nada menos que 12 kilos 350 gramos ¡Un fuerte

aplauso para Mochita!

Pero la ganadora de la semana, que con la fuerza de sus jugos gástricos le dio el triunfo a

los azules, es la famosa Mochita, quien durante siete días se alimentó con los 148 productos a

precio congelado del Ofertón del Calderón…

Y recuerde: no compre con los marchantes pelados y rateros de los mercados, mejor deje su gasto en las honestas tiendas de

departamentales y de autoservicio.

Consuma carnes frías... colabore a que no haya desperdicio y los cerdos se procesen íntegros, hasta las pezuñas

No pase más de cuatro horas sin comer... traiga siempre golosinas en su bolsa

Tome muchos l íquidos... de preferencia embotellados

Cocine con aceites sin colesterol... y atásquese de frituras, sin sentimiento de culpa

Coma torti l las Másseca que no engordan... ni al imentan, ni nutren, ni nada

Póngale la sal a su vida con Cacamafer. ¡La bolsita que realmente despierta la sed!

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10 de julio de 20084

Lourdes Edith Rudiño

La obesidad es un próspero negocio; la venta de refres-cos, por ejemplo, significa comercializar el azúcar a 60 u 80 pesos el kilo. En México todos somos vistos como

un gran mercado; ni los pobres se salvan: apenas entre 12 y 15 por ciento de la población está al margen del consumo de la comida chatarra; los demás, incluso en el medio rural, incluso los pobres y paupérrimos, han adoptado estos productos como un estilo de vida, afianzado por un proceso de penetración pu-blicitaria que ha tomado décadas y que paradójicamente daña más a quienes menos recursos tienen para enfrentar las conse-cuencias de enfermedad.

Como claro resultado de la chatarra (papas fritas, botanas pizzas, hamburguesas, refrescos, jugos envasados, helados, so-pas instantáneas, palomitas, cereales refinados y endulzados, pastelillos, caramelos), México es el segundo en el mundo, después de Estados Unidos, con obesidad y sobrepeso. “Siete de cada 10 adultos, uno de cada tres adolescentes y uno de cada cuatro escolares en México tienen un peso corporal excesivo que pone en riesgo su salud y disminuye su expectativa de años de vida saludable”, según el secretario de Salud, José Ángel Córdova. De acuerdo con datos oficiales, la diabetes mellitus –estrechamente ligada a la obesidad— es la primera causa de muerte en el país, con ocho a 10 millones de enfermos y 50 mil decesos al año, y representa costos de atención de salud de 430 millones de dólares anuales; sin contar con que 30 por ciento de los enfermos no saben aún de su padecimiento.

El doctor Abelardo Ávila Curiel, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, advierte la gravedad del problema, y subraya cómo se agudiza en el medio rural, en la población indígena, en los más pobres, en los que de niños sufrieron desnutrición.

Desde que México comenzó a perder su autosuficiencia alimentaria, en los años 60s, y se convirtió en importador neto –explica–, inició también un incremento en el consu-mo per cápita aparente de alimentos, que hoy es de 3 mil 200 kilocalorías diarias. Esto es “mucha energía, es un nivel de consumo europeo”, y contrasta con el requerimiento de 2 mil 100 a 2 mil 200 kilocalorías que sería lo racional, si fué-ramos una población sana, activa, en desarrollo. Contrasta también con las 2 mil 600 o 2 mil 700 que deberían regis-trarse si consideramos no sólo el consumo sino inventarios y desperdicios.

En esa década de los 60s, los refrescos, frituras, panecillos empaquetados, eran de consumo urbano y de clase media hacia arriba. Pero ahora están presentes en todos los niveles y entran en el medio rural de forma muy importante; “ya empieza uno a detectar la penetración en el decil uno, el más pobre”; hay incluso evidencias de que beneficiarios de Oportunidades (po-blación pobre y paupérrima) desvían parte del apoyo asistencia-lista a este tipo de consumo, al cual ven como aspiracional.

“Vi el caso de una indígena en una de las comunidades más pobres del país que, luego de recibir su apoyo de 300 pesos, compró cinco sopas Maruchan –a 10 pesos el vaso, o sea más caras que los 2.50 pesos que cuestan en el medio urbano al mayoreo— y refrescos para la familia. Pagó 100 pesos, y para ella ése fue un día de fiesta.”

Así, con una enorme presión del mercado, de publicidad muy bien diseñada y engañosa, que utiliza en muchos casos personajes de ficción y penetra en la imaginación de los ni-

ños y manipula a las madres –con casos ejemplo de Kellog’s y Nestlé que ha documentado y denunciado la organización El Poder del Consumidor–, el medio rural indígena, marginal, resulta una gran víctima.

Pobres: obesos y desnutridos. En el medio rural, dice el doctor Ávila, “se sigue generando una masa muy grande de desnutridos durante los dos o tres años de vida (...) Pero antes un niño desnutrido se convertía en adulto desnutrido. Ahora hay un cambio radical. Un niño desnutrido al cabo de cinco, siete años, pasa a ser un escolar obeso. Caso crítico es Yucatán; en las familias pobres hay mujeres que hace 20 o 30 años sufrie-ron desnutrición y hoy son madres con obesidad extrema con hijos pequeños en desnutrición extrema.

La propia desnutrición tiene como secuela la propensión a la obesidad. Un niño que se desnutre en sus primeros años de vida no alcanza su desarrollo pleno (genera menos masa corporal, menos masa metabólica, menos músculo, menos estatura) y por tanto sus requerimientos de energía son meno-res. Cuando ese niño, ya escolar, come cantidades similares o incluso menos respecto de sus compañeros de la misma edad con desarrollo normal, empieza a tender a la obesidad.

Lo más grave es que –dado que las condiciones que presen-tan todos los seres en su nacimiento programan el metabo-lismo para el resto de su vida— los niños desnutridos, al en-frentar un ecosistema modificado, y empezar a recibir energía excedente respecto de su gasto, comienzan a sufrir trastornos metabólicos: acumulan grasa de manera patológica, presentan resistencia a la insulina, comienzan a sufrir diabetes, a tener grasa en las arterias.

“Los niños que fueron desnutridos tienen más propensión a la obesidad, pero también al daño metabólico de la obesidad, llamado síndrome metabólico, que implica diabetes, hiperten-sión, aterosclerosis, infarto. Hay estudios que muestran que el riesgo puede ser entre dos y ocho veces mayor en la población que fue desnutrida y que después desarrolla obesidad. Vemos niños de clases populares que fueron desnutridos antes y hoy obesos y que a los 13 años ya tienen problemas de síndrome metabólico. La diabetes antes le pegaba a los adultos a los 60 o 70 años; ahora está pegando a los 12 o 15 años”.

Y un agravante más para el medio rural. Allí predominan los genes amerindios –que son ahorradores de energía y que permitieron la sobrevivencia a la glaciación hace 20 mil años–. Estos genes enfrentan un ecosistema hoy muy diferente, con exceso de calorías, “y hay quienes dicen que los genes son dia-betogénicos; no, la realidad es que el ecosistema es diabeto-génico, y los genes no están funcionando para lo que están programados. Es como si a un motor de gasolina le ponemos diesel; el motor no es el culpable”.

Es entonces frecuente ver campesinos con diabetes a los 35 años de edad –gente con historial de consumo excesivo de re-frescos– y si echa uno cuentas de lo que cuesta la enfermedad, preocupa y más porque en el ámbito rural no hay infraestruc-tura ni recursos económicos para afrontar los costos.

“El tratamiento básico de un diabético cuesta 500 dólares al año, pero si se infarta, sube a 30 mil 500 dólares. Las tenden-cias al 2030 es que se van a estar infartando anualmente

CHATARRIZANDOLA ALIMENTACIÓN POPULAR

Se generaliza negocio de la obesidad; compran con • Oportunidades sopas Maruchan

HAMBRE Y OBESIDAD

Recomponer producción y consumo, pide FAOEn las décadas recientes muchos países en desarrollo han modificado su estructura de consumo, abandonando sus cultivos tradicionales a favor de alimentos subvenciona-dos del hemisferio norte o de otros cultivos de Asia como el arroz y han favorecido la producción de rubros para exportación (commodities). La crisis alimentaria abre la oportunidad de sustituir el consumo de algunos alimen-tos cuyos precios han subido por otros más económicos y reemplazar los alimentos altos en grasa, carbohidratos, etcétera, por otros más nutritivos, lo cual serviría también para afrontar la obesidad. A escala mundial en 2006 el ex-ceso de consumo por parte de los obesos ascendió a unos 20 mil millones de dólares. La crisis alimentaria también llama a reflexionar sobre la protección y la gestión sabia de la biodiversidad: la naturaleza nos ofrece unas 80 mil especies vegetales comestibles, pero se cultivan intensiva-mente sólo unas 150. La mayoría de los habitantes de la Tierra se alimenta hoy con sólo 20 especies.Luis Gómez Oliver, consultor internacional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en presentación en la Cámara de Diputados, 17-junio-08.

Comida basura o comida chatarra es un disfemismo para referirse a la comida poco adecuada por su valor nutritivo, no porque no contenga nutrientes (de hecho los contiene en exceso), sino porque los presenta de forma desequili-brada (...) La comida chatarra contiene, por lo general, altos niveles de grasas, sal, condimentos o azúcares (que estimulan el apetito y la sed, lo que tiene un gran interés comercial para los establecimientos que proporcionan ese tipo de comida) y numerosos aditivos alimentarios, como el glutamato monosódico (potenciador del sabor) o la tar-tracina (colorante alimentario). Potencialmente todos los alimentos son perjudiciales para la salud si se abusa de su consumo, pero los que se consideran comida basura lo hacen en mayor medida por necesitarse menores canti-dades para producir efectos adversos, o por consumirse en mayores cantidades, dada su facilidad de consumo (comi-da rápida) o el prestigio social de su consumo (ligado a formas de ocio juvenil). Wilkilpedia

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un millón de diabéticos. Además, habrá en el país unos 20 millones de diabéticos (...) Hay que considerar todos los cos-tos, los directos, que son las medicinas, los indirectos, que son las incapacidades y lo que implica que una persona no pueda trabajar (desempleo, apoyo económico familiar) y los intangi-bles, que son incalculables, y que son los costos de sufrimien-to personal y familiar. Y hablamos sólo de diabetes, hay que hablar de hipertensión, cardiopatías y problemas articulares”, afirma Ávila Curiel, quien ha coordinado encuestas nacionales de alimentación y nutrición, así como programas integrales de apoyo a la nutrición en Morelos, estado de México y Oaxaca.

Negocios hipercalóricos. Pero, ¿por qué responsabilizar a la comida chatarra de los problemas de obesidad?, si el Con-sejo Mexicano de la Industria de Productos de Consumo (ConMéxico) que agrupa entre otros a Bimbo, Barcel, Coca Cola, Gamesa, Pepsico, Nestlé y Jugos del Valle, demanda en principio que se elimine el calificativo de “chatarra” y afirma que la obesidad es un problema individual, de sedentarismo, y rechaza cualquier iniciativa para retirar esa comida chatarra de las escuelas pues dice que son las tortas y tacos no nutritivos e insalubres lo que más se vende allí además de que en las escuelas no hay condiciones de infraestructura física, como en Europa, que permitan ofrecer a los niños alimentos sanos, como ensaladas y agua potable.

Pues resulta que la comida chatarra es hipercalórica. Peque-ñas raciones generan exceso de energía. Un análisis publicado hace dos años por National Geografic mostraba que una ham-burguesa, unas papas fritas y un vaso de refresco cubrían el total de calorías que un adulto requiere para todo un día.

Los consumos son excesivos. Un estudio sobre el mercado de bebidas no alcohólicas en México, realizado por la empresa española organizadora de la Expo Alimentaria, señala que el consumo per cápita de sodas es de 150 litros anuales. Cada familia eroga al menos 340 euros anuales (más de cuatro mil pesos). “Los mexicanos consumen 300 millones de cajas de refrescos al año y de éstos sólo 10 por ciento son bajos en ca-lorías”, dice.

Además del efecto calórico hay que considerar el económi-co; para la industria es un gran negocio. Una botella de un litro de Coca Cola (con unos 140 gramos de azúcar) cuesta en la tienda nueve pesos. El refresco es sólo azúcar y agua (que el Estado casi regala a las empresas); así el kilo de azúcar cuesta, convertido en soda, 64 pesos, pero según sea la presentación la cifra puede subir a 80 pesos.

Ávila Curiel destaca que la población, sin importar su estra-to socieconómico ni medio, está consumiendo cada vez más cantidades de azúcar, sal y grasas saturadas (estas últimas en los cárnicos, muchos importados). El 15 por ciento de las ki-localorías que consume la población es azúcar refinada, por la vía de refrescos, pastelillos y caramelos disponibles en cual-quier tienda.

Al mismo tiempo que ocurre esto, y que por la vía del sentido del gusto se está condicionando a los niños desde pequeños a creer que el azúcar industrializada es mejor que la fruta, hemos dado la espalda a toda una cultura alimentaria, a la comida tradi-cional mexicana, que es muy valiosa en términos de sensatez nu-tricional y ecológica, y que implica tortilla, frijol, frutas, verduras y un consumo moderado de productos de origen animal.

El frijol, imprescindible; gran alimento. El frijol –cuya producción además ha sido desestimulada por el desinterés de la política pública y por la falta de ligas en la gestión guberna-mental entre agricultura y nutrición— aportaba hace 25 años entre 12 y 15 por ciento de la energía del mexicano y 30 por ciento de las proteínas; hoy sólo aporta el 5 por ciento. Y es una lástima, pues el frijol tiene un “tremendo efecto protector frente a todas las enfermedades del síndrome metabólico.

“En Estados Unidos la soya ha sido muy promovida desde el aparato gubernamental, a tal grado que en los años recientes su comercio pasó de 200 millones de dólares a 40 mil millones; se difunden sus propiedades de prevención de infartos, de cán-cer. Sí, es un buen alimento, pero todo lo que se dice de la soya se puede decir del frijol. En México el frijol es despreciado y sustituido por azúcar y cárnicos, cuando debería ser objeto de una política estratégica nacional, de estímulo de su produc-ción. Hoy se permite que el frijol se vea como prescindible. En términos biológicos y nutricionales no es prescindible”, señala el doctor Ávila.

HAMBRE Y OBESIDAD

Por petición de la Secretaría de Salud, un comité de científicos nacionales e internacionales especializa-dos en nutrición y en enfermedades relacionadas

elaboró las Recomendaciones de Consumo de Bebidas para una Vida Saludable (RCBVS) las cuales se anuncia-ron en febrero pasado..

Este esfuerzo es el más encomiable de política nutricio-nal de las dos décadas recientes y sin embargo su difusión está frenada. Sin hacer ruido, la industria agroalimentaria, liderada por ConMéxico –que preside Jaime Zabludowsky, quien fue subsecretario de Negociaciones Comerciales In-ternacionales Ernesto Zedillo y quien participó activamen-

te en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)–, ha logrado que las RCBVS queden archivadas en los escritorios de la burocracia.

Las Recomendaciones –que debieran estar en carteles en las clínicas y hospitales del sector salud, en consultorios privados, en las escuelas y en edificios públicos y que ten-drían que difundirse en los medios de comunicación escri-tos y electrónicos, tal como lo propuso el comité de cientí-ficos–, establecen que el consumo de refrescos y aguas de sabor (industrializadas) debe ser cero o esporádico, mien-tras que el de agua potable, de seis a ocho vasos, y también establece medidas aceptables para leche semidescremada y bebidas de soya sin azúcar, así como para té y café sin azúcar, y limita las bebidas no calóricas con edulcorantes artificiales y los jugos cien por ciento de frutas, la leche entera y las bebidas deportivas y las alcohólicas.

Los autores de las RCBVS, entre quienes está el más reputado experto en nutrición de Estados Unidos, Walter C. Willet, señalan que México enfrenta epidemia de obe-sidad y diabetes. Que el consumo de bebidas con aporte calórico en el país es de los más elevados, sin precedentes en el mundo (en 1989 los refrescos aportaban 96 kilocalo-rías diarias per cápita, en 1999 subieron a 130 y para 2006 a 153, mientras que en los mismos años la leche pasó de 176, a 173 y a 134 kilocalorías. El refresco aporta hoy más energía que la leche.

Este consumo de bebidas calóricas “es un factor impor-tante en el desarrollo de la obesidad en México”, afirman las RCBVS.

La industria alimentaria tiene mucho peso, mucha influencia. Con cabildeo intenso en el Congreso y con apoyo de las fracciones priista y panista, ConMéxico ha logrado parar iniciativas legislativas, como la promovida en 2006 y 2007 para reformar las leyes General de Salud y de Protección al Consumidor, a fin de regular la publici-dad de la comida chatarra. Sus aliados dieron argumentos de risa, por ejemplo, la panista presidenta de la Comisión de Economía de la Cámara baja, Adriana Rodríguez Viz-carra, dijo que la comida chatarra no es responsable de la obesidad, pues los albañiles toman Coca Cola y comen papas Sabritas y no están gordos.

Para el próximo periodo de sesiones del Congreso, que inicia en septiembre, los presidentes de las comisiones de Salud de los diputados y los senadores –los mismos que impulsaron la polémica Ley General para el Control del Tabaco– prevén promover una ley general de nutrición. Ya ConMéxico está cabildeando para defender sus nego-cios, y pretende que se sostenga el estado de cosas actual, en que cualquier norma de calidad de los alimentos debe ser consensuada, y en donde la industria se autorregula.

Ello, amén de los “esfuerzos” que los empresarios están haciendo por educar a la sociedad por medio de fundacio-nes como la Nestlé, la Kellog’s o la Pepsico. Esta última, con su Programa Vive Saludable Escuelas, con el que di-funde desde septiembre del año pasado supuestas prácti-cas de alimentación y deportivas en las escuelas, al tiempo que publicita su chatarra de Sabritas, Sonric’s, Pepsicola, Quaker y Gatorade. Coca Cola también hace lo suyo, con su campaña Movimiento Bienestar, con el cual introduce la venta de sus productos en las escuelas con la fachada de inducir el ejercicio físico en los niños de cuatro mil escuelas públicas. (LER)

Recomendaciones de Salud dicen ¡No! a los refrescos

La industria frena difusión y pretende educar a la población•

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61.0

34.5

PREVALENCIAS DE SOBREPESO Y OBESIDAD EN MUJERES MEXICANAS DE 20 A 49 AÑOS

(1988, 1999 y 2006)

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Alejandro Calvillo

El aumento del precio de los alimentos viene a agu-dizar el deterioro de los hábitos alimentarios en México, convertidos hoy día en el mayor problema

de salud pública.No es coincidencia que nuestro país sea el segundo en

sobrepeso y obesidad y a la vez el segundo en consumo de refrescos y el primero en consumo de Coca Cola per cápi-ta. Tampoco es coincidencia que seamos el país en que se ha presentado el crecimiento más acelerado del índice de sobrepeso y obesidad en el mundo durante los años recien-tes y al mismo tiempo haya caído el consumo de frutas y verduras en 30 por ciento en un periodo de 14 años, además de que en ese mismo lapso las familias más pobres aumen-taron su consumo de refrescos en 60 por ciento.

La comida chatarra, industrializada y no industrializada, no sólo causa sobrepeso y obesidad sino también desnutri-ción. Los desnutridos gastan lo poco que tienen, por ejem-plo, en la compra de refrescos, que significa hasta el 7 por ciento de sus ingresos.

“Precios congelados”. En medio de estas circunstancias y frente al aumento de precios en los alimentos, el presiden-te de la República, flanqueado por líderes de la industria procesadora de alimentos, anunció el control de precios de 150 productos hasta diciembre de 2008. El listado no incluyó granos, ni frutas ni verduras; tampoco huevo, pollo o leche.

El listado estaba formado, entre otros productos, por 15 dife-rentes tipos de té, 35 bebidas previamente endulzadas, mer-meladas, chiles, salsas para espagueti, una gelatina, un flan, 13 diferentes tipos de sopas enlatadas y otros productos que no forman parte de la canasta básica. Los únicos productos de esa lista que pueden considerarse de valor nutrimental son el atún y las sardinas. El caso del atún corresponde a una de las marcas y presentaciones más caras en el mercado.

El listado lanzado desde la residencia oficial de Los Pinos es, sin duda, más el logro del cabildeo de la industria procesadora de alimentos para que el presidente de la República publicita-ra una serie de productos y marcas, que una iniciativa efectiva para la protección del gasto en una alimentación sana.

Necesario, consolidar avances. La oportunidad que el go-bierno federal tenía, y tiene aún, para responder al aumento de precios y al deterioro de los hábitos alimentarios parece perder-se debido al cabildeo de las empresas y la falta de una política integral. Sin duda, la Secretaría de Salud ha dado importantes pasos al dejar atrás la sacrosanta frase empresarial de que “no hay alimentos buenos y malos”, que repitieron funcionarios de Salud sexenio tras sexenio. Frase creada por las empresas para que no se “estigmatizara” ningún producto. La dicotomía im-puesta por las empresas había evadido la dicotomía real del pro-blema: hay alimentos recomendables para consumo habitual y alimentos no recomendables para su consumo habitual.

En esta lógica la Secretaría de Salud presentó en febrero pasado la recomendación sobre bebidas donde claramen-

te establece que los refrescos no son aceptables, que si se beben debe ser de manera esporádica. Sin embargo, en el listado presentado por la Presidencia, todas las bebidas in-cluidas no son recomendables para consumo habitual, por su alto contenido ya sea de azúcares o de sodio.

Otro paso importante de la Secretaría de Salud fue la modificación de los desayunos escolares. Pero en materia de salud alimentaria, aunque se han dado pasos importan-tes, las medidas no pueden quedar en recomendaciones y debe pasarse a la aplicación de regulaciones: sólo alimen-tos sanos en las escuelas, prohibir la publicidad de comi-da chatarra dirigida a niñas y niños, volver obligatoria la instalación de bebederos de agua potable en las escuelas y plazas públicas y lanzar una campaña nacional de orienta-ción nutricional.

De la misma manera, en cuanto al encarecimiento de los alimentos, debemos poner en marcha una política que nos dé seguridad y soberanía alimentarias, que apoye a los pe-queños y medianos productores del campo. Ante el alza del precio de los agroquímicos, promover la producción y el uso de abonos orgánicos que ya han demostrado ser más produc-tivos y que ahora tienen mejores precios que los provenientes de la industria minera o el petróleo. Impulsar la producción de granos como arroz y frijol, que tras la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte se vino abajo. La crisis de los energéticos y los impactos del cambio climático nos llevarán a escenarios de crisis de alimentos difíciles de imaginar si no actuamos a tiempo. Se requiere una política de fondo, urgente, encaminada a garantizar la seguridad y la soberanía alimentarias basada en productos sanos y en for-mas de producción que no degraden aún más la Tierra.El Poder del Consumidor

Engañando al Hambre: Políticas ChatarraLista presidencial de alimentos, logro publicitario de la industria•

HAMBRE Y OBESIDAD

Considerando1. Que vivimos una crisis alimentaria sin prece-dentes resultado de las políticas gubernamentales neoliberales que han propiciado la dependencia alimentaria de nuestro país, el desmantelamien-to de la producción campesina de alimentos y la subordinación de nuestra alimentación a los inte-reses de las grandes corporaciones agroalimen-tarias mexicanas y trasnacionales.2. Que la crisis alimentaria afecta severamente la de por sí precaria economía popular, disminuyen-do el poder adquisitivo de los salarios y provo-cando un aumento en la pobreza, la desnutrición y la obesidad en la mayoría de la población del campo y de la ciudad.3. Que la crisis alimentaria constituye una violación masiva y fl agrante al derecho humano a la alimen-tación y al conjunto de derechos económicos, so-ciales, ambientales y culturales de los mexicanos;4. Que la crisis alimentaria agudiza la crisis social y política por la que atraviesa el país e, incluso, amenaza con desbordar la infl ación y con ello la precaria estabilidad económica del país.

5. Que la crisis alimentaria tiene como principales causantes y benefi ciarios a las grandes corpora-ciones agroalimentarias mexicanas (Maseca, Bimbo, Bachoco, Lala, Sigma) y trasnacionales (Monsanto, Cargill, Archer Daniels Midland, Nest-lé, Kellogs, Corn Products Internacional, General Foods, Wal Mart, Coca Cola, Pepsico).6. Que la crisis alimentaria representa un cambio pa-radigmático y estructural en la agricultura y comercio agrícola internacional y que amenaza con agravarse a niveles catastrófi cos en los próximos meses y años en virtud de los factores siguientes: i) crecimiento de los precios del petróleo (150-200 dólares por barril); ii) mantenimiento del uso irracional de alimentos para la producción de biocombustibles en Estados Unidos y la Unión Europea (25% de la superfi cie arable estará dedicada a producción agrícola para etanol y diesel ¿cuándo?); iii) crecimiento de la po-blación mundial (9 mil 300 millones para el 2050); iv) impactos negativos del cambio climático global; y, v) creciente concentración del poder alimentario en unos cuantos países y megacorporaciones.7. Que el gobierno federal ha intentado negar y

minimizar la crisis alimentaria en México, demos-trando su insensibilidad e incapacidad extrema para presentar soluciones reales y efi cientes, así como su compromiso invariable con las políticas de dependencia alimentaria, abandono del campo y privilegio a las corporaciones agroalimentarias.8. Que asimismo el Congreso de la Unión y los gobiernos de los estados han mostrado indolen-cia y pasividad frente a la crisis alimentaria, ac-tuando como cómplices con el gobierno federal y negándose a tomar decisiones que atiendan las necesidades de la ciudadanía y responsabilida-des para enfrentar la situación de inseguridad y vulnerabilidad no sólo alimentaria sino nacional.9. Que la ONU y la FAO han confi rmado su dis-funcionalidad respecto a la crisis alimentaria y al problema del hambre y la agricultura en el mundo, se han subordinado a las directrices de los países desarrollados y sus corporaciones agroalimenta-rias así como a los modelos de los organismos promotores de la crisis alimentaria como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Or-ganización Mundial de Comercio y la Organiza-ción para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE). 10. Que México tiene la capacidad y el potencial para producir sus propios alimentos sanos y en for-ma sustentable para todos a partir de la agricultura campesina y que frente a la complicidad y indolencia del gobierno federal y el Congreso de la Unión, la sociedad civil organizada tiene la obligación y el de-recho de proponer modelos, políticas, programas y acciones alternativas para enfrentar y revertir la crisis alimentaria y articular sus fuerzas y capacidades de manera amplia, incluyente y plural a efecto de ase-gurar un México con soberanía alimentaria, derecho a la alimentación y una agricultura campesina revi-talizada y comprometida con un proyecto alternativo de nación. La crisis alimentaria confi rma el fi n de un modelo y debe abrir paso a otro modelo y otras ins-tituciones. Frente a ella, es el tiempo de la sociedad civil; es el tiempo de impulsar alimentos campesinos para México, pues el hambre no espera.

Objetivos1. Promover a escala comunitaria, intercomunita-ria, regional, estatal y nacional la información, el debate y la refl exión en torno a la crisis alimenta-ria de México y el mundo.2. Impulsar la construcción de propuestas popu-lares alternativas, tanto de carácter emergente como estratégico, en el nivel local, estatal y nacio-nal, para enfrentar y revertir la crisis alimentaria.

3. Contribuir a la construcción de coaliciones civiles autogestivas, descentralizadas, amplias, plurales e incluyentes, a todos los niveles, para enfrentar la crisis alimentaria e impulsar modelos, políticas, programas y acciones alternativas que garanticen la soberanía alimentaria, el derecho a la alimentación y el fortalecimiento de la produc-ción campesina sustentable de alimentos.4. Contribuir al establecimiento de una platafor-ma común y un plan de acción unitario de corto, mediano y largo plazos.5. Coadyuvar a la construcción de un referente nacional de la sociedad civil en torno a la sobera-nía alimentaria, los derechos de los campesinos y el derecho de todos y todas a la alimentación.

Temas/Mesas de trabajo (entre otros)1. Crisis alimentaria y modelo agroalimentario alternativo; 2. Derecho constitucional a la alimen-tación; 3. Soberanía alimentaria y producción campesina sustentable; 4. Soberanía alimentaria y seguridad nacional; 5. Soberanía alimentaria, identidad y cultura; 6. Soberanía alimentaria y derechos de los pueblos indios; 7. Soberanía ali-mentaria y mujeres rurales; 8. Soberanía alimen-taria y organismos genéticamente modifi cados; 9. Soberanía alimentaria y biocombustibles; 10. De-rechos de los consumidores; 11. Erradicación de la malnutrición (desnutrición, anemia, obesidad); 12. Evaluación de programas alimentarios guber-namentales (Oportunidades, Vivir Mejor, Diconsa, Liconsa, etc.); 13. Soberanía alimentaria y mono-polios y prácticas anticompetitivas; 14. Tratados de comercio y organismos multilaterales (TLCAN, OMC, ONU, FAO); 15. Cadenas cortas de suminis-tro alimentario, mercados alternativos, mercados locales, mercados rural-urbanos; 16. Soberanía alimentaria y alimentación escolar; 17. Soberania alimentaria, agricultura sustentable, agua y preser-vación del medio ambiente; 18. Agenda legislativa; 19. Reforma de las instituciones; 20. Soberanía alimentaria y soberanía energética: los dos pilares de la independencia y desarrollo nacional.

Mayores informes: www.sinmaiznohaypais.org [email protected]

Atentamente,CAMPAÑA NACIONAL SIN MAÍZ NO HAY PAÍSAlimentos Campesinos para México¡El hambre no espera!

En el marco de la segunda fase de la Campaña Nacional Sin maíz no

hay país Alimentos campesinos para México. ¡El hambre no espera!C O N V O C A M O S A

Asamblea Nacional por la Soberanía Alimentaria(Octubre de 2008; Cd. de México) y de las

Asambleas Comunitarias, Intercomunitarias, Regionales y Estatales por la Soberanía Alimentaria (Septiembre de 2008)

A las organizaciones y movimientos de campesinos, indígenas, mujeres, trabajadores, maestros, urbano populares y en defensa de los territorios rurales.A los organismos y movimientos de derechos humanos, ambientalistas, de consumidores y de promoción social.A las asociaciones y movimientos estudiantiles de instituciones de educación media, superior y posgrado.

A las universidades y centros de investigación. Investigadores y Académicos.A las asociaciones de profesionales y sindicatos académicos y de trabajadores de la universidades. A los intelectuales, artistas y científi cos.Y en general a todos aquellas organizaciones, movimientos y personas que deseen sumar sus iniciativas y capacidades en la lucha por la soberanía alimentaria del paísA la preparación y celebración de la

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Laura Gómez Tovar*, Manuel Ángel Gómez Cruz y Rita Schwentesius Rindermann**

Hoy en día podríamos comer lo mismo en cualquier lugar del mundo, ya sea una hamburguesa, pollo frito, un hot dog, o unas papas fritas, gracias a las trasnaciona-les de alimentos, pero ¿qué hay detrás de estas empresas que logran que la comida

se estandarice, sepa siempre igual y pierda su identidad? Son grandes agroindustrias que cierran círculos completos de producción, hacen un uso indiscriminado de recursos natu-rales (aunque hay algunas que con pequeñas compras verdes tratan de limpiar su imagen) y suman multimillonarias cifras año con año, desplazando el gusto por lo nuestro a cambio de un estatus globalizante.

Ante esta realidad, una nueva forma de producir con énfasis en lo local y lo orgánico, libre de pesticidas, aguas negras y organismos modificados genéticamente, se presenta como alternativa en cada vez más rincones del mundo, ofreciendo productos limpios, llenos de identidad, cultura y solidaridad hacia el pequeño productor campesino.

Se trata del consumo local orgánico. Aquí sí importa la “milla de la comida” (food miles), es decir, cuántos kilómetros viaja tu alimento para llegar a tu mesa y los gases invernadero que se generan con ello.

Otros roles que juega la agricultura orgánica local son proteger y mejorar el suelo y el agua, capturar carbono en el suelo para mitigar el cambio climático, rescatar las prácticas ancestrales de producción, embellecer el paisaje y proteger la biodiversidad.

Mercados verdes. Con la finalidad de contribuir al desarrollo del mercado interno de alimentos sanos, pequeños productores y consumidores vinculados con universidades, centros de investigación y organizaciones no gubernamentales han puesto en marcha desde 2000 mercados y tianguis locales orgánicos en lugares como Chapingo, Metepec, Distrito Federal., Xalapa, Coatepec, Xico, Oaxaca, Guadalajara, Cuautla, Puebla, Tlax-cala, Los Cabos, San Cristóbal de las Casas, Comitán y Tapachula (ver www.chapingo.mx/ciestaam/to), y la meta es sumar 100 espacios de venta éticos y verdes, donde el con-sumidor se encuentra semanalmente con el productor.

Este canal de venta tiene ventajas muy interesantes, pues se ofrecen alimentos sanos a precios justos para ambos eslabones de la cadena al excluir o minimizar el intermediarismo; conectan a la población de la ciudad con el campo; crean conciencia ecológica y social de la importancia de consumir y producir en forma responsable; estimulan y promueven el consumo regional de los productos orgánicos; sensibilizan al consumidor sobre temas agrí-colas, ambientales y sociales; favorecen un menor impacto ecológico a través del ahorro en transporte, empaque y distribución de los productos; y ofrecen espacios para la convivencia y el desarrollo de actividades culturales (música, pintura, teatro, talleres, etcétera).

Contacto productores-consumidores. La Red Mexicana de Tianguis y Mercados Or-gánicos se creó en 2004 con una membresía inicial de cuatro tianguis; hoy son 18 los mer-cados establecidos y 10 en proceso de instalación, lo que muestra su rápido crecimiento y su gran aceptación por el consumidor mexicano. La Red tiene como objetivos promover el desarrollo del mercado interno de productos orgánicos, fomentar el consumo local responsable, acercar el intercambio directo entre productores y consumidores, difundir los principios y la filosofía de la agricultura orgánica y ofrecer espacios multiculturales donde el consumidor efectúe una compra amigable con el ambiente.

Algunas de las actividades de la Red son la promoción continua de la agricultura orgá-nica entre los consumidores locales y regionales en cada mercado, por medio de talleres, videos, conferencias y visitas a las huertas y predios de los productores; la degustación de productos orgánicos junto con sesiones de concienciación sobre la protección del ambiente (el año pasado más de 10 mil niños y adultos participaron); el intercambio de experiencias entre los mercados miembros e iniciativas de nueva creación; la difusión y análisis en eventos académicos y culturales; la capacitación de los productores y con-sumidores en los esquemas de certificación participativa, con el objetivo de asegurar la calidad orgánica de los productos ofrecidos y eliminar los altos costos de la certificación de agencia; la difusión del video de la Red; el asesoramiento para la formación de nuevos mercados; y la promoción conjunta de sus miembros (pagina web, trípticos, playeras, posters, etcétera), como una estrategia que permite ahorrar recursos económicos y a la vez proyectar a escala nacional el movimiento de los mercados locales en el país.

Así la Red contribuye en México a la generación de alternativas ante el paradigma do-minante y excluyente de las trasnacionales; ahora es el turno del consumidor para decidir qué esquema de producción y venta desea promover.* Departamento de Agroecología de la Universidad Autónoma Chapingo, y miembro del Cuerpo Académico en Producción, Certifi cación y Consumo Orgánico [email protected] ** Cuerpo Académico en Producción, Certifi cación y Consumo Orgánico. Universidad Autónoma Chapingo [email protected], [email protected]

Cristina Barros y Marco Buenrostro

La Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estableció en 1996 que el derecho a la alimentación

es universal; toda persona debe tener acceso a alimentos en todo momento y éstos deberán ser “suficientes en términos de calidad, canti-dad y variedad para satisfacer sus necesidades, que estén libres de sustancias nocivas y sean aceptables para su cultura”.

Es importante subrayar esto último, pues parte de una realidad indiscutible: la alimen-tación está estrechamente relacionada con la identidad y las tradiciones de los pueblos. Es por ello que cuando una persona o un gru-po tienen que abandonar su lugar de origen, tratarán de reproducir sus costumbres ali-mentarias tan pronto sea posible. La lengua materna y la forma de preparar determinados alimentos será lo último que se pierda.

Mencionemos algunos ejemplos. Los mexicanos que viven en Estados Unidos han logrado establecer mercados ampliamente abastecidos en ciudades como Los Ángeles o Chicago. En cientos de poblaciones las muje-res preparan la comida como lo hacían sus an-cestros e incluso conservan utensilios como el molcajete por varias generaciones. La fuerza cultural de la cocina mexicana ha sido tal que hay empresarios mexicanos que abastecen ca-denas de supermercados y restaurantes con millones de tortillas diarias. Las salsas mexi-canas también tienen grandes ventas.

Si observamos a quienes han llegado a nuestro país desde otras tierras, el fenómeno es similar. Españoles, libaneses, árabes, judíos, franceses, italianos, chinos, japoneses, cuentan con res-taurantes y también con tiendas especializadas. Sus costumbres han ido penetrando nuestro gusto, así sea tan sólo para cumplir un antojo.

Orígenes sagrados. En el caso de México, la fuerza de la alimentación va más allá que los ingredientes o ciertas preparaciones. La profunda raíz indígena de la cocina mexica-na, que es la que prevalece, está vinculada con una relación estrecha con la naturaleza, casi sagrada. La tierra nos da sus frutos y hay que agradecerlos; el viento a su vez trae las nubes de agua, la lluvia moja la tierra, el sol contribuye a su vez a que haya vida.

En las comunidades indígenas y rurales a lo largo del ciclo agrícola hay fiestas y cere-monias para pedir y agradecer a los elemen-tos y a la propia tierra. La elección del lugar donde se siembra la milpa, la petición de lluvias, los primeros frutos, la cosecha, son motivo de unión comunitaria. Ahí se com-parten los alimentos; tamales, mole, barba-coa, menudo, pozole, serán platillos de fiesta. La obtención de los ingredientes y utensilios, la elaboración de la comida y la distribución entre los invitados, están respaldados por una sólida organización que abarca pueblos ente-ros. Algunas de estas celebraciones, como es el caso de la cosecha que coincide con los días de Muertos, convocan a quienes viven fuera; se preparan durante todo el año para compartir con los suyos las costumbres y los alimentos añorados.

La comida es pues un acto social. Comer solos frente un aparato de televisión como sucede cada vez con mayor frecuencia en los hogares, pero también en restaurantes, fon-das y mercados, lo convierte en el hecho me-ramente biológico de comer para sobrevivir.

Por otra parte, muchas costumbres alimen-tarias están vinculadas a condiciones genéti-cas específicas. Así, los mexicanos tenemos tendencia a engordar; durante generaciones superamos esta tendencia comiendo verdu-ras, frutas y cocinando nuestros alimentos al vapor, con poca grasa. Cuando esto se rompe, nos encontramos frente a serios problemas de salud como la obesidad y la diabetes.

Otra muestra del vínculo entre la comida y la cultura es que al perder contacto con el origen de lo que comemos debido a la indus-trialización, hay temor constante y una gran preocupación acerca de si los alimentos serán sanos o no. Cuando podemos comer fresco y sabemos de dónde viene lo que consumimos, recuperamos sabores y sensaciones que están en nuestro inconsciente.

n un mundo que tiende a borrar lo diver-so, es necesario que la riqueza de nuestras cocinas se preserve, incluyendo las maneras de cultivar, de recolectar y de compartir co-tidianamente, así como en fiestas y celebra-ciones. La cocina es una de nuestras raíces [email protected]

COMER LOCAL Vs COMER TRASNACIONAL:

LA RED MEXICANA DE TIANGUIS Y MERCADOS ORGÁNICOS

El pasado 23 de junio, el Museo de la Ciudad de México fue el marco para el lanzamiento de la segunda etapa de la Campaña Nacional Sin Maíz no hay País. Alimentos Campesinos para México. ¡El hambre no espera!, en donde se delinearon las estrategias y acciones en defensa de la soberanía alimentaria y la reactivación del campo.

Alimentos Campesinos para México. ¡El hambre no espera!

COMIDA ES CULTURA

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COMIDA ES CULTURA

Lourdes Edith Rudiño

Junto con Tanzania, México es mencionado por Oxfam Inter-national como uno de los países

que “no tiene claridad” respecto de cómo la producción de agrocom-bustibles favorecerá el desarrollo nacional. Sobre todo porque de las diez empresas que están invirtiendo en plantas de etanol para 2008-12, la mitad ve como materia prima el maíz, cultivo del que importamos casi 11 millones de toneladas anuales (la tercera parte del abasto nacional), y cuya factura en 2007, por mil 841 millones de dólares, representó 120 por ciento más que dos años atrás debido a la agudización de la depen-dencia y al encarecimiento de los precios internacionales del cereal.

Además hoy por hoy –precisamente por la falta de autosuficiencia del gra-no– está prohibido por ley producir etanol con maíz, y en tales inversio-nes para 2008-12 (previstas con un ca-pital de mil 500 millones de dólares, para establecer 23 plantas), figuran casos de sociedad o colaboración con los gobiernos estatales de Yucatán y Quintana Roo y con el gubernamen-tal Instituto Nacional de Investigacio-nes Forestales, Agrícolas y Pecuarias (en un proyecto en Nuevo León).

Además, hay subsidios públicos puestos en el proyecto que Destil-mex está echando a andar este mes de julio en Navolato, Sinaloa, y que consumirá 300 mil toneladas de maíz al año. En esta inversión los

accionistas principales son Eduar-do de la Vega (socio de Zucarmex) y la trasnacional Cargill.

El 25 de junio Oxfam hizo pú-blico su informe “Otra verdad incómoda. Cómo las políticas de biocombustibles agravan la pobre-za y el cambio climático”, donde destaca la irracionalidad global del fomento a los agrocombustibles.

Vaivenes en la ley. Hugo García Rañó, investigador de El Colegio de México y quien elaboró el informe específico de Oxfam para México, destaca en varios puntos la falta de lógica en la producción de etanol en nuestro país: a) la Ley de Promoción y Desarrollo de los Bioenergéticos fue aprobada por el Senado en abril de 2007 y el presidente Felipe Cal-derón la vetó meses después debido a las críticas sobre el uso del maíz como insumo. La ley entró en vigor, sin embargo, en febrero de 2008.

b) La meta inmediata, de que el etanol, a base de maíz y caña de azúcar, sustituya en 5.7 por ciento la

gasolina en zonas urbanas no va a ser fácil. El etanol es una sustancia corro-siva que requiere obras en infraestruc-tura de almacenamiento y transporte, las cuales tendrán que competir por fondos públicos, y además PEMEX no está dispuesta a invertir en tal in-fraestructura, lo cual hace prever que el etanol que México produzca irá a parar a Estados Unidos.

c) La ley estipula que sólo se pue-de destinar a la producción de eta-nol el excedente de maíz, respecto de lo necesario para la alimentación, pero México depende en alrededor de 30 por ciento de importaciones, y la mitad de las diez empresas que están invirtiendo en producción de etanol desarrolla plantas para el procesado del maíz. La pobla-ción es altamente vulnerable a los cambios en los precios del maíz y la tortilla. Cualquier desabasto o encarecimiento agudo es inacepta-ble para las familias más pobres de México, que gastan 65 por ciento de sus ingresos en alimentación.

Ya de por sí el maíz está enca-recido. Datos de Banco de México muestran que en promedio el maíz importado por nuestro país se enca-reció en 124 por ciento entre 2005 y enero-mayo 2008.

En 2005 las importaciones tuvie-ron un precio promedio de 99 dóla-res por tonelada (fueron 8 millones 473 mil toneladas con valor de 842 millones de dólares), para 2006, la factura por mil 224 millones de dó-lares, por 10 millones 778 mil tone-

ladas, implicó un precio de 113 dóla-res promedio. Para 2007 la compra en el exterior de 10 millones 749 mil toneladas costó mil 841 millones de dólares, o sea 171 dólares por tonela-da. Y en los primeros cinco meses de 2008 el precio promedio es de 222 dólares por tonelada (con com-pras por 4 millones 253 mil tonela-das por 944 millones de dólares).

“Un aumento rápido en la pro-ducción de etanol mexicano en res-puesta a la demanda galopante de Estados Unios podría tener graves consecuencias para la seguridad alimentaria del país, alerta Hugo Garcia en el estudio de Oxfam.

Cabe destacar que la situación de oferta/demanda de maíz en Estados Unidos –país que contribuye con 64 por ciento de las exportaciones mundiales del grano– se ha hecho crítica debido al uso creciente de maíz para etanol. Según el Depar-tamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), el país cerrará su año agrícola de maíz 2008/09 (sep-tiembre/agosto) con inventarios de sólo 17 millones 83 mil toneladas, 53 por ciento menos que los 36 mi-llones 388 estimados para el cierre de 2007/08 y 66 por ciento debajo del cierre de 2004/05, año en que comenzó la fiebre por el etanol.

Que explique el Ejecutivo. La diputada perredista Adriana Díaz ha llamado la atención sobre las in-coherencias del etanol en México. Promueve un punto de acuerdo para frenar los proyectos de este agrocom-

bustible a base de maíz, pues el artí-culo 11, fracción VIII de la ley men-cionada establece que “la Secretaría de Agricultura podrá otorgar permi-sos previos para la producción de bio-energéticos a partir del grano de maíz en sus diversas modalidades, mismos que se otorgarán solamente cuando existan inventarios excedentes de producción interna de maíz para sa-tisfacer el consumo nacional”.

Con argumentos que tienen que ver con la crisis alimentaria –con el hecho de que los inventarios mun-diales del maíz rozan sus mínimos de 30 años y representan apenas el 13 por ciento del consumo mundial– la legis-ladora exhorta también al Ejecutivo a que explique por qué ha auspiciado fi-nancieramente la operación de plan-tas de etanol, pues se sabe que –vía el Fideicomiso de Riesgo Compartido, Procampo y el programa de Ingreso Objetivo— la planta de Destilmex ha recibido subsidios de la Secretaría de Agricultura. Esta planta, llamada Bio-cyclos, que fue visitada y aplaudida en septiembre pasado por el presidente Felipe Calderón, utilizará 300 mil to-neladas anuales de maíz de Sinaloa, para exportar el etanol (30 millones de galones) a California y Arizona.

Además, según Adriana Díaz, ya en breve estarán también listas otras plantas en Los Mochis y Gua-múchil, Sinaloa. Las tres junto con la de Navolato, dijo, estarían consu-miendo anualmente casi un millón de toneladas anuales de maíz.

Una incongruencia más que desta-ca la legisladora es que mientras Agri-cultura fomenta el etanol, el titular de Secretaría de Medio Ambiente, Juan Rafael Elvira Quesada, lo pone en entredicho, pues ha advertido que “para llenar el tanque de una camio-neta de ocho cilindros, se requiere de toda la cosecha anual de la parcela de un agricultor pobres”.

¿COMBUSTIBLES O TORTILLAS?Destaca Oxfam incongruencias e ilegalidad en producción de etanol en México• Exigen al Ejecutivo detalle por qué subsidia este negocio, donde invierte Cargill•

Elisa Ramírez

Somos lo que comemos, se nos ha dicho hasta el cansancio, y también cómo lo co-memos —la cultura va aparejada a los ali-

mentos. Cambian los productos que consumi-mos, las ideas, la apreciación estética, la moda, los ritmos. Entre todos los sentidos, el gusto y el olfato —en sólida alianza— son los que se modi-fican más lentamente, son tradicionales a ultran-za. A pesar de atreverse a lo novedoso y diferente, siempre vuelven a lo conocido: son renuentes al cambio, conservadores hasta convertirse en se-gunda naturaleza, automatismo inconsciente que empuja a las afinidades y preferencias.

Quienes pueden elegir qué comer o los ingredientes de la comida —lujo minoritario en nuestro país— prueban de todo y terminan por volver a lo conocido y familiar. Por eso ninguna esposa cocinará como la madre, que lleva la sazón al fondo del Edipo. Consuelo de las nueras es que, desairadas a favor de la suegra, serán preferidas por los nietos.

A pesar del desprestigio del concepto de identidad nacional en un mundo globaliza-do, la comida crea cristalizaciones de provin-cialismo en la cultura y piel adentro en cada uno de nosotros.

Lengua e ingredientes. Chocolate, tomate o aguacate son palabras prestadas del náhuatl que recorren el mundo entero y todos los idiomas. Más locales son los muchos dichos y términos mexicanos que sólo los nativos podemos entender: maicear, me llovió en mi milpa, no se puede chiflar y comer pinole, me cayó el chahuiztle, hacer de chivo los ta-males, dar atole con el dedo o medirle el agua a los camotes.

Amor entre las cazuelas. Un solo grano, verde o maduro, acepta todo tipo de preparati-vos y transformaciones: tamales, atole, tortillas con miles de variantes. Dulce, salado, agrio; fermentado, cocido, nixtamalizado, tostado, reventado. De las milpas se utilizan todas y cada una de las partes: barbas de chilacayote y caña de maíz, guías de calabaza o vainas de

frijol tierno. Y para prepararlos —con agua y vapor, en horno, comal o comiscal— una rica tradición culinaria los acompaña. Combina-dos resaltan su carácter frío, caliente, ligero o pesado.

El gusto no admite componendas. A unos produce deleite y a otros arcadas, como el ato-le agrio, el huitlacoche amargoso, los frijoles con epazote, o el pozol con chile. Pero todos estamos acostumbrados al sabor del maíz y lo consumimos en alguna de sus formas.

Costumbres y creencia. Ligados a los ci-clos de siembra, cosecha, almacenamiento o preparación proliferan ritos y ceremonias.

Ningún huichol puede probar los primeros frutos sin haberlos bendecido, y los primeros en probarlos deben ser los niños —seres humanos aún verdes como los elotes, ejotes y calabacitas.

Se guardan las mazorcas madres en la cocina o el patio para que se hallen en la casa y regresen tras la próxima cosecha. Los granos de maíz no deben caer al suelo y dejarse allí porque se senti-rán despreciados y ya no regresarán; se entibia a los granos con el aliento para que no se asusten con el calor del comal antes de tostarse para ha-cer pinole; se dice de la milpa que ya señoritea

cuando la punta de las matas se adorna de jilo-tes. Antes, el maíz azul se usaba solamente en las ofrendas a los muertos, porque está de luto.

Creencias para moler, guardar, lavar y gui-sar acompañan las tareas de la cocina. No por nada chiflan a veces las tortillas al inflarse, se pegan los tamales de las embarazadas, tienen mal parto quienes lamen la mano del metate o harán mal la digestión quienes sacan las co-sas de la lumbre y las comen arrebatadas.

Gusto y cultura. No se trata solamente de que no tengamos autosuficiencia alimentaria o que se consuma menos maíz, sino de trans-formar aquella recóndita identidad y cultura al modificarse las dietas. Se pierden con la independencia alimentaria los equilibrios en-contrados durante siglos y avalados en el gus-to. Al cambiar las dietas, queda desamparada la salud, la nutrición —y nuestra gula.

Somos lo que comemos, cómo lo come-mos, cómo lo preparamos y todo aquello que creemos acerca de los alimentos. La cacarea-da identidad nos remite siempre a un olor de tortilla recién hecha porque, según se nos tie-ne dicho, los seres humanos fuimos hechos de aquella misma sustancia.

De chile, de dulce y de manteca

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Oxfam Internacional

Los precios de los alimentos han aumen-tado 83 por ciento a escala mundial en los tres años recientes. La crisis conse-

cuente constituye una amenaza como nunca antes para los medios de vida y el bienestar de millones de hogares rurales y urbanos que son compradores netos de alimentos.

Oxfam estima que la amenaza es inmedia-ta para 290 millones de personas que viven en los países más vulnerables ante la subida de precios. El hambre crónica afecta a 854 mi-llones de personas en el orbe; estamos, pues muy lejos de alcanzar el objetivo internacio-nal de reducir el hambre a la mitad para 2015. Según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA), el número de emergencias alimentarias ha aumentado de 15 por año en los 80s a más de 30 anuales desde comienzos del milenio.

Los precios de los alimentos se mantendrán altos y volátiles en los próximos años debido a la carestía del petróleo y a la demanda alta de los cereales (relacionada con la creciente de-manda de agrocombustibles y de materias pri-mas agrícolas en economías emergentes). Ade-más, por el efecto nocivo del cambio climático en las cosechas, se agravará la inestabilidad de los mercados y se socavarán la disponibilidad de los alimentos y las posibilidades de desarro-llo de millones de personas en todo el mundo y especialmente en el África Subsahariana.

Es urgente tomar medidas y prevenir nuevas situaciones similares. Pero la crisis también plantea oportunidades. Durante décadas, los bajos precios castigaron a los pequeños pro-ductores, que constituyen una gran mayoría de la población del mundo. Los altos precios podrían dar vuelta a esa tendencia, SÓLO Y SÓLO si se cuenta con políticas e institucio-nes adecuadas en pro de los pequeños campe-sinos y jornaleros.

Lamentablemente aún no contamos con las políticas e instituciones adecuadas. En los paí-ses pobres y en desarrollo los mecanismos para regular los mercados de alimentos y promover la inversión en agricultura fueron desmante-lados bajo los programas de ajuste estructural promovidos por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Institucional (FMI), y el re-sultado ha sido menos protección para la po-blación pobre, menos apoyo a los agricultores y más inestabilidad en los mercados.

Esta crisis representa un reto enorme para los gobiernos y las instancias multilaterales de desarrollo, pero también una oportunidad real para proporcionar las muy necesarias y urgentes reformas al sistema alimentario y agrario mundial.

Es imprescindible la voluntad política. La Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Europeo han inyectado al sistema financiero más de un billón de dólares en los seis meses

pasados. Oxfam estima en 14 mil 500 millones de dólares lo necesario para asistir de manera inmediata a las poblaciones más pobres de los 53 países más vulnerables ante la carestía. En comparación, la cifra es ridícula.

Ante esta crisis Oxfam propone pasos a se-guir: Proporcionar ayuda alimentaria inme-diata para prevenir hambre y desnutrición en las poblaciones más afectadas. El apoyo in-ternacional debe promover la adquisición de la ayuda alimentaria en los mercados locales (y no trasladarla desde los países productores). Hay que evitar el alto costo del transporte de los alimentos y de los combustibles y fortale-cer los mercados locales.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima que se podrían liberar 750 millones de dólares anuales extras si los países ricos ofrecieran la ayuda alimentaria en dinero y no en especie.

A la par, los planes emergentes deberían contemplar planes de protección social a escala nacional, con garantías de un ingreso mínimo; programas de empleo público, y asistencia directa a los grupos vul-nerables y poblaciones afectadas. Asimismo, medidas fiscales, y tam-bién la generación de bancos locales de granos básicos y mecanismos que permitan el acceso a los alimentos indepen-dientemente de las fluc-tuaciones del mercado.

Las mermadas reservas mundiales de ali-mentos hacen que el mundo y en particular los países importadores, sean extremadamente vulnerables a cualquier afectación de la oferta.

Apoyar la agricultura campesina. La crisis es en parte el resultado de décadas de aban-dono de la agricultura campesina en los paí-ses pobres. Las familias en zonas rurales ame-nazadas por la escasez de alimentos no tienen nada a qué recurrir cuando los precios suben por encima de sus recursos. Tres cuartas par-tes de la población pobre mundial continúan viviendo en zonas rurales, y todavía depen-den de la agricultura para la generación de ingresos y empleo.

La historia demuestra la importancia de la agricultura. El Departamento para el De-sarrollo de Reino Unido afirma y es cierto: “Ningún país ha conseguido nunca reducir la pobreza sólo a través de la agricultura, pero casi ninguno lo ha logrado sin aumentar pri-mero la productividad agrícola”.

La ayuda internacional a la agricultura se redujo casi a la mitad entre 1980 y 2005. Actualmente, lo que está en la mesa es de 4 mil millones de dólares. Cifra minúscula si se compara con el apoyo otorgado por los países miembros de la OCDE en apoyos directos a

favor de sus propios sectores agrícolas, de 125 mil millones de dólares en 2006.

Entre los rubros que se requiere reforzar en la inversión agrícola son fundamentales la in-vestigación, ciencia y tecnología para el campo, así como los servicios de extensión y formación, financiamiento y crédito a los productores cam-pesinos, con especial énfasis en las campesinas.

No hay una receta única para la agricultura a escala mundial. Las nuevas intervenciones se deben desarrollar localmente, en un proce-so consultivo constante en el que participen grupos de agricultores y de mujeres, así como organismos de la sociedad civil. El involucra-miento del Estado es fundamental.

No echar más leña al fuego promoviendo agrocombustibles. Utilizar cultivos alimen-tarios para producir combustible es ineficaz e ineficiente energética y ambientalmente y sí puede generar severos daños en otros ám-bitos como el abasto de alimentos. La OCDE estima que en 2005-07, el 60 por ciento del aumento en el consumo de cereales y acei-

tes vegetales se debió a los agrocombustibles. Además de desviar el cultivo de alimentos para la producción de combustibles, se ge-nera una competencia con la producción de alimentos en tierra agrí-cola, agua e insumos.

Según el Instituto Internacional de In-vestigación sobre Polí-

ticas Alimentarias, los agrocombustibles son responsables de 30 por ciento de la reciente inflación alimentaria. Los gobiernos deberían frenar sus subsidios a la producción de bioe-tanol a partir de granos básicos, y fomentar la investigación de combustibles alternativos de segunda y tercera generación.

Ayudar a que los países pobres obtengan un trato justo en el comercio. La capacidad productiva y de las instituciones reguladoras de los países pobres han sido mermadas du-rante tres décadas por el dumping de produc-tos agrícolas subvencionados de países ricos, por la liberalización unilateral de sus merca-dos y por las barreras al acceso a los mercados del Norte.

Los países más vulnerables han sido los que más rápido han eliminado sus aranceles, los que han suprimido el apoyo a su agricultura y se han hecho cada vez más dependientes de las importaciones de alimentos. Finalizar la Ronda de Doha debe ser una exigencia de las instancias internacionales y de los gobier-nos de las naciones altamente afectadas por el alza de precios. Existe el riesgo que, ante esta crisis, no haya suficiente discusión en las negociaciones y se apruebe un acuerdo que conduzca a una peor crisis.

No pretendemos que se fomente el protec-cionismo, pero sí que el grado de apertura de mercado y dependencia alimentaria de cada país estén ligados con factores tales como su disponibilidad de divisas, las oportunidades para elevar su nivel de productividad y la liber-tad del fomento a sus sectores productivos.

Respaldar un “nuevo acuerdo” para políti-cas agrarias y alimentarias internacionales. La situación hoy requiere una coordinación sin precedentes entre los organismos internacio-nales, los gobiernos de los países en desarro-llo, las organizaciones de la sociedad civil y los órganos del sector privado implicados en el diseño de las políticas alimentarias y agra-rias. Se necesita un plan de acción exhaustivo y global que garantice la ayuda inmediata, y que también desarrolle una estrategia a largo plazo. Este plan debe contar con financia-miento internacional no condicionado.

Por lo pronto sólo podemos esperar respuestas descoordinadas y unilaterales ante la crisis. Mi-llones de vidas pueden ser el costo de esa desco-ordinación. Ante la Organización de las Nacio-nes Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Oxfam hizo un llamado a los líderes del mundo para establecer un plan exhaustivo.

Entre las acciones propuestas a corto plazo destaca que los donantes y los gobiernos de países en desarrollo inviertan para aumentar la producción en lo inmediato y apoyen al sector a largo plazo; que los gobiernos sus-pendan sus políticas de promoción de agro-combustibles. También que los países impor-tadores netos de alimentos que se enfrentan a crisis fiscales o de balanza de pagos debido a la subida de precios de los alimentos, dispon-gan de un apoyo financiero adicional.

Además los gobiernos y organismos in-ternacionales como la FAO y el BM deben encargar inmediatamente un estudio para esclarecer la manera en que los mercados de futuros han contribuido al aumento repenti-no de los precios.

El FMI, BM y otros organismos deben realizar un análisis completo de las repercu-siones que la crisis tiene sobre los niveles de pobreza, y una valoración de cómo se han de-bilitado los objetivos de Desarrollo del Mile-nio en cada país. El FMI, BM y los donantes deberán ajustar sus programas de forma tal que se refleje este cambio.

Para el mediano plazo los planteamientos son, entre otras cosas, que los países en de-sarrollo que dependen de importaciones de alimentos reciban apoyo para reconstruir re-servas de alimentos. Los gobiernos deben in-vertir en programas de protección social. Que los donantes y los gobiernos de los países no ricos aumenten progresivamente sus inversio-nes en el sector agrícola y en desarrollo rural, y garantizar que éstas proporcionen un creci-miento agrícola sostenible que beneficie a la población rural más marginada.

DE LA CRISIS DE LOS PRECIOS A LA CRISIS DE LOS ALIMENTOS

TEMA DEL MES

Llanto y angustia ha causado

del maíz la gran carestía,

porque se ve de día a día

el pueblo más apurado.

Gran bulla y mucho alboroto

hay por la escasez del maíz,

y hacen las gentes un voto

para no comer á raiz.

Fragmento de Los lamentos de las tortilleras, 1894

ILUS

TRAC

IÓN

: Pos

ada

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Víctor M. Quintana S.

Para salir, pero también para interpretar la crisis alimentaria, hay “otra vía”,

la que lidera la organización in-ternacional La Vía Campesina. Para sus miles de activistas en los cinco continentes, para quienes la dirigen y la apoyan, el diagnós-tico, las causas y las formas de superar la crisis son otros, muy distintos a los que señalan los medios dominantes.

Una crisis anunciada, previsi-ble y más profunda de lo que se reconoce: Para La Vía Campesi-na, la crisis de hoy es sólo la más reciente y tal vez la más masiva de las manifestaciones de una crisis agrícola y alimentaria que sacude al planeta desde hace varios lustros. Y no es que falten alimentos: nunca en la historia se habían producido tantos, ade-más de que hay capacidad para producir comida para el doble de la población mundial actual. Es una crisis de distribución y concentración de los alimentos en beneficio de unos cuantos.

Pero no se reduce a la carestía de la comida. Desde hace tiem-po los cerca de tres mil millones de campesinos, la mitad de la población mundial actual, están en una grave crisis. Sus derechos son sistemática y extensivamente violados: son expulsados de sus tierras para dar lugar a plantacio-nes, agricultura extensiva y pro-yectos residenciales, industriales, mineros o turísticos. Son empo-brecidos y obligados a migrar por los efectos de los tratados de libre comercio. Sus recursos naturales les son despojados o devastados. Y cuando se organizan para de-fenderse, son criminalizados y reprimidos.

La actual crisis alimentaria, crisis también de los pequeños agricultores, de los indígenas y de los campesinos, no sólo se debe al cambio climático, al uso de grandes extensiones par pro-ducir agrocombustibles o al in-cremento de la demanda de co-mida en China o India. Se debe, sobre todo, a que ya tocó fondo el modelo agrícola dominante.

El modelo que rechaza La Vía Campesina es el impuesto hace más de 25 años por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional a lo largo del pla-neta, y en particular en los paí-ses en desarrollo, con políticas que redujeron o desaparecieron la inversión y el gasto públicos para que los pequeños y me-dianos agricultores produjeran alimentos. Presionaron a favor de la liberalización de los mer-cados agrícolas internacionales y del control de los mismos por el

capital financiero y los agronego-cios, y han transformado los ali-mentos, las semillas y los recur-sos naturales en mercancías que enriquecen a las trasnacionales.

Este modelo generó un enorme acaparamiento de tierra, agua y biodiversidad por parte de banque-ros y trasnacionales, y expandió monocultivos de altas ganancias como el de soya en Sudamérica, generando una gran devastación de recursos naturales, pérdida de biodiversidad, expulsión de cien-tos de millones de campesinos, sobreexplotación de trabajadores agrícolas, emigración, desempleo, pobreza y violencia.

Más recientemente, la expan-sión de los agrocombustibles, favorecida también por las tras-nacionales, ha reducido muy significativamente la tierra usada para producir alimentos, encare-ciendo los mismos, en detrimen-to de los consumidores y de los países pobres y propiciando un nuevo ciclo de inversiones espe-culativas que han precipitado la crisis alimentaria de principios de milenio.

La única vía de salida: la vía campesina. La única solución al problema del hambre y la de-vastación del medio ambiente es el cambio de modelo. La Vía Campesina propone construir un nuevo modelo agrícola y ali-mentario basado en la soberanía alimentaria concebida como la conjunción de tres derechos: de los países y de las comunida-des, a trazar con independencia sus políticas agrícolas, agrarias y alimentarias; de los campesinos e indígenas, a producir y a vivir dignamente de su producción, y de los consumidores, a tener acceso a alimentos suficientes, sanos, baratos y acordes con sus tradiciones culturales.

Este modelo se basa en que los actores principales de la pro-ducción de alimentos de calidad y suficientes para terminar con el hambre en el mundo son los campesinos, los indígenas, los agricultores familiares. Ellos de-ben ser, junto con los consumi-dores, quienes decidan y contro-len la producción de alimentos.

Implica una serie de políticas públicas: manejo y regulación adecuada de los mercados por par-te de los poderes públicos a escala nacional e internacional, y reloca-lización de la producción para dar prioridad a los mercados locales y regionales. Exige, por tanto, ex-cluir la agricultura de los tratados de libre comercio y de la Organi-zación Mundial de Comercio. Im-plica una genuina reforma agraria, distribución de la renta y arraigo de las personas en el medio rural. En lo ambiental, promueve la diversificación de cultivos y no el monocultivo, la preservación de la biodiversidad y las semillas nativas y criollas y el rechazo a los trans-génicos, Busca la preservación y la sustentabilidad en el uso de los recursos naturales y del agua, concebidos como bienes públicos y no como mercancías.

También promueve un nuevo modelo energético como alter-nativa a la producción masiva de agrocombustibles, basado en la generación doméstica, comu-nitaria y sustentable de energías alternativas, como la solar, la eólica, la de la biomasa y la hi-dráulica, sin que compitan con la producción de alimentos.

Este nuevo modelo está basa-do en la sustentabilidad, en la solidaridad y el respeto para con las comunidades, la gente, la na-turaleza y el planeta. Es la mejor y única vía para el futuro de la comunidad de los seres vivos.

SEMBRAR COMIDAVISIÓN DE LA VÍA CAMPESINA

El Barzón

Anónimo, c. 1930

Esas tierras del RincónLas sembré con un güey pandoY se reventó el barzón Y siempre la yunta andando...Cuando yo la fui a escardarMe arremangué mi pechera;Me decían los de mi tierra: –encájale bien l´arado,arrímale bien la tierraque quede el surco planchado,...Cuando estaba jiloteando, Me compuse mis huaraches; y todas las noches m´iba a puro matar mapaches. Cuando ya estaba en elote,todita la noche andabasonándoles con un bote,

Cuando yo la fui a tumbarhabía muchos lampotillos;me compuse mis manguillosme arremangué bien mi canilla,me encomendé a un Santo Fuerte.Le recé La Cucaracha; se me despuntó la hoz,se me quebró de la cacha....Cuando ya la fui a pizcarel maíz estaba bien dado,el maíz estaba muy basto;se me zafó del canasto,compuse bien mi montón,se me quebró el pizcador, y se me zafó el cotón....Cuando acabé de pizcar,vino el rico y lo partió; todito se lo llevó,ni pa´ comer me dejó, y me presentó la cuenta:–Aquí me debes cinco pesosde los dos güeyes la renta, de la renta de los güeyes,cinco pesos de magueyes, cuatro hanegas, tres almudes,del maíz que te habilitamos;una hanega tres cuartillasdel frijol que te prestamos;un peso de unas coyundas,cinco pesos de unas fundas,tres pesos de no sé qué,pero están en la libreta.A más de eso siete realesde la calza de una reja,seis cincuenta de una mantaque sacates en la tienda; con todo el maíz que te tocano le pagas a la Hacienda.Veinte pesos diez centavoses lo que sales restando; pero cuentas con tu tierrapara que sigas sembrando,ahora a trabajarpa que sigas abonando.–Nomás me quedé pensandosacudiendo mi frezada,haciendo un cigarro de hoja:to´ mi maíz se lo llevaronpara esa maldita troja. ¡Que patrón tan sinvergüenza,nomás me dejó mirando!Y se llevaron mi maíz...Y yo me quedé chupando.

Cuando llegué a mi casitaMe dijo mi prenda amada:–¿Don´ ta el maíz que te tocó?–le respondí yo muy triste:–El patrón se lo llevópor lo que debía en la Hacienda;pero me dijo el patrónque contara con mi tierrapara seguirla sembrandoy ahora voy a trabajarpa´ seguirles abonando....

El maíz

Para romper el círculo vicioso de la depen-dencia es preciso alcanzar la autosufi ciencia alimentaria. Y para ello sólo hay dos posibili-dades. Una es reproducir, en escala nacional, la situación que predomina en las relaciones económicas internacionales: dejar en manos de las empresas trasnacionales y sus aliados internos la producción de alimentos básicos. Esto implica que el Estado debe concederles grandes subsidios para asegurarles altas tasas de ganancia, mientras paralelamente deben conservarse bajos los salarios y los precios de

dichos alimentos. La otra es apoyar las iniciativas populares; la lu-cha por la tierra y por la autonomía de la producción; las demandas campesinas por mejores precios a sus productos y por conservar una mayor proporción de su cosecha, como medio de asegurar su subsistencia y desarrollo.Museo Nacional de las Culturas Populares, 1984. Director: Guillermo Bonfi l.

Grandes perdedores

Grandes ganadoresPerdedores moderados

Ganadores moderados

PAÍSES GANADORES Y PERDEDORES EN LA CRISIS ALIMENTARIA,

EN FUNCIÓN DE LAS BALANZAS COMERCIALES (2007/08)

Fuente: Banco Mundial

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SIEMBRA Y COSECHA

Víctor Suárez Carrera

A 60 años de la revolución encabezada por el Partido Comunista Chino y su dirigente Mao Zedong (1893-1976) y

a tres décadas de la reforma modernizadora de la economía promovida por Den Xiaoping (1904-1997) y continuada por Jiang Zemin (1926) y Hu Jintao (1942), China es hoy la ter-cera potencia económica del mundo, y para 2035 será la primera de acuerdo con diversas instituciones internacionales.

En el contexto de la crisis alimentaria in-ternacional, China destaca también porque, con 20 por ciento de la población global –mil 300 millones– y con el 7 por ciento de la tie-rra cultivable, sus 200 millones de pequeños campesinos (0.6 hectárea por productor) y su modelo de agricultura han obrado el milagro de alimentar a todo el pueblo chino y dispo-ner hoy de las mayores reservas alimentarias del mundo.

¿Cómo ha sido posible este impresionante desarrollo económico y agroalimentario de un país que apenas medio siglo atrás se ubi-caba entre los más atrasados, hambrientos y humillados?

A continuación se presenta una mirada a la agricultura china de hoy, a partir de las notas y observaciones recogidas en un viaje del au-tor por diversas ciudades y localidades rurales de la provincia de Shangdong, en el marco del Minilab sobre Cadenas Sustentables de Abastecimiento Alimentario de China, que organizaron la Fundación para el Progreso de la Humanidad y el Instituto de Desarrollo Rural de la Academia China de Ciencias So-ciales del 6 al 15 de abril de 2008.

Reforma agraria y modelos de organiza-ción productiva 1949-2008. El campesinado fue la principal fuerza social de la lucha del pueblo chino contra el sistema feudal, por su liberación nacional en contra del imperialis-mo japonés y por la revolución socialista. En este sentido, la reforma agraria fue la princi-pal bandera utilizada por el Partido Comunis-ta Chino y su dirigencia encabezada por Mao Zedong para movilizar y organizar la resisten-cia campesina contra las fuerzas feudales, el ejército japonés y las fuerzas prooccidentales del partido nacionalista (Kuomintang) en la guerra civil desatada al final de la segunda guerra mundial y que terminó con la victoria del PCCh y la proclamación de la República Popular China el uno de octubre de 1959.

En este sentido, el reparto de la tierra de los señores feudales y los “señores de la guerra” entre los peones y campesinos pobres se desa-rrolló en las zonas liberadas y bases de apoyo del Ejército Popular de Liberación dirigido por el PCCh a lo largo de la lucha antijapo-nesa y la guerra civil. En 1947 el movimiento revolucionario emitió la Ley Agraria, que abo-lió “el sistema agrario de explotación feudal y semifeudal y puso en vigor el sistema de ‘la tierra para quien la trabaja’”. Asimismo, de-cretó la abolición de los derechos de propie-dad sobre las tierras de todos los terratenien-tes, templos, santuarios y otras instituciones y organizaciones al tiempo que se cancelaron todas las deudas contraídas en el campo con anterioridad a la citada Ley Agraria.

La Ley Agraria fue parte esencial de la ofensiva político-militar contra el ejército prooccidental del Kuomintang, cuya aplica-ción se generalizó a todo el territorio chino al triunfo revolucionario de 1949.

Resuelto el problema del reparto de la tierra, enseguida se suscitaron grandes debates y lu-chas políticas en torno al modelo de organiza-ción para la producción agrícola (¿producción individual o producción colectiva?) y el papel de las relaciones campo-ciudad y agricultura-industria ligera-industria pesada en el marco de la construcción del socialismo en China. De manera esquemática las diferentes etapas de organización agraria de 1949 a la fecha son:

*Colectivización agrícola (1950-1956).- De conformidad con el modelo soviético, y to-davía bajo la fuerte influencia de la Unión Soviética sobre el PCCh, se impulsó la colec-tivización forzada de la producción agrícola en el marco de una fuerte planeación centra-lizada que privilegiaba el desarrollo acelerado de la industria pesada a costa de la agricul-tura y el campo. Los resultados en términos de impulso de la producción y bienestar para los campesinos fueron un rotundo fracaso. El rompimiento de China con la URSS en 1956 y la percepción de que el modelo soviético de organización agraria se contraponía con los intereses y expectativas de la principal fuerza de la revolución china, obligaron a abando-nar la colectivización del campo y buscar un modelo propio.

*Comunas populares (1956-1976).- A partir de 1956 se impulsó el Gran Salto Adelante, política que intentaba construir un modelo anticapitalista de crecimiento económico y bienestar, sin pasar por las etapas de los paí-ses capitalistas avanzados y evitando seguir el modelo soviético. En este contexto, se impul-saron las comunas populares como unidades socioeconómicas del nuevo poder popular, que controlaban la tierra, organizaban la pro-ducción y la distribución agroalimentaria, la

industria local y los servicios. Las comunas populares fueron un intento de descentralizar el poder, de construir núcleos autogestiona-rios de desarrollo local autostenido y construir una nueva relación campo-ciudad y agricultu-ra-industria. Durante la Revolución Cultural (1966-1976) el modelo de comuna popular en el agro chino fue impulsado aún más. El ro-tundo fracaso de las comunas en términos de aumento de la producción y el bienestar para la población rural, así como la muerte de Mao en 1976, cerraron un ciclo de transformacio-nes voluntaristas y de extrema izquierda y abrieron el camino para las alternativas refor-mistas en el camino chino al socialismo.

*Contratos de explotación individual/fami-liar (1979-2008).- Con el triunfo en 1979 de los sectores reformistas y moderados del PCCh encabezados por Den Xiaoping, se establece el proceso de reforma económica y apertura con las llamadas “cuatro modernizaciones” (modernización de la agricultura, de la indus-tria, de la ciencia y tecnología y de la defensa militar) y guiado por la máxima denxiaopinia-na de “no importa de qué color sea el gato, con tal de que cace ratones”. En este contexto, la base de la modernización de la agricultura se constituyó en el impulso de la producción agroalimentaria individual/familiar a través de los “contratos de explotación” en el marco de un nuevo sistema de responsabilidades entre los campesinos y el Estado chino. Los contra-tos de explotación se suscriben a 25 años, son renovables y heredables, a condición de que se cumplan condiciones mínimas de produc-ción y buen manejo de las tierras. Este siste-ma de producción individual/familiar, base histórica de la agricultura y la economía rural china, representó el mayor de los incentivos a la producción agroalimentaria. aunado a la libertad de vender en el mercado los exceden-tes por encima de la cuota de granos compro-metida con el Estado.

La política de modernización e industria-lización agrícola 1989-2008. Con los contra-tos de explotación individual se favoreció el desarrollo del potencial productivo de 200 millones de campesinos y sus familias, pro-duciéndose importantes excedentes agrícolas en forma sostenida a partir de mediados de los noventa, no obstante de disponer en promedio una superficie mínima (9 mu, o 0.6 hectárea).

De 1989 a la fecha, el gobierno chino ha im-pulsado a lo largo de tres planes quinquenales una estrategia de modernización agrícola que tiene como objetivos principales: a) Garanti-zar la alimentación del pueblo y asegurar el abasto en cantidad y calidad suficientes para el crecimiento y mejoramiento de los ingresos de la población urbana. b) Disminuir la des-igualdad en la distribución de los ingresos y desarrollo entre la población rural y la urbana. c) Conservación de los recursos naturales.

A partir del crecimiento acelerado y sos-tenido de la economía china (10 por ciento promedio anual en las dos décadas recientes), se plantearon nuevos desafíos para la agricul-tura china, mismos que en 1993 obligaron a establecer la llamada Política de Industriali-zación Agrícola.

En 2008 el 55.57 por ciento de la población china vive en el campo y contribuye con 11 por

ciento del producto interno bruto. Para los chi-nos “esto no es armonioso y por eso es indispen-sable la industrialización y la urbanización”. En 1978 la población rural representaba 82 por ciento del total. Estimaciones del gobierno es-tablecen que para el 2020 únicamente 30 por ciento de la población vivirá en el medio rural. Estas tendencias determinan el papel asignado a la agricultura en el marco de la Política de Industrialización Agrícola desde 1993, y que en palabras de Zhang Xioshan, director del Insti-tuto de Desarrollo Rural de la Academia China de Ciencias Sociales, se resume como sigue:

La teoría de la industrialización agrícola profundiza la reforma y apertura emprendida desde 1979. La agricultura es una prioridad entre las prioridades del gobierno central. Se trata de un sistema de apoyos agrícolas de lar-go plazo que tiene como objetivo asegurar una oferta de alimentos a todo el país en cantidad y calidad. La teoría de la industrialización agrícola se basa en los siguientes principios: a) Manejo estandarizado de la producción agrícola. Los campesinos constituyen el actor principal con base en el sistema de responsa-bilidades. b) Sistema de calidad estandariza-do. c) Agregación de valor e integración de cadenas de suministro alimentario. d) Inocui-dad alimentaria. e) Inspección obligatoria a los alimentos previamente a su lanzamiento en el mercado. f) Urbanización rural.

La sostenibilidad de las cadenas alimenta-rias debe cumplir con una serie de requisitos con relación al medio ambiente, a la nutri-ción, a la calidad e inocuidad y a una distri-bución justa de beneficios.

Para poner en marcha la política de in-dustrialización agrícola, el gobierno central ha incrementado dramáticamente el apoyo financiero al campo, bajo la tesis de que “an-tes el país explotaba al campo y ahora el país apoya el campo”.

En este sentido, la inversión pública del gobierno central para el desarrollo rural se in-crementó de 340 mil millones en el año 2000 a 560 mil millones de yuanes para 2007. En el X plan quinquenal chino, se incrementa en 17 por ciento anual el presupuesto para el campo. Asimismo, se eliminan todos los im-puestos agrícolas. De 2003 a 2007 el ingreso del campesinado se ha elevado a una tasa de 5 por ciento anual.

No obstante los avances, se tienen los si-guientes desafíos por enfrentar: a) Dismi-nución de la disponibilidad de agua para la agricultura en relación a la disponibilidad para las ciudades y el desarrollo industrial. b) Infraestructura agrícola insuficiente. c) Sistema imperfecto de innovación técnica. d) Atraso en el sistema de servicios financieros y seguros. e) Inexistencia de seguro social en áreas agrícolas. f) Mejoramiento de los servi-cios públicos en áreas rurales. g) Insuficiente organización de los campesinos e insuficien-te apoyo en información, asistencia técnica y vinculación con los mercados. h) Gran pro-blema en las relaciones entre trabajo y capi-tal: beneficios desiguales. i) Mejoramiento del papel del gobierno y sus instituciones para garantizar la sostenibilidad de la política de industrialización agrícola: mayor capacidad para impulsar, coordinar y ajustar.

“El modelo no es todavía perfecto”, con-cluye el Dr. Zhang.Director Ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo, A.C. (ANEC).

China

UNA MIRADA A LA AGRICULTURA DE HOY (Primera parte)

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Supermercado de carne de cerdo y productos derivados del Grupo Delisi.

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Emma Cosío Villegas

La Universidad de los Pies Descalzos funciona con la convicción de que los pro-

blemas del campo tienen la solu-ción en las comunidades rurales. Aquí se preparan para resolver los problemas de producción de ener-gía, de almacenamiento y purifica-ción de agua, educación, salud y conservación de sistemas ecológi-cos. Se beneficia a los más pobres entre los pobres que hasta ahora no han tenido alternativas. Se impulsa el conocimiento práctico y no las carreras con grandes títulos acadé-micos. La universidad no emplea a

profesionales “urbanos” pues en las comunidades están los conocedo-res de su medio, de sus tradiciones y habilidades. Para los urbanos, la falta de agua potable es un asunto técnico, para las comunidades es cuestión de vida o muerte.

Algunas de las reglas de esta uni-versidad son no especular con los conocimientos y prácticas de la comunidad y sólo usarlos para su beneficio y desarrollo de la propia comunidad; poner la tecnología al alcance de los más desfavorecidos; conseguir igualdad de oportunida-des para las mujeres y lograr que las comunidades sean las que propon-gan las actividades.

Las instalaciones han sido cons-truidas por arquitectos descalzos. El campus es de alrededor de diez hectáreas. Tiene habitaciones para alumnos, casa para visitantes, bi-blioteca, comedor, sala de juntas, teatro al aire libre, un pequeño hos-pital, unidad de entrenamiento de profesores, laboratorio de análisis de agua, tienda de artesanías, ciber café, taller de títeres, unidad au-dio visual, taller de estampado de textiles y cisterna de 700 mil litros de agua de lluvia. Todo funciona a base de energía solar. Un cam-pesino iletrado, con 12 ayudantes, construyó el campus, usando sólo materiales baratos y locales. Un herrero campesino fabricó e insta-ló, con desperdicio de metal, 150 domos geodésicos. Hay 18 campus en varias zonas del país y además han entrenado grupos campesinos de Afganistán, Buthan y África.

El proyecto ha emprendido pro-gramas para la mejora de viviendas usando técnicas sustentables, evi-tando el uso de combustibles fósiles y recolectando agua de lluvia para no usar reservas subterráneas.

Mediante un equipo de 317 téc-nicos, entre ellos 128 mujeres, semi analfabetas, han trabajado en 807 localidades para instalar sistemas de energía solar y han puesto en funcio-namiento 7 mil 377 paneles solares, beneficiando a 93 mil personas. Son los propios vecinos quienes gestio-nan, supervisan y controlan la fabri-cación, instalación y mantenimiento de las unidades. También instalan es-tufas parabólicas con capacidad para diez raciones o las colectivas con ca-pacidad para 50. Esto significa que las comunidades son autosuficientes técnica y económicamente.

Han equipado más de 250 escue-las nocturnas a las que asisten 4 mil niños y 2 mil 250 niñas que cuidan ganado por las mañanas y asisten a la escuela por la noche. Los mate-riales de estas escuelas se producen con desperdicios, y los que son para el estudio de las ciencias los hacen niños discapacitados. Mientras cui-dan el ganado, se ponen a estudiar.

También han electrificado 300 comunidades en las inhóspitas mon-tañas de Ladakh. En las comunida-des hay comités de educación que administran 250 escuelas y los mis-mos niños controlan y supervisan las escuelas por medio de su Parlamen-to, con la idea de que dando poder a los interesados en la escuela, ésta funcionará bien. Además cuentan con una biblioteca itinerante.

En 2006 la universidad recibió un millón de dólares como premio por su trabajo en la sustentabilidad del planeta. Sin duda se lo mecería.

India

TEJIENDO CON RAYOS DEL SOL

SIEMBRA Y COSECHA

Pablo Sigüenza Ramírez

La enorme desigualdad en la distribución de la riqueza en Gua-temala es evidente tanto en la estadística sobre hambre, des-nutrición crónica infantil y pobreza como en las condiciones

de vida de la población en los cinturones precarios de la ciudad y en miles de comunidades rurales. El país ocupa el cuarto lugar mundial en producción de azúcar, con ganancias dulces para el agronegocio azucarero, pero a la vez ostenta el amargo cuarto puesto mundial en desnutrición crónica infantil.

Organizaciones sociales y populares han denunciado aquí y en todo el orbe que el actual modelo económico capitalista sobrepone los intereses de acumulación de grandes corporaciones trasnaciona-les y empresas nacionales sobre el derecho a la vida y alimentación de la población.

Son alarmantes los anuncios de una dis-minución internacio-nal de las reservas de granos básicos para la alimentación debido a su uso en generación de energía para auto-móviles e industria y el aumento de los pre-cios de estos productos debido, entre otras co-sas, a la especulación financiera en las bolsas de mercados a futuro.

El avance del mo-delo neoliberal desde mediados de los años 80, con las políticas de apertura comercial, propició que Guatemala dejara de ser autosuficiente en la producción de maíz e importara cada vez más este grano vital para la vida humana. Alrededor de un tercio de maíz que se consume es importado.

Ante la anunciada crisis alimentaria, los pasos que den la socie-dad y el gobierno deben estar orientados al logro de la soberanía alimentaria y el desarrollo endógeno a partir del apoyo decidido a la economía campesina y la democratización en el uso y manejo de los recursos naturales, principalmente la tierra.

Si bien en este momento son necesarios los planes de emergencia que incluyen ayuda alimentaria en las áreas más pobres y transferen-cia de alimentos por trabajo, es fundamental que las políticas públi-cas se enfoquen en la reactivación de la producción nacional de ali-mentos. Cualquier política a impulsar debe hacerse desde un Estado que por el momento, luego del feroz ataque neoliberal, se encuentra en su punto más precario de debilidad institucional y financiero. La sociedad en su conjunto debe fortalecer al Estado.

Gobierno sometido al interés industrial. Recientemente el Mi-nisterio de Finanzas lanzó una propuesta de reforma tributaria que busca fortalecer el erario. El sector empresarial, organizado en la Cámara del Agro y en el Comité Coordinador de Asociaciones Em-presariales, expresó su postura de rechazo.

En menos de un seis meses el actual gobierno, autollamado so-cialdemócrata, ha dado marcha atrás en dos iniciativas para afrontar la crisis alimentaria: precios tope a productos de la canasta básica y el anuncio de aplicar un decreto legislativo de 1974 que obliga a los productores latifundistas a destinar 10 por ciento de la superficie cultivada a producir granos básicos.

En ambos casos la Cámara del Agro saltó a la opinión pública in-dignada y de facto vetó las propuestas a pesar de la crisis alimentaria actual y la que está por venir.

Por el contrario, el gobierno liberó recientemente la importación de granos y otros productos de la canasta básica, a excepción del azúcar. Una medida que favorece a los monopolios comercializadores, protege de forma desmedida a los azucareros nacionales y que difícilmente se traducirá en menores precios para el consumidor final. Por el momen-to el gobierno “socialdemócrata” está en deuda con la población.Instituto de Estudios Agrarios y Rurales

Guatemala

Azúcar y desnutrición

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Campesino de Rajasthan.

Domo geodésico en la Universidad de los Pies Descalzos.

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Armando Bartra

“No la vendo por nada. La tierra no tiene precio. La tierra es mi vida”, dice enfática, casi ofen-

dida por la pregunta, doña Fátima. Pero en los cerros que nos rodean las densas planta-ciones de eucaliptos sembradas por empresa-rios de Sao Paulo en tierras previamente que-madas por los herbicidas, son testimonio de que algunos sí vendieron. ¿Por qué, entonces, Fátima, su esposo Octavio y las 11 familias de la Asociación de Agricultores del Barrio dos Petros, pueden seguir siendo campesinos? Ésta es su fórmula mágica:

Juanópolis es un municipio rural de poco más de diez mil habitantes, de los cuales casi la mitad son familias de pequeños agriculto-res, la mayoría con propiedades de menos de 50 hectáreas. Pero la cultura campesina local y las aportaciones ambientales de la región están amenazadas por el monocultivo del eu-calipto, cuyas plantaciones se extienden com-prando y rentando tierras o induciendo la sil-vicultura industrial entre los productores.

Rica en agua y originalmente cubierta de bosques la Sierra de Mantiqueira sufrió su primera deforestación durante el siglo XIX por siembras de café, sustituidas después por la pequeña ganadería bovina y más reciente-mente por monocultivos forestales, actividad empresarial que se extiende ahí debido a las tierras fértiles y abundantes recursos hídricos, aunque también a los buenos caminos y cer-canía de las plantas procesadoras. Pero, de la forma extractiva o minera como lo siembra el

agronegocio, el eucalipto es ambientalmente predador y amenaza las cuencas hidrográ-ficas de Piracicaba, Capivarí y Jundiaí que, entre otras cosas, abastecen de agua a los 20 millones de habitantes de Sao Paulo. De he-cho en la región sólo resta un 6 por ciento del bosque original.

La voluntad de resistir es de los campe-sinos, la alternativa tecnológica y asociati-va viene del proyecto Experimentación en Agrosilvicultura y Participación Social, de la Universidad de Sao Paulo. Para sus animado-res “la organización colectiva es fundamental para el éxito y la permanencia de la agricul-tura familiar en el campo”, mientras que la apuesta productiva consiste en sustituir una ganadería lechera rudimentaria que no les permite resistir a los emisarios económicos de la industria de la celulosa, por el uso sus-tentable y diversificado de sus predios, en su mayor parte de entre cuatro y 12 hectáreas de lomeríos.

Paulo, hermano de Octavio y cuñado de Fátima, tiene vacas. Como las tiene su amigo Sebastián, quien hace tiempo fracasó al tratar de mejorar sus potreros con dosis in-tensivas de agroquímicos, pues sus costos cre-cieron más que sus rendimientos. Entonces Paulo, siguiendo las indicaciones de los téc-nicos de la Universidad, cambió al método de dividir su zona de pastoreo en pequeños potreros e ir moviendo al ganado, que regresa a donde empezó cada 30 días cuando el pas-to ya ha tenido tiempo de rebrotar. Con el sistema rotativo, empleando caña de azúcar y otros forrajes de corte como complemento

alimenticio y sembrando en el pastizal árbo-les de sombra y leguminosas, Paulo no tuvo que aumentar sus costos y aun así necesita menos terreno para sus vacas y éstas dan más leche. Octavio, Sebastián, Vicente y Orlando ya están haciendo lo mismo.

Como ahora les sobra terreno, Octavio y Fátima sembraron una pequeña huerta de café. Pero no de variedades robusta, a sol y con mucha química, como se usa ahora en Brasil, sino de variedades arábigas, sombra y

sustituyendo los insumos sintéticos por abo-nos verdes y control natural de plagas, como se hacía antes. En cuanto tengan cosecha tra-tarán de venderla a precio solidario, median-te una cooperativa cercana que produce café orgánico y comercializa en el mercado justo.

Casi todos siembran hortalizas orgánicas y árboles frutales. Estos últimos a orillas de los ríos, donde por ley habría que mantener 30 metros por lado de vegetación original (lo que dejaría casi sin tierra a muchos), pero ya convinieron con las autoridades reforestar una franja menor a cambio de extender a toda la parcela el manejo sostenible. También están buscando que se les reconozca y retribuya la captura de agua que conlleva su buen mane-jo de las parcelas, como ya lo está haciendo el gobierno brasileño en otras regiones.

Y hasta con el eucalipto se reconciliaron. Pero ahora lo plantan en pequeñas extensio-nes de tierras con mucha pendiente, que con pastos se deslavaban y con árboles se preser-van. Además, en vez de una sola clase que sirve nada más para celulosa, meten diez o 12 especies y variedades, que les permitirán ob-tener madera en diferentes plazos y para dis-tintos usos: carbón, celulosa, cercas, postes, vigas, tablones, muebles... Así, el eucalipto se incorpora armónicamente a una econo-mía diversificada y sostenible, pues en vez de vender o rentar las tierras a los plantadores o de producirlo ellos mismos pero malbaratán-dolo en pie a las compañías de la celulosa, los campesinos le agregan trabajo y obtienen ingresos mayores y más duraderos, además de que valorizan la finca.

Algunos emprendieron negocios novedo-sos. Gracias a un programa público, Fátima y Octavio consiguieron un crédito (a siete años y tres de plazo), con el que edificaron una casita para arrendar a turistas de fin de sema-na. Y como la región es bella, Sao Paulo está cerca, Fátima es platicadora y la parcela di-versificada del matrimonio muy disfrutable, se les llena todo el verano.

Don Sebastián y doña Nair crían palo-mas blancas y copetonas, de las que ven-den unas treinta cada mes para restaurantes, celebraciones, magos y –según las malas lenguas– para sacrificarlas en ritos de vudú. También hacen un licor de higo que mucho les recomiendo.

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SIEMBRA Y COSECHABrasil

Criando palomas en Juanópolis

Sebastián y sus palomas.

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Doña Neusa es líder de la asocia-ción y tiene una fabriquita de dulces donde emplea leche y frutas que producen ella y sus vecinos. Las golosinas se incluyen en la me-rienda escolar de municipios cercanos como Piracaia y Santo André, y se comercializan dentro del programa gubernamental Hambre Cero, que al esquivar intermediarios permite que Neusa pague por la leche 20 por ciento más que otros compradores.

En Juanópolis se ven pocos jóvenes, y los miembros de la Asociación de Agricultores, son hombres y mujeres de mediana edad. Entonces el programa de agrosilvicultura es también una lucha contra el tiempo. No bas-ta plantear una alternativa técnica y econó-micamente viable a la ecocida expansión del monocultivo del eucalipto, hace falta ofrecer a las nuevas generaciones una atrayente op-ción de vida.

Es costumbre en la región que los mu-chachos se vayan a Sao Paulo. Ahí se matan

trabajando hasta ahorrar lo suficiente para comprarse una moto y volver al pueblo con los bolsillos llenos de dinero. Plata que de-rrochan en unos días invitando cervezas y cachaza. Cuando se les agota el efectivo re-gresan a Sao Paulo, venden la moto y vuelta a trabajar como esclavos. No es gran cosa, pero sucede que por esos rumbos no hay nada qué hacer más que esperar a que los viejos se mueran y se pueda vender la tierra. Entonces lo que Fátima, Nair, Neusa, Paulo, Octavio, Sebastián y sus compañeros están haciendo es trajinar para que las fincas familiares no sean prisión sino ventana al mundo, no so-cavón sino atalaya. Trabajan duro para que aquellos de sus hijos que le tienen afición al campo se puedan quedar en Juanópolis, no a derrengarse por un miserable ingreso de sub-sistencia, sino a vivir una vida rural digna y venturosa, con los servicios y comodidades a los que todos, en el campo o la ciudad, tene-mos derecho.

Chico Menezes

La crisis alimentaria que afecta a gran parte del pla-neta se hizo sentir desde la segunda mitad del año pasado, por la acentuada elevación de los precios de

granos y cereales. Ahora parece llegar al clímax generan-do manifestaciones públicas en varios países. Algunas de ellas desencadenadas por gente desesperada por el hambre, como sucedió en países de Asia y África; otras, por campesi-nos y manifestantes bien vestidos y exigentes, como ocurrió con el cacerolazo argentino, en la ola de protestas de la oposición al gobierno de Kirchner.

En Brasil el impacto también se hace sentir con ma-nifestaciones y grandes debates sobre las medidas políticas que deben ser adoptadas para enfrentar la crisis, pues desde el año pasado los alimentos siguen la tendencia del alza internacional, presionan el índice de inflación. El encare-cimiento ocurre en una serie de productos con peso signi-ficativo en la canasta básica, como frijol, arroz, harina de trigo y aceite de soya.

Esta situación amenaza conquistas importantes obtenidas en los años recientes, cuando el abaratamiento de los ali-mentos, combinado con políticas como el Programa Bolsa Familia (de transferencia de subsidios para 11 millones de fa-

milias) y otros programas de seguridad alimentaria, así como el aumento real del salario mínimo, consiguieron resultados efectivos en el enfrentamiento de los problemas de hambre y desnutrición de los grupos sociales más vulnerables.

Daño económico y nutricional. El alza de precios, ade-más de presionar al alza la inflación, castiga a la población más pobre, cuyos gastos en alimentación pesan considera-blemente en su pequeño presupuesto doméstico.

De no revertirse esta coyuntura, los pobres tendrán que alimentarse menos y peor. Merece atención este último as-pecto, pues varios estudios han demostrado que las familias con menor poder adquisitivo buscan alimentos más baratos e invariablemente de peor calidad nutricional. Se daría cada vez más un consumo mayor de productos excesivamente ca-lóricos y pobres en nutrientes necesarios para a buena salud.

Así como las protestas contra a alza de los precios son en-cabezadas por grupos sociales muy diversos, los argumentos que justifican la insuficiencia en el abasto y los precios ele-vados también son variados. Se busca al villano responsable de la situación: ¿Los agrocombustibles?, ¿el alza del precio del petróleo?, ¿el crecimiento del consumo en países como China e India?, ¿el calentamiento global?, ¿la especulación en los commodities agrícolas?

Causas múltiples. En la búsqueda de chivos expiatorios, se preguntan ¿que país la provoca? Esta discusión pautada

en análisis superficiales, siempre sesgada en la defensa de intereses específicos, no es un buen camino para entender la crisis y proponer alternativas. Las causas son múltiples. Se dan en el contexto de la globalización del mercado y, debido a que todas ellas ocurrieron simultáneamente, ge-neraron la desestabilización que ahora vivimos.

No debemos considerar que la crisis alimentaria se dio por casualidad, por coincidencias infelices. Es resultado de problemas y contradicciones de diversos componentes del sistema alimentario mundial. La esencia del problema está en el hecho de que los alimentos se reducen a ser una mer-cancía como cualquier otra. En Estados Unidos se desvía el maíz de consumo humano para la producción de etanol; el modelo de desarrollo agrícola continúa basado en insu-mos químicos dependientes del petróleo; el abandono en el consumo de productos locales obliga a los alimentos a realizar viajes largos y costosos hasta llegar a la mesa de los consumidores.

No se asume la responsabilidad en el deterioro ambien-tal ni en el calentamiento del planeta, lo que provoca pro-blemas climáticos y las consecuentes pérdidas de cosechas agrícolas. Se especula con los alimentos en las bolsas de valores, con el único objetivo de multiplicar el lucro.

Es necesario comprender la alimentación en otro senti-do, como un derecho humano inalienable, en cuanto un derecho a la propia vida. Por tanto, los gobiernos deben asumir la responsabilidad de asegurar este derecho. Si fuera necesario, deben embargar exportaciones para asegurar el alimento del mercado interno a precios accesibles; si fuera necesario, reglamentar para impedir el avance de cultivos nuevos en aquellas áreas que producen alimentos, y que se ejerza esa regulación. Que tomen las medidas necesarias para garantizar el derecho a la alimentación y a la vida. Ésa es la función de los gobiernos.

En el caso de Brasil se impone la reconstrucción de una política nacional de abasto, frente al desmantelamiento perpetrado sobre los instrumentos estatales de distribución y comercialización de alimentos. Ya existe una propuesta bastante consistente, elaborada hace dos años por gobierno y sociedad, en el ámbito del Consejo Nacional de Seguri-dad Alimentaria y Nutricional (Consea) que, entre otras medidas, crea mecanismos para la restablecer reservas es-tratégicas, limita las prácticas abusivas de intermediación y aproxima la producción al consumo por medio de estímu-los a los mercados locales y regionales. Si reconstruimos esa política, Brasil probará su capacidad de transformar las adversidades en oportunidades para avanzar.Director del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos y ex presidente del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Consea)

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SIEMBRA Y COSECHA

Hacia una política nacional de abasto

Los dulces de doña Neusa se venden por medio del Programa Hambre Cero.

Las vacas de Octavio y Fátima.

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Ismael Flores Torres

Mercados desordenados: Una ca-racterística de la producción de granos básicos es que la cosecha

es estacional, pues se presenta en un período muy corto (de noviembre a enero en el caso del ciclo agrícola primavera-verano) y, por otro lado, el consumo tiende a ser constan-te o estable a lo largo del tiempo (hablando de las cosechas de primavera-verano éstas empiezan en noviembre y alcanzan para atender el consumo de diciembre a mayo). En diversas regiones del país, durante los meses de cosecha tenemos excedentes; es decir, volúmenes que rebasan las necesida-des de abastecimiento de cada región, lo que implica que, típicamente, en esas épocas los precios se depriman. En un mercado donde la lógica del comercializador (“coyote”, in-termediario, comprador o como se le quie-ra llamar) es la de comprar barato y vender caro, los precios que reciben los productores durante la cosecha son relativamente bajos y, una vez concluida ésta, los precios que pagan los consumidores son relativamente altos, siendo el comercializador el que obtiene el mayor margen. Este tipo de mercado –en que prevalece la fuerza del que trae el dinero y tiene las bodegas y el transporte para comprar a cualquier precio y donde pierden los pro-ductores y los consumidores—es desordena-do, excluyente, ineficiente, poco competitivo y no puede considerarse moderno.

La administración campesina de la oferta: Una estrategia contributiva con el ordenamien-to del mercado debe tener como elemento principal la administración de la oferta por los propios productores. Que ellos sean capaces de manejar sus excedentes y de abastecerlos a los consumidores conforme éstos los vayan requi-riendo en el tiempo, lo que evitaría sobreofer-tas estacionales y, por ende, depresión de los precios. Los tres pilares de la estrategia serían: la organización de los productores oferentes (lo organizativo); el financiamiento y la admi-nistración de los riesgos (lo financiero) y el al-macén y equipamiento para dar a los granos el valor agregado necesario (la infraestructura).

En el pilar organizativo encontramos tres niveles de organización: en el primero, y como parte fundamental, tenemos a la empresa co-

mercializadora campesina (ECC), integrada por productores personas físicas y cuyo ámbi-to de influencia es local, dado que su trabajo se circunscribe a una o varias comunidades de uno o varios municipios; en este nivel –que podríamos llamar “local”– hay diversas figuras jurídicas: la sociedad de producción rural, la sociedad cooperativa, la unión de ejidos, la asociación agrícola local, etcétera. El segun-do nivel lo constituye la empresa integradora campesina de servicios comerciales (EICSC), conformada por las organizaciones locales y cuyo ámbito de influencia es regional, dado que su labor tiene efectos sobre más de dos municipios de uno o varios estados de una región del país; en este nivel encontramos diversas figuras jurídicas: sociedades anóni-mas, asociaciones rurales de interés colectivo, sociedades de responsabilidad limitada, fede-raciones de cooperativas, etcétera. El tercer nivel corresponde a la empresa integradora campesina de servicios comerciales (EICSC), constituida por las organizaciones regiona-les y cuyo ámbito de influencia es nacional, dado que su labor tiene efectos en más de dos estados del país. En estos tres niveles se con-jugan y complementan los conocimientos de los actores principales del proceso: directivos, gerentes, responsables de comercialización, supervisores operativos y almacenistas.

En el pilar financiero encontramos la com-binación de diversos instrumentos de crédito para la comercialización, entre los que desta-ca el prendario, cuya garantía está constituida por el propio grano almacenado; asimismo, encontramos el uso de herramientas de admi-nistración de riesgos, tales como las coberturas de precio, que nos permiten acceder a com-pensaciones de precio en el caso de variacio-nes a la baja de los inventarios almacenados.

En el pilar infraestructura se ponen en jue-go las bodegas y los equipos para realizar la recepción, el pesado, el análisis de la calidad, la descarga, la conservación, la selección, el cribado, el envasado y la carga de los volúme-nes de cosecha almacenados.

Resulta evidente que a mayor participación de los productores en este proceso, mayor será la capacidad de compactación de la oferta y mayor el efecto en los niveles de precios.

El proyecto de acopio y comercialización: La estrategia de administración campesina de la oferta tiene como célula básica el proyecto de acopio y comercialización de la organiza-ción, cuyos objetivos centrales deben ser: 1) ofrecer a los productores de granos las mejores condiciones para la comercialización de sus cosecha: el mejor precio, el pago más oportu-no, un canal seguro de venta y el mejor servi-cio de recepción de su cosecha en el centro de acopio (pesaje adecuado, aplicación adecuada de la norma de calidad, descarga ágil, buen trato, etcétera.); 2) fortalecer organizativamen-te a la ECC; 3) ofrecer a los consumidores y procesadores precios competitivos, productos de calidad y abasto oportuno; y 4) contribuir con el ordenamiento del mercado regional.

Es muy importante que el proyecto sea ela-borado con la participación de los socios de la organización local y que se realice una ade-cuada promoción del mismo entre los produc-tores de su zona de influencia. Muy importan-te también será el que se realicen evaluaciones periódicas de los avances del proyecto y que al finalizar el proceso se evalúen los resultados cualitativos y cuantitativos del proceso.Director de Siacomex

LO QUE VA DEL SURCO A LA MESA

La administración campesina de la oferta y su • contribución al ordenamiento de los mercados

La experiencia de ANEC en comercialización • de maíz y frijol

SIEMBRA Y COSECHA

Nayarit

Comercializando maíz

Durante el pasado ciclo agrícola prima-vera-verano 2007 (PV2007), siete orga-nizaciones locales de los municipios de Jala, Compostela, San Pedro Lagunillas, Santa María del Oro, Amatlán de Ca-ñas y Ahuacatlán, todos de la región sur de Nayarit, desarrollaron un proyecto de acopio y comercialización de maíz blanco, teniendo como organización regional a la Integradora de Organiza-ciones de Productores del Sur de Na-yarit, y como empresa a nivel nacional a Servicios Integrales de Almacena-miento y Comercialización de México (Siacomex). Estas dos –promovidas e impulsadas por la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Pro-ductores del Campo (ANEC)– operan como empresas de servicios comple-mentarios para la comercialización y son el conducto más amplio de com-pactación de la oferta y de contratación de servicios de habilitación de bodegas, aseguramiento del producto almacena-do, transportación de los granos hasta los centros de consumo, aseguramiento de los mismos en tránsito, obtención del financiamiento. Operan como canales de negociación de la venta. Estas em-presas reciben a cambio el pago de una cuota por tonelada comercializada cuyo monto les permite únicamente recupe-rar sus costos, y canalizan a la organi-zación local y, por medio de ésta, a los productores, el margen que se obtenga de la comercialización.

Contra la alternativa que ofrecían los comercializadores privados de la región, de pagar un precio de dos mil 100 pesos por tonelada, las organizaciones pusie-ron en juego sus capacidades organi-zativas, financieras y de infraestructura para acopiar y comercializar 25 mil to-neladas de maíz, a partir de un proyecto regional en el que participaron más de 500 pequeños productores, a quienes se otorgó un precio de 2 mil 585 pesos por tonelada. La decisión de pagar este precio se tomó después de realizar un análisis de las condiciones y perspecti-vas del mercado internacional, nacional y regional, dejándose abierta la posibi-lidad de otorgar a los productores un pago adicional (un “alcance”), mismo que la organización podría obtener por dos vías: primero, por las compensacio-nes que se pudieran obtener ante un in-cremento de los precios en el mercado internacional, esto en virtud de que, con el apoyo de Apoyos y Servicios a la Co-mercialización Agropecuaria (Aserca), se adquirieron coberturas call en la Bol-sa de Comercio de Chicago (CBOT) y, segundo, por los márgenes propios del servicio de comercialización que se le otorgaría a la industria procesadora. Casi a punto de concluir el proceso de venta del producto, las organizaciones estiman el otorgamiento de un alcance de 100 pesos por tonelada de la primera vía y de aproximadamente 200 por tone-lada de la segunda.

Zacatecas

Comercializando frijol

Durante el ciclo primavera-verano 2007 (PV2007), 17 organizaciones locales de los municipios de Sombrerete, Río Grande, Villa de Cos, Fresnillo, Morelos y Guada-lupe, en Zacatecas, realizaron un proyecto de acopio y comercialización de frijol; tu-vieron como organización regional a la In-tegradora Estatal de Productores de Frijol de Zacatecas y como empresa nacional a Siacomex.

Contra la alternativa privada, las orga-nizaciones pusieron en juego sus capaci-dades para acopiar y comercializar 11 mil toneladas de frijol en un proyecto regional en que participaron más de 700 pequeños productores.

El precio en el mercado libre durante el “pico de la cosecha” era de tres mil 500 pesos por tonelada. Después de realizar un

análisis de las condiciones del mercado, la organización realizó el acopio con un precio de 5 mil 500 pesos por tonelada, y dejó abierta la posibilidad de otorgar a los productores un “alcance” adicional una vez realizada la venta de todo el produc-to acopiado. Cabe destacar que en el caso del frijol no contamos con coberturas de precio en CBOT. Casi a punto de concluir el proceso de venta del producto las orga-nizaciones estiman el otorgamiento de un alcance de alrededor de alrededor de 500 pesos por tonelada.

Esta estraegia regional permitió que la mayoría de los productores accedieran a un mejor precio y a condiciones más adecua-das para la comercialización de su produc-to. Asimismo, a que la industria procesado-ra pudiera pagar su materia prima a precios menores, en este caso en alrededor de un 15 por ciento, en relación con los precios de importación del producto.

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Lorena Paz Paredes

En las zonas rurales margi-nadas las mujeres sufren la falta de comida con mucha

más angustia que otros miembros de la familia, pues alimentar a los hijos se vive como una responsa-bilidad ineludible y casi exclusi-vamente personal. Si no hay maíz para el nixtamal, ella tiene que pe-dirlo prestado a la parienta o a la vecina, y si no, conseguir dinero y endeudarse, pero una tortilla no les faltará a los chamacos. Con queli-tes, agua y tantita sal puede hacerse una sopa, y ese día ella se las arre-gla para que sus hijos engañen al hambre. Y si la comida no alcanza, es ella la que come menos, la que espera al final, o la que se acuesta sin probar alimento.

Ingeniárselas para hacer comi-da cuando se es pobre puede ser una carga pesadísima. Pero cuan-do esa voluntad se socializa, las cosas cambian, como sucedió en la serranía de Petatlán donde una

docena de campesinas empezaron a juntarse para intercambiar con-sejos, ánimos y sembrar hortalizas en sus traspatios. Así nació la Or-ganización de Mujeres Ecologistas de la Sierra de Petatlán (OMESP) en 2002. Seis años después hay cien socias en más de 12 comunidades de la cuenca, cultivando hortalizas en sus traspatios. “Mi mamá antes no sabía cómo eran tantas horta-lizas que hay –cuenta una niña–;

en la casa nomás conocíamos el jitomate, el chile, las calabazas (...) Ahora todos sabemos lo que son los rábanos, las lechugas, todo, y cada quien tiene una huerta que cuida y riega para tener comida (...) Los niños ayudamos a sembrar. Me gus-tan las mañanas y las tardes cuando nos juntamos con mis hermanos para regar y limpiar.”

Y es que con el cultivo de verdu-ras les cambió la vida a las familias

de por aquí. “Antes de que yo en-trara a la organización –cuenta una socia– no sabía sembrar hortaliza, comíamos arroz, frijoles, tortillas, huevos y pastas. Hoy en mi casa se come mucha verdura y hasta ensa-ladas sé hacer”.

Otra socia dice que “desde antes yo sembraba zanahorias y rábanos, pero no sabía el valor que tenían. Aquí en la OMESP me enseñé a sembrar col, cebolla, lechuga, cala-baza, cilantro, betabel, ajos, tomate y a darles valor. Desde que estoy organizada he sentido un gran adelanto para economizar, porque ahora ahorro y ya no compro toda la verdura y no dependo tanto de lo que mi marido me trae”.

Otra socia explica que la organi-zación le ha “dado conocimiento de las hortalizas: cómo se riegan, cómo se preparan. Hoy en mi fa-milia comemos cebolla, rábano, sandía, betabel, zanahoria, cilan-tro. Me enseñé cómo aprovechar mejor lo que tengo; qué podemos sembrar para alimentarnos mejor y más fresco y no tener que comprar todo lo que comemos.”

Mejora la dieta.También apren-dieron a hacer encurtidos, merme-ladas y conservas, para aprovechar mejor los productos y vender los excedentes en la misma localidad.

Además, la organización ha con-seguido modestos financiamientos para comprar semilla de hortalizas cada ciclo y malla para cercar al-gunos huertos y protegerlos de los animales. Otras socias están sem-brando frutales como cercos vivos en sus traspatios y también crían pollos de rancho, y además de en-saladas, comen carne y huevo.

La organización les ha dado a estas mujeres una escuela, principalmente mediante el intercambio de saberes y experiencias entre socias de distintas comunidades. Y con apoyo de espe-cialistas, algo han aprendido sobre agricultura orgánica, composteo y combate de plagas y enfermedades. “Aprendimos a conocer las enferme-dades de las plantas y a curarlas (....) podemos preparar con ajo, chile, ce-niza y jabón la medicina que cura las plantas (...) ahora sabemos y tenemos manera de alimentarnos sanamente, aprovechando el suelo y el agua”.

Los huertos de traspatio mejora-ron la nutrición familiar y ayuda-ron a ahorrar el dinero que muchas veces no se tiene, pero sobre todo afianzaron la organización. “Aquí hemos aprendido –cuenta la diri-gente de la OMESP– a caminar solas (...) y sabiendo que otras mu-jeres en otras partes están igual que nosotras y luchan por mejorar”.

Kendy Hernández Luna* y Aldo González Rojas**

Guelatao es una pequeña comunidad rural zapote-ca, oaxaqueña, de cerca de mil habitantes. Hasta hace unos 40 años era una comunidad autosu-

ficiente en alimentos y vendía sus excedentes de frutas y hortalizas en Natividad (lugar donde se explota una mina). Actualmente Guelatao se ha descampesinizado, gracias a los programas gubernamentales para el desarrollo rural, que terminaron destruyendo su economía campesina y convirtiendo a sus habitantes en activos consumidores de productos del exterior.

Hace siete años se propuso a la comunidad instalar en ella un bachillerato, con la posibilidad de incidir en el plan de estudios. Hoy el Bachillerato Integral Comunitario número 1 (BIC), con el propósito de cumplir con su as-piración inicial, ha desarrollado un proyecto denominado Producción Agrícola Escolar y Mercado Cultural en la Re-gión, que busca construir un modelo propio de educación, donde se valore el trabajo como fuente del verdadero co-nocimiento, al mismo tiempo que promueve una iniciativa para reactivar la economía campesina.

Tres problemas motivaron a los estudiantes a proponer esta alternativa: a) muchos campesinos utilizan agroquími-

cos y provocan contaminación del agua y suelo, graves pro-blemas de salud a los seres vivos, e infertilidad en el suelo; que se remata con su reciente encarecimiento. b) La mi-gración, que genera una mayor dependencia, pues los ali-mentos que se dejan de producir se tienen que comprar, ya sea en las tiendas Diconsa o en los supermercados, lo que está provocando además el cambio en la dieta rural, con un incremento en el consumo de alimentos procesados y de carne producida con hormonas. c) La contaminación transgénica del maíz, que se descubrió en la región en 2001 y que amenaza con eliminar las semillas nativas.

La propuesta tiene dos vertientes. En primer lugar, la siembra de maíz nativo en los terrenos de la escuela, activi-dad en que los estudiantes han sido apoyados por los cam-pesinos de la región –quienes han depositado en ellos los conocimientos heredados de sus abuelos– y por técnicos de la Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez, Oaxaca (UNOSJO), que les han enseñado el uso de un abono orgá-nico llamado supermagro, con resultados satisfactorios; lo que les ha permitido valorar el trabajo campesino.

En segundo lugar se ha iniciado, con el apoyo de la autoridad municipal tradicional de Guelatao y la radiodi-fusora Stereo Comunal, un tianguis o mercado tradicio-nal, dominical, quincenal, al que acuden principalmente

campesinos y artesanos de las comunidades de la Sierra Juárez. La intención de esta propuesta no es convertir a los campesinos zapotecas en comerciantes de productos agrícolas, sino darles la oportunidad de intercambiar o ven-der sus excedentes, para generar algunos ingresos que les ayuden a adquirir otros productos que necesitan para so-brevivir dignamente, pues la lógica campesina no es produ-cir para acumular riquezas, sino para satisfacer las propias necesidades.

Es cierto que algunos productos campesinos pueden re-sultar más caros que los globalizados, pero son sanos, de calidad certificada por la confianza y tienen mucho mejor sabor que los segundos, y porque es imposible que el traba-jo comunal camine de la mano con el comercio capitalista, la iniciativa tiene el propósito de valorar y defender nues-tras formas propias de comercio.

Sabemos que la iniciativa ha despertado simpatía de par-te de los campesinos y de los consumidores locales, aunque también está siendo vigilada por los políticos locales, quie-nes ven en cualquier decisión que surja desde el pueblo un peligro para su estabilidad, ya que la propuesta reivindica que producir y consumir nuestras semillas y productos na-tivos son acciones directas contra la globalización neolibe-ral, que hoy se hace no sólo por costumbre, sino con la conciencia clara de que tenemos mecanismos propios para resistir esta nueva invasión y construir la autonomía indíge-na con perspectiva propia, desde diferentes vertientes.*Bachicherato Integral Comunitario No. 1 (BIC), **Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez, Oaxaca (UNOSJO).

Guerrero

Otro modo de comer, otro modo de vivir:

los huertos ecológicos de Petatlán

SIEMBRA Y COSECHA

Oaxaca

Aprendiendo desde la práctica

CICLO DE MESAS REDONDASMÉXICO EN LA CRISIS ALIMENTARIA GLOBAL

Fundación Heberto Castillo, Instituto Maya y Campaña Sin maíz no hay país

7 agosto, 18 hrs.: La emergencia alimentaria mundial en el marco de las crisis ambiental y energética

14 agosto, 18 hrs.: México: una dependencia alimentaria anunciada

21 agosto, 18 hrs.: ¿Quién gana y quién pierde con el encarecimiento de los alimentos?

28 agosto, 18 hrs.: La disyuntiva: revitalizar la agricultura o administrar la carestía

Centro Cultural Veracruzano

Miguel Ángel de Quevedo 687 Col. Cuadrante de San Francisco, Coyoacán.

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10 de julio de 200822

Emanuel Gómez

Chiapas ocupa el segundo lu-gar nacional en uso de pla-guicidas, después de Sina-

loa. Según un diagnóstico publicado en el portal del Plan Nacional para Implementar el Protocolo de Esto-colmo en México, durante 1988-99 en el estado se utilizaron un millón 365 mil 305 toneladas de DDT con-tra el paludismo; el insecticida está prohibido en todo el mundo.

En la bodega del Banco de Crédito Rural del Istmo, en Huixtla, se encon-traron 288 toneladas de plaguicidas caducados, de las cuales 90 fueron entregados a productores y el resto se enterró en el basurero municipal. En 2006, la Asociación Mexicana de la Industria Fitosanitaria (AMIFAC) identificó 316 casos de intoxicación por uso indebido de plaguicidas en todo México, es decir casi una persona envenenada al día. Los primeros luga-res por intoxicación los ocupan el es-tado de México, Jalisco y Chiapas. La población indígena está más expuesta porque no hay instructivo traducido a las lenguas mesoamericanas.

En Chiapas se distribuyen agro-químicos por medio de programas de gobierno como Maíz Solidario, que en el primer ciclo de 2007 repartió, “por primera vez a tiempo”, un pa-quete de fertilizante urea, herbicida y semillas híbridas a 170 mil pequeños productores de maíz. En Guatemala existe un programa similar, conocido popularmente como “el programa del fertilizante”, lo que nos permite asegurar que todo el sistema hidro-lógico Grijalva-Usumacinta arrastra residuos de agroquímicos.

La crítica de la sociedad civil a Maíz Solidario por el reparto de agroquímicos fue publicada en junio de 2007, y posteriormente se realizaron foros, talleres, re-uniones, asambleas, encuentros campesinos y ferias del maíz en las regiones Altos, Selva, Sierra y Fronteriza. Y se constituyó la Red Maíz Criollo Chiapas para pre-sentar una propuesta alternativa al uso de agroquímicos, considerando que la ya vigente desgravación total del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) per-mite el ingreso sin control de semi-

llas de maíz transgénico de Estados Unidos, lo que representa un riesgo real de contaminación de las semi-llas criollas, nativas o autóctonas.

El 13 de marzo pasado la Red Maíz Criollo dio a conocer a los gobiernos estatal y federal y a la Cámara de Diputados su Iniciativa Popular Maíz Criollo Chiapas, que propone alternativas técnicas al uso de agroquímicos para la producción de maíz y en defensa de las semillas criollas contra la introducción de hí-bridos y transgénicos. El texto es res-paldado por 6 mil 404 productores de autoconsumo procedentes de 327 localidades de 47 municipios ubica-dos en siete regiones de Chiapas.

La respuesta del gobierno de Chiapas fue positiva: del paquete tecnológico distribuido en 2007, eliminó la entrega de herbicidas, y para el primer ciclo de 2008 abrió la posibilidad de que el productor eligiera entre el paquete de agro-químicos y otro de insumos orgáni-cos. La Secretaría del Campo acep-tó la propuesta técnica de la Red, consistente en biofertilizantes (mi-corrizas y bacterias), lombriabono y, en particular, el pago de semillas criollas al productor, en sustitución de la compra de semillas híbridas

y a manera de reconocimiento del trabajo de selección y fitomejora-miento que hacen los productores cada año desde hace cientos de generaciones para elevar la calidad del maíz y permitir su adaptación a cualquier escenario climático.

La Red convocó a las organiza-ciones que habían respaldado el documento entregado en marzo, y hubo una respuesta organizada de 4 mil 570 solicitudes de igual nú-mero de productores procedentes de 129 comunidades de 39 muni-cipios de Chiapas, parcelas en las que se iniciarán procesos de tran-sición de una agricultura conven-cional y para el autoconsumo, a la agricultura orgánica y orientada a la soberanía alimentaria.

La propuesta es sencilla. Falta vencer los intereses creados por la “revolución verde” y la dependen-cia de los campesinos a los subsidios gubernamentales. Por primera vez

el gobierno de Chiapas apoyará un programa de conversión tecnológica para el maíz, que además cuenta con el aval técnico de investigadores de El Colegio de la Frontera Sur y del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, así como de la Comisión de Asuntos In-dígenas de la Cámara de Diputados, que se han unido a la Iniciativa Po-pular Maíz Criollo Chiapas. De esta manera, como un esfuerzo colectivo y un compromiso interinstitucional inédito en México, la sociedad civil está operando un programa piloto de Maíz Criollo, con recursos públicos y esfuerzos de pueblos indígenas, grupos campesinos, académicos, organizaciones civiles y sociales. Re-cuperar la milpa maya es un sueño que está haciendo despertar a orga-nizaciones independientes de todo Chiapas y representa otra cara de la Campaña Sin Maíz no hay País.Foro para el Desarrollo Sustentable, AC

Maíz Criollo chiapas

SIEMBRA Y COSECHA LAS OTRAS POLÍTICAS PÚBLICAS

Carlos Toledo Manzur

Guerrero sin Hambre, Agua para la Seguridad Ali-mentaria, consiste en una estrategia que generó el actual gobierno de Guerrero como una alternativa

de política pública orientada a enfrentar de forma integral y estructural el grave problema de la pobreza rural, y a pro-mover un desarrollo sustentable para las familias y comuni-dades campesinas marginadas basado en los principios de seguridad y soberanía alimentarias. Ha venido operando en el estado desde hace dos años y en la actualidad llega a 20 mil familias de casi 600 comunidades de todas las regiones.

Esta estrategia contrasta con las políticas neoliberales aplicadas en las décadas recientes, que plantean que sólo tienen viabilidad económica las grandes empresas que pue-den competir en el mercado abierto y renuncian a impulsar el desarrollo productivo de los campesinos pobres, a quie-nes sólo les destinan apoyos asistencialistas. Por el contrario, la visión de este programa parte del postulado de “primero los pobres”, y plantea que el desarrollo rural debe basarse de manera fundamental en la modernización de la economía campesina, que además de abarcar a la gran mayoría de los productores rurales, tiene grandes potencialidades: por la riqueza y diversidad de sus recursos naturales, por la gran cantidad de trabajo que emplea, por la fuerza social que re-presenta y por la importancia de su cultura milenaria.

Los apoyos de Oportunidades no generan ciclos económi-cos territoriales en las regiones a las que llegan, ya que el incremento del consumo de las familias se abastece por lo general de productos provenientes de otras regiones, lo que ocasiona un efecto “aspiradora”, que extrae los recursos mo-netarios hacia otras zonas. Por ello Guerrero sin Hambre se propone actuar desde una perspectiva de seguridad y sobera-nía alimentarias y con un enfoque productivo y territorial, en primera instancia para el autoconsumo, pero también para

la generación de excedentes para mercados locales y regio-nales, fortaleciendo la autosuficiencia y articulándose con los subsidios directos a la alimentación de otros programas.

Cinco son los objetivos de Guerrero sin Hambre: a) me-jorar la alimentación de las familias a través del mejoramiento productivo de sus sistemas de milpa y de traspatio; b) incre-mentar los ingresos y el equilibrio monetario de las unidades de producción familiar mediante la venta de servicios y pro-ductos;. c) disminuir el deterioro ecológico al manejar, con-servar y mejorar los suelos agrícolas, el agua y la biodiversidad; d) fortalecer las capacidades técnicas, productivas organizati-vas y sociales de las unidades familiares, sus comunidades y sus regiones, y e) contribuir al establecimiento de un sistema de micro finanzas para los campesinos pobres. El programa es temporal ya que a cada beneficiario se le apoya sólo por de tres años, al término de los cuales las familias estarán en tránsito hacia una superación estructural de sus condiciones de vida pudiendo acceder a otros programas de fomento.

Subsidios ecológicos. Otra característica de Guerrero sin Hambre es que inicia su atención en el nivel de cada unidad de producción familiar (UPF), pero en el curso de su operación transita hacia la planeación en escala comu-nitaria y micro regional.

El programa tiene componentes: a) apoya a las UPF con asistencia técnica, capacitación, seguimiento y acompaña-miento, para lo que se les asigna un técnico comunitario (TC) y un prestador de servicios profesionales (PSP), en-cargados de apoyar a los beneficiarios en el diagnóstico y la planeación, auxiliarlos en la integración de las solicitudes y expedientes técnicos, apoyarlos en la adquisición de bienes y servicios necesarios para los proyectos, asistirlos en la instala-ción y puesta en marcha de los proyectos y darles y terminar con una evaluación. Los PSP y TC realizan sus actividades agrupados en agencias de desarrollo rural (ADR), que coor-dinan, capacitan y supervisan el trabajo en las regiones.

b) Subsidia a cada familia el primer año con hasta nueve mil pesos, destinados a mejorar los activos de la milpa y el traspatio. c) Apoya la conservación ecológica hasta por cinco mil pesos por beneficiario, principalmente para el manejo del agua y el suelo, así como la reforestación y el

cuidado de los bosques y la biodiversidad. Y d) apoya a las UPF y las comunidades en la construcción de un sistema de micro finanzas, que permite a los productores contar con créditos para sus insumos, seguros, ahorro y otros ser-vicios, que reducen su vulnerabilidad y facilitan recursos para completar con éxito los ciclos económicos.

El Programa inició su operación a fines del ejercicio 2006, de manera piloto, cuando se apoyaron 530 UPF en 24 comunidades. En 2007 la población atendida creció significativamente al alcanzar 5 mil 500 UPF en casi 200 localidades. Para 2008 la cobertura es de 20 mil familias en casi 600 comunidades, lo que representa una inversión de cerca de 480 millones de pesos.

Este crecimiento se sustenta en acuerdos con el Con-greso de la Unión, que ha etiquetado recursos en el PEF para esta estrategia, pero también en la articulación institu-cional de diversos programas federales, como el Programa Especial de Seguridad Alimentaria (PESA) de la Secretaría de Agricultura, que aporta la mayor parte de los recursos; Oportunidades, de la Secretaría de Desarrollo Social, cuyo padrón es la base para la selección de beneficiarios; ProÁr-bol, de la Comisión Nacional Forestal, que atiende el com-ponente de conservación ambiental, y Financiera Rural, que articula el componente de micro finanzas, entre otros.

En 2006 y 2007 se apoyaron cerca de 10 mil pequeños pro-yectos de milpa y traspatio que están mejorando significativa-mente la alimentación de las familias y generan excedentes que se comercializan. Hay avances importantes en la capa-citación de los productores, y un cambio de actitud de las fa-milias beneficiarias, que han entrado en proceso de organiza-ción desde la base, mediante comités comunitarios. Se avanza también en la consolidación de los fondos crediticios, que son operados por intermediarios financieras rurales. Asimismo, se han realizado obras de conservación de suelo y agua en cerca de 18 mil hectáreas y se ha incrementado la capacidad de ma-nejo y almacenamiento del agua para fines productivos.

A diferencia de las transferencias directas o los apoyos asis-tencialistas, el Programa demanda compromisos y esfuerzos importantes por parte de los beneficiarios, quienes deben apor-tar trabajo y recursos para que los proyectos sean exitosos.

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GUERRERO SIN HAMBRE

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Roberto Escalante Semerena

El campo mexicano ha enfrentado transformaciones profundas durante las tres décadas recientes. La continua

urbanización, el intenso proceso de globali-zación y las transformaciones demográficas configuran un nuevo entorno para el sector agropecuario, el cual se caracteriza por cam-bios tecnológicos, nuevos cultivos que se ajustan a las exigencias de un mercado inter-nacional, modificaciones genéticas que me-joran las variedades de los productos, nuevos esquemas organizacionales que dinamizan las formas de comercialización y modifican los métodos de inserción en el mercado mundial e incluso el surgimiento de nuevos esquemas de desarrollo rural.

Estos cambios también afectan al sector agropecuario en sus interacciones con el mer-cado interno y tienden a polarizar la situación del campo entre un sector asociado al mer-cado exportador, que cuenta con inversiones cuantiosas que le permiten mejorar su pro-ductividad y tecnología, y la agricultura tra-dicional de subsistencia, que aumenta la pro-ducción sobre la base de métodos extensivos. Junto con ello, las acciones gubernamentales se han concentrado fundamentalmente en impulsar la reconversión productiva, y propi-cian así riesgos en la seguridad alimentaria.

El actual contexto se originó a inicios de los 80s, cuando la agricultura fue objeto de importantes reformas estructurales: la menor intervención del Estado en las actividades productivas, la apertura comercial, la desre-gulación de la economía y el equilibrio en las finanzas públicas.

Se previó que estas reformas generarían un crecimiento del sector agropecuario mayor que el histórico (tres por ciento anual entre 1950 y 1980). Además, reorientarían los recur-sos para fomentar las ventajas comparativas de México. Sin embargo, la ausencia del Estado ha tenido efectos adversos para los pequeños y medianos productores, particularmente en el acceso al crédito, a la asistencia técnica, a los mercados y a la investigación científica y tec-nológica. Se ha limitado el desarrollo de estos productores y se ha fortalecido una estructura monopólica u oligopólica, lo cual impide la distribución más equitativa de los recursos.

Enfoque hacia la exportación. Definitiva-mente, las reformas estructurales aplicadas en los 80s modificarían los precios relativos de los productos agrícolas, generando una rea-signación de los recursos. Pero los recursos se han concentrado en exceso en los productos que garantizan una mayor rentabilidad y res-ponden en mayor medida a las condiciones del mercado internacional, en detrimento de la seguridad alimentaria nacional. De este modo, productos como las hortalizas y frutas han registrado una expansión, derivada de una mayor demanda internacional, en perjui-cio de otros productos como los cereales, que comprenden la base de la alimentación.

En el cuadro se observa claramente que las frutas y hortalizas contribuyen con cerca de la mitad del valor de la producción; son los productos que muestran el mayor dinamismo en el campo mexicano.

En el caso de las frutas, en 1990 representa-ban 23.6 por ciento del valor de la producción y en 2005 subieron a 29.1. Las hortalizas han significado una de las actividades más renta-bles, sobre todo en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TL-CAN), lo que se refleja en un aumento en su contribución relativa al valor de la produc-ción agrícola, que pasó de 15.7 por ciento en 1990 a 19.6 en 2005.

Frutas y hortalizas también son los rubros más importantes en de las exportaciones del sector, ya que contribuyen con 24 por ciento del total. Y se caracterizan por obedecer a la producción interna de Estados Unidos: son

estacionales ya que están dirigidas al mercado de invierno, por lo tanto, sus efectos multipli-cadores son limitados.

Desestímulo en granos. En contraste, ce-reales, leguminosas, caña de azúcar y café han perdido peso en su contribución al va-lor de la producción agrícola. En cereales se aprecia una disminución en su contribución relativa, al pasar de 15 por ciento en 1990 a 11 en 2005, debido principalmente a una fuerte caída en la producción de arroz, trigo y sorgo, de 15, cinco y 4.4 por ciento anual real, res-pectivamente, entre 1998 y 2005.

Por su parte, el menor peso relativo de las leguminosas se debe al pobre desempeño de la producción del frijol. Este cultivo represen-ta 84 por ciento del valor de la producción de esta categoría, y entre 1998 y 2005 registró una caída de 2.2 por ciento anual, en términos rea-les. Asimismo, se puede señalar la evolución de otros productos relevantes, como la caña de azúcar, que en 1995-2005 sufrió una constante disminución en términos reales de 5.5 por cien-to anual y no muestra signos de recuperación. En situación similar se encuentra el café, con una disminución del valor de su producción del 6 por ciento anual en el mismo periodo.

El estancamiento en la producción de gra-nos básicos ha ocasionado más dependencia del exterior para el abasto. Así, las importacio-nes agropecuarias en 2006 (con una participa-ción de maíz, arroz y trigo de 30 por ciento) sumaron 6 mil 844 millones de dólares. Ese año el déficit de la balanza comercial agrope-cuaria se ubicó en cerca de 300 millones de dólares, en tanto que el déficit de productos agropecuarios manufacturados fue de casi dos mil millones dólares.

En resumen, México ha efectuado una reconversión productiva, es decir, se ha pre-sentado una mayor dinámica en el crecimien-to de los productos orientados hacia el merca-do externo, debido a su mayor rentabilidad, en tanto que los productos base de la dieta diaria de millones de mexicanos registran una clara tendencia descendente y, con ello, un aumento de sus importaciones, comprome-tiéndose así la seguridad alimentaria.

Y si consideramos que en los años recien-tes hay un abandono del campo que limita la producción para el autoconsumo, la seguri-dad alimentaria se observa aún más compro-metida. Con información de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se puede comprobar que la superficie agrícola total de México se redujo a un ritmo de dos por ciento anual entre 1998 y 2005, al pasar de 14.9 millones de hectáreas a 12.8 millones. La razón es que productores que se ubican en superficie de temporal han abandonado por completo las actividades agrícolas, para buscar nuevas es-trategias de subsistencia. Así, por ejemplo, S. Polaski (en Jobs, wages and households in-come, 2003) menciona que gran parte de las familias rurales, durante la segunda mitad de los 90s, adoptaron complejas estrategias tales

como: incremento de las jornadas de trabajo y mayores ingresos no agrícolas sobre todo del sector informal y en algunos casos en las ma-quiladoras. Por supuesto, sin olvidar, una ma-yor migración hacia zonas urbanas en México y hacia Estados Unidos.

El reto hoy es crear nuevos mecanismos que generen los incentivos apropiados para que los recursos se distribuyan de manera más equita-tiva en la estructura de la producción agrícola. De lo contrario, esta tendencia a la especializa-ción de un número reducido de productos se mantendrá. Si a ello se suma la apertura total de granos básicos, se intensificará el abandono de las actividades agrícolas y, en consecuen-cia, habrá un mayor desabasto del mercado in-terno, que desequilibrará aún más la balanza comercial de aquellos productos que forman la base de la dieta de los mexicanos.

En el corto plazo, es de esperar que los factores externos, asociados a la demanda internacional y los precios, tendrán una ma-yor influencia en las actividades agrícolas. Los precios internacionales de los productos agrícolas utilizados como materia prima para agrocombustibles tendrán una influencia im-portante en la trayectoria de la producción agrícola en los próximos diez años, con efec-tos diferenciados por tipo de cultivo.

Objetivo nacional. Hoy en día la agricul-tura y la alimentación reciben trato de simple mercancía, objetos de propiedad privada y de maximización de ganancias, para nada se les ve como instrumento del desarrollo econó-mico. Simplemente se están menosprecian-do sus múltiples y complejas contribuciones económicas, sociales, culturales, de estabi-lidad política y paz social. De ahí que sea necesario colocar la seguridad alimentaria como objetivo nacional. Es tiempo de que el Estado se incorpore a la economía. Debe ser el principal agente que coordine y aliente la autosuficiencia alimentaria, desde luego ase-gurando la conservación de la biodiversidad, pues no olvidemos que algunos componentes básicos para garantizar la soberanía alimenta-ria son el acceso al agua y la tierra.

Por último, de mantener la actual estrategia de ventajas comparativas (la sola producción de los cultivos en los que tenemos “ventajas”: frutas y hortalizas) será imposible que Méxi-co logre una verdadera soberanía alimentaria, poniendo nuevamente en riesgo la alimenta-ción de su población ante la ya frecuente vo-latilidad de los precios de los alimentos.Director de la Facultad de Economía, [email protected]

LA INSEGURIDAD ALIMENTARIA

Granos: reducción de superficie y de producción•

Estructura porcentual del valor de la producción agrícola (porcentaje)

Categoría 1990 1994 2000 2005Cereales 15.0 11.9 12.3 11.1

Oleaginosas 2.9 2.0 2.4 2.1

Frutas 23.6 27.1 28.6 29.1

Hortalizas 15.7 14.5 20.0 19.6

Leguminosas 6.7 6.7 4.4 5.8

Café 5.5 4.4 4.3 3.9

Caña de azúcar 8.4 8.3 8.0 7.5

Maíz 17.2 20.9 17.9 19.0

Otros 5.0 4.1 2.0 1.9Fuente: FAOSTAT, sitio de Internet http://faostat.fao.org/default.aspx

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LA CONSULTA VA

PARA QUE EL PETRÓLEO NO SE PRIVATICE A ESPALDAS DEL PUEBLOLos mexicanos tenemos el derecho ina-lienable a definir las políticas: energéti-ca, alimentaria, ambiental, entre otras di-mensiones de una soberanía que es única e indivisible. Derecho que se conculca cuando asuntos de trascendencia como el destino del petróleo, del campo, o de la biodiversidad, se deciden sin escuchar la voz de los ciudadanos. La Jornada del Campo

Page 24: No. 10 Alimentos para todos

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Lourdes Edith Rudiño

El alza en el precio de ali-mentos que ocurre en el mundo afecta a toda la po-

blación, pero particularmente a los más pobres, los que más proporción de su ingreso destinan a la compra de comida (60 a 80 por ciento, pu-diendo llegar a cien). En el caso de nuestro país, Banco de México (Banxico) afirma que el decil de in-gresos más bajos, de menos de un salario mínimo, resiente tres veces más la inflación de alimentos que el decil más alto, el de más de seis salarios mínimos.

El problema no es menor. La inflación general anualizada fue de 5.28 por ciento en la primera quincena de junio, muy arriba de la meta oficial original de tres por ciento. Y la inflación alimentaria (excluyendo bebidas y tabaco) fue de 9.40 por ciento anualizada al cierre de mayo, en comparación con 6.15 del mismo mes de 2007.

Y lo peor está por venir. Hacienda afirmó que elevará sus estimaciones de inflación debido al rampante en-carecimiento de los alimentos. En-tre septiembre y mayo de 2008 los precios de arroz en México aumen-taron 33 por ciento, los del huevo 60, aceite 50 y frijol 12 por ciento, según los indicadores mensuales de la Or-ganización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultu-ra (FAO). Pero, el alza viene de más atrás: la Campaña Sin Maíz no hay País, afirma que de enero de 2007 a la fecha el alza general en alimentos rebasa 70 por ciento.

Caer en la indigencia. Muchos mexicanos son parte del escenario que dibuja la FAO para el futuro cercano, en que cien millones de personas de bajos ingresos se suma-rán a la indigencia por la crisis ali-mentaria (abultando la cifra de 862 millones de hambrientos que hasta hace poco se contabilizaban en el planeta). Para América Latina, el pronóstico es que entre 10 y 15 mi-llones de pobres serán arrojados a la pobreza extrema y se sumarán a los 52 millones de personas que pa-decen hambre ya en la región.

Es evidente pues que los consumi-dores pobres son los más lastimados por el alza de precios, la cual, sabe-mos, ocurre por un agudo desbalan-ce entre oferta y demanda mundial de granos, con maíz y trigo en sus ni-veles de inventario global más bajos de 24 y 29 años respectivamente

A diferencia de crisis de carestía en el pasado, la actual afecta no

sólo los precios de algunos produc-tos alimentarios y forrajeros, sino prácticamente a todos (entre marzo de 2007 y el mismo mes de 2008 los precios internacionales de los cerea-les se encarecieron en 87 por ciento, los aceites y grasas en 97, los lácteos en 58 y el arroz en 74 por ciento). Además de que la crisis actual tiene como peculiaridad que es por de-manda creciente (no por caída de oferta) y es de largo alcance, por lo menos durará hasta el 2015, según la FAO. El uso de materias primas agrícolas para elaborar agrocombus-tibles es causa fundamental.

Pero en el rubro de perdedores de-bería mirarse el país entero, su balanza comercial, sus expectativas macroeco-nómicas, sus metas de crecimiento frustradas, su pérdida de soberanía.

Importaciones críticas. Con una dependencia de importaciones alimentarias de 40 por ciento, la vulnerabilidad es notoria. En 2007

México registró un déficit comer-cial agroalimentario de 4 mil 222 millones de dólares, 86 por ciento más que el déficit de 2006. Y la cosa se agrava este 2008. La esta-dística oficial de enero-abril arroja un saldo negativo de mil 636 mi-llones 369 mil dólares, esto es 207 por ciento arriba del déficit de 533 millones 246 mil dólares de los pri-meros cuatro meses de 2007.

Productos importantes en la dieta nacional registran en sólo enero-ma-yo de 2008 importaciones con valor similar o superior a lo importado en los 12 meses completos de 2005.

En maíz México importó en enero-mayo de 2008 un total de 944 millones de dólares, 12 por ciento más que los 842 millones de todo 2005. En aceite de soya lo que se importó en esos cinco meses, de 136 millones de dólares, rebasa los 86 millones de todo 2005. En soya las cifras son similares, 848 millo-nes contra 893 millones. En leche México importó en enero-mayo 401 millones de dólares, 107 por ciento más que el mismo periodo de 2007, y muy cerca de los 460 millones que se importaron en todo 2005.

“Hasta ahora la turbulencia de precios puede ser amainada en parte por los excedentes petroleros, los cuales son canalizados para fi-nanciar las importaciones caras de alimentos, así como para los apoyos alimentarios que requiere la pobla-ción empobrecida, pero todo tiene un límite”, advierte Luis Cruz Nie-va, subdirector del Centro de Estu-dios para el Desarrollo Rural Sus-tentable y la Soberanía Alimentaria (CEDRSSA) de la Cámara baja.

Del otro lado de la moneda,¿qué hay de la afirmación de que los pro-ductores del campo ganan en esta crisis. Que la erogación mayor del consumidor beneficia al agricultor, que el campo mexicano ahora tie-ne un estímulo? El secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas, ufa-no, ha dicho que los productores de maíz “traen la bolsa llena de centa-vos”. Pues sí, centavos...

La realidad es que las más de dos décadas de política neoliberal –que ha despojado al agro de institucio-nes, políticas continuas, planeación e inversión pública– ha debilitado tanto a los productores, que no es-tán en condición de reaccionar con mayor siembra, más rendimientos y más producción.

“La estabilidad de precios en los 80s y 90s condujo a cierta complacen-cia sobre la seguridad alimentaria, lo que redujo el financiamiento guber-namental a la investigación agrícola (...) Durante décadas cada año una pequeña porción de tierra de cultivo se dedicó a usos alternativos”, recono-ció José Antonio Murillo, funcionario de la Dirección de Investigación Eco-nómica de Banco de México.

La carencia de suficiente infra-estructura de almacenamiento y de comercialización agropecuaria, son lastres que impiden a los agriculto-res –en particular a los de pequeña y mediana escalas— tomar ventaja de los precios de los granos. Incluso los llamados agricultores ricos, como

los maiceros de Sinaloa, mucho mejor dotados en obras hidráulicas, almacenes, subsidios, que el resto en el país, han comprometido sus cosechas este año (que se levantan en junio-julio) a 2 mil 800 pesos por tonelada, a pesar de que los precios internacionales ya ahora dan una referencia de 3 mil 500 pesos por to-nelada y tienden a subir aún más.

Los winners. Aquí quienes ga-nan son los que pueden movilizar y administrar las cosechas, los que tienen acceso a financiamiento in-ternacional en grandes volúmenes, los que controlan la infraestructura comercial; en primer plano están obviamente las trasnacionales, como Cargill que este año del total de la cosecha de Sinaloa destinada al consumo humano contrató 36 por ciento (900 mil toneladas) y obtiene subsidios públicos para su comercia-lización. Esta empresa es además la principal importadora de granos, y controla la terminal de granos de Ve-racruz, la más importante del país.

Y qué decir de otros productores, como los de frijol, cuya capacidad competitiva es nula, con rendimien-tos de 586 kilogramos por hectárea, contra mil 777 promedio en Estados Unidos, con costos superiores en tres veces a los de ese país, con produc-tores viejos (con edades promedio de 44 a 55 años en comunidades de Chihuahua), y con una producción estancada durante décadas en alrede-dor de uno a 1.2 millones de toneladas anuales, según reporta un análisis del Centro de Investigaciones Econó-micas, Sociales y Tecnológicas de la Agroindustria y la Agricultura Mun-dial (CIESTAAM) de Chapingo.

Financiamiento nulo. El no ac-ceso al crédito es clave para entender por qué los productores no han me-jorado tecnologías, por qué no han invertido y por qué no han elevado sus rendimientos y cosechas. Luis Cruz Nieva señala que entre 1995 y 2007 (años en que debió fortalecer-se el financiamiento rural para dotar a los productores de capacidades para enfrentar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte) el fondeo para avío de la banca de desarrollo se estancó: creció sólo 8 por ciento en términos reales. Y en el mismo periodo el crédito refac-cionario cayó en 55 por ciento real.

Juan Antonio Hinojosa, analista de la correduría FC Stone, advierte que entre los perdedores de la crisis alimentaria están también los ga-naderos. Ya las consideraciones del USDA sobre consumo de granos para uso pecuario en Estados Uni-dos indican una caída de 26 millo-nes de toneladas en 2008/09. “Allí van a desaparecer plantas de cerdo, de aves, pues los precios de estos cár-nicos al consumidor final no pueden subir al mismo ritmo que se encare-cen sus insumos. Si en el costo de estas empresas antes el 60 por ciento iba para comprar granos (maíz, sor-go, soya), ahora es de 85 a 90 por ciento, y no todos pueden resistir eso. Y si esto ocurre en la primer po-tencia del mundo, que no pasará en México; también aquí van a quebrar empresas pecuarias”, comentó.

La visión en el mundoCon excepción de Brasil y Argenti-na, que generan excedentes granos, oleaginosas y cárnicos exportables, el resto de América Latina, el sur de Asia y algunos países africanos son caracterizados por el Banco Mundial como “perdedores mo-derados” de la crisis alimentaria, mientras que el grueso de África, sobre todo de la región oriental, y algunos asiáticos se perciben como los grandes perdedores, se-gún un mapeo del Banco Mun-dial (BM), que también identifica a Estados Unidos, Canadá, norte asiático y centro europeo como los ganadores.

Esta visión se basa en las balan-zas comerciales generales de los países, y no observa particularmen-te la situación de superávit y défi-cit en el comercio agroalimentario particular ni se observa quiénes, dentro de los países son los que ca-pitalizan con los altos precios.

Sin embargo, un análisis de Ve-terinarios sin Fronteras, “Aumento de precios. Cuando los árboles no dejan ver el bosque”, identifica cla-ramente que en esta crisis –donde la población de algunos países afri-canos han visto duplicar o triplicar el pan, la harina de trigo, el maíz y los aceites— las principales gana-doras son las trasnacionales de la comercialización, el procesamien-to y la distribución de alimentos.

“(...) Los niveles de concentra-ción del sistema agroalimentario actual son alarmantes, existen oli-gopolios en cada nodo de la cade-na que controlan las condiciones y precios de cada producto, empresas como Monsanto, Cargill, la indus-tria agroalimentaria y de la gran dis-tribución (Wall-Mart o Carrefour, las principales) determinan qué se produce, cómo se produce, marcan precios y especialmente seleccio-nan quién produce los alimentos, excluyendo de cualquier capacidad

de negociación a las producciones campesinas”, señala el estudio.

Luis Cruz Nieva, subdirector del CDRSSA, señala que ADM, Bunge y Cargill reportaron un incremento de sus utilidades en-tre 2007 y lo que va de 2008 de 86 por ciento, mil 452 y 81 por ciento, respectivamente.

En el mundo –señala Veterina-rios Sin Fronteras– Cargill, Con-tinental Grain, ADM y Zen Noh controlan 81 y 65 por ciento de la exportación de maíz y de soya en ese orden. Y Cargill, Cenex Harvest States, Archer Danield’s Midland y General Mills tienen en sus manos 60 por ciento de la logística para la exportación de los granos.

En el caso de la soya, a escala mundial, Bunge, ADM y Cargill controlan directamente el 75 por ciento del mercado y esas mismas tres controlan el 80 por ciento de la industria procesadora de soya en la Unión Europea.

PERDEDORES Y GANADORES de la crisis alimentaria

En cinco meses de 2008 importaciones de maíz • y soya superan todo 2005

Caravana de tractores en la Ciudad de México, en la Marcha Nacional Campesina.

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