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Adopción de niños mayores Volver a confiar para formar familia La unión hace más que la fuerza Resiliencia familiar Al encuentro con sus orígenes Sebastián Winberg Cómo prepararse para recibir un niño más grande Padres adoptivos Adopción y Familia I semestre 2011 | nº 6 Distribución gratuita | Prohibida su venta fundación san josé para la adopción

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Adopción de niños mayoresVolver a confiar para formar familia

La unión hace más que la fuerza

Resiliencia familiar

Al encuentro con sus orígenes

Sebastián Winberg

Cómo prepararse para recibir un niño más grande

Padres adoptivos

AdopciónyFamiliaI s e m e s t r e 2 0 1 1 | n º 6

Dis

trib

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f u n da c i ó n s a n j o s é p a r a l a a d o p c i ó n

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Editorial

| 1nº6 | AdopciónyFamilia

Hoy vivimos en una sociedad

que celebra la diversidad y

busca inculcarla en la educa-

ción de los niños. Los padres

la promovemos como un va-

lor importante a nuestros hijos, sin embargo,

actuar consecuentemente no siempre resulta

sencillo. En este contexto es que surge el con-

cepto de “niños con necesidades especiales”,

el que hace referencia a quienes requieren de

un apoyo especial en su desarrollo, una ayuda

adicional permanente debido a dificultades

médicas, emocionales o de aprendizaje, a di-

ferencia de aquellos que no la precisan o sólo

la necesitan circunstancialmente.

En adopción, el término se aplica a aquellos

niños que debieran presentar algún grado de

dificultad en su adaptación a la familia adop-

tiva, según lo que resulta esperable, ya sea

porque han sido adoptados más grandes, y

tienen experiencias y recuerdos de una vida

familiar y/o de institucionalización, la que les

ha permitido construir su mundo y éste no

calza con el que le ofrece su familia adoptiva,

requiriendo de un periodo de ajuste mayor,

proporcional a su edad o a la intensidad de sus

vivencias previas; o porque constituyen un

grupos de hermanos, que muestran una cohe-

sión entre ellos y requieren abrir esta intimi-

dad familiar para integrar en ella a los padres

adoptivos; o porque presentan discapacidad

física o mental, o una enfermedad que requie-

re de cuidados específicos y permanentes.

Pero el concepto de necesidades especiales

puede resultar algo ambiguo, ya que muchos

otros niños requieren de atención especializa-

da. Es común encontrar trastornos atenciona-

les y de aprendizaje asociados a la adopción,

que suelen atribuirse a un embarazo en con-

Ladislao Lira HurtadoEditor General

Revista Adopción y Familia

Niños connecesidades especialesbrindando al otro diferente la oportunidad de

incorporarse y ser uno más, cuando el concep-

to que debiera guiar esta evolución social es el

de “aceptación”; no sólo consiste en tolerar al

otro, sino aceptarlo tal cual es, respetándolo

en su diferencia y entendiendo que es ésta la

que nutre nuestra sociedad en la diversidad.

Erich Fromm, en su clásico libro “El arte

de amar”, transmite la idea que al conocer al

otro sólo podemos amarlo, y que sólo recha-

zamos a quien no conocemos y carecemos de

los elementos para comprenderlo. Al conocer

y aceptar a nuestro hijo, rompemos el mode-

lo que impone la perspectiva adulta respecto

de qué esperar de los niños, acogiéndolo a

él y no a nuestras expectativas de él. Es en-

tonces cuando el tono de su piel, el color de

sus ojos, sus habilidades y destrezas, sus di-

ficultades y limitaciones, su edad, su historia

y su origen , son sólo datos de la persona

a quien recibimos como hijo o hija, a quien

aprendemos a amar por lo que es y no por lo

que queremos que llegue a ser.

Así, la parentalidad debe guiarse, más que

por lo que esperamos de nuestros hijos, por

lo que esperamos ser como padres. Ello impli-

ca no forjar la expectativa de que se adapte

a nosotros, sino ofrecerle adaptarnos a sus

necesidades, escucharlo, entenderlo y por

sobretodo responder a lo que requiere para

sentirse seguro de nosotros, de sí mismo y

del mundo. Si “necesita especialmente” algo,

se lo daremos, porque lo aceptamos con sus

fortalezas y sus carencias, porque él lo ne-

cesita para llegar a ser en todo su potencial.

flicto y al estrés para el niño durante el pe-

ríodo prenatal, y quién sabe si otros factores

postnatales también intervienen. Más aún,

todo niño adoptado convive con la carga del

abandono, que resulta una impronta significa-

tiva en su vida y la de su familia, y representa

algún grado variable de carencia afectiva.

Bajo esta perspectiva, podríamos concluir

que todo niño adoptado presenta necesidades

especiales, con lo que riesgosamente se refuer-

za su diferencia respecto de los demás. Pero,

¿no es todo niño diferente de los otros? Más

aún, ¿no es cada niño especial?. Al parecer no

estamos comprendiendo bien lo que significa

ser especial. Utilizamos el concepto “toleran-

cia” para mostrar nuestra apertura a la diver-

sidad, como si ello significara que estamos

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AdopciónyFamilia

Entrevista

VENTA EN OFICINAS CENTRALESAntonio de Pastrana 2888, Vitacura. Fono: (2) 399 [email protected]ónyFamilia

Entrevista

LIBRERÍAFundación San José

LIBROS ESPECIALIZADOS: Adopción, Familia y Crianza

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Indice

| 3nº6 | AdopciónyFamilia

Fotografía de portada: Francisco Jorquera E.www.franciscojorquera.cl

Todos los derechos de esta revista están reservados, si bien se estimula la reproducción total o parcial de su contenido siempre que se cite la fuente.

38Salud y familia |

Las conductas regresivasde los hijos adoptados

22. Niños mayores

Presidente: Pbro. Julio Dutilh RosDirectora Ejecutiva:Bernardita Egaña BaraonaAntonio de Pastrana 2888, Vitacura, Santiago de Chile.Fono: 56-2-3999600Fax: 56-2-3999650www.fundacionsanjose.cl

[email protected]

Fundación San José para la Adopción es una institución privada sin fines de lucro, reconocida por el Arzobispado de Santiago como institución de Derecho Canóni-co en noviembre de 1994. Está acreditada por el Servicio Nacional de Menores para trabajar en programas de adopción, conforme lo establece la ley 19.620, que regula esta actividad.

[email protected]

volver a confiar, reír, amar

Entrevista |Rossana Culaciati:

La base de un hogar seguro

16

Testimonio |23 Pensamientos de una niña adoptada

32

40Adopción

en el mundo |La depresión postadopción

AdopciónyFamilianº6 | 2011

Editor General

Editora de Contenido

Periodistas

Diseño y diagramación

Fotografía

Publicidad

Ladislao Lira H.

Harue Tsunekawa A. M. Jeannette Lasserre F.

Verónica Siredey C.Ignacia Rocca D

Camila Parot P.

Francisco Jorquera E.

Isabel Reyes V. [email protected]

Impreso por Salesianos Impresores S.A.

20Columna | Pbro. Rodrigo Tupper

21Derechos del niño | Derecho a formar familia

Reportaje | La preparación de los padres

4

8Entrevista | Sebastián Winberg “Orgulloso de mi madre biológica“

13Columna | Paulo Ramírez

14Columna Internacional | La Kafala: medida musulmana de protección infantil

31Columna | Cecilia Avenatti

34Tendencias | Resiliencia familiar

37Columna de opinión | La evaluación de los postulantes

43Columna | Marta Hermosilla

44Reseñas |

28Adopción Internacional | Identidad en la adopción interracial

VENTA EN OFICINAS CENTRALESAntonio de Pastrana 2888, Vitacura. Fono: (2) 399 [email protected]

LIBRERÍAFundación San José

LIBROS ESPECIALIZADOS: Adopción, Familia y Crianza

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4 | | nº6AdopciónyFamilia

Reportaje

Adopción de niños mayores

Para la mayoría de las parejas que buscan formar familia a través de la adopción,

lo primero que se les viene a la mente son niños muy pequeños. Sin embargo,

también están quienes no piensan en recién nacidos a la hora de convertirse en

padres. Es posible recibir niños más grandes. Entonces, ¿cómo prepararse para

su llegada? ¿Podrá aceptar su historia y empezar una nueva? ¿Es la resiliencia

la clave de todo? Estas y otras interrogantes son normales y afortunadamente

tienen respuestas positivas.Ignacia Rocca D. A

ntes de comenzar, es nece-

sario clarificar los conceptos

“niños mayores” y “niños con

necesidades especiales”. És-

tos hacen referencia a aque-

llos niños que presentan condiciones particu-

lares que requieren de unos padres altamente

comprometidos para lograr una adopción

exitosa, ya sea por su edad (mayores de 3

años), por ser grupos de hermanos o porque

presentan alguna condición física o de salud

que requiere de apoyo específico.

No es necesario ser experto en el tema

para saber que la adopción de un niño mayor

es distinta y quizás más compleja que la de

un lactante, pero ¿cuáles son esas diferencias

concretas? En ambos casos el fin es el mis-

mo, como dice Alejandra Aspillaga, psicóloga,

terapeuta familiar y miembro de la Unidad

de Adopción del Instituto Chileno de Tera-

pia Familiar: “La similitud tiene que ver con lo que significa el proceso de adopción: responder a niños que han sido vulnerados en sus derechos de vivir en familia, proveyéndoles de una familia que pueda hacerse cargo de ellos”. La diferencia

radica en que el proceso de los mayores debe

ser paulatino, ya que estos niños traen con-

sigo una historia de vida que los marca y que

no debe ser borrada ni ignorada, esperando

que comiencen de cero.

A prepararse papás¿Cómo recibirlos?

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| 5nº6 | AdopciónyFamilia

Reportaje

Cuando llegan hijos mayores

En un reporte publicado por BG Center, Center for Cognitive-Development

Assesment & Remediation, que entrega orientación psicológica para niños adop-

tados internacionalmente, se reconoce la complejidad del proceso de adaptación

experimentado por un niño mayor, evidenciando que es razonable encontrarse

con alteraciones conductuales en esta etapa.

Destaca una recomendación para los padres, que resulta de importancia tener

presente ante cualquier situación que requiera del control y tranquilidad parental:

“ “El ajuste inicial puede ser un periodo estresante para toda la familia, pero los padres pueden recordar una regla básica de seguridad aeronáutica: En caso de problemas, póngase usted primero una máscara de oxígeno y luego preste asistencia al niño que tiene a cargo. Cuídese y tome algunos descansos todas las veces que pueda.

Las tres etapas: Luna de Miel, Prueba e Incorporación

“Imagínate tú, que el día de mañana te toman y amaneces en la luna, con un suelo en donde se te hunden los pies y te llaman XX7 y tú miras para

todos lados, preguntándote ¿qué es XX7? Eso es lo que le pasa a un niño adoptado: lo sacan de un ambiente y lo llevan a otro” ejemplifica

Marta Hermosilla, psicóloga

especialista en adopción, ex-

plicando por qué el proceso

de adopción de un niño más

grande debe ser paulatino.

Lo que se recomienda

es que los padres lo visiten

periódicamente en el hogar

o residencia y que, luego de

un tiempo, se vayan juntos

a la casa. Es lo que se llama

una vinculación asistida: los

padres empiezan a com-

partir con su hijo, pero en el

entorno de él, y con ayuda

profesional de por medio. La

partida al hogar adoptivo de-

penderá de cómo se ha ido

dando este proceso y sin-

tiendo el niño, es importante

ajustarse a su ritmo, él dará la pauta de cuándo

está preparado para partir a su nueva familia. Y

es entonces cuando empieza la primera de las

tres etapas que vivirán juntos: la luna de miel.“Me ha tocado participar en el encuentro de

un niño mayor con los padres que venían del extranjero. Estábamos en la consulta y el niñito entró y los miró, gritándoles ¡Papá, Mamá! y ellos se derritieron, pero ese ¡Papá, Mamá! se lo pueden decir a un carabinero que está en la esquina, a cualquiera”, ya que por lo que han vivido,

suelen presentar lo que se llama apego indis-

criminado, es decir, una tendencia a mostrar

conductas de afecto frente a cualquier per-

sona en busca de seguridad, porque no han

tenido la experiencia de contar con figuras

permanentes y estables en sus vidas. “Cuando están en la época que recién se están conociendo, los niños son unos angelitos” cuenta Marta. Y

es que el sueño de ese niño es irse del hogar

y pertenecer a una familia, lo que nos lleva a

la segunda etapa: la de prueba.

“Cuando llega a casa y empieza la vida en común con la familia, en que ya no se le está dando el gusto en todo, entonces es cuando el niño comienza a probar a sus padres. Se porta mal una y otra vez. La base de este período es la inseguridad de ser querido”.

El niño no siente que pueda ser querido, y

no quiere sufrir de nuevo, entonces en esta

etapa puede confirmar su tesis de que él no

es querible, “una teoría malsana” según pala-

bras de la psicóloga. Además, en este periodo

también pueden aparecer conductas regresi-

vas, en las que el niño, por ejemplo, se hace

pipí o habla como guagua, en un intento

por reparar lo que le faltó en alguna etapa

del desarrollo. “Son oportunidades de oro para reparar el abandono” afirma, ya que los pa-

dres pueden entrar al juego, regaloneándolos

como si fueran más pequeños, pero al mismo

tiempo mostrarles el lado positivo de lo que

significa ser un poco más grandes.

“El niño te va a probar, no porque le guste probar, sino porque necesita adoptarte a ti de vuelta, es decir, que tú te hagas una mamá confiable, que vas a estar en las buenas y en las malas” dice

Alejandra Aspillaga, y cuando se produce esta

adopción es cuando el hijo entra a la tercera

y última etapa, la de incorporación, donde

se da cuenta que el cariño de sus padres es

incondicional. Esta etapa suele revivirse du-

rante la adolescencia, cuando el hijo logra una

reflexión más madura y ya definitivamente “se

siente hijo de sus padres”.

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6 | | nº6AdopciónyFamilia

Reportaje

Los padres deben respetar los tiempos

Para Marta Hermosilla, que además de

psicóloga es madre adoptiva, los padres que

adopten niños con necesidades especiales deben

contar con tres características imprescindibles:

Tener buen sentido del humor, “porque si vas a estar muy serio, con todas las tonteras que hacen los chiquillos, te vas a volver loco”.

Tener tolerancia a la frustración y tener paciencia, “porque el niño adoptado te va a probar una y otra vez”.

Dedicarle mucho tiempo al hijo. “He visto que existe una categoría de niños que son invisibles, que los padres no los ven, porque andan entre todos los otros niños. Dicen ¡vamos niños! y la individualidad ¿dónde queda?”. Hay que tener especial cuidado en esto, ya que son niños que han vivido en hogares donde todo fun-ciona masivamente y su individualidad es un valor

que merece ser rescatado”.

María Fresia Ugalde, asistente social y Co-

ordinadora del Área Niños Preescolares de

Fundación San José, nos cuenta su visión sobre

otras actitudes que pueden presentarse. “Él va a llamar la atención porque nunca tuvo atención exclusiva, sino atención como uno más. Hay papás que dicen este niño es egoísta o glotón, porque en la casa, si le sirven el plato, se lo come rapidísimo; si le dan un regalo, lo guarda de inmediato, pero lo que pasa es que ellos deben comprender que esa es una estrategia lógica de convivencia . Imagínate que es un niño de 3 años que ha vivido durante un tiempo en un hogar con más niños de la misma edad, entonces tenía que competir para comer antes que el de al lado”.

Para Alejandra Aspillaga, los padres que

adoptan niños más grandes “son personas que tocan lo más profundo de la crianza”, ya que para

ello deben comprender lo que significa ser un

niño vulnerado en sus derechos. Es necesario

entender que el punto de vista del niño es el

miedo y la desconfianza debido a su experiencia.

1.

2.

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| 7nº6 | AdopciónyFamilia

Reportaje

“No he percibido este cambio, no te podría decir que es una tendencia la que yo he visto. A mí todavía me toca mucho ver que las parejas que están adoptando el primer hijo, quieren guagua, la gran mayoría al menos. Cuando es el segundo hijo, se abren a la posibilidad de que pueda ser un niño más grande.comenta Alejandra Aspillaga.

Las cifras muestran una ligera tendencia al aumento de las adopciones de preescolares

por parte de padres chilenos. ¿Se podría pensar en un cambio cultural?

¿Un cambio de mentalidad en los chilenos?

2007

2008

2009

2010

Año

61

78

84

78

Adopciones niños de 3 a 5 años por personas residentes en Chile

355

398

420

419

Total adopciones

17,1%

19,6%

20%

18,6%

% adopciones de niños de 3 a 5 años en Chile

*Cifras Sename

“Lo que hay es una realidad de vida. La sociedad ha cambiado, las personas quieren ser padres más tarde, por lo que es muy posible que no reciban a un lactante.

Para Marta Hermosilla la respuesta es negativa

Y coincide con ella María Fresia Ugalde Yo creo que una vez que el matrimonio conoce la historia del niño, lo que significa, se le quita el susto de adoptar a un preescolar. Entienden que un niño más grande es una persona con potencial, al igual que un lactante.

Una vez que asumen esto pueden empezar a

escribir una nueva historia, pero siempre resp-

etando el pasado, “Hay que adoptar al niño con toda su historia” enfatiza.

Es más, si el niño empieza hablar de lo

que era su vida antes de llegar a su familia

adoptiva, es una buena señal, ya que signifi-

ca que se siente seguro. En este momento

los padres deben acercarse y escucharlo con

interés. El hijo se va a abrir y va a confiar

cuando lo sienta, y para que eso ocurra, los

padres deben respetar sus tiempos.

Finalmente, los niños son niñosLa etapa de prueba puede ser bastante

difícil, pero con sentido del humor, toleran-

cia a la frustración, paciencia y dedicación

al hijo, la adopción puede ser un éxito.

Para las tres entrevistadas, la adopción de

niños con necesidades especiales es algo

totalmente realizable.

“Es una tarea que puede lograrse. Un hijo adoptivo es tan lotería como un hijo biológico”, dice Marta Hermosilla.

“Yo creo que es importante que haya un pro-fesional. Sino, lo que funciona muy bien es jun-tarse con otra familia de las mismas caracterís-ticas en términos de adopción. Me parece que los grupos de autoayuda entre los pares, entre familias que estén pasando por lo mismo, es una de las mejores formas de fortalecer a los padres” comenta María Fresia Ugalde.

Alejandra Aspillaga prefiere ejemplificar

todo con un libro que habitualmente trabaja

en su consulta: Choco encuentra una mamá.

Choco, un pajarito, decide buscar una ma-

dre, por lo que va de animal en animal pre-

guntando ¿Tú eres mi mamá? Obteniendo la

misma respuesta por parte de la jirafa, el

pingüino y la morsa: no, porque no tienen

ningún parecido con él. Finalmente se acer-

ca la osa y ella le pregunta a Choco ¿Qué

necesitarías tú que hiciera una mamá? ¿Te

gustaría que te abrazara? Si, responde ¿Y

que jugara contigo? Si ¿Y que te cocinara

algo rico? Si. “Eso es una mamá. Eso es lo bási-co, eso es lo que necesita un hijo. Finalmente, los niños son niños”, afirma la psicóloga.af

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8 | | nº6AdopciónyFamilia

Hace un año, este joven de 21 años e hijo

adoptivo de un matrimonio suizo, decidió

iniciar la búsqueda de sus orígenes. Fue en-

tonces y a través de Internet que descubrió

que su madre biológica es Corina Lemunao,

más conocida como “la mujer gallina” y cuya

historia impactó a los chilenos cuando hace

años se descubrió que vivió gran parte de su

niñez y juventud en deplorables condiciones,

encerrada en un gallinero. Sebastián viajó a

Chile a conocer a Corina y en esta entrevista

revela cómo ha sido para él este proceso.

M. Verónica Siredey C.

”“Me siento orgullosode tener una madre

biológica como ella

Sebastián Winberg

Entrevista

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| 9nº6 | AdopciónyFamilia

Entrevista

Sebastián Winberg, hijo adoptivo de Mats y Asa Winberg, sorprende a la hora de coordinar esta entrevista y

su actitud bien refleja la influencia europea, pese a haber nacido en tierras chilenas. “No tengo problema en

contestar tus preguntas, pero acá en Suiza ya son las nueve y media de la noche, por lo que creo las podré ver

mañana. En 24 horas tendrás las respuestas”, explica por mail desde el viejo continente. Y luego de mandar sus

respuestas agrega: “en unas 5 a 7 horas más mando alguna foto”.

El motivo de esta entrevista es conocer más a fondo la travesía que hace un tiempo inició este joven, con el propósito de

conocer más sobre sus orígenes y concretamente a su madre biológica. El camino recorrido por Sebastián es difícil de poner en

palabras, muchas veces la realidad supera la ficción y, en esta oportunidad, entrega resultados que sobrecogen y maravillan.

La madre biológica de Sebastián se llama Corina Lemunao, es de Lonquimay, tiene unos 58 años y presenta una impor-

tante discapacidad. Su historia se hizo pública hace años, cuando se supo que desde temprana edad había sido confinada a

vivir en un gallinero por su familia, donde pasó su infancia y también gran parte de su juventud, en condiciones inhumanas,

recibiendo entonces el apodo de “mujer gallina”. Hace poco Corina volvió a saltar a los titulares de la prensa. Esta vez, cuando

se supo que uno de los hijos que tuvo hace más de dos décadas y que fue entregado en adopción al poco tiempo de nacer,

cruzaba medio mundo y llegaba hasta la Fundación Revoso, donde actualmente vive, para conocerla. Ese hijo era Sebastián.

Para conocerlo un poco más, Sebastián nos cuenta desde Suiza que por el momento está viviendo en la casa de su

madre con la idea de pasar el verano allí, pero que vive independiente en Malmo, una ciudad a orillas del mar en el sur

de Suiza. Trabaja en una librería como vendedor y, ocasionalmente, en un hogar para ancianos. “Y lo disfruto porque me

gusta variar”, dice, mientras explica que aún no ha resuelto qué carrera seguirá, por lo que decidió tomarse un tiempo para

trabajar y juntar dinero antes de entrar a la universidad.

¿Cómo es tu familia, tienes más hermanos o hermanas?

Mi familia en Suiza incluye a mi madre y a mi

padre. Ellos se separaron cuando era más joven,

por lo que fui criado por mi madre. Yo soy el

único hijo. Además, tengo un hermano biológico

que está en alguna parte del mundo y debe tener

unos 23 años hoy. Pero nunca lo he conocido,

creo que sería divertido encontrarlo algún día.

¿Cómo manejaron tus padres el tema de la adopción, siempre supiste que fuiste adoptado o te contaron en algún momento de tu vida?

Mi madre y mi padre en Suiza siempre, desde

el principio, me dijeron que yo era adoptado. Y

considero que ellos manejaron la situación muy

bien, siendo muy honestos y apoyadores.

¿Cuánta información tenías respecto de tus orígenes y la adopción, por ejemplo, que habías nacido en Chile?

Cuando fui adoptado y mis padres vinieron

a Chile a buscarme, investigaron un poco antes

de volver a casa y trajeron algo de información

sobre mis raíces, para que yo pudiera tener la

oportunidad de buscar a mi familia biológica

por mí mismo cuando fuera lo suficientemente

mayor. En algún momento, cuando era más

joven, mi madre trató de buscar más ante-

cedentes, pero sin mucha suerte.

¿Mantuvieron tus padres al-guna conexión con tu país de origen, tus raíces?

Aparte de recolectar información sobre

mis raíces, ellos compraron juguetes y otras

pequeñas cosas para mí, de manera que

pudiera siempre recordar de dónde vengo.

Además, ellos compraron libros de historia

sobre los mapuches, porque por todo lo que

sé, soy mapuche.

¿Recuerdas en qué momento em-pezaste a sentir la necesidad de tener información sobre tus orí-genes y, específicamente, sobre tu madre biológica?

Creo que todo empezó en los primeros años

de mi adolescencia, cuando te cuestionas sobre

tu vida y sobre ti mismo. Como adolescente fui

un joven bastante rebelde, sin miedo y, a veces,

tonto en mi comportamiento en el colegio y

con mi familia. Luego conocí una profesora, una

mujer de Chile, que fue mi profesora de gimna-

sia. Más tarde supe que ella era de Temuco, de

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10 | | nº6AdopciónyFamilia

Entrevista

Una Corina más tranquila y alegre

Fátima Allilef es una de las personas encargadas en Funda-ción Revoso del cuidado y bienestar de los abuelos. Su contacto diario con Corina le ha permitido ver cómo ella ha cambiado desde que se encontró con Sebastián.

Si bien aclara rápidamente que ella no estuvo en el momento del encuentro entre ellos, no duda en explicar que la sensación que quedó luego en la Fundación, es que ha sido una de las historias más emotivas que allí se han vivido.

“Todos aquí sabemos y se comenta que fue un encuentro muy bonito y en el que ambos se emocionaron mucho. Todos aquí se emocionaron”, explica.

Desde esa vez, Corina pudo volver a ver a Sebastián a través de

Skype y hace un par de meses él le envió algunas cosas. “Le mandó cartas y unas fotos en las que aparece él con su familia en Suiza. Ella las mira, las muestra y se pone muy contenta”, cuenta.

Para Fátima, este encuentro ha dejado una huella positiva en

Corina. “Desde entonces ella ha cambiado para bien. Está más tranquila, alegre y la vemos reír más”.

la misma región que yo. Tenía unos 18 años y

ella fue la primera persona chilena que conocí y

con la que hablé de mis raíces. Ella se convirtió

en mi principal motivación para tratar de encon-

trar mis raíces por mí mismo. Más tarde estudié

en Francia, donde conocí más chilenos que

ayudaron a acrecentar aún más mi motivación.

¿Cómo manejaron tus padres la situación en ese momento, te apoyaron?

Reaccionaron bien, ellos siempre me han

apoyado cuando yo les he planteado este tema.

¿Cómo fue la búsqueda de esta información?

Tomé la información que mi madre me

había dado en Suiza y en la que aparecía

el nombre de mi madre biológica, en algu-

nos papeles de adopción. Mi madre se había

contactado con la embajada chilena en Sui-

za para tratar de encontrarla, pero no tuvo

suerte. Por eso, decidí tomar la oportunidad

y escribí en Google el nombre completo de

ella y encontré un artículo de un diario local

con su nombre en él. Leí el artículo que fue

escrito aproximadamente en 2005 y se trata-

ba sobre la Fundación Revoso y sobre la vida

de ella. Supe de inmediato que era mi madre

porque su historia de vida era la misma infor-

mación que estaba escrita en los papeles de

adopción. Contacté al periodista que escribió

ese artículo, obtuve el correo electrónico de

Revoso y los contacté. Esto sucedió alrededor

de mayo de 2010, cuando yo todavía estaba

estudiando en Francia.

¿Cuáles fueron tus emociones y tu reacción cuando supiste quién era tu madre biológica?

Lo sentí tan irreal, pero fue un sentimiento de

alegría. Sentí como si una pieza faltante del puz-

zle la hubiese puesto al fin en el punto preciso.

¿Cómo te enteraste de su discapacidad, su historia y sus condiciones de vida? ¿Cómo te afectó?

Estaba escrito en el artículo y había

un poco de información en los papeles de

adopción. Sabía de su discapacidad, pero fue

su historia de vida lo que me impactó. Ningún

ser humano nunca jamás debiera ser tratado

tan mal como ella fue tratada, pero yo estaba

y sigo estando muy agradecido de que Fun-

dación Revoso la ayudara y la ayude hasta el

día de hoy. Sin ellos no podría haber encon-

trado a mi madre biológica y Revoso es un

gran ejemplo de lo que se puede hacer para

ayudar a personas como ella.

¿Cómo te apoyaron tus padres en ese momento?

Ellos fueron un gran apoyo. Me ayudaron

con todos los arreglos para el viaje a Chile y

eso fue un montón de trabajo.

¿Y en qué momento decidiste viajar a Chile a conocerla?

Decidí ir a Chile desde el primer momento

que supe de ella en el artículo que encontré en

Internet, en mayo de 2010. Entonces, apenas

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| 11nº6 | AdopciónyFamilia

Entrevista

terminé mis estudios volví a casa en Suiza y

empecé a trabajar para poder comprar el pasaje

a Chile, que por lo demás son muy caros.

¿Qué opinaron tus padres en ese momento sobre tu viaje a Chile?

Cuando mis padres se enteraron que via-

jaba a Chile, se pusieron muy contentos por

mí y me apoyaron mucho. Mi mamá quería

ir conmigo, sin embargo, para ella era muy

difícil en ese momento costear su pasaje.

Entonces viajé sólo yo, lo que para mí igual-

mente estaba bien. Fue un poco terrorífico

eso sí hacer un viaje de 27 horas a Chile, ya

que yo no hablo muy bien español. ¿Cuáles eran tus pensamientos y

emociones antes del encuentro con Corina? ¿Qué expectativas tenías?

Lo único que esperaba era que ella estu-

viera en un buen lugar, rodeada de gente

que se preocupara de ella y la quisiera.

Gracias a Revoso ella tiene eso y para siem-

pre voy a estar agradecido por lo que han

hecho por ella.

¿Y qué sentiste cuando finalmente la conociste, fue muy distinto a lo que pensaste que iba a ser?

Es muy difícil describir lo que sentí. No se

parece a ningún sentimiento conocido en par-

ticular, sino que es más bien una mezcla de

ellos; alegría, miedo, nerviosismo y cuando los

tomas todos juntos, los mezclas y bates, se

pueden convertir en un sentimiento distinto,

dependiendo quién eres como persona. Puede

ser un sentimiento triste o malo, pero también

puede ser un sentimiento de gozo y felicidad.

Para mí fue de alegría, felicidad y alivio.

¿Se cumplieron tus expectativas después de conocerla?

Lo único que yo esperaba en realidad para

ella era que tuviera una buena vida y la tiene.

Ojalá el gobierno en Chile, los líderes y políti-

cos de la región en la que Fundación Revoso

está, puedan ver el gran trabajo que hace

esta organización para la sociedad, lo puedan

preservar e incluso hacer crecer. Hay muchas

más personas como mi madre en Chile, que

necesitan ayuda y no cuentan con una gran

familia que los apoye. La labor que realiza

esta fundación para las personas que viven allí

es algo que tenemos en Suiza, se llama hogar

de ancianos para personas con necesidades

especiales y el gobierno suizo los mantiene

económicamente. El gobierno chileno debiera

hacer lo mismo, porque ayuda a la sociedad

en el futuro. En Suiza hemos tenido este sis-

tema por unos 80 años y se han mostrado

efectos tremendamente positivos, no sólo

para las personas como mi madre, sino tam-

bién para la familia en general.

¿Sentiste que encontraste lo que estabas buscando?

Si. Encontré a mi madre y ella tuvo la opor-

tunidad de verme, de saber que su hijo tiene

una buena vida en Suiza. Yo quería mos-

trarle que estoy bien y que no estoy enojado

porque me dio en adopción. Ella hizo lo que

tenía que hacer y lo respeto.

¿Esperas ahora construir una relación con ella o sólo querías conocerla?

Lo único que quería era que ella conociera

a su hijo y tuviera la posibilidad de compro-

bar por sí misma que tengo una buena vida

gracias a ella. Veremos lo que pase en el fu-

turo. He tratado de tener contacto con ella y

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Entrevista

Fundación Revoso ha hecho lo que ha po-

dido. No es fácil, porque no hablo mucho

español, pero me gustaría verla de nuevo y

hacer más por ella cuando tenga dinero y

tiempo de volver a Chile.

¿Cómo te sientes ahora que ya la conociste?

Me siento orgulloso de ella. Es mi modelo,

porque pese a todo el dolor por el que ha

tenido que pasar, la parte más maravillosa

“Conocí una profesora, una mujer de Chile, era de Temuco, de la misma región que yo. Ella se convirtió en mi principal motivación para tratar de encontrar mis raíces por mí mismo.

es que aún sonríe y está llena de alegría,

pese a su vida. Siento que tengo mucho que

aprender de ella.

¿Qué planes tienes para el futuro?Mantener el contacto con Fundación

Revoso y con ella a través de Internet,

de tanto en tanto. Pero es difícil a veces,

porque no entiendo mucho el español.

Pienso tomar clases en el futuro para

entender mejor.

¿Crees que la búsqueda ya terminó o sientes que aún quedan cosas pendientes?

Encontré a mi madre biológica, entonces

eso ya está cumplido. Todavía tengo pregun-

tas que me gustaría responder, por ejemplo,

tengo un hermano que fue adoptado dos años

antes que yo. Me gustaría encontrarlo, pero

no tengo mucha información sobre él. Esa

quizás podría ser mi siguiente búsqueda, una

vez que regrese a visitar a mi madre a Chile.af

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Columna

| 13nº6 | AdopciónyFamilia

El p

adre

de

P.S

iempre he tenido la idea de que

la gente no cambia. Que las per-

sonas nacen y se crían de una

manera y que en adelante no

hay forma de modificarlas real-

mente. Es probable que esta idea la compar-

tan muchos de lo que piensan que un niño,

por ejemplo, pasados los tres, los cuatro o los

cinco años ya está construido con su estruc-

tura definitiva y que todo esfuerzo será inútil

para torcerle incluso una mínima parte. Pero

cada vez que este pensamiento fatalista me

invade (y estoy seguro que es lo que le ocurre

a quienes miran como un riesgo la adopción de

niños mayores) me acuerdo de la historia de mi

amigo P. Más bien de la historia de su padre.

El padre de P. era alcohólico. Estaba a pun-

to de perder su trabajo como gásfiter en una

empresa importante. Se escapaba de la casa

para tomar y no se sabía nunca a qué hora

volvería. El hermano mayor de P. era droga-

dicto. Trabajaba esporádicamente con su pa-

dre pero se le iba todo lo que ganaba en pasta

base. A P., en cambio, lo único que le interesó

siempre fue el fútbol. Se probó en varios equi-

pos y soñó con llegar a ser profesional y jugar

en Colo Colo. Pero también quería entrar a

la universidad. En la prueba tuvo un puntaje

más que razonable y quedó seleccionado para

estudiar con beca deportiva. El problema es

que su padre tenía que firmar los papeles y

garantizar el pago de todo lo que la beca no

alcanzara a cubrir. P. daba todo por perdido.

Pero su madre habló con él. Le dijo que

tal vez a él su padre le hiciera caso. Que ella

había intentado de todas las formas posi-

bles: queriéndolo más, queriéndolo menos,

odiándolo, amenazándolo, y que nunca

había logrado que dejara el trago. Siempre

le prometía cambiar. Bajaba la cuota por un

tiempo, volvía a trabajar, pagaba sus deudas,

pasaba más tiempo en la casa, hasta que casi

sin explicación volvía a caer. A veces era con

amigos, otras solo. Llegaba en la noche con

los ojos brillantes y el paso inseguro. Apenas

abría la boca todos se daban cuenta.

“Pero cómo sabes si esta vez a ti sí te hace

caso”, le dijo a P.

Esa noche su padre no llegó a dormir. P.

salió temprano a buscarlo. No era tan difícil

encontrarlo: bastaba con caminar las seis cua-

dras que separaban su casa de la botillería.

Los pasajes todavía eran de tierra y en medio

había un gran potrero que cada cierto tiempo

se convertía en basural. P. lo vio desde lejos:

estaba tendido boca arriba con una pierna

metida en una acequia. La cabeza la había

apoyado en un montón de tierra y dormía

como si estuviera en su propia cama. P. ni

siquiera se asustó. Se acercó con cuidado, le

tomó la cabeza y le dijo “papá, despierte, que

necesito hablar con usted”. Lo llevó a la casa

y le dio una taza de café y un poco de pan.

“Le tengo que pedir algo”, le dijo. Y le explicó:

necesitaba que estuviera sobrio para que él

pudiera entrar a la universidad.

Como siempre, su padre le dijo que sí, que

por supuesto, que contara con él. Después se

encerró en su pieza. Y no salió de ahí hasta

quince días después. Sobrio, limpio, como

renacido, y así sigue hasta el día de hoy.

P. dice que nunca supo qué pasó durante

esos quince días. Sólo sentía que su padre

le hablaba a alguien como retándolo, pero

nunca pudo entender lo que decía. Su ma-

dre trataba de seguir con la vida normal, pero

también se notaba asustada. Cuando el padre

de P. salió de la pieza partió a la universidad y

lo inscribió. P. entró a estudiar y se convirtió

en el primer profesional de su familia.

Conocí a P. muchos años después de este

episodio. Me contó esta historia una tarde

después del trabajo. Creo que conversábamos

esa vez sobre el amor, o a lo mejor hablábamos

sobre el destino, no recuerdo bien. Al poco

tiempo también conocí a su padre. No me

contó esta historia, por supuesto. El nunca la

cuenta. Pero la lleva adentro. Se le nota.Paulo Ramírez

periodista

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14 | | nº6AdopciónyFamilia

Columna Internacional

LA KAFALALaura Martínez-Mora Charlebois

Coordinadora del Programa Adopción - HCCH

Los niños y niñas deberían crecer

siempre en un medio familiar, en

un clima de felicidad, amor y com-

prensión para poder desarrollar

armónicamente su personalidad.

El Estado y la sociedad, en general, deberían

velar para que cada familia pueda criar y edu-

car a sus propios hijos y ayudarles en caso de

problemas o necesidad.

Sin embargo, por unas razones u otras,

esto a veces no es posible y entonces estos

niños y niñas, temporal o permanentemente

privados de su medio familiar o cuyo interés

superior exige que no permanezcan con su

familia, tienen derecho a ser protegidos y

asistidos de manera especial por el Estado.

Los tipos de cuidados que se pueden

ofrecer a estos niños y niñas varían según

el país, la cultura y la religión. En Chile los

más comunes son el acogimiento familiar

(en familia extensa o ajena), la adopción y la

colocación en instituciones (esto debería ser

siempre el último recurso o para ciertos niños

o niñas en particular). En este breve artículo

se presenta otro tipo de medida de cuidado

que no es tan conocido en Chile: la kafala.

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| 15nº6 | AdopciónyFamilia

Columna Internacional

Una medida de protección en los países de tradición musulmana

La kafala es propia de los países de tradición

religiosa musulmana y regidos por el derecho

islámico. Tiene su origen en la Sharía, serie

de reglas que gobiernan la vida de un musul-

mán. Está basada en varias fuentes, tal como

el Corán, la Sunna (enseñanzas de la vida del

Profeta), la Ijma y la Qiyyas (recopilación de

jurisprudencia) y otras fuentes como el dere-

cho consuetudinario, la opinión de sabios, el

Antiguo Testamento, etc (SSI/CIR).

Es una medida de protección para determina-

dos niños y niñas. Por ejemplo, en Marruecos, es

una medida de protección para huérfanos, niños

con filiación desconocida o con filiación conocida,

pero cuya familia de origen es incapaz de atender

a sus necesidades o no disponen de medios

suficientes para su subsistencia (Diago).

Mediante la kafala una persona (el kafil) se hace cargo voluntariamente de un niño o

niña (el makful), lo educa, lo protege, le pro-

porciona alimentos, lo viste, se hace cargo de

su salud, etc. de la misma manera que lo haría

un padre o madre. El kafil tiene que ser mu-

sulmán y por tanto educar al niño o niña en

los principios del Corán (Diago).

Sin embargo ésta no crea un nuevo vínculo

de filiación como lo hace la adopción. Es decir,

el niño o niña sujeto a kafala no adquiere los

apellidos del kafil (mantiene, por tanto, el

apellido de su familia de origen) y tampoco

adquiere derechos hereditarios en la familia

del kafil (mantiene los derechos de sucesión

en la familia de origen). Esto es debido a que

la mayoría de sistemas jurídicos de inspiración

musulmana no permiten la creación de nuevos

lazos de filiación, ya que ésta depende de la

En todos estos casos, el interés superior del

niño debe ser considerado y hay que evitar que

se encuentre sin protección. Esto ha llevado

a distintos países a estudiar la posibilidad de

reconocer la resolución extranjera de kafala

constituida en el extranjero y sus efectos ju-

rídicos, así como la autorización de ingreso y

residencia en el Estado de recepción.

En ciertos países europeos era o es común

asimilar la kafala a un acogimiento (u otra

figura análoga) cuanto el niño ha estado bajo

esta condición durante un cierto periodo

de tiempo, para luego ser adoptado. Esto

se puede dar en los tres casos mencionados

arriba y es contrario al espíritu de la kafala, siendo todavía más problemático en el tercer

de los casos, cuando personas que quieren

adoptar a toda costa se convierten al Islam

sólo con ese fin, con el objetivo de convertir

la kafala en adopción.

Para evitar abusos y problemas como los

mencionados, varios países, como Francia y

Suiza, han optado por reconocer los efectos de

la kafala en el país de constitución. Además,

Francia impide expresamente asimilarla con la

adopción y reconocer a un niño acogido en

ella como adoptado, o al menos antes de que

el niño haya adquirido la nacionalidad francesa

y hayan pasado al menos 5 años (Le Boursicot).

La cuestión no es sencilla y está lejos de

ser resuelta de forma clara y unánime. En

todo caso, tal y como dice la Profesora María

del Pilar Diago, el diálogo entre civilizaciones tiene que continuar en este tema teniendo

muy en cuenta que la kafala es una medida

de protección para los niños y niñas privados

de familia y que busca satisfacer el interés su-

perior de los mismos y mismas.

voluntad divina y, por tanto, sólo se reconoce

la filiación biológica.

Los tipos de kafala, el procedimiento de

constitución y efectos varían según los Es-

tados. A nivel internacional, está reconocida

por la Convención sobre los Derechos del Niño de

1989 y también por el Convenio de La Haya sobre Responsabilidad Parental y Medidas de Protección de Niños de 1996.

El fenómeno migratorioComo bien sabemos, hoy en día es cada

vez más común que los niños y sus familias

se muevan cruzando fronteras. ¿Qué ocurre

entonces con la kafala? ¿Qué efectos jurídicos

tiene en países de tradición no musulmana?

Principalmente podemos imaginar tres

supuestos, que serían los más comunes en

muchos países europeos con una fuerte inmi-

gración musulmana:

Cuando nacionales de Estados de

tradición musulmana van a residir a otro Es-

tado de tradición no musulmana con el niño

acogido en kafala.

Cuando parejas musulmanas (uno o

ambos cónyuges), residentes en países donde

la kafala no está contemplada, quieren asumir

el cuidado de un niño residente en el país de

origen de tradición musulmana de la pareja

mediante la kafala.

Cuando personas residentes en

Estados occidentales se convierte al Is-

lam con el ánimo de constituir una kafala

de un niño residente en un Estado de

tradición musulmana.

1.

2.

3.

REFERENCIAS• Convenio de La Haya relativo a la Protección de Niños y a la Cooperación en materia de Adopción Internacional de 1993. Disponible en < www.hcch.net >• Convención sobre los Derechos del Niño de 1989. Disponible en < www.ohcrh.org >• Servicio Social Internacional / Centro Internacional de Referencia para los Derechos del Niño Privado de Familia. Disponible en < www.iss-ssi.org >• María del Pilar Diago Diago, “La kafala islámica en España”, Cuadernos de Derecho Transnacional (Marzo 2010)

· La foto utilizada en esta columna pertecene a Steve Evans y su uso no significa que el autor apoye el contenido o la revista.[Para ver la licencia en detalle, diríjase a http://creativecommons.org/licenses/by/3.0/].Sus otros trabajos se pueden ver en http://www.flickr.com/photos/babasteve/

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16 | | nº6AdopciónyFamilia

Entrevista

Rossana Culaciati, psicóloga

Incondicionalidad en el amor, límites que con-

tienen y reconocimiento como un ser único,

son las características básicas que debe tener

cualquier hogar para entregarle al niño un

entorno genuino y apropiado para su buen

desarrollo, más aun si se trata de las familias

que adoptan. Así lo cree Rossana Culaciati,

psicóloga infantil y terapeuta familiar.

Experta en trauma infantil, junto a otras

psicólogas conforman el grupo Metáfora, en el

cual han desarrollado un particular modelo tera-

péutico, rescatando el juego y la fantasía como

recursos fundamentales para ayudar a los niños y

sus familias a enfrentar y superar sus dificultades.

M. Jeannette Lasserre F. / Ignacia Rocca D.

El hogar,un lugar seguro para los hijos adoptivos

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| 17nº6 | AdopciónyFamilia

Entrevista

¿Cuáles son los problemas o los diagnósticos más frecuentes que presentan los niños actualmente?

Los problemas emocionales más comunes

tienen que ver con el exceso de estrés en

niños muy demandados, se les exige mucho

en relación con lo que tienen que hacer para

“llegar a ser”, con poco espacio para visualizar-

los en lo que están viviendo y haciendo hoy,

en cuáles son sus problemáticas y necesidades

actuales. Esto se acentúa en los estratos so-

cioeconómicos más bajos, con jornadas labo-

rales a veces inhumanas, que muchas veces

se extienden al fin de semana, en que las fa-

milias tienen pocas posibilidades de compartir

con sus hijos en tranquilidad.

Nuestra sociedad da poco espacio para que

los niños jueguen y sean visualizados como

tales, y es por eso que existen más probabi-

lidades de tener ciertos niveles de abandono

emocional en forma transversal.

Pensando en la adopción propia- mente tal ¿Cuál es la experiencia más relevante para estos niños?

Sin duda, la vivencia más central en

todo el proceso es la adopción en sí, ya

que implica, en su corta biografía, una ex-

periencia de abandono previo, y creo que

la gente en general no siempre la connota

como tal, particularmente en el caso de

lactantes tiende a pensarse que por su

corta edad no se dan cuenta. En niños

más grandes esto se profundiza, porque

tienen una historia previa en que, aparte

de la experiencia del abandono al nacer, se

suma una vivencia de institucionalización

en donde no existen figuras significati-

vas estables. Estas figuras son esenciales

en la conformación del sí mismo. A ello

se agrega el hecho que la institucionaliza-

ción, en tanto impide o –al menos- difi-

culta el contacto personalizado, no se

constituye en una condición de vida

óptima. Son condiciones que difícil-

mente permiten el reconocimiento y

consideración del niño como ser único.

También puede ser que hayan vivido con

En la condición de institucionalización, el otro no está disponible para el niño porque tiene a su cargo tantos otros niños. Es por eso que su llegada a la familia le da la estabilidad y la disponibilidad incondicional de adultos que lo contienen.

“ “sus familias de origen un tiempo, pero

donde el abandono probablemente esté

ligado a experiencias maltratantes o

negligentes. Son niños que vienen con una

historia que requiere ser procesada.

¿Con qué condiciones o recur-sos debieran contar las familias, ya sean biológicas o adoptivas, para la integración sana de un nuevo miembro?

Lo fundamental es la sensación de un

cariño incondicional. Lo segundo, que el niño

sea visto en sus especificidades, o sea que la

familia sea capaz de reconocer lo que necesita

desde el punto de vista emocional. Si un niño

en un momento determinado está asustado

o angustiado, que los padres sean capaces de

visualizar esto, contenerlo y tranquilizarlo y

que él jamás sienta que está molestando o

que merezca ser castigado por ello. Por otra

parte, los límites también les entregan con-

tención a los niños y es fundamental que sean

parte del funcionamiento familiar.

Respecto a estas condiciones o cualidades ¿Cuál sería el principal desafío de hacer familia a través de la adopción?

El primer desafío de la familia adoptiva

es transmitirle al niño que ese es su hogar

y que estos lazos son incondicionales. Una

vez logrado eso, tarea que no es fácil, tra-

bajar para que él sienta que es un lugar su-

ficientemente seguro, de modo que pueda

ir depositando ahí la emocionalidad que le

emerge desde su historia.

El otro desafío, que lo ejemplifico desde

mi propia vivencia como madre biológica, es

que cuando nace un hijo, aparte de la emo-

ción de esa maravilla, hay un momento ini-

cial de extrañeza, donde te es entregado un

ser distinto a ti, que puedes reconocerlo en

ciertas cosas pero en otras no. No es una

prolongación de ti, es otro, donde hay un

“aprender a querer” y también un cambio

radical de tu vida. Me pregunto cuánto se

permiten los padres adoptivos aceptar es-

tos sentimientos, los que están presentes

en toda parentalidad biológica, cosas como

“qué susto, qué ganas de volver el tiempo

atrás”, etc. ¿Existirá libertad para los padres

adoptivos de vivir esta ambivalencia?

Considerando al niño y la preparación de los padres para recibirlo ¿Cómo influye su edad cuando se realiza la adopción?

Aquí hay que enfatizar que la responsabi-

lidad de los adultos es infinitamente mayor

que la del niño, él no tiene responsabilidad,

simplemente existe. Por tanto debe preva-

lecer la capacitación a los padres.

Me llama la atención que el trabajo en esta

área, hasta donde yo conozco, se focalice

tanto en la idoneidad de los padres postulan-

tes. Me parece que esto es en sí un trabajo

relevante, sin lugar a dudas, pero me cuesta

comprender la necesidad de tener tanta clari-

dad con relación a toda la historia de estos

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18 | | nº6AdopciónyFamilia

Entrevista

futuros padres. Sí creo que es sumamente

relevante que ellos presenten capacidad de

empatía y de contención. La resolución de la

propia historia, obviamente en tanto no in-

terfiera con la crianza –con esta crianza tan

particularmente desafiante- es, a mi modo

de ver, una tarea que nunca termina. Evi-

dentemente hay temas fundamentales sobre

los cuales tienes que tener ciertos grados de

claridad, pero también creo que hay un tra-

bajo posterior a la idoneidad, una preparación

para recibir y adoptar a un niño que tiene una

historia previa más compleja.

Por otro lado, creo que es fundamental

que los padres cuenten con la posibilidad

de recibir apoyo, tanto ellos como sus hijos

adoptivos, en el proceso de conformación de

esta nueva familia que están construyendo.

Esto me parece particularmente importante

si consideramos que los niños, mientras más

grandes, tienen más historia, la que en la

mayoría de los casos está asociada a daño

y sufrimiento. Eso implica que necesitamos

papás muchos más preparados. Los niños

con más carga van a necesitar más incondi-

cionalidad, si eso es posible. Papás seguros

de sí mismos y que entiendan que las cosas

que le ocurren a su hijo tienen que ver con

esta historia y no con ellos.

Te cuento un ejemplo de una madre adop-

tiva que entendió esto y lo aplicó exitosa-

mente, aunque con sufrimiento. Muchos

años atrás atendimos, junto con una colega,

un niño que se fue en adopción internacional

a los 9 años de edad. Ésta era su historia: fue

abandonado a los 3 años, su madre biológica

era psicótica y el padre se hizo cargo. Luego

pasó un tiempo institucionalizado y, poste-

riormente, fue dada su tuición a una familia,

en la cual la madre resultó ser maltratadora.

Por la edad que tenía en ese momento, 6

años, ingresó al programa de adopción in-

ternacional, siendo finalmente adoptado por

un matrimonio extranjero, quienes ya habían

adoptado dos niñas chilenas mayores que él.

Papás seguros de sí mis-mos y que entiendan que las cosas que le ocurren a su hijo tienen que ver con su historia y no con ellos.

“ “El primer desafío de la familia adoptiva es trans-mitirle al niño que ese es su hogar y que estos lazos son incondicionales.

“ “

En su historia de múltiples abandonos, de-

sarrolló problemas con las figuras femeninas

adultas a partir de sus vivencias con su ma-

dre biológica y la madre sustituta que tuvo

su tuición. La madre adoptiva entendió esa

circunstancia y con el dolor de su corazón

pasó a un segundo plano, dejando que el pa-

dre actuara y operara predominantemente,

hasta que el niño estuvo preparado para

tener una mayor cercanía con ella. También

en su historia hubo

una guardadora que

mantuvo contacto

por mucho tiempo

con él. No se si aún lo

tiene, pero la conser-

vación de ese vínculo

sin lugar a dudas con-

tribuyó en su sanación

e integración.

¿Piensa que Chile podrá incluir las adopciones de niños con necesidades especiales, como lo hacen otros países?

Creo que ya está

pasando, que nuestra

cultura está cambian-

do y se están adoptan-

do niños mayores.

Quizás en parte

porque es la alterna-

tiva que aparece como

más posible, pero tam-

bién la experiencia va

haciendo historia.

Lo que me parece curioso dentro de las nor-

mativas, es que se supone que mientras más

guagüita es, yo puedo exigirles más a los pa-

dres adoptivos. En el caso de dar en adopción

a una mujer sola u hombre solo, entonces voy

a pensar en “lo/la castigo y le doy un niño más

grande”. Personalmente creo que debieran au-

mentar las exigencias para los postulantes a

niños más grandes, donde voy a necesitar un

par de papás que tengan la posibilidad de ser

mucho más demandados por las necesidades

de atención que ese hijo tendrá. Por cierto,

dos tienen más capacidad de trabajo que uno.

Como yo lo veo, el criterio imperante no

tiene que ver con las necesidades reales de los

niños, ya que si hay un niño que tenga necesi-

dades especiales, con alguna dificultad o en-

fermedad crónica, obviamente es mejor que lo

adopte una pareja parental, ya que requerirá de

tratamientos y acarre-

os, lo que significa una

mayor demanda en tér-

minos concretos, y no

sólo en términos afec-

tivos, lo que también

estará presente.

¿Cuánta infor-mación se les

debiera entregar a los padres adoptivos en relación con la historia de la familia de origen?

Tienen que saberlo todo, desde esa historia ellos enten-

derán qué necesita el

niño. Mientras más

antecedentes tengan,

aumenta la probabili-

dad que actúen apro-

piadamente. Pensando en las

necesidades emo-cionales de un niño adoptivo ¿Cuáles

son las principales funciones que de-ben cumplir los padres o cuidadores?

Depende de las características individuales

del niño, hay que entender que trae algo con-

sigo, también el ambiente aporta y él se aco-

moda a ciertas situaciones. De ahí en adelante

el funcionamiento emocional va a estar influi-

do, no sólo por lo vincular, sino que además la

contención y la entrega pueden ir ayudando

al niño a reconocerse a sí mismo.

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| 19nº6 | AdopciónyFamilia

Entrevista

Reparar significa más que borrar la huella, es poder construir un modo distinto de estar con los otros a pesar de su experiencia primaria.“

Si estás con un niño pequeñito viendo

un mono en la tele, miras su carita y ves

que está triste, tú le dices, “¿eso que pasó

te dio penita?” Él no sabe lo que le está

emergiendo y hace pucheros, tú reconoces

el sentimiento, le pones nombre: “pena“, y

lo validas acogiéndolo y consolándolo, en-

tregándole de paso herramientas para que

aprenda a tranquilizarse.

El niño se va construyendo desde la expe-

riencia en la relación con el otro. Si nos falla el

otro en una rotación permanente, eso no está

siendo otorgado en forma apropiada. En la con-

dición de institucionalización, el otro no está

disponible para el niño porque tiene a su cargo

tantos otros niños. Es por eso que su llegada a

la familia le da la estabilidad y la disponibilidad

incondicional de adultos que lo contienen.

Nada de eso es irreparable. Para mí,

reparar significa más que borrar la huella, es

poder construir un modo distinto de estar

con los otros a pesar de esta experiencia pri-

maria. Y creo que mirada así, la reparación

no tiene límite de edad. Obviamente mientras

antes comience, tanto mejor para el niño. No

es necesario esperar que se encuentre en el

seno de su nueva familia para comenzar con

el proceso –indispensable y necesario- de

acompañamiento terapéutico.

¿Cree que la intervención que se realiza con la familia de origen pueda sanar situaciones o proveer de las habilidades parentales que han estado ausentes en la crianza?

¿Quién es uno para decir que no? Yo no sé

si existe una respuesta definitiva, pero lo que

sí tengo claro es que uno necesita anteponer al

niño a todo para tomar una decisión caso a caso.

¿Es este un niño que puede tolerar un

segundo error, equivocación o desajuste

por parte de su familia de origen? Hay he-

rramientas que se han desarrollado para ver

si hay o no competencias parentales, y si no

están presentes, se debe tener la capacidad

de “hacer la pérdida”. Insisto en que el análisis

debe ser caso a caso, con el foco puesto siem-

pre en el niño y no en la familia de origen, ya

que él es infinitamente más vulnerable.

¿Cuáles diría que son las características fundamentales que debe tener una buena pa-rentalidad?

La empatía por sobre todo, si existe ca-

pacidad de empatía todo lo demás es traba-

jable, sin ella no existen competencias paren-

tales. Te doy un ejemplo, un papá podría ser

tremendamente rígido, pero si puede contac-

tarse en algún minuto con las implicancias

que tiene su rigidez en su hijo o hija, podrá

modificar su conducta. Por otro lado, si la

modifica desde lo racional sin empatía, esto

no será genuino.

Sabemos que mayoritaria-mente son extranjeros quienes adoptan a los niños mayores ¿Cuál es su impresión respecto que los chilenos acojan a este grupo de niños?

Algunas colegas como Alejandra Aspillaga,

Harue Tsunekawa y Paulina Ramirez, entre

otros, han hecho una linda tarea en esa área,

donde yo creo que un trabajo previo con los pa-

dres puede facilitar infinitamente la conexión.

Sin pecar de ingenua, pienso que los pos-

tulantes a la adopción tienen un deseo ge-

nuino y real de ser buenos papás, pero que

sus proyectos pueden enredarse o fallar por

falta de información o preparación.

Se debe ayudar a los padres con un servicio

post adoptivo, que sepan que tienen un espa-

cio donde recurrir después del proceso. Este

apoyo debe considerar también un trabajo in-

dividual con el niño, otorgarle a él un espacio

para procesar su propia historia.af

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20 | | nº6AdopciónyFamilia

Columna

Pbro. Rodrigo TupperVicario de la Pastoral Social

y de los Trabajadores

La a

dopc

ión T

oda familia, sea esta biológica

o adoptiva es un santuario de

la vida, un ámbito esencial

donde los niños y la familia en

su conjunto están llamados a

crecer, a desarrollarse para ser felices, alcan-

zar la plenitud y sentido para vivir.

Esta creación de origen divino otorga al ser

humano una dignidad inalienable de hijo de

Dios quien es imagen y semejanza de su propio

creador. Entendido así todo niño y niña, no im-

portando su edad ni su origen, merecen un gran

respeto y un generoso servicio a sus derechos,

más aún si se trata de pequeños que dependen

totalmente de los adultos como son los niños

discapacitados, que están postrados o enfermos.

Hoy enfrentamos una dura realidad: existe

un segmento de niños y niñas que por su edad

se encuentran en la “periferia” de nuestra so-

ciedad, son los mayores de cuatro años, los en-

fermos o los que están junto a un grupo de her-

manos esperando una adopción que, por sus

características peculiares, a veces nunca llega.

Ellos forman parte de una lista de casos que

resultan difíciles de ubicar en una familia pues-

to que se deben enfrentar a muchos prejuicios

que los encasillan como un “problema” porque

han sufrido traumas, maltratos, negligencia,

abusos, abandono, entre otras situaciones

muy dolorosas. Puede haber temor que el niño

tenga dificultades emocionales que afecten

su aprendizaje escolar o que tenga ciertas

conductas que atemoricen a quienes buscan

adoptar o que éstos no sepan enfrentar.

Son los actuales postergados, los que cuen-

tan menos a la hora de privilegiar una adopción,

que han sufrido heridas profundas en su vida,

fruto de una historia que les impidió conocer

el amor gratuito e incondicional de su familia

de origen y que, sin embargo, como cualquier

otro niño están llamados a vivir en plenitud en

medio de una comunidad de amor y solidaridad

que se abre a acoger la vida que llega con ellos.

Es más común que los padres adoptivos

anhelen un recién nacido. Existe la creen-

cia que un niño mientras más pequeño sea,

más se podrá “modelar” o parecer al estilo e

imagen de sus padres adoptivos. Sin embargo,

he aprendido en el acompañamiento a muchas

familias que los hijos biológicos no siempre son

lo que los padres esperaban o soñaban. Antes

bien, las experiencias de sufrimiento y dolor

de los niños mayores, puede permitir que pon-

gan todo de sí para salir adelante junto a sus

padres adoptivos. El calor de un hogar que los

recibe y acepta gratuitamente puede lograr la

calidad de vida familiar que ambos han bus-

cado construir. Como en toda familia, cuando

se adoptan niños mayores o con alguna ca-

racterística especial, habrá momentos logra-

dos, felices, de incertidumbre, de muerte y de

resurrección donde los adoptados, probable-

mente querrán probar a sus padres para tener

la certeza que esta vez este nuevo proyecto

de familia es definitivo. Se requerirá mucha

paciencia, ternura y perseverancia.

Por otra parte, esta adopción tiene muchas

ventajas, sobre todo cuando se trata de pa-

dres de más de 40 años que se encuentran en

una etapa donde no disponen de la energía de

los más jóvenes, ni tampoco quieren volver a

partir con un recién nacido.

Quisiera, al terminar estas líneas, celebrar la

decisión de los padres y madres que han adopta-

do a un hijo o hija mayor. Dios lleva grabado en

su palma el rostro y la historia de todo niño o

niña, Dios no abandonará nunca a los padres en

la hermosa tarea de formar familia.

Todo niño, no importando la edad que tenga,

tiene una dignidad inalienable de ser hijo de Dios,

imagen y semejanza de su propio creador. Jesús

estuvo muy cerca de ellos y nos enseñó que hay

que tener un corazón como niño porque de ellos

es el Reino de Dios, Reino de amor y de justicia.

¡Y cómo no va a ser justo y necesario que cada

niño tenga una familia donde crecer!

Que Dios los bendiga en abundancia y José,

padre adoptivo de Jesús, les acompañe día a

día en la hermosa tarea de construir en conjun-

to una familia con rasgos de Reino y plenitud.

de n

iños

may

ores

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| 21nº6 | AdopciónyFamilia

de una vivencia de adopción, las investiga-

ciones señalan que “si esas familias son apo-

yadas con una adecuada preparación y servicios

de acompañamiento permanente, tendrán

una alta tasa de éxito”. Si los padres y ma-

dres adoptivos están abiertos a brindar una

acogida basada en el amor y la aceptación,

la relación vincular tendría mucha fuerza,

siendo altamente probable que perdure y

se consolide, incluso si el niño presentase

problemáticas conductuales severas.

Desde esta perspectiva, en su rol de ga-

rante, el Estado debiese definir una política

de adopción que sea capaz de reconocer la

diversidad de población que se encuentra tras

una “susceptibilidad de adopción” y analizar,

de acuerdo a ello, sus propuestas programáti-

cas y estrategias de abordaje y apoyo. Urge,

desde una lógica de respeto a los derechos

humanos, la constante revisión de los pro-

tocolos, proce-dimientos y tiempos asocia-

dos a los procesos de adopción, para que la

restitución del derecho a vivir en familia sea

en el más breve plazo; al mismo tiempo que

se proveen soportes específicos, que permi-

tan promover la adopción de niños y niñas

mayores, preparar y acompañar a los niños

y niñas que serán “egresados” del sistema de

protección con familias adoptivas, y entre-

gar apoyo psicosocial sistemático a la nueva

unidad familiar que, sin dudas, presentará

necesidades particulares y diferentes a las de

una familia adoptiva de un lactante.

El vivir en familia está consagrado por

la Convención de los Derechos del

Niño y, por tanto, es un derecho hu-

mano universal e inalienable, es decir,

un derecho fundamental que no

puede ser legítimamente negado a una persona.

A partir de esta premisa y desde la mirada

de los sistemas de protección a la niñez y ado-

lescencia, cabe revisar la situación de aquellos

que hoy se encuentran en situación de total

abandono, con susceptibilidad de adopción,

pero que por ser mayores de dos años, ven

postergado indefinidamente su derecho con-

sagrado a la convivencia familiar.

Según datos del Servicio Nacional de Menores,

entre el 2006 y el 2010 se ha observado un au-

mento del 15% de los enlaces por año. ¿Qué ocu-

rrió? Se produjeron modificaciones a los reglamen-

tos y procedimientos de adopción que permitieron

variar la edad de los niños adoptados, lo que agi-

lizó el proceso. Si en 2007 la mayoría de los niños

y niñas adoptados tenían menos de seis meses,

el año pasado fue de uno a dos años la edad de

más enlaces. Incluso, en comparación con 2007,

el rango entre los 12 meses y cuatro años de edad

presentó un aumento en adopciones del 30%.

Este aumento de la edad se debería a dos

factores principales:

La apertura de las instituciones colabo-

radoras en la explicitación de los procesos de

adopción, que permitieron transmitir a los postu-

lantes la necesidad de extender estos límites de

edad, de modo de agilizar el proceso adoptivo.

1.

Una serie de medidas que han permiti-

do coordinar mejor el proceso de adopción, las

que se agruparon en el Sistema de Detección

Precoz, programa que conjuga variables como

el tiempo de permanencia de los niños y niñas

en hogares, las causales por las que entraron

y las condiciones en que se encuentran allí,

para luego clasificarlos en tres niveles de alerta,

donde los primeros dos tienen prioridad.

Frente a estos avances del sistema chileno de

protección especial, sin duda vale la pena cele-

brar por los niños y niñas beneficiados, pero en

nuestro rol de garantes de derechos universales,

no podemos perder de vista a aquellos que han

ido quedando sin respuesta oportuna y perti-

nente por parte de las políticas sociales y que

deben permanecer en programas residenciales,

los que no cuentan con financia-miento estatal

suficiente como para asegurar un servicio in-

tegral –de contención, atención y reparación-

bajo estándares internacionales de calidad.

La adopción de niños y niñas mayores es un

desafío permanente de un Estado garantista

de derechos, que debiera contemplar la evi-

dencia científica en la materia y el enfoque

de derechos en la definición de una estrategia

efectiva de abordaje, que ponga en el centro

el interés superior de los niños y niñas.

Si bien la adopción de niños y niñas

mayores reviste muchas dificultades asocia-

das a las experiencias y efectos que tiene en

ellos los tiempos prolongados de institucio-

nalización, además del duelo familiar propio

2.

Tengo derecho a...

Vivir en familiaINCLUSO SI SOY UN NIÑO O NIÑA MAYORMónica Contreras Jacob

SociólogaMagíster en Políticas Sociales

Derechos del niño, niña y adolescenteD

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22 | | nº6AdopciónyFamilia

Volver aconfiar,sonreír, amar

Grupos de hermanos, niños mayores,discapacidad oenfermedad

M. Verónica Siredey C.

Niños con necesidades especiales:

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| 23nº6 | AdopciónyFamilia

Reportaje

Actualmente existe un gran número de niños susceptibles de ser adoptados que no se encuentra dentro de las

preferencias de los postulantes debido a su edad, por constituir un grupo de hermanos o tener algún tipo de en-

fermedad. Dada la dificultad que significa encontrarles una familia idónea, es que ellos se están transformando

en una gran preocupación para las instituciones de adopción, las cuales defienden el derecho de todo niño a

pertenecer a una familia. En el siguiente reportaje revisamos quiénes son y qué está pasando con ellos.

Cada vez es más frecuente es-

cuchar la expresión “niños con

necesidades especiales”, al mo-

mento de hablar de adopción,

sin existir claridad sobre lo que

realmente significa este concepto y, es más,

gran parte de la población lo asocia exclusiva-

mente con discapacidad. Si bien en el mundo

de la adopción este término incluye e estos

niños, resulta más amplio y considera tam-

bién a los mayores (en Chile se le considera

desde los 3 años), a los grupos de hermanos

y con enfermedades crónicas o invalidantes.

Los niños con necesidades especiales son una

realidad silenciosa y muy poco alentadora en

Chile. Es un hecho que los matrimonios postu-

lantes a un hijo adoptivo siempre tienen entre

sus expectativas recién nacidos o lactantes. Y

los niños con necesidades especiales, lamen-

tablemente, se están quedando atrás.

En el XI° Seminario Internacional de

Adopción, realizado el año pasado por Fun-

dación San José y titulado “Familia y Diver-

sidad”, se abordó el tema de estos niños y

sus fami-lias adoptivas. En el encuentro se re-

flexionó respecto del significado de este con-

cepto, entendiendo que cuando se habla de

niños con necesidades especiales se considera

a los mayores, a grupos de hermanos, a los

que presentan antecedentes familiares com-

plejos, a quienes padecen de alguna enferme-

dad o discapacidad e, incluso, a quienes mani-

fiestan problemas conductuales. Se concluyó

que las necesidades especiales se relacionan

directamente con el hecho de haber sido

abandonados y que, por sus experiencias pre-

vias a la adopción, presentan altas demandas

emocionales. De este modo, la familia adopti-

va cumple una función terapéutica, en tanto

ofrece un contexto estable e incondicional de

afecto, el que puede verse favorecido por el

apoyo profesional adecuado y oportuno en

áreas de intervención específicas, como de

salud, educativa, afectiva y social.

De acuerdo a cifras del Servicio Nacional

de Menores, actualmente existen 63 niños

con necesidades especiales, sólo en la Región

Metropolitana, susceptibles de ser adoptados

esperando por una familia idónea.

A estas anónimas estadísticas no es difícil

ponerles un rostro. Cada uno de estos números

representa un niño, su mundo e historia. Así

lo confirma Melixa Rivera, psicóloga y coordi-

nadora del Área Niños, a cargo de Casa Belén

de Fundación San José para la Adopción, cuya

vasta experiencia y trabajo en el área de la

adopción le permitió conocer profundamente

muchos casos. Recuerda, por ejemplo, a una

niña de seis años que finalmente encontró una

familia en un matrimonio italiano. El caso no

fue fácil, su experiencia previa la había con-

vertido en una niña desconfiada y agresiva.

Cómo no, si había estado a cargo de unos fa-

miliares que la castigaron sentándola en ladri-

llos calientes por haberse hecho pipí, luego de

que su madre ya no fuera capaz de cuidarla

debido a problemas de alcoholismo. “Ella era

agresiva y huraña y encontramos un matri-

monio en Italia que finalmente la adoptó. Me

consta que no fue fácil, pero con sus padres

mantuvimos contacto por mucho tiempo,

porque a raíz del intenso trabajo uno va esta-

bleciendo lazos. Sé que ella ahora está grande

y muy bien”, recuerda con satisfacción.

La Realidad de la región metropolitana en Cifras

1665niños

entre 0-9 para iniciar suceptibilidad en

2010

sólo el 11%(182 niños)

fueron adoptados

84 Unidad de Adopción de Sename

50Fundación San José

24 Fundación Mi Casa

24Fundación Chilena

98 Fundaciones privadas

84 Adopciones de Sename

23 Adopción Internacional

5 a 9 años

61 Adopción nacional

0 a 5 años

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24 | | nº6AdopciónyFamilia

Reportaje

La profesional reconoce que son varios los

factores que se deben considerar al referirse

a estos niños. “Hablamos de aquellos que

desde el punto de vista de la salud, por ejem-

plo, pueden requerir seguimiento, controles y

tratamiento médico. En nuestro caso, en Casa

Belén, nos referimos a niños de 2 a 5 años,

a quienes resulta más complejo insertarlos en

una familia. Son niños que han tenido viven-

cias importantes, recuerdos, historias fami-

liares muy difíciles, algunos han estado ex-

puestos a situaciones de violencia y maltrato.

Hemos tenido casos de niños que pese a sus

vivencias son muy leales a su familia de origen

y luego en los hogares o instituciones se sien-

ten finalmente tan seguros, que es necesario

convencerlos emocionalmente que es bueno

tener una nueva fa-

milia. El último grupo

son los hermanos,

generalmente el ma-

yor es el que tiene

más clara su historia

y entre ellos ya hay

vínculos afectivos.

Adoptar un niño es

un desafío. Adoptar

a varios es aún más

complejo”, concluye.

Para Verónica

Olave, psicóloga y co-

ordinadora de la Uni-

dad de Adopción de

la Dirección Regional

Metropolitana del

Sename, en tanto,

ésta es una realidad

con la cual trabajan a

diario y les preocupa.

“Cerca del 90 por

ciento de las aten-

ciones de Sename

corresponde a niños

con necesidades es-

peciales y creo que

ahí está el mayor desafío: tenemos que cam-

biar el enfoque para lograr que el proceso sea

más dinámico”. Si bien explica se necesita de

un tiempo para que los tribunales resuelvan,

es una realidad que mientras menores sean

los niños, más rápido resulta el proceso de

adopción, pero mientras más grandes, suele

tomar más tiempo este proceso. “Los tribu-

nales se están demorando unos 8 a 9 me-

ses en declarar a un niño susceptible de ser

adoptado y lo ideal es avanzar con su familia

biológica o adoptiva durante ese tiempo. En-

tonces, son nueve meses de proceso en tri-

bunales más otros nueve meses de búsqueda

de familia para ese niño y su preparación”,

sostiene. Considera que es fundamental en-

focarse en la prevención, “de manera que el

niño pueda ser declarado susceptible de ser

adoptado más pequeño y así la búsqueda de

padres solici-tantes no sea tan demorosa y

difícil”.

En la Fundación Chilena de la Adopción,

los niños con necesidades especiales cons-

tituyen un motivo importante de preo-

cupación. Mercedes Jiménez, directora téc-

nica de la institución, sostiene que el criterio

utilizado por ellos se refiere básicamente a

niños de dos a tres años y mayores, además

de grupo de hermanos. “El desafío es que

estamos con niños más grandes, hemos lo-

grado enlazar niños de 1 año y medio y dos

años, pero este año no detectamos interés

en niños mayores”, explica. Incluso hace una

reflexión: “Para el terremoto de Haití aquí en

la Fundación se reventaron los teléfonos con

llamados de personas que querían adoptar

niños haitianos. ¡Todos querían adoptar niños

de Haití! Pero por qué no adoptar niños de

Chile. Estos niños necesitan ser adoptados,

están esperando por una familia”, explica.

Adopción Internacional:la respuesta existente

Jiménez hace hincapié en que para los niños

mayores de cinco años encontrar una familia

en Chile es tan difícil que la adopción interna-

cional se ha convertido en casi la única alterna-

tiva. “En el extranjero tendrán oportunidades

y será una buena posibilidad. Pero por qué los

niños chilenos no pueden quedarse en Chile.

No desconozco que sea una buena alternativa,

pero irse al extranjero implica un desarraigo

por el cual los niños tendrán que pasar”.

Verónica Olave, en tanto, explica que las

adopciones extranjeras pueden ser exitosas.

“Siempre son los niños más grandes los que

se van para afuera”, sostiene. Y agrega que ya

hay un grupo grande de jóvenes que están en

el proceso de buscar sus raíces. A diferencia

de Chile, destaca Olave, las organizaciones

extranjeras “tienen incorporada la contención

más organizada, a través de programas post

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| 25nº6 | AdopciónyFamilia

Reportaje

“ Debiéramos fomentar la organización de agrupaciones (de familias adoptivas), que se autorregulen y apoyen. En las organ-izaciones extranjeras sucede y ser parte de uno de estos grupos es facilitador.

adoptivos. Es lo que se debiera hacer en Chile.

El Estado y las instituciones no pueden estar

en forma permanente preocupándose de este

tema. Quizás debiéramos fomentar la orga-

nización de agrupaciones, que se autorregu-

len y apoyen. En las organizaciones

extranjeras sucede y ser parte de uno

de estos grupos es facilitador”.

Al momento de referirnos a la

adopción como una posibilidad con-

creta para estos niños es que surge

el concepto de adoptabilidad y, al

respecto, hay consenso entre las en-

trevistadas sobre la relevancia que

toma el factor emocional. Un niño está en

condiciones de ser adoptado cuando tiene la

capacidad de establecer un vínculo con otro

y, por lo tanto, tendrá las herramientas ne-

cesarias para insertarse en una familia.

Sobre este punto, Olave no duda en cali-

ficarse como una verdadera hincha de los

niños. “Honestamente creo que pueden

avanzar, son guerreros. Creo que pueden lle-

gar a amar. Sé que es difícil, pero los papás

pueden lograrlo. Siempre que un niño tenga

un espacio estable y cariñoso, lo pueden lo-

grar”. Y reconoce que ser papás siempre trae

una recompensa. “El ser papás es un concep-

to bien especial. Uno tiene sacrificios sólo por

la sonrisa del otro. Hay que tener una cuota

de humanidad, pero siempre la sonrisa de un

hijo es suficientemente gratificante”.

Sanar las heridasPensar en las duras experiencias que

han vivido estos niños a pesar de su corta

edad, nos hace preguntarnos si las heridas

emocionales se curan. Hemos sido testigos

de historias que levantan el alma, al ver a

niños a quienes todo les ha resultado ad-

verso, pero sin embargo vuelven a sonreír,

a querer, a confiar en los adultos. De acuer-

do a las entrevistadas, estos niños pueden

salir adelante, pero los caminos son largos

y requieren que los padres que asuman esta

opción se comprometan profundamente,

ya que el niño necesitará mucho tiempo,

afecto y entrega para recuperarse.

Según Verónica Olave, el proceso terapéuti-

co que realizan los niños antes de su adopción

no requiere ser tan largo. “Lo que sí se debiera

acentuar es el trabajo preparatorio con la fa-

milia adoptiva, porque los papás son los que

más pueden ayudar en ello. La mejor terapia

para un niño es incorporarse a una familia”.

En la Fundación Chilena, en tanto, Jiménez

sostiene que “nosotros somos críticos al mo-

mento de hablar de terapias de reparación.

Definitivamente me suena a arreglar algo

dañado. Creo que éstas ayudan, no soy escép-

tica, pero creo que lo verdaderamente sanador

se da al momento de integrarse a una familia.

Ahí está el gran desafío”.

También destaca la importancia de otorgar

un apoyo consistente y oportuno a los padres

en el periodo post adoptivo. “Creo que en

Chile preparamos mucho antes de la adopción,

pero poco después. Y nuestra experiencia nos

dice que ése es el momento clave

respecto del apoyo a los padres. Y es

un apoyo que debiera ser constante,

asistido, oportuno y permanente”,

explica. Esto, porque hay situa-

ciones nuevas para los niños que

los pueden hacer sentir muy vul-

nerables y dudar si deben o no

confiar en estas personas. Hay

que preparar mucho a los papás y eso requiere

de un apoyo personalizado que acompañe en

este camino y ayude a los niños en situaciones

críticas que se van presentando. Por ejemplo,

si un niño era quemado con cigarrillos y ve a

su padre adoptivo fumar, obviamente se va a

asustar. Lo importante es que ese padre sepa

qué le sucede y cómo manejar la situación”.

Melixa Rivera, de Casa Belén, explica que

tradicionalmente se habló de la primera

necesidad de realizar terapias psicológicas a

los niños previas a su adopción, para luego

prepararlos para integrarse a su nueva familia.

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26 | | nº6AdopciónyFamilia

“ “ Su prueba de fuego será con la fami-lia adoptiva y entonces los verdaderos terapeutas serán los padres. Ellos son los que le permitirán al niño confiar, sentirse amado, amar y darse cuenta que tiene su espacio en este mundo.

Padres chilenos y con hijos biológicos: feliz contrapunto a las estadísticasSonia Chahuán y Ricardo Díaz son un matrimonio, ambos médicos, que pese a tener hijos biológicos,

nunca descartó la idea de adoptar y una vuelta del destino los hizo encontrarse con esta alternativa. Un día, a la consulta de Sonia llegó una niña con una importante discapacidad y una historia personal que la impactó. Su condición le cerraba las puertas a la adopción nacional, dejándole como única alternativa viable la adopción internacional. Sin embargo, “conmigo enganchó de una manera especial”, recuerda Sonia. La reacción de su marido fue de total apoyo, tanto que Mikaela hoy es la tercera hija de este matrimonio, en orden de edad, pero la cuarta y última en llegar a la familia.

Tuvimos la fortuna de conocer a Mikaela en circunstancias particulares. Nos enamoramos de ella desde el momento en que la vimos, ella es muy especial, lo que hace que su discapacidad o necesidades especiales pasen a segundo plano. Es una niña alegre, con una gran fuerza interior, todo lo puede, no se pone límites. Pero por sobre todas las cosas vimos en ella una gran capacidad de compartir cariño. Cuando comenzamos a visi-tarla, notamos un gran cambio, por primera vez tenía personas que se dedicaban exclusivamente a ella, se notaba más alegre, comunicativa y con más confianza. Todas estas cosas, sin duda, la hacen enfrentar de mejor forma su capacidad diferente.

Se nos presentó también la oportu-nidad de cambiarle de alguna manera el destino a Mikaela, entregándole dentro de nuestras posibilidades, todo lo que la vida le había negado a sus cortos años. Creemos que vamos por buen camino y que de todas maneras la vida de Mikaela ha cambiado para bien.

En términos de desafíos, Mikaela logró inte-grarse a la familia sin mayor dificultad y sin pri-mar ninguna diferencia. En este sentido, nuestros hijos mayores han sido de gran ayuda y han to-mado el tema con mucha madurez, convirtiendo a Mikaela en su hermana con mucha naturalidad. Con nuestro hijo menor se dio una situación muy bonita porque son muy cercanos en edad y se han convertido más que hermanos en “compinches”, ya que van juntos al jardín infantil.

El tema de sus necesidades especiales agrega un desafío extra a nuestro rol como padres. En este aspecto uno siempre se está cuestionando si lo es-tamos haciendo bien o no, pero de todas maneras creemos que el enfrentar una necesidad especial es mucho más fácil si tienes una familia que te apoya.

La idea de la adopción estuvo siempre en nuestra familia, aún antes de que nacieran nuestros hijos biológicos, nos parece una hermosa manera de hacer familia también. Creemos que hay mu-chos niños en espera de una familia a quien entregar y de quien, por supuesto, recibir amor. Nos encantan las familias grandes y hoy, gracias a Dios, la tenemos.

Teníamos y tenemos grandes expec-tativas en formar una gran familia en la que cada uno de nuestros hijos, sin diferencia alguna, desarrollen al máxi-mo sus potencialidades, crezcan en un ambiente de amor y confianza y que entre ellos se creen lazos fuertes que mantengan por toda la vida.

Pero la profesional ve que en la práctica el proceso no es necesariamente

así. “La intervención terapéutica se da cuando el niño puede revisar y

resignificar su historia. En nuestro caso, el niño prepara su libro de vida,

donde plasma simbólicamente su historia. Trabajamos con él para que

pueda identificar sus emociones y le ayudamos a expresarlas, avanzando

con el niño hasta la situación actual. Pero si no se tiene nada de esto, el

proceso queda trunco”. Y es en ese proceso, cuando se está avanzando,

que Rivera destaca la importancia de tener “algo que ofrecer”. Parte de la

reparación emocional de un niño, agrega, se produce cuando se empieza

a establecer otro vínculo. “La relación con el terapeuta será la prueba de

ensayo del niño. Pero ese terapeuta no es su familia. Su prueba de fuego

será con la familia definitiva y entonces los verdaderos terapeutas serán

los padres. Ellos son los que le permitirán al niño confiar, sentirse amado,

amar y darse cuenta que tienen su espacio en este mundo”.

Volver a confiar, sentirse amado y amarSi bien tanto en Casa Belén, como en Sename y Fundación Chilena,

se trabaja la historia de los niños al mismo tiempo que el proceso de

adopción se va desarrollando, hay consenso en que finalmente son los

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| 27nº5 | AdopciónyFamilia | 27nº5 | AdopciónyFamilia

Reportaje

af

padres quienes tienen el rol fundamental en

el proceso de sanar las heridas que su historia

previa ha dejado en él.

Rivera recomienda a los padres realizar

un trabajo semejante al de Casa Belén con

aquellos niños que están esperando para irse

en adopción. “Hay que observarlos mucho,

leer sus señales y sus necesidades y acercarse

muy respetuosamente a ellos. Y cuando ya es

posible, acunarlos, mecerlos, envolverlos con

una mantita, regalonearlos mucho y crear

ese espacio personal que permita establecer

contacto visual, alternando espacios de juego

con mucho cariño. Tener mucha paciencia,

disponibilidad y flexibilidad. Adaptarse a los

niños, respetar sus ritmos, rutinas y gustos.

Y si son varios hijos, buscar los espacios para

encontrarse individualmente con cada uno”.

Según Rivera, la gran tarea para los niños

es lograr sentir que son dignos de recibir amor

y también de amar. “Como sé que el otro me

ama, me amo a mí mismo y de esta manera,

puedo amar a otros. A veces ellos creen que

hicieron algo malo y por eso los abandonaron.

Deben volver a confiar y a sentirse seguros.

Tienen que recuperar la confianza en otros

y en sí mismos. Una vez que eso ya sucede,

para los padres puede ser muy gratificante”.

Agrega que los niños están en condiciones de

dejar la institución e irse con sus nuevos padres,

cuando “uno percibe que el niño está abierto,

disponible a vincularse con otro, a ser amado y

a amar. En muchos casos, cuando ya hay padres

concretos, los niños piden que lleguen pronto”.

Jiménez cuenta que, para ellos, ya hay

señales claras cuando los niños se muestran

más alegres y confiados y empiezan a mirar

más directamente, estableciendo un mejor

contacto visual, por ejemplo. Cuando se acer-

can a la puerta a esperar a sus padres o si

lloran cuando ellos se van. Agrega que en la

Fundación Chilena hacen también varios ri-

tos; uno de ellos es una fiesta de despedida y

ellos muestran genuina alegría al saber que se

irán con su familia adoptiva.

Si bien el proceso post adoptivo tendrá de-

safíos y situaciones difíciles, Rivera no duda a

la hora de describir la enorme gratificación y

recompensa que reciben los padres al adoptar-

los. “Y cómo no va remecer el alma cuando

vemos a un niño levantarse, dejar atrás un

pasado doloroso, sólo por el hecho de con-

firmar que hay personas que son capaces de

apreciar todo lo que hay en él. Sin duda, ese

es el sentido más profundo de la adopción,

volver a encontrar un lugar en el mundo,

volver a confiar, a sentirse amado y a amar”.

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28 | | nº6AdopciónyFamilia

Adopción Internacional

Formar una familia por medio de la

adopción de un niño o niña pro-

cedente de una cultura distinta a

la de los padres adoptivos implica un

desafío particular, ya que añade a

la dificultad de criar y educar a un hijo o hija

adoptados (no por la adopción en sí misma,

sino por el abandono y las experiencias pre-

vias que conlleva, la de favorecer en ellos la

construcción de una identidad étnica positiva

que integre los sentimientos de pertenen-

cia a los lugares de origen y de acogida. La

Convención sobre los Derechos del Niño, en

su artículo 20.3 reconoce la importancia de

sus experiencias anteriores a la adopción y

“la conveniencia de que haya continuidad en la educación del niño y a su origen étnico, religioso, cultural y lingüístico”.

Se trata, en definitiva, de encontrar el

equilibrio entre, por un lado, la vinculación

con la nueva familia y la inclusión en el entor-

no social de acogida que supone para el niño

adoptado reconocerse parte de ellos, identi-

ficarse con sus valores, creencias y actitudes

y, por otro lado, respetar, reconocer y expre-

sar las diferencias que su origen nos exige.

Pero ¿qué podemos hacer los padres y ma-

dres adoptivos para ayudar a nuestros hijos

e hijas a desarrollar una identidad étnica y

cultural positiva?

Blanco por dentro,amarillo por fueraDesarrollo de la identidad en adopciones interraciales

Isabel AzconaTrabajadora social

en apoyo a familias adoptivas. Española y madre a través de la biología y la

adopción, siendo dos de sus hijas de origen chino.

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| 29nº6 | AdopciónyFamilia

Adopción Internacional

Analizar las propias actitudesy prejuicios

Antes de tomar la decisión de llevar a cabo

un proceso de adopción interracial es impor-

tante conocer sus especificidades y analizar

nuestras propias actitudes y prejuicios en

relación con las diferencias étnicas, porque

serán las que transmitamos a nuestros fu-

turos hijos e hijas y la materia prima con la

que construirán su identidad y autoestima.

Por otro lado, adoptar a un niño o a una

niña diferente implica una evidente pérdida de

intimidad para toda la familia, que se convierte

en blanco de miradas y comentarios indiscretos.

En definitiva, hay que estar preparados para

convertirse en una familia diferente.

Favorecer el sentimiento de pertenencia adoptiva

Aunque provengan de lugares lejanos, los

niños y niñas adoptados van a crecer en el

nuevo entorno social y cultural, por lo que el

primer objetivo es la inclusión en la familia y

la comunidad de acogida.

En el caso de mi familia, integrarse en

Pamplona (Navarra, España), donde vivimos,

supone hablar español y, si puede ser, eus-

kera. Los niños intercambian cromos de los ju-

gadores de fútbol del equipo local, Osasuna,

y esperan en estas fechas las fiestas de San

Fermín para ponerse un pañuelo rojo al cuello

y correr delante de toros de juguete. Aunque

quisiéramos, no podríamos hablar a nuestras

hijas, de origen chino, en mandarín y nos

consideramos ignorantes en temas de cultura

asiática, aunque nos hayamos esforzado en

conocer en lo posible su lugar de procedencia,

así que mis hijas se han convertido en pam-

plonicas nacidas en China.

Uno de los temas polémicos en relación

con la identidad de los niños y niñas adopta-

dos, es el mantener o no el nombre con el

que llegan a la familia adoptiva. Nos llevaría un

artículo entero el debate, pero en mi opinión,

que los padres y madres elijamos un nombre

para nuestros hijos e hijas adoptados man-

teniendo, además, el que ya tenían, favorece

el sentido de pertenencia y su integración social a

la vez que respeta y conserva la propia identidad

asociada al nombre. Es una forma de favorecer

ese equilibrio del que hablaba al principio entre el

origen y la crianza que, a la postre, constituirá su

verdadera identidad.

En casa utilizamos habitualmente el primer

nombre de mis hijas, ambos topónimos locales,

apenas conocidos fuera de nuestra provincia

pero muy usados aquí. Además, con frecuencia,

las llamamos por su nombre chino o lo hacemos

por ambos porque los dos son parte de ellas

y, para nosotros, es una forma de recordarles

quienes son y de dónde vienen.

Otro aspecto importante son las motiva-

ciones para la adopción y las expectativas en

relación al nuevo hijo o hija, que juegan un pa-

pel fundamental en nuestras actitudes como

padres y madres. Aunque parezca paradójico,

la aceptación incondicional de lo que es, de su

historia y su origen, favorecerá enormemente

su sentido de pertenencia y su identificación

con la familia y con el entorno social.

Por último, fomentar el sentimiento de

pertenencia supone recalcar aquello que

tenemos en común, nuestros parecidos y se-

mejanzas. Además de aprovechar los detalles

cotidianos para hacerlo. En nuestra familia

utilizamos un juego que llamamos “Que se

abracen”. Consiste en que, alternativamente,

cada miembro ordena quién debe abrazarse

indicando una característica física, un rasgo

del carácter, una afición, etc y quienes se

sientan identificados se abrazan abalanzán-

dose unos sobre otros en el sofá. Así, se abra-

zan, por ejemplo, quienes tienen el pelo liso

o los ojos azules, las chicas, quienes nacieron

en China, los que son adoptados, los que son

guapos, etc. El juego nos permite (además de

abrazarnos y besarnos, algo muy recomen-

dable siempre, pero más, si cabe, con niños

y niñas adoptados) darnos cuenta de que

todos nos parecemos en algunas cosas y nos

diferenciamos en otras.

Afrontar los estereotipos socialesLas familias interétnicas desarrollamos

una “ceguera a los rasgos diferentes”, que

nos hace no ver el color de la piel, los ojos

almendrados o el pelo extremadamente liso

o rizado de nuestros hijos e hijas. Sin em-

bargo, en muchas ocasiones, la sociedad es

lo único que ve, asociando a ello una com-

pleta lista de estereotipos. Esto nos obliga a

las familias adoptivas a disponernos a hacer-

les frente y preparar a nuestros hijos e hijas

para que no les dificulte la integración de su

procedencia y su crianza.

Una de las estrategias más básicas y ne-

cesarias es favorecer la comunicación sobre

temas relacionados con la diferencia y la dis-

criminación sin esperar a que los niños y niñas

pregunten, pues habitualmente, cuando lo

hacen por primera vez, es porque ya lo han

sufrido en carne propia o ajena. Para ello,

puede servir de excusa un cuento, una

película, una noticia, un comentario oído en

el colegio o en la calle, etc.

Una vez más nuestra actitud como padres

y madres resulta fundamental y, si reacciona-

mos con contundencia ante situaciones de

discriminación, impliquen o no directamente

a nuestra familia, estamos dejando claro que

no toleramos la exclusión y que el problema

no es de quien es diferente sino del que no

acepta la diferencia.

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30 | | nº6AdopciónyFamilia

Adopción Internacional

Desarrollar la autoestimaEs habitual, que los niños y niñas adoptados de otras etnias tengan mayores dificultades que

el resto de niños y niñas para el desarrollo de su autoestima, por lo que es importante que los

padres y madres conozcan esta circunstancia y puedan ofrecerles:

* Aceptación incondicional de su persona y de su origen (etnia, cultura, país, historia, etc).

* Una imagen positiva de sí mismos, ajustada a la realidad.

* Atención, escucha, reconocimiento y valoración de los pequeños éxitos que les haga sentirse importantes.

* Experiencias que les permitan desarrollar capacidades y habilidades físicas, intelectuales y sociales.

* Oportunidades para expresar sus vivencias, pensamientos y sentimientos.

* Autonomía para resolver situaciones desarrollando sus propios recursos y habilidades.

* Corrección de sus actos (lo que hace o cómo lo hace) sin poner en cuestión su persona (lo que es o cómo es).

Valorar la diversidad en nuestra vida cotidiana

Sentirse diferente puede ser motivo de sufri-

miento para los niños y niñas, por eso es importante

ofrecerles experiencias positivas en relación, no sólo

con la diversidad étnica y cultural, sino también con

diferencias religiosas, políticas, físicas, psíquicas, etc.

En este sentido la escuela desempeña un

papel crucial, porque es el lugar de socializa-

ción de los niños y niñas. Es por eso que la

diversidad de alumnos y profesores, así como

la promoción de valores de igualdad y res-

peto mutuo, la prevención de situaciones de

discriminación y el trabajo conjunto con los

padres y madres, debe ser determinante en la

elección del centro escolar.

Educar en el respeto ycariño por su origen

No se ama aquello que no se conoce, por

lo que, desde el inicio de la convivencia, es

importante ofrecer a los niños y niñas in-

formación sobre su cultura de procedencia,

de forma agradable, adaptada a su edad y

recalcando los aspectos positivos. Se trata

de fomentar el interés por su origen y de

que sepan que éste es respetado y valorado

por nosotros.

Hay muchas formas de hacerlo. En nuestro

caso, un farolillo chino decora la estantería

junto a una figura de San Fermín, patrón de

la comunidad en la que vivimos; fotos de la

Gran Muralla comparten marco con otras

de nuestra ciudad y se intercalan libros de

paisajes de China con otros sobre geografía

de Navarra. Con la gastronomía lo tenemos

fácil, así que celebramos algunas de las fe-

chas señaladas para la familia (sobre todo los

aniversarios de nuestros encuentros con ellas)

en restaurantes chinos. Actualmente existen

libros y películas que acercan a los niños y

niñas a sus países de nacimiento, música, no-

ticias, información en internet, incluso muñe-

cas con rasgos similares a los suyos, podemos

relacionarnos con personas de su misma pro-

cedencia y participar en celebraciones organi-

zadas por asociaciones de inmigrantes.

La escuela también debe ser escenario para

la construcción de la identidad étnica, así que

se puede aprovechar el aula para exponer un

trabajo sobre algún aspecto de la cultura de

nacimiento, que favorezca su conocimiento y

refuerce lo positivo del origen ante los com-

pañeros y compañeras.

Se trata de detalles que aparecen de vez

en cuando en nuestra vida cotidiana, sin ex-

cederse ni forzar, como una oportunidad de

aprender juntos y tener experiencias positivas

en relación con su origen, que no supongan

una carga que pueda acarrear frustración o

rechazo por parte de los niños y niñas.

En resumen, apoyar la construcción de una

identidad étnica positiva en nuestros hijos e

hijas adoptados exige a los padres y madres,

en primer lugar, el análisis y la reflexión sobre

las propias actitudes, habilidades y capaci-

dades para hacerlo y, en segundo lugar, poner

en juego todos esos recursos para promover la

vinculación e inclusión con la familia y el en-

torno, respetando y valorando las diferencias.

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31 | | nº5AdopciónyFamilia

Editorial

31 | | nº5AdopciónyFamilia

Columna

| 31nº6 | AdopciónyFamilia

Dra. Cecilia AvenattiProfesora de Estética

U. Católica Argentina

La necesidad de la existencia por

verse reflejada en algo distinto

de sí, convierte al teatro en un

espacio al que el hombre acude

para conocerse y tomar concien-

cia de sí mismo y de su relación con los otros.

Por ello, desde muy antiguo, el teatro ha sido

considerado por el hombre como vía de cono-

cimiento y de transformación. La acción que

se representa sobre el escenario es espejo de

la búsqueda humana por saber quiénes somos,

de dónde venimos, hacia dónde vamos. Justa-

mente, uno de los motivos de su atracción y

persistencia cultural es la correspondencia que

existe entre el teatro y la vida.

A partir del momento en el que despertamos

al viaje de la vida y comenzamos a hacernos

las preguntas fundamentales de la existencia,

se va configurando nuestro papel en la histo-

ria que nos toca vivir. Las sucesivas respuestas

que vayamos dando a la pregunta por el “quién

soy”, nos harán descubrir el personaje que so-

mos. Esto no se logra de un día para el otro,

ni es el mero resultado de un ejercicio especu-

lativo, sino que es la trama de circunstancias y

decisiones personales las que van configurando

nuestra identidad más profunda. Así, entre el

juego de lo dado y determinado desde afuera

y lo decidido y ejecutado desde dentro va ma-

durando el papel de lo que somos.

En este proceso vital de maduración hay

una experiencia central que consiste en la

aceptación de la presencia de los otros en

nuestra vida, aquéllos que en el mismo ejerci-

cio de su libertad también van configurando

su papel en mundo. Sin embargo, a pesar de

su rico aporte, este intercambio con los otros

no resulta suficiente cuando la pregunta por

el sentido es planteada en el umbral de si-

tuaciones límites. De este modo, cuando los

deseos vitales no logran realizarse y el personaje

imaginado no coincide con el personaje real,

surge la necesidad de abrirse a otra dimensión.

En ese momento adquiere sentido la metá-

fora del gran teatro del mundo, que desde

Platón hasta Pirandello, pasando por el gran

Calderón de la Barca, nos enseña que el papel

se consuma cuando nos descubrimos envia-

dos por Otro. La misión, conocida, asumida

y aceptada, es la que nos constituye como

personas plenas. El reconocimiento del ros-

tro del Otro, que nos trasciende y nos sale al

encuentro, provoca a su vez nuestra propia

salida hacia Él. Y es precisamente en Él que

nos abrimos a los otros: en ellos se nos descu-

bre el Otro como Tú. Sólo un Tú personal

puede pronunciar la palabra que nos llama a

ser, no en el mero cumplimiento de un papel,

sino como enviados a una misión.

Así, el papel se convierte en misión y desde

este centro emergemos con nueva figura. El

escenario de nuestras relaciones y decisiones,

de nuestros deseos y proyectos, se ubica en-

tonces en otra dimensión. La tarea empren-

dida es vivida como respuesta a la iniciativa

de Dios que nos ha hecho salir de nosotros

mismos para poder ser nosotros mismos. El

dinamismo extático del salir de sí se adueña

de nuestra existencia y los deseos y planes

personales no son ya los que dan lugar al

desarrollo de la acción, pues a partir de en-

tonces la acción acontece en la irrupción de

la presencia del Otro que en los otros nos sale

al encuentro. Cuando la paternidad se vive

desde el centro de este dinamismo teologal,

las particularidades de las circunstancias de la

edad del niño que nos sale al encuentro, se

ubican en el espacio y tiempo de un amor

que hace saltar los cerrojos de los deseos in-

dividuales para abrir la puerta a la entrada de

este Tú, que trae consigo la noticia de nuestra

identidad más profunda. Saber descubrir en

este pequeño Tú el misterio de nuestro envío

es tarea de toda la vida.

Cuan

do e

l Tú

nos

sale

al e

ncue

ntro

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32 | | nº6AdopciónyFamilia

Testimonio

En su blog Heart, Mind and Seoul, Li Kim, una americana adoptada

de origen koreano, ofrece una lista de 23 reflexiones y pensamientos

que se paseaban por su cabeza cuando era una niña y que todo padre

adoptivo debería tener en cuenta:

23pensamientos deuna niña adoptada

1Muchas veces me avergoncé de la cultura

de mi país de origen porque era profundamente

diferente de la de mi familia y mis amigos.

Quizás demasiado a menudo mis orígenes

sirvieron de interminables fuentes de bromas

y ridiculización, tanto por parte de extraños

como de mis propios compañeros de clase.

2A pesar del amor incondicional de mis pa-

dres adoptivos, no podía evitar sentir que

yo fui para ellos su última oportunidad de

convertirse en padres.

3Expresiones como “Gracias a Dios que

existe la adopción” o “ Bien, por lo menos

hay muchos niños abandonados en el mundo

para adoptar, si no logramos tener hijos por

nuestros propios medios”, sólo servían para

reforzar mi creencia de que la adopción es

realmente, para una gran mayoría de parejas,

el último recurso para crear una familia.

4Una de las cosas que más agradecía en mi

infancia era no tener una hermana que fuera

hija biológica de mis padres. El mero hecho de

pensar en tener que compararme o compartir

a mis padres con una hermana que fuera su

hija “de verdad” me resultaba insoportable.

Ser la mayor y la única chica en mi familia

me servía para decirme a mí misma que era

especial, aunque no siempre me lo creyera.5En lugar de escuchar tantas veces la frase

“Qué suerte tienes de que te adoptaran”,

me habría gustado oír al menos una vez algo

como “A veces tiene que resultar duro ser

adoptada, ¿no?”

6Recuerdo que la insaciable necesidad de

ser perfecta era una forma de hacerme sentir

más valiosa y, por lo tanto, reducir las posibi-

lidades de ser abandonada de nuevo.

7Igualmente, la insaciable necesidad de con-

trolar todo lo que me rodeaba era una forma

de sentirme sana y salva durante una época en

la que me sentía una persona de usar y tirar.

8Mi mente llegó a entender por qué mi ma-

dre koreana me tuvo que abandonar, pero mi

corazón no.

9Cuando me decían que “(mi madre bioló-

gica) me quería tanto que renunció a mí para

poder darme una vida mejor”, yo sólo sentía

un terrible miedo de que mis padres adoptivos

me llegasen a querer de esa forma tan intensa.

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| 33nº6 | AdopciónyFamilia

Testimonio

16Me resultaba imposible enfadarme u odiar

a mis padres koreanos por haberme abando-

nado y, sin embargo, también me resultaba

imposible perdonarme a mí misma por haber

sido abandonada.

23Deseaba que lo que otros veían de bueno en

mí, algún día fuera evidente también para mí mis-

ma. Y que ojalá, con la ayuda de Dios, aprendiera

a quererme y a perdonarme de verdad.

Fuen

te: A

do

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gspo

t.co

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10En lo más profundo de mi pensamiento,

me preguntaba si alguna vez sería lo suficien-

temente buena en algo. Después de todo, fui

abandonada siendo un bebé: ¿Por qué aban-

donaría alguien a su bebé a no ser que fuese

malo e indeseado?

11Soñaba con volver a Korea para ser capaz

de “encajar” entre la gente de mi edad. Habría

dado cualquier cosa por ser al menos por una

vez una chica popular, guapa y “normal”, en

lugar de ser la chica cuya mera apariencia

física despertaba tantas preguntas y suposi-

ciones indeseadas.12A menudo imaginaba formas de parecer

más occidental para no sentirme un monstruo.

13Me preguntaba cómo se sentiría una siendo

“la hija por la que alguien hubiera luchado con

todas sus fuerzas”, en lugar de ser “la hija cuyos

padres koreanos no quisieron” y “la hija con la que

mis padres adoptivos tuvieron que conformarse”.

14Me sentía increíblemente culpable cada vez

que me sentía triste o mal sobre mi adopción.

Era mucho mejor guardarme todo mi dolor para

mí misma que herir a mis padres contándoselo,

esos padres que yo sabía que me querían y

adoraban más que a sus propias vidas.

15Me acostumbré a darle la vuelta a mi historia

de adopción para poder sobrevivir.

17Llegué a un punto en el que mi mente real-

mente se creyó todo lo que yo misma decía so-

bre no tener ningún tipo de sentimientos ni de

repercusiones por el hecho de ser adoptada, in-

cluso cuando mi corazón y mi cuerpo se sentían

marcadamente diferentes por ese hecho.

18El cuerpo nunca miente por mucho que le pidas que finja.

19Mis rabietas, pataletas y golpes de ira eran mi

forma de intentar decirles: “Tengo un profundo

dolor en mi interior y, más que nada en el mun-

do, me da miedo que algún día me abandonen”.

20El amor, por muy profundo y abundante

que sea, nunca puede borrar el pasado.

21A pesar de todo, sabía que superaría todo esto.

22Había querido y había sido querida y esperaba

que algún día mereciera realmente esa emoción.

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34 | | nº6AdopciónyFamilia

Tendencias

Cuando la unión hace más que la fuerza

Resiliencia familiar

La capacidad de sobreponerse a una crisis o adversidad no es exclusiva

de las personas como entidades individuales, sino que también se ha

visto que familias enteras e incluso comunidades son capaces de salir

fortalecidas de un gran problema. Esto es resiliencia familiar y para

iniciar este proceso es necesario contar con ciertas condiciones y ca-

racterísticas que pasamos a revisar a continuación.M. Verónica Siredey C.

Si frente a una crisis o problema

una familia tiene la costumbre

de afrontarlo con la siguiente ac-

titud: “Hemos salido de tantas,

que por supuesto vamos a salir

de ésta también”, “nosotros somos capaces” o

quizás “a nosotros nada nos tira para abajo”,

es muy posible que nos encontremos ante una

familia resiliente. El concepto de resiliencia

no es tan nuevo. Sabemos que existe en los

individuos, personas que son capaces de salir

fortalecidas de un golpe, situación traumática

o crisis. Pero, ¿es posible encontrar similares

respuestas y resultados, en una familia o

comunidad? Hay señales de que así es.

De hecho, existe el concepto de resiliencia familiar, que deriva de resiliencia individual. Si

queremos ir más allá, podemos incluso encon-

trar el concepto de resiliencia comunitaria. Y

es que tal como se observó que había ciertas

personas que, pese a vivir situaciones adversas,

logran tener una vida óptima, también se ha

visto que hay familias con ciertas características

que les permiten sobreponerse a adversidades

de forma también positiva.

Para una familia, el súbito anuncio de una en-

fermedad catastrófica o la cesantía de alguno de

los progenitores puede ser el detonante clásico

de una verdadera crisis familiar. Sin embargo,

cómo lo enfrentan y con qué recursos cuentan,

puede marcar la diferencia a la hora de mostrar

su capacidad de ser resilientes como grupo. La

crisis para una familia puede llegar a ser tan

fuerte que derechamente la desarma o, por el

contrario, la fortalece. Lo último suele suceder

cuando el grupo familiar logra readecuar de ma-

nera positiva y constructiva los roles o cuando

un miembro de esta familia se da cuenta que

puede aportar a su núcleo familiar de otra ma-

nera; los hijos se adaptan al cambio y se adecuan

al nuevo estatus económico, con cambios de

colegio o casa, por ejemplo. En el proceso esto

genera mucho estrés para todo el grupo familiar

y los afecta a todos inevitablemente.

Vínculos, un apoyo fundamentalDe acuerdo a Magdalena Muñoz, psicóloga

de Fundación San José para la Adopción, la

resiliencia familiar o comunitaria se activa

cuando “soy parte de un sistema y sé que

cuento con apoyo; pero sobre todo, estamos

hablando de un proceso que tiene como eje

central la capacidad de establecer vínculos”.

Simplemente no se será resiliente si no se

cuenta con el apoyo y el reconocimiento de

otro. “La familia necesita apoyo, vínculos que

le permitan encontrar esa fortaleza para so-

breponerse a lo que les está ocurriendo. Sólo

no se puede”.

Es así como la resiliencia se da en el con-

texto relacional, no es posible si una per-

sona está sola en el mundo. Muñoz agrega

que se ha visto que incluso aquellas personas

que dicen: “yo no tuve a nadie en mi vida”,

han contado en algún momento con tutores de resiliencia. Puede ser una persona en una

situación determinada que permite tener una

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| 35nº6 | AdopciónyFamilia

Tendencias

perspectiva distinta de lo que se está vivien-

do, muestra alternativas, confía en el sujeto y

le dice: “tú eres capaz”.

Michel Delage, psiquiatra francés y autor

del libro “La Resiliencia Familiar” propone un

enfoque relacional. Dice que al igual que en

los casos de resiliencia individual no es posible

determinar de antemano si un grupo familiar

es resiliente o medir en qué grado lo es. Esta-

blece que no es posible indicarle a una familia

“una receta” para llegar a serlo. Sin embargo,

sí establece que como agentes de interven-

ción o sociedad, lo que se puede hacer frente

a quienes enfrentan una gran dificultad, son

ofrecimientos, para que el propio sistema fa-

miliar desencadene su proceso de resiliencia.

El ofrecimiento a la resiliencia de Delage

es un concepto similar al de tutores de re-

siliencia, que en sus trabajos hace mención

el neuropsiquiatra francés Boris Cyrulnik,

y que refiere específicamente sobre aque-

llas personas con una influencia tan positiva

en los afectados, que les permite cambiar la

trayectoria del trauma que podría haber ido

directo al daño, favoreciendo una resolución

positiva. En términos de resiliencia familiar o

comunitaria, el nivel de estatus de la familia

o el nivel de bienestar general de ese grupo

puede incluso aumentar, porque en el proceso

las personas se dan cuenta que tienen recur-

sos y fortalezas.

Este ofrecimiento se refiere al de vínculos

concretos, alguien que está ahí para apoyar

en los momentos de dificultad. “En este

sentido él hace una crítica a la sociedad ac-

Creencias y esperanzaLa familia cree que a pesar de

todo, siempre se puede salir ade-lante de una situación adversa. Son creencias arraigadas y que definen la identidad familiar. Es en este punto que es posible encontrar familias que se autodefinen como capaces de salir adelante, pese a las adversidades.

1.

ControlPosibilidad de tener cierto do-

minio de la situación. Encontrar una capacidad de control que permite alimentar la esperanza. Sentir que se tiene la capacidad concreta de hacer algo al respec-to. Es no quedarse en intenciones, sino que permite la acción.

2.

Funcionalidad familiarSe refiere a que la familia man-

tenga o restablezca un funciona- miento organizado. Por ejemplo, ante un hijo enfermo, los padres deciden reorganizarse y uno de ellos trabaja media jornada para llevarlo a los controles y trata-miento. En estos casos, muchas veces hasta los hermanos se adaptan y, lo más importante, funcionan de una manera que nin-guno se siente menoscabado con la situación y su nuevo rol. Es una reorganización positiva, en la que ningún integrante de la familia lo asume como carga o víctima.

3.EspiritualidadEs todo aquello que no tiene

una explicación racional y no ne-cesariamente se refiere a un credo religioso, de manera estricta o puntual, pero sí tiene una mís-tica que no es cognitiva. Esto se refleja cuando se escuchan fases como “yo confío en los demás”, “las personas son buenas” o “yo sí creo en algo”. Este punto está muy relacionado con la capacidad de mentalización y reflexión que tenga la familia. Además de un sentido de trascendencia.

6.

Ética relacional Es la preocupación de cada

miembro de la familia por cuidar de los otros. Así desarrollan cuali-dades morales de equidad, justicia y lealtad. A cada uno le interesa lo que le pasa al otro y existe una preocupación legítima y real de todos los integrantes de la familia.

5.

recuperar seguridadEsto está dado por la calidad

de las relaciones que hay al inte-rior del grupo familiar y el apego existente. Este punto, al igual que el primero, es uno de los tres pilares, y está directamente relacionado con la contención y posibilidad de sentirse protegido al interior del núcleo familiar.

4.Posibilidad de

mentalizaciónPermite un trabajo de repre-

sentación que da sentido y cons-truye una historia aceptable de lo sucedido. Esto posibilita a la familia a retomar su vida y resignificar las crisis, integrando esa experiencia. No es necesariamente el golpe lo que genera daño, sino que el significado que se le da dentro de la historia familiar. La capacidad positiva se contagia. Si un miem-bro de la familia la tiene, si hay buena vinculación y confían en el otro, no es raro que se trans-mita al resto del grupo. De esta manera la familia se va a sentir beneficiada por la actitud del resto de los integrantes. Es un sis-tema familiar donde cada uno va aportando. Basta que un miem-bro de la familia pueda desarrollar esa mirada y transmitirlo al resto, para que el grupo se pueda ir ha-ciendo más fuerte ante lo que están viviendo.

7. Capacidad de

Para tener en el botiquín de primeros auxilios

A los pilares mencionados se integran,

a juicio de Delage, otros conceptos o fac-

tores que se entrecruzan e interactúan,

potenciando el proceso de resiliencia

al interactuar:

tual, diciendo que hoy

no estamos ofreciendo

esos apoyos a la familia

para que puedan ser

resilientes. Yo te puedo

decir: ‘sí, tú estás pa-

sando por una crisis, llá-

mame, que yo te voy a

apoyar’, pero voy a estar

disponible sólo el primer

mes. Eso no es un ofre-

cimiento concreto. Esto

no te va a permitir con-

fiar que voy a estar ahí

para apoyarte, porque

está condicionado a si

yo tengo o no tiempo

o disposición, por ejem-

plo. La sociedad actual

es muy individualista

y algo que va contra

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36 | | nº6AdopciónyFamilia

Tendencias

la resiliencia es el individualismo. Entonces,

una familia que frente a un conflicto, como

una enfermedad compleja, se aísla, no es ca-

paz de compartir su problema con el resto,

difícilmente va a poder desencadenar estos

procesos positivos”, sostiene Muñoz.

Lo que a ninguna familiale debiera faltar

Si bien no existen recetas mágicas,

sí se ha logrado determinar que una fa-

milia resiliente cuenta con una gama de

herramientas o características que, a la

hora de enfrentar dificultades, pueden

desencadenar e incluso potenciar su

proceso de resiliencia.

Michel Delage sostiene que un elemento

fundamental es que el grupo familiar cuente

con una actitud de esperanza. Será ésta la

que les permitirá sentirse capaces de salir

adelante, lo que implica tener la profunda

convicción de contar con las aptitudes y

apoyo necesarios para hacerlo.

Una segunda característica identifica-

da por Delage se refiere a la contención y

seguridad. Se refiere fundamentalmente

a que siento que si tengo un problema,

voy a tener el apoyo y protección de mi

núcleo. Está directamente relacionado

con el nivel de apego familiar y cómo

recurro a ellos en busca de protección

en momentos de apremio y estrés. Son

personas para quienes con eso basta para

enfrentar las dificultades.

El tercer pilar definido por el psiquiatra

francés es la capacidad de mentalización.

También está muy relacionada con el apego y

se refiere a la capacidad de reflexionar sobre

los procesos que se están viviendo, sobre las

experiencias. Esto permitirá aprender y salir

fortalecidos de una situación complicada. De

las crisis se puede tener resoluciones positivas

o negativas. Sin embargo, una crisis siempre

significará una oportunidad, un desafío. Y

para poder enfrentarlo de manera resiliente

sin duda se necesitará de estos elementos.

Si hablamos en estos términos, es inevita-

ble preguntarse si la resiliencia se hereda. En lo

que no hay dudas es que las creencias y las ac-

titudes se aprenden. “Si yo tengo historias de

fracasos, de vivir momentos difíciles no como

desafíos, sino como algo que me daña, lo voy

a transmitir. Al igual que ocurre con la actitud

que tengan los padres, que son los pilares, lo

que a su vez vi-

ene derivado de

su propia experi-

encia. En térmi-

nos individuales,

se ha visto que

hay personas

resilientes que

tienen grandes

cantidades de

serotonina cir-

culante, que es

una hormona

antidepresiva.

Quizás se po-

dría decir que

las personas

que tienen altas

cantidades de

serotonina van

a ser más resi.

lientes en térmi-

nos biológicos,

af

porque se van a deprimir menos. Pero una per-

sona que tenga menos cantidad de serotonina,

quizás es una persona que se cuida más, que

sabe que no puede estresarse mucho, porque

es una persona que se conoce muy bien y es

exitosa en su vida, de manera muy resiliente”,

agrega Magdalena Muñoz.

Sin dudas, para las familias adoptivas echar

a andar estos mecanismos en el engranaje de

la resiliencia familiar puede resultar esencial,

sobre todo a la hora de hacerlos funcionar en

torno al nuevo integrante de la familia y su

historia, reflexiona Muñoz. “Cómo la vamos

a significar, qué creencias tenemos respecto a

esto, qué actitud vamos a transmitir; vamos

a victimizar, vamos a justificar por un origen

distinto. Cómo es parte de nuestra identidad

familiar, de ser una familia adoptiva, ¿es algo

que nos llena de orgullo? Esto es algo que los

padres van a transmitir a sus hijos, ¿es algo

que debemos ocultarle al resto? Podría ser

una crisis para una familia adoptiva el toparse

con alguna circunstancia de discriminación”.

Entonces, la actitud de los padres será funda-

mental: cómo lo enfrentarán, con qué recur-

sos cuentan, incluso en aquellas etapas en que

la crianza se hace más compleja, como en la

adolescencia o cuando los hijos deciden iniciar

la búsqueda de sus orígenes. Si los vínculos es-

tablecidos son fuertes, los padres no debieran

sentir inseguridad, porque esto no depende

de la consanguinidad, sino del ser familia.

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Columna opinión profesional

| 37nº6 | AdopciónyFamilia

Al comenzar el camino hacia la

adopción, muchos matrimo-

nios se cuestionan las razones

por las que deben ser eva-

luados psicológicamente, lo

que muchas veces es identificado como una

barrera que les separa del anhelo de realizar

su proyecto familiar.

La gran mayoría de los postulantes ingresa

a la evaluación después de un período de es-

pera y dolor, de repetidas frustraciones de su

deseo de concebir un hijo, de frecuentes ilu-

siones, desilusiones y experiencias que fueron

muchas veces vividas como traumáticas.

Cuando aparece la adopción como una alter-

nativa real, se acaban los tratamientos y los

exámenes médicos, que llevan implícito la so-

breexposición de la pareja que lucha por con-

seguir su objetivo a costa de un gran desgaste

emocional, familiar y económico. Sin embar-

go, al embarcarse en este proceso comienza

otro tipo de exposición. Los postulantes ahora

deben desnudar aspectos de su vida personal,

de sus experiencias familiares de pérdidas y

duelos, y deben hacerlo frente a un extraño y

sin una motivación personal a revisar su vida,

más que como una exigencia del proceso; el

matrimonio no viene a descubrir algo sobre

su vida, ni a indagar en sus dolores, poten-

cialidades y posibles conflictos, sólo existe la

premura por consolidar un proyecto, tantas

veces postergado por diversas razones que

nunca han sido excluyentes de dolor.

Sin duda ningún postulante se considera

a sí mismo potencialmente no idóneo, de lo

contrario no se acercaría a una institución

con la intención de adoptar, pero la posibili-

dad de que la evaluación psicológica concluya

en un rechazo, vuelve a exponer al matri-

monio a una situación de estrés y potencial

frustración, viviendo la incertidumbre de

que nuevamente su proyecto sea puesto en

jaque, en una especie de retraumatización.

Con frecuencia se produce el cuestionamien-

to por parte de los postulantes en relación con

que nadie parece evaluar a los padres biológicos,

y ellos pueden reconocer claramente falencias

en amigos, parientes o incluso sus propios pa-

dres, a quienes nunca les fue puesta en duda la

realización de su paternidad.

Para referirnos, entonces, a la importan-

cia de esta evaluación, debemos considerar

primero al niño que va a ser recibido por

esta familia, quien posee una historia mar-

cada por el abandono y que carga con un

dolor latente, que puede actualizarse –y de

hecho lo hará- en distintos momentos de su

desarrollo, de maneras diversas según evolu-

cione en el desarrollo de su pensamiento y sus

posibilidades de interactuar con la realidad.

Es por el bien superior del niño que el dolor

y el duelo del matrimonio debe pasar a un

segundo plano desde el momento que reci-

ben a su hijo, cuyo dolor es ahora el impor-

tante y del que ellos se harán cargo. Deben

acompañar y ofrecer apoyo al niño en la

elaboración de las experiencias que le per-

mitan un adecuado desarrollo, asumien-

do que la historia que lo marcó es parte

constituyente de su ser.

El matrimonio debe ser capaz de acompañar

el dolor de su hijo, sin prestarse a la posibi-

lidad de suprimirlo u olvidarlo, y para ello es

crucial que sus propias experiencias de dolor y

de duelo no hayan sido a su vez suprimidas u

olvidadas, por adaptativo que esto haya resul-

tado en algún contexto o etapa determinada

de su historia. Al establecer vínculos, debemos

usar nuestra propia experiencia para empatizar

con quienes nos rodean, y la elaboración de

nuestras experiencias infantiles, por distantes

y remotas que parezcan, indiscutiblemente nos

marcan en las relaciones presentes, tanto para

nuestras potencialidades como padres como

en cuanto a las dificultades que pudiéramos

encontrar en la crianza de los hijos. La impor-

tancia de la evaluación en este contexto es

que entrega posibilidades de hacer una revisión

de los conflictos de los postulantes, demarcar

áreas que necesitarán ser trabajadas y elabora-

das para poder hacer frente a las necesidades

de los niños, y entregar las posibilidades de

ser contenidos y apoyados para poder sobre-

llevar las experiencias dolorosas que han debido

atravesar antes de la adopción.

La evaluación psicológica de los postulantes

a padres adoptivos abre la posibilidad de ex-

plorar y trabajar aspectos de su persona, desa-

rrollando herramientas personales para un me-

jor cumplimiento de su rol parental, de modo

de potenciar al máximo la experiencia familiar

que ya comienzan a construir a la espera de su

hijo y con el lugar psicológico que se gesta para

recibirlo. Esto beneficia no particularmente al

niño, sino que a la familia adoptiva.

LA EVALUACION DELOS POSTULANTESA PADRES ADOPTIVOS

Bernardo Edwards P.Psicólogo clínico

Fundación San José para la Adopción

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38 | | nº6AdopciónyFamilia

Salud y familia

Cuando se adopta un bebé se

espera que se comporte como

un bebé, cuando se adopta un

niño mayor, se espera también

que se comporte como tal. Ello

nos puede conducir a expectativas erróneas,

que dificultan la comprensión del proceso que

inician, especialmente a los padres.

Un bebé pequeño suele tener facilidad

para encontrarse con su familia adoptiva, sus

procesos de vinculación tienden a darse sin

mayores obstáculos. Sin embargo, la adopción

de niños mayores presupone procesos de vin-

culación paulatinos, tiempos de encuentro que

varían de un niño a otro, que consideren el

contexto en que ha estado inserto, sus expe-

riencias positivas y negativas, las separaciones

y los duelos propios de su historia, incluyén-

dose la mayoría de las ocasiones experiencias

traumáticas: negligencia, maltrato, abuso.

Tradicionalmente entre profesionales y pa-

dres adoptivos se habla de la “adaptación del

hijo a su nueva familia”, sin embargo se deja

de considerar que en esta relación existen

también unos padres que comienzan a desem-

peñar un rol que nunca han jugado o que, si ya

son padres, deberán reorganizar para acoger a

un nuevo hijo. Este proceso exigirá múltiples

ajustes y cambios en su forma de ser familia,

hasta encontrar otro equilibrio. Hablamos

de un proceso relacional, dónde existen dos

partes que, más que adaptarse, necesitan inte-

grarse, ya que es un nuevo sistema. Sin embar-

go, comúnmente se habla de los “problemas en

la adaptación a la adopción”, dificultades que

han sido históricamente puestas en los niños:

son ellos quienes deben adaptarse, quienes se

llevan el peso o, más grave aún, la responsabi-

lidad, como si pudiera ser manejado por ellos,

como si dependiera de su deseo o voluntad.

A mi juicio, el proceso de integración entre

padres e hijo debiera entenderse desde una

mirada vincular, desde el surgimiento de una

relación que enlaza dos deseos, el de una

pareja de convertirse en padres y el de un

niño de tener unos padres, una familia.

En mi experiencia acompañando a niños y

familias adoptivas he visto cómo la tarea de la

adaptación recae en los niños, dejándose a los

padres en un rol más bien pasivo, enfocado a

la tolerancia y la paciencia frente a conductas

que debieran ceder en el tiempo. Estas con-

ductas desadaptativas del niño suelen expli-

carse como pruebas al vínculo, a la relación o

al afecto que estos padres ofrecen. Centrar la

superación de estas dificultades en la pacien-

cia de los padres nos lleva a dos riesgos im-

portantes: por un lado, facilita el sentimiento

de impotencia y desgaste en los padres (cuya

paciencia muchas veces se agota), y por otro,

un riesgo mayor, el restringir la capacidad de

los padres de reflexionar y comprender las vi-

vencias internas del hijo.

En el contexto antes descrito, tienden a

surgir en los niños adoptivos variadas con-

ductas que son vistas por los adultos como

retrocesos de logros adquiridos. Niños que

se dormían solos comienzan a requerir de un

adulto para hacerlo, que antes comían solos

y ahora quieren que se les dé en la boca, que

pierden el control de esfínteres logrado, etc.

Es importante señalar que los niños que

Paulina Ramírez R.Psicóloga infanto-juvenil UCFundación Chilena de la AdopciónVOLVER ATRÁS PARA

PODER CONTINUARLas conductas regresivas en los niños, una oportunidad de reparar en la adopción de niños mayores

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Salud y familia

se van en adopción siendo mayores de dos

años, presentan experiencias de institucio-

nalización muy largas para sus cortas vidas,

donde muchas veces han desarrollado acti-

tudes de “falsa independencia” respecto a los

adultos, adquiriendo conductas que podrían

ser leídas como autónomas, simplemente

producto de mecanismos defensivos o adap-

tativos a una realidad que no siempre ofreció

la compañía o dedicación adulta que necesi-

taban. Se da entonces en estos niños lo que

ha sido descrito por distintos autores como

“sobreadaptación”, “falso self” o “estilo de

apego evitativo”, conceptos que apuntan al

surgimiento de una madurez emocional for-

zosa, antes de tiempo, como una forma de

ajustarse a las condiciones de vida en que

está inserto y/o de complacer a los adultos.

Vemos niños que vuelven a hacerse pipí,

que quieren ser acunados para dormirse, usar

chupete cuando ya lo dejaron, que les den la

comida en la boca cuando ya comían solos,

en suma: cuidados como bebés...

Entonces, me pregunto qué buscan de

sus padres ¿Probar el vínculo construido? ¿El

amor incondicional ofrecido? Ambos pueden

ser formas de leer una conducta que aparece

y que llama la atención de los nuevos pa-

dres. Propongo hacer otra la lectura, esta

vez desde el niño: sentir que en este nuevo

contexto afectivo que se me ofrece puedo re-

cuperar el tiempo perdido, revivir con calma

aquellos procesos que debí saltarme o apurar

como una forma de adaptarme o, por qué

no, de sobrevivir al medio que se me ofrecía.

Dejarme querer, calmar, cuidar, como debió

haber sido en otro tiempo por mis padres, lo

que por distintas circunstancias no pudo ser.

Cuando pensamos en los desajustes como la

posibilidad de regresar a estadios anteriores del

desarrollo que no han podido ser adecuadamente

resueltos, éstos cobran un nuevo sentido para el

niño y sus padres. Para el adulto puede ser una

oportunidad especial de generar ese vínculo pro-

pio de padres e hijos, que sólo se genera con el

tiempo tras acumular experiencias comunes.

Usualmente padres e hijos se lamentan de

no haber podido encontrarse antes, de haber-

se perdido partes de la historia. Creo que es

en este contexto donde las conductas regre-

sivas pueden ser vistas, experimentadas y

entendidas como una oportunidad de revivir

y reparar una parte de la historia que los pa-

dres y su hijo no pudieron compartir.

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40 | | nº6AdopciónyFamilia

Adopción en el mundo

Depresión postadopción:Harriet White McCarthy

el riesgo ignorado

La Depresión Postparto se reconoce desde hace tiempo como un aspecto a contemplar dentro de un

embarazo normal, y se habla abiertamente de la misma, siendo comprendida tanto por la comunidad

médica como por el público en general. Se calcula que entre un 50 a un 80% de las madres que dan a

luz pueden sufrirla en un grado suave, mientras que un 10% sufren de depresión postparto severa, de

mayor duración y síntomas más grandes. La causa de ambas se atribuye a los cambios hormonales, y

familiares y médicos están alerta para poder descubrir los síntomas y apoyar a las madres.

La actitud general ante la Depresión Postparto difiere mucho del silencio y secretismo que rodea a un problema más

sibilino: el índrome de Depresión Post Adopción (DPA), término acuñado por June Bond en un artículo publicado en 1995.

En los casos de adopción internacional, se suma la complicación añadida de que rara vez los niños son recién

nacidos y tienen a sus espaldas un historial de institucionalización o de abandono. A menudo, han de adaptarse

no sólo a su familia, sino a otro idioma y otra cultura, lo que da una dimensión extra a la posibilidad de que su

madre sufra de DPA.

Posibles causasLos pocos estudios que se han realizado al res-

pecto demuestran que el porcentaje de padres

que lo sufren es muy alto. ¿A qué se debe? La

mayoría de los padres adoptivos pasan años

intentando tener un niño al que cuidar. Sus

prolongadas y no siempre cumplidas esperanzas,

sueños y deseos puede provocar expectativas

poco realistas sobre lo que será de verdad ser pa-

dre, y no están preparados para el dolor que sienten

cuando enfrentan su hijo soñado al hijo real.

Los nuevos padres pueden sentirse culpa-

bles por sus emociones ambivalentes, sentirse

resentidos o enfadados con este niño. Creer

en la vinculación instantánea o en el amor a

primera vista es poco realista. Enamorarse de

un niño es como enamorarse de una pareja –

la pasión y euforia iniciales dan pronto paso al

lento y a menudo difícil proceso de ajustarse

a la presencia diaria de otro ser humano.

Falta de comprensión y apoyoA menudo lleva de dos a seis meses sentir

que surge un verdadero sentimiento de cone-

xión y de vinculación. Sin estar preparadas ni

recibir apoyo, las madres adoptivas novatas

intentan dejar de pensar en el tema, sin pedir

ayuda. Muchas temen que si expresan sus

problemas ante un trabajador social o psicó-

logo (justo esos mismos a los que han tenido

que convencer de que serán unos padres

excelentes), dudarán de su capacidad como

padres. Por tanto, una situación complicada

se hace aún más difícil debido a la falta de

comprensión y de apoyo.

La ayuda familiar que las madres biológicas

encuentran siempre tras el parto no es tan

frecuente en madres adoptivas. En muchos

casos, tras años de decepción a causa de sus

problemas de infertilidad, los miembros de

la familia no entienden porqué la madre no

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| 41nº6 | AdopciónyFamilia

Adopción en el mundo

Cómo prepararseSaber que existe la probabilidad de sufrir DPA te dará la oportunidad de prepararte en el caso

de que estés entre la mayoría que padece este síndrome.

La preparación puede incluir hablar el tema con tu médico, así como con el futuro pediatra.

Habla también con tu Entidad Colaboradora de Adopción Internacional, para asegurarte que conocen

la importancia de este tema y saber si tienen recursos para ayudarte en caso de que así sucediera.

Si padeciste depresión en algún momento de tu vida, el riesgo de padecer DPA es mayor,

así que asegúrate que tu terapeuta está disponible por si necesitaras apoyo.

Alerta a tu familia y círculo cercano y explícales que necesitas el mismo apoyo emocional

que si se tratara de un recién nacido.

se siente totalmente feliz ahora que por fin

tiene lo que tanto tiempo ha deseado. En vez

de decepcionar o confundir a su familia, mu-

chas madres adoptivas sufren en silencio, lle-

nas de vergüenza y culpabilidad, sintiéndose

imperfectas o egoístas.

Más frecuente en mujeresEn los estudios realizados a menudo no se

pregunta el sexo a los encuestados, pero se

asume que la mayoría de las respuestas pro-

ceden de mujeres. La Depresión Post Adopción

en padres adoptivos es un tema aún más

desconocido. El estrés juega un papel principal

en lo que imaginamos es una cuestión igual-

mente prevalente. Los nuevos padres adoptivos

son generalmente los primeros en volver al tra-

bajo, y han de combinar simultáneamente la

vida laboral con su nueva paternidad.

DPA y adopción internacionalLa adopción internacional tiene componentes

que aumentan la carga. En casi ningún caso se

adoptan recién nacidos. Entre otras cosas, hay

que tratar con el desconocimiento del pasado

de nuestros hijos, y lamentar las oportunidades

de vinculación perdidas. Vemos a nuestros hi-

jos durante muy poco tiempo antes de que la

adopción finalice, y a menudo descubrimos sor-

presas desconcertantes tras la misma.

Los niños de más edad presentan aspectos

que a veces se adaptan a nuestras familias

con suavidad y naturalidad, y en otras, nos

recuerdan dolorosamente nuestras diferen-

cias. Adoptamos niños que han vivido unas

pérdidas casi inimaginables. Adoptamos niños

que han sufrido los efectos de la institucio-

nalización, hospitalización, abandono y desa-

tención de todo tipo. A menudo adoptamos

niños con necesidades académicas, emocio-

nales, neurológicas y médicas ocultas.

Con frecuencia, los niños adoptados se

vinculan al principio tan sólo a uno de los pa-

dres, dejando al otro triste y decepcionado.

Si a todo esto sumamos el estrés del viaje, el

jet lag, dificultades de comunicación con los

hijos más mayores y los anfitriones en el país

de adopción, la falta de sueño y el shock cul-

tural, es fácil comprender que este potencial

de frustración, indefensión y preocupaciones

es muy alto. En resumen, el caldo de cultivo

idóneo para el inicio de una depresión.

EfectosAl estudiar los datos referentes a la du-

ración de la DPA surgió una conclusión preo-

cupante. Mientras que la depresión postnatal

leve es de corta duración, el 77% de los que

sufrieron DPA afirmaron hacerlo durante un

periodo de 2 meses a un año. El 85% afir-

maron que la DPA afectó su salud (pérdidas o

ganancias de peso considerables, alteraciones

del sueño y dolores de cabeza) y el 70%, que

la DPA había afectado el proceso de vincu-

lación con su hijo.

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42 | | nº6AdopciónyFamilia

Adopción en el mundo

Traducido y adaptado por postadopcion.orgPost Adoption Depression, The Unacknowledged

Hazard de Harriet White McCarthyCopyright ©2005 Post Adoption Information.

Aceptar la DPAPrepararse para la DPA es la clave para

superarla y acortar su duración. Acepta el

hecho de que adoptar conlleva ciertos ries-

gos. Espera sorpresas, frustraciones, y pasos

atrás con tu hijo. ¡Y alégrate si no los hay!

Intenta aprender cuanto puedas de la pater-

nidad antes de que tu niño llegue a casa. Los

procesos de vinculación y apego son lentos.

Aprende a ser paciente y a darte, tanto a ti

como a tu hijo, el tiempo necesario para que

se vayan formando esos lazos.

El viaje de la adopción no acaba el día que

tu hijo llega a casa, sino que es ahí cuando

comienza. Prepárate: seguirás sintiendo que

Cómo enfrentarse a las crisisHay pautas que sirven tanto para el primer periodo tras el parto como tras la adopción.

Al volver a casa de tu viaje, asegúrate que tienes el tiempo necesario para “hacer nido”.

No te sientas culpable por mantener las visitas a raya durante las primeras semanas. La excepción

ha de ser alguien cercano que puede prestarte la ayuda necesaria en los temas domésticos como

para dejarte el tiempo necesario para dedicarte a tu hijo y comenzar el proceso de vinculación.

Intenta alargar la baja maternal al máximo.

Sacar a tu hijo a pasear es uno de los grandes placeres de la vida: divertido para los dos, y

beneficioso para la vinculación.

Si no tienes pareja o ésta no puede ayudarte, busca a alguien que te ayude y te permita

descansar, hacer recados o, simplemente, cuidarte.

Tus nuevas competencias como padre a menudo hacen que te vuelvas algo más incom-

petente en otras áreas de tu vida… No te sientas culpable si la casa no está impecable o

las comidas son más bien básicas. Prepárate a poner casi todos los aspectos de tu vida en

“pause” hasta que todo se asiente un poco. Si eres de las personas que necesitan que todo

esté perfecto, organiza que alguien lo haga por ti.

Si tienes pareja, uno de los cambios más profundos que implica la p/maternidad es en la

relación de los dos. Prepárate para el cambio y mitiga el impacto negativo reservando un

tiempo exclusivo de los dos, sin niños. Es parte vital de una buena paternidad: no sólo para

vosotros dos, sino también por el mensaje que transmite a tu hijo: una relación fuerte, con-

fiada y cariñosa entre los dos es uno de los mejores regalos que puedes hacer a tu pequeño.

Si eres tan afortunado como para disfrutar de una relación de pareja segura y feliz antes de

la adopción, esfuérzate en nutrirla y mantenerla.

Intenta dormir cuanto puedas y haz ejercicio. El aire fresco y un paseo a buen ritmo hacen

maravillas a la hora de mitigar la depresión leve.

tus emociones son una montaña rusa durante

al menos otro año. Y si el niño tiene proble-

mas, ¡prepárate para dos años!

· No dudes en pedir ayuda.

· No tengas miedo a decirlo. Contacta con

foros de adopción, grupos de padres adoptivos…

Busca personas con experiencias similares.

· Reserva tiempo para ti y tu pareja, así

como tus otros hijos si los tuvieras. Mantén

los estímulos externos y la presión laboral y social al mínimo cuanto puedas.

· Pide a tu círculo familiar y de amigos que

te entiendan y respeten tus nuevas decisiones.

· Acepta tus limitaciones y no tengas miedo

a fracasar. Aprendemos a base de equivocarnos.

Si tu adopción resulta complicada, recuérdate

cada día que el día siguiente será mejor. Porque

lo será.

Y, sobre todo, recuerda que lo que sientes

es una respuesta normal al estrés, que no es-

tás sola y que dispones de ayuda y apoyo para

esta complicada fase de tu adopción.

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Columna

| 43nº6 | AdopciónyFamilia

UN D

ESAF

IONO

MEN

OR

Marta Hermosillapsicóloga

especialista en adopción

En general en nuestro país, los matrimo-

nios desean adoptar niños pequeños lo

más cerca de su nacimiento posible, y

ello es comprensible, pues el niño ha te-

nido, desde su llegada a la vida, menos

tiempo de abandono. Es posible educarlo como cada

cual cree es lo que debe hacerse, por lo tanto, es

más de uno mismo. Si, además, el niño es parecido a

alguno de los padres, la ilusión es mayor. Uno como

padre o madre adoptivo se siente bien cuando le di-

cen: “¡Cómo se parece a ti!”. Emociona.

Un niño “mayor” es primero un niño y después es

un “menor”. Pero en adopción se habla de “niño ma-

yor” cuando el pequeño ha dejado de ser lactante, o

sea, tiene más de dos años. Este tipo de adopciones

comienza lentamente a crecer en nuestro país,

haciéndose evidente la necesidad de atender a nue-

vas exigencias y demandas en la familia.

Cada ser humano tiene una historia, que cubre desde

que nació a cualquier momento de la vida, y una “pre-

historia” (término acuñado por la psicoanalista argentina

Eva Giberti), desde que fue concebido hasta que nació.

Lo sucedido en ambas “eras” es de importancia para su

desarrollo futuro. Los abandonos en cualquiera de esas

etapas o en ambas, van a ser una herida que sólo una

aceptación total en el amor va a ayudar a reparar.

Podemos imaginar que el niño, en forma inconsciente,

va desarrollando un razonamiento de autodevaluación,

responsabilizándose de sus diversas experiencias de aban-

dono, y que genera conductas provocativas, negativas,

difíciles de manejar para los padres adoptivos.

Pese a ello, es posible llevar a buen puerto un desafío de

esta índole. En una publicación hecha en Estados Unidos,

se mostraron los resultados de un estudio sobre las dife-

rentes etapas que viven los niños en sus familias adoptivas.

La primera etapa es el período de luna de miel. Esta

no se presenta en todos los casos y corresponde a un

corto período que dura mientras los posibles padres

conocen, visitan y pasean con el niño. Durante este

lapso el niño está ansioso por complacerlos y se com-

porta como cree que se espera de él. La dinámica

subyacente a este período es que la ansiedad del niño

es tan intensa, que tiene que negarla.

Rápidamente, al irse el niño a vivir con su nueva fa-

milia con miras a ser adoptado, la ansiedad contenida

emerge y con ello termina la fase inicial y comienza

la segunda etapa, el período de prueba, o de “acting-

out”, que corresponde a una necesidad inconsciente

del niño de comprobar la hipótesis de su “no valer”.

Ésta es una etapa larga y muy difícil para los pa-

dres adoptivos. Aquí ocurren los más graves proble-

mas de conducta de los niños, que entran en una

verdadera escalada de agresividad y destructividad.

Es importante que los nuevos padres sepan que el

niño requiere sentir repetidamente que es aceptado,

para poder permitirse creerlo.

Finalmente, si los padres han tenido la compren-

sión y las conductas adecuadas para aceptar al hijo,

pese a su comportamiento, llega la etapa de incorpo-ración. Cuando el niño entra a esta etapa, comienza

a abrirse a su nueva realidad, a aceptar que estas

personas pueden quererlo. Los progresos se dan ini-

cialmente en pequeñas circunstancias, mezclados

con períodos de regresión, antes de la siguiente de-

mostración de apego. Esta regresión a niveles evolu-

tivos previos es el “mecanismo que permite encontrar

la nutrición que no tuvo en sus primeros años”. El

revivir estas etapas hace posible que el niño ingrese

al nuevo sistema familiar.

Cuando un niño es adoptado adquiere una nueva

familia, pero pierde los anteriores objetos de su afec-

to, por parciales que hayan sido. Pierde, además, un

ambiente conocido y al cual está acostumbrado, don-

de su forma de expresarse es la misma que la de los

demás y donde sabe lo que de él se espera. Se puede

considerar que el niño al dejar su vida anterior, por

carente y deficitaria que haya sido, vivencia un duelo,

aunque gane nuevos afectos y un nuevo ambiente.

El que los padres sepan anticiparse y reconocer cada

etapa que vive su hijo y puedan actuar en la forma más

adecuada para las situaciones que cada etapa genera, ha

sido en la experiencia de la institución que realizó el es-

tudio, un factor decisivo para el éxito de las adopciones.

Se dice que el saber lo que viene es tener ya la

mitad de la solución. La otra mitad la da el humor, la

capacidad de entrega y la paciencia.

Un desafío no menor para que la adopción de

niños mayores pueda permitirle a aquellos que han

vivido abandonos, a ser por fin niños, poder reír,

poder amar y ser amados.

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44 | | nº6AdopciónyFamilia

Reseña

Kung Fu Panda 2Película

MOTHER and CHILDPelícula

Este film relata tres historias de

mujeres cuyas vidas se entrelazan.

El elemento común es la adopción

y cada una lo vive desde un ángu-

lo diferente: la primera, de unos

cincuenta años, cedió en adopción a su hija

siendo adolescente; la segunda fue adoptada

apenas nació; y la última no puede concebir y

desea adoptar un niño. Este drama explora las

vivencias de los diferentes protagonistas de la

adopción, adentrándose en su dolor, sus te-

mores, deseos y esperanzas.

En el camino de enfrentar los duelos que las

marcaron, se evidencia la importancia de los

vínculos en sus vidas. La relación con la madre

y la elección de pareja guiarán este recorrido

que llevará, finalmente, a la reparación y re-

dención de la vida de los personajes.

Esta película refleja una realidad muy dis-

tinta a la nuestra, ya que se centra, entre

otras diferencias, en procesos de adopción

abierta, en los cuales la progenitora es quien

selecciona a los adoptantes, sin acompaña-

miento ni preparación adecuada, tanto para

madre biológica como para los padres adop-

tivos. Pese a ello, nos invita a reflexionar so-

bre el sentido de la adopción y los distintos

alcances que tiene en nuestras vidas, com-

prendiendo que todos los actores de este

proceso están conectados entre sí y cuyas

decisiones tienen implicancias mutuas.

El recorrido nos lleva desde la conjunción

entre el deseo de una pareja por adoptar

y la intención de una mujer embarazada

por ceder a su hijo, hasta el proceso de

búsqueda de orígenes y el reencuentro con

la propia historia. Las actitudes, creencias y

emociones que despiertan la adopción como

proceso continuo en la vida de sus protago-

nistas, van decantando en la necesidad de

enfrentar y reconciliarse con el pasado, con

sus orígenes, dando sentido y coherencia

a la propia historia y permitiendo elaborar

aquellos duelos que marcan sus vidas.

En esta segunda parte vuelve

el simpático Po, el oso panda

torpe y con sobrepeso, quien en

la primera animación logra con

su tenacidad conseguir el título

de “Guerrero Dragón”. En esta ocasión, con

sus compañeros y amigos maestros del Kung

Fu, deberá realizar un viaje hacia la ciudad

de Gongmen, con la misión de detener

a Lord Shen, quien tiene una nueva arma

con la que pretende destruir la tradición del

Kung Fu y dominar a China.

Sin embargo, en esta misión Po deberá

iniciar otro viaje, uno más interno y personal,

el de la conquista de la Paz interior, como se

lo había señalado el maestro Shifu.

En esta travesía, Po se encontrará con la

otra parte de su historia, la de sus orígenes,

aquella que estaba oculta y silenciosa, pero

que puja constante e inevitablemente por

emerger. Sin embargo, nuestro gran amigo

se atreve a explorar sus recuerdos, aquellos

que a veces lo perturban y confunden, los

que traen las imágenes difusas de sus padres

biológicos dejándolo en una canasta.

Este es un camino que para cualquier hijo

adoptivo resulta difícil, en que debe enfrentar

su pasado, traerlo al presente y confrontar

ambos aspectos de su vida, para finalmente

conjugarlos y construir una identidad completa

e integrada. Po no sólo tiene la fortaleza y

coraje para hacerlo, también tiene el amor

generoso del Sr. Ping, su papá adoptivo. Y

cuando un hijo sabe que cuenta con el apoyo

y el afecto incondicional de su familia, puede

iniciar cualquier viaje, por más difícil que sea,

en busca de la paz interior.