nicotina 3

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REVISTA DE LITERATURA Y OTRAS HIERBAS

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Page 1: NICOTINA 3

año dos número tres

edición digital

revista de literatura y otras hierbas

Page 2: NICOTINA 3

ÍNDICE

Editorial No se sabe muy bien el sentido de entregar una editorial. Podría ser un resumen o una presentación del contenido interno, pero en el caso de la literatura aquel contenido es incontinente. Dar a conocer la insana patología que padecen los que se dedican a esta cosita, sería otra opción, pero de todo parece haber en los viñedos del sr. Expresar el sentir del grupo editorial, tal vez. Pero eso es algo ridículo, para eso están los textos escogidos. Tal vez surge de la necesidad de rellenar el vacío (en todos los sentido posibles) o simplemente constituye un distinto género literario. De este modo, en el espacio que sigue, complete usted esta editorial, mejor...

poemas de Ingrid odgers poemas de jorge abarca

¿Phoenicoperus? A veces.

diario de motocicleta poemas de juan torres

único

3 5 9 12 14 15 16

la suerte de algunos. Esther mora

Sin título. C. ogalde Moomba. Condemarzo

Eladio Hernández: Esperpento. m. gonzález

4 6 8 10

el amante de las nieves. R. flores

microrelatos de elena de latorre microrelatos de

Boris sánchez

11 11 13

deudas de chile: premio nacional de literatura. ingrid odgers

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Page 3: NICOTINA 3

HAMBRE III

Cuánto tiempo de nada y

mala hierba

Te ubico en mis recuerdos

Deambulo escenarios como ola

Y todo crece en la ausencia

Y todo muere en la cruda mudez

Hay un ojo mío pegado a tu figura

Y un deseo

El toque de clarín

En mi lente nocturno

Risa …………….ironía …

El mar se esconde

Una luna apagada me empuña

El viento me lleva

Desapareces

La tierra engulle

Y DOMESTICA.

Y DO-MES-TI-CA. Y DO-MES-TI-CA.

TRAZOS Una simple enumeración de las cosas Las infinitas posibilidades de ordenar los libros. Las vocales Las palabras Como un crucigrama impasible Mi nombre cuelga de un acróstico Y yo dibujo bobadas en la esquina de una hoja cuadriculada

Exactamente al margen derecho Una estrella rudimentaria Un sol de manta y sombrero Una araña eléctrica en el inferior izquierdo Una simple enumeración de las cosas Una sucesión de acordes De pasatiempos Una silueta definida como el bosquejo de una sombra guiña un ojo sorprendida ¡Ah! Las palabras Alza las cejas un hombre de bigotes y yo guardo las vocales debajo de la mesa.

Analista de Sistemas, gestora

cultural, poeta, ensayista,

narradora y crítica literaria.

Miembro del Comité Consul-

tivo Nacional de la Cultura y

las Artes de Chile (2007-

2008). Editora de la Revista

de literatura La silla y de la

Antología Virtual Poetas del

Mundo. Ex Directora del

Sindicato de Escritores de la

región del Bíobío. Su obra ha

sido incluida en la Historia

de la Literatura Hispanoame-

ricana de Polonia y actual-

mente es traducida en Euro-

pa.

Page 4: NICOTINA 3

El Chalo y Marieta bailaban en la pista de una ramada desde hacía bastante rato, a veces eran unas rancheras de las más entusiastas y gozosas, otras un bolero apretado que les permitía acercarse por completo, de pronto fue una cueca la que sonó y ahí estaban ellos para moverse al compás del baile nacional.

Afuera la población bullía y los volantines al fin libres como el humo que expedían los anticuchos, la chicha también se distribuía libre y gratis desde los barriles, el alcalde para congraciarse con su comuna había hecho llegar varios barriles de la bebida dulce, que según él no provocaba los daños que si podía producir el vino.

Las cuecas continuaban con esa alegría apresurada que rompen con cualquier tristeza y hacen de la vida una fiesta de renovación primaveral, un momento gozoso en que el zapateo de los bailarines culmina en el éxtasis de la conquista, de la persecución que por analogías anteriores hacen ver el juego erótico entre la gallina y el gallo y de pronto los ojos coque-tos entre tímidos y osados de la morena y la fuerza que despliega el varón nos retornan a la realidad de que no son simples aves.

Y es en estos días en que se celebra la libertad, la independencia de la patria, desde un rincón atisba con oscuridad Ramón que sueña con la libertad de escoger a la madre de sus hijos y cruza la pista de baile para alcanzarla, con resolu-ción alocada se dirige a los danzantes de cueca y arranca a Marieta del lugar.

Chalo, el bailarín, reacciona de acuerdo a los códigos aprendidos y saca sin demora un arma cortante y se la pone, en un azar favorable para el intruso, justo debajo del corazón, alguien ayuda al agredido, rápidamente todo se hace muy borroso y lento, ya no se escucha absolutamente nada.

Marieta ya se ha lucido con varios gritos extremos y las hermosas piernas que la sostienen se le convierten en arena y también cae.

Pasan algunos días y Ramón ha escapado con vida de la agresión de Chalo. Murmura entre dientes su mala suerte, que esta nunca termina, que empezó cuando su madre lo dejó botado, cuando sus parientes tampoco quisieron hacerse car-go de él, ahora la Marieta también le jugaba chueco.

Espera paciente, y con obsesiva psicosis, que entre al bar el Chalo para aplicarle el mismo golpe que él recibiera. Re-curre al poder del olvido más completo para apaciguar su dolor, mientras vigila no para de beber. Ve entrar al guatón Ri-quelme, el guatón que le pegaba en la escuela básica, como no tenía a nadie que lo defendiera, lo pateaba en el suelo cuan-do se le daba la gana, logra verlo a través de las dos ranuras nebulosas en que se ha convertido su visión, ese día que boxearon a puño limpio el guatón como de costumbre hizo trampas y con zancadillas lo volteó para que todos se rieran de él…era demasiado soportar, era inaguantable aceptar siempre ser perdedor, su madre lo había botado, sus tíos lo olvida-ron, del padre no se supo.

Y el guatón ahí estaba con su sonrisa burlona, que hubieran otros acompañándolo no le importaba y la suerte de nue-vo no favoreció a Ramón, porque aplicó el arma con blandura y facilidad en el centro del pulmón de Riquelme.

(Santiago, 1953), con estudios en Ciencias Naturales y Sociolo-gía en la Universidad de Con-cepción, ha publicado varios libros de cuentos y poemas tales como: CHILOE EL OLVIDO, Poemas, Linares, 1992, EL DUENDE DONDE, Guión-cuento infantil, Ediciones Vitral, Talcahuano, 1998, VIVENCIAS DE UN BEBE, Mensuario, edi-ciones Artemisa, Concepción, 2003, LA REINA DE LA MIEL Y OTROS CUENTOS, ediciones Zona Gráfica. Como gestora cultural obtuvo Premio Consejo Nacional del Libro 2007, con el Proyecto “Nuevas ediciones de Revista Artemisa”.

Page 5: NICOTINA 3

Pseudónimo de Patri-cia Tamblay, escritora de extranjera residente en nuestro país. Ha publicado Coprola-lia, 2008, Ediciones La Manito, Concepción El Año de Charles Bronson, 2008, inédi-to . Su ultima publicación “Doméstico y Sexual”, ha recibido diversas distinciones. Tiene en preparación el título Más Domésti-co y Más Sexual y una gira con el colectivo Tres Mujeres Nueva-mente.

A mi no me da vergüenza Venir al consultorio

No me molestan los abuelitos tosiendo Ni el eco de las vacunas

O de las pataletas en control sano

Por ejemplo Esa chica bajita Con escoliosis

Y cabeza de dado Es como si viviera aquí

Y me confidencian unas embarazadas De que no hallan las horas

Que las embaracen de nuevo

¿Es normal que me exciten Embarazadas ajenas?

Y no me siento tan solo Hay harto palito tímido fino

Inyectando paseando Repartiendo leche

Sumado a esto La cantidad de auxiliares

Paramédicos cojos y caderitas Que predisponen a la concurrencia

Lo que una no entiende Es que ese es su trabajo

Y ni que tatita dios Ni la presidenta Los pusieron allí

Para sembrar el horror Y la impaciencia

Page 6: NICOTINA 3

La mujer abrió la puerta, entró rápido, el frío de la calle mor-

día sus carnes. Se acercó a la estufa y la encendió. Se quedó

un momentito parada enfrente, sintió el calor que hacía huir

los temblores gélidos de sus manos y piernas. Se quitó el go-

rro, la bufanda, los guantes. Calmó su respiración, inspiró

hondo. Sintió el aroma de su hogar. Escuchó el silencio pla-

centero del merecido descanso nocturno. Luego se dirigió

hasta el aparato de radio y lo encendió. Acordes melodiosos y

lentos inundaron su espacio. Después fue a la cocina, se pre-

paró un café humeante y se instaló en el sofá. Tomó la aromá-

tica bebida con placer. El calor colmaba su interior. Se fue re-

lajando. Comprobó la sensación agradable del ensueño en-

vuelta en la música y el calor hogareño. Poco a poco se quedó

dormida. Nuevamente en forma brusca sintió el tan temido

frío de la calle, el dolor álgido en sus pies, que ya no eran

pies, sino cuatro patas, peludas, pequeñas, mojadas por la llu-

via. Su barriga también estaba húmeda y con fuertes punza-

das por la mordedura desgarradora del hambre. Sus ojos irri-

tados. Su oreja derecha ardía de dolor, un dolor más cruel

que el mismo hielo. Temblaba de pies a cabeza. Evocó la pelea

en donde su oreja quedó colgando por una certera dentellada

que también colgó su dignidad de perra abandonada al no lo-

grar el botín tan anhelado: los restos de comida de un basure-

ro nocturno que le fueron arrebatados del hocico fieramente

por su adversario, otro perro callejero como ella que luchaba

por el sustento diario. Continuó caminando por la calle moja-

da, ya casi desfallecida. De pronto, al otro lado de la vereda

divisó otro tarro de basura donde aún no había llegado nadie.

Su corazón se aceleró por la emoción del hallazgo. Se lanzó

frenética para alcanzarlo. En su loca carrera no vio el auto

que se le abalanzó. El golpe la tomó por sorpresa. La lanzó

por los aires. El ruido de los neumáticos, las luces, los gritos,

también la sorprendieron. Se preparó mentalmente para ate-

rrizar, rogando que el golpe no le quebrara algún hueso. Sin-

tió que perdía el conocimiento. Hizo un esfuerzo, otro más,

para no perder la conciencia. Entre la oscuridad y somnolen-

cia logró despertar. Estaba húmeda de sudor, miró asustada,

su corazón latía a mil por minuto. Abrió los ojos y lo primero

que observó fue la luz incandescente de la estufa encendida.

Estiró las manos, casi vuelca la taza que tenía en su regazo.

Se puso de pie y la llevó a la cocina. Respiró aliviada. Todo

había sido un sueño. Un mal sueño. Miró la habitación nue-

vamente, reconoció sus muebles, su estufa, su sofá. Se sintió a

salvo. Rió de sus temores. Ya más tranquila se recostó nueva-

mente. Pensó en lo afortunada que era al estar abrigada de la

inclemente lluvia que advertía en su ventana. Sus ojos nueva-

mente se fueron cerrando en la delicia de la penumbra cuan-

do un golpe seco la despertó, notó el cemento mojado y el rui-

do de sus huesos al quebrarse. Una horrible punzada en el

costado y por su hocico percibió un hilillo cálido y viscoso que

llegaba hasta su oreja. Quiso ponerse de pie y no lo logró. Co-

sa rara, ya no sentía dolor ni frío apenas unos espasmos la

recorrían. De reojo miró y su cola, su preciosa cola velluda,

orgullosa, estaba embarrada de lodo y sangre. Sintió que unas

manos la arrastraban hasta la orilla y un ruido de motor en

marcha. Otra vez trató de pararse, de sacudirse, entonces

comprendió que la casa, el sofá, la estufa, el café, habían sido

un sueño. Ella, la perra callejera se dormiría en el único

hogar que conocía: la calle.

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El mar entra a borbotones por la buhardilla

El seco se humedece bajo un eco de su pubertad Los dones de la infancia son blasones de su hamartía

Ahora al fin del árbol se ve delfín sobre la esperada ola

Hay una falla Una sola: Él ya no es el calcetín de los venados El ruin de Delfos que lo hizo paria le está tarareando un aria a contratiempo

El festín es Hamelin: Cornetín que a sus colibríes

lleva hacia el agua Acaso llueva en el corazón del druida

(ah incomprendido suicida) pero calla

Quizá llueva ahora mismo en su longeva sed de Adán pero sin diente para manzanas

(Serpiente se santigua en una cueva)

Eva no es culpable Eva se contenta con ser dos La hamartía es el oikós de Adán

Su recua de escombros lleva

un borrego en los hombros Y pretende hablar con Dios

Pedro Péglez González. Nació en La Habana en 1945. Poeta, periodista e historietista. Miembro de

la UNEAC y de la UPEC. Se desempeña en el periódico Trabajadores, donde ejerce la crítica litera-

ria. Tiene publicados los cuadernos de poesía para niños Canciones de abril y julio y Hacer y hacer,

el cuaderno La ciudad como testigo, el plegable Glosa por ti, los decimarios Los estertores del agua,

Viril mariposa dura, (In)vocación por el paria, La noche es ella, El ácana diluvia, Tribulaciones del

arca, Paflagonia de noche según el condenado y Cántaro inverso, y el poemario en versos libres

Últimas puertas podadas por la nieve. . Preside el grupo de poetas Ala Décima, con base en Alamar,

Ciudad de La Habana, Cuba. No deje de consultar su página web: www.peglez.blogspot.com

Page 8: NICOTINA 3

Fuerte como la rabia que llevaba adentro era el nudo que lia-ba las negras manos de Moomba. Recordaba, mientras le invitaban a caminar con la punta de una lanza, las enseñanzas de su padre, tam-bién guerrero y luego muerto. “Carne por vida”, le había señalado más de una vez cuando niño, al ritmo del pulimentado afilar de una lanza idéntica a la que le besaba la espalda desnuda. El problema esta vez estribaba en que la carne era él y la vida emanaría de los sanguinolentos tragos de sangre donados de sus negras venas. Re-cordó también el relato de la reina Mtombazi, matriarca ancestral de su pueblo, quien, engullendo los senos de sus rivales alimentaba su honor, valentía y potencia sexual. Le acomodó esta idea y pensó que tras su deglución habría mejores señores y guerreros con indepen-dencia del bando y que, a propósito de lo mismo, tal vez, Unkhulu, el padre y el principio, se había enojado con él, por eso de yacer con la prima del rey Buthezeli, y le había dado este castigo, aunque nadie sabía del hecho. Despertó de la ensoñación frente a un altar de pie-dra y una pira grande como un elefante y roja como la sangre que le empezaba a arder. Pieza central del festín antropófago, convocó las imágenes de un pasado no muy lejano en el cual había sido iniciado de manera similar, no más que los comensales eran menos que los seis guerreros que permanecían en el trance ritual de la danza des-bordante que el mismísimo y oscuro Uhlanga dirigía desde las entra-ñas de la tierra y sus pantanos. Recordó como su padre le había da-do a probar de las pantorrillas y el pecho de dos bahimas y que de la carne de sus frente y ojos emanaba el poder para anticipar a los ene-migos que él mismo no había podido prever hace algunas horas. Tal vez Unkhulu no estaba molesto y sólo le enviaba una prueba como

guerrero. Moomba comenzó entonces a buscar las vías de escape hacia su verdadero destino y a rechazar la idea de entregar su sangre a las hojas del menegumba, que, a modo de cáliz, mancharían de ro-jo caliente las fauces de sus enemigos. El joven guerrero sabía que toda salvación pasaba por decisión divina y que, sin rayo mediante, su vida sería literalmente consumida. Unkhulu no abandona, Un-khulu no abandona, repitió mil veces a modo de mantra al mismo tiempo que, piedra en mano, los bahinas hacían brillar el filo de una cuchilla. Los testículos se le encogieron al malogrado Moomba pues conocían su destino digestivo, alimento de toda virilidad. Los seis co-mensales elevaron el fuego de la pira lo más alto posible y procedie-ron a despejar la piedra sacra del sacrificio hasta ahora atestada de lanzas, pieles y tocados. Éstos fueron a dar directamente a la cabeza, las pieles al suelo y las lanzas donde no incomodaran mucho. El más filudo de los cuchillos caminó hacia Moomba de la mano del más pe-queño gourmet. Un corte en la palma del prisionero dejo una estela sanguinoleta que sirvió para marcar una onda en su propia frente. Pero Unkhulu no abandona e hizo sonar su trueno celestial y temerario. Las luces de su gloria se confundían con el polvo de su grandeza y sus cientos de manos y piernas asieron a los cazadores y al cazado para absolver a todos del crimen tribal al que se proponían dar inicio. Ahora se ve a Moomba y los bahimas, tristes y cansados, co-miendo de aquella basura insípida en el mismo tiesto, allá atrás, en los comedores caucásicos de la esclavitud.

Page 9: NICOTINA 3

Autoabandono por convicción…

lágrimas que curan haciendo hue-llas

en la tierra, tierra fría…

Besos en las manos que anuncian

lo inevitable…

Suspensión de puntos en papel,

pues… lo demás se cree saber.

Ojos en llama… se extingue.

Verbos que rebotan en materias

arrugadas,sinuosas y a la vez na-da:

cerebro.

Plumaje lleno de esputo,

plumaje violeta se recorta en pai-saje

naranja…,en paisaje de rocas y polvo.

A cuestas, culpa de nadie…

a cuestas, culpas de todos…

Contemplación de tierras baldías,

el ave vuelve a llorar,

es agua ligada con sangre.

El fuego se hace líquido…

Se consume a sí mismo.

Las llamas chocan entre sí

haciendo olas de desespero,

se consume este ser…

¡Elí, Elí…!

Ha muerto…

Page 10: NICOTINA 3

Todos los jueves Eladio Hernández se dirige al correo ubi-cado a tres cuadras de su casa para recoger la correspondencia llegada a nombre de” solitario”.podría ser un corto paseo por colo colo para cualquier persona. Pero no para el. Resulta ser tan aparatosa e innumerable la ortopedia metálica que lleva unida a su cuerpo que además de tornarle excesivamente tra-bajoso el andar no logra jamás pasar inadvertido. La gente lo conoce y lo saluda, por lo cual, Eladio Hernández ha desarro-llado una suerte de coraza mezcla de risa y jadeo muy adecua-da y de algún modo muy atractiva, tanto que llego a ser porta-da en La Gaceta por su afición a coleccionar antiguos recortes de diario de pequeñas noticias que no llegaron nunca a ser ti-tular .todo el mundo lo felicito fue su momento de gloria, como contaría mas tarde. Las puertas del correo se abren al ver a Hernández. No le resulta difícil encontrar su casilla, girar la llave y ver su expresión serena, aunque siempre complicada al salir cargando los incontables sobres que, sin saberlo, las em-pleadas del correo han escrito por años para el todas las sema-nas pues su casilla no ha sido pagada en tres años.

Page 11: NICOTINA 3

EL AMANTE DE LAS NIEVES. El amante de las Nieves vivía en el 940 de la calle Barón hasta que los dos esposos de las respectivas hermanas le dieron muerte de nueve puñaladas una tarde de agosto. Actualmente ambos cumplen cadena perpe-tua. Se rumorea que las Nieves tienen nuevo amante. Rodrigo Flores

Había olvidado su celular sobre la mesita ratona, éste comenzó hacerse oír con algunas notas de Mozart. Ella estaba en la sala de baño dándose algunos retoques a su glamoroso atuendo. La maquinita insistía en ser atendida. La tomó el marido y con asom-bro puedo oir: -Luisa, mi amor. Te refresco la memoria porque ya no resisto el ham-bre de este animal convertido en demonio, estoy rígido, erizados los cabellos tan sólo pensar que juntos beberemos de las fuentes del placer y las emociones, de los jugos del amor. Te recuerdo. ¡No vayas a olvidar pedirle el dinero al gaznápiro de tu marido!… Cuando ella muy elegante salió al vestíbulo, encontró la puerta abierta y sus maletas con todas sus pertenencias se encaminaban hacia la calle. -Perdone señora, y nuevamente se retiró para contestar la ineludible maquinita. De regreso, la patrona, nerviosa porque se acercaba la hora en que llegarían los invitados, trató de seguir dándole instrucciones para hacer el pan de royal siendo interrumpida una y otra vez por la enervante maquinita. De improviso y cuando ya había pasado media hora y el pan debió estar sobre la mesa, dijo a su empleada: -Perdone usted Guillermina, mientras le entrego la receta asaremos su celular. Y de un manotazo se lo arrebató tirándolo dentro del horno. Elena de Latorre

Page 12: NICOTINA 3

(CONCEPCIÓN, 1960). (CONCEPCIÓN, 1960).

Ha publicado cuatro poemarios,

Ha publicado cuatro poemarios,

todas autoediciones artesanales.

todas autoediciones artesanales.

Ha sido distinguida con mencio-

Ha sido distinguida con mencio-

nes honrosas en concursos litera-

nes honrosas en concursos litera-

rios regionales. rios regionales.

Actualmente desarrolla un trabajo

Actualmente desarrolla un trabajo

en décimas que ha causado a nivel

en décimas que ha causado a nivel

regional un profundo interés por

regional un profundo interés por

su creación literaria su creación literaria

A VECES…

una paloma que come migas de pan,

otras veces…

gavilán

que desgarra,

aunque no coma el corazón

que se asoma

con su rítmico latido;

volando lo lleva al nido

donde muere desangrado

el corazón separado

del cuerpo donde ha vivido.

algunas veces…

alondra

que en las alturas del cielo

deja el bosquejo de un vuelo,

fugacidad de una sombra.

y a veces…

su trino nombra

las tres sílabas de mi nombre

que lejos de aquí

levita sobre sus rosas,

porque a veces…

mariposa

y otras veces…

colibrí.

Page 13: NICOTINA 3

EL RETRATO DE MI PADRE Nunca conocí a mi padre. Cuando cumplí 40 años lo vi por primera vez en una foto de un álbum fotográfico. El se había suicidado a los 32. Absurdo y real. Ahí estaba mi padre, mucho más joven que yo SE CAYO EL SISTEMA Esa mañana cuando entré a la oficina y escuché a mis compañeros decir: hoy se suspenden todas las actividades... pues,... se cayó el sistema. Mi alegría fue indescriptible. Yo lo sabía. Era cuestión de tiempo. El capita-lismo tenía los días contados. De inmediato levanté el puño izquierdo y em-pecé a entonar La Internacional. Eso sí, debo reconocer, siempre fui un poco exagerado para mis cosas. ILUSIÓN OPTICA Después de obtener el primer lugar en una carrera de motocicletas, ser el mejor samurai, haber conquistado la cima del Everest y ganado todas las batallas, Juan, aún no entiende, que tiene que apagar el computador y ter-minar de hacer el aseo en la oficina donde trabaja como Junior.

Profesor de Literatura, Escritor,

Fotógrafo, ex integrante del BA-

FONA (Ballet Folklórico Nacio-

nal de Chile) Con estudios en la

Escuela de Teatro de la Univer-

sidad de Chile. Fundador del grupo folclórico Wiracocha.

Como músico participa y acom-

paña al folclorista Rolando Alar-

cón en la grabación de su disco

“Canciones desde una Prisión”.

Sus relatos han aparecido en la

Antología” PURO CUENTO”

Editorial El Mercurio- Alfaguara

(2004) Recopilación de Marco

Antonio de la Parra. Publica el libro de microcuen-

tos “LIGERO DE EQUIPAJE” .

Page 14: NICOTINA 3

Es el ondular de un pequeño felino , sobre la espalda del actor .

Los ecos de las barriadas , Los juegos de los grifos , en los callejones de ilusiones .

Las calles tibias , el almacén del barrio , del circo ambulantes de las calles de Buenos Aires .

Los anuncios del teatro con el salto de los saltimbanquis .

Es construir la cartografía de los versos

de una ciudadela furiosa , en el laberinto , de ese eje que provocó , las miles de revoluciones , en el corazón de una doncella de hierro . Los caminos de un desierto por la vértebra de Fuster . Reviviendo el sonido de la Poderosa , en el brillo de esos ríos , que divide las manos carcomidas

por las grietas de una damisela

siniestra . ¡ Fuster ¡ ¡ Fuster ¡ ¡ Fuster ¡ ,

el grito de las hierbas , por el rostro de esos vuelos altiplánicos .

El descender de los virus de la

portada de un diario , tapizado por bueyes . Las cocinerías , los mercados , el

aroma de las frituras y el reflejo de Fuster de las crónicas de esos diarios de

motocicleta . Es el silencio de los reflectores

de la alfombra roja , el vértigo entro por tu ventana ,

en la mirada de las luces de la vieja sala de teatro .

Marietta Morales Rodríguez , nació en Antofagasta en 1973 .

Fue colaboradora en el diario El Mercurio de Antofagasta .

Ha participado en diversos talleres literarios . El 2000 publi-

ca el poemario “ Cartas abiertas a Serguei “ , y el 2001 ganò

la Beca de creación literaria del Consejo del libro , mención

poesía con el poemario inèdito “ El rudo alacrán de doble

aliento “ . Fue antologada por Raùl Zurita con la publicación

“ Yo no me callo “ de la Editorial los andes en Santiago el

año 1997 . Diplamada en gestión cultural de la Universidad

los lagos sede Antofagasta . Coordinadora de descentraliza-

ción poética en Antofagasta y editora de Ediciones Bruni

de poesía .

Page 15: NICOTINA 3

Juan, el Verdugo

Yo no escribo.

Yo decapito cada letra como si nada

y beso al mundo en cada una de ellas.

Y tu voz es todo el mundo

toda esa carne amoratada pidiendo que la cu-

bran que le hablen como al viento que no escucha.

Yo no escribo.

Yo hago el amor en cada palabra.

y no descanso hasta matarlas

hasta beber por fin toda la vida.

A mí la luz no me desarma.

Yo no me esfuerzo.

La Cabeza Separada Ya del Cuerpo Contempla Todo de Otra Forma "El médico y diputado Joseph Ignace Guillotin recomendó, a la Asamblea General Cons-

tituyente en 1789, el uso para ejecuciones de la guillotina –de ahí su nombre–- de modo

de evitar, según su opinión, al condenado sufrimientos inútiles. El primer ejecutado con

este método fue un bandido apellidado Pelletier en mayo de 1792 durante la Revolución

Francesa"

La cabeza separada ya del cuerpo contempla todo de otra forma Sin significado alguno Sin palabras Sin desesperación (Lo supo Guillotin al proponer la máquina)

Y alcanza en ello lo indecible. Y lo atraviesa Pero desde adentro (tal cual lo hizo Pelletier desde la bolsa

en la que recogieron su testa recién cortada) Desde la sangre misma que nos llora Y se alarga después hasta nosotros cuando la lluvia cae destiñendo todo

Y yo miro el humo del cigarro que se apaga

y me endemonio.

Page 16: NICOTINA 3

He aquí la Palabra que deforma el sentimiento He aquí la causa que amarra la ebriedad

La imagen visual y las voces del alma Disuaden la mirada instantánea,

La beldad de dos cuerpos disponibles. De escándalos arde el hombre.

Es la noche…, me navegas en un sueño En el obstinado deseo, que no acata la ilusión pu-

ra Bailo sobre la cima de un planeta accesible El mundo reciba señales mientras te miro. Quisiera el silencio de un bosque extraño

Grabar sentimientos en los espejos de las hojas Y verifique el respeto a la solemnidad, amada

amado. Pero no hay un bosque alrededor mío

Y si hubiera no sé si tú te atrevieras internarte allí En busca de un gesto para el amor

Padezco la noche en busca del verso inmutable Mientras advierto el beso de hambre de un colibrí

No sé si te atrevieras a ser diminuta y única Única en un lecho de hojas

En la fronda ebria de la creación Ser únicos en la mirada, en la Palabra

Y en el amor…, únicos.

3.- DEUDAS de CHILE: PREMIO NA-CIONAL DE LITERATURA

"Nadie es profeta en su tierra", comenta sabiamente el dicho popular, lo que mu-chas veces es cierto, penoso e incom-prensible. Sin embargo, la gran deuda que posee Chile con algunas escritoras nacionales no tiene perdón, porque se ha caído en al androcentrismo y la discrimi-nación.

María Luisa Bombal es un caso emble-mático. A pesar de su pocas obras (La Ultima Niebla y La amortajada) el Pre-mio Nacional se le negó constantemente entre los años 1974 y 1980 a pesar de lo que manifestaba el crítico Alone: María Luisa Bombal posee una condición rarí-sima, don gratuito, verdadero presente de los dioses, imposible de adquirir en clases de estudios, la mirada nueva y limpia, el modo natural y original de ver las cosas, la sensación directa del paisaje y los seres

Para que se conozca lo vergonzoso que es el poco reconocimiento a la literatura femenina en Chile, basta con decir que desde 1942, año en que comenzó esta iniciativa, sólo tres muje-res han sido destacas: Gabriela Mistral en 1951, Marta Brunet en 1961 y Ester Huneeus en 1982. Mientras que más de cuarenta escri-tores hombres han sido beneficiados con el gran Premio Nacional.

Isabel Allende y Delia Dominguez no han reci-bido el Premio Nacional, no soñemos con que Diamela Eltit, Andrea Maturana o cualquier otra escritora chilena alguna vez estén siquie-ra de candidatas. Y no porque no tengan las aptitudes, sino porque el mundo literario sigue siendo un sitial androcéntrico.

DEUDAS DE CHILE:

PREMIO NACIONAL DE LITERATURA