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1907 1977 1917 1927 1937 1947 1957 1987 1967 1997 nerudiana Fundación Pablo Neruda Santiago Chile nº 4 Diciembre 2007 Director Hernán Loyola 2007

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[ 1 ]NERUDIANA – nº 4 – 2007

1907

1977

19171927

193719471957

1987

1967

1997

nerudiana Fundación Pablo Neruda Santiago Chile nº 4 Diciembre 2007 Director Hernán Loyola

2007NERUDIANA ok 19/8/08, 12:531

[ 2 ] NERUDIANA – nº 4 – 2007

Sumario

El centenario de 2Laurita Reyes Candia1907-1977SARA VIAL / LAURA ARRUÉ

Laura “Lala” Arrué 61907-1986

Entusiasmo y perseverancia 7NEFTALÍ REYES

Un texto fundacional 7EDMUNDO OLIVARES

Los cien años de 8Luis Enrique Délano1907-1985

Délano-Neruda: dos notas 10sobre una vieja amistadPOLI DÉLANO / JULIO GÁLVEZ

Lola Falcón 131907-2000POLI DÉLANO

Mauricio Amster. Tipógrafo 131907-1980

Un centenario imprevisto 14Olga Margarita Burgos1907-1998GUNTHER CASTANEDO PFEIFFER

La dimensión científica 18en la obra de NerudaHERNÁN LOYOLA

Documentos 24PABLO NERUDA / ABRAHAM QUEZADA

Discos 26

Publicaciones 28

1949: un inédito de 31Nicanor Parra

Letrilla de Marzo 32NICANOR PARRA

nerudiananº 4 Diciembre 2007

director Hernán Loyola

editorMario Valdovinos

diseño y diagramaciónJuan Alberto Campos

secretaría de ediciónAdriana Valenzuela

FUNDACIÓN PABLO NERUDA

Fernando Márquez de la Plata 0192

Providencia.

Santiago Chile

Laurita, nació en San Rosendo, el 2 deagosto 1907, hija de Aurelia Tolrá, la ca-talana, una de las tres mujeres con lasque el patriarca ferroviario, don José delCarmen Reyes, padre de Neruda, tuvohijos. Inestable en los afectos, pero conun gran sentido de familia, autoritarioy en más de un sentido déspota, era comolos padres de esa época: kafkiano y cas-trador, freudiano e impositivo. Dejabahuella el viejo: en su hijo Neftalí, y dequé manera, en su hijo Rodolfo y enLaura, la dulce, cómplice y confidentedel futuro poeta, destinataria de sus car-tas. Laura sabía más de Neruda que va-rios de sus biógrafos, pero no hablaba.Tenía vocación de sombra y de herma-na de provincia, quizás de tía. Enveje-ció con más pena que gloria, contrajonupcias tardías y efímeras, enviudópronto tanto de su marido como de unhijo que se fue apenas llegar a su vida.Jubiló como inspectora en una escuelatécnica femenina. Desde el sitio dondeestá enterrada, quizás espere aún las car-tas de su hermano errante.—M.V.

1907-1910: de San Rosendoa Temuco

Temuco 1906. Han pasado dos añosdesde la muerte de su mujer Rosa

Neftalí Basoalto, cuando José del CarmenReyes decide establecerse en la muy jovencapital de la Frontera, aceptando la opor-tunidad del trabajo ferroviario que su ami-go y protector Carlos Mason le ha conse-guido. Pero aceptando también el compro-miso de constituir una familia con Trini-dad Candia Marverde, cuñada de Mason,nacida en 1869 según la partida, reciénencontrada, del matrimonio celebrado el11.11.1905 en Temuco. Los contrayentesJosé del Carmen y Trinidad declararon 33y 36 años de edad, respectivamente. Cons-ciente de que sus segundas nupcias no na-cen fundadas sobre el amor sino sobre larazón pragmática del trabajo estable, el fla-mante ferroviario busca consolidarlo tra-yendo al nuevo hogar a Neftalí, nacido en1904, hijo de su amada difunta.

José del Carmen es ahora conductor(jefe responsable) de un tren lastrero. En

El centenario de

Laurita Reyes Candia1907-1977

Los juicios y opiniones vertidos en los artículosy demás materiales aquí publicados, son respon-sabilidad de sus respectivos autores.

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[ 3 ]NERUDIANA – nº 4 – 2007

EDITORIAL

aquella región de grandes vendavales hayque reforzar continuamente con cascajo opiedra menuda el espacio entre los dur-mientes, para que las aguas no se llevenlos rieles. El tren lastrero penetra la selvasureña hasta alcanzar las canteras dondelos peones pican la piedra y, bajo la mira-da vigilante del temible conductor, llenanlos capachos de lastre menudo que despuésvuelcan sobre los vagones planos y descu-biertos. Esta actividad ferroviaria sueledeterminar ausencias de varios días quepronto dejan de sorprender a Trinidad.Además el conductor Reyes regresa confrecuencia a Parral (a veces con el peque-ño Neftalí) para visitar a su padre y her-manos en el fundo Belén y, sobre todo, latumba de su primera esposa.

Otros alejamientos tienen motivo quepor un tiempo Trinidad ignorará. José delCarmen ha recomenzado sus viajes aTalcahuano para encontrarse con AureliaTolrá, una de las tres hermanas de la pen-sión en que había vivido durante sus añosde obrero portuario. Hasta que Aurelia que-da encinta y debe alejarse de su familia,con cuya ayuda económica, y la de Josédel Carmen, se instala en San Rosendo yestablece allí una pensión como la que sumadre y hermanas administran enTalcahuano.

El 2 de agosto 1907 nace Laura en SanRosendo. Aurelia vive para ella y para suamante, que aparece y desaparece. Situa-ción que no dura mucho porque Aurelia ter-mina por encontrar quien le ofrece mayorseguridad afectiva y económica (GregorioAguayo, que devendrá su marido), mien-tras José del Carmen, quizás cansado de tan-to vaivén y apremiado por escrúpulos mo-rales, o por Mason, retorna al proyectointegrador de su familia. Los amantes deci-den así, en acuerdo con Trinidad, el trasla-do de Laurita a Temuco bajo una nueva iden-tidad legal: Laura Reyes Candia, hija deJosé del Carmen y de Trinidad.

Neftalí, que ya vive en Temuco desdesus dos años de edad, tiene nueve o diezcuando viaja con su padre hasta SanRosendo para el traslado de Laurita. Lle-gan de madrugada, con frío y lluvia. Paraentibiar al soñoliento y debilucho Neftalí

Al componer este número 4 de

nerudiana, que cierra 2007, fue inevita-

ble fijar nuestra atención sobre 1907. Ese

año le nacieron a Neruda su hermana

Laura, su enamorada Laura Arrué, su

amigo Luis Enrique Délano (y la mujer

de éste, Lola Falcón). Y también Olga

Margarita Burgos, un amor hasta ahora

desconocido. A esas figuras señeras de-

dicamos los dossiers iniciales con notas

de Sara Vial, Julio Gálvez, del propio

Délano y de su hijo Poli, de Gunther

Castanedo Pfeiffer. Recordemos igual-

mente, al menos aquí, los cien años de

Mauricio Amster, uno de los más ilus-

tres viajeros del Winnipeg, y de Oreste

Plath, polígrafo y autor del primer texto

que (en 1939) intentó una biografía del

poeta de Temuco.

En la trayectoria de Neruda los años

terminados en 7 marcan inicios, tránsi-

tos, nuevas fases, a comenzar por el 1917

de la primera publicación, “Entusiasmo

y perseverancia”, que reproducimos con

un comentario de Edmundo Olivares. Los

cinco años del exilio en Oriente comien-

zan en 1927. España en el corazón inau-

gura en 1937 la escritura antifascista de

Neruda, que culminará en 1947 con la

publicación de Tercera residencia. Diez

años más tarde el Tercer libro de las odas

(1957) y Estravagario (1958) establecen

la más importante, y en verdad la única

gran ruptura en el decurso de la poesía

de Neruda, y con ella el inicio de una

nueva escritura, radicalmente diversa,

que por ahí he denominado posmoderna.

En 1966 Pablo y Matilde legalizan su ma-

trimonio, evento que se proyecta a la es-

tructura de un libro, La barcarola (1967),

que recorre la trayectoria de la pareja y

al mismo tiempo abre una gran puerta

hacia la fase terminal de una gran poe-

sía.

Hubo en la vida y en la escritura de

Neruda un aspecto que fue percibido en

el mejor de los casos como curiosidad

marginal de un poeta, cuando no como

extravagancia o diletantismo. Me refiero

a esa dimensión científica que se mani-

fiesta no sólo en el interés bibliográfico

de Neruda por maravillosos libros ilus-

trados de asunto ornitológico, botánico,

malacológico, ictiológico o a través de

variadas formas de coleccionismo, sino

sobre todo como presencia activa, inclu-

so decisiva, a lo largo de su desarrollo

poético. A esta poco advertida presencia,

y a su insólito significado, reclama aten-

ción un ensayo que aquí recogemos.

Las reseñas de nuestro número 4 abor-

dan libros de Poli Délano, Julio Gálvez

y Bernardo Reyes, pero también las

performances musicales grabadas en Esta-

dos Unidos por dos magníficas cantantes,

la brasileña Luciana Souza y la californiana

Lorraine Hunt, sobre poemas de Neruda.

Nos enorgullece, por último, ofrecer

como primicias para nuestros lectores dos

textos inéditos: uno en prosa del embaja-

dor Neruda (1971) presentando en París

un filme documental sobre el encuentro

de Fidel Castro y Salvador Allende en

Santiago, y otro en verso del joven

Nicanor Parra, nada menos (enero

1949): una letrilla escrita en homenaje a

un colega poeta que por entonces vivía

en clandestinidad, con paradero descono-

cido, en razón del encarnizamiento

persecutorio del presidente Gabriel

González Videla.

— El [email protected]

Al cierre de esta edición se nos ha muerto Volodia Teitelboim.El número 5 de Nerudiana traerá un homenaje al escritor,

biógrafo y amigo de Pablo Neruda.

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[ 4 ] NERUDIANA – nº 4 – 2007

lo ponen en la cama donde hay una niñade ojos asustados. El padre le comunicaque esa niña es su hermanita. Antes de vol-ver a dormir, los dos niños logran inter-cambiar las primeras sonrisas y miradascon esa simpatía, afecto y complicidad quesiempre habrá después entre ellos.

Venir separada de su madre es paraLaurita una experiencia atroz, naturalmen-te. Su padre busca continuar su proyectounificador, presumiblemente con buena yracional intención, pero al precio delaceraciones emotivas que Laura nuncalogrará superar. [La única vez que Pablointenta conversar con su hermana sobreAurelia Tolrá, en la década de los sesenta,Laura se niega airadamente y huye a refu-giarse en su habitación, llorando a mares.]

Trinidad acepta una vez más la nuevatarea que su marido le impone. Pero nopodrá hacer mucho por la niña. En efecto,Laurita nunca olvidó a Aurelia Tolrá, aquien verá (y atenderá premurosa) añosmás tarde en reuniones familiares dondese evita cuidadosamente explicitar qué haceen Temuco esa señora de San Rosendo oTalcahuano, extraña al clan. Pero Lauritahabía encontrado en la casa de su padre enTemuco al menos un importante consue-lo: la fraterna complicidad con Neftalí.

Carta a Laurita en sus100 añosSARA VIAL

Viña del Mar, noviembre 2007.

¿Ve como llegó a los 100 años y se vecomo siempre en las fotografías?

Como si el tiempo no hubiera pasado ytodavía fuéramos corriendo de la mano porcalle Arlegui, entrecruzándonos entre losautomóviles y sus bocinazos.

¡Cómo nos reíamos!, sobre todo cuan-do usted me decía con su expresión deliebrecilla nerudiana: «Sarita, usted es bienloquita... ¡Cómo se va a reír Pablo cuandosepa que volamos como pájaros!»

Yo sabía que por su parte, Laurita que-rida, no se amilanaba usted por nada y másbien eran los autos los que se asustaban denosotras. Es que era el año 60, de esto quellaman el tiempo. Usted llegaba a nuestracasa desde Santiago para quedarse variosdías, a veces varios meses o semanas, ycomo se fue haciendo cada vez más fami-liar y era como un hada que lo transfigura-ba todo, mis hijas, entonces pequeñas, vi-vían en espera suya. Ahora convertidas enmadres se miran en sus brazos inmóvilescuando nos sacábamos fotografías y Pa-mela tenía 2 años y Tatiana 4, y usted nun-ca dejaba de mandarles saludos a «las lin-das niñitas» y a Jorge, mi marido, quien

también se encantaba con usted y aunqueél era a su vez de carácter reservado, comoel suyo, conversaban de lo lindo.

Usted era un ángel disfrazado de negropermanente, que llegaba a la casa deArlegui 350 con dos alitas escondidas yunas longanizas del sur que colgábamosde innúmeros cordeles. Y además usted eraúnica, Laurita, sigue siendo única dondequiera que esté, pues con lo hormiguitaviajera que era y con lo que le gustabamovilizarse en pos de todos los caminos,no creo que la Eternidad haya significadosu última estación. Acuérdese que nació enSan Rosendo el 2 de agosto de 1907, unaño después del terremoto de Valparaíso ytres añitos después de su hermano Neftalí,que cumplió 100 años el 2004.

Estas cosas no tienen relevancia perocomo usted era más seria, parecía mayor.Es decir, sólo un poquito mayor. Y ademásusted era tan valiente, Laurita. No sé cómono se ha comentado más el impulso conque se lanzó a rescatar algunos de los li-bros de Neftalí cuando «el padre brusco»(y harto brusco que era) hizo una hogueracon ellos en el patio de vuestra casa deTemuco.

Pero además usted era de esas niñas quepasan escribiendo calladitas en cuadernosenigmáticos, que a la postre resulta unaespecial aptitud para proteger el patrimo-nio nerudiano adolescente, pues fue gra-

Laurita y Raquel Tapia Caballero. Más atrás, Blanca Bombal yretrato de Sara Vial por Gastón Orellana.

Laura Reyes

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[ 5 ]NERUDIANA – nº 4 – 2007

cias a esas concentraciones suyas, de lasque nadie se ocupaba en la Frontera, queesos cuadernos quemados en el patiotemuquense fueran copiados antes por lasmanos celestes de la preventiva LauritaHerminia, su segundo y poco conocidonombre.

¿Sabían que usted se llamaba LauraHerminia desde su bautizo? No sé cómolo supe yo. Es musical. Debieran bautizarun mascarón de proa con ese nombre,Herminia, como regalo por su centenario,¿verdad, Laurita? Estoy segura de que nose enojaría usted y su hermano Pablo esta-ría feliz.

Hoy, que es el cumpleaños de mi

hermana, no tengo

nada para darle, nada. No tengo nada,

hermana.

¿Y esa gente tonta que pone de relieveque él no la nombra a usted en sus memo-rias? Son además cavernícolas. Si las me-morias, y todos lo saben, quedaron incom-pletas, inconclusas y hasta prohibidas eseaño 1973 cuando usted permaneció a sulado en la Clínica Santa María de Santia-go y hasta escuchó su voz cuando se des-pidió de usted con dos palabras: «Me voy».¿Cómo se puede hablar de olvido?

«Sarita, cuando yo me muera, ¿escri-birá sobre mí?»

No puedo olvidar esa pregunta de niñacuriosa, dicha con una sonrisa de inocen-cia ante la vida y la muerte. Escribí muchosobre usted y su pregunta en diarios de San-tiago después que muriera de manera taninesperada tras una conferencia de DiegoMuñoz en la SECH (que se alargó dema-siado según escribió Laurita Arrué en supequeño libro testimonial Ventana del re-cuerdo, editado por Nascimento con por-tada de Pedro Olmos).

Su amiga desde la juventud, LauritaArrué, se encuentra cumpliendo también100 años desde su nacimiento en el mis-mo año 1907. Fue, como se sabe, la suaveesposa del poeta Homero Arce, secretarioperpetuo y desinteresado de Pablo Neruda.

Conservo con inmenso cariño el únicolibro de poesías ilustrado por Neruda en-teramente en papel de volantín morado.

Al hallarse solas las dos Lauritas, us-ted le propuso a la autora de Ventana delrecuerdo que se fueran juntas a vivir a unacasa de monjitas para señoras con el fin depoder acompañarse. Se juntarían en Plazade Armas, pero sólo Laurita Arrué llegó a lacita final. Usted murió la noche anterior.

Usted le había dicho una vez, «Laurita,¿por qué no se casó usted con mi her-mano?»

Y nadie mejor debe haber sabidopor qué.

Como le decía, escribí bastante sobreusted, Laurita. También hice un reportajesobre el aniversario de la Bota que, en au-sencia de Neruda (estaba en Europa), pre-sidió usted como su Coneka adorada (us-ted le decía, a su vez, El Canilla).

Ah, es que todos son destellos, reflejosen el agua, pisadas que se borran en la are-na, como si nos alejara un tren fantasmade esa risa pequeña y delgada que era lasuya. También sabía ser juguetona y nosda nostalgia que el espacio no nos permitadejar correr más los recuerdos.

Laurita, tantas cosas en medio de labruma. Veo, allá lejos la escena familiaren la casa de calle Santo Domingo dondevivió con su amiga Emita, como pensio-nista durante casi toda su vida. Allí está-bamos las tres a la hora del té, comiendoskones, no sé si hechos por Emita. Luegonos vemos sentadas en su cama, usted yyo, después de que sacara furtivamente delropero con llave unos cuadernos con poe-mas de letra infantil:

«Los guardo desde que Pablo y yo éra-mos chicos. Un pariente de mi difuntomarido los va a heredar cuando yo muera.Se llama Rafael Aguayo, es profesor enTemuco y va a pasar por su casa en Viñaen un tiempo más, para que usted me man-de con él, con toda confianza, los recortesde diarios de Valparaíso que me tiene re-unidos sobre Pablo, ya que yo los juntotodos.»

Ahora pienso si hice bien al deshacer-me de mis antiguas colecciones de diariosen tan peregrina forma. Si hubieran sido

para Laurita, feliz. Pero su pariente nego-ció los cuadernos heredados a cambio deuna colección del historiador Encina. In-creíble.

Laurita, sabemos acerca de los nume-rosos sufrimientos y humillaciones quenunca debió padecer un ser como usted.Sé que lo hizo con entereza, voluntad ysacrificio, y todo por no abandonar nuncaa su hermano Pablo. Su discreción amparónombres, pero no cerró heridas. Tengo car-tas de Laurita Arrué que me explican amedia voz muchas cosas dolorosas, ellaconfió en mí sin conocerme, sólo a travésde nuestra mutua amistad.

Ahora pienso que la veo nuevamenteen su camita de mi escritorio, como hace¿cuántos años? Y me parece que todo vuel-ve a comenzar, que usted despertará ma-ñana con su aire feliz de jilguerillo de loscampos.

Pero ya es tarde, debe dormir porquemañana vienen a verla Blanca y MaríaLuisa Bombal, las dos hermanas que tanamigas fueron de su hermano. Usted lasquiere y ellas también a usted. Blanca lemandará de Buenos Aires esas vitaminasalemanas que no hay en Chile, usted sabelo generosa que es.

A dormir, Laurita, la lamparilla ustedsabe que se apaga por el lado derecho.

Hasta mañana, Laurita.Sara♦

Sara Vial y Laurita.

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[ 6 ] NERUDIANA – nº 4 – 2007

Recordando a Laura ReyesLAURA ARRUÉ

La conocía desde los tiempos [1924-1927]en que Pablo, su hermano el Vate, me ha-blaba de ella con gran ternura. Laurita vi-vía todavía en Temuco [...]. Durante el go-bierno de don Pedro Aguirre Cerda, LauritaReyes ingresó a la administración públicacon el cargo de inspectora en la EscuelaTécnica N° 2, de calle Matucana. Allí sedesempeñó hasta cumplir el tiempo paraacogerse a jubilación en 1971. Toda su vidaen la capital fue pensionista en la casa desu colega, Emita Duarte, en Santo Domin-go 4037. [...]

Su deseo [próxima a cumplir 70 años]era vivir en alguna de esas casas de monjasque reciben como pensionistas a señorassolas. Con este fin nos íbamos a reunir eldía miércoles 27 de abril de 1977, a las 10de la mañana, en la Plaza de Armas, para,desde allí, dirigirnos a la calle DomingoFaustino Sarmiento a casa de unas monjitas.Mi sobrina Eneida Rivera, vecina de ellas,nos había dado este dato y hablado ya denosotras con la madre superiora.

La víspera de ese día, Diego Muñozdaba una conferencia dedicada alArcipreste de Hita en la Casa del Escritor.Laurita me dijo: «Tenemos que ir, es el úl-timo antiguo amigo de Pablo que queda».

Fuimos. La conferencia fue interesante: untanto larga. Me decía Laurita: «Tengo frío».Le tomé las manos, las tenía heladas. Unjoven amigo la había traído en su coche yla llevaría de regreso. Yo le insinué que sefuera. Me contestó: «No, hasta que termi-ne Diego no me retiraré».

Esa noche, a las 11, sonó el teléfono, através del cual recibí la dolorosa noticia.De la misma manera, anteriormente, la vozde Laurita nos avisó de la partida sin retor-no de Pablo. Lo recordé en ese momento.Quedó interrumpida para siempre nuestracita en la Plaza de Armas.♦

Ventana del recuerdo

Santiago, Nascimento, 1982, p. 90

Laura “Lala” Arrué1907-1986

Aquel junio de 1924 en que Neruda pu-blicó en volumen sus Veinte poemas

de amor no fue precisamente un mes felizpara el poeta, desde el punto de vista delamor. Su relación con Teresa ha concluidoy Albertina partió para Concepción en laprimavera de 1923 y allí sigue, lejos, inca-paz de iniciativas para reunirse con su Pa-blo que tanto la desea.

Entonces aparece Laura Arrué Bravo,nacida en un fundo cercano a San Fernan-do, 1907, hija de Nicolás y de MaríaEduvigis. Es menuda, clara, de ojos azu-les. De sus delicadas y hermosas faccio-nes darán fe los amigos de Neruda que,como Diego Muñoz, las compararán enserio con las de Greta Garbo. Tomás Lagola llama «la señorita de Saint-Sauver» yHomero Arce se enamora secretamente deella (años después la desposará, cuandoPablo está en Oriente).

Niña todavía, ingresa como interna ala Escuela Normal de Preceptoras nº 1 deSantiago (1920). En octubre de 1921 vede lejos a Neruda por primera vez durantela Gran Velada Bufa en que el poeta lau-reado lee su “Canción de la Fiesta”. En1924 la Escuela Normal invita a Neruda aun recital de su poesía y Laura es la encar-

Laura Arrué: caricatura de Neruda, 1925.

Versos de Neruda para Laura Arrué, 1925:“Tan pequeña la niña taimada / es un ramo de frutas de otoño / el viento la doblaen mis brazos / juguete de tersos metales / a sus ojos emigran los pájaros / el paísdesolado de mi alma / la tiene como una bandera. Pablo Neruda”.

NERUDIANA ok 19/8/08, 12:536

[ 7 ]NERUDIANA – nº 4 – 2007

Un texto fundacionalEDMUNDO OLIVARES

Temuco, a comienzos de julio, 1917. Elentonces liceano Neftalí Reyes —que

ya se sabe poeta y que está por cumplir treceaños— da por revisada y corregida una pági-na en prosa que ha escrito recientemente, untexto que desea publicar asociado de algunamanera a su cumpleaños.

Se trata de un texto afirmativo, asertivo,testimonial —según la terminología hoy enboga— que trasparenta abundantes lecturasy que es un cuidadoso resumen de ideas yconvicciones.

Pero escribir es una cosa y publicar esotra. Para llegar por vez primera a la pági-na impresa, Neftalí consigue que su «tío»Orlando Mason haga publicar en su diarioLa Mañana de Temuco esta breve colabora-ción, que lleva por título “Entusiasmo y per-severancia”.

Es la primera vez que el nombre NeftalíReyes aparece en una página impresa. Firmaun texto de poco más de 200 palabras, unos

1917: LA PRIMERA PUBLICACIÓN

Entusiasmo y perseverancia

NEFTALÍ REYES

breves y medidos párrafos en que cualquierlector podría identificar a su autor como unindividuo de temperamento idealista, alguienque lee, medita y se interesa por compartircon otros sus reflexiones y pensamientos.

En un diario de Santiago este suelto deprensa pasaría inadvertido, sin mayor reper-cusión. Articulitos como éste abundan inclu-so en periódicos de nuestros días. Debería-mos quizás dar por descontado que enTemuco —salvo dentro del entorno familiardel autor— no deja de ocurrir algo muy se-mejante.

Pero atención. Lo que hace la diferenciaen este caso es la edad del firmante. Con unaintención que bien podemos considerarfundacional, este joven estudiante de 13 añosha querido dejar establecidos aquí y ahorados hechos que le conciernen.

Primero, que él existe [Yo soy] y, además,que tiene algo que decir. Ha decidido que lafecha de publicación debe coincidir con eldía de su cumpleaños número 13, pero algointerfiere y en vez del jueves 12 de julio, lacolaboración aparece el miércoles 18.

Estos dos son los factores que coadyuvan principalmente al levantamiento y engrande-

cimiento de los pueblos.

Cuántas veces, víctimas del poco entusiasmo y perseverancia caen por tierra ideas y

obras de provecho, que al ponerse en práctica aportarían bienes en abundancia a los países

que las adoptaran!

Otras veces se siguen con ardor! pero he aquí que poco a poco va decayendo el entu-

siasmo hasta que al fin desaparece por completo, y sólo bien secundadas pueden resurgir.

Hay filósofos en el siglo presente que sólo tratan de difundir el entusiasmo y la perseve-

rancia y sus libros son verdades sinceras y elocuentes, que leídas por todos, en especial por

las clases obreras, traerían grandes beneficios a la humanidad.

Todo lo que se desea, en bien de cada país se debe proseguir con perseverancia y entu-

siasmo, pues sin estas condiciones, es de todo punto imposible que se verifiquen.

Hay ejemplos que ponen de relieve lo antedicho, ejemplos que todas las naciones ense-

ñan a sus hijos para que aprendan la manera de saber honrar a su patria.

Ejemplos, como el que nos dio Colón, Marconi y tantos otros, no deben echarse en saco

roto, pues ellos conducen a la vida más honrosa y sin ellos es casi imposible vivir!

–Publicado en La Mañana,Temuco, el 18.07.1917.

gada de visitarlo a tal efecto en su pieza depensión en calle Echaurren 330. Allí surgeel romance entre ellos. Laura se gradúa endiciembre de aquel 1924. A menudo en-cuentra a Pablo en la Estación Central con-templando con arrobo la pequeña locomo-tora que allí había, símbolo de su infancia,del padre ferroviario y de la lluvia del sur.

En marzo 1925 Laura comienza a tra-bajar en una escuelita de Peñaflor, por locual se traslada a vivir en ese pueblo. Has-ta allá viaja Pablo a visitarla. Está enamo-rado. La pasión entre ellos va en aumento,pero también los obstáculos porque losSandoval-Carrasco, que hospedan a Laura,por exigencia de la familia de San Fernan-do controlan sus pasos al minuto. Exaspe-rado, Pablo organiza el rapto de su amadacon la ayuda de Eduardo Barrios y de suautomóvil. En el último momento, cuandoNeruda y Barrios esperan a medianochetras haber hecho con los faros del auto lasseñales convenidas, a Laura le falta corajey el rapto aborta.

A pesar de ello la relación prosigue. Suexpresión literaria será el libro Tentativadel hombre infinito, escrito a lo largo de1925. Neruda viaja a verla en San Fernan-do antes de partir a Oriente. Quedan deescribirse regularmente, y para evitar lasinterceptaciones familiares acuerdan queHomero Arce hará de intermediario en larecepción y envío de las cartas. Es comoencargar al zorro el cuidado del gallinero.Por amor Homero será infiel al compro-miso, guardará todas las cartas y lograrádesposar a Laura.

Muchos años después, amenazado encuanto secretario de Neruda, Homero Arcemuere en febrero de 1977 víctima de ex-trañas y nunca aclaradas circunstancias deviolencia que llevan la marca del régimenmilitar. Laura misma muere también trá-gicamente durante el invierno de 1986. Unanoche de apagón lee a la luz de una velaque cae al suelo cuando Laura se alza paraapagar una estufa, y su camisa de dormirprende fuego. A sus gritos desesperadosacude un joven estudiante que le alquilauna pieza, pero ya es tarde. «Ella se inmo-ló en vida y murió convertida en una ho-guera» (Inés María Cardone).♦

NERUDIANA ok 19/8/08, 12:537

[ 8 ] NERUDIANA – nº 4 – 2007

Segundo, que a tan temprana edad el au-tor asume el binomio entusiasmo y perseve-rancia como elementos rectores de conduc-ta, válidos —como él lo subraya— no sólopara el desarrollo de las naciones y el pro-greso de sus instituciones, sino también paraorientar el espíritu y el esfuerzo de cada per-sona.

No es extraño, entonces, que al apropiar-se de estos conceptos y elegirlos como mo-tor de una voluntad que lo impulsa a escribiry leer en forma obsesiva, los incluya a me-nudo tanto en sus poemas juveniles como ensus notas y artículos.

Al mismo tiempo sabrá reconocer y elo-giar la existencia de ese entusiasmo y esaperseverancia en otros jóvenes poetas, comoya hace en la precoz entrevista de 1926 rea-lizada por Raúl Silva Castro para El Mercu-rio de Santiago: «Algunos como DíazCasanueva tienen un talento extraordinarioy estudian con entusiasmo, tratando de estaral día en todo. Lo mismo puede decirse deRosamel del Valle, que lee mucho, que guar-da lo que lee, que está siempre bien informa-do. Ambos escriben bastante.»

Para el joven poeta de Temuco, desde elcomienzo de su trayectoria lo esencial es laactitud, el carácter, la voluntad que deberáestar siempre presente en la función de leer,estudiar, escribir. En otras palabras: vivir, ser,existir, escribir, animados por el entusiasmo,sostenidos por la perseverancia.

Muchos años más tarde, ese mismo poe-ta propondrá una imprevista pero significati-va actualización y reafirmación de aquellosconceptos. En 1971 —los dos últimos dígitosinvierten el 17 del año fundacional— su dis-curso de recepción del Premio Nobel de Li-teratura concluirá citando a Rimbaud paradestacar que gracias a una ardiente pacien-cia ha podido transitar por la vida y la poe-sía, desde su lejanísima y solitaria infanciahasta la obtención del consagratorio galar-dón de rango universal.

Al margen de las traducciones, no hayduda de que la filiación de las palabras es lamisma: un ardiente entusiasmo, una pacien-te perseverancia.

Tal parece que, ya a sus 13 años, aquelliceano de Temuco sabía que amarraba sudestino a las palabras.♦

Luis Enrique Délano, algunosaños después de nacer, en

1907, cultivó la literatura y

publicó a través de su vidamás de treinta libros: relatos,

narrativa, ensayos, antolo-

gías. Se consagró a las artesde la memoria y fue periodis-

ta y memorioso, atento al recuerdo sin nos-

talgia, a la constatación y testimonio del pasodel tiempo; tomó partido en las luchas ideo-

lógicas y sociales de su tiempo, organizó en

buena medida la Alianza de Intelectualespara combatir contra el fascismo y escribió

un testimonio incomparable sobre la épica

de la Guerra Civil de España, Sobre todo

Madrid, en la que sintió el olor de la pólvora,

vio los bombardeos y la sangre por las callesy compartió la amistad con Neruda. En esa

época, mientras estaba a punto de entrar en

Madrid el general Franco, erguido sobre sucarro de esqueletos, engendró a su hijo, el

escritor Poli Délano. Amó a su mujer, la fo-

tógrafa Lola Falcón, y dejó un reguero depapeles y palabras, hoy amarillentos y remo-

tos, pero palabras al fin.—M.V.

[Recuerdos con y sinNeruda]

LUIS ENRIQUE DÉLANO

Volví los ojos hacia atrás, sí, hacia losdías de adolescencia, cuando admi-

raba más que a nadie a un poeta no muchomayor que yo, apenas tres años, ídolo detoda una generación: Neruda. Lo conocíen 1926, comiendo en el restorán “El Jote”de la calle Bandera, con muchos otros per-sonajes que llegaron a ser notables o queno llegaron. Mis amigos de aquel tiempoeran Gerardo Seguel, Tomás Lago,Rosamel del Valle, Díaz Casanueva, Mo-

Los cien años de Luis Enrique Délano1907-1985

________________________________________________________________________________

raga Bustamante, los herma-nos Arce: Homero y Fenelón,Alejandro Gutiérrez.

Un par de años más tardeme incorporé a un grupo quellamaron de los imaginistas,capitaneado por Salvador Re-yes, y publicamos la revista

Letras, que llegó a cobrar importancia.Componíamos la redacción Reyes, Hernándel Solar, Ángel Cruchaga, Manuel Eduar-do Hübner y yo. El que más escribía, usan-do múltiples pseudónimos, era Hübner, pe-riodista ducho. Cruchaga y del Solar tradu-cían del francés. Reyes conseguía elfinanciamiento de Letras mediante avisosde las compañías importadoras de pelícu-las. Los imaginistas entramos varias vecesen polémicas con los escritores llamadoscriollistas, aunque éramos todos buenosamigos.

Estaba obsesionado con la idea de via-jar y cuando adolescente anduve dandovueltas por barcos y compañías de navega-ción, en Valparaíso, en busca de un puestode sobrecargo, única manera de desplazar-se en ese tiempo para la gente sin recursos.Nunca se produjo esa vacante que yo espe-raba, lo que quizás fue mejor porque yo noestaba entonces física ni espiritualmentepreparado para la vida de marino.

La oportunidad se me presentó después,en 1934, cuando gané en concurso públi-co una beca para ir a España a estudiarperiodismo. Mis contendores fueron Mar-ta Brunet y Eleazar Vergara. Una beca bas-tante pobre, para que malcomiera un estu-diante. Y nosotros éramos dos, mi compa-ñera Lola [Falcón] y yo, y pronto fuimostres, cuando en 1936 nació Poli en la Ma-ternidad de María Cristina, en la muy ma-drileña calle de la Fuente del Berro. Tam-

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[ 9 ]NERUDIANA – nº 4 – 2007

poco había dónde estudiar periodismo enMadrid, salvo una escuela del diario reac-cionario El Debate, de modo que me ma-triculé en distintos cursos de la Universi-dad Central de Madrid y del Instituto deEstudios Hispánicos. Seguí historia delarte, historia de la cultura, literatura espa-ñola (con Pedro Salinas) y cursillos sobreLope de Vega, Góngora, etcétera.

En España pasé hambres y pellejerías,frío y alegrías, pero aprendí mucho. A vi-vir, desde luego. Conocí e intimé conGabriela Mistral, que fue una gran amiga.Estreché mi amistad con Pablo Neruda yen las casas de ambos poetas conocí a emi-nencias de la cultura española, como donMiguel de Unamuno, Federico GarcíaLorca, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre,Rómulo Gallegos, Teresa de la Parra, Mi-guel Hernández, Luis Cernuda, ManoloAltolaguirre, entre otros. En la Universi-dad trabé amistad con Camilo José Cela,que en su libro San Camilo 1936 cuentaalgo de eso.

En España conocí también la guerra yel fascismo. Me hizo bien conocerlos, por-

que esa experiencia me cambió para siem-pre. Pablo Neruda explicó su propia trans-formación diciendo: «Venid a ver la san-gre por las calles!» A mí me ocurrió algosemejante. Como los demás habitantes deMadrid pasé un invierno, el de 1936, sincalefacción y con hambre, pues todo lo quehabía de comer era arroz y arvejas. Sufri-mos docenas de bombardeos. A pesar deque ya odiaba el fascismo, no participé enla guerra, quizás por falta de vocación,quizás porque mi conciencia no se abríaaún enteramente.

Años más tarde, en México, el coman-dante Carlos, esto es, Vittorio Vidali, medijo: «Si te hubieras quedado en España,te habría nombrado comisario en mi regi-miento». Se trataba, claro, de la gran crea-ción militar del legendario comandante, elQuinto Regimiento. No le respondí nada,pero pensé que en la primera batalla mehabrían matado.

Escribí libros, viajé. En 1940 vine aMéxico a «consular», según el verbo in-ventado por un mariachi a quien Pablo lla-

maba a tocar y cantar cuando tenía fiestaen su casa. Más tarde «consulé» en NuevaYork y en 1949 fui expulsado de mi cargopor telegrama, después de vivir tres añosen esa ciudad infernal y grandiosa.

Volví a México y trabajé en los asun-tos de la paz, en el Primer Congreso Ame-ricano, que se realizó en septiembre de1949 y al cual llegó la mejor intelectualidadde América, incluidos Juan Marinello yCarlos Rafael Rodríguez, Diego Rivera yDavid Alfaro Siqueiros, Miguel Otero Sil-va y Nicolás Guillén, Alfonso Caro y En-rique González Martínez, Pablo Neruda yEfraín Huerta, José Revueltas y ChávezMorado, la esposa de Paul Robeson yCavalcanti, Lombardo Toledano y el pro-fesor Linus Pauling. De Europa vinieronPaul Éluard y Roger Garaudy. En esos díasconocí al general Lázaro Cárdenas, que meimpresionó profundamente, y estrechéamistad con el viejo revolucionario mexi-cano general Heriberto Jara.

He escrito también algunos opúsculospolíticos, por ejemplo una biografía titula-da Galo González y la construcción delPartido y hasta (parcialmente) un panfletoterrible: se trata de un folleto para mostrarla retorcida personalidad de GonzálezVidela, que escribimos entre cuatro: PabloNeruda, Salvador Ocampo, César GodoyUrrutia y yo. Acordamos que lo firmaraPablo, por razones obvias, y apareció enMéxico con una sangrienta portada deRenau [bajo el título González Videla – elLaval de la América Latina / Breve bio-grafía de un traidor, México 1949].

Confieso que tengo una amante escon-dida: la pintura. Volodia [Teitelboim]acostumbra decir que su esposa es la po-lítica y la literatura su amante secreta. Lamía es la pintura, que practico los domin-gos, a solas. Igualmente por el solo pla-cer de pintar, ya que nadie ve jamás loque hago. Tengo una técnica muy pobre,pues mis estudios fueron breves en la NewSchool for Social Research de NuevaYork, con Mario Carreño como profesor.En México trabajé unos meses como ayu-dante de un gran pintor muralista: Xavier

Luis Enrique Délano.

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[ 10 ] NERUDIANA – nº 4 – 2007

Guerrero. No sólo aprendí un poco de latécnica del mural sino que me mantuve,ganando 17 pesos diarios. Y eso fue todo.Pero no pinto para exponer y ni siquierapara quedarme yo embelesado mirandomis cuadros. Lo hago porque pintar meda un placer muy grande, superior al deescribir.

Tengo un hijo y una nieta escritores:él, Poli, cuentista y novelista; ella, Bár-bara, de 15 años, poetisa y de las buenas,créanmelo. Por eso un día le dije a un ami-go: de mí pueden decir que soy un escri-tor muy malo y todo lo que quieran. Perolo que nadie me puede negar es que soyfundador de toda una dinastía literaria.

“Cumplir setenta” [fragmentos],

en Araucaria nº 1, Madrid 1978.

Eduardo Ugarte, la flor y nata de la lite-ratura y el arte jóvenes que se generabaen la España republicana; y también laamistad de artistas chilenos como el com-positor Acario Cotapos, el pintor IsaíasCabezón. En otro de sus libros de memo-rias, Sobre todo Madrid, Délano recuer-da que la primera noche que visitó aNeruda en el departamento que llamabanCasa de las Flores, Pablo recitó “AlbertoRojas Giménez viene volando”, escritopoco antes en Barcelona a raíz de lamuerte en Santiago de ese amigo poeta;le pidió una copia para llevársela aGabriela Mistral, antes de su traslado aLisboa. «Me parece que Gabriela escri-bió un artículo sobre las nuevas tenden-cias poéticas y ese poema —dice—, quepara algunos es la más grande elegía es-crita en español después de las Coplas deJorge Manrique».

A fines de 1936 los Neruda y losDélano dejaron el Consulado y viajaronjuntos primero a Valencia y luego a Bar-celona y Marsella. Mi padre, mi madre yyo, que aún no cumplía un año, partimosrumbo a Valparaíso en el vapor italianoVirgilio. En una dramática y larga cartaque Délano le escribe a Neruda a bordode esa nave, como anunciando lo que leva a caer al mundo, dice: «En este barcoexiste el fascismo más desenfrenado. Elcomedor, la cantina, todo, está presididopor retratos de Mussolini. Antenoche hubouna fiesta en segunda. Un español se vis-tió de oficial y gritaba: ¡Viva Italia, Espa-ña, Alemania, Portugal! ¡Viva el fascis-mo internacional!»

Neruda se quedó en Marsella peropronto continuó viaje a París. Para am-bos, la Guerra Civil española fue una ex-periencia definitiva que les marcó nuevosrumbos. Neruda da cuenta de ello en supoema “Explico algunas cosas”, Délanolo hace en el prólogo de Viejos relatos.

En 1939, cuando se gestaba la Segun-da Guerra Mundial, Délano y Nerudacompartieron labores en la organizaciónantifascista Alianza de Intelectuales, don-de participaron también FranciscoColoane, Rubén Azócar, Juvencio Valle y

Neruda. Gerardo Seguel le dijo que consi-guiera dos pesos cincuenta y se fuera alrestorán “El Jote” a las 8 de la noche. Allí,en una larga mesa, estaba Neruda de trajeoscuro, sombrero alón y corbata negra.También estaban algunas de las voces poé-ticas jóvenes que habrían de constituir pla-na mayor en la poesía chilena: Tomás Lago,Humberto Díaz Casanueva, Rosamel delValle, el propio Seguel, entre otros. Fue elcomienzo de la amistad Neruda-Délano,que duró toda la vida.

Diez años más tarde, ese lazo afectivose apretó cuando ambos trabajaron jun-tos en el Consulado de Chile en Madrid,Neruda como cónsul; Délano como can-ciller consular. Allí compartieron amigoscomo Federico García Lorca, RafaelAlberti, Manuel Altolaguirre, MiguelHernández, Juan Rejano, el pintor MiguelPrieto, el escultor Alberto, el cineasta

Délano-Neruda:dos notas sobre una vieja amistad

1

En 1925, Luis Enrique Délano cursaba elúltimo año de la educación media en elLiceo de Hombres de Quillota. Le habíadado por escribir frenéticamente poesía ypor leer cuanta obra literaria cayera en susmanos. En sus Poemas del liceo abordótodo lo poético que puede encontrarse enun colegio: el viejo portero, algunos pro-fesores, los instrumentos del gabinete dequímica, la campana que llamaba a clases.Dice en Aprendiz de escritor, su libro dememorias: «Por cierto que después deleer Crepusculario y los Veinte poemas deamor hice una pira con todos esos versosdel liceo y muchos otros que sumaban cer-ca de ochenta y soplé las cenizas en el mis-mo viejo patio».

Ese año, Délano viajó dos veces a San-tiago. La primera para asistir a los funera-les del poeta Romeo Murga, que enQuillota fue su profesor de francés y buenamigo. En la segunda conoció a Pablo

Ex-libris de Luis Enrique Délano.

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[ 11 ]NERUDIANA – nº 4 – 2007

un centenar de artistas y trabajadores dela cultura chilenos. Y en 1940, bajo la pre-sidencia de Pedro Aguirre Cerda, ambosfueron nombrados cónsules de Chile enMéxico y juntos emprendieron viaje des-de Valparaíso al puerto mexicano deManzanillo en el vapor japonés YasukuniMaru.

Los Neruda y los Délano compartie-ron una vieja casona de campo en los al-rededores de la capital mexicana, la Quin-ta Rosa María. Compartieron también losdías en las labores consulares y las no-ches en fecundas tertulias con escritoresy artistas mexicanos (Rivera, Siqueiros,María Izquierdo, Xavier Guerrero, JoséRevueltas...) y con los pares españoles re-fugiados de la Guerra Civil, a algunos delos cuales habían conocido en Madrid:León Felipe, Juan Rejano, Herrera Petere,Miguel Prieto, Eduardo Ugarte,Wenceslao Roces.

Los domingos las dos familias nos íba-mos a la Lagunilla, un mercado persa devarias cuadras donde era posible encon-trar desde dientes de oro de segunda manohasta canguros embalsamados. Muchaspiezas de las variadas coleccionesnerudianas provienen de ahí. A veces losfines de semana eran dedicados a cono-cer las ciudades cercanas a la capital:Cuernavaca, Cuautla, Puebla, Toluca. En1943, Neruda dejó su cargo y volvió aChile haciendo escala en diversos paísesamericanos. Los Délano siguieron hasta1946. De ahí a Nueva York.

Bajo el gobierno de González Videla,al amparo de la antidemocrática ley lla-mada “de defensa de la democracia”,Neruda fue desaforado de su cargo deSenador de la República, perseguido yclandestino hasta que logró salir del paíscon documentos falsos. Poco antes de supartida, él y la Hormiga pasaron alrede-dor de un mes ocultos en la casita deÑuñoa que habitábamos mi madre y yo.Por esos mismos días, Délano era exone-rado de su cargo de Cónsul en Nueva York.El siguiente encuentro de los amigos seprodujo nuevamente en México para elCongreso de la Paz. Allí, Délano colabo-

ró en la edición mexicana de Canto gene-ral y en su promoción.

Algo ocurrió en esos días que vino ameter una cuña en la ya larga amistad. Notengo plena certeza, pero me parece quese debió a ciertos rumores que lograrongenerar un mal entendido referente a larelación amorosa, entonces secreta, entreNeruda y Matilde Urrutia. Conociendo demuy cerca la lealtad que Luis EnriqueDélano mantuvo siempre con sus amigosy sus principios, así como el afecto y laadmiración que siempre sintió por Pablo,me resulta impensable que pueda habercometido alguna indiscreción.

En la década de los 60, Luis Enriquey Lola Falcón vivían en una casita, El Bu-que, en la costa de Cartagena, a unos 30kilómetros de Isla Negra, donde residíanlos Neruda. Neruda solía pasar por el Bu-que cuando viajaba a Santiago. Una vezle pidió a mi madre que fuera a un remateen el puerto de San Antonio y que le re-matara un ancla que estaba en subasta. Esla mole que está en el patio de su casa. Enotra ocasión, debido a que tenía que ha-cer un viaje, le llevó dos singulares pavosblancos para que se los cuidara hasta su

regreso. Debe haber tardado mucho envolver, porque los pavos terminaron en elhorno. Deliciosos.

Durante el gobierno de SalvadorAllende, Neruda fue nombrado Embaja-dor en Francia. Délano lo fue en Sueciay países escandinavos. En esos pocosaños se vieron algunas veces en París oen Roma, en reuniones de embajadoresde Chile, y mantuvieron corresponden-cia y conversaciones telefónicas. El últi-mo encuentro fue en Estocolmo, 1971,cuando el poeta fue a recibir el PremioNobel. Poco más de un año después, yaenfermo, Neruda regresó a Chile. Se pro-dujo el golpe militar. Murió a los pocosdías. Délano no pudo regresar a Chilehasta 1984.

Es curioso que tras los largos años enque compartieron no sólo la amistad, lapasión por el mar, el humor, viajes, aficio-nes y militancia política, en las memoriasde Neruda casi no figure el nombre deDélano. Pienso que tal vez se deba al he-cho de que esas memorias quedaron de al-gún modo incompletas, ya que fueron com-piladas y editadas post mortem.

— Poli Délano

2

Junio de 1927. Muchos años despuésDélano recordará que entonces, cuandoestaba por partir a Oriente, cuando en lacapital ambos pertenecían a la estirpe delos necesitados estudiantes de provincia,Neruda «me regaló una mesa pequeña yuna silla negra, alta de respaldo, que lehabía hecho Paschín Bustamante, que ade-más de gran pintor era tallador, ebanista,carpintero». Una mesa y una silla confor-maban todo el patrimonio material del poe-ta, bienes que en juventud sólo se ceden aun buen amigo.

El destino se encargó de unir sus vidasen distintos sitios y épocas. Luis EnriqueDélano fue el más cercano colaborador deNeruda en el desempeño de su funciónconsular en Madrid. Luego, en Chile, com-

Luis Enrique Délano en México, 1941.

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[ 12 ] NERUDIANA – nº 4 – 2007

partieron la fundación de la mítica Alian-za de Intelectuales. En México, cuandoNeruda fue nombrado Cónsul General,Délano desempeñó el cargo de Cónsul enCiudad de México. En aquel país inclusollegaron a compartir la vivienda y, a ma-yor prueba de amistad, Délano fue uno delos testigos en el enlace civil del poeta conDelia del Carril.

En 1932, Délano era el editor de laempresa Letras, que fundó y dirigióAmanda Labarca y que dio un notable im-pulso a la publicación de libros chilenos.Con persuasión e iniciativa y un profundoamor a la poesía, propuso a la empresa crearuna nueva colección al sello. Así nacieronlos denominados Cuadernos de Poesía, quese sumaron a la serie de novelistas chilenosy a las otras ya existentes. Estos cuadernosse iniciaron con Palabras de amor, de Ro-berto Meza Fuentes, y Afán del corazón deÁngel Cruchaga Santa María. Pero ademásde los títulos publicados, Délano recuerdaque tenía un secreto plan.

Sin consultarlo con su directora, se fueun día a visitar a Neruda, que entonces sedesempeñaba en la biblioteca del Ministe-rio del Trabajo. Le propuso la publicaciónde El hondero entusiasta, un inédito escri-

to entre Crepusculario y los Veinte poemasde amor que (recordará Délano) Neruda«se había negado a editar porque recono-cía en él una fuerte influencia del poetauruguayo Carlos Sabat Ercasty. Al princi-pio me dijo que no, pero volví a hablarle ya insistir ‘con cansada insistencia’. Un díallegué triunfante con los originales a laeditorial. No quiero decir que de todosmodos, tarde o temprano, ese libro no ha-bría tenido que salir a la luz. Claro que sí.Pero tengo cierta razón para sentirme or-gulloso de haber convencido al poeta.»

El libro vio la luz el 24 de enero de 1933.

Agosto de 1949. Amparado en la llama-da “Ley Maldita”, Gabriel González Videlacesó a Luis Enrique Délano de su puestoconsular en Nueva York. El escritor se tras-ladó a México donde participó de formaactiva en la organización del Congreso porla Paz que se celebró en la ciudad de Méxi-co en septiembre de ese año. Una vez con-cluido el Congreso, Luis Enrique se convir-tió en un eficaz colaborador en la monu-mental edición del Canto general. En cartafechada el 15 de octubre de 1949, dirigida aNemesio Antúnez, quien por esos años seencontraba becado en Nueva York hacien-do un Master of Arts en la Universidad de

Columbia, Délano escribe al respecto: «Du-rante el Congreso y el pre Congreso, mejorque no les diga nada, pues tuve que dar demí todo lo que podía y en las noches, des-pués de un trabajo de, a veces, 18 ó 20 ho-ras, me acostaba más rendido que un perroapaleado y ni siquiera podía dormir bien».

Luego de contar a los Antúnez los por-menores de la enfermedad de Neruda,Délano asume su nueva condición de “ad-ministrador económico” de la edición delnuevo libro:

Desde su cama. Pablo está dirigiendola edición monumental, de lujo, de Cantogeneral, con dos dibujos de los dos gran-des sobrevivientes de la pintura mexicana:Diego y Siqueiros. Cada ejemplar llevarádedicatoria del autor y las firmas de lospintores debajo de sus dibujos. La ediciónse hará por suscripción y el nombre delsuscriptor irá impreso en el libro. Suscrip-ción $ 15 dólares. Si entre los admiradoresneoyorquinos de Pablo hay algún intere-sado en suscribirse, les agradeceré quemanden a vuelta de correos el nombre ylos 15 dólares. Les acompaño un prospec-to de la edición.

El pintor y su esposa, Inés FigueroaTagle, no tardaron mucho en contestar lacarta de Délano adjuntando quince dóla-res cada uno. Fueron los primeros sus-criptores en Nueva York. Sin embargo, elintenso ajetreo pasó la cuenta al “admi-nistrador económico”. La subsiguientecarta a los Antúnez, ya no la firmabaDélano, lo hacía su amigo César GodoyUrrutia: «Él [Délano] me encargó que ledespachara hoy los prospectos que ustedpide. Sucede que Enrique está algo enfer-mo y el médico lo dejó por un par de díasen cama. No es nada de cuidado, pero noestá en condiciones de escribir.»

Sí: la monumental edición del Cantogeneral en México tiene mucho que agra-decer, también, a Luis Enrique Délano.♦

— Julio Gálvez Barraza

Lola Falcón y Luis Enrique Délano.

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[ 13 ]NERUDIANA – nº 4 – 2007

No se ha hecho aún la gran retrospecti-va de la fotógrafa Lola Falcón (1907-2000), ni publicado un libro de tapa duracon lo sustancial de su aporte gráfico,como ocurrió el año pasado con Anto-nio Quintana, compañero de generaciónde Falcón. Lola se inclinó al género dela foto-denuncia, la imagen de conteni-do social, los lugares exóticos, ya queviajó mucho en compañía de su esposo,el escritor y diplomático Luis EnriqueDélano. Retrató también al Neruda delos años de la clandestinidad y del Can-to general. Dio a luz, en los años de laGuerra Civil de España, al escritor PoliDélano. – M. V.____________________________________________________________________________________________

Mi madre: cámara y pasiónPOLI DÉLANO

Algunos de mis recuerdos más anti-guos se remontan a México, donde

llegué por primera vez a los cuatro años deedad. Acompaño a mi madre a caminar porel Paseo de la Reforma. En una de las cal-zadas laterales ella va fotografiando esta-tuas, árboles, fuentes, el gigantesco Ángelde la Independencia. Pero también les dis-para a las imágenes del lustrabotas que seafana sacando brillo a los zapatos de untipo que lee el periódico, y de la mujer in-dia que vende pepitas de calabaza en unaesquina. Camina con su pequeña cámaraKodak colgada del cuello como un collarque no se quita nunca.

Los domingos la jornada suele ser enel gran mercado persa de la Lagunilla, en-focando los puestos instalados en plenosuelo donde se acumulan bolitas de cristalantiguas, cortaplunas en forma de pierna,pipas raras, botellas de colores como paratentar a Neruda, manitos sujetapapeles debronce, y un sin número de objetos inser-vibles en exhibición y venta para coleccio-nistas y excéntricos. Y, por supuesto, bajo

los ojos del mismo lente cae la dinámicagalería de personajes que se forma entrevendedores y visitantes.

También vamos atravesando en un botea remos el lago Pátzcuaro rumbo a Janitzio,y mi madre capta las figuras de pescado-res vestidos de algodón blanco, que consus redes de mariposa parecen ejecutar unballet acuático.

Y montada en un burro avanza por ce-nizas y lava que cubren un pueblo sepulta-do, registrando los fuegos humeantes queexpira con violencia el volcán Paricutín,recién surgido desde las entrañas de la tie-rra. Sólo la cúpula de la iglesia sobresale dela catástrofe, y un pajarito se posa en la cruz.Todo lo quería siempre fotografiar con supequeña cámara y su gran pasión.

Nueva York, años más tarde. Lola hacambiado la modesta Kodak por una for-midable Rolleiflex, y su calidad de aficio-nada por la de fotógrafa profesional. Estu-dia en la New School of Arts con el maestroBreitenbach y vuelve a recorrer calles, par-ques de domingo, puentes colgantes, orillasde los ríos con sus témpanos de invierno,rascacielos que tapan la luz como una selvaespesa, zoológicos, registrando este nuevomundo y sus habitantes. Y también se ini-cia en el retrato con buenos modelos:Einstein, Tótila Albert, Mario Carreño,Claudio Arrau, Rayén Quitral, André Racz,personajes de la cultura que viven por ahí,y también otros que van de paso: Rosameldel Valle, el escritor mexicano Juan de laCabada, el violinista Pedro D’Andurain.

Después vienen China y el oriente, yel pequeño mundo marino de Cartagena, ySuecia, los territorios del norte, y Méxiconuevamente, por todos los flancos.

Antes fue Francia, años juveniles, enlos 20 . Y España, en los 30, hasta los pri-meros meses de Guerra Civil.

Mucho del material fotográfico que mimadre fue acumulando en su larga vida ysus numerosas vueltas por la geografía se

perdió con los viajes, las mudanzas de paísy los accidentes históricos, llámense gue-rra en España, golpe militar en Chile o añosde exilio en México.

Pero con todo y todo, quedan unoscuantos miles de negativos. Hay todavíade dónde elegir mucho mundo, mucho si-glo veinte.♦

Lola Falcón1907-2000

Mauricio Amstertipógrafo, 1907-1980.

«Un tipógrafo no sólo es el diseñador defuentes tipográficas, sino también aquelprofesional que proyecta sobre el papel lostextos que darán forma a un impreso. Eltipógrafo Mauricio Amster es considera-do como uno de los diseñadores cuyo apor-te estético, técnico y pedagógico fue de-terminante para la renovación y evoluciónde las artes gráficas en España y Chile.»(J. Allard - F. Reyes). Amster nació en Po-lonia en 1907, desde muy niño vivió en Es-paña y llegó a Chile en 1939, entre losespañoles a quienes Neruda embarcó en elWinnipeg, no sólo rescatándolos de la fe-rocidad franquista sino restituyéndoles ladignidad y un horizonte de vida y de tra-bajo. Murió en Santiago, 1980.♦

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[ 14 ] NERUDIANA – nº 4 – 2007

Desde Santander, España, el dentista, Dr.

Gunther Castanedo Pfeiffer, nos revela la

existencia, en la vida de Pablo Neruda, deuna mujer que hasta ahora, al parecer, las

biografías del poeta ignoran. Su nombre:

Olga Margarita Burgos, dentista chilena.También nacida en 1907, ella y Neruda vi-

vieron un breve romance. Entregamos aquí

una versión abreviada del texto publicadopor la revista Cantabria Dental, núm. 5,

Santander (septiembre 2007), pp. 6-11.

Agradecemos al Dr. Castanedo Pfeiffer suimportante revelación y las fotos que la ilus-

tran.—H.L.

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1

Olga Margarita Burgos Avaria nació enTalca el 24 de enero de 1907 y fue la

primera de siete hermanos, seis mujeres yun varón. La familia residió en Linares, ciu-dad en la que nació y creció Ramón BurgosBonilla, su padre, y en la que de adulto ad-ministró una mediana hacienda. Olga pasóaquí su infancia rodeada del cariño de sumadre y de dos tías solteronas muy reli-giosas, que intentaron construir en su so-brina el tipo de mujer que Olga no quisoser. Cuando llegaba el verano, los miem-bros de la familia se desplazaban a caballohacia la cordillera andina y pasaban los dosmeses del verano austral en tiendas de cam-paña. El padre, un entusiasta de la vidanatural, pesaba a todos sus hijos tanto eldía de la partida como el de la llegada: elque más había engordado recibía un pre-mio especial.

El padre era el típico hombre del cam-po chileno, machista, entregado a su fami-lia, pero promiscuo. De hecho tenía dosfamilias, una legal y otra clandestina.Cuando iba a nacer su primer hijo espera-ba que fuera un varón para el que tenía ele-gido nombre, Miguel Ángel, y al que en-señaría a comportarse en la vida. Sin em-bargo, nació Olga. El padre no se amilanóy forjó su carácter con la fortaleza que élconsideraba deseable.

Amelia, la madre, mientras tanto sem-bró el espíritu de su hija. Era una mujersensible a los libros y a la literatura. Ense-ñó a leer y escribir a sus hijos y se empeñóen que Olga ingresara en el Liceo Públicoal que sólo podían asistir varones. Despuésde muchos esfuerzos lo consiguió. OlgaMargarita fue la primera chica del LiceoFiscal de Talca, sin haber puesto nunca un

Un centenario imprevisto

Olga MargaritaBurgos

1907-1998

GUNTHER CASTANEDO PFEIFFER

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pie en el colegio de monjas donde las ni-ñas debían aprender labores, normas deurbanidad, los aspectos prácticos del ma-nejo de un hogar y, sobre todo, la sumi-sión a los hombres según principios reli-giosos.

Olga sólo recordaría de aquellos añoslas clases de literatura y las de física y quí-mica. Fue una alumna aventajada y esto lepermitió el ingreso en la Universidad. Bue-no, y ahí es nada: ¡una mujer en la univer-sidad! Su madre decidió el traslado de lafamilia a Santiago para hacer posible elsueño de Olga y de su hermano Hernán.

Olga quería estudiar medicina, pero esofue demasiado. Recordaba que su madrela decía: “Estudie dentística, hija, que lamedicina es para los hombres”. Así fueronlas cosas: Hernán estudió Medicina, Olgaen cambio Odontología.

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[ 15 ]NERUDIANA – nº 4 – 2007

En 1924 Olga ingresó en la EscuelaDental de la Universidad de Chile, vein-ticinco años después que llegara a Chileel primer sillón de dentista que se insta-ló en el Hospital San Borja en 1900 (don-de Olga a mediados de la década de lossesenta alcanzará el puesto de Jefa deServicio).

Se graduó en 1928, dos años despuésde morir su madre en una operación devesícula. Con su primer sueldo comprólibros y pasteles para sus hermanos, sinolvidar ni un momento a su madre quela había animado hasta alcanzar aque-lla meta.

En 1937 ganó la beca Humboldt pararealizar un postgrado en Odontología ytrabajar en Alemania, donde residió hastael inicio de la Segunda Guerra Mundial.Partió a Berlín acompañada de otros tresbecados amigos suyos del campo de lasArtes, Samuel Román, escultor, que lue-go sería agregado cultural en la Embaja-da de Chile en Berlín y más tarde PremioNacional de Bellas Artes; Isaías Cabezón,pintor, gran amigo de Neruda; e Israel

Roa, acuarelista, profesor de la Escuelade Bellas Artes y Premio Nacional en eseámbito durante los años 70.

En 1939, con la llegada de la guerra,Olga decidió regresar a Santiago, no sinantes emprender un largo viaje a través deEuropa. Como todos los odontólogos ejer-ció su oficio de forma privada, en calleCatedral, justo enfrente del Congreso Na-cional, y al mismo tiempo empezó a traba-jar en el Servicio Dental del Hospital SanBorja. Lo hizo con tanta dedicación y cali-dad que, años más tarde, la pusieron al fren-te del Servicio del Hospital. Su nieta, Ro-cío Muñoz, actualmente en la Universidadde La Rioja, nos cuenta sus recuerdos deniña caminando de la mano de su abuelapor el hospital y sus jardines. Preocupadapor la situación de las mujeres contaba asu nieta cómo todavía a mediados del si-glo XX las mujeres tenían que compartircama en el hospital después del parto.

Durante los años del gobierno militarde Augusto Pinochet, ya jubilada, seguíavisitando los Servicios del Hospital y losde la calle París, frontero al siniestro edifi-

cio de la DINA, la policía secreta de la dic-tadura.

Más allá de su profesión, Olga practi-có también la pintura. Como acuarelistallegó a ganar algunos premios y expuso susobras en distintas galerías de arte de San-tiago, así como una exposición realizadaen el propio Colegio de Odontólogos deChile. Una de sus últimas exposicionescontó en el catálogo con unas palabras deJuvencio Valle:

Existen pintores de larga trayectoria, maci-

zos, firmes, sin caída. Vocación, sabiduría

y oficio constituyen su baluarte. El mundo

les reverencia porque no ignora la mucha

fatiga que representa su obra. Pero junto a

ellos suelen darse algunos ejemplares

extraterrestres, individualidades caídas del

cielo, sin padres conocidos que les justifi-

quen ni escuelas que les avalen. Su caren-

cia de academias, parece condenarlos a no

dejar huellas perdurables. Pero puestos ya

en la pista, sin solemnidad alguna ni des-

pliegues pomposos, más bien con encogi-

miento, un pequeño toque dado con el en-

Olga Margarita Burgos de vacaciones y haciendo la práctica en la Universidad.

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[ 16 ] NERUDIANA – nº 4 – 2007

vés, como por descuido, provoca la gran

luminaria. (…) Tengo en mente en este

momento a Olga Burgos.

Participaba en tertulias de personajesimportantes en el mundo artístico chileno,como Eugenio González Rojas, JuvencioValle, Israel Roa, Paz Astoreca, YolandoPino Saavedra, que fue su primer marido,y Alberto Matthey, grabador de la Casa dela Moneda que fue el segundo.

2

La relación con Pablo Neruda comenzódespués de leer Crepusculario, el primerlibro del poeta. Le gustó tanto que escri-bió al editor con sus valoraciones y críti-cas para que se las entregara al poeta. Larespuesta de éste fue: «¿Por qué no se lasentrega personalmente al autor?». Ahí co-menzó todo. El primer día Neruda le fir-mó su ejemplar de Crepusculario: «A OlgaMargarita en el tiempo de las violetas» ysalieron a la calle donde el poeta le com-pró un ramo de violetas. Probablemente setrataba de la segunda edición deCrepusculario, Nascimento 1926, puestoque la primera de 1923 fue edición delautor mismo, por lo que ese primer en-cuentro, aunque sin secuelas conocidas ni

verificables, bien pudo ocurrir poco an-tes de partir Pablo hacia Rangoon en ju-nio de 1927.

La relación fue intensa pero corta, nomás de un año. En uno de sus paseos seencontraron con Yolando Pino Saavedra,poeta y amigo de Pablo, quien le dijo: “Mevoy a Buenos Aires... si puedes cuídame ala niña...”. Dado que Pino Saavedra vivíaen Alemania en 1927, esta informaciónpermite suponer que el año del romancePablo-Olga no transcurrió antes sino des-pués del exilio en Oriente, entre mediadosde 1932 y mediados de 1933, o sea entreel regreso desde Batavia y la nueva partidadel poeta, esta vez con destino al consula-do de Chile en Buenos Aires.

Olga y Pablo mantuvieron una corres-pondencia estrecha de la que quedan trescartas. En ellas se aprecia cómo el pasodel tiempo va marcando la distancia y elolvido. Olga se casará con Yolando PinoSaavedra en 1934 y se irán a vivir al de-partamento que Pablo Neruda les dejó enla calle Catedral, nº 1165. Allí había vivi-

do con Maruca Hagenaar durante algunosmeses. Notar cómo el poeta casamenteropropicia, sin necesariamente quererlo, elmatrimonio de Olga con su amigo Yolando,así como antes el de Laura Arrué conHomero Arce y después el de AlbertinaAzócar con Ángel Cruchaga Santa María.

No obstante y a pesar del distancia-miento, Olga mantuvo algún contacto conPablo a lo largo de los años, y supo siem-pre de él a través de la propia hermanadel poeta, Laura Reyes, quien siguió sien-do una de sus mejores amigas así comolo fue de casi todas las ex mujeres de Pa-blo: Guillermina, Albertina, Teresa, Ma-ría Parodi, Laura Arrué, incluidas MarucaHagenaar y Delia del Carril. Pero mien-tras Olga vivió, aquella temporada deamor con Neruda fue su secreto mejorguardado. Sólo después de su muerte apa-recieron los libros de Pablo con dedicato-rias personales para ella, las tres cartas quese conservan, algunas fotos, unas dedica-das y otras no, y una copia del poema“Walking Around” («Sucede que me can-so de ser hombre») dactilografiada por supropio autor.

Olga Margarita murió en 1998 y dejó asu nieta un paquete, cuidadosamente en-vuelto y con el rótulo “Para Rocío”. En élestaban todos sus recuerdos de Pablo.♦

Olga Margarita en su consulta en Santiago.

Olga Margarita y familiares.

Olga Margarita en Alemania.

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Escultura de Olga Margarita porSamuel Román.

[Buenos Aires] 13 - setiembre [1933]

“Una palabra con tu nombre y gracias por tutricarta, trimotora, trivida. Me cubres de letras,de amor, Olga dulce, Olga loca, Olga de miel,Olga de fuego, Olga setiembre, Olga agua, Olgaroja, Olga ardiendo, Olga sombra, Olga día,Olga carta, Olga boca, Olga Paramí, OlgaSoloparamí, Olga diurna, Olga entre olgas.

Pablo.”

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[ 18 ] NERUDIANA – nº 4 – 2007

La dimensióncientífica en la obra

de Neruda

HERNÁN LOYOLAUniversità di Sassari, Italia

Los primeros poemas que conocemosde Neruda los escribe en 1918, a sus

14 años de edad. 1918 marca en Europa laconclusión de la Gran Guerra con un pési-mo armisticio que determinará muy pocosaños después la erupción devastadora delfascismo en Italia y del nazismo en Ale-mania. 1918 es también el año central dela crisis de la confianza pública en la capa-cidad de la ciencia y del progreso tecnoló-gico para fundar el mundo de justicia, defraternidad y de bienestar común que ha-bían soñado los hombres del siglo XIX.

Es difícil imaginar hoy el horizonte deexpectativas sociales generadas por Pasteury su vacuna, por Semmelweiss y sus jofai-nas, por Franklin y su pararrayos, por Edisony su bombilla, por Morse y su toc-toc-tocotoc,por Bell y su corneta, por Volta y su rana, porDarwin y su chimpancé, por Henry Ford ysu modelo T. Hoy día el desarrollo científicoy tecnológico ha divorciado del viejo pro-yecto histórico-político del bienestar comúnpara casarse con las multinacionales y suscuentas bancarias. En cambio ayer —aquelinimaginable ayer de fines del siglo XIX—los héroes del progreso, de la ciencia y de latecnología parecían a punto de materializarel decisivo salto en la calidad individual ysocial de la vida humana, ese salto que ha-bría cancelado todos (o casi todos) los resi-duos de injusticias y sufrimientos. Al cabode tanto camino recorrido, la Ciudad Futura—la materialización de la Utopía— estabapor aparecer tras la colina.

Pero sabemos cómo el siglo XX desmin-tió rápidamente tales expectativas. La gue-rra ruso-japonesa de 1905 y el desastre delTitanic en 1912 fueron sólo lúgubres anti-cipaciones de la más colosal catástrofe vi-vida hasta entonces por la humanidad, laGran Guerra 1914-1918 con sus 6 ó 7 mi-llones de muertos. Habituados como esta-

mos al horror bélico masivo de los últimosdecenios, habituados a un hoy en que los20 ó 50 ó 100 cadáveres cotidianos en Irakya dejaron de hacer noticia, nos es cada díamás difícil imaginar siquiera el impactotraumático provocado por la Primera GranGuerra sobre una conciencia pública inter-nacional que aún no se reponía del espantopor las 150.000 víctimas de la guerra fran-co-prusiana de 1870-1871, la más sangrientadel siglo XIX.

Esta crisis de confianza en el progresova a determinar contradicciones en el cam-po literario. Por un lado, rechazo delprosaísmo científico materialista, por otro,una exaltación de máquinas, hélices, aero-planos, velocidad, en suma, de la maravillatecnológica moderna. En Temuco, el 12 dejulio de 1920, día de su 16º (decimosexto)cumpleaños, el estudiante Neftalí Reyes es-cribe estos versos alejandrinos:

El Liceo, el Liceo! Toda mi pobre vida

en una jaula triste… Mi juventud perdida!

Pero no importa, vamos!, pues mañana o pasado

seré burgués lo mismo que cualquier abogado,

que cualquier doctorcito que usa lentes y lleva

cerrados los caminos hacia la luna nueva…

Qué diablos, y en la vida como en una revista

un poeta se tiene que graduar de dentista!

[de “El Liceo”, en OC, IV, 161]

Algunos días después nuestro adoles-cente Neftalí ensaya un soneto en la mis-ma línea del rechazo y del aburrimientofrente al aprendizaje de nociones que loapartan de su ya definido destino de poeta:“Clase de Química en ultragrís”. Leamossus dos cuartetos:

Los alumnos hacen paralelepípedos

o copian grabados del libro de Química,

me roe el fastidio mordiente del bípedo

que siente la herida de la metafísica.

Odiosa ganguea la voz pedagógica! …

ácido esteárico… química sintética…

tantas endiabladas curvas psicológicas

en la gelatina de mis energéticas!

[en OC, IV, 165]

A primera vista se trata sólo de varia-ciones sobre el tópico romántico del ar-tista sofocado por la sociedad burguesa,ávida de dinero y anclada a la terrestre

Collage de Juan Larrea, en Cuadernos Americanos, México, 1942.

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[ 19 ]NERUDIANA – nº 4 – 2007

sordidez del trabajo mecánico e indus-trializado. Pareciera que estamos anteun caso más del aspirante a poeta querechaza el prosaísmo de la ciencia teó-rica y aplicada, cómplice de la degra-dación burguesa del mundo. Y sin em-bargo no, no es así. Porque por esosmismos años, muy significativamente,Neftalí Reyes está viviendo una autén-tica “iniciación científica”, una expe-riencia personalísima, secreta, que serádecisiva para la definición futura de supoesía y de su visión del mundo.

El involuntario productor de tal inicia-ción es su padre don José del Carmen Re-yes, el rudo ferroviario, que habiendo ve-rificado la propensión de su hijo hacia laliteratura y, en particular, para colmo delhorror, hacia la poesía —esa notoria acti-vidad feminoide–, decide educarloespartanamente para que en cambio se hagahombre. Nada mejor entonces que hacerlomadrugar y que se embarque con él y consus peones en el tren lastrero a su cargo,ese tren de mantenimiento indispensableen la Frontera, región de grandes vendava-les y lluvias que se llevarían los rieles silos espacios entre los durmientes no fue-ran continuamente reforzados con cascajoo piedrecillas. En busca de aquel materialel tren de don José del Carmen se interna-ba por los ramales hasta el corazón mismode la selva austral:

Debiendo excavar el lastre de las can-

teras, ese tren de mi padre permanecía en

cualquier rincón selvático por semanas

completas. El tren era novelesco. Primero,

la gran locomotora antigua, luego los in-

numerables carros planos en los que la pala

excavadora depositaba las pequeñas mon-

tañas de la entraña terrestre, después los

carros de los peones, por lo general rudos

gañanes de vida desordenada, y luego el

vagón en que vivían sobre ruedas mi padre

y el telegrafista. Todo esto en medio de fa-

roles de vidrios verdes y rojos, de bande-

ras de señales y mantas de tempestad, de

olor a aceite, a hierros oxidados, y con mi

padre, pequeño soberano de barba rubia y

ojos azules, dominando como un capitán

de barco la tripulación y la travesía.

Viajé muchas veces por los ramales en

esta casita de mi padre que se detenía jun-

to a la selva primaveral, selva virgen que

me reservaba los más espléndidos tesoros,

inmensos helechos, escarabajos deslum-

brantes, curiosos huevos de aves silvestres.

— Neruda, VDP, 1962, en OC, IV, 1279-1280

Cuando el tren se detiene junto a lascanteras próximas a Boroa, a Hualpín, aCarahue, el niño vaga entre los árbolesmientras los peones pican piedra. Sus ex-ploraciones despiertan la curiosidad de es-tos hombres rudos que vienen de aldeasperdidas, de suburbios miserables o de va-rios años de cárcel, y que pronto comien-zan a ayudarlo. Al menor descuido de donJosé del Carmen dejan la cantera y entranen la selva para volver con las alimañasque fascinan a Neftalí, como ese enormecoleóptero que en Chile llamamos la ma-dre de la culebra, un titán acorazado. Aveces el niño, habiéndose alejado del trenpaterno, se encuentra de pronto solo y per-dido en medio de la densa foresta, indeci-so entre el pavor y la curiosidad. Lo recor-dará incluso al final de su vida, en el pórti-co de sus memorias:

Se hunden los pies en el follaje muerto,

crepitó una rama quebradiza, los gigantes-

cos raulíes levantan su encrespada estatu-

ra, un pájaro de la selva fría cruza, aletea,

se detiene entre los sombríos ramajes. Y

luego desde su escondite suena como un

oboe… Me entra por las narices hasta el

alma el aroma salvaje del laurel, el aroma

oscuro del boldo… El ciprés de las

Guaitecas intercepta mi paso… Es un mun-

do vertical: una nación de pájaros, una mu-

chedumbre de hojas… Tropiezo en una pie-

dra, escarbo la cavidad descubierta, una

inmensa araña de cabellera roja me mira

con ojos fijos, inmóvil, grande como un can-

grejo… Un cárabo dorado me lanza su ema-

nación mefítica, mientras desaparece como

un relámpago su radiante arco iris… Al

pasar cruzo un bosque de helechos mucho

más alto que mi persona […] Un tronco

podrido: qué tesoro!... Hongos negros y

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[ 20 ] NERUDIANA – nº 4 – 2007

azules le han dado orejas, rojas plantas pa-

rásitas lo han colmado de rubíes, otras

plantas perezosas le han prestado sus bar-

bas, brota, veloz, una culebra desde sus en-

trañas podridas, como una emanación,

como que al tronco muerto se le escapara

el alma…

— Neruda, CHV, “El bosque chileno”,

en OC, V, 399-400

Espero adviertan ustedes la sustantivi-dad y la precisión del lenguaje de Neruda,lejos de los vagos ditirambos y de la retó-rica de exaltación a que nos han habituadono pocos poetas al intentar la representa-ción lírica de la naturaleza. Lo cual reco-noce origen en aquellos extravíos de niñoen la selva austral, que fueron para Nerudauna doble experiencia fundacional, unadoble iniciación. Por un lado, iniciaciónestética y sensorial, escuela de formas ytexturas, el ingreso a una mentalidad poé-tica sustancial; por otro, iniciación al co-nocimiento objetivo del mundo, a la ob-servación minuciosa y precisa de lo real,al apasionado interés por los seres vivien-tes y por los objetos que pueblan el esce-nario del hombre, en suma, el ingreso alrigor de la mentalidad científica.

Nunca supo don José del Carmen quefue su propia locomotora la culpable dehaber logrado el efecto contrario al quebuscaba, puesto que precisamente de lasincursiones a la selva austral nació el poe-ta Neruda. Menos pudo imaginar que deesas mismas incursiones nacerán igual-mente el botánico Neruda, el entomólogoNeruda, el ornitólogo Neruda, y que mástarde, cuando llevará a su hijo al océanode Puerto Saavedra, siempre tratando dealejarlo de la poesía, estará creando lascondiciones para que años después nazcatambién el malacólogo Neruda, o mejor,el oceanólogo Neruda con especializaciónen malacología, experto conocedor y co-leccionista de caracolas de todas las cos-tas del mundo. Para decirlo de una vez: enaquellas primordiales experiencias de in-fancia y adolescencia —la selva y el océa-no— reconocen su origen no sólo la di-mensión poética de Neruda sino tambiénsu dimensión científica.

No estoy inventando o inflando un as-pecto marginal de nuestro poeta. En ver-dad, la ciencia no le fue ajena a Neruda.Más aún, lo que definirá su grandeza comohombre y como escritor, es que ambasmentalidades, la poética y la científica (larazón y el extravío), en él tenderán a fun-dirse, a funcionar unidas, a ser una sola,inseparablemente (como debe ser). Tenderáa superar la tradicional dualidad de las dosculturas. Por eso el botánico, el ornitólogo,el entomólogo, el malacólogo Neruda noserán extravagancias del poeta, sino figu-ras plenamente integradas a su identidadnuclear, la del poeta.

La primera iniciación científica fue enNeruda iniciación telúrica, la gran lección

de la materia viva. El bosque chileno in-troduce a Neftalí en el misterio de la inter-dependencia vida/muerte que más tarde es-tará siempre en su mejor poesía, en textoscomo “Galope muerto” de 1926, “Entradaa la madera” de 1935 o “Alturas de MacchuPicchu” de 1946. En la prosa citada, notarel curioso énfasis sobre un aspecto que nosuele interesar a los poetas: «Un troncopodrido: qué tesoro!» Al recordar su entu-siasmo de niño frente a un proceso debiodegradación, Neruda nos visualiza elprecoz origen de una intuición quedevendrá clave en toda su obra, vale decir,la dialéctica vida/muerte como condicióny dinámica de la Vida (con mayúscula).

Pero la vivencia profunda y objetiva dela naturaleza austral, aquella experienciatáctil, visual y auditiva, interiorizada porel muchacho gracias a las excursiones a quelo obligó su padre, todo ese íntimo bagajepermanece latente, subconsciente, reprimi-do, y comienza a aflorar sólo diez años mástarde, cuando Neruda vive en España. Su-brayo aquí el rigor, llamémoslo ‘científi-co’, de tal silencio, en cuanto el poeta ca-lla y expresará aquella vivencia primariasólo cuando siente que ha adquirido el len-guaje y la forma estructurante adecuadosa su formulación. A este nivel Neruda fuesiempre un escritor de una autenticidad, deuna honestidad artística de veras excepcio-nal en nuestro medio.

La segunda iniciación poético-cientí-fica de Neruda fue registrada por sus cró-nicas de viaje escritas entre 1927 y 1930para La Nación de Santiago, que desplie-gan una nueva cuanto extraordinaria capa-cidad de observación y de atención minu-ciosa, y precisa, a los detalles de una reali-dad desconocida o diversa. Por primera vezescribe Neruda el inventario de un merca-do, el de Colombo en Ceilán. Hay otra cró-nica cuyo título, “Contribución al domi-nio de los trajes”, sugiere ya el entusiasmodescriptivo del vestuario multicolor de lasmujeres en Ceilán y en Birmania. Y aúnhay otra, “Madrás: contemplaciones delAcuario”, que se puede leer como la ini-ciación de Neruda a la oceanografía. En

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noviembre de 1927, a pocas semanas dehaber desembarcado en Rangoon, Neruday su amigo Álvaro Hinojosa atraviesan denuevo el Golfo de Bengala hasta Madrás,ciudad situada sobre la costa oriental de laIndia. La razón del viaje es visitar su fa-moso Acuario. Para Neruda es la primeralección sistemática de oceanografía, la in-troducción al mundo oceánico en sí mis-mo:

Vamos al Acuario Marino… Hay no

más de veinte estanques, pero llenos de ex-

celentes monstruos… hay inmensos peces

caparazudos y sedentarios, leves medusas

tricolores, peces canarios, amarillos como

azufre… pequeños seres elásticos y barbu-

dos, graciosos maderas que comunican a

quien los toca un sacudimiento eléctrico,

peces dragones trompiformes, aletudos, en-

jaezados de defensas, parecidos a caballe-

ros de torneo medieval, con gran ruedo de

cachivaches protectores… Los hay como

cebras, como dominós de un baile subte-

rráneo, con azules eléctricos, con grecas

dibujadas en bermellón… Ahí están las si-

niestras cobras del mar, iguales a las te-

rrestres y aún más venenosas… Al lado de

ellas, metidas todas en una pequeña gruta,

las murenas del Océano Índico, crueles an-

guilas de vida gregaria… inútil intentar se-

pararlas… Son un feo montón de brujas o

condenadas al suplicio moviéndose en cur-

vaturas inquietas, verdaderas asambleas de

monstruos viscerales… peces que caminan

en dos pies como humanos; habitantes del

mar nocturno… dan idea de un mundo des-

conocido, casi humano: condecorados, gue-

rreros, disfrazados, traidores, héroes, se re-

vuelven en un coro mudo y anhelante de su

profundísima soledad oceánica… colores

en movimiento, con sus bellas formas de

bala o de ataúd.

— Neruda, noviembre 1927, en

La Nación del 05.02.1928

Antes de dejar Chile en 1927, el marque conocía —Puerto Saavedra— era enlos textos de Neruda sólo uno de los esce-narios de su intimidad. En la prosa queacabo de citar, en cambio, el lenguaje poé-tico se subordina al objeto descrito, se poneal servicio de la visualización exacta de loreal apelando a la experiencia y a la capa-cidad imaginativa del lector. Que es lo quehacen, no siempre con tanta gracia, los li-bros de divulgación o de explicación cien-tífica.

El oceanógrafo Neruda tendrá menosproblemas que el botánico o el ornitólogoNeruda, precisamente porque el mar esta-blecía una distancia que facilitaba la visióny la traducción verbal del poeta. Durante1929 vivió a pocos metros del mar enWellawatta, isla de Ceilán, en un lugar queel tsunami de la Navidad de 2004 arrasó,menos mal que no hubo uno similar du-rante la Navidad de 1929. Probablementeentonces comenzó Neruda a recoger lascaracolas, tarea que crecerá durante losprimeros años 40 en las costas mexicanasde Baja California y en las de Varadero enCuba, donde trabó amistad con elmalacólogo cubano de fama mundial, donCarlos de la Torre. Se sabe que años des-pués el gran biólogo Julian Huxley, her-

mano del novelista Aldous, llegará a Chiley querrá conocer no al poeta sino almalacólogo Pablo Neruda. Hacia 1939 unbellísimo poema, y diez años más tarde,durante su exilio en Europa, un entero ca-pítulo del Canto general (el XIV con sus24 poemas) dedicará Neruda a desarrollarsu cartografía poética y científica del GranOcéano. El mar era lo único que esteomnívoro coleccionista de las cosas delmundo no podía meter en su casa, de ahíque su residencia principal fue siempre lanave terrestre de Isla Negra.

La configuración poético-científica dela selva y sus habitantes será más lenta ymás difusa. Justamente la temprana fami-liaridad con que el niño Neftalí vivió suexperiencia forestal hacía más difícil suformulación. Los muchos modelos conven-cionales o habituales establecidos por latradición literaria (y que la escuela nos haceconocer) eran insuficientes para Neruda,que instintivamente buscaba traducir laespecificidad única de aquella experienciapersonal. Ayudará su redefinición políticade los años 30. La vocación científica delmarxismo va a hacer buenas migas con la

El locomóvil, Isla Negra. Foto de Rolando Rojas.

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[ 22 ] NERUDIANA – nº 4 – 2007

natural propensión materialista que el bos-que había desarrollado desde muy tempra-no en Neftalí.

A fines de los años 30 inicia Neruda laescritura de un Canto general de Chile,cuyos primeros poemas incluyen algunosque se titulan “Botánica”, “Araucaria”, olos trípticos “Peumo-Quilas-DrymisWinterei” por el lado del botánico, y“Chercanes-Loica-Chucao” por el delornitólogo. Nos llevaría horas sólo citar lostítulos de los textos en que Neruda elaborócon su mentalidad totalizante, poética ycientífica a la vez, la representación ver-bal de flores, arbustos, árboles, de insec-tos, pájaros, bestias de todos los tamaños,desde la lagartija al elefante. Basta hojearsus varios libros de odas elementales pararecorrer un abundante repertorio vegetalque incluye odas a la alcachofa, a la cebo-lla, a flores azules y amarillas, al tomate, ala papa, al trigo de los indios, al algarrobo,a la ciruela, al limón, a la magnolia, al maíz,a la manzana, a la naranja, al alhelí, alaromo, a un ramo de violetas.

En campo ornitológico encontraremosodas al pájaro sofré, a la gaviota, al pica-flor, y años más tarde un entero libro, Artede pájaros de 1966, con poemas cuyos tí-tulos son nombres de pájaros reales y pá-jaros imaginarios, inventados, pero todoscon sus nombres científicos en latín (rea-les e inventados también ellos) a modo desubtítulos. En campo ictiológico hay mu-chos poemas y algunos enigmas, como elque concierne al pez entre anillos armilaresque caracteriza al logo nerudiano. Pero no

olvidar el extenso “Bestiario”, poema dellibro Estravagario (1958), que si bien fueescrito en clave lúdica y posmoderna, esdecir ajena al tono de seriedad de los tex-tos antes citados, supone de todos modosun notable bagaje de zoología. Aconsejopor último una atención especial para la“Oda al hígado”, asombro de especialistaspor la viva y precisa representación delfuncionamiento del órgano.

Hay un libro publicado en 1963 quetrae un prólogo de Neruda titulado “Elhombre más importante de mi país”,refiriéndose al autor del libro. Nunca unafrase de tal calibre habría sido escrita porNeruda sin plena responsabilidad y con-vicción. Y tanto menos si era el título deun texto suyo. Ahora bien, ¿quién era esapersona a la que Neruda consideró adecua-do llamar el hombre más importante demi país? Pues era un médico, un hombrede ciencia, de ésos que en otros tiemposeran reconocidos con el epíteto sabio porla amplitud y universalidad de sus conoci-mientos: era el profesor doctor AlejandroLipschütz, médico de origen lituano quellegó a Chile huyendo del horror nazista,que enseñó durante algunos años en laUniversidad de Concepción y después enSantiago, y que en paralelo a sus investi-gaciones en campo oncológico dedicó unnotabilísimo esfuerzo a la antropología. Ellibro prologado por Neruda era en efectode esta índole: El problema racial en laconquista de América y el mestizaje (1963).Cito algunos momentos del prólogo:

El hombre más importante de mi país vive

en una vieja casa que enfrenta la gran cordi-

llera… aunque nórdico originario, tiene poco

o nada que ver este gran hombre frágil con la

nieve. Más bien podría buscársele parentes-

co con el fuego… El fuego es impaciente, de-

vora sin continuidad. Pero nuestro amigo, en

su vieja casa de Los Guindos, no sólo reduce

a cenizas la necedad y la mentira, sino que

establece la verdad cristalina construyéndo-

la con todos los materiales del conocimien-

to…

Recuerdo una vez, y era tarde, y desde

los altos Andes habían bajado cubriendo nues-

tras vecinas habitaciones las tinieblas frías

del invierno de Chile. Aquel día lo había visto

yo a mi amigo en su laboratorio y había so-

portado el tormento de que me mostrara uno

a uno tumores y probetas, cifras hormonales,

pizarras llenas de números: todos los elemen-

tos de su lucha fructífera con el cáncer…

De pronto sonó el teléfono, en la noche.

Era su voz que me decía, excusándose con la

extrema cortesía que es el escudo de su noble

audacia: «No puedo, Pablo, resistir. Debo

transmitirle esta maravillosa poesía», y por

quince minutos, trabajosamente, me tradujo

verso por verso, páginas y páginas de

Lucrecio [De Rerum Natura]. Su voz se ele-

vaba con el entusiasmo. En verdad, la esplén-

dida esencia materialista me pareció flagran-

te, instantánea, como si desde la casa de Los

Guindos la más antigua sabiduría y poesía

iluminaran, en la sombra de mi ignorancia,

el amanecer nuclear, el despertar del átomo.

— de Neruda, “El hombre más importante de

mi país”, en OC, IV, 1187-1190

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Aparte el doctor Lipschütz, Nerudaconoció durante su vida y trabó amistadcon importantes figuras de la ciencia delsiglo XX, entre ellos los marxistas FrédéricJoliot-Curie, Paul Langevin y JohnDesmond Bernal, sintiéndolos próximos asu propia actividad de poeta, incluso máspróximos que ciertos escritores de profe-sión. En particular, uno de sus más en-trañables amigos fue el científico inglésde fama mundial John Desmond Bernal,profesor de física (1938-1963) y decristalografía (1963-1968) en la Universi-dad de Londres, y que realizó también im-portantes investigaciones en el campo dela biología molecular. Cuando Neruda supode la muerte de Bernal en 1971, él mismoatravesaba una fase difícil de su vida, com-plicada entre otras cosas por los crecientessíntomas de una grave enfermedad y porsus tareas de embajador en París, aparte elPremio Nobel de ese año, pero se dio tiem-po para el recogimiento y para escribir unosversos privados en homenaje y memoriade su amigo:

Bernal, esta palabra

tiene fuego y sonido.

Si la gritamos desde un campanario

sucede un vuelo blanco de palomas,

se despliegan las ondas de la luz.

Bernal! Bernal!

Un hombre

silencioso.

Vino de un laberinto

hacia nosotros.

Son terribles los libros,

las montañas,

los subterráneos del conocimiento:

la materia

hecha número,

la exactitud

del infinito,

la fórmula del miedo,

las llaves de la piedra,

los ojos

de la energía inmóvil

lista para saltar y destruir,

allí

en el laberinto

donde todo es número y línea.

Cuidado!

Todo está vivo y arde!

Este número cuatro es un volcán.

Este número siete es un león.

El Maestro bajó del laberinto,

sencillo como un viejo domador

que desafió al misterio tantas veces

y se dispuso a andar entre nosotros,

a darnos su sencillez y su sabiduría.

Trabajó demasiado con nosotros.

No supimos cuidarlo.

[…]

Profesor, compañero,

muchas gracias por todo,

por tu valor, por tu sabiduría,

por tu nombre.

Seguiremos cantando

desde lo alto.

Bernal!

Bernal!

Y volarán palomas.

[“Para Bernal”, en OC, V, 325-327]

Este homenaje a Bernal confirma laperspectiva totalizante de Neruda, cuya ad-miración hacia el trabajo científico se mez-cla aquí a la inquietud por los riesgos deuna utilización inhumana de la aplicacióntecnológica de las conquistas de la cien-cia, lo cual significa que para Neruda laciencia, como el arte y la literatura, no esseparable del comportamiento político ysocial de quienes investiguen y exploren ydesafíen los misterios de la materia, de lavida, y en particular de quienes controleny se apropien de sus resultados. Nerudanunca fue indiferente a este problema.Mucho menos lo sería hoy.♦

Santiago de Chile, noviembre 2007.

Abreviaturas:

CHV Pablo Neruda, Confieso que he vivi-

do / Memorias. Barcelona, Seix Barral, 1974, y

en OC, V, 395-789.

OC Pablo Neruda, Obras completas, edi-

ción de Hernán Loyola, 5 volúmenes.Barcelona,

Galaxia Gutenberg & Círculo de Lectores, 1999-

2002.

VDP Pablo Neruda, “Las vidas del poeta.

Memorias y recuerdos”, diez crónicas

autobiográficas, en O Cruzeiro Internacional,

Río de Janeiro, enero-junio 1962.

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[ 24 ] NERUDIANA – nº 4 – 2007

DOCUMENTOS

Un texto desconocido del embajadorPablo Neruda (1971)

A mediados de marzo de 1971, el poeta deja Santiago para asumir como Embajador

de Chile en Francia. Su nombramiento era del 21 de enero. Si bien hacía tres déca-

das que había dejado la carrera consular, deseaba defender y difundir la experiencia chi-

lena, en la cual creía fervientemente. Acompañado por Jorge Edwards, como su “segun-

do” en la misión, inició una activa labor diplomática que implicó cubrir una serie de

frentes, y el informativo fue por supuesto uno de los que mejor cuidó. Rápidamente repli-

caba las noticias e inserciones de la prensa local, muy atenta a los avatares de la llamada

“experiencia chilena”, la cual era seguida con particular interés por los medios franceses.

Aunque los problemas asociados al embargo de las partidas de cobre y a las dificulta-

des derivadas de la renegociación de la deuda externa rápidamente coparon, de manera

abrumadora, la agenda de la misión diplomática chilena, el poeta se dio maña para poner

de relieve aquello que ocurría en su distante país.

La visita de Fidel Castro a Chile, entre el 10 de noviembre y el 4 de diciembre de

1971, fue por cierto una ocasión importante. La visita del líder revolucionario cubano,

con sus tres semanas de duración (una de las más extensas que un Jefe de Estado haya

realizado a un país extranjero en muchas décadas), alcanzó un fuerte impacto en la iz-

quierda mundial, entregando un mensaje unitario y de colaboración entre los respectivos

procesos revolucionarios.

Durante las semanas siguientes el embajador Neruda convocó a personalidades parisinas

y medios de prensa para dar a conocer un filme documental sobre la visita del comandante

Castro y para explicar su significado e importancia. El texto que leyó en esa ocasión co-

mienza con el tono de Canto general, describiendo la realidad del continente e identificando

las fuerzas regresivas responsables del retraso y miseria en que se debatían los países de la

región. Subraya luego la enorme trascendencia histórica que tuvo la Revolución Francesa a

través de la difusión de los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad, y cómo la revolu-

ción mexicana y después la cubana, unidas al nacimiento y consolidación de las repúblicas

socialistas, han sido su continuidad más notable durante el siglo XX.

Al calificar como “un triunfo” la visita de Fidel Castro a Chile, el embajador no

desconoce que los procesos políticos siguen caminos diferentes en cada país, pero agrega

que ninguna potencia extranjera conseguirá que el gobierno de Allende dé «ni un paso

atrás», tanto en el plano nacional como internacional. En particular respecto a Cuba.

En esa ocasión el Embajador dejó de lado, no sólo por deber diplomático sino por

invariable y auténtica adhesión a la gesta de los barbudos, su personal disgusto de poeta y

combatiente por el duro cuestionamiento de que había sido objeto por parte de la dirigencia

cubana a través de la famosa Carta Abierta de julio 1966. De esta forma, el viejo “poeta de

utilidad pública”, recién reconocido con el Premio Nobel de Literatura, volvía a campear

por sus fueros.

Doy fe de que el original (dactilografiado) del texto que aquí presento trae correcciones y

añadidos de puño y letra del poeta embajador, con tinta verde, que certifican su autenticidad.

— Abraham Quezada Vergara

Servicio Exterior de Chile, New York

________________________________________________________________

[El oro y la sangre]

PABLO NERUDA

El gran continente latinoamerica-no ha sido durante siglos el más

ancho escenario de la violencia y dela codicia. Entre nuestros altísimosvolcanes y los dos grandes océanosse han sucedido el oro y la sangre, elazúcar y la sangre, el petróleo, el co-bre, el estaño y la sangre. Tuvimos ma-rejadas de conquistadores incendia-rios, de vendedores y de comprado-res de esclavos, tuvimos durante si-glos piratas, mandones transitorios,tiranos endémicos, latifundistas feu-dales. A esto se agregaron imperialistasde todos los idiomas y, luego, monopo-listas nacionales. De una o de otra ma-nera los pueblos de América fueronengañados y explotados.

La gran revolución francesa lle-gó con su oleaje hasta nuestras are-nas y se derrumbó, por arte del pen-samiento y de la lucha, el imperioespañol. Pero la Libertad, la Igual-dad y la Fraternidad continuaronsiendo plantas exóticas que rara vezflorecían en el continente. Por eso lasrevoluciones diferentes de Cuba y deMéxico, en nuestra época y frente anuestros ojos, son revoluciones jus-ticieras que establecen antiguos prin-cipios, derechos que no habían ejer-citado nuestros pueblos: significan lacontinuación de la independencianacional de las repúblicas america-nas. Pero ahora se levantan enrique-cidas por las victoriosas revolucio-nes socialistas de Europa y de Asia:los relojes marcan en América Lati-na la hora del mundo actual: las ban-deras del pueblo tienen el mismo co-lor en todo el mundo.

La visita del comandante FidelCastro a Chile no es un acontecimien-

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to protocolar. Es una acción delinternacionalismo, es una fiesta, es untriunfo.

El clima, la historia, el desarrollo,los métodos y situaciones políticas deCuba y de Chile pueden ser diferen-tes, pero el gran río de la liberaciónnacional es la misma fuerza que co-rre por sus raíces, el mismo vientomueve las dos estrellas solitarias denuestras dos banderas.

El encuentro de estos dos hombreses el encuentro de dos pueblos queafirman su fraternidad y su sobera-nía. El enemigo ha puesto toda su per-versidad y su fuerza para enmu-decernos, aislarnos y enemistarnos:aquí veremos la respuesta del pueblode Chile a este desafío. Y veremos tam-bién dos capitanes diferentes que re-flexionan en voz alta sobre los cami-nos recorridos y la continuación denuestras luchas.

Chile en poco más de un año hadado pasos gigantescos en el cami-no de la liberación. Hemos recupe-rado la totalidad de nuestras rique-zas mineras que comprendían losmás vastos depósitos de cobre en elmundo y que hasta ahora eran sa-queados por compañías norteameri-canas. Esto no ha caído bien a cier-tos gobernantes de los Estados Uni-dos. Lo sentimos mucho, pero no da-remos un paso atrás. Hemos liquida-do todos los latifundios, las inmen-sas propiedades que pertenecían aunas pocas familias. Hemos liquida-do casi todos los monopolios. Estoha caído mal a latifundistas y mono-polistas. Lo sentimos mucho, pero nodaremos un paso atrás.

Damos y seguiremos dando, y contoda tranquilidad, muchos pasos máshacia la justicia y la dignidad paranuestro país, para nuestro pueblo.

Los imperialistas habían ordena-do a los anteriores gobiernos de Chi-le la enemistad hacia ciertos paíseshermanos. Apenas instaurado el Go-bierno Popular restablecimos relacio-nes diplomáticas con Cuba, con la Re-pública Popular de China, con la Re-pública Democrática Alemana y, haceunos pocos días, con la RepúblicaPopular de Vietnam, con la Repúbli-ca Popular de Corea, con Bangladeshy con la República Popular del Con-go (Brazzaville). Y no daremos ningúnpaso atrás en nuestras relaciones ex-teriores: ningún poder extranjero po-drá nunca más separarnos de nues-tros amigos para hacer el juego denuestros enemigos.

No tenemos la pretensión de darcomo modelo nuestro camino. Cadapueblo escogerá su camino y cada ca-

mino se agregará a la historia, a la ex-periencia histórica con sus errores ysus triunfos.

Al mostrar este documento al pue-blo de Francia, al que tanto debemos,lo hacemos conscientes de las gravesdificultades que nos aguardan. Losmismos que dejan caer bombas ase-sinas en Vietnam nos amenazan conla asfixia económica para destruirnos.Pero contamos con nuestro pueblo ycon la solidaridad de muchos amigosen el mundo.

Como orgulloso representante delGobierno Popular de la República deChile cedo la palabra, a través de estefilme, al comandante Fidel Castro yal presidente Salvador Allende.♦

[París, diciembre 1971]

Dactiloscrito original de “El oro y la sangre” con algunascorrecciones de Neruda y anotaciones de mano desconocida.

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DISCOS_________________________________________________________________________

Luciana andLorraine Sing

Neruda

Luciana Souza, Neruda.Sunnyside Records SSC 1132New York 2004Luciana Souza, voice & percussion;Edward Simon, piano.

Songs: 1, “House” – 2, “We Are Many” –3, “Sonnet 99” – 4, “I Will Come Back” –5, “Memory” – 6, “Loneliness” – 7,“Sonnet 49” – 8, “Poetry” – 9, “LeaningInto The Afternoons” – 10, “Tonight I CanWrite…”[Songs 1, 4, from Las piedras de Chile, 1961;

— 2, from Estravagario, 1958; —3, 7, from

Cien sonetos de amor, 1959; — 5, 6, 8, from

Memorial de Isla Negra, 1964; — 9, 10, from

Veinte poemas de amor y una canción desespe-

rada, 1924.]

¿Cuántos tipos de música haceLuciana Souza? Jazz, por supuesto, mú-sica brasileña en toda su infinita variedady, recientemente, incluso El Amor Brujode Manuel de Falla y La Pasión según SanMarcos de Osvaldo Golijov con la NewYork Philarmonic, la Boston Simphony yotras orquestas no menos ilustres. Si te su-cede encontrarte in the right club on the rightnight hasta podrías oírla cantar los arreglospara big band de Maria Schneider o KennyWheeler. No importa qué tipo de músicapueda interesarle más a ella en un determi-nado momento, tú sabes quién la está can-tando tan pronto escuchas su voz fresca ysensual, ágil como nutria en agua, tan sua-ve que querrías acariciarla —aunque en sucalma elegancia hay también un toque defuria, un sutil indicio de fuego ecuatorial.

Si Luciana no hiciera otra cosa que can-tar, sería de todos modos un milagro. Perotambién escribe música, a veces para suspropias gráciles palabras, a veces para lasde los poetas que la curiosidad de su oído

privilegia. Neruda es un ciclo de una horade canciones basadas en la poesía de Pa-blo Neruda y en las piezas para piano deFederico Mompou, cantadas en un inglésperfumado de Brasil (lengua que ella ha-bla con la frescura y asombro de un explo-rador cartografiando un nuevo mundo) ytan inclasificablemente proteico como todolo demás que ella hace.

“House” danza calle abajo en un sinuo-so 7/4, acicateado por su propio y diestrojuego de percusión. “Poetry” tiene la con-centración de una art song compuesta porFauré o Copland. La extensa melodía de“Tonight I Can Write…” se desenvuelvecomo el lento decurso de la luna a travésdel cielo nocturno.

«Algunos me dicen ‘Oh, tú eres tanecléctica’ y yo habitualmente respondo queya no atiendo a los estilos», me dijo unavez Luciana. «Reconozco, claro, ésta esmúsica clásica, ésa es contemporánea yaquélla es jazz, o brasileña, pero no es algoque me preocupe. Sólo quiero no venir cla-sificada únicamente como ‘la cantante bra-sileña’. Entiéndase bien: no reniego eso,para mí es siempre una delicia cantar enportugués, pero no quiero ser sólo eso.»

Entonces ¿cuántos tipos de música haceLuciana? Sólo una: la suya. Aquí está.♦

— Terry Teachout

Lorraine Hunt Lieberson,Neruda SongsComposed by Peter LiebersonNonesuch Records 79954-2New York 2006Lorraine Hunt Lieberson, mezzo-sopranoBoston Simphony OrchestraJames Levine, conductorRecorded live at Simphony Hall,Boston, MA,on November 25-26, 2005.

[Songs: sonetos VIII, XXIV, XLV, LXXXI,

XCII de Cien sonetos de amor, 1959, cantados

en español.]

El compositor Peter Lieberson encon-tró a la cantante Lorraine Hunt durante losensayos de la première mundial de su ópe-ra Ashoka’s Dream en Santa Fe Opera,1997. Ese verano marcó el comienzo deuna gran historia de amor —y también deuna notable colaboración artística. Sus an-tecedentes eran disímiles, al menos en su-perficie. Lorraine Hunt, californiana delnorte e hija de dos profesores de músicaen Bay Area, construyó su reputación comocantante del repertorio barroco, en parti-cular cantatas de Bach y óperas de Haendel.Lieberson en cambio descendía de la rea-leza musical de la East Coast: su padre,Goddard Lieberson, fue por largo tiempojefe de Columbia Records y estudió com-posición dodecafónica y otros estilos avan-

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[ 27 ]NERUDIANA – nº 4 – 2007

zados de posguerra con maestros tan seve-ros como Milton Babbitt y CharlesWuorinen.

Sin embargo, ninguno de los dos ar-tistas se ajustaba a un estereotipo. Lamúsica de Lieberson rozaba armonías desensual, casi decadente atracción, y su do-minio de la praxis budista tibetana le otor-gó un aura insólita en los pasillos de lacomposición académica. Hunt, por su par-te, era una cantante con cerebro deinstrumentista: antes de dedicarse full timeal canto tocaba viola en la BerkeleySimphony y en el cuarteto de cuerdasNovaj Kordoj de Bay Area, especializadoen música de vanguardia. Los dos tempe-ramentos se acercaron aún más al conso-lidarse como pareja. Ella devino destaca-da exponente de la ópera contemporánea,intérprete audazmente entregada a reali-zar las visiones de los compositores. Élpareció interiorizar la luminosidad de lavoz de su mujer, incluso cuando trabaja-ba en formas instrumentales.

Neruda Songs, un engaste de cincosonetos de amor del gran poeta chilenoPablo Neruda, representa la fusión final deestas dos distintas sensibilidades norteame-ricanas. Es música de inusual calor querecuerda la suntuosidad vocal de las ariasbarrocas (por su melismática elaboraciónde sílabas únicas sobre muchas notas) y, aratos, la emoción sensual del canto flamen-co o del blues. Al mismo tiempo es músicade singular refinamiento.

Lorraine Hunt murió el 03.07.2006,edad 52, cuando se cumplía poco más deun año desde su primera interpretaciónpública de Neruda Songs. Mientras lucha-ba contra la enfermedad, repetidamentecantó textos que hablaban de sufrimientoy mortalidad, pero nunca fue autoin-dulgente al interpretarlos. No hay tema,después de todo, más universal que el te-mor a la muerte. Muy a menudo su men-saje parecía ser: no tengas miedo. Al cie-rre del ciclo Neruda el poeta ruega a suamada no llorar su final partida, y la músi-ca termina en un clima de gran serenidad,con una etérea insistencia sobre la palabraAmor. Es difícil ahora no oír esto como unmensaje a la posteridad.

— Alex Ross

Octubre 2006

Cada uno de estos cinco poemas deNeruda a los que he puesto música me pa-rece reflejar una diversa faz en el espejodel amor. El primero, «Si no fuera porquetus ojos tienen color de luna» [Soneto VIII],es pura contemplación de la amada. El se-gundo, «Amor, amor, las nubes a la torredel cielo / subieron como triunfantes la-vanderas» [Soneto XXIV], es alegre y a lavez misterioso en su evocación de los ele-mentos naturales: fuego, agua, viento yespacio luminoso. El tercero, «No estés

lejos de mí un solo día…» [Soneto XLV],refleja la angustia del amor, el miedo y eldolor de la separación. El cuarto, «Ya eresmía. Reposa con tu sueño en mi sueño»[Soneto LXXXI], aparece complejo en sutono emocional. Al comienzo hay el albo-rozo de la pasión; después, palabras genti-les y confortantes conducen a la amada almundo del descanso, del dormir y del so-ñar. El quinto, finalmente, «Amor mío, simuero y tú no mueres» [Soneto XCII], su-pone al mismo tiempo tristeza y serenidad.Hay el reconocimiento de que no importacuánto hayamos sido bendecidos por elamor: llegará siempre un momento en quedebemos separarnos de quienes hemos tan-to amado. Sin embargo, Neruda nos recuer-da que el amor no tiene fin, tampoco ini-cio: «y así como no tuvo nacimiento / notiene muerte, es como un largo río, / sólocambia de tierras y de labios».

Mi gratitud es inmensa hacia la hermo-sa poesía de Neruda, porque si bien estospoemas fueron escritos para otra, cuandoles puse música yo hablaba directamente ami propia amada, Lorraine.♦

— Peter Lieberson

Traducciones: Hernán Loyola

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PUBLICACIONES_______________________________________

Poli DÉLANO, Policarpo y el tíoPablo. Historias de una tierna amis-tad con Pablo Neruda. Santiago, Edito-

rial Sudamericana, 2007, 49 páginas.

Poli DÉLANO, When I Was a BoyNeruda Called Me Policarpo, translatedby Sean Higgins, illustrated by ManuelMonroy. Toronto, Groundwood Books,2006, 84 pages.

El libro narra una de esas curiosasamistades que suelen establecerse

entre un niño y un adulto, como ésta en-tre Policarpo y ese “tío” famoso que con-vivió varias temporadas con su familia,en México y en España. Tal vez esta seauna de las muchas situaciones humanasmás fáciles de vivir que de narrar convin-centemente, y el autor lo consigue desdo-blándose desde Poli, el diestro escritor quees hoy, para contar desde la memoria dePolicarpo, el niño que fue.

En esa visión infantil los dichos y he-chos del personaje nos llegan puros,incontaminados de cualquier matiz de mé-rito o defecto, manía o simple costumbre,como de otros signos positivos o negati-vos con que el lenguaje adulto carga in-variablemente las referencias a celebrida-des. Así, por ejemplo, podríamos haceruna encuesta de los síntomas psicológi-cos que —según sean admiradores o de-tractores— podrán ver ciertos adultosdonde el niño sólo ve al tío disputándolea su padre la compra de algún cachivacheen un mercado persa mexicano.

Curiosamente, esta transparente, nodigo inocente mirada infantil, podrá apor-tar mucha información de primera manoa los cazadores de rarezas biográficas, tanadecuadas para condimentar un comen-

tario elogioso o demoledor. «Mi tío Pa-blo era bastante raro para sus gustos, yentre sus rarezas también estaban las co-midas». Sus amigos de todo el mundo «lemandan carne de oso, huevos de no sé quépescado, culebras chinas, insectos japo-neses…». Una prueba de estos gustostuvo el niño en Oaxaca, donde el tío Pa-blo compró una bolsita de saltamontes y«mi tía Hormiguita le dijo que era unasqueroso cuando lo vio echarles limón,un polvito picante y llevarse varios a laboca». Para hacerse perdonar, esa nocheen el hotel pidió champaña para acom-pañar un caviar de Dinamarca, que leofreció en una bandeja:

« –¡Hmm, qué delicia! –-dijo mi tía,mostrando mucho entusiasmo. La mirécon un poco de pena, porque yo sabía quelo que había en esas galletas no era caviar,sino hormigas, de una conserva que le ha-bían mandado a mi tío quién sabe desdedónde. Pero como le prometí a él guardarel secreto…»

«A mi tío le gustaba un poco burlarsede la gente», dice en otro momentoPolicarpo, aunque a él mismo solía, si nocausarle risa al menos parecerle un perso-naje bien raro, y no sólo en sus gustos ali-menticios. Por ejemplo, aunque solían ir aAcapulco, la única vez que lo vio en traje

de baño fue en un sueño: «Parece que enlos sueños puede pasar cualquier cosa, ¿ver-dad? Eso de ver a mi tío Pablo en traje debaño… Él nunca se ha metido al agua, nisiquiera en las albercas. Fue muy chistoso.»

Si los aspectos que hasta aquí he pri-vilegiado en esta nota han interesado allector de Nerudiana, significa que el li-bro supera —y no carece de— loesperable en una colección destinada a serleída «a partir de los nueve años». Por-que la «Quinta de Rosa María, una casamuy vieja y enorme en Mixcoac, a lasafueras de la ciudad», en la que «cuandotenía ocho años mis padres y yo vivíamoscon el tío Pablo y la tía Delia», deparabaa Policarpo inolvidables aventuras. Elextenso y abandonado jardín nada teníaque envidiarle a la jungla, y el tigre de laspelículas no le resultó más peligroso queel tejón traicionero del tío Pablo, que deun mordisco lo hizo pasar una Navidaden el hospital. A Tarzán, es verdad, sólolo vio a cierta distancia, pese a que el tíoPablo y su padre consiguieron el lugar másapropiado para verlo tirarse al mar desdelos más altos peñones de Acapulco. Tam-bién fue en el cine donde Policarpo vio, atemprana edad, a la fiera humana matarsede veras, en los noticiarios de la SegundaGuerra Mundial.

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[ 29 ]NERUDIANA – nº 4 – 2007

Con una visión puertas adentro, fami-liar, de un “tío” al que la vida le dio mu-cho pero le negó la oportunidad de ejer-citar su ternura paternal, y la expresiónde ésta representada en dos importantesescritores chilenos: Luis Enrique y PoliDélano, este libro se convierte en una ten-tación a la lectura, concepto que en bue-na hora debería sustituir al de obligación,consciente o inconscientemente asumidoen nuestra educación.♦

— Floridor Pérez

Director del Taller de Poesía

Fundación Pablo Neruda

Julio GÁLVEZ BARRAZA, Neruda yEspaña.Santiago, RIL Editores, 2003.

La lectura de este libro es ágil y pla-centera, sobre todo por la equilibrada

combinación entre el dato o la apreciaciónde carácter académico y el relato de las pe-ripecias vitales de un poeta más cerca dela sangre que de la tinta (García Lorca),cuya evolución ideológica, desde una pos-tura de espectador pasivo y ensimismadoa la más activa y comprometida militancia,está cargada de elementos emocionales yse produce, sobre todo, como reflejo de unaexperiencia vital.

Aunque el tema ha sido abordado pornumerosos autores, Gálvez descubre ycuenta no pocas cosas nuevas sobre la re-lación entre el poeta y España, acerca deltiempo histórico que le tocó vivir y, en lopersonal, sobre la trascendencia de su con-tacto, a temprana edad (¡30 años!), conartistas e intelectuales bullentes de inquie-tudes y de capacidad creativa, en un paísinfinitamente más complejo y desarrolla-do que el “Chilito” provinciano de losaños 30.

El protagonista, fuera de Neruda, espor supuesto Federico García Lorca. Elautor va rastreando la relación entre losdos poetas y, sin subrayarlo de manera de-liberada, va dejando de manifiesto que elNeruda que conocemos, el del Canto ge-neral, como el de Estravagario, el de Al-turas de Macchu Picchu como el de lasOdas, no habría existido como creador sinla influencia fecundante del granadino.García Lorca formula verbalmente algoque está presente en Neruda como una in-tuición no bien definida: el carácter ame-ricano de su poesía.

García Lorca, ajeno a militancias polí-ticas, influye también en el complejo pro-ceso de definiciones que vive Neruda. Noa través de ninguna prédica —nada másajeno a su temperamento— sino por su vin-culación natural al gran movimiento derenovación representado en España por elFrente Popular y por su concepción de unapoesía, un teatro, todas las artes en suma,que surgen de una raíz popular y se diri-

gen al pueblo, sin empobrecerse, empero,desde el punto de vista de la gran tradiciónartística secular. García Lorca resulta unmaestro de vida para Neruda por su inago-table capacidad de inventar situaciones tea-trales, juguetes cómicos, jornadas de lec-turas poéticas y astracanadas de irresisti-ble comicidad, en especial junto al músicoadorable y excéntrico Acario Cotapos. Porcierto, García Lorca sufre también el in-flujo de la poesía de Neruda. Lo eviden-cian sus últimas obras, en especial Poetaen Nueva York.

Gálvez recrea sencillamente, como sinproponérselo, el clima intelectual y políti-co de España en vísperas de la guerra civily luego en su transcurso: la efervescencia,el goce de vivir, la apertura, la búsquedade la innovación artística y de nuevas for-mas sociales, abiertas a la participaciónpopular; las polémicas sobre poesía pura ypoesía impura, entre la tradición, encarna-da sobre todo en Juan Ramón Jiménez, yla vanguardia, de la que Neruda resulta, sinbuscarlo, el portaestandarte; el tiempo deCaballo Verde para la Poesía y de las asam-bleas en que las reivindicaciones políticasse expresan en un lenguaje nuevo, distantede la langue de bois o, diríamos en Chile,de cartón piedra, propia de los partidos quetraen nuevos dogmas.

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En ese mundo, se agitan numerosospersonajes. Algunos desfilan de manerafugaz por la legendaria Casa de las Floresdel barrio de Argüelles, otros aparecen unay otra vez y se fijan con fuerte relieve ennuestro recuerdo: Rafael Alberti, MiguelHernández, Antonio Machado. Tambiénemana o se filtra de estas páginas un retra-to entrañable de la Hormiga, Delia delCarril. Hay otros más.

La historia del Winnipeg que fue, se-gún nuestras noticias, el núcleo inicial deeste libro, se va desarrollando a través demúltiples testimonios y deja de manifiestolo que tuvo aquel proyecto de “insensato”,de grandioso y hasta de inverosímil en vís-peras de la II Guerra Mundial. A través denumerosos y desconocidos episodios ve-mos cómo la tenacidad, la inteligencia y lacapacidad de organización de Neruda lo-graron prevalecer contra la hostilidad y lasintrigas de adentro y de afuera.

De este Neruda y España emerge connitidez la formación de poeta militante, laprofundidad de su compromiso, palabraque no le gustaba a Neruda, mejor serádecir identificación, con el pueblo chile-no, del que proviene, y con todos los pue-blos, desde las filas del movimiento comu-nista internacional, que encarnó a lo largodel siglo XX la esperanza de la materiali-zación de ideales humanos milenarios.

No hace mucho, entrevistado por el dia-rio La Segunda, el senador Gabriel ValdésSubercaseaux, una de las vacas sagradasde nuestro país, con prestigio de “culto”,se permitió afirmar que la relación deNeruda con el Partido Comunista fue unmatrimonio de conveniencia: el poeta seapoyó en el partido para ganar posicionesy el partido utilizó al poeta para sus pro-pios fines. Valdés no entiende nada delasunto, no es capaz de concebir esa identi-ficación profunda de Neruda con las cau-sas populares y con el ideal de una socie-dad sin clases, que lo lleva a convertirseen soldado del Partido que a sus ojos me-jor representa, en su práctica política coti-diana, ese ideal. En esto no hay cálculo deconveniencias recíprocas, aunque es inne-gable que la fuerza del movimiento comu-nista contribuyó decisivamente a trasfor-

mar a Neruda en poeta universal, comotambién es innegable que la irradiaciónpersonal de Neruda desde su poesía y des-de su acción práctica dio un aporte tras-cendente al crecimiento de la influencia delos partidos comunistas en Chile y en otrospaíses de América Latina y de otros conti-nentes.

A lo largo de la obra de Julio GálvezBarraza encontramos numerosas referen-cias a manifiestos, asambleas y declaracio-nes colectivas de escritores e intelectualesen torno a los grandes asuntos de la época.Hoy pueden parecer ingenuos aquellosdocumentos cargados de pensamiento yemoción. Alguien podría preguntarse: ¿dequé sirvieron? No es fácil responder, peroes evidente que existió, en buena parte delsiglo XX, que ya nos va pareciendo tanlejano, una especie de foro mundial de lainteligencia, formado por grandes figurasdel arte, la ciencia y el pensamiento delmundo entero, que montaba guardia comoun tribunal ético, ese «sol de la concienciamoral», como dice Cintio Vitier, frente alos errores y horrores contemporáneos.Hoy existen voces aisladas que advierten,amonestan, denuncian, pero frente a la dic-tadura unilateral de los medios, cuya di-

versidad es más aparente que real, echa-mos de menos aquella voz colectiva.

El libro de Julio Gálvez tiene,pues, un valor excepcional, no sólo porlos hechos que relata y por la época quepinta, sino porque suscita una rica ymúltiple reflexión sobre los asuntos denuestro tiempo.♦

— José Miguel Varas

Santiago, 03.12.2003.

Bernardo REYES, El enigma de Malva Ma-

rina / la hija de Pablo Neruda. Santiago, RIL

Editores, octubre 2007. 243 páginas.

A medio camino entre la celebración y la blasfemia, este libro intenta

develar zonas que otros soslayaron o sinmás no tocaron. Logra no juzgar sino ex-poner, si bien reflexiona y especula, supo-ne y deduce es también capaz de asimilarun dato no menor: no hay biografía per-fecta y Neruda tuvo una existencia desbor-dante de episodios, de apologías y recha-zos, todo tajante como la época que ocupó.

En medio de este tono, tampoco exen-to de ambigüedad, propone un par de tesisaventuradas. Primera, que el Neruda pre-vio a su consulado en Oriente escribió bue-na parte de los poemas residenciarios enChile, da incluso una cifra: unos 18 de los33 que componen Residencia I, pero no losnombra, no dice cuáles son; y segunda, queNeruda tenía algo más de una relaciónperiférica con la bohemia santiaguina delbarrio chino de calle Bandera y con el al-cohol, y que luego, tras su viaje al Oriente,durante el lustro de soledad extrema quesoportó, tampoco les hizo el quite al opioy a otros derivados para soportar el des-amor y el desarraigo.

En las referencias copiosas a otros bió-grafos, Aguirre, Quezada, Teitelboim,Schidlowsky, Olivares, llama la atenciónque Reyes eluda a Hernán Loyola, tantosu Neruda / La biografía literaria (Santia-go, Seix Barral, 2006) como la edición crí-

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tica de Residencia en la tierra (Madrid,Cátedra, 1987, varias reimpresiones), en-tre otras cosas para confrontar su tesis so-bre el número de los poemas de Residen-cia escritos en Chile antes del embarquedel poeta hacia el Oriente (en los dos tra-bajos mencionados, Loyola precisa condetalle y argumentación filológica que esospoemas, los mismos que Neruda hizo leera Guillermo de Torre en el verano de Ma-drid, julio 1927, no podían ser más de nue-ve, nombrándolos uno por uno).

Reyes afirma también que el matrimo-nio del poeta con María Antonia Hagenaaren 1930, y el posterior nacimiento de Mal-va Marina en 1934, juegan un rol centralen la génesis de varios poemas de Resi-dencia. Y examina a continuación las hue-llas que dejaron ambas en su poesía, en suvida, en su sensibilidad. ¿Hubo por partedel esposo y padre un sistemático olvidoporque le había brotado del corazón la au-sencia y había amado otra vez, como leocurrió con Delia entonces, después conMatilde y al final con Alicia Urrutia?

¿Repudió a su hija por enferma, pordeforme, por monstruosa? ¿Las ayudó, aMaruca y a la niña, en su posterior huida,en su sigilosa desaparición, en su fantas-mal lejanía, enviándoles remesas de dine-ro a la Holanda ocupada por los nazis, obien las desterró de su órbita?

Reyes no elude estos misterios biográ-ficos de Neruda e indaga, interroga, bucea,muestra imágenes de la familia adoptivade Malva Marina, escudriña en el regresosin gloria de Maruca a Chile, en 1948.

La fascinación del enigma (con queReyes titula su libro) no se acaba, mien-tras en el cementerio de Gouda, en Holan-da, las raíces de un árbol aún sujetan unamano de niña.♦

— Mario Valdovinos

El Mercurio, Santiago, 12.11.2007.

1949: un inédito deNicanor

dedicado a Pabloy presentado por

Tomás

A comienzos de 1949 nadie sabía—y en particular no lo sabían el

presidente González Videla y su poli-cía— dónde andaban Neruda y Delia, encuál rincón del país o del planeta vivíansus clandestinas existencias. El sistemade seguridad ideado y controlado porÁlvaro Jara filtraba los contactos delpoeta con el mundo, y sólo algunos ami-gos muy fiados tuvieron acceso a la co-municación con él. Uno de ellos fue To-más Lago, cuyas cartas muy minucio-sas y ricas de detalles anecdóticos y has-ta de chismes (y escritas con el trato de«usted» que fue habitual entre los dosamigos) llegaron gratísimas al poeta,siempre ávido de noticias acerca de loque acontecía en el ámbito privado desus amistades y en el público de la lite-ratura y la política. El archivo de la Fun-dación Pablo Neruda conserva una ex-tensa carta de Tomás Lago, fechada enenero de 1949, la cual incluye la noticiay trascripción de un poema del jovenNicanor Parra (edad 34 años, le faltan 4para publicar Poemas y antipoemas) quehabría debido ser publicado en un nú-mero especial de Pro Arte —revista cul-tural en formato de periódico grande ydirigida por Enrique Bello desde finesde los años 40— dentro de un mosaicode textos (de autores reconocidos) enhomenaje y apoyo al poeta perseguido yobligado a la clandestinidad. Cada tex-to del mosaico remitía a uno de los me-ses del año, pero el que escribió Nicanorrestó inédito hasta ahora. En su cartaTomás explica por qué.

Enero 1949

[…] Le acompaño unos versos de Parra queescribió para el número especial de ProArte de fin de año. Usted recuerda que sele dio un mes a cada autor (habrá visto elnúmero). Pues habiendo fallado alguien,Enrique Bello me pidió que lo ayudara en-contrándole un sustituto y le dio, enton-ces, a Parra el mes de marzo, que realizóen estos versos que no fueron publicados aúltima hora por rechazo de Santiaguito delCampo, el cual consideró que podían per-judicar gravemente a la revista.* Parece quehubo una ‘pequeña’ discusión sobre el par-ticular, pues Bello era partidario de su pu-blicación y es un hecho que fueron retira-dos cuando estaban ya compuestos. Sólohe conseguido algunas estrofas, reconstrui-das por Parra mismo, porque el originalquedó en Pro Arte. Se llama “Letrilla deMarzo”. […]

[Tomás Lago]

* La letrilla incluye algunos versos con claras

alusiones a González Videla, en especial la penúlti-

ma estrofa: «venga un abrazo» es la cita de una fór-

mula habitual del personaje, la frase-símbolo con que

la oposición lo acusó de doblez (tantas veces denun-

ciada con fuerte lenguaje por Neruda mismo), así

como la «boca negra comida / por los gusanos» es

una imagen esperpéntica de la célebre y poco fiable

sonrisa, toda grandes y blancos dientes, de González

Videla. De ahí el temor de Santiago del Campo, uno

de los editores de Pro Arte.

Nicanor Parra.

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Letrilla de MarzoNICANOR PARRA

Agradezco vivamente a Nicanor Parrahaberme autorizado a publicaraquí este inédito suyo.—H.L.

Mes de las hojas secas,Crepusculario,Mes de los meses, mes,Siglo de Marzo.

Tu cantor está lejos,Yo lo reemplazo,Mes de los meses, díaQue vuelva Pablo.

Quién eres tú, preguntas,Yo soy un caso,Un avión sin motor,Un cisne flaco.

Mes de los corazonesDesesperados,Dinos cuándo terminaNuestro calvario.

Eres un mes terrible,Yo te comparoCon la leche cortadaDel ser humano.

O seguiremos siempreMarcando el paso,Perro rabioso, vidrio,Día nublado.

Tengo miedo de todo,Me duele un brazo,Entre las amapolasEstoy temblando.

En señal de amistadVenga un abrazo,Boca negra comidaPor los gusanos.

Mes de las esperanzas,Oh! mes de Marzo,Haz que no tarde muchoMi hermano Pablo.

[1949]

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