Índice - verbo divino · 2010. 6. 21. · convocadas en la v celam. la experiencia de la igle-sia...

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ÍNDICE 161 Autores 5 Presentación 7 Capítulo I. La Iglesia de casa desde la Sagrada Escritura Toribio Tapia Bahena 11 Capítulo II. La Iglesia de casa desde la dogmática Dante Gabriel Jiménez Muñoz Ledo 35 Capítulo III. Iglesia de casa e Iglesia local David A. Díaz Corrales, O.P. 49 Capítulo IV. La Iglesia de casa. Génesis e historia David A. Díaz Corrales, O.P. – Jesús Flores Aparicio, O.P. 81 Capítulo V. La Iglesia de casa desde la perspectiva jurídica de la cura animarum en la casa privada Antonio Espinoza Mendoza 97 Capítulo VI. La Iglesia de casa desde la pastoral Benjamín Bravo Pérez 115 Capítulo VII. La Iglesia de casa desde la simbólica Benjamín Bravo Pérez 135 Conclusión 157 Índice

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  • ÍNDICE 161

    Autores 5

    Presentación 7

    Capítulo I. La Iglesia de casa desde la Sagrada EscrituraToribio Tapia Bahena 11

    Capítulo II. La Iglesia de casa desde la dogmáticaDante Gabriel Jiménez Muñoz Ledo 35

    Capítulo III. Iglesia de casa e Iglesia localDavid A. Díaz Corrales, O.P. 49

    Capítulo IV. La Iglesia de casa. Génesis e historiaDavid A. Díaz Corrales, O.P. – Jesús Flores Aparicio, O.P. 81

    Capítulo V. La Iglesia de casa desde la perspectiva jurídica de la cura animarum en la casa privadaAntonio Espinoza Mendoza 97

    Capítulo VI. La Iglesia de casa desde la pastoralBenjamín Bravo Pérez 115

    Capítulo VII. La Iglesia de casa desde la simbólicaBenjamín Bravo Pérez 135

    Conclusión 157

    Índice

    ParaComprender LaIglesiaDeCasa 10/6/10 11:11 Página 161

  • S in duda el título del libro parecerá extraño a nopocos: La Iglesia de casa. Término poco usualdentro del vocabulario teológico-pastoral. Es la tra-ducción que hemos elegido para una estructurapastoral antigua del tiempo de san Pablo: kat’oikonekklésia, en griego. Este término ha sido traducidoal latín como Ecclesia domestica, que en españoltoma el nombre de Iglesia doméstica. En este libropreferimos traducir kat’oikon ekklésia por Iglesiade casa.

    Explicamos la razón: en algunas ocasiones elpapa Juan Pablo II identificó la Iglesia domésticacon la actual familia nuclear: papá, mamá e hijos.El Concilio Vaticano II, sin embargo, evitó identifi-carlos, al precisar que la familia nuclear es «seme-jante» a una Iglesia doméstica. Son sólo dos textos,pero muy significativos: Lumen gentium 11 y Apos-tolicam actuositatem 11. En ellos se afirma que «inhac (familia) velut Ecclesia domestica», «la familia,en esta especie de Iglesia doméstica». No afirma quela familia nuclear es la Iglesia doméstica, tan sólodice que se le asemeja. Parece salvaguardar el sen-tido de familia, integrada por parientes, huéspe-des, siervos, esclavos, miembros de la empresa fa-miliar y aun amigos.

    No pretendemos objetar la identificación he-cha por el Papa. Nuestro propósito es acercarnos alespíritu del Concilio. Consideramos que la Iglesiade casa, más que un concepto teórico, fue un acon-

    tecimiento histórico y sociológico, que se convirtióen término teológico-pastoral. Posee un contenidotan rico que no se agota en lo que hoy llamamos fa-milia nuclear. Tal parece que en la traducción Igle-sia doméstica se pone mayor énfasis en el términoIglesia que en el vocablo casa. Tratamos en este li-bro de recuperar la fuerza pastoral que tiene la ca-sa, ya que por siglos fue, si no olvidada en la prácti-ca y en su reflexión, al menos oscurecida.

    El término kat’oikon ekklésia se encuentra entextos de la Sagrada Escritura. Toribio Tapia pro-fundiza la comprensión de oikía y oikos, que enGrecia se utilizaban para designar la casa comoedificio, pero sobre todo para referirse a las perso-nas que pertenecían a ella debido al parentesco.Describe las características de sus integrantes, ade-más de los tipos de familia entonces existentes. Esde suma importancia la distinción que hace entrela familia nucleada de aquel entonces y la familianuclear actual. Para Toribio, la opción por la casano fue una necesidad del desplazamiento del cam-po a la ciudad, sino que fue uno de los espacios pri-vilegiados de la actuación de Jesús. Y no por tenerla casa un valor en sí mismo, sino por las posibili-dades que tenía para la realización de lo realmenteabsoluto: el Reino de Dios. De ahí que la elecciónde la casa por parte de Jesús y sus primeros discí-pulos no es un simple cambio de lugar, es un cam-bio de mentalidad; es la sobrevaloración de un es-pacio en el que es posible construir unas relaciones

    Presentación

    PRESENTACIÓN 7

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  • más incluyentes a partir de unos parámetros másdignos. La casa permitió al cristianismo reafirmar-se en la vida diaria, en un espacio no sacro.

    Desde la dogmática Dante Jiménez fundamentala Iglesia de casa en la vida de Dios-Trinidad. Cómoesta vida, que es relación de personas, con una mi-sión común en función de la plena comunión concarácter de entrega incondicional, se refleja tantohacia dentro de ella como hacia fuera. La comunióndesde esta óptica no se entiende solamente comocategoría eclesiológica, sino como categoría teoló-gica. En la Iglesia de casa se tiene la comunión trini-taria y la comunión eclesial. De esta forma, el voca-blo Iglesia tiene un significado pluridimensional, yaque indica, por una parte, las asambleas de Dios endeterminados lugares (una ciudad, un país, una ca-sa), y por otra, significa también toda la Iglesia en suconjunto. Así, «la Iglesia de Dios» no es sólo la sumade las distintas Iglesias locales, sino que éstas son asu vez realización de la única Iglesia de Dios. La vi-da ordinaria de la gente cobra un sentido más ple-no en la Iglesia de casa, ya que en ella también secomparte la Vida de Dios a través de la reunión, dela escucha de la Palabra, de la experiencia del amor,de la Eucaristía y de la Misión.

    David Díaz, desde el ser sacramental de la Igle-sia, saca consecuencias eclesiológicas para la casaque llega a ser Iglesia, es decir, signo e instrumentodel Cristo vivo hoy y resucitado, y también sacra-mento del Espíritu Santo. Es así acontecimiento tri-nitario que brota y existe en el misterio de Dios, y serealiza en una pluralidad de Iglesias. Esta Iglesiauna existe como pluralidad de Iglesias, sin que ellosignifique una ruptura de la unidad, sino su enri-quecimiento, ya que son Iglesias en comunión. Lacomunión de la Iglesia de casa no es meramentehorizontal, entre los miembros de diversas familias,sino que en ella se vive la acción vertical a través delEspíritu en Cristo hacia el Padre. Su servicio consis-te en evangelizar-humanizar a todas las personas yextender el Reino de Cristo por todo el mundo. No

    es, pues, simplemente una comunidad de creyentesque se reúne, sino la comunidad de fe reunida. Laproximidad geográfica que propicia la casa cercanaestá en posibilidad de generar un signo sensible deinserción en el Cuerpo de Cristo.

    El análisis histórico que este mismo autor y JesúsFlores hace sobre la recuperación de lo local de laIglesia a través de los siglos, refuerza la justificaciónde llamar Iglesia a esta localidad doméstica. Nos li-bra de la tentación de suponer que la Iglesia de casaes algo nuevo. Pone su origen en la acción pastoralde las comunidades apostólicas, en la misma comu-nidad de Jerusalén. La descripción que hace de lacomunidad de Antioquía, a la que caracteriza comoel hogar primordial de las misiones cristianas, es ilu-minadora para la Misión Continental a la que todaslas Iglesias de América Latina y el Caribe han sidoconvocadas en la V Celam. La experiencia de la Igle-sia de casa, tenida en los primeros siglos del cristia-nismo en las ciudades enclavadas en el oriente delmar Mediterráneo, da luz para una pastoral urbanatan necesaria en estos tiempos en que 72 de cada100 personas viven en ciudades. Regresar al espíritugenuino de las comunidades primitivas no es ar-queología, es llegar al convencimiento de que estaestructura nació del impulso del Espíritu en Pente-costés y es por esto, hoy día, válida e indispensable.

    La Iglesia de casa no es sólo una experiencia oestructura pastoral. Es, además, aplicación de nor-mas canónicas. Antonio Espinoza nos enmarca a laIglesia de casa relacionando la cura animarum conlas casas privadas. Considera la cura animarum co-mo elemento esencial y formal de la parroquia. He-cho que genera una verdadera relación jurídica en-tre los fieles que tienen derecho a recibir los bienesespirituales y el párroco. Llevar la cura animarum ala familia, cuya ubicación es una casa privada, com-porta la estructuración de dicha cura sobre la mismafamilia, es decir, la Iglesia de casa está estructuradasobre la misma base familiar o sobre un grupo aná-logo a la familia. En este sentido, la Iglesia de casa no

    8 PARA COMPRENDER LA IGLESIA DE CASA

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  • es una modalidad más de la pastoral familiar, sino lacura animarum de base familiar o análoga. Partien-do de esto, diferencia las actividades de apostoladoque realizan los movimientos laicales, de la acciónpastoral de una Iglesia de casa. Define así mismo loque es la Iglesia de casa y aterriza en un estudio mi-nucioso de uno de los cánones más pastorales delCódigo de Derecho Canónico, el c. 517 § 2.

    Cómo se está de hecho realizando actualmentela Iglesia en casas, sus características, su estructu-ración, su radio de acción, es el propósito del capí-tulo elaborado por Benjamín Bravo. Para esto, en-lista los distintos tipos de iglesias de casa y algunasformas que hacen posible, gracias a ellas, la revita-lización de la parroquia. Cada tipo tiene sus venta-jas y también sus limitaciones; de ahí la necesidadde la complementariedad. Aborda a su vez la dife-rencia que existe entre la Iglesia de casa y la Fami-lia religiosa de los movimientos eclesiales que vi-ven en casas o residencias. En este punto plantea laurgencia de crear y/o multiplicar distintos tipos enun mismo territorio (calle, condominio, unidad ha-bitacional, sector) a fin de ofrecer a individuos deotras culturas religiosas un espacio de encuentro yde diálogo con un discípulo misionero, testigo de la

    cultura cristiano-católica. Ante el temor que tienenalgunos agentes clérigos de que el templo sea des-plazado, plantea la complementariedad de ambos.

    El mismo autor, en el último capítulo, expone yejemplifica el lenguaje predominante en los distin-tos tipos de Iglesia de casa. La posibilidad de que elEvangelio se encarne no sólo en un lenguaje verbal,sino en lenguajes mítico-simbólicos, psicosomáti-cos, científicos, sensoriales, electrónico-cibernéti-cos. Formas, por una parte, que superen cierto mo-nolingüismo cultural de la liturgia que se celebra enel templo cristiano-católico, y por otra, que evitenlesionar las normas litúrgicas prescritas para la ce-lebración de la Eucaristía y de los otros sacramen-tos. Los ejemplos que presenta señalan pistas pararecrear símbolos y rituales que parecen adormeci-dos. La irrupción del lenguaje simbólico ancestral yde los nuevos lenguajes corporales y cibernéticosencuentran en determinados tipos de Iglesia de ca-sa espacio adecuado para ser «hablados». En ellos,la evangelización inculturada no es una teoría, sinouna práctica concreta, ya que al estar la Iglesia en-clavada en una casa propicia la cercanía con indi-viduos de plurales culturas religiosas que habitanen el vecindario.

    PRESENTACIÓN 9

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  • La casa como espacio y grupo humano concretosólo se comprende desde otro espacio imagina-do pero igualmente real: el Reino de Dios. Ésta es larazón principal del presente análisis: descubrir lasposibilidades que ofrece la Iglesia de casa en la ine-ludible y permanente tarea que tenemos todos loscristianos en la construcción del Reino de Dios.

    Para esto presentaremos el significado de la ca-sa como espacio y grupo humano en el mundo me-diterráneo contemporáneo a Jesús y a los primeroscristianos; en un segundo momento trataremos deaveriguar algunos elementos que nos muestren laactitud de Jesús y de sus discípulos respecto de la ca-sa y los miembros que la componían; finalizaremosdiciendo una palabra sobre la Iglesia de casa en laestrategia evangelizadora en el cristianismo de losorígenes.

    1. La casa en el mundo mediterráneoantiguo

    El uso y significado que damos a ciertas pala-bras no siempre coinciden con los que les propor-cionaron las personas en otro tiempo. Existe unriesgo permanente de utilizar palabras semejantes–incluso idénticas– para realidades totalmente di-ferentes. Aunque es cierto que nuestra cultura lati-noamericana todavía es muy semejante a la dequienes produjeron los textos bíblicos, debemos

    tener sumo cuidado en no reflejar ideas nuevas enpalabras antiguas. De aquí la importancia de que,antes de percibir cuál fue el alcance que tuvo la ca-sa en el ministerio de Jesús y en el de los primeroscristianos, podamos aclararnos lo que significabaen la Antigüedad para percibir con más claridad sufunción 1.

    a) Descripción

    Hablar de la casa en la Antigüedad implica, almismo tiempo, el espacio y las personas que lo ha-bitan.

    El término hebreo bayit así como oikía y oikosutilizados por la traducción griega de los LXX nodesignan únicamente la vivienda como construc-ción sino también el conjunto de los que la habi-tan, es decir, los miembros de la familia del padre,incluidos los esclavos y el ganado (Gn 7,1; 46,8-26).Con el paso del tiempo la familia tradicional israe-

    LA IGLESIA DE CASA DESDE LA SAGRADA ESCRITURA 11

    1 Para este primer apartado es de fundamental importancia lasiguiente bibliografía: S. Guijarro, Fidelidades en conflicto. La rup-tura con la familia por causa del discipulado y de la misión en la tra-dición sinóptica, Salamanca 1998, pp. 56-62; 89-95; J. H. Elliott, Unhogar para los que no tienen patria ni hogar. Estudio crítico social dela Carta primera de Pedro y de su situación y estrategia, Estella 1995,pp. 236-285; J. González Echegaray, Los Hechos de los Apóstoles y elmundo romano, Estella 2002, especialmente las páginas 145-173,dedicadas a explicar la casa helenístico-romana.

    La Iglesia de casa desde la Sagrada Escritura

    Toribio Tapia Bahena

    CAPÍTULO I

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  • lita sufrió algunos cambios debido a la influenciade los imperios dominantes así como de sus mis-mos gobernantes. De ahí que en tiempos de Jesús yde los primeros cristianos seguía existiendo la fa-milia patriarcal, pero, junto a ella, se daban otrosmodelos de familia semejantes a los que encontra-mos en el resto del Imperio romano.

    De manera parecida en el mundo griego las pa-labras oikía y oikos se utilizaban para designar lacasa como edificio, pero sobre todo para referirse alas personas que pertenecían a ella debido al pa-rentesco. La casa como grupo familiar en el ámbitogriego también sufrió ciertas transformaciones, de-bido a los avatares políticos principalmente.

    Los romanos por su parte utilizaron más el tér-mino familia que casa (domus) para designar des-de las propiedades hasta sus miembros.

    Hay que decir que, a pesar de los avatares histó-ricos y de las circunstancias geográficas, existía enel mundo mediterráneo contemporáneo a Jesús y alos primeros cristianos el término «casa», y servíapara nombrar el edificio en que vivía el grupo fami-liar, viniendo a ser un símbolo de continuidad yprestigio. Además se utilizaba para designar el gru-po de personas que vivían en ella. Y por último, lapalabra «casa» podía estarse refiriendo también alas tierras y a otras propiedades familiares que ga-rantizaban la subsistencia. Todo esto era la casa.

    b) Integrantes y modo de pertenencia

    Integraban la casa, en primer lugar, quienes vi-vían ahí, a saber: el padre, la esposa, los hijos; éstaes la composición elemental en la que coincidentanto la estructura judía como la griega y la roma-na. Había otros que igualmente, por vivir en el mis-mo espacio, pertenecían al grupo familiar 2.

    En el ámbito judío también pertenecían al grupofamiliar las esposas e hijos de los hijos varones, asícomo los siervos, los residentes extranjeros, y lasviudas o los huérfanos que estaban bajo la protec-ción del cabeza de familia. Se pertenecía al grupo fa-miliar por descendencia patrilineal y por autoridaddel patriarca. Sólo eran miembros de pleno derecholos descendientes de los varones; quienes no erandescendientes de los varones eran miembros de lafamilia por sometimiento, es decir, por estar bajo laautoridad del patriarca. Ahora bien, si un grupo fa-miliar no tenía tierras no podía recibir el nombre de«casa». De este modo, si al morir el padre tenía sufi-cientes tierras, las heredaba a sus hijos varones y ca-da uno de ellos formaba una nueva casa.

    En el ámbito griego pertenecían al grupo fami-liar, además de los miembros comunes que men-cionábamos, quienes estaban sometidos a la auto-ridad del señor de la casa, el kyrios: los menores ylas mujeres confiados a su custodia así como los es-clavos. De modo semejante a la familia patriarcalisraelita, sólo los descendientes de los varones per-tenecían a la familia. El varón cabeza de familia ge-neraba una fuerte estructura jerárquica al grado deque era el hijo mayor el que ocupaba el segundo lu-gar, después del padre. A diferencia de las costum-bres israelitas, entre los griegos los hijos podían di-vidir la herencia y fundar nuevas casas antes de lamuerte del padre.

    12 PARA COMPRENDER LA IGLESIA DE CASA

    2 Usaremos el término grupo familiar para hablar de la familiaen la Antigüedad; incluso cuando lleguemos a usar el término familia

    será con este sentido. Y es que no necesariamente la familia es ungrupo familiar. Una familia se establece mediante el matrimonio,se mantiene por la procreación y continúa a través de la herencia.En cambio un grupo familiar es un conjunto de gente que compar-te, además de su residencia, trabajo y recursos; generalmente estánbajo el liderazgo del padre de la casa. Para estas precisiones cf. H.Moxnes, Poner a Jesús en su lugar. Una visión radical del grupo fa-miliar y el Reino de Dios, Estella 2005, pp. 61-63. Para profundizarmás véase K. C. Hanson, «Kinship», en R. Rohrbaugh (ed.), The So-cial Sciences and New Testament Interpretation, Peabody 1996, pp.62-79; 67-69; también H. Moxnes, «What is Family? Problems inconstructing early Christian families», en H. Moxnes (ed.), Cons-tructing Early Christian Families. Family as social reality and me-taphor, Londres-Nueva York 1997, pp. 13-41; 23-27.

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  • En el caso de los romanos vale también lo quepara la casa israelita y griega: el grupo familiar sóloincluía a los descendientes y ascendientes de losvarones. La familia y la casa hacían referencia al li-naje que estaba ampliamente vinculado con el ho-nor y el prestigio del grupo.

    En segundo lugar, no sólo se pertenecía a la ca-sa o grupo familiar por motivos de parentesco sinotambién por afinidad y antigua servidumbre (porejemplo, los libertos); los colonos o arrendatarios,así como los deudores o beneficiarios, incluso losamigos; todos ellos, sin vivir en el espacio de la ca-sa, pertenecían al grupo familiar.

    Por último, en circunstancias especiales el al-cance del grupo familiar iba hasta el clan o grupoextenso. Era un grupo amplio de diversas casas queen muchas ocasiones tenían un antepasado comúny compartían una misma creencia (por ejemplo Jue18,11; Neh 11,4-8; 1 Sm 20,29).

    c) Tipos de grupo familiar y espacio en el que habitaban

    Con la ayuda de los estudios arqueológicos sa-bemos ahora que en la sociedad helenístico-roma-na del siglo I d. C. no había un solo tipo de grupo fa-miliar o casa. Existían al menos tres: las familiasextensas, las semiextensas o múltiples y las familiasnucleadas.

    Podríamos hablar en primer lugar del grupo fa-miliar o casa extensa. Son las más conocidas por-que de ellas hay más vestigios arqueológicos y li-terarios. Eran las que recibían el nombre de casas,donde se aplicaban los códigos domésticos o reglasde comportamiento para la buena marcha de unacomunidad y las que constituían el fundamento dela ciudad, según los tratados antiguos. Habitabanen casas, de estilo romano (domus), griego (villae)o local (grandes casas con patio central de la Pales-tina herodiana).

    Estas familias estaban vinculadas a su grupo deparentesco, de quienes esperaban apoyo y solidari-dad. Pertenecían al nivel superior de la sociedad;eran las familias propietarias de tierras y de condi-ción social más elevada: las familias de los gobernan-tes, de la aristocracia local, de los grandes terrate-nientes, los magistrados y jueces locales. Existía unagran solidaridad entre estas familias especialmentepara defender sus privilegios frente a otros estratossociales.

    En segundo lugar tenemos al grupo familiar ocasa semiextensa o múltiple. Aunque ambas teníanmás miembros que el siguiente grupo (casa nuclea-da), ninguna de las dos llegaba a ser realmente ex-tensa. Se pueden relacionar con los apartamentoslujosos en los que podían vivir ocho o diez perso-nas; es decir, el padre, la madre, los hijos, algúnotro pariente y también algunos esclavos domésti-cos. A diferencia de algunas casas más grandes quecon frecuencia eran de alquiler, éstos eran aparta-mentos amplios y lujosos que solían ser propiedadde las familias que vivían en ellos; incluso estabanhabitados por familias relacionadas entre sí y hastallegaban a tener espacios en común. En estos dos

    LA IGLESIA DE CASA DESDE LA SAGRADA ESCRITURA 13

    Domus romana.

    1. Impluvium: pequeño estanquepara recoger agua de la lluvia.

    2. Atrium o patio interior.3. Taberna o local comercial.4. Peristilum: patio con jardín.5. Triclinium: comedor principal.6. Cocina.7. Tablinium: habitación principal.8. Habitaciones para usos variados.

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  • tipos de familia la vinculación con el grupo de pa-rientes era muy grande y su capacidad de ayudarseera notable. Sobre todo si compartían la misma ca-sa o distintos apartamentos en un mismo edificio.Sin embargo, su supervivencia dependía mucho dela relación que tuvieran con las familias más ricas ypoderosas, de las que solían ser clientes. Estas fa-milias pertenecían a estratos inferiores dentro delnivel más alto: decuriones, medianos comerciantesy propietarios, así como a un buen grupo de la cla-se de los funcionarios: recaudadores de impuestos,soldados de mediana graduación.

    En tercer lugar, podríamos considerar las fami-lias nucleadas, que no es lo mismo que la familianuclear actual. Es quizás el grupo más abundante.Aunque las casas en las que habitaban eran total-mente diferentes entre sí, coincidían en que eranbastante reducidas. En las ciudades eran las habi-taciones pequeñas e insanas de las cuadras o lastiendas y talleres que se encontraban en las plantasbajas. Las casas que habitaban en el campo erantambién pequeñas, aunque a veces tenían un patioy hasta un pequeño almacén. Posiblemente la ma-yoría era de adobe. En cuanto al número, la familianucleada debió ser reducida, debido a la escasez derecursos, ya que sus hijos emigraban o se alistabancomo soldados; también debido a la mortalidad in-fantil, que era bastante elevada en las clases socia-les bajas por la falta de higiene y la mala alimenta-ción. Eran familias pequeñas, quizás de cuatro ocinco personas; no cabían más en la casa y no habíaalimento para todos.

    Estas familias, aunque quisieran apoyar a otros,les era prácticamente imposible; quizás, el hechode vivir juntos facilitaba cierto apoyo. Lo más im-portante es señalar que a este tipo de familia perte-necía la mayoría de la población: campesinos, ar-tesanos, pequeños comerciantes, todos los que nopodían vivir sin trabajar.

    No podemos concluir este apartado sin men-cionar un grupo más que, si bien no es otro tipo de

    familia, son los que no tenían casa propia. Algunosautores le llaman familia dispersa. Vivían en casade otros (generalmente esclavos) o buscaban refu-gio en los templos u otros edificios públicos; en loscampos muchos de ellos vivían en los lugares delos esclavos de las grandes fincas o andaban erran-tes como mendigos o bandoleros. A este tipo de«grupo» familiar pertenecía la mayoría de los des-preciados, que formaban el estrato más bajo de lapoblación: esclavos, enfermos, mendigos, ladrones,bandidos, viudas empobrecidas, huérfanos, deshe-redados, etcétera.

    d) Los miembros de la casa

    Comencemos con el cabeza de familia. Se le de-signaba con el sustantivo padre y no precisamentepara referirse a la generación sino a la autoridad.En latín y griego a los cabeza de grupo familiar seles llamaba paterfamilias («padre de familia») y oi-kodespótes («el señor de la casa»), que manifiestansu posición de dominio con respecto a los demásmiembros de la casa; esto aparece con más clari-dad en el título de «señor» (dominus, kyrios, ba’al).Además, se consideraba que este dominio pertene-cía a la naturaleza humana. El padre que sabía go-

    14 PARA COMPRENDER LA IGLESIA DE CASA

    Reconstrucción de una casa amplia en Cafarnaúm.

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  • bernar su casa era modelo del buen gobernante,del militar, del sacerdote, incluso de una buena di-vinidad. Pertenecer a «tal» o «cual» familia signifi-caba especialmente «estar bajo el dominio del se-ñor de la casa». Era común pensar que una familiaera armoniosa si todos estaban sometidos a la au-toridad del paterfamilias.

    Con ligeras variantes esta manera de compren-der al cabeza de familia fue común tanto al mundoisraelita como griego y romano.

    En el mundo mediterráneo era normal que elpaterfamilias tuviera poder, en primer lugar, sobrela esposa, los hijos y los esclavos hasta el punto quepodía condenarlos a muerte; también tenía am-plios poderes judiciales sobre sus libertos, sobre loscolonos que cultivaban sus tierras y sobre quienesvivían en sus propiedades.

    Ahora bien, si el cabeza de familia era la autori-dad máxima e indiscutible dentro del grupo fami-liar, los demás miembros comprendían su funciónsiempre respecto del padre.

    Así, en lo que se refiere a la relación entre el ma-rido y la mujer, ésta debía someterse en todo a sumarido; tenía que adoptar su mismo estilo de vida ysus costumbres, teniendo los mismos sentimientos,sus mismos amigos y sus mismos dioses; debía po-ner bajo su gobierno sus propias posesiones, ha-ciendo que él apareciera como propietario. La glo-ria de la mujer consistía en estar sometida a sumarido, que debería ser para ella padre, madre, her-mano, guía, filósofo y maestro. De ahí que se pensa-ra que la mujer requería una serie de virtudes comola reclusión, el silencio, la dignidad, el buen com-portamiento, la modestia, un carácter dulce y laprotección de la buena fama de su marido. Aunqueeste retrato refleja las clases altas de la sociedad gre-corromana, el comportamiento era semejante entrelos más pobres. Una de las diferencias fundamenta-les era que entre los pobres se alababa también sudedicación y su destreza para el trabajo manual.

    La relación del padre con el hijo era una de lasmás cuidadas, pues de ahí dependía la continuidadde la familia. El hijo heredaba del padre la casa consus propiedades, con su nombre y el culto; al mismotiempo recibía la autoridad y el poder sobre las per-sonas dependientes de la casa. Los padres veían ensus hijos varones, sobre todo en el mayor, otro yo.

    El hecho de que la manera de perpetuar la fa-milia fuera a través de los varones provocaba que larelación del padre con los hijos fuera muy distintaa la que tenía con sus hijas. De ahí que hijos e hijasrecibían un trato muy distinto, desde el momentode su nacimiento y en la manera de ser educados.El padre ejecutaba su autoridad sobre el hijo a lolargo de toda su vida; todo lo que el hijo hiciera re-quería el consentimiento del padre; incluso podíavenderlo legalmente o condenarlo a muerte. A lapar de esta autoridad surgieron una serie de obli-gaciones del padre hacia el hijo: alimentarlo, edu-carlo, protegerlo, ayudarle económicamente y pro-porcionarle un oficio, entre otros. En contrapartidaestaban las obligaciones de los hijos hacia el padre:honrarlo y obedecerlo en todo, darle sepultura y,sobre todo, ser como él.

    La relación del padre con la hija era muy distin-ta y, al mismo tiempo, mucho menos importante.Mientras estaba en la casa paterna la hija vivía ba-jo la autoridad del padre, que tenía poder inclusopara venderla como esclava. Sin embargo, tarde otemprano las hijas pasaban de la casa paterna a lacasa de su marido y, como consecuencia inmedia-ta, a estar bajo el poder del otro paterfamilias. De-bido a que la mujer era considerada representantede su familia de origen y su comportamiento podíaponer en peligro el honor y el prestigio de su grupofamiliar, desde pequeñas eran educadas por susmadres para que su comportamiento contribuyeraa la buena honra de la familia, que se entendía co-mo la buena fama de los varones.

    La relación del padre con los demás miembrosde la casa era la más importante pero no la única.

    LA IGLESIA DE CASA DESDE LA SAGRADA ESCRITURA 15

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  • Había otro tipo de relaciones en las que sobresalenlas que se daban entre los hermanos varones, conlas hermanas y de todos éstos con su madre. Sinembargo, no es el momento de tratarlas.

    La primera forma de asociación es la unión legal en-tre el hombre y la mujer para la procreación de los hijos yla vida común. Se le llama casa y es el principio de la ciu-dad... Relacionado con la casa existe un modelo monár-quico, otro aristocrático y otro democrático. La relaciónde los padres con los hijos es monárquica; la de los mari-dos con las mujeres, aristocrática; y la de los hijos entre sí,democrática... Cuando [los esposos] viven juntos y tomanun colaborador para su vida común, sea éste un esclavopor naturaleza... o un esclavo por ley, la casa se organizapor la reunión para un mismo fin, y la búsqueda de unúnico provecho por parte de todos. Al varón correspondepor naturaleza el gobierno de la casa, pues la facultad de-liberativa es inferior en la mujer, en los hijos aún existe, yen los esclavos está totalmente ausente.

    Ario Dídimo, 148, 5-8, 15-19 y 21.

    e) Funciones de la casa

    Curiosamente la organización administrativadel Imperio romano era muy elemental; no existíaun gobierno que estuviera presente en todas partessino más bien había una red de procuradores y le-gados en muchas ocasiones elegidos por el mismoemperador que constituían el entramado de la or-ganización administrativa del Imperio. Debido a es-to el Estado desempeñaba muy pocas funciones so-ciales; las dos más importantes eran la defensa delterritorio y la recaudación de impuestos; para esto

    tenía ejército y recaudadores. Ni siquiera había unsistema organizado y homogéneo para administrarla justicia; ésta seguía siendo ejecutada en el siglo Id. C. en gran parte por los tribunales de las ciudadesy por las casas. Incluso en el ámbito propiamentesocial el Estado sólo desempeñaba funciones asis-tenciales en situaciones muy excepcionales (distri-bución de alimentos y asistencia a desamparados).

    En un Estado con estas características la casa/grupo familiar desempeñaba diversas funciones.

    Una de las principales funciones que desempe-ñaba la casa era la administración de la justicia. Enla Antigüedad, como ya decíamos, la justicia no só-lo se impartía en los tribunales sino también en lacasa; la justicia pública era ejercida por la ciudad yel emperador a través de sus funcionarios, y la pri-vada, impartida en la casa por el cabeza de familia.Para ejercer sus funciones de juez el padre de fami-lia tenía amplios poderes sobre las personas quedependían de él; incluso tenía poder para actuarjudicialmente sobre las personas dependientes deél sin que tuviera que dar cuentas. Sólo se recurríaal tribunal de la ciudad cuando el padre no actua-ba o era incapaz de ejercer su autoridad.

    Más aún, el paterfamilias no estaba obligado adar cuentas a nadie de sus decisiones; sus veredic-tos eran aceptados por los demás cabezas de fami-lia porque en su casa era él la máxima autoridad. Nisiquiera los tribunales de la ciudad ni los funciona-rios imperiales tenían jurisdicción en estos asuntos.

    Los tribunales de las ciudades y los presididospor funcionarios imperiales eran especialmentepara solucionar problemas entre los cabezas de fa-milia; sólo ellos podían comparecer ante el tribunalde la ciudad; la justicia sólo los asistía a ellos. En elcaso de las mujeres, los hijos y los esclavos, entreotros, no tenían acceso a la justicia pública, ni co-mo demandantes, testigos o inculpados. Si teníanalguna demanda, debían presentarla a través delcabeza de familia; y en caso de que fueran acusa-

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  • dos de algún delito, era responsabilidad del padrede familia juzgarlos.

    Además de la función judicial, la casa tambiéngarantizaba cierto tipo de solidaridad. El primer as-pecto de esta solidaridad en el grupo familiar era laprotección de los miembros desamparados, sobretodo de los huérfanos y las viudas, la asistencia alos enfermos y a los ancianos, y la ayuda económi-ca a quienes pasaban por un momento difícil. Loshuérfanos y las viudas que no estaban vinculados aningún hombre, y que carecían de apoyo de una fa-milia, eran pobres y tenían que recurrir a la caridadpública.

    El segundo aspecto de la solidaridad familiarera la defensa de sus miembros hacia fuera. Los pa-rientes tenían el deber moral de estar pendientesde lo que le sucediera a uno de los miembros de sufamilia; no contar con este respaldo fácilmente pro-vocaba ser presa de abusos y ofensa.

    Pero no sólo se garantizaba de algún modo lasolidaridad, sino las suficientes redes o relacionessociales. El grupo familiar procuraba a sus miem-bros relaciones indispensables para que no care-ciera de personas o grupos que los auxiliaran; estaayuda funcionaba para cada miembro del grupo almismo tiempo que para su propio grupo. Sin em-bargo, los beneficios no iban solos; si un campesi-no se acogía a las bondades de un terrateniente, nosólo él estaba en deuda por los favores de su patrón,sino también su familia adquiría compromisos yobligaciones con él.

    Ahora, lo más interesante es que sólo las casasde gente acomodada, las que tenían una familia ex-tensa que podían recurrir a recursos y parientes, te-nían capacidad para ejercer estas funciones. Lasfamilias de los campesinos y artesanos no podíanejercer del mismo modo y con la misma eficacia es-tas funciones; y es que, en gran parte, la posibilidadde ejercer el juicio, de garantizar la solidaridad y defacilitar las redes sociales adecuadas dependían, en

    mucho, de la condición social de la familia, su ri-queza y de sus buenas relaciones.

    Pero además de estas funciones existía otra queno debemos pasar por alto y que para nuestro co-metido es de fundamental importancia: la funciónreligiosa de la casa. Y es que no debemos olvidarque en el mundo grecorromano había dos tipos dereligión: la pública y la privada, es decir, la domésti-ca. No obstante la diversidad de pueblos y culturasque existían en el Imperio, había mucha semejanzaen temas religiosos. El culto era muy semejante entodos los lugares; los dioses, aunque cambiaran denombre, eran parecidos en sus características 3.Había, pues, una gran unidad religiosa de fondo quedaba consistencia al Imperio. Al lado del culto ofi-cial se tenían cultos propios sobre todo en el ámbi-to doméstico y campesino 4.

    Así pues, había una religión nacional. Se pensa-ba que los dioses velaban por la sociedad, por laprosperidad de la ciudad y del Estado; la defendíande los peligros naturales y de los enemigos. Era unareligión patriótica. Sin embargo, aunque nos parez-ca extraño, este modelo religioso no tenía implica-ciones morales para el individuo, excepto el amor ala patria. Fuera de esta lealtad al Estado y a sus le-yes, los principios religiosos casi no tenían relacióncon los comportamientos de las personas.

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    3 Por ejemplo, en Roma se veneraba especialmente a Júpiter,Juno y Minerva. Júpiter era para los latinos lo que Zeus era para losgriegos. Juno equivalía a la Hera de los griegos; la Minerva romanaera semejante a Palas Atenea que se veneraba en la acrópolis ate-niense.

    4 Debemos señalar que la religión doméstica grecorromana esmuy distinta a la israelita. Entre los griegos y los romanos la religióndoméstica estaba totalmente aparte de la pública; cada casa teníasus ritos y sus ceremonias, que sólo podían practicar sus miembrosy, por tanto, deberían mantenerse en secreto. Entre los israelitas, encambio, los ritos y ceremonias que se celebraban en el seno de lafamilia eran los mismos en todas las casas, y eran conocidos por to-dos, de tal manera que el culto doméstico estaba realmente vincu-lado a la religión pública.

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  • Junto a la religión nacional existía el culto do-méstico; en cada familia eran veneradas divinida-des privadas o domésticas. En el atrio de la casa, ladependencia más importante según la época,había una especie de capilla o nicho con un altar,donde eran venerados, junto a la diosa Vesta, losespíritus protectores del hogar y del fuego. Eranlos lares familiares –divinidades que protegían lascosechas, calles, casas (familias), las ciudades–, re-presentados por medio de estatuillas o pinturasmurales, a los que se daba culto especial en los díasfestivos y a quienes en todas las comidas diarias sehacían ofrendas. Este culto familiar se extendía alos límites de los campos de cultivos, donde erancolocadas pequeñas capillas dedicadas a estas divi-nidades protectoras que velaban por la prosperi-dad de todos.

    Ahora bien, era precisamente la religión do-méstica la que unía a todos los miembros de ungrupo familiar; unía a los vivos entre sí y a éstos conlos antepasados difuntos. Cada casa tenía su culto,que no tenía que ver con el de la casa vecina; en élsólo podían participar los miembros del grupo fa-miliar, que eran siempre iniciados a través de un ri-to. Y era precisamente el padre de familia el sacer-dote y guardián de este culto; es cierto también quelas mujeres, sobre todo las matronas de las familiasaristocráticas, tenían un papel importante en él.

    La religión doméstica tenía dos puntos de refe-rencia: el hogar y la tumba; el hogar era un peque-ño altar donde ardía permanentemente el fuego;era el lugar más sagrado de la casa, y en torno a élse celebraban la mayor parte de los ritos del cultodoméstico. En cada comida se hacía una ofrenda;en diversos días del mes o en las celebraciones dealgún acontecimiento familiar el hogar se adorna-ba con flores y se ofrecían sacrificios e incienso. Elotro lugar sagrado era la tumba; servía especial-mente para expresar el profundo vínculo entre losvivos y los difuntos, además de vincular al grupo fa-miliar con la tierra.

    Otra dimensión importante de la religión do-méstica que no pudo ser retomada en su totalidady profundidad por la religión pública fueron lasfiestas vinculadas a los momentos más importan-tes del ciclo vital: nacimiento, matrimonio y muer-te; éstas se celebraban especialmente en torno alaltar doméstico y a la tumba, bajo la mirada pro-tectora de los dioses cercanos, las divinidades do-mésticas.

    Especial mención merece la religión domésticaentre los israelitas, para quienes también la familiay la religión estaban íntimamente relacionadas pe-ro de manera distinta a como la concebían los grie-gos y los romanos. Por ejemplo, para los israelitaslas prescripciones religiosas eran iguales en todaslas familias y, por tanto, conocidas por todas ellas.Esto no significa en modo alguno que tuviera me-nos importancia; por el contrario, la religión israe-lita se vivía, se celebraba y transmitía especialmen-te en la casa. Es decir, las prescripciones de la leyescrita (la ley de Moisés) y las costumbres que for-maban el principal depósito de la religión israelitase transmitían en el seno de la familia.

    La casa, y principalmente la relación padre-hijo garantizaba en gran parte que la religión setransmitiera de generación en generación. En estatransmisión y vivencia de la religión israelita de-sempeñó un papel fundamental la casa, inclusomejor y mucho antes que lo hicieran las sinagogasy las escuelas rabínicas. Tengamos presente que lomás probable es que la sinagoga como edificio de-dicado al culto y a la enseñanza de la ley, al menosarqueológicamente, está situada a partir del siglo IIId. C. Lo más seguro es que tanto en Palestina comoen la diáspora el lugar de reunión o sinagoga hayansido las casas más amplias, como fue para los pri-meros cristianos.

    Pero la religión no sólo se transmitía en la ca-sa/familia, sino que era en este espacio y en estasrelaciones donde se ponían en práctica la mayorparte de las prescripciones religiosas que iban des-

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  • de las normas alimentarias, a las relaciones socia-les y los ritmos de trabajo y de descanso.

    Especial vinculación tenía la casa con los ritosque señalaban el paso de un estado a otro en el ci-clo vital con motivo del nacimiento, del matrimonioy de la muerte. En la época en que todavía la sina-goga no tenía las funciones religiosas que adquiriríamás tarde, era principalmente en la casa donde setransmitía la religión judía, donde se practicabanlas leyes y las costumbres derivadas de ella y dondese celebraban las principales fiestas.

    La religión estaba también estrechamente vinculada ala casa. Aparentemente esta vinculación era mayor entrelos griegos y los romanos que entre los judíos, porque losprimeros tenían una religión privada distinta de la pública,que además estaba muy arraigada en la vida diaria, mien-tras que entre los segundos la religión que se practicaba enla casa estaba relacionada con la religión pública. Sin em-bargo (...) la religión era también un elemento fundamen-tal en la vida de las casas israelitas. La casa tuvo un papelmás importante entre los judíos que entre los griegos y ro-manos en la conservación y transmisión de la tradición re-ligiosa. En cualquier caso, es evidente que la familia en elmundo helenístico-romano no puede entenderse sin teneren cuenta esta estrecha vinculación con la religión, porquela casa era, ante todo, una unidad de culto.

    S. Guijarro, Fidelidades en conflicto. La ruptura con la familiaa causa del discipulado y de la misión en la tradición sinóptica,

    UPSA, Salamanca 1998, 125-126.

    2. La casa en el movimiento de Jesús

    La casa como lugar y como grupo familiar fueuno de los espacios privilegiados de la actuación deJesús y de sus seguidores más inmediatos (Mc 1,29;2,15; 3,20; 5,38; 7,24). Parece claro que la opción porla casa no fue una necesidad del desplazamientoposterior del campo a la ciudad, sino que se remontaal movimiento de Jesús, es decir, al proyecto impul-

    sado por Jesús y sus seguidores más cercanos parapromover un cambio radical dentro del judaísmo 5.

    Pero la casa no fue un espacio elegido por suvalor en sí mismo sino por las posibilidades que te-nía para la realización de lo realmente absoluto: elReino de Dios.

    a) La Buena Nueva del Reino de Dios

    El centro del mensaje de Jesús, estrictamentehablando, no fue Dios en sí mismo; tampoco él. Je-

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    5 El movimiento de Jesús desde el punto de vista geográfico secircunscribe a la religión siropalestinense; se distingue de los gruposde discípulos nacidos en la primera generación fuera de ella, princi-palmente los grupos paulinos. Desde el punto de vista cronológico,comienza con la actividad pública de Jesús hacia el año 27 d. C. ytermina con la destrucción de Jerusalén y su templo en el año 70 d.C.; no abarca los grupos judeocristianos de la segunda generación.Así, S. Guijarro, Jesús y sus primeros discípulos, Estella 2007, p. 150.Véase también G. Theissen, El movimiento de Jesús. Historia socialde una revolución de valores, Salamanca 2005, pp. 13-14, que sugie-re cierta flexibilidad ante estas fronteras geográficas y cronológicas.

    Una sencilla casa campesina de los tiempos bíblicos. Véan-se las vigas del techo sobresaliendo al frente, los frutos se-cándose en el tejado y la pequeña ventana.

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  • sús no se dedicó a hablar, menos a especular sobreDios o sobre sus cualidades. Jesús centró todo, noen Dios a secas, sino en el Reino de Dios. No se dis-cute que Jesús habló de Dios como Padre; sin em-bargo, para Jesús incluso «Dios» es visto en una to-talidad más amplia: «el Reino de Dios». Estosignifica que lo central, en el mensaje de Jesús, nofue Dios, tampoco él mismo, sino sus mediaciones,en las que los seres humanos pueden encontrarlo.En otras palabras, al hablar del Reino de Dios Jesu-cristo quería dejar claro dónde y cómo se puede en-contrar a Dios. Y es que el problema real no es si setienen o no ideas claras sobre Dios sino dónde real-mente está el Dios de Jesús y cómo ese Dios quiereque el ser humano se relacione con Él.

    Para evidenciar dónde realmente se hace pre-sente el Dios de Jesús y de qué manera se encuen-tran con él las personas en los evangelios se utilizala expresión reino/reinado de Dios o de los cielos.

    Es evidente que Jesús es mostrado en los evan-gelios haciendo presente el Reino de Dios con supersona y sus obras 6. Jesús no sólo habló del Reinode Dios sino que lo vivió e hizo que lo experimen-taran quienes acudían a él; es decir, no sólo era oí-do como parte de la predicación, sino que especial-mente se experimentaba en la actuación de Jesús.Curiosamente en los evangelios nunca se define elReino de Dios. Jesús habla muchas veces de él, pe-ro nunca dice qué es en concreto. Quizás porquecasi nunca se entiende como una idea; es más bienuna acción que se está realizando.

    Para Jesús «el Reino de Dios es la afirmaciónhistórica de la soberanía de Dios, la revelación de

    su misericordia y de su soberanía, que ha de cam-biar de raíz la realidad; es algo que se espera paraun futuro cercano, pero que ya se está abriendo pa-so en la historia» 7.

    La familia suministró al primitivo movimiento cristia-no una de sus imágenes básicas para definir la identidady cohesión sociales cristianas. En la Antigüedad, la familiaextensa tenía mucha importancia. No sólo era la fuentedel propio estatus comunitario, sino que funcionaba tam-bién como la principal red de relaciones económicas, re-ligiosas, educativas y sociales. La pérdida de conexión fa-miliar significaba la pérdida de esas redes vitales, así comola pérdida de conexión con el país. Pero una familia su-brogada, lo que los antropólogos denominan grupo ficti-cio de parentesco, podía tener las mismas funciones quela familia de origen. La comunidad cristiana, que hace lasveces de familia subrogada, es, tanto para Mateo, Marcosy Lucas, el lugar propio de la buena nueva. La familia su-brogada trascendía de inmediato las categorías normalesde nacimiento, estatus social, educación, riquez y poder,aunque no descartaba fácilmente las categorías de géne-ro y raza... La familia subrogada se convierte en un lugarde refugio para quienes ya están desvinculados de sus fa-milias de origen (p. ej. hijos sin posibilidad de heredar quese trasladan a la ciudad). Para la gente con buenos con-tactos, especialmente entre la élite urbana, dejar a la fa-milia de origen por la familia subrogada cristiana (comoexige Jesús en Mateo 12,46-50) era una decisión que cons-taría muchísimo tomar (ver Mt 8,18-22; 10,34-36.37-39;19,23-30). Significa romper los vínculos, no sólo con la fa-milia, sino con la entera red social de la que uno podíaformar parte.

    Bruce J. Malina y Richard L. Rohrbaugh, Los evangelios sinópticos y la cultura mediterránea del siglo I,

    Verbo Divino, Estella 1996, 351-352.

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    6 La importancia del Reino/Reinado, de Dios queda manifiestaen los sumarios o resúmenes de la actividad de Jesús que ofrecenlos evangelios (Mc 1,14-15; Mt 4,23; 9,35; Lc 4,40-43; 8,1-2). Estossumarios son visiones de conjunto, cuadros generales que reflejanen poco lo mucho que hacía el Señor y el fuerte convencimiento delos evangelistas de que la proclamación del Reino había sido algofundamental en la vida del Maestro.

    7 Así R. Aguirre, Ensayos sobre los orígenes del cristianismo. Dela religión política de Jesús a la religión doméstica de Pablo, Estella2001, p. 18.

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  • El Reino de Dios trae frutos concretos. Así, porejemplo, en el Reino de Dios se dan –sin que hayaposibilidades de separarlas– la experiencia de Diosy de la realidad histórica; hay nuevo lente para verlas cosas. El Reino de Dios nos habla de un mundodonde el poder, ejercido como dominio y opresión,debe ser sustituido por el servicio (Mc 10,42-45). Elposeer está regido no por la búsqueda egoísta deser feliz a costa de la infelicidad y la desgraciade muchos, sino por la fraternidad (Lc 12,33-34; cf.Mc 10,17-31). En las nuevas relaciones propiciadaspor el Reino de Dios todos somos hermanos (Mc10,28-31; Mt 23,1-12).

    Pero para su concreción el Reino de Dios re-quiere espacios y exige un nuevo tipo de relacio-nes: la casa y la interrelación fraterna de sus miem-bros. Para percibir con más claridad la importanciade este desplazamiento de lugar por parte de Jesúsy sus seguidores inmediatos debemos tener claro elcontraste entre el templo y la casa para posterior-mente presentar algunos ejemplos de lo que signi-ficó la casa en la dinámica de la proclamación delReino, así como las exigencias para el grupo que enella habitaba o se reunía.

    b) Del templo, pasando por la sinagoga, a la casa

    Para el pueblo israelita en tiempos de Jesús eltemplo de Jerusalén era no sólo el lugar de culto másimportante, sino también el centro en torno al cualgiraba toda la vida religiosa y política de cualquier ju-dío. La valoración de este espacio coincidía con sumajestuosidad. El edificio que había construido He-rodes el Grande donde había estado el templo de Sa-lomón superaba en mucho a éste por su grandiosi-dad. Era la construcción de mayores proporciones enel país, contando incluso los templos y edificios delas ciudades helenistas. Más todavía: era uno de lostemplos más grandiosos de todo el mundo romano.

    El templo era el espacio, junto con la sinagoga,más importante de la religión judía. El judaísmo dela época de Jesús fue una religión del Templo, condos peculiaridades: Dios se hacía adorar en un so-lo lugar, Jerusalén, y en un templo sin imágenes dedioses. Esta gran estima por el templo estaba unidaal monoteísmo: en ese lugar Dios hacía habitar «sunombre» (Dt 12,5). Junto con el templo, las sinago-gas se multiplicaban. En Palestina eran, en aquellaépoca, recintos privados que los dueños ponían adisposición de la comunidad. Mientras los sacer-dotes mandaban en el templo, las sinagogas ibanpromoviendo la religiosidad de los laicos; de hechoJesús pudo enseñar y encontrar audiencia en ellas(Mc 1,21.39).

    También es importante mencionar que el cultosacrificial y el servicio de la palabra eran las formasoperativas del judaísmo de aquella época. El sacri-ficio correspondía especialmente al templo de Je-rusalén. Sin embargo, junto al culto sacrificial, losjudíos desarrollaron otro no sacrificial: el servicioen la sinagoga, cuyo centro en la lectura y comen-tario del texto sagrado, una de las innovaciones re-ligiosas más fecundas que se le debe al judaísmo.

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    Reconstrucción de la sinagoga de Cafarnaúm.

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