Índice - recursos.ort.edu.arrecursos.ort.edu.ar/static/archivos/docum/1003966/139996.pdfsus huellas...

15

Upload: others

Post on 11-Mar-2020

4 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: ÍNDICE - recursos.ort.edu.arrecursos.ort.edu.ar/static/archivos/docum/1003966/139996.pdfsus huellas en mi vida y pienso que una forma de retribuirles que me hayan pisado es contar
Page 2: ÍNDICE - recursos.ort.edu.arrecursos.ort.edu.ar/static/archivos/docum/1003966/139996.pdfsus huellas en mi vida y pienso que una forma de retribuirles que me hayan pisado es contar

1

ÍNDICE

Bienvenida

1. Introducción

2. Cuatro fantásticos

3. ¡Manos a la obra!

4. Retrato imaginario

5. Dialogando en inglés

6. Trabajo final

Page 3: ÍNDICE - recursos.ort.edu.arrecursos.ort.edu.ar/static/archivos/docum/1003966/139996.pdfsus huellas en mi vida y pienso que una forma de retribuirles que me hayan pisado es contar

2

¡Les damos la bienvenida a la unidad didáctica! En ella encontrarás contenidos explicativos y

propuestas de actividades.

¿Cómo está organizada la unidad? Por un lado encontrarás textos explicativos propios de la mate-

ria y, por otro, los espacios de producción con actividades que invitan a aplicar lo previamente explicado.

Éstas últimas están resaltadas en color: para que puedas encon-

trarlas e identificarlas más sencillamente.

En algunas de las actividades vas a encontrar propuestas que pueden involucrar herramientas

2.0. ¡Te invitamos a utilizarlas! Para que lo puedas visualizar correctamente, es importante que des-

cargues este archivo, lo abras con la última versión de Adobe Acrobat y actualices la versión de Adobe

Flash: https://get.adobe.com/es/flashplayer/npapi/

¡Mucha suerte! ¡A trabajar!

Editorial ORT

Material creado para uso educativo y no comercial.

Contacto

[email protected]

(011) 4789-6491 / 6392

Page 4: ÍNDICE - recursos.ort.edu.arrecursos.ort.edu.ar/static/archivos/docum/1003966/139996.pdfsus huellas en mi vida y pienso que una forma de retribuirles que me hayan pisado es contar

3

1. Introducción

Esta actividad propone un trabajo en con-

junto entre las áreas de Lengua, Arte y Lengua

Adicional - Inglés.

¡Empecemos!

Leé en clase el cuento realista “Cuatro fan-

tásticos” de Fabián Casas.

Cuatro Fantásticos, Fabián Casas.

Hubo alguien antes pero yo no lo conocí.

Aunque muchos me dicen que tengo algo de su ca-

rácter y de su boca. Esas cosas. A mí no me preocupa

parecerme a alguien. Hay tantas caras en el mundo

que uno, tarde o temprano, termina siendo otro. Yo

quisiera hablar acá de los que conocí. Ellos dejaron

sus huellas en mi vida y pienso que una forma de

retribuirles que me hayan pisado es contar quiénes

eran, lo que me enseñaron. Esas cosas.

2. Cuatro fantásticos

Para esa época mamá trabajaba en la fábrica

de corpiños Peter Pan. Un nombre glorioso. No sé

si todavía sigue funcionando. Mamá, por lo que me

cuentan todos, era una mujer despampanante, pa-

recía una vedette. Piernas, culo, caderas. Vivíamos

en un departamentito del barrio de Once, muy chi-

quito, yo pensaba que era como el caño de Hijitus:

el dormitorio de mamá, el living donde yo dormía en

un sofá cama y una kitchenet empotrada en la pa-

red. Eso era todo. Mamá tenía ropa tirada por todas

partes. Y cosméticos y revistas que se traía de la pe-

luquería de su amiga. Mi madre era una gran lecto-

ra. A veces, cuando ella iba a bailar, yo me quedaba

con la peluquera, una paraguaya que me hablaba de

sus hijos quienes, decía, tenían casi mi misma edad

y estaban con su padre en Asunción. Yo no asociaba

Asunción con un lugar físico, más bien me parecía un

verbo.

En mi memoria, el primero de todos fue Car-

melo. Petiso, musculoso, ex boxeador. Mamá me lo

presentó una noche cuando la pasó a buscar para

salir. Yo estaba mirando algo en la tele muy chiquita,

diminuta, que la peluquera nos había traído de Ciu-

dad del Este. ¿Ven? Ciudad del Este sí me parecía un

lugar.

Carmelo se me acercó y me estrechó la mano.

Pensé que me iba a besar, porque yo era un niñín y

la gente, por lo general, cuando me conocía, me be-

saba. Pero él me dio su mano, callosa, grande como

un teléfono. Ese gesto me gustó. A partir de aque-

lla noche Carmelo empezó a venir seguido a casa y

cuando pasaba a buscar a mamá se quedaba cada

vez más tiempo conmigo, charlando de las hazañas

de su época de boxeador. Y un día de campo, a la

luz del sol, sucedió una cosa increíble: la piel de Car-

melo, al aire libre, tenía el color de la cinta scotch.

Quiero que esto quede bien claro. No era como si es-

tuviera recubierto de cinta, como una momia; tenía

Page 5: ÍNDICE - recursos.ort.edu.arrecursos.ort.edu.ar/static/archivos/docum/1003966/139996.pdfsus huellas en mi vida y pienso que una forma de retribuirles que me hayan pisado es contar

4

el color y la consistencia de la cinta scotch. Así que lo

bauticé –para mis adentros- Carmelo Scotch. Debe

haberse visto extraordinario, casi desnudo, bajo las

luces del ring.

Cuando empecé a sufrir de los bronquios,

mamá me tuvo que llevar a un hospital para que me

curaran. Me hacían inhalaciones, me daban pichica-

tas, me decían que tenía que tomar sol. Carmelo se

preocupó mucho por mi salud y le dijo a mi mamá

que yo tenía que hacer ejercicios, correr, saltar. Esas

cosas. Entonces se apareció en equipo de gimnasia y

me explicó que tenía un plan para volverme un atle-

ta. Extendió sobre la pequeña mesa de fórmica na-

ranja del living, un mapa con las etapas de ejercicios

que él creía que me iban a cambiar el físico. Empe-

zamos a practicar por las mañanas, en el gimnasio

donde trabajaba Carmelo. Abdominales, carrera en

velocidad, cintura, cinta. Era grandioso. Él se paraba

a mi lado mientras yo la sudaba y me gritaba: “Va-

mos, más fuerte, ¡téngale bronca al cuerpo! ¡bronca,

bronca!”. Después nos duchábamos juntos. Una vez

me contó, mientras nos secábamos, que la alegría

más grande de su vida la tuvo cuando le tocó pe-

lear como semifondo de Nicolino Locce. “No sabés

lo que era pisar el ring del Luna repleto… solamente

vos iluminado y todos mirándote… las lucecitas rojas

de los puchitos en la negrura de las tribunas…”. Fue

empate.

Y aún llevo en mis oídos el grito de guerra de

Carmelo Scotch: “¡Téngale bronca al cuerpo!”.

Una tarde, mamá me dijo que lo había dado

de baja. Tuvo que pasar una semana de hostigamien-

to para que me dijera por qué. ¡Le había levantado la

mano! Mamá era inflexible. Y para elegir a sus no-

vios, una verdadera renacentista. Pasó del deporte

al arte ¡Y al segundo candidato lo capturó delante de

mis narices! El profesor Locasso había llegado al co-

legio para cubrir una suplencia y, sin lugar a dudas,

para cobrar lo que pudiera cobrar sin hacer prácti-

camente nada. Llegaba, ponía sobre el escritorio un

paquete de facturas o de merengues –yo iba al cole

de mañana- y mientras cruzaba sus pies sobre una

silla empezaba a engullir sin parar. Nos decía que

teníamos que pintar lo que se nos ocurriera. En la

hora de Locasso nos podíamos rascar el higo sin pro-

blemas. Así que agarrábamos hojas y dibujábamos

cualquier cosa. Cuando se las llevábamos para que

les echara una mirada, mientras masticaba y dejaba

de leer el diario, miraba nuestro dibujo y nos decía

su célebre muletilla: “más color, alumno, más color”.

Aunque la hoja estuviera untada de témpera como

un pastel de panadería, el repetía “más color, alum-

no, más color”. Estaba bueno. Nos hacía reír. Por su-

puesto, para nosotros su nombre cambió de profesor

Locasso al de profesor Más Color. E imagínense mi

sorpresa la noche en que lo vi sin su guardapolvo,

con un traje oscuro que le quedaba un poco grande,

y con una botella de vino en la mano en el umbral de

la puerta de mi casa. El profesor Más Color era un

hombre de unos cuarenta años, con una herradura

de pelo blanco que le bordeaba la nuca y que siem-

pre estaba demasiado larga, descuidada. La frente le

brillaba como una bola de billar. De cuerpo atlético,

cuando caminaba por el patio del colegio, lo hacía a

zancadas.

Según pude reconstruir mucho después, Más

Color había entablado relación con mi mamá en el

acto del 9 de julio, en el cual di dos pasos adelante y

recité un poema alusivo. El colegio se venía abajo de

gente y la noche anterior yo había estado muy ner-

vioso. Tenía miedo de que en el momento de recitar

el poema se me apareciera en la cabeza la laguna de

Chascomús. Pero fue glorioso. Verso a verso, demos-

tré que tenía talento para recitar poemas y durante

toda esa semana patria mis compañeros y mis maes-

tros no pararon de elogiar mi perfomance. Pero vol-

Page 6: ÍNDICE - recursos.ort.edu.arrecursos.ort.edu.ar/static/archivos/docum/1003966/139996.pdfsus huellas en mi vida y pienso que una forma de retribuirles que me hayan pisado es contar

5

vamos al idilio de mi madre. De más está decir que

fue la comidilla del colegio. Todos mis compañeros

sabían que mi mamá salía con Más Color. A veces,

en los recreos, algunos se animaban a preguntarme

si eso me molestaba. Yo les repreguntaba: “¿Que

ustedes sepan o que ellos salgan?”. Silencio. Otros

compañeros que trataban de ser más comprensivos

conmigo, me decían que me habría convenido más

que mi mamá saliera con el profesor de matemáticas

–materia dificilísima- que con el de dibujo. Tenían

razón. No puedo negar que yo ya había hecho ese

razonamiento.

El romance de mi mamá con Más Color duró

casi dos años. Cuando ellos terminaron la rela-

ción, yo entraba en quinto. A diferencia de Carmelo

Scotch, mi vínculo con Más Color fue relajado. El tipo

se quedaba a dormir en casa dos veces por semana

y a veces salíamos los tres a dar un paseo. Sólo una

vez salimos él y yo. Me llevó a ver una exposición de

Salvador Dalí, pintor al que él admiraba. Le gustaban

esas cosas retorcidas. Relojes doblados, crucifijos es-

paciales. Esa tarde, en un café, tuvimos el siguiente

diálogo:

— ¿Te molestaría que yo pase más tiempo en

tu casa?— me preguntó.

— No —le dije después de pensarlo un

momento.

— Me parece que sería bueno que hubiera un

hombre en la casa y yo estoy pensando en casarme

con tu mamá. Todavía no se lo propuse porque pri-

mero quería saber tu opinión.

— El único problema es que la casa es muy

chiquita- opiné.

— Si vos y tu mamá están de acuerdo, podría-

mos mudarnos a otro lugar. Con patio. ¿Te gustaría

tener un patio para jugar?

— Sí —le dije después de pensarlo un

momento.

Más Color pareció satisfecho con mi contes-

tación. Nos estrechamos la mano y me llevó a viajar

por el subte. Me mostró todas las combinaciones

posibles y los diferentes modelos de trenes que exis-

tían. Cuando llegamos, tarde, a casa, se encerró con

mi mamá a charlar en el dormitorio. Me pareció que

discutían. Yo me puse el piyama, me lavé los dien-

tes y me acosté a dormir. Me desperté a mitad de

la noche y me pareció, todavía más nítido, que es-

taban discutiendo. La semana siguiente Más Color

no se quedó a dormir ni una hora y si bien llamaba

por teléfono y hablaba con mamá, yo empecé a pre-

sentir que algo andaba con mal color. Traté de recor-

dar la charla que habíamos tenido para ver en qué

se le podría haber complicado la cancha. Y saqué

las siguientes conclusiones: a mi mamá, sin dudas,

le convenía tener un hombre en casa. Es más, ella

siempre estaba diciéndole a la peluquera paraguaya

que deseaba encontrar un sustituto de padre para

mí. Lo cual a mí me parecía razonable. Yo envidiaba,

cuando iba a las casas de mis amigos, cómo ellos

podían sentirse seguros y exhibir a sus padres. Así

que por el lado del casamiento no debería haber ha-

bido problemas. Creo que el conflicto estuvo en la

posibi-lidad de mudarse. Por algún motivo recóndito

que a mí me costaba y aún me cuesta entender, mi

mamá amaba la pocilga de plaza Once o The Ele-

ven Park, como ella le decía. Algo en la casa tocaba

su fibra más íntima y contra esas cosas es imposible

marchar.

Una tarde de invierno, mientras mamá se ha-

cía la toca, me comunicó que Más Color había entra-

do en la inmortalidad. Ahora pienso que mi infancia

estuvo separada por tandas en las cuales mi madre

me informaba las bajas de sus noviazgos. Yo seguí

viendo a Más Color durante tres años –quinto, sex-

to y séptimo- pero, salvo saludos incómodos cuando

nos encontrábamos de frente en el patio del colegio,

Page 7: ÍNDICE - recursos.ort.edu.arrecursos.ort.edu.ar/static/archivos/docum/1003966/139996.pdfsus huellas en mi vida y pienso que una forma de retribuirles que me hayan pisado es contar

6

nos evitábamos. Aunque, es justo decirlo, gracias a

él conozco a la perfección la línea de subterráneos

que cruza la ciudad. Jamás podría perderme.

Más Color ya era historia cuando me anoté

en el ateneo de la iglesia de San Antonio para jugar

a la pelota todas las tardes. Los curas te atrapaban

con una cancha extraordinaria y, a cambio, te pe-

dían que tomaras la comunión. Así que fui derecho a

catequesis y terminé como monaguillo en un par de

misas. Una tarde mamá me pasó a buscar y me dijo

que la esperara porque quería confesarse. Me pare-

ció raro ese gesto viniendo de ella. Pero es verdad

que para ese entonces se pasaba mucho tiempo en

la cama, como si algo le hubiera roto el ánimo. El pa-

dre Manuel la escuchó en silencio, en el confesiona-

rio. Mamá empezó a venir tarde de por medio para

confesarse o para caminar charlando con el padre

Manuel. Me dijo que el cura –que era muy joven- lo-

graba darle ánimos para vivir. “Mamá ¿por qué no

querés vivir?”, le pregunté. “No es que no quiera vivir,

es que no tengo ánimos”, me contestó.

Una noche, en que me había quedado más

de la cuenta en la casa de un amigo, me sorprendí

viendo salir al padre Manuel de mi edificio. Lo que

más me sorprendió fue que estaba vestido como un

hombre cualquiera. Él no me vio, pero yo lo vi clarísi-

mo porque estaba en la vereda de en frente. No dije

ni mu. Cuando entré a casa, mamá estaba con los

ojos rojos, como si hubiera estado llorando. Al otro

día se la pasó encerrada en su pieza con la peluquera

paraguaya. Cuando abrían la puerta porque necesi-

taban ir al baño o a buscar algo a la cocina, salía un

olor espantoso a cigarrillos. Creo que por eso yo no

fumé nunca.

Decidí hablar con el padre Manuel después

de que me encontré a mamá sentada en el livincito,

con unas ojeras inmen-sas. Parecía que había estado

sentada ahí desde su pubertad. “Todos los aparatos

de la casa decidieron suicidarse”, me dijo con una

voz muy ronca, apenas me vio. No andaba la helade-

rita ni el televisor y el calefón hacía un ruido horrible

cuando abríamos la canilla de agua caliente.

El padre Manuel estaba leyendo en su cuar-

to, me dijeron. Le dije a la monjita que lo necesitaba

urgente. Al rato lo vi venir por el corredor de la escue-

la. Esta vez tenía su sotana negra e impe-cable. Me

acarició la cabeza y salimos a caminar por la cancha

de fútbol que a esa hora –las dos de la tarde- estaba

vacía. Era un día primaveral.

—Padre, no sé que le pasa a mi mamá- le dije.

Sentí que la voz me salía del pecho.

— Hijo —me dijo, a pesar de que era muy jo-

ven— ¿sabés cuál fue el calvario de nuestro señor

Jesucristo?

¿Todo el asunto de los romanos y las espinas

en la cabeza y la traición de Judas?

— Exactamente. Quiero que pienses mucho

en esa parte de la historia de nuestro Señor. Porque

muchas veces en la vida los adultos tenemos que ha-

cer grandes sacrificios. ¿Entendés?

No le entendía ni jota. Pero asentí. Me esta-

ba dando un pesto bárbaro.

— Tu madre es una mujer ejemplar. Quiero

que esto te quede bien claro. Y la mayoría de las

veces las personas muy íntegras sufren demasiado.

Ahora vamos a ir a la iglesia y nos vamos a arrodillar

para rezar por ella.

Y así fue. Rezamos en silencio. Para ser sin-

cero, yo no recé. Mi cabeza saltaba de una imagen

a otra como si fuera un videojuego. Lo veía al padre

Manuel con sotana, después lo veía en ropa sport,

como lo vi cuando salía de mi edificio, después me lo

imaginaba en calzoncillos, después jugando al fút-

bol… Al final me dio la mano y me dijo que me fuera

tranquilo, que el Señor sabe lo que hace.

Lo cierto es que mamá no volvió a la iglesia y

Page 8: ÍNDICE - recursos.ort.edu.arrecursos.ort.edu.ar/static/archivos/docum/1003966/139996.pdfsus huellas en mi vida y pienso que una forma de retribuirles que me hayan pisado es contar

7

a los pocos meses lo trasladaron al padre Manuel a

un convento en Córdoba. El Señor no se equivocaba

porque mamá empezó a andar mejor y finalmente

salió de esa melancolía en la que estaba hundida.

Arreglamos el televisor, arreglamos la heladerita y

sacamos el calefón y pusimos un termotanque.

Pasó casi toda mi secundaria sin que mi

mamá trajera otro novio a casa. Y justo cuando me

estaba preparando para entrar en la Universidad,

llegó el último y quizá el más importante para mí. Se

llamaba Rolando, trabajaba poniendo antenas, en

las alturas, y fue clave porque él me habló por pri-

mera vez de mi padre. Porque él estaba obsesionado

con el tipo que fue mi padre.

Mamá lo conoció en un grupo que se reunía

los domingos en el Hospital Pena. Era un grupo de

ayuda psicológica para poder superar la tristeza de

los domingos. No era que mi mamá se pusiera mala

los domingos, fue acompañando a la peluquera pa-

raguaya que los domingos a esos de las siete, inva-

riablemente, se quería matar. Rolando estaba yen-

do porque era de un equipo de fútbol que se había

ido a la B y por eso sufría los domingos sin partidos.

Según mamá, fue un flechazo fulminante. Rolando

tenía rulos, un corte tipo Principe Valiente y la voz

ronca. Me cayó bien enseguida. Y más cuando me

enteré que se la pasaba en los techos de los edificios

arreglando y poniendo antenas.

Me encanta la gente que se cuelga de los te-

chos, me encanta saltar por los techos de las casas.

Así que rápidamente —yo tenía 17 años— me

le pegué como acompañante en su trabajo. Era su-

perior. En el verano, subíamos a las cimas con una

heladerita de telgopor donde poníamos seis lati-tas

de cerveza. A veces, si no habíamos comido, nos

llevábamos en un taper queso y dulce. Después de

arreglar las antenas nos sentábamos a, como él de-

cía, chamuyar. Rolando estaba obsesio-nado con la

vida que llevaban algunas personas. “Fijate esos ti-

pos que andan por el mundo jugando en el equipo

que les hace de sparring a los Globetrotters. Eso es

espantoso. Recorrer el mundo poniendo la cara para

que esos negros guachopijas te hagan hacer el ridí-

culo. Hay destinos espantosos ¿no?”. Y siempre, des-

pués de las cervezas, me hablaba de mi viejo: “Yo no

sé cómo tu mamá le pudo creer a ese imbécil todo lo

que le decía. ¿Vos sabés que tu viejo andaba metido

en la guerrilla y que prefirió eso a tener una familia,

cuidarte a vos, verte crecer… ¡Y tu mamá lo creía un

tipo grosso, inteligente! ¿En serio nunca viste ni una

foto suya?”.

Una tarde, mientras veíamos caer el sol des-

de los techos de un edificio altísimo, me dijo: “Vos

sabés que yo ahora te quiero mucho”. “Sí, lo sé”, le

dije y sentí que se me ponía la piel de gallina. “Pero

antes no podía ni verte porque pensaba que eras un

polvo de tu viejo hecho carne”. No le contesté nada

porque me quedé pensando en su expresión, y me

acordé de cuando el padre Manuel decía que Cristo

era Dios hecho carne. Rolando se bajó todas las cer-

vezas y al rato dijo: “A esta hora en Italia la llaman el

Pomeriggio ¿sabés por qué?”. No dije ni mu. “Porque

Pomeriggio significa tomate ¿ves el color que tiene

el cielo?”. Qué capo. El cielo estaba rojísimo. Agregó:

“¿Ves?, desde acá podemos ver toda la ciudad ¿no es

fantástico? La mayoría de la gente no sabe que esta-

mos acá arriba, mirándolos. Somos como dioses”.

A veces, antes de clavar una antena contra

el techo, la levantaba con una sola mano y gritaba: “

¡Ya tengo el poder!”. Y nos matábamos de risa. Otras

veces se ponía melancólico y me decía: “Jurame que

si vuelve tu viejo vos no te vas a dejar engru-pir por

él”. “¿De dónde va a volver, Rolando?”, le preguntaba.

“¡Qué sé yo, de la loma del orto!”, me largaba.

Pasó el tiempo y me sortearon para la colim-

ba. Me tocó tierra y tuve que bajar de las cimas. Pasé

Page 9: ÍNDICE - recursos.ort.edu.arrecursos.ort.edu.ar/static/archivos/docum/1003966/139996.pdfsus huellas en mi vida y pienso que una forma de retribuirles que me hayan pisado es contar

8

un año en el infierno como asistente de un milico.

En algún momento de ese año, mi mamá y Rolando

rompieron. Ella me lo comunicó en una carta. Cuan-

do volví a casa, conseguí trabajo arreglando ante-

nas. A Rolando nunca lo volví a ver, pero supe de él

por un portero de un edificio. Me dijo que le había

agarrado vértigo y que por eso dejó de trabajar en las

cimas. A mí eso me sonó a ciencia ficción.

A veces, cuando estoy en las alturas, con mi

vianda, me doy cuenta de lo increíble que fue que

me dejara acompañarlo y aprender el oficio. Porque

el vértigo de los techos es una disciplina para perso-

nas solitarias. Para animales fabulosos. No se nece-

sita a nadie acá arriba.

*Este cuento forma parte del libro de Fabián Casas, Los Lemmings y

otros, que fue publicado por primera vez en Buenos Aires, en el año 2005 por

la Editorial Santiago Arcos.

3. ¡Manos a la obra!

A partir del cuento leído en clase de Lengua, “Cuatro

fantásticos” de Fabián Casas, debés reescribir el relato

conservando las características del género realista, des-

de el punto de vista de otro personaje de la historia ori-

ginal, por ejemplo, uno de los novios de la madre. Para

ello, deberás elegir uno de los personajes, caracterizarlo

e identificar sus conocimientos, y luego contar la historia

con su voz narrativa.

Características para la presentación del trabajo de es-

critura:

1. Trabajo colaborativo que se realizará en grupos (como

te indique tu docente).

2. Extensión: 1 carilla de hoja A4 en word, letra Arial,

cuerpo 12, interlineado doble.

3. La entrega del trabajo deberá estar acompañada de la

rúbrica de evaluación que se adjunta aquí.

4. Retrato imaginario

Inspirados en esta frase del cuento: “A mi no me preo-

cupa parecerme a alguien. Hay tantas caras en el mundo

que uno, tarde o temprano, termina siendo otro...” vamos a

crear retratos imaginarios del rostro de los personajes

elegidos para reescribir el relato.

- Imaginá y dibujá una cara para el personaje, guiándote

por la descripciónes de Fabián Casas y principalmente,

por la resignificación del texto hecha cuando reescribis-

te el relato.

Este ejercicio nos ayudará también a reflexionar sobre la

cuestión de la identidad y como la misma se construye

también desde la mirada del otro.

¡Comencemos!

Para ello: Cada uno debe traer a clase una foto de su cara

en primerísimo primer plano impresa en hoja tamaño A4

(en escala de grises, no hace falta que sea a color). Ver el

instructivo aquí. Traer también hojas de calcar tamaño

A4.

a. En clase, cada uno va a realizar una síntesis geométri-

co-lineal de su propio retrato impreso, colocando para

esto una hoja de calcar sobre la imagen (en el aula expli-

caremos en detalle cómo hacerlo).

b. Superponiendo los dibujos hechos en calco, cada in-

tegrante del grupo (el mismo grupo de trabajo para las

actividades de Lengua y de Inglés) va a crear una cara

que retrate al personaje que eligió para reescribir el re-

lato en Lengua, colocando para esto una tercera hoja

de calcar sobre las otras dos (en el aula explicaremos en

detalle cómo hacerlo).

Esta cara imaginaria quedará retratada tomando como

base los rasgos y características de sus propios retratos

dibujados, más la interpretación que hagan de los mis-

mos.

c. Vamos a transferir a una filmina tamaño A4, cada uno

Page 10: ÍNDICE - recursos.ort.edu.arrecursos.ort.edu.ar/static/archivos/docum/1003966/139996.pdfsus huellas en mi vida y pienso que una forma de retribuirles que me hayan pisado es contar

9

de esos retratos imaginarios de los personajes. Para esto

deberán calcarlos sobre la misma filmina, usando marca-

dores indelebles de distintos colores (en el aula explica-

remos en detalle cómo hacerlo). Deberán completar ul

formulario que figura debajo y entregarlo, después de

elegir y definir un sistema de colores significativos que

crean convenientes para transmitir las distintas carac-

terísticas que consideren que definen a sus personajes.

Formulario

1. Integrantes del grupo.

2. ¿Qué personaje elegiste?

- Mamá

- Amiga de mamá

- Carmelo “Scotch”

- Locasso “Más Color”

- Padre Manuel

- Rolando

- Otro

3. Enunciá cuatro características que describan lo mejor

posible la personalidad del personaje elegido. Por ejem-

plo: alegre, serio, pensativo, distraído, etc.

4. De la siguiente lista, elegí cuatro colores que asocies

con las características definidas en el punto anterior:

- Negro

-Azul

-Marrón

- Verde

- Verde agua

- Amarillo

- Naranja

- Rojo

- Violeta

- Rosa

- Plateado

- Dorado

5. Explicá brevemente por qué asociaste cada color con

su característica correspondiente (como máximo dos

renglones por cada color)

5. Dialogando en inglés

You have already read and discussed the story "Cuatro

fantásticos" by Fabián Casas.

You have already paired up with a classmate from your

English group, and have chosen a character to work on.

Task to do in your English class:

- Create a dialogue with five exchanges each character,

between the character you have chosen and another

one from the story.

- Write the dialogue down. (Hand it in to be corrected)

*Take into consideration: Language, register, correct-

ness and appropriacy.

Te dejamos esta rúbrica para guiarte.

6. Trabajo final

Integrando el recorrido que seguiste hasta este momen-

to, te proponemos crear un video junto a tu compañero

de grupo. Para ello podrás usar un celular o la grabadora

de videos de tu netbook. ¡A poner en juego la creativi-

dad!

El trabajo final debe incluir:

- Carátula: creá una portada para el video, con un título

inventado por ustedes.

- Escena 1: Interpretarán los diálogos creados en Inglés.

Page 11: ÍNDICE - recursos.ort.edu.arrecursos.ort.edu.ar/static/archivos/docum/1003966/139996.pdfsus huellas en mi vida y pienso que una forma de retribuirles que me hayan pisado es contar

10

Para caracterizar los personajes, usarán como máscaras

los rostros desarrollados en Arte.

- Escena 2: Narración del texto escrito en Lengua. Pue-

den, por ejemplo, usar una imagen que ilustre el conte-

nido, mientras se escuchan las voces "en off", crear una

animación ¡o la modalidad que elijan!

- Créditos: no olviden incluir sus nombres e iniciales de

sus apellidos,y mencionar el curso.

- Tu docente te indicará dónde publicar el video.

Para editar el video, podés usar alguno de estos progra-

mas que te sugerimos, o cualquiera que conozcas:

-Kizoa

-Wevideo

- Filmora

- Windows movie maker

Page 12: ÍNDICE - recursos.ort.edu.arrecursos.ort.edu.ar/static/archivos/docum/1003966/139996.pdfsus huellas en mi vida y pienso que una forma de retribuirles que me hayan pisado es contar

11

Rúbrica

Necesita mejorar Aceptable Excelente

Utilización del argumento

de origen

El cuento no considera el

argumento del cuento de

origen o agrega información

que lo contradice o inventa

información no pertinente.

El cuento tiene algunos de

los elementos del cuento

original, pero solo repite in-

formación.

El cuento aprovecha los ele-

mentos del cuento original

para crear un argumento co-

herente y novedoso.

Utilización de los recursos

del realismo

Usa muy pocos recursos

del realismo vistos en cla-

se: descripción, mención de

personas, lugares y fechas

reales.

Usa algunos recursos del

realismo.

Aprovecha lo aprendido en

clase para generar el efecto

del realismo.

Coherencia La redacción es confusa. No

respeta el narrador elegido

o presenta errores de corre-

lación verbal.

La redacción es, en general,

coherente, aunque hay algu-

nos errores de correlación

verbal, etc.

La redacción es coherente y

no presenta problemas ni de

correlación verbal, ni de per-

sonas gramaticales, etc.

Puntuación y sintaxis Las oraciones son demasia-

do largas o el cuento no está

dividido en párrafos.

El cuento está dividido en

párrafos de manera adecua-

da, pero no utiliza comas,

punto y coma o paréntesis

cuando sí debería usarlos.

Separa correctamente el

cuento en párrafos y mues-

tra tener un buen dominio

de todos los signos de pun-

tuación enseñados.

Normativa Hay muchos errores de or-

tografía y no utiliza las tildes

adecuadamente.

Hay algunos errores de or-

tografía y tildación.

No tiene mayores inconve-

nientes con la ortografía y la

tildación.

Presentación y trabajo

colaborativo

La presentación no cumple

con los requisitos y/o el tra-

bajo no refleja el esfuerzo

grupal.

No cumple con alguno de los

requisitos de la presenta-

ción, aunque refleja el traba-

jo colaborativo del grupo.

Cumple con todos los requi-

sitos de la presentación y el

cuento refleja el trabajo co-

laborativo del grupo.

Volvé a la actividad

Page 13: ÍNDICE - recursos.ort.edu.arrecursos.ort.edu.ar/static/archivos/docum/1003966/139996.pdfsus huellas en mi vida y pienso que una forma de retribuirles que me hayan pisado es contar

12

Insuficiente Inicial Suficiente Avanzado Destacado

Gramática y es-

tructuras idiomá-

ticas

No logra los obje-

tivos. No logra co-

municar sus ideas

debido a errores

gramaticales y

desconocimien-

to de estructuras

idiomáticas.

Necesita mejorar.

Dificultad para

comunicar sus

ideas y respuestas

a causa de erro-

res gramaticales

y desconocimien-

to de estructuras

idiomáticas.

Bueno. Capaci-

dad de respuesta

bastante correcta

pero demasiado

simple. Aún co-

mete errores con

tiempos verbales,

sin embargo, es

capaz de corregir-

se a sí mismo/a.

Muy Bueno. Ca-

pacidad de ex-

presar sus ideas

y respuestas con

bastante fluidez y

exactitud. Estruc-

turas idiomáticas

y tiempos verba-

les adecuados.

Excelente. Capa-

cidad de expre-

sar sus ideas y

respuestas con

mucha fluidez y

exactitud. Estruc-

turas idiomáticas

y tiempos verba-

les adecuados

Vocabulario Vocabulario in-

adecuado e in-

suficiente para

expresar ideas co-

rrectamente.

Vocabulario limi-

tado para expre-

sar su / sus ideas

correctamente.

Utilización co-

rrecta, contextua-

lizada.

Uso preciso del

vocabulario. Uti-

lización de expre-

siones complejas

en contextos co-

rrectos.

Uso preciso del

vocabulario. Uti-

lización de expre-

siones complejas

en contextos ade-

cuados.

Comprensión lec-

tora y oral

I m p o s i b i l i d a d

para entender ex-

plicaciones, pre-

guntas, debates y

materiales de lec-

tura.

Dificultad para

entender explica-

ciones, preguntas,

debates y mate-

riales de lectura.

Capacidad de

comprender ex-

plicaciones y res-

ponder temas que

se discuten en cla-

se. Comprensión

lectora adecuada

de textos simples.

Comprensión lec-

tora global ade-

cuada de textos

complejos.

Capacidad de

comprender y

responder a los

temas que se de-

baten en clase.

Comprensión lec-

tora adecuada de

textos complejos.

Conocimiento de

temas específicos

Carece de conoci-

mientos sobre los

temas específicos

tratados, lo que

dificulta su parti-

cipación en clase y

su respuesta.

C o n o c i m i e n t o s

limitado sobre los

temas específicos

tratados. Partici-

pación y respues-

ta limitada.

C o n o c i m i e n t o s

básicos sobre los

temas tratados, lo

que facilita su par-

ticipación en clase

y provee una res-

puesta adecuada

pero simple.

Sólidos conoci-

mientos sobre los

temas. Muy buena

participación en

clase.

Excelente cono-

cimiento de los

temas. Partici-

pación en clase

y respuesta ade-

cuada. Capacidad

de agregar infor-

mación en las res-

puestas.

Rúbrica

Page 14: ÍNDICE - recursos.ort.edu.arrecursos.ort.edu.ar/static/archivos/docum/1003966/139996.pdfsus huellas en mi vida y pienso que una forma de retribuirles que me hayan pisado es contar

13

Volvé a la actividad

Pronunciación y

entonación

Difícil de en-

tender a causa

de errores en la

pronunciación y

entonación. Alta

interferencia del

español.

Pronunciación y

entonación inco-

rrectas, que inter-

fieren con la co-

municación. Alta

interferencia del

español.

Pronunciación y

entonación bas-

tante correctas,

no interfiere con

la comunicación.

Baja interferencia

del español.

Pronunciación y

entonación muy

correctas, no in-

terfiere con la co-

municación. Baja

interferencia del

español.

Pronunciación y

entonación clara y

fácil de entender.

Sin interferencia

del español.

Fluidez Comunicación po-

bre, con muchas

imprecisiones. No

hay comunica-

ción.

C o m u n i c a c i ó n

pausada y entre-

cortada, lenta,

con imprecisio-

nes, a excepción

de las expresiones

cortas o memo-

rizadas. Difícil de

entender

Discurso bastante

fluido, pero con

algunas dudas e

irregularidad

Capacidad de

comunicación

sistematizada y

con naturalidad.

Acentuación y

ritmo en proceso.

Capacidad de

comunicación

sin esfuerzo y sin

problemas, con

velocidad que

se aproxime a la

de un hablante

nativo.

Producción escri-

ta

La comprensión

es imposible a

causa de la can-

tidad de errores.

Falta de cohesión

y coherencia del

texto escrito.

Se dificulta la

comprensión a

causa de la can-

tidad de errores.

Falta de cohesión

y coherencia del

texto escrito.

Texto escrito co-

herente y cohe-

sivo pero simple

y sin vocabulario

específico.

Texto escrito

coherente y co-

hesivo. Buena

elección de voca-

bulario específico.

Texto escrito co-

herente y cohe-

sivo, excelente

elección de voca-

bulario específico

y adecuado al re-

gistro y contexto.

Page 15: ÍNDICE - recursos.ort.edu.arrecursos.ort.edu.ar/static/archivos/docum/1003966/139996.pdfsus huellas en mi vida y pienso que una forma de retribuirles que me hayan pisado es contar

14

Instructivo

- Tomarse una foto del rostro en primer plano en la que se encuadre la cabeza y el cuello, como se

muestra en los ejemplos a continuación:

- Descargar la foto desde la cámara o el celular a la computadora e insertarla en un archivo de Word.

Asegurarse que la página del archivo de Word esté configurada en tamaño A4.

- Ajustar y centrar la foto en la página de Word para que abarque la carilla completa al máximo posible

pero sin que se deforme (presionando SHIFT al tiempo que se estira desde una esquina) y sin perder

parte de la imagen (cabeza ni cuello).

- Imprimir en hoja tamaño A4. En escala de grises es suficiente.

Volvé a la actividad