Índice - impresionado€¦ · mundaiz .1986.p.146. 3 juan larrea. orbe. op.cit. p.97 4...

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ÍNDICE Notas Preliminares............................................................................................................. 1 I. La vida y Obra de Juan Larrea........................................................................................ 5 1.1. La vida......................................................................................................................... 5 1.2. La Obra: Pensamiento Poético..................................................................................... 10 1.3. La Experiencia Americana.......................................................................................... 18 1.4. Larrea en el Panorama Literario Actual..................................................................... 22 II. Poeta Profeta: Poesía Teleológica............................................................................... 27 III. Análisis de Algunos Poemas Significativos............................................................... 35 IV. Claves de su Poética.................................................................................................... 58 4.1 El Problema de la Persona Poética............................................................................... 62 V. Versión Celeste: Ordenación Simbólica y Metafórica. Temas, Imágenes y Símbolos de la Poesía de Larrea.........................................................................................................79 5.1.- La Búsqueda como centro de estructuración metafórica y simbólica......................... 84 5.2.-El viaje referente directo e indirecto y su despliegue simbólico................................. 87 5.3.-Elementos coadyuvantes del viaje: el mar, el viento................................................. 89 5.4.-El horizonte como límite, borde, orilla..................................................................... 95 5.5.-El Borde: encrucijada, cruce de caminos................................................................... 112 5.6.-El Problema de la persona poética: El valor de los pronombres................................ 115 5.7. Ella: Relación con la Amada...................................................................................... 116

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Page 1: ÍNDICE - impresionado€¦ · Mundaiz .1986.p.146. 3 Juan Larrea. Orbe. op.cit. p.97 4 Denominación que aparece en libro Juan Larrea (Vida y Poesía) de Mª Fernanda Iglesia Bilbao

ÍNDICE

Notas Preliminares............................................................................................................. 1

I. La vida y Obra de Juan Larrea........................................................................................ 5

1.1. La vida......................................................................................................................... 5

1.2. La Obra: Pensamiento Poético..................................................................................... 10

1.3. La Experiencia Americana.......................................................................................... 18

1.4. Larrea en el Panorama Literario Actual..................................................................... 22

II. Poeta Profeta: Poesía Teleológica............................................................................... 27

III. Análisis de Algunos Poemas Significativos............................................................... 35

IV. Claves de su Poética.................................................................................................... 58

4.1 El Problema de la Persona Poética............................................................................... 62

V. Versión Celeste: Ordenación Simbólica y Metafórica. Temas, Imágenes y Símbolos

de la Poesía de Larrea.........................................................................................................79

5.1.- La Búsqueda como centro de estructuración metafórica y simbólica......................... 84

5.2.-El viaje referente directo e indirecto y su despliegue simbólico................................. 87

5.3.-Elementos coadyuvantes del viaje: el mar, el viento................................................. 89

5.4.-El horizonte como límite, borde, orilla..................................................................... 95

5.5.-El Borde: encrucijada, cruce de caminos................................................................... 112

5.6.-El Problema de la persona poética: El valor de los pronombres................................ 115

5.7. Ella: Relación con la Amada...................................................................................... 116

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VI.- La Luz: presencia / ausencia y su deriva referencial................................................. 122

6.1.-El binomio mar- cielo................................................................................................ 123

6.2.-El sol.......................................................................................................................... 126

Conclusión........................................................................................................................ 132

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1

NOTAS PRELIMINARES

El intento de dar una visión de la obra poética de Juan Larrea se nos muestra co-

mo una tarea ardua y difícil, en parte debido a la extrema complejidad y herme-

tismo de la misma, así como el ser su poesía poco conocida y estudiada. Las cla-

ves, los puntos de referencia o piedras angulares de su quehacer poético hay que

buscarlos no sólo en el resto de su obra en prosa sino en su vida personal, en su

experiencia vital y en su pensamiento, que se hallan insertados en una cultura , en

una colectividad que el poeta siente como agostadas. Por eso, su poesía está pro-

fundamente imbricada en la vida del sujeto, todo es materia poética y es suscep-

tible de ser transformado a través de la imaginación creadora. Larrea aboga por

una poesía entendida como un instrumento de conocimiento y de creación, “El

espíritu poético tiene que estar fundado en la vida misma, como me ha sucedido a

mí, bien sea para conocer, bien para crear”1.

Cuestión esta de extrema importancia si tenemos en cuenta que la poesía cumple

así un papel próximo al que tenía en la Antigüedad, el de cubrir espacios ocultos,

secretos del ser que aún no han sido desvelados y que el poeta vislumbra como

en un resplandor.

Tres son las cuestiones fundamentales que vamos a analizar en la poesía de Juan

Larrea. La primera será situar la obra poética de Larrea en el contexto cul-

tural en el que surge, el de la poesía de vanguardia que liga al poeta con los

movimientos literarios de principios del s. xx: ultraísmo, creacionismo y surrea-

lismo.

La obra en verso de Larrea aparece recopilada en Versión Celeste, escrita ini-

cialmente en francés por ser Francia, y concretamente, París una referencia de

importancia capital en su poesía, allí conoce a Vicente Huidobro y a César Valle-

jo, que le abren nuevas perspectivas y surge en el poeta un ansia febril de hacer

poesía, de vivir en poesía.

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2

Quizá tenga que ver con esto el hecho de que todos sus poemas estén ya redacta-

dos en francés. Larrea piensa que la poesía debe basarse, sobre todo, en imágenes

visuales negando que tenga importancia la lengua en que esté escrito un poema.

Así lo expresa en la carta que envía a Gerardo Diego, con fecha del 5 de febrero

de 1922: “una queja en cualquier idioma hallará siempre una fibra vibratoria . Lo

mismo sucede en tu libro; no nos conmueve lo que se dice sino el acento con que

se dice.”2

La segunda cuestión será la de analizar cuál es o debe ser para Larrea el papel del

poeta en la sociedad; qué función cumple la poesía en la colectividad en la que

surge. La poesía occidental ya desde mediados del s.XIX tiende hacia la recupe-

ración del espacio enigmático y profético, como sucedió en la antigua Grecia y

abarca espacios antes ocupados por la religión. Así lo expresa Larrea; “¿ No será

el arte en cierto modo la religión del porvenir, es decir el medio temporal en que

se manifiesta la creación del hombre, encauzándole, dirigiéndole, pero como

producto de individuos dotados de una personalidad especial subordinada a las

necesidades del colectivo?”3.

De ahí surge la noción de poeta-profeta, voz que habla por boca de la personali-

dad colectiva y que dirige las evoluciones del inconsciente colectivo. El poeta se

convierte así en una especie de héroe épico capaz de dotar de sentido a los desti-

nos de toda una colectividad.

Por último, trataremos de dar una visión de lo que supone el pensamiento poético

de nuestro poeta, cuáles son las pautas dominantes de su poética , que nos mues-

tran a Larrea como un precursor y adelantado a su tiempo. “Maestro del futuro

como le llamó el profesor Uruguay González Poggi”.4

1 Juan Larrea. Orbe. Ed. Seix Barral – Barcelona Biblioteca Breve. 1990. p.7

2 Juan Larrea: Cartas a Gerardo Diego1916-1980.Edición a cargo de Enrique Cordero de Ciria y Juan

Manuel Díaz de Guereñu. San Sebastián . Mundaiz .1986.p.146. 3 Juan Larrea. Orbe. op.cit. p.97

4 Denominación que aparece en libro Juan Larrea (Vida y Poesía) de Mª Fernanda Iglesia Bilbao ed.

BBK Colección Temas Vizcaínos, 1997, p.5.

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3

El problema de la persona poética, el yo poético que tanta relevancia adquiere en

sus poemas, temas como el de “límite, borde, orilla” nociones que nos trasladan a

uno de los puntos clave de la teoría y crítica literaria más actual: “la deconstruc-

ción” y el concepto de “marco”, como elemento diferenciador entre el interior y

el exterior de la obra literaria “de la obra de arte en general, de todo ser”5.

A este respecto Larrea describe la actividad poética como un movimiento pendu-

lar que va de dentro a afuera y viceversa, aprehendiendo la realidad que trans-

forma y regenera, devolviéndola así ya convertida en materia poética. Realidad

nueva, transformada:

“Así ese yo que vaga en lo subjetivo ha adquirido capacidad de ausen-

tarse, contemplándose desde todos los puntos. Y esta capacidad ha naci-

do de una trasformación radical de su modo de ser. Ya no es el que era.

Ya, siendo así, es de otro modo al mismo tiempo. Y esa doble mirada

desde adentro y desde fuera establece una corriente circulatoria que

transfunde las esencias...//Y he aquí cómo la poesía ha quedado con-

vertida en vida”6.

Así procuraremos trazar una red de conexiones que nos sirvan para estudiar la

poesía de Larrea. Analizando el uso de palabras clave, recurrentes en sus poemas,

al igual que las imágenes, símbolos y metáforas de su libro Versión Celeste.

Paul Ricoeur afirma que “son las combinaciones de grupos de metáforas, las que

integran el procedimiento retórico encargado de vehicular la visión singular del

poeta”7

Lo cual implica hacer una lectura integradora de la poesía de Larrea. Dejando de

lado los aspectos parciales de una lectura fragmentaria, que sólo se fija en una

metáfora aislada en el interior de un poema. Se trata de analizar cómo “las com-

5 Teoría literaria y deconstrucción. Estudio introductorio, selección y bibliografía de Manuel Asensi

Madrid, Ed. Arco/ Libros. S.A. p. 28. 6 Juan Larrea. Orbe. op. cit. p,181.

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binaciones de grupos de metáforas” organizan la estructuración metafórica del

texto.

Estructuración semántica que nos permitirá aprehender esos espacios ocultos de

la poesía (relacionados con el tema del “borde, límite”), y llegar a comprender

una determinada realidad por parte del que escribe, en este caso, del poeta Juan

Larrea.

Para lograrlo hemos tenido que realizar ese desplazamiento postulado por el poe-

ta, ese movimiento interno y externo que nos ha llevado de su poesía a la prosa.

De modo que pudiéramos acercarnos y así comprender su poesía, que de otro

modo se nos antojaría inaccesible, pues sólo un acercamiento global a su vida y

a su obra nos dará la clave de su pensamiento poético.

7 Paul Ricoeur. La Métaphore vive..Métaphore et Référence. Paris. Ed. Seuil, p.307.

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5

I. LA VIDA Y OBRA DE JUAN LARREA

1.1. La vida

No se trata de escribir una biografía, algo que ya realizó en su día su biógrafo

David Bary, sino de dar una breve sinopsis de la vida de Juan Larrea. Centrare-

mos la atención en aquellos aspectos biográficos que después tendrán una inci-

dencia en su obra y nos servirán de pauta o explicación de su carácter y de los de-

rroteros que tomará su quehacer literario.

Juan Larrea nace en Bilbao el 13 de marzo de 1895 en el seno de una familia

acomodada. Es el quinto de los siete hijos del matrimonio, y esto explica en par-

te, el que a la temprana edad de cuatro años, en 1899, fuera enviado a Madrid con

su tía Micaela Larrea de Fagoaga. Junto a sus tíos, vive en un ambiente alegre y

distendido que contrasta con el que tiene en Bilbao, triste e imbuido de un mar-

cado carácter religioso, casi fanático, que le hará añorar los días vividos en Ma-

drid con su tía Micaela.

La vuelta a Bilbao en el otoño de 1902, para iniciar sus estudios primarios en el

colegio de los Escolapios, le proporciona la oportunidad de conocer dos expe-

riencias bien distintas.

Una la de su estancia en Madrid, más alegre y sociable. Y otra, la de Bilbao,

marcada por un ambiente severo y cerrado.

David Bary ve en esta experiencia un hecho que se plasmará en su obra poética:

la existencia de dos mundos, “uno cerrado, rígido, vuelto hacia el pasado; otro

más abierto, flexible y alegre, de cara al porvenir.”8 El propio Larrea califica de

importancia transcendental este período de su vida para la formación de su carác-

ter.

8 David Bary Larrea:Poesía y Transfiguración.Madrid. Editorial Planeta, 1976. p.29

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6

En 1905 inicia sus estudios de bachillerato en el internado de los Sagrados Cora-

zones de Miranda de Ebro. Allí aprendió francés y tuvo su primer contacto con

la cultura y la literatura francesas, tan importante para su poesía posterior. Pronto

se revela su inclinación artística, a la edad de doce años escribe sus primeros

versos, y toma contacto con las obras de poetas españoles: Zorrilla, Núñez de Ar-

ce y Bécquer, así como de los franceses Musset y Lamartine.

En 1911 termina el bachillerato, ya es manifiesta su vocación literaria, edita una

revista (sólo cuatro números), cuyo título “El de la triste figura”, hubo de ser

cambiado por el de “La Amistad”, a instancias de los frailes. En esta época, La-

rrea seguía soñando con la idea de volver a Madrid como único medio de esca-

par de la atmósfera agobiante y estrecha que representaba para él la vida fami-

liar en Bilbao. El afecto que siente por su tía Micaela lo asocia D. Bary con el

deseo de huir y con su vocación literaria, pues, “ Por ella en parte, nace a la po-

esía, y su deseo constante de ir más allá y de estar en otra parte, se asociará pri-

mero con ella y con este amor que por ella siente”9

Sus esperanzas se ven truncadas y ese mismo año ingresa en la Universidad de

Deusto para estudiar Letras. Abúlico y aburrido por unos estudios que no des-

piertan su interés, centra su atención en un club estudiantil organizado por los je-

suitas, el Centro de los Luises. Allí se representaban obras dramáticas, lo cual le

sirve de estímulo para escribir junto con su amigo José Valdivielso, dos piezas

teatrales: Las alas rotas y Puesta de sol.

Dos años más tarde, en 1913, conoce en los Luises a Gerardo Diego, hecho que

“constituye un capítulo importante de historia de la poesía española de la llama-

da generación de 1927, así como de la de las relaciones entre los poetas españo-

les e hispanoamericanos de la época”.10

A partir de este momento la amistad fra-

ternal entre ambos poetas será una constante.

9 D.Bary.op.cit.,p.31

10 Op. cit.,p.36

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7

Amistad que continúa en los períodos de separación a través de la corresponden-

cia, iniciada en 1916 en sus famosas Cartas. Éstas son un documento valiosísimo

para la historia de la literatura española, pues se intercambian poemas originales

y comentarios, en los que se vierte el ideario estético de los movimientos de van-

guardia.

En 1915, inicia Larrea sus estudios para opositar al cuerpo de Archiveros, Biblio-

tecarios y Arqueólogos, circunstancia que le brinda la oportunidad de instalarse

en Madrid, en casa de su tía Micaela, para preparar las oposiciones. Pero, en vis-

ta del aplazamiento de las mismas, vuelve a Bilbao donde transcurre una etapa

monótona y opresiva, sólo amenizada por sus paseos con Jesús Guridi, al que

aconsejaba sobre la composición de su ópera Amaya. En 1919, una visita de Ge-

rardo Diego le devuelve la ilusión perdida y le pone en contacto con la vanguar-

dia literaria. Se trata de las últimas novedades publicadas en la revista Grecia

que G. Diego llevaba consigo. Son noticias sobre el recién estrenado movimiento

ultraísta y tres poemas del poeta chileno Vicente Huidobro, que su amigo Gerar-

do había copiado a mano: “Luna”, “Depart” y “Horizonte”.

El impacto producido por los versos de Huidobro cambiará el rumbo de su vida.

Así se lo confiesa en una carta personal a D. Bary, “Vi el cielo abierto. La vida

empieza a tener sentido”11

. Escribe unos versos que muestran ya algunas de las

preocupaciones básicas de toda su vida y obra, un poema que se titula “Evasión”.

En 1921, accede a la plaza de archivero por oposición y se instala en Madrid, ese

mismo año se produce el encuentro con V. Huidobro, que había sido invitado a

pronunciar una conferencia sobre poesía en el Ateneo de Madrid.

Este encuentro marca un hito importante en la vida de Larrea, supone el “naci-

miento” del poeta a la poesía y su amistad con el poeta chileno.

11

Op. cit.,p.42

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8

Huidobro introduce a Larrea en los círculos artísticos de París y en una de las vi-

sitas que realiza conoce a Juan Gris, Lipchitz, Maurice Raynal y Waldemar Ge-

orge. Esto le dará la oportunidad de conocer a finales del año siguiente, en casa

de Vicente Huidobro, a César Vallejo.

La muerte de su tía Micaela prepara el camino para su traslado definitivo a París,

sin lazos familiares que lo impidieran, Larrea comienza una nueva andadura poé-

tica que dará como fruto una nueva poesía de mayor hondura y calado.

El trato con Vallejo ya iniciado en Madrid, con motivo de la beca otorgada por el

gobierno al poeta peruano, sirvió a Larrea para dar forma a un proyecto que aca-

riciaba desde hacía tiempo: La creación de una revista, Favorables Paris Poema.

Proyecto que llevó adelante en colaboración con su amigo César Vallejo. La re-

vista Favorables tenía como propósito fundamental el de ser un auténtico mani-

fiesto literario y afirmar sus propias ideas sobre poesía, especialmente la crítica

a la literatura que por aquellos días se hacía en la península.

Otro propósito importante de Larrea era el de introducir a Vallejo en los círculos

artísticos de París, a los que tenía acceso gracias a su amistad con Huidobro. Esto

último llegó a ser casi una obsesión para Larrea, pues dedicó una buena parte de

su vida al estudio y reconocimiento de la obra y la figura del poeta peruano.

Los años vividos en París son los más fructíferos desde el punto de vista literario,

no sólo por la publicación de Presupuesto Vital, especie de manifiesto literario,

incluido en el primer número de la revista Favorables, sino porque son los años

en los que compone la mayor parte de los poemas que integran Versión Celeste.

También comienza a escribir Orbe: Testimonio poético, especie de diario intelec-

tual y las prosas que luego formarán su primer libro Oscuro Dominio.

Larrea va entrando en una evolución que le aleja definitivamente de Huidobro y

de sus postulados creacionistas, se trata de la etapa de mayor misticismo, carac-

terizada por una crisis personal y anímica que fue tomando forma en Ilegible,

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hijo de flauta, casi una novela luego transformada en guión cinematográfico para

una película, que al final no se realizó, de Luis Buñuel.

En 1925, Larrea se encontraba totalmente desanimado y cansado, considerando

como un fracaso toda su actividad literaria. Cultiva entonces la lectura de los

místicos, en especial los estudios sobre mística de Juan Arintero, lectura rescata-

da de la biblioteca de su madre. Al mismo tiempo descubre la Carta del Vidente

de Rimbaud, que le lleva al convencimiento de que la vida tenía un sentido pro-

fundo y de que el azar cumplía un papel relevante en su destino personal. Así le

escribía a Gerardo Diego: “Es que desde hace pocos días están sucediéndose apa-

sionadas aventuras en la soledad de mi cerebro y han aportado a mi concepción

del mundo un carácter completamente distinto. Y es maravilloso pensar que esto

sólo podía sacarme de mi infierno y esto ha sucedido. Te digo que es fabuloso,

fabuloso.”12

En enero de ese mismo año conoce a Marguerite Aubry, “a quien algo más tarde

asociará en su mente con su tía Micaela”13

, y unos meses más tarde, el 11 de ju-

lio se casan en París.

La lectura de Rimbaud impulsa a Larrea a realizar una nueva aventura, un via-

je a las “antípodas” en busca del “oxígeno imaginativo indispensable para se-

guir viviendo”14

.

Una vez salvados los obstáculos económicos y tras despedirse de los familiares

de ambos, el nuevo matrimonio parte hacia el Perú, el 15 de enero de 1930, en la

nave italiana Colombo. Así se inicia para Larrea un nuevo periplo, el de la aven-

tura americana, cuya importancia merece un capítulo aparte.

12

Juan Larrea: Cartas..., 1986, 225. 13

D.Bary.op. cit., p.71 14

Ibidem. p.72

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10

1.2. La Obra: Pensamiento poético

Pocas veces se dan una fusión y una conexión tan profundas entre la vida perso-

nal y el quehacer poético de tal manera que la una no puede ser entendida sin el

otro. Vida y poesía forman en Larrea un conjunto unitario e indisoluble; el propio

autor lo afirma cuando dice “yo entré en poesía como quien entra en religión”15

dotando a la poesía de un valor esencial, de búsqueda del Ser, del sujeto univer-

sal capaz de religar la dualidad existente entre carne y espíritu que encontrará so-

lución de continuidad en el concepto de una nueva conciencia humana, concien-

cia no individual sino transpersonal. Se da, por tanto, una especie de mística reli-

giosa. Poesía y religión adquieren una identidad significativa en lo que tiene de

búsqueda de lo esencial. El hecho poético se convierte así en un acto provisto de

cierto sentido religioso, un acto de fe ligado a lo absoluto transcendente. Se sirve

para ello de un lenguaje simbólico que inicia su andadura en el Renacimiento,

buen ejemplo será la literatura mística de S. Juan de la Cruz y de Sta. Teresa, que

utilizan el símbolo como medio de expresión de lo inefable, de lo transcenden-

te.16

También en la poesía moderna adquiere el símbolo una importancia fundamental

sobre todo a partir de los románticos alemanes y de la aportación decisiva de

Rimbaud y Mallarmé, en su búsqueda de un lenguaje capaz de expresar lo abso-

luto, la palabra creadora “que se extiende no sólo más allá de la fonética sino

también de los lenguajes figurativos de las artes en general, es lo que en realidad

impele a los artistas a tomar parte en una operación desarticuladora del lenguaje

convencional, de sus medios individuales, como un sacrificio”17

.Así lo expresa

Larrea en su carta a Lipchitz.

15

David Bary. Larrea: Poesía y Transfiguración Barcelona. Editorial Planeta, 1976. p.21 16 Debido a la imposibilidad de expresar un sentido transcendente mediante el uso del lenguaje ordinario surge la ne-cesidad del símbolo como expresión de “una revelación inédita, una verdad aún secreta y profunda” U. Eco. Los

Límites de la Interpretación. “Aspectos de la semiosis hermética” p.52

17. "Carta abierta a Jacques Lipchitz", p.p. 257-258 citada en libro de David Bary Nuevos Estudios sobre Hui-

dobro y Larrea. Valencia. Ed. Pretextos, 1981. pág. 26.

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11

Sacrificio que viene dado por la lucha de los contrarios, de lo antagónico entre el

yo individual y personal del poeta, que debe sufrir un proceso de transformación,

de despojamiento y desmembración, es decir, anulación y autoliquidación y de

esta lucha saldrá un hombre nuevo, una nueva conciencia capaz de expresar unos

valores colectivos que serán el exponente de una nueva cultura, de ahí la necesi-

dad de un nuevo lenguaje que exprese esta nueva realidad cultural.

Para Larrea el Ser del hombre reside en la Palabra. La cultura no puede expresar-

se sino a través del lenguaje, pero éste es insuficiente para aprehender el misterio,

el enigma que constituye la esencia y la conciencia del Ser supremo. De ahí la

importancia del símbolo como transmisor de sentido y significación. En este or-

den de cosas no debemos olvidar el papel del mito en esta transmisión de signifi-

cado, el mito en cuanto mensaje, expresa siempre un sistema de valores, propor-

ciona modelos que dan sentido a la existencia; de ahí su importancia, sobre todo

en el sistema de creencias, de ideologías que configuran y dan carácter a un pue-

blo, una sociedad y que, por tanto, forman parte de su historia, de su cultura.

Larrea expresa en sus versos el mito cristiano de la redención, tomado de la tra-

dición judeo-cristiana, común a toda la cultura occidental, que se elabora en un

eje de presencia-ausencia, Yo - Ella > Todos = encarnación del Ser nuevo, redi-

mido y de esa conciencia del “Sujeto universal” símbolo de creación y redención

cuando dice por ejemplo, “yo soy el llamado a llorar. Yo va a separarse, yo va a

partir, es preciso partir, Soy yo el llamado, a llorar”18

La poesía es para Larrea un medio para desvelar “el misterio” de la existencia, es

un trabajo, una actividad destinada a trabajar la realidad y así transformarla y

transcenderla. Entiende la poesía como una necesidad esencial del ser humano,

una necesidad insustituible

El trabajo poético tiene para Larrea, como para todos los poetas de su generación,

una función semiológica y ontológica, así habla de “un acto voluntario”. La poes-

18. Cita esta tomada de "Versión Celeste" que curiosamente lleva el título de "Cavidad verbal, pág. 159.

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12

ía es para él un ejercicio de manipulación del lenguaje necesario, en función de

un nuevo modo de pensar y de sentir. De ahí que su poesía se haya denominado

como poesía metafísica, óntica. La poeticidad moderna es una “poesía de crea-

ción verbal y referencial”19

. Esta creación verbal está ligada a una manipulación

y produce una “tensión dramática, dialéctica, la misma que enemista dos palabras

en el cráneo del poeta y obliga a todo el idioma a entrar en ebullición”20

. Se trata

en definitiva, de una poesía intuitiva y pulsional dentro del espacio semántico del

yo inmanente y precario. Consciente de que el acto de creación poética lleva con-

sigo un cierto grado de enajenación, de sinrazón, Larrea intentará en su etapa pa-

risina, junto con Vallejo y otros artistas, y mediante el uso de alucinógenos, lle-

gar a ese estado de enajenación, a la emoción en su estado más puro y así poder

ascender a cotas más altas del conocimiento; aunque ello fuera a costa de seguir

vías irreflexivas, abismos, en una palabra. El carácter “irracional” de la poesía

viene apuntado desde la Antigüedad, Platón nos recuerda en su “Ión” que para que el

poeta pueda crear necesita “haber dejado de ser dueño de su razón”. Estos son, de

forma sumaria, algunos de los motivos y razones que mueven a Larrea a “hacer poes-

ía” y a abandonar otras actividades que le aburren y angustian. Vemos, por tanto,

como en una etapa amplia de su vida, la poesía es la única razón de su existencia,

convirtiendo poesía y vida en un todo indisoluble y homogéneo, como apunta David

Bary: “Larrea vio en la poesía el modo de entregarse en forma total a los azares su-

premos de la vida. Produjo unos versos enigmáticos que sólo se explican, como reza

el título de sus poesías reunidas, como “versión celeste” de una experiencia vital... La

obra y la vida de Larrea ofrece un testimonio muy valioso para la historia cultural de

nuestros tiempos.//

Su actividad poética no se limita a la producción de cierto número de versos;

incluye en su caso todo lo que ha escrito en prosa y todas sus actividades, públi-

19. Javier del Prado, "Teoría y práctica de la función poética", Madrid, Ed. Cátedra, 1993. pág. 25.

13. David Bary. Nuevos Estudios sobre Huidobro y Larrea.Valencia.Pre-Textos, 1980. p.109.

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cas y privadas, que desde cierto momento de su vida se viene rigiendo por los

mismos principios y métodos subyacentes en sus versos”.21

“Todo es poesía, y todo está concebido con la misma finalidad”22

Decíamos al principio que Larrea era un poeta poco conocido. Esto se debe al

hecho tardío de la publicación de sus poesías completas, la primera edición la ita-

liana, data de 1969, seguida en 1970 de la edición española, Versión Celeste.

“Hasta 1969 la poesía de Larrea fue inasequible, aparte de aquellos poemas pu-

blicados en pequeñas revistas, principalmente en Grecia, Cervantes y Carmen.

La inaccesibilidad de la obra de Juan Larrea aparece también comentada en la

mencionada obra de Robert Gurney: “Los materiales disponibles se reducían a

unos poemas publicados en las dos ediciones de la antología de Gerardo Diego a

los breves pero valiosos estudios de Vittorio Bodini y Luis Felipe Vivanco, y a

referencias elogiosas pero esporádicas de Ángel del Río, del “Diccionario de la

Literatura Española”, de la “Revista Occidente”, de Luis Cernuda, de Octavio

Paz y de otros”23

.

Pero además Larrea nunca pretendió “hacer carrera” con la literatura, entendía el

ejercicio de la misma como una superación personal y como una solución o vía

de escape a su angustia existencial, por eso sus apariciones eran esporádicas y su

quehacer literario recogido sólo en parte en las sucesivas antologías de Gerardo

Diego “donde la noticia sobre Juan Larrea ocupaba un lugar preeminente entre

los avanzados de la vanguardia española”24

.

Este desinterés por publicar hace que el volumen de Versión Celeste en el que se

editan sus poesías completas “sea un libro sin fecha” que recoge la trayectoria

poética desde 1919 hasta 1932, año en el que abandona voluntariamente la poes-

ía, como afirma D. Bary en su obra “Después de cierto momento de 1932, Juan

14. David Bary Larrea: poesía y transfiguración. Barcelona. Editorial Planeta,1976.p.55 15. David Bary. op. cit., pág. 21.

16. Robert Gurney, La poesía de Juan Larrea. Bilbao, Universidad del País Vasco, 1987. pág. 1. 24. Notas de la edición de Miguel Nieto sobre Juan Larrea en "Versión Celeste", Madrid. Ed. Cátedra, 1989. pág. 12.

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Larrea no volverá a escribir versos. Su vocación poética personal que nunca hab-

ía tenido nada que ver con lo que se llama vida literaria ni con la idea de hacer

carrera como escritor, sigue intacta, aunque vertida desde entonces en adelante en

otros canales que le parecen más interesantes y más consecuentes.”25

Robert Gurney en su estudio de la poesía de Juan Larrea distingue tres etapas

fundamentalmente:

1. Ultraísmo-creacionismo de 1919. Año que marca un hito en la poesía de

Larrea tras haber leído Poemas Árticos de Huidobro, con estas palabras des-

cribe el impacto que le causó su lectura: “Hoy por hoy es el único clásico a

nuestro alcance, desgraciadamente. Desgraciadamente porque su personalidad

es demasiado definida para que no nos haga una impresión incontrarrestable

con otros autores tan modernos”26

2. Creacionismo en la primera mitad de los veinte. Término que sirve para

expresar todo un movimiento literario y que surge a partir de una conferencia

sobre estética que pronunció Vicente Huidobro en Buenos Aires, en Julio de

1916: “la primera condición de un poeta es crear, la segunda crear y la tercera

crear”.27

Vicente Huidobro tras la publicación en París de Horizon Carré en 1917, se ex-

presaba así en la primera página del libro: “Crear un poema tomando a la vida

sus motivos y transformándolos para darles una nueva vida e independiente. Na-

da anecdótico ni descriptivo. La emoción ha de nacer de la única virtud creadora.

Hacer un poema como la naturaleza hace un árbol.”28

Todo un manifiesto del nuevo ideario estético de la vanguardia, que pretende así

romper con la idea platónica de la imitación, pues no se trata de describir un ob-

25. D. Bary, op. cit. pág 101.

26. Juan Larrea: Cartas a Gerardo Diego, 1916-1980.San Sebastián. Ed. Mundaiz 1986, pág. 99.

27. Juan Larrea: Cartas, 1986, pág. 445.

21. Gloria Videla El Ultraísmo. Estudios sobre movimientos poéticos de Vanguardia en España. Madrid.

Gredos,1963.p.103

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jeto; eso es imitación, sino de crear ese objeto poético, en un acto demiúrgico de

creación. Por eso se llega a decir que el creacionismo es algo más que un movi-

miento estético, es todo un dogma, casi una religión.

El creacionismo se sirve de recursos tales como la metáfora, y sobre todo de la

imagen que constituye la base principal de la nueva lírica. El ideal es el logro de

la imagen pura y autónoma, otras veces, se combina con una especial disposición

tipográfica, creando así una imagen visual y sonora de claro valor expresivo.

El recurso de la disposición tipográfica tiene su origen probablemente en el Coup

des Dès de Mallarmé, aunque quizá el ejemplo más conocido sea el de los “calli-

grammes” de Apollinaire. Como apunta Gloria Videla en su libro: “Apollinaire

busca dibujar lo que sugiere la imagen poética y dispone las letras en líneas ver-

ticales, oblicuas, circulares, etc., para representar la lluvia, un surtidor.29

La etapa propiamente creacionista de Juan Larrea se aprecia más en sus prime-

ras composiciones, publicadas primero en revistas como Grecia y Cervantes, re-

cogidas después en la sección “Metal de Voz” de Versión Celeste. Una muestra

típica la forman los poemas “Diluvio”, “Estanque” y “Cosmopolitano”, entre los

más representativos.

Gloria Videla alude en su estudio citado a un comentario personal de Gerardo

Diego sobre el creacionismo de Larrea: “El creacionismo sirvió a Larrea para

orientarse dentro de la “no dirección” del Ultra.30

Esta afirmación explica su alejamiento del ultraísmo y su deriva hacia una poesía

más conceptual y metafísica que intenta aprehender un mundo subconsciente,

más próximo ya a la imagen surrealista.

22. Gloria Videla. op. cit.,p.111

23. Gloria Videla. op. cit.,p.132

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3. Misticismo del último período, de 1926 a 1932, esta última fase es considera-

da por R. Gurney como la más importante “puesto que la mayor parte de los

poemas publicados datan de esos años”.31

Este último período es quizá el más hermético puesto que podemos denominarlo,

en palabras de Gurney, como de un “creacionismo místicamente experimentado”.

Para Larrea el creacionismo, presente en toda su producción poética significa,

sobre todo, el hallazgo de un nuevo modo de expresarse, la búsqueda de una

nueva estética, así lo expresa el poeta, en su carta a Gerardo Diego: “Renovación,

renovación”, “hacia adelante, siempre, hacia adelante, que el día que volvamos

los ojos hacia atrás nos convertiremos, nuevas mujeres de Loth, en estatuas de

sal, sal= esterilidad”.32

En cuanto al hermetismo de sus versos, Larrea es consciente de la dificultad de

comprensión de sus poemas, pero él propone una poesía de sentimiento, no de

razón y, por tanto, no considera necesario entender su poesía sino llegar a lo más

hondo del espíritu, de la emoción así lo expresa en la misma carta, apelando ya al

posible lector:

“NO INTENTÉIS COMPRENDER

PROCURAD EMOCIONAROS”

Bajo este lema vemos ya dos aspectos importantísimos, en lo que podemos con-

siderar como un auténtico manifiesto literario, en primer lugar, el papel funda-

mental del lector en la poesía y, en segundo término, la concepción de la poesía

desde un punto de vista plástico y sensorial heredado de los simbolistas franceses

y otro espiritual que ve en la música de la palabra y de la frase un elemento co-

31. R. Gurney, op. cit. pág. 10. 32. Juan Larrea: Cartas 1986. pág. 97. La fecha de la carta es la de 24 de Junio de 1919, es decir, inmediatamente

después de la lectura de "Poemas Árticos".

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adyuvante del nivel semántico de la escritura. “La música es sólo la idea, muchas

veces” (Rubén Darío), el propio Larrea se extiende en su carta sobre este concep-

to “yo aspiro a la sustancia... esperaba había de llegar un poeta que haría llorar

sin comprender. Yo aspiraba a ser ese poeta, y proyecto un libro puntuado musi-

calmente donde pienso hacer un verdadero derroche de silencios, bemoles, cla-

ves, sostenidos...”33

Ya desde la primera etapa de 1919 (ultraísta-creacionista) quedan expresados con

claridad los cauces en los que se verterá toda la producción poética de Larrea y

será a través de su evolución y experiencia personal, material vital, como irá

adaptando formalmente a su poesía, bajo unos presupuestos intelectuales y estéti-

cos que permanecerán inmutables a lo largo de su vida.

Esta es quizá la razón por la que abandona el verso como cauce de expresión a

partir de 1932, e inicia una nueva andadura literaria cultivando la prosa, el ensa-

yo como medio de comunicación más idóneo para expresar su idea de una cultura

universal y el descubrimiento de un nuevo mundo, tras su aventura americana.

Larrea cree que el continente americano es el exponente de esta nueva cultura y

así se embarcará en actividades de muy diversa índole, revistas literarias, docen-

cia universitaria, exposiciones arqueológicas y será a partir de este momento, en

una etapa avanzada de su vida, cuando se decide a publicar, a instancias del in-

terés que suscita su obra que no por protagonismo. En 1969, fecha de la 1a edi-

ción de Versión Celeste, Larrea contaba ya 72 años.

26. Juan Larrea. Cartas....p.97

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1.3. La experiencia americana

La dedicación de Larrea a la poesía abarca un período de doce años hasta 1932,

fecha en la que ya se encontraba embarcado en la aventura americana, Larrea

parte para el Perú en julio de 1929. Es un momento que el poeta vive volcado al

exterior, dejando de lado todas las preocupaciones intelectuales y deslumbrado

por la luz del continente americano, comienza para él un proceso de transforma-

ción.

Proceso que Larrea vio simbolizado como la “muda del yo, en su lectura madri-

leña sobre la transformación del cangrejo”34

Cambio que explica su interés por la

arqueología incaica y su reencuentro con su abandonada profesión de archivero,

bibliotecario y arqueólogo.

Una serie de circunstancias debidas, sobre todo, al azar hacen que Larrea se en-

cuentre como poseedor de una de las colecciones de antigüedades incaicas más

importantes del Perú. Colección que decide donar en 1937 al pueblo republicano

español, para lo cual se fundó el Museo de Indias, hoy de América.

Ya de vuelta en París, es nombrado por el gobierno republicano, secretario de la

Junta de Relaciones Culturales, agregada a la embajada de París hasta el final de

la guerra civil.

En marzo de 1939 funda la Junta de Cultura Española, que reunió a lo más gra-

nado de la intelectualidad española en el exilio. En noviembre del mismo año es

trasladado a Méjico, donde dirige la revista de publicación mensual España Pe-

regrina, tan sólo se publicaron nueve números, hasta octubre de 1940, fecha en la

que dejó de publicarse por falta de medios y por disensiones internas de la Junta.

Posteriormente le encomiendan la publicación de Cuadernos Americanos (1942-

1949) de la que fue secretario y donde publica dos ensayos sobre crítica literaria

34

David Bary. op. cit. p.176

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“Alba de Oro”, “Vaticinio de Rubén Darío” y “Profecía de América”,35

prólogo

de España aparta de mí este cáliz 36

de Vallejo.

Poco después publica Larrea Rendición de espíritu37

en dos tomos, en los que se

cuenta la tragedia española y el mito apocalíptico de América.

En 1944 aparece El surrealismo entre Viejo y Nuevo Mundo38

y en 1945, un es-

tudio sobre el cuadro Guernica de Picasso, a instancias de una editorial nortea-

mericana y que no fue publicado hasta 1947, bajo el título de The Vision of the

Guernica.39

Se organizó para tal evento una mesa redonda en el Museum of Modern Art, de

Nueva York, que no estuvo exenta de polémica; pues como siempre, el punto de

vista larreano resulta un tanto excéntrico para todos aquellos que se resisten a

aceptar sus tesis visionarias y proféticas sobre el destino común de España y

América. Lo que hizo exclamar al crítico de arte, Maurice Raynal: “Guernica es

el Apocalipsis de nuestro tiempo”.

Ese mismo año, redacta el prólogo “Ingreso a una transfiguración” para el libro

de Emilio Prados Jardín Cerrado,40

publicado también por Cuadernos.

Larrea siente una especial predilección por el estudio del mito de Santiago y de

los Padres de la Iglesia, pues piensa que ahí se contiene la clave de España y su

papel como transmisora de la nueva cultura. Un papel de tránsito de la cultura de

Europa a América.

El apóstol Santiago, que es lo mismo que Prisciliano, según se desprende de al-

gunas teorías relativas a los restos conservados en Compostela, se le revelan co-

35

Vaticinio de Rubén Darío. Cuadernos Americanos, año 1,vol. 1,num.3,mayo-junio de 1942.pp.117-127 36

César Vallejo. Poesía Completa. Edición crítica de Juan Larrea, Barcelona. Barral Editores, 1978 37

Rendición de Espíritu, México, Cuadernos Americanos, 1943.2 Tomos. 38

El Surrealismo entre viejo y nuevo mundo ,México, Cuadernos Americanos,1944.[Recogido en Del Su-

rrealismo a Machupichu, México, Joaquín Mortiz,1967] 39

The Vision of the Guernica,Nueva York, Kurt Valentin,1947 40

“Ingreso a una Transfiguración”, Cuadernos Americanos, año v, vol. XXIX, num.5, septiembre-octubre

de 1946, pp.289-299.