Navidad otra vez

Alma

Una noche… un niño

Hace más de dos mil años, en una noche como tantas otras, en un humilde lugar como tantos otros,

vino al mundo un niño igual que muchos otros.

… humilde retoño…

Pero su destino no fue igual al de tantos ignotos hombres que habitaron y habitan esta tierra,

humildes retoños de un tronco vital que los ignora, y a veces los destruye,

en su ascensional carrera cósmica.

… de destino adverso …

Ese niño tuvo un destino adverso. Nacido de una unión suspecta, con padres pobres, dedicado a la carpintería, un oficio digno pero en cierto modo desdeñado -“¿no es éste el hijo de José el carpintero?”…- presentado al Templo con una mínima ofrenda, la de los míseros, ayudante de su padre en el rudo trabajo y de su madre en la soledad de su viudez, se dedicó a predicar una nueva doctrina y si bien logró muchísimas adhesiones, pagó con su vida tal osadía.

… leyena … misterio … presencia divina …

La historia y la leyenda, el milagro y la presencia divina en el mundo acompañaron la historia posterior

y ese Jesús de Nazaret se convirtió en un modelo humano inigualable,

aun para los que no creen en él ni como Mesías ni como Hijo de Dios.

… y la larga historia del pesebre …

Desde muy pronto se celebró su nacimiento, destacando las señales que lo mostraban como el Enviado. Una larga tradición piadosa se ocupó de insistir en esta historia y se multiplican las representaciones del establo donde vio la luz, los pastores, los ángeles, los reyes que traen ofrendas.

… y la muerte anunciada …

Pero otra tradición recoge otras señales, más inquietantes: quizá la muerte de los inocentes prefiguraba la suya propia una treintena de años después. Y además, como los sabios lo han dicho de muchas maneras, desde que nacemos, empezamos a morir. Por eso diseñan al niño en una mortaja.

… el sabor agridulce navideño …

Ambas tradiciones se entrecruzan y dan por resultado un sabor agridulce que acompaña todas las nuestras navidades.

… y la oración por el mundo cada Nochebuena …

Y es ese sabor el que nos convoca a orar, una vez más, por la salvación del mundo, cada vez que las campanas anuncian la medianoche.