nacional · no somos), las de pascal (el hombre es naturalmente crédulo, incrédulo, tímido,...

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UNIVERSIDAD DE MEXICO 19 Por Daniel CaSIO VIL LEGAS tupidez parlamentaria, y el Con- greso Mexicano se la dió por una ley; mucho más importante to- davía, nadie podría imaginarla sin una gran biblioteca, y mucho menos todavía esa universidad ideal que imaginamos y anhela- mos que resurja, cual Ave Fénix, de la ceniza volcánica de! Pe- dregal. Aun si e! Ejecutivo Fe- deral, plenamente consciente de! problema, quisiera rescatar para la Nación la Biblioteca Nacio- nal, no podría arrebatarla impu- nemente a la Universidad, pri- mero, porq ue de hecho y de de- recho le pertenece, y segundo, porque la dejaría sin una de sus entrañas vitales. Principia a entenderse que el problema de fondo es quién, la Universidad o e! Estado, puede hacer de la Biblioteca Nacional un instrumento de cultura más eficaz. Si así se entendiera, no puede caber la menor duda de que la Universidad es impotente para lograrlo y e! Estado es to- dopoderoso. Los mexicanos sos- pechamos que la Biblioteca Na- cional es, con mucho, la más rica del país, mejor que todas las bibliotecas oficiales juntas y superior a todas las privadas acu- muladas; pero me temo muchísi- mo que el día en que esté insta- lada, cuando puedan recorrerse uno a uno sus estantes, se la ten- ga clasificada y su catálogo sufra la prueba diaria de! estudio y la investigación; me temo mucho que ese día se descubra uno de los fraudes más colosales de la historia cultural de un pueblo. Se podrá medir en tonces e! peso abrumador que en ella tienen los libros teológicos, de escaso inte- rés inmediato; se verá cómo ha sido saqueada una y mil veces por los más encumbrados eru- ditos mexicanos; se advertirá que poquísimas de sus public:l- ciones en_serie están completas; en fin, se verá que los libros más recientes son de 1900. Es decir, la impresión final será de honda, incalculable decepción, pues, por la primera vez, se verá y medirá, no lo que la Bibliote- ca tiene, sino aquello de que carece. Rehabilitarla hasta,hacerla real- mente útil, requerirá largo tiem- po, gran constancia y mucho di- nero. L:l Universid:ld no tiene tiempo, la constancia no ha sido una de sus prendas más visibles y es conmovedora su indigencia; en cambio al Estado puede darle al- guna vez la ventolera de pensar en la Biblioteca Nacional, quizás esa racha afortunada lo lleve has- ta nombrar autoridades tesoneras que la dirijan, y, ciertamente, el Estado tiene muchísimo dinero, todo el dinero nacionaL En suma; mientras la Universidad jamás - (Pasa a la pág, 20) ·que la Universidad no podrá aca- rrear impunemente h Bibliotec:l al Pedregal. Por otro lado, le per- tenece, pues una de las fuentes innegables de! derecho es la es- La NACIONAL ésta llega a condenarla con deci- sión, la Universidad no podrá vi- vir tranquib., y quizás no pueda vivir de! todo. En e! caso concre- to que interes:l, parece ya chro Q UIZAS no sea ajeno a los de esta revista - exammar alguna vez los problemas mayores- de la Universidad. En ese supues- to, sólo me qued-a presentar la excusa: soy ,hijo de la Univer- sidad y'le serví duqmte veinti- cinco años continuos sin recom- pensa especial ninguna; pero me separé de ella hace diez, y no aspiro a volver; soy, pues un hijo emancipado; la quiero, mas pue- do juzgarla a qistancia. La Biblioteca Nacional fué hace ya veinte me- ses. hubo una explicación oficial del cierre, si bien se creyó que lo imponía el traslado a la Ciudad Universitaria: de febre- ro a agosto, se haría la' mudan- za; en septiembre la instalación, y e! 12 de octupre de 1952, a los acordes del Himno Nacional, _ se abriría de nuevo. La falla de estos' planes fué tan rotunda y tan palpable, que se creyó nece- sario decir que las condiciones verdaderamente ruinosas de San Agustín impusieron la clausura,- La verdad -sospechada, no sa- bida- es que faltaron de seis a diez millones de pesos para al- -canzar la meta ambicionada. La clausura ha hecho un da- ño incalculable a'l lector y al in- vestigador, pero no menor a la autoridad moral y al prestigio de la Universidad. Y sin embar- go, fiel al refrán popular, e! mal ha traído consigo un bien: en e! público y en e! gobierno ha nacido ya la convicción de que la Biblioteca Nacional no puede ni debe pertenecer a la Universi- daq. Si la _propiedad (la moral que la jurídica) fuera tan ciistalÍ1).a como e! agua, los úni- cós con derecho a protestar con- tra la clausura serían los uni- versítarios; pero -quien lo hace, sorda, calladamente, como se expresa siempre todo resenti- miento, _es,e! ci:ud'ada:tlo común y corriente. Su _ reseIJtimiento nace, por una parte, de ser él (y no e! universitario) el -ver· dadero lector de la Biblioteca, y, por otra, de juzgarse dueño de ella, de una biblioteca que no en báldi se sigue llamando nacio- nal y que jamás se ha llamado universitaria. Así, sin quererlo, se ha plan- teado e! problema de la Biblio- teca Nacional: pertenece a la Universidad jurídicamente (aun cuando de un modo muy preca- rio, pues e! Congreso puede mo- dificar una ley en cinco breví- simos minutos); la Universidad puede, pues, cerrarla, abrirla, plantarla en e! Pedregal, ven- derla o incendiarla; pero, como todo organismo social importan- te ,y de vida indefinida, la Uni- versidad depende, en un grado que 'no parece siquiera -sospechar, de la simpatía, de la buena vo- luntad pública nacional. Y si

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Page 1: NACIONAL · no somos), las de Pascal (El hombre es naturalmente crédulo, incrédulo, tímido, temerario), las de Quevedo ("Morirás". Fue ra verdad entera si dijera: has 1niterto

UNIVERSIDAD DE MEXICO19

Por Daniel CaSIO VILLEGAS

tupidez parlamentaria, y el Con­greso Mexicano se la dió por unaley; mucho más importante to­davía, nadie podría imaginarlasin una gran biblioteca, y muchomenos todavía esa universidadideal que imaginamos y anhela­mos que resurja, cual Ave Fénix,de la ceniza volcánica de! Pe­dregal. Aun si e! Ejecutivo Fe­deral, plenamente consciente de!problema, quisiera rescatar parala Nación la Biblioteca Nacio­nal, no podría arrebatarla impu­nemente a la Universidad, pri­mero, porq ue de hecho y de de­recho le pertenece, y segundo,porque la dejaría sin una de susentrañas vitales.

Principia a entenderse que elproblema de fondo es quién, laUniversidad o e! Estado, puedehacer de la Biblioteca Nacionalun instrumento de cultura máseficaz. Si así se entendiera, nopuede caber la menor duda deque la Universidad es impotentepara lograrlo y e! Estado es to­dopoderoso. Los mexicanos sos­pechamos que la Biblioteca Na­cional es, con mucho, la másrica del país, mejor que todaslas bibliotecas oficiales juntas ysuperior a todas las privadas acu­muladas; pero me temo muchísi­mo que el día en que esté insta­lada, cuando puedan recorrerseuno a uno sus estantes, se la ten­ga clasificada y su catálogo sufrala prueba diaria de! estudio y lainvestigación; me temo muchoque ese día se descubra uno delos fraudes más colosales de lahistoria cultural de un pueblo.Se podrá medir entonces e! pesoabrumador que en ella tienen loslibros teológicos, de escaso inte­rés inmediato; se verá cómo hasido saqueada una y mil vecespor los más encumbrados eru­ditos mexicanos; se advertiráque poquísimas de sus public:l­ciones en_serie están completas;en fin, se verá que los librosmás recientes son de 1900. Esdecir, la impresión final será dehonda, incalculable decepción,pues, por la primera vez, se veráy medirá, no lo que la Bibliote­ca tiene, sino aquello de quecarece.

Rehabilitarla hasta,hacerla real­mente útil, requerirá largo tiem­po, gran constancia y mucho di­nero. L:l Universid:ld no tienetiempo, la constancia no ha sidouna de sus prendas más visibles yes conmovedora su indigencia; encambio al Estado puede darle al­guna vez la ventolera de pensaren la Biblioteca Nacional, quizásesa racha afortunada lo lleve has­ta nombrar autoridades tesonerasque la dirijan, y, ciertamente, elEstado tiene muchísimo dinero,todo el dinero nacionaL En suma;mientras la Universidad jamás

- (Pasa a la pág, 20)

·que la Universidad no podrá aca­rrear impunemente h Bibliotec:lal Pedregal. Por otro lado, le per­tenece, pues una de las fuentesinnegables de! derecho es la es-

La

NACIONAL

ésta llega a condenarla con deci­sión, la Universidad no podrá vi­vir tranquib., y quizás no puedavivir de! todo. En e! caso concre­to que interes:l, parece ya chro

QUIZAS no sea ajeno a

los fi~es de esta revista- exammar alguna vez

los problemas mayores­de la Universidad. En ese supues-to, sólo me qued-a presentar laexcusa: soy ,hijo de la Univer­sidad y'le serví duqmte veinti­cinco años continuos sin recom­pensa especial ninguna; pero meseparé de ella hace diez, y noaspiro a volver; soy, pues un hijoemancipado; la quiero, mas pue­do juzgarla a qistancia.

La Biblioteca Nacional fuéclau~u~ada hace ya veinte me­ses. J~más hubo una explicaciónoficial del cierre, si bien se creyóque lo imponía el traslado a laCiudad Universitaria: de febre­ro a agosto, se haría la' mudan­za; en septiembre la instalación,y e! 12 de octupre de 1952, alos acordes del Himno Nacional, _se abriría de nuevo. La falla deestos' planes fué tan rotunda ytan palpable, que se creyó nece­sario decir que las condicionesverdaderamente ruinosas de SanAgustín impusieron la clausura,­La verdad -sospechada, no sa­bida- es que faltaron de seisa diez millones de pesos para al­

-canzar la meta ambicionada.

La clausura ha hecho un da­ño incalculable a'l lector y al in­vestigador, pero no menor a laautoridad moral y al prestigiode la Universidad. Y sin embar­go, fiel al refrán popular, e! malha traído consigo un bien: ene! público y en e! gobierno hanacido ya la convicción de quela Biblioteca Nacional no puedeni debe pertenecer a la Universi­daq. Si la _propiedad (la moralmá~, que la jurídica) fuera tanciistalÍ1).a como e! agua, los úni­cós con derecho a protestar con­tra la clausura serían los uni­versítarios; pero -quien lo hace,sorda, calladamente, como seexpresa siempre todo resenti­miento, _es,e! ci:ud'ada:tlo comúny corriente. Su _ reseIJtimientonace, por una parte, de ser él(y no e! universitario) el -ver·dadero lector de la Biblioteca,y, por otra, de juzgarse dueñode ella, de una biblioteca que noen báldi se sigue llamando nacio­nal y que jamás se ha llamadouniversitaria.

Así, sin quererlo, se ha plan­teado e! problema de la Biblio­teca Nacional: pertenece a laUniversidad jurídicamente (auncuando de un modo muy preca­rio, pues e! Congreso puede mo­dificar una ley en cinco breví­simos minutos); la Universidadpuede, pues, cerrarla, abrirla,plantarla en e! Pedregal, ven­derla o incendiarla; pero, comotodo organismo social importan­te ,y de vida indefinida, la Uni­versidad depende, en un gradoque 'no parece siquiera -sospechar,de la simpatía, de la buena vo­luntad pública nacional. Y si

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Por Ramón XIRAU

PARADOJAS20

SI el poema ha de concebirsecomo un mundo aparte,.irreal, alejado de lo inme-'diato, la facultad fabula­

dora,' en su forma metafórica,adquiere una importancia pre­dominante.

La metáfora quiere sobrepasarla abstracción del lenguaje y asíllegar a la realidad hurtándolesa las palabras todo lo que nodicen si se usan en sentido es­trictamente lógico. La metáforasurge, precisamente, de la am­bigüedad, de la variabilidad desentido que cada palabra aca­rrea. En la comparación, en elintento por identificar dos he­chos concretos de distinta cuali­dad y diverso tono se halla yaun mundo poético en el cual e!significado exacto de las pala­bras se pierde para dar paso aun nuevo matiz, nuevo no sóloen sentido objetivo, sino inter­pretable por cada hombre, en sunovedad, a su manera. Este azulimagen del cielo que es como

'este azul imagen de! mar ya noes ni el azul del mar ni e! delciclo, sino un color intermedio,con cualidades propias. Azul am­biguo puesto que no es ni ésteni aquél azul en particular sinoeste nuevo color, origen de unmundo nuevo.

La paradoja, en cambio, noes centralmente desrealizanteni constructiva. Si la ·metá­fora huye de la realidad, laparadoja se aproxima a ella, sila metáfora rodea las palabraspara contemplarlas por sus múl­tiples facetas, la paradoja lasafronta, las corroe y crea unaruptura en su mismo centro. Sila metáfora falla en su intentode identificación, la paradojapone de manifiesto esta fallamisma, ahonda en ella y enella hiere hasta dislocar laspalabras y hacer que se expresen~ través de su propia destruc­ción. La paradoja es la aplicaciónc1irecta y sin rodeos de un prin­cipio de contradicción activa. Enello pone de manifiesto unaconstante de la existencia: el ser

. y e! no ser, el devenir, la altera­ción que es toda vida. No esta­mos ya aquí frente a un mundoeterno, separado de nuestros sen­tidos, de nuestros deseos, denuestras más inmediatas volicio­nes. La paradoja es la expresiónde una vida en ciernes ya apaga­da, de una presencia en el mun­do que, por su origen y su fin,se reduce a contradicción. Es laexperiencia poética de la tempo­ralidad.

Paradójicas son las afirmacio­nes de Heráclito (En los mismosríos nos bailamos y no nos ba­ñamos; y jJarecidamente somos yno somos), las de Pascal (Elhombre es naturalmente crédulo,incrédulo, tímido, temerario),las de Quevedo ("Morirás". Fue­ra verdad entera si dijera: has1niterto y mueres), las de Kier-

LAS DOS

kegaard (La vmida de Cristo esy sigue siendo una paradoja).y si en la paradoja se fundannegaciones de tipo poético tam­bién en el arraigo y la contra­dicción arraigan los sistemasmetafísicos de Grecia y, másaún, la filosofía moderna desdela Fen01nenología del espírit11hasta El Ser y el tiempo.

"En los sonetos de Quevedo, enlos Sufiios, en De los remediosde cualquier fortuna, a la rup­tura del lenguaje responde laruptura de la realidad que nosabre e! mundo de la contingenciay de la agonía. "Falta la vida,asiste lo vivido", dice Quevedo.y es que la experiencia humanaes experiencia de! tiempo y ésta,espera de la muerte ya presenteen una imponderable reducciónde los instantes. La paradoja sur­ge, resquebraja e! lenguaje, nosentrega la realidad desnuda:Cn el Hoy y Mañana y Ayer juntopañales y mortaja, y he quedadopresentes sucesiones de di funto.

Sintetizados en un momento,vivir y morir, e! espíritu delhombre queda dividido por dosfuerzas contrarias que expre­san, en el 'presente, su. tensión.La ley de la contradicción per­sigue al hombre, lo afirma y lo'niega, lo yergue en un ahora fu­gaz que es ya antes y después aun tiempo:y así es verdad, Inarda, cuandoescriboque yo soy y no soy, y muero yvivo.

Parece, pues, que la paradojahaya de reducirse a esta acota­ción del instante en e! cual' se

funden los momentos del tiem­po. Pero, ¿será ésta 'su única fun­ción? Sin duda la paradoja nosabre e! mundo de la contingen­cia, a él nos liga y a él nos re­fiere. Sin duda es la paradoja unaforma de la trascendencia quenos lleva a considerar con zozo­bra y angustia la variable ur­dimbre de las cosas y del hom­bre. Pero esta paradoja que esnegación acarrea, en muchos ca­sos, la noción de una trascen­dencia que el filósofo o el poetahabrán de explicar mediante mi­tos, símbolos o nuevas paradojasexpresivas' de una realidad ine­fable. En el extremo del raciona­lismo, Descartes. construye susistema de duda radical -Diosimpotente o Genio malignth­en que la realidad se deshace ·enpolvo de contradicciones. Sinembargo en e! "si dudo existo",ya agustiniano, se basa la totali­dad ·de su metafísica sustan­cial, eterna. No es menos clarala actitud de un Pascal, ya máscerca de la poesía. A la miseriadel hombre, viene a sustituirse sugrandeza. Y no tan sólo por aña­didura, como algo exterior a lamiseria, sino como centro de es­ta miseria que es grande por mi­serable. Y es que "pensamientohace la grandeza del hombre".Más allá de la experiencia huma­na se abre el mundo inteligible..

Nadie como San Juan de laCruz ha sabido usar la paradojaen esta su segunda función. Yaen los versículos que titula Mo-.do de tener al todo es manifiestala intención trascendente de SanJuan:

UNIVERSIDAD DE MEXICO

Para venir a saberlo todo:No quieras saber algo en nada.Para venir a gustarlo todo,No quieras gustar algo en nada.Para venir a poseerlo todo,No quieras poseer algo en nada.Para venir a serlo todo,No quieras ser algo en nada.

A la contemplación místicaconviene la renuncia .que es afir..mación:Cuanto más alto llegabaDe este lance tan subido,Tanto más bajo y rendidoy abatido me hallaba;vije: No habrá quien alcancey abatíme tanto, tanto,Que fuí tan alto, tan alto,l,.2ue le dí a la caza alcance.

Así la paradoja, desniveladorade realidades y fuente de pesimis­mo se hace ahora instrumentode inefables afirmaciones. Y sisu negación abría antes un mun­do pasajero, mudable y fugaz,esta negación misma sirve ahorapara afirmar todo aquello queno cabe en palabras definidas.La unión mística, reino del si­lencio, no puede expresarse sinopor negación de las palabras yde sus significaciones. En suno-ser está su ser, en su callarsu hablar, en su evanescencia, suesencia. Puede decir San Juan:Entréme donde no. supe,y quedéme no sabiendo,'foda ciencia trascendiendo.

En esta doble función residela esencia de la paradoja. Expre­sión del no-ser, puede encauzar­la e! poeta hacia la expresión ddser, de la última realidad intan­gible, y es ella puente entre ladifusión de! tiempo y la firmezade la eternidad. Tal es, en efec­to, la paradoja de la paradoja.Pues, ¿no es paradójico y contra­dictorio que aquello que utiliza­mos para la destrucción sea elarmazón mismo de un mundo es­tructurado, noche oscura del sen­tido y, a la vez, "noche amablemás que la alborada"?

LA BIBLIOTECANACIONAL

(Viene de la pág. 19)podrá rehabilitar la BibliotecaNacional, el Estado puede hacer­lo alguna. vez.

Hay, me parece, una soluciónjusta, equitativa y llevadera aeste grave problema. El Estadocompra la Biblioteca Nacional ala Universidad por una sumaconvencional, (:ligamos, de veintemillones de pesos, a pagar, pongopor caso, en diez anualidades.Con ella, la Universidad. puedeadquirir una biblioteca moder­na, adecuada a sus exigencias ysin el enorme peso muerto detodas las cosas viejas; y el Es­tado rescata para. la Nación unbien nacional, y, Claro, se dedicaa rectificar tanto abandono ytanto latrocinio de que ha sidovíctima una institución que hadebido ser considerada por elpueblo y por el gobierno comoun tesoro.