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N.°64 T. RIBOT. LA PSICOLOGÍA ALEMANA. 293 El nuevo Ministro los busca á préstamo en las plazas mercantiles; ofrece el 8 por 100 de interés, y está dispuesto á dar toda clase de garantías. Los judíos de la banca y los mimados de los negocios no aceptan la operación, y el gobierno se vio en la necesidad de imponer al país un préstamo forzoso de 60 millones, á propuesta de la comisión de reemplazos que existía en Cádiz. Para que usted vea hasta qué límite los males de la patria se cebaron en este pobre país, ¡pero qué he de decirle si usted lo sabe mejor que yo! basta indicar las conspiraciones descubiertas; la peste dominante en las principales ciudades de Andalucía; la instabilidad de los ministerios; la miseria pública; la falta de re- cursos en el Tesoro; en una palabra, desde 1818 á 1820, la epidemia, la propaganda revolucionaria y la indigencia nacional, fueron el pan nuestro de cada dia en aquel período de tristeza y de agitación, de lucha y de resistencia. Garay estaba voluntaria ó forzosamente en el des- tierro, cuando amaneció el dia I.° de Enero de 1820, y marchaba más ó menos triunfante la insurrección de Andalucía, luego auxiliada poderosamente por la de Galicia. Si la política de Garay predominase en las regiones del poder, la transición del sistema absoluto al constitucional se hubiera realizado sin violencias ni dificultades. Sobrevinieron los lamentables aconte- cimientos del 20 al 23, la tristísima reacción del 24 al 32, y la penosa guerra civil del 34 al 39, fomen- tada más tarde en distintas ocasiones. Todo esto se hubiera evitado con la política prudente de Garay, con sus reformas cuerdas ó incesantes; con su ansia de progreso; con su espíritu innovador en las leyes y en las costumbres. Diez años de gobierno, desde 1817 á 1826, siendo Garay, como debía ser, el alma y la vida del Ministerio, eran bastantes para convertir al templo de la libertad constitucional á no pocos devo- tos del absolutismo, llamándolos indistintamente á la vida pública y al ejercicio del derecho. No se ha hecho así, y de revolución en revolución, de motin en motin, de pronunciamiento en pronuncia- miento, España pierde su fuerza y su vitalidad en los combates y en los campos de batalla. Desiertos los ta- lleres y sin brazos la agricultura, ¿qué va á ser de nosotros? ¡Piedad para nuestra España! Como quiera que de propósito, y sin hacerme vio- lencia, olvidé la enumeración del plan de Garay y el juicio crítico que merece esta obra imperecedera, para hacerlo con más detención en la siguiente carta, se despide por hoy su afectísimo servidor, MODESTO FERNANDEZ Y GONZÁLEZ. 42 de Abril de 187». LA PSICOLOGÍA ALEMANA CONTEMPORÁNEA. GUILLERMO WUNDT. ¿Se encuentra en Alemania algo equivalente a. los grandes trabajos psicológicos publicados en Inglaterra durante los últimos veinte años? En Francia hay tendencia á contestar á esta pregunta, negativamente. Sin embargo, los alemanes han realizado también su obra y contribuyen con sus esfuerzos á constituir la psicología, según el mé- todo de las ciencias positivas. Aunque no haya entre ellos una escuela psicológica propiamente dicha, ni hayan publicado tratados completos y sistemáticos como los ingleses, no por ello han dejado de enriquecer la psicología con gran nú- mero de estudios nuevos y de un carácter verda- deramente científico. No se deben estos estudios á filósofos de profesión, sino á fisiólogos, natura- listas y físicos. Procuraremos dar aquí á conocer uno de ellos, el de Mr. Wundt, quien, á pesar de ser uno de los primeros psicólogos de Alemania, en Francia sólo tiene reputación de fisiólogo (1). I. La psicología es una ciencia natural, debe ser concebida y tratada como tal. Este es el punto de partida común de los subios psicólogos á quienes nos hemos referido. No hacen ellos metafísica, y si la hacen, no la dan por ciencia. «Desde que la filosofía, dice Mr. Wundt, ha vuelto en sí de la temeridad de sus últimas empresas, para buscar el apoyo fecundo de las ciencias experimentales, la ciencia que ha ganado más terreno que ningu- na otra, es una ciencia de experimentación inme- diata, la psicología: y los pocos trabajos origina- les elbritos en nuestros dias y correspondientes al dominio filosófico, son esencialmente de orden psicológico. «Más de una vez en esta época se ha tratado de la psicología, bajo el punto de vista propio de las ciencias naturales, pero no puede deducirse que estos ensayos constituyan un progreso funda- mental sobre los sistemas especulativos anterio- res, porque procurando la psicología llegar á ciencia natural, reconocía como su fuente única la observación interior. Ahora bien; á los hechos de la conciencia, que cada cual puede encontrar en sí mismo por la observación, nada se ha añadido . desde que el hombre piensa y reflexiona; apenas {!) Su Tratado de Fisiología y (le Física médica han sido traduci- do» al francés: pero no sucede así con sus obras psicológicas: Vorleaun- gen über die Manchen nnd Thicmecte 1863; Beifruge zur Tlteorie der Sinneswahrnehmwig 1862, y Grtntdzi'ine der physiologivchen Psicho- logie, 1874.

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N.°64 T. RIBOT. LA PSICOLOGÍA ALEMANA. 293

El nuevo Ministro los busca á préstamo en las plazasmercantiles; ofrece el 8 por 100 de interés, y estádispuesto á dar toda clase de garantías. Los judíos dela banca y los mimados de los negocios no aceptan laoperación, y el gobierno se vio en la necesidad deimponer al país un préstamo forzoso de 60 millones,á propuesta de la comisión de reemplazos que existíaen Cádiz.

Para que usted vea hasta qué límite los males de lapatria se cebaron en este pobre país, ¡pero qué he dedecirle si usted lo sabe mejor que yo! basta indicarlas conspiraciones descubiertas; la peste dominante enlas principales ciudades de Andalucía; la instabilidadde los ministerios; la miseria pública; la falta de re-cursos en el Tesoro; en una palabra, desde 1818 á1820, la epidemia, la propaganda revolucionaria y laindigencia nacional, fueron el pan nuestro de cada diaen aquel período de tristeza y de agitación, de lucha yde resistencia.

Garay estaba voluntaria ó forzosamente en el des-tierro, cuando amaneció el dia I.° de Enero de 1820,y marchaba más ó menos triunfante la insurrección deAndalucía, luego auxiliada poderosamente por la deGalicia. Si la política de Garay predominase en lasregiones del poder, la transición del sistema absolutoal constitucional se hubiera realizado sin violenciasni dificultades. Sobrevinieron los lamentables aconte-cimientos del 20 al 23, la tristísima reacción del 24al 32, y la penosa guerra civil del 34 al 39, fomen-tada más tarde en distintas ocasiones. Todo esto sehubiera evitado con la política prudente de Garay,con sus reformas cuerdas ó incesantes; con su ansiade progreso; con su espíritu innovador en las leyes yen las costumbres. Diez años de gobierno, desde 1817á 1826, siendo Garay, como debía ser, el alma y lavida del Ministerio, eran bastantes para convertir altemplo de la libertad constitucional á no pocos devo-tos del absolutismo, llamándolos indistintamente á lavida pública y al ejercicio del derecho.

No se ha hecho así, y de revolución en revolución,de motin en motin, de pronunciamiento en pronuncia-miento, España pierde su fuerza y su vitalidad en loscombates y en los campos de batalla. Desiertos los ta-lleres y sin brazos la agricultura, ¿qué va á ser denosotros? ¡Piedad para nuestra España!

Como quiera que de propósito, y sin hacerme vio-lencia, olvidé la enumeración del plan de Garay y eljuicio crítico que merece esta obra imperecedera, parahacerlo con más detención en la siguiente carta, sedespide por hoy su afectísimo servidor,

MODESTO FERNANDEZ Y GONZÁLEZ.

42 de Abril de 187».

LA PSICOLOGÍA ALEMANA CONTEMPORÁNEA.

GUILLERMO WUNDT.

¿Se encuentra en Alemania algo equivalente a.los grandes trabajos psicológicos publicados enInglaterra durante los últimos veinte años? EnFrancia hay tendencia á contestar á esta pregunta,negativamente. Sin embargo, los alemanes hanrealizado también su obra y contribuyen con susesfuerzos á constituir la psicología, según el mé-todo de las ciencias positivas. Aunque no hayaentre ellos una escuela psicológica propiamentedicha, ni hayan publicado tratados completos ysistemáticos como los ingleses, no por ello handejado de enriquecer la psicología con gran nú-mero de estudios nuevos y de un carácter verda-deramente científico. No se deben estos estudiosá filósofos de profesión, sino á fisiólogos, natura-listas y físicos. Procuraremos dar aquí á conoceruno de ellos, el de Mr. Wundt, quien, á pesar deser uno de los primeros psicólogos de Alemania,en Francia sólo tiene reputación de fisiólogo (1).

I.

La psicología es una ciencia natural, debe serconcebida y tratada como tal. Este es el punto departida común de los subios psicólogos á quienesnos hemos referido. No hacen ellos metafísica, ysi la hacen, no la dan por ciencia. «Desde que lafilosofía, dice Mr. Wundt, ha vuelto en sí de latemeridad de sus últimas empresas, para buscarel apoyo fecundo de las ciencias experimentales,la ciencia que ha ganado más terreno que ningu-na otra, es una ciencia de experimentación inme-diata, la psicología: y los pocos trabajos origina-les elbritos en nuestros dias y correspondientesal dominio filosófico, son esencialmente de ordenpsicológico.

«Más de una vez en esta época se ha tratado dela psicología, bajo el punto de vista propio de lasciencias naturales, pero no puede deducirse queestos ensayos constituyan un progreso funda-mental sobre los sistemas especulativos anterio-res, porque procurando la psicología llegar áciencia natural, reconocía como su fuente únicala observación interior. Ahora bien; á los hechosde la conciencia, que cada cual puede encontrar ensí mismo por la observación, nada se ha añadido .desde que el hombre piensa y reflexiona; apenas

{!) Su Tratado de Fisiología y (le Física médica han sido traduci-do» al francés: pero no sucede así con sus obras psicológicas: Vorleaun-gen über die Manchen nnd Thicmecte 1863; Beifruge zur Tlteorie derSinneswahrnehmwig 1862, y Grtntdzi'ine der physiologivchen Psicho-logie, 1874.

294 REVISTA EUROPEA. 2 5 DE ABRIL DE 1 8 7 5 . N.°61puede añadir algo la ciencia que no sea familiar ála experiencia de todo el mundo. Gracias á estemétodo, la psicología ha debido permanecer igualen el fondo durante siglos; estando en ella apenasseparado lo que es científico y lo que es de vul-gar experiencia.»

Los que han estudiado la escuela escocesa y lapsicología nacida de ella, comprenderán cuanfundada es la critica de Mr. Wundt. Había en ellasincero esfuerzo para proceder como los natura-listas, apoyándose en los hechos, gran talento deobservación y de análisis, pero también fe ciegaen el sentido común, que jamás podrá, haga loque haga, fundar una ciencia. Además, esta es-cuela estaba encerrada en un callejón sin salida.Bueno es observarse á sí mismo; pero esto sólo esel principio, y si la psicología estuviera reducidaá dicho método, moriría de inanición. iQué se ne-cesita, pues, para que llegue á ser una ciencianatural? Es preciso algo más que observar; espreciso experimentar en el sentido positivo de estapalabra.

«Desde el momento que se penetra un poco eneste asunto, se ve que la opinión tradicional queadmite que la conciencia es la escena que abrazatoda nuestra vida interior, es inaceptable. Laúnica cosa que, por todas partes, en la naturalezase presenta inmediatamente á la observación, esel fenómero complejo; pero las leyes, por cuyaacción el fenómeno se realiza, permanecen ocul-tas á nuestros ojos. ¿Será la psicología únicaexcepción de esta regla? ¿Deberemos admitir queen ella las leyes sean accesibles á la percepcióninmediata? ¿Cuáles serán entonces las relacionesrecíprocas de estas leyes? En la conciencia, losactos psíquicos son muy distintos entre sí: los de-seos, los sentimientos, las sensaciones, las ideasnos han sido dadas como modos de actividad dis-tintos. ¿Es preciso atribuir á cada una de estasactividades un dominio separado? Esto es lo quese ha hecho en la doctrina corriente de las facul-tades fundamentales del alma. Pero sólo unaciencia, todavía en la infancia, ha podido creerque su empresa se limita á demostrar las diferen-cias entre los objetos que analiza: la ciencia adul-ta aspira á la unidad, y la observación por símisma conduce necesariamente la psicología áesta unidad... Pero lo que une los fenómenos psí-quicos está fuera de la conciencia: ésta sólo conocelos resultados del trabajo verificado en ese labo-ratorio oscuro, situado en el fondo de la concien-cia. A cada momento aparece un pensamientonuevo: no sabemos de dónde procede, porque, des-de hace largo tiempo, las condiciones que podíanproducirlo han desaparecido. El análisis íntimode los procesos psíquicos, nos probará que el tea-

tro de los fenómenos espirituales más importan-tes es lo inconsciente. Por todos lados la concien-cia supone, como condición, lo inconsciente.

«¿Cómo es posible descender á ese laboratoriosecreto donde el pensamiento tiene su fuente invi-sible? ¿Cómo descomponerlo en ese millar de hilosque sirven para tejerlo? Las siguientes investi-gaciones tienen por objeto demostrar que la expe-riencia, es en psicología el medio esencial que con-duce los hechos de la conciencia á ese lugarrecóndito y oscuro donde se elabora la vida cons-ciente. La observación interior, como toda obser-vación en general, nos da sólo fenómenos com-puestos. Por la experimentación, al contrario,despojamos el fenómeno de todas sus condicionesaccesorias; por ella producimos el fenómeno arti-ficialmente en condiciones determinadas, que po-demos cambiará nuestro gusto y que nos permi-ten medir el fpnómeno. Por todas partes y siemprenos conduce la experiencia á las leyes naturalespermitiéndonos abarcar simultáneamente la causay el efecto.

«El naturalista parte siempre de la observaciónde los fenómenos que la naturaleza le presentainmediatamente; el psicólogo debe también partirde los hechos de la conciencia. Cuando, en segui-da, por la experimentación resuelve los fenómenospsicológicos en sus elementos simples, dirige unamirada furtiva al mecanismo que en las profundi-dades inconscientes del alma elabora los impulsosderivados de las impresiones exteriores. Esta mis-ma vía es la que la naturaleza escoge. Cuando,partiendo de estos fenómenos embrollados que laobservación le entrega, remonta hasta las leyesque los rigen, lo que hace es producir á su vistaese fondo inconsciente que está bajo los hechos.El proceso situado más allá de la conciencia yde donde sale el acto consciente, se encuentra conéste en la misma relación que l,a ley oculta con elfenómeno, tal y como nuestras sensaciones nos lopresentan.

»La experimentación va acompañada paso ápaso per la medida. Mediry pesar son los grandesmedios de que la investigación experimental sesirve siempre para llegar á leyes exactas. Con laexperiencia, el peso y la medida han entrado en laciencia, porque son ellos quienes le dan un carác-ter definitivo. La medida encuentra los constantesde la naturaleza, esas leyes fijas que arreglan losfenómenos. Toda medida puede traducir sus re-sultados con nombres, pero los nombres no sonel objeto de la medida, sino el medio indispensablepara llegar al objeto último de la investigación,porque solólos nombres pueden revelarnos la ley.

»Pero, se dirá: ¿cómo es posible aplicar la ex-perimentación al principio psíquico que se sus-

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trae por completo á nuestras sensaciones? ¿Cómose puede poner en la balanza ó someter á cual-quier otra medida esta esencia inmaterial? Elprincipio productor de los fenómenos escapa ánuestros sentidos; trátase, pues, de apreciar sóloel fenómeno mismo. Aunque los efectos y condicio-nes exteriores de la vida psicológica sean lo únicoaccesible á nuestras investigaciones, si estas con-diciones y efectos son suficientemente analiza-das, pueden hacernos penetrar hasta la esenciaíntima de los hechos que constituyen la vida psi-cológica. Por medio de los sentidos y de los movi-mientos del cuerpo, el alma está en relación con-tinua con el mundo exterior. Podemos, á voluntad,aplicar ag-entes exteriores á los sentidos y á losmovimientos, observar los efectos producidos, y deestos efectos sacar conclusiones acerca de la na-turaleza de los procesos psíquicos. Nuestras me-didas no se aplican jamás directamente ni á lascausas productoras de los fenómenos, ni á lasfuerzas productoras de movimientos: sólo los po-demos medir por sus efectos. El físico mide lasfuerzas motrices por los movimientos producidos,y de la observación de éstos infiere las leyes,—ab-solutamente inaccesibles á sus sentidos,—segúnlas cuales obran las fuerzas. De igual manera me-dimos las funciones psíquicas por los efectos queproducen ó que las producen, por las impresionessensoriales ó los movimientos del cuerpo. Pero loque determinamos por las experiencias y la me-dida no son simplemente esos efectos exteriores,sino las mismas leyes psicológicas de donde re-sultan estos efectos.

»La psicología, pues, en cuanto existe comociencia natural, descansa casi por completo en elcampo de las investigaciones experimentales y dela medida. Muchas de estas investigaciones sonya antiguas, y se deben, no á psicólogos, sino áfísicos, astrónomos y fisiólogos que las han hechoaveces incidentalmente, y con más frecuencia handesconocido su valor psicológico» (1).

«He intentado, dice Wundt en el prefacio dela obra de que tratamos, estudiar las cuestionespsicológicas con ayuda de los medios que nosproporciona el método científico. Sé que mis es-fuerzos distan mucho del término, pero si logrodemostrar que es éste el camino que debe seguirsepara construir la psicología, habré logrado el ob-jeto principal de mi trabajo.»

La cuestión de método está, pues, claramentepuesta y resuelta de un modo nuevo. Era costum-bre creer basta ahora que la experimentación esimposible en psicología,y hé aquí que senos pro-pone como el único método científico, ¿es una sen-

(t) Mentchen und Thierteele, Vorrede.

cilla promesa óha dado ya estemétodo resultadosiLos trabajos de Weber, de Fechner, de Lotze, deHelmholtz, de Wundt mismo, responden á estapregunta. La intensidad de las diversas sensacio-nes ha sido determinada por la experiencia y elcálculo, y expresada por una ley: la velocidad delos actos psicológicos y del pensamiento ha sidomedida; hechos importantes para la estética hansido analizados y reducidos á sus elementos: enuna palabra, si no hay ningún trabajo de conjun-to, numerosas y minuciosas investigaciones en-caminan hacia él, y ya la psicología se nos pre-senta bajo distinto aspecto.

Comprendida de este modo, sin metafísica,apoyada en los hechos, mejor dicho, en la medi-da, pudiendo como toda verdadera ciencia distin-guir lo que sabe de lo que ignora, la modernapsicología alemana es antítesis de la psicologíaespeculativa de Scheling y de Hegel. En estasgrandes construcciones metafísicas que todo loabarcan, que todo lo explican—la ciencia, el arte,la religión, el Estado,—la psicología tenía peque-ñísimo espacio, y toda ella estaba creada «por ladialéctica del pensamiento puro.» No era extraño,dice "Wundt, que el pensamiento capaz de pro-ducir tales efectos mágicos, mirase con desden laexperiencia vulgar. ¿Para qué necesito la expe-riencia? decía el metafísico: lo más que puede ha-cer es inducirme á error, porque los sentidos sonengañadores y sólo el pensamiento no engaña.Yo soy quien debo instruir á la experiencia y nola experiencia quien debe instruirme. No creo enla experiencia, á menos que el pensamiento no lafunde y afirme prévipmente. La ciencia que seapoya en la experiencia no es ciencia; porque todaciencia debe nacer del pensamiento (1).»

Ya hemos visto el método que Wundt opo-ne ágatas huecas especulaciones. Expuesto estáen términos claros y precisos; pero hay otropunto que reclama algunas explicaciones. Estasleyes que rigen los fenómenos y cuyo conoci-miento sólo constituye la ciencia, deben ser in-vestigadas, dice, en «lo inconsciente,» en ese «la-boratorio oscuro que está debajo de la conciencia.»¿Qué significan estos términos, cuya aparienciaun poco mística parece conformarse bastante malcon el método positivo? Debía esperarse más cla-ridad en este punto, porque es capital. El autorse refiere á él de continuo, y en lo inconscienteencuentra la última explicación de las leyes de lapercepción, del pensamiento, de los sentimien-tos, de la voluntad; en una palabra, es la idea ma-dre de su psicología.

(1) Menschen unA Thierseele, t. I, 1.a lección. Adviértase que losidealistas franceses no se expresan en la actualidad de otrft manera.

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¿Qué significación tiene, pues, esta tesis? Lasleyea psicológicas deben buscarse en lo incons-ciente. Para explicarla, citaremos un ejemplonues-tro, pero que creemos aclarará la tesis de "Wundt.

Todo el mundo sabe que nuestras ideas, y engeneral nuestros estados de conciencia, se asocian.Este es uno de los hechos dados por la observa-ción y de que es preciso partir siempre, comoantes decíamos. El primer esfuerzo científico con-siste en demostrar que estas asociaciones se ve-rifican conforme á leyes o relaciones determi-nadas. En los últimos tiempos la escuela inglesaha sostenido que esta ley es la ley última de lapsicología, ó, en otros términos, que todos nues-tros estados de conciencia, tan complejos comosean, son producidos por asociaciones. Pero admí-tase ó no este último punto, por el momento im-porta poco. Es cosa indudable que existen asocia-ciones conforme á las leyes, y la razón de estasleyes, según la tesis de "Wundt, debe buscar-se en lo inconsciente. ¿Qué significan estos tér-minos, si no es que la explicación de los fenó-menos mentales debe investigarse en los hechosfisiológicos ó físicos, que son la base y condiciónde ellos? En una palabra, á todo fenómeno ógrupo de fenómenos de orden psicológico, corres-ponde un hecho ó grupo de hechos de orden fisio-lógico, y la explicación científica de los primerosdebe buscarse en el conocimiento de los segun-dos. Lo que prueba la exactitud de nuestra inter-pretación, es que el autor, tratando—brevísima-mente por cierto—la cuestión de la asociación quenos sirve de ejemplo, dice: «La única base sobrela cual puede apoyarse una teoría de las causasfísicas de la asociación, es el conocimiento exactode la organización anatómica y de las funcionesfisiológicas del cerebro; conocimiento que esta-mos lejos de poseer (\).n

En el curso de este trabajo se esclarecerá la té-sis sobre la misión de lo inconsciente. Basta fijarel verdadero sentido y demostrar que tiene unvalor positivo. La reflexión del lector hará lo de-mas. Advertiremos solamente el carácter con-creto y real de la psicología así concebida, noexpresada por una frase solitaria llena de vanasabstracciones. No forma un mundo aparte. Todohecho mental está considerado en su correspon-dencia inmediata con los hechos biológicos; ensu correspondencia mediata con las influenciasdel mundo inorgánico, de modo que entra denuevo en la serie de causas y de efectos, de ac-ciones y de reacciones que constituyen lo quellamamos la naturaleza.

[i) Obra citad», tomo I, pág. 586. Mr. Wundt no conocía, al pare-

cer, cuando escribió este párrrafo, los trabajos de la escuela inglesa.

II.Entremos ahora en la exposición propiamente

dicha.«Desde que el primer resplandor de conoci-

miento ha entrado en nosotros por medio de lossentidos, hemos comenzado por comparar los ob-jetos que nos rodean y reflexionar acerca de ellos.Nuestro pensamiento ha asignado á las cosas supuesto, ordenado é iluminado el caos informe delas impresiones sensibles. Pero después que elpensamiento ha colocado así todas las cosas,queda un residuo.que no tiene puesto alguno; esteresiduo es el mismo pensamiento. ¿Qué hacerentonces? Habiendo reflexionado el pensamientosobre todas las cosas, sólo le resta reflexionar so-bre sí mismo: investigación, en la cual es á la vezmedio y fin. Viniendo, pues, á la cuestión: ¿quées el pensamiento? Sólo el pensamiento puede res-ponder (1).»

Es opinión generalmente admitida, dice Wundt,que el hombre piensa siempre; sin embargo,hay numerosos hechos que demuestran que estaopinión es errónea. Un síncope, un profundosueño, pueden durar largo tiempo sin que re-cordemos después ningún pensamiento. El hom-bre sano permanece sin conciencia durante algu-nas horas, el enfermo durante días y semanas, yal despertar creen que se acaban de dormir. Po-seemos en el tiempo una medida cierta de nuestropensamiento, porque, desde que no pensamos, eltiempo se desvanece. El tiempo y el pensamientose acompañan; cuando el pensamiento comienza,el tiempo comienza también; cuando cesa, se de-tiene. El pensamiento y el tiempo son de la mismaespecie. Esta es la respuesta á la pregunta quehabíamos planteado, pero esta contestación no esdecisiva, porque en vez de la pregunta ¿qué esel pensamiento? tenemos esta otra: ¿qué es eltiempo?

Nada más erróneo que la opinión popular acercade la naturaleza del tiempo. Confúndese de "ordi-nario la medida del tiempo con el tiempo mismo,y se cree que un reloj, un calendario, el orto yel ocaso del sol, son el tiempo. Bajo el punto devista filosófico se siente uno inclinado á pensarque es una noción abstracta sacada de los cam-bios de la naturaleza, y en particular de los mo-vimientos de los cuerpos celestes. Pero comonuestra tierra, que se mueve, sólo es un gran re-loj cuya muestra ó esfera es la bóveda celeste, yel disco solar la aguja, era fácil advertir quela salida y ocultación del sol, el curso de la luna,la vuelta de las estaciones, son fenómenos unifor-

(1J Menscken und Thieiseelet lomol, tercera leoclon.

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mes, y por tanto propios para ayudarnos en la de-terminación del tiempo.

Esta necesidad de una determinación suponeque tenemos ya en nosotros el tiempo. Es preciso queantes tengamos la idea para procurar medirla ar-tificialmente. No puede buscarse con ánimo deli-berado una cosa, si esa cosa se revela á nosotrospor la primera vez cuando la encontramos. Debe-mos, pues, reconocer que el tiempo está en nos-otros y que el pensamiento es nuestra medidanatural del tiempo.

Esta medida natural sería muy grosera y esté-ril si no se la hubiera sustituido con medidas ar-tificiales que la perfección de los instrumentosempleados hace cada vez más exactas. Por mediode ellos medimos la velocidad del pensamiento, yal llegar aquí encontramos un ejemplo de estemétodo experimental de que Wundt nos hablabaantes. Se parte del hecho brutal, tal y como lopresenta la observación: después, con ayuda delos instrumentos y del cálculo, se interpreta, sepenetra la naturaleza íntima y se llega al cono-cimiento científico.

Las investigaciones acerca de la. velocidad delpensamiento, de la duración de los actos psíqui-cos, de la ecuación personal, forman un capítulocurioso de la nueva psicología. Wundt los hareasumido en su nueva obra (1), conforme á losúltimos descubrimientos, y de ellos hablaremosdespués.

¿Qué hemos hecho hasta ahora? Sólo hemosconsiderado el pensamiento en su manifestaciónexterior, es decir, teniendo cierta duración y re-vistiendo la forma general del tiempo. Pero la na-turaleza íntima del proceso del pensamiento estodavía para nosotros un libro cerrado, y este li-bro es el que se intenta abrir (2). Las investiga-ciones hechas sobre la medida nos han demos-trado, dice el autor, que no podemos coger jamássimultáneamente dos impresiones distintas, sinoque hay siempre entre ellas cierto tiempo. Todoacto del pensamiento tiene una duración medible.Somos incapaces de hacer estas dos cosas á la vez:contemplar una forma y oir un sonido; percibir unaimpresión actual y tener conciencia de un recuer-do, etc.. Donde la observación interior nos da lafalsa apariencia de una simultaneidad, somos enrealidad inducidos á error por una sucesión rápida.Hé aquí uno de esos numerosos casos en que laobservación, reducida á sí misma, nos engaña, yhechos vulgares nos explican fácilmente esta ilu-sión. Cuando el herrero golpea con su martillo elhierro enrojecido, se ve brillar la chispa antes de

(1) Orunixtge, A. pnys. píych., pig. 726 y siguicnlcs.(2) Tomo I, «."lección.

TOMO IV.

oír el golpe del martillo. Cuando el médico sangraun enfermo, se ve con frecuencia correr la sangraantes de ver penetrar la lanceta en la vena. Estoshechos demuestran, tan bien como las investiga-ciones científicas de que antes he hablado, que nopodemos pensar en dos cosas á la vez. Muestranademás, que en esta sucesión rápida que toma-mos por una simultaneidad, puede suceder queel segundo fenómeno sea conocido antes que elprimero, porque evidentemente el martillazo debepreceder á la chispa, y el lancetazo á la efusión dela sangre. Estos hechos, y todos los de igual natu-raleza, tienen, según dice Wundt, una significa-ción psicológica: son expresión de un hecho in-terno que es la unidad del pensamiento.

En resumen, el pensamiento, entendiendo poresta palabra la actividad psíquica en general,puede considerarse de dos maceras. En su forma,según acabamos de ver, está sometido á las con-diciones del tiempo, y es, por tanto, medible comoél por medio de los instrumentos y del cálculo. Ensu fondo, según vamos á ver, el pensamiento sereduce á un solo hecho: razonar, deducir,(schliessen).

Hay para todos los fenómenos mentales, porvariados y diversos que sean, una unidad de com-posición. Las sensaciones de todas clases, los jui-cios, las ideas, los sentimientos, etc., son produ-cidos por razonamientos, son el resultado de unadeducción. Todas las diferencias proceden de losdiversos grados de complejidad del acto primitivoy de la diversidad de los materiales que pone enacción. De modo que el espíritu, así entendido,podría definirse: una cosa que razona.

Tal es la tesis fundamental de Wundt. Poroscura ó inesperada que pueda parecer, rogamosal lector que la acepte desde luego con confianza:sólo después de haber leído este trabajo podrá,con conocimiento de causa, admitirla ó desecharla.Sin embargo, para simplificar su empresa, inten-taremos desde ahora hacer comprender en pocaspalabras la marcha seguida por el autor.

Todos los hechos psicológicos se reducen final-mente á un hecho único: la sensación. La sensa-ción más sencilla es para Wundt una conclusión.¿Qué supone una conclusión? Premisas. ¿Cuá-les son aquí las premisas? Los hechos absolu-tamente inconscientes, los hechos fisiológicos,los procesos nerviosos. Entre el razonamiento or-dinario y la sensación simple hay» pues, esta di-ferencia: en el primer caso las premisas y la con-clusión son actos conscientes: en el segundo, laspremisas son estados fisiológicos, y sólo la con-clusión un estado de conciencia. Se dice general-mente: pensar es juzgar. Wundt sostiene, por elcontrario,que el acto de juzgar no es primitivo,

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sino un estado consciente que presupone una seriede estados inconscientes; que es el término de laoperación, no toda la operación, la cual es un ra-zonamiento, es decir, una síntesis de premisas.

Wundt aplica el mismo método á todas lasformas de la actividad psíquica. Cada forma su-perior es una conclusión cuyas formas inferioresson las premisas. De modo que, refiriéndose losfenómenos complejos por el análisis á fenóme-nos cada vez más simples, éstos á la sensación yla sensación á los procesos nerviosos, llegamospor tal camino á encontrar la ley oculta de todoslos fenómenos psicológicos en lo inconsciente, esdecir, en el dominio fisiológico.

Esto nos permitirá comprender mejor los aná-lisis siguientes:

«Para esclarecer bien la conexión de las leyesinternas del pensamiento con sus manifestacio-nes exteriores, debemos poner á la vista sus ele-mentos esenciales. Ahora bien: los elementos delpensamiento son las ideas, los juicios y los razo-namientos. Las ideas y los razonamientos formanun dominio estable que abraza toda nuestra cien-cia y todo nuestro conocimiento. Los razonamien-tos son el medio por el cual damos valor á estedominio, y sin el que todas las ideas y todos losjuicios serían capital improductivo. Comprende-remos cuan esenciales son los razonamientos parael pensamiento, considerando de qué manera seforman los juicios y las ideas.»

Tomemos un juicio cualquiera, por ejemplo,—el león es un animal.—Indudablemente este juiciopresupone para formarse gran número de actosmentales anteriores. Sin entrar en un análisis quesería larguísimo y que suplirá la reflexión dellector, limitémonos á algunas observaciones. Nopuedo saber lo que es un animal sino después ibliaber comparado este objeto á multitud de otrosobjetos, sean semejantes, sean diferentes (plantas,piedras, líquidos); cada objeto está caracterizadopor cierto número de marcas ó cualidades que leson propias, y la comparación de dos ó muchosobjetos no puede verificarse sino á condición deque las marcas de los objetos comparados seanen parte semejantes y en parte diferentes. De lacomparación de diversas cosas, bajo el punto devista de sus marcas, resulta el juicio.

Todo juicio que, como el que nos ocupa, estáfundado en una suma considerable de experiencias,nace, pues, de gran número de juicios anterioresque son por sí mismos afirmativos unos y nega-tivos otros; porque determinamos una cosa di-ciendo á la vez lo que es y lo que no es. Cada unade estas experiencias, que sirve de base al juiciototal, es por sí misma un juicio, puesto que alquerer expresar una experiencia expreso un jui-

cio. Estos juicios de experiencia que refiero á unobjeto determinado, carecen de lazo y de conexiónentre sí. Para que me conduzcan á un juicio finalque comprenda mi intuición del objeto, necesitoun lazo cualquiera que reúna todas las marcasdispersas. ¿Cómo se produce este lazo? ¿Continua-rán siendo mis experiencias particulares un agre-gado sin ninguna unidad, ó existe algo que lasuna más profundamente? Sólo conocemos unaforma en la cual los juicios estén ligados unos áotros: esta forma es el razonamiento. lia conclusiónreúne cierto número de juicios dados para produ-cir un nuevo juicio.

¿De qué clase es este razonamiento? Es una in-ducción, porque va de lo particular á lo gene-ral. "Wundt, que habla aquí exactamente comoStuart Mili, hace observar que toda deducciónsupone una inducción previa, puesto que el prin-cipio que sirve de base á la deducción, debe serresultado y condensación de una masa de expe-riencias anteriores (1).

Estos juicios do experiencia—que son al mismotiempo juicios particulares,—de donde sacamoslas leyes de la naturaleza y del pensamiento, son,al parecer, los elementos de nuestro conocimien-to. ¿Es posible llevar más lejos el análisis y de-mostrar que son compuestos de elementos aúnmás simples? En realidad, no hay juicio, por sen-cillo que sea, que no suponga antes de él algúnacto del pensamiento. Si resuelvo un juicio enjuicios más simples, éstos en otros más simples yasí sucesivamente, ¿á qué llegaré en último caso?A las sensaciones primitivas. Todo objeto me esdado como teniendo tal color, tal forma, sufriendotales cambios, etc., etc; en una palabra, las mar-cas últimas, aquellas en las cuales debemos dete-nernos, son por todas partes y siempre percep-ciones de nuestros sentidos. «Pero toda percepciónsensorial, es por sí misma un juicio de experien-cia, el más simple de todos los juicios de expe-riencia. Lo que veo, es blanco, rojo, brillante,corporal;—estos son juicios de experiencia dadosá nosotros en la intuición sensible. ¿Estos juiciosson actos primitivos del pensamiento, ó suponenotros actos?

«Cuando tengo conciencia de que lo que veo esrojo, por ello mismo lo distingo de lo amarillo, delo verde, de lo azul, etc. También distingo una sen-sación de luz de una sensación de sonido ó de tacto.

(1) Tomo I, cuarta lección, Wundt hace notar, que el razona-miento inductivo se compone de tres miembros como el razonamientodeductivo: i ." ios juicios ó hechos afirmativos (fulano d mengano hanmuerto:) 2 .° los juicios ó hechos negativos (no hay ejemplo alguno dohombre que no haya muerto). Sin éstos, los hechos afirmativos, pornumerosos que fuesen, carecerían de valor: 5.° la conclusión generalque sirve de base a su vez á la deducción.

N.°61 T. RIBOT. LA PSICOLOGÍA ALEMANA. 299

¿Cómo puedo hacer esta diferencia? Evidentemen-te, gracias á las marcas determinadas que ellotiene para mi sensación. Estas marcas están enparte de acuerdo y en parte difieren: así, pues, elrojo, el amarillo, el verde, etc., están de acuerdoen ciertas marcas y difieren por otras del sonido,del olor, etc. Hemos visto que cada una de estasmarcas no es otra cosa que un juicio. Toda per-cepción sensorial, resulta pues de una masa dejuicios en parte afirmativos y en parte negativos,y la percepción en sí misma, sólo es la conclusiónsacada de estos juicios.

«Esto nos conduce más lejos. El acto de pensa-miento primitivo, no es ese juicio que existe enla intuición sensorial inmediata, sino el juicio quefija la marca particular de la sensación. ¿Cómo seforma ese juicio verdaderamente primitivo? Tieneuna propiedad que le es absolutamente exclusivapero no hay nada que pueda expresarlo; ni laspalabras, ni el pensamiento pueden abarcarlo. Loúnico que sabemos de este juicio es que existe.Yo sé bien que la sensación del rojo se distinguepor marcas ó señales de la del azul, del amari-llo, etc. Pero ¿cuáles son estas señales? Es abso-lutamente desconocido. No podamos descubrirestas señales, ni por la reflexión más profunda, nipor la investigación minuciosa de las condicionesen las cuales se uroduee la sensación. Sabemosen verdad que las ondulaciones etéreas de ciertalong'itud, al caer sobre el ojo, producen la sensa-ción del rojo, pero estas ondulaciones no son lasseñales por medio de las cuales distinguimos elrojo de otros colores, puesto que dicha distinciónla habíamos hecho mucho tiempo antes de saberque la luz resulta de las ondulaciones del éter.»

Estos juicios primitivos presentan, pues, el ca-rácter de que no puede dudarse de su existencia,y que, sin embargo, su contenido, lo que les cons-tituye en su fondo, es de todo punto inconsciente.«El pensamiento no empieza, pues, por juicios,sino por razonamientos.» Un juicio no existe paranosotros, es decir, como estado de conciencia,sino á consecuencia de un razonamiento ; desuerte que puede decirse «que el razonamiento esel conocimiento que se hace; el juicio, el conoci-miento que está kecho.»

Réstanos decir ahora cómo se forma el tercerelemento del pensamiento: la idea. Resulta tam-bién de un razonamiento. Si tomo, por ejemplo,la idea de hombre, observo que presupone ciertonúmero de datos experimentales, cada uno de loscuales está caracterizado por una marca ó señal:tiene tal forma, se mueve, piensa, etc., etc. Es-tos son los juicios que forman nuestra idea de unhombre. Pero nuestra idea no resulta de una sen-

• cilla justaposicion de todos estos juicios, porque,

si fuera así, la idea sólo sería sencilla suma demarcas ó señales, y una suma de marcas ó seña-les no constituyen una idea; como una cabeza yvarios miembros sobre un tronco, no forman unhombre. La idea consiste en la fusión de todas lasmarcas ó señales en una unidad. ¿De dónde puedevenir esta fusión? Evidentemente de la única for-ma de actividad mental en la cual reconocemospoder de ligar, de unificar; es decir, del razona-miento.

Se habrá observado, sin duda, que en esta re-ducción de todas las formas de actividad mental áuna sola, Wund no está de acuerdo con la opi-nión común, y él mismo lo manifiesta. «Hemo3demostrado, dice, que la verdadera serie de actospsíquicos es distinta de lo que generalmente secree. No admitimos en primer lugar ideas dedonde salgan juicios y después razonamientos,sino que el pensamiento empieza para nosotrospor razonamientos que conducen á los juicios,quienes forman las ideas.» La actividad del pen-samiento consiste, pues, únicamente en el razo-namiento, y todo lo demás sólo es un resultado,un producto. De aquí aparece también establecidala unidad de composición del pensamiento. Todaslas actividades y facultades se reducen finalmenteá una forma única, y esta forma tiene por carácteresencial ser una sucesión.

Todos los fenómenos mentales se reducen, pues,así á una operación lógica (el razonamiento). To-dos los fenómenos físicos se reducen á un movi-miento, y después veremos cómo el autor, relacio-nando la lógica del mecanismo, procura identifi-carlos.

III.

Por ahora, el estudio que se presenta en pri-mer^ugar es el de esos juicios primitivos, queafirman sencillamente que lo rojo es rojo, que loverde es verde, que el color azul difiere del blancoy la octava de la tónica; en una palabra, que sontales, que nada puede decirse de ellos sino queson. Como la conciencia empieza con ellos, nopuede enseñarnos la manera cómo se producen nilo que contienen. El análisis psicológico es aquíabsolutamente impotente, y nos hace entrar enotra vía: la de la investigación fisiológica. Distin-guiéndose cada sensación por una señal, si pode-mos resolver el hecho material de la sensación ensus elementos, habremos esclarecido la naturalezade esta señal, mostrado lo que contiene y encon-trado lo que en ella hace la materia. Los fisiólo-gos han estudiado con mucho cuidado el fenó-meno material de la sensación, y aunque susinvestigaciones dejan gran número de puntos os-curos, hé aquí lo que noa enseñan.

300 REVISTA EUROPEA.—25 DE ABRIL DE 1 8 7 5 . N.°61Toda sensación va precedida de cambios en

loa nervios, y la naturaleza de estos cambios eshasta cierto punto conocida. Cuando una impre-sión visual, táctil, auditiva, cae sobre la extremi-dad de un nervio en relación con algún órgano delos sentidos, se produce una disminución de lasfuerzas electro-motrices propias del nervio. Estadisminución, que ha recibido el nombre de oscila-ción negativa de la corriente nerviosa, dura tantocomo la sensación; sobreviene casi instantánea-mente después de la excitación; se trasmite á lolargo del nervio con la misma velocidad que laexcitación y varía en razón de la misma. Noes, pues, dudoso que hay una relación íntima en-tre lo que pasa en los nervios y el hecho de lasensación. A decir verdad, la sensación dependetambién de los demás procesos vitales, la nutri-ción, la hematósis, etc.; pero no está con ellos enrelación tan íntima.

La fisiología nos enseña algo más sobre lo quepasa en los nervios á consecuencia de una excita-ción. En primer lugar, la excitación exterior queobra sobre la vista, sobre el oido, sobre el tacto ósobre cualquier otro sentido, se relaciona siempreá un movimiento. Cuando este movimiento seha trasmitido á los nervios, ¿qué sucede? En elnervio que funciona parece producirse una espe-cie de vibración molecular que se propaga deproximidad en proximidad con una velocidadapreeiable.

Pero la trasmisión de un movimiento puedeverificarse de dos maneras: ó bien por la trasmi-sión directa de una molécula á otra, ó bien porponer en libertad fuerzas de tensión, y por la tras-formacíon de estas fuerzas en fuerzas vivas.

El movimiento del sonido nos presenta unejemplo del primer modo; el influjo nervioso unejemplo del segundo. EL movimiento nerviosodebe considerarse como acto de poner en libertadfuerzas de tensión, determinado por la fuerza vivade la excitación. Aumenta, pues, al propagarse,y se parece al alud, que rodando reúne másnieve, ó al fuego, que aumenta á proporción queavanza. Si hubiese trasmisión pura y simple, laacción nerviosa permanecería constante, ó másbien disminuiría en razón de la longitud del ner-vio que atraviesa. Sucede lo contrario, por ejem-plo, si se excita un nervio motor en un puntoalejado del músculo, la contracción será másfuerte que si se excita en un punto próximo.

Tales son los hechos: ¿qué debemos deducir?Sabemos que los nervios en estado de reposo es-tán constantemente recorridos por corrientes eléc-tricas, y que este hecho, llamado fuerza electro-motriz del nervio, desaparece ó se debilita desdeel momento en que la fibra nerviosa está some-

tida á una excitación: en una palabra, la fuerzadisminuye hasta el momento en que se requiereuna acción más intensa. Este hecho, paradójicoen primer término, aparece como necesario desdeque se hace entrar el caso que nos ocupa bajo laley general de la conservación de la fuerza. Si enel hecho de la sensación las fuerzas electro-mo-trices disminuyen, prueba es, para nosotros, deque estas fuerzas son las que producen la fuerzaviva de la sensación. La fuerza electro-motrizdel nervio puede producir un trabajo; puede ha-cer en pequeño lo que una pila hace en grande,mover la aguja imantada; producir combinacio-nes químicas. Pero la cantidad de trabajo em-pleada en producir la sensación, no puede obraral mismo tiempo como fuerza química ó comofuerza motriz de la aguja imantada; es decir, queporque una parte de la fuerza electro-motriz estáempleada dentro del nervio, no puede manifes-tarse fuera.

Esto nos conduce á un resultado importante:la fuerza productora de las sensaciones dependede la misma ley que las otras fuerzas naturales,y por tanto está identificada con ellas. Convienerecordar que en 1862 fue cuando Wundt, apo-yándose en la electro-fisiología, extendió porprimera vez la ley de equivalencia de fuerzas aldominio psicológico, y su tesis ha ganado terreno,especialmente en Inglaterra, aunque parezca queno ha dado de sí, ni con mucho, cuanto contiene.Wundt cedería de buen grado al placer de inves-tigar la cantidad de fuerza empleada para produ-cir una sensación determinada, pero la cuestiónes muy compleja. «Supongamos que en todas lascircunstancias, esté ó no el nervio enactividad,se produce la misma cantidad de fuerza electro-motriz; la disminución de esta fuerza durante elestado activo, nos daría una medida exacta de lafuarza necesaria para producir una sensación de-terminada. Pero no es este el caso. Está demos-trado que la cantidad de fuerza electro-motrizproducida por el nervio no es constante, sino queaumenta durante la actividad, y disminuye du-rante el reposo. Para encontrar nuestra medidaexacta se necesitaría, pues, establecer la diferen-cia entre la fuerza desprendida en estado de repo-so, y la desprendida en estado de actividad: senecesitaría saber también cuánta fuerza electro-motriz se produce de más en estado activo. Estaproducción en más está establecida por un consu-mo de materia más grande y por la fatiga... Elproblema se encuentra por consiguiente algúntanto embrollado, y no ha sido- aún resuelto, perono es en manera alguna insoluole (1).»

(1) HenscMend und Thieriede, tomo I , páginas 80 y 81 . Con-

N.° 61 T. RIBOT. LA PSICOLOGÍA ALEMANA. 301

Después de este estudio general acerca de lascondiciones fisiológicas de la sensación, Wundtaborda el estudio especial de las diversas especiesde sensaciones. Deben distinguirse en la sensa-ción dos cosas: su intensidad y su cualidad.

1.° La experiencia y el cálculo demuestranque la intensidad de las diversas sensaciones va-ría según una ley llamada psico-física, que seformula así: «La sensación crece como el logarit-mo de la excitación que la produce (1).»

2.° La cualidad de las diversas sensaciones,es decir, su carácter específico, ha sido para losfisiólogos alemanes objeto de investigaciones va-riadas y numerosas, que Wundt resume aña-diendo las suyas. Aquí es donde puede verse enactividad el método experimental de que hablaen su prefacio. Nada diremos de estos trabajos,que por su importancia exigen una exposiciónaparte. Señalemos tan sólo el lugar que ocupa elestudio sobre las sensaciones en la exposición deWundt, y continuemos.

Las sensaciones sólo son materiales de nuestrosconocimientos; réstanos ver cómo se trasforman.La sensación pura y simple consiste en la modi-ficación que experimentamos cuando uno de nues-tros órganos sensoriales está excitado directa-mente. Llega á ser percepción, ó como dicen losalemanes representación, desde el momento que lareferimos á una causa situada fuera de nosotros;es decir, que la percepción consiste en poner fue-ra de nosotros, en las regiones determinadas delespacio, los objetos reales. La percepción está,pues, íntimamente ligada á la noción de espacio.Ahora bien, uno de los puntos originales de lapsicología de Wundt, es haber deducido de los fe-nómenos de movimientos reflejos, su teoría dela percepción. Empecemos por examinar el actoreflejo.

¿Cuál es la consecuencia inmediata de la sen-sación? La observación nos demuestra que laconsecuencia inmediata de toda sensación, cu&n-do tiene una intensidad suficiente y no la sirvede obstáculo ninguna acción contraria, es un mo-vimiento muscular que se llama movimiento re-flejo. La excitación es trasmitida por los nerviossensitivos hasta un órgano central, y desde allíreflejada por los nervios motores que obran sobrelos músculos. La acción refleja no consiste, como

viene añadir que, á consecuencia de Ja excitación, se producen en losnervios ciertos fenómenos á propósito para complicar la cuestión. Asi,pues, Schiff, en las Investigaciones sobre el calentamiento de íct ner-vios y de ios ceñiros nerviosos, ha demostrado que loa nervios en acciónproducen calor, independientemente de todo cambio en la circulación,por el solo hecho de su acción.

(1) Para exposición complela de esta ley y de los hechos en que seapoya, véase la Revne Scienlifique correspondiente al 12 de Diciembrede 1874.

tampoco la sensación, en una simple trasmisiónde fuerza; supone dejar en libertad fuerzas enestado de tensión. El movimiento producido ental caso es generalmente más fuerte que la exci-tación que lo causa. Y esta desproporción entre laexcitación y el movimiento, es sobre todo notablebajo la influencia de ciertos tóxicos, (como la es-tricnina) que aumentan considerablemente la ten-sión y la intensidad de los movimientos reflejos,fenómeno que sólo puede explicarse admitiendoque los cambios químicos que se producen en lascélulas nerviosas bajo la influencia de estos tóxi-cos, favorecen el poner en libertad las fuerzas detensión.

La acción refleja en su forma más sencilla (unaexcitación inconsciente trasformada en movi-miento) no parece muy embarazosa; pero hayotras acciones reflejas mucho más complicadasque parecen producirse en vista de v,ti objeto; porejemplo, si vertéis una gota de ácido acético so-bre el cuerpo de una rana, se esforzará, con ayudade una de sus patas, á enjugarla. La observación,dice Wundt, nos demuestra que la aceion re-fleja tiene un objeto bien determinado, y este ob-jeto es el contacto de la parte donde la excitación seproduce (1). La rana nos da un ejemplo para eltacto. Obsérvase un caso análogo en la excitaciónque se produce en el ojo. Examinando ios ojos deun niño recien nacido, llama la atención la fijezade la mirada. El ojo se mueve, es verdad, espe-cialmente cuando obra sobre él una excitaciónluminosa, pero es sin regla y sin que se puedareconocer una relación determinada entre sus mo-vimientos y el sitio de donde parte la excitaciónluminosa. Esta relación se va estableciendo su-cesivamente. Si el niño tiene algunos días ó al-gunaf semanas y se hace obrar una luz dentro desu limite visual, la mira fijamente. Si se colocanvarias luces, dirige la víata de un lado á otro;pero su mirada está siempre fija en la luz, rete-nida por una especie de necesidad física, salvo elcaso de fatiga ó la influencia de otra impresión.Evidentemente sucede aquí en el fondo lo mismoque respecto al contacto de la piel por el movi-miento reflejo. Cuando una acción obra sobre elojo, éste se mueve hacia la excitación luminosa,como la mano hacía la excitación táctil.

Admitido que el objeto del acto reflejo es elcontacto de la parte excitada, veamos cómo losmovimientos que en su origen son sin regla, des-ordenados, puedeu llegar á la regularidad y á laarmonía. Para esto son necesarias dos condicio-

(1) Para evitar una equivocación, es conveniente hacer notar que

se trata aqui, no de tudos los actos reflejos en general, sino sólo de los

actos reflejos visuales y táctiles, que explican el mecanismo de la per-

cepción .

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nes: 1 .* que la parte excitada anteriormente seareconocida como tal; 2.° que los movimientospuedan ser acomodados.

En lo que toca al primer punto, examinemos eltacto y la vista, los dos sentidos más importantespara la acción refleja; los únicos, además, quenos dan la noción del espacio. Wundt procurademostrar, que cada punto de la piel y de laretina tiene su especial manera de sentir. «Laepidermis entera de nuestro cuerpo es sensible álas excitaciones, lo mismo que toda la retina,salvo el sitio donde entra el nervio óptico; pero nosentimos de igual manera, ni con todos los pun-tos de nuestra epidermis, ni con todos los puntosde nuestra retina. Fácilmente puede demostrarse«n lo que á la piel concierne. Si se toca con eldedo, primero las mejillas, y después el hueco dela mano, ejerciendo cada vez igual presión, la sen-sación es muy distinta en ambos casos: lo mismosucede si se compara el hueco y el dorso de lamano, el pecho y la espalda; en una palabra, dospartes de la piel alejadas entre sí. Además, obser-vando atentamente se advierte que también esalgo diversa la naturaleza de la sensación produ-cida en dos puntos inmediatos á la piel. Si se pasade un punto de la epidermis á otro, se encuentraque hay un cambio sucesivo y continuo en la sen-sación, aunque la naturaleza de la presión exteriorsea igual. Las sensaciones producidas sobre laspartes correspondientes á las dos mitades del cuer-po, aunque análogas, no son semejantes, Y no secrea que estas diferencias proceden simplementede que nos representamos las sensaciones com-paradas como producidas en sitios distintos: pro-cediendo con suma atención, y considerando lanaturaleza de la sensación sin atender para nadaal lugar, se encuentra una diferencia tan grandecomo antes.

«Diferencias análogas existen respecto al ojo.Téngase, por ejemplo, en la mano, y delante delojo, un pedazo de papel encarnado; diríjasele len-tumente hacia un lado sin seguirlo con la vista,de modo que la imagen del objeto rojo, proyectadaprimero sobre el punto amarillo se proyecte enseguida cada vez más sobre los lados de la retina,y se advertirá, que mientras que el movimientohacia un lado se verifica, la sensación de lo rojosufre un cambio sucesivo: el color se hace al prin-cipio más oscuro, en seguida se aproxima al azu-lado, y finalmente el objeto rojo parece negro.Pueden producirse cambios análogos con cual-quier otro color simple ó compuesto: es evidenteque este fenómeno sólo puede explicarse por ladistinta manera de sentir de las diversas partesde nuestra retina...»

Estas diferencias de sensación sólo pueden te-

ner una causa local, que consiste en la natura-leza propia del órgano sensorial, en las pequeñasdiferencias que existen, sea en la constitución,sea en la disposición de las terminaciones ner-viosas.

El resultado es el siguiente: podemos reconocerque tal sonido es el mismo que otro ya oido, talcolor igual á un color ya visto, y de la mismamanera podemos reconocer el lugar donde unaimpresión se verifica por la naturaleza misma deesta impresión, siempre que tengamos ya a'lgunaexperiencia de su situación. Esto sirve para con-testar á la pregunta hecha antes, de cómo el actoreflejo, primeramente sin regla, llega á ser regu-lar. Si el acto reflejo tiene por objeto el contactode la parte excitada, es indispensable que esta par-te sea reconocida para que procure llegar á ella.Ahora bien, este reconocimiento es posible, segúnhemos visto, porque cada parte está caracterizadapor una señal ó sensación que le es propia y quela distingue de las demás.

Dicha explicación no es, sin embargo, comple-ta, porque la observación nos demuestra que elmovimiento reflejo llega siempre á su objeto porla vía más corta y más sencilla, y en lo que pre-cede no hay nada que pueda hacérnoslo compren-der. Examinemos, pues, el movimiento en símismo.

Nuestros movimientos varían en intensidad yse extienden á una región más ó menos grande.¿Podemos medir estas variaciones de intensidady de extensión? Sí, porque tenemos en nuestrosmovimientos mismos una medida de ellos. Cuan-do andamos podemos apreciar la intensidad y laextensión de nuestro esfuerzo.

Todos nuestros movimientos van acompañadosde una sensación en los músculos; sensación quepuede ser tan débil que no la advirtamos, pero queexiste, como lo prueba el sentimiento de fatigaresultante de los movimientos más débiles, si serepiten largo tiempo. Esta sensación que acom-paña la contracción del músculo, ¿se realiza enesos mismos hilillos nerviosos que trasmiten elimpulso motriz del cerebro á los músculos, ó hayhilillos nerviosos especiales para la sensaciónmuscular?

Este es un punto discutido, pero la primera hi-pótesis parece la más verosímil. Desatendiendootras consideraciones, la apoyan hechos patológi-cos. En los casos de paresía (semi-parálisis) de lapierna ó del brazo, el enfermo no puede moverel miembro sino con gran esfuerzo, y tiene sen-sación clara de este gran esfuerzo; se engaña so-bre la extensión y el alcance de sus movimien-tos; sus pasos no tienen seguridad; su mano nopuede alcanzar los objetos que busca, pero, poco á

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poco, va adquiriendo cierta seguridad en sus movi.mientos, y se orienta por la costumbre en su nuevosistema de sensaciones musculares. Cuando elmúsculo abductor de la pupila está parcialmenteparalizado, resulta un cambio particular en la vi-sión. El enfermo ve todos los objetos más aparta-dos de lo que lo están realmente, y cuando quierecogerlos sólo encuentra el espacio exterior. Un pi-capedrero, afectado de esta enfermedad, comenzópor golpear con el martillo su mano, en vez de laspiedras; pero también en este caso el enfermo seacostumbraba á rectificar sus movimientos, cos-tándole sólo mayor esfuerzo en la parte lesionada.Este acomodamiento sucesivo á un estado patoló-gico es, por lo menos, tan instructivo como elmismo estado patológico, porque aclara cómo handebido pasar las cosas en su origen. Si cuando lascondiciones han cambiado podemos de nuevo re-conocer la posición de un objeto, gracias á losmovimientos del órgano dirigido hacia ese objeto,natural es admitir que en su origen ha debi-do establecerse una relación entre la sensaciónmuscular y el sitio donde la excitación exteriorobra sobre nosotros. Podemos, pues, deducir quetenemos en realidad, en la sensación que acompa-ña al movimiento, una medídp. de la intensidad yde la extensión de este movimiento.

Hó aquí, pues, según Wundt, la idea gene-ral que debemos tener de la formación del actoreflejo: una sensación, un movimiento, una sen-sación muscular; el movimiento es sólo el in-termediario entre la sensación que sigue á la ex-citación, y la sensación que sigue al movimiento.No es esto todo. Nuestros miembros se muevenponiéndose así en contacto con tal cual parte de lapiel, produciéndose una tercera sensación, la decontacto, que se verifica naturalmente en la pro-ximidad de la sensación primitiva; pues es propiode la naturaleza de las sensaciones moderadas noproducir movimientos (con sus sensaciones con-secutivas), sino en un espacio restringido. Prontosucede que pasan al primer plano entre las sensa-ciones de contacto, las que tienen alguna analo-gía de naturaleza con la sensación primitiva cau-sada por la excitación. Esto no puede sucedersino á condición de que la sensación de contactoocupe más ó menos el mismo lugar que la sensa-ción inicial, puesto que hemos visto que cada sen-sación tiene su lugar característico. Cuando estaserie de hechos se repite gran número de veces,los diversos movimientos de la serie se liganperfectamente entre sí, en el orden siguiente: ex-citación seguida de sensación; sensación de mo-vimiento y movimiento; sensación de contacto,último término que por su local característico,es idéntico con la sensación inicial.

Así explica Wundt (1) la regularidad de losactos reflejos, pero conviene no perder de vista,que esta serie de hechos que acabamos de expo-ner en forma lógica, consiste en actos incons-cientes. «Los hechos que fijamos como nece-sarios para la regularizacion de los actos reflejos,no tienen distinta naturaleza que los que hemosencontrado ya en la sensación simple. Son juiciosy conclusiones que se encadenan con una necesi-dad mecánica, pero en este caso tienen ya una.forma algo más complicada.»

Siguiendo su costumbre, "Wundt presenta elacuerdo del análisis fisiológico y del análisispsicológico sobre la cuestión de que tratamos. Ob-jetivamente, el acto reflejo consiste en una serieregular de sensaciones asociadas. Fisiológica-mente encontramos una serie uniforme de movi-mientos; psicológicamente, una asociación uni-forme de sensaciones, es decir, una memoria; por-que esta relación invariable entre dos sensacionesque hace que, desde que la una aparece, la otraaparezca también, es loque constituyeel recuerdo.Y como la memoria, bajo su forma más perfecta,es una costumbre organizada, un mecanismo in-consciente, la analogía entre los dos mecanismoses manifiesta.

No debe perderse de vista, que para Wundtesta teoría de las acciones reflejas sólo es un me-dio preparatorio. Tiene por objeto explicar lanoción de espacio, y de aquí el acto de percepciónque consiste en colocar un objeto fuera de nos-otros en un sitio determinado. Siendo aquí impo-sible tratar el asunto con los desarrollos que llevaconsigo, limitémonos á algunos puntos esen-ciales.

¿La percepción del espacio resulta de una dis-posición nativa ó de la experiencia? Tal es el puntode partida del debate.

La doctrina de la innatividad (nativistiche) quepor largo tiempo ha reinado sola en fisiología,admite que la excitación de determinadas fibrasnerviosas da lugar á una representación del espa-cio á consecuencia de un mecanismo preestable-cido, de una disposición innata de los órganos.

La doctrina empírica está reasumida por Hel-mholtz en esta proposición fundamental: Las sen-saciones son signos que nuestra inteligencia in-terpreta según su naturaleza y según los resul-tados de la experiencia anterior.

(4) Menschend una Thiemele, t . I, IB.* lección y siguientes. En loq u e concierne á los movimientos reflejos del ojo, la transición hacia elautomatismo armónico, consiste en hacer prevalecer cada vez más los re-flejos que permiten á la excitación obrar sobre el punto amarillo. Enla fisiología humana (traducción francesa, pág. 576), ge encontraránconsideraciones interesantes de Mr. Wundt sobre ei hecho de que losmovimientos apropiados pueden no depender únicamente de accionesconscientes anteriores del individuo, sino ser trasmitidos por herencia.

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Al aproximarse á esta doctrina, Wundt lamodifica. Para él, la fisiología proporciona hechosde grande importancia, pero que deben ser com-pletados por una explicación psicológica. La per-cepción del espacio es el resultado de una síntesispsíquica que tiene por elementos el orden de lassensaciones periféricas y el orden délas sensacio-nes correspondientes de inervación: en otros tér-minos: supongamos que se recorra una serie deimpresiones locales a, b, c,... el paso de a á b; de bk c, etc., responderá á sensaciones elementales demovimiento a, 6, y..., que, durante el curso de laserie de impresiones locales basta el término x,se adiccionarán en una sensación A. Ni la serie a,b, c... por sí sola, ni tampoco la serie a, 6, y...solamente, pueden hacernos percibir la coordina-ción en el espacio, ni proporcionarnos la nocióndel lugar. La percepción del espacio se debe á larelación recíproca de las dos series a, b, c...,ya, 6, y...

Si recordamos que Wundt llama á cada sen-sación una conclusión, diremos con él: la síntesisde las dos series de conclusiones (las impresio-nes sensoriales y las sensaciones de movimien-to), en una conclusión única, da el espacio. Estasíntesis la asimila á una combinación química.«Lo mismo que en la síntesis química, de la com-binación de ciertos elementos nacen propiedadesnuevas, de igual manera la síntesis psíquica nosda un nuevo producto que es el orden en el espa-cio de las sensaciones elementales. Así, pues,mientras las sensaciones elementales nos son da-das por el análisis psicológico, la noción del es-pacio no puede serlo, porque resulta de su sínte-sis.» En otros términos: siendo la noción delespacio el resultado de una síntesis, no puede sermás conocida por el análisis de sus elementos,que lo pueden ser las propiedades del agua por elanálisis químico del hidrógeno y del oxígeno.

La percepción es, pues, una síntesis de sensa-ciones, y si se fija la atención en el papel que des-empeñan en esta teoría, los movimientos más ómenos inconscientes, se verá cómo se apoya engran parte en los actos reflejos.

Las percepciones sirven de base á una nuevaelaboración mental que tiene por término la for-mación de ideas ó de conceptos cada vez más ge-nerales. Para el ser puramente sensiti vo la reali-dad sólo es una masa de fenómenos sin lazos ysi n relaciones. El objeto del conocimiento es ponerorden en este caos. Conocer, es relacionar los he-chos con sus causas.

La idea resulta de la fusión de gran número enhechos y de marcas ó señales, esenciales ó no,cuidadosamente comparadas. Ella nos da, no elfenómeno, pero sí la ley. Idea y ley son, pues,

idénticas. Lo que es la idea para el sujeto que co-noce, es la ley para el objeto conocido.

Este trabajo de simplificación, que consiste depasar de los hechos á las leyes, y de leyes par-ticulares á leyes cada vez más generales, tiendeá una ley última que abraza la conexión completade los fenómenos: esta es la ley de causalidad.Dicha ley general está realmente deducida de grannúmero de leyes de causalidad especiales. Estasson leyes reales, porque sólo ellas expresan la liga-zón determinada de ciertos grupos de fenómenos.«La ley general de causalidad jamás puede seruna ley en el sentido estricto de la palabra, porquenunsa se agota la experiencia. No tenemos, pues,el concepto real de esta ley superior, sino sólo elconvencimiento de que debe existir.» La historianos demuestra, dice Wundt, que la extensiónde la ley de causalidad á todos los fenómenos sinexcepción, es más moderna de lo que se podríacreer. La fe en los milagros y en los prodigios, laidea que muchas personas se forman del azar estáen antagonismo con la ley de causalidad. Aunentre los filósofos, muchos han ereido y creen to-davía que en el dominio psicológico todo efecto notiene su causa: el libre albedrío se considera comoun milagro psicológico, como un hecho indepen-diente de toda causalidad.

La ley de causalidad universal se presenta,pues, como el objeto último hacia el cual tiendenuestro conocimiento, y al que se aproxima siem-pre, sin poder alcanzarlo.

Quédanos ahora por estudiar los sentimientosy la voluntad.

TEODORO RIBOT.Se concluirá.

(Revue Scieniiflgue.)

LA ASCENSIÓN DEL GLOBO «CÉNIT.» (1)

La ciencia empieza á entrever las leyes que pre-siden á los movimientos del Océano, porque losnavegantes han cruzado la superficie de las aguasen toda su extensión y porque los observadoreshan arrojado la sonda en sus abismos y medidosu temperatura á diferentes profundidades.

Si queremos conocer la atmósfera que envuelvenuestro globo, que arregla el curso de las esta-

(1) Al traducir para la REVISTA EUROPEA, ei presente articulo deldistinguido director del semanario La Nature, M. Gastón Tissnndier,nos comunica el telégrafo la noticia de una horrible catástrofe ocurridaen una segunda expedición aérea dirigida por el mismo Tissandfer, y dela cual formaban parte los aeronautas MM. Sivel y Crocé-Spinelli, ven-tajosamente conocidos por sus anteriores investigaciones científicas. És-tos han muerto asfixiados en una elevación de 8.000 metros, y M. GastónTissandier y otros compafieroB de expedición, han recibido, en el des-