mural de la iglesia de san juan bautista en el río...
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Mural de la iglesia de San Juan Bautista en el río Jordán que muestra el nacimiento de Jesucrist
d e l a s C u l t u r a s d e l M u n d o
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Vol. X, número 91, 15 de agosto de 2011 Centro de Estudios sobre la Diversidad Cultural
En este número:
• Exposición: Mayas, del alba al crepúsculo
• Reflexiones de León-Portilla sobre las culturas antiguas
• En busca de la especie “Ñ” en Atapuerca, España
• José Pascual Buxó: la poesía vence a la muerte
• Las primeras sinagogas
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Correo de las Culturas del Mundo
DirectorLeonel Durán Solís
EditorMariano Flores Castro
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“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos
y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse
fraternalmente los unos con los otros”.
art.1º de la Declaración Universal de Derechos Humanos
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Al toparse los primeros exploradores con los tesoros
mayas, sólo se les ocurrió una explicación a tanta maravilla:
los griegos o los romanos tenían que haber pasado por allí.
En contra de lo que cabía pensar, el mérito, por supuesto,
era enteramente de la civilización mesoamericana y,
acaso por eso mismo, el hechizo permanece, tantos siglos
después, intacto. La cultura maya sigue fascinando por su
impresionante arquitectura, el misterio que se desprende
de sus calendarios y su elaborado sistema de escritura. El museo parisiense
del Quai Branly trata de descifrar estos días algunos de los misterios más
irresolubles de la civilización prehispánica, con una rica exposición centrada
en los mayas de Guatemala en la que expone piezas halladas en excavaciones
recientes. Es la forma en la que el centro celebra, además, su quinto aniversario
y los siete millones de visitas recibidas en ese tiempo.
“Es la primera vez que estas piezas viajan a Europa y en algunos casos es
incluso la primera vez que salen de Guatemala”, asegura André Delpuech,
conservador encargado de las colecciones de las Américas del museo.
Provienen de excavaciones de los últimos 20 años, así que “son objetos
que están contextualizados, se sabe de dónde proceden y cuándo fueron
extraídos”, añade. “Desgraciadamente muchos objetos de civilizaciones
brillantes como los mayas vienen a menudo de pillajes o de excavaciones muy
antiguas, por lo que nos encontramos con piezas excepcionales sin saber de
dónde son”.
Mayas, del alba al crepúsculo
Exposición
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El recorrido incluye 160 objetos, entre cerámicas, joyas, paneles y estatuas.
La muestra –titulada Maya, del auge al crepúsculo– relata los más de 3,000
años de historia cronológicamente y con un marcado énfasis didáctico.
Hay algo arriesgado en fijar los límites de la muestra en las fronteras
guatemaltecas: la civilización maya abarcó el sur de México, Belice y la parte
occidental de Honduras y El Salvador. “Es una apuesta personal, porque el
público a menudo asimila los mayas con Yucatán, en México, y se conocen
menos las piezas guatemaltecas”, admite Delpuech.
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
El apartado dedicado al misterioso mundo de los calendarios mayas
también resulta fascinante. Utilizaban dos tipos de ciclos: uno corto de 52
años, compuesto por una mezcla entre el calendario divinatorio y el solar,
y otro largo de algo más de 5,000 años. Éste sitúa la fecha de creación el
día 13 de agosto de 3113 antes de Cristo. Pero sobre todo, finaliza el 21 de
diciembre de 2012, algo que se ha interpretado como una profecía maya del
fin del mundo. “No es una lectura muy científica”, asegura Delpuech. “Que
el calendario acabe en esa fecha, sólo significa que empieza un nuevo ciclo,
como nosotros hacemos cada 31 de diciembre”.
La estrella de la exposición es la pieza que los organizadores han elegido
para ilustrar el cartel. Se trata de un refinado y delicado mosaico de conchas
y jade que representa al dios de la muerte y que se remonta a la época clásica
reciente. Lo que no muestra la fotografía de presentación es que todo ese
detalle se concentra en una figura de apenas unos pocos centímetros de alto.
“Es un tesoro de una belleza extrema que sólo se puede conseguir gracias al
trabajo cuidadoso de los arqueólogos”, apunta Delpuech.
Junto a imponentes joyas como restos de templos y estatuas de gran
tamaño, abundan los objetos más pequeños. Algunos, como las puntas de
lanza o los característicos paneles de escritura, sirven de testimonio del avance
tecnológico, mientras que otros aportan claves sociológicas sobre la jerarquía
y la organización en el seno de las ciudades mayas.
Fuente: www.elpais.com/articulo/revista/agosto/Arqueologia/
Fotos: © Ricki López Bruni
Miguel León-Portilla reflexiona sobre las civilizaciones y las culturas antiguas
(fragmentos escogidos)
«Los investigadores de la historia universal se han ocupado, de tiempo atrás, de los
que fueron, por vez primera, el paso a la alta cultura y la civilización en aquellos pocos
ámbitos geográficos donde tal cosa sucedió de manera autónoma y en forma plena.
Su atención se ha concentrado así en Egipto y Mesopotamia, en el valle del río Indo y
en el del río Amarillo en China. En dichas regiones –con razón se nos dice– tuvieron
lugar cambios radicales, aquello que hoy se conoce como “revolución urbana”,
adoptando la terminología de Gordon Childe. De hecho, las transformaciones
que fueron enraizándose en esos distintos ámbitos del Viejo Mundo implicaron la
superación definitiva de los tiempos prehistóricos.»
«El viejo mito es la pintura de los empeños de un pueblo con conciencia de la historia.
El saber calendárico, el contenido de los códices y el conjunto de las artes –meollo
mismo de la alta cultura– eran el hachón que iluminaba la significación de las cosas y
el transcurrir de los tiempos.»
«Lo que hoy conocemos de la civilización mesoamericana debe ser renovada invitación
a penetrar en el sentido que dieron a su vida y pensamiento los pueblos prehispánicos.
Como florecimiento con grandes limitaciones técnicas y trayectoria diferente, el México
antiguo, no a pesar de esto sino precisamente por todo ello, se presenta como un
capítulo antes olvidado en la historia universal. Su rostro distinto en rigor debe situarse
al lado de aquellos que igualmente propiciaron el nacimiento de las otras civilizaciones
clásicas. Cuanto ocurrió en Egipto y Mesopotamia, en los valles del Indo y del río
Amarillo, en México y el Perú prehispánicos, es en verdad antecedente y herencia de
la humanidad entera.»
Ideas
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«Ahora bien —y es aquí donde entra la cuestión que queremos plantearnos—,
¿cabe pensar que las transformaciones culturales alcanzadas en el México
antiguo tienen a su vez un lugar y una significación específicas precisamente
en términos de la misma historia universal? Obviamente la pregunta podría
referirse no sólo al caso del México prehispánico, sino también al de las
culturas indígenas del área andina en la América del Sur.»
«Por una parte están los abundantes vestigios materiales que continúan
descubriendo los arqueólogos y, por la otra, el rico caudal de fuentes
genuinamente históricas: las inscripciones, los códices pictográficos, los textos
en lenguas indígenas, la recopilación de antiguas tradiciones e incluso las
obras escritas por algunos conquistadores y por cronistas del siglo XVI.»
«Las investigaciones realizadas con adecuado método, desde hace ya
varias décadas, han permitido establecer una secuencia que abarca varios
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milenios de cultura en Mesoamérica. Otro tanto puede decirse de los estudios
que comienzan a revelar lo más sobresaliente del legado espiritual de estos
pueblos, manifiesto en su arte, simbología, visión del mundo y literatura. Los
conocimientos alcanzados han permitido a su vez descubrir nuevos problemas
antes ni siquiera sospechados. De continuo se abren así otros caminos a la
investigación, lo que implícitamente confirma la riqueza de sentidos inherentes
a este ámbito donde de hecho llegó a florecer la alta cultura y la civilización.»
«Al plantearnos ahora el tema de la significación que cabe adjudicar al México
antiguo en términos de la historia universal, reconocemos que, no obstante
la abundancia de testimonios y fuentes, son muchos los peligros y obstáculos
capaces de desviar nuestra búsqueda.Y no me refiero ya a las eventuales
críticas de estudiosos para quienes las civilizaciones del Nuevo Mundo —la
mesoamericana y la del área andina— sólo merecen, a la luz de la historia
universal, fugaz consideración dentro de los capítulos dedicados a los viajes y
descubrimientos de fines de siglo XV y principios del XVI. Semejante actitud,
manifiestamente etnocéntrica, implica en realidad que la única posible
significación del México y Perú prehispánicos debe derivarse del hecho de que
los europeos los hayan descubierto y a continuación conquistado. Corolario
de tal postura —hoy anacrónica— ha sido la idea de considerar a la totalidad
del Nuevo Mundo como tierra virgen y escenario de pueblos primitivos, en
que a la postre tuvo que implantarse la cultura a imagen y semejanza de lo
que habían sido las respectivas potencias colonizadoras.»
Fuente: Rostro y corazón de Anáhuac, SEP, México, 2001.
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Hace 1.2 millones de años, un grupo de humanos
descuartizó el cuerpo de una abuela de unos
40 años, celebró un banquete caníbal y tiró los
despojos a un pozo de casi 20 metros. Durante
cientos de miles de años, los pedazos descansaron
bajo una capa de tierra y restos de fauna de la
zona como hipopótamos, rinocerontes, linces
y osos. Sobre aquel agujero, enclavado en un pasillo que hoy enchufa la
cuenca del Ebro con la del Duero, a 15 kilómetros de Burgos, pulularon Homo
antecessor, Homo heidelbergensis y neandertales.
Los fósiles de aquella presunta abuela permanecieron enterrados hasta
que, a finales del siglo XIX, unos 1,500 Homo sapiens llegaron y abrieron una
herida en la Sierra de Atapuerca para construir una línea de ferrocarril para
llevar carbón a los altos hornos de Vizcaya. Finalmente, en 2007, el equipo de
investigación de Atapuerca extrajo la mandíbula de aquella abuela, el primer
homínido conocido de Europa.
Es un hueso minúsculo, de unos siete centímetros, y con apenas cuatro
dientes todavía engarzados, pero los codirectores de Atapuerca ven en él
“una identidad europea”. Lo que arrojaron a aquel agujero, sostienen, no
se parece a ninguna de las especies humanas conocidas, como pensaron
en principio, clasificándolo como Homo antecessor. Y mientras buscan más
restos para confirmar su hipótesis ya la han bautizado: la especie Ñ.
“Todo lo que tenemos es un fragmento de mandíbula y no sabemos qué
demonios es”, admite uno de los codirectores de las excavaciones, José María
Bermúdez de Castro. Aun sin nombre, los investigadores creen que aquella
En busca de la especie “Ñ”
Paleoantropología
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abuela tuvo un papel protagonista en la evolución humana. La campaña de
excavaciones de este año concluyó el 22 de julio sin grandes novedades, pero
otros estudios confirman la importancia de la especie Ñ.
Un mentón primitivo
Científicos de las universidades de Granada y Málaga han confirmado que la
primera especie que salió de África fue el Homo habilis y no el Homo erectus,
como se dio por hecho durante décadas. La confirmación respalda las tesis
de los investigadores de Atapuerca. El Homo habilis habría abandonado
África hace unos dos millones de años, dando lugar por el camino, en Asia,
al Homo georgicus, que vivió hace 1.85 millones de años en lo que hoy es
Georgia. “El georgicus podría haber dado lugar a la especie Ñ y ésta, a su
vez, a los antecessor”, explica Juan Manuel Jiménez Arenas, de la Universidad
de Granada, que ha estudiado la variabilidad en la forma del cráneo de los
representantes del género Homo.
La lectura de la mandíbula hallada en Atapuerca, en la Sima del Elefante,
también apunta a Europa. El mentón de aquella abuela de la especie Ñ es muy
primitivo, parecido al de los Homo habilis africanos, pero la cara interna es
“muy moderna”, según los investigadores, ya que carece de la protuberancia
ósea típica de las mandíbulas de esta antigüedad. La especie Ñ, sea lo que
sea, no procede de un éxodo de homínidos fuera de África, sino que surgió
de manera independiente en Eurasia y pudo desembocar en los antecessor
y éstos, a su vez, “tienen entidad para estar relacionados con ancestros de
neandertales”, según Bermúdez de Castro.
La especie Ñ cosería las piezas del puzzle evolutivo esparcidas por África,
Asia y Europa. El codirector de Atapuerca explicará los últimos avances de
sus investigaciones el próximo 23 de septiembre en Leipzig (Alemania), en el
primer congreso de la recién nacida Sociedad Europea para el Estudio de la
Evolución Humana.
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Un cerebro pequeño
Bermúdez de Castro sostiene que allí no se dará un veredicto sobre la especie
Ñ. “Sabemos poquísimo, necesitamos más restos”, afirma. Aquellos humanos
habrían vivido sin dominar el fuego, con una longevidad máxima de unos 50
años, similar a la de los chimpancés, y habrían sido cazadores y recolectores,
además de caníbales. Aparte de la mandíbula, los investigadores han hallado
en la Sima del Elefante un fragmento de húmero y una falange que pudieron
pertenecer al mismo individuo.
En el húmero, un hueso del brazo, los científicos han observado marcas
de corte que achacan, sin dudarlo, a prácticas caníbales. Bermúdez de Castro
también cree que la especie Ñ era “una población demográficamente poco
importante” y que sus individuos tendrían una capacidad craneal de “no más
de 900 centímetros cúbicos”, lo que indica un cerebro pequeño, comparado
con los 1,500 centímetros cúbicos actuales.
Pero son todo especulaciones. Este verano, en una campaña de excavaciones
calificada como “de transición”, los investigadores no han hallado más restos
de la especie Ñ. Pero tienen que estar allí, en el fondo del pozo. “En tres o
cuatro años tendremos el nivel excavado completamente”, calcula Bermúdez
de Castro. Sin embargo, no hay garantías de que el cráneo de la abuela
aparezca, lo que permitiría confirmar si se trata de una nueva especie. De
entrada, el grupo que devoró su cadáver pudo tirar el cráneo en otra parte.
Y, además, el pozo donde se ha encontrado la mandíbula es un agujero de 20
metros de profundidad, con una boca de cinco metros de diámetro. Pero esta
chimenea se abría bajo la tierra, formando cavidades de decenas de metros
que no se están excavando.
El cráneo pudo caer y rodar hacia la cueva, por ejemplo. “Si fue así,
no lo encontraremos en cien años”, zanja Eudald Carbonell, director del
Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social y codirector de los
yacimientos de Atapuerca. En las últimas semanas, el trabajo se ha centrado
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en construir una pasarela sobre la Sima del Elefante para tener todo listo
y poder buscar el cráneo en 2012. “Cuando aparezca podremos hacer la
atribución a una especie o a otra”, afirma Carbonell.
Un banquete con niños
Su colega Bermúdez de Castro plantea tres posibilidades: “O es un Homo
antecessor o un Homo georgicus o una especie nueva”. Los restos hallados
en el yacimiento georgiano de Dmanisi tienen una antigüedad de 1.85
millones de años. La diferencia de edad con la abuela de Atapuerca es de
unos 600,000 años. “Parece demasiado como para que estemos hablando
de la misma especie”, sospecha el paleoantropólogo. Los Homo antecessor
hallados en la Gran Dolina, a pocos metros de la Sima del Elefante, vivieron
hace 800,000 años. Allí un grupo de antecessor atacó el campamento de otro
grupo y devoró a al menos diez individuos, casi todos niños. La abuela de la
mandíbula pudo ser una versión primitiva de estos antecessor adictos a los
banquetes caníbales, pero la hipótesis predominante entre los codirectores de
Atapuerca es que se trata de una especie desconocida para la ciencia.
Bermúdez de Castro es el padre del nombre antecessor, pero, de momento,
se niega a fantasear con la denominación de la presunta nueva especie.
“Ahora no podemos tirarnos a la piscina”, resume. El mote actual, especie Ñ,
es un invento de los investigadores para el lanzamiento del primer número del
nuevo Periódico de Atapuerca, “la mejor publicación periódica estable sobre
la evolución humana”, según el tercer codirector de las excavaciones, Juan
Luis Arsuaga.
“Quizá se extinguió”
Pero no todos los investigadores están tan satisfechos con los fósiles de
Atapuerca. El descubridor del Australopithecus sediba, el paleoantropólogo
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
sudafricano Lee Berger, acaba de elaborar un árbol genealógico de la especie
humana para la revista National Geographic y el Homo antecessor ni siquiera
aparece. No tiene ningún papel en la evolución. Y mucho menos la especie Ñ.
“No se puede negar la existencia de 150 restos fósiles de Homo antecessor.
Lee Berger nunca ha pisado Atapuerca”, se defiende Bermúdez de Castro.
¿Y qué pasó con la especie Ñ? Para el codirector de Atapuerca, hay tres
finales posibles: “Pudo dar lugar al Homo antecessor de la Gran Dolina o
mezclarse con otros homínidos de Asia. O, quizá, la población se extinguió.
Simplemente, desapareció”.
José María Bermúdez de Castro
Nacimiento: 18 de junio de 1952, Madrid, España.
Doctor (1985) en Ciencias Biológicas por la Universidad
Complutense de Madrid. Paleoantropólogo.
Sociedades y premios:
• Comité Científico del la Revista Española de Antropología Biológica
• Comité Científico del la Revista Española de Paleontología
• Consejo Permanente de la Asociación Internacional Para el Estudio
de la Paleontología Humana de la UNESCO
• Real Academia de Medicina y Cirugía de Galicia
• Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica (1997), junto con Juan
Luis Arsuaga y Eudald Carbonell.
• Premio de Ciencias Sociales y Humanidades de la Comunidad
de Castilla y León (1998)
• Doctor Honoris Causa por la Universidad de Burgos (2010).
Fuente: www.publico.es/ciencias/
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Memoria de la poesía de José Pascual Buxó
Para Rosa Beltrán
Cada vez me queda más claro que la verdadera poesía es el viaje
sagrado, el viaje al inframundo, y que la vida es justamente ese
viaje, una metáfora del viejo viaje, del viaje eterno, la catábasis.
Al rememorar la vida y obra de mi siempre joven maestro, me
confirmo lo anterior y entiendo que este viaje lo ha marcado. Nacido
en 1931, a los ocho años —debido a la guerra civil española, su padre
era combatiente antifranquista— emigró a Francia y de ahí a México,
justamente en el buque Mexique, hasta Veracruz.
Se desplegaba el arquetipo del viaje de Ulises. El combate contra
los troyanos, lo lleva al inframundo y el retorno a Ítaca, su tierra, sólo
es posible si un descarnado le revela el mapa del regreso. Ahí conversa
por vez primera con los muertos: su madre muerta, sus amigos y viejos
conocidos y héroes como Aquiles, muertos. Su madre le revela cómo
están las cosas en su casa.
Escribo soledad
y escribo patria
y cuento para todos mi fatiga
y levanto tu nombre
–tu extraño nombre, España–
Contra esta soledad donde nada se inicia.
Buxó: La poesía vence a la muertepor Víctor Toledo (*)
Ensayo
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
¿Quiénes pueden hacer el viaje al inframundo, al Hades, y regresar
vivos? Ciertos dioses (como Hermes, dios inventor de la lira y entiendo
que de la poesía, Zeus le designa la tarea de comunicar el Axis mundi.
Innana, diosa babilonia de la fertilidad, Perséfone, Deméter: deidades
del círculo de las estaciones astrales, etc.), algunos héroes (como
Perseo y los argonautas), los shamanes que son siempre elegidos (como
María Sabina entre nosotros) y, por último, los poetas (Orfeo, Dante,
etcétera.).
José Pascual Buxó
El poeta realiza el periplo desde el Aksu, el Océano, el vacío, el hades
o la oscuridad, para revelarse en la experiencia dionisíaca y culminar
en la iluminación apolínea órfica. De la noche al sol. De la muerte al
renacimiento. El viaje de Osiris que se hunde en el abismo del océano
(la nada, el vacío genetrix), el viaje de Guilgamesh buscando a su amigo
muerto para obtener la primera revelación escrita del sentido del ser.
Ese cuerpo aventado por el mar a no sé qué desierta y sucia playa
Así el poeta José Pascual Buxó se revela como demiurgo, como
escaldo, cuando viaja a través de la Memoria (la madre de las musas)
para conversar con su padre ido, para entregarle las palabras que
no fueron posibles florecer en este mundo. Materia de la muerte, su
poemario más intenso es una auténtica catábasis.
El tema de la muerte es el tema principal de la poesía, pues el amoroso
y el erótico están contenidos en éste. El amor busca la resurrección, Eros
lucha y copula con Tanatos. Algunos de los poemas al padre de Buxó
son dignos de la antología hispanoamericana de la poesía al padre y a la
madre, pocos son los poemas al padre en la lírica del español, contados
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con los dedos, la referencia clásica castellana es Jorge Manrique, que
Buxó leyó muy bien, la mexicana el poema sabiniano. No obstante,
el tono general de Buxó es otro, no es el tono elegiaco epopéyico,
heroico de las coplas de Manrique (aunque en ocasiones lo recuerda),
ni es el tono que rompe descarnado, abrupto, de Sabines. Es un tono
mesurado, extenso, intenso, como la personalidad de su padre, es un
tono profundo y sabio, es un tono dulcísimo de hombre que encaja
perfectamente con su poesía, por decirle así, conversacional hermética.
Buxó no es un poeta falso, artificial, es un auténtico poeta, que
calla cuando no tiene nada que decir, pero que cuando lo llama
imperiosamente la musa está mejor preparado que muchos de sus
contemporáneos, con la forma bien armada, y la conciencia poética
afilada. Sólo el amor:
Blanca y dormida, amor
Sólo una rosa
Abre una llama tenue entre tus labios
y la muerte del padre, sólo el amor, lo han logrado arrebatar para la
poesía, sobre todo el viaje dentro del viaje que es la historia de su
padre y de su vida, el regreso a la Ítaca sin tiempo, lo han raptado de
su profunda concentración semiótica, poética.
El acierto de esta estrofa (magnífico haikú que termina con un
endecasílabo) que cierra unos de sus poemas reside en el alto contraste
entre la muerte (lo blanco, la diosa blanca, la poesía) y el rojo (la vida,
el cobijo del fuego, el eros). Lo frío (el vacío) y lo tibio (el sentido).
Además el arquetipo de la rosa gira desplegando el texto en múltiples
significantes poéticos.
La poesía es el triunfo contra la muerte, el poeta construye el cosmos
dentro del caos, establece un puente sagrado (poético, espiritual) entre
lo humano y lo otro.
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
La nada puede despertar de ese sueño, de ese viaje a la quietud,
al abismo del subconsciente convertida en ser, gracias al poder de
renacimiento de la poesía, gracias al círculo mágico, encantatorio,
el sueño, metáfora de la muerte, la muerte, reflejo del sueño, son
contenidos por la vida y su sentido y sentimiento trascendente.
… sentimos un momento la frescura,
El deleite de un verde generoso,
Una profunda tinta de nuestro mar perdido.
Contémplalo ahora sin prisa que limite
Tus ojos deseados y tu lengua abolida,
El crecido esplendor ya solo tuyo,
El único destello donde yace tu desnuda semilla.
Ya en sus primeros poemas se nota la reflexión acerca de la
“catástrofe del pensamiento y los valores, el testimonio profundo de
la crisis humana”. Ya la muerte de Dios y del yo labran una poética
contemporánea.
Su poesía tiene una influencia naturalmente española, heredero
de la maestría imaginativa (de imagen) de la generación del 27, pero
también mexicana como es el caso de sus diálogos con Rubén Bonifaz
Nuño y Octavio Paz.
Para Buxó, la poesía se puede reconocer “cuando ha habido una
particular atención del ánimo que se refleja en una gran tensión del
lenguaje”.[2] “Todo signo lingüístico es un espejo”, por lo tanto el
aliento (vital o transcendente) se refleja en este espejo. Su poesía
coincide con la de Bonifaz en que es una poesía de la cotidianidad
trascendida. Supera el eje contradictorio entre los alquimistas simbolistas
(Mallarmé, Valéry, Juan Ramón Jiménez) y la poesía excesivamente
coloquial “mis compañeros de generación –y yo– rechazamos una poesía
exageradamente comprometida con las adherencias de lo real cotidiano,
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de lo trivial y no significativo” (la
imitación de Neruda).
La poética de Buxó busca estar “en
el centro de esta otra tensión, por
supuesto que está [llena] de experiencias
concretas y cotidianas, pero esas
presencias están presentadas de
manera tal que quede de la experiencia
el significado sostenible y no la referencia a lo cotidiano pasajero.”
Desde luego, “El texto poético se instaura como un texto difícil, como un
texto hermético […] un texto distinto, que no forma parte de la cotidianidad
comunicativa del lenguaje, forma parte de un modo especial de usarlo”.
Bien, tanto Ulises, como el shamán, como el propio Buxó son instruidos
para hablar con los muertos:
Escucha un poco, padre
Hazte un poco el dormido y escucha cómo llego
Apenas derrumbando el silencio que amas.
(*) Víctor Toledo: Córdoba, Veracruz. 1957. Poeta, ensayista, traductor del ruso. Premio Nacional de Poesía Joven 1983, ha recibido las becas para escribir poesía y traducir del Centro Mexicano de Escritores, INBA, FONCA y Conaculta. Veracruzano Distinguido, Medalla de Honor Presidencial Pablo Neruda en 2004. Doctor en Filología Rusa (Moscú 1992). Investigador de la Maestría y el Doctorado en Literatura Mexicana, BUAP. Miembro del Sistema Nacional Investigadores.
Fuente: Creación y letras,12 julio de 2011.
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Las primeras sinagogaspor Ángeles González Gamio
La ciudad de México se ha ido integrando a lo largo de su historia por
inmigraciones, comenzando por las tribus nahuas que llegaron a la
cuenca, alrededor del siglo XI. Ellos desplazaron a pequeños grupos que
poblaban la zona y formaron importantes asentamientos, uno de ellos
México-Tenochtitlan, imperio que llegó a dominar un vasto territorio.
En el siglo XVI llegaron los españoles que trajeron negros para trabajar
como esclavos y mediante el comercio con Oriente, que realizaba la flota
conocida como la Nao de China, llegaron pobladores de esas regiones.
Entre los inmigrantes que venían de España había judíos que eran
obligados a convertirse al catolicismo, ante el riesgo de ser víctimas de la
Inquisición. Esto llevó a muchos de ellos a practicar el judaísmo en secreto.
Durante el Porfiriato hubo otra ola de inmigrantes judíos, la mayoría de
Francia, atendiendo a la invitación que hizo Porfirio Díaz a los europeos de
inmigrar a México.
Pero los que formaron la base de la comunidad judía moderna de
México llegaron hasta el siglo XX, según Mónica Unikel-Fasja, autora
del libro Sinagogas de México. A principios y mediados de esa centuria
arribaron de Turquía, Grecia, Siria y Europa del este.
La mayoría se establecieron en la zona de la Merced con sus casas
de rezos, tiendas, carnicerías kosher y demás; curiosamente, la mayoría
se instalaron en la calle de Jesús Maria y una de las primeras casas que
funcionaron como sinagoga, estaba en la calle de la Santísima.
Historia
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En los años 20 la comunidad judía había crecido y
vieron la necesidad de construír una sinagoga formal.
En 1918 se compró una casa en la calle de Donceles,
que años después, en ese tramo se llamó Justo Sierra y
se le adjudicó el número 83. Cinco años mas tarde se
demolió y en 1923 construyeron una sinagoga en toda
forma, que fue la primera de México.
Aquí asistian al culto tanto judíos ashkenazi, que
son los de origen europeo como los sefaradi, que son
en su mayoría originarios del extinto Imperio otomano.
Al paso del tiempo las diferencias culturales, así como
la pronunciación y el modo de rezar hicieron que los
servicios se realizaran por grupos de origen, en el mismo
local, pero en distintos espacios. Ello llevó en 1941 a la
creación de una sinagoga exclusivamente ashkenazi,
en la misma calle de Justo Sierra, a unos pasos de la
primera. De ésta dice Mónica Uniquel: “Es un pedazo
de Lituania en México”.
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
A lo largo de los años los judíos
progresaron y fueron abandonado el
rumbo, aunque muchos conservaron
ahí los negocios. Poco a poco las
sinagogas fueron cayendo en desuso.
En una de ellas algunos de los judíos
que trabajan en el Centro Histórico
rezan durante los días de semana, pero
está vacía en Shabat.
Recientemente ambos recintos han tenido una renovación. La ashkenazi se
ha convertido en un centro cultural y social en la planta baja. En la planta
alta se restauró lo que es propiamente la sinagoga, donde se custodia el
Arca Sagrada.
Ahora luce flamante la “tebá”, especie de podio desde donde se lee la
Torá y se dirigen los servicios. Está rodeado de sillería de madera oscura y
cuelgan del techo vistosas lámparas de aceite estilo oriental, cosa rara en
las sinagogas “ashkenazi”. Es un bello recinto.
Frecuentemente se organizan conciertos, como el que se va a llevar a
cabo el 4 de septiembre, de música judía y klesmer, con el violinista Adrián
Justus.
De ellos puede informar Mónica, quien también organiza interesantes
recorridos. Su correo es: [email protected]. Esas actividades son un
buen motivo para conocer esos sitios emblemáticos de una comunidad,
que ha coadyuvado a conformar la rica sociedad plural que es el alma de
la ciudad de México.
Muy cerca, en la avenida Izazaga 118, se encuentra un restaurante
Kosher que ofrece un amplio y variado menú, que incluye comida mexicana
y ricos antojitos. Todo estrictamente supervisado por un rabino.
Fuente: http://forojudio.com / La Jornada
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Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Directorio
INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA
DIRECTOR GENERALALFONSO DE MARIA Y CAMPOS CASTELLÓ
SECRETARIO TÉCNICOMIGUEL ÁNGEL ECHEGARAY
SECRETARIO ADMINISTRATIVOEUGENIO REZA SOSA
COORDINADORA NACIONAL DE MUSEOS Y EXPOSICIONESLOURDES HERRASTI
DIRECTOR DEL MUSEO NACIONAL DE LAS CULTURASY DEL CORREO DE LAS CULTURAS DEL MUNDO
LEONEL DURÁN SOLÍS
EDITORMARIANO FLORES CASTRO
ÉSTA ES UNA PUBLICACIÓN DELCENTRO DE ESTUDIOS SOBRE LA DIVERSIDAD CULTURAL (CEDICULT)
DEL MUSEO NACIONAL DE LAS CULTURAS
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS POR LOS RESPECTIVOS AUTORES DE LOS ARTÍCULOS, NOTAS Y FOTOGRAFÍAS.
MÉXICO, D.F., 15 DE AGOSTO DE 2011.