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Estimulación temprana Delfinoterapia Cómo promover el desarrollo del lenguaje en su bebé ¡Cocine con sus hijos! Formación de buenos hábitos alimentarios en niños M ónica Morales Masis Victoria V enegas Villegas Mariana Rodríguez Arce

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Mónica Morales Masis Victoria Venegas Villegas Mariana Rodríguez Arce

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Estimulación tempranaDelfinoterapia

Cómo promover el desarrollo del lenguaje en su bebé¡Cocine con sus hijos!

Formación de buenos hábitos alimentarios en niños

Mónica Morales Masis • Victoria Venegas Villegas • Mariana Rodríguez Arce

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ESTIMULACIÓN TEMPRANALa estimulación temprana ayuda a fortalecer el cuerpo y a desarrollar las emociones y la inteligencia de tu hijo o

hija. Integra estas actividades a su juego diario. Abrázale, felicítale, sonríele, háblale y dile lo mucho que lo quieres, así, contribuirás a su desarrollo pleno y al cuidado de su

salud.

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LA ESTIMULACIÓN TEMPRANAASPECTOS IMPORTANTES¿Qué es la estimulación temprana?

Es el conjunto de acciones que proporcionan al niño las experiencias que éste necesita desde su nacimiento, para alcanzar su desarrollo psicológico, físico y mental, con la finalidad de proporcionarle cuidados, salud y nutrición en las etapas más tempranas de la vida, especialmente en el periodo que no se ha completado la maduración de su cerebro con el objeto de ofrecer estímulos adecuados a la edad, condición y situación particular del niño.

Es un programa preventivo enmarcado en la atención infantil, impulsando el sano crecimiento físico y mental.

Consiste en un programa con bases científicas, basadas en el conocimiento que se tiene sobre el desarrollo normal del niño en sus diferentes edades.

¿Para qué sirve la estimulación temprana?

Para mejorar el desarrollo del niño y elevar al máximo sus posibilidades físicas y mentales mediante una estimulación continua y regulada.

Sirve para prevenir la aparición de alteraciones del sistema nervioso. Posee un alto valor preventivo.

¿Quiénes ingresan a estimulación temprana?

Está dirigida a los niños que se encuentran en la primera infancia, ya sea que presenten alguna problemática o que se estén desarrollando normalmente.

Cuánto tiempo debe durar la estimulación

Debe realizarse en periodos breves de tiempo, durante los tres primeros años de vida. Estos períodos o unidades de estimulación pueden repetirse en distintos momentos del día, considerando las particularidades de cada niño y su disponibilidad para ser estimulado.

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Áreas del desarrollo que deben ser estimuladas

Motor Grueso: son los grandes movimientos del cuerpo, piernas y brazos.

Motor fino: son los movimientos finos y precisos de las manos y dedos.

Lenguaje: es la capacidad de comunicarse y hablar.

Socio-afectivo: es la capacidad de relacionarse con los demás y expresar sentimientos y emociones.

Sugerencias para la estimulación temprana

Desarrolla las actividades en un ambiente tranquilo y seguro.

Siempre premia o festeja los resultados obtenidos.

No fuerces su respuesta si no quiere hacer las actividades.

Participen ambos padres o aquellas personas encargadas del cuidado diario en la estimulación de los hijos o hijas.

Acompaña las actividades con música, canciones, rimas y juegos.

El momento ideal para estimularles es cuando están despiertos y tranquilos.

Deja pasar 30 minutos después de alimentarle.

Aprovecha las actividades diarias como la alimentación, el baño, el juego, el vestirle.

Diseña tus propios instrumentos para los ejercicios, no necesitas gastar para estimularle.

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DELFINOTERAPIALos efectos de la acústica y los electromagnetismos que los delfines producen al cuerpo humano a través del ADN pueden explicar mejor

como es que la delfinoterapia es un tratamiento tan efectivo.

¿Qué es?Es un conjunto de métodos acuáticos, rehabilitación física y emocional,

impartidos por el terapeuta, encargado de motivar y desarrollar la terapia, donde el delfín juega un papel fundamental en el proceso.

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¿En qué consiste?

El sonar (sistema de comunicación propio de los delfines), transmite ondas ultrasónicas de alta frecuencia y amplitud diversa, que estimulan la producción de neurotransmisores, propiciando así, la activación de aquellas neuronas dormidas y la propagación del impulso que transmite la información de otra (sinapsis), facilitando así la estimulación de ambos hemisferios cerebrales. El sonar, también estimula otros componentes del cuerpo como las células y hormonas, logrando así tanto cambios externos como internos.

Es importante mencionar que la Terapia Asistida por Delfines (TAD) es una forma de terapia puramente funcional, que no tiene como fin prevenir ni curar enfermedades, sino sólo rehabilitar y/o estimular a personas con desórdenes en el Sistema Nervioso Central o con trastornos psíquicos.

Se dirige principalmente a niños con necesidades especiales como: Autismo, Síndrome de Down, Parálisis Cerebral, Trastorno por Déficit de Atención, Trastornos del Lenguaje, Trastornos del Aprendizaje, Trastornos de Ansiedad, Trastornos del Estado de Ánimo.

Sesiones

En las sesiones trabajan en conjunto: el delfín, el terapeuta y el paciente. Comúnmente se realiza a través de los baños de contacto, mediante ejercicios, juegos y caricias entre el delfín y el paciente. A través de estos contactos se incrementa el optimismo, el paciente se tranquiliza, aumenta su seguridad y confianza, además aumenta la atención y su capacidad de comunicación.

Los efectos obtenidos se perciben desde el primer día y se mantienen hasta por seis meses después de la terapia, la cual consta, generalmente de seis sesiones de 15 minutos, un día por semana.

En las sesiones trabajan en conjunto: el delfín, el terapeuta y el paciente. Las terapias suelen grabarse en video para poder seguir el progreso del tratamiento y, además se le pide a los padres hacer un reporte después de cada sesión donde especifiquen los cambios que vaya teniendo su hijo.

Al cabo del tratamiento, cuyo número de sesiones indicará el terapeuta, se hace el balance de resultados obtenidos que indicarán si es necesario o no seguir con la terapia. 6

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Beneficios

Las ondas ultrasónicas que emiten los delfines generan endorfinas y otras sustancias que ayudan a mejorar la conexión entre las neuronas, y además incentivan el funcionamiento de ambos hemisferios cerebrales.

Los cambios neurológicos y neuroquímicos que se generan se traducen en diversos beneficios físicos, emocionales e intelectuales tales como mejoras en el sistema inmunológico, mejoras en la coordinación motora, en el estado de ánimo, el contacto social, y en el lenguaje.

Mejora problemas nerviosos, sobre todo en niños.

Es efectivo como tratamiento complementario de niños con Déficit Atencional con Hiperactividad.

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Ofrece resultados muy positivos en niños con síndrome de Down: A través de la terapia los niños aprenden de 2 a 10 veces más rápido que aquellos que no llevan la terapia y que en un 50% de los casos, podían retener tales lecciones incluso un año después de la terapia.

En los niños con autismo ayuda a mejorar su capacidad para prestar atención y por lo tanto optimiza los procesos de enseñanza.

Colabora en el tratamiento de personas con epilepsia.

Mejora las condiciones de personas con problemas motores, auditivos y del lenguaje.

Se ha observado por medio de la medición de las ondas cerebrales de los pacientes, que éstas

cambian en presencia de los delfines hacia una armonización entre los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro, lo que produce un estado de relajación. Es por ello que la delfinoterapia también se utiliza para tratar la depresión, ansiedad y estrés.

El contacto con los delfines reduce el dolor y provoca que el sistema inmunológico se fortalezca, por ello se utiliza para las personas con enfermedades crónicas y terminales como el cáncer.

También se aplica en adultos en proceso de desintoxicación de drogas, anorexia y bulimia.

Reduce molestias generadas por el embarazo, reduce molestias durante el parto, y estimula al sistema nervioso del bebé.

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Principios de la delfinoterapia

Años atrás, especialistas ingleses observaron que los niños con autismo o parálisis cerebral que nadaban y convivían con delfines presentaban muy buena mejoría en su estado de ánimo, se relajaban con mayor facilidad y tenían más tolerancia al contacto físico.

Posteriormente el estadounidense John Lilly, experto en anatomía y sistema neurológico de los delfines, comenzó a trabajar con niños que presentaban trastornos neurológicos, los hizo jugar con los delfines y registró los cambios que ocurrían en ellos por medio de un electroencefalograma. Además escribió importantes notas sobre las mejorías observadas en el lenguaje, estado de ánimo y movimiento.

A partir de esas pequeñas investigaciones, se han hecho otras en Estados Unidos como las del científico David Cole, quien ha formulado la hipótesis cavitacional, la cual atribuye al sonido del delfín frecuencias ultrasónicas que estimulan al sistema nervioso central del paciente, lo que estimula la liberación de hormonas ligadas a la relajación y mitigación del dolor (como por ejemplo las endorfinas).

El investigador Steve Bearch, planteó la hipótesis de resonancia, que incluye un modelo matemático para evaluar la energía de choque de las ondas que genera el delfín sobre el sistema nervioso de los humanos.

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Para los pueblos aborígenes de Australia el delfín es un animal sagrado, totémico. Los egipcios y griegos reconocían en los delfines la encarnación de una divinidad; el propio oráculo de Delfos, el más famoso de la historia, estaba bajo la advocación de un delfín.

Los delfines son mamíferos acuáticos que habitan en casi todos los mares del planeta. Aunque viven en mar abierto también se acercan a la playa, pero sin llegar a la orilla. Son animales muy juguetones, amistosos y muy inteligentes.

Se clasifican en especies, de acuerdo a su tamaño, color de piel o forma de la cabeza. Existen 32 especies; en las costas mexicanas habitan 17 de ellas.

Al nacer se alimenta de su madre. La cría tomará leche durante un año o más. A partir de los seis meses empieza a comer peces. Su cuerpo es alargado; tienen una aleta dorsal y dos laterales o

pectorales que varían de forma y tamaño según la especie de que se trate. Cuentan con cola o aleta caudal aplanada horizontalmente que le sirve para desplazarse y a veces la usan para mantenerse erguidos por un momento en la superficie. Se alimentan principalmente de peces, calamares y pulpos. Nunca duermen, los delfines descansan disminuyendo su actividad, flotan y dejan sobresalir su respiradero; a esto se le llama letargo.

Su nado puede alcanzar una velocidad de 45 Km./hora y pueden sumergirse hasta 300 metros y aguantar la respiración durante casi veinticinco minutos antes de salir a tomar aire.

No tienen nariz; en vez de ella, en la parte superior de la cabeza cuentan con un orificio en forma de media luna, denominado respiradero. El respiradero se cierra cada vez que se sumergen, lo que evita la entrada de agua a sus

pulmones. Viven entre 40 y 60 años, se reunen en manadas y cambian de grupo para migrar, aparearse o buscar comida.

Los delfines generan tres tipos de sonidos: uno que emplean para detectar alimentos u objetos a su alrededor, como un sonar, al que se llama ecolocalización y que se produce en la parte frontal de la cabeza; este es inaudible para el ser humano. Uno más es el que podemos escuchar y que conocemos a través de los espectáculos que se ofrecen en los acuarios. El tercero es la combinación de los dos anteriores.

Pueden percibir el tamaño, la forma, la textura y la densidad de los objetos a partir de los ecos que percibe. En base a ello algunos terapeutas aseguran que los delfines pueden ser capaces de detectar tumores en el ser humano gracias a su potente sistema auditivo.

Curiosidades de los delfines

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Cómo promover el desarrollo del lenguaje en su bebé

Susanne von Saalfeld, MA Directora del Beautiful Sun Montessori School, Aruba

[email protected]

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Desde su nacimiento, los niños traen consigo una predisposición natural hacia el aprendizaje de el lenguaje que escuchan en su ambiente (su lenguaje natal). Esta cualidad es universal, está presente en los niños de todas las culturas a través de la historia. Los pasos que ellos siguen para llegar al habla suceden aproximadamente al mismo tiempo en todos los niños. Es por esta predisposición natural que los niños son capaces de aprender cualquier idioma, no importa que tan complejo sea. Durante los primeros 12 meses de vida, los bebes están en un periodo pre lingüístico de absorción del lenguaje. Los bebés miran fascinados por horas la boca su mama mientras habla y escuchan con particular atención a los sonidos del la gente que habla a su alrededor. No les toma mucho tiempo empezar a imitar muchos de los sonidos que escuchan.

La progresión de los sonidos que emiten los bebes también tiene un orden particular. Empiezan con las vocales y siguen con una sucesión de consonantes. El balbuceo y la repetición de vocales y consonantes juntas continua después. Durante estos meses está sucediendo un enorme trabajo adentro del bebé. La construcción de la gramática verbal, los significados de las palabras, incluso el

acento y la entonación que usamos al hablar está siendo programada adentro del bebé. Es muy importante recordar que aunque no nos puedan hablar, ellos entienden mucho de lo que decimos!

Durante este periodo pre lingüístico podemos afirmar que en general, entre más y mejor sea el lenguaje al que está expuesto el niño, mejor será su lenguaje cuando empiece a hablar.

Recomendaciones para promover el desarrollo del lenguaje en bebes de 0-12 meses

Hablar con ellos. Dirigirle la palabra al bebé le presenta la gran oportunidad para que el niño le ponga atención a los movimientos de su boca mientras habla. También asegura que ellos la puedan escuchar y reciben sus palabras directamente.

Hablar claramente y usar vocabulario correcto. No basta solo hablar con su bebé, es importante hablar normalmente y usar buen vocabulario. Recuerde, entre más sea el vocabulario al que esté expuesto su niño durante este periodo, mejor será su vocabulario cuando empiece él a hablar. Use vocabulario preciso y el nombre correcto de las cosas.

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¡Cocine con sus hijos!Dra. Ana Elena Vargas Casafont, Nutricionista

Clínica de Nutrición von [email protected]

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Hoy en día, los problemas de salud como las enfermedades crónicas, no son un tema de adultos únicamente. Cada vez son más los niños pequeños que, padecen de estas condiciones a edades muy tempranas.

Como ya se conoce, la base de toda alimentación saludable inicia desde el hogar. Aquí es donde los padres de familia son los principales ejemplos de sus hijos, al ser los encargados de enseñar y mantener hábitos saludables diariamente.

Lo que muchos padres desconocen es que una de las herramientas claves para ayudar a crecer a un niño sano, es enseñarle a cocinar!

Es muy común escuchar a un joven decir ¿cómo puedo cocinarme un huevo?, ¿cómo preparo una pasta?. Y es que para muchos padres es más importante enseñar a sus hijos a ser los mejores en el equipo de futbol, pero no se preocupan porque conozcan la importancia de una adecuada alimentación.

Esto no quiere decir que el deporte no sea importante!! Pero al no prestarle atención a los métodos de cocción y las propiedades nutritivas de los alimentos, es más probable que se recurra a comidas preparadas, congeladas, o aún peor a comidas rápidas altas en harinas refinadas y grasas trans.

Muchos padres de familia se preguntarán entonces, ¿cómo se puede iniciar este proceso de enseñanza y así poder prevenir un posible problema de sobrepeso u obesidad en mi hijo?

Para empezar, desde muy pequeños es vital que aprendan a conocer el nombre de los alimentos y sus propiedades nutritivas. Un ejemplo muy sencillo es, mencionar constantemente que los vegetales los ayudan a crecer grandes y fuertes, o que el color de las frutas les brinda energía y

mucha salud.Es importante que desde pequeños se motive a los hijos a ir de compras al supermercado. Así, ellos se familiarizan con la tarea y pueden tener la oportunidad de elegir lo que quieren comer con ayuda de sus padres. Para ello, es necesario que se mantenga una actitud positiva en la escogencia de alimentos saludables y se limite aquellos alimentos que no lo son.

En la casa, se puede incorporar a los chicos en la preparación de las comidas. No necesariamente se debe hacer todos los días, pero sí se puede establecer al menos 1 vez a la semana la tarea de ayudar. Algunas estrategias para lograrlo son las siguientes:Partir la lechuga con los dedosMezclar la ensaladaAyudar a lavar las frutas y vegetalesQuebrar los huevosMedir el azúcar o la harinaEspolvorear el quesoServir el frescoArmar el sándwichUntar el pan (frijoles molidos, mantequilla de maní, queso crema liviano)Poner la mesaSi ya están más grandes pueden picar alimentos bajo la supervisión de sus padresEs necesario resaltar que, aunque la cocine se desordene, los alimentos se rieguen, se manche el mantel, entre otras cosas, se debe tener en cuenta que esto es parte del crecimiento y desarrollo normal de los niños. El padre de familia debe dejar que se ensucien, que sientan la textura de los alimentos o incluso que se animen a probar mientras ayudan en la prepa-ración de los mismos.

Lo importante es que poco a poco integren sus conocimientos y que para el futuro, hayan aprendido a conocer los distintos alimentos y las formas básicas de cocción de la mayoría de ellos.

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Formación de buenos hábitos alimentarios en niños

Lizeth Brenes ObandoNutrición Univer Hispanoamericana

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Se entiende como hábito alimentario el conjunto de acciones que establecen la relación del ser humano con los alimentos; la formación de estos es de fundamental importancia para toda la vida.En Latinoamérica y el Caribe se han realizado múltiples estudios donde se concluye que la conducta alimentaria se aprende principal-mente por imitación de modelos, por lo general estos modelos se encuentran en la familia, se habla que en la infancia la madre es la respons-able de la transmisión de los buenos hábitos del infante.Los modelos están basados en la disponibilidad de alimentos en el hogar, las tradiciones famili-ares, acceso a medios de comunicación y la interacción de los niños durante la comida. También la conducta alimentaria que adopte el individuo tiene que ver con estrategias que usen los padres para controlar lo que come el niño.En la Encuesta Nacional de Nutrición 2008/2009, se evidencia que el sobrepeso y la obesidad en niños de 5 a 12 años, ha tenido un aumento del 6,8% en comparación con la encuesta realizada en 1996, lo cual es un indica-dor de la poca importancia que se le pone a la formación de hábitos alimentarios en este grupo poblacional.

A continuación se presentan una serie de recomendaciones para la formación de buenos hábitos alimentarios:

Tener un horario regular para cada tiempo de comida.

No hacer comentarios negativos frente a los niños, con respecto a alimentos.

No utilizar el celular en el momento que se están alimentando, ya que se observa el celular como el juguete de los adultos, y los niños lo pueden interpretar como un pase libre para jugar durante la comida.

Comer en familia, ya que es el mejor momento para dar el ejemplo a los niños.

No observar televisión en el momento de alimentarse.

Evitar la preparación de frituras.

Consumo de frutas y vegetales.

Evitar el consumo de “golosinas”.

Recuerda que el modelo a seguir de los niños y niñas, son sus padres o en todo caso sus encar-gados directos.

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Me gusta como soy.Colorín colorado!!!!

Autor desconocido.

Había una vez, un chico que tenía el pelo color blanco, pero blanco-blanquísimo, como la nieve, como la crema, como el algodón. Nació un día de sol brillante. Los papás estaban tan contentos que no dejaban de sonreír, y a todos les comentaban emocionados, lo hermoso que era su bebé.

Cuando salieron del sanatorio, los rayos de sol iluminaron la cabeza de Ezequiel, y la mamá le dijo al papá - Mira, parece un angelito - Sí, es el bebé más lindo, del mundo- contestó

radiante, el papá. Así creció Ezequiel, contento, querido y orgulloso de su pelo blanco, blanquísimo.Vivió en el campo hasta que tuvo 5 años, allí se crío jugando con los animales, alimentando a las gallinas y sus pollitos, hasta aprendió a andar en un caballito, que el papá le regaló, especialmente para él, al que le puso de nombre Petiso, y se convirtió en su mejor amigo. Una noche llena de estrellas, Ezequiel escuchó que los papás conversaban en la galería de la entrada de su casa.

Se acercó despacito porque los notó preocupados, al verlo los papas le dijeron que era muy tarde y debía ir a dormir. Ezequiel queda tan intrigado, que se escondió detrás de la puerta para escuchar. ¡¡¡Qué sorpresa se llevo!!! Los papás estaban hablando de mudarse, ¿mudarse? ¡Sí! Ir a vivir a otra casa, nada más ni nada menos que a la ciudad, y todo el asunto era porque Ezequiel tenía que empezar a ir a la escuela, y por allí donde vivían no había ninguna cerca.¡QUE ALEGRÍA! Conocer la ciudad tener nuevos amigos, eso sí que parecía divertido. Así fue que

juntaron sus cosas y se mudaron a una linda casita en la ciudad que quedaba muy cerquita de una hermosa escuela con sus paredes pintadas con dibujos que habían hecho los chicos junto con las maestras. Ezequiel estaba tan entusiasmado, que no podía quedarse quieto.

Fue con su mamá a comprar los útiles escolares, él eligió todos con la marca de su cuadro favorito. Esa noche casi no pudo dormir, de tan entusiasmado que estaba. Entonces llegó el día tan esperado, ¡el primer día de clases!

Ezequiel se levantó muy temprano, contento y nervioso. Se lavó la cara, los dientes y se peinó su blanco-blanquísimo pelo blanco.

Ese pelo que era su marca especial en la vida, ese pelo que su mamá acariciaba todas las noches antes de que se duerma, su hermoso pelo de nieve, como le decía su papá. Llegó a la escuela junto con sus papás, lo besaron en la entrada, y Ezequiel, con paso decidido, se acercó al patio a la fila de primer grado. Allí se empezó a sentir raro, todos los chicos lo miraban, no sólo los de su grado, de todas las filas los grandes, los chicos, y Ezequiel no entendía por qué, quería que lo tragara la tierra.

De pronto un chico se acercó y le dijo- Oye, ¿por qué tienes el pelo así?

Ezequiel no contestó, no sabía qué decir, se preguntaba -¿así cómo, lindo como la nieve?.- Ante su silencio todos lo miraron, algunos empezaron a reírse y otros a cargarlo, le gritaban:

- ¡Cabeza de crema, cabeza de papel, cabeza de azúcar!

Ezequiel miró a su alrededor y de pronto, con espanto descubrió que no había ningún chico con el pelo blanco-blanquísimo como el suyo y parecía que esto les molestaba a los chicos de la escuela. Lloró en silencio, como para adentro, ya no le gustaba la escuela, se sentía triste y quería volver a casa.

La maestra los saludó uno a uno con un beso y los llevó hasta el aula del kinder. El aula era lindísima, estaba decorada con los nombres de todos los chicos, con dibujos, letras y números. Pero Ezequiel estaba tan triste que no podía ver lo linda que era su aula, solo quería llorar y salir corriendo.

Se sentó solo, nadie quiso sentarse con él, porque todos pensaron que su color de pelo lo hacía un chico raro. María Luz, la maestra, les dijo que iba a tomar lista, que a medida que los nombrara fueran situándose al lado de su silla. María Luz comenzó - que se paren los

altos- los chicos desorientados se miraron – vamos, dijo la maestra, párense los altos- Los chicos se pararon.

La maestra siguió diciendo, ahora los de ojos verdes, los de pelo color rojo, los que usan anteojos, los que no usan anteojos, los morenos, los pequeños, los de pelo blanco, los de pelo café, los que tengan dientes chiquitos, los de dientes grandes, los que se portan bien, los que se portan mal, los simpáticos, los tímidos, los charlatanes, los calladitos y así siguió con una lista interminable.

Los chicos no hacían más que pararse, sentarse y volverse a parar, porque todos, todos, todos, se sentían nombrados varias veces. Algunos eran bajitos, charlatanes, de pelo amarillo y a veces se portaban mal. Otros eran calladitos, altos, de dientes chiquitos y simpáticos. Todos tuvieron que levantarse tantas veces que quedaron agotados.

Pero faltaba lo último. María Luz dijo –

ahora que se paren, los que quieran divertirse, los que quieran aprender, los que quieran hacerse amigos, los que quieran jugar, los que quieran reírse- Se imaginan lo que pasó, ¡SIII! Se levantaron todos juntos, gritando yo, yo, yo, yo, seño. Entonces, María Luz dijo.- No importa las diferencias que tengamos, miremos que tenemos en común para así poder respetarnos y pasarlo bien todos juntos. Ezequiel había dejado de llorar. Otra vez se sentía contento y con ganas de estar en la escuela.

De pronto se acercó un chico y le preguntó si podía sentarse con él. Ezequiel le contesto que sí. De ahí en más, lo que conozco de esta historia es que Ezequiel se hizo muchos, muchos amigos, y otra cosa que me contaron, es que cuando había que actuar de Papá Noel, siempre lo elegían a él, lo que lo hacía sentirse muy, pero muy orgulloso de haber nacido con ese pelo blanco- blanquísimo.

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Había una vez, un chico que tenía el pelo color blanco, pero blanco-blanquísimo, como la nieve, como la crema, como el algodón. Nació un día de sol brillante. Los papás estaban tan contentos que no dejaban de sonreír, y a todos les comentaban emocionados, lo hermoso que era su bebé.

Cuando salieron del sanatorio, los rayos de sol iluminaron la cabeza de Ezequiel, y la mamá le dijo al papá - Mira, parece un angelito - Sí, es el bebé más lindo, del mundo- contestó

radiante, el papá. Así creció Ezequiel, contento, querido y orgulloso de su pelo blanco, blanquísimo.Vivió en el campo hasta que tuvo 5 años, allí se crío jugando con los animales, alimentando a las gallinas y sus pollitos, hasta aprendió a andar en un caballito, que el papá le regaló, especialmente para él, al que le puso de nombre Petiso, y se convirtió en su mejor amigo. Una noche llena de estrellas, Ezequiel escuchó que los papás conversaban en la galería de la entrada de su casa.

Se acercó despacito porque los notó preocupados, al verlo los papas le dijeron que era muy tarde y debía ir a dormir. Ezequiel queda tan intrigado, que se escondió detrás de la puerta para escuchar. ¡¡¡Qué sorpresa se llevo!!! Los papás estaban hablando de mudarse, ¿mudarse? ¡Sí! Ir a vivir a otra casa, nada más ni nada menos que a la ciudad, y todo el asunto era porque Ezequiel tenía que empezar a ir a la escuela, y por allí donde vivían no había ninguna cerca.¡QUE ALEGRÍA! Conocer la ciudad tener nuevos amigos, eso sí que parecía divertido. Así fue que

juntaron sus cosas y se mudaron a una linda casita en la ciudad que quedaba muy cerquita de una hermosa escuela con sus paredes pintadas con dibujos que habían hecho los chicos junto con las maestras. Ezequiel estaba tan entusiasmado, que no podía quedarse quieto.

Fue con su mamá a comprar los útiles escolares, él eligió todos con la marca de su cuadro favorito. Esa noche casi no pudo dormir, de tan entusiasmado que estaba. Entonces llegó el día tan esperado, ¡el primer día de clases!

Ezequiel se levantó muy temprano, contento y nervioso. Se lavó la cara, los dientes y se peinó su blanco-blanquísimo pelo blanco.

Ese pelo que era su marca especial en la vida, ese pelo que su mamá acariciaba todas las noches antes de que se duerma, su hermoso pelo de nieve, como le decía su papá. Llegó a la escuela junto con sus papás, lo besaron en la entrada, y Ezequiel, con paso decidido, se acercó al patio a la fila de primer grado. Allí se empezó a sentir raro, todos los chicos lo miraban, no sólo los de su grado, de todas las filas los grandes, los chicos, y Ezequiel no entendía por qué, quería que lo tragara la tierra.

De pronto un chico se acercó y le dijo- Oye, ¿por qué tienes el pelo así?

Ezequiel no contestó, no sabía qué decir, se preguntaba -¿así cómo, lindo como la nieve?.- Ante su silencio todos lo miraron, algunos empezaron a reírse y otros a cargarlo, le gritaban:

- ¡Cabeza de crema, cabeza de papel, cabeza de azúcar!

Ezequiel miró a su alrededor y de pronto, con espanto descubrió que no había ningún chico con el pelo blanco-blanquísimo como el suyo y parecía que esto les molestaba a los chicos de la escuela. Lloró en silencio, como para adentro, ya no le gustaba la escuela, se sentía triste y quería volver a casa.

La maestra los saludó uno a uno con un beso y los llevó hasta el aula del kinder. El aula era lindísima, estaba decorada con los nombres de todos los chicos, con dibujos, letras y números. Pero Ezequiel estaba tan triste que no podía ver lo linda que era su aula, solo quería llorar y salir corriendo.

Se sentó solo, nadie quiso sentarse con él, porque todos pensaron que su color de pelo lo hacía un chico raro. María Luz, la maestra, les dijo que iba a tomar lista, que a medida que los nombrara fueran situándose al lado de su silla. María Luz comenzó - que se paren los

altos- los chicos desorientados se miraron – vamos, dijo la maestra, párense los altos- Los chicos se pararon.

La maestra siguió diciendo, ahora los de ojos verdes, los de pelo color rojo, los que usan anteojos, los que no usan anteojos, los morenos, los pequeños, los de pelo blanco, los de pelo café, los que tengan dientes chiquitos, los de dientes grandes, los que se portan bien, los que se portan mal, los simpáticos, los tímidos, los charlatanes, los calladitos y así siguió con una lista interminable.

Los chicos no hacían más que pararse, sentarse y volverse a parar, porque todos, todos, todos, se sentían nombrados varias veces. Algunos eran bajitos, charlatanes, de pelo amarillo y a veces se portaban mal. Otros eran calladitos, altos, de dientes chiquitos y simpáticos. Todos tuvieron que levantarse tantas veces que quedaron agotados.

Pero faltaba lo último. María Luz dijo –

ahora que se paren, los que quieran divertirse, los que quieran aprender, los que quieran hacerse amigos, los que quieran jugar, los que quieran reírse- Se imaginan lo que pasó, ¡SIII! Se levantaron todos juntos, gritando yo, yo, yo, yo, seño. Entonces, María Luz dijo.- No importa las diferencias que tengamos, miremos que tenemos en común para así poder respetarnos y pasarlo bien todos juntos. Ezequiel había dejado de llorar. Otra vez se sentía contento y con ganas de estar en la escuela.

De pronto se acercó un chico y le preguntó si podía sentarse con él. Ezequiel le contesto que sí. De ahí en más, lo que conozco de esta historia es que Ezequiel se hizo muchos, muchos amigos, y otra cosa que me contaron, es que cuando había que actuar de Papá Noel, siempre lo elegían a él, lo que lo hacía sentirse muy, pero muy orgulloso de haber nacido con ese pelo blanco- blanquísimo.

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Había una vez, un chico que tenía el pelo color blanco, pero blanco-blanquísimo, como la nieve, como la crema, como el algodón. Nació un día de sol brillante. Los papás estaban tan contentos que no dejaban de sonreír, y a todos les comentaban emocionados, lo hermoso que era su bebé.

Cuando salieron del sanatorio, los rayos de sol iluminaron la cabeza de Ezequiel, y la mamá le dijo al papá - Mira, parece un angelito - Sí, es el bebé más lindo, del mundo- contestó

radiante, el papá. Así creció Ezequiel, contento, querido y orgulloso de su pelo blanco, blanquísimo.Vivió en el campo hasta que tuvo 5 años, allí se crío jugando con los animales, alimentando a las gallinas y sus pollitos, hasta aprendió a andar en un caballito, que el papá le regaló, especialmente para él, al que le puso de nombre Petiso, y se convirtió en su mejor amigo. Una noche llena de estrellas, Ezequiel escuchó que los papás conversaban en la galería de la entrada de su casa.

Se acercó despacito porque los notó preocupados, al verlo los papas le dijeron que era muy tarde y debía ir a dormir. Ezequiel queda tan intrigado, que se escondió detrás de la puerta para escuchar. ¡¡¡Qué sorpresa se llevo!!! Los papás estaban hablando de mudarse, ¿mudarse? ¡Sí! Ir a vivir a otra casa, nada más ni nada menos que a la ciudad, y todo el asunto era porque Ezequiel tenía que empezar a ir a la escuela, y por allí donde vivían no había ninguna cerca.¡QUE ALEGRÍA! Conocer la ciudad tener nuevos amigos, eso sí que parecía divertido. Así fue que

juntaron sus cosas y se mudaron a una linda casita en la ciudad que quedaba muy cerquita de una hermosa escuela con sus paredes pintadas con dibujos que habían hecho los chicos junto con las maestras. Ezequiel estaba tan entusiasmado, que no podía quedarse quieto.

Fue con su mamá a comprar los útiles escolares, él eligió todos con la marca de su cuadro favorito. Esa noche casi no pudo dormir, de tan entusiasmado que estaba. Entonces llegó el día tan esperado, ¡el primer día de clases!

Ezequiel se levantó muy temprano, contento y nervioso. Se lavó la cara, los dientes y se peinó su blanco-blanquísimo pelo blanco.

Ese pelo que era su marca especial en la vida, ese pelo que su mamá acariciaba todas las noches antes de que se duerma, su hermoso pelo de nieve, como le decía su papá. Llegó a la escuela junto con sus papás, lo besaron en la entrada, y Ezequiel, con paso decidido, se acercó al patio a la fila de primer grado. Allí se empezó a sentir raro, todos los chicos lo miraban, no sólo los de su grado, de todas las filas los grandes, los chicos, y Ezequiel no entendía por qué, quería que lo tragara la tierra.

De pronto un chico se acercó y le dijo- Oye, ¿por qué tienes el pelo así?

Ezequiel no contestó, no sabía qué decir, se preguntaba -¿así cómo, lindo como la nieve?.- Ante su silencio todos lo miraron, algunos empezaron a reírse y otros a cargarlo, le gritaban:

- ¡Cabeza de crema, cabeza de papel, cabeza de azúcar!

Ezequiel miró a su alrededor y de pronto, con espanto descubrió que no había ningún chico con el pelo blanco-blanquísimo como el suyo y parecía que esto les molestaba a los chicos de la escuela. Lloró en silencio, como para adentro, ya no le gustaba la escuela, se sentía triste y quería volver a casa.

La maestra los saludó uno a uno con un beso y los llevó hasta el aula del kinder. El aula era lindísima, estaba decorada con los nombres de todos los chicos, con dibujos, letras y números. Pero Ezequiel estaba tan triste que no podía ver lo linda que era su aula, solo quería llorar y salir corriendo.

Se sentó solo, nadie quiso sentarse con él, porque todos pensaron que su color de pelo lo hacía un chico raro. María Luz, la maestra, les dijo que iba a tomar lista, que a medida que los nombrara fueran situándose al lado de su silla. María Luz comenzó - que se paren los

altos- los chicos desorientados se miraron – vamos, dijo la maestra, párense los altos- Los chicos se pararon.

La maestra siguió diciendo, ahora los de ojos verdes, los de pelo color rojo, los que usan anteojos, los que no usan anteojos, los morenos, los pequeños, los de pelo blanco, los de pelo café, los que tengan dientes chiquitos, los de dientes grandes, los que se portan bien, los que se portan mal, los simpáticos, los tímidos, los charlatanes, los calladitos y así siguió con una lista interminable.

Los chicos no hacían más que pararse, sentarse y volverse a parar, porque todos, todos, todos, se sentían nombrados varias veces. Algunos eran bajitos, charlatanes, de pelo amarillo y a veces se portaban mal. Otros eran calladitos, altos, de dientes chiquitos y simpáticos. Todos tuvieron que levantarse tantas veces que quedaron agotados.

Pero faltaba lo último. María Luz dijo –

ahora que se paren, los que quieran divertirse, los que quieran aprender, los que quieran hacerse amigos, los que quieran jugar, los que quieran reírse- Se imaginan lo que pasó, ¡SIII! Se levantaron todos juntos, gritando yo, yo, yo, yo, seño. Entonces, María Luz dijo.- No importa las diferencias que tengamos, miremos que tenemos en común para así poder respetarnos y pasarlo bien todos juntos. Ezequiel había dejado de llorar. Otra vez se sentía contento y con ganas de estar en la escuela.

De pronto se acercó un chico y le preguntó si podía sentarse con él. Ezequiel le contesto que sí. De ahí en más, lo que conozco de esta historia es que Ezequiel se hizo muchos, muchos amigos, y otra cosa que me contaron, es que cuando había que actuar de Papá Noel, siempre lo elegían a él, lo que lo hacía sentirse muy, pero muy orgulloso de haber nacido con ese pelo blanco- blanquísimo.

Page 21: Mundo de niños

Había una vez, un chico que tenía el pelo color blanco, pero blanco-blanquísimo, como la nieve, como la crema, como el algodón. Nació un día de sol brillante. Los papás estaban tan contentos que no dejaban de sonreír, y a todos les comentaban emocionados, lo hermoso que era su bebé.

Cuando salieron del sanatorio, los rayos de sol iluminaron la cabeza de Ezequiel, y la mamá le dijo al papá - Mira, parece un angelito - Sí, es el bebé más lindo, del mundo- contestó

radiante, el papá. Así creció Ezequiel, contento, querido y orgulloso de su pelo blanco, blanquísimo.Vivió en el campo hasta que tuvo 5 años, allí se crío jugando con los animales, alimentando a las gallinas y sus pollitos, hasta aprendió a andar en un caballito, que el papá le regaló, especialmente para él, al que le puso de nombre Petiso, y se convirtió en su mejor amigo. Una noche llena de estrellas, Ezequiel escuchó que los papás conversaban en la galería de la entrada de su casa.

Se acercó despacito porque los notó preocupados, al verlo los papas le dijeron que era muy tarde y debía ir a dormir. Ezequiel queda tan intrigado, que se escondió detrás de la puerta para escuchar. ¡¡¡Qué sorpresa se llevo!!! Los papás estaban hablando de mudarse, ¿mudarse? ¡Sí! Ir a vivir a otra casa, nada más ni nada menos que a la ciudad, y todo el asunto era porque Ezequiel tenía que empezar a ir a la escuela, y por allí donde vivían no había ninguna cerca.¡QUE ALEGRÍA! Conocer la ciudad tener nuevos amigos, eso sí que parecía divertido. Así fue que

juntaron sus cosas y se mudaron a una linda casita en la ciudad que quedaba muy cerquita de una hermosa escuela con sus paredes pintadas con dibujos que habían hecho los chicos junto con las maestras. Ezequiel estaba tan entusiasmado, que no podía quedarse quieto.

Fue con su mamá a comprar los útiles escolares, él eligió todos con la marca de su cuadro favorito. Esa noche casi no pudo dormir, de tan entusiasmado que estaba. Entonces llegó el día tan esperado, ¡el primer día de clases!

Ezequiel se levantó muy temprano, contento y nervioso. Se lavó la cara, los dientes y se peinó su blanco-blanquísimo pelo blanco.

Ese pelo que era su marca especial en la vida, ese pelo que su mamá acariciaba todas las noches antes de que se duerma, su hermoso pelo de nieve, como le decía su papá. Llegó a la escuela junto con sus papás, lo besaron en la entrada, y Ezequiel, con paso decidido, se acercó al patio a la fila de primer grado. Allí se empezó a sentir raro, todos los chicos lo miraban, no sólo los de su grado, de todas las filas los grandes, los chicos, y Ezequiel no entendía por qué, quería que lo tragara la tierra.

De pronto un chico se acercó y le dijo- Oye, ¿por qué tienes el pelo así?

Ezequiel no contestó, no sabía qué decir, se preguntaba -¿así cómo, lindo como la nieve?.- Ante su silencio todos lo miraron, algunos empezaron a reírse y otros a cargarlo, le gritaban:

- ¡Cabeza de crema, cabeza de papel, cabeza de azúcar!

Ezequiel miró a su alrededor y de pronto, con espanto descubrió que no había ningún chico con el pelo blanco-blanquísimo como el suyo y parecía que esto les molestaba a los chicos de la escuela. Lloró en silencio, como para adentro, ya no le gustaba la escuela, se sentía triste y quería volver a casa.

La maestra los saludó uno a uno con un beso y los llevó hasta el aula del kinder. El aula era lindísima, estaba decorada con los nombres de todos los chicos, con dibujos, letras y números. Pero Ezequiel estaba tan triste que no podía ver lo linda que era su aula, solo quería llorar y salir corriendo.

Se sentó solo, nadie quiso sentarse con él, porque todos pensaron que su color de pelo lo hacía un chico raro. María Luz, la maestra, les dijo que iba a tomar lista, que a medida que los nombrara fueran situándose al lado de su silla. María Luz comenzó - que se paren los

altos- los chicos desorientados se miraron – vamos, dijo la maestra, párense los altos- Los chicos se pararon.

La maestra siguió diciendo, ahora los de ojos verdes, los de pelo color rojo, los que usan anteojos, los que no usan anteojos, los morenos, los pequeños, los de pelo blanco, los de pelo café, los que tengan dientes chiquitos, los de dientes grandes, los que se portan bien, los que se portan mal, los simpáticos, los tímidos, los charlatanes, los calladitos y así siguió con una lista interminable.

Los chicos no hacían más que pararse, sentarse y volverse a parar, porque todos, todos, todos, se sentían nombrados varias veces. Algunos eran bajitos, charlatanes, de pelo amarillo y a veces se portaban mal. Otros eran calladitos, altos, de dientes chiquitos y simpáticos. Todos tuvieron que levantarse tantas veces que quedaron agotados.

Pero faltaba lo último. María Luz dijo –

ahora que se paren, los que quieran divertirse, los que quieran aprender, los que quieran hacerse amigos, los que quieran jugar, los que quieran reírse- Se imaginan lo que pasó, ¡SIII! Se levantaron todos juntos, gritando yo, yo, yo, yo, seño. Entonces, María Luz dijo.- No importa las diferencias que tengamos, miremos que tenemos en común para así poder respetarnos y pasarlo bien todos juntos. Ezequiel había dejado de llorar. Otra vez se sentía contento y con ganas de estar en la escuela.

De pronto se acercó un chico y le preguntó si podía sentarse con él. Ezequiel le contesto que sí. De ahí en más, lo que conozco de esta historia es que Ezequiel se hizo muchos, muchos amigos, y otra cosa que me contaron, es que cuando había que actuar de Papá Noel, siempre lo elegían a él, lo que lo hacía sentirse muy, pero muy orgulloso de haber nacido con ese pelo blanco- blanquísimo.

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Page 22: Mundo de niños

Para reflexionar…Yo no entiendo a la gente grande…

Porque tapa la luz del sol.Quita las flores a las plantas para dejarlas marchitar en un jarrón.

Y enjaula a los pajaritos.Porque ha pintado todas las cosas de color gris

Y ha llenado el cielo de antenas y chimeneas.

Yo no entiendo a la gente grande…Porque se creen importantes por el solo hecho de ser grandes.Porque no me dejan caminar descalzo ni chapotear en la lluvia.

Porque me compran juguetes y no quieren que los usePara que no se rompan.

Yo no entiendo a la gente grande…Porque le han puesto nombre difícil a todas las cosas sencillas.

Porque se pegan entre ellos o pasan su vida discutiendo.

Yo no entiendo a la gente grande…Porque me obligan a besar a la gente que no conozco.

Porque están siempre muy apurados y nunca tienen tiempo deContestar una pregunta o de contar un cuento.

Yo no entiendo a la gente grande…Porque no les gusta sentarse en el pasto.

Porque no sienten el placer de perder el tiempo mirando alrededorY son incapaces de dar vueltas en un carrusel.

Porque cuando me porto mal me amenazan con ponerme una inyecciónY cuando me enfermo me dicen que una inyección me va a hacer bien.

Yo no entiendo a la gente grande…Porque quieren que coma con horarios.. y no cuando tengo hambre.

Porque cuando pregunto algo me contestan que soy muy chico..Y cuando pido una chupeta me dicen que soy un grandulón.

Yo no entiendo a la gente grande…Porque me dicen miedoso y ellos me hablaron de cocos y fantasmas.Porque me piden que sea bueno y me regalan para jugar revólveres,

Dardos, flechas y escopetas de aire comprimido.Porque han llenado la casa de cristales, porcelanas y cosas que se

Rompen y ahora resulta que no puedo tocar todo lo que veo.

Page 23: Mundo de niños

Yo no entiendo a la gente grande…Porque perdieron las ganas de correr y saltar.

Porque olvidaron esas cosas que tanto le gustaban de chicos.Porque antes le piden permiso al reloj.

Yo no entiendo a la gente grande…Porque cuando hago algo malo me dicen “no te quiero más”.

Y yo tengo miedo que me dejen de querer en serio.Mis manos son pequeñas y por eso se me derrama la leche aunque no

quiera.Mis piernas son cortas, por favor, espérame y camina más despacio,

Así no puedo ir contigo.

No me pegues en las manos cuando toco algo lindo y de color brillante.Por favor, mírame cuando te hablo… si es que me estás escuchando.

No me regañes todo el día, déjame equivocar sin hacerme sentir estúpido.

No esperes que el dibujo que pinte sea perfecto…Ámame por haber tratado de hacerlo bien,

Recuerda que soy un niño, no un adulto pequeño…

Aveces no entiendo lo que me dices. Mamá, papá les quiero tanto,Por favor, ámame por lo que soy, no por las cosas que hago.

No te enfades cuando en la noche, las sombras y la oscuridad me dan miedo,

Y me despierto y te llamo. Tu abrazo es lo único que me devuelve la paz.

Yo no entiendo a la gente grande…… aveces creo que ellos tampoco a mí…Pero yo nunca he sido gente grande…

Quizá ellos nunca fueron niños…

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