mujeres de sobremesa (siglo xix)

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LAS MUJERES DE SOBREMESA Selección y notas: Vivian Rojas Basado en la novela De sobremesa, J.A. Silva

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Page 1: Mujeres De Sobremesa (siglo XIX)

LAS MUJERES DE SOBREMESA

Selección y notas: Vivian Rojas

Basado en la novelaDe sobremesa, J.A. Silva

Page 2: Mujeres De Sobremesa (siglo XIX)

María Bashkirtseff. Alusión histórica a una joven rusa, pintora y escritora de fines del XIX que muere de tuberculosis a los 25 años.

M. Bashkirtseff, La lectura (1876)

Morir, Dios mío, morir así tísica a los veintitrésaños, al comenzar a vivir, sin haber conocido elamor, única cosa que hace digna a la vida devivirla, morir sin haber realizado la obrasoñada, que salvará el nombre del olvido;morir dejando el mundo, sin haber satisfecholos millones de curiosidades, de deseos, deambiciones que siente dentro de sí, cuando elconocimiento de seis lenguas vivas, de doslenguas muertas, de ocho literaturas, de lahistoria del mundo, de todas las filosofías delarte en todas sus formas, de la ciencia, de lasvoluptuosidades de la civilización, de todoslos lujos del espíritu y del cuerpo, cuando losviajes por toda Europa y la asimilación delalma de seis pueblos, sólo han servido paradesear la vida con ardor infinito y concebirplanes cuya realización requeriría diez vidasde hombre! ¡Morir así, sintiéndose el embriónde sí mismo, morir cuando se adora la vida,deshacerse, perderse en la sombra!¡Imposible!...(Silva, 1984:183)

¡NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO DESEO!

Page 3: Mujeres De Sobremesa (siglo XIX)

En que la única figura de mujer quepasaba por mi imaginación comodepurada de sensualidad por lasaltas especulaciones intelectuales,era la de la abuela, con sus largasguedejas de plata cayéndole sobrelas sienes y su perfil semejante al dela Santa Ana del Vinci, cuán lejosestáis del vértigo y del frenesígozador de mi vida de hoy! (257)

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Santa Ana. Da Vinci

Page 4: Mujeres De Sobremesa (siglo XIX)

Dante Gabriel Rossetti. Helen of Troy. 1863.

¡Helena! ¡Helena!... A veces, en la quietud de la medianoche, silenciosa en este rincón del Londres millonario, sentado frente a mi escritorio sobre el cual está abierto un tomo de poesías [de] Shelley o Rossettique ahora me embargan con sus etéreas delicadezasy la música casi italiana de sus estrofas, alzo los ojos del libro y contemplo a la luz de la lámpara el camafeo montado en oro que no pude devolverle.(235)

Helena. La joven amada, inalcanzable y muerta. Es Beatriz, es Ofelia

Page 5: Mujeres De Sobremesa (siglo XIX)

Eugène Delacroix. The Death of Ophelia. 1843.

Page 6: Mujeres De Sobremesa (siglo XIX)

La primera vez que encontré a la de Roberto en casa de Lelia, la monstruosa sospecha seme clavó en la imaginación. Alta, huesosa, delgada, los ojos ardientes, el seno sin relieve,calzada y vestida con estilo masculino y con algo hombruno en toda ella, en el bozo que lesombrea el labio delgado, en los ademanes bruscos, en la voz de modulaciones graves, laitaliana me fue odiosa sólo al verla... ¿Quién es? ¿Por qué la tratas? le pregunté a laOrlof... Porque me gusta, contestó y se encerró en el silencio de siempre. Una tarde,alentrar, las lámparas no estaban encendidas y el salón se adormecía en la oscuridad delcrepúsculo. Oí en uno de los rincones oscuros un cuchicheo, y antes de encender unacerilla pasó rozándome un bulto y salió a la antecámara. Lelia al ver luz se incorporó en eldiván donde estaba recostada... ¿Quién salió de aquí?, pregunté nervioso (202)

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Page 7: Mujeres De Sobremesa (siglo XIX)

Porque los poetas andan por el mundosólo para realizar los antojos de las diosascomo usted, le respondí cubriendo debesos una de las manos suaves y frías,conque hacía esfuerzos para alejarme deella. Nelly: esos diamantes van a hacerque usted se acuerde de mí al verlos mástarde; no me niegue usted la delicia depensar que voy a vivir en su memoria ensus noches de triunfo. […]

Le estaba besando la nuca, llena de vello dorado, y sentía estremecerse bajo mislabios todos sus nervios. La manecita fija que agarraba la mía hundía crispada en mi carne las uñas sonrosadas y puntiagudas. En el silencio sólo oíamos las palpitaciones de nuestras arterias (321.)D

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Nelly, la hermosa norteamericana de los diamantes

Page 8: Mujeres De Sobremesa (siglo XIX)

Lo que me ha fascinado en usted, decía al salir de casa, es su desprecio por la moralcorriente. Los dos nacimospara entendernos. Usted es elsobrehombre, el Ubermenschcon que yo soñaba. […]

So pretexto de amor al arte pagano y de mi entusiasmo por los poetas modernos de Italia, habíamos tenido en los últimos tiempos conversaciones indeciblemente libertinas. (336)

Eugène Delacroix. Mlle Rose. . 1817-1820

Olga. La alemana que le abra del Sobrehombre NIetzcheano

Page 9: Mujeres De Sobremesa (siglo XIX)

Bibliografía

Silva, José Asunción (1984) De Sobremesa en Obra Completa. Bogotá: Círculo de Lectores