la resistencia al libro mujeres, escritura y exclusión en el siglo xix en chile

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8/10/2019 La resistencia al libro Mujeres, escritura y exclusión en el siglo XIX en Chile http://slidepdf.com/reader/full/la-resistencia-al-libro-mujeres-escritura-y-exclusion-en-el-siglo-xix-en 1/24 Vestigio y especulación Textos anunciados, inacabados y perdidos de la literatura chilena Nibaldo Acero Jorge Cáceres Hugo Herrera Pardo Editores

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8102019 La resistencia al libro Mujeres escritura y exclusioacuten en el siglo XIX en Chile

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Vestigio

y especulacioacuten

Textos anunciadosinacabados y perdidosde la literatura chilena

Nibaldo AceroJorge Caacuteceres

Hugo Herrera Pardo

Editores

8102019 La resistencia al libro Mujeres escritura y exclusioacuten en el siglo XIX en Chile

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IacuteNDICE

Introduccioacuten 9

DE TEXTOS PERDIDOS Y 983080CASI983081 ENCONTRADOS

J983151983154983143983141 C983265983139983141983154983141983155De la peacuterdida a la perdicioacuten el devenirde las ldquoinstrucionesrdquo de Antonio Alejandro Berney

(1780-1782) 25

E983150983154983145983153983157983141 C983145983155983156983141983154983150983137983155Fuegos fugaces y mundanos recorrido y fracasode Fuegos Artificiales de Germaacuten Mariacuten 69

DE TEXTOS FRAGMENTARIOS Y 983080CASI983081 REUBICADOS

J983151983161983139983141 C983151983150983156983154983141983154983137983155

La resistencia al libro Mujeres escritura y exclusioacutenen el siglo XIX en Chile 99

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137La figura de Eduardo Molina Venturarefraccioacuten y juego 139

VESTIGIO Y ES PECULACIOacuteN TE XTOS ANUNCIADOSINACABADOS Y PERDIDOS DE LA LITERATURA CHILENA

copy Nibaldo Acero 2014copy Jorge Caacuteceres 2014

copy Hugo Herrera Pardo 2014Registro de propiedad intelectual Nordm 241862

copy Chancacazo Publicaciones LtdaSanta Isabel 0545 Providencia Santiago de Chilecontactochancacazocl

wwwchancacazocl

Disentildeo y diagramacioacuten Gabriel Aguayo y Alej andro PalaciosFoto de portada Joyce Contreras V

Chancacazo Publicaciones es una editorial expresiva cuyo objetivo primordial es lapublicacioacuten y divulgacioacuten de escrituras significantes tanto textuales como graacuteficasEl criterio de lo significante radica en el ser humano en su urgencia creativa y decomunicacioacuten Chancacazo Publicaciones bajo esta ensentildea se incrusta en el mediocultural como una plataforma de participacioacuten y realizacioacuten individual y colectiva

Esta publicacioacuten fue parte de un proyecto que obtuvo un fondo de investigacioacuten el antildeo2013 otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile

PRINTED IN CHILE IMPRESO EN CHILEISBN 978-956-8940-51-5

La reproduccioacuten textual y digital de esta obra depende del previo consentimiento de suautor o de la editorial conforme a la leyes 17036 y 18443 de Propiedad Intelectual

Nibaldo Acero Jorge Caacuteceres Hugo Herrera PardoVestigio y especulacioacuten Textos anunciadosinacabados y perdidos de la literatura chilena [Texto impreso]1a ed ndash Santiago Chancacazo Publicaciones 2014288 p 13 x 215 cm- (Coleccioacuten Pensamiento)

ISBN 978-956-8940-51-51 Retoacuterica 2 Criacutetica literaria

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X983145983149983141983150983137 F983145983143983157983141983154983151983137Poesiacutea del pareacutentesis el caso de los ldquoproyectos creadoresrdquointerrumpidos de la Antologiacutea de la Nueva PoesiacuteaFemenina Chilena (1985) 157

DE VESTIGIOS Y OTROS FANTASMAS

H983157983143983151 H983141983154983154983141983154983137 P983137983154983140983151ldquoProacuteximo a publicarserdquo Sobre los paratextos sin textode la vanguardia de Valparaiacuteso (Vestigio yespeculacioacuten) 195

N983145983138983137983148983140983151 A983139983141983154983151Vestigio del poema insalvable la tala de ldquoSalviardquode Gabriela Mistral 231

EPIacuteLOGO

C983144983154983145983155983156983145983137983150 G983151983140983145983150El fragmento (Traduccioacuten de N983145983150983151983155983147983137 V983141983154983137) 269

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LA RESISTENCIA AL LIBROMUJERES ESCRITURA Y EXCLUSIOacuteN

EN EL SIGLO XIX EN CHILE

J983151983161983139983141 C983151983150983156983154983141983154983137983155 V

I M983137983154983143983145983150983137983148983145983140983137983140983141983155 983139983137983156983141983143983283983154983145983139983137983155 983139983137983156983141983143983151983154983277983137983155

983149983137983154983143983145983150983137983148983145983162983137983150983156983141983155

Si [a la escasa instruccioacuten que recibiacutean las mujeres] se antildeadeque en Chile soacutelo tuvimos imprenta propiamente dicha hasta

el antildeo de 1813 iquestcoacutemo puede parecer extrantildeo que la produc-cioacuten intelectual femenina fuese entre nosotros tan limitada por no decir nula que el investigador apenas si puede hallaralguacuten ensayo manuscrito de la eacutepoca colonial y una sola mues-tra impresa

Joseacute Toribio Medina La literatura femenina en Chile

Con esta observacioacuten referida a la posicioacuten marginal queocuparon las mujeres chilenas en la produccioacuten letrada co-lonial Joseacute Toribio Medina iniciaba en 1923 la pionera labor

de inventariar las producciones escriturales publicadas pormujeres en el paiacutes Sus datos resultan elocuentes tal comosostiene en el epiacutegrafe citado el recuento se cierra con la exi-gua cifra de dos textos como las uacutenicas contribuciones feme-ninas a las letras coloniales8 de las que se guarde registro

8 Luciacutea Invernizzi y Raissa Kordic posteriormente aportaraacuten a este proceso de

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La primera de ellas una autobiografiacutea escrita por Sor UacutersulaSuaacuterez a su confesor en 1708 titulada Relacioacuten de las singu-lares misericordias que el Sentildeor ha usado con una religiosaindigna esposa suya9 y la segunda un romance histoacuterico es-crito por Sor Tadea Garciacutea de la Huerta en 1784 tambieacuten

dirigido a su confesor titulado Relacioacuten de la inundacioacuten quehiso el Rio Mapocho de la ciudad de Santiago de Chile enel Monasterio de Carmelitas el uacutenico de los dos que fue fi-nalmente impreso y publicado por primera vez en Lima en178410

Del recuento realizado por Medina no solo nos lla-ma la atencioacuten la escuaacutelida produccioacuten intelectual feme-nina circunscrita a este periacuteodo ni la similitud de statusque guardan las enunciadoras (pues ambas son religiosas)ni las particulares instancias en las que surge la enuncia-cioacuten (son textos que no nacen de la iniciativa individual delas autoras sino que son ldquoobligadasrdquo a escribirlos para susconfesores praacutectica que por lo demaacutes estaba bastante ex-tendida durante este periodo11 en Latinoameacuterica) Lo que

recuperacioacuten y relectura de la escritura de las religiosas coloniales con sus investi-gaciones acerca del epistolario de Sor Josefa de los Dolores Pentildea y Lillo Para maacutesinformacioacuten ver ldquoImaacutegenes y escritura de mujeres en la literatura colonial chilenardquoEn Sonia Montecinos (comp) Mujeres chilenas Fragmentos de una historia Santia-go Catalonia 20089 Como sentildeala Adriana Valdeacutes este texto ha sido doblemente obliterado tanto

por los caacutenones religiosos (a diferencia de los textos de Santa Teresa por ejemplo)como por los caacutenones literarios Respecto a ello cabe mencionar que las reedicionese investigaciones en torno a este texto fuera de escasas han sido tardiacuteas Entre ellasse debe destacar la reedicioacuten criacutetica de Mario Ferrecio (1984) y los estudios de lamisma Valdeacutes10 Medina sentildeala otras tres reimpresiones de este texto una en 1862 otra en 1877y finalmente la que realiza eacutel mismo en 189911 Sobre la escritura forzada a la que era ldquosometidasrdquo las religiosas coloniales con-suacuteltese el primer capiacutetulo del libro de Jean Franco Las conspiradoras Representacio-nes de la mujer en Meacutexico FCE Meacutexico 1994

nos resulta realmente llamativo es que esta ldquoinexistenciardquointelectual femenina lejos de constituir un legado austeroexclusivo de la Colonia haya trascendido de manera simi-lar hasta el ilustrado siglo XIX comenzando a menguartiacutemidamente solo despueacutes de la segunda mitad de eacuteste y

que inclusive para ser maacutes taxativas podriacuteamos exten-derlo a las primeras deacutecadas del XX Esta ausencia como veremos va a abrir una serie de interrogantes en cuyas po-sibles respuestas se avizoran mecaacutenicas praacutecticas y ejerci-cios de poder que hacen maacutes reconocible el esbozo de estamarginalidad

Aunque existen varios trabajos que han intentado ldquoresca-tarrdquo la escritura de mujeres chilenas del siglo XIX1 sin dudauna de las iniciativas maacutes ambiciosas debido a su extensioacuteny ampliacutesima documentacioacuten bibliograacutefica ha sido la de JoseacuteToribio Medina (de hecho eacutel mismo se encargoacute de destacaren el proacutelogo el caraacutecter pionero de su estudio por lo menosen el aacutembito hispanoamericano) En efecto ya en el progra-ma de su pesquisa se proponiacutea catalogar ldquocuanto libro ofolleto ha salido de mano de mujer en Chile en cualquierorden que seardquo No obstante esta avidez investigativa mdashqueevidentemente responde a un programa positivista epocalmdash

1 Fuera del estudio de Medina vale la pena destacar el trabajo que inspirara al

biblioacutegrafo nos referimos a Mujeres Chilenas de letras Imprenta UniversitariaSantiago 1917 bosquejo realizado por la escritora Luisa Zanelli Posteriormentedeben mencionarse trabajos como los de Ruth Gonzaacutelez-VergaraNuestras escritoraschilenas una trayectoria por descrifrar Ediciones Guerra y Vergara Santiago 1992Lina Vera Lamperein Presencia femenina en la literatura nacional

una trayectoriaapasionante 1750-1991 Semejanza Santiago 2008 mdashel que al igual que los otrosadoptaraacute una perspectiva maacutes bien panoraacutemica respecto a la produccioacuten escritu-ral femeninamdash y el interesante debido principalmente a las lecturas criacuteticas quedesarrolla de Patricia Rubio Escritoras Chilenas Novela y cuento Cuarto PropioSantiago 1999

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es enfaacutetico en delimitar la naturaleza del corpus con el cualtrabajaraacute ldquohe hablado de libros y folletos para deslindar bienel alcance de este inventario bibliograacutefico indicando asiacute queno me alargo hasta enumerar artiacuteculos de revistas o perioacutedi-cos no en verdad porque deje de reconocer que algunos de

ellos son de intereacutes o de valor literario sino porque la tarearesultariacutea abrumadora y en todo caso incompletardquo (VII) alo que agrega la uacutenica excepcioacuten a esta regla a saber el casode los textos coloniales mencionados al principio debido aque por su naturaleza singular el autor estariacutea ldquoobligado a darcuenta de ellosrdquo

Resulta interesante detenerse un momento en el criteriometodoloacutegico que regula el estudio del biblioacutegrafo pues laseleccioacuten y utilizacioacuten de ciertas categoriacuteas de anaacutelisis comolas de folleto2 y libro3 (en particular de esta uacuteltima) nos dancuenta de un recorte altamente significativo y que no puedepasar inadvertido Dicho de otro modo lo que esta opera-cioacuten de seleccioacuten nos revela inevitablemente en su reverso esla exclusioacuten de un amplio tipo de discursividades como esel caso precisamente de las publicaciones perioacutedicas sentildea-ladas por el autor soportes textuales que ademaacutes de abrigarpreferentemente ciertas modalidades discursivas fueron su-mamente utilizados por los letrados del siglo XIX y en espe-cial por las mujeres

2 Seguacuten el diccionario de la RAE el teacutermino ldquofolletordquo mdashque provendriacutea del latiacutenfolium (hoja)mdash hariacutea referencia a la ldquoobra impresa no perioacutedica que no consta debastantes hojas para formar libro [hellip] El nuacutemero de paacuteginas ha de ser entre cinco ycuarenta y ocho excluidas las cubiertasrdquo3 De acuerdo a la misma fuente de la nota anterior ldquolibrordquo hace referencia a laldquoreunioacuten de muchas hojas de papel vitela etc ordinariamente impresas que se hancosido o encuadernado juntas con cubierta de papel cartoacuten pergamino u otra pieletc y que forman un volumen Su nuacutemero de paacuteginas ha de ser 49 o maacutes excluidaslas cubiertasrdquo

Si hacemos el ejercicio de observar y comparar la pro-duccioacuten de las escritoras chilenas del siglo XIX con la de suspares latinoamericanas ldquocanonizadasrdquo (pensemos en algunasfiguras representativas del periacuteodo como Eduarda Mansillay Juana Manuela Gorritti en la Argentina Mercedes Cabe-

llo y Clorinda Matto en el Peruacute Soledad Acosta en Colom-bia Gertrudis Goacutemez en Cuba) nos percataremos de que sibien estas uacuteltimas tambieacuten incursionaron y de manera muyfecunda en el campo de la prensa perioacutedica y los folletoslo cierto es que asimismo todas accedieron a la publicacioacutende libros a diferencia de lo que sucedioacute en Chile donde in-clusive en el caso de nuestras escritoras maacutes emblemaacuteticasdel periacuteodo como Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego estapraacutectica fue maacutes bien inusitada por no decir tardiacutea y escasa(Orrego soacutelo llegoacute a publicar una novela en este formato nosreferimos a Alberto el jugador )

Dada esta situacioacuten es factible hipotetizar que la no pu-blicacioacuten de sus trabajos bajo el formato aglutinador de unobjeto ldquolibrordquo entre otros factores haya incidido en la soste-nida exclusioacuten de nuestras literatas de las historias del libroyo de la literatura tanto latinoamericanas4 como en menormedida las nacionales5 Esto porque cuando praacutecticamenteno se asiste a esa unidad tan cara a los investigadores como

4 Por ejemplo la de Enrique Anderson Imbert Historia de la literatura Hispanoa-mericana Tomo I FCE Meacutexico DF 19695 Me refiero a trabajos como los de Maximiano Fernaacutendez Fraile Historia de laliteratura chilena Editorial Salesiana Santiago 1994 Hugo Montes y Julio Orlan-di Historia de la literatura chilena Editorial Paciacutefico Santiago 1965 asiacute como elde Luis Muntildeoz y Dieter Oelkner Diccionario de movimientos y grupos literarioschilenos Ediciones Universidad de Concepcioacuten Concepcioacuten 1983 Si bien en algu-nos de estos estudios (pienso en el de Muntildeoz y Olkner) se hace mencioacuten a ciertasescritoras del siglo XIX como Mercedes Mariacuten huelga aclarar que soacutelo se trataraacute dereferencias breviacutesimas cuando no cercanas al mero dato anecdoacutetico

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II C983137983149983152983151 983139983157983148983156983157983154983137983148 983141983149983138983154983145983151983150983137983154983145983151 983161 983149983141983154983139983137983140983151 983140983141

983145983149983152983154983141983155983151983155 983141983150 983141983148 983155983145983143983148983151 XIX L983277983149983145983156983141983155 983161 983148983145983150983141983137983149983145983141983150983156983151983155

983152983137983154983137 983148983137 983152983154983151983140983157983139983139983145983283983150 983145983150983156983141983148983141983139983156983157983137983148 983142983141983149983141983150983145983150983137 983141983150

C983144983145983148983141

Al comienzo de estas paacuteginas introduciacuteamos como epiacutegrafeuna cita de Medina quien para explicar la ausencia de pro-duccioacuten discursiva femenina durante el periacuteodo colonial(que abarcoacute en el caso chileno los siglos XVI- XVII y XVIIIes decir poco maacutes de 270 antildeos) estableciacutea el nexo no soacutelocon la precaria educacioacuten que recibiacutean por entonces las mu- jeres6 sino tambieacuten con la tardiacutea llegada de la imprenta Laldquomaacutequina de la felicidadrdquo como era denominada por los ilus-trados franceses de la eacutepoca (Subercaseaux 2000) ingresoacute a

Chile solo en 18117

convirtieacutendose en el uacuteltimo paiacutes a nivellatinoamericano en la implementacioacuten de este tipo de tecno-logiacuteas8 Este ingreso que fue posible gracias a las gestiones

6 Para maacutes informacioacuten respecto a la educacioacuten femenina en la Colonia y el si-glo XIX consuacuteltense los estudios de Amanda Labarca Historia de la ensentildeanza enChile Santiago de Chile Imprenta Universitaria 1939 y Ana Mariacutea Stuven ldquoLaeducacioacuten de la mujer y su acceso a la universidad un desafiacuteo republicanordquo En AM Stuven y Joaquiacuten Fermandois (eds) Historia de las mujeres en Chile Tomo 1Santiago de Chile Taurus 2011 p 335-3747 No obstante esta fecha que da Medina previamente habriacutean existido tres im-prentas -bastante artesanales- que produjeron los famosos ldquoincunablesrdquo chilenos esdecir aquellos textos que refieren al periacuteodo inicial mdashla cunamdash de la imprenta en elpaiacutes Uno de estos corresponderiacutea al Modo de ganar el Jubileo Santo primer impresohecho en Chile que data del antildeo 1776 Para maacutes informacioacuten ver Alamiro de AacutevilaEl modo de ganar el Jubileo Santo de 1776 y las imprentas de los incunables chilenosSantiago Universitaria 19768 Las fechas de instalacioacuten de la imprenta en los principales paiacutesescapitales de laAmeacuterica Hispaacutenica son las siguientes Meacutexico 1540 Lima 1581 Guatemala 1660La Habana 1701 Paraguay 1705 Bogotaacute 1738 Quito 1760 Buenos Aires 1780Montevideo 1807 Caracas 1808 (Medina citado por Subercaseaux 200022)

encabezadas por la eacutelite criolla dirigente constituiacutea al mismotiempo el simboacutelico gesto de clausura del extendido ordencolonial ligado a Espantildea y el nacimiento de uno nuevo re-publicano

El retraso con que arriba la imprenta constituiraacute una de

las manifestaciones maacutes palpables de la profunda indiferen-cia que existioacute durante la Colonia en materia cultural9 asiacutecomo tambieacuten del praacutecticamente nulo intereacutes de parte de lacorona no solo de propiciar la produccioacuten letrada criolla sinoque tambieacuten de mitigar a traveacutes de la aplicacioacuten de poliacuteticasde alfabetizacioacuten y de impulso a la lectura (todas facilitadaspor la imprenta) los altiacutesimos iacutendices de analfabetismo queafectaban a la poblacioacuten10 Indiferencia que se volviacutea exacer-bada censura cuando la administracioacuten y la Iglesia (ambasinstituciones estaban indisociadas11) se veiacutean enfrentadas a

9 En su introduccioacuten a La literatura colonial de Chile (1878) el mismo Joseacute ToribioMedina reflexionaba con pesar acerca de las paupeacuterrimas condiciones que presen-taba el espacio cultural durante la Colonia Sus quejas apuntaban principalmente alprofundo estado de letargo que constrintildeoacute la vida intelectual del periacuteodo ldquoLa vidacolonial era esencialmente monoacutetona Fuera de la guerra araucana de la entradade los gobernadores de las fiestas religiosas de las frecuentes competencias entrelas diversas autoridades o de los capiacutetulos de frailes que preocupaban a la sociedadentera el horizonte que se ofreciacutea era escasiacutesimo Aquello propiamente no era laactividad de la vida sino el letargo del suentildeordquo (sp la cursiva es miacutea)10 Praacutecticamente indiferente para la corona espantildeola desde un principio la edu-cacioacuten estuvo bajo la tutela de la Iglesia puesto que ldquola monarquiacutea jamaacutes consideroacuteun deber suyo la educacioacuten de las masasrdquo deviniendo el magisterio en un ldquooficioesencialmente religioso en el sentido que era la Iglesia el poder docente y no elestadordquo (Labarca 1939 39) Las escuelas de primeras letras creadas por los con- ventos ndasho posteriormente despueacutes de la expulsioacuten de los jesuitas en 1767 por loscabildosndash impartiacutean a un escaso nuacutemero de estudiantes siempre de geacutenero mascu-lino y origen social privilegiado los fundamentos de la doctrina cristiana algunosrudimentos de lectura y escritura y de manera muy somera las operaciones maacutessimples de aritmeacutetica11 E iban a seguir estaacutendolo al menos en la praacutectica pese a la progresiva seculari-zacioacuten que se dio en el siglo XIX

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praacutecticas o manifestaciones discursivas que a su juicio pu-dieran sonar a laicas o librepensantes yo representaran unaamenaza para la hegemoniacutea de la eacutelite letrada acostumbradaa monopolizar el poder de la letra Desde esta perspectivaiquestqueacute maacutes representativo entonces de este temor que la ima-

gen ilustrada intimidantemente hereacutetica que se asociaba ala imprenta iquestqueacute maacutes peligroso tambieacuten que su capacidadde propagar la palabra escrita entre los no iniciados de des-pojarla de su caraacutecter selectivo y vulgarizarla Visto asiacute resul-ta comprensible por tanto que la produccioacuten intelectual delperiacuteodo se haya visto en general12 severamente atrofiada

Si bien el fenoacutemeno de la imprenta fue un aconteci-miento sin duda significativo en el despertar intelectual dela nacioacuten cabe aclarar que su funcioacuten al menos durante susinicios estuvo estrictamente supeditada a satisfacer las ne-cesidades juriacutedico-administrativas del nuevo gobierno Deahiacute que los primeros textos que salieron a la luz guardaranrelacioacuten con materias relativas a asuntos de esa iacutendole talescomo ordenanzas leyes asiacute como tambieacuten los primeros pa-peles perioacutedicos oficialistas Habraacute que esperar algunos antildeosmaacutes para que otras imprentas esta vez gestionadas por capi-tales privados se ocuparan de la impresioacuten de una maacutes am-plia clase de textos desde perioacutedicos a revistas pasando portratados cientiacuteficos histoacutericos legislativos filosoacuteficos obras

literarias boletines comerciales por mencionar los principa-les Esta diversificacioacuten potencioacute a su vez el aumento en elnuacutemero de autores (productores) y lectores (consumidores)

12 No obstante cabe aclarar que los innumerables textos que se conservan del pe-riacuteodo colonial y que han dado paso sobre todo en el uacuteltimo tiempo a una profusioacutende estudios estaacuten centrados en materias eclesiaacutesticas o poliacutetica-administrativassiendo muy pocos los trabajos orientados al campo de las artes la literatura la filo-sofiacutea o las ciencias

aspecto importantiacutesimo que no puede dejarse de lado Estasimprentas que a partir de las deacutecadas 1830 y 1840 se instala-ron preferentemente en ciudades como Santiago y Valparaiacute-so no soacutelo marcaron el puntapieacute inicial para la activacioacuten deun mercado de impresos sino que ademaacutes contribuyeron a

traveacutes de la difusioacuten de nuevos autores y textos a la confor-macioacuten de un embrionario campo cultural13

Seraacute en este contexto signado por los esfuerzos del elen-co dirigente en dejar atraacutes el oscurantismo cultural asocia-do a la Colonia que se implementaraacuten una serie de poliacuteticasgubernamentales tendientes a encaminar a la nacioacuten en losideales del progreso y la ilustracioacuten Este impulso dio lugara la creacioacuten de una serie de instituciones educacionales yculturales que tendraacuten un rol sustancial en la configuracioacutendel emergente campo cultural como la Universidad de Chile(1842) la Escuela Normal de Preceptores (1842) la Escuelade Artes y Oficios (1849) la Academia de Pintura (1849) elConservatorio Nacional de Muacutesica (1850) el Teatro Munici-pal (1853) entre otras14 En esta misma direccioacuten se buscaraacutecombatir las elevadas cifras de analfabetismo de la poblacioacutena traveacutes de la creacioacuten de centenares de escuelas primarias y

13 Siguiendo a Bourdieu entenderemos porcampo cultural aquel espacio social enque tiene lugar la produccioacuten de bienes simboacutelicos de una sociedad y en el que segenera la competencia entre distintos grupos que pugnan por obtener legitimidadpara sus producciones intelectuales yo esteacuteticas (Bourdieu 1989) Uno de los re-quisitos para que exista este campo es su autonomiacutea (real pero relativa) respecto delos otros campos (por ejemplo el campo literario respecto a los campos legislativocientiacutefico etc) hecho que en nuestro contexto efectivamente se produciraacute soacutelo afinales de siglo14 Por ejemplo la Escuela de Arquitectura (1849) y la Escuela Normal de Pre-ceptoras (1853) Es interesante advertir que esta uacuteltima a diferencia de las otrasinstituciones fue la uacutenica que estuvo bajo la tutela de sectores ligados a la Iglesiaespeciacuteficamente de las religiosas del Sagrado Corazoacuten de Jesuacutes

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secundarias15 asiacute como de decenas de ldquobibliotecas popularesrdquo vinculadas a eacutestas

Este entusiasmo por la ilustracioacuten celebrado por el sec-tor oligarca liberal propiciaraacute de igual forma el surgimientode ciertas ldquoinstituciones sociales modernasrdquo acuntildeando la ex-

presioacuten de Habermas (1990) como las sociedades clubessalones y sobre todo la prensa la cual tendraacute un auge ex-traordinario durante este siglo Todos ellos se constituyeronen lugares propicios para la discusioacuten de materias relaciona-das con la contingencia poliacutetica y otros temas propios de lalsquoalta cultura burguesarsquo Seraacute en el seno de estas institucionessociales modernas donde se gestaraacuten movimientos intelec-tuales como los de la generacioacuten de 1842 de gran relevanciapara la historia y el desarrollo cultural del paiacutes

Esta serie de factores van a significar un importante avanceen materia cultural no obstante sus efectos todaviacutea se encuen-tren orientados a una poblacioacuten letrada maacutes bien reducida16aunque mucho maacutes amplia que en la Colonia17 En palabrasde Subercaseaux se ldquotratariacutea de instancias macro que van aincidir directa e indirectamente en el campo del librordquo (200063) objeto que a partir de entonces comenzaraacute a ser valorado

15 Por ejemplo en 1860 bajo el gobierno de Montt se creoacute la Ley de InstruccioacutenPrimaria por medio de la cual el Estado se comprometiacutea a educar gratuitamente anintildeos y nintildeas (Labarca 1939)16 Si bien ahora se disponiacutea de educacioacuten superior eacutesta seguiacutea siendo patrimoniode un grupo social geneacuterico-sexual y eacutetnico diferenciado hombres blancos y declase acomodada De hecho las mujeres solo pudieron ingresar a la universidad en1880 Por su parte las escuelas primarias si bien aumentan considerablemente sunuacutemero a partir de 1840 para 1865 auacuten no podiacutean revertir las alarmantes cifras deanalfabetismo el 83 de la poblacioacuten era analfabeta (Brunner 19)17 Analizando la composicioacuten del campo cultural chileno del siglo XIX el so-cioacutelogo Joseacute Joaquiacuten Brunner se referiraacute a este tipo de estructura social como unaldquoconstelacioacuten poliacutetico cultural oligarcardquo Este grupo perderaacute su hegemoniacutea solo aprincipios del siglo XX

como ldquovehiacuteculo insustituible de pensamientos ideas y cono-cimientos instrumento uacutenico y por excelencia para educar alos pueblosrdquo Bajo estas consideraciones si en la eacutepoca de laemancipacioacuten el foco estaba puesto en la imprenta como ldquomaacute-quina de la felicidadrdquo ahora se trasladaraacute al libro como ldquollave

del conocimientordquo instrumento capaz de sacar a la nacioacuten delletargo espiritual e intelectual en que yaciacutea desde la Colonia

Manifestacioacuten del auge que comenzaraacute a experimentar ellibro lo constituiraacute por ejemplo el crecimiento sostenido dela industria impresora18 y la eclosioacuten del comercio librero19 elcual entre 1840 y 1880 sufriraacute un proceso de desarrollo y pro-fesionalizacioacuten importante20 (empero continuacutee comerciali-zando preferentemente autores extranjeros) Es en esta direc-cioacuten que resulta interesante atender a la informacioacuten brindadapor Joseacute Victorino Lastarria (parafraseada por Subercaseaux)la cual nos permite formarnos una idea respecto a la cantidady tipos de libros que por entonces circulaban

Entre 1855 y 1860 se publicoacute un promedio de 72 tiacutetulos anualesde los cuales 13 correspondiacutean a obras originales de autores chi-lenos o residentes en el paiacutes 8 a textos de estudios 33 a folletoso libros religiosos y 18 de reimpresiones y traducciones de obras

18 Seguacuten apunta Bernardo Subercaseaux ldquoEn la deacutecada de 1840 ya funcionabanalrededor de 9 imprentas en Valparaiacuteso y otras tantas en Santiago la mayoriacutea deellas dedicadas a impresos perioacutedicos Seguacuten el censo industrial en 1867 habiacutea entodo el paiacutes treinta y ocho imprentas en 1871 cuarenta y nueve en 1875 ses enta yseis y alrededor de 80 en 1880rdquo (79)19 ldquoTiene razoacuten Pedro Pablo Figueroa [cuando] en su libro La libreriacutea en Chile(1896) postulaba un paralelismo entre el desenvolvimiento intelectual de 1842 y lainstitucionalizacioacuten de las libreriacuteasrdquo (Subercaseaux 91)20 A mediados de 1850 existiacutean varias libreriacuteas no s olo en Valparaiacuteso y Santiagosino tambieacuten en ciudades como Copiapoacute San Felipe y La Serena A eso debemosagregarle la irrupcioacuten de las ldquolibreriacuteas de viejordquo que comercializaban libros usados(Subercaseaux 90-91)

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europeas (desde poesiacutea y libretos de oacutepera hasta novelas y folle-tines) Diez antildeos maacutes tarde entre 1865 y 1869 se editaban unpromedio de 112 tiacutetulos por antildeo De eacutestos 17 correspondiacutean alibros de asuntos religiosos y los 95 restantes a textos de estu-dios obras originales y reimpresiones o traducciones europeas

(Subercaseaux 84)

Se desprende asiacute que a partir de la segunda mitad del si-glo XIX existiraacute una produccioacuten de libros que si bien todaviacuteaes limitada estaacute creciendo progresivamente al tiempo que vaadoptando una clara tendencia secularizante (Lastarria deslizaestos datos precisamente para sentildealar la influencia ultramon-tana dentro de la produccioacuten letrada) Estos cambios debenentenderse en el marco de un campo cultural en proceso dedesarrollo que soacutelo a finales de siglo alcanzaraacute su autonomiacutea

(respecto de otros campos como por ej el poliacutetico y el religio-so) De ahiacute por tanto que no resulte extrantildeo que la produc-cioacuten ldquoliterariardquo fuera de ser escasa obedeciera como la mayorparte de la produccioacuten intelectual del periacuteodo a un discursopoliacutetico de caraacutecter doctrinario y edificante cuyo norte esta-ba puesto en la construccioacuten de la nacioacuten Este hecho resultaparticularmente interesante pues nos permite introducir lapregunta respecto a quieacutenes eran los sujetos que efectivamenteteniacutean el derecho de apropiarse de ese discurso y por supuestode participar simboacutelicamente en la configuracioacuten del ideario

Estado-nacioacuten Es evidente que grupos sociales como las mu- jeres los sectores populares o de origen indiacutegena no fueronconsiderados en tal proceso de inscripcioacuten La idea de una di-mensioacuten excluyente que todaviacutea cargaba la produccioacuten letradaqueda reforzada si atendemos nuevamente a las palabras deSubercaseaux quien nos sentildeala el caraacutecter de legitimacioacuten yconsagracioacuten intelectual que representaba el libro

La valoracioacuten del libro como un bien sociocultural en funcioacutende la civilizacioacuten va acompantildeada por una valoracioacuten del librocomo una finalidad en siacute como una instancia que conferiacuteaidentidad y existencia intelectual y que permitiacutea que los au-tores (muchas veces falto de pergaminos aristocraacuteticos) ins-

cribieran sus nombres en los cenaacuteculos de la eacutelite nacional(Subercaseaux 64 La cursiva es nuestra)

Esta idea del libro ldquocomo pergamino aristocraacuteticordquo nospermite visualizar las intrincadas relaciones de poder saberque se articulaban detraacutes de la publicacioacuten de este tipo deimpresos Aunque como hemos visto el mercado del librorecieacuten estaba tomando fuerza lo cierto es que constituiacutea unespacio privilegiado de acceso reducido y fuertemente ex-cluyente en el que operaban una serie de condicionantes

econoacutemicas poliacuteticas de clase geacutenero etnia entre las maacutespatentes La pregunta que emerge de este panorama se diri-ge al lugar especiacutefico que ocuparon las mujeres dentro de laemergente produccioacuten impresa

III L983137983155 983149983157983146983141983154983141983155 983137 983148983137 983152983137983148983141983155983156983154983137 983139983145983142983154983137983155 983161 983146983157983145983139983145983151983155

983154983141983155983152983141983139983156983151 983137 983155983157 983145983150983139983157983154983155983145983283983150 983141983150 983148983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983140983141

983145983149983152983154983141983155983151983155

Si bien es cierto que en las fuentes consultadas la produccioacuten

intelectual del periacuteodo se aborda sin distincioacuten de sexo (sehabla de libros y obras sin maacutes) sabemos que esta indife-renciacioacuten pasa por alto el hecho de que los textos son pro-ducidos por sujetos concretos con caracteriacutesticas socialeseacutetnicas y geneacuterico-sexuales especiacuteficas y que por tanto nose precisa ser muy perspicaz para sospechar que la mayoriacutea

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de los textos consignados en las fuentes citadas fueron publi-cados por hombres De esta forma asistimos una vez maacutesa una inscripcioacuten legitimadora aquella que en el reverso desu proceder genera una borradura una censura la exclusioacuteninstauradora de la analogiacutea que propone a la cultura la letra

como propiedad indisociable de lo masculinoNo puede desconocerse que la investigacioacuten de Medina

al revelarnos el listado de nombres de autoras y de tiacutetulospublicados durante la Colonia el siglo XIX y principios delXX responde a una necesidad de eacutepoca por un lado su tra-bajo adscribe al paradigma positivista auacuten en boga mientrasque por otro se enmarca en el horizonte del centenario re-publicano que movioacute a muchos intelectuales a la realizacioacutende un balance del trabajo intelectual y artiacutestico de un sigloDe esta forma el esfuerzo de Medina resulta altamente sig-nificativo si lo comparamos por ejemplo con el trabajo de-sarrollado por Jorge Huneeus Gana21 otro destacado hom-bre de letras del periacuteodo quien en su voluminoso Cuadrohistoacuterico de la produccioacuten intelectual en Chile que abarca des-de la Colonia hasta el antildeo 1908 fecha de publicacioacuten del li-bro soacutelo consigna a tres mujeres22 como las uacutenicas represen-tantes del geacutenero femenino en su recuento de la produccioacutenletrada Ahora bien y considerando sus diferencias ambosautores ratifican impliacutecitamente la misma tesis naturalizada

en el campo cultural de principios del siglo XX aquella queafirmaba la posicioacuten cuantitativa y cualitativamente secun-daria de la produccioacuten discursiva femenina frente a la de suspares varones

21 Poliacutetico abogado y escritor chileno22 Estas autoras corresponden a Mercedes Mariacuten Rosario Orrego y QuiteriaVaras

Decimos cuantitativamente pues por una parte tantolas autoras como los textos mencionados son escasos enel caso de geacuteneros literarios tradicionales como por ejem-plo la poesiacutea (que sabemos tampoco era una modalidaddiscursiva que se publicara en exceso) Medina consignaraacute

entre los antildeos 1837 (fecha de publicacioacuten del primer poe-ma impreso escrito por una mujer iniciativa llevaba a cabopor Mercedes Mariacuten23) y 1900 (momento en que el campoliterario comienza a autonomizarse y el mercado culturala ampliar maacutes) la modesta cifra de diez autoras que in-cursionan en el geacutenero las cuales publicaron un total dedieciocho textos entre folletos y libros en un total de se-senta y tres antildeos Lo mismo sucede en otras modalidadesliterarias como la narrativa donde contabiliza la cifra desiete autoras con un total de ocho textos 24 en un lapso detreinta y nueve antildeos (1861-1900) Cabe destacar que conexcepcioacuten de la traduccioacuten y de los textos ldquopedagoacutegicosrdquo25

23 Nos referimos ldquoAl Canto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquopoema escrito en 1837 por Mercedes Mariacuten del Solar Aunque publicado original-mente en las paacuteginas del perioacutedico El Araucano dirigido por Andreacutes Bello fue de-bido a la entusiasta recepcioacuten que despertoacute entre los lectores de entonces que estepoema se reimprimioacute meses maacutes t arde bajo la forma de folleto en la Imprenta de laOpinioacuten (6 pp)24 Rosario Orrego ( Alberto el jugador 1861) Pilar Miranda Velaacutesquez (Guillermoell 1878) Clementina de Ochoa (Guacutedula Lectura amena 1891) Celeste LasabeCruz Coke (Rosa de abril 1892) Mercedes Praacutexenes (La evolucioacuten de Paulina No-vela sicoloacutegica 1893) Genoveva B de Priori (Cuentos originales 1898) y Marie De-nis Marinot (Fleur de Mai 1895 y la Dama las turquesas 1898) Eso hasta 190025 Estos geacuteneros seraacuten los que maacutes faacutecilmente permitiraacuten el ingreso de las muje-res en la esfera letrada Su inscripcioacuten privilegiada en estos campos pensamos sedebe a que no representaban una amenaza para la autoridad letrada masculina Latraduccioacuten cargaba con el estigma de ser un ejercicio intelectual de segundo orden(pues reproduciacutea las palabras de otro) mientras que la pedagogiacutea era consideradala extensioacuten de la labor educativa que por naturaleza realizaba la mujer en el espacioprivado domeacutestico

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la participacioacuten femenina en otras modalidades discursi- vas es bastante reducida Es el caso del ldquoteatrordquo (con untexto de Amelia Solar de Claro poeta y sobrina de Mer-cedes Mariacuten)26 el ldquoperiodismordquo (Medina menciona soacutelotres publicaciones perioacutedicas dirigidas por mujeres)27 y la

ldquohistoriardquo (tres autoras cuatro textos)28 geacuteneros mdashespe-cialmente los dos uacuteltimosmdash que durante el siglo XIX seconstituyeron en espacios privilegiados para la inscr ipcioacutenfalologoceacutentrica

Fuera de la escasez de impresos la publicacioacuten de estostambieacuten seraacute bastante tardiacutea De ahiacute que por ejemplo nue- vamente en el caso de la poesiacutea se impriman tan solo cuatrofolletos (todos de Mercedes Mariacuten)29 desde 1837 hasta 1880fecha en que por primera vez una mujer publica un libro depoesiacutea (hablamos de Mariacutea Delfina Hidalgo con sus Ensa- yos poeacuteticos) O en narrativa donde si bien la primera novelaescrita por una mujer es temprana la ya referida Alberto el

26 Mariacutea Cenicienta Juguete coacutemico en dos actos i cuatro cuadro Imprenta del Pro-greso Santiago 188427 Nos referimos a La Revista de Valparaiacuteso (1873-1874) de Rosario Orrego Fa-milia (1890) de Celeste Cruz Coke y La Mujer (1897) de Lucrecia UndurragaRefirieacutendose al geacutenero el autor sostendraacute ldquoAl hablar de periodismo tenemos queconcretar su concepto al de una que otra revista que ha visto o ve la luz puacuteblica maacuteso menos de tarde en tarderdquo (1923 217)28 Dos textos de Mercedes Mariacuten (un ldquoelogio histoacutericordquo y un ldquoesbozo biograacuteficordquo)una biografiacutea de la educadora Antonia Tarragoacute publicada por Amelia Charpiacuten y untrabajo de caraacutecter e clesiaacutestico anoacutenimo29 El citado ldquoCanto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquo (1837)Algunos antildeos despueacutes la misma autora publicariacutea otros cuatro poemas valieacutendosedel mismo formato nos referimos a ldquoActo de contricionrdquo en 1848 (1 paacuteg Imprentade la Sociedad) ldquoLa Caridad Ofrenda dedicada a la sentildeora dontildea Antonia Salasrdquoen 1855 (8 pp Imprenta Nacional) ldquoCanto a la patria dedicado a la Sociedad deInstruccioacuten Primaria de Santiagordquo en 1857 (8 pp Imprenta del Paiacutes) y finalmenteldquoCanto fuacutenebre a la memoria del ciudadano Joseacute Romerordquo (14 pp Imprenta delConservador) en 1858

jugador 30 de Rosario Orrego de 1861 (novela por cierto quefue presentada al certamen narrativo organizado en 1860 porla Universidad de Chile31) habraacute que aguardar hasta 1878 paraque otra mujer se atreva a incursionar en el geacutenero32 Algo si-milar ocurre con los geacuteneros ldquocientiacuteficosrdquo y otros como el legis-

lativo en los que la situacioacuten se presentaraacute auacuten maacutes diferida33Ahora bien si la exigua y tardiacutea produccioacuten impresa fe-

menina no resulta elocuente para mostrar el grado de ex-clusioacuten que sufriacutean mujeres en el espacio letrado lo seraacute elescrutinio criacutetico general del mismo investigador En efectoMedina no soacutelo se limita a contabilizar las aportaciones fe-meninas sino que ademaacutes desliza algunos comentarios criacute-ticos significativos respecto a ella Asiacute refirieacutendose a la nove-la y el drama sostendraacute que

30 Esta fue publicada primeramente por entregas en 1860 en las paacuteginas de la ldquoRe- vista del Paciacuteficordquo y un antildeo maacutes tarde en formato libro Lamentablemente no hemospodido acceder al original de esta edicioacuten independiente conformaacutendonos soacutelo conla versioacuten de la ya mencionada revista y la reedicioacuten que el antildeo 2001 hizo la Edito-rial Cuarto Propio31 Sin embargo debido a que el texto fue presentado fuera de los plazos estipula-dos por el jurado finalmente quedoacute descalificado De esta forma el primer lugar loobtuvo el escritor Alberto Blest Gana con su novela La aritmeacutetica del amor reco-nocimiento que un mes despueacutes le valioacute ser nombrado miembro de nuacutemero de laFacultad de Filosofiacutea y Humanidades de la misma institucioacuten logrando un lugarldquoautorizadordquo en el campo cultural chileno En este sentido resulta interesante adver-tir que tras la presentacioacuten de Orrego al concurso poco tiempo despueacutes si bien no va a ser nominada a la Universidad su novela siacute llegue a ser publicada nada menosque con proacutelogo del escritor peruano Ricardo Palma De alguna forma podemosespecular la presentacioacuten a este certamen se transformoacute en una plataforma de legi-timacioacuten para los incipientes escritores que participaron en eacuteste32 Ver nota 2333 Eloiacutesa Diacuteaz primera meacutedico chilena publica su memoria para obtener el gradode Licenciada en Medicina y Farmacia en 1888 titulada Breves observaciones sobrela aparicioacuten de la pubertad en la mujer chilena i de las disposiciones patoloacutegicas pro- pias del sexo Ese mismo antildeo Matilde Brandeau primera abogada en el paiacutes publicasu memoria de grado titulada Derechos civiles de la mujer

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No todas [las autoras] han sabido mover sus fuerzas antes delanzarse a la produccioacuten de maacutes de un geacutenero literario suma-mente difiacuteciles de abordar y en que los fracasos teniacutean que resul-tar inevitables El drama supone gran conocimiento de la vida yde sus pasiones que una nintildea por talentosa que sea no estaacute pre-

parada para abordar con eacutexito Y no creo pecar de exageracioacutenal afirmar que cosa parecida puede decirse de la novela para lacual por lo demaacutes nuestro pequentildeo escenario social no ofrecesino contadiacutesimos recursos a la inventiva Bajo este punto de

vista nuestras literatas tienen que luchar con dificultades casiinsuperables para que los personajes que presentan en accioacutenlleguen a despertar mediano intereacutes (xiii La cursiva es nuestra)

Es maacutes frente a dichas dificultades Medina no duda enaconsejar a las mujeres de nutrirse de un mayor capital litera-rio ldquoEs de todo punto necesario una cultura literaria previa

que por el momento es lo que a mi juicio deben procurar al-canzar nuestras escritoras si quieren no hacer obra delezna-blerdquo (la cursiva es nuestra) Al mirar de soslayo la produccioacutenliteraria femenina la evaluacioacuten de Medina no soacutelo coincidecon la apreciacioacuten generalizada de la criacutetica epocal que de-fendiacutea (impliacutecita o expliacutecitamente) la superioridad masculi-na en el dominio de los recursos conocimientos y competen-cias en la produccioacuten de significantes al interior del campoliterario sino que ademaacutes revela mecanismos de exclusioacutenesteacutetica que tienen su origen precisamente en las semantiza-ciones jeraacuterquicas derivadas de la diferencia sexual Y es quela falta de ldquoexperienciardquo ldquoconocimiento de la vida y sus pa-sionesrdquo la escasez de ldquocultura literariardquo principales falenciasque el autor sentildeala en las escritoras resultan ser saberes quehistoacutericamente han remitido a un orden masculino ligado ala esfera puacuteblica y la cultura el cual actuacutea como contrapunto

del orden asociado a lo femenino ligado a la esfera privada ylas labores domeacutestico-reproductivas Desnaturalizando estehistoacuterico lugar de subalternidad que ha afectado a la mujertanto en el plano social como simboacutelico la escritora DiamelaEltit ha puntualizado

Este hecho no puede ser desligado de las esferas simboacutelicasestaacute alliacute e instala discursos de dominacioacuten y castracioacuten en elaacutembito literario que nos reconsignan en estos discursos criacute-ticos o seudocriacuteticos como ldquomenosrdquo Existen estrategias tec-nologiacuteas taacutecticas para construir mapas y geografiacuteas de poderliterario (276 La cursiva es nuestra)

Como vemos las restricciones sociales y los imperativosde geacutenero que regulan las praacutecticas simboacutelicas de las sujetos

femeninos condicionaraacuten su acceso a ciertas zonas vedadasterritorios donde se entretejen silenciosas enrevesadas sinembargo aplastantes relaciones de saber poder en las cualesla literatura no seraacute la excepcioacuten

IV ldquoM983157983146983141983154983141983155 983152983290983138983148983145983139983137983155rdquo 983141983155983139983154983145983156983157983154983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983161

983139983151983141983154983139983145983151983150983141983155 983140983141983148 983155983145983155983156983141983149983137 983155983141983160983151983143983273983150983141983154983151

Hasta acaacute hemos visto coacutemo la estrechez del campo culturaly el mercado de impresos en el siglo XIX habiacutean incidido en

la marginal participacioacuten de las mujeres en el aacutembito de lapublicacioacuten de discursos (y en particular de libros) Si a estole sumamos la histoacuterica posicioacuten de subalternidad que handebido experimentar tanto en el plano social como especiacute-ficamente en la esfera de la cultura letrada resulta legiacutetimoabrir la interrogante hacia la posicioacuten de las propias mujeres

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respecto a este tipo de praacutectica en otras palabras iquestQueacute sig-nificaba para una mujer del siglo XIX escribir o el gesto maacutesosado auacuten de publicar

Esta pregunta ya la habiacutea intentado responder AdrianaValdeacutes quien ha sentildealado que en relacioacuten a la escritura con

aqueacutel ldquohacerrdquo y ldquotomarse la palabrardquo la situacioacuten de las muje-res ha sido de una ldquodocumentada incomodidadrdquo (251) Dichamolestia sostiene es transversal a nuestras escritoras desdeel caso de las religiosas coloniales pasando por las literatasdel siglo XIX e incluso en autoras de la primera mitad del si-glo XX hoy consagradas por la criacutetica como Gabriela Mistraly Mariacutea Luisa Bombal34 Para ingresar a la ldquociudad letradardquo oldquoescriturariardquo todas ellas han debido recurrir a una serie deestrategias y recursos que tienen como denominador comuacutenel ldquoponerse en su lugarrdquo vale decir reconocer su posicioacuten de

inferioridad frente a un Otro duentildeo del poder y del orden delos signos Por ello Valdeacutes concluye que la literatura desdesiempre ha representado ldquoun corral ajenordquo para las mujeres(en el caso chileno la metaacutefora del corral podriacutea verse refor-zada con la posicioacuten subalterna que tendriacutea nuestra literaturaen relacioacuten a la metroacutepolis) Resulta interesante a este res-pecto reparar en el testimonio de nuestras propias escritorasquienes de manera expliacutecita o bien apelando a una serie de

34 Ambas autoras al igual que otras como Teresa Wilms curiosamente decidenpublicar sus primeros libros en el extranjero Mistral da a luz Desolacioacuten en EstadosUnidos el antildeo 1922 (a insistencia de Federico de Oniacutes) B ombal publica el antildeo 1934La uacuteltima niebla en Buenos Aires (con el apoyo de Neruda y Borges entre otros)y Wilms en aquella misma ciudad publicaraacute sus primeros poemarios InquietudesSentimentales y Los tres cantos en 1917 (tambieacuten con el apoyo de intelectuales comoVicente Huidobro) De acaacute se pueden desprender al menos dos cosas la incomodi-dad o dificultad que probablemente experimentaron las autoras para publicar suslibros en el paiacutes y la presencia siempre constante de una autoridad masculina quedesde el exterior insta (y autoriza) a las autoras a entrar en el campo de las letras

subterfugios manifiestan la conciencia de esa sujecioacuten Es elcaso de Mercedes Mariacuten quien en una carta privada dirigidaal escritor argentino Juan Mariacutea Gutieacuterrez le confiesa las ten-siones que experimenta frente a su quehacer escritural

Se me preguntaraacute tal vez por queacute no he cultivado maacutes mis dis-posiciones naturales y voy a satisfacer a esta objecioacuten Desdemuy pequentildea me hicieron entender mis padres que cualquieraque fuese la instruccioacuten que yo llegase a adquirir por medio dela lectura era necesario saber callar Cuando empeceacute a reflexio-nar por miacute misma conociacute cuaacuten acertado era a este respecto sumodo de pensar y exageraacutendolo tal vez en demasiacutea juzgueacute queuna mujer literata en estos paiacuteses era un fenoacutemeno extrantildeo aca-so ridiacuteculo y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigiriacuteade miacute hasta cierto punto el sacrificio de mi felicidad personal[hellip] Una reputacioacuten literaria habriacutea sido para miacute una carga in-

soportable (Batticuore 112 Las cursivas son nuestras)

Las palabras de Mercedes Mariacuten resultan sumamenteilustrativas para retratar la problemaacutetica relacioacuten que existiacuteadurante el siglo XIX entre las mujeres y el acceso al sabery maacutes especiacuteficamente entre las mujeres y la praacutectica de laescritura y la publicacioacuten Tal como alguna vez lo tuviera quehacer Sor Juana Ineacutes de la Cruz Mariacuten reniega de su intereacutespor el conocimiento y la literatura no soacutelo al afirmar quesiempre fue ldquoajenardquo a este tipo de ldquopretensionesrdquo (leacutease en sudoble sentido de objetivo anhelo y de ldquopretenciosidadrdquo) sinoque tambieacuten rechazando y desembarazaacutendose del acto vo-litivo intelectual que implica la escritura De esta manera justificaraacute esta praacutectica aludiendo a su caraacutecter involuntarioy principalmente emotivo territorio por excelencia asocia-do a un orden femenino Al mismo tiempo y al igual que

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la religiosa va a tener clara conciencia de la necesidad enuna sociedad patriarcal como lo era aquella de ldquosaber ca-llar cuando se sabiacuteardquo (Ludmer 1984) imperativo taacutecito queoperaba incluso en familias ilustradas como las de la autora(su padre era meacutedico su madre una culta y reputada salon-

niegravere y su hermano un destacado escritor y filoacutesofo profesordel Instituto Nacional) en donde el traacutefico y discusioacuten deideas era bastante comuacuten Y es que a diferencia de lo queocurriacutea con sus pares varones la lectura y el conocimientoeran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debiacuteasaber callar si no queriacutea ser tomada por ridiacutecula o pedante(ldquoel saber es contrario a la feminidadrdquo sosteniacutea Michelle Pe-rrot) de ahiacute que intentar hacerse un camino como escritorafuera concebido por Mariacuten como un proyecto sencillamentedescabellado (ldquoextrantildeordquo ldquoacaso ridiacuteculordquo) el que a la vez que

la exponiacutea peligrosamente a la reprobacioacuten yo marginacioacutensocial al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro-pia felicidad No obstante ello y pese a la serie de limita-ciones que coaccionaban su vocacioacuten intelectual la autoraigualmente se aventuraraacute en estas territorialidades vedadasasumiendo ya sea como maacutescara o precaucioacuten los valores dela prudencia y el pudor ldquorecordemos que etimoloacutegicamenteel pudor estaacute asociado a la timidez la verguumlenza el recato lacastidad y el sentido del honor valores todos muy estimadosen la vida de las mujeresrdquo (Batticuore 190)

Como han sentildealado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti-cuore (2005) la escritura de las mujeres sobre todo duranteel siglo XIX estaba siempre en pugna con un ldquoimaginariomoralizanterdquo el cual ldquosancionaba fuera del aacutembito estricta-mente legal y se vinculaba a lo cotidianordquo De esta manera elimperativo moral de la ldquohonra femeninardquo de la cual dependiacutea

la ldquohonra familiarrdquo se constituyoacute como un ldquoimportante dis-curso hegemoacutenico de control y vigilancia de los comporta-mientos y cuerpos de hombres pero principalmente de lasmujeres en el siglo XIXrdquo (Arcos 35) mecanismo de controlque ya veniacutea operando vale agregar desde la Colonia De

aquiacute el temor de que una mujer publicara pues precisamen-te ldquoponiacutea en juego la moral familiar al agrietar el ideal dela mujer domeacutesticardquo De esta manera la ldquono publicacioacutenrdquo seerigiacutea ldquocomo garantiacutea y condicioacuten de una mujer virtuosa quepracticaba la escriturardquo (Batticuore 191)

Esta opinioacuten respecto al conflicto moral que experimenta-ban las escritoras frente a la publicacioacuten va a ser respaldada porSusan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritorasromaacutenticas del siglo XIX sostendraacute que ldquoel arma maacutes podero-sa de la que se serviacutean quienes se oponiacutean a la participacioacuten

femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-dad de la literatura con la virtud femenina argumento que fueesgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritorasrdquo(Pastor 29) De aquiacute se desprende entonces que la mujer quedeseaba publicar no soacutelo debiacutea seleccionar atentamente los te-mas y geacuteneros a los que iba a recurrir sino que ademaacutes debiacuteaapelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en sunatural lugar de inferioridad Estas operaciones nacidas deltemor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal a veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-culparse por un pasatiempo tan ldquopresuntuosordquo a despreciar-se intelectualmente ldquopresentando sus producciones artiacutesticascomo meras insignificancias ideadas para divertir y distraera los lectores en momentos de ociosidadrdquo (Gilbert y Gubart76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del puacuteblico lector opeor auacuten sus ataques burlas yo descalificaciones

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

983137983148983156983141983154983150983137983156983145983158983151

Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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B983145983138983148983145983151983143983154983137983142983277983137

ARCOS Carol ldquoNovelas folletiacuten y la autoriacutea femenina en lasegunda mitad del siglo XIX en Chilerdquo Revista Chilena deLiteratura 76 (abril 2010) 27-42

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HABERMAS Juumlrgen Historia y criacutetica de la opinioacuten puacuteblica

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MARIacuteN Mercedes Poesiacuteas de la sentildeora Da Mercedes Ma-riacuten de Solar dadas a la luz por su hijo Enrique del Solar

Santiago Impr Andreacutes Bello 1874MEDINA Joseacute Toribio La literatura femenina en Chile

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139138

SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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IacuteNDICE

Introduccioacuten 9

DE TEXTOS PERDIDOS Y 983080CASI983081 ENCONTRADOS

J983151983154983143983141 C983265983139983141983154983141983155De la peacuterdida a la perdicioacuten el devenirde las ldquoinstrucionesrdquo de Antonio Alejandro Berney

(1780-1782) 25

E983150983154983145983153983157983141 C983145983155983156983141983154983150983137983155Fuegos fugaces y mundanos recorrido y fracasode Fuegos Artificiales de Germaacuten Mariacuten 69

DE TEXTOS FRAGMENTARIOS Y 983080CASI983081 REUBICADOS

J983151983161983139983141 C983151983150983156983154983141983154983137983155

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M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137La figura de Eduardo Molina Venturarefraccioacuten y juego 139

VESTIGIO Y ES PECULACIOacuteN TE XTOS ANUNCIADOSINACABADOS Y PERDIDOS DE LA LITERATURA CHILENA

copy Nibaldo Acero 2014copy Jorge Caacuteceres 2014

copy Hugo Herrera Pardo 2014Registro de propiedad intelectual Nordm 241862

copy Chancacazo Publicaciones LtdaSanta Isabel 0545 Providencia Santiago de Chilecontactochancacazocl

wwwchancacazocl

Disentildeo y diagramacioacuten Gabriel Aguayo y Alej andro PalaciosFoto de portada Joyce Contreras V

Chancacazo Publicaciones es una editorial expresiva cuyo objetivo primordial es lapublicacioacuten y divulgacioacuten de escrituras significantes tanto textuales como graacuteficasEl criterio de lo significante radica en el ser humano en su urgencia creativa y decomunicacioacuten Chancacazo Publicaciones bajo esta ensentildea se incrusta en el mediocultural como una plataforma de participacioacuten y realizacioacuten individual y colectiva

Esta publicacioacuten fue parte de un proyecto que obtuvo un fondo de investigacioacuten el antildeo2013 otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile

PRINTED IN CHILE IMPRESO EN CHILEISBN 978-956-8940-51-5

La reproduccioacuten textual y digital de esta obra depende del previo consentimiento de suautor o de la editorial conforme a la leyes 17036 y 18443 de Propiedad Intelectual

Nibaldo Acero Jorge Caacuteceres Hugo Herrera PardoVestigio y especulacioacuten Textos anunciadosinacabados y perdidos de la literatura chilena [Texto impreso]1a ed ndash Santiago Chancacazo Publicaciones 2014288 p 13 x 215 cm- (Coleccioacuten Pensamiento)

ISBN 978-956-8940-51-51 Retoacuterica 2 Criacutetica literaria

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X983145983149983141983150983137 F983145983143983157983141983154983151983137Poesiacutea del pareacutentesis el caso de los ldquoproyectos creadoresrdquointerrumpidos de la Antologiacutea de la Nueva PoesiacuteaFemenina Chilena (1985) 157

DE VESTIGIOS Y OTROS FANTASMAS

H983157983143983151 H983141983154983154983141983154983137 P983137983154983140983151ldquoProacuteximo a publicarserdquo Sobre los paratextos sin textode la vanguardia de Valparaiacuteso (Vestigio yespeculacioacuten) 195

N983145983138983137983148983140983151 A983139983141983154983151Vestigio del poema insalvable la tala de ldquoSalviardquode Gabriela Mistral 231

EPIacuteLOGO

C983144983154983145983155983156983145983137983150 G983151983140983145983150El fragmento (Traduccioacuten de N983145983150983151983155983147983137 V983141983154983137) 269

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LA RESISTENCIA AL LIBROMUJERES ESCRITURA Y EXCLUSIOacuteN

EN EL SIGLO XIX EN CHILE

J983151983161983139983141 C983151983150983156983154983141983154983137983155 V

I M983137983154983143983145983150983137983148983145983140983137983140983141983155 983139983137983156983141983143983283983154983145983139983137983155 983139983137983156983141983143983151983154983277983137983155

983149983137983154983143983145983150983137983148983145983162983137983150983156983141983155

Si [a la escasa instruccioacuten que recibiacutean las mujeres] se antildeadeque en Chile soacutelo tuvimos imprenta propiamente dicha hasta

el antildeo de 1813 iquestcoacutemo puede parecer extrantildeo que la produc-cioacuten intelectual femenina fuese entre nosotros tan limitada por no decir nula que el investigador apenas si puede hallaralguacuten ensayo manuscrito de la eacutepoca colonial y una sola mues-tra impresa

Joseacute Toribio Medina La literatura femenina en Chile

Con esta observacioacuten referida a la posicioacuten marginal queocuparon las mujeres chilenas en la produccioacuten letrada co-lonial Joseacute Toribio Medina iniciaba en 1923 la pionera labor

de inventariar las producciones escriturales publicadas pormujeres en el paiacutes Sus datos resultan elocuentes tal comosostiene en el epiacutegrafe citado el recuento se cierra con la exi-gua cifra de dos textos como las uacutenicas contribuciones feme-ninas a las letras coloniales8 de las que se guarde registro

8 Luciacutea Invernizzi y Raissa Kordic posteriormente aportaraacuten a este proceso de

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La primera de ellas una autobiografiacutea escrita por Sor UacutersulaSuaacuterez a su confesor en 1708 titulada Relacioacuten de las singu-lares misericordias que el Sentildeor ha usado con una religiosaindigna esposa suya9 y la segunda un romance histoacuterico es-crito por Sor Tadea Garciacutea de la Huerta en 1784 tambieacuten

dirigido a su confesor titulado Relacioacuten de la inundacioacuten quehiso el Rio Mapocho de la ciudad de Santiago de Chile enel Monasterio de Carmelitas el uacutenico de los dos que fue fi-nalmente impreso y publicado por primera vez en Lima en178410

Del recuento realizado por Medina no solo nos lla-ma la atencioacuten la escuaacutelida produccioacuten intelectual feme-nina circunscrita a este periacuteodo ni la similitud de statusque guardan las enunciadoras (pues ambas son religiosas)ni las particulares instancias en las que surge la enuncia-cioacuten (son textos que no nacen de la iniciativa individual delas autoras sino que son ldquoobligadasrdquo a escribirlos para susconfesores praacutectica que por lo demaacutes estaba bastante ex-tendida durante este periodo11 en Latinoameacuterica) Lo que

recuperacioacuten y relectura de la escritura de las religiosas coloniales con sus investi-gaciones acerca del epistolario de Sor Josefa de los Dolores Pentildea y Lillo Para maacutesinformacioacuten ver ldquoImaacutegenes y escritura de mujeres en la literatura colonial chilenardquoEn Sonia Montecinos (comp) Mujeres chilenas Fragmentos de una historia Santia-go Catalonia 20089 Como sentildeala Adriana Valdeacutes este texto ha sido doblemente obliterado tanto

por los caacutenones religiosos (a diferencia de los textos de Santa Teresa por ejemplo)como por los caacutenones literarios Respecto a ello cabe mencionar que las reedicionese investigaciones en torno a este texto fuera de escasas han sido tardiacuteas Entre ellasse debe destacar la reedicioacuten criacutetica de Mario Ferrecio (1984) y los estudios de lamisma Valdeacutes10 Medina sentildeala otras tres reimpresiones de este texto una en 1862 otra en 1877y finalmente la que realiza eacutel mismo en 189911 Sobre la escritura forzada a la que era ldquosometidasrdquo las religiosas coloniales con-suacuteltese el primer capiacutetulo del libro de Jean Franco Las conspiradoras Representacio-nes de la mujer en Meacutexico FCE Meacutexico 1994

nos resulta realmente llamativo es que esta ldquoinexistenciardquointelectual femenina lejos de constituir un legado austeroexclusivo de la Colonia haya trascendido de manera simi-lar hasta el ilustrado siglo XIX comenzando a menguartiacutemidamente solo despueacutes de la segunda mitad de eacuteste y

que inclusive para ser maacutes taxativas podriacuteamos exten-derlo a las primeras deacutecadas del XX Esta ausencia como veremos va a abrir una serie de interrogantes en cuyas po-sibles respuestas se avizoran mecaacutenicas praacutecticas y ejerci-cios de poder que hacen maacutes reconocible el esbozo de estamarginalidad

Aunque existen varios trabajos que han intentado ldquoresca-tarrdquo la escritura de mujeres chilenas del siglo XIX1 sin dudauna de las iniciativas maacutes ambiciosas debido a su extensioacuteny ampliacutesima documentacioacuten bibliograacutefica ha sido la de JoseacuteToribio Medina (de hecho eacutel mismo se encargoacute de destacaren el proacutelogo el caraacutecter pionero de su estudio por lo menosen el aacutembito hispanoamericano) En efecto ya en el progra-ma de su pesquisa se proponiacutea catalogar ldquocuanto libro ofolleto ha salido de mano de mujer en Chile en cualquierorden que seardquo No obstante esta avidez investigativa mdashqueevidentemente responde a un programa positivista epocalmdash

1 Fuera del estudio de Medina vale la pena destacar el trabajo que inspirara al

biblioacutegrafo nos referimos a Mujeres Chilenas de letras Imprenta UniversitariaSantiago 1917 bosquejo realizado por la escritora Luisa Zanelli Posteriormentedeben mencionarse trabajos como los de Ruth Gonzaacutelez-VergaraNuestras escritoraschilenas una trayectoria por descrifrar Ediciones Guerra y Vergara Santiago 1992Lina Vera Lamperein Presencia femenina en la literatura nacional

una trayectoriaapasionante 1750-1991 Semejanza Santiago 2008 mdashel que al igual que los otrosadoptaraacute una perspectiva maacutes bien panoraacutemica respecto a la produccioacuten escritu-ral femeninamdash y el interesante debido principalmente a las lecturas criacuteticas quedesarrolla de Patricia Rubio Escritoras Chilenas Novela y cuento Cuarto PropioSantiago 1999

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es enfaacutetico en delimitar la naturaleza del corpus con el cualtrabajaraacute ldquohe hablado de libros y folletos para deslindar bienel alcance de este inventario bibliograacutefico indicando asiacute queno me alargo hasta enumerar artiacuteculos de revistas o perioacutedi-cos no en verdad porque deje de reconocer que algunos de

ellos son de intereacutes o de valor literario sino porque la tarearesultariacutea abrumadora y en todo caso incompletardquo (VII) alo que agrega la uacutenica excepcioacuten a esta regla a saber el casode los textos coloniales mencionados al principio debido aque por su naturaleza singular el autor estariacutea ldquoobligado a darcuenta de ellosrdquo

Resulta interesante detenerse un momento en el criteriometodoloacutegico que regula el estudio del biblioacutegrafo pues laseleccioacuten y utilizacioacuten de ciertas categoriacuteas de anaacutelisis comolas de folleto2 y libro3 (en particular de esta uacuteltima) nos dancuenta de un recorte altamente significativo y que no puedepasar inadvertido Dicho de otro modo lo que esta opera-cioacuten de seleccioacuten nos revela inevitablemente en su reverso esla exclusioacuten de un amplio tipo de discursividades como esel caso precisamente de las publicaciones perioacutedicas sentildea-ladas por el autor soportes textuales que ademaacutes de abrigarpreferentemente ciertas modalidades discursivas fueron su-mamente utilizados por los letrados del siglo XIX y en espe-cial por las mujeres

2 Seguacuten el diccionario de la RAE el teacutermino ldquofolletordquo mdashque provendriacutea del latiacutenfolium (hoja)mdash hariacutea referencia a la ldquoobra impresa no perioacutedica que no consta debastantes hojas para formar libro [hellip] El nuacutemero de paacuteginas ha de ser entre cinco ycuarenta y ocho excluidas las cubiertasrdquo3 De acuerdo a la misma fuente de la nota anterior ldquolibrordquo hace referencia a laldquoreunioacuten de muchas hojas de papel vitela etc ordinariamente impresas que se hancosido o encuadernado juntas con cubierta de papel cartoacuten pergamino u otra pieletc y que forman un volumen Su nuacutemero de paacuteginas ha de ser 49 o maacutes excluidaslas cubiertasrdquo

Si hacemos el ejercicio de observar y comparar la pro-duccioacuten de las escritoras chilenas del siglo XIX con la de suspares latinoamericanas ldquocanonizadasrdquo (pensemos en algunasfiguras representativas del periacuteodo como Eduarda Mansillay Juana Manuela Gorritti en la Argentina Mercedes Cabe-

llo y Clorinda Matto en el Peruacute Soledad Acosta en Colom-bia Gertrudis Goacutemez en Cuba) nos percataremos de que sibien estas uacuteltimas tambieacuten incursionaron y de manera muyfecunda en el campo de la prensa perioacutedica y los folletoslo cierto es que asimismo todas accedieron a la publicacioacutende libros a diferencia de lo que sucedioacute en Chile donde in-clusive en el caso de nuestras escritoras maacutes emblemaacuteticasdel periacuteodo como Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego estapraacutectica fue maacutes bien inusitada por no decir tardiacutea y escasa(Orrego soacutelo llegoacute a publicar una novela en este formato nosreferimos a Alberto el jugador )

Dada esta situacioacuten es factible hipotetizar que la no pu-blicacioacuten de sus trabajos bajo el formato aglutinador de unobjeto ldquolibrordquo entre otros factores haya incidido en la soste-nida exclusioacuten de nuestras literatas de las historias del libroyo de la literatura tanto latinoamericanas4 como en menormedida las nacionales5 Esto porque cuando praacutecticamenteno se asiste a esa unidad tan cara a los investigadores como

4 Por ejemplo la de Enrique Anderson Imbert Historia de la literatura Hispanoa-mericana Tomo I FCE Meacutexico DF 19695 Me refiero a trabajos como los de Maximiano Fernaacutendez Fraile Historia de laliteratura chilena Editorial Salesiana Santiago 1994 Hugo Montes y Julio Orlan-di Historia de la literatura chilena Editorial Paciacutefico Santiago 1965 asiacute como elde Luis Muntildeoz y Dieter Oelkner Diccionario de movimientos y grupos literarioschilenos Ediciones Universidad de Concepcioacuten Concepcioacuten 1983 Si bien en algu-nos de estos estudios (pienso en el de Muntildeoz y Olkner) se hace mencioacuten a ciertasescritoras del siglo XIX como Mercedes Mariacuten huelga aclarar que soacutelo se trataraacute dereferencias breviacutesimas cuando no cercanas al mero dato anecdoacutetico

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II C983137983149983152983151 983139983157983148983156983157983154983137983148 983141983149983138983154983145983151983150983137983154983145983151 983161 983149983141983154983139983137983140983151 983140983141

983145983149983152983154983141983155983151983155 983141983150 983141983148 983155983145983143983148983151 XIX L983277983149983145983156983141983155 983161 983148983145983150983141983137983149983145983141983150983156983151983155

983152983137983154983137 983148983137 983152983154983151983140983157983139983139983145983283983150 983145983150983156983141983148983141983139983156983157983137983148 983142983141983149983141983150983145983150983137 983141983150

C983144983145983148983141

Al comienzo de estas paacuteginas introduciacuteamos como epiacutegrafeuna cita de Medina quien para explicar la ausencia de pro-duccioacuten discursiva femenina durante el periacuteodo colonial(que abarcoacute en el caso chileno los siglos XVI- XVII y XVIIIes decir poco maacutes de 270 antildeos) estableciacutea el nexo no soacutelocon la precaria educacioacuten que recibiacutean por entonces las mu- jeres6 sino tambieacuten con la tardiacutea llegada de la imprenta Laldquomaacutequina de la felicidadrdquo como era denominada por los ilus-trados franceses de la eacutepoca (Subercaseaux 2000) ingresoacute a

Chile solo en 18117

convirtieacutendose en el uacuteltimo paiacutes a nivellatinoamericano en la implementacioacuten de este tipo de tecno-logiacuteas8 Este ingreso que fue posible gracias a las gestiones

6 Para maacutes informacioacuten respecto a la educacioacuten femenina en la Colonia y el si-glo XIX consuacuteltense los estudios de Amanda Labarca Historia de la ensentildeanza enChile Santiago de Chile Imprenta Universitaria 1939 y Ana Mariacutea Stuven ldquoLaeducacioacuten de la mujer y su acceso a la universidad un desafiacuteo republicanordquo En AM Stuven y Joaquiacuten Fermandois (eds) Historia de las mujeres en Chile Tomo 1Santiago de Chile Taurus 2011 p 335-3747 No obstante esta fecha que da Medina previamente habriacutean existido tres im-prentas -bastante artesanales- que produjeron los famosos ldquoincunablesrdquo chilenos esdecir aquellos textos que refieren al periacuteodo inicial mdashla cunamdash de la imprenta en elpaiacutes Uno de estos corresponderiacutea al Modo de ganar el Jubileo Santo primer impresohecho en Chile que data del antildeo 1776 Para maacutes informacioacuten ver Alamiro de AacutevilaEl modo de ganar el Jubileo Santo de 1776 y las imprentas de los incunables chilenosSantiago Universitaria 19768 Las fechas de instalacioacuten de la imprenta en los principales paiacutesescapitales de laAmeacuterica Hispaacutenica son las siguientes Meacutexico 1540 Lima 1581 Guatemala 1660La Habana 1701 Paraguay 1705 Bogotaacute 1738 Quito 1760 Buenos Aires 1780Montevideo 1807 Caracas 1808 (Medina citado por Subercaseaux 200022)

encabezadas por la eacutelite criolla dirigente constituiacutea al mismotiempo el simboacutelico gesto de clausura del extendido ordencolonial ligado a Espantildea y el nacimiento de uno nuevo re-publicano

El retraso con que arriba la imprenta constituiraacute una de

las manifestaciones maacutes palpables de la profunda indiferen-cia que existioacute durante la Colonia en materia cultural9 asiacutecomo tambieacuten del praacutecticamente nulo intereacutes de parte de lacorona no solo de propiciar la produccioacuten letrada criolla sinoque tambieacuten de mitigar a traveacutes de la aplicacioacuten de poliacuteticasde alfabetizacioacuten y de impulso a la lectura (todas facilitadaspor la imprenta) los altiacutesimos iacutendices de analfabetismo queafectaban a la poblacioacuten10 Indiferencia que se volviacutea exacer-bada censura cuando la administracioacuten y la Iglesia (ambasinstituciones estaban indisociadas11) se veiacutean enfrentadas a

9 En su introduccioacuten a La literatura colonial de Chile (1878) el mismo Joseacute ToribioMedina reflexionaba con pesar acerca de las paupeacuterrimas condiciones que presen-taba el espacio cultural durante la Colonia Sus quejas apuntaban principalmente alprofundo estado de letargo que constrintildeoacute la vida intelectual del periacuteodo ldquoLa vidacolonial era esencialmente monoacutetona Fuera de la guerra araucana de la entradade los gobernadores de las fiestas religiosas de las frecuentes competencias entrelas diversas autoridades o de los capiacutetulos de frailes que preocupaban a la sociedadentera el horizonte que se ofreciacutea era escasiacutesimo Aquello propiamente no era laactividad de la vida sino el letargo del suentildeordquo (sp la cursiva es miacutea)10 Praacutecticamente indiferente para la corona espantildeola desde un principio la edu-cacioacuten estuvo bajo la tutela de la Iglesia puesto que ldquola monarquiacutea jamaacutes consideroacuteun deber suyo la educacioacuten de las masasrdquo deviniendo el magisterio en un ldquooficioesencialmente religioso en el sentido que era la Iglesia el poder docente y no elestadordquo (Labarca 1939 39) Las escuelas de primeras letras creadas por los con- ventos ndasho posteriormente despueacutes de la expulsioacuten de los jesuitas en 1767 por loscabildosndash impartiacutean a un escaso nuacutemero de estudiantes siempre de geacutenero mascu-lino y origen social privilegiado los fundamentos de la doctrina cristiana algunosrudimentos de lectura y escritura y de manera muy somera las operaciones maacutessimples de aritmeacutetica11 E iban a seguir estaacutendolo al menos en la praacutectica pese a la progresiva seculari-zacioacuten que se dio en el siglo XIX

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praacutecticas o manifestaciones discursivas que a su juicio pu-dieran sonar a laicas o librepensantes yo representaran unaamenaza para la hegemoniacutea de la eacutelite letrada acostumbradaa monopolizar el poder de la letra Desde esta perspectivaiquestqueacute maacutes representativo entonces de este temor que la ima-

gen ilustrada intimidantemente hereacutetica que se asociaba ala imprenta iquestqueacute maacutes peligroso tambieacuten que su capacidadde propagar la palabra escrita entre los no iniciados de des-pojarla de su caraacutecter selectivo y vulgarizarla Visto asiacute resul-ta comprensible por tanto que la produccioacuten intelectual delperiacuteodo se haya visto en general12 severamente atrofiada

Si bien el fenoacutemeno de la imprenta fue un aconteci-miento sin duda significativo en el despertar intelectual dela nacioacuten cabe aclarar que su funcioacuten al menos durante susinicios estuvo estrictamente supeditada a satisfacer las ne-cesidades juriacutedico-administrativas del nuevo gobierno Deahiacute que los primeros textos que salieron a la luz guardaranrelacioacuten con materias relativas a asuntos de esa iacutendole talescomo ordenanzas leyes asiacute como tambieacuten los primeros pa-peles perioacutedicos oficialistas Habraacute que esperar algunos antildeosmaacutes para que otras imprentas esta vez gestionadas por capi-tales privados se ocuparan de la impresioacuten de una maacutes am-plia clase de textos desde perioacutedicos a revistas pasando portratados cientiacuteficos histoacutericos legislativos filosoacuteficos obras

literarias boletines comerciales por mencionar los principa-les Esta diversificacioacuten potencioacute a su vez el aumento en elnuacutemero de autores (productores) y lectores (consumidores)

12 No obstante cabe aclarar que los innumerables textos que se conservan del pe-riacuteodo colonial y que han dado paso sobre todo en el uacuteltimo tiempo a una profusioacutende estudios estaacuten centrados en materias eclesiaacutesticas o poliacutetica-administrativassiendo muy pocos los trabajos orientados al campo de las artes la literatura la filo-sofiacutea o las ciencias

aspecto importantiacutesimo que no puede dejarse de lado Estasimprentas que a partir de las deacutecadas 1830 y 1840 se instala-ron preferentemente en ciudades como Santiago y Valparaiacute-so no soacutelo marcaron el puntapieacute inicial para la activacioacuten deun mercado de impresos sino que ademaacutes contribuyeron a

traveacutes de la difusioacuten de nuevos autores y textos a la confor-macioacuten de un embrionario campo cultural13

Seraacute en este contexto signado por los esfuerzos del elen-co dirigente en dejar atraacutes el oscurantismo cultural asocia-do a la Colonia que se implementaraacuten una serie de poliacuteticasgubernamentales tendientes a encaminar a la nacioacuten en losideales del progreso y la ilustracioacuten Este impulso dio lugara la creacioacuten de una serie de instituciones educacionales yculturales que tendraacuten un rol sustancial en la configuracioacutendel emergente campo cultural como la Universidad de Chile(1842) la Escuela Normal de Preceptores (1842) la Escuelade Artes y Oficios (1849) la Academia de Pintura (1849) elConservatorio Nacional de Muacutesica (1850) el Teatro Munici-pal (1853) entre otras14 En esta misma direccioacuten se buscaraacutecombatir las elevadas cifras de analfabetismo de la poblacioacutena traveacutes de la creacioacuten de centenares de escuelas primarias y

13 Siguiendo a Bourdieu entenderemos porcampo cultural aquel espacio social enque tiene lugar la produccioacuten de bienes simboacutelicos de una sociedad y en el que segenera la competencia entre distintos grupos que pugnan por obtener legitimidadpara sus producciones intelectuales yo esteacuteticas (Bourdieu 1989) Uno de los re-quisitos para que exista este campo es su autonomiacutea (real pero relativa) respecto delos otros campos (por ejemplo el campo literario respecto a los campos legislativocientiacutefico etc) hecho que en nuestro contexto efectivamente se produciraacute soacutelo afinales de siglo14 Por ejemplo la Escuela de Arquitectura (1849) y la Escuela Normal de Pre-ceptoras (1853) Es interesante advertir que esta uacuteltima a diferencia de las otrasinstituciones fue la uacutenica que estuvo bajo la tutela de sectores ligados a la Iglesiaespeciacuteficamente de las religiosas del Sagrado Corazoacuten de Jesuacutes

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secundarias15 asiacute como de decenas de ldquobibliotecas popularesrdquo vinculadas a eacutestas

Este entusiasmo por la ilustracioacuten celebrado por el sec-tor oligarca liberal propiciaraacute de igual forma el surgimientode ciertas ldquoinstituciones sociales modernasrdquo acuntildeando la ex-

presioacuten de Habermas (1990) como las sociedades clubessalones y sobre todo la prensa la cual tendraacute un auge ex-traordinario durante este siglo Todos ellos se constituyeronen lugares propicios para la discusioacuten de materias relaciona-das con la contingencia poliacutetica y otros temas propios de lalsquoalta cultura burguesarsquo Seraacute en el seno de estas institucionessociales modernas donde se gestaraacuten movimientos intelec-tuales como los de la generacioacuten de 1842 de gran relevanciapara la historia y el desarrollo cultural del paiacutes

Esta serie de factores van a significar un importante avanceen materia cultural no obstante sus efectos todaviacutea se encuen-tren orientados a una poblacioacuten letrada maacutes bien reducida16aunque mucho maacutes amplia que en la Colonia17 En palabrasde Subercaseaux se ldquotratariacutea de instancias macro que van aincidir directa e indirectamente en el campo del librordquo (200063) objeto que a partir de entonces comenzaraacute a ser valorado

15 Por ejemplo en 1860 bajo el gobierno de Montt se creoacute la Ley de InstruccioacutenPrimaria por medio de la cual el Estado se comprometiacutea a educar gratuitamente anintildeos y nintildeas (Labarca 1939)16 Si bien ahora se disponiacutea de educacioacuten superior eacutesta seguiacutea siendo patrimoniode un grupo social geneacuterico-sexual y eacutetnico diferenciado hombres blancos y declase acomodada De hecho las mujeres solo pudieron ingresar a la universidad en1880 Por su parte las escuelas primarias si bien aumentan considerablemente sunuacutemero a partir de 1840 para 1865 auacuten no podiacutean revertir las alarmantes cifras deanalfabetismo el 83 de la poblacioacuten era analfabeta (Brunner 19)17 Analizando la composicioacuten del campo cultural chileno del siglo XIX el so-cioacutelogo Joseacute Joaquiacuten Brunner se referiraacute a este tipo de estructura social como unaldquoconstelacioacuten poliacutetico cultural oligarcardquo Este grupo perderaacute su hegemoniacutea solo aprincipios del siglo XX

como ldquovehiacuteculo insustituible de pensamientos ideas y cono-cimientos instrumento uacutenico y por excelencia para educar alos pueblosrdquo Bajo estas consideraciones si en la eacutepoca de laemancipacioacuten el foco estaba puesto en la imprenta como ldquomaacute-quina de la felicidadrdquo ahora se trasladaraacute al libro como ldquollave

del conocimientordquo instrumento capaz de sacar a la nacioacuten delletargo espiritual e intelectual en que yaciacutea desde la Colonia

Manifestacioacuten del auge que comenzaraacute a experimentar ellibro lo constituiraacute por ejemplo el crecimiento sostenido dela industria impresora18 y la eclosioacuten del comercio librero19 elcual entre 1840 y 1880 sufriraacute un proceso de desarrollo y pro-fesionalizacioacuten importante20 (empero continuacutee comerciali-zando preferentemente autores extranjeros) Es en esta direc-cioacuten que resulta interesante atender a la informacioacuten brindadapor Joseacute Victorino Lastarria (parafraseada por Subercaseaux)la cual nos permite formarnos una idea respecto a la cantidady tipos de libros que por entonces circulaban

Entre 1855 y 1860 se publicoacute un promedio de 72 tiacutetulos anualesde los cuales 13 correspondiacutean a obras originales de autores chi-lenos o residentes en el paiacutes 8 a textos de estudios 33 a folletoso libros religiosos y 18 de reimpresiones y traducciones de obras

18 Seguacuten apunta Bernardo Subercaseaux ldquoEn la deacutecada de 1840 ya funcionabanalrededor de 9 imprentas en Valparaiacuteso y otras tantas en Santiago la mayoriacutea deellas dedicadas a impresos perioacutedicos Seguacuten el censo industrial en 1867 habiacutea entodo el paiacutes treinta y ocho imprentas en 1871 cuarenta y nueve en 1875 ses enta yseis y alrededor de 80 en 1880rdquo (79)19 ldquoTiene razoacuten Pedro Pablo Figueroa [cuando] en su libro La libreriacutea en Chile(1896) postulaba un paralelismo entre el desenvolvimiento intelectual de 1842 y lainstitucionalizacioacuten de las libreriacuteasrdquo (Subercaseaux 91)20 A mediados de 1850 existiacutean varias libreriacuteas no s olo en Valparaiacuteso y Santiagosino tambieacuten en ciudades como Copiapoacute San Felipe y La Serena A eso debemosagregarle la irrupcioacuten de las ldquolibreriacuteas de viejordquo que comercializaban libros usados(Subercaseaux 90-91)

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europeas (desde poesiacutea y libretos de oacutepera hasta novelas y folle-tines) Diez antildeos maacutes tarde entre 1865 y 1869 se editaban unpromedio de 112 tiacutetulos por antildeo De eacutestos 17 correspondiacutean alibros de asuntos religiosos y los 95 restantes a textos de estu-dios obras originales y reimpresiones o traducciones europeas

(Subercaseaux 84)

Se desprende asiacute que a partir de la segunda mitad del si-glo XIX existiraacute una produccioacuten de libros que si bien todaviacuteaes limitada estaacute creciendo progresivamente al tiempo que vaadoptando una clara tendencia secularizante (Lastarria deslizaestos datos precisamente para sentildealar la influencia ultramon-tana dentro de la produccioacuten letrada) Estos cambios debenentenderse en el marco de un campo cultural en proceso dedesarrollo que soacutelo a finales de siglo alcanzaraacute su autonomiacutea

(respecto de otros campos como por ej el poliacutetico y el religio-so) De ahiacute por tanto que no resulte extrantildeo que la produc-cioacuten ldquoliterariardquo fuera de ser escasa obedeciera como la mayorparte de la produccioacuten intelectual del periacuteodo a un discursopoliacutetico de caraacutecter doctrinario y edificante cuyo norte esta-ba puesto en la construccioacuten de la nacioacuten Este hecho resultaparticularmente interesante pues nos permite introducir lapregunta respecto a quieacutenes eran los sujetos que efectivamenteteniacutean el derecho de apropiarse de ese discurso y por supuestode participar simboacutelicamente en la configuracioacuten del ideario

Estado-nacioacuten Es evidente que grupos sociales como las mu- jeres los sectores populares o de origen indiacutegena no fueronconsiderados en tal proceso de inscripcioacuten La idea de una di-mensioacuten excluyente que todaviacutea cargaba la produccioacuten letradaqueda reforzada si atendemos nuevamente a las palabras deSubercaseaux quien nos sentildeala el caraacutecter de legitimacioacuten yconsagracioacuten intelectual que representaba el libro

La valoracioacuten del libro como un bien sociocultural en funcioacutende la civilizacioacuten va acompantildeada por una valoracioacuten del librocomo una finalidad en siacute como una instancia que conferiacuteaidentidad y existencia intelectual y que permitiacutea que los au-tores (muchas veces falto de pergaminos aristocraacuteticos) ins-

cribieran sus nombres en los cenaacuteculos de la eacutelite nacional(Subercaseaux 64 La cursiva es nuestra)

Esta idea del libro ldquocomo pergamino aristocraacuteticordquo nospermite visualizar las intrincadas relaciones de poder saberque se articulaban detraacutes de la publicacioacuten de este tipo deimpresos Aunque como hemos visto el mercado del librorecieacuten estaba tomando fuerza lo cierto es que constituiacutea unespacio privilegiado de acceso reducido y fuertemente ex-cluyente en el que operaban una serie de condicionantes

econoacutemicas poliacuteticas de clase geacutenero etnia entre las maacutespatentes La pregunta que emerge de este panorama se diri-ge al lugar especiacutefico que ocuparon las mujeres dentro de laemergente produccioacuten impresa

III L983137983155 983149983157983146983141983154983141983155 983137 983148983137 983152983137983148983141983155983156983154983137 983139983145983142983154983137983155 983161 983146983157983145983139983145983151983155

983154983141983155983152983141983139983156983151 983137 983155983157 983145983150983139983157983154983155983145983283983150 983141983150 983148983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983140983141

983145983149983152983154983141983155983151983155

Si bien es cierto que en las fuentes consultadas la produccioacuten

intelectual del periacuteodo se aborda sin distincioacuten de sexo (sehabla de libros y obras sin maacutes) sabemos que esta indife-renciacioacuten pasa por alto el hecho de que los textos son pro-ducidos por sujetos concretos con caracteriacutesticas socialeseacutetnicas y geneacuterico-sexuales especiacuteficas y que por tanto nose precisa ser muy perspicaz para sospechar que la mayoriacutea

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de los textos consignados en las fuentes citadas fueron publi-cados por hombres De esta forma asistimos una vez maacutesa una inscripcioacuten legitimadora aquella que en el reverso desu proceder genera una borradura una censura la exclusioacuteninstauradora de la analogiacutea que propone a la cultura la letra

como propiedad indisociable de lo masculinoNo puede desconocerse que la investigacioacuten de Medina

al revelarnos el listado de nombres de autoras y de tiacutetulospublicados durante la Colonia el siglo XIX y principios delXX responde a una necesidad de eacutepoca por un lado su tra-bajo adscribe al paradigma positivista auacuten en boga mientrasque por otro se enmarca en el horizonte del centenario re-publicano que movioacute a muchos intelectuales a la realizacioacutende un balance del trabajo intelectual y artiacutestico de un sigloDe esta forma el esfuerzo de Medina resulta altamente sig-nificativo si lo comparamos por ejemplo con el trabajo de-sarrollado por Jorge Huneeus Gana21 otro destacado hom-bre de letras del periacuteodo quien en su voluminoso Cuadrohistoacuterico de la produccioacuten intelectual en Chile que abarca des-de la Colonia hasta el antildeo 1908 fecha de publicacioacuten del li-bro soacutelo consigna a tres mujeres22 como las uacutenicas represen-tantes del geacutenero femenino en su recuento de la produccioacutenletrada Ahora bien y considerando sus diferencias ambosautores ratifican impliacutecitamente la misma tesis naturalizada

en el campo cultural de principios del siglo XX aquella queafirmaba la posicioacuten cuantitativa y cualitativamente secun-daria de la produccioacuten discursiva femenina frente a la de suspares varones

21 Poliacutetico abogado y escritor chileno22 Estas autoras corresponden a Mercedes Mariacuten Rosario Orrego y QuiteriaVaras

Decimos cuantitativamente pues por una parte tantolas autoras como los textos mencionados son escasos enel caso de geacuteneros literarios tradicionales como por ejem-plo la poesiacutea (que sabemos tampoco era una modalidaddiscursiva que se publicara en exceso) Medina consignaraacute

entre los antildeos 1837 (fecha de publicacioacuten del primer poe-ma impreso escrito por una mujer iniciativa llevaba a cabopor Mercedes Mariacuten23) y 1900 (momento en que el campoliterario comienza a autonomizarse y el mercado culturala ampliar maacutes) la modesta cifra de diez autoras que in-cursionan en el geacutenero las cuales publicaron un total dedieciocho textos entre folletos y libros en un total de se-senta y tres antildeos Lo mismo sucede en otras modalidadesliterarias como la narrativa donde contabiliza la cifra desiete autoras con un total de ocho textos 24 en un lapso detreinta y nueve antildeos (1861-1900) Cabe destacar que conexcepcioacuten de la traduccioacuten y de los textos ldquopedagoacutegicosrdquo25

23 Nos referimos ldquoAl Canto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquopoema escrito en 1837 por Mercedes Mariacuten del Solar Aunque publicado original-mente en las paacuteginas del perioacutedico El Araucano dirigido por Andreacutes Bello fue de-bido a la entusiasta recepcioacuten que despertoacute entre los lectores de entonces que estepoema se reimprimioacute meses maacutes t arde bajo la forma de folleto en la Imprenta de laOpinioacuten (6 pp)24 Rosario Orrego ( Alberto el jugador 1861) Pilar Miranda Velaacutesquez (Guillermoell 1878) Clementina de Ochoa (Guacutedula Lectura amena 1891) Celeste LasabeCruz Coke (Rosa de abril 1892) Mercedes Praacutexenes (La evolucioacuten de Paulina No-vela sicoloacutegica 1893) Genoveva B de Priori (Cuentos originales 1898) y Marie De-nis Marinot (Fleur de Mai 1895 y la Dama las turquesas 1898) Eso hasta 190025 Estos geacuteneros seraacuten los que maacutes faacutecilmente permitiraacuten el ingreso de las muje-res en la esfera letrada Su inscripcioacuten privilegiada en estos campos pensamos sedebe a que no representaban una amenaza para la autoridad letrada masculina Latraduccioacuten cargaba con el estigma de ser un ejercicio intelectual de segundo orden(pues reproduciacutea las palabras de otro) mientras que la pedagogiacutea era consideradala extensioacuten de la labor educativa que por naturaleza realizaba la mujer en el espacioprivado domeacutestico

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la participacioacuten femenina en otras modalidades discursi- vas es bastante reducida Es el caso del ldquoteatrordquo (con untexto de Amelia Solar de Claro poeta y sobrina de Mer-cedes Mariacuten)26 el ldquoperiodismordquo (Medina menciona soacutelotres publicaciones perioacutedicas dirigidas por mujeres)27 y la

ldquohistoriardquo (tres autoras cuatro textos)28 geacuteneros mdashespe-cialmente los dos uacuteltimosmdash que durante el siglo XIX seconstituyeron en espacios privilegiados para la inscr ipcioacutenfalologoceacutentrica

Fuera de la escasez de impresos la publicacioacuten de estostambieacuten seraacute bastante tardiacutea De ahiacute que por ejemplo nue- vamente en el caso de la poesiacutea se impriman tan solo cuatrofolletos (todos de Mercedes Mariacuten)29 desde 1837 hasta 1880fecha en que por primera vez una mujer publica un libro depoesiacutea (hablamos de Mariacutea Delfina Hidalgo con sus Ensa- yos poeacuteticos) O en narrativa donde si bien la primera novelaescrita por una mujer es temprana la ya referida Alberto el

26 Mariacutea Cenicienta Juguete coacutemico en dos actos i cuatro cuadro Imprenta del Pro-greso Santiago 188427 Nos referimos a La Revista de Valparaiacuteso (1873-1874) de Rosario Orrego Fa-milia (1890) de Celeste Cruz Coke y La Mujer (1897) de Lucrecia UndurragaRefirieacutendose al geacutenero el autor sostendraacute ldquoAl hablar de periodismo tenemos queconcretar su concepto al de una que otra revista que ha visto o ve la luz puacuteblica maacuteso menos de tarde en tarderdquo (1923 217)28 Dos textos de Mercedes Mariacuten (un ldquoelogio histoacutericordquo y un ldquoesbozo biograacuteficordquo)una biografiacutea de la educadora Antonia Tarragoacute publicada por Amelia Charpiacuten y untrabajo de caraacutecter e clesiaacutestico anoacutenimo29 El citado ldquoCanto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquo (1837)Algunos antildeos despueacutes la misma autora publicariacutea otros cuatro poemas valieacutendosedel mismo formato nos referimos a ldquoActo de contricionrdquo en 1848 (1 paacuteg Imprentade la Sociedad) ldquoLa Caridad Ofrenda dedicada a la sentildeora dontildea Antonia Salasrdquoen 1855 (8 pp Imprenta Nacional) ldquoCanto a la patria dedicado a la Sociedad deInstruccioacuten Primaria de Santiagordquo en 1857 (8 pp Imprenta del Paiacutes) y finalmenteldquoCanto fuacutenebre a la memoria del ciudadano Joseacute Romerordquo (14 pp Imprenta delConservador) en 1858

jugador 30 de Rosario Orrego de 1861 (novela por cierto quefue presentada al certamen narrativo organizado en 1860 porla Universidad de Chile31) habraacute que aguardar hasta 1878 paraque otra mujer se atreva a incursionar en el geacutenero32 Algo si-milar ocurre con los geacuteneros ldquocientiacuteficosrdquo y otros como el legis-

lativo en los que la situacioacuten se presentaraacute auacuten maacutes diferida33Ahora bien si la exigua y tardiacutea produccioacuten impresa fe-

menina no resulta elocuente para mostrar el grado de ex-clusioacuten que sufriacutean mujeres en el espacio letrado lo seraacute elescrutinio criacutetico general del mismo investigador En efectoMedina no soacutelo se limita a contabilizar las aportaciones fe-meninas sino que ademaacutes desliza algunos comentarios criacute-ticos significativos respecto a ella Asiacute refirieacutendose a la nove-la y el drama sostendraacute que

30 Esta fue publicada primeramente por entregas en 1860 en las paacuteginas de la ldquoRe- vista del Paciacuteficordquo y un antildeo maacutes tarde en formato libro Lamentablemente no hemospodido acceder al original de esta edicioacuten independiente conformaacutendonos soacutelo conla versioacuten de la ya mencionada revista y la reedicioacuten que el antildeo 2001 hizo la Edito-rial Cuarto Propio31 Sin embargo debido a que el texto fue presentado fuera de los plazos estipula-dos por el jurado finalmente quedoacute descalificado De esta forma el primer lugar loobtuvo el escritor Alberto Blest Gana con su novela La aritmeacutetica del amor reco-nocimiento que un mes despueacutes le valioacute ser nombrado miembro de nuacutemero de laFacultad de Filosofiacutea y Humanidades de la misma institucioacuten logrando un lugarldquoautorizadordquo en el campo cultural chileno En este sentido resulta interesante adver-tir que tras la presentacioacuten de Orrego al concurso poco tiempo despueacutes si bien no va a ser nominada a la Universidad su novela siacute llegue a ser publicada nada menosque con proacutelogo del escritor peruano Ricardo Palma De alguna forma podemosespecular la presentacioacuten a este certamen se transformoacute en una plataforma de legi-timacioacuten para los incipientes escritores que participaron en eacuteste32 Ver nota 2333 Eloiacutesa Diacuteaz primera meacutedico chilena publica su memoria para obtener el gradode Licenciada en Medicina y Farmacia en 1888 titulada Breves observaciones sobrela aparicioacuten de la pubertad en la mujer chilena i de las disposiciones patoloacutegicas pro- pias del sexo Ese mismo antildeo Matilde Brandeau primera abogada en el paiacutes publicasu memoria de grado titulada Derechos civiles de la mujer

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No todas [las autoras] han sabido mover sus fuerzas antes delanzarse a la produccioacuten de maacutes de un geacutenero literario suma-mente difiacuteciles de abordar y en que los fracasos teniacutean que resul-tar inevitables El drama supone gran conocimiento de la vida yde sus pasiones que una nintildea por talentosa que sea no estaacute pre-

parada para abordar con eacutexito Y no creo pecar de exageracioacutenal afirmar que cosa parecida puede decirse de la novela para lacual por lo demaacutes nuestro pequentildeo escenario social no ofrecesino contadiacutesimos recursos a la inventiva Bajo este punto de

vista nuestras literatas tienen que luchar con dificultades casiinsuperables para que los personajes que presentan en accioacutenlleguen a despertar mediano intereacutes (xiii La cursiva es nuestra)

Es maacutes frente a dichas dificultades Medina no duda enaconsejar a las mujeres de nutrirse de un mayor capital litera-rio ldquoEs de todo punto necesario una cultura literaria previa

que por el momento es lo que a mi juicio deben procurar al-canzar nuestras escritoras si quieren no hacer obra delezna-blerdquo (la cursiva es nuestra) Al mirar de soslayo la produccioacutenliteraria femenina la evaluacioacuten de Medina no soacutelo coincidecon la apreciacioacuten generalizada de la criacutetica epocal que de-fendiacutea (impliacutecita o expliacutecitamente) la superioridad masculi-na en el dominio de los recursos conocimientos y competen-cias en la produccioacuten de significantes al interior del campoliterario sino que ademaacutes revela mecanismos de exclusioacutenesteacutetica que tienen su origen precisamente en las semantiza-ciones jeraacuterquicas derivadas de la diferencia sexual Y es quela falta de ldquoexperienciardquo ldquoconocimiento de la vida y sus pa-sionesrdquo la escasez de ldquocultura literariardquo principales falenciasque el autor sentildeala en las escritoras resultan ser saberes quehistoacutericamente han remitido a un orden masculino ligado ala esfera puacuteblica y la cultura el cual actuacutea como contrapunto

del orden asociado a lo femenino ligado a la esfera privada ylas labores domeacutestico-reproductivas Desnaturalizando estehistoacuterico lugar de subalternidad que ha afectado a la mujertanto en el plano social como simboacutelico la escritora DiamelaEltit ha puntualizado

Este hecho no puede ser desligado de las esferas simboacutelicasestaacute alliacute e instala discursos de dominacioacuten y castracioacuten en elaacutembito literario que nos reconsignan en estos discursos criacute-ticos o seudocriacuteticos como ldquomenosrdquo Existen estrategias tec-nologiacuteas taacutecticas para construir mapas y geografiacuteas de poderliterario (276 La cursiva es nuestra)

Como vemos las restricciones sociales y los imperativosde geacutenero que regulan las praacutecticas simboacutelicas de las sujetos

femeninos condicionaraacuten su acceso a ciertas zonas vedadasterritorios donde se entretejen silenciosas enrevesadas sinembargo aplastantes relaciones de saber poder en las cualesla literatura no seraacute la excepcioacuten

IV ldquoM983157983146983141983154983141983155 983152983290983138983148983145983139983137983155rdquo 983141983155983139983154983145983156983157983154983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983161

983139983151983141983154983139983145983151983150983141983155 983140983141983148 983155983145983155983156983141983149983137 983155983141983160983151983143983273983150983141983154983151

Hasta acaacute hemos visto coacutemo la estrechez del campo culturaly el mercado de impresos en el siglo XIX habiacutean incidido en

la marginal participacioacuten de las mujeres en el aacutembito de lapublicacioacuten de discursos (y en particular de libros) Si a estole sumamos la histoacuterica posicioacuten de subalternidad que handebido experimentar tanto en el plano social como especiacute-ficamente en la esfera de la cultura letrada resulta legiacutetimoabrir la interrogante hacia la posicioacuten de las propias mujeres

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respecto a este tipo de praacutectica en otras palabras iquestQueacute sig-nificaba para una mujer del siglo XIX escribir o el gesto maacutesosado auacuten de publicar

Esta pregunta ya la habiacutea intentado responder AdrianaValdeacutes quien ha sentildealado que en relacioacuten a la escritura con

aqueacutel ldquohacerrdquo y ldquotomarse la palabrardquo la situacioacuten de las muje-res ha sido de una ldquodocumentada incomodidadrdquo (251) Dichamolestia sostiene es transversal a nuestras escritoras desdeel caso de las religiosas coloniales pasando por las literatasdel siglo XIX e incluso en autoras de la primera mitad del si-glo XX hoy consagradas por la criacutetica como Gabriela Mistraly Mariacutea Luisa Bombal34 Para ingresar a la ldquociudad letradardquo oldquoescriturariardquo todas ellas han debido recurrir a una serie deestrategias y recursos que tienen como denominador comuacutenel ldquoponerse en su lugarrdquo vale decir reconocer su posicioacuten de

inferioridad frente a un Otro duentildeo del poder y del orden delos signos Por ello Valdeacutes concluye que la literatura desdesiempre ha representado ldquoun corral ajenordquo para las mujeres(en el caso chileno la metaacutefora del corral podriacutea verse refor-zada con la posicioacuten subalterna que tendriacutea nuestra literaturaen relacioacuten a la metroacutepolis) Resulta interesante a este res-pecto reparar en el testimonio de nuestras propias escritorasquienes de manera expliacutecita o bien apelando a una serie de

34 Ambas autoras al igual que otras como Teresa Wilms curiosamente decidenpublicar sus primeros libros en el extranjero Mistral da a luz Desolacioacuten en EstadosUnidos el antildeo 1922 (a insistencia de Federico de Oniacutes) B ombal publica el antildeo 1934La uacuteltima niebla en Buenos Aires (con el apoyo de Neruda y Borges entre otros)y Wilms en aquella misma ciudad publicaraacute sus primeros poemarios InquietudesSentimentales y Los tres cantos en 1917 (tambieacuten con el apoyo de intelectuales comoVicente Huidobro) De acaacute se pueden desprender al menos dos cosas la incomodi-dad o dificultad que probablemente experimentaron las autoras para publicar suslibros en el paiacutes y la presencia siempre constante de una autoridad masculina quedesde el exterior insta (y autoriza) a las autoras a entrar en el campo de las letras

subterfugios manifiestan la conciencia de esa sujecioacuten Es elcaso de Mercedes Mariacuten quien en una carta privada dirigidaal escritor argentino Juan Mariacutea Gutieacuterrez le confiesa las ten-siones que experimenta frente a su quehacer escritural

Se me preguntaraacute tal vez por queacute no he cultivado maacutes mis dis-posiciones naturales y voy a satisfacer a esta objecioacuten Desdemuy pequentildea me hicieron entender mis padres que cualquieraque fuese la instruccioacuten que yo llegase a adquirir por medio dela lectura era necesario saber callar Cuando empeceacute a reflexio-nar por miacute misma conociacute cuaacuten acertado era a este respecto sumodo de pensar y exageraacutendolo tal vez en demasiacutea juzgueacute queuna mujer literata en estos paiacuteses era un fenoacutemeno extrantildeo aca-so ridiacuteculo y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigiriacuteade miacute hasta cierto punto el sacrificio de mi felicidad personal[hellip] Una reputacioacuten literaria habriacutea sido para miacute una carga in-

soportable (Batticuore 112 Las cursivas son nuestras)

Las palabras de Mercedes Mariacuten resultan sumamenteilustrativas para retratar la problemaacutetica relacioacuten que existiacuteadurante el siglo XIX entre las mujeres y el acceso al sabery maacutes especiacuteficamente entre las mujeres y la praacutectica de laescritura y la publicacioacuten Tal como alguna vez lo tuviera quehacer Sor Juana Ineacutes de la Cruz Mariacuten reniega de su intereacutespor el conocimiento y la literatura no soacutelo al afirmar quesiempre fue ldquoajenardquo a este tipo de ldquopretensionesrdquo (leacutease en sudoble sentido de objetivo anhelo y de ldquopretenciosidadrdquo) sinoque tambieacuten rechazando y desembarazaacutendose del acto vo-litivo intelectual que implica la escritura De esta manera justificaraacute esta praacutectica aludiendo a su caraacutecter involuntarioy principalmente emotivo territorio por excelencia asocia-do a un orden femenino Al mismo tiempo y al igual que

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la religiosa va a tener clara conciencia de la necesidad enuna sociedad patriarcal como lo era aquella de ldquosaber ca-llar cuando se sabiacuteardquo (Ludmer 1984) imperativo taacutecito queoperaba incluso en familias ilustradas como las de la autora(su padre era meacutedico su madre una culta y reputada salon-

niegravere y su hermano un destacado escritor y filoacutesofo profesordel Instituto Nacional) en donde el traacutefico y discusioacuten deideas era bastante comuacuten Y es que a diferencia de lo queocurriacutea con sus pares varones la lectura y el conocimientoeran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debiacuteasaber callar si no queriacutea ser tomada por ridiacutecula o pedante(ldquoel saber es contrario a la feminidadrdquo sosteniacutea Michelle Pe-rrot) de ahiacute que intentar hacerse un camino como escritorafuera concebido por Mariacuten como un proyecto sencillamentedescabellado (ldquoextrantildeordquo ldquoacaso ridiacuteculordquo) el que a la vez que

la exponiacutea peligrosamente a la reprobacioacuten yo marginacioacutensocial al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro-pia felicidad No obstante ello y pese a la serie de limita-ciones que coaccionaban su vocacioacuten intelectual la autoraigualmente se aventuraraacute en estas territorialidades vedadasasumiendo ya sea como maacutescara o precaucioacuten los valores dela prudencia y el pudor ldquorecordemos que etimoloacutegicamenteel pudor estaacute asociado a la timidez la verguumlenza el recato lacastidad y el sentido del honor valores todos muy estimadosen la vida de las mujeresrdquo (Batticuore 190)

Como han sentildealado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti-cuore (2005) la escritura de las mujeres sobre todo duranteel siglo XIX estaba siempre en pugna con un ldquoimaginariomoralizanterdquo el cual ldquosancionaba fuera del aacutembito estricta-mente legal y se vinculaba a lo cotidianordquo De esta manera elimperativo moral de la ldquohonra femeninardquo de la cual dependiacutea

la ldquohonra familiarrdquo se constituyoacute como un ldquoimportante dis-curso hegemoacutenico de control y vigilancia de los comporta-mientos y cuerpos de hombres pero principalmente de lasmujeres en el siglo XIXrdquo (Arcos 35) mecanismo de controlque ya veniacutea operando vale agregar desde la Colonia De

aquiacute el temor de que una mujer publicara pues precisamen-te ldquoponiacutea en juego la moral familiar al agrietar el ideal dela mujer domeacutesticardquo De esta manera la ldquono publicacioacutenrdquo seerigiacutea ldquocomo garantiacutea y condicioacuten de una mujer virtuosa quepracticaba la escriturardquo (Batticuore 191)

Esta opinioacuten respecto al conflicto moral que experimenta-ban las escritoras frente a la publicacioacuten va a ser respaldada porSusan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritorasromaacutenticas del siglo XIX sostendraacute que ldquoel arma maacutes podero-sa de la que se serviacutean quienes se oponiacutean a la participacioacuten

femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-dad de la literatura con la virtud femenina argumento que fueesgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritorasrdquo(Pastor 29) De aquiacute se desprende entonces que la mujer quedeseaba publicar no soacutelo debiacutea seleccionar atentamente los te-mas y geacuteneros a los que iba a recurrir sino que ademaacutes debiacuteaapelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en sunatural lugar de inferioridad Estas operaciones nacidas deltemor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal a veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-culparse por un pasatiempo tan ldquopresuntuosordquo a despreciar-se intelectualmente ldquopresentando sus producciones artiacutesticascomo meras insignificancias ideadas para divertir y distraera los lectores en momentos de ociosidadrdquo (Gilbert y Gubart76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del puacuteblico lector opeor auacuten sus ataques burlas yo descalificaciones

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

983137983148983156983141983154983150983137983156983145983158983151

Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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B983145983138983148983145983151983143983154983137983142983277983137

ARCOS Carol ldquoNovelas folletiacuten y la autoriacutea femenina en lasegunda mitad del siglo XIX en Chilerdquo Revista Chilena deLiteratura 76 (abril 2010) 27-42

BAEZA Martiacutenez Sergio El libro en Chile Santiago Biblio-teca Nacional 1982

BARROS Martina Recuerdos de mi vida Santiago Orbe1942

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BATTICUORE Graciela La mujer romaacutentica Lectorasautoras y escritores en la Argentina1830-1870 BuenosAires Edhasa 2005

BOURDIEU Pierre ldquoEl campo literario Prerrequisitoscriacuteticos y principios de meacutetodordquo Criterios 25-28 (enero1989-diciembre 1990)

_____ La dominacioacuten masculina Barcelona Anagrama2000

BRUNNER Joseacute Joaquiacuten ldquoCultura y crisis de hegemoniacuteardquoJJ Brunner y Gonzalo Catalaacuten (eds) Cinco estudiossobre cultura y sociedad Santiago Flacso 1985

CHARTIER Roger El orden de los libros Barcelona Gedisa2000

ELTIT Diamela ldquoContante y sonanterdquo El orden los signos Es-critos sobre poliacutetica arte y literatura Santiago EdicionesUniversidad Diego Portales 2006

FOUCAULT Michel La arqueologiacutea del saber Buenos AiresSiglo XXI 2002

_____ El orden del discurso Barcelona Tusquets 1992

FRANCO Jean Las conspiradoras Representaciones de lamujer en Meacutexico Meacutexico FCE 1994

GILBERT Sandra y Gubar Susan La loca del desvaacuten Valen-cia Caacutetedra 1994

HABERMAS Juumlrgen Historia y criacutetica de la opinioacuten puacuteblica

Barcelona G Gili 1990HUNEEUS Gana Jorge Cuadro histoacuterico de la produccioacuten

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LUDMER Josefina ldquoTretas del deacutebilldquordquo Patricia Gonzaacutelez yEliana Ortega (eds) La sarteacuten por el mango Encuentrode escritoras latinoamericanas Riacuteo Piedras EdicionesHuracaacuten 1984

MARIacuteN Mercedes Poesiacuteas de la sentildeora Da Mercedes Ma-riacuten de Solar dadas a la luz por su hijo Enrique del Solar

Santiago Impr Andreacutes Bello 1874MEDINA Joseacute Toribio La literatura femenina en Chile

Santiago Imprenta Universitaria 1923ORREGO Rosario Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela

corta ldquoeresardquo Compilacioacuten de Isaac Grez Silva Santia-go Editorial Nascimento 1931

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PASTOR Briacutegida El discurso de Gertrudis Goacutemez de Avella-neda identidad femenina y otredad Alicante Universi-dad de Alicante 2002

POBLETE Juan La literatura chilena del siglo XIX Entre puacuteblicos lectores y figuras autoriales Santiago CuartoPropio 2003

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139138

SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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X983145983149983141983150983137 F983145983143983157983141983154983151983137Poesiacutea del pareacutentesis el caso de los ldquoproyectos creadoresrdquointerrumpidos de la Antologiacutea de la Nueva PoesiacuteaFemenina Chilena (1985) 157

DE VESTIGIOS Y OTROS FANTASMAS

H983157983143983151 H983141983154983154983141983154983137 P983137983154983140983151ldquoProacuteximo a publicarserdquo Sobre los paratextos sin textode la vanguardia de Valparaiacuteso (Vestigio yespeculacioacuten) 195

N983145983138983137983148983140983151 A983139983141983154983151Vestigio del poema insalvable la tala de ldquoSalviardquode Gabriela Mistral 231

EPIacuteLOGO

C983144983154983145983155983156983145983137983150 G983151983140983145983150El fragmento (Traduccioacuten de N983145983150983151983155983147983137 V983141983154983137) 269

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LA RESISTENCIA AL LIBROMUJERES ESCRITURA Y EXCLUSIOacuteN

EN EL SIGLO XIX EN CHILE

J983151983161983139983141 C983151983150983156983154983141983154983137983155 V

I M983137983154983143983145983150983137983148983145983140983137983140983141983155 983139983137983156983141983143983283983154983145983139983137983155 983139983137983156983141983143983151983154983277983137983155

983149983137983154983143983145983150983137983148983145983162983137983150983156983141983155

Si [a la escasa instruccioacuten que recibiacutean las mujeres] se antildeadeque en Chile soacutelo tuvimos imprenta propiamente dicha hasta

el antildeo de 1813 iquestcoacutemo puede parecer extrantildeo que la produc-cioacuten intelectual femenina fuese entre nosotros tan limitada por no decir nula que el investigador apenas si puede hallaralguacuten ensayo manuscrito de la eacutepoca colonial y una sola mues-tra impresa

Joseacute Toribio Medina La literatura femenina en Chile

Con esta observacioacuten referida a la posicioacuten marginal queocuparon las mujeres chilenas en la produccioacuten letrada co-lonial Joseacute Toribio Medina iniciaba en 1923 la pionera labor

de inventariar las producciones escriturales publicadas pormujeres en el paiacutes Sus datos resultan elocuentes tal comosostiene en el epiacutegrafe citado el recuento se cierra con la exi-gua cifra de dos textos como las uacutenicas contribuciones feme-ninas a las letras coloniales8 de las que se guarde registro

8 Luciacutea Invernizzi y Raissa Kordic posteriormente aportaraacuten a este proceso de

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La primera de ellas una autobiografiacutea escrita por Sor UacutersulaSuaacuterez a su confesor en 1708 titulada Relacioacuten de las singu-lares misericordias que el Sentildeor ha usado con una religiosaindigna esposa suya9 y la segunda un romance histoacuterico es-crito por Sor Tadea Garciacutea de la Huerta en 1784 tambieacuten

dirigido a su confesor titulado Relacioacuten de la inundacioacuten quehiso el Rio Mapocho de la ciudad de Santiago de Chile enel Monasterio de Carmelitas el uacutenico de los dos que fue fi-nalmente impreso y publicado por primera vez en Lima en178410

Del recuento realizado por Medina no solo nos lla-ma la atencioacuten la escuaacutelida produccioacuten intelectual feme-nina circunscrita a este periacuteodo ni la similitud de statusque guardan las enunciadoras (pues ambas son religiosas)ni las particulares instancias en las que surge la enuncia-cioacuten (son textos que no nacen de la iniciativa individual delas autoras sino que son ldquoobligadasrdquo a escribirlos para susconfesores praacutectica que por lo demaacutes estaba bastante ex-tendida durante este periodo11 en Latinoameacuterica) Lo que

recuperacioacuten y relectura de la escritura de las religiosas coloniales con sus investi-gaciones acerca del epistolario de Sor Josefa de los Dolores Pentildea y Lillo Para maacutesinformacioacuten ver ldquoImaacutegenes y escritura de mujeres en la literatura colonial chilenardquoEn Sonia Montecinos (comp) Mujeres chilenas Fragmentos de una historia Santia-go Catalonia 20089 Como sentildeala Adriana Valdeacutes este texto ha sido doblemente obliterado tanto

por los caacutenones religiosos (a diferencia de los textos de Santa Teresa por ejemplo)como por los caacutenones literarios Respecto a ello cabe mencionar que las reedicionese investigaciones en torno a este texto fuera de escasas han sido tardiacuteas Entre ellasse debe destacar la reedicioacuten criacutetica de Mario Ferrecio (1984) y los estudios de lamisma Valdeacutes10 Medina sentildeala otras tres reimpresiones de este texto una en 1862 otra en 1877y finalmente la que realiza eacutel mismo en 189911 Sobre la escritura forzada a la que era ldquosometidasrdquo las religiosas coloniales con-suacuteltese el primer capiacutetulo del libro de Jean Franco Las conspiradoras Representacio-nes de la mujer en Meacutexico FCE Meacutexico 1994

nos resulta realmente llamativo es que esta ldquoinexistenciardquointelectual femenina lejos de constituir un legado austeroexclusivo de la Colonia haya trascendido de manera simi-lar hasta el ilustrado siglo XIX comenzando a menguartiacutemidamente solo despueacutes de la segunda mitad de eacuteste y

que inclusive para ser maacutes taxativas podriacuteamos exten-derlo a las primeras deacutecadas del XX Esta ausencia como veremos va a abrir una serie de interrogantes en cuyas po-sibles respuestas se avizoran mecaacutenicas praacutecticas y ejerci-cios de poder que hacen maacutes reconocible el esbozo de estamarginalidad

Aunque existen varios trabajos que han intentado ldquoresca-tarrdquo la escritura de mujeres chilenas del siglo XIX1 sin dudauna de las iniciativas maacutes ambiciosas debido a su extensioacuteny ampliacutesima documentacioacuten bibliograacutefica ha sido la de JoseacuteToribio Medina (de hecho eacutel mismo se encargoacute de destacaren el proacutelogo el caraacutecter pionero de su estudio por lo menosen el aacutembito hispanoamericano) En efecto ya en el progra-ma de su pesquisa se proponiacutea catalogar ldquocuanto libro ofolleto ha salido de mano de mujer en Chile en cualquierorden que seardquo No obstante esta avidez investigativa mdashqueevidentemente responde a un programa positivista epocalmdash

1 Fuera del estudio de Medina vale la pena destacar el trabajo que inspirara al

biblioacutegrafo nos referimos a Mujeres Chilenas de letras Imprenta UniversitariaSantiago 1917 bosquejo realizado por la escritora Luisa Zanelli Posteriormentedeben mencionarse trabajos como los de Ruth Gonzaacutelez-VergaraNuestras escritoraschilenas una trayectoria por descrifrar Ediciones Guerra y Vergara Santiago 1992Lina Vera Lamperein Presencia femenina en la literatura nacional

una trayectoriaapasionante 1750-1991 Semejanza Santiago 2008 mdashel que al igual que los otrosadoptaraacute una perspectiva maacutes bien panoraacutemica respecto a la produccioacuten escritu-ral femeninamdash y el interesante debido principalmente a las lecturas criacuteticas quedesarrolla de Patricia Rubio Escritoras Chilenas Novela y cuento Cuarto PropioSantiago 1999

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es enfaacutetico en delimitar la naturaleza del corpus con el cualtrabajaraacute ldquohe hablado de libros y folletos para deslindar bienel alcance de este inventario bibliograacutefico indicando asiacute queno me alargo hasta enumerar artiacuteculos de revistas o perioacutedi-cos no en verdad porque deje de reconocer que algunos de

ellos son de intereacutes o de valor literario sino porque la tarearesultariacutea abrumadora y en todo caso incompletardquo (VII) alo que agrega la uacutenica excepcioacuten a esta regla a saber el casode los textos coloniales mencionados al principio debido aque por su naturaleza singular el autor estariacutea ldquoobligado a darcuenta de ellosrdquo

Resulta interesante detenerse un momento en el criteriometodoloacutegico que regula el estudio del biblioacutegrafo pues laseleccioacuten y utilizacioacuten de ciertas categoriacuteas de anaacutelisis comolas de folleto2 y libro3 (en particular de esta uacuteltima) nos dancuenta de un recorte altamente significativo y que no puedepasar inadvertido Dicho de otro modo lo que esta opera-cioacuten de seleccioacuten nos revela inevitablemente en su reverso esla exclusioacuten de un amplio tipo de discursividades como esel caso precisamente de las publicaciones perioacutedicas sentildea-ladas por el autor soportes textuales que ademaacutes de abrigarpreferentemente ciertas modalidades discursivas fueron su-mamente utilizados por los letrados del siglo XIX y en espe-cial por las mujeres

2 Seguacuten el diccionario de la RAE el teacutermino ldquofolletordquo mdashque provendriacutea del latiacutenfolium (hoja)mdash hariacutea referencia a la ldquoobra impresa no perioacutedica que no consta debastantes hojas para formar libro [hellip] El nuacutemero de paacuteginas ha de ser entre cinco ycuarenta y ocho excluidas las cubiertasrdquo3 De acuerdo a la misma fuente de la nota anterior ldquolibrordquo hace referencia a laldquoreunioacuten de muchas hojas de papel vitela etc ordinariamente impresas que se hancosido o encuadernado juntas con cubierta de papel cartoacuten pergamino u otra pieletc y que forman un volumen Su nuacutemero de paacuteginas ha de ser 49 o maacutes excluidaslas cubiertasrdquo

Si hacemos el ejercicio de observar y comparar la pro-duccioacuten de las escritoras chilenas del siglo XIX con la de suspares latinoamericanas ldquocanonizadasrdquo (pensemos en algunasfiguras representativas del periacuteodo como Eduarda Mansillay Juana Manuela Gorritti en la Argentina Mercedes Cabe-

llo y Clorinda Matto en el Peruacute Soledad Acosta en Colom-bia Gertrudis Goacutemez en Cuba) nos percataremos de que sibien estas uacuteltimas tambieacuten incursionaron y de manera muyfecunda en el campo de la prensa perioacutedica y los folletoslo cierto es que asimismo todas accedieron a la publicacioacutende libros a diferencia de lo que sucedioacute en Chile donde in-clusive en el caso de nuestras escritoras maacutes emblemaacuteticasdel periacuteodo como Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego estapraacutectica fue maacutes bien inusitada por no decir tardiacutea y escasa(Orrego soacutelo llegoacute a publicar una novela en este formato nosreferimos a Alberto el jugador )

Dada esta situacioacuten es factible hipotetizar que la no pu-blicacioacuten de sus trabajos bajo el formato aglutinador de unobjeto ldquolibrordquo entre otros factores haya incidido en la soste-nida exclusioacuten de nuestras literatas de las historias del libroyo de la literatura tanto latinoamericanas4 como en menormedida las nacionales5 Esto porque cuando praacutecticamenteno se asiste a esa unidad tan cara a los investigadores como

4 Por ejemplo la de Enrique Anderson Imbert Historia de la literatura Hispanoa-mericana Tomo I FCE Meacutexico DF 19695 Me refiero a trabajos como los de Maximiano Fernaacutendez Fraile Historia de laliteratura chilena Editorial Salesiana Santiago 1994 Hugo Montes y Julio Orlan-di Historia de la literatura chilena Editorial Paciacutefico Santiago 1965 asiacute como elde Luis Muntildeoz y Dieter Oelkner Diccionario de movimientos y grupos literarioschilenos Ediciones Universidad de Concepcioacuten Concepcioacuten 1983 Si bien en algu-nos de estos estudios (pienso en el de Muntildeoz y Olkner) se hace mencioacuten a ciertasescritoras del siglo XIX como Mercedes Mariacuten huelga aclarar que soacutelo se trataraacute dereferencias breviacutesimas cuando no cercanas al mero dato anecdoacutetico

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II C983137983149983152983151 983139983157983148983156983157983154983137983148 983141983149983138983154983145983151983150983137983154983145983151 983161 983149983141983154983139983137983140983151 983140983141

983145983149983152983154983141983155983151983155 983141983150 983141983148 983155983145983143983148983151 XIX L983277983149983145983156983141983155 983161 983148983145983150983141983137983149983145983141983150983156983151983155

983152983137983154983137 983148983137 983152983154983151983140983157983139983139983145983283983150 983145983150983156983141983148983141983139983156983157983137983148 983142983141983149983141983150983145983150983137 983141983150

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Al comienzo de estas paacuteginas introduciacuteamos como epiacutegrafeuna cita de Medina quien para explicar la ausencia de pro-duccioacuten discursiva femenina durante el periacuteodo colonial(que abarcoacute en el caso chileno los siglos XVI- XVII y XVIIIes decir poco maacutes de 270 antildeos) estableciacutea el nexo no soacutelocon la precaria educacioacuten que recibiacutean por entonces las mu- jeres6 sino tambieacuten con la tardiacutea llegada de la imprenta Laldquomaacutequina de la felicidadrdquo como era denominada por los ilus-trados franceses de la eacutepoca (Subercaseaux 2000) ingresoacute a

Chile solo en 18117

convirtieacutendose en el uacuteltimo paiacutes a nivellatinoamericano en la implementacioacuten de este tipo de tecno-logiacuteas8 Este ingreso que fue posible gracias a las gestiones

6 Para maacutes informacioacuten respecto a la educacioacuten femenina en la Colonia y el si-glo XIX consuacuteltense los estudios de Amanda Labarca Historia de la ensentildeanza enChile Santiago de Chile Imprenta Universitaria 1939 y Ana Mariacutea Stuven ldquoLaeducacioacuten de la mujer y su acceso a la universidad un desafiacuteo republicanordquo En AM Stuven y Joaquiacuten Fermandois (eds) Historia de las mujeres en Chile Tomo 1Santiago de Chile Taurus 2011 p 335-3747 No obstante esta fecha que da Medina previamente habriacutean existido tres im-prentas -bastante artesanales- que produjeron los famosos ldquoincunablesrdquo chilenos esdecir aquellos textos que refieren al periacuteodo inicial mdashla cunamdash de la imprenta en elpaiacutes Uno de estos corresponderiacutea al Modo de ganar el Jubileo Santo primer impresohecho en Chile que data del antildeo 1776 Para maacutes informacioacuten ver Alamiro de AacutevilaEl modo de ganar el Jubileo Santo de 1776 y las imprentas de los incunables chilenosSantiago Universitaria 19768 Las fechas de instalacioacuten de la imprenta en los principales paiacutesescapitales de laAmeacuterica Hispaacutenica son las siguientes Meacutexico 1540 Lima 1581 Guatemala 1660La Habana 1701 Paraguay 1705 Bogotaacute 1738 Quito 1760 Buenos Aires 1780Montevideo 1807 Caracas 1808 (Medina citado por Subercaseaux 200022)

encabezadas por la eacutelite criolla dirigente constituiacutea al mismotiempo el simboacutelico gesto de clausura del extendido ordencolonial ligado a Espantildea y el nacimiento de uno nuevo re-publicano

El retraso con que arriba la imprenta constituiraacute una de

las manifestaciones maacutes palpables de la profunda indiferen-cia que existioacute durante la Colonia en materia cultural9 asiacutecomo tambieacuten del praacutecticamente nulo intereacutes de parte de lacorona no solo de propiciar la produccioacuten letrada criolla sinoque tambieacuten de mitigar a traveacutes de la aplicacioacuten de poliacuteticasde alfabetizacioacuten y de impulso a la lectura (todas facilitadaspor la imprenta) los altiacutesimos iacutendices de analfabetismo queafectaban a la poblacioacuten10 Indiferencia que se volviacutea exacer-bada censura cuando la administracioacuten y la Iglesia (ambasinstituciones estaban indisociadas11) se veiacutean enfrentadas a

9 En su introduccioacuten a La literatura colonial de Chile (1878) el mismo Joseacute ToribioMedina reflexionaba con pesar acerca de las paupeacuterrimas condiciones que presen-taba el espacio cultural durante la Colonia Sus quejas apuntaban principalmente alprofundo estado de letargo que constrintildeoacute la vida intelectual del periacuteodo ldquoLa vidacolonial era esencialmente monoacutetona Fuera de la guerra araucana de la entradade los gobernadores de las fiestas religiosas de las frecuentes competencias entrelas diversas autoridades o de los capiacutetulos de frailes que preocupaban a la sociedadentera el horizonte que se ofreciacutea era escasiacutesimo Aquello propiamente no era laactividad de la vida sino el letargo del suentildeordquo (sp la cursiva es miacutea)10 Praacutecticamente indiferente para la corona espantildeola desde un principio la edu-cacioacuten estuvo bajo la tutela de la Iglesia puesto que ldquola monarquiacutea jamaacutes consideroacuteun deber suyo la educacioacuten de las masasrdquo deviniendo el magisterio en un ldquooficioesencialmente religioso en el sentido que era la Iglesia el poder docente y no elestadordquo (Labarca 1939 39) Las escuelas de primeras letras creadas por los con- ventos ndasho posteriormente despueacutes de la expulsioacuten de los jesuitas en 1767 por loscabildosndash impartiacutean a un escaso nuacutemero de estudiantes siempre de geacutenero mascu-lino y origen social privilegiado los fundamentos de la doctrina cristiana algunosrudimentos de lectura y escritura y de manera muy somera las operaciones maacutessimples de aritmeacutetica11 E iban a seguir estaacutendolo al menos en la praacutectica pese a la progresiva seculari-zacioacuten que se dio en el siglo XIX

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praacutecticas o manifestaciones discursivas que a su juicio pu-dieran sonar a laicas o librepensantes yo representaran unaamenaza para la hegemoniacutea de la eacutelite letrada acostumbradaa monopolizar el poder de la letra Desde esta perspectivaiquestqueacute maacutes representativo entonces de este temor que la ima-

gen ilustrada intimidantemente hereacutetica que se asociaba ala imprenta iquestqueacute maacutes peligroso tambieacuten que su capacidadde propagar la palabra escrita entre los no iniciados de des-pojarla de su caraacutecter selectivo y vulgarizarla Visto asiacute resul-ta comprensible por tanto que la produccioacuten intelectual delperiacuteodo se haya visto en general12 severamente atrofiada

Si bien el fenoacutemeno de la imprenta fue un aconteci-miento sin duda significativo en el despertar intelectual dela nacioacuten cabe aclarar que su funcioacuten al menos durante susinicios estuvo estrictamente supeditada a satisfacer las ne-cesidades juriacutedico-administrativas del nuevo gobierno Deahiacute que los primeros textos que salieron a la luz guardaranrelacioacuten con materias relativas a asuntos de esa iacutendole talescomo ordenanzas leyes asiacute como tambieacuten los primeros pa-peles perioacutedicos oficialistas Habraacute que esperar algunos antildeosmaacutes para que otras imprentas esta vez gestionadas por capi-tales privados se ocuparan de la impresioacuten de una maacutes am-plia clase de textos desde perioacutedicos a revistas pasando portratados cientiacuteficos histoacutericos legislativos filosoacuteficos obras

literarias boletines comerciales por mencionar los principa-les Esta diversificacioacuten potencioacute a su vez el aumento en elnuacutemero de autores (productores) y lectores (consumidores)

12 No obstante cabe aclarar que los innumerables textos que se conservan del pe-riacuteodo colonial y que han dado paso sobre todo en el uacuteltimo tiempo a una profusioacutende estudios estaacuten centrados en materias eclesiaacutesticas o poliacutetica-administrativassiendo muy pocos los trabajos orientados al campo de las artes la literatura la filo-sofiacutea o las ciencias

aspecto importantiacutesimo que no puede dejarse de lado Estasimprentas que a partir de las deacutecadas 1830 y 1840 se instala-ron preferentemente en ciudades como Santiago y Valparaiacute-so no soacutelo marcaron el puntapieacute inicial para la activacioacuten deun mercado de impresos sino que ademaacutes contribuyeron a

traveacutes de la difusioacuten de nuevos autores y textos a la confor-macioacuten de un embrionario campo cultural13

Seraacute en este contexto signado por los esfuerzos del elen-co dirigente en dejar atraacutes el oscurantismo cultural asocia-do a la Colonia que se implementaraacuten una serie de poliacuteticasgubernamentales tendientes a encaminar a la nacioacuten en losideales del progreso y la ilustracioacuten Este impulso dio lugara la creacioacuten de una serie de instituciones educacionales yculturales que tendraacuten un rol sustancial en la configuracioacutendel emergente campo cultural como la Universidad de Chile(1842) la Escuela Normal de Preceptores (1842) la Escuelade Artes y Oficios (1849) la Academia de Pintura (1849) elConservatorio Nacional de Muacutesica (1850) el Teatro Munici-pal (1853) entre otras14 En esta misma direccioacuten se buscaraacutecombatir las elevadas cifras de analfabetismo de la poblacioacutena traveacutes de la creacioacuten de centenares de escuelas primarias y

13 Siguiendo a Bourdieu entenderemos porcampo cultural aquel espacio social enque tiene lugar la produccioacuten de bienes simboacutelicos de una sociedad y en el que segenera la competencia entre distintos grupos que pugnan por obtener legitimidadpara sus producciones intelectuales yo esteacuteticas (Bourdieu 1989) Uno de los re-quisitos para que exista este campo es su autonomiacutea (real pero relativa) respecto delos otros campos (por ejemplo el campo literario respecto a los campos legislativocientiacutefico etc) hecho que en nuestro contexto efectivamente se produciraacute soacutelo afinales de siglo14 Por ejemplo la Escuela de Arquitectura (1849) y la Escuela Normal de Pre-ceptoras (1853) Es interesante advertir que esta uacuteltima a diferencia de las otrasinstituciones fue la uacutenica que estuvo bajo la tutela de sectores ligados a la Iglesiaespeciacuteficamente de las religiosas del Sagrado Corazoacuten de Jesuacutes

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secundarias15 asiacute como de decenas de ldquobibliotecas popularesrdquo vinculadas a eacutestas

Este entusiasmo por la ilustracioacuten celebrado por el sec-tor oligarca liberal propiciaraacute de igual forma el surgimientode ciertas ldquoinstituciones sociales modernasrdquo acuntildeando la ex-

presioacuten de Habermas (1990) como las sociedades clubessalones y sobre todo la prensa la cual tendraacute un auge ex-traordinario durante este siglo Todos ellos se constituyeronen lugares propicios para la discusioacuten de materias relaciona-das con la contingencia poliacutetica y otros temas propios de lalsquoalta cultura burguesarsquo Seraacute en el seno de estas institucionessociales modernas donde se gestaraacuten movimientos intelec-tuales como los de la generacioacuten de 1842 de gran relevanciapara la historia y el desarrollo cultural del paiacutes

Esta serie de factores van a significar un importante avanceen materia cultural no obstante sus efectos todaviacutea se encuen-tren orientados a una poblacioacuten letrada maacutes bien reducida16aunque mucho maacutes amplia que en la Colonia17 En palabrasde Subercaseaux se ldquotratariacutea de instancias macro que van aincidir directa e indirectamente en el campo del librordquo (200063) objeto que a partir de entonces comenzaraacute a ser valorado

15 Por ejemplo en 1860 bajo el gobierno de Montt se creoacute la Ley de InstruccioacutenPrimaria por medio de la cual el Estado se comprometiacutea a educar gratuitamente anintildeos y nintildeas (Labarca 1939)16 Si bien ahora se disponiacutea de educacioacuten superior eacutesta seguiacutea siendo patrimoniode un grupo social geneacuterico-sexual y eacutetnico diferenciado hombres blancos y declase acomodada De hecho las mujeres solo pudieron ingresar a la universidad en1880 Por su parte las escuelas primarias si bien aumentan considerablemente sunuacutemero a partir de 1840 para 1865 auacuten no podiacutean revertir las alarmantes cifras deanalfabetismo el 83 de la poblacioacuten era analfabeta (Brunner 19)17 Analizando la composicioacuten del campo cultural chileno del siglo XIX el so-cioacutelogo Joseacute Joaquiacuten Brunner se referiraacute a este tipo de estructura social como unaldquoconstelacioacuten poliacutetico cultural oligarcardquo Este grupo perderaacute su hegemoniacutea solo aprincipios del siglo XX

como ldquovehiacuteculo insustituible de pensamientos ideas y cono-cimientos instrumento uacutenico y por excelencia para educar alos pueblosrdquo Bajo estas consideraciones si en la eacutepoca de laemancipacioacuten el foco estaba puesto en la imprenta como ldquomaacute-quina de la felicidadrdquo ahora se trasladaraacute al libro como ldquollave

del conocimientordquo instrumento capaz de sacar a la nacioacuten delletargo espiritual e intelectual en que yaciacutea desde la Colonia

Manifestacioacuten del auge que comenzaraacute a experimentar ellibro lo constituiraacute por ejemplo el crecimiento sostenido dela industria impresora18 y la eclosioacuten del comercio librero19 elcual entre 1840 y 1880 sufriraacute un proceso de desarrollo y pro-fesionalizacioacuten importante20 (empero continuacutee comerciali-zando preferentemente autores extranjeros) Es en esta direc-cioacuten que resulta interesante atender a la informacioacuten brindadapor Joseacute Victorino Lastarria (parafraseada por Subercaseaux)la cual nos permite formarnos una idea respecto a la cantidady tipos de libros que por entonces circulaban

Entre 1855 y 1860 se publicoacute un promedio de 72 tiacutetulos anualesde los cuales 13 correspondiacutean a obras originales de autores chi-lenos o residentes en el paiacutes 8 a textos de estudios 33 a folletoso libros religiosos y 18 de reimpresiones y traducciones de obras

18 Seguacuten apunta Bernardo Subercaseaux ldquoEn la deacutecada de 1840 ya funcionabanalrededor de 9 imprentas en Valparaiacuteso y otras tantas en Santiago la mayoriacutea deellas dedicadas a impresos perioacutedicos Seguacuten el censo industrial en 1867 habiacutea entodo el paiacutes treinta y ocho imprentas en 1871 cuarenta y nueve en 1875 ses enta yseis y alrededor de 80 en 1880rdquo (79)19 ldquoTiene razoacuten Pedro Pablo Figueroa [cuando] en su libro La libreriacutea en Chile(1896) postulaba un paralelismo entre el desenvolvimiento intelectual de 1842 y lainstitucionalizacioacuten de las libreriacuteasrdquo (Subercaseaux 91)20 A mediados de 1850 existiacutean varias libreriacuteas no s olo en Valparaiacuteso y Santiagosino tambieacuten en ciudades como Copiapoacute San Felipe y La Serena A eso debemosagregarle la irrupcioacuten de las ldquolibreriacuteas de viejordquo que comercializaban libros usados(Subercaseaux 90-91)

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europeas (desde poesiacutea y libretos de oacutepera hasta novelas y folle-tines) Diez antildeos maacutes tarde entre 1865 y 1869 se editaban unpromedio de 112 tiacutetulos por antildeo De eacutestos 17 correspondiacutean alibros de asuntos religiosos y los 95 restantes a textos de estu-dios obras originales y reimpresiones o traducciones europeas

(Subercaseaux 84)

Se desprende asiacute que a partir de la segunda mitad del si-glo XIX existiraacute una produccioacuten de libros que si bien todaviacuteaes limitada estaacute creciendo progresivamente al tiempo que vaadoptando una clara tendencia secularizante (Lastarria deslizaestos datos precisamente para sentildealar la influencia ultramon-tana dentro de la produccioacuten letrada) Estos cambios debenentenderse en el marco de un campo cultural en proceso dedesarrollo que soacutelo a finales de siglo alcanzaraacute su autonomiacutea

(respecto de otros campos como por ej el poliacutetico y el religio-so) De ahiacute por tanto que no resulte extrantildeo que la produc-cioacuten ldquoliterariardquo fuera de ser escasa obedeciera como la mayorparte de la produccioacuten intelectual del periacuteodo a un discursopoliacutetico de caraacutecter doctrinario y edificante cuyo norte esta-ba puesto en la construccioacuten de la nacioacuten Este hecho resultaparticularmente interesante pues nos permite introducir lapregunta respecto a quieacutenes eran los sujetos que efectivamenteteniacutean el derecho de apropiarse de ese discurso y por supuestode participar simboacutelicamente en la configuracioacuten del ideario

Estado-nacioacuten Es evidente que grupos sociales como las mu- jeres los sectores populares o de origen indiacutegena no fueronconsiderados en tal proceso de inscripcioacuten La idea de una di-mensioacuten excluyente que todaviacutea cargaba la produccioacuten letradaqueda reforzada si atendemos nuevamente a las palabras deSubercaseaux quien nos sentildeala el caraacutecter de legitimacioacuten yconsagracioacuten intelectual que representaba el libro

La valoracioacuten del libro como un bien sociocultural en funcioacutende la civilizacioacuten va acompantildeada por una valoracioacuten del librocomo una finalidad en siacute como una instancia que conferiacuteaidentidad y existencia intelectual y que permitiacutea que los au-tores (muchas veces falto de pergaminos aristocraacuteticos) ins-

cribieran sus nombres en los cenaacuteculos de la eacutelite nacional(Subercaseaux 64 La cursiva es nuestra)

Esta idea del libro ldquocomo pergamino aristocraacuteticordquo nospermite visualizar las intrincadas relaciones de poder saberque se articulaban detraacutes de la publicacioacuten de este tipo deimpresos Aunque como hemos visto el mercado del librorecieacuten estaba tomando fuerza lo cierto es que constituiacutea unespacio privilegiado de acceso reducido y fuertemente ex-cluyente en el que operaban una serie de condicionantes

econoacutemicas poliacuteticas de clase geacutenero etnia entre las maacutespatentes La pregunta que emerge de este panorama se diri-ge al lugar especiacutefico que ocuparon las mujeres dentro de laemergente produccioacuten impresa

III L983137983155 983149983157983146983141983154983141983155 983137 983148983137 983152983137983148983141983155983156983154983137 983139983145983142983154983137983155 983161 983146983157983145983139983145983151983155

983154983141983155983152983141983139983156983151 983137 983155983157 983145983150983139983157983154983155983145983283983150 983141983150 983148983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983140983141

983145983149983152983154983141983155983151983155

Si bien es cierto que en las fuentes consultadas la produccioacuten

intelectual del periacuteodo se aborda sin distincioacuten de sexo (sehabla de libros y obras sin maacutes) sabemos que esta indife-renciacioacuten pasa por alto el hecho de que los textos son pro-ducidos por sujetos concretos con caracteriacutesticas socialeseacutetnicas y geneacuterico-sexuales especiacuteficas y que por tanto nose precisa ser muy perspicaz para sospechar que la mayoriacutea

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de los textos consignados en las fuentes citadas fueron publi-cados por hombres De esta forma asistimos una vez maacutesa una inscripcioacuten legitimadora aquella que en el reverso desu proceder genera una borradura una censura la exclusioacuteninstauradora de la analogiacutea que propone a la cultura la letra

como propiedad indisociable de lo masculinoNo puede desconocerse que la investigacioacuten de Medina

al revelarnos el listado de nombres de autoras y de tiacutetulospublicados durante la Colonia el siglo XIX y principios delXX responde a una necesidad de eacutepoca por un lado su tra-bajo adscribe al paradigma positivista auacuten en boga mientrasque por otro se enmarca en el horizonte del centenario re-publicano que movioacute a muchos intelectuales a la realizacioacutende un balance del trabajo intelectual y artiacutestico de un sigloDe esta forma el esfuerzo de Medina resulta altamente sig-nificativo si lo comparamos por ejemplo con el trabajo de-sarrollado por Jorge Huneeus Gana21 otro destacado hom-bre de letras del periacuteodo quien en su voluminoso Cuadrohistoacuterico de la produccioacuten intelectual en Chile que abarca des-de la Colonia hasta el antildeo 1908 fecha de publicacioacuten del li-bro soacutelo consigna a tres mujeres22 como las uacutenicas represen-tantes del geacutenero femenino en su recuento de la produccioacutenletrada Ahora bien y considerando sus diferencias ambosautores ratifican impliacutecitamente la misma tesis naturalizada

en el campo cultural de principios del siglo XX aquella queafirmaba la posicioacuten cuantitativa y cualitativamente secun-daria de la produccioacuten discursiva femenina frente a la de suspares varones

21 Poliacutetico abogado y escritor chileno22 Estas autoras corresponden a Mercedes Mariacuten Rosario Orrego y QuiteriaVaras

Decimos cuantitativamente pues por una parte tantolas autoras como los textos mencionados son escasos enel caso de geacuteneros literarios tradicionales como por ejem-plo la poesiacutea (que sabemos tampoco era una modalidaddiscursiva que se publicara en exceso) Medina consignaraacute

entre los antildeos 1837 (fecha de publicacioacuten del primer poe-ma impreso escrito por una mujer iniciativa llevaba a cabopor Mercedes Mariacuten23) y 1900 (momento en que el campoliterario comienza a autonomizarse y el mercado culturala ampliar maacutes) la modesta cifra de diez autoras que in-cursionan en el geacutenero las cuales publicaron un total dedieciocho textos entre folletos y libros en un total de se-senta y tres antildeos Lo mismo sucede en otras modalidadesliterarias como la narrativa donde contabiliza la cifra desiete autoras con un total de ocho textos 24 en un lapso detreinta y nueve antildeos (1861-1900) Cabe destacar que conexcepcioacuten de la traduccioacuten y de los textos ldquopedagoacutegicosrdquo25

23 Nos referimos ldquoAl Canto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquopoema escrito en 1837 por Mercedes Mariacuten del Solar Aunque publicado original-mente en las paacuteginas del perioacutedico El Araucano dirigido por Andreacutes Bello fue de-bido a la entusiasta recepcioacuten que despertoacute entre los lectores de entonces que estepoema se reimprimioacute meses maacutes t arde bajo la forma de folleto en la Imprenta de laOpinioacuten (6 pp)24 Rosario Orrego ( Alberto el jugador 1861) Pilar Miranda Velaacutesquez (Guillermoell 1878) Clementina de Ochoa (Guacutedula Lectura amena 1891) Celeste LasabeCruz Coke (Rosa de abril 1892) Mercedes Praacutexenes (La evolucioacuten de Paulina No-vela sicoloacutegica 1893) Genoveva B de Priori (Cuentos originales 1898) y Marie De-nis Marinot (Fleur de Mai 1895 y la Dama las turquesas 1898) Eso hasta 190025 Estos geacuteneros seraacuten los que maacutes faacutecilmente permitiraacuten el ingreso de las muje-res en la esfera letrada Su inscripcioacuten privilegiada en estos campos pensamos sedebe a que no representaban una amenaza para la autoridad letrada masculina Latraduccioacuten cargaba con el estigma de ser un ejercicio intelectual de segundo orden(pues reproduciacutea las palabras de otro) mientras que la pedagogiacutea era consideradala extensioacuten de la labor educativa que por naturaleza realizaba la mujer en el espacioprivado domeacutestico

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la participacioacuten femenina en otras modalidades discursi- vas es bastante reducida Es el caso del ldquoteatrordquo (con untexto de Amelia Solar de Claro poeta y sobrina de Mer-cedes Mariacuten)26 el ldquoperiodismordquo (Medina menciona soacutelotres publicaciones perioacutedicas dirigidas por mujeres)27 y la

ldquohistoriardquo (tres autoras cuatro textos)28 geacuteneros mdashespe-cialmente los dos uacuteltimosmdash que durante el siglo XIX seconstituyeron en espacios privilegiados para la inscr ipcioacutenfalologoceacutentrica

Fuera de la escasez de impresos la publicacioacuten de estostambieacuten seraacute bastante tardiacutea De ahiacute que por ejemplo nue- vamente en el caso de la poesiacutea se impriman tan solo cuatrofolletos (todos de Mercedes Mariacuten)29 desde 1837 hasta 1880fecha en que por primera vez una mujer publica un libro depoesiacutea (hablamos de Mariacutea Delfina Hidalgo con sus Ensa- yos poeacuteticos) O en narrativa donde si bien la primera novelaescrita por una mujer es temprana la ya referida Alberto el

26 Mariacutea Cenicienta Juguete coacutemico en dos actos i cuatro cuadro Imprenta del Pro-greso Santiago 188427 Nos referimos a La Revista de Valparaiacuteso (1873-1874) de Rosario Orrego Fa-milia (1890) de Celeste Cruz Coke y La Mujer (1897) de Lucrecia UndurragaRefirieacutendose al geacutenero el autor sostendraacute ldquoAl hablar de periodismo tenemos queconcretar su concepto al de una que otra revista que ha visto o ve la luz puacuteblica maacuteso menos de tarde en tarderdquo (1923 217)28 Dos textos de Mercedes Mariacuten (un ldquoelogio histoacutericordquo y un ldquoesbozo biograacuteficordquo)una biografiacutea de la educadora Antonia Tarragoacute publicada por Amelia Charpiacuten y untrabajo de caraacutecter e clesiaacutestico anoacutenimo29 El citado ldquoCanto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquo (1837)Algunos antildeos despueacutes la misma autora publicariacutea otros cuatro poemas valieacutendosedel mismo formato nos referimos a ldquoActo de contricionrdquo en 1848 (1 paacuteg Imprentade la Sociedad) ldquoLa Caridad Ofrenda dedicada a la sentildeora dontildea Antonia Salasrdquoen 1855 (8 pp Imprenta Nacional) ldquoCanto a la patria dedicado a la Sociedad deInstruccioacuten Primaria de Santiagordquo en 1857 (8 pp Imprenta del Paiacutes) y finalmenteldquoCanto fuacutenebre a la memoria del ciudadano Joseacute Romerordquo (14 pp Imprenta delConservador) en 1858

jugador 30 de Rosario Orrego de 1861 (novela por cierto quefue presentada al certamen narrativo organizado en 1860 porla Universidad de Chile31) habraacute que aguardar hasta 1878 paraque otra mujer se atreva a incursionar en el geacutenero32 Algo si-milar ocurre con los geacuteneros ldquocientiacuteficosrdquo y otros como el legis-

lativo en los que la situacioacuten se presentaraacute auacuten maacutes diferida33Ahora bien si la exigua y tardiacutea produccioacuten impresa fe-

menina no resulta elocuente para mostrar el grado de ex-clusioacuten que sufriacutean mujeres en el espacio letrado lo seraacute elescrutinio criacutetico general del mismo investigador En efectoMedina no soacutelo se limita a contabilizar las aportaciones fe-meninas sino que ademaacutes desliza algunos comentarios criacute-ticos significativos respecto a ella Asiacute refirieacutendose a la nove-la y el drama sostendraacute que

30 Esta fue publicada primeramente por entregas en 1860 en las paacuteginas de la ldquoRe- vista del Paciacuteficordquo y un antildeo maacutes tarde en formato libro Lamentablemente no hemospodido acceder al original de esta edicioacuten independiente conformaacutendonos soacutelo conla versioacuten de la ya mencionada revista y la reedicioacuten que el antildeo 2001 hizo la Edito-rial Cuarto Propio31 Sin embargo debido a que el texto fue presentado fuera de los plazos estipula-dos por el jurado finalmente quedoacute descalificado De esta forma el primer lugar loobtuvo el escritor Alberto Blest Gana con su novela La aritmeacutetica del amor reco-nocimiento que un mes despueacutes le valioacute ser nombrado miembro de nuacutemero de laFacultad de Filosofiacutea y Humanidades de la misma institucioacuten logrando un lugarldquoautorizadordquo en el campo cultural chileno En este sentido resulta interesante adver-tir que tras la presentacioacuten de Orrego al concurso poco tiempo despueacutes si bien no va a ser nominada a la Universidad su novela siacute llegue a ser publicada nada menosque con proacutelogo del escritor peruano Ricardo Palma De alguna forma podemosespecular la presentacioacuten a este certamen se transformoacute en una plataforma de legi-timacioacuten para los incipientes escritores que participaron en eacuteste32 Ver nota 2333 Eloiacutesa Diacuteaz primera meacutedico chilena publica su memoria para obtener el gradode Licenciada en Medicina y Farmacia en 1888 titulada Breves observaciones sobrela aparicioacuten de la pubertad en la mujer chilena i de las disposiciones patoloacutegicas pro- pias del sexo Ese mismo antildeo Matilde Brandeau primera abogada en el paiacutes publicasu memoria de grado titulada Derechos civiles de la mujer

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No todas [las autoras] han sabido mover sus fuerzas antes delanzarse a la produccioacuten de maacutes de un geacutenero literario suma-mente difiacuteciles de abordar y en que los fracasos teniacutean que resul-tar inevitables El drama supone gran conocimiento de la vida yde sus pasiones que una nintildea por talentosa que sea no estaacute pre-

parada para abordar con eacutexito Y no creo pecar de exageracioacutenal afirmar que cosa parecida puede decirse de la novela para lacual por lo demaacutes nuestro pequentildeo escenario social no ofrecesino contadiacutesimos recursos a la inventiva Bajo este punto de

vista nuestras literatas tienen que luchar con dificultades casiinsuperables para que los personajes que presentan en accioacutenlleguen a despertar mediano intereacutes (xiii La cursiva es nuestra)

Es maacutes frente a dichas dificultades Medina no duda enaconsejar a las mujeres de nutrirse de un mayor capital litera-rio ldquoEs de todo punto necesario una cultura literaria previa

que por el momento es lo que a mi juicio deben procurar al-canzar nuestras escritoras si quieren no hacer obra delezna-blerdquo (la cursiva es nuestra) Al mirar de soslayo la produccioacutenliteraria femenina la evaluacioacuten de Medina no soacutelo coincidecon la apreciacioacuten generalizada de la criacutetica epocal que de-fendiacutea (impliacutecita o expliacutecitamente) la superioridad masculi-na en el dominio de los recursos conocimientos y competen-cias en la produccioacuten de significantes al interior del campoliterario sino que ademaacutes revela mecanismos de exclusioacutenesteacutetica que tienen su origen precisamente en las semantiza-ciones jeraacuterquicas derivadas de la diferencia sexual Y es quela falta de ldquoexperienciardquo ldquoconocimiento de la vida y sus pa-sionesrdquo la escasez de ldquocultura literariardquo principales falenciasque el autor sentildeala en las escritoras resultan ser saberes quehistoacutericamente han remitido a un orden masculino ligado ala esfera puacuteblica y la cultura el cual actuacutea como contrapunto

del orden asociado a lo femenino ligado a la esfera privada ylas labores domeacutestico-reproductivas Desnaturalizando estehistoacuterico lugar de subalternidad que ha afectado a la mujertanto en el plano social como simboacutelico la escritora DiamelaEltit ha puntualizado

Este hecho no puede ser desligado de las esferas simboacutelicasestaacute alliacute e instala discursos de dominacioacuten y castracioacuten en elaacutembito literario que nos reconsignan en estos discursos criacute-ticos o seudocriacuteticos como ldquomenosrdquo Existen estrategias tec-nologiacuteas taacutecticas para construir mapas y geografiacuteas de poderliterario (276 La cursiva es nuestra)

Como vemos las restricciones sociales y los imperativosde geacutenero que regulan las praacutecticas simboacutelicas de las sujetos

femeninos condicionaraacuten su acceso a ciertas zonas vedadasterritorios donde se entretejen silenciosas enrevesadas sinembargo aplastantes relaciones de saber poder en las cualesla literatura no seraacute la excepcioacuten

IV ldquoM983157983146983141983154983141983155 983152983290983138983148983145983139983137983155rdquo 983141983155983139983154983145983156983157983154983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983161

983139983151983141983154983139983145983151983150983141983155 983140983141983148 983155983145983155983156983141983149983137 983155983141983160983151983143983273983150983141983154983151

Hasta acaacute hemos visto coacutemo la estrechez del campo culturaly el mercado de impresos en el siglo XIX habiacutean incidido en

la marginal participacioacuten de las mujeres en el aacutembito de lapublicacioacuten de discursos (y en particular de libros) Si a estole sumamos la histoacuterica posicioacuten de subalternidad que handebido experimentar tanto en el plano social como especiacute-ficamente en la esfera de la cultura letrada resulta legiacutetimoabrir la interrogante hacia la posicioacuten de las propias mujeres

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respecto a este tipo de praacutectica en otras palabras iquestQueacute sig-nificaba para una mujer del siglo XIX escribir o el gesto maacutesosado auacuten de publicar

Esta pregunta ya la habiacutea intentado responder AdrianaValdeacutes quien ha sentildealado que en relacioacuten a la escritura con

aqueacutel ldquohacerrdquo y ldquotomarse la palabrardquo la situacioacuten de las muje-res ha sido de una ldquodocumentada incomodidadrdquo (251) Dichamolestia sostiene es transversal a nuestras escritoras desdeel caso de las religiosas coloniales pasando por las literatasdel siglo XIX e incluso en autoras de la primera mitad del si-glo XX hoy consagradas por la criacutetica como Gabriela Mistraly Mariacutea Luisa Bombal34 Para ingresar a la ldquociudad letradardquo oldquoescriturariardquo todas ellas han debido recurrir a una serie deestrategias y recursos que tienen como denominador comuacutenel ldquoponerse en su lugarrdquo vale decir reconocer su posicioacuten de

inferioridad frente a un Otro duentildeo del poder y del orden delos signos Por ello Valdeacutes concluye que la literatura desdesiempre ha representado ldquoun corral ajenordquo para las mujeres(en el caso chileno la metaacutefora del corral podriacutea verse refor-zada con la posicioacuten subalterna que tendriacutea nuestra literaturaen relacioacuten a la metroacutepolis) Resulta interesante a este res-pecto reparar en el testimonio de nuestras propias escritorasquienes de manera expliacutecita o bien apelando a una serie de

34 Ambas autoras al igual que otras como Teresa Wilms curiosamente decidenpublicar sus primeros libros en el extranjero Mistral da a luz Desolacioacuten en EstadosUnidos el antildeo 1922 (a insistencia de Federico de Oniacutes) B ombal publica el antildeo 1934La uacuteltima niebla en Buenos Aires (con el apoyo de Neruda y Borges entre otros)y Wilms en aquella misma ciudad publicaraacute sus primeros poemarios InquietudesSentimentales y Los tres cantos en 1917 (tambieacuten con el apoyo de intelectuales comoVicente Huidobro) De acaacute se pueden desprender al menos dos cosas la incomodi-dad o dificultad que probablemente experimentaron las autoras para publicar suslibros en el paiacutes y la presencia siempre constante de una autoridad masculina quedesde el exterior insta (y autoriza) a las autoras a entrar en el campo de las letras

subterfugios manifiestan la conciencia de esa sujecioacuten Es elcaso de Mercedes Mariacuten quien en una carta privada dirigidaal escritor argentino Juan Mariacutea Gutieacuterrez le confiesa las ten-siones que experimenta frente a su quehacer escritural

Se me preguntaraacute tal vez por queacute no he cultivado maacutes mis dis-posiciones naturales y voy a satisfacer a esta objecioacuten Desdemuy pequentildea me hicieron entender mis padres que cualquieraque fuese la instruccioacuten que yo llegase a adquirir por medio dela lectura era necesario saber callar Cuando empeceacute a reflexio-nar por miacute misma conociacute cuaacuten acertado era a este respecto sumodo de pensar y exageraacutendolo tal vez en demasiacutea juzgueacute queuna mujer literata en estos paiacuteses era un fenoacutemeno extrantildeo aca-so ridiacuteculo y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigiriacuteade miacute hasta cierto punto el sacrificio de mi felicidad personal[hellip] Una reputacioacuten literaria habriacutea sido para miacute una carga in-

soportable (Batticuore 112 Las cursivas son nuestras)

Las palabras de Mercedes Mariacuten resultan sumamenteilustrativas para retratar la problemaacutetica relacioacuten que existiacuteadurante el siglo XIX entre las mujeres y el acceso al sabery maacutes especiacuteficamente entre las mujeres y la praacutectica de laescritura y la publicacioacuten Tal como alguna vez lo tuviera quehacer Sor Juana Ineacutes de la Cruz Mariacuten reniega de su intereacutespor el conocimiento y la literatura no soacutelo al afirmar quesiempre fue ldquoajenardquo a este tipo de ldquopretensionesrdquo (leacutease en sudoble sentido de objetivo anhelo y de ldquopretenciosidadrdquo) sinoque tambieacuten rechazando y desembarazaacutendose del acto vo-litivo intelectual que implica la escritura De esta manera justificaraacute esta praacutectica aludiendo a su caraacutecter involuntarioy principalmente emotivo territorio por excelencia asocia-do a un orden femenino Al mismo tiempo y al igual que

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la religiosa va a tener clara conciencia de la necesidad enuna sociedad patriarcal como lo era aquella de ldquosaber ca-llar cuando se sabiacuteardquo (Ludmer 1984) imperativo taacutecito queoperaba incluso en familias ilustradas como las de la autora(su padre era meacutedico su madre una culta y reputada salon-

niegravere y su hermano un destacado escritor y filoacutesofo profesordel Instituto Nacional) en donde el traacutefico y discusioacuten deideas era bastante comuacuten Y es que a diferencia de lo queocurriacutea con sus pares varones la lectura y el conocimientoeran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debiacuteasaber callar si no queriacutea ser tomada por ridiacutecula o pedante(ldquoel saber es contrario a la feminidadrdquo sosteniacutea Michelle Pe-rrot) de ahiacute que intentar hacerse un camino como escritorafuera concebido por Mariacuten como un proyecto sencillamentedescabellado (ldquoextrantildeordquo ldquoacaso ridiacuteculordquo) el que a la vez que

la exponiacutea peligrosamente a la reprobacioacuten yo marginacioacutensocial al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro-pia felicidad No obstante ello y pese a la serie de limita-ciones que coaccionaban su vocacioacuten intelectual la autoraigualmente se aventuraraacute en estas territorialidades vedadasasumiendo ya sea como maacutescara o precaucioacuten los valores dela prudencia y el pudor ldquorecordemos que etimoloacutegicamenteel pudor estaacute asociado a la timidez la verguumlenza el recato lacastidad y el sentido del honor valores todos muy estimadosen la vida de las mujeresrdquo (Batticuore 190)

Como han sentildealado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti-cuore (2005) la escritura de las mujeres sobre todo duranteel siglo XIX estaba siempre en pugna con un ldquoimaginariomoralizanterdquo el cual ldquosancionaba fuera del aacutembito estricta-mente legal y se vinculaba a lo cotidianordquo De esta manera elimperativo moral de la ldquohonra femeninardquo de la cual dependiacutea

la ldquohonra familiarrdquo se constituyoacute como un ldquoimportante dis-curso hegemoacutenico de control y vigilancia de los comporta-mientos y cuerpos de hombres pero principalmente de lasmujeres en el siglo XIXrdquo (Arcos 35) mecanismo de controlque ya veniacutea operando vale agregar desde la Colonia De

aquiacute el temor de que una mujer publicara pues precisamen-te ldquoponiacutea en juego la moral familiar al agrietar el ideal dela mujer domeacutesticardquo De esta manera la ldquono publicacioacutenrdquo seerigiacutea ldquocomo garantiacutea y condicioacuten de una mujer virtuosa quepracticaba la escriturardquo (Batticuore 191)

Esta opinioacuten respecto al conflicto moral que experimenta-ban las escritoras frente a la publicacioacuten va a ser respaldada porSusan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritorasromaacutenticas del siglo XIX sostendraacute que ldquoel arma maacutes podero-sa de la que se serviacutean quienes se oponiacutean a la participacioacuten

femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-dad de la literatura con la virtud femenina argumento que fueesgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritorasrdquo(Pastor 29) De aquiacute se desprende entonces que la mujer quedeseaba publicar no soacutelo debiacutea seleccionar atentamente los te-mas y geacuteneros a los que iba a recurrir sino que ademaacutes debiacuteaapelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en sunatural lugar de inferioridad Estas operaciones nacidas deltemor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal a veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-culparse por un pasatiempo tan ldquopresuntuosordquo a despreciar-se intelectualmente ldquopresentando sus producciones artiacutesticascomo meras insignificancias ideadas para divertir y distraera los lectores en momentos de ociosidadrdquo (Gilbert y Gubart76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del puacuteblico lector opeor auacuten sus ataques burlas yo descalificaciones

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

983137983148983156983141983154983150983137983156983145983158983151

Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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B983145983138983148983145983151983143983154983137983142983277983137

ARCOS Carol ldquoNovelas folletiacuten y la autoriacutea femenina en lasegunda mitad del siglo XIX en Chilerdquo Revista Chilena deLiteratura 76 (abril 2010) 27-42

BAEZA Martiacutenez Sergio El libro en Chile Santiago Biblio-teca Nacional 1982

BARROS Martina Recuerdos de mi vida Santiago Orbe1942

_____ Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico porStuart Mill) Edicioacuten notas y estudio preliminar de Ale- jandra Castillo Santiago Palinodia 2009

BATTICUORE Graciela La mujer romaacutentica Lectorasautoras y escritores en la Argentina1830-1870 BuenosAires Edhasa 2005

BOURDIEU Pierre ldquoEl campo literario Prerrequisitoscriacuteticos y principios de meacutetodordquo Criterios 25-28 (enero1989-diciembre 1990)

_____ La dominacioacuten masculina Barcelona Anagrama2000

BRUNNER Joseacute Joaquiacuten ldquoCultura y crisis de hegemoniacuteardquoJJ Brunner y Gonzalo Catalaacuten (eds) Cinco estudiossobre cultura y sociedad Santiago Flacso 1985

CHARTIER Roger El orden de los libros Barcelona Gedisa2000

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FOUCAULT Michel La arqueologiacutea del saber Buenos AiresSiglo XXI 2002

_____ El orden del discurso Barcelona Tusquets 1992

FRANCO Jean Las conspiradoras Representaciones de lamujer en Meacutexico Meacutexico FCE 1994

GILBERT Sandra y Gubar Susan La loca del desvaacuten Valen-cia Caacutetedra 1994

HABERMAS Juumlrgen Historia y criacutetica de la opinioacuten puacuteblica

Barcelona G Gili 1990HUNEEUS Gana Jorge Cuadro histoacuterico de la produccioacuten

intelectual en Chile Santiago Imprenta Litografiacutea yEncuadernacioacuten Barcelona 1910

LUDMER Josefina ldquoTretas del deacutebilldquordquo Patricia Gonzaacutelez yEliana Ortega (eds) La sarteacuten por el mango Encuentrode escritoras latinoamericanas Riacuteo Piedras EdicionesHuracaacuten 1984

MARIacuteN Mercedes Poesiacuteas de la sentildeora Da Mercedes Ma-riacuten de Solar dadas a la luz por su hijo Enrique del Solar

Santiago Impr Andreacutes Bello 1874MEDINA Joseacute Toribio La literatura femenina en Chile

Santiago Imprenta Universitaria 1923ORREGO Rosario Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela

corta ldquoeresardquo Compilacioacuten de Isaac Grez Silva Santia-go Editorial Nascimento 1931

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PASTOR Briacutegida El discurso de Gertrudis Goacutemez de Avella-neda identidad femenina y otredad Alicante Universi-dad de Alicante 2002

POBLETE Juan La literatura chilena del siglo XIX Entre puacuteblicos lectores y figuras autoriales Santiago CuartoPropio 2003

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SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

Page 4: La resistencia al libro Mujeres, escritura y exclusión en el siglo XIX en Chile

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LA RESISTENCIA AL LIBROMUJERES ESCRITURA Y EXCLUSIOacuteN

EN EL SIGLO XIX EN CHILE

J983151983161983139983141 C983151983150983156983154983141983154983137983155 V

I M983137983154983143983145983150983137983148983145983140983137983140983141983155 983139983137983156983141983143983283983154983145983139983137983155 983139983137983156983141983143983151983154983277983137983155

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Si [a la escasa instruccioacuten que recibiacutean las mujeres] se antildeadeque en Chile soacutelo tuvimos imprenta propiamente dicha hasta

el antildeo de 1813 iquestcoacutemo puede parecer extrantildeo que la produc-cioacuten intelectual femenina fuese entre nosotros tan limitada por no decir nula que el investigador apenas si puede hallaralguacuten ensayo manuscrito de la eacutepoca colonial y una sola mues-tra impresa

Joseacute Toribio Medina La literatura femenina en Chile

Con esta observacioacuten referida a la posicioacuten marginal queocuparon las mujeres chilenas en la produccioacuten letrada co-lonial Joseacute Toribio Medina iniciaba en 1923 la pionera labor

de inventariar las producciones escriturales publicadas pormujeres en el paiacutes Sus datos resultan elocuentes tal comosostiene en el epiacutegrafe citado el recuento se cierra con la exi-gua cifra de dos textos como las uacutenicas contribuciones feme-ninas a las letras coloniales8 de las que se guarde registro

8 Luciacutea Invernizzi y Raissa Kordic posteriormente aportaraacuten a este proceso de

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La primera de ellas una autobiografiacutea escrita por Sor UacutersulaSuaacuterez a su confesor en 1708 titulada Relacioacuten de las singu-lares misericordias que el Sentildeor ha usado con una religiosaindigna esposa suya9 y la segunda un romance histoacuterico es-crito por Sor Tadea Garciacutea de la Huerta en 1784 tambieacuten

dirigido a su confesor titulado Relacioacuten de la inundacioacuten quehiso el Rio Mapocho de la ciudad de Santiago de Chile enel Monasterio de Carmelitas el uacutenico de los dos que fue fi-nalmente impreso y publicado por primera vez en Lima en178410

Del recuento realizado por Medina no solo nos lla-ma la atencioacuten la escuaacutelida produccioacuten intelectual feme-nina circunscrita a este periacuteodo ni la similitud de statusque guardan las enunciadoras (pues ambas son religiosas)ni las particulares instancias en las que surge la enuncia-cioacuten (son textos que no nacen de la iniciativa individual delas autoras sino que son ldquoobligadasrdquo a escribirlos para susconfesores praacutectica que por lo demaacutes estaba bastante ex-tendida durante este periodo11 en Latinoameacuterica) Lo que

recuperacioacuten y relectura de la escritura de las religiosas coloniales con sus investi-gaciones acerca del epistolario de Sor Josefa de los Dolores Pentildea y Lillo Para maacutesinformacioacuten ver ldquoImaacutegenes y escritura de mujeres en la literatura colonial chilenardquoEn Sonia Montecinos (comp) Mujeres chilenas Fragmentos de una historia Santia-go Catalonia 20089 Como sentildeala Adriana Valdeacutes este texto ha sido doblemente obliterado tanto

por los caacutenones religiosos (a diferencia de los textos de Santa Teresa por ejemplo)como por los caacutenones literarios Respecto a ello cabe mencionar que las reedicionese investigaciones en torno a este texto fuera de escasas han sido tardiacuteas Entre ellasse debe destacar la reedicioacuten criacutetica de Mario Ferrecio (1984) y los estudios de lamisma Valdeacutes10 Medina sentildeala otras tres reimpresiones de este texto una en 1862 otra en 1877y finalmente la que realiza eacutel mismo en 189911 Sobre la escritura forzada a la que era ldquosometidasrdquo las religiosas coloniales con-suacuteltese el primer capiacutetulo del libro de Jean Franco Las conspiradoras Representacio-nes de la mujer en Meacutexico FCE Meacutexico 1994

nos resulta realmente llamativo es que esta ldquoinexistenciardquointelectual femenina lejos de constituir un legado austeroexclusivo de la Colonia haya trascendido de manera simi-lar hasta el ilustrado siglo XIX comenzando a menguartiacutemidamente solo despueacutes de la segunda mitad de eacuteste y

que inclusive para ser maacutes taxativas podriacuteamos exten-derlo a las primeras deacutecadas del XX Esta ausencia como veremos va a abrir una serie de interrogantes en cuyas po-sibles respuestas se avizoran mecaacutenicas praacutecticas y ejerci-cios de poder que hacen maacutes reconocible el esbozo de estamarginalidad

Aunque existen varios trabajos que han intentado ldquoresca-tarrdquo la escritura de mujeres chilenas del siglo XIX1 sin dudauna de las iniciativas maacutes ambiciosas debido a su extensioacuteny ampliacutesima documentacioacuten bibliograacutefica ha sido la de JoseacuteToribio Medina (de hecho eacutel mismo se encargoacute de destacaren el proacutelogo el caraacutecter pionero de su estudio por lo menosen el aacutembito hispanoamericano) En efecto ya en el progra-ma de su pesquisa se proponiacutea catalogar ldquocuanto libro ofolleto ha salido de mano de mujer en Chile en cualquierorden que seardquo No obstante esta avidez investigativa mdashqueevidentemente responde a un programa positivista epocalmdash

1 Fuera del estudio de Medina vale la pena destacar el trabajo que inspirara al

biblioacutegrafo nos referimos a Mujeres Chilenas de letras Imprenta UniversitariaSantiago 1917 bosquejo realizado por la escritora Luisa Zanelli Posteriormentedeben mencionarse trabajos como los de Ruth Gonzaacutelez-VergaraNuestras escritoraschilenas una trayectoria por descrifrar Ediciones Guerra y Vergara Santiago 1992Lina Vera Lamperein Presencia femenina en la literatura nacional

una trayectoriaapasionante 1750-1991 Semejanza Santiago 2008 mdashel que al igual que los otrosadoptaraacute una perspectiva maacutes bien panoraacutemica respecto a la produccioacuten escritu-ral femeninamdash y el interesante debido principalmente a las lecturas criacuteticas quedesarrolla de Patricia Rubio Escritoras Chilenas Novela y cuento Cuarto PropioSantiago 1999

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es enfaacutetico en delimitar la naturaleza del corpus con el cualtrabajaraacute ldquohe hablado de libros y folletos para deslindar bienel alcance de este inventario bibliograacutefico indicando asiacute queno me alargo hasta enumerar artiacuteculos de revistas o perioacutedi-cos no en verdad porque deje de reconocer que algunos de

ellos son de intereacutes o de valor literario sino porque la tarearesultariacutea abrumadora y en todo caso incompletardquo (VII) alo que agrega la uacutenica excepcioacuten a esta regla a saber el casode los textos coloniales mencionados al principio debido aque por su naturaleza singular el autor estariacutea ldquoobligado a darcuenta de ellosrdquo

Resulta interesante detenerse un momento en el criteriometodoloacutegico que regula el estudio del biblioacutegrafo pues laseleccioacuten y utilizacioacuten de ciertas categoriacuteas de anaacutelisis comolas de folleto2 y libro3 (en particular de esta uacuteltima) nos dancuenta de un recorte altamente significativo y que no puedepasar inadvertido Dicho de otro modo lo que esta opera-cioacuten de seleccioacuten nos revela inevitablemente en su reverso esla exclusioacuten de un amplio tipo de discursividades como esel caso precisamente de las publicaciones perioacutedicas sentildea-ladas por el autor soportes textuales que ademaacutes de abrigarpreferentemente ciertas modalidades discursivas fueron su-mamente utilizados por los letrados del siglo XIX y en espe-cial por las mujeres

2 Seguacuten el diccionario de la RAE el teacutermino ldquofolletordquo mdashque provendriacutea del latiacutenfolium (hoja)mdash hariacutea referencia a la ldquoobra impresa no perioacutedica que no consta debastantes hojas para formar libro [hellip] El nuacutemero de paacuteginas ha de ser entre cinco ycuarenta y ocho excluidas las cubiertasrdquo3 De acuerdo a la misma fuente de la nota anterior ldquolibrordquo hace referencia a laldquoreunioacuten de muchas hojas de papel vitela etc ordinariamente impresas que se hancosido o encuadernado juntas con cubierta de papel cartoacuten pergamino u otra pieletc y que forman un volumen Su nuacutemero de paacuteginas ha de ser 49 o maacutes excluidaslas cubiertasrdquo

Si hacemos el ejercicio de observar y comparar la pro-duccioacuten de las escritoras chilenas del siglo XIX con la de suspares latinoamericanas ldquocanonizadasrdquo (pensemos en algunasfiguras representativas del periacuteodo como Eduarda Mansillay Juana Manuela Gorritti en la Argentina Mercedes Cabe-

llo y Clorinda Matto en el Peruacute Soledad Acosta en Colom-bia Gertrudis Goacutemez en Cuba) nos percataremos de que sibien estas uacuteltimas tambieacuten incursionaron y de manera muyfecunda en el campo de la prensa perioacutedica y los folletoslo cierto es que asimismo todas accedieron a la publicacioacutende libros a diferencia de lo que sucedioacute en Chile donde in-clusive en el caso de nuestras escritoras maacutes emblemaacuteticasdel periacuteodo como Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego estapraacutectica fue maacutes bien inusitada por no decir tardiacutea y escasa(Orrego soacutelo llegoacute a publicar una novela en este formato nosreferimos a Alberto el jugador )

Dada esta situacioacuten es factible hipotetizar que la no pu-blicacioacuten de sus trabajos bajo el formato aglutinador de unobjeto ldquolibrordquo entre otros factores haya incidido en la soste-nida exclusioacuten de nuestras literatas de las historias del libroyo de la literatura tanto latinoamericanas4 como en menormedida las nacionales5 Esto porque cuando praacutecticamenteno se asiste a esa unidad tan cara a los investigadores como

4 Por ejemplo la de Enrique Anderson Imbert Historia de la literatura Hispanoa-mericana Tomo I FCE Meacutexico DF 19695 Me refiero a trabajos como los de Maximiano Fernaacutendez Fraile Historia de laliteratura chilena Editorial Salesiana Santiago 1994 Hugo Montes y Julio Orlan-di Historia de la literatura chilena Editorial Paciacutefico Santiago 1965 asiacute como elde Luis Muntildeoz y Dieter Oelkner Diccionario de movimientos y grupos literarioschilenos Ediciones Universidad de Concepcioacuten Concepcioacuten 1983 Si bien en algu-nos de estos estudios (pienso en el de Muntildeoz y Olkner) se hace mencioacuten a ciertasescritoras del siglo XIX como Mercedes Mariacuten huelga aclarar que soacutelo se trataraacute dereferencias breviacutesimas cuando no cercanas al mero dato anecdoacutetico

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II C983137983149983152983151 983139983157983148983156983157983154983137983148 983141983149983138983154983145983151983150983137983154983145983151 983161 983149983141983154983139983137983140983151 983140983141

983145983149983152983154983141983155983151983155 983141983150 983141983148 983155983145983143983148983151 XIX L983277983149983145983156983141983155 983161 983148983145983150983141983137983149983145983141983150983156983151983155

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Al comienzo de estas paacuteginas introduciacuteamos como epiacutegrafeuna cita de Medina quien para explicar la ausencia de pro-duccioacuten discursiva femenina durante el periacuteodo colonial(que abarcoacute en el caso chileno los siglos XVI- XVII y XVIIIes decir poco maacutes de 270 antildeos) estableciacutea el nexo no soacutelocon la precaria educacioacuten que recibiacutean por entonces las mu- jeres6 sino tambieacuten con la tardiacutea llegada de la imprenta Laldquomaacutequina de la felicidadrdquo como era denominada por los ilus-trados franceses de la eacutepoca (Subercaseaux 2000) ingresoacute a

Chile solo en 18117

convirtieacutendose en el uacuteltimo paiacutes a nivellatinoamericano en la implementacioacuten de este tipo de tecno-logiacuteas8 Este ingreso que fue posible gracias a las gestiones

6 Para maacutes informacioacuten respecto a la educacioacuten femenina en la Colonia y el si-glo XIX consuacuteltense los estudios de Amanda Labarca Historia de la ensentildeanza enChile Santiago de Chile Imprenta Universitaria 1939 y Ana Mariacutea Stuven ldquoLaeducacioacuten de la mujer y su acceso a la universidad un desafiacuteo republicanordquo En AM Stuven y Joaquiacuten Fermandois (eds) Historia de las mujeres en Chile Tomo 1Santiago de Chile Taurus 2011 p 335-3747 No obstante esta fecha que da Medina previamente habriacutean existido tres im-prentas -bastante artesanales- que produjeron los famosos ldquoincunablesrdquo chilenos esdecir aquellos textos que refieren al periacuteodo inicial mdashla cunamdash de la imprenta en elpaiacutes Uno de estos corresponderiacutea al Modo de ganar el Jubileo Santo primer impresohecho en Chile que data del antildeo 1776 Para maacutes informacioacuten ver Alamiro de AacutevilaEl modo de ganar el Jubileo Santo de 1776 y las imprentas de los incunables chilenosSantiago Universitaria 19768 Las fechas de instalacioacuten de la imprenta en los principales paiacutesescapitales de laAmeacuterica Hispaacutenica son las siguientes Meacutexico 1540 Lima 1581 Guatemala 1660La Habana 1701 Paraguay 1705 Bogotaacute 1738 Quito 1760 Buenos Aires 1780Montevideo 1807 Caracas 1808 (Medina citado por Subercaseaux 200022)

encabezadas por la eacutelite criolla dirigente constituiacutea al mismotiempo el simboacutelico gesto de clausura del extendido ordencolonial ligado a Espantildea y el nacimiento de uno nuevo re-publicano

El retraso con que arriba la imprenta constituiraacute una de

las manifestaciones maacutes palpables de la profunda indiferen-cia que existioacute durante la Colonia en materia cultural9 asiacutecomo tambieacuten del praacutecticamente nulo intereacutes de parte de lacorona no solo de propiciar la produccioacuten letrada criolla sinoque tambieacuten de mitigar a traveacutes de la aplicacioacuten de poliacuteticasde alfabetizacioacuten y de impulso a la lectura (todas facilitadaspor la imprenta) los altiacutesimos iacutendices de analfabetismo queafectaban a la poblacioacuten10 Indiferencia que se volviacutea exacer-bada censura cuando la administracioacuten y la Iglesia (ambasinstituciones estaban indisociadas11) se veiacutean enfrentadas a

9 En su introduccioacuten a La literatura colonial de Chile (1878) el mismo Joseacute ToribioMedina reflexionaba con pesar acerca de las paupeacuterrimas condiciones que presen-taba el espacio cultural durante la Colonia Sus quejas apuntaban principalmente alprofundo estado de letargo que constrintildeoacute la vida intelectual del periacuteodo ldquoLa vidacolonial era esencialmente monoacutetona Fuera de la guerra araucana de la entradade los gobernadores de las fiestas religiosas de las frecuentes competencias entrelas diversas autoridades o de los capiacutetulos de frailes que preocupaban a la sociedadentera el horizonte que se ofreciacutea era escasiacutesimo Aquello propiamente no era laactividad de la vida sino el letargo del suentildeordquo (sp la cursiva es miacutea)10 Praacutecticamente indiferente para la corona espantildeola desde un principio la edu-cacioacuten estuvo bajo la tutela de la Iglesia puesto que ldquola monarquiacutea jamaacutes consideroacuteun deber suyo la educacioacuten de las masasrdquo deviniendo el magisterio en un ldquooficioesencialmente religioso en el sentido que era la Iglesia el poder docente y no elestadordquo (Labarca 1939 39) Las escuelas de primeras letras creadas por los con- ventos ndasho posteriormente despueacutes de la expulsioacuten de los jesuitas en 1767 por loscabildosndash impartiacutean a un escaso nuacutemero de estudiantes siempre de geacutenero mascu-lino y origen social privilegiado los fundamentos de la doctrina cristiana algunosrudimentos de lectura y escritura y de manera muy somera las operaciones maacutessimples de aritmeacutetica11 E iban a seguir estaacutendolo al menos en la praacutectica pese a la progresiva seculari-zacioacuten que se dio en el siglo XIX

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praacutecticas o manifestaciones discursivas que a su juicio pu-dieran sonar a laicas o librepensantes yo representaran unaamenaza para la hegemoniacutea de la eacutelite letrada acostumbradaa monopolizar el poder de la letra Desde esta perspectivaiquestqueacute maacutes representativo entonces de este temor que la ima-

gen ilustrada intimidantemente hereacutetica que se asociaba ala imprenta iquestqueacute maacutes peligroso tambieacuten que su capacidadde propagar la palabra escrita entre los no iniciados de des-pojarla de su caraacutecter selectivo y vulgarizarla Visto asiacute resul-ta comprensible por tanto que la produccioacuten intelectual delperiacuteodo se haya visto en general12 severamente atrofiada

Si bien el fenoacutemeno de la imprenta fue un aconteci-miento sin duda significativo en el despertar intelectual dela nacioacuten cabe aclarar que su funcioacuten al menos durante susinicios estuvo estrictamente supeditada a satisfacer las ne-cesidades juriacutedico-administrativas del nuevo gobierno Deahiacute que los primeros textos que salieron a la luz guardaranrelacioacuten con materias relativas a asuntos de esa iacutendole talescomo ordenanzas leyes asiacute como tambieacuten los primeros pa-peles perioacutedicos oficialistas Habraacute que esperar algunos antildeosmaacutes para que otras imprentas esta vez gestionadas por capi-tales privados se ocuparan de la impresioacuten de una maacutes am-plia clase de textos desde perioacutedicos a revistas pasando portratados cientiacuteficos histoacutericos legislativos filosoacuteficos obras

literarias boletines comerciales por mencionar los principa-les Esta diversificacioacuten potencioacute a su vez el aumento en elnuacutemero de autores (productores) y lectores (consumidores)

12 No obstante cabe aclarar que los innumerables textos que se conservan del pe-riacuteodo colonial y que han dado paso sobre todo en el uacuteltimo tiempo a una profusioacutende estudios estaacuten centrados en materias eclesiaacutesticas o poliacutetica-administrativassiendo muy pocos los trabajos orientados al campo de las artes la literatura la filo-sofiacutea o las ciencias

aspecto importantiacutesimo que no puede dejarse de lado Estasimprentas que a partir de las deacutecadas 1830 y 1840 se instala-ron preferentemente en ciudades como Santiago y Valparaiacute-so no soacutelo marcaron el puntapieacute inicial para la activacioacuten deun mercado de impresos sino que ademaacutes contribuyeron a

traveacutes de la difusioacuten de nuevos autores y textos a la confor-macioacuten de un embrionario campo cultural13

Seraacute en este contexto signado por los esfuerzos del elen-co dirigente en dejar atraacutes el oscurantismo cultural asocia-do a la Colonia que se implementaraacuten una serie de poliacuteticasgubernamentales tendientes a encaminar a la nacioacuten en losideales del progreso y la ilustracioacuten Este impulso dio lugara la creacioacuten de una serie de instituciones educacionales yculturales que tendraacuten un rol sustancial en la configuracioacutendel emergente campo cultural como la Universidad de Chile(1842) la Escuela Normal de Preceptores (1842) la Escuelade Artes y Oficios (1849) la Academia de Pintura (1849) elConservatorio Nacional de Muacutesica (1850) el Teatro Munici-pal (1853) entre otras14 En esta misma direccioacuten se buscaraacutecombatir las elevadas cifras de analfabetismo de la poblacioacutena traveacutes de la creacioacuten de centenares de escuelas primarias y

13 Siguiendo a Bourdieu entenderemos porcampo cultural aquel espacio social enque tiene lugar la produccioacuten de bienes simboacutelicos de una sociedad y en el que segenera la competencia entre distintos grupos que pugnan por obtener legitimidadpara sus producciones intelectuales yo esteacuteticas (Bourdieu 1989) Uno de los re-quisitos para que exista este campo es su autonomiacutea (real pero relativa) respecto delos otros campos (por ejemplo el campo literario respecto a los campos legislativocientiacutefico etc) hecho que en nuestro contexto efectivamente se produciraacute soacutelo afinales de siglo14 Por ejemplo la Escuela de Arquitectura (1849) y la Escuela Normal de Pre-ceptoras (1853) Es interesante advertir que esta uacuteltima a diferencia de las otrasinstituciones fue la uacutenica que estuvo bajo la tutela de sectores ligados a la Iglesiaespeciacuteficamente de las religiosas del Sagrado Corazoacuten de Jesuacutes

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secundarias15 asiacute como de decenas de ldquobibliotecas popularesrdquo vinculadas a eacutestas

Este entusiasmo por la ilustracioacuten celebrado por el sec-tor oligarca liberal propiciaraacute de igual forma el surgimientode ciertas ldquoinstituciones sociales modernasrdquo acuntildeando la ex-

presioacuten de Habermas (1990) como las sociedades clubessalones y sobre todo la prensa la cual tendraacute un auge ex-traordinario durante este siglo Todos ellos se constituyeronen lugares propicios para la discusioacuten de materias relaciona-das con la contingencia poliacutetica y otros temas propios de lalsquoalta cultura burguesarsquo Seraacute en el seno de estas institucionessociales modernas donde se gestaraacuten movimientos intelec-tuales como los de la generacioacuten de 1842 de gran relevanciapara la historia y el desarrollo cultural del paiacutes

Esta serie de factores van a significar un importante avanceen materia cultural no obstante sus efectos todaviacutea se encuen-tren orientados a una poblacioacuten letrada maacutes bien reducida16aunque mucho maacutes amplia que en la Colonia17 En palabrasde Subercaseaux se ldquotratariacutea de instancias macro que van aincidir directa e indirectamente en el campo del librordquo (200063) objeto que a partir de entonces comenzaraacute a ser valorado

15 Por ejemplo en 1860 bajo el gobierno de Montt se creoacute la Ley de InstruccioacutenPrimaria por medio de la cual el Estado se comprometiacutea a educar gratuitamente anintildeos y nintildeas (Labarca 1939)16 Si bien ahora se disponiacutea de educacioacuten superior eacutesta seguiacutea siendo patrimoniode un grupo social geneacuterico-sexual y eacutetnico diferenciado hombres blancos y declase acomodada De hecho las mujeres solo pudieron ingresar a la universidad en1880 Por su parte las escuelas primarias si bien aumentan considerablemente sunuacutemero a partir de 1840 para 1865 auacuten no podiacutean revertir las alarmantes cifras deanalfabetismo el 83 de la poblacioacuten era analfabeta (Brunner 19)17 Analizando la composicioacuten del campo cultural chileno del siglo XIX el so-cioacutelogo Joseacute Joaquiacuten Brunner se referiraacute a este tipo de estructura social como unaldquoconstelacioacuten poliacutetico cultural oligarcardquo Este grupo perderaacute su hegemoniacutea solo aprincipios del siglo XX

como ldquovehiacuteculo insustituible de pensamientos ideas y cono-cimientos instrumento uacutenico y por excelencia para educar alos pueblosrdquo Bajo estas consideraciones si en la eacutepoca de laemancipacioacuten el foco estaba puesto en la imprenta como ldquomaacute-quina de la felicidadrdquo ahora se trasladaraacute al libro como ldquollave

del conocimientordquo instrumento capaz de sacar a la nacioacuten delletargo espiritual e intelectual en que yaciacutea desde la Colonia

Manifestacioacuten del auge que comenzaraacute a experimentar ellibro lo constituiraacute por ejemplo el crecimiento sostenido dela industria impresora18 y la eclosioacuten del comercio librero19 elcual entre 1840 y 1880 sufriraacute un proceso de desarrollo y pro-fesionalizacioacuten importante20 (empero continuacutee comerciali-zando preferentemente autores extranjeros) Es en esta direc-cioacuten que resulta interesante atender a la informacioacuten brindadapor Joseacute Victorino Lastarria (parafraseada por Subercaseaux)la cual nos permite formarnos una idea respecto a la cantidady tipos de libros que por entonces circulaban

Entre 1855 y 1860 se publicoacute un promedio de 72 tiacutetulos anualesde los cuales 13 correspondiacutean a obras originales de autores chi-lenos o residentes en el paiacutes 8 a textos de estudios 33 a folletoso libros religiosos y 18 de reimpresiones y traducciones de obras

18 Seguacuten apunta Bernardo Subercaseaux ldquoEn la deacutecada de 1840 ya funcionabanalrededor de 9 imprentas en Valparaiacuteso y otras tantas en Santiago la mayoriacutea deellas dedicadas a impresos perioacutedicos Seguacuten el censo industrial en 1867 habiacutea entodo el paiacutes treinta y ocho imprentas en 1871 cuarenta y nueve en 1875 ses enta yseis y alrededor de 80 en 1880rdquo (79)19 ldquoTiene razoacuten Pedro Pablo Figueroa [cuando] en su libro La libreriacutea en Chile(1896) postulaba un paralelismo entre el desenvolvimiento intelectual de 1842 y lainstitucionalizacioacuten de las libreriacuteasrdquo (Subercaseaux 91)20 A mediados de 1850 existiacutean varias libreriacuteas no s olo en Valparaiacuteso y Santiagosino tambieacuten en ciudades como Copiapoacute San Felipe y La Serena A eso debemosagregarle la irrupcioacuten de las ldquolibreriacuteas de viejordquo que comercializaban libros usados(Subercaseaux 90-91)

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europeas (desde poesiacutea y libretos de oacutepera hasta novelas y folle-tines) Diez antildeos maacutes tarde entre 1865 y 1869 se editaban unpromedio de 112 tiacutetulos por antildeo De eacutestos 17 correspondiacutean alibros de asuntos religiosos y los 95 restantes a textos de estu-dios obras originales y reimpresiones o traducciones europeas

(Subercaseaux 84)

Se desprende asiacute que a partir de la segunda mitad del si-glo XIX existiraacute una produccioacuten de libros que si bien todaviacuteaes limitada estaacute creciendo progresivamente al tiempo que vaadoptando una clara tendencia secularizante (Lastarria deslizaestos datos precisamente para sentildealar la influencia ultramon-tana dentro de la produccioacuten letrada) Estos cambios debenentenderse en el marco de un campo cultural en proceso dedesarrollo que soacutelo a finales de siglo alcanzaraacute su autonomiacutea

(respecto de otros campos como por ej el poliacutetico y el religio-so) De ahiacute por tanto que no resulte extrantildeo que la produc-cioacuten ldquoliterariardquo fuera de ser escasa obedeciera como la mayorparte de la produccioacuten intelectual del periacuteodo a un discursopoliacutetico de caraacutecter doctrinario y edificante cuyo norte esta-ba puesto en la construccioacuten de la nacioacuten Este hecho resultaparticularmente interesante pues nos permite introducir lapregunta respecto a quieacutenes eran los sujetos que efectivamenteteniacutean el derecho de apropiarse de ese discurso y por supuestode participar simboacutelicamente en la configuracioacuten del ideario

Estado-nacioacuten Es evidente que grupos sociales como las mu- jeres los sectores populares o de origen indiacutegena no fueronconsiderados en tal proceso de inscripcioacuten La idea de una di-mensioacuten excluyente que todaviacutea cargaba la produccioacuten letradaqueda reforzada si atendemos nuevamente a las palabras deSubercaseaux quien nos sentildeala el caraacutecter de legitimacioacuten yconsagracioacuten intelectual que representaba el libro

La valoracioacuten del libro como un bien sociocultural en funcioacutende la civilizacioacuten va acompantildeada por una valoracioacuten del librocomo una finalidad en siacute como una instancia que conferiacuteaidentidad y existencia intelectual y que permitiacutea que los au-tores (muchas veces falto de pergaminos aristocraacuteticos) ins-

cribieran sus nombres en los cenaacuteculos de la eacutelite nacional(Subercaseaux 64 La cursiva es nuestra)

Esta idea del libro ldquocomo pergamino aristocraacuteticordquo nospermite visualizar las intrincadas relaciones de poder saberque se articulaban detraacutes de la publicacioacuten de este tipo deimpresos Aunque como hemos visto el mercado del librorecieacuten estaba tomando fuerza lo cierto es que constituiacutea unespacio privilegiado de acceso reducido y fuertemente ex-cluyente en el que operaban una serie de condicionantes

econoacutemicas poliacuteticas de clase geacutenero etnia entre las maacutespatentes La pregunta que emerge de este panorama se diri-ge al lugar especiacutefico que ocuparon las mujeres dentro de laemergente produccioacuten impresa

III L983137983155 983149983157983146983141983154983141983155 983137 983148983137 983152983137983148983141983155983156983154983137 983139983145983142983154983137983155 983161 983146983157983145983139983145983151983155

983154983141983155983152983141983139983156983151 983137 983155983157 983145983150983139983157983154983155983145983283983150 983141983150 983148983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983140983141

983145983149983152983154983141983155983151983155

Si bien es cierto que en las fuentes consultadas la produccioacuten

intelectual del periacuteodo se aborda sin distincioacuten de sexo (sehabla de libros y obras sin maacutes) sabemos que esta indife-renciacioacuten pasa por alto el hecho de que los textos son pro-ducidos por sujetos concretos con caracteriacutesticas socialeseacutetnicas y geneacuterico-sexuales especiacuteficas y que por tanto nose precisa ser muy perspicaz para sospechar que la mayoriacutea

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de los textos consignados en las fuentes citadas fueron publi-cados por hombres De esta forma asistimos una vez maacutesa una inscripcioacuten legitimadora aquella que en el reverso desu proceder genera una borradura una censura la exclusioacuteninstauradora de la analogiacutea que propone a la cultura la letra

como propiedad indisociable de lo masculinoNo puede desconocerse que la investigacioacuten de Medina

al revelarnos el listado de nombres de autoras y de tiacutetulospublicados durante la Colonia el siglo XIX y principios delXX responde a una necesidad de eacutepoca por un lado su tra-bajo adscribe al paradigma positivista auacuten en boga mientrasque por otro se enmarca en el horizonte del centenario re-publicano que movioacute a muchos intelectuales a la realizacioacutende un balance del trabajo intelectual y artiacutestico de un sigloDe esta forma el esfuerzo de Medina resulta altamente sig-nificativo si lo comparamos por ejemplo con el trabajo de-sarrollado por Jorge Huneeus Gana21 otro destacado hom-bre de letras del periacuteodo quien en su voluminoso Cuadrohistoacuterico de la produccioacuten intelectual en Chile que abarca des-de la Colonia hasta el antildeo 1908 fecha de publicacioacuten del li-bro soacutelo consigna a tres mujeres22 como las uacutenicas represen-tantes del geacutenero femenino en su recuento de la produccioacutenletrada Ahora bien y considerando sus diferencias ambosautores ratifican impliacutecitamente la misma tesis naturalizada

en el campo cultural de principios del siglo XX aquella queafirmaba la posicioacuten cuantitativa y cualitativamente secun-daria de la produccioacuten discursiva femenina frente a la de suspares varones

21 Poliacutetico abogado y escritor chileno22 Estas autoras corresponden a Mercedes Mariacuten Rosario Orrego y QuiteriaVaras

Decimos cuantitativamente pues por una parte tantolas autoras como los textos mencionados son escasos enel caso de geacuteneros literarios tradicionales como por ejem-plo la poesiacutea (que sabemos tampoco era una modalidaddiscursiva que se publicara en exceso) Medina consignaraacute

entre los antildeos 1837 (fecha de publicacioacuten del primer poe-ma impreso escrito por una mujer iniciativa llevaba a cabopor Mercedes Mariacuten23) y 1900 (momento en que el campoliterario comienza a autonomizarse y el mercado culturala ampliar maacutes) la modesta cifra de diez autoras que in-cursionan en el geacutenero las cuales publicaron un total dedieciocho textos entre folletos y libros en un total de se-senta y tres antildeos Lo mismo sucede en otras modalidadesliterarias como la narrativa donde contabiliza la cifra desiete autoras con un total de ocho textos 24 en un lapso detreinta y nueve antildeos (1861-1900) Cabe destacar que conexcepcioacuten de la traduccioacuten y de los textos ldquopedagoacutegicosrdquo25

23 Nos referimos ldquoAl Canto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquopoema escrito en 1837 por Mercedes Mariacuten del Solar Aunque publicado original-mente en las paacuteginas del perioacutedico El Araucano dirigido por Andreacutes Bello fue de-bido a la entusiasta recepcioacuten que despertoacute entre los lectores de entonces que estepoema se reimprimioacute meses maacutes t arde bajo la forma de folleto en la Imprenta de laOpinioacuten (6 pp)24 Rosario Orrego ( Alberto el jugador 1861) Pilar Miranda Velaacutesquez (Guillermoell 1878) Clementina de Ochoa (Guacutedula Lectura amena 1891) Celeste LasabeCruz Coke (Rosa de abril 1892) Mercedes Praacutexenes (La evolucioacuten de Paulina No-vela sicoloacutegica 1893) Genoveva B de Priori (Cuentos originales 1898) y Marie De-nis Marinot (Fleur de Mai 1895 y la Dama las turquesas 1898) Eso hasta 190025 Estos geacuteneros seraacuten los que maacutes faacutecilmente permitiraacuten el ingreso de las muje-res en la esfera letrada Su inscripcioacuten privilegiada en estos campos pensamos sedebe a que no representaban una amenaza para la autoridad letrada masculina Latraduccioacuten cargaba con el estigma de ser un ejercicio intelectual de segundo orden(pues reproduciacutea las palabras de otro) mientras que la pedagogiacutea era consideradala extensioacuten de la labor educativa que por naturaleza realizaba la mujer en el espacioprivado domeacutestico

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la participacioacuten femenina en otras modalidades discursi- vas es bastante reducida Es el caso del ldquoteatrordquo (con untexto de Amelia Solar de Claro poeta y sobrina de Mer-cedes Mariacuten)26 el ldquoperiodismordquo (Medina menciona soacutelotres publicaciones perioacutedicas dirigidas por mujeres)27 y la

ldquohistoriardquo (tres autoras cuatro textos)28 geacuteneros mdashespe-cialmente los dos uacuteltimosmdash que durante el siglo XIX seconstituyeron en espacios privilegiados para la inscr ipcioacutenfalologoceacutentrica

Fuera de la escasez de impresos la publicacioacuten de estostambieacuten seraacute bastante tardiacutea De ahiacute que por ejemplo nue- vamente en el caso de la poesiacutea se impriman tan solo cuatrofolletos (todos de Mercedes Mariacuten)29 desde 1837 hasta 1880fecha en que por primera vez una mujer publica un libro depoesiacutea (hablamos de Mariacutea Delfina Hidalgo con sus Ensa- yos poeacuteticos) O en narrativa donde si bien la primera novelaescrita por una mujer es temprana la ya referida Alberto el

26 Mariacutea Cenicienta Juguete coacutemico en dos actos i cuatro cuadro Imprenta del Pro-greso Santiago 188427 Nos referimos a La Revista de Valparaiacuteso (1873-1874) de Rosario Orrego Fa-milia (1890) de Celeste Cruz Coke y La Mujer (1897) de Lucrecia UndurragaRefirieacutendose al geacutenero el autor sostendraacute ldquoAl hablar de periodismo tenemos queconcretar su concepto al de una que otra revista que ha visto o ve la luz puacuteblica maacuteso menos de tarde en tarderdquo (1923 217)28 Dos textos de Mercedes Mariacuten (un ldquoelogio histoacutericordquo y un ldquoesbozo biograacuteficordquo)una biografiacutea de la educadora Antonia Tarragoacute publicada por Amelia Charpiacuten y untrabajo de caraacutecter e clesiaacutestico anoacutenimo29 El citado ldquoCanto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquo (1837)Algunos antildeos despueacutes la misma autora publicariacutea otros cuatro poemas valieacutendosedel mismo formato nos referimos a ldquoActo de contricionrdquo en 1848 (1 paacuteg Imprentade la Sociedad) ldquoLa Caridad Ofrenda dedicada a la sentildeora dontildea Antonia Salasrdquoen 1855 (8 pp Imprenta Nacional) ldquoCanto a la patria dedicado a la Sociedad deInstruccioacuten Primaria de Santiagordquo en 1857 (8 pp Imprenta del Paiacutes) y finalmenteldquoCanto fuacutenebre a la memoria del ciudadano Joseacute Romerordquo (14 pp Imprenta delConservador) en 1858

jugador 30 de Rosario Orrego de 1861 (novela por cierto quefue presentada al certamen narrativo organizado en 1860 porla Universidad de Chile31) habraacute que aguardar hasta 1878 paraque otra mujer se atreva a incursionar en el geacutenero32 Algo si-milar ocurre con los geacuteneros ldquocientiacuteficosrdquo y otros como el legis-

lativo en los que la situacioacuten se presentaraacute auacuten maacutes diferida33Ahora bien si la exigua y tardiacutea produccioacuten impresa fe-

menina no resulta elocuente para mostrar el grado de ex-clusioacuten que sufriacutean mujeres en el espacio letrado lo seraacute elescrutinio criacutetico general del mismo investigador En efectoMedina no soacutelo se limita a contabilizar las aportaciones fe-meninas sino que ademaacutes desliza algunos comentarios criacute-ticos significativos respecto a ella Asiacute refirieacutendose a la nove-la y el drama sostendraacute que

30 Esta fue publicada primeramente por entregas en 1860 en las paacuteginas de la ldquoRe- vista del Paciacuteficordquo y un antildeo maacutes tarde en formato libro Lamentablemente no hemospodido acceder al original de esta edicioacuten independiente conformaacutendonos soacutelo conla versioacuten de la ya mencionada revista y la reedicioacuten que el antildeo 2001 hizo la Edito-rial Cuarto Propio31 Sin embargo debido a que el texto fue presentado fuera de los plazos estipula-dos por el jurado finalmente quedoacute descalificado De esta forma el primer lugar loobtuvo el escritor Alberto Blest Gana con su novela La aritmeacutetica del amor reco-nocimiento que un mes despueacutes le valioacute ser nombrado miembro de nuacutemero de laFacultad de Filosofiacutea y Humanidades de la misma institucioacuten logrando un lugarldquoautorizadordquo en el campo cultural chileno En este sentido resulta interesante adver-tir que tras la presentacioacuten de Orrego al concurso poco tiempo despueacutes si bien no va a ser nominada a la Universidad su novela siacute llegue a ser publicada nada menosque con proacutelogo del escritor peruano Ricardo Palma De alguna forma podemosespecular la presentacioacuten a este certamen se transformoacute en una plataforma de legi-timacioacuten para los incipientes escritores que participaron en eacuteste32 Ver nota 2333 Eloiacutesa Diacuteaz primera meacutedico chilena publica su memoria para obtener el gradode Licenciada en Medicina y Farmacia en 1888 titulada Breves observaciones sobrela aparicioacuten de la pubertad en la mujer chilena i de las disposiciones patoloacutegicas pro- pias del sexo Ese mismo antildeo Matilde Brandeau primera abogada en el paiacutes publicasu memoria de grado titulada Derechos civiles de la mujer

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No todas [las autoras] han sabido mover sus fuerzas antes delanzarse a la produccioacuten de maacutes de un geacutenero literario suma-mente difiacuteciles de abordar y en que los fracasos teniacutean que resul-tar inevitables El drama supone gran conocimiento de la vida yde sus pasiones que una nintildea por talentosa que sea no estaacute pre-

parada para abordar con eacutexito Y no creo pecar de exageracioacutenal afirmar que cosa parecida puede decirse de la novela para lacual por lo demaacutes nuestro pequentildeo escenario social no ofrecesino contadiacutesimos recursos a la inventiva Bajo este punto de

vista nuestras literatas tienen que luchar con dificultades casiinsuperables para que los personajes que presentan en accioacutenlleguen a despertar mediano intereacutes (xiii La cursiva es nuestra)

Es maacutes frente a dichas dificultades Medina no duda enaconsejar a las mujeres de nutrirse de un mayor capital litera-rio ldquoEs de todo punto necesario una cultura literaria previa

que por el momento es lo que a mi juicio deben procurar al-canzar nuestras escritoras si quieren no hacer obra delezna-blerdquo (la cursiva es nuestra) Al mirar de soslayo la produccioacutenliteraria femenina la evaluacioacuten de Medina no soacutelo coincidecon la apreciacioacuten generalizada de la criacutetica epocal que de-fendiacutea (impliacutecita o expliacutecitamente) la superioridad masculi-na en el dominio de los recursos conocimientos y competen-cias en la produccioacuten de significantes al interior del campoliterario sino que ademaacutes revela mecanismos de exclusioacutenesteacutetica que tienen su origen precisamente en las semantiza-ciones jeraacuterquicas derivadas de la diferencia sexual Y es quela falta de ldquoexperienciardquo ldquoconocimiento de la vida y sus pa-sionesrdquo la escasez de ldquocultura literariardquo principales falenciasque el autor sentildeala en las escritoras resultan ser saberes quehistoacutericamente han remitido a un orden masculino ligado ala esfera puacuteblica y la cultura el cual actuacutea como contrapunto

del orden asociado a lo femenino ligado a la esfera privada ylas labores domeacutestico-reproductivas Desnaturalizando estehistoacuterico lugar de subalternidad que ha afectado a la mujertanto en el plano social como simboacutelico la escritora DiamelaEltit ha puntualizado

Este hecho no puede ser desligado de las esferas simboacutelicasestaacute alliacute e instala discursos de dominacioacuten y castracioacuten en elaacutembito literario que nos reconsignan en estos discursos criacute-ticos o seudocriacuteticos como ldquomenosrdquo Existen estrategias tec-nologiacuteas taacutecticas para construir mapas y geografiacuteas de poderliterario (276 La cursiva es nuestra)

Como vemos las restricciones sociales y los imperativosde geacutenero que regulan las praacutecticas simboacutelicas de las sujetos

femeninos condicionaraacuten su acceso a ciertas zonas vedadasterritorios donde se entretejen silenciosas enrevesadas sinembargo aplastantes relaciones de saber poder en las cualesla literatura no seraacute la excepcioacuten

IV ldquoM983157983146983141983154983141983155 983152983290983138983148983145983139983137983155rdquo 983141983155983139983154983145983156983157983154983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983161

983139983151983141983154983139983145983151983150983141983155 983140983141983148 983155983145983155983156983141983149983137 983155983141983160983151983143983273983150983141983154983151

Hasta acaacute hemos visto coacutemo la estrechez del campo culturaly el mercado de impresos en el siglo XIX habiacutean incidido en

la marginal participacioacuten de las mujeres en el aacutembito de lapublicacioacuten de discursos (y en particular de libros) Si a estole sumamos la histoacuterica posicioacuten de subalternidad que handebido experimentar tanto en el plano social como especiacute-ficamente en la esfera de la cultura letrada resulta legiacutetimoabrir la interrogante hacia la posicioacuten de las propias mujeres

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respecto a este tipo de praacutectica en otras palabras iquestQueacute sig-nificaba para una mujer del siglo XIX escribir o el gesto maacutesosado auacuten de publicar

Esta pregunta ya la habiacutea intentado responder AdrianaValdeacutes quien ha sentildealado que en relacioacuten a la escritura con

aqueacutel ldquohacerrdquo y ldquotomarse la palabrardquo la situacioacuten de las muje-res ha sido de una ldquodocumentada incomodidadrdquo (251) Dichamolestia sostiene es transversal a nuestras escritoras desdeel caso de las religiosas coloniales pasando por las literatasdel siglo XIX e incluso en autoras de la primera mitad del si-glo XX hoy consagradas por la criacutetica como Gabriela Mistraly Mariacutea Luisa Bombal34 Para ingresar a la ldquociudad letradardquo oldquoescriturariardquo todas ellas han debido recurrir a una serie deestrategias y recursos que tienen como denominador comuacutenel ldquoponerse en su lugarrdquo vale decir reconocer su posicioacuten de

inferioridad frente a un Otro duentildeo del poder y del orden delos signos Por ello Valdeacutes concluye que la literatura desdesiempre ha representado ldquoun corral ajenordquo para las mujeres(en el caso chileno la metaacutefora del corral podriacutea verse refor-zada con la posicioacuten subalterna que tendriacutea nuestra literaturaen relacioacuten a la metroacutepolis) Resulta interesante a este res-pecto reparar en el testimonio de nuestras propias escritorasquienes de manera expliacutecita o bien apelando a una serie de

34 Ambas autoras al igual que otras como Teresa Wilms curiosamente decidenpublicar sus primeros libros en el extranjero Mistral da a luz Desolacioacuten en EstadosUnidos el antildeo 1922 (a insistencia de Federico de Oniacutes) B ombal publica el antildeo 1934La uacuteltima niebla en Buenos Aires (con el apoyo de Neruda y Borges entre otros)y Wilms en aquella misma ciudad publicaraacute sus primeros poemarios InquietudesSentimentales y Los tres cantos en 1917 (tambieacuten con el apoyo de intelectuales comoVicente Huidobro) De acaacute se pueden desprender al menos dos cosas la incomodi-dad o dificultad que probablemente experimentaron las autoras para publicar suslibros en el paiacutes y la presencia siempre constante de una autoridad masculina quedesde el exterior insta (y autoriza) a las autoras a entrar en el campo de las letras

subterfugios manifiestan la conciencia de esa sujecioacuten Es elcaso de Mercedes Mariacuten quien en una carta privada dirigidaal escritor argentino Juan Mariacutea Gutieacuterrez le confiesa las ten-siones que experimenta frente a su quehacer escritural

Se me preguntaraacute tal vez por queacute no he cultivado maacutes mis dis-posiciones naturales y voy a satisfacer a esta objecioacuten Desdemuy pequentildea me hicieron entender mis padres que cualquieraque fuese la instruccioacuten que yo llegase a adquirir por medio dela lectura era necesario saber callar Cuando empeceacute a reflexio-nar por miacute misma conociacute cuaacuten acertado era a este respecto sumodo de pensar y exageraacutendolo tal vez en demasiacutea juzgueacute queuna mujer literata en estos paiacuteses era un fenoacutemeno extrantildeo aca-so ridiacuteculo y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigiriacuteade miacute hasta cierto punto el sacrificio de mi felicidad personal[hellip] Una reputacioacuten literaria habriacutea sido para miacute una carga in-

soportable (Batticuore 112 Las cursivas son nuestras)

Las palabras de Mercedes Mariacuten resultan sumamenteilustrativas para retratar la problemaacutetica relacioacuten que existiacuteadurante el siglo XIX entre las mujeres y el acceso al sabery maacutes especiacuteficamente entre las mujeres y la praacutectica de laescritura y la publicacioacuten Tal como alguna vez lo tuviera quehacer Sor Juana Ineacutes de la Cruz Mariacuten reniega de su intereacutespor el conocimiento y la literatura no soacutelo al afirmar quesiempre fue ldquoajenardquo a este tipo de ldquopretensionesrdquo (leacutease en sudoble sentido de objetivo anhelo y de ldquopretenciosidadrdquo) sinoque tambieacuten rechazando y desembarazaacutendose del acto vo-litivo intelectual que implica la escritura De esta manera justificaraacute esta praacutectica aludiendo a su caraacutecter involuntarioy principalmente emotivo territorio por excelencia asocia-do a un orden femenino Al mismo tiempo y al igual que

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la religiosa va a tener clara conciencia de la necesidad enuna sociedad patriarcal como lo era aquella de ldquosaber ca-llar cuando se sabiacuteardquo (Ludmer 1984) imperativo taacutecito queoperaba incluso en familias ilustradas como las de la autora(su padre era meacutedico su madre una culta y reputada salon-

niegravere y su hermano un destacado escritor y filoacutesofo profesordel Instituto Nacional) en donde el traacutefico y discusioacuten deideas era bastante comuacuten Y es que a diferencia de lo queocurriacutea con sus pares varones la lectura y el conocimientoeran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debiacuteasaber callar si no queriacutea ser tomada por ridiacutecula o pedante(ldquoel saber es contrario a la feminidadrdquo sosteniacutea Michelle Pe-rrot) de ahiacute que intentar hacerse un camino como escritorafuera concebido por Mariacuten como un proyecto sencillamentedescabellado (ldquoextrantildeordquo ldquoacaso ridiacuteculordquo) el que a la vez que

la exponiacutea peligrosamente a la reprobacioacuten yo marginacioacutensocial al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro-pia felicidad No obstante ello y pese a la serie de limita-ciones que coaccionaban su vocacioacuten intelectual la autoraigualmente se aventuraraacute en estas territorialidades vedadasasumiendo ya sea como maacutescara o precaucioacuten los valores dela prudencia y el pudor ldquorecordemos que etimoloacutegicamenteel pudor estaacute asociado a la timidez la verguumlenza el recato lacastidad y el sentido del honor valores todos muy estimadosen la vida de las mujeresrdquo (Batticuore 190)

Como han sentildealado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti-cuore (2005) la escritura de las mujeres sobre todo duranteel siglo XIX estaba siempre en pugna con un ldquoimaginariomoralizanterdquo el cual ldquosancionaba fuera del aacutembito estricta-mente legal y se vinculaba a lo cotidianordquo De esta manera elimperativo moral de la ldquohonra femeninardquo de la cual dependiacutea

la ldquohonra familiarrdquo se constituyoacute como un ldquoimportante dis-curso hegemoacutenico de control y vigilancia de los comporta-mientos y cuerpos de hombres pero principalmente de lasmujeres en el siglo XIXrdquo (Arcos 35) mecanismo de controlque ya veniacutea operando vale agregar desde la Colonia De

aquiacute el temor de que una mujer publicara pues precisamen-te ldquoponiacutea en juego la moral familiar al agrietar el ideal dela mujer domeacutesticardquo De esta manera la ldquono publicacioacutenrdquo seerigiacutea ldquocomo garantiacutea y condicioacuten de una mujer virtuosa quepracticaba la escriturardquo (Batticuore 191)

Esta opinioacuten respecto al conflicto moral que experimenta-ban las escritoras frente a la publicacioacuten va a ser respaldada porSusan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritorasromaacutenticas del siglo XIX sostendraacute que ldquoel arma maacutes podero-sa de la que se serviacutean quienes se oponiacutean a la participacioacuten

femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-dad de la literatura con la virtud femenina argumento que fueesgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritorasrdquo(Pastor 29) De aquiacute se desprende entonces que la mujer quedeseaba publicar no soacutelo debiacutea seleccionar atentamente los te-mas y geacuteneros a los que iba a recurrir sino que ademaacutes debiacuteaapelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en sunatural lugar de inferioridad Estas operaciones nacidas deltemor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal a veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-culparse por un pasatiempo tan ldquopresuntuosordquo a despreciar-se intelectualmente ldquopresentando sus producciones artiacutesticascomo meras insignificancias ideadas para divertir y distraera los lectores en momentos de ociosidadrdquo (Gilbert y Gubart76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del puacuteblico lector opeor auacuten sus ataques burlas yo descalificaciones

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

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Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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ARCOS Carol ldquoNovelas folletiacuten y la autoriacutea femenina en lasegunda mitad del siglo XIX en Chilerdquo Revista Chilena deLiteratura 76 (abril 2010) 27-42

BAEZA Martiacutenez Sergio El libro en Chile Santiago Biblio-teca Nacional 1982

BARROS Martina Recuerdos de mi vida Santiago Orbe1942

_____ Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico porStuart Mill) Edicioacuten notas y estudio preliminar de Ale- jandra Castillo Santiago Palinodia 2009

BATTICUORE Graciela La mujer romaacutentica Lectorasautoras y escritores en la Argentina1830-1870 BuenosAires Edhasa 2005

BOURDIEU Pierre ldquoEl campo literario Prerrequisitoscriacuteticos y principios de meacutetodordquo Criterios 25-28 (enero1989-diciembre 1990)

_____ La dominacioacuten masculina Barcelona Anagrama2000

BRUNNER Joseacute Joaquiacuten ldquoCultura y crisis de hegemoniacuteardquoJJ Brunner y Gonzalo Catalaacuten (eds) Cinco estudiossobre cultura y sociedad Santiago Flacso 1985

CHARTIER Roger El orden de los libros Barcelona Gedisa2000

ELTIT Diamela ldquoContante y sonanterdquo El orden los signos Es-critos sobre poliacutetica arte y literatura Santiago EdicionesUniversidad Diego Portales 2006

FOUCAULT Michel La arqueologiacutea del saber Buenos AiresSiglo XXI 2002

_____ El orden del discurso Barcelona Tusquets 1992

FRANCO Jean Las conspiradoras Representaciones de lamujer en Meacutexico Meacutexico FCE 1994

GILBERT Sandra y Gubar Susan La loca del desvaacuten Valen-cia Caacutetedra 1994

HABERMAS Juumlrgen Historia y criacutetica de la opinioacuten puacuteblica

Barcelona G Gili 1990HUNEEUS Gana Jorge Cuadro histoacuterico de la produccioacuten

intelectual en Chile Santiago Imprenta Litografiacutea yEncuadernacioacuten Barcelona 1910

LUDMER Josefina ldquoTretas del deacutebilldquordquo Patricia Gonzaacutelez yEliana Ortega (eds) La sarteacuten por el mango Encuentrode escritoras latinoamericanas Riacuteo Piedras EdicionesHuracaacuten 1984

MARIacuteN Mercedes Poesiacuteas de la sentildeora Da Mercedes Ma-riacuten de Solar dadas a la luz por su hijo Enrique del Solar

Santiago Impr Andreacutes Bello 1874MEDINA Joseacute Toribio La literatura femenina en Chile

Santiago Imprenta Universitaria 1923ORREGO Rosario Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela

corta ldquoeresardquo Compilacioacuten de Isaac Grez Silva Santia-go Editorial Nascimento 1931

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PASTOR Briacutegida El discurso de Gertrudis Goacutemez de Avella-neda identidad femenina y otredad Alicante Universi-dad de Alicante 2002

POBLETE Juan La literatura chilena del siglo XIX Entre puacuteblicos lectores y figuras autoriales Santiago CuartoPropio 2003

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SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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La primera de ellas una autobiografiacutea escrita por Sor UacutersulaSuaacuterez a su confesor en 1708 titulada Relacioacuten de las singu-lares misericordias que el Sentildeor ha usado con una religiosaindigna esposa suya9 y la segunda un romance histoacuterico es-crito por Sor Tadea Garciacutea de la Huerta en 1784 tambieacuten

dirigido a su confesor titulado Relacioacuten de la inundacioacuten quehiso el Rio Mapocho de la ciudad de Santiago de Chile enel Monasterio de Carmelitas el uacutenico de los dos que fue fi-nalmente impreso y publicado por primera vez en Lima en178410

Del recuento realizado por Medina no solo nos lla-ma la atencioacuten la escuaacutelida produccioacuten intelectual feme-nina circunscrita a este periacuteodo ni la similitud de statusque guardan las enunciadoras (pues ambas son religiosas)ni las particulares instancias en las que surge la enuncia-cioacuten (son textos que no nacen de la iniciativa individual delas autoras sino que son ldquoobligadasrdquo a escribirlos para susconfesores praacutectica que por lo demaacutes estaba bastante ex-tendida durante este periodo11 en Latinoameacuterica) Lo que

recuperacioacuten y relectura de la escritura de las religiosas coloniales con sus investi-gaciones acerca del epistolario de Sor Josefa de los Dolores Pentildea y Lillo Para maacutesinformacioacuten ver ldquoImaacutegenes y escritura de mujeres en la literatura colonial chilenardquoEn Sonia Montecinos (comp) Mujeres chilenas Fragmentos de una historia Santia-go Catalonia 20089 Como sentildeala Adriana Valdeacutes este texto ha sido doblemente obliterado tanto

por los caacutenones religiosos (a diferencia de los textos de Santa Teresa por ejemplo)como por los caacutenones literarios Respecto a ello cabe mencionar que las reedicionese investigaciones en torno a este texto fuera de escasas han sido tardiacuteas Entre ellasse debe destacar la reedicioacuten criacutetica de Mario Ferrecio (1984) y los estudios de lamisma Valdeacutes10 Medina sentildeala otras tres reimpresiones de este texto una en 1862 otra en 1877y finalmente la que realiza eacutel mismo en 189911 Sobre la escritura forzada a la que era ldquosometidasrdquo las religiosas coloniales con-suacuteltese el primer capiacutetulo del libro de Jean Franco Las conspiradoras Representacio-nes de la mujer en Meacutexico FCE Meacutexico 1994

nos resulta realmente llamativo es que esta ldquoinexistenciardquointelectual femenina lejos de constituir un legado austeroexclusivo de la Colonia haya trascendido de manera simi-lar hasta el ilustrado siglo XIX comenzando a menguartiacutemidamente solo despueacutes de la segunda mitad de eacuteste y

que inclusive para ser maacutes taxativas podriacuteamos exten-derlo a las primeras deacutecadas del XX Esta ausencia como veremos va a abrir una serie de interrogantes en cuyas po-sibles respuestas se avizoran mecaacutenicas praacutecticas y ejerci-cios de poder que hacen maacutes reconocible el esbozo de estamarginalidad

Aunque existen varios trabajos que han intentado ldquoresca-tarrdquo la escritura de mujeres chilenas del siglo XIX1 sin dudauna de las iniciativas maacutes ambiciosas debido a su extensioacuteny ampliacutesima documentacioacuten bibliograacutefica ha sido la de JoseacuteToribio Medina (de hecho eacutel mismo se encargoacute de destacaren el proacutelogo el caraacutecter pionero de su estudio por lo menosen el aacutembito hispanoamericano) En efecto ya en el progra-ma de su pesquisa se proponiacutea catalogar ldquocuanto libro ofolleto ha salido de mano de mujer en Chile en cualquierorden que seardquo No obstante esta avidez investigativa mdashqueevidentemente responde a un programa positivista epocalmdash

1 Fuera del estudio de Medina vale la pena destacar el trabajo que inspirara al

biblioacutegrafo nos referimos a Mujeres Chilenas de letras Imprenta UniversitariaSantiago 1917 bosquejo realizado por la escritora Luisa Zanelli Posteriormentedeben mencionarse trabajos como los de Ruth Gonzaacutelez-VergaraNuestras escritoraschilenas una trayectoria por descrifrar Ediciones Guerra y Vergara Santiago 1992Lina Vera Lamperein Presencia femenina en la literatura nacional

una trayectoriaapasionante 1750-1991 Semejanza Santiago 2008 mdashel que al igual que los otrosadoptaraacute una perspectiva maacutes bien panoraacutemica respecto a la produccioacuten escritu-ral femeninamdash y el interesante debido principalmente a las lecturas criacuteticas quedesarrolla de Patricia Rubio Escritoras Chilenas Novela y cuento Cuarto PropioSantiago 1999

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es enfaacutetico en delimitar la naturaleza del corpus con el cualtrabajaraacute ldquohe hablado de libros y folletos para deslindar bienel alcance de este inventario bibliograacutefico indicando asiacute queno me alargo hasta enumerar artiacuteculos de revistas o perioacutedi-cos no en verdad porque deje de reconocer que algunos de

ellos son de intereacutes o de valor literario sino porque la tarearesultariacutea abrumadora y en todo caso incompletardquo (VII) alo que agrega la uacutenica excepcioacuten a esta regla a saber el casode los textos coloniales mencionados al principio debido aque por su naturaleza singular el autor estariacutea ldquoobligado a darcuenta de ellosrdquo

Resulta interesante detenerse un momento en el criteriometodoloacutegico que regula el estudio del biblioacutegrafo pues laseleccioacuten y utilizacioacuten de ciertas categoriacuteas de anaacutelisis comolas de folleto2 y libro3 (en particular de esta uacuteltima) nos dancuenta de un recorte altamente significativo y que no puedepasar inadvertido Dicho de otro modo lo que esta opera-cioacuten de seleccioacuten nos revela inevitablemente en su reverso esla exclusioacuten de un amplio tipo de discursividades como esel caso precisamente de las publicaciones perioacutedicas sentildea-ladas por el autor soportes textuales que ademaacutes de abrigarpreferentemente ciertas modalidades discursivas fueron su-mamente utilizados por los letrados del siglo XIX y en espe-cial por las mujeres

2 Seguacuten el diccionario de la RAE el teacutermino ldquofolletordquo mdashque provendriacutea del latiacutenfolium (hoja)mdash hariacutea referencia a la ldquoobra impresa no perioacutedica que no consta debastantes hojas para formar libro [hellip] El nuacutemero de paacuteginas ha de ser entre cinco ycuarenta y ocho excluidas las cubiertasrdquo3 De acuerdo a la misma fuente de la nota anterior ldquolibrordquo hace referencia a laldquoreunioacuten de muchas hojas de papel vitela etc ordinariamente impresas que se hancosido o encuadernado juntas con cubierta de papel cartoacuten pergamino u otra pieletc y que forman un volumen Su nuacutemero de paacuteginas ha de ser 49 o maacutes excluidaslas cubiertasrdquo

Si hacemos el ejercicio de observar y comparar la pro-duccioacuten de las escritoras chilenas del siglo XIX con la de suspares latinoamericanas ldquocanonizadasrdquo (pensemos en algunasfiguras representativas del periacuteodo como Eduarda Mansillay Juana Manuela Gorritti en la Argentina Mercedes Cabe-

llo y Clorinda Matto en el Peruacute Soledad Acosta en Colom-bia Gertrudis Goacutemez en Cuba) nos percataremos de que sibien estas uacuteltimas tambieacuten incursionaron y de manera muyfecunda en el campo de la prensa perioacutedica y los folletoslo cierto es que asimismo todas accedieron a la publicacioacutende libros a diferencia de lo que sucedioacute en Chile donde in-clusive en el caso de nuestras escritoras maacutes emblemaacuteticasdel periacuteodo como Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego estapraacutectica fue maacutes bien inusitada por no decir tardiacutea y escasa(Orrego soacutelo llegoacute a publicar una novela en este formato nosreferimos a Alberto el jugador )

Dada esta situacioacuten es factible hipotetizar que la no pu-blicacioacuten de sus trabajos bajo el formato aglutinador de unobjeto ldquolibrordquo entre otros factores haya incidido en la soste-nida exclusioacuten de nuestras literatas de las historias del libroyo de la literatura tanto latinoamericanas4 como en menormedida las nacionales5 Esto porque cuando praacutecticamenteno se asiste a esa unidad tan cara a los investigadores como

4 Por ejemplo la de Enrique Anderson Imbert Historia de la literatura Hispanoa-mericana Tomo I FCE Meacutexico DF 19695 Me refiero a trabajos como los de Maximiano Fernaacutendez Fraile Historia de laliteratura chilena Editorial Salesiana Santiago 1994 Hugo Montes y Julio Orlan-di Historia de la literatura chilena Editorial Paciacutefico Santiago 1965 asiacute como elde Luis Muntildeoz y Dieter Oelkner Diccionario de movimientos y grupos literarioschilenos Ediciones Universidad de Concepcioacuten Concepcioacuten 1983 Si bien en algu-nos de estos estudios (pienso en el de Muntildeoz y Olkner) se hace mencioacuten a ciertasescritoras del siglo XIX como Mercedes Mariacuten huelga aclarar que soacutelo se trataraacute dereferencias breviacutesimas cuando no cercanas al mero dato anecdoacutetico

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II C983137983149983152983151 983139983157983148983156983157983154983137983148 983141983149983138983154983145983151983150983137983154983145983151 983161 983149983141983154983139983137983140983151 983140983141

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Al comienzo de estas paacuteginas introduciacuteamos como epiacutegrafeuna cita de Medina quien para explicar la ausencia de pro-duccioacuten discursiva femenina durante el periacuteodo colonial(que abarcoacute en el caso chileno los siglos XVI- XVII y XVIIIes decir poco maacutes de 270 antildeos) estableciacutea el nexo no soacutelocon la precaria educacioacuten que recibiacutean por entonces las mu- jeres6 sino tambieacuten con la tardiacutea llegada de la imprenta Laldquomaacutequina de la felicidadrdquo como era denominada por los ilus-trados franceses de la eacutepoca (Subercaseaux 2000) ingresoacute a

Chile solo en 18117

convirtieacutendose en el uacuteltimo paiacutes a nivellatinoamericano en la implementacioacuten de este tipo de tecno-logiacuteas8 Este ingreso que fue posible gracias a las gestiones

6 Para maacutes informacioacuten respecto a la educacioacuten femenina en la Colonia y el si-glo XIX consuacuteltense los estudios de Amanda Labarca Historia de la ensentildeanza enChile Santiago de Chile Imprenta Universitaria 1939 y Ana Mariacutea Stuven ldquoLaeducacioacuten de la mujer y su acceso a la universidad un desafiacuteo republicanordquo En AM Stuven y Joaquiacuten Fermandois (eds) Historia de las mujeres en Chile Tomo 1Santiago de Chile Taurus 2011 p 335-3747 No obstante esta fecha que da Medina previamente habriacutean existido tres im-prentas -bastante artesanales- que produjeron los famosos ldquoincunablesrdquo chilenos esdecir aquellos textos que refieren al periacuteodo inicial mdashla cunamdash de la imprenta en elpaiacutes Uno de estos corresponderiacutea al Modo de ganar el Jubileo Santo primer impresohecho en Chile que data del antildeo 1776 Para maacutes informacioacuten ver Alamiro de AacutevilaEl modo de ganar el Jubileo Santo de 1776 y las imprentas de los incunables chilenosSantiago Universitaria 19768 Las fechas de instalacioacuten de la imprenta en los principales paiacutesescapitales de laAmeacuterica Hispaacutenica son las siguientes Meacutexico 1540 Lima 1581 Guatemala 1660La Habana 1701 Paraguay 1705 Bogotaacute 1738 Quito 1760 Buenos Aires 1780Montevideo 1807 Caracas 1808 (Medina citado por Subercaseaux 200022)

encabezadas por la eacutelite criolla dirigente constituiacutea al mismotiempo el simboacutelico gesto de clausura del extendido ordencolonial ligado a Espantildea y el nacimiento de uno nuevo re-publicano

El retraso con que arriba la imprenta constituiraacute una de

las manifestaciones maacutes palpables de la profunda indiferen-cia que existioacute durante la Colonia en materia cultural9 asiacutecomo tambieacuten del praacutecticamente nulo intereacutes de parte de lacorona no solo de propiciar la produccioacuten letrada criolla sinoque tambieacuten de mitigar a traveacutes de la aplicacioacuten de poliacuteticasde alfabetizacioacuten y de impulso a la lectura (todas facilitadaspor la imprenta) los altiacutesimos iacutendices de analfabetismo queafectaban a la poblacioacuten10 Indiferencia que se volviacutea exacer-bada censura cuando la administracioacuten y la Iglesia (ambasinstituciones estaban indisociadas11) se veiacutean enfrentadas a

9 En su introduccioacuten a La literatura colonial de Chile (1878) el mismo Joseacute ToribioMedina reflexionaba con pesar acerca de las paupeacuterrimas condiciones que presen-taba el espacio cultural durante la Colonia Sus quejas apuntaban principalmente alprofundo estado de letargo que constrintildeoacute la vida intelectual del periacuteodo ldquoLa vidacolonial era esencialmente monoacutetona Fuera de la guerra araucana de la entradade los gobernadores de las fiestas religiosas de las frecuentes competencias entrelas diversas autoridades o de los capiacutetulos de frailes que preocupaban a la sociedadentera el horizonte que se ofreciacutea era escasiacutesimo Aquello propiamente no era laactividad de la vida sino el letargo del suentildeordquo (sp la cursiva es miacutea)10 Praacutecticamente indiferente para la corona espantildeola desde un principio la edu-cacioacuten estuvo bajo la tutela de la Iglesia puesto que ldquola monarquiacutea jamaacutes consideroacuteun deber suyo la educacioacuten de las masasrdquo deviniendo el magisterio en un ldquooficioesencialmente religioso en el sentido que era la Iglesia el poder docente y no elestadordquo (Labarca 1939 39) Las escuelas de primeras letras creadas por los con- ventos ndasho posteriormente despueacutes de la expulsioacuten de los jesuitas en 1767 por loscabildosndash impartiacutean a un escaso nuacutemero de estudiantes siempre de geacutenero mascu-lino y origen social privilegiado los fundamentos de la doctrina cristiana algunosrudimentos de lectura y escritura y de manera muy somera las operaciones maacutessimples de aritmeacutetica11 E iban a seguir estaacutendolo al menos en la praacutectica pese a la progresiva seculari-zacioacuten que se dio en el siglo XIX

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praacutecticas o manifestaciones discursivas que a su juicio pu-dieran sonar a laicas o librepensantes yo representaran unaamenaza para la hegemoniacutea de la eacutelite letrada acostumbradaa monopolizar el poder de la letra Desde esta perspectivaiquestqueacute maacutes representativo entonces de este temor que la ima-

gen ilustrada intimidantemente hereacutetica que se asociaba ala imprenta iquestqueacute maacutes peligroso tambieacuten que su capacidadde propagar la palabra escrita entre los no iniciados de des-pojarla de su caraacutecter selectivo y vulgarizarla Visto asiacute resul-ta comprensible por tanto que la produccioacuten intelectual delperiacuteodo se haya visto en general12 severamente atrofiada

Si bien el fenoacutemeno de la imprenta fue un aconteci-miento sin duda significativo en el despertar intelectual dela nacioacuten cabe aclarar que su funcioacuten al menos durante susinicios estuvo estrictamente supeditada a satisfacer las ne-cesidades juriacutedico-administrativas del nuevo gobierno Deahiacute que los primeros textos que salieron a la luz guardaranrelacioacuten con materias relativas a asuntos de esa iacutendole talescomo ordenanzas leyes asiacute como tambieacuten los primeros pa-peles perioacutedicos oficialistas Habraacute que esperar algunos antildeosmaacutes para que otras imprentas esta vez gestionadas por capi-tales privados se ocuparan de la impresioacuten de una maacutes am-plia clase de textos desde perioacutedicos a revistas pasando portratados cientiacuteficos histoacutericos legislativos filosoacuteficos obras

literarias boletines comerciales por mencionar los principa-les Esta diversificacioacuten potencioacute a su vez el aumento en elnuacutemero de autores (productores) y lectores (consumidores)

12 No obstante cabe aclarar que los innumerables textos que se conservan del pe-riacuteodo colonial y que han dado paso sobre todo en el uacuteltimo tiempo a una profusioacutende estudios estaacuten centrados en materias eclesiaacutesticas o poliacutetica-administrativassiendo muy pocos los trabajos orientados al campo de las artes la literatura la filo-sofiacutea o las ciencias

aspecto importantiacutesimo que no puede dejarse de lado Estasimprentas que a partir de las deacutecadas 1830 y 1840 se instala-ron preferentemente en ciudades como Santiago y Valparaiacute-so no soacutelo marcaron el puntapieacute inicial para la activacioacuten deun mercado de impresos sino que ademaacutes contribuyeron a

traveacutes de la difusioacuten de nuevos autores y textos a la confor-macioacuten de un embrionario campo cultural13

Seraacute en este contexto signado por los esfuerzos del elen-co dirigente en dejar atraacutes el oscurantismo cultural asocia-do a la Colonia que se implementaraacuten una serie de poliacuteticasgubernamentales tendientes a encaminar a la nacioacuten en losideales del progreso y la ilustracioacuten Este impulso dio lugara la creacioacuten de una serie de instituciones educacionales yculturales que tendraacuten un rol sustancial en la configuracioacutendel emergente campo cultural como la Universidad de Chile(1842) la Escuela Normal de Preceptores (1842) la Escuelade Artes y Oficios (1849) la Academia de Pintura (1849) elConservatorio Nacional de Muacutesica (1850) el Teatro Munici-pal (1853) entre otras14 En esta misma direccioacuten se buscaraacutecombatir las elevadas cifras de analfabetismo de la poblacioacutena traveacutes de la creacioacuten de centenares de escuelas primarias y

13 Siguiendo a Bourdieu entenderemos porcampo cultural aquel espacio social enque tiene lugar la produccioacuten de bienes simboacutelicos de una sociedad y en el que segenera la competencia entre distintos grupos que pugnan por obtener legitimidadpara sus producciones intelectuales yo esteacuteticas (Bourdieu 1989) Uno de los re-quisitos para que exista este campo es su autonomiacutea (real pero relativa) respecto delos otros campos (por ejemplo el campo literario respecto a los campos legislativocientiacutefico etc) hecho que en nuestro contexto efectivamente se produciraacute soacutelo afinales de siglo14 Por ejemplo la Escuela de Arquitectura (1849) y la Escuela Normal de Pre-ceptoras (1853) Es interesante advertir que esta uacuteltima a diferencia de las otrasinstituciones fue la uacutenica que estuvo bajo la tutela de sectores ligados a la Iglesiaespeciacuteficamente de las religiosas del Sagrado Corazoacuten de Jesuacutes

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secundarias15 asiacute como de decenas de ldquobibliotecas popularesrdquo vinculadas a eacutestas

Este entusiasmo por la ilustracioacuten celebrado por el sec-tor oligarca liberal propiciaraacute de igual forma el surgimientode ciertas ldquoinstituciones sociales modernasrdquo acuntildeando la ex-

presioacuten de Habermas (1990) como las sociedades clubessalones y sobre todo la prensa la cual tendraacute un auge ex-traordinario durante este siglo Todos ellos se constituyeronen lugares propicios para la discusioacuten de materias relaciona-das con la contingencia poliacutetica y otros temas propios de lalsquoalta cultura burguesarsquo Seraacute en el seno de estas institucionessociales modernas donde se gestaraacuten movimientos intelec-tuales como los de la generacioacuten de 1842 de gran relevanciapara la historia y el desarrollo cultural del paiacutes

Esta serie de factores van a significar un importante avanceen materia cultural no obstante sus efectos todaviacutea se encuen-tren orientados a una poblacioacuten letrada maacutes bien reducida16aunque mucho maacutes amplia que en la Colonia17 En palabrasde Subercaseaux se ldquotratariacutea de instancias macro que van aincidir directa e indirectamente en el campo del librordquo (200063) objeto que a partir de entonces comenzaraacute a ser valorado

15 Por ejemplo en 1860 bajo el gobierno de Montt se creoacute la Ley de InstruccioacutenPrimaria por medio de la cual el Estado se comprometiacutea a educar gratuitamente anintildeos y nintildeas (Labarca 1939)16 Si bien ahora se disponiacutea de educacioacuten superior eacutesta seguiacutea siendo patrimoniode un grupo social geneacuterico-sexual y eacutetnico diferenciado hombres blancos y declase acomodada De hecho las mujeres solo pudieron ingresar a la universidad en1880 Por su parte las escuelas primarias si bien aumentan considerablemente sunuacutemero a partir de 1840 para 1865 auacuten no podiacutean revertir las alarmantes cifras deanalfabetismo el 83 de la poblacioacuten era analfabeta (Brunner 19)17 Analizando la composicioacuten del campo cultural chileno del siglo XIX el so-cioacutelogo Joseacute Joaquiacuten Brunner se referiraacute a este tipo de estructura social como unaldquoconstelacioacuten poliacutetico cultural oligarcardquo Este grupo perderaacute su hegemoniacutea solo aprincipios del siglo XX

como ldquovehiacuteculo insustituible de pensamientos ideas y cono-cimientos instrumento uacutenico y por excelencia para educar alos pueblosrdquo Bajo estas consideraciones si en la eacutepoca de laemancipacioacuten el foco estaba puesto en la imprenta como ldquomaacute-quina de la felicidadrdquo ahora se trasladaraacute al libro como ldquollave

del conocimientordquo instrumento capaz de sacar a la nacioacuten delletargo espiritual e intelectual en que yaciacutea desde la Colonia

Manifestacioacuten del auge que comenzaraacute a experimentar ellibro lo constituiraacute por ejemplo el crecimiento sostenido dela industria impresora18 y la eclosioacuten del comercio librero19 elcual entre 1840 y 1880 sufriraacute un proceso de desarrollo y pro-fesionalizacioacuten importante20 (empero continuacutee comerciali-zando preferentemente autores extranjeros) Es en esta direc-cioacuten que resulta interesante atender a la informacioacuten brindadapor Joseacute Victorino Lastarria (parafraseada por Subercaseaux)la cual nos permite formarnos una idea respecto a la cantidady tipos de libros que por entonces circulaban

Entre 1855 y 1860 se publicoacute un promedio de 72 tiacutetulos anualesde los cuales 13 correspondiacutean a obras originales de autores chi-lenos o residentes en el paiacutes 8 a textos de estudios 33 a folletoso libros religiosos y 18 de reimpresiones y traducciones de obras

18 Seguacuten apunta Bernardo Subercaseaux ldquoEn la deacutecada de 1840 ya funcionabanalrededor de 9 imprentas en Valparaiacuteso y otras tantas en Santiago la mayoriacutea deellas dedicadas a impresos perioacutedicos Seguacuten el censo industrial en 1867 habiacutea entodo el paiacutes treinta y ocho imprentas en 1871 cuarenta y nueve en 1875 ses enta yseis y alrededor de 80 en 1880rdquo (79)19 ldquoTiene razoacuten Pedro Pablo Figueroa [cuando] en su libro La libreriacutea en Chile(1896) postulaba un paralelismo entre el desenvolvimiento intelectual de 1842 y lainstitucionalizacioacuten de las libreriacuteasrdquo (Subercaseaux 91)20 A mediados de 1850 existiacutean varias libreriacuteas no s olo en Valparaiacuteso y Santiagosino tambieacuten en ciudades como Copiapoacute San Felipe y La Serena A eso debemosagregarle la irrupcioacuten de las ldquolibreriacuteas de viejordquo que comercializaban libros usados(Subercaseaux 90-91)

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europeas (desde poesiacutea y libretos de oacutepera hasta novelas y folle-tines) Diez antildeos maacutes tarde entre 1865 y 1869 se editaban unpromedio de 112 tiacutetulos por antildeo De eacutestos 17 correspondiacutean alibros de asuntos religiosos y los 95 restantes a textos de estu-dios obras originales y reimpresiones o traducciones europeas

(Subercaseaux 84)

Se desprende asiacute que a partir de la segunda mitad del si-glo XIX existiraacute una produccioacuten de libros que si bien todaviacuteaes limitada estaacute creciendo progresivamente al tiempo que vaadoptando una clara tendencia secularizante (Lastarria deslizaestos datos precisamente para sentildealar la influencia ultramon-tana dentro de la produccioacuten letrada) Estos cambios debenentenderse en el marco de un campo cultural en proceso dedesarrollo que soacutelo a finales de siglo alcanzaraacute su autonomiacutea

(respecto de otros campos como por ej el poliacutetico y el religio-so) De ahiacute por tanto que no resulte extrantildeo que la produc-cioacuten ldquoliterariardquo fuera de ser escasa obedeciera como la mayorparte de la produccioacuten intelectual del periacuteodo a un discursopoliacutetico de caraacutecter doctrinario y edificante cuyo norte esta-ba puesto en la construccioacuten de la nacioacuten Este hecho resultaparticularmente interesante pues nos permite introducir lapregunta respecto a quieacutenes eran los sujetos que efectivamenteteniacutean el derecho de apropiarse de ese discurso y por supuestode participar simboacutelicamente en la configuracioacuten del ideario

Estado-nacioacuten Es evidente que grupos sociales como las mu- jeres los sectores populares o de origen indiacutegena no fueronconsiderados en tal proceso de inscripcioacuten La idea de una di-mensioacuten excluyente que todaviacutea cargaba la produccioacuten letradaqueda reforzada si atendemos nuevamente a las palabras deSubercaseaux quien nos sentildeala el caraacutecter de legitimacioacuten yconsagracioacuten intelectual que representaba el libro

La valoracioacuten del libro como un bien sociocultural en funcioacutende la civilizacioacuten va acompantildeada por una valoracioacuten del librocomo una finalidad en siacute como una instancia que conferiacuteaidentidad y existencia intelectual y que permitiacutea que los au-tores (muchas veces falto de pergaminos aristocraacuteticos) ins-

cribieran sus nombres en los cenaacuteculos de la eacutelite nacional(Subercaseaux 64 La cursiva es nuestra)

Esta idea del libro ldquocomo pergamino aristocraacuteticordquo nospermite visualizar las intrincadas relaciones de poder saberque se articulaban detraacutes de la publicacioacuten de este tipo deimpresos Aunque como hemos visto el mercado del librorecieacuten estaba tomando fuerza lo cierto es que constituiacutea unespacio privilegiado de acceso reducido y fuertemente ex-cluyente en el que operaban una serie de condicionantes

econoacutemicas poliacuteticas de clase geacutenero etnia entre las maacutespatentes La pregunta que emerge de este panorama se diri-ge al lugar especiacutefico que ocuparon las mujeres dentro de laemergente produccioacuten impresa

III L983137983155 983149983157983146983141983154983141983155 983137 983148983137 983152983137983148983141983155983156983154983137 983139983145983142983154983137983155 983161 983146983157983145983139983145983151983155

983154983141983155983152983141983139983156983151 983137 983155983157 983145983150983139983157983154983155983145983283983150 983141983150 983148983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983140983141

983145983149983152983154983141983155983151983155

Si bien es cierto que en las fuentes consultadas la produccioacuten

intelectual del periacuteodo se aborda sin distincioacuten de sexo (sehabla de libros y obras sin maacutes) sabemos que esta indife-renciacioacuten pasa por alto el hecho de que los textos son pro-ducidos por sujetos concretos con caracteriacutesticas socialeseacutetnicas y geneacuterico-sexuales especiacuteficas y que por tanto nose precisa ser muy perspicaz para sospechar que la mayoriacutea

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de los textos consignados en las fuentes citadas fueron publi-cados por hombres De esta forma asistimos una vez maacutesa una inscripcioacuten legitimadora aquella que en el reverso desu proceder genera una borradura una censura la exclusioacuteninstauradora de la analogiacutea que propone a la cultura la letra

como propiedad indisociable de lo masculinoNo puede desconocerse que la investigacioacuten de Medina

al revelarnos el listado de nombres de autoras y de tiacutetulospublicados durante la Colonia el siglo XIX y principios delXX responde a una necesidad de eacutepoca por un lado su tra-bajo adscribe al paradigma positivista auacuten en boga mientrasque por otro se enmarca en el horizonte del centenario re-publicano que movioacute a muchos intelectuales a la realizacioacutende un balance del trabajo intelectual y artiacutestico de un sigloDe esta forma el esfuerzo de Medina resulta altamente sig-nificativo si lo comparamos por ejemplo con el trabajo de-sarrollado por Jorge Huneeus Gana21 otro destacado hom-bre de letras del periacuteodo quien en su voluminoso Cuadrohistoacuterico de la produccioacuten intelectual en Chile que abarca des-de la Colonia hasta el antildeo 1908 fecha de publicacioacuten del li-bro soacutelo consigna a tres mujeres22 como las uacutenicas represen-tantes del geacutenero femenino en su recuento de la produccioacutenletrada Ahora bien y considerando sus diferencias ambosautores ratifican impliacutecitamente la misma tesis naturalizada

en el campo cultural de principios del siglo XX aquella queafirmaba la posicioacuten cuantitativa y cualitativamente secun-daria de la produccioacuten discursiva femenina frente a la de suspares varones

21 Poliacutetico abogado y escritor chileno22 Estas autoras corresponden a Mercedes Mariacuten Rosario Orrego y QuiteriaVaras

Decimos cuantitativamente pues por una parte tantolas autoras como los textos mencionados son escasos enel caso de geacuteneros literarios tradicionales como por ejem-plo la poesiacutea (que sabemos tampoco era una modalidaddiscursiva que se publicara en exceso) Medina consignaraacute

entre los antildeos 1837 (fecha de publicacioacuten del primer poe-ma impreso escrito por una mujer iniciativa llevaba a cabopor Mercedes Mariacuten23) y 1900 (momento en que el campoliterario comienza a autonomizarse y el mercado culturala ampliar maacutes) la modesta cifra de diez autoras que in-cursionan en el geacutenero las cuales publicaron un total dedieciocho textos entre folletos y libros en un total de se-senta y tres antildeos Lo mismo sucede en otras modalidadesliterarias como la narrativa donde contabiliza la cifra desiete autoras con un total de ocho textos 24 en un lapso detreinta y nueve antildeos (1861-1900) Cabe destacar que conexcepcioacuten de la traduccioacuten y de los textos ldquopedagoacutegicosrdquo25

23 Nos referimos ldquoAl Canto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquopoema escrito en 1837 por Mercedes Mariacuten del Solar Aunque publicado original-mente en las paacuteginas del perioacutedico El Araucano dirigido por Andreacutes Bello fue de-bido a la entusiasta recepcioacuten que despertoacute entre los lectores de entonces que estepoema se reimprimioacute meses maacutes t arde bajo la forma de folleto en la Imprenta de laOpinioacuten (6 pp)24 Rosario Orrego ( Alberto el jugador 1861) Pilar Miranda Velaacutesquez (Guillermoell 1878) Clementina de Ochoa (Guacutedula Lectura amena 1891) Celeste LasabeCruz Coke (Rosa de abril 1892) Mercedes Praacutexenes (La evolucioacuten de Paulina No-vela sicoloacutegica 1893) Genoveva B de Priori (Cuentos originales 1898) y Marie De-nis Marinot (Fleur de Mai 1895 y la Dama las turquesas 1898) Eso hasta 190025 Estos geacuteneros seraacuten los que maacutes faacutecilmente permitiraacuten el ingreso de las muje-res en la esfera letrada Su inscripcioacuten privilegiada en estos campos pensamos sedebe a que no representaban una amenaza para la autoridad letrada masculina Latraduccioacuten cargaba con el estigma de ser un ejercicio intelectual de segundo orden(pues reproduciacutea las palabras de otro) mientras que la pedagogiacutea era consideradala extensioacuten de la labor educativa que por naturaleza realizaba la mujer en el espacioprivado domeacutestico

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la participacioacuten femenina en otras modalidades discursi- vas es bastante reducida Es el caso del ldquoteatrordquo (con untexto de Amelia Solar de Claro poeta y sobrina de Mer-cedes Mariacuten)26 el ldquoperiodismordquo (Medina menciona soacutelotres publicaciones perioacutedicas dirigidas por mujeres)27 y la

ldquohistoriardquo (tres autoras cuatro textos)28 geacuteneros mdashespe-cialmente los dos uacuteltimosmdash que durante el siglo XIX seconstituyeron en espacios privilegiados para la inscr ipcioacutenfalologoceacutentrica

Fuera de la escasez de impresos la publicacioacuten de estostambieacuten seraacute bastante tardiacutea De ahiacute que por ejemplo nue- vamente en el caso de la poesiacutea se impriman tan solo cuatrofolletos (todos de Mercedes Mariacuten)29 desde 1837 hasta 1880fecha en que por primera vez una mujer publica un libro depoesiacutea (hablamos de Mariacutea Delfina Hidalgo con sus Ensa- yos poeacuteticos) O en narrativa donde si bien la primera novelaescrita por una mujer es temprana la ya referida Alberto el

26 Mariacutea Cenicienta Juguete coacutemico en dos actos i cuatro cuadro Imprenta del Pro-greso Santiago 188427 Nos referimos a La Revista de Valparaiacuteso (1873-1874) de Rosario Orrego Fa-milia (1890) de Celeste Cruz Coke y La Mujer (1897) de Lucrecia UndurragaRefirieacutendose al geacutenero el autor sostendraacute ldquoAl hablar de periodismo tenemos queconcretar su concepto al de una que otra revista que ha visto o ve la luz puacuteblica maacuteso menos de tarde en tarderdquo (1923 217)28 Dos textos de Mercedes Mariacuten (un ldquoelogio histoacutericordquo y un ldquoesbozo biograacuteficordquo)una biografiacutea de la educadora Antonia Tarragoacute publicada por Amelia Charpiacuten y untrabajo de caraacutecter e clesiaacutestico anoacutenimo29 El citado ldquoCanto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquo (1837)Algunos antildeos despueacutes la misma autora publicariacutea otros cuatro poemas valieacutendosedel mismo formato nos referimos a ldquoActo de contricionrdquo en 1848 (1 paacuteg Imprentade la Sociedad) ldquoLa Caridad Ofrenda dedicada a la sentildeora dontildea Antonia Salasrdquoen 1855 (8 pp Imprenta Nacional) ldquoCanto a la patria dedicado a la Sociedad deInstruccioacuten Primaria de Santiagordquo en 1857 (8 pp Imprenta del Paiacutes) y finalmenteldquoCanto fuacutenebre a la memoria del ciudadano Joseacute Romerordquo (14 pp Imprenta delConservador) en 1858

jugador 30 de Rosario Orrego de 1861 (novela por cierto quefue presentada al certamen narrativo organizado en 1860 porla Universidad de Chile31) habraacute que aguardar hasta 1878 paraque otra mujer se atreva a incursionar en el geacutenero32 Algo si-milar ocurre con los geacuteneros ldquocientiacuteficosrdquo y otros como el legis-

lativo en los que la situacioacuten se presentaraacute auacuten maacutes diferida33Ahora bien si la exigua y tardiacutea produccioacuten impresa fe-

menina no resulta elocuente para mostrar el grado de ex-clusioacuten que sufriacutean mujeres en el espacio letrado lo seraacute elescrutinio criacutetico general del mismo investigador En efectoMedina no soacutelo se limita a contabilizar las aportaciones fe-meninas sino que ademaacutes desliza algunos comentarios criacute-ticos significativos respecto a ella Asiacute refirieacutendose a la nove-la y el drama sostendraacute que

30 Esta fue publicada primeramente por entregas en 1860 en las paacuteginas de la ldquoRe- vista del Paciacuteficordquo y un antildeo maacutes tarde en formato libro Lamentablemente no hemospodido acceder al original de esta edicioacuten independiente conformaacutendonos soacutelo conla versioacuten de la ya mencionada revista y la reedicioacuten que el antildeo 2001 hizo la Edito-rial Cuarto Propio31 Sin embargo debido a que el texto fue presentado fuera de los plazos estipula-dos por el jurado finalmente quedoacute descalificado De esta forma el primer lugar loobtuvo el escritor Alberto Blest Gana con su novela La aritmeacutetica del amor reco-nocimiento que un mes despueacutes le valioacute ser nombrado miembro de nuacutemero de laFacultad de Filosofiacutea y Humanidades de la misma institucioacuten logrando un lugarldquoautorizadordquo en el campo cultural chileno En este sentido resulta interesante adver-tir que tras la presentacioacuten de Orrego al concurso poco tiempo despueacutes si bien no va a ser nominada a la Universidad su novela siacute llegue a ser publicada nada menosque con proacutelogo del escritor peruano Ricardo Palma De alguna forma podemosespecular la presentacioacuten a este certamen se transformoacute en una plataforma de legi-timacioacuten para los incipientes escritores que participaron en eacuteste32 Ver nota 2333 Eloiacutesa Diacuteaz primera meacutedico chilena publica su memoria para obtener el gradode Licenciada en Medicina y Farmacia en 1888 titulada Breves observaciones sobrela aparicioacuten de la pubertad en la mujer chilena i de las disposiciones patoloacutegicas pro- pias del sexo Ese mismo antildeo Matilde Brandeau primera abogada en el paiacutes publicasu memoria de grado titulada Derechos civiles de la mujer

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No todas [las autoras] han sabido mover sus fuerzas antes delanzarse a la produccioacuten de maacutes de un geacutenero literario suma-mente difiacuteciles de abordar y en que los fracasos teniacutean que resul-tar inevitables El drama supone gran conocimiento de la vida yde sus pasiones que una nintildea por talentosa que sea no estaacute pre-

parada para abordar con eacutexito Y no creo pecar de exageracioacutenal afirmar que cosa parecida puede decirse de la novela para lacual por lo demaacutes nuestro pequentildeo escenario social no ofrecesino contadiacutesimos recursos a la inventiva Bajo este punto de

vista nuestras literatas tienen que luchar con dificultades casiinsuperables para que los personajes que presentan en accioacutenlleguen a despertar mediano intereacutes (xiii La cursiva es nuestra)

Es maacutes frente a dichas dificultades Medina no duda enaconsejar a las mujeres de nutrirse de un mayor capital litera-rio ldquoEs de todo punto necesario una cultura literaria previa

que por el momento es lo que a mi juicio deben procurar al-canzar nuestras escritoras si quieren no hacer obra delezna-blerdquo (la cursiva es nuestra) Al mirar de soslayo la produccioacutenliteraria femenina la evaluacioacuten de Medina no soacutelo coincidecon la apreciacioacuten generalizada de la criacutetica epocal que de-fendiacutea (impliacutecita o expliacutecitamente) la superioridad masculi-na en el dominio de los recursos conocimientos y competen-cias en la produccioacuten de significantes al interior del campoliterario sino que ademaacutes revela mecanismos de exclusioacutenesteacutetica que tienen su origen precisamente en las semantiza-ciones jeraacuterquicas derivadas de la diferencia sexual Y es quela falta de ldquoexperienciardquo ldquoconocimiento de la vida y sus pa-sionesrdquo la escasez de ldquocultura literariardquo principales falenciasque el autor sentildeala en las escritoras resultan ser saberes quehistoacutericamente han remitido a un orden masculino ligado ala esfera puacuteblica y la cultura el cual actuacutea como contrapunto

del orden asociado a lo femenino ligado a la esfera privada ylas labores domeacutestico-reproductivas Desnaturalizando estehistoacuterico lugar de subalternidad que ha afectado a la mujertanto en el plano social como simboacutelico la escritora DiamelaEltit ha puntualizado

Este hecho no puede ser desligado de las esferas simboacutelicasestaacute alliacute e instala discursos de dominacioacuten y castracioacuten en elaacutembito literario que nos reconsignan en estos discursos criacute-ticos o seudocriacuteticos como ldquomenosrdquo Existen estrategias tec-nologiacuteas taacutecticas para construir mapas y geografiacuteas de poderliterario (276 La cursiva es nuestra)

Como vemos las restricciones sociales y los imperativosde geacutenero que regulan las praacutecticas simboacutelicas de las sujetos

femeninos condicionaraacuten su acceso a ciertas zonas vedadasterritorios donde se entretejen silenciosas enrevesadas sinembargo aplastantes relaciones de saber poder en las cualesla literatura no seraacute la excepcioacuten

IV ldquoM983157983146983141983154983141983155 983152983290983138983148983145983139983137983155rdquo 983141983155983139983154983145983156983157983154983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983161

983139983151983141983154983139983145983151983150983141983155 983140983141983148 983155983145983155983156983141983149983137 983155983141983160983151983143983273983150983141983154983151

Hasta acaacute hemos visto coacutemo la estrechez del campo culturaly el mercado de impresos en el siglo XIX habiacutean incidido en

la marginal participacioacuten de las mujeres en el aacutembito de lapublicacioacuten de discursos (y en particular de libros) Si a estole sumamos la histoacuterica posicioacuten de subalternidad que handebido experimentar tanto en el plano social como especiacute-ficamente en la esfera de la cultura letrada resulta legiacutetimoabrir la interrogante hacia la posicioacuten de las propias mujeres

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respecto a este tipo de praacutectica en otras palabras iquestQueacute sig-nificaba para una mujer del siglo XIX escribir o el gesto maacutesosado auacuten de publicar

Esta pregunta ya la habiacutea intentado responder AdrianaValdeacutes quien ha sentildealado que en relacioacuten a la escritura con

aqueacutel ldquohacerrdquo y ldquotomarse la palabrardquo la situacioacuten de las muje-res ha sido de una ldquodocumentada incomodidadrdquo (251) Dichamolestia sostiene es transversal a nuestras escritoras desdeel caso de las religiosas coloniales pasando por las literatasdel siglo XIX e incluso en autoras de la primera mitad del si-glo XX hoy consagradas por la criacutetica como Gabriela Mistraly Mariacutea Luisa Bombal34 Para ingresar a la ldquociudad letradardquo oldquoescriturariardquo todas ellas han debido recurrir a una serie deestrategias y recursos que tienen como denominador comuacutenel ldquoponerse en su lugarrdquo vale decir reconocer su posicioacuten de

inferioridad frente a un Otro duentildeo del poder y del orden delos signos Por ello Valdeacutes concluye que la literatura desdesiempre ha representado ldquoun corral ajenordquo para las mujeres(en el caso chileno la metaacutefora del corral podriacutea verse refor-zada con la posicioacuten subalterna que tendriacutea nuestra literaturaen relacioacuten a la metroacutepolis) Resulta interesante a este res-pecto reparar en el testimonio de nuestras propias escritorasquienes de manera expliacutecita o bien apelando a una serie de

34 Ambas autoras al igual que otras como Teresa Wilms curiosamente decidenpublicar sus primeros libros en el extranjero Mistral da a luz Desolacioacuten en EstadosUnidos el antildeo 1922 (a insistencia de Federico de Oniacutes) B ombal publica el antildeo 1934La uacuteltima niebla en Buenos Aires (con el apoyo de Neruda y Borges entre otros)y Wilms en aquella misma ciudad publicaraacute sus primeros poemarios InquietudesSentimentales y Los tres cantos en 1917 (tambieacuten con el apoyo de intelectuales comoVicente Huidobro) De acaacute se pueden desprender al menos dos cosas la incomodi-dad o dificultad que probablemente experimentaron las autoras para publicar suslibros en el paiacutes y la presencia siempre constante de una autoridad masculina quedesde el exterior insta (y autoriza) a las autoras a entrar en el campo de las letras

subterfugios manifiestan la conciencia de esa sujecioacuten Es elcaso de Mercedes Mariacuten quien en una carta privada dirigidaal escritor argentino Juan Mariacutea Gutieacuterrez le confiesa las ten-siones que experimenta frente a su quehacer escritural

Se me preguntaraacute tal vez por queacute no he cultivado maacutes mis dis-posiciones naturales y voy a satisfacer a esta objecioacuten Desdemuy pequentildea me hicieron entender mis padres que cualquieraque fuese la instruccioacuten que yo llegase a adquirir por medio dela lectura era necesario saber callar Cuando empeceacute a reflexio-nar por miacute misma conociacute cuaacuten acertado era a este respecto sumodo de pensar y exageraacutendolo tal vez en demasiacutea juzgueacute queuna mujer literata en estos paiacuteses era un fenoacutemeno extrantildeo aca-so ridiacuteculo y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigiriacuteade miacute hasta cierto punto el sacrificio de mi felicidad personal[hellip] Una reputacioacuten literaria habriacutea sido para miacute una carga in-

soportable (Batticuore 112 Las cursivas son nuestras)

Las palabras de Mercedes Mariacuten resultan sumamenteilustrativas para retratar la problemaacutetica relacioacuten que existiacuteadurante el siglo XIX entre las mujeres y el acceso al sabery maacutes especiacuteficamente entre las mujeres y la praacutectica de laescritura y la publicacioacuten Tal como alguna vez lo tuviera quehacer Sor Juana Ineacutes de la Cruz Mariacuten reniega de su intereacutespor el conocimiento y la literatura no soacutelo al afirmar quesiempre fue ldquoajenardquo a este tipo de ldquopretensionesrdquo (leacutease en sudoble sentido de objetivo anhelo y de ldquopretenciosidadrdquo) sinoque tambieacuten rechazando y desembarazaacutendose del acto vo-litivo intelectual que implica la escritura De esta manera justificaraacute esta praacutectica aludiendo a su caraacutecter involuntarioy principalmente emotivo territorio por excelencia asocia-do a un orden femenino Al mismo tiempo y al igual que

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la religiosa va a tener clara conciencia de la necesidad enuna sociedad patriarcal como lo era aquella de ldquosaber ca-llar cuando se sabiacuteardquo (Ludmer 1984) imperativo taacutecito queoperaba incluso en familias ilustradas como las de la autora(su padre era meacutedico su madre una culta y reputada salon-

niegravere y su hermano un destacado escritor y filoacutesofo profesordel Instituto Nacional) en donde el traacutefico y discusioacuten deideas era bastante comuacuten Y es que a diferencia de lo queocurriacutea con sus pares varones la lectura y el conocimientoeran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debiacuteasaber callar si no queriacutea ser tomada por ridiacutecula o pedante(ldquoel saber es contrario a la feminidadrdquo sosteniacutea Michelle Pe-rrot) de ahiacute que intentar hacerse un camino como escritorafuera concebido por Mariacuten como un proyecto sencillamentedescabellado (ldquoextrantildeordquo ldquoacaso ridiacuteculordquo) el que a la vez que

la exponiacutea peligrosamente a la reprobacioacuten yo marginacioacutensocial al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro-pia felicidad No obstante ello y pese a la serie de limita-ciones que coaccionaban su vocacioacuten intelectual la autoraigualmente se aventuraraacute en estas territorialidades vedadasasumiendo ya sea como maacutescara o precaucioacuten los valores dela prudencia y el pudor ldquorecordemos que etimoloacutegicamenteel pudor estaacute asociado a la timidez la verguumlenza el recato lacastidad y el sentido del honor valores todos muy estimadosen la vida de las mujeresrdquo (Batticuore 190)

Como han sentildealado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti-cuore (2005) la escritura de las mujeres sobre todo duranteel siglo XIX estaba siempre en pugna con un ldquoimaginariomoralizanterdquo el cual ldquosancionaba fuera del aacutembito estricta-mente legal y se vinculaba a lo cotidianordquo De esta manera elimperativo moral de la ldquohonra femeninardquo de la cual dependiacutea

la ldquohonra familiarrdquo se constituyoacute como un ldquoimportante dis-curso hegemoacutenico de control y vigilancia de los comporta-mientos y cuerpos de hombres pero principalmente de lasmujeres en el siglo XIXrdquo (Arcos 35) mecanismo de controlque ya veniacutea operando vale agregar desde la Colonia De

aquiacute el temor de que una mujer publicara pues precisamen-te ldquoponiacutea en juego la moral familiar al agrietar el ideal dela mujer domeacutesticardquo De esta manera la ldquono publicacioacutenrdquo seerigiacutea ldquocomo garantiacutea y condicioacuten de una mujer virtuosa quepracticaba la escriturardquo (Batticuore 191)

Esta opinioacuten respecto al conflicto moral que experimenta-ban las escritoras frente a la publicacioacuten va a ser respaldada porSusan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritorasromaacutenticas del siglo XIX sostendraacute que ldquoel arma maacutes podero-sa de la que se serviacutean quienes se oponiacutean a la participacioacuten

femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-dad de la literatura con la virtud femenina argumento que fueesgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritorasrdquo(Pastor 29) De aquiacute se desprende entonces que la mujer quedeseaba publicar no soacutelo debiacutea seleccionar atentamente los te-mas y geacuteneros a los que iba a recurrir sino que ademaacutes debiacuteaapelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en sunatural lugar de inferioridad Estas operaciones nacidas deltemor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal a veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-culparse por un pasatiempo tan ldquopresuntuosordquo a despreciar-se intelectualmente ldquopresentando sus producciones artiacutesticascomo meras insignificancias ideadas para divertir y distraera los lectores en momentos de ociosidadrdquo (Gilbert y Gubart76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del puacuteblico lector opeor auacuten sus ataques burlas yo descalificaciones

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

983137983148983156983141983154983150983137983156983145983158983151

Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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es enfaacutetico en delimitar la naturaleza del corpus con el cualtrabajaraacute ldquohe hablado de libros y folletos para deslindar bienel alcance de este inventario bibliograacutefico indicando asiacute queno me alargo hasta enumerar artiacuteculos de revistas o perioacutedi-cos no en verdad porque deje de reconocer que algunos de

ellos son de intereacutes o de valor literario sino porque la tarearesultariacutea abrumadora y en todo caso incompletardquo (VII) alo que agrega la uacutenica excepcioacuten a esta regla a saber el casode los textos coloniales mencionados al principio debido aque por su naturaleza singular el autor estariacutea ldquoobligado a darcuenta de ellosrdquo

Resulta interesante detenerse un momento en el criteriometodoloacutegico que regula el estudio del biblioacutegrafo pues laseleccioacuten y utilizacioacuten de ciertas categoriacuteas de anaacutelisis comolas de folleto2 y libro3 (en particular de esta uacuteltima) nos dancuenta de un recorte altamente significativo y que no puedepasar inadvertido Dicho de otro modo lo que esta opera-cioacuten de seleccioacuten nos revela inevitablemente en su reverso esla exclusioacuten de un amplio tipo de discursividades como esel caso precisamente de las publicaciones perioacutedicas sentildea-ladas por el autor soportes textuales que ademaacutes de abrigarpreferentemente ciertas modalidades discursivas fueron su-mamente utilizados por los letrados del siglo XIX y en espe-cial por las mujeres

2 Seguacuten el diccionario de la RAE el teacutermino ldquofolletordquo mdashque provendriacutea del latiacutenfolium (hoja)mdash hariacutea referencia a la ldquoobra impresa no perioacutedica que no consta debastantes hojas para formar libro [hellip] El nuacutemero de paacuteginas ha de ser entre cinco ycuarenta y ocho excluidas las cubiertasrdquo3 De acuerdo a la misma fuente de la nota anterior ldquolibrordquo hace referencia a laldquoreunioacuten de muchas hojas de papel vitela etc ordinariamente impresas que se hancosido o encuadernado juntas con cubierta de papel cartoacuten pergamino u otra pieletc y que forman un volumen Su nuacutemero de paacuteginas ha de ser 49 o maacutes excluidaslas cubiertasrdquo

Si hacemos el ejercicio de observar y comparar la pro-duccioacuten de las escritoras chilenas del siglo XIX con la de suspares latinoamericanas ldquocanonizadasrdquo (pensemos en algunasfiguras representativas del periacuteodo como Eduarda Mansillay Juana Manuela Gorritti en la Argentina Mercedes Cabe-

llo y Clorinda Matto en el Peruacute Soledad Acosta en Colom-bia Gertrudis Goacutemez en Cuba) nos percataremos de que sibien estas uacuteltimas tambieacuten incursionaron y de manera muyfecunda en el campo de la prensa perioacutedica y los folletoslo cierto es que asimismo todas accedieron a la publicacioacutende libros a diferencia de lo que sucedioacute en Chile donde in-clusive en el caso de nuestras escritoras maacutes emblemaacuteticasdel periacuteodo como Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego estapraacutectica fue maacutes bien inusitada por no decir tardiacutea y escasa(Orrego soacutelo llegoacute a publicar una novela en este formato nosreferimos a Alberto el jugador )

Dada esta situacioacuten es factible hipotetizar que la no pu-blicacioacuten de sus trabajos bajo el formato aglutinador de unobjeto ldquolibrordquo entre otros factores haya incidido en la soste-nida exclusioacuten de nuestras literatas de las historias del libroyo de la literatura tanto latinoamericanas4 como en menormedida las nacionales5 Esto porque cuando praacutecticamenteno se asiste a esa unidad tan cara a los investigadores como

4 Por ejemplo la de Enrique Anderson Imbert Historia de la literatura Hispanoa-mericana Tomo I FCE Meacutexico DF 19695 Me refiero a trabajos como los de Maximiano Fernaacutendez Fraile Historia de laliteratura chilena Editorial Salesiana Santiago 1994 Hugo Montes y Julio Orlan-di Historia de la literatura chilena Editorial Paciacutefico Santiago 1965 asiacute como elde Luis Muntildeoz y Dieter Oelkner Diccionario de movimientos y grupos literarioschilenos Ediciones Universidad de Concepcioacuten Concepcioacuten 1983 Si bien en algu-nos de estos estudios (pienso en el de Muntildeoz y Olkner) se hace mencioacuten a ciertasescritoras del siglo XIX como Mercedes Mariacuten huelga aclarar que soacutelo se trataraacute dereferencias breviacutesimas cuando no cercanas al mero dato anecdoacutetico

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Al comienzo de estas paacuteginas introduciacuteamos como epiacutegrafeuna cita de Medina quien para explicar la ausencia de pro-duccioacuten discursiva femenina durante el periacuteodo colonial(que abarcoacute en el caso chileno los siglos XVI- XVII y XVIIIes decir poco maacutes de 270 antildeos) estableciacutea el nexo no soacutelocon la precaria educacioacuten que recibiacutean por entonces las mu- jeres6 sino tambieacuten con la tardiacutea llegada de la imprenta Laldquomaacutequina de la felicidadrdquo como era denominada por los ilus-trados franceses de la eacutepoca (Subercaseaux 2000) ingresoacute a

Chile solo en 18117

convirtieacutendose en el uacuteltimo paiacutes a nivellatinoamericano en la implementacioacuten de este tipo de tecno-logiacuteas8 Este ingreso que fue posible gracias a las gestiones

6 Para maacutes informacioacuten respecto a la educacioacuten femenina en la Colonia y el si-glo XIX consuacuteltense los estudios de Amanda Labarca Historia de la ensentildeanza enChile Santiago de Chile Imprenta Universitaria 1939 y Ana Mariacutea Stuven ldquoLaeducacioacuten de la mujer y su acceso a la universidad un desafiacuteo republicanordquo En AM Stuven y Joaquiacuten Fermandois (eds) Historia de las mujeres en Chile Tomo 1Santiago de Chile Taurus 2011 p 335-3747 No obstante esta fecha que da Medina previamente habriacutean existido tres im-prentas -bastante artesanales- que produjeron los famosos ldquoincunablesrdquo chilenos esdecir aquellos textos que refieren al periacuteodo inicial mdashla cunamdash de la imprenta en elpaiacutes Uno de estos corresponderiacutea al Modo de ganar el Jubileo Santo primer impresohecho en Chile que data del antildeo 1776 Para maacutes informacioacuten ver Alamiro de AacutevilaEl modo de ganar el Jubileo Santo de 1776 y las imprentas de los incunables chilenosSantiago Universitaria 19768 Las fechas de instalacioacuten de la imprenta en los principales paiacutesescapitales de laAmeacuterica Hispaacutenica son las siguientes Meacutexico 1540 Lima 1581 Guatemala 1660La Habana 1701 Paraguay 1705 Bogotaacute 1738 Quito 1760 Buenos Aires 1780Montevideo 1807 Caracas 1808 (Medina citado por Subercaseaux 200022)

encabezadas por la eacutelite criolla dirigente constituiacutea al mismotiempo el simboacutelico gesto de clausura del extendido ordencolonial ligado a Espantildea y el nacimiento de uno nuevo re-publicano

El retraso con que arriba la imprenta constituiraacute una de

las manifestaciones maacutes palpables de la profunda indiferen-cia que existioacute durante la Colonia en materia cultural9 asiacutecomo tambieacuten del praacutecticamente nulo intereacutes de parte de lacorona no solo de propiciar la produccioacuten letrada criolla sinoque tambieacuten de mitigar a traveacutes de la aplicacioacuten de poliacuteticasde alfabetizacioacuten y de impulso a la lectura (todas facilitadaspor la imprenta) los altiacutesimos iacutendices de analfabetismo queafectaban a la poblacioacuten10 Indiferencia que se volviacutea exacer-bada censura cuando la administracioacuten y la Iglesia (ambasinstituciones estaban indisociadas11) se veiacutean enfrentadas a

9 En su introduccioacuten a La literatura colonial de Chile (1878) el mismo Joseacute ToribioMedina reflexionaba con pesar acerca de las paupeacuterrimas condiciones que presen-taba el espacio cultural durante la Colonia Sus quejas apuntaban principalmente alprofundo estado de letargo que constrintildeoacute la vida intelectual del periacuteodo ldquoLa vidacolonial era esencialmente monoacutetona Fuera de la guerra araucana de la entradade los gobernadores de las fiestas religiosas de las frecuentes competencias entrelas diversas autoridades o de los capiacutetulos de frailes que preocupaban a la sociedadentera el horizonte que se ofreciacutea era escasiacutesimo Aquello propiamente no era laactividad de la vida sino el letargo del suentildeordquo (sp la cursiva es miacutea)10 Praacutecticamente indiferente para la corona espantildeola desde un principio la edu-cacioacuten estuvo bajo la tutela de la Iglesia puesto que ldquola monarquiacutea jamaacutes consideroacuteun deber suyo la educacioacuten de las masasrdquo deviniendo el magisterio en un ldquooficioesencialmente religioso en el sentido que era la Iglesia el poder docente y no elestadordquo (Labarca 1939 39) Las escuelas de primeras letras creadas por los con- ventos ndasho posteriormente despueacutes de la expulsioacuten de los jesuitas en 1767 por loscabildosndash impartiacutean a un escaso nuacutemero de estudiantes siempre de geacutenero mascu-lino y origen social privilegiado los fundamentos de la doctrina cristiana algunosrudimentos de lectura y escritura y de manera muy somera las operaciones maacutessimples de aritmeacutetica11 E iban a seguir estaacutendolo al menos en la praacutectica pese a la progresiva seculari-zacioacuten que se dio en el siglo XIX

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praacutecticas o manifestaciones discursivas que a su juicio pu-dieran sonar a laicas o librepensantes yo representaran unaamenaza para la hegemoniacutea de la eacutelite letrada acostumbradaa monopolizar el poder de la letra Desde esta perspectivaiquestqueacute maacutes representativo entonces de este temor que la ima-

gen ilustrada intimidantemente hereacutetica que se asociaba ala imprenta iquestqueacute maacutes peligroso tambieacuten que su capacidadde propagar la palabra escrita entre los no iniciados de des-pojarla de su caraacutecter selectivo y vulgarizarla Visto asiacute resul-ta comprensible por tanto que la produccioacuten intelectual delperiacuteodo se haya visto en general12 severamente atrofiada

Si bien el fenoacutemeno de la imprenta fue un aconteci-miento sin duda significativo en el despertar intelectual dela nacioacuten cabe aclarar que su funcioacuten al menos durante susinicios estuvo estrictamente supeditada a satisfacer las ne-cesidades juriacutedico-administrativas del nuevo gobierno Deahiacute que los primeros textos que salieron a la luz guardaranrelacioacuten con materias relativas a asuntos de esa iacutendole talescomo ordenanzas leyes asiacute como tambieacuten los primeros pa-peles perioacutedicos oficialistas Habraacute que esperar algunos antildeosmaacutes para que otras imprentas esta vez gestionadas por capi-tales privados se ocuparan de la impresioacuten de una maacutes am-plia clase de textos desde perioacutedicos a revistas pasando portratados cientiacuteficos histoacutericos legislativos filosoacuteficos obras

literarias boletines comerciales por mencionar los principa-les Esta diversificacioacuten potencioacute a su vez el aumento en elnuacutemero de autores (productores) y lectores (consumidores)

12 No obstante cabe aclarar que los innumerables textos que se conservan del pe-riacuteodo colonial y que han dado paso sobre todo en el uacuteltimo tiempo a una profusioacutende estudios estaacuten centrados en materias eclesiaacutesticas o poliacutetica-administrativassiendo muy pocos los trabajos orientados al campo de las artes la literatura la filo-sofiacutea o las ciencias

aspecto importantiacutesimo que no puede dejarse de lado Estasimprentas que a partir de las deacutecadas 1830 y 1840 se instala-ron preferentemente en ciudades como Santiago y Valparaiacute-so no soacutelo marcaron el puntapieacute inicial para la activacioacuten deun mercado de impresos sino que ademaacutes contribuyeron a

traveacutes de la difusioacuten de nuevos autores y textos a la confor-macioacuten de un embrionario campo cultural13

Seraacute en este contexto signado por los esfuerzos del elen-co dirigente en dejar atraacutes el oscurantismo cultural asocia-do a la Colonia que se implementaraacuten una serie de poliacuteticasgubernamentales tendientes a encaminar a la nacioacuten en losideales del progreso y la ilustracioacuten Este impulso dio lugara la creacioacuten de una serie de instituciones educacionales yculturales que tendraacuten un rol sustancial en la configuracioacutendel emergente campo cultural como la Universidad de Chile(1842) la Escuela Normal de Preceptores (1842) la Escuelade Artes y Oficios (1849) la Academia de Pintura (1849) elConservatorio Nacional de Muacutesica (1850) el Teatro Munici-pal (1853) entre otras14 En esta misma direccioacuten se buscaraacutecombatir las elevadas cifras de analfabetismo de la poblacioacutena traveacutes de la creacioacuten de centenares de escuelas primarias y

13 Siguiendo a Bourdieu entenderemos porcampo cultural aquel espacio social enque tiene lugar la produccioacuten de bienes simboacutelicos de una sociedad y en el que segenera la competencia entre distintos grupos que pugnan por obtener legitimidadpara sus producciones intelectuales yo esteacuteticas (Bourdieu 1989) Uno de los re-quisitos para que exista este campo es su autonomiacutea (real pero relativa) respecto delos otros campos (por ejemplo el campo literario respecto a los campos legislativocientiacutefico etc) hecho que en nuestro contexto efectivamente se produciraacute soacutelo afinales de siglo14 Por ejemplo la Escuela de Arquitectura (1849) y la Escuela Normal de Pre-ceptoras (1853) Es interesante advertir que esta uacuteltima a diferencia de las otrasinstituciones fue la uacutenica que estuvo bajo la tutela de sectores ligados a la Iglesiaespeciacuteficamente de las religiosas del Sagrado Corazoacuten de Jesuacutes

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secundarias15 asiacute como de decenas de ldquobibliotecas popularesrdquo vinculadas a eacutestas

Este entusiasmo por la ilustracioacuten celebrado por el sec-tor oligarca liberal propiciaraacute de igual forma el surgimientode ciertas ldquoinstituciones sociales modernasrdquo acuntildeando la ex-

presioacuten de Habermas (1990) como las sociedades clubessalones y sobre todo la prensa la cual tendraacute un auge ex-traordinario durante este siglo Todos ellos se constituyeronen lugares propicios para la discusioacuten de materias relaciona-das con la contingencia poliacutetica y otros temas propios de lalsquoalta cultura burguesarsquo Seraacute en el seno de estas institucionessociales modernas donde se gestaraacuten movimientos intelec-tuales como los de la generacioacuten de 1842 de gran relevanciapara la historia y el desarrollo cultural del paiacutes

Esta serie de factores van a significar un importante avanceen materia cultural no obstante sus efectos todaviacutea se encuen-tren orientados a una poblacioacuten letrada maacutes bien reducida16aunque mucho maacutes amplia que en la Colonia17 En palabrasde Subercaseaux se ldquotratariacutea de instancias macro que van aincidir directa e indirectamente en el campo del librordquo (200063) objeto que a partir de entonces comenzaraacute a ser valorado

15 Por ejemplo en 1860 bajo el gobierno de Montt se creoacute la Ley de InstruccioacutenPrimaria por medio de la cual el Estado se comprometiacutea a educar gratuitamente anintildeos y nintildeas (Labarca 1939)16 Si bien ahora se disponiacutea de educacioacuten superior eacutesta seguiacutea siendo patrimoniode un grupo social geneacuterico-sexual y eacutetnico diferenciado hombres blancos y declase acomodada De hecho las mujeres solo pudieron ingresar a la universidad en1880 Por su parte las escuelas primarias si bien aumentan considerablemente sunuacutemero a partir de 1840 para 1865 auacuten no podiacutean revertir las alarmantes cifras deanalfabetismo el 83 de la poblacioacuten era analfabeta (Brunner 19)17 Analizando la composicioacuten del campo cultural chileno del siglo XIX el so-cioacutelogo Joseacute Joaquiacuten Brunner se referiraacute a este tipo de estructura social como unaldquoconstelacioacuten poliacutetico cultural oligarcardquo Este grupo perderaacute su hegemoniacutea solo aprincipios del siglo XX

como ldquovehiacuteculo insustituible de pensamientos ideas y cono-cimientos instrumento uacutenico y por excelencia para educar alos pueblosrdquo Bajo estas consideraciones si en la eacutepoca de laemancipacioacuten el foco estaba puesto en la imprenta como ldquomaacute-quina de la felicidadrdquo ahora se trasladaraacute al libro como ldquollave

del conocimientordquo instrumento capaz de sacar a la nacioacuten delletargo espiritual e intelectual en que yaciacutea desde la Colonia

Manifestacioacuten del auge que comenzaraacute a experimentar ellibro lo constituiraacute por ejemplo el crecimiento sostenido dela industria impresora18 y la eclosioacuten del comercio librero19 elcual entre 1840 y 1880 sufriraacute un proceso de desarrollo y pro-fesionalizacioacuten importante20 (empero continuacutee comerciali-zando preferentemente autores extranjeros) Es en esta direc-cioacuten que resulta interesante atender a la informacioacuten brindadapor Joseacute Victorino Lastarria (parafraseada por Subercaseaux)la cual nos permite formarnos una idea respecto a la cantidady tipos de libros que por entonces circulaban

Entre 1855 y 1860 se publicoacute un promedio de 72 tiacutetulos anualesde los cuales 13 correspondiacutean a obras originales de autores chi-lenos o residentes en el paiacutes 8 a textos de estudios 33 a folletoso libros religiosos y 18 de reimpresiones y traducciones de obras

18 Seguacuten apunta Bernardo Subercaseaux ldquoEn la deacutecada de 1840 ya funcionabanalrededor de 9 imprentas en Valparaiacuteso y otras tantas en Santiago la mayoriacutea deellas dedicadas a impresos perioacutedicos Seguacuten el censo industrial en 1867 habiacutea entodo el paiacutes treinta y ocho imprentas en 1871 cuarenta y nueve en 1875 ses enta yseis y alrededor de 80 en 1880rdquo (79)19 ldquoTiene razoacuten Pedro Pablo Figueroa [cuando] en su libro La libreriacutea en Chile(1896) postulaba un paralelismo entre el desenvolvimiento intelectual de 1842 y lainstitucionalizacioacuten de las libreriacuteasrdquo (Subercaseaux 91)20 A mediados de 1850 existiacutean varias libreriacuteas no s olo en Valparaiacuteso y Santiagosino tambieacuten en ciudades como Copiapoacute San Felipe y La Serena A eso debemosagregarle la irrupcioacuten de las ldquolibreriacuteas de viejordquo que comercializaban libros usados(Subercaseaux 90-91)

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europeas (desde poesiacutea y libretos de oacutepera hasta novelas y folle-tines) Diez antildeos maacutes tarde entre 1865 y 1869 se editaban unpromedio de 112 tiacutetulos por antildeo De eacutestos 17 correspondiacutean alibros de asuntos religiosos y los 95 restantes a textos de estu-dios obras originales y reimpresiones o traducciones europeas

(Subercaseaux 84)

Se desprende asiacute que a partir de la segunda mitad del si-glo XIX existiraacute una produccioacuten de libros que si bien todaviacuteaes limitada estaacute creciendo progresivamente al tiempo que vaadoptando una clara tendencia secularizante (Lastarria deslizaestos datos precisamente para sentildealar la influencia ultramon-tana dentro de la produccioacuten letrada) Estos cambios debenentenderse en el marco de un campo cultural en proceso dedesarrollo que soacutelo a finales de siglo alcanzaraacute su autonomiacutea

(respecto de otros campos como por ej el poliacutetico y el religio-so) De ahiacute por tanto que no resulte extrantildeo que la produc-cioacuten ldquoliterariardquo fuera de ser escasa obedeciera como la mayorparte de la produccioacuten intelectual del periacuteodo a un discursopoliacutetico de caraacutecter doctrinario y edificante cuyo norte esta-ba puesto en la construccioacuten de la nacioacuten Este hecho resultaparticularmente interesante pues nos permite introducir lapregunta respecto a quieacutenes eran los sujetos que efectivamenteteniacutean el derecho de apropiarse de ese discurso y por supuestode participar simboacutelicamente en la configuracioacuten del ideario

Estado-nacioacuten Es evidente que grupos sociales como las mu- jeres los sectores populares o de origen indiacutegena no fueronconsiderados en tal proceso de inscripcioacuten La idea de una di-mensioacuten excluyente que todaviacutea cargaba la produccioacuten letradaqueda reforzada si atendemos nuevamente a las palabras deSubercaseaux quien nos sentildeala el caraacutecter de legitimacioacuten yconsagracioacuten intelectual que representaba el libro

La valoracioacuten del libro como un bien sociocultural en funcioacutende la civilizacioacuten va acompantildeada por una valoracioacuten del librocomo una finalidad en siacute como una instancia que conferiacuteaidentidad y existencia intelectual y que permitiacutea que los au-tores (muchas veces falto de pergaminos aristocraacuteticos) ins-

cribieran sus nombres en los cenaacuteculos de la eacutelite nacional(Subercaseaux 64 La cursiva es nuestra)

Esta idea del libro ldquocomo pergamino aristocraacuteticordquo nospermite visualizar las intrincadas relaciones de poder saberque se articulaban detraacutes de la publicacioacuten de este tipo deimpresos Aunque como hemos visto el mercado del librorecieacuten estaba tomando fuerza lo cierto es que constituiacutea unespacio privilegiado de acceso reducido y fuertemente ex-cluyente en el que operaban una serie de condicionantes

econoacutemicas poliacuteticas de clase geacutenero etnia entre las maacutespatentes La pregunta que emerge de este panorama se diri-ge al lugar especiacutefico que ocuparon las mujeres dentro de laemergente produccioacuten impresa

III L983137983155 983149983157983146983141983154983141983155 983137 983148983137 983152983137983148983141983155983156983154983137 983139983145983142983154983137983155 983161 983146983157983145983139983145983151983155

983154983141983155983152983141983139983156983151 983137 983155983157 983145983150983139983157983154983155983145983283983150 983141983150 983148983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983140983141

983145983149983152983154983141983155983151983155

Si bien es cierto que en las fuentes consultadas la produccioacuten

intelectual del periacuteodo se aborda sin distincioacuten de sexo (sehabla de libros y obras sin maacutes) sabemos que esta indife-renciacioacuten pasa por alto el hecho de que los textos son pro-ducidos por sujetos concretos con caracteriacutesticas socialeseacutetnicas y geneacuterico-sexuales especiacuteficas y que por tanto nose precisa ser muy perspicaz para sospechar que la mayoriacutea

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de los textos consignados en las fuentes citadas fueron publi-cados por hombres De esta forma asistimos una vez maacutesa una inscripcioacuten legitimadora aquella que en el reverso desu proceder genera una borradura una censura la exclusioacuteninstauradora de la analogiacutea que propone a la cultura la letra

como propiedad indisociable de lo masculinoNo puede desconocerse que la investigacioacuten de Medina

al revelarnos el listado de nombres de autoras y de tiacutetulospublicados durante la Colonia el siglo XIX y principios delXX responde a una necesidad de eacutepoca por un lado su tra-bajo adscribe al paradigma positivista auacuten en boga mientrasque por otro se enmarca en el horizonte del centenario re-publicano que movioacute a muchos intelectuales a la realizacioacutende un balance del trabajo intelectual y artiacutestico de un sigloDe esta forma el esfuerzo de Medina resulta altamente sig-nificativo si lo comparamos por ejemplo con el trabajo de-sarrollado por Jorge Huneeus Gana21 otro destacado hom-bre de letras del periacuteodo quien en su voluminoso Cuadrohistoacuterico de la produccioacuten intelectual en Chile que abarca des-de la Colonia hasta el antildeo 1908 fecha de publicacioacuten del li-bro soacutelo consigna a tres mujeres22 como las uacutenicas represen-tantes del geacutenero femenino en su recuento de la produccioacutenletrada Ahora bien y considerando sus diferencias ambosautores ratifican impliacutecitamente la misma tesis naturalizada

en el campo cultural de principios del siglo XX aquella queafirmaba la posicioacuten cuantitativa y cualitativamente secun-daria de la produccioacuten discursiva femenina frente a la de suspares varones

21 Poliacutetico abogado y escritor chileno22 Estas autoras corresponden a Mercedes Mariacuten Rosario Orrego y QuiteriaVaras

Decimos cuantitativamente pues por una parte tantolas autoras como los textos mencionados son escasos enel caso de geacuteneros literarios tradicionales como por ejem-plo la poesiacutea (que sabemos tampoco era una modalidaddiscursiva que se publicara en exceso) Medina consignaraacute

entre los antildeos 1837 (fecha de publicacioacuten del primer poe-ma impreso escrito por una mujer iniciativa llevaba a cabopor Mercedes Mariacuten23) y 1900 (momento en que el campoliterario comienza a autonomizarse y el mercado culturala ampliar maacutes) la modesta cifra de diez autoras que in-cursionan en el geacutenero las cuales publicaron un total dedieciocho textos entre folletos y libros en un total de se-senta y tres antildeos Lo mismo sucede en otras modalidadesliterarias como la narrativa donde contabiliza la cifra desiete autoras con un total de ocho textos 24 en un lapso detreinta y nueve antildeos (1861-1900) Cabe destacar que conexcepcioacuten de la traduccioacuten y de los textos ldquopedagoacutegicosrdquo25

23 Nos referimos ldquoAl Canto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquopoema escrito en 1837 por Mercedes Mariacuten del Solar Aunque publicado original-mente en las paacuteginas del perioacutedico El Araucano dirigido por Andreacutes Bello fue de-bido a la entusiasta recepcioacuten que despertoacute entre los lectores de entonces que estepoema se reimprimioacute meses maacutes t arde bajo la forma de folleto en la Imprenta de laOpinioacuten (6 pp)24 Rosario Orrego ( Alberto el jugador 1861) Pilar Miranda Velaacutesquez (Guillermoell 1878) Clementina de Ochoa (Guacutedula Lectura amena 1891) Celeste LasabeCruz Coke (Rosa de abril 1892) Mercedes Praacutexenes (La evolucioacuten de Paulina No-vela sicoloacutegica 1893) Genoveva B de Priori (Cuentos originales 1898) y Marie De-nis Marinot (Fleur de Mai 1895 y la Dama las turquesas 1898) Eso hasta 190025 Estos geacuteneros seraacuten los que maacutes faacutecilmente permitiraacuten el ingreso de las muje-res en la esfera letrada Su inscripcioacuten privilegiada en estos campos pensamos sedebe a que no representaban una amenaza para la autoridad letrada masculina Latraduccioacuten cargaba con el estigma de ser un ejercicio intelectual de segundo orden(pues reproduciacutea las palabras de otro) mientras que la pedagogiacutea era consideradala extensioacuten de la labor educativa que por naturaleza realizaba la mujer en el espacioprivado domeacutestico

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la participacioacuten femenina en otras modalidades discursi- vas es bastante reducida Es el caso del ldquoteatrordquo (con untexto de Amelia Solar de Claro poeta y sobrina de Mer-cedes Mariacuten)26 el ldquoperiodismordquo (Medina menciona soacutelotres publicaciones perioacutedicas dirigidas por mujeres)27 y la

ldquohistoriardquo (tres autoras cuatro textos)28 geacuteneros mdashespe-cialmente los dos uacuteltimosmdash que durante el siglo XIX seconstituyeron en espacios privilegiados para la inscr ipcioacutenfalologoceacutentrica

Fuera de la escasez de impresos la publicacioacuten de estostambieacuten seraacute bastante tardiacutea De ahiacute que por ejemplo nue- vamente en el caso de la poesiacutea se impriman tan solo cuatrofolletos (todos de Mercedes Mariacuten)29 desde 1837 hasta 1880fecha en que por primera vez una mujer publica un libro depoesiacutea (hablamos de Mariacutea Delfina Hidalgo con sus Ensa- yos poeacuteticos) O en narrativa donde si bien la primera novelaescrita por una mujer es temprana la ya referida Alberto el

26 Mariacutea Cenicienta Juguete coacutemico en dos actos i cuatro cuadro Imprenta del Pro-greso Santiago 188427 Nos referimos a La Revista de Valparaiacuteso (1873-1874) de Rosario Orrego Fa-milia (1890) de Celeste Cruz Coke y La Mujer (1897) de Lucrecia UndurragaRefirieacutendose al geacutenero el autor sostendraacute ldquoAl hablar de periodismo tenemos queconcretar su concepto al de una que otra revista que ha visto o ve la luz puacuteblica maacuteso menos de tarde en tarderdquo (1923 217)28 Dos textos de Mercedes Mariacuten (un ldquoelogio histoacutericordquo y un ldquoesbozo biograacuteficordquo)una biografiacutea de la educadora Antonia Tarragoacute publicada por Amelia Charpiacuten y untrabajo de caraacutecter e clesiaacutestico anoacutenimo29 El citado ldquoCanto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquo (1837)Algunos antildeos despueacutes la misma autora publicariacutea otros cuatro poemas valieacutendosedel mismo formato nos referimos a ldquoActo de contricionrdquo en 1848 (1 paacuteg Imprentade la Sociedad) ldquoLa Caridad Ofrenda dedicada a la sentildeora dontildea Antonia Salasrdquoen 1855 (8 pp Imprenta Nacional) ldquoCanto a la patria dedicado a la Sociedad deInstruccioacuten Primaria de Santiagordquo en 1857 (8 pp Imprenta del Paiacutes) y finalmenteldquoCanto fuacutenebre a la memoria del ciudadano Joseacute Romerordquo (14 pp Imprenta delConservador) en 1858

jugador 30 de Rosario Orrego de 1861 (novela por cierto quefue presentada al certamen narrativo organizado en 1860 porla Universidad de Chile31) habraacute que aguardar hasta 1878 paraque otra mujer se atreva a incursionar en el geacutenero32 Algo si-milar ocurre con los geacuteneros ldquocientiacuteficosrdquo y otros como el legis-

lativo en los que la situacioacuten se presentaraacute auacuten maacutes diferida33Ahora bien si la exigua y tardiacutea produccioacuten impresa fe-

menina no resulta elocuente para mostrar el grado de ex-clusioacuten que sufriacutean mujeres en el espacio letrado lo seraacute elescrutinio criacutetico general del mismo investigador En efectoMedina no soacutelo se limita a contabilizar las aportaciones fe-meninas sino que ademaacutes desliza algunos comentarios criacute-ticos significativos respecto a ella Asiacute refirieacutendose a la nove-la y el drama sostendraacute que

30 Esta fue publicada primeramente por entregas en 1860 en las paacuteginas de la ldquoRe- vista del Paciacuteficordquo y un antildeo maacutes tarde en formato libro Lamentablemente no hemospodido acceder al original de esta edicioacuten independiente conformaacutendonos soacutelo conla versioacuten de la ya mencionada revista y la reedicioacuten que el antildeo 2001 hizo la Edito-rial Cuarto Propio31 Sin embargo debido a que el texto fue presentado fuera de los plazos estipula-dos por el jurado finalmente quedoacute descalificado De esta forma el primer lugar loobtuvo el escritor Alberto Blest Gana con su novela La aritmeacutetica del amor reco-nocimiento que un mes despueacutes le valioacute ser nombrado miembro de nuacutemero de laFacultad de Filosofiacutea y Humanidades de la misma institucioacuten logrando un lugarldquoautorizadordquo en el campo cultural chileno En este sentido resulta interesante adver-tir que tras la presentacioacuten de Orrego al concurso poco tiempo despueacutes si bien no va a ser nominada a la Universidad su novela siacute llegue a ser publicada nada menosque con proacutelogo del escritor peruano Ricardo Palma De alguna forma podemosespecular la presentacioacuten a este certamen se transformoacute en una plataforma de legi-timacioacuten para los incipientes escritores que participaron en eacuteste32 Ver nota 2333 Eloiacutesa Diacuteaz primera meacutedico chilena publica su memoria para obtener el gradode Licenciada en Medicina y Farmacia en 1888 titulada Breves observaciones sobrela aparicioacuten de la pubertad en la mujer chilena i de las disposiciones patoloacutegicas pro- pias del sexo Ese mismo antildeo Matilde Brandeau primera abogada en el paiacutes publicasu memoria de grado titulada Derechos civiles de la mujer

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No todas [las autoras] han sabido mover sus fuerzas antes delanzarse a la produccioacuten de maacutes de un geacutenero literario suma-mente difiacuteciles de abordar y en que los fracasos teniacutean que resul-tar inevitables El drama supone gran conocimiento de la vida yde sus pasiones que una nintildea por talentosa que sea no estaacute pre-

parada para abordar con eacutexito Y no creo pecar de exageracioacutenal afirmar que cosa parecida puede decirse de la novela para lacual por lo demaacutes nuestro pequentildeo escenario social no ofrecesino contadiacutesimos recursos a la inventiva Bajo este punto de

vista nuestras literatas tienen que luchar con dificultades casiinsuperables para que los personajes que presentan en accioacutenlleguen a despertar mediano intereacutes (xiii La cursiva es nuestra)

Es maacutes frente a dichas dificultades Medina no duda enaconsejar a las mujeres de nutrirse de un mayor capital litera-rio ldquoEs de todo punto necesario una cultura literaria previa

que por el momento es lo que a mi juicio deben procurar al-canzar nuestras escritoras si quieren no hacer obra delezna-blerdquo (la cursiva es nuestra) Al mirar de soslayo la produccioacutenliteraria femenina la evaluacioacuten de Medina no soacutelo coincidecon la apreciacioacuten generalizada de la criacutetica epocal que de-fendiacutea (impliacutecita o expliacutecitamente) la superioridad masculi-na en el dominio de los recursos conocimientos y competen-cias en la produccioacuten de significantes al interior del campoliterario sino que ademaacutes revela mecanismos de exclusioacutenesteacutetica que tienen su origen precisamente en las semantiza-ciones jeraacuterquicas derivadas de la diferencia sexual Y es quela falta de ldquoexperienciardquo ldquoconocimiento de la vida y sus pa-sionesrdquo la escasez de ldquocultura literariardquo principales falenciasque el autor sentildeala en las escritoras resultan ser saberes quehistoacutericamente han remitido a un orden masculino ligado ala esfera puacuteblica y la cultura el cual actuacutea como contrapunto

del orden asociado a lo femenino ligado a la esfera privada ylas labores domeacutestico-reproductivas Desnaturalizando estehistoacuterico lugar de subalternidad que ha afectado a la mujertanto en el plano social como simboacutelico la escritora DiamelaEltit ha puntualizado

Este hecho no puede ser desligado de las esferas simboacutelicasestaacute alliacute e instala discursos de dominacioacuten y castracioacuten en elaacutembito literario que nos reconsignan en estos discursos criacute-ticos o seudocriacuteticos como ldquomenosrdquo Existen estrategias tec-nologiacuteas taacutecticas para construir mapas y geografiacuteas de poderliterario (276 La cursiva es nuestra)

Como vemos las restricciones sociales y los imperativosde geacutenero que regulan las praacutecticas simboacutelicas de las sujetos

femeninos condicionaraacuten su acceso a ciertas zonas vedadasterritorios donde se entretejen silenciosas enrevesadas sinembargo aplastantes relaciones de saber poder en las cualesla literatura no seraacute la excepcioacuten

IV ldquoM983157983146983141983154983141983155 983152983290983138983148983145983139983137983155rdquo 983141983155983139983154983145983156983157983154983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983161

983139983151983141983154983139983145983151983150983141983155 983140983141983148 983155983145983155983156983141983149983137 983155983141983160983151983143983273983150983141983154983151

Hasta acaacute hemos visto coacutemo la estrechez del campo culturaly el mercado de impresos en el siglo XIX habiacutean incidido en

la marginal participacioacuten de las mujeres en el aacutembito de lapublicacioacuten de discursos (y en particular de libros) Si a estole sumamos la histoacuterica posicioacuten de subalternidad que handebido experimentar tanto en el plano social como especiacute-ficamente en la esfera de la cultura letrada resulta legiacutetimoabrir la interrogante hacia la posicioacuten de las propias mujeres

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respecto a este tipo de praacutectica en otras palabras iquestQueacute sig-nificaba para una mujer del siglo XIX escribir o el gesto maacutesosado auacuten de publicar

Esta pregunta ya la habiacutea intentado responder AdrianaValdeacutes quien ha sentildealado que en relacioacuten a la escritura con

aqueacutel ldquohacerrdquo y ldquotomarse la palabrardquo la situacioacuten de las muje-res ha sido de una ldquodocumentada incomodidadrdquo (251) Dichamolestia sostiene es transversal a nuestras escritoras desdeel caso de las religiosas coloniales pasando por las literatasdel siglo XIX e incluso en autoras de la primera mitad del si-glo XX hoy consagradas por la criacutetica como Gabriela Mistraly Mariacutea Luisa Bombal34 Para ingresar a la ldquociudad letradardquo oldquoescriturariardquo todas ellas han debido recurrir a una serie deestrategias y recursos que tienen como denominador comuacutenel ldquoponerse en su lugarrdquo vale decir reconocer su posicioacuten de

inferioridad frente a un Otro duentildeo del poder y del orden delos signos Por ello Valdeacutes concluye que la literatura desdesiempre ha representado ldquoun corral ajenordquo para las mujeres(en el caso chileno la metaacutefora del corral podriacutea verse refor-zada con la posicioacuten subalterna que tendriacutea nuestra literaturaen relacioacuten a la metroacutepolis) Resulta interesante a este res-pecto reparar en el testimonio de nuestras propias escritorasquienes de manera expliacutecita o bien apelando a una serie de

34 Ambas autoras al igual que otras como Teresa Wilms curiosamente decidenpublicar sus primeros libros en el extranjero Mistral da a luz Desolacioacuten en EstadosUnidos el antildeo 1922 (a insistencia de Federico de Oniacutes) B ombal publica el antildeo 1934La uacuteltima niebla en Buenos Aires (con el apoyo de Neruda y Borges entre otros)y Wilms en aquella misma ciudad publicaraacute sus primeros poemarios InquietudesSentimentales y Los tres cantos en 1917 (tambieacuten con el apoyo de intelectuales comoVicente Huidobro) De acaacute se pueden desprender al menos dos cosas la incomodi-dad o dificultad que probablemente experimentaron las autoras para publicar suslibros en el paiacutes y la presencia siempre constante de una autoridad masculina quedesde el exterior insta (y autoriza) a las autoras a entrar en el campo de las letras

subterfugios manifiestan la conciencia de esa sujecioacuten Es elcaso de Mercedes Mariacuten quien en una carta privada dirigidaal escritor argentino Juan Mariacutea Gutieacuterrez le confiesa las ten-siones que experimenta frente a su quehacer escritural

Se me preguntaraacute tal vez por queacute no he cultivado maacutes mis dis-posiciones naturales y voy a satisfacer a esta objecioacuten Desdemuy pequentildea me hicieron entender mis padres que cualquieraque fuese la instruccioacuten que yo llegase a adquirir por medio dela lectura era necesario saber callar Cuando empeceacute a reflexio-nar por miacute misma conociacute cuaacuten acertado era a este respecto sumodo de pensar y exageraacutendolo tal vez en demasiacutea juzgueacute queuna mujer literata en estos paiacuteses era un fenoacutemeno extrantildeo aca-so ridiacuteculo y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigiriacuteade miacute hasta cierto punto el sacrificio de mi felicidad personal[hellip] Una reputacioacuten literaria habriacutea sido para miacute una carga in-

soportable (Batticuore 112 Las cursivas son nuestras)

Las palabras de Mercedes Mariacuten resultan sumamenteilustrativas para retratar la problemaacutetica relacioacuten que existiacuteadurante el siglo XIX entre las mujeres y el acceso al sabery maacutes especiacuteficamente entre las mujeres y la praacutectica de laescritura y la publicacioacuten Tal como alguna vez lo tuviera quehacer Sor Juana Ineacutes de la Cruz Mariacuten reniega de su intereacutespor el conocimiento y la literatura no soacutelo al afirmar quesiempre fue ldquoajenardquo a este tipo de ldquopretensionesrdquo (leacutease en sudoble sentido de objetivo anhelo y de ldquopretenciosidadrdquo) sinoque tambieacuten rechazando y desembarazaacutendose del acto vo-litivo intelectual que implica la escritura De esta manera justificaraacute esta praacutectica aludiendo a su caraacutecter involuntarioy principalmente emotivo territorio por excelencia asocia-do a un orden femenino Al mismo tiempo y al igual que

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la religiosa va a tener clara conciencia de la necesidad enuna sociedad patriarcal como lo era aquella de ldquosaber ca-llar cuando se sabiacuteardquo (Ludmer 1984) imperativo taacutecito queoperaba incluso en familias ilustradas como las de la autora(su padre era meacutedico su madre una culta y reputada salon-

niegravere y su hermano un destacado escritor y filoacutesofo profesordel Instituto Nacional) en donde el traacutefico y discusioacuten deideas era bastante comuacuten Y es que a diferencia de lo queocurriacutea con sus pares varones la lectura y el conocimientoeran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debiacuteasaber callar si no queriacutea ser tomada por ridiacutecula o pedante(ldquoel saber es contrario a la feminidadrdquo sosteniacutea Michelle Pe-rrot) de ahiacute que intentar hacerse un camino como escritorafuera concebido por Mariacuten como un proyecto sencillamentedescabellado (ldquoextrantildeordquo ldquoacaso ridiacuteculordquo) el que a la vez que

la exponiacutea peligrosamente a la reprobacioacuten yo marginacioacutensocial al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro-pia felicidad No obstante ello y pese a la serie de limita-ciones que coaccionaban su vocacioacuten intelectual la autoraigualmente se aventuraraacute en estas territorialidades vedadasasumiendo ya sea como maacutescara o precaucioacuten los valores dela prudencia y el pudor ldquorecordemos que etimoloacutegicamenteel pudor estaacute asociado a la timidez la verguumlenza el recato lacastidad y el sentido del honor valores todos muy estimadosen la vida de las mujeresrdquo (Batticuore 190)

Como han sentildealado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti-cuore (2005) la escritura de las mujeres sobre todo duranteel siglo XIX estaba siempre en pugna con un ldquoimaginariomoralizanterdquo el cual ldquosancionaba fuera del aacutembito estricta-mente legal y se vinculaba a lo cotidianordquo De esta manera elimperativo moral de la ldquohonra femeninardquo de la cual dependiacutea

la ldquohonra familiarrdquo se constituyoacute como un ldquoimportante dis-curso hegemoacutenico de control y vigilancia de los comporta-mientos y cuerpos de hombres pero principalmente de lasmujeres en el siglo XIXrdquo (Arcos 35) mecanismo de controlque ya veniacutea operando vale agregar desde la Colonia De

aquiacute el temor de que una mujer publicara pues precisamen-te ldquoponiacutea en juego la moral familiar al agrietar el ideal dela mujer domeacutesticardquo De esta manera la ldquono publicacioacutenrdquo seerigiacutea ldquocomo garantiacutea y condicioacuten de una mujer virtuosa quepracticaba la escriturardquo (Batticuore 191)

Esta opinioacuten respecto al conflicto moral que experimenta-ban las escritoras frente a la publicacioacuten va a ser respaldada porSusan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritorasromaacutenticas del siglo XIX sostendraacute que ldquoel arma maacutes podero-sa de la que se serviacutean quienes se oponiacutean a la participacioacuten

femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-dad de la literatura con la virtud femenina argumento que fueesgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritorasrdquo(Pastor 29) De aquiacute se desprende entonces que la mujer quedeseaba publicar no soacutelo debiacutea seleccionar atentamente los te-mas y geacuteneros a los que iba a recurrir sino que ademaacutes debiacuteaapelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en sunatural lugar de inferioridad Estas operaciones nacidas deltemor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal a veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-culparse por un pasatiempo tan ldquopresuntuosordquo a despreciar-se intelectualmente ldquopresentando sus producciones artiacutesticascomo meras insignificancias ideadas para divertir y distraera los lectores en momentos de ociosidadrdquo (Gilbert y Gubart76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del puacuteblico lector opeor auacuten sus ataques burlas yo descalificaciones

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

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Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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II C983137983149983152983151 983139983157983148983156983157983154983137983148 983141983149983138983154983145983151983150983137983154983145983151 983161 983149983141983154983139983137983140983151 983140983141

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C983144983145983148983141

Al comienzo de estas paacuteginas introduciacuteamos como epiacutegrafeuna cita de Medina quien para explicar la ausencia de pro-duccioacuten discursiva femenina durante el periacuteodo colonial(que abarcoacute en el caso chileno los siglos XVI- XVII y XVIIIes decir poco maacutes de 270 antildeos) estableciacutea el nexo no soacutelocon la precaria educacioacuten que recibiacutean por entonces las mu- jeres6 sino tambieacuten con la tardiacutea llegada de la imprenta Laldquomaacutequina de la felicidadrdquo como era denominada por los ilus-trados franceses de la eacutepoca (Subercaseaux 2000) ingresoacute a

Chile solo en 18117

convirtieacutendose en el uacuteltimo paiacutes a nivellatinoamericano en la implementacioacuten de este tipo de tecno-logiacuteas8 Este ingreso que fue posible gracias a las gestiones

6 Para maacutes informacioacuten respecto a la educacioacuten femenina en la Colonia y el si-glo XIX consuacuteltense los estudios de Amanda Labarca Historia de la ensentildeanza enChile Santiago de Chile Imprenta Universitaria 1939 y Ana Mariacutea Stuven ldquoLaeducacioacuten de la mujer y su acceso a la universidad un desafiacuteo republicanordquo En AM Stuven y Joaquiacuten Fermandois (eds) Historia de las mujeres en Chile Tomo 1Santiago de Chile Taurus 2011 p 335-3747 No obstante esta fecha que da Medina previamente habriacutean existido tres im-prentas -bastante artesanales- que produjeron los famosos ldquoincunablesrdquo chilenos esdecir aquellos textos que refieren al periacuteodo inicial mdashla cunamdash de la imprenta en elpaiacutes Uno de estos corresponderiacutea al Modo de ganar el Jubileo Santo primer impresohecho en Chile que data del antildeo 1776 Para maacutes informacioacuten ver Alamiro de AacutevilaEl modo de ganar el Jubileo Santo de 1776 y las imprentas de los incunables chilenosSantiago Universitaria 19768 Las fechas de instalacioacuten de la imprenta en los principales paiacutesescapitales de laAmeacuterica Hispaacutenica son las siguientes Meacutexico 1540 Lima 1581 Guatemala 1660La Habana 1701 Paraguay 1705 Bogotaacute 1738 Quito 1760 Buenos Aires 1780Montevideo 1807 Caracas 1808 (Medina citado por Subercaseaux 200022)

encabezadas por la eacutelite criolla dirigente constituiacutea al mismotiempo el simboacutelico gesto de clausura del extendido ordencolonial ligado a Espantildea y el nacimiento de uno nuevo re-publicano

El retraso con que arriba la imprenta constituiraacute una de

las manifestaciones maacutes palpables de la profunda indiferen-cia que existioacute durante la Colonia en materia cultural9 asiacutecomo tambieacuten del praacutecticamente nulo intereacutes de parte de lacorona no solo de propiciar la produccioacuten letrada criolla sinoque tambieacuten de mitigar a traveacutes de la aplicacioacuten de poliacuteticasde alfabetizacioacuten y de impulso a la lectura (todas facilitadaspor la imprenta) los altiacutesimos iacutendices de analfabetismo queafectaban a la poblacioacuten10 Indiferencia que se volviacutea exacer-bada censura cuando la administracioacuten y la Iglesia (ambasinstituciones estaban indisociadas11) se veiacutean enfrentadas a

9 En su introduccioacuten a La literatura colonial de Chile (1878) el mismo Joseacute ToribioMedina reflexionaba con pesar acerca de las paupeacuterrimas condiciones que presen-taba el espacio cultural durante la Colonia Sus quejas apuntaban principalmente alprofundo estado de letargo que constrintildeoacute la vida intelectual del periacuteodo ldquoLa vidacolonial era esencialmente monoacutetona Fuera de la guerra araucana de la entradade los gobernadores de las fiestas religiosas de las frecuentes competencias entrelas diversas autoridades o de los capiacutetulos de frailes que preocupaban a la sociedadentera el horizonte que se ofreciacutea era escasiacutesimo Aquello propiamente no era laactividad de la vida sino el letargo del suentildeordquo (sp la cursiva es miacutea)10 Praacutecticamente indiferente para la corona espantildeola desde un principio la edu-cacioacuten estuvo bajo la tutela de la Iglesia puesto que ldquola monarquiacutea jamaacutes consideroacuteun deber suyo la educacioacuten de las masasrdquo deviniendo el magisterio en un ldquooficioesencialmente religioso en el sentido que era la Iglesia el poder docente y no elestadordquo (Labarca 1939 39) Las escuelas de primeras letras creadas por los con- ventos ndasho posteriormente despueacutes de la expulsioacuten de los jesuitas en 1767 por loscabildosndash impartiacutean a un escaso nuacutemero de estudiantes siempre de geacutenero mascu-lino y origen social privilegiado los fundamentos de la doctrina cristiana algunosrudimentos de lectura y escritura y de manera muy somera las operaciones maacutessimples de aritmeacutetica11 E iban a seguir estaacutendolo al menos en la praacutectica pese a la progresiva seculari-zacioacuten que se dio en el siglo XIX

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praacutecticas o manifestaciones discursivas que a su juicio pu-dieran sonar a laicas o librepensantes yo representaran unaamenaza para la hegemoniacutea de la eacutelite letrada acostumbradaa monopolizar el poder de la letra Desde esta perspectivaiquestqueacute maacutes representativo entonces de este temor que la ima-

gen ilustrada intimidantemente hereacutetica que se asociaba ala imprenta iquestqueacute maacutes peligroso tambieacuten que su capacidadde propagar la palabra escrita entre los no iniciados de des-pojarla de su caraacutecter selectivo y vulgarizarla Visto asiacute resul-ta comprensible por tanto que la produccioacuten intelectual delperiacuteodo se haya visto en general12 severamente atrofiada

Si bien el fenoacutemeno de la imprenta fue un aconteci-miento sin duda significativo en el despertar intelectual dela nacioacuten cabe aclarar que su funcioacuten al menos durante susinicios estuvo estrictamente supeditada a satisfacer las ne-cesidades juriacutedico-administrativas del nuevo gobierno Deahiacute que los primeros textos que salieron a la luz guardaranrelacioacuten con materias relativas a asuntos de esa iacutendole talescomo ordenanzas leyes asiacute como tambieacuten los primeros pa-peles perioacutedicos oficialistas Habraacute que esperar algunos antildeosmaacutes para que otras imprentas esta vez gestionadas por capi-tales privados se ocuparan de la impresioacuten de una maacutes am-plia clase de textos desde perioacutedicos a revistas pasando portratados cientiacuteficos histoacutericos legislativos filosoacuteficos obras

literarias boletines comerciales por mencionar los principa-les Esta diversificacioacuten potencioacute a su vez el aumento en elnuacutemero de autores (productores) y lectores (consumidores)

12 No obstante cabe aclarar que los innumerables textos que se conservan del pe-riacuteodo colonial y que han dado paso sobre todo en el uacuteltimo tiempo a una profusioacutende estudios estaacuten centrados en materias eclesiaacutesticas o poliacutetica-administrativassiendo muy pocos los trabajos orientados al campo de las artes la literatura la filo-sofiacutea o las ciencias

aspecto importantiacutesimo que no puede dejarse de lado Estasimprentas que a partir de las deacutecadas 1830 y 1840 se instala-ron preferentemente en ciudades como Santiago y Valparaiacute-so no soacutelo marcaron el puntapieacute inicial para la activacioacuten deun mercado de impresos sino que ademaacutes contribuyeron a

traveacutes de la difusioacuten de nuevos autores y textos a la confor-macioacuten de un embrionario campo cultural13

Seraacute en este contexto signado por los esfuerzos del elen-co dirigente en dejar atraacutes el oscurantismo cultural asocia-do a la Colonia que se implementaraacuten una serie de poliacuteticasgubernamentales tendientes a encaminar a la nacioacuten en losideales del progreso y la ilustracioacuten Este impulso dio lugara la creacioacuten de una serie de instituciones educacionales yculturales que tendraacuten un rol sustancial en la configuracioacutendel emergente campo cultural como la Universidad de Chile(1842) la Escuela Normal de Preceptores (1842) la Escuelade Artes y Oficios (1849) la Academia de Pintura (1849) elConservatorio Nacional de Muacutesica (1850) el Teatro Munici-pal (1853) entre otras14 En esta misma direccioacuten se buscaraacutecombatir las elevadas cifras de analfabetismo de la poblacioacutena traveacutes de la creacioacuten de centenares de escuelas primarias y

13 Siguiendo a Bourdieu entenderemos porcampo cultural aquel espacio social enque tiene lugar la produccioacuten de bienes simboacutelicos de una sociedad y en el que segenera la competencia entre distintos grupos que pugnan por obtener legitimidadpara sus producciones intelectuales yo esteacuteticas (Bourdieu 1989) Uno de los re-quisitos para que exista este campo es su autonomiacutea (real pero relativa) respecto delos otros campos (por ejemplo el campo literario respecto a los campos legislativocientiacutefico etc) hecho que en nuestro contexto efectivamente se produciraacute soacutelo afinales de siglo14 Por ejemplo la Escuela de Arquitectura (1849) y la Escuela Normal de Pre-ceptoras (1853) Es interesante advertir que esta uacuteltima a diferencia de las otrasinstituciones fue la uacutenica que estuvo bajo la tutela de sectores ligados a la Iglesiaespeciacuteficamente de las religiosas del Sagrado Corazoacuten de Jesuacutes

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secundarias15 asiacute como de decenas de ldquobibliotecas popularesrdquo vinculadas a eacutestas

Este entusiasmo por la ilustracioacuten celebrado por el sec-tor oligarca liberal propiciaraacute de igual forma el surgimientode ciertas ldquoinstituciones sociales modernasrdquo acuntildeando la ex-

presioacuten de Habermas (1990) como las sociedades clubessalones y sobre todo la prensa la cual tendraacute un auge ex-traordinario durante este siglo Todos ellos se constituyeronen lugares propicios para la discusioacuten de materias relaciona-das con la contingencia poliacutetica y otros temas propios de lalsquoalta cultura burguesarsquo Seraacute en el seno de estas institucionessociales modernas donde se gestaraacuten movimientos intelec-tuales como los de la generacioacuten de 1842 de gran relevanciapara la historia y el desarrollo cultural del paiacutes

Esta serie de factores van a significar un importante avanceen materia cultural no obstante sus efectos todaviacutea se encuen-tren orientados a una poblacioacuten letrada maacutes bien reducida16aunque mucho maacutes amplia que en la Colonia17 En palabrasde Subercaseaux se ldquotratariacutea de instancias macro que van aincidir directa e indirectamente en el campo del librordquo (200063) objeto que a partir de entonces comenzaraacute a ser valorado

15 Por ejemplo en 1860 bajo el gobierno de Montt se creoacute la Ley de InstruccioacutenPrimaria por medio de la cual el Estado se comprometiacutea a educar gratuitamente anintildeos y nintildeas (Labarca 1939)16 Si bien ahora se disponiacutea de educacioacuten superior eacutesta seguiacutea siendo patrimoniode un grupo social geneacuterico-sexual y eacutetnico diferenciado hombres blancos y declase acomodada De hecho las mujeres solo pudieron ingresar a la universidad en1880 Por su parte las escuelas primarias si bien aumentan considerablemente sunuacutemero a partir de 1840 para 1865 auacuten no podiacutean revertir las alarmantes cifras deanalfabetismo el 83 de la poblacioacuten era analfabeta (Brunner 19)17 Analizando la composicioacuten del campo cultural chileno del siglo XIX el so-cioacutelogo Joseacute Joaquiacuten Brunner se referiraacute a este tipo de estructura social como unaldquoconstelacioacuten poliacutetico cultural oligarcardquo Este grupo perderaacute su hegemoniacutea solo aprincipios del siglo XX

como ldquovehiacuteculo insustituible de pensamientos ideas y cono-cimientos instrumento uacutenico y por excelencia para educar alos pueblosrdquo Bajo estas consideraciones si en la eacutepoca de laemancipacioacuten el foco estaba puesto en la imprenta como ldquomaacute-quina de la felicidadrdquo ahora se trasladaraacute al libro como ldquollave

del conocimientordquo instrumento capaz de sacar a la nacioacuten delletargo espiritual e intelectual en que yaciacutea desde la Colonia

Manifestacioacuten del auge que comenzaraacute a experimentar ellibro lo constituiraacute por ejemplo el crecimiento sostenido dela industria impresora18 y la eclosioacuten del comercio librero19 elcual entre 1840 y 1880 sufriraacute un proceso de desarrollo y pro-fesionalizacioacuten importante20 (empero continuacutee comerciali-zando preferentemente autores extranjeros) Es en esta direc-cioacuten que resulta interesante atender a la informacioacuten brindadapor Joseacute Victorino Lastarria (parafraseada por Subercaseaux)la cual nos permite formarnos una idea respecto a la cantidady tipos de libros que por entonces circulaban

Entre 1855 y 1860 se publicoacute un promedio de 72 tiacutetulos anualesde los cuales 13 correspondiacutean a obras originales de autores chi-lenos o residentes en el paiacutes 8 a textos de estudios 33 a folletoso libros religiosos y 18 de reimpresiones y traducciones de obras

18 Seguacuten apunta Bernardo Subercaseaux ldquoEn la deacutecada de 1840 ya funcionabanalrededor de 9 imprentas en Valparaiacuteso y otras tantas en Santiago la mayoriacutea deellas dedicadas a impresos perioacutedicos Seguacuten el censo industrial en 1867 habiacutea entodo el paiacutes treinta y ocho imprentas en 1871 cuarenta y nueve en 1875 ses enta yseis y alrededor de 80 en 1880rdquo (79)19 ldquoTiene razoacuten Pedro Pablo Figueroa [cuando] en su libro La libreriacutea en Chile(1896) postulaba un paralelismo entre el desenvolvimiento intelectual de 1842 y lainstitucionalizacioacuten de las libreriacuteasrdquo (Subercaseaux 91)20 A mediados de 1850 existiacutean varias libreriacuteas no s olo en Valparaiacuteso y Santiagosino tambieacuten en ciudades como Copiapoacute San Felipe y La Serena A eso debemosagregarle la irrupcioacuten de las ldquolibreriacuteas de viejordquo que comercializaban libros usados(Subercaseaux 90-91)

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europeas (desde poesiacutea y libretos de oacutepera hasta novelas y folle-tines) Diez antildeos maacutes tarde entre 1865 y 1869 se editaban unpromedio de 112 tiacutetulos por antildeo De eacutestos 17 correspondiacutean alibros de asuntos religiosos y los 95 restantes a textos de estu-dios obras originales y reimpresiones o traducciones europeas

(Subercaseaux 84)

Se desprende asiacute que a partir de la segunda mitad del si-glo XIX existiraacute una produccioacuten de libros que si bien todaviacuteaes limitada estaacute creciendo progresivamente al tiempo que vaadoptando una clara tendencia secularizante (Lastarria deslizaestos datos precisamente para sentildealar la influencia ultramon-tana dentro de la produccioacuten letrada) Estos cambios debenentenderse en el marco de un campo cultural en proceso dedesarrollo que soacutelo a finales de siglo alcanzaraacute su autonomiacutea

(respecto de otros campos como por ej el poliacutetico y el religio-so) De ahiacute por tanto que no resulte extrantildeo que la produc-cioacuten ldquoliterariardquo fuera de ser escasa obedeciera como la mayorparte de la produccioacuten intelectual del periacuteodo a un discursopoliacutetico de caraacutecter doctrinario y edificante cuyo norte esta-ba puesto en la construccioacuten de la nacioacuten Este hecho resultaparticularmente interesante pues nos permite introducir lapregunta respecto a quieacutenes eran los sujetos que efectivamenteteniacutean el derecho de apropiarse de ese discurso y por supuestode participar simboacutelicamente en la configuracioacuten del ideario

Estado-nacioacuten Es evidente que grupos sociales como las mu- jeres los sectores populares o de origen indiacutegena no fueronconsiderados en tal proceso de inscripcioacuten La idea de una di-mensioacuten excluyente que todaviacutea cargaba la produccioacuten letradaqueda reforzada si atendemos nuevamente a las palabras deSubercaseaux quien nos sentildeala el caraacutecter de legitimacioacuten yconsagracioacuten intelectual que representaba el libro

La valoracioacuten del libro como un bien sociocultural en funcioacutende la civilizacioacuten va acompantildeada por una valoracioacuten del librocomo una finalidad en siacute como una instancia que conferiacuteaidentidad y existencia intelectual y que permitiacutea que los au-tores (muchas veces falto de pergaminos aristocraacuteticos) ins-

cribieran sus nombres en los cenaacuteculos de la eacutelite nacional(Subercaseaux 64 La cursiva es nuestra)

Esta idea del libro ldquocomo pergamino aristocraacuteticordquo nospermite visualizar las intrincadas relaciones de poder saberque se articulaban detraacutes de la publicacioacuten de este tipo deimpresos Aunque como hemos visto el mercado del librorecieacuten estaba tomando fuerza lo cierto es que constituiacutea unespacio privilegiado de acceso reducido y fuertemente ex-cluyente en el que operaban una serie de condicionantes

econoacutemicas poliacuteticas de clase geacutenero etnia entre las maacutespatentes La pregunta que emerge de este panorama se diri-ge al lugar especiacutefico que ocuparon las mujeres dentro de laemergente produccioacuten impresa

III L983137983155 983149983157983146983141983154983141983155 983137 983148983137 983152983137983148983141983155983156983154983137 983139983145983142983154983137983155 983161 983146983157983145983139983145983151983155

983154983141983155983152983141983139983156983151 983137 983155983157 983145983150983139983157983154983155983145983283983150 983141983150 983148983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983140983141

983145983149983152983154983141983155983151983155

Si bien es cierto que en las fuentes consultadas la produccioacuten

intelectual del periacuteodo se aborda sin distincioacuten de sexo (sehabla de libros y obras sin maacutes) sabemos que esta indife-renciacioacuten pasa por alto el hecho de que los textos son pro-ducidos por sujetos concretos con caracteriacutesticas socialeseacutetnicas y geneacuterico-sexuales especiacuteficas y que por tanto nose precisa ser muy perspicaz para sospechar que la mayoriacutea

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de los textos consignados en las fuentes citadas fueron publi-cados por hombres De esta forma asistimos una vez maacutesa una inscripcioacuten legitimadora aquella que en el reverso desu proceder genera una borradura una censura la exclusioacuteninstauradora de la analogiacutea que propone a la cultura la letra

como propiedad indisociable de lo masculinoNo puede desconocerse que la investigacioacuten de Medina

al revelarnos el listado de nombres de autoras y de tiacutetulospublicados durante la Colonia el siglo XIX y principios delXX responde a una necesidad de eacutepoca por un lado su tra-bajo adscribe al paradigma positivista auacuten en boga mientrasque por otro se enmarca en el horizonte del centenario re-publicano que movioacute a muchos intelectuales a la realizacioacutende un balance del trabajo intelectual y artiacutestico de un sigloDe esta forma el esfuerzo de Medina resulta altamente sig-nificativo si lo comparamos por ejemplo con el trabajo de-sarrollado por Jorge Huneeus Gana21 otro destacado hom-bre de letras del periacuteodo quien en su voluminoso Cuadrohistoacuterico de la produccioacuten intelectual en Chile que abarca des-de la Colonia hasta el antildeo 1908 fecha de publicacioacuten del li-bro soacutelo consigna a tres mujeres22 como las uacutenicas represen-tantes del geacutenero femenino en su recuento de la produccioacutenletrada Ahora bien y considerando sus diferencias ambosautores ratifican impliacutecitamente la misma tesis naturalizada

en el campo cultural de principios del siglo XX aquella queafirmaba la posicioacuten cuantitativa y cualitativamente secun-daria de la produccioacuten discursiva femenina frente a la de suspares varones

21 Poliacutetico abogado y escritor chileno22 Estas autoras corresponden a Mercedes Mariacuten Rosario Orrego y QuiteriaVaras

Decimos cuantitativamente pues por una parte tantolas autoras como los textos mencionados son escasos enel caso de geacuteneros literarios tradicionales como por ejem-plo la poesiacutea (que sabemos tampoco era una modalidaddiscursiva que se publicara en exceso) Medina consignaraacute

entre los antildeos 1837 (fecha de publicacioacuten del primer poe-ma impreso escrito por una mujer iniciativa llevaba a cabopor Mercedes Mariacuten23) y 1900 (momento en que el campoliterario comienza a autonomizarse y el mercado culturala ampliar maacutes) la modesta cifra de diez autoras que in-cursionan en el geacutenero las cuales publicaron un total dedieciocho textos entre folletos y libros en un total de se-senta y tres antildeos Lo mismo sucede en otras modalidadesliterarias como la narrativa donde contabiliza la cifra desiete autoras con un total de ocho textos 24 en un lapso detreinta y nueve antildeos (1861-1900) Cabe destacar que conexcepcioacuten de la traduccioacuten y de los textos ldquopedagoacutegicosrdquo25

23 Nos referimos ldquoAl Canto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquopoema escrito en 1837 por Mercedes Mariacuten del Solar Aunque publicado original-mente en las paacuteginas del perioacutedico El Araucano dirigido por Andreacutes Bello fue de-bido a la entusiasta recepcioacuten que despertoacute entre los lectores de entonces que estepoema se reimprimioacute meses maacutes t arde bajo la forma de folleto en la Imprenta de laOpinioacuten (6 pp)24 Rosario Orrego ( Alberto el jugador 1861) Pilar Miranda Velaacutesquez (Guillermoell 1878) Clementina de Ochoa (Guacutedula Lectura amena 1891) Celeste LasabeCruz Coke (Rosa de abril 1892) Mercedes Praacutexenes (La evolucioacuten de Paulina No-vela sicoloacutegica 1893) Genoveva B de Priori (Cuentos originales 1898) y Marie De-nis Marinot (Fleur de Mai 1895 y la Dama las turquesas 1898) Eso hasta 190025 Estos geacuteneros seraacuten los que maacutes faacutecilmente permitiraacuten el ingreso de las muje-res en la esfera letrada Su inscripcioacuten privilegiada en estos campos pensamos sedebe a que no representaban una amenaza para la autoridad letrada masculina Latraduccioacuten cargaba con el estigma de ser un ejercicio intelectual de segundo orden(pues reproduciacutea las palabras de otro) mientras que la pedagogiacutea era consideradala extensioacuten de la labor educativa que por naturaleza realizaba la mujer en el espacioprivado domeacutestico

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la participacioacuten femenina en otras modalidades discursi- vas es bastante reducida Es el caso del ldquoteatrordquo (con untexto de Amelia Solar de Claro poeta y sobrina de Mer-cedes Mariacuten)26 el ldquoperiodismordquo (Medina menciona soacutelotres publicaciones perioacutedicas dirigidas por mujeres)27 y la

ldquohistoriardquo (tres autoras cuatro textos)28 geacuteneros mdashespe-cialmente los dos uacuteltimosmdash que durante el siglo XIX seconstituyeron en espacios privilegiados para la inscr ipcioacutenfalologoceacutentrica

Fuera de la escasez de impresos la publicacioacuten de estostambieacuten seraacute bastante tardiacutea De ahiacute que por ejemplo nue- vamente en el caso de la poesiacutea se impriman tan solo cuatrofolletos (todos de Mercedes Mariacuten)29 desde 1837 hasta 1880fecha en que por primera vez una mujer publica un libro depoesiacutea (hablamos de Mariacutea Delfina Hidalgo con sus Ensa- yos poeacuteticos) O en narrativa donde si bien la primera novelaescrita por una mujer es temprana la ya referida Alberto el

26 Mariacutea Cenicienta Juguete coacutemico en dos actos i cuatro cuadro Imprenta del Pro-greso Santiago 188427 Nos referimos a La Revista de Valparaiacuteso (1873-1874) de Rosario Orrego Fa-milia (1890) de Celeste Cruz Coke y La Mujer (1897) de Lucrecia UndurragaRefirieacutendose al geacutenero el autor sostendraacute ldquoAl hablar de periodismo tenemos queconcretar su concepto al de una que otra revista que ha visto o ve la luz puacuteblica maacuteso menos de tarde en tarderdquo (1923 217)28 Dos textos de Mercedes Mariacuten (un ldquoelogio histoacutericordquo y un ldquoesbozo biograacuteficordquo)una biografiacutea de la educadora Antonia Tarragoacute publicada por Amelia Charpiacuten y untrabajo de caraacutecter e clesiaacutestico anoacutenimo29 El citado ldquoCanto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquo (1837)Algunos antildeos despueacutes la misma autora publicariacutea otros cuatro poemas valieacutendosedel mismo formato nos referimos a ldquoActo de contricionrdquo en 1848 (1 paacuteg Imprentade la Sociedad) ldquoLa Caridad Ofrenda dedicada a la sentildeora dontildea Antonia Salasrdquoen 1855 (8 pp Imprenta Nacional) ldquoCanto a la patria dedicado a la Sociedad deInstruccioacuten Primaria de Santiagordquo en 1857 (8 pp Imprenta del Paiacutes) y finalmenteldquoCanto fuacutenebre a la memoria del ciudadano Joseacute Romerordquo (14 pp Imprenta delConservador) en 1858

jugador 30 de Rosario Orrego de 1861 (novela por cierto quefue presentada al certamen narrativo organizado en 1860 porla Universidad de Chile31) habraacute que aguardar hasta 1878 paraque otra mujer se atreva a incursionar en el geacutenero32 Algo si-milar ocurre con los geacuteneros ldquocientiacuteficosrdquo y otros como el legis-

lativo en los que la situacioacuten se presentaraacute auacuten maacutes diferida33Ahora bien si la exigua y tardiacutea produccioacuten impresa fe-

menina no resulta elocuente para mostrar el grado de ex-clusioacuten que sufriacutean mujeres en el espacio letrado lo seraacute elescrutinio criacutetico general del mismo investigador En efectoMedina no soacutelo se limita a contabilizar las aportaciones fe-meninas sino que ademaacutes desliza algunos comentarios criacute-ticos significativos respecto a ella Asiacute refirieacutendose a la nove-la y el drama sostendraacute que

30 Esta fue publicada primeramente por entregas en 1860 en las paacuteginas de la ldquoRe- vista del Paciacuteficordquo y un antildeo maacutes tarde en formato libro Lamentablemente no hemospodido acceder al original de esta edicioacuten independiente conformaacutendonos soacutelo conla versioacuten de la ya mencionada revista y la reedicioacuten que el antildeo 2001 hizo la Edito-rial Cuarto Propio31 Sin embargo debido a que el texto fue presentado fuera de los plazos estipula-dos por el jurado finalmente quedoacute descalificado De esta forma el primer lugar loobtuvo el escritor Alberto Blest Gana con su novela La aritmeacutetica del amor reco-nocimiento que un mes despueacutes le valioacute ser nombrado miembro de nuacutemero de laFacultad de Filosofiacutea y Humanidades de la misma institucioacuten logrando un lugarldquoautorizadordquo en el campo cultural chileno En este sentido resulta interesante adver-tir que tras la presentacioacuten de Orrego al concurso poco tiempo despueacutes si bien no va a ser nominada a la Universidad su novela siacute llegue a ser publicada nada menosque con proacutelogo del escritor peruano Ricardo Palma De alguna forma podemosespecular la presentacioacuten a este certamen se transformoacute en una plataforma de legi-timacioacuten para los incipientes escritores que participaron en eacuteste32 Ver nota 2333 Eloiacutesa Diacuteaz primera meacutedico chilena publica su memoria para obtener el gradode Licenciada en Medicina y Farmacia en 1888 titulada Breves observaciones sobrela aparicioacuten de la pubertad en la mujer chilena i de las disposiciones patoloacutegicas pro- pias del sexo Ese mismo antildeo Matilde Brandeau primera abogada en el paiacutes publicasu memoria de grado titulada Derechos civiles de la mujer

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No todas [las autoras] han sabido mover sus fuerzas antes delanzarse a la produccioacuten de maacutes de un geacutenero literario suma-mente difiacuteciles de abordar y en que los fracasos teniacutean que resul-tar inevitables El drama supone gran conocimiento de la vida yde sus pasiones que una nintildea por talentosa que sea no estaacute pre-

parada para abordar con eacutexito Y no creo pecar de exageracioacutenal afirmar que cosa parecida puede decirse de la novela para lacual por lo demaacutes nuestro pequentildeo escenario social no ofrecesino contadiacutesimos recursos a la inventiva Bajo este punto de

vista nuestras literatas tienen que luchar con dificultades casiinsuperables para que los personajes que presentan en accioacutenlleguen a despertar mediano intereacutes (xiii La cursiva es nuestra)

Es maacutes frente a dichas dificultades Medina no duda enaconsejar a las mujeres de nutrirse de un mayor capital litera-rio ldquoEs de todo punto necesario una cultura literaria previa

que por el momento es lo que a mi juicio deben procurar al-canzar nuestras escritoras si quieren no hacer obra delezna-blerdquo (la cursiva es nuestra) Al mirar de soslayo la produccioacutenliteraria femenina la evaluacioacuten de Medina no soacutelo coincidecon la apreciacioacuten generalizada de la criacutetica epocal que de-fendiacutea (impliacutecita o expliacutecitamente) la superioridad masculi-na en el dominio de los recursos conocimientos y competen-cias en la produccioacuten de significantes al interior del campoliterario sino que ademaacutes revela mecanismos de exclusioacutenesteacutetica que tienen su origen precisamente en las semantiza-ciones jeraacuterquicas derivadas de la diferencia sexual Y es quela falta de ldquoexperienciardquo ldquoconocimiento de la vida y sus pa-sionesrdquo la escasez de ldquocultura literariardquo principales falenciasque el autor sentildeala en las escritoras resultan ser saberes quehistoacutericamente han remitido a un orden masculino ligado ala esfera puacuteblica y la cultura el cual actuacutea como contrapunto

del orden asociado a lo femenino ligado a la esfera privada ylas labores domeacutestico-reproductivas Desnaturalizando estehistoacuterico lugar de subalternidad que ha afectado a la mujertanto en el plano social como simboacutelico la escritora DiamelaEltit ha puntualizado

Este hecho no puede ser desligado de las esferas simboacutelicasestaacute alliacute e instala discursos de dominacioacuten y castracioacuten en elaacutembito literario que nos reconsignan en estos discursos criacute-ticos o seudocriacuteticos como ldquomenosrdquo Existen estrategias tec-nologiacuteas taacutecticas para construir mapas y geografiacuteas de poderliterario (276 La cursiva es nuestra)

Como vemos las restricciones sociales y los imperativosde geacutenero que regulan las praacutecticas simboacutelicas de las sujetos

femeninos condicionaraacuten su acceso a ciertas zonas vedadasterritorios donde se entretejen silenciosas enrevesadas sinembargo aplastantes relaciones de saber poder en las cualesla literatura no seraacute la excepcioacuten

IV ldquoM983157983146983141983154983141983155 983152983290983138983148983145983139983137983155rdquo 983141983155983139983154983145983156983157983154983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983161

983139983151983141983154983139983145983151983150983141983155 983140983141983148 983155983145983155983156983141983149983137 983155983141983160983151983143983273983150983141983154983151

Hasta acaacute hemos visto coacutemo la estrechez del campo culturaly el mercado de impresos en el siglo XIX habiacutean incidido en

la marginal participacioacuten de las mujeres en el aacutembito de lapublicacioacuten de discursos (y en particular de libros) Si a estole sumamos la histoacuterica posicioacuten de subalternidad que handebido experimentar tanto en el plano social como especiacute-ficamente en la esfera de la cultura letrada resulta legiacutetimoabrir la interrogante hacia la posicioacuten de las propias mujeres

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respecto a este tipo de praacutectica en otras palabras iquestQueacute sig-nificaba para una mujer del siglo XIX escribir o el gesto maacutesosado auacuten de publicar

Esta pregunta ya la habiacutea intentado responder AdrianaValdeacutes quien ha sentildealado que en relacioacuten a la escritura con

aqueacutel ldquohacerrdquo y ldquotomarse la palabrardquo la situacioacuten de las muje-res ha sido de una ldquodocumentada incomodidadrdquo (251) Dichamolestia sostiene es transversal a nuestras escritoras desdeel caso de las religiosas coloniales pasando por las literatasdel siglo XIX e incluso en autoras de la primera mitad del si-glo XX hoy consagradas por la criacutetica como Gabriela Mistraly Mariacutea Luisa Bombal34 Para ingresar a la ldquociudad letradardquo oldquoescriturariardquo todas ellas han debido recurrir a una serie deestrategias y recursos que tienen como denominador comuacutenel ldquoponerse en su lugarrdquo vale decir reconocer su posicioacuten de

inferioridad frente a un Otro duentildeo del poder y del orden delos signos Por ello Valdeacutes concluye que la literatura desdesiempre ha representado ldquoun corral ajenordquo para las mujeres(en el caso chileno la metaacutefora del corral podriacutea verse refor-zada con la posicioacuten subalterna que tendriacutea nuestra literaturaen relacioacuten a la metroacutepolis) Resulta interesante a este res-pecto reparar en el testimonio de nuestras propias escritorasquienes de manera expliacutecita o bien apelando a una serie de

34 Ambas autoras al igual que otras como Teresa Wilms curiosamente decidenpublicar sus primeros libros en el extranjero Mistral da a luz Desolacioacuten en EstadosUnidos el antildeo 1922 (a insistencia de Federico de Oniacutes) B ombal publica el antildeo 1934La uacuteltima niebla en Buenos Aires (con el apoyo de Neruda y Borges entre otros)y Wilms en aquella misma ciudad publicaraacute sus primeros poemarios InquietudesSentimentales y Los tres cantos en 1917 (tambieacuten con el apoyo de intelectuales comoVicente Huidobro) De acaacute se pueden desprender al menos dos cosas la incomodi-dad o dificultad que probablemente experimentaron las autoras para publicar suslibros en el paiacutes y la presencia siempre constante de una autoridad masculina quedesde el exterior insta (y autoriza) a las autoras a entrar en el campo de las letras

subterfugios manifiestan la conciencia de esa sujecioacuten Es elcaso de Mercedes Mariacuten quien en una carta privada dirigidaal escritor argentino Juan Mariacutea Gutieacuterrez le confiesa las ten-siones que experimenta frente a su quehacer escritural

Se me preguntaraacute tal vez por queacute no he cultivado maacutes mis dis-posiciones naturales y voy a satisfacer a esta objecioacuten Desdemuy pequentildea me hicieron entender mis padres que cualquieraque fuese la instruccioacuten que yo llegase a adquirir por medio dela lectura era necesario saber callar Cuando empeceacute a reflexio-nar por miacute misma conociacute cuaacuten acertado era a este respecto sumodo de pensar y exageraacutendolo tal vez en demasiacutea juzgueacute queuna mujer literata en estos paiacuteses era un fenoacutemeno extrantildeo aca-so ridiacuteculo y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigiriacuteade miacute hasta cierto punto el sacrificio de mi felicidad personal[hellip] Una reputacioacuten literaria habriacutea sido para miacute una carga in-

soportable (Batticuore 112 Las cursivas son nuestras)

Las palabras de Mercedes Mariacuten resultan sumamenteilustrativas para retratar la problemaacutetica relacioacuten que existiacuteadurante el siglo XIX entre las mujeres y el acceso al sabery maacutes especiacuteficamente entre las mujeres y la praacutectica de laescritura y la publicacioacuten Tal como alguna vez lo tuviera quehacer Sor Juana Ineacutes de la Cruz Mariacuten reniega de su intereacutespor el conocimiento y la literatura no soacutelo al afirmar quesiempre fue ldquoajenardquo a este tipo de ldquopretensionesrdquo (leacutease en sudoble sentido de objetivo anhelo y de ldquopretenciosidadrdquo) sinoque tambieacuten rechazando y desembarazaacutendose del acto vo-litivo intelectual que implica la escritura De esta manera justificaraacute esta praacutectica aludiendo a su caraacutecter involuntarioy principalmente emotivo territorio por excelencia asocia-do a un orden femenino Al mismo tiempo y al igual que

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la religiosa va a tener clara conciencia de la necesidad enuna sociedad patriarcal como lo era aquella de ldquosaber ca-llar cuando se sabiacuteardquo (Ludmer 1984) imperativo taacutecito queoperaba incluso en familias ilustradas como las de la autora(su padre era meacutedico su madre una culta y reputada salon-

niegravere y su hermano un destacado escritor y filoacutesofo profesordel Instituto Nacional) en donde el traacutefico y discusioacuten deideas era bastante comuacuten Y es que a diferencia de lo queocurriacutea con sus pares varones la lectura y el conocimientoeran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debiacuteasaber callar si no queriacutea ser tomada por ridiacutecula o pedante(ldquoel saber es contrario a la feminidadrdquo sosteniacutea Michelle Pe-rrot) de ahiacute que intentar hacerse un camino como escritorafuera concebido por Mariacuten como un proyecto sencillamentedescabellado (ldquoextrantildeordquo ldquoacaso ridiacuteculordquo) el que a la vez que

la exponiacutea peligrosamente a la reprobacioacuten yo marginacioacutensocial al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro-pia felicidad No obstante ello y pese a la serie de limita-ciones que coaccionaban su vocacioacuten intelectual la autoraigualmente se aventuraraacute en estas territorialidades vedadasasumiendo ya sea como maacutescara o precaucioacuten los valores dela prudencia y el pudor ldquorecordemos que etimoloacutegicamenteel pudor estaacute asociado a la timidez la verguumlenza el recato lacastidad y el sentido del honor valores todos muy estimadosen la vida de las mujeresrdquo (Batticuore 190)

Como han sentildealado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti-cuore (2005) la escritura de las mujeres sobre todo duranteel siglo XIX estaba siempre en pugna con un ldquoimaginariomoralizanterdquo el cual ldquosancionaba fuera del aacutembito estricta-mente legal y se vinculaba a lo cotidianordquo De esta manera elimperativo moral de la ldquohonra femeninardquo de la cual dependiacutea

la ldquohonra familiarrdquo se constituyoacute como un ldquoimportante dis-curso hegemoacutenico de control y vigilancia de los comporta-mientos y cuerpos de hombres pero principalmente de lasmujeres en el siglo XIXrdquo (Arcos 35) mecanismo de controlque ya veniacutea operando vale agregar desde la Colonia De

aquiacute el temor de que una mujer publicara pues precisamen-te ldquoponiacutea en juego la moral familiar al agrietar el ideal dela mujer domeacutesticardquo De esta manera la ldquono publicacioacutenrdquo seerigiacutea ldquocomo garantiacutea y condicioacuten de una mujer virtuosa quepracticaba la escriturardquo (Batticuore 191)

Esta opinioacuten respecto al conflicto moral que experimenta-ban las escritoras frente a la publicacioacuten va a ser respaldada porSusan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritorasromaacutenticas del siglo XIX sostendraacute que ldquoel arma maacutes podero-sa de la que se serviacutean quienes se oponiacutean a la participacioacuten

femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-dad de la literatura con la virtud femenina argumento que fueesgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritorasrdquo(Pastor 29) De aquiacute se desprende entonces que la mujer quedeseaba publicar no soacutelo debiacutea seleccionar atentamente los te-mas y geacuteneros a los que iba a recurrir sino que ademaacutes debiacuteaapelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en sunatural lugar de inferioridad Estas operaciones nacidas deltemor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal a veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-culparse por un pasatiempo tan ldquopresuntuosordquo a despreciar-se intelectualmente ldquopresentando sus producciones artiacutesticascomo meras insignificancias ideadas para divertir y distraera los lectores en momentos de ociosidadrdquo (Gilbert y Gubart76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del puacuteblico lector opeor auacuten sus ataques burlas yo descalificaciones

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

983137983148983156983141983154983150983137983156983145983158983151

Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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ARCOS Carol ldquoNovelas folletiacuten y la autoriacutea femenina en lasegunda mitad del siglo XIX en Chilerdquo Revista Chilena deLiteratura 76 (abril 2010) 27-42

BAEZA Martiacutenez Sergio El libro en Chile Santiago Biblio-teca Nacional 1982

BARROS Martina Recuerdos de mi vida Santiago Orbe1942

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BATTICUORE Graciela La mujer romaacutentica Lectorasautoras y escritores en la Argentina1830-1870 BuenosAires Edhasa 2005

BOURDIEU Pierre ldquoEl campo literario Prerrequisitoscriacuteticos y principios de meacutetodordquo Criterios 25-28 (enero1989-diciembre 1990)

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CHARTIER Roger El orden de los libros Barcelona Gedisa2000

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FOUCAULT Michel La arqueologiacutea del saber Buenos AiresSiglo XXI 2002

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FRANCO Jean Las conspiradoras Representaciones de lamujer en Meacutexico Meacutexico FCE 1994

GILBERT Sandra y Gubar Susan La loca del desvaacuten Valen-cia Caacutetedra 1994

HABERMAS Juumlrgen Historia y criacutetica de la opinioacuten puacuteblica

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LUDMER Josefina ldquoTretas del deacutebilldquordquo Patricia Gonzaacutelez yEliana Ortega (eds) La sarteacuten por el mango Encuentrode escritoras latinoamericanas Riacuteo Piedras EdicionesHuracaacuten 1984

MARIacuteN Mercedes Poesiacuteas de la sentildeora Da Mercedes Ma-riacuten de Solar dadas a la luz por su hijo Enrique del Solar

Santiago Impr Andreacutes Bello 1874MEDINA Joseacute Toribio La literatura femenina en Chile

Santiago Imprenta Universitaria 1923ORREGO Rosario Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela

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POBLETE Juan La literatura chilena del siglo XIX Entre puacuteblicos lectores y figuras autoriales Santiago CuartoPropio 2003

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SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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983145983149983152983154983141983155983151983155 983141983150 983141983148 983155983145983143983148983151 XIX L983277983149983145983156983141983155 983161 983148983145983150983141983137983149983145983141983150983156983151983155

983152983137983154983137 983148983137 983152983154983151983140983157983139983139983145983283983150 983145983150983156983141983148983141983139983156983157983137983148 983142983141983149983141983150983145983150983137 983141983150

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Al comienzo de estas paacuteginas introduciacuteamos como epiacutegrafeuna cita de Medina quien para explicar la ausencia de pro-duccioacuten discursiva femenina durante el periacuteodo colonial(que abarcoacute en el caso chileno los siglos XVI- XVII y XVIIIes decir poco maacutes de 270 antildeos) estableciacutea el nexo no soacutelocon la precaria educacioacuten que recibiacutean por entonces las mu- jeres6 sino tambieacuten con la tardiacutea llegada de la imprenta Laldquomaacutequina de la felicidadrdquo como era denominada por los ilus-trados franceses de la eacutepoca (Subercaseaux 2000) ingresoacute a

Chile solo en 18117

convirtieacutendose en el uacuteltimo paiacutes a nivellatinoamericano en la implementacioacuten de este tipo de tecno-logiacuteas8 Este ingreso que fue posible gracias a las gestiones

6 Para maacutes informacioacuten respecto a la educacioacuten femenina en la Colonia y el si-glo XIX consuacuteltense los estudios de Amanda Labarca Historia de la ensentildeanza enChile Santiago de Chile Imprenta Universitaria 1939 y Ana Mariacutea Stuven ldquoLaeducacioacuten de la mujer y su acceso a la universidad un desafiacuteo republicanordquo En AM Stuven y Joaquiacuten Fermandois (eds) Historia de las mujeres en Chile Tomo 1Santiago de Chile Taurus 2011 p 335-3747 No obstante esta fecha que da Medina previamente habriacutean existido tres im-prentas -bastante artesanales- que produjeron los famosos ldquoincunablesrdquo chilenos esdecir aquellos textos que refieren al periacuteodo inicial mdashla cunamdash de la imprenta en elpaiacutes Uno de estos corresponderiacutea al Modo de ganar el Jubileo Santo primer impresohecho en Chile que data del antildeo 1776 Para maacutes informacioacuten ver Alamiro de AacutevilaEl modo de ganar el Jubileo Santo de 1776 y las imprentas de los incunables chilenosSantiago Universitaria 19768 Las fechas de instalacioacuten de la imprenta en los principales paiacutesescapitales de laAmeacuterica Hispaacutenica son las siguientes Meacutexico 1540 Lima 1581 Guatemala 1660La Habana 1701 Paraguay 1705 Bogotaacute 1738 Quito 1760 Buenos Aires 1780Montevideo 1807 Caracas 1808 (Medina citado por Subercaseaux 200022)

encabezadas por la eacutelite criolla dirigente constituiacutea al mismotiempo el simboacutelico gesto de clausura del extendido ordencolonial ligado a Espantildea y el nacimiento de uno nuevo re-publicano

El retraso con que arriba la imprenta constituiraacute una de

las manifestaciones maacutes palpables de la profunda indiferen-cia que existioacute durante la Colonia en materia cultural9 asiacutecomo tambieacuten del praacutecticamente nulo intereacutes de parte de lacorona no solo de propiciar la produccioacuten letrada criolla sinoque tambieacuten de mitigar a traveacutes de la aplicacioacuten de poliacuteticasde alfabetizacioacuten y de impulso a la lectura (todas facilitadaspor la imprenta) los altiacutesimos iacutendices de analfabetismo queafectaban a la poblacioacuten10 Indiferencia que se volviacutea exacer-bada censura cuando la administracioacuten y la Iglesia (ambasinstituciones estaban indisociadas11) se veiacutean enfrentadas a

9 En su introduccioacuten a La literatura colonial de Chile (1878) el mismo Joseacute ToribioMedina reflexionaba con pesar acerca de las paupeacuterrimas condiciones que presen-taba el espacio cultural durante la Colonia Sus quejas apuntaban principalmente alprofundo estado de letargo que constrintildeoacute la vida intelectual del periacuteodo ldquoLa vidacolonial era esencialmente monoacutetona Fuera de la guerra araucana de la entradade los gobernadores de las fiestas religiosas de las frecuentes competencias entrelas diversas autoridades o de los capiacutetulos de frailes que preocupaban a la sociedadentera el horizonte que se ofreciacutea era escasiacutesimo Aquello propiamente no era laactividad de la vida sino el letargo del suentildeordquo (sp la cursiva es miacutea)10 Praacutecticamente indiferente para la corona espantildeola desde un principio la edu-cacioacuten estuvo bajo la tutela de la Iglesia puesto que ldquola monarquiacutea jamaacutes consideroacuteun deber suyo la educacioacuten de las masasrdquo deviniendo el magisterio en un ldquooficioesencialmente religioso en el sentido que era la Iglesia el poder docente y no elestadordquo (Labarca 1939 39) Las escuelas de primeras letras creadas por los con- ventos ndasho posteriormente despueacutes de la expulsioacuten de los jesuitas en 1767 por loscabildosndash impartiacutean a un escaso nuacutemero de estudiantes siempre de geacutenero mascu-lino y origen social privilegiado los fundamentos de la doctrina cristiana algunosrudimentos de lectura y escritura y de manera muy somera las operaciones maacutessimples de aritmeacutetica11 E iban a seguir estaacutendolo al menos en la praacutectica pese a la progresiva seculari-zacioacuten que se dio en el siglo XIX

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praacutecticas o manifestaciones discursivas que a su juicio pu-dieran sonar a laicas o librepensantes yo representaran unaamenaza para la hegemoniacutea de la eacutelite letrada acostumbradaa monopolizar el poder de la letra Desde esta perspectivaiquestqueacute maacutes representativo entonces de este temor que la ima-

gen ilustrada intimidantemente hereacutetica que se asociaba ala imprenta iquestqueacute maacutes peligroso tambieacuten que su capacidadde propagar la palabra escrita entre los no iniciados de des-pojarla de su caraacutecter selectivo y vulgarizarla Visto asiacute resul-ta comprensible por tanto que la produccioacuten intelectual delperiacuteodo se haya visto en general12 severamente atrofiada

Si bien el fenoacutemeno de la imprenta fue un aconteci-miento sin duda significativo en el despertar intelectual dela nacioacuten cabe aclarar que su funcioacuten al menos durante susinicios estuvo estrictamente supeditada a satisfacer las ne-cesidades juriacutedico-administrativas del nuevo gobierno Deahiacute que los primeros textos que salieron a la luz guardaranrelacioacuten con materias relativas a asuntos de esa iacutendole talescomo ordenanzas leyes asiacute como tambieacuten los primeros pa-peles perioacutedicos oficialistas Habraacute que esperar algunos antildeosmaacutes para que otras imprentas esta vez gestionadas por capi-tales privados se ocuparan de la impresioacuten de una maacutes am-plia clase de textos desde perioacutedicos a revistas pasando portratados cientiacuteficos histoacutericos legislativos filosoacuteficos obras

literarias boletines comerciales por mencionar los principa-les Esta diversificacioacuten potencioacute a su vez el aumento en elnuacutemero de autores (productores) y lectores (consumidores)

12 No obstante cabe aclarar que los innumerables textos que se conservan del pe-riacuteodo colonial y que han dado paso sobre todo en el uacuteltimo tiempo a una profusioacutende estudios estaacuten centrados en materias eclesiaacutesticas o poliacutetica-administrativassiendo muy pocos los trabajos orientados al campo de las artes la literatura la filo-sofiacutea o las ciencias

aspecto importantiacutesimo que no puede dejarse de lado Estasimprentas que a partir de las deacutecadas 1830 y 1840 se instala-ron preferentemente en ciudades como Santiago y Valparaiacute-so no soacutelo marcaron el puntapieacute inicial para la activacioacuten deun mercado de impresos sino que ademaacutes contribuyeron a

traveacutes de la difusioacuten de nuevos autores y textos a la confor-macioacuten de un embrionario campo cultural13

Seraacute en este contexto signado por los esfuerzos del elen-co dirigente en dejar atraacutes el oscurantismo cultural asocia-do a la Colonia que se implementaraacuten una serie de poliacuteticasgubernamentales tendientes a encaminar a la nacioacuten en losideales del progreso y la ilustracioacuten Este impulso dio lugara la creacioacuten de una serie de instituciones educacionales yculturales que tendraacuten un rol sustancial en la configuracioacutendel emergente campo cultural como la Universidad de Chile(1842) la Escuela Normal de Preceptores (1842) la Escuelade Artes y Oficios (1849) la Academia de Pintura (1849) elConservatorio Nacional de Muacutesica (1850) el Teatro Munici-pal (1853) entre otras14 En esta misma direccioacuten se buscaraacutecombatir las elevadas cifras de analfabetismo de la poblacioacutena traveacutes de la creacioacuten de centenares de escuelas primarias y

13 Siguiendo a Bourdieu entenderemos porcampo cultural aquel espacio social enque tiene lugar la produccioacuten de bienes simboacutelicos de una sociedad y en el que segenera la competencia entre distintos grupos que pugnan por obtener legitimidadpara sus producciones intelectuales yo esteacuteticas (Bourdieu 1989) Uno de los re-quisitos para que exista este campo es su autonomiacutea (real pero relativa) respecto delos otros campos (por ejemplo el campo literario respecto a los campos legislativocientiacutefico etc) hecho que en nuestro contexto efectivamente se produciraacute soacutelo afinales de siglo14 Por ejemplo la Escuela de Arquitectura (1849) y la Escuela Normal de Pre-ceptoras (1853) Es interesante advertir que esta uacuteltima a diferencia de las otrasinstituciones fue la uacutenica que estuvo bajo la tutela de sectores ligados a la Iglesiaespeciacuteficamente de las religiosas del Sagrado Corazoacuten de Jesuacutes

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secundarias15 asiacute como de decenas de ldquobibliotecas popularesrdquo vinculadas a eacutestas

Este entusiasmo por la ilustracioacuten celebrado por el sec-tor oligarca liberal propiciaraacute de igual forma el surgimientode ciertas ldquoinstituciones sociales modernasrdquo acuntildeando la ex-

presioacuten de Habermas (1990) como las sociedades clubessalones y sobre todo la prensa la cual tendraacute un auge ex-traordinario durante este siglo Todos ellos se constituyeronen lugares propicios para la discusioacuten de materias relaciona-das con la contingencia poliacutetica y otros temas propios de lalsquoalta cultura burguesarsquo Seraacute en el seno de estas institucionessociales modernas donde se gestaraacuten movimientos intelec-tuales como los de la generacioacuten de 1842 de gran relevanciapara la historia y el desarrollo cultural del paiacutes

Esta serie de factores van a significar un importante avanceen materia cultural no obstante sus efectos todaviacutea se encuen-tren orientados a una poblacioacuten letrada maacutes bien reducida16aunque mucho maacutes amplia que en la Colonia17 En palabrasde Subercaseaux se ldquotratariacutea de instancias macro que van aincidir directa e indirectamente en el campo del librordquo (200063) objeto que a partir de entonces comenzaraacute a ser valorado

15 Por ejemplo en 1860 bajo el gobierno de Montt se creoacute la Ley de InstruccioacutenPrimaria por medio de la cual el Estado se comprometiacutea a educar gratuitamente anintildeos y nintildeas (Labarca 1939)16 Si bien ahora se disponiacutea de educacioacuten superior eacutesta seguiacutea siendo patrimoniode un grupo social geneacuterico-sexual y eacutetnico diferenciado hombres blancos y declase acomodada De hecho las mujeres solo pudieron ingresar a la universidad en1880 Por su parte las escuelas primarias si bien aumentan considerablemente sunuacutemero a partir de 1840 para 1865 auacuten no podiacutean revertir las alarmantes cifras deanalfabetismo el 83 de la poblacioacuten era analfabeta (Brunner 19)17 Analizando la composicioacuten del campo cultural chileno del siglo XIX el so-cioacutelogo Joseacute Joaquiacuten Brunner se referiraacute a este tipo de estructura social como unaldquoconstelacioacuten poliacutetico cultural oligarcardquo Este grupo perderaacute su hegemoniacutea solo aprincipios del siglo XX

como ldquovehiacuteculo insustituible de pensamientos ideas y cono-cimientos instrumento uacutenico y por excelencia para educar alos pueblosrdquo Bajo estas consideraciones si en la eacutepoca de laemancipacioacuten el foco estaba puesto en la imprenta como ldquomaacute-quina de la felicidadrdquo ahora se trasladaraacute al libro como ldquollave

del conocimientordquo instrumento capaz de sacar a la nacioacuten delletargo espiritual e intelectual en que yaciacutea desde la Colonia

Manifestacioacuten del auge que comenzaraacute a experimentar ellibro lo constituiraacute por ejemplo el crecimiento sostenido dela industria impresora18 y la eclosioacuten del comercio librero19 elcual entre 1840 y 1880 sufriraacute un proceso de desarrollo y pro-fesionalizacioacuten importante20 (empero continuacutee comerciali-zando preferentemente autores extranjeros) Es en esta direc-cioacuten que resulta interesante atender a la informacioacuten brindadapor Joseacute Victorino Lastarria (parafraseada por Subercaseaux)la cual nos permite formarnos una idea respecto a la cantidady tipos de libros que por entonces circulaban

Entre 1855 y 1860 se publicoacute un promedio de 72 tiacutetulos anualesde los cuales 13 correspondiacutean a obras originales de autores chi-lenos o residentes en el paiacutes 8 a textos de estudios 33 a folletoso libros religiosos y 18 de reimpresiones y traducciones de obras

18 Seguacuten apunta Bernardo Subercaseaux ldquoEn la deacutecada de 1840 ya funcionabanalrededor de 9 imprentas en Valparaiacuteso y otras tantas en Santiago la mayoriacutea deellas dedicadas a impresos perioacutedicos Seguacuten el censo industrial en 1867 habiacutea entodo el paiacutes treinta y ocho imprentas en 1871 cuarenta y nueve en 1875 ses enta yseis y alrededor de 80 en 1880rdquo (79)19 ldquoTiene razoacuten Pedro Pablo Figueroa [cuando] en su libro La libreriacutea en Chile(1896) postulaba un paralelismo entre el desenvolvimiento intelectual de 1842 y lainstitucionalizacioacuten de las libreriacuteasrdquo (Subercaseaux 91)20 A mediados de 1850 existiacutean varias libreriacuteas no s olo en Valparaiacuteso y Santiagosino tambieacuten en ciudades como Copiapoacute San Felipe y La Serena A eso debemosagregarle la irrupcioacuten de las ldquolibreriacuteas de viejordquo que comercializaban libros usados(Subercaseaux 90-91)

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europeas (desde poesiacutea y libretos de oacutepera hasta novelas y folle-tines) Diez antildeos maacutes tarde entre 1865 y 1869 se editaban unpromedio de 112 tiacutetulos por antildeo De eacutestos 17 correspondiacutean alibros de asuntos religiosos y los 95 restantes a textos de estu-dios obras originales y reimpresiones o traducciones europeas

(Subercaseaux 84)

Se desprende asiacute que a partir de la segunda mitad del si-glo XIX existiraacute una produccioacuten de libros que si bien todaviacuteaes limitada estaacute creciendo progresivamente al tiempo que vaadoptando una clara tendencia secularizante (Lastarria deslizaestos datos precisamente para sentildealar la influencia ultramon-tana dentro de la produccioacuten letrada) Estos cambios debenentenderse en el marco de un campo cultural en proceso dedesarrollo que soacutelo a finales de siglo alcanzaraacute su autonomiacutea

(respecto de otros campos como por ej el poliacutetico y el religio-so) De ahiacute por tanto que no resulte extrantildeo que la produc-cioacuten ldquoliterariardquo fuera de ser escasa obedeciera como la mayorparte de la produccioacuten intelectual del periacuteodo a un discursopoliacutetico de caraacutecter doctrinario y edificante cuyo norte esta-ba puesto en la construccioacuten de la nacioacuten Este hecho resultaparticularmente interesante pues nos permite introducir lapregunta respecto a quieacutenes eran los sujetos que efectivamenteteniacutean el derecho de apropiarse de ese discurso y por supuestode participar simboacutelicamente en la configuracioacuten del ideario

Estado-nacioacuten Es evidente que grupos sociales como las mu- jeres los sectores populares o de origen indiacutegena no fueronconsiderados en tal proceso de inscripcioacuten La idea de una di-mensioacuten excluyente que todaviacutea cargaba la produccioacuten letradaqueda reforzada si atendemos nuevamente a las palabras deSubercaseaux quien nos sentildeala el caraacutecter de legitimacioacuten yconsagracioacuten intelectual que representaba el libro

La valoracioacuten del libro como un bien sociocultural en funcioacutende la civilizacioacuten va acompantildeada por una valoracioacuten del librocomo una finalidad en siacute como una instancia que conferiacuteaidentidad y existencia intelectual y que permitiacutea que los au-tores (muchas veces falto de pergaminos aristocraacuteticos) ins-

cribieran sus nombres en los cenaacuteculos de la eacutelite nacional(Subercaseaux 64 La cursiva es nuestra)

Esta idea del libro ldquocomo pergamino aristocraacuteticordquo nospermite visualizar las intrincadas relaciones de poder saberque se articulaban detraacutes de la publicacioacuten de este tipo deimpresos Aunque como hemos visto el mercado del librorecieacuten estaba tomando fuerza lo cierto es que constituiacutea unespacio privilegiado de acceso reducido y fuertemente ex-cluyente en el que operaban una serie de condicionantes

econoacutemicas poliacuteticas de clase geacutenero etnia entre las maacutespatentes La pregunta que emerge de este panorama se diri-ge al lugar especiacutefico que ocuparon las mujeres dentro de laemergente produccioacuten impresa

III L983137983155 983149983157983146983141983154983141983155 983137 983148983137 983152983137983148983141983155983156983154983137 983139983145983142983154983137983155 983161 983146983157983145983139983145983151983155

983154983141983155983152983141983139983156983151 983137 983155983157 983145983150983139983157983154983155983145983283983150 983141983150 983148983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983140983141

983145983149983152983154983141983155983151983155

Si bien es cierto que en las fuentes consultadas la produccioacuten

intelectual del periacuteodo se aborda sin distincioacuten de sexo (sehabla de libros y obras sin maacutes) sabemos que esta indife-renciacioacuten pasa por alto el hecho de que los textos son pro-ducidos por sujetos concretos con caracteriacutesticas socialeseacutetnicas y geneacuterico-sexuales especiacuteficas y que por tanto nose precisa ser muy perspicaz para sospechar que la mayoriacutea

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de los textos consignados en las fuentes citadas fueron publi-cados por hombres De esta forma asistimos una vez maacutesa una inscripcioacuten legitimadora aquella que en el reverso desu proceder genera una borradura una censura la exclusioacuteninstauradora de la analogiacutea que propone a la cultura la letra

como propiedad indisociable de lo masculinoNo puede desconocerse que la investigacioacuten de Medina

al revelarnos el listado de nombres de autoras y de tiacutetulospublicados durante la Colonia el siglo XIX y principios delXX responde a una necesidad de eacutepoca por un lado su tra-bajo adscribe al paradigma positivista auacuten en boga mientrasque por otro se enmarca en el horizonte del centenario re-publicano que movioacute a muchos intelectuales a la realizacioacutende un balance del trabajo intelectual y artiacutestico de un sigloDe esta forma el esfuerzo de Medina resulta altamente sig-nificativo si lo comparamos por ejemplo con el trabajo de-sarrollado por Jorge Huneeus Gana21 otro destacado hom-bre de letras del periacuteodo quien en su voluminoso Cuadrohistoacuterico de la produccioacuten intelectual en Chile que abarca des-de la Colonia hasta el antildeo 1908 fecha de publicacioacuten del li-bro soacutelo consigna a tres mujeres22 como las uacutenicas represen-tantes del geacutenero femenino en su recuento de la produccioacutenletrada Ahora bien y considerando sus diferencias ambosautores ratifican impliacutecitamente la misma tesis naturalizada

en el campo cultural de principios del siglo XX aquella queafirmaba la posicioacuten cuantitativa y cualitativamente secun-daria de la produccioacuten discursiva femenina frente a la de suspares varones

21 Poliacutetico abogado y escritor chileno22 Estas autoras corresponden a Mercedes Mariacuten Rosario Orrego y QuiteriaVaras

Decimos cuantitativamente pues por una parte tantolas autoras como los textos mencionados son escasos enel caso de geacuteneros literarios tradicionales como por ejem-plo la poesiacutea (que sabemos tampoco era una modalidaddiscursiva que se publicara en exceso) Medina consignaraacute

entre los antildeos 1837 (fecha de publicacioacuten del primer poe-ma impreso escrito por una mujer iniciativa llevaba a cabopor Mercedes Mariacuten23) y 1900 (momento en que el campoliterario comienza a autonomizarse y el mercado culturala ampliar maacutes) la modesta cifra de diez autoras que in-cursionan en el geacutenero las cuales publicaron un total dedieciocho textos entre folletos y libros en un total de se-senta y tres antildeos Lo mismo sucede en otras modalidadesliterarias como la narrativa donde contabiliza la cifra desiete autoras con un total de ocho textos 24 en un lapso detreinta y nueve antildeos (1861-1900) Cabe destacar que conexcepcioacuten de la traduccioacuten y de los textos ldquopedagoacutegicosrdquo25

23 Nos referimos ldquoAl Canto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquopoema escrito en 1837 por Mercedes Mariacuten del Solar Aunque publicado original-mente en las paacuteginas del perioacutedico El Araucano dirigido por Andreacutes Bello fue de-bido a la entusiasta recepcioacuten que despertoacute entre los lectores de entonces que estepoema se reimprimioacute meses maacutes t arde bajo la forma de folleto en la Imprenta de laOpinioacuten (6 pp)24 Rosario Orrego ( Alberto el jugador 1861) Pilar Miranda Velaacutesquez (Guillermoell 1878) Clementina de Ochoa (Guacutedula Lectura amena 1891) Celeste LasabeCruz Coke (Rosa de abril 1892) Mercedes Praacutexenes (La evolucioacuten de Paulina No-vela sicoloacutegica 1893) Genoveva B de Priori (Cuentos originales 1898) y Marie De-nis Marinot (Fleur de Mai 1895 y la Dama las turquesas 1898) Eso hasta 190025 Estos geacuteneros seraacuten los que maacutes faacutecilmente permitiraacuten el ingreso de las muje-res en la esfera letrada Su inscripcioacuten privilegiada en estos campos pensamos sedebe a que no representaban una amenaza para la autoridad letrada masculina Latraduccioacuten cargaba con el estigma de ser un ejercicio intelectual de segundo orden(pues reproduciacutea las palabras de otro) mientras que la pedagogiacutea era consideradala extensioacuten de la labor educativa que por naturaleza realizaba la mujer en el espacioprivado domeacutestico

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la participacioacuten femenina en otras modalidades discursi- vas es bastante reducida Es el caso del ldquoteatrordquo (con untexto de Amelia Solar de Claro poeta y sobrina de Mer-cedes Mariacuten)26 el ldquoperiodismordquo (Medina menciona soacutelotres publicaciones perioacutedicas dirigidas por mujeres)27 y la

ldquohistoriardquo (tres autoras cuatro textos)28 geacuteneros mdashespe-cialmente los dos uacuteltimosmdash que durante el siglo XIX seconstituyeron en espacios privilegiados para la inscr ipcioacutenfalologoceacutentrica

Fuera de la escasez de impresos la publicacioacuten de estostambieacuten seraacute bastante tardiacutea De ahiacute que por ejemplo nue- vamente en el caso de la poesiacutea se impriman tan solo cuatrofolletos (todos de Mercedes Mariacuten)29 desde 1837 hasta 1880fecha en que por primera vez una mujer publica un libro depoesiacutea (hablamos de Mariacutea Delfina Hidalgo con sus Ensa- yos poeacuteticos) O en narrativa donde si bien la primera novelaescrita por una mujer es temprana la ya referida Alberto el

26 Mariacutea Cenicienta Juguete coacutemico en dos actos i cuatro cuadro Imprenta del Pro-greso Santiago 188427 Nos referimos a La Revista de Valparaiacuteso (1873-1874) de Rosario Orrego Fa-milia (1890) de Celeste Cruz Coke y La Mujer (1897) de Lucrecia UndurragaRefirieacutendose al geacutenero el autor sostendraacute ldquoAl hablar de periodismo tenemos queconcretar su concepto al de una que otra revista que ha visto o ve la luz puacuteblica maacuteso menos de tarde en tarderdquo (1923 217)28 Dos textos de Mercedes Mariacuten (un ldquoelogio histoacutericordquo y un ldquoesbozo biograacuteficordquo)una biografiacutea de la educadora Antonia Tarragoacute publicada por Amelia Charpiacuten y untrabajo de caraacutecter e clesiaacutestico anoacutenimo29 El citado ldquoCanto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquo (1837)Algunos antildeos despueacutes la misma autora publicariacutea otros cuatro poemas valieacutendosedel mismo formato nos referimos a ldquoActo de contricionrdquo en 1848 (1 paacuteg Imprentade la Sociedad) ldquoLa Caridad Ofrenda dedicada a la sentildeora dontildea Antonia Salasrdquoen 1855 (8 pp Imprenta Nacional) ldquoCanto a la patria dedicado a la Sociedad deInstruccioacuten Primaria de Santiagordquo en 1857 (8 pp Imprenta del Paiacutes) y finalmenteldquoCanto fuacutenebre a la memoria del ciudadano Joseacute Romerordquo (14 pp Imprenta delConservador) en 1858

jugador 30 de Rosario Orrego de 1861 (novela por cierto quefue presentada al certamen narrativo organizado en 1860 porla Universidad de Chile31) habraacute que aguardar hasta 1878 paraque otra mujer se atreva a incursionar en el geacutenero32 Algo si-milar ocurre con los geacuteneros ldquocientiacuteficosrdquo y otros como el legis-

lativo en los que la situacioacuten se presentaraacute auacuten maacutes diferida33Ahora bien si la exigua y tardiacutea produccioacuten impresa fe-

menina no resulta elocuente para mostrar el grado de ex-clusioacuten que sufriacutean mujeres en el espacio letrado lo seraacute elescrutinio criacutetico general del mismo investigador En efectoMedina no soacutelo se limita a contabilizar las aportaciones fe-meninas sino que ademaacutes desliza algunos comentarios criacute-ticos significativos respecto a ella Asiacute refirieacutendose a la nove-la y el drama sostendraacute que

30 Esta fue publicada primeramente por entregas en 1860 en las paacuteginas de la ldquoRe- vista del Paciacuteficordquo y un antildeo maacutes tarde en formato libro Lamentablemente no hemospodido acceder al original de esta edicioacuten independiente conformaacutendonos soacutelo conla versioacuten de la ya mencionada revista y la reedicioacuten que el antildeo 2001 hizo la Edito-rial Cuarto Propio31 Sin embargo debido a que el texto fue presentado fuera de los plazos estipula-dos por el jurado finalmente quedoacute descalificado De esta forma el primer lugar loobtuvo el escritor Alberto Blest Gana con su novela La aritmeacutetica del amor reco-nocimiento que un mes despueacutes le valioacute ser nombrado miembro de nuacutemero de laFacultad de Filosofiacutea y Humanidades de la misma institucioacuten logrando un lugarldquoautorizadordquo en el campo cultural chileno En este sentido resulta interesante adver-tir que tras la presentacioacuten de Orrego al concurso poco tiempo despueacutes si bien no va a ser nominada a la Universidad su novela siacute llegue a ser publicada nada menosque con proacutelogo del escritor peruano Ricardo Palma De alguna forma podemosespecular la presentacioacuten a este certamen se transformoacute en una plataforma de legi-timacioacuten para los incipientes escritores que participaron en eacuteste32 Ver nota 2333 Eloiacutesa Diacuteaz primera meacutedico chilena publica su memoria para obtener el gradode Licenciada en Medicina y Farmacia en 1888 titulada Breves observaciones sobrela aparicioacuten de la pubertad en la mujer chilena i de las disposiciones patoloacutegicas pro- pias del sexo Ese mismo antildeo Matilde Brandeau primera abogada en el paiacutes publicasu memoria de grado titulada Derechos civiles de la mujer

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No todas [las autoras] han sabido mover sus fuerzas antes delanzarse a la produccioacuten de maacutes de un geacutenero literario suma-mente difiacuteciles de abordar y en que los fracasos teniacutean que resul-tar inevitables El drama supone gran conocimiento de la vida yde sus pasiones que una nintildea por talentosa que sea no estaacute pre-

parada para abordar con eacutexito Y no creo pecar de exageracioacutenal afirmar que cosa parecida puede decirse de la novela para lacual por lo demaacutes nuestro pequentildeo escenario social no ofrecesino contadiacutesimos recursos a la inventiva Bajo este punto de

vista nuestras literatas tienen que luchar con dificultades casiinsuperables para que los personajes que presentan en accioacutenlleguen a despertar mediano intereacutes (xiii La cursiva es nuestra)

Es maacutes frente a dichas dificultades Medina no duda enaconsejar a las mujeres de nutrirse de un mayor capital litera-rio ldquoEs de todo punto necesario una cultura literaria previa

que por el momento es lo que a mi juicio deben procurar al-canzar nuestras escritoras si quieren no hacer obra delezna-blerdquo (la cursiva es nuestra) Al mirar de soslayo la produccioacutenliteraria femenina la evaluacioacuten de Medina no soacutelo coincidecon la apreciacioacuten generalizada de la criacutetica epocal que de-fendiacutea (impliacutecita o expliacutecitamente) la superioridad masculi-na en el dominio de los recursos conocimientos y competen-cias en la produccioacuten de significantes al interior del campoliterario sino que ademaacutes revela mecanismos de exclusioacutenesteacutetica que tienen su origen precisamente en las semantiza-ciones jeraacuterquicas derivadas de la diferencia sexual Y es quela falta de ldquoexperienciardquo ldquoconocimiento de la vida y sus pa-sionesrdquo la escasez de ldquocultura literariardquo principales falenciasque el autor sentildeala en las escritoras resultan ser saberes quehistoacutericamente han remitido a un orden masculino ligado ala esfera puacuteblica y la cultura el cual actuacutea como contrapunto

del orden asociado a lo femenino ligado a la esfera privada ylas labores domeacutestico-reproductivas Desnaturalizando estehistoacuterico lugar de subalternidad que ha afectado a la mujertanto en el plano social como simboacutelico la escritora DiamelaEltit ha puntualizado

Este hecho no puede ser desligado de las esferas simboacutelicasestaacute alliacute e instala discursos de dominacioacuten y castracioacuten en elaacutembito literario que nos reconsignan en estos discursos criacute-ticos o seudocriacuteticos como ldquomenosrdquo Existen estrategias tec-nologiacuteas taacutecticas para construir mapas y geografiacuteas de poderliterario (276 La cursiva es nuestra)

Como vemos las restricciones sociales y los imperativosde geacutenero que regulan las praacutecticas simboacutelicas de las sujetos

femeninos condicionaraacuten su acceso a ciertas zonas vedadasterritorios donde se entretejen silenciosas enrevesadas sinembargo aplastantes relaciones de saber poder en las cualesla literatura no seraacute la excepcioacuten

IV ldquoM983157983146983141983154983141983155 983152983290983138983148983145983139983137983155rdquo 983141983155983139983154983145983156983157983154983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983161

983139983151983141983154983139983145983151983150983141983155 983140983141983148 983155983145983155983156983141983149983137 983155983141983160983151983143983273983150983141983154983151

Hasta acaacute hemos visto coacutemo la estrechez del campo culturaly el mercado de impresos en el siglo XIX habiacutean incidido en

la marginal participacioacuten de las mujeres en el aacutembito de lapublicacioacuten de discursos (y en particular de libros) Si a estole sumamos la histoacuterica posicioacuten de subalternidad que handebido experimentar tanto en el plano social como especiacute-ficamente en la esfera de la cultura letrada resulta legiacutetimoabrir la interrogante hacia la posicioacuten de las propias mujeres

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respecto a este tipo de praacutectica en otras palabras iquestQueacute sig-nificaba para una mujer del siglo XIX escribir o el gesto maacutesosado auacuten de publicar

Esta pregunta ya la habiacutea intentado responder AdrianaValdeacutes quien ha sentildealado que en relacioacuten a la escritura con

aqueacutel ldquohacerrdquo y ldquotomarse la palabrardquo la situacioacuten de las muje-res ha sido de una ldquodocumentada incomodidadrdquo (251) Dichamolestia sostiene es transversal a nuestras escritoras desdeel caso de las religiosas coloniales pasando por las literatasdel siglo XIX e incluso en autoras de la primera mitad del si-glo XX hoy consagradas por la criacutetica como Gabriela Mistraly Mariacutea Luisa Bombal34 Para ingresar a la ldquociudad letradardquo oldquoescriturariardquo todas ellas han debido recurrir a una serie deestrategias y recursos que tienen como denominador comuacutenel ldquoponerse en su lugarrdquo vale decir reconocer su posicioacuten de

inferioridad frente a un Otro duentildeo del poder y del orden delos signos Por ello Valdeacutes concluye que la literatura desdesiempre ha representado ldquoun corral ajenordquo para las mujeres(en el caso chileno la metaacutefora del corral podriacutea verse refor-zada con la posicioacuten subalterna que tendriacutea nuestra literaturaen relacioacuten a la metroacutepolis) Resulta interesante a este res-pecto reparar en el testimonio de nuestras propias escritorasquienes de manera expliacutecita o bien apelando a una serie de

34 Ambas autoras al igual que otras como Teresa Wilms curiosamente decidenpublicar sus primeros libros en el extranjero Mistral da a luz Desolacioacuten en EstadosUnidos el antildeo 1922 (a insistencia de Federico de Oniacutes) B ombal publica el antildeo 1934La uacuteltima niebla en Buenos Aires (con el apoyo de Neruda y Borges entre otros)y Wilms en aquella misma ciudad publicaraacute sus primeros poemarios InquietudesSentimentales y Los tres cantos en 1917 (tambieacuten con el apoyo de intelectuales comoVicente Huidobro) De acaacute se pueden desprender al menos dos cosas la incomodi-dad o dificultad que probablemente experimentaron las autoras para publicar suslibros en el paiacutes y la presencia siempre constante de una autoridad masculina quedesde el exterior insta (y autoriza) a las autoras a entrar en el campo de las letras

subterfugios manifiestan la conciencia de esa sujecioacuten Es elcaso de Mercedes Mariacuten quien en una carta privada dirigidaal escritor argentino Juan Mariacutea Gutieacuterrez le confiesa las ten-siones que experimenta frente a su quehacer escritural

Se me preguntaraacute tal vez por queacute no he cultivado maacutes mis dis-posiciones naturales y voy a satisfacer a esta objecioacuten Desdemuy pequentildea me hicieron entender mis padres que cualquieraque fuese la instruccioacuten que yo llegase a adquirir por medio dela lectura era necesario saber callar Cuando empeceacute a reflexio-nar por miacute misma conociacute cuaacuten acertado era a este respecto sumodo de pensar y exageraacutendolo tal vez en demasiacutea juzgueacute queuna mujer literata en estos paiacuteses era un fenoacutemeno extrantildeo aca-so ridiacuteculo y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigiriacuteade miacute hasta cierto punto el sacrificio de mi felicidad personal[hellip] Una reputacioacuten literaria habriacutea sido para miacute una carga in-

soportable (Batticuore 112 Las cursivas son nuestras)

Las palabras de Mercedes Mariacuten resultan sumamenteilustrativas para retratar la problemaacutetica relacioacuten que existiacuteadurante el siglo XIX entre las mujeres y el acceso al sabery maacutes especiacuteficamente entre las mujeres y la praacutectica de laescritura y la publicacioacuten Tal como alguna vez lo tuviera quehacer Sor Juana Ineacutes de la Cruz Mariacuten reniega de su intereacutespor el conocimiento y la literatura no soacutelo al afirmar quesiempre fue ldquoajenardquo a este tipo de ldquopretensionesrdquo (leacutease en sudoble sentido de objetivo anhelo y de ldquopretenciosidadrdquo) sinoque tambieacuten rechazando y desembarazaacutendose del acto vo-litivo intelectual que implica la escritura De esta manera justificaraacute esta praacutectica aludiendo a su caraacutecter involuntarioy principalmente emotivo territorio por excelencia asocia-do a un orden femenino Al mismo tiempo y al igual que

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la religiosa va a tener clara conciencia de la necesidad enuna sociedad patriarcal como lo era aquella de ldquosaber ca-llar cuando se sabiacuteardquo (Ludmer 1984) imperativo taacutecito queoperaba incluso en familias ilustradas como las de la autora(su padre era meacutedico su madre una culta y reputada salon-

niegravere y su hermano un destacado escritor y filoacutesofo profesordel Instituto Nacional) en donde el traacutefico y discusioacuten deideas era bastante comuacuten Y es que a diferencia de lo queocurriacutea con sus pares varones la lectura y el conocimientoeran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debiacuteasaber callar si no queriacutea ser tomada por ridiacutecula o pedante(ldquoel saber es contrario a la feminidadrdquo sosteniacutea Michelle Pe-rrot) de ahiacute que intentar hacerse un camino como escritorafuera concebido por Mariacuten como un proyecto sencillamentedescabellado (ldquoextrantildeordquo ldquoacaso ridiacuteculordquo) el que a la vez que

la exponiacutea peligrosamente a la reprobacioacuten yo marginacioacutensocial al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro-pia felicidad No obstante ello y pese a la serie de limita-ciones que coaccionaban su vocacioacuten intelectual la autoraigualmente se aventuraraacute en estas territorialidades vedadasasumiendo ya sea como maacutescara o precaucioacuten los valores dela prudencia y el pudor ldquorecordemos que etimoloacutegicamenteel pudor estaacute asociado a la timidez la verguumlenza el recato lacastidad y el sentido del honor valores todos muy estimadosen la vida de las mujeresrdquo (Batticuore 190)

Como han sentildealado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti-cuore (2005) la escritura de las mujeres sobre todo duranteel siglo XIX estaba siempre en pugna con un ldquoimaginariomoralizanterdquo el cual ldquosancionaba fuera del aacutembito estricta-mente legal y se vinculaba a lo cotidianordquo De esta manera elimperativo moral de la ldquohonra femeninardquo de la cual dependiacutea

la ldquohonra familiarrdquo se constituyoacute como un ldquoimportante dis-curso hegemoacutenico de control y vigilancia de los comporta-mientos y cuerpos de hombres pero principalmente de lasmujeres en el siglo XIXrdquo (Arcos 35) mecanismo de controlque ya veniacutea operando vale agregar desde la Colonia De

aquiacute el temor de que una mujer publicara pues precisamen-te ldquoponiacutea en juego la moral familiar al agrietar el ideal dela mujer domeacutesticardquo De esta manera la ldquono publicacioacutenrdquo seerigiacutea ldquocomo garantiacutea y condicioacuten de una mujer virtuosa quepracticaba la escriturardquo (Batticuore 191)

Esta opinioacuten respecto al conflicto moral que experimenta-ban las escritoras frente a la publicacioacuten va a ser respaldada porSusan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritorasromaacutenticas del siglo XIX sostendraacute que ldquoel arma maacutes podero-sa de la que se serviacutean quienes se oponiacutean a la participacioacuten

femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-dad de la literatura con la virtud femenina argumento que fueesgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritorasrdquo(Pastor 29) De aquiacute se desprende entonces que la mujer quedeseaba publicar no soacutelo debiacutea seleccionar atentamente los te-mas y geacuteneros a los que iba a recurrir sino que ademaacutes debiacuteaapelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en sunatural lugar de inferioridad Estas operaciones nacidas deltemor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal a veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-culparse por un pasatiempo tan ldquopresuntuosordquo a despreciar-se intelectualmente ldquopresentando sus producciones artiacutesticascomo meras insignificancias ideadas para divertir y distraera los lectores en momentos de ociosidadrdquo (Gilbert y Gubart76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del puacuteblico lector opeor auacuten sus ataques burlas yo descalificaciones

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

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Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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B983145983138983148983145983151983143983154983137983142983277983137

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PASTOR Briacutegida El discurso de Gertrudis Goacutemez de Avella-neda identidad femenina y otredad Alicante Universi-dad de Alicante 2002

POBLETE Juan La literatura chilena del siglo XIX Entre puacuteblicos lectores y figuras autoriales Santiago CuartoPropio 2003

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SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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praacutecticas o manifestaciones discursivas que a su juicio pu-dieran sonar a laicas o librepensantes yo representaran unaamenaza para la hegemoniacutea de la eacutelite letrada acostumbradaa monopolizar el poder de la letra Desde esta perspectivaiquestqueacute maacutes representativo entonces de este temor que la ima-

gen ilustrada intimidantemente hereacutetica que se asociaba ala imprenta iquestqueacute maacutes peligroso tambieacuten que su capacidadde propagar la palabra escrita entre los no iniciados de des-pojarla de su caraacutecter selectivo y vulgarizarla Visto asiacute resul-ta comprensible por tanto que la produccioacuten intelectual delperiacuteodo se haya visto en general12 severamente atrofiada

Si bien el fenoacutemeno de la imprenta fue un aconteci-miento sin duda significativo en el despertar intelectual dela nacioacuten cabe aclarar que su funcioacuten al menos durante susinicios estuvo estrictamente supeditada a satisfacer las ne-cesidades juriacutedico-administrativas del nuevo gobierno Deahiacute que los primeros textos que salieron a la luz guardaranrelacioacuten con materias relativas a asuntos de esa iacutendole talescomo ordenanzas leyes asiacute como tambieacuten los primeros pa-peles perioacutedicos oficialistas Habraacute que esperar algunos antildeosmaacutes para que otras imprentas esta vez gestionadas por capi-tales privados se ocuparan de la impresioacuten de una maacutes am-plia clase de textos desde perioacutedicos a revistas pasando portratados cientiacuteficos histoacutericos legislativos filosoacuteficos obras

literarias boletines comerciales por mencionar los principa-les Esta diversificacioacuten potencioacute a su vez el aumento en elnuacutemero de autores (productores) y lectores (consumidores)

12 No obstante cabe aclarar que los innumerables textos que se conservan del pe-riacuteodo colonial y que han dado paso sobre todo en el uacuteltimo tiempo a una profusioacutende estudios estaacuten centrados en materias eclesiaacutesticas o poliacutetica-administrativassiendo muy pocos los trabajos orientados al campo de las artes la literatura la filo-sofiacutea o las ciencias

aspecto importantiacutesimo que no puede dejarse de lado Estasimprentas que a partir de las deacutecadas 1830 y 1840 se instala-ron preferentemente en ciudades como Santiago y Valparaiacute-so no soacutelo marcaron el puntapieacute inicial para la activacioacuten deun mercado de impresos sino que ademaacutes contribuyeron a

traveacutes de la difusioacuten de nuevos autores y textos a la confor-macioacuten de un embrionario campo cultural13

Seraacute en este contexto signado por los esfuerzos del elen-co dirigente en dejar atraacutes el oscurantismo cultural asocia-do a la Colonia que se implementaraacuten una serie de poliacuteticasgubernamentales tendientes a encaminar a la nacioacuten en losideales del progreso y la ilustracioacuten Este impulso dio lugara la creacioacuten de una serie de instituciones educacionales yculturales que tendraacuten un rol sustancial en la configuracioacutendel emergente campo cultural como la Universidad de Chile(1842) la Escuela Normal de Preceptores (1842) la Escuelade Artes y Oficios (1849) la Academia de Pintura (1849) elConservatorio Nacional de Muacutesica (1850) el Teatro Munici-pal (1853) entre otras14 En esta misma direccioacuten se buscaraacutecombatir las elevadas cifras de analfabetismo de la poblacioacutena traveacutes de la creacioacuten de centenares de escuelas primarias y

13 Siguiendo a Bourdieu entenderemos porcampo cultural aquel espacio social enque tiene lugar la produccioacuten de bienes simboacutelicos de una sociedad y en el que segenera la competencia entre distintos grupos que pugnan por obtener legitimidadpara sus producciones intelectuales yo esteacuteticas (Bourdieu 1989) Uno de los re-quisitos para que exista este campo es su autonomiacutea (real pero relativa) respecto delos otros campos (por ejemplo el campo literario respecto a los campos legislativocientiacutefico etc) hecho que en nuestro contexto efectivamente se produciraacute soacutelo afinales de siglo14 Por ejemplo la Escuela de Arquitectura (1849) y la Escuela Normal de Pre-ceptoras (1853) Es interesante advertir que esta uacuteltima a diferencia de las otrasinstituciones fue la uacutenica que estuvo bajo la tutela de sectores ligados a la Iglesiaespeciacuteficamente de las religiosas del Sagrado Corazoacuten de Jesuacutes

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secundarias15 asiacute como de decenas de ldquobibliotecas popularesrdquo vinculadas a eacutestas

Este entusiasmo por la ilustracioacuten celebrado por el sec-tor oligarca liberal propiciaraacute de igual forma el surgimientode ciertas ldquoinstituciones sociales modernasrdquo acuntildeando la ex-

presioacuten de Habermas (1990) como las sociedades clubessalones y sobre todo la prensa la cual tendraacute un auge ex-traordinario durante este siglo Todos ellos se constituyeronen lugares propicios para la discusioacuten de materias relaciona-das con la contingencia poliacutetica y otros temas propios de lalsquoalta cultura burguesarsquo Seraacute en el seno de estas institucionessociales modernas donde se gestaraacuten movimientos intelec-tuales como los de la generacioacuten de 1842 de gran relevanciapara la historia y el desarrollo cultural del paiacutes

Esta serie de factores van a significar un importante avanceen materia cultural no obstante sus efectos todaviacutea se encuen-tren orientados a una poblacioacuten letrada maacutes bien reducida16aunque mucho maacutes amplia que en la Colonia17 En palabrasde Subercaseaux se ldquotratariacutea de instancias macro que van aincidir directa e indirectamente en el campo del librordquo (200063) objeto que a partir de entonces comenzaraacute a ser valorado

15 Por ejemplo en 1860 bajo el gobierno de Montt se creoacute la Ley de InstruccioacutenPrimaria por medio de la cual el Estado se comprometiacutea a educar gratuitamente anintildeos y nintildeas (Labarca 1939)16 Si bien ahora se disponiacutea de educacioacuten superior eacutesta seguiacutea siendo patrimoniode un grupo social geneacuterico-sexual y eacutetnico diferenciado hombres blancos y declase acomodada De hecho las mujeres solo pudieron ingresar a la universidad en1880 Por su parte las escuelas primarias si bien aumentan considerablemente sunuacutemero a partir de 1840 para 1865 auacuten no podiacutean revertir las alarmantes cifras deanalfabetismo el 83 de la poblacioacuten era analfabeta (Brunner 19)17 Analizando la composicioacuten del campo cultural chileno del siglo XIX el so-cioacutelogo Joseacute Joaquiacuten Brunner se referiraacute a este tipo de estructura social como unaldquoconstelacioacuten poliacutetico cultural oligarcardquo Este grupo perderaacute su hegemoniacutea solo aprincipios del siglo XX

como ldquovehiacuteculo insustituible de pensamientos ideas y cono-cimientos instrumento uacutenico y por excelencia para educar alos pueblosrdquo Bajo estas consideraciones si en la eacutepoca de laemancipacioacuten el foco estaba puesto en la imprenta como ldquomaacute-quina de la felicidadrdquo ahora se trasladaraacute al libro como ldquollave

del conocimientordquo instrumento capaz de sacar a la nacioacuten delletargo espiritual e intelectual en que yaciacutea desde la Colonia

Manifestacioacuten del auge que comenzaraacute a experimentar ellibro lo constituiraacute por ejemplo el crecimiento sostenido dela industria impresora18 y la eclosioacuten del comercio librero19 elcual entre 1840 y 1880 sufriraacute un proceso de desarrollo y pro-fesionalizacioacuten importante20 (empero continuacutee comerciali-zando preferentemente autores extranjeros) Es en esta direc-cioacuten que resulta interesante atender a la informacioacuten brindadapor Joseacute Victorino Lastarria (parafraseada por Subercaseaux)la cual nos permite formarnos una idea respecto a la cantidady tipos de libros que por entonces circulaban

Entre 1855 y 1860 se publicoacute un promedio de 72 tiacutetulos anualesde los cuales 13 correspondiacutean a obras originales de autores chi-lenos o residentes en el paiacutes 8 a textos de estudios 33 a folletoso libros religiosos y 18 de reimpresiones y traducciones de obras

18 Seguacuten apunta Bernardo Subercaseaux ldquoEn la deacutecada de 1840 ya funcionabanalrededor de 9 imprentas en Valparaiacuteso y otras tantas en Santiago la mayoriacutea deellas dedicadas a impresos perioacutedicos Seguacuten el censo industrial en 1867 habiacutea entodo el paiacutes treinta y ocho imprentas en 1871 cuarenta y nueve en 1875 ses enta yseis y alrededor de 80 en 1880rdquo (79)19 ldquoTiene razoacuten Pedro Pablo Figueroa [cuando] en su libro La libreriacutea en Chile(1896) postulaba un paralelismo entre el desenvolvimiento intelectual de 1842 y lainstitucionalizacioacuten de las libreriacuteasrdquo (Subercaseaux 91)20 A mediados de 1850 existiacutean varias libreriacuteas no s olo en Valparaiacuteso y Santiagosino tambieacuten en ciudades como Copiapoacute San Felipe y La Serena A eso debemosagregarle la irrupcioacuten de las ldquolibreriacuteas de viejordquo que comercializaban libros usados(Subercaseaux 90-91)

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europeas (desde poesiacutea y libretos de oacutepera hasta novelas y folle-tines) Diez antildeos maacutes tarde entre 1865 y 1869 se editaban unpromedio de 112 tiacutetulos por antildeo De eacutestos 17 correspondiacutean alibros de asuntos religiosos y los 95 restantes a textos de estu-dios obras originales y reimpresiones o traducciones europeas

(Subercaseaux 84)

Se desprende asiacute que a partir de la segunda mitad del si-glo XIX existiraacute una produccioacuten de libros que si bien todaviacuteaes limitada estaacute creciendo progresivamente al tiempo que vaadoptando una clara tendencia secularizante (Lastarria deslizaestos datos precisamente para sentildealar la influencia ultramon-tana dentro de la produccioacuten letrada) Estos cambios debenentenderse en el marco de un campo cultural en proceso dedesarrollo que soacutelo a finales de siglo alcanzaraacute su autonomiacutea

(respecto de otros campos como por ej el poliacutetico y el religio-so) De ahiacute por tanto que no resulte extrantildeo que la produc-cioacuten ldquoliterariardquo fuera de ser escasa obedeciera como la mayorparte de la produccioacuten intelectual del periacuteodo a un discursopoliacutetico de caraacutecter doctrinario y edificante cuyo norte esta-ba puesto en la construccioacuten de la nacioacuten Este hecho resultaparticularmente interesante pues nos permite introducir lapregunta respecto a quieacutenes eran los sujetos que efectivamenteteniacutean el derecho de apropiarse de ese discurso y por supuestode participar simboacutelicamente en la configuracioacuten del ideario

Estado-nacioacuten Es evidente que grupos sociales como las mu- jeres los sectores populares o de origen indiacutegena no fueronconsiderados en tal proceso de inscripcioacuten La idea de una di-mensioacuten excluyente que todaviacutea cargaba la produccioacuten letradaqueda reforzada si atendemos nuevamente a las palabras deSubercaseaux quien nos sentildeala el caraacutecter de legitimacioacuten yconsagracioacuten intelectual que representaba el libro

La valoracioacuten del libro como un bien sociocultural en funcioacutende la civilizacioacuten va acompantildeada por una valoracioacuten del librocomo una finalidad en siacute como una instancia que conferiacuteaidentidad y existencia intelectual y que permitiacutea que los au-tores (muchas veces falto de pergaminos aristocraacuteticos) ins-

cribieran sus nombres en los cenaacuteculos de la eacutelite nacional(Subercaseaux 64 La cursiva es nuestra)

Esta idea del libro ldquocomo pergamino aristocraacuteticordquo nospermite visualizar las intrincadas relaciones de poder saberque se articulaban detraacutes de la publicacioacuten de este tipo deimpresos Aunque como hemos visto el mercado del librorecieacuten estaba tomando fuerza lo cierto es que constituiacutea unespacio privilegiado de acceso reducido y fuertemente ex-cluyente en el que operaban una serie de condicionantes

econoacutemicas poliacuteticas de clase geacutenero etnia entre las maacutespatentes La pregunta que emerge de este panorama se diri-ge al lugar especiacutefico que ocuparon las mujeres dentro de laemergente produccioacuten impresa

III L983137983155 983149983157983146983141983154983141983155 983137 983148983137 983152983137983148983141983155983156983154983137 983139983145983142983154983137983155 983161 983146983157983145983139983145983151983155

983154983141983155983152983141983139983156983151 983137 983155983157 983145983150983139983157983154983155983145983283983150 983141983150 983148983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983140983141

983145983149983152983154983141983155983151983155

Si bien es cierto que en las fuentes consultadas la produccioacuten

intelectual del periacuteodo se aborda sin distincioacuten de sexo (sehabla de libros y obras sin maacutes) sabemos que esta indife-renciacioacuten pasa por alto el hecho de que los textos son pro-ducidos por sujetos concretos con caracteriacutesticas socialeseacutetnicas y geneacuterico-sexuales especiacuteficas y que por tanto nose precisa ser muy perspicaz para sospechar que la mayoriacutea

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de los textos consignados en las fuentes citadas fueron publi-cados por hombres De esta forma asistimos una vez maacutesa una inscripcioacuten legitimadora aquella que en el reverso desu proceder genera una borradura una censura la exclusioacuteninstauradora de la analogiacutea que propone a la cultura la letra

como propiedad indisociable de lo masculinoNo puede desconocerse que la investigacioacuten de Medina

al revelarnos el listado de nombres de autoras y de tiacutetulospublicados durante la Colonia el siglo XIX y principios delXX responde a una necesidad de eacutepoca por un lado su tra-bajo adscribe al paradigma positivista auacuten en boga mientrasque por otro se enmarca en el horizonte del centenario re-publicano que movioacute a muchos intelectuales a la realizacioacutende un balance del trabajo intelectual y artiacutestico de un sigloDe esta forma el esfuerzo de Medina resulta altamente sig-nificativo si lo comparamos por ejemplo con el trabajo de-sarrollado por Jorge Huneeus Gana21 otro destacado hom-bre de letras del periacuteodo quien en su voluminoso Cuadrohistoacuterico de la produccioacuten intelectual en Chile que abarca des-de la Colonia hasta el antildeo 1908 fecha de publicacioacuten del li-bro soacutelo consigna a tres mujeres22 como las uacutenicas represen-tantes del geacutenero femenino en su recuento de la produccioacutenletrada Ahora bien y considerando sus diferencias ambosautores ratifican impliacutecitamente la misma tesis naturalizada

en el campo cultural de principios del siglo XX aquella queafirmaba la posicioacuten cuantitativa y cualitativamente secun-daria de la produccioacuten discursiva femenina frente a la de suspares varones

21 Poliacutetico abogado y escritor chileno22 Estas autoras corresponden a Mercedes Mariacuten Rosario Orrego y QuiteriaVaras

Decimos cuantitativamente pues por una parte tantolas autoras como los textos mencionados son escasos enel caso de geacuteneros literarios tradicionales como por ejem-plo la poesiacutea (que sabemos tampoco era una modalidaddiscursiva que se publicara en exceso) Medina consignaraacute

entre los antildeos 1837 (fecha de publicacioacuten del primer poe-ma impreso escrito por una mujer iniciativa llevaba a cabopor Mercedes Mariacuten23) y 1900 (momento en que el campoliterario comienza a autonomizarse y el mercado culturala ampliar maacutes) la modesta cifra de diez autoras que in-cursionan en el geacutenero las cuales publicaron un total dedieciocho textos entre folletos y libros en un total de se-senta y tres antildeos Lo mismo sucede en otras modalidadesliterarias como la narrativa donde contabiliza la cifra desiete autoras con un total de ocho textos 24 en un lapso detreinta y nueve antildeos (1861-1900) Cabe destacar que conexcepcioacuten de la traduccioacuten y de los textos ldquopedagoacutegicosrdquo25

23 Nos referimos ldquoAl Canto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquopoema escrito en 1837 por Mercedes Mariacuten del Solar Aunque publicado original-mente en las paacuteginas del perioacutedico El Araucano dirigido por Andreacutes Bello fue de-bido a la entusiasta recepcioacuten que despertoacute entre los lectores de entonces que estepoema se reimprimioacute meses maacutes t arde bajo la forma de folleto en la Imprenta de laOpinioacuten (6 pp)24 Rosario Orrego ( Alberto el jugador 1861) Pilar Miranda Velaacutesquez (Guillermoell 1878) Clementina de Ochoa (Guacutedula Lectura amena 1891) Celeste LasabeCruz Coke (Rosa de abril 1892) Mercedes Praacutexenes (La evolucioacuten de Paulina No-vela sicoloacutegica 1893) Genoveva B de Priori (Cuentos originales 1898) y Marie De-nis Marinot (Fleur de Mai 1895 y la Dama las turquesas 1898) Eso hasta 190025 Estos geacuteneros seraacuten los que maacutes faacutecilmente permitiraacuten el ingreso de las muje-res en la esfera letrada Su inscripcioacuten privilegiada en estos campos pensamos sedebe a que no representaban una amenaza para la autoridad letrada masculina Latraduccioacuten cargaba con el estigma de ser un ejercicio intelectual de segundo orden(pues reproduciacutea las palabras de otro) mientras que la pedagogiacutea era consideradala extensioacuten de la labor educativa que por naturaleza realizaba la mujer en el espacioprivado domeacutestico

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la participacioacuten femenina en otras modalidades discursi- vas es bastante reducida Es el caso del ldquoteatrordquo (con untexto de Amelia Solar de Claro poeta y sobrina de Mer-cedes Mariacuten)26 el ldquoperiodismordquo (Medina menciona soacutelotres publicaciones perioacutedicas dirigidas por mujeres)27 y la

ldquohistoriardquo (tres autoras cuatro textos)28 geacuteneros mdashespe-cialmente los dos uacuteltimosmdash que durante el siglo XIX seconstituyeron en espacios privilegiados para la inscr ipcioacutenfalologoceacutentrica

Fuera de la escasez de impresos la publicacioacuten de estostambieacuten seraacute bastante tardiacutea De ahiacute que por ejemplo nue- vamente en el caso de la poesiacutea se impriman tan solo cuatrofolletos (todos de Mercedes Mariacuten)29 desde 1837 hasta 1880fecha en que por primera vez una mujer publica un libro depoesiacutea (hablamos de Mariacutea Delfina Hidalgo con sus Ensa- yos poeacuteticos) O en narrativa donde si bien la primera novelaescrita por una mujer es temprana la ya referida Alberto el

26 Mariacutea Cenicienta Juguete coacutemico en dos actos i cuatro cuadro Imprenta del Pro-greso Santiago 188427 Nos referimos a La Revista de Valparaiacuteso (1873-1874) de Rosario Orrego Fa-milia (1890) de Celeste Cruz Coke y La Mujer (1897) de Lucrecia UndurragaRefirieacutendose al geacutenero el autor sostendraacute ldquoAl hablar de periodismo tenemos queconcretar su concepto al de una que otra revista que ha visto o ve la luz puacuteblica maacuteso menos de tarde en tarderdquo (1923 217)28 Dos textos de Mercedes Mariacuten (un ldquoelogio histoacutericordquo y un ldquoesbozo biograacuteficordquo)una biografiacutea de la educadora Antonia Tarragoacute publicada por Amelia Charpiacuten y untrabajo de caraacutecter e clesiaacutestico anoacutenimo29 El citado ldquoCanto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquo (1837)Algunos antildeos despueacutes la misma autora publicariacutea otros cuatro poemas valieacutendosedel mismo formato nos referimos a ldquoActo de contricionrdquo en 1848 (1 paacuteg Imprentade la Sociedad) ldquoLa Caridad Ofrenda dedicada a la sentildeora dontildea Antonia Salasrdquoen 1855 (8 pp Imprenta Nacional) ldquoCanto a la patria dedicado a la Sociedad deInstruccioacuten Primaria de Santiagordquo en 1857 (8 pp Imprenta del Paiacutes) y finalmenteldquoCanto fuacutenebre a la memoria del ciudadano Joseacute Romerordquo (14 pp Imprenta delConservador) en 1858

jugador 30 de Rosario Orrego de 1861 (novela por cierto quefue presentada al certamen narrativo organizado en 1860 porla Universidad de Chile31) habraacute que aguardar hasta 1878 paraque otra mujer se atreva a incursionar en el geacutenero32 Algo si-milar ocurre con los geacuteneros ldquocientiacuteficosrdquo y otros como el legis-

lativo en los que la situacioacuten se presentaraacute auacuten maacutes diferida33Ahora bien si la exigua y tardiacutea produccioacuten impresa fe-

menina no resulta elocuente para mostrar el grado de ex-clusioacuten que sufriacutean mujeres en el espacio letrado lo seraacute elescrutinio criacutetico general del mismo investigador En efectoMedina no soacutelo se limita a contabilizar las aportaciones fe-meninas sino que ademaacutes desliza algunos comentarios criacute-ticos significativos respecto a ella Asiacute refirieacutendose a la nove-la y el drama sostendraacute que

30 Esta fue publicada primeramente por entregas en 1860 en las paacuteginas de la ldquoRe- vista del Paciacuteficordquo y un antildeo maacutes tarde en formato libro Lamentablemente no hemospodido acceder al original de esta edicioacuten independiente conformaacutendonos soacutelo conla versioacuten de la ya mencionada revista y la reedicioacuten que el antildeo 2001 hizo la Edito-rial Cuarto Propio31 Sin embargo debido a que el texto fue presentado fuera de los plazos estipula-dos por el jurado finalmente quedoacute descalificado De esta forma el primer lugar loobtuvo el escritor Alberto Blest Gana con su novela La aritmeacutetica del amor reco-nocimiento que un mes despueacutes le valioacute ser nombrado miembro de nuacutemero de laFacultad de Filosofiacutea y Humanidades de la misma institucioacuten logrando un lugarldquoautorizadordquo en el campo cultural chileno En este sentido resulta interesante adver-tir que tras la presentacioacuten de Orrego al concurso poco tiempo despueacutes si bien no va a ser nominada a la Universidad su novela siacute llegue a ser publicada nada menosque con proacutelogo del escritor peruano Ricardo Palma De alguna forma podemosespecular la presentacioacuten a este certamen se transformoacute en una plataforma de legi-timacioacuten para los incipientes escritores que participaron en eacuteste32 Ver nota 2333 Eloiacutesa Diacuteaz primera meacutedico chilena publica su memoria para obtener el gradode Licenciada en Medicina y Farmacia en 1888 titulada Breves observaciones sobrela aparicioacuten de la pubertad en la mujer chilena i de las disposiciones patoloacutegicas pro- pias del sexo Ese mismo antildeo Matilde Brandeau primera abogada en el paiacutes publicasu memoria de grado titulada Derechos civiles de la mujer

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No todas [las autoras] han sabido mover sus fuerzas antes delanzarse a la produccioacuten de maacutes de un geacutenero literario suma-mente difiacuteciles de abordar y en que los fracasos teniacutean que resul-tar inevitables El drama supone gran conocimiento de la vida yde sus pasiones que una nintildea por talentosa que sea no estaacute pre-

parada para abordar con eacutexito Y no creo pecar de exageracioacutenal afirmar que cosa parecida puede decirse de la novela para lacual por lo demaacutes nuestro pequentildeo escenario social no ofrecesino contadiacutesimos recursos a la inventiva Bajo este punto de

vista nuestras literatas tienen que luchar con dificultades casiinsuperables para que los personajes que presentan en accioacutenlleguen a despertar mediano intereacutes (xiii La cursiva es nuestra)

Es maacutes frente a dichas dificultades Medina no duda enaconsejar a las mujeres de nutrirse de un mayor capital litera-rio ldquoEs de todo punto necesario una cultura literaria previa

que por el momento es lo que a mi juicio deben procurar al-canzar nuestras escritoras si quieren no hacer obra delezna-blerdquo (la cursiva es nuestra) Al mirar de soslayo la produccioacutenliteraria femenina la evaluacioacuten de Medina no soacutelo coincidecon la apreciacioacuten generalizada de la criacutetica epocal que de-fendiacutea (impliacutecita o expliacutecitamente) la superioridad masculi-na en el dominio de los recursos conocimientos y competen-cias en la produccioacuten de significantes al interior del campoliterario sino que ademaacutes revela mecanismos de exclusioacutenesteacutetica que tienen su origen precisamente en las semantiza-ciones jeraacuterquicas derivadas de la diferencia sexual Y es quela falta de ldquoexperienciardquo ldquoconocimiento de la vida y sus pa-sionesrdquo la escasez de ldquocultura literariardquo principales falenciasque el autor sentildeala en las escritoras resultan ser saberes quehistoacutericamente han remitido a un orden masculino ligado ala esfera puacuteblica y la cultura el cual actuacutea como contrapunto

del orden asociado a lo femenino ligado a la esfera privada ylas labores domeacutestico-reproductivas Desnaturalizando estehistoacuterico lugar de subalternidad que ha afectado a la mujertanto en el plano social como simboacutelico la escritora DiamelaEltit ha puntualizado

Este hecho no puede ser desligado de las esferas simboacutelicasestaacute alliacute e instala discursos de dominacioacuten y castracioacuten en elaacutembito literario que nos reconsignan en estos discursos criacute-ticos o seudocriacuteticos como ldquomenosrdquo Existen estrategias tec-nologiacuteas taacutecticas para construir mapas y geografiacuteas de poderliterario (276 La cursiva es nuestra)

Como vemos las restricciones sociales y los imperativosde geacutenero que regulan las praacutecticas simboacutelicas de las sujetos

femeninos condicionaraacuten su acceso a ciertas zonas vedadasterritorios donde se entretejen silenciosas enrevesadas sinembargo aplastantes relaciones de saber poder en las cualesla literatura no seraacute la excepcioacuten

IV ldquoM983157983146983141983154983141983155 983152983290983138983148983145983139983137983155rdquo 983141983155983139983154983145983156983157983154983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983161

983139983151983141983154983139983145983151983150983141983155 983140983141983148 983155983145983155983156983141983149983137 983155983141983160983151983143983273983150983141983154983151

Hasta acaacute hemos visto coacutemo la estrechez del campo culturaly el mercado de impresos en el siglo XIX habiacutean incidido en

la marginal participacioacuten de las mujeres en el aacutembito de lapublicacioacuten de discursos (y en particular de libros) Si a estole sumamos la histoacuterica posicioacuten de subalternidad que handebido experimentar tanto en el plano social como especiacute-ficamente en la esfera de la cultura letrada resulta legiacutetimoabrir la interrogante hacia la posicioacuten de las propias mujeres

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respecto a este tipo de praacutectica en otras palabras iquestQueacute sig-nificaba para una mujer del siglo XIX escribir o el gesto maacutesosado auacuten de publicar

Esta pregunta ya la habiacutea intentado responder AdrianaValdeacutes quien ha sentildealado que en relacioacuten a la escritura con

aqueacutel ldquohacerrdquo y ldquotomarse la palabrardquo la situacioacuten de las muje-res ha sido de una ldquodocumentada incomodidadrdquo (251) Dichamolestia sostiene es transversal a nuestras escritoras desdeel caso de las religiosas coloniales pasando por las literatasdel siglo XIX e incluso en autoras de la primera mitad del si-glo XX hoy consagradas por la criacutetica como Gabriela Mistraly Mariacutea Luisa Bombal34 Para ingresar a la ldquociudad letradardquo oldquoescriturariardquo todas ellas han debido recurrir a una serie deestrategias y recursos que tienen como denominador comuacutenel ldquoponerse en su lugarrdquo vale decir reconocer su posicioacuten de

inferioridad frente a un Otro duentildeo del poder y del orden delos signos Por ello Valdeacutes concluye que la literatura desdesiempre ha representado ldquoun corral ajenordquo para las mujeres(en el caso chileno la metaacutefora del corral podriacutea verse refor-zada con la posicioacuten subalterna que tendriacutea nuestra literaturaen relacioacuten a la metroacutepolis) Resulta interesante a este res-pecto reparar en el testimonio de nuestras propias escritorasquienes de manera expliacutecita o bien apelando a una serie de

34 Ambas autoras al igual que otras como Teresa Wilms curiosamente decidenpublicar sus primeros libros en el extranjero Mistral da a luz Desolacioacuten en EstadosUnidos el antildeo 1922 (a insistencia de Federico de Oniacutes) B ombal publica el antildeo 1934La uacuteltima niebla en Buenos Aires (con el apoyo de Neruda y Borges entre otros)y Wilms en aquella misma ciudad publicaraacute sus primeros poemarios InquietudesSentimentales y Los tres cantos en 1917 (tambieacuten con el apoyo de intelectuales comoVicente Huidobro) De acaacute se pueden desprender al menos dos cosas la incomodi-dad o dificultad que probablemente experimentaron las autoras para publicar suslibros en el paiacutes y la presencia siempre constante de una autoridad masculina quedesde el exterior insta (y autoriza) a las autoras a entrar en el campo de las letras

subterfugios manifiestan la conciencia de esa sujecioacuten Es elcaso de Mercedes Mariacuten quien en una carta privada dirigidaal escritor argentino Juan Mariacutea Gutieacuterrez le confiesa las ten-siones que experimenta frente a su quehacer escritural

Se me preguntaraacute tal vez por queacute no he cultivado maacutes mis dis-posiciones naturales y voy a satisfacer a esta objecioacuten Desdemuy pequentildea me hicieron entender mis padres que cualquieraque fuese la instruccioacuten que yo llegase a adquirir por medio dela lectura era necesario saber callar Cuando empeceacute a reflexio-nar por miacute misma conociacute cuaacuten acertado era a este respecto sumodo de pensar y exageraacutendolo tal vez en demasiacutea juzgueacute queuna mujer literata en estos paiacuteses era un fenoacutemeno extrantildeo aca-so ridiacuteculo y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigiriacuteade miacute hasta cierto punto el sacrificio de mi felicidad personal[hellip] Una reputacioacuten literaria habriacutea sido para miacute una carga in-

soportable (Batticuore 112 Las cursivas son nuestras)

Las palabras de Mercedes Mariacuten resultan sumamenteilustrativas para retratar la problemaacutetica relacioacuten que existiacuteadurante el siglo XIX entre las mujeres y el acceso al sabery maacutes especiacuteficamente entre las mujeres y la praacutectica de laescritura y la publicacioacuten Tal como alguna vez lo tuviera quehacer Sor Juana Ineacutes de la Cruz Mariacuten reniega de su intereacutespor el conocimiento y la literatura no soacutelo al afirmar quesiempre fue ldquoajenardquo a este tipo de ldquopretensionesrdquo (leacutease en sudoble sentido de objetivo anhelo y de ldquopretenciosidadrdquo) sinoque tambieacuten rechazando y desembarazaacutendose del acto vo-litivo intelectual que implica la escritura De esta manera justificaraacute esta praacutectica aludiendo a su caraacutecter involuntarioy principalmente emotivo territorio por excelencia asocia-do a un orden femenino Al mismo tiempo y al igual que

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la religiosa va a tener clara conciencia de la necesidad enuna sociedad patriarcal como lo era aquella de ldquosaber ca-llar cuando se sabiacuteardquo (Ludmer 1984) imperativo taacutecito queoperaba incluso en familias ilustradas como las de la autora(su padre era meacutedico su madre una culta y reputada salon-

niegravere y su hermano un destacado escritor y filoacutesofo profesordel Instituto Nacional) en donde el traacutefico y discusioacuten deideas era bastante comuacuten Y es que a diferencia de lo queocurriacutea con sus pares varones la lectura y el conocimientoeran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debiacuteasaber callar si no queriacutea ser tomada por ridiacutecula o pedante(ldquoel saber es contrario a la feminidadrdquo sosteniacutea Michelle Pe-rrot) de ahiacute que intentar hacerse un camino como escritorafuera concebido por Mariacuten como un proyecto sencillamentedescabellado (ldquoextrantildeordquo ldquoacaso ridiacuteculordquo) el que a la vez que

la exponiacutea peligrosamente a la reprobacioacuten yo marginacioacutensocial al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro-pia felicidad No obstante ello y pese a la serie de limita-ciones que coaccionaban su vocacioacuten intelectual la autoraigualmente se aventuraraacute en estas territorialidades vedadasasumiendo ya sea como maacutescara o precaucioacuten los valores dela prudencia y el pudor ldquorecordemos que etimoloacutegicamenteel pudor estaacute asociado a la timidez la verguumlenza el recato lacastidad y el sentido del honor valores todos muy estimadosen la vida de las mujeresrdquo (Batticuore 190)

Como han sentildealado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti-cuore (2005) la escritura de las mujeres sobre todo duranteel siglo XIX estaba siempre en pugna con un ldquoimaginariomoralizanterdquo el cual ldquosancionaba fuera del aacutembito estricta-mente legal y se vinculaba a lo cotidianordquo De esta manera elimperativo moral de la ldquohonra femeninardquo de la cual dependiacutea

la ldquohonra familiarrdquo se constituyoacute como un ldquoimportante dis-curso hegemoacutenico de control y vigilancia de los comporta-mientos y cuerpos de hombres pero principalmente de lasmujeres en el siglo XIXrdquo (Arcos 35) mecanismo de controlque ya veniacutea operando vale agregar desde la Colonia De

aquiacute el temor de que una mujer publicara pues precisamen-te ldquoponiacutea en juego la moral familiar al agrietar el ideal dela mujer domeacutesticardquo De esta manera la ldquono publicacioacutenrdquo seerigiacutea ldquocomo garantiacutea y condicioacuten de una mujer virtuosa quepracticaba la escriturardquo (Batticuore 191)

Esta opinioacuten respecto al conflicto moral que experimenta-ban las escritoras frente a la publicacioacuten va a ser respaldada porSusan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritorasromaacutenticas del siglo XIX sostendraacute que ldquoel arma maacutes podero-sa de la que se serviacutean quienes se oponiacutean a la participacioacuten

femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-dad de la literatura con la virtud femenina argumento que fueesgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritorasrdquo(Pastor 29) De aquiacute se desprende entonces que la mujer quedeseaba publicar no soacutelo debiacutea seleccionar atentamente los te-mas y geacuteneros a los que iba a recurrir sino que ademaacutes debiacuteaapelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en sunatural lugar de inferioridad Estas operaciones nacidas deltemor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal a veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-culparse por un pasatiempo tan ldquopresuntuosordquo a despreciar-se intelectualmente ldquopresentando sus producciones artiacutesticascomo meras insignificancias ideadas para divertir y distraera los lectores en momentos de ociosidadrdquo (Gilbert y Gubart76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del puacuteblico lector opeor auacuten sus ataques burlas yo descalificaciones

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

983137983148983156983141983154983150983137983156983145983158983151

Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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B983145983138983148983145983151983143983154983137983142983277983137

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SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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secundarias15 asiacute como de decenas de ldquobibliotecas popularesrdquo vinculadas a eacutestas

Este entusiasmo por la ilustracioacuten celebrado por el sec-tor oligarca liberal propiciaraacute de igual forma el surgimientode ciertas ldquoinstituciones sociales modernasrdquo acuntildeando la ex-

presioacuten de Habermas (1990) como las sociedades clubessalones y sobre todo la prensa la cual tendraacute un auge ex-traordinario durante este siglo Todos ellos se constituyeronen lugares propicios para la discusioacuten de materias relaciona-das con la contingencia poliacutetica y otros temas propios de lalsquoalta cultura burguesarsquo Seraacute en el seno de estas institucionessociales modernas donde se gestaraacuten movimientos intelec-tuales como los de la generacioacuten de 1842 de gran relevanciapara la historia y el desarrollo cultural del paiacutes

Esta serie de factores van a significar un importante avanceen materia cultural no obstante sus efectos todaviacutea se encuen-tren orientados a una poblacioacuten letrada maacutes bien reducida16aunque mucho maacutes amplia que en la Colonia17 En palabrasde Subercaseaux se ldquotratariacutea de instancias macro que van aincidir directa e indirectamente en el campo del librordquo (200063) objeto que a partir de entonces comenzaraacute a ser valorado

15 Por ejemplo en 1860 bajo el gobierno de Montt se creoacute la Ley de InstruccioacutenPrimaria por medio de la cual el Estado se comprometiacutea a educar gratuitamente anintildeos y nintildeas (Labarca 1939)16 Si bien ahora se disponiacutea de educacioacuten superior eacutesta seguiacutea siendo patrimoniode un grupo social geneacuterico-sexual y eacutetnico diferenciado hombres blancos y declase acomodada De hecho las mujeres solo pudieron ingresar a la universidad en1880 Por su parte las escuelas primarias si bien aumentan considerablemente sunuacutemero a partir de 1840 para 1865 auacuten no podiacutean revertir las alarmantes cifras deanalfabetismo el 83 de la poblacioacuten era analfabeta (Brunner 19)17 Analizando la composicioacuten del campo cultural chileno del siglo XIX el so-cioacutelogo Joseacute Joaquiacuten Brunner se referiraacute a este tipo de estructura social como unaldquoconstelacioacuten poliacutetico cultural oligarcardquo Este grupo perderaacute su hegemoniacutea solo aprincipios del siglo XX

como ldquovehiacuteculo insustituible de pensamientos ideas y cono-cimientos instrumento uacutenico y por excelencia para educar alos pueblosrdquo Bajo estas consideraciones si en la eacutepoca de laemancipacioacuten el foco estaba puesto en la imprenta como ldquomaacute-quina de la felicidadrdquo ahora se trasladaraacute al libro como ldquollave

del conocimientordquo instrumento capaz de sacar a la nacioacuten delletargo espiritual e intelectual en que yaciacutea desde la Colonia

Manifestacioacuten del auge que comenzaraacute a experimentar ellibro lo constituiraacute por ejemplo el crecimiento sostenido dela industria impresora18 y la eclosioacuten del comercio librero19 elcual entre 1840 y 1880 sufriraacute un proceso de desarrollo y pro-fesionalizacioacuten importante20 (empero continuacutee comerciali-zando preferentemente autores extranjeros) Es en esta direc-cioacuten que resulta interesante atender a la informacioacuten brindadapor Joseacute Victorino Lastarria (parafraseada por Subercaseaux)la cual nos permite formarnos una idea respecto a la cantidady tipos de libros que por entonces circulaban

Entre 1855 y 1860 se publicoacute un promedio de 72 tiacutetulos anualesde los cuales 13 correspondiacutean a obras originales de autores chi-lenos o residentes en el paiacutes 8 a textos de estudios 33 a folletoso libros religiosos y 18 de reimpresiones y traducciones de obras

18 Seguacuten apunta Bernardo Subercaseaux ldquoEn la deacutecada de 1840 ya funcionabanalrededor de 9 imprentas en Valparaiacuteso y otras tantas en Santiago la mayoriacutea deellas dedicadas a impresos perioacutedicos Seguacuten el censo industrial en 1867 habiacutea entodo el paiacutes treinta y ocho imprentas en 1871 cuarenta y nueve en 1875 ses enta yseis y alrededor de 80 en 1880rdquo (79)19 ldquoTiene razoacuten Pedro Pablo Figueroa [cuando] en su libro La libreriacutea en Chile(1896) postulaba un paralelismo entre el desenvolvimiento intelectual de 1842 y lainstitucionalizacioacuten de las libreriacuteasrdquo (Subercaseaux 91)20 A mediados de 1850 existiacutean varias libreriacuteas no s olo en Valparaiacuteso y Santiagosino tambieacuten en ciudades como Copiapoacute San Felipe y La Serena A eso debemosagregarle la irrupcioacuten de las ldquolibreriacuteas de viejordquo que comercializaban libros usados(Subercaseaux 90-91)

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europeas (desde poesiacutea y libretos de oacutepera hasta novelas y folle-tines) Diez antildeos maacutes tarde entre 1865 y 1869 se editaban unpromedio de 112 tiacutetulos por antildeo De eacutestos 17 correspondiacutean alibros de asuntos religiosos y los 95 restantes a textos de estu-dios obras originales y reimpresiones o traducciones europeas

(Subercaseaux 84)

Se desprende asiacute que a partir de la segunda mitad del si-glo XIX existiraacute una produccioacuten de libros que si bien todaviacuteaes limitada estaacute creciendo progresivamente al tiempo que vaadoptando una clara tendencia secularizante (Lastarria deslizaestos datos precisamente para sentildealar la influencia ultramon-tana dentro de la produccioacuten letrada) Estos cambios debenentenderse en el marco de un campo cultural en proceso dedesarrollo que soacutelo a finales de siglo alcanzaraacute su autonomiacutea

(respecto de otros campos como por ej el poliacutetico y el religio-so) De ahiacute por tanto que no resulte extrantildeo que la produc-cioacuten ldquoliterariardquo fuera de ser escasa obedeciera como la mayorparte de la produccioacuten intelectual del periacuteodo a un discursopoliacutetico de caraacutecter doctrinario y edificante cuyo norte esta-ba puesto en la construccioacuten de la nacioacuten Este hecho resultaparticularmente interesante pues nos permite introducir lapregunta respecto a quieacutenes eran los sujetos que efectivamenteteniacutean el derecho de apropiarse de ese discurso y por supuestode participar simboacutelicamente en la configuracioacuten del ideario

Estado-nacioacuten Es evidente que grupos sociales como las mu- jeres los sectores populares o de origen indiacutegena no fueronconsiderados en tal proceso de inscripcioacuten La idea de una di-mensioacuten excluyente que todaviacutea cargaba la produccioacuten letradaqueda reforzada si atendemos nuevamente a las palabras deSubercaseaux quien nos sentildeala el caraacutecter de legitimacioacuten yconsagracioacuten intelectual que representaba el libro

La valoracioacuten del libro como un bien sociocultural en funcioacutende la civilizacioacuten va acompantildeada por una valoracioacuten del librocomo una finalidad en siacute como una instancia que conferiacuteaidentidad y existencia intelectual y que permitiacutea que los au-tores (muchas veces falto de pergaminos aristocraacuteticos) ins-

cribieran sus nombres en los cenaacuteculos de la eacutelite nacional(Subercaseaux 64 La cursiva es nuestra)

Esta idea del libro ldquocomo pergamino aristocraacuteticordquo nospermite visualizar las intrincadas relaciones de poder saberque se articulaban detraacutes de la publicacioacuten de este tipo deimpresos Aunque como hemos visto el mercado del librorecieacuten estaba tomando fuerza lo cierto es que constituiacutea unespacio privilegiado de acceso reducido y fuertemente ex-cluyente en el que operaban una serie de condicionantes

econoacutemicas poliacuteticas de clase geacutenero etnia entre las maacutespatentes La pregunta que emerge de este panorama se diri-ge al lugar especiacutefico que ocuparon las mujeres dentro de laemergente produccioacuten impresa

III L983137983155 983149983157983146983141983154983141983155 983137 983148983137 983152983137983148983141983155983156983154983137 983139983145983142983154983137983155 983161 983146983157983145983139983145983151983155

983154983141983155983152983141983139983156983151 983137 983155983157 983145983150983139983157983154983155983145983283983150 983141983150 983148983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983140983141

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Si bien es cierto que en las fuentes consultadas la produccioacuten

intelectual del periacuteodo se aborda sin distincioacuten de sexo (sehabla de libros y obras sin maacutes) sabemos que esta indife-renciacioacuten pasa por alto el hecho de que los textos son pro-ducidos por sujetos concretos con caracteriacutesticas socialeseacutetnicas y geneacuterico-sexuales especiacuteficas y que por tanto nose precisa ser muy perspicaz para sospechar que la mayoriacutea

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de los textos consignados en las fuentes citadas fueron publi-cados por hombres De esta forma asistimos una vez maacutesa una inscripcioacuten legitimadora aquella que en el reverso desu proceder genera una borradura una censura la exclusioacuteninstauradora de la analogiacutea que propone a la cultura la letra

como propiedad indisociable de lo masculinoNo puede desconocerse que la investigacioacuten de Medina

al revelarnos el listado de nombres de autoras y de tiacutetulospublicados durante la Colonia el siglo XIX y principios delXX responde a una necesidad de eacutepoca por un lado su tra-bajo adscribe al paradigma positivista auacuten en boga mientrasque por otro se enmarca en el horizonte del centenario re-publicano que movioacute a muchos intelectuales a la realizacioacutende un balance del trabajo intelectual y artiacutestico de un sigloDe esta forma el esfuerzo de Medina resulta altamente sig-nificativo si lo comparamos por ejemplo con el trabajo de-sarrollado por Jorge Huneeus Gana21 otro destacado hom-bre de letras del periacuteodo quien en su voluminoso Cuadrohistoacuterico de la produccioacuten intelectual en Chile que abarca des-de la Colonia hasta el antildeo 1908 fecha de publicacioacuten del li-bro soacutelo consigna a tres mujeres22 como las uacutenicas represen-tantes del geacutenero femenino en su recuento de la produccioacutenletrada Ahora bien y considerando sus diferencias ambosautores ratifican impliacutecitamente la misma tesis naturalizada

en el campo cultural de principios del siglo XX aquella queafirmaba la posicioacuten cuantitativa y cualitativamente secun-daria de la produccioacuten discursiva femenina frente a la de suspares varones

21 Poliacutetico abogado y escritor chileno22 Estas autoras corresponden a Mercedes Mariacuten Rosario Orrego y QuiteriaVaras

Decimos cuantitativamente pues por una parte tantolas autoras como los textos mencionados son escasos enel caso de geacuteneros literarios tradicionales como por ejem-plo la poesiacutea (que sabemos tampoco era una modalidaddiscursiva que se publicara en exceso) Medina consignaraacute

entre los antildeos 1837 (fecha de publicacioacuten del primer poe-ma impreso escrito por una mujer iniciativa llevaba a cabopor Mercedes Mariacuten23) y 1900 (momento en que el campoliterario comienza a autonomizarse y el mercado culturala ampliar maacutes) la modesta cifra de diez autoras que in-cursionan en el geacutenero las cuales publicaron un total dedieciocho textos entre folletos y libros en un total de se-senta y tres antildeos Lo mismo sucede en otras modalidadesliterarias como la narrativa donde contabiliza la cifra desiete autoras con un total de ocho textos 24 en un lapso detreinta y nueve antildeos (1861-1900) Cabe destacar que conexcepcioacuten de la traduccioacuten y de los textos ldquopedagoacutegicosrdquo25

23 Nos referimos ldquoAl Canto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquopoema escrito en 1837 por Mercedes Mariacuten del Solar Aunque publicado original-mente en las paacuteginas del perioacutedico El Araucano dirigido por Andreacutes Bello fue de-bido a la entusiasta recepcioacuten que despertoacute entre los lectores de entonces que estepoema se reimprimioacute meses maacutes t arde bajo la forma de folleto en la Imprenta de laOpinioacuten (6 pp)24 Rosario Orrego ( Alberto el jugador 1861) Pilar Miranda Velaacutesquez (Guillermoell 1878) Clementina de Ochoa (Guacutedula Lectura amena 1891) Celeste LasabeCruz Coke (Rosa de abril 1892) Mercedes Praacutexenes (La evolucioacuten de Paulina No-vela sicoloacutegica 1893) Genoveva B de Priori (Cuentos originales 1898) y Marie De-nis Marinot (Fleur de Mai 1895 y la Dama las turquesas 1898) Eso hasta 190025 Estos geacuteneros seraacuten los que maacutes faacutecilmente permitiraacuten el ingreso de las muje-res en la esfera letrada Su inscripcioacuten privilegiada en estos campos pensamos sedebe a que no representaban una amenaza para la autoridad letrada masculina Latraduccioacuten cargaba con el estigma de ser un ejercicio intelectual de segundo orden(pues reproduciacutea las palabras de otro) mientras que la pedagogiacutea era consideradala extensioacuten de la labor educativa que por naturaleza realizaba la mujer en el espacioprivado domeacutestico

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la participacioacuten femenina en otras modalidades discursi- vas es bastante reducida Es el caso del ldquoteatrordquo (con untexto de Amelia Solar de Claro poeta y sobrina de Mer-cedes Mariacuten)26 el ldquoperiodismordquo (Medina menciona soacutelotres publicaciones perioacutedicas dirigidas por mujeres)27 y la

ldquohistoriardquo (tres autoras cuatro textos)28 geacuteneros mdashespe-cialmente los dos uacuteltimosmdash que durante el siglo XIX seconstituyeron en espacios privilegiados para la inscr ipcioacutenfalologoceacutentrica

Fuera de la escasez de impresos la publicacioacuten de estostambieacuten seraacute bastante tardiacutea De ahiacute que por ejemplo nue- vamente en el caso de la poesiacutea se impriman tan solo cuatrofolletos (todos de Mercedes Mariacuten)29 desde 1837 hasta 1880fecha en que por primera vez una mujer publica un libro depoesiacutea (hablamos de Mariacutea Delfina Hidalgo con sus Ensa- yos poeacuteticos) O en narrativa donde si bien la primera novelaescrita por una mujer es temprana la ya referida Alberto el

26 Mariacutea Cenicienta Juguete coacutemico en dos actos i cuatro cuadro Imprenta del Pro-greso Santiago 188427 Nos referimos a La Revista de Valparaiacuteso (1873-1874) de Rosario Orrego Fa-milia (1890) de Celeste Cruz Coke y La Mujer (1897) de Lucrecia UndurragaRefirieacutendose al geacutenero el autor sostendraacute ldquoAl hablar de periodismo tenemos queconcretar su concepto al de una que otra revista que ha visto o ve la luz puacuteblica maacuteso menos de tarde en tarderdquo (1923 217)28 Dos textos de Mercedes Mariacuten (un ldquoelogio histoacutericordquo y un ldquoesbozo biograacuteficordquo)una biografiacutea de la educadora Antonia Tarragoacute publicada por Amelia Charpiacuten y untrabajo de caraacutecter e clesiaacutestico anoacutenimo29 El citado ldquoCanto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquo (1837)Algunos antildeos despueacutes la misma autora publicariacutea otros cuatro poemas valieacutendosedel mismo formato nos referimos a ldquoActo de contricionrdquo en 1848 (1 paacuteg Imprentade la Sociedad) ldquoLa Caridad Ofrenda dedicada a la sentildeora dontildea Antonia Salasrdquoen 1855 (8 pp Imprenta Nacional) ldquoCanto a la patria dedicado a la Sociedad deInstruccioacuten Primaria de Santiagordquo en 1857 (8 pp Imprenta del Paiacutes) y finalmenteldquoCanto fuacutenebre a la memoria del ciudadano Joseacute Romerordquo (14 pp Imprenta delConservador) en 1858

jugador 30 de Rosario Orrego de 1861 (novela por cierto quefue presentada al certamen narrativo organizado en 1860 porla Universidad de Chile31) habraacute que aguardar hasta 1878 paraque otra mujer se atreva a incursionar en el geacutenero32 Algo si-milar ocurre con los geacuteneros ldquocientiacuteficosrdquo y otros como el legis-

lativo en los que la situacioacuten se presentaraacute auacuten maacutes diferida33Ahora bien si la exigua y tardiacutea produccioacuten impresa fe-

menina no resulta elocuente para mostrar el grado de ex-clusioacuten que sufriacutean mujeres en el espacio letrado lo seraacute elescrutinio criacutetico general del mismo investigador En efectoMedina no soacutelo se limita a contabilizar las aportaciones fe-meninas sino que ademaacutes desliza algunos comentarios criacute-ticos significativos respecto a ella Asiacute refirieacutendose a la nove-la y el drama sostendraacute que

30 Esta fue publicada primeramente por entregas en 1860 en las paacuteginas de la ldquoRe- vista del Paciacuteficordquo y un antildeo maacutes tarde en formato libro Lamentablemente no hemospodido acceder al original de esta edicioacuten independiente conformaacutendonos soacutelo conla versioacuten de la ya mencionada revista y la reedicioacuten que el antildeo 2001 hizo la Edito-rial Cuarto Propio31 Sin embargo debido a que el texto fue presentado fuera de los plazos estipula-dos por el jurado finalmente quedoacute descalificado De esta forma el primer lugar loobtuvo el escritor Alberto Blest Gana con su novela La aritmeacutetica del amor reco-nocimiento que un mes despueacutes le valioacute ser nombrado miembro de nuacutemero de laFacultad de Filosofiacutea y Humanidades de la misma institucioacuten logrando un lugarldquoautorizadordquo en el campo cultural chileno En este sentido resulta interesante adver-tir que tras la presentacioacuten de Orrego al concurso poco tiempo despueacutes si bien no va a ser nominada a la Universidad su novela siacute llegue a ser publicada nada menosque con proacutelogo del escritor peruano Ricardo Palma De alguna forma podemosespecular la presentacioacuten a este certamen se transformoacute en una plataforma de legi-timacioacuten para los incipientes escritores que participaron en eacuteste32 Ver nota 2333 Eloiacutesa Diacuteaz primera meacutedico chilena publica su memoria para obtener el gradode Licenciada en Medicina y Farmacia en 1888 titulada Breves observaciones sobrela aparicioacuten de la pubertad en la mujer chilena i de las disposiciones patoloacutegicas pro- pias del sexo Ese mismo antildeo Matilde Brandeau primera abogada en el paiacutes publicasu memoria de grado titulada Derechos civiles de la mujer

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No todas [las autoras] han sabido mover sus fuerzas antes delanzarse a la produccioacuten de maacutes de un geacutenero literario suma-mente difiacuteciles de abordar y en que los fracasos teniacutean que resul-tar inevitables El drama supone gran conocimiento de la vida yde sus pasiones que una nintildea por talentosa que sea no estaacute pre-

parada para abordar con eacutexito Y no creo pecar de exageracioacutenal afirmar que cosa parecida puede decirse de la novela para lacual por lo demaacutes nuestro pequentildeo escenario social no ofrecesino contadiacutesimos recursos a la inventiva Bajo este punto de

vista nuestras literatas tienen que luchar con dificultades casiinsuperables para que los personajes que presentan en accioacutenlleguen a despertar mediano intereacutes (xiii La cursiva es nuestra)

Es maacutes frente a dichas dificultades Medina no duda enaconsejar a las mujeres de nutrirse de un mayor capital litera-rio ldquoEs de todo punto necesario una cultura literaria previa

que por el momento es lo que a mi juicio deben procurar al-canzar nuestras escritoras si quieren no hacer obra delezna-blerdquo (la cursiva es nuestra) Al mirar de soslayo la produccioacutenliteraria femenina la evaluacioacuten de Medina no soacutelo coincidecon la apreciacioacuten generalizada de la criacutetica epocal que de-fendiacutea (impliacutecita o expliacutecitamente) la superioridad masculi-na en el dominio de los recursos conocimientos y competen-cias en la produccioacuten de significantes al interior del campoliterario sino que ademaacutes revela mecanismos de exclusioacutenesteacutetica que tienen su origen precisamente en las semantiza-ciones jeraacuterquicas derivadas de la diferencia sexual Y es quela falta de ldquoexperienciardquo ldquoconocimiento de la vida y sus pa-sionesrdquo la escasez de ldquocultura literariardquo principales falenciasque el autor sentildeala en las escritoras resultan ser saberes quehistoacutericamente han remitido a un orden masculino ligado ala esfera puacuteblica y la cultura el cual actuacutea como contrapunto

del orden asociado a lo femenino ligado a la esfera privada ylas labores domeacutestico-reproductivas Desnaturalizando estehistoacuterico lugar de subalternidad que ha afectado a la mujertanto en el plano social como simboacutelico la escritora DiamelaEltit ha puntualizado

Este hecho no puede ser desligado de las esferas simboacutelicasestaacute alliacute e instala discursos de dominacioacuten y castracioacuten en elaacutembito literario que nos reconsignan en estos discursos criacute-ticos o seudocriacuteticos como ldquomenosrdquo Existen estrategias tec-nologiacuteas taacutecticas para construir mapas y geografiacuteas de poderliterario (276 La cursiva es nuestra)

Como vemos las restricciones sociales y los imperativosde geacutenero que regulan las praacutecticas simboacutelicas de las sujetos

femeninos condicionaraacuten su acceso a ciertas zonas vedadasterritorios donde se entretejen silenciosas enrevesadas sinembargo aplastantes relaciones de saber poder en las cualesla literatura no seraacute la excepcioacuten

IV ldquoM983157983146983141983154983141983155 983152983290983138983148983145983139983137983155rdquo 983141983155983139983154983145983156983157983154983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983161

983139983151983141983154983139983145983151983150983141983155 983140983141983148 983155983145983155983156983141983149983137 983155983141983160983151983143983273983150983141983154983151

Hasta acaacute hemos visto coacutemo la estrechez del campo culturaly el mercado de impresos en el siglo XIX habiacutean incidido en

la marginal participacioacuten de las mujeres en el aacutembito de lapublicacioacuten de discursos (y en particular de libros) Si a estole sumamos la histoacuterica posicioacuten de subalternidad que handebido experimentar tanto en el plano social como especiacute-ficamente en la esfera de la cultura letrada resulta legiacutetimoabrir la interrogante hacia la posicioacuten de las propias mujeres

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respecto a este tipo de praacutectica en otras palabras iquestQueacute sig-nificaba para una mujer del siglo XIX escribir o el gesto maacutesosado auacuten de publicar

Esta pregunta ya la habiacutea intentado responder AdrianaValdeacutes quien ha sentildealado que en relacioacuten a la escritura con

aqueacutel ldquohacerrdquo y ldquotomarse la palabrardquo la situacioacuten de las muje-res ha sido de una ldquodocumentada incomodidadrdquo (251) Dichamolestia sostiene es transversal a nuestras escritoras desdeel caso de las religiosas coloniales pasando por las literatasdel siglo XIX e incluso en autoras de la primera mitad del si-glo XX hoy consagradas por la criacutetica como Gabriela Mistraly Mariacutea Luisa Bombal34 Para ingresar a la ldquociudad letradardquo oldquoescriturariardquo todas ellas han debido recurrir a una serie deestrategias y recursos que tienen como denominador comuacutenel ldquoponerse en su lugarrdquo vale decir reconocer su posicioacuten de

inferioridad frente a un Otro duentildeo del poder y del orden delos signos Por ello Valdeacutes concluye que la literatura desdesiempre ha representado ldquoun corral ajenordquo para las mujeres(en el caso chileno la metaacutefora del corral podriacutea verse refor-zada con la posicioacuten subalterna que tendriacutea nuestra literaturaen relacioacuten a la metroacutepolis) Resulta interesante a este res-pecto reparar en el testimonio de nuestras propias escritorasquienes de manera expliacutecita o bien apelando a una serie de

34 Ambas autoras al igual que otras como Teresa Wilms curiosamente decidenpublicar sus primeros libros en el extranjero Mistral da a luz Desolacioacuten en EstadosUnidos el antildeo 1922 (a insistencia de Federico de Oniacutes) B ombal publica el antildeo 1934La uacuteltima niebla en Buenos Aires (con el apoyo de Neruda y Borges entre otros)y Wilms en aquella misma ciudad publicaraacute sus primeros poemarios InquietudesSentimentales y Los tres cantos en 1917 (tambieacuten con el apoyo de intelectuales comoVicente Huidobro) De acaacute se pueden desprender al menos dos cosas la incomodi-dad o dificultad que probablemente experimentaron las autoras para publicar suslibros en el paiacutes y la presencia siempre constante de una autoridad masculina quedesde el exterior insta (y autoriza) a las autoras a entrar en el campo de las letras

subterfugios manifiestan la conciencia de esa sujecioacuten Es elcaso de Mercedes Mariacuten quien en una carta privada dirigidaal escritor argentino Juan Mariacutea Gutieacuterrez le confiesa las ten-siones que experimenta frente a su quehacer escritural

Se me preguntaraacute tal vez por queacute no he cultivado maacutes mis dis-posiciones naturales y voy a satisfacer a esta objecioacuten Desdemuy pequentildea me hicieron entender mis padres que cualquieraque fuese la instruccioacuten que yo llegase a adquirir por medio dela lectura era necesario saber callar Cuando empeceacute a reflexio-nar por miacute misma conociacute cuaacuten acertado era a este respecto sumodo de pensar y exageraacutendolo tal vez en demasiacutea juzgueacute queuna mujer literata en estos paiacuteses era un fenoacutemeno extrantildeo aca-so ridiacuteculo y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigiriacuteade miacute hasta cierto punto el sacrificio de mi felicidad personal[hellip] Una reputacioacuten literaria habriacutea sido para miacute una carga in-

soportable (Batticuore 112 Las cursivas son nuestras)

Las palabras de Mercedes Mariacuten resultan sumamenteilustrativas para retratar la problemaacutetica relacioacuten que existiacuteadurante el siglo XIX entre las mujeres y el acceso al sabery maacutes especiacuteficamente entre las mujeres y la praacutectica de laescritura y la publicacioacuten Tal como alguna vez lo tuviera quehacer Sor Juana Ineacutes de la Cruz Mariacuten reniega de su intereacutespor el conocimiento y la literatura no soacutelo al afirmar quesiempre fue ldquoajenardquo a este tipo de ldquopretensionesrdquo (leacutease en sudoble sentido de objetivo anhelo y de ldquopretenciosidadrdquo) sinoque tambieacuten rechazando y desembarazaacutendose del acto vo-litivo intelectual que implica la escritura De esta manera justificaraacute esta praacutectica aludiendo a su caraacutecter involuntarioy principalmente emotivo territorio por excelencia asocia-do a un orden femenino Al mismo tiempo y al igual que

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la religiosa va a tener clara conciencia de la necesidad enuna sociedad patriarcal como lo era aquella de ldquosaber ca-llar cuando se sabiacuteardquo (Ludmer 1984) imperativo taacutecito queoperaba incluso en familias ilustradas como las de la autora(su padre era meacutedico su madre una culta y reputada salon-

niegravere y su hermano un destacado escritor y filoacutesofo profesordel Instituto Nacional) en donde el traacutefico y discusioacuten deideas era bastante comuacuten Y es que a diferencia de lo queocurriacutea con sus pares varones la lectura y el conocimientoeran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debiacuteasaber callar si no queriacutea ser tomada por ridiacutecula o pedante(ldquoel saber es contrario a la feminidadrdquo sosteniacutea Michelle Pe-rrot) de ahiacute que intentar hacerse un camino como escritorafuera concebido por Mariacuten como un proyecto sencillamentedescabellado (ldquoextrantildeordquo ldquoacaso ridiacuteculordquo) el que a la vez que

la exponiacutea peligrosamente a la reprobacioacuten yo marginacioacutensocial al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro-pia felicidad No obstante ello y pese a la serie de limita-ciones que coaccionaban su vocacioacuten intelectual la autoraigualmente se aventuraraacute en estas territorialidades vedadasasumiendo ya sea como maacutescara o precaucioacuten los valores dela prudencia y el pudor ldquorecordemos que etimoloacutegicamenteel pudor estaacute asociado a la timidez la verguumlenza el recato lacastidad y el sentido del honor valores todos muy estimadosen la vida de las mujeresrdquo (Batticuore 190)

Como han sentildealado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti-cuore (2005) la escritura de las mujeres sobre todo duranteel siglo XIX estaba siempre en pugna con un ldquoimaginariomoralizanterdquo el cual ldquosancionaba fuera del aacutembito estricta-mente legal y se vinculaba a lo cotidianordquo De esta manera elimperativo moral de la ldquohonra femeninardquo de la cual dependiacutea

la ldquohonra familiarrdquo se constituyoacute como un ldquoimportante dis-curso hegemoacutenico de control y vigilancia de los comporta-mientos y cuerpos de hombres pero principalmente de lasmujeres en el siglo XIXrdquo (Arcos 35) mecanismo de controlque ya veniacutea operando vale agregar desde la Colonia De

aquiacute el temor de que una mujer publicara pues precisamen-te ldquoponiacutea en juego la moral familiar al agrietar el ideal dela mujer domeacutesticardquo De esta manera la ldquono publicacioacutenrdquo seerigiacutea ldquocomo garantiacutea y condicioacuten de una mujer virtuosa quepracticaba la escriturardquo (Batticuore 191)

Esta opinioacuten respecto al conflicto moral que experimenta-ban las escritoras frente a la publicacioacuten va a ser respaldada porSusan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritorasromaacutenticas del siglo XIX sostendraacute que ldquoel arma maacutes podero-sa de la que se serviacutean quienes se oponiacutean a la participacioacuten

femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-dad de la literatura con la virtud femenina argumento que fueesgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritorasrdquo(Pastor 29) De aquiacute se desprende entonces que la mujer quedeseaba publicar no soacutelo debiacutea seleccionar atentamente los te-mas y geacuteneros a los que iba a recurrir sino que ademaacutes debiacuteaapelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en sunatural lugar de inferioridad Estas operaciones nacidas deltemor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal a veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-culparse por un pasatiempo tan ldquopresuntuosordquo a despreciar-se intelectualmente ldquopresentando sus producciones artiacutesticascomo meras insignificancias ideadas para divertir y distraera los lectores en momentos de ociosidadrdquo (Gilbert y Gubart76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del puacuteblico lector opeor auacuten sus ataques burlas yo descalificaciones

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

983137983148983156983141983154983150983137983156983145983158983151

Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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B983145983138983148983145983151983143983154983137983142983277983137

ARCOS Carol ldquoNovelas folletiacuten y la autoriacutea femenina en lasegunda mitad del siglo XIX en Chilerdquo Revista Chilena deLiteratura 76 (abril 2010) 27-42

BAEZA Martiacutenez Sergio El libro en Chile Santiago Biblio-teca Nacional 1982

BARROS Martina Recuerdos de mi vida Santiago Orbe1942

_____ Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico porStuart Mill) Edicioacuten notas y estudio preliminar de Ale- jandra Castillo Santiago Palinodia 2009

BATTICUORE Graciela La mujer romaacutentica Lectorasautoras y escritores en la Argentina1830-1870 BuenosAires Edhasa 2005

BOURDIEU Pierre ldquoEl campo literario Prerrequisitoscriacuteticos y principios de meacutetodordquo Criterios 25-28 (enero1989-diciembre 1990)

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CHARTIER Roger El orden de los libros Barcelona Gedisa2000

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FOUCAULT Michel La arqueologiacutea del saber Buenos AiresSiglo XXI 2002

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HABERMAS Juumlrgen Historia y criacutetica de la opinioacuten puacuteblica

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POBLETE Juan La literatura chilena del siglo XIX Entre puacuteblicos lectores y figuras autoriales Santiago CuartoPropio 2003

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SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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europeas (desde poesiacutea y libretos de oacutepera hasta novelas y folle-tines) Diez antildeos maacutes tarde entre 1865 y 1869 se editaban unpromedio de 112 tiacutetulos por antildeo De eacutestos 17 correspondiacutean alibros de asuntos religiosos y los 95 restantes a textos de estu-dios obras originales y reimpresiones o traducciones europeas

(Subercaseaux 84)

Se desprende asiacute que a partir de la segunda mitad del si-glo XIX existiraacute una produccioacuten de libros que si bien todaviacuteaes limitada estaacute creciendo progresivamente al tiempo que vaadoptando una clara tendencia secularizante (Lastarria deslizaestos datos precisamente para sentildealar la influencia ultramon-tana dentro de la produccioacuten letrada) Estos cambios debenentenderse en el marco de un campo cultural en proceso dedesarrollo que soacutelo a finales de siglo alcanzaraacute su autonomiacutea

(respecto de otros campos como por ej el poliacutetico y el religio-so) De ahiacute por tanto que no resulte extrantildeo que la produc-cioacuten ldquoliterariardquo fuera de ser escasa obedeciera como la mayorparte de la produccioacuten intelectual del periacuteodo a un discursopoliacutetico de caraacutecter doctrinario y edificante cuyo norte esta-ba puesto en la construccioacuten de la nacioacuten Este hecho resultaparticularmente interesante pues nos permite introducir lapregunta respecto a quieacutenes eran los sujetos que efectivamenteteniacutean el derecho de apropiarse de ese discurso y por supuestode participar simboacutelicamente en la configuracioacuten del ideario

Estado-nacioacuten Es evidente que grupos sociales como las mu- jeres los sectores populares o de origen indiacutegena no fueronconsiderados en tal proceso de inscripcioacuten La idea de una di-mensioacuten excluyente que todaviacutea cargaba la produccioacuten letradaqueda reforzada si atendemos nuevamente a las palabras deSubercaseaux quien nos sentildeala el caraacutecter de legitimacioacuten yconsagracioacuten intelectual que representaba el libro

La valoracioacuten del libro como un bien sociocultural en funcioacutende la civilizacioacuten va acompantildeada por una valoracioacuten del librocomo una finalidad en siacute como una instancia que conferiacuteaidentidad y existencia intelectual y que permitiacutea que los au-tores (muchas veces falto de pergaminos aristocraacuteticos) ins-

cribieran sus nombres en los cenaacuteculos de la eacutelite nacional(Subercaseaux 64 La cursiva es nuestra)

Esta idea del libro ldquocomo pergamino aristocraacuteticordquo nospermite visualizar las intrincadas relaciones de poder saberque se articulaban detraacutes de la publicacioacuten de este tipo deimpresos Aunque como hemos visto el mercado del librorecieacuten estaba tomando fuerza lo cierto es que constituiacutea unespacio privilegiado de acceso reducido y fuertemente ex-cluyente en el que operaban una serie de condicionantes

econoacutemicas poliacuteticas de clase geacutenero etnia entre las maacutespatentes La pregunta que emerge de este panorama se diri-ge al lugar especiacutefico que ocuparon las mujeres dentro de laemergente produccioacuten impresa

III L983137983155 983149983157983146983141983154983141983155 983137 983148983137 983152983137983148983141983155983156983154983137 983139983145983142983154983137983155 983161 983146983157983145983139983145983151983155

983154983141983155983152983141983139983156983151 983137 983155983157 983145983150983139983157983154983155983145983283983150 983141983150 983148983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983140983141

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Si bien es cierto que en las fuentes consultadas la produccioacuten

intelectual del periacuteodo se aborda sin distincioacuten de sexo (sehabla de libros y obras sin maacutes) sabemos que esta indife-renciacioacuten pasa por alto el hecho de que los textos son pro-ducidos por sujetos concretos con caracteriacutesticas socialeseacutetnicas y geneacuterico-sexuales especiacuteficas y que por tanto nose precisa ser muy perspicaz para sospechar que la mayoriacutea

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de los textos consignados en las fuentes citadas fueron publi-cados por hombres De esta forma asistimos una vez maacutesa una inscripcioacuten legitimadora aquella que en el reverso desu proceder genera una borradura una censura la exclusioacuteninstauradora de la analogiacutea que propone a la cultura la letra

como propiedad indisociable de lo masculinoNo puede desconocerse que la investigacioacuten de Medina

al revelarnos el listado de nombres de autoras y de tiacutetulospublicados durante la Colonia el siglo XIX y principios delXX responde a una necesidad de eacutepoca por un lado su tra-bajo adscribe al paradigma positivista auacuten en boga mientrasque por otro se enmarca en el horizonte del centenario re-publicano que movioacute a muchos intelectuales a la realizacioacutende un balance del trabajo intelectual y artiacutestico de un sigloDe esta forma el esfuerzo de Medina resulta altamente sig-nificativo si lo comparamos por ejemplo con el trabajo de-sarrollado por Jorge Huneeus Gana21 otro destacado hom-bre de letras del periacuteodo quien en su voluminoso Cuadrohistoacuterico de la produccioacuten intelectual en Chile que abarca des-de la Colonia hasta el antildeo 1908 fecha de publicacioacuten del li-bro soacutelo consigna a tres mujeres22 como las uacutenicas represen-tantes del geacutenero femenino en su recuento de la produccioacutenletrada Ahora bien y considerando sus diferencias ambosautores ratifican impliacutecitamente la misma tesis naturalizada

en el campo cultural de principios del siglo XX aquella queafirmaba la posicioacuten cuantitativa y cualitativamente secun-daria de la produccioacuten discursiva femenina frente a la de suspares varones

21 Poliacutetico abogado y escritor chileno22 Estas autoras corresponden a Mercedes Mariacuten Rosario Orrego y QuiteriaVaras

Decimos cuantitativamente pues por una parte tantolas autoras como los textos mencionados son escasos enel caso de geacuteneros literarios tradicionales como por ejem-plo la poesiacutea (que sabemos tampoco era una modalidaddiscursiva que se publicara en exceso) Medina consignaraacute

entre los antildeos 1837 (fecha de publicacioacuten del primer poe-ma impreso escrito por una mujer iniciativa llevaba a cabopor Mercedes Mariacuten23) y 1900 (momento en que el campoliterario comienza a autonomizarse y el mercado culturala ampliar maacutes) la modesta cifra de diez autoras que in-cursionan en el geacutenero las cuales publicaron un total dedieciocho textos entre folletos y libros en un total de se-senta y tres antildeos Lo mismo sucede en otras modalidadesliterarias como la narrativa donde contabiliza la cifra desiete autoras con un total de ocho textos 24 en un lapso detreinta y nueve antildeos (1861-1900) Cabe destacar que conexcepcioacuten de la traduccioacuten y de los textos ldquopedagoacutegicosrdquo25

23 Nos referimos ldquoAl Canto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquopoema escrito en 1837 por Mercedes Mariacuten del Solar Aunque publicado original-mente en las paacuteginas del perioacutedico El Araucano dirigido por Andreacutes Bello fue de-bido a la entusiasta recepcioacuten que despertoacute entre los lectores de entonces que estepoema se reimprimioacute meses maacutes t arde bajo la forma de folleto en la Imprenta de laOpinioacuten (6 pp)24 Rosario Orrego ( Alberto el jugador 1861) Pilar Miranda Velaacutesquez (Guillermoell 1878) Clementina de Ochoa (Guacutedula Lectura amena 1891) Celeste LasabeCruz Coke (Rosa de abril 1892) Mercedes Praacutexenes (La evolucioacuten de Paulina No-vela sicoloacutegica 1893) Genoveva B de Priori (Cuentos originales 1898) y Marie De-nis Marinot (Fleur de Mai 1895 y la Dama las turquesas 1898) Eso hasta 190025 Estos geacuteneros seraacuten los que maacutes faacutecilmente permitiraacuten el ingreso de las muje-res en la esfera letrada Su inscripcioacuten privilegiada en estos campos pensamos sedebe a que no representaban una amenaza para la autoridad letrada masculina Latraduccioacuten cargaba con el estigma de ser un ejercicio intelectual de segundo orden(pues reproduciacutea las palabras de otro) mientras que la pedagogiacutea era consideradala extensioacuten de la labor educativa que por naturaleza realizaba la mujer en el espacioprivado domeacutestico

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la participacioacuten femenina en otras modalidades discursi- vas es bastante reducida Es el caso del ldquoteatrordquo (con untexto de Amelia Solar de Claro poeta y sobrina de Mer-cedes Mariacuten)26 el ldquoperiodismordquo (Medina menciona soacutelotres publicaciones perioacutedicas dirigidas por mujeres)27 y la

ldquohistoriardquo (tres autoras cuatro textos)28 geacuteneros mdashespe-cialmente los dos uacuteltimosmdash que durante el siglo XIX seconstituyeron en espacios privilegiados para la inscr ipcioacutenfalologoceacutentrica

Fuera de la escasez de impresos la publicacioacuten de estostambieacuten seraacute bastante tardiacutea De ahiacute que por ejemplo nue- vamente en el caso de la poesiacutea se impriman tan solo cuatrofolletos (todos de Mercedes Mariacuten)29 desde 1837 hasta 1880fecha en que por primera vez una mujer publica un libro depoesiacutea (hablamos de Mariacutea Delfina Hidalgo con sus Ensa- yos poeacuteticos) O en narrativa donde si bien la primera novelaescrita por una mujer es temprana la ya referida Alberto el

26 Mariacutea Cenicienta Juguete coacutemico en dos actos i cuatro cuadro Imprenta del Pro-greso Santiago 188427 Nos referimos a La Revista de Valparaiacuteso (1873-1874) de Rosario Orrego Fa-milia (1890) de Celeste Cruz Coke y La Mujer (1897) de Lucrecia UndurragaRefirieacutendose al geacutenero el autor sostendraacute ldquoAl hablar de periodismo tenemos queconcretar su concepto al de una que otra revista que ha visto o ve la luz puacuteblica maacuteso menos de tarde en tarderdquo (1923 217)28 Dos textos de Mercedes Mariacuten (un ldquoelogio histoacutericordquo y un ldquoesbozo biograacuteficordquo)una biografiacutea de la educadora Antonia Tarragoacute publicada por Amelia Charpiacuten y untrabajo de caraacutecter e clesiaacutestico anoacutenimo29 El citado ldquoCanto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquo (1837)Algunos antildeos despueacutes la misma autora publicariacutea otros cuatro poemas valieacutendosedel mismo formato nos referimos a ldquoActo de contricionrdquo en 1848 (1 paacuteg Imprentade la Sociedad) ldquoLa Caridad Ofrenda dedicada a la sentildeora dontildea Antonia Salasrdquoen 1855 (8 pp Imprenta Nacional) ldquoCanto a la patria dedicado a la Sociedad deInstruccioacuten Primaria de Santiagordquo en 1857 (8 pp Imprenta del Paiacutes) y finalmenteldquoCanto fuacutenebre a la memoria del ciudadano Joseacute Romerordquo (14 pp Imprenta delConservador) en 1858

jugador 30 de Rosario Orrego de 1861 (novela por cierto quefue presentada al certamen narrativo organizado en 1860 porla Universidad de Chile31) habraacute que aguardar hasta 1878 paraque otra mujer se atreva a incursionar en el geacutenero32 Algo si-milar ocurre con los geacuteneros ldquocientiacuteficosrdquo y otros como el legis-

lativo en los que la situacioacuten se presentaraacute auacuten maacutes diferida33Ahora bien si la exigua y tardiacutea produccioacuten impresa fe-

menina no resulta elocuente para mostrar el grado de ex-clusioacuten que sufriacutean mujeres en el espacio letrado lo seraacute elescrutinio criacutetico general del mismo investigador En efectoMedina no soacutelo se limita a contabilizar las aportaciones fe-meninas sino que ademaacutes desliza algunos comentarios criacute-ticos significativos respecto a ella Asiacute refirieacutendose a la nove-la y el drama sostendraacute que

30 Esta fue publicada primeramente por entregas en 1860 en las paacuteginas de la ldquoRe- vista del Paciacuteficordquo y un antildeo maacutes tarde en formato libro Lamentablemente no hemospodido acceder al original de esta edicioacuten independiente conformaacutendonos soacutelo conla versioacuten de la ya mencionada revista y la reedicioacuten que el antildeo 2001 hizo la Edito-rial Cuarto Propio31 Sin embargo debido a que el texto fue presentado fuera de los plazos estipula-dos por el jurado finalmente quedoacute descalificado De esta forma el primer lugar loobtuvo el escritor Alberto Blest Gana con su novela La aritmeacutetica del amor reco-nocimiento que un mes despueacutes le valioacute ser nombrado miembro de nuacutemero de laFacultad de Filosofiacutea y Humanidades de la misma institucioacuten logrando un lugarldquoautorizadordquo en el campo cultural chileno En este sentido resulta interesante adver-tir que tras la presentacioacuten de Orrego al concurso poco tiempo despueacutes si bien no va a ser nominada a la Universidad su novela siacute llegue a ser publicada nada menosque con proacutelogo del escritor peruano Ricardo Palma De alguna forma podemosespecular la presentacioacuten a este certamen se transformoacute en una plataforma de legi-timacioacuten para los incipientes escritores que participaron en eacuteste32 Ver nota 2333 Eloiacutesa Diacuteaz primera meacutedico chilena publica su memoria para obtener el gradode Licenciada en Medicina y Farmacia en 1888 titulada Breves observaciones sobrela aparicioacuten de la pubertad en la mujer chilena i de las disposiciones patoloacutegicas pro- pias del sexo Ese mismo antildeo Matilde Brandeau primera abogada en el paiacutes publicasu memoria de grado titulada Derechos civiles de la mujer

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No todas [las autoras] han sabido mover sus fuerzas antes delanzarse a la produccioacuten de maacutes de un geacutenero literario suma-mente difiacuteciles de abordar y en que los fracasos teniacutean que resul-tar inevitables El drama supone gran conocimiento de la vida yde sus pasiones que una nintildea por talentosa que sea no estaacute pre-

parada para abordar con eacutexito Y no creo pecar de exageracioacutenal afirmar que cosa parecida puede decirse de la novela para lacual por lo demaacutes nuestro pequentildeo escenario social no ofrecesino contadiacutesimos recursos a la inventiva Bajo este punto de

vista nuestras literatas tienen que luchar con dificultades casiinsuperables para que los personajes que presentan en accioacutenlleguen a despertar mediano intereacutes (xiii La cursiva es nuestra)

Es maacutes frente a dichas dificultades Medina no duda enaconsejar a las mujeres de nutrirse de un mayor capital litera-rio ldquoEs de todo punto necesario una cultura literaria previa

que por el momento es lo que a mi juicio deben procurar al-canzar nuestras escritoras si quieren no hacer obra delezna-blerdquo (la cursiva es nuestra) Al mirar de soslayo la produccioacutenliteraria femenina la evaluacioacuten de Medina no soacutelo coincidecon la apreciacioacuten generalizada de la criacutetica epocal que de-fendiacutea (impliacutecita o expliacutecitamente) la superioridad masculi-na en el dominio de los recursos conocimientos y competen-cias en la produccioacuten de significantes al interior del campoliterario sino que ademaacutes revela mecanismos de exclusioacutenesteacutetica que tienen su origen precisamente en las semantiza-ciones jeraacuterquicas derivadas de la diferencia sexual Y es quela falta de ldquoexperienciardquo ldquoconocimiento de la vida y sus pa-sionesrdquo la escasez de ldquocultura literariardquo principales falenciasque el autor sentildeala en las escritoras resultan ser saberes quehistoacutericamente han remitido a un orden masculino ligado ala esfera puacuteblica y la cultura el cual actuacutea como contrapunto

del orden asociado a lo femenino ligado a la esfera privada ylas labores domeacutestico-reproductivas Desnaturalizando estehistoacuterico lugar de subalternidad que ha afectado a la mujertanto en el plano social como simboacutelico la escritora DiamelaEltit ha puntualizado

Este hecho no puede ser desligado de las esferas simboacutelicasestaacute alliacute e instala discursos de dominacioacuten y castracioacuten en elaacutembito literario que nos reconsignan en estos discursos criacute-ticos o seudocriacuteticos como ldquomenosrdquo Existen estrategias tec-nologiacuteas taacutecticas para construir mapas y geografiacuteas de poderliterario (276 La cursiva es nuestra)

Como vemos las restricciones sociales y los imperativosde geacutenero que regulan las praacutecticas simboacutelicas de las sujetos

femeninos condicionaraacuten su acceso a ciertas zonas vedadasterritorios donde se entretejen silenciosas enrevesadas sinembargo aplastantes relaciones de saber poder en las cualesla literatura no seraacute la excepcioacuten

IV ldquoM983157983146983141983154983141983155 983152983290983138983148983145983139983137983155rdquo 983141983155983139983154983145983156983157983154983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983161

983139983151983141983154983139983145983151983150983141983155 983140983141983148 983155983145983155983156983141983149983137 983155983141983160983151983143983273983150983141983154983151

Hasta acaacute hemos visto coacutemo la estrechez del campo culturaly el mercado de impresos en el siglo XIX habiacutean incidido en

la marginal participacioacuten de las mujeres en el aacutembito de lapublicacioacuten de discursos (y en particular de libros) Si a estole sumamos la histoacuterica posicioacuten de subalternidad que handebido experimentar tanto en el plano social como especiacute-ficamente en la esfera de la cultura letrada resulta legiacutetimoabrir la interrogante hacia la posicioacuten de las propias mujeres

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respecto a este tipo de praacutectica en otras palabras iquestQueacute sig-nificaba para una mujer del siglo XIX escribir o el gesto maacutesosado auacuten de publicar

Esta pregunta ya la habiacutea intentado responder AdrianaValdeacutes quien ha sentildealado que en relacioacuten a la escritura con

aqueacutel ldquohacerrdquo y ldquotomarse la palabrardquo la situacioacuten de las muje-res ha sido de una ldquodocumentada incomodidadrdquo (251) Dichamolestia sostiene es transversal a nuestras escritoras desdeel caso de las religiosas coloniales pasando por las literatasdel siglo XIX e incluso en autoras de la primera mitad del si-glo XX hoy consagradas por la criacutetica como Gabriela Mistraly Mariacutea Luisa Bombal34 Para ingresar a la ldquociudad letradardquo oldquoescriturariardquo todas ellas han debido recurrir a una serie deestrategias y recursos que tienen como denominador comuacutenel ldquoponerse en su lugarrdquo vale decir reconocer su posicioacuten de

inferioridad frente a un Otro duentildeo del poder y del orden delos signos Por ello Valdeacutes concluye que la literatura desdesiempre ha representado ldquoun corral ajenordquo para las mujeres(en el caso chileno la metaacutefora del corral podriacutea verse refor-zada con la posicioacuten subalterna que tendriacutea nuestra literaturaen relacioacuten a la metroacutepolis) Resulta interesante a este res-pecto reparar en el testimonio de nuestras propias escritorasquienes de manera expliacutecita o bien apelando a una serie de

34 Ambas autoras al igual que otras como Teresa Wilms curiosamente decidenpublicar sus primeros libros en el extranjero Mistral da a luz Desolacioacuten en EstadosUnidos el antildeo 1922 (a insistencia de Federico de Oniacutes) B ombal publica el antildeo 1934La uacuteltima niebla en Buenos Aires (con el apoyo de Neruda y Borges entre otros)y Wilms en aquella misma ciudad publicaraacute sus primeros poemarios InquietudesSentimentales y Los tres cantos en 1917 (tambieacuten con el apoyo de intelectuales comoVicente Huidobro) De acaacute se pueden desprender al menos dos cosas la incomodi-dad o dificultad que probablemente experimentaron las autoras para publicar suslibros en el paiacutes y la presencia siempre constante de una autoridad masculina quedesde el exterior insta (y autoriza) a las autoras a entrar en el campo de las letras

subterfugios manifiestan la conciencia de esa sujecioacuten Es elcaso de Mercedes Mariacuten quien en una carta privada dirigidaal escritor argentino Juan Mariacutea Gutieacuterrez le confiesa las ten-siones que experimenta frente a su quehacer escritural

Se me preguntaraacute tal vez por queacute no he cultivado maacutes mis dis-posiciones naturales y voy a satisfacer a esta objecioacuten Desdemuy pequentildea me hicieron entender mis padres que cualquieraque fuese la instruccioacuten que yo llegase a adquirir por medio dela lectura era necesario saber callar Cuando empeceacute a reflexio-nar por miacute misma conociacute cuaacuten acertado era a este respecto sumodo de pensar y exageraacutendolo tal vez en demasiacutea juzgueacute queuna mujer literata en estos paiacuteses era un fenoacutemeno extrantildeo aca-so ridiacuteculo y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigiriacuteade miacute hasta cierto punto el sacrificio de mi felicidad personal[hellip] Una reputacioacuten literaria habriacutea sido para miacute una carga in-

soportable (Batticuore 112 Las cursivas son nuestras)

Las palabras de Mercedes Mariacuten resultan sumamenteilustrativas para retratar la problemaacutetica relacioacuten que existiacuteadurante el siglo XIX entre las mujeres y el acceso al sabery maacutes especiacuteficamente entre las mujeres y la praacutectica de laescritura y la publicacioacuten Tal como alguna vez lo tuviera quehacer Sor Juana Ineacutes de la Cruz Mariacuten reniega de su intereacutespor el conocimiento y la literatura no soacutelo al afirmar quesiempre fue ldquoajenardquo a este tipo de ldquopretensionesrdquo (leacutease en sudoble sentido de objetivo anhelo y de ldquopretenciosidadrdquo) sinoque tambieacuten rechazando y desembarazaacutendose del acto vo-litivo intelectual que implica la escritura De esta manera justificaraacute esta praacutectica aludiendo a su caraacutecter involuntarioy principalmente emotivo territorio por excelencia asocia-do a un orden femenino Al mismo tiempo y al igual que

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la religiosa va a tener clara conciencia de la necesidad enuna sociedad patriarcal como lo era aquella de ldquosaber ca-llar cuando se sabiacuteardquo (Ludmer 1984) imperativo taacutecito queoperaba incluso en familias ilustradas como las de la autora(su padre era meacutedico su madre una culta y reputada salon-

niegravere y su hermano un destacado escritor y filoacutesofo profesordel Instituto Nacional) en donde el traacutefico y discusioacuten deideas era bastante comuacuten Y es que a diferencia de lo queocurriacutea con sus pares varones la lectura y el conocimientoeran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debiacuteasaber callar si no queriacutea ser tomada por ridiacutecula o pedante(ldquoel saber es contrario a la feminidadrdquo sosteniacutea Michelle Pe-rrot) de ahiacute que intentar hacerse un camino como escritorafuera concebido por Mariacuten como un proyecto sencillamentedescabellado (ldquoextrantildeordquo ldquoacaso ridiacuteculordquo) el que a la vez que

la exponiacutea peligrosamente a la reprobacioacuten yo marginacioacutensocial al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro-pia felicidad No obstante ello y pese a la serie de limita-ciones que coaccionaban su vocacioacuten intelectual la autoraigualmente se aventuraraacute en estas territorialidades vedadasasumiendo ya sea como maacutescara o precaucioacuten los valores dela prudencia y el pudor ldquorecordemos que etimoloacutegicamenteel pudor estaacute asociado a la timidez la verguumlenza el recato lacastidad y el sentido del honor valores todos muy estimadosen la vida de las mujeresrdquo (Batticuore 190)

Como han sentildealado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti-cuore (2005) la escritura de las mujeres sobre todo duranteel siglo XIX estaba siempre en pugna con un ldquoimaginariomoralizanterdquo el cual ldquosancionaba fuera del aacutembito estricta-mente legal y se vinculaba a lo cotidianordquo De esta manera elimperativo moral de la ldquohonra femeninardquo de la cual dependiacutea

la ldquohonra familiarrdquo se constituyoacute como un ldquoimportante dis-curso hegemoacutenico de control y vigilancia de los comporta-mientos y cuerpos de hombres pero principalmente de lasmujeres en el siglo XIXrdquo (Arcos 35) mecanismo de controlque ya veniacutea operando vale agregar desde la Colonia De

aquiacute el temor de que una mujer publicara pues precisamen-te ldquoponiacutea en juego la moral familiar al agrietar el ideal dela mujer domeacutesticardquo De esta manera la ldquono publicacioacutenrdquo seerigiacutea ldquocomo garantiacutea y condicioacuten de una mujer virtuosa quepracticaba la escriturardquo (Batticuore 191)

Esta opinioacuten respecto al conflicto moral que experimenta-ban las escritoras frente a la publicacioacuten va a ser respaldada porSusan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritorasromaacutenticas del siglo XIX sostendraacute que ldquoel arma maacutes podero-sa de la que se serviacutean quienes se oponiacutean a la participacioacuten

femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-dad de la literatura con la virtud femenina argumento que fueesgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritorasrdquo(Pastor 29) De aquiacute se desprende entonces que la mujer quedeseaba publicar no soacutelo debiacutea seleccionar atentamente los te-mas y geacuteneros a los que iba a recurrir sino que ademaacutes debiacuteaapelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en sunatural lugar de inferioridad Estas operaciones nacidas deltemor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal a veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-culparse por un pasatiempo tan ldquopresuntuosordquo a despreciar-se intelectualmente ldquopresentando sus producciones artiacutesticascomo meras insignificancias ideadas para divertir y distraera los lectores en momentos de ociosidadrdquo (Gilbert y Gubart76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del puacuteblico lector opeor auacuten sus ataques burlas yo descalificaciones

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

983137983148983156983141983154983150983137983156983145983158983151

Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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B983145983138983148983145983151983143983154983137983142983277983137

ARCOS Carol ldquoNovelas folletiacuten y la autoriacutea femenina en lasegunda mitad del siglo XIX en Chilerdquo Revista Chilena deLiteratura 76 (abril 2010) 27-42

BAEZA Martiacutenez Sergio El libro en Chile Santiago Biblio-teca Nacional 1982

BARROS Martina Recuerdos de mi vida Santiago Orbe1942

_____ Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico porStuart Mill) Edicioacuten notas y estudio preliminar de Ale- jandra Castillo Santiago Palinodia 2009

BATTICUORE Graciela La mujer romaacutentica Lectorasautoras y escritores en la Argentina1830-1870 BuenosAires Edhasa 2005

BOURDIEU Pierre ldquoEl campo literario Prerrequisitoscriacuteticos y principios de meacutetodordquo Criterios 25-28 (enero1989-diciembre 1990)

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BRUNNER Joseacute Joaquiacuten ldquoCultura y crisis de hegemoniacuteardquoJJ Brunner y Gonzalo Catalaacuten (eds) Cinco estudiossobre cultura y sociedad Santiago Flacso 1985

CHARTIER Roger El orden de los libros Barcelona Gedisa2000

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FOUCAULT Michel La arqueologiacutea del saber Buenos AiresSiglo XXI 2002

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FRANCO Jean Las conspiradoras Representaciones de lamujer en Meacutexico Meacutexico FCE 1994

GILBERT Sandra y Gubar Susan La loca del desvaacuten Valen-cia Caacutetedra 1994

HABERMAS Juumlrgen Historia y criacutetica de la opinioacuten puacuteblica

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LUDMER Josefina ldquoTretas del deacutebilldquordquo Patricia Gonzaacutelez yEliana Ortega (eds) La sarteacuten por el mango Encuentrode escritoras latinoamericanas Riacuteo Piedras EdicionesHuracaacuten 1984

MARIacuteN Mercedes Poesiacuteas de la sentildeora Da Mercedes Ma-riacuten de Solar dadas a la luz por su hijo Enrique del Solar

Santiago Impr Andreacutes Bello 1874MEDINA Joseacute Toribio La literatura femenina en Chile

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corta ldquoeresardquo Compilacioacuten de Isaac Grez Silva Santia-go Editorial Nascimento 1931

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POBLETE Juan La literatura chilena del siglo XIX Entre puacuteblicos lectores y figuras autoriales Santiago CuartoPropio 2003

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SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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de los textos consignados en las fuentes citadas fueron publi-cados por hombres De esta forma asistimos una vez maacutesa una inscripcioacuten legitimadora aquella que en el reverso desu proceder genera una borradura una censura la exclusioacuteninstauradora de la analogiacutea que propone a la cultura la letra

como propiedad indisociable de lo masculinoNo puede desconocerse que la investigacioacuten de Medina

al revelarnos el listado de nombres de autoras y de tiacutetulospublicados durante la Colonia el siglo XIX y principios delXX responde a una necesidad de eacutepoca por un lado su tra-bajo adscribe al paradigma positivista auacuten en boga mientrasque por otro se enmarca en el horizonte del centenario re-publicano que movioacute a muchos intelectuales a la realizacioacutende un balance del trabajo intelectual y artiacutestico de un sigloDe esta forma el esfuerzo de Medina resulta altamente sig-nificativo si lo comparamos por ejemplo con el trabajo de-sarrollado por Jorge Huneeus Gana21 otro destacado hom-bre de letras del periacuteodo quien en su voluminoso Cuadrohistoacuterico de la produccioacuten intelectual en Chile que abarca des-de la Colonia hasta el antildeo 1908 fecha de publicacioacuten del li-bro soacutelo consigna a tres mujeres22 como las uacutenicas represen-tantes del geacutenero femenino en su recuento de la produccioacutenletrada Ahora bien y considerando sus diferencias ambosautores ratifican impliacutecitamente la misma tesis naturalizada

en el campo cultural de principios del siglo XX aquella queafirmaba la posicioacuten cuantitativa y cualitativamente secun-daria de la produccioacuten discursiva femenina frente a la de suspares varones

21 Poliacutetico abogado y escritor chileno22 Estas autoras corresponden a Mercedes Mariacuten Rosario Orrego y QuiteriaVaras

Decimos cuantitativamente pues por una parte tantolas autoras como los textos mencionados son escasos enel caso de geacuteneros literarios tradicionales como por ejem-plo la poesiacutea (que sabemos tampoco era una modalidaddiscursiva que se publicara en exceso) Medina consignaraacute

entre los antildeos 1837 (fecha de publicacioacuten del primer poe-ma impreso escrito por una mujer iniciativa llevaba a cabopor Mercedes Mariacuten23) y 1900 (momento en que el campoliterario comienza a autonomizarse y el mercado culturala ampliar maacutes) la modesta cifra de diez autoras que in-cursionan en el geacutenero las cuales publicaron un total dedieciocho textos entre folletos y libros en un total de se-senta y tres antildeos Lo mismo sucede en otras modalidadesliterarias como la narrativa donde contabiliza la cifra desiete autoras con un total de ocho textos 24 en un lapso detreinta y nueve antildeos (1861-1900) Cabe destacar que conexcepcioacuten de la traduccioacuten y de los textos ldquopedagoacutegicosrdquo25

23 Nos referimos ldquoAl Canto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquopoema escrito en 1837 por Mercedes Mariacuten del Solar Aunque publicado original-mente en las paacuteginas del perioacutedico El Araucano dirigido por Andreacutes Bello fue de-bido a la entusiasta recepcioacuten que despertoacute entre los lectores de entonces que estepoema se reimprimioacute meses maacutes t arde bajo la forma de folleto en la Imprenta de laOpinioacuten (6 pp)24 Rosario Orrego ( Alberto el jugador 1861) Pilar Miranda Velaacutesquez (Guillermoell 1878) Clementina de Ochoa (Guacutedula Lectura amena 1891) Celeste LasabeCruz Coke (Rosa de abril 1892) Mercedes Praacutexenes (La evolucioacuten de Paulina No-vela sicoloacutegica 1893) Genoveva B de Priori (Cuentos originales 1898) y Marie De-nis Marinot (Fleur de Mai 1895 y la Dama las turquesas 1898) Eso hasta 190025 Estos geacuteneros seraacuten los que maacutes faacutecilmente permitiraacuten el ingreso de las muje-res en la esfera letrada Su inscripcioacuten privilegiada en estos campos pensamos sedebe a que no representaban una amenaza para la autoridad letrada masculina Latraduccioacuten cargaba con el estigma de ser un ejercicio intelectual de segundo orden(pues reproduciacutea las palabras de otro) mientras que la pedagogiacutea era consideradala extensioacuten de la labor educativa que por naturaleza realizaba la mujer en el espacioprivado domeacutestico

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la participacioacuten femenina en otras modalidades discursi- vas es bastante reducida Es el caso del ldquoteatrordquo (con untexto de Amelia Solar de Claro poeta y sobrina de Mer-cedes Mariacuten)26 el ldquoperiodismordquo (Medina menciona soacutelotres publicaciones perioacutedicas dirigidas por mujeres)27 y la

ldquohistoriardquo (tres autoras cuatro textos)28 geacuteneros mdashespe-cialmente los dos uacuteltimosmdash que durante el siglo XIX seconstituyeron en espacios privilegiados para la inscr ipcioacutenfalologoceacutentrica

Fuera de la escasez de impresos la publicacioacuten de estostambieacuten seraacute bastante tardiacutea De ahiacute que por ejemplo nue- vamente en el caso de la poesiacutea se impriman tan solo cuatrofolletos (todos de Mercedes Mariacuten)29 desde 1837 hasta 1880fecha en que por primera vez una mujer publica un libro depoesiacutea (hablamos de Mariacutea Delfina Hidalgo con sus Ensa- yos poeacuteticos) O en narrativa donde si bien la primera novelaescrita por una mujer es temprana la ya referida Alberto el

26 Mariacutea Cenicienta Juguete coacutemico en dos actos i cuatro cuadro Imprenta del Pro-greso Santiago 188427 Nos referimos a La Revista de Valparaiacuteso (1873-1874) de Rosario Orrego Fa-milia (1890) de Celeste Cruz Coke y La Mujer (1897) de Lucrecia UndurragaRefirieacutendose al geacutenero el autor sostendraacute ldquoAl hablar de periodismo tenemos queconcretar su concepto al de una que otra revista que ha visto o ve la luz puacuteblica maacuteso menos de tarde en tarderdquo (1923 217)28 Dos textos de Mercedes Mariacuten (un ldquoelogio histoacutericordquo y un ldquoesbozo biograacuteficordquo)una biografiacutea de la educadora Antonia Tarragoacute publicada por Amelia Charpiacuten y untrabajo de caraacutecter e clesiaacutestico anoacutenimo29 El citado ldquoCanto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquo (1837)Algunos antildeos despueacutes la misma autora publicariacutea otros cuatro poemas valieacutendosedel mismo formato nos referimos a ldquoActo de contricionrdquo en 1848 (1 paacuteg Imprentade la Sociedad) ldquoLa Caridad Ofrenda dedicada a la sentildeora dontildea Antonia Salasrdquoen 1855 (8 pp Imprenta Nacional) ldquoCanto a la patria dedicado a la Sociedad deInstruccioacuten Primaria de Santiagordquo en 1857 (8 pp Imprenta del Paiacutes) y finalmenteldquoCanto fuacutenebre a la memoria del ciudadano Joseacute Romerordquo (14 pp Imprenta delConservador) en 1858

jugador 30 de Rosario Orrego de 1861 (novela por cierto quefue presentada al certamen narrativo organizado en 1860 porla Universidad de Chile31) habraacute que aguardar hasta 1878 paraque otra mujer se atreva a incursionar en el geacutenero32 Algo si-milar ocurre con los geacuteneros ldquocientiacuteficosrdquo y otros como el legis-

lativo en los que la situacioacuten se presentaraacute auacuten maacutes diferida33Ahora bien si la exigua y tardiacutea produccioacuten impresa fe-

menina no resulta elocuente para mostrar el grado de ex-clusioacuten que sufriacutean mujeres en el espacio letrado lo seraacute elescrutinio criacutetico general del mismo investigador En efectoMedina no soacutelo se limita a contabilizar las aportaciones fe-meninas sino que ademaacutes desliza algunos comentarios criacute-ticos significativos respecto a ella Asiacute refirieacutendose a la nove-la y el drama sostendraacute que

30 Esta fue publicada primeramente por entregas en 1860 en las paacuteginas de la ldquoRe- vista del Paciacuteficordquo y un antildeo maacutes tarde en formato libro Lamentablemente no hemospodido acceder al original de esta edicioacuten independiente conformaacutendonos soacutelo conla versioacuten de la ya mencionada revista y la reedicioacuten que el antildeo 2001 hizo la Edito-rial Cuarto Propio31 Sin embargo debido a que el texto fue presentado fuera de los plazos estipula-dos por el jurado finalmente quedoacute descalificado De esta forma el primer lugar loobtuvo el escritor Alberto Blest Gana con su novela La aritmeacutetica del amor reco-nocimiento que un mes despueacutes le valioacute ser nombrado miembro de nuacutemero de laFacultad de Filosofiacutea y Humanidades de la misma institucioacuten logrando un lugarldquoautorizadordquo en el campo cultural chileno En este sentido resulta interesante adver-tir que tras la presentacioacuten de Orrego al concurso poco tiempo despueacutes si bien no va a ser nominada a la Universidad su novela siacute llegue a ser publicada nada menosque con proacutelogo del escritor peruano Ricardo Palma De alguna forma podemosespecular la presentacioacuten a este certamen se transformoacute en una plataforma de legi-timacioacuten para los incipientes escritores que participaron en eacuteste32 Ver nota 2333 Eloiacutesa Diacuteaz primera meacutedico chilena publica su memoria para obtener el gradode Licenciada en Medicina y Farmacia en 1888 titulada Breves observaciones sobrela aparicioacuten de la pubertad en la mujer chilena i de las disposiciones patoloacutegicas pro- pias del sexo Ese mismo antildeo Matilde Brandeau primera abogada en el paiacutes publicasu memoria de grado titulada Derechos civiles de la mujer

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No todas [las autoras] han sabido mover sus fuerzas antes delanzarse a la produccioacuten de maacutes de un geacutenero literario suma-mente difiacuteciles de abordar y en que los fracasos teniacutean que resul-tar inevitables El drama supone gran conocimiento de la vida yde sus pasiones que una nintildea por talentosa que sea no estaacute pre-

parada para abordar con eacutexito Y no creo pecar de exageracioacutenal afirmar que cosa parecida puede decirse de la novela para lacual por lo demaacutes nuestro pequentildeo escenario social no ofrecesino contadiacutesimos recursos a la inventiva Bajo este punto de

vista nuestras literatas tienen que luchar con dificultades casiinsuperables para que los personajes que presentan en accioacutenlleguen a despertar mediano intereacutes (xiii La cursiva es nuestra)

Es maacutes frente a dichas dificultades Medina no duda enaconsejar a las mujeres de nutrirse de un mayor capital litera-rio ldquoEs de todo punto necesario una cultura literaria previa

que por el momento es lo que a mi juicio deben procurar al-canzar nuestras escritoras si quieren no hacer obra delezna-blerdquo (la cursiva es nuestra) Al mirar de soslayo la produccioacutenliteraria femenina la evaluacioacuten de Medina no soacutelo coincidecon la apreciacioacuten generalizada de la criacutetica epocal que de-fendiacutea (impliacutecita o expliacutecitamente) la superioridad masculi-na en el dominio de los recursos conocimientos y competen-cias en la produccioacuten de significantes al interior del campoliterario sino que ademaacutes revela mecanismos de exclusioacutenesteacutetica que tienen su origen precisamente en las semantiza-ciones jeraacuterquicas derivadas de la diferencia sexual Y es quela falta de ldquoexperienciardquo ldquoconocimiento de la vida y sus pa-sionesrdquo la escasez de ldquocultura literariardquo principales falenciasque el autor sentildeala en las escritoras resultan ser saberes quehistoacutericamente han remitido a un orden masculino ligado ala esfera puacuteblica y la cultura el cual actuacutea como contrapunto

del orden asociado a lo femenino ligado a la esfera privada ylas labores domeacutestico-reproductivas Desnaturalizando estehistoacuterico lugar de subalternidad que ha afectado a la mujertanto en el plano social como simboacutelico la escritora DiamelaEltit ha puntualizado

Este hecho no puede ser desligado de las esferas simboacutelicasestaacute alliacute e instala discursos de dominacioacuten y castracioacuten en elaacutembito literario que nos reconsignan en estos discursos criacute-ticos o seudocriacuteticos como ldquomenosrdquo Existen estrategias tec-nologiacuteas taacutecticas para construir mapas y geografiacuteas de poderliterario (276 La cursiva es nuestra)

Como vemos las restricciones sociales y los imperativosde geacutenero que regulan las praacutecticas simboacutelicas de las sujetos

femeninos condicionaraacuten su acceso a ciertas zonas vedadasterritorios donde se entretejen silenciosas enrevesadas sinembargo aplastantes relaciones de saber poder en las cualesla literatura no seraacute la excepcioacuten

IV ldquoM983157983146983141983154983141983155 983152983290983138983148983145983139983137983155rdquo 983141983155983139983154983145983156983157983154983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983161

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Hasta acaacute hemos visto coacutemo la estrechez del campo culturaly el mercado de impresos en el siglo XIX habiacutean incidido en

la marginal participacioacuten de las mujeres en el aacutembito de lapublicacioacuten de discursos (y en particular de libros) Si a estole sumamos la histoacuterica posicioacuten de subalternidad que handebido experimentar tanto en el plano social como especiacute-ficamente en la esfera de la cultura letrada resulta legiacutetimoabrir la interrogante hacia la posicioacuten de las propias mujeres

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respecto a este tipo de praacutectica en otras palabras iquestQueacute sig-nificaba para una mujer del siglo XIX escribir o el gesto maacutesosado auacuten de publicar

Esta pregunta ya la habiacutea intentado responder AdrianaValdeacutes quien ha sentildealado que en relacioacuten a la escritura con

aqueacutel ldquohacerrdquo y ldquotomarse la palabrardquo la situacioacuten de las muje-res ha sido de una ldquodocumentada incomodidadrdquo (251) Dichamolestia sostiene es transversal a nuestras escritoras desdeel caso de las religiosas coloniales pasando por las literatasdel siglo XIX e incluso en autoras de la primera mitad del si-glo XX hoy consagradas por la criacutetica como Gabriela Mistraly Mariacutea Luisa Bombal34 Para ingresar a la ldquociudad letradardquo oldquoescriturariardquo todas ellas han debido recurrir a una serie deestrategias y recursos que tienen como denominador comuacutenel ldquoponerse en su lugarrdquo vale decir reconocer su posicioacuten de

inferioridad frente a un Otro duentildeo del poder y del orden delos signos Por ello Valdeacutes concluye que la literatura desdesiempre ha representado ldquoun corral ajenordquo para las mujeres(en el caso chileno la metaacutefora del corral podriacutea verse refor-zada con la posicioacuten subalterna que tendriacutea nuestra literaturaen relacioacuten a la metroacutepolis) Resulta interesante a este res-pecto reparar en el testimonio de nuestras propias escritorasquienes de manera expliacutecita o bien apelando a una serie de

34 Ambas autoras al igual que otras como Teresa Wilms curiosamente decidenpublicar sus primeros libros en el extranjero Mistral da a luz Desolacioacuten en EstadosUnidos el antildeo 1922 (a insistencia de Federico de Oniacutes) B ombal publica el antildeo 1934La uacuteltima niebla en Buenos Aires (con el apoyo de Neruda y Borges entre otros)y Wilms en aquella misma ciudad publicaraacute sus primeros poemarios InquietudesSentimentales y Los tres cantos en 1917 (tambieacuten con el apoyo de intelectuales comoVicente Huidobro) De acaacute se pueden desprender al menos dos cosas la incomodi-dad o dificultad que probablemente experimentaron las autoras para publicar suslibros en el paiacutes y la presencia siempre constante de una autoridad masculina quedesde el exterior insta (y autoriza) a las autoras a entrar en el campo de las letras

subterfugios manifiestan la conciencia de esa sujecioacuten Es elcaso de Mercedes Mariacuten quien en una carta privada dirigidaal escritor argentino Juan Mariacutea Gutieacuterrez le confiesa las ten-siones que experimenta frente a su quehacer escritural

Se me preguntaraacute tal vez por queacute no he cultivado maacutes mis dis-posiciones naturales y voy a satisfacer a esta objecioacuten Desdemuy pequentildea me hicieron entender mis padres que cualquieraque fuese la instruccioacuten que yo llegase a adquirir por medio dela lectura era necesario saber callar Cuando empeceacute a reflexio-nar por miacute misma conociacute cuaacuten acertado era a este respecto sumodo de pensar y exageraacutendolo tal vez en demasiacutea juzgueacute queuna mujer literata en estos paiacuteses era un fenoacutemeno extrantildeo aca-so ridiacuteculo y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigiriacuteade miacute hasta cierto punto el sacrificio de mi felicidad personal[hellip] Una reputacioacuten literaria habriacutea sido para miacute una carga in-

soportable (Batticuore 112 Las cursivas son nuestras)

Las palabras de Mercedes Mariacuten resultan sumamenteilustrativas para retratar la problemaacutetica relacioacuten que existiacuteadurante el siglo XIX entre las mujeres y el acceso al sabery maacutes especiacuteficamente entre las mujeres y la praacutectica de laescritura y la publicacioacuten Tal como alguna vez lo tuviera quehacer Sor Juana Ineacutes de la Cruz Mariacuten reniega de su intereacutespor el conocimiento y la literatura no soacutelo al afirmar quesiempre fue ldquoajenardquo a este tipo de ldquopretensionesrdquo (leacutease en sudoble sentido de objetivo anhelo y de ldquopretenciosidadrdquo) sinoque tambieacuten rechazando y desembarazaacutendose del acto vo-litivo intelectual que implica la escritura De esta manera justificaraacute esta praacutectica aludiendo a su caraacutecter involuntarioy principalmente emotivo territorio por excelencia asocia-do a un orden femenino Al mismo tiempo y al igual que

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la religiosa va a tener clara conciencia de la necesidad enuna sociedad patriarcal como lo era aquella de ldquosaber ca-llar cuando se sabiacuteardquo (Ludmer 1984) imperativo taacutecito queoperaba incluso en familias ilustradas como las de la autora(su padre era meacutedico su madre una culta y reputada salon-

niegravere y su hermano un destacado escritor y filoacutesofo profesordel Instituto Nacional) en donde el traacutefico y discusioacuten deideas era bastante comuacuten Y es que a diferencia de lo queocurriacutea con sus pares varones la lectura y el conocimientoeran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debiacuteasaber callar si no queriacutea ser tomada por ridiacutecula o pedante(ldquoel saber es contrario a la feminidadrdquo sosteniacutea Michelle Pe-rrot) de ahiacute que intentar hacerse un camino como escritorafuera concebido por Mariacuten como un proyecto sencillamentedescabellado (ldquoextrantildeordquo ldquoacaso ridiacuteculordquo) el que a la vez que

la exponiacutea peligrosamente a la reprobacioacuten yo marginacioacutensocial al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro-pia felicidad No obstante ello y pese a la serie de limita-ciones que coaccionaban su vocacioacuten intelectual la autoraigualmente se aventuraraacute en estas territorialidades vedadasasumiendo ya sea como maacutescara o precaucioacuten los valores dela prudencia y el pudor ldquorecordemos que etimoloacutegicamenteel pudor estaacute asociado a la timidez la verguumlenza el recato lacastidad y el sentido del honor valores todos muy estimadosen la vida de las mujeresrdquo (Batticuore 190)

Como han sentildealado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti-cuore (2005) la escritura de las mujeres sobre todo duranteel siglo XIX estaba siempre en pugna con un ldquoimaginariomoralizanterdquo el cual ldquosancionaba fuera del aacutembito estricta-mente legal y se vinculaba a lo cotidianordquo De esta manera elimperativo moral de la ldquohonra femeninardquo de la cual dependiacutea

la ldquohonra familiarrdquo se constituyoacute como un ldquoimportante dis-curso hegemoacutenico de control y vigilancia de los comporta-mientos y cuerpos de hombres pero principalmente de lasmujeres en el siglo XIXrdquo (Arcos 35) mecanismo de controlque ya veniacutea operando vale agregar desde la Colonia De

aquiacute el temor de que una mujer publicara pues precisamen-te ldquoponiacutea en juego la moral familiar al agrietar el ideal dela mujer domeacutesticardquo De esta manera la ldquono publicacioacutenrdquo seerigiacutea ldquocomo garantiacutea y condicioacuten de una mujer virtuosa quepracticaba la escriturardquo (Batticuore 191)

Esta opinioacuten respecto al conflicto moral que experimenta-ban las escritoras frente a la publicacioacuten va a ser respaldada porSusan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritorasromaacutenticas del siglo XIX sostendraacute que ldquoel arma maacutes podero-sa de la que se serviacutean quienes se oponiacutean a la participacioacuten

femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-dad de la literatura con la virtud femenina argumento que fueesgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritorasrdquo(Pastor 29) De aquiacute se desprende entonces que la mujer quedeseaba publicar no soacutelo debiacutea seleccionar atentamente los te-mas y geacuteneros a los que iba a recurrir sino que ademaacutes debiacuteaapelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en sunatural lugar de inferioridad Estas operaciones nacidas deltemor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal a veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-culparse por un pasatiempo tan ldquopresuntuosordquo a despreciar-se intelectualmente ldquopresentando sus producciones artiacutesticascomo meras insignificancias ideadas para divertir y distraera los lectores en momentos de ociosidadrdquo (Gilbert y Gubart76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del puacuteblico lector opeor auacuten sus ataques burlas yo descalificaciones

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

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Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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B983145983138983148983145983151983143983154983137983142983277983137

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VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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la participacioacuten femenina en otras modalidades discursi- vas es bastante reducida Es el caso del ldquoteatrordquo (con untexto de Amelia Solar de Claro poeta y sobrina de Mer-cedes Mariacuten)26 el ldquoperiodismordquo (Medina menciona soacutelotres publicaciones perioacutedicas dirigidas por mujeres)27 y la

ldquohistoriardquo (tres autoras cuatro textos)28 geacuteneros mdashespe-cialmente los dos uacuteltimosmdash que durante el siglo XIX seconstituyeron en espacios privilegiados para la inscr ipcioacutenfalologoceacutentrica

Fuera de la escasez de impresos la publicacioacuten de estostambieacuten seraacute bastante tardiacutea De ahiacute que por ejemplo nue- vamente en el caso de la poesiacutea se impriman tan solo cuatrofolletos (todos de Mercedes Mariacuten)29 desde 1837 hasta 1880fecha en que por primera vez una mujer publica un libro depoesiacutea (hablamos de Mariacutea Delfina Hidalgo con sus Ensa- yos poeacuteticos) O en narrativa donde si bien la primera novelaescrita por una mujer es temprana la ya referida Alberto el

26 Mariacutea Cenicienta Juguete coacutemico en dos actos i cuatro cuadro Imprenta del Pro-greso Santiago 188427 Nos referimos a La Revista de Valparaiacuteso (1873-1874) de Rosario Orrego Fa-milia (1890) de Celeste Cruz Coke y La Mujer (1897) de Lucrecia UndurragaRefirieacutendose al geacutenero el autor sostendraacute ldquoAl hablar de periodismo tenemos queconcretar su concepto al de una que otra revista que ha visto o ve la luz puacuteblica maacuteso menos de tarde en tarderdquo (1923 217)28 Dos textos de Mercedes Mariacuten (un ldquoelogio histoacutericordquo y un ldquoesbozo biograacuteficordquo)una biografiacutea de la educadora Antonia Tarragoacute publicada por Amelia Charpiacuten y untrabajo de caraacutecter e clesiaacutestico anoacutenimo29 El citado ldquoCanto fuacutenebre a la muerte del Ministro don Diego Portalesrdquo (1837)Algunos antildeos despueacutes la misma autora publicariacutea otros cuatro poemas valieacutendosedel mismo formato nos referimos a ldquoActo de contricionrdquo en 1848 (1 paacuteg Imprentade la Sociedad) ldquoLa Caridad Ofrenda dedicada a la sentildeora dontildea Antonia Salasrdquoen 1855 (8 pp Imprenta Nacional) ldquoCanto a la patria dedicado a la Sociedad deInstruccioacuten Primaria de Santiagordquo en 1857 (8 pp Imprenta del Paiacutes) y finalmenteldquoCanto fuacutenebre a la memoria del ciudadano Joseacute Romerordquo (14 pp Imprenta delConservador) en 1858

jugador 30 de Rosario Orrego de 1861 (novela por cierto quefue presentada al certamen narrativo organizado en 1860 porla Universidad de Chile31) habraacute que aguardar hasta 1878 paraque otra mujer se atreva a incursionar en el geacutenero32 Algo si-milar ocurre con los geacuteneros ldquocientiacuteficosrdquo y otros como el legis-

lativo en los que la situacioacuten se presentaraacute auacuten maacutes diferida33Ahora bien si la exigua y tardiacutea produccioacuten impresa fe-

menina no resulta elocuente para mostrar el grado de ex-clusioacuten que sufriacutean mujeres en el espacio letrado lo seraacute elescrutinio criacutetico general del mismo investigador En efectoMedina no soacutelo se limita a contabilizar las aportaciones fe-meninas sino que ademaacutes desliza algunos comentarios criacute-ticos significativos respecto a ella Asiacute refirieacutendose a la nove-la y el drama sostendraacute que

30 Esta fue publicada primeramente por entregas en 1860 en las paacuteginas de la ldquoRe- vista del Paciacuteficordquo y un antildeo maacutes tarde en formato libro Lamentablemente no hemospodido acceder al original de esta edicioacuten independiente conformaacutendonos soacutelo conla versioacuten de la ya mencionada revista y la reedicioacuten que el antildeo 2001 hizo la Edito-rial Cuarto Propio31 Sin embargo debido a que el texto fue presentado fuera de los plazos estipula-dos por el jurado finalmente quedoacute descalificado De esta forma el primer lugar loobtuvo el escritor Alberto Blest Gana con su novela La aritmeacutetica del amor reco-nocimiento que un mes despueacutes le valioacute ser nombrado miembro de nuacutemero de laFacultad de Filosofiacutea y Humanidades de la misma institucioacuten logrando un lugarldquoautorizadordquo en el campo cultural chileno En este sentido resulta interesante adver-tir que tras la presentacioacuten de Orrego al concurso poco tiempo despueacutes si bien no va a ser nominada a la Universidad su novela siacute llegue a ser publicada nada menosque con proacutelogo del escritor peruano Ricardo Palma De alguna forma podemosespecular la presentacioacuten a este certamen se transformoacute en una plataforma de legi-timacioacuten para los incipientes escritores que participaron en eacuteste32 Ver nota 2333 Eloiacutesa Diacuteaz primera meacutedico chilena publica su memoria para obtener el gradode Licenciada en Medicina y Farmacia en 1888 titulada Breves observaciones sobrela aparicioacuten de la pubertad en la mujer chilena i de las disposiciones patoloacutegicas pro- pias del sexo Ese mismo antildeo Matilde Brandeau primera abogada en el paiacutes publicasu memoria de grado titulada Derechos civiles de la mujer

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No todas [las autoras] han sabido mover sus fuerzas antes delanzarse a la produccioacuten de maacutes de un geacutenero literario suma-mente difiacuteciles de abordar y en que los fracasos teniacutean que resul-tar inevitables El drama supone gran conocimiento de la vida yde sus pasiones que una nintildea por talentosa que sea no estaacute pre-

parada para abordar con eacutexito Y no creo pecar de exageracioacutenal afirmar que cosa parecida puede decirse de la novela para lacual por lo demaacutes nuestro pequentildeo escenario social no ofrecesino contadiacutesimos recursos a la inventiva Bajo este punto de

vista nuestras literatas tienen que luchar con dificultades casiinsuperables para que los personajes que presentan en accioacutenlleguen a despertar mediano intereacutes (xiii La cursiva es nuestra)

Es maacutes frente a dichas dificultades Medina no duda enaconsejar a las mujeres de nutrirse de un mayor capital litera-rio ldquoEs de todo punto necesario una cultura literaria previa

que por el momento es lo que a mi juicio deben procurar al-canzar nuestras escritoras si quieren no hacer obra delezna-blerdquo (la cursiva es nuestra) Al mirar de soslayo la produccioacutenliteraria femenina la evaluacioacuten de Medina no soacutelo coincidecon la apreciacioacuten generalizada de la criacutetica epocal que de-fendiacutea (impliacutecita o expliacutecitamente) la superioridad masculi-na en el dominio de los recursos conocimientos y competen-cias en la produccioacuten de significantes al interior del campoliterario sino que ademaacutes revela mecanismos de exclusioacutenesteacutetica que tienen su origen precisamente en las semantiza-ciones jeraacuterquicas derivadas de la diferencia sexual Y es quela falta de ldquoexperienciardquo ldquoconocimiento de la vida y sus pa-sionesrdquo la escasez de ldquocultura literariardquo principales falenciasque el autor sentildeala en las escritoras resultan ser saberes quehistoacutericamente han remitido a un orden masculino ligado ala esfera puacuteblica y la cultura el cual actuacutea como contrapunto

del orden asociado a lo femenino ligado a la esfera privada ylas labores domeacutestico-reproductivas Desnaturalizando estehistoacuterico lugar de subalternidad que ha afectado a la mujertanto en el plano social como simboacutelico la escritora DiamelaEltit ha puntualizado

Este hecho no puede ser desligado de las esferas simboacutelicasestaacute alliacute e instala discursos de dominacioacuten y castracioacuten en elaacutembito literario que nos reconsignan en estos discursos criacute-ticos o seudocriacuteticos como ldquomenosrdquo Existen estrategias tec-nologiacuteas taacutecticas para construir mapas y geografiacuteas de poderliterario (276 La cursiva es nuestra)

Como vemos las restricciones sociales y los imperativosde geacutenero que regulan las praacutecticas simboacutelicas de las sujetos

femeninos condicionaraacuten su acceso a ciertas zonas vedadasterritorios donde se entretejen silenciosas enrevesadas sinembargo aplastantes relaciones de saber poder en las cualesla literatura no seraacute la excepcioacuten

IV ldquoM983157983146983141983154983141983155 983152983290983138983148983145983139983137983155rdquo 983141983155983139983154983145983156983157983154983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983161

983139983151983141983154983139983145983151983150983141983155 983140983141983148 983155983145983155983156983141983149983137 983155983141983160983151983143983273983150983141983154983151

Hasta acaacute hemos visto coacutemo la estrechez del campo culturaly el mercado de impresos en el siglo XIX habiacutean incidido en

la marginal participacioacuten de las mujeres en el aacutembito de lapublicacioacuten de discursos (y en particular de libros) Si a estole sumamos la histoacuterica posicioacuten de subalternidad que handebido experimentar tanto en el plano social como especiacute-ficamente en la esfera de la cultura letrada resulta legiacutetimoabrir la interrogante hacia la posicioacuten de las propias mujeres

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respecto a este tipo de praacutectica en otras palabras iquestQueacute sig-nificaba para una mujer del siglo XIX escribir o el gesto maacutesosado auacuten de publicar

Esta pregunta ya la habiacutea intentado responder AdrianaValdeacutes quien ha sentildealado que en relacioacuten a la escritura con

aqueacutel ldquohacerrdquo y ldquotomarse la palabrardquo la situacioacuten de las muje-res ha sido de una ldquodocumentada incomodidadrdquo (251) Dichamolestia sostiene es transversal a nuestras escritoras desdeel caso de las religiosas coloniales pasando por las literatasdel siglo XIX e incluso en autoras de la primera mitad del si-glo XX hoy consagradas por la criacutetica como Gabriela Mistraly Mariacutea Luisa Bombal34 Para ingresar a la ldquociudad letradardquo oldquoescriturariardquo todas ellas han debido recurrir a una serie deestrategias y recursos que tienen como denominador comuacutenel ldquoponerse en su lugarrdquo vale decir reconocer su posicioacuten de

inferioridad frente a un Otro duentildeo del poder y del orden delos signos Por ello Valdeacutes concluye que la literatura desdesiempre ha representado ldquoun corral ajenordquo para las mujeres(en el caso chileno la metaacutefora del corral podriacutea verse refor-zada con la posicioacuten subalterna que tendriacutea nuestra literaturaen relacioacuten a la metroacutepolis) Resulta interesante a este res-pecto reparar en el testimonio de nuestras propias escritorasquienes de manera expliacutecita o bien apelando a una serie de

34 Ambas autoras al igual que otras como Teresa Wilms curiosamente decidenpublicar sus primeros libros en el extranjero Mistral da a luz Desolacioacuten en EstadosUnidos el antildeo 1922 (a insistencia de Federico de Oniacutes) B ombal publica el antildeo 1934La uacuteltima niebla en Buenos Aires (con el apoyo de Neruda y Borges entre otros)y Wilms en aquella misma ciudad publicaraacute sus primeros poemarios InquietudesSentimentales y Los tres cantos en 1917 (tambieacuten con el apoyo de intelectuales comoVicente Huidobro) De acaacute se pueden desprender al menos dos cosas la incomodi-dad o dificultad que probablemente experimentaron las autoras para publicar suslibros en el paiacutes y la presencia siempre constante de una autoridad masculina quedesde el exterior insta (y autoriza) a las autoras a entrar en el campo de las letras

subterfugios manifiestan la conciencia de esa sujecioacuten Es elcaso de Mercedes Mariacuten quien en una carta privada dirigidaal escritor argentino Juan Mariacutea Gutieacuterrez le confiesa las ten-siones que experimenta frente a su quehacer escritural

Se me preguntaraacute tal vez por queacute no he cultivado maacutes mis dis-posiciones naturales y voy a satisfacer a esta objecioacuten Desdemuy pequentildea me hicieron entender mis padres que cualquieraque fuese la instruccioacuten que yo llegase a adquirir por medio dela lectura era necesario saber callar Cuando empeceacute a reflexio-nar por miacute misma conociacute cuaacuten acertado era a este respecto sumodo de pensar y exageraacutendolo tal vez en demasiacutea juzgueacute queuna mujer literata en estos paiacuteses era un fenoacutemeno extrantildeo aca-so ridiacuteculo y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigiriacuteade miacute hasta cierto punto el sacrificio de mi felicidad personal[hellip] Una reputacioacuten literaria habriacutea sido para miacute una carga in-

soportable (Batticuore 112 Las cursivas son nuestras)

Las palabras de Mercedes Mariacuten resultan sumamenteilustrativas para retratar la problemaacutetica relacioacuten que existiacuteadurante el siglo XIX entre las mujeres y el acceso al sabery maacutes especiacuteficamente entre las mujeres y la praacutectica de laescritura y la publicacioacuten Tal como alguna vez lo tuviera quehacer Sor Juana Ineacutes de la Cruz Mariacuten reniega de su intereacutespor el conocimiento y la literatura no soacutelo al afirmar quesiempre fue ldquoajenardquo a este tipo de ldquopretensionesrdquo (leacutease en sudoble sentido de objetivo anhelo y de ldquopretenciosidadrdquo) sinoque tambieacuten rechazando y desembarazaacutendose del acto vo-litivo intelectual que implica la escritura De esta manera justificaraacute esta praacutectica aludiendo a su caraacutecter involuntarioy principalmente emotivo territorio por excelencia asocia-do a un orden femenino Al mismo tiempo y al igual que

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la religiosa va a tener clara conciencia de la necesidad enuna sociedad patriarcal como lo era aquella de ldquosaber ca-llar cuando se sabiacuteardquo (Ludmer 1984) imperativo taacutecito queoperaba incluso en familias ilustradas como las de la autora(su padre era meacutedico su madre una culta y reputada salon-

niegravere y su hermano un destacado escritor y filoacutesofo profesordel Instituto Nacional) en donde el traacutefico y discusioacuten deideas era bastante comuacuten Y es que a diferencia de lo queocurriacutea con sus pares varones la lectura y el conocimientoeran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debiacuteasaber callar si no queriacutea ser tomada por ridiacutecula o pedante(ldquoel saber es contrario a la feminidadrdquo sosteniacutea Michelle Pe-rrot) de ahiacute que intentar hacerse un camino como escritorafuera concebido por Mariacuten como un proyecto sencillamentedescabellado (ldquoextrantildeordquo ldquoacaso ridiacuteculordquo) el que a la vez que

la exponiacutea peligrosamente a la reprobacioacuten yo marginacioacutensocial al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro-pia felicidad No obstante ello y pese a la serie de limita-ciones que coaccionaban su vocacioacuten intelectual la autoraigualmente se aventuraraacute en estas territorialidades vedadasasumiendo ya sea como maacutescara o precaucioacuten los valores dela prudencia y el pudor ldquorecordemos que etimoloacutegicamenteel pudor estaacute asociado a la timidez la verguumlenza el recato lacastidad y el sentido del honor valores todos muy estimadosen la vida de las mujeresrdquo (Batticuore 190)

Como han sentildealado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti-cuore (2005) la escritura de las mujeres sobre todo duranteel siglo XIX estaba siempre en pugna con un ldquoimaginariomoralizanterdquo el cual ldquosancionaba fuera del aacutembito estricta-mente legal y se vinculaba a lo cotidianordquo De esta manera elimperativo moral de la ldquohonra femeninardquo de la cual dependiacutea

la ldquohonra familiarrdquo se constituyoacute como un ldquoimportante dis-curso hegemoacutenico de control y vigilancia de los comporta-mientos y cuerpos de hombres pero principalmente de lasmujeres en el siglo XIXrdquo (Arcos 35) mecanismo de controlque ya veniacutea operando vale agregar desde la Colonia De

aquiacute el temor de que una mujer publicara pues precisamen-te ldquoponiacutea en juego la moral familiar al agrietar el ideal dela mujer domeacutesticardquo De esta manera la ldquono publicacioacutenrdquo seerigiacutea ldquocomo garantiacutea y condicioacuten de una mujer virtuosa quepracticaba la escriturardquo (Batticuore 191)

Esta opinioacuten respecto al conflicto moral que experimenta-ban las escritoras frente a la publicacioacuten va a ser respaldada porSusan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritorasromaacutenticas del siglo XIX sostendraacute que ldquoel arma maacutes podero-sa de la que se serviacutean quienes se oponiacutean a la participacioacuten

femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-dad de la literatura con la virtud femenina argumento que fueesgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritorasrdquo(Pastor 29) De aquiacute se desprende entonces que la mujer quedeseaba publicar no soacutelo debiacutea seleccionar atentamente los te-mas y geacuteneros a los que iba a recurrir sino que ademaacutes debiacuteaapelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en sunatural lugar de inferioridad Estas operaciones nacidas deltemor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal a veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-culparse por un pasatiempo tan ldquopresuntuosordquo a despreciar-se intelectualmente ldquopresentando sus producciones artiacutesticascomo meras insignificancias ideadas para divertir y distraera los lectores en momentos de ociosidadrdquo (Gilbert y Gubart76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del puacuteblico lector opeor auacuten sus ataques burlas yo descalificaciones

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

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Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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No todas [las autoras] han sabido mover sus fuerzas antes delanzarse a la produccioacuten de maacutes de un geacutenero literario suma-mente difiacuteciles de abordar y en que los fracasos teniacutean que resul-tar inevitables El drama supone gran conocimiento de la vida yde sus pasiones que una nintildea por talentosa que sea no estaacute pre-

parada para abordar con eacutexito Y no creo pecar de exageracioacutenal afirmar que cosa parecida puede decirse de la novela para lacual por lo demaacutes nuestro pequentildeo escenario social no ofrecesino contadiacutesimos recursos a la inventiva Bajo este punto de

vista nuestras literatas tienen que luchar con dificultades casiinsuperables para que los personajes que presentan en accioacutenlleguen a despertar mediano intereacutes (xiii La cursiva es nuestra)

Es maacutes frente a dichas dificultades Medina no duda enaconsejar a las mujeres de nutrirse de un mayor capital litera-rio ldquoEs de todo punto necesario una cultura literaria previa

que por el momento es lo que a mi juicio deben procurar al-canzar nuestras escritoras si quieren no hacer obra delezna-blerdquo (la cursiva es nuestra) Al mirar de soslayo la produccioacutenliteraria femenina la evaluacioacuten de Medina no soacutelo coincidecon la apreciacioacuten generalizada de la criacutetica epocal que de-fendiacutea (impliacutecita o expliacutecitamente) la superioridad masculi-na en el dominio de los recursos conocimientos y competen-cias en la produccioacuten de significantes al interior del campoliterario sino que ademaacutes revela mecanismos de exclusioacutenesteacutetica que tienen su origen precisamente en las semantiza-ciones jeraacuterquicas derivadas de la diferencia sexual Y es quela falta de ldquoexperienciardquo ldquoconocimiento de la vida y sus pa-sionesrdquo la escasez de ldquocultura literariardquo principales falenciasque el autor sentildeala en las escritoras resultan ser saberes quehistoacutericamente han remitido a un orden masculino ligado ala esfera puacuteblica y la cultura el cual actuacutea como contrapunto

del orden asociado a lo femenino ligado a la esfera privada ylas labores domeacutestico-reproductivas Desnaturalizando estehistoacuterico lugar de subalternidad que ha afectado a la mujertanto en el plano social como simboacutelico la escritora DiamelaEltit ha puntualizado

Este hecho no puede ser desligado de las esferas simboacutelicasestaacute alliacute e instala discursos de dominacioacuten y castracioacuten en elaacutembito literario que nos reconsignan en estos discursos criacute-ticos o seudocriacuteticos como ldquomenosrdquo Existen estrategias tec-nologiacuteas taacutecticas para construir mapas y geografiacuteas de poderliterario (276 La cursiva es nuestra)

Como vemos las restricciones sociales y los imperativosde geacutenero que regulan las praacutecticas simboacutelicas de las sujetos

femeninos condicionaraacuten su acceso a ciertas zonas vedadasterritorios donde se entretejen silenciosas enrevesadas sinembargo aplastantes relaciones de saber poder en las cualesla literatura no seraacute la excepcioacuten

IV ldquoM983157983146983141983154983141983155 983152983290983138983148983145983139983137983155rdquo 983141983155983139983154983145983156983157983154983137 983152983157983138983148983145983139983137983139983145983283983150 983161

983139983151983141983154983139983145983151983150983141983155 983140983141983148 983155983145983155983156983141983149983137 983155983141983160983151983143983273983150983141983154983151

Hasta acaacute hemos visto coacutemo la estrechez del campo culturaly el mercado de impresos en el siglo XIX habiacutean incidido en

la marginal participacioacuten de las mujeres en el aacutembito de lapublicacioacuten de discursos (y en particular de libros) Si a estole sumamos la histoacuterica posicioacuten de subalternidad que handebido experimentar tanto en el plano social como especiacute-ficamente en la esfera de la cultura letrada resulta legiacutetimoabrir la interrogante hacia la posicioacuten de las propias mujeres

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respecto a este tipo de praacutectica en otras palabras iquestQueacute sig-nificaba para una mujer del siglo XIX escribir o el gesto maacutesosado auacuten de publicar

Esta pregunta ya la habiacutea intentado responder AdrianaValdeacutes quien ha sentildealado que en relacioacuten a la escritura con

aqueacutel ldquohacerrdquo y ldquotomarse la palabrardquo la situacioacuten de las muje-res ha sido de una ldquodocumentada incomodidadrdquo (251) Dichamolestia sostiene es transversal a nuestras escritoras desdeel caso de las religiosas coloniales pasando por las literatasdel siglo XIX e incluso en autoras de la primera mitad del si-glo XX hoy consagradas por la criacutetica como Gabriela Mistraly Mariacutea Luisa Bombal34 Para ingresar a la ldquociudad letradardquo oldquoescriturariardquo todas ellas han debido recurrir a una serie deestrategias y recursos que tienen como denominador comuacutenel ldquoponerse en su lugarrdquo vale decir reconocer su posicioacuten de

inferioridad frente a un Otro duentildeo del poder y del orden delos signos Por ello Valdeacutes concluye que la literatura desdesiempre ha representado ldquoun corral ajenordquo para las mujeres(en el caso chileno la metaacutefora del corral podriacutea verse refor-zada con la posicioacuten subalterna que tendriacutea nuestra literaturaen relacioacuten a la metroacutepolis) Resulta interesante a este res-pecto reparar en el testimonio de nuestras propias escritorasquienes de manera expliacutecita o bien apelando a una serie de

34 Ambas autoras al igual que otras como Teresa Wilms curiosamente decidenpublicar sus primeros libros en el extranjero Mistral da a luz Desolacioacuten en EstadosUnidos el antildeo 1922 (a insistencia de Federico de Oniacutes) B ombal publica el antildeo 1934La uacuteltima niebla en Buenos Aires (con el apoyo de Neruda y Borges entre otros)y Wilms en aquella misma ciudad publicaraacute sus primeros poemarios InquietudesSentimentales y Los tres cantos en 1917 (tambieacuten con el apoyo de intelectuales comoVicente Huidobro) De acaacute se pueden desprender al menos dos cosas la incomodi-dad o dificultad que probablemente experimentaron las autoras para publicar suslibros en el paiacutes y la presencia siempre constante de una autoridad masculina quedesde el exterior insta (y autoriza) a las autoras a entrar en el campo de las letras

subterfugios manifiestan la conciencia de esa sujecioacuten Es elcaso de Mercedes Mariacuten quien en una carta privada dirigidaal escritor argentino Juan Mariacutea Gutieacuterrez le confiesa las ten-siones que experimenta frente a su quehacer escritural

Se me preguntaraacute tal vez por queacute no he cultivado maacutes mis dis-posiciones naturales y voy a satisfacer a esta objecioacuten Desdemuy pequentildea me hicieron entender mis padres que cualquieraque fuese la instruccioacuten que yo llegase a adquirir por medio dela lectura era necesario saber callar Cuando empeceacute a reflexio-nar por miacute misma conociacute cuaacuten acertado era a este respecto sumodo de pensar y exageraacutendolo tal vez en demasiacutea juzgueacute queuna mujer literata en estos paiacuteses era un fenoacutemeno extrantildeo aca-so ridiacuteculo y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigiriacuteade miacute hasta cierto punto el sacrificio de mi felicidad personal[hellip] Una reputacioacuten literaria habriacutea sido para miacute una carga in-

soportable (Batticuore 112 Las cursivas son nuestras)

Las palabras de Mercedes Mariacuten resultan sumamenteilustrativas para retratar la problemaacutetica relacioacuten que existiacuteadurante el siglo XIX entre las mujeres y el acceso al sabery maacutes especiacuteficamente entre las mujeres y la praacutectica de laescritura y la publicacioacuten Tal como alguna vez lo tuviera quehacer Sor Juana Ineacutes de la Cruz Mariacuten reniega de su intereacutespor el conocimiento y la literatura no soacutelo al afirmar quesiempre fue ldquoajenardquo a este tipo de ldquopretensionesrdquo (leacutease en sudoble sentido de objetivo anhelo y de ldquopretenciosidadrdquo) sinoque tambieacuten rechazando y desembarazaacutendose del acto vo-litivo intelectual que implica la escritura De esta manera justificaraacute esta praacutectica aludiendo a su caraacutecter involuntarioy principalmente emotivo territorio por excelencia asocia-do a un orden femenino Al mismo tiempo y al igual que

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la religiosa va a tener clara conciencia de la necesidad enuna sociedad patriarcal como lo era aquella de ldquosaber ca-llar cuando se sabiacuteardquo (Ludmer 1984) imperativo taacutecito queoperaba incluso en familias ilustradas como las de la autora(su padre era meacutedico su madre una culta y reputada salon-

niegravere y su hermano un destacado escritor y filoacutesofo profesordel Instituto Nacional) en donde el traacutefico y discusioacuten deideas era bastante comuacuten Y es que a diferencia de lo queocurriacutea con sus pares varones la lectura y el conocimientoeran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debiacuteasaber callar si no queriacutea ser tomada por ridiacutecula o pedante(ldquoel saber es contrario a la feminidadrdquo sosteniacutea Michelle Pe-rrot) de ahiacute que intentar hacerse un camino como escritorafuera concebido por Mariacuten como un proyecto sencillamentedescabellado (ldquoextrantildeordquo ldquoacaso ridiacuteculordquo) el que a la vez que

la exponiacutea peligrosamente a la reprobacioacuten yo marginacioacutensocial al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro-pia felicidad No obstante ello y pese a la serie de limita-ciones que coaccionaban su vocacioacuten intelectual la autoraigualmente se aventuraraacute en estas territorialidades vedadasasumiendo ya sea como maacutescara o precaucioacuten los valores dela prudencia y el pudor ldquorecordemos que etimoloacutegicamenteel pudor estaacute asociado a la timidez la verguumlenza el recato lacastidad y el sentido del honor valores todos muy estimadosen la vida de las mujeresrdquo (Batticuore 190)

Como han sentildealado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti-cuore (2005) la escritura de las mujeres sobre todo duranteel siglo XIX estaba siempre en pugna con un ldquoimaginariomoralizanterdquo el cual ldquosancionaba fuera del aacutembito estricta-mente legal y se vinculaba a lo cotidianordquo De esta manera elimperativo moral de la ldquohonra femeninardquo de la cual dependiacutea

la ldquohonra familiarrdquo se constituyoacute como un ldquoimportante dis-curso hegemoacutenico de control y vigilancia de los comporta-mientos y cuerpos de hombres pero principalmente de lasmujeres en el siglo XIXrdquo (Arcos 35) mecanismo de controlque ya veniacutea operando vale agregar desde la Colonia De

aquiacute el temor de que una mujer publicara pues precisamen-te ldquoponiacutea en juego la moral familiar al agrietar el ideal dela mujer domeacutesticardquo De esta manera la ldquono publicacioacutenrdquo seerigiacutea ldquocomo garantiacutea y condicioacuten de una mujer virtuosa quepracticaba la escriturardquo (Batticuore 191)

Esta opinioacuten respecto al conflicto moral que experimenta-ban las escritoras frente a la publicacioacuten va a ser respaldada porSusan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritorasromaacutenticas del siglo XIX sostendraacute que ldquoel arma maacutes podero-sa de la que se serviacutean quienes se oponiacutean a la participacioacuten

femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-dad de la literatura con la virtud femenina argumento que fueesgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritorasrdquo(Pastor 29) De aquiacute se desprende entonces que la mujer quedeseaba publicar no soacutelo debiacutea seleccionar atentamente los te-mas y geacuteneros a los que iba a recurrir sino que ademaacutes debiacuteaapelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en sunatural lugar de inferioridad Estas operaciones nacidas deltemor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal a veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-culparse por un pasatiempo tan ldquopresuntuosordquo a despreciar-se intelectualmente ldquopresentando sus producciones artiacutesticascomo meras insignificancias ideadas para divertir y distraera los lectores en momentos de ociosidadrdquo (Gilbert y Gubart76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del puacuteblico lector opeor auacuten sus ataques burlas yo descalificaciones

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

983137983148983156983141983154983150983137983156983145983158983151

Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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B983145983138983148983145983151983143983154983137983142983277983137

ARCOS Carol ldquoNovelas folletiacuten y la autoriacutea femenina en lasegunda mitad del siglo XIX en Chilerdquo Revista Chilena deLiteratura 76 (abril 2010) 27-42

BAEZA Martiacutenez Sergio El libro en Chile Santiago Biblio-teca Nacional 1982

BARROS Martina Recuerdos de mi vida Santiago Orbe1942

_____ Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico porStuart Mill) Edicioacuten notas y estudio preliminar de Ale- jandra Castillo Santiago Palinodia 2009

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BOURDIEU Pierre ldquoEl campo literario Prerrequisitoscriacuteticos y principios de meacutetodordquo Criterios 25-28 (enero1989-diciembre 1990)

_____ La dominacioacuten masculina Barcelona Anagrama2000

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CHARTIER Roger El orden de los libros Barcelona Gedisa2000

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FOUCAULT Michel La arqueologiacutea del saber Buenos AiresSiglo XXI 2002

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FRANCO Jean Las conspiradoras Representaciones de lamujer en Meacutexico Meacutexico FCE 1994

GILBERT Sandra y Gubar Susan La loca del desvaacuten Valen-cia Caacutetedra 1994

HABERMAS Juumlrgen Historia y criacutetica de la opinioacuten puacuteblica

Barcelona G Gili 1990HUNEEUS Gana Jorge Cuadro histoacuterico de la produccioacuten

intelectual en Chile Santiago Imprenta Litografiacutea yEncuadernacioacuten Barcelona 1910

LUDMER Josefina ldquoTretas del deacutebilldquordquo Patricia Gonzaacutelez yEliana Ortega (eds) La sarteacuten por el mango Encuentrode escritoras latinoamericanas Riacuteo Piedras EdicionesHuracaacuten 1984

MARIacuteN Mercedes Poesiacuteas de la sentildeora Da Mercedes Ma-riacuten de Solar dadas a la luz por su hijo Enrique del Solar

Santiago Impr Andreacutes Bello 1874MEDINA Joseacute Toribio La literatura femenina en Chile

Santiago Imprenta Universitaria 1923ORREGO Rosario Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela

corta ldquoeresardquo Compilacioacuten de Isaac Grez Silva Santia-go Editorial Nascimento 1931

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PASTOR Briacutegida El discurso de Gertrudis Goacutemez de Avella-neda identidad femenina y otredad Alicante Universi-dad de Alicante 2002

POBLETE Juan La literatura chilena del siglo XIX Entre puacuteblicos lectores y figuras autoriales Santiago CuartoPropio 2003

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SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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respecto a este tipo de praacutectica en otras palabras iquestQueacute sig-nificaba para una mujer del siglo XIX escribir o el gesto maacutesosado auacuten de publicar

Esta pregunta ya la habiacutea intentado responder AdrianaValdeacutes quien ha sentildealado que en relacioacuten a la escritura con

aqueacutel ldquohacerrdquo y ldquotomarse la palabrardquo la situacioacuten de las muje-res ha sido de una ldquodocumentada incomodidadrdquo (251) Dichamolestia sostiene es transversal a nuestras escritoras desdeel caso de las religiosas coloniales pasando por las literatasdel siglo XIX e incluso en autoras de la primera mitad del si-glo XX hoy consagradas por la criacutetica como Gabriela Mistraly Mariacutea Luisa Bombal34 Para ingresar a la ldquociudad letradardquo oldquoescriturariardquo todas ellas han debido recurrir a una serie deestrategias y recursos que tienen como denominador comuacutenel ldquoponerse en su lugarrdquo vale decir reconocer su posicioacuten de

inferioridad frente a un Otro duentildeo del poder y del orden delos signos Por ello Valdeacutes concluye que la literatura desdesiempre ha representado ldquoun corral ajenordquo para las mujeres(en el caso chileno la metaacutefora del corral podriacutea verse refor-zada con la posicioacuten subalterna que tendriacutea nuestra literaturaen relacioacuten a la metroacutepolis) Resulta interesante a este res-pecto reparar en el testimonio de nuestras propias escritorasquienes de manera expliacutecita o bien apelando a una serie de

34 Ambas autoras al igual que otras como Teresa Wilms curiosamente decidenpublicar sus primeros libros en el extranjero Mistral da a luz Desolacioacuten en EstadosUnidos el antildeo 1922 (a insistencia de Federico de Oniacutes) B ombal publica el antildeo 1934La uacuteltima niebla en Buenos Aires (con el apoyo de Neruda y Borges entre otros)y Wilms en aquella misma ciudad publicaraacute sus primeros poemarios InquietudesSentimentales y Los tres cantos en 1917 (tambieacuten con el apoyo de intelectuales comoVicente Huidobro) De acaacute se pueden desprender al menos dos cosas la incomodi-dad o dificultad que probablemente experimentaron las autoras para publicar suslibros en el paiacutes y la presencia siempre constante de una autoridad masculina quedesde el exterior insta (y autoriza) a las autoras a entrar en el campo de las letras

subterfugios manifiestan la conciencia de esa sujecioacuten Es elcaso de Mercedes Mariacuten quien en una carta privada dirigidaal escritor argentino Juan Mariacutea Gutieacuterrez le confiesa las ten-siones que experimenta frente a su quehacer escritural

Se me preguntaraacute tal vez por queacute no he cultivado maacutes mis dis-posiciones naturales y voy a satisfacer a esta objecioacuten Desdemuy pequentildea me hicieron entender mis padres que cualquieraque fuese la instruccioacuten que yo llegase a adquirir por medio dela lectura era necesario saber callar Cuando empeceacute a reflexio-nar por miacute misma conociacute cuaacuten acertado era a este respecto sumodo de pensar y exageraacutendolo tal vez en demasiacutea juzgueacute queuna mujer literata en estos paiacuteses era un fenoacutemeno extrantildeo aca-so ridiacuteculo y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigiriacuteade miacute hasta cierto punto el sacrificio de mi felicidad personal[hellip] Una reputacioacuten literaria habriacutea sido para miacute una carga in-

soportable (Batticuore 112 Las cursivas son nuestras)

Las palabras de Mercedes Mariacuten resultan sumamenteilustrativas para retratar la problemaacutetica relacioacuten que existiacuteadurante el siglo XIX entre las mujeres y el acceso al sabery maacutes especiacuteficamente entre las mujeres y la praacutectica de laescritura y la publicacioacuten Tal como alguna vez lo tuviera quehacer Sor Juana Ineacutes de la Cruz Mariacuten reniega de su intereacutespor el conocimiento y la literatura no soacutelo al afirmar quesiempre fue ldquoajenardquo a este tipo de ldquopretensionesrdquo (leacutease en sudoble sentido de objetivo anhelo y de ldquopretenciosidadrdquo) sinoque tambieacuten rechazando y desembarazaacutendose del acto vo-litivo intelectual que implica la escritura De esta manera justificaraacute esta praacutectica aludiendo a su caraacutecter involuntarioy principalmente emotivo territorio por excelencia asocia-do a un orden femenino Al mismo tiempo y al igual que

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la religiosa va a tener clara conciencia de la necesidad enuna sociedad patriarcal como lo era aquella de ldquosaber ca-llar cuando se sabiacuteardquo (Ludmer 1984) imperativo taacutecito queoperaba incluso en familias ilustradas como las de la autora(su padre era meacutedico su madre una culta y reputada salon-

niegravere y su hermano un destacado escritor y filoacutesofo profesordel Instituto Nacional) en donde el traacutefico y discusioacuten deideas era bastante comuacuten Y es que a diferencia de lo queocurriacutea con sus pares varones la lectura y el conocimientoeran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debiacuteasaber callar si no queriacutea ser tomada por ridiacutecula o pedante(ldquoel saber es contrario a la feminidadrdquo sosteniacutea Michelle Pe-rrot) de ahiacute que intentar hacerse un camino como escritorafuera concebido por Mariacuten como un proyecto sencillamentedescabellado (ldquoextrantildeordquo ldquoacaso ridiacuteculordquo) el que a la vez que

la exponiacutea peligrosamente a la reprobacioacuten yo marginacioacutensocial al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro-pia felicidad No obstante ello y pese a la serie de limita-ciones que coaccionaban su vocacioacuten intelectual la autoraigualmente se aventuraraacute en estas territorialidades vedadasasumiendo ya sea como maacutescara o precaucioacuten los valores dela prudencia y el pudor ldquorecordemos que etimoloacutegicamenteel pudor estaacute asociado a la timidez la verguumlenza el recato lacastidad y el sentido del honor valores todos muy estimadosen la vida de las mujeresrdquo (Batticuore 190)

Como han sentildealado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti-cuore (2005) la escritura de las mujeres sobre todo duranteel siglo XIX estaba siempre en pugna con un ldquoimaginariomoralizanterdquo el cual ldquosancionaba fuera del aacutembito estricta-mente legal y se vinculaba a lo cotidianordquo De esta manera elimperativo moral de la ldquohonra femeninardquo de la cual dependiacutea

la ldquohonra familiarrdquo se constituyoacute como un ldquoimportante dis-curso hegemoacutenico de control y vigilancia de los comporta-mientos y cuerpos de hombres pero principalmente de lasmujeres en el siglo XIXrdquo (Arcos 35) mecanismo de controlque ya veniacutea operando vale agregar desde la Colonia De

aquiacute el temor de que una mujer publicara pues precisamen-te ldquoponiacutea en juego la moral familiar al agrietar el ideal dela mujer domeacutesticardquo De esta manera la ldquono publicacioacutenrdquo seerigiacutea ldquocomo garantiacutea y condicioacuten de una mujer virtuosa quepracticaba la escriturardquo (Batticuore 191)

Esta opinioacuten respecto al conflicto moral que experimenta-ban las escritoras frente a la publicacioacuten va a ser respaldada porSusan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritorasromaacutenticas del siglo XIX sostendraacute que ldquoel arma maacutes podero-sa de la que se serviacutean quienes se oponiacutean a la participacioacuten

femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-dad de la literatura con la virtud femenina argumento que fueesgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritorasrdquo(Pastor 29) De aquiacute se desprende entonces que la mujer quedeseaba publicar no soacutelo debiacutea seleccionar atentamente los te-mas y geacuteneros a los que iba a recurrir sino que ademaacutes debiacuteaapelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en sunatural lugar de inferioridad Estas operaciones nacidas deltemor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal a veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-culparse por un pasatiempo tan ldquopresuntuosordquo a despreciar-se intelectualmente ldquopresentando sus producciones artiacutesticascomo meras insignificancias ideadas para divertir y distraera los lectores en momentos de ociosidadrdquo (Gilbert y Gubart76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del puacuteblico lector opeor auacuten sus ataques burlas yo descalificaciones

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

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Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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B983145983138983148983145983151983143983154983137983142983277983137

ARCOS Carol ldquoNovelas folletiacuten y la autoriacutea femenina en lasegunda mitad del siglo XIX en Chilerdquo Revista Chilena deLiteratura 76 (abril 2010) 27-42

BAEZA Martiacutenez Sergio El libro en Chile Santiago Biblio-teca Nacional 1982

BARROS Martina Recuerdos de mi vida Santiago Orbe1942

_____ Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico porStuart Mill) Edicioacuten notas y estudio preliminar de Ale- jandra Castillo Santiago Palinodia 2009

BATTICUORE Graciela La mujer romaacutentica Lectorasautoras y escritores en la Argentina1830-1870 BuenosAires Edhasa 2005

BOURDIEU Pierre ldquoEl campo literario Prerrequisitoscriacuteticos y principios de meacutetodordquo Criterios 25-28 (enero1989-diciembre 1990)

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FOUCAULT Michel La arqueologiacutea del saber Buenos AiresSiglo XXI 2002

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FRANCO Jean Las conspiradoras Representaciones de lamujer en Meacutexico Meacutexico FCE 1994

GILBERT Sandra y Gubar Susan La loca del desvaacuten Valen-cia Caacutetedra 1994

HABERMAS Juumlrgen Historia y criacutetica de la opinioacuten puacuteblica

Barcelona G Gili 1990HUNEEUS Gana Jorge Cuadro histoacuterico de la produccioacuten

intelectual en Chile Santiago Imprenta Litografiacutea yEncuadernacioacuten Barcelona 1910

LUDMER Josefina ldquoTretas del deacutebilldquordquo Patricia Gonzaacutelez yEliana Ortega (eds) La sarteacuten por el mango Encuentrode escritoras latinoamericanas Riacuteo Piedras EdicionesHuracaacuten 1984

MARIacuteN Mercedes Poesiacuteas de la sentildeora Da Mercedes Ma-riacuten de Solar dadas a la luz por su hijo Enrique del Solar

Santiago Impr Andreacutes Bello 1874MEDINA Joseacute Toribio La literatura femenina en Chile

Santiago Imprenta Universitaria 1923ORREGO Rosario Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela

corta ldquoeresardquo Compilacioacuten de Isaac Grez Silva Santia-go Editorial Nascimento 1931

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POBLETE Juan La literatura chilena del siglo XIX Entre puacuteblicos lectores y figuras autoriales Santiago CuartoPropio 2003

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SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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la religiosa va a tener clara conciencia de la necesidad enuna sociedad patriarcal como lo era aquella de ldquosaber ca-llar cuando se sabiacuteardquo (Ludmer 1984) imperativo taacutecito queoperaba incluso en familias ilustradas como las de la autora(su padre era meacutedico su madre una culta y reputada salon-

niegravere y su hermano un destacado escritor y filoacutesofo profesordel Instituto Nacional) en donde el traacutefico y discusioacuten deideas era bastante comuacuten Y es que a diferencia de lo queocurriacutea con sus pares varones la lectura y el conocimientoeran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debiacuteasaber callar si no queriacutea ser tomada por ridiacutecula o pedante(ldquoel saber es contrario a la feminidadrdquo sosteniacutea Michelle Pe-rrot) de ahiacute que intentar hacerse un camino como escritorafuera concebido por Mariacuten como un proyecto sencillamentedescabellado (ldquoextrantildeordquo ldquoacaso ridiacuteculordquo) el que a la vez que

la exponiacutea peligrosamente a la reprobacioacuten yo marginacioacutensocial al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro-pia felicidad No obstante ello y pese a la serie de limita-ciones que coaccionaban su vocacioacuten intelectual la autoraigualmente se aventuraraacute en estas territorialidades vedadasasumiendo ya sea como maacutescara o precaucioacuten los valores dela prudencia y el pudor ldquorecordemos que etimoloacutegicamenteel pudor estaacute asociado a la timidez la verguumlenza el recato lacastidad y el sentido del honor valores todos muy estimadosen la vida de las mujeresrdquo (Batticuore 190)

Como han sentildealado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti-cuore (2005) la escritura de las mujeres sobre todo duranteel siglo XIX estaba siempre en pugna con un ldquoimaginariomoralizanterdquo el cual ldquosancionaba fuera del aacutembito estricta-mente legal y se vinculaba a lo cotidianordquo De esta manera elimperativo moral de la ldquohonra femeninardquo de la cual dependiacutea

la ldquohonra familiarrdquo se constituyoacute como un ldquoimportante dis-curso hegemoacutenico de control y vigilancia de los comporta-mientos y cuerpos de hombres pero principalmente de lasmujeres en el siglo XIXrdquo (Arcos 35) mecanismo de controlque ya veniacutea operando vale agregar desde la Colonia De

aquiacute el temor de que una mujer publicara pues precisamen-te ldquoponiacutea en juego la moral familiar al agrietar el ideal dela mujer domeacutesticardquo De esta manera la ldquono publicacioacutenrdquo seerigiacutea ldquocomo garantiacutea y condicioacuten de una mujer virtuosa quepracticaba la escriturardquo (Batticuore 191)

Esta opinioacuten respecto al conflicto moral que experimenta-ban las escritoras frente a la publicacioacuten va a ser respaldada porSusan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritorasromaacutenticas del siglo XIX sostendraacute que ldquoel arma maacutes podero-sa de la que se serviacutean quienes se oponiacutean a la participacioacuten

femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-dad de la literatura con la virtud femenina argumento que fueesgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritorasrdquo(Pastor 29) De aquiacute se desprende entonces que la mujer quedeseaba publicar no soacutelo debiacutea seleccionar atentamente los te-mas y geacuteneros a los que iba a recurrir sino que ademaacutes debiacuteaapelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en sunatural lugar de inferioridad Estas operaciones nacidas deltemor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal a veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-culparse por un pasatiempo tan ldquopresuntuosordquo a despreciar-se intelectualmente ldquopresentando sus producciones artiacutesticascomo meras insignificancias ideadas para divertir y distraera los lectores en momentos de ociosidadrdquo (Gilbert y Gubart76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del puacuteblico lector opeor auacuten sus ataques burlas yo descalificaciones

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

983137983148983156983141983154983150983137983156983145983158983151

Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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ARCOS Carol ldquoNovelas folletiacuten y la autoriacutea femenina en lasegunda mitad del siglo XIX en Chilerdquo Revista Chilena deLiteratura 76 (abril 2010) 27-42

BAEZA Martiacutenez Sergio El libro en Chile Santiago Biblio-teca Nacional 1982

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HABERMAS Juumlrgen Historia y criacutetica de la opinioacuten puacuteblica

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POBLETE Juan La literatura chilena del siglo XIX Entre puacuteblicos lectores y figuras autoriales Santiago CuartoPropio 2003

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SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

Page 17: La resistencia al libro Mujeres, escritura y exclusión en el siglo XIX en Chile

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestrasescritoras hayan experimentado muacuteltiples tensiones ante elacto de ldquoexhibicioacutenrdquo puesta en circulacioacuten vitrina que im-plicaba la publicacioacuten la que si bien para los hombres estabaasociada al ldquolaurordquo es decir al reconocimiento la admiracioacuten

y la fama para las mujeres por el contrario suponiacutea (sobre)exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante lamirada de los otros De aquiacute se entiende que muchas autorashayan optado por dejar anoacutenimas sus producciones o bienpor firmarlas con seudoacutenimos siendo las menos las que de-cidiacutean revelar su nombre real

El caso de la escritora Martina Barros Borgontildeo es su-mamente significativo al respecto si consideramos las reper-cusiones que tuvo su traduccioacuten al espantildeol35 mdashla primeraen esta idiomamdash del libro Te subjetion of woman de John

Stuart Mill Esta traduccioacuten que se publicoacute en las paacuteginasde la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido tiacutetuloLa esclavitud de la mujer estaba precedida de un poleacutemicoproacutelogo en donde la autora no solo haciacutea un repaso por lasprincipales ideas expuestas por Mill sino que ademaacutes apro- vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujeren un gesto que hoy podriacuteamos calificar claramente de pro-tofeminista36 Como es de esperar una publicacioacuten de ideassemejantes generoacute muacuteltiples y encendidos comentarios entrelos lectores de la eacutepoca sin embargo las criacuteticas maacutes des-alentadoras confesaraacute despueacutes la autora provinieron de las

35 La segunda la haraacute bastante antildeos maacutes tarde (1892) la escritora espantildeola EmiliaPardo Bazaacuten bajo un tiacutetulo bastante menos confrontacional que la de su par chile-na ldquoLa sujecioacuten de la mujerrdquo36 Al respecto consuacuteltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a lareedicioacuten de este texto Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico por Stuart Mill) Santiago Palinodia 2009

mismas mujeres quienes sentildeala ldquome excomulgaban a velasapagada como nintildea peligrosardquo (Barros Borgontildeo 127) Fuerade que el rechazo procediera de sus propias congeacuteneres (he-cho de por siacute revelador de la naturalizacioacuten del discurso pa-triarcal37) lo que realmente llama la atencioacuten en sus palabras

es su reaccioacuten a este repudio ldquono necesitaba de ellas y conti-nueacute mi vida entregada por entero a mis afectos maacutes hondos pero sin volver a hacer publicaciones que no convenciacutean nialentaban maacutes que a los ya convencidos y causaban pavor aaquellas que yo deseaba estimular No naciacute para luchadorardquo(127) El voto de silencio que escoge la autora ante las criacuteti-cas su retiro de la esfera puacuteblica y la escritura su abdicacioacutende la lucha constituye la dramaacutetica determinacioacuten que ponefin (al menos durante cerca de cuarenta antildeos38) a su relacioacutencon la publicacioacuten en un evidente mdashy lamentablemdash gesto de

autocensuraAhora bien otro de los mecanismos de autocensura que

van a regular la praacutectica escritural de las autoras chilenas delsiglo XIX la constituiraacute su resistencia a publicar bajo el for-mato libro Los datos bibliograacuteficos sentildealados por Medinanos dan una prueba empiacuterica de ello no solo fueron tardiacuteossino que ademaacutes escasos (en comparacioacuten con los de sus

37 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominacioacuten masculina alcanza su per-feccioacuten en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen demanera naturalizada el discurso patriarcal Esta opinioacuten rechaza la idealizacioacuten dealgunos conceptos acuntildeados por las feministas tales como la nocioacuten de ldquosororidadrdquo38 En 1942 publica sus memorias bajo el tiacutetulo Recuerdos de mi vida SantiagoOrbe 1942 En ellas cuenta que a partir de 1920 y motivada por la emergencia deun grupo maacutes o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entrelas que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven Ineacutes Echeverriacutea Bello entre otras)asiacute como de los primeros movimientos feministas se reincorpora al campo culturala traveacutes de la realizacioacuten de charlas y conferencias que teniacutean a la literatura y lamujer por principales temas

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

983137983148983156983141983154983150983137983156983145983158983151

Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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pares varones) sin embargo resulta inevitable no relacio-nar esta ausencia con los discursos hegemoacutenicos de controlque afectaban las praacutecticas simboacutelicas de las mujeres En estesentido el caso de escritoras ldquoconsagradasrdquo en la eacutepoca comola misma Mercedes Mariacuten y Rosario Orrego revisten un par-

ticular intereacutesYa veiacuteamos coacutemo Mercedes Mariacuten daba cuenta de la pro-

blemaacutetica relacioacuten que manteniacutea con su quehacer intelectual(el imperativo taacutecito del ldquosaber callarrdquo las aprehensiones res-pecto a la imagen de la escritora) tensioacuten que sin embargono se manifestoacute a traveacutes de la abdicacioacuten escritural comolo fue en el caso de Martina Barros Aunque comedida pu-dorosa modesta y siempre virtuosa Mercedes Mariacuten ldquonosacrifica ni reprime [totalmente] su vocacioacuten literaria sinoque encuentra la manera de expresarla escribiendo versos

que seraacuten leiacutedos en voz alta en los salones [hellip] o bien es-cribiendo para engrosar el aacutelbum de poemas de una amigaquerida y eventualmente el libro de un joven escritor comoGutieacuterrezrdquo (Batticuore 116) a lo que debemos agregar susintermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola-boraciones en la prensa perioacutedica Con todo y pese a lo he-terogeacuteneo de las formas de circulacioacuten de su escritura lla-ma la atencioacuten que nunca publique un libro Seraacute su hijo eltambieacuten poeta Enrique del Solar quien en 1874 mdashdiez antildeosdespueacutes de la muerte de Mariacutenmdash recopile los trabajos quela autora dejoacute diseminados a traveacutes de la prensa ademaacutes deotros tantos ldquoineacuteditosrdquo y publique lo que hoy seriacutea lo maacutescercano a sus obras completas39 Sin embargo iquestqueacute motiva al

39 Cabe mencionar que si bien la recopilacioacuten recoge un nuacutemero considerable detrabajos que va a abarcar cerca de cien poemas minusel editor habla de una seleccioacutenminusciertamente va a excluir otros que hasta el diacutea de hoy no han sido revisados por la

hijo a publicar los trabajos de la madre Aunque no tenemoscomo saberlo con certeza podemos sospechar que la mismamodestia y discrecioacuten que caracterizaban ejemplarmente ala poeta mdashatributos que toda la criacutetica sin excepcioacuten des-tacaba y celebrabamdash se transformaron en obstaacuteculos que le

(auto) impidieron transitar hacia esa praacutectica ldquoaristocraacuteticardquode la que hablaba Subercaseaux que implicaba la publica-cioacuten de un libro

Esta especulacioacuten toma fuerza si consideramos el caso si-milar de Rosario Orrego Si bien y como ya hemos menciona-do esta autora fue la primera mujer en Chile que publicoacute unanovela bajo la forma de un libro fuera de ese texto y pese a suamplia produccioacuten escritural mdashen la que se incluye por ciertola fundacioacuten y direccioacuten de un perioacutedico ilustrado La revistade Valparaiacuteso el primero a cargo de una mujer en el paiacutesmdash no

volvioacute a publicar ninguacuten otro libro Esta discontinuidad ensu produccioacuten mdashextrantildea ademaacutes en una mujer pertenecien-te a la Academia Chilena de Bellas Letrasmdash tambieacuten estariacutearelacionada con la incardinacioacuten de los discursos de controlfemeninos que hemos mencionado En una aneacutecdota referi-da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-na Barros) eacuteste cuenta que la autora ldquono dejaba ni siquierasospechar sus haacutebitos literarios y preocupaciones estudiosasNo hablaba nunca de sus versos y ni siquiera haciacutea alusioacuten asus lecturas[hellip] Esa completa discrecioacuten ese pudor literario ledaban no seacute queacute atractivo a su figura y una suprema distincioacuten a esa reserva de que nunca se quiso desprenderrdquo (Grez 193130 La cursiva es nuestra) No obstante el elogio a la extremamodestia de la autora el escritor igualmente parece adver-

criacutetica como por ejemplo su prosa Actualmente me encuentro trabajando en unproyecto de publicacioacuten de sus obras completas

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

983137983148983156983141983154983150983137983156983145983158983151

Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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B983145983138983148983145983151983143983154983137983142983277983137

ARCOS Carol ldquoNovelas folletiacuten y la autoriacutea femenina en lasegunda mitad del siglo XIX en Chilerdquo Revista Chilena deLiteratura 76 (abril 2010) 27-42

BAEZA Martiacutenez Sergio El libro en Chile Santiago Biblio-teca Nacional 1982

BARROS Martina Recuerdos de mi vida Santiago Orbe1942

_____ Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico porStuart Mill) Edicioacuten notas y estudio preliminar de Ale- jandra Castillo Santiago Palinodia 2009

BATTICUORE Graciela La mujer romaacutentica Lectorasautoras y escritores en la Argentina1830-1870 BuenosAires Edhasa 2005

BOURDIEU Pierre ldquoEl campo literario Prerrequisitoscriacuteticos y principios de meacutetodordquo Criterios 25-28 (enero1989-diciembre 1990)

_____ La dominacioacuten masculina Barcelona Anagrama2000

BRUNNER Joseacute Joaquiacuten ldquoCultura y crisis de hegemoniacuteardquoJJ Brunner y Gonzalo Catalaacuten (eds) Cinco estudiossobre cultura y sociedad Santiago Flacso 1985

CHARTIER Roger El orden de los libros Barcelona Gedisa2000

ELTIT Diamela ldquoContante y sonanterdquo El orden los signos Es-critos sobre poliacutetica arte y literatura Santiago EdicionesUniversidad Diego Portales 2006

FOUCAULT Michel La arqueologiacutea del saber Buenos AiresSiglo XXI 2002

_____ El orden del discurso Barcelona Tusquets 1992

FRANCO Jean Las conspiradoras Representaciones de lamujer en Meacutexico Meacutexico FCE 1994

GILBERT Sandra y Gubar Susan La loca del desvaacuten Valen-cia Caacutetedra 1994

HABERMAS Juumlrgen Historia y criacutetica de la opinioacuten puacuteblica

Barcelona G Gili 1990HUNEEUS Gana Jorge Cuadro histoacuterico de la produccioacuten

intelectual en Chile Santiago Imprenta Litografiacutea yEncuadernacioacuten Barcelona 1910

LUDMER Josefina ldquoTretas del deacutebilldquordquo Patricia Gonzaacutelez yEliana Ortega (eds) La sarteacuten por el mango Encuentrode escritoras latinoamericanas Riacuteo Piedras EdicionesHuracaacuten 1984

MARIacuteN Mercedes Poesiacuteas de la sentildeora Da Mercedes Ma-riacuten de Solar dadas a la luz por su hijo Enrique del Solar

Santiago Impr Andreacutes Bello 1874MEDINA Joseacute Toribio La literatura femenina en Chile

Santiago Imprenta Universitaria 1923ORREGO Rosario Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela

corta ldquoeresardquo Compilacioacuten de Isaac Grez Silva Santia-go Editorial Nascimento 1931

PAS Hernaacuten ldquoLa criacutetica editada Juan Mariacutea Gutieacuterrez y la Ameacuterica poeacuteticardquo Orbis ertius XV 16 (2010) En liacuteneahttpwwworbistertiusunlpeduarnumerosnumero-16articulos08-pas (consultado el 19 de agosto de 2013)

PASTOR Briacutegida El discurso de Gertrudis Goacutemez de Avella-neda identidad femenina y otredad Alicante Universi-dad de Alicante 2002

POBLETE Juan La literatura chilena del siglo XIX Entre puacuteblicos lectores y figuras autoriales Santiago CuartoPropio 2003

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SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

Page 19: La resistencia al libro Mujeres, escritura y exclusión en el siglo XIX en Chile

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tir las consecuencias de esta ldquoexageracioacutenrdquo nos referimos alproblema de la fragmentariedad de su obra ldquopero aquiacute don-de ella pasoacute su vida de escritora donde derramoacute su poesiacuteay recibioacute su inspiracioacuten aquiacute no estaacuten sus versos en ninguna parte Las poesiacuteas de dontildea Rosario Orrego nunca han sido re-

unidas iquestPor queacute no las reuacutenen ustedes iquestPor queacute dejan caeren un olvido ingrato las flores maacutes hermosasrdquo (33) Lo queno menciona Orrego Luco es que esta exhortacioacuten ya habiacuteasido atendida muchos antildeos antes En 1879 a poco de acae-cer la muerte de la escritora un ldquomiembro cercano y algunosnotables admiradoresrdquo de ella recogieron la totalidad de sutrabajo literario ldquomucho de eacutel ineacutedito y contrataron con lamejor casa editora de Pariacutes su impresioacutenrdquo (27) Quiso el des-tino que esta ambiciosa iniciativa de publicacioacuten poacutestuma 40 mdashpese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus-

tria impresora los originales son enviados nada menos que aPariacutes referente cultural por antonomasia del siglo XIXmdash li-teralmente no llegara a buen puerto el barco en que viajabael editor sufrioacute un accidente que hizo se extraviara todo el valioso material que eacuteste llevaba consigo

De esta manera es posible advertir que la recopilacioacuten ypublicacioacuten en libro de los trabajos de ambas autoras obede-ceraacute a un esquema maacutes o menos similar ante la indiferenciao la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo esteformato mdashambas ocupan preferencialmente la tribuna de la

40 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos las cuales tu- vieron mucho mejor suerte que aquella nos referimos al trabajo realizado porIsaac Grez Silva quien logroacute concretar la publicacioacuten de parte de la obra de RosarioOrrego (Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela corta ldquo eresardquo Santiago EditorialNascimento 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Aacutengel JoaquiacutenTaborga y Catalina Zamora (Obra completa Rosario Orrego 1831-1879 CopiapoacuteLa Caacutefila 2004)

prensa perioacutedicamdash son sus cercanos quienes poco despueacutesde que eacutestas mueren se hacen cargo de aquella labor En estadireccioacuten Batticuore ha sentildealado ldquociertamente que la factu-ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIXuna verdadera empresa una accioacuten importante y osada a ve-

ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafiacuteoque va de la escritura a la publicacioacutenrdquo (191 la cursiva esnuestra) Quizaacutes concientes del gesto academicista ldquoaristo-cratizanterdquo ambicioso trascendente y unificador que se es-condiacutea tras la publicacioacuten del libro es que las escritoras delsiglo XIX rehuiacutean con miedo este tipo de praacutecticas Y tal vezfue este mismo gesto pero a la inversa el que inspiroacute a susamigos yo familiares a la publicacioacuten poacutestuma como for-ma de contribuir a su reconocimiento y legitimacioacuten dentrodel campo intelectual Podemos decir entonces que ldquola de-

cisioacuten de publicar poco o nada es precisamente una opcioacutenno espontaacutenea sino meditada y calculada por las escritorasque mediraacuten oportunamente en cada ocasioacuten y reclamo deacuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la vocacioacuten de las letrasrdquo (205)

V L983137 983154983141983155983145983155983156983141983150983139983145983137 983137983148 983148983145983138983154983151 L983137 983152983154983141983150983155983137 983139983151983149983151 983141983155983152983137983139983145983151

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Y es que el libro en nuestras sociedades decimonoacutenicas cons-tituyoacute una instancia discursiva privilegiada controlada yatravesada por liacuteneas de fuerza que la cultura patriarcal debase oligaacuterquica le impuso a este objeto evitando lo que a de-cir de Foucault era su pesada y temible materialidad En efec-to la reticencia la autocensura y las estrategias a las que de-bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

8102019 La resistencia al libro Mujeres escritura y exclusioacuten en el siglo XIX en Chile

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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B983145983138983148983145983151983143983154983137983142983277983137

ARCOS Carol ldquoNovelas folletiacuten y la autoriacutea femenina en lasegunda mitad del siglo XIX en Chilerdquo Revista Chilena deLiteratura 76 (abril 2010) 27-42

BAEZA Martiacutenez Sergio El libro en Chile Santiago Biblio-teca Nacional 1982

BARROS Martina Recuerdos de mi vida Santiago Orbe1942

_____ Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico porStuart Mill) Edicioacuten notas y estudio preliminar de Ale- jandra Castillo Santiago Palinodia 2009

BATTICUORE Graciela La mujer romaacutentica Lectorasautoras y escritores en la Argentina1830-1870 BuenosAires Edhasa 2005

BOURDIEU Pierre ldquoEl campo literario Prerrequisitoscriacuteticos y principios de meacutetodordquo Criterios 25-28 (enero1989-diciembre 1990)

_____ La dominacioacuten masculina Barcelona Anagrama2000

BRUNNER Joseacute Joaquiacuten ldquoCultura y crisis de hegemoniacuteardquoJJ Brunner y Gonzalo Catalaacuten (eds) Cinco estudiossobre cultura y sociedad Santiago Flacso 1985

CHARTIER Roger El orden de los libros Barcelona Gedisa2000

ELTIT Diamela ldquoContante y sonanterdquo El orden los signos Es-critos sobre poliacutetica arte y literatura Santiago EdicionesUniversidad Diego Portales 2006

FOUCAULT Michel La arqueologiacutea del saber Buenos AiresSiglo XXI 2002

_____ El orden del discurso Barcelona Tusquets 1992

FRANCO Jean Las conspiradoras Representaciones de lamujer en Meacutexico Meacutexico FCE 1994

GILBERT Sandra y Gubar Susan La loca del desvaacuten Valen-cia Caacutetedra 1994

HABERMAS Juumlrgen Historia y criacutetica de la opinioacuten puacuteblica

Barcelona G Gili 1990HUNEEUS Gana Jorge Cuadro histoacuterico de la produccioacuten

intelectual en Chile Santiago Imprenta Litografiacutea yEncuadernacioacuten Barcelona 1910

LUDMER Josefina ldquoTretas del deacutebilldquordquo Patricia Gonzaacutelez yEliana Ortega (eds) La sarteacuten por el mango Encuentrode escritoras latinoamericanas Riacuteo Piedras EdicionesHuracaacuten 1984

MARIacuteN Mercedes Poesiacuteas de la sentildeora Da Mercedes Ma-riacuten de Solar dadas a la luz por su hijo Enrique del Solar

Santiago Impr Andreacutes Bello 1874MEDINA Joseacute Toribio La literatura femenina en Chile

Santiago Imprenta Universitaria 1923ORREGO Rosario Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela

corta ldquoeresardquo Compilacioacuten de Isaac Grez Silva Santia-go Editorial Nascimento 1931

PAS Hernaacuten ldquoLa criacutetica editada Juan Mariacutea Gutieacuterrez y la Ameacuterica poeacuteticardquo Orbis ertius XV 16 (2010) En liacuteneahttpwwworbistertiusunlpeduarnumerosnumero-16articulos08-pas (consultado el 19 de agosto de 2013)

PASTOR Briacutegida El discurso de Gertrudis Goacutemez de Avella-neda identidad femenina y otredad Alicante Universi-dad de Alicante 2002

POBLETE Juan La literatura chilena del siglo XIX Entre puacuteblicos lectores y figuras autoriales Santiago CuartoPropio 2003

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SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto lastensiones simboacutelicas que impuso el libro en tanto dispositivoconcreto y disciplinante Si consideramos que el libro no soacuteloera un medio por el que se luchaba sino que era aquello porlo que se luchaba comprenderemos mejor el lugar secunda-

rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla Paralos hombres pertenecientes a la cultura letrada el libro repre-sentaba la materializacioacuten de sus anhelos de posicionamientodefinitivo en dicha esfera pues accediendo a eacutel se lograba nosoacutelo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto quepor lo demaacutes podiacutea apreciarse con matices determinantesen la misma publicacioacuten de prensa) sino que tambieacuten se ac-cediacutea a un circuito restringido de eacutelite espacio protegidopara aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectualiquestQueacute idea maacutes asentada en la objetualidad del libro que no

sea la de la posteridad y la de trascendencia Idea que no po-demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban endicha categoriacutea Consideraciones que alejaban a discursivida-des que aunque gozaron de auge en el mismo siglo como esel caso de la prensa escrita se encontraban cercadas por otrasexigencias que la constrentildeiacutean a una provisionalidad consti-tutiva Como sentildealaba bien Jorge Hunneus refirieacutendose a laprensa perioacutedica ldquose sabe que por lo general la hoja de prensano vive maacutes que la vibracioacuten de la palabrardquo (366)

Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que seasociaba a la publicacioacuten de un libro y asimismo la dife-rencia que en teacuterminos simboacutelicos representaba este tipo deinstancia respecto a la publicacioacuten en la prensa perioacutedicaqueda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto BlestGana quien en una carta dirigida a Joseacute Antonio Donosoen 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibicioacuten

y trascendencia ldquotengo en la cabeza mil proyectos literariospensando ya hacer alguna obra para mirarme empastado enun volumen placer que en nuestra especie debe asemejar-se al de las mujeres cuando levantan montildeo [no obstante]por ahora contribuireacute a La Semana con algunos artiacuteculosrdquo

(Poblete 45) A traveacutes de esta cita podemos advertir coacutemoel novelista a diferencia de nuestras escritoras no solo re-huacuteye de la excesiva modestia tan incardinada en estas sinoque por el contrario se muestra plenamente gozoso inclu-so hasta cierto punto narcisista (ldquomirarmerdquo ) ante el gesto deexposicioacuten o puesta en vitrina que implicaba la publicacioacutende sus trabajos Sin embargo y esto es lo interesante no setrata de cualquier tipo de publicacioacuten Para acceder al sitialintelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-laborar en las efiacutemeras hojas de La Semana medio que si

bien constituiacutea una importante plataforma para la difusioacuteny circulacioacuten de sus escritos entre una masa cada vez maacutesamplia de lectores y lectoras lo cierto es que distaba muchodel suentildeo dorado41 de quien ambicionaba convertirse en unldquoverdaderordquo escritor como era su caso ver admirar compla-cerse al contemplar su propia obra empastada para siempreen un volumen

Al clasificar las publicaciones impresas que circulabana mediados del siglo XIX Domingo F Sarmiento impliacuteci-tamente deslizaba una jerarquizacioacuten sobre estas De modotal que al establecer cuatro tipos de impresos el diario el

41 La expresioacuten la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejabade las nuevas maneras y ritmos de publicacioacuten ldquoAhora hai flujo de publicar [hellip]el que sale del aula cree sabeacuterselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe i para elloescribe cifrando su suentildeo dorado en poder decir al puacuteblico al darle impreso bajo la forma de un libro sus escritosrdquo Citado en Poblete 117

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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B983145983138983148983145983151983143983154983137983142983277983137

ARCOS Carol ldquoNovelas folletiacuten y la autoriacutea femenina en lasegunda mitad del siglo XIX en Chilerdquo Revista Chilena deLiteratura 76 (abril 2010) 27-42

BAEZA Martiacutenez Sergio El libro en Chile Santiago Biblio-teca Nacional 1982

BARROS Martina Recuerdos de mi vida Santiago Orbe1942

_____ Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico porStuart Mill) Edicioacuten notas y estudio preliminar de Ale- jandra Castillo Santiago Palinodia 2009

BATTICUORE Graciela La mujer romaacutentica Lectorasautoras y escritores en la Argentina1830-1870 BuenosAires Edhasa 2005

BOURDIEU Pierre ldquoEl campo literario Prerrequisitoscriacuteticos y principios de meacutetodordquo Criterios 25-28 (enero1989-diciembre 1990)

_____ La dominacioacuten masculina Barcelona Anagrama2000

BRUNNER Joseacute Joaquiacuten ldquoCultura y crisis de hegemoniacuteardquoJJ Brunner y Gonzalo Catalaacuten (eds) Cinco estudiossobre cultura y sociedad Santiago Flacso 1985

CHARTIER Roger El orden de los libros Barcelona Gedisa2000

ELTIT Diamela ldquoContante y sonanterdquo El orden los signos Es-critos sobre poliacutetica arte y literatura Santiago EdicionesUniversidad Diego Portales 2006

FOUCAULT Michel La arqueologiacutea del saber Buenos AiresSiglo XXI 2002

_____ El orden del discurso Barcelona Tusquets 1992

FRANCO Jean Las conspiradoras Representaciones de lamujer en Meacutexico Meacutexico FCE 1994

GILBERT Sandra y Gubar Susan La loca del desvaacuten Valen-cia Caacutetedra 1994

HABERMAS Juumlrgen Historia y criacutetica de la opinioacuten puacuteblica

Barcelona G Gili 1990HUNEEUS Gana Jorge Cuadro histoacuterico de la produccioacuten

intelectual en Chile Santiago Imprenta Litografiacutea yEncuadernacioacuten Barcelona 1910

LUDMER Josefina ldquoTretas del deacutebilldquordquo Patricia Gonzaacutelez yEliana Ortega (eds) La sarteacuten por el mango Encuentrode escritoras latinoamericanas Riacuteo Piedras EdicionesHuracaacuten 1984

MARIacuteN Mercedes Poesiacuteas de la sentildeora Da Mercedes Ma-riacuten de Solar dadas a la luz por su hijo Enrique del Solar

Santiago Impr Andreacutes Bello 1874MEDINA Joseacute Toribio La literatura femenina en Chile

Santiago Imprenta Universitaria 1923ORREGO Rosario Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela

corta ldquoeresardquo Compilacioacuten de Isaac Grez Silva Santia-go Editorial Nascimento 1931

PAS Hernaacuten ldquoLa criacutetica editada Juan Mariacutea Gutieacuterrez y la Ameacuterica poeacuteticardquo Orbis ertius XV 16 (2010) En liacuteneahttpwwworbistertiusunlpeduarnumerosnumero-16articulos08-pas (consultado el 19 de agosto de 2013)

PASTOR Briacutegida El discurso de Gertrudis Goacutemez de Avella-neda identidad femenina y otredad Alicante Universi-dad de Alicante 2002

POBLETE Juan La literatura chilena del siglo XIX Entre puacuteblicos lectores y figuras autoriales Santiago CuartoPropio 2003

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SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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perioacutedico la revista y el libro los discriminaba de acuerdo acriterios que iban desde su caraacutecter contingente sus temasextensioacuten circulacioacuten hasta su originalidad

Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua-

tro familias distintas el ldquodiariordquo que explota los asuntos quemomentaacuteneamente ocupan a la sociedad la poliacutetica positivay el movimiento material el ldquoperioacutedicordquo que resume a aqueacutely se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-trina el ldquoperioacutedicordquo por lo general es circunscrito y especialLa ldquorevistardquo ocupa un teacutermino medio entre el perioacutedico y ellibro puesto que tratando con extensioacuten y madurez los diver-sos asuntos que interesan al puacuteblico difunde conocimientosy propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolverLa ldquorevistardquo es un verdadero prontuario del pensamiento de laeacutepoca [hellip] El libro ocupa el uacuteltimo tramo de esta escala suce-

siva de las producciones originalesrdquo (Baeza 155 Las cursivasson nuestras)

Como se puede apreciar las publicaciones son organiza-das seguacuten un criterio ascendente en un extremo el caraacutectermomentaacuteneo contingente praacutectico a las funciones doctrina-rias que ofrecen el ldquodiariordquo y el ldquoperioacutedicordquo respectivamen-te por otra parte la ldquorevistardquo como un tipo intermedio quedespunta por su ldquoextensioacutenrdquo y la consideracioacuten de temaacuteticasmaacutes elevadas y finalmente en el otro extremo el ldquolibrordquo su-

peracioacuten de la precariedad material fugacidad y finitud quelimitaban a las anteriores aun tomando en cuenta las dificul-tades que teniacutea la produccioacuten circulacioacuten y recepcioacuten de losmismos en el Chile de mediados de siglo XIX En efecto sibien Sarmiento ponderaba al libro en tanto instrumento ci- vilizatorio por excelencia es tambieacuten consciente de los obs-

taacuteculos que representaba su difusioacuten entre la poblacioacuten Porello su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacioscomo la prensa escrita maacutes accesible y menos costosa en sufactura Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respectoal valor de la prensa escrita eran compartidas por gran parte

de la eacutelite letrada quienes veiacutean en dicho espacio una tribunaestrateacutegica para la difusioacuten de ideas institucioacuten conforma-dora de los puacuteblicos en el sentido moderno (Brunner 31)

Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya sehabiacutean producido algunos destellos de escritura femeninaa traveacutes de la prensa como es el caso de Mercedes Mariacutenquien llegoacute a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensaligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros poliacuteti-co-administrativo respectivamente) lo cierto es que ldquodesde

1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo maacutes es-pecializada que se vincula al proceso de autonomizacioacuten delcampo culturalintelectual En esta segunda o tercera oleadade papeles perioacutedicos se publican novelas-folletiacuten croacutenicascartas ensayos resentildeas de libros avisos de variada iacutendoletraducciones de obras literarias sobre todo francesas poe-siacuteas cuadros de costumbres entre otros geacuteneros discursivosrdquo(Arcos 29) Es precisamente en esta apertura en donde nue- vos actores sociales ingresaraacuten a la esfera letrada como esel caso de las mujeres quienes asumiraacuten estas modalidadesdiscursivas muchas veces consideradas ldquomenoresrdquo como esel caso de las novelas-folletiacuten o las traducciones como inci-piente plataforma para una expresioacuten femenina

Es asiacute como las escritoras se fueron acercando a terri-torios tradicionalmente vedados a las mujeres para tiacutemi-damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

8102019 La resistencia al libro Mujeres escritura y exclusioacuten en el siglo XIX en Chile

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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ARCOS Carol ldquoNovelas folletiacuten y la autoriacutea femenina en lasegunda mitad del siglo XIX en Chilerdquo Revista Chilena deLiteratura 76 (abril 2010) 27-42

BAEZA Martiacutenez Sergio El libro en Chile Santiago Biblio-teca Nacional 1982

BARROS Martina Recuerdos de mi vida Santiago Orbe1942

_____ Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico porStuart Mill) Edicioacuten notas y estudio preliminar de Ale- jandra Castillo Santiago Palinodia 2009

BATTICUORE Graciela La mujer romaacutentica Lectorasautoras y escritores en la Argentina1830-1870 BuenosAires Edhasa 2005

BOURDIEU Pierre ldquoEl campo literario Prerrequisitoscriacuteticos y principios de meacutetodordquo Criterios 25-28 (enero1989-diciembre 1990)

_____ La dominacioacuten masculina Barcelona Anagrama2000

BRUNNER Joseacute Joaquiacuten ldquoCultura y crisis de hegemoniacuteardquoJJ Brunner y Gonzalo Catalaacuten (eds) Cinco estudiossobre cultura y sociedad Santiago Flacso 1985

CHARTIER Roger El orden de los libros Barcelona Gedisa2000

ELTIT Diamela ldquoContante y sonanterdquo El orden los signos Es-critos sobre poliacutetica arte y literatura Santiago EdicionesUniversidad Diego Portales 2006

FOUCAULT Michel La arqueologiacutea del saber Buenos AiresSiglo XXI 2002

_____ El orden del discurso Barcelona Tusquets 1992

FRANCO Jean Las conspiradoras Representaciones de lamujer en Meacutexico Meacutexico FCE 1994

GILBERT Sandra y Gubar Susan La loca del desvaacuten Valen-cia Caacutetedra 1994

HABERMAS Juumlrgen Historia y criacutetica de la opinioacuten puacuteblica

Barcelona G Gili 1990HUNEEUS Gana Jorge Cuadro histoacuterico de la produccioacuten

intelectual en Chile Santiago Imprenta Litografiacutea yEncuadernacioacuten Barcelona 1910

LUDMER Josefina ldquoTretas del deacutebilldquordquo Patricia Gonzaacutelez yEliana Ortega (eds) La sarteacuten por el mango Encuentrode escritoras latinoamericanas Riacuteo Piedras EdicionesHuracaacuten 1984

MARIacuteN Mercedes Poesiacuteas de la sentildeora Da Mercedes Ma-riacuten de Solar dadas a la luz por su hijo Enrique del Solar

Santiago Impr Andreacutes Bello 1874MEDINA Joseacute Toribio La literatura femenina en Chile

Santiago Imprenta Universitaria 1923ORREGO Rosario Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela

corta ldquoeresardquo Compilacioacuten de Isaac Grez Silva Santia-go Editorial Nascimento 1931

PAS Hernaacuten ldquoLa criacutetica editada Juan Mariacutea Gutieacuterrez y la Ameacuterica poeacuteticardquo Orbis ertius XV 16 (2010) En liacuteneahttpwwworbistertiusunlpeduarnumerosnumero-16articulos08-pas (consultado el 19 de agosto de 2013)

PASTOR Briacutegida El discurso de Gertrudis Goacutemez de Avella-neda identidad femenina y otredad Alicante Universi-dad de Alicante 2002

POBLETE Juan La literatura chilena del siglo XIX Entre puacuteblicos lectores y figuras autoriales Santiago CuartoPropio 2003

8102019 La resistencia al libro Mujeres escritura y exclusioacuten en el siglo XIX en Chile

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SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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androceacutentrico De manera estrateacutegica entonces ingresaraacutenen espacios altamente consumidos por los lectores comoes el caso de la prensa escrita tribuna que les permitioacute nosolo transitar hacia la esfera puacuteblica mdashcon el hecho mismode ldquopublicarrdquo y darse a conocermdash sino que ademaacutes comen-

zar a ldquoempoderarserdquo aunque al principio solo sea de formatitubeante de la hasta ahiacute misoacutegina praacutectica escritural Alrespecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmerquien sostiene que una de las tretas maacutes representativas delos sujetos subalternos es su poder de acatar los discursosdominantes y al mismo tiempo a partir de ahiacute desajustarlos

Debe decir Siempre es posible tomar un espacio desde don-de se puede practicar lo vedado en otros siempre es posibleanexar otros campos e instaurar otras territorialidades Y esa

praacutectica de traslado y transformacioacuten reorganiza la estructuradada social y cultural la combinacioacuten de acatamiento y en-frentamiento podriacutean establecer otra razoacuten otra cientificidady otro sujeto de saber Ante la pregunta de por queacute no ha ha-bido mujeres filoacutesofas [o escritoras podriacuteamos agregar] puederesponderse entonces que no han hecho filosofiacutea [o literatura]desde el espacio delimitado por la filosofiacutea claacutesica sino desdeotras zonas y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-losoacutefico puede operarse una transformacioacuten de la reflexioacuten Lomismo ocurre con la praacutectica cientiacutefica o poliacutetica (Ludmer 4)

De esta forma espacios como los ofrecidos por la pren-sa escrita se convierten para las mujeres escritoras mdasho conaficioacuten a las letrasmdash del siglo XIX en dispositivos centralesdado su caraacutecter heterogeacuteneo secundario yo fragmentadomdashsi se comparan por ejemplo con la homogeneidad im-portancia y unidad que reviste el libromdash para la incursioacuten en

el ejercicio escritural y la praacutectica moderna de la publicacioacutenEn efecto los severos condicionamientos a los que se encon-traban sometidas las escritoras durante este periacuteodo les difi-cultaron muchas veces desarrollar una vocacioacuten intelectualliteraria maacutes ldquoempoderadardquo y menos conflictiva tanto a nivel

social como interno Las revistas y perioacutedicos seraacuten uno delos espacios que acogeraacuten esas primeras producciones ldquodecaraacutecter menorrdquo ldquosin pretensiones literariasrdquo a veces sin nisiquiera nombres hijas de la inseguridad ansiedad o el te-mor de sus productoras A partir del ingreso sumiso en esteespacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez maacutesal lenguaje a los signos y tambieacuten a su propia subjetividadtrasladando y reorganizando como sostiene Ludmer la ex-cluyente estructura social y cultural dada De aquiacute entoncesla necesidad de no desatender estos registros pues en ellos

encontraremos las primeras huellas de un simboacutelico despun-tar femenino

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ARCOS Carol ldquoNovelas folletiacuten y la autoriacutea femenina en lasegunda mitad del siglo XIX en Chilerdquo Revista Chilena deLiteratura 76 (abril 2010) 27-42

BAEZA Martiacutenez Sergio El libro en Chile Santiago Biblio-teca Nacional 1982

BARROS Martina Recuerdos de mi vida Santiago Orbe1942

_____ Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico porStuart Mill) Edicioacuten notas y estudio preliminar de Ale- jandra Castillo Santiago Palinodia 2009

BATTICUORE Graciela La mujer romaacutentica Lectorasautoras y escritores en la Argentina1830-1870 BuenosAires Edhasa 2005

BOURDIEU Pierre ldquoEl campo literario Prerrequisitoscriacuteticos y principios de meacutetodordquo Criterios 25-28 (enero1989-diciembre 1990)

_____ La dominacioacuten masculina Barcelona Anagrama2000

BRUNNER Joseacute Joaquiacuten ldquoCultura y crisis de hegemoniacuteardquoJJ Brunner y Gonzalo Catalaacuten (eds) Cinco estudiossobre cultura y sociedad Santiago Flacso 1985

CHARTIER Roger El orden de los libros Barcelona Gedisa2000

ELTIT Diamela ldquoContante y sonanterdquo El orden los signos Es-critos sobre poliacutetica arte y literatura Santiago EdicionesUniversidad Diego Portales 2006

FOUCAULT Michel La arqueologiacutea del saber Buenos AiresSiglo XXI 2002

_____ El orden del discurso Barcelona Tusquets 1992

FRANCO Jean Las conspiradoras Representaciones de lamujer en Meacutexico Meacutexico FCE 1994

GILBERT Sandra y Gubar Susan La loca del desvaacuten Valen-cia Caacutetedra 1994

HABERMAS Juumlrgen Historia y criacutetica de la opinioacuten puacuteblica

Barcelona G Gili 1990HUNEEUS Gana Jorge Cuadro histoacuterico de la produccioacuten

intelectual en Chile Santiago Imprenta Litografiacutea yEncuadernacioacuten Barcelona 1910

LUDMER Josefina ldquoTretas del deacutebilldquordquo Patricia Gonzaacutelez yEliana Ortega (eds) La sarteacuten por el mango Encuentrode escritoras latinoamericanas Riacuteo Piedras EdicionesHuracaacuten 1984

MARIacuteN Mercedes Poesiacuteas de la sentildeora Da Mercedes Ma-riacuten de Solar dadas a la luz por su hijo Enrique del Solar

Santiago Impr Andreacutes Bello 1874MEDINA Joseacute Toribio La literatura femenina en Chile

Santiago Imprenta Universitaria 1923ORREGO Rosario Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela

corta ldquoeresardquo Compilacioacuten de Isaac Grez Silva Santia-go Editorial Nascimento 1931

PAS Hernaacuten ldquoLa criacutetica editada Juan Mariacutea Gutieacuterrez y la Ameacuterica poeacuteticardquo Orbis ertius XV 16 (2010) En liacuteneahttpwwworbistertiusunlpeduarnumerosnumero-16articulos08-pas (consultado el 19 de agosto de 2013)

PASTOR Briacutegida El discurso de Gertrudis Goacutemez de Avella-neda identidad femenina y otredad Alicante Universi-dad de Alicante 2002

POBLETE Juan La literatura chilena del siglo XIX Entre puacuteblicos lectores y figuras autoriales Santiago CuartoPropio 2003

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SUBERCASEAUX Bernardo Historia del libro en Chile(alma y cuerpo) Santiago Lom 2000

VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

M983137983154983145983151 M983151983148983145983150983137 O983148983145983158983137983154983141983155

odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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ARCOS Carol ldquoNovelas folletiacuten y la autoriacutea femenina en lasegunda mitad del siglo XIX en Chilerdquo Revista Chilena deLiteratura 76 (abril 2010) 27-42

BAEZA Martiacutenez Sergio El libro en Chile Santiago Biblio-teca Nacional 1982

BARROS Martina Recuerdos de mi vida Santiago Orbe1942

_____ Proacutelogo a la esclavitud de la mujer (estudio criacutetico porStuart Mill) Edicioacuten notas y estudio preliminar de Ale- jandra Castillo Santiago Palinodia 2009

BATTICUORE Graciela La mujer romaacutentica Lectorasautoras y escritores en la Argentina1830-1870 BuenosAires Edhasa 2005

BOURDIEU Pierre ldquoEl campo literario Prerrequisitoscriacuteticos y principios de meacutetodordquo Criterios 25-28 (enero1989-diciembre 1990)

_____ La dominacioacuten masculina Barcelona Anagrama2000

BRUNNER Joseacute Joaquiacuten ldquoCultura y crisis de hegemoniacuteardquoJJ Brunner y Gonzalo Catalaacuten (eds) Cinco estudiossobre cultura y sociedad Santiago Flacso 1985

CHARTIER Roger El orden de los libros Barcelona Gedisa2000

ELTIT Diamela ldquoContante y sonanterdquo El orden los signos Es-critos sobre poliacutetica arte y literatura Santiago EdicionesUniversidad Diego Portales 2006

FOUCAULT Michel La arqueologiacutea del saber Buenos AiresSiglo XXI 2002

_____ El orden del discurso Barcelona Tusquets 1992

FRANCO Jean Las conspiradoras Representaciones de lamujer en Meacutexico Meacutexico FCE 1994

GILBERT Sandra y Gubar Susan La loca del desvaacuten Valen-cia Caacutetedra 1994

HABERMAS Juumlrgen Historia y criacutetica de la opinioacuten puacuteblica

Barcelona G Gili 1990HUNEEUS Gana Jorge Cuadro histoacuterico de la produccioacuten

intelectual en Chile Santiago Imprenta Litografiacutea yEncuadernacioacuten Barcelona 1910

LUDMER Josefina ldquoTretas del deacutebilldquordquo Patricia Gonzaacutelez yEliana Ortega (eds) La sarteacuten por el mango Encuentrode escritoras latinoamericanas Riacuteo Piedras EdicionesHuracaacuten 1984

MARIacuteN Mercedes Poesiacuteas de la sentildeora Da Mercedes Ma-riacuten de Solar dadas a la luz por su hijo Enrique del Solar

Santiago Impr Andreacutes Bello 1874MEDINA Joseacute Toribio La literatura femenina en Chile

Santiago Imprenta Universitaria 1923ORREGO Rosario Sus mejores poemas artiacuteculos y su novela

corta ldquoeresardquo Compilacioacuten de Isaac Grez Silva Santia-go Editorial Nascimento 1931

PAS Hernaacuten ldquoLa criacutetica editada Juan Mariacutea Gutieacuterrez y la Ameacuterica poeacuteticardquo Orbis ertius XV 16 (2010) En liacuteneahttpwwworbistertiusunlpeduarnumerosnumero-16articulos08-pas (consultado el 19 de agosto de 2013)

PASTOR Briacutegida El discurso de Gertrudis Goacutemez de Avella-neda identidad femenina y otredad Alicante Universi-dad de Alicante 2002

POBLETE Juan La literatura chilena del siglo XIX Entre puacuteblicos lectores y figuras autoriales Santiago CuartoPropio 2003

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VALDEacuteS Adriana Composicioacuten de lugar Escritos sobre cul-tura Santiago Universitaria 1995

LA FIGURA DE EDUARDO MOLINAVENTURA REFRACCIOacuteN Y JUEGO

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odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La

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odos vamos tejiendo con nuestros actos maacutes usuales e insig-

nificantes una trama secreta de misteriosos hilos cuyo origendesconocemos cuyo fin ignoramos y que forman sin noso-tros saberlo las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nosdesborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido deEduardo Molina Ventura La uacutenica posibilidad es que mipadre sea un familiar extremadamente bastardo Las noti-cias de este Batlerby surgen en una conversacioacuten sobre auto-res que nunca publicaron un libro en su vida Al investigarqueda bastante claro que no es un caso aislado iquestPor queacute se-guir los pasos de un autor que no buscoacute dejar huella escritade su obra El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca

de la figura del denominado ldquochico Molinardquo quien siempreestuvo en estrecha relacioacuten con una literatura que no se de-sarrolloacute a traveacutes de publicaciones sistemaacuteticas Lo suyo fueliteratura y vida en total comunioacuten tal y como fue el deseodel artista absoluto Este poeta supuestamente sin obra ju-gaba con sus contertulios y se forjoacute una imagen como inte-lectual de saloacuten gracias a la oralidad que le caracterizaba La