Muchas veces basta una palabra, un gesto, una mirada… para llenar el corazón de quien amamos. - Madre Teresa de

Calcuta–

Hace 7 años, Joaquina Fernández publicaba un post llamado "La coherencia social. Un propósito para 2010". En él explicaba cómo la nación más poderosa del mundo, Estados Unidos, alberga un elevado porcentaje de población sin sus necesidades mínimas cubiertas mientras destina grandes recursos a armamento, entre otros.

En España, 8 años después de la recesión, seguimos viviendo una profunda crisis social. 1 de cada 3 nin ! os es pobre según los datos del estudio realizado por Obra Social La Caixa. Ma ! s de 2,5 millones de nin " os viven en hogares que tienen dificultades para asumir gastos corrientes o en alimentación. Para estos niños no habrá regalos de Reyes, ropa nueva para estrenar, ocio de calidad con sus padres, clases extraescolares, ni tutores que les ayuden a mejorar. Ese mundo paralelo lo disfrutan los niños más ricos, que según las investigaciones en economía y educación, son los que podrán tener éxito profesional o al menos, un mayor acceso a las oportunidades que les lleve a conseguirlo.

La otra cara de la moneda de la pobreza infantil es un desmedido consumismo. Las compras se están desvirtuando hasta tal punto que ya no sabemos lo que necesitamos, o lo que es peor somos adictos a comprar.

Puede que una de las razones sea porque creemos así cuidar y proteger a nuestra familia a través de los objetos que podemos conseguir. Al fin y al cabo nos dan cierto poder, estatus y la confianza de ir por el buen camino. Una casa, un coche, un empleo, buena ropa, estudios, etc. es lo que necesitan los hijos, ¿no?.

Bueno, solo en parte. Si estudiamos la conocida pirámide de Maslow o la jerarquía de las necesidades humanas, las personas tenemos distintas motivaciones, las más básicas tienen que ver con cubrir una serie de necesidades físicas que garanticen sentirnos seguros: desde alimento diario hasta un trabajo, una casa, etc. Las investigaciones sobre pobreza infantil son muy reveladoras en este sentido: las circunstancias que viva una persona marca las motivaciones que tenga en ese momento en su vida.

De esta manera, las personas que no puedan cubrir sus necesidades básicas (nutrición, bebida, calor, etc.) difícilmente tendrán otra cosa en mente que no sea la de subsistir.

Actualmente, las personas que se sitúan en el primer escalón de la pirámide difícilmente podrán salir de esta situación sin ayuda externa aunque cuánto mayor sea la esperanza que sientan sobre su situación, mayores serán las probabilidades de prosperar. La socióloga Annette Lareau de la Universidad de Maryland, experta en este tema, llega a la conclusión de que en la mayoría de los casos, a los hijos de familias ricas les va mejor porque tienen una red de

contactos y una buena educación que les permite tener mayores opciones para tener éxito.

Esto es desolador: los niños pobres seguirán siendo pobres toda su vida y los ricos serán cada vez más ricos. El consumismo de esta manera tiene su razón de ser y contribuimos, sin darnos cuenta, a mantener la espiral de la pobreza. A la vez, la falta de reflexión sobre lo que es necesario para nosotros y nuestros hijos -y lo que es claramente un exceso-, hace que confundamos y mermemos la capacidad de desarrollo de nuestros hijos.

Porque si, tal como hemos dicho, lo material ayuda a que el niño se sienta seguro en su mundo, también es cierto que las necesidades que vamos creando a su alrededor anulan su creatividad, motivación, responsabilidad, capacidad de autocrítica y genera dentro de sí mismo juicios negativos hacia aquellos que tienen menos.

Por ello, os proponemos un primer reto para este primer mes de 2018 que es cambiar el "yo quiero" por "yo necesito". Puedes hacerte preguntas del tipo: esto que voy a comer/ comprar/ hacer, etc. ahora... ¿es bueno y necesario para mi? ¿y para los demás?

Puede que con una simple pregunta podamos empezar a tomar conciencia sobre lo que nos decimos que queremos y ayudemos a nuestros hijos a disfrutar de lo que tienen en cada momento. Puede, además, que contribuyas con tu ejemplo a generar más riqueza para todos. ¿Te imaginas?

Noelia Estévez Fernández

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