más que mil palabras

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. FOTOGRAFIA "De es te mod o es co mo debemos reordenar nuestras ap r oximaciones a la plástica peruana del sigl o, hasta ahora: S abogal fue la rup tura, y Szysz lo la apertura. Sabogal debe e nfrentarse a la hi storia, Szyszlo al arte " u, Hace fa lt a, pues, ulla critica que recupere las distint as interpretaciones a partir de la noción de producción artística en los tenn in os en que se suel e dar (materiales, representación, engarce con una o varias tradiciones). y pase a exp li car de qué manera las di slintas obsesiones que emanan de las tel as son testimonios que exp resan acuerdos o di so nancias (nunca indife- rencia) con la sociedad (y no lo la "nación") en que se des pliegan, interna y externamente. Tales fannas dirán otra " hi sto ri a", particular y ge neral, dentro de no muchos años. Si esto es as í, l os trazos ab ri gan sólo la esperan- za de permanecer y prolongar, mas all a de sus li mites fi sicos, el ti e mpo que presenciaron y que hi zo posible la transfiguración. EOG AR O ' H ARA M Ir ko Laucr , Szys zlo. Jrlrlagac,ó" y Collage M, rI ¡;o l.n"u COl! rle Jm·'tr So/agurnl y E. A. Lima. Mosea Azul, 1915, pag lB , OC!; ¡VIO I' al. Los '''/Oj dd Imlo, Aunl, 197 4 , 119 . , l ..1u,;" . ap. ell., pa g.'! . 70 Y n Ib¡rl., I"';S- 37 . I r .... nlllndo de Sl .ys1Jo. dcspoK"S de (¡""", . ea-, en Las Luna, núm. 1, lnayo de 1941, pag o SJ. l b¡d., 85. , C. G . I3dll, lector", en lrCYl s ta en el Suplemento Dou l1t1ical de El Come rcio, Lima, 5 de dicocmbre cIt- 1982. Sd.l<lslia.¡. (" JT is. "5I.15zlo . crOruca SOCial ", en La Rcpublica. Lima, I1 d(" d i.;, icmbre de 1982 , páS. c(lilor ia l "c man do de Slysl..lo, N AUI OOOIrua y CTCa(: I Or' en el atle et' IXspoes, Lima. mimo 2, di<:iembrc de 19 75 , pag. 21. 10 ,- 96 ....... lICr, op. ni. , pago . 11 Ibid.. pag. 8S. '1 IÚld .• IMS. 4S. 11 M irko utrr , Imrod"c("ió" a la pi fllllTa puuauD dd siglo XX, Lima, Mosca 1\7 ;1.1 1, 1976 , pág. 164 . 1 06 " Alf ooso CalOtriUón, "Szysl..lo fi"w le a I..t cri ti ca ", en Uueso Ihimcro, Lima, nüm s. . 5·6, abril-s.epticmtJre de 1980. pig. S2 . " Enrique Vcri!'il cgu i, "Sl..ysl.. lo y la c.aligr-afia mis sobria", al vuiedadc-:s de Ui Cróniea, Lima, tercer domingo de rli<: icmbrc de 1915, ¡>oig . 2 1. Más que mil palabra s San tander , un testimonio (otogrQlieo Ose ar S. e., S. 1. f. Nacido en Italia en 18 6 1, Quintilio Gavassa abrió su gabinete de fotogra - fía en 1894 en Bucaramanga. Ante su lente des filaron la sociedad bumangu e- sa, l os grandes acontecimientos colec- tiv os y las transformaciones de la ciudad. Gracias a su trabajo y al de sus hi jos Edmundo, Quintilio y Rafael, que lo continuaron, disponemos hoy de un registro invaluable de la vida de la capital santandereana, parcialmen te divulgado en el lib ro FOl ografía italia- na, que en 1982 publicó la Papelería America. Todo parece indicar que el propós it o o ri ginal de Gavassa fue ser un cr onista social que supo crear y aprovechar un mer cado para sus foto- grafías, apoyado tanto en la destreza con que ap li có los conocimientos aprendidos de don Juan Martínez Li ón en Bogotá, como en el deseo de pasar a la poste ri dad de una ac ti va clase mercantil y agrícola, artífi ce de l pro- greso de la población. En cierto modo, las fot og rafías de Oscar Martínez Vasquez so n hereder as de la intención original de Gavassa, co mún en realidad a cualquier buen fot óg rafo: preservar un instante par- ticular, escogido tras el lente, ofrecien- RESEÑAS donos no una visi ón objetiva de la realidad, sino co nstruyéndola bajo el imperio de una nec es idad inte ri or. No obs tante esta común emp resa, la temá- tica es bien diferente. Martínez no es un cronista social sino un obse rvador ri co de la naturaleza. El libro está dividido en tr es capí- tulos: La Naturaleza, La Naturaleza y el Hombre, y La Ciudad. Adolece de un t exto fr agme nta do en verso, que se pretende fastidiosamente poema, sa li - do de la pluma del escritor Augusto Pinilla. Ello perm it e establecer, en co ntraposición, que a est as fot og rafías no l es es debida la pal ab ra. lo la mirada y la contemplación, po rque a ll í ya esta nombrado el mund o, pero con los ojos. La introducción, a cargo de Aida Martínez Carreño, ofrece un recorrido re lam pa go por la histo ri a de la región, tratando de sustent ar la vieja tesis de que el medio natural co ndici ona el carácter del hombre que lo habita. Demostrable o no, es ta hipótesis no se comp rueba co n el li bro . Curi osame nte , el texto intr odu cto ri o no establece ninguna relación con las fotos qu e prologa, y ape nas sirve de telón de fondo de se nfocado. El pro pi o artista no ha resistido la tentación de escribir algunas lineas donde da rienda sue lta a la consab ida moraleja ecológica y humanista, a la trivialización de la maravilla, al lugar com ún de periodista sin t ema, lo cual no cond uce ni al esclarecimiento ni al goce . Basten dos ejem plos: "Tenemos que reflexionar s obre el tratamiento que a la tierra le debemos dar, para no destruir la única base de nuestro sus- tento y as í de una manera racional podamos mantener su equilib ri o, para pode r gozar de su bondad y be ll eza. ELLA sin nosotros vive; noso tros sin ELLA no ". "El homb re campesino ha despertado como lo vienen haciendo d esde siempre; al albo rar el día" (¿"al- borar" o alborear?). Asi pues, los textos funcionan más como esco ll os que el lector d ebe so r- tear, hasta en con trar, por fin, l as ima- genes qu e se inician co n el páramo de Sa nturbán, donde de r epe nte co mi en za un emocionado y con tenido cant o, una sucesión de im áge nes qu e nos ll evan desde altos parajes h as ta el insípido trajinar de la ciudad, pasando por llokI i" Cul lu, a' y Oibli<>t, . r..:o, Vol. 29, n, im . 30, 1 99 2

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Page 1: Más que mil palabras

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

FOTOGRAFIA

"De este modo es como debemos reordenar nuestras aproximaciones a la plástica peruana del sig lo, hasta ahora : Sabogal fue la ruptura, y Szyszlo la apertura . Sabogal debe enfrentarse a la historia, Szyszlo al arte" u,

Hace falta, pues, ulla crit ica que recupere las di stintas interpretaciones a partir de la noc ión de producción artística en los tenninos en que se suele dar (materiales, representación, engarce con una o varias tradiciones) . y pase a explicar de qué manera las dislintas obsesiones que emanan de las telas son test imonios que expresan acuerdos o disonancias (nunca ind ife­rencia) con la soc iedad (y no sólo la "nación") en que se despliegan, interna y externamente . Tales fannas dirán otra "histori a", particular y general, dentro de no muchos años. Si esto es así, los trazos abri gan sólo la esperan­za de permanecer y prolongar, mas all a de sus limites fisicos, el tiempo que presenciaron y que hi zo posible la transfiguración.

EOGAR O 'H ARA

M Ir ko Laucr , Szyszlo. Jrlrlagac,ó" y Collage d~ M,rI¡;o l.n"u COl! ~ruoyOj rle Jm·'tr So/agurnl y E. A.

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Aunl, 1974 , ~g. 119.

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Ib¡rl., I"';S- 37 .

I r .... nlllndo de Sl.ys1Jo. ~ I',c"-"S<) dcspoK"S de (¡""", .

ea-, en Las Morada.~. Luna, núm. 1, lnayo de 1941, pago SJ .

• lb¡d., I~g. 85.

, C. G . I3dll, ~5zysl I0. p~Hor lector", enlrCYls ta en e l Suplemento Doul1t1ical de El Comercio, Lima, 5 de dicocmbre cIt- 1982.

• Sd.l<lslia.¡. ("JTis. "5I.15zlo . crOruca SOCial", en La Rcpublica. Lima, I1 d(" d i.;, icmbre de 1982 , páS. c(lilor ia l

• " cmando de Slysl..lo, N AUIOOOIrua y CTCa(: IOr' en e l atle la1inoameTlcano~, et' IXspoes, Lima. mimo 2,

di<:iembrc de 1975, pag. 21.

10 , - • 96 ....... lICr , op. ni. , pago .

11 Ibid .. pag. 8S.

'1 • IÚld .• IMS. 4S.

11 M irko utrr, Imrod"c("ió" a la pifllllTa puuauD dd

siglo XX, Lima, Mosca 1\7;1.11, 1976 , pág. 164 .

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" Alfooso CalOtriUón, "Szysl..lo fi"wle a I..t critica", en Uueso Ihimcro, Lima, nüms.. 5· 6, abril -s.epticmtJre

de 1980. pig. S2 .

" Enrique Vcri!'ilcgui, "Sl..ysl..lo y la c.aligr-afia mis sobria", a l vuiedadc-:s de Ui Cróniea , Lima, tercer domingo de rli<: icmbrc de 1915, ¡>oig. 2 1.

Más que mil palabras

Santander, un testimonio (otogrQlieo Osear Maf/(II~z Vdsqu~t

S . e. , S . 1. f.

Nacido en Italia en 186 1, Quintilio Gavassa abrió su gabinete de fotogra ­fía en 1894 en Bucaramanga. Ante su lente desfilaron la soc iedad bumangue­sa, los grandes acontecimientos colec­tivos y las transformaciones de la ciudad. Gracias a su trabajo y al de sus hijos Edmundo, Quintilio y Rafael, que lo conti nuaron, di sponemos hoy de un registro invaluable de la vida de la capital santandereana, parcialmente d ivulgado en el libro FOlografía italia­na, que en 1982 publicó la Papelería America . Todo parece indicar que el propósito ori ginal de Gavassa fue ser un cronista social que supo crear y aprovechar un mercado para sus fo to­grafías, apoyado tanto en la destreza con que apli có los conocimientos aprendidos de don Juan Martínez Lión en Bogotá, como en el deseo de pasar a la posteridad de una acti va clase mercantil y agrícola, artífice del pro­greso de la población.

En cierto modo, las fotografías de Oscar Martínez Vasquez son herederas de la intención orig ina l de Gavassa, común en real idad a cualquier buen fotógrafo: preservar un instante par­ticula r, escogido tras el lente, ofrec ien-

RESEÑAS

donos no una visión objetiva de la realidad, sino construyéndola bajo el imperio de una necesidad interior. No obstante esta común empresa, la temá­tica es bien d iferente. Martínez no es un cronista socia l sino un observador lírico de la naturaleza.

El libro está dividido en tres capí­tulos: La Naturaleza, La Naturaleza y el Hombre, y La Ciudad. Adolece de un texto fragmentado en verso, que se pretende fast idiosamente poema, sali­do de la pluma del escritor Augusto Pinilla . Ello permite establecer, en contraposic ión, que a estas fotografías no les es debida la palabra. Sólo la mirada y la con templación, porque all í ya esta nombrado el mundo, pero con los ojos.

La introducción, a cargo de Aida Martínez Carreño, ofrece un recorrido re lam pago por la histo ri a de la región, tratando de sustentar la vieja tesis de que el medio natural condiciona el carácter del hombre que lo habita . Demostrable o no, esta hipótesis no se comprueba con el li bro. Curiosamente , el tex to introductori o no establece ninguna relación con las fotos que prologa, y apenas sirve de telón de fondo desenfocado.

El propio artista no ha resi stido la tentación de escribir algunas lineas donde da rienda suelta a la consabida mora leja ecológica y humanista , a la trivialización de la mara villa , al lugar común de periodista sin tema, lo cual no conduce ni al esclarecimiento ni al goce. Basten dos ejemplos: "Tenemos que reflexionar sobre e l tratamiento que a la tierra le debemos dar, para no destrui r la única base de nuestro sus­tento y así de una manera racional podamos mantener su equilibrio , para poder gozar de su bondad y belleza. ELLA sin nosotros vive; nosotros sin ELLA no". "El hombre campesino ha despertado como lo vienen haciendo desde siempre; al alborar el día" (¿"al­borar" o alborear?).

Asi pues, los textos funcionan más como escollos que el lector debe sor­tear, hasta encontrar, por fin , las ima­genes que se inician con el páramo de Santurbán, donde de repente comienza un emocionado y contenido canto, una sucesión de imágenes que nos ll evan desde altos parajes hasta el insípido trajinar de la ciudad, pasando por

llokI i" Cullu,a' y Oibli<>t,. r..:o, Vol. 29, n,im. 30, 1992

Page 2: Más que mil palabras

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

RESEÑAS

húmerlas sombras, olvidadas ruinas, frentes dobladas cumpliendo labores, ajeno todo ello a las necias palabras de los hombres. Y aquí debería callar la reseña. Pero e l género exige i nfor~

mar sobre e l li bro. Diré que carece de paginación, índice y pie de imprenta. Que, con algunas excepciones en el último capítu lo dedicado a lo urbano, las imágenes son de una intensa belle· za visual. No está aquí la gran socie­dad a la que Gavassa dio brillo y memoria . Las fi estas populares son las grandes ausentes, tratándose del pro­yecto de dar un testimonio de Santan­der. El ojo del fotógrafo prefiri Ó dar cuenta de una naturaleza cuya presen­c ia ine ludible parece sagrada por mo­mentos.

El páramo, el río, el bosque, el sol rompiendo el cielo, el cañón, los esto­raques. Vegas cultivadas, retículas dictadas por la geometría agrari a, los oficios del hombre, la niña a cuyo lado retoña un tabacal, el viejo que atiende el caney, el ajetreo de la caña y el cafe. En medio de esto, la cierta sorpresa, como en La misteriosa puer· ta de Cepitá, o El porcal de la laguna del sapo por Zapatoca. Fachadas de paja que tambien albergan ilusiones, vistas panorámicas de pueblos, torres, y el presagio de las nubes. El recodo de un empedrado sendero, esos cie los y patios de Barichara. Alguien que transita en la soledad colonia l de San Juan de Girón. A la vuelta de la pági· na, los oficios urbanos, la ventera, la fritanguera. los viejos músicos, las beatas. Esa extraordinaria Familia de Cepitá que posa con sabia inocencia, abriendo una sucesiva galería de retra­tos. Niños que la vida envejeció sin saberse cuándo, artesanos hered~ros de ofi cios centenarios.

El tono decae al encontrar la ciudad. La poesía parece sucumbir al atosigue de edificios y antenas parabólicas, estilos arquitectónicos y "espacios culturales", configurando lugares co­munes, captados con el mismo lente de contemplación que detuvo en el papel un hori zonte . Ahora la mirada parece no saber bien donde posarse. En la serie "En el centro" se recupera parcialmente la eficacia perdida: la carnicera impávida, el transeúnte dis­ciplinado por las filas, el sobandero que visita los muertos, el culebrero, el

BoIelilo CIIIl ..... 1 '1 Bibliosrifooo, Vol. 29, nÚln. 30, 1992

pintor AgeJvis, el sugesti vo Circo del Viaducto.

Para la camara, convertida en el instrumento de una declaración visual , la naturalez.a ha desaparecido y su lugar lo ocupa ahora el hombre co­mún, hostigado por el "progreso", sumergido en la congestión de un espacio arti ficia l.

SANTIAGO LoNDOÑO V ÉLEZ

Lecciones para el barro

Poemas JosI Manud Arango Ediciones Autores Antioqueños, Medcllin, 1991 .

Esta reunión de poemas de Jase Ma­nuel Arango incluye los li bros ya conocidos por sus lectores - Este lu· gar de la noche ( 1973), signos (1978) Y Cantiga ( 1987)- más una sección adicional de composiciones. La opor· tunidad resulta perfecta para imag inar­nos e l trazado de tal verbo. Entonces, preguntemonos: ¿es la poesía una forma de conocimiento? ¿De que? En todo caso un conjunto de poemas pennite e l acceso a una formulación lingüística (o su precedente, que siem­pre lo hay). A la par que las palabras "ajenas" pueden func ionar como un estímulo porque acti van la mimesis, debemos entender tambien que con y

POESIA

en ellas uno recibe la disposición de reescribir el mundo. Es deci r, esa nomenclatura de vivencias.

Acontec imiento de dudosa i mpor~

tancia (¿para quien?), la poesía tiene perfiles que hieren o curan, socavan la ideología e instauran el poder de su propia ejecutoria . Es la lengua de una distinción. Arango lo expresa así:

como tener algo vivo en las manos una tórtola: su buche vibrante y en el ojo redondo un punto de fuego

y luego el aleteo contra el rostro su urgencia alocada; y el vuelo bello y curvo sobre los árboles vencidos: memoria del viento

[XXXV, pág. 28J

La metáfora ri ge pa ra Este lugar de la noche, pues el libro se propone la lectura de la ci udad : calles, parques, asilos (111), hospita les (XV), merca­dos (XX), carnicerias (XXII), casas (XXVIII ), como si esta fuera un ser vivo a punto de escabull írsele de las manos. Para lograr retenerl a en e l lapso que dura esa hu ida, el poeta se vale de un ri tual que nos informa de l va lor añad ido que poseería cada experiencia. La noche es propic ia para esta revelación: "las mi radas de los cajeros adolescentes/J repi ten los movimientos de un ant iguo bai lel sagrado" (1, pago 9) . y también lo es la luz:

.. . y cuando en la plaza real por un instante en el mediodía coge Jos pájaros en su dedo y les habla

tal ocio encubre Olros actos de más viejo sentido y a su mágico gesto de encantador los pájaros mueven los ojos

dorados

[XX, pág. 20J

Este contrapunto, muy a lo Unga­reui , de luz y sombra, movimiento y quietud, nos remite no sólo a la eco­nomía verbal de l it aliano, sino a la constitución de figuras o personas para el poema: receptácu lo de anecdo-

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