m.raymond-tres-monjes-rebeldes.pdf
TRANSCRIPT
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
1/249
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
2/249
INTRODUCCIN
Aqu empieza LA LEYENDA DEL CISTER. En le escuelanos estremecamos con las vibrantes estrofas de "La Leyenda delRey Olaf", tal como la narrara el msico noruego en los "Cuentosde Wayside Inn" de Longfellow. El misterio del mar, la violencia
belicosa, los destellos de ternura humana, que prestan su encanto ala obra, tienen su equivalente espiritual en el cuento que vamos arelatar. Figuras heroicas, pero tambin muy humanas, fueron las deaquellos primeros Cistercienses. Para que los lectores de lapresente generacin puedan apreciar su herosmo y su humanidad,hemos credo oportuno dramatizar los acontecimientos de acuerdocon los hechos histricos y rodearlos de una atmsfera y de uncolor local adecuados; pero nada hemos inventado. Esta es una
historia perfectamente fidedigna.Con su publicacin se realiza el sueo de medio siglo de
nuestro Reverendsimo Padre Abad. Fuertemente impresionado,desde mucho tiempo atrs, con la grandeza de los Santos de nuestrasanta Orden, y muy deseoso de hacerlos conocer a los catlicosamericanos, se vio siempre asediado por las tareas administrativashasta que, por ltimo, la Providencia le proporcion un grupo depersonas capaces de efectuar ese trabajo. Es ste, pues, el resultado,
de la colaboracin de muchos, pero principalmente de dos, un"rastreador" (investigador), el Padre Amadeus, y un "escriba", cuyonombre aparece en la cubierta. El "rastreador" se abri camino atravs de muchos volmenes y en muchas y diferentes lenguas yrecogi interesantsimo y precioso material para el escriba. Enpgina aparte damos una lista parcial de los libros consultadoscomo fuentes de informacin.
Nuestra deuda de gratitud se extiende a muchos que deseanpermanecer en el anonimato por su crtica amistosa y por suestmulo, pero ms que a todos al Reverendo John P. Flanagan, S.
2
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
3/249
J., de Boston, Mass., quien ley el manuscrito ntegro, en susdistintas revisiones, como tambin las pruebas de imprenta.
TRES MONJES REBELDESes, lgica y cronolgicamente, elprimer volumen de LA LEYENDA DEL CISTER, aunque no el
primero en orden de publicacin.
fray M. RAYMOND, o. c. s. o
Festividad de la Visitacin
de Nuestra Seora
Julio 2, de 1944
3
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
4/249
LA LEYENDA DEL CSTER
PRIMERA POCA
TRESMONJES REBELDES
PRECURSORES DE LOS TRAPENSES
POR
M. RAYMOND, O. C. S. O.
Autor de "La familia que alcanz a Cristo" "El hombreque se entendi con Dios", etc.
1942
4
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
5/249
Ttulo del original en ingls:
TEIREE RELIGIOUS REBELS
Traduccin de
Isabel Gimnez Bustamante
5
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
6/249
BONAE ATQUIS ILLUSTRI MEMORIAEREVERENDISSIMI D. HERMANNI-JOSEPH SMETS
PRAESULIS GENERALIS
ORDINIS CISTERCIENSIUM
STRICTIORIS OBSERVANTIAE
A. D. 1930- 1942
6
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
7/249
Nihil Obstat:
FR. M. ALBERICUS WULF, o.c.s.o.Fr. M. Mauritius Malloy, o.c.s.o.
Censores
Imprimi potest:
FREDERICUS M. DUNNE, o. c. s.o.Abbas B. M. de Gethsemani
Nihil Obstat:
ARTHURJ. SCANLAN, S.T. D.
Censor librorum
Imprimatur:
Francis Joseph Spellman, D. D.
Archiepiscopus Neo Eboracensis
Puede imprimirse:
ANTONIO ROCA
Obispo de Augusta
Vicario General
7
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
8/249
NDICE
BIBLIOGRAFA....................................................................................9SAN ROBERTO EL REBELDE................................................11
"CONOZCO UNA MEJOR HIDALGUA!"............................................12"NUNCA ENVAINES ESTA ESPADA!"...............................................26"BUSQUE QUIEN SE MANTUVIERAEN LA BRECHA"...............................................................................40BLANCO - PLATA SOBRE ROJO - FUEGO...........................................52EL NICO ERROR DE LA VIDA...........................................................60LAS LNEAS PARALELAS NUNCA SE ENCUENTRAN..........................68"REMA, REMA, MARINERO!"...........................................................82EL OBISPO TIENE HAMBRE..............................................................95LA PROSPERIDAD ACARREA EL DESASTRE....................................103HAY UN SOLO CAMINO!................................................................114CREPUSCULO Y LUCERO DE LA TARDE..........................................123"POST-MORTEM"...........................................................................132
SAN ALBERICO EL RADICAL..............................................134
"ERES UN RADICAL!"....................................................................135
"ESCUDOS PARA EL SAGRADO CORAZN"...................................142EL BLANCO ES LA MEZCLA DE TODOS LOS COLORES...................150"NO ESQUILES DEMASIADO!".......................................................155"NO SE PUEDE HACER?"..............................................................165UNA HOJA CADA...........................................................................172LA LLAMA SE APAGA.....................................................................178EPITOME Y EPITAFIO......................................................................183
SAN ESTEBAN HARDING EL RACIONALISTA.......................184
ESTEBAN PROPORCIONA DIVERSI
NAL MUNDO.....................................................................................185ESTEBAN PLANTEA UN PROBLEMA AL CIELO.................................201EL CIELO PLANTEA UN PROBLEMA A ESTEBAN..............................213EL PROBLEMA SE HACE MS INTRINCADO....................................225EL MUNDO PROPORCIONA DIVERSINA ESTEBAN....................................................................................233LADO A LADO................................................................................242UN BCULO TORCIDO...................................................................246DAD A DIOS LO QUE ES DE DIOS..................................................248
8
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
9/249
BIBLIOGRAFA
(LISTA PARCIAL DE FUENTES DE INFORMACIN)
Analecta Bollandiana, Bruselas, 1882-1936.
D'ARBOISDE JUBAINVILLE:Etudes sur ltat intrieur des Abbayescisterciennes au Xlle et XIIIe sicles, 1858.
BERLIERE
:Revue d'Histoire Ecclsiastique I, 1900.Bollandistas:Acta Sanctorum, 1643-1925.
BOUQUET:Recueil des Histoires des Gauls de la France, 1876.
BRUNNER:In Cistercienser Buche, 1881.
CAESAROF HEISTERBACH,Dialogus Miraculorum, Ed. Strange, 1850; Ed.Coulton, 1921
Charles de Molesme, Ed. Laurent, 1907.
Chronique de Clairvaux; MIGNE, P. L., 185, 1247.
Cistersienser Chronik, 1889-1936.
GRAM, RALPH, ADAMS: The Gothic Quest, 1905; Substance of Gothic, 1917.
GUIGNARD:Les Manuments Primitifs de la Rgle Cistercienne, Dijon, 1878.
Dictionnaire d'Archologie Chrtienne et de Liturgie, 1907-1936.
Dictionnaire dHistoire et de Gographie ecclsiastique, 1912-1936.
Exordium Magnum,Cisterciensis Cenobii, Grande Trappe, 1884.
Exordium Parvom, Grande Trappe, 1884.
Gallia Christiana, Pars, 1876.
GERMAIN:Monasticon Gallicanum, Pars, 1882.
9
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
10/249
HANNAY: Spirit and Origin of Christian Monasticism, Loodon, 1903.
HELIOT:Dictionnaire des Ordres Religieux, reedicin, Pars, 1858.
HENRIQUEZ:Fasciculus Santiorum Ord. Cist., 1631.
JANAUSCHEK: Originum Cisterciensium, Tomo I (Viena, 1877).
MABILLON:Acta SS. Ordinis S. Benedicti, Pars, 1701;Annales Ord. S. Bene-dicti, (1753-59).
MALE:LArt. Religieux du XIlle Sicle en France, Paris, 1902.
MANRIQUE:Annales Cisterciennes, I, Lyons, 1642.
MARTENE: Thesaurus Anecdotorum, III, Pars, 1717.
NEWMAN:Historical Sketches, London. 1873;Lives of the English Saint,1898.
ORDERIC VITAL:Historia Ecelesbulica, VIII, ed. Prvost, 1855, Humpfner,1932.
OTHON:Les Origines Cisterciennes, Rev. Mabil1on, 1932-33.
SHARPE: The Architecture of the Cistercians; Archilectural Parallels, Lon-don, 1848.
VACANDARD:Life of Saint Bernard, Pars, 1897.
Vie de Saint Alberic, Ed. Lerine, 1875.
VIOLLETLE DUC:Dictionaire Raisanne de lArchitecture Franais, Pars,1717.
VITA S. ROBERTI:Abbatis Molismensis. autore monache molismensi subAdone Abbate Saec. XII.
Voyage Littraire de deux Religieux Bndictine, Pars, 1717.
WILLIAMOF MALMENSBURY: De Rebus Gestis Anglorum, 1259-1286.
ZIMMERMAN:Kalendarium Benectinum, I y II, 1932-1936.
10
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
11/249
PARTE I
SAN ROBERTO EL REBELDE
11
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
12/249
Captulo Primero
"CONOZCO UNA MEJOR HIDALGUA!"
Oh! Qu torpe soy! gru el joven Roberto. Siempre estoyrevelando mis ms ntimos pensamientos. Lo hago en la escuela, durante losjuegos, y ahora lo he hecho delante de mi padre. Cundo aprender acallarme! Lamentndose as, apoy la cabeza contra la ventana y contemplel cielo de noviembre.
All, en las alturas, el lucero de la tarde empezaba a brillar. En laoscuridad de Occidente, la noche se mantena semejante a un monjeencapuchado, aguardando el llamado de la campana de Completas de lo quefuera un hermoso da. Pero Roberto no vea la estrella, ni la nocheencapuchada, ni el da agonizante. No vea nada ms que la mirada absorta
que le dirigi su padre cuando le oy decir a su primo: Nunca serarmado caballero. Conozco una mejor hidalgua.
Detrs suyo, un viejo siervo remova despaciosamente los ltimosrastros del banquete servido en honor del flamante caballero, Jacques, elprimo de Roberto, de allende el Sena. El anciano encendi luego una an-torcha que coloc sobre la mesa antes de abandonar el saln. Al abrir lapesada puerta de roble, la voz potente y la risa de Teodorico, seor delcastillo, invadieron el sosiego de la habitacin. Roberto se sinti molesto.
Tena miedo de ese gigante que era su padre. Saba que su frase,pronunciada durante el banquete, lo haba disgustado y que le pediraexplicaciones antes de la cada de la tarde. Por un momento an, oprimi lafrente contra el cristal de la ventana. Bruscamente se incorpor.
Muy bien! dijo. Dar las explicaciones. La verdad debe serrevelada alguna vez. Esta noche es tan buena como cualquier otra. Y susmanos se crisparon sobre el ancho cinturn de cuero.
As le encontr su madre, cuando volvi al saln, luego de despedir a
los invitados. Lo contempl unos minutos. Su cabeza se ergua hacia loscielos. Los firmes y recios rasgos de su mandbula y de su mentn se per-
12
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
13/249
filaban como en un bajorrelieve, contra el azul oscuro del crepsculo.Ermengarda se estremeci ante ese espectculo. Pens que su hijo seconverta en un hombre. Y dejando escapar un leve suspiro, se reproch: Ermengarda, los nios se convierten en muchachos y los muchachos se
transforman rpidamente en hombres.Luego murmur con orgullo: Cmo se est pareciendo a su padre!Ser un hombre grande.
Como Roberto no se moviera, ella se aproxim suavemente y,apoyando las manos en los hombros de su hijo, le pregunt: Mimuchacho se est convirtiendo en un contemplador de estrellas? El jovense estremeci a su contacto, pero al or su voz, puso los brazos de su madrealrededor de sus propios hombros.
Mira! dijo sealando el blanco resplandor de la solitaria estrellaque brillaba en la oscura profundidad del crepsculo. Es hermosa! perotan terriblemente sola. Parece perdida, no es as?
Ermengarda apoy la mejilla en el hombro de su hijo. Contemplador de estrellas! Soador! Poeta! Qu te suceder, hijo mo?
Roberto tom a su madre por la cintura. Gui maliciosamente losojos, y le dijo: Tus palabras son acertadas, madre, mas no as su sentido.Debieras haber preguntado lo que mi padre preguntar tan pronto vuelva.Debieras haber dicho: Qu vas a ser, hijo mo?; y vers con qu tono lodice.
No haba acabado de pronunciar estas palabras, cuando Teodoricoirrumpi en el saln. Ermengarda exclam con estentrea voz, mihermano Len dice que su cosecha ha sido como la nuestra, tres veces supe-rior a la normal. En verdad esto quiere decir que podremos resarcirnos deestos tres aos de... Pero su mirada cay sobre Roberto, y la expresin de
sus grandes ojos negros cambi. Se frunci su entrecejo y hundi el mentnen el pecho. Esto era lo que Ermengarda llamaba "tragarse en suenmaraada y negra barba". Se sonri para sus adentros al par que su maridose aclaraba ruidosamente la garganta y se diriga a la chimenea para colocarun gran leo en el fuego. Era el preludio habitual antes de iniciar unaconversacin importante. Qu persona sencilla y transparente era estecaballero gigante!
Sacudindose el polvo de las manos, dijo Teodorico con firmeza:
Hijo, esta noche dijiste a tu primo una frase que no comprendo bien. Ermengarda sinti que Roberto se pona tenso. Quiero comprender bien elsentido de tus palabras. Exactamente, qu quisiste significar al decir que
13
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
14/249
nunca sers armado caballero?
Las manos de Roberto oprimieron la mesa. Su padre era un hombregigantesco en cualquier marco, Pero, en ese momento, destacndose frenteal fuego crepitante de la chimenea, pareca ms enorme an. Reinaba un
profundo silencio. Roberto senta la garganta terriblemente seca. Saba quetoda la ambicin de su padre era verlo armado caballero de Champagne: quehaba soado ardientemente con el momento en que su hijo cabalgase a sulado, rumbo al torneo o a la batalla, armado como l, como l fuerte y bravo,con su propia, indomable bravura. Roberto no dudaba del cario de supadre, ni tampoco tema sus accesos de ira; pero se aterr pensar en el daoque causara a ese hombre enorme y bondadoso, cuando le dijera la verdad.Cuando su padre interrumpi sus pensamientos con un impaciente Y
bien?, el ltimo leo de las estufa crepit violentamente, lanzando una lluviade chispas que iluminaron la campana de la chimenea y se perdieron sobreel piso de piedra.
Estos dos agudos sonidos retumbaron en la otrora tranquila habitaciny estremecieron visiblemente al joven Roberto, pero, aunque parezca unaparadoja, este acto involuntario le proporcion el control que necesitaba.Sus brazos se relajaron y aun cuando sus uas seguan clavadas en laspalmas de las manos, la voz y la mirada permanecieron firmes al contestar:
Quise decir lo que dije, seor. Nunca ser armado caballero, puesconozco una mejor hidalgua.
Y cul es? pregunt Teodorico, clavando sus negros ojos en losojos pardos que tena por delante.
La ms alta hidalgua en este mundo, seor. La hidalgua de sercaballero de Dios! Al pronunciar estas ltimas palabras, la cabeza deRoberto se irgui y sus hombros se cuadraron. Continuaba contemplando asu padre con una mirada que era casi un desafo.
Ermengarda contuvo el aliento al observar el ademn de reto de lacabeza de su hijo y el mentn hundido de su seor. Teodorico lo oy y,deliberadamente, volvi la espalda al muchacho. Con todo cuidado empuj,con la punta de su bota, unas brasas cadas del hogar y luego, con forzadacalma, se aproxim al respaldo de la lasilla de su mujer.
Quieres sentarte, hijo y explicarte mejor? pregunt sealando unasiento. Yo conozco una sola hidalgua para los caballeros de
Champagne. Cul es esa ms alta hidalgua de que t hablas? El tono desu voz era ms profundo y suave, pero Roberto, al mirar aquellos ojosnegros y penetrantes, observ que su expresin no haba cambiado.
14
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
15/249
Prefiero estar de pie, seor, si me lo permitescontest elmuchacho, separndose de la mesa y avanzando hacia la chimenea. All sedio vuelta y enfrent a sus padres. Las inquietas llamas reflejaban sombrasen sus facciones contradas.
Teodorico, al contemplar ese rostro, se apercibi de pronto que nohablaba con un nio, sino con un hombre. Su hijo pareca haber envejecidoante sus ojos. Mir a Ermengarda, que conservaba las manos cruzadas sobresu regazo. Toda su actitud irradiaba absoluta calma. Se alegr de haberlamirado porque su serenidad lo tranquiliz. Al levantar sus ojos hacia su hijo,un momento despus, no le sorprendi descubrir en su rostro la sombra deuna sonrisa.
Bien? dijo Teodorico, al ver que Roberto pareca aguardar una
invitacin para continuar.Seor, soy tan corpulento y fuerte como mi primo Jacques, no es
as? Su padre asinti. S montar tan bien como el primo Jacques, noes verdad? Teodorico volvi a asentir. La voz del muchacho era vibrante.En las justas puedo competir con l muy bien. Lo he demostrado dosveces en torneo aqu, en nuestro propio patio. Teodorico se limit aasentir por tercera vez, preguntndose adnde ira a parar su hijo. Elprimo Jacques fue armado caballero en Troyes la semana pasada. Esta tarde
lo hemos celebrado con un banquete para rendirle homenaje y demostrarlenuestra alegra. Seor, no estoy celoso de mi primo. No temo ni a lacaballera ni a todo lo que con ella se relaciona. Pero hay dos razones por lascuales no he sido armado caballero la semana pasada. Una, mi edad. La otraest aqu. Su mano se alz hasta el corazn. Entonces, todo su semblantese ilumin y exclam: Seor, quiero ser caballero de Dios. Quiero sermonje.
Ser qu? bram Teodorico y su voz de trueno llen la
habitacin.Roberto se sonroj, pero sus ojos mantuvieron la mirada firme.
Esperaba esta reaccin. Esa ltima semana haba suplicado a su madre queno dijera nada a su padre hasta fin de ao. Y, ahora, a principios denoviembre ya lo saba. A pesar de su ansiedad, el muchacho experiment unalivio. Antes que su padre tuviera tiempo de reponerse, continu: Seor,he sido educado por los monjes. Pero de ellos he aprendido mucho ms quemi trivium (1). He aprendido lo que es la alta hidalgua. T has dado mucho
1 En las escuelas medievales, nombre dado a las primeras tres artes liberales, asaber: Gramtica, Retrica y Lgica.
15
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
16/249
a los pobres y a los hambrientos durante estos tres aos de escasez. ToLen, del otro lado del Sena, tambin ha dado mucho. Me siento justamenteorgulloso de la sangre que llevo. Su voz cobr ms vehemencia alexclamar: Pero, seor, los monjes han dado ms! Teodorico aguard.
Nunca haba odo a su hijo expresarse as. El muchacho estaba arrebatado.Durante estos ltimos tres aos, la puerta de Saint Pierre de la Celle haestado abarrotada de hambrientos dijo Roberto. Ni un solo siervo sealej de esa puerta con las manos vacas. Para eso, los monjes pasaronhambre! Oyes, seor? Ellos sufrieron hambre!
Roberto hizo una pausa y aadi: Fue entonces cuando comenc acomprender que no era necesario llevar cota de malla o enarbolar el hachade combate para ser valiente. Fue entonces cuando supe que hay una
hidalgua ms alta que la caballera misma.Su voz era ms grave: Desde entonces, he rezado y consultado. Losmonjes estn dispuestos a recibirme. Mi madre no se opone a que me vaya.Confieso que he sido un cobarde al no decirte antes todo esto, seor, peroahora te ruego que me perdones, me bendigas y me des tu consentimiento.
Las ltimas palabras salieron a borbotones. Era el discurso ms largoque Roberto haba pronunciado delante de su padre. Comprenda que suconfesin haba sido temeraria y se senta satisfecho de s mismo y, tambin,
un poco avergonzado. La tentacin de solicitar auxilio a su madre era muyfuerte, mas decidi defenderse solo y en su propio terreno. Los oscuros ypenetrantes ojos de su padre no vacilaron un momento y el muchacho creyver que sus labios se contraan tras la poblada barba, pero no estaba segurode ello. Apret los puos y esper.
Quin te puso esa idea en la cabeza? pregunt framenteTeodorico. Tu madre o los monjes?
Ninguno de los dos contest Roberto, sintindose invadido por laira.
Quin, entonces? continu Teodorico con un tono cada vezms cortante.
Dios! Fue la respuesta de su hijo, y la palabra retumb en elsaln con el sonido agudo de la espada que choca contra un escudo. Msan, caus el efecto de un rayo. No hubo estruendo, pero hasta el silencioque reinaba en el aposento pareci estremecerse.
Teodorico cambi de posicin y se coloc al lado de la silla de suesposa. La respuesta de su hijo lo haba sobrecogido, pero ms todava el
16
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
17/249
fulgor que brillaba en esos profundos ojos pardos, que lo contemplaban contanta seguridad. Reinaba un profundo silencio, interrumpido por el suaverumor del fuego y la cada de la ceniza, a medida que las llamas consumanlos leos del hogar.
Teodorico qued aturdido con la noticia. Roberto haba sido el sol desu vida. Tena chochera por l. A menudo, con los otros nobles, se habajactado de que el muchacho llegara a ser un perfecto caballero. Lasceremonias de la semana anterior y el banquete de esa tarde, lo haban hechosoar con el momento en que su hijo, a los pies del Conde de Champagne,rodeado de los caballeros de la corte, recibiera el espaldarazo consagratorio.El cuadro que la noticia de esa noche haca presentir la de su hijo, con lacabeza afeitada y la capucha colgando, era demasiado distinto para agra-
darle. Se encoleriz. Mas dos cosas le hicieron mantenerse sereno. Lapresencia de su dulce esposa y el eco de la ltima palabra pronunciada porsu hijo.
Alejndose de la silla de Ermengarda, Teodorico seal a Roberto unalmohadn a los pies de su mujer, y se instal frente a la chimenea.
Sintate cerca de tu madre, Roberto orden. Necesito msexplicaciones que las que acabas de darme. El muchacho se maravill dela serenidad de su padre y de la calma de su voz. Dices que Dios puso esa
idea en tu cabeza. Puede saberse cundo?Es muy difcil precisarlo seor. Creo que siempre ha habido una
inclinacin.
Oh! De modo que no es ms que una inclinacin? Dios no hacemanifestaciones directas, personales, no es verdad? Bien. Eso cambia lacuestin por completo. Roberto intent levantarse, pero la mano de sumadre, apoyada sobre su hombro, lo contuvo.
Ten calma, hijo mo le aconsej. Tu padre tiene razn. El debepreguntar.
T no sabes, hijo mo empez Teodorico, que, prcticamente,todo el mundo tiene esa fantasa en alguna poca de su juventud? El noblese balance varias veces sobre sus pies, aadiendo: pero, si hasta yomismo me sent inclinado y, con una sonora carcajada: y no creo que tumadre pueda negar que eso fue pura fantasa. Puedes imaginarme monje,acaso? Y, de nuevo, su risa se expandi por el saln.
Ermengarda sonri, pero Roberto se levant, intranquilo, de su asiento.Teodorico lo contemplaba atentamente. Haba esperado ver dibujarse una
17
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
18/249
sonrisa en el rostro de su hijo. Se impacient. Teodorico nunca habasoportado oposicin y sta se le haba presentado muy contadas veces en suvida. Sus siervos obedecan siempre y los nobles, sus amigos, le respetaban.La actitud de su hijo lo hiri profundamente.
Desde el momento que Dios no haba efectuado manifestacionesespeciales, estaba seguro de que la atraccin que senta su hijo por elclaustro era slo una ilusin pasajera, propia de su juventud. Era, pues, ne-cesario terminar la entrevista antes de que adquiriera ms importancia.Roberto crecera y olvidara sus fantasas y, en el futuro, sera su orgullo,convertido en leal caballero de Champagne. Manteniendo su tono de chanza,dijo: Tus hombros son demasiado anchos y tus muslos demasiado fuertespara ser ocultados por un hbito, hijo mo. Dios te bendijo en un cuerpo de
guerrero. Has nacido para cabalgar un brioso corcel, con el mazo o el hachade combate en tu mano!
Es el claustro slo para los enclenques? pregunt Roberto enson de desafo.
No, no contest rpidamente Teodorico, pero los verdaderosguerreros son para el mundo. Y, tratando de despertar la vanidad delmuchacho, aadi: Y t llegars a ser un verdadero guerrero. Tus ojos melo demuestran. Tienes algo ms que un fsico magnfico. Tienes fuego!
La expresin de Roberto, que denotaba despego por estas cosas, le demostrque nada ganara prosiguiendo tales argumentos. De modo que, en un tonode confiada autoridad, orden: Pero se est haciendo tarde. Es hora ya deque los jvenes se acuesten. Esta ilusin pasar.
Seor prorrumpi Roberto, saltando de su sitio, a pesar de que lamano de su madre intent detenerle. No es una ilusin. No pasar. Ya nosoy un nio! El muchacho temblaba y su rostro se haba enrojecido msan. Permaneci erguido frente a su padre, con los puos crispados y los
ojos llameantes.Teodorico nunca haba visto a su hijo en ese estado y el espectculo lo
sobresalt. Observ que sus labios temblaban y sus manos se estremecan, ycomprendi que haba llevado a Roberto a un paroxismo de furia. Por unmomento se qued desorientado. Una palabra poco oportuna poda desataresa ira prxima a estallar; un gesto torpe, herir ese corazn joven y fuerte.Se content con sostener la ardiente mirada con la suya, firme y serena.
Ermengarda, que haba dejado su silla al levantarse Roberto, se acerca l y, rodendole los hombros con sus brazos, dijo con una sonrisa: Tupadre se olvida de que el tiempo vuela, hijo: pero si sigues comportndote
18
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
19/249
as, nunca te perdonar que hayas dejado de ser nio.
Ni siquiera la influencia de Ermengarda consigui acercarlos.
Padre dijo Roberto, con tono serio y grave, siento haberllegado hasta la irreverencia. Pero, seor y el mismo tono de implacable
determinacin volvi a resonar en la voz del muchacho, deseo querecuerdes que soy tres aos mayor que Theophylactus, quien segn dijo toLen, ser coronado Papa.
Roberto no pudo haber elegido peor argumento. Si hubieradesenvainado la espada y atacado directamente a su padre, no lo hubieraherido tan profundamente como con esa alusin al Papado. Teodorico poseaun alma ardientemente catlica. Nada le preocupaba tanto como lascondiciones de la Iglesia. Cuando la Casa de Tusculum domin el Trono
Papal, empez a sentirse intranquilo. Cuando Benedicto VIII muri en 1024y su hermano Romanus, a pesar de ser todava seglar, fue elegido parasucederle, Teodorico se enfureci. Pero Romanus, como Juan XIX, aun nosiendo un santo pontfice, era de limpia moral. Haba muerto esa semana. Ycuando la noticia de que Theophylactus, su sobrino de doce aos de edad,ocupara su puesto, lleg a Teodorico, su indignacin lleg al mximo. Quesu propio hijo trajera a colacin, como argumento, a ese nio totalmenteinmoral, hizo que la sangre se le helara en las venas. Sus negros ojos se
achicaron hasta convertirse en dos pequesimos puntos de fuego. Seal lapuerta y pronunci una sola palabra: Vete!
Roberto haba observado con asombro esa transformacin. Era lobastante perspicaz como para comprender que esa fra severidad era mspeligrosa que un estallido de furor. Lleno de estupor, se dirigi a suhabitacin. Ignoraba qu era lo que haba herido a su padre, mas no deseabavolver a ver esos dos puntos de fuego que eran sus ojos.
Cuando Roberto sali, Ermengarda cruz rpidamente el saln y,tomando el brazo de su marido, le dijo: Sintate, mi seor, tenemosmucho que hablar. El permaneci inmvil, presa de la fra furia que loinvadiera al or nombrar a Theophylactus. Teodorico, dijo ellasuavemente: sta ha sido una alusin muy poco oportuna. Roberto tequiere, seor. Simplemente, te adora y no te mortificara por nada delmundo. Por eso no quera hablar antes de este asunto. Conoce las esperanzasque habas forjado sobre l y tema defraudarte.
Teodorico se sent, apoy los codos sobre sus rodillas y mir, sin ver,las llamas doradas y azules que saltaban en la chimenea. Pareca no haberodo a su mujer. Ermengarda esper una reaccin.
19
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
20/249
Al ver que era intil, decidi utilizar una vieja estratagema. Con unardid, lograra entrar en discusin. Pero continu, si me preguntaras,dira que el muchacho ha llevado la mejor parte en el debate de esta noche.
Teodorico se ech hacia atrs. S, la mejor prosigui. El tiene
argumentos slidos y, t, solamente palabras. Qu quieres decir? estall Teodorico, quieres decirme que
he estado equivocado al manifestar que es slo un muchacho?
No tena aspecto de muchacho cuando se qued mirndote, hace unmomento. Ermengarda se sonri al recordar la escena. Ms bienpareca un guerrero y su actitud era la de un conquistador!
Oh! Fsicamente, es grande para su edad admiti Teodorico conun rezongo, pero no olvidemos que slo tiene quince aos. Eso es todo.
Eso es slo uno de tus errores, mi noble seor. Roberto no tienesimplemente quince aos.
Estamos en 1033 dijo Teodorico, que se haba calmado hasta elpunto de ser irnico. Naci en 1018. De acuerdo con mis pobresconocimientos, hace justamente quince aos. Y eso es todo.
Ermengarda acerc su silla a la de su seor. Matemticamente, estsen lo cierto. Mas hay otros modos de calcular los aos. Qu edad tiene el
alma de Roberto?La misma de su cuerpo: quince aos, y eso es todo.
Te equivocas an, Teodorico. Luego, con un repentino cambio ensu voz y en su rostro, continu: Te olvidas de la lluvia, mi seor. El solmadura los frutos. La lluvia madur a los hombres. Tres aos sin sol, delluvias casi ininterrumpidas, trajeron el hambre; el hambre trajo la muerte y,la muerte, abre los ojos de los hombres a la vida. Los hombres hanmadurado ms rpidamente estos tres aos, Teodorico, que lo que maduran
generalmente en treinta. Han aprendido para qu es la vida. Se hanorientado hacia Dios!
Las movedizas llamas de la chimenea reflejaban sombras en las vigasennegrecidas del techo, que parecan subir y bajar con una extraa yfantstica vida. Teodorico levant la cabeza y las contempl un momento.Luego murmur: Se han orientado hacia Dios! Qu frase! Y, sinembargo, qu perfectamente expresiva! Y, en verdad, la lluvia dirigi loshombres hacia Dios. Pero aadi pausadamente, Roberto no es unhombre. Es demasiado joven para que este terrible azote, del que Dios acabade librarnos, lo haya afectado. La juventud toma la desgracia en la misma
20
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
21/249
forma que el placer, como una cosa pasajera.
No conoces a tu hijo, Teodorico exclam Ermengarda conconviccin. Roberto no tiene nada de superficial. Su alma es profunda y,su mente, madura. Despus del debate de esta noche, no debieras ponerlo en
duda. Por lo menos dos veces, te dej sin contestacin.Teodorico asinti. S dijo lentamente, me dej sin contestacin
por lo menos dos veces. Me asust. Cuando me dijo que Dios le habapuesto la idea en la cabeza, me qued desorientado. Pens que, tal vez, setratara de una revelacin ntima...
Oh! calla interrumpi, impaciente, Ermengarda. Quesperabas?, que fuera arrojado de su caballo como San Pablo? MiraTeodorico, el muchacho es, fsicamente, un gigante, no es as?
S, es grande para sus aos. Promete convertirse en un hombrefornido.
Muy bien. Entonces tiene las cualidades fsicas que se requierenpara el claustro; tiene salud. Sus cualidades morales no se ponen en duda. Elmuchacho es oro puro. Has notado algn rastro de vicio en l?
Es terco y se est poniendo vehemente. Pues el modo con quepronunci algunas de sus frases, esta noche, me dej sin aliento. Sin
embargo, lo realmente grave es su terquedad. Terco! dijo Ermengarda. Sera hijo de su padre si no fueraterco? Pero eso es una bendicin, mi seor. Ningn hombre vale mucho sicarece de obstinacin. Mas le has dado un nombre poco acertado: no es unvicio, es una virtud. Su verdadero nombres es: fuerza de carcter, tenacidad.Y permteme decirte que Roberto posee eso. Vamos, admite que elmuchacho tiene buenas cualidades.
Los dientes de Teodorico brillaron con una sonrisa. En obsequio a la
discusin, lo admito.Ermengarda se alegr de esa sonrisa. Insisti: En cuanto a su
capacidad mental, has tenido una prueba esta noche. Sus clasificaciones enla escuela son altas. No es un genio, pero sobresale un poco de la ge-neralidad. De manera, seor, que Dios, dndole todas las cualidadesmorales, intelectuales y fsicas, adems del ardiente deseo de consagrarse alclaustro, ha puesto en evidencia sus planes en forma casi tan definida, yaque no tan categrica, como si lo hubiese volteado del caballo y hablado
desde el Cielo. Cualquier sacerdote te confirmar que sos son indicios deuna genuina vocacin.
21
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
22/249
Es demasiado joven bram Teodorico con impaciencia. Qusabe de la vida? Qu sabe del claustro? Qu sabe de s mismo? Quinceaos no es edad para desechar la vida. Cuando ni siquiera la ha probado!
Qu vergenza! exclam Ermengarda. Qu vergenza para
Teodorico! Qu vergenza para el noble gigante de Champagne! En primerlugar, mentalmente, Roberto tiene ms de quince aos. Luego, quien sededica al claustro, no desecha la vida. Y, finalmente, lo que la mayor partede ustedes, los hombres, quiere significar con eso de probar la vida, esagotarla hasta las heces. Oh, me tienes harta. Un muchacho nunca esdemasiado joven para aprender el arte de la guerra. Tampoco es nuncademasiado joven para que le enseen a montar, a luchar en torneos, a matar.No. Pero hay una profesin para la que puede ser demasiado joven. S. Una
solamente: jams demasiado joven para entrar al servicio de su soberano enla tierra, mas para consagrarse a su Rey Eterno...
Para entrar al servicio de su Rey Eterno debe ser un hombre! interrumpi Teodorico.
San Benito acept nios pequeos le hizo notar su esposa.
Oh! San Benito ha muerto hace mucho, tiempo! gru el seordel dominio que estaba ahora completamente excitado. Y el mundo hacambiado mucho desde entonces. Pues, cuando Benito era nio el mundo
estaba sumido en la barbarie. El Imperio Romano se haba derrumbado.Carcomido por la corrupcin interna, invadido por tribus salvajes desde elexterior, la ruina era inevitable. Y la Iglesia se encontraba en las mismascondiciones que el Imperio. Agrietada por el cisma, acosada por la hereja,tambin ella pareca estar al borde de la ruina. No es de extraarse queBenito huyera a Subiaco! No es de asombrar que permitiera a los noblesofrecer sus hijos recin nacidos al Seor! Porque se crea que el claustro erael nico lugar donde el hombre poda salvar su alma. Sin embargo, eso
sucedi hace cinco siglos largos. Teodorico se movi en su silla antes deaadir: Hoy es diferente. Fjate en nuestra Tregua de Dios. Piensa ennuestra caballera. Piensa en lo que t misma has llamado orientacinhacia Dios!
Ermengarda se inclin hacia atrs, lade ligeramente la cabeza y,arrugando, apenas, la frente, dijo: Me desorientas, Teodorico. No creoque haya en esta corte un noble tan consagrado a la Iglesia como t y, sinembargo, pones inconvenientes a que tu hijo entre en religin.
Teodorico se dirigi a la chimenea y coloc otro pesado leo sobre lasardientes brasas. Por un instante, permaneci absorto, contemplando las
22
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
23/249
voraces lenguas doradas que lo laman. Luego, se volvi hacia su esposa: Ermengarda, querida ma, es precisamente porque me consagro tanto a miIglesia y a mi hijo, que me opongo. No quiero que Roberto cometa unaequivocacin.
Hum! Si no se equivoca, nunca har nada. Es humano. No es uncrimen cometer errores. Lo trgico es no tratar de repararlos.
Eso es exactamente lo que quiero decir interrumpi Teodoricocon voz cortante. No temo que Roberto se engae. Pero tengo un terrormortal de que l mismo sea un engao. T conoces algo del mundo, miquerida. Sabes que, entre los que militan en el sacerdocio, hay algunos quenunca debieron ver el claustro. Ya, ya continu rpidamente, al ver que sumujer se dispona a protestar. S lo que vas a decir. Es absoluta y
vergonzosamente cierto que, muchos de ellos, han llegado a ser obispos yclrigos, ms por la voluntad de nobles ambiciosos que por la voluntad deDios. La investidura laica es una maldicin. Muchos, si no todos, de losescndalos de la Iglesia tienen su origen en los reyes, condes, emperadores yduques, que consideran al bculo y al anillo ms como un medio paraobtener el poder que como emblemas de autoridad eclesistica. No quierenen esos cargos pastores de almas, sino ladrones que llenen sus insaciablesarcas. No niego nada de eso. A pesar de lo que he dicho respecto al
mejoramiento, la Iglesia no est tan blanca como los lirios. Pero lo quequiero recalcar es que no hay un espectculo ms deprimente en nuestratierra que un engao con disfraz de fraile.
Pero Roberto no...
Oh!, ya s que Roberto nunca ser un engao. No obstante, yfrancamente, me asusta su corta edad. No quiero que el muchacho seequivoque. No quiero que marche por la vida con la cicatriz de un tremendofracaso en su alma que le recuerde siempre la locura de su juventud.
No fracasar. Qu es lo que te hace tan positiva, querida? pregunt Teodorico
con un notable tono de incredulidad. Te das cuenta de todo lo que elclaustro exige? Hizo una pausa antes de agregar: Llama a los msnobles de entre los hombres y apela a lo ms noble del hombre. Demanda lams grande resistencia fsica y una aterradora firmeza de propsito. Slopuede obtener all xito aquel que posea la visin inflexible de una
invencible fe. Uno debe mantener la mirada fija continuamente en Dios, miquerida. S, ininterrumpidamente en Dios. Y temo que muchos hombrestengan ojos de murcilago para ese sol resplandeciente. Ojos de guila
23
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
24/249
necesitan aquellos que desean consagrarse al claustro.
Y crees que nuestro hijo es ciego?
Nada de eso. Slo tengo la duda de que sus ojos se hayan abiertopor completo a los quince aos.
Creo que es la quinta vez que te refieres a Roberto como a un niode quince aos. Por ltima vez te repito que excede esa edad. No son aos loque se requiere para el claustro: es madurez. Y Roberto es maduro. Elhombre es realmente maduro aadi Ermengarda, cuando comprendeque pertenece a Dios. Y esa leccin la ense, a la fuerza, la lluvia. Franciase ha orientado hacia Dios, Teodorico; la falta de sol hizo que nuestros ojosse abrieran a la Luz del Mundo. Vamos, reconoce los hechos.
Con estas palabras, Ermengarda abandon su asiento y,aproximndose a su marido, se alz hacia l con ojos suplicantes y dijo: Mi seor, cree en mi palabra. Nuestro hijo naci para el claustro. Nocometer una equivocacin. No ser un fracaso. Dios nos lo dio.Devolvmoslo a Dios. Como Teodorico no respondiera, ella aadi: Lacaballera est creciendo en el mundo. Dejemos a nuestro hijo que la llevehasta el claustro. Permitmosle ser caballero de Dios.
Teodorico se asombr de su empeo. Silenciosamente la oprimicontra su pecho. Inclinando la cabeza hasta su odo, murmur: Amor mo,nunca me has dicho si hay algo de verdad en la leyenda que tantas vecescuentan, con misterio, nuestros siervos. Dicen que dos meses antes delnacimiento de nuestro hijo, la Santa Virgen lleg hasta ti y te anunci quedesposara la criatura que llevabas en tu seno. Ermengarda se abraz msa l. La contrahecha mujer de Ulrico, el ms anciano de nuestros vasallos,cuenta que la Virgen coloc un anillo en tu dedo, en seal de esos sagradosdesposorios. Por eso dices que Roberto ha nacido para el claustro?... Espor eso?... O esa piadosa leyenda se debe a la ingenuidad de nuestros sier-vos?
El fuego haba ido muriendo hasta convertirse en ardientes rescoldos.Las llamas ya no iluminaban el hogar, ni lanzaban sombras sobre los muros.Pareci que transcurra largo tiempo hasta que Ermengarda contest:
Cundo un sueo no es un sueo, amor mo?
Teodorico se apart para contemplarla: Dmelo! le implor.Cuando es una visin respondi Ermengarda. Los ojos de Teodorico
tenan una dulzura que su hijo nunca haba visto en ellos. No pudo hablar,pero se arrodill y bes las manos de su esposa. Ermengarda se inclin hacia
24
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
25/249
l con una sonrisa. Pero, en realidad, no he contestado a tu pregunta. Talvez, fue solamente un sueo, mas de ser as, no fue, acaso, hermoso?Puedes imaginar algo ms divino para una mujer que va a ser madre? Y sifue algo ms que un sueo, no estara obligada a guardar el secreto de la
Reina? Vamos, seor, retirmonos. Nuestro hijo ir a Saint Pierre. Ser uncaballero de Dios.
Y condujo a su marido fuera del saln donde mora el fuego y donde laluna de noviembre lanzaba plidos reflejos sobre el piso.
Cuando pasaron por el dormitorio de Roberto, no imaginaron que elmuchacho estaba todava despierto, mirando por la ventana. Al principioquiso nicamente sentir el aire fresco de la noche; pero pronto el retintn delas bridas y el resonar de los cascos de un caballo lo hicieron pensar en su
primo Jacques y en su flamante caballera. Dirigi luego su mirada hacia elnorte como si pudiera ver las agujas de Saint Pierre. Una caballera de msalta alcurnia le esperaba all, pens. Tena que convencer a su padre de quedeba entrar ese mismo ao. Deba hacerlo! Poco a poco, el hechizo de lanoche le infundi paz. En el momento en que sus padres pasaron delante desu puerta, l se asombraba de la multitud de estrellas que haban seguido laestela del lucero de la tarde. El sonido de sus pasos lo arranc del esplendorde los cielos. Al sacarse la ropa, se pregunt cul podra haber sido la
conversacin entre sus padres. Tirando su tnica sobre la silla, murmur confirmeza: Bien. No ser armado caballero, y lo admita mi padre o no, hayuna ms alta hidalgua. Despus se sac las botas y, dando la espalda a lasestrellas, se arrodill junto a la cama.
25
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
26/249
Captulo II
"NUNCA ENVAINES ESTA ESPADA!"
Ermengarda consegua, generalmente, lo que quera en el Castillo deTroyes. Por eso, tres semanas despus, cuando las primeras nieves del ao1033 comenzaban a caer, Teodorico llev a Roberto a su gabinete. Duranteunos minutos, los dos hombres permanecieron silenciosos, uno al lado de
otro, frente a la ventana, observando la suave cada de los copos.Finalmente, Teodorico se volvi y, colocando la mano en el hombro
de su hijo, le dijo con dulzura: Hijo mo, tu madre me ha convencido y,t, tambin. Por ltimo, me doy por vencido. Puedes ir a Saint Pierre ypuedes ir este ao. Roberto trat de interrumpirle. Pero, hijo mo continu el padre, con diferente tono. Si vas, qudate! Si vas a sermonje, s un verdadero monje! S firme. S sincero. Inspira siempreconfianza. Dices que quieres ser caballero de Dios; entonces slo!
Puso su otra mano en el hombro de Roberto y lo hizo girar paramirarlo de frente. Hijo mo, considera tu entrada en la vida religiosa comosi desenvainaras tu espada por la causa de Dios. Hubo una pausa. Luego,con ms solemnidad y fiereza: Roberto de Troyes, hijo de mi corazn, yote ordeno: Nunca envaines esta espada! Oyes? Nunca envaines estaespada! Y Teodorico subray cada palabra con un fuerte sacudn en loshombros de su hijo. Despus de echarle una profunda y ardiente mirada,pregunt con ms calma: Entiendes, muchacho?
Entiendo, seor respondi Roberto asombrado de lo difcil que leresultaba hablar.
Teodorico, entonces, apart las manos de los hombros del joven y fuehasta la ventana. Dio vuelta el rostro y, con sus ojos fijos en los copos quecaan sin cesar, dijo: En estos momentos, la Iglesia necesita combatientes,hijo. Los necesita mucho. Tal como me lo recordaste la otra noche, hahabido, no hace mucho, una eleccin en Roma... Tenemos ahora un nuevo
Papa... su nombre es Benedicto IX... Pero antes era Theophylactus! Elgigantesco seor gir sobre sus talones. Piensa en eso! Un nio de doce
26
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
27/249
aos en la Silla de San Pedro! La Iglesia de Dios necesita santos paraequilibrar esta monstruosidad. Me oyes bien, hijo? Santos! Has deseadoardientemente alistarte en lo que llamas la alta caballera. Bien: Arde!Pero no seas un fuego de pajas. Arde con vigor, tan vigorosamente como las
estrellas y como el sol. Contina ardiendo hasta que te quemes! Si estsdispuesto a entregarte a Dios, entrgate por entero o no le entregues nada. Sun Santo.
Entonces, tomando al muchacho por el brazo, lo acerc a la chimenea. Mira! dijo y abri la campana. La corriente de aire que penetr,levant las llamas hasta la boca misma de la chimenea. No ves, hijomo? Mira la furia salvaje y el vuelo de estas llamas! Roberto asinti. Observa ahora! Teodorico cerr a medias el escape y, muy pronto, las lla-
mas perdieron su vigor y los leos ardieron con tranquila intensidad. Ves el efecto del control, hijo mo? Algunos llaman a esto tapar el fuego.Lo que quiero que recuerdes es que los fuegos tapados con ceniza, arden porms tiempo y dan ms calor. Tienes un gran fuego en tu carcter, muchacho.A veces, te vuelves violento, como el fuego cuando se abre el escape de laestufa. Eso significa falta de control. Quiere decir que tus llamas lleganhasta lamer la campana, sin beneficio para nadie. Quiere decir, tambin,que tu fuego arder rpidamente y se consumir! Aprende a taparlo, hijo
mo, para continuar ardiendo. Luego apoyando tiernamente las manos enlos hombros de Roberto, exclam: Hijo, arde para Dios. Necesita algncalor para derretir el hielo que debe rodear su corazn, al ver lo que ciertoshombres estn haciendo con su Iglesia.
Al son de esta msica marcial y de esta ardiente splica, Robertoparti para su noviciado. Y el aire marcial no ces de rodearlo, aun despusde su llegada a Saint Pierre. Porque el Abad Bernardo vio algo ms quevida juventud en los ojos del nio de quince aos que le peda su admisin.
Vio espirituales fuegos de hidalgua y, secretamente, resolvi que, con laayuda de Dios, los atizara hasta convertirlos en brillante hoguera.
Lo condujo al noviciado con una sonrisa y le dijo: Este ser tucampo de combate. No dejes que te desmonten. El muchacho devolvi lasonrisa, algo intimidado y hasta ruborizado, pero interiormente, se dijo:No ser desmontado sin lucha. Al separarse del Abad, encontr docepares de ojos fijos en l. Comprendi instintivamente que sos seran suscompaeros de noviciado y se sinti cortado e incmodo hasta que uno de
los mayores del grupo se adelant, diciendo: Me llamo Maurus. Almirar esos ojos sonrientes, Roberto comprendi que haba encontrado un
27
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
28/249
amigo. El Abad se retir y el joven experiment la primera sensacin de suvida religiosa. Fue la de soledad.
El sueo tard en llegar esa noche para el muchacho, a pesar de losacontecimientos del da. Inmvil en su cama, contemplando las movedizas
sombras que, en las vigas del techo, produca la luz vacilante de la lmpara,Roberto se preguntaba si todos, al entrar en el noviciado, sentiran el pavorque l haba experimentado ese da. No haba estado amedrentado, se deca,pero se haba sentido y se senta an, lleno de timidez. Dndose vuelta en ellecho, record sbitamente que su padre haba dicho alguna vez que todoguerrero experimenta una sensacin de tirantez un momento antes delanzarse a la lucha. Este recuerdo le consol. Lo hizo sentirse mayor y leayud a recuperar la calma. Mir, a travs del dormitorio, el lugar donde
dorma Maurus y record la sonrisa que el mayor de los novicios le dedicaraal entrar. Tal vez, no se sintiera tan solitario, pens, al reclinarse finalmentesobre la almohada y cerrar los ojos.
Durante la semana siguiente, Roberto no tuvo tiempo de sentirse solo.Se levantaba mucho antes de que se retiraran las estrellas, y estabacontinuamente ocupado hasta largo rato despus que las mismas volvieran aprestar su luz argentina al zafiro de la noche. De la iglesia al scriptorium2,de la sala del captulo nuevamente al templo, el muchacho se vea envuelto
en una sucesin de tareas que lo hacan maravillarse de cmo habadesperdiciado das enteros en su casa.
De no ser por Maurus, Roberto se hubiera sentido perdido. El mayorde los novicios se acerc a l una maana y le susurr: Ponte ms cmodoen la silla y montars mejor. Y cuando Roberto le mir, con el rostroiluminado por una sonrisa de agradecimiento, Maurus continu: No es uncaballo rebelde ni un corcel de batalla el que cabalga, Frater. Es solamenteun viejo y bondadoso rocn. Djate llevar por l y gozars del paseo.
Roberto se ri. Entenda muy bien a su compaero. Para ensearle amontar, aos atrs, su padre haba empleado idntico lenguaje. A medidaque pasaban los das, Roberto iba encarindose cada vez ms con esenovicio mayor que l, irnico, alegre e inteligente. No tard mucho encimentarse una amistad que admita tanto controversias como chanzas, yesas amigables discusiones mantuvieron a ambos novicios dentro de unaseriedad que nunca se volvi demasiado severa.
Apenas Roberto haba conseguido librarse de la sensacin de ser unextrao, y comenzaba a estudiar con ms atencin el ambiente que le
2Scriptorium, lugar donde se unan los novicios para copiar manuscritos.28
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
29/249
rodeaba, cuando el Abad lo mand llamar. Su pulso empez a latir apre-suradamente, mas el bondadoso Bernardo logr que el novicio se sintieracmodo a los dos minutos de conversacin. Con ansiedad se inclin elmuchacho para or de labios de su Abad el mejor modo de buscar a Dios.
Entraba, por supuesto, en un mundo enteramente nuevo y pona toda suatencin para entender bien las palabras del Abad. Bernardo se dio cuenta deello y se sonri. Los novicios siempre se mostraban atentos, pero l creynotar algo ms profundo en este muchacho. A fin de darle algo mstangible, ms familiar, le dijo finalmente: Hijo, toma la Regla como tuespada, tu escudo y tu armadura. El rostro de Roberto se ilumin. Esostrminos eran claros para l. Eso ser ella para ti, muchacho, si t vivespara ella. Creme si te digo que no es slo una coraza de defensa, sino tam-bin, una espada para el ataque. Vive tu Regla, hijo, y no slo vivirsseguro, sino que lo hars piadosamente. Sers un caballero de Dios.
Tales conceptos hicieron vibrar el alma de Roberto, quien march atravs del monasterio con la cabeza bien erguida. Maurus not el cambio ynada dijo por unos das.
Luego, una tarde, cuando paseaban por el jardn le dijo: Has odohablar alguna vez del "DUODCIMO GRADO DE HUMILDAD"?
El duodcimo? ri Roberto, no saba ni que hubiera diez.
Ya lo imaginaba, contest Maurus con un gesto de sabidura.Hasta dnde has ledo la Regla?
Bastante respondi Roberto. He encontrado la nica palabraque me haca falta. Est en el Prlogo. San Benito dice que debemos sersoldados de Cristo. Eso es todo lo que necesito saber. Militaturus es miregla.
Hum! exclam Maurus con una guio. Eso explica muchas
cosas. Has andado estos das con la cabeza erguida, como un caballo debatalla presintiendo la pelea. San Benito escribi setenta y dos captulosdespus de ese Prlogo; y su Duodcimo Grado de Humildad dice quedebemos mantener nuestras cabezas inclinadas y nuestros ojos hacia elsuelo...
Cmo?... Siempre? El tono de Roberto denotaba incredulidad.
Siempre contest Maurus con una sonrisa.
Uf! gru Roberto. El concepto no lo atraa. Estoy
empezando a creer que prefiero San Pablo a San Benito! dijo lentamente. l era un luchador. Justamente esta maana, tuve que transcribir un pa-
29
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
30/249
saje en el cual habla del casco, la coraza, la espada y el escudo. Me gusta eselenguaje. Era un guerrero de Dios y yo tambin quiero serlo. Mi padre...
Tu padre no es tu abad interrumpi Maurus riendo.
Ya lo s; pero el abad me ha dicho lo mismo que mi padre. Me ha
dicho: S un caballero.Muy bien. S un caballero, si quieres; mas recuerda que San Benito
quiere caballeros humildes. Si no me crees, pregunta al Padre Preceptor.
Roberto sigui ese consejo seriamente, y se dirigi al Preceptor de losNovicios. El Padre Guillermo simpatizaba con el muchacho, pero pensabaque tena demasiada confianza en s mismo dada su corta edad. No podaconciliar la madura mente y la actitud serena del joven, con sus aos. Creaque Roberto simulaba, y se haba propuesto despojarlo de su amor propioantes de que terminara el ao. Por supuesto, no poda saber todo lo que elmuchacho haba visto durante esos aos de hambre, as como tampoco podaapreciar an la hbil influencia que haba ejercido Ermengarda al moldearese carcter. De manera que Roberto recibi una muy clara, pero brevsimarespuesta a su pregunta. Se le dijo que Jesucristo haba sido un caballero el ms noble de todos los caballeros pero que, al mismo tiempo, fuemanso y humilde. Las palabras finales del Preceptor fueron: Los monjesdeben seguir su ejemplo.
Roberto medit sobre esa respuesta en la iglesia, en el trabajo, en elcaptulo y hasta en el lecho. Comprenda los trminos con bastante claridad,mas no alcanzaba a comprender el aguijn que esas palabras dejaron en sucorazn. No le dola lo que el Padre Guillermo le haba dicho, sino el modoque haba empleado. Roberto se senta como si lo hubiesen acusado de uncrimen vergonzoso. Y, a pesar de saberse inocente, se considerabahumillado. Era la primera vez que el joven deba afrontar una penetrante ysutil humillacin. Y ello le doli.
Dos das despus, segua cavilando sobre ese problema, cuandoMaurus se le acerc, sonriente como de costumbre. Roberto ataj la frasechistosa que estaba por salir de labios de su amigo con una pregunta:
Maurus puede un hombre significar ms de lo que dice, o decirmenos de lo que quiere significar y pretender, al mismo tiempo, que se leentienda?
Has estado hablando con el Padre Preceptor, exclam Maurus con
una amplia sonrisa. Y ests hablando del Padre Preceptor. El siempresignifica ms de lo que dice, y quiere que uno entienda, no slo lo que dice,
30
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
31/249
sino tambin lo que quiere significar. Qu te pasa?
Eso justamente contest Roberto con seriedad. S lo que dijo,pero no s lo que quiso decir.
Bien. Pues un solo modo de averiguarlo dijo Maurus
categricamente, mirando a su joven amigo con intencin.Roberto comprendi esa mirada, de modo que, antes de la cada de la
tarde, el Padre Guillermo fue abordado por un joven novicio nervioso y muygrave. Ese da, Roberto habl muy claramente y se le contest de idnticamanera; pues el Padre Guillermo tuvo que admirar la hombra que habaprovocado esa valiente actitud. El resultado fue que Roberto oy muchosobre orgullo y sobre humildad. En realidad, oy ms de lo que podacaptar; una sola cosa no pudo dejar de comprender: y es que l era orgulloso
y que deba aprender a ser humilde. El muchacho estaba atnito ante elcargo que se le haba hecho, pero lo acept con una humildad tal que dej alPadre Guillermo en la duda de que haba cometido un error.
Pero pasaron meses antes de que se convenciera de ello. Y, duranteesos meses, el tierno corazn del novicio fue muchas veces traspasado.Quince aos, aun tratndose de quince aos excepcionalmente maduros,sufren con intensidad cuando, quien los hiere, es alguien que se consideracasi infalible en cosas que su conciencia nunca le ha reprochado. Roberto
era acusado de altanera, independencia, determinacin y orgullo, cuando,en realidad, era slo arrogante de aspecto y franco en sus palabras. Eseconcepto equivocado del Preceptor produjo el ms sazonado fruto posible delograr, ya que el muchacho se propuso firmemente obedecer las rdenes sintitubear. No haban pasado an seis meses y Roberto poda resumir la vidareligiosa en una sola palabra; pero ya no era su preferida: Militaturus, sinola otra, ms breve, ms aguda y ms incisiva: Obedeced.
Naturalmente, el muchacho era demasiado joven para comprender loque estaba pasando en su alma; sin embargo, la verdad era que el DivinoForjador de Armas lo tena sujeto entre las fuertes tenazas de suOmnisapiente Providencia. Lo coloc en el fuego de la adversidad paratemplarlo, en el yunque de la incomprensin, para moldearlo, y lo golpeaba,ahora, con el pesado martillo de las falsas acusaciones para forjarlo, de talmanera, que nunca se doblase ni se rompiese.
Pero haba otro proceso de temple, tambin! Dios no slo haba
sumergido esa alma en el fuego de su fragua, sino que la enfriaba con lagrata y estimulante brisa de la amistad; pues el Abad haba visto ms hondoque el Preceptor y, Maurus, se haba sentido atrado hacia l desde el
31
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
32/249
principio. Dios prueba las almas con el fuego; mas nunca las destruye entrelas llamas.
Fue as que Roberto aprendi muchas cosas a medida que pasaron losmeses del noviciado; y no fue el sufrimiento su nico ni mejor maestro.
Maurus, con su incontenible jovialidad y el Abad, con su paternal aliento yconsejo, hicieron mucho ms por el muchacho que lo que consigui elPreceptor con sus graves reproches y, algunos de los novicios, con suscrticas.
Roberto cometi los errores que cometen comnmente los noviciosactivos y sinceros. Era exagerado en muchas cosas. Pero el Abad, con susbondadosas advertencias, logr frenar esa impetuosidad juvenil, con mseficacia que el Preceptor, con sus concisas rdenes. Has tardado casi diez
y seis aos para conseguir tu peso y tu estatura actuales, hijo mo. Por quno dar a lo sobrenatural una oportunidad? Ello se basa en la naturaleza ysigue muchas de sus leyes. No seas tan impaciente acerca de tu aparentefalta de aprovechamiento le dijo un da el Abad, as es la naturaleza.
Cuando Maurus dijo, con una carcajada: Algunas personas creenque son humildes slo porque piensan en diminutivo, anim notablementea un muchacho que slo tena pensamientos grandes, grandes deseos ygrandes sueos. Ms an, lo ayud a obtener verdadera humildad ms
rpidamente que el custico eres demasiado ambicioso. Y, cuandoMaurus dijo: T sabes, Roberto, que los verdaderos talentos despiertanemulacin en las almas grandes y envidia en las pequeas, el jovenentendi mejor algunas de las miradas de sus condiscpulos.
Y as continuaron los das del noviciado, algunos grises, otros azulesy, otros, negros; pero, en su gran mayora, dorados por un alegre sol. Todocontribua a la progresiva evolucin del muchacho.
No obstante, siendo el aprovechado Roberto hijo de Teodorico,Maurus no se equivocaba al decirle que era exasperadamente terco. Los dosnovicios discutan siempre y, muy a menudo, esas discusiones producanms calor que luz. No haba tema ms propicio para esos debates que susrespectivos conceptos sobre la Regla. Bajo la cuidadosa gua del Abad,Roberto haba llegado a considerar la Regla en una forma que Maurusjuzgaba fantica.
Era de esperar este resultado, ya que el Abad acostumbraba a explicar
una parte del texto, todas las maanas en el captulo. Esta diaria insistenciaahondaba ms an la idea primitiva que dio al joven el da de su entrada enel monasterio. La Regla fue todo para Roberto. Pero esta dedicacin produjo
32
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
33/249
dificultades que el Abad nunca previ y que mortificaron al muchacho.Entre la letra de la Regla y su cumplimiento cotidiano, existandiscrepancias y, esto, lo perturb. Con el correr de las semanas, supreocupacin aument.
Las primeras nieves de 1034 llegaron a fines de noviembre yencontraron a Roberto contemplando a travs de los espesos copos, la torregris de la nueva iglesia, que se estaba construyendo en Saint Pierre. La nievey la torre despertaron distintos recuerdos en su alma. Una, las palabras deTeodorico, pronunciadas justamente un ao antes, a la cada de las primerasnieves; la otra, lo que el Abad Bernardo le dijera la semana anterior. Pero laspalabras de su padre natural y las de su padre espiritual, no armonizaban.Este desacuerdo era algo nuevo, y Roberto se senta inquieto. Y, a pesar de
repetirse que el Abad, y no su padre, era su director espiritual, los consejosde este ltimo le parecan mejores, ms profundos y ms verdaderos.
Roberto se apercibi repentinamente de que este conflicto, cuyorecuerdo despertaran la torre y la nieve, no era nuevo. No. Haba tenido quehacerle frente bajo diferentes aspectos y luchar contra l muchas vecesdurante esos ltimos tres meses. Cada vez crea haberlo vencido, perosiempre volva con mayor fuerza. La nieve que caa pareca acercarle a supadre, mientras que la aguja gris de la torre, se le apareca como un smbolo
de la fuerza de su Abad. Por primera vez, ese joven que haba llegado a sermirado como la encarnacin de la energa, permaneci ocioso y abatido. Depronto, oy que lo llamaban y, al darse vuelta, encontr al Preceptor que lehizo una seal.
Ven, dijo el Padre Guillermo y Roberto obedeci. Al seguir lospasos de su superior, el joven novicio se pregunt qu podra significar esellamado. Sera, tal vez, una secuela de su ltima controversia con FraterMaurus? Bien, de ser as, tendran que orle. El Padre Guillermo haba
cambiado ltimamente. Pareca mucho ms bondadoso y se comportaba deun modo notablemente suave. Roberto se propuso ser ms franco. ElPreceptor era considerado un erudito y el joven lo saba piadoso. El seracapaz de resolver ese tentador e inasequible problema.
Cuando ambos estuvieron frente a frente, en la pequea ydesmantelada habitacin, el Preceptor de Novicios le dijo: Bien, hijo mo.Pronto llegar el momento de hacer los votos. Crees que ests preparado?
No estoy nada preparado fue la rpida y firme respuesta.
Slo la habitual calma del Preceptor le impidi dar un salto desorpresa. Su pregunta haba sido una simple formalidad, una introduccin a
33
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
34/249
la conversacin. Pues Roberto era llamado y con razn "el noviciomodelo". Muchos de entre los monjes viejos haban dicho al Abad que lapresencia del joven les haca bien, y el Padre Guillermo admita ahora quese deba al reconocimiento de los mritos de Roberto y no a un afecto
paternal. La energa que el muchacho pona en todo, desde el canto de lossalmos hasta el lavado de los pisos, realmente levantaba el nimo. Robertoera algo impresionante. Su prestancia y su fsico lo hacan destacarse, perolo que a todos estimulaba hasta al Preceptor, era la forma en que eljoven se sumerga en la vida. Para l no haba vacilaciones ni medias tintas.Se daba por entero. Y ahora sala con que no estaba preparado para hacerlos votos! Gravemente el Preceptor de Novicios lo interrog: Qu teocurre, criatura?
Creo que usted lo llamara "conflicto de ideales" respondiRoberto precipitadamente al par que sus mejillas comenzaban a arder.Esccheme, Padre Preceptor. La semana de mi llegada, el Abad nos hablen una forma que me traspas como si hubiera sido fuego, hasta los huesos.Tal vez, usted recuerde ese sermn. Era aquel que, a la terminacin de casitodas las frases preguntaba: Qu hubiera dicho San Benito a esto? ElPreceptor asinti con la cabeza. Bien, esto me ha servido de gua durantecasi todos los das que he pasado en esta casa. En el trabajo, en el coro, al
asistir a misa, en el dormitorio, en todas partes yo me preguntaba: Quhubiera dicho Benito a esto? Y eso me ayud mucho. El Preceptor obser-vaba atentamente al novicio. Me hizo estudiar la Regla con ms ahncoque el que hubiera puesto de ordinario.
Roberto se detuvo. Sus ojos no se haban desviado de los del Preceptordurante su perorata. Los baj y los mantuvo clavados en sus manos quetena entrelazadas sobre las rodillas. Trag saliva y se agit en la silla,visiblemente nervioso.
El Preceptor aguard un momento ms y, luego, dijo: Hasta aquvamos bien, Roberto. En realidad, debiera decir hasta aqu, excelente. Qusigue ahora? Y sonri bondadosamente.
Roberto se apercibi de esa sonrisa. Era el apoyo que necesitaba.Contest con un gesto algo tmido. Padre, an no he cumplido diez y sieteaos. No he terminado el noviciado. S que es absurdo lo que voy a decir,pero debo hacerle saber que, muy a menudo, al preguntarme "Qu hubieradicho Benito a esto?" respondo: "Que no est bien!"
La sonrisa del preceptor continu bondadosa como antes, mas sus ojosadquirieron una expresin ms seria. Roberto poda decir que slo tena diez
34
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
35/249
y seis aos; sin embargo, el Padre Preceptor saba que su perspicacia eramayor que la de muchos hombres de sesenta. Ms an, el Preceptor habadedicado aos al estudio del Benedictinismo. Saba que all haba un buenterreno para la discusin. Se pregunt hasta qu punto Roberto se haba
dado cuenta. Se reclin hacia atrs, contra el respaldo, y le dijo: Mealegro de que hayas hablado, hijo. No es absurdo que lo hayas hecho. El nohaber terminado tu noviciado es precisamente un motivo para hablar.Dnde est ese conflicto que has mencionado?
Mi padre me dijo que diera todo o nada. El rostro de Roberto seenrojeci y sus ojos despedan fuego. El dijo: "Saca tu espada porDios y conserva esa espada desenvainada!" El dijo: "S un verdaderomonje, un santo!" Para m, eso quiere decir: S como San Benito. Por lo
menos, es lo que yo pens que l quera decir despus de or ese sermn delAbad. No obstante, Padre Preceptor y al llegar aqu se corri hasta elborde de la silla no somos como San Benito! Apenas la semana pasada,yo trabajaba en la nueva iglesia y el Padre Abad me explic los cambios enla arquitectura. Me dijo que el nuevo estilo, el Romnico, ostenta ms lneasverticales que horizontales, llevndonos hacia las alturas en vez demantenernos en la tierra. Me seal las diferencias entre ese estilo y elantiguo y me demostr sus ventajas. Fue muy interesante. Cuando termin,
yo lo mir y le pregunt: "Qu hubiera dicho Benito a esto?" Lo dije en sonde chanza, pero no lo tom as. Me mir y dijo: "Crees que hubiramosdebido permanecer para siempre en la caverna de Subiaco? Nada esdemasiado bueno para Dios. Roberto agreg: Pareca muy serio, yhasta un poco perturbado, pero, Padre Preceptor qu hubiera dicho Benito aesto?
Piensas que lo hubiera encontrado demasiado magnfico?
Roberto retorci sus manos entrelazadas, respir profundamente y
contest: Tal vez, no la iglesia en s, pero nuestro monasterio y nuestramanera de vivir le hubieran parecido extraos. Padre, cree usted realmenteque San Benito se hubiera sentido cmodo aqu, en Saint Pierre de la Celle?
Por qu no, hijo mo? El Padre Guillermo proceda con cautela.Conoca una docena de cosas que habran molestado a San Benito, mas noestaba dispuesto a enterar de ellas a un novicio.
No trabajamos mucho en los campos, Padre. Nuestros siervos labrannuestra tierra. Eso no le hubiera gustado a San Benito, no le parece?
Debemos estar libres para el coro, hijo. No podemos estar en dospartes a la vez. T sabes? Dios no nos ha dado an el don de la ubicuidad.
35
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
36/249
Lo ha dado a algunos de sus santos, es muy cierto, pero no creo que todosnosotros seamos santos, no te parece? Y el Padre Guillermo se sonrisatisfecho.
Sin embargo, la labor manual parece tan importante en la vida de un
Benedictino arguy Roberto gravemente. No has tenido bastante labor manual? He visto muchas de tus
copias, algunas buenas, otras, no tanto.
Oh Padre! llama trabajo manual a copiar manuscritos? La caradel joven Roberto reflejaba indignacin. San Benito no quiso decir esono es cierto? Creo que quiso significar verdadero y rudo trabajo en loscampos; labores como las que desempean nuestros siervos.
Yo tambin lo creo as, hijo; porque sa era casi la nica labor queSan Benito deba desempear. Recuerda que ese Santo llevaba una vidaextremadamente simple y que los monjes que le seguan eran hombres muysencillos. No eran sacerdotes, ni siquiera clrigos. No estaban destinados alsacerdocio, como t sabes. El mismo San Benito nunca fue un sacerdote.Oan misa los domingos y algunas de las principales fiestas, y eso era todo.La mayor parte de su vida la pasaban en el oratorio y en el campo. Era unasencilla vida para hombres sencillos. Pero, como habrs observado, nuestracomunidad no tiene la misma sencillez. T perteneces a la nobleza, como
casi todos los otros. Ests destinado al sacerdocio, tambin como casi todoslos otros. Esto ya se ha hecho un hbito en todo el Continente. Eso estableceuna diferencia. Las manos ungidas son manos ungidas.
Roberto pestae rpidamente y movi la cabeza en seal deasentimiento. Estaba sumido en la cavilacin. El sacerdocio establece unagran diferencia. Eso, lo vea muy claro.
Tienes el privilegio de ayudar una misa privada todos los das
continu el Padre Guillermo, y de asistir a la misa de la Comunidad. Losdomingos tienes la bendicin de tres misas. Esto es muy distinto a la pocade San Benito, pero no me dirs que est mal, no es verdad?
Oh no! contest Roberto con premura. Amo la misa. Pero ycon respecto a la labor manual, Padre? San Benito habla sobre los sacerdotesen su Regla. Dice que pueden ser admitidos en la Comunidad. Pero la nicadiferencia que establece para ellos, es que pueden ocupar los lugares msimportantes en el coro. No los exime del trabajo manual. El muchacho
hizo una pausa. Su propia vehemencia lo cohiba. Recordaba las frases de supadre acerca de los fuegos tapados con cenizas... Y, a pesar de ello, no pudorefrenarse y exclam: Padre Preceptor, estoy perturbado. Quiero ser el
36
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
37/249
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
38/249
de la ventana, a las desnudas ramas de un roble gigantesco. Ha cambiadodesde que t llegaste aadi el Preceptor. Es ms alto este ao que elpasado. Est muy distinto de lo que era cuando llegu a esta casa, hace unostreinta aos. Pero es el mismo roble que creci de la misma bellota. El
progreso no significa desviacin. Hemos crecido desde la poca en que SanBenito estaba en Subiaco.
Dej su asiento y contempl la tormenta de nieve. El crecimiento dijo con el rostro vuelto hacia los blancos copos, es signo de vida, FraterRoberto. Pero el crecimiento significa cambio. Si queremos que la Regla deBenito perdure, tenemos que aceptar cambios.
Roberto permaneci silencioso. Al fin, exclam: Frater Maurus dijoalgo por el estilo, das pasados. Me pregunt si mi madre reconocera, en mi
gran cabeza, mi gran boca y mis enormes manos y pies, al mismo nio queamamant en su pecho. Discutamos justamente este asunto.
As he odo dijo el Preceptor, sonriendo. La verdad es que, poreso, quera hablar contigo. Qu piensas ahora sobre ese problema?
Oh! Frater Maurus es mayor que yo y me aventaja en inteligencia.Tiene razn y no le guardo rencor. Fue un buen debate el nuestro. Perotiene, en verdad, una lengua mordaz.
Ya lo s contest el Padre Guillermo. El mismo no se dacuenta hasta qu punto es incisivo. Tiene un agudo ingenio que parece afilarsus palabras. No sientes hostilidad hacia l?
Nada de eso ri Roberto. Podemos discutir sin pelearnos,Padre. Me gusta discutir. Y, a Frater Maurus, tambin. Quin habla derencor?
Es lo que me pregunto exclam el Padre Guillermo, ahogando larisa, y prosigui: Tienes razn, hijo mo; la discusin es madre del
descubrimiento, pero las lenguas afiladas a menudo causan heridas en loscorazones sensibles. Y, ahora, deja que te prevenga. Ests lleno de fuego,hijo, parecas querer inflamar a Frater Maurus, segn me han contado. Y,oyndote hoy, veo que el trmino "inflamar" es adecuado. El Preceptorsonri y Roberto se ruboriz. Trata de seguir el camino de Cristo, hijo. Smanso. De ahora en adelante, cuando les d permiso a ti y a Frater Mauruspara conversar, recuerden que es para hablar y no para discutir. Puedes,ahora, ir a Vsperas. Ruega para que conserves siempre el espritu de San
Benito.Roberto se alej, con sus dudas resueltas, por lo menos,
38
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
39/249
momentneamente; sin embargo, el Preceptor permaneci largo tiempocontemplando la nieve que segua cayendo. Por ltimo, exclam en voz alta: Fue esa comparacin ma realmente plausible? Ha dado, acaso, elmuchacho con el verdadero fondo del problema? Somos los Monjes
Benedictinos de Saint Pierre, verdaderos discpulos de San Benito? Yo melo pregunto. No era ese asunto una novedad para el Padre Guillermo.Despus de aos de seguir, a travs de los manuscritos, las huellas de losBenedictinos, desde Subiaco a Monte Cassino por medio de Agustn, enInglaterra; por todos los monasterios de los reinos de la Galia; viajando, conBonifacio, entre los Germanos; observando cmo la Regla se habaapoderado de Espaa, de Escandinavia y de los pases Eslavos; vindolasuplantar otras Reglas de un modo tan absoluto que Carlos el Grande pudopreguntar si hubo, alguna vez, otra legislacin monstica, el PadreGuillermo haba visto progresos y desviaciones.
Saba mucho acerca de Benito de Aniane y su reforma en los alboresdel siglo IX; saba ms an, acerca de Cluny y de la reforma de principiosdel siglo X. En verdad, l mismo viva ahora bajo la observancia de Cluny.Pero se haba interrogado muchas veces si lo que llamaban evolucin, lo erarealmente. Pensaba si el joven Roberto no habra sondeado con exactitud laprofundidad del problema con el asunto de la labor manual. La campana
llamando a Vsperas puso fin a sus meditaciones, mas no le proporcion unarespuesta. Tendra razn Roberto?
39
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
40/249
Captulo III
"BUSQUE QUIEN SE MANTUVIERAEN LA BRECHA"
La primera nieve del ao fue cubierta por otras tres copiosas nevadas,
antes de que pasara diciembre. Champagne pareca destinado a pasar uninvierno blanco y una helada Navidad. El Padre Guillermo haba estudiadoel clima con atencin, pues notaba desasosiego entre sus discpulos y sabaque si consegua sacarlos al aire libre, por un rato, sus nimos mejoraran.Haba observado especialmente a Roberto, para quien se acercaba, con granrapidez, el da de la profesin, y tena la certeza de que el alma delmuchacho no estaba tranquila. Se preguntaba si no habra sido tentado.
Una maana, al pasar por el scriptorium, hall a Roberto con la
pluma en el aire, los ojos apartados del manuscrito que estaba copiando y elentrecejo fruncido. Se acerc suavemente y murmur: Hace fro aqu, no esverdad, hijo? Baja un momento a la estufa y calintate. Tengo un trabajoespecial para ti y Frater Maurus.
El joven dej el stylus a un lado. No haba transcripto una sola letra.Se levant mecnicamente y abandon el gran scriptorium, donde lascabezas inclinadas dirigan los laboriosos dedos en la transcripcin deantiguos rollos de pergamino. Encamin sus pasos a travs de los anchos y
helados claustros, hasta la habitacin donde algunos monjes se calentabanfrente a un fuego abierto. Roberto fue directamente al hogar y, con aireabsorto, extendi las manos hacia las llamas. Su mente estaba ocupada conlas palabras odas al Abad esa misma maana, en la sala del captulo:"Busqu... un hombre... que se mantuviera en la brecha, delante de m, endefensa de la tierra, para que yo no la destruyera; y no encontr ninguno."(Ezeq. 22, 30).
Estas palabras haban perseguido a Roberto toda la maana. Le haban
hecho imaginar el cuadro de una ciudad sitiada, con una enorme brecha ensu muralla. Vea un solitario caballero, de pie, en medio de la abertura,
40
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
41/249
como nica defensa de todo el pueblo. Esa fantasa remova su sangreguerrera. Pero lo que haba oprimido su corazn en el captulo, y continuabaan oprimindolo, era el dolorido lamento de la ltima frase: "...y noencontr ninguno". Se preguntaba si Dios tendra ms xito en su bsqueda
en los tiempos que corran. No poda liberarse de la idea de que ese pasaje leconcerna directamente, que estaba dirigido a l. Desde el alba, no pensabaen otra cosa. Y ahora, mirando fijamente las llamas, no vea su transparentebelleza con reflejos dorados y azules, sino slo una ancha brecha en unamuralla y, ms all, a un Dios lleno de ira, pronto para hacer justicia."Busqu a un hombre... y no encontr ninguno" murmur Roberto.
Benedicite... hablando solo, eh? Eso es mala seal.
Roberto se volvi sobresaltado y encontr los alegres ojos de Frater
Maurus. Di Dominus, soador. El Padre Preceptor nos ha dado permisopara hablar y una comisin que cumplir.
Dominus respondi Roberto.
Ahora vamos mejor dijo el jovial Maurus. yeme. Tenemosque salir y barrer la nieve de las plataformas que los constructores usan en lanueva iglesia. Eso slo es una buena noticia. Hace una semana que no salgo,y t?
Yo tampoco.
Bien. Siguen mejores noticias. Podremos quedarnos afuera hasta lahora nona y discutir a nuestro antojo. Orden del Padre Preceptor. Ven,busquemos nuestros mitones; las escobas de nieve estn en la Iglesia.
La primera reaccin de Roberto desilusion a Maurus que, lleno deentusiasmo, se diriga a la puerta. Girando alrededor del tan abstradomuchacho, pregunt: Qu te est royendo el cerebro? Te comportascomo si te hubiera picado una de esos chinches que producen sueo. Qu te
pasa?Esa brecha respondi Roberto.
Qu brecha?
No estabas esta maana en el captulo?
Por supuesto, estuve, pero observ mi Regla.
Qu Regla?
La Regla que dice que se debe seguir el ejemplo de los mayores.
Lo segu, estuve medio dormido! Oh! S serio, Maurus.
41
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
42/249
Oh! S razonable, Roberto ri el mayor de los novicios. Notomes esta vida tan en serio; ellos se encargarn de que no la tomesdemasiado a la ligera. Vamos exclam, volvindose hacia la puerta. Mehablars de la brecha cuando estemos en la iglesia. All hay muchas. Y
fue el primero en salir del aposento.Roberto lo sigui y, pronto, la rpida caminata lo apart un poco de suabstraccin. El aire penetrante y fro de diciembre le lastimaba las aletas dela nariz y le traspasaba los pulmones.
Mejor que el scriptorium, no es as? pregunt Maurus.
Se abrieron camino a travs del espacioso jardn, con los ojos heridospor el resplandor del sol que se reflejaba en la nieve. Roberto se cubri losojos con la mano, exclamando: Uf! esto ciega la vista!
Mejor quedarse ciego aqu que en el scriptorium, copiandomanuscritos sin sentido ri Maurus. Cuntas letras iluminaste estamaana?
Ninguna gru Roberto, atravesando penosamente un montculode nieve.
Maurus se dio vuelta, sorprendido. Ninguna? Qu le pasa anuestro novicio modelo? Se te helaron los dedos? Roberto no contest.
Pronto llegaron al extremo del jardn y Maurus se ocup de abrir elcerrojo de la puerta que les permitira salir del recinto. Y, bien? Tenaslos dedos helados?
El novicio estaba a punto de continuar sus chanzas, cuando apercibiun movimiento en una de las ventanas del monasterio. Oh! Oh! susurr, las paredes no slo tienen odos, tambin tienen ojos. No temuevas, pero sabe que en la ventana del medio, del piso alto, est nuestrobuen Padre Abad contemplando a sus dos mejores novicios y deseando
saber qu hacen. Salgamos! exclam levantando el cerrojo. Y dejemosa Su Seora con sus cavilaciones.
Roberto mantuvo la puerta entreabierta durante un instante ycontempl los tres frentes del sombro monasterio. En cada uno de ellos, treshileras de ventanas reflejaban el sol que estaba ya bastante alto. No pudo veral Abad, pero el profundo silencio del jardn, la doble huella de sus pasos enla nieve intransitada y el firme resplandor de las ventanas le produjeron unasensacin de desconsuelo. Ese era su monasterio, la casa que haba elegido
para servir a Dios, tal vez por el resto de su vida. Saint Pierre era grande yprspero; su comunidad, numerosa; bajo su silencio se poda pulsar la
42
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
43/249
excitante energa y el bullicio contenido, condiciones siempre presentes enuna agrupacin de hombres dedicados al trabajo. Esa calma momentnea erams infecunda que el silencio. Para Roberto, a quien el sufrimiento interiorhaba hecho ms sensible, esa calma le produca un efecto de vaco. La voz
jovial de Maurus lleg hasta l como un alivio: No ests en medio de unabrecha, valiente. Es la puerta del monasterio. Cirrala y vamos.
Un angosto sendero haba sido trazado en la nieve, cerca del muro delmonasterio. Maurus lo sigui hasta el ngulo del edificio. Luego, se volvibruscamente y encamin sus pasos entre los montculos de nieve quecubran las maderas y piedras que yacan, desparramadas, alrededor de lasnuevas construcciones. La iglesia tena techo, pero an no se haban co-locado las ventanas. Los dos novicios entraron, abrindose camino entre los
cascotes, y la nieve que haba penetrado por los espacios abiertos. Bajo larstica plataforma, encontraron las escobas de nieve y, trepndose a ella, sepusieron a trabajar con afn.
Durante unos minutos, barrieron en silencio. Roberto gozaba con sutrabajo. La nieve volaba a ambos lados de la plataforma llevada por losfuertes golpes de su gran escoba de madera. La actividad era un alivio. Lasenergas contenidas de las dos semanas anteriores se liberaban. Hasta suspensamientos parecan ms livianos. Se sonri. Vamos mejor dijo
Maurus que lo haba contemplado con atencin. Te das cuenta que es laprimera vez, en todo el da, que veo un pliegue en tu cara? Eres mshermoso cuando sonres. Deberas hacerlo ms a menudo. El mundo no estsobre nuestras espaldas, hombre. Animo! Y ahora cuntame el asunto de labrecha. Maurus balanceaba lentamente su escoba. Roberto se detuvo unmomento a descansar. Respir hondo. No s si decrtelo o no dijorindose. Es una brecha que indicara que tienes una brecha, ms grandean, en tu cerebro, si al hacer esa observacin de que no tenemos el mundo
sobre nuestras espaldas, has hablado en serio. Qu concepto tienes delmonje, Maurus?
Un hombre sabio que, en vez de llevar el mundo sobre sus hombros,huye de ese mundo.
Un alma egosta, entonces?
Oh! Egosta, con un saludable egosmo. Sabe que tiene un almaque salvar y conoce el lugar donde puede salvarla.
Nunca has pensado en salvar otras almas?Deja eso a los sacerdotes. Nosotros somos monjes solamente.
43
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
44/249
Bien. Ah es donde est tu brecha y empieza la ma dijo Roberto,balanceando otra vez su escoba. El Abad habl de Dios esta maana.
Lo hace casi todas las maanas protest Maurus. Por eso esque lo oigo sin escuchar. Nunca he conocido un hombre que pueda decir la
misma cosa de tan diferentes maneras. Nada nuevo dijo esta maana, no esas?
Roberto no pudo contener una sonrisa. El abad Bernardo, a pesar detoda su sinceridad, realmente se repeta a menudo.
S dijo Roberto con una risa ahogada. No slo habl de Diosesta maana; habl, tambin, del hombre ausente.
La escoba de Maurus se detuvo. Qu hombre ausente?
El hombre ausente que perdi las vidas de todos los habitantes de laciudad. El hombre que no llen la brecha.
Quin era l?
Dmelo a m, tambin irrumpi una tercera voz detrs de ellos.Ambos novicios se volvieron bruscamente para encontrar la bondadosamirada del Abad en persona, que se sonri ante la sorpresa y turbacin delos dos jvenes rostros. Necesitaba un poco de aire dijo. Y, adems,estaba preocupado por esta plataforma. Pero, ahora, tengo curiosidad por sa-
ber quin es el hombre ausente del Hermano Roberto. Quin es l, Frater?Roberto se cort apenas, pero recobrndose rpidamente, se inclin
con reverencia y dijo Benedcite.
Dominus respondi el Abad, cubrindose ms an su cabeza casicalva con la capucha.
Hablaba del hombre que Dios busc y no pudo encontrar. El hombrede quien usted habl en el Captulo, esta maana. Estaba pensando sinosotros podramos ser l.
El Abad se sonri y, volvindose a Maurus con un significativo brilloen los ojos, dijo: Qu extraa combinacin de singular y plural!, no esas? Qu piensa usted, Frater? Podramos nosotros ser l?
Me reconozco pecador, Reverendo Padre replic Maurus.Dormit esta maana. Pero de ninguna manera quisiera estar entre losausentes, si Dios me buscara.
El Abate se ri. Roberto envidiaba en el novicio su aplomo en
presencia del Abad. El nunca hubiera podido hacer semejante confesin contanta calma.
44
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
45/249
Bien, Frater Roberto, qu es lo que piensas? Encontr Diosalguna vez un hombre que se mantuviera en la brecha? Y los ojos azules delAbad estudiaron el rostro del joven novicio.
Roberto contempl un instante el polvo de nieve de sus botas. S,
Reverendo Padre. Creo que San Benito se mantuvo en la brecha, all en elsiglo VI.
Muy bien aprob el Abad. Luego, mesndose la barba gris,pregunt: Y podra encontrar alguien hoy en da?
El rostro de Roberto se ensombreci. Sacudi el polvo de sus botasantes de contestar: Podra, si encontrara alguien como San Benito
El aliento del Abad se congelaba en el aire fro. Sacudi la cabeza unmomento, en silencio. No era sa la respuesta que haba esperado. Deseabasaber ms de lo que pasaba en el alma del muchacho. Sin embargo, comoestaba helado y tema que los novicios se resfriaran, dijo: Ven a vermecuando termines el trabajo que te ha encomendado el Padre Preceptor, FraterRoberto. Y t, Frater Maurus, cuida que ninguno de los dos se hiele.
No nos suceder si seguimos en movimiento, Reverendo Padre dijo el novicio reiniciando su tarea. El Padre Preceptor nos dio permisopara quedarnos hasta la hora nona. Podr Frater Roberto verle entonces?
Perfectamente dijo el Abad, y, dndose vuelta desapareci.Cuando hubo traspuesto el ngulo del edificio principal, perdindosede vista, Maurus murmur: Uf! Qu escapada. Casi perdemos nuestrasalida. He visto unas huellas cerca del estanque de los peces y quieroexplorarlas. Podremos hacerlo si te apuras con esta nieve.
Si nos apuramos, querrs decir replic Roberto, dando mayorimpulso a su escoba. La nieve caa copiosamente a ambos lados de laelevada plataforma, gracias a su ahnco. Durante breves instantes, trabajaron
en silencio. Entonces, Maurus descans y, soplando, exclam: Eres fuerte, muchacho! Llegars a ser tan corpulento como tu
padre. Cuando llegues a los cuarenta, sers un monje del tamao de unaregular montaa.
La escoba de Roberto iba y vena sin cansancio. Estaba prximo alextremo de la plataforma cuando dijo: Qu querr conmigo el Abad?
Tal vez quiera averiguar por qu no has dicho que Dios hubiera
encontrado el hombre que buscaba si lo hubiera hecho en este monasterio?Esa habra sido una respuesta diplomtica. Pero t no crees en la ventaja deser diplomtico, no es cierto?
45
-
7/28/2019 M.Raymond-Tres-monjes-rebeldes.pdf
46/249
Yo no creo en la ventaja de ser hipcrita dijo Roberto y,sacndose los mitones, se agach para prender el borde de su hbito.Inclinado, continu: Temo que Dios tendra tanto xito aqu, en SaintPierre, como el que tuvo all en tiempos del Antiguo Testamento. No podra
encontrar ninguno como San Benito ac, simplemente porque no vivimos laRegla de San Benito.
Maurus se apoy con calma en el largo mango de su escoba. Roberto dijo en tono jovial, en muchas de tus cosas me recuerdas a unbuey. No solamente eres tan grande y fuerte como l, sino que tambin erestan impasible y terco.
Como Roberto no respondiera, Maurus pregunt: Nunca has vistoun buey pisando trigo?
No.Bien, da vueltas, vueltas y vueltas; sin cansarse, gira, gira y gira.
As trabaja tu mente. Sencillamente das vueltas y vueltas y vueltas y nollegas a ninguna parte. Nosotros somos Benedictinos.
Pero no somos como San Benito dijo Roberto con ardor almismo tiempo que daba fin a su trabajo y colocaba su escoba en el rincn.
Ven aqu orden con impaciencia, tomndolo del escapulario.
Cuenta conmigo estos edificios. Casa de huspedes, uno. Escuela, dos. Elcuadrngulo del monasterio, de tres pisos, y ciento cincuenta pies de largo,tres. Nueva iglesia, con torre, que se eleva cientoveintisiete pies hacia elcielo, cuatro. Cuatro slidos edificios rodeados de no s cuntos graneros,talleres, establos y las viviendas de los siervos. Una pequea ciudad de pors, con el Abad como seor feudal.
Pero, qu quieres? No somos ermitaos.
Sin embargo, dnde est la si