morales, alfredo j. arquitectura militar. un patrimonio entre el olvido y la invención

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PH Boletín 36 197 Información: Patrimonio Histórico Andaluz Resumen La arquitectura militar es uno de los vestigios más representativos de las civilizaciones que poblaron la península. Su continua adaptación a las evoluciones del arte de la guerra fue una constante en su uso hasta que, en el siglo XIX, el sistema de guerra ofensiva y los avances en la industria armamentística, ponen en evidencia la inutilidad de estas edificacio- nes históricas. Comienza entonces un largo proceso de abandono y de ruina que tendrá como conse- cuencia la desaparición de buena parte de las mis- mas. Casi al mismo tiempo, se produce el fenómeno contrario, ya que desde diferentes sectores de la so- ciedad se inicia un lento proceso de revalorización que conllevará su conservación y protección. Palabras clave Arquitectura militar / Fortificaciones / Murallas / Castillos / Arte de la guerra / Artillería / Legislación del Patrimonio Histórico / Paradores nacionales. "En el mes de mayo de dicho año (1904), este mag- nífico conjunto de arcos, columnas y marcos de puertas y ventanas esculpidos en mármol fue sacado del castillo por un decorador francés, llamado J. Goldberg, que habitaba en la calle de La Boéite de París, y transportado por vía marítima hasta Marsella y después a París. Juntamente con los elementos que pertenecían al patio, fueron otras tallas del re- nacimiento, también procedentes del castillo de Vé- lez, entre ellas el artesonado de uno de los salones y dos puertas" 1 . Se culminaba con ello la venta de un ámbito clave para la historia de la arquitectura del renacimiento en España, el patio del castillo de Vélez Blanco. A la vez, el patrimonio histórico espa- ñol sufría uno de los episodios de expolio más de- plorables y conocidos. Pero, desgraciadamente, no fue el único, pues muchos otros ejemplos de arqui- tectura militar desaparecieron o quedaron reducidos a ruinas. Sin embargo, a pesar de tanta destrucción y abandono, aún cuenta el patrimonio cultural hispa- no con un conjunto numerosísimo y tremendamen- te atractivo de castillos, fortalezas y fortificaciones. Ellos son testimonios privilegiados, aunque en buena medida olvidados, de nuestro pasado. Ha sido precisamente nuestra peculiar y conflictiva historia la que explica la abundancia de estas cons- trucciones, que aún continúan siendo hitos referen- ciales de nuestros paisajes urbanos y rurales. No obstante, lo fueron mucho más en el pasado, cuan- do los castillos y fortificaciones constituían la imagen definitoria de nuestro país, hasta el punto de dar nombre a uno de los principales reinos peninsulares. De ese protagonismo fueron conscientes los viaje- ros que recorrieron España en los siglos pasados, dejando testimonio de ello en las descripciones y textos de sus itinerarios y en las ilustraciones de sus manuscritos y libros. También advirtieron ese prota- gonismo los pioneros de la fotografía, al realizar vis- tas sorprendentes que recogían por igual los que- brados perfiles de los castillos medievales, empinados sobre peñas y roquedales imposibles, co- mo las geométricas y macizas defensas abaluartadas, que surgían de las aguas del mar. Nuestra arquitectura militar es milenaria. Las diver- sas civilizaciones que poblaron la península han deja- Arquitectura militar. Un patrimonio entre el olvido y la invención Alfredo J. Morales Departamento de Historia del Arte Universidad de Sevilla 1. Patio del Castillo de Vélez Blanco, reconstruido en la Casa Blumenthal de Nueva York.

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Resumen

La arquitectura militar es uno de los vestigios másrepresentativos de las civilizaciones que poblaron lapenínsula. Su continua adaptación a las evolucionesdel ar te de la guerra fue una constante en su usohasta que , en el s iglo XIX, el s istema de guerraofensiva y los avances en la industria armamentística,ponen en evidencia la inutilidad de estas edificacio-nes históricas. Comienza entonces un largo procesode abandono y de ruina que tendrá como conse-cuencia la desaparición de buena par te de las mis-mas. Casi al mismo tiempo, se produce el fenómenocontrario, ya que desde diferentes sectores de la so-ciedad se inicia un lento proceso de revalorizaciónque conllevará su conservación y protección.

Palabras clave

Arquitectura militar / For tificaciones / Murallas /Castillos / Arte de la guerra / Artillería / Legislacióndel Patrimonio Histórico / Paradores nacionales.

"En el mes de mayo de dicho año (1904), este mag-nífico conjunto de arcos, columnas y marcos depuertas y ventanas esculpidos en mármol fue sacadodel castil lo por un decorador francés, l lamado J.Goldberg, que habitaba en la calle de La Boéite deParís, y transportado por vía marítima hasta Marsellay después a París. Juntamente con los elementosque per tenecían al patio, fueron otras tallas del re-nacimiento, también procedentes del castillo de Vé-lez, entre ellas el ar tesonado de uno de los salonesy dos puer tas" 1. Se culminaba con ello la venta deun ámbito clave para la historia de la arquitecturadel renacimiento en España, el patio del castillo deVélez Blanco. A la vez, el patrimonio histórico espa-ñol sufría uno de los episodios de expolio más de-plorables y conocidos. Pero, desgraciadamente, nofue el único, pues muchos otros ejemplos de arqui-tectura militar desaparecieron o quedaron reducidosa ruinas. Sin embargo, a pesar de tanta destruccióny abandono, aún cuenta el patrimonio cultural hispa-no con un conjunto numerosísimo y tremendamen-

te atractivo de castillos, for talezas y for tificaciones.Ellos son testimonios privilegiados, aunque en buenamedida olvidados, de nuestro pasado.

Ha sido precisamente nuestra peculiar y conflictivahistoria la que explica la abundancia de estas cons-trucciones, que aún continúan siendo hitos referen-ciales de nuestros paisajes urbanos y rurales. Noobstante, lo fueron mucho más en el pasado, cuan-do los castillos y fortificaciones constituían la imagendefinitoria de nuestro país, hasta el punto de darnombre a uno de los principales reinos peninsulares.De ese protagonismo fueron conscientes los viaje-ros que recorrieron España en los siglos pasados,dejando testimonio de ello en las descripciones ytextos de sus itinerarios y en las ilustraciones de susmanuscritos y libros. También advir tieron ese prota-gonismo los pioneros de la fotografía, al realizar vis-tas sorprendentes que recogían por igual los que-brados perfi les de los cast i l los medievales ,empinados sobre peñas y roquedales imposibles, co-mo las geométricas y macizas defensas abaluartadas,que surgían de las aguas del mar.

Nuestra arquitectura militar es milenaria. Las diver-sas civilizaciones que poblaron la península han deja-

Arquitectura militar. Un patrimonioentre el olvido y la invención

Alfredo J. Morales

Departamento de Historia del ArteUniversidad de Sevilla

1. Patio del Castillo de VélezBlanco, reconstruido en la CasaBlumenthal de Nueva York.

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do testimonio de sus técnicas y sistemas de defensa.Cada periodo de nuestra historia esta representadoen multitud de construcciones defensivas, en las queresultan visibles las huellas y los reflejos de los dife-rentes técnicas y principios estéticos, de los estilosartísticos imperantes en cada momento. No obstan-te, siempre han primado las razones funcionales y laadecuación a los medios y procedimientos de laguerra. De hecho, la transformación de los recintos,la complejidad de las estructuras y la multiplicaciónde elementos y recursos para la defensa han venidomotivados por la evolución de las técnicas y tácticasmilitares y por los avances en el armamento.

Muchas defensas antiguas siguieron teniendo vigen-cia en tiempos medievales, por lo que se constituye-ron en el núcleo de las nuevas for tificaciones 2. Dehecho, tanto los musulmanes al ocupar la península,como los cr istianos cuando iniciaron su ofensivadesde las tierras del norte, se sirvieron de los recin-tos murados de época romana para sus nuevas ne-cesidades defensivas. Cuando en el siglo XI, tras lacaida del Califato de Córdoba, los reinos cristianosprocedieron a crear nuevas poblaciones al sur de lalínea del Duero, las dotaron de espléndidas murallas.También las dinastías almorávide y almohade refor-zaron la seguridad de las tierras de al-Andalus me-diante la construcción de nuevos recintos murados yla revitalización de los preexistentes. Será en el sigloXIII cuando se inicie una nueva etapa en el amuralla-miento de las ciudades, en buena par te determina-do por las necesidades de defensa durante los en-fretamientos entre la monarquía y la noblezacastellana. No obstante, las novedades respecto alos anteriores sistemas defensivos fueron escasos, yaque los procedimientos y técnicas militares no su-frieron cambios de importancia.

Fue en el siglo XV, con las nuevas guerras entre lasnaciones y la aparición en la ar tillería de los proyec-tiles metálicos, cuando los castillos y las viejas mura-llas perdieron su eficacia. Para resistir el fuego de lasbaterías móviles los ingenieros militares construye-ron for tificaciones abaluar tadas, con muros más ba-jos, pero inclinados y de mayor espesor. Estos nue-

vos sistemas de defensa garantizaban el control des-de el interior de todas las par tes exteriores de lafor taleza. Con el perfeccionamiento de estas plazasfuertes fue posible resistir los asaltos de los ejércitosinvasores, haciendo que los asedios y sitios se pro-longaran en el tiempo. A la par que se perfecciona-ron los sistemas defensivos se generalizó una litera-tura específica sobre la teoría y la práctica del ar temilitar. De hecho, a lo largo de todo el siglo XVI lostextos dedicados a la ingeniería militar conocieronuna extraordinaria floración. Entre los escritos espa-ñoles sobre la matería hay que destacar el publicadoen Madrid, en 1598, por Cristóbal de Rojas, tituladoTeoría y práctica de la fortificación 3. Junto a su laborteórica hay que señalar su impor tante papel comoarquitecto en Sevilla y Sanlúcar de Barrameda, y sudecisiva intervención en las fortificaciones de Ceuta,Gibraltar y, especialmente, de Cádiz, tras el asalto dela flota anglo-holandesa en 1596. Tales actuaciones,de las que aún son testimonio algunos de los ejem-plos más representativos del rico patrimonio monu-mental de carácter militar que conserva Andalucía,formaban par te de un programa global de defensade la monarquía hispana propiciado por Felipe II 4.

Durante el siglo XVII las principales innovacionesen la arquitectura militar tuvieron origen francés yse debieron a Vauban. No sería hasta comienzosdel siguiente siglo, con motivo de la Guerra de Su-cesión, cuando aquellas novedades se introdujeranen la arquitectura militar española, posibilitándosesu generalización mediante la fundación del cuerpode ingenieros militares, que estuvo dirigido por Jor-ge Próspero de Verboon, flamenco al servicio de lacorona española. Fueron aquellos los encargadosde proporcionar el aparato defensivo a España y asu imperio ultramarino, que alcanzó su culminacióndurante el reinado de Carlos III 5. No obstante, y apesar del gran esfuerzo desarrollado en la cons-trucción de for talezas, la invasión de la penínsulaibér ica por las tropas de Napoleón demostró elgrado de infer ior idad existente con respecto aFrancia, tanto en defensas, como en infraestructu-ras viarias y car tografía 6.

Por otra par te, se estaba imponiendo en aquellosmomentos un nuevo sistema de guerra ofensiva,puesto en práctica por el ejército prusiano, que ha-cía ineficaces las fortalezas abaluartadas. Su inutilidadresultó ya absoluta cuando gracias a la revolución in-dustrial y a las mejoras en la ar tillería, con los caño-nes rayados y los obuses cilíndro-ojivales, se logróun mayor alcance, potencia destructiva y precisiónde tiro. Los sistemas de for tificación que desde elrenacimiento habían servido para proteger las ciuda-des y las fronteras de las naciones perdieron definiti-vamente su sentido.

A par tir de ese momento se inició un proceso ge-neralizado de abandono de las for tificaciones. Si enFrancia habían sido las masas revolucionarias las cul-pables de la destrucción de numerosas for tificacio-nes y castillos, en su afán por eliminar los vestigiosdel oscurantismo y la opresión del régimen monár-

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2. Cádiz. Baluarte de San Pedro.

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quico, en España fue la ignorancia y la incuria, la cau-sante de su ruina. De hecho, sin contar con los es-tragos producidos por las guerras de la Independen-cia y carlistas y por la revolución de septiembre de1868, fue el desinterés, la ineficacia y la falta de usode las per tenecientes a la administración, así comola imposibilibad de mantenimiento, por carencia derecursos, en las que eran de propiedad privada, lasque provocaron la ruina y desaparición de buenaparte de ellas, o su conversión en barata cantera dela que extraer materiales para nuevas edificaciones.Todo ello se producía en contradicción con el espíri-tu romántico, que alentó buena par te del siglo XIXy que significó la recuperación de la Edad Media yde sus estilos ar tísticos, en especial el gótico, y queen arquitectura se expresó mediante eleclecticismo 7. De la alta consideración que por en-tonces se tenía de los edificios medievales son testi-monio las numerosas ilustraciones que a ellos se de-dican en los reper torios de la historia monumentalde España, resultado del auge de la historiografía ar-quitectónica, cuyo ejemplo más representativo es laserie Monumentos arquitectónicos de España, iniciadaen 1859.

Sin embargo, la atención y estima por par te de losintelectuales hacia estos testimonios del pasado nocondujeron a su conservación. Repasando el conjun-to de valiosísimas ilustraciones que enriquecen algu-nas de las revistas de la época, caso del SemanarioPintoresco Español, El Artista, El Museo Universal y LaEspaña Artística y Monumental, sorprende el númerode edificios desaparecidos y de insensatos derribosque se sucedieron, sin que se atendieran los precep-tos legales y las órdenes promulgamadas, prohibien-do tales manifestaciones de barbarie. Desde las pri-meras normativas de comienzos del s ig lo XIX,cuando el concepto de patrimonio era aún impreci-so, se establece que los edificios antiguos, entre losque cabe incluir los testimonios del ar te militar, de-bían ser conser vados, prohibiéndose, además, lareutil ización de sus mater iales. No obstante , enaquellos momentos el interés estaba centrado enlos restos arqueológicos, como demuestran las dis-posiciones de 2 de octubre de 1818 y de 19 de sep-tiembre de 1927. Será a par tir de la Desamor tiza-ción de 1835 y de la posterior puesta en venta delos bienes eclesiásticos cuando se abra una nueva ylamentable etapa para todo el patrimonio culturalespañol, incluso para el de carácter civil, caso de loscastillos y for tificaciones. Las generalizadas destruc-ciones que se sucedieron hacieron temer la rápidadesaparición de "los más bellos recuerdos de las ar-tes españolas".

Aún no había transcurrido una década desde la pro-mulgación del decreto de venta de los bienes perte-necientes a las instituciones religiosas suprimidas,cuando mediante una Real Orden de 13 de junio de1844 se crearon las Comisiones de Monumentos,como entidades responsables del patrimonio espa-ñol. La organización de las mismas se parecía consi-derablemente al modelo francés, algo lógico ya quesu promotor fue Antonio Gil de Zárate, Director de

Instrucción Pública, quien se había educado en Fran-cia y admiraba las propuestas de la monarquía deLuis Felipe. Gracias a la labor de dichas Comisionesse esbozó un primer inventario de los monumentosy de su estado de conservación, lográndose que seinterrumpiera la venta de edificios religiosos, perosin que se prestara mayor atención a la arquitecturamilitar. No obstante, el resultado fue bastante dispar,en razón de las personas que integraban las Comi-siones Provinciales y sus criterios valorativos, dándo-se la circunstancia de que algunas, caso de las de Al-mería , Canar ias , Málaga, Pontevedra y Vizcaya,llegaron a informar a la Comisión Central que ensus respectivas provincias no existían monumentosdignos de ser conservados.

Hubiera sido suficiente con haber cumplido las leyespara que se detuviera la fiebre derribista. Sin embar-go, el general desinterés y la necesidad de dar salidaal cúmulo de edificios antiguos que la Desamortiza-ción había puesto en el mercado, no hizo sino incre-mentar las destrucciones. Y éstas aún se acrecenta-ron y aceleraron como consecuencia de laRevolución de septiembre de 1868, ante la impo-tencia e incapacidad de las autoridades. Una vez es-tablecida la República, desde la Academia de SanFernando se pidió al gobierno medidas tajantes paraevitar los derribos, argumentando que la riqueza pa-trimonial de España podía conver tirse en "un ma-nantial indirecto de riqueza para los pueblos, puestoque atraen y motivan las visitas de los extranjeros yde los curiosos". El 16 de diciembre de 1873, EmilioCastelar, como presidente del gobierno, firma undecreto en el que se reconocen las tropelías come-tidas: "El Gobierno de la República ha visto con es-cándalo en estos últimos tiempos los numerosos de-rr ibos de monumentos ar tísticos notabil ís imos,dignos de respeto, no sólo por su belleza intrínseca,sino también por los gloriosos recuerdos históricosque encierran". Seguidamente se ordena la supre-sión de los derribos de los edificios públicos "quepor su mérito artístico o por su valor histórico debaconsiderarse como monumento digno de ser con-servado" 8. A pesar de la buena voluntad manifesta-da en el texto, el decreto resultó ineficaz, debido,entre otras razones, a la caída de la República.

Con anterioridad a ello habían sido muchos los mo-numentos que habían desaparecido, contándose en-tre las principales víctimas de los derribos a las mu-rallas que cercaban la mayor par te de las ciudadesespañolas. Bajo la apariencia de la utilidad pública yel beneficio higiénico, ocultando intereses par ticula-res y especulativos, demostrando la ignorancia yconnivencia de las autoridades y el sistemático in-cumplimiento de la legislación por par te de quieneseran sus principales garantes, se demolieron torres,lienzos de muros, barbacanas y puer tas, transfor-mándose radicalmente la imagen externa de las po-blaciones. Un mal entendido sentido de la moderni-dad y el afán por seguir modelos foráneos, dio altraste con un patrimonio singular y único. Las refe-rencias fueron las intervenciones de Haussman enParís, entre 1830 y 1844, con la creación de los

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grandes bulevares, las operaciones de GiuseppePoggi en Florencia, derribando las murallas y cons-truyendo, de 1811 a 1848, nuevos barrios a lo largode todo el perímetro urbano, o la creación del Ringde Viena, entre 1859 y 1872, con la eliminación delas murallas para unir la ciudad vieja y la modernamediante un nuevo trazado viario. Tras aprobarse afines del siglo XIX la Ley de Ensanche de GrandesPoblaciones, se inició un periodo de casi cincuentaaños en el que se demolieron las murallas y rellena-ron los correspondientes fosos de numerosas ciuda-des de España, operaciones que los Ayuntamientosliberales justificaron por entender tales estructurascomo un símbolo de la opresión.

De la incontrolada política de derribos de murallasse hacía eco Torres Balbás: "Estas murallas de nues-tras villas no caen de vejez ni las arruinan los tempo-rales: derribanlas los Municipios como cosas viejas,inservibles y molestas", añadiendo "no faltan pretex-tos para la destrucción: necesidades de higiene, deurbanización, o el supuesto estado de ruina en quese encuentran, aunque luego tengan que volarlas condinamita para hacerlas desaparecer. En el fondo, elloes nada más que cuestión de incultura y mal gusto,ignorancia del pasado" 9. Pocos ejemplos son más re-presentativos de lo acaecido en múltiples lugares deEspaña, que el referido a la Puer ta de Bibarramblade Granada, también llamado Arco de las Orejas. Enjunio de 1873 ordenó el ayuntamiento de la ciudadel derribo de dicha puer ta, frente al criterio del go-bierno, de las academias, de artistas y escritores. Lasoperaciones se iniciaron de noche y a la luz de lasantorchas, sin que la destrucción llegara a completar-se. Para preservar sus restos y, en reconocimiento asu valor patrimonial, se procedió en 1881 a declarar-la monumento nacional. Cuando todo parecía garan-

tizar la supervivencia de los restos que permanecíanen pie, en 1884, durante el gobierno de Cánovas delCastillo, quien era director de la Real Academia de laHistoria, se ordenó el derribo, aduciendo razones dehigiene. La noticia fue acogida en Granada con granregocijo y disparo de cohetes 10. La demolición nopuso fin a la historia de esta puerta, pues entre 1933y 1935 sus despojos fueron levantados por TorresBalbás en el bosque de la Alhambra, poco más arribadel Arco de las Granadas. Fue posible rehacer su fa-chada externa, pero no las bóvedas desaparecidas.Aislada y semioculta por la vegetación, en la actuali-dad es como un arco de triunfo, un testimonio per-manente de quienes desde la incultura o la desidiaprovocaron su derribo.

Al igual que la Puerta de Bibarrambla, otros elemen-tos y testimonios de la arquitectura militar que habí-an sido declarados Monumento Nacional fueron de-rribados, poniendo de manifiesto que ni siquiera laresolución administrativa que reconocía su valor sin-gular y, por tanto, obligaba a su conservación, fuecapaz de salvarlos de la piqueta. De los muchos ca-sos que podrían recordarse, uno de los más conoci-dos es el de la Puer ta de Santa Margarita en la mu-ralla de Palma de Mallorca, declarada MonumentoNacional en 1908 y destruida cuatro años más tar-de, con nocturnidad y mediante el uso de dinamita,por orden del ayuntamiento. En manifiesto contrastecon el afán derr ibista y el incumplimiento de lospreceptos legales de los ejemplos anteriores se en-cuentra el caso de Avila. También fue en 1884 cuan-do sus murallas fueron declaradas Monumento Na-cional, reconociéndose con ello su valor culturalcomo singular for tificación medieval y la necesidadde su tutela material por par te del Estado, lo queimplicaba la liberación de cargas para el municipio. Sibien se consiguió de este modo salvar la muralla, elentendimiento de la misma como un anillo ideal al-rededor de la ciudad provocó la desaparición de losedificios adosados en su perímetro exterior, caso delAlcázar, el Palacio Viejo y la Alhóndiga, así como deotros que enlazaban o se apoyaban en su fachadainterna, operaciones que aún se desarrollaban en lasúltimas décadas del siglo XX 11. A pesar de los tra-bajos de "limpieza" desarrollados conforme a un cla-ro proceso de sublimación del monumento y decier tos excesos en la restauración de este espléndi-do recinto de murallas, su preservación resultó defi-nitiva para que mundialmente se reconociese su sin-gularidad, por lo que fueron declaradas Patrimoniode la Humanidad en el año 1985.

El caso verdaderamente excepcional de Avila, nopuede llevar al olvido a los centenares de castillos,murallas y for tificaciones desaparecidas. Su elevadonúmero hizo incluso imposible incorporar más queunos cuantos ejemplos al revelador estudio de GayaNuño titulado La arquitectura española en sus monu-mentos desaparecidos. El objetivo del mismo era "re-coger en un libro aleccionador y sonrojante unaporción –la más hiriente y vergonzosa– de los edifi-cios españoles destruidos por la ignorancia o el indi-ferentismo", dando como resultado final una suer te

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3. Granada. Puerta de Bibarramblao arco de las Orejas, reconstruido

en el bosque de la Alhambra.

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de "catálogo monumental de lo volatilizado, perdidoo exiliado". Sin embargo, en su trabajo se procuró"eliminar un tipo de monumento cuya ruina es difícilde evitar : el castillo", debido a su elevado número yal mal estado de conservación de la inmensa mayo-ría de los existentes. "Los centenares y centenaresde castillos españoles, construcciones de los siglosXIII a XV, de carácter marcadamente militar, llevansiglos y más siglos en absoluta perdición, que nadietrató de detener". Por ello del conjunto "de edificiosenfermos y sin cura posible, han sido entresacadoslos que poseían un interés palacial y unas circunstan-cias decorativas o constructivas propias de residen-cia urbana" 12. Esto explica que en el libro sólo sehayan recogido algo más de medio centenar de cas-tillos o elementos de arquitectura militar.

La desaparición de buena par te de este patrimoniomonumental se produjo con manifiesto incumpli-miento de las leyes de protección promulgadas. Du-rante le primer cuar to del siglo XX fueron dos lasdisposiciones legales publicadas para regular el patri-monio histórico. La Ley de Excavaciones Arqueoló-gicas de 1911 fue una norma esencialmente regula-dora de los bienes arqueológicos , s iendo susreferencias a los inmuebles tan genéricas que muypoca repercusión podían tener en la conservaciónde la arquitectura militar. Y ello a pesar de los nu-merosos testimonios de ésta que no sólo tenían unvalor arqueológico, sino que también resultabanprotegidos por el marco cronológico de aplicaciónestablecido por la propia ley. La precaria protecciónotorgada a los inmuebles hizo necesaria una nuevanormativa que fue promulgada en 1915 con el títulode Ley de Monumentos Arquitectónicos-Artísticos.En su contenido se aprecian notables avances con-ceptuales, mientras se debe lamentar la debilidad delos instrumentos de control establecidos, aunque setrata del primer intento por normar la protección ypor definir por medio de actos administrativos elobjeto de la ley. Uno de sus principales acier tos fuela eliminación de cualquier limitación cronológica oestilística, así como el establecer la catalogación co-mo base para la aplicación de la ley, sumándose deesta manera a las corrientes europeas más vanguar-distas en materia de patrimonio. No obstante, la leypreveía la posibilidad de derribar edificios que hu-bieran sido declarados o que tuvieran expedientede declaración incoados, tras autorización del Minis-terio de Instrucción Pública. Por otra par te, se con-sentía el traslado de inmuebles, fijándose el derechode tanteo de la administración cuando el derribo nose hubiese efectuado para reconstruir el edificio enotro punto del territorio nacional.

Tales normativas no contribuyeron de manera efecti-va a la conservación de la arquitectura militar, siendoposiblemente éste el capítulo de los bienes inmueblessobre el que se ejerció menor control. Los derribosse sucedieron y también se produjeron algunos trasla-dos, reaprovechamientos de piezas singulares y la sali-da del territorio nacional de elementos de considera-ble valor artístico. Así ocurrió con el castillo de Curielde los Ajos, en la provincia de Valladolid, obra de

transición del siglo XIV al XV, que comenzó a serdesguazado en 1919 y del que solo se salvaron las te-chumbres de madera compradas por el anticuario La-fora y la columnata de su patio, adquirida por el con-de de las Almenas y reconstruida en su finca "Cantodel Pico", de Torrelodones 13.

Con objeto de poner fin a esta continuada pérdidapatrimonial la Ley del Tesoro Ar tístico Nacional de1926 prohibió la expor tación de bienes, al estable-cer que estos quedaban adscritos al suelo de la na-ción, impidiéndose la salida del país incluso de losque hubieran sido excluidos del catálogo 14. No obs-tante y a pesar del voluntarismo de esta nueva nor-ma la situación no cambió sustancialmente. En 1933promulgaba el gobierno de la Segunda República laLey de Patrimonio Artístico Nacional, norma de sig-no progresista y muy innovadora, que recogía con-ceptos y criterios vanguardistas, muchos de ellosemanados de la "Carta de Atenas", de 1931. Sin em-bargo, también ofrecía algunas deficiencias y aspec-tos negativos, siendo el más destacado la introduc-ción del factor cronológico, al señalar que quedabansometidos a la ley los bienes de antigüedad no infe-rior a cien años. Aunque después indicaba que igual-mente quedaban sujetos a la norma los bienes quesin ser centenarios presentaran un valor histórico oar tístico indiscutible, la realidad es que la limitacióntemporal se tomó como referencia básica. Entre lospuntos de interés de esta ley cabe señalar los referi-dos a los criterios establecidos para la restauraciónde monumentos, de claro origen conservacionista,los relativos a la prohibición de efectuar obras noaprobadas, los que reglamentaban el uso de los in-muebles y los que prohibían la exportación de edifi-cios de más de un siglo de existencia. El Reglamentode dicha ley apareció en abril de 1936, es decir, tresmeses antes de iniciarse la guerra civil. Durante lamisma, las pérdidas que sufrió el patrimonio históri-co español fueron cuantiosísimas. A los numerososbienes muebles e inmuebles que desaparecieron hayque agregar los que resultaron gravemente dañadosy que, posteriormente, no se llegaron a restaurar. Ytodo ello a pesar de las medidas y normas de pro-tección adoptadas durante la contienda tanto poruno, como por otro bando 15. Por obvias razones, elrégimen político triunfante prestó especial atencióna los bienes de carácter religioso, cuya recuperacióny restauración utilizó como medio de propaganda.En un primer momento no se prestó atención a loscastil los y a la arquitectura militar, por lo que seagravó el deficiente estado de conser vación quepresentaban antes de la guerra, causante también dela ruina de buena par te de ella. Como excepciónpuede señalarse la restauración del Alcázar de Tole-do, si bien los trabajos emprendidos tuvieron un ca-rácter propagandístico, pues su finalidad fue la exal-tación de los heroicos hechos bélicos que en élhabían tenido lugar.

A pesar de las radicales diferencias ideológicas delnuevo régimen político respecto al republicano, semantuvo vigente su ley de patrimonio de 1933. Ellofue posible, entre otras cosas, por la falta de celo

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que habitualmente demostró la administración paracumplir la. No obstante, también se comprueba suinterés por adecuar dicha ley a las nuevas necesida-des de protección del patrimonio mediante las mo-dificaciones y adiciones que a su texto y al posteriorreglamento se sucedieron con el paso de los años.Entre las diferentes normas promulgadas, una sedestinó específicamente a la protección de los casti-llos. Al igual que los posteriores decretos sobre laprotección de escudos, piedras heráldicas, cruces detérmino, etc, y el referido a los hórreos y cabazosantiguos, se pretendía una tutela extensiva y genéri-ca de cier tos elementos singulares del patrimonio,que por su carácter simbólico o por dificultades in-trínsecas, hacían imposible su declaración individuali-zada. El decreto sobre protección de los castillos es-

pañoles se promulgó el 22 de abril de 1949, hacién-dose coincidir con la celebración de una exposiciónorganizada por Casto Fernández Shaw en el Círculode Bellas Ar tes de Madrid. Su preámbulo, suma devisión romántica y de propaganda política, señalaque "una de las notas que dan mayor belleza y poe-sía a los paisajes de España es la existencia de ruinasde castillos en muchos de sus puntos culminantes,todas las cuales, apar te de su extraordinario valorpintoresco, son evocación de la historia de nuestraPatria en sus épocas más gloriosas, y su prestigio seenriquece con las leyendas que en su torno ha teji-do la fantasía popular". Seguidamente reconoce quepor desgracia "estos venerables vestigios del pasadoestán sujetos a un proceso de descomposición.Desmantelados y sin uso casi todos ellos, han veni-do a conver tirse en canteras cuya utilización cons-tante apresura los derrumbamientos, habiendo de-saparecido totalmente algunos de los más bellos.Imposible es, salvo en casos excepcionales, no sola-mente su reconstrucción, sino aun las obras de me-ro sostenimiento; pero es preciso, cuando menos,evitar, los abusos que aceleren su ruina". Por ello ycon independencia de su grado de ruina, los casti-llos se situaban bajo la protección del Estado, queasumía la responsabilidad de evitar las intervencio-nes que alterasen su carácter o que favorecieran suderrumbamiento.

Si bien el anterior decreto no tuvo consecuenciasinmediatas, si propició a medio plazo la aparición deuna nueva conciencia sobre la importancia patrimo-nial de los castillos. A las iniciativas de la propia ad-ministración, como el desarrollo de cier tos trabajosde restauración y la celebración anual del día de loscastillos, se sumó la constitución en noviembre de1952 de la Asociación de Amigos de los Castillos.Esta entidad publicaba en mayo-junio del año si-guiente el primer número de un modesto boletín,que en 1967 se convier te en revista con el nombrede Castillos de España 16. A la vez de la publicaciónse montaron exposiciones en Madrid, Granada, Bar-celona, París, Londres y Washington, con objeto dedifundir la "riqueza castellológica" de España. Dichaasociación ostentó durante una serie de años la re-presentación en nuestro país de "Europa Nostra",Federación Internacional de las Asociaciones para laSalvaguardia del Patrimonio Natural y Cultural Euro-peo, realizando una impor tante labor de difusión,conservación, restauración y valoración de los casti-llos hispánicos. Dentro de esas tareas cabe destacarsu presencia en la Conferencia que como contribu-ción previa al Año Europeo del Patrimonio Arqui-tectónico 1975, se celebró en Copenhague en no-viembre de 1973, con el título "Working Together :Tourism and Conser vation". Además, en julio delmismo año y en la reunión preparatoria del Año Eu-ropeo del Patrimonio Arquitectónico, celebrada enZurich, se presentó por el Instituto Internacional deCastillos (I.B.I), al que estaba incorporada la Asocia-ción Española de Amigos de los Castillos, un proyec-to de "Estatutos de Castillos y Mansiones Históricasde propiedad privada", que fue comentado y amplia-mente difundido por dicha Asociación 17.

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4. Olvera. Castillo reutilizado comocementerio.

5. Zafra. Parador Nacional.

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Prueba del compromiso de protección de los casti-llos adquirido con la promulgación del decreto de1949, fue la elaboración del inventario de los mis-mos, conforme estaba previsto en el ar ticulado delpropio decreto. Para ello se siguieron las propuestasdel Consejo de Europa, en su programa de "Inventa-rio de Protección del Patrimonio Cultural Europeo".De este modo se realizó el "Inventario de Protec-ción de los Monumentos Militares", en el que se lle-garon a registrar casi 5.200 "objetos", que incluía nosolo los castillos propiamente dichos y los recintosamurallados urbanos medievales, sino también lastorres de defensa aisladas, las atalayas de costa, losfuertes y recintos abaluartados, las casas de viviendao labor, iglesias y puentes fortificados e incluso forti-nes fusileros, siendo los límites cronológicos de di-chos monumentos los años 711 y 1914. De todoslos testimonios de la arquitectura militar inventaria-dos, aquellos que podrían considerarse como casti-llos arquetípicos alcanzaban la cifra de trescientos.Casi doscientos de ellos se hallaban en estado deruina definitiva, por lo que se proponía la consolida-ción de los restos. Existía, por otra par te, un nume-roso conjunto de castillos que además de restaurar-se se consideraban factibles de revitalización. Estafue la labor emprendida por muchos propietariospar ticulares. Siguiendo postulados dispares, aunquecon predominio de los criterios estilísticos, se salva-ron de la ruina impor tantes edificios. Es el caso delos castillos de Mequinenza (Zaragoza) Peratallada yVulpellac (Gerona) y La Roca (Barcelona).

Un tercer grupo de castillos lo integraban aquellos alos que las restauración podía hacer rentables. Fueronestos los seleccionados, primero por la Dirección Ge-neral de Turismo y posteriormente por el Ministeriode Información y Turismo, para establecer en ellos losparadores, establecimientos hoteleros destinados acrear la infraestructura demandada por el crecienteturismo. Las tareas de adecuación de las viejas estruc-turas medievales se emprendieron al margen de la la-bor desarrollada por los organismos de la administra-ción responsables de la conservación del patrimonio,por lo que los resultados obtenidos no siempre son

ejemplo de respeto hacia los monumentos. En algu-nos casos la adecuación de los viejos castillos medie-vales para su nueva función resultaba prácticamenteimposible, por lo que se optó por adicionarle edificiosmodernos, que casi llegaban a anular al monumentoque se pretendía recuperar. Así ocurrió con el castillode Santa Catalina de Jaén. Otras veces las limitacionesque imponían los castillos se avenían mal con la renta-bilidad del establecimiento hotelero, por lo que lastransformaciones resultaron agresivas, como en el Pa-rador Marqués de Villena, situado en el castillo deAlarcón. Una tercera solución fue aprovechar cons-trucciones anejas a los castillos, más fácilmente adap-tables, y actuar menos en aquellos. Los resultadosfueron en ocasiones aceptables, caso del Parador deZafra, aunque las profundas transformaciones que seefectuaron en otros casos, como en Sigüenza y Oro-pesa, llegaron a desvir tuar los propios monumentos.Y a ello también contribuyó el afán por dotar a losambientes de una escenografía folklorista y pintores-ca, que no respetaba la realidad histórica y el valordocumental de los edificios. El historicismo se adueñóde los interiores, que fueron decorados con caráctergrandilocuente y mediante reproducciones en estilo,de bajísima calidad, dando lugar a conjuntos manifies-tamente "kitsch".

Este tipo de operaciones que pretendían la recupe-ración de castillos y elementos de la arquitectura mi-litar mediante su utilización como establecimientoshoteleros alcanzaron un considerable éxito, llegandoa exportarse a otros países, especialmente hispanoa-mericanos. Con el pretexto de recuperar las antiguasestructuras militares para dar servicio al turismo, seplanteaban agresivas operaciones que realmente sig-nificaban su desvir tuación y anulación. A veces, laspropuestas de nuevas construcciones hoteleras sehacían de espaldas a la propia realidad monumentalde los recintos militares en los que se iban a levantar.Así ocurrió con el proyecto de hotel en el interiordel Alcázar de Jerez de la Frontera, elaborado en1958 por Luis Gutiérrez Soto y del que se llegó a le-vantar su estructura de hormigón armado, permane-ciendo en pie hasta 1981, año en que se derribó 18.

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6. Carmona.Puerta deCórdoba.

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Apenas transcurridos cuatro años de esa última fecha,se promulgaba la última y vigente Ley del PatrimonioHistórico Español. Aún considerando sus avances te-óricos y la importancia de los instrumentos que esta-blece para la protección del patrimonio, pocas nove-dades aporta sobre la arquitectura militar, a no ser suconsideración como Bien de Interés Cultural, segúnse especifica en las disposiciones adicionales de lamencionada ley. Con anterioridad a su promulgaciónya habían recibido las Comunidades Autónomas lascompetencias plenas en materia de patrimonio, en-contrándose entre ellas las relativas a la conservacióny restauración de monumentos. Con la diversificaciónde las administraciones intervinientes sobre el patri-monio y la incorporación a tales tareas de nuevostécnicos, se produjo una pluralidad de tendencias,suscitándose la polémica en torno a la relación del di-seño nuevo, respecto a la arquitectura antigua. En ra-zón de ello las actuaciones han sido de muy variadosigno. Junto a restauraciones que han procurado valo-rar y potenciar el monumento, mediante el control yla limitación de las incorporaciones, otras han hechodel nuevo diseño el protagonista de las intervencio-nes, aunque para ello se haya transformado irreversi-blemente la arquitectura histórica. Como es lógico, la

arquitectura militar no se ha librado de esta contra-dictoria situación. Así, a la restauración de la Puer tade Córdoba en Carmona (Sevilla), llevada a cabo porAntonio Tejedor, recuperando las cualidades arquitec-tónicas y los valores del monumento sin renunciar ala obra nueva, se opone el protagonismo del nuevodiseño y la invención frente a la arquitectura histórica,que caracteriza el trabajo de Francisco Jurado, en elcastillo de Bétera (Valencia) 19.

En el momento presente, la arquitectura militar pa-rece haber superado ya la etapa de desprecio y olvi-do que vivió durante años, siendo numerosos los es-tudios y las actuaciones que pretenden tanto suconservación y restauración, como su difusión, tal ycomo corresponde a una par te sustancial del patri-monio histórico español. No obstante, aún valoran-do esta nueva situación, resulta evidente que es mu-cho lo que resta por hacer, siendo de esperar uncambio de actitud, no solo en lo referente a la distri-bución de los recursos a ella destinado, sino espe-cialmente en el entendimiento y valoración de suimpor tancia, como excepcionales documentos his-tóricos, a pesar del estado ruinoso y fragmentarioque mayoritariamente presenta.

1. Cfr. RAGGIO, Olga: “El patio de Vélez Blanco, un monumentoseñero del Renacimiento”, en Anales de la Universidad deMurcia. Filosofía y Letras. Volumen XXVI. Núm. 2-3. Págs. 231-261. El patio se encuentra actualmente reconstruido en elMetropolitan Museum of Art, de Nueva York.

2. Sobre el proceso de amurallamiento de las ciudades castella-nas en tiempos medievales y sobre los valores y funciones delas murallas puede verse VALDEÓN BARUQUE, Julio:"Reflexiones sobre las murallas urbanas de la Castilla medie-val", en DE SETA, Cesare y LE GROFF, Jacques (eds.): La ciu-dad y las murallas. Madrid, 1991. Págs. 67-87.

3. Los textos de Cristóbal de Rojas sobre fortificación hansido publicados con un comentario preliminar por GUTIE-RREZ, Ramón: Tres tratados sobre fortificación y milicia.Madrid, 1985.

4. Al respecto puede verse MORALES, Alfredo J.: "La defensadel imperio filipino",en Catálogo de la Exposición Las socieda-des ibéricas y el mar a finales del siglo XVI. Madrid, 1998. Págs.167-190.

5. Al respecto puede consultarse CAPEL, Horacio; SÁNCHEZ,Joan Eugeni y MONCADA, Omar: De Palas a Minerva. La for-mación científica y la estructura institucional de los ingenierosmilitares en el siglo XVIII. Barcelona, 1988.

6. Un interesante estudio sobre el tema es el debido a BONETCORREA, Antonio: Cartografía militar de plazas fuertes y ciu-dades españolas. Siglos XVII-XIX: planos del Archivo MilitarFrancés. Madrid, 1991.

7. Sobre este tema puede verse ISAC, Angel: Eclecticismo y pen-samiento arquitectónico en España. Discursos, revistas, congresos1846-1919. Granada, 1987.

8. Sobre este decreto y las anteriores normas legales puedeconsultarse Legislación sobre el Tesoro Artístico de España.Madrid, 1957.

9. Cfr. TORRES BALBÁS, Leopoldo: “Las murallas que caen”, enArquitectura. Año IV. 1922. Págs. 69-75.

10. Idem. Pág.72.

11. Véase HERNÁNDEZ DÍAZ, Angel: “La conservación de lasmurallas de Avila”, en La ciudad y sus murallas. Conservacióny Restauración. Granada, 1996. Págs. 161-179.

12. Cfr. GAYA NUÑO, Juan Antonio: La arquitectura española ensus monumentos desaparecidos. Madrid, 1961. Págs. 35 y 37.

13. Cfr. GAYA NUÑO, Juan Antonio: Op. Cit. Págs. 120-124.

14. Para una aproximación a esta normativa legal puede consul-tarse MORALES, Alfredo J.: Patrimonio histórico-artistico.Conservación de bienes culturales. Madrid, 1996. Págs. 43-54.

15. Sobre el particular existe un estudio de ALTED VIGIL, Alicia:Política del nuevo estado sobre el patrimonio cultural y la edu-cación durante la guerra civil española. Madrid, 1984.

16. Véase Castillos de España. Número 68, enero-marzo de1970. Pág. 9.

17. Cfr. Los castillos en su medio ambiente y en relación con elturismo cultural. Número 10 (77). Extraordinario (Marzo1973), de Castillos de España. Págs. 52-61. Número patroci-nado por la Comisaría Nacional de Turismo, del Ministeriode Información y Turismo, como contribución española a lapreparación del Año Europeo del PatrimonioArquitectónico.

18. Véase AROCA VICENTI, Fernando: "Nuevas aportaciones ala obra de los arquitectos Luis Gutiérrez Soto y AntonioSánchez Esteve", en Laboratorio de Arte. Nº 13, 2000. Págs.435-436.

19. Sobre la primera véase TEJEDOR CABRERA, Antonio: "Larestauración de la Puerta de Córdoba en Carmona: delproyecto a la obra", en PH. Boletín del Instituto Andaluz delPatrimonio Histórico. Nº 33, Diciembre 2000. Págs. 140-150.Asímismo, TEJEDOR CABRERA, Antonio y LINARESGÓMEZ DEL PULGAR, Mercedes: "La musealización delmonumento. Proyecto para un centro de recepción de visi-tantes", en Idem. Págs. 158-161. Para el segundo ejemploconsúltese JURADO JIMÉNEZ, Francisco: "Rehabilitación dela casa-castillo de Bétera, Valencia", en Jornadas sobre restau-ración y conservación de monumentos. Madrid, 24 y 25 deabril de 1989. Madrid, 1991. Págs. 165-176.

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