monografía (no aprobada)

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1 Nota: este escrito se postuló como monografía para aspirar al pregrado de derecho, del alumno Ricardo Daniel Cano Aguirre En razón a que el maestro asesor no estuvo de acuerdo con la orientación y conceptos. No se pudo concretar como tal. Sin embaego, la publico yo y bajo mi responsabilidad(Luis Parmenio Cano Gómez) Fundación Universidad Autónoma de Colombia Acerca de los conflictos, las Farc y de los tratados de paz Una mirada interdisciplinaria (Monografía) “Un suceso cualquiera de la vida humana es narrado con más fidelidad por sus autores. La tradición conserva la verdad, pero desfigurada; los documentos de referencia posteriores al acto, pueden adolecer de involuntarios errores o de juicios parciales; y los historiadores muchas veces no hacen sino novelas, cuando se empeñan en exarninar los hechos con la inventiva del ingenio. Pero cuando se ha levantado el proceso verbal del acontecimiento; cuando tenemos escrita la relación sencilla, rápida, llena de las impresiones del momento supremo, por los mismos autores de un drama heroico, de una empresa llevada a la cima con éxito brillante y fechando, por ánimos, por ilustres varones que son fundadores de la Patria, el sentido común solicita con avidez la palabra consagrada…” 1 RESUMEN Es una aproximación a un análisis interdisciplinario, de un problema que ha convocado expectativas, casi desde que somos República, País y Nación. Un conflicto inacabado. Desde lo que se dio en llamar “santanderistas vs., bolivaristas. Incendiarios panfletos erigidos como documentos válidos programáticos. Un fin de Siglo XIX en guerra. Que continúo en primera década de Siglo XX. Y que continuó hasta que, en profundo y borrascoso, se incentivó desde 1940 hasta nuestros días. Eso de “la negociación con la cúpula de las Farc para terminar un conflicto de cincuenta años”; es una afrenta a nuestros campesinos, estudiantes, obreros, desempleados y desempleadas, etc.; que no la han conocido nunca. La negociación es eso. Discusión con quienes han deslegitimado el logro de las marchas campesinas huyendo del exterminio, desde 1945. Y, como contraparte, un gobierno que, simplemente, es extensión de la yunta del Frente Burgués. Y, a la zaga, quienes se consideran herederos vergonzantes de las luchas Terrero A., Santiago “El 19 de abril de 1810 fue el día en que se inició la independencia sudamericana”, página 101.

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1

Nota: este escrito se postuló como monografía para aspirar al pregrado de derecho,

del alumno Ricardo Daniel Cano Aguirre

En razón a que el maestro asesor no estuvo de acuerdo con la orientación y

conceptos. No se pudo concretar como tal. Sin embaego, la publico yo y bajo mi

responsabilidad(Luis Parmenio Cano Gómez)

Fundación Universidad Autónoma de Colombia

Acerca de los conflictos, las Farc y de los tratados de paz

Una mirada interdisciplinaria

(Monografía)

“Un suceso cualquiera de la vida humana es narrado con más fidelidad por sus autores. La tradición conserva

la verdad, pero desfigurada; los documentos de referencia posteriores al acto, pueden adolecer de

involuntarios errores o de juicios parciales; y los historiadores muchas veces no hacen sino novelas, cuando

se empeñan en exarninar los hechos con la inventiva del ingenio. Pero cuando se ha levantado el proceso

verbal del acontecimiento; cuando tenemos escrita la relación sencilla, rápida, llena de las impresiones del

momento supremo, por los mismos autores de un drama heroico, de una empresa llevada a la cima con éxito

brillante y fechando, por ánimos, por ilustres varones que son fundadores de la Patria, el sentido común

solicita con avidez la palabra consagrada…”1

RESUMEN

Es una aproximación a un análisis interdisciplinario, de un problema que ha convocado

expectativas, casi desde que somos República, País y Nación. Un conflicto inacabado.

Desde lo que se dio en llamar “santanderistas vs., bolivaristas. Incendiarios panfletos

erigidos como documentos válidos programáticos. Un fin de Siglo XIX en guerra. Que

continúo en primera década de Siglo XX. Y que continuó hasta que, en profundo y

borrascoso, se incentivó desde 1940 hasta nuestros días. Eso de “la negociación con la

cúpula de las Farc para terminar un conflicto de cincuenta años”; es una afrenta a

nuestros campesinos, estudiantes, obreros, desempleados y desempleadas, etc.; que no

la han conocido nunca. La negociación es eso. Discusión con quienes han deslegitimado

el logro de las marchas campesinas huyendo del exterminio, desde 1945. Y, como

contraparte, un gobierno que, simplemente, es extensión de la yunta del Frente

Burgués. Y, a la zaga, quienes se consideran herederos vergonzantes de las luchas

Terrero A., Santiago “El 19 de abril de 1810 fue el día en que se inició la independencia sudamericana”, página 101.

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proletarias en Europa y América Latina. Pero que no son otra cosa que manipuladores

de la vedad. Y que, por esto mismo, convocan a “creer en las paz del Presidente Juan

Manuel Santos”.

Todo lo anterior, presentado con el rigor que exige el futuro de nuestra Nación. Porque,

a futuro, vendrán exacerbaciones del conflicto. Porque merecemos un futuro cierto.

Con transformaciones reales de esta estructura de Estado caduco y al servicio de los

lapidadores de la democracia. Presentado, el análisis, con énfasis doctrinales

necesarios. Porque nos han teorizado al revés. Siendo, aquí lo doctrinal, una opción

imaginativa y creativa de los postulados que han orientado a las verdaderas

revoluciones.

Palabras clave: interdisciplinariedad, conflicto, jurídico, negociación, historias de vida,

antropológico, víctimas, restitución, tierras, sociología, país, república, Farc, gobierno.

Introducción

Sea lo primero un énfasis: nunca he creído en la revolución benévola como opción incierta. Algo

parecido a entender que, una vez iniciada la lucha por la liberación y, como correlato, la

instauración de un régimen socialista, por la vía de un movimiento que sea construido desde abajo

que conduzca ese proceso a nombre quienes han sufrido y sufrimos la devastación de las

libertades y la profundización de la violencia. Por lo mismo, entonces, asumo la obligación de darle

continuidad. A nombre de los valores inherentes. Es decir, la confrontación radical con la

burguesía. No cabe punto de mediación. No se trata, ahora, de ignorar la necesidad de configurar

tránsitos de recomposición. Por lo menos así lo pueden evidenciar momentos precisos. Como

sucede en toda guerra. Posibilitar tácticas, según el comportamiento del frente burgués.

Pero no es lo mismo, tratándose de recomposiciones ideológicas y políticas de largo aliento.

Porque, de ser así, se desemboca en ese tipo de opciones en los cuales lo que cuenta es el juego

a la reversa absoluta. Como si no importara el acumulado de acciones y de convocatorias. Ante

todo, tratándose de un proceso como el nuestro. Un país inmerso, históricamente, en sucesión de

guerras. A veces presentadas, por parte de la burguesía y los terratenientes, como expresiones

centradas en desviaciones atípicas respecto a la yunta propuesta y ejecutada por el poder

imperante. Un consecutivo que ha involucrado, siempre, a los nativos, a los campesinos y

campesinas, a los obreros y obreras y al lumpen proletariado; como invitados (as) para que sirvan

de sparring. Todo por la vía de la fuerza. Militares y policías al servicio de la propuesta de

sometimiento constante. Casi como perenne. Una herencia habida, desde los ejecutores de

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gobiernos como extensión de la lucha por la libertad. Porque, entre otras razones, ni Santander, ni

Bolívar fueron centinelas de la liberación constante, verdadera. Más bien, las sucesivas divisiones

y el surgimiento de los partidos liberal y conservador, significaron la preclusión de la revolución en

contra del poder español.

Visito así, entonces, estuvo y ha estado latente una propuesta libertaria, en contra de ese proceso

por medio del cual se instauró un modelo de Estado y de gobierno, próximos al autoritarismo. Que,

aún hoy, azuzan la violencia, por la vía de decantar sus idearios perversos. Uno a uno, fueron

imponiendo roles cada vez más entrelazados con el dominio punzante; con fisuras propias de sus

contradicciones internas. Proclamando constituciones al vuelo de sus intereses. Nunca ancladas

en los derechos de la población, siempre marginada. Siempre vulnerada. Un horizonte patrio,

vergonzosamente modelado, con linderos y mojones construidos a partir de sus visiones

recortadas. Dejando casi a medio camino, la ruta propuesta en principio. Inclusive, desde mi

interpretación, podría decirse que nunca hubo perspectiva diferente a la de entronizar el culto a la

personalidad. Ya, desde ese entonces, empezaba a prefigurarse el tipo de gobierno y de Estado,

en perspectiva anclado en los conceptos oligárquicos de poder. Tanto como entender que iríamos

avanzando con una ruta, deliberadamente promovida por odios. Por ese tipo de propuestas que

desdibujan la razón de ser de la democracia. Ruta de bárbaros que habían peleado, peleaban y

pelearían a partir de construir íconos perversos. Veámoslo en palabas de Germán Carrera Damas,

en su texto “El culto a Bolívar”.

“…Finalizada la guerra de independencia se inicia para Venezuela la experiencia republicana. Hasta ese

momento la República no había sido más que una especie de ensayo genera l, en cuanto corresponde a la

que existió entre el 5 de julio de 1811 y la firma del armisticio con Domingo de Monteverde (25 de julio de

1812), o un desiderátum siempre propuesto en función dela guerra. Bien puede decirse que la precariedad de

los ensayos republicanos, tanto por la corta duración de los que lograron cuajar, como por las numerosas

limitaciones e incluso suspensiones que se le impuso en razón de la emergencia bélica, reservaron para

2después de la contienda la verdadera confrontación de la experiencia republicana, ya despojado el panorama

del enemigo que la había hecho imposib le hasta ahora…”3

Ha sido una constante para los países bolivarianos. Un ir decantando las ilusiones y los

programas. Una asociación contradictoria, con respecto a la herencia colonial, que siempre se ha

presentado como la acción de posponer, corrido el tiempo, la realización de opciones libertarias. Es

algo así como asistir a periodos históricos, unas veces ambiguos. La mayoría de las veces como

expresiones autoritarias. Centradas en posiciones caudillistas. De la mano con intereses que no

tenían nada que ver con la liberación. En cambio, si mucho, de imposiciones de la burguesía

agraria.

.1. Carrera Damas G. “El culto a Bolívar”, Editorial Universidad Nacional de Colombia, pp. 43 -44

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El texto citado antes, a pesar de una narrativa del caso venezolano, ejerce como insumo común

para la República de Colombia.

“…Las dos fuerzas que hemos delineado (sic), entendidas como las dos corrientes de problemas básicos

presentes en el orden histórico, con imbricaciones de todo género, entran en una nueva etapa de su acción

con el advenimiento de la República. Es la hora de confrontar los resultados con las promesas. Los sacrificios

han sido extremos y prolongados, la impaciencia es mucho. Venezuela aparece en este momento bajo un

curioso aspecto en lo político: el centro o la personificación del poder no solo se halla distante, sino que se

aleja más con las campañas sureñas de Bolívar. Queda libre el terreno para la definición de nuevas

apetencias de mando, y la guerra ha sido un buen semillero de ellas. Para tantas y tan voraces hay solo una

patria que usufructuar….”4

Entre otras cosas, porque el oferente de poder no puede sustraerse al lío perverso. Entre estar con

lo conseguido en el campo de batalla, a nombre de la liberación del yugo español. Y estar en

interdicción, con respecto a la perspectiva que se abría. Perspectiva de compromiso con la

construcción de una Nación libre. Por la vía absoluta. Es decir, de plena confluencia con el

entendido d libertad. Incluida la liquidación del racismo. Del esclavismo. De reconocimiento a la

libre autonomía de las etnias.

Precisamente, al no resolverlo. Viendo que no había una posición ni latente, ni efectiva en términos

de la libertad. Por esto mismo, nuestra República empezó con soporte endeble. Por la vía de

otorgar poderes a los generales. A un concepto de patria vinculada con demostraciones de fuerza

por la vía de imposiciones autoritarias y, en cuanto juego democrático, manipulaciones en torno al

significado de la participación de campesinos mestizos y las etnias. Y ni que hablar de los negros

y las negras en razón que eran sometidos en peores condiciones que los anteriores.

“…La Campaña de la Nueva Granada, vasta y arriesgada operación que marca una transformación profunda

en la concepción estratégica de la guerra emancipadora, da como resultado no solamente un cambio en la

relación de fuerzas, hasta entonces favorable al eficaz dispositivo montado por Pablo Morillo al frente del

único ejército organizado que había actuado en Venezuela. Produce, lo que no es menos importante, al Padre

de Colombia, al Libertador admirado, temido y acatado. El triunfo magnífico echaba al olvido una trayectoria

militar en la cual no escaseaban, al lado de victorias espléndidas victorias a medias por mal consolidadas y

hasta puras y simples derrotas aparatosas. Poco podía el hiperbolizado brillo de la Campaña Admirable de

1813 en contraste con el abrumador derrumbe de la Segunda República bajo los golpes de Tomás Boves. Y

este era, hasta el momento, el más notable hecho militar de Bolívar en tierras ven ezolanas. Piar y Mariño,

entre ellos, no hallaban nada descabellado el equipara sus propios méritos con los de Bolívar… 5

Es una incursión, a propósito, con referentes de la campaña y la posguerra en Venezuela. Un

miramiento en términos de la localización de insumos en perspectiva. Para alcanzar una posición

4 Ibíd. , página 45 5 Ibid, páginas 83 y 88

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en contravía de los dimes y diretes, con respecto a la democracia, supuestamente inmersa en los

hechos y las acciones santanderistas y bolivarianas. Por una vía un tanto extraviada; en

consideración a la idealización por parte de quienes ejercía como oligarcas y gamonales. Pidiendo

pista para un ensamblaje posterior. De un Estado y una Nación que dieran cuenta de sus

ambiciones.

1. Planteamiento del problema.

El universo y los conceptos.

En comienzo, se trata de asumir que, el conflicto, ha estado ahí. Desde, el momento mismo en que

se concretó nuestra condición de patria libre. En un proceso que comprometió, inclusive, a quienes

ejercieron como conductores libertarios. Por una vía inherente a la discusión política de

configuración de país y de estado. En ejercicios que posicionaban el marco constitucional como

soporte fundamental.

Lo que, hoy por hoy, vivimos no es otra cosa que una extensión no formal de las contradicciones.

Porque se replicó en escenarios desde 1830 hasta finales de siglo. Pero que, por esto mismo, se

abrió camino, recorriendo todo el siglo XX.

Ha sido un largo camino. Como laberinto que agobia. Pero que, por lo mismo, ha permitido

localizar los términos de referencia necesarios para enfrentar la soledad del ser que emerge

consolidado, a partir de descifrar los códigos de la vida societaria. Porque viene de esa dispersión

que lo había inhibido, para enfrentar vicisitudes. Hacerlo sólo le había significado, en el tiempo, no

entender la dinámica asociada a sentir a los otros y a las otras. Un estar ahí, situado en su

compartimento. Mirándose. Como quien no ha construido el enlace, entre sí mismo y el escenario.

Actor cuyo libreto son palabras para sí. Pero que, en perspect iva, se siente aislado. Avasallado; al

límite de su capacidad para discernir acerca de su rol colectivo.

Posicionarse, al margen de lo inhóspito, supone un avance. Es adquirir la noción de estar en otras

condiciones. Diferentes a aquellas en las que prevalecía la zozobra. Lo azaroso. Como cuando se

percibe que la exterioridad acecha, como potencia ajena a cada sujeto. Como incierta posibilidad.

Como expectante gendarme que rodea y asfixia. Una figura parecida a aquellas sombras del inicio;

cuando no éramos otra cosa que expresiones minimizadas, al garete. Próximas al desequilibrio,

por la vía de los extravíos propios de la selección natural.

Sentirse vinculado a un proyecto de la naturaleza. Sin haber sido consultado o consultada; es tanto

como una sumisión indescifrable; como quiera que se da sin que hubiésemos conocido la hoja de

ruta inherente a ese proyecto. Tal vez, por esto mismo, llevamos la marca de la angustia. Porque

no entendimos su soporte. Angustia e inquietud, que se tornan en el hilo conductor de esa

sensación de impotencia. Esa misma que ha estado con nosotros y nosotras, desde el origen. En

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ese entonces, lo que percibíamos no iba más allá de la inmediatez que no s envolvía. Como

burbuja que asfixia. Y que nos rodeaba y nos colocaba en condiciones de in ferioridad.

Un choque de expectaciones. Mientras la naturaleza, exhibe una lógica interna. Que va, desde los

organismos simples primarios; hasta las cimas que confirieron las condiciones próximas a la

civilización. Todo eso como una envoltura que nos inhibía. Desde ese tiempo procede nuestra

sujeción involuntaria a ese proyecto. Siendo, este, mucho más amplio en los espacios universales;

mucho más complejos. Mucho más ajenos a nuestra interpretación en esa infancia temprana, como

sujetos. Ya, ahí, estaba latente la soledad y sus implicaciones.

Entonces, necesitábamos compañía. Pero no del tipo de compañía en la cual los otros y las otras

estaban ahí. Al alcance físico de cada quien. Pero sin ese hilo de Ariadna que nos permitiera

descifrar los códigos asociados al entorno colectivo, como sujeto en sí. Es decir, en una

perspectiva de concretar expresiones concientes de organización. No como sumatoria simple de

sujetos. Más bien como conciencia que se recrea y recrea. Una opción en la cual se acumulan

saberes. En un concepto de acumulación emparentado con la vertebración de lo consciente como

colectivo. Con todas sus implicaciones. Es decir, siendo concientes de la necesidad de crear

instituciones, con los insumos de los saberes. Fundamentalmente, con esos que nos otorgan la

vitalidad indispensable para re-conocernos. Como agentes de transformación. Como expresiones

hacia el equilibrio. Desde la soledad inhóspita de lo individual; hasta el acompañamiento en lo

colectivo.

Eso de buscar el equilibrio y trascender la soledad; por la vía de sumar opciones de vida. Desde lo

primario individual; hasta lo consciente colectivo; debe ser entendido como esa condición que

permite acceder a una interpretación de los y las sujetos; vinculados y vinculadas a un proy ecto;

mucho más cercano y comprensible que aquel que tiene la naturaleza.

Es, entonces, ese proyecto nuestro, el punto de comienzo y soporte de la nueva identidad.

Colectiva e individual. La nueva identidad, así alcanzada, no era otra cosa que la noción de lo

humano. Como categoría propia que nos situaba en el camino habilitado para transitar la vida, la

historia. Con referentes definidos a partir de la necesidad inicial de asociarnos. Transfiriendo, a

través de estos referentes, principios y valores. Son posibles y necesarios; habida cuenta de

nuestra condición de animales superiores. Superioridad no anclada, únicamente, en la capacidad

para discernir acerca del reto primario de la naturaleza; sino en nuestra capacidad para convertir

ese discernimiento en, fortaleza latente para trascender la mecánica inherente a la naturaleza.

En consecuencia no opera ya aquello de la selección natural. Venimos de ahí. Somos resultantes

de ese proceso. Pero no somos simplemente eso. Somos sujetos que alcanzamos la

independencia; que trascendimos aquello de seres naturales específicos, en cadena; para acceder

a la condición de sujetos que realizamos hechos y acciones. En capacidad para entender eso que

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hacemos. Sujetos de colectivización coherente. No como manadas que, en el reino animal,

simplemente juntan individuos. Lo nuestro es una opción mucho más compleja; en razón a nuestra

capacidad para asumir, direccionar y redefinir objetivos. Un ejercicio consciente que nos ha

convocado y nos convoca a no erosionar los valores y principios adquiridos. Porque, de no ser así,

volveríamos a la opción de vida de las manadas.

.El poder y su propuesta de regresión.

Una vez logrado el equilibrio, soportado en la opción de vida societaria; que nos ha permitido llegar

hasta el trazo del horizonte de procedimientos e instituciones en función de soportar la civilización.

Una vez adquiridas la noción y la praxis relacionadas con el quehacer colectivo y que devino en la

consolidación de los referentes inherentes a la humanización del consciente individual y colectivo.

Por caminos siempre de dificultad; como quiera que este equilibrio, acceder a él, ha sido una

apuesta por la vida. Soportando guerras, arrasamientos, aniquilaciones, etc. Decantando los logros

acumulados. En una constante depuración; en términos de efectuar una disección precisa de los

contenidos de los saberes acumulados. Habiendo soportado las ofensivas vulneradoras de

poderes paralelos asociados a la mixtura religión-conservadurismo. Habiendo efectuado, como lo

hemos hecho, acciones de profundo contenido transformador en casi todos los ámbitos. Habiendo

sufrido la persecución y exterminio, a nombre de la tradición y de la moral.

Nos encontramos con constantes que ejercen y han ejercido posturas y acciones de no

reconocimiento de las opciones de vida; ni de los avances en el proceso de validar insumos

mínimos de respeto y tolerancia. Han aparecido, en ese contexto, personajes perversos absolutos.

Sujetos que siguen atados a la prehistoria del quehacer social. Cuando, cada quien al garete,

efectuaba una interpretación individual de sus requerimientos. Y, posicionaba los mismos como

iconos para sí. Sin reconocer a los otros y a las otras como sujetos con derechos. Simplemente,

porque la noción de derechos es punto de comienzo de la vida societaria.

Personajes nefandos, que han hecho de los suyos principios preeminentes que deben ser

acatados. Los Césares; los reyes de Occidente; los faraones; los Papas; los Zares, Stalin, Hitler,

Mussolini, Franco, Ronald Reagan; los Bush; Álvaro Uribe, etc. Todos ellos en contravía de los

logros alcanzados en incesantes tropeles. Porque la historia ha conocido del día a día. De esos

tejidos sociales, individuales y colectivos, que se han ido consolidando a pesar de las guerras

impulsadas por esos y otros, también como ellos, perversos registradores de la destrucción de

valores.

Construyendo aureolas en su alrededor. Como magos que convocan a la confusión; a la inversión

de la noción de verdad y de justeza. Garantes de la lucha por restaurar lo primario. Como cuando

éramos absorbidos por la dinámica de los proyectos de la naturaleza. En los cuales, ésta, imprimía

su marca. Ese tipo de sensación de impotencia, de temor, de soledad; nos acecha a cada paso;

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ahora, cuando reviven los piratas vulneradores. Que imprimen, también, su marca. Chamanes que

delinquen con los principios; que convocan a santos oficios en procura de imponer sus instintos,

como figuras y posiciones; a partir de sus esquemas mentales, enfermizos. Delirantes. Su

significante es pariente de la desolación y de la ausencia de posibilidades libertarias. Su ética es la

barbarie. Su poder es la manipulación. A manera de mercaderes del trueque y la engañifa. Sin

ningún agregado de calidad humano; absolutamente ninguno.

Una escenografía que confunde al público. Como bufos que desorientan. Que crean horizontes

enfermizos; a partir de exhibir niveles de aceptación. En esto, Hitler y Mussolini fueron maestros y

a ellos les deben sucesivos dirigentes panfletarios sus fuentes teóricas. Fundamentalmente

aquellos que fueron atizadores de violencias y que se concretaron, a manera de ejemplo, en lo que

se ha denominado, un tanto peyorativamente “La Guerra de los Mil Días”. Pero que no fue otra

cosa que derivación de ese acumulado de odios ya cifrados antes sus fuentes teóricas y

conceptuales. Pueblos enteros confundidos. Masas vergonzantes que han permitido y permiten

justificar todo tipo de tropelías. Ese tipo de franjas de población que han claudicado en su dignidad;

la han endosado a los magos manipuladores

Lo cierto es que tenemos todo el derecho, quienes no hemos claudicado, a convocar a la acción

consciente. Que nos permita acceder a la derrota del Emperador Pigmeo; que es esto en razón a

su incapacidad para percibir la vida a través del día a día que junta quehaceres. Todos ellos

emparentados con la vulneración de la vida y con sus soportes. Pigmeos intelectuales que

saldaron su deuda con la vida y con la dignidad inherente, por la vía de refrendar su compromiso

con la muerte; por la vía de cambiar la lógica que conduce a la verdad y venderla, ofrecerla y

postularla como referente único para la vigencia de su visión de democracia. Que es a la mentira,

como el Sol es a las mañanas.

1.2Justificación:

Más que un trabajo de grado, trato de proponer un referente alrededor de la interpretación y

posibles soluciones al conflicto (…o conflictos) e nuestro país. Porque se trata, de asumir retos que

permitan acceder a una opción de paz, en la cual sea plenamente identificado el derrotero a seguir.

Por una vía no especulativa formal y contestataria. Por el contrario, en una visón y acción

construida a partir de los insumos propios de la interdisciplinariedad

1.3 Antecedentes.

Uno de ellos y, tal vez, el fundamental, tiene que ver con su coincidencia con lo que se ha definido

como “la guerra de baja intensidad”; orientada desde el Imperio y aplicada con todo el rigor en

Argentina, Chile, El Salvador; Guatemala. Él, además del presidente, Julio César Turbay Ayala,

Belisario Betancur (a pesar de su aparente posición de mano tendida, que se expresó en ese

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remedo de proceso de paz serio y humano). Particularmente, el doctor Uribe Vélez, incursionó en

ese ámbito con su propuesta y programa de gobierno en la gobernación de Antioquia, por la vía de

la promoción y concreción de las Convivir; que no fueron otra cosa que el inicio del exterminio a

cargo de los grupos paramilitares. Paramilitarismo que ya tenían, en Centroamérica, ejemplos

plenos. Un experto defensor de ese proceso y de esa noción de apaciguamiento. Como diría,

aplicando una expresión de lugar común: a sangre y fuego. Y ahí reside la motivación del

exterminio de contradictores. Por ejemplo, en el caso, de la UP y de los desmovilizados del EPL, la

aplicación de plan fue tan profunda que se convirtió en el mayor proceso de acallar voces, por la

vía de la matanza y del amedrentamiento. Leamos, al respecto, lo que dice Rosendo Payares,

en su autobiografía “4710”

“…Y es que corría el año 1954. Coincidieron hechos. El militar ya estaba ahí. Venía de rapar el poder. Siendo

el cuadro político antecedente una heredad vinculada con el genocidio auspiciado desde ahí. Desde ese

centro-poder conservador. Ya casi olvidadas las reformas de López Pumarejo y su Revolución en Marcha.

Todavía cercana, en el tiempo, la muerte de Jorge Eliécer Gaitán. El sargento (¿…o cuál era su grado?), ya

jugaba a ser prócer. A ser libertador. A ser guerrero guiando a un pueblo famélico y agarrota do. Nuestra

familia era una de tantas miles sin horizontes gratificantes.

La heredad, provenía de dos íconos perversos. Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez; “el divino

Laureano”. El perdulario que encendía el Congreso, a viva voz. Voz transmisora de ideas achatadas. Con una

sola perspectiva: justificar la matanza. A viva voz. Voz de pigmeo intelectual. Hacedora de fetiches. Voz,

mirada, cuerpo, de aprendiz de ideólogo. Ese que pretendía pasar a la historia como héroe. En una Colombia

desagarrada por él, y por Ospina Pérez, y por Marco Fidel Suárez y por los azuzadores perennes. Un

fascismo inveterado. Héroe de la miseria que auspiciaron él y ellos. De la tragedia de un pueblo inerme. Pero,

asimismo, heredad de los Lleras y de Eduardo Santos, y de Olaya He rrera y…del mismo Alfonso López, que

se arredró ante la infamia.

…Y corrió la voz de que algo estaba sucediendo. Venía desde muy atrás. El método había sido

perfeccionado. Desde Núñez, el trasgresor. El sujeto cambiante; según las circunstancias. Método ap licado.

Con ese mismo se justificó la Guerra de comienzos del siglo XX. Método soportado en el manejo solapado de

las verdades. O, a decir verdad, las casi verdades. En recintos cerrados, a prueba de filtraciones plenas. Solo

el gota a gota. Para potenciar las repercusiones. Se dice y se desdice, al mismo tiempo. Entonces, se

embauca y se extiende la sensación de que algo está pasando. Aquí y allá.

Y, en verdad, algo estaba pasando. El militar todavía estaba ahí. Pero, quienes lo adularon y lo felicitaron p or

su desprendido amor a la patria; ya tejían otra red. Otra, porque, a pesar de ser la misma; era otro tiempo.

Estábamos en 1956. Y, ya, el ceremonial estaba en curso. Ya estaban los contactos. Que si en España, en

Benidorm. Que si en Londres o en Washington. Que más daba. Siendo lo único cierto, el programa. Primero

se auspiciaría la presencia de una Junta Militar politizada. Que si el General París. Que si ahora. Que si el

plan incluiría allanar el camino para que volvieran los de siempre. Liberales y Conservadores, sus cúpulas.

Las mismas que sembraban el odio entre los de la periferia. Y que, una vez empezaba la barbarie, en

cualquiera de sus versiones periódicas, convocaban al buen sentido. Al entendimiento. A la paz. No importaba

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si por fuera de ella quedaba los más afectados. Los desarraigados y las desarraigadas. Los y las caminantes,

en travesía. Buscando refugio. Aquí y allá. Y, en ninguna parte donde pasar la noche y ver amanecer el otro

día.

Y se reunieron. Y acordaron. Usted y yo. Yo y usted. Primero usted, después yo. Amarremos el pacto a doce

o más años. Qué más da. Primero usted, luego yo. Y todo volverá a empezar. Hagamos borrón y abramos

nueva cuenta. No importa lo de atrás. El perdón suyo, lo avalo yo. El perdón mío, lo avala usted. Y así,

saldamos cuentas, por ahora.

Eso sí, quienes no regresen. Quienes no acepten lo que usted y yo hacemos; están al margen de la ley. Y

serán perseguidos y serán matados y serán olvidados. Queda claro, entre nosotros, que hemos sacrificado

nuestro tiempo por este país. Y, por lo mismo merecemos ser recompensados. Y qué mejor recompensa que

primero usted y después yo. Y después usted y luego yo.

Y, ahora lo entiendo, era eso lo que se estaba urdiendo. Era eso. Y los periféricos, los sin nada, ahí; sin saber

qué hacer ni para dónde coger. Y se extendía la penuria. Y ya se había agotado el modelo de sustitución de

importaciones. Modelo económico restringido. En el cual la variab le más dinámica era crecer, sin crecer.

Quedar flotando entre los imperios; entre sus intereses y los nuestros (¿…nuestros?). Y, entonces se acumuló

capital. Para los terratenientes, para los comerciantes, para la naciente burguesía bastarda. Sí; esa que

conoció de las libertades democráticas y de las reformas y de los derechos y los deberes ; como quien

aprende a nadar por correspondencia.

Así fue, por ejemplo, como accedí a entender todo lo relacionado con la continuación del exterminio. Veía, a

ráfagas, lo sucedido con quienes no accedieron al pacto bochornoso. A ese pacto entre los mismos. Pacto

que avasallaba a la democracia. Convertía en delito el solo hecho de aspirar a una alternativa diferente. Y, sin

saberlo, iba profundizando, todas las noches. Veía a los campesinos y campesinas. Niños y niñas. En las

travesías. Solo ahora, después de haber leído al maestro Alfredo Molano, en su trilogía “Siguiendo el corte”,

“Aguas arriba” y “Selva adentro”, he podido descifrar esos mensajes de mis sueños. He podido dilucidar el

significado de esas imágenes. Los sin tierra; los desarrapados; tratando de arrancarle aliento a la vida. Como

si esta estuviera flotando ahí. Y ellos y ellas, tratando de asirla. Mientras tanto los aviones y la tropa de los

jerarcas. Apuntándoles. Matándolos. Y los gritos de rab ia y las lágrimas y la ternura invitando a resis tir. Y los

jerarcas riendo en las ciudades. Invitándonos a reconocerlos como voceros válidos. Como convocantes

ciertos a la paz. Y, nosotros, en las ciudades sin arriesgar nada. Solo consumiendo los discursos ampulosos.

Y llegó el segundo de la lista. El hijo del poeta. El mismo de la sagrada ciudad b lanca. Impoluto. Hijo de poeta

que no sabe nada de la vida de los y las demás. Que mantuvo la línea de acción. Con los chafarotes a la

ofensiva. Limpiando el campo. Siendo, esa limpieza, un concepto asociado a la matanza. Generalizada y

selectiva. E inundaban los campos de panfletos. Convocando a la rendición. Expresando que los bandidos

eran quienes reclamaban justicia. Bandidos eran quienes no se dejaban acrib illar y respondían a los

vejámenes, con la fuerza de la dignidad y, porque no, con las armas que habían logrado salvar. Y los niños

ahí. Y las niñas también. Muriendo ellos y ellas. Y sus madres. Y sus padres…y todos y todas.

Y, así, fui desenvolviendo el ovillo, similar al nudo de Ariadna. Y reconozco, en esos contextos enunciados, la

posición alusiva al desarrollo capitalista tardío. Como el nuestro. Ya no era, simplemente, el modelo de

sustitución de importaciones. Ya era, todo un modelo de amplio espectro. Pero no autónomo. Simplemente

11

vinculado a los condiciones que imponía el Imperio. Fue, entonces, cuando conocí las propuestas puntuales

de Joaquín Vallejo Arbeláez, a la sazón ministro en el gobierno de la tercera cuota del pacto (Carlos Lleras

Restrepo). Y leí, ávidamente, todo el texto sustentatorio de El Pacto Andino. Y lo cotejé con las propuestas de

la CEPAL (Comisión económica para América Latina). Y encontré las coincidencias. Algo así como un

proyecto en el cual cabían las opciones políticas y económicas, por la vía de entender una forma de la d ivisión

del trabajo. Obviamente a países como el nuestro, como Venezuela, como Ecuador, como Argentina, Brasil,

etc., nos correspondía la parte de lo accesorio. No podíamos acceder a la tecnología necesaria para

implementar un proyecto de industria pesada. Solo lo periférico; y eso sí, con limitaciones.

Y, a partir de ahí, se entiende la teoría del desarrollo desigual y combinado; lo cual no es otra cosa que la

implementación de los modelos precarios, súbditos. Y, por esa misma vía, conocí la teoría de Celso Furtado,

expresando la opción clásica del desarrollismo económico. Y, además, las teorías de Samir Amín (en la

misma perspectiva del modelo de desarrollo desigual y combinado). Y, de manera apenas obvia, profundicé

los textos económicos de Marx, y de Rosa Luxemburgo. Y leí el texto económico de Lenin “El desarrollo del

capitalismo en Rusia”. Y conocí las teorías de partido de Lenin, en lucha en contra de las postulaciones

socialdemócratas en Rusia (Los Mencheviques) y en Alemania (Rosa Luxemburgo).La teoría del Programa de

Transición de León Trotsky.

Entonces, estamos ante la necesidad de ofertar un concepto preciso en lo que respecta al significado que

tiene eso de conocer el pasado. Pero, más allá de esto, el relacionado con su dilucidación; estab leciendo tipos

de referentes soportados en el conocimiento y la interpretación. Estos son elementos imprescindib les; como

quiera que si son construidos de manera deficiente, no serán otra cosa que extravíos. Y, como todo extravío,

no será otra cosa que ejercicio diletante. Con un agravante centrado en la consolidación de la sumatoria de

hechos y de narraciones, como simple amalgama a partir de la cual se construyen (a manera de deducciones

y conclusiones), instrumentos que distorsionan y derivan en mera perspectiva, cuando no etérea, alusiva a

interpretaciones de la realidad sesgada y, por esto mismo, de utilización impropia e impertinente.

Lo cierto es, en consecuencia, que estamos en la ob ligación de cuestionar esos insumos metodológicos, por

cuanto la búsqueda de hilos conductores de los procesos sociales e individuales, constituye un imperativo. No

solo por las implicaciones que tienen los hechos y su registro, en el diseño y concreción de propuestas para

asumir los retos del futuro, en lo que este tiene escenario próximo en el cual, la realidad, ejercerá b ien como

hechos y acciones en las cuales los conceptos pueden ser prefigurados y utilizados como referentes válidos; o

b ien como expresiones de distorsión.

Por lo mismo, la decisión de realizar este escrito, se origina en la lectura de algunos documentos relacionados

con la interpretación del quehacer político y social, soportados en la narración oral. Pero no tanto porque el

método sea inválido, de por sí; sino porque esas narraciones son utilizadas y articu ladas, sin el filtro

conceptual necesario al momento de escucharlas y transcrib irlas. Filtro conceptual, absolutamente

indispensable, en razón a que la psicología del actuante y narrador, su visión e interpretación de los hechos,

son vertidas a partir del ejercicio memorístico; pero también a partir de su noción de la vivencia como realidad

derivada del tipo de aprehensión lograda. Y ya, ahí, se supone la existencia de una posición proclive a la

distorsión. Siendo así, el sesgo está presente y la interpretación del historiador, simplemente estará afectada,

casi como acto reflejo, por ese sesgo. Inclusive, como lo demostraré más adelante, muchos de los pasajes

12

narrados, no son otra cosa que alucinaciones o giros sustanciadores, utilizados por el o la sujeto p ara

reafirmarse como leyenda; o como héroe…o heroína. O, como también lo demostraré, porque el (la)

entrevistador (a) e historiador (a); desemboca en postulaciones, a manera de verdad, construidas de tal

manera que expresen sus propósitos, tanto en lo circunstancial, como en lo trascendental. Todo a la manera

de sujeto (a) que se explaya, magnificándolos, en los hechos narrados.

Veámoslo en estos términos:

“…El automatismo de la escritura me ha compelido hasta aquí. Sigo aferrado al impulso de continuar, sabiendo sólo

que he arribado hasta un punto imprevisto en el inicio. Algo me dice que voy bien. La fractura persiste, pues estoy

seguro de no ser yo quien sólo escribe. El saber que voy bien se me antoja como una simple forma, como un cierto

sabor o como una entonación peculiar de lo hasta aquí escrito. Ello me induce a esa secreta corroboración del voy

bien. La escritura pareciera ser una especie de emanación corporal: hay ciertas manifestaciones del automatismo

que escapan a la sola conciencia, enmarcándose en un más allá de pura racionalidad. Los escritores pueden ser una

forma de catadores sui generis, adheridos a un paladar peculiar que discrimina o destila signos, frases y contextos,

en una palabra, todo aquello que convenimos en llamar ideas…” 6

Es, ante todo, la búsqueda de elementos que me permitan proponer alternativas. No solo en lo que hace

referencia a la interpretación; sino también en lo que compromete a lo metodológico. Porque, eso lo tengo

b ien claro, no pretendo una argumentación a la manera contestataria, insípida y/o tendenciosa.

Ahora b ien, como es en realidad, una posición a partir de la lectura de algunos de los escritos del maestro

Alfredo Molano; tiene un asidero en el hecho mismo de la importancia que ha adquirido toda su labor

investigativa, apuntándole a la presentación de opciones de interpretación; con un horizonte que compromete

a la gestión por alcanzar una tipificación de lo vivido por los y las personajes, en el contexto del conflicto

armado y no armado que ha estado en la base de la construcción de Nación, de País y de

Estado…”(Rosendo Payares, “4710”, edición digital, Universia)

“…Las historias de vida sobre las cuales Alfredo Molano ha centrado la mayor parte de su actividad

intelectual, son un producto cuya docilidad de interpretación puede provocar equívocas conclusiones. Son

ellas una forma testimonial que funde una o varias percepciones individuales con la elección particular del

escritor que selecciona la experiencia y la describe según un prisma valorativo propio. Re sulta difícil , por lo

tanto, discernir en este tipo de trabajos cuál es el propósito del autor al optar por unas y no otras historias, qué

afinidades ideológicas trascienden los niveles de empatía entre testimoniante e interlocutor y, en fin, qué

grados de transformación ha provocado en la materia prima del relato el corazón y la pluma del escritor…” 7

1.4 Objetivos:

1.4.1 Objetivo General:

6 Téllez, Freddy. “Palimpsestos. Los rostros de la escritura”. Publicada por Centro Editorial de la Universidad Nacional de Colombia. Primera edición, 1990/1991, página 80. 7 Ramírez T., Will iam. Prólogo a la obra “Trochas y Fusiles”, primera edición (Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia), escrita por Alfredo Molano B. Ed. El áncora; página 13.

13

Establecer un hilo conductor que permite entender la dinámica que han tenido y tienen los

procesos de reconciliación; por la vía de asumir los conflictos desde una perspectiva

interdisciplinaria. Con énfasis en el modelo de interpretación jurídica. De las modificaciones

necesarias en toda la estructura de tipificación de los delitos. Particularmente, en el entendido de

reconfigurar la noción de delito político y de sus conexos. Y, en esto, es fundamental una visión

sociológica, jurídica y antropológica. Siendo, por lo demás, necesaria a precisión en términos de la

asunción de roles. Particularmente, en lo que hace a la posición asumida por quienes se erigen

como sujetos plenos de vocería subversiva.

1.4.2 Objetivos específicos:

-Comprensión de lo jurídico, centrado en las normativas necesarias para enfrentar el proceso

-Entender la dinámica de las ciencias sociales, al momento de enfrentar un conflicto tan complejo

como el nuestro

-Comprender lo relacionado con la participación de quienes se erigen como víctimas

fundamentales. Y, por lo mismo, las acciones gubernamentales necesarias.

2. Marco Referencial

2.1 Marco Teórico

Siendo el objeto de este trabajo, abordar la reflexión en torno a los instrumentos jurídicos,

políticos y antropológicos. En términos de la metodología y la lógica argumental; considero

conveniente expresar algunos aspectos, a manera de preludio. Uno de ellos tiene que ver con la

noción de concepto, en el contexto de la lógica. El otro tiene que ver con una opción teórica más

vasta, en razón a que involucra a la filosofía y su desarrollo como proceso de interpretación de

la vida y de la naturaleza.

En relación a la primera reflexión, fundamentado en el texto indicado para el análisis; está

soportada, en el texto Introducción a la Lógica, escrito por Irving M. Copi. Un soporte teórico

que me remite al análisis conceptual, en torno a la construcción e interpretación de postulados

necesarios para interactuar, en procesos concernientes a la teoría del conocimiento y sus

especificidades. Y, esto, nos conduce también a entender la dinámica de procesos en nexo con

la ciencia, la historia de la humanidad y la naturaleza.

Es en ese contexto, dentro del cual considero pertinente realizar un recorrido conceptual,

teniendo como referentes algunos escritos que han abordado el análisis del conflicto en nuestro

país, por la vía de interpretaciones a partir de sucesivos eventos históricos.

14

La segunda reflexión, permite profundizar acerca de los contenidos filosóficos. Tanto en lo que

tiene que ver con los desarrollos expresados por las diferentes escuelas; como también en el

significado que adquieren al momento de cotejarlos con la realidad y/o con las narraciones

mitológicas o cuasi mitológicas. Lo que pretendo, entonces, (así como en el trabajo precedente

en torno a la tríada “Siguiendo el corte”; “Aguas arriba” y “Selva Adentro”) es dilucidar el

mensaje que el profesor Molano, transmite y su verdadera dimensión en lo que respecta al

relato histórico como aporte efectivo a la interpretación del proceso que ha vivido nuestra gente

a causa de las violencias oficiales y no oficiales; así como las sucesivas respuestas que se han

ensayado por parte de quienes (querámoslo o no) han ejercido como sujetos individuales y

colectivos, contestatarios.

2.2 Marco Conceptual

2.2.1 El conocimiento y la verdad.

Sócrates confrontó con firmeza las posiciones vigentes. Podría decirse que, esa confrontación,

estuvo anclada en la reivindicación de la gestión individual de cada sujeto, basada en la indagación

y la reflexión. A partir de ahí, postular nuevas interpretaciones. Así, entonces, el conocimiento no

puede ser una dádiva. Tampoco es un privilegio heredado. Se adquiere con el esfuerzo individual,

ligado a la participación en escenarios concretos que convocan a la discusión y el intercambio. Solo

así puede entenderse la magnitud de los retos que tiene la humanidad. Sócrates, entonces, realiza

un ejercicio individual y lo conecta con un ejercicio colectivo, social. Convoca a unir esfuerzos para

acceder a opciones de mayor jerarquía. Entendida, esta última, como mayor dimensión. La moral,

la virtud y la ética, en consecuencia, son realizaciones que se insertan en el cuadro de valores de la

sociedad; a partir de esas acciones vinculadas con el conocimiento y con la asunción de esos retos.

La visión socrática, en mi interpretación, es una absolutización del esfuerzo individual en la

búsqueda de referentes, a partir del desarrollo del conocimiento. Vista así, esa visión, podría

aparecer como la reivindicación del individualismo, en abstracción del contexto social en que cada

individuo intervine. Sin embargo, efectuado un análisis de conjunto, es posible entrever que él

entiende la acción individual como un punto de partida; como un instrumento con el cual la

sociedad puede llegar a alcanzar y realizar postulados plenos de justicia equidad.

De otra parte, la opción socrática, es una invitación a trabajar por ser consecuentes. Esto traduce,

no ejercer posiciones de desdoblamiento. Cada sujeto debe adquirir conciencia acerca de su rol.

Debe esforzarse por hacer coincidir lo que dice ser de sí mismo, con sus intervenciones prácticas,

cotidianas.

Veamos esto, en la siguiente reseña.

15

“…2.1 La tarea moral. Para Sócrates el saber fundamental es el saber acerca del hombre. La

tarea más importante de cada uno es el cuidado del alma, y la del político, hacer mejores a los

ciudadanos. El saber que defiende es, pues, ante todo, moral o práctico y, además, universal. Se

trata de conocer para poder obrar bien. Sostiene que en el conocimiento está el secreto de la

actuación moral. El conocimiento es virtud, el vicio es la ignorancia, y el remedio está en que la

virtud puede ser enseñada. Cuando el hombre conoce el bien, obra con rectitud: nadie se equivoca

a sabiendas. La causa de que los hombres obren mal no está en una debilidad sino en un error

intelectual: juzgan como bueno o conveniente lo que no es tal.

Por esta razón invita a cada uno a preguntarse sobre qué‚ sea el bien, en la confianza de que –sin

necesidad de "molestar a los dioses"– la razón que anida en cada uno puede alumbrar ese

conocimiento. Esta búsqueda le da al hombre su felicidad.

Establece así esta secuencia:

–Conocer. ¿Para qué? –Para obrar bien.

–Obrar bien. ¿Para qué? –Para ser feliz.

–El sabio es feliz.

Superación del relativismo. También Sócrates, como los demás sofistas, es crítico con lo

establecido. No se trata de aceptar los valores tradicionalmente admitidos o las opiniones

establecidas aunque sean las de la mayoría.

Es preciso buscar lo que las cosas son y, en concreto, qué sea la justicia, la virtud o el bien.

Paradójicamente admite con los sofistas que la virtud puede enseñarse, pero no admite que haya

maestros, porque el conocimiento se encuentra en nosotros y sólo se necesita un método adecuado

–que desde luego no es la retórica para sacarlo a luz.

Lo importante es buscar lo auténtico por uno mismo; sólo el individuo autónomo puede dar razón

de sus actos, estableciendo así la prioridad de la "razón" (conciencia) como instancia última moral,

culminando y superando, de esa manera, la crítica sofística y el relativismo moral, porque no se

puede separar lo que es bueno para uno de lo que es bueno sin más.

2.2.2 La virtud es conocimiento. Al considerar que todas las virtudes morales son formas de

conocimiento, Sócrates entiende que seríamos justos si conociéramos la justicia, porque no interesa

16

un saber teórico sino práctico, porque no queremos, en último término, saber qué es la jus ticia sino

"ser justos", o que cosa sea la valentía, sino "ser valientes". …”8

2.2.3 Hacia una interpretación de la visión socrática en la actualidad.

El ser individual es, de por sí, complejo. En cuanto logra, aún en su condición de individuo (a)

primario (a), construir su propia visión de la exterioridad. Este proceso está asociado a los sentidos

biológicos. La percepción, como ejercicio inicial que permite acceder a insumos externos, ejerce

como instrumento para recolectar esos datos y procesarlos. Ya ahí, la diferenciación se establece

por la vía del seguimiento y continuidad, originados en la capacidad para retener la información e

interpretarla. No es una memoria simbólica ni formal, como la de los otros animales. Esa memoria

trasciende a la repetición simple de lo aprendido, a manera de expresión espontánea y/o de

respuesta instintiva a motivaciones externas. Por el contrario, es una memoria en constante

actividad y que actúa como recurso pleno e intencional, cuando se hace necesario recordar lo visto

antes, lo vivido; a partir de experiencias individuales y colectivas. Así y solo así se puede entender

la capacidad que adquiere cada sujeto (a), para proponer y desarrollar opciones dirigidas al proceso

de transformación de la exterioridad. Pero también, para entender la construcción de una

simbología para sí; de tal manera que ejerza como instrumento fundamental, a la hora de definir

sus propias perspectivas; en cuanto expectativas originadas en su propia pulsación con respecto a

los (as) ) otros (as). Entonces, la esperanza, la ilusión, los afectos, el placer como elaboración suya;

constituyen referentes en los cuales se cruzan la individualidad y lo colectivo. No como derogación

de lo primero en función de lo segundo; sino como interacción que el (la) sujeto (a) individual

acepta, e incluso propone, en el camino hacia la obtención de un determinado fin. Ya, en esta

expresión, es pertinente entrever la influencia (...en esa memoria individual, como acumulado

constante) de las tradiciones aprehendidas por la vía de la imposición y/o de la experiencia directa,

que adquieren determinadas instancias simbólicas; construidas a partir de procesos individuales y

colectivos. Así entonces, a manera de ejemplo, cabe analizar en ese espectro; el rol de la religión,

de los códigos y paradigmas que ejercen como limitaciones al desarrollo pleno de la individualidad,

en cuanto adquieren una significación que trasciende a cada sujeto (a) y lo (a) obliga a un

acatamiento; so pena de quedar por fuera de esa figura de concertación colectiva que lo (a)

compromete. No reconocer la concertación (a la manera de equilibrio); tuvo siempre (...y tiene

ahora) para cada sujeto (a) repercusiones profundas. Inclusive, de su aceptación o no, depende en

muchos casos la existencia suya como sujeto (a) individual vivo, como actor válido.

En este contexto cabe una expresión relacionada con la incidencia que adquieren las opciones

propuestas, por parte de los (a) sujetos (as) individuales; en lo que hace referencia a la

8 Ibíd.

17

interpretación de las pautas, paradigmas y condiciones vigentes en un determinado período

histórico. En sí esas pautas y condiciones, no son otra cosa que construcciones colectivas que

trasciendan a cada individuo (a). Podría aseverarse inclusive que, en las mismas; cada sujeto se

subsume, como quiera que no le está permitido transgredirlas. Está obligado, en consecuencia, a

asumir una interpretación similar a la que realizan los (as) otros (as). Si su decisión es hacer

trasgresión, bien sea por la vía de proponer una interpretación diferente y/o de asumir la opción

directa de cuestionarlas y trabajar por su destrucción; se entiende que asume las consecuencias a

que esto conlleva…Entonces se configura, a partir de esa intervención individual, una confrontación

con la simbología e iconografías colectivas. Aquí, en esa confrontación, se enfrenta la construcción

individual con la construcción colectiva. Esto es válido, como decíamos arriba, tanto para los

paradigmas colectivos asociados a la religión; como para aquellos paradigmas asociados a la noción

de ordenamiento y de jerarquización. Queda claro, asimismo, que estas construcciones colectivas,

son posteriores a la apropiación primigenia de la exterioridad, a la internalización primera realizada

por cada sujeto (a) en su contacto inicial con la naturaleza. Es decir, son elaboraciones,

desarrolladas en el tiempo y en el espacio; como acciones concientes o inconscientes (...o mediante

una interacción entre los dos estados) en donde se aplica el conocimiento acumulado, a manera de

ordenamiento de las percepciones recibidas y almacenadas en la memoria. Pasa a ser, por esta vía,

una memoria de todos y todas. Una memoria colectiva que se construye a través de la

comunicación y de la instauración de códigos e íconos que dan fe de la concertación.

Toda herejía, en principio, es una acción individual. Compromete a quien realiza una interpretación

diferente y se decide a proponerla como opción. Bien sea como modificación parcial de las pautas,

paradigmas y condiciones instaurados como referentes colectivos; o como alternativa que conlleva

a una modifi9cación total, radical. Algo así como o son esas pautas y paradigmas o son estas

pautas y paradigmas alternativos. Ya ahí, en esa acción de proponer una alternativa, se configura

un distanciamiento con respecto al ordenamiento vigente. Adquiere ese hecho un significado

asimilado a la ruptura. En el proceso de enfrentar esa opción (...u opciones) con las existentes; el

(la) sujeto (a) que ejerce como cuestionador (a), desemboca en una posición herética. A partir de

ahí, se trata de definir las condiciones y el tipo de acciones a realizar, el proceso de difusión de la

opción u opciones nuevas. Aquí, condiciones, tienen que ver con los insumos recaudados para

sustentar la nueva opción. Tipo de acciones, tiene que ver con realizar una confrontación individual

absoluta. O la adquisición, mediante el proceso de persuasión o imposición, de una aceptación de

los (as) otros (as). De tal manera que pueda presentarse y desarrollar como opción u opciones

colectivas. Esto no es otra cosa que el comienzo de una sumatoria de acciones diferenciadas; en

procura de lograr la aceptación y acatamiento, bien sea de la modificación parcial o de la

erradicación de las anteriores pautas y paradigmas y, en su reemplazo, erigir las nuevas.

18

De todas maneras, bien sea que se actúe n un u otro sentido, es evidente la necesidad de cierta

subyugación hacia los otros y las otras. Algo así como entender y aceptar el principio básico

relacionado con el ordenamiento y el equilibrio por la vía de la imposición de pautas y paradigmas:

siempre existan referentes establecidos como condición para el ordenamiento y el equilibrio; habrá

unos códigos y obligaciones que ejercen como limitación a la libertad individual. Alcanzar unos

nuevos referentes, unos nuevos códigos y nuevas obligaciones; supone la realización de acciones

que controvierten lo anterior.

Los humanos hemos recorrido un largo camino. A pesar de las vicisitudes, hemos mantenido la

esperanza de alcanzar la justicia; a partir de promover la concreción de valores éticos y morales en

nuestra gestión. Esa esperanza debe permanecer. Por ella debemos luchar. Y, en este proceso, la s

enseñanzas de Sócrates siguen siendo un faro.

2.2.4. De la lógica

Método que nos permite abordar el análisis de uno o varios postulados. Siendo así, entonces, es

posible hablar de un procedimiento fundamentado en la reflexión. Pero, al mismo tiempo, esta

reflexión tiene como punto de partida la identificación de un hilo conductor; de tal manera que

permita establecer una secuencia o momentos en el curso o desarrollo del análisis. Esto es lo que

explica, en términos de precisión semántica y metodológica, la existencia de tendencias y/o líneas

de interpretación, en razón a los instrumentos conceptuales y prácticos utilizados en el proceso de

identificación, desarrollo y conclusión, respecto a un determinado postulado.

Para ilustrar el contexto propuesto, considero pertinente citar al profesor Francisco Rodríguez

Consuegra9 en su escrito: “La vía negativa hacia el concepto de consecuencia lógica”10.

“Los objetivos principales de este artículo son dos. En primer lugar, explorar la vía negativa que

lleva de los conceptos de independencia y consistencia al de consecuencia lógica, frente a la vía

positiva –la usual- que, partiendo del concepto Tarski año de verdad, reconoce sólo el precedente

de Bolzano y, a veces también, el de Aristóteles. En segundo lugar, mostrar el nexo existente entre

el punto de vista formal y el concepto de consecuencia lógica, que surge con toda claridad

precisamente en relación al desarrollo del concepto de independencia, como se ve cuando se

estudia la aparición de los primeros sistemas verdaderamente formales en la escuela de Peano…”11

9 Al momento de la publicación de su escrito en el texto “el velo y la trenza” (1997), ejercía como profesor titular del Departamento de Lógica y Filosofía en la Universidad de Valencia, España. 10 Rodríguez C., F., “El velo y la trenza”, Editorial Universidad Nacional de Colombia, primera edición 1997, páginas 111 -123. 11 Ibíd., página 111

19

Visto así, en consecuencia, la lógica, no puede ser asumida como sistema único de preceptos,

definiciones y/o valores. Es, insisto, un instrumento metodológico que permite identificar y

desarrollar un procedimiento para lograr la interpretación de uno o varios postulados y, a partir de

ahí, construir opciones de demostración. Por lo tanto, la caracterización de métodos,

procedimientos y estructura de conceptos para la búsqueda de esas opciones, tiene que ver con la

existencia de escuelas, corrientes y/o sistemas.

Para ilustrar con más énfasis esta aseveración, veamos otro aparte del escrito realizado por el

profesor Francisco Rodríguez Consuegra.

“1.La definición tarskiana de consecuencia.

Comencemos con el texto canónico de Tarski 193612 publicado poco después de su-también universalmente

aceptada-definición recursiva del concepto de verdad para lenguajes formalizados.

Entre los conceptos semánticos fundamentales tenemos el de satisfacción de una función enunciativa por

parte de un objeto o de una serie de objetos. [..] El significado intuitivo de frases como Juan y Pedro

satisfacen la condición “X e Y son hermanos”, o la tripla de números 2,3 y satisface la ecuación

“x+y=z”, no deja dudas. [..] Uno de los conceptos que pueden definirse en términos del concepto de

satisfacción es el concepto de modelo. [..] Sea L una clase cualquiera de enunciados. Reemplazamos todas

las constantes extralógicas que aparecen en los enunciados pertenecientes a L por las variables

correspondientes, siendo las mismas constantes reemplazadas por las mismas variables y las constantes

distintas por variables distintas. De este modo obtenemos una clase L´ de funciones enunciativas. Cualquier

serie de objetos que satisfaga cada función enunciativa de la clase L´ será denominada modelo o

realización de la clase L de enunciados (justo en el mismo sentido se habla habitualmente de modelos de

un sistema axiomático o de una teoría deductiva). [..] En términos de estos conceptos podemos definir el

concepto de consecuencia lógica como sigue: el enunciado X se sigue lógicamente de los enunciados

de la clase K sí y sólo sí cada modelo de la clase K es asimismo un modelo del enunciado X.

Tarski, en este ensayo menciona sólo a Carnal como predecesor, aunque generalmente se considera que

también lo fue Bolzano (que Tarski menciona en otros escritos. Ahora veremos que, efectivamente, la

definición de Bolzano es muy parecida. El texto es casi un siglo anterior al de Tarski (Bolzano 1837) 13…”14

Desde mi interpretación, a partir del análisis de los textos citados y del seguimiento en torno a los

elementos básicos constitutivos de la lógica, esta permite situar un horizonte para el

12 Tarski, ah. 1936, “On the concepto of logical consequence”, trad. inglesa del alemán, incluida en Tarski 1956; trad.cast.de L. Vega en: Castril lo y Vega 1984:178.192 (nota tomada de la reseña bibliográfica del autor en obra citada, página 125). 13 Bolzano, B. 1837, Wissenschaftslebre trad. inglesa parcial de George (Theory of science, Berkeley,

University of California Press, 1972. (Nota: referencia bibliográfica citada por el autor, página 124, obra citada.) 14 Ibíd., página 112.

20

desenvolvimiento de la reflexión en torno a áreas específicas y generales del conocimiento.

Inclusive, en extensión del concepto propuesto por mí en este escrito, podría decirse que la teoría

del conocimiento, está anclada en los instrumentos metodológicos que permite la lógica. Lo cual, a

su vez, permite inferir su posición como condicionante válida, al momento de construir y desarrollar

referentes fundamentales para la investigación en diferentes áreas del conocimiento. En esta

misma perspectiva, entonces, cabe la afirmación según la cual la duda como insumo necesario en

el proceso que subyace a al crecimiento cultural de la humanidad; establece de por sí un nexo con

la lógica, tratándose de la búsqueda de alternativas que permitan superarla, a partir de la

cotejación y confrontación de las hipótesis vinculadas con el origen concreto de esa duda. A

manera de ejemplo: el método desarrollado por Lewis H. Morgan en sus investigaciones en las

líneas del progreso humano desde el salvajismo hasta la civilización a través de la barbarie (La

sociedad primitiva); nos permite entender la dimensión de los retos que asume un investigador, en

desarrollo de un proceso concreto, para resolver dudas concretas en lo que hace referencia (como

en este caso) a al estudio de los orígenes de la sociedad. Veamos apartes del prólogo escrito por

Gregorio Weinberg, para la edición del texto “La sociedad primitiva”, realizada en 1972 por la

Dirección de Divulgación Cultural de la Universidad Nacional de Colombia.

“El libro de Morgan, La Sociedad Primitiva, puede y debe ser ubicado dentro de la serie de los

magistrales estudios sobre la naturaleza y la sociedad. Su obra puede ser parangonada con la de

Copérnico, que independiza audazmente la ciencia de la teología y niega el geocentrismo; con la de

Galileo, creador del método científico; con la de Kant-Laplace, formuladores de la primera hipótesis

cosmogónica que prescinde de la divinidad; con la de Lyell, que racionaliza y da sus fundamentos a

la geología; con la de Darwin al plantear en forma inconmovible el principio de la evolución y con la

de Marx, su contemporáneo en más de un sentido, con su genial análisis histórico de la sociedad.

Es dentro de esta línea, la más progresista y consecuentemente científica, que debe colocársele

para entender en toda su significación y trascendencia el aporte de Morgan a las ciencias del

hombre…”15

Con los anteriores elementos conceptuales como referentes, me permito presentar mi

interpretación acerca de la aplicación de la lógica en la vida intelectual según el requerimiento

señalado por el profesor Luis Fernando Silva, para optar a la superación del indicador de logro 202.

2.2.4.1 La lógica, su aplicación como herramienta conceptual y metodológica.

2.2.4.2 La ciencia y el método de investigación.

15 Weinberg, G., prólogo a “La sociedad primitiva”. Edición Divulgación Cultural Universidad Nacional de Colombia, 1972.

21

Ya, en la introducción realizada este escrito, he señalado mi entendido en torno a la razón de ser

de la lógica, a sus fundamentos y su desarrollo. Uno de los elementos consignados por mí, habla de

su significación en términos del análisis y la investigación. Asimismo, he dado cuenta de su nexo

con el método; en cuanto que permite abordar la interpretación en áreas generales y específicas

del conocimiento. También he precisado acerca de la existencia de diferentes tendencias o escuelas

en el desarrollo de la lógica como instrumento metodológico.

Se trata, ahora, de enfatizar con respecto a su aplicación (aunque ya lo he expresado en la

introducción, en el ejemplo presentado para el caso de Lewis H. Morgan, en sus Investigaciones en

las líneas del progreso humano desde el salvajismo hasta la civilización, a través de la

barbarie).Para avanzar en este propósito, he decidido recurrir al texto de Edmund Husserl

(Investigaciones lógicas).

En el capítulo 1 (La lógica como disciplina normativa y especialmente como disciplina práctica),

Edmund Husserl, nos acerca a la discusión en torno al significado que adquiere la lógica, a sus

tendencias y a la perspectiva que adquiere su aplicación. Veamos.

“…La imperfección teorética de las ciencias particulares.

Enséñanos la experiencia cotidiana que la maestría con que un artista maneja sus materiales y con el juicio

decidido, y con frecuencia, seguro, con que aprecia las obras de su arte, sólo por excepción se basan en un

conocimiento teorético de las leyes que prescriben al curso de las actividades prácticas su dirección y su orden

y determinan a la vez los criterios valorativos, con arreglo a los cuales debe apreciarse la perfección o

imperfección de la obra realizada. El artista profesional no es por lo regular el que puede dar justa cuenta de

los principios de su arte. El artista no crea según principios, ni valora según principios. Al crear, sigue el

movimiento interior de sus facultades armónicamente cultivadas, y al juzgar, sigue su tacto y sentimiento

artístico, finamente desarrollado. Pero esto no sucede sólo en las bellas artes, en las que primero se habrá

pensado, sino en todas las artes en general, tomada la palabra en su sentido más amplio. Concierne, pues,

también a las actividades de la creación científica y a la apreciación teorética de sus resultados; esto es, de las

fundamentaciones científicas de los hechos, leyes y teorías. Ni siquiera el matemático, el físico o el astrónomo

necesita llegar a la intelección de las últimas raíces de su actividad, para llevar a cabo las producciones

científicas más importantes; y aunque los resultados obtenidos poseen para él y para los demás la fuerza de

una convicción racional, no puede el científico tener la pretensión de haber probado siempre las últimas

premisas de sus conclusiones, ni de haber investigado los principios en que descansa la eficacia de sus

métodos….”16

Luego, en sentido conceptual y práctico, la lógica admite su aplicación en áreas diferenciadas y

diversas. El problema acerca del grado de profundización y de identificación que se logra, en

16 Husserl, E., Investigaciones Lógicas, 1995 ed., Editorial Altaza, página 39

22

desarrollo de una determinada aplicación en nexo con un área específica del conocimiento, supone

establecer los límites en los que se desenvuelve el proceso.

3. Referente histórico y geográfico.

3.1 El contexto.

El recorrido que propongo, en este sentido, tiene que ver la indagación que hice acerca de las

crónicas históricas realizadas por el profesor Alfredo Molano Bravo (Trochas y fusiles, Siguiendo el

Corte, Aguas arriba y Selva adentro.) Todas referidas a las condiciones en que se ha desenvuelto

el conflicto en nuestro país.

3.2 De la lógica en la narración del profesor Molano.

No es posible asumir este aspecto, sin antes conocer el punto de comienzo en lo que respecta a

los postulados del autor. En relación con su definición de la historia soportada en una noción de

la lógica que conlleva a establecer una dinámica propia en sus escritos, particularmente en

“Trochas y fusiles”; como instrumento básico para entender y desarrollar los procesos. Por lo

mismo que su contenido conlleva a la necesidad de plantear precisiones inherentes a los

diferentes aspectos del conocimiento. Me parece pertinente, entonces, citar, en extenso, la

siguiente expresión:

“…La lógica ha sido definida a menudo como la ciencia de las leyes del pensamiento. Pero esta definición,

aunque ofrece un indicio acerca de la naturaleza de la lógica, no es exa cta. En primer lugar, el

pensamiento es uno de los procesos estudiados por los psicólogos. La lógica no puede ser 'la' ciencia de

las leyes del pensamiento porque también la psicología es una ciencia que trata de las leyes del

pensamiento (entre otras cosas) Y la lógica no es una rama de la psicología; es un campo de estudio

separado y distinto.

En segundo lugar, si 'pensamiento' es cualquier proceso mental que se produce en la psiquis de las

personas, no todo pensamiento es un objeto de estudio para el lóg ico. Todo razonamiento es pensamiento,

pero no todo pensamiento es razonamiento. Por ejemplo, es posib le pensar en un número entre uno y diez,

como en los juegos de salón, sin elaborar ningún 'razonamiento' acerca del mismo. Hay muchos procesos

mentales o tipos de pensamiento que son distintos del razonamiento. Es posib le recordar algo, o

imaginarlo, o lamentarlo, sin razonar sobre ello. O uno puede dejar 'vagar' los propios pensamientos en un

ensueño o fantasía, construir castillos en el aire, o seguir lo que los psicólogos llaman 'asociación libro, en

la que una; imagen remplaza a otra en un orden que no tiene nada de lógico. A menudo, esta sucesión de

pensamientos en la asociación libre tiene una gran significación y sobre ella se basan algunas técnicas

psiquiátricas. Por supuesto que no es necesario ser un psiquiatra para comprender el carácter de una

persona mediante la observación de este flujo de su conciencia. Hasta constituye la base de una técnica

literaria muy efectiva, iniciada por James Joyce en su novela Ulises. Inversamente, si se conoce b ien de

antemano el carácter de una persona, es posib le seguir y hasta anticipar el curso de su flujo consciente.

23

Todos recordamos cómo Sherlock Holmes acostumbraba romper los silencios de su amigo Watson para

responder la misma cuestión a la cual había sido conducido el doctor Watson en sus meditaciones. Parece

haber ciertas leyes que gobiernan el ensueño, pero no son del tipo de las que han estudiado

tradicionalmente los lógicos. Su estudio es más apropiado para los psicólogos, y las leyes que describen

las evoluciones de la mente en el ensueño son leyes psicológicas, no principios lógicos. Definir la lógica

como la ciencia de las leyes del pensamiento es incluir demasiado dentro de ella.

Otra definición común de la lógica es aquella que la señala como la ciencia del razonamiento, Esta

definición evita la; segunda objeción, pero no es aún adecuada. El razonamiento es un género especial de

pensamiento en el cual se realizan inferencias, o sea en el que se derivan conclusiones a partir de

premisas. Pero es aún pensamiento y, por tanto, forma parte también del tema de estudio del psicólogo.

Cuando los psicólogos examinan el proceso del razonamiento, lo encuentran sumamente complejo,

emocional en alto grado y moviéndose por medio de desmañados procedimientos de ensayo y error

iluminados por repentinos chispazos de comprensión, a veces inconexos en apariencia. Éstos son de la

mayor importancia para la psicología. Pero no son en absoluto de la incumbencia del lógico los oscuros

caminos por los cuales la mente llega a sus conclusiones durante los procesos reales de razonamiento.

Solo le interesa la corrección del proceso, una vez terminado. Su problema es siempre el siguiente: ¿la

conclusión a que se ha llegado deriva de las premisas usadas o afirmadas? Si la conclusión se desprende

de las premisas, esto es, si las premisas constituyen un fundamento o una buena evidencia de la

conclusión, de manera que afirmar la verdad de las premisas garantiza la afirmación de que también la

conclusión es verdadera, entonces el razonamiento es correcto. En caso contrario, es incorrecto. La

distinción entre el razonamiento correcto y el incorrecto es el problema central que debe tratar la lógica.

Los métodos y las técnicas del lógico han sido desarrollados esencialmente con el propósito de aclarar

esta distinción. El lógico se interesa por todos los razonamientos, sin tomar en cuenta su contenido, pero

solamente desde este especial punto de vista. “17

Quiere decir lo anterior que nos encontramos ante una definición que plantea una estructura

compleja. Porque remite a interactuar con diferentes áreas del conocimiento, al momento de

postularla. Es, entonces, una figura que reivindica el proceso de interpretación y de inferencia,

como una hilvanación en la que existen momentos diferenciados. Inclusive, remite a las

expresiones en el manejo de la verdad y de sus instrumentos precedentes, a la manera de los

diagramas de Venn, en la teoría de conjuntos.

Cuando, Irving Copi, plantea su opción teórica referida al conocimiento y distinción de las cosas y/o

de las ideas en un determinado contexto (página 57 del texto, en la edición anotada); lo hace por la

vía de lo que él mismo entiende por género y diferencia. En su precisión, cuando hace referencia

(a manera de ejemplo) al género polígono y sus nexo con el concepto de triángulo; infiere que la

distinción se construye, a partir de referenciar especificidades de una figura concreta, en un

determinado contexto que involucra un concepto más amplio. Diríamos, de una totalidad.

17 Copi M., Irving. “Introducción a la Lógica”. Séptima edición; páginas 9-10

24

Veamos lo anterior, remitido a algunas definiciones en términos del Conocimiento ordinario. Aquí el

contexto, asimilado al género, tiene que ver con la noción de la teoría del conocimiento. La

diferencia se expresa al momento de hablar del significado que adquiere la noción de conocimiento

ordinario. Entendido este como los elementos conceptuales y prácticos aplicados en la

cotidianidad. A diferencia, por ejemplo del conocimiento científico que involucra aspectos precisos

extractados del análisis científico en áreas específicas de la ciencia.

Entonces, la proximidad está dada por la referencia a una especificidad que se propone en el

contexto de una noción más general. Lo que convoca a entender los elementos relacionales entre

teoría del conocimiento y conocimiento ordinario. El mismo método de reflexión vale para la

especificidad “conocimiento científico”.

Mediante un procedimiento similar, podemos construir elementos de referencia. Existiendo un

contexto y unas aristas que tocan a los elementos referenciales; por la vía de establecer esas

aristas; bien sea en la totalidad del discurso conceptual o en una materialización.

Veámoslo en otro ejemplo. Cuando se habla, del recorrido o proceso histórico, se habla de un tipo

de conocimiento que debe ser planteado con arreglo a los elementos teóricos propios de ciencias

sociales; pero también en lo que respecta a la verificación y cotejación en lo que se ha dado en

llamar trabajo de campo. Se establece una determinada categorización. Siendo, las matemáticas

una ciencia, desde ahí se desprenden conexiones (aristas) que permiten entender la utilización de

esa ciencia en procesos específicos. Por ejemplo, en la estadística. Se configura, por lo tanto la

noción de género (ciencia matemática) y una especificidad (estadística). O sea que, el género

próximo a la ciencia en general, es la ciencia matemática y la diferencia específica que se supone

tiene otros insumos que la diferencian de las matemáticas y, en general del concepto de ciencia.

Así, en consecuencia, en la historia de la humanidad, ha habido procesos generales (a la manera

de géneros) y en el contexto de esos procesos generales, procesos específicos; a manera de

géneros próximos y, a su vez, a la manera de diferencias concretas.

Si tomamos, por ejemplo, el concepto de mito; (al menos esa es mi interpretación) que aparece en

el texto analizado (ver: último capítulo del texto, página 201 y siguientes) podemos asumir que el

contexto general tiene que ver con la cosmología que tiene como premisa un proceso, a manera de

abstracción y, mediante el cual, se pueden asumir interpretaciones o prefiguraciones del rol de la

humanidad y de sus orígenes. Un elemento que ejerce como género próximo es el que se

relaciona con el contenido religioso o, mejor aún, la manera como, mediante una religión específica

se construye un mito también específico.

25

3.3 El concepto de historia en los textos del profesor Molano, caso: “Trochas y Fusiles”.

En principio, es un recorrido por la historia de la humanidad. En esto, podemos decir que tiene

similitud con otros textos y otros autores. Sin embargo, aparecen algunos elementos diferenciales.

Uno de ellos tiene que ver con los aspectos circunstanciales que aparecen el texto y la manera

como son presentados. Mediante una estructuración en la cual, se precisan conceptos como mito,

el testimonio histórico como prueba, las tradiciones, las generalizaciones.,. etc.

Ahora bien, en lo que respecta a la noción de credibilidad o no de determinadas formas del

conocimiento; lo pertinente es efectuar una cotejación entre las definiciones propuestas, a manera

de ejemplo, por José Gajate y su nexo con la lógica. Fundamentalmente, a partir del texto

“Introducción a la Lógica de Irving Copi. Porque, cualquier acercamiento a un entendido de

conocimiento, tiene como punto de comienzo el método con el cual se construyan aseveraciones.

Siendo así, entonces, cuando José Gajate habla de observaciones en el entorno o de testimonios

fiables, de tradiciones, etc.; está hablando de expresiones y definiciones que pueden convertirse

en categorías. Y, esas categorías, a su vez, están referenciadas por una determinada

interpretación. Entonces, aparece la interacción específica y general; entre los contenidos

históricos y la lógica como categoría y como método para inferir conclusiones también generales y

específicas.

Veamos esto último: La alusión, por la vía del método, al ejemplo denominado La historia del pavo

inductividad; puede entenderse como ejemplo para precisar lo relacionado a la utilización de un

determinado método. Desde la interpretación lógica, es un proceso inherente a la teoría del

conocimiento. Desde el punto de vista general de la historia y la filosofía, puede entenderse como

una reflexión que incluye el rol del sujeto; en un proceso mucho más vasto.

Lo mismo en lo que respecta a la noción de mito y su especificidad en el Mito de Perséfone. Aquí,

vuelve y aparece la posibilidad de una diferenciación que puede ser entendida como circunstancial.

Que conlleva, de una parte, a la cotejación entre la generalidad mito y la especificidad de

Perséfone. Se tocan, otra vez, entonces, la noción filosófica y la noción de lógica. Todo en el

contexto de la teoría general de las construcciones mitológicas y sus referentes.

Para el caso que me convoca, el concepto de historia y la metodología en el profesor Molano, me

parece sensato, citar un trozo del prólogo a la obra (“Trochas y fusiles”), escrito por el

investigador William Ramírez Tobón: “…Ya la portada del libro le hace un guiño bastante expresivo al

lector al enmarcar a la organización guerrillera dentro del título Trochas y fusiles. Y es que las FARC no son

sólo las armas defensivas de la contención militar propia de la etapa inic ial de colonización armada, o las

ofensivas de la siguiente fase de movilidad guerrillera, o las desestabilizadoras y terroristas del momento

actual. Las FARC son también las trochas abiertas en una descomunal y heroica empresa de movilización

social, a través de las cuales transitaron poblaciones enteras en un forzado proyecto de civilización alternativa

26

de grandes sectores de nuestra geografía nacional. Son, en fin, una cultura marginal y, no obstante, muy

importante, acumulada a lo largo de más de medio siglo de enfrentamientos campesinos con los poderes

locales de la riqueza y con el Estado…”18

Sinceramente, no sé con qué soporte habla el profesor Ramírez, cuando describe de esa manera

el rol y los principios asumidos por el profesor Molano. Porque, si algo queda claro para mí, es el

distanciamiento realizado por el maestro Molano, con respecto a las opciones válidas de

interpretación. Más bien aparece, en el texto, una opción utilitaria. Como, cuando yo hablaba en

documento producido en 2002, titulado “Los beneficiarios de la guerra” (el cual perdí, como

consecuencia de mi analfabetismo en sistemas). Decía, algo así, como que este conflicto que nos

cruza, ha dado para todo. Desde las opciones militaristas y paramilitaristas del matarife Álvaro

Uribe Vélez; hasta el crecimiento de programas de pre y posgrado para preparar el oficio que se ha

dado en llamar “politología”, de la cual derivan activos analistas (politólogos) periodistas.etc. Sin

que esto implique una profundización en el conocimiento del conflicto; sino más bien, la aparición

de lenguajes ambiguos y tendenciosos, en muchos casos; como el del profesor Molano. Como

ejemplo, presentó dos trozos de “Trochas y fusiles”; en los cuales es evidente la “ambigüedad

tendenciosa del maestro.

“…La insatisfacción cundía, y aunque todo el mundo estaba conciente de que el problema era el bajo precio

de la base de coca, nadie hablaba del asunto. Más b ien se acusaba al gobierno de no hacerse presente en la

región con créditos, vías, educación, salud. Se alegaba también que era necesario levantar la Reserva

Especial y Forestal del área de La Macarena, para poder acceder a los títulos de propiedad sobre la tierra.

Estos argumentos hicieron marchar en tres ocasiones a los colonos de la región de San José del Gua viare…19

(subrayado mío).

Me queda claro que el profesor Molano desdice, con esta expresión, su tipificación anterior, cuando

hablaba con certeza del rezago de estas regiones, como efecto colateral de la ausencia estatal. Es

un giro conceptual en el cual aparecen los colonos como auspiciadores del atraso y, por el contario

el Estado y el gobierno son víctimas de esa tergiversación de la realidad.

“…La Universidad Nacional me contrató a mí, Alfredo Molano, como parte del equipo de investigación. En tal

condición llegué al pueblo de La Macarena, con quince estudiantes, casi todos de sociología. Por más

inquietos que fueran, los sorprendió la dura realidad que se vive en una zona de colonización. Caminar por

una rastrojera, montar en canoa y, sobre todo, aceptar que poco sabían, fue duro.

…Teniendo en cuenta (sic) la situación de orden público, el estudio se suspendió, pues como se basaba en

una encuesta, la gente no estaba en ánimo de dar muchos datos, sobre todo porque los encuestadores y los

soldados habían llegado al tiempo. Después de haber recorrido el Guayabero para arriba y para abajo con

18 Ramírez T., Will iam, prólogo a la obra “Trochas y Fusiles” primera edición Instituto de Estudios Políticos y Relaciones internacionales. El Áncora Editores 1994, páginas 18-19. 19 Molano B., Alfredo. “Trochas y fusiles”. Primera edición, 1994. El Áncora Editores, páginas 201 -202.

27

Juana Escobar, Marta Arenas y Fernando Rozo, decidimos remontar el Duda has La Uribe en vista de la

suspensión inesperada del trabajo con la Universidad Nacional. Nos despedimos de los estudiantes y nos

embarcamos aguas arriba…Les propuse (sic) seguir Duda arriba una vez hubiéramos llegado a La Uribe. Era

un viaje con el que habíamos soñado muchas veces, porque por ese camino huyeron de Villarrica hacia el

Llano los desplazados por la guerra de Villarrica…”20(Subrayado mío)

No sé qué me sorprende más. Si la acción de abandonar a su suerte a los y las estudiantes; o la

actitud que habla del “sueño en el paraíso perdido” ; como quiera que la noticia estaba en

territorio de del Secretariado.

Lo que sí es, absolutamente claro, es que el profesor Molano encaja, perfectamente, en la

descripción que hice de “los beneficiarios de la guerra”

3.4. La cotejación de la ética del profesor Molano, con algunos escritos de Husserl y de

Kant.

Uno de los aspectos que me convoca a profundizar en torno a la teoría de Edmund Husserl, tiene

que ver con su punto de encuentro con el soporte metodológico y de discernimiento utilizado por

Immanuel Kant. En estos dos pensadores, aparece un soporte básico en lo que hace referencia al

significado que adquiere la intervención del sujeto, a partir del conocimiento y/o experimentación

directa con la naturaleza. Es tanto como entender, en Husserl y en Kant, una expresión en la cual

se cuestiona el rol de la razón en el proceso que conlleva a la delimitación de las cosas en sí

mismas y su conexión con la generalización que efectúa el sujeto a partir de esa misma

delimitación. Se trata, en consecuencia, de abordar los hechos y los elementos inherentes a la

naturaleza como objetividad, con el propósito de proponer una interpretación según la cual, es la

autonomía del sujeto y sus posibilidades de abstracción, la única que permitirá descifrar la esencia

de las cosas.

Veamos lo anterior, en apretado resumen con el riesgo que esto supone, en la siguiente afirmación

de Immanuel Kant en su obra Crítica de la razón pura: “.Todas las cosas que intuimos en el

espacio o en el tiempo...no son más que fenómenos, es decir, puras representaciones...” .

Comparemos esta afirmación con lo expresado por Edmund Husserl:”...La patente posib ilidad de llevar

a cabo generalizaciones o modificaciones de la aritmética formal, mediante las cuales pueda ésta elevarse

sobre la esfera cuantitativa, sin alterar esencialmente su carácter teorético ni su método calculatorio, hubo de

despertar la intelección de que lo cuantitativo no pertenece a la esencia más general de lo matemático o

formal y de los métodos calculatorios fundados en ella. Cuando descubrí en la lógica matemática una

matemática que efectivamente no tiene nada que ver con la cantidad y, sin embargo, constituye una

incontestable disciplina de forma y método matemáticos, que trata en parte los antiguos silogismos y en parte

también nuevas formas de raciocinio, extrañas a la tradición, se me plantearon los importantes problemas

20 Molano B., Alfredo. Obra citada, página 205.

28

sobre la esencia de lo matemático en general, sobre las conexiones naturales o los posib les límites entre los

sistemas de la matemática cuantitativa y no cuantitativa, y especialmente, por ejemplo, sobre la rel ación entre

lo formal de la aritmética y lo formal de la lógica…”21

Esta comparación, desde mi interpretación, permite entrever un nexo fundamental, como quiera

que se proponga (en Kant y en Husserl) un ejercicio de abstracción a cargo del sujeto; de tal

manera que le permita trascender los datos que otorga el conocimiento directo de los fenómenos

que se evidencia y/o intuyen en la naturaleza. A partir de ahí, entonces, cada sujeto puede y debe

realizar un proceso en donde la razón actúa como simple intermediaria, pero no constituye el

elemento básico para acceder a la profundización acerca del significado último de ese fenómeno

concreto. En este sentido, como lo advierte también Kant en su obra Crítica de la razón pura”,

supone una ruptura con el escepticismo de David Hume22, quien negó la relación de causalidad, al

afirmar: “...La razón nunca podrá mostrarnos la conexión entre un objeto y otro si no es ayudada por la

experiencia y por la observación de su relación con situaciones del pasado. Cuando la mente, por tanto, pasa

de la idea o la impresión de un objeto, a la idea o creencia en otro, no se guía por la razón, sino por ciertos

principios que asocian juntas las ideas de esos objetos y los relaciona en la imaginación”. 23

Se configura así, entonces, un nexo entre Immanuel Kant y Edmund Husserl, en cuyo núcleo

aparece una noción acerca del conocimiento a partir de la reflexión lógica. Los elementos

constitutivos de sus teorías, desembocan en posiciones de identidad indiscutida. Los dos asumen

la figura de las proposiciones y de los instrumentos a priori y a posteriori para resolver acerca del

rol que desempeña la razón y cada sujeto, en el proceso de aprehensión y dilucidación en cuanto

al significado último de los fenómenos externos, con respecto a la esencia de que subyace a los

mismos. Ya lo advertía José Ortega y Gasset24, en la presentación del texto “Investigaciones

lógicas” (Edmund Husserl):

“..Pero ¿qué cosas hay permanentes? El racionalismo tuvo que echarse a buscar objetos capaces

de permanencia e inalterables. Y fuera de Dios, objeto ultra racional, sólo encontró los universales,

los conceptos. He aquí que Husserl muestra cómo un contenido individual – esta mesa es negra-

es en cuanto puro fenómeno idéntico a sí mismo, permanente, inalterable. En este punto llena la

aspiración perdurable del racionalismo. Pero, al punto, se descubre cómo no es la identidad sin

más lo que proporciona racionalidad a un objeto. La mesa negra aquí es irracional porque aunque

es eso y sólo eso en inquebrantable identidad podría ser de otro modo. No le basta ese atributo de

inmarcesible para ser una esencia: su identidad es a la par permanente y contingente – no

21 Husserl, Edmund “investigaciones lógicas”, tomo I. Ed.Altaya S.A., 1995, páginas 21 -22. 22 Hume, David, (1711-1776) fi lósofo y economista escocés. Algunas de su obras fueron: “Tratado sobre la naturaleza humana”; “Investigación sobre el entendimiento humano” 23 Tomado de versión publicada por Enciclopedia Encarta, del texto “Investigación del entendimiento

humano (David Hume) 24 Ortega y Gasset, José (1883-1955), nació en Madrid, España. Filósofo y ensayista. Alguna de sus obras: “Los terrores del año mil. Crítica de una leyenda”.; “La rebelión de las masas”.

29

necesaria, no esencial- .De aquí que el descubrimiento fenomenológico no pueda, a pesar de todo,

aprovecharse como avance decisivo del racionalismo sino que obligue a recaer en el elemento y

límite tradicional de éste: en lo general o universal, en la esencia. Algo importante se ha ganado,

sin embargo: por vez primera la fenomenología da un fundamento al racionalismo que hasta ella se

apoyaba en pura magia...”25

Con las anteriores consideraciones, me permito expresar la siguiente reflexión en torno a la lógica

de Edmund Husserl, definida como La fenomenología.

3.4.1 Edmund Husserl, la fenomenología, su lógica, como instrumento para el análisis, de la

historia del profesor Molano.

En el apartado anterior, hice referencia al punto de encuentro entre las teorías de Immanuel Kant y

Edmund Husserl. En resumen, presenté mi interpretación acerca de ese punto de encuentro,

como una identificación con respecto a la relación entre los fenómenos concretos de la naturaleza ,

el rol de la razón y el proceso que conlleva a la búsqueda de la esencia de esos fenómenos; a

partir de la intervención del sujeto autónomo que efectúa una abstracción necesaria de la

significación de esos fenómenos concretos; para arribar a una generalización en la que esos

mismos fenómenos, si bien constituyen un punto de partida, no por ello definen su esencia, en el

contexto del conocimiento puro. En otras palabras, la cosa o el fenómeno concreto, debe ser

trascendido, discernido (...o mejor, descartado), si queremos acceder a la esencia. Es pues, un

recorrido en que interviene el sujeto como ser autónomo, cuya razón identifica en principio el

fenómeno como dato apriorístico; pero ignora su nexo con la universalidad del conocimiento; el

cual se erige como condición necesaria para entender la verdadera dimensión de la naturaleza

como postulado primario que puede llegar a condicionar la esencia, pero que no es la esencia en

sí.

Esto es mucho más claro, colocado en términos de Edmund Husserl y su definición de la reducción

fenomenológica o epoje, en su obra Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía

fenomenológica (1913). Veamos:

“Reducción fenomenológica o enoje: Una descripción de las estructuras de la conciencia

trascendental, fundada en la intención de la esencia de esas estructuras.

La fenomenología es un idealismo que no consiste más que en la auto explicitación de mi ego

como sujeto de todo posible conocimiento, llevada a cabo de modo consecuente en la forma de

25 Ortega y Gasset, José. Presentación a la obra: “Investigaciones lógicas”, de Edmund Husserl. Ediciones Altaza S.A, 1995, página 19.

30

una ciencia ególica , sistemática y esto con respecto al sentido de todo lo que es, que debe poder

tener justamente un sentido para mí, el ego…” 26

Ya Hegel27, había adelantado una confrontación respecto a la teoría de Immanuel Kant, a partir de

su postulado básico lo que es real es racional y lo que es racional es real. Esta confrontación

adquirió un significado trascendental, en razón as que le permitió la construcción de un sistema

diferente al de Kant. Para Hegel, el proceso del conocimiento está centrado en una relación

dinámica y coherente entre tesis, antítesis y síntesis. Este método, está desarrollado en su lógica

dialéctica; a partir de la cual la naturaleza como un todo, puede ser conocida e interpretada, por la

vía de la asunción de un rol activo del sujeto que reconoce la existencia del mundo exterior, lo

trasciende y desarrolla; sin que ello implique el desconocimiento de los fenómenos concretos, de

su existencia plena y efectiva; no como ilusiones y/o representaciones.

Entonces, lo que hace Edmund Husserl, hasta cierto punto significa un desconocimiento de las

aportaciones hegelianas al proceso de desarrollo del conocimiento. La interacción entre razón,

naturaleza y abstracción, adquiere para Husserl un significado en el cual la abstracción autónoma

del sujeto, pasa por entender la naturaleza y sus expresiones concretas, como representación que

condiciona la libertad del sujeto y lo conmina a una identificación que lo subsume en una especie

de empirismo que lo degrada; en razón a que no le permite recorrer un camino sin ataduras hacia

el descubrimiento de la esencia de las cosas, a su generalización pura, como insumo

absolutamente necesario para alcanzar la esencia.

Veamos lo anterior, en palabras de Jean Paul Sartre28 : “...En efecto: cuando Husserl, en las

Meditaciones artesianas y en Formale und Transzentantale Logiik, se preocupa de refutar el

solipsismo29, cree lograrlo mostrando que el recurso al prójimo es condición indispensable de la

constitución de un mundo. Sin entrar en los pormenores de la doctrina, nos limitaremos a indicar su

eje fundamental: para Husserl, el mundo tal como se revela a la conciencia es intermonádico. El

prójimo no está presente en él sólo como una aparición concreta y empírica, sino como una

condición permanente de la unidad y la riqueza del mundo. Cuando considero, tanto en soledad

como en compañía, esta mesa o ese árbol o aquel lienzo de pared, el prójimo está siempre ahí

26 Husserl, Edmund, en su obra: “Ideas relativas a una fenomenología pura y una fi losofía fenomenológica”. 27 Hegel, Georg Wilhelm Friedrich (1770-1831), fi lósofo alemán. Algunas de sus obras. “Fenomenología del espíritu”; “Filosofía del derecho”. 28 Sartre, Jean Paul (1905-1980), escritor, dramaturgo, fi lósofo y periodista francés. Algunas de sus obras:

“Crítica de la razón dialéctica”; “El ser y la nada”. 29 Punto de vista que define que la realidad es obra de la actividad de la mente, que nada existe por fuera de uno mismo. Nota mía.

31

como un estrato de significaciones constitutivas que pertenecen al objeto mismo que hoy estoy

considerando, en suma, como el verdadero garante de su objetividad...”30

A manera de conclusión: la lógica de Edmund Husserl está centrada en su definición del

significado que adquiere la exterioridad, con respecto al sujeto. Su fenomenología, asume la

necesidad que tiene el sujeto de desatar el condicionante (la realidad) que lo inhibe para

trascender hacia el conocimiento de la esencia. Por esta vía desemboca en una identificación

plena con el postulado, ya citado por mí, de Immanuel Kant: “Todas las cosas que intuimos en el

espacio o en el tiempo...no son más que fenómenos, es decir, puras representaciones...”

Por lo tanto, entonces, su método está asociado a un proceso de abstracción de la realidad que

pretende la búsqueda de la esencia de las cosas, eludiendo su objetividad y existencia en sí.

3.4.1.2 Del texto “Santander y la Opinión Angloamericana. Visión de viajeros periódicos. 1821-

1840 “(Francis Hall y William Dane).

Es, como en el caso anterior referido a la obra del profesor Alfredo Molano Bravo, lo que sigue es

la postulación de un hilo conductor. En referencia la visión, particularmente de Francis Hal l. Es

tanto como mostrar las condiciones, la lógica conceptual y los intereses de personas adscritas en

condición de analistas y codificadores. En lo social, político y económico. Este texto adquiere

trascendencia, por lo mismo que grafica lo que éramos con posterioridad a 1819. Particularmente,

entre 1821 y 1840. Como quiera que fue escrito en términos de la refrendación de nuestra

situación. Del desarrollo previsto. Y, lo más importante, el nexo con el Imperio Inglés. Una serie de

expresiones y recomendaciones. Como si se tratara de revivir la sumisión anterior al Colonialismo

Español. Como guindando objetos de colores y de diferentes poses, al árbol representativo de una

nación en ciernes. Una especie de diatriba impúdica adornada con señuelos éticos. Con sutiles

expresiones, en la intención de proclamarse como defensores de lo nuestro. Como si estuviésemos

en condición de parias sin agregados útiles para el universo. Como si Bolívar y Santander, con el

mando libertario, hubiesen claudicado. Endosando la construcción de las normas básicas para

ejercer como nación. Como país. Como nación. Con sustento propio. Precisamente es, desde ahí,

que cobra sentido el entendido de autonomía y de futuro.

“…3 Gobierno.

La forma de gobierno establecida por una nación que, como Colombia, emerge de un estado de degradación

política para entrar al campo no probado de la existencia nacional, no puede considerarse sino como un

experimento que el tiempo debe justificar o corregir. La vanidad de los legisladores busca atribuir a sus

primeros esfuerzos para la elaboración de la constitución, una durabilidad y perfección que no es probable

que disfruten. No es fácil calcular el espíritu político de un pueblo todavía ignorante de lo que es autonomía: si

30 Sartre, Jean Paul, “El ser y la nada”, editorial Altaza S.A., edición 1995, página 262

32

sus tendencias son por fortuna liberales y claras, sus instituciones rápidamente sobrepasarán las ideas de

sus primeros legisladores .Si, infortunadamente, ocurre el caso contrario, la forma de su gobierno se

acomodará con prontitud a sus defectos, aunque los nombres y las apariencias republicanos deban dejarse

todavía para burlar su esclavitud.

La actual constitución de Colombia fue establecida por el congreso de Cúcuta en 1821. Declara la

independencia perpetua de la nación, la soberanía del pueblo, la responsabilidad de los magistrados y la

igualdad de derechos; el poder legislativo es dado a un senado y a una cámara de representantes; el senado

está compuesto por cada uno de los departamentos de la República (que son ocho), elegidos de la misma

forma que los representantes a la cámara: el período es de ocho años, las funciones específicas del senado

son las de una corte suprema de justicia en caso de la acusación por parte de la cámara de representantes,

sus funciones ordinarias son las misma de esta última…”31

Creo inferir un asunto de trascendencia, en términos del direccionamiento jurídico y político. Algo

así como un enjambre de vicisitudes relacionadas con la perspectiva de nuestra nación, de la

república y del país. Porque, de un lado, estaba el acumulado de respaldo por la guerra de

liberación. Pero, de otro lado, se evidenciaba un vacío profundo. Como aquello de no reconocer el

universo político, social y económico en el cual se desenvolvía el mandato popular. Con respecto a

los interesen en juego. Un Imperio en su desvarío y pérdida de su poder. Otro naciente. Estados

Unidos de América. Con la marca de expoliación similar.

“…Los trozos fueron más bien seleccionados según su pertinencia según a la carrera política de

Santander. Si yo hubiera recogido todas las sobre Colombia, el foco principal habría sido Simón

Bolívar y no, el “hombre de las leyes”, al menos en la década de 1820. Lo cierto es que Santander

surgió apenas lentamente de la sombra del Libertador. Los crecientes. Conflictos entre estos dos

hombres, hicieron que a Santander se le enfocara en los Estados Unidos

3.4.3. El universo político y económico

Habida cuenta del transcurso político y económico. Nos encontramos con las opciones repetidas.

No solo en razón a problemas no resueltos. Terratenientes con un control absoluto de la tierra de

las vidas de quienes siguieron como si no hubiese pasado nada. Una libertad de expresión

endeble. Tanto como cuando se accede a un ícono de barro. Es decir, en una endeblez que no

resistió los embates anclados en el visón constitucionalista sin nada por dentro. Una democracia

apenas argumental. Como cuando se hacen trizas, entre ellos, esos sectores amparados en una

gesta. La hicieron suya. Liberando al margen de los hechos concretos. De una casuística

impositiva. Como modelo que empezó a recorrer nuestra América a partir del segundo cuarto de

31 Hall, Francis y otro. “Santander y la opinión angloamericana. Visión de viajeros y periódicos”. Biblioteca de la Presidencia de la República, 1991. Páginas 14-15

33

siglo sin los españoles. Al menos eso creíamos. Pero que, a decir verdad, solo se hizo copia de

sus estructuras de poder y del desarrollo económico.

“...Si Bolívar trazó el camino que habría de conducir rectamente la sociedad venezolana a su propia

superación en todos los órdenes y si los hombres que constituían el Gobierno tenían conciencia de ese

legado, se proclamaban a sí mismos como ejecutores y no reconocían otro Norte que el señalado por él, ¿que

impedía a realización de tantos sueños soñados en el vivac, en las bóvedas, en los montes y en los llanos, por

años y años? Algo había fallado, algo impedía que se operase el portentoso tránsito. No era necesario

devanarse los sesos para hallar el obstáculo: era el mismo pueblo por cuya felicidad se trabajaba

empeñosamente. Hecho el hallazgo, sirvió de fórmula mágica para expresarlo todo: el fracaso de los

libertadores a la hora de construir la nueva sociedad prometida., la libertad con sordina cuando no pura y

simplemente trocada en mal disimulada dictadura; los vicios, la torpeza, la ineficacia, la ceguedad y demás

atributos de una y otra administración. Todo se explicaba por y una sola causa…”32 Subrayado mío).

Entonces, estamos ante la necesidad de ofertar un concepto preciso en lo que respecta al

significado que tiene eso de conocer el pasado. Pero, más allá de esto, el relacionado con su

dilucidación; estableciendo tipos de referentes soportados en el conocimiento y la interpretación.

Estos son elementos imprescindibles; como quiera que si son construidos de manera deficiente, no

serán otra cosa que extravíos. Y, como todo extravío, no será otra cosa que ejercicio diletante. Con

un agravante centrado en la consolidación de la sumatoria de hechos y de narraciones, como

simple amalgama a partir de la cual se construyen (a manera de deducciones y conclusiones),

instrumentos que distorsionan y derivan en mera perspectiva, cuando no etérea, alusiva a

interpretaciones de la realidad sesgada y, por esto mismo, de utilización impropia e impertinente.

Lo cierto es, en consecuencia, que estamos en la obligación de cuestionar esos insumos

metodológicos, por cuanto la búsqueda de hilos conductores de los procesos sociales e

individuales, constituye un imperativo. No solo por las implicaciones que tienen los hechos y su

registro, en el diseño y concreción de propuestas para asumir los retos del futuro, en lo que este

tiene escenario próximo en el cual, la realidad, ejercerá bien como hechos y acciones en las cuales

los conceptos pueden ser prefigurados y utilizados como referentes válidos; o bien como

expresiones de distorsión.

Por lo mismo, la decisión de realizar este escrito, se origina en la lectura de algunos documentos

relacionados con la interpretación del quehacer político y social, soportados en la narración oral.

Pero no tanto porque el método sea inválido, de por sí; sino porque esas narraciones son utilizadas

y articuladas, sin el filtro conceptual necesario al momento de escucharlas y trans cribirlas. Filtro

conceptual, absolutamente indispensable, en razón a que la psicología del actuante y narrador, su

visión e interpretación de los hechos, son vertidas a partir del ejercicio memorístico; pero también a

partir de su noción de la vivencia como realidad derivada del tipo de aprehensión lograda. Y ya,

32 Ibid página 58

34

ahí, se supone la existencia de una posición proclive a la distorsión. Siendo así, el sesgo está

presente y la interpretación del historiador, simplemente estará afectada, casi como acto reflejo,

por ese sesgo. Inclusive, como lo demostraré más adelante, muchos de los pasajes narrados, no

son otra cosa que alucinaciones o giros sustanciadores, utilizados por el o la sujeto para

reafirmarse como leyenda; o como héroe…o heroína. O, como también lo demostraré, porque el

(la) entrevistador (a) e historiador (a); desemboca en postulaciones, a manera de verdad,

construidas de tal manera que expresen sus propósitos, tanto en lo circunstancial, como en lo

trascendental. Todo a la manera de sujeto (a) que se explaya, magnificándolos, en los hechos

narrados.

Veámoslo en estos términos:

“…El automatismo de la escritura me ha compelido hasta aquí. Sigo aferrado al impulso de continuar,

sabiendo sólo que he arribado hasta un punto imprevisto en el inicio. Algo m e dice que voy b ien. La fractura

persiste, pues estoy seguro de no ser yo quien sólo escribe. El saber que voy b ien se me antoja como una

simple forma, como un cierto sabor o como una entonación peculiar de lo hasta aquí escrito. Ello me induce a

esa secreta corroboración del voy b ien. La escritura pareciera ser una especie de emanación corporal: hay

ciertas manifestaciones del automatismo que escapan a la sola conciencia, enmarcándose en un más allá de

pura racionalidad. Los escritores pueden ser una forma de catadores sui generis, adheridos a un paladar

peculiar que discrimina o destila signos, frases y contextos, en una palabra, todo aquello que convenimos en

llamar ideas…”33

Es, ante todo, la búsqueda de elementos que me permitan proponer alternativas. No solo en lo que

hace referencia a la interpretación; sino también en lo que compromete a lo metodológico. Porque,

eso lo tengo bien claro, no pretendo una argumentación a la manera contestataria, insípida y/o

tendenciosa.

Ahora bien, como es en realidad, una posición a partir de la lectura de algunos de los escritos de la

época, tiene un asidero en el hecho mismo de la importancia que ha adquirido toda su labor

investigativa, apuntándole a la presentación de opciones de interpretación; con un horizonte que

compromete a la gestión por alcanzar una tipificación de lo vivido por los y las personajes, en el

contexto del conflicto armado y no armado que ha estado en la base de la construcción de Nación,

de País y de Estado.

“…Pertenecientes ellos mismos (sic) a las buenas familias de la región, cercanamente emparentados con los

Arango, los Villegas y muchas otras buenas familias. Los Gutiérrez desempeñaron los puestos locales más

importantes: Alejandro Gutiérrez fue alcalde 4 veces, 11 veces presidente el concejo y prefecto 6 veces;

Pompilio fue 4 veces presidente del concejo, lo mismo que Daniel. Todo ellos serían futuros gobernadores de

33 Téllez, Freddy. “Palimpsestos. Los rostros de la escritura”. Publicada por Centro Editorial de la Universidad Nacional de Colombia. Primera edición, 1990/1991, página 80.

35

Caldas, a partir de 1905 y estaban relacionados con otros muchos alcaldes, prefectos y presidentes del

concejo…34

4 Referente Legal.

4.1 De lo jurídico como quehacer fundamental en la solución del conflicto.

Y es que, en veces, todo país se ve abocado a modificar los insumos conceptuales que soportan

su estructura jurídica. Es decir, las tipificaciones de delitos, en lo penal, t ienen que ser asumidas en

otras condiciones para contextos que obligan. Porque, de no ser así, no habría ninguna posibilidad

de pensar siquiera, en una perspectiva de paz. Esto, independientemente de cualquier

interpretación, en el universo de opciones que puedan ser presentadas. Tal vez, porque de eso se

trata, al momento de posicionar un determinado cuestionamiento al camino propuesto desde una

posición gubernamental.

La Ley 975 de 2005.

La Unidad Nacional de Fiscalías, publico un comentario en torno a es ta norma. Insistiendo, por lo

demás, en la referencia a la Ley 782 de 2002. Porque, necesariamente, era y es un referente

obligado, al momento de postular una alternativa de tratamiento heterodoxo a la normativa propia

del derecho penal colombiano. Y, porque no inclusive, de la estructura jurídica internacional

Fundamentalmente en lo que hace alusión al entendido de Los Derechos Humanos y de su nexo

con la guerra. Ya no tanto, en términos de lo que en otro tiempo se conoció como “guerra de baja

intensidad”, acuñada por la CIA, para algunos países de América Latina y que permitió, entre otros

países, que Colombia validara procedimientos infames e contra de cualquier fuerza insurgente.

Claro está, fundamentalmente en lo que se entande como proceso revolucionario. Veamos e

apunte de la Unidad de Fiscalías:

“…con las (sic) Auto Defensas Unidas de Colombia; se inició en 2002 un diálogo entre el Gobierno

Nacional y los voceros o representantes de esos grupos organizados armados al margen de la ley,

los cuales originaron la desmovilización de los integrantes de algunos bloques y frentes; y el

desmantelamiento de los mismos. En virtud de los acuerdos políticos celebrados por las partes.

Sin embargo, como la legislación vigente en ese momento (Ley 782 de 2002) solo preveía la

amnistía y el indulto para delitos políticos y conexos cometidos por los miembros de las

organizaciones ilegales; era necesario una nueva ley que, como herramienta jurídica abriera el

34 Keith, Christie “Oligarcas, campesinos y política en Colombia”. Ed. Universidad Nacional 1986, páginas35 -36.

36

camino para la paz, al facilitar la reincorporación individual o colectiva a la vida civil de los

desmovilizados, y garantizar los derechos de las víctimas, pero sin someter al perdón y olvido las

graves violaciones a los derechos a los derechos humanos, crímenes de guerra y delitos contra el

Derecho Internacional Humanitario.

…Fueron esas las razones tenidas en cuenta por el Congreso de la República, al aprobar la Ley

975 de 2005, que establece el procesamiento y sanción de los grupos organizados al margen de la

ley; así como también la reparación integral a las víctimas .

Artículo 1. Objeto. La presente Ley tiene por objeto facilitar los procesos de paz y la reincorporación

individual o colectiva a la vida civil de los miembros de grupos armados al margen de la ley;

garantizando los derechos de las víctimas a la verdad, justicia y reparación.

Artículo 2. (Modificado por el artículo 1, Ley 1592 de 2012). Ámbito de la ley, interpretación y aplicación

normativa.

La presente Ley regula lo concerniente a la investigación, procesamiento, sanción y beneficios

judiciales de las personas vinculadas a grupos armados organizados al margen de la ley, como

autores o partícipes de hechos delictivos…”

Queda claro, entonces, que se ha configurado un horizonte para el tránsito del proceso relacionado

con la búsqueda de la paz. Siendo, como en verdad es, una situación de enorme complejidad; a

requerido (…y, de seguro, va a requerir más), modificaciones y reglamentaciones a lo largo del

tiempo. Para el caso de la Ley 975 de 2005: Decreto 122 de 2008; Decreto 423 de 2007; Decreto

3570 de 2007; Decreto 880 de 2008; Decreto 1290 de 2008 y Decreto 1364 de 2008.

También, en razón a que el fundamento de las negociaciones en la ciudad de La Habana con las

Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), propongo un énfasis en la Ley 1448 de

2011 (Ley de Víctimas y Restitución de Tierras). Fundamentalmente en el contexto en que fue

aprobada dicha ley y las sucesivas modificaciones, en particular la Sentencia C-250 que definió

inexequibilidad de lo consignado en artículo 3, referido a la fecha de ocurrencia de los hechos que

causaron daño. Pero, además, modificaciones y/o reglamentaciones mediante Decretos 455, 4633

y 4635 de 2011.

Veamos una referencia respecto a la Ley 1448 de 2011, publicada en la página Web de la

organización “Justicia Agraria:

“…La Ley 1448 de 2011, más conocida como la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, viene siendo

promocionada oficialmente como una de las demostraciones de voluntad de paz, del gobierno de Juan

Manuel Santos en Colombia.

37

Pensada como engranaje en la política transicional que facilite el paso hacia un escenario de posconflicto.

Esta Ley enuncia un objetivo principal el reconocimiento (después de que el gobierno anterior negara su

existencia por dos periodos consecutivos) a las víctimas de su derecho a la verdad, justicia y reparación; y a la

garantía de no repetición…”

En un ejercicio vinculante con este trabajo, considero conveniente y necesaria, la transcripción de

parte de los artículos 2 y 3. Veamos:

“…Artículo 2. Las medidas de atención, asistencia y reparación para los Pueblos Indígenas y Comunidades

Afrocolombianas, harán parte de normas específicas para cada uno de estos grupos étnicos; las cuales serán

consultadas previamente FIN DE RESPETAR SUS USOS Y OSTUMBRES; ASÍ COMO A SUS DERECHOS

COLECTIVOS DE CONFORMIDAD CON LO ESTABLECIDO EN EL ARTÍCULO 205 DE LA PRSENTE LEY.

2…Artículo 3.Víctimas. Se consideran víctimas, para los efectos de esta ley, aquellas personas que individual

o colectivamente hayan sufrido un daño por hechos ocurridos a partir del 1 de enero de 1985 (parte declarada

inexequib le, mediante Sentencia C-250), como consecuencia de infracciones al Derecho Internacional

Humanitario o de violaciones graves y manifiestas a las normas Internacionales de Derechos Humanos,

ocurridas con ocasión del conflicto interno…”

4.2 El Código Penal, de Procedimiento. La normativa Electoral. Soporte en el posible acuerdo en

La Habana.

Es como todo. Es bien sabido que ninguna negociación, en medio de un determinado conflicto,

puede derivar en dejar incólume diferentes normativas asimiladas a la sustancial de esa

negociación. Menos aún, en tratándose de el referente legal electoral, como con precisión y como

reglamentación de la normativa constitucional. Yendo más allá, los Códigos Penal y de

Procedimiento Penal, dejan de serlo en lo que tienen de ortodoxia precisa. Para convertirse en

aplicaciones que redefinen textura desde el punto de vista de la tipificación de los delitos

vinculados con el quehacer del grupo y/o los grupos que pueden ser entendidos como

incentivadores de la rebelión. Mucho más, cuando se ha incurrido en delitos conexos. Y que,

tratándose de una exigibilidad anclada en lo que los códigos referidos estipulan no solo como

punibles; sino también en lo que hace a su conexión con lo consagrado en normas internacionales,

centradas en la defensa y protección de los derechos humanos. Particularmente, en c oncreto, en lo

que se asimila a la condición de delitos de lesa humanidad.

Siendo así, entonces, los acuerdos alcanzados tienen que ser exhibidos como garantes de una

opción transicional. En la cual se reviertan esa tipificación, procurando tratamientos instrumentales,

hasta cierto punto vulneradores de esas normas. Es, entonces, una peculiaridad atípica en lo que

tiene que ver con zanjar las controversias. .

Una vía, así entendida, que no puede retrotraer los mámenos y las acciones como si fuesen

interpretados a la luz de las normas en sí. Es, si se quiere, una reversión. Una nueva interpretación

38

distante, por esto mismo, del contenido de punibilidad. De una adecuación asintomática, que ubica

una perspectiva que “desquicia” el contenido y su derivación condenatoria. Es eso que se ha dado

en llamar “perdón y olvido”. En un nuevo contexto social y político. Por lo mismo que transfiere a

las realizaciones un imperativo de alcances insospechados. Por lo mismo que, la literalidad

normativa, ortodoxia; se aviene con su misma vulneración. .

En cuanto a la legislación agraria, comoquiera que debe ser reconsiderada en términos de reforma.

Tanto como entenderla en una dinámica que tiene que conmover la concentración de la riqueza, en

conocimiento que se refiere a la concentración de tierras. En un ejercicio comparativo, puede

situarse en la condición de recomponer la acción gubernativa y estatal . Una confrontación con el

entendido de aceptación de que los terratenientes y la burguesía agraria tienen que redefinir, por la

vía de la fuerza de leyes derivadas de la culminación del conflicto. En donde los ofertantes de la

subversión, proponen modalidades nuevas en el tratamiento a esa concentración. Algo así como

un interregno que, de por sí, convoca a resolver las contradicciones por la vía que es tipifica como

“los intereses colectivos y de la negociación, tienen que trascender posturas

individuales. Así estas, o por eso mismo, se hayan erigido en intereses insoslayables

atenidos a lo que se explicita como sagrada propiedad privada.”

Si se mira lo anterior con esa lente pragmática, queda claro que cuando, en el acuerdo en ciernes,

se habla de la figura “zonas de intermediación y de redistribución de tierras”. Estamos, ni

más ni menos, en lo que se conoció después de la Revolución Rusa, como koljoses. Instancias ya

previstas en el conjunto programático agrario. E insinuadas en el texto “El desarrollo del

capitalismo en Rusia”, escrito por Lenin. Siendo este tipo de organizaciones campesinas, algo

asimilado a las cooperativas agrarias. Y, quien creyera, replicadas con otra denominación en

Israel, cuando comenzó su “nueva vida” como Estado, de conformidad con la decisión de la

cohorte de los aliados en 1945, al término de la Segunda Guerra Mundial.

5. Desarrollo, interpretación y alternativas referidas al problema planteado

5.1 De lo antropológico en términos del conflicto y de la negociación

5.1.1 Algunas otras condiciones pretéritas. (de historias baldías, como creación literaria)

De conformidad con lo que he venido refiriendo, trato de recomponer algunos conceptos asumidos

como posibilidad de reconciliar expresiones, tratándose de acceder a un referente de largo aliento.

Con un insumo fundamental referido a historias de vida que modelan las condiciones en que el

conflicto imprime a las víctimas reales y/o potenciales.

“…Cuando fui conciente de lo que significa conocer a alguien, digamos que conocí a Adelina, mi

madre. Ya lo había dicho, tuvo una relación de pareja con el negro Eugenio Cano. También ya lo

39

había dicho, asumió la sumisión como herencia. No podía esperarse nada diferente. Era algo así

como la secuela fundamental y necesaria. Porque ella, mi madre, tenía extirpe de mujer sumisa.

Como casi todas nuestras mujeres. Hasta cierto punto fui yo misma. Y no es un decir al garete. Es

una precisión en términos históricos y culturales.

Adelina había vivido, allí mismo en ese espacio geográfico que fue mi cuna. No tengo claro cómo

conoció al negro Eugenio Cano. Lo que si tengo claro, ahora, es que vivió al lado de él. Como

todas las mujeres, sin ton ni son. Como si la vida pasara en condiciones opuestas a la felicidad, a

la pasión, al goce. Estas dos palabras, de por sí, son y siguen siendo heréticas. Porque pasión y

goce son sinónimos de libertad y de conocimiento. Ella, Adelina, abrió las piernas…y listo. Algunas,

inclusive, ni siquiera eso. Se las abrían a la fuerza. Lo demás ya es conocido, la preñez. Y el parto.

Y nació María Helena. Y nací yo. Y el negro Eugenio, como si nada. Porque lo suyo no fue nada

diferente a entender que era ella, Adelina, la del problema. Yo, tal vez decía Eugenio, no tengo

nada que hacer. Solo trabajar, de vez en cuando, y jugar lo ganado, en ese juego de la vida en

donde yo siempre perdía. Pero que importa si pierdo lo que gané trabajando. Al fin y al cabo,

Adelina sabrá qué hacer con las nenas.

Tiempo absolutamente difícil para mi madre. Ella, ni siquiera tuvo el acceso escolar que tuve. Su

infancia fue mucho más precaria que la mía. Casi sin saber leer ni escribir. Absorta en los

vericuetos propios de la vida en Titiribí, veinticinco años antes que yo. Es decir, estamos hablando

de 1908. Comienzo de siglo. Azaroso. Aquí, en este terruño, se vivieron momentos tenebrosos.

Todavía, el municipio, era referente aurífero. Tal vez el abuelo materno, nacido en 1880, había

vivido la otra parte. Es decir, aquellos momentos en los cuales las transferencias visuales y

conceptuales eran mucho más proclives al engaño y a la concreción vinculada con la doble moral

absoluta de aquel medio siglo imbécil, en el cual se aplicó el concepto bastardo del ir y venir

anclado en la ignominia de saber que éramos descendientes de héroes, pero que, en sí, no

éramos otra cosa que la congoja inherente a la dicotomía. Entre radicalidad y perversión política y

social. Una especie de sujetos históricos sin horizontes. A no ser aquellos en los cuales ejercíamos

como vituperarios. Como simples expresiones de lo gris infinito. Un gris construido a partir de no

cuestionar. De no incidir como propuesta anclada en la subversión. Como simples herederos y

herederas de la confrontación constante. Que aquí. Que allá. Que tal vez. Que, de pronto.

Que…En fin una indecisión real, potencial y latente. Como sumisos guerreros que perdieron su

perspectiva. Ya habíamos olvidado lo de Bolívar. Lo de Santander estaba ahí. Como construcción

jurídica estatal. Como insumo latente. Que convocaba a precisar la noción de la ley y del derecho

en lo concreto. Un Santanderismo acucioso. Vinculado a la noción de ley y de derechos y de

obligaciones; sin posibilidades de concretarse en términos precisos. Un Santanderismo mezquino;

por lo mismo que no lo entendíamos. Es decir, una percepción de la confrontación Bolívar-

Santander, apenas si efímera, tangencial; casi pervertida.

40

Ya, entonces, el abuelo materno, podía haber sido o no conciente de lo que implicaba y soportaba

a su entorno inmediato. Lo cierto es que, aun así, su familia, era lo que yo fui después: una

sumatoria de cifras perdidas, olvidadas. Una expresión tanto o más ausente de verdad, como lo

fueron los sueños de la madre de mí abuelo. Sueños un tanto proclamados como simples

expresiones de presencias. Vidas alrededor de la tierra, como suelo que produce. Inmediatez que

habla de la caña de los platanales. Alrededor de las minas. Oro que estuvo ahí, desde antes de

todos nacer. Ahí. Como expresión de lo que existe. Al margen de lo que somos o queremos ser.

Una herencia cultural que fue saqueada. Por los que vinieron y se fueron…y volvieron a saquear y

a saquear…Hasta que se acabó. Pero, ahí, las plataneras y los cañaduzales de la panela el padre

de Adelina, ahí. Trabajando por lo bajo. Es decir, en el día a día. Sin entender la dinámica propia

del Capital. Sin entender el naufragio económico de España. Sin entender el centro-poder Inglés, ni

del Imperio en ciernes.

Ya, ahí cerca, en Fredonia, se vivían momentos así:”…Las precondiciones para el auge del cultivo del café se

dieron en Antioquia, y específicamente en la zona de Fredonia, el siglo XIX con el proceso de colonización de

la frontera, por parte del campesinado libre, migrante, de origen español, mestizo o negro, que buscaba tierras

cultivables para establecerse. Esta colonización, promovida en parte por el Estado, así como vinculada a

intereses mercantiles, hizo posible la formación de un campesinado medio en la zona, al tiempo que fortaleció

la expansión de las haciendas. Muchas veces, las familias de campesinos que iban abriendo la selva fueron

financiadas por el capital mercantil que proveía a los colonos con b ienes de consumo hasta que se

establecían como agricultores. Pero el endeudamiento de los colonos permitió al capital mercantil acaparar las

tierras. A medida que llegaban más colonos en busca de tierras, sin medios de subsistencia, las haciendas

fueron captando la mano de obra disponib le para su propia expansión. Así se dio el proceso por el cual las

tierras eran dadas a familias campesinas para desmontar y sembrar sus cultivos por varios años hasta que el

hacendado se apropiaba de ellas para la producción ganadera, moviendo la familia campesina más adentro

de la selva. Como en otras zonas del país, recayó sobre la familia conquistar la naturaleza, dando paso a la

futura expansión agrícola y ganadera, y por tanto a la acumulación de la clase dominante.

En la época de 1870 se empezó a producir café, principalmente en las haciendas grandes. Parece que la

iniciativa en el cultivo partió de la clase terrateniente, pero rápidamente se incorporó a la producción de

unidades campesinas, tal vez por la baja técnica y la escasa inversión requerida, dadas las tierras aptas para

el cultivo…”35

De mi parte, es apenas obvio, no existía ninguna fundamentación teórica. Simplemente una visión

un tanto intuitiva. La transcripción del texto de la investigación liderada por la profesora Magdalena

León, es producto de mi itinerario posterior. Como cuando una accede, pasado el tiempo, a

conocimientos que le permiten rastrear el pasado. Y no “el pasado efímero” al que le canta Serrat.

35 León de L., Magdalena. “Mujer y Capitalismo Agrario”. Asociación colombiana para el estudio de la población; primera edición 1980, página 34

41

Más bien es la referencia a ese tiempo pasado que viví en compañía de mi madre Adelina, del tío

Manuel y del tío Luciano.

Ya dije que el abuelo materno vivió en la segunda mitad del siglo XIX y el primer cuarto del siglo

XX. Las alusiones, que se perciben en esta parte de mi escrito, a las pugnas relacionadas con el

poder político, constituyen una asociación de ideas construida a partir de lo que denomino esa

percepción de la vida y que, después, adquiere una connotación de mucho más talante, habida

cuenta de mi ejercicio político y sindical posterior. En este contexto, cito el texto de la profesora

Magdalena, así:

“…Aunque los comerciantes antioqueños habían incursionado durante el siglo XIX en el comercio mundial

exportando quina y tabaco, Colombia no había logrado desarrollar una producción con arraigo relativamente

estable en el mercado internacional. Exiliado en Guatemala, uno de los representantes de la burguesía

comercial antioqueña, Mariano Ospina Rodríguez, escrib ía a su amigo Julián Vásquez, minero, comerciante y,

posteriormente terrateniente, sobre las grandes utilidades que allí producía la siembra de cafetales. Fueron

estos señores quienes iniciaron el cultivo de café en Fredonia, donde los terrenos según se sabía, eran muy

propicios para tal industria. La mentalidad empresarial con que se iniciaron los primeros cultivos de café en la

región, no solo se denota en los propósitos claramente expresados de que ello constituiría una rentable

inversión con un mercado asegurado para la producción, sino en el empleo de una tecnología moderna para

el cultivo y una maquinaria que agilizaba el proceso de beneficio. En las primeras décadas del siglo XX

Fredonia se destacó en Antioquia como una importante zona cafetera.

Sectores de la burguesía comercial antioqueña hicieron una amplia difusión del cultivo y muchos de ellos, que

ya poseían haciendas ganaderas en el suroeste, dedicaron parte de sus terrenos al cultivo del grano. La

introducción del cultivo no desplazó la actividad ganadera, más b ien contribuyó a conformar el peculiar

complejo agrícola ganadero en cuya alta productividad insiste Ospina Vásquez. Así, las tierras cafeteras

abandonadas durante los periodos en que se deprimen los precios del café, pueden ser rápidamente

adaptadas para la ganadería, aminorando el impacto de las pérdidas de la producción cafetera para el

hacendado…”36

Lo cierto es que yo estuve ahí. En una casa heredada por vía materna. Lo mío era vivir esa

infancia de mujer ya cifrada, ya vinculada culturalmente a las condiciones de dominación vigente

en un país profundamente machista. Una infancia en la cual Adelina estuvo vigilante. No tanto

porque ella tuviese una posición de autoridad conciente, en términos de conocimiento de causa y/o

de aplicación de conceptos elaborados. Más bien era ese tipo de vigilancia inherente a las

condiciones generales de participación en los procesos de un tipo de familia patriarcal en el cual

las mujeres no hacían otra cosa que estar ahí expectantes. Pero, también, adscritas a un

desenvolvimiento como de partitura preestablecida. En una familia establecida y en la cual el negro

Eugenio no era otra cosa que un macho vinculado a procesos de producción agrícola limitados y

de los cuales derivaba su salario; pero que él asumía como extensión de sus condiciones y

36 León de L., Magdalena, Ibíd.

42

posibilidades de dominación sobre Adelina y sobre “la otra” de la cual hablaba Adelina, haciendo

alusión del hecho de que mi padre tenía una (…o varias) relaciones furtivas. Ya dije que él,

Eugenio Cano, a más de ser bebedor, dedicaba mucha parte de su tiempo libre al juego de cartas

y al oficio de apostador en riñas de gallos. Una especie de trabajador asimilado a lo que se

denomina (expresión acuñada por el marxismo) lumpen proletario.

En ese contexto, los rituales de Adelina, no eran otra cosa que estar ahí y cocinar y enhebrar y

vigilar a sus hijas y37 responder ante el tío Manuel (su hermano) por el manejo laborioso de la casa.

Una Adelina Restrepo que siempre asumió como profesión marginal de subsistencia el oficio de

lavandera; bien fuera a domicilio o utilizando la casa de la familia como sitio de trabajo. Esto le

permitió una relativa emancipación con respecto a Eugenio Cano.

Y yo seguía ahí. Como sujeta de mil y un hechizos. Como partícipe de ese proceso cultural que

desde mucho antes de yo nacer estaba vigente. La religión era y ha sido uno de los referentes

mayores. Con su peculiar manera de condicionarnos, particularmente a nosotras las mujeres. Con

un extravío de la vida plena. Convocada a ser simple réplica de las de antes y de las que vendrían

después. Ese tósigo que me conminaba a ser prudente, a ser virgen de eternos sueños. Todo a

pesar de que la sexualidad como posibilidad latente de convocar al deseo y a la pasión, también

estaba ahí. Unos sueños casi enfermizos. Una combinac ión de “lo bueno” y “lo malo”; esa lucha

que ha estado ahí. Como opuestos. Como en casi todo. El día y la noche; el frío y el calor; la

verdad y la mentira; etc.

“…El intento por canalizar los poderes mágicos desembocó en la necesidad de socializar a los a fricanos

dentro de los márgenes culturales occidentales, proceso que corría paralelo a la cristianización. Pero la

enseñanza y la aprehensión de las costumbres, tradiciones e instituciones españolas chocaba de frente con el

diametralmente opuesto modelo de socialización africano: Los territorios de donde procedía la mano de obra

esclava estaban organizados en una unidad básica de carácter familiar, ‘ampliada o extendida, especie de

fracción de clan de tipo patriarcal: grupo de parientes y por línea paterna o materna fijado o ligado al suelo’.

En este sentido, la socialización era diferente al modelo de educación europeo en tanto que todo el grupo

participaba de la educación de los hijos de la comunidad, sin importar quiénes fueron los padres b iológicos. El

sistema educativo reposaba en una organización de carácter gerontocrático, es decir, a los ancianos les

correspondía la iniciación social y la educación sexual de los adolescentes.

En estas circunstancias, la comprensión del b ien y del mal, de la muerte y l a sexualidad, reposaba en una

estructura muy distinta que seguía las tradiciones culturales propias sin que tuviera incorporado el férreo

dualismo cristiano. Ni la diversidad de mecanismos que utilizó la cultura dominante ni la aprehensión de los

comportamientos b lancos, lograron desterrar del todo esta conciencia no dualista. Por el contrario, se convirtió

en uno de los bastiones de resistencia contra la sociedad esclavista. En el pensamiento africano occidental

nada era enteramente bueno ni enteramente malo, idea que se reforzaba en sus sistemas religiosos

37

43

tradicionales por la carencia de una teoría del pecado original y por la extensión del concepto del demonio. A

esta carencia de dualismo se le sumó la apropiación de poderes mágicos de santos y demonios, lo que

permitía la creación de un sistema coherente de creencias nacidas para la resistencia y la búsqueda de

factores que los identificaba como pertenecientes a una comunidad…”38

Durante mucho tiempo permaneció en mi (…y aún aparecen secuelas) esa sensación de estar

inmersa en un contexto pleno de situaciones ancladas en esa herencia cultural. Por lo pronto era

mujer-niña. Con obligaciones reales y potenciales. Alrededor de la casa; pero también en el

escenario escolar; asimismo en la herencia religiosa. Era profundamente inmersa en los ires y

venires de los ejercicios parroquiales. Estaba en los ejercicios inherentes a la eucaristía y en las

celebraciones relacionadas con las realizaciones de fiestas y expresiones afines. La Semana

Santa era una de ellas. Yo estaba ahí, al lado del vía crucis. Mi capacidad para la lectura clara y

comprensiva me hacía partícipe en términos puntuales en la procesión del viernes santo. Tal vez,

desde ese entonces, se produjo una inquietud relacionada con el significado del sac rificio de Jesús

y los verdaderos alcances del mismo.

“…La manera como se planteó la evangelización a comienzos de la conquista marcó el camino que tendría

durante los siguientes siglos. El proceso de cristianización de las Indias se dio en el contexto de un

convencimiento colectivo que provenía desde finales del siglo XV: se acercaba el final del mundo. Los

convulsionados acontecimientos del Renacimiento daban razón a las angustiosas profecías del Apocalipsis,

quizás el lib ro que más había marcado el pensamiento cristiano. La escatología afirmaba que el final estaría

preanunciado por acontecimientos calamitosos, contexto en el cual vendría el Anticristo. La expansión

geográfica que incluía loa conquista de las Indias reafirmaba la creencia, pues un texto de los evangelios lo

profetizaba: ´se proclamará este Evangelio del Reino en el mundo entero, para dar testimonio a todas las

naciones, y entonces vendrá el fin’.

Entonces, después de la conversión del mundo al cristianismo como verdadera fe, acaecería el escalón final.

Siguiendo la misma tradición cristiana, la ´bestia´del Apocalipsis-entendida como el demonio-tendría que

soltarse por un tiempo antes de la segunda venida del Mesías. Esta postura hacía más entendib le la obsesión

cristiana de contemplar el reino de Satanás en el Nuevo Continente: Los misioneros españoles se planteaban,

no sin cierta angustia, si evangelizar no equivalía a aclarar el proceso de autodestrucción. La idea de la

decrepitud del mundo y su pronta transformación era frecuente durante e l siglo XVI. Fray Rafael de los

Ángeles lo escrib ía así:

Verdad es que el mundo está en lo último y allegado a la decrépita, porque aun en materia de virtud se hallan

en él cien mil novedades y disparates nunca antes vistos, y en materia de pecados no tien en número de

invenciones que cada día salen, como diremos más adelante, ni hay teólogos que agoten sus dificultades (…).

Al fin la virtud en estos desdichados tiempos no tiene la armadura o el esqueleto, que lo demás casi todo es

38 Borja G., Jaime H. “Rostros y rastros del demonio en la Nueva Granada”. Impreandes presencia S.A. Primera edición, 1998; páginas 132-133.

44

prudencia de carne enemiga de Dios.´39 (versión tomada, previa autorización, del Texto “Mi Historia”,

cuya autora prefiere el anonimato)

5.1.2. Volviendo a indagar (como si nada hubiese sucedido y de lo que sucederá a futuro).

Este itinerario me convoca a perseguir fantasmas. Como quiera que algo de alucinación hay en toda historia.

Como estrambótica alegoría. Como algunas historias de mujeres que dan cuenta de un acumulado perverso

masculino. Por una vía que va desde el ensayo con letanías absolutas; hasta sensaciones de haber vivi do

antes este momento. Inclusive con intentos fallidos al momento de mirar, en perspectiva, lacónicos

enunciados, pretendiendo una difusión desparramada. Como voraz torrente que aniquila lo más sentido. Una

seguidera de pautas a contrapelo. Como en esos sueños victimarios. Como desasosiego cierto, a punto.

Como cuando, en ese oficio de rastrear evidencias y lugares, aparecemos de pronto en otro ámbito. Viviendo

otros momentos. Como agregados circunstanciales. Vivencias de remache. Como ejerciendo de oferente. De

las ciudades y de los estados. De todo aquello que nos sitúa en decisiones, a veces inoperantes, pero que

funge como b itácora de vuelo.

Y, de pronto, me encuentro con cosas. Si, como si estuviese cosificando la historia. Deambulando aquí y allá.

Que en nuestra América Latina. Que, cuando no, petrificando lecciones del arco iris. En una iridiscencia

mezquina. Porque satura y postra. En ese 1810 tan lejano que he olvidado lo que pasó. Un 1819 esquivo en

señales de libertad verdadera. Con 1830, buscando divisas. Para no dejar entender lo fundamental de la

Revolución Francesa. Con un Antonio Nariño ya despojado de sus atributos. O con Policarpa que murió por

nosotros y nosotras. Y que, a vuelo, ni Santander ni Bolívar rescataron nunca su verdadero aporte. Porque la

locomoción libertaria se olvidó de lo más importante: el diseño de políticas de libertad, mediante acciones de

consecuencia lógica. Buscando compatib ilidad entre zafarse del yugo español y proyectar el universo

asociado al ideario moderno. Nos quedamos ahí, en las secuelas originadas en la visión del mundo de los

criollos soldadescos. Construyendo íconos de cetrería. Como cazando incautos, a punta de hacer dar vueltas

a nuestro mundo. Tal vez remplazando a Verne y sus historietas de futuro y de presente. Pero, al fin y al cabo,

imaginarios no resueltos.

En ese contexto, los rituales de Adelina, no eran otra cosa que estar ahí y cocinar y enhebrar y vigilar a sus

hijas y40 responder ante el tío Manuel (su hermano) por el manejo laborioso de la casa . Una Adelina Restrepo

que siempre asumió como profesión marginal de subsistencia el oficio de lavandera; b ien fuera a domicilio o

utilizando la casa de la familia como sitio de trabajo. Esto le permitió una relativa emancipación con respecto a

Eugenio Cano.

“…El intento por canalizar los poderes mágicos desembocó en la necesidad de socializar a los africanos

dentro de los márgenes culturales occidentales, proceso que corría paralelo a la cristianización. Pero la

enseñanza y la aprehensión de las costumbres, tradiciones e instituciones españolas chocaba de frente con el

diametralmente opuesto modelo de socialización africano: Los territorios de donde procedía la mano de obra

esclava estaban organizados en una unidad básica de carácter familiar, ‘ampliada o e xtendida, especie de

fracción de clan de tipo patriarcal: grupo de parientes y por línea paterna o materna fijado o ligado al suelo’.

39 Borja G., Jaime H., Ibíd.; pp. 305-306. 40

45

En este sentido, la socialización era diferente al modelo de educación europeo en tanto que todo el grupo

participaba de la educación de los hijos de la comunidad, sin importar quiénes fueron los padres b iológicos. El

sistema educativo reposaba en una organización de carácter gerontocrático, es decir, a los ancianos les

correspondía la iniciación social y la educación sexual de los adolescentes.

En estas circunstancias, la comprensión del b ien y del mal, de la muerte y la sexualidad, reposaba en una

estructura muy distinta que seguía las tradiciones culturales propias sin que tuviera incorporado el férreo

dualismo cristiano. Ni la diversidad de mecanismos que utilizó la cultura dominante ni la aprehensión de los

comportamientos b lancos, lograron desterrar del todo esta conciencia no dualista. Por el contrario, se convirtió

en uno de los bastiones de resistencia contra la sociedad esclavista. En el pensamiento africano occidental

nada era enteramente bueno ni enteramente malo, idea que se reforzaba en sus sistemas religiosos

tradicionales por la carencia de una teoría del pecado original y por la extensión del concepto del demoni o. A

esta carencia de dualismo se le sumó la apropiación de poderes mágicos de santos y demonios, lo que

permitía la creación de un sistema coherente de creencias nacidas para la resistencia y la búsqueda de

factores que los identificaba como pertenecientes a una comunidad…”41

“…La manera como se planteó la evangelización a comienzos de la conquista marcó el camino que tendría

durante los siguientes siglos. El proceso de cristianización de las Indias se dio en el contexto de un

convencimiento colectivo que provenía desde finales del siglo XV: se acercaba el final del mundo. Los

convulsionados acontecimientos del Renacimiento daban razón a las angustiosas profecías del Apocalipsis,

quizás el lib ro que más había marcado el pensamiento cristiano. La escatología afirmaba que el final estaría

preanunciado por acontecimientos calamitosos, contexto en el cual vendría el Anticristo. La expansión

geográfica que incluía loa conquista de las Indias reafirmaba la creencia, pues un texto de los evangelios lo

profetizaba: ´se proclamará este Evangelio del Reino en el mundo entero, para dar testimonio a todas las

naciones, y entonces vendrá el fin’.

Entonces, después de la conversión del mundo al cristianismo como verdadera fe, acaecería el escalón final.

Siguiendo la misma tradición cristiana, la ´bestia´del Apocalipsis-entendida como el demonio-tendría que

soltarse por un tiempo antes de la segunda venida del Mesías. Esta postura hacía más entendib le la obsesión

cristiana de contemplar el reino de Satanás en el Nuevo Continente: Los misioneros españoles se planteaban,

no sin cierta angustia, si evangelizar no equivalía a aclarar el proceso de autodestrucción. La idea de la

decrepitud del mundo y su pronta transformación era frecuente durante el siglo XVI. Fray Rafael de los

Ángeles lo escrib ía así:

Verdad es que el mundo está en lo último y allegado a la decrépita, porque aun en materia de virtud se hallan

en él cien mil novedades y disparates nunca antes vistos, y en materia de pecados no tienen número de

invenciones que cada día salen, como diremos más adelante, ni hay teólogos que agoten sus dificultades (…).

Al fin la virtud en estos desdichados tiempos no tiene la armadura o el esqueleto, que lo demás casi todo es

prudencia de carne enemiga de Dios.´42

41 Borja G., Jaime H. “Rostros y rastros del demonio en la Nueva Granada”. Impreandes presencia S.A. Primera edición, 1998; páginas 132-133. 42 Borja G., Jaime H., Ibíd.; pp. 305-306.

46

El tío Manuel Restrepo trabajaba como jornalero, en la modalidad de prestación de servicios día a día en

haciendas de terratenientes. El pago que recib ía era el soporte económico fundamental de la familia. Todo, a

pesar de que en la casa teníamos sembrados de pan coger, necesarios para hacer más llevadera la

subsistencia. Su talante fue siempre vinculado con una opción solidaria. No solo para su hermana Adelina y

su hermano Luciano; sino también para sus sobrinas María Helena y yo. Un tipo de interacción (…la del tío

Manuel), en la cual ejercía como insumo básico la compartición de sus ingresos y de su presencia constante.

Algo así como lo opuesto a la posición asumida por el negro Eugenio.

“…En las primeras iniciativas del cultivo hubo contratación de mano de obra libre, especi almente en las

haciendas ligadas al capital mercantil, donde la producción de café se dio bajo la administración directa de la

hacienda. El sistema utilizado, llamado de agregados, tiene como característica ser mano de obra asalariada

a la que, además del efectivo, se le da como parte de su remuneración, el acceso a un terreno dentro de la

hacienda para construir su casa y sembrar algunos productos de pancoger.

La fuerza de trabajo para el cultivo del café en este tipo de hacienda, incluía tanto hombres com o mujeres,

pero dividida en sus respectivas cuadrillas. Parece que, aunque las mujeres trabajaban en casi todas las

operaciones del cultivo, el uso de mano de obra masculina era más estable y los hombres trabajaban todo el

año, ya fuera en arreglos de la finca o en los trabajos más pesados del cultivo. Por lo tanto, podría pensarse

que, siendo la participación masculina más permanente que la de la mujer en las tareas del cultivo del café

para la hacienda, buena parte de la producción de pancoger estuviera en manos de la mujer campesina…”43

No tengo plena certeza acerca de los orígenes del tío Manuel. Por lo menos en términos de su acervo cultural

y de su inserción en la familia. Yo diría que, así como en el caso del abuelo materno, su infancia y

adolescencia estuvieron influidas por lo que describ í antes en el sentido de finales del siglo XIX y comienzos

del siglo XX. Lo que sí es, plenamente cierto, es el origen primero de la influencia política y social.

“…Es imposib le hablar favorablemente de la administración de justicia en Colombia; los códigos civil y penal

son poco más que una colección de supersticiones y abusos, bajo los nombres de Castilla, ordenanzas reales,

leyes de las indias y varias recopilaciones de decretos españoles y regulaciones coloniales, de los cuales,

para el disgusto del demandante y beneficio del abogado, se pueden sacar deducciones contradictorias sobre

todo aspecto posib le de litigio. Este defecto es percib ido y reconocido por el gobierno; se ha propuesto

introducir el nuevo código penal español. El juicio por jurado felizmente se ha restablecido en casos de libelo y

la legislación se ha declarado a favor de introducirlo en forma general en todos los casos en que sea

aplicable; sin embargo, el gran mal que probablemente persista en el gobierno del país en todas sus ramas,

tiene su origen en los hábitos de disimulo, indolencia y corrupción que marcan el carácter de todas las

naciones esclavizadas. Los brotes momentáneos de sensib ilidad o aun de ideas correctas y las buenas

intenciones en general, no son suficientes para romper la oscura cadena de vicios, con las cuales

43 León de L., Magdalena; Ibíd., página 35

47

generaciones de ignorancia, supersticiones y opresión han entrelazado todas las situaciones sociales y

contraído o distorsionado todos los sentimientos morales…”44

El tío Luciano era un ser de esos que podríamos llamar “ausente”; como quiera que estaba ahí con nosotras y

nosotros; pero, al mismo tiempo, sin estar. Su infancia pudo haber estado cruzada por las mismas condiciones

en las cuales se desenvolvió el tío Manuel. Lo cierto es que siempre fue una especie de gregario absoluto. Su

disponib ilidad estaba anclada no solo en los nexos familiares. Era como algo innato en él. Asocio su figura y

su laboriosidad a la fabricación manual de jabón. Una gestión casera, para lo cual se requerían inmensas

cantidades de ceniza. Y nadie mejor que Luciano para proveerla. Desde muy temprano salía de casa hacia

diferentes lugares. Lejanos y cercanos, solicitando a las familias el rescoldo de los fogones. Y los cargaba. Y

las lluvias lo arropaban. Desde ahí, contrajo una dolencia asociada al cuadro respiratorio. Desde ahí provino

la transformación del sonido de su voz. Se tornó aflautada, casi imperceptib le. Y fue ese hecho el que originó

que lo tildaran de bobo. Y él nunca fue conciente del significado de esa chapa que permaneció por siempre,

hasta su muerte. No sé por qué, el recuerdo de tío Luciano, me retrotrae a la lectura que hice de “El Ingenioso

Hidalgo, don Quijo de la Mancha”.

“…En la tercera salida de don Quijote, el Cura y el Barbero se estuvieron un mes sin verle, por no traerle a la

memoria cosas pasadas; pero no por eso dejaron de visitar a su sobrina y a su ama, encargándoles tuviesen

cuenta con regalarle, dándole a comer cosas confortativas y apropiadas para el corazón y el cer ebro. Las

cuales dijeron que así lo hacían y harían porque echaban de ver que su señor por momentos daba muestras

de estar en su entero juicio, y así determinaron de visitarle y hacerle experiencia de su mejoría y acordaron de

no tocarle en ningún punto de la andante caballería.

Visitárosle en fin y hallárosle sentado en la cama. Fueron de él muy b ien recib idos, preguntárosle por su salud

y el dio cuenta de sí y de ella con mucho juicio y con muy elegantes palabras; y en el discurso de su plática

habló don Quijote con tanta discreción en todas las materias que se tocaron, que los dos examinadores

creyeron indudablemente que estaba del todo bueno y en su entero juicio…”45

Yo seguí en la idolatría de los íconos del catolicismo. Sin ir más allá de las dudas acerca del martirologio de

Jesús. Pero, a decir verdad, me causaba cierto escozor en el alma, el hecho de pensar en lo que serían las

otras religiones y los significados de muchas celebraciones.

“…De nuestro examen precedente podemos inferir que entre los antepasados paganos de los pueblos

Europeos, el festival ígneo anual más popular y extendido fue la gran celebración de la víspera del solsticio o

la del día del solsticio estival. La coincidencia del festival con el solsticio de verano es muy difícil que sea

accidental. Mejor aún, debemos suponer que nuestros antepasados paganos se pusieron a fechar la

ceremonia del fuego en la tierra coincidiendo con la llegada del sol al punto más alto de su carrera en los

44 Coronel Hall Francis. “Colombia y su estado actual”, pp. 17 -18. Obra aparecida en la recopilación “Santander y la Opinión Angloamericana” (David Sowell, compilador). Biblioteca de la Presidencia de la República, 1991.

45 Cervantes S., Miguel de: “El ingenioso hidalgo don Quijo de la Mancha”, resumen de la obra. Ed. Gráficas Modernas. Primera edición, junio de 1988; página 141.

48

cielos. Si esto fuese así, se deduce que los fundadores antiguos de los ritos solsticiales habían observado los

solsticios o puntos críticos del camino aparente del sol en el cielo y de acuerdo con ellos regularon su

calendario vestal, en cierto modo por consideraciones astronómicas…”46

Y me seguían envolviendo las dudas. Un día pensaba en mi condición de mujer y el sometimiento como

herencia cultural. Otro día pensaba en mi sexo, en mi virginidad y en su significado desde el punto de vista

religioso y moral. Y, al día siguiente, pensaba en lo que sería de m í y de mi sexo, cuando conociera el del

hombre, en real y no en el imaginario pecaminoso a que nos tenían acostumbradas como mujeres. No solo en

la familia y su tradición; sino en la escuela y por parte de los párrocos en la iglesia. Y, cualquier otro día, volvía

a reflexionar sobre las otras religiones. En silencio; porque temía que me leyeran el pensamiento. Porque yo

sabía que era pecado el solo hecho de pensar en el dios de los otros y las otras no católicos y católicas.

“…Sobre la fornicación:

19. Contra aquellas de vuestras mujeres que cometen fornicación buscad cuatro testigos de entre vosotros. Si

dan fe contra ellas, mantenedlas cautivas en las habitaciones hasta que las llame la muerte o Dios las dé un

procedimiento.

20. A aquellos, de entre vosotros, que cometen este pecado, castigadlos. Si se arrepienten y se reforman,

apartaos de ellos. Dios es remisorio misericordioso.

21. Dios es quien vuelve hacia quienes hacen el mal por ignorancia, pues enseguida se arrepienten. Dios les

perdonará pues es omnisciente, sabio.

22. No hay perdón para quienes cometen malas acciones hasta el momento en que se presenta a uno de

ellos la muerte y exclama: ‘! yo me arrepiento ahora’ ¡Tampoco tienen perdón quienes mueren mientras son

infieles: a ésos les hemos preparado un tormento doloroso…”47

En medio de mi ignorancia y desespero, pude asumir algunas posiciones más o menos coherentes. Era algo

así como entender que yo debía vivir la vida, en las condiciones en las cuales era posib le hacerlo. Es decir, en

medio de una familia que me conminaba por la vía doctrinaria a asumir el rol que me estaba predestinado.

Pero, al mismo tiempo, en mí se hacía sólida la intención de revertir ese hecho. Al men os en términos de

disección que convoca a entender la necesidad de redefinir mis expectativas. Inicialmente, esto aparecía

como simple efecto colateral de esos sueños míos que me convocaban a una tenencia de lo inmediato y lo

potencial, como necesidad latente que estaba ahí; pero que yo no podía asir. Precisamente porque se

b ifurcaban en el escenario primero y último. Es decir, en una trama que no lograba discernir. Venía a mi

mente, después de esos sueños constantes y punzantes, lo leído en “Doña Bárbara” .

“…En Altamira siempre era ´Pajarote´ quien contaba los casos más espeluznantes. La vida andariega del

encaminador de ganados y la imaginación vivaz, suministrab le mil aventuras que narrar, a cual más

extraordinarias.

46 Frazer, James G. “La rama dorada”., Ed. Fondo de Cultura Económica, segunda reimpresión 1995; pp.7 10-711 47 El Corán Editorial Óptima, S.L, 2002. pp.88-89

49

¿…Muertos? A todos los que salen desde Uribante hasta el Orinoco y desde el Apure hasta el Meta, les

conozco sus pelos y señales – solía decir - . Y si son los otros espantos ya no tienen sustos que no me hayan

dado.

-Las almas en pena que recogen sus malos pasos por los sitios donde los dieron; la llorona, fantasma de las

orillas de los ríos, caños o remansos y cuyos lamentos se oyen a leguas de distancia; las ánimas que rezan

en coro, con rumor de enjambres, en la callada soledad de las matas, en los claros de luna de los calveros y

el Ánima Sola que silba al caminante para arrancarle un Padre Nuestro, porque es el alma más necesitada de

purgatorio; la Sayona, hermosa enlutada, escarmiento de los mujeriegos trasnochadores, que les sale al paso,

les dice ́ sígueme, y de pronto se vuelve y les muestra la horrib le dentadura fosforescente y las piaras de los

cerdos negros que Mandinga arrea por delante del viajero y las otras formas bajo las cuales se presenta; todo

se le había aparecido a Pajarote…”48

De todas maneras, lo mío, seguía siendo una desolación parecida al extravío. Como cuando no podía

encontrar el horizonte de mis enajenaciones; de mis delirios que se hacían cada vez más constantes y

atosigadores. Un itinerario parecido a la vida nómada que nunca se ancla en ningún sitio. Y veía, en mis

sueños de siempre, mi figura y mis acciones distanciadas en el tiempo. Con expresiones en las cuales ya

había logrado descifrar los códigos inherentes a mi condición de mujer libertaria que se expresaría a futuro.

Sueños como este:

Para este trabajo se asumen como válidas algunas opciones en lo que hace relación al significado que

adquiere la participación colectiva, por parte de sectores de la población en los cuales actúan sujetos

(hombres y mujeres) no vinculados con el poder y los beneficios que otorga el control de instancias estatales y

gubernamentales. Asimismo, se asume una cotejación conceptual en lo que respecta a tipos de Estado, como

aquellas categorías que pueden definir una u otra posición con respecto a la intervención en el espectro

social, 0por la vía de políticas inherentes a la noción del Estado Benefactor o de Estado centrado en la noción

de la autonomía dinámica económica para definir e imponer los términos en la intervención. (Ibid, nota de la

autora)

5.2 La noción de Política.

Se entiende como la precisión, a la manera de directriz general, de una sumatoria conceptual relacionada con

una determina área en la cual el Estado o un Gobierno deben intervenir. En este nivel de expresión se

proponen programas que delinean la intervención, con unos objetivos concretos; de tal manera que delimiten

escenarios y el espectro mismo que la origina. Esto presupone la preexistencia de opciones teóricas y

prácticas en nexo con esa área específica.

En términos de Estado, una política, debe proponerse de tal manera que se entienda como derivación lógica y

coherente, con respecto al soporte conceptual que lo acompaña; en cuanto a cohesionador de las fuerzas que

actúan como integrantes del País y de la Nación.

48 Gallegos, Rómulo. “Doña Bárbara”. Momo ediciones, pp.63 -64

50

Tratándose de un Gobierno, entendido como expresión circunstancial y transitoria, las políticas ejercen como

concreción a través de Planes específicos que orientan la actividad económica, política, social, etc.; de ese

Gobierno, por un periodo definido.

Tanto en lo que respecta al Estado, como a los Gobiernos; se entiende que debe existir una concatenación,

también lógica y coherente, a partir de la Norma General (Constitución Política) que orienta el quehacer del

Estado y otorga a los asociados unidos determinados beneficios e impone unas dete rminadas obligaciones.

Visto así, entonces, se introduce una diferenciación necesaria, derivada del tipo de Estado instaurado para

una sociedad específica. Esto traduce que no es lo mismo diseñar una política de asistencia social, a manera

de ejemplo, por parte de un Estado soportado en un una opción hacia el b ienestar general; que esa misma

política por parte de un Estado anclado en la ortodoxia con respecto al desarrollo de los mecanismos del

mercado; los cuales pueden establecer (por sí mismos) un equilibrio.

Para el caso que nos ocupa en este trabajo, asumimos la existencia de una definición Constitucional, que

reivindica la vigencia de un Estado Social de Derecho, ob ligado a proponer y desarrollar una políticas públicas

de beneficio general, con énfasis en la protección de los sectores más vulnerables de la población.

Tanto es así que, en la Constitución Política, se expresa el hilo conductor para la intervención del Estado.

Veamos:

Artículo 1. Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria,

descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democráticas, participativa y pluralista, fundada

en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la

prevalencia del interés general. 49

Artículo 2. Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad general y

garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; facilitar la

participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y

cultural de la Nación; defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial y asegurar la

convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo.

Las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes en Colombia,

en su vida, honra, b ienes, creencias, y demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los

deberes sociales del Estado y de los particulares.50

En consecuencia, el diseño e implementación de las políticas públicas para el b ienestar de los habitantes,

deben estar orientados por ese mandato Constitucional. La reglamentación de esas políticas (.O de una de

ellas en particular), debe tener en consideración el escenario y los grupos sociales a los cuales están

dirigidas. Lo anterior está definido, de manera taxativa, en la Norma Constitucional, así:

49 Constitución Política de Colombia 1991, segunda edición ESAP, febrero 1992 50 Ibíd.

51

Artículo 339: Habrá Plan Nacional de Desarrollo conformado por una parte general y un plan de inve rsiones

de las entidades públicas del orden nacional. En la parte general se señalarán los propósitos y ob jetivos

nacionales de largo plazo, las metas y prioridades de la acción estatal a mediano plazo y las estrategias y

orientaciones generales de la política económica, social y ambiental que serán adoptadas por el gobierno. El

plan de inversiones públicas contendrá los presupuestos plurianuales de los principales programas y

proyectos de inversión pública nacional y la especificación de los recursos finan cieros requeridos para su

ejecución.

Las entidades territoriales elaborarán y adoptarán de manera concertada entre ellas y el gobierno nacional,

planeas de desarrollo, con el ob jeto de asegurar el uso eficiente de sus recursos y el desempeño adecuado de

las funciones que les hayan sido asignadas por la Constitución y la ley. Los planes de las entidades

territoriales estarán conformados por una parte estratégica y un plan de inversiones de mediano y corto

plazo.51

Artículo 366: El b ienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población son finalidades

sociales de Estado. Será objetivo fundamental de su actividad la solución de las necesidades insatisfechas de

salud, de educación, de saneamiento ambiental y de agua potable.52

En aplicación de esta noción de política, particularmente de política pública, el presente trabajo, desenvuelve

el seguimiento con respecto al rol de las mujeres, en lo que concierne a al desarrollo de los programas para la

protección y atención a los grupos poblacionales vulnerables.

5.2.1 La noción de participación de sectores de la población en la lucha social.

El trabajo se sitúa en un entendido de participación, definido a partir de del significado que adquiere el

quehacer de grupos sociales no vinculados con el poder político y económico. Es tanto como recorrer el

acumulado de experiencias presentadas en diferentes momentos y en relación con acciones que reivindican

derechos, tanto en lo que concierne a la calidad de vida, como también a aquellos que hacen refere ncia a su

relación con el Estado, en lo que esta tiene de manifestaciones por alcanzar beneficios puntuales que ejercen

como colaterales indispensables para alcanzarla.

Visto lo anterior, entonces, aparece una posición en términos de fundamentar la intervención, soportada en

definiciones, tanto teóricas como prácticas, que han orientado los procesos hacia la admisión de lo conciente,

como condición indispensable para trascender la espontaneidad y la visión reduccionista que no permite

diseñar estrategias para el mediano y largo plazo.

En una publicación del Centro de Estudios del Hábitat Popular – Cehap, adscrito a la Facultad de Arquitectura

de la Universidad Nacional de Colombia, se recopilaron documentos presentados en el 4º Seminario

Internacional CEHA – PEVAL, realizado en la ciudad de Medellín entre el 7 y el 11 de abril de 1986, en el cual

se analizaron las experiencias en América Latina, bajo el título: Los pobladores, protagonistas urbanos en

América Latina.

51 Ibíd. 52 Ibíd.

52

En una de las ponencias titulada Aproximación a los Movimientos Sociales Urbanos en América Latina, el

investigador Etienne Henry, adscrito al Institut National de Recherche sur les Transports et leur Segurite -

INRETS, Francia; dice, en uno de los apartes referido a los Movimientos Regiona les y Nacionales:

“..Finalmente los movimientos sociales se despliegan alrededor de los principales polos urbano -industriales.

Tienen una connotación más obrera y, las organizaciones sindicales son aquí las que incentivan la formación

de frentes regionales. Pero su evolución depende de su capacidad en aglomerar a las masas urbanas y a sus

organizaciones representativas. Los b loques de clases son aquí menos policlasistas y esos movimientos

pueden derivar hacia meras huelgas obreras o revueltas de protesta popular.

Tales movimientos regionales no se reducen a una oposición al poder central y una afirmación del poder

regional. Hay que buscar en la configuración de los segmentos locales de clases, su dominación y su

depresión socioeconómica, las razones de la vitalidad de su movilización y las perspectivas de los b loques

regionales. No constituyen duraderas alianzas de clases ni son portadoras de proyectos históricos específicos;

pero si corresponden a una fuerza social capaz de imponer modificaciones parciales en los esquemas

administrativos y redistributivos. En la medida en que las masas pauperizadas concentradas en los núcleos

urbanos participan de esos movimientos en forma importante – y a veces mayoritaria – es legítimo ver aquí

una expresión de los movimientos urbanos...” (Sic)53

De otra parte, el investigador Emilio Pradilla Cobos, presentó un escrito titulado “Mitos y realidades de los

llamados Movimientos Sociales Urbanos “, publicado en diciembre de 1984 por la Editorial de la Universidad

Autónoma Metropolitana. Unidad Xochimilco, Méjico D.F., Méjico., como ponencia en ese mismo evento.

Destaco un aparte que considero pertinente, veamos:

“..Este análisis se inició poco tiempo después de que el movimiento real se hubiera manifestado. De un lado,

por parte de los investigadores y técnicos al servicio del Estado y las clases dominantes, en busca de

respuestas que permitieran mediatizarlo, controlarlo, articularlo o reprimirlo, a fin de mantener “el orden y la

paz social” necesarios al desarrollo del capitalismo y para evitar la formación de un nuevo componente

perturbador en la ya convulsa situación social. De otro lado, los investigadores comprometidos, en una u otra

forma, desde una u otra vertiente ideológico-política, con las luchas de los explotados y los militantes de las

organizaciones políticas de izquierda, para entender su potencial revolucionario, sus contradicciones internas,

sus límites, y encontrar las alternativas correctas para su vinculación con las otras formas de lucha de las

clases explotada...”. (sic).54

El punto, en consecuencia, tiene que ver con desarrollar una interpretación asertiva, en lo que hace alusión a

la participación. Aquí, lo asertivo, no supone una actitud de simple extensión de esa participación, hacia

aplicaciones acríticas, en las cuales, simplemente, se replican esquemas, al margen de una construcción

teórica, derivada del análisis del ob jeto de esa participación, de los mecanismos para desarrollarla y de las

transformaciones que la misma pueda propiciar.

53 Texto citado, página 37 54 Ibídem

53

En consideración a la anterior aseveración, es importante conocer la propuesta de Amartya Sen, Premio

Nobel de Economía en 1998., con respecto al sentido que adquiere lo humano en el marco de las políticas de

desarrollo del capital. Veamos:

En el artículo “Las Teorías del Desarrollo A Principios del Siglo XXI”, Amartya Sen dice, entre otras cosas, “El

alcance de este planteamiento no se limita a una fundamentación teórica del desarrollo; sus connotaciones

prácticas han de plasmarse en el terreno de la política estatal. Si b ien la prosperidad económica y la situación

demográfica favorable fomentan el b ienestar y la libertad de una sociedad, no es menos cierto que la mayor

educación, prevención y atención sanitaria y otros factores similares afectan las auténticas libertades de que

disfruta la población. Estos `avances sociales’ deben considerarse como parte del ‘desarrollo’, puesto que

proporcionan una existencia más prolongada, libre y fructífera, además de que estimulan la productividad o el

crecimiento económico.

La concepción tradicional del concepto de ‘capital humano’ tiende a concentrarse en la segunda función de la

ampliación de las capacidades del ser humano, es decir, la de generar ingresos. Y aunque este aspecto no

deja de ser importante, a los ingresos hemos de añadir los beneficios y ventajas de tipo ‘director’ o primario.

Esta ampliación es de carácter adicional y acumulativo y no una alternativa a la noción actual de ‘capital

humano’. El proceso de desarrollo no es independiente de la ampliación de las capacidades del ser humano,

dada la importancia intrínseca e instrumental de esta ampliación...” (sic)55

Esto implica, para el caso de este trabajo de investigación, que asumo una posición que trasciende la mera

expectativa generada a partir de la participación comunitaria, como acompañamiento pasivo en el proceso de

aplicación de una determinada política gubernamental en lo que hace al b ienestar de la población. Supone, en

consecuencia, definir un entendido, en la perspectiva de localizar los elementos agregados, como valores que

55 Publicado en Cuadernos de Economía No. 29, Departamento de Teoría y Política Económica, páginas 89 -90.

54

cualifican esa participación, en función de interpretar esas políticas y proponer, a partir de ahí, la posib ilidad

de una intervención conciente de los y las sujetos que la promueven.

5.3. La política social y el Estado.

Ya he señalado arriba acerca del nexo lógico entre concepto, teoría y aplicación de un modelo determinado

de Estado, con respecto a la implementación de políticas gubernamentales siendo este (…el gobierno) una

expresión transitoria, fundamentada en estrategias, programas, políticas y acciones. De todas maneras, es

preciso discernir en torno a la incidencia que adquiere la envoltura conceptual y práctica del Estado como guía

para cualquier desarrollo estratégico y/o circunstancial de políticas gubernamentales. Algo así com o entender

la presencia de una dinámica en la cual se expresan condicionantes propios de ese modelo.

En términos de soporte teórico fundamental, no es lo mismo la construcción de una opción de Estado, a partir

(a manera de ejemplo) de la propuesta planteada por Juan Jacobo Rousseau en “El Contrato Social”; a una

opción de Estado construida a partir de la propuesta de Tomas Hobbes en “El Leviatán”. Inclusive, situándome

en un escenario mucho más próximo (como quiera que se asuma como inherente al horizonte teórico que ha

acompañado a la definición y aplicación política y económica en Occidente); es relevante proponer un

ejercicio de análisis a partir de la confrontación entre la doctrina de Adam Smith y la de John Maynard Keynes.

Porque, entre otras razones, permite precisar aspectos relacionados con la economía política, en el contexto

del capitalismo, como sistema económico y como oferente de las condiciones para la construcción de Estado,

como ordenador y como aglutinante de las fuerzas que actúan al interior de las sociedades y de las naciones.

En mi disquisición, aunque no aparece como centro, es conveniente resaltar la propuesta de Estado que se

deriva de la doctrina del Marxismo ortodoxo; entendido como el concepto político y económico que cuestiona

los principios éticos, económicos y políticos en los cuales se fundamenta el Capitalismo. En este sentido y

con el propósito de insinuar (...A futuro) una profundización con respecto a las opciones para su

interpretación; me parece conveniente citar (...En extenso) la expresión alcanzada por la profesora Consuelo

Corredor en su texto “Los Límites de la Modernización “. Veamos:

“1.1. El doble ideario de la sociedad moderna

Digamos entonces, a manera de hipótesis, que el advenimiento de la sociedad moderna recoge un doble

ideario: el de transformar el entorno material, y el de transformar al hombre como centro del mismo. Mientras

el primero alude a la modernización, el segundo a la modernidad.

La configuración histórica de la sociedad moderna ha puesto al descubierto que esta diferenciación no es

meramente teórica, sino que se trata de un proceso real que ha tenido lugar, con mayor o menor fuerza y

nitidez, es distintas regiones y países. Por lo tanto, partiendo de la posib ilidad analítica de diferenciar los dos

procesos se ha llegado a constatar y padecer su disociación real.

Durante el proceso, la modernización se ha convertido en el abecé del progreso, colocándose como un fin en

sí mismo y no como un medio, imprescindib le por cierto, para dotar a la socie dad de unas mejores

55

condiciones materiales. Lo paradójico es que si b ien no sería concebible una sociedad moderna carente de un

proceso de modernización, este último no requiere ineluctablemente de la modernidad y aún menos conduce

por sí mismo a ella.

Este es el conflicto no resuelto por muchas sociedades actuales: la tensión entre modernidad y

modernización. Marx lo puso claramente al desnudo a través de la crítica a la sociedad burguesa moderna,

que a lo largo de su obra, desde el Manifiesto del Partido Comunista hasta El Capital, está presente como

núcleo de reflexión central. Así lo podemos apreciar en el siguiente pasaje:

La época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas las demás por el constante y agitado

desplazamiento de la producción, por la conmoción interrumpida de todas las relaciones sociales, por una

inquietud y una dinámica incesantes. Todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma, lo santo es

profanado y, al fin, el hombre se ve constreñido por la fuerza de las cosas a con templar con mirada fría su

vida y sus relaciones con los demás. (C. Marx y F. Engels –1848. El Manifiesto Comunista, Editorial Ayuso,

Madrid, 1974, p. 76.).

La profunda crítica de Marx pone de manifiesto la potencialidad que encierran las fuerzas productivas, pero

también, y principalmente, su interdependencia e interacción con las relaciones sociales entre los hombres.

Mutua y compleja interacción que lejos de ser reductib le a un problema de causa – efecto, como en forma

equivocada se interpretó por algunos, es un proceso profundamente conflictivo de construcción, destrucción y

reconstrucción del orden social”.56

La pertinencia de la cita, obedece a la necesidad de introducir un insumo teórico que permita concretar

elementos de diferenciación, al momento de proponer una interpretación, respecto a la intervención estatal,

por vía de planes y programas de política social, en una sociedad como la nuestra. Inclusive, con la

posib ilidad ubicarla en el contexto de América Latina, habida cuenta de los elem entos comunes que la cruzan;

en una transversalidad que se hace evidente, a partir de la cotejación de posiciones e implementaciones.

Visto así, entonces, me atrevo a aseverar lo siguiente: En Colombia, las políticas sociales de sucesivos

gobiernos, asumiendo como base el mandato presente en la Constitución Política de 1991, particularmente en

su artículo número 366; se suponen ancladas en el principio de intervención estatal, en términos de

asimilados a lo propuesto por Rousseau en El Contrato Social y a los lineamientos Keynesianos acerca de la

redistribución social de la renta nacional. Queda claro que no pretendo establecer una relación de causalidad

absoluta, entre los principios ortodoxos de la teoría de John Maynard Keynes y la norma Constitucional en lo

que respecta al nexo entre el Estado como garante y dador de b ienestar en la noción de política social que

subyace al artículo 366 de la Constitución Política. Se trata, simplemente, de utilizar ese referente teórico (. el

de Keynes), como horizonte conceptual para construir un análisis que me permite acceder a una valoración

pertinente de la política social implementada en el Plan Nacional de Desarrollo y en el Plan de Desarrollo

Distrital.

56 Corredor, Consuelo. Los Límites de la Modernización, Cinep-Facultad de Ciencias Económicas Universidad Nacional de Colombia – Sede Bogotá, segunda edición, 1997, páginas 37-38.

56

Otro de los aspectos que convoca mi atención, tiene que ver con el análisis y seguimiento del rol que ha

desempeñado el Estado en América Latina. Se trata de una cotejación, que permita encontrar los elementos

de coincidencia en cuanto que representan la incidencia de programas gubernamentales; pero también los

insumos conceptuales y prácticos, originados en la intervención de los Movimientos Sociales, en cuanto

ejercicios de movilización y confrontación que “ob ligan” a modificaciones puntuales y estratégicas, a los

gobiernos que actúan como mandatarios de ese “equi librio” que se supone pleno en la configuración de las

políticas de Estado. Lo que, desde mi interpretación, conlleva a una construcción compleja en la cual

confluyen diferentes énfasis relacionados con teorías y postulados disímiles. Algo así como un

entrelazamiento entre posiciones autoritarias y despóticas (...a la manera de Thomas Hobbes, en el Leviatán),

posiciones de “equilibrio” entre intereses diferenciados (…a la manera de Rousseau, en su Contrato Social) y

una fuerte intervención estatal (…una figura cercana a la combinatoria entre Marx y Keynes), que adquiere

matices. Desde opciones estrictamente populistas, hasta aquellas que encontraron su mayor expresión en el

programa liderado por Salvador Allende, en Chile.

En una ponencia presentada ante el Cuarto Seminario Internacional Cehap – Peval “Los Movimientos de los

Pobladores en los Barrios Populares de las Ciudades Latinoamérica” (realizado en la ciudad de Medellín -

Colombia, entre el 7 y el 11 de abril de 1986); Marta Baliero (de los Movimientos d e Favelados en Brasil),

presentó una ponencia (Caracterización del concepto urbano en Brasil). Destaco el siguiente aparte:

5.3.2 Una referencia válida El Estado Brasileño y su Manejo de lo Urbano.

“Es innegable que el modelo de Capitalismo Monopolista viene gestándose desde los años 30, marco histórico

de la industrialización en el Brasil. Dicho paradigma posee una característica notable. Habría en él, un cierto

papel de Estado que lo hace invisib le. Esto quiere decir que el Estado no aparece ni se manifiesta bajo la

forma de inversiones y ese no dejarse ver ocurre exactamente en el lugar focal de la determinación de la tasa

de ganancia del conjunto oligopolista.

Esto quiere decir, según plantea el sociólogo Francisco de Oliveira (Oliveira, Francisco de /O Estado e o

Urbano no Brasil Estudos do Cebrap, a ser publicado). Que por fenómenos inherentes a dicho modelo, los

cuales se colocan en contraposición al Capitalismo de Libre Competencia, dicho Cap italismo Monopolista (no

competitivo y salvaje de cualquier país subdesarrollado) politiza las relaciones económicas al máximo en el

sentido inequívoco de que el Estado (a través de los hombres de empresa ) pasa a ser, en cierta medida, el

lugar en donde la tasa de ganancia – cuota que cada conjunto oligopolìsrtico tiene en la masa excedente de

excedente social producido en el país- se determina por el acceso empresarial a los aparatos del Estado”,.57

Me queda la sensación (...o la reafirmación), en el sentido de que, en nuestra América Latina, el Estado (...o,

quienes actúan y ejercen como sus portavoces y/o beneficiarios directos)

57 Baliero, Marta, “Caracterización del Concepto Urbano en Brasil, Seminario Los pobladores: protagonistas urbanos en América Latina, Memorias Editorial Lealon, marzo de 1988.

57

Ha actuado, en la intención de incidir en las relaciones sociales, con un estilo y mecanismos de intervención

como híbrido teórico y político, b ien sea circunstancial o programático.

Ahora b ien, desde la pretensión de este trabajo, se trata de reivindicar, también, el asunto relacionado con la

incidencia efectiva de este tipo de participación estatal. Porque, entre otras razones, la caracterización y

seguimiento de la misma; permite cierta aproximación a una teoría general de la intervención estatal y sus

verdaderas repercusiones, en cuanto políticas de contenido social que son asumidas por la población, como

“evidencia” y como “resultado” del mandato Constitucional. O, en otra opción de interpretación, como

expresión obligada por parte de un determinado gobierno; a partir del desarrollo de movimientos sociales,

tanto urbanos como rurales (….en otras palabras: como reivindicación alcanzada, mediante la realización de

movimientos populares que “ob ligan”, por la vía de la fuerza, a modificaciones absolutas o transitorias, de

programas gubernamentales originales. Un ejemplo de este tipo de intervenciones y su efecto colateral, tien en

que ver con la agitación y movilización en contra de la propuesta original inmersa en la modificación del

régimen de transferencias, adjunto al Plan Nacional de Desarrollo, tanto en el gobierno del Presidente Andrés

Pastrana Arango, como también el gobierno del Presidente Álvaro Uribe Vélez. Esto es significativo, en la

medida en que compromete, entre otros aspectos, la participación de las regiones en el diseño y aplicación

del gasto público, a partir de las regiones y con énfasis en rubros tan importantes como la salud y la

educación

Para el caso del Distrito Capital, se presenta un efecto de traslación, si entiende como tal el hecho de que

las regiones, simplemente extienden la aplicación de los conceptos y postulados generales inmersos en la

doctrina estatal que orienta a la gestión social, a la manera de políticas que la desarrollan.

Cabe, entonces, enfatizar acerca de los contenidos en cuanto a la noción de política social en un universo de

aplicación en el cual está demostrado la vigencia de un m odelo de producción capitalista; acompañado (..por

simple derivación doctrinaria) de un modelo de Estado que navega entre el intervencionismo, como “árb itro

imparcial” por parte del Estado que convoca al equilibrio institucional necesario para poder desarrollar políticas

de beneficio común y el dejar hacer entendido como la libertad ortodoxa derivada de los mecanismo del

mercado que actúan como agentes abstractos y prácticos para el equilibrio. De todas maneras, en uno u otro

punto de referencia, se asume como fundamento y como soporte económico el asunto relacionado con el

excedente económico global, como sujeto plusválico, derivado del desarrollo propio del capitalismo. Entonces,

la política social, tiene razón de ser (en términos de su viab ilidad económica) en la figura de la plusvalía

presentada por Marx, a través de mecanismos coercitivos implementados desde el Estado, por la vía de

imposiciones que permiten captar recursos (. a manera de impuestos). Es decir, ¡otra vez ¡la figura del

equilibrio actúa como soporte para la conversión del beneficio plusválico, en beneficio social, como aplicación

de una política de redistribución; en la cual el entendido de beneficio social adquiere características

diferenciadas, dependiendo de las estrategias y programas inherentes a los Panes de Desarrollo

gubernamentales.

58

5.3.3. Participación como acción

Como consecuencia de este tipo de orientación política, económica y social, por parte de los teóricos y

usufructuarios fundamentales del modelo neoliberal; el Estado adquiere una connotación que desvirtúa su

razón de ser como garante del beneficio social y como propiciador de ese equilibrio dinámico entre los

sectores sociales, con énfasis en la implementación y desarrollo de políticas sociales y económicos en las

cuales la redistribución de esa franja de la tasa de ganancia que le corresponde (..por la vía de la política y

las normativas tributarias), se asume como recurso efectivo para concretar procesos plenos para el impulso y

aplicación de modelos de intervención en áreas fundamentales como la salud, la educación, los servicios

públicos de alcantarillado, acueducto, energía; en una posición que reivindique la calidad de vida.

Asimismo, como colateral indispensable, este modelo (neoliberal) propone un entendido de intervención de los

asociados (ciudadanos (as), campesinos (as), grupos étnicos, mujeres, etc.), en el cual, el ejercicio de

derechos (por ejemplo, la participación), se erige como insumo, b ien de formalidad y/o como objeto extraño

que, hasta cierto punto, es necesario restringir. Esto explica, entre otras razones, el hecho de la

implementación de propuestas y acciones modificatorias en lo que respecta al marco conceptual que soporta

a los derechos fundamentales y básicos. Para el caso de nuestro País, es evidente la insistencia de

objeciones al ejercicio de los derechos otorgados por la Constitución Política. Es una dinámica que reivindica

la contradicción entre la teoría de “seguridad del Estado” y el ejercicio de esos derechos. Un elemento

trascendental, del último tiempo, ilustra esa perspectiva: El Estatuto de Seguridad Democrática y la propuesta

hacia la restricción de la Acción de Tutela prevista en la Constitución Política; con una argumentación de

doble vía: de un lado por sus efectos económicos y, de otra parte, en alusión a la inserción de procedimientos

que lesionan la unidad de mando en la aplicación de las normas básicas que sustenta al Estado.

Se configuran, en ese contexto descrito, expresiones dicotómicas, de contradicción latente y efectiva. Porque

confrontan, de manera permanente, las visiones y opciones libertarias de participación, con las visiones y las

opciones de restricción propias del modelo neoliberal presente en diferentes gobiernos de América Latina y,

particularmente, en nuestro País. Es una confrontación en la cual se exhiben las contradicciones, tanto en lo

que respecta a los recursos económicos y de infraestructura, al momento de proponer y aplicar acciones que

involucran reivindicaciones económicas y sociales. Adquiere significado, en ese horizonte, esa interpretación

que involucra a los sujetos (hombres y mujeres) en expresiones un tanto kafkianas, como quiera que es como

un “no reconocimiento”, un “extrañamiento” con respecto al entorno, a la “realidad” a la que invita el modelo,

que pretende imprimir y consolidar como “única verdad” y como “única posib ilidad” q ue tienen que ser

asumidas, a no ser que se “pretenda, por parte de los quejosos, desvertebrar al Estado y …sumirlo en la

impotencia.”

El reto (...o lo retos) propuesto (para quienes ejercemos como no beneficiarios (as) fundamentales), a partir de

la implementación de ese estilo, de esa concepción, de. . esa visión de sociedad, de derechos y de futuro;

supone la asunción de insumos para el cuestionamiento de fondo; lo cual supone (. Por esto mismo) una

cercanía al cuestionamiento político en profundidad. Casi como reconocer que, la “simple” reivindicación de

participación libertaria, por derechos fundamentales y básicos en salud, educación, recreación...; ya de por sí,

es constitutivo de herejía y de “subversión”; como quiera que “ataca”, los cimientos mism os del modelo y de

59

todos sus efectos colaterales inherentes. Para situarnos en ejemplos recientes, llamo la atención acerca del

sentido que ha adquirido la confrontación a la propuesta del ALCA y de su símil regional el TLC...o, en un

terreno mucho más parroquial, el enfrentamiento a la propuesta del “peajito social”, en el territorio Norte

cercano en Antioquia (Copacabana, Girardota, Barbosa); propuesta que se sustenta en (según el doctor

Álvaro Uribe Vélez) “l necesidad de que los pobladores colaboren, se metan la mano al dril, para ampliar y

mejorar la Troncal de Norte..”

5.3.4. De las mujeres, su participación.

Una observación de superficie, evidencia la asunción de retos importantes, en un universo de intervención

que incluye diferentes aspectos. Es importante resaltar, por ejemplo, el desarrollo de actividades relacionadas

con la confrontación a los motivos que sustentan al desplazamiento forzado y a las desapariciones. Es tanto

como si las acciones de movimientos como los de las Madres de la Plaza de Mayo, en Argentina, hubiera

permeado a las mujeres, como madres, como esposas, como compañera en unión libre; de tal manera que les

ha permitido alcanzar niveles de confrontación que han trascendido la formalidad de la denuncia. Se han

convertido, sus organizaciones y sus acciones, en insumos aleccionadores. Porque, entre otros aspectos, han

permitido dilucidar esos elementos ideológicos y políticos de profundidad, que recorren transversalmente a los

contenidos de la política de “contención a la subversión” que está en la base las proclamas gubernamentales.

Inclusive, ha permitido localizar el nexo “no visib le” entre la denominada “autoridad pública oficial, militar, de

policía y...todos sus afines al servicio de la defensa del Estado”, cono aquellos actores que efectúan esa

“contención”, por la vía de castigar con la muerte, la desaparición, las torturas. ¡Etcétera, a quienes suponen

(...! ¡Ellos!, claro está) que tienen nexos con la subversión armada y no armada. Porque, en mi opinión, se

mantiene el soporte conceptual básico originado en la didáctica de la “guerra de baja intensidad”, auspiciada

por los militares Norteamericanos a través de la Escuela de las Américas; según la cual la “contención” debe

efectuarse, actuando sobre los sujetos (hombres y mujeres), que puedan influencia acciones hacia la

desestabilización; aún en escenarios de intervención política lega l (como en el caso de la Unión Patriótica).

Porque, aquí en esa didáctica ideológica, lo que cuenta es el soporte teórico conciente que pueda originar

acciones generalizadas.” Subversivas”.

Me parece relevante, presentar un aparte de lo expresado por el profesor Francisco Leal Buitrago, en su texto

“El Oficio de la Guerra”, a propósito de las realizaciones en la política de seguridad, por parte del gobierno del

doctor César Gaviria Trujillo, Es conveniente aclarar, eso sí, que la investigación del profesor Leal, se efectúa

en un contexto que supone (..Según los ob jetivos mismos de la investigación), desagregar la información, de

tal manera que pueda se pueda acceder, de manera objetiva, a los insumos necesarios para balancear la

política general de seguridad nacional. Veamos:

Por otra parte, y eso es lo negativo, el Gobierno se dejó desbordar por la intransigencia guerrillera,

colocándose a su mismo nivel al dar prioridad a los medios militares sobre los políticos e incluso violando los

derechos humanos. El ejecutivo disimuló su actitud guerrerista escudándose con el fortalecimiento de la

justicia brindado por el uso del estado de excepción constitucional y el manejo “eficientista” por parte de la

Fiscalía de la política de sometimiento a la justicia. En tales circunstancias, al debilitarse los recursos políticos

60

oficiales, el Gobierno perdió la capacidad de avanzar en la formulación de la política estatal de seguridad y,

más grave aún, dio aliento a militares y policías para continuar con la iniciativa del m anejo armado del orden

público, cuyo subproducto es la constante violación de los derechos humanos. Los mayores recursos para la

seguridad y la ampliación de efectivos de la fuerza pública se convirtieron en la panacea para sustituir la

ausencia del Estado en las comarcas y los quehaceres ciudadanos.58

En esa intervención de madres, hijas, esposas, compañeras en unión libre, aparecen momentos y signos que

pueden interpretarse, con limitantes apenas obvias, como el acercamiento a posiciones concientes; en do nde

la condición de sujeto autónoma, se exhibe, trascendiendo, “superando” la dominación masculina. Porque,

supone una mirada, un recorrido y una interpretación de los hechos, con un método diferente. En el cual se

descubren fortalezas, se consolida una visión de lo sensib le, como punto de comienzo para entender, en

adelante, asuntos de mayor complejidad; como quiera que el derecho a la vida, adquiere presencia y sentido,

a partir de establecer una contradicción entre este derecho inalienable y los postulados básicos de la política

de seguridad nacional. En este sentido es aleccionadora la experiencia y el nivel de participación adquirido por

organizaciones de mujeres como las que se han originado y desarrollado en el Magdalena Medio,

particularmente, en Barrancabermeja.

Quiero enfatizar, con esto, acerca de la significación particular que adquiere el concepto de participación (...ya

lo expresé arriba), en un escenario en el cual la doctrina de seguridad nacional, promovido desde los

gobiernos que se reclaman como portadores de esa teoría y prácticas relacionadas con una intervención del

Estado como agente que debe garantizar el lib re juego del mercado y, colateralmente, soportar su

participación en las actividades susceptib les de ser asumidas por la empresa privado.. o, al menos, con una

visión gerencial, en donde la racionalidad y la eficiencia son entendidas como garantía plena para avanzar en

un diseño moderno del Estado que propicia la injerencia de la metodología y los horizontes propuestos desde

la perspectiva reguladora en beneficio de esa política de expansión del capital; aún en países como el nuestro

(..y todos los dependientes) en donde el desarrollo de las denominadas fuerzas productivas, ha sido atrofiado

por el control y la división del trabajo impuesto por Estados Unidos y Europa. Este énfasis supone colocar un

insumo importante para proponer una reflexión en torno a esa participación femenina en diferentes procesos.

Porque, entre otros efectos colaterales, el modelo impuesto, supone reivindica r prácticas económicas

derivadas de ese estilo de gestión y de nexo con organismos internacionales de financiación, que ejercen (a

su vez) como orientadores del rumbo que debe mantener el manejo económico gubernamental. Esto explica,

a manera de ejemplo, la intervención del Fondo Monetario Internacional en el diseño de las políticas fiscales,

en la perspectiva de disminuir el componente relacionado con el gasto social, en el diseño y apli cación

presupuestal; a más de la definición de horizontes macroeconómicos que deben ser mantenidos,

independientemente de su incidencia en la pauperización generalizada de la población.

Una de las consecuencias derivadas de la política económica desarroll ada para mantener los equilibrios

macro necesarios; tiene que ver con el decrecimiento tendencial del gasto público hacia el beneficio social.

Esto, a su vez, se concreta en la profundización de las contradicciones entre esa política y los postulados

58 LEAL BUITRAGO, Francisco. El Oficio de la Guerra, página 176, TM editores -Iepri, primera edición, julio 1994.

61

Constitucionales ya referenciados y que establecen la ob ligatoriedad del Estado y de los gobiernos concretos,

en el sentido de asumir la responsabilidad de estrategias y programas de contenido social y económico que

beneficien a la población vulnerable. Recabar acerca de esa contradicción entre Derechos Constitucionales y

el realismo económico y político; permite entender ciertas dinámicas y características que adquieren la

participación de las mujeres, al momento de concretarse acciones inherentes a la defensa de esos derechos,

en áreas como la atención a los niños y a las niñas; así como su intervención en actividades comunitarias

generales, en las cuales adquiere un perfil alto e introduce elementos de diferenciación con respecto a los

hombres; sin que esta afirmación pueda entenderse como aseveración, en el sentido de la plena conciencia

de su rol, en la perspectiva de género, como se proclama desde sectores de mujeres en la academia y/o en

espacios en donde predomina la reflexión con el soporte de insumos teóricos que no son visib les y concretos

para muchas mujeres que actúan en la cotidianidad, que las convoca a mantener referentes inmediatos y

prácticos sin ese “deslinde” entre simples acciones puntuales y lo conciente, en su condición de mujeres que

deben aspirar a ejercicios libertarios más allá de estas. Entender esta forma de dicotomía, va a permitir una

lectura crítica de los resultados obtenido en la investigación precisa, acerca del significado que adquiere la

participación de las mujeres adscritas a Fundac; de su visión e interpretación de las políticas propuestas y

desarrolladas por el Gobierno Distrital, hacia los niños y las niñas y la población adulta vulnerable, en

deferentes zonas de la geografía física y política Distrital.

A manera de corolario transitorio

: Esta indagación acerca de la participación de las mujeres, en un escenario en el cual se aplica con todo rigor

las diferentes políticas derivadas del modelo neoliberal; me permiten llamar la atención en torno al contenido

de esa intervención; entendido este (...el contenido) como lo conciente que ejerce en condición de agregado

no circunstancial e inmediato; sino como agregado que trasciende a ese quehacer y lo sitúa en posición de

referente, un tanto como paradigma, en todo el proceso. Esto me permite establecer, como posib ilidad

efectiva, una perspectiva política en la cual pueda hacer fusión esa disponib ilidad práctica, inmediata; con los

insumos teóricos propuestos y desarrollados en aquellas actividades en donde la condición de género, es

reivindicada en términos de propuesta libertaria; en la cual la diferenciación trasciende a lo estrictamente

b iológico y, por lo tanto, insinúa aspectos como la vida afectiva, la equidad, la convivencia, la sexualidad, etc.

5.3.5. Las mujeres, su intervención. América Latina; Colombia. De los referentes

teóricos.

He venido desarrollando una interpretación, en términos del significado que adquiere la intervención de las

mujeres en la realización de movimientos sociales y políticos. Tal vez el aspecto exhib ido con mayor énfasis,

tiene que ver con la dicotomía entre aquellos roles asumidos de manera simple y espontánea y aquellos que

trascienden esa característica; en razón a que suponen una posición conciente en la cual hace presencia esa

figura denominada (...a veces de manera peyorativa) identidad como sujeto para sí.

Lo anterior implica el manejo de expresiones relacionadas con el concepto de referentes teóricos, en el

proceso de participación. Uno de los elementos señalados arriba, tiene que ver con el horizonte propuesto a

62

manera de b itácora. Este es el caso, a manera de ejemplo, de la intervención en escenarios en los cuales, si

b ien es cierto aparece con claridad el ob jetivo que se pretende, este no puede ser entendió como la asunción

de posiciones que transgredan la posición predominante, en lo que esta tiene de yunta que impide la

reivindicación libertaria plena; al menos en lo que hace referencia a desinhib ir a las mujeres de aquellos

agregados culturales que minimizan su expresión como género y como sujeto.

Mi interpretación conlleva a establecer diferencias fundamentales, al momento de analizar e interpretar la

participación de las mujeres en el inicio y desarrollo de movimientos sociales y políticos. Es tanto como

entender que esta puede (...y de hecho se ha dado), sin que la misma implique una acción conciente en lo

que respecta a la identificación de su rol como sujeto pleno en derechos, que puede y debe reclamar el

reconocimiento de su autonomía. Algo así como entender esa intervención como interacción plural, en cuanto

los ob jetivos ejercen como condicionantes. Esto traduce un tipo de participación condicionada por esos

mismos objetivos y en donde no existe lugar para la libertad, entendida como horizonte en sí mismo. En otras

palabras, es una figura asimilada ese tipo de acciones en las cuales el punto de comienzo y el resultado

aparecen como simple yuxtaposición de opciones diferentes que coinciden, de manera transitoria, con

respecto al ob jeto que origina la necesidad del movimiento.

Este es el caso, a manera de ilustración, de la participación de las mujeres en movimientos sociales

relacionados con la vivienda, la educación, la salud, etc. Inclusive, en procura de una tipificación con respecto

a movimientos originados en aspectos relacionados con los conflictos asociados a la guerra; aún en aquellos

en los cuales la iniciativa y los ob jetivos, ha estado en cabeza de mujeres (como el caso de los movimientos

en contra de las desapariciones forzadas y el desplazamiento); su rol no implica el reconocimiento de su

condición autónoma, ni libertaria.

Sin embargo, no pretendo desconocer la participación cociente originada en determinadas franjas de las

mujeres, que proponen y desarrollan movimientos estrictamente relacionados con su identidad de género, con

repercusiones asociadas a la misma. De lo que se trata, para el caso que me ocupa, es de precisar términos

de referencia, en cuanto a significado y alcance; en la aplicación de un método que introduce, insisto en esto,

la diferenciación de los movimientos, introduciendo una tipificación necesaria, al momento de evaluar

perspectivas y resultados.

6. El caso de América Latina.

En algunos de los casos presentados, en desarrollo de este trabajo, he hecho referencia a algunos

movimientos sociales en América Latina. Es el caso de las citas de texto e interpre tación efectuadas, a partir

de algunos de los trabajos presentados en el Cuarto Seminario Internacional de CEHAP – PEVAL, realizado

en la ciudad de Medellín entre el 7 y el 11 de abril de 1986. Como se puede observar, revisando las

acotaciones, es notoria la preocupación en cuanto al nexo entre los ob jetivos de algunos movimientos y el

alcance que adquiere la ausencia de lo conciente como insumo necesario, al momento de promover

transformaciones de fondo que trasciendan a la sola expectativa y/o realización reivindicativa. Esto para no

hablar de que los sujetos protagónicos aparecen diluidos en esos mismos objetivos. Es relevante señalar, en

63

aplicación estricta del concepto de variación de las condiciones en el tiempo y en los escenarios, que ha

habido modificaciones relativas importantes, en cuanto al alcance, los ob jetivos y los roles. Sin embargo,

queda claro que persisten niveles (...tal vez los fundamentales) de participación en los cuales se reafirman las

condiciones de no-identidad que permiten la permanencia de las condiciones de dominación las que, a su vez,

profundizan la segregación. Esta afirmación no es otra cosa que reconocer las limitaciones propias de los

movimientos sociales, en cuanto no implican, necesariamente, una opción de poder hacia la desarticulación y

eliminación de las condiciones de dominio prevalecientes.

Con ese mismo horizonte como referente se ha desarrollado la participación de las mujeres. Inclusive, en el

caso de Argentina, el movimiento liderado por las mujeres en denuncia de las desapariciones durante la

Dictadura Militar, a partir de 1976 (Madres de la Plaza de Mayo); a pesar de promover y desarrollar

expresiones en contra de las acciones represivas de los militares, el hecho se circunscribe al espectro

relacionado con las desapariciones forzadas, particularmente de hijos e hijas. Es claro, eso sí, que el mismo

implica la asunción de una posición política que trasciende la intervención reivindicativa simple; en razón a

que deriva en el cuestionamiento del poder y, aún hoy, se convierte en referente para la defensa conciente y

consecuente de la democracia, y de los Derechos Humanos. A partir de los postulados originados en ese

movimiento, se han inspirado y desarrollado acciones similares. Es el caso de los movimientos de mu jeres en

Guatemala, El Salvador (...en el tiempo anterior y posterior al derrocamiento de Anastasio Somoza, por parte

de Frente Sandinista de Liberación Nacional) y Chile.

El caso de Guatemala; así como en Méjico, adquiere una connotación adicional, habid a cuenta de las

condiciones de profunda segregación hacia la población nativa (indígena). Además de las características

dramáticas relacionadas con la discriminación de las mujeres y de su utilización, por parte de sectores

gubernamentales y civiles, para proveer el mercado infame de jóvenes para surtir prostíbulos y mano de obra

en oficios emparentados con el esclavismo y el feudalismo. Basta recordar, para el caso de Guatemala, la

descripción realizada por Miguel Ángel Asturias en “El Señor Presidente” y “El Papa Verde”, para efectuar

análisis e interpolaciones con respecto a la situación actual. Para el caso de Méjico, es ilustrativa la situación

de las mujeres en Tijuana.

6.1. El caso Colombia.

Antes he referenciado algunos ejemplos de participación de las mujeres en movimientos sociales. Me permito

recordar, asimismo, el análisis propuesto en términos de los derechos Constitucionales relacionados con la

participación ciudadana, particularmente con el énfasis acerca de la reivindicación de derechos para las

mujeres.

Me corresponde, ahora, enfatizar en torno a algunos aspectos que pueden ejercer como referentes, en cuanto

a la connotación teórica y política. Pretendo un seguimiento y análisis de l os diferentes movimientos

organizados y dirigidos por mujeres, para enfrentar algunas de las repercusiones más dramáticas del conflicto

armado interno: el desplazamiento y las desapariciones forzadas. En mi opinión, la cotejación de algunos

64

elementos exhibidos en ese proceso, con las variab les relacionadas con la identidad y lo conciente; permiten

extraer conclusiones importantes que contextualizan el ob jeto de este estudio.

La intervención de las mujeres en la promoción y construcción de organizaciones, en algunas de las zonas

más afectadas por el conflicto armado, ha tenido un soporte preciso: denunciar el desplazamiento forzado de

que son objeto las comunidades de mujeres (incluidas las niñas), y hombres (incluidos los niños), en los

diferentes grupos etéreos; así como reclamar la intervención gubernamental (nacional, departamental y

municipal) en la solución de los problemas derivados a partir de ahí y la restitución de las condiciones que

permitan revertir el proceso de desplazamiento. De otra parte, algunas de estas organizaciones, asumen

también la denuncia de las desapariciones forzadas y los asesinatos de mujeres, hombres, niños y niñas,

como consecuencia directa de ese mismo conflicto.

Me convoca, sin que esto implique el desconocimiento de otras organizaciones de mujeres, la labor realizada

por la organización que agrupa a las mujeres del Magdalena Medio, particularmente en Barrancabermeja. Tal

vez por su itinerario, por los hechos que les ha correspondido enfrentar y, como efecto colateral, por el

proceso que han construido. Esto ha permitido trascender la denuncia inmediata, para asumir posiciones de

fondo, como quiera que han ejercido como punta de lanza en el cuestionamiento de los beneficiarios directos

de la guerra y del poder. Todo esto, a partir de introducir aspectos de identificación y de análisis en torno a su

rol como víctimas directas o indirectas. Podría decirse, entonces, que se asumen como sujeto individual y

colectivo que reivindican su visión y caracterización del conflicto y, com o derivación, actúan en contra del

mismo, por la vía de reclamar derechos asociados a los Derechos Humanos, el Derecho Internacional

Humanitario. Esto supone, a la vez, exigencias en cuanto a la eliminación de las acciones y las condiciones

que originan el desplazamiento y las desapariciones. Asimismo, conlleva a reivindicar (en la lógica misma del

sistema económico y político vigente) la concreción de derechos como vivienda, trabajo, salud...plena y

cumplida justicia.

En este caso, a pesar de avances en torno a la identidad en cuanto a la condición de género, se inhibe de

manera relativa su autonomía en lo que corresponde a su plena identidad, como sujeto, que

reclama libertad y equidad. Lo anterior, en razón a que opera en sus acciones, como dirigente de un proceso

que involucra diferentes opciones y ob jetivos; todos relacionados con los efectos directos y colaterales del

conflicto armado. Supone no trascender, en estricto, a esas acciones; ni implicarse como sujeto con identidad

de género, que pueda acceder a expresiones que contraríen a la subyugación originada, inclusive, en

aspectos diferentes al conflicto mismo.

Llama mi atención, también, organizaciones como la liderada por la señora María Eugenia Zabala (ganadora

del Premio Mujer Cafam 2004). Mi inquietud, sin dejar de lado el necesario reconocimiento a su tenaz labor,

está relacionada con el tipo de paradigma que se construye a partir de su experiencia. Esto, a pesar de que

sus acciones y la organización que lidera, se originan en hechos similares a los que originaron las acciones y

organización de las mujeres del Magdalena Medio (veamos su relato: “... Mi hijo fue el primero en morir - sic - ,

porque esos hombres llegaron pidiendo la cédula y él estaba con otro muchacho. Jorge les dijo que no tenía la

cédula y ahí mismo lo quemaron vivo. Al otro muchacho como que se le reflejó la muerte, estaba b lanco,

65

cadavérico. Él fue la siguiente víctima.59 Sin embargo, en mi interpretación, los efectos de esas acciones (...las

de María Eugenia Zabala), derivan en opciones diferentes, en cuanto que es evidente el manejo de los

conceptos y la caracterización del conflicto suponen un entendido en el cual los niveles de cuestionamiento y

de identificación del soporte y componentes del mismo, son diferenciados. De un lado, en el caso del

Movimiento de Mujeres del Magdalena Medio, existe la certeza de los factores que originan el conflicto y de

los agregados posteriores que lo profundizan. De otro lado, en el caso de la Organización liderada por María

Eugenia Zabala (El Valle Encantado), aparece una vivencia dramática, a partir de la cual surge la necesidad

de implementar acciones de reparación que permitan acceder a soluciones en términos de vivienda y

manutención.

No se trata, de mi parte, introducir el análisis y di ferenciación teórica que remitan a la minimización y/o

desconocimiento de la opción propuesta por María Eugenia Zabala; simplemente pretendo ubicar perspectivas

derivadas de esa diferenciación, a partir de entender que postulan y realizan dinámicas disímil es.

Lo cierto, de todas maneras, es la vigencia del método que permite asumir posición con respecto al alcance y

profundidad que adquieren los movimientos sociales. Esto, de por sí, permite identificar y valorar la presencia

de lo conciente, como agregado que introduce una u otra perspectiva. Para el caso analizado aquí, cabe la

aseveración: no todo movimiento social liderado por mujeres tiene la connotación de género, en términos de

su identidad y autonomía. Ese perfil (. en cuanto a reivindicar la identidad de género, en plena autonomía

que permita la interacción, sin perder su referente), se adquiere en razón a un agregado conciente.

Acceder al mismo supone, entonces, la presencia de elementos de análisis y reflexión, por medio de los

cuales es posib le establecer la separación pertinente. Algo así como entender el proceso que compromete a

las mujeres en su condición de género, como resultado de una sumatoria compleja de agregados

conceptuales, adquiridos a partir de una abstracción relativa con respecto a la experiencia inmediata; de tal

manera que permiten una elaboración que trasciende a la motivación originaria y se convierten en soporte

para proponer y realizar opciones de mayor profundidad, transformadoras. Esto supone rupturas con

esquemas y paradigmas.

De lo que se trata, en consecuencia, es entender y contextualizar la participación. No toda participación,

individual y colectiva, origina insumos para modificar procesos, o escenarios, o realidades transitorias

asumidas como válidas. La transformación es una opción que requiere de calidades especiales en el liderazgo

y definición de objetivos. Requiere asumirse como sujeto individual y/o colectivo, a partir de cierto ejercicio de

abstracción que permita el análisis y construcción de alternativas; en una lectura clara del entorno, de los

objetivos propuestos y de los condicionantes…”60

“…Y vuelven mis disquisiciones internalizadas. Como sujeta, que era, de mil y más expresiones no

entendidas por mí en el momento inmediato; pero que se fueron construyendo, a manera de tejido

vivencial y conceptual, con el correr de los años. Cuando me iba aproximando a una interpretación

59 Entrevista a María Eugenia Zabala. Revista Cafamilia, edición No. 99, abril -mayo 2004, página 4 60 Cano R., Fabiola: “…de uno de esos sueños premonitorios”

66

de mi vida, de manera plena y conciente. Lo de María Helena, podría asimilarse a esa opción

conceptual en la cual hace presencia lo que, coloquialmente, se define como envidia. Entendida

como herencia cultural y religiosa. Lo de Caín y Abel. Pero, asimismo, muchas expresiones

similares a través del tiempo. Múltiples relatos y leyendas giran en torno a ese concepto. Lo de

Blanca Nieves y sus hermanas, es otro referente en la literatura universal. Pero, en fin de cuentas

volvemos a ese dualismo que nos ha acompañado. La pugna entre el bien y el mal. Al respecto, yo

me hice a la idea de que yo encarnaba el bien y ella el mal. Tal vez es y ha sido una distorsión de

los hechos y las acciones vinculados con el acervo cotidiano; de vivencias y realizaciones. En este

sentido van las siguientes reflexiones…” (Tomado de “Mi historia”. Texto ya referenciado)

7. La filosofía como insumo en la interpretación del conflicto y de sus actores (as) en

Colombia.

7.1. De la interpretación

Abordar una reflexión, en términos de indagar-investigar, acerca de asuntos relacionados con género; supone

la asunción de referentes que permitan establecer un hilo conductor pertinente. Algo así como precisar las

condiciones y características que adquiere, en el contexto de un proceso determinado.

Digamos que reconocerse, implica una primera identificación del significado básico como sujeto; en lo que

este tiene de vigencia como expresión de lo humano que se concreta. Aquí, entonces, lo femenino y lo

masculino, supone una interacción originada en el “descubrimiento” de la d iferencia que, a su vez, está

asociado al desarrollo de las percepciones primarias que, por esto mismo, permiten agregados hacia la

construcción de acciones y realizaciones complejas. En otras palabras, se trata de logros individuales y

colectivos denominados (...en una sumatoria lógica, mas no de lineal) cultura.

La desagregación de roles, en escenarios de intervención y presencia de los sujetos (hombres y mujeres),

trascienden a la sola posición adjudicada por la diferenciación b iológica, natural. Se enti ende como

elaboraciones en nexo con ese reconocimiento de sí; como esa expresión que trasciende a lo primario y se

convierte en pauta, en códigos instaurados como necesarios, que requieren ser acatados, sin que

necesariamente, implique a la identificación o, inclusive, así supongan una posición en contravía de la

autonomía y la libertad para el desarrollo de la individualidad.

Entonces, cada construcción cultural; pasa por la imposición de un determinado modelo, de una determinada

guía o procedimiento para consolidar el reconocimiento que invoca cada individuo (a); en un contexto que

reclama y requiere ordenar y pautar la vida; como soporte para articular, para justificar el “equilibrio” entre

quienes conviven en un espacio territorial y han heredado procedimientos, costumbres y visiones de lo

natural. Por lo tanto se entienden comunes. Se asume, en consecuencia, que “se ha estado ahí”..., “y se está

ahora”; con los condicionantes y las imposiciones que han sido previamente desarrolladas y acumuladas,

como agregados que comprometen.

Visto así, la noción de lo social, se erige como colateral de los acumulados y agregados culturales

compartidos (...Impuestos) y que ejercen como condicionantes; para hombres y mujeres en escenarios

67

territoriales y geográficos determinados. Inclusive, la misma noción de geografía, territorio y espacio, está

relacionada con las identificaciones previamente establecidas y transmitidas.

Ahora b ien, en el entendido moderno, se habla de civilización, cuando se quiere referenciar al desarrollo de

los seres humanos, precisamente con esas identificaciones, esos códigos, esas herencias, como modelos y

como pautas. Esto explica, entre otras razones, la existencia de disciplinas y profesiones que investigan y

analizan los momentos y periodos que ha precedido al presente y, a partir de ahí, localizan b ien sea

estereotipos y/o expresiones valoradas como “prueba”, cuando se trata de identificar aspectos específicos o

líneas de comportamiento.

Para el caso que nos ocupa, hablar de género, como condicionante; como insumo que permite entender la

diferenciación b iológica y que, al mismo tiempo, permite efectuar el seguimiento y análisis de las

elaboraciones culturales, las pautas y los códigos construidos, a partir del desarrollo y agregados culturales.

No es algo diferente a introducir esa variab le subjetiva que nos permitan entender las implicaciones; como

quiera que (…ya lo dijimos arriba) las restricciones a que conlleva cualquier modelo impuesto como válido y

necesario para permitir los “equilibrios” entre la individualidad y un colectivo (…o sociedad); están dadas por la

inherente pérdida de la libertad, de la autonomía absoluta de cada sujeto(a).

Podría decirse, entonces, que el género (como variab le que se precisa y se hace visib le en el desa rrollo

cultural), convoca a entender dinámicas y lógicas adicionales, como expresiones diferenciadas que permiten

reconocerse e identificarse a los (as) sujetos (a), como portadores (as), b ien sea de restricciones adicionales o

de derechos conferidos por las normativas y los códigos culturales asumidos como válidos.

Así las cosas, nuestro punto de comienzo, supone la preexistencia de valores (…como concreciones de lo

cultural) que permiten e inhiben. Es lo siguiente: asumimos como vigentes (…sin que impliqu e aceptarlos)

referentes que permiten una línea de interpretación primaria, en cuanto a la diferenciación b iológica entre

hombres y mujeres, en la cual se erige como insumo condicionante la “necesaria” coacción, la necesaria

implementación de códigos que establecen un nexo lógico, explicable, justo; entre esa diferenciación

b iológica-natural y las restricciones hacia las mujeres; como una figura que, simplemente, expresa una

interpretación de algo preestablecido. Una figura que invoca la división de roles, en donde los (as) sujetos (as)

deben reconocerse en relación con la jerarquización de los mismos y, en donde, lo masculino emerge y se

impone en condición de superioridad.

Es punto de comienzo supone, asimismo, entender la dinámica histórica; como elaboración que conlleva a

precisar, analizar y validar momentos y períodos; en un contexto en el cual el significante subjetivo puede o no

ser cuestionado. Pero, de todas maneras, debe ser interpretado como inherente a ese momento, a ese

período determinado. Es como la asunción de una lectura y una didáctica en donde se puede “explicar” lo

cotidiano del pasado, con arreglo a los acumulados culturales. O, lo que es lo mismo, al estado de desarrollo

de la civilización en su momento. Inclusive, a manera de ejemplo, pueden aparecer con posterioridad,

expresiones en las cuales se presentan “excusas” a nombre de los beneficiarios de determinados acumulados

culturales (. como los religiosos) por el hecho de haber permitido, desde l misma lógica inherente a esos

agregados, exterminios de aquellos y aquellas que ejercieron como contradictores, al margen del grado de

ruptura propuesto y desarrollado por estos (as). El caso patético de las Cruzadas Cristianas y de los

68

Tribunales de Inquisición. Y el “arrepentimiento” de la Jerarquía Católica, con el liderazgo de Juan Pablo II;

simplemente es una muestra de ello.

En esta línea de interpretación, el análisis del rol de las mujeres en la construcción y desarrollo del periodismo

en Colombia, particularmente a finales del Siglo XVIII y en el Siglo XIX, supone precisar un contexto en lo que

podríamos llamar “La sociedad del Nuevo Reino de Granada, en nexo con las imposiciones culturales de

España.”

Queda claro, en aplicación de la caracterización propuesta arriba, que las condiciones vigentes en el período

que comprende el análisis, estaban cruzadas por los insumos conceptuales y los valores que ejercían como

códigos, como yuntas originadas en el ideario de quienes ejercían como invasores y detentadores del poder.

A su vez, esos valores y conceptos de los españoles, tenían un nexo, no circunstancial, con los conceptos y

valores predominantes en Europa. Es una interacción de doble vía, en veces con rasgos contradictorios (…e

incluso antagónicos, como en caso de la opción derivada de la Revolución Francesa en 1789 y su colateral la

Declaración de Los Derechos Universales del Hombre, con respecto a la opción mantenido por la monarquía

Español, particularmente en cuanto al control autoritario ejercido en el “Nuevo Reino de Granada”.

Para el caso específico del escenario político y social en el periodo objeto de análisis, se expresaba con todo

rigor ese principio básico que reivindicamos como válido: la imposición de valores construidos a partir de los

paradigmas tejidos, en un proceso que involucró a todo el quehacer, que fue agregando interpretaciones y

decisiones; con unos determinados referentes. Una sucesión de construcciones, en las cuales predominaban

aquellos conceptos y aplicaciones que convocaban a los sujetos (hombres y mujeres) a reconocerse en ellos;

a identificarse con esos proyectos y con todo el proceso. Es obvio, en esa perspectiva, que “lo conciente”

(…así como ahora), no era otra que la ob ligación a asumir como propias las imágenes y las “instituciones”,

fundamentalmente ancladas en la visión del mundo coincidente con la Religión predominante., entendida e

impuesta como la única posib le.

Que decir, entonces, de los “habitantes originarios” del nuevo territorio, conquistado, avasallado, esquilmado.

Fue una labor (…así lo expresa con lucidez Eduardo Galeano, en su texto “Las Venas Abiertas de América

Latina.). Una oscurana absoluta en términos del conocimiento. Una imposición que reclama la ob liga ción de

asumir la “única verdad posib le” (…la del Rey, de sus delegatarios., de la Iglesia Católica). No hay lugar para

escisiones, fundamentalmente en lo que hace a la interpretación del mundo físico, como expresión

inmanente, en todo tiempo y lugar, de la divinidad, de su sentir; que no era otra cosa que la reivindicación del

poder terreno, como simple extensión de ese poder divino.

En lo anterior, la ignorancia, “ese reconocerse” como sujeto perdido, sin libertad, sin elementos para el

discernimiento y para la apropiación adecuada del conocimiento; tenía una cobertura total. Eran vasallos los

sujetos hombres y las sujetos mujeres. ..Pero, estas, sufrían (…casi como ahora) el doble rigor, la doble

expoliación espiritual. No podía ser de otra manera; porque el Imperio (España), no era otra cosa que el

horizonte cultural en el cual se acuñaba como cierta y necesaria la coincidencia entre la diferenciación

b iológica y la diferenciación (discriminación) efectiva, práctica, cultural.

7.2. La comunicación como instrumento para la paz y para la guerra.

69

La acción de comunicarse es inherente a la condición humana. Es la palabra, como transferencia de

necesidades, de sentimientos…del conocimiento. El acumulado cultural, los agregados primarios y complejos,

han permitido establecer las conexiones indispensables, en el proceso de elaboración mediante los cuales es

posib le vivir y sentir el contacto con la naturaleza, de su transformación. La noción de comunidad solo

adquiere presencia y dinámica plena, en función de la comunicación…de la palabra .

Ahora b ien, el sentido de las palabras (al menos en su aprehensión inicial), como transferencia, como

instrumento primero para la comunicación; tiene que ver con lo que él (la) sujeto reconoce e identifica como

insumo que no le es extraño para expresarlo al otro o a la otra. Asimismo, en la recepción, los mensajes

recib idos adquieren validez, en razón a la posib ilidad que otorgan para dilucidar, a partir de ahí, lo

desconocido. Es el intercambio de las opciones. Una figura cercana al trueque de ideas, de conceptos, de

imaginarios.

Lo que se erige como Civilización (…en el sentido planteado arriba), ha desarrollado mecanismos inherentes

a la comunicación. Tanto como reconocer que ha instaurado lógicas permitidas, en el universo cultural

construido e impuesto como posib le y como dominante. Ha sido un recorrido complejo; en donde los

agregados asumidos como cultura, no son otra cosa que la reivindicación de paradigmas circunscritos a las

“ideas” vigentes, válidas, permitidas y aceptadas. Por esta vía se ha arribado a opciones en las cuales lo que

se “transfiere” y/o “transmite”, es una forma de replicar y difundir eso que es permitido, validado y aceptado.

Cuando se comunica algo que pueda ejercer como disidencia o cuestionamiento de ese “ordenamiento

cultural válido”; se incurre en herejía...y, por lo tanto, debe ser obstaculizado, cuando no castigado. Ya lo

decíamos antes, en referencia a la acción inquisidora por parte de los vigilantes, representantes de las

jerarquías y de la dominación, en defensa de las únicas verdades posib les.

7.2.1. Ya entrado el Siglo XX y su desarrollo social, político y económico

Y, como sortilegio asociado a lo histórico como intermediación. Como corolario simple, queda

claro que navegué en el apartado anterior en bordo de lo imaginario. Como creación, no como

repetidera insalubre. Pisé terreno labrado por acciones y hechos. Desde lo originario monárquico

colonial; hasta expresiones en tiempos modernos. Como si se tratara de erupciones

incandescentes, en lo que supone el recuento y, cuando no, la diatriba no ampulosa. Por la vía de

historias de vida. Siendo Adelina, el tío Manuel, Luciano, Elena…, personajes relataron sus propias

vivencias. Con profundizaciones no banales. Más bien, orientándome al momento de universalizar

mi discurso. Apropiándome de mis propios insumos teóricos. Ya contados. Ya presentados en

otros ámbitos.

En lo que sigue, es como lo mismo. Tocando palabras de ejercicios anteriores. Despuntando el

Siglo XX. En esos aviesos horizontes de la regeneración perversa. Más no bravía en lo que este

término tiene de alusión a los guerreros no charreteros. Pero si volcados al unísono. Con una

perspectiva de liberación completa. Ya conocimos los antecedentes comuneros. Ya, embrujados

por el envolvente manto sagrado de la ignominia. De fulanos zutanos. Todos perniciosos.

70

Enfrascados, a partir del 1830, en las reconstrucciones de las anteriores reconstrucciones. Ya lo

habíamos percibido en la realización de Rionegro y en Angostura. Capitanejos medio mercenarios.

Mariscales de Campo jugando al que “si te vi no me acuerdo”.

Lo que si pasó, como pasa hoy con Álvaro el Emperador Pigmeo. Y con Juan Manuel. El que

recibió manos amputadas para colegir que hubo victoria. Y lo que pasó con el impoluto Belisario. El

que, con sorna impúdica, vivió la toma y la retoma del Palacio de Justicia. El que sucumbió

intencionalmente, ante los machos, machotes en charreteras. Asesinos con y sin sueldo. Para que

aniquilaran y desaparecieran todo vestigio de la incursión voluntarista y visionaria a la manera de la

revolución conducida por pequeñoburgueses. Y que vivió lo de Armero con alivio. Espant ando

Fantasmas. Como borrón y cuenta nueva. Y que, convocó en 1984 a “jornada por la paz”. Quien

creyera, lo mismo que en 2008 lo hizo el Divino Álvaro y como lo hizo en nueve de abril de 2013 el

cazarrecompensas Juan Manuel Santos. El Belisario que pactó paz con la insurgencia burocrática

y fusilera. Y que vio nacer a la Unión Patriótica. Y que asistió a su exterminio. Por la vía malvada

del todo se vale. Mucho más si lo que quedan son asesinatos impunes. Esas Farc que dejaron

matar en sucesión. Como si fuesen imágenes de dibujos animados. Farc que se escondió a sí

misma y colocó a los simpatizantes de esa expresión romántica por la paz y la democracia. Farc

que, desde ahí, profundizó su visión recortada de la revolución. Que, desde ahí, empezó a

arrumar, como chécheres viejos, los legados políticos de la Gran Marcha. O Travesía como la

nombra el profesor Alfredo Molano en “Siguiendo el Corte” (texto ya analizado arriba).

Sin lugar a dudas, el recorrido supone estar tentado de opciones perniciosas. Como esas que

reclaman asiento en una figura parecida al condicionamiento inmediatista. Trato de obviarlo,

acercándome a postulados tanto más efímeros como el rescate de la palabra. Para explotarla.

Abrirla al deseo de mitigar el desasosiego.

Y, de contera, me dejo llevar por la fantasía de esa memoria perdida. En esos años lejanos de la

escuela.

“…El Congreso Constituyente de 1830 formalizó la separación de la Gran Colombia y promulgó una

constitución centralista. Desde entonces, el general José Antonio Páez fue el árb itro de la vida política por

más de 30 años. Fue presidente en varios períodos y en otros sus partidarios incondicionales. En los

primeros años las exportaciones de café integraron la República a la economía mundial y le dieron cierta

prosperidad, lo que facilitó a Páez apoyarse en el sector financiero y exportador de Caracas, habilidosamente

equilibrado por él con las heterogéneas oligarquías terratenientes.

Para impedir la oposición de militares de la independencia, Páez redujo el ejército y los dejó sin mando. No

hubo enfrentamientos ideológicos; el gobierno practicó el liberalismo económico y tuvo influencias de la

masonería, pero mantuvo relaciones amistosas con la iglesia, cuyo clero era reducido y de poca influencia.

71

…Durante nueve años, de 1810 a 1819, los colombianos vivieron una agitada época. El tránsito de del

autonomismo de los primeros años a la independencia definitiva de España estuvo caracterizado por la

continua guerra y la inestabilidad política interna. Los enfrentamientos entre independentistas y realistas, entre

centralistas y federalistas, entre ejércitos patriotas y ejércitos españoles, sumados a la falta de claridad acerca

de la estructura que debía asumir el nuevo sistema republicano, enturb iaron estos años.

…Colombia vivió el primer ordenamiento republicano de 1810 a 1816, y otro de 1819 a 1830. Los años

intermedios obedecieron tanto al fracaso de la Primera República como a la invasión de las tropas de Morillo

que reinstauraron el virreinato de la Nueva Ganada.

…La Segunda República, la de Bolívar y Santander, representó el asentamiento definitivo de la idea

republicana y presidencialista en nuestro país. De 1819 a 1830 Colombia estuvo integrada por nuestro

territorio de hoy, Venezuela y Ecuador…” (de las crónicas de un texto escolar “Civilización 8 Grupo Editorial

Norma).

Y, eso de seguir la huella de los hechos y las acciones. De la noción política e ideológica, hasta los

cueros de la definición de república, de país y de nación; tiene sus riesgos, de pronto saltamos a

una pista inválida. Como ponzoña que mata las ideas y los imaginarios. Por lo tanto, vuelvo al

vuelo no rasante. Con la mirada puesta al garete. Como sin oficio. Porque, eso de encontrar

asideros históricos, lo colocan a uno en disposición de volver a navegación fantasiosa. Buscando

caminos

8. Otras historias de vida. (Tomado, previa autorización de su autor, de “4710, relatos

de la vida”, Rosendo Payres, seudónimo)

“…En ese entonces, la ciudad estaba ahí. Expectante. Venía en crecimiento. No sé si identificarlo como suma

de hombres y mujeres. No sé si identificarlo como sucesión de acontecimientos vinculados con el tránsito

complejo. De ideas y de circunstancias. De simples reflejos de los acontecimientos. De la guerra de principios

de siglo. De la decantación de las normas, asociadas al dominio construido a partir de un perfil ortodoxo.

Perfil, al mismo tiempo religioso y político. Perfil sin matices distintos a esos que ya estaban y que habían

permanecido desde 1810. Lo sentía como tósigo que ya había sentido. No sé si en los sucesivos sueños que

tuve desde el primer día. Y que, aún ahora, se mantienen. Con modificaciones mínimas. Como eso de verme

inmerso en un territorio inmenso. Sin poder asir ninguna ruta. O, a veces lo creo así, sin querer hacerlo.

Ya ahí, en esa casa situada en el barrio Chagualo. Barrio hospedante. Típico de ese tiempo. Calles como

simples trazos, sin ninguna convocatoria lúdica. Entorno pétreo; sin las ilusiones que después encontraría.

Pero que, allí en ese día y en los que le sucedieron, no alcancé a apropiarlo. A hacerlo mío, trascendiendo la

actitud de infante sin reconocimiento de las cosas y de los hechos, al interior de una casa. En esta, los

hermanos y las hermanas, no eran otra cosa que figuras que percib ía como sobrantes expresiones no

identificadas. Desde ahí. Desde ese momento, me percib í como sujeto enfermizo. En ese tipo de tendencia

compleja que compromete la lucidez; por cuanto la ub ica en una categoría conceptual alejada de los roles que

cada quien puede o quiere asumir.

72

Pero, asimismo, barrios originarios. El Camellón; La Toma; Loreto; San Diego; en la parte sur-oriental. Desde

muy pequeño supe que allí nació y creció mi madre. Su madre Sara y su padre Arturo. Hogar que fue

creciendo en residentes. Que la tía Nana; que la tía Fabiola; que los tíos Carlos, Israel y Conrado. Que el

trabajito del abuelo Arturo, cuidador de fincas en lo que era la periferia: que la parte alta del barrio El Poblado;

que la parte aledaña a la carretera que conducía a Envigado. Con el correr del tiempo, tengo memoria de ello,

lo visitábamos allá. Le llevábamos el almuerzo o la comida, o el desayuno. Allí tumbábamos los mangos.

Biches, preferib lemente. Allí escuchábamos su rogativa para que no dañáramos lo que el denominaba las

bellotas. Arturo Gómez. Hombre nacido a finales del siglo XIX. Tal vez conoció de cerca algunos eventos. Que

la Guerra de los Mil Días. Que a Salvita ascendiendo en el globo inflado con helio. Y la tragedia de Salvita;

que murió en ese intento. Arturo Gómez, tal vez, conoció de la construcción del túnel de la quiebra. Y, tal vez,

conoció de la presencia del ingeniero Francisco Cisneros; de origen cubano. Que dirigió la construcción de

ese túnel y también la construcción del puente colgante conocido como “Puente de Occidente”; sobre el Río

Cauca; entre Sopetrán y Santafé de Antioquia.

Pero estaban, también, los barrios Manrique, Aranjuez, Campo Valdés; San Cayetano; Prado (situados al

centro y nororiente. O Laureles, Belén (con sus diferentes secciones); San Javier, Calasanz; Robledo.

Y, ese crecimiento de la ciudad, nos fue convocando a vivirla. Ya por la vía de apropiarnos de las calles para

auspiciar la lúdica. O, y combinado con esto, para conocer y asumir ese territorio. Y, entonces, creció la

expectación por el desarrollo de los cantos y los juegos primarios. Por lo mismo, en consecuencia, crecimos

los ejecutores. Que brincar el lazo; que las escondidas; que la lleva; que la guerra libertaria; que los trompos;

y las bolas de cristal y, “las vistas” (recortes de las cintas o las películas), con sus acepciones “cuadros” (para

designar a aquellas en las cuales aparecían los protagonistas o los denominados “el muchacho” y la

“muchacha”); o el ejercicio de elevar las cometas (con sus variantes de capar hilo); o lanzar los globos de

papel, llenos del calor y el humo producidos por el mechón encendido con gasolina o petróleo y el cebo o la

esperma como combustib les. O el ejercicio de lanzar piedras con caucheras y las hondas (dos cuerdas que

tenían en el centro un receptáculo hecho de cuero y en el cual se colocaba la piedra a lanzar). O el

intercambio de revistas (folletos con las aventuras de Tarzán, el Llanero Solitario, Batman y Robín; El Pájaro

Loco; el Conejo de la Suerte; El Pato Donald; etc.). O las funciones matinales (películas) en los teatros (salas

de cine) de los barrios. Recuerdo los más importantes: Manrique; Rialto; Olimpia; Aranjuez; Belén. O la trenza

humana (formaciones entre dos grupos. Uno al frente de otro; cogido de la mano. Hombres y mujeres); a partir

de la cual se cantaba matarile lire lo. O la trenza en rueda que permitía o impedía salir al ratón, designado o

designada por quien quedaba libre por fuera de la rueda. O la ronda que cantaba y preguntaba al lobo del

bosque si estaba listo ya. O el juego de la perinola; o el de catapis (Jaz); o el juego de la carga montón (se

escogía la víctima que tenía que aceptar que todos y todas cayeran encima de él o de ella). O el juego con el

lazo en los dedos, construyendo figuras diversas (la escalera, la flor de iraca). O la recolección de cajetillas de

cigarrillos a las cuales se les asignaba un valor y así se jugaban. Como si fueran b illetes. (Pielroja 1, Dandy

25; Kool, Lucky; L & M, Chesterfield; Mapleton, valían 100 y, así, sucesivamente). O la preparación y

realización de novenario en la época de diciembre; incluido el ejercicio alrededor del pesebre. O el juego a la

gallina ciega.

Y, entonces, esa apropiación de los espacios, corrió paralela a las jornadas escolares. Maestros y maestras.

Muchos y muchas, autoritarios y autoritarias. Tanto que contribuyeron a la deserción escolar. Porque

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infringían castigos físicos. Otros, accesib les, tolerantes, amigos (as). Que la sopa escolar (una figura reducida

del restaurante), a la cual accedían los niños y niñas cuyas familias eran m ucho más pobres que el promedio.

Que el pan y la leche que se entregaba en los recreos y que era posib le, en razón al convenio con Caritas

Arquiodecesana (organización religiosa-católica) y las entidades que regían la academia. O, en ese mismo

horizonte, a partir de convenios internacionales con países europeos o con EE.UU.

O, llegado octubre, lo que se denominaba la “semana del niño”. Aquí cabía todo: los disfraces; las caminatas;

el sancocho elaborado a partir de recursos propios recogidos en las escuelas. O a partir de los aportes de las

familias. Queda claro, de paso, que las escuelas no eran mixtas. Además que, las jornadas, eran completas.

Desde las 8:00 a.m., hasta las 11:30 a.m. y desde la 1:30 p.m., hasta las 4:30 p.m., de lunes a viernes. Los

sábados de 8:00 a .m.; hasta la1:00 p.m.

Y es que corría el año 1954. Coincidieron hechos. El militar ya estaba ahí. Venía de rapar el poder. Siendo el

cuadro político antecedente una heredad vinculada con el genocidio auspiciado desde ahí. Desde ese centro -

poder conservador. Ya casi olvidadas las reformas de López Pumarejo y su Revolución en Marcha. Todavía

cercana, en el tiempo, la muerte de Jorge Eliécer Gaitán. El sargento (¿…o cuál era su grado?), ya jugaba a

ser prócer. A ser libertador. A ser guerrero guiando a un pueblo famélico y agarrotado. Nuestra familia era una

de tantas miles sin horizontes gratificantes.

La heredad, provenía de dos íconos perversos. Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez; “el divino

Laureano”. El perdulario que encendía el Congreso , a viva voz. Voz transmisora de ideas achatadas. Con una

sola perspectiva: justificar la matanza. A viva voz. Voz de pigmeo intelectual. Hacedora de fetiches. Voz,

mirada, cuerpo, de aprendiz de ideólogo. Ese que pretendía pasar a la historia como héroe. En una Colombia

desagarrada por él, y por Ospina Pérez, y por Marco Fidel Suárez y por los azuzadores perennes. Un

fascismo inveterado. Héroe de la miseria que auspiciaron él y ellos. De la tragedia de un pueblo inerme.

Pero, asimismo, heredad de los Lleras y de Eduardo Santos, y de Olaya Herrera y…del mismo Alfonso López,

que se arredró ante la infamia.

…Y corrió la voz de que algo estaba sucediendo. Venía desde muy atrás. El método había sido

perfeccionado. Desde Núñez, el trasgresor. El sujeto cambiante; según las circunstancias. Método aplicado.

Con ese mismo se justificó la Guerra de comienzos del siglo XX. Método soportado en el manejo solapado de

las verdades. O, a decir verdad, las casi verdades. En recintos cerrados, a prueba de filtraciones plena s. Solo

el gota a gota. Para potenciar las repercusiones. Se dice y se desdice, al mismo tiempo. Entonces, se

embauca y se extiende la sensación de que algo está pasando. Aquí y allá.

Y, en verdad, algo estaba pasando. El militar todavía estaba ahí. Pero, quienes lo adularon y lo felicitaron por

su desprendido amor a la patria; ya tejían otra red. Otra, porque, a pesar de ser la misma; era otro tiempo.

Estábamos en 1956. Y, ya, el ceremonial estaba en curso. Ya estaban los contactos. Que si en España, en

Benidorm. Que si en Londres o en Washington. Que más daba. Siendo lo único cierto, el programa. Primero

se auspiciaría la presencia de una Junta Militar politizada. Que si el General París. Que si ahora. Que si el

plan incluiría allanar el camino para que volvieran los de siempre. Liberales y Conservadores, sus cúpulas.

Las mismas que sembraban el odio entre los de la periferia. Y que, una vez empezaba la barbarie, en

cualquiera de sus versiones periódicas, convocaban al buen sentido. Al entendimiento. A la paz. No importaba

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si por fuera de ella quedaba los más afectados. Los desarraigados y las desarraigadas. Los y las caminantes,

en travesía. Buscando refugio. Aquí y allá. Y, en ninguna parte donde pasar la noche y ver amanecer el otro

día.

Y se reunieron. Y acordaron. Usted y yo. Yo y usted. Primero usted, después yo. Amarremos el pacto a doce

o más años. Qué más da. Primero usted, luego yo. Y todo volverá a empezar. Hagamos borrón y abramos

nueva cuenta. No importa lo de atrás. El perdón suyo, lo avalo yo. El perdón mío, lo avala usted. Y así,

saldamos cuentas, por ahora.

Eso sí, quienes no regresen. Quienes no acepten lo que usted y yo hacemos; están al margen de la ley. Y

serán perseguidos y serán matados y serán olvidados. Queda claro, entre nosotros, que hemos sacrificado

nuestro tiempo por este país. Y, por lo mismo merecemos ser recompensados. Y qué mejor recompensa que

primero usted y después yo. Y después usted y luego yo.

Y, ahora lo entiendo, era eso lo que se estaba urdiendo. Era eso. Y los perifér icos, los sin nada, ahí; sin saber

qué hacer ni para dónde coger. Y se extendía la penuria. Y ya se había agotado el modelo de sustitución de

importaciones. Modelo económico restringido. En el cual la variab le más dinámica era crecer, sin crecer.

Quedar flotando entre los imperios; entre sus intereses y los nuestros (¿…nuestros?). Y, entonces se acumuló

capital. Para los terratenientes, para los comerciantes, para la naciente burguesía bastarda. Sí; esa que

conoció de las libertades democráticas y de las reformas y de los derechos y los deberes; como quien

aprende a tocar piano por correspondencia.

Ya, a esta altura de mi recorrido, estaba inmerso en ese ir y venir que no se detiene. Hasta cierto punto ya mis

giros y mis vivencias eran cansinos. Como si, cada año repitiera lo del año anterior. Sólo había momentos en

los cuales escapaba a la realidad. Esos en los cuales le daba al balón, en la calle. O, cuando coleccionaba

láminas y las pegaba en el folleto. El primero: héroes de la lucha libre. Luego, la vue lta a Colombia. Y, a

reclamar el folleto para anotar a los ganadores de cada etapa. O, cuando salía, en familia a verlos entrar por

lo que denominábamos la autopista sur. Al lado del puente monumental (llamado así, porque fue el primer

puente en concreto, elevado; por debajo del cual pasaban, a la vez, el río y la autopista). Al lado del puente

Guayaquil (construido con ladrillos y con una amalgama que incluía sangre. Al menos eso decía la historia). Y,

pegando el oído a la amplificación que hacían algunas emisoras; avizorarlos a distancia. Cuando subían a

minas, después de haber pasado por Versalles y por Santa Bárbara. Y, sentirlos más cerca aún, cuando ya

estaba en Caldas, en las “goteras” de Medellín.

…Y yo estuve. Y yo conté lo sucedido.

Pero, también yo, morí de tanto negarme a ver; a sentir.

De tanto volver sobre mí mismo; sin encontrar salida.

De tanto utilizar la memoria; para hablarle al viento;

De tanto fabricar palabras; para contar lo que he sido.

Uno más en este juego en que perdí mi vida.

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Tal vez ya lo había dicho. Pero sentí la necesidad de volverlo a expresar. Aquí; ahora. Estando en ese

tránsito; sintiendo flotar en el ambiente la perversidad. Porque el Pacto se impuso. Ellos lo impusieron. Los

jerarcas de los Partidos Liberal y Conservador. Ellos que auspiciaron, y lo siguen haciendo aún hoy, la muerte

de toda esperanza; como quiera que esperanza es vivir; y caminar; y trabajar en la ciudad; y arar la tierra; y

reír; y soñar. Ellos que promovieron las muertes físicas masivas. Y que promovieron la extirpación de las

ilusiones. Y que, por esto mismo, han lobotomizado los espíritus. Al menos, han cortado el vuelo. Por lo tanto,

convocan al olvido. A creer que no pasó nada. Que los muertos y las muertas son solo invenciones de los

enemigos de la patria.

Entonces yo seguía el tránsito. Tratando de entender el modelo impuesto. El problema era que no tenía ni

medios; ni conocimientos; ni donde hallarlos. Porque mi vida era eso: una predisposición a seguir ahí.

Mientras tanto el grupo familiar se desintegraba. Mejor sería decir que venía fragmentado desde el primer día

en que se hizo cuerpo visib le. Ese grupo familiar vigente desde antes de mi nacimiento. Pero que adquirió,

para mí, presencia con el correr de los años; de mis años. Ya, entonces, Chagualo y Fundungo fueron mi

entorno. Pero yo no accedía a él. Simplemente, ahí en la casita o en las casitas. Ya la madre era esclava. Se

hizo así, a partir de mis miradas y del proceso construido en este país envuelto en miserias. Miserias

intelectuales. Miserias políticas. Pero, a la vez, país de violentos y de violentados. De violentos que conducían

con rumbo definido por ellos. Violentos que agredían aquí y allá. Violentos que protagonizaban ejercicios

aparentemente diferenciados; pero que eran lo mismo.

Y ya, aquí en esta dimensión. En este rol protagónico de mí mismo; seguía el curso, mi curso. Ya en la calle.

Ya en la casita. O ya en los sueños en los cuales me mimetizaba, para impedir ser visto desde afuera;

tratando de impedir el cuestionamiento y la comparación. Sujeto niño sin posib ilidad de acceder a cualquier

cosa. Seguía siendo el desertor de la escolaridad. Desertor, más no herético. Porque el origen de esa

deserción, la motivación de la misma, no estaban anclados en una opción de vida diferente. Y no tenía por

qué serlo. Porque no tenía opciones alternativas. Simplemente ahí. Donde la abuela materna, los domingos.

Si donde Sara y donde Arturo Gómez. Una vida al garete. Incluso con tendencias y manifestaciones

perversas; vistas con una óptica moralista. Sujeto niño ahí; sin nada entre las manos.

Y, entre tanto, la ciudad crecía y el país también. Ya la ciudad no era la misma que conocí o que imaginé. Ya

los barrios en las pendientes estaban en pleno desarrollo. Ya apareció Castilla Y Pedregal y Alfonso López.

Ya, hacia el sur, se extendían híbridos. Ya con fastuosas viviendas ya con casitas en las cuales habitaban los

habitantes originarios de El Poblado. Ya Bello y Copacabana, al norte, se integraban; en un concepto de

territorio mucho más vasto. No sé si, desde ese primer momento, se asumían los conceptos de zonas

metropolitanas. Pero también, al sur, se acercaba Itagüí y, aunque de manera más lenta, Envigado.

Lo que contaba, para mí, era la sensación de estar inmerso en un proceso no pensado; no entendido. Pero

estaba ahí. Como proceso envolvente. Porque, la perspectiva de ciudad moderna, actuaba

independientemente de mi participación. O de la participación de los otros y las otras. No sé, en fin de

cuentas, si ya estaba presente, en ese crecimiento urbano, una opción como la planteada por Manuel

Castells. No sé, si en el caso de los y las ciudadanas en mi ciudad y en las otras ciudades. No sé si la presión,

a partir de los desplazamientos masivos, sobre la ciudad y, por lo mismo, en la exigenc ia d vivienda y de

servicios básicos; ya tenían o no expresión en términos de exigencias organizadas. Volviendo a lo de Castells,

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no sé si alguien, en nuestro país tuviera, en ese entonces, posiciones como: “…Cuando se habla de

problemas urbanos nos referimos más b ien, tanto en las ciencias sociales como en el lenguaje común a toda

una serie de actos y de situaciones de la vida cotidiana cuyo desarrollo y características dependen

estrechamente de la organización social general. Efectivamente, a un primer nivel se trata de las condiciones

de vivienda de la población, el acceso a las guarderías, jardines, zonas deportivas, centros culturales, etc.; en

una gama de problemas que van desde las condiciones de seguridad en los edificios (en los que se producen,

cada vez con mayor frecuencia accidentes mortales colectivos) hasta el contenido de las actividades

culturales de los centros de jóvenes reproductores de la ideología dominante…”61

En verdad dudo que se hubiera desarrollado una opción de vida urbana, así en esas condiciones. Lo que este

sujeto niño perverso entendía, no iba más allá del discernimiento de quien no tenía ni siquiera, a su

disposición las posib ilidades que otorga la escuela. Más aún, reconociendo que, cuando hablo de escuela,

estoy hablando de lo básico. En una estructura escolar-académica en donde el lugar para la profundización no

existía. No iba más allá, como lo expresé arriba de aglutinar una serie de saberes, cruzados por la textura

tradicional religiosa, particularmente la católica.

Estaba, pues, situado en un reconocimiento del entorno inmediato y mediato. Reconocimiento que no iba más

allá de encontrar espacios para una lúdica restringida. Porque, ¿qué lúdica podría haber, en mi escenario de

niño condicionado por mis propias actitudes y que originaron y mantuvieron una posición hostil de los otros

integrantes del grupo familiar; particularmente de la madre y el padre. Porque, a la vez, crecían las

posib ilidades y justificaciones para profundizar en torno al cuadro comparativo con mi hermano, el

escolarizado, que seguía avanzando.

Entonces, una noción de ciudad y de país y de mí mismo y de los demás; que comprometía las fijaciones que

había venido construyendo. Ya lo dije, visiones enfermizas; sueños acechantes. Expresiones en las cuales las

imágenes recorrían mis espacios. Imágenes que recorrían mi cuerpo y que ocasionaban estigmas más

lacerantes que las posturas religiosas asumidas por mí antes. Imágenes que vertían opciones y que me

convocaban a asumirlas. Opciones como latigazos. Opciones que conminaban a no existir más. Opciones que

me proponían huir de la casita y abordar el camino del transeúnte sin referentes. Como si me propusieran

jugarme la vida en el amplio espectro que permite la inmensidad de la ciudad. Ir ahí, a cualquier sitio si n

ningún nexo con los hermanos, las hermanas, el padre, la madre, las abuelas… En fin, imágenes que se

erigían como mandantes sombríos y que me colocaban en posiciones de profunda angustia. En extravíos que

yo no estaba en capacidad de asumir. Porque lo mío era una angustia sobre otra. La mía propia y la heredada

de esos sueños absolutamente onerosos.

Y era el año que marcaba el inicio de otra década. Quien lo hubiera creído, ya había vivido casi dieciséis

años. No era sujeto hábil para realizar inventarios de vida. Sin embargo, estaba ahí en la posición de niño -

adolescente que había accedido, otra vez, a la escolaridad en nombre de la necesidad de reconciliación. Más,

nunca, en términos de avanzar en el conocimiento. Vale la pena aclarar, ahora, que había innovado en lo que

respecta a la justificación para desertar. Una figura, parecida a las imágenes que me atormentan en mis

sueños, exhib iendo una postura y una voz que me reta. Algo así como entender la posición como

61 Castells, Manuel; “Movimientos sociales urbanos”. Siglo XXI Editores, segunda edición en español, 1976, página 5

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cuestionamiento a la autoridad. ¿Pero sería cierto eso? ¿De cuándo acá había adquirido algún criterio

elaborado? Aún ahora no me lo creo. Yo no era, en ese tiempo sujeto de elaboraciones. Era, por el contrario,

un bandido que se azuzaba así mismo; vertiendo palabras. Sin poder construir una o dos frases con sentido.

Solo, en esos sueños tormentosos, venían a mí interpretaciones de lo cotidiano; de esa exterioridad que no

percib ía sino en la vigilia del día a día.

Así fue, por ejemplo, como accedí a entender todo lo relacionado con la continuación del exterminio. Veía, a

ráfagas, lo sucedido con quienes no accedieron al pacto bochornoso. A ese pacto entre los mismos. Pacto

que avasallaba a la democracia. Convertía en delito el solo hecho de aspirar a una alternativa diferente. Y, sin

saberlo, iba profundizando, todas las noches. Veía a los campesinos y campesinas. Niños y niñas. En las

travesías. Solo ahora, después de haber leído al maestro Alfredo Molano, en su trilogía “Siguiendo el corte”,

“Aguas arriba” y “Selva adentro”, he podido descifrar esos mensajes de mis sueños. He podido dilucidar el

significado de esas imágenes. Los sin tierra; los desarrapados; tratando de arrancarle aliento a la vida. Como

si esta estuviera flotando ahí. Y ellos y ellas, tratando de asirla. Mientras tanto los aviones y la tropa de los

jerarcas. Apuntándoles. Matándolos. Y los gritos de rab ia y las lágrimas y la ternura invitando a resistir. Y los

jerarcas riendo en las ciudades. Invitándonos a reconocerlos como voceros válidos. Como convocantes

ciertos a la paz. Y, nosotros, en las ciudades sin arriesgar nada. Solo consumiendo los discursos ampulosos.

Y llegó el segundo de la lista. El hijo del poeta. El mismo de la sagrada ciudad b lanca. Impoluto. Hijo de poeta

que no sabe nada de la vida de los y las demás. Que mantuvo la línea de acción. Con los chafarotes a la

ofensiva. Limpiando el campo. Siendo, esa limpieza, un concepto asociado a la matanza. Generalizada y

selectiva. E inundaban los campos de panfletos. Convocando a la rendición. Expresando que los bandidos

eran quienes reclamaban justicia. Bandidos eran quienes no se dejaban acrib illar y respondían a los

vejámenes, con la fuerza de la dignidad y, porque no, con las armas que habían logrado salvar. Y los niños

ahí. Y las niñas también. Muriendo ellos y ellas. Y sus madres. Y sus padres…y todos y todas.

Y la década corría veloz. Mi escolaridad seguía en veremos. Muy intermitente, casi nula. Y, Rosita, se volvió

recuerdo. Como con Norela, no la volví a ver, después de que se produjo otra etapa del peregrinar. Y fuimos a

dar a la carrera 46, entre las calles 77 y 78. Y fue creciendo, otra vez, mi deseo de ser un asceta. Fui recib ido

en la parroquia El Calvario, entre Prado, Campo Valdés. Volví a mis andanzas; a mis ayunos y a mis

excoriaciones producidas por mí mismo. Y el grupo familiar se había ido desmantelando. Ya no estaba el

hermano mayor. Tampoco dos de las hermanas. Se habían matrimoniado, huyendo de la casita inhóspita

Y, estando en esas; de las excoriaciones provocadas y en los ayunos, conocí al padre Daniel. Exégeta, pero

demócrata. Había logrado construir y posicionar grupos de acción, dentro de los jóvenes cercanos al ideario

católico. A través de él llegamos, muchos, a la J.O.C (Juventud Obrera Católica). Y conocimos, desde allí, las

huelgas y a quienes las promovían, no como proceso continuo y/o programático y político; sino como

respuesta a los atropellos de los patronos. Yo, en ese entonces, ya trabaja. Alternaba mi actividad laboral,

periódica e intermitente, con la escolaridad. Y caminábamos las calles solicitando ayuda para los huelguistas.

Recaudábamos alimentos y algún dinero. Participábamos en las reuniones con ellos, con los trabajadores.

Cuando no había huelgas, nos reuníamos todos los sábados, en la sala de reuniones de la casa cural. Y

leíamos los evangelios. Y los comentábamos. Y trazábamos tareas. Íbamos a los hospitales, a visitar a l os

enfermos y las enfermas sin familia. E intercambiábamos textos. Por esa vía conocí a Ortega Y Gasset; y a

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Alberto Moravia; y a Sartre; y a Camus; y a Kant; y A Hegel; y a Hobbes; y a Rousseau; y a Homero; y a

Sócrates. Fuimos tejiendo la red de los rebeldes. De los que aprendimos, en las huelgas, el sufrimiento

profundo en las ciudades. Y fuimos relacionando esto con la tragedia de nuestro país, tragedia de los

nómadas forzados; los de las travesías; los bombardeados; los fusilados y decapitados. De los niños y las

niñas muertas y muertos, al lado de sus madres y de sus padres.

Y, allí, en esos ejercicios bravíos; heréticos, se empezó a desenvolver la actuación como proceso. Como

continuidad. Porque accedí a otros y a otras. Porque ya me arriesgué a ir a la universidad, sin matrícula. Solo

por ver y palpar el conocimiento. Y lo social fue mi alternativa. Y decanté lo hablado, lo escuchado, lo leído. Y,

por esa vía, conocí de Camilo Torres Restrepo. Todo porque el sacerdote Vicente Mejía, comprometido en

una lucha acompañando a los desarrapados del basurero. Hoy los llaman recicladores. Y Vicente convocó a

Camilo, un día cualquiera de octubre. Y estuvimos con él. Y, al poco tiempo, ya estaba yo en la perspectiva de

equilibrar mi religiosidad con la acción de riesgo. Con la propagación del ideario desprendido de la lucha de

clases. Empecé a reconocer, en todos los entornos, los ob jetivos fundamentales por los cuales luchar. Y se

hizo gigante y hermosa la espiritualidad; esa tendencia que había estado ahí y que fue resortada y voló a

todos los lugares. Empecé a vivir, ya no en sueños, la realidad y a asumirla. Profundamente triste y

conmocionado. Y volvía alucinar. Me veía en el universo absoluto cabalgando en las nubes y en el polvo

cósmico. Iba y regresaba. De aquí a allá

Estos cantos me estremecen. Porque grafican lo acontecido conmigo. Porque, en el día a día, sentía morir por

todos y por todas. Suplantar a quien estuviera sufriendo. Para sufrir yo, en su reemplazo. Empezó el delirio, el

frenesí. Esa ambición de terminar ya con la dominación impuesta a sangre y fuego. Terminar con el hijo del

poeta y con quien lo siguió; el otro Lleras. Porque el pacto entre los perdularios seguía vivo. Como viva seguía

la acechanza a los trasgresores y trasgresoras del orden establecido. Ya habían aniquilado a cientos de miles.

Fue la década de la infamia. La muerte de Camilo; la muerte de Ernesto Guevara; las muertes de todos y

todas. Soñadores y soñadoras; intérpretes de la lucha diaria. Aquí, en esta ciudad que seguía creci endo. Ya

estaba Andalucía y los barrios Popular 1 y 2. Y había crecido Aranjuez. Ya estaba el barrio obrero,

Campoamor; y había crecido San José la Cima; y Santo Domingo y apareció Guadalupe y Loreto se extendió

hacia el oriente; y Villa Hermosa se fragmentó. Y sus aristas crecieron. Y se construyó la ciudad universitaria,

para agrupar las facultades que estaban diseminadas. Y se hizo visib le, otra vez, el movimiento estudiantil Ya

había demostrado su poder en los enfrentamientos en Estudios Generales, secc ión de la Universidad de

Antioquia. Y creció la lucha por vivienda digna y por un servicio de transporte eficiente y masivo. Es decir,

ahora si se estaba dando lo que preconizaba Castells. Era otra ciudad, sin lugar a dudas. Éramos otros y

otras.

Y, cualquier día, recordé a Rosita. Porque la vi, allá. En una batalla callejera, izando la bandera de la

esperanza. La vi y me vio. Con ella estaba Jesús, conocido dirigente estudiantil. Ella era de él. Y, por esto,

volví a alucinar. Volví a la tristeza que rondaba por ahí; como manifestación latente. Como figura dispuesta a

aparecer al menor descuido.

Y volvieron los sueños tormentosos. Y veía a Rosita llamándome ¡ven patico ¡. Y me negué a seguir viviendo.

Y desperté. Y navegué, deambulé por todos los espacios conocidos. Y no estaba en condiciones de ir al

tropel. Porque ella, mi Rosita, me hizo acordar de lo tanto que he transitado. Porque ella, sin mí; sin su patico,

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construyó futuro; arriesgando tanto o más que yo. Y volví a la religiosidad enfermiza. Volvieron los ayunos y

las laceraciones.

Por fin terminó la crisis. Volví a realizar acciones. En veces, en los barrios. Otras en las huelgas y en las

fábricas. Había retomado el proceso. Ya estábamos en 1968. Y supe del Mayo Francés. Y supe de Daniel el

Rojo, en Alemania. Y supe de la masacre en la Plaza Tlatelolco, en ciudad Méjico, en plena realización de los

Juegos Olímpicos. E interpreté el proyecto político de la tercera cuota del Pacto. Y analicé su propuesta de

modernizar el Estado, a partir de un concepto de eficiencia coherente con el concepto de desarrollo capitalista

periférico. Y conocí de su propuesta de Pacto Andino; esbozo de mercado común regional. Y recorrí mil

caminos, en esa ciudad que seguía creciendo. Y se fue borrando el recuerdo de Rosita. Y recordé que no

había sido tocado, en su momento, por la Revolución Cubana. Y, en ejercicio retrovisor, volví a 1959; cuando

era lo que ya conté que era. Pero, intentando descifrar una imagen en uno de mis sueños. Imagen de

contrastes. Porque, a veces, veía seres jub ilosos, posicionados de un territorio que no supe ni pude identificar.

Pero, al mismo tiempo, seres en travesía; sufriendo los rigores de los bombardeos. Este último territorio si me

era familiar; pues lo había visto desde siempre. Que Tolima, Huila, Sumapaz; Territorios Nacionales;…

Y, así, fui desenvolviendo el ovillo, similar al nudo de Ariadna. Y reconocí, en esos contextos enunciados, la

posición alusiva al desarrollo capitalista tardío. Como el nuestro. Ya no era, simplemente, el modelo de

sustitución de importaciones. Ya era, todo un modelo de amplio espectro. Pero no autónomo. Simplemente

vinculado a los condiciones que imponía el Imperio. Fue, entonces, cuando conocí las propuestas puntuales

de Joaquín Vallejo Arbeláez, a la sazón ministro en el gobierno de la tercera cuota del pacto (Carlos Lleras

Restrepo). Y leí, ávidamente, todo el texto sustentatorio de El Pacto Andino. Y lo cotejé con las propuestas de

la CEPAL (Comisión económica para América Latina). Y encontré las coincidencias. A lgo así como un

proyecto en el cual cabían las opciones políticas y económicas, por la vía de entender una forma de la división

del trabajo. Obviamente a países como el nuestro, como Venezuela, como Ecuador, como Argentina, Brasil,

etc., nos correspondía la parte de lo accesorio. No podíamos acceder a la tecnología necesaria para

implementar un proyecto de industria pesada. Solo lo periférico; y eso sí, con limitaciones.

Y, a partir de ahí fue que conocí la teoría del desarrollo desigual y combinado; lo cua l no es otra cosa que la

implementación de los modelos precarios, súbditos. Y, por esa misma vía, conocí la teoría de Celso Furtado,

expresando la opción clásica del desarrollismo económico. Y conocí, además, las teorías de Samir Amín (en

la misma perspectiva del modelo de desarrollo desigual y combinado). Y, de manera apenas obvia, profundicé

los textos económicos de Marx, y de Rosa Luxemburgo. Y leí el texto económico de Lenin “El desarrollo del

capitalismo en Rusia”. Y conocí las teorías de partido de Lenin, en lucha en contra de las postulaciones

socialdemócratas en Rusia (Los Mencheviques) y en Alemania (Rosa Luxemburgo). Y, muy posteriormente,

conocí la teoría del Programa de Transición de León Trotsky. Y entendí que yo no había tenido el libreto

completo; pero esto fue culpa mía y solo mía. Cuando leí las obras de Mao y su descripción de la Gran

Marcha, antecedente de la Revolución China, me embelesé con su visión de Frente Patriótico.

Todo lo anterior, en paralelo a mi militancia partidista. Asumiendo opciones de riesgo. Ya, en mí, no contaban

tanto las realizaciones inconexas en la ciudad. Ya yo estaba del lado de un proceso y de una posición

programática para acceder al poder, por la vía armada. Y, aún hoy, no me arrepiento de ello. Y, seguí en los

barrios; difundiendo la doctrina. Y seguí en las huelgas, haciendo lo mismo. Todo, en una perspectiva no de

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filantropía. Fue el tiempo en que conocí la Declaración de la Habana. El nuevo curso de las revoluciones en

América Latina, propuesto por el Partido Comunista en Cuba. Texto de inmenso contenido teórico y práctico.

Y, en los barrios, hice mi carrera política fundamental. Estuve trabajando de manera grupal. Con amigos y

amigas coincidentes conmigo. Pero también con personas que no compartían mis opciones. Pero, ahí, estuve

con ellos y ellas. E hice alfabetización de niños, niñas y adultos (as); teniendo como guía los escritos

pedagógicos de José Martí (fundamentalmente “El Siglo de oro”); pero también trabajé con la teoría de Paulo

Freyre. Y conocí, derivado de allí, el modelo de investigación-acción. Instrumento metodológico básico, para

realizar todo un trabajo de interpretación sociológica del desarrollo urbano y rural. Y, lo que es fundamental,

de las tendencias políticas, económicas y culturales; de tal manera que se pudieran construir opciones de

intervención revolucionarias. Y, en ese contexto, investigamos acerca de la vivienda urbana y acerca del

modelo gubernamental a través del ICT. Y conocí de cerca, a partir de ese modelo de investigación, el

significado del desplazamiento campo ciudad. Y, arriesgué mi propia teoría, en el sentido de entender como

migraciones ese proceso de desplazamiento y, además, hablé acerca de identificar la diversidad cultural que

se estaba asentando en las ciudades, particularmente en la que vivía. Y, por esta vía, propuse la realización

de eventos globales, que convocaran, a nivel local y nacional, a quienes, desde diferentes perspectivas y

opciones, trabajaban como nosotros y nosotras, en los barrios. Y lo hicimos. Prim ero en mi ciudad. Y surgió el

COBAPO (Comité de barrios populares). Y movilizamos miles de miles de personas, alrededor de problemas

como los asociados a los servicios público; la vivienda; el transporte; la cultura; los hogares infantiles.

Pero, también, propuse una interpretación acerca del nexo del barrio con las luchas obreras. Particularmente

en torno a las familias de los huelguistas. Y fue por esa expresión que se concretó uno de los eventos de

masas más plenos, en términos de la relación lucha obrera-lucha barrial. Fue en el Barrio Campoamor, cerca

de Guayabal, en el camino hacia Itagüí.

Pero había un gran vacío en mí. Por más amplia y apasionada que fuera mí actividad; seguía en esa soledad

interna. Los sueños me seguían atormentado. Identifiqué mi esquizofrenia. Estaba partido. De un lado, una

individualidad y una internalidad, profundamente afectadas. Sin sosiego. Aquí y allá, busca salidas, sin

encontrarlas. De otro lado mi profundo convencimiento de la necesidad de revolucionarizar la vida políti ca,

económica y cultural del país. Y eso tenía que hacerse efectivo con el combate directo, armado. Por eso yo

definí la teoría que habla de lograr en la ciudad un apoyo absoluto; para articularlo con la lucha armada en el

campo. Inclusive alcancé a plantear una figura de guerrilla urbana, como la propuesta y realizada por Carlos

Marighela en Brasil. Y es que ya había leído algunos escritos de José Carlos Mariátegui, el esplendoroso líder

y teórico ecuatoriano. Y es que ya había leído a los nihilistas rusos y había conocido la teoría de Bakunin en

Rusia. Empecé a navegar entre la opción guerra de guerrillas y la teoría de la insurrección, tan cerca al

trotskismo.

Y vuelvo, entonces, al momento en que descifré mi esquizofrenia. Y ahí estaba yo, partido. Mi in terioridad

seguía deteriorándose. Esos eternos sueños conmigo. Y empecé a buscar alternativas para alcanzar el

equilibrio necesario; sin lograrlo. Me acerqué a la tesis freudiana del malestar espiritual, individual; por la vía

de leer “El malestar en la cultura”. Pero, también leí, en esa perspectiva, las interpretaciones de sociedad y

desasosiego, de Hebert Marcuse (en “Eros y Civilización” y en “El hombre unidimensional”). Y empecé a

asociar mi fragmentada interioridad, con el condicionamiento ideológico que está en la base de la dominación

81

capitalista. Y, por esto mismo, leí a Lukács, tratando de descifrar el contenido de los códigos ideológicos.

Pero, simultáneamente, estaba leyendo a Kafka, sobre todo, sus obras “El Proceso” y “La metamorfosis”. Y

me iba perdiendo, cada vez más. Llegando casi al delirio. Y, esos sueños ahí. Y seguía viendo a Rosita. Y

trataba de dilucidar esos sueños con la madre azotada por el padre. Y, en ese momento, reconocía que nunca

había tenido en cuenta los asuntos relacionados con el inequidad de género. Ni en el Partido; ni en nuestros

trabajos y acciones cotidianos, valorábamos, de manera acertada, la participación de nuestras compañeras

mujeres.

Y, eso, me atormentaba. Y volví a analizar al grupo familiar. Seguía ahí, cada vez más reducido. No solo en

número; sino también en su vertebración fraternal. Una figura parecida a esos conglomerados que están, pero

que ninguno o ninguna de sus integrantes se reconocen el. Estar con alguien, pero estar solo. Así lo sentía y

así lo vivía.

Y es que mi individualidad no tenía referentes. Como cuando se siente que no te encuentras contigo mismo.

Cuando, por ejemplo, la imaginación se desenvuelve en un territorio enfermizo; lleno de imágenes que no

logras identificar. Como cuando no percibes ninguna ilusión. Y es que, estando así, no logras asir nada

diferente a tu propia angustia. Es una laceración mucho más profunda y dolorosa que los azotes que yo

mismo me infringía; cuando aspiraba a la santidad. Cuando pretendía evadir la realidad, por l a vía de

inventarme un universo que tenía como centro la divinidad. Esa que deviene de una concepción de dios y de

sus efectos colaterales. Pues sí que esos sueños; en los cuales cabalgaba en un ser deforme. Parecido al

caballo alado, pero con los ojos desorb itados y con las orejas de conejo y con unos dientes afilados,

acezando. Buscándome; y yo encima de él. Vertiendo un líquido rojo, alusivo a la sangre que derramaban

miles de seres que estaban a lado y lado del camino. Y, despertaba sudoroso, llamando a l Sol y a Júpiter; y a

la luna. Totalmente perdido. Y, volvía a empezar el sueño. Y, ahí estaban Rosita, Norela y Gudiela;

envejecidas; con enormes cadenas al cuello. Y me llamaban. Y me decían “patico, vuelve por nosotras. No

nos dejes al garete, por favor “. Y yo gritando y anhelando despertar pronto. Pero me pesaban los párpados.

Como paralizado todo. Sin mover ningún músculo. Y, entonces, veía al hijo de poeta, llamándome.

Mostrándome sus manos, ensangrentados. Y veía al divino Laureano, como poseído, b landiendo un hacha;

similar a la que se utilizó para dar muerte a Rafael Uribe Uribe. Y, también, veía al primero de la lista

elaborada para el Gran Pacto. Y me mostraba un inmenso lienzo b lanco. Allí estaban dibujadas las manos de

todos los súbditos muertos. Allí estaban graficados todos los caminos de la Travesía. Y veía a las abuelas y a

los abuelos, con sus miradas perdidas, absortos y absortas. Y, los niños y las niñas, estaban también ahí

dibujados y dibujadas, con inmensos ojos tristes. Y, también estaban las mujeres detrás de los hombres de la

Travesía. Y, el padre y la madre, cuando niños. Oteaban todos los territorios. Y la casita estaba dibujada, sin

nada adentro. Y, yo estaba dibujado, con la mirada al cielo; y con una aureola inmensa. Y me flage laba y

quemaba mis dedos. Y estaba las piedras en los zapatos y corría como enajenado.

Y veía a María Cano y a Torres Giraldo. Este último gritaba. Y María Cano obedecía. Y la vi trajinando mil

caminos. Y la escuchaba en sus discursos. Sus manos izadas y repetía lo de la masacre las bananeras. Y me

decía que eso iba a volver a ocurrir; aquí y allá. Y me decía que, como en Iquique, habría muertos y muertas.

Que los obreros y las obreras. Que los campesinos y campesinas. Que los niños y las niñas. Y me decía que

leyera los poemas de Gabriela Mistral y que recordara siempre a Picasso y su Guernica. Y que volviera a leer

82

el Canto General de Neruda. Y que, leyera las Venas Abiertas de América Latina y que entendiera el mensaje

de Galeano.

Casi siempre, al despertar, sentía un inmenso cansancio. Como de no querer levantarme. Y volvía a dormir. Y

veía los hospitales. Y yo estaba ahí, amarrado y gritaba, alucinando. Y no reconocía a nadie; como perdido;

con la mirada en vacío; sin nada en ella. Creo que así debe ser la locura profunda. Creo que así fue la locura

de Van Gogh y la Nietzsche y la de Kafka. Y, ahí, estaba Giordano Bruno, en la hoguera; sacrificado por

buscar opciones diferentes, conceptos diferentes, vidas diferentes. Y me trepé a los semáforos de cada

esquina. Con una mano me hacía para no caer y con la otra les daba fuerza a mis palabras. Y me bajan de

allí, los gendarmes. Y, otra vez, el hospital y sus cadenas. Y estaba atado a la cama. Y me inyectaban un

líquido que me enmudecía. Y, así, no podía gritar ni defenderme.

Y comencé otra década. La anterior había sido, un tránsito de profundos cambios en mí y en mi entorno

cercano. La ciudad seguía creciendo, casi hasta la saturación total. Y el país también crecía. Y ya se había

posesionado el último de la lista del Gran Pacto. Conocí y actué ante el grosero fraude en las elecciones de

ese abril. Y estuve agitando y convocando. No tanto por el General; sino mostrando y denunciando el

comportamiento de los beneficiarios del Frente Nacional; de ese Pacto entre reyezuelos. Ese que conminó a

la democracia, para que dejara de existir. Y estuve en los barrios y en sus calles. Con la bandera de la

dignidad. Y llamé a todas las puertas. Y les dije a todos y a todas que ahí estaba la opción. La Guerra total en

contra de los mandarines perversos y su ejército. Y hablé de la necesidad de la lucha armada; en el campo y

en la ciudad.

Y llegó el momento de la partida. Había aceptado el reto. Me iría al campo. Pero no a cualquier campo. Me iría

a esos inmensos territorios de colonización. Era una decisión mía, la aceptación de la p ropuesta. Y me

preparé para esto. Y la madre y el padre y las hermanas y los hermanos, no me importaban. Me iría, con la

misma convicción y con la misma fuerza y con la misma pasión de siempre. Y volvían los sueños. Y ahí

estaba el hospital. Y ahí los homb res de b lanco, aplicándome otra vez la dosis que paraliza. Y, yo haciendo un

esfuerzo inmenso por fugarme. Y ellos detrás, persiguiendo a su presa. Y me volvía a subir a los semáforos y

a los buses. Y gritaba vivas a la lucha armada y a la guerra total con tra los impúdicos auspiciadores de la

amnesia individual y colectiva. Y me bajaban, otra vez. Y despertaba y volvía a dormir. Y, otra vez, la rutina.

Partí un día cualquiera del séptimo mes, del primer año de la década. Me despedí del padre y de la madre. A

nadie más dije nada. Tampoco hubo mensajes. Para qué; si ya los había enviado todos. Si ya había dicho lo

que tenía que decir. Ya no me acompañaba el recuerdo de Rosita. Como si hubiera mimetizado, del todo, el

vacío inmenso que me causó su distanciamiento. Ya, en mí, aparecía una especie de coraza. Endeble, pero

coraza al fin. Las acciones preparatorias se limitaron a estudiar la geografía de la zona. A conocer su historia

lejana y reciente. Y, por esa vía, supe de su existencia como campo de experimenta ción y como olvido

absoluto. Y, entonces, Volvía a leer “La Vorágine” de José Eustasio Rivera. Y volví a leer “Doña Bárbara”, de

Rómulo Gallegos. E indague acerca de la historia de sucesivas vejaciones, por la vía del caucho y la siringa. Y

profundicé en el conocimiento del significado que tenía El Pato; Guayabero; el Unilla; La Uribe. Y estudié

acerca de la Macarena y de su condición de hospedante de la b iodiversidad y de su riqueza en flora y fauna.

Y estudié acerca de las sucesivas migraciones de mucha gente de nuestro pueblo, buscando paliar la miseria.

83

Y conocí la historia de la guerra con el Perú y de la manipulación que se hizo, por parte de los jerarcas de la

historia oficial.

Y, entonces, conocí de los procesos de colonización; incluido el último, a partir de 1966. Ya Vaupés, Arauca,

Guainía, Putumayo, Amazonas, Vichada; se convirtieron en referentes políticos, económicos y geográficos.

Con pleno conocimiento. Y, desde ahí, preparé mi intervención. Dándole, al futuro, un profundo significado. No

solo en lo que respecta a mi intervención inmediata; sino, y fundamentalmente, a la perspectiva que se abría.

Y llegué en plena época de lluvias. Había pasado por el Meta. Y, desde allí, volé a San José de Guaviare;

entonces vinculado geográficamente, a la Comisaría del Vaupés. Desde allí, por inmensos lodazales, unas

veces a pie y, en otras, en tractor, me desplacé hasta El Retorno, también conocido como Caño Grande.

Llegué un sábado, todavía corría el mes de julio. Y, ya allí, comencé el recorrido, en términos de postular una

intervención política, asociada al programa partidista. Ya, allí, empecé a trabajar en esa línea. Me vincule,

laboralmente, a la Cooperativa Integral de Caño Grande, como contador y como asistente de la

administración. Todos los fines de semana, además de las labores de entre semana, colaboraban en la

atención a los usuarios; en razón que, sobre todo el domingo, el día de mercado. Y llegaban los colonos;

después de haber recorrido inmensas distancias. La remesa era repetida. La panela, las papas, las lentejas, el

fríjol. Eventualmente se incluían las herramientas de trabajo: machetes, rulas, azadones, palas.

Extremadamente limitados muchos de ellos y ellas. Porque dependía de algún préstamo del Incora, o de la

Cooperativa, en su condición de socios y socias. Una vida áspera; en donde el aliciente básico estaba del lado

de las mejoras que se pudieran alcanzar. Las siembras: maíz, arroz; ejercían como proyectos cíclicos. La

rozada tal mes, la quema en tal otro. Siguiendo el mismo ciclo relacionado con las lluvias y el verano.

Y comencé a ejercer mi labor como conductor político. Empecé a establecer relaciones más allá de la simple

atención en la Cooperativa. Y empecé a exponer mi posición política. Y establecí puntos de apoyo básicos.

Aprovechando el día libre a que tenía derecho, semanalmente, visité los fundos de aquellos y aquellas que iba

considerando como potenciales cuadros políticos y de acción. Y no me importaba ningún riesgo. Como, en los

sueños, hablaba abiertamente de la necesidad de la lucha armada. Trabajé con avezados y avezadas

hombres y mujeres. Que venían de lejos. Que habían realizado sus luchas; como habitantes de ciudad y como

habitantes en el campo. Luchas por sus reivindicaciones mínimas. Y llegaron allá, en el contexto de un

proceso y de un programa propuesto desde algunas instancias gubernamentales. Lucha por la sobrevivencia.

Y lo entendí así. Ya conocía muchas de esas historias de vida. Desde cuando estuve participando en aquellos

procesos ya expuestos, en términos de la investigación-acción. Y que los había profundizado, a partir de

aplicar el método pedagógico de Paulo Freyre. Pero, asimismo, porque muchas de las experiencias similares

en Ecuador, Perú, Chile y Bolivia; las había conocido en el contexto de mi actuación . Y, además, porque había

leído acerca de experiencias en Polonia y Rusia. Pero, también, porque había conocido historias de vida de

África y Asia. En este último, ante todo, las experiencias en China y Vietnam.

Y, en el entretanto, volvían los sueños. Y se iban después. Y sentía la persecución constante de las imágenes

de todos los sueños. Y me acechaban también allá; como en la ciudad donde nací. Como en todos los

momentos vividos antes de estar aquí; antes de conocer a Nelly. Pero, ahora no es como antes . Ahora está

ella. Y ella me convocaba a trabajar por dilucidar el lenguaje cifrado que me ha acompañado. Porque, para

ella, el problema había que resolverlo así; descifrando esos códigos. Y me decía que no podía seguir aferrado

84

a las posib ilidades de ser tangente; de no cruzar esa barrera entre realidad y ficción enfermiza. Que ya era

hora de dejar de lado esa imaginación cansina y enrevesada. Imaginación achatada y condicionada por las

imágenes de esos sueños. Había que volver sobre los legados fundamenta les de la humanidad y asirlos para

siempre; en un proceso en el cual, como sujeto, pudiera avanzar en términos de consolidar la individualidad,

sin escapar de la realidad. Hacer coherente el ser y el hacer.

El trabajo con los niños y las niñas, particularmente en lo que respecta a cierta expresión lúdica, comenzó al

poco tiempo de haber llegado. Niños y niñas que habían vivido con sus padres y madres y que estaban aquí;

por eso de que no podían ser libres en términos de decidir y reivindicar la autonomía. Esto me hizo volver a la

reflexión, en el sentido de auscultar el significado que tiene la vida, para ellos y para ellas. Lo cierto es que

aquí estaban. Otros y otras habían nacido en este tiempo, aquí en este sitio hospedante, un tanto inhóspito ;

por lo menos en el sentido de las condiciones de absoluta dificultad.

Y, entonces, conocí a Edison. Con quien compartí ese tipo de trabajo con los niños y las niñas. Fue, algo así,

como mi cómplice. Y no solo en ese trabajo; también en el rescate que hic imos de un periódico que había

dejado de ser editado. También, en realizaciones vinculadas con amplificar algunas voces, en lo que dimos

por llamar “La Voz de la Selva”. Desde ahí, en los fines de semana, convocábamos a los y las habitantes.

Expresábamos palabras en las cuales había un profundo contenido humano. Al menos eso creíamos. Con

Edison, también realicé actividades pedagógicas para adultos; en el mismo sentido propuesto por Paulo

Freyre. Con el ob jeto de precisar algunos aspectos del proceso de colonización en este territorio, trascribo dos

documentos que coadyuvan a que esa precisión sea mucho más cierta, más original….”

9 De la aproximación al concepto de Estado. La heredad perversa.

Toda técnica de control social responde a una concepción del hombre y de la vida, sin duda. Pero es un error

pensar que Platón extrae sus ideas políticas de la teoría de las ideas. Al contrario, la Ideas serán una

metafísica, una cosmovisión, una especie de creencia favorable para llevar a cabo la política…” 62

Desde la interpretación acerca del poder, propuesta y desarrollado en este escrito, es evidente la

asimilación al concepto de control. El asunto siguiente tiene que ver con su definición en términos

de control político. Lo anterior, por cuanto la noción de política, adquiere una connotación

relacionada con la actuación colectiva. Algo así como entenderla, en el contexto permitido por los

agregados adquiridos a través de determinados procesos previos. Es decir: la política no constituye

una opción originada en el proceso de internalización que efectúa cada sujeto (a), con respecto a

la exterioridad. Es, por el contrario, el desarrollo de elaboraciones acumuladas, a través de

procesos que trascienden a cada sujeto (a); comoquiera que se configuran a partir de una forma de

apropiación realizada por parte de quien o quienes convierten esas elaboraciones, en opciones

que entran a ejercer como referentes. En consecuencia constituyen, por esto mismo, un mandato;

una convocatoria que pretende el reconocimiento individual y colectivo. Está expresada en códigos

(...o definiciones) que conforman un cuerpo teórico, con repercusiones prácticas en el quehacer

62 Segui, Francisco. Prólogo a La República, Tomo I. Ed. Universales, Bogotá

85

cotidiano. Es, en otras palabras, el soporte necesario para ejercer gobierno, autoridad; por parte de

quien o quienes se han separado de los (as) otros (as); en su condición de usufructuarios (as) de

esos mismos códigos.

La diferenciación comienza, desde el momento mismo en que aparecen insumos que la permiten.

Si bien es ilustrativa la interpretación (...un poco lineal) propuesta en el recorrido: sociedad

primitiva-esclavismo-feudalismo-capitalismo; como proceso explicativo en cuanto al origen de la

dominación. Lo cierto es que el asunto es mucho más complejo. Porque supone, entre otras cosas,

retomar el entendido de la apropiación de los referentes y su imposición; a partir de un ejercicio

originado en la diferenciación; pero asimismo, en nexo con el proceso de internalización individual.

Valga presentarlo de la siguiente manera: si la sociedad primitiva descrita por Lewis H. Morgan,

constituyó un estado en el desarrollo de la humanidad; no puede inferirse, necesariamente, la

ausencia de determinadas formas de diferenciación...y de control. Con las limitaciones sociológicas

y políticas propias de su investigación, el texto que la resume, tiene elementos importantes; en

cuanto a la interpretación de los hechos originados en la misma investigación que se relacionan

con la actividad humana. Por lo mismo es pertinente resaltar lo siguiente:

“..Los hechos indican la formación gradual y el desarrollo subsiguiente de ciertas ideas, pasiones y

aspiraciones. Aquellos que ocupan las posiciones más prominentes, caben ser generalizados como

crecimientos de ideas particulares, a las que se encuentran íntimamente vinculadas…

Ya quedó planteada la interpretación en torno al poder y al control. Se infiere, en consecuencia,

una connotación asociada al concepto de sociedad; entendida como interacción colectiva en un

determinado territorio y cohesionada por una reglamentación; impuesta como norma de obligatorio

acatamiento.

Cabe ahora extender esa interpretación. Ya no tanto en lo que hace referencia a la implementación

coercitiva de los códigos y de las instancias a cuyo cargo está la vigilancia y desarrollo de los

mismos. Se trata de entender la dinámica que adquiere esa implementación; a través de un

proceso que va instaurando instancias, como figuras mucho más complejas en lo que hace

referencia a los mecanismos de control, de su desarrollo y distanciamiento con respecto a la

interpretación primaria, rígida de la inhibición y subyugación hacia el (...o los) sujeto (os).

Lo que antes era un escenario en el cual se exhibían unas relaciones simples de dominación;

ahora se va convirtiendo en territorio en donde los códigos y normas conforman un sistema lógico,

abstracto. De tal manera que los (as) sujetos (as) involucrados (as) como dominados (as), pasan a

ser un colectivo que es obligado a identificarse con ese sistema complejo de mandatos y

requerimientos; intermediado por instancias próximas y lejanas. Es, en otras palabras, una

asociación forzada que tiene como justificación y como centro, la aceptación de ese sistema

86

normativo. Al mismo tiempo, implica el reconocimiento de intermediarios que ejercen como

representación válida de esa asociación (...de ese Contrato Social, diría Rousseau).

Lo anterior no supone, en estricto, la pérdida de las aspiraciones íntimas de cada sujeto (a),

entendido en los términos propuestos arriba. Por el contrario, a pesar de la imposición del sistema

de normas, persiste ese conflicto (...o malestar que llamaría Freud) latente con respecto a esa

misma imposición. Veámoslo, un poco, en los siguientes términos:

“..Creo poder decir, en resumen, que la filosofía estoico-ciceroniana del derecho tiene sus raíces en una ética

racional a la que se adjudica una validez universal, como ley de la naturaleza humana. Esta ley, como todas

las leyes de la naturaleza, es la razón inherente a la naturaleza toda; es su significado. Por tanto, podemos, y

debemos derivar leyes de esta ley (a lege ducendum est juris exordium), porque esta ley, la ley natural, es la

fuerza de la naturaleza (naturae vis) y, por tal motivo, es la norma que define lo que es bueno y lo que es

malo. El cumplimiento de esta ley natural es tarea impuesta a los diversos estados (civitates) que expresan la

verdadera ley en las normas del jus pentium, común a todas ellas. Cada comunidad, sin embargo, tiene su

propio jus civile, válido sólo para sus ciudadanos, ya que toma en consideración las condiciones especiales,

tanto espirituales como materiales, que son peculiares de tal comunidad. Pero ni el jus Pentium ni el jus civile

deberán estar en conflicto con el jus naturae. Si lo están, tales normas no son verdaderas leyes, sino

mandatos arb itrarios...”63

Hasta aquí queda claro, en nuestra línea de interpretación, la dicotomía que subyace a la

implementación del poder político, como una expresión de la coacción hacia el sujeto. Este

ejercicio de dominación tiene, como colateral, una forma de subyugación; en tanto supone la

imposición de limitaciones al desarrollo autónomo individual que permite acceder a la naturaleza y

tomar de ella las percepciones e impresiones necesarias para construir el bagaje conceptual

indispensable, como proceso que consolida la independencia de cada sujeto (a). La inhibición,

derivada de la imposición de ese tipo de poder, induce a reprimir la autonomía y la libertad; como

cuota necesaria que debe otorgar el (la) sujeto (a) para disfrutar las posibilidades derivadas del

poder que, a su vez, se erige como avance colectivo en la escala de la evolución humana...de la

civilización; pero implica asimismo la latencia del conflicto, del deseo de libertad reprimido.

Veámoslo, en términos de Marcuse:

“El desarrollo del sistema jerárquico de trabajo social no so lo racionaliza la dominación, sino que también

contiene la rebelión contra la dominación. En el nivel individual, la rebelión original es contenida dentro del

marco del conflicto de Edipo normal. En el nivel social, las recurrentes rebeliones y revolucione s han sido

seguidas por contrarrevoluciones y restauraciones. Desde la rebelión de los esclavos en el mundo antiguo

hasta la revolución socialista, la lucha de los oprimidos ha terminado siempre con el estab lecimiento de un

63 Friedrich, C.J., obra citada.

87

nuevo, y mejor, sistema de dominación; el progreso ha tenido lugar a través de una cadena de control cada

vez más eficaz...*64

Son evidentes las limitaciones en el enfoque Freudiano propuesto por Marcuse. No solo en lo que

respecta al espectro social y su dinámica; sino también en lo que hace referencia al desarrollo y

manifestación de los mecanismos de dominación, mucho más complejos que los esbozados en

ese enfoque. Habría que mirar, en perspectiva, análisis desde la interpretación sociológica y

política. Pero, de todas maneras, Marcuse permite reconocer e identificar el conflicto entre sujeto y

poder, que subyace a la tensión constante que acompaña a cada individuo inmerso en el sujeto

colectivo y en su expresión orgánica; como instancias de control.

Así la cosas, entonces, existe un nexo insoslayable entre poder político y el Estado. Este último no

es otra cosa que la racionalización y organización del poder político; por la vía de instancias

jerárquicas, independientes del sujeto individual y del sujeto colectivo. A través de ellas se

expresan unas relaciones de dominio que abarcan territorios definidos. Es, el Estado, un

ordenamiento a partir del poder político. Le imprime a este una connotación abstracta, en razón a

que ejerce como referente que convoca a la aceptación; como garantía para la cohesión de

quienes comparten el territorio y que, asimismo, tienen un origen y expresiones culturales

comunes. Constituye, en otras palabras, la única posibilidad para acceder a beneficios en

condiciones de igualdad. Uno de ellos, a manera de ejemplo, tiene que ver con la opción para

dirimir conflictos, entre los súbditos. Lo anterior por la vía de la interpretación lógica y neutral; a

cargo de instancias creadas y desarrolladas en el marco permitido por el Estado.

La confrontación es un agregado del conflicto. Es su manifestación; como quiera que supone la

expresión, mediante acciones precisas y concretas, bien sea de una parte del conflicto o de la

totalidad de este. Si es lo uno o lo otro, se define a partir de los contenidos que adquieren las

acciones; pero también de, a partir de su significado con respecto al poder y sus manifestaciones.

Lo anterior se entiende mejor, ubicado en el contexto que ejerce como escenario en el cual se

aplica y desarrolla el poder. De las instancias, procedimientos a través de los cuales se ejerce el

control. De las franjas o sectores sociales que aparecen como dominados. Inclusive, en un análisis

más preciso, de la diferenciación que adquiere la dominación; según la identidad que pueden

alcanzar algunas de esas franjas o sectores, con respecto a los beneficiarios directos del poder.

Algo así como entender una dinámica en la cual aparecen beneficiarios (as) transitorios y

parciales; sin que esto implique la asunción del poder en sí.

En nuestra línea de interpretación, se trata de proponer una opción, en la cual se hace visible la

presencia de la dominación en diferentes niveles. Ya no tanto en lo que hace referencia a las

64 Marcuse, Hebert, Eros y Civil ización, Ed. Seix Barral Barcelona, 1968, página 92

88

instancias y/o los aparatos ideológicos del Estado, como expresiones a partir de las cuales se

pueda explicar y generalizar la cobertura y afectación de la dominación. Lo nuestro es más la

pretensión de alcanzar una caracterización de la dinámica que adquiere la aplicación del poder y la

dominación; en cuanto que ejerce una cobertura que permea sectores específicos, vinculándolos al

proceso inherente al control político y económico; como beneficiarios transitorios. O, simplemente,

como soportes pasivos a partir de lograr su apoyo en términos de captar su identificación con los

propósitos últimos del poder. Cuando, en este marco conceptual propuesto, se producen fricciones

o rupturas; se configuran expresiones de la confrontación que vinculan a esos sectores con

acciones que expresan contenidos concretos de un determinado conflicto; sin que esto implique la

disolución de nexo con las instancias del poder. En esta perspectiva, inclusive, cabe validar el

concepto que propone un entendido del Estado, como una sumatoria de micropoderes; a la

manera de bloque de sectores o de clases en el poder. Esta opción supone la presencia de una

figura asociada al equilibrio, en el cual confluyen intereses, en veces divergentes, unidos alrededor

de una (...o unas) determinadas formas de poder que les permite imponer decisiones en nexo con

sus intereses estratégicos. Es más, por esta vía, podría entenderse la “delegación del poder

formal”, a individuos y sectores que ejercen como expresiones “neutrales”.

Vale la pena, como ejemplo, transcribir el aparte del texto “Los Límites de la Modernización”,

escrito por la profesora Consuelo Corredor Martínez. Lo consideramos importante, en razón a que

se insinúa una interpretación del poder y la dominación; a partir del análisis de un período concreto

de la historia del desarrollo político y económico en nuestro País.

“..Los alcances de esta modernización han sido bastante limitados y sus implicaciones extremadamente

conflictivas, debido a que ella se ha adelantado en un contexto marcadamente liberal en el cual han

prevalecido los intereses de las élites dominantes. El modelo liberal de desarrollo ha significado la

subordinación del Estado, minimizando su función de interpretar, gestionar y regular los intereses colectivos, y

obstaculizando la configuración de un espacio público en el que se puedan expresar, confrontar y resolver los

conflictos sociales. El Estado colombiano es un Estado privatizado, atrapado entre el liberalismo económico y

el conservadurismo político.

En esta perspectiva liberalismo y conservadurismo no se oponen sino que, por el contrario, se articulan y se

prestan mutuos servicios. El logro de intereses particulares sin importar los costos sociales encuentra un

terreno propicio en el orden jerárquico y tradicional por el cual se vela el conservadurismo. El costo de esa

coexistencia ha sido el rezago de la organización política de las transformaciones socioeconómicas que han

trastocado el orden en que estaba cimentada.

Las restricciones derivadas de los sistemas económico y político colombianos han entretejido una gama de

relaciones tanto modernas como posmodernas, lo que hace la sociedad más compleja y fragmentada que en

el pasado. Ha sido una acumulación histórica de tensiones que han significado en forma continua períodos de

crisis y de relativa estabilidad. Y en esta dinámica, los momentos de crisis son cada vez más severos por la

89

fragmentación de los escenarios y de los actores, la mayor polarización y desigualdad sentidas y una amplia

percepción del carácter excluyente de los sistemas social y político…”65

A partir de esta opción nuestra de interpretación, en consecuencia, se hace necesario presentar un

análisis que permita introducir la diferenciación acerca de los contenidos, alcances y significación,

en cuanto a niveles de expresión del conflicto, de la confrontación y las acciones por medio de las

cuales este se concreta.

La connotación que adquiere la diferenciación, en el contexto de las relaciones sociales, supone

una determinada caracterización de roles; a partir de análisis soportados en categorías

conceptuales y metodológicas. Por lo tanto, ya no se trata de una simple réplica de lo observado,

como representación objetiva. Por el contrario, significa profundizar acerca de esas expresiones de

superficie; indagando por las condiciones que la subyacen, como soporte. Ya, en ese

procedimiento, pueden y deben aparecer algunos niveles de abstracción, referidos a la

interpretación alusiva a los acumulados históricos en nexo con la participación, en esas mismas

relaciones sociales, de los (as) sujetos individuales y colectivos (as). De las condiciones en que

esta se ha producido y del grado de inserción con respecto al conocimiento, a las instancias que lo

promueven y controlan. Pero también, y con mayor énfasis habida cuenta del horizonte propuesto

en nuestro escrito, acerca del significado de esa participación con respecto al poder y a las

instancias que lo soportan, a sus manifestaciones como instrumentos de control, de dominación y

de imposición.

Ha habido, en el curso del tiempo, interpretaciones que asocian la caracterización antes aludida, a

posiciones antropológicas y culturales. Por esta vía, ha desembocado en expresiones que

delimitan (a manera de diferenciación) la intervención de los (as) sujetos individuales y colectivos

en el desarrollo de las relaciones sociales; a partir de asignarle a determinados sectores una

posición periférica, respecto a los beneficios del conocimiento, entendido como proceso, como

aprendizaje que va decantando, segregando. Aquí, en esta opción, se valida, en veces, un

instrumento de diferenciación asociado la pertenencia a una determinada raza y/o etnia. Visto así,

entonces, cabe una propuesta de interpretación generalizante; pero también de especialización;

por cuanto se establece unos condicionantes vinculados con normas y pautas, a la manera de

posición que reivindica una versión predominantemente aceptada y acatada, de cultura, como

sinónimo de civilización; como paradigma, a partir del cual es posible establecer una segregación.

Ya no se trata, en el anterior escenario conceptual, de admitir una posición periférica respecto al

poder y a las instancias que lo soportan. Aquí, la noción de lo periférico, está referido a un espectro

mucho más amplio; en razón a que los márgenes constitutivos de la delimitación social, están

contraídos en términos del grado de apropiación y/o de acceso a los beneficios del conocimiento, y

65 Corredor, Consuelo. Los Límites de la Modernización, segunda edición. Editada por Cinep, página 23

90

de la cultura asumidos como referentes de civilización. Esto no es otra cosa que entenderlo, como

adecuación, como asimilación de los roles y los paradigmas allí consignados.

En un documento de trabajo (La Educación Superior en América Latina), presentado en el debate

al interior de la Universidad Nacional de Colombia, previo a la realización del Primer Congreso

Nacional de Educación Superior, realizado en la ciudad de Barranquilla los días 1,2 y 3 de

diciembre de 1999; se expresa un concepto que consideramos válido. Veamos:

“…En estas condiciones, la Escuela, no es otra cosa que una expresión que, en principio, transfie re el dominio

estatal. No tanto en la aplicación elemental marxista de aparato ideológico; sino como complejidad que

articula instancias del conocimiento, aplicadas y estructuradas en programas y acciones, a partir del ese

centro-poder, sin ser él. No es, entonces, una aplicación a partir de la lógica lineal. Es una interacción

heterogénea orientada por unos perfiles definidos a partir de las necesidades inherentes a los intereses que

impone ese centro-poder. Es decir, lo suyo no es otra cosa que contextual izar la sociedad en términos de su

propio rol, de su significación. Con esto tratamos de establecer lo siguiente: la globalización siempre ha

existido, si asumimos que esta no es otra cosa que la imposición de referentes a partir del dominio ejercido.

Sin pretender un traslado conceptual mecánico, las condiciones impuestas desde el centro -poder económico y

político internacional, permiten trazos que imprimen todo el quehacer económico, político y cultural de los

dependientes. Ya, de por sí, el solo hecho de reivindicar los autóctono (como acervo cultural) es constitutivo

de herejía con respecto a los modelos considerados prevalecientes. Esto es mucho más evidente, en lo que

respecta al desarrollo del conocimiento por la vía de implementaciones programáticas escolarizadas. La

escolarización, en sí, origina rupturas si se compara con las aprehensiones y las tradiciones propias de las

culturas nativas. Porque no habría de serlo, entonces, a partir de la concreción del dominio desde el centro

hacia la periferia. En esto, por decirlo de alguna manera, se mantiene incólume el postulado de Samir Amin,

cuando en su texto en torno al capitalismo, su desarrollo e implicaciones, habla de las culturas periféricas,

atadas a las condiciones que impone el centro-poder..66

Arribamos, así, a una opción conceptual que nos permite proponer un entendido en torno a los

sectores sociales periféricos. Es decir, aquellos sectores no solo desvinculados de los beneficios

del poder, subyugados y dominados por este; sino también segregados por la dinámica propia del

desarrollo cultural predominante. Algo así como insertos en la civilización, pero ajenos a ella, en lo

que esta tiene de otorgadora de roles asociados a los paradigmas originados en ese mismo

desarrollo cultural, por parte de sus usufructuarios. Ahora bien, no puede inferirse de nuestra

expresión, el hecho de que proponemos una asimilación de intereses entre los beneficiarios del

poder y sus instancias de dominación y aquellos sectores que acceden y se identifican con los

avances del conocimiento y de la cultura que ejercen como predominantes; como expresión

avanzada de la civilización.

66 Pira Claudia y Cano Parmenio. La Educación Superior en América Latina, edición en cuadernillo, noviembre 1999, Bogotá D.C.

91

Surge entonces, en nuestra opinión, un insumo que soporta una segregación: lo periférico, en

cuanto sector y/o sectores considerados por fuera de la versión oficial de la cultura; entendida esta

como originaria de paradigmas, pautas y comportamientos. Para nosotros, esto no es otra cosa

que la denominación de popular, referido a esos sectores que, de por sí, adquieren una dinámica

propia y unas expresiones propias, diferenciadas. Es obvia, sin embargo, la necesidad de

apuntalar este concepto, con arreglo al significado que adquiere el contexto social y económico; en

el cual se desenvuelven estos (as) sujetos (as). Tanto en sus expresiones individuales como

colectivas. Para este caso, el problema surge al momento de establecer las pautas y/o el horizonte

teórico. Porque no puede delimitarse solo a partir de la figura elemental asociada al lugar en el cual

se sitúa con respecto a las características del beneficio plusválico, derivado del modo de

producción vigente, o prevaleciente. De ser así no habría lugar a postular la diferenciación que se

advierte en la definición anterior.

Por lo tanto, el análisis remite a un territorio de mayor complejidad: uno de los elementos clave

para dilucidar ese significado, tiene que ver con el entendido de contexto social y económico. Ya

decíamos antes: es un escenario no determinado por la voluntad o por la noción primaria acerca de

lo ético. Por el contrario, constituye una instancia, como período histórico. Esto, a su vez, remite a

la evolución de las relaciones sociales; como proceso soportado en sucesión de rupturas y

equilibrios. Estos últimos, impuestos por quienes adquieren posiciones de dominio. Así, entonces,

cada momento (sin importar su duración) en el cual se exhibe o manifiesta ese equilibrio; no es otra

cosa que la expresión de unas determinadas condiciones de dominación económica y política.

Ahora bien, como lo hemos postulado antes, en la franja constituida por quienes (bien sea que se

tipifiquen como sectores o como secciones del espectro social) no ejercen como beneficiarios

directos del poder, se erige la heterogeneidad. Ya ahí, se introduce otro insumo como soporte para

la segregación. A manera de ejemplo: la posición y comportamiento de aquellos sectores sociales

sobre los cuales se ejerce dominación política y económica; pero que han accededlo a

determinados beneficios del acumulado plusválico y cultural (como poseedores y usufructuarios del

conocimiento); no puede ser el mismo, comprado con la posición y el comportamiento de aquellos

sectores absolutamente vulnerables y desvinculados de cualquier beneficio plusválico y cultural.

Lo anterior conlleva, en consecuencia, a establecer categorías diferenciadas en el análisis de lo

popular, como expresión de determinados sectores sociales; en el contexto de unas determinadas

relaciones de dominación político y económico. Puede colegirse de nuestra línea de interpretación,

una conclusión fundamental: no todo sector social dominado es, necesariamente, un sector

popular. Por lo tanto, aún a riesgo de silogismo, al momento de tipificar acciones (inmediatas,

mediatas o tendenciales) específicas de confrontación a determinadas manifestaciones de la

dominación política y económica; es preciso trabajar con estas categorías.

92

Luego, el espectro de cobertura, está dado por la definición de objetivos vinculados a conceptos y

escenarios heterogéneos; en términos del nexo con los sectores sociales. No es, por esto mismo,

una opción en la cual se configure una posición de clase; al menos en la versión ortodoxa marxista.

No supone, asimismo, una posición necesariamente revolucionaria y/o de confrontación al origen y

vertebración del poder y de las relaciones de producción vigentes. Adquiere connotaciones

diversas, en la mayoría de los casos asociadas a reclamaciones puntuales, relacionadas con

determinadas condiciones de vida. Sin embargo puede, derivar en expresiones híbridas; en cuanto

pueden coincidir diferentes aspectos en los cuales ejerza importancia un cuestionamiento a

posiciones y/o programas gubernamentales o políticas de estado. Tal es el caso, a manera de

ejemplo, de algunos movimientos populares desarrollados en relación con decisiones que vulneran

determinados intereses y derechos de franjas amplias de la población. Siendo así, cabe resaltar

tonos grises en la diferenciación teórica y práctica entre movimientos populares, movimientos

sociales y movimientos políticos. En veces, puede hablarse de diferenciación en términos del

espectro de cobertura. Otras veces, puede plantearse en relación con los contenidos de sus

opciones o programas. Con respecto a este asunto del método para construir tipologías; es

pertinente presentar una expresión como la siguiente:

“… ¿Se politizan las luchas urbanas por el hecho de enfrentarse en la mayoría de los casos al Estado, como

lo afirma Castells? No podemos en este momento desarrollar la discusión sobre el papel fundamental

ocupado por el Estado en la urbanización capitalista, caracterización que parte de una generalización,

arbitraria a nuestro juicio, de la relación entre Estado y Sociedad Civil – en el sentido dado por Marx y no en el

Gramsciano-, pero si podemos afirmar que no basta que el blanco al cual se dirigen las flechas de un

movimiento social sea el Estado, para determinar su carácter político; es el carácter de sus reivindicaciones, el

contenido de clase de sus luchas, su método y sus formas las que lo definen, y no basta encontrar un

contenido político, hay que identificar si se trata de una lucha democrático-burguesa (en lo formal o lo real), o

socialista.

Vayamos por partes:

A similitud de una huelga obrera en una empresa capitalista de Estado o de los asalariados de un ministerio

burgués que levanta reivindicaciones puramente económicas, sin plantearse modificaciones en las relaciones

de poder entre las clases, ni en el carácter del Estado o de sus formas de ejercicio de la dominación

burguesa, un movimiento de colonos o inquilinos que solicita, por ejemplo, la regularización de la propiedad

de sus tierras, o un servicio cualquiera y que utiliza para ello el método de la negociación apoyado por

llamados a la opinión pública a través de los medios de comunicación, paradas en los organismos oficiales,

etc., pero sin plantearse en ningún momento consignas políticas, no es político. No es el agente social al cual

se enfrenta un movimiento el que define el carácter de la lucha, sino el contenido concreto de clase de él,

manifestado en su programa reivindicativo y su método para alcanzarlo. ..”67

67 Pradilla Cobos, Emilio. “Mitos y realidades de los l lamados movimientos sociales urbanos”. Artículo escrito en junio de 1981, en Méjico, D.F. Ponencia presentada al 4º Seminario Internacional cehap -peval

93

Entonces estamos en un escenario social. En donde la hilvanación de lo particular y lo colectivo,

pasa por entender que el soporte, en ese proceso, tiene que ver con el desarrollo de la teoría

jurídica. Porque supone precisar la noción de equilibrio necesario. Porque en la relación Estado-

individualidad, se incorpora la variable que hace alusión a la cantidad y la calidad. Es algo así

como entender que el concepto de equilibrio tiene razón de ser, en la medida en que cada sujeto

natural y/o jurídico asuma la certeza de que el Estado no puede ser minimizado. Y, tampoco,

puede ser asimilado a sus intereses particulares. Ese es el sentido que adquieren las querellas.

Como si, a cada paso, fuese necesario sustentar la lógica de ese entramado. Porque, asimismo

como surgieron las instituciones, a partir de pactos inherentes, concientes o no. A asimismo la

condición supra estructural de las instituciones, supone la aceptación de unas reglas del juego.

No se concibe, en consecuencia, un Estado-Nación, sin unas instituciones que ejerzan como

garantes de ese equilibrio; por la vía de establecer opciones que permiten el ejercicio del derecho.

En una perspectiva en la cual cada sujeto tiene certeza en términos de derechos. Pero, al mismo

tiempo, de sus obligaciones desde el punto de vista del respeto a la institucionalidad.

Ese tipo de relación es la demostración de la solidez del Estado. Porque, por la vía de la querella,

está en capacidad de reconocer los fallos. Una autonomía de la justicia, sin la cual sería imposible

acceder a un escenario en el cual se concreta ese equilibrio funcional.

Ahora bien, en lo que respecta al caso de la estructura fiscal-impositiva y, en alusión al significado

que adquieren los impuestos como soporte de la capacidad económica del Estado; ese nexo entre

los y las particulares con el Estado, supone la precisión de la normatividad, por la vía del Estatuto

Tributario. Es una convicción de Estado, en la cual confluyen el concepto de región y municipalidad

con la Nación, como escenario de mayor estructura y complejidad.

Lo que aquí presento, en consecuencia, no es otra cosa que la particularización de situaciones, por

la vía de las jurisprudencias a cargo de las corporaciones que aplican justicia, a nombre del Estado

y la Nación. Son concreciones que reivindican la autonomía; pero también la interacción. Porque

no se concibe el concepto de derechos y obligaciones, sin la garantía de que las instancias

gubernamentales están en condiciones y en la obligación de garantizarlas.

Entonces, aquí, lo concerniente a la hermenéutica jurídica, cobra sentido y pertinencia;

precisamente porque el Estado es una construcción heredada pero, al mismo o tiempo, en

continuo desarrollo. Porque, a cada paso, el ejercicio económico (en este caso) plantea retos que

deben ser asumidos como tal.

Los pobladores: protagonistas urbanos en América Latina; realizado en la ciudad de Medellín, entre los días 7 y 11 de abril de 1986.

94

Entonces, esos retos, coadyuvan a la postulación de doctrina. En ese escenario del universo

económico, en el cual es posible entender la interacción. Siendo lo impositivo, desde el punto de

vista del soporte para la actividad estatal; no es otra cosa que referente que unifican criterios y

conceptos. Pero entendiendo, al mismo o tiempo, que cada hecho concreto precisa del análisis

respectivo.

Es ahí en donde reside la importancia de la legislación. Siendo esta una figura parecida a la teoría

de Estado. Teoría que no puede soslayar la pertinencia de las confrontaciones. Porque, solo así,

es posible entender la dinámica que está en la base del desarrollo Estado-Nación y su nexo con la

sociedad.

Y es que, en el caso de Berardo Giraldo (ver análisis que hice arriba acerca de los textos del

profesor Alfredo Molano) uno no sólo entrevé el afán de reconocimiento de sus actuaciones como

epopeyas. Hilando delgado, me encuentro, además de algunas inconsistencias desde el punto de

vista cronológico, con visiones derivadas de su proceso personal, como sujeto hablante, pero

también como sujeto en el cual las vivencias deben ser posicionadas como originarias de una

interpretación sociológica e histórica asociadas a la reconstrucción del pasado. En este sentido es,

particularmente, importante su obsesión por desprestigiar las acciones de Eliseo Velásquez. Quien,

valga decirlo, es recordado y citado por otros narradores-hablantes; en los mismos escenarios y

no, precisamente, con el mismo rol negativo que describe Berardo Giraldo.

“…El ejército no daba el brazo a torcer. Al mismo tiempo que botaba gente de los aviones y llenaba el

panóptico de Tunja, daba chocolate y azúcar y hacía brigadas de salud. Como la gente no quería

pelear, el ejército iba por buen camino. Yo sabía que la cosa era de tiempo, que ellos no podían

sostener la línea.

Eliseo (sic) seguía por allá en su derrota, acompañado del coronel Larroche, reclutando muchachas,

para hacerlas enfermeras, y tomando trago. No combatía porque se creía un mero símbolo. Llegó

hasta costearse una espada para cargarla al cinto. Larroche, por su parte, se mandó hacer una

guerrera. Andaban de sabana en sabana, de monte en monte dictando cursos de enfermería…” 68

7.3 Otra historia de vida. Narrativa literaria (Tomada de “4710”, Ibid)

Y, casi de manera simultánea, la actividad sindical organizada. Hasta aquí, en ese tipo de actividades, lo mío

había sido apenas tangencial. Como auxiliador y agitador en las huelgas. En eso me inicié, casi desd e que

tenía memoria.

Los Sindicatos han sido, al menos para mí, una opción más vinculada con la teoría del leninismo que con una

convicción efectiva, real. La teoría de la Dictadura del Proletariado, no era más que un referente un tanto

formal. Lo que si era cierto es mi entendido de proletariado. Fundamentalmente obreros, vinculados a las

68 Giraldo, Berardo. Entrevista aparecida en “Siguiendo el Corte”. Editorial Áncora, tercera edición, 1990, página 40.

95

fábricas. Los otros trabajadores no eran otra cosa que instrumento accesorio. Sujetos que aprendían de la

lucha; por lo mismo de que, todas las reivindicaciones se pueden validar. Pero no es lo mismo. Los

trabajadores al servicio del Estado, constituyen y han constituido siempre, simples usufructuarios o

beneficiarios plusválicos. Porque, en mí, ya estaba claro que la noción de plusvalía defina por Marx, estaba

asociada a la producción de riqueza; al agregado, por la vía de la mano de obra, que contribuye a la

reproducción del capital. Y es que esta, la plusvalía, es el soporte de lo demás. Lo otro no es otra cosa que

consumo de la misma. Los trabajadores de las empresas de b ienes y servicios, incluidas la actividad

financiera; consumen plusvalía originada en la industria. Y esta interpretación mía no es caprichosa. Es el

resultado de un estudio juicioso y crítico del proceso de acumulación del capital. Por lo mismo, mi lectura de la

obra de Rosa Luxemburgo, no fue al azar. Ese texto es tan expresivo y tan riguroso en el cuestionamiento de

la ortodoxia marxista; que, en muchas ocasiones ha sido presentado como posición herética, por la vía

socialdemócrata.

Esta posición teórica, derivó en el sentido que le di a mi intervención sindical. Trabajando en una entidad

pública, cuyos trabajadores somos, simplemente beneficiarios plusválicos. Esa fue mi hoja d ruta desde un

primer comienzo .Por lo tanto, y me quedó claro, también desde el comienzo, que en contraría posiciones

contrarias. Al menos, entre aquellos y aquellas que exhibían una posición de mera interpretación formal.

Como si el solo hecho de la intervención sindical, diera lugar a una posición marxista. Esto para no hablar de

los y las militantes del Partido, quienes asumían que ortodoxia marxista-leninista, era lo mismo que la

desviación teórica de creer que los trabajadores y las trabajadoras de b ienes y servicios, hacíamos parte de la

Vanguardia Proletaria. Términos, preciso, acuñado por Lenin y que, aún hoy, a pesar de la acción de los y las

personas que han renegado de su pasado; sigue siendo un principio insoslayable.

Y es que, todavía, tenía memoria para recordar el hermoso fragmento de Eduard Dolléans, en su “Historia del

Movimiento Obrero”.:

“A lo largo de los cuarenta años que van desde 1830 hasta 1970 se oye una queja. Los mismos murmullos,

los mismos llamados no escuchados. A veces el murmullo se transforma en clamor; las voluntades se anudan

en una acción más clara y el fracaso provoca de repente el motín. De tanto en tanto, una insurrección cuya

represión reduce al silencio, durante algunos años, la voz de las clases laboriosas. En vano, como dice

Sismondi, se hará crecer el trigo para los que tienen hambre, o se fabricarán vestidos pa ra los que andan

desnudos, si no están en condiciones de pagar.

Este grito que brota de la miseria es irreprimib le. Por eso, la voz reanuda su queja monótona. Poco a poco,

esta voz se afirma: al grito del sufrimiento se mezcla un grito de esperanza.

La atmósfera de estos cuarenta años de luchas obreras, estuvo cargada como un cielo gris cubierto de nubes,

siempre encapotado, atravesado a veces por relámpagos…”69

Era y es una expresión portentosa. Cargada de un significado profundo. Que define el sentido del quehacer

obrero. Arriesgándolo todo. Con su esperanza puesta en el triunfo. Un triunfo que puede ser obstaculizado por

69 Dolléans, Eduard. “Historia del movimiento obrero, primer tomo; sexta edición, 1957.

96

la fuerza patronal y por la fuerza del Estado. Productores directos. Que nacen y mueren vinculados a la

industria; a la naciente industria. Al capitalismo salvaje que crece a costa de la muerte de los obreros.

Entonces, visto así, lo nuestro era y es un mero ensayo, ni siquiera ensayo general de las posib ilidades

revolucionarias del proletariado. Nosotros y nosotras éramos y somos, aún ahora, meros replicadores de las

consignas centrales del movimiento obrero: Por el poder, hasta nuestra vida damos. Por la dignidad, siempre

estaremos en pie de lucha.

Y tuve que luchar en contra de esas opciones de interpretación. Entre populistas y malvadas . Voces y

consignas vinculadas con la posib ilidad de aparecer como representantes del proletariado. Cuando, solo

éramos y somos simples reproductores de la ideología dominante; en razón a que ejercemos como

usufructuarios; en lo que Gramsci llamó la superestructura y que tiene que ver con la ideología .Y que,

Lukács, propone como diferenciación fundamental y básico. Este último, siempre luchó por dejar de lado ese

tipo de ilusiones que, independientemente de la connotación un tanto peyorativa que se le ha d ado, la

pequeña burguesía asalariada, le ha dado a su participación.

Y, en consecuencia, ese camino ejerció para mí, como norte. Se produjo un enfrentamiento desde un

comienzo. Porque nunca acepté que la dirección del Partido fuera ejercida por intelectual es alejados de la

producción y, por lo mismo desconocedores y desconocedoras de la miseria de los obreros y las obreras.

Dirección pequeñoburguesa que prostituyó la lucha obrera. Que la convirtió en un simple lugar común. Con

una supuesta ortodoxia marxista leninista que no era otra cosa que (parodiando a un autor que no recuerdo)

una caricatura de revolución.

Y es que, en nuestro país, se había enquistado, entre los grupos revolucionarios, una manera de ver la lucha

anti-capitalista, como simple expresión de vocinglería. Una figura parecida a esas expresiones que todo lo

reducen a posiciones preestablecidas, sin nexo con los hacedores de la riqueza con la cual se alimenta y se

reproduce la burguesía. Era y es una perorata de nunca acabar. Inclusive, con posturas ante el Imperio,

supuestamente radicales. Pero que, en fin de cuentas no eran y son otra cosa que discursos inocuos; sin

sentido. Una especie de radicalidad y de discurso revolucionario, para los días de fiesta.

Ya, desde ese entonces, yo participaba de una caracterización del sentido en que se movía la burguesía.

Arriesgué, desde ese entonces, una expresión teórica, originada en Gramsci y en Lukács, que deriva en un

entendido de lo que se denomina b loque de clases o de fracciones de clase en el poder . Produje, en ese

sentido, un escrito en el cual le daba forma a este tipo de caracterización. Hablaba, a manera de ejemplo, de

lo siguiente: Y es que la burguesía ha diversificado su dominio y sus fuentes de enriquecimiento. Ya no es el

capital industrial, como arquetipo de la burguesía. Ahora, confluyen la burguesía, industrial, la burguesía

comercial agraria y la burguesía financiera. En una relación en la cual, esta última, ejerce como centro. Y,

entonces, el Estado, ha modificado su textura y su manifestación. Un Estado que es conducido, por lo mismo,

en esa proporción. Somos, en consecuencia, un país en el cual los gregarios del Imperio, tienen múltiples

manifestaciones. Lo que traduce que el movimiento sindical y las direcciones políticas revo9luciona rias, no

pueden caer en la trampa de proponer una ortodoxia engañosa al momento de confrontar al capital.

Y el problema, entonces, es que posicionamos una dirigencia sindical que, lo primero que hizo, fue prostituir el

significado, por ejemplo, de los perm isos sindicales. Los convirtieron en escape y justificación para alejarse de

97

la producción y/o de la intervención directa como obreros o como trabajadores. Por esta vía se convirtieron en

burócratas. En líderes que ensayan discursos y proponen alternativas, desde posiciones cómodas, sin las

afugias del obrero o de los y las trabajadoras de base. Y, esto, es fundamental al momento de re direccionar

el quehacer sindical.

Porque deviene en un universo de conceptos en donde, a manera de ejemplo, a cualquier tra bajador se le

dice obrero y a cualquier dirigente sindical se le dice dirigente obrero. Un movimiento obrero que hizo crisis

desde el primer momento de haber surgido. Porque, si b ien la semilla de María Cano y las experiencias de los

trabajadores de las bananeras, habían colocado puntos altos en el proceso de la lucha anti -capitalista. No es

menos cierto que las expresiones en la CTC y en la UTC, no fueron otra cosa que satélites de los Partidos

Liberal y Conservador. Casi podría afirmarse que en Colombia nunca ha existido un movimiento sindical de la

categoría que requiere una confrontación directa con el capital. Y no es así por el hecho simple de que

nuestro país haya accedido a la generalización de la producción industrial y comercial, por la vía de la

sustitución de importaciones, en 1930, como respuesta a la crisis capitalista mundial. Ha sido y es así, porque,

insisto en esto, ha sido entendida la lucha como simples expresiones contestatarias y con la conducción de un

marxismo distorsionado. Esto, para no hablar de que el concepto de partido obrero; no ha sido otra cosa que

un lugar común y que pretendió ser impuesto desde la opción retardataria del Partido Comunista de Colombia.

Y lo expreso con conocimiento de causa y con autoridad moral. Porque he si do partícipe de alternativas

diferentes, en el tiempo, en el proceso de confrontación al capital y sus colaterales. He sido participé de la

confrontación profunda, desde el punto de vista teórico, al momento de entender la dinámica que debe

adquirir el movimiento obrero y sindical.

Mi posición devino en sucesivas herejías. Por las cuales fui confrontado y sancionado, en los términos que

esto tiene, cuando se habla de disciplina de Partido. Peo, justo es reconocerlo, cometí profundos errores en

ese proceso. Tal vez, el fundamental, tiene que ver con la manera con la cual abordé las contradicciones. Y

con las intermitencias en mis acciones. De un apasionamiento absoluto, pasaba a una posición de profundo

escepticismo. Como veleta al viento, al garete. Y, tengo que reconocerlo, hacía parte de mi cuadro patológico.

En veces caía en el profundo abismo de la locura o, por lo menos de algo similar. Volvían los sueños; las

imágenes. Me cabalgaban. Me inducían a posiciones enfermizas cada vez más profundas. Y volvían las

reclusiones. Aquí y allá. Sujeto que era depositario de mil un experimentos en términos de la siquiatría. Y

perdía la lucidez. Y la volvía a encontrar. Pero, indudablemente, a costa de un deterioro progresivo de mi

capacidad física que conllevaba, incluso, a expresiones que desdibujaban los términos de mi intervención.

Una reclusión tras otra. Y así se fue consolidando en mí, la esquizofrenia. Unas veces no vinculante e

inhabilitante. Otras veces, conduciéndome a la absoluta inacción, como efecto colate ral de los medicamentos

y de esos tratamientos infames a que fui sometido en la caracterización que se hizo de mis padecimientos

como padecimientos mentales, incapacitantes.

Y seguía la intervención barrial. Con una perspectiva plena, absoluta. Con el acumulado de conocimientos y

de propuestas reivindicativas. Y, allí, en ese ejercicio y en esa época (ya entrada otra década), conocí al que,

posteriormente, fuera (como lo es, efectivamente) el Emperador Pigmeo. No vale la pena nombrarlo por su

nombre. Esto, aunque siempre he sido muy respetuoso de cada persona. Pero es que, en este caso,

(confirmado hoy) se trata de un personaje que induce a un odio visceral hacia él. Una figura que es nada;

98

habida cuenta de que ni siquiera ha tenido claro el significado que tiene la democracia, aún en el contexto de

la dominación burguesa. Por lo menos, aún a riesgo de desvertebrar mi línea conceptual de respeto, lo dejo

ahí.

El contexto, tuvo que ver con nuestras organizaciones y nuestras luchas, reivindicando derechos como la

vivienda digna, el buen servicio de transporte, el derechos a la recreación y la construcción de un concepto de

cultura, ab ierta, plena heterogénea y respetuosa. Y, confrontamos al futuro Emperador Pigmeo. Y, como era

previsib le, no cumplió con ninguno de los compromisos.

Y estuve en procesos de reivindicación lúdica. Y promoví el concepto de tomarnos las calles para la

recreación. Y, desde su esbozo, confronté el proyecto del Metro. Y confronté, en los términos que ya he

descrito.

Y, no sé por qué, vino a mi recuerdo, lo siguiente:

“…La mayor parte de vosotros vais a ser puestos en libertad; todos sin embargo no estáis exentos de

reproches; pero los motivos de indulgencia para los culpables fueron, en a duda, motivos de absolución para

vosotros….Todas las autoridades formulan votos sinceros por el mejoramiento de vuestro destino; la voz de la

humanidad no tardará en hacerse comprender; los ricos propietarios de las minas no pueden ser vuestros

tiranos, no, no pueden serlo, les está

Reservado un título más digno; no dejarán a otros el mérito de volverse b ienhechores…”.70

Ya estaba posicionado en mis convicciones. Mis valores los defendía, con absoluta pasión. Confrontando aquí

y allá. A aquellos y aquellas que pretendían limitar mi intervención. A aquellos y aquellas que, supuestamente,

asumían posiciones de verticalidad y de ortodoxia revolucionaria.

Y lo intenté de nuevo. Estuve en la zona bananera en Antioquia. Se trataba de reforzar el frente de guerra. Ya

habíamos caracterizado el tipo de ofensiva del gobierno, a través de su sección militar. La denominábamos

“campaña de cerco y aniquilamiento”. En esta se prefiguraba mucho de lo que, posteriormente, se dio. En

principio y, fundamentalmente, civiles informantes entraban en la zona y detectaban a dirigentes políticos y

sindicales revolucionarios afines a la lucha armada, por la vía de lo que denominábamos Frente Patriótico de

Liberación. Esta expresión no era otra cosa que una copia de lo que hizo el Partido Comunista Chino, en todo

el proceso de la Gran Marcha y que derivó en el triunfo del Ejército Rojo Chino sobre los Kuomintang de

Chang Kai Check. En términos teóricos, simples, se trataba de la construcción de zonas libera das con un

gobierno revolucionario de Frente Patriótico, vinculado al Partido, pero diferente a él. Algo así como que los y

las dirigentes de Frente Patriótico no tenían que ser militantes del Partido. Ellos y ellas, eran militantes del

Frente Patriótico. Ahora b ien, en aplicación del concepto de gobierno revolucionario popular; el Ejército

Popular de Liberación, garantizaba la seguridad en esas zonas liberadas. Entonces, al entrar los informantes

vinculados al ejército, detectaban a los y las dirigentes de Frente; luego ese ejército entraba y mataba a

quienes habían sido identificados e identificadas previamente.

70 Palabras del presidente del Tribunal de Valenciennes. Citado en la obra citada de Eduard Dolléans, página 71.

99

Entonces, otros compañeros y otras compañeras y yo, entramos a reforzar la zona de Frente Patriótico de

Liberación, una penetración lenta; habida cuenta de los riesgos. En principio, por lo menos yo, me vinculé

como trabajador a una de las empresas bananeras. Y, a partir de ahí empecé mi labor.

Sin embargo ya se estaba profundizando una crisis de amplio espectro, al interior del Partido. Un tipo de

confrontación en donde predominaban dos opciones. Una de ellas, la de la ortodoxia marxista leninista, con la

influencias del Partido Comunista Chino y la otra una posición de apertura hacia expresiones menos

ortodoxas. Inclusive, en la perspectiva de postular opciones de largo aliento y vinculadas con un ejercicio un

tanto parecido al del MIR Chileno. Esto es, un tipo de organización político -militar; pero con énfasis en un

estilo de trabajo de militantes, sin la mediación del concepto de Frente Patriótico. Una tendencia hacia

posicionar de manera efectiva la noción de Partido Obrero, con las consecuencias inherentes. Porque

trascendía lo asumido y lo vivido hasta ese momento. Una especie de opción trotskista, por la vía de

recomponer las realizaciones. Con una perspectiva que incluyera la posib ilidad de participar de manera

abierta en el la actividad política de amplio espectro, incluida la electoral.

En consecuencia, la lucha armada, pasaba a ser cuestionada. No en los términos de hablar, de manera filis tea

de opciones de paz. Más b ien en el contexto de un replanteamiento que incluyera la posib ilidad de la

insurrección. Obviamente, esto, suponía la construcción de un Partido Obrero fuerte; en el cual se enfatizara

en una noción de Programa de Transición, en una perspectiva socialista; retomando los postulados básicos de

la Tercera Internacional.

Obviamente que se trataba de un cuestionamiento a lo hecho hasta ahora. Con lo complejidad que esto

conlleva, Porque suponía la erradicación, en lo posib le consensuada, de esas expresiones partidistas

construidas desde posiciones pequeñoburgueses. No en una posición peyorativa. Más b ien en lo que esta

acotación tiene de opciones que, como por ejemplo, validar la lucha armada, desde una interpretación de

guerra campesina; pero con una dirección de partido, comprometida más con una interpretación del marxismo

y del leninismo, asimilada por la vía de posturas intelectuales. Lo del idealismo, era un calificativo benévolo.

Porque, ojala hubiese sido solo eso. Se trataba de una interpretación impuesta, por la vía de impedir

posiciones diferentes al interior del Partido; como corresponde a una plena aplicación del ejercicio dialéctico y

de una estructura de partido que, inclusive, había sido avalado por Lenin, a partir de la intervención de León

Trotsky, en todo el proceso de confrontación a la posición estalinista.

Entonces, en el entendido de mi decisión por esa opción de cuestionamiento y de reconstrucción del ideario

socialista; empecé a tener contradicciones que concluyeron a la evasión. Abandoné la zona, sin consultarlo

con nadie. En una actitud de irresponsabilidad inmensa. Porque, una cosa era estar en desacuerdo con

determinado tipo de orientaciones y otra, b ien distinta, era arriesgarme y arriesgar toda una e structura

organizativa. Queda claro, sin embargo, que no fue una postura en perspectiva de renegar de lo actuado, ni

de los compromisos asumidos, con todas sus repercusiones. Por el contrario, fue una decisión tomada y, en

paralelo, la disposición de enfrentar cualquier tipo de confrontación. Y, en efecto fue así. Fui sancionado

políticamente, después de un proceso en el cual asumí mi defensa como corresponde a un militante decidido

a defender sus puntos de vista y la calidad de su compromiso.

100

Regresé. Ya había expresado antes el tipo de modelo sindical vigente. Mi actividad tenía dos frentes de

acción. De un lado mi ejercicio como sindicalista. De otra parte, el trabajo barrial. Había avanzado en la

caracterización de los problemas urbanos.

Fundamentalmente en lo que concierne al entendido del nexo entre las acciones revolucionarias urbanas y la

perspectiva de construcción de una opción socialista. Es, a manera de ejemplo, el compromiso por posicionar

a los y las habitantes de las ciudades en el contexto de le necesidad de la transformación revolucionaria; por

la vía de la ruptura con el frente burgués. Esto no supone plantear una posición que reivindique a los

pobladores como vanguardia, así en abstractos. Es y ha sido, más b ien, entender que los obreros y las

obreras; que los y las trabajadores de b ienes y servicios, viven en la ciudad, en sus barrios y que, por

consiguiente, desde allí se produce el acercamiento a ellos y a ellas. Diseccionando el quehacer

revolucionario en un proceso de cobertura que impl ica los diferentes niveles de acción y de reivindicación.

Entonces, en ese horizonte, la cultura, los servicios públicos, el transporte, la recreación. Los servicios de

salud; el problema de la vivienda; constituyen referentes que es posib le retomar para a vanzar en la

confrontación.

La noción de Frente Burgués, supone entender lo que yo he denominado el b loque de fracciones de clase en

el poder. En una interpretación que supera la homogeneidad que habla de la burguesía como clase dominante

sin fisuras. Y, en la posición de una ortodoxia mal entendida, con la concreción de la burguesía industrial

como opción única. Lo que señalo es otra cosa. Es un conglomerado de secciones, cada una con intereses

particulares precisos y referidos a instancias muy precisas del poder económico y de su desenvolvimiento en

diferentes áreas. Por esto mismo, en una aproximación a Lukács, cuando se habla de hegemonía de clase y/o

de los aparatos ideológicos de Estado; se tiene que hablar de ese conglomerado que, en periodos

diferenciados, en el tiempo, tiene como centro una u otra sección. Últimamente, y así lo he sostenido en

diferentes instancias de intervención, el centro-poder está en manos de la Burguesía Financiera. Y, por esto

mismo, las otras secciones o fracciones, están plegadas a la misma. Pero esto no, necesariamente, implica

que estén diluidas. Están ahí, conviven ahí; haciendo énfasis en modificaciones puntuales de las formas de

gobierno y del Estado.

En consecuencia, la intervención de los partidos obreros, tiene que ver con identificar esas modificaciones

gubernamentales y, en veces, las fisuras que se reflejan en el Estado; para lanzar una ofensiva. Ya no tanto,

por la vía simple del ejercicio huelguístico, sino por la coordinación de una serie de acciones de confrontación

que lesionen ese centro-poder. Con una opción de unidad de acción con diferentes sectores de la población.

Pero no a la manera populista, como identificó Gramsci, cuando caracterizó los periodos de ascenso de los

movimientos con tendencias al fascismo. Más b ien, por la vía de saber coordinar esas acciones; pero con la

claridad de que el centro de la reivindicación fundamental, sigue siendo el poder político. Y para esto, en vez

de la postura asimilada a la figura de guerra de guerrillas campesina clásica; se debe trabajar por hacer de

esa articulación la posib ilidad de proponer y desarrollar formas de insurrección.

Es ahí en donde encaja mi intervención. Por esto mismo, mi doble acción; sindical -barrial; no era otra cosa

que actuar en consecuencia con esa opción de revolución. Revolución Socialista, con la conducción de un

partido obrero; pero con la articulación de diferentes reivindicaciones que devengan en movilizaciones

urbanas cada vez más amplias y radicales. Inclusive, accediendo a posiciones de control político; en el cual se

101

crearan milicias de confrontación. Porque, era y sigue siendo claro, que la burguesía entendida como clase

única dominante; ni el Frente Burgués que articula a las fracciones de clase van a entregar el poder de

manera pacífica. La violencia revolucionaria era y sigue siendo una opción. Pero no a la manera de “la

combinación de todas las formas de lucha”; como lo han planteado de manera formal los estalinistas y, de una

u otra manera, los guevaristas. Es la construcción de una opción en la cual, cada fase de la lucha

revolucionaria, hace parte de un proceso dirigido por el partido obrero y; por esa vía, es la posib ilidad de

aglutinar a los diferentes sectores de la población; en torno a reivindicaciones generales y específicas; con la

mira puesta en la toma del poder.

Ahora b ien, siendo como era y como es actualmente, la fracción financiera quien hace centro en eses b loque

o frente burgués; los trabajadores y las trabajadoras bancarias, de las corporaciones de ahorro y crédito y de

otras empresas otorgadoras de crédito financiero; pueden (al menos esa era mi visión) realizar acciones

puntuales que influyan en la posib ilidad de inducir a una crisis generalizada de ese sector. Pero sin que esto

implique la pérdida del control obrero a lo clásico; es decir por la vía de su partido. Era y es, inducir una crisis

que repercuta en el Frente Burgués. Crisis que, sin caer en el oportunismo propio de la lógica formal, pueda

derivar en una crisis política en ese Frente Burgués. Fisuras que pueden, a su vez, permitan la concreción de

la ofensiva obrera y popular.

En ese mismo contexto, los trabajadores al servicio del Estado, así como lo esbocé arriba, no somos otra cosa

que consumidores plusválicos. No en condición de beneficiarios fundamenta les; más b ien como sector de

trabajadores que no tenemos ni el control, ni tenemos porque tenerlo, del centro de confrontación con el

Frente Burgués. Lo nuestro se puede asimilar a esa condición en la cual los y las trabajadores y trabajadoras;

ejercemos la confrontación; sin que esto implique la destrucción de ese Frente y de su control político. Por

muy fuertes que sean las contradicciones. Inclusive, por muy fuertes que sea nuestro movimiento en

momentos precisos de la confrontación; no podemos tener el referente de que somos la conducción. Por lo

tanto, entonces, no podemos obnubilar nuestra razón de ser.

Es, con estos elementos políticos de claridad, como plantee mi intervención. Inclusive, señalando con certeza,

la desviación que se estaba produciendo; cuando se avaló al movimiento de trabajadores de la educación

(maestros y maestras); como punto de lanza en la confrontación al Frente Burgués. Así mismo cuando se hizo

lo propio, en general, con los trabajadores y las trabajadoras al servicio del Estado. Porque, de por sí, esto

constituyó una desvertebración en lo que hace al reconocimiento del eje de intervención. Con absoluta

entereza lo planteo, aún ahora: La gran debilidad estructura de la CUT, tuvo y tiene que ver con el hecho de

entronizar a los y las dirigentes de estas organizaciones sindicales estatales, como hilo conductor. Esto

traduce que, no fue tanto el hecho de la debilidad de los obreros industriales (incluso señalo que, por esto, fue

tan endeble la promoción de los movimientos sindicales obreros industriales) en el proceso, porque sí. Fue,

insisto en ello, por el error en la ub icación de ese hilo conductor, que el movimiento obrero se fue debilitando.

No comparto la opción teórica que sostiene que la responsable es la burguesía por instaura r, por la vía de

sucesivas reformas laborales, la precarización del empleo industrial. Fundamentalmente es responsabilidad

de la dirigencia de la CUT y, de las otras Centrales Sindicales.

Es, repito, en ese esquema de confrontación, en el cual mi intervención trató de ser consecuente en la crisis

política que me correspondió enfrentar. Es decir, independientemente de la repercusión que tuvieron mis

102

errores, lo cierto es que mi actuación fue absolutamente conciente y nunca me he arrepentido ni me

arrepentiré de lo que fue mi pasado revolucionario. No reniego, ni siquiera del periodo en que impulsé y

participé de la opción revolucionaria emparentada con la lucha armada por la vía de la guerra de guerrillas, a

la manera maoísta y guevarista. Con el propósito de ilustrar el contexto en el cual efectuaba mis reflexiones y

mis actividades, transcribo el siguiente trabajo realizado en esa época.

9. La concreción de la intermediación. Caso: Parlamento.

Siendo así, entonces, hacemos tránsito hacia el origen de este concepto en Occidente. En el siglo XIII, se

conoció (para el caso británico), una figura primaria de parlamento anglosajón (Witenagemot). Un tipo de

representación absolutamente distanciada de los súbditos dominados, no beneficiarios del poder. Asumió

roles en nexo con los intereses inmediatos de sectores, aunque no vinculados directamente a la Corona,

ejercían una fuerte influencia. En principio ejercieron como Consejo Asesor, en lo que respecta a la

consecución de recursos y/o a la orientación y aplicación de lo que podría llamarse como el gasto público.

Con algunas variantes, en términos de su connotación política, en el siglo XVI; este tipo de Consejo Asesor,

mantuvo un significado asociado a la representación de determinados sectores, en su relación con la Corona.

Aunque, en estricto, carecía de la fuerza necesaria para erigirse como alternativa de gobierno; de todas

maneras prefiguró el surgimiento de agrupaciones políticas, entendías como partidos, si aplicamos el método

de análisis que se hizo vigente en los siglos XVII y XVIII, para el caso del Reino Unido de Gran Bretaña e

Irlanda del Norte. Otra cosa fue, con la diferenciación propia inherente al significado de la Revolución

Francesa, la expresión de los Jacobinos en la Asamblea Nacional y el desconocimiento de la autoridad del

Rey.

El concepto de Nación – Estado (siglo XVI; permitió identificar una evolución fundamental, en lo que respecta

a las agrupaciones políticas; en tanto que la influencia de la Reforma Protestante, proveyó insumos

importantes, fundamentalmente en lo que hace al Calvinismo. Fue algo así como la culminación de un

proceso iniciado tres siglos antes, en contra del poder de la Iglesia Católica y su rol en los asuntos p olíticos y

económicos. Encontramos allí, en el contexto de ese proceso anterior a la Reforma y en los hechos

posteriores a esta, elementos determinantes, para entender expresiones políticas como las de los Whig y los

Tory (presbiterianos-liberales y conservadores, respectivamente).

La Guerra Civil Inglesa (1642-1649), constituyó una expresión importante, en lo que respecta al rol del

Parlamento. Recuérdese nuestra anotación anterior, en cuanto al significado inicial adquirido por esta figura

colectiva, como representación. En la línea de interpretación propuesta, no es otra cosa que la evolución de

los Consejo Asesores del Rey y, en veces recaudadores de recursos u orientadores para efectos del gasto

público.

Es pertinente resaltar, en el contexto de los antecedentes y significado de la Guerra Civil Inglesa, la

convocatoria efectuada por Carlos I, al Parlamento en 1640 (denominado transitoriamente como Parlamento

Largo); con la intención de promover la consecución de recursos para su guerra en contra de Escoc ia. Ya, de

por sí, obraba un contenido religioso en la confrontación. Anglicanos y Presbiterianos. La oposición de Tomás

Wentworth, a las pretensiones de Carlos I, puede ser entendida como un intento por reivindicar la autonomía

parlamentaria; más allá de las simples exigencias de contraprestación planteada por otros miembros del

103

Parlamento. Posteriormente, Oliver Cromwell, retomaría (a nombre de un híbrido entre autonomía del

Parlamento y la expresión del Puritanismo) la confrontación radial al Rey Carlos I. Este proceso derivó en la

disolución, en 1648, por parte de Cromwell del Parlamento, la expulsión de quienes se oponían a sus

acciones militares en contra del Rey y a la posterior configuración del denominado Parlamento Rabadilla, con

sus adeptos. Terminada la influencia de Cromwell, en 1660 (febrero) el Parlamento se reúne y decreta su

propia disolución, a partir de marzo de 1660.

La denominada Revolución Gloriosa de 1688 en Inglaterra; tuvo como centro el conflicto entre el Parlamento

(como evolución del entendió y aplicación práctica de los anteriores Consejo Asesores del Rey) y Jacobo II.

Aquí, el Parlamento, actuó en su condición de coalición de agrupaciones políticas y religiosas. El punto de

comienzo, en la ruptura y expulsión de Jacobo II, tuvo que ver con la confrontación entre católicos y

protestantes; a raíz de decisiones asumidas por el Rey (Jacobo II), en contravía y vulneración de derechos de

la mayoría protestante. Se promovió entonces, por parte del Parlamento, la asunción de la dupla María II y su

esposo Guillermo III. En términos tendenciales, podría decirse que la intervención del Parlamento durante la

Revolución Gloriosa, tuvo como repercusión importante la instauración de una figura de equilibrio político

entre la Monarquía y el Parlamento. Cabe recordar que ya, desde el siglo XV. Para profundizar en este

aspecto, es posib le consultar las acciones realizadas por la Asamblea de Nobles, como consejeros del Rey en

la modalidad de Consejo Privado (. O Privy Council, como se le conoce en inglés), apareció la figura política

asimilada al Gabinete, como expresión de una relativa independencia. Puede entenderse, incluso, que la

incidencia del Parlamento en la designación de los ministros, constituye un avance, a finales del siglo XVIII y

comienzos del siglo XIX.

Aunque aparezca limitado al caso de Inglaterra, el ejemplo anterior, define el hilo conductor que ha tenido la

intermediación. Hemos visto, en su origen, como el Parlamento constituyó un distanciamiento profundo y

radical, con respecto a los súbditos no beneficiarios. El recorrido, desde los Consejo Asesores y/o

Recaudadores, hasta la versión evolucionada en los siglos XVI y XVII; permite inferir un perfil cercano a la

suplantación de la libertad absoluta. Es, en la línea de interpretación propuesta, una decantación, un filtro. No

es otra cosa diferente a lo ya analizado, en cuanto al origen, evolución y significado de las instancias de

intermediación; como expresiones del control y del poder. Esta afirmación, sin embargo, no supone

desconocer la importancia de la democracia representativa; en el contexto de la evolución de la confrontación

al poder absoluto y autoritario. Inclusive, porque la evolución de este tipo de intermediación, permitió la

separación de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial). En este sentido, la influencia de Charles Louis

Montesquieu, (en el siglo XVIII) fue fundamental.

9.1 El Parlamento y los Regímenes Parlamentarios.

Nos corresponde, ahora, avanzar en cuanto al alcance logrado; en ese proceso de representación

ya analizado arriba. No se trata, ni de eludir, ni de hacer abstracción de los principios básicos que

sustentan nuestra opción de interpretación. Simplemente, arribamos a un momento, en cual la

descripción tiene que expresarse. No solo en cuanto a su connotación, como extensión de un

determinado modelo de representación; sino también en lo que respecta a su significado como

104

escenario para la expresión de las agrupaciones políticas. Así, entonces, supone establecer dos

referentes básicos. Uno de ellos, asociados al poder ejecutivo. El otro, vinculado al poder

legislativo.

En su versión actual, el Parlamento, se consolida en el siglo XIX. A manera de anécdota, es

pertinente referir el caso del Althag en Islandia y del Tynwald, en Isla de Mon (adscrito a la Corona

Británica); como los Parlamentos más antiguos.

En cuanto a sus características básicas, la descripción es la siguiente: existe un aspecto, a manera

de generalidad, en cuanto a la división política y administrativa en dos sectores, instancias o

cámaras. Para el caso, a manera de ejemplo, del Reino Unido, estas divisiones se denominan

Cámara de los Lores, que ejerce como instancia de Tribunal Superior y Cámara de los Comunes,

que ejerce como instancia que designa al Gabinete, incluido el Primer Ministro. Para el caso de

España, aparece también la modalidad bicameral, en el contexto de la denominación Congreso de

los Diputados. Otra instancia importante, para el mismo caso de España, es el Consejo de

Ministros. De todas maneras, queda claro el hecho de la designación del Presidente a cargo del

Congreso de Diputados. En el caso de Alemania (Estado Federal), las instancias adquieren la

denominación Bundestag (Cámara Baja. Es aquí en donde se hace la designación del Canciller,

quien ejerce como conductor del gobierno) y Bundestag (Consejo Federal). En el Caso de Italia, las

instancias se denominan Senado de la República y Cámara de Diputados. El ejecutivo es ejercido

por un presidente designado en sesión conjunta del Parlamento, adicionado con representaciones

de algunos entes territoriales.

En lo que respecta a las funciones generales, entendidas como funciones legislativas; la división

política y administrativa (además de la ya señalado, para el caso del ejecutivo, en los ejemplos

anteriores); permite una cobertura de orientación y de control. Es, además, un escenario en el cual

se dirimen aspectos fundamentales asociados a la expedición de normativas de aplicación al

interior y al exterior .En este caso, comoquiera que el ejecutivo recibe un mandato limitado al

programa de gobierno previamente aprobado. Esto permite entender la dinámica de los partidos

políticos y su significado. Así, entonces, los electores y las electoras (...los delegatarios de su

libertad, en el entendido que hemos manejado aquí); votan por un partido determinado y su

programa de gobierno. Es de anotar la presencia de diferencias precisas, en lo concerniente a la

formación del equipo de gobierno, en los diferentes países con Régimen Parlamentario.

Según la metodología utilizada y la línea de interpretación propuesta, reiteramos acerca del

concepto básico adjudicado a la representación; como intermediación de la libertad de los sujetos

individuales y colectivos, no beneficiarios (as) del poder. Insistimos, no se trata en este escrito, de

desarrollar una posición respecto a las teorías acerca del Estado; por cuanto esto significaría a

introducción de otros elementos de referencia. Sin embargo, en lo que hemos señalado aquí, ya se

105

puede percibir una posición respecto a su evolución y significado. Por ahora, en lo pertinente al

significado de los regímenes parlamentarios, como una forma de gobierno; consideramos

suficiente. Al menos en términos de reflexión y caracterización.

9.2 El Régimen Parlamentario, su importancia actual.

En este escrito hemos recabado acerca del significado de la libertad individual y colectiva, con

respecto al poder. Uno de los elementos de mayor connotación, ha sido el análisis de la

intermediación; entendida como figura por medio de la cual las representaciones actúan como

mandatarias. El problema surge, según nuestra línea de interpretación, al momento de efectuar

seguimiento y caracterización, no solo en lo que respecta a su nexo efectivo con los mandantes;

sino también en torno a su rol en el escenario político y social, entendido en un contexto en donde

el Estado ejerce como referente. A su vez, el Estado, tiene una estructura que, en términos

generales sigue siendo ortodoxa. Es decir, supone la preeminencia de intereses asociados a

aquellas clases y/o fracciones beneficiarias directas del capital.

No se trata, insistimos en esto, de exhibir un discurso nihilista. Más bien es una postura en la cual

presentamos el análisis a partir de conceptos políticos transversales. Esto supone, por lo tanto, un

método vinculado a la complejidad de las relaciones políticas y sociales; sin que implique hacer

abstracción de la dominación ejercida por los beneficiarios directos del poder y del capital, sobre

aquellos sectores periféricos, segregados. Algo así como entender la dinámica del desarrollo

centrada en una división de clases insoslayable.

Visto así, entonces, no podemos hacer elusión de estos conceptos al momento de analizar el

significado de los regímenes parlamentarios. Porque, en fin de cuentas, estos no traducen una

reivindicación, ni una aplicación de la libertad plena de los sujetos individuales y colectivos. Las

restricciones son evidentes; comoquiera que el ejercicio de la representación como intermediación,

nos regresa a la posición inicial: el poder político y económico, ha construido instancias de

dominación que le permiten consolidar su opción. Esto es lo mismo que hablar de una

gobernabilidad fundamentada en variantes de diferentes teorías de Estado. Ya hemos señalado

algunas de ellas. Sin embargo, es pertinente recordarlas.

Una de ellas tiene que ver con la posición de Tomás Hobbes (Leviatán). Es de anotar su hilo

conductor: la centralidad como fundamento del poder. Este, a su vez, es condición necesaria para

mantener el control. En perspectiva, significa validar las condiciones que permiten la división entre

las clases y/o sectores sociales; por la vía de reconocer la prevalencia de aquellas clases o

fracciones de estas que ejercen como beneficiarias directas del capital; a costas de aquellas clases

y/o sectores no beneficiarios.

106

Otra tiene que ver con la aplicación de la figura del Contrato Social (J.C. Rousseau), con

modificaciones tendenciales. El equilibrio, se convierte en la posibilidad de presentar determinadas

opciones de intermediación; a partir de instancias aparentemente neutrales. Aquí es necesaria otra

precisión: nuestra interpretación de la división de poderes en la estructura Estatal (ejecutivo,

legislativo, judicial), supone entenderla como consecuencia del desarrollo político, social y

económico. Además, este desarrollo, ha sido traumático, no lineal. Inclusive, en muchos casos, se

concretaron y siguen concretándose, a partir de luchas específicas y generales, lideradas por

obreros, campesinos y sectores urbanos (asimilados a lo que entendemos como pequeña y

mediana burguesía).

En el caso de Alexis de Tocqueville, Charles Louis Montesquieu y Max Weber, se entiende una

aportación a la Teoría del Estado, como sublimación de la dominación. Algunas de sus opciones

han mutado en posiciones construidas como alternativas modernas para fortalecer variables

específicas en cuanto al rol del Estado. Consideramos pertinente, en este contexto, hacer alusión a

un texto ya citado antes (“Los Anarquistas: Selección de escritos, realizada por Irving Louis

Horowitz). Esta vez, citaremos un aparte del escrito de Errico Malatesta, contenido en el texto

referido.

“..Hay una enfermedad del pensamiento humano, la tendencia metafísica, que hace que el hombre, después

de haber abstraído por un proceso lógico la cualidad de un objeto, se encuentre sometido a una especie de

alucinación que le induce a tomar lo abstraído por lo real. Esta tendencia metafísica, a pesar de los triángulos

de la ciencia positiva, tiene todavía fuertes raíces en el pensamiento de la mayoría de nues tros

contemporáneos. Es tal su influencia que muchos conciben al gobierno como un ser real, dotado de ciertos

atributos de la razón, de justicia, de equidad, independientes de las personas en que encarna.

Para ellos, el gobierno, o más b ien el Estado, es el poder social abstracto; es el representante, abstracto

siempre, de los intereses generales; es la expresión de los derechos de todos, y es considerado como limitado

por los derechos de cada uno. Este modo de concebir el gobierno aparece apoyado por los i nteresados, a

quienes importa salvar el principio de autoridad y hacerle prevalecer sobre las faltas y errores de los que se

turnan en el ejercicio del poder.

Para nosotros, el gobierno es la colectividad de los gobernantes; y los gobernantes, reyes, presi dentes,

ministros, diputados, etc., son aquellos que aparecen adornados de la facultad de hacer las leyes para

reglamentar las relaciones de los hombres entre sí, y de hacer ejecutar estas leyes; son los que decretan y

recuerdan los impuestos; imponen el servicio militar; juzgan y castigan las infracciones y contravenciones a

las leyes; intervienen y sancionan los contratos privados; monopolizan ciertos ramos de la producción y ciertos

servicios públicos, por no decir toda la producción y todos los servicios; favorecen o impiden el intercambio de

productos; declaran la guerra y ajustan la paz con los gobernantes de otros países…Los gobernantes, en una

palabra, son los que tienen la facultad, en grado más o menos elevado, de servirse de la fuerza colectiva d e la

sociedad, es decir, de la fuerza física, intelectual y económica de todos, para obligar a todo el mundo a hacer

107

lo que favorece a sus designios particulares. Esta facultad constituye, en nuestro sentir, el principio de

gobierno, el principio de autoridad...”71

En estas condiciones, el análisis de los regímenes parlamentarios, nos convoca a ubicar referentes

en términos del ejercicio de la intermediación, de la representación; como una forma concreta que

adquiere la dominación. En consecuencia, hablar de su importancia, significa un proceso de

cotejación con respecto a resultados específicos. Algo así como posicionarlo en relación con

determinados avances en el desarrollo e implementación de expresiones concretas de la

democracia, en un entendió de la dominación del capital.

Uno de esos aspectos relevantes, tiene que ver con la estructura, composición y funciones. El

hecho de ejercer (el Parlamento) como colectivo en el cual confluyen partidos y fuerzas políticas

las cuales, a su vez, asumen la representación de mandantes heterogéneos; supone concretar un

tipo de intermediación con respecto al poder. Es decir, en el espectro político, social y económico

vinculado al concepto de Estado; se entiende como una sección de este. Es una figura diferente al

presidencialismo; pero no elimina la figura del poder ejecutivo. De lo que se trata es de filtrar su

designación; por la vía de incidir en la misma. De tal manera que, el Parlamento, adquiere la

potestad de esa designación o de su revocatoria. Todo esto asociado al hecho de reivindicar el rol

de los partidos y/o fuerzas políticas, como bancadas homogéneas. Esto permite, por lo tanto, un

tipo de ejercicio programático, derivado de los resultados electorales. Si se trata de precisar

algunas ventajas, en comparación con los regímenes presidencialistas, vale la pena señalar la

potestad parlamentaria para decidir acerca de la revocatoria del mandato a quien haya sido

designado como primer ministro, presidente, canciller, etc., según el caso. Lo anterior, en razón al

referente programático. Otro aspecto importante está en relación con la posibilidad de permitir

desarrollos de mayor complejidad, en lo que corresponde a esa figura parlamentaria. Tal es el

caso, a manera de ejemplo, del proceso de integración en los países de la Comunidad Europea. El

análisis de este proceso y sus implicaciones, de por sí, amerita un escrito aparte.

9.3 Una aproximación al marxismo ortodoxo

En términos de cultura, la humanidad, ha tenido momentos históricos que han sido identificados,

analizados y caracterizados. El seguimiento de esta cronología, permite establecer algunos

referentes. Uno de ellos, tal vez el fundamental, tiene que ver con relacionar la construcción

progresiva del concepto de sociedad; a partir de la interacción primaria y directa entre los diversos

grupos humanos y entre estos y los sujetos individualmente considerados.

En ese proceso de indagación, hacia la identificación de los momentos históricos de la humanidad,

aparecen expresiones teóricas que definen, en sí mismas, posiciones diferenciadas. Porque, entre

71Malatesta, Errico. Citado por Irving, Louis H. en Los Anarquistas. Ed. Alianza Editorial, tercer edición 1982, páginas 89-90

108

otras cosas, esa indagación aparece asociada con áreas del conocimiento que hacen parte de la

cultura. Esto es lo mismo que entender la siguiente dinámica: la cultura es un producto de la

aparición, desarrollo y consolidación de la especie humana. Por lo tanto, entonces, está vinculada

con el desarrollo del conocimiento. En este contexto, el primer momento de la cultura está

relacionado con el conocimiento de la naturaleza, el nexo con la misma y el proceso de

diferenciación. Este último, incluye, como elemento fundamental, la interpretación del rol de los

sujetos. A su vez, ese rol, está anclado con la razón de ser de la presencia y el origen mismos.

Como quiera que este último aspecto conlleve a la construcción de opc iones teóricas; en diferentes

áreas de las ciencias sociales; estas constituyen expresiones a partir de las cuales se desarrollan

posiciones de confrontación. Algo así como entender que, constituyen referentes a partir de los

cuales se desarrollan escuelas de pensamiento que han incidido de manera profunda en el

desenvolvimiento cultural de la humanidad.

Ahora bien, desde una interpretación vinculada con grupos etéreos, resulta importante intentar una

indagación en la cual se pueda precisar acerca de la manera como el progreso cultural de la

humanidad, particularmente en lo que respecta al estudio de las relaciones sociales y la

interpretación del rol de los individuos en ella; ha incidido en los grupos humanos específicos. En

mi caso, considero pertinente situar esa indagación en la incidencia de ese progreso cultural en la

juventud.

Pero no tanto en términos tangenciales o etéreos. Se trata, por el contrario, de situarla en relación

con el pensamiento filosófico, social y político. Por la conexión que tienen estas áreas del

conocimiento. Y, desde mi percepción, por la trascendencia que han tenido y tienen en la

búsqueda y concreción de opciones de participación social, colectiva e individual. E, inclusive, en

esa misma perspectiva, la indagación debe remit ir a preciar el sentido de esa incidencia. Algo así

como tratar de dilucidarla en conexión con la razón de ser del sujeto individual y de su nexo con el

modelo de sociedad prevaleciente en un periodo histórico determinado. Es un poco la remisión a la

angustia que genera ese nexo. Veámoslo así:

“…La proposición de Sigmund Freud acerca de que la civilización está basada en la subyugación

permanente de los instintos humanos ha sido pasada por alto. Su pregunta sobre si los

sufrimientos infligidos de este modo a los individuos han valido la pena por los beneficios de la

cultura no ha sido tomada muy seriamente –tanto más cuanto que Freud mismo consideraba el

proceso inevitable e irreversible. La libre gratificación de las necesidades instintivas del hombre es

incompatible con la sociedad civilizada: la renuncia y el retardo de las satisfacciones son los

prerrequisitos del progreso. La felicidad, dice Freud, no es un valor cultural. La felicidad debe ser

subordinada a la disciplina del trabajo como una ocupación de tiempo completo, a la disciplina de

la reproducción monogámica, al sistema establecido por la ley y el orden. El metódico sacrificio de

109

la libido es una desviación provocada rígidamente para servir a actividades y expresiones

socialmente útiles, es cultura…”72

De esta manera, entonces, desembocamos en una opción teórica en la cual aparece el (la)

individuo, en relación con la sociedad, pero desde una perspectiva en la cual todo le puede

aparecer ajeno. Esto, en la medida en que la “cultura”, aparece como una construcción ya

realizada en sus expresiones fundamentales. Es decir, encuentra unos referentes que lo (a) sitúan

en una especie de relación de dominio; en donde él (ella) es el dominado (a).

Cabría, en consecuencia, la pregunta: ¿dónde queda la autonomía del (la) sujeto? Es ahí, en esta

pregunta, en donde la individualidad se desenvuelve de manera constante. Y esto ha sido así,

desde que la humanidad se desprendió simbólica y efectivamente de la Naturaleza. Es decir,

desde cuando los y las humanos (as), comenzaron su tránsito, de manera independiente y

empezaron el proceso de dominación del mundo exterior.

Visto así, la cultura (en su expresión más relevante y trascendental: la colectivización, la sociedad),

se erige como mecanismo de control. Por cuanto, supone un sometimiento, una desarticulación y

avasallamiento de la libertad individual. En la obra citada arriba, Marcuse expresa:

“…El despotismo patriarcal original llegó a ser así un orden efectivo. Pero la efectividad de la

organización sobreimpuesta de la horda debe haber sido muy precaria, y consecuentemente el

odio contra la supresión patriarcal muy fuerte. En la construcción de Freud, este odio culmina en la

rebelión de los hijos exiliados, el asesinato colectivo y la decoración del padre, y el establecimiento

del clan de hermanos, quien a su vez diviniza al padre asesinado e introduce aquellos tabúes y

contenciones que, de acuerdo con Freud, generaron la moral social…”73

Lo cierto, entonces, es que ha existido una represión constante de la individualidad, desde el

mismo momento en que se configura la sociedad. Y, en este proceso de represión, una de las

construcciones más relevantes, ha sido la familia. Porque en esta se reproducen los esquemas y

los métodos de coacción. Allí, aparece la figura de la autoridad, como condición necesaria para el

mantenimiento del orden y del sometimiento.

En este trabajo, al abordar el análisis del rol de la teoría marxista, en el proceso de confrontación a

esas relaciones de dominio; se parte de un prerrequisito básico: la caracterización de la posición

asumida por Carlos Marx, como una expresión en contravía de la noción de sociedad, a partir de la

represión del (la) sujeto (a) individualmente considerado(a). En otras palabras, se asume como

fundamento y como hilo conductor la reivindicación de la autonomía y la libertad. Por esta vía, en

consecuencia, se erige como posible una conclusión trascendental: En paralelo (y en los

72 Marcase, Herbert. “Eros y civilización”. Ed. Seix Barral S.A., Barcelona 1969. Cuarta edición 73 Ibíd., página 69

110

momentos de ruptura, de fricción) a la utilización de los mecanismos de coerción y represión

inherentes a la sociedad, ha habido una lucha constante por construir una opción en la cual la

libertad y la autonomía sean la razón de ser de la acción individual.

9.4 Carlos Marx y el concepto de libertad.

En principio, la opción propuesta por Marx, estuvo centrada en la interacción con la confrontación

filosófica. Conocedor de las doctrinas que lo precedieron. Estudioso de las historia de la filosofía.

Desde los clásicos griegos y las expresiones renacentistas; hasta las teorías propuestas por Kant y

Hegel. Particularmente en lo que tiene que ver con la relación entre el ser humano y la Naturaleza.

Y, consecuencialmente, en lo que respecta al significado de la percepción y análisis de la realidad.,

En ese contexto, abordó uno aspecto central vinculado con el ser y la conciencia. Además, como

elemento colateral, lo concerniente al método de deducción e inferencia. Surge, en ese proceso,

una opción contestaria hacia la posición kantiana, en principio, y hegeliana, posteriormente. Se

trata de la confrontación al entendido del origen de la dialéctica como instrumento asociado a la

razón y el nexo de esta con el ser y con el conocimiento.

Por esa vía, Carlos Marx en comunidad teórica con Federico Engels, desarrollaron una posición

que prefiguraba un método diferente para estudiar el origen de la humanidad. Un efecto colateral

central de esa visión, tiene que ver con su incidencia en la manera de estudiar y comprender el rol

de la cultura y de la sociedad como una de sus construcciones fundamentales. Esa incidencia

incluye la interpretación de las opciones políticas y de las relaciones de dominio establecidas.

En su obra “El ser y la conciencia”, S.L. Rubinstein, expresa, al respecto:

“…El pensamiento humano, insaciable en su curiosidad, se aplica con creciente fervor y éxito al

estudio del Universo, adquiere nuevos conocimientos acerca del mundo material-infinito-tanto en la

esfera del macrocosmo como en la del microcosmo; elucida la estructura del átomo y la de los

astros; paso a paso, va resolviendo los problemas que la naturaleza le plantea sin cesar. Movido

por su curiosidad de saber, el hombre no podía dejar de dirigirse a sí mismo para meditar en torno

al problema de las relaciones que existen entre el pensamiento y la naturaleza, entre lo espiritual y

lo material, problema básico de la filosofía. La divisoria entre idealismo y materialismo, principales

corrientes en pugna dentro de la filosofía, nos viene dada, precisamente, por la manera distinta de

resolver dicho problema. Es obvia la importancia teórica de la cuestión.

Ahora bien, los grandes problemas teóricos, planteados en su justo término y bien comprendidos,

son, a la vez, problemas de extraordinaria trascendencia práctica. Ver como es debido los

111

problemas teóricos importantes, significa verlos en su conexión con los problemas esenciales de la

vida…”74

Queda, pues planteado, un problema vinculado con la noción del ser y de la conciencia; en

términos de su expresión en el contexto de la historia de la humanidad y de las realizaciones

culturales de la misma. Pero, al mismo tiempo, queda planteado un asunto que recorre al anterior

de manera transversal. Es lo siguiente: en razón a que los (as) sujetos (as), individualmente

considerados(as), tienen percepciones diferentes de la realidad. Y, así mismo, en razón a que la

sociedad ha establecido unos referentes precisos a partir de los cuales ejerce un control directo, en

veces, sutil, en otras veces; es apenas obvio deducir la importancia que adquiere una posición que

se construye a partir de la confrontación esos referentes básicos. Queda claro que, aquí en esta

aseveración mía, no le estoy endilgando a Marx una postura en contravía de los logros alcanzados

por la sociedad. Ni tampoco, en lo que significa la sociedad como logro al cual se accede por la vía

del progreso colectivo e individual. De lo que se trata, es de establecer que la confrontación

alcanza a los niveles institucionalizados que ejercen como referentes que configuran la represión al

quehacer individual libertario.

9.4.1. De cómo se concreta la opción Marxista.

En términos de evolución histórica, la teoría marxista, ha construido los insumos para transferir a

las acciones individuales y colectivas, una connotación asociada a la confrontación al

ordenamiento establecido. Es algo así como entenderlo en una dinámica contradictoria; como

quiera que esté centrada en la visión dialéctica. Tanto de la sociedad, como también de las

instituciones que la soportan en su aspecto político básico: el Estado, las relaciones de producción

y las instituciones colaterales que coadyuvan a concretar las relaciones de dominación.

Ahora bien, los y las jóvenes, como grupos etéreos que adquieren una identificación determinada;

en contextos sociales, políticos e históricos diferentes; son y han sido sujetos (as) de presencia

constante en el proceso de construcción de nuevas opciones. Pero, al mismo tiempo, son y han

sido sujetos (as) sobre lo (as) cuales se ha establecido y se establecen unas determinadas

condiciones de coacción y de dominio. Porque, entre otras cosas, los referentes establecidos en la

sociedad validan y han validado unas expresiones que se presentan como inamovibles. Dentro de

ellas se destaca: la noción de autoridad, de moralidad y de familia.

En la cita presentada arriba, cuando reivindico la opción freudiana para interpretar la represión

hacia el (la) sujeto (a); no hago otra cosa que postular una relación entre esa interpretación de

Freud y los postulados de la teoría marxista en lo que respecta a la confrontación de la

caracterización del significado de los mecanismos de control social.

74 Rubinstein, S.L. “El ser y la conciencia”. Ed. Juan Grijalbo S.A., s egunda edición en español, página 2.

112

Tal vez, uno de los momentos de mayor trascendencia, desde el punto de vista de la intervención

de los y las jóvenes, en el proceso de confrontación de los referentes establecidos y que actúan

como mecanismo de control social y cultural; tiene que ver con las expresiones del movimiento

estudiantil francés, en mayo de 1968. Fue algo así como la inauguración de las acciones colectivas

juveniles en contra de los referentes vigentes en Europa. Porque no se trató, simplemente, de unas

acciones a partir de determinadas reivindicaciones puntuales de los y las estudiantes. Trascendió a

niveles que involucraban a las instituciones de control. Algo así como reformar, transfiriéndole una

connotación ideológica y política concreta, los procesos que se venían presentando en

Norteamérica y en Europa, en el curso de la denominada década del sesenta; a partir de las

expresiones contestatarias de los y las jóvenes (el movimiento hippie, por ejemplo); a partir de la

música y las acciones de irreverencia.

Si se quiere, entonces, el Mayo Francés; así como las expresiones del movimiento estudiantil en

Méjico por esa misma época. O del movimiento estudiantil en Alemania; constituyen momentos

cruciales en las expresiones de los y las jóvenes. Independientemente del grado de certeza y/o del

conocimiento acerca de la influencia del pensamiento marxista en estos hechos; lo cierto es que

tienen un cimiento común: la confrontación al orden establecido; en lo que este tiene de coercitivo

y represor de la individualidad y de la libertad.

Los ejemplos presentados, en lo que respecta a acciones organizadas de los y las jóvenes, no

pueden ser vistos como absolutos. Mucho menos como los únicos. Constituyen, apenas, y así lo

expresé en su momento., una muestra de la trascendencia que adquiere la noción de libertad y de

confrontación a los íconos impuestos como modelos; por parte de quienes han pretendido y

pretenden erigirse como representantes y referentes.

Quiero terminar, a manera de ilustración, con la s iguiente expresión:”…Detrás de todas las

diferencias entre las formas históricas de la sociedad, Freud había visto la básica inhumanidad

común a todas ellas, y los controles represivos que perpetúan, en la misma estructura instintiva, la

dominación del hombre por el hombre…”75

Además transcribo otro documento acerca de la apertura económica; porque lo considero

pertinente a la hora de efectuar balances conceptuales.

10 Una visión a la estructura económica en el contexto del conflicto

10.1 Acerca de la apertura económica

En Colombia los años noventa fueron una época de profundas reformas políticas y económicas,

pero llena de resultados insatisfactorios y de conflictos cada vez más intensos. En el tema

75 Marcase, Herbert, obra citada, página 235.

113

económico, las reformas que se promovieron se inspiraron, como en el resto de América Latina, en

el llama Consenso de Washington.La crisis de gobernabilidad intentó resolverse con una nueva

Constitución. Y en el medio académico los economistas entrenados en las hipótesis de las

expectativas racionales, estaban deseosos de aplicar sus conocimientos para resolver nuestros

problemas desde sus fundamentos macroeconómicos... ”76

Este proceso fue iniciado en el gobierno (1990-1994) del doctor César Gaviria Trujillo. En términos

estrictamente económicos, estuvo soportada en la teoría económica promocionada por un grupo

de economistas que configuraron las opciones denominadas neo-liberales.

El fundamento teórico de esta corriente, tiene que ver con la reformulación del rol que le compete

al estado en torno al desarrollo económico y social. La intención es desvirtuar y minimizar la

intervención estatal y la validación absoluta de la economía de mercado. Algo así como imponer la

posición que habla de la libre competencia, como única fuerza reguladora de los precios de bienes

y servicios. Mirada desde una perspectiva histórica y comparativa, no es otra que la contraparte de

la teoría propuesta y defendida por John Maynard Keynes, en su obra: “Teoría general sobre el

empleo, el interés dinero, publicada en 1936. Para lograr mayor precisión acerca de la posición

Keynesiana, es pertinente transcribir la siguiente reflexión:

“..La aparición de la teoría de Keynes fue el acontecimiento más trascendental en la economía política

burguesa de la época de transformación del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado.

Dicha teoría introdujo en ella elementos cualitativos nuevos que fueron la base de su reestructuración

profunda y que tan grande influencia ejercieron en el carácter de la política económica del Estado b urgués

contemporáneo. La importancia de la teoría de Keynes proviene, ante todo, del hecho de haber sentado la

base de un nuevo capítulo de la economía política burguesa, la teoría macroeconómica, sin la cual la

fundamentación de la regulación estatal –monopolista sería hoy inconcebib le...”77

Para el caso colombiano, la implementación de la teoría neoliberal, supuso la aplicación de normas

relacionadas con la minimización de la intervención estatal en el desarrollo económico. Esto, a su

vez, estuvo centrado en decisiones como la privatización y/o supresión de empresas y entidades

públicas vinculadas a actividades de servicios sociales públicos y financieros. Al mismo tiempo,

supuso la modificación de la teoría macroeconómica, en términos de la estructura y distribución del

presupuesto. Se hizo evidente, por esa vía, la disminución del gasto social. Unido a lo anterior, el

gobierno central, impuso decisiones relacionadas con la apertura hacia el mercado internacional de

bienes y servicios. Tanto como instaurar la figura de la libre competencia, a partir de la cual la

76 Flórez Enciso, Luis Bernardo, ponencia presentada en el IV Congreso de Economistas de la Universidad Nacional de Colombia, publicada en Cuadernos de Economía No. 34, pági na 34, publicación del

Departamento de Teoría y Política Económica de la Universidad Nacional de Colombia 77 Osadchaia, De Keynes a la síntesis neoclásica, ediciones de Cultura Popular S.A., primera edición 1976, página 6.

114

industria nacional se vio obligada a competir con empresas multinacionales, en condiciones de

profunda desventaja. En este sentido es ilustrativa la reflexión del profesos Salomón Kalmanovitz:

“..El rasgo más importante de la nueva pol ítica económica es el incremento de la competencia externa a

través de la apertura interna, por la desregulación de las actividades económicas que debe conducir, según

sus ideólogos, a cambios radicales en el comportamiento de los agentes económicos. En el plan de desarrollo

del gobierno se aduce, por ejemplo, que el enclaustramiento de la economía ha conducido a la pérdida del

dinamismo de la economía y que la sola mayor competencia contribuirá a aumentar la eficiencia de las

empresas, particularmente de las públicas, algunas de las cuales se privatizan, de tal modo que se liberan

recursos que se reinvierten y que colocan a la economía en una senda virtuosa de crecimiento: aumentos de

especialización, mayor productividad y rentabilidad, más inversiones, etc .…”78

En términos de un análisis objetivo, la apertura económica en Colombia, puede ser considerada

como una falacia. Con el argumento de la modernización del Estado colombiano, se condujo al

país hacia daños irreversibles, como quiera que se desvirtuara el contenido social que debe

sustentar la intervención Estatal. Además, se colocó a la industria nacional en posición de profunda

desventaja con respecto al mercado internacional. La Constitución Política del 1991, constituye un

intento por r enfrentar los problemas derivados de la apertura económica; al menos en lo que tiene

que ver con la reivindicación del Estado como Estado social de derecho y de restablecer conceptos

de contenido humanístico en cuanto a los derechos individuales y colectivos. 79

Ahora bien, en razón a que he venido planteando acerca de las posiciones desarrolladas por mí en

esta década; conviene precisar en torno al caso relacionado con la educación superior. Porque mi

intervención se produjo en ese contexto. Porque, en solitario, me la jugué por una interpretación de

insumos de referencia, con el énfasis colocado en hacer de la actividad sindical algo diferente al

estribillo acerca de explotados y explotadores; para convertirla en un confrontación al centro de las

pretensiones gubernamentales y a las realizaciones de quienes, al interior de nuestra universidad y

desde posiciones de dirección, trataban de imponer el modelo de apertura económica. Pero, al

mismo tiempo, con la convicción de que, en lo que respecta a la educación superior; era

absolutamente necesario ser proactivo y asertivo. Entendiendo que la confrontación tenía que

hacerse ahí, en ese terreno, y no por la vía del simple mitin o movilización. Ya, en esta posición,

quedaba bien definida mi diferenciación con quienes, hicieron (y hacen) de la actividad sindical en

las universidades, una expresión que lesiona los intereses misionales de la universidad; por la vía

de las amenazas y las intervenciones de vulneración. Esto se hizo más evidente aún a la raíz de

un problema que precisaré más adelante y ante el cual asumí una posición en contravía de

quienes pretendían (y pretenden aún) vender la idea de ser los y las mejores a la hora de

confrontar y actuar en defensa de los intereses de los trabajadores y las trabajadoras. Y, hay que

78 Kalmanovitz, Salomón, Economía política de la apertura, publicado en “El fin del neoliberalismo”, por el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, primera edición 1993, página 108 79 Ensayo publicado en 1994

115

entenderlo así, con mayor razón, tratándose de un determinado entendido de comunidad

universitaria. Porque, estas personas aludidas, consideran que los trabajadores y las trabajadoras,

son los únicos y las únicas que cuentan a la hora de definir roles.

10.2 Acerca de la globalización económica y el comercio exterior

10.2.1 El soporte teórico

Ante todo, se trata de una indagación. Más allá, inclusive, de la descripción simple de las

características fundamentales que exhibe la globalización, como perspectiva y como tendencia que

se ha pretendido asimilar al concepto de universalización.

Porque, a decir verdad, asistimos a ese proceso de avasallamiento por parte de quienes controlan

la economía mundial; sin haber solicitado que nos invitaran. Algo así como entender, por esta vía,

que la dinámica, la impronta del capital, está centrada en su capacidad de absorción de todos los

contenidos y de todas las opciones. Aquí, entonces, no hay lugar para ejercer la disidencia, ni

como grupos sociales, ni como país. La disidencia es considerada una herejía inconcebible e

inclusive se tipifica como insensatez y/o como opción en contra del progreso.

Veamos lo anterior en términos del profesor Jorge I. González:

¿….Cuál es el sustrato común de toda sociedad? Algunos analistas sostienen que la sociedad está

organizada por y para la lucha contra la naturaleza, sabiéndose y queriéndose ser racional,

calculadora, eficaz, mecanicista y mundial. En la comunidad tradicional esta lucha se inscribía en

un pensamiento mágico-religioso. En la sociedad moderna el trabajo transformador adquiere un

papel central: es el nuevo sagrado. La sociedad no se preocupa por ser justa. Eso no es de ella.

Tampoco es injusta. Lo suyo es producir. La sociedad moderna ha envuelto al hombre en la lógica

de la competición, reduciéndolo todo a la cuantificación y al cálculo. El sentido de la eficiencia no

deja espacio para la gratuidad y el don. La sociedad racional hace que el individuo sea calculador.

Desde esta perspectiva, el análisis del neoliberalismo como tal pasa a un segundo plano; en

cambio, la pregunta por el hombre, por su felicidad y por la razón de su quehacer cotidiano,

adquiere una relevancia fundamental...”80

En el anterior contexto, el concepto de globalización económica y su aplicac ión, adquiere

connotaciones dramáticas; en términos de sus implicaciones sobre el conjunto de la economía

mundial, particularmente sobre las economías de los países que no han alcanzado niveles de

desarrollo semejantes a los de Estados Unidos y Europa.

80 González, Jorge I.”Contradicciones del neoliberalismo”, artículo publ icado en el Texto: “El fin del neoliberalismo, Ed. Indepaz, primera edición 1993, página 86.

116

Si se quiere, la dinámica de la globalización económica, puede y debe interpretarse como una

extensión y/o adaptación de la lógica que subyace al concepto del libre cambio; en donde es el

mercado el encargado de regular todo el quehacer económico y social. Es algo así como imprimirle

a esta época una opción centrada en el predominio de esa lógica propia de los principios

fundamentales del capitalismo. Con el agravante de la presencia de condicionantes relacionados

con el control ejercido por aquellos países que tienen el monopolio de los avances científicos,

además de instrumentos que les permiten profundizar y consolidar su visión acerca del desarrollo

económico y sus paradigmas vinculados con su entendido de democracia y participación.

Aquí, en consecuencia, prevalece una noción de planificación en la cual el Estado no tiene ese rol

propuesto por parte de quienes, desde una perspectiva asimilada a la utopía, asumían la

posibilidad de establecer una especie de equilibrio entre el crecimiento y el desarrollo ec onómico y

las necesidades sociales de quienes no ejercen como beneficiarios fundamentales, en cuanto no

hacen parte de la clase o grupo que controla la riqueza, entendida como capital.

Tal es el caso de lo expresado por J.C. Rousseau en su texto El Contrato Social. Considero

pertinente transcribir un aparte de su concepto central:

“..La primera y más importante consecuencia de los principios hasta aquí establecidos es que sólo

la voluntad general puede dirigir las fuerzas del Estado según el fin de su inst itución, que es el del

bien común; pues si la oposición de los intereses particulares ha hecho necesario el

establecimiento de las sociedades, la conformidad de estos mismos intereses la ha hecho posible.

Lo que hay de común entre estos diferentes intereses es lo que forma el vínculo social; y si no

hubiese algún punto en el que todos los intereses estuvieses conformes, ninguna sociedad podría

existir: luego la sociedad debe ser gobernada únicamente conforme a este interés común...”81

Como corolario transitorio, me permito señalar: la aplicación de la opción de globalización

económica, está soportada en elementos conceptuales asociados a las leyes del mercado. Por

esta vía, se hace elusión del Estado como instrumento regulador y garante de los beneficios

sociales para la población excluida de los beneficios fundamentales del crecimiento económico. El

desarrollo económico es entendido, entonces a partir de ahí, como crecimiento que está

condicionado por la existencia de intereses vinculados con el control ejerc ido por parte del o los

grupos económicos que poseen el monopolio sobre el capital y, por esto mismo, de los avances

tecnológicos. No se entiende, en esta opción, la universalización de la ciencia y el conocimiento,

como patrimonio de la humanidad; sino como posibilidad de profundizar el control y acrecentar la

riqueza de aquellos que la ejercen.

81 Rousseau, J.C., “El Contrato Social”, Ed. Gráficas Modernas, 1997. Traducido del francés por A.D., página 29.

117

En lo que sigue, trataré de profundizar en tres aspectos básicos: uno, tiene que ver con las

implicaciones de la globalización económica así concebida, en el desarrollo y crecimiento de los

países denominados del tercer mundo y/o subdesarrollados. El segundo tiene que ver con las

alternativas posibles para enfrentar esos condicionantes imperativos. Y el tercero hace alusión al

concepto de Estado y los modelos políticos que lo subyacen. También, en este tercer punto se

analiza el caso del régimen parlamentario en Europa…”

10.2.2. La globalización económica y el comercio mundial.

10.2.2.1 De los organismos financieros y económicos internacionales.

La humanidad ha avanzado en lo que respecta a la noción de universalización. Queda claro que no

es posible validar, ahora, el concepto de autarquía. Las relaciones entre diferentes sociedades y

culturas, ha ejercido como soporte para el intercambio de bienes...y del conoc imiento acumulado.

Esto, a su vez, ha estado condicionado por diferentes momentos del desarrollo económico. Desde

el esclavismo, pasando por el feudalismo, hasta el capitalismo. Han sido períodos históricos en los

cuales han hecho presencia diferentes opciones en torno a la riqueza, al trabajo, al crecimiento y al

rol asignado al entendido de la participación, los derechos y al concepto del ser humano.

Visto así, es pertinente presentar la interpretación de un autor que indagó por ese tipo de nexos, a

lo largo de la historia. Leo Huberman, en su obra “Los bienes terrenales del hombre”, dice:

“…Los directores de las primeras películas de cine a menudo hacían cosas muy extrañas. Una de

las más curiosas era su costumbre de llevar a la pantalla gentes que tomaban un automóvil e iban

a cualquier parte sin pagar al chofer. Paseaban por la ciudad, se divertían, o iban a un centro de

negocios, y ahí terminaba todo. No había que pagar. Igual pasaba con los libros de la Edad Media,

en los que por páginas y páginas, caballeros y damas, con armaduras brillantes o trajes

suntuosos, vivían entre torneos y juegos. Siempre residían en castillos espléndidos y comían y

bebían a su gusto. Pero alguien tenía que pagar por todo ello, porque los árboles no dan las

armaduras y los alimentos que produce la tierra tienen que ser plantados y cultivados. Y así como

uno tiene que pagar por un paseo en taxi, alguien el siglo décimo o decimosegundo tenía que

pagar por las diversiones y las cosas buenas que los caballeros y las damas dis frutaban. Y alguien

también tenía que proveer los alimentos y los vestidos para los sacerdotes y clérigos que oraban,

mientras los caballeros combatían. Además de estos clérigos y guerreros, en la Edad Media existía

otro grupo: el de los trabajadores. Porque la sociedad feudal consistía en estas tres clases:

clérigos, guerreros y trabajadores, con esta última al servicio de las dos primeras, la eclesiástica y

118

la militar. Así lo entendió por lo menos una persona que vivió en aquella época, y que lo comentó

de esta forma: Para el caballero y el clérigo, ha de vivir quien hace el trabajo….”82

Es cierto, entonces, que no podemos asumir una posición que escinda un periodo de otro. Esto es

lo mismo que entender la dinámica del desarrollo social, político y económico, asociada a conflictos

de intereses, al ejercicio del poder, a la expoliación, a la imposición violenta de determinadas

opciones y visiones del mundo y de la sociedad en su conjunto. Todo esto de una manera no

lineal, uniforme; sino de una manera dialéctica, en donde la sucesión de acontecimientos y de

momentos específicos ha estado condicionada por particulares expresiones. Eso sí, en donde

siempre ha prevalecido la noción y la imposición del poder, siempre en manos de quienes han

controlado y controlan la riqueza y sus beneficios fundamentales.

Con la llegada del Capitalismo, no cambia la esencia de la lógica que soporta la relación poder-

económico, poder político y dominación. Simplemente (…si cabe la expresión); se erige como

periodo en el cual se rompen los esquemas vigentes en la sociedad feudal y se instaura una

opción de universalización del conocimiento y de adecuación de los avances tecnológicos y

científicos, a las necesidades del crecimiento económico y del progreso, centrados en las

directrices propuestas y conducidas por el grupo o grupos sociales que ejercen como beneficiarios

fundamentales de ese nuevo tipo de modo de producción.

Es claro, en esa perspectiva, que al cambiar el horizonte conceptual en torno al entendido de

crecimiento económico, acumulación, reinversión y formas de gobierno; la universalización aparece

como insumo vinculado directamente con ese proceso. Ya, durante los siglos XV, XVI y XVII, la

invasión a otras zonas geográficas del planeta, el avasallamiento a las culturas no europeas y la

exacerbación del sometimiento violento; unida a la utilización de sus riquezas. Todo esto había

permitido construir y desarrollar algunas bases para implementar el dominio colonial y la imposición

de modelos políticos, económicos y culturales.

El modelo de desarrollo capitalista supone, en consecuencia, el aprovechamiento de ese

acumulado de expoliación y avasallamiento. Con el surgimiento de la producción en serie, en

donde aparece una combinación de los avances tecnológicos y la utilización de mano de obra, se

da comienzo a la consolidación de grupos nacionales y multinacionales. El monopolio y los trusts,

van estableciendo las condiciones para un proceso de internacionalización, centrado en el control

económico y político.

Cuando, en desarrollo y consolidación de ese modelo económico, aparece la crisis de 1930, a raíz

de la recesión generalizada y, particularmente en Estados Unidos; se exhibe en toda su magnitud

82 Huberman, Leo. “Los bienes terrenales del hombre”, edición Gráficas Modernas, Bogotá D.C., 1993, página 9.

119

las contradicciones propias del mismo modelo de crecimiento y expansión. Esto obliga a reflexionar

acerca de alternativas para obviarlas. Es tanto como enfrentar la crisis por la vía de buscar y

encontrar instrumentos que permitan su superación.

Es el momento, en términos históricos, de la instauración de una nueva visión. Aparece, en ese

contexto, la noción de planificación y de macroeconomía. Al respecto, I. Osadchaia, en su obra:

“De Keynes a la síntesis neoclásica”, expresa, entre otras cosas, lo siguiente:

“Keynes creó su teoría del equilibrio macroeconómico en el período sombrío para el capitalismo, de

la depresión de los años 30 que siguió a la profundísima y devastadora crisis de 1929-1933. La

crisis y sus secuelas: paro obrero crónico masivo, empresas paralizadas, agudización de los

problemas de mercados conmovieron hasta los cimientos no sólo la economía capitalista sino la

propia economía política burguesa. En este contexto interviene Keynes con la reforma de la vieja

economía política neoclásica burguesa, que no respondía ya a los nuevos problemas de la época

de la crisis general del capitalismo.

La influencia de Keynes en la economía política burguesa contemporánea se desprende

principalmente del hecho de que, por su objeto y su método de investigación, su teoría se

diferenciaba esencialmente de las teorías clásicas precedentes. Al contrario de las teorías de

Clark, Marshall, Pigou y otros, Keynes llegó a la conclusión de que todos los problemas de

importancia vital para la sociedad capitalista altamente desarrollada han de buscarse y, por

consiguiente, estudiarse, no del lado de la oferta de recursos (su penuria, precios, su combinación

más eficaz para obtener la máxima producción, la compensación de los factores de producción,

etc., cosas de que hasta ese momento se ocupaba la economía política neoclásica), sino del lado

de la demanda que garantiza la realización de estos recursos. Al someter a crítica la ley de los

mercados de Say, que sirvió de premisa a toda la economía clásica burguesa, y según la cual la

oferta suscita automáticamente la demanda, Keynes coloca en primer plano el problema de la

demanda efectiva y sus componentes: consumo y acumulación, el problema de los factores que

determinan el movimiento de estos componentes y, por consiguiente, la demanda global en su

conjunto…”83

Surge, entonces, una nueva visión del desarrollo capitalista. Keynes, introduce un insumo teórico

fundamental, en el contexto de la teoría económica capitalista. La macroeconomía conlleva a la

necesidad de la planificación. Por esta vía, se origina la opción de una intervención estatal en la

regulación de los mercados. A nivel internacional, se desarrolla la tendencia hacia la necesidad de

mecanismo de control, de planificación y de regulación.

83 Osadchaia, I. “De Keynes a la síntesis neoclásica”. Ediciones de Cultura Popular, primera edición, 1976; páginas 19-29.

120

Al término de la Segunda Guerra Mundial, con el surgimiento de la ONU, como extensión de la

Sociedad de Las Naciones; se inaugura una nueva perspectiva para la internacionalización. Al lado

de esta, aparecen opciones vinculadas a la necesidad de la reconstrucción de Europa y, en medio

de la confrontación Este-Oeste; Comunismo y Capitalismo; este último consolida propuestas de

integración y colaboración entre sus garantes.

Lo anterior conlleva a entender la dinámica de la cooperación internacional, promovida por los

países capitalistas, como instrumento que garantice su consolidación, a partir del flujo de recursos

tecnológicos y financieros y su transferencia; según las necesidades específicas de sus aliados.

Esto supone, a su vez, tener como soporte una noción de internacionalización controlada.

Lo que pasa es lo siguiente: el centro poder capitalista, pretende hacer abstracción de las crisis

cíclicas a que se ha visto abocado el capitalismo. Una dinámica interna que lleva en si misma el

contenido de contradicción inherente al modelo. Algo ya previsto por Carlos Marx en sus

cuadernos denominados “Apuntes sobre la plusvalía”. En ellos se ausculta, en profundidad, ese

soporte contradictorio. Porque, en fin de cuentas, sigue siendo válido su propuesta de

interpretación.

Ahora, en las condiciones en que se desenvuelve la crisis en Europa y en Estados Unidos. Se

pretende efectuar la figura de tangencia con respecto al significado que tuvo, ha tenido y tienen las

leyes del mercado como opción en lo que respecta a las posibilidades de equilibrio

macroeconómico. Por esta vía se desemboca en la elusión de responsabilidades. Habida cuenta

de que, las crisis periódicas del capitalismo, hacen referencia al proceso de acumulación de

capital, por cuenta de una opción centrada en esa intervención del mercado como razón de ser al

momento de analizar los componentes.

Se olvida, y en esto enfatiza la teoría económica marxista. La razón de ser de la producción de

mercancías, supone la intervención de a clase obrera en el mismo. De todas maneras el excedente

plusválico es el soporte esencial de la acumulación. Lo demás no es otra cosa que asumir como

beneficiarios de la misma. Entender, por ejemplo, que la sección financiera capitalista; ejerce como

beneficiaria. Que le permite asumir como centro en el bloque de clases en el poder. Pretendiendo

desviar la atención en lo que respecta a que, en última instancia, su poder existe, porque existe

plusvalía. Y esto no es una abstracción. La repartija que sigue vinculada con la acumulación y que

esta acumulación está vinculada con la esencia misma del proceso.

Es decir, ahora, la crisis se pretende explicar, simplemente, en el hecho de distorsión producida por

el mercado financiero. Es algo así como negarse, de manera consiente, a reconocer que, en fin de

cuentas, la crisis financiera, no es otra cosa que la expresión de la dinámica contradictoria del

modelo capitalista

121

10.3 De los tratados de libre comercio

Como extensión del proceso de internacionalización controlada, los países de mayor desarrollo

capitalista y que ejercen como garantes y beneficiarios de ese control; han promovido y aplicado

estrategias que les permiten consolidar su opción, soportada en el modelo económico que han

venido imponiendo.

Tal es el caso, a manera de ejemplo, de los Estados Unidos de Norteamérica, con respecto a los

países de América Latina. Desde su visión controladora y expansionista ha diseñado e

implementado la estrategia definida como los acuerdos de libre comercio. Esta estrategia tiene

como soporte básico una particular manera de aplicar su entendido en lo que respecta a la

dinámica del mercado global. Inclusive, por esta vía, asume una posición en contravía de los

convenios internacionales en relación con el comercio; los cuales se supone tendrían como

escenario fundamental la instancia denominada OMC (Organización Mundial de Comercio). Se

trata, en consecuencia, de consolidar su dominio económico y político en la región; para lo cual

cuenta con el aval, casi absoluto, de los gobiernos de aquellos países con los cuales concreta su

estrategia. Ya sucedió con Méjico y con algunos países centroamericanos. Ahora, ha extendido su

aplicación hacia países de Suramérica, particularmente con Perú, Ecuador y Colombia.

Visto el contexto en el cual he venido analizando la dinámica del modelo capitalista, en su versión

neoliberal; me parece pertinente retomar algunas expresiones que describen las consecuencias de

este modelo y, particularmente, de esta estrategia de los acuerdos de libre comercio. Al respecto,

veamos lo que dice el profesor José María Franquet en su obra ¿Por qué los ricos son más ricos

en los países pobres?

“…La apertura de los mercados, mediante mecanismos de desregulación y eliminación de

aranceles, también ha traído consecuencias muy contradictorias. Por un lado, es cierto que se

abren las puertas para que los productos de los países pobres puedan venderse en los países

ricos; pero aunque las puertas estén abiertas, la competencia es tan feroz y las desigualdades de

condiciones para competir tan grandes que, en la práctica, en la última década muchos países

pobres perdieron mucho terreno en el comercio internacional. El grueso de los países pobres,

siguiendo sabios consejos de organismos internacionales y más o menos sutiles presiones

diplomáticas, abrió sus mercados eliminando barreras de importación y bajando aranceles para

estimular el libre comercio, lo que constituye la piedra angular del nuevo modelo de economía

global. Sin embargo, una mirada somera a algunos datos recientes muestra que, para los países

122

en desarrollo, este proceso significó una pérdida de oportunidades económicas del orden de 500

mil millones de dólares anuales, o sea, diez veces más de lo que recibieron en ayuda exterior...”84

Si se quiere, entonces, estamos (con la aplicación de esta estrategia, por parte de Estados

Unidos) adportas de vivir la segunda versión de la apertura económica impuesta durante el

gobierno del doctor César Gaviria Trujillo, durante su mandato 1990-1994.

10.4 De las alternativas para enfrentar el modelo de globalización económica neoliberal.

Ya he señalado arriba una posición relacionada con el aval por parte de algunos gobiernos en

países latinoamericanos. Me reitero en la aseveración, en el sentido de entender este aval como

una actitud que permite la profundización y consolidación del modelo capitalista, en su versión

neoliberal. Entre otras razones, porque existe y ha existido una posición predominante, en estos

países, en el sentido de imponer las condiciones soportadas en los intereses de los grupos

políticos y económicos que han controlado la orientación del desarrollo económico. En otras

palabras: son esos grupos beneficiarios de unas reglas del juego, originadas en el mismo modelo

capitalista.

Lo anterior, ha estado presente aún en aquellos momentos históricos en los cuales se ha tratado

de diseñar estrategias de integración regional y/o subregional. El caso más relevante, en lo que

hace referencia a los países del norte de Suramérica (Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador,

Bolivia) tiene que ver con el Acuerdo de Cartagena, que dio origen al Pacto Andino. Hoy, esta

opción ha derivado en la CAN (Comunidad Andina). Lo mismo puede decirse, con las

diferenciaciones obvias, del caso del MERCOSUR (Uruguay, Paraguay, Brasil, Argentina).

Estas propuesta de integración económica, estuvieron y han estado cruzadas por contradicciones

originadas en particulares maneras de entender la dinámica de los mercados, al interior de los

países denominados subdesarrollados. Sin embargo, a pesar de esas diferencias, se ha percibido

una unidad de criterios; como quiera que los grupos económicos y políticos que han controlado y

controlan el desarrollo económico en e3sos países, ejerzan como beneficiarios fundamentales del

modelo económico capitalista.

A pesar de la situación descrita arriba, se advierten algunas fisuras que han dado origen (por la

dinámica asociada al desarrollo de alternativas políticas centradas en reivindicar la

democratización y la confrontación a esos grupos de control político y económico) a algunas

tendencias que promueven opciones diferentes y que confrontan la posición que hasta ahora ha

predominado. Este es el caso, a manera de ejemplo, de algunas expresiones (lideradas por Brasil,

84 Franquet, José Ma. “¿Por qué los ricos son más ricos en los países pobres?”. Ed. Litera Brooks, primera edición 2002, páginas 76-77

123

Argentina y Uruguay) en el MERCOSUR. Con menor relevancia, se puede señalar la corriente

liderada por Venezuela y Bolivia al interior de la CAN.

Lo que si queda claro, a partir de lo expuesto en este trabajo, es la necesidad de promover y

desarrollar alternativas políticas y económicas, soportadas en la reivindicación de la autonomía

plena de nuestros países y que, por lo mismo, ejerzan como instrumentos de confrontación a la

posición neoliberal.

A continuación presento, a manera de ejemplo, una situación que explica la interacción derivada de

la globalización; en un contexto que nos sitúa en una perspectiva de interdependencia económica y

política.

11. La opción Marxista vs. Populismo Armado (Tomado de “4710”, con autorización de

Rosendo Payares, seudónimo de su autor)

“…Al llegar a este punto, se concreta una opción de cotejación entre el marxismo ortodoxo, incluida la

propuesta de Lenin acerca del partido obrero, y la pérdida de referentes por parte de las Farc, en aplicación

de su desvío ideológico y político. Entonces, en lo que sigue, inserto un somero análisis del marxismo clásico.

Posteriormente efectúo análisis y cotejación con respecto a la opción de partido obrero.

11.1 La teoría

En términos de cultura, la humanidad, ha tenido momentos históricos que han sido identificados, analizados y

caracterizados. El seguimiento de esta cronología, permite establecer algunos referentes. Uno de ellos, tal vez

el fundamental, tiene que ver con relacionar la construcción progresiva del concepto de sociedad; a partir de

la interacción primaria y directa entre los diversos grupos humanos y entre estos y los sujetos individualmente

considerados.

En ese proceso de indagación, hacia la identificación de los momentos históricos de la humanidad, aparecen

expresiones teóricas que definen, en sí mismas, posiciones diferenciadas. Porque, entre otras cosas, esa

indagación aparece asociada con áreas del conocimiento que hacen parte de la cultura. Esto es lo mismo que

entender la siguiente dinámica: la cultura es un producto de la aparición, desarrollo y consolidación de la

especie humana. Por lo tanto, entonces, está vinculada con el desarrollo del conocimiento. En este conte xto,

el primer momento de la cultura está relacionado con el conocimiento de la naturaleza, el nexo con la misma y

el proceso de diferenciación. Este último, incluye, como elemento fundamental, la interpretación del rol de los

sujetos. A su vez, ese rol, está anclado con la razón de ser de la presencia y el origen mismos.

Como quiera que este último aspecto conlleve a la construcción de opciones teóricas; en diferentes áreas de

las ciencias sociales; estas constituyen expresiones a partir de las cuales se d esarrollan posiciones de

confrontación. Algo así como entender que, constituyen referentes a partir de los cuales se desarrollan

escuelas de pensamiento que han incidido de manera profunda en el desenvolvimiento cultural de la

humanidad.

124

Ahora bien, desde una interpretación vinculada con grupos etéreos, resulta importante intentar una indagación

en la cual se pueda precisar acerca de la manera como el progreso cultural de la humanidad, particularmente

en lo que respecta al estudio de las relaciones sociales y la interpretación del rol de los individuos en ella; ha

incidido en los grupos humanos específicos. En mi caso, considero pertinente situar esa indagación en la

incidencia de ese progreso cultural en la juventud.

Pero no tanto en términos tangenciales o etéreos. Se trata, por el contrario, de situarla en relación con el

pensamiento filosófico, social y político. Por la conexión que tienen estas áreas del conocimiento. Y, desde mi

percepción, por la trascendencia que han tenido y tienen en la búsqueda y concreción de opciones de

participación social, colectiva e individual. E, inclusive, en esa misma perspectiva, la indagación debe remitir a

preciar el sentido de esa incidencia. Algo así como tratar de dilucidarla en conexión con la razón de ser del

sujeto individual y de su nexo con el modelo de sociedad prevaleciente en un periodo histórico determinado.

Es un poco la remisión a la angustia que genera ese nexo. Veámoslo así:

“…La proposición de Sigmund Freud acerca de que la civilización está basada en la subyugación permanente

de los instintos humanos ha sido pasada por alto. Su pregunta sobre si los sufrimientos infligidos de este

modo a los individuos han valido la pena por los beneficios de la cultura no ha sido tomada muy seriamente –

tanto más cuanto que Freud mismo consideraba el proceso inevitab le e irreversib le. La libre gratificación de

las necesidades instintivas del hombre es incompatib le con la sociedad civilizada: la renuncia y el retardo de

las satisfacciones son los prerrequisitos del progreso. La felicidad, dice Freud, no es un valor cultural. La

felicidad debe ser subordinada a la disciplina del trabajo como una ocupación de tiempo completo, a la

disciplina de la reproducción monogámica, al sistema establecido por la ley y el orden. El metódico sacrificio

de la lib ido es una desviación provocada rígidamente para servir a actividades y expresiones socialmente

útiles, es cultura…”85

De esta manera, entonces, desembocamos en una opción teórica en la cual aparece el (la) individuo, en

relación con la sociedad, pero desde una perspectiva en la cual todo le puede aparecer ajeno. Esto, en la

medida en que la “cultura”, aparece como una construcción ya realizada en sus expresiones fundamentales.

Es decir, encuentra unos referentes que lo (a) sitúan en una especie de relación de dominio; en donde él (ella)

es el dominado (a).

Cabría, en consecuencia, la pregunta: ¿dónde queda la autonomía del (la) sujeto? Es ahí, en esta pregunta,

en donde la individualidad se desenvuelve de manera constante. Y esto ha sido así, desde que la humanidad

se desprendió simbólica y efectivamente de la Naturaleza. Es decir, desde cuando los y las humanos (as),

comenzaron su tránsito, de manera independiente y empezaron el proceso de dominación del mundo exterior.

Visto así, la cultura (en su expresión más relevante y trascendental: la colectivización, la sociedad), se erige

como mecanismo de control. Por cuanto, supone un sometimiento, una desarticulación y avasallamiento de la

libertad individual. En la obra citada arriba, Marcuse expresa:

“…El despotismo patriarcal original llegó a ser así un orden efectivo. Pero la efectividad de la organización

sobreimpuesta de la horda debe haber sido muy precaria, y consecuentemente el odio contra la supresión

85 Marcuse, Herbert. “Eros y civil ización”. Ed. Seix Barral S.A., Barcelona 1969. Cuarta edición

125

patriarcal muy fuerte. En la construcción de Freud, este odio culmina en la rebelión de los hijos exiliados, el

asesinato colectivo y la decoración del padre, y el estab lecimiento del clan de hermanos, quien a su vez

diviniza al padre asesinado e introduce aquellos tabúes y contenciones que, de acuerdo con Freud, generaron

la moral social…”86

Lo cierto, entonces, es que ha existido una represión constante de la individualidad, desde el mismo momento

en que se configura la sociedad. Y, en este proceso de represión, una de las construcciones más relevantes,

ha sido la familia. Porque en esta se reproducen los esquemas y los métodos de coacción. Allí, aparece la

figura de la autoridad, como condición necesaria para el mantenimiento del orden y del sometimiento.

En este trabajo, al abordar el análisis del rol de la teoría marxista, en el proceso de confrontación a esas

relaciones de dominio; se parte de un prerrequisito básico: la caracterización de la posición asumida por

Carlos Marx, como una expresión en contravía de la noción de sociedad, a partir de la represión del (la) sujeto

(a) individualmente considerado(a). En otras palabras, se asume como fundamento y como hilo conductor la

reivindicación de la autonomía y la libertad. Por esta vía, en consecuencia, se erige como posible una

conclusión trascendental: En paralelo (y en los momentos de ruptura, de fricción) a la utilización de los

mecanismos de coerción y represión inherentes a la sociedad, ha habido una lucha constante por construir

una opción en la cual la libertad y la autonom ía sean la razón de ser de la acción individual.

12. De cómo se concreta una revolución

“…El clima político se enrareció por las medidas contra la libertad de prensa y el destierro de dirigentes

liberales. Esto motivó que los liberales, reunidos en la convención de 1892, se organizaron políticamente y se

prepararan para un nuevo enfrentamiento armado. En 1895 se desarrolló la primera de las dos guerras civiles

de los liberales contra el régimen conservador. El gobierno ganó la contienda, lo cual reforzó el dominio de

Caro y su abuso de las atribuciones extraordinarias que le concedía la Constitución.

…La última guerra civil, la más larga y violenta, estalló en octubre de 1899 y se prolongó por tres años.

Conocida como la guerra de los Mil Días, ella significó para el gobierno la puesta en armas de 75000

hombres, el gasto de 75 millones de pesos y, librar más de 220 combates. El costo fue inmenso: solo las

mueres superó la cifra de cien mil personas; además, la prolongación de la guerra a Panamá facilitó su

separación con la ayuda de los Estados Unidos…” (“Civilización 7, texto escolar del Grup o Editorial Norma,

páginas 330-331).

La cita de texto anterior, nos abre la posibilidad de acceder a algunos de las situaciones de finales del siglo

XIX y comienzos del siglo XX. Porque nuestra historia ha sido cosida con los hilos de la violencia. Ya lo decía,

en el comienzo de este escrito, a partir de 1830, los vericuetos de la carrera política y económica. Un universo

de acopios, por la vía de acciones abiertas y soterradas, en la perspectiva de acuñar opciones soportadas en

referentes asociados a la guerra de independencia y su concreción en la derrota del colonialismo español.

Una franja de país y de Nación asimilada a lo que podría tipificarse como lobotomía en términos de valores y

de caminos anchos hacia la verdadera libertad y democracia. Un sorti legio asociado a componendas y

reacomodos y de traiciones. Un vuelo asumido como rasante. En el cual cabía todas las formas y maneras de

86 Ibíd., página 69

126

abrirse paso. Asociado a esto, una visón recortada del sentimiento y aplicación de soberanía. Un proceso

que nos fue acercando a una posición genuflexa respecto a los imperios ingleses y norteamericanos.

Empezamos a ser aprendices de un esquema de dominación, con supuesto perfil liberal y democrático. Nos

fuimos acerando a la condición de lisiados ideológicos. Con una visión de mundo y de perspectivas blindada

con esa rogativa constante hacia lo personal. Como liderazgos oligárquicos.

En el pasado reciente presenté, ante la opinión pública, un escrito en el cual asumí una interpretación referida

al referendo convocado por el señor presidente Álvaro Uribe Vélez, con el propósito de modificar apartes de

nuestra Constitución Política de 1991. Me parece pertinente, ahora, transcribir una sección de este

documento; como para asociarlo al perfil de los dirigentes políticos de la segunda mitad del siglo XIX en

nuestro país.

“… Comentario: El doctor Álvaro Uribe Vélez ha desarrollado su mandato conforme a la opción programática

planteada en su campaña electoral. Quienes votaron por esa opción, lo hicieron conforme a las posib ili dades

que otorga la Constitución Política; es decir los hicieron libremente. Con el derecho que me asiste como

ciudadano colombiano, opositor político y programático del doctor Uribe Vélez, manifiesto públicamente mi

contradicción con su programa, con su método y con la perspectiva que pretende imponerle al País.

De entrada considero que el señor Presidente Uribe es genuflexo con respecto al Gobierno de Estados

Unidos. No asumo esta expresión como simple retórica facilista. Veamos su justificación: La auto nomía

gubernamental se entiende, en relación con las posiciones que se asumen, en el contexto internacional. Aquí,

asumo una asimilación pertinente entre autonomía y soberanía. No basta enfatizar acerca de la soberanía,

solo en términos de la vigilancia en fronteras.

Así entendido, entonces, el señor Presidente ha trabajado su política internacional, conforme a su formación

doctrinaria (…Incluida su formación en teoría económica) ha estado fundamentada en un acervo teórico

construido a partir de asumir como válida la hegemonía del Imperio Norteamericano. Es una figura cercana al

pragmatismo perverso, asumido por parte de quienes, en nombre de las fracciones hegemónicas de la

burguesía, se prepararan para gobernar en los países dependientes. Para este tipo de personas los iconos

están fundamentados en expresiones de un modelo de democracia, como la predominante en Estados

Unidos, que reivindica la imposición y la agresión a nombre de los valores (…sus valores) de justicia, de paz.

Obviamente son expresiones con un “made in...” como logotipo. Esto es lo que explica, a manera de ejemplo,

la incondicionalidad manifestada por parte del doctor Álvaro Uribe, ante la invasión y agresión a Irak. Pero

también en lo que hace referencia al aval político en torno al ALCA. Así mismo en su incondicionalidad con

respecto a la tipificación en torno al significado y alcance del narcotráfico y los métodos impuestos para

enfrentarlo. Estos tienen que ver, fundamentalmente, con la vulneración de los derechos de campesinos y

nativos y con la reclamación de la patente de corzo para actuar militarmente.

En lo que respecta a su opción programática para alcanzar la paz en nuestro país; no es otra cosa que la

extensión de su convicción guerrerista. Pero no en la lealtad y filantrop ía de esos guerreros transparentes,

utópicos que arriesgan por causas colectivas, por futuro digno y justo. Más b ien se trata de un personaje sin

principios éticos. Que se apoya en la obscurana propia de los vándalos. De aquellos que hacen del ejercicio

127

de matar, una construcción que se fundamenta en la lógica de “ojo por ojo”. Ya lo había hecho cuando fue

gobernador en el Departamento de Antioquia, con la implementación de las Convivir, que no eran otra cosa

que organizaciones paramilitares mimetizadas com o cooperativas. Para el señor Presidente Uribe, en

consecuencia, el paramilitarismo no le es desconocido. Ni mucho menos contrario a su formación. Visto así,

no creo en su propuesta de paz. Es, por el contario, una propuesta de guerra. Tanto o más sucia qu e la de su

colega George Bush.

Su visión de justicia social, está relacionada con su formación en teoría económica y de desarrollo. Es simple:

su teoría del crecimiento es la misma que orienta su pragmatismo ante las imposiciones de los organismos

multilaterales de crédito. Así las cosas, entonces, el FMI y el Banco Mundial, son instituciones que orientan su

camino. Pero no es de ahora. Su recorrido tiene como realizaciones la Ley 50 y la Ley 100. Ahora como

Presidente, simplemente, ha extendido esa opción. Con la facilidad que le otorga el poder, entendido como

soporte para imponer decisiones en contravía de los más elementales principios de la equidad. Algo así como

el “alumno aventajado que pretende demostrar que es merecedor de los beneplácitos de sus maestros”.

El referendo es una propuesta elaborada con su perfil. Desde niño aprendí (…en eso mi madre no se

equivocó nunca) un dicho muy coloquial referido a aquellos (o aquellas) que pretenden posicionarse como

humildes, sencillos, respetuosos, creyentes (. No rompen un vaso, se decía). “..De los solapados que tiran la

piedra y esconden la mano, líbranos señor.” El señor Presidente Uribe es uno de estos personajes. Tal

parece que pretende imponer un record Guines, en términos de sumar los mayores atropellos en contra de los

asalariados y desposeídos, en el menor tiempo posib le. Es una fijación enfermiza.

El referendo es, en mi opinión, un resumen mal elaborado de su programa. Es incoherente, en cuanto mezcla

conceptos como el de la reforma política, al lado de su doctrina económica...y todo, al lado de silogismos

moralizantes. Tal vez, fue hecho así de manera intencional. En psicología, la fuerza que adquiere una figura

que cautiva a partir de expresar lugares comunes como vehículo de comunicación con personas ávidas de

opciones mesiánicas, ante su impotencia y su incapacidad para promover transformaciones que afecten el

orden establecido e impuesto; es parecida a los hipnotizadores. La conciencia y la lucidez, se convierten en

minusvalía mental que afecta la autonomía personal y colectiva. Con un análisis mínimo del texto

(Referendo), es posib le encontrar expresiones de esa posición de doble moral en el señor Presidente.

Veamos: en su alharaca publicitaria ofrece el Referendo como propuesta en contra de la politiquería y la

corrupción. Sin embargo, al presentar (en el texto) la propuesta de permitir que el presupuesto para gastos de

inversión, se defina previas audiencias públicas promovidas y auspiciadas desde las corporaciones públicas

de elección popular (pregunta 4); no es otra cosa que reivindicar, sutilmente, la figura de los auxilios

parlamentarios. De otra parte, todo lo concerniente a los partidos políticos (el umbral, a manera de ejemplo) ya

está definido en la Ley que reforma la actividad política partidista. Lo único “nuevo”, en este contexto, tiene

que ver con la manera de presentar el mandato constitucional en términos de la pérdida de investidura, de la

prohib ición de suplencias en las corporaciones públicas de elección popular y del castigo a la injerencia de

funcionarios públicos en asuntos que lo beneficien económica y políticamente (claro está que, aquí, queda

eximido el señor Ministro del Interior, Fernando Londoño Hoyos). En los artículos 134, 183, 261, 263 y 355 de

la Constitución Política, aparecen definiciones precisas en este sentido, por lo tanto se trata, simplemente de

128

aplicarlos, plenamente, sin necesidad de reivindicarlo como “descubrimiento” a la manera de los brilladores de

metales que transforman, transitoriamente, en brillo cualquier baratija; para luego venderlos a los incautos.

Ahora b ien, la pretensión del señor Presidente de modificar, por la vía del Referendo, el entendido de los

derechos adquiridos en lo que respecta a las pensiones; así como su intención de congelar los salarios como

mandato; no son otra cosa que una concreción de su formación en teoría económica. Coincide con la visión

del FMI. Es la teoría de la inflación cero, como propuesta para el crecimiento económico. Una postura

monetarista que propone y convoca al manejo instrumental en la relación oferta-demanda. Es algo así como

alcanzar el saneamiento y equilibrio macroeconómico, a costa del empobrecimiento generalizado de la

población. A partir de ahí es obvia la justificación para hacer aparecer su doctrina y su claudicación, como si

fuera una decisión soberana de los votantes.

A lo anterior se suma el hecho de su propuesta a través de la cual pretende reformar el concepto y aplicación

de la justicia. Es compatib le con el estatuto anti-terrorista que ya ha cursado una legislatura. Una vulneración

absoluta de las libertades individuales, del debido proceso y de la presunción de inocencia. Es una versión

mucho más infame que el Estatuto de Seguridad expedido por el señor presidente Julio César Turba y Ayala

en 1978 y que permitió una cacería de brujas indiscriminada, soporte para detenciones arb itrarias,

desapariciones y asesinatos. Además, en esta propuesta reformatoria, se pretende convertir la tutela en un

instrumento inocuo, sin ninguna repercusión efectiva. Se pretende, así mismo, eliminar (de hecho) el rol de la

Honorable Corte Constitucional.

Estamos, entonces, ante un Presidente que pretende erigirse en emperador plenipotenciario. Inclusive ya ha

esbozado la propuesta de la reelección…”87

13. La urdimbre militarista y las libertades (Prólogo al Texto-Novela “Samuel”, autor

Parmenio Cano G. Previa autorización)

Ser humano, implica asumir la vida. En el día a día. Inmerso en la complejidad que la recrea. Es estar en

contacto consigo mismo, en la perspectiva de dilucidar la razón de ser. El ir y venir en esa búsqueda,

adquieren significado, sólo cuando reclamamos ser nosotros mismos.

El problema, entonces, bordea abismos. Ya que estamos en constante lucha. Porque somos cautivos de los

orígenes. Es historia que nos cruza de manera transversal. Condicionando los pasos. Ensayamos los sesgos.

Esos que, a cada momento, nos vemos obligados a andar. En la intención de salir. Un laberinto en el cual

conocemos la entrada pero no la salida. Ahí, quisiéramos acercarnos a Ariadna. Quisiéramos identificarla;

para que nos guíe. ¿Pero adonde? Pregunta que no encuentra respuesta. Ni ahora, ni nunca. Porque estamos

obnubilados. Esos rezagos que arrastramos. Inclusive, viviendo las contradicciones entre lo individual y lo

colectivo.

El gendarme militar es ese ser individual. Interactúa con los demás, a manera de exteriorizar. Pero no puede

zafarse. Una contradicción entre el querer ser y el ser. Este último deambula. Los territorios que pisa ya

estaban creados. Antes de ser él. Atavismo centrado en esos símbolos que no podemos desechar. Que nos

87 Cano, Parmenio “Acerca del Referendo”. Publicación en cuadernillo, 2002.

129

persiguen. Entonces, Samuel, puede ser él o puede ser otro. Lo único que ansía es dirimir la querella. Porque,

siendo él como sujeto enrevesado, remitido de manera constante al pasado. Pero, también, en búsqueda de

una condición de sujeto libre. Pero los demás están ahí; acechándolo.

Viene, consecuencia, el desvarío. Ese que parece no tener límites. Bordea el ab ismo. Siendo, aquí, ab ismo el

contexto. La sociedad que lo requiere y trata de asimilarlo. Pero Samuel no se deja asimilar. Unas veces es

uno, cercano a la ternura y al compromiso con la asertividad. Amando, pulsando la vida; en una perspectiva

de ilusiones; construyendo escenarios de compromiso. Siendo herético, pero inmerso en actuaciones hacia

una calidad de vida soportada en la pasión a la que convoca la condición de amante. Un ejercicio en el que

las mujeres son sujetas de acción, autónomas. Seres inmensos que coadyuvan a la construcción de esa

calidad de vida. Pero, otras veces, Samuel es sujeto pérfido. Que recrea escenarios de vulneración. Ha

protagonizado un desvío que lo conduce a la condición de sujeto vesánico. Aquel que va tejiendo la venganza.

Con una sociedad que le es adversa. Porque él la desconoce. Tanto en sus rituales y esquemas moralizantes;

con sus exigencias de equilibrar individualidad y colectivo. Pero no a la manera simple del Contrato Social de

J.J. Rousseau. Es más b ien en la figura de compensación entre nihilismo y la Razón kantiana. Entre el

universo de actuaciones soportadas en ese pulso individual y el pulso colectivo. Individuo y sociedad que se

contradicen. Pero que, al mismo tiempo, sitúan zonas de no agresión.

E entonces, puedo ser yo o cualquier otro. Con una asimilación de lo edípico, por la vía nefanda. Como sujeto

agresor que convierte su incapacidad para asimilar los derechos de los y las demás, en ofensiva hiriente,

avasalladora, vulneradora. En donde todo se vale. Por esto, su ética de lo posib le lo acompaña. Porque se

enajena. Considera que todo está permitido. Reivindicando una autonomía absoluta de cada ser. Siendo él el

que tiene la misión de otear el horizonte y conduce sus impulsos. Siendo estos insumos que deben ser

respetados y acatados. Es, entonces, la individualidad sobre derechos de los demás. Es único. Individuo que

vierte miserias. Que se regocija con ello. Que conduce su ser de conformidad con sus intereses. Todos y

todas tienen que claudicar. Es él, el centro, el orientador. Se siente sujeto de acciones no transitorias, sino

perennes.

Mientras dure la vida hay que vivirla. El tránsito hacia otra expresión de vida, es lineal. Porque, vuelve a

retomar la contradicción y la convierte en otro derrotero que guía su quehacer. Otra vida. Otras vidas. Cada

una más perdularia que la anterior.

Una perversión más. En un acumulado cada vez mayor. Un acumulado de vulneraciones. Cada vez más

atrab iliario. Siendo, en consecuencia, Samuel sujeto portador de repetidas laceraciones. Un misógino

inveterado. Odia a las mujeres, porque antes odió a su madre. Ese odio primero lo condiciona. Y él se deja

condicionar, no quiere salir del foso pútrido. Quiere estar en él; hacerlo vida; cosiéndolo a su pasado.

Justificando, desde allí, sus actuaciones perversas. Que son tal, en razón al significado que él le adjudica a la

vida. Es su vida, no le está permitido a los otros o a las otras colocarle límites. Esa lógica soportada en que lo

colectivo prima sobre lo individual, no es lo suyo. Es al contrario.

Pero vuelve el desvarío. La esquizofrenia constante. Él se aniquila y vuelve a nacer. Vuelve a empezar.

Vuelve a vulnerar. Cada vez con más ímpetu. Acciones viciadas desde el comienzo. Porque, es uno y otro.

Una confrontación que se profundiza con el paso del tiempo. Siendo Samuel el sujeto constante. Que deviene

en dos. Que se ubica como portador de un estigma. Lacerante. Bandido absoluto.

130

Y es que, esos orígenes, lo persiguen. Lo atosigan. Es, en consecuencia, elemental su extravío. Su

desmoronamiento. Quiere ejercer ternura; pero no puede. No es lo suyo. Por lo mismo llega a odiar a quienes

no son sus pares. O, simplemente, a aquellos y aquellas libertarios y libertarias. Vuelve y juega lo

ignominioso. Él avasalla a los demás. Si no son como él, estos y estas deben desparecer; deben ser

aniquilados.

Y los instrumentos para hacerlo, están ahí. Ellos son ejecutores de muerte. En pasivo o en activo. Todo

cuenta. Al final, el militar, se sumerge en el mundo de los lapidarios; de los verdugos. En una sociedad que se

ha venido descomponiendo y él ha estado allí. Como testigo y como actor. Portador de la virulencia y la

satrapía. Por fin es uno solo. El sujeto perdulario que descifró la partición espiritual y se quedó del lado

agresor. Es su muerte definitiva. Al menos esa es la sensación que queda. Ser testigo de su propia muerte.

Sentir que ya no puede más. No habrá más caminos. Ya los ha recorrido todos. Como queriendo no volver a

levantarse. ¿Para qué, si ya todo está vivido?

Eso somos. El significado que adquiere volver, no es otra cosa que añorar el regreso. Para ver si terminamos,

de una vez por todas, el lib reto. Ese que no alcanzamos a memorizar, a recrear; a transferir. Como si la vida

que continúa, no pudiera serlo si no estamos. Creemos que tenemos un rol que trasciende al tiempo. Ya sea

hoy, o en 2025, como Isolina. La mujer de la esperanza. Ella recapitula la historia de sí misma. En ese

contexto agresor que la expulsa. Porque no conviene su presencia. Porque si ella sigue viviendo, se

desmorona el escenario que han construido los que dominan. Desde ahí. Desde su poder, hasta una

actuación con mil tentáculos que asfixian y matan. Son sus aurigas y corifeos. Los que todo lo justifican. Como

dice Susana. Como lo dicen Adrián y Pánfilo. Como los recopila el verdugo militar. El tránsito de la espera nza

no puede prosperar. Porque de hacerlo, desaparecerían los ob jetivos ya trazados. Objetivos vinculados a la

dominación

En fin, pues, el militar ha nacido, ha muerto. Ha nacido y ha vuelto a morir. Pero vendrán otros como él.

Verdugos de los trasgresores. De esos y esas que estuvieron con él. Pero que, con su traición, han

desaparecido, han muerto. ¿Será que sus huellas, no tendrán intérpretes mañana? Samuel quiso eso. Ver y

auspiciar la muerte de la esperanza, a través de su poder. Poder heredado, transmitido. Como si, al nacer, lo

llevara en sus genes. Como si al morir él, quedara flotando. Para que otros, después de él, l o aspiren y lo

extiendan. A futuro. Ese futuro que es cierto para los agresores. Incierto y angustioso para los trasgresores.

Entonces, de ser así, ya no veremos a Isolina; ni a Demetrio; ni a Juliana y Pedro. Ellos y ellas no podrán

volver. Porque lo impiden los mandarines. Los que vendrán después del ciudadano A. Más vesánicos que él

mismo. Porque han aprendido de él su concepto de democracia. Una sola: la que convoca a la eliminación de

los contrarios. Ya Isolina no está, Demetrio tampoco. Pero lo que nos duele a quienes seguimos creyendo en

la esperanza y en la liberación; es que pase el tiempo sin acceder al universo de opciones no codificadas; no

lapidadas. Seres como yo o como usted, diferentes.

Ese es el reto para quienes vendrán. Aquellos y aquellas que enjuiciarán nuestro derrotero. Porque fuimos

inferiores al canto de la ilusión. Porque nunca entendimos que para posesionar a la humanidad en su rol más

trascendente.; aquel que nos llevará al b ienestar y a la equidad; tendríamos que haber derrotado a los

agresores. Tal vez, quienes vengan después de nosotros lo hagan. Por ahora estamos en deuda.

131

14. La comunicación y la verdad. El periodismo. La vulneración y la guerra. La guerra

de guerrillas. (Adaptación, autorizada, del Texto “Las Mujeres y el Periodismo en Colombia”,

trabajo de grado, Universidad de la Sabana).

Me la he pasado de esquina en esquina, como dice la canción. Tratando de dilucidar esos acopios que he

encontrado, por ahí. Como transidos de nostalgias y de virulencias. En un país como el nuestro. Saturado de

hegemonías y de vituperaciones. Andando al garete. Como si no hubiese podido sentar cabeza. Indagando.

Proponiendo. Analizando roles. El mío no endosado a nadie. Más o menos configurando propuestas. Para mí.

Porque nadie más la ha leído. Es posib le que, ahora que me eché el fardo de los antecedentes de la proclama

guerrillera y de sus acciones. Ubicando, inclusive la memoria en esos momentos álgidos y mendaces. Con un

1928 atareado de recopilaciones. De muertos en las bananeras. De presidentes con alma de sanguinarios

conductores. De esos que recib ieron la indemnización por la entrega de Panamá al imperio norteamericano.

Con simulaciones de ejercicios democráticos. Tardíos y mentirosos. Como cuando dijeron que la masacre de

trabajadores en el Magdalena era pura invención de los “enemigos de la fe en Mar ía Auxiliadora, el Corazón

de Jesús y los ungidos representantes del pueblo que quiere la paz. La añora. Después del ejercicio

guerrerista durante casi ochenta años. Transcurso temporal en el cual se asociaron los perversos. Dizque

reclamando heredad de los libertarios. Con Marco Fidel Suárez como estandarte de la humildad. Y Olaya

Herrera emergiendo como propuesta de cambio. Y de Eduardo Santos anclado en la “doctrina liberal”. Siendo

eso nada más que otra cara de los gendarmes apasionados por el arte de m entir. De tergiversar. De imponer

rigores cada vez más emparentados con el imperio. Por una vía en la cual se asociaba la teoría económica

cimentada en una simple sustitución de importaciones. En un marco en el cual Europa se desangraba. Con

dos guerras mundiales casi sucesivas. Y, aquí, inventando posiciones. Arraigadas en el pasado siempre.

Centradas en el dominio. En la tergiversación de los horizontes.

Surgiendo el movimiento sindical. María Cano ahí, esa sí como heredera visionaria de Policarpa y de

Manuela. Cruzando el país. Proponiendo un método para auscultar lo que en realidad pasó y pasaba. Un

Partido Comunista orientado por Stalin. Cabeza visib le de la revisión de la doctrina marxista. Después de la

Revolución Rusa. Sin descifrar el legado de Lenin y de Trotsky. Aurigas perversos. Que ya se posicionaban

en la Guerra Civil española, como ostentadores del engaño. Desconociendo el poder obrero en Cataluña.

Yendo por verdades a medias. O no verdades.

En fin, disociando. Y con el Partido Liberal, en Colombia, navegando a bordo de ellos mismos. Sin entender

siquiera lo que significan las reformas a nombre de las libertades. Herederos negados de la Revolución

Francesa. Con sus íconos Bolívar y Santander, b landiendo quien sabe que ilusiones de mitad de c amino.

Horadando lo libertario. Hasta convertir en heces los legados libertarios primeros. Desde 1810, presentado

como comienzo. O desde 1819, presentado como culminación de la guerra libertaria. Pero, en fin de cuentas,

distorsionando las verdades. Pareciera que el término libertad, estuviese asociado con cualquier cosa.

Menos con la libertad misma.

Un extravío kafkiano. Con manipulaciones de los imaginarios. Y con latencias constantes que asediaban a

cada sujeto. Como queriendo rematar la frase esa que habla de “los pueblos errantes que no se reconocen a

sí mismos. Una decantación de lo colectivo, hacia lo individual. Pero, de todas maneras, extraviado. Como

132

ese sujeto de “El proceso” y de “la metamorfosis”. No recocidos en sí mismos. Una dualidad en donde no

había espacio para lo sacrílego. Porque se reclama como verdad lo oficial. Liberal o Conservador, según la

época. Con Uribe Uribe lejano en su libertad. Liberales y Conservador ignorando ese pasado de violencia. O,

mejor sería, hablar de insumo constante. Una población al margen de cualquier decisión. Una manipulación

permanente.

Y, ya en 1948, con concreciones cada vez más vesánicas. Lo de Gaitán muerto, siendo emblema de los

liberales. Más no de la libertad. Suceso, el de su muerte, que no hemos podido discernir. Un caudillo asociado

a una falsa lucha por la liberación. Simple réplica de lo que pudo haber sido y haber hecho Galán o Garibaldi.

O un Bolívar ansioso de poder. Pero sin referentes democráticos reales. O de un Santander inmerso en

proclamas de leyes y de ejercicios jurídicos en términos de la república.

En fin que, en ese escenario, los del pueblo (como añoranza demagógica) sucumbían. Bien fuera como

liberales o conservadores. Un hostigante contubernio. Y se iban formando réplicas de Ghettos en el campo.

Campesinos que eran acosados por los bandidos del poder. Ghettos cada vez más anchos. Más numerosos.

Asfixiados por la dirigencia liberal y conservadora. En un estado de indefensión. Solidarios con ellos mismos.

Pero olvidados. Con teorías acerca de la paz. Más parecida a la paz de los sepulcros. Y un derrotero sin

horizonte. Aquí y allá.

Y se fueron juntando soledades y miserias. Hambrunas generalizadas. Y el pueblo ahí. Sin saber qué hacer y

qué decir. Lo cierto es que, cada vez más, distanciados de cualquier ejercicio conciente de la libertad y la

democracia. Buscando asideros en lo único que era suyo. La desesperanza.

Y, por lo mismo, el acumulado de miserias y de soledades, se fue imponiendo. Sin salidas diferentes a

aprender a defenderse. Y el pueblo liberal sin entender por qué sus dirigentes se hacían cómplices con el

poder. Ahí, en ese campo hostil. Y surgieron organizaciones espontáneas. Auto defenderse o morir. Esa era la

consigna.

Y como cuando llegó, otra vez, la estampa militar. Diciendo lo mismo que ya, durante siglos, se había sabido.

Que la defensa de la patria. Que la defensa del orden. Que…, en fin de cuentas campesinos, niños, niñas,

adultos, adultas, mujeres y hombres; en un itinerario forzado, por la ráfagas. Obligados a ma nejar ráfagas

también. Y la travesía. Y la organización rudimentaria para la guerra. Es allí, en ese escenario en el cual

aparecen las Farc. Veamos un poco lo de las verdades ocultas o no verdades, en los siguientes términos.

Digamos que reconocerse, implica una primera identificación del significado básico como sujeto; en lo que

este tiene de vigencia como expresión de lo humano que se concreta. Aquí, entonces, lo femenino y lo

masculino, supone una interacción originada en el “descubrimiento” de la d iferencia que, a su vez, está

asociado al desarrollo de las percepciones primarias que, por esto mismo, permiten agregados hacia la

construcción de acciones y realizaciones complejas. En otras palabras, se trata de logros individuales y

colectivos denominados (...en una sumatoria lógica, mas no de lineal) cultura.

La desagregación de roles, en escenarios de intervención y presencia de los sujetos (hombres y mujeres),

trascienden a la sola posición adjudicada por la diferenciación b iológica, natural. Se enti ende como

elaboraciones en nexo con ese reconocimiento de sí; como esa expresión que trasciende a lo primario y se

133

convierte en pauta, en códigos instaurados como necesarios, que requieren ser acatados, sin que

necesariamente, implique a la identificación o, inclusive, así supongan una posición en contravía de la

autonomía y la libertad para el desarrollo de la individualidad.

Entonces, cada construcción cultural; pasa por la imposición de un determinado modelo, de una determinada

guía o procedimiento para consolidar el reconocimiento que invoca cada individuo (a); en un contexto que

reclama y requiere ordenar y pautar la vida; como soporte para articular, para justificar el “equilibrio” entre

quienes conviven en un espacio territorial y han heredado proced imientos, costumbres y visiones de lo

natural. Por lo tanto se entienden comunes. Se asume, en consecuencia, que “se ha estado ahí”..., “y se está

ahora”; con los condicionantes y las imposiciones que han sido previamente desarrolladas y acumuladas,

como agregados que comprometen.

Visto así, la noción de lo social, se erige como colateral de los acumulados y agregados culturales

compartidos (...Impuestos) y que ejercen como condicionantes; para hombres y mujeres en escenarios

territoriales y geográficos determinados. Inclusive, la misma noción de geografía, territorio y espacio, está

relacionada con las identificaciones previamente establecidas y transmitidas.

Ahora b ien, en el entendido moderno, se habla de civilización, cuando se quiere referenciar al desarrollo de

los seres humanos, precisamente con esas identificaciones, esos códigos, esas herencias, como modelos y

como pautas. Esto explica, entre otras razones, la existencia de disciplinas y profesiones que investigan y

analizan los momentos y periodos que ha precedido al presente y, a partir de ahí, localizan b ien sea

estereotipos y/o expresiones valoradas como “prueba”, cuando se trata de identificar aspectos específicos o

líneas de comportamiento.

Para el caso que nos ocupa, hablar de género, como condicionante; como insumo que permite entender la

diferenciación b iológica y que, al mismo tiempo, permite efectuar el seguimiento y análisis de las

elaboraciones culturales, las pautas y los códigos construidos, a partir del desarrollo y agregados cultu rales.

No es algo diferente a introducir esa variab le subjetiva que nos permitan entender las implicaciones; como

quiera que (...ya lo dijimos arriba) las restricciones a que conlleva cualquier modelo impuesto como válido y

necesario para permitir los “equilibrios” entre la individualidad y un colectivo (...o sociedad); están dadas por la

inherente pérdida de la libertad, de la autonomía absoluta de cada sujeto(a).

Podría decirse, entonces, que el género (como variab le que se precisa y se hace visib le en el desarrollo

cultural), convoca a entender dinámicas y lógicas adicionales, como expresiones diferenciadas que permiten

reconocerse e identificarse a los (as) sujetos (a), como portadores (as), b ien sea de restricciones adicionales o

de derechos conferidos por las normativas y los códigos culturales asumidos como válidos.

Así las cosas, nuestro punto de comienzo, supone la preexistencia de valores (...Como concreciones de lo

cultural) que permiten e inhiben. Es lo siguiente: asumimos como vigentes (...sin qu e implique aceptarlos)

referentes que permiten una línea de interpretación primaria, en cuanto a la diferenciación b iológica entre

hombres y mujeres, en la cual se erige como insumo condicionante la “necesaria” coacción, la necesaria

implementación de códigos que establecen un nexo lógico, explicable, justo; entre esa diferenciación

b iológica-natural y las restricciones hacia las mujeres; como una figura que, simplemente, expresa una

interpretación de algo preestablecido. Una figura que invoca la división de roles, en donde los (as) sujetos (as)

134

deben reconocerse en relación con la jerarquización de los mismos y, en donde, lo masculino emerge y se

impone en condición de superioridad.

Es punto de comienzo supone, asimismo, entender la dinámica histórica; como elaboración que conlleva a

precisar, analizar y validar momentos y períodos; en un contexto en el cual el significante subjetivo puede o no

ser cuestionado. Pero, de todas maneras, debe ser interpretado como inherente a ese momento, a ese

período determinado. Es como la asunción de una lectura y una didáctica en donde se puede “explicar” lo

cotidiano del pasado, con arreglo a los acumulados culturales...o, lo que es lo mismo, al estado de desarrollo

de la civilización en su momento. Inclusive, a manera de ejemplo, pueden aparecer con posterioridad,

expresiones en las cuales se presentan “excusas” a nombre de los beneficiarios de determinados acumulados

culturales (. como los religiosos) por el hecho de haber permitido, desde l misma lógica inherente a esos

agregados, exterminios de aquellos y aquellas que ejercieron como contradictores, al margen del grado de

ruptura propuesto y desarrollado por estos (as). El caso patético de las Cruzadas Cristianas y de los

Tribunales de Inquisición. Y el “arrepentimiento” de la Jerarquía Católica, con el liderazgo de Juan Pablo II;

simplemente es una muestra de ello.

En esta línea de interpretación, el análisis del rol de las mujeres en la construcción y desarrollo del periodismo

en Colombia, particularmente a finales del Siglo XVIII y en el Siglo XIX, supone precisar un contexto en lo que

podríamos llamar “La sociedad del Nuevo Reino de Granada, en nexo con las imposiciones culturales de

España.”

Queda claro, en aplicación de la caracterización propuesta arriba, que las condiciones vigentes en el período

que comprende el análisis, estaban cruzadas por los insumos conceptuales y los valores que ejercían como

códigos, como yuntas originadas en el ideario de quienes ejercían como invasores y detentadores del poder.

A su vez, esos valores y conceptos de los españoles, tenían un nexo, no circunstancial, con los conceptos y

valores predominantes en Europa. Es una interacción de doble vía, en veces con rasgos contradictorios (...e

incluso antagónicos, como en caso de la opción derivada de la Revolución Francesa en 1789 y su colateral la

Declaración de Los Derechos Universales del Hombre, con respecto a la opción mantenido por la monarquía

española, particularmente en cuanto al control autoritario ejercido en el “Nuevo Reino de Granada”.

Para el caso específico del escenario político y social en el periodo objeto de análisis, se expresaba con todo

rigor ese principio básico que reivindicamos como válido: la imposición de valores construidos a partir de los

paradigmas tejidos, en un proceso que involucró a todo el quehacer, que fue agregando interpretaciones y

decisiones; con unos determinados referentes. Una sucesión de construcciones, en las cuales predominaban

aquellos conceptos y aplicaciones que convocaban a los sujetos (hombres y mujeres) a reconocerse en ellos;

a identificarse con esos proyectos y con todo el proceso. Es obvio, en esa perspectiva, que “lo conciente”

(...así como ahora), no era otra que la ob ligación a asumir como propias las imágenes y las “instituciones”,

fundamentalmente ancladas en la visión del mundo coincidente con la Religión predominante., entendida e

impuesta como la única posib le.

Que decir, entonces, de los “habitantes originarios” del nuevo territorio, conquistado, avasallado, esquilmado.

Fue una labor (...así lo expresa con lucidez Eduardo Galeano, en su texto “Las Venas Abiertas de América

Latina.). Una oscurana absoluta en términos del conocimiento. Una imposición que reclama la ob ligación de

asumir la “única verdad posib le” (...la del Rey, de sus delegatarios., de la Iglesia Católica). No hay lugar para

135

escisiones, fundamentalmente en lo que hace a la interpretación del mundo físico, como expresión inmanente,

en todo tiempo y lugar, de la divinidad, de su sentir; que no era otra cosa que la reivindi cación del poder

terreno, como simple extensión de ser poder divino.

En lo anterior, la ignorancia, “ese reconocerse” como sujeto perdido, sin libertad, sin elementos para el

discernimiento y para la apropiación adecuada del conocimiento; tenía una cobertura total. Eran vasallos los

sujetos hombres y los sujetos mujeres. ..Pero, estas, sufrían (...casi como ahora) el doble rigor, la doble

expoliación espiritual. No podía ser de otra manera; porque el Imperio (España), no era otra cosa que el

horizonte cultural en el cual se acuñaba como cierta y necesaria la coincidencia entre la diferenciación

b iológica y la diferenciación (discriminación) efectiva, práctica, cultural.

La acción de comunicarse es inherente a la condición humana. Es la palabra, com o transferencia de

necesidades, de sentimientos...del conocimiento. El acumulado cultural, los agregados primarios y

complejos, han permitido establecer las conexiones indispensables, en el proceso de elaboración

mediante los cuales es posible vivir y sentir el contacto con la naturaleza, de su transformación. La

noción de comunidad solo adquiere presencia y dinámica plena, en función de la comunicación de la

palabra.

Ahora b ien, el sentido de las palabras (al menos en su aprehensión inicial), como transferencia, como

instrumento primero para la comunicación; tiene que ver con lo que él (la) sujeto reconoce e identifica como

insumo que no le es extraño para expresarlo al otro o a la otra. Asimismo, en la recepción, los mensajes

recib idos adquieren validez, en razón a la posib ilidad que otorgan para dilucidar, a partir de ahí, lo

desconocido. Es el intercambio de las opciones. Una figura cercana al trueque de ideas, de conceptos, de

imaginarios.

Lo que se erige como Civilización (en el sentido planteado arriba), ha desarrollado mecanismos inherentes a

la comunicación. Tanto como reconocer que ha instaurado lógicas permitidas, en el universo cultural

construido e impuesto como posible y como dominante. Ha sido un recorrido complejo; en donde los

agregados asumidos como cultura, no son otra cosa que la reivindicación de paradigmas circunscritos a las

“ideas” vigentes, válidas, permitidas y aceptadas. Por esta vía se ha arribado a opciones en las cuales lo que

se “transfiere” y/o “transmite”, es una forma de replicar y difundir eso que es permitido, validado y aceptado.

Cuando se comunica algo que pueda ejercer como disidencia o cuestionamiento de ese “ordenamiento

cultural válido”; se incurre en herejía...y, por lo tanto, debe ser obstaculizado, cuando no castigado. Ya lo

decíamos antes, en referencia a la acción inquisidora por parte de los vigilantes, representantes de las

jerarquías y de la dominación, en defensa de las únicas verdades posib les.

Los acontecimientos políticos, a partir de 1808, permiten la expresión de modificaciones fundamentales, en

cuanto reivindican la necesidad de hacer mucho más pleno el entendido de libertad de opinió n, como correlato

de la libertad de imprenta, expresión que tendrá vigencia constitucional, tanto en América, como en España.

Esto es lo que explica la incidencia alcanzada por El Memorial de Agravios, difundido por Camilo Torres.

Constituye, en la línea de interpretación que hemos venido trabajando, una figura cercana a la ruptura

conciente, con respecto a la autoridad impuesta, por la vía de otorgar símbolos que reclaman la libertad para

acceder a la información y a la expresión, aún en contravía de los paradigmas difundidos y que ejercían como

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única verdad posib le. Se juntan, en ese proceso, la aspiración a la libertad individual y colectiva en términos

políticos y del conocimiento; con la aspiración a la libertad de empresa, significando el derecho a ejercer la

prensa, como posib ilidad comercial, como proceso derivado del concepto de sociedad moderna.

El desarrollo de la comunicación escrita, a partir de 1808 y como extensión de la incidencia de los periódicos

establecidos, estuvo centrada en la difusión de expresiones y propuesta políticas. Algo así como la difusión de

idearios relacionados con los intereses inmediatos, b ien sea de sus promotores y fundadores, o de quienes,

simplemente utilizaban esos medios de comunicación, para transferir sus arengas y sus programas. Una

politización que obnubilaba, que sesgaba y, hasta cierto punto, desdibujaba, los principios originar ios de

libertad de opinión. Pero, también es necesario reconocer, que las expresiones vertidas en esos medios,

lograron cierta desestabilización de los valores tradicionales, al difundir visiones y opciones soportadas en

nuevos conceptos, en una hilvanación lógica con los avances de la Ilustración y los descubrimientos

científicos y sociales, que la misma permitió desarrollar.

Se mantiene, entonces, la dicotomía, en una nueva versión; aquella que le imprime a la comunicación la

necesidad del pragmatismo relacionado con los intereses inmediatos. En este caso y, durante el curso de los

acontecimientos desde 1810 hasta 1820, hace presencia la figura de la imposición política, como corolario de

la necesidad del proceso. Es, ni más ni menos, otra forma de coacción; si se entiende el postulado

fundamental de la libertad de expresión. Solo que, ahora, el condicionante adquiere la justificación relacionada

con los rigores propios de los ob jetivos propuestos por parte de quienes ejercían como conductores del

proceso o, lo que es lo mismo, de la nueva verdad, del nuevo modelo que confronta al poder tradicional, a su

autoridad.

El nexo entre los postulados de libertad de opinión (...y de prensa) y de independencia (. como expresión de la

libertad política colectiva); se concreta, en cuanto puede argüirse que el primero prefiguró al segundo, en

razón a que desarrolló conceptos y contradicciones con respecto al poder tradicional, que fueron retomados

por los iniciadores de la lucha por la independencia. Es obvio que este nexo no puede ser entendido en

términos absolutos, ni en desconocimiento de los agregados básicos que se acumularon en todo el transcurso

de los acontecimientos previos y de la influencia recib ida, en desarrollo del significado de la representación

colectiva y de una nueva forma de gobierno, en donde las decisiones comprometieran a las fuerzas sociales y

políticas autónomas, sin el rigor de las imposiciones monárquicas. Esa perspectiva fue entendida, también,

por Pablo Morillo, delegado por la Corona para e jercer con “restaurador”, en el interregno 1810-1819.

Es importante, en el contexto descrito arriba, analizar (. También) el significado que tuvo la fragmentación

política provincial, en Colombia, a partir de 1810. Porque, como puede demostrarse posteriorm ente, esa

fragmentación se va a concretar en propuestas y realizaciones relacionadas con el curso de la Independencia,

como proceso que no termina el 7 de agosto de 1819; sino que se extiende durante períodos posteriores en

donde la confrontación política, aparece como realidad que afecta e incide en la construcción de la opción

Republicana. Una confrontación que se ejerce, fundamentalmente, por la vía de propuestas acerca de las

formas de gobierno, del significado y alcance de las opciones de liderazgo pol ítico y de la organización

territorial. En ese escenario, la prensa adquiere un rol importante, diríamos especial. Prueba de esto, lo

constituye la utilización que hizo de la Bagatela, don Antonio Nariño (en el proceso de confrontación a la Junta

137

de Gobierno, después de 1810), en procura de asumir el Poder. Asimismo, la respuesta desde las páginas del

periódico Federalista Argos, que permitió confrontar esas aspiraciones.

Consideramos pertinente una trascripción que describe ese significado que adquirió el rol de la prensa. Ese

sesgo que, hasta cierto punto, transgrede el principio de libertad propuesto para la comunicación y la

información, al comienzo de la actividad periodística, veamos.

En las primeras fases de los acontecimientos revolucionarios la prensa pierde un poco su lugar privilegiado

como mecanismo de comunicación – luego, en un ámbito de menor incertidumbre, volverá a ocupar ese lugar

- , a favor del impreso menor y de un impreso que, como la proclama, constituye ante todo un llamado a la

acción. A su manera, F.J. de Caldas pone de presente esta situación cuando nos informa que el Semanario

se vio temporalmente suspendido, por las nuevas tareas que se le imponía a la imprenta, ahora por completo

al servicio de la “actualidad”, pues debió dedicarse a la publicación de manifiestos, bandos, actas,

convocatorias y otras piezas políticas, que exigían hacer a un lado por unos días las memorias sobre

la enfermedad del coto, la propuesta sobre las mejoras en los cultivos del tabaco y del trigo, etc.88

Nos vemos, en consecuencia, inmersos una cotejación que convoca a discernir acerca del verdadero rol de la

prensa, como medio de información, que imprime a la opinión pública, entendida como sujeto colectivo que

actúa en el espacio y en el tiempo. Tanto como entender una dinámica en la cual, la didáctica y la

profundización en torno a conceptos y propuestas, es reemplazada por la información, como proclama, como

propaganda que difunde y convoca a entender y aceptar unos determinados objetivos, a partir de los

conceptos y propuestas de quienes actúan en condición de líderes del proceso.

Es un rol que se modifica, conforme a las exigencias inmediatas y tendencias de la confrontación política. Se

configuran dos frentes que atienden la información y la “orientación”. De un lado la confrontación a la

Monarquía y la difusión de los principios y propuestas de la Independencia. De otro lado, la confrontación al

interior de las fuerzas políticas y sociales que lideran determinados dirigentes, a partir de propuestas

originadas en su particular visión de los acontecimientos; en su particular método para construir opciones.

En lo que sigue, efectuaremos un seguimiento a esas expresiones, sin perder el referente inicial propuesto, en

cuanto a la indagación de los roles, en consideración al género.

14.1 Del Periodo 1810 - 1819

La liberación, como proceso y como resultado, supone la presencia de rupturas. Podría decirse que la

combinatoria ideal, lo más cercano a la utopía que ha sido objeto de deseo y que ha propiciado búsqued as

perennes, por los hombres, por las mujeres, tanto en lo individual como en lo colectivo. Además, ha sido

objeto de deseo por parte de aquellos y aquellas que han sido oprimidos y oprimidas, en constantes

vulneraciones; como quiera que hayan sido minorías, etnias, razas estigmatizadas y sujetos de martirologios.

Porque, en esto de liberarse, la convocatoria es a la trasgresión. No se puede entender de otra manera, por

cuanto adquiere el significado a establecer nuevos horizontes y referentes. Nuevos valores que puedan ser

entendidos, reconocidos y acatados. Es tanto como escindirse con respecto a lo que ha ejercido, antes y

ahora, como atadura, como yunta….como inhib ición.

88 Ver El Periodismo y la Prensa a finales del sigloXVIII y comienzos del siglo XIX, página 63

138

El Contrato Social, propuesto por Juan Jacobo Rousseau, supone algo así como el equ ilibrio posib le; a partir

del cual los sujetos pueden reconocerse en su libertad, en sus derechos.

El hombre ha nacido libre, y en todas partes se halla entre cadenas. Créese alguno señor de los demás, sin

dejar por esto ser más esclavo que ellos mismos. ¿Cómo ha tenido efecto esta mudanza? Lo ignoro. ¿Qué

cosas pueden legitimarla? Me parece que podré resolver esta cuestión.

Si no considero más que la fuerza y el efecto que produce, diré: mientras que un pueblo se ve forzado a

obedecer, hace b ien si obedece; tan pronto como puede sacudir el yugo, si lo sacude, obra mucho mejor;

pues recobrando su libertad por el mismo derecho con que se la han quitado, o tiene motivos para

recuperarla, o no tenían motivo alguno para privarle de ella los que tal hicieron. Pe ro el orden social es un

derecho sagrado que sirve de base a todos los demás. Este derecho, sin embargo, no viene de la naturaleza;

luego se funda en convenciones. Trátase, pues, de saber qué convenciones son estas. Más antes de llegar a

este punto, será mejor que funde lo que acabo de enunciar.89

El 20 de julio de 1810, inaugura un proceso, por medio del cual se reivindican, en principio, aspectos parciales

relacionados con la libertad; entendida como la posib ilidad de controvertir, así sea de manera restri ngida, al

poder vigente. No supone, por lo mismo que expresa posiciones individuales y colectivas de simple rechazo a

ciertas manifestaciones del virrey, una reivindicación plena de la libertad; como expresión que cuestione y

confronte todas las vejaciones, incluida la fundamental; aquella que hace referencia a la restricción absoluta a

la posib ilidad de acceder a otros referentes y a otros valores diferentes a los que han sido impuestos, por la

vía de la religión, de la segregación y el no reconocimiento de la condición de sujetos autónomos.

No es, el proceso iniciado en 1810, la asunción de nuevos roles; en cuanto al significado que debe adquirir la

libertad; cuando se le imprime la intención de ser sujetos que identifican los ob jetivos y, en consecuencia,

deciden por si mismos; reconociéndose como partícipes. Mucho menos, entonces, abarca asuntos como los

relacionados con entender la diferenciación entre hombres y mujeres, trascendiendo esa visión primaria de la

diferenciación b iológica; adjudicando derechos, en condiciones de igualdad. Es decir, se mantiene vigente y

se acepta la diferenciación, como aquella que adjudica prioridades a los hombres. Inclusive, en lo que

corresponde a las etnias y a las negritudes, se mantienen incólumes aquellas figuras de d iscriminación racial y

cultural. Por lo tanto, no significó la asunción de rupturas en ese escenario básico; no supuso la inserción de

una figura cercana a la contracultura. Se trató, fundamentalmente, del inicio de un proceso de confrontación al

poder establecido; en lo que este tenía de yunta que impedía el desarrollo de fuerzas sociales y políticas

emergentes.

La respuesta de la monarquía, asumida como restauración del orden, para contrarrestar las acciones por la

libertad, derivadas de ese hecho inicial; supone la profundización y aplicación del concepto relacionado con la

defensa de los valores, traducidos como poder y como paradigmas que convocan a la obediencia, al

acatamiento, al respeto. Una respuesta lógica, según el cuadro de valores e intereses de la Corona. Algo así

como entender que la Colonia se le iba de las manos, se perdía el control. Y, por consiguiente, las prebendas

89 ROUSSEAU, Juan Jacobo. El Contrato Social, edición impresa en Colombia por Gráficas Modernas, Bogotá D.C., página 8

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que esto originaba. Las concesiones políticas, no podía ser otras que aquellas que no transgredieran al poder

vigente.

En el transcurso de este período, ya lo dijimos antes, el rol de la prensa, como insumo necesario para la

comunicación; estuvo condicionado por las necesidades del proceso. Ya, en esto, es posib le establecer una

restricción de otro tipo; entendida como imposición que pretende centrar los esfuerzos en los ob jetivos de la

lucha revolucionaria. Vale la pena destacar, de paso, que esta constante se ha mantenido. La información, las

crónicas, relacionadas con acontecimientos inherentes a la guerra; pueden y deben se r restringidas; en razón

a que debe predominar el interés general, definido a partir de los ob jetivos propuestos por parte de quienes la

promueven y la dirige. Lo anterior se traduce, inclusive, en mandatos constitucionales precisos.

Antes de precisar respecto a los periódicos que aparecieron, a partir de 1820 y de sus objetivos; es pertinente

referenciar la intervención asumida por algunas mujeres, en el curso del proceso. Tal vez, en la intención de

presentar su significado; de sus alcances y, por lo mismo, del grado de conciencia libertaria, como sujeto

activo; además del nivel adquirido, en cuanto al reconocimiento de su autonomía, de la posib ilidad de pensar,

de dirigir, de hablar, de ...ser libres.

Ya había un antecedente. En las crónicas relacionadas con la guerra y con la intervención de los hombres en

ellas, en nuestro territorio, aparecieron las denominadas rabonas. Eran mujeres que acompañaban a los

hombres, a los soldados. Su rol, tenía que ver con servir a los hombres – soldados en la logística relacionada

con la alimentación; es decir, ejercer como cocineras. Algunos cuadros muestran, inclusive, a las mujeres

acompañando a la tropa, con sus hijos (as) sujetos a la espalda; por cuanto también debía cumplir su función

de madres.

En un ejercicio prospectivo, es conveniente recabar acerca de lo siguiente: ninguna de las constituciones

políticas regionales o nacionales, expedidas durante el siglo XIX, incluida la constitución de 1886; asume una

posición clara y definida acerca de los derechos de las mujeres...Además, para señalar de paso, tampoco

acerca de los derechos de etnias y de razas, diferentes a aquella asumida como predominante en nuestro

territorio. Ni siquiera, para el caso de la expedición la Ley de Manumisión de los Esclavos, en 1851; tuvo una

significación efectiva, en lo cotidiano, para el respeto a los derechos...estos (...y las mujeres), seguían siendo

considerados inhábiles, al momento de participar en procesos decisorios, incluidos aquellos que requerían la

expresión por la vía de voto…Entre otras cosas, las mujeres, tendrían que esperar hasta 1954, para ser

tenidas en cuenta en la actividad electoral.

15. El poder y su propuesta de regresión.

Una vez logrado el equilibrio, soportado en la opción de vida societaria; que nos ha permitido llegar

hasta el trazo del horizonte de procedimientos e instituciones en función de soportar la civilización.

Una vez adquiridas la noción y la praxis relacionadas con el quehacer colectivo y que devino en la

consolidación de los referentes inherentes a la humanización del conciente individual y colectivo.

Por caminos siempre de dificultad; como quiera que este equilibrio, acceder a él, ha sido una

apuesta por la vida. Soportando guerras, arrasamientos, aniquilaciones, etc. Decantando los logros

acumulados. En una constante depuración; en términos de efectuar una disección precisa de los

140

contenidos de los saberes acumulados. Habiendo soportado las ofensivas vulneradoras de

poderes paralelos asociados a la mixtura religión-conservadurismo. Habiendo efectuado, como lo

hemos hecho, acciones de profundo contenido transformador en casi todos los ámbitos. Habiendo

sufrido la persecución y exterminio, a nombre de la tradición y de la moral.

Nos encontramos con constantes que ejercen y han ejercido posturas y acciones de no

reconocimiento de las opciones de vida; ni de los avances en el proceso de validar insumos

mínimos de respeto y tolerancia. Han aparecido, en ese contexto, personajes perversos absolutos.

Sujetos que siguen atados a la prehistoria del quehacer social. Cuando, cada quien al garete,

efectuaba una interpretación individual de sus requerimientos. Y, posicionaba los mismos como

iconos para sí. Sin reconocer a los otros y a las otras como sujetos con derechos. Simplemente,

porque la noción de derechos es punto de comienzo de la vida societaria.

Personajes nefandos, que han hecho de los suyos principios preeminentes que deben ser

acatados. Los Césares; los reyes de Occidente; los faraones; los papas; los Zares, Stalin, Hitler,

Mussolini, Franco, Ronald Reagan; los Bush; Álvaro Uribe, etc. Todos ellos en contravía de los

logros alcanzados en incesantes tropeles. Porque la historia ha conocido del día a día. De esos

tejidos sociales, individuales y colectivos, que se han ido consolidando a pesar de las guerras

impulsadas por esos y otros, también como ellos, perversos registradores de la destrucción de

valores.

Construyendo aureolas en su alrededor. Como magos que convocan a la confusión; a la inversión

de la noción de verdad y de justeza. Garantes de la lucha por restaurar lo primario. Como cuando

éramos absorbidos por la dinámica de los proyectos de la naturaleza. En los cuales, ésta, imprimía

su marca. Ese tipo de sensación de impotencia, de temor, de soledad; nos acecha a cada paso;

ahora, cuando reviven los piratas vulneradores. Que imprimen, también, su marca. Chamanes que

delinquen con los principios; que convocan a santos oficios en procura de imponer sus instintos,

como figuras y posiciones; a partir de sus esquemas mentales, enfermizos. Delirantes. Su

significante es pariente de la desolación y de la ausencia de posibilidades libertarias. Su ética es la

barbarie. Su poder es la manipulación. A manera de mercaderes del trueque y la engañifa. Sin

ningún agregado de calidad humano; absolutamente ninguno.

Una escenografía que confunde al público. Como bufos que desorientan. Que crean horizontes

enfermizos; a partir de exhibir niveles de aceptación. En esto, Hitler y Mussolini fueron maestros y

a ellos les debe Álvaro Uribe sus fuentes teóricas y conceptuales. Pueblos enteros confundidos.

Masas vergonzantes que (como en el caso de Álvaro Uribe) permiten justificar todo tipo de

tropelías. Ese tipo de franjas de población que han claudicado en su dignidad; la han endosado al

mago manipulador.

141

Lo cierto es que tenemos todo el derecho, quienes no hemos claudicado, a convocar a la acción

conciente. Que nos permita acceder a la derrota del Emperador Pigmeo; que es esto en razón a su

incapacidad para percibir la vida a través del día a día que junta quehaceres. Todos ellos

emparentados con la vulneración de la vida y con sus soportes. Pigmeo que saldó su deuda con la

vida y con la dignidad inherente, por la vía de refrendar su compromiso con la muerte; por la vía de

cambiar la lógica que conduce a la verdad y venderla, ofrecerla y postularla como referente único

para la vigencia de su visión de democracia. Que es a la mentira, como el Sol es a las mañanas.

Diré a mis hijos. Y, a mí mismo cuando muera, que seré feliz, el día en que el Emperador Pigmeo

sea derrotado, por la fuerza de las acciones, precisas, transparentes; que desemboquen en su

aniquilación…y la de sus postulados pútridos, soportes de su vesania y de sus tropelías en contra

de la humanidad. Caerá; como cayeron los Césares. Su nombre será borrado de la historia de la

humanidad. Entre otras cosas, porque nunca participó de ella, ni de sus principios. Porque,

siempre, propugnó por la vigencia de la oscurana de los gendarmes; hacedores de verdades.

Como aquella de hacer creer que existen sobornados sin sobornadores. Y Que existen asesinatos

sin asesinos. Y que existen desapariciones sin bandidos que las concreten. En fin, derrotaremos el

tejido del absurdo, por la vía de la confrontación….Así nos cueste la vida. Es ¡ahora, o nunca ¡

16. Retomando el hilo. Bolivarismo, Santanderismo. La República. Patria y Nación.

Casi al nacer ya éramos ungidos. Con ese don que solo tienen los guerreros que tejer urdimbres

que remiten al acatamiento. Ires y venires. Los capitanes del navío. Una figura cercana a lo que

hoy conocemos como cancerberos. Y no se crea que sea irrespeto lo que digo. Una muestra es

que la figura de Bolívar a usufructúan los unos y los otros. Comando de paramilitares actuando en

su nombre. Comando de las Farc, otro tanto. El modelo del socialismo ordinario de Hugo Chávez,

anunciando como revolución bolivariana, el culto a la personalidad. A la manera del fascismo.

“…Las noticias (sic) sobre Santander y Colombia contenidas en este volumen no reflejan toda la cobertura

dada a Colombia en la prensa de Estados Unidos. Los trozos fueron más b ien seleccionados según su

pertinencia a la carrera política de Santander. Si yo hubiera recogido todas las referencias sobre Colombia, el

foco principal habría sido Simón Bolívar, y no el “Hombre de las Leyes., al menos en la década de 1820. Lo

cierto es que Santander surgió apenas lentamente de la sombra del Libertador. Los crecientes conflictos

entre estos dos hombres hicieron que a Santander se le enfocara en los Estados Unidos con mayor claridad.

Con razón o sin ella, la crisis constitucional colombiana de 1827 fue percib ida por muchos directores de

periódicos como indicativa de la creciente propensión de Bolívar hacia la conducta dictatorial y del

continuado apego de Santander al republicanismo. Las palabras tiránico o despótico, comenzaron a

asociase cada vez más con Bolívar…” (Hall Francis “Santander y la opinión pública angloamericana”,

página 19.

Es un delirio que semeja los espejismos que tanto han dado de que hablar. Como fenómeno óptico

y como laguna del inconsciente que ve lo que no puede ser visto. Es un continuo devaneo. En el

142

cual la esperanza se sumerge en las condiciones propiciadas desde las jefaturas. Es un son que

bailan las jerarquías. Somos, si se quiere, agregados que han estado ahí. A formación diferente a

la quijotesca. Más bien, a la manera de Robespierre.

Vamos y volvemos. Sin tregua. Como si lo opaco fuera nuestro escenario preferido. Formación de

talantes. Que recorrieron todos los ejercicios democráticos. Como perspectiva asociada a las

voluntades de los soldados. Como estereotipo manifiesto a cada paso. Luego, en fin, aprendimos

la lección de ser gregarios. Sin voto. Y con voces apagadas desde las trincheras. Ya sea como

expresión de la dinámica partidista. O bien sea como herencia supina.

“…Es imposib le hablar favorablemente de la administración de justicia en Colombia; los códigos civil y penal

son poco más que una colección de supersticiones y abusos, bajo los nombres de leyes de Castilla,

ordenanzas reales, leyes de las indias y arias otras recopilaciones de decretos españoles y regulaciones

coloniales, de los cuales, para el gusto del demandante y beneficio del a bogado, se pueden sacar

deducciones contradictorias sobre todo aspecto posible de litigio. Este defecto es percib ido y reconocido por el

gobierno; se ha propuesto introducir el nuevo código penal español…”90

Se ha dicho, a veces, que recordar es vivir. Como queriendo retrotraer el pasado de los victoriosos.

Escenarios bravíos. En lo que estos tienen de jefaturas arraigadas por lo bajo. Como queriendo

decir que hemos sido suplantados en todo quehacer político. Con grietas que obran como

estropicios. Circunstanciales, unas veces. Profundas y definitivas, otras. Y si lo miramos desde la

pasión enervante, simplemente vocinglerías amarradas. Que deambulan y han deambulado, en

tenebrosos conceptos de orden y la ley. Sin fin camino que se ha hecho pedregoso. Barriz ales

ejerciendo como locomotoras que llevan a futuro. Sí, pero futuro incierto cenagoso. E lo que tiene

de perfidia absoluta. Continua.

17. Del concepto de negociar la revolución.

Es un asunto trascendente. Por lo mismo que hace referencia a las condiciones imperantes, al

momento de redefinir una opción. Pero no es una opción cualquiera. Inclusive adquiere perfiles

referidos al lenguaje. Porque se trata de ofrecer un diagnóstico preciso, como soporte del proceso.

En un país como el nuestro que ha peregrinado dos siglos en búsqueda de la paz. Pero que, ha

estado precedida y sostenida. Más como sortilegio. Unos héroes que hicieron cesión de los

postulados básicos de la liberación. Transitando caminos azarosos. Casi siempre con lo que llamo,

no peyorativamente, las masas. Es decir un pueblo que siempre ha sido vejado. Desde 1819, con

rutas asimiladas a lo que podría definirse como post colonialismo. Pueblo que fue creciendo y

diferenciándose. Hasta arribar la expresión plena de clases y sectores de clase. Cuando promedia

la década de 1930. Clase obrera que fue ascendiendo en la escala aplicada y referenciada por la

teoría marxista. Las banderas de comienzo de siglo, en la infame Guerra de los Mil días. Guerras

90 Obra citada, página 17

143

asociadas a los intereses de pérfidos herederos de 1819. Cuyo rastro, retrospectivamente, tiene

que ver con terratenientes y comerciantes que validad sus opciones políticas y económicas. Así

como lo retraté cuando abordé en el análisis de la segunda mitad del siglo XIX.

Entonces, en ese escenario, los acumulados habían sido y son derrotas. Traiciones. En un

universo casi de expresión lobotomíca de las masas. Allí y allá. Liberales y Conservadores

blandiendo armas para posicionarse. Para defender su riqueza, conseguida a partir de la exacción

a los inermes.

17.1 Negociación o traición? (Entrevista a Rosendo Payares, seudónimo del escritor de

“4710”, autobiografía)

“…El periodo histórico, iniciado en 1948. Da cuenta de la profundidad de la pobreza. Y de la búsqueda de

opciones de revolución, a partir de la travesía. A partir de un proceso que daba cuenta de la necesidad de

responder. De asumir una ruta propia. En contra de las condiciones impuestas por los detentadores del poder

político y económico. Dirigentes liberales y conservadores. A una. Así como lo describ í antes en mi radiografía

del origen e imposición del Frente Nacional. Así como lo describ í en relación a la década sesenta -setenta. E

incluso, a partir de allí. En los llamados patrioteros de Alfonso López M. Julio César Turbay A. y Belisario

Betancur. Creo haber sido preciso y contundente.

1964. Y, reitero, la guerra campesina cobra fuerza y autonomía. En lo que tiene nuestra gente de darse a

luchar por derrotar a los troperos militaristas. Aurigas despiadados. Y se extiende en el tiempo. Tal vez hoy.

Será mañana. Con una dirigencia que, como lo dije en apartado anterior, empezó a desarrollar posiciones del

Partido Comunista, anclado en el Stalinismo. Ires y venires. Proceso que empezaron a conducir hacia el

vacío político, referido a una verdadera conducción obrera, de la guerra campesina. Y se fueron disociando

los principios. Y las certezas iniciales pasaron a ser propuestas y acciones cuyo techo empezó a ser las

variantes propuestas por los troperos guerrilleros. Así como lo describ í antes. Una guerra de guerrillas al

garete. Con estrategias de zonas libres, más b ien pensadas como de simple presencia amada. Un deterioro

continuo de la pureza revolucionaria. Así, en esas condiciones, empezó a abrirse camino el concepto de

negociación. Como esa de 1982. Ya lo dije. Una Unión Patriótica compuesta por excelentes visionarios de la

revolución y del triunfo de la misma. Acallados y sometidos por la traición de las jefaturas farianas y del EPL.

Un M-19 como expresión política y militar de la pequeña burguesía urbana. Ya lo dije antes, cuando analicé el

contenido de la Declaración de la Habana.

Siendo así, entonces, negociar es claudicar. El poder burgués y terrateniente ha exacerbado la pobreza y la

yunta asfixiante. Negociar, en esas condiciones es retroceder. Cabe decir, cierto es, que es a la imagen y

semejanza de las aspiraciones de los troperos dirigentes. Absolutamente analfabetas en lo que tiene que ver

con el marxismo. Con posición de partido efectivo y cierto. A la manera de Lenin y de Trotsk y (…vuelvo a

reiterarlo)...”

17.2 Otra historia de vida, creación literaria (tomada de la novela “Samuel”, autor: Parmenio

Cano Gómez)

144

“…Petronila Rentería de Girardot, una mujer de 84 años, ha vivido la mayor parte de su vida, alrededor de su

familia. Desde niña, añoró trascender esos territorios. Sin embargo, la fuerza de las convicciones y valores

vigentes, la han convertido en simple reproductora de hijos, nietos, b iznietos… Nunca ha sido feliz. Su primer

matrimonio, con Escolástico Girardot, fue una réplica de la concreción de la dominación por parte del hombre

sobre las mujeres. Este, Escolástico, venía de una familia de tradiciones casi inquisidoras. Su abuelo materno,

había conocido los rigores de la transición entre la independencia real, a la indep endencia formal. Cuando,

después de haber concretado la expulsión de los invasores, nos convertimos en territorio de confrontaciones.

Algunas de ellas b izantinas. Otras, de mayor calado, se referían a los conceptos disímiles de libertad y de la

construcción de Estado. Como si, en cada una de esas expresiones, se descifrara el código de la dominación,

anclada en poderes y macro poderes absurdos; en los cuales se destruía la razón de ser de la libertad.

Sumatorias de territorios y de poderes. Con actores convencidos de su condición de predestinados por la

divinidad del Dios Católico, para salvar a la nación de las perversidades liberales, entendidas estas como

apertura al conocimiento y a la construcción de democracia efectiva.

Lo cierto es que Petronila convirtió su vida en un continuo hacer repetitivo, por la fuerza de la tradición. A

pesar de la obvia diferenciación inherente a los seres humanos, considerados individualmente, lo suyo fue y

es una réplica de la dominación ejercida sobre las mujeres. De por sí, ellas han constituido una franja de la

población, sobre la cual recae el control sobre sus vidas. Hasta cierto punto, lo aquí expresado, puede

aparecer como discurso que ha sido expresado en diferentes escenarios políticos y sociales. La necesidad de

postular una perspectiva, en concreto para el caso de mi madre Isolina, a partir de la situación relacionada con

su abuelo y su abuela, supone reiterar acerca de esa dominación. Tal vez, porque en esta situación descrita,

reside una especie de referente asumida por Isolina. Referente no patético. Más b ien centrado en la continua

búsqueda efectuada por las mujeres que, como mi madre, aspiran a desafiar esos condicionantes y

trascenderlos., por la vía creativa y proactiva.

De hecho, Isolina tiene un recorrido de vida, que le ha permitido descifrar las alternativas necesarias para

proponer, desarrollar y fortalecer una teoría y una praxis vinculada al proceso de liberación femenina. Esto es

lo que explica, a manera de ejemplo, su compromiso con las mujeres de Ruta Pacifico y con la gestión popular

alrededor de la periferia en que fue situada, junto con Demetrio. Escenarios en los cuales crece, de manera

exponencial, las carencias, la desvertebración social y la existencia, latente y real, de opciones asimiladas a

la degradación del entorno físico y de los grupos sociales.

Desde ahí, entonces, Isolina ha comprometido su acción, conocedora de que la confrontación, en últimas, es

con los gobiernos y con el Estado. Por esa vía ha desembocado en la construcción de proyectos económicos,

políticos y sociales. Cuando le hablé de mi deseo por conocer esa segunda parte de su texto, me reitero la

expresión relacionada con un tipo de actitud, como la mía, que conduce a pretender abarcar los conceptos de

manera tal, que pueden convertirse en simple formalidad.

Isaías, en consideración a tus inquietudes, acerca de mi compromiso con las luchas sociales, tengo la

posib ilidad de presentarte dos escritos míos, relacionados con ese tipo de actividad. Ya, por vía de tu decisión

anterior, relacionada con esa búsqueda; conociste la primera parte del documento en el cual realizo un

análisis de propuesta de Nietzsche, a partir de su texto “Humano,

145

Sinceramente, quedé impresionado por la claridad conceptual aplicada por mi madre en el escrito. No sé por

qué, vinieron a mi mente algunos recuerdos. Como si estuviera enfrente de otra realidad pasada. Algo así

como tener la sensación de haber vivido momentos pasados relacionados con hechos en los cuales Isolina y

yo estuvimos involucrados. Tanto como hab er asistido a un proceso con una dinámica similar a la que estoy

asistiendo. Así se lo expresé a mi madre. Me dijo, trato de entenderte. Los seres humanos somos sujetos con

imaginación. Creo que esto nos diferencia de los otros animales. La capacidad para retrotraer imágenes, a

partir de nuestras experiencias, proyectándonos al futuro. En una interacción en la que intervienen diferentes

acciones. Por esto el pasado, para nosotros, es como un escenario en el cual nos recreamos. Como vivencias

que no podemos precisar con certeza cuando se produjeron. En esto, la memoria colectiva e individual, son

factores fundamentales, a la hora de dirimir contradicciones entre pasado y presente; entre presente y futuro.

Demetrio estaba jugando en una zona aledaña a su casa. Era un niño, hasta cierto punto extraño. Su

comportamiento tenía mucho de adulto. Como quiera que expresara, en todos los ámbitos, palabras no solo

coherentes; sino que esa coherencia relacionaba hechos centrados en una figura similar al liderazgo. Tanto

así que sus juegos, no tenían la espontaneidad con que los niños y las niñas acompañan sus actividades, de

imaginaciones, a veces inconexas, pero casi siempre llenas de ilusiones y de creatividad. Lo de Demetrio era

otra cosa. Parecía tatuado por los rigores de la vida. Una vida signada por las dificultades. Su familia tenía un

peque lote. En el mismo sembraban productos de pan coger.

Había ido a la escuela, hasta quinto grado. Una escuelita rural, situada en la zona periférica de Bahía Solano.

Su abuelo, destacado líder comunal, coadyuvaba, con el padre y con la madre, en la manutención de la gran

familia; tanto por su extensión; como también por ser un grupo cálido, tejedores de historias de vida, al lado de

la gente. Una entrega casi absoluta. Compartían sus escasas cosechas, con quienes lo necesitaban más que

ellos.

Demetrio, se forjó en la brega diaria. La lucha por la subsistencia; el acompañamiento al abuelo Isaías, a sus

giras por los barrios de Bahía Solano y por toda la zona rural. Giras, cagadas de pasión por la unidad para

enfrentar la adversidad que siempre estaba con ellos. Pobreza extrema, sumada, sumada a los avatares

propios de una lucha en contra del olvido gubernamental y las tenazas de terratenientes. Y, como colateral, la

estigmatización y la persecución por parte de agentes oficiales y grupos armados. Algunos de los cuales, en

veces, actuaban en connivencia con las fuerzas de seguridad del Estado.

Su primera experiencia de tragedia y dolor, tuvo que ver con el asesinato selectivo de al gunos campesinos y

campesinas en una de las veredas. Ocurrió un sábado en la tarde, cuando las víctimas asistían a una jornada

de trabajo comunitario. Varios hombres armados, irrumpieron en el salón de reuniones de la vereda. Una vez

los identificaron, los mataron allí, en el mismo sitio.

Para Isaías y para Demetrio, la matanza, constituyó un fuerte impacto. Los nexos con hombres, mujeres,

niños y niñas de la región. Sus luchas comunes y solidarias, por una mejor calidad de vida, habían construido

fuertes lazos de amistad y compañerismo.

Los juegos de infancia eran entonces, para Demetrio, un ejercicio en el cual la lúdica era reemplazada por una

profunda tristeza. Parecía algo innato; de lo cual nunca se ha podido zafar. En una de las sesiones de juego,

146

conoció a mi madre, Isolina. Mujer con temperamento y alegría bulliciosa; disfrutaba plenamente lo que hacía.

Desde las rondas, con letra y música de su Pacífico.

No sé por qué la niñita no ha venido,

Tal vez con su padre se haya ido,

Para el mar y para el río,

A buscar peces, camarones y langostas;

Para traer aquí. Para llevar allá.

Para los niños y las niñas que se alegrarán.

Yo tengo un secretito y,

No lo voy a contar,

Es mi secretito, es mi secretón;

Es mi compañía en toda la región.

Secreto que tengo yo. Secretos que tienes tú.

Mi secretito y el tuyo se volverá común.

Tengo un amiguito, es negro como yo.

Negro como ustedes; negro de gran vigor,

Que viene en la noche a prender el fogón,

A tocar la marimba y a cantar con mucho amor.

Demetrio porqué estás triste?,

Será porque no te miro,

O será porque nunca has reído.

Si juegas conmigo, si ríes con todos,

De daré la luna y te daré el Sol.

Isolina era toda exuberancia de amor, lealtad y ternura. Su familia, cercana a la de Demetrio, compartía lo

suyo con todos. Allí había lugar para la solidaridad. Hasta las tristezas constituían insumos para compartir.

147

Tenía 12 años, cuando su padre murió. Fue una exhib ición del dolor, a la manera de ellos y ellas. Con

cánticos sutiles; llenos de ternura. La que sólo ellos y ellas entendían e interpretaban.

Duerme, duerme padre mío.

Duerme mi negro,

La distancia es larga,

Te has marchado;

No volverás en ese cuerpo,

Volverás en mis cantos y en mis oraciones,

Con Oriza y con La Madre del Cobre.

No te veré más en el rancho,

Pero allí estarás,

Atizando el fuego,

Antes de salir a pescar.

Duerme padre querido,

El camino se abre,

Para que poses tus pies,

Donde yo nunca he llegado,

Pero después te seguiré.

Isolina creció a la par con Demetrio. Amigos de siempre. Amantes niños. Todo un canto a la capacidad para

entender la lógica al revés. Como es la vida, sin códigos pétreos. Una vida que fueron construyendo. Para ella

y para él. Solo suya. Esto no se comparte; porque se vive. Cada pareja un mundo de imaginaciones y de

creatividad. Solidaridad de cuerpo. Él y ella. Los dos forjando un mundo para la esperanza.

Isolina proyectó a Demetrio; lo hizo hombre en capacidad de reír y de otorgar ternura. Dejó de ser ese sujeto

rígido, Se convirtió a la única religión posib le para los libertarios: el amor, la solidaridad y la actividad

constante por alcanzar transformaciones sociales, políticas y económicas; de tal manera que los beneficios

sean para todos y para todas quienes hemos estado padeciendo el dominio, la subyugación. Es una frontera

148

entre lo injusto y lo justo; entendido esto último como posib ilidades reales de crecer individual y

colectivamente.

Con este bagaje, como inventario fundamental de insumos, asumieron la responsabilidad que implican estos

objetivos. Un tránsito dinámico, en el cual acechaban los peligros inherentes a la misma. Porque eran algo así

como entender las transformaciones, a partir de la cotidianidad.

De hecho, después del asesinato colectivo en la vereda cercana, fue necesario realizar sus actividades con

mucho más riesgo. Este no se podía minimizar en términos absolutos. Porque constituía un elemento en nexo

con sus luchas. Una figura similar a un corolario indispensable.

El abuelo Isaías asistió, con Demetrio e Isolina, al homenaje póstumo a las víctimas. Constituyó un hito, desde

el punto de vista de su trascendencia. Era desafiar a los asesinos, desde una posición en la cual confluían el

dolor y la esperanza. Un acto, en el cual se hizo un recorrido coloquial, por las realizaciones alcanzadas. La

unidad férrea; la adquisición de instrumentos legales y sociales, con los cuales se mejoró la confrontación.

Una manera creativa de asumir los retos. En donde, cada quien, aportaba ideas y propuestas. Una solidaridad

continua y permanente, efectiva. Puesta a prueba ante las calamidades, propiciadas por quienes veían en las

mismas, el comienzo y desarrollo de una oposición fundamentada en esas unidad de cuerpo.

Después de la lectura de su documento, mi madre, asistió a un evento comunitario en el barrio. Se trataba de

una actividad, en relación con el mejoramiento de las condiciones laborales de las mujeres que ejercen como

madres comunitarias. Ellas habían alcanzado un nivel tal de actividad pedagógica con los niños y las niñas;

que han permitido el crecimiento del nivel de conciencia acerca del compromiso, para proyectarla a todas las

zonas de la localidad. En esta perspectiva, Isolina ha logrado promover y realizar actividades que han dotado

a ese movimiento de una fuerte textura. Un tejido humano sólido; en donde las fisuras trataban de ser

superadas a partir de acuerdos para avanzar en su ideario. En donde los niños y las niñas, sean sujetos de

participación necesarios. Una visib ilidad que sea coherente con sus expectativas. A partir de entender su

dinámica y la realización efectiva de sus derechos.

Isolina ya había realizado una serie de reuniones con las organizaciones de madres comunitarias. Un tipo de

gestión que les había permitido una reconstrucción de sus historias. A manera de historias de vida de las

trabajadoras comunitarias. Una historia que comenzó mucho tiempo atrás y que había avanzado hasta lo que

son hoy. Uno de los insumos fundamentales, tuvo que ver con lograr la participación de los padres y las

madres en el proceso educativo de sus hijos e hijas. Proceso que incluye la preparación de ellas en términos

de su gestión educativa.

Mi madre ha efectuado aportes muy relevantes al respecto. Desde promover reuniones y acciones alrededor

de ese proceso; hasta la promoción de eventos que incluyan el análisis, en los contextos nacional e

internacional….”

149

18. El Estado Burgués hoy. ..¿En qué devendrá la negociación?

Cabe, entonces, enfatizar acerca de los contenidos en cuanto a la noción de política social en un

universo de aplicación en el cual está demostrado la vigencia de un modelo de producción

capitalista; acompañado (...por simple derivación doctrinaria) de un modelo de Estado que navega

entre el intervencionismo, como “árbitro imparcial” por parte del Estado que convoca al equilibrio

institucional necesario para poder desarrollar políticas de beneficio común y el dejar hacer

entendido como la libertad ortodoxa derivada de los mecanismo del mercado que actúan como

agentes abstractos y prácticos para el equilibrio. De todas maneras, en uno u otro punto de

referencia, se asume como fundamento y como soporte económico el asunto relacionado con el

excedente económico global, como sujeto plusválico, derivado del desarrollo propio del

capitalismo. Entonces, la política social, tiene razón de ser (en términos de su viabilidad

económica) en la figura de la plusvalía presentada por Marx, a través de mecanismos coercitivos

implementados desde el Estado, por la vía de imposiciones que permiten captar recursos (...a

manera de impuestos). Es decir, ¡otra vez ¡la figura del equilibrio actúa como soporte para la

conversión del beneficio plusválico, en beneficio social, como apl icación de una política de

redistribución; en la cual el entendido de beneficio social adquiere características diferenciadas,

dependiendo de las estrategias y programas inherentes a los Planes de Desarrollo

gubernamentales.

18.1 La política social y los derechos

Las variables trabajadas (en lo que concierne a la noción de política social), hasta ahora, suponen

la vigencia de un determinado modelo de Estado, fundamentado en conceptos y/o teorías que

implican, tanto a la economía política, como también a las categorías de la filosofía y la ética; como

implicación universal; hasta cierto punto abstractas.

En la intención de precisar y concretar la vigencia de opciones, en esa perspectiva, he citado (para

nuestro caso, en Colombia); la figura del artículo 366 de la Constitución Política. Se entiende, por

aplicación, la vigencia y la pertinencia de unos derechos consignados; de tal manera que su

implementación no es otra cosa que el cumplimiento de un mandato perentorio; como quiera que

la Constitución Política norma mayor.

Sin embargo, vale la pena resaltar un hecho que, si bien es cierto, pudiera estar relacionado o en

nexo con ese mandato, adquiere connotación propia y, hasta cierto punto, independiente. Se trata

del derechos (...o derechos) que se promueven y ejercen como consecuencia de acciones y

movilizaciones que involucran a aquellos sectores no beneficiarios directos del excedente

plusválico y/o de la tasa de ganancia derivada del ejercicio económico Capitalista. Es, en otras

150

palabras, la confrontación entre el poder, como posibilidad y como práctica relacionada con el

control de los medios de producción (...en el lenguaje Marxista) y de la superestructura en el

Estado Capitalista; y los hombres y la franja(...la mayoría ) de la sociedad no beneficiaria y/o

excluida de los beneficios que se derivan del acumulado plusválico.

Así las cosas, entonces, cabe una expresión asumida como hipótesis lógica: las modificaciones y

las transformaciones en lo que respecta a la utilización del acumulado plusválico(-...o del

excedente originado en la porción de la tasa de ganancia absorbida por el Estado, a través de las

reglamentaciones impositivas y sus agentes retenedores), en muchas ocasiones, ha estado (..y

estarán) condicionadas por la realización de acciones de confrontación, por parte de las

organizaciones y/o movimientos de los no beneficiario0s directos; a la manera de acciones y

movilizaciones de masas que reclaman el redireccionamiento de estos beneficios, que se

concretan por la vía de políticas de beneficio social en ámbitos diferenciados; pero que, en fin de

cuentes, remiten a opciones relacionadas con la calidad de vida, más allá de la simple

reproducción de la fuerza de trabajo.

Se configura, a partir de esta hipótesis y para el caso que me ocupa, una posición que involucra al

concepto de derecho al beneficio social; como quiera que se entiende en nexo con esa porción de

la riqueza, construida a partir de la intervención de los sectores sociales que actúan en el espacio

geográfico entendido como país y/o como Nación. Para no hablar de la aplicación, en este tiempo,

de la figura cercana a la internacionalización o interacción global de los factores (humanos y

materiales) que ejercen como soportes para el desarrollo. La acumulación, entonces, se asume

como inherente a la intervención de esos(as) actores8as) y recursos materiales; en los términos

que ya había advertido Rosa Luxemburgo en su obra “La Acumulación del Capital. Es conveniente

resaltar esta expresión:

La segunda condición previa fundamental, tanto para la adquisición de medios de producción,

como para la realización de la plusvalía, es la ampliación de la acción del capitalismo a las

sociedades de economía natural. El capital necesita que todas las capas y sociedades no

capitalistas se conviertan en compradores de mercancías y que le vendan sus productos. Parece

como si aquí, al menos, comenzase la paz y la igualdad, el do ut des, la reciprocidad de los

intereses, la competencia pacífica y los influjos civilizadores.”91

Está, en mi interpretación, involucrada una noción similar al entendió de “calidad de vida”, aún el

universo del Capitalismo. Luego, por deducción, se infiere que estoy hablando de políticas sociales

con una elaboración que presupone la presencia de índices para ser medidas y cuantificadas en lo

91 LUXEMBURGO, Rosa, “La Acumulación del Capital”, página 298, editorial Grijalbo, edición 1967

151

que respecta a la calidad y a la cobertura. Es decir, entendidas como derechos propuestos y

asumidos, no como dádivas tangenciales; sino como inmersos en la misma dinámica que propone

y desarrolla la propuesta de bienestar social, como aplicación lógica prevista en la teoría de la

“reproducción” de las condiciones necesarias para la ampliación de las fuerzas productivas. Algo

así, como condición necesaria para que el capital pueda reproducirse y ampliarse, con la

intervención de los agentes necesarios para ello.

Lo anterior traduce, en consecuencia, que el seguimiento propuesto (en lo que compromete a la

participación e intervención de las mujeres) relacionado con la política de bienestar social

implementada por el gobierno del Distrito Capital, supone la presencia de una opción para su

interpretación; desde una perspectiva que involucra al significado de calidad de vida y, por esto

mismo, al concepto de redistribución del acumulado plusválico, entendido como aquella porción

“apropiada” por parte del Estado (....incluidos los entes territoriales) de la tasa general de ganancia

originada en el ejercicio inherente al modo de producción capitalista.

Isolina creció a la par con Demetrio. Amigos de siempre. Amantes niños. Todo un canto a la capacidad para

entender la lógica al revés. Como es la vida, sin códigos pétreos. Una vida que fueron construyendo. Para ella

y para él. Solo suya. Esto no se comparte; porque se vive. Cada pareja un mundo de imaginaciones y de

creatividad. Solidaridad de cuerpo. Él y ella. Los dos forjando un mundo para la esperanza.

Isolina proyectó a Demetrio; lo hizo hombre en capacidad de reír y de otorgar ternura. Dejó de ser ese sujeto

rígido, Se convirtió a la única religión posib le para los libertarios: el am or, la solidaridad y la actividad

constante por alcanzar transformaciones sociales, políticas y económicas; de tal manera que los beneficios

sean para todos y para todas quienes hemos estado padeciendo el dominio, la subyugación. Es una frontera

entre lo injusto y lo justo; entendido esto último como posib ilidades reales de crecer individual y

colectivamente.

Con este bagaje, como inventario fundamental de insumos, asumieron la responsabilidad que implican estos

objetivos. Un tránsito dinámico, en el cual acechaban los peligros inherentes a la misma. Porque eran algo así

como entender las transformaciones, a partir de la cotidianidad.

De hecho, después del asesinato colectivo en la vereda cercana, fue necesario realizar sus actividades con

mucho más riesgo. Este no se podía minimizar en términos absolutos. Porque constituía un elemento en nexo

con sus luchas. Una figura similar a un corolario indispensable.

El abuelo Isaías asistió, con Demetrio e Isolina, al homenaje póstumo a las víctimas. Constituyó un hito, desde

el punto de vista de su trascendencia. Era desafiar a los asesinos, desde una posición en la cual confluían el

dolor y la esperanza. Un acto, en el cual se hizo un recorrido coloquial, por las realizaciones alcanzadas. La

unidad férrea; la adquisición de instrumentos legales y sociales, con los cuales se mejoró la confrontación.

Una manera creativa de asumir los retos. En donde, cada quien, aportaba ideas y propuestas. Una solidaridad

continua y permanente, efectiva. Puesta a prueba ante las calamidades, propiciadas por quienes veían en las

mismas, el comienzo y desarrollo de una oposición fundamentada en esas unidad de cuerpo.

152

Después de la lectura de su documento, mi madre, asistió a un evento comunitario en el barrio. Se trataba de

una actividad, en relación con el mejoramiento de las condiciones laborales de las mujeres que ejercen como

madres comunitarias. Ellas habían alcanzado un nivel tal de actividad pedagógica con los niños y las niñas;

que han permitido el crecimiento del nivel de conciencia acerca del compromiso, para proyectarla a todas las

zonas de la localidad. En esta perspectiva, Isolina ha logrado promover y realizar actividades que han dotado

a ese movimiento de una fuerte textura. Un tejido humano sólido; en donde las fisuras trataban de ser

superadas a partir de acuerdos para avanzar en su ideario. En donde los niños y las niñas, sean sujetos de

participación necesarios. Una visib ilidad que sea coherente con sus expectativas. A partir de entender su

dinámica y la realización efectiva de sus derechos.

Isolina ya había realizado una serie de reuniones con las organizaciones de madres comunitarias. Un tipo de

gestión que les había permitido una reconstrucción de sus historias. A manera de historias de vida de las

trabajadoras comunitarias. Una historia que comenzó mucho tiempo atrás y que había avanzado hasta lo que

son hoy. Uno de los insumos fundamentales, tuvo que ver con lograr la participación de los padres y las

madres en el proceso educativo de sus hijos e hijas. Proceso que incluye la preparación de ellas en términos

de su gestión educativa.

Mi madre ha efectuado aportes muy relevantes al respecto. Desde promover reuniones y acciones alrededor

de ese proceso; hasta la promoción de eventos que incluyan el análisis, en los contextos nacional e

internacional. (“Samuel”, Ib id)

19. El concepto de Bienestar y el Neoliberalismo.

Ya había expresado antes un criterio para la interpretación del concepto relacionado con el

bienestar, en el contexto de la intervención del Estado, como institución que aglutina (en los

términos del Contrato Social) los intereses de los habitantes del territorio nacional; inclusive como

garante de la concreción que adquiere el concepto de Nación. En esa aseveración presentada, se

expresa una interpretación acerca del “equilibrio” de los sectores sociales , incluido lo étnico y lo

racial, como variables que reclaman y adquieren una presencia efectiva, a partir de la cual se

originan conflictos no resueltos; precisamente en razón a la orientación y a la lógica que subyacen

a esa misma institución estatal.

Retomo, entonces, la cotejación entre la opción del Estado Benefactor anclado en el beneficio

social general a partir de su intervención con políticas precisas, en las cuales se incluye el

direccionamiento de la redistribución de la porción recaudada de la tasa general de ganancia, al

margen de las leyes del mercado capitalista; y la opción del Estado orientado hacia la aplicación

de políticas fundamentadas en el curso general de esas leyes del mercado y las cuales se asume

la posibilidad efectiva de que estas, por sí mismas, conducen al equilibrio social , sin que esté

implicada la intervención estatal en su direccionamiento.

153

En otras palabras, hice precisión respecto a la metodología propuesta por Amartya Senn, en mi

entendido, como desarrollo de la opción del Estado interventor, profundizando una línea de

interpretación del desarrollo, como agregados en los cuales queda involucrada la teoría del

bienestar general de la población; a partir de introducir el concepto de nivel de vida digna, más allá

de la simple sobrevivencia.

Me corresponde ahora, insistir en los aspectos de contradicción entre los postulados

fundamentales de la Constitución Política, expresados en sus artículos 1 y 2 , de un lado y las

aplicaciones de sucesivos gobiernos que contrarían esos mismos postulados, incluyendo agendas

de reformas a la Constitución, con el objeto de facilitar la implementación de esas políticas. Es el

caso, a manera de ejemplo, de los Actos Legislativos a través de los cuales han modificado

aspectos como el Régimen de Transferencias y de los insumos sociales que orientan la

elaboración e implementación del Plan Nacional de Desarrollo, conforme a lo que, originalmente,

había sido establecido en los artículos 150, 200, 339 y 341.

Asumo, en extensión de los criterios que he venido reivindicado como válidos, que el punto de

comienzo para el quiebre de los postulados Constitucionales señalados, tuvo que ver con la

política desarrollada por parte del doctor César Gaviria Trujillo, en cuyo mandato presidencial se

configuró la propuesta de “Apertura Económica”; la que a su vez, estuvo soportada en la opción de

intervención estatal, anclada en la presunción de que las condicione de libre mercado y libre

competencia derivaban, por sí mismas, en escenarios de equilibrio para el bienestar general de la

población; puesto que (..En su interpretación) el obstáculo para el crecimiento y desarrollo , tiene

que ver con el excesivo intervencionismo que se manifestaba, fundamentalmente, en el

sobredimensionamiento del paradigma relacionado con esa intervención, al momento de definir

acerca del bienestar social colectivo y de la calidad de vida. A partir de ahí, se explica todo el

ejercicio relativo a trabajar por “un bajo perfil” de la presencia del Estado y el consecuente

desmonte acelerado de esa incidencia. En este contexto es representativa la expedición de la Ley

100 de 1993, proyecto que fue liderado (“coincidencialmente”) por el doctor Álvaro Uribe Vélez, l

presidente de Colombia 2002-2010 y que, antes, había liderado el proyecto que concluyó con la

expedición de la Ley 50 de 199, en el gobierno del doctor Virgilio Barco Vargas. Se trata de un hilo

conductor que se mantiene y que se ha profundizado.

La expresión Neoliberalismo, en consecuencia, no tiene una connotación peyorativa. Define,

simplemente, esa postura política y económica que le atribuye a la intervención estatal hacia el

beneficio social general y hacia las consecuencias calamitosas del libre juego del mercado,

consecuencias ajenas y en contravía del desarrollo económico; le atribuye, algo así como una

posición de asfixia y de obsolescencia, respecto al paradigma del crecimiento económico. Cabe

resaltar, entonces, la esencia de su perspectiva estratégica: el énfasis hacia el crecimiento

154

económico y la modernización, no puede ser obstaculizado por la implementación de una

intervención estatal en términos del beneficio social, a no ser que retracemos nuestra inserción en

la dinámica de los mercados globalizados, competitivos.

20. De lo que viene después. (Un tránsito que no se puede repetir), entrevista a Rosendo

Payares, autor “4710”

“…Ya decía antes, en mi tipificación de las Farc: no cabe reconocimiento alguno como expresión

de la revolución que necesitamos. Reitero en lo que significa una negociación como expectativa. Ni

más ni menos el hecho simple. En el sentido de los acumulados perversos. Como cuando se

dilapidó lo alcanzado hasta 1964.No otra cosa es aquello de referir la lucha armada a logros cada

vez más alejados de la derrota del Frente Burgués. También, en cuanto a la caracterización de lo

urbano como escenario posible y necesario. La Guerra de Guerrillas no podía ser siendo

escenarios de desgaste. Con batallas ganadas. Como simple extensión de referentes ya

caducados. O, por lo menos, estrechos. Ahora bien, ya que el Partido Comunista no podía levantar

banderas más allá del ejercicio para el consumo cotidiano. De reformas ya envejecidas, como

quiera que expresaban simple engarce práctico y teórico aprendido por la vía de la desviación ya

analizada. Siendo así, entonces, el tropel condujo a emotivas posic iones. Pero nunca como vuelo

alto. De una revolución envolvente. Campo y ciudad. Construyendo poder obrero y poder

campesino. Todo ligado a una misma tutela: Partido Obrero de corte leninista. Como lo propusimos

en 1966. Cuando las fisuras condujeron al Partido Comunista Marxista Leninista. Con el EPL como

brazo armado. Con la figura aprendida del triunfo de la Revolución China. Pero, casi hay mismo

depusimos valores y principios. Como volviendo al entendido de Frente Popular y zonas liberadas.

Pero sin la esencia misma de la conducción obra. Revolución a trozos. En un enervante

sucedáneo. Plazos construidos en un entendido de Programa de Transición, un tanto prostituido.

Porque, a decir verdad, habíamos heredado una noción de Frente Único, sesgada. Casi que

incompatib le con la revolución socialista...”

“…El Frente Único (sic), aparece particularmente necesario en el movimiento sindical por el hecho de que

engloba a millones de trabajadores, de que se halla dividido y de que la lucha de que fundamentalmente por

reivindicaciones económicas cotidianas de la clase obrera. Una de las consecuencias inmediatas de la

adopción de esta táctica fue la Conferencia de las tres Internacionales (La Internacional Comunista y las

Internacionales I y II y media) que se celeb ró en Berlín, en febrero de 1922, y que, como es sabido no

condujo a ningún resultado práctico, por el saboteo de los líderes reformistas…”92.

Y, por lo mismo entonces había orfandad categórica. Unos principios reducidos a simples ejercicios de

montonera pequeñoburguesa. Nada que ver, entonces, con la línea ortodoxa de partido y de programa. Era

92 A. Nin “Las Organizaciones Obreras Internacionales pp. 132 y 133. Ed. Fontamara. Primera edición, enero 1978

155

como si viviésemos la holgazanería propia de aprendices de la revolución. Un tanto, desvirtuando la

necesidad de hegemonía de un partido verdaderamente obrero…”

“…Así, un dirigente comunista dijo e marzo de 1937, al hablar de esa manía de socializar e incautar. ¿Por

qué los trabajadores han caído en ese error? En primer lugar por el desconocimiento del momento político

en que vivimos, que les ha hecho creer que estábamos en plena revolución social. Lo absurdo de la mentira

burocrática alcanza aquí sus más’ bellas cimas: Los trabajadores creen vivir una revolución social (hasta el

extremo de que la hacen), pero felizmente el partido de los trabajadores está ahí para desengañarles,

incluso con las armas en la mano si es preciso. El Partido es propietario de la revolución y decide, en

contra de las masas, en contra de los hechos, en contra de la misma revolución, que lo que está al orden del

día es… ¡La revolución burguesa! Así lo expresa Dolores Ibárruri, en el diario comunista Mundo Obrero

del 30 de julio,...” (Semprún-Maura Carlos. “La Revolución en Cataluña 1936-1937, página 97. Tusquets

Editor, primera edición abril de 1978)

‘Es la revolución democrático burguesa que en otros países, como en Francia, se desarrolló hace más de un

siglo, lo que se está realizando en nuestro país, y nosotros, comunistas somos los luchadores de vanguardia

en esta lucha contra las fuerzas que representan el oscurantismo de los tiempos pasados (…). En estas horas

históricas, el Partido Comunista, fiel a sus principios revolucionarios, respetuoso de la voluntad del pueblo, se

coloca al lao del Gobierno que esa expresión de esa voluntad, a lado de la República, al lado de la

democracia ‘.

´”…Y, entonces, este tipo de directrices obraban como señuelo. Pegando al anzuelo las

perspectivas de los obreros las obreras. De campesinos y campesinas. Un programa gradual.

Como tratando de retrotraer un significado de democracia (burguesa). Alentando reformas añejas.

Cortejando al Frente Burgués. Es, ni más ni menos, lo que las Farc propusieron. Y proponen

ahora. Una revolución que más parece carga anecdótica. Desconociendo, de manera

intencional, que ese tipo de revolución no nos cobija. No nos cautiva. Miles de muertos (por

ejemplo, de la Unión Patriótica), no pueden sucederse de nuevo…” (entrevista Ibid.)

19.1 Como la Dama de las Camelias. (Ese afán por suplantar. Entrevista a Rosendo Payares)

Decir “el que menos corre vuela”, es tanto como azuzar (excelente verbo) a quienes siempre han hecho

cábalas acerca del porvenir-. Es como cuando ha lugar una partida de ajedrez entre dos ciegos. Vejando la

estrategia. Esos alfiles, acrib illando a los caballos. Un rey amorfo, enrocado. Y juegan las negras. Blancas que

ya han alzado vuelo, a trompetazos. Farc pretendiendo ser luminarias. En un mar amargo, enfurecido. Con

remos fabricados en caña dulce. Unas Farc ignominiosa a nombre de un partido comunista tr opical. Una

versión más bastarda aún que el de Dolores Ibárruri es España, con respecto al partido al Partido de Lenin y

de Trotsky. Mostrando el armamento de la ignominia, a nombre de la poderosa zaga campesina. Que ya

había desafiado al Frente Burgués Terrateniente Militarista, a partir de 1948. Armazón plena de bondades y

de ilusiones, que hizo travesía. Desde el Tolima Grande, hasta inmediaciones del pie de monte llanero. Por

toda la Cordillera Oriental. Vadeándola como si fuese río. Hasta llegar a plantar y jurar no dejarse mover más.

156

Con las armas, con los fusiles de la esperanza. Contrariando a los saqueadores y asesinos y asesinos de

casaca verde muerte. Aquí y allá.

Ejercicio impúdico ese del Partido Comunista comandado por Gilberto Vieira. Tirando línea política genuflexa

desde su ciudad natal (La Medellín del Alma que, aún ahora, esta ahogada en borbotones de sangre. Entre

maleva y pura). Un ejército campesino de humildad ceñido. De bravías quejas y de incomparable capacidad.

Así se hubiese cruzado en su camino Efraím González y David Aljure. Así como lo describ ió en preciosas

palabras y verdades Arturo Alape. Frente sólido. Hecho con acciones de universo libertario.

Unas Farc que surgen y que embelesaron. Cuando tenía ese horizonte de los guerreros primeros. Incluido

Marulanda el legendario. Pero que empezó a deslizarse hacia las directrices de la cúpula. Que no fue guerrera

sublime. Dando trazos sin saber porque y para qué. Cúpulas que, inclusive, llevaron a sucesivas derrotas a

los pocos obreros que logró aglutinar. En una primera versión como CSTC. Desafiando a Alberto Lleras (el

primero en la cuenta de yo con yo), al hijo del poeta, el susodicho Guillermo León Valencia. A Carlos Lleras

Restrepo, visionario economista burgués. Y, aún, al líder del MRL. El que se asustó con el cuero. Y de tumbo

en tumbo. Como diciendo: vale el dicho de las tías, cuando decían borrar con el codo lo que se hizo con la

mano.

Y crecieron (Las Farc) casi al margen de la lucha social en el país. Confundiendo Revolución con

asaltos a gotas. Como si, a cada combate sucesivo y aislado, les debiéramos endosar la prístina idea

de Revolución Socialista. Como si la Declaración de la Habana (a la cual ya hice referencia) y la

versión andina de la cruzada de Ernesto Guevara, subrogara el itinerario necesario para acceder

camino de guerra obrera.

Y digo esto, porque estuve ahí. Desde la trinchera de la disidencia. Desde la opción marxista -leninista-

maoísta. De frente tropeliando. Como cuando conformamos el Frente Anti electoral. En los barrios.

Construyendo una noción diferente. Trascendiendo la simpleza de la visión de la lucha urbana como correas

de transmisión. Esto, independientemente de si fuimos acertados o no. Lo cierto era la dinámica. La visión

de que habíamos sido traicionados y, hasta delatados. Con mayor razón digo ahora que no ha lugar al

arrepentimiento. Que con la revolución no se juega ni está ahí para ser negociada. ¿Con quién? ¿Con el

Frente Burgués Exacerbado Que sigue la misma línea militar preparada para ahogar en sangre a los

libertos?

¿Quién le ha dicho a las Farc, que nos representan? Será porque creen no recordar la soledad en qué

quedamos cuando empezaron a ulular los paramilitares de mierda. Cuando empezamos a morir

desmembrados, surtiendo el río Cauca y el Magdalena, de cuerpos flotando. De brazos, de piernas, de

cabezas. Y, ellos, en lo suyo. Combatiendo en el abismo. No tutelando la defensa de los mártires.

¿Y es que siguen empecinados en ignorar que, quienes combatimos en las calles? En los barrios. ¿Con la

bota militar al cuello? Un poco así como:

157

20 Como cosiendo suelas para bandidos. Botas al garete. Traición al fin y al cabo

(entrevista, Ibid).

Y sigo con la misma cantaleta acerca de lo que hemos sido. Aquí y allá. En veces tan perdularios

que salta a la vista lo enredos propios de una acción política árida. Tanto como haber aprendido en

los manuales de guerra propios de quienes repiten siempre lo mismo. En una secuencia anodina.

Pero siempre de lado de quienes batallaron y batallan en los riscos. Mirando hacia abajo. Como

queriendo decir ¡aquí estamos! Por esta vía cruenta. Pero sin poder decir ¡revolución plena! Un

tanto así:

20.1. Otra narrativa literaria (lo antropológico visto así) (Tomado de “Samuel” Texto-Novela,

autor: Parmenio Cano G.)

“…Llueve a cántaros, en la ciudad. Desde hace 40 horas, sin cesar. Estaba con Juliana Macías, en el

aniversario de la muerte de Joaquín Ezpeleta. A este, lo conocí un día cualquiera. Estaba al borde de la

claudicación como consejero y asesor en una de esas organizaciones de ayudantía a los desplazados. Me

hice su amigo. Fingiéndole, así como lo hice con Isolina y Demetrio. Yo tenía conexiones clandestinas con los

organismos de control y de seguridad. Logré hacerlo, gracias a la intervención de Pánfilo, el amante de mi

hermana Maritza. Ya he perdido la cuenta de cuantos insubordinados y burdos altruistas he informado, lo

único seguro y preciso es que ya están muertos. Hombres y mujeres; a quienes he perseguido en silencio. De

los cuales he dado informes concretos; para que los de seguridad actúen. Me enervan esos y esas sujetos

que pregonan el derecho a la libertad y la búsqueda de una sociedad justa. A mí la sociedad me importa un

b ledo. No soporto a quienes han pretendido y pretenden, aún, incidir con sus discursos patéticos, panfletarios;

a nombre de los derechos humanos. Derechos superfluos. Herencia de desgastadas doctrinas igualitarias.

Los y las he odiado siempre. Lo mío no pasa por referentes humanísticos. Así lo he expresado con mis

hechos. Sin que nadie sospeche de mí. Lo hice con Juliana primera y con su tutor, maestro y amante, Pedro

Arenas. He engañado y lo seguiré haciendo. La muerte de Ezpeleta me satisfizo como ninguna otra. Lo

despedazaron los de seguridad. Esos si son hombres. Abnegados defensores del derecho a matar, por

encima de cualquier otra consideración. Son herederos de aquellos que, a través del tiempo, han cumplido

esa misma labor. Los admiro por su destreza para eliminar indeseables y cretinos auspiciadores de

revoluciones o similares. Estoy de acuerdo con ellos en actuar ante cualquier sospecha. Por mínima que esta

sea. He contribuido a invertir el vano principio jurídico que habla de que nadie es culpable hasta que haya sido

vencido o vencida en juicio. Las constituciones son híbridos que aborrezco.

En fin, Juliana Macías, es mi actual amante. Con ella he recorrido todos los lugares ocultos del sexo violento.

Me lacera y la lacero. Cada quien es cada quien. Nada de compartir con el otro o con la otra. Reivindicamos la

violencia pura, sin atajos y sin remordimientos. Ella y yo somos fervientes aplicadores del derecho al

sadomasoquismo. Continuo, a cualquier hora. Ella, cuando yo pretendo algún respiro en este proceso, me ha

golpeado. Ha deseado propiciar mi muerte. Lo mismo he hecho yo con respecto a ella. Es un duelo de

géneros. Yo las odio. Ella nos odia. Mientras más se exacerba ese odio, más enfatizamos en la posesión

absoluta, sin sosiego.

158

Justo ese día, asistimos a los ejercicios relacionados con el aniversario de Joaquín Ezpeleta. Lo hicimos como

parte del juego sadomasoquista que nos encanta. Ver sufrir, a los demás es un deleite para nosotros.

Hacemos todo lo posib le para que ese placer se concrete día a día. Cada noche, cada mañana o cada tarde,

lo hacemos entre nosotros, somos insaciab les. Disfrutamos, cada quien, el placer individual. Nos invadimos.

Cada día lo hacemos más lento. En los lugares del cuerpo que más dolor sintamos.

Joaquín Ezpeleta, había nacido en 1956. En pleno proceso de implementación de la doctrina de seguridad

nacional. Doctrina sabia. Que introdujo la opción de regenerar las organizaciones partidistas. A la usanza. Es

decir, recuperando el tiempo perdido durante las sucesivas divisiones, muchas veces estratégicas. Como

justificando la erosión de la sociedad, para luego enfatizar y fortalecer los valores tradicionales. Conservar los

orígenes es fundamental para anclar a cualquier sociedad. En esto Hitler tenía razón. Siempre la tuvo. En lo

que a mí respecta, lo admiro. Inclusive, en determinados periodos de tiempo, he visto surgir en nuestra patria

opción es similares. Como lamento que no haya fructificado. Por lo mismo que, hemos sido territorio político

de ensayos. Desde una gran parte del Siglo XIX y en mucha parte del Siglo XX. Coaliciones y divisiones. Una

interpretación auténtica de la generosidad inherente a la historia. Un entendido de la construcción de Nación,

con la misma visión de nuestros benefactores, los españoles. Solo ellos entendieron la necesidad de una

dinámica avasallante hacia especies inferiores. Los nativos fueron y son eso. Simples especímenes que

merecían ser invadidos, cuestionados y arrasados. Como lamento las intenciones, en veces concretadas, de

buscar beneficios y reconocimientos culturales a lo que queda de esas hordas. Cultura plebe ya, anclada en

rituales sociales y religiosos de antepasados que no merecían llamarlos humanos. Uno de mis deseos más

profundos y arraigados, es ver desaparecer esas expresiones histriónicas, caducas, vergonzantes.

Joaquín Ezpeleta nació el mismo día en que se surtía trámite para alcanzar el acuerdo en Benidorm. Acuerdo

entre los más grandes dirigentes que haya tenido este país. Su dimensión solo se entenderá y valorará,

cuando entendamos y valoremos lo que ha venido sucediendo actualmente. Un presidente vi sionario,

soñador, pragmático. Y, ante todo refundador de la patria, con su orden y sus principios. Sin concesiones a

quienes pretenden volver o reivindicar el lenguaje y la acción de la falsa democracia. Aquella que se define

como el otorgamiento de derechos y su aplicación. Se confunde dádiva con derechos. Estos no son tal, sino

están sometidos a la orientación de quien ejerce el poder. Con toda razón y con todo merecimiento.

Vino, Joaquín, a la ciudad, huyendo de la persecución política de quienes, arri esgando sus vidas, construyen

el concepto de democracia y de poder afines a quien, en algunos casos de manera ortodoxa, nos han guiado.

Particularmente en el gobierno actual. En su caso y en el de muchos más, se ha ejercido una parafernalia

ruidosa y demagógica. Como si quienes ejercen como víctimas fuesen verdaderos dirigentes dignos de ser

reconocidos y reconocidas. Para mí son solo auspiciadores y auspiciadoras de subversión, por la vía de algo

parecido al comunismo trasnochado. Bien hace el actual (este si auténtico) líder en no reconocerlos, ni

reconocerlas como antagonistas en la escena política. El tratamiento que reciben actualmente es el que

merecen, sin los desvaríos de gobernantes precedentes. Eso de la mala imagen internacional es un artificio

que se utiliza para pretender invalidar lo actuado y ejecutado. Artificio montado sobre informaciones y

verdades a medias, intencionales, por parte de los defensores de supuestos derechos humanos. Insisto en

que los derechos no existen, sino en la medida en que se articulen con el plan de gobierno que busca la

restitución política de la Nación. Sin veleidades comunistoides.

159

Decía, pues, que Joaquín Ezpeleta, llegó a la ciudad en busca de refugio. Venía de la zona oriental del país.

Precedido de ínfulas de héroe y de luchador campesino. Su familia, en mi opinión, con toda razón, había sido

diezmada por el ejército de la reconquista de las zonas perdidas, y que ejercen como territorio liberado.

Supuestas zonas que fundan su esperanza en la libertad y en la construcción de un escenario político nuevo.

En el cual “brille el respeto a los derechos humanos y la opción de una sociedad más justa”. Pataletas

de subversivos que pretenden reconocimiento nacional e internacional.

Estuvo alojado en lo que era nuestra casa. Quiero decir, en el espacio físico que me alojaba como hijo de

Isolina, de Demetrio y de mi hermana. Con gran malestar me correspondió asistir a la cantilena que se

armaba entre ellos. Ensayando discursos y tácticas para proponer en desarrollo de su lucha por supuestas

reivindicaciones. Obviamente, yo tenía que aparentar mi acuerdo con ellos y con ella. Como estratagema para

ganar espacio y confianza que me permitieran adquirir información para los de seguridad del Estado. Hoy me

ufano de que el esfuerzo no fue en vano. Ya he superado el record en la cantidad, calidad y oportunidad de la

información transmitida. Lo que más me admira de mí mismo es saber que, por esta acción, se ha logrado

desarticular la cadena de organizaciones de esos deleznables sujetos.

Una vez en casa, Joaquín, se hizo cargo de lo que ellos y ella llamaban zonas de vulnerabilidad en la ciudad.

Describ ían así, aquellas zonas que ya habían sido penetradas por los de Seguridad. Joaquín propuso hacerse

cargo de la “Dirección Central” en la localidad. Su objetivo: el contacto con organizaciones internacionales

para lograr una veeduría internacional del proceso político y militar que ha venido implementando, con éxito el

actual líder del país y de la Nación.

Según su estrategia, lograrían, en corto tiempo, el reconocimiento como organizaciones altruistas, en contra

del proyecto de gobierno. Lo tipificaban con la denominación de la caricatura hitleriana. Él (Joaquín) viviría allí,

en casa de Fortunato Aguilar, líder sindical, que estaba trabajando por articular movimiento sindical con

movimiento de desplazados. Delinearon acciones de corto y de mediano plazo. Precisamente, este tipo de

acciones, fueron intervenidas y eliminadas por parte de Seguridad., a partir de mi información.

Lo detuvieron un día en la noche; cuando regresaba de un mitin en los alrededores de la Casa Presidencial.

La consigna, como en el caso de Demetrio, era liquidarlo, sin que apareciera, posteriormente, ninguna

evidencia. Que la verdad no se conociera. Así se hizo. El énfasis en la laceración de Joaquín, estuvo en

desmembrar su cuerpo. Así lo merecía por su condición de orientador conceptual. Un verdadero enemigo del

país, sustentando opciones teóricas que no podían arraigar. Ese fue el propósito y se consiguió. 8 de marzo

de 2003, ese día fue su muerte. Como anunciándole a Isolina lo que le esperaba, también, a ella.

La verdad es que, en ese primer aniversario de su muerte, se recordaban sus enseñanzas y orientaciones;

con un énfasis inusitado. Tal vez, de la mano de las organizaciones que había contribuido a crear y, además

de haber logrado la entrevista con destacados líderes internacionales. Yo llamo, a éstos últimos,

auspiciadores internacionales de la subversión.

Un día, 8 de marzo, mientras estaba con Juliana Macías en uno de nuestros habituales forcejeos, llegaron a la

casa unos individuos vestidos de rojo y negro. En principio preguntaron por mí. Con nombre y apellidos. Al

identificarme, me golpearon y me sacaron de casa. A bordo de un vehículo que no logré identificar , fui llevado

hasta una zona muy húmeda, con calor altísimo. Me bajaron del vehículo y fui situado en lo que parecía ser

160

una sala de reuniones improvisada. Uno de los sujetos que me había sacada de casa, informó sobre el

operativo a otros sujetos que, en m i opinión, ejercían como jefes.

Una vez hecha la presentación de rigor, se me informó que estaba sometido a la justicia del pueblo. Que mi

prontuario era altísimo y que sería juzgado en aplicación al método revolucionario. Una vez escuchados los

cargos se me preguntó si tenía algo que contradecir. Les dije: No me arrepiento de nada de lo que he hecho.

En la madrugada del día siguiente a mi detención, se ordenó mi muerte por fusilamiento como

promotor y auxiliador en crímenes de lesa humanidad... Lo último que recuerdo, el ruido de las armas

cuando fueron activadas. Vi volar mii cabeza por los aires de ese territorio de guerra.

Al volver, ese día, encontré a Ariadna inmolada. En casa no había nadie. Solo ella. En el mismo sitio en que

la dejé hace diez años. Todos se habían ido. No encontré rastros de mi padre y de mi madre. Tal parece que

habían abandonado este espacio físico. De los otros hermanos y hermanas, no quedaba ningún registro. Me

instalé en el mismo cuarto en que estaba, inerte, Ariadna. Allí dormí esa noche. Tuve un sueño extraño.

Estaba con Isolina y con Juliana, en un territorio desértico. A mi lado había un sinnúmero de niñas, vestidas

con trajes de color negro. Ululaban en mis oídos. Un sonido profundo, que aumentaba con el paso del tiempo.

Juliana me advertía algo. Con su mirada hermosa. Isolina me requería. Como diciéndome: dónde estabas,

cuando desapareció Demetrio, tu padre. Yo no atinaba ninguna respuesta. Simplemente, me refugiaba en la

coraza de mi yo como sujeto dueño de mis acciones. Le expresé algo relacionado con mi odio por quienes

pretenden ser justos, equilibrados; libertarios. Esos que postulan, a cada paso, la necesidad de una

transformación. Hacia un sociedad igualitaria. Le decía: Lo mío no es eso. Yo coadyuvé a su desaparició n.

Por eso mismo. Porque veía en él un sujeto estereotipado. Un bastardo político. Que heredó triquiñuelas, a

manera de opciones metodológicas que pretenden demostrar que esta sociedad está soportada en el dominio

hegemónico de quienes poseen la riqueza. Ese tipo de sujetos tienen que ser cuestionados y eliminados.

Lo mismo usted, Isolina. Lo mismo usted, Juliana. Hice matar a Demetrio. La maté a usted y a su hija. La

perseguí a usted y a Pedro Arenas. Porque eran insoportab les con sus discursos obsoletos. De libertad y de

derechos. Porque, en mí, cobra fuerza la limpieza social. La entronización de quienes no reclamamos nada.

Porque somos dueños absolutos de esa heredad en donde cada quien es cada quien. Una selección natural

que nos sitúa, a quienes no reconocemos equilibrios, en dueños de nosotros mismos. Yo soy un o de ellos.

Soy una vertiente continua que irriga a quienes son como yo. Irrigación que está soportada en la

individualidad. Ajena a eufemismos circunstanciales que postulan solidaridad. La solidaridad, en mí, es una

expresión grotesca. Ya lo he dicho antes y lo repito ahora.

Después las vi alejarse. A Juliana y a Isolina. A las niñas vestidas de negro. Un color que me obnubila. Para

mí es un desagrado. Los negros, son como las mujeres. Inferiores. No racionalizan nada. Un cerebro que no

trasciende más allá que lo inmediato. Incapaces para construir opciones válidas. Tal vez por esto, instigué a

las fuerzas de control y exterminio para que actuaran en Bojayá. Y en Caloto. Y en los Cabildos indígenas del

Cauca. Expresé todo mi odio a esas razas primarias. Hacia ese género que debe ser dominado. Que son,

para mí, solo sujetas de deseo. Que exacerban mis instintos. Ya, de por sí en ese sueño, mi falo permaneció

erecto. Cuando vi a las niñas, a Isolina, a Juliana. Erección que es única. Vertí inmensa cantidad d e líquido.

Un sueño en otro sueño. Las monté a todas. Manipulé mi músculo inmenso. Cuando desperté, estaba

161

inundado. Mí pene seguía ahí. Como esperando otra visión. De Juliana y de Isolina, desnudas. De las niñas

que tenían su sexo destruido.

Me levanté. Otra vez vi a Ariadna. Parecía dormida. No se había descompuesto su cuerpo. Como en el relato

de García Márquez, estaba inmóvil. Incorruptible. Como diciéndome: aquí estoy. Para reclamar justicia. Para

condenarte a ti. Como sujeto vulnerador. Yo hice caso omiso de sus expresiones. Salí a la calle. Caminé largo

rato. Avenidas sombrías. Sin nadie presente. Como si se hubieran evaporado los transeúntes. Solo estaba yo.

Caminé sin descansar. Al fin hallé a alguien. Una mujer muy joven. Estaba parada en un sitio destinado para

la espera de transporte. Negra, con un cuerpo hermoso. La desnudé con mi mirada. Sus pezones erectos.

Nadie los había tocado. Un triángulo pélvico, cerrado. Con vellos b lancos y negros. Impenetrado. Me habló

algo que no entendí. Solo sé que, cuando traté de asirla, desapareció. Como si lo visto hubiese sido simple

visión enrarecida.

Al volver, ese día, encontré a Ariadna inmolada. En casa no había nadie. Solo ella. En el mismo sitio en que

la dejé hace diez años. Todos se habían ido. No encontré rastros de mi padre y de mi madre. Tal parece que

habían abandonado este espacio físico. De los otros hermanos y hermanas, no quedaba ningún registro. Me

instalé en el mismo cuarto en que estaba, inerte, Ariadna. Allí dormí esa noche. Tuve un sueño extraño.

Estaba con Isolina y con Juliana, en un territorio desértico. A mi lado había un sinnúm ero de niñas, vestidas

con trajes de color negro. Ululaban en mis oídos. Un sonido profundo, que aumentaba con el paso del tiempo.

Juliana me advertía algo. Con su mirada hermosa. Isolina me requería. Como diciéndome: dónde estabas,

cuando desapareció Demetrio, tu padre. Yo no atinaba ninguna respuesta. Simplemente, me refugiaba en la

coraza de mi yo como sujeto dueño de mis acciones. Le expresé algo relacionado con mi odio por quienes

pretenden ser justos, equilibrados; libertarios. Esos que postulan, a cada paso, la necesidad de una

transformación. Hacia un sociedad igualitaria. Le decía: Lo mío no es eso. Yo coadyuvé a su desaparición.

Por eso mismo. Porque veía en él un sujeto estereotipado. Un bastardo político. Que heredó triquiñuelas, a

manera de opciones metodológicas que pretenden demostrar que esta sociedad está soportada en el dominio

hegemónico de quienes poseen la riqueza. Ese tipo de sujetos tienen que ser cuestionados y eliminados.

Lo mismo usted, Isolina. Lo mismo usted, Juliana. Hice matar a Demetrio. La maté a usted y a su hija. La

perseguí a usted y a Pedro Arenas. Porque eran insoportab les con sus discursos obsoletos. De libertad y de

derechos. Porque, en mí, cobra fuerza la limpieza social. La entronización de quienes no reclamamos nada.

Porque somos dueños absolutos de esa heredad en donde cada quien es cada quien. Una selección natural

que nos sitúa, a quienes no reconocemos equilibrios, en dueños de nosotros mismos. Yo soy uno de ellos.

Soy una vertiente continua que irriga a quienes son como yo. Irrigación que está soportada en la

individualidad. Ajena a eufemismos circunstanciales que postulan solidaridad. La solidaridad, en mí, es una

expresión grotesca. Ya lo he dicho antes y lo repito ahora.

Después las vi alejarse. A Juliana y a Isolina. A las niñas vestidas de negro. Un color que me obnubila. Para

mí es un desagrado. Los negros, son como las mujeres. Inferiores. No racionalizan nada. Un cerebro que no

trasciende más allá que lo inmediato. Incapaces para construir opciones válidas. Tal vez por esto, instigué a

las fuerzas de control y exterminio para que actuaran en Bojayá. Y en Caloto. Y en los Cabildos indígenas del

Cauca. Expresé todo mi odio a esas razas primarias. Hacia ese género que debe ser dominado. Que son,

para mí, solo sujetas de deseo. Que exacerban mis instintos. Ya, de por sí en ese sueño, mi falo permaneció

162

erecto. Cuando vi a las niñas, a Isolina, a Juliana. Erección que es única. Vertí inmensa cantidad de líquido.

Un sueño en otro sueño. Las monté a todas. Manipulé mi músculo inmenso. Cuando desperté, estaba

inundado. Mí pene seguía ahí. Como esperando otra visión. De Juliana y de Isolina, desnudas. De las niñas

que tenían su sexo destruido.

Me levanté. Otra vez vi a Ariadna. Parecía dormida. No se había descompuesto su cuerpo. Como en el relato

de García Márquez, estaba inmóvil. Incorruptible. Como diciéndome: aquí estoy. Para reclamar justicia. Para

condenarte a ti. Como sujeto vulnerador. Yo hice caso omiso de sus expresiones. Salí a la calle. Caminé largo

rato. Avenidas sombrías. Sin nadie presente. Como si se hubieran evaporado los transeúntes. Solo estaba yo.

Caminé sin descansar. Al fin hallé a alguien. Una mujer muy joven. Estaba parada en un sitio destinado para

la espera de transporte. Negra, con un cuerpo hermoso. La desnudé con mi mirada. Sus pezones erectos.

Nadie los había tocado. Un triángulo pélvico, cerrado. Con vellos b lancos y negros. Impenetrado. Me habló

algo que no entendí. Solo sé que, cuando traté de asirla, desapareció. Como si lo visto hubiese sido simple

visión enrarecida.

Después la volví a ver. Un callejón obscuro, como su piel. Me llamó con sus ojos y con sus manos. Al entrar,

para poseerla, sentí un intenso dolor en el vientre. Una daga inmensa me penetró. No vo lví a despertar.

Estaba muerto.

Efectivamente, huí. Caminé sin descanso. Llegué hasta Villa Gabriela. Un lugar sórdido. Ya estuve ahí. En el

tiempo de en qué me sometieron al aislamiento. Un lugar monótono. Solo b lanco y negro. Sin la iridiscencia

propia de la vida, cuando se vive sin ataduras que laceran. Lugar propicio para ejercer como leprosorio para

espíritus corroídos. Allí conocí al par de Calígula, individuo de un odio inveterado a la libertad. Cuando lo

conocí estaba preparando su viaje al territorio de las elecciones manejadas. Al lugar en donde se envolvía a la

verdad, amarrándola, asfixiándola en un traje parecido9 a camisa de fuerza. Lugar patrio manejado a

distancia. En donde la mentira enrolla a la lógica. Hasta construir escenarios de intervención como simples

compilaciones de evangelios eternamente aprendidos. Guiados por una opción única. Sin ningún tipo de

asidero diferente. Lugar de pantomima. De la norma jurídica implantada como ideario enrevesado. Una lógica

del derecho que obnubila. Donde hay víctimas sin victimarios. Donde los controladores son supremos jerarcas

que trastocan lo cotidiano. En donde los mensajes son soliloquios entre gendarmes. En donde la vida, el

derecho a ella, no existe con realización; sino como postulación incorpórea. Que nunca se concreta. Qu e está

a merced de los lapidadores garantes del poder. Poder aciago, que crispa los sentidos. Ahí, ende los

conceptos son vertidos de manera unilineal; sin lugar para desencuentros. En donde el príncipe perverso; el

aprendiz de rey, ejecuta trozos de opereta soportada en la teoría de conmigo o en contra mía.

Pasó, también por aquí, el Inhib ido. Que permitió todo tipo de ejercicios vandálicos. Aquel que dibujó la paz

como concepto de idolatría pusilánime. El de las palabras ampulosas. El que cerró los ojos ese día trágico de

noviembre. El que persuadió a la comunidad internacional de que le manipularon el pulso y la mente. El

defensor infame de la gendarmería atrab iliaria. Esa que hizo añicos la expresión física de la justicia. Como

gnomo fantasioso. El que se refugió en la poesía sin piso y sin talante. Aquel que convocó a los habitantes del

país de nunca jamás, a diluirse como colectivo; mientras que el manto b lanco de los inquisidores se cernía

sobre la verdad. Ocultándola. Haciendo de los desaparecidos simples figuras ignotas. Sin cuerpo y sin

palabras.

163

Estuvo el brigadier de brigadieres. El general de generales. Aquellos que asolaron el Cono Sur. Desde Chile

hasta Uruguay. Vencedores que lapidaron hasta más no poder. Los que mimetizaron la tragedia de los

pueblos. Los que inventaron el descenso obligado, sin paracaídas. Que zambulleron, a la fuerza, en los mares

cercanos, a los patriotas que revindicaron sus derechos. Aquellos que exterminaron la alegría. Y las voces. Y

las canciones. Y las ilusiones de los adolescentes. Aquellos que creyeron que las madres son simples íconos.

Aquellos que no sospecharon que estas crecería la solidaridad, en ternura guerrera; en símbolos de la pasión

por sus hijos y por sus hijas.

A su lado estuve yo. El de siempre. El que nunca ha levantado la voz. El que nunca ha arriesgado un solo

concepto, por efímero que sea. Este Samuel, convertido en Isaías, espécimen aturdido por las mentiras de sí

mismo. Este que debutó en el mundo, amarrado al destino. Y que fue conciente de ello. Desde que, en el

vientre, le arrebataba a su madre su condición de mujer viviente. Este que imitó al padre desde un comienzo.

Que hizo veeduría gendármica de los pasos de Rosa. Este que mató y volvió a matar. Amigo de Pánfilo.

Supuesto enemigo de Sinisterra. Pero que, en verdad, coincidió con él. Su única contradicción estuvo del lado

de desear el cuerpo de Susana. Nada más. El que inventó, una y mil veces las ejecuciones en serie. La

matanza de mujeres para exhib irlas como trofeo infame. El que ha muerto y ha vuelto a nacer multitud de

veces. En todos los tiempos y en todos los territorios.

Es mi segunda llegada a la Villa. Vine dispuesto a recordar. Y ya lo he hecho. Vine huyendo de mí mismo.

Pero conmigo estoy aquí. Vine, esta vez, porque Urania descubrió mi juego. Se convirtió en defensora de sí

misma y de su madre. De todas aquellas que pasaron por mis manos ácidas. Desde Rosa, hasta Silvia.

Desde Isolina hasta Juliana. Urania me retó a volver adonde nunca debía de haber salido. Esa tierra que ha

incoado y protegido a los perversos.

Siendo el tercer día, desde mi segunda llegada, recib í la visita de Rosa. Supo de mi nueva estadía en la Villa.

Hablamos durante 24 horas continuas. Me contó de su reencuentro con Alejandro Verdaguer. De su

permanencia en Paysandú. Ella y Francesca, vivieron al lado de él. Por turnos. Como macho cerril, las poseía

a ambas. Una y otra. A cada momento. Decidieron equilibrar el otorgamiento de placer. Hasta el día en que

Francesca y Verdaguer desaparecieron. Indagó por ella y por él, desesperada. Rosa no concebía el mundo

sin la presencia del macho Alejandro. Federica Maidana le refirió que los había visto Montevideo. En

compañía de Susana y de su nuevo amante Adrián. Habían llegado dos años atrás. Lideraban una sucursal

de empresa traficadora con etnias. Susana abortó el sembrado que dejó Sinisterra en ella. Éste último había

viajado a Londres, como escala de su destino final, Arabia Saudita. Le escrib ió a Susana, contándole de sus

éxitos. Había establecido en Lisboa y en Islamab ad, sendas sucursales de su nueva empresa traficadota de

migrantes e inmigrantes africanos y asiáticos.

Rosa, una vez conoció el paradero de su Alejandro, viajó hasta Montevideo. Llevaba consigo unas ganas

inmensas de él. Nunca había pasado tanto tiempo, desde que lo conoció, sin su fortaleza, sin su vigor.

Inclusive, me comentó que todas las noches, en la misma cama, ella, él y Francesca, construían fantasías

orgiásticas. Una y otra vez, el falo de Verdaguer las alucinaba. Ellas se inundaban, mientras él p ermanecía

con su taladro erguido. Pasaba una y pasaba la otra. Durante cuarenta horas se amaron, en la versión más

sucia que este término tiene. Ella y ella, también se recorrían, cuando Alejandro no estaba o cuando dormía.

Al final del relato, Rosa me expresó que nunca supo si perseguía a Alejandro o a Francesca. Lo cierto, me

164

dijo, es que no podía vivir sin poderse vaciar. Sin que la excitaran y que la penetraran, o cualquier otro

ejercicio. No la encontró ni lo encontró. Ella y él nunca volvieron a aparecer.

Abandonada por él y por ella, viajó a su país de origen. Buscó a Santiago. Antes de localizarlo, surtía sus

ansias, masturbándose, con la imagen de su Santiago y la de Francesca. Se había convertido en una mujer

insaciab le. O, tal vez, siempre lo había sido. Su repudio. Hubo un momento de su vida en que se sintió

vulnerada. En el tiempo en que vivió con Santiago. En ese periodo en que parió una y otra vez. En el periodo

en que me tuvo a mí como compañía. Cuando creyó que podría ser sujeto mujer autónom a, combinando

placer y jerarquía. Imitando a Isolina, que se había constituido en su referente. No alcanzo a entender la

verdadera dimensión del feminismo como movimiento que reclama el derecho a ejercer la diferencia de

género. Nunca supo, si ella podía revertir su lascivia; para convertirse en hacedora de cultura fémina. Con

todo lo que esto tiene de postura racional, con imaginación. De radicalidad en valores y principios. No hablo

de una ética feminista, insulsa. Hablo de una ética feminista coincidente con ejecuciones propias, sin arribar al

puerto prostituido. Lo cierto, debo reconocerlo así, es que sus entregas sucesivas no constituyen ejercicio de

barragana. Porque siempre ha estado con ha querido estar. A excepción de la época en que estuvo al lado de

Santiago.

Lo volví a buscar, me dijo, porque ya no están aquellos a quienes amé, antes de él. Lo busco como refugio.

En un giro utilitarista. Porque aspiro a que él haya cambiado. Que ya me sepa poseer como yo quiero, como

lo he querido. Ululando, imaginando opciones no repetidas.

Cuando lo encontré, me dijo, nos apareamos. Lo seguimos haciendo. Ahora mismo voy en tránsito hasta

donde está. Mi paso por aquí es circunstancial. Aproveché el momento para visitarte. Veo que has cambiado

mucho físicamente. Te veo derruido. Esos enfermizos personajes tuyos te han aniquilado. Ya no tienes la

fuerza espiritual que conocí. O será que nunca las has tenido. Y que, por el contrario, has vivido, desde

siempre, al garete. Como noria perdida, sin rumbo.

Esa misma noche resolví demostrarle que si era el mismo. Me sentí retado por ella. Sus relatos en relación a

Francesca, a Verdaguer, a Santiago; y su afirmación despectiva en torno a mi aniquilamiento; despertaron en

mí ese yo que creía perdido. Mi decisión ya estaba tom ada. Rosa pagaría muy caro su osadía. Nunca he

soportado que me definan como sujeto pusilánime. En el pasado inmediato reaccioné, huyendo, ante las

expresiones de Urania. Lo hice así, porque consideré prematura la decisión del volver a ser yo. Pero, ahora,

no soporté más. La tumbé al piso. La golpeé. La inmovilicé. La forcé a abrir sus piernas, hasta llegar casi a

una horizontal. vi. Todas sus paredes vaginales. Los bordes acezaban. Su centro clitórico, estaba erguido. Me

zambullí ahí. Me desnudé. Ya mi asta estaba dispuesta. Siempre ha sido grande y voluminosa. Sin embargo,

hoy ha crecido más. La introduje violentamente. El ritmo del ejercicio que había aprendido desde niño, la

hacía gritar. Por lo lacerante. Porque, al mismo tiempo la hurgaba con mis dedos. Halaba los bordes vaginales

con ellos. Haciendo fuerza. Cada vez con más fuerza. Mi asta entraba y salía. No sentía lubricación alguna.

Fue una manera de demostrarme que no sentía placer. Me indigné. No soportaba el dolor por la resequedad.

No soportaba que ella no sintiera placer. Mordí sus pezones, como represalia. Le grité: puta, puta. Ahora

veras que sigo siendo el mismo. Cuando empezó a sangrar por entre las piernas, me exacerbé más. Un olor

agrio. Allí mismo se desangró. Sus heridas en los pezones y en su vagina produjeron una hemorragia

165

imparable. Sin embargo seguí allí, encima de ella. Hasta que vacié todo el líquido viscoso, amarillento. Le

susurré, por última vez: puta, no me vuelvas a provocar…pero ya no me oía. Estaba muerta.

La levanté, caminé hasta el acantilado y empuje su cuerpo hasta verlo caer. Entonces, miré en derredor y me

encontré de frente con Urania. Estaba ahí, a mi lado. Me golpeó con una varilla, en la frente, me empujó…y

empecé a caer…lo último que vía fue el rostro sonriente de Urania que me veía caer.

Demetrio estaba en su sitio de trabajo. Un salón inmenso con hornos a lado y lado. Como operario, debía

surtir el horno que le había sido asignado. Un calor insoportab le. Una sensación de asfixia, que invitaba a

desear los espacios abiertos, frescos. Un salón en el cual estaba acompañado por otros hombres, igual que

él, atosigados por el infernal fuego. Su labor era, y sigue siendo, coadyuvar a la transformación del hierro en

diferentes aleaciones. Decantando esa figuración asignada al elemento primario, según los requerimientos de

la empresa.

Cierto día, sin saber por qué, me asediaba un vago recuerdo. Como si yo hubiera estado, e n el pasado, como

operario. Así como Demetrio. La diferencia radicaba en que, siendo yo sujeto partícipe de un proceso, ese

proceso era algo así como orientar las perversiones inherentes a la desculturización. Como raponazo a

nuestras vivencias. Como si yo hubiese estado al servicio de los destructores de etnias y de los elementos

asociados a ellas. Siendo, así, un sujeto pervertido, auriga de los controladores. Me veía desarrollando

lenguajes lineales. Pretendiendo suplantar la creatividad y la belleza de nuestros saberes ancestrales, nativos,

desde antes de la invasión.

Pretendí deshacerme de ese recuerdo, a partir de orientar mi quehacer con los postulados de Demetrio y de

Isolina. Siendo yo una derivación de un amor pleno, íntegro. Sin embargo, persistían en mí esos vagos

recuerdos. Como haber conocido otros lugares y otras personas. Una de ellas, una mujer parecida a Isolina,

en lo que esta tiene de entereza, de sutilidad, de elevados valores acumulados. No como simple sumatoria de

agregados circunstanciales; sino como expresión de una vida dedicada a construir espacios humanizados,

garantes del progreso, centrado en la convivencia, el respeto y la creatividad colectiva e individual. Escenarios

no endosados a los poderes. Más b ien, en interacción con todos y todas aquellos (as) que tenemos, en

cualquier momento de nuestras vidas, unas vivencias inconexas, segmentadas, valoradas como simples

accesorios que adornan la sociedad regida por quienes esquilman a los demás…Aún siento esas secuelas.

Petronila Rentería había llegado, con su hija, la noche anterior. Caloto las vio llegar. Un tanto desorientada s.

Venían desde Bahía Solano. Desorientación y desesperanza. Una llegada forzada, en razón a hechos que

comprometían la seguridad y la supervivencia. Venían, precedidas de caravanas enteras, de nativos

originarios, de afro descendientes, de campesinos rasos. Cada paso, en su huida, constituyó una odisea.

Porque el hambre, el cansancio y el desarraigo ejercían como peso que los ob ligaba a establecer una

comunicación continua con un horizonte perdido. Porque, los conceptos de familia y de grupo tendían a

convertirse en expectativa latente, no hecho concreto. Han pasado tantos años de lucha por la supervivencia,

por superar la marginalidad y el tratamiento como parias, por parte de los poderes central y regional; que el

solo hecho de sentirse vivos era, de por sí, una hazaña. Llegaron, pues, a Caloto, sin saber si constituía punto

de llegada; o mero tránsito hacia otro territorio que no se avizoraba.

166

Ciudad de historias. De luchas y de expresiones por el reconocimiento y el respeto a las etnias. Lugar de

asiento de Paeces y de Nasas. Con un perfil construido a lo largo de un proceso que se remonta a los años

inmediatos después de la invasión de los españoles. Fundada una y otra vez. Allanada una y otra vez, por las

fuerzas perversas de los invasores; que veían en ese territorio una zona estratégica para apuntalar el dominio

den Popayán. Lugar de confluencia y de demostraciones en lo que a la resistencia nativa se refiere.

Ya había sido demostrada la capacidad guerrera y libertaria en 1543, cuando derrotaron las p retensiones de

Sebastián de Belalcázar. También, en 1563, Paeces y Pijaos les infringieron otra derrota. Ya, con la

conducción de Joaquín de Caicedo y Cuero, insinuaban su disposición a contribuir con la lucha

independentista. Un territorio localizado en el centro del norte del Departamento del Cauca. Entre Torib ío,

Corinto, Santander de Quilichao y Jamundí.

Paso a paso, con dignidad y capacidad organizativa, se construyeron los Resguardos de Huellas, López

Adentro y Toez. Forjadores de la Asociación de Cabildos Indígenas y del CRIC. Con una historia vinculada a

la Campaña Libertadora que se dirigió al sur, al mando de Simón Bolívar. Que lo acogió. Con una

participación activa, desde 1810. Prueba de resistencia y de acción.

Isolina Girardot, siempre al pie de su madre. Con un recuerdo vago de su padre Escolástico. Pero, asimismo,

con una fijación plena de su recorrido. Una aldea destruida. Persecuciones continuas que las vulneraron. A

ellas y a sus grupos sociales y étnicos. Fijación que gira a su alrededor. Sin perderse nunca, ni como visión, ni

como recuerdo. Una incitación constante a realizar actividades tanto o más importantes que las anteriores.

Con la mirada puesta en el hoy y en el mañana. Soportando, otra vez, el asedio de las fuerzas que tratan de

imponerles el reconocimiento del poder de terratenientes. De quienes han instalado grandes ingenios

azucareros. Inclusive, robándoles el agua. De quienes ejercen un poder occidentalizado. Aquellos que

pretenden, por la vía del aniquilamiento, destruir sus ancestros culturas y sociales. Por la vía de desdibujar la

extensión y complejidad de las tradiciones. Desde los Muiscas hasta los Nasas. Llegando inclusive, los

invasores y sus herederos, a trastocar el significados de esas culturas. Como, cuando, invirti eron los valores;

dándoles significados y denominaciones diferentes. Entonces, no es San Agustín o la “Cultura Agustiniana”;

es y será la Cultura Muisca. Aquella que se extiende desde Boyacá, Bacatá (Bogotá); pasando por Tolima,

Huila, Tolima, Nariño. Fueron etnias que interactuaban; a las cuales se les ha cortado el circuito complejo de

integración.

Isolina, empezó a crecer en conocimientos y en capacidad para aplicarlos. Ella y su madre, tuvieron que

soportar tristezas y privaciones. Hubo momentos de profunda desprotección. Solo la articulación con sus

pares individuales y colectivos, pudo desatar el nudo de la desolación. Isolina creció en capacidad

organizadora. Juntando ingenio, destrezas e investigaciones acerca de sus orígenes, como etnia. Acerca del

cruce de caminos en los que se han encontrado similitudes. No solo desde el punto de vista económico y

cultural; sino también en lo que hace referencia al enfrentamiento político con quienes han insistido, por la

fuerza del poder, en asfixiarlos. Restringiendo sus territorios y conminándolos a ejercer como pueblos y

grupos sociales en condiciones infames. Han sido los usurpadores, de ayer y de hoy. Los que han expropiado

sus tierras; lanzándolos, expulsándolos. A sangre y fuego.

167

Comenzó un itinerario. Visitando regiones y postulando opciones. Algo así como lo que hizo María Cano en el

movimiento obrero. Estuvo en todos los municipios y resguardos cercanos a Caloto. Luego expandió su

acción a territorios más alejados. Llegando, inclusive, hasta la frontera con Ecuador, por el sur, compartiendo

conocimientos con los Pastos. Con los cuales interactuó, a pesar de la pérdida de su dialecto, por la vía de la

absorción por parte del castellano.

Viajó al Amazonas. Comunicando energía y expectativas a los Ticuna. Recib iendo, en beneficio de inventario

cultural, las enseñanzas de los chamanes, en Puerto Nariño y la Chorrera. Estuvo con los Huitotos en

Caquetá, aprendiendo sus lenguas mika y minika y su acumulado histórico como cosmovisión de amplio

espectro. Visitó a los Mukak-Makú, los nómadas en el Guaviare.

Aprendió de los Guambianos, en Silvia, Jambaló, Caldono y Torib io. Viajó a la Guajira, asumió con los Kogi

retos en términos de conservar su lengua ancestral, Chibcha. Conoció de ellos, el culto a la Madre Tierra.

Convivió con los Wayú y su lengua Arawak. Con sus niñas menstruantes, recluidas en su preparación para el

matrimonio. En el intercambio de las familias que asumen el proceso de casamiento.

Con los Arahuacos en Sierra Nevada. Con su perfil lingüístico Chibcha y sus ceremonias de casamiento, bajo

el régimen matrilocal. Con los Embera en el Choco y sus variantes Cholos, en el Pacífico, Chaméis o memes

en Risaralda. Catíos en Antioquia y los Eperas en Nariño.

Con sus pares en raza, los negros y las negras. Construyendo nexos como afro descendientes; por toda la

franja que bordea al Pacífico. Aunando expresiones de consolidación cultura. Asumiendo roles que reivindican

su potencia cultural-musical. Con sucesivas variantes; en términos de localización y particularidades. Sin

pretender opciones hegemónicas y/o racistas. Siendo artífice de las organizaciones de mujeres.

Organizaciones inherentes a sus luchas. Como mujeres que asumen la defensa d e su raza, de sus

costumbres. Y, fundamentalmente, sus derechos. Ante la despiadada persecución y aniquilación a que son

sometidas ellas, sus hombres, sus niños y sus niñas. Tratando de forjar lazos de unidad y organización con

las etnias. Sin pretender un intercambio cultural o político, que destruya sus soportes y registros ancestrales.

Estuvo en Barrancabermeja, cuando el asedio de los grupos armados al servicio del Estado (ab iertos y

clandestinos). Actuó con las Mujeres Ruta Pacifico; buscando justicia. Exigiendo restitución de b ienes y

derechos. Comunicando al mundo las acciones de exterminio oficiales y paraoficiales. Siguiendo, un poco, el

mapa construido por las Madres de la Plaza de Mayo, en Argentina. Siguiendo el registro histórico de

Rigoberta Menchú, en Guatemala y su incidencia en el Caribe y en Centro América.

La actuación de Isolina, entonces, estuvo centrada en propiciar y actuar, en relación con los derechos

conculcados a las minorías étnicas y a los afro descendientes. Nunca olvidó la historia del luchador Álvaro

Ocué Chocué; asesinado de manera infame.

Conoció a Demetrio en Jambaló. (...o, ¿tal vez, ya lo había conocido, siendo niña?) Durante una de sus

actividades. Realizaban una acción comunitaria, consistente en analizar la situación p lanteada en torno al

despojo territorial de que habían sido víctimas los Paeces y Nasas. Concretamente de la Hacienda

Emperatriz. De tiempo atrás, terratenientes caucanos habían realizado un proceso de expropiación, a nombre

de la propiedad privada. Para sucesivos gobiernos, esa interpretación de los terratenientes era válida.

168

Abstrayendo el significado cultural y organizativo alcanzado por los Resguardos. No solo en lo que supone el

nexo con la Tierra, como parte de su cosmovisión, a la manera de los Kogi; sino también en lo relacionado

con su subsistencia. Había sido decretada una nueva toma por parte de la dirigencia indígena. A su vez, el

gobierno central, había determinado el desalojo. Una confrontación ineludib le.

Demetrio, un hombre sencillo. De mirada fuerte, decidida. Una contextura física parecida a todos los hombres

de su raza. Hercúlea. Había llegado a Jambaló, desde Quibdó. Allí realizaba tareas de pesquería y estaba

asociado a la eterna lucha por derechos fundamentales inmediatos. El alcantaril lado, agua potable,

acueducto, etc. No habían sido nada fáciles su vida y su gestión comunitaria. De hecho era un itinerante

obligado. Tenía sobre si un estigma. Una marca que lo colocaba con la placa de subversor del orden público.

En el pasado reciente había sido reportado como auxiliador de guerrillas, por parte de las fuerzas

paraoficiales. Escapó del asedio, por parte de la gendarmería clandestina, al barrio en donde vivía, en la

ciudad de Medellín. Por coincidencia, estaba alojado en casa de un primo . El barrio Corazón, fue declarado

objetivo militar; en el contexto de la ofensiva de las fuerzas oficiales y paraoficiales, en la Comuna 13. Salió

clandestino para Apartadó, en la zona adscrita a una forma de región y de organización similar a la

reinserción. Allí estaba cuando el ataque paraoficial. Escapó hacia Turbo. De allí salió para Arboletes.

Siempre huyendo. Como nómada forzado. En un desarraigo brutal. Por fin logró establecerse en Quibdó.

Isolina presentó, en esa sesión, un análisis preciso. Acerca de la situación de la etnias y de los afro

descendientes en el país. Hizo referencia a la dinámica de la confrontación social y política. Desde antes de la

Reforma Constitucional de 1991 y sus antecedentes, hasta la valoración del impacto efectivo del Mandato

Constitucional, que refiere una Nación pluriétnica y pluricultural. Con todos los agregado estructurales y

circunstanciales a que esto conlleva. Como correlato de ese marco conceptual. Asimismo, enfatizó acerca de

las limitaciones para apropiarse de esos conceptos y su traducción a la acción común, cotidiana, efectiva.

Uno de los elementos, dijo Isolina, que nos convoca a la reflexión, tiene que ver con el significado como

simple alegoría; o como concreción. Lo que yo percibo es que se presenta una dicotomía real. La Constitución

por un lado y la realidad por la otra. Porque no solo los particulares hegemónicos y vandálicos; sino el

gobierno actual y su predecesor, han hecho caso omiso de ese mandato. Y, cuando se produce, como ahora,

una lucha exigiendo los derechos constitucionales para las etnias y los afro descendientes; se produce y se

publicita una andanada panfletaria. Pretendiendo localizarnos como eslabones de la cadena terrorista y”

antipatriota”.

En mi opinión, entonces, es la siguiente: a como dé lugar. Arriesgando lo que sea. Incluso nuestras vidas;

debemos estar al lado de Paeces y Nasas. No es este el momento de asumir posiciones dubitativas. Somos

pacíficos; pero eso no implica ser inferiores a quienes nos han precedido y que han sacrif icado sus vidas en

nombre de los derechos ancestrales y actuales. Si por solidarizarnos, efectivamente, con ellos y ellas, nos han

de llamar subversivos, que venga ese nombre.

Demetrio quedó impresionado por la coherencia en las expresiones de Isolina. Por sus conocimientos,

vertidos en lenguaje popular, asequib le a todos y a todas. Se acercó a ella, en la intención de felicitarla.

Isolina miró a Demetrio. Una cautivación instantánea. La conmovieron su mirada y sus gestos. Respondió con

una sonrisa a los halagos de Demetrio. Le preguntó desde donde venía. A la respuesta de Demetrio, Isolina

169

indagó si tenía en donde alojarse. Demetrio trató de mentir, con un si borroso. Ella le ofreció el cuarto que

compartía con su madre.

Al llegar a casa, Isolina lo presentó a su madre Petronila. La negra se encantó con Demetrio. Tal vez, porque

vio en él el hijo que no pudo crecer. El antecesor a Isolina. Ella siempre había querido un hijo varón. Lo perdió,

sin nacer. Cenaron un menú constante: arroz, sopa de champiñones y pescado. Conversaron largo rato, hasta

las 12 de la noche. De todo hablaron. De la vida, de la muerte, del gobierno, de su gente, de su familia. En fin,

siendo esa hora, Isolina invitó a Demetrio a dormir en el piso. Con almohadas y cobertores como contra peso a

la dureza del piso.

Al amanecer, Isolina resbaló al sitio de Demetrio. Petronila estaba dormida. Demetrio, al sentir el cuerpo de

Isolina en su sitio, reaccionó con timidez. Isolina pegó su cuerpo al de Demetrio. Lo besó en la boca. Le

susurró: quiero compartir contigo. Quiero que estés conmigo. Quiero tu aliento. Quiero tus brazos. Y tus

manos. Y que me recorras el cuerpo. Así, con la fuerza que tienes. Quiero que me preñes. Ya, lo quiero.

Él sintió un espasmo. Nunca había estado con una mujer, tan cerca. Nunca había tenido coito. Nunca había

amado a una mujer. El calor insinuante de Isolina, lo aturdió. Sintió crecer lo suyo. Esa largueza y esa dureza

que él veía a diario, cuando se bañaba. En ciertos momentos, de manera subrepticia, se sentía orgul loso de

ese. Porque era un músculo negro, duro, inmenso. Solo había sentido y palpado el líquido que manaba por

ahí. Justo el día en que despertó, después de haber soñado con una mujer desnuda. Negra, como Isolina.

No soportó más. Saltó sobre ella. Destruyó todo lo que, al paso de su largueza y dureza, encontró. Isolina

sintió cuando se rompió su respaldo a la virginidad. Sintió un dolor dulce, infinito. Movía su cuerpo. Como

danzando. Demetrio la dominó. Decía: soy lo que quiero que seas. Negra hermosa. Negra provocativa. Negra

libertaria. Negra absoluta.

Así estuvieron toda la noche. Una y otra vez, sin sentir cansancio. Al despertar, observaron sus cuerpos

desnudos. No pudieron seguir, porque ya Petronila estaba al pie de ella y de él. Con una mirada de dulzura

plena. Como diciendo: “es lo que siempre desee, que Escolástico me amara así”.

Isaías nació, cuando en Nicaragua los sandinistas accedían al poder; después de derrotar a Anastasio

Somoza. Un día pletórico de enseñanzas y de alegrías. Demetrio estab a enfrente del recién nacido. Un niño

normal, en términos de físico, peso, talla. Tenía algo que llamaba la atención: una mirada profunda,

escrutadora, por unos ojos inmensos, azabaches. Lo escrutaba todo. Desde el espacio físico de la habitación;

hasta los cuerpos de Demetrio e Isolina. Un niño precoz. Aún en la manera llorar. Una exigencia prematura.

Respecto a la distancia entre él, su padre y su madre. Un niño de un negro inmenso. Su piel brillaba. Como el

ébano.

Isaías creció rápidamente. En cuerpo y en espíritu A los cinco años sintió que su padre traspasaba la línea

entre el ser y no ser. Lo vio muerto en una fosa común. Compartida por quienes, como él, nunca se ofrecieron

como sujetos transables. Susceptib les de ser erigidos como imagen de compromiso , con lo valores impuestos

desde su edad temprana.

Isolina le hablaba, en su cubículo, improvisado como cuna y como sitio. Sin embargo, ella, percib ía en él un

sujeto extraño. Evasivo. Como cuando alguien, en la literatura vinculada con el terror, perci be, retiene un

170

personaje para que ejerza como símbolo de la maldad. Hasta cierto punto, Isolina, hizo una reflexión

inmediata. Algo así como sentirse azarada por la mirada de su hijo. Pero, insistió a sí misma, en una

elucubración posible. Como si quisiera desentrañar los vericuetos del destino. Percib ía a Isaías como sujeto

que, con el tiempo, podría llegar a ser un asesino en serie, o algo así.

Precisamente, el día del décimo aniversario de Isaías, Isolina tuvo un sueño alucinante, de un gran dolor.

Isaías estaba enfrente de ella y de una niña que parecía ser su hija. Al menos eso aparentaba al observar,

fijamente, sus ojos y su rostro. Isaías andaba desnudo por toda la casa. Hablaba cosas ininteligibles. Más bien

parecía una vocinglería inexplicable. Con términos mendaces, obscenos. Cuando se acercaba a la niña,

Isaías, se tomaba el pene y lo manipulaba. Sin ningún recato. Luego empezaba a verter litros de líquido

amarillento. Se reía y ahogaba sus voces. La de la niña y la de Isolina.

Cuando despertó, Isolina miró a Isaías que dormía placentero en su cama. Respiraba tranquilo. Pero, de

pronto, despertó. La miró y se desnudó. Gritaba: ¡ven Isolina, ven ¡. Esto es para ti y para tu hija. Ese bastardo

de Demetrio lo hice matar. No me gustaba la manera como te miraba. Mucho menos me gustaba la manera

como te poseía, cada noche. Ustedes dos. Tú y él. Descifrando códigos de ternura y de placer. Yo, en entre

tanto, sollozando, porque no atinaba a hacer crecer lo mío como el de Demetrio. Te sentía sollozar, pe ro de

alegría. Con una inmensa felicidad absurda. Yo no creo en la felicidad. Creo en mí. Le entregué a Demetrio a

los gendarmes. Calculé con ellos el momento más propicio para raptarlo y para matarlo. Con la técnica que

han aprendido, a fuerza de ver pasar la historia. Generaciones y generaciones de gendarmes. Siempre

sumisos, atados al poder de momento o al de siempre. Lo desollaron. Mientras tú llorabas. Mientras esa niña,

la hija de Demetrio y tuya ululaba y se sentía ajena.

Sentí, dijo Isolina, como si mi pecho explotara en mil pedazos. No sospeché, ni prefiguré nunca que un hijo

pudiera contribuir al asesinato de su padre y a profundizar el dolor de su madre. Lo veía, allí sentado. Riendo.

Celebrando su triunfo. Sobre mí y sobre Demetrio. A favor de los dueños del poder. Esos que, siempre han

mentido, a propósito de todo. Pero, fundamentalmente, a propósito de la muerte de los adversarios.

Adversarios que solo tienen o han tenido la culpa de ser diferentes. Ajenos a opciones malvadas. Cercanos a

construcciones solidarias y justas. Tanto en relación con sus pares; como también en relación con los

escenarios de vida.

¿Fue un sueño, de otro sueño? Isolina no podía descifrarlo de inmediato. Lo cierto es que Demetrio

Desapareció. Unas vecinas vinieron a informarme que había sido violentado y ob ligado a subir a un vehículo.

No tuve fuerzas para levantarme y seguir a mis vecinas. Mi respiración era entrecortada. Sollozaba. (… ¿Será

que ya viví ese momento, antes?) No como sujeta pusilánime, a la manera de las pl añideras. Pero si como

madre y amante. Tanto más el dolor, en cuanto este era originado por un hijo que entrega a su padre y

violenta, por esa vía a la madre. Son signos inequívocos de una descomposición de los valores. Cada vez

más punzante y más cuantiosa. Todo, relacionado con el Joyero que ejerce el poder. Que vende cachivaches,

a manera de mercancía excelente. Un joyero abominable. Que rige en el país de las utilidades, de las

recompensas, de las verdades a medias, o simplemente, no verdades. Es la consecuencia del raponazo a la

democracia. Es, en otras palabras, el ejercicio del poder, a nombre de la democracia. Con una popularidad

construida en la manipulación de datos. O, simplemente, con la aquiescencia de un pueblo mudo, ciego y

deleznable.

171

…Al volver a despertar, Isolina, encontró a Isaías, su lado, dormido. Se estremeció, al recordar su sueño.

Demetrio estaba en su sitio de trabajo. Un salón inmenso con hornos a lado y lado. Como operario, debía

surtir el horno que le había sido asignado. Un calor insoportab le. Una sensación de asfixia, que invitaba a

desear los espacios abiertos, frescos. Un salón en el cual estaba acompañado por otros hombres, igual que

él, atosigados por el infernal fuego. Su labor era, y sigue siendo, coadyuvar a la transformación del hierro en

diferentes aleaciones. Decantando esa figuración asignada al elemento primario, según los requerimientos de

la empresa.

Cierto día, sin saber por qué, me asediaba un vago recuerdo. Como si yo hubiera estado, e n el pasado, como

operario. Así como Demetrio. La diferencia radicaba en que, siendo yo sujeto partícipe de un proceso, ese

proceso era algo así como orientar las perversiones inherentes a la desculturización. Como raponazo a

nuestras vivencias. Como si yo hubiese estado al servicio de los destructores de etnias y de los elementos

asociados a ellas. Siendo, así, un sujeto pervertido, auriga de los controladores. Me veía desarrollando

lenguajes lineales. Pretendiendo suplantar la creatividad y la belleza de nuestros saberes ancestrales, nativos,

desde antes de la invasión.

Pretendí deshacerme de ese recuerdo, a partir de orientar mi quehacer con los postulados de Demetrio y de

Isolina. Siendo yo una derivación de un amor pleno, íntegro. Sin embargo, persistían en mí esos vagos

recuerdos. Como haber conocido otros lugares y otras personas. Una de ellas, una mujer parecida a Isolina,

en lo que esta tiene de entereza, de sutilidad, de elevados valores acumulados. No como simple sumatoria de

agregados circunstanciales; sino como expresión de una vida dedicada a construir espacios humanizados,

garantes del progreso, centrado en la convivencia, el respeto y la creatividad colectiva e individual. Escenarios

no endosados a los poderes. Más b ien, en interacción con todos y todas aquellos (as) que tenemos, en

cualquier momento de nuestras vidas, unas vivencias inconexas, segmentadas, valoradas como simples

accesorios que adornan la sociedad regida por quienes esquilman a los demás…Aún siento esas secuelas.

Petronila Rentería había llegado, con su hija, la noche anterior. Caloto las vio llegar. Un tanto desorientadas.

Venían desde Bahía Solano. Desorientación y desesperanza. Una llegada forzada, en razón a hechos que

comprometían la seguridad y la supervivencia. Venían, precedidas de caravanas enteras, de nativos

originarios, de afro descendientes, de campesinos rasos. Cada paso, en su huida, constituyó una odisea.

Porque el hambre, el cansancio y el desarraigo ejercían como peso que los ob ligaba a establecer una

comunicación continua con un horizonte perdido. Porque, los conceptos de familia y de grupo tendían a

convertirse en expectativa latente, no hecho concreto. Han pasado tantos años de lucha por la supervivencia,

por superar la marginalidad y el tratamiento como parias, por parte de los poderes central y regional; que el

solo hecho de sentirse vivos era, de por sí, una hazaña. Llegaron, pues, a Caloto, sin saber si constituía punto

de llegada; o mero tránsito hacia otro territorio que no se avizoraba.

Ciudad de historias. De luchas y de expresiones por el reconocimiento y el respeto a las etnias. Lugar de

asiento de Paeces y de Nasas. Con un perfil construido a lo largo de un proceso que se remonta a los años

inmediatos después de la invasión de los españoles. Fundada una y otra vez. Allanada una y otra vez, por las

fuerzas perversas de los invasores; que veían en ese territorio una zona estratégica para apuntalar el dominio

den Popayán. Lugar de confluencia y de demostraciones en lo que a la resistencia nativa se refiere.

172

Ya había sido demostrada la capacidad guerrera y libertaria en 1543, cuando derrotaron las pretensiones de

Sebastián de Belalcázar. También, en 1563, Paeces y Pijaos les infringieron otra derrota. Ya, con la

conducción de Joaquín de Caicedo y Cuero, insinuaban su disposición a contribuir con la lucha

independentista. Un territorio localizado en el centro del norte del Departamento del Cauca. Entre Torib ío,

Corinto, Santander de Quilichao y Jamundí.

Paso a paso, con dignidad y capacidad organizativa, se construyeron los Resguardo s de Huellas, López

Adentro y Toez. Forjadores de la Asociación de Cabildos Indígenas y del CRIC. Con una historia vinculada a

la Campaña Libertadora que se dirigió al sur, al mando de Simón Bolívar. Que lo acogió. Con una

participación activa, desde 1810. Prueba de resistencia y de acción.

Isolina Girardot, siempre al pie de su madre. Con un recuerdo vago de su padre Escolástico. Pero, asimismo,

con una fijación plena de su recorrido. Una aldea destruida. Persecuciones continuas que las vulneraron. A

ellas y a sus grupos sociales y étnicos. Fijación que gira a su alrededor. Sin perderse nunca, ni como visión, ni

como recuerdo. Una incitación constante a realizar actividades tanto o más importantes que las anteriores.

Con la mirada puesta en el hoy y en el mañana. Soportando, otra vez, el asedio de las fuerzas que tratan de

imponerles el reconocimiento del poder de terratenientes. De quienes han instalado grandes ingenios

azucareros. Inclusive, robándoles el agua. De quienes ejercen un poder occidentalizado. Aquellos que

pretenden, por la vía del aniquilamiento, destruir sus ancestros culturas y sociales. Por la vía de desdibujar la

extensión y complejidad de las tradiciones. Desde los Muiscas hasta los Nasas. Llegando inclusive, los

invasores y sus herederos, a trastocar el significados de esas culturas. Como, cuando, invirtieron los valores;

dándoles significados y denominaciones diferentes. Entonces, no es San Agustín o la “Cultura Agustiniana”;

es y será la Cultura Muisca. Aquella que se extiende desde Boyacá, Bacatá (Bogotá); pasando por Tolima,

Huila, Tolima, Nariño. Fueron etnias que interactuaban; a las cuales se les ha cortado el circuito complejo de

integración.

Isolina, empezó a crecer en conocimientos y en capacidad para aplicarlos. Ella y su madre, tuvieron que

soportar tristezas y privaciones. Hubo momentos de profunda desprotección. Solo la articulación con sus

pares individuales y colectivos, pudo desatar el nudo de la desolación. Isolina creció en capacidad

organizadora. Juntando ingenio, destrezas e investigaciones acerca de sus orígenes, como etnia. Acerca del

cruce de caminos en los que se han encontrado similitudes. No solo desde el punto de vista económico y

cultural; sino también en lo que hace referencia al enfrentamiento político con quien es han insistido, por la

fuerza del poder, en asfixiarlos. Restringiendo sus territorios y conminándolos a ejercer como pueblos y

grupos sociales en condiciones infames. Han sido los usurpadores, de ayer y de hoy. Los que han expropiado

sus tierras; lanzándolos, expulsándolos. A sangre y fuego.

Comenzó un itinerario. Visitando regiones y postulando opciones. Algo así como lo que hizo María Cano en el

movimiento obrero. Estuvo en todos los municipios y resguardos cercanos a Caloto. Luego expandió su

acción a territorios más alejados. Llegando, inclusive, hasta la frontera con Ecuador, por el sur, compartiendo

conocimientos con los Pastos. Con los cuales interactuó, a pesar de la pérdida de su dialecto, por la vía de la

absorción por parte del castellano.

Viajó al Amazonas. Comunicando energía y expectativas a los Ticuna. Recib iendo, en beneficio de inventario

cultural, las enseñanzas de los chamanes, en Puerto Nariño y la Chorrera. Estuvo con los Huitotos en

173

Caquetá, aprendiendo sus lenguas mika y minika y su acumulado histórico como cosmovisión de amplio

espectro. Visitó a los Mukak-Makú, los nómadas en el Guaviare.

Aprendió de los Guambianos, en Silvia, Jambaló, Caldono y Torib io. Viajó a la Guajira, asumió con los Kogi

retos en términos de conservar su lengua ancestral, Chibcha. Conoció de ellos, el culto a la Madre Tierra.

Convivió con los Wayú y su lengua Arawak. Con sus niñas menstruantes, recluidas en su preparación para el

matrimonio. En el intercambio de las familias que asumen el proceso de casamiento .

Con los Arahuacos en Sierra Nevada. Con su perfil lingüístico Chibcha y sus ceremonias de casamiento, bajo

el régimen matrilocal. Con los Embera en el Choco y sus variantes Cholos, en el Pacífico, Chaméis o memes

en Risaralda. Catíos en Antioquia y los Eperas en Nariño.

Con sus pares en raza, los negros y las negras. Construyendo nexos como afro descendientes; por toda la

franja que bordea al Pacífico. Aunando expresiones de consolidación cultura. Asumiendo roles que reivindican

su potencia cultural-musical. Con sucesivas variantes; en términos de localización y particularidades. Sin

pretender opciones hegemónicas y/o racistas. Siendo artífice de las organizaciones de mujeres.

Organizaciones inherentes a sus luchas. Como mujeres que asumen la defensa de su raza, de sus

costumbres. Y, fundamentalmente, sus derechos. Ante la despiadada persecución y aniquilación a que son

sometidas ellas, sus hombres, sus niños y sus niñas. Tratando de forjar lazos de unidad y organización con

las etnias. Sin pretender un intercambio cultural o político, que destruya sus soportes y registros ancestrales.

Estuvo en Barrancabermeja, cuando el asedio de los grupos armados al servicio del Estado (ab iertos y

clandestinos). Actuó con las Mujeres Ruta Pacifico; buscando justicia. Exigiendo restitución de b ienes y

derechos. Comunicando al mundo las acciones de exterminio oficiales y paraoficiales. Siguiendo, un poco, el

mapa construido por las Madres de la Plaza de Mayo, en Argentina. Siguiendo el registro histórico de

Rigoberta Menchú, en Guatemala y su incidencia en el Caribe y en Centro América.

La actuación de Isolina, entonces, estuvo centrada en propiciar y actuar, en relación con los derechos

conculcados a las minorías étnicas y a los afro descendientes. Nunca olvidó la historia del luchador Álvaro

Ocué Chocué; asesinado de manera infame.

Conoció a Demetrio en Jambaló. (...o, ¿tal vez, ya lo había conocido, siendo niña?) Durante una de sus

actividades. Realizaban una acción comunitaria, consistente en analizar la situación planteada en torno al

despojo territorial de que habían sido víctimas los Paeces y Nasas. Concretamente de la Hacienda

Emperatriz. De tiempo atrás, terratenientes caucanos habían realizado un proceso de expropiación, a nombre

de la propiedad privada. Para sucesivos gobiernos, esa interpretación de los terratenientes era válida.

Abstrayendo el significado cultural y organizativo alcanzado por los Resguardos. No solo en lo que supone el

nexo con la Tierra, como parte de su cosmovisión, a la manera de los Kogi; sino también en lo relacionado

con su subsistencia. Había sido decretada una nueva toma por parte de la dirigencia indígena. A su vez, el

gobierno central, había determinado el desalojo. Una confrontación ineludib le.

Demetrio, un hombre sencillo. De mirada fuerte, decidida. Una contextura física parecida a todos los hombres

de su raza. Hercúlea. Había llegado a Jambaló, desde Quibdó. Allí realizaba tareas de pesquería y estaba

asociado a la eterna lucha por derechos fundamentales inmediatos. El alcantarillado , agua potable,

174

acueducto, etc. No habían sido nada fáciles su vida y su gestión comunitaria. De hecho era un itinerante

obligado. Tenía sobre si un estigma. Una marca que lo colocaba con la placa de subversor del orden público.

En el pasado reciente había sido reportado como auxiliador de guerrillas, por parte de las fuerzas

paraoficiales. Escapó del asedio, por parte de la gendarmería clandestina, al barrio en donde vivía, en la

ciudad de Medellín. Por coincidencia, estaba alojado en casa de un primo. El barrio Corazón, fue declarado

objetivo militar; en el contexto de la ofensiva de las fuerzas oficiales y paraoficiales, en la Comuna 13. Salió

clandestino para Apartadó, en la zona adscrita a una forma de región y de organización similar a la

reinserción. Allí estaba cuando el ataque paraoficial. Escapó hacia Turbo. De allí salió para Arboletes.

Siempre huyendo. Como nómada forzado. En un desarraigo brutal. Por fin logró establecerse en Quibdó.

Isolina presentó, en esa sesión, un análisis preciso. Acerca de la situación de la etnias y de los afro

descendientes en el país. Hizo referencia a la dinámica de la confrontación social y política. Desde antes de la

Reforma Constitucional de 1991 y sus antecedentes, hasta la valoración del impacto efectivo del Manda to

Constitucional, que refiere una Nación pluriétnica y pluricultural. Con todos los agregado estructurales y

circunstanciales a que esto conlleva. Como correlato de ese marco conceptual. Asimismo, enfatizó acerca de

las limitaciones para apropiarse de esos conceptos y su traducción a la acción común, cotidiana, efectiva.

Uno de los elementos, dijo Isolina, que nos convoca a la reflexión, tiene que ver con el significado como

simple alegoría; o como concreción. Lo que yo percibo es que se presenta una dico tomía real. La Constitución

por un lado y la realidad por la otra. Porque no solo los particulares hegemónicos y vandálicos; sino el

gobierno actual y su predecesor, han hecho caso omiso de ese mandato. Y, cuando se produce, como ahora,

una lucha exigiendo los derechos constitucionales para las etnias y los afro descendientes; se produce y se

publicita una andanada panfletaria. Pretendiendo localizarnos como eslabones de la cadena terrorista y”

antipatriota”.

En mi opinión, entonces, es la siguiente: a como dé lugar. Arriesgando lo que sea. Incluso nuestras vidas;

debemos estar al lado de Paeces y Nasas. No es este el momento de asumir posiciones dubitativas. Somos

pacíficos; pero eso no implica ser inferiores a quienes nos han precedido y que han sacrificad o sus vidas en

nombre de los derechos ancestrales y actuales. Si por solidarizarnos, efectivamente, con ellos y ellas, nos han

de llamar subversivos, que venga ese nombre.

Demetrio quedó impresionado por la coherencia en las expresiones de Isolina. Por sus conocimientos,

vertidos en lenguaje popular, asequib le a todos y a todas. Se acercó a ella, en la intención de felicitarla.

Isolina miró a Demetrio. Una cautivación instantánea. La conmovieron su mirada y sus gestos. Respondió con

una sonrisa a los halagos de Demetrio. Le preguntó desde donde venía. A la respuesta de Demetrio, Isolina

indagó si tenía en donde alojarse. Demetrio trató de mentir, con un si borroso. Ella le ofreció el cuarto que

compartía con su madre.

Al llegar a casa, Isolina lo presentó a su madre Petronila. La negra se encantó con Demetrio. Tal vez, porque

vio en él el hijo que no pudo crecer. El antecesor a Isolina. Ella siempre había querido un hijo varón. Lo perdió,

sin nacer. Cenaron un menú constante: arroz, sopa de champiñones y pescado. Conversaron largo rato, hasta

las 12 de la noche. De todo hablaron. De la vida, de la muerte, del gobierno, de su gente, de su familia. En fin,

siendo esa hora, Isolina invitó a Demetrio a dormir en el piso. Con almohadas y cobertores como contrapeso a

la dureza del piso.

175

Al amanecer, Isolina resbaló al sitio de Demetrio. Petronila estaba dormida. Demetrio, al sentir el cuerpo de

Isolina en su sitio, reaccionó con timidez. Isolina pegó su cuerpo al de Demetrio. Lo besó en la boca. Le

susurró: quiero compartir contigo. Quiero que estés conmigo. Quiero tu aliento. Quiero tus brazos. Y tus

manos. Y que me recorras el cuerpo. Así, con la fuerza que tienes. Quiero que me preñes. Ya, lo quiero.

Él sintió un espasmo. Nunca había estado con una mujer, tan cerca. Nunca había tenido coito. Nunca había

amado a una mujer. El calor insinuante de Isolina, lo aturdió. Sintió crecer lo suyo. Esa largueza y esa dureza

que él veía a diario, cuando se bañaba. En ciertos momentos, de manera subrepticia, se sentía orgulloso de

ese. Porque era un músculo negro, duro, inmenso. Solo había sentido y palpado el líquido que manaba por

ahí. Justo el día en que despertó, después de haber soñado con una mujer desnuda. Negra, como Isolina.

No soportó más. Saltó sobre ella. Destruyó todo lo que, al paso de su largueza y dureza, encontró. Isolina

sintió cuando se rompió su respaldo a la virginidad. Sintió un dolor dulce, infinito. Movía su cuerpo. Como

danzando. Demetrio la dominó. Decía: soy lo que quiero que seas. Negra hermosa. Negra provocativa. Negra

libertaria. Negra absoluta.

Así estuvieron toda la noche. Una y otra vez, sin sentir cansancio. Al despertar, observaron sus cuerpos

desnudos. No pudieron seguir, porque ya Petronila estaba al pie de ella y de él. Con una mirada de dulzura

plena. Como diciendo: “es lo que siempre desee, que Escolástico me amara así”.

Isaías nació, cuando en Nicaragua los sandinistas accedían al poder; después de derrotar a Anastasio

Somoza. Un día pletórico de enseñanzas y de alegrías. Demetrio estab a enfrente del recién nacido. Un niño

normal, en términos de físico, peso, talla. Tenía algo que llamaba la atención: una mirada profunda,

escrutadora, por unos ojos inmensos, azabaches. Lo escrutaba todo. Desde el espacio físico de la habitación;

hasta los cuerpos de Demetrio e Isolina. Un niño precoz. Aún en la manera llorar. Una exigencia prematura.

Respecto a la distancia entre él, su padre y su madre. Un niño de un negro inmenso. Su piel brillaba. Como el

ébano.

Isaías creció rápidamente. En cuerpo y en espíritu A los cinco años sintió que su padre traspasaba la línea

entre el ser y no ser. Lo vio muerto en una fosa común. Compartida por quienes, como él, nunca se ofrecieron

como sujetos transables. Susceptib les de ser erigidos como imagen de compromiso , con lo valores impuestos

desde su edad temprana.

Isolina le hablaba, en su cubículo, improvisado como cuna y como sitio. Sin embargo, ella, percib ía en él un

sujeto extraño. Evasivo. Como cuando alguien, en la literatura vinculada con el terror, perci be, retiene un

personaje para que ejerza como símbolo de la maldad. Hasta cierto punto, Isolina, hizo una reflexión

inmediata. Algo así como sentirse azarada por la mirada de su hijo. Pero, insistió a sí misma, en una

elucubración posible. Como si quisiera desentrañar los vericuetos del destino. Percib ía a Isaías como sujeto

que, con el tiempo, podría llegar a ser un asesino en serie, o algo así.

Precisamente, el día del décimo aniversario de Isaías, Isolina tuvo un sueño alucinante, de un gran dolor.

Isaías estaba enfrente de ella y de una niña que parecía ser su hija. Al menos eso aparentaba al observar,

fijamente, sus ojos y su rostro. Isaías andaba desnudo por toda la casa. Hablaba cosas ininteligibles. Más bien

parecía una vocinglería inexplicable. Con términos mendaces, obscenos. Cuando se acercaba a la niña,

176

Isaías, se tomaba el pene y lo manipulaba. Sin ningún recato. Luego empezaba a verter litros de líquido

amarillento. Se reía y ahogaba sus voces. La de la niña y la de Isolina.

Cuando despertó, Isolina miró a Isaías que dormía placentero en su cama. Respiraba tranquilo. Pero, de

pronto, despertó. La miró y se desnudó. Gritaba: ¡ven Isolina, ven ¡. Esto es para ti y para tu hija. Ese bastardo

de Demetrio lo hice matar. No me gustaba la manera como te miraba. Mucho menos me gustaba la manera

como te poseía, cada noche. Ustedes dos. Tú y él. Descifrando códigos de ternura y de placer. Yo, en entre

tanto, sollozando, porque no atinaba a hacer crecer lo mío como el de Demetrio. Te sentía sollozar, pero de

alegría. Con una inmensa felicidad absurda. Yo no creo en la felicidad. Creo en mí. Le entregué a Demetrio a

los gendarmes. Calculé con ellos el momento más propicio para raptarlo y para matarlo. Con la técnica que

han aprendido, a fuerza de ver pasar la historia. Generaciones y generaciones de gendarmes. Siempre

sumisos, atados al poder de momento o al de siempre. Lo desollaron. Mientras tú llorabas. Mientras esa niña,

la hija de Demetrio y tuya ululaba y se sentía ajena.

Sentí, dijo Isolina, como si mi pecho explotara en mil pedazos. No sospeché, ni prefiguré nunca que un hijo

pudiera contribuir al asesinato de su padre y a profundizar el dolor de su madre. Lo veía, allí sentado. Riendo.

Celebrando su triunfo. Sobre mí y sobre Demetrio. A favor de los dueños del poder. Esos que, siempre han

mentido, a propósito de todo. Pero, fundamentalmente, a propósito de la muerte de los adversarios.

Adversarios que solo tienen o han tenido la culpa de ser diferentes. Ajenos a opciones malvadas. Cercanos a

construcciones solidarias y justas. Tanto en relación con sus pares; como también en relación con los

escenarios de vida.

¿Fue un sueño, de otro sueño? Isolina no podía descifrarlo de inmediato. Lo cierto es que Demetrio

Desapareció. Unas vecinas vinieron a informarme que había sido violentado y ob ligado a subir a un vehículo.

No tuve fuerzas para levantarme y seguir a mis vecinas. Mi respiración era entrecortada. Sollozaba. (… ¿Será

que ya viví ese momento, antes?) No como sujeta pusilánime, a la m anera de las plañideras. Pero si como

madre y amante. Tanto más el dolor, en cuanto este era originado por un hijo que entrega a su padre y

violenta, por esa vía a la madre. Son signos inequívocos de una descomposición de los valores. Cada vez

más punzante y más cuantiosa. Todo, relacionado con el Joyero que ejerce el poder. Que vende cachivaches,

a manera de mercancía excelente. Un joyero abominable. Que rige en el país de las utilidades, de las

recompensas, de las verdades a medias, o simplemente, no verdades. Es la consecuencia del raponazo a la

democracia. Es, en otras palabras, el ejercicio del poder, a nombre de la democracia. Con una popularidad

construida en la manipulación de datos. O, simplemente, con la aquiescencia de un pueblo mudo, ciego y

deleznable.

…Al volver a despertar, Isolina, encontró a Isaías, su lado, dormido. Se es tremeció, al recordar su sueño…”.

20. Otros antecedentes.

“…Finalizada (sic) la guerra de independencia se inicia para Venezuela la experiencia republicana. Hasta ese

momento la República no había sido más que una especie de ensayo general, en cuanto corresponde a la

que existió a la que existió entre el 5 de julio de 1811 y la firma del armisticio con Domingo de Monteverde (25

de julio de 1812), o un desiderátum siempre propuesto en función de la guerra. Bien puede decirse que la

precariedad de los ensayos republicanos, tanto por la corta duración de los que lograron cuajar, como por las

177

numerosas limitaciones e incluso suspensiones que se les impuso en razón de la emergen cia bélica,

reservaron para después de la contienda la verdadera confrontación de la experiencia republicana, ya

despejado el panorama del enemigo que la había hecho imposible hasta entonces…” (G. Carreras. “El culto a

Bolívar”, páginas 43-44)

“…Y, entonces, volvemos a una situación de vuelo. Porque estamos ante una opción de negociación del

Gobierno del presidente Juan Manuel Santos, con las Farc. En la cual se pretende la terminación del

conflicto…Pero será del conflicto con las Farc. Porque, tal y como lo he reiterado, el universo político y de

confrontación es absolutamente más amplio. Incluye la versión de la lucha de clases de conformidad con la

teoría marxista, leninista y trotskista. Por el socialismo. Las Farc, si se quiere, es una simple expresión

militarista. La ideología y la actuación política, no tiene cabida ahí. Porque su trabajo con las masas

campesinas, no es otra cosa que combates a gotas. No tienen un escenario que permita hablar, por ejemplo,

gobiernos revolucionarios provisionales. Además la clase obrera y los sectores asociados con la pequeña

burguesía, ve a distancia esos combates. Nunca como referentes para acceder al poder. De lo q ue se trata,

entonces, de trabajar por recomponer la lucha social en campos y ciudades

Termino con esta nota escrita por el profesor José Noé Ríos, a propósito de un antecedente de negociación

con las Farc. A pesar de la extemporaneidad, considero que ilustra acerca de dónde venimos, donde

estamos…y para donde vamos.

“…Domingo 18 de mayo de 1997.

Me reúno con el Presidente y el Ministro de Defensa en Hato grande.

Les presento un balance de mis gestiones. Doy una serie de argumentos para sustentar la posib ilidad de

despejar toda la jurisdicción de Cartagena del Chairá, incluyendo los campos urbanos.

Me hacen muchas preguntas y doy respuestas basadas en los informes que he recogido en mis visitas a la

región. Sostengo que la Operación Conquista dejó resultados que implican que el área del Caguán dejó de

ser de seguridad nacional.

Adicionalmente fundamento el cambio de posición de las FARC con respecto a la primera solicitud de

despeje. Recuerdo que la primera solicitud incluía el despeje del bajo y medio Caguán dentro de un área que

incluye Cartagena del Chaira, Montañitas, El Triunfo, San Isidro, Puerto Gaitán, Unión Penea y remolinos del

Caguán…” (Ríos, José Noé: “La liberación en el Caguán. Ed. Planeta, 1998. Página 77).

Metodología: 1. Itinerario por registros escritos relacionados con el problema.

2. Entrevistas a la autora de “Mi Historia”; a Rosendo Payares, escritor

registrado con su seudónimo. Autor de “4710”, su autobiografía; y de “Samuel”. Ambas

publicadas en edición digital, en el Portal Universia

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3. Consulta de Normas y Sentencias que ejercen como soporte jurídico

para el gobierno, en su intervención vinculada con la negociación

Bibliografía

“Samuel”, novela Autor: Luis Parmenio Cano G.

“Mi historia”, autora que prefiere el anonimato.

“4710”, autobiografía de “Rosendo Payares (seudónimo).

“Trochas y Fusiles, “Selva Adentro”, “Aguas Arriba” y “Siguiendo el corte”.

Autor Alfredo Molano Bravo.

“El 19 de abril de 1810 fu el día en que se inició la independencia

sudamericana. Autor: Santiago Terrero A.

“El culto a Bolívar”. Autor: G. Carrera Damas

“Palimpsestos, los rastros de la escritura. Autor: Fredy Téllez

“El velo y la trenza”. Autor: C.P. Rodríguez.

“Prólogo a la edición ed. Universidad Nacional de Colombia, de 2La sociedad Primitiva”.

Autor L.H. Herder.

“Crítica de la razón dialéctica”. Autor: J.P. Sartre.

“Filosofía del derecho: F. Hegel

“Investigaciones lógicas”. Autor: E. Husserl.

“Tratado sobre la lógica de la naturaleza humana”. Autor: D. Hume

“La rebelión de las masas”. J. Ortega y Gasset

“El ser y la nada”. Autor: J.P. Sartre

“Santander y la opinión angloamericana” Autores: Francis Hall y William Dane

“Liberación en el Caguán”. Autor; José Noé Ríos; unos

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Metodología: 1. Itinerario por registros escritos relacionados con el problema.

2. Entrevistas a la autora de “Mi Historia”; a Rosendo Payares, escritor

registrado con su seudónimo. Autor de “4710”, su autobiografía; y de “Samuel”. Ambas

publicadas en edición digital, en el Portal Universia

3. Consulta de Normas y Sentencias que ejercen como soporte jurídico

para el gobierno, en su intervención vinculada con la negociación