módulo – métodos y técnicas de resolución de conflictos unidad 2 – la violencia tema 1

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Módulo – Métodos y técnicas de resolución de conflictos Unidad 2 – La violencia Tema 1 El conflicto y el círculo de la violencia Si nos remitimos a la raíz etimológica, violencia proviene de la palabra latina violentia, que a su vez combina el término “vis”, que significa fuerza y el sufijo “lentus” que tiene la acepción de continuidad, por lo que se traduciría como “uso continuo de la fuerza”. En lenguaje común cuando hablamos de violencia, generalmente nos referimos a una acción coercitiva de un agente sobre otro, acción que usualmente se acompaña de desigualdad de condiciones, así nos encontramos con la violencia de género, la violencia infantil o la violencia contra los animales, se trata de actos a los que se ven sometidos los “violentados” sin su consentimiento y que tienen en ellos repercusiones físicas, emocionales y/o psicológicas, es decir, sufren algún tipo de daño. Más allá de esto, en las ciencias sociales existen nociones más amplias del significado de violencia, un buen ejemplo de ello es lo que escribió Susan George respecto a que “violencia es todo aquello que impide que la gente satisfaga sus necesidades fundamentales: alimentación, vivienda, vestido, sí, pero también dignidad...”, con lo que deja claro que se habla de un individuo completo, que incluye sus necesidades de sobrevivencia pero también su derecho a la integridad, en este mismo sentido es Johan Galtung quien trabaja el tema de violencia, sus tipos y sus manifestaciones, este autor también va más allá de la violencia física al afirmar que “cuando el potencial es mayor que lo efectivo, y ello es evitable, existe violencia”, lo que se traduciría en que las condiciones eludibles que impiden que un individuo desarrolle sus potencialidades, también es violentarlo. Este politólogo noruego hace una diferenciación entre los conceptos de conflicto violencia, comparando al primero con un organismo vivo, ya que aparece, crece hasta llegar a su punto de máxima tensión, declina y posteriormente desaparece, aunque tiende a reaparecer, y nos dice que mientras más básico sea el interés en conflicto, mayor será la frustración que éste provoque, esta frustración es la que puede desencadenar una agresión que puede manifestarse en formas diversas, desde una actitud hostil, hasta el empleo de la El conflicto y el círculo de la violencia Página 1 de 16violencia hacia quien obstaculiza la satisfacción de esos intereses; a modo analítico el autor propone una división de estos conflictos en tres niveles:

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Módulo – Métodos y técnicas de resolución de conflictos Unidad 2 – La violencia Tema 1El conflicto y el círculo de la violenciaSi nos remitimos a la raíz etimológica, violencia proviene de la palabra latina violentia, que a su vez combina el término “vis”, que significa fuerza y el sufijo “lentus” que tiene la acepción de continuidad, por lo que se traduciría como “uso continuo de la fuerza”. En lenguaje común cuando hablamos de violencia, generalmente nos referimos a una acción coercitiva de un agente sobre otro, acción que usualmente se acompaña de desigualdad de condiciones, así nos encontramos con la violencia de género, la violencia infantil o la violencia contra los animales, se trata de actos a los que se ven sometidos los “violentados” sin su consentimiento y que tienen en ellos repercusiones físicas, emocionales y/o psicológicas, es decir, sufren algún tipo de daño.Más allá de esto, en las ciencias sociales existen nociones más amplias del significado de violencia, un buen ejemplo de ello es lo que escribió Susan George respecto a que “violencia es todo aquello que impide que la gente satisfaga sus necesidades fundamentales: alimentación, vivienda, vestido, sí, pero también dignidad...”, con lo que deja claro que se habla de un individuo completo, que incluye sus necesidades de sobrevivencia pero también su derecho a la integridad, en este mismo sentido es Johan Galtung quien trabaja el tema de violencia, sus tipos y sus manifestaciones, este autor también va más allá de la violencia física al afirmar que “cuando el potencial es mayor que lo efectivo, y ello es evitable, existe violencia”, lo que se traduciría en que las condiciones eludibles que impiden que un individuo desarrolle sus potencialidades, también es violentarlo.Este politólogo noruego hace una diferenciación entre los conceptos de conflicto violencia, comparando al primero con un organismo vivo, ya que aparece, crece hasta llegar a su punto de máxima tensión, declina y posteriormente desaparece, aunque tiende a reaparecer, y nos dice que mientras más básico sea el interés en conflicto, mayor será la frustración que éste provoque, esta frustración es la que puede desencadenar una agresión que puede manifestarse en formas diversas, desde una actitud hostil, hasta el empleo de laEl conflicto y el círculo de la violencia Página 1 de 16violencia hacia quien obstaculiza la satisfacción de esos intereses; a modo analítico el autor propone una división de estos conflictos en tres niveles: micro (entre las personas y dentro de ellas) meso (surge en las sociedades dentro de cada Estado) macro (conflictos entre Estados y naciones)Ahora bien, en cuanto a la violencia sostiene que ésta es ajena a las personas, es decir, no es un instinto innato tal como el hambre, la sed o la reproducción, y una vez que surge origina una espiral de violencia y contraviolencia, que perpetúa el conflicto original, Galtung propone también la clasificación de violencia en tres tipos:1. Violencia directa. Es la manifestación más evidente, es la única de las tres que es visible, existe cuando se ejercen directamente conductas o actos de violencia y puede darse entre individuos (suicidio, homicidio, violencia doméstica), entre grupos (guerras civiles, pandillerismo), Estados (guerra, terrorismo internacional) o en combinaciones entre estos agentes y destinatarios.2. Violencia estructural. Es una forma de violencia indirecta ya que no se puede personalizar o responsabilizar al agresor y frecuentemente el que la padece no la percibe como tal ya que existen mecanismos mediadores que le impiden tomar conciencia de ello, estas mediaciones institucionales se mantienen ocultas y estáticas, ejemplos de este tipo de violencia son la represión política, la pobreza o la alienación.3. Violencia cultural. Es otra forma de violencia indirecta y en ella se distinguen dos

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tipos, el primero se refiere al ataque contra rasgos culturales y de identidad colectiva (color de piel, religión, etc.) y el segundo es el que permite y fomenta las formas de violencia tanto directa como estructural, es decir, es un conjunto de actitudes, ideas y razonamientos que legitiman, promueven y justifican la violencia es su forma directa o estructural.Violencia simbólicaGaltung no es el único autor que toca temas de violencia, el mismo Pierre Bourdieu creó El conflicto y el círculo de la violencia Página 2 de 16la categoría de violencia simbólica para referirse a manifestaciones de violencia que se derivan de la imposición de estructuras mentales y categorías cognitivas por parte de sujetos dominantes; como en el caso de la violencia estructural y cultural de Galtung, se trata de una forma de violencia invisible, que se asienta en el consenso y en el desconocimiento de quien la padece. Para entender el concepto de violencia simbólica de Bourdieu, debemos remitirnos también a los conceptos de habitus e incorporación, como veremos, estas dos ideas están íntimamente ligadas ya que podríamos decir que el habitus, es un concepto creado por este autor para relacionar las prácticas y la percepción de ellas, es decir, la relación entre lo objetivo y lo subjetivo, la forma en qué es el mundo a nivel de estructuras sociales y cómo un individuo interioriza y hace suyo ese mundo, otorgándole sentido a sus propias prácticas; mientras que la incorporación, surge más que nada como una herramienta metodológica que, por medio del habitus, permite considerar a la persona como una categoría social, en el sentido de que genera prácticas (adaptadas a las situaciones objetivas) y las unifica (en relación al posible repertorio de prácticas sociales). Entonces, violencia simbólica es “...violencia que arranca sumisiones que ni siquiera se perciben como tales apoyándose en unas «expectativas colectivas», en unas creencias socialmente inculcadas"[3], con esto nos amplía aun más lo que entendemos por violencia ya que no sólo se trata de un fenómeno de agresión física, tampoco se limita a las necesidades fundamentales y no siempre es personalizable, más allá de eso, esta introyectada de alguna forma en cada uno de nosotros y esto hace que reproduzcamos no sólo la manifestación de esta violencia, sino las ideas que la fundamentan y legitiman, esto porque en la vida cotidiana aprendemos como se estructura el mundo, mundo que asumimos como “normal” y también cómo se estructura “nuestro” mundo, aquel en donde nuestras acciones tienen injerencia y en donde nuestros razonamientos las dotan de sentido.Violencia socialAhora bien, en el marco de las distintas definiciones y alcances del término violencia, nos encontramos con esta categoría que engloba las distintas manifestaciones de violencia de las que hablábamos en un marco social determinado, debemos tener en cuenta que si bien se tiene una idea generalizada sobre lo que es violencia, en cada región y sociedad se manifiesta de distinta manera y dadas las instituciones que prevalecen en cada lugar se consideran, catalogan y jerarquizan de manera diferenciada y se toleran unas formas más que otras, sin embargo es la violencia ejercida sobre la sociedad civil, la que usualmente seEl conflicto y el círculo de la violencia Página 3 de 16asocia con violencia social (producto de la guerra, narcotráfico, pandillas, guerrillas, etc.), más que una unidad de análisis es una idea que encuadra a la sociedad y las personas que viven en ella en el marco de violencia. Volvemos a la idea de considerar que los individuos son una simbiosis que conjunta lo social, lo psicológico, lo cultural, etc. Somos el resultado de una multiplicidad de factores innatos y aprendidos, que se gestan y desarrollan en historias de vida personales, que se manifiestan de diversas formas aprendidas según el esquema cultural en que nos desarrollemos, ya que como dijimos, hay formas y medios socialmente aceptados para manifestar los desacuerdos, incluso para

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mostrar la agresividad y la violencia y estas formas cambian con el tiempo y las regiones, en tanto cambien las pautas culturales en que se contextualicen, no es lo mismo hablar de violencia contra la mujer en Europa que en Asia Oriental, ni es lo mismo hablar de violencia política en América Latina que en África, más allá de las diferencias históricas, nos encontraríamos con diferencias en las prácticas, las instituciones, las prioridades institucionales e, incluso, la ideología (religiosa o política) dominante en estas regiones, en este orden de ideas tampoco existe una metodología unificada que permita hablar de indicadores de violencia generales para todos los países, ya que se utilizan diversos métodos de cuantificación y medición, lo que hace prácticamente imposible una comparación real entre países, regiones o culturas. Sabemos que fenómenos tales como las guerras civiles, el maltrato contra la mujer, el pandillerismo, las religiones fundamentalistas y un largo etcétera, existen en mayor o menor medida en todo el mundo, sin embargo, no se evidencian de la misma manera ni en el mismo número de casos. Recientemente los medios de comunicación nos dicen que el fenómeno de la violencia se ha incrementado en los últimos años y que esto responde a fracturas en la esfera social, económica, política e incluso psicológica, pero más allá de eso, es importante conocer los orígenes sociales de este cambio, que responden a patrones aprendidos culturalmente y hacer hincapié en las formas de violencia no tan difundidas pero igualmente importantes que no son fáciles de ver y que están presentes continuamente a nuestro alrededor.Pascual Morán profundiza en el tema comenta en su texto. (Morán, 2008)Se abren puertas que muestran la muerte a cada paso. Los pobres son acosados, los jóvenes asesinados, la niñez maltratada, las mujeres vejadas y excluidas y los ancianos no cuentan porque no producen. Innumerables violencias se concentran y nos golpean... (Dimensión Educativa, 1997, 62).El conflicto y el círculo de la violencia Página 4 de 16Configuramos un espiral de violencias y contraviolencias sin precedente. Somos parte de una escalada de actos de intolerancia, corrupción, marginación y discriminación. Somos parte de la globalización de la violencia. Presenciamos modelos y estilos violentos de convivir, gobernar y educar. Modelos y estilos que se caracterizan por la vigilancia para el castigo y la intolerancia que lleva a la confrontación. Modelos y estilos donde las decisiones se toman sin la participación de aquellos sectores siempre-presos de la exclusión. Modelos y estilos cuyos motivos son el individualismo, la competitividad y el lucro desmedido. Modelos y estilos que, ciertamente, nos han legado una alta "ganancia de violencias". (2)La globalización de la violencia es un fenómeno que presenciamos, en sociedades ricas como en sociedades pobres, en sociedades con tradición antimilitarista como en sociedades con tradición bélica, en las relaciones interpersonales como en las relaciones con la naturaleza, en generaciones jóvenes y adultas como en generaciones ancianas y niñas. Según Jorge Werthein (1997), representante de la UNESCO en Brasil, la violencia en sus variadas manifestaciones se perfila como un síndrome de nuestra nueva sociedad moderna excluyente. Un estudio realizado por varios organismos adscritos a las Naciones Unidas, apunta a Latinoamérica y el Caribe como una de las regiones más violentas. En países occidentales "civilizados" y "pacíficos", la creciente violencia es igualmente alarmante (Werthein, 1997; Herra, 1991). En muchos países, la violencia ha llegado a niveles insólitos e insospechados - como testimonian las trágicas experiencias de balacera y muerte en varias escuelas en los Estados Unidos.Irónicamente, en muchos países la violencia ocurre con mayor frecuencia en contextos domésticos e intrafamiliares. Se observa también, una creciente y preocupante tendencia de comportamiento agresivo en las mujeres, quiénes han comenzado a emular - desde edad temprana - los modelos masculinos patriarcales. Más aún, la alta incidencia y

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reincidencia de menores en la actividad criminal es alarmante y lamentable.América Latina no es excepción. En nuestra sociedad se ha ido perdiendo el valor de la vida, y se fomenta un culto a la violencia en una cultura de muerte. Gran parte de nuestros periódicos y noticiarios han devenido en crónicas de sangre. Estructuralmente, tambiénEl conflicto y el círculo de la violencia Página 5 de 16somos recipientes de enormes violencias. Esta carencia y abandono institucional se manifiesta en quebrantos de salud mental, que con frecuencia devienen en experiencias de cárcel, o en la muerte trágica callejera de un número significativo de nuestros jóvenes.La violencia desgarra también los esfuerzos de renovación escolar. Nuestras escuelas públicas han demostrado ser un espejo de la sociedad. Irónicamente, la política pública educativa pareciera ser: Cerremos escuelas no-rentables, encerremos cada escuela en una "ZELDA"(3) y abramos más celdas en nuestras cárceles. Nuestras instituciones de educación superior tampoco escapan a estas realidades.Lamentablemente, para enfrentar las violencias, se escogen caminos de igual o mayor violencia punitiva y represiva, que dinamiza aún más el ya ágil espiral de violencias. Ciertamente, nos compete a todas y a todos, cerrar las puertas de muerte y violencia que se abren a cada paso, y echar a andar por caminos que puedan imaginar y esbozar culturas alternas. Ciertamente, también le compete a las comunidades universitarias pues.Cabe subrayar que la educación superior no es un simple nivel educativo. En este peculiar período signado por la presencia de una cultura de guerra, debe ser la principal promotora en nuestras sociedades de la solidaridad moral e intelectual de la humanidad y de una cultura de paz construida sobre la base de un desarrollo humano sostenible, inspirado en la justicia, la equidad, la libertad, la democracia y el respeto pleno de los derechos humanos (UNESCO, 1997, 39).No, no ha llegado aún el fin de la historia. Mucho menos el fin de la esperanza, pues como bien ha afirmado Federico Mayor, Director General de la UNESCO. La apertura y el diálogo son los medios, la paz, la democracia y la seguridad, los objetivos para lograr un futuro que refleje lo mejor de las diversas culturas, las distintas regiones y la condición humana que compartimos. Sólo nosotros - todos [y todas] juntos - podemos 'asomarnos' y escribir la primera página de la historia del futuro. No, el año 2000 no es el 'fin de la historia'. Pero debería ser el fin de esta historia, de la historia de la guerra (UNESCO, 1994, 1). Sabio sería iniciar nuestra travesía, a partir de un aforismo ghandiano que pone el acento en el quehacer que exige el valor al cual aspiramos y que afirma la coherencia entre medios yEl conflicto y el círculo de la violencia Página 6 de 16fines: "No hay camino a la paz; la paz es el camino" (Hicks, 1993, 30). Sabio sería también evocar la exhortación de Francisco Matos Paoli, para que - bajo ninguna circunstancia - permitamos la proscripción, la malversación o el suicidio de nuestra esperanza (1989, 57-58).VIOLENCIA, PAZ Y CONFLICTO: LABERÍNTICOS TRENZADOS.A través de la historia, los conceptos violencia, paz y conflicto, han estado íntimamente entrelazados. Y es que se requiere una visión de la paz plena, presente y en positivo, pues. La paz significa algo más que la ausencia de guerra y de conflicto; es un concepto dinámico que debe considerarse en términos positivos: la presencia de la justicia social y la armonía, la posibilidad de que los seres humanos realicen plenamente sus posibilidades y gocen del derecho a una supervivencia digna y sostenible (UNESCO, 1994, 4).Más aún, se requiere un modelo holístico de la paz, una "paz integral", una paz democratizada, de manera que podamos. Vivir la paz como un concepto, una meta y un proceso activo, dinámico, creativo, con repercusiones directas en nuestra vida cotidiana. Democratizar en definitiva este derecho fundamental (Jares, 1991, 7).El conflicto es inherente a la paz. Una política y práctica educativa explícita de "paz conflictual" es por

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ende esencial para contrarrestar nuestra heredad bélica. El que las partes en un conflicto - sea éste de naturaleza política, cultural, económica, social o interpersonal - puedan "sentarse a la misma mesa", requiere la creación de relaciones de confianza y de procesos de mediación, consenso y reconciliación. Estos procesos parten de la premisa de que la manera más eficaz para resolver los conflictos entre "enemigos", "adversarios" o "antagonistas", es promover su cooperación para el logro de una meta de mutuo beneficio. También se fundamenta en el propiciar las posibilidades de poder que radican en la sociedad civil y en las organizaciones no-gubernamentales (Ortega Pinto, 1996; Padilla, 1996; UNESCO, 1994, 1995a).Algunos teóricos hacen distinciones entre "establecer", "mantener" y "consolidar" la paz, y "prevenir" el conflicto. La ONU, por ejemplo, cuenta con organismos especializados en dichos ámbitos, y matiza las diferencias en términos de fines y estrategias. Consideran el "establecimiento de la paz" (peacemaking) necesario para "poner término" a los conflictos. Una vez lograda la paz, orientan sus esfuerzos al "mantenimiento de la paz" (peacekeepingEl conflicto y el círculo de la violencia Página 7 de 16o peace enforcement). Mediante la "consolidación de la paz" (peace-buiding), se proponen fortalecer y afianzarla, con miras a evitar que se reanuden los conflictos. Y abordan la "diplomacia preventiva", con la finalidad de anticipar los conflictos y solucionarlos - antes de que irrumpa la violencia (UNESCO, 1994).La forma más idónea de aproximarse a los conflictos en todo contexto, sin embargo, no es mediante vías y fuerzas bélicas - sino a través de su resolución constructiva y creativa. Aproximación por los bordes de la conflictividad que no destruye, sino que problematiza y desafía. Acercamiento que recalca lo que no es, ni debe convertirse jamás, la resolución de conflictos: Una receta de paz a cualquier precio, en la cual los poderosos "establecen la paz" sobre los "sin-poder"; o un acto de coerción para "mantener la paz" (Bejerano, 1995; Prutzman, 1990; McCollough, 1991).Deberemos acercarnos al conflicto como parte natural de nuestra vida. Como algo inevitable que dice presente y ocupa de manera constante todo nivel de nuestra cotidianidad - personal, interpersonal, intra-grupal o internacional. Será necesario pues re-crear nuestras controversias - asumiendo la paz y el conflicto - no como opuestos, sino complementarios. Será necesario además, no enmarcar los conflictos en un esquema polarizado - propio de una batalla a ganar o perder - sino en una problemática solucionable a ser resuelta con apertura y equidad a los sentimientos, temores e intereses de todas las partes (Fisas, 1987; Johnson, 1995; McCollough, 1991; Rodríguez & Juvenal, 1988; Wichert, 1989).Al educar para la "paz conflictual", se hace igualmente necesario, descifrar el laberíntico trenzado entre los conceptos violencia, conflicto y paz - y marcar los hitos de su evolución. Es en esta teorización acumulada, que subyacen las huellas del amplio y diverso legado de la "Educación para la Paz". Y es a partir de esta teorización, que han emanado variados matices y múltiples veredas educativas.EDUCACIÓN PARA LA PAZ: HUELLAS DE UN LEGADO RELEGADOLas huellas de quienes nos antecedieron son imprescindibles para apre(he)ndernuestros legados. Pues como acertadamente expresa en su canto la admirable voz de El conflicto y el círculo de la violencia Página 8 de 16Mercedes Sosa.Cada paso anterior deja una huella... que lejos de borrarse se incorpora. Dichas huellas indican que las diversas concepciones religiosas y seculares de la paz son tan viejas como la propia institución de la guerra (Hutchinson, 1986, 1996). Desafortunadamente, este amplio legado ha estado verdaderamente relegado. Este ocultamiento, no debería

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sorprendernos, pues como afirma el educador por la paz francés, Paul Lederach.La historia siempre se escribe desde la perspectiva de los guerreros, los ricos, los reyes y poderosos, o sea, todo lo que no ha sido, ni ha representado el pacifismo y la noviolencia (1986, 68). A la Educación para la Paz se le ha denominado desde sus orígenes de innumerables formas y maneras. Podemos develar su historia, a través del bagaje de los variados matices, énfasis, concepciones y prácticas que estos apelativos encierran. Historia que confirma que no ha sido ni es un lujo, una moda pedagógica pasajera, o una invención teórica recién acuñada. Historia cuyo saldo ha sido considerarla como necesario "derecho- deber" del educador y del educando (Visalberghi, 1984).Son muchos los aconteceres, iniciativas e inspiraciones que han hecho de la evolución de los estudios sobre y para la paz, una realidad urgente y pujante - desde lo personal a lo global - sobre todo, durante las pasadas tres décadas (Burns & Aspeslagh, 1996). El investigador y educador por la paz español, Xesús R. Jares (1991, 6-7), ha identificado cuatro "grandes hitos-generadores" - que ha denominado "olas" - en su evolución. Privilegia Jares en su interpretación la metáfora de la "ola", ya que aunque algunos de los aconteceres que reseña se desplazan temporalmente de forma paralela - no necesariamente comienzan en un mismo punto, ni irrumpen con igual intensidad.Según el autor, nace la Educación para la Paz a principios de siglo, en una "Primera Ola", junto a su nodriza la Nueva Escuela - movimiento de renovación pedagógica de gran influencia histórica. A finales de 1945, y a partir de la Segunda Guerra Mundial, en una "Segunda Ola" se crea la UNESCO y otras entidades y normas de naturaleza internacional. Esta "ola" cuenta con la experiencia previa y contribución de las asociaciones y sindicatos de la enseñanza. La "Tercera Ola", recoge la amplia contribución de los movimientos pacifistas yEl conflicto y el círculo de la violencia Página 9 de 16de la noviolencia. La "Cuarta Ola", gira en torno a la Investigación para la Paz. Surgen en este período nuevos y más radicales presupuestos educativos para la Educación para la Paz. Estas cuatro grandes inspiraciones o discursos, convergen en los 80's, en una "Quinta Ola", caracterizada por la diversificación y auge de la Educación para la Paz. Esta Quinta Ola se manifiesta en numerosas experiencias educativas renovadoras que se inscriben en un "inequívoco signo pacificador" (Jares, 1991, 11).No obstante coincidimos con Jares, en nuestro propio recorrido histórico-normativo - hemos incorporado otros antecedentes e iluminaciones que ciertamente provocaron otras oleadas. Particular énfasis hemos dado a tres marejadas que Jares considera tangencialmente y que a nuestro juicio ameritan mayor atención: (a) la vida y obra de grandes creadores y pioneros que han iluminado nuestros senderos educativos; (b) la historia de coloniaje y esclavitud que violentó nuestros pueblos; y (c) nuestra heredad común de violencias, que presentan los actuales riesgos y desafíos globales. Hemos optado, sin embargo, por la metáfora de la "huella", para resaltar el legado - o más bien camino y reto prospectivo - que nos han dejado estos maridajes y marejadas de pasos, que aunque distintas convergen y se confunden en nuevas pistas y pisadas.Las siguientes "Siete Huellas", a nuestro juicio, constituyen rastros significativos del gran legado la Educación para la Paz, tal cual la conocemos hoy en sus diversas variantes.Primera huella: Legado del pacifismo y la noviolencia. (4)El movimiento pacifista y noviolento - en sus variadas etapas y matices - contribuyó ampliamente al nacimiento y evolución de la Educación para la Paz. Sus raíces primigenias se remontan al siglo VI a. de J.C., cuando Mahavir, fundador del Jainismo, privilegió el principio de la ahimsa o noviolencia como paidea religiosa, primer deber moral y máximo valor educativo (Vidal, 1971).Se han identificado otras influencias de naturaleza filosófica-religiosa-educativa,

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arraigadas en la tradición y cultura oriental. Entre éstas: La amalgama en Buda de losconceptos de ahimsa y piedad, y la vocación espiritual de los "voceros chinos de la paz". El conflicto y el círculo de la violencia Página 10 de 16Posteriormente, la prédica de Cristo y la práctica de los primeros cristianos nos dejarían un legado ético pacifista de incalculable valor. De hecho, ciertos movimientos radicales del pacifismo cristiano, anteceden el pacifismo moderno, pues se enfrentaron a violencias estructurales e institucionales como el racismo, la pobreza, la pena capital y la guerra (Haring, 1989; Jares, 1991; Lederach, 1986).Los movimientos del pacifismo histórico fueron muy variados; tendrían sin embargo, ciertos elementos comunes : (a) Su postura pacifista se expresaba como consecuencia de una fe radical; (b) Su expresión de fe se traducía a la vivencia cotidiana; (c) De forma abierta y crítica, fomentaban cambios sociales y políticos; y (d) De manera explícita, confrontaban las estructuras de poder - incluyendo las instituciones religiosas (Lederach, 1986).La historia tiene a su haber variados surgimientos que denotan pacifismos de otras naturalezas. Son pacifismos, que aunque no emanan del pacifismo ético-religioso ni comparten la noviolencia ghandiana, responden a los signos de los tiempos. Tal es el caso en el siglo XX de movimientos, tales como los de resistencia popular no-armada, los antimilitaristas, los antinucleares y los ecológicos. También se destacan, las iniciativas pacifistas lidereadas por grandes pensadores, científicos, creadores y educadores.La repercusión de la noviolencia sería tal, que para los 70's, ya el reconocido sociólogo Gene Sharp (1973), llegaría a identificar sobre 200 técnicas noviolentas practicadas a través de la historia. No debe extrañarnos pues que, a mediados del siglo XX, un cura-maestro italiano, Lorenzo Milani, desde la cátedra abogara por una pedagogía de la desobediencia.(5)Yo no puedo decir a mis alumnos que la única manera de amar la ley es obedecerla. Sólo puedo decirles que deben honrar las leyes de forma que las cumplan cuando sean justas (es decir, cuando son la fuerza del débil); cuando vean, por el contrario, que no son justas (es decir, cuando sancionan el abuso del fuerte) habrán de luchar para cambiarlas (Jares, 1991, 69). Tampoco debería sorprendernos que dos décadas atrás, la UNESCO resaltara explícitamente la objeción por conciencia como derecho inalienable del ser humano y fundamento educativo válido.El conflicto y el círculo de la violencia Página 11 de 16Debe concederse un lugar apropiado en esta enseñanza al derecho de todo ser humano a negarse al servicio militar en calidad de objetor por conciencia, así como el derecho a oponerse a la obligación de hacer la guerra y de matar (UNESCO, 1980, en Jares, 1991, 74).Segunda huella: Creadores y pioneros de la Educación para la Paz.El legado heredado a través de la vida y obra de las y los grandes pensadores, científicos, creadores y maestros ciertamente puede iluminarnos sobre cómo educarnos para edificar culturas menos violentas. En una cultura de la inmediatez y de escasez de genuinos modelos, sus huellas y senderos, pueden ser alentadores para que las nuevas generaciones aprendan a trascender espiritual y éticamente.A partir de la filosofía de la noviolencia y con un matiz de naturaleza ético-espiritual, por ejemplo, tres grandes maestros y creadores serían guía e inspiración durante el siglo XIX: Mohandas Karamanchand Ghandi, Leo Tolstoy y Rabindranath Tagore. Históricamente, sería esta tríada responsable de articular el pacifismo histórico con las técnicas de la noviolencia y la labor pedagógica (Jares, 1991, 12-13).Este pacifismo de corte humanista, personificado durante este siglo por figuras de la talla de Bertrand Russell y Albert Einstein, se ha expresado sobre todo en contra del creciente militarismo y la carrera armamentista. Otros personajes de la literatura y del arte - como

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Ernest Hemingway, E.E. Cummings y Aldous Huxley - también han expresado sentimientos similares (Jares, 1991). De igual manera, las culturas híbridas y voces milenarias de los pueblos originarios, nos han estado hablando sobre la vigencia de su sabiduría ancestral, tanto en torno a la paz interior, como a la paz con la naturaleza (Pascual Morán, 1997).El proyecto ético-pacifista de estos pioneros seres, se encarnó en sus prédicas, personas y obras - por medio de la fuerza interna de la noviolencia. Sus enseñanzas - las cuales implican una clara postura de rechazo al poder, a la fuerza y a la respuesta a la violencia con más violencia - tendrían una influencia mayor en las prácticas pedagógicascontemporáneas. La profundidad de su filosofía educativa profética implica una El conflicto y el círculo de la violencia Página 12 de 16convergencia de los medios noviolentos con los fines de una "paz en positivo" - capaz de revelar las injusticias estructurales (Jares, 1991; Lederach, 1986). Dicha "paz positiva" tendría como reto mayor, según Albert Einstein, la transformación del pensamiento en aras de nuestra sobrevivencia.(6)Nuestro mundo está amenazado por una crisis cuya amplitud parecen no comprender los que tienen el poder para tomar las grandes decisiones que pueden acarrear el bien o el mal... Es esencial introducir un nuevo modo de pensar si queremos que sobreviva la humanidad. (Laloup, 1964, 289). Si nuestro Eugenio María Hostos, reformador y apóstol de una pedagogía social y también pionero de la Educación para la Paz, viviera hoy, denunciaría nuestra falta al deber. Nos exhortaría a echar a andar por caminos que esbocen una cultura alterna de menos muerte y violencia. Nos recordaría que la moral ciudadana es fuente imprescindible para hacer real la democracia. Destacaría la urgencia de reconocernos como seres colectivos que aspiran a vivir para todos haciendo el bien de todos. Nos expresaría la urgencia de concertar en una armonía superior... las "notas continuamente discordantes de la humanidad" (Hostos, 1939, 137; Pascual Morán, 1989; 1991).Tercera huella: Alumbramiento de la Educación para la Paz.La Educación para la Paz propiamente nace a principios de siglo en Europa, con la Nueva Escuela como nodriza. Las concepciones de este influyente movimiento de renovación pedagógica se ubicaron en claro contraste con las de la época. Su crítica mayor a la educación tradicional radicaba en sus aportes a la militarización y a la docilidad de los educandos. Paralelamente al movimiento europeo, en el continente americano se realizaron congresos, conferencias y seminarios, en los cuales se configuró el ideal interamericano del educando: Una ciudadanía amante de la cultura, la democracia, la justicia y la paz (Aguilera, 1990; Hicks, 1993; Jares, 1991; Lederach, 1986, Pascual Morán, 1988).El movimiento de la Escuela Moderna, también asumió sus valores y principios, lo que la llevaría a promover una "ética de paz", y a rechazar el individualismo competitivo de la sociedad y la escuela. A diferencia de la Escuela Nueva, sin embargo, promovió las transformaciones políticas, económicas y sociales de reivindicación de los sectoresEl conflicto y el círculo de la violencia Página 13 de 16populares. Su amplitud era tal, que abordaron desde los más abarcadores problemas sociales hasta los más inmediatos conflictos en cada contexto escolar. Las iniciativas que a contracorriente dieron a luz la Educación para la Paz - ya que a partir de los 30's tomaba fuerza y presencia la educación de orientación fascista y nazi - reflejan el compromiso y la convicción del magisterio. Escuchemos esta visión en voz del pionero educador Celestin Freinet.Nosotros formamos a unos hombres [y mujeres] que sabrán decir no a la autoridad brutal, al oscurantismo, a la explotación, a la opresión. Hombres [y mujeres] que sabrán defender su personalidad, sus ideales, para garantizar el éxito definitivo de la democracia y de la paz

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(Alfieri, 1975, 72). Aunque el compromiso del magisterio de la Escuela Moderna denotaba cierto utopismo pedagógico, también permeaba en su convicción una clara conciencia sobre el cambio social.Pretendemos hacer de nuestros alumnos [y alumnas], adultos conscientes y responsables, que edificarán un mundo en el que serán proscritos la guerra, el racismo y todas la formas de discriminación y explotación (MCEP, 1979, 121). Rechazamos la ilusión de una educación que sea suficiente por ella misma fuera de las influencias sociales y políticas que la condicionan. La educación es un elemento, pero sólo uno, de una revolución social indispensable (MCEP, 1979, 121).Cuarta huella: Legado de la investigación y los estudios sobre la paz.Los Estudios sobre la Paz se originaron a mediados del siglo pasado, cuando se detectó la urgencia de una "Ciencia de la Paz" para examinar las causas de la guerra. Nace este campo de estudio desde la investigación en las universidades, y como resultado directo de la trágica Segunda Guerra Mundial. Surge en este período una nueva disciplina académica que decididamente traería evoluciones en la Educación para la Paz. De inicio, la investigación sobre y para la paz se focalizó en las causas de la guerra, desde la perspectiva del derecho internacional. Sin embargo, una vez se constató que el alcance de la jurisprudencia no era lo suficientemente abarcador, devino la Investigación sobre la Paz como un área de estudio interdisciplinar independiente, compuesto de muy diversas ramas especializadas (PascualEl conflicto y el círculo de la violencia Página 14 de 16Morán, 1988, 1990; PAWSS, 1990).En esta "Cuarta huella", hallamos trazos y trozos de los orígenes de las corrientes ideológicas de impacto significativo en la evolución del pensamiento sobre la paz a lo largo del siglo XX: las teorías pacifistas y socialistas de la paz, la escuela de derecho internacional y orden mundial y la educación de naturaleza reformista. De igual manera, en ella se estrecharían los vínculos entre la Educación para la Paz, la Investigación por la Paz, los Estudios sobre la Paz y la Acción por la Paz. Gracias precisamente a esta huella, se comenzó a examinar la "violencia estructural" o "indirecta", inherente a las estructuras sociales y económicas, y se reiteró y reivindicó el propósito genuino y radical de educar para la paz.La Educación para la Paz no debe ser una educación para volver a la gente más pacífica, sino para volverla capaz de examinar la estructura económica y social, en cuanto estructura violenta (Nicklas & Ostermann, 1979, 37). Tal violencia estructural puede conducir igualmente a la muerte y a la desfiguración o a una disminución del bienestar y del potencial humano a consecuencia del racismo y del sexismo, por ejemplo, del hambre, de la denegación de los derechos humanos o de ingentes gastos militares (Hicks, 1993, 24).Quinta huella: Nacimiento de organismos, movimientos y normas con vocación de paz.Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en el contexto de un nuevo escenario internacional de conflictos - descolonización, neocolonialismo, guerra fría, carrera armamentista, deterioro ambiental y violaciones de derechos humanos - se vuelcan las miradas, una vez más, a la reflexión-acción educativa. Y se reitera su poder intelectual y moral para aminorar las tensiones y promover la convivencia pacífica - más allá de los poderes y acuerdos políticos y económicos de los gobiernos.En 1945, se crea la Organización de Naciones Unidas. La ONU, le asignaría la tarea educativa a un organismo especializado - la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y la Cultura (UNESCO). En 1960, la UNESCO asume una encomienda particular: Estudiar medidas encaminadas a fomentar entre la juventud los

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ideales de paz,respeto mutuo y comprensión entre los pueblos - tarea que resultaba inherente a su El conflicto y el círculo de la violencia Página 15 de 16mandato de poner la educación, la cultura, la ciencia, la tecnología y la comunicación al servicio de la paz. La ratificación de declaraciones de principios, normas e instrumentos internacionales de derechos - al igual que la creación de otras entidades con vocación universalista - fueron claves para fortalecer el compromiso con la paz como valor supremo de la humanidad (Jares, 1991; Lederach, 1986).Gran parte de los retos y dilemas de finales del siglo XX están vinculados al incremento de conflictos y violencias. No obstante la modernidad podría brindar soluciones a gran parte de estos retos y desafíos, no parece ser ésta la voluntad de quienes son responsables de sus desarrollos. Como consecuencia, vivimos en un mundo de alienación y falta de armonía entre ciencia, tecnología y humanismo. De aquí, que un número creciente de organismos transnacionales, estén buscando alternativas conducentes a superar nuestra común y violenta heredad. Este legado ha representado un elemento decisivo en la evolución y los contenidos emergentes de la Educación para la Paz (Huaylupo, 1996; Ianni, 1997; Kegley, 1984; UPAZ, 1996).Para contextualizar el espiral global de violencias, es necesario que abordemos este legado acumulado por vía de la educación - con la esperanza presentida de que pueda ser frenado y atenuado. El educador español Xavier Jares, nos ofrece una clara y concisa justificación para que no rehuyamos ni subestimemos esta propuesta.La institucionalización de la violencia; la degradación y asimetría de las relaciones humanas; la vulneración de los derechos humanos; la crisis ecológica; los rebrotes de xenofobia y racismo; la profundización de los desequilibrios entre el Norte y el Sur del planeta; la propia acción política de deseducación para la paz a la que estamos asistiendo... conforman un cuadro suficientemente barroco como para invalidar cualquier posición de indiferencia, huida, resignación o sumisión. Por el contrario, y en positivo, las y los educadores tenemos que hacer frente al reto de contribuir al tránsito de una cultura de guerra, de violencia, a una cultura de paz (Jares, 1991, 7).

Módulo – Métodos y técnicas de resolución de conflictos Unidad 2 – La violencia Tema 2Genealogía de la violencia, según J. GaltungAcordamos con el enfoque teórico que concibe a la etiología de la violencia como pluricausal y con diversas vías de acceso a las misma y la definimos tomando las palabras de J. Galtung (1995) "La violencia está presente cuando los seres humanos se ven influidos de tal manera que sus realizaciones efectivas, somáticas y mentales, están por debajo de sus realizaciones potenciales" Retomamos la definición que hace este autor de este término; definiéndolo en términos de la diferencia entre realización y potencialidad:"La violencia es un acto que tiene como consecuencia la no realización de la satisfacción de las necesidades efectivas, somáticas y mentales del individuo por causa de otro". J. Galtung (Galtung, 1995)La violencia está edificada dentro de la estructura social y se manifiesta como un poder desigual y, consiguientemente, como oportunidades de vida distintas. Los recursos están desigualmente distribuidos y por encima de todo está desigualmente repartido el poder de decisión acerca de la distribución de los recursos" En sentido amplio "la fórmula general que está detrás de la violencia estructural es la desigualdad" (Galtung, 1995).Galtung identifica la violencia como “la imposibilitación o impedimento de la persona, de su realización por una serie de fenómenos "evitables" dentro de una sociedad”. Según este

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enfoque esa carencia de elementos para su realización induce a que en algunas ocasiones esa persona entre a formar parte del grupo generador de actos violentos que impedirán la realización de otros, desarrollando así una cadena interminable en una violencia en escala, tanto ascendente como descendente y –vertical bidireccional- y lateral – horizontal-, o entre pares.Genealogía de la violencia, según J. Galtung vs CronenbergJohan Galtung es un politólogo noruego y uno de los teóricos más importantes sobre elGenealogía de la violencia, según J. Galtung Página 1 de 6estudio de la paz y conflictos. Sus teorías sobre la violencia y la paz marcaron muchísimo la visión que teníamos anteriormente sobre violencia. Cronenberg cineasta, visualiza muy bien estos conceptos en sus dos últimas películas: Una historia de violencia y Promesas del Este. Define propiamente la violencia como una “realidad física”, en la que la “violencia es la destrucción de un cuerpo humano.” Aborda la violencia de una forma natural, de la propia naturaleza del ser humano.Por lo tanto, la violencia es utilizada con la finalidad imponer sus propios objetivos aunque sea desfavorable para los que se les impone. A la diferencia de Cronenberg, la violencia, según Galtung, no forma parte de la propia naturaleza del ser humano pero sí tenemos el potencial para ejercerla. Esta violencia está condicionada según las circunstancias en las que surgen que pueden ser incompatibilidad de intereses, disputas y frustración. La frustración se lleva a cabo cuando la incompatibilidad de intereses no es solucionable. En todo caso, cuando más básicos e importantes estos intereses son (como por ejemplo la mala distribución de la alimentación básica, agua, petróleo, etc.), más grave puede ser la frustración final si no se solucionan. Estos sentimientos son una de las raíces que generan violencia. Una vez que se produzcan, empieza el proceso de destrucción tanto humana como material.Por lo tanto, la violencia no es un sentido natural como lo que sería nuestros propios instintos naturales como comer, beber, dormir o mantener relaciones sexuales. Es antinatural en su propia existencia. Para Galtung, la violencia tiene un propio ciclo de vida, como cualquier organismo: aparece, crece hasta llegar a su punto de máxima tensión, declina y desaparece. Además distingue de diferentes tipos de violencia: Violencia directa es lo que Galtung describe como la violencia visible, es decir, física y verbal. Ejemplos serían guerra, conflictos armados, asesinatos, uso de armas, uso de palabras, uso del poder, etc. En las dos películas de Cronenberg vemos claramente el uso de la violencia directa. La segunda es la violencia estructural originada por la injusticia y la desigualdad como consecuencia de la propia estructura social (en una propia sociedad o en un conjunto entre varias sociedades). De esta forma, la existencia de policía, serviciosGenealogía de la violencia, según J. Galtung Página 2 de 6de seguridad y las fuerzas armadas se justificaría en este apartado.Consecuentemente, la violencia estructural acaba siendo institucionalizada. El tercer tipo es la violencia cultural generada y materializada por medio de la religión, la ideología, el lenguaje, el arte y las ciencias, entre otros. También se trata de una violencia que según los que la emplean es justa, necesaria y correcta. Es importante mencionar, que esta violencia es la que más lentamente se genera y la que es menos transformable, ya que tiene unas raíces profundas en la propia cultura de una sociedad. Aquí encontraríamos las teorías del choque de civilizaciones de Huntington, la justificación del terrorismo local e internacional y el genocidio. Este tercer tipo de violencia encuentra su justificación en la presencia de la Mafia Rusa en Promesas del Este y en la mafia de Boston de Una historia de Violencia. Su propia presencia y cultura autóctona justifica el uso de la violenciapara la justificación de su ideología, cultura o género.

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Al fin y al cabo, Galtung ha logrado desmitificar la violencia como una esencia natural de nuestro ser, es decir, la violencia está generada por nosotros y nosotros somos los que la utilizan. A la diferencia de los animales, los seres humanos hemos perdido el instinto de uso de la violencia para la supervivencia o la protección, nos basamos mucho más en otros aspectos, como la cultura y la estructura de nuestra sociedad, en fin, nosotros nos hemos inventado este uso tan particular de la violencia.Contexto HistóricoLa violencia existe desde siempre; violencia para sobrevivir, violencia para controlar el poder, violencia para sublevarse contra la dominación, violencia física y psíquica. Los etólogos, en sus investigaciones sobre el comportamiento innato de los animales, llegaron a la conclusión de que el instinto agresivo tiene un carácter de supervivencia. Por lo tanto, la agresión existente entre los animales no es negativa para la especie, sino un instinto necesario para su existencia.Según Dennis Rogers, en su libro Antropología y violencia “Postulo como axioma que los seres humanos, con la excepción de aquellos a quienes se los entrena para el uso sistemático de la fuerza legítima o ilegitima, optan por la acción violenta sola bajo condiciones extremas de frustración, ansiedad y demanda de afecto. Por lo tanto, si laGenealogía de la violencia, según J. Galtung Página 3 de 6incidencia de la violencia aumenta rápidamente ya sea el conjunto de la sociedad o en uno de sus sectores, esto se puede tomar como indicador de desajuste severo” (Rogers, 2001, pág. 17)Los psicoanalistas consideran que la violencia es producto de los mismos hombres, por ser desde un principio seres instintivos, motivados por deseos que son el resultado de apetencias salvajes y primitivas. “Los pequeños –señala Anna Freud-, en todos los períodos de la historia, han demostrado rasgos de violencia, de agresión y destrucción, Las manifestaciones del instinto agresivo se hallan estrechamente amalgamadas con las manifestaciones sexuales” (Freud, A., 1980, p. 78).El instinto de agresión infantil, según Anna Freud, aparece en la primera fase bajo la forma del sadismo oral, utilizando sus dientes como instrumentos de agresión; en la fase anal son notoriamente destructivos, tercos, dominantes y posesivos; en la fase fálica la agresión se manifiesta bajo actitudes de virilidad, en conexión con las manifestaciones del llamado “complejo de Edipo”.Sin embargo, Sigmund Freud y Konrad Lorenz comparten la idea de que la agresión puede descargarse de diferentes maneras. Por ejemplo, practicando algún deporte de lucha libre o rompiendo algún objeto que está al alcance de la mano. Si Lorenz aconseja que el amor sea el mejor antídoto contra la agresividad, Freud afirma que los instintos de agresión no aceptados socialmente pueden ser sublimados en el arte, la religión, las ideologías políticas u otros actos socialmente aceptables. La catarsis implica despojarse de los sentimientos de culpa y de los conflictos emocionales, a través de llevarlos al plano consciente y darles una forma de expresión.Según el psicólogo Robert R. Sears, los niños que sufren castigos físicos y psíquicos son los que demuestran mayor agresividad en la escuela y en las actividades lúdicas, que los niños que se desarrollan en hogares donde la convivencia es armónica. Para Sears, como para los psicólogos que se prestaron algunos conceptos del psicoanálisis, la agresión es una consecuencia de las frustraciones y prohibiciones con las cuales tropiezan los niños en su entorno. Cuando el niño reacciona con agresividad es porque quiere manifestar su decepción frente a la madre o frente al contexto social que lo rodea.En el siglo XVIII, Jean-Jacques Rousseau sostenía la teoría de que el hombre era naturalmente bueno, que la sociedad corrompía esta bondad y que, por lo tanto, la persona no nacía perversa sino que se hacía perversa, y que era necesario volver a la virtud

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primitiva.“Es bueno todo lo que viene del Creador de las cosas: que todo degenera en las manos del Genealogía de la violencia, según J. Galtung Página 4 de 6hombre”. Es decir, la actitud de bondad o de maldad es fruto del medio social en el cual se desarrolla el individuo.John Lewis, en su libro “Hombre y evolución”, rebate la teoría sobre la agresividad innata, señalando que no existen razones para suponer que el hombre sea movido por impulsos instintivos, ya que “no existe testimonio antropológico alguno que corrobore esa concepción del hombre primitivo considerado como un ser esencialmente competitivo. El hombre, al contrario, ha sido siempre, por naturaleza, más cooperativo que agresivo. La teoría psicológica de Freud, afirmando la indiscutible base agresiva de la naturaleza humana, no tiene validez real alguna” (Lewis, J., 1968, p. 136).Helen Schwartzmann, estudiando la antropología del juego en una isla del Océano Pacífico, constató que los niños no estaban familiarizados con la connotación semántica de las palabras “ganar-perder”, en vista de que el juego para ellos implicaba un modo de ponerse en contacto con el mundo circundante, una actividad alegre, llena de fantasía y exenta de vencedores y vencidos. Esto demuestra que la competencia, al no formar parte de la naturaleza del juego, es propia de las sociedades modernas, donde se incentiva a diario el espíritu de competencia entre individuos.William Golding, convencido de la maldad intrínseca del ser humano, manifestó en cierta ocasión: “Mi novela es un intento de analizar los defectos sociales o las normas que rigen los defectos de la naturaleza salvaje”, puesto que la sociedad y los hombres están programados genéticamente para el sadismo y la violencia.Agreguemos a todo esto el pensamiento de George Friedrich Nicolai, quien, en su libro “Biología de la guerra”, apunta: La guerra en las sociedades humanas es una supervivencia de los instintos de agresividad que arrastra nuestra especie desde las lejanías de su genealogía zoológica a la cual se debe oponer la urgencia de remodelar la convivencia humana en un factible proceso de superhumanización, reemplazando los ciegos y violentos instintos por el sereno gobierno de la razón.Con todo, la discusión sobre el carácter innato o adquirido de la violencia humana, por ser motivo de controversias, tomará demasiado tiempo antes de alcanzar su punto final, debido a que, a diferencia de Rousseau, Bandura, Lewis y otros, el filósofo inglés Thomas Hobbes, tres siglos antes que Sigmund Freud, sentenció que la humanidad tiene una agresividad innata. Mucho después, los etólogos Konrad Lorenz, Karl Von Frisch y el holandés Nikolaas Tinbergen, comparando la conducta animal y humana, detectaron que la agresividad esgenética, y que el instinto de agresión humana dirigido hacia sus congéneres es la causa de la Genealogía de la violencia, según J. Galtung Página 5 de 6violencia contemporánea.

Módulo – Métodos y técnicas de resolución de conflictos Unidad 2 – La violencia Tema 3La noviolenciaEl concepto de noviolencia está muy ligado al de Paz positiva, aunque intentar ir todavía más allá. La noviolencia plantea una forma de vida, una forma de lucha política, entendida como confrontación, no como sinónimo de violencia y un modelo de sociedad. Presenta como un punto fundamental la búsqueda de la coherencia entre los tres modelos, así como entre los medios y los fines para conseguirlos, a través del aprendizaje de la resolución noviolenta de conflictos.

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Paco Cascón señala que el termino noviolencia viene del término hindú “AHIMSA”. La traducción con la palabra “no” delante, ha provocado que tenga una connotación negativa, es decir que se interprete como la mera negación de la violencia. Desde el inicio del movimiento de la noviolencia, los grupos decidieron usar el término como una sola palabra para dotarlo de un contenido positivo y alejarse de las concepciones negativas. La “no- violencia” o la “no violencia” muchas veces solo queda reflejada en la frase “yo estoy en contra de la violencia”. Pero la pregunta importante no es contra qué estás sino a favor de qué y sobre todo qué haces para lograrlo.El planteamiento noviolento implica actividad y compromiso transformador por hacer valer la justicia; implica también trabajar tanto individual como colectivamente para descubrir formas de cambio social noviolentas, como es la resolución noviolenta de conflictos. (Papadimitriou, 2005)Indudablemente, cuando pensamos en teóricos de la noviolencia, nos vienen a la mente la imagen de Gandhi, tal vez la de Tolstoi o la de Martín Luther King, la madre Teresa de Calcuta, entre otros. Estos personajes, con su fama internacional cada uno por diferentes motivos, han eclipsado por completo a otros muchos teóricos de la noviolencia de suma importancia como Bart de Light, Jean Marie Muller o Gene Sharp (que es considerado como el autor político vivo con más seguidores en el mundo) e, incluso, el antecedente de todosLa noviolencia Página 1 de 9ellos, más conocido y reconocido, Henry David Thoreau. Esto hace que se haya creado una imagen distorsionada y el público no especializado conciba la noviolencia asumiéndola en los términos en que la pensaban aquellos famosos autores y que no es más que una tendencia entre otras varias. El caso es que tanto Tolstoi, como Gandhi o Luther King partían de una concepción de la noviolencia que se puede denominar holística, es decir, creían que era un principio necesario para todos los aspectos de la vida, una filosofía moral válida para toda circunstancia. Esta concepción holística sin duda alguna plantea unos requisitos morales que, acaso, pueden parecer exagerados en otros muchos contextos o ámbitos más existencialistas, pero en los que la acción política noviolenta puede ser un medio legítimo y eficaz de luchar por una causa. Así que personas con menos pretensiones de perfección moral que legítimamente luchan por superar alguna situación que consideran de injusticia y pueden llegar a rechazar la acción política noviolenta basados en un prejucio ignorante, por conocer los planteamientos políticos de esta forma de acción a partir de estereotipos, porque muchas veces la imagen de estos líderes de la noviolencia se vincula con un pacifismo quietista muy alejado de sus verdaderos planteamiento revolucionarios, sumamente incómodos al poder.A continuación Mario López Martínez, Doctor en Historia. Profesor de Historia Contemporánea en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología y Director del Instituto de Paz y Conflictos de la Universidad de Granada en España menciona sobre la noviolencia. (López, 2009)A la noviolencia le sucede igual que a otros muchos conceptos tales como agresividad, ciencia, paz, poder, revolución, violencia, etc., que tienen un abanico muy amplio de interpretaciones y de elementos nocionales. Dado que los conceptos no son sólo construcciones mentales, sino sobre todo construcciones sociales, sujetas por tanto a un contexto histórico espacio-temporal, es ese contexto el que ha ido moldeando a aquellos, dándoles un cierto sentido y razón. Esto implica que no son inamovibles y que pueden ser discutibles: de hecho lo son y no sólo desde civilizaciones o culturas diferentes, sino desde posiciones y perspectivas académicas diversas. Así, con la noviolencia sucede igual, se trata de una construcción cultural,con dimensiones teórico-prácticas, que se encuentra en una fase histórico-conceptualLa noviolencia Página 2 de 9

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de crecimiento y vitalidad pero, también, de discusión de sus fronteras y de su alcance.De hecho ha sucedido que, en contextos poco favorables, la noviolencia se ha venido asociando a todo un conjunto de tópicos, falsedades y limitaciones, que los teóricos de la noviolencia han tratado de contrarrestar con argumentaciones de todo tipo. Procedamos por partes.Morfosintaxis del concepto. La primera cuestión que conviene señalar es que, hasta a los propios teóricos del concepto, no les gusta el término con que se escribe en Occidente, como mera negación (no) de un concepto fuerte (violencia). Ya el propio Gandhi se quejaba de tal cuestión al objetar que el término ahimsa no puede ser traducido en un sentido negativo como no dañar, no causar sufrimiento, etc., sino en un sentido positivo como inocencia o como amor hacia los seres vivientes. Asimismo, el propio Gandhi propuso otro término (satyagraha) para así calificar en qué consistían las formas de lucha, procedimientos y técnicas en las que, luchando por la justicia, no se causaban muertes, ni otros daños al adversario político. Obviamente, mientras en Occidente no se conozca mucho mejor en qué consiste ahimsa o satyagraha, se seguirá usando y traduciendo como simple negación de la violencia.La otra cuestión que quiero abordar tiene que ver con el problema de cómo debiéramos de escribir el término. Bien por separado (no violencia), con un guión que une (no-violencia) o todo junto (noviolencia). En la primera acepción “no violencia” podría confundirse, con mucha facilidad, con situaciones, estados, relaciones o condiciones “sin violencia” física o directa, o de a–violencia ; y, tomado en conjunto, ciertamente pueden existir muchos ejemplos de la vida cotidiana y diaria en la que tenemos situaciones de este tipo pero, las cuales, habría que diferenciarlas claramente e, incluso, identificarlas con otro concepto distinto que no nos llevara a la confusión con el que identificamos como una teoría ético-política o con un conjunto de actuaciones y procedimientos de presión y lucha (sin uso de armas que pueden lesionar, dañar o matar). En este sentido y aún, muchos medios de comunicación e,La noviolencia Página 3 de 9incluso, organismos oficiales (tales como UNESCO), siguen refiriéndose en términos de “no violencia” en declaraciones, recomendaciones, proclamas, etc., para remitirse a movimientos sociales, procesos históricos o personajes que la utilizan o la usaron para motivar o realizar cambios sociales.No obstante, desde hace varias décadas, se ha venido generalizando la forma «no-violencia» que debe su origen a la interpretación que los colonialistas ingleses hicieron de las formas de protesta y contestación de Mohandas Gandhi y sus seguidores, tanto en Sudáfrica, como en la India. Los británicos detectaron claros matices entre lo que era la resistencia armada (lucha política violenta, establecimiento de guerrillas y terrorismo contra la presencia británica), y la mera aquiescencia o colaboración con Londres realizada por muchos grupos sociales y políticos que establecieron conexiones beneficiosas con la presencia imperialista. Lo que hacía Gandhi y los suyos era, claramente, otra cosa: boicots, no-cooperación, desobediencia civil, incluso como a los británicos gustaba llamar con el término resistencia pasiva, la cual acabaron identificando con el término no-violencia, porque no era ni violencia, ni pura obediencia política. Así, las experiencias históricas gandhianas en Sudáfrica y la India , junto con las formas de resistencia desarrolladas durante la Segunda Guerra Mundial en Dinamarca, Suecia, contra las tropas alemanas, etc., así como ciertas experiencias sindicales de lucha laboral en Estados Unidos, Inglaterra, etc., conformaron un perfil peculiar de persuasión, resistencia y presión que se dio en llamar no-violencia.Con todas estas historias, los analistas y la literatura al respecto quería mostrar que la no-violencia era todo un conjunto de métodos en los que se renunciaba al uso de armas

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contundentes o de fuego para resolver conflictos o conseguir conquistas políticas y sociales. No-violencia tenía un sentido funcional para designar formas de lucha sin armas o no armadas, de amplio espectro que iban desde la resistencia a ejércitos invasores, formas de lucha anticolonial, conquista de derechos laborales, protestas anti-raciales, etc. No-violencia era entendida, especialmente, como una forma novedosa, puntual y limitada de intervención de las masas en los conflictos. Hacía más hincapié en las formas de oposición a un poder constituido, a reinterpretar nuevas formas de resistencia civil, etc., que a indagar más allá o a ver posiblesLa noviolencia Página 4 de 9aspectos positivos, constructivos e, incluso, alternativos, en tales movilizaciones sociales.Durante muchísimo tiempo, esta forma de referirse al término, tuvo bastante éxito en la historiografía sobre los cambios y los movimientos sociales desde estas tipologías de lucha (Joan Bondurant, Clarence Case, Richard Gregg, etc.) y, aún, es muy usada porque claramente se distingue de la anterior «no violencia». Asimismo, también se identificó y asimiló esta manera de escribirla, con uno de los fundamentos éticos de algunas religiones como el jainismo, el budismo y el hinduismo, interpretando el significado y los valores de ahimsa a una traducción literal, a lenguas occidentales, como no-violencia.Las décadas de los años cincuenta y sesenta consolidaron, especialmente entre los científicos sociales, este vocablo. Aceptándose, al menos hay un cierto consenso, que cuando nos referimos a unas luchas de unas ciertas características formales, con ciertos métodos, que históricamente se han reflejado en algunos de los personajes antes mencionados, nos estamos refiriendo a la no-violencia. El guión le hace todavía muy dependiente de la violencia pero ya consigue ofrecer un rango y una distinción que no permite la confusión como era -a nuestro juicio- el caso de la “no violencia”.Finalmente el origen del término unido, como noviolencia, hay muchas posibilidades de podérselo atribuir (al menos en Europa), sin cometer un grave error, al teórico italiano Aldo Capitini (1982: 438) (maestro, entre otros, de Norberto Bobbio) el cual, en 1931, ya comenzó a usarlo unido para referirse tanto al precepto ético-religioso ahimsa, como a las luchas llevadas a cabo por Gandhi y los suyos, identificando el término noviolencia con aquel otro inventado por el propio líder indio cuando se refería a satyagraha o búsqueda de la verdad. Con esta tercera morfología, Capitini pretendía que la semántica del concepto no fuese tan dependiente del término fuerte “violencia”. Y, pretendía, en consecuencia, resaltar la importancia de que la noviolencia se identificara con una concepción humanista, espiritual y abierta de las relaciones humanas conflictivas. Capitini, al escribir noviolencia, quería decir que ésta no era sólo un conjunto de técnicas yLa noviolencia Página 5 de 9procedimientos en los que se renunciaba al uso de las armas y de la violencia, sino que era sobre todo un programa constructivo y abierto de tipo ético-político, social y económico de emancipación y justicia (es decir, una forma de cambio social) en el que se pretendía, al máximo de lo posible, reducir el sufrimiento humano.Teniendo en cuenta la notable aceptación que noviolencia ha tenido en la literatura social de la Investigación para la Paz, no es extraño que en un breve plazo se acabe integrando, de esta manera, al conjunto de conceptos del resto de las ciencias sociales.Confusión socio-política de su semántica. Parte del proceso histórico-conceptual de incomprensión y confusión que afecta a la noviolencia tiene mucho que ver con saber quiénes, cómo y por qué la han catalogado o analizado desde perspectivas y términos de referencia ajenos a la misma. Por ejemplo, si asimilamos en las ciencias sociales como aceptable que las revoluciones se han hecho con violencia, mediante la lucha armada o la toma del poder por la fuerza (Gurr 1970: 4; Huntington 1968: 264; Giddens 1991: 640-41), tiene que parecer evidente que la noviolencia es “antirrevolucionaria”. Si la interpretación

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de los cambios mentales y sociales están asociados al realismo político o a una concepción maquiavélica del poder y lo que esto significa, parece deducirse que la noviolencia se asimilaría con el “idealismo” y con la “utopía” o, incluso con el reformismo (Fanon 1966: 52-53).Asimismo, y en ese orden de cosas, se hablaría de noviolencia como “pasividad” o como resistencia pasiva, y así la denominaron los británicos durante su estancia en la India , porque identificaban la violencia en sus dos vertientes: lo heroico con lo que ellos hacían y lo terrorista con lo que hacían sus enemigos, dejando el carácter de pasivo para las extrañas cosas que hacía el “faquir semidesnudo”, o sea, Gandhi.También se ha llegado a asimilar con “impotencia”, esto es, como lo carente de poder, identificando poder con violencia (una fuerte crítica a esto se encuentra en Sharp, 1973), y desdeñando así muchas capacidades y respuestas humanas que consiguen producir efectos o cambios de voluntades sin el uso de la violencia (WrongLa noviolencia Página 6 de 91979: 24-25). También, incluso, en el sentido de la concentración de poder moral de la noviolencia frente a la violencia (Sharp, 1980). Se habla también de que es “ineficaz”, olvidando que la concepción de eficacia no es ajena a interpretaciones funcionales, éticas y estructurales, es decir, a criterios de racionalidad, los cuales pueden convertir o interpretar -en función de qué parámetros usemos-, lo que es ineficaz en todo lo contrario. Si el elemento fundamental es tener en cuenta el sufrimiento humano, la noviolencia es la más eficaz de las formas de lucha política y, en consecuencia, el maquiavelismo podría catalogarse como una de las más ineficaces.El catálogo de confusiones se extiende mucho más. Se habla de la noviolencia como una forma de “aquiescencia política”, es decir, como una forma más de consentimiento y asentimiento socio-político, como un acatamiento callado, pura “servidumbre voluntaria” (no comprendiendo adecuadamente esta categoría de La Boëtie , 1995), menospreciando su vitalidad multiforme que va desde las tipologías de boicot y no cooperación hasta la desobediencia civil y las más amplias formas de resistencia (Sharp 1973 y Scott, 1985). Se le achaca, asimismo, de ser “ingenua” o de practicar la “indiferencia ético-social” o de “hacerle el juego al poder”, etc.Como puede verse, no es sólo un muestrario de los incorrectos significados atribuidos a la noviolencia; sino que, también se trata, de un claro ejemplo de cómo las ciencias sociales no contribuyen, en muchas ocasiones, a resolver los problemas conceptuales y terminológicos, sino más bien a confundirlos, porque no conviene olvidar que los discursos científicos están revestidos de criterios de referencia y de racionalidad sesgados por todo tipo de posiciones (éticas, políticas, etc.).Noviolencia como contraria y distinta de la violencia. Veamos, a continuación, otra manera de análisis del término, referido a lo que podríamos entender por su significado. De una parte, aceptamos cuando hablamos de noviolencia que, con ello, estamos haciendo dos cosas: deslegitimar la violencia como eje sustentador de cualquier doctrina político-social que la acepte; y, rechazar el uso de la violencia para abordar cambios políticos, sociales, culturales, etc.; dicho de otro modo: deslegitimar la violencia tanto como doctrina política, como práctica política. Otra cosa bienLa noviolencia Página 7 de 9distinta es comprender -como hicieron Gandhi, Helder Cámara, Mandela, etc.- que en ciertas ocasiones los sectores dominados, oprimidos, etc., usen de la violencia para salir de ese estado, pero comprender no es justificar, ni respaldar. De otra, entender la noviolencia como una doctrina ético-política que pretende ser alternativa (López Martínez 2001) a aquellas que legitiman o justifican el uso de la violencia política. A esta última cuestión, aunque en un sentido general, dedicaremos el apartado segundo de este artículo.

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Ahora veamos cómo la noviolencia puede negar a la violencia y a qué tipo de violencias nos estamos refiriendo. Usaremos tres tipos de clasificaciones de la violencia que, hoy día, son perfectamente aceptadas por la Investigación para la Paz , me refiero a la violencia directa (física activa), la violencia cultural y la violencia estructural . No podemos, por problemas de espacio, entrar en las múltiples dificultades de interpretación, conceptualización, etc., que ellas implican.Por violencia directa hemos de entender la violencia clásica, es decir, aquella que causa daño, sufrimiento y hasta muerte en las personas: asesinatos, secuestros, torturas, guerras. Asimismo este tipo de violencia hemos de caracterizarla del siguiente modo, a saber, hemos de entender que la violencia se produce cuando: a) un sujeto A -persona, grupo, Estado, etc.- causa sufrimiento o lesiones físicas a otro sujeto B -persona o grupo; b) cuando A lo hace en contra de la voluntad de B ; c) cuando A lo hace de manera intencional; y, 4) cuando lo hace mediante el uso de la fuerza física. (Pontara 1983: 6)La forma más brutal de todo ello son los métodos militares, bélicos y armados (guerra nuclear y total, guerra de guerrillas, holocausto, terrorismo, etc.). Frente a ello, la noviolencia se expresa de diversas formas como: pacifismo (el no a la guerra), la objeción de conciencia (no matar por mandato o en nombre del Estado), etc; y, muy especialmente, como despliegue de todo un conjunto de métodos y procedimientos de lucha político-social no armados o sin uso de las armas de la violencia, pero, desplegando otros muchos dispositivos y mecanismos que tienen una relación muy directa con la concepción del poder social y con las interpretaciones delLa noviolencia Página 8 de 9consentimiento y la obediencia políticas, lo que se denomina ”métodos de acción noviolenta”.Por violencia cultural se entienden aquellos aspectos de la civilización, la educación y la socialización que se ejemplifican en los símbolos, la religión, el lenguaje, el arte, la ideología, las ciencias, etc., que pueden servir para justificar y legitimar la violencia directa o la violencia estructural. Frente a esto, la noviolencia denuncia la cultura de la guerra y de la violencia: armamentismo, militarismo, sexismo, etnocentrismo, competitividad destructiva, etc., y construyendo, articulando, reforzando y difundiendo una cultura de la paz (derechos humanos, solidaridad, reparto de la riqueza, derecho a la paz, etc.) que abarcaría la educación, la socialización, los medios de comunicación y otros aspectos civilizatorios (López Martínez 2004 a ).Finalmente, la violencia estructural es aquella que se ejerce de manera indirecta y no necesariamente ha de ser intencional (aunque puede haber una violencia estructural intencional). Ella se manifiesta en las estructuras socio-políticas que impiden la realización de la persona humana o que dificultan la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales (Galtung 1995). Ante este tipo, la noviolencia plantea un proceso de toma de conciencia y de conversión para reconocer cuáles son (y por qué) las víctimas que va dejando tras de sí todo sistema político, económico y social. Se trata de darle a todo eso remedio y solución, aquí y ahora, no esperando a hacer la revolución (¿posiblemente violenta?) para liberar a los necesitados y a los desheredados. Se puede aludir a un tipo de proceso combinado, gradual e integral -siguiendo a Norberto Bobbio (1992)-, de pacifismo en los medios (cuidar los instrumentos con los que obtenemos mayores cotas de paz y justicia), pacifismo en las instituciones (construir instituciones que verdaderamente generen espacios de paz, igualdad y equidad y no todo lo contrario) y pacifismo en los fines (cuidando cómo se educan y socializan los seres humanos y las funciones de éstos dentro de la sociedad, como se puede comprobar en el cuadro adjunto, según el cual los comportamientos (violentos o no) no son causales sino, también, fruto de patrones ontológicos y comportamentales.

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