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DIMENSIÓN TEÓRICO – CONCEPTUAL
ASPECTOS DE LA DIMESIÓN TEÓRICA
La comparación contextual: dónde estamos y hacia dónde vamos
Concepto de Evaluación Basada en Competencias
Categorías o nociones básicas de la Evaluación basada en Competencias
Principios de la evaluación Basada en Competencias
Clasificación o tipos de evaluación.
¿De dónde venimos y hacia dónde vamos? La vía más efectiva para contribuir a la construcción de un nuevo significado está en favorecer la comparación
entre dónde estamos y hacia dónde vamos, es decir, entre la realidad presente y lo que se aspira lograr, lo
que nos conduce a establecer comparaciones entre modos de actuación –cuyos indicadores se orientan hacia
matrícula, cobertura, deserción y repitencia, como vía tradicional para analizar resultados y otros modelos de
actuación–, orientados hacia la necesidad de saber si los estudiantes realmente están adquiriendo los
conocimientos, competencias, actitudes y valores necesarios para desempeñarse con éxito en la sociedad y
para convivir armónicamente en comunidad.
El modelo de evaluación en el cual estamos anclados, a pesar de muchos intentos de cambio, es un modelo
taylorista centrado en la medición, el cual se caracteriza por la contrastación entre objetivos y resultados, en
un tipo de relación que podríamos representar de la manera siguiente:
Los signos de interrogación que aparecen en la gráfica incitan a preguntarse qué sucede en ese recorrido que
se da entre los objetivos y los resultados, pues evidentemente se está frente a un enfoque evaluativo que
ofrece más preguntas que respuestas en torno al objetivo de la evaluación, su intención, sus procedimientos,
las ponderaciones y los instrumentos que se emplean.
Este tipo de evaluación centrada en la medición se caracteriza, generalmente, por objetivos orientados hacia
el dominio de los contenidos, o hacia un saber hacer operativo. Tiene la intención de verificar cómo el alumno
restituye el conocimiento; aplica procedimientos fundamentalmente estadísticos; y tiende a hacer
¿?
OBJETIVOS
RESULTADOS
ponderaciones al azar, de modo que pueden ponderarse con el mismo puntaje tanto la puntualidad en la
entrega de un trabajo como la asistencia a clases, en contraste con aportaciones reales o evidencias que
determinan el aprendizaje en cuestión. Además, se apoya fundamentalmente en instrumentos de evaluación
del tipo de pruebas objetivas, las cuales, como veremos más adelante, cubren finalidades aún no
comprometidas con el hecho de que el alumno pueda mostrar el uso que hace del conocimiento.
Se ha planteado que:
“La evaluación actual sólo diagnostica síntomas, pero ignora la etiología de los síntomas identificados. Se limita a constatar los resultados del examen, a clasificar y a etiquetar a los alumnos por niveles externos de producción sintomática. Algo así como si un hospital clasificara a sus enfermos por los grados de temperatura. Sobre la base de esta información, se podrían hacer gráficos y estadísticas pero sin más interpretación etiológica, ningún profesional responsable se atrevería a sugerir el menor tratamiento terapéutico. La evaluación actual no permite, ni durante el curso del aprendizaje del alumno ni al término anual del mismo, la menor sugerencia de intervención pedagógica por la sencilla razón de que dichas causas se desconocen.
Ante esta realidad, los docentes estamos convocados a un cambio de enfoque en la evaluación del
aprendizaje, pues el enfoque prevaleciente hasta el momento presenta, según Posada Álvarez (2003) los
inconvenientes siguientes:
Se concentran en aquellas materias más fáciles de evaluar, lo cual conduce a un énfasis exagerado
en la memorización y en la obtención de habilidades en los niveles más bajos
Estimula a los estudiantes a focalizar sobre aquellos tópicos que son evaluados, a expensas de los
que no lo son.
Los estudiantes adoptan métodos de aprendizaje indeseables, influidos por las estrategias
inapropiadas de evaluación.
Con estas miras los métodos de evaluación existentes pueden tener efectos completamente opuestos a los
que se buscan, máxime cuando predominan los métodos cuantitativos, orientados fundamentalmente a la
medición
Mientras que en el modelo centrado en la medición, la nueva información puede ser entendida como base de
lo que luego debe ser memorizado o restituido, en el modelo de evaluación basado en competencias la nueva
información que se incorpora ha de ser base para traducirla en saberes integrados (saber, saber ser, y saber
hacer). Estos saberes integrados han de traducirse en competencias que tienen por intención hacer algo con
ese saber, o más bien, saber transferir la información al terreno de esos distintos saberes. De ahí que
aludamos a competencias cognitivas, afectivas y praxológicas.
Por supuesto que ante tamaña intención los procedimientos también tienen que ser diferentes, y ello remite a
un cambio de postura a través del cual el docente traslada su actuación –centrada eminentemente en ser el
calificador de resultados sumarios– para convertirse en un verdadero actor del proceso de recuperar y
recoger evidencias, por eso se alude a que en la evaluación basada en competencias la relación entre
objetivos y resultados se comporta como sigue
Si nos preguntamos a partir de la representación anterior qué caracteriza a un modelo de evaluación centrado
en el juicio, que es donde se inserta la evaluación basada en competencias, comprobaremos que la respuesta
a esta pregunta requiere de precisar bien a qué se le llama evaluación basada en competencias
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE: Haga un cuadro comparativo entre la evaluación tradicional y la evaluación basada en competencias
¿Qué es la evaluación basada en competencias?
La evaluación basada en competencias es un proceso de recogida de evidencias sobre el desempeño de
una competencia. El resultado es el juicio sobre si la persona que aprende ha conseguido dominar y poner en
práctica la competencia requerida.
Para poder comprender los rasgos esenciales de este concepto hay que comenzar por precisar las relaciones
entre competencia y evaluación del desempeño, visto el desempeño como los recursos que pone en juego un
individuo para actuar; recursos que son cognitivos, afectivos y procedimentales.
No pueden homologarse y abordarse como sinónimos las nociones de competencia y desempeño pues la
competencia en su sentido clásico se refiere a las posibilidades del sujeto, por tanto está comprometida con la
JUICIOS
CRITERIOS
INDICADORES
EVIDENCIAS
OBJETIVOS
RESULTADOS
parte más cognitiva de la actuación, mientras que el desempeño es la traducción en todo o en parte de la
competencia en una determinada tarea
Concluyendo esta idea podemos plantear que la evaluación en un modelo pro competencias se desarrolla a
través de procesos por medio de los cuales se recogen evidencias sobre el desempeño de un alumno o
sobre la forma en que enfrenta una tarea compleja, con tal de determinar los niveles de competencia
alcanzados y el manejo que hace de los diferentes aprendizajes
Por su parte De Ketele, J., (1984) propone la siguiente definición: Evaluar consiste en recoger un conjunto de informaciones reconocidas como suficientemente pertinentes, válidas y confiables, y examinar el grado de adecuación entre este conjunto de información y otro conjunto de criterios considerados suficientemente adecuados a los objetivos fijados al comienzo o ajustados durante el camino a fin de fundamentar una toma de decisión.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
Explique en qué consiste la evaluación basada en competencias
En la definición de Josefina Ketele se alude a información pertinente, válida y
confiable. Después de leer la liga No 1 , explique en qué consisten estos rasgos y
cómo los lograría al concebir la evaluación de sus alumnos
CATEGORÍAS BÁSICAS
Dominio: apunta hacia el aprendizaje, el conocimiento, el desarrollo de habilidades, las acciones hacia una
mejora personal, la superación de retos y de conseguir aumentar la comprensión o lograr una nueva visión-El
dominio contribuye al desarrollo de la competencia.
Ejecución. Acción que enfatiza en lo que el estudiante puede hacer en un contexto auténtico y no sólo en lo
que sabe.
Evidencias: son las aportaciones o pruebas que presenta el estudiante para demostrar sus niveles de
competencia. Pueden ser directas o inferidas indirectamente a través d e procesos de interpretación
.Permiten valorar los criterios, documentar el aprendizaje y dar claridad frente a cómo se debe demostrar el
aprendizaje.
Estandarización: Criterios públicos consensuados que permiten determinar cuan bien o cuan mal se
consideran los resultados esperados.
ACTIVIDAD ELABORE UN ESQUEMA EN EL CUAL RELACIONE LAS CATEGORÍAS ANTERIORES, O SEA, CUÁL DE ELLAS ES EL PUNTO DE PARTIDA Y CÓMO DESDE ESE PUNTO E PARTIDA SE VAN REALCIONANDO LAS RESTANTES PRINCIPIOS DE LA EVALUCIÓN BASADA EN COMPETENCIAS
1-Basada en criterios de dominio y de ejecución , con énfasis en el uso del conocimiento 2-Con énfasis en el contexto desde la realización de tareas cada vez más auténticas 3-Atender a la autonomía del alumno desde procesos de autorregulación y metacognición 4-Tener en cuenta los proceso intersubjetivo ,cooperativos e interactivos que requiere la evaluación para la emisión de juicios valorativos 5-Atender a tareas evaluativas integradoras que favorezcan el desarrollo de un pensamiento de orden superior
ACTIVIDADES 1-¿Qué dificultades de las que se dan cotidianamente hay que contrarrestar para poder cubrir el primer principio de la evaluación? 2- Diseñe un ejemplo de tarea auténtica para cubrir el segundo principio de la evaluación 3- Cite ejemplos de preguntas autorreguladoras y de preguntas metacognitivas para cubrir el tercer principio de la evaluación 4- ¿Cómo concebiría una evaluación interactiva para no emitir criterios y juicios unipersoanles sobre los resultados de sus alumnos? 5-Diseñe una tarea evaluativa integradora que favorezca el desarrollo de un pensamiento de orden superior CLASIFICACIÓN O TIPOS DE EVALUACIÓN
LA EVALUCIÓN PARA APRENDER Y EL MODELO TRIANGULAR COMO REFERENTE
TEÓRICO
El cambio hacia una evaluación basada en competencias está sustentado en un modelo triangular, que actúa
como referente teórico para guiar las acciones de los maestros a la hora de hacer propuestas innovadoras
para concebir la evaluación en las tres fases esenciales de la intervención instructiva-educativa, a saber: la
pre instrucción, la instrucción y la pos instrucción.
Cada una de esa fases responde a modos de actuación cuyo sustento teórico está en cada uno de los tres
ángulos de un modelo triangular que puede ser representado de la forma siguiente:
A continuación emitiremos consideraciones sobre cada uno de los elementos que conforman el modelo
triangular.
Cognición
El elemento referido a la cognición orienta el diseño de tareas integradoras como eje de la programación a
partir de la pre instrucción. Las evaluaciones tradicionales pretenden evaluar aprendizajes, pero lo hacen al
margen de los aportes que ha realizado la ciencia de la cognición a los procesos incidentes en el aprendizaje.
De continuar concibiendo pruebas de evaluación de espaldas a cómo la gente aprende, las evaluaciones
tradicionales seguirán siendo un requisito formal para cubrir demandas normativo-administrativas, pero nunca
constituirán un verdadero acto que contribuya a preparar al individuo para la vida, aunque sí le den ―el pase‖,
a otro nivel educativo o al mundo laboral. Si la evaluación debe adquirir sentido para el alumno, tal sentido
puede lograrse si tenemos en cuenta los avances que existen en materia de estudios sobre la cognición.
Basta seleccionar y analizar algunos de los aportes más relevantes de la ciencia de la cognición a los
procesos de aprendizaje para percatarnos del extraordinario divorcio que se ha venido dando entre cómo se
aprende y cómo se ha pretendido evaluar lo que se aprende.
Dentro de los aportes de la ciencia de la cognición al aprendizaje se destacan los siguientes:
Una visión del aprendizaje en la que el ser humano no es solamente un reactor del ambiente, por lo
que no aprende solamente a partir de un estímulo externo sino cuando se involucra de manera activa,
interpretando y desarrollando sus capacidades creativas y transferenciales.
El aprendizaje real requiere de ser abordado desde una perspectiva integral que abarque
dimensiones cognitivas, afectivas y actuacionales, por tanto la evaluación centrada en la
memorización de los contenidos conceptuales o la restitución de procedimientos no es indicador para
determinar que se haya producido aprendizaje.
La cognición impulsa a lo interdisciplinario, multidisciplinario y transdisciplinario, lo que contribuye a
rebasar el marco de la especialidad en sentido estrecho, por tanto, el aprender real rebasa los
recortes informativos disciplinarios que conformen el temario de determinada asignatura específica.
Los estudios actuales sobre cognición han hecho valiosos aportes centrados en los procesos
cognitivos, los cuales son definidos como actos o procesos de conocimiento que implican atención,
percepción, sensación, memoria, imaginación razonamiento, resolución de problemas y toma de
decisiones. Estos procesos constituyen una aproximación al sentido o significado de la cognición y la
ciencia que va conformándola; por tanto, el aprendizaje exige de una organización mental que
posibilite el tránsito gradual y nivelado desde los proceso cognitivos básicos hacia los procesos
cognitivos superiores, de manera tal que los sujetos puedan ir evidenciando la manera en que en
ellos se va conformando un pensamiento sólido.
Dentro de los procesos cognitivos se analizan también las interacciones entre las cogniciones y las
emociones, y entre las emociones y el comportamiento, por tanto el verdadero aprendizaje exige de la
unidad de lo cognitivo y lo afectivo.
Los contenidos incluyen conocimiento general y específico, y es en los saberes específicos de un
área de conocimiento concreto donde los sujetos demuestran su saber, por eso se dice que la
competencia se ve en el desempeño y es contextual de manera específica. Es en esas situaciones
específicas donde los sujetos organizan sus esquemas, por ello no se trata de evaluar a la persona
en su conjunto, sino de evaluar los desempeños de una persona de acuerdo con una determinada
competencia, con unas determinadas condiciones, y con unos determinados productos.
La forma en que los esquemas son usados para manejar información en determinadas circunstancias
debe valorarse como parte de la evaluación. En este sentido resulta necesario ir arribando
progresivamente a mayores niveles de logro, de manera tal que el alumno pueda enfrentar
situaciones cada vez más complejas en las cuales se vea compulsado a reorganizar él mismo la
información que requiere para solucionar problemas, transitando por un proceso de reconocimiento
de patrones, recuperación y aplicación del conocimiento.
El trabajo formativo debe orientarse hacia el desarrollo de un pensamiento integrador y
multidimensional, entendiendo el pensamiento como un proceso dinámico de construcción. En este
proceso el sujeto enfrenta una serie de situaciones cuya resolución comporta la organización del
conocimiento previo, la construcción de macroconceptos, la asociación y la conceptualización
compleja; es decir, problemas que para ser resueltos exigen al resolvente ir más allá del pensamiento
monológico, monolítico, cerrado, estático y absoluto, para alcanzar un pensamiento relacional, móvil y
generativo.
Si trazamos un hilo invisible que hilvane las aportaciones citadas, contaremos con el sustento requerido para
proponer tareas evaluativas en las que se atienda a lo siguiente:
Caracteres de las tareas evaluativas sustentadas por los aportes de los estudios sobre cognición
1) Tareas evaluativas que requieran de recursos externos (textos, consultas, Internet, etc.) y de recursos
internos (capacidades, aptitudes, formación, experiencia, recursos del saber, saber ser y saber
hacer).
2) Tareas evaluativas con visión integral que no se centren en que el alumno memorice o restituya el
conocimiento, sino que use ese conocimiento para enfrentar situaciones.
3) Tareas que exijan rebasar el marco estrecho de la disciplina.
4) Tareas que evidencien el nivel de logro alcanzado como resultado del tránsito gradual por procesos
cognitivos básicos y superiores, a través de los cuales se constate que la nueva información sirvió de
base para la adquisición y desarrollo de habilidades y procesos valorativos relacionados con esa
información inicial, no para memorizarla, sino para traducirla en saberes integrados que contribuyan a
saber transferir, ya sea al terreno del saber, del saber hacer o del saber ser.
5) Tareas que permitan valorar la unidad de lo cognitivo y lo afectivo.
6) Tareas contextualizadas que permitan precisar que no se es competente para todo, sino en
determinadas condiciones contextuales.
7) Tareas complejas que permitan arribar a juicios de valor sobre la forma en que el alumno resuelve,
interrelacionando variables interdependientes.
8) Tareas que eduquen para la construcción desde un pensamiento integrador que permita tomar
decisiones para enfrentar la incertidumbre.
Las tareas evaluativas que respondan a estas aportaciones de la ciencia de la cognición requieren de
docentes con desarrollo de la competencia heurístico-creativa. Lo heurístico viene dado por la selección que
se realice de las estrategias, vías o tareas más adecuadas según situaciones concretas, que muestren
capacidad para condicionar la utilización o aplicabilidad de la estrategia o vía seleccionada. Por su parte, lo
creativo vienen dado por la creación o generación de nuevas estrategias, hipótesis y alternativas de solución.
La creación de tareas evaluativas integradoras, capaces de responder a los aportes de la cognición al
aprendizaje, requiere de espacios de interacción entre los docentes con la finalidad de ―imaginar tareas
integradoras‖.
Se necesita más trabajo para llevar a la práctica de la evaluación lo que se sabe sobre la ciencia de la
cognición, como también para desarrollar más análisis cognitivos del conocimiento y la competencia.
El hecho de aceptar que la evaluación del aprendizaje logrado debe dejar de estar centrada en verificar cómo
los alumnos restituyen o memorizan el conocimiento, o cómo reproducen procedimientos de aplicación de
manera reproductiva constituye un paso de avance hacia la esencia de la evaluación basada en
competencias y la forma en que este tipo de evaluación se inspira en los aportes de la ciencia de la cognición,
la cual reconoce aspectos más complejos en los logros de los estudiantes.
Observación
El elemento de observación orienta cómo se va a desarrollar el proceso en el cual la autorregulación y
metacognición se convierten en base de la evaluación formativa o evaluación para aprender.
Este elemento se refiere a la observación y seguimiento que requiere el proceso de enseñanza-aprendizaje
para ir determinando, a tiempo, cuáles son las oportunidades de mejora, ya sea a través de estimular los
aciertos o de hacer los reajustes que exige el análisis de las dificultades.
La observación del proceso de aprendizaje requiere atender al papel relevante que tiene en el aprendizaje la
interacción que propicia el trabajo cooperativo, así como a la importancia de organizar adecuados procesos
de autorregulación y metacognición, los cuales constituyen la base de la evaluación formativa o evaluación
para aprender.
La evaluación para aprender exige de la observación sistemática del modelo de aprendizaje en cuestión, lo
que en materia de evaluación basada en competencias implica observar lo siguiente:
El acompañamiento requerido para la activación e integración de procesos cognitivos a través de los
cuales se favorece el aprendizaje, y cómo ellos determinan la forma en que se usa el conocimiento de
manera contextualizada desde un saber hacer reflexivo.
La forma en que se logra que surjan en los estudiantes reflexiones metacognitivas interrelacionadas
con acciones autorreguladoras como base de las vías centradas en mejorar estrategias para el logro
de los objetivos planteados.
A continuación emitiremos consideraciones sobre estos dos aspectos que encierran la médula de lo que es la
evaluación para aprender o evaluación formativa.
EL ACOMPAÑAMIENTO REQUERIDO PARA ACTIVAR E INTEGRAR PROCESOS COGNITIVOS Y FAVORECER
EL USO CONTEXTUALIZADO DEL CONOCIMIENTO DESDE UN SABER HACER REFLEXIVO
El primer aspecto de la evaluación para aprender nos remite a cuatro ideas claves:
Acompañamiento
Activación e integración de procesos cognitivos
Uso contextualizado del conocimiento
Saber hacer reflexivo
A continuación, comentaremos esas ideas claves, comenzando por el carácter que reviste el
acompañamiento en un proceso de evaluación formativa, y qué indicadores evaluativos pueden derivarse de
las acciones de acompañamiento.
Si en la evaluación basada en competencias se pretende que el alumno sea capaz de enfrentar o resolver
situaciones complejas, la tarea fundamental del docente no está en ―rellenarlo‖ de información, sino en
enseñarlo a resolver, lo que implica, en primer lugar, buscar mediaciones efectivas dentro de las cuales se
destaca la mediación del tipo coaching.
¿Por qué se destaca este tipo de mediación? Porque al igual que el coach, cuando enseñamos a resolver no
lo hacemos desde un antes, que cargue al sujeto de orientaciones, sugerencias e informaciones que tal vez
se le olviden a la hora de la actuación. El coach entra en verdadera acción durante y después: en el durante,
apoya, acota, sugiere, invita a reajustar, estimula, motiva…; ya en el después retroalimenta de manera
oportuna y acompaña esa retroalimentación de los niveles de ayuda requeridos para mejorar los desempeños
futuros.
En ese acompañamiento de tipo coaching se va acopiando toda la información requerida, la cual permite que
las ayudas sean cada vez más efectivas, concretas y reajustadas a situaciones reales e individuales.
El acompañamiento es una fase ideal para la obtención de información sobre el saber estar y el saber ser del
alumno. Con respecto al saber estar los indicadores más relevantes han de especificar cómo se va dando en
él la evolución, y cómo reacciona ante las evoluciones del contexto y los cambios tecnológicos, la forma en
que se manifiestan sus actitudes de predisposición activa al entendimiento interpersonal, si muestra que sabe
comunicarse cooperativamente, y si demuestra una conducta orientada a la interacción grupal.
Con respecto al saber ser, que remite a competencias personales, los indicadores deben ofrecer información
sobre la forma en que el alumno asume responsabilidades personales, sabe tomar decisiones, tiene las
actitudes vinculadas a fortalecer la perseverancia, la creación, y otros aspectos de la voluntad encaminados a
salvar obstáculos en función de elevar las actitudes positivas hacia el trabajo y, por sobre todo, hacia el
trabajo creador.
Esos indicadores también se deben proyectar hacia lo intelectual, en el terreno de los pensamientos tanto
justos, como erróneos, dudosos, comprensibles o incomprensibles; las actitudes de curiosidad intelectual, las
cuales constituyen uno de los estímulos provocadores de la actividad cognitiva del ser humano y contribuyen
a despertar el amor por el saber, sobre la base de que los alumnos se planteen constantemente hipótesis,
interrogantes, se busquen caminos alternativos, para que finalmente, la solución de problemas y el arribo a
conclusiones válidas ayuden a fortalecer sentimientos de seguridad, de independencia y laboriosidad en
oposición a la pereza, la desorganización, la inestabilidad, etc.
Por su parte, en el aspecto referido a la integración de procesos cognitivos se pretende que el docente evalúe
la forma en que el alumno activa su pensamiento para interactuar con la nueva información buscando cada
vez percepciones más claras y sensibles, destacando lo relevante y adentrándose en un proceso de
codificación y decodificación que le permite memorizar constructivamente la información, interpretarla
estableciendo conexiones lógicas, clasificarla si fuera necesario con vistas a favorecer la comprensión, todo
esto en constante intercambio con la experiencia.
Sobre el esquema de pensamiento anterior se ha de obtener información sobre cómo el estudiante se adentra
en un proceso de interrelaciones en donde las ideas se apoyan en argumentos válidos, como muestra de un
pensamiento crítico en el que los elementos de razonamiento y los patrones intelectuales de los que ya
hablamos se combinan en un sistema de pensamiento dinámico, flexible y sólido; solidez que significa, en
esencia, una constante actualización de nuestro proceso de pensar al explorar información nueva, evitando
prejuicios personales, manteniendo la flexibilidad conceptual, y apoyando la imparcialidad. Se trata, en
definitiva, de un nivel argumentativo que siempre está atravesado por determinada postura ética a la hora de
dar razones o justificaciones desde nuestras representaciones de la realidad.
El docente ha de obtener información, además, sobre cómo los alumnos pueden aplicar en contextos
diferentes de aquellos en que se introdujo la competencia, y cómo se comporta la iniciativa propia y la
creación (la transferencia). Para ello se ha de evaluar previamente el grado de relación que puede establecer
el alumno entre el contexto nuevo y el contexto inicial, el grado en que el alumno domina la competencia
practicada en el contexto inicial, y el grado en que conoce el nuevo contexto.
Se trata, en definitiva, de reconocer que el aprendizaje y la formación competente no se dan en un momento
dado y para siempre, limitados a las formas tal vez simplificadas del contexto inicial, sino que el conocimiento
y las competencia que permiten acceder a él van creciendo y se van desarrollando a medida que los alumnos
ejecutan repetidas veces y con diversos propósitos, en un aprendizaje que continúa más allá del aula, pero
que innegablemente podemos iniciar con la intervención del docente y con el apoyo que brindan los medios
designados.
Recordemos que la transferencia implica ayudar a los alumnos a aplicar lo aprendido en contextos diferentes
de aquel en que se introdujo dicho aprendizaje. Por ello, tanto el docente como las actividades deben ayudar
a lo siguiente:
Reconocer las claves que indican que es adecuado usar determinada operación mental.
Ayudar al estudiante a percibir cualquier cambio sutil en el uso del conocimiento o en la aplicación de
los atributos de la competencias requeridas por el nuevo contexto.
Ayudar al estudiante a poner en marcha los hábitos de transferencia que se han venido fomentando.
Este recorrido en la integración de procesos cognitivos apunta hacia el desarrollo sistemático de un
pensamiento lógico, un pensamiento crítico y un pensamiento creativo.
Los procesos cognitivos a través de los cuales el alumno interactúa de manera lógica con la información
permiten arribar a representaciones y argumentaciones como base de proposiciones a niveles más creativos.
Todo ello constituye parte esencial del seguimiento a las acciones formativas que requieren la evaluación
para aprender. Cuando decimos que se da frecuentemente una discordancia en la relación medio-fines en los
procesos formativos, lo hacemos a partir de observaciones sistemáticas de una práctica educativa en que no
hay relación entre los fines del proceso formativo y los medios verificadores del aprendizaje. La obsesión por
la medición ha traído consigo que forzosamente se pretenda verificar, estadísticamente, cuestiones que
requieren de adecuados procesos descriptivos desde metodologías cualitativas. Estas descripciones no
aplican igual en todos los momentos del proceso formativo de la persona, pues evidentemente las acciones
iniciales, intermedias y finales tienen indicadores y comportamientos diferentes; de ahí la importancia de los
análisis evaluativos, que tengan en cuenta cómo dichos análisis se comportan en el tiempo, todo ello unido al
establecimiento adecuado de los niveles en los que estamos analizando el logro en cuestión.
Al establecer criterios e indicadores para evaluar la activación de los procesos cognitivos desde una
perspectiva constructiva, esos criterios e indicadores deben proyectarse hacia la forma en que el alumno se
representa la tarea en la cual debe trabajar, cómo percibe, selecciona conocimientos, y traza el camino que
va a seguir para enfrentar la tarea; además, cómo se adentra en el proceso de elaboración a través de
inferencias, deducciones, confrontaciones, justificaciones, y todo lo que fortalezca una perspectiva crítica al
manejar la información para arribar a un uso efectivo del conocimiento en un contexto de actuación
específico.
Todos estos indicadores no deben pasar por alto la forma en que se manifiestan los procesos constructivos
del conocimiento, dados, en primer lugar, en la forma en que el alumno asume la reorganización y
reestructuración cognitiva de los conocimientos para hacer uso práctico de los mismos y obtener resultados
que constituyen un punto de partida para continuar con nuevas síntesis cognoscitivas; es decir, para no creer
que los resultados son tan cerrados como se tiende a pensar al dar tratamiento al conocimiento escolar,
desvinculado de una realidad que siempre es más abierta.
Hemos venido aludiendo a acompañamiento e integración de proceso cognitivos. Ambos se convierten en
medios para un fin determinado: el uso contextualizado del conocimiento, pero desde las particularidades de
un saber hacer reflexivo, porque en definitiva son los dos indicadores fundamentales de una actuación
competente.
El uso contextualizado del conocimiento no implica la simple aplicación restitutiva, como frecuentemente se
cree, sino que se refiere a la movilización de lo adquirido durante el aprendizaje, ya sea hacia situaciones
sociales o de la práctica social, o hacia la problematización de los conocimientos dentro de una disciplina
concreta. En este último caso la evaluación en relación con este uso contextualizado se orienta a valorar la
calidad y riqueza de los cuestionamientos (en el caso de la problematización de los conocimientos), centrado
el interés en la forma en que se formulan preguntas, se establecen hipótesis o explicaciones tentativas, se
estimula la imaginación y se hacen propuestas de solución.
Cuando se evalúa el uso contextualizado en situaciones de prácticas sociales resulta determinante atender a
cómo en la ejecución el sujeto demuestra que no es simple saber hacer, sino un saber hacer entendiendo lo
que se hace, y en este sentido restablecen indicadores de evolución del desempeño que permitan arribar a
juicios sobre ese saber hacer reflexivo que requiere de un esquema a través del cual el alumno demuestre
que está consciente de lo que está haciendo, que sea capaz de fundamentar teóricamente su actuación
propia, y que demuestre flexibilidad tanto mental como operacional al reflexionar desde posturas heurístico-
creativas.
LA FORMA EN QUE SE LOGRA QUE SURJAN EN LOS ESTUDIANTES REFLEXIONES METACOGNITIVAS
INTERRELACIONADAS CON ACCIONES AUTORREGULADORAS
Las acciones autorreguladas y metacognitivas deben llevar al alumno a reflexionar sobre los resultados
obtenidos y la relación entre esos resultados y los procesos de enseñanza-aprendizaje que los llevaron a
dichos resultados, con la finalidad de determinar el origen de las dificultades y su modificación.
Uno de esos hallazgos claves, que debe convertirse en un principio de nuestro trabajo educativo, dice así:
"Un enfoque 'metacognitivo' en la instrucción puede ayudar a los estudiantes a tomar el control de su propio
aprendizaje, definiendo los objetivos de este y haciendo seguimiento a su progreso en la búsqueda de su
logro."
Lo metacognitivo se refiere a la habilidad de la gente para predecir su desempeño en diversas tareas, y para
actuar como monitor de sus niveles de conocimiento y comprensión sobre algún tema. Involucrar a los
estudiantes dentro del proceso de valoración y evaluación es parte fundamental para hacer de este un
proceso balanceado.
Cuando los estudiantes se convierten en miembros activos del proceso de aprendizaje adquieren una mejor
perspectiva de ellos mismos como lectores, escritores y pensadores. A medida que los estudiantes
reflexionan sobre lo que han aprendido y de qué manera lo han aprendido, ellos desarrollan herramientas que
les permiten convertirse en aprendices más efectivos. Los estudiantes necesitan examinar su trabajo y pensar
sobre lo que hacen bien y cuáles son las áreas en las que aún necesitan ayuda.
Desde esa perspectiva es que hemos planteado, en reiteradas ocasiones, la necesidad de que la
autorregulación en función de modificaciones parta de procesos de auto-observación que conduzcan a
autoevaluación y luego a la autocorrección, pero estos tres procesos no se pueden dejar al azar sino que
requieren de guías o referentes.
La autoevaluación no pude realizarse al azar sino siempre sobre la base de las evidencias o criterios
definidos previamente en la planificación de la enseñanza, de manera tal que se dé la reflexividad y la toma
de perspectiva que constituyen las bases de adecuados procesos de evaluar para aprender.
Cuando los estudiantes entienden los criterios de lo que es buen trabajo antes de comenzar la actividad en
cuestión tienen una mayor posibilidad de alcanzar esos criterios. Lo esencial para la comprensión de esos
criterios es que sean claros. A medida que los estudiantes evalúan su propio trabajo se les puede pedir que
establezcan sus propios criterios en torno a lo que es un buen trabajo. Por ello, una tarea importante de la
evaluación es ayudarlos a clarificar sus criterios a medida que evalúan sus propios trabajos.
En materia de cómo se produce el aprendizaje las actitudes de reflexividad y perspectiva deben favorecer que
los procesos de autoevaluación se orienten hacia los indicadores o evidencias siguientes:
Cómo se está comportando nuestra percepción y atención, vista la atención fundamentalmente desde
nuestra capacidad para separar lo relevante de lo irrelevante.
Cómo se está comportando nuestro proceso de codificación y decodificación, o sea, cómo
expresamos la información a través de símbolos (fundamentalmente palabras) y cómo convertimos
los símbolos en información que pueda ser entendida por los receptores.
Cómo estamos memorizando la información percibida y codificada, de manera tal que nos sea fácil
recuperarla para utilizarla posteriormente.
Cómo se está comportando nuestra comprensión a través de nuestras interpretaciones o
explicaciones y la forma en que integramos lo percibido a nuestro propio conocimiento, lo que nos
permite hacer clasificaciones.
Cómo se está comportando nuestro aprendizaje activo más allá de observar para adentrarnos en
aprender haciendo.
Cómo se está comportando nuestro proceso de motivación a través de la forma de enfrentar desafíos,
estar estimulados por la curiosidad, la forma en que nos controlamos y autocontrolamos, el desarrollo
de la fantasía y la imaginación, niveles de satisfacción, etc.
Cómo se comportan nuestros modelos mentales, concretados en la forma en que entendemos y la
forma en que resolvemos problemas.
Todo este proceso de autoevaluación a partir de indicadores debe proveer al alumno de información sobre el
comportamiento de su proceso y su producto, para de ahí derivar el análisis de dificultades y aciertos, rotular
juicios que le permitan analizar causas y, sobre esa base, tomar decisiones que deriven en procesos
retroalimentadores y autorreguladores como estrategias de control que hacen surgir reflexiones
metacognitivas.
Con respecto a estas reflexiones metacognitivas una herramienta útil está en poder establecer indicadores
que permitan a los propios alumnos determinar cuánto conocen de sí mismos, de sus conocimentos y
capacidades, y cómo andan sus ritmos de aprendizaje y cuáles son los métodos que más se les acomodan.
Esos indicadores pueden dirigirse hacia lo siguiente:
Si tienen poco conocimento de sí mismos.
Si tienen bajo nivel de conocimiento.
Si tienen alto nivel de conocimiento pero bajo nivel de metacognición.
Si tienden a sentirse seguros o inseguros.
Si tienen alto nivel de cognición y metacognición y, por tanto, son más independientes.
Si reconocen que conocen poco, que tienen poco desarrollo de sus capacidades y limitadas
creencias, lo que redunda en bajos niveles de autoestima.
Estos indicadores pueden ser agrupados según características afines, y sus regularidades permitirían a los
propios alumnos autoclasificarse en determinado grupo de acuerdo con sus comportamientos metacognitivos,
teniendo como referente que este proceso puede transitar gradualmente por los niveles siguientes: tácito,
consciente, estratégico y reflexivo.
En el nivel tácito, aún el sujeto no ha tomado consciencia en torno a lo que sabe y lo que no sabe. En el nivel
consciente ya puede ubicarse en sus limitaciones y aciertos. En el nivel estratégico puede tomar decisiones
para determinar qué conocimiento usar, cúando hacerlo y cómo, en consonancia con las demandas de
situaciones concretas. En el nivel reflexivo, alejado de toda posible actuación impulsiva, el sujeto puede sacar
provecho de todo lo que conoce y proyectar incluso acciones futuras tendientes a elevar niveles de desarrollo.
El paso por esos niveles es gradual y forma parte de las acciones formativas que conciba el docente, aunque
existen vías no reglas de ir ascendiendo por estos niveles metacognitivos.
Podemos ir concluyendo que el elemento referido a la observación en función de la evaluación para aprender
o evaluación formativa debe conducir, progresivamente, a obtener información sobre la manera en que los
alumnos van siendo cada vez más capaces de utilizar por sí mismos el conocimiento, para lo cual requieren
de variar los procedimientos de adquisición. Esta variación de los procedimientos de adquisición les permitirá
el desarrollo de los modelos mentales que constituyen representaciones potentes (o modelos de situación), y
son los que propician que se pueda aplicar lo aprendido a diversas situaciones. El poder aplicar lo aprendido
a diversas situaciones requiere de una serie de inferencias relacionadas con los conocimientos previos y que
derivan en una serie de conclusiones propias, favorecedoras de flexibilidad en el pensamiento y en su
aplicabilidad.
Lo más relevante está en lograr que el tipo de tareas a las que se enfrente el alumno no esté concentrado
única y explícitamente en la competencia que se ha venido practicando, como pretendieron en su inicio
postular los modelos racionales para la formación de competencias, sino que el alumno pueda hacer uso, por
elección propia, de cualesquiera de las diversas capacidades que de forma colateral se han trabajado
alrededor de la capacidad general seleccionada, así como hacer uso de otras habilidades y operaciones para
las cuales no les proporcionaremos claves de cuáles usar, ni cuándo, pues lo que se pretende es que el
alumno sepa cuándo hacer uso de determinadas capacidades, estrategias, etc., y que esté dispuesto a
hacerlo, pues capacidad y disposición se conjugan en una actuación competente.
Al enseñarles y proporcionarles oportunidades para transferir lo aprendido y aplicarlo de manera autónoma a
diversos contextos se está ayudando al alumno a generalizar la competencia y ponerla en acción de manera
adecuada y por iniciativa propia en diversos nuevos contextos.
La meta final es, precisamente, que se arribe a ese aprendizaje autónomo y que los alumnos actúen por
iniciativa propia; meta en la cual se involucran de manera decisiva actividades en las que ellos demuestran el
dominio que han alcanzado en materia de variar los procedimientos de adquisición, con técnicas de trabajo
intelectual que les permitan obtener información, organizarla, recordarla, y hacer uso de dicha información de
manera propositiva y creativa.
La evaluación de cierre del proceso observado tiene un carácter diferente a las evaluaciones anteriores, en
este caso deben incluirse instrumentos evaluativos que permitan determinar el nivel en que los alumnos han
aprendido, o sea, los niveles de logro alcanzados, y la efectividad de los métodos y estrategias empleados en
la unidad. Ello permitirá recapitular y arribar a juicios de valor sobre la enseñanza.
Integración
El elemento de integración orienta cómo se van a interpretar los datos recogidos cuantitativa y
cualitativamente (calificación y evaluación) para valorar resultados y tomar decisiones.
La integración siempre encierra la idea de horizontalidad, no de verticalidad, por tanto no se trata de acciones
acumulativas de arriba a abajo, lo que tal vez llevaría a ponderar más el final que lo primero, o lo intermedio, o
cualquier otro aspecto que no haya sido analizado en sus interrelaciones horizontales para un mayor nivel de
interpretación y valoración global.
Sobre las bases de los elementos de cognición y de observación del aprendizaje resulta indispensable arribar
a un adecuado modelo de interpretación, pues es aquí donde se sentirían las mayores afectaciones que se
presentan cuando las informaciones para evaluar el desarrollo de las competencias han sido muy limitadas.
Para contrarrestar tales limitaciones se requiere que las observaciones se hayan realizado sobre la base de
tareas con diferentes propósitos, los cuales se han erigido en criterios que abarcan tanto conocimientos como
procesos cognitivos sugeridos por el modelo de aprendizaje en cuestión. Sería incongruente pretender que
los resultados apunten solamente al análisis de la adquisición de contenidos cuando estamos argumentando
un modelo de aprendizaje para el desarrollo de competencias.
Por supuesto que los aspectos no observables del aprendizaje requieren de conjugar estrategias diversas que
permitan arribar a juicios sobre lo que pretendemos medir y evaluar. De ahí la importancia de aplicar técnicas
similares a las de la investigación, de poner en práctica estrategias que requieran de un proceso de
verbalización por parte de los alumnos, de compartir espacios que hagan surgir las reflexiones
metacognitivas, etc.
Las descripciones precisas del aprendizaje en el área del conocimiento son claves para poder comunicar
efectivamente acerca de la naturaleza del desempeño (esperado) de los estudiantes. Aunque el informe de
los resultados se produce al final de un ciclo de evaluación, las evaluaciones deben diseñarse desde el
principio para asegurar que el reporte podrá incluir los tipos de información deseados. A los educadores,
estudiantes y público en general, deben mostrárseles y hacérseles tan reconocibles como sea posible las
formas en que la gente aprende la materia de estudio, al igual que los diferentes tipos o niveles de
competencia.
La integración requiere de adecuadas valoraciones, y un instrumento útil para dichas valoraciones lo
constituyen las rúbricas, denominadas también matrices de valoración.
No se pueden construir rúbricas para todo, pues ellas no serían pertinenento de criterios claros a la hora de
elaborar la rúbrica es lo que más puede ayudar a que esta adquiera el valor que debe tener, tanto para la
enseñanza como para la evaluación del aprendizaje, sobre todo cuando esos criterios claros permiten arribar
a juicios de valor sobre la forma en que el alumno actúa e interactúa para resolver problemas complejos, y
destierra la inútil práctica de exponer literalmente la información de los textos, la selecciona de manera
fragmentada y con serias limitaciones para poder sustentar dicha información.
Las rúbricas deben convertirse en fuente nutricia de los procesos de autoevaluación y en una vía de atención
a la diversidad, pues necesariamente tienen que ser construidas atendiendo a diferentes niveles de calidad en
el desempeño, y ello permite ajustes a las mismas.
Tres limitaciones graves en el uso de la rúbrica serían, en primer lugar, convertirla solamente en una
herramienta del docente, el cual informa al alumno el día de una evaluación final del instrumento en el cual se
apoyó para calificarlos; en segundo lugar, en confundirlas con listas de cotejo que tienden a describir criterios
triviales y segmentados; y en tercer lugar no someter los criterios a revisión, reajustes y redirecciones
necesarias.
La integración se apoya en las rúbricas tanto analíticas como comprehensivas. Las rúbricas comprehensivas
son más generales, por ello tienden a detenerse en un solo indicador de desempeño para determinar luego
varios niveles de logro. Como puede derivarse de esta visión, ellas buscan más bien un producto total para
determinar, a la hora de calificar, cuál es el dominio o comprensión general que un alumno tiene, ya sea de
determinado contenido específico o de determinada habilidad, pero centrado en intereses unidimensionales.
Esto hace que las rúbricas comprehensivas tengan mayor facilidad de uso para la calificación que las rúbricas
analíticas. Las rúbricas comprehensivas o totales funcionan mejor como herramientas de la evaluación que
tiene intención sumativa, y como puede apreciarse sí constituyen un paso de avance en relación con la
tradicional práctica de asignar un número o una letra sin ―razón aparente‖.
LA EVALUACIÓN CON FINES DE PROMOCIÓN Y DE ACREDITACIÓN
La evolución para acreditar y promover se lleva a cabo al finalizar un módulo o programa y en ella el docente
desarrolla un proceso que le permite determinar el grado de desarrollo de la competencia o las competencias
del estudiante, siempre teniendo en cuenta el haber establecido previamente los indicadores que determinan
la promoción o acreditación.
Tradicionalmente este proceso carecía de retroalimentación y se consideraba definitorio del clásico
―aprobado-reprobado‖; sin embargo en el enfoque de competencias, dado que estas no son un punto de
llegada o final, sino que forman parte de una continuidad, se requiere entonces que haya proceso de
autoevaluación, coevaluación, evidencias aportadas, para sugerir las vías de mejora en caso de que el
alumno requiera de más tiempo para desmotar que ha alcanzado los niveles esperados.
Aquí también la rúbrica puede entrar a desempeñar su papel formativo, por sobre todo para establecer
precisiones en torno a las dimensiones, a saber: cognitiva, actitudinal y actuacional de la competencia.
Es ideal que la calificación de una competencia se soporte en evidencias provenientes de diferentes fuentes,
instrumentos y momentos, y que se examinen la actualidad y autenticidad de las evidencias.
El proceso de calificación resultante del análisis de las evidencias consiste en asignar un valor numérico
(puntaje), que represente adecuadamente el nivel de desempeño del evaluado en cada una de las
competencias evaluadas. La calificación de las competencias puede realizarse por escalas previamente
definidas.
Al calificar cada competencia se deben valorar los logros alcanzados frente a las competencias particulares
propuestas al comienzo del proceso, con base en el análisis de las evidencias recolectadas y a la luz de las
actuaciones intencionales o las tareas integradoras en las que se manifiesta cada competencia; es decir, se
debe valorar si los resultados del alumno cumplen con los criterios establecidos y si reflejan las actuaciones
intencionales.
Para la calificación de las competencias se debe comparar la relación entre las evidencias recolectadas y las
actuaciones intencionales que se indican, analizando la frecuencia de estas actuaciones (estabilidad en el
tiempo), así como su consistencia en los diferentes contextos de uso y transferibilidad del aprendizaje.
Al emitir un juicio valorativo, y como consecuencia una calificación del desempeño del evaluado, con base en
las evidencias, el evaluador debe reflexionar sobre lo siguiente:
¿Cuáles fueron los logros del evaluado en relación con las competencias particulares al comienzo
del proceso de evaluación?
¿Cuáles de los criterios definidos para las competencias particulares están presentes en los
resultados alcanzados por el alumno?
¿Cuáles son las actuaciones intencionales o tareas integradoras señaladas para cada
competencia y manifestada en el desempeño evaluado?
¿Cómo se relacionan estas actuaciones intencionales con las responsabilidades y los objetivos
propios del alumno evaluado?
¿Desde cuándo son evidentes estas actuaciones intencionales?
¿Qué tan habituales son estas actuaciones intencionales?
¿Estas actuaciones intencionales se observan en diferentes contextos y escenarios? Si es así, ¿en
cuáles ámbitos se manifiestan?
¿Qué evidencias sustentan la valoración de las actuaciones intencionales que manifiestan a las
competencias particulares?
¿Cómo impactó el desempeño de los alumnos en el logro de las metas de la institución educativa o
la entidad?
Todo ello conforma datos para la evaluación de certificación.
LA EVALUACIÓN CON FINES DE CERTIFICACIÓN
La certificación es el proceso mediante el cual se otorga reconocimiento formal de la competencia adquirida
por el individuo (con independencia del modo en que haya sido alcanzada). La certificación busca establecer
la conformidad de una o más normas de competencia o la conformidad con lo estipulado en determinado
perfil.
Para certificar lo que se tiene que tener en cuenta, de manera priorizada, es que los aprendizajes integrados
por competencia y los sistemas de evaluación para evidenciar sus resultados, determine que los sujetos
sometidos a proceso de certificación portan con un repertorio de competencias para desarrollarse en
situaciones específicas.
El proceso de revisión de las evidencias deberá verificar que exista correspondencia entre lo que se declara
en el plan de evaluación y lo que se constata, atenderá a criterios de validez y confiabilidad de acuerdo con
dicho plan de evaluación, de manera tal que se pueda arribar a juicios de valor sobre la autenticidad de las
evidencias.
Por lo general, los certificadores se circunscriben a las competencias técnicas o específicas, pero realmente
un buen proceso certificador debe establecer estrategias que le permitan constatar el comportamiento de la
capacidad reflexiva en el sujeto, la cual se opone a impulsividad, la capacidad metacognitiva, que se constata,
en alguna de sus formas, cuando puede dar cuenta de qué sabe y de qué no sabe, la capacidad de transferir,
vista en sus dos direcciones, o sea, competencias transferibles, que se caracterizan por conocimientos y
capacidades que pueden ser aplicados a una gran variedad de contextos y competencias que favorecen la
transferibilidad, que se refieren a la habilidad de aplicar esas competencias a nuevos contextos; por último
debe atenderse a la capacidad para trabajar en equipo y colaborar, así como la autonomía personal.
La certificación es un proceso a través del cual se atiende a lo formal, pero como colofón de dos procesos
integrados que ahora se certifican o reconocen oficialmente. Esos procesos son los aprendizajes-
competencias y el sistema de evaluación que ha evidenciado sus resultados.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
Elabore un cuadro sinóptico con las características más relevantes d elos diferentes tipos de
evaluación en el enfoque por competencias.
DIMENSIÓN METODOLÓGICA DE LA EVALUCIÓN BASADA EN COMPETENCIAS El marco metodológico de la evaluación responde fundamentalmente a la relación entre qué se evalúa y cómo se evalúa Aspectos de la dimensión metodológica.
Qué se evalúa: conocimientos ,saber hacer y competencias
Cómo se evalúa: metas de aprendizaje, tareas evaluctivas, relaciones entre criterios, indicadores y evidencias
Formas de valoración y calificación
El objeto de evaluación: ¿qué se evalúa? Para determinar qué se evalúa el docente puede obtener la respuesta a partir de hacerse las tres preguntas siguientes: ¿Qué tiene que saber el estudiante para establecer los conocimientos teóricos?
¿Qué tiene que saber hacer el estudiante para obtener los conocimientos prácticos?
¿Cómo tiene que saber estar y actuar el estudiante para precisar las actitudes y comportamientos
requeridos?
La respuesta a estas preguntas ya irá condicionando una toma de posición en torno al concepto de
competencia que se va a asumir en esta propuesta y los tipos de competencias que se han de interrelacionar,
pues al responder a saber, saber hacer, saber ser y saber estar, estamos de hecho afiliándonos a la
propuesta de Delors con los pilares que exige la educación actual, pilares que nos remiten a centrar los
proceso en las capacidades del individuo, en su responsabilidad y en su autonomía. Ello justifica que
asumamos el aprendizaje basado en competencias como un proceso centrado en la propia capacidad
del estudiante, la estimulación de su responsabilidad y el desarrollo de su autonomía y el enseñar en
términos de competencia como el diseño de acciones intencionales y conscientes para propiciar el
desarrollo de capacidades, la estimulación de responsabilidades y el desarrollo de la autonomía con vista al
logro de la actuación competente.
La respuesta a las preguntas descritas nos permite acercarnos además a tres componentes esenciales de la
competencia que al final se convierten en tres dimensiones para la evaluación de la misma. Esos
componentes son: conocimientos, saber hacer y competencias, además las respuestas a las preguntas
nos adelantan la necesidad de integrar las competencias cognitivas, funcionales y sociales como los tipos de
competencia que sustentan cualquier modelo explicativo integrado del concepto de competencia y que
sustentan a su vez las posturas que reclaman un cambio de paradigma hacia una pedagogía de las
competencias.
Estas tres dimensiones pueden apreciarse interrelacionadas y niveladas en la pirámide de Miller, tal como
presentamos a continuación
Esta visión de Miller permite diferenciar cuando podemos evaluar con instrumentos convencionales y cuándo
necesitamos instrumentos propios del desempeño a través de realizaciones y actuaciones .Este transito por
niveles nos permite además hablar de diferentes niveles de logro, por ejemplo:
Tránsito gradual para la obtención de diferentes
tipos de logros
Logro cognoscitivo
Logro procedimental
Logro actitudinal
Para arribar a:
Logros instructivos
Logros formativos
Logros educativos
Este análisis puede resumirse planteando que en un enfoque de competencias el objeto de evaluación debe
atender a las consideraciones siguientes expuestas por Lurdes Villardón Gallegos
La concepción de competencia como resultado de aprendizaje tiene
una serie de implicaciones para la evaluación. En primer lugar, la competencia
supone la adquisición de conocimientos, habilidades y actitudes.Por tanto, la evaluación debe evaluar los tres
tipos de adquisiciones.
Hasta el momento, se han evaluado fundamentalmente los conocimientos adquiridos, recogiendo información
a través de pruebas escritas y orales. Es necesario plantear un sistema de evaluación que permita recoger
información y valorar todos los resultados de aprendizaje pretendidos, de una forma válida y fiable.
En segundo lugar, la competencia supone la movilización estratégica de los elementos (conocimientos,
habilidades y actitudes) como recursos disponibles y necesarios para dar respuesta a una situación
determinada.
En consecuencia, la evaluación debe constatar la capacidad de movilizar los recursos de forma eficaz y ética
para atender a una determinada demanda. Se requiere, por tanto, el planteamiento de situaciones ―veraces‖
para comprobar la capacidad para analizar cada elemento de la situación y la respuesta que se da para
resolverla adecuadamente.
En tercer lugar, y en relación con lo anterior, la competencia se demuestra ―haciendo‖. Por ejemplo,
valoramos que una persona es competente para conducir si conduce cumpliendo unos determinados criterios
(procedimiento de manejo del coche, conocimiento y respeto de las normas de circulación...). No es suficiente
describir lo que significan las señales o explicar cómo se arranca el coche o se cambian las marchas.
Es necesario que conduzca para conocer el nivel de la competencia ―conducir‖. Por tanto, la valoración de la
competencia debe realizarse a partir de la actividad que realiza el alumno. La evaluación requiere la
valoración de lo que el estudiante es capaz de hacer en una determinada situación, teniendo como referencia
de valoración los criterios de lo que debería hacer y cómo.
En cuarto lugar, el desarrollo de competencias es un proceso de aprendizaje. La evaluación de este proceso
permite aprovechar las potencialidades de la evaluación para favorecer el logro de los objetivos formativos.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
1) Ejemplifique , apoyado en una unidad de su materia, cómo respondería a las tres
preguntas que contribuyen a determinar “Qué se evalúa “ en un enfoque por
competencias
2) A partir de la definición de lo que es aprendizaje basado en competencias, explique
cómo concebiría una actividad que permita evaluar las tres direcciones de dicha
definición.
3) Resuma los cuatro puntos citados por Villardón como un resumen en torno a “qué
se evalúa” y una anticipación al “cómo se evalúa” en un enfoque basado en
competencias
¿CÓMO SE EVALÚA?
Las metas de aprendizaje
Varios autores diferencian metas de aprendizaje de las metas de desempeño o metas de rendimiento
pues ciertamente las de aprendizaje se enfilan hacia cómo lograr conocimientos habilidades y
desarrollar actitudes en función de lo que se ha denominado ―dominio‖, mientras que las metas de
rendimiento o desempeño, conocidas también como metas de ejecución, son más cerradas y guiadas
por la alineación entre la ejecución y la meta propiamente dicha ,Si bien esta distinción tiene gran valor
dentro de los estudios psiciológicos, en materia de aprendizaje y fundamentalmente cuando se habla de
aprendizaje competencial, con una visión cambiable e incremental de las capacidades, se alude a
metas académicas y logros académicos como sombrilla tanto de lo que se ha divido como metas de
aprendizaje y como metas de desempeño, otros toman como sombrilla general la expresión ―metas de
aprendizaje‖, abracando con ello al aprendizaje competencial .Por tal motivo estaremos aludiendo a
metas de aprendizaje como aquellas que abarcan tanto el conocimiento, el saber hacer como la
manifestación de con qué competencia enfrenta la tarea, es decir como el nivel competencial alcanzado
será inferido a través del desempeño.
Las metas de aprendizaje describen lo que los estudiantes podrán hacer después de concluir la
intervención de aprendizaje .Las metas de aprendizaje se basan en conocimientos , habilidades y
destrezas esenciales identificados para cada uno de las principales tareas y erigidas sobre la base de
una plataforma actitudinal. Se utilizan de las maneras siguientes:
Para determinar el contenido, las actividades y las evaluaciones de la intervención de
aprendizaje
Para determinar la mejor secuencia para llevar a cabo el curso o desarrollo del programa de
estudio
Para indicar a los docentes qué destrezas y conocimientos deben impartir
Para evitar desarrollar un contenido demasiado general
Como base para medir si la intervención de aprendizaje es exitosa
Las metas siguen un proceso de elaboración en dependencia del análisis de los resultados de
aprendizaje esperados, los cuales muchas veces aparecen esbozados en el programa académico o
programa de estudio .De no estar estipulados y bien clarificados cuales son os resultados de
aprendizaje, entonces el establecimiento de estas metas viene a cubrir ese vacío, o sea, el hecho de
que los programas no tengan bien precisados los resultados de aprendizaje esperados como parte de la
concepción curricular.
PROCESO PARA LA ELABORACIÓN DE METAS
1- Formule una o más metas de aprendizaje para cada una de las tareas principales ,centrándose
en las destrezas y conocimientos esenciales .La metas deben describir lo que hace el alumno y
no lo que hace el docente
2-Las metas de aprendizaje deben responder a las características siguientes:
Específicas :utilizar un verbo de acción que describe con precisión el comportamiento o el
alcance de lo que pretendemos que se aprenda
Susceptibles de ser evaluadas desde la dialéctica entre lo objetivo y lo subjetivo
Alcanzable: realistas dadas las circunstancias y recursos
Relevantes : respecto a las tareas y la situación de los estudiantes
3-Las metas de aprendizaje deben remitirse a desempeños o tareas complejas sobre las cuales se
exprese las condiciones o circunstancias bajo las cuales los estudiantes alcanzarán la meta de
aprendizaje. Además, debe redactarse de manera tal que permita derivar de ella los criterios o
estándares para evaluar un nivel de desempeño aceptable, es decir, con qué eficacia los estudiantes
deben alcanzar la meta de aprendizaje
4-Al elaborar las metas debe compararse las metas con las destrezas y conocimientos esenciales
,revisar si hay brechas o duplicaciones y eliminar aquellas que se están refiriendo más a lo que debe
suceder en el curso que a lo que s espera cuando este concluya (por ejemplo metas que aluden a ver
un video, leer ciertas páginas de un texto, practicar un modelo, etc)
5 -Se ha detener en cómo establecer una secuencia para las metas de aprendizaje de la manera más
lógica y factible para de ahí determinar la estructura y secuencia básica de la intervención de
aprendizaje
DECIDIR CÓMO EVALUAR LAS METAS DE APRENDIZAJE
Los métodos de evaluación del aprendizaje están conformados por el conjunto de técnicas e
instrumentos que seleccionamos para medir hasta qué punto los estudiantes alcanzaron las metas de
aprendizaje ,por eso, inmediatamente después de formular las metas de aprendizaje, hay que decidir
cómo evaluarlas, el hecho de tomar esa decisión ene se momento, ayudará a asegurarse de evaluar y
medir los aspectos apropiados..Para ello se tendrán en cuenta los dos aspectos siguientes:
1-Seleccionar un método de evaluación para medir el comportamiento o la finalidad descrita en cada
una de las metas de aprendizaje
2-Revisar si los métodos son prácticos, dados los recursos disponibles y el alcance de la intervención
de aprendizaje.
LA TAREA EVALUATIVA: CARACTERÍSTICAS Y TIPOS
¿Qué características tienen las tareas integradoras?
De acuerdo con Mónica Denyer y otros (2007) las tareas han de ser complejas, finalizadas, interactivas,
abiertas, inéditas y construidas. El dominio de estas características o propiedades resulta determinante para
cubrir la aspiración centrada en que los maestros puedan imaginar tareas, teniendo en cuenta que la
imaginación es la puerta de entrada al pensamiento racional. A continuación acotaremos consideraciones
importantes con respecto a estas características.
La tarea es compleja
Concebir una tarea integradora o problema como estructura clave de un currículum por competencias implica
entretejer recursos cognitivos, afectivos y procedimentales, que apuntan de manera integrada al saber, saber
hacer, saber ser y convivir, en una actuación que demanda de recursos internos (asociados a conocimientos,
habilidades, actitudes, y a una serie de eventos que suceden en el interior del estudiante) y recursos externos
(asociados a dimensiones del entorno que sirven de activadores de los eventos internos, en estos casos está
el uso de Internet, consultas a expertos, etc.).
Se trata, en definitiva, de tareas concebidas en términos de desempeño que, como hemos apuntado, están
dadas por los recursos que pone en juego un individuo para actuar, recursos que no solo son operativos, sino
que abarcan también recursos intelectuales y afectivos.
La tarea es finalizada
Aludir a que la tarea es finalizada implica concebirla en función de su contextualización social o
epistemológica, pero siempre orientada hacia la acción, acción que siempre es consciente y se traduce, para
este caso, en los desempeños que permiten concretar la competencia.
La situación que encierra la tarea puede ser real o simulada, pero en cualesquiera de los casos ha de
responder a un objetivo concreto, que está englobado en la competencia que se desea desarrollar y cuyas
potencialidades de logro están en la tarea concebida y desde la cual se organizará la enseñanza.
La tarea es interactiva
Tal interactividad le viene dada por el extraordinario papel de la situación y el contexto sociocultural, estos
indican el lugar y el tiempo para el desarrollo intelectual del individuo. ―Los seres humanos están en un
contexto dado, pero no pasivamente, sino activamente. De este modo crean el ambiente y las diversas formas
de representación mental‖. (Román, 1999: 81)
Sobre la base de lo anterior, Denyer (2007) señala que el contexto de la tarea y sus objetivos son los que
orientan la selección de los recursos y su organización.
La tarea debe ser abierta
La flexibilidad y apertura de la tarea es su única defensa ante las fuertes críticas que ha recibido el enfoque
de competencias, al planteársele que su descripción de criterios estandarizados y concretados en evidencias
conduce a un reduccionismo castrante. Ya hemos reiterado en textos anteriores que al describir las
evidencias o criterios de realización, lo que estamos haciendo es estableciendo el piso a través de referentes
de calidad, pues estamos de acuerdo con Catalano cuando señala que ―las capacidades se crean sin un plan
previo; constituyen oportunidades de aprendizaje que van a ser reorganizadas y re-significadas por el propio
sujeto en forma espontánea y sin programación. La capacitación y la formación ofrecen una oportunidad de
aprendizaje organizada y planificada en la cual se programan conscientemente la formación de capacidades
que permiten dar sustento a la competencia, a los pensamientos que la generan, a las habilidades y
destrezas puestas en acción, a la forma singular de abordar un hecho determinado o una situación
problemática, mediante la búsqueda de la forma de plantear la resolución de los problemas o de anticiparse a
los posibles incidentes‖ (Catalano, 2004: 55)
El ofrecer un referente de calidad no quiere decir que el proceso esté fijo de manera unívoca, ni que el
producto está definido de manera cerrada, sino que, como una tarea bien diseñada, debe dejar margen a la
incertidumbre y el pensamiento alternativo, más allá de la certeza que brindan las verdades acabadas y
acuñadas, por lo general, en los libros de texto. De ahí la necesidad de englobar problemas que integren
recursos de diferente naturaleza y no preguntas aisladas y de respuestas puntuales.
La tarea ha de ser inédita
Las tareas inéditas se oponen a las tareas de memorización de lo aprendido y a las tareas en las cuales se da
la aplicación mecánica de ejercicios. Si nos remitimos a evaluar la memorización o ese tipo de aplicación,
estaremos evaluando otra cosa, pero nunca la competencia.
Al enfrentar a los alumnos a diversas tareas en el transcurso de la clase, ellos deben realizar actividades en la
cuales restituyen o repiten con ligeros tintes de variación, pero estos tal vez solo sean los primeros pasos o
balbuceos para avanzar hacia un camino que los va preparando para tareas integradoras y adidácticas, toda
vez que en ellas no se darán pistas para el reconocimiento, sino que la propia concepción de la tarea inducirá
al alumno a evocar y buscar las vías de solución a partir del aparato herramental con el cual se le ha
pertrechado para enfrentar situaciones nuevas, no predecibles, en cuya solución debe ir más allá de lo que
trae automatizado, debido a que la nueva situación demanda de mayores dosis de creación.
Se trata de rebasar el pensamiento reproductivo para adentrarse en un pensamiento más productivo, exigido
por la propia tarea, la cual encerraba la potencialidad para generar aprendizajes; potencialidad que solo se
desarrolla, reiteramos, cuando se asegura que las actividades que realizan los estudiantes sirvan para que
esa potencialidad se convierta en realidad.
La tarea es construida
La tarea es construida toda vez que al tener que buscar cómo hacerla, tomando decisiones propias, ya ello
implica la búsqueda creativa. Aquí está precisamente la diferencia entre habilidad y competencia. La habilidad
requiere de ―ser hábil‖ a partir de haber automatizado determinados procederes; la competencia, por su parte,
entra en acción en una situación nueva ante la cual lo automatizado no es suficiente para ―resolver‖, pues se
está ante la solución de problemas complejos, lo que exige la reorganización de la información presentada en
el enunciado, y la estructuración de una propuesta de solución a partir de relaciones no explícitas en dicho
enunciado, además es una situación o problema que involucra más de una variable. (Bogoya, 2008)
Además, la tarea es construida porque se convierte en un elemento que permite a los estudiantes establecer
su propio diálogo con la realidad cotidiana, para hacer de esa manera que lo aprendido adquiera su
significado; además, el proceso de elaboración de conocimientos que se debe dar en la realización de la tarea
debe convertirse en una actividad claramente orientada a compartir significados y sentidos, esta vez con
acciones sistemáticamente planificadas por los alumnos.
Señalan los autores de referencia para la descripción de las características de las tareas (Denyer, 2007) que
lo de compartir significados aceptados y sentirse impulsados por la propia tarea a elaborar otros significados,
como fundamento indispensable para dar solución a la situación planteada, es lo que marca la diferencia
entre una tarea de repetición memorística y otra que responda a la característica de ser ―construida‖.
Cuando sobre la base de las características anteriores nos disponemos a tomar como propuesta de
evaluación la asignación de tareas integradoras (o desempeños como resultado) estas deben responder, en
resumen, a los caracteres siguientes expuestos por (Ídem), quien plantea que las tareas deben ser:
nuevas
complejas
adidácticas
obedecer a criterios
Este resumen de características resulta valioso para profundizar en la metaevaluación y poder arribar a juicios
de valor relacionados con puntos críticos para analizar la génesis de muchas de las dificultades, las cuales
casi siempre son endilgadas a los alumnos, cuando en realidad debíamos asumir posturas más
multifactoriales para reflexionar en torno a los desaciertos.
Frecuentemente los maestros solicitan mayor información para prepararse en función de imaginar situaciones
complejas. En esos casos los remitimos a estudios sobre las estrategias centradas en potenciar el desarrollo
cognitivo de los alumnos. Estas estrategias nos llevan por varios caminos, y uno de los más aportadores está
en el acercamiento a los estudios que se han realizado en torno a la resolución de problemas como actividad
potenciadora del pensamiento, con resultados de los que pueden dar muestras trabajos como los realizados
por Richard E. Mayer y de L. B. Resnick, Pozo, etc. Estos trabajos han sustentado otros en los cuales se ha
relacionado el mejoramiento del desempeño académico con el hecho de que los estudiantes pudieran
desarrollar sistemáticamente la capacidad de resolver problemas, sin olvidar que la solución no está ni en que
resuelvan muchos problemas ni en enfrentarlos repetidas veces a la solución de problemas, sino que la
posible solución parte del tipo de mediación que se conciba para ―enseñar a los alumnos a resolver‖.
La resolución de problemas ha sido abordada desde diversas perspectivas, las cuales, a su vez, diferencian
su objeto de estudio. En este sentido resultan valiosas como herramientas focalizadoras y orientadoras las
consideraciones expuestas por la investigadora María Eugenia Guerrero Useda y por el investigador Andrés
Gómez Paternina (2004), quienes en su trabajo ―Pensamiento complejo en Ingeniería‖, exponen un análisis
que deriva en una síntesis en la que se precisa cómo las diferentes ciencias abordan lo relativo a la
resolución de problemas; por ejemplo, a la ciencia cognitiva le interesan los procesos de cognición y, por
tanto, el agente que resuelve el problema; a la matemática le interesan las estrategias de solución y las
heurísticas, por tanto, le interesa el problema en sí, sus componentes y el proceso de resolución; a la
inteligencia artificial le interesan los sistemas expertos y los agentes resolutores en la representación y la
búsqueda; la neurociencia, mediante la resonancia magnética funcional y la tomografía por emisión de
positrones, permite la generación de imágenes del cerebro de individuos involucrados en actividades de
resolución; y a la educación le interesa la resolución de problemas como estrategia pedagógica, como
ambiente de aprendizaje, y como medio para alcanzar metas educativas. (Guerrero, 2004)
Una de las metas está centrada en preparar a los alumnos para que puedan enfrentar situaciones complejas,
y las acciones que se están dando en el sistema educativo en ese sentido vienen siendo una respuesta a la
convocatoria de Edgar Morín en relación con los proceso formativos. Morín propone un cambio
paradigmático, concerniente con la aptitud de los individuos para organizar el conocimiento, e invita a
emprender la reforma de la enseñanza que conduzca a la reforma del pensamiento. (Useda y Gómez, 2004)
El sistema educativo ha influido en fomentar una cultura del fragmento de manera tan aguda que incide,
según Morín, en que ―los conjuntos complejos, las interacciones y retroacciones entre las partes de un todo,
las entidades multidimensionales y los problemas esenciales sean invisibles para la mente‖. (Morín, 2000).
Sobre la base de la demanda de orientar el trabajo formativo hacia el desarrollo de un pensamiento integrador
y multidimensional, y entendiendo el pensamiento como un ‖proceso dinámico de construcción‖ es que
aludimos a la necesidad de concebir la evaluación desde la propia tarea integradora, la cual, para una
intervención exitosa, demanda de operaciones de ordenación y jerarquización, así como de la disposición
para la comprensión, análisis y representación de situaciones que involucren incertidumbre e imprecisión. Es
decir, que el manejo de las relaciones de orden y jerarquización, la integración, la articulación y la
conceptualización, serán los elementos que nos permitirán inferir sobre el nivel de estructuración del
pensamiento complejo, el cual estamos equiparando a un proceso de pensamiento que además de ser
estructurado, relacional y conceptualizante, permite enfrentar situaciones reales, complejas y de
incertidumbre. (Useda y Gómez, 2004)
El abordaje de la resolución de problemas como estrategia pedagógica se debe hacer pensando en la
resolución de problemas como actividad potenciadora de los procesos cognitivos, lo que implica ver dichos
procesos como mediación de pensamiento, que exige a su vez de la planeación de adecuados recursos de
mediación por parte del docente, pues solo así podrá lograr que el problema o la tarea problematizadora haga
que el alumno tenga que apelar a diferentes tipos de soluciones, de las cuales se pueda inferir cómo
construye su propio modelo interno del problema, cómo ordena, organiza, relaciona, analiza e interpreta la
situación problema, cómo la representa, qué estrategias sigue y qué inferencias hace para llegar la solución,
lo que nos permite inferir sobre los niveles de estructuración cognitiva (estos rubros se convierten en
indicadores de desempeño para la resolución de problemas o enfrentamientos a una tarea problematizadora).
En esta línea son importantes los trabajos en los cuales se define un problema como una situación en la cual
un individuo desea hacer algo, pero desconoce el curso de la acción necesaria para lograr lo que quiere
(Massa, 2002). Desde esta perspectiva, la resolución de problemas consiste en determinar un conjunto de
datos, planificar y actuar a fin de llegar a la solución. Esta concepción transformó el problema de la resolución
en un problema de representación y búsqueda.
En forma simultánea al desarrollo del enfoque de representación y búsqueda propuesto por la inteligencia
artificial se desarrolla el enfoque de procesamiento de información, en el marco de la sicología cognitiva.
Desde esta perspectiva científica, la solución de problemas es considerada como el procesamiento de
información que realiza el sistema (cerebro o computador), considerando el proceso de hallar la solución
como un cambio de estado. Las condiciones iniciales de los problemas son denominadas estado inicial, y la
solución, estado final. El proceso de pasar del estado inicial al estado final es el proceso de solución. Otro de
los argumentos a favor de la implementación de la resolución de problemas como estrategia de trabajo en el
aula está en su aplicación como medio para la evaluación. Así, los diferentes cuestionamientos sobre la
pertinencia de los logros de nuestros sistemas educativos se hacen sobre la base de los resultados de
pruebas nacionales e internacionales, las cuales están diseñadas para medir específicamente el nivel de
desarrollo de habilidades, aptitudes y competencias en los educandos, a partir de las evidencias que puedan
aportar sobre el desarrollo de procesos cognitivos y comunicativos, así como la articulación y aplicación de
los conocimientos. De ahí que otro motivo importante para impulsar lo referido a cómo preparar al alumno
para enfrentar situaciones complejas está en la necesidad de buscar un acercamiento entre las evaluaciones
masivas y las evaluaciones que realizamos a nivel de aula.
TIPOS DE TAREAS
Las tareas de evaluación pueden ser de tres tipos fundamentales, a saber
Integradas)presentan una tarea para que el alumno se desempeñe y de s actuación infieren
conocimientos, saber hacer y competencias a partir de evidencias )
Semintegradas (sitúan un desempeño, pero de él derivan algún aspecto que requiere
explicación o fundamentación)
Escindidas o separadas (por un lado hacen preguntas para determinar conocimientos y por el
otro para determinar desempeño)
Cuando hablamos de que el objeto de evaluación se puede dar de manera escindida, aunque dentro de una
articulación, nos referimos a las tareas que diseñamos para evaluar, por una parte, el conocimiento y las
habilidades, y por otra la competencia.
Cuando el objeto de evaluación se da de manera integrada, la tarea propuesta permite integrar
conocimientos, saber hacer y competencias, mientras que las tareas semintegradas tienen la misma forma
que la integrada, pero particulariza en alguno de los componentes, ya sea referido al conocimiento o al saber
hacer.
Todas estas formas tienen fortalezas y debilidades que bien vale la pena atender en función de explicaciones
tentativas, las cuales vayan conformando el camino en la búsqueda de respuestas. A continuación emitimos
consideraciones más particularizadas sobre estas diferentes formas de articulación entre competencias y
recursos a la hora de la evaluación.
LA EVALUACIÓN ESCINDIDA
Los que han asumido ya la evaluación de competencias tienden a optar por una evaluación escindida que si
bien es un cambio en relación con la evaluación tradicional, ciertamente aún no cubre las expectativas
integradoras que caracterizan al enfoque de competencias.
Como ya anunciamos, por una parte la tendencia es, en estos casos, a evaluar diversos conocimientos y el
saber hacer de los alumnos; y por otra, evaluar entonces los niveles de competencia alcanzados en las tareas
complejas, sin que los primeros sean los recursos implicados en los segundos. (Denyer, 2007: 153)
Tal escisión puede darse en el hecho de concebir pruebas de evaluación donde queden bien delimitadas la
intención de evaluar el dominio conceptual por un lado, con preguntas encaminadas a evaluar el desempeño,
por otro.
La escisión también puede darse en la misma pregunta, incluso cuando enfrentamos al alumno a un caso o
problema en el cual quedan bien marcadas las partes dedicadas a obtener información sobre conocimientos y
saber hacer, y en otra la intención de obtener información en torno a cómo se manifiesta el nivel de
competencia deseado y evidenciado en la forma en que maneja los recursos para enfrentar la situación
novedosa.
Los maestros tratan de solucionar la escisión a través de la ponderación de notas de cada una de las dos
partes. En algunos casos se establecen porcentajes: un % para la evaluación de los conocimientos y el saber
hacer y otro % para la evaluación de competencias.
El arraigo de la cultura del fragmento incide en que a la hora de concebir la tarea evaluativa los docentes
tiendan a asignar tareas que les permitan verificar qué conoce el alumno, o sea, cómo está su nivel de
información en torno a lo enseñado, y luego cerrar con la valoración de una tarea integradora o desempeño.
Un ejemplo de una evaluación basada en competencias sobre la base de una tarea escindida es la que
exponemos a continuación. Se trata de una tarea evaluativa en la cual se debe manifestar la competencia
siguiente: ―Informar sobre los resultados de intervenciones primarias en la experiencia clínica teniendo en
cuenta las particularidades de los informes de experiencias y la fundamentación de juicios propios ―.
Tarea: Como parte de su experiencia en la clínica describa el concepto de estrategia de intervención primaria
y secundaria asumido por el equipo de psicólogos, y entregue un informe argumentativo de la
experiencia derivada de su período de práctica, teniendo en cuenta destacar sus puntos de vista
sobre los aspectos más destacados.
Como puede apreciarse ante la situación planteada el alumno debe, por una parte, dar prueba de sus
conocimientos sobre estrategias de intervención primaria y secundaria y, por otra, debe enfrentar la tarea
relacionada con informar experiencias de una estrategia de intervención primaria, evidenciando que domina la
estructura de sección preliminar, cuerpo del informe y sección de anexos y referencias, y evidenciando, sobre
todo, que este tipo de comunicación se produce como discurso científico y se caracteriza por un lenguaje
preciso y unívoco, dada su finalidad de ser medio de comunicación de un conocimiento que debe enfatizar en
acciones de mejoramiento o reciclaje adelantado.
El estudiante debe enfrentar la situación compleja que implica informar una experiencia desde la óptica del
discurso científico-argumentativo, que reclama la tarea, pero entendemos que no hay ningún nexo entre las
dos partes pues las cuestiones del dominio conceptual en torno a las competencias no dependen para nada
de los recursos que deben movilizarse para hacer esta tarea.
En este caso se requiere prever las posibles fallas incidentes en que los alumnos no puedan ser evaluados
satisfactoriamente en la realización de la tarea, pues tales fallas pueden deberse a:
1) Que el alumno no pueda ser evaluado satisfactoriamente porque no sepa cómo se elabora un informe
de tipo argumentativo.
2) Que el alumno no pueda ser evaluado satisfactoriamente porque no puede relacionar adecuadamente
las preguntas que apuntan al dominio conceptual con la situación en que se demanda el uso de ese
dominio.
3) Que el alumno no pueda ser evaluado satisfactoriamente porque no haya comprendido el material de
lectura propuesto para conocer sobre tipos de estrategias interventivas.
4) Que el alumno no pueda ser evaluado satisfactoriamente porque muestre incapacidad para integrar
sus conocimientos previos y sus experiencias en la práctica psicológica con el tema de las
competencias y con la tarea concreta que se le pide.
Como puede apreciarse, esta tarea integradora, si bien rebasa la segmentación de los test y las preguntas
que persiguen la comprobación del dominio de definiciones, no está exenta de estar sujeta a profundos
análisis y redirecciones en las consignas para prever algunos factores intervinientes que afectarían también
las adecuadas valoraciones.
LA EVALUACIÓN INTEGRADA
Si bien una evaluación integrada es la recomendable, no se puede perder de vista el riesgo que implica una
visión global que no permita aislar claramente lo referido al dominio de los recursos; y en este caso resulta
entonces indispensable un buen diagnóstico pertinente que permita retroalimentar de manera objetiva los
avances de los alumnos evaluados en relación con los recursos cognitivos, actuacionales y afectivos puestos
en acción.
Tarea: Elabore un informe argumentativo de la intervención primaria que realizó en su período de práctica en
la clínica, teniendo en cuenta destacar los pros y los contra y las particularidades de un informe de
experiencias.
Aquí el profesor tendrá sus dudas y lagunas para diferenciar si el alumno no pasa la prueba por
desconocimiento de lo requerido sobre la estrategia de intervención primaria, o por incapacidad de leer
correctamente los textos donde se describen estos tipos de intervención, o por incapacidad para unir
conocimientos previos requeridos y sus formas concretas en un texto, etc.
La tarea concebida con carácter integrador se aleja de preguntas que busquen que los alumnos respondan
sobre conceptos de estrategias de intervención primaria y secundaria, pues puede darse el caso de que
reproduzcan toda esa información, pero no le encuentren funcionalidad; por tanto, se trata de una tarea que,
además de obligarlos a adentrarse en el dominio conceptual de los tipos de estrategias, los obliga a discernir
críticamente la aplicabilidad de ese dominio conceptual en el contexto de aplicación específico de la práctica
psicológica.
Ahora bien, esta tarea integradora, al ser evaluada, puede situarnos ante varios escollos que debemos
prever. Esos escollos pueden ser los siguientes:
1) Que el alumno no pueda ser evaluado satisfactoriamente porque no sepa cómo se argumenta en la
interacción comunicativa entre pros y contras.
2) Que el alumno no pueda ser evaluado satisfactoriamente porque no puede ―leer‖ acertadamente los
materiales informativos sobre tipos de estrategias de intervención.
3) Que no podamos evaluarlo satisfactoriamente porque muestre incapacidad para integrar sus
conocimientos previos y sus experiencias en la práctica psicológica con el tema de las competencias
en la tarea concreta que se le pide, centrada en informar resultados de una estrategia de intervención
primaria en una práctica clínica.
Como puede apreciarse, esta tarea integradora también rebasa la segmentación de los test y las preguntas
que persiguen la comprobación del dominio de definiciones, pero no está exenta de estar sujeta a profundos
análisis y redirecciones en las consignas para prever algunos factores intervinientes que afectarían también
las adecuadas valoraciones.
LA EVALUACIÓN SEMINTEGRADA
Tarea: Elabore un informe argumentativo de la intervención primaria que realizó en su período de práctica en
la clínica, teniendo en cuenta destacar las principales características de un informe de experiencias y
la estructura que asume.
Es esta una solución intermedia en la que se evalúan además de las competencias, los recursos en relación
con las complejas tareas para las cuales deberán o han debido ser movilizados. En la evaluación
semintegrada la tarea puede seguir siendo la misma, lo único que al alumno se le interroga también sobre las
características significativas de aquello que permite distinguir lo que depende de los recursos y lo que
concierne a la resolución de la tarea. Se trata, en definitiva, de ayudar al alumno a reunir sus conocimientos
de manera organizada. La tarea sigue teniendo el mismo corte de la tarea integrada, pero evidentemente se
le está interesando también sobre las características significativas de la competencia en cuestión. En este
caso el docente evaluador puede distinguir lo que depende de los recursos y lo que depende del dominio de
los caracteres de las competencias.
Los maestros se preguntarán cuál es entonces la forma más adecuada: ¿las tareas escindidas?, ¿las tareas
integradas?, ¿las tareas semintegradas?
Como pudo apreciarse, todas estas formas tienen ventajas y desventajas: aunque en la tres sí está presente
el interés de evaluar competencias como objeto de evaluación propio de este enfoque. Lo más importante es
tener bien precisados los propósitos de lo que se pretende evaluar y, en consonancia con ello, seleccionar el
tipo de tarea que debe enfrentar el alumno.
Para el docente resulta importante saber que si opta por evaluar las competencias desde una tarea
integradora o desempeño como resultado, ello implica establecer consignas lo más claras posibles, donde se
precise bien qué se pretende que el alumno aporte como evidencia de su aprendizaje, pues son las consignas
claras las que más pueden ayudar a contrarrestar las limitaciones de las tareas evaluativas, ya sea desde una
concepción escindida, integrada o semintegrada.
Los docentes debemos asumir el reto de determinar cuáles son entonces las dimensiones a las que se ha de
atender para realizar la evaluación, inspirados en los aportes de la teorías de la cognición. Una de las
prácticas más extendidas es centrarse en dos dimensiones fundamentales:
1) la dimensión de dominio conceptual
2) la dimensión de desempeño
Ambas permiten obtener información sobre aspectos más complejos de los logros del estudiante. A
continuación emitiremos consideraciones breves sobre el comportamiento que está teniendo la evaluación de
estas dos dimensiones en algunas experiencias latinoamericanas.
RELACIONES ENTRE CRITERIOS, INDICADORES Y EVIDENCIAS
Los criterios de evaluación son actualizados por indicadores y estos a su vez apuntan hacia las
evidencias de conocimiento, de desempeño o de producto integrado
A continuación emitiremos consideraciones sobre estos tres términos:
LA INFORMACIÓN REFERENCIAL QUE OFRECEN LOS CRITERIOS DE EVALUACIÓN
Las acepciones más usuales de criterio son aquellas que lo describen como regla o norma para saber lo que
es verdadero o puede tomarse como cierto. Cuando el alumno tiene que enfrentar una situación compleja, las
decisiones quedan reforzadas por criterios bien explicitados, los cuales, a su vez, son actualizados por
indicadores. La elección juiciosa de los criterios es una condición inherente a la calidad de la evaluación,
siempre y cuando el establecimiento de los mismos atienda a validez, justeza y objetividad.
La validez se logra cuando los criterios reflejan realmente el objeto de evaluación; o sea, si hablamos de
evaluación por competencias los criterios no pueden limitarse a contenidos conceptuales o procedimentales;
la justeza atiende a establecer criterios que encierren en sí las posibilidades de equidad, criterios que están
concebidos de manera tal que favorezcan que los estudiantes tengan acceso a la tarea de acuerdo con sus
niveles de desarrollo; y la objetividad se logra con el establecimento de criterios realistas y alcanzables.
Los criterios son el conjunto de atributos que debe presentar el resultado obtenido y el desempeño del
evaluado. Pueden ser cuantitativos (tiempos, cantidades, proporciones) o cualitativos (calidades, grados);
podría decirse que estos criterios son las metas que se proponen evaluador y evaluado frente al resultado
deseado. Responden, en definitiva, a la pregunta qué se evalúa, que en el enfoque de competencias hace
referencia a la articulación entre conocimientos, saber hacer, y competencias.
Los criterios, a la larga, se convierten ellos mismos en indicadores sobre qué aprendizajes son los que se
deben conseguir al finalizar la unidad de aprendizaje, por lo que desde esa concepción se patentiza su
referencia a la consecución de los objetivos propuestos al principio, y expresados en términos de capacidades
a través de las tareas criterio o evidencias de entrada.
Los criterios proporcionan información sobre los aspectos que hay que considerar, tanto para el tipo de
aprendizaje (conceptual, procedimental o actitudinal) y las capacidades que se han de desarrollar, como para
el grado o nivel de competencia alcanzado. Dicho con otras palabras, los criterios de evaluación son los que
caracterizan al objeto de evaluación. Es a partir de esos criterios que podremos definir bien qué se evalúa; y
son ellos los que permiten comparar la salida –dada en la evaluación de la competencia, y sus evidencias de
conocimiento, desempeño, producto y actitud– en contrastación con la entrada –vista desde el perfil o norma
de competencia–. Esta contrastación es la que permite apreciar la forma en que la entrada y la salida se
relacionan con los objetivos a conseguir o con los niveles de logro alcanzados, para sobre esa base emitir
juicios que permitan tomar las decisiones pertinentes.
Al atender a los criterios en relación con el nivel de competencia alcanzado, los que establecen dichos
criterios no pueden perder de vista la organización de los mismos, teniendo en cuenta niveles de
instrumentalidad en el contacto con la información, niveles interaccionales para favorecer el pensamiento
crítico, o niveles más integradores o sistémicos. Los criterios pueden ser expresados de forma genérica –y en
esos casos hablamos de parámetros–, o pueden ser expresados de manera específica. Los criterios
expresados de manera genérica aluden frecuentemente a patrones intelectuales tales como: claridad,
pertinencia, coherencia, profundidad, representatividad, exactitud, etc. Estos criterios luego son especificados
y actualizados a través de los indicadores.
Cuando los criterios se expresan con niveles de especificidad explicitan los atributos, por ejemplo:
Maneja y utiliza con facilidad los sistemas de organización de archivos documentales e informáticos.
Elige la estructura adecuada para la producción de diversos textos argumentativos.
Características fundamentales de los criterios de evaluación
1) Pertinentes: Si decimos que vamos a evaluar competencias esto es lo que debe evaluarse, y no
debemos limitarnos a evaluar contenidos pues ello les confiere falta de validez (recordemos que algo
es válido cuando se da la correspondencia entre lo que dice que se va a evaluar y lo que realmente
se evalúa).
2) Jerarquizados: Se debe tener en cuenta que hay criterios comprometidos con la esencia de la
competencia en cuestión, y otros que son para lograr el perfeccionamiento de la misma.
3) Independientes: Si un criterio determina una reacción en cadena con los demás, nos quedaremos sin
la verdadera información en torno a dónde están las dificultades reales.
4) Pocos: Los criterios deben ser pocos pues una propuesta muy larga haría inviable su puesta en
práctica como herramienta útil para orientar la planeación y la verificación de resultados.
La pertinencia de los criterios se relaciona con la validez a la cual hicimos ya alusión. Esto se traduce en que
para que los criterios de evaluación sean pertinentes deben abarcar lo que se evalúa en un enfoque de
competencias.
Al explicar aspectos referidos a la aplicación del método para evaluar competencias profundizaremos en el
objeto de evaluación, es decir, en qué se evalúa. Por ahora adelantamos que esse objeto ha de abarcar tanto
los recursos que contribuyen al desarrollo de competencias (conocimientos y saber hacer) como la
competencia en sí. Evaluar esta última significa atender a la capacidad mostrada para enfrentar de manera
integrada la situación compleja en cuestión, evidenciando el desarrollo de la capacidad para transferir lo
aprendido y mostrar un saber hacer reflexivo.
Si analizamos los criterios expuestos, apreciaremos que los dos primeros se refieren a recursos que se
convierten en medios necesarios para enfrentar la tarea, mientras que el tercer criterio es la prueba del
dominio o no dominio de la competencia, que en este caso está dado por saber enfrentar un desempeño
argumentativo que interrelacione los aspectos básicos de la competencia en cuestión, es decir, los referentes
básicos que se requieren para poder diferenciar los modos de actuación en un modelo tradicional, y los que
demanda un modelo de evaluación que tiene la finalidad de evaluar el desarrollo de competencias en los
sujetos.
Este tercer criterio es prioritario en términos de establecimiento de jerarquía, ya que determina si la
competencia ha sido lograda y hasta qué punto, y pone una especie de techo a todo aquello que se puede
considerar como referente mínimo para fijar el éxito o no, en lo que se busca en relación con el desempeño.
Si analizamos el criterio siguiente, el referido a explicar con claridad y coherencia el carácter multirreferencial
que requiere la recolección de evidencias, apreciaremos que con todo lo importante que pueda ser una
explicación sobre la multirreferencialidad, para el caso que nos ocupa la explicación ha de ser considerada
más como un criterio de perfeccionamiento que de compromiso con el éxito de la competencia en cuestión,
pues la explicación o comunicación sería un criterio priorizado en otra competencia, cuya esencia estaría en
comunicar a través de la explicación, la justificación, para poder recolectar evidencias. No obstante,
reiteramos que en este caso donde lo priorizado es la argumentación de interrelaciones entre los referentes
básicos, la explicación del proceso de multirreferencialidad es un verdadero plus de perfeccionamiento en
relación con el nivel de logro esperado.
De lo expuesto se infiere una vez más lo importante que resulta el establecimiento de criterios como meta de
lo que se quiere lograr, de ahí que no deban convertirse en un listado de actividades que se nos vayan
ocurriendo pues realmente están en el corazón del compromiso, tanto de lo que se va a planificar en el
contexto de adquisición del aprendizaje, como de lo que se va a evaluar en el contexto de recuperación. De
ahí la importancia de concebirlos consensuadamente y con la juiciosidad que requieren.
Si los criterios de evaluación tienen la responsabilidad de guiar en materia de comparaciones entre entrada,
salida, objetivos conseguidos y juicios para la toma de decisiones, ello nos remite necesariamente a un
análisis detenido sobre lo que es un juicio y las acepciones que este importante término tiene en la evaluación
basada en competencias, tan importante que incluso la demanda de cambio evaluativo en la actualidad es
denominada entre los expertos como El significado de juicio ha sido descrito desde tres sentidos
fundamentales que tienen un extraordinario valor metodológico para la comprensión del modelo de evaluación
que vamos a defender a lo largo de este trabajo. Estos sentidos son los siguientes:
En su sentido psicológico: facultad de juzgar.
En su sentido moral: rectitud o prudencia en el juzgar (tener juicio o ser juicioso).
En su sentido lógico: forma de pensamiento por la que un concepto es atribuido (afirmado o negado)
de un sujeto.
El sentido psicológico se refiere al acto de juzgar y nos remite a juicios centrados en cómo los alumnos
construyen evidencias, las cuales concretan la unidad de lo cognitivo y lo afectivo; el sentido moral nos remite
a juicios centrados en determinado código ético, el cual nos debe permitir actuar con prudencia a la hora de
hacer las valoraciones, las cuales van más allá de realidades; y el sentido lógico nos remite a normas
institucionales que dirigen la toma de decisiones finales y las consecuencias de los resultados de evaluación
interpretados.
Son estas tres direcciones del sentido del término ―juicio‖ las que justifican que varios autores, entre ellos
Prieto (1997), clasifiquen las competencias en tres tipos, a saber:
1) Las competencias observables y medibles o competencias de índole objetiva.
2) Las competencias percibidas y atribuidas, de índole subjetiva.
3) Las competencias contrastables y certificables, o de índole institucional.
Más allá de las relaciones entre sentidos de ―juicio‖ y clasificación de competencias, tenemos que ir a un
análisis más profundo derivado de esos tres sentidos. Nos referimos a la manera en que los tres sentidos
permiten inferir la esencia de tres tipos diferentes de evaluación, a saber: la evaluación para aprender, la
evaluación para acreditar o promover, y la evaluación para certificar.
LA INFORMACIÓN REFERENCIAL QUE OFRECEN LOS INDICADORES
La información que ofrecen los idicadores es para especificar con mayor precisión justamente qué es lo que
se pretende evaluar. Un indicador es una señal, un indicio, rasgo o conjunto de rasgos, datos e
informaciones, que al ser confrontados con lo esperado e interpretados de acuerdo con una fundamentación
teórica pueden considerarse como evidencias significativas de la evaluación, estado y nivel que en un
momento determinado presenta el desarrollo humano (MEN, Bogotá, 1996)
Los indicadores representan aspectos directamente medibles u observables, y por lo tanto sirven para
operacionalizar las variables. Gracias a ellos podemos hacer seguimiento a la evaluación.
En el contexto de nuestra propuesta un indicador se define, en términos generales, como una manifestación
observable de un rasgo o característica de una o más variables de interés, susceptibles de evaluación;
evaluación que proporciona información cuantitativa y/o cualitativa acerca de las características de las
variables. A partir de esta definición, un sistema de indicadores puede ser definido como el conjunto
coherente de indicadores combinados o no, de acuerdo con un sistema de variables y categorías que
representan el funcionamiento de una unidad de análisis con respecto a una competencia determinada.
En materia de evaluación de competencias los indicadores pueden proyectarse a dimensiones diferentes,
fundamentalmente se orientan hacia el dominio conceptual y hacia el desempeño. Ya cuando hablamos de
evaluación del desempeño, los indicadores adquieren connotaciones importantes. El establecimiento de
indicadores de desempeño en la evaluación es una acción hacia la calidad; aunque esto no quiere decir que
son garantía de calidad, pues el hecho de aplicarlos no garantiza automáticamente la calidad. Los indicadores
son herramientas y como tal permiten el desarrollo del proceso de evaluación, siempre y cuando se tenga
bien precisado cuáles son las metas y los objetivos que se han trazado en función de cubrir dichas metas.
Hay quienes creen que los indicadores deben ser lo primero, incluso antes del objetivo a lograr, ese objetivo
que es expresado en términos de capacidades y entretejido en los elementos de competencias y sus
evidencias. Pero tal creencia es errónea pues realmente los indicadores se erigen en señales o indicios que
apuntan hacia determinado logro, y ese logro esta en relación con determinado objetivo a conseguir.
Por supuesto que así como la competencia se manifiesta a través de la actuación, el logro, dado su carácter
ideal, se manifiesta a través de indicadores que representan los aspectos específicos a ser evaluados y
posteriormente ponderados de manera consensuada con criterios públicos. Esos indicadores, de forma
general, miden factores implicados en los niveles de logro alcanzados. Esos factores son los siguientes:
1) Efectividad: resultado del aprendizaje obtenido por el estudiante.
2) Superación: diferentes niveles de logro obtenidos en el tiempo.
3) Iniciativa: capacidad del alumno para evidenciar un saber hacer reflexivo que le permita innovar y
crear, con apoyo de recursos internos (cognitivos, afectivos y actuacionales) y externos (textos,
Internet, consultas a expertos, etc.).
4) Mejoramiento de las condiciones contextuales para el desempeño.
5) Igualdad de oportunidades: facilidad de acceso para arribar a la evaluación con equidad, desde un
enfoque de individualización que favorezca la equidad a partir de las diferencias individuales.
La medición del desempeño se realiza desde múltiples dimensiones; y ello determina que tales mediciones
puedan responder a diversas metodologías y paradigmas, las cuales a su vez inciden en que la naturaleza de
la medición del desempeño varíe en consonancia con la metodología o paradigma que se sustente.
Ahora bien, cualquiera que sea el paradigma que prevalezca, lo cierto es que el desempeño puede medirse
atendiendo a criterios cualitativos y a criterios cuantitativos, y lo más recomendable es que ambos estén
entrelazados, pues para orientarnos hacia los resultados de manera adecuada necesitamos de la riqueza y
amplitud informativa que nos ofrece lo cualitativo, con su carga subjetiva, y de los procedimientos altamente
estandarizados, cargados de información objetiva que nos ofrecen los criterios cuantitativos. Se trata, en
definitiva, de un enfoque de evaluación en el cual se considera valioso evaluar los productos cognitivos
medibles en los alumnos, pero también otras muchas variables no cuantificables, dentro de las que se
destacan los procesos de aprendizaje, los medios cognitivos por medio de los cuales los estudiantes logran la
comprensión, la adaptación y las actitudes de los sujetos, los materiales de enseñanza, las dinámicas de las
clases, los contextos organizacionales y organizativos, etc. (Estévez 2005, 121)
Tradicionalmente, la medición de los resultados solo se ha basado en datos estadísticos, que tienen un fin en
sí mismo, pero en el rendimiento de los alumnos inciden múltiples factores, lo que conduce a que, al
incorporar a la labor evaluativa la óptica de medición del desempeño, se tenga en cuenta integrar datos
objetivos y subjetivos, incluyendo puntos de vista y opiniones; además, dado que al establecer indicadores
también vamos a determinar a qué nivel de logro nos estamos refiriendo, entonces la medición del
desempeño permitirá hacer una análisis comparativo entre datos y niveles de logros o metas.
Los docentes pueden apoyarse en las recomendaciones siguientes para ayudar en la definición de
indicadores:
Un solo indicador no es suficiente para aludir a una variable o a un nivel multidimensional, tampoco
deben ser muchos, pues ello nos impediría poderlos controlar adecuadamente.
Los indicadores no deben ser ambiguos y se deben definir de manera uniforme entre todos los que
impartan una misma materia o un mismo tema, por ello decimos que deben normalizarse, para que
no sean referentes unipersonales.
Los indicadores utilizados entre diferentes perspectivas deben estar claramente conectados.
Deben servir para fijar objetivos realistas, pues son ellos, como medidas sustitutivas de información
sobre el objetivo a evaluar, los que nos dicen si estamos aspirando a algo que dadas las condiciones
y relaciones existentes hasta ese momento no es lograble.
Debe ser un proceso fácil y no complicado.
Se debe buscar un equilibrio entre los indicadores de resultado y los indicadores de actuación
(inductores); los indicadores de resultado en la actuación nos conducen al análisis del desempeño
como resultado, o sea, la tarea integradora o producto integrador a través del cual pretendemos
verificar qué aprendizajes se produjeron. Son estos indicadores los que nos remiten a hablar de
evidencias de desempeño, de conocimiento y de producto. También este tipo de indicador de
resultado es el que caracteriza a las evaluaciones masivas.
LAS EVIDENCIAS
Rasgos fundamentales de las evidencias
Las evidencias responden a los rasgos siguientes:
construidas
plausibles
integradoras
Las evidencias son construidas
¿Qué significa la expresión ―construir evidencias‖?
Nadie va a encontrar un libro que traiga inventariadas las acciones que se convierten en evidencias para
determinado desempeño, sino que la determinación de dichas evidencias forma parte de un proceso de
construcción compartido entre los docentes implicados en trabajar en función de desarrollar la competencia
identificada en el proceso curricular; aunque no se niega que las investigaciones al respecto, es decir, sobre
las evidencias, sus tipos y descripciones, siguen siendo una consulta recomendable.
Las evidencias son construidas, en primer lugar, porque se establecen a partir de una acción sobre el medio,
y no a partir de un inventario de recursos asentados en la tradición o determinados previamente por una
instancia dictaminadora. Por eso, reiteramos, no procede esa preocupación de muchos maestros que creen
que para construir las evidencias deben pasar cursos o buscar bibliografía en la que aparezcan inventarios de
capacidades o procesos lógicos del pensamiento.
La visión de construcción incide en dos aspectos fundamentales: el hecho de que las evidencias sean
plurales y contextuales. Las evidencias son contextuales porque no se producen en el vacío, sino en
contextos académicos, económicos, históricos y políticos determinados. De ahí que las reglas que les
confieren estatus de evidencia, o sea, de criterio de verdad, son producto de procesos histórico-sociales,
marcados indudablemente por ideologías y convicciones que inciden en que las evidencias estén sujetas a
cambios, ajustes y redefiniciones en los procesos instructivos donde se comparte un proyecto en el cual tanto
el maestro como el alumno aportan nuevas evidencias o modifican las ya existentes.
Lo planteado nos conduce a aseverar que las evidencias no son neutrales ni perennes. El hecho de que no
sean perennes determina que se dé una relación entre quienes las proponen a la hora de hacer un programa
o módulo formativo, y quien hace la programación para tomarlas como referente en el acto compartido de la
instrucción.
El tener en cuenta este tipo de relación conmina a los que las proponen a tener en cuenta que las evidencias
respondan a los rasgos siguientes:
accesibles
potentes
evocativas
Las evidencias son accesibles cuando se han elaborado atendiendo a facilidades de acceso, de manera tal
que puedan llegar a todos sin sobreesfuerzos y con autonomía. La búsqueda de facilidad de uso en un
contexto determinado debe atender a la eficiencia, eficacia y estar en condiciones de poder satisfacer a
personas con diferentes capacidades y no solo estar pensadas en función de aquellos que se ubican en altos
niveles de desarrollo.
La accesibilidad está relacionada con la codificación y la presentación de la información en el diseño. Un
conjunto de declaraciones enrevesadas que sean incomprensibles e interfieran en que las personas puedan
crear y aportar nuevas evidencias en el proceso compartido, dejaría excluido a un gran número de alumnos.
Estas dificultades podrían evitarse cuando los diseñadores tienen en cuenta las necesidades de los alumnos,
de ahí la importancia de un adecuado diagnóstico integral, y mucho más cuando se tiene en cuenta que
existen diferentes formas de acceso y no se estereotipa una manera única de abordar las evidencias.
Las evidencias son potentes cuando tienen el poder de favorecer la creación, la reflexión, y con ello lograr
activación e intensidad, alejadas de la simple repetición mecánica: es por eso se dice que las evidencias son
el referente que establece el piso, no la camisa de fuerza ni el proceder conductual o algorítmico. Las
evidencias siempre tienen un fuerte compromiso con la heurística, que equivale a las probabilidades, por eso
se afirma que una de las mayores metas a las que estamos enfrentados los profesionales es a la validación e
incorporación de hallazgos en la práctica. Sobre este aspecto volveremos al aludir al carácter plausible de las
evidencias.
Las evidencias deben ser evocativas de manera tal que nos permitan crear y ser productivos. Un signo
evocativo tiene la capacidad de transmitir a la mente una imagen o una idea sobre el producto (en este caso
el producto integrador) gracias a su posibilidad de favorecer un desarrollo de la imaginación que conduce a la
creación en la mente del producto esperado. Se le llama también de carácter sugestivo, porque no describe
directamente ninguna característica del producto, pero sugiere de algún modo los componentes activos que lo
conforman.
En conclusión, cuando afirmamos que las evidencias son construidas lo hacemos pensando en que son
contextuales, es decir, responden a necesidades concretas, demandadas por la finalización de lo que
pretendemos que el alumno aprenda y demuestre en una actuación reflexiva; por tanto, no son evidencias
que aparecen en un inventario cerrado que se va a consultar o en un archivo de donde se van a extraer, sino
que se van conformando en diálogo, primeramente con el contexto situacional y lo que ese contexto necesita,
y luego con otros actores implicados en el proceso y aportadores de experiencias en torno a las buenas
prácticas que deben ser incluidas para favorecer la construcción de las evidencias en cuestión.
Por eso reiteramos que resultan inoperantes las prácticas de hacer listados de evidencias como glosarios
para que los maestros tengan de ―dónde agarrar‖, como ocurre frecuentemente cuando se pretende
establecer algoritmos para orientar a los maestros, cuando en realidad la construcción de evidencias es un
referente, no un algoritmo rígido para la actuación.
Las evidencias son plausibles
Este rasgo es esencial para el proceso de instrucción donde se da la acción compartida entre el maestro y el
alumno. Cuando señalamos que las evidencias son plausibles, nos referimos a que son recomendables o
dignas de aplauso, no rígidas, porque tal rigidez nos devolvería de ―golpe y porrazo‖ al conductismo más
rancio. La plausibilidad se constata en el hecho de que si bien en la etapa preinstruccional se sugieren
determinados criterios, indicadores y evidencias, todos sabemos que en el proyecto compartido, o sea, en la
clase, tanto los alumnos como los maestros aportan nuevas evidencias o modifican otras, para enriquecer así
todo un proceso renovado en función de realidades concretas.
Esta perspectiva flexible favorece el contrarrestar una de las limitaciones que han tenido los modelos
racionales para la formación de competencias. Estos modelos que también han sido identificados como
modelos de estructura ingenieril o racional, centrados en la persona, parten de considerar que la persona más
competente es aquella que goza cuantitativamente de más atributos; y en función de ello surge la tendencia a
considerar que la competencia debe ser subdividida o descompuesta en elementos menores, mensurables,
que se irán adquiriendo por formación o por experiencia, pero al enfatizar en lo objetivamente observable para
aplicar el conjunto de atributos a una gama amplia de actividades, empobrecen, de alguna manera, la libertad
de acción y el análisis de la flexibilidad de un individuo. (Rodríguez, 2006: 78)
A diferencia de una postura muy prescriptiva, la de los modelos interpretativos o fenomenológicos, de base
constructivista, considera que la persona competente es la que dirige y controla su forma de adaptarse a
situaciones específicas, y que sabe qué respuesta efectiva puede ofrecer para resolver problemas y tomar las
decisiones que la situación exige, esto equivale a decir que el sujeto resulta competente cuando sabe
movilizar, de entre el conjunto de sus saberes y sus habilidades, todo aquello que sea necesario para
conseguir los objetivos en un contexto dado. (Le Boterf, 1994)
En estos momentos, la tendencia que crece se caracteriza por asumir posturas eclécticas, pero no como
mezcla amorfa, sino ofreciendo marcos de referencia útiles y bien fundamentados que permiten comprender
cómo el diseño se basa en una propuesta de evidencias, cuya plausibilidad favorece la flexibilidad que se
constata en el proceso pedagógico-didáctico concreto, que comparten maestros y alumnos.
Por ello, en el proceso compartido de la instrucción hay que insistir en el carácter plausible de las evidencias,
entendiendo como tal a todos los referentes que sirven de guía para la evaluación basada en competencias.
Al igual que en el proceso de instrucción en un juicio en la rama del Derecho Penal, la etapa de instrucción en
el proceso didáctico tiene como finalidad que las partes aporten al juzgador las pruebas pertinentes para que
pueda pronunciarse sobre los hechos imputados. En la instrucción se da un proceso compartido a través de
las tareas que asigna el maestro al alumno para enseñar, y las actividades que el alumno realiza para
aprender. El par tarea/actividad es dinámico y actúa sobre una variable dinámica también, es decir, actúan
sobre el objeto de evaluación (las competencias) en su articulación con los recursos (conocimientos y saber
hacer), articulación regulada por lo actitudinal.
Ese proceso compartido y dinámico exige que las evidencias respondan, desde la etapa anterior, por
supuesto, a la condición de plausibilidad. Lo plausible es lo que se recomienda como bueno, que es
admisible, posible, y que por tanto se justifica porque se deriva de las mejores prácticas. Por mejores
prácticas se entienden aquellas que están sustentadas en procesos de indagación fundamentada y
consensuada, como parte de acciones sintéticas en las cuales se dio respuesta a preguntas encaminadas a
determinar la centralidad y relevancia de las evidencias y buscar evidencias sólidas y relevantes para la
práctica.
Por supuesto que las evidencias son de diferentes tipos, y por tanto pueden establecerse a partir de
diferentes fuentes. Si se buscan solo evidencias observables, derivadas de lo experimental, se dejaría fuera lo
cualitativo, y se cerraría la puerta a un conocimiento necesario tanto para la práctica como para desarrollar el
aprendizaje.
Ahora bien, a pesar de reconocer la pluridimensionalidad de fuentes que deben ser aceptadas para conferirle
plausibilidad a las evidencias, siguen siendo aquellas derivadas de investigaciones relevantes y propuestas
consensuadas las que más contribuyen a acercarse a lo que puede ser considerado como mejores prácticas,
sobre todo porque pueden ser sometidas a análisis crítico como primer rasgo de la plausibilidad.
El hecho de que las evidencias que propone un programa puedan ser sometidas a análisis crítico busca
determinar lo siguiente:
validez (cercanía con la verdad del universo)
utilidad para la toma de decisiones
De ahí la importancia de atender a la centralidad y relevancia de las evidencias y no desplegar un rosario de
acciones irrelevantes que nada aportan a la utilidad de la aplicación, ni a atenuar la subjetividad propia de
toda toma de decisiones. Recordemos que la toma de decisiones se califica como un proceso subjetivo
porque debe tener en cuenta distintos elementos e integrarlos a la decisión; elementos dentro de los cuales
se destaca lo político. Por supuesto que los intentos de disminuir la subjetividad de la toma de decisiones no
nos pueden llevar a dejar de lado otros elementos importantes y necesarios de este proceso como son los
factores sociales, culturales, de experiencia profesional, de orientación de resultados, etc.
Es en el proceso de toma de decisiones y no en las evidencias donde se integran los elementos objetivos y
subjetivos que finalmente conduce a una acción, y cuando una decisión ha sido tomada de esa manera los
resultados son más adecuados que si solo se consideran elementos subjetivos, como por ejemplo en la
experiencia no sistemática.
Reiteramos que se ha de examinar si la evidencia es plausible o creíble en relación con el conocimiento
existente, además valorar su centralidad y sobre esa base atender a su carácter plural y de proceso
compartido, de manera tal que los docentes, como lectores de las evidencias que propone un programa,
podamos valorar sus ajustes y relevancia a la situación específica, pues una de las mayores metas a las que
estamos enfrentados los profesionales es a la validación e incorporación de hallazgos en la práctica,
hallazgos que serán plurales si tenemos en cuenta lo siguiente:
La percepción de los alumnos y no solo la nuestra como docentes.
La necesidad de ir haciendo dosificaciones de los procedimientos según realidades contextuales.
La exigencia de ceder el control en una labor compartida de responsabilidades en la cual, de manera
progresiva, el alumno va transitando de novato a experto, siempre privilegiando las acciones de
autorregulación y metacognición como vías esenciales en el camino hacia la autonomía del
aprendizaje, autorregulación que permitirá saber hasta dónde puede el alumno soportar determinadas
cargas informativas.
La exhortación a responder a la situación a medida que se despliega y no a una construcción
abstracta de la situación que se utiliza para propiciar el aprendizaje.
No perder de vista que las evidencias se relacionan, modifican, se complementan o refuerzan.
Tener en cuenta la naturaleza de la evidencia.
Las evidencias son integradoras
Cuando señalamos que además de construidas y plausibles, las evidencias son integradoras, lo hacemos a
partir de reconocer que hay evidencias iniciales, procesuales y finales que no pueden observarse de manera
desarticulada. Además, hay que tener en cuenta que estas evidencias se derivan de una tipología de juicios
clasificados como juicios iniciales, procesuales, terminales, los cuales cumplen funciones diferentes, pero que
al final tributan a un conjunto evaluativo.
Si nos detenemos en el carácter que pueden tener esos juicios de acuerdo con el momento de su aparición
en el proceso evaluativo (a priori y a posteriori), veremos que la agrupación en juicios iniciales, formativos o
procesuales, y finales se caracteriza de la forma siguiente:
Los juicios iniciales son aquellos en los que el docente se apoya para tomar decisiones cuando
planifica la enseñanza (pre instruccionales). Estos juicios tienden a ser imprecisos, tienen carácter
probabilístico, y por tanto requieren de estar dispuestos a ser modificados a medida que avanza el
proceso de enseñanza aprendizaje (ya esto nos adelanta que las evidencias son el piso o referente,
pero no con rigidez o ―camisas de fuerza‖).
Los juicios formativos o procesuales son los que se van emitiendo durante el desarrollo de la unidad
de aprendizaje, y constituyen la base para orientar a los alumnos respecto a su aprendizaje de
manera tal que puedan ir realizando los ajustes necesarios. Son los juicios instruccionales que van
aportando tanto los docentes como los alumnos durante el desarrollo del proceso o proyecto
compartido en función de enseñar y aprender.
Los juicios finales se producen al término de un proceso de enseñanza aprendizaje parcial o total.
Son juicios incidentes en la toma de decisiones fundamentalmente en la evaluación para acreditar-
promover y para certificar.
LA INFORMACIÓN REFERENCIAL QUE OFRECEN LAS EVIDENCIAS DE SALIDA O VERIFICATIVAS
El hecho de que los criterios de evaluación cubran la doble función de orientar la entrada del proceso y la
salida del mismo hacia los resultados que serán evaluados, le confiere a estos criterios un valor extraordinario
dentro de la red de relaciones de los componentes didácticos.
A nivel de entrada los criterios determinan los elementos de competencia o desempeños anticipados,
conocidos también como actividades expresadas en términos de las capacidades, como objetivos o ejes de la
formación. Los elementos de competencias permiten el desglose de la competencia para poder arribar
satisfactoriamente al desempeño como resultado, pues ese tránsito procesual hacia el resultado exige de
gradualidad.
Los elementos de competencia, a su vez, requieren de que se desglosen las evidencias de entrada, o sea, las
aportaciones que tiene que hacer el alumno para demostrar que está haciendo lo que se ha de hacer para
aprender en consonancia con los elementos de competencia concebidos. Las evidencias de entrada se
diferencian de las evidencias de salida, como veremos más adelante. La evidencias de entrada exigen, a su
vez, el tratamiento de determinados contenidos, que como puede apreciarse no son contenidos sacados del
índice de un libro, sino de lo que tiene que hacer el alumno para aprender.
La relación objetivo-contenido concretada en los elementos de competencia, las evidencias de entrada o
tareas-criterio, y los contenidos exigidos por esas evidencias o aportaciones que tiene que hacer el alumno
para demostrar lo que va a aprender, se convierten en los insumos para el proceso de transformación que se
dará a través de la secuencia didáctica, con sus fases de apertura, desarrollo, y cierre o inicio de la
transferencia. Es el momento del proceso compartido entre el maestro y el alumno para conectar el proceso
de enseñanza y de aprendizaje, apoyados, por supuesto, en determinados medios o recursos.
Este proceso de planificación derivado de los criterios de evaluación en su función inductora ha de
corresponderse con el proceso de evaluación en el cual, a partir de los criterios de evaluación, se determinan
los indicadores o señales para evaluar el desempeño, y cómo ello ha de derivar en el establecimiento de
evidencias verificativas, las cuales se clasifican frecuentemente como evidencias de desempeño, de
conocimiento y de producto, las que siempre han de estar reguladas por las actitudes.
Las evidencias de conocimiento las aporta el alumno cuando demuestra que domina saberes y conocimentos
teóricos que fundamentan su práctica, además cuando demuestra el nivel alcanzado en determinados
conocimientos de base, como por ejemplo: cómo combina los diferentes recursos internos y externos para
responder con exactitud y coherencia a las exigencias de la tarea integradora, cómo se comporta su
competencia comunicativa y, en definitiva, lo que tiene que ver con competencias básicas. Por ello se dice
que las evidencias de conocimiento abarcan tanto el conocimiento básico como el circunstancial demandado
por la tarea en cuestión.
Las evidencias de desempeño deben permitir que el alumno demuestre que sabe cómo usar el conocimiento
al fundamentar teóricamente su propia práctica, y explicar cómo usaría los conocimientos, y qué partido les
sacaría a los mismos a partir de un adecuado análisis e interpretación de los datos, para así demostrar que
puede trasladar lo aprendido a otras situaciones. El alumno está aportando evidencias de desempeño cuando
es capaz de mostrar con hechos cómo actuaría en situaciones reales.
Las evidencias de producto son aportadas a partir de hechos tangibles y pruebas materiales, o también como
parte de valoraciones globales que, junto a las evidencias anteriores, permitan arribar a juicios de valor sobre
las potencialidades del hacer que tiene el alumno.
Esto últimos estadios de la evaluación (mostrar cómo lo haría y hacer) resultan más difíciles de evaluar que
los estadios del saber y saber cómo usar el conocimento, los cuales se pueden ajustar más a las formas
convencionales de evaluación. Estos estadios forman parte de la propuesta piramidal de Miller (1999), la cual,
tal como anunciamos, aparece en el acápite siguiente.
LA RECOLECCIÓN DE EVIDENCIAS DEBE SER UN PROCESO MULTIMÉTODO
Cuando aludimos al carácter multimétodo que requiere la recolección de evidencias, lo hacemos
reconociendo que tal recolección debe estar basada en diferentes técnicas e instrumentos que permitan
caracterizar con la mayor riqueza y precisión posible el quehacer de los alumnos. (MEN, 2008)
Para que la recolección de evidencias deje de ser un conglomerado de aportaciones de difícil interpretación a
la hora de hacer las valoraciones, tanto cuantitativas como cualitativas, resulta indispensable precisar a qué
nivel se está efectuando la evaluación y cuál es el objeto de la misma. Ello determina el tipo de técnica e
instrumento de evaluación.
No cubren los mismos propósitos los instrumentos destinados a evaluar un saber, que los destinados a
evaluar un saber cómo usar el conocimento y luego mostrar cómo lo haría, hasta arribar a un hacer. En esta
gradación resulta de gran valor metodológico la Pirámide de Miller (1999), la cual fue representada
gráficamente con antelación en este módulo.
FORMAS DE EVALUACIÓN, CALIFICACIÓN Y VALORACIÓN GENERALIDAES DE EVALUACIÓN Y LA CALIFICACIÓN Otro término que nos interesa definir es el de calificación. Calificar significa dar o poner una nota a un alumno. Los autores señalan puede haber evaluación sin calificación pero la calificación no puede existir si antes no hay evaluación. La calificación define un lugar, un valor o un precio socialmente reconocido para un individuo o la cosa evaluada. Con la calificación el acto de evaluación se vincula con el nivel de la decisión. En la calificación se categorizan los datos, se realiza la correspondencia entre un cierto nivel de logro de aprendizajes y una categoría de una escala definida por convención. Los procesos de puntuación y calificación en ocasiones parecen no distinguirse porque debido a una cierta automatización, determinada puntuación lleva aparejada una calificación. De cualquier manera, la nota o calificación dada en cada examen, termina siendo una barrera o estigma y representa lo que cada estudiante vale. Otros autores señalan que si bien no descartan la calificación responsable de los alumnos —de acuerdo con lo establecido en las normas vigentes—, advierten respecto al hecho de que las calificaciones en sí mismas sólo constituyen indicios de que algo ―no anda bien‖, pero no informan qué y por qué ―no anda bien‖, es decir, no indican qué es lo que debería modificarse. Las calificaciones aportan información sobre el lugar que ocupa cada alumno y su rendimiento en una escala numérica o conceptual pero a diferencia de la evaluación, no permiten aprender. Se señala al respecto, que la evaluación reducida a la calificación mediante los exámenes, rompe la naturaleza de los procesos de enseñar y aprender al incorporar motivaciones externas y entonces, el estudiante pasa a interesarse por cuánto obtuvo con total independencia de cuánto aprendió. También se señala que para la racionalidad técnica constituyen preocupaciones básicas qué evaluar, cuándo evaluar y cómo evaluar. En cambio, para la racionalidad práctica el interés está en saber al servicio de quién está la evaluación que el profesor realiza, en qué principios se inspira, qué fines persigue y qué usos se hará de la información que produce. En este sentido, consideramos necesario también preguntarnos por la utilidad que tiene la evaluación tanto para los docentes como para los estudiantes. Se ha planteado que la evaluación debería entenderse como una actividad crítica de aprendizaje en tanto se asuma que con ella adquirimos conocimiento. El profesor aprende para conocer y para mejorar la práctica docente en su complejidad, y para colaborar en el aprendizaje del alumno conociendo las dificultades que debe superar, el modo de resolverlas y las estrategias que pone y debería poner en juego. El alumno aprende de y a partir de la propia evaluación y de la corrección, de la información contrastada que el profesor le ofrece, la cual siempre será crítica y argumentada, pero nunca descalificadora ni penalizadora, pues es necesario que aprendamos de y con la evaluación Relaciones entre calificación y evaluación
La calificación forma parte del cómo de la evaluación, fundamentalmente en la parte asociada al análisis de
calidad, en relación con la medición.
La calificación ha sido muy criticada por la tendencia a querer objetivar, a través del número, cuestiones
complejas que no se hacen tan objetivables por esa vía, pero en nuestras opiniones las críticas no han de
caer en el proceso de calificación, el cual es necesario a la evaluación, sino que esa críticas deben enfilarse
hacia los que creen que con la asignación de una nota ya se está patentizando o justificando con la
objetividad y el rigor requerido la toma de decisiones a través de las cuales determinamos que un alumno no
puede graduarse o, repite el año escolar, a un trabajador no se estimula con la remuneración o aumento al
igual que los demás, etc.
No puede nunca perderse de vista que esa nota es una expresión sintética de una interpretación de datos que
hizo ―alguien‖, que frecuentemente, a su vez, está presionado por otra calificación a la que él será sometido.
Ahora bien, lo planteado no quiere decir que nos afiliamos a los que plantean que la calificación debe ser
eliminada, sino que nos une a aquellos que reclaman que la misma sea realizada y usada en su justa medida.
Y si de justicia se trata, el calificar siempre tiene que ir unido, de una forma u otra, a individualidades y
seguimientos individuales.
La calificación es necesaria toda vez que ofrece información sobre el mérito y la valía de los objetos
evaluables. La valía se analiza a partir de si lo evaluado (el objeto de evolución), dada su naturaleza,
responde a las necesidades de dicho objeto; y el mérito se analiza a partir de la calidad en la evaluación del
objeto, lo que se da cuando tal evolución responde a criterios establecidos, atendiendo a la búsqueda de
calidad.
Es precisamente en la información en torno al mérito de lo evaluado, donde la calificación se ha resentido,
pues generalmente se ha pretendido, con una nota, rebasar la misma intención compiladora o reductiva de
información que dicha nota encierra, hacer como que esa nota vale para todos los juicios que se va a emitir
en torno al aprendizaje, sin tener en cuenta, incluso, que esa nota pudo ser emitida bajo limitadísimos criterios
en relación con el objeto de evaluación.
La calificación se utiliza porque ella representa el significado de ―algo‖ a lo que le atribuimos esa expresión
simbólica, ya sea número o letra, fundamentalmente porque con ello informamos ―sintéticamente‖ un
resultado, como parte esencial de un proceso verificativo y de control que ahora exige ser sometido a proceso
de regulación, valoración, siempre teniendo en cuenta evitar la exclusión que se deriva de las clasificaciones
que hacemos a partir de la calificación.
Para evitar tal exclusión y lograr mayor justeza deben asignarse tareas que posibiliten el acceso a la misma
de acuerdo a diferentes niveles de desarrollo del alumno, lo que exige de que las tareas sean más
integradora y no se limiten a preguntar contenidos muy puntuales, además, tener en cuenta que la emisión de
juicios valorativos debe responder a la individualidad del sujeto al ser sometido a calificación.
Cuando la tarea evaluativa sea sometida a medición tenemos que tener en cuenta que al medir lo que
hacemos es representar lo que se pretende medir (objeto de evaluación) en otro sistema ya sea numérico o
con otros símbolos, los cuales por lo general responden a determinada escala ordinal o nominal.
La calificación puede basarse en sistemas de referentes diversos, dentro de los que se destacan los
siguientes:
Los sistemas basados en normas estadísticas, en los cuales las comparaciones de los resultados
obtenidos por el alumno se hacen en relación con un grupo.
Los sistemas basados en las normas determinadas por criterios, en los cuales la calificación de los
resultados se hace estableciendo la comparación entre los logros u objetivos. Esta calificación con
referencia a criterio busca emitir juicios sobre los resultados del alumno con independencia de los
logros de otros, para juzgar sus logros en relación con los objetivos, si bien resulta un avance en
relación con el referente estadístico, hay que tener en cuenta dos cuestiones esenciales: en primer
lugar la necesidad de velar porque los objetivos estén bien planteados y en segundo lugar atajar una
visión reducida de logro, solo proyectada hacia los resultados, con menoscabo de la actividad
desarrollada para arribar al mismo.
Los sistemas basados en los criterios referidos a los estudiantes, en los cuales es el desarrollo
alcanzado por los alumnos el dato fundamental para la calificación, siempre a partir de la
comparación con el diagnóstico inicial, que es el que permite emitir juicios sobre avances, retrocesos
o estancamientos. Evidentemente el apoyarnos en este sistema de referente para calificar exige de
atención a la diversidad y la individualidad en el proceso de calificación.
Cuando se asume la calificación a partir de criterios referidos a los estudiantes debemos insistir en la
importancia que en ello tiene un adecuado diagnóstico inicial, del cual todo el mundo habla, pero muchas
veces sin poder establecer indicadores esenciales que nos permitan tener los referentes básicos que nos
acerquen al cuadro general que facilite los registros de avances, estancamientos o retrocesos.
Cualesquiera que sean los indicadores que se establezcan para ese diagnóstico inicial ellos abarcarán las
dimensiones cognitivas, socioafectivas y familiares o escolares. Esas dimensiones abordadas por otros
autores como recursos requeridos previamente para el tratamiento de las competencias y en este sentido
aluden a capacidades cognitivas, características de la personalidad y características socioculturales.
Una particularización en la dimensión cognitiva y en la dimensión afectiva, de acuerdo con las propuestas de
(Hernández, 1998) podría abarca lo siguiente:
En la dimensión cognitiva:
Apunta a la obtención de información sobre cuáles son las características, posibilidades y limitaciones del
alumno en cuanto al saber pensar y saber usar la información, por tanto, obtener información sobre hábitos
relacionados con el saber pensar, saber razonar, saber relacionar o explicar la información y saber aplicarla.
Las preguntas que se hace el docente pueden transitar por lo siguiente:
¿Se comprende la información estudiada?
¿Se sabe relacionar con otras informaciones?
¿Se sabe aplicar a realidades concretas?
¿Se sabe enjuiciar y valorar (bajo un criterio lógico, económico, ético, etc.)?
Se trata, en definitiva, de obtener información que ayude a predecir y luego trazar acciones, en función del
desarrollo de los aspectos más productivos del pensamiento. Esos aspectos más el diagnóstico cognitivo
podría dirigirse también al comportamiento de estrategias cognitivas dentro de las cuales podemos citar:
procesamiento de la información
activación de conocimientos previos
activación de creatividad de procesos cognitivos
organización y comprensión de contenidos y procesos
verificación de logros
regulación de conductas
identificación de errores
retroalimentación
monitoreo
resolución de problemas
toma de decisiones
La dimensión socioafectiva
Los objetivos afectivos, los de realización personal e incluso los que afectan a la calidad de las relaciones
humanas requiren de ser evaluados atendiendo a indicadores como los siguientes:
objetivos centrados en la adaptación personal
objetivos centrados en la adaptación socioescolar
Los objetivos centrados en la adaptación personal abarcan aspectos como los siguientes:
1) El fomento del autoconcepto: Este aspecto se orienta a desarrollar la autoestima, la imagen, y las
valoraciones positivas en los alumnos en sí mismos.
Con respecto al alumno implica:
detectar a los alumnos que se infravaloran
detectar a los que se sobrevaloran
2) La superación de miedos, tristeza, culpabilidad, timidez
Con respecto al alumno implica:
detectar alumnos propensos a las reacciones de miedos, sobresaltos, etc.
detectar los alumnos propensos a apartarse, a aislarse o a inhibirse
3) La detección de sentimientos de culpabilidad.
Con respecto al alumno implica:
detectar a los alumnos propensos a culpabilizarse (intrapunición)
detectar a los alumnos propensos a culpabilizar a los demás (extrapunición)
4) El trabajo con el desarrollo de la tolerancia a la frustración y la superación de problemas: Este aspecto
apunta a la capacidad de responder con calma ante situaciones adversas u hostiles, controlar los
impulsos, dar respuestas adecuadas ante la frustración y promover un espíritu de superación de los
problemas.
Con respecto al alumno implica:
detectar alumnos propensos a reaccionar con decaimiento y tristeza prolongada ante la frustración.
detectar alumnos propensos a reaccionar con rabietas o enfados prolongados ante la frustración.
detectar alumnos propensos a reaccionar con evasión o abandono ante la frustración.
detectar alumnos propensos a reaccionar con dolencias o molestias corporales ante la frustración.
detectar alumnos con tendencia a ver todas las cosas de manera negativa y a pensar siempre en lo
que no pueden conseguir.
5) La autorrealización personal: Este aspecto apunta a favorecer la construcción de un proyecto personal y
la capacidad de interesarse y disfrutar de los distintos aspectos de la realidad.
Con respecto al alumno implica:
conocer sus capacidades e intereses
conocer cómo se orientan sus frustraciones
conocer cómo imaginan sus realizaciones futuras desde la creación de proyectos escolares,
profesionales, culturales, sociales, afectivos, etc.
descubrir si son proyectos realistas
conocer si acostumbran a planificar sus actividades futuras
conocer en qué medida disfrutan de cada situación presente
conocer cómo se despliega su abanico de intereses y hobbys
Los objetivos centrados en la adaptación socioescolar
Fomentar el desarrollo de los hábitos de trabajo escolar.
Fomentar un nivel de sociabilidad adecuado que evite el aislamiento y la falta de comunicación.
Detectar las causas del bajo rendimiento de los alumnos.
Detectar a los alumnos con tendencia al aislamiento y a la no comunicación
Detectar las conductas tanto agresivas como de burla o desprecio a los demás, lo que incide en un
clima de irrespeto en el aula.
Detectar a los alumnos con tendencia a la agresividad, a la falta de respeto o a la discusión violenta.
Detectar a los alumnos con tendencia a un comportamiento que provoque distracción e interfiera en el
esfuerzo y aprendizaje del colectivo.
Detectar a los alumnos que no muestran hábitos altruistas, de colaboración y de trabajo en equipo.
Detectar a los alumnos con inadecuados hábitos de trabajo escolar, organización, limpieza, actitudes
negativas, de no disfrute ante el trabajo, etc.
Promover el desarrollo de una conducta cívica que genere el cumplimiento de las normas básicas de
convivencia.
Promover una actitud de ayuda y colaboración.
Los aspectos citados tanto dentro de la dimensión cognitiva como afectiva representan indicadores de los
aspectos más cualitativos de la evaluación inicial con fines diagnósticos, son además los que con mayor
exactitud pueden servir de criterios comparativos de cambio, es decir, de donde se pueden derivar los
criterios de evaluación.
Los indicadores propuestos como parte del diagnóstico inicial conforman, junto a los indicadores del sistema
de referentes centrados en las tareas-criterio o evidencias de entrada (objetivos) y los referentes estadísticos,
los tres sistemas referenciales fundamentales que guían la calificación. Estos sistemas referentes justifican el
llamado frecuente a romper la dicotomía entre métodos cualitativos y cuantitativos en el proceso de
calificación y justifican, además, el auge de preparar a los maestros para que elaboren adecuadamente
escalas que permitan la conjunción de ambos métodos, pues no se trata de si calificamos con números,
letras, palabras u otras formas, sino que se trata de lograr cada vez más que se logre la correspondencia
representacional entre lo que evaluamos y el significado de los símbolos que le atribuimos, aspiración esta
que exige rebasar los métodos tan tradicionales de concebir la evolución basada en la medición y derivar de
ella un sinnúmero de consideraciones que rebasan su intención inicial.
Mientras más se varíen las situaciones, se atienda a los sujetos y se diversifiquen los criterios en función de lo
que es un verdadero logro en materia de aprendizaje, más se enriquecen las posibilidades interpretativas y
con ello la mayor utilidad y funcionalidad de la calificación como componente de la evaluación en su conjunto
y no como una información de sentencia final.
Aumentar el valor formativo que puede llegar a tener una buena concepción de la calificación es uno de los
retos fundamentales que tenemos los maestros ante la convocatoria de fomentar una nueva cultura
evaluativa.
LA VALORACIÓN CON FINES DIVERSOS
La valoración, aunque constituye un juicio de valor, puede ser regulada con base en criterios y a partir de una
organización estructural que favorezca la orientación metodológica para la realización de la misma.
Tal organización la proponemos atendiendo a tres direcciones fundamentales para la concreción de
estrategias de valoración. Esas tres direcciones son las siguientes:
planeación
retroalimentación
autorregulación
La planeación tiene en su base el direccionamiento de la valoración así como sus formas de aplicación,
mientras que la retroalimentación encierra cuál es la noción básica de todo proceso valorativo; y la
autorregulación orienta hacia la intervención.
Por ello afirmamos que esta organización estructural favorece las orientaciones metodológicas porque nos
enfila el rumbo hacia propósitos determinados, lo que determina las intenciones y con el ello la posibilidad de
asignar valor; nos ubica en la noción, que como sabemos se refiere a conceptos elementales o básicos de un
saber, en este caso el saber valorar; y por último nos orienta hacia la autorregulación concebida como
intervención sistemática y deliberada, o sea, sobre la base de mediar y considerar las opciones a favor o en
contra antes de tomar una decisión y con el fin de orientar la construcción de competencias de acuerdo con
un plan trazado.
Dirección consciente, nociones claras e intervención sistemática y deliberada conforman el enfoque
metodológico de la valoración como elemento consustancial a la evaluación, o sea, forma parte de las
características esenciales de esta, toda vez que es de su misma sustancia, naturaleza o esencia.
A continuación emitiremos consideraciones sobre las tres direcciones citadas.
LA PLANEACIÓN DEL PROCESO DE VALORACIÓN
El punto de partida al planear el proceso de valoración es establecer claramente el direccionamiento de este
proceso. Tal direccionamiento se enfoca en primer lugar, hacia los fines que persigue y en segundo lugar
hacia los elementos que funcionan como guía del proceso de valoración.
Los fines del proceso de valoración de las competencias en el marco educativo, expuestos por Sergio Tobón
(2007) son los siguientes:
fines de formación
fines de promoción
fines de certificación
fines centrados en la mejora de la docencia
LA VALORACIÓN CON FINES DE FORMACIÓN
Los fines de formación nos remiten a la evaluación para aprender desde la regulación del aprendizaje por
medio de la evaluación formativa de calidad.
Una evaluación formativa de calidad exige:
Representaciones que hace el alumno de la tarea.
Estrategias o procedimientos que utiliza para llegar a un determinado resultado.
Carácter de los errores que comete.
Valoración de los aciertos o logros en el proceso de construcción.
Dar oportunidad para saber criterios que se están siguiendo para valorar su aprendizaje, de manera
tal que en un futuro el alumno internalice esos criterios.
Comportamiento de sus actitudes, con énfasis en los llamados sentimientos superiores, los cuales se
involucran en la realización de las tareas.
En la valoración con fines formativos desempeñan un papel relevante las rúbricas. Tal como describimos con
antelación, ellas serán útiles en la medida en que se conviertan en parte integral del proceso de aprendizaje,
toda vez que sean utilizadas con el fin de facilitar la autovaloración y la covaloración como procesos
consustanciales a la autoevaluación y la coevaluación.
LA VALORACIÓN CON FINES DE PROMOCIÓN
La valoración para acreditar o promover se lleva a cabo al finalizar un módulo o programa y en ella el docente
desarrolla un proceso que le permite determinar el grado de desarrollo de la competencia o las competencias
del estudiante, siempre teniendo en cuenta el haber establecido previamente los indicadores que determinan
la promoción o acreditación.
Tradicionalmente este proceso carecía de retroalimentación y se consideraba definitorio del clásico
―aprobado-reprobado‖; sin embargo en el enfoque de competencias, dado que estas no son un punto de
llegada o final, sino que forman parte de una continuidad, se requiere entonces que haya proceso de
autoevaluación, coevaluación, evidencias aportadas, para sugerir las vías de mejora en caso de que el
alumno requiera de más tiempo para desmotar que ha alcanzado los niveles esperados.
Aquí también la rúbrica puede entrar a desempeñar su papel formativo, por sobre todo para establecer
precisiones en torno a las dimensiones, a saber: cognitiva, actitudinal y actuacional de la competencia.
Es ideal que la calificación de una competencia se soporte en evidencias provenientes de diferentes fuentes,
instrumentos y momentos, y que se examinen la actualidad y autenticidad de las evidencias.
El proceso de calificación resultante del análisis de las evidencias consiste en asignar un valor numérico
(puntaje), que represente adecuadamente el nivel de desempeño del evaluado en cada una de las
competencias evaluadas. La calificación de las competencias puede realizarse por escalas previamente
definidas.
Al calificar cada competencia se deben valorar los logros alcanzados frente a las competencias particulares
propuestas al comienzo del proceso, con base en el análisis de las evidencias recolectadas y a la luz de las
actuaciones intencionales o las tareas integradoras en las que se manifiesta cada competencia; es decir, se
debe valorar si los resultados del alumno cumplen con los criterios establecidos y si reflejan las actuaciones
intencionales.
Para la calificación de las competencias se debe comparar la relación entre las evidencias recolectadas y las
actuaciones intencionales que se indican, analizando la frecuencia de estas actuaciones (estabilidad en el
tiempo), así como su consistencia en los diferentes contextos de uso y transferibilidad del aprendizaje.
Al emitir un juicio valorativo, y como consecuencia una calificación del desempeño del evaluado, con base en
las evidencias, el evaluador debe reflexionar sobre lo siguiente:
¿Cuáles fueron los logros del evaluado en relación con las competencias particulares al comienzo
del proceso de evaluación?
¿Cuáles de los criterios definidos para las competencias particulares están presentes en los
resultados alcanzados por el alumno?
¿Cuáles son las actuaciones intencionales o tareas integradoras señaladas para cada
competencia y manifestada en el desempeño evaluado?
¿Cómo se relacionan estas actuaciones intencionales con las responsabilidades y los objetivos
propios del alumno evaluado?
¿Desde cuándo son evidentes estas actuaciones intencionales?
¿Qué tan habituales son estas actuaciones intencionales?
¿Estas actuaciones intencionales se observan en diferentes contextos y escenarios? Si es así, ¿en
cuáles ámbitos se manifiestan?
¿Qué evidencias sustentan la valoración de las actuaciones intencionales que manifiestan a las
competencias particulares?
¿Cómo impactó el desempeño de los alumnos en el logro de las metas de la institución educativa o
la entidad?
Todo ello conforma datos para la evaluación de certificación.
LA VALORACIÓN CON FINES DE CERTIFICACIÓN
La certificación es el proceso mediante el cual se otorga reconocimiento formal de la competencia adquirida
por el individuo (con independencia del modo en que haya sido alcanzada). La certificación busca establecer
la conformodidad de una o más normas de competencia o la conformidad con lo estipulado en determinado
perfil.
Para certificar lo que se tiene que tener en cuenta, de manera priorizada, es que los aprendizajes integrados
por competencia y los sistemas de evaluación para evidenciar sus resultados, determine que los sujetos
sometidos a proceso de certificación portan con un repertorio de competencias para desarrollarse en
situaciones específicas.
El proceso de revisión de las evidencias deberá verificar que exista correspondencia entre lo que se declara
en el plan de evaluación y lo que se constata, atenderá a criterios de validez y confiabilidad de acuerdo con
dicho plan de evaluación, de manera tal que se pueda arribar a juicios de valor sobre la autenticidad de las
evidencias.
Por lo general, los certificadores se circunscriben a las competencias técnicas o específicas, pero realmente
un buen proceso certificador debe establecer estrategias que le permitan constatar el comportamiento de la
capacidad reflexiva en el sujeto, la cual se opone a impulsividad, la capacidad metacognitiva, que se constata,
en alguna de sus formas, cuando puede dar cuenta de qué sabe y de qué no sabe, la capacidad de transferir,
vista en sus dos direcciones, o sea, competencias transferibles, que se carcaterizan por conocimentos y
capacidades que pueden ser aplicados a una gran variedad de contextos y competencias que favorecen la
transferibilidad, que se refieren a la habilidad de aplicar esas competencias a nuevos contextos; por último
debe atenderse a la capacidad para trabajar en equipo y colaborar, así como la autonomía personal.
La certificación es un proceso a través del cual se atiende a lo formal, pero como colofón de dos procesos
integrados que ahora se certifican o reconocen oficialmente. Esos procesos son los aprendizajes-
competencias y el sistema de evaluación que ha evidenciado sus resultados.
ANÁLISIS Y USO DE LOS RESULTADOS
¡Analicemos los resultados para tomar decisiones que pueden dirigirse hacia la promoción o la acreditación,
hacia la certificación, hacia la mejora de la formación!
Aunque por interés didáctico esta fase se ubica al final, esto no significa que no se reconozca que el análisis
ha estado presente en todo el campo de acción evolutivo, al ubicarlo en esta parte queremos destacar que el
análisis va a ser considerado como un proceso realizado con determinado grado de sistematización que ha
estado implícito en todo el trabajo evaluativo.
Por tal motivo resulta difícil hablar de una estrategia general para el análisis de datos, a no ser la estrategia
general que caracteriza a todo análisis de datos, es decir, ir realizando procesos inferenciales, entonces,
tomando como base esa inferencias precedentes nos adentramos en un resumen o reducción de los datos
informativos, los disponemos, transformamos para luego obtener resultados y verificación de conclusiones, tal
y como se procede en las investigaciones cualitativas (Rodríguez 2000). En cada una de esa tareas se
realizan una serie de actividades que conforman el proceso de análisis.
Tras esta reflexión, el evaluador debe calificar cada competencia con base en los parámetros que establezca
previamente, por ejemplo puede ser en la categoría de sobresaliente, satisfactorio o no satisfactorio,
acompañada de su rango de puntaje y la descripción que especifica cuando aplica una calificación en el
rango señalado.
El análisis de los resultados se usa para la toma de decisiones en torno a la promoción, la certificación, la
mejora continua, etc.
¿CÓMO SE DA SEGUIMIENTO AL PROCESO EN LA POS INSTRUCCIÓN?
La comunicación de los resultados permitirá al evaluado conocer las condiciones en que se ha desempeñado,
impulsar su mejoramiento y proponer ajustes que garanticen su desarrollo personal y profesional. Hay que
recordar que la evaluación final del desempeño también es parte de una dinámica de mejoramiento continuo
de la práctica educativa.
La comunicación interpersonal de los resultados requiere de un ambiente tranquilo y respetuoso, que permita
explorar con el evaluado el cumplimiento de las responsabilidades y los compromisos adquiridos, así como
los aspectos susceptibles de mejoramiento, aprendizaje y cambio. También deben constituir una oportunidad
para identificar y comprender los sentimientos y actitudes que tiene el evaluado frente a su aprendizaje.
Esta comunicación puede ser exitosa cuando se maneja con sencillez y flexibilidad según los propósitos de la
evaluación (Danielson, 2004). Además el protocolo debe ser un valioso auxiliar para el análisis de
responsabilidades y competencias. El espacio para que el evaluado se exprese y analice la situación resulta
muy valioso, por ello el evaluador debe activar su habilidad para la escucha.
A todo ello hay que unir la claridad en la exposición de los puntos débiles, evitando ambigüedades.
Recordemos que no se trata de la clásica repitencia sino de la reatroalimentación en torno a lo logrado y no
logrado. Si las dificultades son excesivas, entonces el alumno ha de cursar el módulo, con el objetivo de
reforzar positivamente lo ya alcanzado y trazar acciones para alcanzar los niveles esperados en lo que se le
han señalado dificultades.
LA DIMENSIÓN PRÁCTICA
ASPECTOS DE LA DIMENSIÓN PRÁCTICA
Estrategias de evaluación
Instrumentos
PARA PODER DISEÑAR ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN
Para poder determinar estrategias de evaluación debemos ubicarnos primeramente en una
correspondencia entre niveles de logros y los instrumentos que pueden aplicarse de acuerdo a esos
niveles; correspondencia esta que puede establecerse partiendo de la pirámide de Miller y cómo se
corresponde cada uno de sus niveles con diferentes tipos de técnicas e instrumentos de evaluación
INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN DE ACUERDO A LOS NIVELES ESTABLECIDOS POR MILLER
Nótese la diferencia ascendente entre test de conocimientos, teste de contexto(ejercicios prácticos),
teste de realización y test de actuación
La base de la pirámide centrada en evaluar conocimientos y su nivel siguiente, centrado en saber usar
ese conocimiento a través de habilidades y destrezas, se puede evaluar de manera convencional, así
que admiten nuestros clásicos exámenes ,pero ya los niveles restantes requieren de otro tipo de
prueba, las llamadas evaluaciones de desempeño
Sobre la base de la ubicación anterior vamos a emitir algunas consideraciones sobre las estrategias y
técnicas e instrumentos de evaluación
La estrategia es primeramente una guía de acción, en el sentido de que la orienta en la obtención de ciertos
resultados. La estrategia da sentido y coordinación a todo lo que se hace para llegar a la meta.
Mientras se pone en práctica la estrategia, todas las acciones tienen un sentido, una orientación. La
estrategia debe estar fundamentada en un método. La estrategia es un sistema de planificación aplicado a un
conjunto articulado de acciones, permite conseguir un objetivo, sirve para obtener determinados resultados.
De manera que no se puede hablar de que se usan estrategias cuando no hay una meta hacia donde se
orienten las acciones. A diferencia del método, la estrategia es flexible y puede tomar forma con base en las
metas a donde se quiere llegar.
Una estrategia es, en un sentido estricto, un procedimiento organizado, formalizado y orientado a la
obtención de una meta claramente establecida. Su aplicación en la práctica diaria requiere del
perfeccionamiento de procedimientos y de técnicas cuya elección detallada y diseño son responsabilidad del
docente.
La estrategia de evaluación hace alusión a una planificación del proceso de evaluación , lo anterior lleva
implícito una gama de decisiones que el profesor debe tomar, de manera consciente y reflexiva, con relación
a las técnicas y actividades que puede utilizar para llegar a las metas .
La estrategia es el conjunto de procedimientos, apoyados en técnicas , que tienen por objeto llevar a buen
término la acción , es decir, alcanzar los objetivos .
Finalmente, con relación al concepto de técnica, ésta es considerada como un procedimiento que se presta
a ayudar a realizar una parte de lo que se persigue con la estrategia.
Técnica es también un procedimiento lógico y con fundamento psicológico destinado a orientar al alumno, lo
puntual de la técnica es que ésta incide en un sector específico o en una fase del proceso evaluativo. La
técnica es el recurso particular de que se vale el docente para llevar a efecto los propósitos planeados desde
la estrategia.
En su aplicación, la estrategia puede hacer uso de una serie de técnicas para conseguir los objetivos que
persigue. La técnica se limita más bien a la orientación de a evaluación en áreas delimitadas de lo que se
pretende evaluar , mientras que la estrategia abarca aspectos más generales del proceso de evaluación
completo.
Las técnicas son procedimientos que buscan obtener eficazmente, a través de una secuencia determinada
de pasos o comportamientos, uno o varios productos precisos.
Determinan de manera ordenada la forma de llevar a cabo un proceso, sus pasos definen claramente cómo
ha de ser guiado el curso de las acciones para conseguir los objetivos propuestos.
Dentro del proceso de una técnica, puede haber diferentes actividades necesarias para la consecución de los
resultados pretendidos por la técnica, estas actividades son aún más parciales y específicas que la técnica.
Pueden variar según el tipo de técnica o el tipo de grupo con el que se trabaja. Las actividades pueden ser
aisladas y estar definidas por las necesidades del grupo.
La estrategia es el conjunto de procedimientos, apoyados en técnicas que tienen por objeto llevar a buen
término la acción, es decir, alcanzar los objetivos de evaluación
Las técnicas se consideran como procedimientos que se prestan a ayudar a realizar una parte de lo que se
persigue con la estrategia.
Las actividades son parte de las técnicas y son acciones específicas que facilitan la ejecución de la técnica.
Son flexibles y permiten ajustar la técnica a las características del grupo.
Es preciso aclarar, sin embargo, que casi todas las técnicas pueden asumir el papel de estrategias, al igual
que algunas estrategias pueden ser utilizadas como técnicas. Esto depende de la intención que se tenga en
el trabajo evaluativo
Por ejemplo, puede adoptarse como estrategia la observación e incluir algunas técnicas diferentes a la
mismo a lo largo del proceso evaluativo. Pero si la observación se emplea en la revisión de ciertos aspectos
en momentos específicos del proceso evaluativo se puede decir que se utilizó como técnica
Lo mismo puede decirse de la utilización de rúbricas . Si a lo largo de un proceso evaluativo se basará está
en el diseño y aplicación de rúbricas , puede decirse que se emplea la rúbrica como estrategia , pero si ésta
se aplica sólo en algunos partes temas y momentos del proceso evaluativo , podrá decirse que se utilizó la
técnica de la rúbrica o la técnica del portafolio, etc
Las estrategias evaluativas guardan estrecha relación con los agentes evaluadores (autoevaluación,
coevaluación y heteroevaluación) y con las finalidades de obtención de información cognitiva y metacogntiva
La relación entre estrategias, técnicas e instrumentos conforma la dimensión instrumental a partir de la cual
se concreta la dimensión metodológica descrita en la unidad de aprendizaje anterior, por sobre todo el
comportamiento de la relación entre el qué y el cómo, tal como puede apreciarse en el ejemplo siguiente:
¿Qué evaluamos durante el proceso? ¿Cómo evaluamos?
Comprensión de conceptos que fundamentan la
práctica
Planteo de situaciones .Preguntas. Ejemplos
Dominio de procedimientos Observación(Listas, escalas , matrices de
valoración , como las rúbricas)
Capacidad de reflexión sobre la propia práctica y
los criterios que la orientan
Diálogo reflexivo
Resolución de incidentes o de problemas Observación. Diálogo reflexivo
Participación en el trabajo grupal Observación(Listas y escalas)
Habilidad para comunicarse efectivamente en
forma oral y escrita
Observación
Resolución de situaciones
Registros
Distintos tipos de capacidades Portafolio
A continuación le presentamos un cuadro resumen de técnicas e instrumentos de evaluación , así como los
criterios a seguir para la selección de dichas técnicas e instrumentos
TÉCNICAS DE OBSERVACIÓN: observación sistemática, no sistemática, directa e indirecta
Tipos EJEMPLOS CARACTERÍSTICAS
Sistemática directa
Listas de cotejo (registra ausencia o presencia de lo observado) y escalas de calificación (asigna calificación al nivel de logro de lo observado)
Observación sobre acciones externas o productos, requiere de examen organizado de todos los elementos. Es planificada y con clara definición de los propósitos y variables. Recomendables en los primeros años y grupos no numerosos. Los indicadores y variables deben ser cuidadosamente elaborados para ser pertinentes y objetivos: las conductas relevantes a ese aprendizaje/lo que ha de ser observado en la mayoría/definir indicadores objetivos de cada variable
Sistemática indirecta
Auto-informes, cuestionarios, sociogramas, autografías, diarios del alumno
Observación de lo que el estudiante expresa de sí mismo ya sea por un instrumento elaborado o a través de sus reflexiones. Se debe ser cuidadoso al aplicarlos o interpretarlos. Son útiles al inicio de una asignatura, en problemas de resistencia y pobre motivación y sería muy útil repetirlas para constatar a posteriori los cambios propuestos.
No sistemática directa e indirecta
Anecdotario (registro anecdótico) informes.
Esta observación se produce ante un hecho espontáneo que completa o complementa una información útil sobre el alumno en cualquier circunstancia Para el anecdotario tres requisitos son importantes: 1. contextualizar el hecho, 2. Descripción del hecho sin uso de adjetivos, 3.hipótesis interpretativa sobre probables causas.
TÉCNICA: PRODUCCIONES DEL ALUMNO
TRABAJOS
DE RUTINA,
PRUEBAS O
EXAMENES
Según Número
de Sujetos
INDIVIDUALES: los más clásicos y conocidos. Sus propósitos evaluativos son: diagnostico, continuo y sumativo, para obtener información del proceso y resultados del aprendizaje, retroalimetación para que el alumno asuma responsabilidad y compromiso ante sus tareas. GRUPALES: por lo menos dos personas asumen la elaboración de la tarea (no grupos numerosos) para lograr participación e integración. Es muy valido que en el proceso no falte la autoevaluación (individual y colectiva) y la coevaluación entre grupos y miembros.
Según el alcance
de los contenidos
PARCIALES: evalúan un aspecto o sector del contenido. Deben evaluar un aspecto o porción significativa que tenga congruencia con el resto de las etapas. Su fin es dividir contenidos extensos, evaluar cuestiones puntuales o para evitar un examen global y abarcador GLOBALES: abarcan la totalidad de un eje temático. Deben respetar las normas de extensión y complejidad para evitar excesos
Según el canal
de comunicación
ORALES: expresión verbal , libre o orientada a la presentación de información. Los criterios deben estar visibles y pueden contener: fluidez verbal, dicción, capacidad expresiva, etc. Cuidar durante el examen: clima de serenidad, no interrumpir al ponente, no agredir con exclamaciones.
ESCRITOS: puede apelar a diversos formatos: expresión escrita, gráficos, esquemas, dibujos, etc. OPERATIVOS, DE EJECUCIÓN O FUNCIONALES: relación de una actividad o producto artesanal, tecnológico o artístico observada con una guía confeccionada a ese fin. Una actividad de laboratorio, la interpretación de una partitura, el armado de una maqueta. Son necesarios listas de cotejo o escala de calificaciones para registrar resultados, variables e indicadores
Según la
estructura
ESTRUCTURADOS: los que exigen una sola respuesta como correcta (prueba ―Objetiva‖). Está constituida por un instructivo (el cómo se debe dar la respuesta), las consignas indica la tarea que hace el alumno. Los estímulos son los ítems correctos y los distractores. Dentro de esta calificación están: de opción o selección múltiple, de multi-item de base común, de doble alternativa, respuesta por pares o apareamiento, de completamiento, de ordenamiento. SEMI ESTRUCTURADOS: requieren del alumno respuestas relativamente libres, instrumentos de libro abierto, mapas conceptuales, dramatización pautada, sintetizar un texto, expandir un texto breve, elaborar preguntas etc.) NO ESTRUCTURADOS DE ENSAYO: son los que solicitan del alumno una producción (la exposición de un tema, un ensayo, una monografía, una argumentación, una dramatización libre, elaboración de piezas de arte, pruebas a libro abierto.) útil para la evaluación de procesos. MIXTOS: combinan dos modalidades (estructurada /no estructurada) Ej: elaborar un mapa conceptual y luego explicar las relaciones diseñadas. Permiten evaluar aprendizajes diferentes en cualquier tipo de evaluación.
Según la duración
PUNTUALES: requieren de un lapso relativamente breve de tiempo (desde 15 minutos hasta 2 o 3 horas) DE RESOLUCIÓN PROLONGADA: se extiende a lo largo del proceso de aprendizaje. El alumno la va construyendo como parte del proceso de aprendizaje y permite ver su crecimiento avances y estancamientos. (el portafolio, evaluación por carpetas, informe de seminario, monografía) estas corresponden a instrumentos no estructurados.
TECNICAS DE INTERCOMUNICACIÓN (acto de comunicación directa entre el docente y el alumno destinado a conocer mejor al alumno)
ENTREVISTAS:
Diálogo prefijado (más o menos formal) para escuchar y explorar sobre intereses, actitudes, causas de problemas de aprendizaje, etc.
COLOQUIO:
Diálogo del docente con un alumno o grupo de forma relativamente libre para ampliar la información sobre el aprendizaje de determinado conocimiento, entablar una mejor relación con alumnos que requieren tratamiento didáctico especial.
.
CRITERIOS PARA LA SELECCIÓN
¿En que Marco Teórico Evaluamos?
Los instrumentos y sus usos deben guardar coherencia con el modelo pedagógico y con el proceso de aprendizaje. Como un mismo instrumento puede ser usado tanto en un encuadre conductista como en uno socio-constructivista deberán estar clara la finalidad y las consignas que utilizamos. Si hemos conducido un proceso real de construcción de sus conocimientos y capacidades, pero los alumnos saben que sólo se evaluará su memoria, entonces ellos dejaran de lado ese valioso proceso para concentrarse en memorizar mecánicamente los contenidos conceptuales. Debemos por tanto concentrarnos en apelar a una técnica o instrumento que nos ofrezca una información cualitativa, descriptiva de los desempeños y saberes reflexivos involucrados que a cuantificar cuanto contenido ha almacenado correctamente.
¿Qué queremos evaluar?
Es imprescindible que elijamos o programemos las técnicas o instrumentos que sean adecuados al tipo de saberes que queremos evaluar. Si con un instrumento deseamos obtener datos sobre saberes conceptuales, procedimentales y competencia, tendremos que encontrar la situación compleja y las consignas necesarias para lograr criterios ―pertinentes‖ de sus desempeños a la hora de la evaluación.
¿Para qué evaluamos?
Cuando evaluamos lo hacemos en función de ciertos propósitos: para conocer a los alumnos, para certificar sus aprendizajes. Los instrumentos pueden variar según sea evaluación diagnóstica, de proceso, de resultado, pero siempre deben servir para la toma de decisiones. Su utilidad se cumple cuando logramos conjugarla con el propósito real que queremos alcanzar desde el inicio del proceso docente.
Variedad Un proceso nunca deberá estar basado en un solo tipo de instrumento incluso con un mismo contenido. La realidad a evaluar es demasiado compleja y las capacidades en cada uno de los alumnos es también diversa. La variedad en el uso de técnicas e instrumentos posibilita la triangulación de la información durante todo el desarrollo de competencias en los estudiantes
Practicidad El uso del tiempo para la resolución y la revisión, las condiciones materiales, el número de alumnos, las posibilidades económicas que exigen los instrumentos, etc. Son elementos que debemos sopesar a la hora de definir la tarea con que vamos a evaluar, pero ante todo y de primerísima importancia, es que la tarea resuelva una necesidad real del contexto en que el alumno se prepara.
El evaluador También pueden surgir ciertas condiciones según quién evalúa: HETEROEVALUACIÓN: el profesor ejerce el role de evaluador y todos los instrumentos son utilizables luego de que los elijamos y consensuemos con nuestros alumnos según la asignatura, edades, tiempo, etapa de desarrollo de la unidad, etc. COEVALUACIÓN: los alumnos ejercen su role como evaluadores de sus propios desempeños. Podemos utilizar cualquiera de los diferentes instrumentos y modalidades que el profesor utiliza en la heteroevaluación. Lo importante es, que cuando trabajamos con un grupo que no ha practicado esa estrategia debemos apoyar a los alumnos desde la práctica cotidiana del aula. AUTOEVALUACIÓN: los alumnos deben aprender a auto-observarse, a conocer los referentes respecto de los cuales juzgar su propio desempeño, compararse consigo mismo en etapas anteriores y aprender a encontrar las estrategias para su autoaprendizaje.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
Explique la relación entre estrategias, técnicas e instrumentos.
Seleccione una estrategia que pueda funcionar como técnica
LAS RÚBRICAS
Antes de explicar qué es una rúbrica resulta necesario explicar qué no es, dada la frecuente confusión que
existe al respecto
Las rúbricas son matrices de valoración, por tanto no se pueden confundir con feedback de ejecución que
está dado por la retroalimentación sobre la corrección del trabajo y puede incluir información correctiva-El
feedback de ejecución se realiza por lo general atendiendo a cuatro tipos de respuestas de los estudiante:
Una respuesta correcta dada rápida y firmemente
Una respuesta correcta dada con vacilaciones
Una respuesta incorrecta reflejando un error descuidado
Una respuesta incorrecta sugiriendo falta de conocimiento de hecho o de un proceso
El feedback es una función de la enseñanza y por tanto es una función del profesor que por supuesto ayuda
al alumno a afinar sus habilidades, haciendo correcciones, pero no es una función de la evaluación y mucho
menos de matrices de valoración orientadas a favorecer que los alumnos se guíen en el proceso hacia los
resultados de aprendizaje, guía en la que resulta de gran utilidad el hecho de que puedan llegar a autojuicios
o autovaloraciones.
Cuando la rúbrica se elabora como si fuera un feedback lo que se hace es distribuir una respuesta adecuada
en cuadritos, con una distribución arbitraria que muchas veces lo que conduce es a errores conceptuales. Por
ejemplo.
Si se señala: excelente si menciona las tres partes que componen una secuencia didáctica
Bien si menciona dos partes
Regular si menciona una
Esta distribución arbitraria lo que nos está llevando es a evaluar como bien el desconocimiento sobre la
estructura de una secuencia didáctica y catalogando de regular lo que es un verdadero disparate ,
contradictorio incluso con el concepto de secuencia; como puede verse hacer una rúbrica no es ―picar en
pedacitos‖ una respuesta. Recordemos que las rúbricas se realizan en función de ayudar a guiar a los
alumnos hacia el alcance de las metas de aprendizaje , expresadas a través de criterios e indicadores
A continuación remitimos a direcciones en las cuales se puede profundizar en la realización de rúbricas,
además emitimos consideraciones sobre este instrumento evaluativo útil fundamentalmente e la evaluación
para aprender
Los siguientes sitios se ofrece una excelente discusión y ejemplos de rúbricas. http://writing.colostate.edu/references/teaching/grading/pop2d.cfm http://www.missouri.edu/~pattonmd//rubrics.html http://www.missouri.edu/~pattonmd//commenting.html
Los autores M en C María Alejandra Zazueta Hernández, y Dr. en CM Luis Fernando Herrera López, de la Universidad Autónoma de Campeche presentan una sinopsis útil sobre el tema al señalar lo siguiente:
Las rubricas se definen como ―un descriptor cualitativo que establece la naturaleza de un desempeño‖ (Simon, 2001). Las rúbricas son instrumentos de medición en los cuales se establecen criterios y estándares por niveles,
mediante la disposición de escalas, que permiten determinar la calidad de la ejecución de los estudiantes en
unas tareas específicas. (Vera Vélez, 2008).
Facilita la Calificación del desempeño del estudiante en las áreas del currículo (asignaturas o temas) que son
complejas, imprecisas y subjetivas, esto se realiza a través de un conjunto de criterios graduados que
permiten valorar el aprendizaje, los conocimientos y/o competencias logradas por el estudiante.
Por lo general se diseña de manera que el estudiante pueda ser evaluado en forma ―objetiva y consistente‖.
Al mismo tiempo permite al profesor especificar claramente qué espera del estudiante y cuáles son los
criterios con los que se va a calificar un objetivo que se ha establecido previamente, un trabajo, una
presentación o un reporte escrito y todo aquello que este de acuerdo con el tipo de actividad que desarrolle
con los alumnos.
En el nuevo paradigma de la educación las rúbricas o matrices de valoración se están utilizando para darle un
valor más auténtico o real, a las calificaciones tradicionales expresadas en números o letras y que nos sirve
para averiguar cómo está aprendiendo el estudiante. El propósito es mejorar la calidad de la enseñanza y de
los aprendizajes, no el efectuar una auditoría de estos, nos permite evaluar el proceso y el producto.
Su importancia radica en que:
En toda tarea que se les asigne a los alumnos deben de establecerse de forma clara y precisa los criterios
que fundamentan los objetivos de enseñanza.
Asegurar de forma precisa el nivel de aprendizaje que se desee de los alumnos.
Los maestros pueden mejorar la calidad de su enseñanza al enfatizar y precisar los detalles particulares que
consideren más pertinentes para garantizar trabajos de excelencia por sus alumnos.
Permite a los maestros obtener una medida más precisa tanto del producto como del proceso de la ejecución
de los estudiantes en diferentes tipos de tareas.
Los estudiantes tienen una guía de forma explicita para realizar sus tareas de acuerdo a las expectativas de
sus maestros.
Facilita a que los estudiantes desarrollen mejor los conceptos y destrezas que requieren las tareas asignadas.
Las Rúbricas o Matrices de Valoración se utilizan para múltiples y variadas actividades de aprendizaje, por lo
que pueden ser de dos tipos:
COMPREHENSIVA, HOLISTICA Ó GLOBAL - la que considera la ejecución de los estudiantes como una
totalidad, cuando se valora la misma al compararse con los criterios establecidos, en este tipo de matriz de
valoración el profesor evalúa la totalidad del proceso o producto sin juzgar por separado las partes que lo
componen. (Moskal 2000, Nitko 2001).
Las matrices comprehensivas se utilizan cuando pueden aceptarse pequeños errores en alguna de las partes
del proceso, sin que ellas alteren la buena calidad del producto final. Son más apropiadas cuando las
actividades de desempeño requieren que el estudiante produzca una respuesta sin que necesariamente haya
una respuesta única. El objetivo de los trabajos o desempeños que en esta forma se califican se centran en la
calidad, dominio o comprensión generales tanto del contenido específico como de las habilidades que
incluyen la evaluación en un proceso unidimensional.
ANALÍTICA – Con la matriz de valoración analítica el profesor evalúa inicialmente, por separado, las
diferentes partes del producto o desempeño y posteriormente suma el puntaje de estas para obtener una
calificación total. (Moskal 2000, Nitko 2001).
Las matrices analíticas se prefieren cuando se solicita en los desempeños una respuesta muy enfocada, es
decir para situaciones en las cuáles hay a lo sumo dos respuestas válidas y la creatividad no es importante en
la respuesta. El proceso de calificación es más lento, especialmente porque se evalúan individualmente
diferentes habilidades o características que requieren que el maestro examine el producto varias veces. Por
eso tanto el proceso de elaboración como su aplicación requieren tiempo. Hace posible crear un perfil de las
fortalezas y debilidades especificas de cada estudiante con el fin de establecer un curso de acción para
mejorar éstas últimas.
PROCEDIMIENTO Y PREPARACIÓN DE UNA RÚBRICA:
Para preparar una rúbrica es necesario primero:
1. Revisar detalladamente el contenido o unidad que se va a estudiar.
2. Establecer con claridad dentro de esa área o unidad un (unos) objetivo(s), desempeño(s), comportamiento
(s), competencia(s) o actividad (es) en los que se va a enfocar y determinar cuáles se van a evaluar.
3. Describir claramente los criterios de desempeño específicos que va a utilizar para llevar a cabo la
evaluación de esas áreas y asignar un valor numérico de acuerdo al nivel de ejecución, cada nivel debe tener
descrito los comportamientos o ejecuciones esperadas por los estudiantes.
4. Diseñar una escala de calidad para calificarlas, establecer los niveles de desempeño que pueden alcanzar
los estudiantes.
5. Revisar lo que se ha plasmado en la matriz para asegurar de que no le falta nada.
En el texto ― El Dominio de la evaluación‖,( Ruiz Iglesias, 2009) se selñala que sobre las bases de los
elementos de cognición y de observación del aprendizaje resulta indispensable arribar a un adecuado modelo
de interpretación, pues es aquí donde se sentirían las mayores afectaciones que se presentan cuando las
informaciones para evaluar el desarrollo de las competencias han sido muy limitadas.
Para contrarrestar tales limitaciones se requiere que las observaciones se hayan realizado sobre la base de
tareas con diferentes propósitos, los cuales se han erigido en criterios que abarcan tanto conocimientos como
procesos cognitivos sugeridos por el modelo de aprendizaje en cuestión. Sería incongruente pretender que
los resultados apunten solamente al análisis de la adquisición de contenidos cuando estamos argumentando
un modelo de aprendizaje para el desarrollo de competencias.
Por supuesto que los aspectos no observables del aprendizaje requieren de conjugar estrategias diversas que
permitan arribar a juicios sobre lo que pretendemos medir y evaluar. De ahí la importancia de aplicar técnicas
similares a las de la investigación, de poner en práctica estrategias que requieran de un proceso de
verbalización por parte de los alumnos, de compartir espacios que hagan surgir las reflexiones
metacognitivas, etc.
Las descripciones precisas del aprendizaje en el área del conocimiento son claves para poder comunicar
efectivamente acerca de la naturaleza del desempeño (esperado) de los estudiantes. Aunque el informe de
los resultados se produce al final de un ciclo de evaluación, las evaluaciones deben diseñarse desde el
principio para asegurar que el reporte podrá incluir los tipos de información deseados. A los educadores,
estudiantes y público en general, deben mostrárseles y hacérseles tan reconocibles como sea posible las
formas en que la gente aprende la materia de estudio, al igual que los diferentes tipos o niveles de
competencia.
La integración requiere de adecuadas valoraciones, y un instrumento útil para dichas valoraciones lo
constituyen las rúbricas, denominadas también matrices de valoración.
No se pueden construir rúbricas para todo, pues ellas no serían pertinentes para evaluar tareas que implican
respuestas correctas o incorrectas. Esa polarización no forma parte de su esencia, sino aquella que permite
constatar cómo, de modo progresivo, el alumno va transitando de niveles de novato hacia niveles de
experticia; por ello las rúbricas se caracterizan fundamentalmente en aspectos cualitativos, aunque no
soslayan la ponderación en puntuaciones numéricas para facilitar la necesaria labor de calificación, aunque
sin perder de vista que la calificación no es su verdadera finalidad pues no está inserta en la naturaleza de la
rúbrica.
El establecimento de criterios claros a la hora de elaborar la rúbrica es lo que más puede ayudar a que esta
adquiera el valor que debe tener, tanto para la enseñanza como para la evaluación del aprendizaje, sobre
todo cuando esos criterios claros permiten arribar a juicios de valor sobre la forma en que el alumno actúa e
interactúa para resolver problemas complejos, y destierra la inútil práctica de exponer literalmente la
información de los textos, la selecciona de manera fragmentada y con serias limitaciones para poder
sustentar dicha información.
Las rúbricas deben convertirse en fuente nutricia de los procesos de autoevaluación y en una vía de atención
a la diversidad, pues necesariamente tienen que ser construidas atendiendo a diferentes niveles de calidad en
el desempeño, y ello permite ajustes a las mismas.
Tres limitaciones graves en el uso de la rúbrica serían, en primer lugar, convertirla solamente en una
herramienta del docente, el cual informa al alumno el día de una evaluación final del instrumento en el cual se
apoyó para calificarlos; en segundo lugar, en confundirlas con listas de cotejo que tienden a describir criterios
triviales y segmentados; y en tercer lugar no someter los criterios a revisión, reajustes y redirecciones
necesarias.
La integración se apoya en las rúbricas tanto analíticas como comprehensivas. Las rúbricas comprehensivas
son más generales, por ello tienden a detenerse en un solo indicador de desempeño para determinar luego
varios niveles de logro. Como puede derivarse de esta visión, ellas buscan más bien un producto total para
determinar, a la hora de calificar, cuál es el dominio o comprensión general que un alumno tiene, ya sea de
determinado contenido específico o de determinada habilidad, pero centrado en intereses unidimensionales.
Esto hace que las rúbricas comprehensivas tengan mayor facilidad de uso para la calificación que las rúbricas
analíticas. Las rúbricas comprehensivas o totales funcionan mejor como herramientas de la evaluación que
tiene intención sumativa, y como puede apreciarse sí constituyen un paso de avance en relación con la
tradicional práctica de asignar un número o una letra sin ―razón aparente‖.
A continuación presentamos un ejemplo de rúbrica comprehensiva o total:
Elemento de competencia. Comprender los diferentes contextos de comunicación humana apoyados
en ejemplos descriptivos de la realidad.
Nivel de logro
Descripción
5
Demuestra total comprensión del problema
relacionado con los contextos de comunicación
humana, describiendo los caracteres esenciales
del contexto interpersonal, intrapersonal,
organizacional, público, intercultural y masivo.
4
Demuestra considerable comprensión de los
contextos de comunicación, describiendo los
caracteres esenciales del contexto interpersonal,
intrapersonal y masivo. Describe los caracteres
del contexto inter e intrapersonal.
3
Demuestra comprensión parcial del problema
enumerando los tipos de contextos de
comunicación humana pero sin describir los
caracteres esenciales de estos contextos.
2
Demuestra poca comprensión del problema pues
faltan los contextos de
comunicación esenciales.
1
Demuestra poca comprensión del problema pues
no puede describir los contextos.
Las matrices analíticas o rúbricas analíticas, por su parte, tienen toda la riqueza retroalimentadora que está
en el corazón del compromiso de evaluar formativamente; por ello permiten derivar un perfil de fortalezas y
debilidades del estudiante, y sustentan las propuestas de mejora de una manera enfocada. Por supuesto que
son más difíciles de confeccionar y también de usar, por ello hay que dedicarle tiempo inicial al adiestramiento
para el manejo de rúbricas.
Para ello los maestros deben consensuar tipologías, pues existen muchas maneras de hacer rúbricas, pero
como su valor no es formal, sino de esencia, hace falta que la estabilidad que preconizan las cuestiones de
esencia por sobre las de forma se patentice en este momento, para que los alumnos perciban la utilidad de la
rúbrica, lo que sin dudas constituiría un valor agregado en relación con el pensamiento crítico y metacognitivo.
Reiteramos que existen diversas formas de elaborar rúbricas analíticas, pero el denominador común es el
siguiente:
Su elaboración está ligada a un objeto de evaluación, o sea, a qué se evalúa. En el caso de la
evaluación basada en competencias el objeto de evaluación está dado en la articulación entre
conocimientos, saber hacer y competencias.
Se evalúan cada una de las partes que componen un determinado desempeño y no la totalidad de
este, como ocurre en la rúbricas comprehensivas.
Tiene en su base analítica la determinación de los criterios de desempeño específico que va a utilizar
el estudiante en esa área concreta, y esos criterios deben ser expresados de forma tal que permitan
establecer qué tanto ha aprendido el estudiante en el aspecto concreto que se analiza.
Exige que se establezcan los niveles de desempeño, con lo que se abre el abanico de posibilidades.
¿Cómo construirla en la práctica?
1) Establezca bien la unidad de aprendizaje que va a ser estudiada.
2) Establecer bien dentro de esa unidad las interrelaciones entre competencias, desempeño como
resultados, objetivos expresados en términos de capacidades (elementos de competencia y
evidencias de entrada, en unidad con la dimensión actitudinal o comportamental), actividades en las
que se va a enfocar para concretar el aprendizaje, y determinación de qué es lo que se va a evaluar.
3) Expresar el objeto de evaluación.
Por ejemplo: ―Señale el desempeño o los desempeños (elementos de competencia) sobre el cual o los cuales
trabajará el alumno para contribuir al desarrollo de la competencia‖.
Por ejemplo: ―Coloque en la primera columna vertical los elementos que va a evaluar. A continuación, de
manera horizontal, se coloca la escala de calidad para calificar los diversos aspectos se han de evaluar, con
una gradación de mayor a menor, velando porque la gradación se perciba obviamente y velando, además,
porque se destaque con precisión la diferencia entre los diferentes grados que se pueden lograr en
determinados conocimientos, saber hacer y competencias propuestas. Coloca en las celdas centrales la
descripción más clara y concisa posible de los criterios que se van a utilizar para evaluar los aspectos.
Téngase en cuenta en esta parte que deben quedar claras las características de un trabajo excelente, uno
malo y las variaciones intermedias entre uno y otro.
Elemento de competencia: exponer oralmente temas vinculados a la actividad de estudio atendiendo a
los caracteres y etapas de las técnicas de exposición oral.
Excelente
Nivel 4
Cumple con los
parámetros
representativos
Nivel 3
Aceptable nivel
de
cumplimiento
Nivel 2
Debe mejorar en
varios aspectos
Nivel 1
Puntos
Preparación
Análisis del
auditorio
atendiendo a
su
composición y
expectativas
en torno al
tema,
determinación
de objetivos y
tema de
acuerdo con
los propósitos
generales de
la
comunicación
y la naturaleza
del auditorio.
Registra
información
para organizar
la exposición.
Cumple con la
preparación
atendiendo a sus
elementos
estructurales,
auditorio, objetivos,
tema, registro de
información y
organización de la
información,
aunque no haya
atendido al aspecto
más significativo
dentro de cada uno
de esos elementos
estructurales.
Tienen en
cuenta
elementos
estructurales de
la preparación,
aunque están
ausentes
aspectos que
tradicionalmente
se han
considerado
como
periféricos, es
decir, los
implicados con
el auditorio y el
registro de
información para
organizar la
exposición.
Presenta dificultades
en el dominio de los
elementos estructurales
y no tiene en cuenta los
caracteres
representativos dentro
de cada uno de esos
elementos.
N1_
N2_
N3_
N4_
Desarrollo
del tema y
logro de los
objetivos
Atiende a
ambientación,
introducción,
que capte la
atención,
cuerpo de la
exposición y
finalización.
Atiende a la
estructura del
desarrollo aunque
no tienen presente
aspectos
distintivos de la
ambientación y la
introducción.
Atiende a los
elementos
estructurales
pero con
ausencia de
aspectos
distintivos y con
algunos
señalamientos
que afectan
directamente el
logro de los
objetivos.
Se ven afectados los
elementos
estructurales, están
ausentes aspectos
significativos del
desarrollo y se ve
afectado el logro de los
objetivos.
N1_
N2_
N3_
N4_
Aspectos
expresivos
Adecuada
pronunciación,
entonación y
manejo de la
respiración.
Se ve afectada
ocasionalmente la
entonación.
Se ve afectada
ocasionalmente
la entonación,
aunque sí tienen
problemas de
pronunciación
que interfieren
en ocasiones el
mensaje.
Se ve afectada la
entonación, la
pronunciación y la
respiración.
N1_
N2_
N3_
N4_
Aspectos del
lenguaje y el
estilo
Uso de
variedad en el
lenguaje
verbal, con
riqueza de
estilo.
Usa variedad en el
lenguaje aunque
tiene algunos
señalamientos de
estilo.
Presenta
algunas
limitaciones en
la variedad del
lenguaje y el
estilo.
El uso del lenguaje no
es variado, lo que le
imprime monotonía y
limitaciones en el estilo.
N1_
N2_
N3_
N4_
Coherencia
y cohesión
del discurso
Da
seguimiento al
orden trazado
de antemano
Da seguimiento al
orden trazado
aunque en
ocasiones se ve
Da seguimiento
al orden
trazado, aunque
se ve afectada
Se ve afectado el
seguimiento al orden
trazado lo que provoca
oscuridad en el
N1_
N2_
N3_
N4_
en la
preparación,
revelando
unidad
expositiva y
evitando
digresiones
innecesarias.
afectada la unidad
expositiva.
en ocasiones la
unidad
expositiva,
sobre todo por
las digresiones
en que incurre.
mensaje.
Expresividad
corporal
Utiliza la
expresividad
corporal para
dar vida y
asegurar la
eficacia del
mensaje.
Utiliza la
expresividad
corporal, pero no
siempre está en
función de la
eficacia del
mensaje.
Utiliza poco la
expresividad
corporal en
función del
mensaje.
No se hace notorio el
uso de la expresividad
corporal.
N1_
N2_
N3_
N4_
Orden y
participación
de los
oyentes
Los
participantes
registran
elementos del
contenido del
mensaje, se
ven
estimulados a
participar en el
momento
oportuno y
colaboraran
con el
mensaje
recibido.
Los participantes
registran
elementos de
contenido en el
momento oportuno
y se ven
estimulados a
participar, aunque
no siempre de
manera oportuna.
Los
participantes no
registran
elementos de
contenidos, lo
que determina
participaciones
no oportunas
que afectan la
colaboración
con el mensaje.
No estimula el
seguimiento a la
comunicación y, por
tanto, la estimulación
del oyente.
N1_
N2_
N3_
N4_
Estas rúbricas posibilitan determinar con precisión el grado en el cual el estudiante se
desempeña. Por supuesto que se requiere asignar un puntaje total posible y rangos de puntaje
para determinar la calificación y proceder al proceso integrado de valoración. Tras la reflexión, el
evaluador debe calificar cada competencia con base en los criterios e indicadores establecidos,
atendiendo a rasgos de puntaje, cada uno con más de una condición de calificación.
Luego de calificar cada competencia hay que calcular la calificación total, teniendo en cuenta los
diferentes momentos en que se ha dado la valoración, y teniendo en cuenta, además, las
ponderaciones realizadas para obtener resultados derivados del análisis de puntajes, así como
ponderaciones en los diferentes aspectos vinculados a la competencia que se evalúa, para lo
cual es necesario articular conocimientos, saber hacer y competencia propiamente dicha.
Estas consideraciones cierran una visión triangular en la que cognición, observación e
integración se conjugan en un logrado intento de conformar las bases de todo modelo orientado
a la evaluación por competencias. Dicho con explicitez, se trata de concebir tareas integradoras
que tengan en cuenta los aportes que la ciencia de la cognición ha realizado a la visión de cómo
se aprende; lo que remite, por supuesto, a la observación sobre el proceso de aprendizaje, y a la
importancia que en el mismo tienen la interacción y la retroalimentación; y, por último, la
integración, que apunta hacia la necesidad de adecuadas interpretaciones y valoraciones de los
resultados en su relación con el proceso seguido.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
Elabore un cuadro resumen sobre las rúbricas y ejemplifique con una analítica y otra global
UNA ESTRATEGIA ÚTIL EN LA EVALUACIÓN PARA PROMOVER
En la evaluación para promover o sumativa puede ser muy útil una estrategia como la siguiente:
HERRAMIENTAS PARA EVALUAR COMPETENCIAS
ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN