modernizacion a en america latina

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    Arturo Almandoz*

    Modernizacin urbanstica en Amrica Latina.Luminarias extranjeras y cambios disciplinares,1900-19601

    Resumen: Buscando una perspectiva comparativa de alcance continental, el artculotrata de relacionar visitas de expertos extranjeros con cambios acadmicos y profesiona-les, ocurrencia de eventos y aparicin de libros que ayudaron a consolidar y desarrollar ladisciplina urbanstica en Amrica Latina, entre las reformas novecentistas de la Bellapoca y el apogeo del modernismo en los aos 1950. Sobre la base de elementos contex-tuales de corte poltico, econmico y demogrfico que apuntalaron la modernizacin, seintenta entretejer una tal formacin discursiva de cambios epistemolgicos, profesionalesy acadmicos, a lo largo de dos grandes episodios: el europeizado urbanismo academicis-ta que predominara hasta los aos 1930, y la planificacin tecnicista y de corte norteame-ricano despus de la Segunda Guerra Mundial.

    Palabras clave: Urbanismo; Planificacin; Amrica Latina; Siglo XX.

    Introduccin

    Si bien ha sido profusamente abordado en trminos de expresiones literarias y artsti-cas, as como tambin propiamente arquitecturales, el estudio de la modernizacin urbanade entresiglos en Amrica Latina ha sido menos revisado desde las tendencias y movi-mientos urbansticos que buscaron colocar a la regin en un nuevo estadio de modernidadpara mediados del siglo XX. Tal carencia quizs se deba a que el urbanismo y la planifi-cacin urbana suelen ser vistos como temas demasiado tcnicos, cuando en buena parteresultaron del mismo clima cultural que propiciara los cambios en las vanguardias arts-

    * Arturo Almandoz es profesor titular del Departamento de Planificacin Urbana de la UniversidadSimn Bolvar, Caracas. Investiga en modernizacin urbana e imaginarios en Amrica Latina. Ademsde numerosos artculos en revistas especializadas y volmenes colectivos, ha publicado ocho libros,entre los que destacan Urbanismo europeo en Caracas (1870-1940) (1997; 2006) y La ciudad en el ima-ginario venezolano (2 Vols.). Ha editado Planning Latin Americas Capital Cities, 1850-1950 (2002).

    1 Una primera versin de este artculo fue presentado como ponencia libre: Fecundacin y colonialismotardos. Luminarias europeas y Fecundacin y colonialismo tardos. Luminarias europeas y propuestasurbanas en Amrica Latina, 1900-1960, en el XIV Congreso Internacional AHILA. Europa-Amrica:Paralelismos en la Distancia. Castelln, Espaa: Universidad Jaime I, 20-24, 2005. He tratado de incor-porar los comentarios y sugerencias de los compaeros participantes en el simposio en el que la ponen-cia fue presentada. Ib

    eroamericana,

    VII,

    27(2007),59-78

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    2 En vista de tal concepcin, as como de las limitaciones de extensin de este artculo, la bibliografa areferir ser principalmente general o comparativa sobre Amrica Latina, con la excepcin de referenciasde casos nacionales que resulten indispensables.

    ticas; la existencia de ese parentesco se destaca al aproximar el tema desde la perspectivade la historia cultural urbana, la cual busca precisamente relacionar los cambios en laciudad y sus disciplinas con los imaginarios y otras formas de representacin (Almandoz2004). Partiendo de una tal concepcin culturalista, creemos que la modernizacin urba-nstica resulta interesante para un pblico no especializado, especialmente si se la abordadesde una perspectiva panormica y comparativa de alcance latinoamericano, comoaspira este artculo desarrollar, ms all de la proliferacin de casos de estudio.2

    La modernizacin urbanstica buscada en este artculo revisa principalmente lasvisitas y asesoras de luminarias extranjeras, pero tambin la celebracin de eventos yla publicacin de libros en tanto unidades discursivas a travs de las cuales puedenser trazadas relaciones epistemolgicas y profesionales. Estoy consciente de las obje-

    ciones planteadas por Foucault (1992), por ejemplo, con respecto al cuestionable uso delas units de discours, tales como las nociones de continuidad (tradicin, desarrollo,influencia, evolucin, mentalidad, espritu), la vaga entidad atribuida a libros y obras,as como las supuestas separaciones entre disciplinas, entre otros de los estratagemasepistemolgicos sobre los que han sido establecidas las regularidades discursivas,sobre todo en las ciencias sociales. Con todo y ello, creo que ese corpus de unidadesdiscursivas refleja, de manera algo caleidoscpica, un complejo de relaciones con loscontextos sociales y la modernizacin latinoamericana de la primera mitad del siglo XX,as como con los cambios acadmicos y de la prctica profesional de la disciplina, todoslos cuales configuran un sistema de dispersin epistemolgica que este artculo tratade ensamblar.

    Para bosquejar la modernizacin urbanstica a travs de esa formacin discursiva, elartculo se propone, primeramente, tipificar y pasar revista a algunas de las propuestasformuladas por una serie de luminarias extranjeras que visitaron capitales latinoamerica-nas en la primera mitad del siglo XX: Joseph Bouvard al Buenos Aires y el So Paulo dela Bella poca; Jean-Claude Nicholas Forestier a Buenos Aires y La Habana en los aos1920; la famosas giras de Le Corbusier desde finales de la misma dcada; las colabora-ciones de Lon Jaussely y Werner Hegemann en Buenos Aires; las prolongadas contribu-ciones de Karl Brunner en los medios urbansticos de Chile y Colombia desde finales delos veinte, as como las de Hannes Meyer en Mxico; las coordinaciones de Alfred Aga-che y Maurice Rotival en los primeros planes urbanos de Ro de Janeiro y Caracas, res-pectivamente. Dentro del segundo episodio, son puestas en perspectiva las contribucio-nes y asesoras de Le Corbusier, Jos Luis Sert y otros voceros de los CongresosInternacionales de Arquitectura Moderna (CIAM), entre otras vertientes, en organismosnacionales de planificacin urbana emergentes en pases latinoamericanos desde los

    aos 1940 hasta finales de la dcada siguiente. sta es tomada como epgono de un cicloen el que buena parte de esas visitas y propuestas tuvieron un carcter protagnico, alque la historiografa regional, nacional y local ha llegado incluso a atribuir una condi-cin heroica en algunos casos (Prez Oyarzun 1991; Berjman 1998). En el marco de talmodernizacin urbanstica, el artculo se plantea tambin identificar cules de los visi-

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    3 Resultante de una lnea de investigacin y enseanza sobre Modernizacin urbana en Amrica Latina,1850-1950 (Almandoz 2002), el artculo se vincula al mismo tiempo con una investigacin posdocto-ral sobre la emergencia de la historiografa urbana, desarrollada en el Centro de Investigaciones Pos-doctorales (CIPOST), Facultad de Ciencias Econmicas y Sociales (FACES), Universidad Central deVenezuela.

    4 Para las secciones contextuales me apoyo en Almandoz (2006).

    tantes sealados ayudaron a la consolidacin de los estudios urbanos en los medios aca-dmicos, con nfasis en la enseanza de la historia.3

    I. Auge y ocaso del urbanismo academicista

    Urbanizacin y masificacin tempranas4

    Ya para los aos 1920, algunas regiones de Amrica Latina albergaban dos habitantesen las ciudades por cada campesino que haba permanecido en las pampas, llanos osertode su vasta geografa. Es un indicador muy grueso que oculta quizs contrastantes dife-

    rencias entre pases: Argentina y el Cono Sur tenan ms del 50 por ciento de su pobla-cin urbanizada desde 1914, mientras que las repblicas andinas o centroamericanas ser-an predominantemente rurales hasta los cincuenta (Beyhaut 1985: 210-211). A pesar desu relativa simplificacin, los indicadores demogrficos registraban una realidad inequ-voca: disparado desde el mismo comienzo del siglo XX en algunos pases, el proceso deurbanizacin sera indetenible en la mayor parte de Latinoamrica durante el segundo ter-cio del siglo. Y aunque slo en trminos demogrficos, en pocas dcadas se completaraun ciclo que haba tomado ms de una centuria en Gran Bretaa y otros pases industria-lizados y urbanizados a lo largo del siglo XIX (Potter/Lloyd-Evans 1995: 9-11).

    Como en otras regiones del hoy llamado Tercer Mundo, la acelerada urbanizacin deAmrica Latina en el siglo XX acentu las concentraciones de un mapa que contrastabacon la dispersin y el atraso rurales. Atiborradas de de migrantes campesinos y forneos,

    antiguas capitales coloniales y urbes emergentes pronto alcanzaron magnitudes que riva-lizaban con metrpolis europeas y norteamericanas. Buenos Aires salt de 663.000 habi-tantes en 1895 a 2.178.000 en 1932; Santiago, de 333.000 en 1907 a 696.000 en 1930; yCiudad de Mxico, de 328.000 en 1908 a 1.049.000 en 1933. Caso anlogo al explosivocrecimiento de ciudades industriales como Manchester y Chicago, So Paulo pas de240.000 habitantes en 1900 a 579.000 en 1920 y 1.075.000 en 1930; mientras que Rodisminuy su primaca urbana, con una poblacin que slo se increment de 650.000habitantes en 1895 a 811.433 en 1906. La expansin de las capitales fue en parte impul-sada por un incipiente proceso de industrializacin en Argentina, Uruguay, Chile y Cuba,los cuales figuraban entre los pases ms urbanizados del mundo para el primer cuarto desiglo. La poblacin de La Habana se duplic de 250.000 habitantes en 1900 a mediomilln en 1925. Impulsadas por la migracin del campo a la ciudad, las capitales de pa-ses andinos crecieron tambin de manera considerable: Bogot pas de 100.000 habitan-tes en 1900 a 330.000 en 1930, y Lima de 104.000 en 1891 a 273.000 en 1930. AunqueCaracas slo creci de 72.429 habitantes en 1891 a 92.212 en 1920, los primeros efectos

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    de la bonanza petrolera la haran pasar de 135.253 en 1926 a 203.342 en 1936 (Hardoy1988; Almandoz 2002).

    Sin alcanzar el dramatismo de la Revolucin Mexicana de 1910, la cual fuera enparte desatada por el descuido hacia el campo feudal por parte de los gobiernos moderni-zadores de Porfirio Daz (1877-1880, 1884-1911), los estados latinoamericanos nopudieron prolongar el liberalismo y positivismo decimonnicos hasta el siglo XX, comoel porfiriato haba tratado de hacer. Desafiados por las demandas de sufragio universal,constitucin de sindicatos y otros derechos polticos, los gobiernos de Jos Batlle yOrdez (1903-1907, 1911-1915) en Uruguay, Roque Senz Pea (1910-1913) e Hipli-to Irigoyen (1916-1922) en Argentina, seguidos del primer Arturo Alessandri (1920-1924, 1925) en Chile, ejemplificaron tempranos intentos del estado posliberal por adap-

    tarse a las demandas de la rpida urbanizacin. Muchas de las reivindicaciones de lamasa heterognea que engrosaba en las metrpolis tena que ver con problemas de aloja-miento y condiciones sanitarias en voltiles ciudades que no podan seguir manteniendo,por razones tanto polticas como demogrficas, sus deficiencias poscoloniales de servi-cios e infraestructura (Romero 1984; Pineo y Baer 1998).

    Respuestas oficiales y privadas a esas demandas configuraron la agenda urbana de lasdos primeras dcadas del siglo XX, especialmente en trminos de reformas higinicas yhabitacionales de los centros histricos, completada por los suburbios residenciales parauna burguesa que se haca cada vez ms cosmopolita (Almandoz 2002: 28-31). Coquete-ando, por un lado, con tempranas muestras del reluciente funcionalismo del Estilo Inter-nacional y el Art Dco, importados para sus lujosas quintas en los barrios chic de BuenosAires o So Paulo, esta clientela esnobista de recin urbanizados hacendados y barones

    del caf todava gustaba, por otro lado, del repertorio ms academicista heredado de laBella poca, incluyendo los refinados pero exhaustos motivos del Beaux Arts y Art Nou-veau. Era una ambivalencia estilstica que tambin mostraba el sector oficial en sus pro-gramas de edificios cvicos o administrativos, como fuera manifiesto en las celebracionesque, desde 1910, conmemoraran el primer centenario de independencia republicana.

    Agenda de la Bella poca5

    En el europeizado clima de la Bella poca, pueden distinguirse tres vertientes princi-pales de modernizacin urbanstica de las capitales latinoamericanas, a saber: las refor-mas sanitarias, las propuestas de renovacin urbana y la expansin residencial. Con rela-cin a la primera, debe considerarse que, como la industrializacin fue menos intensaque en Europa, las preocupaciones sanitarias en la Latinoamrica decimonnica no estu-vieron tan directamente relacionadas a los problemas de vivienda para inmigrantes. Lasordenanzas de construccin y control ambiental en las grandes capitales fueron en parteinspiradas por el debate europeo sobre higiene pblica, siendo prominente el ejemplobritnico: las actas de 1848 y 1875 fueron estudiadas en algunos pases, especialmenteen Argentina, donde aparentemente inspiraron las propuestas de Guillermo Rawson y

    5 Me apoyo en esta seccin en pasajes de Almandoz (2002), donde la bibliografa ms especfica es refe-rida.

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    Samuel Gache (Hardoy 1988: 102-103). Hacia los aos 1880, Buenos Aires lider conMontevideo la creacin de instituciones especializadas en investigacin sobre higiene,seguidas por similares en Ciudad de Mxico, Santiago y Lima, mientras propuestas paraviviendas obreras eran desarrolladas por promotores privados en Ro (Wilson 1972: 33-35; Pino/Baer 1998). El intercambio de experiencias a travs de las Amricas tambinjug un papel importante al difundir las nuevas ideas y adelantos. Las Conferencias Inte-ramericanas de 1897 y 1902, que tuvieron lugar en Ciudad de Mxico, discutieron laagenda higienista y promovieron la adopcin de acuerdos internacionales, algunos de loscuales fueron alcanzados en la Convencin Sanitaria de 1905 (Conferencias Internacio-nales Americanas 1938: 98). Sobre la base de tales eventos, para comienzos del siglo XX,los avances logrados en Buenos Aires, Montevideo, Santiago, Ro y La Habana pudieron

    servir de modelo a las reformas higienistas de capitales rezagadas como Caracas y Lima.Adems de la publicacin de significativas obras comoLa higiene aplicada a la

    construccin de las ciudades (1909-1910), del chileno Ricardo Larran Bravo, durantelas primeras dcadas del siglo XX el debate sanitario influenciara diversas propuestas derenovacin y extensin urbana en las capitales latinoamericanas. No slo se moderniza-ron redes de acueductos y alcantarillado, sino que tambin se emprendieron obras dems envergadura, como la demolicin del Morro do Castelo durante la administracin deCarlos Sampaio, prefecto de Ro, buscando erradicar los enclaves de tugurizados cor-tios del centro carioca, a la vez que mejorar la circulacin de los vientos. Tambinpuede mencionarse las propuestas lineales para la expansin de Santiago, desarrolla-das desde 1909 por el ingeniero y arquitecto chileno Carlos Carvajal, sobre la base delejemplo de la madrilea Ciudad Lineal de Arturo Soria en los aos 1890, que intentaba

    desconcentrar los congestionados centros tradicionales mediante la creacin de moder-nas urbanizaciones a lo largo de lneas de tranva y ferrocarril.Pero la mayora de los proyectos urbanos eran ms cercanos al linaje del urbanismo

    acadmico representado por la cole des Beaux-Arts y, ms tarde, por el Instituto deUrbanismo de la Universidad de Pars; la revista de ste,La vie urbaine, publicada desde1919, llegara a tener gran impacto entre las nuevas generaciones de profesionales latino-americanos (Gutirrez 1996). Contribuyeron a la prolongacin de ese academicismo for-malista y poco innovador las celebraciones del centenario de la independencia republica-na, que fueron sealadas ocasiones para organizar competencias arquitectnicas e invitara diseadores forneos a hacer propuestas. Preparndose para la celebracin del centena-rio de la independencia argentina en 1910, el Intendente de Buenos Aires invit a JosephAntoine Bouvard en 1907; el arquitecto de la ciudad de Pars, en la que haba organizadola eclctica exposicin de 1900, dise un conjunto de avenidas diagonales para el cen-tro de Buenos Aires, incluyendo un proyecto para la plaza de Mayo que no fue construi-do (Berjman 1998: 175-213). Invitado tambin durante la prefectura de RaimundoDuprat en So Paulo (1911-1914), las propuestas de Bouvard para la entonces segundaciudad brasilea, que ya evidenciaba su rivalidad con la capital carioca, apelaron a lamisma concepcin barroca y monumental del espacio, a la vez que evidenciaban la tar-da admiracin de Bouvard por Camillo Sitte. Si bien los principios artsticos de esteurbanista austriaco haban significado una renovadora alternativa frente a la concepciningenieril del ensanche que predominaba a finales del XIX en el mundo germano, ya parael momento de su invocacin en las propuestas Bouvard no representaba el organicismositteano una modernidad secular para la expansiva metrpoli latinoamericana.

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    La expansin de las reas residenciales articul otro captulo de la agenda en lasgrandes capitales de Amrica Latina. Como hemos visto, la imagen, composicin socialy estructura funcional de las ciudades ms populosas cambiaron drsticamente desde losaos 1900: abarrotados desde finales del siglo XIX con actividades administrativas ycomerciales, los centros tradicionales albergaron tambin inmigrantes rurales y extranje-ros atrados por la industrializacin incipiente, mientras que las clases medias y altashaban comenzado a buscar nuevas localizaciones residenciales, estableciendo as ladireccin para el crecimiento de sus capitales (Harris 1971). El arribo del automvilhaba ampliado las posibilidades de expansin urbana, limitadas hasta entonces en lascapitales que contaban con sistemas de tranvas y trenes suburbanos desde finales delsiglo XIX. ste fue el momento en el que, supuestamente, llegaron las ciudades jardn,

    cuya propuesta original haba sido formulada en la Inglaterra de entresiglos por Ebene-zer Howard, como respuesta de desconcentracin urbana frente al excesivo crecimientoy deterioro ambiental de la ciudad industrial.

    Un uso lato del trmino ha clasificado como ciudades jardn ejemplos decimonni-cos, desde colonias del Mxico del porfiriato; incluyendo el bairro de Higienpolis enSo Paulo, desarrollado desde los aos 1890 por los empresarios Martin Burchard y Vic-tor Nothmann; hasta la urbanizacin El Paraso, en la Caracas de los aos 1900. Tam-bin el Vedado, en La Habana, ha sido visto como anticipada expresin de las cualidadessuburbanas de la ciudad jardn, complementadas con los ingredientes naturalistas deldiseo de Frederick Law Olmsted creador del Parque Central neoyorquino as comocon la combinacin de actividades logradas en las manzanas del ensanche de IldefonsoCerd en Barcelona. Pero otros han sealado que la ciudad jardn de Howard nunca fue

    trasladada a Amrica Latina, la cual habra sido atrada ms bien por la idea del subur-bio-jardn y el suburbio-jardn-dormitorio para las clases media y trabajadora, respec-tivamente (Hardoy 1988: 104). Sin embargo, los proyectos ms directamente relaciona-dos con los principios de la ciudad jardn inglesa fueron algunos de los nuevos suburbiosde So Paulo, tales como Jardim America, desarrollado en 1915 con la participacin deBarry Parker, colaborador en la materializacin de la propuesta original de Howard enInglaterra (Almandoz 2004a).

    Con todo y la difusin de las supuestas ciudades jardn en las afueras de metrpolislatinoamericanas que valoraban ya los atributos suburbanos delplanninganglosajn, lapredominancia gala en el emergente urbanismo de la regin ilustra equivocidades tcni-cas atribuibles a factores culturales y geopolticos de la Belle poque. Apesar de su rela-tivo retraso con respecto a las reformas y legislaciones sanitarias y habitacionales enGran Bretaa y Alemania antes de la Primera Guerra Mundial (Sutcliffe 1981: 190-94;Choay 1983: 158-271), Francia mantuvo su prestigio en el diseo urbano, ganado desdeel siglo XIX, gracias a la prolongacin de su influencia en el repertorio academicista delas capitales latinoamericanas. Aunque esa predominancia sera eclipsada a partir de losaos 1930, cuando nuevos modelos urbansticos habran de ser incorporados al planea-miento de las capitales, la Ciudad Luz continuara como numen y meca de la retrica delBeux-Arts, la cual en buena medida haba informado al imaginario esttico de la Bellapoca latinoamericana. En el marco de tales gustos arquitecturales y reformas parcialesinspiradas en el Viejo Mundo, el urbanismo no sera instituido en Latinoamrica hastafinales de los aos 1920. Pero a diferencia de pases europeos donde la consolidacindisciplinar estuvo asociada a la promulgacin legislativa, bien fuera a nivel nacional o

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    6 De nuevo me apoyo en estos prrafos en mi propia revisin (Almandoz 2002); la bibliografa especficapor casos de estudio puede ser ampliada all.

    municipal, el urbanismo latinoamericano sera proclamado por nuevos planes para lascapitales y grandes ciudades, los cuales fungiran como partidas de nacimiento de lanueva disciplina (Almandoz 2002).

    Primeros planes, pioneros locales y padrinos extranjeros

    Desde finales de los aos 1920, el desarrollo industrial, la movilidad demogrfica yla expansin urbana haban evidenciado, en las mayores urbes latinoamericanas, laurgencia de adoptar planes que fueron emprendidos por los gobiernos locales apoyadosen expertos forneos y nuevas generaciones de profesionales criollos. Confirmando la

    especializacin del discurso y de la disciplina que acompaara a la emergencia del urba-nismo en los pases industrializados, los temas urbanos haban comenzado a atraer revis-tas tcnicas y divulgativas durante las primeras dcadas del siglo XX. Entre ellas destaca-ron La Ciudad (1929) en Buenos Aires; Planificacin (1927), Casas (1935) y

    Arquitectura y Decoracin en Mxico; Ciudad y Campo en Lima;Zig-zagy Urbanismoy Arquitectura (1939) en Chile; y laRevista Municipal del Distrito Federal(1939) enCaracas. La influencia de los urbanistas europeos era todava evidente en el uso de libroscomo Construccin de ciudades segn principios artsticos (1889), del ya mencionadoSitte, traducido al espaol en 1926; as como en textos de los historiadores francesesMarcel Pote y Pierre Lavedan, y del planificador britnico Raymond Unwin, colabora-dor de Howard, los cuales circulaban en sus versiones originales entre los profesionaleslatinoamericanos (Gutirrez 1996; Almandoz 2002).6

    Adems de las Conferencias Interamericanas y Congresos Panamericanos de Arqui-tectos que tuvieron lugar desde los aos 1920, las innovaciones tcnicas del urbanismopudieron intercambiarse en los eventos internacionales que, a partir de la dcada siguien-te, se especializaron en distintos componentes del emergente campo profesional. En1934 tuvo lugar un congreso de arquitectura y urbanismo en Chile, seguido del primerCongreso Internacional de Urbanismo en Buenos Aires en 1935. El primer CongresoInteramericano de Municipalidades tuvo lugar en La Habana en 1938, y el segundo enSantiago en 1941. Con respecto a la vivienda, el primer Congreso Panamericano deVivienda Popular tambin tuvo lugar en Buenos Aires en 1939, y el decimosexto Con-greso Internacional de Planificacin y Vivienda en Ciudad de Mxico en 1938. Celebra-do en Washington al ao siguiente, el decimoquinto Congreso Internacional de Arquitec-tos tambin represent una gran oportunidad para que los profesionales latinoamericanosactualizaran sus experiencias (Hardoy 1988).

    Confirmando la importancia que los cambios administrativos tuvieran para la conso-lidacin del urbanismo, tal como ocurriera en Europa antes de 1914 (Sutcliffe 1981), elaparato tcnico de la planificacin no cobr forma en Latinoamrica antes de la segundamitad de los aos 1920, cuando los problemas urbanos pasaron a ser cuestiones pblicas.La mayora de las oficinas nacionales y municipales de Santiago, Montevideo, BuenosAires, Ciudad de Mxico, Ro, So Paulo, La Habana, Lima, Bogot y Caracas fueron

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    resultado del esfuerzo entre gobiernos locales y nacionales, nuevas asociaciones profe-sionales, y centros de investigacin urbana. Con algunos profesionales actuando a la vezcomo responsables administrativos, diseadores y promotores urbanos, una nueva gene-racin de planificadores nativos surgira de estas oficinas y comisiones encargadas deelaborar los primeros planes para las metrpolis emergentes, incluyendo a Carlos Con-treras en Ciudad de Mxico, Mauricio Cravotto en Montevideo, Carlos della Paolera enBuenos Aires, Anhaia Mello y Francisco Prestes Maia en So Paulo, Pedro MartnezIncln en La Habana, y Leopoldo Martnez Olavarra en Caracas.

    Como epgono de la influencia europea de entreguerras en Latinoamrica, que noterminaba su seduccin por el prestigio cultural y acadmico del Viejo Mundo, esasnovedosas oficinas de urbanismo, con equipos criollos competentes, siguieron contratan-

    do a famosos urbanistas europeos como consejeros o coordinadores para la elaboracinde los primeros planes urbanos; stos parecieron alcanzar, como ya fue sealado, el valorde manifiestos o partidas de nacimiento de la nueva disciplina, a diferencia de paseseuropeos, donde las primeras leyes de planificacin tuvieron mayor significado episte-molgico. Capitalizando todava el prestigioso eclecticismo del urbanismo francs en laAmrica Latina de la Bella poca, conspicuos representantes de lo que ha sido denomi-nado cole Franaise dUrbanisme (EFU) la cual difundiera el urbanismo monumen-talista en colonias y protectorados fueron invitados a participar en las propuestas y pla-nes para algunas capitales (Choay 1983).

    Invitado en 1924 por la administracin municipal de Buenos Aires, el paisajista Jean-Claude Nicholas Forestier reputado por el diseo del sevillano parque de Mara Luisa,as como por intervenciones en las colonias francesas en frica e Indochina, como otros

    miembros de la EFU propuso avenidas, parques y espacios abiertos con ecos parisiensesdel Segundo Imperio; parte de sus propuestas seran incluidas en el primer plan de BuenosAires, llevado adelante desde 1925 por la recin creada Comisin de Esttica Edilicia(Berjman 1998: 215-267). Invitado tambin Forestier a La Habana por una nueva tecno-cracia municipal que reflejaba ya el autocrtico progresismo del rgimen de GerardoMachado (1925-1931), su Plan para el Embellecimiento y el Ensanche, tambin de corteacademicista, fue publicado e incluido en la Ley de Obras Pblicas promulgada por elnuevo gobierno en 1925, aunque escasamente realizado (Duverger 1994: 221-240).

    Otro connotado urbaniste de la EFU con experiencia colonial, Lon Jaussely trajopropuestas algo ms modernas a Montevideo y Buenos Aires en 1926 (Berjman 1998:215-271), cuando el fundador de la Socit Franaise dUrbanistes (SFU) manifestcierta oposicin a la cuadrcula colonial, pronuncindose a favor de algunos principiosde la ciudad jardn con respecto a la expansin urbana (Gutirrez 2002: 64-66). Invitadopor el prefecto Antonio Prado Junior para coordinar un equipo tcnico entre 1926 y1930, Donat-Alfred Agache propuso un plan monumentalista para Ro, cuya metodolo-ga incluy empero ciertas innovaciones metodolgicas, tales comosurveys geogrficosa nivel regional, as como una sntesis informativa de la capital en proceso de expansin.Otro tardo ejemplo del eclecticismo de la EFU puede verse en el primer plan para Cara-cas (1939), elaborado por la Direccin de Urbanismo del Distrito Federal capitalino,donde el equipo criollo de expertos haba sido apoyado, desde la creacin de aqulla en1937, por la oficina parisina de Henri Prost; numerosos proyectos en las colonias france-sas y Turqua imposibilitaron la visita del famoso urbanista, cuyos asociados, JacquesLambert y Maurice Rotival, fueron enviados a coordinar el plan de la modesta capital

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    que despertaba a la democracia, en medio de la bonanza petrolera, despus de la prolon-gada dictadura de Juan Vicente Gmez (1908-1935). Los tcnicos franceses reunan casitodos los ingredientes academicistas de la EFU, lo que hizo finalmente posible la extem-pornea llegada de la ciruga urbana al estilo del barn Haussmann a Caracas, despusde varias dcadas de afrancesadas aspiraciones de su cultura urbana (Almandoz 2002).

    Pero un mensaje ms moderno fue lo que los suramericanos trataron de obtener invi-tando a Le Corbusier a visitar Buenos Aires, Montevideo, So Paulo y Ro, gira que, sig-nificativamente, fuera emprendida por la luminaria franco-suiza en 1929, mientras elsegundo CIAM tena lugar en Francfort (Prez Oyarzun 1991). Invitado en la capitalargentina por la Sociedad Los Amigos del Arte, el adalid modernista, que slo trajo cru-das versiones de sus anteriores planes parisinos, no fue bien acogido e incluso ignorado

    por el grupo profesional nucleado en torno de la Sociedad Central de Arquitectos (Collins1995). Por otro lado, representantes ms profesionales del mundo germano tambin fue-ron llamados a apadrinar el naciente urbanismo latinoamericano. Werner Hegemann,editor de la revistaDer Stdtebau, fue invitado en 1931 a Buenos Aires por Los Amigosde la Ciudad, una pragmtica sociedad que pareca no estar satisfecha ni con las pro-puestas academicistas de la EFU, ni con los planes preconcebidos y fuera de contexto deLe Corbusier. El hombre responsable de la invitacin de Hegemann fue Carlos dellaPaolera, ingeniero argentino que se haba graduado en el Instituto de Urbanismo parisi-no, donde se haba familiarizado con las ideas del Museo Social y de la SFU, pero tam-bin conoca del enfoque tanto cientfico como humanstico con que Hegemann se apro-ximaba a la planificacin (Randle 1977; Collins 1995). Era tambin el caso del austriacoKarl Brunner, cuyas prolongadas estadas en Santiago y Bogot, invitado por los gobier-

    nos y medios acadmicos, lo confirmaron como el ms conspicuo representante en Lati-noamrica de un Stdtebau o arte urbano racionalista y contextualizado, que algunossectores profesionales buscaban despus del esteticismo sitteano (Hofer 2003).

    Currculos, asociaciones y eventos

    En el marco de esos cambios administrativos y tcnicos consecuentes con las primerasoficinas y planes de urbanismo, la progresiva especializacin lograda a travs de los curr-culos universitarios, las asociaciones profesionales y los intercambios en eventos, proveentodos claves tempranas para historiar los estudios urbanos. Sin intencin de ser exhaustivospara los diferentes pases latinoamericanos lo cual sera imposible no slo por limitacio-nes de extensin sino tambin por una bibliografa por casos que apenas comienza a desa-rrollarse valga slo referir pistas de los medios nacionales que pueden considerarse msadelantados para la tercera dcada del siglo. Uno de los primeros cursos de urbanismo fueintroducido en 1928 en la Escuela de Arquitectura, Facultad Ciencias Econmicas y Mate-mticas de la Universidad de Chile, por Alberto Schade Pohlenz, autor de un plan paraSantiago en 1923; con fuerte influencia de la esttica de Sitte; ese programa inspir, en1929, un curso equivalente en la Universidad Catlica (Hofer 2003: 74-75). Con la crea-cin del Instituto de Urbanismo y la promulgacin de una Ley General de Construccionesy Urbanizaciones el mismo ao, as como la celebracin del primer congreso de Arquitec-tura y Urbanismo en 1934, el Chile que entonces visitara Brunner donde desarroll planesurbanos, proyectos de leyes y cursos universitarios se destacaba como una de las platafor-

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    mas ms articuladas del urbanismo latinoamericano. A la partida de Brunner, la ctedra deUrbanismo fue asumida hasta 1946 por su discpulo, Rodulfo Armando Oyarzun Philippi,de la misma forma que los otros frentes continuados (Pavez 1992: 2-11).

    Valga sealar que, entre las contribuciones de figuras extranjeras que tuvieron msinfluencia acadmica, fue Brunner quien, adems de ayudar a constituir las plataformasinstitucionales y profesionales de Chile y Colombia, lleg a producir un libro en el quepodemos encontrar cierta referencia a la casustica latinoamericana para ilustrar la emer-gente preceptiva urbanstica. En efecto, suManual de Urbanismo (1939-1940) ofreci,de manera novedosa para el pblico del continente, una revisin de las soluciones que lanaciente planificacin daba a los problemas funcionales de las metrpolis mundiales,con abundantes ejemplos de la ciudad latinoamericana en proceso de transformacin

    (Brunner 1939: 19-24).Mxico fue otro caso tempranamente maduro. Promovido por el arquitecto Manuel

    Ortiz Monasterio, el curso Planificacin de Ciudades y Arte Cvico fue inaugurado en1926 en la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA) de Mxico y encomendado prime-ro a Jos Luis Cuevas Pietrasanta, y despus, hasta 1929, al arquitecto Carlos Contreras,fundador de la revistaPlanificacin y director desde el ao anterior del comit para elplano regional de Ciudad de Mxico; dos aos ms tarde, Cuevas introdujo la materia deurbanismo en la entonces Universidad Autnoma de Mxico. La celebracin del PrimerCongreso Nacional de Planeacin en 1930, por iniciativa de la Asociacin Nacional parala Planificacin de la Repblica Mexicana (ANPRM), creada en 1927, as como la pro-mulgacin el mismo ao de una Ley General de Planeacin, confirman el tempranodesarrollo de un marco profesional y jurdico en el pas azteca. Como pionero de esta

    profesionalizacin, Contreras haba propuesto la creacin de una escuela de planifica-cin, con el fin de producir profesionales en tres aos; aunque esta iniciativa no prospe-r, s logr concretarse para 1939 un posgrado en Planificacin y Urbanismo en el Insti-tuto Politcnico Nacional (IPN), uno de los primeros del continente (Snchez Ruiz s. f.).

    Brasil tambin dio numerosas muestras de una pionera institucionalizacin adminis-trativa, profesional y acadmica del urbanismo, aunque debilitadas algunas de aqullaspor la inestabilidad poltica y la posterior consolidacin del Estado Novo (1937-1945) deGetlio Vargas, cuyo centralismo no pareci favorecer la reforma local sino nacional.Despus de la fundacin de la efmera Asociacin Brasilea de Urbanismo en 1927, otropaso hacia su institucionalizacin como cuestin nacional vino con la creacin en 1932del Departamento de Administracin Municipal, destinado a dar asistencia a los gobier-nos locales. Confirmando que los prefectos de las ciudades brasileas han sido con fre-cuencia expertos pioneros adems de funcionarios, Luiz de Anhaia Mello autor dePro-blemas de Urbanismo (1929) organiz en So Paulo un Congreso de Habitacin,seguido de una Semana de Urbanismo que tuvo lugar en Salvador en 1935. El medioacadmico haba conocido la reforma de Lcio Costa en la ENBA carioca en 1931, cre-ando ctedras de urbanismo y paisajismo, en el marco de cambios que pretendan inde-pendizar la enseanza de la arquitectura de las artes plsticas; posteriormente, el prefec-to Pedro Ernesto lograra en 1935 la creacin de la Universidade do Distrito Federal(UDF), donde sera impartido el primer curso de posgrado en urbanismo, hasta que launiversidad fuera cerrada por el gobierno de Vargas en 1939 (Pereira 2003: 79-80).

    En el caso de Argentina, despus de la creacin de la Comisin de Esttica Ediliciaen 1925, las invitaciones a Le Corbusier y Hegemann fueron muestras del inters urba-

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    nstico de los grupos arquitecturales, siendo las propuestas del ltimo promovidas desdela Oficina del Plan de Urbanizacin, creada en 1932. Si la madurez del medio profesio-nal permiti la celebracin del primer Congreso Argentino de Urbanismo en 1935, lactedra respectiva en la Universidad del Litoral, Rosario, ya haba sido propulsada desde1929 por Della Paolera, quien pasara a ocupar desde 1933 la misma ctedra en la Uni-versidad de Buenos Aires (Randle 1977: 12). En su manual, Brunner hizo referencia aestos cursos, en los que la historia de las ciudades tena gran importancia tanto en laprimera parte, sobre evolucin urbana, como en la tercera, dedicada al arte urbano ourbanizacin (Brunner 1939: 24-25). Sin embargo, segn el ms tardo testimonio dadopor Hardoy, el contenido de esos primeros cursos de urbanismo no facilitaba ni la com-prensin de la ciudad ni de los centros histricos de rpida expansin y congestiona-

    miento; ocurra como con el naciente urbanismo que se practicaba entonces: si bienhaba algunas intervenciones inspiradas en el modernismo funcionalista, los planes derenovacin permanecieron apegados a la aproximacin parcial sobre el trfico, los espa-cios verdes o el embellecimiento, sin incorporar dimensiones econmicas, sociales oambientales propias de la planificacin tcnica (Hardoy 1991: 143).

    No slo para el medio argentino, el testimonio de Hardoy es indicativo del venideroeclipse del urbanismo academicista en la Latinoamrica de entreguerras, el cual necesita-ba enriquecer su alcance a travs de los nuevos objetos regin y territorio as como delos instrumentos planes maestros y zonificacin que pasaron a estar asociados con elplaneamiento norteamericano. Porque tal trnsito, que es en el fondo una cuestin episte-molgica y tcnica, se producira en el marco histrico del desplazamiento de polos demodernidad de la segunda posguerra, acentuado por peculiaridades idiomticas y cultu-

    rales de Amrica Latina, todo lo cual llevara a una nueva agenda de ciencias sociales yurbanismo, tal como vemos a continuacin. Sin embargo, puede decirse que el ciclo delurbanismo academicista, liderado en la regin por las luminarias extranjeras invitadaspor medios oficiales y privados, sirvi no slo para dar forma a la mayora de los prime-ros planes urbanos aunque la mayora quedara inconclusa sino tambin para introducirlos estudios urbanos en los medios acadmicos nacionales.

    II. Hacia la planificacin funcionalista

    Desfase entre industrializacin y urbanizacin

    En 1950, ms de la mitad de la poblacin de Uruguay (78,0), Argentina (65,3), Chile(58,4) y Venezuela (53,2) viva ya en centros urbanos. Mientras el promedio de urbaniza-cin en Amrica Latina era todava de 41,6, pases como Brasil y Mxico no eran demo-grficamente urbanizados slo debido a la inmensa magnitud de sus poblaciones, alber-gando empero algunas de las mayores metrpolis del mundo (United Nations 1996: 47).Ciudad de Mxico y Ro de Janeiro estaban apenas por debajo y por encima de los 3millones, respectivamente, mientras So Paulo ya haba escalado a 2 millones y medio.Este primer grupo de reas metropolitanas latinoamericanas estaba todava liderado porel Gran Buenos Aires, con 4,7 millones (Harris 1971: 167).

    Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta mediados de los aos 1960, lasmayores economas latinoamericanas mostraron relativa prosperidad, marcada por un sig-

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    nificativo crecimiento industrial por sustitucin de importaciones, en medio de una soste-nida urbanizacin que supuestamente ampliaba los mercados de consumo. La agendacontinental de desarrollismo haba sido respaldada, desde 1948, por la creacin de agen-cias internacionales como la Organizacin de Estados Americanos (OEA) y la ComisinEconmica para Amrica Latina (CEPAL), patrocinadas por las Naciones Unidas y loscrecientes intereses estadounidenses en la explotacin primaria e industrial de la regin.

    Vistas entonces como prometedores ejemplos de pases en desarrollodenomina-cin que pareci tener gran resonancia hasta los aos 1960 las sociedades latinoameri-canas en trance de industrializacin eran tambin consideradas como exponentes de lateora clsica de modernizacin, tal como fuera concebida por el desarrollismo econmi-co y la sociologa funcionalista. Desde comienzos de la dcada de los sesenta, la cone-

    xin entre industrializacin, urbanizacin y modernizacin fue formulada, siguiendo unaderivacin casi causal, por Philip Hauser, Leonard Reissman y Kingsley Davis, desde lasperspectivas del cambio social y la transicin demogrfica, apoyndose para ello en losejemplos de pases del Atlntico Norte que se industrializaran en el siglo XIX (Reissman1970; Davis 1982). De tal literatura pudo colegirse, sin embargo, que las naciones latino-americanas supuestamente en desarrollo parecan estar en el camino hacia la industriali-zacin y urbanizacin, pero de hecho padecan profundas distorsiones en comparacincon exitosas experiencias de modernizacin en Europa, Norteamrica y otras partes delmundo (Hauser 1967).

    Por un lado, la frgil industrializacin no haba precedido sino ms bien seguido a laurbanizacin latinoamericana, de manera que la sustitucin de importaciones no podaser vista como equivalente de la Revolucin Industrial, con sus consiguientes efectos

    dinamizadores sobre el sistema econmico y la transicin demogrfica (Williamson1992: 333). Tal como ocurriera en otras partes de lo que comenzaba a ser denominadoTercer Mundo, en lugar de haber jalado (pulled) hacia las ciudades contingentes pobla-cionales que pudieran ser de hecho absorbidos por la industria y otros sectores producti-vos, la mayor parte de la migracin del campo a la ciudad latinoamericana haba sidoempujada (pushed) por un sector agrario preterido por las polticas de nfasis urbanollevadas adelante por los estados corporativos (Potter/Lloyd-Evans 1998: 12-13).

    Por otro lado, los niveles de urbanizacin casi duplicaban la participacin industrialen las economas argentina, chilena, venezolana, colombiana y brasilea, segn los cen-sos de los aos 1950 (Harris 1971: 85). Tales niveles no podan ser absorbidos por el sis-tema productivo, de manera que a la postre produciran inflacin urbana o superurba-nizacin, tal como ocurrira en otras regiones del Tercer Mundo (Potter/Lloyd-Evans1998: 14-15). En las dcadas venideras, buena parte de este excedente de poblacinimproductiva viviendo en las ciudades terminara alojada en barriadas y dependiendo dela economa informal. Pero era ya evidente para comienzos de la dcada de los sesentaque el desequilibrio entre industrializacin y urbanizacin no permitiran ni el desarrolloal estilo CEPAL, ni la modernizacin segn la visin de la sociologa funcionalista.

    De urbanismo a planificacin

    No es casual que la utilizacin del trmino urbanismo durante las primeras dcadasdel siglo XX en Amrica Latina, se viera sustituida en la segunda posguerra por los voca-

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    7 Nuevamente, he tratado de registrar parte de este cambio en Almandoz (2002), donde puede encontrar-se ms bibliografa especfica de los casos referidos en los prrafos siguientes.

    blos planificacin o planeamiento en espaol, as comoplanejamento en portugus.Dado que stos son con frecuencia entremezclados como sinnimos, puede pensarse quela aparente duplicidad es debida a un vocabulario ms rico en este caso que el ingls,donde el urbanism tradicionalmente no tuvo una connotacin disciplinar alternativa altown planningbritnico o al urban planningnorteamericano, lo que cambiara en la erapostmoderna. Pero en el fondo, hay matices conceptuales e histricos asociados a cadatrmino: tal como ha sido esbozado para contextos de industrializacin avanzada, a dife-rencia del urbanisme francs, de la urbanistica italiana o del Stdtebau germano, el town

    planninganglosajn enfatiz valores sistmicos, procedimentales y/o polticos, apoyadopara ello en las ciencias sociales y su aparato tcnico en reemplazo del diseo, por resu-mir as su orientacin ms general, internacional y evidente para mediados del siglo XX

    (Hebbert 2004). Pero en la Latinoamrica que buscaba el desarrollo y la modernizacin atravs de la industrializacin y urbanizacin, ese trnsito epistemolgico fue tambinmanifestacin del relevo y desplazamiento de los polos desde los que era importada lamodernidad, de Europa a Estados Unidos, a travs del cual lleg el nuevo aparato de ins-trumentos asociados con la planificacin, as como la renovacin tcnica, procedimentale institucional que propici (Almandoz 2002: 31-39).7 En este sentido, damos a continua-cin algunas de las influencias y cambios presentes en ese clima profesional dentro delcual se planteara una nueva relacin con la planificacin y los estudios urbanos.

    Puede decirse que las principales influencias forneas en la Latinoamrica de la pos-guerra viraron del academicismo al modernismo funcionalista heredero del CIAM, elcual sirvi a los objetivos progresistas de regmenes latinoamericanos, tanto democrti-cos como dictatoriales. Desde antes del eclipse del urbanismo academicista, el racionalis-

    mo de izquierda de Hannes Meyer interactu en Mxico durante los diez aos que estuvoall el antiguo director de la Bauhaus, despus de otra prolongada experiencia en la UninSovitica de Stalin. Los proyectos de vivienda de inters social e instituciones pblicasen los que Meyer particip ayudaron al giro hacia la arquitectura ms verncula y regio-nalista producida durante el rgimen de Lzaro Crdenas (1934-1940), despus de laagenda modernizadora que ya vena en curso desde el maximato de Calles, con proyectoseducacionales y sanitarios liderados por Juan OGorman, Juan Legarreta y Villagrn Gar-ca (Gorelik 2005: 102-119). Invitado al ya mencionado XVI Congreso Internacional dePlanificacin y Vivienda, celebrado en la capital azteca en 1938, la llegada de Meyer fuetambin vista como espaldarazo al proyecto, impulsado por Cuevas y Enrique Ynez, deuna Escuela de Planificacin Urbana dentro del IPN fundado el ao anterior; la experien-cia sovitica de aqul estaba llamada a ayudar en la articulacin que el urbanismo mexi-cano buscaba con las emergentes categoras de regin y planificacin (Gorelik 2005:121-122). La presencia del arquitecto suizo tambin enriqueci, pero no fue fundamental,para el proceso que desembocara, ya para el final de la progresista presidencia de MiguelAlemn (1946-1952), en proyectos como el de la Ciudad Universitaria, coordinado porCarlos Lazo, Mario Pani y Enrique Del Moral, obra cumbre de un modernismo aztecaque reinterpret motivos nativos con una nueva resonancia internacional, tal como tam-bin ocurriera en sus contrapartes de Brasil y Venezuela (Fraser 2000: 51-74).

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    El legado del CIAM en otras capitales latinoamericanas se acrecent durante los aos1940, sobre todo a travs de las visitas de algunos de sus representantes como consultores oconsejeros de los nuevos organismos de planificacin, algunos de los cuales pasaron atener alcance nacional. Le Corbusier aprendi la leccin sobre la necesidad de contextuali-zar y respetar el medio profesional local en su segunda propuesta para Buenos Aires, lacual fue preparada con la firma de arquitectos argentinos Kurchan y Ferrari y publicada en1947. Mientras otros viajes de Le Corbusier a Bogot cristalizaran en un plan en 1950, lapresencia terica de CIAM sera consolidada con la edicin en espaol de la Charte dAth-nes (1941) manifiesto del funcionalismo resultante del cuarto CIAM publicada enArgentina en 1954, as como con la versin caribea que Pedro Martnez Incln haba pre-sentado en su Cdigo de Urbanismo, en el marco de la primera Conferencia Nacional de

    Arquitectura, celebrada en Cuba en 1948 (Prez Oyarzun 1991; Gutirrez 1995). Promotordel Patronato Pro-Urbanismo desde 1942, Martnez Incln impuls el giro del academicis-mo al modernismo desde su ctedra de planificacin urbana en la Universidad de La Haba-na. Despus de las visitas a esta capital de luminarias modernistas como Richard Neutra(1945), Walter Gropius (1945) y Joseph Albers (1952), el rol de paladn del CIAM entre lasnuevas generaciones de arquitectos cubanos correspondi a Jos Luis Sert, asesor de laJunta Nacional de Planificacin creada en 1955 por el segundo gobierno dictatorial deBatista (1952-1959). Exiliado desde el inicio de la Guerra Civil espaola, despus de habertrabajado con Le Corbusier entre 1929 y 1932, Sert finalmente se estableci como profesory decano de Arquitectura en Harvard, mientras su exitosa oficina con Paul Lester Wiener,Town Planning Associates (TPA), mantena pinges contratos con agencias gubernamenta-les de planificacin en todo el mundo. En el caso de La Habana, el americanizado proyecto

    del maestro cataln parece haber cedido demasiado a las ambiciones tursticas y financie-ras del rgimen de Batista, que buscaban convertir a la capital cubana en lo que terminarasiendo Miami despus de la revolucin de 1959 (Scarpaci Segre/Coyula 2002: 73-88).

    Arribado desde finales de los aos 1940 a Venezuela, pero sobre todo en la progresis-ta dictadura de Prez Jimnez (1952-1958), elplanningfue preconizado por el mismoSert, los planificadores norteamericanos Robert Moses y Francis Violich, as como denuevo Rotival, asesores todos de la Comisin Nacional de Urbanismo (CNU); estos lti-mos dejaron testimonios del auge de la nueva tcnica de la planificacin por aquellosaos. El Rotival que vena contratado por segunda vez por el gobierno venezolano noquera ser ya considerado como urbaniste, sino ms bien como exponente del ms com-prehensivo profesional que era elplanificateur, segn una diferencia sobre la que teori-zara aos ms tarde (Rotival 1964). En el caso de Violich, en su Cities of Latin America(1944), el planificador californiano ofreci una de las primeras perspectivas comparadasde la europeizada formacin academicista en varios medios profesionales con los queestuvo en contacto a lo largo de su viaje. Pero valga hacer notar que ya en aquel librotemprano Violich haba advertido tambin que los jvenes arquitectos y planificadorespracticantes de Amrica Latina comenzaban a ver hacia los Estados Unidos en vez deEuropa (Violich 1944: 169-173). Posteriormente supo resumir, a propsito de su expe-riencia con la CNU venezolana, el giro del enfoque disciplinar que se produjo en aque-llas dcadas, el cual puede ser predicado de buena parte del continente: Un movimientomoderno de Beaux Arts inspir el final de los aos 1930, y una orientacin social lamitad de los 1940, slo para dar paso a principios de los 1950 a un enfoque funcionalgenerado en las tcnicas norteamericanas (Violich 1975: 285).

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    En el caso de Brasil, adems del ruso Gregori Warchavchik, quien introdujera desde1923 el modernismo internacional en So Paulo, la presencia de figuras estelares de losCIAM, incluyendo las propuestas de Le Corbusier en Ro, apuraron el impulso funciona-lista, el cual mantuvo su fascinacin por lo forneo a travs de los aos 1930-1940. Unaexperiencia que confirma esta dependencia fue la de Cidade dos Motores, establecimien-to de alrededor de 25.000 habitantes que servira de apoyo a una fbrica aeronutica alnorte de Ro; el proyecto fue encargado a la TPA de Sert, gracias a los contactos de Wie-ner con el Departamento de Estado norteamericano, interesado a su vez en fortalecer laindustria aeronutica en el pas que necesitaban como aliado en la Segunda Guerra Mun-dial. Si bien la intermediacin gringa puede comprenderse en trminos de necesidadesgeopolticas, lo que s resulta inexplicable es que para 1942 los arquitectos brasileos

    estaban bien informados sobre los asuntos de planificacin, de manera que no necesita-ban liderazgo forneo (Fraser 2000: 207). Ello se confirmara en la dcada siguiente,cuando la emblemtica Brasilia promovida por el gobierno de Juscelino Kubitschek(1956-1961), sera ntegramente acometida por un equipo autctono liderado por LcioCosta y Oscar Niemeyer, lo que evidenciaba que, finalmente, la madurez profesional dela arquitectura y la planificacin poda alcanzar resonancia internacional, sin necesidadde luminarias extranjeras.

    El trnsito en la enseanza

    Entre los aos 1940 y 1960, la introduccin de la enseanza de la historia y los estu-

    dios urbanos pudo diferenciarse slo cuando las escuelas de arquitectura lograron supe-rar la dicotoma decimonnica entre los preceptos artsticos de la cole des Beaux-Arts,y los ms ingenieriles de la cole Polytechnique, que se haban reproducido en algunasuniversidades latinoamericanas desde las reformas borbnicas de finales de la Colonia(Torre 2002: 549-551). El crecimiento historiogrfico fue quizs estimulado por el hechode que, en las mismas dcadas, se manifest el inters extranjero, especialmente esta-dounidense, por reportar y explicar el modernismo latinoamericano; maestros regionalescomo el mexicano OGorman, los brasileos Costa y Niemeyer, y el venezolano CarlosRal Villanueva, fueron catalogados en las exposiciones Brazil Builds (Goodwin1943) y Modern Architecture in Latin America since 1945 (1955), organizadas por elMuseo de Arte Moderno de Nueva York, esta ltima bajo la curadura del famoso crticoHenry-Russell Hitchcock (1955; Fraser 2000).

    En el dominio urbanstico, la transicin hacia la planificacin pareca ir acompaadade la institucionalizacin de la historia como componente especfico llamado a alimentarla prctica profesional, especialmente en el medio ms maduro de Argentina. En estesentido, valga mencionar la visita del famoso historiador Marcel Pote, invitado por sudiscpulo Della Paolera, para inaugurar el Curso Superior de Urbanismo en la Univer-sidad de Buenos Aires, inspirado en la orientacin evolucionista del parisino Instituto deUrbanismo del que provena aqul. Tambin el gegrafo Gaston Bardet ense en lacapital argentina en 1949, pero se dedic ms a materias instrumentales que tericas(Randle 1972: 32-34), as como en Brasil, medios tambin en los que Joseph Lebret, consu aproximacin economicista y humanista, proyectaba las aplicaciones del componentehistrico dentro de la planificacin regional.

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    Ya para mediados de los aos 1950, la reforma en la enseanza de la historia delurbanismo, entre otras disciplinas, parece haber sido referencial en la Universidad Nacio-nal de Rosario, la misma en la que Della Paolera haba propulsado, recordemos, la cte-dra de urbanismo desde 1929 (Randle 1977: 12). A Rosario fueron entonces llamadosprofesionales de Buenos Aires, entre los que se encontraban los arquitectos Jorge Enri-que Hardoy y Francisco Bullrich; fue la primera vez que jvenes estudiosos como Guti-rrez y Segre entraban en contacto con figuras ya consolidadas, para asistir a sus clases(Almandoz 2003: 201-202). Con todo y estos cambios, pareca haber poca historicidaden la enseanza y prctica del urbanismo latinoamericano en los cincuenta, lo que Guti-rrez atribuye a la predominancia de la descontextualizada prospectiva importada de losCIAM: Era difcil entender la posibilidad de formular un futuro desde la propia historia;

    siempre pesaba ms el modelo externo de lo que se deba ser antes de entender lo quese era (Almandoz 2004: 244).

    Las distinciones implicadas en el trnsito del urbanismo hacia la planificacin enLatinoamrica fueron reconocidas, desde una perspectiva epistemolgica a la vez quehistrica, por el peruano Emilio Harth-terr y el argentino Patricio Randle, quienes parti-ciparon de aquella metamorfosis del joven urbanismo continental y la pusieran ms tardeen perspectiva. En su libroFilosofa en el urbanismo (1961), el primero se pronunciabiertamente por este trmino que corresponda a la ciencia de la ciudad, mientras quela sobrevaloracin del vocabloplanificacin, consecuencia de la creciente admiracinpor lo anglosajn en las universidades latinoamericanas, habra llevado a la secueladesmedrante del neologismoplaneamiento urbano, desplazando innecesariamente alpursimo y expresivo trmino que el idioma espaol ofrece en su voz urbanismo

    (Harth-terr 1961: 64, 124-126).Aos ms tarde, partiendo ms bien de la premisa de que en el idioma espaol ambostrminos, urbanismo y planeamiento, eran aceptables, en su obra Qu es el urbanis-mo (1968) Randle no los vio sin embargo como sinnimos, y atribuy un significado his-trico y conceptual a cada trmino. Por ser siempre destinatarios de influencias tandiversas, los latinoamericanos habramos adoptado urbanismo debido a que fueronfrancesas las corrientes que rigieron el despertar de esta actividad; el planeamientourbano se habra impuesto despus de la segunda Guerra Mundial a travs de lainfluencia inglesa, con la que probablemente quera referirse el historiador ms bien alinflujo anglosajn que lleg a Latinoamrica desde los Estados Unidos. Pero Randle fuems all de la mera sucesin de trminos, y se decidi a enfrentar la distincin bizanti-na que le intrigaba, atrevindose a la siguiente diferenciacin conceptual entre urba-nismo y planeamiento urbano:

    ...se tratara de dos conceptos diversos y sucesivos teniendo como punto de partida el urba-nismo en su aceptacin ms prxima a la esttica edilicia, a la obra pblica edilicia y a la pro-visin de los servicios urbanos, conforme a los primeros tratados de fines del siglo anterior ycomienzos de ste. Luego, en cambio, a la vez que se perfecciona la teora y la prctica, sur-gira como una nueva tarea la delplaneamiento urbano, en la que el lado esttico era slo unaconsecuencia de otras preocupaciones ms integrales y cientficas tales como el uso del sueloy la circulacin (Randle 1968: 22).

    Puede decirse que estas obras de Randle y Harth-terr lograron poner en una perspec-tiva epistemolgica e historiogrfica una aparente moda a sustituir urbanismo por planifi-

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    cacin, lo cual reflejaba cambios ms estructurales de la disciplina, en el marco geopolti-co del modernismo y el desarrollismo en Amrica Latina. Tal como lo enfatizara Harth-terr, si la mudanza terminolgica tena mucho que ver con el orden de difusin de losvocablos en espaol y portugus, reflejaba a la vez un desplazamiento en los polos de lamodernidad tcnica, de Europa a Estados Unidos, en la Latinoamrica de la posguerra,vida de desarrollismo y modernizacin. A un nivel ms prctico, ese cambio representa-ba, como lo hace notar Randle, un reemplazo del monumentalismo esteticista de los pro-yectos de comienzos de siglo, por una concepcin ms integral y funcional en los planesproducidos por las oficinas locales y nacionales de planificacin; desde el Mxico queacogiera a Meyer hasta la Argentina que conociera la primera edicin de la Carta de Ate-nas, varias de esas oficinas preconizaron conceptos e instrumentos transferidos por sus

    asesores provenientes del CIAM, tal como hiciera la TPA en Caracas, Ro y La Habana.

    Conclusiones

    La formacin discursiva del urbanismo latinoamericano debe ser rastreada desde lasreformas higienistas y habitacionales que algunos gobiernos debieron emprender comorespuesta al crecimiento urbano en la primera dcada del siglo XX, especialmente en elmarco de reivindicaciones cvicas promovidas en el Cono Sur. Todava en el clima cultu-ral y estilstico de la Bella poca, esos componentes funcionales se integraron con lasnuevas bsquedas de diseo urbano y arquitectnico propiciadas por la expansin bur-guesa de las capitales y las celebraciones del centenario de la independencia republicana.

    Pero la consolidacin disciplinar debi esperar hasta los aos 1920, cuando las visi-tas de luminarias forneas realz la produccin de planes y proyectos urbanos para Bue-nos Aires y otras capitales, con poblaciones ya millonarias o de cientos de miles de habi-tantes. A diferencia del contexto europeo, donde la produccin de leyes haba dadocarcter legal a la disciplina desde la primera dcada del siglo XX, la institucionalizacindel urbanismo latinoamericano principalmente se dio, con la excepcin de Mxico yChile que tempranamente desarrollaron plataformas nacionales a travs de las oficinasmunicipales encargadas de producir planes desde finales de los veinte, as como de uni-versidades que inauguraban cursos.

    Aunque profesionales de esos medios de Contreras en Mxico a Della Paolera enArgentina contaban ya con la formacin y experticia suficientes para acometer las cre-cientes tareas del urbanismo, se observ la tendencia a invitar famosos urbanistas extran-jeros, bien fuera por razones polticas, de prestigio o contactos personales. Los visitantesrepresentaron corrientes internacionales diversas que colorearon la modernidad urbans-tica latinoamericana, ayudando a desbrozar medios profesionales y acadmicos: Bou-vard, Forestier, Agache y Rotival prolongaron las formas del academicismo francs,mientras que Le Corbusier, Hegemann y Brunner representaron tendencias ms vanguar-distas o tecnicistas. Todos ellos, sin embargo, pertenecan a un momento epistemolgicodel urbanismo entendido como gran diseo o propuesta de intervencin espacial, sinmayor conexin con otras disciplinas sociales o tcnicas, tal como aqul haba nacido enla Europa de entre siglos.

    Una concepcin multisectorial y funcionalista de la disciplina se consolidara des-pus de la Segunda Guerra Mundial, cuando el modernismo de los CIAM proveyera el

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    sustrato terico y prctico para el trnsito de urbanismo a planificacin, nuevamentebajo la gida de luminarias extranjeras: Corbusier, Meyer, Sert, Wiener, Violich y elsegundo Rotival, entre otros que formaban parte de una comunidad internacional de con-sultores. Al igual que en el caso de sus antecesores, tales visitantes no fueron estricta-mente necesarios desde el punto de vista profesional, aunque es innegable que tambinayudaron a consolidar la incipiente plataforma de planificacin, sobre todo a escalaregional y nacional. Llegado principalmente por va norteamericana, el funcionalismo deCIAM amalgam diversas influencias metodolgicas del planning emergente, convariantes que iban desde lo econmico y social, hasta lo regional y sistmico, las cualesse fueron adicionando de diferente manera a los aparatos de planificacin latinoamerica-nos. Tal mutacin disciplinar se correspondi con un desplazamiento geopoltico, tcni-

    co y cultural de los polos de modernidad, de Europa a Estados Unidos, como tambinocurra en otros dominios tcnicos y culturales de los aparatos gubernamentales.

    Despus de la euforia desarrollista y de la sustitucin de importaciones, una nuevarelacin entre ciencias sociales y planeamiento diagnstico, ya para los aos 1960, la des-fasada relacin entre industrializacin, urbanizacin y modernizacin en Latinoamrica.En bsqueda de una relacin ms contextual y cientificista plasmada ya en los estudiosurbanos universitarios, la revisin del trnsito de urbanismo a planificacin sera uno delos primeros captulos a ser elaborados por la agenda de la historiografa urbana latinoa-mericana, tal como bien captaron, por ejemplo, los libros de Harth-terr y Randle. Mien-tras tanto, en el dominio de la prctica profesional urbanstica, la invitacin de luminariasextranjeras haba dejado de ser moda en los gobiernos latinoamericanos, para ser sustitui-da por formas ms corporativas de asesora profesional, a travs de equipos tcnicos pro-

    venientes de universidades extranjeras y agencias de cooperacin internacional. Pero yaeso constituye un episodio geopoltico y epistemolgico diferente en la relacin entremodernizacin y prctica urbansticas, el cual convendra estudiar en otro artculo.

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