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MNRT Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara “¡Guerra al nacionalismo cipayo!”

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MNRTMovimiento Nacionalista Revolucionario

Tacuara

“¡Guerra al nacionalismo cipayo!”

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1ra edición regional: Mayo de 2006 (20 Ejemplares)

Agradecemos los valiosos aportes en digitalización y compilación de material histórico echo por el equipo de ELORTIBA.ORG

Se recomienda la reproducción total o parcial de este libro con el objeto de difundir y facilitar el acceso a material escrito o digital que de cuenta de experiencias y valores, planes y proyectos, acciones y movimientos, clases sociales y generaciones, ideas y culturas, momentos y circunstancias de la historia de la lucha de los pueblos por construir y componer un mundo mas justo.

Compilación y compaginación a cargo de Nicolás Pacheco

2006 (Copyleft) Ediciones Estrategia – investigación militanteRosario - Sta. Fe

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

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“Tacuara: la pólvora y la sangre”: extractos del libro de Roberto Bardini

A continuación, una selección del libro de Roberto Bardini “Tacuara: la pólvora y la sangre”, Editorial Océano, México 2002.Se intenta a través de estos extractos, retratar de alguna manera los orígenes de lo que luego sería el MNR-Tacuara.

1963: EL ASALTO AL POLICLÍNICO BANCARIOPoco antes de las 11 de la mañana del jueves 29 de agosto de 1963, una ambulancia con la sirena encendida llegó al estacionamiento del Policlínico Bancario, ubicado en el barrio de Flores, frente a la plaza Irlanda. El conductor y su acompañante vestían guardapolvos blancos y declararon al guardia de la entrada que traían a un enfermo. El custodio observó que en la parte trasera del vehículo un hombre de rostro pálido yacía dormido en la camilla, cubierto por una sábana, y les permitió entrar. Casi inmediatamente arribó al lugar una camioneta IKA de la Dirección de Servicios Sociales Bancarios con 14 millones de pesos de la época (alrededor de 100,000 dólares) destinados al pago de los sueldos del personal. A bordo del vehículo venían dos empleados administrativos custodiados por un sargento de la Policía Federal. Dentro del policlínico, alrededor de cien personas -entre médicos, enfermeras y trabajadores- formaban fila ante la ventanilla de cobranzas. Como de costumbre, dos oficinistas salieron del edificio y se dirigieron a la camioneta para recibir los paquetes con el dinero. -¡Quietos! ¡Esto es un asalto! -se escuchó de pronto. Las miradas del suboficial y de los cuatro empleados se volvieron hacia un joven rubio que empuñaba una ametralladora PAM. Paralizados momentáneamente no alcanzaron a ver a otros dos muchachos que los apuntaban con pistolas, escondidos entre los coches estacionados. Ante un movimiento del policía, el rubio disparó una ráfaga: dos ordenanzas murieron en el acto mientras el sargento y los tres oficinistas rodaban por el suelo, heridos. Las personas que caminaban por el lugar se arrojaron cuerpo a tierra o corrieron hacia el edificio. Repentinamente, aparecieron los dos jóvenes que estaban ocultos, tomaron los paquetes con el dinero y los subieron a la ambulancia que había llegado antes. En pocos minutos más todos los asaltantes huyeron. A partir de la alarma, la División Robos y Hurtos de la Policía Federal citó a un testigo presencial, a dos empleados de la agencia de automotores donde quince horas antes se

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había alquilado la ambulancia y al chofer del vehículo, a quien le habían aplicado dos inyecciones a través del pantalón para adormecerlo (era el hombre pálido que yacía en la camilla de la parte posterior). En la Sección Identificación, un comisario -dibujante y experto en “retratos hablados”- logró una descripción detallada de los asaltantes. Los investigadores les mostraron a los testigos voluminosos álbumes con fotos de delincuentes con antecedentes. Al anochecer de ese mismo jueves 29 de agosto, la certeza era casi total: el asalto había sido cometido por dos conocidos malhechores con una extensa trayectoria al margen de la ley.

El “pibe de la ametralladora” Al día siguiente, la Policía Federal hizo el anuncio: Félix Arcángel Miloro y Salustiano Franco eran los responsables del robo. Miloro, alias “El pibe de la ametralladora”, tenía 27 años, medía un metro ochenta y cinco, y había sido integrante de la célebre banda de Jorge Villarino, hasta formar su propio grupo. El diario Clarín lo describió así: “Bien parecido, alto, siempre sonriendo y vestido a la moda, su exterior recuerda antes al twist que a la pistola 45”. Franco, alias “Salunga”, tenía 33 años y todos sus hermanos eran delincuentes. Dos de ellos habían sido apresados en 1960, luego de un asalto en Barracas y un tiroteo con policías que se prolongó hasta Constitución. La Policía Federal informó que muchos de los billetes de $5,000 eran de la serie “A” y su numeración iba desde el 04.578.001 hasta el 04.583.000. La División Robos y Hurtos movilizó a sus 144 agentes tras los rastros de Miloro y Franco, consultó informantes, policías retirados, ladrones de segunda categoría y prostitutas, ordenó allanamientos y detenciones, e intensificó lo que en la jerga del periodismo policial se designa eufemísticamente como “intensos interrogatorios”. No era para menos: según “Clarín”, el asalto al Policlínico Bancario “al constituirse por su importancia en el número uno de los ocurridos en nuestra capital en todos los tiempos, ha calado hondo en el ánimo de magistrados y funcionarios”. Finalmente, un soplón dio la dirección de una vivienda en la provincia de Córdoba. El 10 de septiembre de 1963, alrededor de cien agentes federales se dirigieron velozmente al lugar. El aguantadero fue ubicado y rodeado. Adentro estaban Miloro y otro delincuente conocido como “El gaitero” Zarantonello; los acompañaba Ana Carbó, amiga de ambos. Un oficial de policía ordenó a los gritos que se entregaran y que no intentaran escapar. Los pistoleros no se rindieron ni huyeron. Versiones posteriores indicaron que resistieron con coraje; un rumor aseguró que fueron literalmente masacrados. Lo cierto es que el tiroteo duró media hora y cuando todo concluyó los cuerpos de “El pibe de la ametralladora” y “El gaitero” parecían coladores. En comparación, Ana Carbó fue casi afortunada: una ráfaga le arrancó la pierna izquierda. El expediente del asalto fue cerrado y archivado.

La tacuara revolucionaria Seis meses después trascendió que Félix Arcángel Miloro había sido acribillado a balazos por error. “El pibe de la ametralladora” no había tenido ninguna vinculación con el asalto al Policlínico.

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El joven rubio que empuñaba la PAM en la mañana del 29 de agosto se llamaba José Luis Nell Tacci, descendía de irlandeses y era estudiante de Ciencias Jurídicas y Sociales. Sus compañeros lo apodaban “Pepelu”, vivía en el barrio de Flores y uno de sus mejores amigos era un estudiante de Derecho y ex cadete del Liceo Militar General San Martín, llamado Envar El Kadri. Otro de sus amigos, era José “Joe” Baxter, de 24 años, también estudiante de abogacía y empleado de Teléfonos del Estado. Nell y Baxter habían caído presos varias veces pero no eran delincuentes: eran militantes del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT). Hasta entonces Tacuara estaba considerado como un activo grupo juvenil con gran inserción en los colegios secundarios de Buenos Aires, cuyos integrantes profesaban el revisionismo histórico y un fuerte antisemitismo. La opinión generalizada era que estaban más ocupados en pintar cruces svásticas en las paredes, arrojar alquitrán contra algunas sinagogas y enfrentarse a estudiantes judíos que en asaltar bancos. Lo nuevo, ahora, era el agregado de “Revolucionario” a la denominación “Movimiento Nacionalista”. El asunto dio un giro de 180 grados, y de Robos y Hurtos pasó a la Dirección de Coordinación Federal y a la División de Orden Político. Nell, de 22 años de edad, estaba cumpliendo con el servicio militar en una base de la Fuerza Aérea en Río Gallegos (Santa Cruz). Al principio de su conscripción era chofer del ministerio de Defensa, pero fue enviado al sur como castigo al comprobarse que usaba automóviles del Ejército para “asuntos particulares” (sus jefes, claro, aún no sabían en qué consistían esos “asuntos”). Encapuchado y aún vistiendo el uniforme de soldado, Nell fue trasladado en avión a Buenos Aires el 26 de marzo. En el aeroparque lo esperaba una custodia integrada por carros de asalto de la Guardia de Infantería, agentes de civil con armas largas y motociclistas del Cuerpo de Tránsito, que lo llevó directamente al Departamento Central de Policía, donde lo interrogaron hasta altas horas de la madrugada. El 4 de abril de 1964, la Policía Federal informó que de enero a noviembre de 1963 los miembros del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara habían protagonizado “cuarenta y tres hechos terroristas”. Y ya no eran agresiones a la comunidad judía argentina. Ahora se trataba de ataques a los centinelas de la Escuela Superior de Guerra, la Dirección General de Remonta y Veterinaria del Ejército, el Tiro Federal Argentino y el destacamento de guardia del Aeroparque “Jorge Newberry”, con el objetivo de apoderarse del armamento. También habían robado municiones de un camión de la firma Duperial-Orbea y de la fábrica de armas Halcón. Los nuevos tacuaras también habían realizado atentados contra la fábrica Philips, estaciones de servicio ESSO, supermercados Minimax y empresas de origen británico y norteamericano. Según la policía, se habían descubierto planes para atacar la guarnición militar de Campo de Mayo y efectuar acciones de sabotaje contra la usina central de SEGBA (Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires), un gasoducto ubicado en La Plata y depósitos de Shell. En allanamientos a varios domicilios se habían encontrado, además, una imprenta y volantes de apoyo a la Confederación General del Trabajo y a la Juventud Peronista.

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Con relación a las nuevas pistas del asalto al Policlínico, la Policía Federal divulgó una extensa lista de dieciocho detenidos y once prófugos. La lista de detenidos, publicada en el vespertino “La Razón”, era la siguiente: Jorge Caffatti, Lorenzo Posse, Gustavo Posse, Tomislav Rivaric, Horacio Rossi, Mario Duaihy, Alfredo Ossorio, Osvaldo Vanzini, Dámaso Fernández, Luis Arean, Nelson Latorre, Adolfo Infante, Alberto Pascual Fürpass, Horacio Bonfanti, José Luis Nell, Luis Barbieri, Carlos Fuentes y Eduardo Álvarez. Los prófugos eran Federico Russo, Amílcar Fidanza, Horacio Iglesias, Alfredo Roca, Ricardo Viera, Rubén Rodríguez, Luis Alfredo Zarattini, Jorge Cataldo, Carlos Arbelos, José Baxter y Juan Carlos Brid. Algunos de los detenidos y prófugos no habían participado del asalto pero eran buscados por otros hechos. Casi todos eran estudiantes que trabajaban, pertenecían en su mayoría a la clase media, se definían como peronistas y, detalle para ser tomado en cuenta, la edad promedio era de veinte años.

LA PÓLVORA Y LA SANGREAfines de noviembre de 1955 se creó el Grupo Tacuara de la Juventud Nacionalista en el local que la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios (UNES) poseía en Matheu 185, en el barrio de Once.La UNES, fundada por Juan Queraltó el 5 de junio de 1935, publicaba un irregular periódico denominado Tacuara: la T del logotipo eran dos cañas cruzadas, con un cuchillo atado en el extremo derecho, a semejanza de las lanzas usadas por los gauchos de las montoneras durante las guerras argentinas del siglo XIX.1

Más tarde, la Unión Cívica Nacionalista (UCN) les prestó un destartalado local de tres habitaciones en un viejo edificio de Tucumán 415, a cuatrocientos metros del puerto. La UCN era un pequeño partido en estado vegetativo pero tenía personería jurídica: en las elecciones de febrero de 1958 -en las que triunfó Arturo Frondizi apenas rozó los 2 mil 300 votos.Los titulares de la UCN eran Horacio Naya, ex consejero de la Alianza Libertadora Nacionalista, y Emilio Gutiérrez Herrero, un furibundo antiperonista exiliado en Uruguay,

1 Juan Enrique Ramón Queraltó, hijo de un comerciante español importador de jueguetes, fue presidente en 1935 de la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios (UNES). Esta organización estudiantil era un ala de la Legión Cívica, grupo paramilitar surgido por un decreto del general José Felix Uriburu en mayo de 1931. Seis años después Queraltó creó la Alianza de la Juventud Nacionalista (AJN). El primero de mayo de 1938 la AJN compitió con partidos y sindicatos anarquistas, socialistas y comunistas en la celebración del Día del Trabajo. En 1941 la organización tenía once mil cotizantes (ocho mil hombres y tres mil mujeres), mayoritariamente concentrados en la ciudad de Buenos Aires. En mayo de 1943 toma el nombre de la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN) y poco después posee un local en la esquina de Corrientes y San Martín. No obstante, su antisemitismo feroz –cercano al fascismo-impide su crecimiento político y termina convirtiéndose en un grupo de choque. En 1953, por instrucciones de Juan Domingo Perón, Guillermo Patricio Kelly echó a Queraltó de la jefatura y pasó a ocupar su lugar.

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editor del periódico Liberación. En las elecciones de 1952, la Unión había ganado 163 votos.Ese año de 1958, el nombre de Tacuara quedará asociado a los violentos enfrentamientos estudiantiles entre laicos y libres. El jefe político de Tacuara se llama Alberto Ezcurra Uriburu, nació el 30 de julio de 1937 y es el séptimo hijo de un modesto profesor de historia. Es un austero y casto joven de veintiún años que abandonó sus estudios de seminarista y se gana la vida como pintor de motos. A los trece años había ingresado a la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios. Usa lentes de gruesos cristales, posee una sólida formación histórica y es un orgulloso descendiente de Juan Manuel de Rosas y del general Félix Uriburu.Su padre, Alberto Ezcurra Medrano, nacido en 1909, es conferencista, articulista en una docena de publicaciones nacionalistas y autor de alrededor de veinte libros. Se le considera entre los precursores del revisionismo histórico y uno de sus seguidores lo definió como “antilibeiral, católico, rosista e hispánico”.2 El subjefe es José Baxter, alias Joe o el Gordo, un ex afiliado a la Unión Cívica Radical

que ingresó a Tacuara en 1957 y que pronto se transformó en su vocero. Nacido en 1940 e hijo de un capataz de estancia descendiente de irlandeses, el robusto Baxter estudia Derecho y trabaja como telefonista. Es histriónico y ocurrente; su personalidad -según un antiguo camarada- recuerda una frase de José Ortega y Gasset: “En épocas de crisis hay hombres que se hacen matar por una ficción”. Su madre, una devota católica, les entrega a él y sus compañeros medallitas de la Virgen de Luján cuando parten a enfrentarse con los estudiantes laicos (algunos años más tarde, las actividades de Joe y sus compañeros tomarán otro rumbo, pero la señora continuará con esta piadosa costumbre).

Uno de los fundadores de Tacuara y su primer jefe de seguridad es Horacio Bonfanti, un corpulento mecánico que tenía un taller de automotores en Mario Bravo y Córdoba. Muchos años después, sus ex subordinados -que posteriormente se disgregaron en varias vertientes de “derecha”, “peronistas” y de “izquierda”- coinciden en definirlo como “un grandote honesto que imponía respeto”. Sus virtudes, recuerdan, eran las que precisamente se exaltaban en Tacuara: el coraje, la camaradería y la lealtad.Bonfanti contrasta, por origen y ocupación, con otros fundadores de Tacuara: Guillermo Maliugreen, Juan Carlos Lucero Smith, Mariano Gradín, Emilio Berra Alemán, Bernardo Lasarte, Alberto Gelly Cantilo, Eduardo Vocos y Juan Carlos Coria, apellidos de Barrio Norte y Palermo, entre los que se cuentan tres Guevara Lynch, primos de Emesto Che Guevara.3 La edad de los jefes oscila entre los veintiuno y los veinticuatro años, y entre ellos se tratan de “usted”. Predican un estilo austero, dedicado a la patria; se inspiran en una frase de Job, tomada del Antiguo Testamento: “Es milicia la vida del hombre sobre la

2 Escurra Medrano era miembro además de la Junta Americana de Homenaje y Repatriación de los Restos del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, la Comisión de Homenaje al Combate de la Vuelta de Obligado y la Junta de Recuperación de las Islas Malvinas. Uno de sus libros mas divulgado en la década del sesenta fue Catolicismo y Nacionalismo, publicado por primera vez en 1936.3 Ignasio González Janzen, La Triple A, Editorial Contrapunto, 1986.

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tierra”. La revista Ofensiva, órgano de la Secretaría de Formación de Tacuara dirigida por Rodolfo Domínguez, lleva en su portada un escudo con un águila feudal germana.Los rígidos aspectos formales son importantes en Tacuara y tienen un rango casi ritual. El ingreso no es simple. Los jóvenes que se acercan al grupo, por ejemplo, son simples “simpatizantes”; después, algunos de ellos se convierten en “afiliados” y cumplen un período de prueba como “aspirantes”. Los escogidos como “militantes” deben jurar “con el corazón y el brazo señalando el testimonio de Dios, defender con la vida y la muerte los valores permanentes de la Cristiandad y la Patria, y respetar las jerarquías del Movimiento y hacerlas respetar por amigos y enemigos”. Para dar más solemnidad al juramento, la ceremonia se realiza en el cementerio de Chacarita frente a la tumba de Darwin Passaponti.El 17 de octubre de 1945, un grupo de manifestantes, entre los que se contaban activistas de la Alianza Libertadora Nacionalista, apedreó las vidrieras del antiperonista diario Crítica, en Avenida de Mayo. Pistoleros al servicio del periódico, ubicados en la azotea, dispararon sus armas contra los atacantes e hirieron a cincuenta personas. Passaponti, un militante de la ALN de 17 años de edad, murió de un balazo en la cabeza. El peronismo lo considera su primer mártir. Tacuara lo veneraba como víctima nacionalista. Los muchachos se definen como “revisionistas históricos”: entre los unitarios y los federales, escogen a los federales; entre la “civilización” y la “'barbarie”, eligen la “barbarie”. Reivindican a Juan Manuel de Rosas, Facundo Quiroga, Manuel Dorrego, Felipe Varela y al Chacho Peñaloza; denigran a Bernardino Rivadavia, Bartolomé Mitre y Domingo Faustino Sarmiento. Leen a Manuel Gálvez, Leopoldo Lugones, los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta, Federico Ibarguren, Ernesto Palacio, José María Rosa, Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz. Los más inquietos intelectualmente se acercan al Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, fundado en agosto de 1938 y cuyo titular casi inamovible es Alberto Contreras.La bandera del Movimiento Nacionalista Tacuara posee tres franjas horizontales: las dos de los extremos superior e inferior son de color negro y simbolizan la “revolución nacional”; la central es roja y representa la “revolución social”. Sobre esta franja hay una Cruz de Malta celeste y blanca (“No es la Cruz de Hierro alemana”, aclaran los dirigentes). El rojo y el negro también significan “la pólvora” del cambio violento y “la sangre”, propia y ajena, que están dispuestos a derramar.El lema de Tacuara es el mismo que el de los Caballeros de la Orden de Malta: 'Volveremos vencedores o muertos”. Esta reminiscencia medieval se complementa con otra: los militantes de la agrupación se consideran a sí mismos “monjes-guerreros”, al igual que la Milicia de la Orden del Templo o Caballeros Templarios, guardianes de las rutas de peregrinación a Jerusalén en épocas de la Cruzadas cristianas.

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Cruzados modernosEn agosto de 1958, como retribución a la Iglesia por el apoyo brindado a su candidatura, el presidente Arturo Frondizi presenta un proyecto de ley de enseñanza que favorece a los colegios religiosos. El proyecto extiende el otorgamiento de títulos profesionales –hasta entonces reservado a las universidades de Estado- a los claustros de estudio privados, en su mayoría católicos. De aprobarse la ley, la enseñanza superior escapará al control de las autoridades docentes de la nación.El tema divide a los estudiantes en dos bandos y durante tres meses se enfrentarán en las calles los partidarios de la educación libre (privada) y los defensores de la laica (estatal).De un lado, quienes encabezan a los estudiantes laicos militan en las filas radicales, liberales, comunistas o socialistas, las mismas que en febrero de 1946 se habían alineado en la Unión Democrática impulsada por el embajador estadounidense Spruille Braden y que en septiembre de 1955 se sumaron a la Revolución Libertadora.4 De la Federación Universitaria Argentina (FUA) y la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), además, habían surgido estudiantes voluntarios como choferes colectiveros durante las huelgas peronistas del transporte público. De remate, los laicos veneran a Sarmiento como ejemplo de “gran educador”, mientras que los nacionalistas y peronistas lo detestan por “unitario”, “cómplice de Mitre”, “extranjerizante” y “degollador de gauchos”.De otro lado, por encima de los jóvenes libres se mueven los sólidos hilos de la Iglesia católica que cuatro años atrás había desplegado una intensa actividad para derribar a Perón. A lo largo de 1954 se produjeron choques entre la jerarquía religiosa y el gobierno peronista, y en junio de 1955 el Vaticano había excomulgado al entonces presidente (la medida se levantaría recién en 1963, bajo el papado de Juan XXIII).Es entonces cuando aparecen panfletos y pintadas en las paredes de apoyo a la educación libre firmadas por el Movimiento Nacionalista Tacuara (MNT). La actividad de sus jóvenes militantes no se limita a las consignas: ellos ocupan la primera línea a la hora de las trompadas, los cachiporrazos y las pedradas. El símbolo de la lanza montonera se convierte rápidamente en sinónimo de acción violenta.Eduardo Galeano escribe en 1967 en el semanario Marcha, de Montevideo: “Son de Tacuara las tropas de asalto que, a la sombra protectora de los sectores ultras de la iglesia, tras las sotanas de jesuitas y dominicos, combaten a la Universidad oficial,

4 Braden presentó sus cartas credenciales en mayo de 1945. Heredero de cuantiosos intereses en la compañía minera Braden Cooper, fundada por su padre en Chile, y ex embajador en Colombia y Cuba, había impulsado en Paraguay la política petrolera de la empresa Standard Oil. En Argentina fue uno de los primeros en “descubrir” las tendencias “nazis” y “fascistas” del general Juan Domingo Perón. Dirigió a los conservadores, radicales, comunistas y socialistas amontonados en la Unión Democrática, dejó de lado las normas que rigen la actividad diplomática y se inmiscuyó en cuestiones internas. Trasladado al Departamento de Estado, Braden continuó desde Washington su campaña a favor de la Unión Democrática. En diciembre de 1945, poco antes de que finalizara la campaña electoral, divulgó un insidioso libro azul que acusaba a Perón de mantener vinculaciones con nazis fugados de Europa. Lo único que logró fue una reacción nacionalista que dirigió su preferencia hacia el naciente peronismo. En las elecciones de febrero de 1946, Perón alcanzó mas del 51% de los votos mientras que la Unión Democrática no llegó al 42%.

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laica; adolescentes armados de cachiporras que ocupaban colegios y facultades chocaban violentamente con las manifestaciones por la enseñanza pública, desencadenaban batallas cotidianas a la salida de cada uno de los tres turnos de cada colegio de Buenos Aires, arrojaban por todas partes ampollas de la terrible bromoacetona y petardos de estruendo.”5

Los muchachos que se acercan a Tacuara tienen entre catorce y dieciséis años. La mayoría pertenece a la clase media y son considerados chicos bien; algunos provienen de aristocráticas familias venidas a menos. Muchos son alumnos de colegios religiosos que antes estaban reservados a la oligarquía terrateniente o la alta burguesía provinciana: Cardenal Newman, Champagnat, El Salvador, La Salle, San José.Otros asisten al Nacional Buenos Aires, al Mariano Moreno, al Sarmiento. Varios exhiben en sus solapas una cruz de Malta celeste y blanca o la estrella federal de ocho puntas, color punzó, o un crucifijo que cuelga del llavero. Pronto se les conocerá como caqueros o bananas. El fenómeno se extiende del Barrio Norte a otras zonas de la ciudad. El principal mentor ideológico del MNT por esos años es el sacerdote Julio Ramón Meinvielle, un ferviente antiperonista y anticomunista. En menor medida, se destaca el sociólogo francés Jaime Maria de Mahieu, quien, paradójicamente, había respaldado a los dos gobiernos peronistas anteriores (1946-1955).Durante estos tres meses de lucha sin tregua, Tacuara exacerbó su anticomunismo [...] y abrió sus filas al ingreso de alumnos católicos del Colegio Nacional y de la Universidad del Salvador, que llegaban en masa, dispuestos a embestir contra los herejes y los izquierdistas. Tacuara se había convertido en una fuerza mimada por la oligarquía que decía aborrecer, signada por la invasión de los señoritos que bajaban desde el Barrio Norte a defender en las calles su derecho natural a la enseñanza selecta. Un Quintana Martínez Zubiría, bisnieto del presidente Quintana, era el jefe de las milicias de estudiantes secundarios de Tacuara; Axel Aberg Cobo, patricio químicamente puro, alquilaba un auto remise durante las veinticuatro horas de cada día para que los dirigentes pudieran movilizarse, pagaba costosas cenas en “El Tropezón” y traía considerables sumas de dinero desde la Secretaría de Informaciones del Estado (SIDE), que aparecían como donativos privados. Matías Sánchez Sorondo, nieto del símbolo vivo de la década infame, encabezaba las huestes derechistas en las batallas que tenían por escenario el bar y los pasillos de la Facultad de Derecho. Familias enteras de la burguesía católica, los Gradín, los Seeber, los Ezcurra, los Guevara Lynch, los Estrada, los Díaz de Vivar, convertían a sus hijos en modernos cruzados que reemplazaban las cotas de malla por los blazers azules de botones dorados y solapas levantadas, las afiladas espadas por cachiporras de goma.6

Terminado el conflicto entre laicos y libres, algunos muchachos de doble apellido enfundan sus cachiporras, retoman los libros y regresan a sus colegios y facultades. A cambio, un nuevo aluvión juvenil llega de los barrios periféricos y desborda la capacidad de absorción de Tacuara. Vienen “en busca del mito del poder, los atrae la emoción de

5 Eduardo Galeano, “Los jóvenes fascistas descubren su país”, En Nosotros decimos no, Siglo XXI, Mexico, 1989.6 Idem.

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los campamentos, en los que las maniobras militares suelen hacerse con verdadera munición de guerra y con verdaderos heridos, la magia de los juramentos en las galerías subterráneas del cementerio, el estampido de los primeros balazos, el culto del peligro elaborado en torno a las fogatas, lejos de la familia y el hogar y la blanda vida burguesa -instituciones de las que pretenden liberarse reivindicándolas a sangre y fuego, como un pelotón de soldados que salva a la civilización, que dijera Oswald Spengler”.7

Lo nuevo, ahora, son los apellidos tanos, gallegos y sirio-libaneses, las solicitudes de afiliación que llegan de Flores, Lanús, Quilmes, Avellaneda; el medio pelo.“La organización barrial constituyó la forma más corriente de nucleamiento, y en cada zona se fue destacando un jefe rodeado de un grupo de activistas. Grupos de características distintas que, a la larga, evolucionarán de diversa forma. A principio de la década del 60 adquirieron el nombre de Fortines y su prestigio internó dependía de la capacidad de movilización, de propaganda y enfrentamiento. No competían en calidad intelectual, sino en grados de violencia.”8 Simples apellidos que a partir de 1974 -y con mayor intensidad desde el 24 de marzo de 1976- integrarán las listas de secuestrados, encarcelados, asesinados o desaparecidos por sus ideas “subversivas”, debutaron en su militancia entre los catorce y los dieciséis años por la atracción que ejercía el grupo de la lanza gaucha.“En el barrio no me acuerdo quién de nosotros se conecta con grupos nacionalistas y tenemos contacto con Tacuara”, relata Andrés Castillo, un veterano militante gremial que fue uno de los fundadores de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y después permaneció secuestrado en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).“Casi todos los chicos del barrio entran a Tacuara[...], que levantaba la violencia como elemento de militancia y para nosotros era una cosa buenísima, algo en lo que creíamos. A partir de esto cae entre nosotros una serie de bibliografía, incluso fascista; leemos a José Antonio Primo de Rivera y tenemos una corrida hacia la derecha sin saber qué era la derecha, ni qué era el peronismo, ni la izquierda, ni qué era nada. Ezcurra era un jefe de negociación entre los distintos sectores que estaban en Tacuara -algunos netamente gorilas- que hacía que muchas veces tuviéramos problemas de piel con ellos, ya que nosotros seguíamos manteniendo nuestra identidad peronista.Nos integramos por el tema del nacionalismo, de la violencia, de la verdad de los puños y las pistolas por encima de lo racional, que prendía en nosotros.”9

7 Idem.8 Gonzalez Janzen, Opcit..9 Primo de Rivera (1903-1936) abogado y político, creó el 29 de octubre de 1933 la Falange española como opción frente al capitalismo y al comunismo. En su discurso fundacional definió el rumbo para originar un “nuevo hombre” español a través de la disciplina de la milicia y la exaltación de un movimiento poético, alejado de los decadentes hábitos de los partidos políticos tradicionales.El 13 de febrero de 1934 la Falange se fucionó con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) y adoptó la bandera rojinegra y las consignas “España, Una, Grande, Libre” y “Por la Patria, el Pan y la Justicia”. En octubre, mientras era diputado por Cádiz, José Antonio fue elegido jefe único del partido que surgió de la unión. La nueva organización levantaba un programa de 27 puntos que incluía un ideario nacionalista, corporativista, antimarxista, antiliberal y, al mismo

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La dialéctica de los puños y las pistolas El 1º de enero de 1959, el presidente Arturo Frondizi envió al Congreso un proyecto de ley que autorizaba la venta o arrendamiento del Frigorífico Lisandro de la Torre y otorgaba preferencia a la Corporación Argentina de Productores (CAP). La planta, inaugurada por el gobierno surgido del golpe militar de 1930, estaba ubicada en el peronista barrio de Mataderos, era administrada por la municipalidad de Buenos Aires y en ella trabajaban alrededor de nueve mil personas.El 13, mientras el proyecto se discutía en la Cámara de Diputados, dos mil obreros de la carne se reunieron en la Plaza del Congreso. Llevaban un ternero en el que habían pintado: “Señores diputados, no me entreguen, quiero ser nacional”. Mientras esperaban el resultado, improvisaron antorchas y cantaron las estrofas del Himno Nacional. Esa noche la ley fue sancionada. Era la madrugada de la última sesión del año. En la Cámara de Senadores se aprobó sin debate: todos los legisladores eran del oficialismo.En desacuerdo con la medida, los obreros de la carne ocuparon el 16 el frigorífico. Un mes antes, en diciembre de 1958, había sido elegida una nueva comisión directiva del sindicato, entre los que se destacaban Sebastián Borro, como secretario general, y Héctor Saavedra, como secretario de prensa y propaganda. Ambos eran veteranos de la Resistencia Peronista y habían conocido la cárcel durante el régimen de la Revolución Libertadora. Borro había estado preso en Río Gallegos. Saavedra había integrado el Comando Nacional Peronista y estaba vinculado a John William Cooke, delegado personal de Juan Domingo Perón. Declarada la ocupación del Lisandro de la Torre, llegan al lugar veintidós ómnibus con policías, carros de asalto de la Guardia de Infantería, coches patrulleros y más de cien agentes de civil de la División Investigaciones, que portan armas largas.Como rige el Plan de Conmoción Interna del Estado (Conintes), el gobierno ordena al Ejército que intervenga. Los militares arriban con cuatro tanques de guerra Sherman y jeeps con soldados provistos de ametralladoras. Tropas de Gendarmería se unen a los policías y soldados que rodean la zona.Las fuerzas de seguridad son recibidas a pedradas por los trabajadores y el vecindario, donde viven muchos de los huelguistas.Uno de los tanques destroza las puertas del edificio, y agentes y soldados entran violentamente a desalojar a los ocupantes. Noventa y cinco obreros son detenidos y varios resultan heridos; hay siete policías lesionados.Durante varios días se libran en Mataderos pequeños pero encarnizados combates propios de una insurrección urbana. Los vecinos derriban árboles y los cruzan en la calle,

tiempo, de justicia social y profundas reformas económicas.El 15 de marzo de 1936, luego de un triunfo del Frente Popular, José Antonio fue encarcelado y trasladado a la prisión de Alicante, desde donde dio órdenes a los falangistas para que se unieran al alzamiento nacional del 18 de julio contra la República. En noviembre de ese año fue fusilado; tenía 33 años.El 18 de abril de 1937, el dictador Francisco Franco –que en privado desconfiaba de José Antonio “sociales”- proclamó la fusión de la Falange Española de las JONS y la Comunión Tradicionalista (o Requetés Carlistas).

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levantan barricadas con adoquines del empedrado y producen baches para impedir el paso de los carros de asalto.El comercio cierra sus puertas. Los tranvías dejan de circular por la zona porque las vías fueron levantadas y varias unidades terminaron decomisadas por la gente para reforzar las barricadas. Los ómnibus de la línea 114 son detenidos e incendiados. Cuando la policía logra sortear los obstáculos y avanzar unos pocos metros, los pibes los atacan con gomeras. Obreros de la fábrica de neumáticos Pirelli y de jabón Federal se unen a las escaramuzas. La policía acusa como responsables de la huelga y los disturbios a “los comunistas, la Alianza Libertadora Nacionalista y a un sector subversivo del peronismo”.10

Por esos días hace su aparición en Mataderos un grupo de jóvenes bien vestidos y, sin que nadie se los solicite, se suman a las escaramuzas en apoyo a los huelguistas. Son pocos pero están bien organizados y exhiben una disciplina casi militar. Los que parecen ser los jefes tienen revólveres. Son del Movimiento Nacionalista Tacuara, que hasta entonces no se ha definido como peronista. Después de acaloradas discusiones internas, un sector de ese movimiento ha decidido aportar a la lucha obrera una de sus mejores destrezas: la “dialéctica de los puños y las pistolas”.

Ese año, entusiasmados por su participación en la huelga del frigorífico Lisandro de la Torre, los dirigentes de Tacuara crean las Brigadas Sindicales y lo anuncian públicamente en un acto de la CGT en Parque Lezama. El jefe de la nueva colateral, designado por la dirección, es Edmundo Calabró. Uno de los primeros en ingresar es Dardo Cabo, un joven de 19 años que se había unido a Tacuara en 1958, hijo del dirigente gremial Armando Cabo.11 El apoyo a la movilización de los trabajadores de la planta frigorífica y la posible “peronización” de las Brigadas Sindicales provoca el desacuerdo de un sector de Tacuara.

10 Salas, Ernesto, La Resistencia Peronista: la toma del frigorífico Lisandro de la Torre, CEAL, Buenos Aires 1990.11 Hombres de acción y figura casi legendaria del peronismo, Armando Cabo, era hijo de españoles. Nació en Cuba en 1919 y llegó a la Argentina a Los cuatro años de edad. Su familia se radicó en Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires, donde el trabajó en la fundición Istilart y en enero de 1941 nació Dardo.Armando participó de la organización de la marcha de 17 de Octubre de 1945, que marca el inicio del peronismo. En julio de 1946 fue elegido secretario general de la seccional de la Unión Obrera Metalúrgica en Tres Arroyos y dos años después se trasladó en forma definitiva a la Capital federal con su familia. De 1948 a 1952 fue tesorero de la CGT. Colaborador de confianza de Eva Perón, en 1951 la secundó en su idea de crear milicias sindicales, pero en 1952 – luego de la muerte debita- el ejército frustró el proyecto.Después del golpe militar que el 16 de Septiembre de 1955 derrocó a Perón, estuvo encarcelado en un buque cárcel. Posteriormente fue uno de los militantes más heroicos de la llamada Resistencia Peronista, famoso por los caños (bombas) que fabricaba y colocaba y las veces que fue detenido y torturado.Hombre cercano al lobo A gusto Timoteo Vandor, Armando recibió en 1968 la orden de Perón de reorganizar el sindicalismo argentino y se desvinculó de la UOM. En 1975 fue uno de los fundadores del Partido Auténtico, una creación de Motoneros. Falleció en 1996, a los 80 años: fue el único dirigente sindical – además de José Ignacio Rucci- cuyo restos se velaron en la sede de la CGT.

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La tendencia de Aberg Cobo consideraba al peronismo como “una etapa inferior del comunismo”.Este personaje había logrado ocupar la secretaría de Propaganda y desplazar a José Baxter de la jefatura de la rama estudiantil, pero luego de una serie de golpes y contragolpes internos, es violentamente expulsado del movimiento. Los niños bien de Tacuara no se andan con vueltas: según varios testimonios, el disidente fue echado literalmente a patadas en el trasero después de ser obligado a ingerir varias cucharadas de aceite de ricina.La expulsión origina el éxodo de un centenar de militantes antiperonistas y marca el inicio de sucesivas fracciones de las que surgirán nuevos grupos. “Desde esta primera división en adelante, las mismas manos que pintaban svásticas en las paredes de Villa Crespo, arrojarán cócteles molotov contra los ómnibus durante los paros generales, cortarán cables de teléfonos en las huelgas de las 62 Organizaciones, pondrán bombas en Tamet y en Siam durante el conflicto metalúrgico, ayudarán a ocupar y a defender fábricas en el cinturón industrial de Buenos Aires y recuperarán, a balazos, sindicatos intervenidos”.12

LA GRN, RUPTURA HACIA LA DERECHAEn 1960, el Movimiento Nacionalista Tacuara encabeza la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundados (UNES) y pequeños grupos en algunas facultades; él principal es el Sindicato Universitario de Derecho (SUD). En el MNT conviven varias tendencias que Alberto Ezcurra Uriburu intenta armonizar. En los colegios secundarios proliferan afiebrados adolescentes que reivindican a Hitler y a Mussolini. El ex seminarista se mueve por encima de todos, concilia a unos y otros y los deja hacer, con tal de que resten fuerzas a los conservadores, radicales, liberales, socialistas o comunistas.En ese semicaos medianamente controlado, las Brigadas Sindicales representan “el sector más peronista del nacionalismo joven”. Simultáneamente, Tacuara divulga una declaración de apoyo a Cuba “donde un grupo revolucionario encabezado por Fidel Castro ha derrocado en enero de 1959 al tirano Fulgencio Batista” aunque aclara que se opone “al capitalismo y al comunismo por igual”.El sacerdote anticomunista Julio Meinvielle, que no puede soportar la idea de que el movimiento se vincule al peronismo y respalde, aunque sea a medias, al gobierno cubano, se aleja de la organización en octubre de 1960 y arrastra consigo a un grupo ultracatólico. Surge así la Guardia Restauradora Nacionalista (GRN), que adopta un nuevo lema: “Dios, Patria y Hogar”.Roberto Etchenique y Roberto Estrada, dos estudiantes de Derecho de veinte años de edad, son los primeros jefes pero por poco tiempo. Los sucede Augusto Moscoso, un delgado solterón de 34 años, quien trabaja como viajante de comercio y al que sus detractores apodan Miseria Espantosa, en alusión a un personaje cómico de la televisión de aquella época. A él se suman Bernardo Lasarte y Juan Carlos Coria.

12 Galeano, ob.cit.

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La GRN divulga un documento que acusa al MNT de haber sido copado por “el fidelismo, el trotskismo y el ateísmo”. Con un lenguaje que se acerca más a un memorando policial interno que una declaración política pública, la nueva agrupación denuncia que Tacuara padece “la influencia de elementos que habían militado hasta fecha reciente en el comunismo y que se proclamaban ateos, o que hacían gala de irreligiosidad, o bien que sostenían doctrinas económicas abiertamente contrarias al derecho natural y a las enseñanzas del magisterio de la Iglesia, o preconizaban la abolición de la institución militar y su reemplazo por milicias populares”. Y, para que no queden dudas acerca de sus diferencias, subraya: “La ultrajerarquía es necesaria para distinguir calidades”.13

En noviembre, Ezcurra y Baxter son entrevistados por una revista que dedica el tema de tapa al fenómeno Tacuara. Ezcurra califica a los integrantes de la GRN corno “reaccionarios conservadores que responden a tendencias que caducaron en 1930”. Baxter, a su vez, sostiene que los militantes del MNT “combaten al régimen democrático-liberal-burgués, aceptan la lucha en todos los terrenos, defienden los valores católicos y repudian por igual al capitalismo y al comunismo”.14

En abril de 1961 una fuerza militar financiada por Estados Unidos invade Cuba para derrocar a Fidel Castro. Los atacantes son aniquilados en el famoso combate de Bahía Cochinos. El MNT condena la invasión sin tomar partido por el gobierno revolucionario pero destaca, no obstante, que la reforma agraria impulsada en la isla es positiva. Dos meses después, el tenaz padre Meinvielle escribe en la revista Presencia que Tacuara ha sido penetrada por “una mentalidad izquierdista filocomunista, que se manifiesta en consignas y doctrinas sospechosas”.15

Hasta entonces los tacuaras caían presos y al poco tiempo salían en libertad (agarrarse a trompadas con estudiantes judíos se consideraba una “travesura” de muchachos de buena familia; atacar un local comunista era visto como un “exceso” de jóvenes patriotas). Pero a partir de estos cambios políticos de timón, comienza a interrumpirse la flexibilidad policial. La GRN, en cambio, comienza a beneficiarse de la tolerancia en las comisarías...

EL MNA, RUPTURA HACIA EL PERONISMOBajo el gobierno de Arturo Frondizi, el Movimiento Nacionalista Tacuara acompaña activamente las luchas del perseguido movimiento peronista pero no se integra a sus filas. A principios de 1961, Alberto Ezcurra Uriburu declina amablemente la oferta del general Perón de conducir a la Juventud Peronista.Entonces, a siete meses de la creación de la Guardia Restauradora Nacionalista, Tacuara sufre un nuevo desprendimiento: Edmundo Calabró y Dardo Cabo, militantes de las Brigadas Sindicales, fundan el Movimiento Nueva Argentina (MNA), que se define lisa y

13 Usted, 19 de noviembre de 1960. Citado en Horacio Salas, “La ideología de la violencia”, Discusión, num.15,3 de abril de 1975.14 Idem.15 “Meinvielle, un presbítero sancionado”, Atlántida, num. 1176, febrero de 1965.

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llanamente como peronista. El lanzamiento oficial del nuevo grupo fue el 9 de junio de 1961, en conmemoración del levantamiento del general Juan José Valle cinco años antes.16

Como los disidentes habían sido expulsados del local de la UNES, decidieron simbólicamente llenar las primeras fichas de afiliación a pocos metros de ahí, en el Café “Matheu”, ubicado en la esquina de Matheu y Rivadavia, en barrio Once.Los fundadores del MNA que llenaron las primeras fichas de afiliación fueron siete: Dardo Cabo, Edmundo Calabró, Rodolfo Pfaffendorf, Américo Rial, Andrés Castillo, López Vargas y Antonio Arroyo. Este último, ex militante de la Alianza Libertadora Nacionalista, había viajado en 1959 a Tucumán para unirse a la guerrilla de los Uturuncos; no lo logró y falleció dos años después de la creación del MNA, a consecuencia de una enfermedad contraída en los montes norteños.En los días siguientes se sumaron Antonio Valiño, Salvador Pinacchio, Miguel Ángel Titi Castrofini, Rodolfo Verona, Emilio Abras, Jorge Money, Rodolfo Brieva, Horacio Carril, Ignacio González Janzen, Eduardo Petigiani, Carlos Varese, Mario Granero. Algunos habían militado en la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios, otros en Tacuara y la Guardia Restauradora Nacionalista.17

A principios de 1962, en la época de la campaña del dirigente textil Andrés Framini para las elecciones a gobernador en la provincia de Buenos Aires, el Movimiento Nueva Argentina consiguió un local en French 2927, esquina con Austria, en el barrio de Palermo, y lo convirtió en una unidad básica. El lugar fue clausurado en 1966, durante la dictadura del general Juan Carlos Onganía -un führer autóctono que había aspirado a un módico Reich de veinte años- y reabierto a principios de la década del setenta, pero para entonces el MNA se había disuelto. Los últimos locatarios fueron integrantes de la Concentración Nacionalista Universitaria (CNU), un grupo creado en 1968 en La Plata por el filólogo tradicionalista Carlos Disandro.En ocasiones, algunos integrantes del MNA -fundamentalmente Dardo Cabo- se unían a otros integrantes de diversos grupos de la JP y realizaban acciones armadas que firmaban como Comando Revolucionario de la Juventud Peronista. Sus miembros se reunían en el

16 El sábado 9 de junio de 1956, a los nueve meses del derrocamiento del presidente Juan Domingo Perón, militares y civiles peronistas intentaron recuperar el poder por las armas. Los generales Juan Jose Valle y Raúl Tanco, junto con el teniente coronel Oscar Lorenzo Cogorno, encabezaron una dispersa rebelión cívico militar con focos en Buenos Aires, La Plata y Santa Rosa (La Pampa). Sus planes habían sido descubiertos desde semanas antes por el servicio de inteligencia militar de la autodenominada Revolución Libertadora, encabezada por el general Pedro Eugenio Aramburu y el contraalmirante Isaac Francisco Rojas.Los rebeldes no tenían posibilidades de triunfar pero el régimen de facto los dejó actuar para poder aplicarles una medida “ejemplificadora.”. El intento fue abortado en unas cuantas horas y concluyó en un baño de sangre. El domingo 10, cuando ya no existía resistencia, el gobierno de la Revolución Libertadora impuso la ley marcial. La pena de muerte debía hacerse efectiva a partir de ese momento pero se aplicó retroactivamente a quienes ya se habían rendido. Desde entonces, los peronistas rebautizaron al régimen militar surgido en setiembre de 1955 como la “Revolución Fusiladora”. 17 Américo Rial, Rodolfo Pfaffendorf, Andrés Castillo y Carlos Varesse, entrevistas con el autor, 1999-2000.

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Sindicato del Vestido, que conducía José Alonso. Américo Rial describe la situación de aquellos años:“El peronismo era un grupo reprimido que, como reacción, se inclinó por la acción directa. Veníamos de fusilamientos y persecuciones, y clamábamos venganza. Lo que sentíamos, quizá equivocadamente, era que había que pagarle al enemigo con la misma moneda. Hoy, a la luz de la realidad política actual, es muy difícil entenderlo. Pero dentro de todas las deformaciones que hubo, tanto de derecha como de izquierda, existe un origen represivo por parte del Estado.”18

LA “TACUARA REBELDE”Cuando era estudiante en el Colegio Nacional Manuel Belgrano, Alfredo Ossorio simpatizaba con el Partido Socialista y la Federación Metropolitana de Estudiantes Secundarios (FEMES), y fue partidario de la educación laica. Durante los tres primeros años del secundario fue delegado de la Agrupación Reformista y compartió la lista que encabezaba Simón Lázara, de la Unión Cívica Radical.Una anécdota de la época da cuenta de que en una oportunidad el obeso Lázara increpó a un grupo de tacuaras y se vio obligado a emprender una veloz huida cuando sus oponentes desenfundaron cachiporras. Luego de correr algunas cuadras y dar la vuelta en varias esquinas, sintió que su corazón estaba a punto de estallar y se metió en un bar.Un mozo se dio cuenta de que el gordo estaba en una situación difícil y le preguntó si necesitaba algo. “Sí, una puerta”, le respondió Lázara.En esos turbulentos meses, Ossorio creó el grupo Bambú, de corta duración, para dirigir las repetidas tomas del colegio y oponerse a Tacuara. No obstante, en 1960 ingresó a esta organización... y fue expulsado a fines de 1962, acusado de “desviación ideológica marxista” (la sanción, desde luego, consistió en beber aceite de ricina).El motivo real de la expulsión fue que en el boletín del Comando Primero de Mayo -que él dirigía en el barrio de Belgrano- había expresado que “la propiedad privada es un robo” y que su anulación era el principal objetivo del nacionalismo revolucionario. “En esa época yo tenía desviaciones anarquistas, no marxistas; parafraseaba a Proudhon y a Bakunin, no a Marx”, comenta Ossorio.Ezcurra Uriburu, un negociador que mantenía un difícil equilibrio entre sectores irreconciliables, le sugirió a Ossorio que se incorporara a las milicias clandestinas que dirigían Pepelu Nell y el Flaco Rubén, hasta que él pudiera negociar su reincorporación a Tacuara.En aquel momento el Comando Primero de Mayo lideraba un amplio territorio que incluía comandos y células en Palermo, Villa Urquiza, Villa Devoto, Saavedra, Villa Pueyrredón, Avellaneda y Lanús. La propuesta de Ezcurra respondía a esta expansión de simpatías juveniles hacia las posiciones de Ossorio, que podía complicar la “paz guerrera” del Movimiento Nacionalista Tacuara con posibles rebeldías internas.Junto con el “expulsado” Ossorio se incorporaron a las milicias clandestinas otros jefes barriales, entre ellos el Turco Jorge Caffatti y Amilcar Fidanza. Rápidamente se sumaron

18 Américo Rial entrevistas con el autor, julio de 1999.

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militantes que más tarde alcanzarían notoriedad por su apego al riesgo y su participación en las más audaces operaciones milicianas, como Carlos Arbelos, Ricardo Viera y “Alberto Redrueyo” (nombre de guerra de uno de los más castigados por la persecución policial).En enero de 1962 este sector de Tacuara participa activamente en la campaña electoral para gobernador del dirigente textil peronista Andrés Framini. Cuando Frondizi cede a la presión de los militares y anula el triunfo del sindicalista, los muchachos salen a colocar petardos y bombas de estruendo. El 11 de septiembre de 1962, aniversario del nacimiento de Sarmiento, los tacuaras depositan como siempre flores en la tumba de Facundo Quiroga. Pero esta vez no regresan a los cafés de la Recoleta: se lanzan por la avenida Santa Fe y rompen vidrieras. No gritan insultos contra judíos y comunistas, sino contra “gorilas” y oligarcas.Poco tiempo más tarde irrumpen en la Sociedad Rural -distinguido reducto de la clase terrateniente- y, para horror de estancieros de doble apellido, arrojan una bomba incendiaria contra un toro premiado (desde entonces, el activista que lanzó el proyectil será conocido como la Vaca D'Elía).El 20 de noviembre, aniversario del combate de la Vuelta de Obligado, que los nacionalistas conmemoran como Día de la Soberanía, la policía prohíbe un acto en Plaza Constitución. Como reacción, los jóvenes incendian discotecas de moda y automóviles último modelo.A fin de año circulan panfletos firmados por Tacuara Rebelde. Para esa fecha concluye definitivamente la escasa tolerancia policial que aún les restaba.En 1963 se constituyó un triunvirato de conducción de lo que ya se perfilaba como un movimiento paralelo al de Ezcurra Uriburu: Ossorio encabezaba la jefatura política territorial; Nell, la militar; Caffatti, la sindical. A pesar de esta “división del trabajo”, todos ellos debían participar de las operaciones milicianas. Baxter, cuyo nombre gozaba de popularidad, desempeñaba las tareas de vocero público de este sector.En octubre, Ossorio divulga un comunicado en el que critica a los “patrones del nacionalismo” por proponer los nombres de Adolfo Hitler, Benito Mussolini, Ante Pavelic19

y Cornelio Codreanu20 como denominación de algunos comandos de Tacuara. Él, y

19 El abogado croata Ante Pavelic fundó en 1929 a los ustachis (alzados). Este grupo asesinó en 1934 al rey Alejandro I de Yugoslavia durante una visita que efectuaba a Marsella (Francia). Pavelic vivió exiliado en Francia bajo la protección de Benito Mussolini. En 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, declaró el Estado Independiente de Croacia con apoyo militar de Alemania e Italia y se erigió presidente. El nuevo país abarcaba, además, a Bosnia, Herzegovina, Eslovenia y una parte de Dalmacia. Pavelic estableció la famosa “doctrina de los tres tercios”: una tercera parte de los serbios debía ser expulsada; otro tercio asimilado y convertido por la fuerza a la religión oficial; y el tercero eliminado físicamente. Según se estimó en los 80, el número de víctimas en el Estado Ustacha fue de 300 mil. Según este número, Pavelic mató a mas compatriotas suyos que Hitler en Alemania. (...)20 El rumano Corneliu Zelea Codreanu (1899-1938), creó en 1827 la Guardia de Hierro, antes llamada Legión del Arcángel San Miguel, y la organizó en grupos a los que denominó “nidos”. Conocido como el Capitán, Codreanu era católico, místico y de costumbres espartanas. El movimiento compuesto por estudiantes, obreros y campesinos recurrió a la acción violenta a partir de 1932. En las elecciones de 1937 se presentó como Movimiento Todo por la Patria y obtuvo 66 de

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muchos otros, se sienten más identificados con denominaciones tales como 17 de Octubre, Primero de Mayo, Eva Perón, Lealtad. El comunicado afirma: “Son la clase trabajadora y los pequeños núcleos nacionales de la clase media, sin compromisos de ninguna índole con el régimen, los fundadores y herederos de la revolución nacionalista que destruirá a la antipatria para conquistar la soberanía nacional y la justicia social”. Al pie del documento aparece por primera vez la identificación de Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara.Hay variadas anécdotas que reflejan la importancia que el nuevo grupo le otorgaba a la discusión de la teoría política y los aspectos metodológicos. El café “Zurich”, ubicado en Arcos y Echeverría, o el bar “Apolo”, situado en Federico Lacroze y Cabildo, eran los elegidos -por su apariencia familiar- para los ejercicios ideológicos que paulatinamente alejaban a este sector de la Tacuara original. La discusión tenía que ver con el papel del Estado, el status de la nación en un proyecto de revolución social, la función de la propiedad... y, claro está, los nuevos libros de autores que disputaban la paternidad del concepto “izquierda nacional”, como Hernández Arregui y Ramos. En dos oportunidades la intensidad de las discusiones derivó en el peligroso olvido de bolsos cargados de armas y su veloz recuperación posterior de manos de atónitos mozos de origen ibérico.Pero no todo era discusión teórica, desde luego. En ese mismo año 1963 Tomi Rivaric había sido detenido y el grupo carecía del dinero para depositar la fianza. Pronto se planificó un operativo de “expropiación” de fondos para lograr la libertad del compañero. El primer intento, el asalto a la farmacia “Salvatori”, de Belgrano, fue interrumpido por un fuerte tiroteo con un policía que pasaba por el lugar y que terminó herido. El segundo, el asalto a una estación de servicio ubicada entonces frente a la Casa de Gobierno, no llegó a concretarse porque alguien efectuó el depósito bancario.Alberto Ezcurra y su equipo ( “mitad monjes, mitad soldados”) continuarán presos de los esquemas fascistas tal cual habían llegado de Europa, y predicarán ardientemente la retórica de tragedias y heroísmos importados: “O triunfamos y desfilamos victoriosos bajo el Arco de Triunfo, o fracasarnos y nos pegamos un tiro en la Cancillería de las ruinas de Berlín”, dirá Escurra con voz trémula, mientras otros tacuaras menos místicos pintarán en los muros del cinturón industrial de Buenos Aires carteles heréticos: “Las 62 al poder”, “Todo patrón es un ladrón”, “La propiedad es un robo” [...], al mismo tiempo que Ossorio, Caffatti y Baxter exaltaban desde las tribunas la epopeya frustrada, pero no olvidada, de los guerrilleros uturuncos de Tucumán.El cuerpo de milicias, pomposo nombre de los grupos de choque y los comandos de barrio, son los semilleros de la insurrección interna. El proceso se refleja claramente en los nombres que los comandos eligen: 17 de Octubre, Primero deMayo, Lealtad. La invasión de hijos de obreros, estudiantes de escuelas nocturnas y jóvenes operarios de Mataderos, Villa Luro, Dock Sud, Núñez, Boedo, implica un cambio en la composición social de Tacuara, que no es meramente cuantitativo:cambian también la ideología, las relaciones políticas, el ámbito de acción y la acción misma. La Cruz de Malta es eliminada de muchas banderas. Jorge Caffatti reúne su

los 390 escaños del parlamento, y se convirtió en la tercera fuerza política del país. La instauración en 1938 de la dictadura del rey Carol II detuvo, sin embargo, su ascensión: Codreanu y trece legionarios fueron encarcelados y estrangulados con el “garrote vil”. (...)

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comando en el local del Sindicato de Obreros del Tabaco y explica a sus muchachos: “No es casual que estemos aquí y no en otra parte. No se encuentra a los revolucionados en las sacristías”. Es el llamado cuerpo de milicias, la élite experimentada del grupo, el que real mente lleva a cabo las hazañas que van forjando la leyenda del terror de Tacuara. [...] A partir del 60, ciertos autores nacionalistas de izquierda habían empezado a atraer la atención de algunos dirigentes medios de Tacuara; el proceso mismo de acción y lucha se encargará del resto: al enfrentarse con los enemigos reales de la revolución nacional, del brazo de los militantes sindicales peronistas, algunos jóvenes fascistas derribarán los mitos que antes veneraban y se radicalizarán en dirección inversa. El antisemitismo y el anticomunismo sistemáticos, que les ofrecían chivos emisarios sucedáneos de los enemigos reales, dejarán de serles necesarios en la medida en que, al profundizarse, el proceso mismo descubrirá a sus ojos los verdaderos factores de la crisis y el sometimiento del país.21

La tercera división de Tacuara, que llegó con el Movimiento Nueva Argentina surgido de las Brigadas Sindicales a mediados de 1961, aceleró un proceso interno que venía incubándose en secreto.“Dentro de Tacuara se estaba generando una discusión por «izquierda», que es la del grupo encabezado por Joe Baxter, Nell y Caffatti y muchos de los muchachos que eran peronistas. Pero cuando nos vamos con la Brigada nos vamos peleados con ellos porque nosotros les exigimos a los peronistas de Tacuara que se vengan con nosotros, y no se van, con distintas justificaciones[...]. Después vemos que en realidad ellos estaban haciendo otro trabajo, por abajo, más que nada en el tema de la milicia de Tacuara. Ellos controlaban la milicia, que era por donde pasaban los «fiemos». Venían juntando guita y «fierros» por «zurda» de Tacuara. Nosotros les venimos a acelerar la fractura”, recuerda Andrés Castillo.22

EL MNRT, RUPTURA HACIA LA IZQUIERDAA mediados de septiembre de 1963 -cuando la policía aún creía que el golpe había sido dado por la banda del Pibe Miloro- José Baxter habló en el hall central de la Facultad de Filosofía y Letras ante un público compuesto por militantes y simpatizantes de diversas agrupaciones universitarias de izquierda.El dirigente juvenil hizo la presentación del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara y tomó distancia de la organización dirigida por Alberto Ezcurra Uriburu. Después, demandó la anulación de los contratos petroleros con firmas extranjeras y la nacionalización de los bancos y de los frigoríficos, lo que provocó el aplauso unánime de los presentes. Finalmente aseguró a quienes hasta ayer habían sido sus adversarios irreconciliables: “Recorrimos siempre un camino paralelo en muchas cosas y no nos habíamos dado cuenta”.

21 Eduardo Galeano, “Los jóvenes fascistas descubren su país”, En Nosotros decimos no, Siglo XXI, Mexico, 1989.22 Oscar Anzorena, Tiempo de violencia y utopía, Contrapunto, Buenos Aires, 1988.

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En forma simultánea, los acompañantes de Baxter arrojaron volantes con lemas que graficaban su nueva posición: “Guerra al imperialismo” y “En marcha hacia la liberación nacional”.“No sólo hay liberalismo cipayo e izquierdismo cipayo; hay también nacionalismo cipayo”, dijo Baxter. “Los nacionalistas cipayos son quienes creen que la batalla por la soberanía argentina se jugó en la Cancillería de Berlín en 1945. Cómo no se van a considerar derrotados, si fueron denotados en Berlín!”. Pocos días antes, el ex jefe de milicias le había confiado a un periodista: “Nos sacamos de encima toda la Segunda Guerra Mundial... Hacer antisemitismo ahora es crear un problema artificial de tipo diversionista. Divide inútilmente y fabrica confusión en torno al verdadero enemigo”.23 Cuando el acto concluyó los militantes del MNRT repartieron ejemplares de su periódico Tacuara. A pesar de que utilizaban el mismo nombre y logotipo que la publicación del grupo de Ezcurra, el contenido de los tres números editados hasta el momento reflejaba el cambio de orientación. Lo que resultó más llamativo fue la omisión de cuestiones relacionadas con el judaísmo y la inclusión de condenas a la discriminación religiosa y al racismo. “Creemos que la realidad espiritual de América está dada por el catolicismo, pero entendiendo que todas las demás minorías religiosas merecen nuestro respeto”, se leía en el número uno. Y en el tercero: “El problema no se da entre blancos y negros, sino entre explotadores y explotados. Si los explotadores blancos son muchos más que los explotadores negros, eso no es motivo de orgullo para la raza blanca”. Alfredo Ossorio conserva un recuerdo afectuoso de José Baxter a pesar de que en ciertos momentos discrepó con él; uno de esos momentos fue, precisamente, la presentación en la Facultad de Filosofía y Letras. “Fue un pésame claudicante. No teníamos por qué hacer ninguna autocrítica frente a los pequebús de la izquierda universitaria, que eran charlatanes de café. Nosotros, a pesar de nuestro origen, ya éramos más combativos que ellos”, reitera a treinta y siete años de distancia de aquel hecho que marcó el ingreso del MNRT al campo revolucionario.El sistema político, desde luego, no consideró que la conferencia de prensa fuera “un pésame claudicante”. Muy al contrario, un semanario de la época destacó: “El sorprendente rostro de Tacuara que presentan Joe Baxter. y sus amigos, ha intranquilizado ya a algunos funcionarios que se habían caracterizado por su protección a las actividades de ese grupo. Esos funcionarios observan ahora, desnudados, cómo un grupo de acción admitido por hacer del anticomunismo su premisa básica puede convertirse, fácilmente, por un simple cambio de signo, en un grupo de acción al servicio de las izquierdas”.24 La luz roja de alarma ya había sido encendida.Aunque el cambio de signo mencionado no fije, en realidad, tan “simple”, este razonamiento -más policial que periodístico- fue obviamente premonitorio. Pocos meses después Baxter declaraba a un diario: “La ruptura nos acarreó serios inconvenientes. Echarnos a favor de la liberación nacional nos costó perder la protección. La misma gente que hasta entonces nos había protegido se nos hizo contra. Ezcurra siguió siendo el niño

23 “Variante: una Tacuara izquierdista”, Primera Plana, 26 de noviembre de 1963.

24 Idem.

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mimado, nosotros éramos las ovejas negras. Quedamos huérfanos, sin padres y sin dinero”.25 Y fue precisamente esa falta de fondos lo que condujo a los militantes de la Tacuara “de izquierda” hacia el barrio de Flores aquella mañana del 29 de agosto de 1963.

La operación “Rosaura”Un día, el estudiante de medicina Ricardo Viera comentó a sus compañeros de Tacuara que conocía a alguien que estaba enterado de datos claves sobre el movimiento de dinero en el Policlínico Bancario.Se llamaba Gustavo Posse, aseguraba que tenía una amante que trabajaba en administración del policlínico y estaba dispuesto a pasar la información a cambio de una parte del botín.(Después resultó que una hermana de Posse había sido empleada de contabilidad y un día, en una conversación, le relató inocentemente cuál era la fecha de los pagos de sueldos y cómo llegaba el dinero. La joven no sabía nada del operativo: se enteró mientras estaba de vacaciones en Brasil y se presentó espontáneamente a la policía para declarar.)Hasta ese momento las milicias encabezadas por Baxter y Nell -que aún no habían roto con la Tacuara fundadora- venían efectuando por su cuenta algunos pequeños golpes comando para apoderarse de armas de guerra. Al mismo tiempo, recaudaban fondos a través de asaltos a farmacias y estaciones de servicio. Aceptaron la propuesta de Viera a pesar de que involucraba a un no militante que, además, exigía “honorarios”. Cuando juntaron toda la información sobre el día de pago, la llegada del dinero, la custodia, las entradas y salidas y las vías de escape, comenzaron la planificación.El nombre clave de la operación fue “Rosaura”, inspirado en “Rosaura a las diez”, una novela de Marco Denevi que en 1958 fue llevada al cine por el director Mario Soffici.“Teníamos una mentalidad muy militarista cuando en realidad se necesitaba un razonamiento de «chorros»“, relata Tomislav Rivaric. “Estudiamos la posibilidad de crear varios comandos y copar el policlínico. Un grupo arrojaría granadas de gases lacrimógenos y bombas de humo, mientras un equipo de francotiradores disparaba contra las gomas de los coches que estaban en el estacionamiento y contra colectivos de la calle para dificultar la persecución. Pero esta posibilidad se descartó.”La vieja Tacuara tenía la experiencia de los francotiradores de las movilizaciones en apoyo a las huelgas del transporte público. Desde una estanciera IKA que se abría por detrás, un tirador disparaba con una carabina 22 a las ruedas de los colectivos y creaba barricadas que separaban a los manifestantes de la policía. Además, se producían embotellamientos y el tránsito se convertía en un caos.En ese momento, José Luis Nell estaba haciendo el servicio militar y era chofer de un oficial de Estado Mayor. En aquellos años las Fuerzas Armadas utilizaban coches Peugeot y los estacionamientos del ministerio de Defensa estaban detrás de lo que eran los Regimientos 1 y 2. Nell debía dejar el automóvil allí todas las noches y volver a retirarlo a la mañana siguiente temprano, para pasar a buscar a su jefe.

25 Citado en Horacio Salas, “La ideología de la violencia”, pag.16.

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Cuando Tacuara necesitaba vehículos para algún operativo nocturno, él se vestía de civil, recogía a sus camaradas en el Peugeot y entraba a distintas playas de estacionamiento, en las que tomaban “prestados” algunos coches por unas cuantas horas.La idea de entrar al Policlínico en una ambulancia fue del Viejo Horacio Rossi, un ex suboficial de marina y valiente veterano de la Resistencia Peronista, que terminó convirtiéndose prácticamente en un pistolero anarquista. Él fue quien finalmente suplantó al chofer.Rivaric cuenta que hubo un intento anterior, en junio: “Alquilamos una ambulancia, anestesiamos al conductor con una inyección, lo amordazamos, le vendamos la cara como si estuviera herido -para que no se viera la mordaza- y lo arropamos en la camilla. Pero el operativo falló por un desperfecto mecánico. Al día siguiente se publicó en La Razón una pequeña nota titulada «Insólito»: relataba que en inmediaciones de la avenida Luis María Campos, cerca del Hospital Militar, había aparecido una ambulancia con el chofer dormido y amordazado. Nadie -ni siquiera el chofer- se explicaba qué había ocurrido”.En el robo participaron alrededor de diez militantes. Además de los asaltantes, había dos choferes y un grupo de protección para cubrir la retirada. Después de que Nell disparó contra el policía, Carlos Arbelos y Jorge Caffatti recogieron el dinero. La ambulancia se abandonó enseguida, a las pocas cuadras. Unos escaparon en el coche que manejaba el Flaco Rubén, quien -según afirman sus compañeros- era un conductor extraordinario para las fugas; otros huyeron en otro automóvil. Algunos lo hicieron caminando y después tomaron un colectivo, como era costumbre entonces en los operativos político-militares. El lugar de concentración era un departamento céntrico al que fueron por primera y única vez.“Rosaura” fue la operación guerrillera con más espectadores avisados de antemano en la historia argentina del siglo XX. Rivaric explica las causas del alto rating “En Tacuara nos conocíamos todos y todos sabíamos en qué andaba cada uno. Algunos compañeros que no participaron del robo ni pertenecían a nuestro sector, fueron a Plaza Irlanda para observar de cerca los acontecimientos. Fredi Zarattini andaba en su Jaguar dando vueltas y avisando que todo había salido bien a los conocidos que «paseaban cerca»“.Desde mucho antes del asalto al Policlínico existía una discusión política muy intensa acerca de si Tacuara se unía o no a la JP. “Después del operativo, hubo una reunión entre Bonfanti, por un lado, y Baxter, Nell, Ossorio, yo y algunos otros, donde planteamos, en síntesis, que «o nos integramos todos al peronismo o nos separamos». Para producir la ruptura esperamos tener el poder que representaba el éxito del operativo. Dentro de Tacuara no se nos hizo ninguna crítica y nuestro grupo adquirió más fuerza. Entonces decidimos denominarnos Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara y efectuar un cambio ideológico, no exactamente hacia la izquierda pero sí hacia los sectores revolucionarios del peronismo. Proponíamos asumir posiciones populares y que cesaran los conflictos con la izquierda. Nos separamos amistosamente y tomamos rumbos diferentes. En cuanto al asalto, posteriormente, hicimos una autocrítica interna y consideramos que no era ético aceptar propuestas como las de Viera y Posse.”La policía había publicado la numeración de los billetes del Policlínico pero por una disposición de Banco Central no figuraban tres o cuatro ceros iniciales. Entonces utilizaron un sistema muy sencillo para cambiar el dinero: “tres o cuatro compañeros

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estacionaban el coche frente a un comercio o un kiosco. Uno bajaba, con un arma oculta, y compraba un libro, un disco, algo. Algunos comerciantes tenían un papelito con los números anotados y lo consultaban pero, por esa cuestión de los ceros que faltaban, no se daban cuenta. En caso de que se avivaran, las instrucciones eran recuperar el billete, llevarse lo que había en la caja registradora y escapar”.La primera noticia sobre el hallazgo del dinero del Policlínico Bancario llegó desde Francia, cuando la policía de París atrapó a Lorenzo Andrés Posse, el hermano menor del “entregador” Gustavo Posse. Le había pagado con billetes argentinos a una prostituta llamada Brigitte, quien fue a una casa de cambio que tenía la numeración por Interpol. El turista iba dejando el reguero de pistas por unos cuantos cabarets y ahí saltó la cuestión. Este Posse no tenía vinculación con el asalto ni conocía a los tacuaras así que la policía argentina aún no sabía que existía un móvil político. Pero en Buenos Aires dio el nombre de su hermano, que fue el segundo detenido. “Habló a la primera cachetada y después los interrogadores le tenían que pegar para que hablara más despacio porque no les daba tiempo a tomar nota.”En febrero de 1964, Coordinación Federal detuvo a Alfredo Roca, Carlos Arbelos y Jorge Cataldo. A Roca le encontraron 94.000 pesos de la época, con la numeración, y 3.200 dólares que había logrado cambiar. Rápidamente fueron apresados casi todos los demás y encarcelados, primero en Villa Devoto y después en Caseros.Alfredo Ossorio -que estaba haciendo el servicio militar en la marina- compartió con Jorge Caffatti y Mario Duaihy la celda de castigo en Devoto, contigua al calabozo que ocupaban José Luis Nell y otros. Tiempo después fue sobreseído provisoriamente y obtuvo la libertad, pero por su condición de conscripto lo confinaron por razones de seguridad en una “compañía de disciplina” del Batallón de Infantería de Marina 5 (BIM 5), en Ushuaia, Tierra del Fuego.Los tacuaras presos dijeron que con los fondos del asalto pensaban comprar un barco llamado “Río Segundo” para organizar el operativo “Antonio Rivero”, de recuperación de las islas Malvinas. Lo cierto es que gran parte del dinero se destinó a la creación de Editora del Sur, una pequeña empresa que -entre otras publicaciones- imprimía el periódico Trinchera de la Juventud Peronista.

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Acerca del Movimiento Tacuara, dos formas de ver la historia

Por Roberto Bardini. Recopilado digitalmente por Elortiba.org.

El domingo 16 de noviembre, el diario La Nación, de Buenos Aires, publicó un comentario de Luis Alberto Romero sobre dos libros más o menos recientes que tratan el mismo tema. El artículo de Romero se titula “Años de plomo” y se refiere a Tacuara, historia de la primera guerrilla urbana argentina, de Daniel Gutman (editorial Vergara-Grupo Zeta, 333 páginas) y Tacuara: la pólvora y la sangre, de mi autoría (editorial Océano, 254 páginas). Desde ya pido disculpas por dedicar este espacio a un tema que me toca de cerca. La Nación es un diario de tendencia liberal conservadora. Desde hace más de un siglo representa a los sectores agrícola-ganaderos, es portavoz de la llamada “alta sociedad” –si por eso se entiende a la Sociedad Rural y al Jockey Club, entidades de los terratenientes locales– y vocero de la Unión Industrial Argentina. Periódico antiperonista y, en general, antipopular, se alineó con la última dictadura militar (1976-1983), aplaudió el desguace neoliberal encabezado por el incalificable Carlos Menem y hoy coloca bajo el microscopio al presidente Néstor Kirchner, a quien considera casi un rojo.Tacuara es un fenómeno que, a 37 años de su extinción, permanece en una especie de “noche y niebla” para las nuevas –y no tan nuevas– generaciones. Todavía hoy cuando se menciona al movimiento juvenil que conmovió la década de los 60 en Argentina, periodistas e intelectuales caen el lugar común y la frase hecha: “grupo nazi” o “banda fascista”. En cambio, en un artículo titulado “Los jóvenes fascistas descubren su país”, publicado en el semanario uruguayo Marcha en 1967, Eduardo Galeano observó prematura y lúcidamente,: Del mismo tronco original provienen los tacuaras que terminaron en el peronismo de izquierda y los que se sumaron al peronismo de derecha, los que abrazaron el marxismo-leninismo y los que ofician de guardaespaldas de ciertos burócratas sindicales; los que pintan, todavía, en los muros, cruces svásticas y consejos: “Degüelle un comunista por día”. De la misma fuente salieron las viudas de Hitler y los devotos de Perón, Mao y Fidel. (...) Definiéndose por lo que rechazaba, pero sin una idea clara de lo que buscaba, de ideología prestada, imprecisa y contradictoria, Tacuara continuó desprendiendo, hasta el fin, subgrupos que se fueron separando como consecuencia de la lucha interna de tendencias (...). Casi todos los grupos terroristas de derecha que han sobrevivido, provienen de aquella matriz, y dentro del peronismo hay núcleos de todos los matices, desde los marxistas hasta los rosistas, que salieron de Tacuara: todas las posiciones y

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todas las actitudes reflejan hoy, desde la desintegración, lo que fue aquella heterogénea congregación de jóvenes furiosos unidos por sus mitos y su estilo.Al final de mi libro (y pido otra disculpa por autocitarme) menciono el caso de muchos ex tacuaras que se desgajaron del tronco original y en los años 70 continuaron militando en otras organizaciones políticas, armadas o no:Hoy, a la distancia, son mirados con rencor por los nacionalistas a secas, con desconfianza por los sectores “liberales” o “democráticos” y con desdén por los izquierdistas “científicos”. El imaginario colectivo argentino, estimulado por formadores de opinión –locales y foráneos– “tramposos”, tiende a mezclar en el mismo lodo a los nacionalistas ultramontanos que colaboraron con la dictadura militar y a los nacionalistas revolucionarios masacrados por esa misma dictadura.El norteamericano David Rock, por ejemplo, llega al colmo de la simplificación. Según él, “los nacionalistas mantuvieron vivas arcaicas ideas clericales y escolásticas (...). Sus consignas se convirtieron en un medio para lanzar a las masas a la calle. Indujeron, a su vez, a los militares a verse a sí mismos como «la última aristocracia» y como los guardianes de «un territorio sagrado y del estilo de vida Occidental y Cristiano», que sólo debían responder ante Dios y la Historia”. Hubo, sin embargo, nacionalistas que se diferenciaron notoriamente de estos esquemas y esa diferenciación los llevó al “encierro, el destierro o el entierro” como a miles de otros militantes populares. Entonces Rock los denomina “ultraizquierdistas”.Luis Alberto Romero es hijo del historiador José Luis Romero (1909-1977), considerado un “humanista”. Es profesor en Historia (Universidad Nacional de Buenos Aires), profesor de Historia General en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y docente de las maestrías en Ciencias Sociales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y de la Universidad Nacional de Tucumán. Ha publicado Sectores populares, cultura y política: Buenos Aires en la entreguerra (con Leandro Gutiérrez, 1995), Volver a la historia (1997), Grandes discursos de la historia argentina (con Sylvia Saítta, 1998) y Argentina. Crónica social del siglo XX. Ha sido director académico de la colección "Historia visual argentina", publicada por el diario Clarín, y de la colección "Los nombres del poder", del Fondo de Cultura Económica.Mi amigo Néstor Gorojovsky, del Partido de la Izquierda Nacional, escribió acerca de él en un mensaje divulgado el 12 de noviembre de 2002 por internet: “El historiador Luis Alberto Romero es uno de los figurones indiscutibles del mortecino Olimpo gorila. Heredero y albacea intelectual del reaccionario medievalista y «socialista» ilustrado José Luis, quien fuera el hombre de la Revolución Libertadora en la Universidad de Buenos Aires, Luis Alberto no ha llegado a los kilates académicos de su progenitor. Pero sí mantuvo intacto el gorilismo y el odio a la causa nacional democrática. Es así que, cuando en 1983 el Proceso Militar transmutó en Proceso Constitucional, Luis Alberto Romero se convirtió en uno de los principales referentes universitarios del alfonsinato. En ese carácter, y mientras sus conmilitones sufrían el permanente acoso de la clase trabajadora liderada por Saúl Ubaldini, Romero buscaba refugio en los tiempos pre-peronistas, indagando la construcción de un sujeto histórico obrero pacífico e integrado”.Luego de leer el comentario de Romero en La Nación, me llegó un mensaje de Rolando Mermet ([email protected]), del Centro de Estudios Nacionales Arturo Jauretche,

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donde a fines de marzo de 2003 presenté Tacuara: la pólvora y la sangre. En ese mensaje, Mermet incluye el texto que leyó Roberto Baschetti, uno de los presentadores del libro. Y aclara que ese escrito –al que, con atrevimiento, titulé “Anatemas y estigmas al por mayor”– permaneció inédito desde aquel día. Gracias a Rolando, RODELU ofrece una novedad a sus lectores.Baschetti es técnico en Publicidad y sociólogo. Primer Director del Centro de Investigaciones de la Biblioteca Nacional (CIBINA), de Buenos Aires, publicó más de diez obras de historia política argentina, entre las que se destacan Documentos de la Resistencia Peronista 1973-1976, Rodolfo Walsh, vivo, Documentos 1970-1973: de la guerrilla peronista al gobierno popular y Eva Perón - Bibliografía 1936-2002. También ha escrito colaboraciones para libros que analizan la influencia del Che Guevara y John William Cooke en el proceso revolucionario argentino. Actualmente trabaja en un libro sobre la vida y la militancia del poeta montonero Francisco “Paco” Urondo. Así es que hoy decidí ceder mi espacio en rodelu a los comentarios de Romero y Baschetti, convencido de que uno y otro encarnan dos formas distintas de ver la historia. Seguramente hay otras perspectivas para analizar el pasado reciente, pero ofrezco las que ahora tengo a mano. Los lectores de esta publicación electrónica no mastican vidrio y podrán sacar su propias conclusiones.

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Años de plomo

Por Luis Alberto Romero, publicado el 16 de noviembre de 2002, diario La Nación. Recopilado digitalmente por Elortiba.org.

La coincidente aparición de dos libros periodísticos referidos a Tacuara nos permite conocer en detalle una organización política poco estudiada, importante por sus acciones espectaculares en la década posterior a la caída de Perón, y sobre todo, por haber sido la escuela de varios militantes de notoria actividad luego de 1966. En sus años de esplendor, a principios de los años sesenta, el Movimiento Nacionalista Tacuara tenía una organización extendida y laxa, que acogía militantes con experiencias y expectativas variadas. Antes que una agrupación orgánica, fue un plexo de movimientos y corrientes. Recogió en primer lugar la militancia católica nacionalista, fuerte en los años anteriores a 1946 y revitalizada en 1955. Eran viejos cuadros, formados junto al padre [Julio] Meinvielle o a algunos intelectuales europeos nostálgicos del III Reich, que habían recalado en nuestro país. A ellos se sumaron muchos jóvenes con escasa formación política, quizá proveniente de las lecciones de algún profesor enrolado en el revisionismo histórico. Para muchos, fue la primera experiencia política, estimulada por la reacción contra el gobierno militar de la Revolución Libertadora, al que se acusaba de liberal, antinacional y antipopular. La creciente atracción del peronismo proscrito y los aires revolucionarios de la Revolución Cubana alentaron la incorporación de nuevos contingentes e hicieron crecer la agrupación. En un momento, las nuevas opciones políticas -como la Revolución Cubana- pusieron de manifiesto diferencias de ideas y objetivos. Comenzó entonces el proceso de división y finalmente cada uno de los militantes buscó un rumbo distinto. Por entonces, Tacuara apareció asociada con algunos hechos espectaculares y reveladores: el asalto al Policlínico Bancario en 1963, el asesinato de Raúl Alterman en 1964, quizá por ser judío, quizá por ser comunista, el "Operativo Cóndor" (un aterrizaje en las Islas Malvinas en 1966). Ya los grupos estaban diferenciados y los destinos fueron notablemente diversos. Algunos de quienes pasaron por Tacuara llegaron a los partidos armados; otros, al peronismo duro o al matonismo sindical. Muchos rodearon al general [Juan Carlos] Onganía y algunos aparecieron entre las bandas parapoliciales o las fuerzas del terrorismo estatal. El subjefe de Tacuara, Joe Baxter, terminó militando en el ERP [Ejército Revolucionario del Pueblo] mientras que el jefe, Alberto Ezcurra Uriburu, tomó los hábitos y junto al Vicario Castrense hizo en 1976 la apología del terrorismo de Estado. Otro dato significativo: el 20 de junio de 1973, en Ezeiza había ex militantes de Tacuara a la cabeza de uno y otro bando. Tamaña dispersión, largamente testimoniada en estos dos volúmenes, tiene que ver con lo que aparece como el rasgo más característico de Tacuara. No los unía una ideología, en el sentido más clásico del término, sino una actitud, un sentimiento y una forma de entender la acción política, en términos de "tono sostenido", camorra, agresión, violencia física y finalmente terrorismo. Un arco que sus militantes recorrieron quizás un poco

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antes que otros, pero que en definitiva fue similar al de una buena parte de la sociedad argentina en la década del setenta. Los dos libros aquí comentados son diferentes y en cierto modo complementarios. Bardini militó en Tacuara cuando era un adolescente de catorce años. Su testimonio, a la distancia, combina los recuerdos –corroborados por una buena investigación periodística– con sus experiencias posteriores, que lo llevan a resignificar algunas de sus vivencias juveniles. Su trabajo muestra la riqueza, pero a la vez los límites y los riesgos que tiene el uso de la memoria de los protagonistas para los investigadores. Gutman es un joven periodista, que enfoca la cuestión de manera distanciada. Su libro, ampliamente apoyado en la prensa y en entrevistas, carece de la pasión y las vivencias del de Bardini, pero la exposición es ordenada, clara y metódica. Ambos libros se encuadran en el género periodístico. Una investigación histórica requiere además una crítica más exhaustiva de las fuentes y testimonios, y sobre todo, una contextualización más amplia del problema: los procesos sociales y culturales que se cruzan en la experiencia de Tacuara son complejos y diversos. Las obras de Gutman y de Bardini contribuyen con una primera versión, un borrador, de este fragmento del pasado reciente. Hay en ellos una invitación al trabajo de los historiadores profesionales, que están comenzando a incursionar sistemáticamente en esta etapa de nuestro pasado reciente.

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Anatemas y estigmas al por mayor

Por Roberto Baschetti, publicado el 20 de noviembre de 2003 en rebelión.org. Recopilado digitalmente por Elortiba.org.

Tacuara: “Variedad de caña maciza, de hasta 10 metros de alto y de follaje muy denso, con la corteza lisa y sin espinas, con abundantes ramificaciones en sus nudos”. Ésa es la definición que puede encontrarse en el Diccionario del español de Argentina, editado por Gredos. Repasemos parte de la definición: “Caña maciza, corteza lisa y sin espinas, con abundantes ramificaciones en sus nudos”, una excelente aproximación por la metáfora a esa otra tacuara, mezclada con pólvora y con sangre, que da el título a este magnifico libro de Roberto “Tito” Bardini.Porque lamentablemente, pólvora y sangre fueron elementos que en abundancia y con generosidad se desparramaron por todo el contorno de nuestra argentina a partir de 1955, cuando un golpe de estado oligárquico, dio por tierra con el segundo gobierno constitucional de Juan domingo Perón e inauguro una serie de dictaduras militares y/o gobiernos civiles debilitados y digitados desde los Estados Unidos.El sistema, hábil para detectar a los revolucionarios y aislarlos del conjunto, hizo caer sobre los muchachos de tacuara anatemas, estigmas y excomuniones al por mayor. “Bandidos, delincuentes, terroristas, fascistas, nazis, desequilibrados mentales” fueron solo algunos de los adjetivos calificativos que les regaló la prensa del establishment para denigrarlos. Veremos que no todos sus componentes eran iguales y pensaban del mismo modo. Los acusadores, parecían olvidarse que en Argentina la violencia política no nació con los tacuaras, sino como dije antes, con la interrupción del orden constitucional. Veamos la cantidad de hechos de violencia que se sucedieron con anterioridad al 29 de agosto de 1963, fecha del asalto al Policlínico Bancario por el Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT):

1. Bombardeos a Plaza de Mayo en junio de 1955. Único caso en la historia, en que las fuerzas armadas de un país (en este caso aeronáutica y marina) bombardean a connacionales a cielo abierto.2. Golpe militar del 16 de septiembre de 1955 (Revolución Libertadora) que derroca a un presidente constitucional elegido democrática y libremente por el 62.49% de los votos. 3. Intervención y conculcación de derechos a la Confederación General del Trabajo, que por entonces nuclea a casi 6 millones de trabajadores4. Instauración del decreto ley 4161 que prohíbe al peronismo.5. Robo del cadáver de Eva Perón por fuerzas armadas que se decían “occidentales y cristianas”.

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6. Adhesión al Fondo Monetario Internacional, con lo que comienza nuestra larga marcha hacia la degradación económica. 7. Fusilamiento de soldados y civiles peronistas en junio de 1956, sin juicio previo. 8. En 1958, [Arturo] Frondizi sube con los votos peronistas y traiciona el mandato popular y el pacto establecido con Perón 9. En consonancia con los dictados del FMI, Álvaro Alsogaray lanza un plan económico de austeridad (que será de austeridad para los trabajadores solamente y de acumulación de riquezas para la oligarquía terrateniente y las empresas extranjeras). 10. En enero de 1959, es ferozmente reprimida la toma y posterior huelga del frigorífico Lisandro de la Torre defendido por los trabajadores para evitar su desnacionalización. 11. Frondizi apela a leyes represivas e implanta el Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado). 12. El 18 de marzo de 1962 gana la elección a gobernador en la provincia de Buenos Aires, la fórmula peronista Framini-Anglada. Frondizi anula las elecciones.13. El gobierno de [José María] Guido (1962-1963) tiene el triste privilegio de provocar el primer secuestrado-desaparecido de la argentina: Felipe Vallese, militante de Juventud Peronista y delegado gremial metalúrgico.

Como bien dice en el prólogo del libro José Steinsleger: “¿Cómo éramos? Éramos violentos. Violentados más que violentos. antes de cumplir los 10 o 15 años asistimos al inicio sangriento de la desintegración nacional que hoy sigue legal y pacíficamente por lo social”.Los jóvenes de Tacuara, como tantos otros jóvenes, pelean por cambiar el mundo de acuerdo a su ideología y a la visión que tiene del mismo. Desconfían y aborrecen a esa democracia liberal que solamente ha logrado hundir aun más al país. Y están convencidos (los de Tacuara y muchos otros jóvenes más que luego vendrán) que solamente la muerte puede apartarlos de su cometido: “Patria o muerte”, dicen los seguidores de Fidel y el Che; “Perón o muerte, viva la patria”, dirán los muchachos de la JP setentista; “A vencer o morir por la Argentina”, exclamarán los jóvenes del PRT-ERP para ese mismo tiempo; “Volveremos vencedores o muertos”, afirman ahora, estos pibes de la cruz de Malta. Al respecto resulta muy útil exhumar un artículo de John William Cooke, aparecido en Marcha, con motivo de que la justicia de Uruguay debía pronunciarse sobre la extradición de José Luis Nell, requerido por la justicia argentina como presunto integrante del comando del mnrt que asaltó el Policlínico Bancario de Buenos Aires. Allí dice Cooke: “La trayectoria de Nell ejemplifica la de muchos jóvenes que iniciaban su vida política hace mas o menos una década en medio de las frustraciones de una argentina manejada por una minoría rapaz que abdicaba de nuestra autodeterminación política y económica, mientras el pueblo, súper explotado y proscrito, no lograba traducir su protesta en una lucha efectiva por la toma del poder. debo omitir referirme al complejo de

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circunstancias que llevó a un sector de la juventud a ver en las organizaciones nacionalistas de extrema derecha el camino para terminar, por medio de la acción directa, con este estado de cosas. Pero, en la medida que los impulsaba un auténtico fervor popular y patriótico, fueron percibiendo la naturaleza de ese nacionalismo violento, reaccionario y folklórico, que tras el fuego de su retórica no ofrecía un programa revolucionario sino saldos y retazos ideológicos trasplantados a los fascismos europeos. Sus núcleos paramilitares, lejos de ser dispositivos de combate revolucionario, eran engranajes del establishment…” Pibes que, como bien explica Bardini, “tienen entre 14 y 16 años, la mayoría pertenece a la clase media y son considerados chicos bien. Muchos son alumnos de colegios religiosos que antes estaban reservados a la oligarquía terrateniente o a la alta burguesía provincial”. Pero concluido el conflicto entre enseñanza laica o libre “un nuevo aluvión juvenil –cito nuevamente a Bardini- llega de los barrios periféricos y desborda la capacidad de absorción de tacuara. Lo nuevo ahora, son los apellidos tanos, gallegos y sirio-libaneses, las solicitudes de afiliación que llegan de Flores, Lanús, Quilmes, Avellaneda: es el medio pelo” Andrés Castillo aclara sobre su incorporación a esa organización que “casi todos los chicos del barrio entran a Tacuara, pero nosotros –ahí adentro- seguíamos manteniendo nuestra identidad peronista. Nos integramos por el tema del nacionalismo, de la violencia, de la verdad de los puños y las pistolas, por encima de lo racional…”. A partir del fenómeno peronista, entonces, también en Tacuara tal como sucede en sus antípodas políticas (en el Partido Socialista y en el Partido Comunista, por ejemplo), comienzan a dividirse las aguas. Roberto Bardini con paciencia de artesano va desgranando, en este libro que hoy presentamos, cada una de las diferentes alternativas que ofrecía aquella Tacuara original: la ruptura hacia la derecha de la Guardia Restauradora Nacionalista, el nacimiento del Movimiento Nueva Argentina funcional al peronismo, el surgimiento del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT), desde donde muchos de sus militantes se integrarán al peronismo revolucionario, es decir, a la tendencia revolucionaria del peronismo. A posteriori, Bardini se preocupa en Tacuara, la pólvora y la sangre por recuperar las biografías de aquellos militantes más paradigmáticos que comenzaron su militancia política en dicha organización. Queridos compañeros como Alfredo Ossorio, Jorge Caffatti, Tomislav Rivaric, Carlos Dasso, Edgardo Salcedo, Joe Baxter y José Luis Nell, entre tantos otros. Un Joe Baxter lúcido e implacable en sus definiciones, que supo apuntar al enemigo agazapado, cuando en un acto realizado en Filosofía y Letras afirma: “No solo hay liberalismo cipayo e izquierdismo cipayo: hay también nacionalismo cipayo”, que son aquellos que “creen que la batalla por la soberanía argentina se jugó en la Cancillería de Berlín en 1945”. Para luego afirmar: “Hay una tradición nacionalista equivocada que hace que muchos militantes nacionalistas terminen siendo delatores policiales o fuerzas de choque de la oligarquía”. Concluirá su alegato advirtiendo: “Hacer antisemitismo ahora es crear un problema artificial de tipo divisionista. El problema no se da entre blancos y negros, católicos y judíos, sino entre explotadores y explotados”.

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Un Tomislav Rivaric que, apresado por su participación en el asalto al Policlinico Bancario (29 de agosto de 1963), tuvo la valentía de no deslindar responsabilidades, pese a los graves cargos que afrontaba. El juez que entendía en la causa lo interrogó de la siguiente manera:

- Dígame, Rivaric, ¿usted se bajó antes del vehículo porque se arrepintió y no quiso participar de la segunda parte del delito?

Posiblemente, Tomi, como cariñosamente lo apodaban sus compañeros, hubiese podido ocultar la verdad para lograr más rápidamente su libertad o reducir sustancialmente la pena, si respondía afirmativamente a la pregunta del juez. Sin embargo, su respuesta fue un ejemplo de compromiso con su causa:

- No, señor juez, yo me bajé del vehículo porque ya había cumplido mi parte y porque así lo había dispuesto la organización.

La importancia fundamental del libro que hoy presentamos radica en que aniquila, destruye, pulveriza a todos esos formadores “tramposos” de opinión –de aquí y del exterior– que se empeñan, se afanan y tergiversan para poder mezclar en el mismo lodo, por meter en la misma bolsa, a los nazionalistas ultramontanos que colaboraron con la última dictadura militar, por ejemplo, con los nacionalistas populares y revolucionarios, secuestrados, torturados y desaparecidos por esa misma dictadura. Los primeros –nazis y fascistas– defendían la perpetuidad de un orden injusto y desigual, arcaico y ultramontano por donde se lo mire. Los segundos peleaban por una patria justa, libre y soberana, con salud, trabajo y educación para todos, “combatiendo al capital” como dice la olvidada estrofa de la Marcha Peronista y también luchando y presentando batalla contra el imperialismo donde quiera que el mismo se encuentre. Roberto Bardini, dando a conocer el libro de su autoría, Tacuara, la pólvora y la sangre, que hoy nos reúne y nos convoca, sigue asumiendo el compromiso de decir la verdad, de ponerse del lado del pueblo y de enfrentar a los poderosos, aunque le cueste, como alguna vez, amenazas contra su vida, la persecución despiadada y el exilio obligado.

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Con el libro "Tacuara, la pólvora y la sangre" «me saqué de encima una mochila de adoquines»: entrevista a Roberto Bardini

Entrevista realizada por la agencia de noticias Interprensa. Recopilado digitalmente por Elortiba.org.

Hace 26 años que Roberto Bardini reside en México, con estadías como corresponsal en Brasil, Estados Unidos, Honduras y Nicaragua. Conoce todos los países centroamericanos, desde Guatemala hasta Panamá. Como enviado, estuvo en Argelia, Irak, Líbano, Marruecos y el ex Sahara Español. Cubrió guerras e insurrecciones, asistió a cumbres de jefes de Estado, describió la vida cotidiana de pueblos exóticos. También envió sus notas "Humor", "Página 12" y "El Periodista de Buenos Aires". Ahora, la editorial Océano acaba de publicar su octavo libro: "Tacuara, la pólvora y la sangre". Aparenta un poco menos de sus 54 años. La mayor de sus hijas tiene 25 y vive en Argentina; la menor, un año y ya camina en México. En el medio, hay un varón de 20, que está en Honduras. Y viene otro en camino, para mediados de febrero. Roberto Bardini está casado con la actriz Mercedes Olea, hija del intelectual Víctor Flores Olea, ex viceministro de Relaciones Exteriores mexicano. "Viví la mitad de mi vida en este país", cuenta. "Y algunos amigos dicen que soy más mexicano que los frijoles charros".

-¿Cómo y cuándo te iniciaste en el periodismo?

-Comencé como colaborador de un periódico semanal de Las Flores, provincia de Buenos Aires, cuando tenía 17 años. Después, en una revista sensacionalista de Buenos Aires, de cuyo nombre prefiero no acordarme. Pero considero que fue en México, en marzo de 1976, cuando realmente me inicié en el periodismo profesional. Fue en el diario «El Día». Primero, en la parte cultural; después, en la sección internacional. En esa época escribían Gregorio Selser, Rodolfo Puiggróss, Marcelo Quiroga Santa Cruz, Frida Modak, que fue jefa de prensa de Salvador Allende...

Las paredes de su estudio -repleto de libros, revistas, periódicos y archiveros- muestran fotos que dan testimonio de sus viajes. Se lo ve en el centro de Bagdad, en el desierto del Sahara, en las montañas de Nicaragua (con uniforme de combate, mochila y fusil AK-47). Hay retratos de sus hijos. Y también están Héctor G. Oesterheld, Rodolfo Walsh, Ernest Hemingway, Lawrence de Arabia. Un pequeño afiche muestra un grupo de muchachos con Dardo Cabo: son el «comando cóndor», que en septiembre de 1966 desvió un avión hacia las Islas Malvinas. Ése es el tema del libro que está redactando ahora.

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-¿Por qué se te ocurrió escribir un libro sobre Tacuara?

-Era una asignatura pendiente. O mejor dicho: una mochila de adoquines que venía cargando desde los 18 años. Tres décadas y media... Ya me saqué el peso de encima.

-¿Por qué una «mochila»?

-Bueno, un estigma. Así se llaman las cinco llagas de Jesús. En mi caso, una cicatriz indeleble. El diccionario dice que el estigma también son las características físicas que determinan la conducta de los delincuentes. Tacuara está considerada como un «grupo neonazi» o una «banda neofascista», gracias a la labor de ciertos formadores de opinión muy sistemáticos.

-Pero eran un grupo bastante violento. Se agarraban a trompadas por la enseñanza "laica" o "libre". ¿Había que pelearse en la calle por determinado tipo de enseñanza?

-No leyeron el libro, o lo leyeron muy rápido. Explico eso en un capítulo. Era una época violenta. Era violenta la policía, los militares, los ministros del Interior civiles, los maestros, los papás, las mamás. Era violenta la historia argentina y siguió siéndolo después con el régimen militar y con los payasos de traje y corbata que vinieron detrás, como aves de rapiña. La violencia no empezó ni con Tacuara ni con las guerrillas de los 70. Empezó mucho antes. En 1955, con el sangriento derrocamiento de Perón, por ejemplo. Antes, en el 20 y el 30, en la «década infame», con la represión a obreros de la ciudad y las matanzas de trabajadores del campo... Si seguimos hacia atrás, los unitarios y los federales también eran violentos. Y los que mataban indios y gauchos o fusilaban generales patriotas adversarios.

-Volvamos a tu libro, al grupo Tacuara...

-Para empezar, no fue un grupo. A inicios de los 60, miles de estudiantes de los colegios secundarios de Buenos Aires eran o decían que eran de Tacuara. De los 14 años a los 18, fui simpatizante de una de sus tendencias: el Movimiento Nacionalista Revolucionario. En esa corriente no había ni nazis ni fascistas. Había muchachos obreros, había peronistas, incluso había quienes se definían como socialistas. Muchos de ellos están muertos o desaparecidos o estuvieron en la cárcel. Los militares no matan, ni desaparecen, ni encierran a fascistas y nazis. Les dan trabajo y los incluyen en las nóminas mensuales.

-Pero hubo antisemitas, chicos que pintaban esvásticas, notorios ultraderechistas. Tú mismo lo narras en el libro.

-Los hubo, como también los hay ahora y como parece que seguirá habiendo. En Argentina, en Estados Unidos, en Europa. Lo que intenté hacer con mi libro, con mi mochila de adoquines, fue abrirla y sacar todas las piedras una por una, y colocarlas en

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el lugar que correspondía. ¿Qué es George Bush? Un cowboy con retraso mental, un chimpancé que ni siquiera sabe que es fascista. Un violento institucional, como su padre. Como casi todos los republicanos y demócratas. Y los periodistas argentinos «políticamente correctos» denominan presidente a este simio petrolero. Le dicen mandatario, jefe de Estado. Administración Bush, dicen de alguien que no puede ni administrar un parque nacional o un zoológico.

Roberto Bardini tiene dos libros más en prensa: uno sobre la violencia en la frontera México-Estados Unidos y otro sobre la globalización. Este último lleva un título sugestivo: «Un mundo inmundo - Masacres, mitos y mentiras del siglo XX». Abarca desde el estallido de la Primera Guerra Mundial hasta la irrupción de Internet. Y también lleva escritas 300 páginas sobre el Operativo Cóndor en las Islas Malvinas, en 1966. En el prólogo «Edén Pastora, un cero en la historia» (1984), uno de los libros del periodista ex Tacuara, el entonces presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), Danilo Aguirre Solís, escribe: «Bardini es un reportero febril y nunca satisfecho con lo obvio. Posee un estilo de redacción culto, ameno y fanático del detalle». En un comentario al cierre de ese libro, Miguel Bonasso lo define como «un periodista de raza». En otro, «Monjes, mercenarios y mercaderes» (1988), el mismo Bonasso destaca en la introducción: «Bardini ratifica su pertenencia a una corriente del periodismo latinoamericano que vincula el episodio fugaz con el proceso histórico, y las urgencias de la crónica con las bondades de la calidad literaria».

-¿Y hoy, con el final de las ideologías, cómo te defines políticamente?

No duda ni siquiera un instante:

-¿Cuál final? Soy "políticamente incorrecto". La Fundación Ford o la Rockefeller jamás me van a financiar siquiera un orfanato o un albergue geriátrico.

Cuando no se altera, Bardini es un caballero de fina estampa. Y, además, bromista:

-Ni siquiera sé si esta entrevista se va a publicar en algún lugar. ¿Puedo darles, al menos, una lista de direcciones electrónicas para que se la envíen a mis amigos?

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Esos que pegan: rezeña del libro “Tacuara, historia de la primera guerrilla urbana argentina” de Daniel Gutman

Por Sergio Moreno, Vergara-Grupo Zeta Buenos Aires, 2003. Recopilado digitalmente por Elortiba.org.

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“Estos cuatro no deberían existir”, pontificaba Salvador, abuelo materno del columnista político de este diario Mario Wainfeld, en la década del sesenta, enumerando, “peronistas, comunistas, nacionalistas y ésos, ésos, ¿cómo se llaman ésos que pegan?”.

–Tacuara .-le recordaba Mario.–Ésos, Tacvara –reiteraba, para que no quedaran dudas, Salvador, pronunciando como

buen inmigrante judío la v corta en lugar de la u.De los cuatro peores males que Salvador veía derramarse en la Argentina, la tierra que había elegido para vivir y formar a su familia, Tacuara ha sido, quizás, una de las más oscuramente célebres por el nivel de violencia antisemita y anticomunista que desplegó entre fines de los cuarenta y su extinción, a mediados de los años sesenta.

El periodista Daniel Gutman decidió, pensando en escribir un libro, echar un poco de luz sobre la organización de marras, aclarar la confusión que ella misma había creado en su momento (hablamos de entre 30 y 40 años atrás) al dividirse en varias ramas cuya concepción ideológica mutó alguna vez en una ultraderechización más dura que la de su nacimiento (si es que ello fuera posible más allá de las declamaciones de sus integrantes de turno), hasta el trotskismo más cerril, pasando por las organizaciones de izquierda, guerrilleras o no, del peronismo rebelde y juvenil de los sesenta y los setenta.

En el imaginario colectivo –aquél que guarda alguna referencia sobre quiénes eran estos sujetos y qué querían–, Tacuara siempre ocupó el lugar del neonazismo argentino: ultracatólica, antisemita sin ambages (reivindicadores de Hitler, Mussolini y negadores del Holocausto, por supuesto) y anticomunista ferviente. Pocos saben, y he aquí uno de los logros de este texto de Gutman, que Tacuara, más allá de su nacimiento y advocación nacionalista, jugó un rol importante en el antiperonismo, aportando militantes y pensamiento (berreta, primitivo) al gorilismo vernáculo, fueran las Fuerzas Armadas, fueran algunos partiduchos nacidos al calor de la división social producida en la Argentina a partir de 1946 y profundizada tras el golpe de Estado de 1955 que derrocó al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón.

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El aporte que hace Gutman radica básicamente en desentrañar la confusión que el mito de los ultraviolentos neonazis de Barrio Norte dejó derramada en la historia de este país. Gutman reúne los fragmentos –mediante documentos, expedientes judiciales y entrevistas personales a sobrevivientes de la época– y rearma la historia de la organización, recuerda quiénes fueron sus creadores y principales dirigentes, cómo y cuándo se realizaron sus principales acciones y por qué se produjeron los quiebres internos que desgajaron Tacuara, dividiéndola en organizaciones que supieron mantener hasta el final un ultracatolicismo ultramontano (una de cuyas fuentes de inspiración fue el fascista español José Antonio Primo de Rivera) y otras que abrazaron la causa de Montoneros, las FAP y la guerrilla urbana del peronismo de izquierda.

Gutman relata algunas operaciones famosas en su época (el asalto al Policlínico Bancario, el asesinato del joven Raúl Alterman) realizadas por fracciones antagónicas de la misma organización, que ya habían comenzado abifurcar sus destinos. Ahora bien, cuando Gutman se sumerge en el racconto general de Tacuara, apela al desarrollo cronológico y, tan minucioso como relenteado, hace, quizás sin proponérselo, el descubrimiento del libro: que Tacuara, más allá de su ferocidad –que no era diferente de otras agrupaciones de esa época, cuando la violencia estaba en cada gesto de la política– y de su patético formalismo gestual fascistoide y nazi, de su pobre sustento ideológico y su más paupérrima aún defensa de los regímenes derrotados en la Segunda Guerra Mundial, era una agrupación que llegó a su esplendor en los sesenta y allí mismo comenzó a languidecer, utilizada según sea el caso por la Policía Federal, por algún militar de turno y por cuanto servicio de inteligencia que anduviese necesitando algunos borregos para generar un poco de caos, por lo general bastante módico.

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Si se quiere, la peligrosidad de esta banda de nenes bien (en su origen, más tarde incorporó a jóvenes engominados, pero de estrato social más bajo) se puso de manifiesto al estallar en pedazos y dividirse; cuando Joe Baxter, uno de sus fundadores, adhiere al trotskismo internacional y hasta llega a tener un traumático pasaje por el ERP de Mario Roberto Santucho; José Luis Nell y otros miembros ya volcados a la lucha armada ejecutan el asalto al Policlínico Bancario y, años después, después de la cárcel a donde los llevó el atraco, se suman a las FAR-Montoneros (Nell quedaría cuadripléjico luego de que dos balazos le perforaran la espalda en Ezeiza el día del regreso de Perón y dos años después se suicidaría de un disparo en la boca); y el sector de ultraderecha que venía respondiendo a Alberto Ezcurra Uriburu (fundador de la organización) derivó en mano de obra para los servicios y, posteriormente, desaparecida Tacuara como núcleo orgánico, también para la Triple A y el Batallón 601 de Inteligencia del Ejército.El texto de Gutman tiene el formato de una nota periodística larga y un tanto tediosa, un poco desangelada y, por momentos, excesiva en background para ubicar los hechos en el momento histórico. También el autor derrapa cuando habla de combate a la subversión en vez de terrorismo de Estado, pero esa caracterización aparece en dos oportunidades en el libro sin quedar en claro si el autor lo hace a conciencia o simplemente trata de ser irónico sin lograrlo.

Tacuara es, no obstante, un texto necesario para aquellos a quienes les interesa la trágica historia reciente de la patria, y para ubicar a sus ex integrantes, muchos de los cuales hoy día ocupan lugares de influencia en la Argentina (el caso del abogado del Opus Dei, ex miembro de la Corte Suprema y ex ministro de Justicia menemista Rodolfo Barra es sólo uno de ellos) y, en el fondo de sus corazones, llevan todavía a aquel nazi ultracatólico, morigerado o no, que fueran en su juventud.

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Orígenes de la violencia armada en Argentina

Reportaje a Daniel Gutman, por Mora Cordeu. Recopilado digitalmente por Elortiba.org.

La historia del Movimiento Tacuara es revisada en una investigación que repasa las luchas políticas de los años 60 y 70. Una investigación sobre el Movimiento Nacional Tacuara, abordada por el periodista Daniel Gutman, indaga en el accionar de este grupo configurado a finales de la década del 50 que va generando en su interior fuerzas contrapuestas —desde la derecha a la izquierda— "en un proceso anticipatorio en diez años de la violencia armada que se iba a vivir en la Argentina".El autor de "Tacuara" reconstruye la historia del grupo a partir de entrevistas a personajes que tuvieron un rol protagónico en ese entonces, a datos obtenidos en expedientes judiciales que se derivan del asalto al Policlínico Bancario —la primera acción armada encaminada a recaudar fondos para la lucha armada— y el registro de colecciones de diarios y revistas de la época.

—¿Cómo te vinculaste con el tema?

—Me atrajo básicamente haber leído, como una cosa apenas mencionada, que Tacuara era el lugar donde habían militado desde gente muy importante de los grupos guerrilleros, de Montoneros, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) hasta sectores de la derecha peronista e incluso agentes de inteligencia del Batallón 601.

—¿Cómo era Tacuara en sus comienzos?

—A finales de los 50 se forma una organización muy homogénea, sobre todo integrada por hijos de familias muy tradicionales de la Argentina, que vienen de la línea del nacionalismo de la época de (José Felix) Uriburu. Pero con la incorporación de cientos de miles de jóvenes, ya no de familias patricias, Tacuara se convierte en una expresión de rebeldía contra el sistema. El grupo deja de ser lo que era, se atomiza y se transforma.

—¿Cuáles son los motivos que explican este pasaje?

—Una de las cosas es que lo que vivió la Argentina desde 1955 hasta bien entrados los años 70: el intento de construir una democracia sin el peronismo, lo que degeneró y envenenó toda la política y empujó a la radicalización a millones de personas.

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Era algo que se tomaba como normal en aquel momento pero era una locura total construir una democracia sin las mayorías. Así se deslegitimó la democracia. El que más hablaba de democracia era (Pedro Eugenio) Aramburu, cuando nadie lo había elegido y estaba marginado el movimiento más popular. Así nos fue. Eso costó muchos años y muchas vidas.También tuvo que ver lo que en ese entonces pasaba en el mundo: la revolución cubana, Argelia, la locura de la guerra fría, donde los militares y los conservadores en la Argentina veían comunistas en todos lados. Su obsesión era frenar el peronismo y frenar la transición al marxismo de muchos peronistas.

—¿Cuándo se percibe la división adentro de Tacuara?

—Con la proscripción del peronismo, un proceso liderado por John William Cooke y al cual se sumaron muchos integrantes de Tacuara, de los que participaron en el asalto del Policlínico Bancario (el 29 de agosto de 1963). Un tiempo en que aparecen figuras como Gustavo Rearte, Andrés Framini, la gente que se nuclea alrededor de la revista Compañero.Al producirse la división, ese grupo decide seguir llamándose Tacuara aunque agrega el adjetivo revolucionario. Ahora, un tema que todavía queda abierto y la investigación no lo cierra es saber cómo en el primer grupo guerrillero urbano argentino, un grupo cuyos principios básicos fueron el antisemitismo, surge la admiración a la Falange española.

—Sobre este tema, vos hacés hincapié en las declaraciones de José Luis Nell, lo que figura en los expedientes judiciales.

—Cuando declara en la causa del Policlínico Bancario, Nell habla sobre la historia de Tacuara. Le preguntan que fue lo que pasó para pasar del fascismo a esa cosa revolucionaria marxista. Pero él hace hincapié en las diferencias de métodos. Había un grupo que creía que había que tomar las armas ya, influido por la teoría maoísta de que la chispa puede incendiar la pradera. Nell dice que se separan porque quieren tomar las armas y no porque crean que hay un problema ideológico. Siguen reivindicando un montón de valores de Tacuara: el nacionalismo, el rosismo, una actitud que tiene que ver con lo que representaba la izquierda... Para muchos jóvenes era una opción más válida Tacuara que el socialismo o el comunismo.

—¿Qué otra figura te parece importante en la historia de Tacuara?

—Joe Baxter me parece un personaje central, que simboliza todo ese proceso. De adolescente fue un admirador de los nazis y en el libro yo incluyo un poema donde reivindica los colaboracionistas nazis de todas las partes del mundo. Algo bastante grotesco. Y con esta cosa muy fuerte del antisistema.La negación de la democracia creo que tenía que ver con esto del lugar que se le asignaba en aquella época, completamente distinto al que se le da hoy. Y un poco esa

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cosa de rebeldía, de luchar contra ese orden del mundo impuesto en la Segunda Guerra Mundial, eso era lo que originaba su dirección hacia los nazis.Después Baxter va evolucionando y se convierte en uno de los fundadores del ERP, un fanático del marxismo leninismo que acusa a (Mario) Santucho de burócrata, de derechista, que pasó por China, por Vietnam, que vivió en el Chile de (Salvador) Allende. Creía que la vía del socialismo por los votos y por la democracia no era válida, que lo único legítimo era la revolución. Me parece un personaje que sintetiza las ideas de esa época.

—Vos afirmás que el proceso seguido por Tacuara anticipa en diez años la violencia que se iba a vivir en la Argentina.

—De un lado tenemos un grupo que hace el asalto al Policlínico Bancario, que es una operación que si la viéramos en los años 70 sería de lo más común para recaudar dinero y financiar una guerrilla. Por otro lado tenemos el grupo que afirma su identidad anticomunista, elige a un joven de 32 años, judío y comunista (Raúl Alterman), y lo mata en la puerta de su casa. Eso en los años 70 también sería común de parte de los grupos de ultraderecha como la Triple A, pero cuando lo hace Tacuara resulta novedoso.Muchos de los que se enfrentaron en los años 70 estuvieron juntos en los 60, en un proceso de radicalización que parte de una Argentina y un mundo muy distinto al de hoy.

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Una rosa roja en un casquillo de obús chino disparado en Vietnam: a 30 años de la muerte de Joe Baxter

Editado por Roberto Bardini. Palabras de Alberto Pérez Iriarte. Publicado en rebelion.org. Recopilado digitalmente por Elortiba.org.

“Fue en 1964. Yo era un gurí de 14 años cuando unos muchachos argentinos se alojaron en la casa de mi mamá, en Montevideo. Después me enteré que andaban prófugos de la policía. Eran militantes del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara y habían asaltado un banco en Buenos Aires. Entre ellos se encontraba Joe Baxter, a quien traté casi hasta el último día de su vida”. Quien así habla se llama Alberto Pérez Iriarte y es un uruguayo de 55 años naturalizado suizo. Desde 1978 vive en Ginebra, donde es vicepresidente del Partido Socialista local y edil (consejero municipal) por la comuna de Lancy, en el cantón de Ginebra. El 11 de julio de 2003 se cumplieron tres décadas de la muerte de José Baxter en un accidente aéreo en el aeropuerto francés de Orly. Los recuerdos de adolescencia y juventud de Pérez Iriarte trazan un retrato de ese argentino polémico con un itinerario político también polémico: se inició en el nacionalismo católico, se convirtió al peronismo combativo, pasó al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y terminó en la Fracción Roja, perteneciente a la Cuarta Internacional (trotskista). Entre su fuga de Argentina luego del atraco al Policlínico Bancario en agosto de 1963 –la primera acción de guerrilla urbana en Argentina– y sus últimos días, José Baxter se entrevistó en España con el ex presidente Juan Domingo Perón, en Egipto con el mandatario Gamal Abdel Nasser y en Argelia con el estadista Ben Bella. En Madrid tuvo un breve amorío con la actriz norteamericana Ava Gardner. También se entrenó militarmente en Cuba y en China, participó de un combate en Vietnam –donde fue condecorado por Ho Chi Minh– y vivió exiliado en Chile durante el gobierno de la Unidad Popular encabezada por Salvador Allende. En esos diez años de vivir en la cuerda floja, usó tres o cuatro identidades diferentes.

Para muchos, Baxter fue un “aventurero” o –para expresarlo de modo rioplatense– un “chanta”. Algunos dicen, sin aportar pruebas, que era “agente de algún servicio de inteligencia”. Pérez Iriarte, en cambio, tiene otra imagen de este hombre que pareció encarnar la consigna “vivere pericolosamente”, expresada por Nietzche y retomada por Benito Mussolini: “Contra lo que opinan muchos, para mí el gordo sigue siendo un personaje legendario, casi como Lawrence de Arabia o André Malraux”.

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Pérez Iriarte usa lentes de aro redondo, exhibe bigotes “a la francesa” con las puntas hacia arriba, tiene aspecto bonachón y parece un próspero petit burgueois parisino del siglo XIX. Pero las apariencias, como se verá más adelante, engañan. En su juventud, recibió entrenamiento guerrillero para unirse a las fuerzas del «Che» Guevara. El representante socialdemócrata utiliza bastón, a causa de una leve renguera: en 1969, cuando tenía 21 años, la policía uruguaya le pegó un balazo en una pierna. Y en los años siguientes logró esquivar muchos tiros más.

A continuación, el testimonio de Pérez Iriarte (se eliminaron las preguntas para dar continuidad al relato):

Dos balazos en la puerta de calle “Mi madre, que era viuda con dos hijos, tenía una gran amiga argentina, Elvira Campos, la esposa de Alberto Campos, el representante de Perón en Uruguay. Campos viajaba casi todos los meses a ver a Perón en Madrid, donde estaba exiliado, y a Ginebra, porque allí estaban las fuentes financieras de la Resistencia Peronista. En aquella época residían en Montevideo muchos perseguidos peronistas, políticos y sindicalistas. “Mamá alquilaba una o dos habitaciones de nuestra casa, a veces por solidaridad y otras directamente por complicidad. Es decir, sin declarar que tenía «huéspedes». La policía llevaba un control diario, llamado «Formulario de población flotante», para los archivos del servicio de migraciones. Los hoteles y casas de pensión debían llenar ese formulario una vez registrados los turistas. “Mi abuela materna, que era italiana, tenía una casa grande y también rentaba habitaciones. La mayoría de los cuartos se alquilaba a los peronistas asilados. Esa casa, en la calle Río Branco 1394, había sido de Baltasar Brum en su época de presidente del Uruguay. Cuando Gabriel Terra dio el golpe de Estado de 1933, fue ahí a pedir la rendición de Brum, con la casa rodeada desde la Avenida 18 de Julio hasta la calle Colonia por policías, bomberos y periodistas. Brum, que era un gran demócrata, colorado y francmasón, salió con dos pistolas y se suicidó en la puerta de calle delante de todo el mundo. “Nosotros vivimos en la Rambla República del Perú, a 50 metros del Rambla Hotel. Luego nos mudamos a la otra punta de Pocitos, a 26 de Marzo y Buxareo. Y fue entonces cuando empezaron a llegar «los porteños». Venían Héctor «Pajarito» Villalón; Fernando Torres, el abogado de la CGT; el salteño «Chango» Mena, un guerrillero «uturunco»; el sindicalista textil Andrés Framini, todos amigos de Alberto Campos. Unos paraban en la casa de mi abuela y otros en la de mamá. “Hasta que un día, Campos y el «Chango» Mena, tuvieron una conversación con mi madre. Esa noche, ella nos habló a mi hermana y a mí, y nos dijo que iban a venir unos argentinos, pero que no debíamos hacerles preguntas. El asunto nos intrigó mucho, pero entendimos. Ya estábamos con mi hermana empezando a militar en la Asociación de Estudiantes del Liceo Joaquín Suárez, de Pocitos. Y yo había ocupado el Liceo en la primera lucha por el boleto estudiantil en los transportes.

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En esa época fui cofundador de la Federación de Estudiantes de Secundaria de Montevideo, que luego se convirtió en la CESU (Confederación de Estudiantes de Secundaria del Uruguay).

Los muchachos peronistas “Los primeros muchachos argentinos que llegaron a casa fueron cuatro. Recién muchos años después supe sus verdaderos nombres. Pero hoy que ya es de conocimiento público y varios libros los han citado, puedo decirlo: se trataba de Carlos Arbelos, Jorge Cataldo, Alfredo Roca y Rubén Rodríguez. Nos ayudaban a preparar los exámenes para el liceo y salían a caminar de noche conmigo y mis amigos por la Rambla de Pocitos. Pero no hablábamos de política. “En aquellos días de 1964, mi madre y Elvira Campos tenían conversaciones con otras mujeres amigas. Así fue que, de confidencia en confidencia, llegó a mis oídos que los muchachos que estaban en casa semi «enterrados» eran «revolucionarios». ¡Habían asaltado un banco para juntar dinero! También supe que había algunos «peronistas de izquierda» en lo de mi abuela. A veces los veía en algún café de Pocitos conversando con otros que yo no conocía. “Después llegó Joe Baxter y más tarde José Luis Nell. Y comenzó a haber un cierto movimiento de los muchachos entre la casa de mi abuela y la mía. “También había otros peronistas exiliados que vivían en apartamentos de la calle Chucarro y la calle Charrúa. Se reunían en un lugar llamado el Boliche del Cahamadoira, donde almorzaban a mediodía. Luego Alberto Campos pasaba a fin de mes y pagaba la comida de todos. También había una parrillada argentina detrás del Parque Rodó, donde se hacían asados y se cantaba la Marcha Peronista. Nos invitaban a esas reuniones y a veces la homenajeaban o le agradecían a mi vieja al final de la cena. La querían mucho a doña Gladys, que en aquella época tenía 40 años. “Pero estos argentinos no eran como los que estaban escondidos en casa. La de 26 de Marzo y Buxareo era una casa «de confianza», a la que venían los ilegales, los clandestinos, los que tenían documentos «yutos». Los muchachos que estaban en casa eran «diferentes». Eran del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara. La imagen de Tacuara en Uruguay era la de la primera Tacuara, un grupo nacionalista católico con algunos rasgos antisemitas. “En Uruguay, como en Argentina, el nombre de Tacuara está asociado hasta hoy erróneamente al conservadurismo católico más que a la de izquierda revolucionaria. En Montevideo no se sabia que había distintas tendencias. El sector de Alfredo Ossorio era el ala más próxima a la tendencia impulsada por Joe Baxter, pero la que entró en la historia política fue la Tacuara «nacionalista de izquierda» fundada por Joe Baxter, José Luis Nell, Jorge Caffatti, Carlos Arbelos y otros. Cuando el Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT) se desarticuló, sus militantes fueron cofundadores de la gran mayoría de las nuevas organizaciones revolucionarias de Argentina y de Uruguay.

Un “hermano mayor” “Joe Baxter llega a mi casa el Primero de Mayo de 1964, día de paro general festivo y día en que se comen tortelines en casa. Lo recuerdo como si fuera hoy. Los muchachos

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nos presentan a «Salvador Ballesteros». Pero el ambiente está muy tenso. Yo intuyo que se trata del jefe del grupo. Tiempo más tarde supe que había estado escondido en las islas del Paraná o del Río Uruguay. “Es un tipo grande, con un gran bigote, pecoso. Tiene una conversación rápida, graciosa, con ironías porteñas. Es amable y muy respetuoso. Nada se escapa a su mirada. Yo quedo muy impresionado con ese personaje que tiene bajo el brazo «Times» y «Le Monde Diplomatique». Al otro día se va para la casa de mi abuela. Luego lo veo allí. Después comienza a venir seguido a la casa de Pocitos. Me pide que vaya hasta el semanario «Marcha» y retire un ejemplar que está a nombre de «Ballesteros». Yo voy, y ese gesto se convierte en un rito que repetiré durante meses. Me envía al diario «Época», llevo sobres y paquetes, traigo periódicos y libros. Una tarde me invita a tomar un café en el bar Bahía, en la rambla de Pocitos. Hablamos de mi situación estudiantil y familiar. “Un día, los muchachos de Tacuara se van de casa y Joe viene a instalarse. Como mi madre había alquilado una habitación a otro argentino, comparto con Joe mi habitación. Charlamos mucho y jugamos al ajedrez. Un día le cuento que tengo una presentación sobre Grecia en mi curso de historia. Me dice: «Yo te ayudo». Le cuento que el profe es reaccionario, hijo o nieto de Zorrilla de San Martín. Joe me dice: «OK, Atenas contra Esparta». Y me ayuda a armar una exposición oral genial sobre Esparta y sobre los esclavos en la «democracia» ateniense. “Otro día me dice quién es, me habla de su juventud y su familia, de la lucha continental. Yo siento que he ganado un hermano mayor. Más tarde, su familia y la mía se hacen amigas. Mi madre ayuda a su madre a venir a Montevideo. Mary, su hermana es mi amiga y un poco, también, como una hermana más. «Ñata», su mamá, me adora. Yo viajo a Buenos Aires, me hospedo en su casa y duermo en la habitación de Joe. Y leo los artículos de los diarios, guardados por la familia Baxter, sobre el gordo. Veo las fotos en las revistas, leo sus discursos y declaraciones a la prensa. “Traigo cosas de Argentina para Joe. Luego él viaja a Europa y lo acompaño al aeropuerto de Carrasco. Me deja varios encargos, paquetes para entregar en Montevideo. Y dos transmisores de radio. También debo esconder en casa un sobre con documentos. Abro uno, que dice: «Comando estratégico de Fronteras - Movimiento Revolucionario Peronista». “Joe regresa de su viaje y me cuenta: fue a ver a Perón a Madrid, Nasser lo invitó a El Cairo, estuvo en Argelia con Ben Bella. En España, tuvo un amorío pasajero con la actriz Ava Gardner. Ahora debe reunirse en Punta Carretas con el ex presidente del Brasil, Joao Goulart, exiliado, en Montevideo. Yo voy con Joe, para dar cobertura en ese encuentro. Son la ocho de la mañana de un día frío y ventoso. Un VW escarabajo, blanco, está estacionado en el extremo de Punta Carretas. Baja un tipo, cebando mate con un termo bajo el brazo. Joe me presenta y le habla de mí con elogios. Luego me voy, con la consigna de recorrer el perímetro y advertir si hay gente con aspecto de «tiras». “Luego Joe y los muchachos se van de Uruguay. Tiempo después supe estuvieron recibiendo entrenamiento militar en China. Unos meses después, regresan y vuelven a irse, menos Joe y Rubén. Pero Joe viaja mucho y nunca me dice a dónde. Un día, me trae un regalo: es la cápsula vacía de un proyectil de mortero chino disparado en

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Vietnam. Años más tarde, en Cuba, me enteraré que estuvo en Vietnam, que entró disfrazado de militar al Club de Oficiales del ejército norteamericano en Saigón, que participó del copamiento de ese lugar durante la ofensiva del Thet y que Ho Chi Minh le entregó una medalla por su valor. “En esa época, también vienen a casa muchos uruguayos, que –luego supe– fueron fundadores de Tupamaros. Y también vienen de la Federación Anarquista Uruguaya, del Partido Socialista y del Movimiento Revolucionario Oriental.

Bautismo de fuego “En septiembre de 1964 participé en la gran manifestación contra la decisión del gobierno uruguayo de romper relaciones con Cuba. Fue una tremenda refriega con la policía, desde el Palacio Estévez hasta la Universidad. Yo ya había participado en enfrentamientos con la policía, cuando las protestas contra el golpe de estado de ese año en Brasil, pero esta vez fue muy dura. Ocupamos la Universidad y durante tres días quedamos «sitiados» y fuimos violentamente reprimidos por los coraceros y los granaderos. “Ese fue mi «bautismo de fuego». Desde la Universidad llamo por teléfono a Joe. Me pide que le describa la situación adentro y le cuento la dificultad que teníamos para aguantar el control de la puerta principal, donde los compañeros «anarcos» de Bellas Artes peleaban duramente. Entonces Joe me empieza a dar una serie de consejos, que van a cambiar el cauce de la refriega por el control de la entrada y por alejar a los milicos del cerco. Me dice que utilicemos el plomo de los cables de teléfonos como perdigones para las ondas de horqueta y los tubos de luz fría como proyectiles desde las azoteas, para que el vidrio lastime a los coraceros. También me indica que busque en el depósito de limpieza productos químicos para fabricar una receta sustitutiva a la del cóctel Molotov. “Comunico todo esto a Marcelino Guerra y Jorge Errandonea, de Bellas Artes. Y montamos nuevos grupos en los techos y en la puerta principal. «El Cabeza» Ramírez dirige a nuestros arqueros de hondas, con munición de plomo en lugar de piedras y logran desalojar a los coraceros de la entrada. A la segunda noche, los menores de edad –que éramos siete– somos evacuados y fichados por la policía, acompañados por nuestras madres. Al tercer día, luego de una negociación entre la Federación de Estudiantes Universitarios y el ministro Tejera, se levanta el cerco y 300 estudiantes pueden abandonar la Universidad sin ser identificados. “Así era la amistad con Joe. Muchas veces fui el hermano menor, que lo escuchaba. Luego vinieron otras grandes manifestaciones, con choques con la policía, como las protestas estudiantiles de 1965 contra la intervención norteamericana en Santo Domingo y las de solidaridad con Vietnam. Joe me aconsejaba como moverme adentro de las manifestaciones: ir bien vestido y con otro saco o impermeable en el brazo, para cambiar de aspecto una vez terminada la bronca.

“A ese señor no lo conozco” “También íbamos mucho al cine. Recuerdo que vimos juntos «Lawrence de Arabia», «El Cid» y «Doctor Zhivago». Éramos muy compinches.

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“La ultima vez que estuve con Joe en Uruguay, fue en mi casa el 23 de diciembre de 1966, al otro día de la muerte de Carlos Flores en un tiroteo con la policía. Fue el primer tupamaro muerto en combate. Joe cambió en nuestra última conversación en Montevideo. De manera solemne, pensando que ya no nos volveríamos a ver más, me anunció que los tiempos habían cambiado y que empezaba la lucha frontal con el imperialismo. Y se fue. Ninguno de los dos lo sabía, pero volveríamos a reencontrarnos en Cuba, en 1968, y en Chile, de 1972 al 73. “Al día siguiente, 24 de diciembre, fuimos presos mamá, mi hermana y yo. El diariero de la esquina nos denunció a la policía porque había reconocido las fotos de Joe y los muchachos de Tacuara, además de Raúl Sendic, Jorge Manera Lluveras y otros. “La casa de mi abuela, en la calle Río Branco, también fue visitada muchas veces por los servicios de inteligencia cuando en 1966 la policía buscaba a Joe. Una vez los policías de civil vinieron con una fotografía del gordo y la vieja, una napolitana pícara, les dijo que no podía reconocer la cara porque era una foto muy chica y ella no veía bien. Dos horas después volvieron con una foto enorme de Joe y ella la observó largo rato y les dijo que no conocía a «ese señor». Ella, que los domingos le cocinaba ravioles.

Tras los pasos del “Che” “A principios de 1967, me integro al Movimiento Revolucionario Oriental (MRO), que era una organización de origen blanco, nacionalista, de la izquierda revolucionaria. A fines de ese año sube al gobierno la ultraderecha en la figura de Pacheco Areco e ilegalizan los partidos de izquierda y clausuran sus medios de prensa en diciembre de 1967. En enero me detienen durante una pintada callejera cerca de la Facultad de Medicina. A pesar de ser menor de edad, me meten preso durante 20 días en el Cuartel de Piedras Blancas. “Al salir, yo tenia 18 años de edad. Con otros 10 ó 15 militantes de la juventud del MRO, fundamos el Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER). El 90 por ciento éramos de Pocitos y la mitad habíamos ido al liceo Joaquín Suárez Nº 7 de ese barrio. “A finales del 1967, yo ya era un «guevarista» convencido, seguidor de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS). Fue entonces cuando me invitaron a participar con los que se prepararían para apoyar al «Che» en cualquier lugar del mundo. Y luego de algunas peripecias por Europa, que no vienen al caso, partí hacia Cuba, vía París, para integrarme a la vanguardia latinoamericana que crearía el «segundo Vietnam» en América Latina. “Yo tenía 20 años. La mayoría de edad en Uruguay se otorgaba a los 21. Cuando fui a sacar el pasaporte, necesité la autorización de mi madre para viajar al exterior. Es decir, necesité el permiso de mi mamá para integrarme a la revolución continental. Y fue así que el 2 de enero de 1968 me encuentro en la Plaza de la Revolución de La Habana junto con un grupo selecto de compañeros uruguayos, brasileros, paraguayos y argentinos. Sólo nombraré a una compañera, que ya no está: Soledad Barret. “Años mas tarde, Daniel Viglietti, le dedicó una canción. La vida de Soledad fue trágica. Secuestrada por un grupo de extrema derecha uruguaya, en 1962 o 1963 le dibujaron esvásticas en cada muslo. Vivió clandestina y a los saltos en varios países. Se entrenó con nosotros, con la fortaleza del mejor hombre del grupo. Y terminó asesinada en Río

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de Janeiro, en un allanamiento. La ametrallaron durante cinco minutos. Estaba embarazada: esperaba su primer hijo. “En la cafetería del Hotel Habana Libre me encuentro por casualidad con compañeros de John William Cooke, que habían estado en mi casa de 26 de Marzo y Buxareo. También veo a una pareja de argentinos, García Elorrio y su compañera Casiana Ahumada, que eran de la revista «Cristianismo y revolución». “Ellos me contactaron con Joe, que estaba instalado con Ruth, su compañera boliviana, en una casa de Miramar. Ruth había escrito un libro para Casa de las Américas sobre la Republica Dominicana. Y allí retomamos nuestra amistad como si nos hubiéramos separado ayer. En Cuba fui testigo del nacimiento de Mariana, la hija de ambos. La casa de ellos siempre estaba llena de gente. El gordo andaba vestido con el uniforme verdeolivo de oficial cubano y una pistola 45 en la cintura. Por las tardes, íbamos a la cinemateca del ICAIC y luego nos separábamos, cada uno a sus obligaciones. “En 1969 regreso a Montevideo. El 17 de octubre, a los 21 años, caigo herido de bala. Voy preso en medio del estado de sitio, con una parálisis total de mi pie derecho. Me salvaron la femoral pero no el nervio ciático. “Entre 1970 y 1972 siguen pasando por Montevideo argentinos de diferentes organizaciones políticas. Ya no venían a casa, pero llamaban por teléfono y les encontrábamos alojamiento. En particular, recuerdo a Gustavo Rearte, con quien conversamos mucho acerca del gordo Baxter.

Reencuentro en Chile “En 1972, la policía allana mi casa y la de mi familia. Huyo a Buenos Aires con mi madre. Los ex tacuaras nos ayudan y consiguen casas para alojarnos. Poco a poco nos vamos para Santiago de Chile, donde nos reciben con cariño. En aquella época, entrar a Chile por Mendoza era emocionante. “La Unidad Popular nos da casas y nos ayuda a encontrar trabajo. Y allí vuelvo a reencontrar a Joe. Me cuenta que ha roto con el PRT-ERP y me habla de la Cuarta internacional. Veo que nuevamente su cabeza funciona a cien kilómetros por hora. Voy a su oficina en Santiago y conozco sus nuevos compañeros. Viene el «tancazo» de junio del 73 contra Salvador Allende. Salimos todos a la calle. Yo iba arriba de un tractor y saludo a Joe, que camina rápido por la Alameda. Todo se acelera de nuevo. El gordo me dice: «Nos la van a dar con todo». Seguimos viéndonos y me cuenta que ha decidido irse de Chile. Cuando llega el día, como tantas veces en Uruguay, lo llevo al aeropuerto. Nos despedimos con un abrazo de hermanos el 10 de julio de 1973. “Al día siguiente, el avión en que Joe viajaría de París a Bruselas para ver a Ernst Mandel se estrelló en el aeropuerto de Orly.

Protagonismo, ética y acción “Joe viajaba con pasaportes falsos desde hacia 10 años. Tenía un récord de supervivencia en la clandestinidad. Vivió la historia latinoamericana de aquella época en carne propia, en cuerpo y alma a la vez, como un «sufista». Es decir, lo que existía era lo aparente y lo aparente era lo que no existía. La ideología era para él como una nave para viajar a la acción. El protagonismo, al estilo de Malraux o Lawrence de Arabia, era

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su arma de combate. Para muchos, su evolución ideológica fue muy heteróclita. Hoy lo critican algunos «puristas» que han olvidado sus propios orígenes y no se avergüenzan de sus actuales posturas. “El gordo tenía una ética revolucionaria propia. La acciones deben ser «limpias», decía. «No deben morir ni soldados, ni policías, ni compañeros». En aquella época, sólo los tupamaros y el MIR de Chile lograron respetar esa moralidad en el combate, y únicamente al principio, en los primeros años de los operativos iniciales, al estilo Robin Hood. Hoy el subcomandante Marcos, en México, hace de ese principio su doctrina. “Así, a los 25 años de edad perdí a mi hermano mayor, de 33. Joe nunca supo que dos meses después Salvador Allende moría un 11 de septiembre, casi como murió Baltasar Brum en la calle Río Branco, enfrentando a los golpistas con honor. Brum y Allende fueron masones. Cuando en 1963 Joe vivió en casa de mi abuela, dormía en la habitación que había sido el despacho de Brum en 1933. Son 40 años de una habitación que unió sin querer a dos hombres tan diferentes. “Hoy, Joe descansa por fin en el cementerio británico de Buenos Aires. Quizás alguien depositó una flor el 11 de julio. “Mi madre, que siempre recibió el reconocimiento de los muchachos de Tacuara, cumplió 80 años en abril. En la cómoda de su dormitorio está la cápsula del proyectil de mortero que Joe nos trajo de Vietnam. Yo sé que dentro de ese casquillo –que vino de tan lejos traído por un argentino- el 11 de julio ella colocó una rosa roja".

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José Baxter: vivir por vivir

Por Roberto Bardini. Recopilado en elortiba.org.

El 11 de julio de 1973, un Boeing 707 de la compañía Varig que debía volar a Bruselas se estrelló en el aeropuerto francés de Orly a los cinco minutos de despegar. Murieron 123 de sus 134 pasajeros. Fue muy difícil para los familiares de uno de ellos retirar el cadáver calcinado, porque viajaba con un pasaporte falso. Era argentino, tenía 33 años y había vivido en la cuerda floja durante la última década de su vida. Se llamaba José Baxter y hoy está sepultado en el cementerio británico de Buenos Aires.Aunque Baxter era, junto con Alberto Ezcurra Uriburu, uno de los rostros visibles del Movimiento Nacionalista Tacuara, adquirió una espectacular notoriedad después del asalto al Policínico Bancario, el 29 de agosto de 1963. Ese hecho, que representó un botín de 100 mil dólares de la época -destinados inicialmente a financiar una invasión por mar a las Islas Malvinas- se considera la primera acción guerrillera urbana en la historia argentina.Hoy a nadie le interesa conmemorar la fecha o reivindicar públicamente su figura. Ni siquiera sus viejos camaradas de distintas organizaciones quieren tocar el tema. Y es que Baxter fue un controvertido personaje con una trayectoria política igualmente controvertida.Ex afiliado juvenil de la Unión Cívica Radical, dio sus primeros pasos como dirigente a fines de los años 50 en un nacionalismo católico con rasgos antisemitas. A comienzos de los 60 se pasó con armas y seguidores al peronismo revolucionario. En 1968, residía en París y fue testigo del Mayo francés, un masivo movimiento universitario que levantaba dos consignas: 'La imaginación al poder' y 'Seamos realistas: pidamos lo imposible'.Fue allí donde se vinculó al contador santiagueño Roberto Mario Santucho. A partir de ahí se integró, con el nombre de 'Rafael', al Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). Y finalmente se unió a un desprendimiento trotkista: la Fracción Roja, perteneciente a la Cuarta Internacional, entonces dirigida por el economista belga Ernst Mandel.Descendiente de irlandeses, estudiante de abogacía y empleado de Teléfonos del Estado, tenía 24 años de edad cuando su nombre saltó a las primeras planas de los periódicos.A mediados de septiembre de 1963, Baxter habló en la Facultad de Filosofía y Letras ante estudiantes de izquierda, presentó al Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara y tomó distancia del grupo dirigido por Ezcurra Uriburu. Dijo: 'No sólo hay liberalismo cipayo e izquierdismo cipayo; hay también nacionalismo cipayo. Los nacionalistas cipayos son quienes creen que la batalla por la soberanía argentina se jugó en la cancillería de Berlín en 1945'.Unos días antes, Baxter le había confiado a un periodista judío: 'Nos sacamos de encima toda la Segunda Guerra Mundial... Hacer antisemitismo ahora es crear un problema artificial de tipo diversionista. Divide inútilmente y fabrica confusión en torno al verdadero enemigo'.

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Fugitivo en Uruguay con el nombre de 'Salvador Ballesteros', vivió durante casi tres años en la casa de la familia Pérez Iriarte, en la esquina de las calles 26 de Marzo y Buxareo, en el barrio de Pocitos. En Montevideo se relacionó con el dirigente agrario Raúl Sendic y participó en la creación del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros.Desde allí viajó a Madrid, El Cairo y Argel donde se entrevistó sucesivamente con el exiliado ex presidente Juan Domingo Perón, el mandatario egipcio Gamal Abdel Nasser y el estadista argelino Ben Bella.Junto con un grupo de tacuaras de izquierda y militantes de la Juventud Peronista recibió entrenamiento militar en China. Después pasó a Vietnam y se unió al Vietcong.Su leyenda personal sostiene que, gracias a su aspecto físico -alto, corpulento, pelirrojo y con pecas- entró vestido de militar canadiente al Club de Oficiales del ejército de Estados Unidos en Saigón. Se dice que poco después, durante la ofensiva del Thet, participó del ataque de ese lugar y que el líder vietnamita Ho Chi Minh lo condecoró por su valor en combate.Uno de sus ex camaradas, el sociólogo Alfredo Ossorio, describe a Baxter como 'ocurrente e histriónico' y dice que su personalidad le recuerda una frase de José Ortega y Gasset: 'En épocas de crisis hay hombres que se hacen matar por una ficción'. Algunos ex tupamaros aseguran que era 'un aventurero'. Ex integrantes del PRT-ERP lo definen como 'un chanta con mucho bla bla'. Y hay quienes tienen la duda, sin poseer datos concretos, de que fue 'agente de algún servicio de inteligencia'.Alberto Pérez Iriarte, uruguayo de 55 años nacionalizado suizo, ex militante del Movimiento Revolucionario Oriental (MRO) y actual vicepresidente del Partido Socialista de Ginebra, tiene una visión diametralmente opuesta. Él tenía 14 años cuando Baxter se alojó en su casa del barrio de Pocitos y compartió su habitación. Después se siguieron viendo en Cuba, en el Chile de Salvador Allende y en Europa. Lo recuerda como 'un joven de conversación rápida, graciosa, con ironías porteñas, amable y respetuoso'.Pérez Iriarte afirma: 'Contra lo que opinan muchos, para mí el gordo Joe sigue siendo un personaje legendario, casi como Lawrence de Arabia o André Malraux'.A 30 años de su muerte, José 'Joe' Baxter, alias 'El gordo', 'Salvador' y 'Rafael', continúa representando el mismo enigma que lo caracterizó en vida.Un hombre del cual lo único seguro que se puede decir es que encarnó con sus acciones la consigna 'vivere pericolosamente'.

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Operación Condor

Por Raúl de Sagastizabal Montevideo, enero de 2004.Crónica de la espectacular operación de la fracción peronista de Tacuara, Movimiento Nueva Argentina.

El 28 de septiembre de 1966, un grupo de 18 jóvenes peronistas -estudiantes, obreros y sindicalistas argentinos- desviaron un avión de Aerolíneas Argentinas, aterrizaron en las Islas Malvinas e hicieron flamear al viento malvinero, durante 36 horas, nuestra Enseña Patria.Esta acción, bautizada por sus protagonistas “Operación Cóndor”, hizo vibrar el sentimiento nacional en cada punto de nuestra Patria y conmocionó al mundo.Como expresara el periodista y escritor Roberto Bardini al comentar un libro en preparación sobre dicha operación, que se titulará Vuelo de cóndores: El día que los muchachos peronistas hicieron flamear banderas argentinas en las Islas Malvinas, “...deseo que los nombres de aquellos 18 muchachos figuren con letras destacadas en la historia argentina del siglo XX, sin importar los senderos por los que se bifurcaron sus vidas”. Rumbo a MalvinasAlrededor de las seis de la mañana del miércoles 28 de septiembre de 1966, dos hombres jóvenes armados con pistolas, entraron a la cabina del vuelo 648 de Aerolíneas Argentinas, que con 35 pasajeros a bordo había despegado a las 0:34 horas del aeroparque Jorge Newbery en vuelo regular a Río Gallegos, ordenándole al piloto del Douglas DC-4, Comandante Ernesto Fernández García, que pusiera rumbo “uno-cero-cinco”. La aeronave se encontraba en esos momentos sobrevolando Santa Cruz.El comandante intentó en primera instancia convencerlos de que depusieran su actitud y hasta alegó no tener combustible suficiente para la travesía ordenada, pero finalmente obedeció y la aeronave viró hacia las Islas Malvinas; se había iniciado la “Operación Cóndor”.

Los CóndoresEl vuelo 648 de Aerolíneas había sido tomado por un grupo comando armado, de 18 jóvenes idealistas argentinos, cuya jefatura ejercían Dardo Manuel Cabo, apodado “Lito”, de 25 años, periodista y afiliado a la Unión Obrera Metalúrgica, y Alejandro Giovenco, de 21 años, a quien llamaban “El Chicato”.

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Los otros dieciséis integrantes de la patrulla patria eran: María Cristina Verrier, de 27 años, periodista y dramaturga, única mujer del grupo y tercera en la cadena de mando; Ricardo Ahe, 20 años, empleado; Norberto Karasiewicz, 20 años, metalúrgico; Aldo Omar Ramírez, 18 años, estudiante; Juan Carlos Bovo, 21 años, metalúrgico; Pedro Tursi, 29 años, empleado; Ramón Sánchez, 20 años, obrero; Juan Carlos Rodríguez, 31 años, empleado; Luis Caprara, 20 años, estudiante; Edelmiro Jesús Ramón Navarro, 27 años, empleado; Fernando José Aguirre, 20 años, empleado; Fernando Lisardo, 20 años, empleado; Pedro Bernardini, 28 años, metalúrgico; Edgardo Salcedo, 24 años, estudiante; y Víctor Chazarreta, 32 años, metalúrgico.

En suelo malvineroUn espeso manto de nubes cubría las Malvinas esa mañana del 26 de septiembre, pero el piloto logró encontrar las Islas y entre claros divisaron el inconfundible suelo malvinero, localizaron la ciudad, y luego de un par de giros de reconocimiento, la proa del avión apuntó hacia tierra iniciando el aterrizaje.Si bien desde 1942 existía en las Islas una emisora de radio, la misma se dedicaba a transmitir programas de la BBC de Londres, por lo que el enlace con el resto del mundo y entre los distintos puntos poblados de las Islas dependía de una red de radioaficionados. Fue Anthony Ardí, uno de esos radioaficionados, el primero en divulgar la noticia que conmovió a millones de argentinos: a las 08:42 horas del 26 de setiembre de 1966, un avión DC-4 argentino había descendido en Puerto Stanley utilizando como pista de aterrizaje la embarrada pista de carreras cuadreras. Puerto Stanley carecía entonces de aeropuerto.La emisión de Anthony Ardí fue captada en Trelew, Río Gallegos y Punta Arenas (Chile), y desde esas ciudades retransmitida a Buenos Aires.La operación preveía la ocupación de la residencia del Gobernador británico, Sir Cosmo Dugal Patrick Thomas Haskard, y del arsenal de la isla, pero estos objetivos no pudieron cumplirse porque el pesado avión enterró sus ruedas en el barro de la improvisada pista y quedó muy alejado de la casa del Gobernador.En ese entonces la seguridad de las Islas --cuya población escasamente superaba el millar de personas, y a quienes en Londres llamaban “kelpers” (algo así como “recolectores de algas”)-- estaba confiada a un grupo de milicianos de la llamada Fuerza de Defensores Voluntarios, reforzados por una veintena de Infantes de Marina del Reino Unido, quienes entrenaban a los voluntarios una o dos veces al año, existiendo además un importante número de armas en poder de civiles.Fue así que tras aterrizar, el avión argentino fue rodeado por poco más de cien personas en armas, entre Marines, milicianos y civiles armados, no obstante ello, los Cóndores descendieron del avión y desplegaron siete banderas argentinas que flamearon gallardas en el irredento territorio malvinero, luego de 133 años de usurpación Británica.Bajo una persistente lluvia y encandilados por potentes reflectores colocados por las fuerzas británicas en las inmediaciones del avión, los comandos bautizaron el lugar como “Aeropuerto Antonio Rivero”, en homenaje a ese gaucho matrero, entrerriano de origen, que el 26 de agosto de 1833 lideró un grupo de peones argentinos que alzados contra el opresor extranjero supo poner en jaque a los ingleses, al punto que armados con

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boleadoras y facones tomaron un establecimiento en el que arriaron la bandera británica e hicieron ondear nuevamente en las islas nuestro Pabellón Nacional.En Puerto Stanley se encontraba entonces un sacerdote católico, el Padre Rodolfo Roel, que hablaba algo de español y que ofició de interlocutor, intercediendo para que los pasajeros del avión --entre los que se encontraban, entre otros, el gobernador del Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Contralmirante José María Guzmán y Héctor Ricardo García, director del diario Crónica-- fueran trasladados a la ciudad para recibir alimentos y ser alojados en casas de “kelpers”, mientras los Cóndores permanecieron en el avión.Al atardecer del 28 de septiembre, Dardo Cabo solicitó al padre Roel que celebrara una misa en la aeronave, la que se inició a las 18:00 horas y concluyó con el Himno Nacional Argentino entonado a viva voz por los 18 jóvenes patriotas.A las 4:30 horas del 29 de septiembre, el Gobernador inglés los intimó a rendirse, pero la respuesta del jefe del operativo, Dardo Cabo, fue negativa.Poco después de las 15:00 horas, el padre Roel se reunió nuevamente con los Cóndores y procuró la rendición de los mismos, pero sólo encontró respuestas negativas. Finalmente, agotados y sin alimentos ni agua, los comandos argentinos aceptaron deponer su actitud con la condición de ser acogidos por la Iglesia Católica, y quedar exclusivamente a cargo del padre Rodolfo Roel, lo que fue aceptado por la autoridad británica.Aproximadamente a las 17:00 horas, los jóvenes peronistas, con el comandante del avión de Aerolíneas y el sacerdote Roel, formaron militarmente frente a un mástil con la bandera argentina y procedieron a arriarla, entonando nuevamente el himno patrio. Concluida esta emotiva ceremonia entregaron sus armas al comandante aviador Ernesto Fernández García, única autoridad que reconocieron.

El retornoTres meses antes de la Operación Condor, un golpe de estado había depuesto al Presidente de la Nación, Dr. Arturo Humberto Illia, de la Unión Cívica Radical del Pueblo, que había llegado al gobierno con poco más del 20 por ciento de los votos y con el peronismo proscrito. Gobernaba el país el general Juan Carlos Onganía, en nombre de la autotitulada “Revolución Argentina”.El gobierno militar, de común acuerdo con la corona británica, envió a Malvinas al transporte naval A.R.A. Bahía Buen Suceso, al cual en horas del mediodía del sábado 1 de octubre fueron transportados en una lancha carbonera, los 18 comandos, la tripulación del avión y los pasajeros, zarpando con destino al puerto de Ushuaia, al que arribaron en la madrugada del 3 de octubre.Los Cóndores fueron detenidos en la Jefatura de Policía de Tierra del Fuego, e interrogados por el juez, se limitaron a responder: “Fuimos a Malvinas a reafirmar nuestra soberanía”.El secuestro del avión de Aerolíneas Argentinas fue uno de los primeros secuestros aéreos del siglo XX, y como tal aún no estaba penalizado en Argentina, por lo que los cargos que el Fiscal Federal de Tierra del Fuego, Dr. Jorge Torlasco, imputó a los integrantes del comando Cóndor fueron: “privación de la libertad, tenencia de armas de guerra, delitos

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que comprometen la paz y la dignidad de la Nación, asociación ilícita, intimidación pública, robo calificado en despoblado y piratería”.Finalmente, el 22 de noviembre de 1966, el Juez Federal de Tierra del Fuego, Dr. Miguel Angel Lima, los procesó por los delitos de “privación de la libertad personal calificada y tenencias de armas de guerra”, delitos por los cuales resultaron condenados a distintas penas el 26 de junio de 1967. Esta sentencia fue confirmada por la Cámara Federal de Bahía Blanca, el 13 de octubre de ese mismo año.Dardo Cabo, Alejandro Giovenco y Juan Carlos Rodríguez permanecieron tres años en prisión debido a sus antecedentes político-policiales como militantes de la Juventud Peronista, los quince restantes quedaron en libertad luego de cumplir nueve meses de prisión.María Cristina Verrier, hija de un juez de la Corte Suprema, y Dardo Cabo, hijo de un dirigente gremial, se casaron en la cárcel.A la fecha, ningún libro de historia o manual escolar recuerda esa hazaña de un grupo de patriotas argentinos a quienes recordamos como los “Cóndores”.La justicia federal los consideró delincuentes, y el gobierno del general Onganía los tildó de “facciosos”, pero lo cierto es que esta audaz acción constituyó la primera gesta patriótica del siglo XX que reivindicó los derechos soberanos argentinos sobre las Islas Malvinas.

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Entrevista a Abraham Guillén, gran teórico de la guerrilla

Texto extraído de la Revista Bicicleta. Año 1 Núm. 9 Octubre 1978 reeditado en http://www.almeralia.com/basepbicicleta.asp

Abraham Guillén ha vuelto a España después de un largo exilio que comenzó en 1945, cuando -evadido de Carabanchel, en una Nochevieja-, consiguió pasar clandestinamente a Francia a través de la tienda que tenía un amigo en la frontera. Considerado como el gran teórico de la guerrilla urbana en Latinoamérica, Guillén nació en 1913 en Corcuera (Guadalajara): "En mi formación libertaria influyó, en primer lugar, mi pueblo. Allí no ha habido nunca policía, ni guardia civil, los montes (y muchas de las ocupaciones del pueblo) eran comunales... Todavía hoy, los mozos, hacen una caja común para correr con los gastos de las fiestas .Fue resinero en el pueblo y estudiante en Madrid, después de haber conseguido una beca de la República; redactor de las revistas "Juventud Libre" y "FIJL", comisario político de la 14ª División y del 4º Cuerpo del Ejército, comandado por Cipriano Mera. Director de la revista "Nosotros" en Valencia, pasó los tres fatídicos días del final de la guerra en el puerto de Alicante, junto a otros muchos miles que esperaban unos barcos que nunca llegaron. Detenido, encarcelado, condenado a muerte, tiene en su haber dos evasiones: primero del campo de trabajo de Aranjuez, y finalmente de la cárcel madrileña. Una tribu de gitanos libertarios le escondió en Madrid hasta que pudo hacer el viaje a la frontera. Su periplo de exiliado comienza en Francia, y continúa en Argentina y Uruguay, con una estancia en Cuba inmediatamente después del triunfo de la revolución. Abraham Guillén es licenciado en Ciencias Económicas, profesor de Economía Política en Buenos Aires, asesor económico de la Universidad del Trabajo en Uruguay, y experto internacional de la OIT en economía autogestionaria y desarrollo cooperativo en el Perú. Comentarista de economía y política internacional en diarios argentinos, uruguayos y peruanos, es autor de cerca de cuarenta libros que abarcan temas desde la guerra de España, hasta la economía mundial, la economía autogestionaria y el poder y la implantación de las multinacionales.

-Tu primera experiencia guerrillera en latinoamérica la constituye el grupo de "Los Uturuncos", en qué consistió este movimiento? - Los Uturuncos" fueron la primera guerrilla urbana y rural (ambas combinadas) en los finales y comienzos de los años 1959 y 1960. Al unir el campo y la ciudad en los

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guerrilleros "Uturuncos", mi punto de vista estratégico, político, económico y social, era dar a la guerra revolucionaria, sobre todo, un carácter estratégico opuesto a la batalla o el combate de línea; es decir, que una guerra de pueblo en armas, si quiere vencer a un gran ejército represivo, tiene que ser una guerra en superficie, en todo un territorio nacional, como si fuera hecha a manera de una piel de leopardo, circulando los guerrilleros por todos esos intersticios. Como los combatientes "uturuncos" eran (casi todos) peronistas, yo estimé que ello constituía una limitación política, pues una guerra revolucionaria debe englobar a todo un pueblo y no sólo a un partido. Si la concepción política es mala o estrecha, por más brillante que sea la táctica y la estrategia guerrillera, se pierde la guerra revolucionaria o no se supera el estado primario de pequeños grupos de acción que no se convierten en ejército de liberación, en pueblo en armas, único medio de alcanzar el triunfo.

En 1956 Abraham Guillén publica "La Agonía del Imperialismo", en cuyo segundo tomo se inserta un pequeño manual de guerra de guerrillas dentro del capítulo "La lucha armada contra el imperialismo". El manual llega a la guerrilla cubana y es incorporado a sus tácticas. En 1965 se publica en Buenos Aires la obra de Guillén "Teoría de la violencia", y el mismo año aparece en Montevideo la primera edición de su "Estrategia de la guerrilla urbana"; son obras que sirven de base estratégica para los Tupamaros en Uruguay y para la guerrilla brasileña de Marighella y Lamarca, así como para la lucha urbana que ese mismo año se desarrolla en Santo Domingo (varios exiliados dominicanos son aleccionados directamente por Abraham Guillen en Buenos Aires).

-¿Conociste directamente a Raul Sendic, el fundador del movimiento Tupamaro? -Con Sendic me vi pocas veces, pues andaba siempre clandestino. Pero había cuatro comandantes que recibieron preparación sobre estrategia de la guerrilla urbana. Estos eran los hombres de acción, mientras que Raúl Sendic era más bien un político, exdirigente del Partido Socialista, muy vinculado a los obreros cañeros del Departamento de Artigas. Tanto es así, que la consigna de estos cañeros era la siguiente: "Por la tierra y con Sendic". No era ese movimiento guerrillero, sino reformista, pues pedía la reforma agraria en los latifundios de los cultivos de caña de azúcar. Hasta 1965, el grupo de Sendic, muy castrista, estaba limitado a realizar marchas por carretera hasta Montevideo pidiendo tierra para los obreros cañeros. Como Fidel Castro, "Che" Guevara y Regis Debray, no concebían la guerra revolucionaria fuera de las montañas, y el Uruguay no las tenía, no había posibilidad de crear así un movimiento guerrillero, según la doctrina cubana. Justamente en 1965, cuando publiqué "Estrategia de guerrilla urbana", los "Tupamaros" vieron una luz, pues yo decía que los "bosques de cemento son más seguros que los bosque de árboles”. Y que las ciudades tienen más recursos logísticos que el campo. Y como nuestra civilización es capitalista y concentra el capital y las poblaciones en las ciudades a ritmo acelerado, en países como Uruguay con más del 80 % de población urbana, era absurdo ir a hacer la guerra revolucionaria en el campo, donde hay más vacas y ovejas que población rural. Por consiguiente, las teorías fidelistas y maoistas de la guerra revolucionaria no eran apropiadas para países industrializados o

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subdesarrollados con más población urbana que rural. Una gran ciudad (que es casi como una ciudad-nación con varios millones de habitantes o, simplemente, alrededor de un millón) se presta a la guerra de guerrillas más que la selva amazónica. Pues en esta selva hace muchos años que están los indios, con un terreno favorable que los protege de los blancos; pero así no hacen política, no son decisivos como las guerrillas urbanas en las grandes capitales o ciudades de los países de la Cuenca del Amazonas. No es en la selva amazónica donde unas guerrillas pueden decidir en la política de Brasil, sino más bien las guerrillas urbanas en Sao Paulo, Río de Janeiro, Porto Alegre y el Salvador, etc.

-¿Puedes hacernos un balance de la guerrilla de los Tupamaros? -Está todavía muy próxima su experiencia: creo que fue muy brillante tácticamente, pobre estratégicamente y débil políticamente, pues intentaron copiar la revolución cubana. Mi punto de vista es que no se hacen dos guerras con la misma estrategia ni dos revoluciones con la misma política. La revolución hay que inventarla y reinventarla, sin limitarse a desalojar del Poder a una minoría dominante, para establecer una dictadura de tipo stalinista. Si un pueblo se ve constreñido entre una dictadura que puede caer y otra que se puede levantar en lugar de ella, cae así en la indiferencia política, pues el pueblo prefiere el socialismo y la libertad y no la dictadura de las burocracias o de las burguesías. Al no descubrir las leyes específicas de la guerra revolucionaria en el Uruguay y ofrecer un programa de socialismo autogestionario, creo que los "tupamaros", por ser fieles al modelo castrista, fueron derrotados, en términos políticos. El marxismo-leninismo, de tipo castrista o soviético, no creo que arrastre a las masas hacia una Revolución de tipo cubano, ni en América Latina ni en ninguna otra parte. Fui el inspirador táctico y estratégico de los "tupamaros", pero mi origen libertario me separaba políticamente de ellos, fervientes castristas, aunque alguno era también libertario. Al no compartir mi propuesta de socialismo autogestionario, apropiada para un país que le sobra espacio y le falta población, se fueron alejando políticamente de mí y acercándose a Fidel Castro. Ellos creyeron que yo era un romántico por no ser partidario del socialismo estatal, de la democracia directa, de la propiedad social, del federalismo económico y administrativo. Su castrismo y guevarismo condujo a los "tupamaros" a un dogmatismo político de tipo marxista-leninista, lo cual les procuró población estudiantil; pero no población adulta, urbana y rural, en cantidad y calidad para volcar el país en su favor. Y si una guerrilla, cualquiera que sea y en cualquier país que actúe, no gana población con sus acciones, tendrá, en el mejor de los casos, victorias tácticas, pero finalmente una derrota estratégica y política.

-Parece importante también tu influencia sobre el movimiento guerrillero en el Brasil... -Los exiliados brasileños que llegaron al Uruguay, luego del "golpe" de Estado contra el presidente Goulart, sus líderes principales, casi todos me conocieron. "La estrategia de la guerrilla urbana" -antes que a otros idiomas- fue traducida al portugués; entró en Brasil mimeografiada; dio lugar al movimiento guerrillero urbano, dándole doctrina estratégica; influyó notablemente en el movimiento guerrillero del capitán Lamarca, de Marighella y del mayor Piriz. Antes de publicarse el "Minimanual de guerrilla urbana" de Marighella,

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con un par de años de anticipación, se publicó en Montevideo, "La estrategia de la guerrilla urbana". En Brasil había todas las condiciones, con mucho espacio rural y grandes ciudades, para crear el más vasto movimiento guerrillero de América Latina. Pero Marighella, que era maoista, no quería desmentir a Mao y a Fidel en cuanto a que la guerrilla de campo es estratégica y la de ciudad táctica, es decir, menos importante ésta que aquella. Lamarca también, maoista y fidelista, luego de ganar muchos combatientes en Sao Paulo, gracias a sus audaces golpes de guerrilla urbana, quizá por seguir la doctrina maoista y fidelista de la guerrilla de montaña se fue con todo su ejército guerrillero (que había ganado en las ciudades) a combatir en las sierras situadas en el triángulo de Río de Janeiro, Sao Paulo y Salvador, siendo aislado de los campesinos, clavado al terreno por fuerzas muy superiores, con repetidos bombardeos de la aviación, perdiendo así, en una inoportuna guerra de montaña, lo que había ganado en meses de guerrilla urbana inaprensible, imbatible. En suma, por querer salvar los principios fidelistas y maoistas (no apropiados en todo para Brasil), la guerrilla urbana fue derrotada, no en su medio –el de las megalópolis-, sino por haberse ido al campo; es como si una ballena intentara hacer en la tierra lo que le sería más fácil en el mar.

-Distintas formas de guerrillas aplicadas en Latinoamérica. ¿Qué opinas del "foquismo"? -Sobre el "foquismo" publiqué en Montevideo, en 1969, un libro titulado: "Desafío al Pentágono". Se trata de una obra que explica la inconsistencia de las tesis de Regis Debray, expuestas en "Revolución en la Revolución", libro "foquista", copiado por Debray al dictado que le hicieron en Cuba; pues él era licenciado en filosofía y letras, no sabe nada de estrategia militar. La tesis más socorrida del "foquismo" cubano es que todas las guerras revolucionarias hay que hacerlas desde el campo, desde las montañas. Yo planteo -como dije- la ciudad populosa más apropiada a la guerrilla en la época del capitalismo. Indico que si en la Edad Media, cuando toda la población estaba en el campo, no habian triunfado las guerras campesinas, ¿cómo podrían hacerlo ahora en plena civilización urbana? Aclaro que la Revolución cubana no se hizo exclusivamente en Sierra Maestra, sino que hubo más muertos y más combates en las ciudades; que se propagó la insurrección en superficie apareciendo el “Segundo Frente de Escambray"; que se luchó por todo Cuba; y que eso hizo que el ejército batistiano, cogido entre dos frentes, tuviera que rendirse, no sólo frente a Sierra Maestra, sino porque estaba copado por su retaguardia, en las ciudades. Otra consigna simplista es la de que "el poder viene del cañón del fusil". Si fuera esto verdad, los suboficiales y los sargentos darían los "golpes" de Estado; pero son los generales y los coroneles los que los dan; aunque no estén todos los días con los fusiles y los soldados. Y es que sin fin político no hay visión de lo estratégico. Los generales piensan en políticos y por eso dan los "golpes" de Estado; pero los sargentos y los suboficiales no piensan ni en generales, ni en políticos. Así, teniendo más de cerca las armas y los soldados, los suboficiales y los sargentos casi nunca producen un "golpe" de

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Estado y, cuando lo dan, lo pierden posteriormente porque no saben qué hacer con el Poder. En cambio los "foquistas" pequeñoburgueses, sin vinculación al trabajo de fábrica o de campo, tienen la patología del Poder. Y cuando lo alcanzan, crean un partido monolítico que excluye de él a todo el pueblo, constituyéndose así éstos en la "nueva clase", más difícil de desalojar del Poder que la burguesía. Pues la nueva clase se presenta no como clase, sino como la encarnación del proletariado por medio del Estado totalitario y del Partido único. El "foquismo", pequeño-burgués, separado de los trabajadores o sin ellos en sus filas guerrilleras, puede ser un nuevo stalinismo. Será preciso meditar esta perspectiva seriamente para evitar que una minoría domine a las mayorías mediante el capitalismo de Estado y el Partido monolítico. Para ello hay que preparar a los sindicatos, a los jóvenes revolucionarios, en un espíritu autogestionario, con pleno dominio de la estrategia, a fin de cortar el paso al Poder a grupos "foquistas", totalitarios, inspirados en el modelo soviético de socialismo burocrático.

-Tu conociste bien a Ernesto "Che" Guevara y has tratado directamente a Fidel Castro. ¿Cómo valoras la experiencia guevarista, triunfante en Sierra Maestra y que le llevó al fracaso y a la muerte en Bolivia? -El "Che" Guevara y Fidel fueron instruidos por el coronel español Bayo, que durante la guerra civil española tenía conocimientos de táctica de grupos guerrilleros, operando en la retaguardia franquista. Cuando el "Che" y Fidel llegaron a Cuba en el "Gramma" -luego de ser descubiertos al desembarcar en la isla, procedentes de México-, les quedaron 7 hombres y 11 fusiles o viceversa. Sin embargo, se fueron a la Sierra Maestra. Y como el planteo político era bueno para la guerra de guerrillas, esos pocos hombres y esos pocos fusiles sirvieron para echar a Batista, que administraba a Cuba como su negocio privado. Si Fidel hubiera dicho al comenzar la guerra de guerrillas en Sierra Maestra que era marxista-leninista, en vez de hablar de libertad, de democracia, de lucha contra la corrupción batistiana, hubiera sido aislado y derrotado como tantos otros guerrilleros, sin programa político compartido por la casi totalidad de una nación. Así las cosas, Fidel tuvo el apoyo de la burguesía, la clase media, los obreros y los campesinos de Cuba, incluso la simpatía de Estados Unidos. De esta manera, al llegar a formaciones de batallón con sus guerrillas, Fidel venció a las brigadas o divisiones de Batista, desmoralizadas y acorraladas en las ciudades, los montes y el campo. Cuanto mejor sea un programa político de liberación tanto más fácil es ganar una guerra contra el imperialismo de fuera o el despotismo de adentro. La mayor parte de los movimientos guerrilleros de América Latina han sido derrotados por imitar al Fidel marxista-leninista y no al Fidel guerrillero que tuvo como programa la democracia, la lucha contra la dictadura y la corrupción. Conocí al "Che" Guevara en 1962, en plena "crisis del Caribe", una noche larga conversando los dos y en presencia de Alicia Eguren, esposa del líder peronista, exiliado en Cuba, John William Cooke. Los barcos de guerra y los aviones norteamericanos estaban merodeando por las playas de Cuba. El "Che" Guevara esperaba el desembarco de las divisiones pentagónicas a los cuatro o cinco días del cerco de Cuba por Estados

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Unidos. Yo le dije que eso era muy improbable e incluso innecesario, pues el desembarco de los yanquis era permanente: databa de 1898 cuando nos fuimos los españoles de Cuba, y ellos se reservaron la base naval estratégica de Guantánamo. El "Che", sin embargo, estaba convencido de que los nortemaericanos desembarcarían en Cuba. Yo le dije que teniendo una superioridad estratégica absoluta en aviones y barcos de guerra, podían aislar a Cuba del resto del mundo, ganando así la batalla estratégica, logística, sin tener que entrar en la batalla táctica, frontal del desembarco, pero el "Che" pensaba que los yanquis desembarcarían en la isla. Le dije que, a menos que ellos tomaran Guantánamo, los yanquis se quedarían quietos. Y como los soviéticos se pusieron de acuerdo con los yanquis, sin consultar a los cubanos, se cambiaron los proyectiles atómicos, en bases cubanas de los rusos, por bases de proyectiles yanquis en Turquía. Aclaré que el gatillo atómico en Europa -en la OTAN- lo tenían los yanquis y que, en Cuba, igualmente estaba en manos de los soviéticos. Por tanto, a menos que los cubanos no crearan una situación irreversible en Guantánamo, yanquis y soviéticos se entenderían sin los cubanos. Además, en guerra convencional, los rusos tenían perdida la partida en el Caribe: Negociarían con los norteamericanos. El "Che", molesto contra los soviéticos, me dijo que él había ido a la URSS con otro cubano, cuyo nombre no recuerdo, para establecer el acuerdo de bases de proyectiles soviéticos en Cuba. Pues los rusos las hablan solicitado en defensa del mundo socialista. Yo lo creí así -me dijo el "Che"- pero luego nos han dejado pagando... Desde ese momento, el "Che" se hizo más pro-chino que soviético; no asistía a las recepciones de la embajada rusa en La Habana; se lo veía más en las de China y Albania. Finalmente, los soviéticos, contra el parecer de Fidel Castro, echaron al "Che" del Ministerio de Industria, ya que creía más en el "nuevo hombre socialista" que en el stajanovismo, política productivista de los soviéticos. No nos entendimos bien nunca el "Che" Guevara y yo. Era un hombre más bien dogmático. Lo disuadí de hacer empresas guerrilleras de montaña con pocos hombres (grupos de 25 guerrilleros), por entender que, en el caso de los "Uturuncos" -algo que yo había experimentado-, la contraguerrilla operaba con secciones de más de 30 hombres dotadas de algunos morteros. Por tanto, el combate frente a frente tenía así correlación de fuerzas desfavorables para la guerrilla. Pero el "Che" seguía el reglamento cubano como un dogma. Yo era partidario de 4 a 5 grupos de 25, viviendo separados en el bosque y montaña, pero combatiendo juntos contra las secciones de más de 30 contraguerrilleros. Así habría superioridad de número y de fuego; la victoria estaría asegurada para los guerrilleros. Sin embargo, el ''Che'' se fue con un grupo chico de combate a las montañas del oriente boliviano: tuvo victorias tácticas iniciales, pero perdiendo su poca tropa por el desgaste del medio rudo y de los combates, y porque no suplía sus bajas con la llegada de campesinos, no teniendo población favorable, fue derrotado como le dije, 3 meses antes de serlo, al amigo del "Che", Ricardo Rojo. El "Che" Guevara, que tenla excelentes condiciones político-militares de comandante, se empeñó, sin embargo, en morir como sargento al frente de un pequeño grupo guerrillero en el oriente boliviano donde convergen las fronteras de Brasil, Argentina, Bolivia y Paraguay. Quizá el "Che" eligió esta zona geo-estratégica porque pensaba actuar en varios países sudamericanos a la vez con su guerrilla. En esa región hay más espacio que

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población, siendo así muy lento, en el mejor de los casos, el crecimiento militar de los grupos guerrilleros; pues los campesinos son más bien indiferentes a la guerra revolucionaria. Echado del Ministerio de Industria de Cuba por los soviéticos, que presionaban económicamente para que abandonara su cargo, el "Che" Guevara, después de renunciar secretamente, debia dar una explicación política sobre este acontecimiento; pero su fidelidad absoluta a Fidel le llevó, clandestinamente, al Congo, donde luchó; y luego al oriente boliviano donde murió. Se diría que el ''Che'' iba buscando la muerte para no tener que explicar por qué había renunciado al Ministerio de Industria, teniendo así que disminuir la figura política de Fidel Castro. Hubiera sido más útil el "Che" Guevara escribiendo un libro sobre la labor contrarrevolucionaria de los soviéticos en Cuba, que yendo a morir a Bolivia al frente de un pequeño grupo guerrillero; pero su muerte lo sublimó como héroe; dejó así intacta la figura política de Fidel Castro que, sin duda, lo sacrificó políticamente contra ayuda económica y militar soviética.

-Los movimientos de ocupación de "fundos" en el Perú a comienzos de los años 60, constituyó una de las experiencias revolucionarias sobre el campesinado de mayor éxito movilizador. ¿Cuál fue tu relación con el movimiento de Hugo Blanco? -La operación guerrillera del valle de la Convención (Cuzco), estratégicamente, se programó en Buenos Aires. Yo serví de asesor estratégico. Entre los trotskistas peruanos y argentinos de la IV Internacional -partidos POR- existía una gran afinidad política. Yo nunca fui trotskista, pero fui asesor estratégico para programar la rebelión campesina en el Perú. Mi punto de vista era que había todas las condiciones políticas, económicas y sociales para desencadenar una rebelión campesina al estilo de la de Tupac Amaru (1780); pues el feudalismo peruano reducía a los campesinos a la condición de pongos (siervos). La Caja de Selva peruana (borde montañoso de la Amazonia), es un terreno muy favorable a la guerra de guerrillas: Ahí, un campesinado en armas, si es bien dirigido política y estratégicamente, puede derrotar a los más poderosos ejércitos regulares; pero haciendo una guerra móvil, sin fijarse al espacio, sin ocupar tierras en frente fijo, tratando de vencer, primero, al ejército represivo, y después hacer la reforma agraria. No lo entendieron así los dirigentes del POR argentino, especialmente, el inútil Nahuel Moreno, un trotskista de pacotilla que leía y releía, como libro único, la "Historia de la Revolución Rusa", de Trotsky. Y como éste decía que no hay Revolución si no se crean "poderes paralelos" (Soviets), Nahuel Moreno y los trotskistas peruanos optaron por hacer una guerrilla al servicio de los campesinos y de la reforma agraria comenzando, inmediatamente, por ocupar los latifundios y permanecer en ellos como pueblo armado. Mi punto de vista, en franca disidencia con Nahuel Moreno y la gente de Hugo Blanco, es que la ocupación de tierras obligaba a clavarse en el terreno. De esta manera, los éxitos tácticos iniciales se convertirían después en derrotas estratégicas frente a las tropas de represión, muy superiores en número y en capacidad de fuego sobre los guerrilleros de Hugo Blanco.

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Al querer aplicar a la realidad peruana las experiencias de la Revolución Rusa de 1917 (en situaciones especificas completamente diferentes en lo político, económico y estratégico), los campesinos del valle de la Convención fueron derrotados en su rebelión. El ejército ruso, por ejemplo, había sido derrotado en el frente alemán en 1917; se volvía de los frentes; y al llegar a Petrogrado se reunió con los obreros y los ciudadanos formando Soviets; esa situación no se daba, de ninguna manera, en Perú, ya que su ejército estaba intacto .

-¿Podrías trazar la panorámica actual de la guerrilla latinoamericana? -El hecho de haber copiado el modelo cubano, especialmente en lo político y en la táctica guerrillera, no descubriendo las especificidades de cada país latinoamericano, ha conducido, en muchos movimientos guerrilleros, a llenar las cárceles de presos y a amontonar cadáveres. Repito que la Revolución, en cada país, debe ser re-inventada; descubrir sus leyes estratégicas especificas; programar bien sus objetivos políticos; combinar perfectamente su frente unido de clases oprimidas contra las clases opresoras; dar unidad de pensamiento y acción a los grupos políticos sin tolerar sectarismos; y, sobre todo, para que la guerrilla conduzca a la Revolución no basta con tener unos cuantos fusiles y unos pocos hombres, sino, más que nada, hay que aprovechar una ocasión histórica favorable a la Revolución: una gran crisis económica, una guerra perdida, un desprestigio total del gobierno y de las clases dominantes, una dictadura odiada por todo el pueblo, que no debe ser discutida, sino combatida y vencida. Por tomar los deseos por realidades, creo que en Guatemala perdieron los guerrilleros al lanzarse al ataque con escaso planteo revolucionario. El momento de la guerrilla en Guatemala era más apropiado a la caída de Jacobo Arbenz, en 1954, cuando la United Fruit, con apoyo del Departamento de Estado, colocó en el Poder a Carlos Castillo Armas. Entonces los guerrilleros tenían a su favor la lucha por la democracia, la liberación nacional contra el imperialismo y la lucha por una legalidad constitucional, que compartía la mayor parte del pueblo guatamalteco. La guerrilla guatemalteca, luego de la revolución cubana, tenla menos condiciones de triunfo que en 1954; pero unos cuantos jóvenes, creyendo que lo de Cuba se reproduciría como hongos, se lanzaron a la lucha armada. El ejército guatamalteco exterminó, según parece, a los militantes de estos grupos guerrilleros, a sus simpatizantes y a cuantos tuvieran alguna vinculación con ellos. A este tipo de "limpieza" -sin ningún respeto por los derechos humanos- se le llamó "guatemalización" que luego, en similares condiciones, se ha convertido en "argentinización", "uruguayización", "bolivianización", "brasilenización", "chilenización", "colombianización", "mexicanización", etc. En Colombia la guerrilla tenía ya su implantación antes de la revolución cubana. El guerrillerismo colombiano surgió como una explosión de protesta popular en 1948 cuando el asesinato político del líder liberal Gaitán, que dio lugar a la guerrilla urbana generalizada, más conocida con el nombre de "bogotazo". Como consecuencia de este acontecimiento revolucionario, muchos revolucionarios colombianos se fueron a las sierras, surgiendo así un copioso movimiento guerrillero con cierta similitud a la guerra de guerrillas china del Yenan, luego de la "Gran Marcha" del IV y el VIII ejércitos comunistas.

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Tanto se implantaron las guerrillas en Colombia, que se llegaron a liberar zonas de montaña como las repúblicas independientes de "Marquetalia", "El Pato" y otras. Cuando escribí "La estrategia de la guerrilla urbana", en 1965, dije que esas repúblicas guerrilleras no se podrían consolidar como frentes fijos, pues las divisiones de helicópteros, que son una "caballería del aire", acabarían con ellas. En cambio, en el Yenan (China), los helicópteros no habían sido empleados como si se tratara de una infantería volante. Y como había pronosticado, "Marquetalia" y "El Pato" dejaron de existir. La guerra de guerrillas tenia que ser móvil, no fija, indiqué, y más en las ciudades que en las montañas, pues en las megalópolis aunque no se las libera apresuradamente, se gana su población y con ellas se combate en muchos puntos urbanos a la vez, no sirven las divisiones de helicópteros ni las unidades blindadas. Sin embargo, la guerrilla colombiana ha seguido siendo preferentemente rural, pero ya ha entrado en la fase urbana, o en ambas al mismo tiempo: tiene varios ejércitos guerrilleros, pero le falta un programa común, no se ha liberado del dogmatismo marxista-leninista y, en consecuencia, no saben los guerrilleros plantear correctamente su problema nacional, su revolución específica, sin importarla desde Cuba u otros países. Otro movimiento guerrillero, que cometió los mismos errores estratégicos que el colombiano, fue el intento insurreccional del grupo armado dirigido por de la Puente Uceda, en Perú. Concentró sus guerrilleros en Mesa Pelada, en vez de actuar en los grandes suburbios de Lima; se fijó al terreno con pocas fuerzas, sin poder contrarrestar a la aviación y la artillería del ejército; así, sin movilidad, fue masacrado por querer intentar, en cierto modo, la experiencia fracasada de las "repúblicas guerrilleras" de Colombia. En Lima hay, aproximadamente, un millón y medio de pobres en los barrios miserables ("pueblos jóvenes” pero los guerrilleros de Lima se iban a pelear en las montañas y selva, en un terreno que les era hostil, más desconocido que el "cinturón de miseria de Lima" y menos seguro que éste logística y políticamente).

-Respecto a Nicaragua, donde parece haberse consolidado un frente guerrillero que está poniendo en jaque al dictador Somoza, ¿qué salidas ves a corto plazo? ¿Cuáles son los componentes ideológicos reales del Movimiento Sandinista? -El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) es una alianza polifacética: 1) El grupo GPN, guevarista, partidario de la guerra prolongada. 2) Los "terceristas" (mezcla de cristianos, liberales y marxistas). 3) El grupo proletario integrado, casi en su totalidad, por militantes del partido comunista. Asi pues, el FSLN tendría cierta inclinación marxista-leninista, si bien en la huelga general contra el dictador Somoza, comenzada el 25 de agosto de 1978, han intervenido los comerciantes e industriales, así como los obreros y empleados. Pero, salvo Venezuela, Costa Rica y Panamá, los países latinoamericanos no estaban decididos, especialmente Honduras y El Salvador, países fronterizos con Nicaragua, a bloquear el régimen de Somoza, pues no están seguros de si el FSLN creara en el Istmo centroamericano una nueva Cuba, cosa que preocupa, en el mismo sentido, a Estados Unidos. Desde el día 9 de septiembre de 1978, prácticamente, el pueblo nicaragüense se lanzó a la calle para echar del Poder al tirano Somoza y su familia, que lleva dominando en Nicaragua unos 40 años contra la voluntad del pueblo. Luego de la toma del Parlamento

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de Nicaragua por un grupo guerrillero mandado por el "Comandante Cero", también en setiembre, Somoza tuvo que aceptar las condiciones de los guerrilleros, poniendo un avión a disposición de éstos para llevarlos al Panamá. Al desencadenar la insurrección general contra Somoza, tomando varias ciudades los insurrectos, tales como Chinadenga, Esteli, León, Rivas y otras, sin contar con artillería, blindados y aviación, quedándose en frente fijo o en barricadas, se prestaban así a ser aniquilados por el ejército somocista, que puede hacer la guerra en dos dimensiones: tierra y aire; los guerrilleros apenas si podían hacer una: tierra, ciudades difíciles de retener frente a un ejército organizado con mayor potencia de fuego. Al FSLN parece que le fué imposible mantenerse en algunas ciudades conquistadas, mejor dicho, levantadas en masa con su población contra el dictador Somoza, pues sin armas pesadas no es posible consolidar un frente fijo. Hubo la ventaja para los sandinistas de que los levantamientos eran en varias ciudades, llamando al ejército represivo desde varios puntos a la vez, pero no los suficientes como para hacer la guerra revolucionaria como en piel de leopardo. En la frontera con Costa Rica, zona exterior favorable, los sandinistas trataron de crear una "base de fronteras", y una "zona liberada", pero si la Guardia Nacional de Somoza emplease toda su fuerza de aviación, blindados y artillería; si los guerrilleros no tienen, a su vez, estas armas, no se puede consolidar así ni una "base de frontera" ni una "zona liberada", para crear ahí un "gobierno de liberación". Para derrocar al dictador Somoza o a cualquier dictador no hay que combatir en frente fijo, en formaciones cerradas y en barricadas, si dar continuidad a la lucha guerrillera, no en media docena de ciudades como en Nicaragua, sino en decenas de pueblos (en el campo) y en todas las ciudades populares del país. Para vencer en una guerra revolucionaria no hay que tratar de entrar en batallas frontales, fijas y de mucha duración. Si en cientos de combates rápidos, móviles, para dispersar al enemigo, para impedirle que establezca su orden político y su represión. Una guerra revolucionaria no es conveniente decidirla por las armas sino por la política del pueblo en armas, sin grandes batallas, ganado por la desmoralización y el desgaste político y militar del enemigo. Los sandinistas, cuyo plan político internacional no es claro para Estados Unidos, Honduras, y El Salvador y para otros países latinoamericanos tienen, en ese sentido, una falla política y diplomática, que puede conducir en contra de Somoza, a una intervención para echarlo del Poder, pero sin dejar que avancen hacia éste los grupos marxistas-leninistas. El fenómeno de Cuba es difícil de repetir en América Latina. Por eso repetimos que toda Revolución tiene que ser inventada, a fin de que no tenga limitaciones en su política Internacional y en su política nacional, en su estrategia y en su táctica. En suma, lo mas importante para el triunfo de los revolucionarios nicaragüenses es hacer su revolución, como en todas partes, con una semántica nueva, sin que el enemigo interior y exterior tenga ventajas políticas y militares para oponerse a una ideología conocida, resistida, desgastada bajo dictaduras burocráticas que han sucedido a burguesías o a aristocracias absolutistas.

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-Cambiando de continente, ¿cual es tu juicio sobre la guerrilla urbana en la forma en que la llevan a la práctica la R.A.F. en Alemania, o las Brigadas Rojas en Italia? -Las "Brigadas Rojas" han demostrado la eficacia de la guerrilla urbana para crear situaciones políticas, colocando al país casi al borde del colapso político. Así, en cierto modo, el "compromiso histórico" de comunistas y demo-cristianos de Italia ha sido sacudido como un terremoto político. Tácticamente, las "Brigadas Rojas", con el empleo de muy pocos hombres, han creado situaciones, en forma de guerrilla urbana, que no podrían crear las guerrillas rurales. Ello demuestra que la guerrilla urbana no busca una gran batalla, ni barricadas o liberar una ciudad como los sandinistas contra Somoza, sino producir una situación política comprometida que pueda liquidar, por ejemplo, con el empleo de unos pocos guerrilleros, el "compromiso histórico" democrocristiano-comunista en Italia. Sin embargo, la estrategia de la desesperación no es la mejor para hacer triunfar la guerrilla urbana, como ha sucedido en Italia y Alemania, pues la contraofensiva del Poder puede emplear unas reglas de juego donde ya no se respete los derechos humanos. Así las cosas, si las guerrillas urbanas alemana e italiana no movilizan la población en base a sus acciones, si esas minorías armadas no arrastran a las mayorías populares desarmadas, no se producirla así el triunfo de la Revolución. Entonces cabe preguntarse, ¿para qué la dramatización de la lucha? A menos que no se trate de desestabilizar un país o echar del Poder a un partido para que entre otro (¿pero será mejor o peor?), no se justifica extremar la violencia, si se saca la caza para que cacen otros. Mientras las condiciones económicas, políticas, sociales, morales, no están maduras para una revolución, todo acto extremo puede agudizar aun mas la contrarrevolución, trayendo una dictadura de tipo nazifascista o, simplemente, de "guatemalización" de un país, donde el terror impuesto por los dictadores actuales no tiene nada que envidiar a Hitler, Mussolini y Stalin, en cuanto a ignorar los derechos humanos fusilando a diestro y siniestro. No tengo mucha información sobre la guerrilla urbana europea, pero creo verla descolgada de los movimientos sindicales obreros, hoy reformistas (socialistas o comunistas), que pueden ser movilizados por estos guerrilleros, para dar paso a un socialismo auténtico. ¿Cual? ¿Cómo? ¿Para cuándo? ¿Con qué programa? He ahí la debilidad de la guerrilla urbana europea. ¿Cual es su mensaje? ¿Cómo resuelve la crisis de la sociedad post-industrial? ¿Con dictadura democrática o con socialismo de autogestión? Si la política es mala, nunca la estrategia revolucionaria puede ser buena; se es derrotado no por cobarde, sino por poco inteligente.

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Indice

“Tacuara: la pólvora y la sangre”: extractos del libro de Roberto Bardini.................3El subjefe es José Baxter, alias Joe o el Gordo, un ex afiliado a la Unión Cívica Radical que ingresó a Tacuara en 1957 y que pronto se transformó en su vocero. Nacido en 1940 e hijo de un capataz de estancia descendiente de irlandeses, el robusto Baxter estudia Derecho y trabaja como telefonista. Es histriónico y ocurrente; su personalidad -según un antiguo camarada- recuerda una frase de José Ortega y Gasset: “En épocas de crisis hay hombres que se hacen matar por una ficción”. Su madre, una devota católica, les entrega a él y sus compañeros medallitas de la Virgen de Luján cuando parten a enfrentarse con los estudiantes laicos (algunos años más tarde, las actividades de Joe y sus compañeros tomarán otro rumbo, pero la señora continuará con esta piadosa costumbre)..........................7Por esos días hace su aparición en Mataderos un grupo de jóvenes bien vestidos y, sin que nadie se los solicite, se suman a las escaramuzas en apoyo a los huelguistas. Son pocos pero están bien organizados y exhiben una disciplina casi militar. Los que parecen ser los jefes tienen revólveres. Son del Movimiento Nacionalista Tacuara, que hasta entonces no se ha definido como peronista. Después de acaloradas discusiones internas, un sector de ese movimiento ha decidido aportar a la lucha obrera una de sus mejores destrezas: la “dialéctica de los puños y las pistolas”....................................................................................................................13Acerca del Movimiento Tacuara, dos formas de ver la historia...............................25Años de plomo .........................................................................................................29Anatemas y estigmas al por mayor ..........................................................................31Con el libro "Tacuara, la pólvora y la sangre" «me saqué de encima una mochila de adoquines»: entrevista a Roberto Bardini ................................................................35Esos que pegan: rezeña del libro “Tacuara, historia de la primera guerrilla urbana argentina” de Daniel Gutman...................................................................................39

“Estos cuatro no deberían existir”, pontificaba Salvador, abuelo materno del columnista político de este diario Mario Wainfeld, en la década del sesenta, enumerando, “peronistas, comunistas, nacionalistas y ésos, ésos, ¿cómo se llaman ésos que pegan?”.......................................................................................................40–Tacuara .-le recordaba Mario..................................................................................40–Ésos, Tacvara –reiteraba, para que no quedaran dudas, Salvador, pronunciando como buen inmigrante judío la v corta en lugar de la u.

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De los cuatro peores males que Salvador veía derramarse en la Argentina, la tierra que había elegido para vivir y formar a su familia, Tacuara ha sido, quizás, una de las más oscuramente célebres por el nivel de violencia antisemita y anticomunista que desplegó entre fines de los cuarenta y su extinción, a mediados de los años sesenta.......................................................................................................................40El periodista Daniel Gutman decidió, pensando en escribir un libro, echar un poco de luz sobre la organización de marras, aclarar la confusión que ella misma había creado en su momento (hablamos de entre 30 y 40 años atrás) al dividirse en varias ramas cuya concepción ideológica mutó alguna vez en una ultraderechización más dura que la de su nacimiento (si es que ello fuera posible más allá de las declamaciones de sus integrantes de turno), hasta el trotskismo más cerril, pasando por las organizaciones de izquierda, guerrilleras o no, del peronismo rebelde y juvenil de los sesenta y los setenta............................................................................40En el imaginario colectivo –aquél que guarda alguna referencia sobre quiénes eran estos sujetos y qué querían–, Tacuara siempre ocupó el lugar del neonazismo argentino: ultracatólica, antisemita sin ambages (reivindicadores de Hitler, Mussolini y negadores del Holocausto, por supuesto) y anticomunista ferviente. Pocos saben, y he aquí uno de los logros de este texto de Gutman, que Tacuara, más allá de su nacimiento y advocación nacionalista, jugó un rol importante en el antiperonismo, aportando militantes y pensamiento (berreta, primitivo) al gorilismo vernáculo, fueran las Fuerzas Armadas, fueran algunos partiduchos nacidos al calor de la división social producida en la Argentina a partir de 1946 y profundizada tras el golpe de Estado de 1955 que derrocó al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón.........................................................................................................40El aporte que hace Gutman radica básicamente en desentrañar la confusión que el mito de los ultraviolentos neonazis de Barrio Norte dejó derramada en la historia de este país. Gutman reúne los fragmentos –mediante documentos, expedientes judiciales y entrevistas personales a sobrevivientes de la época– y rearma la historia de la organización, recuerda quiénes fueron sus creadores y principales dirigentes, cómo y cuándo se realizaron sus principales acciones y por qué se produjeron los quiebres internos que desgajaron Tacuara, dividiéndola en organizaciones que supieron mantener hasta el final un ultracatolicismo ultramontano (una de cuyas fuentes de inspiración fue el fascista español José Antonio Primo de Rivera) y otras que abrazaron la causa de Montoneros, las FAP y la guerrilla urbana del peronismo de izquierda. .............................................................................................................41Gutman relata algunas operaciones famosas en su época (el asalto al Policlínico Bancario, el asesinato del joven Raúl Alterman) realizadas por fracciones

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antagónicas de la misma organización, que ya habían comenzado abifurcar sus destinos. Ahora bien, cuando Gutman se sumerge en el racconto general de Tacuara, apela al desarrollo cronológico y, tan minucioso como relenteado, hace, quizás sin proponérselo, el descubrimiento del libro: que Tacuara, más allá de su ferocidad –que no era diferente de otras agrupaciones de esa época, cuando la violencia estaba en cada gesto de la política– y de su patético formalismo gestual fascistoide y nazi, de su pobre sustento ideológico y su más paupérrima aún defensa de los regímenes derrotados en la Segunda Guerra Mundial, era una agrupación que llegó a su esplendor en los sesenta y allí mismo comenzó a languidecer, utilizada según sea el caso por la Policía Federal, por algún militar de turno y por cuanto servicio de inteligencia que anduviese necesitando algunos borregos para generar un poco de caos, por lo general bastante módico.....................................................41Si se quiere, la peligrosidad de esta banda de nenes bien (en su origen, más tarde incorporó a jóvenes engominados, pero de estrato social más bajo) se puso de manifiesto al estallar en pedazos y dividirse; cuando Joe Baxter, uno de sus fundadores, adhiere al trotskismo internacional y hasta llega a tener un traumático pasaje por el ERP de Mario Roberto Santucho; José Luis Nell y otros miembros ya volcados a la lucha armada ejecutan el asalto al Policlínico Bancario y, años después, después de la cárcel a donde los llevó el atraco, se suman a las FAR-Montoneros (Nell quedaría cuadripléjico luego de que dos balazos le perforaran la espalda en Ezeiza el día del regreso de Perón y dos años después se suicidaría de un disparo en la boca); y el sector de ultraderecha que venía respondiendo a Alberto Ezcurra Uriburu (fundador de la organización) derivó en mano de obra para los servicios y, posteriormente, desaparecida Tacuara como núcleo orgánico, también para la Triple A y el Batallón 601 de Inteligencia del Ejército.El texto de Gutman tiene el formato de una nota periodística larga y un tanto tediosa, un poco desangelada y, por momentos, excesiva en background para ubicar los hechos en el momento histórico. También el autor derrapa cuando habla de combate a la subversión en vez de terrorismo de Estado, pero esa caracterización aparece en dos oportunidades en el libro sin quedar en claro si el autor lo hace a conciencia o simplemente trata de ser irónico sin lograrlo.......................................42Tacuara es, no obstante, un texto necesario para aquellos a quienes les interesa la trágica historia reciente de la patria, y para ubicar a sus ex integrantes, muchos de los cuales hoy día ocupan lugares de influencia en la Argentina (el caso del abogado del Opus Dei, ex miembro de la Corte Suprema y ex ministro de Justicia menemista Rodolfo Barra es sólo uno de ellos) y, en el fondo de sus corazones, llevan todavía a aquel nazi ultracatólico, morigerado o no, que fueran en su juventud.....................42

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Orígenes de la violencia armada en Argentina.........................................................43Una rosa roja en un casquillo de obús chino disparado en Vietnam: a 30 años de la muerte de Joe Baxter.................................................................................................47José Baxter: vivir por vivir.......................................................................................55Operación Condor ....................................................................................................57Entrevista a Abraham Guillén, gran teórico de la guerrilla......................................61

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Ediciones Estrategia – investigación militanteRosario, Termino de imprimir

este libro el día 2 de Mayo de 2006.

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