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EN LA MIRA 247 MARÍA EUGENIA SUÁREZ DE GARAY HUELLAS DE LA MISOGINIA Caballé, Anna. Una breve historia de la misoginia. Antología y crítica. Lumen, Barcelona, 2006. La misoginia no es una enfermedad de nuestros días, sino que posee una apre- tada y lejana historia. Decía André Glucksmann, filósofo francés, que “el odio más largo de la historia, más mi- lenario aún y más planetario que el del judío es el odio a las mujeres”. Anna Caballé recoge esta idea en su magnifica antología Una breve historia de la misoginia. Y es que Caballé al abor- dar la historia de la misoginia en Espa- ña o, mejor dicho, la representación literaria de la misoginia —desde la edad media hasta el siglo XVI, el periodo barroco, el siglo XVIII, el XIX y el XX— y ofrecer textos testimoniales del des- precio, odio y descalificación de las mujeres, confirma las huellas que ha dejado la misoginia explícita en tantas y tantas obras y autores clásicos en la pervivencia del pensamiento misógi- no en la sociedad española de hoy, no sólo por parte de los hombres sino también de las mismas mujeres. Anna Caballé, en la introducción de su libro, da cuenta del desdén con el que se ha tratado la literatura escrita por mujeres y constata los innumera- bles signos de la involución actual que cree ver en la imposibilidad de superar el androcentrismo dominante, adscri- biéndose de esta manera al pesimismo actual sobre la evolución del feminis- mo. Y aunque ciertamente la misogi- nia literaria es un reflejo de las distintas variantes en la consideración peyorati- va de la mujer, ha jugado un papel pre- ponderante en la legitimación de una marginación histórica. De ahí que men- cione dos hechos que en España per- mitan sostener esta tesis de la involución: la violencia contra las mujeres que se mantiene y la forma exponencial en la que han crecido los LaVentana26-08.pmd 11/02/2008, 10:51 a.m. 247

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MARÍA EUGENIA SUÁREZ DE GARAY

HUELLAS DE LAMISOGINIA

Caballé, Anna. Una breve historia de

la misoginia. Antología y crítica.

Lumen, Barcelona, 2006.

La misoginia no es una enfermedad denuestros días, sino que posee una apre-tada y lejana historia. Decía AndréGlucksmann, filósofo francés, que “elodio más largo de la historia, más mi-lenario aún y más planetario que el deljudío es el odio a las mujeres”. AnnaCaballé recoge esta idea en sumagnifica antología Una breve historiade la misoginia. Y es que Caballé al abor-dar la historia de la misoginia en Espa-ña o, mejor dicho, la representaciónliteraria de la misoginia —desde la edadmedia hasta el siglo XVI, el periodobarroco, el siglo XVIII, el XIX y el XX— yofrecer textos testimoniales del des-precio, odio y descalificación de lasmujeres, confirma las huellas que ha

dejado la misoginia explícita en tantasy tantas obras y autores clásicos en lapervivencia del pensamiento misógi-no en la sociedad española de hoy, nosólo por parte de los hombres sinotambién de las mismas mujeres.

Anna Caballé, en la introducción desu libro, da cuenta del desdén con elque se ha tratado la literatura escritapor mujeres y constata los innumera-bles signos de la involución actual quecree ver en la imposibilidad de superarel androcentrismo dominante, adscri-biéndose de esta manera al pesimismoactual sobre la evolución del feminis-mo. Y aunque ciertamente la misogi-nia literaria es un reflejo de las distintasvariantes en la consideración peyorati-va de la mujer, ha jugado un papel pre-ponderante en la legitimación de unamarginación histórica. De ahí que men-cione dos hechos que en España per-mitan sostener esta tesis de lainvolución: la violencia contra lasmujeres que se mantiene y la formaexponencial en la que han crecido los

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espacios que fomentan la obsesiónfemenina por el aspecto físico. Por ello,con cierta voluntad vindicativa, dedi-ca este ensayo a las mujeres jóvenesde hoy y les dice “para que sepan loque se dijo y aun se dice de ellas”.

El libro reúne por capítulos a losgrandes misóginos medievales —DonManuel, Jaume Roig o Pere Torroella,pasando por los Siglos de Oro,Quevedo—, el siglo XIX hasta llegar alXX, donde aparecen textos de autorescomo Ortega y Gasset, y otros con-temporáneas de Gabriel Albiac o Fran-cisco Umbral. Caballé parte de la edadmedia, justo en la época de florecimien-to del ideal del amor cortés, donde sevitupera a las damas en los poemas dejuglares más populares. Con la novelaLa Celestina, de Fernando de Rojas,según señala la autora, la figura de laalcahueta sin escrúpulos alcanza sumáximo esplendor. El capítulo tres,“Donde hay rosas, hay espinas”,Caballé lo dedica a Francisco deQuevedo y a Baltasar Gracián. Del pri-

mero sorprende su abrumador despre-cio por las prostitutas y por las muje-res con deseos de “aculturarse”. Y delsegundo, su fijación con esa ideademoníaca que atribuía a las mujeres.En ambos casos, sus ideas y perturba-ciones son bastante corrientes, peropor desgracia parece que siguen vigen-tes en muchas mentes hasta el mo-mento en que escribo estas líneas.

El capítulo cuatro, titulado “Petu-lantes y petimetras”, está dedicado alsiglo XVII, tiempo de la ilustración, épo-ca en que se debate con cierta serie-dad sobre la presencia femenina en losespacios sociales. Para la autora se tratade una época que marca un punto deinflexión entre los antiguos prejuiciossobre la inferioridad de la mujer y susnuevas exigencias en todos los ámbi-tos vitales: “Las mujeres siguen sien-do objeto de reflexión hostil y decrítica, pero ahora se trata de abordarsituaciones prácticamente inéditas quetienen que ver con determinadas aspi-raciones femeninas, vinculadas a una

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clase aristocrática y mundana —lasmadames o petimetras— que se erigeen principal motivo de las sátiras mas-culinas” (Caballé, 2006: 184). Sobretodo porque se les atribuye la respon-sabilidad de la decadencia de las cos-tumbres y el “endeudamiento de lasfamilias a causa del gasto excesivo quesupuestamente contraen en su arre-glo personal” (Idem.). Sin embargo, laspeculiaridades del contexto desenca-denan a su vez escritos en defensa delas mujeres. Así el siglo se abre con laDefensa de las mujeres, de Feijoo, re-dactado entre 1725 y 1727 y se cierracon otras dos defensas, esta vez es-critas por dos autoras ilustradas, Jo-sefa Amar e Inés Joyes.

Sin duda alguna, el siglo XIX repre-sentó un retroceso respecto al anterior.Si en el siglo XVIII se impuso, aunquefuera en las clases altas y aristocráti-cas un ideal de la mujer mundana einteligente, en el XIX deviene “objeto(y víctima) de un nuevo y necesarioarquetipo” (Ibid.: 237). Ahora se le pide

sumisión, resignación, recato, domes-ticación: “sin su colaboración a todoslos niveles de la vida doméstica no hayverdadero hogar (burgués)” (Idem.). Deahí que la abnegación se convierta, enmuchos de los escritos, el modelo na-tural de actuar en la vida y en funciónde esa nueva concepción de la mujerhay que prever y juzgar su comporta-miento.

En este vasto recuento de la miso-ginia no se salva nadie. Por ello a ra-tos no resulta tan agradable leer estaantología, sobre todo si se contemplaque hay que enfrentarse con la devas-tadora misoginia de autores que seconsideran de “grueso calibre”. Porejemplo, Miguel de Unamuno escribe“Una señora o señorita en un salón,en un baile, en una solemnidad, en unpalco de teatro, no me interesa abso-lutamente nada; interésame, sí, cuan-do vuelve a ser ama de casa, mujer desu hogar o trabajadora de su campo”.Destacan o ¿desalientan? las palabrasde Alfonso X el Sabio, que consideraba

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a la mujer “Confundimiento del hom-bre, bestia que nunca se harta, peligroque no guarda medida”, o de GregorioMarañón, “En todas las que han deja-do un nombre ilustre en la historia, sepueden descubrir los rastros del sexomasculino”; o del mismo Quevedo, quedice de la mujer “Es bueno cuando estáen la sepultura”. Asimismo las de PíoBaroja, “La mujer actual elegante notiene vida interior ninguna. Parece queel poco cerebro que tenía se le ha eva-porado. Lo único que le queda fuertees la religión, pero como una ramifica-ción del egoísmo. Como la mayoríacreen que después de la muerte se vaa volver a vivir, se quieren preparar unsitio confortable para más allá; lo mis-mo que se piensa en invierno en la vi-lla que se va a alquilar en verano”.

Respecto a la misoginia de las pro-pias mujeres, también hay de todo.Mujeres complacientes con el sistema,como el caso de Pilar Primo de Riveraque declaró: “las mujeres nunca des-cubren nada. Les falta, desde luego, el

talento creador reservado por Dios ainteligencias varoniles”, o un comen-tario de la escritora Carmen MartínGaité que arranca con un contunden-te: “La influencia de las mujeres, ¡quésarta de mentiras!”. O los juicios deAlmudena Grandes, “Entre las escri-toras de mi edad hay muchas que sonunas petardas, que van llorando porahí, convertidas en unas pobres chi-cas tiernas a las que los críticos quie-ren tocar el culo y se sienten acosadassexualmente, y reclaman apoyo por serchicas. Para aclarar mi postura, diré quehay pocas mujeres en las que se pue-den detener los libros de literatura”.¿Traiciones de género, frivolidades ren-tables en el mercado mediático oguiños de ironía femenina jugando alequivoco? Sea como sea, lo cierto esque Caballé hace una denuncia críticade la misoginia de estas mujeres demanera precisa y acertada con la se-lección de sus citas, justo en estostiempos donde la hegemonía del dis-curso masculino “feministamente co-

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rrecto”, y su hipocresía, lo inundantodo.

Una breve historia de la misoginiatiene un gran valor en términos de cul-tura literaria, pero quizás su más grandeaportación es la valentía crítica con quesu autora se lanza a este recorrido pe-culiar, itinerario contra fémina ilustra-do con citas de las letras hispánicasque sin duda nos ayuda a comprenderuna realidad que ha ensombrecido lavida de tantas mujeres al teñirla deprejuicios y estereotipos. Dice OliverSacks, el famoso escritor americano,que recordar es siempre reconstruir, no

reproducir. De ahí que en este caminoinsidioso y sinuoso que nos está to-cando vivir no está de más recordaresta breve historia de la misoginia.

Anna Caballé es especialista en gé-neros biográficos, profesora de litera-tura española e hispanoamericana enla Universidad de Barcelona. Entre susobras destacan La vida escrita por lasmujeres (Lumen); Francisco Umbral:El frío de una vida (Espasa-Calpe); y Car-los Castilla del Pino: cinco conversa-ciones sobre la psiquiatría, la felicidad,la memoria, los libros (Península).

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