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AÑO XIV VOLUMEN LIX JUNIO 1965 NUM. 173 ESTUDIOS Misión e irradiación de las casas de cultura JOSE ANTONIO PEREZ-RIOJA Doctor en Filosofía y Letras, bibliotecario, director de la Casa de Cultura de Soria , Desde hace diez años las casas de cultura han empezado a cubrir algunos puntos del mapa pen- insular. El arraigo que han alcanzado ya en va- rias capitales y poblaciones de importancia sig- nifica el mejor estímulo para su creación en otras. En alguna ha sido tal su eficacia, que en menos de un decenio se ha quedado pequeña y ya se ha hecho preciso proyectar otra nueva... Pero, a pesar de ello, se trata de una institución todavía muy joven, que apenas na iniciado su pleno des- arrollo en extensión y actividad, y cuyas posibi- lidades pueden perfilarse más y mejor en cuanto a su funcionalidad e irradiación. De aquí el que, basándonos en nuestra propia experiencia pro- vincial —contrastada con otras experiencias aná- logas españolas y extranjeras—, creamos hoy oportuno abordar —desde las siempre acogedoras páginas de la REVISTA DE EDUCACIÓN- el tema de la misión e irradiación de las casas de cultura, no tanto en lo que ya son cuanto en lo que deben ser y pueden aspirar a significar de ahora en adelante. PROGRESIVA TRANSFORNIACION DE LAS ANTIGUAS BIBLIOTECAS PROVINCIALES EN CASAS DE CULTURA La mayor parte de las bibliotecas provinciales españolas en capitales no universitarias se ins- talaron, a raíz de la desamortización, dentro de los institutos de segunda enseñanza, creados por entonces, esto es, hacia mediados del siglo xix. Durante mucho tiempo llevaron una existencia simbiótica y lánguida, hasta el punto de que, todavía hace pocos arios, quedaban algunas sin haberse podido independizar en su instalación. De aquí, sin duda, el que mucha gente haya ig- norado la existencia de las bibliotecas provincia- les y el que otros ni siquiera se hayan atrevido a entrar en ellas, considerándäläg, bibliotecas para alumnos o profesores y no de carácter público. En cualquier caso, esta circunstgpcia —casi ge- neral en todas las provincias españolas— ha sido un serio obstáculo para el pleno desarrollo de la lectura pública, impidiendo que las bibliotecas llegasen a trascender al hombre medio, muy al contrario de como lo han hecho —instaladas en locales propios y mejor dotadas— las de otros paí- ses: en una progresiva penetración social. Al crearse la Dirección General de Archivos y Bibliotecas, su primer titular, don Miguel Arti- gas, se planteó la necesidad de reunir en un solo edificio, independiente y digno, los fondos ' docu- mentales y bibliográficos de las provincias, den- tro de las modernas exigencias técnicas. Así na- cieron los que —en su propia definición— fueron los palacios de archivos y bibliotecas (Teruel el primero de ellos), que en realidad tenían ya desde un siglo atrás, y en la propia capital de la na- ción, un precedente de mayores dimensiones: el Palacio de Bibliotecas y Museos, que además de albergar a la Biblioteca Nacional y al Museo Ar- queológico Nacional, dió cabida —hasta hace me- nos de veinte arios— al Archivo Histórico Nacional. Tras de este acertado intento de independizar con dignidad las instalaciones de archivos y bi- bliotecas, y del éxito que obtuvo —aunque no se haya logrado aún en algunas provincias— otro director general de Archivos y Bibliotecas, don Francisco Sintes Obrador, se propuso dotar esos conjuntos de archivos y bibliotecas de una misión cultural más activa, no sólo impuesta por el per- manente valor histórico y didáctico de sus pro- pias colecciones documentales y bibliográficas, sino por la adición de conferencias y exposicio- nes y de los nuevos medios audiovisuales a su servicio como instrumentos informativos y educa- tivos capaces de otorgarles una nueva amplitud

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AÑO XIV

VOLUMEN LIX

JUNIO 1965

NUM. 173

ESTUDIOS

Misión e irradiaciónde las casas de culturaJOSE ANTONIO PEREZ-RIOJA

Doctor en Filosofía y Letras, bibliotecario,director de la Casa de Cultura de Soria

,

Desde hace diez años las casas de cultura hanempezado a cubrir algunos puntos del mapa pen-insular. El arraigo que han alcanzado ya en va-rias capitales y poblaciones de importancia sig-nifica el mejor estímulo para su creación en otras.En alguna ha sido tal su eficacia, que en menosde un decenio se ha quedado pequeña y ya seha hecho preciso proyectar otra nueva... Pero, apesar de ello, se trata de una institución todavíamuy joven, que apenas na iniciado su pleno des-arrollo en extensión y actividad, y cuyas posibi-lidades pueden perfilarse más y mejor en cuantoa su funcionalidad e irradiación. De aquí el que,basándonos en nuestra propia experiencia pro-vincial —contrastada con otras experiencias aná-logas españolas y extranjeras—, creamos hoyoportuno abordar —desde las siempre acogedoraspáginas de la REVISTA DE EDUCACIÓN- el tema dela misión e irradiación de las casas de cultura,no tanto en lo que ya son cuanto en lo que debenser y pueden aspirar a significar de ahora enadelante.

PROGRESIVA TRANSFORNIACIONDE LAS ANTIGUAS BIBLIOTECAS

PROVINCIALES EN CASAS DE CULTURA

La mayor parte de las bibliotecas provincialesespañolas en capitales no universitarias se ins-talaron, a raíz de la desamortización, dentro delos institutos de segunda enseñanza, creados porentonces, esto es, hacia mediados del siglo xix.Durante mucho tiempo llevaron una existenciasimbiótica y lánguida, hasta el punto de que,todavía hace pocos arios, quedaban algunas sinhaberse podido independizar en su instalación.De aquí, sin duda, el que mucha gente haya ig-norado la existencia de las bibliotecas provincia-les y el que otros ni siquiera se hayan atrevido a

entrar en ellas, considerándäläg, bibliotecas paraalumnos o profesores y no de carácter público.En cualquier caso, esta circunstgpcia —casi ge-neral en todas las provincias españolas— ha sidoun serio obstáculo para el pleno desarrollo de lalectura pública, impidiendo que las bibliotecasllegasen a trascender al hombre medio, muy alcontrario de como lo han hecho —instaladas enlocales propios y mejor dotadas— las de otros paí-ses: en una progresiva penetración social.

Al crearse la Dirección General de Archivos yBibliotecas, su primer titular, don Miguel Arti-gas, se planteó la necesidad de reunir en un soloedificio, independiente y digno, los fondos ' docu-mentales y bibliográficos de las provincias, den-tro de las modernas exigencias técnicas. Así na-cieron los que —en su propia definición— fueronlos palacios de archivos y bibliotecas (Teruel elprimero de ellos), que en realidad tenían ya desdeun siglo atrás, y en la propia capital de la na-ción, un precedente de mayores dimensiones: elPalacio de Bibliotecas y Museos, que además dealbergar a la Biblioteca Nacional y al Museo Ar-queológico Nacional, dió cabida —hasta hace me-nos de veinte arios— al Archivo Histórico Nacional.

Tras de este acertado intento de independizarcon dignidad las instalaciones de archivos y bi-bliotecas, y del éxito que obtuvo —aunque no sehaya logrado aún en algunas provincias— otrodirector general de Archivos y Bibliotecas, donFrancisco Sintes Obrador, se propuso dotar esosconjuntos de archivos y bibliotecas de una misióncultural más activa, no sólo impuesta por el per-manente valor histórico y didáctico de sus pro-pias colecciones documentales y bibliográficas,sino por la adición de conferencias y exposicio-nes y de los nuevos medios audiovisuales a suservicio como instrumentos informativos y educa-tivos capaces de otorgarles una nueva amplitud

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funcional. Por tanto, los palacios de archivos ybibliotecas adquieren —junto con su nueva fun-ción— un nombre más amplio: casas de cultura.

No ha sido. pues, una mera circunstancia for-tuita que las primeras casas de cultura creadasen España desde hace una decena de arios lohayan sido a iniciativa y bajo la dependenciatécnica de la Dirección General de Archivos yBibliotecas. Si, en un aspecto, vienen a recogerlo que en las bibliotecas inglesas, escandinavas onorteamericanas se denomina extension librar y,adaptan esa su actividad cultural a nuestras pecu-liares características, ampliándolas en mayor ex-tensión, puesto que las casas de cultura albergan,bajo un mismo techo, por lo menos un archivohistórico y una biblioteca pública y un centroprovincial coordinador de bibliotecas, con salasde exposiciones y conferencias, agrupando a ve-ces también un museo, centros de estudios loca-les u otras entidades culturales.

LAS CASAS DE CULTURAY EL SENTIDO SOCIAL DE LA CULTURA

No parezca, pues, excesivo, absorbente o exclu-sivista el nombre de casas de cultura. Recorde-mos que hace tres milenios, con una bella y lar-ga perífrasis, el faraón Ossymandias tituló «Te-soro de los remedios del alma» a la más antiguabiblioteca egipcia de que tenemos noticia. Puesbien: un edificio que custodia y pone al serviciopúblico fondos históricos documentales, a vecesobjetos de arte y siempre libros —antiguos y mo-dernos, revistas y periódicos—, puede afirmarseque contiene tesoros de cultura. Pero si, ademásde conservarlos, los da a conocer con un sentidoágil y dinámico, a la vez de divulgar en tornosuyo otras diversas manifestaciones artísticas yeducativas —utilizando las conferencias, los co-loquios, las exposiciones y los medios audiovisua-les como excelentes sugeridores o colaboradores—,bien merece entonces el nombre —acaso un tantopretencioso a primera vista— de casas de cultura.Si toda denominación es difícil, en este casomás, porque uno de los términos, no por mano-seados peor comprendidos, es el de la cultura. Deaquí la dificultad que entraña la interpretaciónde la cultura, quizá porque, por su misma ampli-tud y diversidad, no puede entenderse en un sen-tido unilateral. Con evidente agudeza ha dichoel ilustre pensador Santayana que «la culturaestá entre los términos de este dilema: si debeser profunda y exquisita, ha de quedar reducidaa pocos hombres; si debe hacerse popular, ten-drá que ser mezquina». La frase peca de exage-rada. porque si entendemos la cultura como cul-tivo de la inteligencia, este cultivo —como el dela tierra— no ha de exigir, con tan violenta dis-yuntiva, o sólo una labor profunda, o sólo unamezquina y superficial labor. Como las distintastierras de laboreo, así los hombres, las riudades,

las provincias, las épocas y las circunstancias exi-girán. en cada caso, muy diversos tipos de la-boreo espiritual, porque muy varios son los estra-tos de la sociedad y distintas también, a cadamomento, sus necesidades.

La cultura no sólo hemos de entenderla como'el conjunto o sistema de ideas vivas que poseenuestro tiempo. Este sería únicamente el aspectopasivo, permanente, de la cultura, con el que serelaciona la primera acepción de las casas de cul-tura como hogares de fuentes documentales ybibliográficas.

Hemos de entender también la cultura en sumás amplia dimensión social: como preparaciónde todos los estratos de la sociedad para, en suprogresivo acercamiento hacia los valores del es-píritu, ir creando un nuevo clima de superacióny de convivencia. En este sentido. las casas decultura son, o deben ser, las instituciones másidóneas para extender y divulgar los eternos va-lores de la espiritualidad —moral, arte, historia,ciencia, técnica— al hombre medio, en una pro-gresiva continuidad hasta conseguir un más altoy equilibrado nivel cultural.

CARACTER Y FUNCIONDE LAS CASAS DE CULTURA

Como vemos, las casas de cultura son, en prin-cipio, consecuencia de la transformación que,_ enlos últimos tiempos, han experimentado los ar-chivos y bibliotecas, que, de estáticos, pasan atener un sentido dinámico, no limitando su acti-vidad a la mera conservación documental y bi-bliográfica, sino sacando el mayor rendimientoformativo a sus fondos. a la vez que proporcio-nando las mayores facilidades a los usuarios (1).Pero, en este último aspecto, esas facilidades nose ciñen tan sólo a la utilización del préstamode libros a domicilio o el que los libros —en pe-queñas bibliotecas viajeras o lotes circulantes através de bibliobuses— recorran barrios, pueblosy aldeas en busca del lector. Pretenden tambiéncrear nuevos lectores, intentan lo que —desde es-tas mismas páginas (2)— hemos designado «una

(1) Así, en el decreto de 10 de febrero de 1956,por el que se reglam.enta la creación y funciona-miento de las Casas de Cultura, se dice que «la ne-cesidad de recoger y ordenar la riqueza bibliográfica,documental y artística de nuestras provincias para fa-cilitar a sus estudiosos el conocimiento de su propiahistoria, por un lado, y por otro, la conveniencia cadavez más sentida de que nuestros archivos, bibliotecas Ymuseos no sirvan sólo para atenciones puramente eru-ditas, sino que todo el caudal ideológico y artístico queen ellos se encierra se ponga al servicio de nuestropueblo para su formación religiosa, moral, histórica,profesional y humana, impulsaron al Ministerio de Edu-cación Nacional a realizar determinados ensayos en al-gunas provincias, para los cuales ha contado con lacolaboración de las autoridades locales y provinciales,así como con la de numerosas asociaciones y enti-dades...»

(2) Cfr. nuestros artículos, en la «Revista de Edu-cación», Hacia una educación de la lectura (núm. 130,1961, pp. 25-28) . La lectura ante el futuro (núm. 93,1959, pp. 1-5) y Fisonomia de la lectura (núm. 134, 1961,páginas 49-51).

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Archivo histórico provincial (protocolos, fondos municipales de instituciones desapare-Fichero documental provincial.

cidas, etc.).Sala de investigadores, con biblioteca especializada y microfilm.

Servicios archivisticos

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educación de la lectura», y utilizan para ello —enamplia y ágil labor de extensión cultural— laconferencia y el coloquio, las exposiciones mas di-versas y toda la gama de posibilidades que brin-dan los medios audiovisuales, ya con un sentidoformativo y orientador en unos casos, ya sugeri-dor o estimulante en otros, según los sectores alos que en cada momento se encaminen sus ac-tividades de extensión cultural.

Por otro lado, si a la actividad directamentedesplegada por las casas de cultura se añade lade otras instituciones integradas o a ellas anexas,e incluso las de aquellas que, sin estarlo, puedanestablecer alguna relación, resulta de aquí quelas casas de cultura vienen a ser no sólo los cen-tros de mayor actividad cultural de las provin-cias, sino también los que imprimen un modo,un clima o nivel cultural.

En otro aspecto, el hecho de que a su sosteni-miento económico cooperen con el Estado la di-putación y el ayuntamiento, y a veces tambiénotras entidades locales, como las cajas de aho-rro, en un sistema de colaboración concertada,ofrece a las casas de cultura un mayor arraigo,al cual contribuye el que tales instituciones, asícomo otras entidades y personalidades de la vidacultural de la capital o de la provincia, integrensu patronato.

No es preciso advertir que no son las capitalescabeza de distrito universitario, ni las grandesaglomeraciones urbanas —donde coexisten, junto

a varios centros de los diversos grados de ense-ñanza numerosas entidades culturales—, el te-rreno más apto para las casas de cultura, sino,por el contrario, las capitales pequeñas o de po-blación media —no universitarias—, donde esca-sean no sólo los centros docentes, sino las socie-dades culturales y recreativas, e incluso otros me-dios diversivos.

SERVICIOS-TIPODE LAS CASAS DE CULTURA

La idea primera de agrupar un archivo y unabiblioteca dentro de un mismo edificio se ha en-riquecido con el sentido funcional y dinámico quetales edificios —transformados, como hemos vis-to, en casas de cultura— han venido adquiriendodespués. En unos casos se han restaurado y acon-dicionado antiguos palacios o edificios de valorartístico para casas de cultura (Cáceres, etc.);en otros se han adaptado edificios en construc-ción que no habían sido concebidos para casasde cultura, y que, por tanto, tenían numerososproblemas funcionales sin resolver (Málaga); engeneral, se han construido ya, y se proyectan ac-tualmente, edificios ex profeso, reuniendo la ne-cesaria funcionalidad y asegurando los servicios-tipo que pueden llegar al siguiente esquema ideal,aunque no suela ser tan completo:

' Sala general de lectura y referencia (catálogos).Sección de préstamo de libros.Revistas y periódicos o hemeroteca.

, Sección infantil.Secciones especiales (fondos locales, etc.).Sala o cubiculos para investigadores.Discoteca.Microfilm.

Biblioteca pública

Servicios bibliotecarios ..

Fichero bibliográfico provincial.Centro provincial coordinador de Depósito de libros, discos, cintas magnetofónicas.

bibliotecas Servicio de bibliobús y bibliotecas viajeras o lotescirculantes.

Servicios museisticos ç

Fichero provincial de arte., Archivo artístico provincial

Museo arqueológico (de bellasBiblioteca especializada.

artes o etnológico, etc.).

Centro o instituto de estudios locales.Otras asociaciones (musicales, de artes plásticas, etc.).

".ç Salón de actos.

Servicios generales ........ Sala de exposiciones.( Sala de juntas. Rincón de tertulia

Otros servicios anexos ...

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ACTIVIDADES

Del carácter propio y de la misma estructura-ción de servicios de las casas de cultura se originauna extensa gama de actividades que se agrupanesquemáticamente en los siguientes aspectos:

a) Conferencias.—Bien con independencia te-mática unas de otras, bien agrupadas en ciclosmonográficos —y seguidas, en ocasiones, de colo-quios—, pueden ofrecer la mayor amplitud te-mática sobre aspectos científicos o técnicos, mo-rales y sociales, artísticos, literarios, históricos, et-cétera. Sin embargo, los temas «vivos», el «estadode la cuestión» de problemas actuales; motivos dela vida local y provincial, no sólo en su historia.sino en su valoración actual y en su perspectivafutura; cuestiones de ética profesional; la orien-tación de la juventud en el despertar de voca-ciones y en la elección de carreras; las artes plás-ticas, el cine, el teatro y el deporte en su dimen-sión social, etc., pueden figurar entre los temasde mayor interés, así como la conmemoración deefemérides y centenarios de más acusado relieve.La proyección de diapositivas o de películas do-cumentales y las exposiciones plásticas o biblio-gráficas pueden ser, en ocasiones, los complemen-tos necesarios de ciertas conferencias.

b) Coloquios—Si, en general, suelen ser com-plemento obligado de algunas conferencias, pue-den ofrecer, en otras ocasiones, especial interéslos coloquios in se, esto es, sin la apoyatura deuna conferencia, sino centrados en un tema de-terminado —ya conocido e incluso estudiado deantemano por los asistentes—, a través de pro-gramas previamente distribuidos. Estos coloquios—aún más que las conferencias— encierran unpoderoso valor de sugerencia. La dificultad estri-ba en el acierto, en la adecuación y oportunidadde los temas elegidos.

c) Teatro leido, realizado por grupos de jóve-nes —con preferencia estudiantes—, a quienes sepuede estimular y orientar desde las casas de cul-tura.

.1. BASADAS EN LA PALABRA

d) Audiciones, ya de discos, o a base de gra-baciones en cinta magnetofónica, con los oportu-nos comentarios, previos o intercalados, de teatroclásico y contemporáneo, de poesía o de temas di-dácticos y de divulgación general. Ciertas audi-ciones, exclusivamente para niños («horas delcuento> u «horas infantiles»), en estrecha cone-xión con la biblioteca (3).

(3) En la Biblioteca Pública de Soria venimos rea-lizando estas sesiones, mensual e ininterrumpidamente,desde 1950, con la colaboración de maestros, medianteaudiciones, concursos, proyección de películas adecua-das, etc. Se invita a los niños del Hogar Infantil Pro-vincial y a los de todas las escuelas y colegios de lacapital. En la Fiesta del Libro, en Navidad y en ()trasonmemoraciones, se premia con libros a los más asi-

duos lectores infantiles.

2. BASADAS EN LA MÚSICA

a) Conciertos (solistas, agrupaciones de cáma-ra, etc.).

b) Conferencias-concierto.e) Audiciones comentadas (en disco o en cin-

ta magnetofónica).

3. DE CARÁCTER VISUAL Y FONOVISUAL

a) Exposiciones (de pintura, escultura. dibujo,grabado, fotografía, bibliográficas, filatélicas, et-cétera).

b) Cineclub o cinefórum.c) Cine documental (temas diversos, ciclos te-

máticos, etc.).d) Proyecciones de diapositivas (ya como com-

plemento de conferencias, ya con independenciay sobre un tema determinado con comentarios).

4. OTRAS ACTIVIDADES

a) Concursos (literarios, de investigación lo-cal. de artes plásticas, de fotografía, musicales ocorales, etc.).

b) Visitas dirigidas (culturales, arqueológicas.etnológicas, etc., mediante la colaboración de es-pecialistas, miembros de los centros de estudioslocales, profesores, etc.).

c) Reuniones (de asociaciones, entidades cul-turales, etc.).

En cualquiera de tan amplios aspectos, las ca-sas de cultura son, o deben ser, un foco vivo yeficiente de irradiación para ensayar las más va-rias experiencias, para procurar atraer y orien-tar hacia la lectura, para perseguir una progre-siva elevación del nivel espiritual de la población,con el propósito, siempre, de que coincidan y con-vivan espontáneamente personas de las más di-versas edades y de los más distintos estratos so-ciales. Para ello, cabe unas veces el desarrollo deactividades propias, y otras, el fomento o estímu-lo de iniciativas ajenas; en ocasiones, a base dela suma de esfuerzos o sugerencias, brindando susala de actos o la de exposiciones, con un espíri-tu de abierta colaboración.

PROBLEMAS DECOORDINACION CULTURAL

Sin embargo, no suelen faltar en las provinciasciertos problemas: la falta de coordinación cul-tural, la escasez de medios materiales para unaacción cultural lo suficientemente amplia, o laindiferencia de algunos sectores de la poblaciónante tales actividades. A veces, esto último noes más que la consecuencia de una prolongadadejadez por los problemas de la cultura; otrasveces, un exceso de individualismo localista, queda lugar a dixersos grupos rivales, los cuales, le-jos de realizar una labor eficaz, son el mayorobstáculo para cualquier intento serio. Se pasa,a menudo, de situaciones «cero» en una determi-

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nada actividad a momentos de saturación de gru-pitos que pretenden o aparentan cultivarla, mal-gastando esfuerzos aislados, sin un espíritu unifi-cador que estimule y aúne a todos. Esto se debe,muchas veces, a ese afán —ingenuo, esnobista»quizá— de «jugar a la cultura» que parecen sen-tir o que, al menos, simulan determinados gruposo entidades a quienes no pueden cerrarse talesactividades si a ellas desean sinceramente dedi-car alguna atención, pero a los que sí deberíaexigirse una orientación más adecuada a las ne-cesidades y una sincronización con otros esfuer-zos, todo ello en pro de una auténtica actividadcultural.

En otro aspecto, aunque los medios económicosno son nunca tan abundantes como fuera dedesear, se da a menudo la paradoja de que losposeen en mayor cantidad quienes menos prepa-rados están para hacer una adecuada «inversióncultural».

Por otro lado, la precipitación del carácter es-pañol, cuando no el simple prurito de no que-darse «los últimos», lleva a ciertas actividadesindividuales anticipadas, que son antieconómicas,y, por lo general, ineficaces.

LAS CASAS DE CULTURACOMO ELEMENTOS DE COORDINACION

E IRRADIACION

Llegamos, pues, a la conclusión de que en lascapitales no universitarias y en aquellas otraspoblaciones donde ya existen y han arraigado lascasas de cultura son éstas, sin duda, las institu-ciones más adecuadas para convertirse —si no lofueran ya— en los elementos de coordinación eirradiación cultural de la provincia respectiva.Su carácter de centros oficiales dependientes delMinisterio de Educación Nacional, pero entron-cados también —por su cooperación económicaconcertada y en el aspecto representativo de supatronato— con el ayuntamiento y la diputación,y ya en el orden de la relación, con otras. entida-des culturales locales que comparten su mismoedificio o lo utilizan, hace de las casas de culturalos centros más idóneos de la educación popular,general, extensa a todos, sin distinción de edadesni de estratos sociales. Su estructura y su com-posición no sólo permiten a las casas de cultura—en el sentido funcional— el ejercicio de unaamplia actividad, sino que, en su propia concep-

ción. en su capacidad para desarrollar o f cmen-tar diversas manifestaciones del espíritu. (..n lascuales coinciden y conviven todos, es donde seaprecia la verdadera misión —que ya no es sim-ple ejercicio, sino facultad— de las casas de cul-tura para llevar a cabo esa necesaria labor decoordinación e irradiación en las provincias.

Porque, como hemos apuntado, la acción de lascasas de cultura no se queda tan sólo en las ca-pitales o poblaciones donde radican. El hecho deque en el complejo cultural que las integra figu-ren, entre otras entidades, los centros provincia-les coordinadores de bibliotecas asegura ya lairradiación de la lectura —mediante la existenciade bibliotecas públicas municipales y agencias delectura y merced a la distribución de pequeñasbibliotecas viajeras o lotes circulantes, en algu-nos casos ya transportados por bibliobuses— portodo el ámbito provincial. Con un sentido aúnmás amplio cabe, asimismo, a la vez que la dis-tribución de libros, la de elementos audiovisualesde carácter didáctico (exposiciones circulantes,discos, cintas magnetofónicas, etc.) (4). Pero nosólo ha de llevarse todo esto a las bibliotecas,sino a las escuelas, a hogares juveniles, a los na-cientes teleclubs, en les que, por cierto, es precisoreunir —dentro de un mismo edificio, aunque ensalas independientes— pequeñas bibliotecas oagencias de lectura, si es que pretendemos unaeficaz acción cultural.

Se trata, en suma, de realizar en cada provin-cia un estudio a fondo del estado actual de laenseñanza y de la cultura y de sus necesidadesfuturas, que podrían calcularse para el decenio1965-75. En esta necesaria planificación cabe a lascasas de cultura no sólo una función ágil y di-námica, sino una misión esencialmente coordina-dora y de irradiación de actividades en cada pro-vincia.

.ate(4) Como experiencia inicial, el Centro Coordina-. s.,

dor de Bibliotecas de Soria, en conexión con la Casade Cultura, ha intensificado en este curso, el envio deexposiciones circulantes (Rafael Sanzio, Piero dellaFrancesca, cedidas por el Instituto Italiano de Cultura)a varias bibliotecas públicas municipales, donde se hanexhibido, a la vez que una selección de libros sobre ‘, •los temas de aquéllas. En esta misma forma de rota/'ción provincial se han ofrecido cursos de francés endiscos, música, teatro, e incluso la reproducción, encinta magnetofónica, de algunas de las últimas confe-rencias organizadas por la Casa de Cultura, que asi hanpodido oírse también en las bibliotecas de Almazán,Morón de Almazán, Burgo de Osma, San Esteban deGormaz, San Leonardo, etc. Es decir, en aquellas loca-lidades donde ha sido posible conseguir que se pres-tara un tocadiscos o un magnetofón,