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  • 7/31/2019 Miseria de la Politologa - JF Puello-Socarrs

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    MISERIA DE LA POLITOLOGA? Convencionalismos y sub-versiones epistemolgicas

    Jos Francisco Puello-Socarrs

    [email protected]

    Resumen: Pensar en una Ciencia de la Poltica actual y actualizada es un tpico quecontina bajo un arduo debate. Mientras distintas ciencias sociales y humanaspractican desde hace varios aos una apertura, renovando sus horizontesepistemolgicos, tericos, metodolgicos e investigativos, la Politologa parecequedar rezagada en este sentido.

    Es posible hoy pensar una Politologa que pueda superar los influjos delpensamiento convencional y actualizarse en el sentido de convertirse en referenciapara analizar, comprender y transformar las cada vez ms complejas realidadesglobales y, especialmente, regionales y locales, y asumir la responsabilidad que leatae frente a los desafos que actualmente plantea la convivencia sociopoltica en

    diversos aspectos y escenarios? Esta apuesta pretende destacar varias posibilidadespara lograr acceder al rescate del saber y de la reflexin de La Poltica ms all delos modos tradicionales y hegemnicos del pensamiento y concebirla partiendo deun horizonte distinto. Se trata de intentar transitar desde una politologa pasiva haciauna Ciencia de la Poltica que exprese una alternativa liberadora y activa.

    La va propia de accin, ciencia y cultura, incluye la formacinde una nueva ciencia, subversiva y rebelde, comprometida conla reconstruccin social necesaria, autnoma frente a aquellaque hemos aprendido en otras latitudes y que es la que hastaahora ha fijado las reglas del juego cientfico, determinando los

    temas y dndoles prioridades, acumulando selectivamente losconceptos y desarrollando tcnicas especiales, tambinselectivas para fines particulares.

    Orlando Fals Borda, Es posible unasociologa de la liberacin?

    La ciencia poltica est enferma, su actividad servil y msera, supropuesta innovadora es vil.

    Antonio Negri, El monstruo poltico

    Preliminar

    En todas las pocas, comenzando por la ms remota antigedad, La Poltica ha sidoobjeto de las ms diversas provocaciones.

    Versiones de este ensayo fueron publicadas bajo los ttulos: La Miseria de la Politologa. Trayectoriahistrica, perspectivas polticas y proyecciones sociales. Amrica Latina. Revista del Doctorado enProcesos Sociales y Polticos en Amrica Latina (Santiago de Chile: Universidad ARCIS) No. 9, 2010 y

    Convencionalismos y sub-versiones epistemolgicas. Crtica Contempornea. Revista de TeoraPoltica (Montevideo: Universidad de la Repblica) No. 1, 2011.

    mailto:[email protected]:[email protected]:[email protected]
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    Desde los antiguos aforismos sapienciales, pasando por la sistematizacin filosficamoderna, ms recientemente bajo el influjo contemporneo del pensamientodominante y su pretensin de indagacin cientfica, las maneras de comprender yreflexionar sobre La Poltica y lo poltico testimonian una preocupacin constante y

    tambin, bastante polmica.

    Este impulso, visto a lo largo del desarrollo de la historia y la evolucin del saberpoltico, permanece hasta hoy como un hecho incontestable. Precisamente, laposibilidad de contar con un anlisis de La Poltica rigurosamente cientfico es el nudogordiano que sigue generando las ms diversas controversias.

    Al examinar la relacin histrica entre la produccin del conocimiento y elestablecimiento de un marco para el pensamiento poltico bajo el discurso de la Ciencia- el cual, no sobra decir, encuentra sustento actual en las convicciones y presupuestostpicos de la Razn y la Lgica modernas que hoy parecen debatirse en una profunda

    crisis - se podra sealar que la llamada ciencia poltica dominante no slo estara,como sugestivamente plantea Negri: enferma, sino que adems habra que aadirresultara anacrnica y obsoleta, epistemolgicamente hablando. Es ms. Se podralevantar la sospecha que la actividad servil en la propuesta innovadora que se leimputa a la ciencia poltica, estara muy relacionada con este (in)suceso.

    A propsito de las discusiones en torno a la necesidad de reactualizar la poltica comociencia, al menos cuatro respuestas han intentando desatar este debate.

    La primera alternativa se inscribira en los mrgenes de unpostmodernismo vulgar(paradiferenciarlo del pensamiento postmoderno en general).

    Esta postura, extremista en su crtica al pensamiento clsico y a la ciencia tradicionalpone un nfasis exuberante sobre el final de las meta-narraciones (entre ellas, la fe en larazn-moderna) sugiriendo para este asunto una especie defuga mundi y el abandono delos referentes clsicos de la produccin de conocimientos y saberes. Parafraseando aJoseph Fontana, este viraje hacia la postmodernidad - para el caso de la reflexinpoltica - traera consigo una concepcin exageradamente reduccionista y, al mismotiempo, relativista frente al abordaje de la(s) realidad(es) negando la posibilidad dealcanzar conocimientos slidos y estables. Con ello, descarta de antemano el xito decualquier empresa cientfica pero tambin instala una solucin que, al fin de cuentas,

    resulta peligrosamente irreflexiva.Existe una segunda respuesta que considera esquemticamente una separacin casiirreconciliable entre los estatutos cientficos de las ciencias naturales y las sociales,divisin que rememorara esa vieja distincin decimonnica entre ciencias de lanaturaleza y ciencias de la cultura1. Subraya as la infranqueable especificidad del

    1 Podemos acaso suponer que un fenmeno social posee la misma naturaleza ontolgica que losfenmenos de la naturaleza? Mal que les pese a muchos, esta igualacin no reviste equivalencia posible.La relatividad de los fenmenos culturales impiden la posibilidad de trazar leyes en el sentido que las

    mismas poseen en el campo de la naturaleza. Esto no imposibilita establecer mecanismos causales,posibilitar generalizaciones, o intentar predicciones; pero stas deben acotarse a su matriz histrica.

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    fenmeno social-humano y ratifica la ruptura epistemolgica fundamental (si se quiere,la discontinuidad) entre diferentes maneras de produccin del conocimiento,delimitacin de los objetos de estudio, metodologas, enfoques, etctera. Desde estainterpretacin, cualquier intento por lograr un discurso cientfico en general y sin

    adjetivos, as como tambin una relacin dinmica entre el mundo del conocimientoartificial/humano/social y el natural (no-humano) sera un obstculo infranqueabley, en cierto sentido, destinado a la frivolidad.

    A pesar que esta postura no deja de discutir los mnimos del debate sobre lacientificidad de la poltica y avanza sobre muchos aspectos, la ambigedad con la cualse relativizan y aslan algunas cuestiones por ejemplo, la separacin tajante entrecultura/naturalezaimpone, a diferencia del postmodernismo vulgar, la presencia de unrelativismo moderado que si bien plantea interesantes progresos para la discusincontina entrabando la integracin actualizada del saber poltico a partir deconocimientos logrados desde otras ciencias o de la ciencia en general. Parecera que,

    en este sentido, no habra salidas alternativas para la articulacin de la ciencia enpoltica por fuera de las ciencias sociales2. Esto preliminarmente implicara seriosriesgos de anquilosamiento para el pensamiento poltico, ms si se tiene en cuenta elpanorama intelectual y los paradigmas vigentes que prevalecen en el ambientedisciplinar hoy.

    Otra postura exhibe una tercera posicin: confiesa la posibilidad de tomarestratgicamente los aportes hoy por hoy disponibles desde las nuevas orientacionesdel pensamiento cientfico ms avanzado (las mal-llamadas ciencias duras) e inclusoprev que ello propiciara una apertura epistemolgica de la teora social.

    Sin embargo, advierte al mismo tiempo que en la mayora de los casos los desarrollos enlas ciencias contemporneas como por ejemplo, el instrumental terico y conceptualen la fsica cuntica aunque son valiosos e interesantes resultan ser escasamenteoperativos y, con frecuencia, inaplicables si no irrelevantes para la reconstruccin de lasciencias sociales. La adopcin de nuevos conceptos y nociones, herramientas analticas,etctera, y sus adaptaciones seran una maniobra extremadamente difcil como para dar

    Bulcrouf, Pablo y Juan Cruz Vzquez, La ciencia poltica como profesin, POSTData, No. 10,Diciembre 2004, p. 300.2 Una posicin anloga, a raz de la crisis de la ciencia poltica (usamericana) es la que recientemente haadoptado Giovanni Sartori, para quien la ciencia poltica dominante ha adoptado un modelo inapropiadode ciencia (extrado de las ciencias duras, exactas) y ha fracasado en establecer su propia identidad (comociencia blanda). Sartori, Giovanni, Hacia dnde va la Ciencia Poltica?, Poltica y Gobierno, Vol. XI,No. 2, II Semestre de 2004, p. 350. Habra que hacer memoria y recordar tambin que el afn de laintegracin de los conocimientos de las otras ciencias (especialmente, las sociales), tuvo efectos anuestra manera de ver perversos sobre el perfil epistemolgico de los estudios polticos,especficamente, para los casos de la ciencia poltica y la poltica comparada (convencionales), quienesadoptaron los marcos de la economa neoclsica y la sociologa positivista (paradigmas del siglo XIX!)como respuesta para modernizar sus propuestas (en el siglo XX). Lo anterior tendr consecuenciasfundamentales para la ciencia poltica en general que ms adelante comentamos. Sobre la influencia de

    los enfoques sociolgicos y econmicos en las teoras de las democracia, cfr. Barry, Brian, Lossocilogos, los economistas y la democracia, Buenos Aires, Amorrortu, 1970.

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    con una base ideolgica nueva y firme para la generacin de conocimiento cientfico enpoltica3.

    Finalmente, identificamos una ltima actitud que reivindica - por decirlo de alguna

    manera - el despropsito y la inercia. Enclaustrada en los orculos tericos msentusiastas que inveteradamente han auxiliado al pensamiento nico y las posturashegemnicas de la disciplina, esta versin se propone profundizar los enfoquesdominantes actualmente existentes, muy a pesar de que adems de anacrnicos yobsoletos, stos muestran progresivamente su incapacidad para aproximar con algngrado de verosimilitud la compleja realidad poltica ni siquiera en sus aspectos bsicosesenciales.

    Esta postura enarbola una actitud irreflexiva, fetichista y, por lo tanto, para el ambientecientfico e intelectual hoy, tozudamente anti-cientfica. Mientras tanto, sus msacrrimos defensores pretenden seguir proclamando exactamente lo contrario4. Para

    ilustrarlo de algn modo, esta perspectiva pretende penetrar las profundidades deluniverso intergalctico equipada con una lupa y sosteniendo que la tierra es plana. Muyesquemticamente, si se quiere, bajo un tono cannico, se trata del esquema-tipo de losenfoques autodenominados cientficos de la ciencia poltica contemporneadominante y hegemnica (especialmente de procedencia usamericana) y que en adelantedenominaremos: Political Science; una tradicin que tambin se hereda y comparte poralgunas orientaciones de la Poltica Comparada (comparative politics) convencional.

    En ambos casos se sigue desesperadamente guardando la esperanza desproporcionada, ypara el momento actual inadmisible, de la superioridad innata y exclusiva de losparmetros epistmicos del pensamiento clsico moderno y de las supuestas bondades -para ellos, an vigentes - del modelo terico y analtico neoclsico (especficamente:angloamericano y procedente de la teora econmica convencional). Desde luego, estaactitud implica un rechazo enmascarado de las contribuciones cientficas emergentes5.Con ello tambin se impone un no futuro para la ciencia poltica epistemolgicamente hablando al insistir en una ortodoxia que opone frrearesistencia a las transformaciones ms actuales tanto del mundo en concreto como de laciencia en abstracto6.

    3 Cfr. Boron, Atilio, Una teora social para el siglo XXI?, Estudios Sociolgicos [en lnea], Vol. XVIII,No. 3, 2000, pp. 475 y ss.4

    Propuestas para llevar a cabo la obligante renovacin de la disciplina, recientemente han sido sugeridaspor la cientista poltica usamericana laureada con el premio nobel (de economa!), Elinor Ostrom. stees un claro ejemplo sobre los lmites de las no-alternativas y las supuestas innovaciones de los viejosanlisis y mtodos pues resultan ser tales solamente en aspectos superficiales. De ninguna forma,instalaran rupturas fundamentales ni discusiones de fondo sobre los problemas convocados en torno a lanaturaleza epistmica y social de la disciplina hacia el futuro, en el campo de produccin y aplicacindel conocimiento poltico. Cfr. Ostrom, Elinor, Some thoughts about shaking things up. Futuredirections in Political Science, PSOnline, Junio de 2002, pp. 191-192.5Sobre los detalles del modelo-tipo neoclsico bsico (ortodoxo, de corte usamericano): cfr. Puello-Socarrs, Jos Francisco, Nueva Gramtica del Neo-liberalismo. Itinerarios tericos, trayectoriasintelectuales, claves ideolgicas, Bogot, Universidad Nacional de Colombia, 2008, pp. 56-70.6 Cfr. Puello-Socarrs, Jos Francisco, El orculo de los entusiastas. La teora del Rational Choice enpoltica: una decisin irracional? (ante todo, despus de todo). Mimeo. No pretendemos desconocer

    que: a) la Ciencia Poltica Usamericana (Political Science)se reduce se agota exclusivamente en estetipo de enfoques; b) Que la Poltica Comparada y mucho menos las diferentes escuelas y aproximaciones

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    En nuestro concepto, ninguna de las alternativas anteriores resultan completamentesatisfactorias ante los retos intelectuales y los desafos epistemolgicos de la actualidad.Estamos seguros que una variedad de aportes estratgicos emergentes contribuyen hacia

    la construccin de perspectivas cada vez ms relevantes y ajustadas a la complejidad delas realidades hoy por hoy presentes en la poltica de las sociedades contemporneas lascuales, de paso, contribuiran a liberar la actual ciencia poltica (y a la poltica misma)de sus ataduras ms habituales.

    Con este propsito, intentamos una cartografatodava muy preliminar pero que puedeanimar el debate hacia el futuro - en torno a la situacin y la condicin del pensamientopoltico, es decir, la produccin del discurso cientfico de la poltica vis--vis losprincipales retos que se plantean a nivel epistemolgico en las Ciencias en general y enla llamada Politologa en particular7.

    Comenzamos por rastrear algunas de las particularidades del carcter epistmico de lafilosofa y la ciencia polticas (la denominada Politologa), problematizando loscorolarios que eventualmente surgen de la exigencia de adoptar/adaptar el discurso de laciencia en general al interior de las modalidades de reflexin que corrientemente sonconsideradas legtimamente disponibles dentro del anlisis poltico.

    Se interponen as dos de las ms importantes contribuciones estratgicas provenientesdesde los nuevos horizontes de la Ciencia actual con el fin de advertir las posibilidadesde integrarlas en los marcos tradicionales del saber politolgico y pensar una politologarenovada , lo que es lo mismo, en nuestros trminos: una Ciencia de la Poltica -cuestin diferente a la ciencia poltica (Political Science) la cual, necesaria ycomplementariamente, debe extender sus horizontes en un ms all de la tpica clsica,moderna y lgico-racionalista (polito-loga) e incluir la nueva tpica cientficacontempornea y simblica (que denominamos, por contraste a la primera, mtico-

    poltica).

    1. La Ciencia en la Poltica. Algunas invariantes epistmicas

    que la constituyen sean, para este caso, exclusivamente usamericanas; c) Que enfoques como la eleccin

    racional (rational choice) hayan tenido otros desarrollos en los ltimos tiempos. De hecho, un nuevoenfoque del rational choice, alejado de la postura clsica,ha querido abandonar las asunciones de lateora econmica neoclsica (en su versin ortodoxa y angloamericana) pero su influencia es hastaahora - marginal. Cfr. Zuckerman, Alan, Advancing explanation in Comparative Politics en Lichbach,Mark y Alan Zuckerman (eds.), Comparative Politics. Rationality, culture and structure, Cambridge,Cambridge University Press, 2009, p. 77 y ss. Con el nimo de llevar adelante la discusin en susaspectos ms generales, intentamos destacar algunas tendencias que se derivan de la hegemona y eldominio que pretenden una serie de paradigmas en la manera como han evolucionado las discusionesfundamentales en el campo del conocimiento poltico actual.7 La pretendida divisin entre los modos de aprehender la poltica hoy vigentes aqu la condensamosalrededor de la categora Politologa. Esta sntesis nos permite delimitar el plano epistemolgico porexcelencia que posibilita comprender la produccin histrica del pensamiento y el conocimiento polticosen su evolucin moderna (un tono que se considera hoy filosfico) y contempornea (tiempo donde la

    Political Science hegemnica y dominante resulta protagonista). La Politologa compendia entonces tantoa lafilosofa poltica como a la (autodenominada) ciencia poltica (political science usamericana).

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    An despus de haberse institucionalizado el trmino ciencia poltica, esta voz siguepresentando una ambigedad pasmosa.

    Lo anterior, fruto de diferentes situaciones histricas, epistemolgicas y, por supuesto,

    concretas en los campos acadmicos, cientficos y polticos relacionados estrechamentecon los cambiantes contextos en los que se ha visto inmersa la evolucin de ladisciplina. Igualmente por las diferentes luchas entre poderes y saberes, en su afn pordefinir y conceptualizar la Poltica y lo poltico, en s mismos acontecimientos sociales

    dinmicos y, desde luego, contradictorios - en diferentes espacios y pocas.

    Sin embargo, a qu nos referimos cuando proponemos hablar de una Ciencia de laPoltica? O, de otra manera: cul es la razn por la que el pensamiento sobre la Polticase haya obsesionado con las temticas epistemolgicas? Por qu este afn inusitado dela Poltica en presentarse como cientfica?

    1.1. Politologas en (retro)perspectiva social-histricaSi consideramos la evolucin moderna y contempornea del pensamiento poltico enperspectiva social-histrica podramos caracterizar la Ciencia de la Poltica, en primerlugar, como Politologa8.

    Entre otros, Norberto Bobbio es quien ha puesto de presente que, retrospectivamentehablando, el estudio de la poltica podra dividirse slo con propsitos pedaggicospues esta divisin es claramente ficta en dos vertientes didcticamente diferentes: porun lado, lafilosofa poltica y, por otro, la ciencia poltica (para nuestros propsitos, laPolitical Science, la cual venimos diferencindola de una Cienciade la Poltica)9.

    Bobbio propone que estos dos estilos - lejos de ser puros - pueden distinguirse en variascuestiones bsicas.

    Por un lado, la Political Science emerge sobre ciertos criterios, consideradoscientficos, entre los cuales podramos destacar: a) el principio generalizacin yvalidacin (verificacin falsificacin) de regularidades sintetizadas en hiptesis queavalan la aceptabilidad de sus resultados; b) la primaca de los nexos causales y de las

    8

    Me referir apolitologa como el trmino genrico del saber/reflexin de lo poltico, que recoge tanto laversin filosfica como la pretendida exposicin cientfica del pensamiento poltico. Marcel Prelot haindicado, en una brillantsima reconstruccin del trmino politologa, la utilidad universal de esteneologismo, contra la expresin ciencia poltica, debido a la ambigedad que ste genera en otrosidiomas. Por ejemplo, en Alemania, donde aprecia Prelotla traduccin de ciencia poltica terminasignificando la ciencia politizada, Politische Wissenschaft, impide la costumbre alemana de nombrar alos profesores, de acuerdo a su especialidad. Otra virtud, es que a diferencia de la political science, conla acepcin politologa, ambos trminos polis y logosson tomados del mismo idioma. En suma, unaversin que, desde la misma expresin, no resulta arbitraria. Prelot, Marcel, La ciencia poltica, BuenosAires, Tupac-amar, 1961, p. 13.9 Bobbio, Norberto, Estado, gobierno y sociedad. Por una teora general de la poltica , Santaf deBogot, FCE, 1985. La misma intuicin tiene Bourdieu cuando insina: la ciencia social en el sentidomoderno del trmino en oposicin a la filosofa poltica de los consejeros del prncipe. Bourdieu,

    Pierre, Gnesis y estructura del campo burocrtico,Actes de la recherche en Sciences Sociales, No. 96-97, marzo de 1993, pp. 49-62.

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    tcnicas racionales en la indagacin de los fenmenos10; c) el principio deavaluatibilidad, si se quiere, la abstinencia de formular juicios de valor que puedanconsagrar algn tipo de neutralidad de sus conclusiones. Aqu se revela un vaciamiento(detrimento) de las cuestiones subjetivas e ideolgicas en nombre de una supuesta

    objetividad que deifica la tradicional separacin entre sujeto y objeto la cual, llevada asu esquema tpico, es la base del conocimiento cientfico moderno, especialmente en suversin clsica.

    Por otro lado, la Filosofa Poltica estara interesada en buscar los principios normativosen la construccin de los discursos polticos11. O en los trminos sugestivos de Bobbio:la indagacin por la ptima repblica, el mejor Estado, la legitimidad del poder poltico.

    Se advierte - bajo esta perspectiva - una distancia casi indefendible entre la FilosofaPoltica vis--vis la postura cientfica. Por ejemplo, la Filosofa Poltica no podraretener un carcter avaluativo; como indagacin del fundamento ltimo del poder no

    podra pretender explicar el fenmeno del poder en los trminos de la politicalscience sino ms bien justificarlo (calificar un comportamiento como lcito o ilcito ,plantea Bobbio) lo cual resulta imposible sin remitirse a valores; como investigacin dela esencia de la poltica estara alejada del criterio de verificacin (o falsificacin)emprica pues la presunta esencia de la poltica se desprende de una definicinnominal y como tal no es verdadera ni falsa12.

    Esta divisin se promovi en el momento en que la vieja perspectiva de la filosofapoltica se actualiz con el nuevo tratamiento en el marco del discurso cientficoprovocando el efecto colateral de estipular adems una divisin insalvable en eltratamiento de las problemticas polticas pero sobre todo en su mtodo y sus objetosespecficos de ocupacin y preocupacin.

    En esta versin, la cuestin cientfica de la poltica enfrentara sus problemticasdesde una visin objetiva donde axiomas, proposiciones y corpus terico reflejaranlos parmetros de la ciencia moderna en todas y cada una de sus conclusiones. Unproceso quesegn la mayora de las opiniones se iniciara con Maquiavelo y, muyseguramente, terminara a la luz del xitoy la productividad que han obtenido lossucesivos paradigmas dominantes, desde la revolucin conductista hasta la sistmica,situacin que se mantendra inclume hasta los enfoques racionalistas de la polticacomparada13.

    10Habra que contemplar la afirmacin de Bobbio en dos sentidos y, en esa forma, complementarla: i)Cuando se habla de verificacin y/o falsificacin se est aludiendo a las aproximacionesdesarrolladas por el racionalismo crtico (deductivo, del tipo Karl Popper) y al empirismo lgico(inductivo, del tipo Carnap), no olvidemos, las dos corrientes de la filosofa de la ciencia clsica. Deall, ii) garantizar la primaca de los nexos causales supondra no slo la utilizacin de tcnicasracionales sino tambin herramientas lgicas; o, si se quiere, considerndolas en conjunto, lahegemona de herramientas lgico-racionales para la indagacin de la poltica. Por lo tanto, la cuestinanaltico-empirista, en este caso, es meridiana y no debe aislarse. Cfr. Busshoff, Heinrich, Racionalidadcrtica y poltica, Bogot, Editorial Alfa, 1976, p. 314.11Quesada, Fernando, Sobre la naturaleza de la filosofa poltica, Filosofa Poltica I, Madrid, Trotta,1997, p. 13.12 Bobbio, Op. Cit. (1985), pp. 71-72.13

    Rubio Carracedo, Jos, La recuperacin de la filosofa poltica,Paradigmas de la poltica, Barcelona,Anthropos, 1990, p. 34.

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    Pero aunque esta traduccin literal resulta lcita, la interpretacin del concepto se haenrarecido gracias a la adecuacin mecnica entre el trmino y su significado inmediatoy, con ello, el sentido real de la voz ha venido agotndose solamente en uno de lostantos sentidos que ella expresa dentro del corpus de la teora poltica aristotlica, a

    veces, sin tener en cuenta la compleja semntica que se deriva del espacio-tiempo enque emerge.

    Para hacer inteligible este concepto de Aristteles hay que bifurcar el trmino por lomenos en dos direcciones. Por un lado, en el sentido de la Constitucin (Poltica), taly como hoy la entendemos: el mximo orden legal existente en las sociedades. Si sequiere, el entramado legal de los derechos y deberes ciudadanos. Por supuesto, ste eratambin uno de los sentidos de la palabra politeia en la antigedad griega. Noolvidemos que las leyes escritas de la ciudad se publicaban en las murallas de Atenaspara recordarles a los ciudadanos (polites) cmo deban comportarse y qu derechostenan.

    Por otro lado, esta designacin evaluada a partir de criterios socio-histricos planteabaotra situacin adicional: Politeia en tanto la Constitucin de la Comunidad Poltica.Esta referencia ahora, situada en un ms all de la dimensin legal, condensabainterrogantes del tipo: de qu est constituida compuesta tal o cual comunidad?; aqu orden obedece? en el doble sentido de la afirmacin obedecer -; quinstituciones la conforman?: la co-institucin, constitucin, de la comunidad poltica entrminos de sus costumbres, tradiciones, hbitos prevalecientes, etc.; cul es la forma yde qu estformada dicha comunidad?: la modalidad y los modos prevalecientes en lasrelaciones humanas, entre los ciudadanos, etc. En ltimas, politeia interrogaba sobrecul es la naturaleza de la comunidad poltica?

    Ahora bien, Aristteles erige su teora en general y lapoliteia en particular - contrario alo que comnmente se cree - desde el concepto, si bien antiguo, de movimiento,concepto que desarrolla en su Fsica!15 El cambio de la realidad (la modificacin de suser) como lo proponen sus observaciones y las mismas conclusiones a las que llega enla Fsica: conocer las causas y los principios constitutivos de la Realidad, estnplenamente presentes a nivel poltico. Basta recordar de qu manera el Estagirita analizalas constituciones polticas, en el doble sentido de la afirmacin, como un ajuste(equilibrio, podramos proponer en palabras de hoy) entre la naturaleza de lascomunidades y sus nomoi, las leyes y normas, etc. Es ms, en sentido general la

    motivacin de su epistme en poltica es conocer los arkhai (los principios), lo quegobierna (arkh)esa realidad (poltica). Aqu mantenemos tambin el doble sentidode la afirmacin.

    En Aristteles esta transferencia es unvoca y sugiere que como en la Fsica yguardando cuidadosamente las proporciones - la investigacin sobre la poltica es unconocimiento sobre sus fundamentos, y con ello, un saber que en su propio sistema de

    15Puesto que la naturaleza es un principio del movimiento y del cambio, y nuestro estudio versa sobre lanaturaleza, no podemos dejar de investigar qu es el movimiento; porque si ignorsemos lo que es,necesariamente ignoraramos tambin lo que es la naturaleza. Aristteles, Fsica, Libro III, El

    Movimiento. Frecuentemente se relaciona directamente con la tica a Nicmaco sin advertir su relacincon la Fsica.

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    referencia social-histrico no podra calificarse como un saber dbil o inferior osubordinado sino todo lo contrario: autorizada y slidamente cientfico16.

    El segundo ejemplo es moderno: Thomas Hobbes. Para nadie es un secreto que el

    propsito de Hobbes en sus incursiones intelectuales fue construir una verdadera cienciasocial que permitiera superar las disputas en torno a las cuestiones polticas. Insistimosen que la pretensin hobbesiana era, sin lugar a dudas, cientfica aunque para algunosdesprevenidos se valora como puramente filosfica. Qu hizo Hobbes?

    La Fsica de Newton es uno de los planos reflexivos desde el cual es posible pensar losproblemas polticos para Hobbes. Y aqu nos encontramos ante la poltica bajo la formade epistme, ciencia, que bajo el nuovum methodum hobbesiano transforma la geometrade los objetos fsicos en una geometra de lo social (y de la poltica, por supuesto) con elfin de descubrir la naturaleza de las cosas. No se equivoca Cassirer cuando sobre elparticular planteaba: Desde el comienzo mismo de su filosofa, su gran ambicin era

    crear una teora del cuerpo poltico, igual a la teora de los cuerpos fsicos de Galileo:igual en claridad, en mtodo cientfico, en certidumbre 17.

    Y es que muchas veces no se advierte que en la poca de Hobbes la frontera entreciencia y filosofa era inexistente18. El siglo XVII la filosofa era abierta yexplcitamente una actividad cientfica. Por aquel tiempo, los criterios corrientementeaceptados establecan distinciones entre la filosofa cientfica y otra, considerada no-cientfica.

    An ms all, Hegel por ejemplo, el filsofo por antonomasia de la Modernidad,hablaba de la Filosofa Especulativa, la cual lejos de tener como referencia lo que

    podramos interpretar hoy como especulativo - muy prximo a lo doxtico, la opininsin fundamento -, se trataba de una filosofa plenamente cientfica (, si se quiere, unaciencia-filosfica, si partimos de nuestro propio lugar y tiempo de enunciacin y

    16 Desde luego, habr que advertir la salvedad que en la antigedad clsica la divisin entre ciencias,como sucede moderna y contemporneamente era prcticamente inexistente. Aunque la polmica puedeser ardua vale la pena recordar: "()physis no era una regin especial del ente, sino que en la tradicingriega designaba todo cuanto existe en el Universo: los astros, la materia inerte, las plantas, los animalesy el hombre. El surgimiento en el siglo VI de una ciencia de la physis, en este sentido, fue el gran hechoque decidi el destino del pensamiento griego. Lo que la expresin physei nta quera significar en el

    legado de los jonios es que las cosas provienen y se fundan en la physis, que la physis es su entidadmisma, lo que las hace estar siendo en sus ms diversas mutaciones y vicisitudes, que para ser hay quellegar a ser y que la physis es el gran protagonista del devenir de lo real, de cuanto es y acontece.Echanda, Guillermo,Introduccin a la Fsica,Gredos, Madrid, 1995, p. 10.17 Cassirer, Ernst, El mito del Estado, Mxico, FCE, 1946, p. 196.18 Guardando las proporciones, esta situacin aplica, entre otros tantos ejemplos, para el caso de la teorapoltica de Agustn, de gran impacto (trans)histrico pues la divisin tcitamente moderna entre fe yrazn resultaba en su tiempo inocua: una ciencia que no estuviera basada en la fe racional del DiosCristiano, simplemente, era ficta. La Ciencia Pagana es una contradiccin en trminos pues no haycamino hacia la verdad por fuera del Dios universal para Agustn. Cfr. Puello-Socarrs, Jos Francisco,Ms all de la Poltica, menos ac de la religin. Elementos de los idolatrix religio en torno a laspolticas religiones polticas en: El Prncipe (La Plata: Asociacin de Politlogos Bonaerenses) No. 2,Ao 3, Agosto 2009. La divisin entre los discursos de la filosofa y la ciencia es una referencia

    tpicamente contempornea que deviene con el surgimiento de las llamadas Ciencias Sociales desdefinales del siglo XIX.

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    desde nuestros propios /pre?/juicios sobre el particular para referirnosretrospectivamente aesta divisin y mostrar su despropsito).

    Ciertamente, Hegel estaba hablando de Ciencia en el sentido ms penetrante de la

    palabra. En su caso con el objetivo de establecer una crtica cientfica al modelo polticode Hobbes a Kant, el iusnaturalismo, en torno a la Ciencia del Estado, la ciencia polticade su tiempo, un debate que recorre todo el siglo XIX y que, por supuesto, actualmentesigue generando diferentes polmicas que al momento sobreviven como clsicas. Sloas se entiende que el texto del joven Hegel de 1802 y que precisamente tena esepropsito, se titulara: Sobre las distintas maneras de tratar cientficamente el derechonatural (subrayo)19. Para Hegel la gran tarea de la Filosofa estaba en Comprender loque es y aprehender lo presente y lo real porque lo que es, es la razn, una cuestinque sin tener en cuenta una inspeccin social-histrica del asunto y considerada slo enabstracto, es decir, imponiendo sin ms los criterios que aseguran la divisin tajanteentre filosofa/ciencia, normativo/positivo, lo que es/lo que debera ser, fronteras

    que tienen efectos prcticos para otra poca, antes que iluminar las reflexiones terminanobscurecindolas. Para el caso de Marx, evidentemente, sobraran las infinitasreferencias sobre la institucin de una ciencia del proletariado, marcadamente, poltica.

    El ltimo ejemplo puntual se sintoniza con nuestros tiempos, con ocasin de losprolegmenos de una ciencia poltica en trminos de las ciencias socialescontemporneas. Por supuesto, hablamos de Gaetano Mosca, considerado el fundadory promotor original de una ciencia poltica en el sentido contemporneo del trmino.

    Y es que su obra mxima titulada sin ningn tipo de cortapisas: Elementos de cienciapoltica (en su primera edicin de 1898 y en la segunda que data de 1923) lograestablecer para la ciencia poltica un estilo apegado a los criterios instituidos delconocimiento cientfico de su tiempo, inscrito en el marco de las nacientes cienciassociales: una disciplina positiva y empricamente fundamentada. Mosca, desde unprincipio, acude a la Historia como una manera de encontrar una explicacincientfica de los fenmenos polticos mediante el mtodo de comparacin, es decir: eldescubrimiento de las leyes constantes que regulan el nacimiento y la decadencia de losEstados. Ms exactamente: la meta de la Ciencia Poltica mosqueana sera encontrar lasleyes psicolgicas constantes que determinan la accin de las masas , como loamplia Bobbio a partir de Mosca, derivar las leyes que regulan la vida de losorganismos polticos20.

    Estas leyes, inmutables y constantes emanaran de la comparacin histrica, y sta,en el horizonte de las nacientes ciencias sociales contemporneas, apareca como unaprctica homloga a la posibilidad que brinda el experimento cientfico en las cienciasnaturales21. Pero, como en los casos anteriores, Mosca si bien ocupa un lugar destacado

    19 Hegel, Georg Wilhelm Friedrich, Sobre las distintas maneras de tratar cientficamente el derechonatural: su lugar en la filosofa prctica y su relacin constitutiva de la ciencia positiva del derecho ,Madrid, Aguilar, 1802 (1979).20 Mosca, Gaetano, La clase poltica, Mxico, FCE, 1995 [Ttulo original: Elementos de cienciapoltica, seleccin de Norberto Bobbio; versin de 1897, complementada por la 2 edicin de 1.923], p.10.21

    Ibidem. Cfr. Puello-Socarrs, Jos Francisco, lites, elitismo, neoelitismo: perspectivas desde unaaproximacin politolgica en el debate actual en: Espacio crtico (Bogot) No. 2. I Semestre de 2005 y

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    en la historia de la disciplinaas en Aristteles o Hobbesel italiano es consideradoun pensador destacado nunca un cientfico de la poltica. En los reconocimientos menosinjustos es tratado apenas como un precursor - algo as como un proto-cientfico - de laciencia poltica, mote que en el desarrollo del siglo XX, con el eplogo usamericano de

    la Political Science, le adjudicaran a Easton, Dahl y sus seguidores como referentesfundacionales de la disciplina.

    Hay que resaltar la pretensin de cientificidad como una invariante que orienta laproduccin de conocimiento y discurso cientfico en poltica, desde luego, si semantiene con recelo el tiempo y la poca histrica de los autores y no simplemente seevala arbitrariamente ciencia por un lado ypoltica, por el otro.

    Podemos concluir con base en estas incursiones, todas ellas bastante representativas dela historicidad de la disciplina, es que tendramos que hablar retrospectivamente dedistintas politologas, las cuales podramos agrupar en una ciencia (en general)de la

    poltica en la cual han hecho presencia tanto ciencias-filosficas (como la politicalscience) y, al mismo tiempo, filosofas-cientficas (como la filosofa poltica); esdecir, ciencias matizadas filosficamente y filosofas matizadas cientficamente.

    No existen razones para validar la escisin entre ciencia y filosofa, mucho menos si loque se intenta contraponer es ciencia/anti-ciencia, en el estudio de la poltica.Incluyendo, categoras que an imponen una distincin entre ciencia poltica y teora

    poltica en muchos ambientes acadmicos, abiertamente vana e innecesaria.

    El reciente mote de ciencia poltica que ha sido reservado exclusivamente para unaciencia-filosfica en especfico: la Political Science (insistimos, bajo coordenadas deenunciacin espacio-temporal especficas e imposibles de universalizar sin ms:tradicin anglosajona y ltimamente, de cuo usamericano) y recientemente paraalgunos enfoques de la Comparative Politics, definitivamentees un prejuicio restrictivo.Ms an, inconveniente y limitativo.

    Ahora bien, queda claro que dos de los soportes epistemolgicos por excelencia de laciencia poltica usamericana y la poltica comparada: el positivismo (racionalista) y elempirismo (lgico), slo pueden ser tenidos como dos opciones filosficas entre muchasotras aunque corrientemente stos se hayan confundido y se igualen cndidamente a laciencia en general y stricto sensu22.

    Hay que advertir subsidiariamente que tanto la filosofa como la ciencia en esterecorrido trans-histrico por el pensamiento poltico comparten un elemento

    Marxismos y elitismos: de Karl Marx a Gaetano Mosca (y ms all). Los conceptos de clase dominantey clase poltica en: Estrada lvarez, Jairo (comp.), Teora y accin poltica en el capitalismo actual ,Bogot, Universidad Nacional de Colombia, 2006.22 Estas dos tradiciones influyentes en la confeccin de la Political Science han desarrollado vnculosprivilegiados con el estatuto epistemolgico de la teora econmica de tradicin neoclsica ortodoxa (yespecficamente angloamericana!) hoy en decadencia, epistemolgica y concretamente hablando. Alpresente, el resurgimiento de las escuelas neoclsicas heterodoxas (con la ganadora del premio nobel eneconoma!, la cientista poltica hayekiana E. Ostrom, decamos antes) plantearan un nuevo - aunque

    problemtico - auge. Cfr. Puello-Socarrs, Jos Francisco, Op. Cit., 2009 y El NOBELiberalismo, 2009[en lnea]:www.colombiadesdeafuera.wordpress.com.

    http://www.colombiadesdeafuera.wordpress.com/http://www.colombiadesdeafuera.wordpress.com/http://www.colombiadesdeafuera.wordpress.com/http://www.colombiadesdeafuera.wordpress.com/
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    caracterstico: la prerrogativa de la lgica-racional como la va para abordar el complejomundo de la Poltica. Un aspecto que se exacerba desde la poca moderna, planteandoen la mayora de los casos abusos.

    Por esta razn, desde un principio planteamos una Polito-loga: categora quesiguiendo su etimologa original da a entender una aproximacin a la Poltica (tapolitica)a travs del logoi (el logos que en trminos modernos estrictamente sera lalgica-racional). En estos trminos, se han venido desechando grandes oportunidadespara acceder a maneras diferentes y alternativas de penetrar la(s) realidad(es) poltica(s)diferentes una disciplina donde imperan la lgica (formal) y la racionalidad(instrumental). Una situacin que de paso mantiene hoy a la politologaas entendida -en una fosilizacin poco favorable y ambigua23.

    En una poca en que las crticas hacia las formas clsicas del saber, la razn(instrumental) y la lgica (formal) arrecian y hasta constituyen un lugar comn en las

    ciencias sociales, la politologa estara en deuda de adentrarse en estas temticas.

    Para no saturar las provocaciones en este sentido resulta bien sintomtico notar queinclusive al interior de estas mismas posturas intelectuales, perennes defensores de estasapuestas como Giovanni Sartori han sealado recientemente que la disciplinacientfica de la poltica se encuentra en un marasmo, fruto entre otras cosas - de suincapacidad de superar convenientemente el hiperracionalismo y el empiricismo, desdeluego, el obsesivo empeo cuantitativista, haciendo que la disciplina se encuentre enuna especie de sin-salida24.

    Cmo pensar entonces una subversin de esta situacin?

    Los paradigmas reinantes en la Ciencia en general que han servido como guas paraposibilitar un conocimiento cientfico en la Poltica han estado muy prximos, primero,a la Fsica (antigua en el caso de Aristteles y despus, con el influjo indiscutible dela Fsica Moderna newtoniana en Hobbes). En el caso de Mosca, por su parte, bajo elinflujo de la fsica newtoniana aunque tambin de la naciente biologa que despega slodesde mediados del siglo XIX25. Por qu? Cul es la razn de esto? Una simplecasualidad?

    23 Puello-Socarrs, Jos Francisco, El mito de La Poltica: entre filosofas logomticas y ciencias

    mitolgicas en: Ciencias Sociales. Revista de la Escuela de Sociologa y Ciencias Polticas (Quito:Universidad Central del Ecuador) No. 23, II Trimestre de 2005. Ediciones Abya-Yala.24 Sartori, Giovanni, Op. Cit., pp. 349-354. Otros entusiastas han querido ver en esta crisis en una suertecapitulacin definitiva, una muertede la disciplina, cuestin que solamente la compartimos parcialmenteen su argumentacin pero la rechazamos en su provocacin. Cfr. Cansino, Csar,La muerte de la CienciaPoltica, Buenos Aires, Suramericana, 2008. Easton, en una especie de mea culpa, ha reconocidotibiamente algunas de estas dificultades, no obstante, interpreta que la disciplina estara tratando dedesarrollar un nuevo sentido de su identidad y una nueva direccin o el sentido de su propsito y, antesque en una crisis, se encontrara en una transicin en su etapa post-conductista. Easton, David,Political Science in the United States: past and present en: Easton, David, Gunnell, John y Graziano,Luigi, The development of Political Science. A comparative survey , London-New York, Routhledge,(1991) 2002, p. 284.25 La biologa emerge y se desarrolla slo desde el siglo XIX principalmente con la Hidrogeologa de

    Lamarck (1802), la cual restituye el objeto de la nueva biologa frente a la antiguaHistoria animalium deAristoteles! quien tambin piensa la poltica en trminos del bios.

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    La Fsica dentro de las ciencias naturales ha ocupado un lugar preponderante en vista deque alrededor de ella se ha realizado, por decirlo de alguna forma, la crtica ontolgicade la realidad; es decir, tentativas por responder las preguntas fundamentales sobre

    cmo es/por qu es as la Realidad (fsica, desde luego). La Biologa,subsidiariamente, se ha concentrado en el problema del bios, la vida, un atributo que,por lo menos contemporneamente, nadie podra soslayar para analizar la vida poltica ylos organismos sociales que la protagonizan26.

    Estos desarrollos cientficos han devenido en centrales para la forma cmo las cienciashumanas y sociales han querido repensar las nuevas perspectivas que ofrece el marcoemergente de la nueva cosmovisin cientfica.

    La Ciencia de la Poltica, en su primera versin de politologa (filosofa poltica yciencia poltica de profundo compromiso lgico-racional y emprico-positivista) no

    podra ser ajena a esta exigencia.

    Vimos algunos detalles sobre la influencia de los avances cientficos desde las cienciasconsideradas duras en el campo intelectual de la poltica. La Antropologa, laSociologa o la Psicologa, han logrado ya hacer uso estratgico de estas aportacionesmostrando interesantes resultados.

    Sin embargo, el panorama en nuestra disciplina parece ser la tozudez en la quecontinan sumergidas las opciones hegemnicas y dominantes en ciencia poltica, lascuales siguen negando la oportunidad para convocar muchos de estos aportes: otraslgicas, otras razones (desde la Fsica Contempornea y la Biologa, entre otros) quedeberan ser considerados para incorporarse estratgicamente en el conocimiento de larealidad- poltica, desde luego - y lograr actualizar nuestra disciplina27.

    Cules aportes y en qu sentido podramos abrir caminos alternativos desde las cienciasnaturales contemporneas y dejar atrs falsos perjuicios con la posibilidad de alcanzaruna Ciencia de la Poltica a la altura de los desafos actuales es el tema del siguienteapartado.

    2. Aportes estratgicos e implicaciones tericas del nuevo horizonte cientficoCitando un texto de Eddington, Michel Maffesoli ilustraba en una de sus obras, unaancdota que resulta bastante provocativa para nuestros propsitos:

    26 Resulta irnico pero mientras Mosca, por acercar un ejemplo presente en los sealados filsofosespeculadores, pre-cientficos, hablaba de la Poltica en trminos de la vida, estrictamente de losorganismos polticoslos organismos se entienden en trminos de lo viviente, entidades reales! -, lapretendida ciencia poltica dominante sigue enclaustrada en el concepto de sistema poltico que en suversin convencional (input-output) relaciona un esquema el cual slo podra entenderse en clave de(fros) mecanismos: sin vida!27 Esta tarea no es excluyente sino complementaria con la recuperacin inevitable que habra quepracticar en la disciplina de autores clsicos como Marx o Weber quienes no han sido incorporados entoda su dimensin en las discusiones disciplinares y que, a pesar de haber confluido con muchas

    cuestiones actuales en la nueva tpica cientfica, siguen sistemticamente (seguramente tambinestratgicamente) evitados en diferentes debates en poltica.

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    () Primero debo luchar contra la atmsfera que ejerce presin sobre cadacentmetro cuadrado de mi cuerpo con una fuerza de 1 kg. Enseguida debo tratarde aterrizar sobre una plancha que gira alrededor del sol a la velocidad de 30 km

    por segundo; una fraccin de segundo de atraso y la plancha queda a miles dekilmetros de distancia. Adems la plancha no es de materia slida. Si plantarsesobre ella quiere decir poner el pie sobre un enjambre de moscas Es verdad, esms fcil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un fsicoatravesar el umbral de su puerta28.

    En un reciente artculo acerca de los avatares de la Ciencia Social en el nuevo milenio,Atilio Born, intercalando algunas de las reflexiones que hemos venido presentandohasta ahora, valoraba el significado del famoso Informe Gulbenkian dirigido por I.Wallerstein a propsito de la actual crisis de la ciencia social29.

    Tanto Wallerstein como Born en ambos trabajos consideran que ante la radical yprometedora apertura epistemolgica del nuevo espritu cientfico - por utilizar unaexpresin de Gastn Bachelard - una de las tareas urgentes de las ciencias sociales hoy,sera profundizar crticamente los nuevos planteamientos y las recientes formulacionesdel conocimiento en general para que puedan ser integradas en el marco delconocimiento social actual.

    Pero, ms all de las valiosas conclusiones a las que llega, para Born parecera que losnuevos conceptos y concepciones, sobre todo los provenientes de la fsica cuntica(v.gr. teora del caos, atractores, no-linealidad, etc.), quedaran sin ningn tipo derelevancia especfica en el terreno de las ciencias sociales. Es ms, como l mismo se

    pregunta respecto a la teora del caos para el caso de las situaciones sociales: hasta qupunto la novedad de estos aportes podra llegar a traducirse en una base ideolgica firmepara superar las dificultades por las que atraviesa la teora social?

    En nuestro criterio, los nuevos avances no deben obstaculizar tal y como sucede en laancdota de Maffesoli que acabamos de sintetizar cuando imaginariamente un profesorde fsica contempornea intenta cruzar el umbral de su puerta - sino ms bien facilitar lacomprensin de la realidad, en nuestro caso, la poltica.

    La exigencia por sistematizar nuestra creciente complejidad histrico-social yabandonar definitivamente la simplificacin simplista de las posturas de antao y sus

    paradigmas (tanto las pretendidamente universalistas como la exageradamenteparticularizantes) es obligante.

    Para ello se exige imaginacin cientfica: complejizar (articulando las distintasdimensiones de las realidades, en plural) y no complicar al extremo nuestraspreocupaciones; o, para parafrasear a Edgar Morin, el desafo es tener la cabeza bien

    puesta, no llena. Y es que la virtud de los nuevos aportes de las cienciascontemporneas (como la fsica cuntica la biologa contempornea) deben ser

    28

    Maffesoli, Michel, El conocimiento ordinario. Compendio de sociologa, Mxico, FCE, 1993, p. 55.29 Born, Atilio, Op. Cit.

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    cuidadosamente sopesados para evitar caer en el quietismo paralizante o en una suertede paroxismo fatigante, esos mismos que hemos venido aqu denunciando.

    Siguiendo esta clave y con la oportunidad que sugiere este debate en la va de avistar

    una Cienciade la Poltica, urgira rearticular y aprehender los elementos conceptuales ylos significados epistemolgicos y heursticos que la tpica cientfica de los nuevostiempos ofrece. El propsito est en liberar a la politologa en singular y a las cienciassociales en plural del actual marasmo y convocar una disciplina mejor preparada para elpresente y hacia el futuro.

    Para ello exploramos enseguida dos alternativas que consideramos hoy centrales.Ambos ejemplos ofrecen luces sobre distintos aportes epistemolgicos en relacin conla dimensin simblica en general (la produccin cognitiva, de sentido(s) ysignificados) que, adems de haber sido minimizada por la tradicin moderna lgico-racionalista, son en este momento cruciales a la hora de permitirse abrir una dimensin

    que pueda reorientar nuevas usanzas y herramientas para aproximar las realidadespolticas y, ojal, reconstituir el pensamiento, el conocimiento y las visiones polticas eruditas y cotidianas -, integralmente30.

    Una de las razones para poner a tono la semntica de la ciencia y dar al traste con laingenua ilusin de la exclusividad del carcter cientfico en el metarrelato que haimpuesto ltimamente lapolitical science dominante se convoca una reflexin en tornoal significado de hacer ciencia hoy y preguntarnos cul es el fundamentoepistemolgico de la tpica cientfica actual?

    El tema, por supuesto, resulta ser tan extenso como denso para desarrollarlo en unaspocas lneas.

    Ensayamos en todo caso - una especie de sntesis sobre lo que parecera estipular laactividad cientfica para el siglo XXI y que puede compendiarse en una frase que atrapay conceptualiza la produccin del pensamiento ms contemporneo: una nueva visindel mundo.

    2.1. La teora de Santiago: La Complejidad y la dimensin social-cognitivaLa obra de Fritjol Capra, entre muchos otros, ha estado atenta a proporcionar un marco

    pertinente e innovador para lograr conectar las profundas implicaciones sociales de losprincipios cientficos ms recientes.

    Capra advierte que para comprender la vida (sea sta biolgica o social pues existe unacontinuidad probada e incuestionable) las ltimas teoras han acudido a la nocin dedinmica no-lineal o como ms comnmente se le conoce: teora de la complejidad.

    Y es que definitivamente este es uno de los aspectos que ms raya y contradice lasupuesta actualidad del estatuto epistemolgico de la politologa en su versin de

    30Un buen ejemplo lo ofrece el politlogo Jon Elster y sus estudios sobre lgica modal y su aplicacin

    al mundo de lo social. Cfr. Elster, Jon,Lgica y Sociedad: contradicciones y mundos posibles, Barcelona,Gedisa, 1978 (2006).

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    Political Science. El tono cientista bajo el cual se ha construido la ciencia polticausamericana y que, sigue siendo particularmente influyente en el marco epistmico hoy,reivindica exclusivamente el rancio paradigma de la simplicidad, el cual hoy no sloresulta anacrnico sino sumamente obsoleto31.

    De la mano de la complejidadse postulan tres perspectivas de la vida, cada una de lascuales estn presentes en la naturaleza de los sistemas vivos: a) el patrn deorganizacin forma: la configuracin de las relaciones entre sus componentes quedetermina las caractersticas esenciales del sistema; b) la estructura materia delsistema la encarnacin fsica de su respectivo patrn de organizacin; y, c) el

    proceso vital o simplemente elproceso continuo de encarnacin32.

    En lo fundamental esta sntesis reconoce que cualquier fenmeno biolgiconecesariamente incorpora estas tres perspectivas:

    () las tres perspectivas de la naturaleza de los sistemas vivos antes mencionadacorresponden al estudio de la forma (o patrn de organizacin), de la materia (oestructura material) y del proceso Al estudiar los sistemas vivos desde la perspectivade la forma, descubrimos que sus patrones de organizacin son los de una redautogentica. Desde la perspectiva de la materia, la estructura material de un sistemavivo es una estructura disipativa, es decir, un sistema abierto que opera lejos delequilibrio.

    Y contina Capra:

    Finalmente, desde la perspectiva del proceso, los sistemas vivos son sistemascognitivos, en los que el proceso de cognicin est ntimamente ligado al proceso deautopoiesis33 (subrayado y negrilla por fuera del texto).

    31 Para un anlisis sobre el anacronismo y la obsolescencia de la Political Science y especialmente de suplataforma epistmica, el modelo Easton-Lasswell (input-output), cfr. Puello-Socarrs, Jos Francisco,La dimensin cognitiva en las polticas pblicas. Interpelacin politolgica,Revista de Ciencia Poltica(Bogot: Universidad Nacional de Colombia) No. 3, Enero Junio de 2007, pp. 70-76. Los ltimos 20aos la metodologa en la Political science ha estado dominada por una aproximacin economtrica y lautilizacin de tcnicas refinadas que se limitan en su aplicacin a los modelos lineales bajo el trasfondodel modelo eastoniano. Estos modelos lineales por su misma naturaleza hacen parte delparadigma de lasimplicidad mientras que los no-lineales, relacionados con la complejidad slo tienen una pequeaporcin de extensiones y aplicaciones en la disciplina. Jackson, John, Political Methodology: an

    overview en: Goodin, Robert y Klingemann, Hans-Dieter,A New Handbook of Political Science, NewYork, Oxford University Press, 1996, p. 721. Lo anterior no se limita al cuantitivismo como cree, ensu mea culpa, entre otros Sartori - sino tambin incluye a los enfoques cualitativos convencionales pues lomismo sucede con nuevos arreglos como el sendero de dependenciao viejos diseos imperantes enla metodologa de la comparative politics hoy (hablamos del mtodo del acuerdo y la diferencia deJohn Stuart Mill, formalizado por Przeworski y Teune en 1970), que - en opinin autorizada de autores delos mismos crculos intelectuales que los avalan, resultaran: problemticos, hazarosos, no-sistemticos,limitados, simples, dbiles, etc., en ltimas, problemticamente cientficos. Cfr. Ragin, Charles, Berg-Schlosser, Dirk y de Meur, Gisle, Political Methodology: Qualitative methods en Goodin, Robert yKlingemann, Hans-Dieter, Op. Cit., pp. 749-768.32 Capra, Fritjol, Las conexiones ocultas: Implicaciones sociales, medioambientales, econmicas ybiolgicas de una nueva visin del mundo, Barcelona Anagrama, 2003, p. 103.33 Ibidem, p. 104. Los esquemas convencionales de la political science y la comparative politics son

    incapaces de asumir aspectos complejos como la autopoiesis, en tanto, este tipo de procesos escapan alas relaciones inputy output. El pensamiento tradicional, no dejamos de insistir, se ubica en el de los

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    Aqu el reconocimiento de la dimensin cognitiva es un hecho capital.

    Este elemento merece una mayor consideracin en la medida en que se extienden las

    implicaciones sociales de los sistemas vivos. En lo socialentendido en su mximaexpresintendramos que entrar a considerar una cuarta perspectiva adicional que esinapelable para la comprensin de estos fenmenos: la cuestin del significado.

    Al tratar de extender la nueva comprensin de la vida al mbito social, nosencontramos de inmediato enfrentados a una increble multitud de fenmenos normas de conducta, valores, intenciones, objetivos, estrategias, diseos, relaciones depoder - que no tienen papel en el mundo no humano, pero que son esenciales ennuestra vida social. Sin embargo, todas esas facetas de la realidad social compartenuna caracterstica bsica comn () la comprensin de la consciencia reflexivainextricablemente vinculada a la del lenguaje y su contexto social. Este argumentopuede ser expresado a la inversa: la comprensin de la realidad social estinextricablemente vinculada a la de la consciencia reflexiva34 (subrayo).

    Hasta el momento pretendemos enfatizar stas dos ltimas dimensiones: la cognitiva yla hermenutica (significado/sentido) pues ambas son constitutivas - y sin las cualessera impensable - lo social.

    Esta referencia a pesar de la novedad en esta exposicin ya haba sido enunciada desdela biologa por Humberto Maturana y Francisco Valera y que hoy se conoce como laTeora de Santiago de la cognicin. Esta postura identifica el proceso de conocimientocon el proceso de la vida (la cognicin es el proceso mismo de la vida 35).

    El argumento cobra mucho ms valor heurstico cuando se recuerdan las contribucioneshechas antes desde la sociologa del conocimiento de Wright Mills de Berger yLuckmann o las del mismo Pierre Bourdieu y el estructural-constructivismo. Sinembargo, haciendo memoria, los aportes instalados por estos pensadores simplemente eshaber rescatado adecuadamente propuestas que para los enfoques dominantessimplemente son vestigios obsoletos de la filosofa decimonnica, del tipo Marx,Nietzsche o Freud, o un exotismo promovido por la incmoda antropologa desafiante(pienso entre otros en Lvi-Strauss) no tenidos en cuenta o adoptados con desconfianzaen trminos del anlisis poltico convencional.

    Pero la conclusin paradigmtica de estas tentativas es poner de relieve la construccinsocial de la realidad. Mxima que tambin puede ser expresada a la inversa: quetaly como habamos anunciado - la realidad se construye socialmente36.

    procesos alopoeiticos dentro de paradigmas de la simplicidad. Cfr. Guattari, Flix, La heterognesismaqunica en Caosmosis, Buenos Aires, Manantial, 1996, p. 54.34 Ibidem, p. 106.35 Ibidem, p. 61. Guattari entre otros - plantea crticas muy sugestivas a la postura de estos autores yextiende todava ms los argumentos en la dimensin social-colectiva y poltica, desde luego. Cfr.Guattari, Flix, Op. Cit., 1996.36

    Puello-Socarrs, Jos Francisco, Poltica: Mito, Filosofa y Ciencia. Desde la politologa hacia lamtico-poltica, Bogot, Universidad Nacional de ColombiaUNIJUS, 2006.

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    Las consecuencias inmediatas de lo anterior siguen tornndose todava ms relevantescuando se reconoce la existencia de una dimensin social - a la vez cognitiva yhermenutica, es decir, en trminos generales: simblica - en la construccin de laRealidad que no es otra cosa que cuestionar, por un lado, el supuesto carcter objetivista

    ( en el otro extremo, subjetivista; en todo caso, la separacin radical entre el objeto y elsujeto) de la realidad social. Al mismo tiempo y por el otro lado, reivindicar el papel delas ideas, los valores, las actitudes, los referentes culturales, las representaciones, losimaginarios y las mentalidades sociales. Vale decir, mundo(s) otro(s) y radicalmentediversos que hacen parte de las realidades sociales mltiples.

    Aqu de lo que se trata es incorporar los marcos de produccin del mundo (en sudimensin de orden, organizacin, en ltimas para nuestro caso: la realidadpoltica) y los marcos de interpretacin, es decir, la produccin de sentido(precisamente, para que ese mundo, tal o cual orden, se tornen significativos, tenganun significado y sean efectivos) como dimensiones constitutivas e inexcusables en

    cualquier consideracin sobre la dimensin social cientficamente considerada37.

    De lo anterior tambin se deriva otra cuestin. La realidad en igual sentido se constituyepolticamente. Construccin social, constitucin poltica de la Realidad son dosproposiciones que el estudio de la poltica no puede extraviar como allende el discursocientificista y no cientfico, de la political Science y sus sucedneos se permitan entorno al supuesto mundo neutral que opera simplemente con intereses objetivos sinpermitirse ir ms all de la complejidad constitutiva de lo real y su dimensin socio-poltica, siempre enaltecida y enriquecida constantemente por fenmenos simblicos,distintos a los concebidos como naturales, normales, civilizados sin ir ms all.

    Estos hechos reclaman igualmente no olvidar que La Poltica retiene un carcterdiversal, es decir, diverso e imposible de censurar desde cualquier universo particular oabsoluto como sucedi con la realidad moderna neoeuropea o la contemporneaangloamericana que dictaba, de una vez y por todas y ad infinitum La Realidad(humana, social, econmica y desde luego, poltica) universal y unvoca.

    Esta es una herencia que ha estado bien anclada en la modernidad y, por supuesto, elpensamiento poltico contemporneo no ha sido la excepcin.

    2.2. El Espritu de Crdoba: la inevitable dimensin simblica38No es un secreto entonces que vivimos en medio de una profunda modificacin de lasperspectivas metodolgicas y epistemolgicas fruto del desarrollo cientfico y filosficodel siglo XX y que las ciencias sociales - incluida la politologa - encaran en el nacientemilenio.

    37 Lo que llamamos realidad socialplantea iek - es una construccin tica que se apoya en uncomo si, en la objetividad de la creencia. Pues, tan pronto se pierde la creencia (no como un meropsicologismo, ya que esta creencia se objetiva, se materializa en el funcionamiento efectivo del camposocial) la trama de la realidad se desintegra. cfr. iek, Slavoj, Cmo invent Marx el sntoma eniek (comp.),Ideologa. Un mapa de la cuestin, Mxico, FCE, 2000; El sublime objeto de la ideologa,Buenos Aires, Siglo XXI, 2003 y The parallax view (shorts circuits), Cambridge, MIT Press, 2006.38

    Con base en: Durand, Gilbert, Epistemologa del significado, Mitos y sociedades: introduccin a lamitodologa, Buenos Aires, Biblos, 1996, pp. 43 y ss.

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    En esta nueva tpica, la fsica contempornea denominada tambin cunticahasido protagonista de la subversin del consenso epistemolgico de la ciencia clsica.Una de las caractersticas de este movimientotal y como lo plante Gastn Bachelard,

    casi un siglo atrsy de la mano del efecto Crdoba39

    y los nuevos descubrimientossuscitados a partir de los trabajos de Einstein, Bohr o Heisenberg e igualmente de vonFoerster, Lupasco o Morin, por nombrar algunas referencias, pueden sintetizarse de lasiguiente manera:

    () invita al investigador a la humildad, probndole que el objeto no es tan objetivo comotal, que depende del sistema que lo manifiesta (teora de la relatividad) y del procedimientoineluctable de observacin o, mejor an, de instrumentacin al cual est sometido (relacinde incertidumbre de Wesner Heisenberg). Como lo subraya Bernard dEspagnat, seabandona un concepto imperialista de objetividad pesada para situarse en una objetividadoculta por las relatividades, ligada al observador y a su observatorio40.

    Diversas concepciones que han evolucionado frente a los tabes tradicionales de laciencia moderna, prueban sostener enseanzas trasferibles a nuestra propia actividadintelectual. Por ejemplo, frente a la nocin de espacio, el cual en trminos clsicos(racionalismo newtoniano) es de carcter absoluto.

    El pensamiento cientfico clsico sita los objetos sobre coordenadas que lossingularizan y los separan. En la mirada contempornea - muestra DEspagnat - por elcontrario, cuando por ejemplo se emite un slo fotn y se pone como blanco de unobjetivo, digamos, ms de un agujero (dos o mil, da igual) en una pantalla, lgicamentese pensara que el fotn atraviesa por uno slo de esos agujeros. No obstante, el fotn

    pasa efectivamentepor los dos, los cien o los mil agujeros preparados. Qu es lo quesucede? El fotn se difracta, es decir, manifiesta ubicuidad ya que al mismo tiempopuede estar en dos, cien o mil lugares del espacio a la vez (principio de la no-separabilidad de dEspagnat). Esto lejos de ser un misterioso truco publicitario es unhecho emprico y experimental de la fsica actual! As funcionan nuestros televisores.

    Heisenberg, igualmente, ha probado que si se quiere localizar (inmovilizar) uncorpsculo (un electrn en rbita alrededor del ncleo atmico) se perderan suscualidades fsicas ya que el electrn obtiene la energa fsica de su cintica alrededor delncleo: si se lo inmoviliza para identificarlo pierde sus cualidades. Entonces, en esteejemplo, hay que elegir: o se inmoviliza, o se guardan sus propiedades energticas pero

    de esta manera se pierde su lugar puntual en el espacio del tomo (ecuacin deincertidumbre de Heisenberg). Aqu tambin, como en el principio de la no-separabilidad, se incita re-pensar la nocin de identidad. El dogma de laepistemologa y la filosofa hasta el siglo XX!

    39 Se trata de las conclusiones extractadas del famoso Coloquio de Crdoba celebrado en 1979 y endonderecuerda Durand - por primera vez en siglos la fsica ms moderna se sentaba en la misma mesadel convite con los antroplogos y los poetas. All se dieron cita intelectuales de las ciencias exactas(fsicos, astrofsicos, neurlogos, etc.) con gente de las ciencias inexactas provenientes de la

    antropologa y la psicologa que llegaron a muchas de las conclusiones que aqu presentamos.40 Ibidem, p. 50.

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    Ms coloquialmente: se denuncia la imposibilidad de separabilidad de sujeto y objeto -base del conocimiento objetivista clsico y paradjicamente denunciado como elobstculo ideolgico de la filosofa y postulado que garantizara la ciencia (moderna)! -pues si se separa el sujeto de su objeto, ninguno de los dos al final de cuentas existe en

    tanto ambos se constituyen recprocamente.

    Estas evidencias derivadas desde la teora experimental de la fsica contemporneaponen en duda las supuestas e irrenunciables virtudes de la organizacin de la realidadproyectadas desde la lgica formal y la razn (uni)causal que establecan parmetrosexclusivos de validez dicotmica y que, en terminologa poltica, por ejemplo, fueronpreparados como gobernantes//gobernados para ahora explorar con legitimidad unarazn simblica, axiolgica en los marcos epistmicos pero, con mayor relevancia an,en las realidades sociopolticas mismas.

    Ahora, qu consecuencias suponen estos descubrimientos entre muchos otros -

    para los propsitos que aqu aspiramos?

    La nueva tpica de la fsica contempornea cuando fisura el pensamiento comn de lamodernidad clsica refuerza al mismo tiempo la dimensin simblica y la efectividaddel smbolo en la ontologa de la realidad.

    En lo fundamental, la produccin de sentido, imposible si se separa el objeto del sujeto.En trminos polticos, podra interpretarse en el papel dinmico que juega la ideologa(en su versin amplia de cosmovisin) en la constitucin de realidades polticas ysociales y tambin en la produccin misma de las teoras, concepciones, metodologas,paradigmas, etctera41. En este aspecto, slo por nombrar algunas contribuciones quedesde hace mucho plantean el ncleo de estas perspectivas: la sntesis de las mltiplesdeterminaciones socio-histricas de Marx y ms recientemente - los sistemas histricos

    y sociales de referencia de Cerronidesafortunada y prcticamente, inadvertidas42.

    Recuerda Gilbert Durand que Ren Thom sugiri al smbolo como la coherencia de dostipos de identidad diferentes (coherencia en el sentido fsico del trmino: dos cosaspueden ser puestas juntas sin que haya exclusin). La frase, a primera vista para elpensamiento dicotmico clsico y que tanto influjo mantiene en las manerasconvencionales de pensar la poltica sera paradjica pues desde el conocimientotradicional es imposible que existan dos principios de identidad (el tercero excluido de

    la lgica formal aristotlica).Pero estos dos principios de identidad permitiran acceder simultneamente:

    i) Un principio de localizacin simbolizante: la simbolizacin llama al sentidopor un nombre, una imagen, un concepto, el cual as denominado, remite a un

    41 Nos referimos a ideologa en el sentido en que derivamos este elemento anteriormente,cosmovisiones, produccin de sentido, lo cultural, etc., lejos de las referencias tradicionales que loigualan simplemente como ideas o doctrina abstractas.42

    Cfr. Cerroni, Umberto, Poltica: mtodo, teoras, procesos, sujetos, instituciones y categoras, Bogot,Siglo XXI, 1992.

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    lxicoque localiza, a su vez, un tiempo (o un espacio), el ms trivial. A esto sele ha denominadoperfil (Bachelard) e identidad de localizacin (Thom).

    ii) Un principio No localizable ubicado en lo simbolizadola identidad de no-separabilidadsegn Durand que consiste en la coleccin no localizada decualidades, de los eptetos que describe y define un objeto43.

    Ambos principios - plantea Durand - estn ligados, es decir, son perfectamentecoherentes en tanto cada una de estas identidades no se da ms que por la otra 44.

    Entre otras cosas porque la relacin sujeto-objeto aqu es inseparable:

    () En el smbolo, lo inexpresable del simbolizado, necesita del medio de expresin delsimbolizante. Viceversa, todo simbolizante no adquiere sentido ms que remitiendo a loinexpresable que l simboliza El sentido inexpresable se expresa localizndose pero toda

    localizacin lexical, incluso reducida a la ms estrecha semitica, necesita, para no serimbcil, cargarse del sentido

    Por esto, la concepcin de objeto desde estas incursiones permite afirmar:

    () El objeto simple, localizado clara y distintamente, ya no tiene esta objetividad pesadaque tena para Galileo, Descartes, Newton, Avogadro o Lavoisier. Ese objeto se destaca otra expresin de dEspagnat de lo real velado. Yo agregara que est velado por sucarga ms grande de semanticidad. Por eso incluso es ms complejo: el otro lugar es mscomplicado que el aqu-ahora de las localizaciones espacio-temporales. Porque, pordefinicin, el otro lugar funda la alteridad, funda la dualidad que es el incentivo de todas laspluralidades45.

    O para el caso del tiempo absoluto o si se quiere, irrelevante dentro de la mecnicanewtoniana (tanto como en la tradicin fundamentalmente ahistrica de la politicalscience y algunos enfoques de la comparative politics), Wallerstein nos proporcionaotro ejemplo sustancial y sinttico sobre las cuestiones que venimos discutiendo, desdeluego, aplicada en trminos de la nueva cosmovisin cientfica en las ciencias sociales:

    "(...) En contraposicin con un tiempo que est ah, un parmetro fsico externo, Braudelpresenta la pluralidad de los tiempos sociales, tiempos que se crean y, una vez creados,ayudan a organizar la realidad social y ponen lmites a la accin social Por un lado, haymltiples tiempos sociales que se entrecruzan y deben su importancia a una especie

    dialctica de las duraciones. Y, por el otro lado, ni el acontecimiento efmero y microscpiconi el concepto dudoso de realidad eterna pueden ser la base de un anlisis lucido.Deberamos ubicarnos sobre lo que yo llamara el medio no excluido - tiempo y duracin,un particular y un universal que son al mismo tiempo ambos y ninguno - si queremos llegar auna comprensin significativa de la realidad...46 (resalto)

    La dimensin simblica fundamental a la que acuden estos relatos (dimensin quepermite transformar la univocidad tradicional en pluralidad mltiple, por ejemplo) es

    43 Durand, Gilbert, Op. Cit., 1996, p. 54.44 Idem.45

    Ibidem, p. 50.46 Wallerstein, I.,Las incetidumbres del saber, Barcelona, Gedisa, 2004.

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    Una introduccin poltica del pensamiento poltico y su teora parece ser un primerpaso. Reconocer que toda teora poltica es a su vez poltica y que la produccin yreproduccin de conceptos, nociones, perfiles epistmicos, etctera, no slo adviertensobre la diversidad de visiones en torno a la poltica sino tambin tienen que ver con los

    compromisos polticos y las responsabilidades intelectuales (implcitos y explcitos) ysociales que los activan.

    El cientificismo imperante en la politologa, sobre todo en su versin de PoliticalScience, tan influyente en nuestros contextos y enseanzas profesionales, es vivamuestra de una actitud erudita abstracta que no se compromete solo en apariencia puessu lugar de enunciacin es precisamente usamericano - con la existencia como discursoy prctica sociopoltica que instituye (o destituye) realidades sociales y polticas niresponde a sujetos/actores reales, de carne y hueso49.

    El efecto que ha provocado este perfil (y en algunas de sus derivaciones en los estudios

    actuales de la poltica comparada) ha sido abiertamente inconveniente. Ha logradoimponer una ciencia poltica despolitizada una contradiccin en los trminos ycientistas polticos construidos a partir de una suerte deidentidad virtuosa e irrevocableentre tcnica (de racionalidad instrumental y econmica), independencia (frente acualquier visin poltica) y neutralidad (ideolgica), presupuestos del autnticoconocimiento politolgico50.

    Este hecho resulta controvertible no tanto en trminos del conocimiento poltico en smismo sino desde las mismas dinmicas sociales - sobre todo cuando se analizan loslugares de enunciacin del conocimiento, es decir, a qu responden social ypolticamente -.

    En lo fundamental, la poltica como accin y en tanto conocimiento son expresiones deluchas concretas entre diferentes - y la mayora de las veces, contradictorios - proyectospolticos (cosmovisiones polticas, las maneras de ver el mundo y la poltica!) yprevienen sobre la reinvencin de la ciencia de la poltica y, desde luego, de la Polticamisma teniendo presente esta circunstancia.

    49David Easton considera que el aporte de los cientficos sociales desde afuera de la ciencia pol tica,estimulan el desarrollo de la disciplina. Ms que inferir su debilitamiento, ello: no es visto por Eastoncomo una manera de sustituir carencias o dispensar a la ciencia poltica del esfuerzo que significa hallar

    nuevas vas de aproximacin al fenmeno poltico. Esta indicacin del propio Easton en el captulointroductorio a su obra, Enfoques sobre teora polticay titulado: Introduccin: estrategias alternativasen la investigacin terica. Easton, David (comp.), Enfoques sobre teora poltica, Buenos Aires,Amorrortu, 1966, p. 17-34. Desde otro lugar el mismo autor reconoce: Las ciencias sociales se ocupande la totalidad de la situacin humana; por ello, si la investigacin poltica prescinde los hallazgos deotras disciplinas, corre el peligro de reducir la validez de sus propios resultados y socavar sugeneralidad.. Easton, David, Esquema para el anlisis poltico, Buenos Aires, Amorrortu. 1969, p. 25.Pero en la prctica, la ciencia poltica termin o aislada en el anlisis de la poltica como una cuestinlimitada al gobierno, el sistema poltico, la democracia poltica (poliarqua) llevando a cabo unaescisin entre lo poltico y lo social o subsumida en los enfoques reinantes de la sociologa o laeconoma neoclsica.50 Puello-Socarrs, Jos Francisco, Poltica qua Experticia. lites intelectuales, tecnocracia, think tanksen: Revista de Ciencia Poltica, No. 8, Bogot: Universidad Nacional de Colombia, 2009. No obstante

    hay que sealar que la despolitizacin no puede concebirse en trminos absolutos pues en ltimas y enrealidad es repolitizacin.

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    Es insostenible por lo tanto intentar purificar la poltica de la ideologa en el sentidoamplio del trmino y la ciencia en poltica de ambas pues, por el contrario, poltica eideologa son presupuestos vlidos de la produccin cientfica, aunque para algunos

    an anclados en tradiciones anacrnicas se resistan. Recordemos la imposibilidad enla ciencia contempornea de separar a los objetos de sus sujetos.

    Sabemos de sobra que las definiciones en las agendas de investigacin social estnmoldeadas por las temticas relevantes y los temas fundamentales que son, a suvez, definidos desde agendas polticas y de las polticas pblicas (nacional einternacional) e instalan la relacin de fuerzas del devenir poltico y, en este caso,tambin acadmico e intelectual.

    Sorprende entonces que en los estudios actuales no se interroguen sobre qu cosa puederesultar de la conjuncin entre aquello que se entiende por ciencia y por poltica.

    Ms an: qu ciencia?, qu poltica?; cul ciencia, cul poltica?; cul ciencia paraqu poltica?

    Obviamente, no son preguntas para hacerse de una vez y para siempre, como hanpretendido algunos con el nimo de clausurar definitivamente el debate. Al contrario,debe ser la pregunta cotidiana, diaria; un asunto para derivar en alerta, constantemente yque est polticamente matizado.

    Esta obligacin, si verdaderamente pensamos que la Poltica no se la aproxima decualquier manera, es pensar, conocer, reflexionar, disciplinada y cientficamente laPoltica, apropindonos de conceptos polticos, mtodos y metodologas y, en ltimas,de un sinnmero de criterios que implican una responsabilidad intelectual.

    El famoso Informe Gulbenkian, Comisin que estuvo conformada por un centenar derenombrados intelectuales y presidida por Wallerstein y al que hacamos mencin,llam la atencin sobre los problemas de las Ciencias Sociales, animando un nuevocomienzo. Dej en claro que no se trata de recorrer el mismo camino.

    3.2. Elitismo congnitoPocas veces se ha advertido que la constitucin terica, epistemolgica y prctica de la

    ciencia poltica convencional-hegemnica (Political Science usamericana) ha estadomarcada por un fuerte carcter y profundos antecedentes elitistas.

    Se omite por lo general que las primeras incursiones contemporneas de la poltica entanto ciencia durante el siglo XX se constituyeron adoptando/adaptando como baseideolgica la llamada teora de las lites, una postura que aunque originalmente fueabierta y expresiva de sus convicciones, con el paso del tiempo y la evolucin de ladisciplina sobro todo en su aurora, con los enfoques cientficos dominantes yaanalizadosfue sistemticamente encubierta.

    Ciertamente existe una continuidad, contradictoria pero no por ello menos consistente,

    desde Mosca a Easton pasando por los aportes de J. Schumpeter y H. Lasswell, A.

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    Kaplan y R. Dahl hasta las proyecciones neoelitistas hoy presentes en las versiones de laciencia poltica actual (como en G. Sartori), que le imprimen una gramtica elitizada alos anlisis, conceptos, nociones o perspectivas de la disciplina en el sentido depromover la idea segn la cual el poder, el gobierno, la democracia, en fin, la poltica en

    sentido amplio, se desenvuelven en un lugar social y poltico especfico: las lites51

    . Escierto que entre la scienza que soaba Mosca y la science usamericana imperante saltana la vista menos afinidades que inconmensurables divergencias. Sin embargo, para ser

    justos con la discusin, entre una y otra tambin existe tambin una convergenciaproblemtica pero siempre llamativa de inspiraciones y apuestas.

    En todo caso ya varios y desde hace mucho tiempo haban advertido sobre las premisaselitistasen la teora cientfica de la poltica y sus peligros.

    Y es que no hay que olvidar el xito de la difusin terica explcita implcita de lateora de las lites (en su versin liberal, especficamente, la denominada escuela del

    plural-elitismo liberal) y la influencia ideolgica que sta le imprimira al nacimiento dela political science usamericana, entre otros, bajo el auspicio de Harold Lasswell yAbraham Kaplan y, posteriormente, en las corrientes de los estudios comparados quesiguen los mismos presupuestos52. Bobbio y Mateucci precisamente subrayaban que fueen los Estados Unidos donde la teora de las lites adquira pleno derecho deciudadana.

    Por aquellos aos en el ambiente intelectual usamericano se introducan y discutanrenovaciones del elitismo original a travs de la traduccin hecha por Lasswell delTratado de Pareto, junto a Mosca, los elitistas clsicos. De hecho, el libro de Lasswell yKaplan, titulado: Who gets, what, when, how (1935), una referencia inequvoca para laPolitical Science, se inicia con un captulo titulado: lites donde se propone que elestudio de la poltica es la investigacin de la influencia y de los que la ejercen y de susvalores (deferencia, ingreso y seguridad). Los que obtienen la mayor parte de estosvalores son la lite; el resto es la masa. A este respecto Bobbio agregaba:

    () Al formular el concepto de lite, Lasswell apela explcitamente a la tradicinde Mosca, Pareto y Michels. En el libro posterior, escrito en colaboracin conAbraham Kaplan, Power and society, articulando an ms el concepto, distingue lalite propiamente dicha, que est constituida por los que tienen el mayor poder en lasociedad, de la lite media [a la que denomina semi-lite], constituida por los quetienen un poder inferior, y de la masa, constituida por los que tienen el poder

    menor53.

    51 Para una ampliacin de los detalles en relacin con la evolucin del pensamiento elitista, vinculado aldesarrollo del pensamiento poltico y sus influencias en la political science y la comparative politics, cfr.Puello-Socarrs, Jos Francisco, Op. Cit. (2005); Estrada lvarez, Jairo y Puello-Socarrs, JosFrancisco, lites, intelectuales y tecnocracia: calidoscopio contemporneo y fenmeno latinoamericanoactual en: Colombia Internacional (Bogot: Universidad de Los Andes) No. 62. Julio-Diciembre, 2005.52 La ciencia poltica como disciplina emprica, segn Lasswell y Kaplan en Power and society[Poder ysociedad] (1.950) es el estudio del modo como se conforma y comparte el poder. De all, Bachrachdir: En este aserto Lasswell vuelve explcita la premisa central, aunque inarticulada, de Pareto yMosca. Bachrach, Peter. Crtica de la teora elitista de la democracia, Buenos Aires, Amorrortu, 1967

    (1973), p. 108.53 Bobbio, Norberto y Matteucci, Nicola,Diccionario de poltica, Mxico, Siglo XXI, 1981, p. 594.

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    Siguiendo la misma tradicin de los elitistas clsicos, Lasswell afirmaba que losmiembros de la lite son menos numerosos que los de la masa, distinguiendo diversas

    formas dominio que no seran ms que el correlato de las diversas formas de podersegn el autor, los modos de participacin en la toma de decisiones - de una sociedad.

    As concebido, el poder estara controlado y sobre todo ejercido de acuerdo con losdistintos tipos de lite.

    Pero esta nocin, en adelante axiomtica para el estudio de la poltica, la litepropiamente dicha, la presenta Lasswell como aquellos individuos que poseen el poderdentro de un cuerpo poltico, es decir, dentro del gobierno54. De ah que la poltica (ysu ciencia) excluya poco a poco a quienes no lo poseen (bajo estos trminos), lasmasas de lo que se podra inferir, segn esta concepcin tambin: seran inferiores

    polticamente -, y en adelante este lugar social y sus sujetos resultasen eximidos deimportancia y de relevancia polticas para el conocimiento pues la disciplina debeapuntar hacia la exclusividad y autonoma de un objeto de estudio preciso.

    Otros conceptos alrededor de la lite como: el gobierno, influencia, el sistema poltico,la poliarquaentre otros y que reemplazaron las consideradas viejas nociones de clasesocial, poder poltico (en su sentido amplio), Estado (como relacin social) yDemocracia (ms all del rito electoral) dentro del perfil de la Political Science y quetodava subsisten en algunas versiones de la comparative politics, a pesar de unsupuesto regreso - por el ejemplo al concepto de Estado (vaciado, desde luego, como lopropone el neoinstitucionalismo) - mantienen el protagonismo exacerbado de la litecomo centro de gravedad de la poltica y su estudio.

    Como decamos en relacin con el cientificismo, la circunstancia histrica y hoypresente del elitismo no resulta ser simplemente un sin sentido ni una cuestin arbitrariaal interior de la constitucin epistemolgica de la disciplina. Por el contrario, respondeconsistentemente a un perfil de ciencia en la poltica pensado en s (hegemnica) ypara s (los intereses polticos, econmicos, sociales, culturales, cognoscitivos, etc., delas lites y clases polticas y dirigentes) y la materializacin de las realidadessociopolticas, a diferentes niveles (global, regional, local) en concreto.

    La cuestin es, sin embargo, indisciplinar y poner de cabeza estas creencias que no sejustifican cuando se evala su verosimilitud desde su existencia social.

    Se precisa entonces la construccin de una versin alternativa y contra-hegemnica queresponda, enfatice y sea autnticamente expresiva de las condiciones, situaciones ynecesidades protagonizadas por las grandes mayoras, las cuales nunca hemosabandonado la centralidad - incluso ms trascendental - en trminos de la vida poltica,mxime cuando observamos en trminos de Amrica Latina y el Caribetransformaciones y novedades recientes que marcan rupturas frente a los proyectospolticos anteriores pero que actualmente exhiben un dficit de inspeccin intelectual yde propuestas desde las voces cientficas de la poltica55.

    54 Bachrach, Op. Cit, p. 110-111.55 Vale la pena rescatar que en dos escenarios regionales: el Congreso Latinoamericano de Ciencias

    Sociales de octubre de 2007 (Quito, Ecuador) y en la XXIII Asamblea General del Consejo deLatinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) de octubre de 2009 (Cochabamba, Bolivia) - los

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    Los vacos en este sentido desde el punto de vista de los compromisos intelectuales deuna nueva ciencia de la poltica y sus profesantes resultan inexpugnables.

    4. Terminal. Por una (nueva) Ciencia de la Poltica

    Lo que s parece percibirse de todo esto es que si queremos innovar las comprensioneshabr que subvertir la politologa en alguna otra cosa.

    Una nueva actitud cientfica basada en una tpica actualizada tampoco significa hacertabula rasa con lo hasta aqu ha sido conseguido. Aunque s plantear transformacionesradicales, de raz. De all que frente a la tradicionalpolito-loga planteemos con base enlo antes descrito, dialctica y complementariamente, su inverso: una mtico-poltica (unaaproximacin a la poltica desde el mito), subversin de la primera y alternativaepistmica ya no basada en el logos-ratio (absoluto) sino en el mythos (mltiple).

    Se trata del mito no en el sentido tradicional que la razn y lgica modernas lo hanirracionalizado relacionndolo con lo fantasioso o irreal sino como aquel parmetrosimblico, por definicin, plural y crtico que se constituye desde una plataformaepistmica distinta, igualmente verosmil pero diferente y diferenciada de aquellainstituida con el imperio del saber-poder imperante que la insubordinaba a los cnonesconvencionales como ha sucedido, por ejemplo, con las imposiciones colonialistas enel saber y en sus prolongaciones prcticas! y que definitivamente re-conozcan ladiversidad constitutiva presente en las mltiples facetas de la realidad fsica pero, sobretodo y con mayor urgencia, poltica y social. Para plantear in extenso el marco potencialde una Ciencia de la Poltica, compendiamos una cartografa tipificada e integrada parael conocimiento cientfico en Poltica alrededor de la tabla 1.

    Tabla 1. Poltica qua Ciencia

    MATRIZ VECTORES DIDCTICAS CRISTALIZACIONES EPISTMICAS

    1) Politologa

    DiscursoLgico-Racional

    (Logos-Ratio)

    Paradigmas de laSimplicidad

    (Estticas lineales)

    Filosofa PolticaAntigua /Moderna

    Discurso Filosficomatizado

    Cientficamente

    Filosofa-cientfica Antigua

    Greco-latina

    Antigua EpistmePlatnico-

    Aristotlica

    Filosofa-cientfica Moderna

    Neo-Europea(Antiguo) Espritu

    Cientfico

    Moderna EpistmeClsica

    Ciencia PolticaCont