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Fecha publicación: 17-03-09

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Microcréditos para el desarrolloAsia y África

MICROCRÉDITOS PARA EL DESARROLLO

Asia - África

Edición especial del Boletín GovernAsia coordinada por:

Guillermo Martínez Taberner - Jorge Pérez Artiles

MICROCRÉDITOS PARA EL DESARROLLO

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ASIA Y ÁFRICA

Microcréditos para el desarrolloAsia y África

PRÓLOGO

Jesús SanzDirector General de Casa Asia

Ricardo Martínez Director General de Casa África

Juan Pablo de LaiglesiaDirector de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo AECID

INTRODUCCIÓN

DISCURSO INAUGURAL DE MUHAMMAD YUNUS

PRINCIPALES CONTRIBUCIONES DE LOS MECANISMOS DE MICROFINANCIACIÓN PARA LA CONSECUCIÓN DE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO DEL MILENIO

Sam Daley-HarrisDirector de Microcredit Summit Campaign (USA)

Roshaneh ZafarPresidenta de la Kashf Foundation (Pakistán)

Manuel CadarsoJefe del Departamento de Cooperación Sectorial y de Género. Dirección de Cooperación Sectorial y Multilateral de AECID (España)

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Índice

LA PARTICIPACIÓN DE LOS BANCOS COMERCIALES EN LA MICROFINANCIAICÓN A TRAVÉS DE LOS MICROCRÉDITOS: NUEVOS RETOS Y OPORTUNIDADES PARA EL DESARROLLO DE LOS MÁS DESFAVORECIDOS

José R. MontserratDirector General de MicroBank, Banco Social de “la Caixa” (España)

Rene Abouo NguessanPresidente de Africa Microfinance Network (Costa de Marfil)

M. R. RaoDirector Operativo de SKS Microfinance (India)

LOS MICROCRÉDITOS Y LA IGUALDAD DE GÉNERO: UN MECANISMO EFICAZ PARA EL EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES EN EL SIGLO XXI

Inez MurrayVicepresidenta del Women’s World Banking (USA)

Sara D’MelloDirectora Ejecutiva de Committed Communities Development Trust (India)

Jennifer RiriaDirectora Ejecutiva de Kenya Women Finance Trust Ltd. (Kenya)

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Prólogo

Jesús SanzDirector General de Casa Asia

Casa Asia y Casa África celebramos el pasado mes de junio unas jornadas internacionales sobre los microcréditos como mecanismo de desarrollo económico. El espléndido marco elegido fue el Centro CaixaForum de Madrid, ejemplo ilustrador de la obra social llevada a cabo por esta institución financiera. Los principales resultados de dichas jornadas internacionales se recogen en esta publicación que es fruto de la ayuda prestada por destacadas personalidades y la colaboración de numerosas instituciones.

Quisiera reiterar nuestro más sincero agradecimiento a Su Majestad la Reina, que tuvo la deferencia de presidir la sesión inaugural. La Reina Sofía es un ejemplo de permanente atención a los desfavorecidos y compromiso con las causas volcadas a lograr un mundo mejor. A este complejo pero alcanzable reto, contribuye con empeño y notorio esfuerzo presupuestario el Gobierno de España, que estuvo representado en la sesión inaugural por el Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, D. Miguel Ángel Moratinos.

Para Casa Asia fue un privilegio poder contar con una figura de prestigio internacional como Muhammad Yunus para el discurso inaugural, dada la extraordinaria repercusión que ha tenido su idea de conceder pequeños préstamos a personas humildes y la forma en que esta misma idea está contribuyendo a la reducción de la pobreza en todo el mundo. Una espléndida aportación del fundador del Grameen Bank que parte de la premisa por la que le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz 2006: la pobreza es una clara violación de los derechos humanos de miles de millones de personas y constituye una seria amenaza para la paz, por lo que es necesario combatirla con todos los mecanismos posibles.

Ante esta incuestionable realidad y dando un paso más, Muhammad Yunus elabora no sólo un instrumento financiero de primer orden, como se ha puesto de manifiesto en Bangladesh, sino todo un posicionamiento

ante la necesidad de encontrar enfoques positivos e innovadores de desarrollo, basados en el potencial de los individuos y pueblos y no solo en sus problemas, dando vida a la cara más social de la empresa, la economía y la globalización. La confianza es sin duda el pilar de este nuevo enfoque, una confianza que nos resulta más necesaria que nunca ante los retos de la actual situación económica.

Casa Asia, institución de diplomacia pública cuya principal función es promover y realizar proyectos que contribuyan a un mejor conocimiento y al impulso de las relaciones entre España y los países de Asia, comparte este planteamiento modernizante, optimista y vertebrador de una nueva globalización. Inspirándonos de nuevo en el Profesor Yunus, queremos y debemos superar en nuestros programas y proyectos los mitos del pasado y estereotipos, mostrando la realidad cambiante de un enorme espacio geohumano que agrupa a dos tercios de la población de nuestro planeta, y cuyas ideas y modelos propios no siempre son bien conocidos por nosotros.

Este enfoque, compartido por la institución hermana Casa África, nos permitió debatir las últimas tendencias, experiencias y buenas prácticas relativas a la microfinanciación de la mano de expertos de Bangladesh, Kenia, India, Pakistán y Estados Unidos, entre otros. Unos debates cuyas principales aportaciones conforman el cuerpo central de esta publicación que pretende ser un paso más en el proceso de sensibilización hacia la idea de que es posible dar un salto significativo en la lucha contra la pobreza en el mundo gracias a instrumentos de desarrollo económico como los microcréditos. Todo nuestro agradecimiento a Casa África, CaixaForum y a todos los que han prestado su colaboración para esta publicación.

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Prólogo

Ricardo MartínezDirector General de Casa África

Las operaciones de microfinanzas constituyen un instrumento que se va consagrando con el tiempo como muy relevante y útil en la lucha contra la pobreza. Su virtud radica en que permiten a personas de países en desarrollo, mediante créditos muy modestos u otros servicios financieros, la posibilidad de emprender negocios viables y generar ingresos. La microfinanciación puede ser efectivamente un camino para promover el desarrollo económico y el tejido micro-empresarial entre personas que de otra forma continuarían siendo dependientes de la ayuda nacional e internacional. Además y de forma muy especial, ha demostrado su eficacia para el empoderamiento de la mujer, lo cual tiene una especial relevancia para África. Para ello, la inserción y utilización eficaz de esta herramienta en África requiere de políticas y estrategias específicas, consensuadas entre el sector de las microfinanzas, las instituciones públicas y las usuarias, que impulsen el sector y resulten en un empoderamiento económico real de las mujeres.

En la actualidad, la Cooperación Española en materia de microfinanzas, desarrollada por la Administración General a través de su principal instrumento, el Fondo de Concesión de Microcréditos, con una cartera de préstamos superior a los 600 mil lones de euros en 31 países, sitúa a España en los primeros lugares entre los donantes en el sector a nivel mundial. El nuevo Plan Director de la Cooperación Española 2009-2012 consagra la importancia del FCM, a la vez que establece medidas que posibil iten la consecución de una mayor eficiencia y la adecuada inserción en las polít icas de cooperación para el desarrollo con los países socios. Entre ellas la priorización de las actuaciones de cooperación financiera y técnica del FCM en África Subsahariana.

Para Casa África, esta colaboración con Casa Asia en el campo de la microfinanciación se inserta en su estrategia de dar a conocer la realidad de África, así como promover la elaboración de políticas de desarrollo que avancen en la lucha contra la pobreza y mejora del bienestar de las sociedades africanas con nuevos instrumentos que demuestren una mayor eficacia.

Esperamos que las aportaciones surgidas en el marco de esta iniciativa generen un mayor conocimiento sobre la evolución y el impacto de las microfinanzas en la lucha contra la pobreza en Asia y África. En última instancia, tenemos la confianza de que estos esfuerzos ayudarán a mejorar la eficacia en la utilización de este instrumento, y en ese sentido contribuirán a los esfuerzos que el Fondo de Concesión de Microcréditos de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo está desplegando en África.

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Prólogo

Es para mí un placer introducir la publicación de las ponencias que se presentaron en las Jornadas Internacionales « Microcréditos para el Desarrollo: Asia y África», que con la presidencia de Su Majestad La Reina Sofía de España, se desarrollaron los días 4 y 5 de junio de 2008 en el Auditórium Caixa Forum de Madrid. Las Jornadas fueron organizadas por Casa Asia y Casa África; y contaron con la colaboración de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), MicroBank la Caixa y la Obra Social “la Caixa”.

Las ponencias que aquí se reproducen son especialmente relevantes, no sólo por las cualidades de quienes las presentaron, de reconocido prestigio en el campo de las microfinanzas, sino también por que se vinculan a la experiencia práctica de los ponentes como gestores que influyen y propician el desarrollo de un sistema financiero inclusivo. Un sistema que debe atender las necesidades de todos los sectores de la población, especialmente de aquellos grupos que históricamente, sobre todo en los países en desarrollo, pero también en los denominados países desarrollados, no han podido acceder a los servicios financieros, o alguno de ellos, que la banca tradicional ofrecía solo a los mejor situados.

Así, el Sr. Yunus, fundador del Grameen Bank (Bangladesh), Premio Nobel de la Paz, y pionero de las microfinanzas, transmite su relevante experiencia sobre las transformaciones económicas y sociales que la utilización de los servicios financieros propicia y favorece en los pobres. El Sr. Daley-Harris, Director de la Microcredit Summit Campaign, muestra las aportaciones de su campaña mundial para el logro de los objetivos de desarrollo del milenio (ODM). También, la contribución a los ODM, desde la visión de una Agencia de desarrollo, es abordada por el Sr. Cadarso, Consejero Técnico de Microcréditos de la Dirección de

Cooperación Sectorial y Multilateral de la AECID, responsable inmediato de la gestión del Fondo para la Concesión de Microcréditos (FCM) español,. La Sra. Zafar, Presidenta de Kash Foundation (Pakistán), expone la relación que existe entre el acceso a los servicios microfinancieros por parte de las mujeres y la ampliación de su capacidad para decidir sobre aspectos fundamentales de su vida. El Sr. Montserrat, Director del MicroBank la Caixa (España), explica la iniciativa de una entidad financiera española que ha hecho un deliberado esfuerzo para poner al alcance de los excluidos que, aún en una sociedad tan bancarizada como la española, no tienen acceso al crédito. El Sr. Rao, Director Operativo de SKS Microfinance (India), relata la diversificación en los productos financieros y no financieros que ha seguido su Organización, y su utilidad para los clientes, gracias a su conversión en una entidad financiera regulada y supervisada. El Sr. N’guessan, Presidente de la Africa Microfinance Network, organización no gubernamental de desarrollo de ámbito africano, articula su participación sobre los logros y retos del sector microfinanciero en ese Continente. La Sra. Murray, Vicepresidenta del Women’s World Banking, subraya el importante papel que las redes internacionales microfinancieras tienen en el fomento de los servicios financieros dirigidos a las mujeres pobres. Y finalmente, la Sra. D’Mello, Directora Ejecutiva del Committed Communities Development Trust (India) nos aporta su experiencia con los servicios microfinancieros dirigidos a las mujeres rurales y los impactos, a veces inesperados, que pueden producir.

Todas los enfoques presentados en este libro, aunque diferentes, coinciden en la importancia de los servicios microfinancieros -no sólo el crédito, también los servicios de ahorro, seguro, transferencias...- para permitir a las familias tener una vida mejor y superar la pobreza; tanto mediante un nivel de consumo más sostenido, evitando los vaivenes

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temporales que con frecuencia afectan a los ingresos; como proveyendo la capacidad para aprovechar las oportunidades de inversión que se presentan.

Desde la óptica de la AECID, nuestra tarea, que compartimos con los otros donantes internacionales, es promover sistemas financieros robustos, que han de procurar su base en la captación de los ahorros del país, a fin de reducir su dependencia externa; que han de atender cada vez en mayor medida las necesidades de toda la población; y hacerlo de una manera equitativa y eficiente.

Por equitativo entendemos que, además de garantizar la sostenibilidad financiera de las entidades que proveen servicios microfinancieros, requisito indispensable para la continuidad de la prestación de esos servicios, la prestación de los servicios microfinancieros se debe hacer no dejando fuera a sectores de población, prestando especial atención a los más pobres y a los habitantes de las zonas rurales; aplicando los subsidios de manera inteligente, de manera que no socaven la viabilidad financiera de los implicados en la prestación de servicios microfinancieros; con precios que sean competitivos, éticos y transparentes; y aplicando buenas prácticas comerciales.

Por eficiente entendemos con bajos costes de transacción para los clientes, aplicando la tecnología y procedimientos innovadores, y aumentando la competencia entre los proveedores. Para ello, es necesario una infraestructura adecuada, la existencia de una información financiera confiable; y un marco regulatorio y político que proteja los derechos de los clientes y facilite su acceso a los servicios financieros.

En ese sentido, pensamos que el papel de la cooperación internacional para el desarrollo en este ámbito de las Microfinanzas es especialmente importante en:

- el fomento de la infraestructura del mercado financiero; específicamente en lo referido a novedosos sistemas de provisión de servicios financieros (bancos sin sucursales, el uso de la telefonía móvil, asociación de

proveedores regulados y no regulados...) y la transparencia en cuanto al desempeño financiero y social de las entidades;

- la expansión de los servicios microfinancieros a clientes todavía excluidos;

- la construcción de un ambiente político propicio al crecimiento y mejora de las microfinanzas;

- y el per feccionamiento, haciéndolo más eficaz y eficiente, del fondeo de las entidades implicadas en las microfinanzas.

No me queda, para finalizar este prologo, más que reiterar el sincero agradecimiento de la AECID a Su Majestad La Reina Sofía de España y nuestro reconocimiento y admiración hacia su compromiso con las microfinananzas como herramienta de desarrollo, de todos conocido; a los Organizadores y Colaboradores del Evento por la oportunidad que éste ha significado tanto para difundir y debatir los logros alcanzados en la prestación de los servicios microfinancieros como para señalar las tareas que debemos continuar asumiendo para la consecución de un sistema financiero inclusivo que abarque todo el Planeta.

Juan Pablo de LaiglesiaDirector de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo AECID

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Una de las visiones tradicionales del desarrollo económico considera que las organizaciones no gubernamentales deberían tomar el ejemplo de los emprendedores capitalistas tradicionales con la finalidad de mejorar su eficiencia y llevar a cabo operaciones continuadas. Sin embargo, la actual crisis financiera ha provocado que muchas mujeres y hombres de negocios pongan su atención en el trabajo realizado por aquellos emprendedores sociales que han conseguido combinar la sostenibilidad económica de sus actividades con los objetivos de desarrollo social de las entidades e instituciones que dirigen o representan. Hablamos de emprendedores sociales como los que dirigen con éxito las instituciones dedicadas a la microfinanciación que trabajan tanto en Asia como, más recientemente, en África y otros lugares del mundo.

Casa África y Casa Asia, con la colaboración de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, emprendieron hace más de un año un proyecto conjunto sobre el papel de la microfinanciación para el desarrollo económico y social de los países que conforman el continente asiático y el continente africano, cuyos resultados parciales quedan recogidos en las páginas que este texto introduce. El objetivo era reunir a los principales representantes asiáticos y africanos de las más destacadas instituciones dedicadas a la microfinanciación con los representantes de los principales agentes de la sociedad española como Ministerios, Comunidades Autónomas, Ayuntamientos, ONG, Fundaciones, Universidades o empresas. Y, de esta forma, poder abrir un diálogo sobre el valor de la microfinanciación en estos tiempos convulsos de crisis económica.

El discurso inaugural, que reproducimos en primer lugar, fue realizado por el fundador del Grameen Bank y premio Nobel de la Paz, el profesor Muhammad Yunus. Sus palabras fueron para todos los presentes una expresión de aire fresco en materia económica justo cuando la crisis financiera comenzaba a dar las primeras señales de los altos niveles de

volatilidad que el mercado acumulaba. Fueron palabras de invitación a la reflexión sobre la necesidad de crear unos servicios financieros renovados. Todo ello sin dejar de perseguir el objetivo que toda institución dedicada a la microfinanciación debe perseguir, que no es otro que sacar al mayor número de gente posible de la situación de pobreza y miseria en la que todavía hoy millones de personas se encuentran inmersos. Un objetivo que en países como Bangladesh, prototipo del sector microfinanciero, parece que es completamente alcanzable.

Si existe un proyecto que haya contribuido a difundir de forma trascendental el valor de los microcréditos en todos los rincones del mundo, este es sin duda el Microcredit Summit Campaign. Su principal promotor, Sam Daley-Harris, nos muestra la cara más humana del valor de los microcréditos a través de las biografías de personas que vivían en la pobreza más extrema. Su objetivo es demostrar que unas microfinanzas que lleguen a los más pobres, que estén bien gestionadas y que vengan acompañadas de otros servicios, como facilitar el acceso a la sanidad, pueden dar a familias enteras la oportunidad de valerse por sí mismas.

La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, AECID, fundamentalmente a través del Fondo para la Concesión de Microcréditos, ha contribuido de forma significativa al fomento de las microfinanzas en los países en desarrollo como instrumento de lucha contra la pobreza, convirtiendo al gobierno español en uno de los tres primeros donantes del mundo en materia de microfinanciación, junto con el Banco Mundial y la Cooperación Alemana. A través de AECID, el gobierno español ha financiado numerosos programas y planes de actuación en todo el mundo basados en la profesionalidad de las entidades microfinancieras, la innovación en la gestión de los microcréditos y, sobre todo, en las necesidades e iniciativas de los propios microempresarios y microempresarias.

Una de las conclusiones que, precisamente, se extrae de la lectura de esta publicación es que el verdadero potencial de los microcréditos reside finalmente en las personas a las que se les conceden los microcréditos. Dicho potencial se aloja, por ejemplo, en todas aquellas mujeres pakistaníes que, con la ayuda de la Kashf Foundation dirigida por Roshaneh Zafar, han demostrado en su país que el mito de que las

Introducción

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mujeres no podían tener un trabajo a tiempo completo o que no podían contribuir de forma significativa a la economía, eran simple y llanamente ideas infundadas. Con la ayuda de las entidades de microfinanciación, personas como estas mujeres pueden hacer realidad los Objetivos de Desarrollo del Milenio y, especialmente, el Objetivo Primero de reducir la pobreza y el hambre extrema a la mitad en el año 2015.

En el segundo bloque de aportaciones, se analizan los nuevos retos y oportunidades para el desarrollo de los más desfavorecidos que plantea la participación de los bancos comerciales tradicionales en el sector de la microfinanciación. En primer lugar, se habla de MicroBank como ejemplo de actuación en materia de microfinanciación por parte de una entidad dedicada a la banca comercial, a través de la concesión de microcréditos sociales y financieros destinados a fomentar la actividad productiva y facilitar la creación de autoempleo. En segundo lugar, el Director Operativo de la entidad India SKS Microfinance expone las posibilidades que ofrece en India la conversión de una organización no gubernamental dedicada a la microfinanciación en una entidad financiera no bancaria, regulada y con ánimo de lucro. Unas posibilidades que no obligan a dejar de lado el objetivo de dar cobertura financiera a los más pobres sin debilitar su situación económica futura, sino que fortalece el capital de la entidad y con ello la posibilidad de dar cobertura a un número mayor de clientes y embarcarse en nuevos proyectos que reduzcan los costes de transacción, disminuyendo todavía más el coste final del microcrédito. Por lo que se refiere a África, un continente que se esfuerza por reducir la omnipresencia de la pobreza en muchos de sus países, contamos con la aportación del presidente de la red africana de microfinanzas África Microfinance Network, institución que se encarga de reforzar la capacidad de las redes nacionales a través de la creación de estándares comunes de actuación y, también, de la creación de una regulación estatal que mejore la situación de la gobernanza en materia de institucionalidad económica para la correcta aplicación de los mecanismos de microfinanciación.

En el tercero de los bloques temáticos se analiza el papel de los microcréditos como mecanismo de empoderamiento de la mujer africana y asiática. Para ello contamos con las aportaciones de tres mujeres extraordinarias procedentes de tres continentes distintos: Inez Murray,

Sara D’Mello y Jennifer N. Riria. Inez Murray, como Vicepresidenta del Banco Mundial de la Mujer (WWB), esboza cuáles son los retos de futuro que en materia de microfinanciación será necesario afrontar para que estos mecanismos puedan seguir contribuyendo al empoderamiento de las mujeres con bajos ingresos económicos, como es la formación financiera de las jóvenes africanas y asiáticas. Sara D’Mello parte del análisis de la realidad de la mujer en la India para finalizar con un esquema de cuál debe ser el proceso a seguir desde el momento en que se da acceso a los servicios financieros hasta el momento en que se alcanza el verdadero empoderamiento de esa mujer beneficiaria de los servicios de microfinanciación. Por último, Jennifer N. Riria demuestra por qué razones, al dar a las mujeres unos servicios financieros a los que habitualmente no tienen acceso, se está dando un paso de gigante en la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

La principal función de Casa África y Casa Asia es la de promover y realizar proyectos y actividades que contribuyan a un mejor conocimiento de las realidades de los países del África Subsahariana y de la región de Asia y Pacífico respectivamente, así como impulsar las relaciones entre estos países y España. En los proyectos de sensibilización sobre la situación de dichos continentes, ambas instituciones encontramos una clara convergencia a la hora de tratar las realidades de la mayoría de países subsaharianos y asiáticos en determinados temas como: la gobernabilidad democrática, la lucha por la igualdad de género, la erradicación de la pobreza, la promoción del tejido económico y empresarial, el desarrollo social, la lucha contra el cambio climático a través del desarrollo sostenible… Aunar sinergias para lograr implementar y extender el impacto de nuestra labor social seguirá siendo uno de nuestros principales empeños.

Jorge Pérez Artiles Director de Área de Desarrollo, Economía y Asuntos SocialesCasa África

Guillermo Martínez TabernerCoordinador del Departamento de Programas Económicos y de CooperaciónCasa Asia

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Jornadas Internacionales:

“Microcréditos para el desarrollo. Asia y África”

Discurso Inaugural a cargo de Muhammad Yunus.

Fundador del Grameen Bank y galardonado con el premio Nobel de la Paz

Estamos en un momento clave para el desarrollo de los microcréditos. Es algo en lo que todos los que tenemos algún tipo de relación con la Microcredit Summit Campaign estamos de acuerdo. Es por eso, precisamente, que estuve encantado al saber que Casa Asia y Casa África habían optado por tratar la cuestión de los microcréditos en España. Para mí, y para muchos de los que trabajamos en microfinanzas, Su Majestad la Reina Sofía ha sido una inspiración a lo largo de los años. No sólo aquí, en todos los rincones del mundo, allí donde ha habido una reunión o un encuentro sobre microcréditos nos ha acompañado. Sé que sigue la evolución de cumbres como la de Bali 2008 con atención y por ello estoy convencido de que su presencia nos seguirá inspirando en la edición de la Global Microcredit Summit del año 2011, que esperemos pueda celebrarse en España. El mundo entero se encontrará de nuevo para celebrar dicho evento y fijar los objetivos para los siguientes cinco años. Será una gran ocasión para hacer que el mundo se reúna con el objetivo de conseguir nuestro sueño más deseado: sacar a los más pobres de la pobreza. Es precisamente eso lo que define a los microcréditos. No son bancos, no son dinero, son el esfuerzo de sacar a la gente de la pobreza. Después del camino recorrido, a veces, debemos pararnos a mirar atrás para preguntarnos: ¿realmente la gente está saliendo de la pobreza? La experiencia nos dice que sí. También nos enseña el papel instrumental que juegan las mujeres: ellas pueden transformar sus familias y sus pueblos. Todo esto es posible.

Hablaba de la importancia del momento para las microfinanzas. Una importancia que nace, en parte, del actual periodo de crisis en el cual destaca también la crisis de los alimentos. Los precios han aumentado un 100%, es decir, se han doblado. La gente que está en la parte más baja de la cadena de ingresos se gasta casi todo su dinero en comida, porque ese es el primer elemento de necesidad. Con el mismo dinero con el que una familia podía comprar antes una cantidad X de comida, ahora sólo consigue la mitad. La otra mitad les falta y esto está creando una gran presión en las familias pobres. Hay que actuar para ajustar esta disparidad. Debemos preguntarnos cómo podemos hacer que los pobres hagan frente a esa crecida en los precios de los alimentos. Y lo especialmente preocupante es que no estamos ante un fenómeno temporal. No es algo que solo haya pasado en 2008 por culpa de sequías o de inundaciones.

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Es algo permanente. Es un elemento que tenemos que empezar a pensar que se ha incorporado a nuestras vidas, puesto que el sistema que hemos desarrollado nos ha llevado a ello. Así que, hasta que no demos la vuelta a todo el sistema, el problema de la escalada del precio de los alimentos seguirá estando con nosotros. De ahí que debamos hablar, con urgencia, de sistemas financieros para los más pobres.

En Bangladesh he podido ver lo difícil que resulta llevar comida a casa, incluso para aquella gente con unos ingresos fijos, para los que tienen un sueldo. Los sueldos no están subiendo tanto como quisiéramos y, sin duda, no para igualar la subida de precio de los alimentos. Así que, gradualmente, la cesta de la compra se va haciendo más y más pequeña. Y hablamos de Bangladesh, prototipo del sector microfinanciero, en donde los microcréditos han probado ser muy útiles en situaciones similares. El 80% de las familias tienen acceso a los microcréditos y cada semana se consigue llegar a más y más familias. Espero, de hecho, que podamos llegar al 100% de las familias bangladeshíes. El acceso al crédito tiene múltiples beneficios. Para empezar, las familias no se ven totalmente incapacitadas ante las eventualidades, puesto que desde instituciones como el Grameen Bank podemos proporcionar el líquido que puedan necesitar. Una vez que se entra en el mundo de los microcréditos suelen suceder dos cosas. Las familias pasan a tener dinero en metálico y tienen que aprender a manejarlo, incluyendo aprender a superar los problemas que pueda conllevar su posesión. Sin el poder adquisitivo en sus manos, tenían, indudablemente, muchos otros problemas. Ahora pueden empezar a crear negocios y ayudarse a salir de la pobreza. Al mismo tiempo obtienen un cojín en forma de ahorros, porque los microcréditos son también un proyecto de ahorros. Se intenta que las familias tengan ahorros para poder volver sobre ellos en caso de necesidad. Este punto nos devuelve a la importancia del sector: antes de que sea demasiado tarde debemos llevar los servicios financieros a los más pobres para que tengan la habilidad de maniobrar en una situación de crisis como la actual. Lo vemos cada vez que hay inundaciones o un ciclón en Bangladesh. El pasado año, de hecho, nos invitaron a China, poco después del gran terremoto en Sichuan. Las autoridades estuvieron en contacto con nosotros para ver cómo se podrían implantar, de forma rápida, programas de microcréditos en la zona. Aquí tenemos la prueba de que, en tiempos de crisis, las microfinanzas son útiles.

Nos encontramos en la mitad del periodo marcado para conseguir llegar a los Objetivos de Desarrollo del Milenio; la fecha límite es el 2015. En la consecución de estos objetivos, no hay duda, que la situación del precio de los alimentos y la crisis en la oferta alimenticia tienen, o más bien pueden tener, un gran impacto. Debemos, por lo tanto, organizarnos rápidamente para que podamos superar este impacto y seguir llegando al objetivo de reducir a la mitad la pobreza en el año 2015. De nuevo voy a poner el ejemplo de Bangladesh en donde se está progresando decididamente en la reducción a la mitad del número de personas pobres. Cada año, algunos años más que otros, se repiten las estadísticas y confirman que se está tomando el camino correcto para llegar al objetivo en el año 2015. Sin embargo, la reciente crisis nos ha cogido por sorpresa y nos está obligando a una reorganización para volver a seguir la línea correcta. La evolución del año 2009 se presenta clave para ver qué sentido tomará la crisis. De aquí lo importante del encuentro de la FAO en Roma, para el cual se han elaborado varias propuestas. Lo fundamental es que entendamos que todos los países deben prestar atención ya que, aunque algunos países estén sufriendo más que otros, estamos ante un fenómeno global, al cual hay que hacer frente con rapidez. Hay que dejar claro que los microcréditos pueden ser un componente decisivo en cualquier estrategia.

Al implantar proyectos microfinancieros no sólo se generan ingresos para los más pobres, también se contribuye al empoderamiento de las mujeres, a la mejoría de la salud de los más pequeños… Desde el Grameen Bank nos hemos concentrado últimamente, también, en cuestiones relacionadas con la salud, como son la eficiencia de las vitaminas para los niños o en los sistemas de saneamiento. En este último punto, por ejemplo, he decir que en Bangladesh se ha conseguido que en todos los hogares haya sistemas de saneamiento básicos que evitan que las familias se conviertan, involuntariamente, en causantes de la expansión de enfermedades entre su comunidad. El proyecto de instalación de letrinas saneadas en todos los hogares parte de una iniciativa microfinanciera. El número de actuaciones que llevamos a término, así como la variedad de la tipología es grande: el control del número de hijos por familia, la cantidad de tipos de enfermedades, la calidad del agua potable… Aquí, de nuevo, con el caso del agua

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potable en Bangladesh, hemos aprendido una lección de cómo hay que iniciar proyectos exitosos. El acceso al agua potable había formado parte de los paquetes de ayuda desde hace años. De hecho, desde el Grameen Bank apoyamos la colocación de pozos que permitieran la extracción de agua realmente potable en las comunidades… aunque a la larga el proyecto acabó siendo perjudicial. Los pozos que promovimos con tanto empeño se convirtieron en fuente de más miseria. Las cubas que ayudamos a instalar estaban produciendo agua con grandes cantidades de arsénico. Hasta el punto de que el agua extraída no era potable en muchos casos. Después de pensar que habíamos acabado con el problema de la insalubridad del agua, tuvimos que volver a las comunidades para cambiar el sistema e instalar nuevos pozos que, esta vez sí, proporcionan agua realmente potable.

Otro producto que introdujimos hace algún tiempo como parte de nuestro paquete de microcréditos fueron los seguros médicos. Y, modestamente, hay que reconocer que tuvimos mucho éxito, aunque como en el caso del agua potable, el tiempo y la práctica nos enseñaron las limitaciones. Al principio sólo fue necesario que tomáramos un euro y medio por año y por familia como prima para poder dar cobertura médica a todo un hogar. Creamos una red de doctores, de enfermeras y de paramédicos. Abrimos 38 centros en Bangladesh que proporcionaban cobertura a la gente que había contratado los paquetes. La gente estaba contenta y también nosotros. Incluso llegamos a la viabilidad económica porque se estaban cubriendo los costes con los ingresos. Con un euro y medio que pagaban las familias podíamos pagar los servicios prestados. El problema que surgió no partía de cuestiones financieras sino de recursos humanos. Nos resultó imposible mantener a los doctores en los pueblos. Tras un tiempo trabajando en zonas rurales todos reconocían que querían asentarse en la capital, porque ahí es donde estaba el éxito y el dinero. Este fue el problema al cual tuvimos que hacer frente. De ahí que, en una nueva fase del proyecto, nos gustaría llegar a crear un programa paralelo.

Hemos demostrado que los microcréditos llevan los servicios financieros a los pobres y, partiendo de esta idea, queremos crear un sistema que lleve a los pobres los servicios médicos de un modo asequible. Estamos, pues,

en proceso de crear hospitales, centros de formación y de investigación para formar a nuestros propios doctores que van a querer quedarse en las zonas en las que despleguemos nuestros proyectos de cobertura. El sistema deberá ser de tal manera que incentivaremos a los doctores a quedarse y les plantearemos opciones de futuro para que puedan ver que no deberán pasarse toda la vida en el mismo lugar en el que han comenzado su trabajo. Lo haremos porque creemos que la sanidad es algo esencial.

Buena parte del debate en los ministerios, en los periódicos y en los centros de creación de política pública se ha centrado en los últimos meses en cómo se puede incrementar la productividad agrícola. Esa parece ser la cuestión principal a solucionar para acabar con la crisis del precio de los alimentos. Con el aumento de los costes estamos viendo que se evapora la felicidad de aquellas personas que habían empezado a salir de la pobreza. Cuando, por primera vez, una familia empieza a salir de ella lo único a lo que aspira es a poder llegar a disfrutar de la vida. Uno de los primeros placeres que las familias quieren darse es comer algo mejor: los hogares empiezan a consumir más cantidad de comida de la que consumían antes. Por lo tanto, en la ecuación oferta y demanda, si hay más familias que salen de la pobreza y aumentan su consumo total, pero el volumen de la oferta se mantiene constante, nos encontramos ante un desequilibrio. Aquí pues tenemos una de las muchas causas del incremento de los precios. Pero no lo tomemos como algo negativo, y busquemos la parte positiva. ¿Por qué no disfrutar de la vida, aunque sólo sea con una ligera mejoría en la alimentación? Para ello, insisto, se ha centrado el debate en la necesidad de mejorar la productividad de la agricultura. No obstante, tratando de ir un poco más allá, quisiera subrayar que los servicios bancarios relacionados con la producción agrícola, lo que llamaríamos banca agrícola, no se ha desarrollado en profusión. Creo que ha llegado el momento de llevar la experiencia de los microcréditos al sector de la banca agrícola para poder avanzar. La aplicación de lo que hemos aprendido en los microcréditos no sólo está limitada al sector agrícola. Con el honorable ministro Miguel Ángel Moratinos hemos hablado de la crisis de las “hipoteca basura” en Estados Unidos y el problema que ha conllevado para el sistema bancario mundial. El más sofisticado sistema bancario del mundo es el

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que ha creado la crisis actual. Se trata de una crisis en la que se está en proceso de cancelar deudas por valor de varios billones de dólares, simplemente, porque los bancos no hicieron bien su trabajo a pesar de todos sus excelentes abogados y de sus avales.

Ambos ejemplos, la banca tradicional y la banca agrícola, nos deben llevar a reflexionar sobre la necesidad imperante de gestar unos servicios bancarios renovados, que tengan una frescura que ahora ya no demuestran. Los microcréditos, sin avales, ni garantes, ni abogados, pueden hacer que se paguen los préstamos casi en un 100% de los casos. ¿Qué es lo que hace tan grande a la banca tradicional que a pesar de que sí que cuenta con avales y buenos abogados, tiene que dar por perdidos billones de dólares? Este es el momento en el que debemos revisar todo el sector y decidir cómo hay que organizar la banca a partir de ahora. Todos estos asuntos aparecieron de golpe y eso nos va a obligar a debatir la cuestión de forma mucho más profunda. Yo estoy muy satisfecho de que aquí en España los bancos se hayan tomado las microfinanzas como algo por lo que apostar, como en el caso de La Caixa. Y no puedo más que agradecer a Su Majestad la Reina Sofía por su labor en la promoción de los microcréditos. No me cabe la menor duda de que es gracias a su trabajo que los bancos han tratado de abrirse camino en el sector aquí en España.

Quisiera concluir con una petición. Como muy oportunamente me recordó el embajador Ortiz, ex-Director General de Casa África, en la cumbre del G8 en Heiligendamm (Alemania) en 2007, los países miembros se comprometieron a crear un fondo destinado a los microcréditos en África. Se anunció a bombo y platillo en los periódicos, se habló mucho de ello, pero a día de hoy no he visto que se haya hecho ni una sola acción para implementarlo. Así que no puedo más que pedir, una vez más, a aquellos que tienen posibilidad de hacerlo, que traten de reactivar la iniciativa. África necesita este fondo urgentemente, y aún más en las actuales condiciones. Dedicamos mucho tiempo a elaborar la propuesta y a presentarla ante los líderes del G8 en Heiligendamm. Se acordó llevar hacia delante la iniciativa pero no ha habido respuesta. Espero, sinceramente, que se actúe pronto.

Jennifer Riria, Muhammad Yunus, Jesús Sanz y Roshaneh Zafar

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Principales contribuciones de los mecanismos de microfinanciación para la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio

Sam Daley-Harris (EEUU),

Director de Microcredit Summit Campaign

Sam Daley-Harris es una de las más importantes figuras mundiales dedicadas a la lucha por la justicia social. Su trabajo, dedicado a la búsqueda de soluciones positivas para los problemas globales, ha conseguido despertar la atención de los líderes políticos mundiales y del público en general. El movimiento de microfinanciación que encabeza, el Microcredit Summit Campaign, debe en parte su progresivo fortalecimiento a su labor personal. El premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus, ha dicho sobre su trabajo y su organización que: “No existe otra organización que haya contribuido de forma tan trascendental a la visión de los microcréditos como una fórmula para erradicar la pobreza y para el empoderamiento de las mujeres”.

En 1997, la organización que dirige, RESULTS, organizó el primer Microcredit Summit, en el que se lanzó una campaña para ayudar en nueve años a 100 millones de familias pobres de todo el mundo, especialmente a las mujeres, mediante créditos que fomentasen el autoempleo y otros servicios. El objetivo fue alcanzado a finales de 2006, un año más tarde de lo previsto. Pero, sin duda, se trata de uno de los logros más importantes conseguidos por la humanidad en materia de justicia social. Una segunda fase fue lanzada en 2006 en el Global Microcredit Summit, en la que se incluían nuevos objetivos, como alcanzar a 175 millones de pobres y asegurar que los miembros de 100 millones de familias tengan más de un dólar al día.

En las próximas páginas trataré de hacer una aproximación a tres cuestiones relacionadas con los microcréditos. Presentaré, para empezar, la cara humana de la pobreza; en segundo lugar, intentaré hablar de forma resumida acerca de la contribución de los microcréditos a la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio; y, en tercer y último lugar, expondré los nuevos objetivos de la Microcredit Summit Campaign y cómo éstos pueden contribuir a la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

La mejor manera de entender el papel que juegan los microcréditos y las microfinanzas en general es acercarse a la realidad de miseria y de pobreza de millones de personas. Quisiera exponer dos ejemplos reales de esa pobreza extrema, primero en Asia y después en África. Para empezar, la historia de una mujer, Juddi, que se casó en 1962, a los diez años, y tuvo su primer hijo cuando sólo tenía quince años. En 1979 ya tenía dos hijos y su marido ganaba menos de veinte centavos de dólar al día, lo cual es menos de cinco centavos por miembro de su familia. Fue en ese año que se encontró con el Grameen Bank. Pidió su primer préstamo en 1980 por valor de diez dólares lo que entonces eran unos 600 takka. Con ese dinero compró un simple descascarador y empezó a descascarar arroz y a ofrecerlo a los vendedores locales. Durante los siguientes 12 meses trabajó duro para poder pagar las cuotas semanales del crédito. Hizo su último pago el 1 de enero de 1981. Por primera vez en su vida, ella y su familia podían entonces comer tres veces al día. Desde entonces, en los últimos 25 años, ha conseguido más préstamos y los ha pagado con los ingresos generados por varios negocios. Aunque no todas sus iniciativas han sido exitosas, se ha labrado un cojín lo suficientemente seguro como para que un fracaso no sea un revés para toda la familia. Ahora, sus nietos disfrutan de una vida que hubiera sido imposible concebir hace 20 años. Y todo empezó con un simple préstamo de 10 dólares. Su historia es un ejemplo de coraje, como el de otros tantos millones de personas.

La cara humana, el ejemplo de la pobreza en África, lo tomaré de un artículo sobre trabajo infantil, aparecido en The New York T imes hace algo así como un año y medio. Su título es “Africa’s World of Forced Labor, in a 6-Year-Old’s Eyes” (“El mundo del trabajo infantil en África,

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en los ojos de un niño de seis años”). Para comprender mejor la situación creo que es bueno pensar, que cada uno piense, en una criatura de seis años que conozca. Mi hija Sophie, por ponerles un ejemplo, acaba de cumplir siete años. Es un texto con mucha fuerza y, cada vez que lo leo, sigue devolviéndome el mismo sentimiento.

“Justo antes de las 5 de la mañana, con el cielo todavía oscuro sobre el Lago Volta, alguien levanta a Mark Kwadwo de su pequeño rincón, sobre el suelo mojado y sucio. Es la hora de trabajar. Tembloroso por el frío de madrugada, ayuda con los remos de la canoa hasta alejarse algo así como una milla. Durante más de cinco horas, Mark echa por la borda agua para evitar que la canoa se hunda mientras su compañeros de trabajo tiran, pulgada a pulgada, una red de pesca”

La última vez que comió fue el día anterior. El trozo de remo que le corresponde es tan pesado que apenas consigue levantarlo. Sin embargo, no deja de seguir cada una de las instrucciones de Kwadwo Takyi, el robusto hombre de 31 años que, desde el fondo de la canoa, reparte palizas a discreción.

“No estoy bien aquí”, cuenta lejos del alcance del Takyi.Mark Kwadwo tiene 6 años. Con sus 30 libras de peso, sus calzoncillos azules y rojos y su camiseta de “la sirenita”, parece más bien un bebé crecidito que no un faenero. Es demasiado joven para entender por qué ha terminado en este pueblo pesquero, a dos días de camino a pie de su pueblo.

Los otros tres niños mayores que trabajan con él, sí que lo saben. Como Mark, son sirvientes a tiempo parcial, sus familiares los ceden a Takyi por unos 20 dólares al año.”

Este fragmento es sólo una décima parte de la historia, sigue así varias páginas más. No puedo ni recordar cuántas veces la he leído. Cada vez que lo hago me reafirmo en mi convencimiento de que unas microfinanzas bien pensadas, dirigidas a los más pobres, y que estén bien gestionadas -puesto que no pueden ir bien canalizadas pero mal gestionadas, ambos conceptos tienen que ir de la mano- son capaces

de dar la oportunidad a familias a valerse por sí mismas y a criar a sus hijos sin necesidad de recurrir a venderlos. Hace 19 años recuerdo haberle preguntado a Muhammad Yunus: “¿Qué es lo primero que hace una mujer con los beneficios de su microcrédito?”, con la idea de que contestaría, “Bien, lleva a sus niños a la escuela o trata de darles una mejor alimentación”, pero no fue eso lo que respondió. Sus palabras fueron: “Normalmente, lo primero que hace es traer a sus hijos a casa. Antes, no podía permitirse darles de comer, así que los colocaba en diferentes familias, desde los 5 ó 6 años para que limpiasen o barriesen y así sacar a cambio un puñado de arroz. Pero ahora, con su nuevo microcrédito y los beneficios que le reporta, puede hacer que sus hijos vuelvan a casa”.

A continuación voy a contar la historia de otra revolucionaria, se trata de Ingrid Munro, la fundadora de Jamii Bora, en Kenia. Ingrid presentó su revolucionario trabajo en el Global Microcredit Summit de 2006 en Halifax, Canadá. En 1999 había concedido créditos a 50 mendigas de uno de los peores suburbios de Nairobi, en Mathare Valley, con el objetivo de fundar una organización para ayudarlas, pero no con el objetivo de ir más allá de esas primeras 50 mendigas. Ocho años después tenía en su organización a 170.000 ahorradores y 60.000 prestamistas. En Halifax nos mostró la cara de una de sus clientas y nos dijo:

“Tenemos gente que sale rápidamente de la pobreza y gente que sale de ella lentamente. Pero todos ellos salen de ella. Esta es la cara de una de las que salieron volando y formó parte de las 50 primeras mendigas. Ahora tiene seis negocios con 62 trabajadores”.

Lo que más me sorprendió de su relato, fue, sin embargo esta otra historia:

“Esta es otra de las personas que salió rápidamente de la pobreza. Era un ladrón, uno de los criminales más buscados en el barrio. Su primer préstamo fue de veinte dólares. Hoy día tiene cuatro negocios y ha convencido a centenares de jóvenes para que abandonen el crimen”.

No puedo dejar de estar fascinado por la revolución que hay inherente en todo esto. Se están haciendo caer los muros de lo preestablecido.

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No se conceden créditos a mendigos en barrios marginales de África, no se conceden créditos a ladrones en ningún lugar del mundo. Todavía se puede oír en algunos lugares que los microcréditos no llegan a los que son realmente pobres, sino a los pobres económicamente activos. Creo que en la historia de Juddi y en la experiencia de Ingrid Munro queda demostrado que no es así. Aunque si bien es cierto que puede persistir, en algunos círculos, una visión negativa del poder real de los microcréditos.

Hace cuatro años y medio, setecientos parlamentarios escribieron al presidente del Banco Mundial, James D. Wolfensohn, desde Japón, Canadá, Australia, los Estados Unidos, Méjico e India. Le decían que era necesario más dinero de su organismo para las microfinanzas. Se gastaban entonces 22.000 millones al año, lo que es menos del 1% del presupuesto. Le pedían que lo doblara al 2% y que destinara la mitad a proyectos para los más pobres entre los pobres. No hubo acción, ni tampoco respuesta. Quinientos parlamentarios le pidieron a Wolfensohn hace 2 años y medio la misma cosa. De nuevo, no hubo acción ni respuesta. Todo gira alrededor de lo mismo: conceder más dinero no es un problema, pero dar la mitad a los más pobres de todos, es lo que parece presentar resistencia. Hace poco ha habido encuentros cara a cara entre 29 miembros del Congreso de los Estados Unidos y el actual presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick. Han sido encuentros de más de una hora y sobre la misma propuesta. Se le ha mandado a Zoellick una carta firmada por miembros, conservadores y liberales, del Congreso de los Estados Unidos, sobre esta cuestión. Sin embargo persiste la idea de que no se puede dar dinero a los más pobres porque no existen las redes de seguridad necesarias. Se sigue pensando que no son capaces, que no son válidos.

Volveré a contar otra historia de Ingrid Munro. Estaba con ella en Nueva York en una conferencia ante 60 personas y durante el turno de preguntas y respuestas, un estudiante levantó la mano y dijo:

- Soy un estudiante de máster y estoy haciendo mi proyecto de investigación en microfinanzas. Usted dijo que se puede llegar a los más pobres, pero muchos de los proyectos de investigación dicen que no se puede. Mis profesores no se creen mi palabra.

Munro le pidió que subiera al escenario y que se sentara en el suelo para hacer de mendigo. Una vez ahí arriba, Munro dijo:

- Acabo de oír que Ingrid Munro dice que puedes llegar a los más pobres a través de las microfinanzas. Y mira, aquí hay un pobre. Toma. Aquí tienes 100 dólares. Empieza un negocio. Ingrid le preguntó al estudiante: - ¿Qué vas a hacer ahora?- Me voy a ir corriendo. Él, efectivamente empezó a marcharse. Ingrid señaló a un hombre fuerte en la quinta fila y le dijo: - Usted va a ser un ladrón. Acaba de ver que le he dado 100 dólares, ¿qué tratará de hacer? - Se lo robaré.

Se levantó de su silla, subió al escenario y usando una botella de plástico de agua golpeó al estudiante en la cabeza y se llevó el dinero. Ingrid concluyó diciendo: - Ven, acabo de tratar de alcanzar a los más pobres con las microfinanzas y no ha funcionado. No funciona si eres estúpido. Para hacerlo bien hay que conocer a la gente. Hay que estar al lado de la gente. Hay que trabajar con la gente. Hay que empezar con ahorros. Ahorras 5 dólares y te damos 10. Ahorras 10 y te damos 20.

Está claro que hay gente que dice que no se puede llegar a los más pobres con las microfinanzas; pero sólo son aquellos que tienen las ganas y tienen las agallas para romper las reglas los que podrán ir más allá. Obviamente no se puede llegar si uno no sabe lo que está haciendo, pero los que sí que saben lo que están haciendo pueden llegar a ellos.

Entremos ahora a analizar cómo el fenómeno de las microfinanzas, del cual hemos visto ya casos reales, puede llegar a contribuir a la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Estos objetivos se miden a nivel nacional, así que para responder a la cuestión lo más apropiado parece ser mirar al país del mundo con el mercado de microfinanzas más activo del mundo, Bangladesh. No estoy afirmando que lo sucedido ahí vaya a ser una predicción fiable de lo que pasará

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en otros países, pero sí que es un modelo de referencia de lo que podría pasar en otros lugares si se desarrollan proyectos de microfinanzas con el mismo esmero con el que se ha hecho en Bangladesh. En el año 1974, el entonces Secretario de Estado de Estados Unidos, Henry A. Kissinger, calificó como “saco sin fondo” al entonces recientemente independiente Bangladesh. En efecto, la dura guerra de independencia trajo hambruna y devastación. Hoy, 34 años después de ese día, y 32 años después de que se concedieran los primeros microcréditos a 42 individuos desesperadamente pobres, las tres principales instituciones de microfinanzas en Bangladesh llegan, aproximadamente, a 20 millones de clientes y a sus 100 millones de familiares, en un país que tiene poco más de 140 millones de habitantes.

Sigamos examinando otros cambios que ha habido en el país, s iempre puntualizando que no estoy afirmando ahora tampoco que sean un resultado directo y exclusivo de los microcréditos, pero seguro que jugaron un papel en su consecución. En 2004, Bangladesh ya había conseguido los Objetivos de Desarrol lo del Milenio en paridad de género en la educación primaria y secundaria. La tasa de fert i l idad había sido reducida a la mitad, de 6,4 hi jos por mujer a 3,2. La mortal idad infanti l , había caído del 239‰ (lo que signif ica que uno de cada cuatro niños moría antes de l legar a los cinco años) al 77‰ (es decir, uno de cada doce aproximadamente). Desde la independencia hasta hoy, 13.000 mujeres han sido elegidas para ocupar cargos pol ít icos locales. Bangladesh ha superado a la India en la reducción de la mortal idad infanti l , en tanto que porcentaje de reducción.

De hecho, si India hubiese tenido esa misma tasa en los últimos diez años, el número de niños que mueren cada año en el país se hubiera reducido tres cuartas partes. ¿Es todo esto fruto, exclusivamente, de una gran expansión de los microcréditos? No, pero no es tampoco el resultado exclusivo de súper-efectivos programas gubernamentales de desarrollo. El BRAC (Bangladesh Rural Advancement Committee – Comité para el Desarrollo Rural de Bangladesh) tuvo que crear 35.000 pequeñas escuelas para aquellos que nunca habían superado el primer curso de primaria. Eran algo así como escuelas de repesca

para niños que eran lo suficientemente mayores como para estar en cuarto curso, pero que nunca habían podido ni l legar a primero. Los prestatarios del Grameen Bank hicieron escuelas similares para sus propios hijos.

¿Serían posibles las mejoras que he citado si los programas de microcréditos no se hubieran desarrollado en Bangladesh? Posiblemente no. ¿Progresos de esta envergadura hubieran sido posibles si sólo hubiera habido programas de microcréditos? De nuevo, posiblemente no. Creo que hay cuatro elementos básicos en los que las microfinanzas pueden contribuir a la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Cuatro elementos que son, al mismo tiempo, retos y desafíos a los cuales hace frente hoy en día el sector.

Los microcréditos llegan a los muy pobres. No hay que olvidar que los Objetivos de Desarrollo del Milenio están enfocados hacia los más pobres entre los pobres. Sólo hay que mirar al primer objetivo, que es reducir a la mitad el número de personas que viven con menos de un dólar al día en 2015. Otro de los objetivos es que los 72 millones de niños que no van a la escuela primaria tengan acceso a ella. Esos son los hijos de los más pobres.

Hay que conseguir, para ser eficaces, que los programas estén gestionados correctamente, como ya he destacado anteriormente. Las microfinanzas tienen que incluir educación, acceso a la red sanitaria y otros elementos, como seguros de diferente índole. Es decir, tienen que ir más allá de la prestación de simples servicios financieros. Las instituciones de microfinanzas tienen que estar dispuestas a medir los progresos.

En otras palabras, y a modo de resumen, si no se llega a los más pobres, si una institución no está gestionada correctamente, si no se incluyen otras áreas de cobertura, como la sanidad, y si no se registra algún tipo de progreso social, entonces los microcréditos contribuirán muy poco a la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En cambio, si se toman en consideración estas cuatro áreas creo que van a tener un profundo efecto en la consecución de dichos objetivos.

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Para concluir trataré de forma muy breve de los nuevos objetivos de la Microcredit Summit Campaign, de la que Su Majestad la Reina Sofía es Copresidenta de Honor, y que cuenta entre sus fundadores con el premio Nobel de la Paz, el profesor Muhammad Yunus. En la Cumbre del Milenio del año 2000, los Jefes de Estado y de Gobierno de 180 países adoptaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio y pusieron en el primer puesto de la lista de prioridades reducir a la mitad el número de personas que viven con menos de un dólar al día en el año 2015. Como apoyo directo para conseguir estos objetivos, más de 2.200 delegados de 120 países se reunieron en la Global Microcredit Summit en Halifax en noviembre de 2006 y pusieron en marcha la segunda fase de Microcredit Summit Campaign, con dos nuevos objetivos. Uno es alcanzar, a través de los microcréditos, a 175 millones de las familias más pobres, y entre ellas, especialmente, a las mujeres. El otro, que es el objetivo más complicado, consiste en garantizar que 100 millones de familias superen esa frontera del dólar al día de aquí al año 2015, lo que supondría que unos 500 millones de personas abandonaran la pobreza extrema. Eso es casi la mitad de lo que se aspira a conseguir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Tenemos, pues, un gran reto en lo que respeta a la medición del progreso y para el cual contamos, entre otros, con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Trabajamos con 15 de las mayores instituciones de microfinanzas para encontrar maneras de medir el progreso de las familias que superan la barrera del dólar al día. Si las microfinanzas deben tener un gran impacto para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, tenemos que volver a nuestras raíces, romper reglas e innovar para empoderar a los más pobres. He estado varias veces junto a Muhammad Yunus cuando se le preguntaba sobre cuál era su estrategia cuando inauguró el Grameen Bank. Su respuesta siempre suele venir a decir que no tenía una estrategia, simplemente seguía haciendo lo que le parecía que venía a continuación. Y ahora, a tiempo pasado puede afirmar que sí que tenía una estrategia:

“Cuando llevo la mirada atrás veo que mi estrategia era hacer lo opuesto de lo que habían hecho los bancos tradicionales hasta entonces. Si

los bancos no prestaban a los pobres, yo prestaba a los pobres. Si los bancos prestaban a los hombres, yo prestaba a las mujeres. Si lo bancos dejaban grandes cantidades, yo prestaba poco dinero. Si los bancos exigían avales, yo daba créditos sin avales. Si los créditos bancarios requerían gran cantidad de papeleo, mis créditos eran asequibles hasta para los analfabetos. Si había que ir al banco, mi banco iba a los pueblos. Sí, esa era mi estrategia. Fuera lo que fuera lo que hacían los bancos, yo hacía lo contrario”.

Así, haciendo está reflexión, y escuchando lo que el profesor Yunus contaba me di cuenta de que el nacimiento de las microfinanzas se produjo cuando nos decidimos a romper las reglas. Por eso ahora tengo todo mi interés puesto en aquellos que están rompiendo las reglas de las microfinanzas para abrir camino hacia la erradicación de la pobreza.

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Con un PIB de 67.000 mil lones $ y una población de 147,5 mil lones, la renta per cápita de Bangladesh es una de las más bajas de Asia (480 $). El sector agrícola (arroz, yute, té) genera el 22% del PIB y emplea al 65% de la población. La producción agrícola ha crecido considerablemente en la última década permitiéndole alcanzar prácticamente la autosuficiencia alimentaria. Sin embargo, son frecuentes las inundaciones y huracanes que ocasionan graves perturbaciones en la producción agrícola, además de daños en las infraestructuras. La industria texti l (15% del PIB y 75% de las exportaciones totales) experimentó un rápido crecimiento desde finales de los ochenta gracias a la creación de zonas francas y a los acuerdos comerciales preferenciales con EE.UU. y la UE. Sin embargo, el entorno se ha vuelto más competitivo a raíz de que expirara el Acuerdo Multif ibras hace más de 3 años.

Tras crecer un 7% en 2008, se estima que el PIB crecerá en 2009 a un ritmo menor (5,6%) debido a los daños causados por la crisis. El sector textil, por su parte, se enfrenta a una posible caída de la demanda exterior y a problemas en la producción derivados de la alta conflictividad socio-laboral. La buena noticia es que las remesas de emigrantes están alcanzando niveles record, lo que está impulsando el consumo privado (que representa un 65% del PIB). El principal desequilibrio macroeconómico es la inflación, que en abril se situaba en el 10%, impulsada por el alza de alimentos básicos como el arroz y del precio del crudo. La inflación podría reducirse a final de año conforme vaya recuperándose el sector agrícola. El FMI lleva años sugiriendo un endurecimiento de la política monetaria, algo a lo que el gobierno se resiste tradicionalmente.

El déficit público previsto por el gobierno para el ejercicio 2007/08 equivale a un 4,7% del PIB. Sin embargo, el gasto público está aumentando, debido al incremento de los subsidios sobre los combustibles y sobre ciertos alimentos de primera necesidad, a los gastos extraordinarios de reconstrucción de las regiones más afectadas por el ciclón Sidr (la zona sudoccidental) y a las indemnizaciones a los granjeros por la destrucción de la cabaña aviar tras el último episodio de gripe aviar. Para aumentar los ingresos, el FMI recomienda reducir las pérdidas de las empresas públicas, aumentar la base impositiva y reducir las exenciones a la aplicación del IVA. La base impositiva es muy limitada y la tasa de recaudación equivale a un bajísimo 10% del PIB. El 36% de los ingresos públicos procede de los impuestos indirectos (IVA); el 27%, de las tarifas arancelarias y sólo un 16% proceden de impuestos directos.

Situación económica interna de Bangladesh

Ficha país elaborada por CESCE para GovernAsia

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Roshaneh Zafar (Pakistán)

Presidenta de la Kashf Foundation.

Roshaneh Zafar proviene de una familia de intelectuales de Lahore. Licenciada en Economía por la University of Pennsylvania, obtuvo su Master in International Development Economics en la Yale University. Desde entonces ha persistido en la idea de fundar su propia organización dedicada a la microfinanciación en Pakistán siguiendo los pasos de Muhammad Yunus. En 1996, decidió dar el paso de la teoría a la práctica fundando Kashf Foundation. Además, es la fundadora del Pakistan Microfinance Network y miembro-asesor de varias ONGs, como por ejemplo MISFA Ltd Afganistán. También es miembro del Grupo Asesor materia de Servicios de Financiación inclusivos de Naciones Unidas. Roshaneh Zafar ha sido galardonada con uno de los premios de reconocimiento civil más importantes de Pakistán, el Tamgha e Imitas.

Kashf, que significa “milagro” o “revelación” en urdu, focaliza su trabajo en la transformación económica llevada a cabo para las mujeres y por las mujeres. Kashf tiene un equipo bien entrenado de 1500 personas distribuidas en las 150 oficinas situadas en las provincias de Punjab y Sindh. Kashf ofrece a sus clientes dos tipos de productos: un crédito general, superior a los 138 dólares para propósitos productivos; y un crédito de emergencia, superior a los 35 dólares para gastos derivados de imprevistos o emergencias familiares. En octubre de 2007, el número total de clientes superaba los 260.000, aunque la organización tiene previsto un ambicioso plan de crecimiento para lograr cubrir las necesidades de un millón de clientes en 2010.

Principales contribuciones de los mecanismos de microfinanciación para la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio cubren, sin lugar a duda, cuestiones críticas y a las que tiene que hacer frente el mundo en la actualidad; bien sea, en relación con el objetivo de reducir la pobreza a la mitad en el año 2015; en mejorar las condiciones sanitarias de los hogares pobres; en proporcionar mejores condiciones para estudiar a niños y niñas; o, bien sea, con simples estadísticas sobre la salud reproductiva de las mujeres. Aunque los periódicos no sacan este tipo de titulares a diario, no se puede uno olvidar que 800.000 mujeres mueren en Asia sólo por complicaciones post-parto. Son cifras sobre las que tenemos que reflexionar. ¿Cómo puede ser que en la era de la tecnología, con el acceso a los recursos económicos, no seamos capaces de dar la vuelta a estas cifras?

Cuando fundé Kashf, mi objetivo era hacer que el papel económico de las mujeres fuera visible; y para ello, decidimos hacer justo lo contrario de lo que los hombres decían sobre el trabajo de las mujeres. Existen muchas dificultades a las cuales las mujeres tienen que hacer frente en las economías tradicionales cuando tratan de empoderarse, de tomar decisiones financieras. Dentro de un contexto social tendrán que superar muchos límites sociales. Son límites simples como la movilidad, poder ir al mercado a negociar y vender sus productos. O, también, por ejemplo, tener las mismas oportunidades para recibir una educación; poder acceder a una mejor atención sanitaria o, disponer de las mismas oportunidades de tener una alimentación apropiada. Cuando observamos el tipo de negocios en los que las mujeres trabajan, vemos que suelen cobrar menos a pesar de tener trabajos similares a los hombres. Suelen, mayoritariamente, estar concentradas en negocios que tienen unas barreras de entrada muy bajas, lo cual significa que los beneficios de la explotación serán pequeños. Además, existen una serie de normas sociales que quitan importancia a la aportación de las mujeres a la familia. Y, no obstante, no quiero dar la impresión de que no hay nada de esperanza, puesto que si realmente queremos tener impacto y seguir unas buenas prácticas de microfinanzas hay que situar a las mujeres en el centro de lo que se esté haciendo. Esa es, pues, la razón por la cual pusimos en marcha la Kashf Foundation.

Al tener que hacer frente a todos esos contratiempos se nos solía decir que, de hecho, las mujeres no trabajan en las economías tradicionales.

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Se nos decía que la gente en Pakistán no nos devolvería el dinero y que nos sería imposible encontrar personal femenino que pudiera salir y movilizar e implicar a las comunidades. Todo lo que nos decían al comenzar la Fundación era que, simplemente, sería un fracaso. Pero yo había escuchado al gurú de las microfinanzas, al profesor Yunus que hace ya 14 años decía que las microfinanzas no son para dar dinero; sino que sirven para cambiar los esquemas mentales. El primero de esos esquemas que hay que romper es el propio. Eso fue exactamente lo que hicimos cuando comenzamos con la Fundación. Todos los mitos que decían que las mujeres no trabajan en Pakistán, que las mujeres no reciben contratos a tiempo completo; que las mujeres no contribuyen a la economía; que no habría avaladores en la prestación de servicios financieros, y que las mujeres no toman parte en todas estas situaciones, todos esos mitos cayeron a los tres meses de comenzar nuestro programa, en 1996.

Hoy la Kashf Foundation llega a 325.000 clientes. Nuestra tasa de devolución de préstamos es del 99%. Fuimos la primera institución microfinanciera económicamente viable en Pakistán y ahora tenemos acceso a fuentes comerciales de crédito. En el último año conseguimos 22 millones del mercado comercial a través de un acuerdo con Citibank que fue el primero de su clase en Pakistán. El acuerdo enlazó a los clientes pobres con los mercados comerciales; incluso las mujeres pobres fueron reconducidas a los mercados comerciales. Este no es, ni mucho menos, el único programa en el que trabajamos.

Como mujer que ha vivido siempre en la ciudad, había entrado en contadas ocasiones en comunidades de bajos ingresos, antes de empezar a hacer el trabajo que hago ahora. Si bien es cierto que por mi trabajo para el Banco Mundial de Desarrollo había viajado por todo Pakistán y había hablado con las mujeres sobre el impacto de ciertas modificaciones introducidas por los servicios sociales y los cambios que llevaban a su día a día. Por ejemplo, si el hecho de tener acceso a agua potable más cerca de su domicilio afectaba su estatus dentro del hogar. En todos lados las mujeres me decían: “¿Cree que no tenemos las mismas aspiraciones que usted? ¿Cree que no queremos cambiar nuestras vidas? ¿Cree que no nos gustaría que nuestros hijos vistieran mejor? ¿Cree que no nos gustaría que nuestros hijos tuvieran acceso a

mejores servicios sanitarios? Sin embargo, nos falta tener acceso a los recursos económicos para hacerlo”. Sobre este concepto empezamos a trabajar en la Kashf Foundation.

Fuimos los primeros en hacer un tipo de trabajo especializado dentro del sector microfinanciero. Anteriormente, el concepto de microfinanzas en el mundo rural estaba ligado a los proyectos de ayuda al desarrollo. Es decir, las microfinanzas estaban ligadas a la educación, a los servicios sanitarios..., el microcrédito era un simple componente más. Fuimos los primeros que cuestionamos ese paradigma. Inventamos el concepto de entidad especializada en las microfinanzas, que quería decir que no sólo nos especializábamos, sino que no hacíamos nada más que microfinanzas. Teníamos, además, otro reto ante nosotros: queríamos demostrar que una organización que se dirige a mujeres dentro del mundo rural podía, no sólo poner a las mujeres en un puesto prominente en términos económicos, sino que también podía ser financieramente viable. En esa época, eso no era algo que estuviera ampliamente aceptado.

Aceptamos pues el reto de ser pioneros en el sector. Comenzamos con un método simple, en el que teníamos créditos productivos y de cogeneración, que tomamos del concepto básico de Grameen Bank, el de acceso abierto al crédito. Es decir, que cualquiera podía entrar en una de nuestras sucursales de crédito y pedir un préstamo. Con nuestros primeros créditos ayudamos, principalmente, a las familias a hacer frente a los imprevistos. Al investigar, tiempo después, cuál es el papel que juegan los préstamos de emergencia –que son de unos 45 dólares aproximadamente- descubrimos que había muchos clientes que los usaban para pagar las tasas escolares, los usaban para pagar las facturas, se usaban para mejorar el estándar de bienestar de los hogares. Con el paso del tiempo vimos, sin embargo, que esos créditos de emergencia eran suficientes así que empezamos a hurgar en el interior de los microcréditos e introdujimos, por primera vez, un producto de seguro de vida. En un principio, como ya he dicho antes, hacíamos todo lo posible para hacer visible el papel de la mujer en el núcleo familiar y es por eso que creamos el producto de seguro de vida para asegurar sólo a las mujeres. No obstante, al poco tiempo

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las clientas vinieron diciendo que si no asegurábamos también a sus esposos se estaba creando una desigualdad de género. Fue, de hecho e irónicamente, una discriminación inversa a causa de nuestra visión algo futurista. No tuvimos reparo en renovar inmediatamente el producto y lo sustituimos por un seguro que partía de la paridad de género: cubría tanto al marido como a la mujer. Hoy podemos felicitarnos porque gracias al esfuerzo inicial, hay dos millones de familias, dos millones de vidas, que están cubiertas por seguros de vida en Pakistán.

En la actualidad también estamos tratando de innovar en seguros de mejora del hogar. En los países en vías de desarrollo los derechos de propiedad suelen ser insignificantes. Es ampliamente conocido el trabajo de Hernando de Soto en Perú acerca de esa insignificancia de los derechos de propiedad. En Pakistán, si alguien quiere tener en mano un título de propiedad de algo que posee, deberá realizar unos 3.500 pasos administrativos. Es decir, le llevaría hasta ochos años transferir de una persona a otra un título de propiedad. En otros países el problema es parecido. La falta de documentación de propiedad impide que los pobres tengan posibilidad de usar su casa como aval para pedir un crédito. Como respuesta a ese problema generalizado, Kashf Foundation decidió implantar un sistema que no se basa en títulos de propiedad sino en la fiabilidad de cada cliente. Aquéllos que son clientes nuestros desde hace más de tres años pueden tener acceso a un crédito de 1.100 dólares, que les puede ayudar a mejorar su casa, lo cual tiene un impacto directo en la calidad de vida de las mujeres. A través de este sistema que nosotros usamos, los hombres y las mujeres firman un contrato de residencia. Es muy difícil que las mujeres obtengan el título de propiedad a su nombre en Pakistán, así que tuvimos que inventarnos lo que llamamos un “contrato de residencia”. De este modo se evita que el marido eche de casa a la mujer en caso de divorcio y, al mismo tiempo, tenemos un seguro legal para nuestras clientas, que es lo que buscamos.

La experiencia nos ha llevado a ver, además, un fenómeno preocupante. Son muchos los casos en los que, justo en el momento en que se puede comenzar a ver un impacto en cuanto a la mejora de los ingresos y al estatus de las mujeres dentro del hogar, se produce en la familia

un problema de salud. Ese mismo hogar que estaba avanzando por la autopista del desarrollo económico es obligado a apartarse y tiene que volver al polvoriento camino de la pobreza de nuevo. Nos dimos cuenta, pues, que eran necesarios seguros médicos. Desde que lanzamos el servicio hemos consolidado 10.000 clientes y con un éxito envidiable. Ahora, estamos pensando en convertir estos paquetes en algo más favorables para las mujeres, por ejemplo, con la introducción de un producto que cubra su salud reproductiva y que incluso llegue a cubrir los partos de alto riesgo.

Resulta, en la actualidad, necesario empezar a pensar en términos de inclusión financiera, y no simplemente de provisión financiera: existe una necesidad de ampliar nuestra forma de pensar en los recursos financieros. En 2008 desde la Kashf Foundation invertimos en un banco de microcréditos, una organización social con ánimo de lucro, que proporciona servicios de depósito de ahorros para comunidades rurales. La iniciativa es fruto de nuestra experiencia: sin ahorros, sin dar opciones para ahorrar a los pobres, no se consigue un cambio real en la pobreza. Las opciones de productos de ahorro que se pueden llegar a ofrecer son múltiples. Por ejemplo están los productos a largo plazo, como los fondos de pensiones. Muchos países en vías de desarrollo no tienen sistemas formales de seguridad social por lo que, cuando uno es mayor, la vida se detiene: no hay ingresos y no hay una red social sobre la que caer. Por supuesto se debe confiar en las tradiciones sociales, como el número de hijos que han sobrevivido. En Asia, especialmente, está extendida la idea que la seguridad social de uno está en los hijos. Eso, por cierto, hace todavía más importante la cuestión reproductiva de las mujeres. Sin embargo, en nuestra nueva oferta de productos decidimos crear algo parecido a un “fondo de pensiones”. Un programa que permitirá a los miembros de comunidades con bajos ingresos mejorar su condición de vida cuando sean mayores.

Se podría decir que uno de los papeles de las microfinanzas es rellenar un hueco. Hay campos en los que los bancos comerciales no han querido entrar, lo cual llevó a que tomaran su lugar, primero fuentes informales de crédito y prestamistas, que cobraban grandes sumas de dinero, y luego las instituciones microfinancieras. Lo mismo parece estar ocurriendo en

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sectores como la sanidad o las coberturas sociales. Las organizaciones como Kashf Foundation no pretenden entrar en competencia con el sector público. Hay temas que son, indudablemente, responsabilidad del gobierno (educación, protección sanitaria, acceso al agua y a la sanidad...) pero allí donde las instituciones públicas están fallando pesa una responsabilidad sobre la sociedad civil. Lógicamente no podemos simplemente decir: “construyamos un sistema alternativo y paralelo”, pero en aquellos lugares y sectores donde no existen proyectos concretos se debe pensar en programas que puedan llenar esa falta. Sobre todo en vista de los resultados que han dado las experiencias de acercar, por ejemplo, la sanidad a los más pobres. Y llegado a este punto, la cuestión a la que muchas organizaciones microfinancieras tienen que hacer frente es la definición de la amplitud de los proyectos. Se puede ampliar el número de destinatarios de los programas y se puede tratar de reproducir a lo grande proyectos que han tenido éxito a escala pequeña. Pero, ¿se puede llegar a millones de familias en todo el mundo con programas a gran escala? Esta es la cuestión más difícil de responder y, quizás ahí sí, los gobiernos están mejor preparados que las instituciones de microfinanzas.

Pero dejemos por un momento de lado los debates sobre la división de tareas entre la sociedad civil y las instituciones públicas y volvamos a la actuación del sector microfinanciero en cuestiones de actualidad. Tal y como ha señalado el profesor Yunus en diferentes ocasiones, hay que empezar a llevar los microcréditos a la banca agrícola. Por eso, en 2008 también estrenamos un proyecto de microcréditos agrarios para ayudar a los granjeros. Creemos necesario entrar en el sector porque la inflación del precio de los alimentos está teniendo un impacto muy negativo en nuestros clientes. Todo lo que hemos ganado en los últimos años con las microfinanzas se puede perder en un solo año si no se hace algo para detener el crecimiento de los precios.

En los primeros meses del 2008 los precios de los productos subieron un 100% en Pakistán. Ante una realidad que parece indudablemente complicada para los sectores más pobres, en Kashf tratamos de ver qué es lo que estaban haciendo nuestros clientes ante tal situación. Muchos de ellos me explicaron que habían consumido todos sus ahorros

y que, como medida de urgencia, se habían tenido que deshacer de todos sus activos. La segunda acción había sido trabajar el doble de lo que hacían antes para poder mantener un estándar parecido al que habían conseguido llegar. Muchos trabajan en dos sitios y no en uno como antes, lo que significa, por supuesto, que la demanda de créditos está en aumento. También me contaron que comían menos, lo cual -a largo plazo- tendrá un impacto negativo en su salud. En otras palabras, estamos retrocediendo y perdiendo las pocas ganancias que podíamos haber tenido. Pero aún hay más, una cuarta actuación, particularmente triste. Me dijeron que habían sacado a los hijos de las escuelas privadas, en donde la calidad de la educación es mejor, y los habían llevado a colegios públicos en donde no hay que pagar nada, pero en donde, obviamente, la calidad de la enseñanza es bastante inferior. No obstante, en la mayoría de los casos me contaron que si este paquete de cinco medidas acaba no funcionando y que, si el precio de los productos sigue subiendo, tendrán que sacar a sus hijos del sistema educativo y ponerlos a trabajar. No debemos olvidar que los mayores beneficios de las microfinanzas no son para las generaciones actuales sino para las venideras, pero si lo que se ha podido conseguir en años de trabajo se ve revertido por la coyuntura actual, de poco habrá servido.

Me parecería injusto cerrar estas reflexiones con unas líneas tan negativas como las anteriores, así que voy a tratar de ver qué es lo que se puede hacer desde las microfinanzas ante la cuestión de la inflación en el sector de la alimentación. En Kashf Foundation, en tanto que entidad de microfinanzas, tendremos que trabajar más duro, ser más prudentes y tratar de ayudar a nuestros clientes a sobrellevar la crisis de los alimentos. Con todo, los gobiernos y las multinacionales tienen que aceptar su parte de responsabilidad también. Necesitamos empezar a pensar las políticas agrarias de forma global y tenemos que pensar cómo podemos mejorar la productividad agrícola.

Los diversos trabajos de investigación que se han preparado acerca del impacto que tienen las microfinanzas nos dicen que, después de tres años tomando préstamos de nuestra Fundación, las familias tienden a superar el umbral de la pobreza. Las familias que han obtenido

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microcréditos tienen ingresos que superan en un 50% a los de familias que no han tenido acceso. Estoy convencida que el valor marginal de ese dólar que entra en el hogar de aquellos que tienen acceso a las microfinanzas es la diferencia entre la vida y la muerte para millones de familias en todo el mundo. En lo referente a la salud, el acceso a las microfinanzas permite a los hogares, principalmente, tener una mejor alimentación y disponer de mejores servicios sanitarios. El indicador que se usa para medir la calidad de la alimentación de los hogares pobres es el número de días que una persona se queda hambrienta cada año. Los hogares que no obtuvieron acceso a microcréditos se quedaron sin comer 45 días. Si lo comparamos con los hogares que sí que tuvieron acceso a microcréditos, estos estuvieron –de media- 15 días sin comida. Así que las tomas nutricionales y la seguridad alimenticia de las familias con acceso a los microcréditos fueron muy superiores a la de las que no tuvieron acceso.

En cuestiones de género, hemos preguntado a las mujeres cómo estaban cambiando las relaciones con sus maridos tras la entrada de dinero en forma de microcréditos. Un 54% de nuestras clientas nos dijeron que habían mejorado y eso se traducía en una reducción de la violencia doméstica. De hecho, las discusiones en el ámbito doméstico suelen ocurrir por culpa de la falta de dinero. Con las microfinanzas obtuvieron más ingresos, crecieron sus ahorros y la contribución de las mujeres al presupuesto familiar también aumentó. Gracias a estos tres cambios la violencia doméstica tiende a reducirse. En último lugar, y no por ello menos importante, las mujeres han podido darse cuenta del valor de su trabajo. Muchas veces se les había dicho que el dinero que traían a casa no tenía valor, pero con el tiempo, a medida que han obtenido más y mayores préstamos, a medida que han invertido en nuevos negocios se han podido dar cuenta de lo mucho que, con su esfuerzo, están aportando a sus hogares.

Principales contribuciones de los mecanismos de microfinanciación para la consecución de los objetivos de desarrollo del milenio

De izquierda a derecha: Roshaneh Zafar, Juan Pablo de Laiglesia, Sam Daley-Harris y Manuel Cadarso.

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Los sectores estratégicos en los que trabaja la AECID en su objetivo de Lucha contra la Pobreza son los siguientes:

• Gobernanza democrática, participación ciudadana y desarrollo institucional• Cobertura de las necesidades sociales• Promoción del tejido económico y empresarial• Medio ambiente• Cultura y desarrollo• Género y desarrollo• Prevención de los conflictos y construcción de la paz

La Agencia tiene, asimismo, encomendada la gestión del Fondo para la Concesión de Microcréditos (FCM), para el fomento de las microfinanzas en los países en desarrollo como instrumento de lucha contra la pobreza, y aloja la Oficina del Fondo de cooperación para Agua y Saneamiento.

La igualdad de género, entendida como la existencia formal y real de los mismos derechos, libertades, oportunidades, alternativas y responsabilidades para las mujeres y los hombres, constituye el

Principales contribuciones de los mecanismos de microfinanciación para la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio

Manuel Cadarso (España).

Jefe del Departamento de Cooperación Sectorial y de Género Dirección de Cooperación Sectorial y Multilateral, Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID)

objetivo número tres de la Declaración del Milenio y es un factor fundamental para luchar de forma eficaz y sostenible contra la pobreza. La Cooperación española dispone de una Estrategia de Cooperación para el Desarrollo en materia de Género e incluye este concepto entre sus prioridades, no sólo sectoriales, sino que ha de estar presente en todas las acciones de la cooperación española.

La profesionalidad, la gente, la innovación, todos ellos son conceptos que sustentan la actuación en el mundo de las microfinanzas. En jul io de 2008, en Yaundé (Camerún) se celebró un encuentro cuyo objetivo era analizar la nueva tecnología para incrementar el acceso a los servicios financieros. Su organización partía del patrocinio del CGAP (Consultive Group to Assist the Poor – Grupo Consultivo de Ayuda a los Pobres), un importante consorcio del Banco Mundial en donde se articula el consenso de los donantes en materia de microfinanzas. Fue un encuentro en el que se habló de tres cuestiones clave: protección social, tecnología y banca a distancia. Son iniciativas como estas las que se esconden detrás de esta industria, este sector. Son la bóveda que sostiene el sector: las entidades microfinancieras. El las son, junto con los microempresarios y microempresarias, la clave de esta industria.

Empezaré por abordar la relación entre las microfinanzas y los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Para ello, antes de nada, creo necesario hacer una nota al margen de mi posición profesional, es una nota a título personal. Creo firmemente que los Objetivos de Desarrollo del Milenio no pusieron suficiente atención en el fomento del sector productivo, que es la base de la autonomía económica y social de los países en vías de desarrollo. A un lado de la cadena, está parte de ese sector productivo: las microempresas.

La cooperación española llegó al sector de las microfinanzas tarde, en relación con otros países donantes. La acción española pública comenzó en el año 1998, hace sólo 10 años, cuando otros países como Alemania, Francia, Inglaterra o los Estados Unidos estaban en el sector desde mucho antes. Es reconocido el trabajo que han hecho, por ejemplo, ACCION o el KfW (Kreditanstalt für Wiederaufbau). España

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l legó tarde y también se incorporó tarde a ese entorno que mencioné anteriormente, el CGAP, ese consorcio donde se articulan, desde la óptica de los donantes, las que deben ser las mejores prácticas en microfinanzas. En la última reunión anual del CGAP, en Hyderabad, en la India, la AECID, que quiere incorporarse cada vez más a ese diálogo, envió a dos representantes. Así pues, es siempre un recurso de solvencia el poder recurrir a las estadísticas y estudios del CGAP para entender mejor la cuestión de la que estamos tratando. El CGAP ya elaboró su análisis sobre la vinculación entre microfinanzas y los Objetivos de Desarrollo del Milenio, titulado en su versión en español “¿Constituye el microfinanciamiento una estrategia eficaz para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio?”.

“La disponibilidad de servicios financieros para las unidades familiares pobres, el microfinanciamiento, constituye un factor contextual crítico que ejerce un fuerte impacto sobre el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. (…) El acceso a los servicios financieros permite a los pobres incrementar los ingresos familiares, capitalizarse y reducir su vulnerabilidad frente a las crisis que constituyen parte de su vida diaria. El acceso a los servicios financieros también se traduce en una mejor nutrición y en mejores resultados en materia de salud, tal como tasas más elevadas de inmunización. Permite a los pobres planificar su futuro y enviar a más hijos durante más tiempo a la escuela. Ha aumentado la confianza y la seguridad en sí mismas de las mujeres, permitiéndoles enfrentar más adecuadamente las desigualdades de género.”

El trabajo del CGAP, como el de cualquier otro organismo que trate de evaluar el impacto de los microcréditos es fruto de debate, puesto que es difícil poder precisar, medir el impacto de las microfinanzas sobre el bienestar de las personas que acuden a los servicios microfinancieros. ¿Cómo se puede aislar el beneficio o la implicación que el microcrédito tiene en el bienestar de esas personas, que antes no estaban en el sistema financiero y que ahora se han incorporado? No se trata exclusivamente de hacer una simple entrevista al uso a los microempresarios en la cual, obviamente, ellos se mostrarán muy optimistas. También hay que tener en cuenta que el microcrédito no lo resuelve todo y que, a lo mejor,

para alguna gente no es el mejor de los instrumentos. De ahí que sea tan importante poder analizar el auténtico impacto del microcrédito en el incremento del bienestar de los pobres. Por ahora, y en eso hay bastante consenso, los estudios concluyen que es positivo, pero no por eso podemos cerrar el debate como si fuera un asunto fácil. El informe del CGAP en concreto trata determinadas cuestiones: la erradicación de la pobreza, la promoción de la educación infantil, la mejora de la salud de mujeres y niños, el empoderamiento de las mujeres, el acceso de personas en situación de extrema pobreza en términos de incidencia positiva... No hay que olvidar en ningún momento que el microcrédito es una parte de los servicios que se prestan a las personas que no tienen acceso al sistema financiero formal. El microcrédito cubre algunas de sus necesidades pero hay otras: el microahorro, el microseguro, las microtransferencias...

Hasta qué punto esos microcréditos benefician a las personas más pobres, a los indigentes, es –sin duda- una cuestión de debate y que no está cerrada. Bangladesh o también algunos países de América Latina serían el ejemplo per fecto de cómo pueden ayudar. No obstante hay que ser cautos y no dar por sentado algo que debe l levar al debate y a la discusión. Uno podría l legar a la conclusión que, en algunos casos, la mejor solución, el instrumento más adecuado, para un grupo de pobres o de indigentes no es el microcrédito. A lo mejor, incluso puede l legar a ser perjudicial puesto que el endeudarse complica su situación. A este debate hay que añadirle la permanente disyuntiva entre la sostenibil idad de las entidades microfinancieras –una cuestión vital en el porvenir de la industria- y su visión y función social.

En este marco podemos situar el papel de la cooperación española en materia de microfinanzas y que se articula no sólo a través del Fondo para la Concesión de Microcréditos. Es, además, un instrumento que gestiona la concurrencia de varios agentes del ámbito público. El Fondo cuenta con un enfoque estructural, sistémico y de país. Se apoya, no sólo en la disponibil idad de fondos, sino en la asistencia técnica a entidades microfinancieras y también a las entidades de regulación y de supervisión. Cabe también un papel destacado para las organizaciones no gubernamentales que pueden tener actuaciones

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de carácter más puntual y local. A eso habría que añadir también al sector privado: La Caixa, Caixa de Catalunya, Banco Bilbao Vizcaya, Banco Santander... por citar tan solo algunos nombres. Así pues, todos estos actores, a partir del instrumento central que es el Fondo, están l lamados a actuar coordinadamente y dentro de las buenas prácticas. La Cooperación Española en general, y el Fondo para la Concesión de Microcréditos en particular, están por el incremento de la calidad y la eficacia de la ayuda. En la Declaración de París del año 2005 se establece una serie de parámetros sobre la efectividad de la ayuda y que forman la base de las actuaciones que se están tomando. Una reciente evaluación profunda del Fondo concluía que no se satisfacían algunas de las buenas prácticas. Me permito discrepar enérgicamente.

Una parte del trabajo que se está realizando en los últimos años es la coordinación del trabajo de la AECID en materia de microfinanzas con otras organizaciones. Ahí se están estableciendo relaciones con CGAP, con la cooperación alemana, con la cooperación suiza... Aún así queda un largo camino por recorrer. En estos momentos España es uno de los tres primeros donantes del mundo en materia de microfinanzas junto con la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial y la cooperación alemana. No es que deba ser ésta una cuestión de orgullo. Todavía hay que ser más sofisticados, poder entrar en la cuestión de la asistencia técnica y dar el último salto, superar el tramo más difíci l en término de regiones: actuar de una manera sólida en África. Todos estos proyectos y planes van a l levar su tiempo y eso, seguramente, sacará a la luz, que efectivamente –como se sostiene en algunos casos- el Fondo requiera algún tipo de reformas.

Para concluir, quisiera hacer unas reflexiones sobre los auténticos elementos centrales sobre los que deben pivotar las microfinanzas. Éstos son, como ya dije anteriormente, las entidades microfinancieras y los microempresarios y microempresarias de los países en vías de desarrollo los que ocupan la posición central. Los donantes hacemos, en definitiva, algo relativamente sencillo: poner a disposición fondos, eso sí, en condiciones favorables. Estamos ante una cadena de esfuerzos. En un

extremo está la administración pública española, que pone el menor esfuerzo, a pesar de que se podría decir que existe un uso alternativo de esos fondos seguramente más rentable. Si nos movemos sobre esta cadena, al otro extremo están los que realizan el mayor esfuerzo: las entidades microfinancieras y los microempresarios y microempresarias que tienen un proyecto productivo y quieren salir de su situación de pobreza.

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La participación de los bancos comerciales en la microfinanciación a través de los microcréditos: nuevos retos y oportunidades para el desarrollo de los más desfavorecidos

José Ramón Montserrat.

Director General de MicroBank, Banco Social de “La Caixa”.

MicroBank, el Banco Social de “la Caixa” es una iniciativa que pretende impulsar proyectos personales, familiares y de autoempleo, y que está llamada a convertirse en el banco social europeo de referencia.

La principal actividad de MicroBank es la concesión de microcréditos sociales y financieros destinados a fomentar la actividad productiva y facilitar la creación de autoempleo.

También las necesidades familiares pueden acogerse a las ayudas de MicroBank. Se contemplan préstamos para necesidades domésticas, reagrupamiento familiar de nuevos residentes, adquisición de vivienda en país de origen, ayuda a discapacitados…

La Caixa nació en el año 1904 y se creó con la finalidad de estimular el ahorro y la previsión. Existía, en aquella época, un problema grave de previsión social, es decir, de pensiones de jubilación. De aquí que los dos primeros productos que puso en servicio la Caixa fueran uno de ahorro para las clases desfavorecidas y otro de pensiones para aquella gente que quería garantizarse una buena jubilación. De tal manera que el nombre de la entidad era, en aquellos primeros años, “Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros de Cataluña y Baleares”. Posteriormente el nombre sufrió variaciones. Manteniendo siempre la parte de “pensiones”, que parecía inherente a la entidad, el nombre se cambió por el de “Caja de Ahorros y Pensiones de Barcelona”, cuando se produjo la fusión con la Caja de Barcelona en julio de 1990. Podríamos decir que dos han sido los elementos recurrentes en la historia de la Caixa, pasando a formar parte de la filosofía de empresa: las pensiones y el atender a las clases más desfavorecidas.

Poco después de su nacimiento la Caixa contó con una gran vocación de expansión territorial que se expresó en la adquisición, absorción o fusión con otras entidades de carácter idéntico al de las Cajas de Ahorros. En Cataluña y en Baleares la expansión fue rápida, para posteriormente hacer el salto hacia el resto del territorio español. Hoy en día contamos con 5.500 oficinas y estamos presentes en todo tipo de banca universal. El proyecto de MicroBank nació en el año 2007 y está impulsado por el propio presidente de la entidad, Isidro Fainé. Trata de dar mayor realce a ese valor inicial, parte de la filosofía de empresa, y del que hablábamos antes: ayudar a las clases más desfavorecidas En esta línea precisamente trabaja también la Obra Social, para la cual se destina una parte importante del excedente empresarial. La Caixa está presente en multitud de ámbitos: el social, el cultural, el científico... Estamos ante el tercer grupo financiero español, líder entre las cajas de ahorros españolas y en Europa. La Obra Social sería la primera fundación privada en España, la segunda en Europa, y la quinta del mundo por volumen presupuestario.

En el mundo de los microcréditos, al estudiar una entidad que ofrece servicios microfinancieros, es muy importante conocer cuáles son sus antecedentes. En el caso de la Caixa, como ha quedado explicado,

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los antecedentes demuestran que existe una sensibilidad histórica que justifica el lanzamiento de planes microfinancieros, aún cuando en Europa no estén realmente extendidos, a diferencia de Asia y África, y de los países en vías de desarrollo en general, en donde podríamos decir que surgieron. En el año 2000 iniciamos nuestra actividad en el campo de los microcréditos sociales, que se desarrollaba dentro del marco de la Caixa. Estaban apoyados por la Obra Social y partían de una colaboración con distintas entidades sociales ya fueran ONG o entidades relacionadas con ayuntamientos y Comunidades Autónomas… Se trata de entidades que recogen las solicitudes de posibles futuros prestatarios, que quieren iniciar o desarrollar un proyecto económico con el que nosotros colaboramos en la financiación. El proyecto económico lo estudian las entidades sociales, nos lo presentan y posteriormente realizamos la inversión en función de la viabilidad de la propuesta. El último paso del proceso es la derivación a una oficina que es la que empieza la relación con el cliente directamente.

Desde el año 2000 hemos ido generando bajo esta fórmula varios proyectos, aunque la realidad es que estamos ante un trabajo arduo, que tiene unos grandes costes, y que supone meses de dedicación por cada actuación. La implantación de planes microfinancieros trae consigo una laboriosidad que no acarrea la banca tradicional. A pesar del esfuerzo, no hay duda que el camino andado ha sido interesante puesto que nos ha permitido aprender mucho. Nos ha servido, por ejemplo, para implantar proyectos de formación y atención con las entidades sociales que participan del proyecto. En estas labores es la Obra Social de la Caixa la que nos apoya en las actividades.

Tras la experiencia en microcréditos sociales, en la Caixa queríamos dar un paso más, dadas las dimensiones de la entidad. Queríamos ir un poco más rápidos en el desarrollo de los proyectos y queríamos usar otros instrumentos, sobre todo aprovechando la tipología de nuestra entidad, que tiene una capilaridad destacable: la Caixa es una entidad muy cercana en barrios, en poblaciones de tamaño medio y pequeño, también en zonas agrarias… Si pensamos que los microcréditos se basan en la confianza y el conocimiento de los clientes, podemos concluir que la Caixa tiene unas características que la hacen poseedora de un gran valor añadido.

Fue, concretamente, en el mes de junio de 2007 que decidimos abrir un banco destinado exclusivamente a las microfinanzas. Por una parte, recogimos toda la actividad que había hecho la Caixa con el microcrédito social y por otra, definimos nuevos productos que pudieran ser beneficiosos para las clases más desfavorecidas y que no tenían por qué ser exclusivamente relacionados con la concesión de préstamos. Ahora también estamos pensando en productos de previsión, de ahorro, incluso para la propia viabilidad y sostenibilidad del banco, puesto que se requiere una importante contribución en lo referente a la captación de recursos. MicroBank se creó con 70 millones de euros en recursos y, a fecha de hoy, prácticamente ya hemos consumido esa inversión, por lo que podríamos decir que ya estamos necesitados de nueva financiación.

En MicroBank, una entidad que es 100% propiedad de la Caixa, trabajamos principalmente con dos líneas de productos. Por un lado están los microcréditos sociales, de los cuales he hablado con anterioridad y, por el otro, los microcréditos financieros. La diferencia básica entre los dos es el importe: las limitaciones del microcrédito social son de 15.000 euros y de 25.000 euros, en el caso del microcrédito financiero. Estas limitaciones no son fruto del capricho, sino que van en la línea marcada por la Comisión Europea, para todos los países de la Unión, y parten de la voluntad del organismo comunitario de avanzar en la fijación de normativa para la actividad. Podríamos añadir otras diferencias entre las dos líneas de productos. Por ejemplo, el microcrédito financiero –que también va destinado a las personas con bajos recursos- se tramita directamente a través de nuestras oficinas. De ahí la importancia de la capilaridad de la entidad, que nos permite crear unas sinergias de trabajo entre la actividad bancaria tradicional y la actividad que se desarrolla a través de MicroBank. De hecho, esta característica es la que ha permitido, con una rapidez inusual, abrir, en cierto modo, una nueva entidad bancaria con una red de 5.500 oficinas. Dicho esto, no es descartable la posibilidad de abrir algún tipo de oficinas pertenecientes exclusivamente a MicroBank. En la actualidad, la fórmula jurídica que rige entre los dos entes es de un acuerdo de uso de las oficinas de la Caixa, complementado con un contrato agenda según el cual las actividades microfinancieras que hacen las oficinas de la Caixa se realizan por cuenta de MicroBank.

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Existen otras líneas de productos que, en una primera fase, optamos por no abrir. Eran líneas que estaban de alguna forma correlacionadas, como serían préstamos para el acceso a la ocupación o los de ayuda familiar. Esos no son préstamos al consumo sino préstamos que siempre tienen o tendrán un componente social. Se podría decir que están destinados, en su gran mayoría, para atender al colectivo inmigrante residente en la actualidad en España en cuestiones tales como la reagrupación familiar, las obras y mejoras de vivienda en el país de origen… También se debería incluir en este punto los préstamos a otros colectivos desfavorecidos pero siempre teniendo en mente que estamos antes productos no destinados al consumo, sino con una tipología social.

Volviendo al calendario de despliegue del proyecto, en el año 2000 empieza el programa de microcréditos sociales de la Caixa. En junio de 2007 creamos el banco con los dos productos, el social y el financiero. En setiembre de ese mismo año abrimos la línea de ayuda familiar y en junio de 2008 abrimos nuevos productos: la posibilidad de captar recursos, la posesión de libretas y cuentas corrientes y, posteriormente, la expedición de tarjetas de débito. Todos los productos están definidos por un denominador común: la retención del nivel de costes al mínimo posible. Para ver la evolución de la entidad en este relativamente corto periodo de tiempo, lo mejor es ver la evolución de la actividad. En el crédito social se han realizado 1.700 operaciones vivas, con 16 millones de inversión. En el microcrédito financiero son ya 3.300 operaciones, con 40 millones de inversión. Sobre la ayuda familiar, de reciente creación, son 2.800 operaciones, con 16 millones de inversión. A mes de mayo de 2008 se superaron los 80 millones de inversión. En resumen, el arranque fue en junio del 2007, con un rodaje inicial para ver el funcionamiento de los distintos productos y que tuvo, en los primeros meses, una producción realmente discreta. En octubre y noviembre se puso en marcha una campaña, que llevó a la marca a diferentes medios de comunicación, incluida la televisión, y que supuso un importante empujón. Después unos meses de consolidación, entre abril y mayo del 2008 los crecimientos han sido importantes. El presidente de la entidad, Isidro Fainé, ha marcado como objetivo el llegar a convertir a MicroBank en el primer banco social de microcréditos de Europa en 2 años.

Una de las características importantes de nuestros microcréditos sociales es que cuentan con el apoyo de la Obra Social. No se puede negar que este tipo de productos son realmente costosos, puesto que requieren de unos procesos, de unos procedimientos y de unos análisis concretos. A eso hay que añadir los proyectos paralelos que hay que desarrollar para ayudar a entidades sociales, que en algunos casos, precisan de colaboraciones en materia de formación, por ejemplo, en métodos para el análisis de las inversiones. En este sentido, para las entidades sociales tenemos la creación del Aula Virtual que, a través de Internet, ofrece la posibilidad de mejorar las prácticas y de compartir, en los distintos foros, modelos de actuación. Para reforzar esta labor pedagógica, se han creado en distintas Comunidades Autónomas talleres de formación y de dinamización. Existen convenios con entidades europeas y dos programas de la Obra Social, el de Voluntariado y el llamado proyecto Incorpora. El objetivo es poner los recursos humanos para transmitir conocimientos de análisis de proyecto y así ayudar a las entidades sociales.

Por lo tanto, pensamos que MicroBank es un ejemplo de las posibilidades que una red bancaria extensa como la de la Caixa puede ofrecer a la gente con difícil acceso a los servicios financieros tradicionales. Potenciamos el producto y lo ayudamos a ser sostenible. Para ello escapamos del producto único (el microcrédito) y buscamos la relación directa con el cliente para, al estar a su lado, poder ofrecerle otros productos. Estos son los valores añadidos que pueden las microfinanzas: la proximidad al cliente, la gestión efectiva a través de la vinculación y seguimiento, puesto que no olvidemos que es importante la persona y también es importante el proyecto que esta persona puede desarrollar. Nos parece importante no hacer entrar a la gente en excesivos endeudamientos. Así que a nuestra red de 5.500 oficinas comerciales se les exige mucho rigor y profesionalidad. Buscamos que el proyecto sea sostenible, por lo cual la captación de recursos es otra posibilidad que vamos a abrir para poder encontrar la plena viabilidad.

En Europa, a pesar de que se lleva menos tiempo que en el resto del mundo, ya se mostró la convicción de que el microcrédito es una de las opciones al acceso financiero de las microempresas y, por supuesto,

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un instrumento para la no exclusión social de autónomos o gente desempleada. Creo que el actual volumen de los flujos migratorios ha dado mayor relieve a la cuestión. La Comisión Europea tiene grupos de trabajo, se están creando distintos organismos y se está potenciando el desarrollo de los microcréditos, así como la creación de normativa al respecto. El objetivo parece ser que cada país miembro impulse al máximo su actividad económica, para que los ciudadanos puedan desarrollarse profesional y económicamente.

Me parece oportuno concluir con una radiografía de los clientes de nuestros dos principales productos. La edad media en ambos casos es de 37 años. Por sexos, el microcrédito social está más enfocado a mujeres (70% mujeres y 30% varones), mientras que en el caso del microcrédito financiero, se invierte la tendencia (40% mujeres y 60% varones). En cuanto a la nacionalidad de los solicitantes, el 50% son nuevos residentes en el microcrédito social frente al 27% en el financiero. Los importes medios de los créditos concedidos son relativamente parecidos, de unos 10.000 euros en el social, y de unos 12.000 euros en el financiero. En lo referente al producto de ayuda familiar, la edad media es más elevada (52 años), hay más hombres que mujeres (56% varones y 44% mujeres) y, en buena parte de los casos, los destinatarios son nuevos residentes (57% nuevos residentes), lo cual se explica porque tenemos bastantes líneas destinadas a este colectivo. El importe medio del crédito concedido es de unos 6.000 euros.

Ésta es, a grandes trazos, la evolución de lo que hemos hecho hasta ahora, pero no me cabe duda alguna que en un futuro oiremos hablar de MicroBank. Aunque los retos a superar son importantes, las ganas de hacer las cosas bien hechas también es igualmente grande y, la entidad, cuenta con una indudable sensibilidad hacia el proyecto.

La participación de los bancos comerciales en la microfinanciación a través de los microcréditos: nuevos retos y oportunidades para el desarrollo de los más desfavorecidos

De izquierda a derecha: Amadeo Jensana, José R. Montserrat, René Abouo N’ Guessan y M. R. Rao.

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René Abouo N’Guessan (Costa de Marfil).

Presidente de Africa Microfinance Network

Nacido en 1956 en Abiyán, Costa de Marfil, el economista financiero René Abouo N’Guessan es el Presidente del Consejo de Administración de la Red Africana de Microfinanzas (AFMIN). Asimismo, es Director Asociado del Gabinete de Ingeniería Financiera e Informática del Área de Microfinanciación. AFMIN es una asociación de entidades dedicadas a la microfinanciación en África, resultado de una iniciativa tomada por los principales protagonistas africanos dedicados a la microfinanciación y destinada a crear y reforzar las redes de microfinanciación en los diferentes países africanos con la finalidad de desarrollar prácticas comunes y mejorar las capacidades institucionales. AFMIN se inauguró oficialmente en noviembre de 2000 y estableció su Secretariado en Abiyán (República de Costa de Marfil), donde AFMIN es reconocida legalmente como una organización no gubernamental.

La participación de los bancos comerciales en la microfinanciación a través de los microcréditos: nuevos retos y oportunidades para el desarrollo de los más desfavorecidos

Cada vez que recibo una invitación para tratar el tema de las microfinanzas mido su importancia, lógicamente, por la calidad de los ponentes, pero también por la pertinencia de las cuestiones que serán debatidas. En este caso, me parece innegable la congruencia de debatir sobre el papel que juega la banca tradicional en el sector de las microfinanzas. Mi aportación tratará de presentar AFMIN (Africa Microfinance Network) y explicar qué es lo que hacemos, pero sin olvidar la cuestión sobre la que más interés tengo en hablar: la articulación entre la banca tradicional y las microfinanzas. Es decir, cómo hacer capitalizar los activos y cómo unir los intereses para poder dar a los pobres más acceso a los servicios financieros. Trataré de articular el discurso de la siguiente forma:

1. Presentación de AFMIN;2. Situación de los servicios financieros en el sector privado no bancario y posibilidades para hacer que la prestación de servicios sea rentable;3. Los retos en la relación entre microfinanzas y banca tradicional a través del debate sobre si el uno puede ser una amenaza para el otro;4. La construcción de servicios bancarios accesibles para todo el mundo.

Cuando hablamos de África, se suele hacer referencia al continente en donde la pobreza se ha convertido en endémica a pesar de los esfuerzos colectivos hechos por la comunidad internacional para ayudar al continente a salir de la situación. Un 50% de la población vive con menos de un dólar al día, lo cual quiere decir unos 500 millones de habitantes. La tasa de crecimiento en África está por debajo del 7%. Cabe recordar aquí que el 7% es la cifra que se considera necesaria para poder llegar a los Objetivos de Desarrollo del Milenio que buscan reducir la pobreza a la mitad de aquí al 2015. La pobreza es omnipresente en las sociedades africanas. Estamos ante un auténtico drama humano que lleva a la pérdida de dignidad de todo tipo. Pero la pobreza también es sistémica, puesto que existe una ineficacia de los servicios sociales de base, como son la sanidad, el acceso al agua potable, la alimentación… Hoy en día, con la situación de crisis se oye hablar de las preocupaciones que hay en África por los problemas que esto puede traer. En este marco africano aparece AFMIN, la red

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africana de microfinanzas, creada en Costa de Marfil el año 2000, pero que hoy en día tiene su sede provisional en Cotonou, en Benín. Se optó por el traslado temporal de la sede por la inestabilidad política en Costa de Marfil, ya en el año 2005, aunque entonces el secretariado estuvo brevemente asentado en Ghana. AFMIN es una iniciativa de algunos practicantes de microfinanzas que contó con la ayuda de ciertas organizaciones, como el Women’s World Banking o el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). AFMIN tiene como objetivo reforzar la capacidad de las redes nacionales para crear estándares comunes de actuación. Si las instituciones de microfinanzas quieren seguir contribuyendo a servir de forma duradera y eficaz a la población será necesario realizar un trabajo colectivo para ser rentables. Por eso hemos puesto en marcha planes de estandarización. AFMIN también ha tenido que capacitarse institucionalmente y, así, poder poner en marcha proyectos que ejerzan presión para que haya un cambio en las políticas actuales. En este sentido deberán contribuir nuestros planes para implementar nuevas tecnologías y técnicas innovadoras que han sido ya aplicadas con éxito en otros países. La red también se encarga de coordinar eficazmente los servicios proporcionados por agentes externos, así como de donantes. AFMIN y sus miembros se han comprometido a proporcionar servicios microfinancieros duraderos, adaptados a las necesidades de las personas pobres en África, pero aportando un apoyo, por supuesto, a las instituciones microfinancieras locales miembros para que cumplan sus misiones y lleguen a sus objetivos.

AFMIN y sus veintiuna redes nacionales están repartidas por prácticamente todo el continente africano. Tenemos redes en África Austral, también en África Oriental, África Occidental y África Central. Por el momento no hay, sin embargo, participantes que procedan de África Meridional. A día de hoy la red está conformada exclusivamente por países francófonos y anglófonos, es decir, que no contamos con ningún país lusófono. Reunidas en esas veintiuna redes, forman parte de AFMIN unas 2.000 instituciones. Contamos con 10.000 puntos de servicios y más de 25 millones de beneficiarios. Se calcula que sólo uno de cada cinco hogares africanos tiene acceso a los servicios financieros lo cual es claramente insuficiente.

AFMIN ha trabajado desde el año 2002 en la mejora del rendimiento de esas redes con multitud de actividades como, por ejemplo, talleres en Uganda con la participación de Women’s World Banking, o iniciativas para reforzar el liderazgo de AFMIN dentro del continente, o sesiones de trabajo con instituciones en otros continentes, como en los Estados Unidos… En la página web de la institución (www.afminetwork.org) están publicados todos los detalles. Avancemos pues, para tratar de analizar cómo se puede mantener rentable la actividad bancaria de las instituciones financieras no estrictamente bancarias. Es un tema importante porque la banca clásica se va interesando cada vez más en los servicios microfinancieros, debido a que con ellos pueden llegar a una gran parte de población que, por ahora, queda fuera de sus ámbitos de acción. No hay duda alguna que el crecimiento de base amplia es el único mecanismo válido para erradicar la pobreza. Se trata de dar a los más pobres los medios para que puedan salir de la pobreza. El medio que proporcionan las microfinanzas es el acceso al crédito. De hecho, los expertos han demostrado que hay una correlación estrecha entre la creación de riqueza y el acceso a la financiación puesto que sólo puede ser a través de la financiación que los pobres tengan su propio desarrollo en sus propias manos. Como es sabido, este hecho es el que le valió al profesor Muhammad Yunus a ganar en el año 2006 el Premio Nobel de la Paz. Probó que las microfinanzas, o las finanzas incluyentes, hacen retroceder a la pobreza y, gracias a ello, se puede alcanzar la paz. En el caso africano, lo que hace falta son establecimientos que estén a medio camino entre la ayuda al desarrollo y las instituciones con ánimo de lucro. Los bancos trabajan para conseguir beneficios y las microfinanzas desarrollan los aspectos más sociales, se centran en cómo llegar al mayor número de personas. En realidad, no tiene que existir un conflicto entre la misión social y la misión comercial. Debemos encontrar una correlación o un equilibrio entre la rentabilidad y la provisión de servicios al máximo número de personas.

Hay quien piensa que la banca tradicional puede estar amenazada por el sector microfinanciero, pero a este punto hay que hacerle una nota al margen. En África, el 70% de los recursos están en manos de los bancos

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tradicionales que son, en general, grandes bancos extranjeros en una situación de oligopolio y que tienen unas grandes redes, organizadas y extensas. Estos bancos proporcionan créditos comerciales y créditos agrícolas pero fracasan en materia de financiación para el desarrollo. Fallan en este último punto, precisamente, por los elevados costes de intermediación y de la débil participación en la inversión a nivel local. Así pues, los gobiernos han tenido que encontrar fuentes de financiación alternativas y de ahí han promovido la creación de lo que llamamos instituciones de microfinanzas. Estas instituciones se crearon por dos motivos. Por un lado está la movilización y la promoción de los sistemas de ahorro de proximidad, porque hay que ir a buscar los ahorros allí donde estén, un trabajo que los bancos no quieren hacer. Por el otro, está el hecho de que hay que promover el acceso al crédito entre los operadores económicos en el mundo rural, sobre todo en los sectores informales que componen, esencialmente, el sector activo de la población. Al mismo tiempo, no obstante, hay que poner en marcha un sistema financiero diversificado y adaptado a cada uno de los sectores económicos. Por estos motivos, por ahora, las instituciones microfinancieras no pueden ser una amenaza para los bancos tradicionales, porque de hecho vienen a apoyar a los bancos en la prestación de servicios a las pequeñas y medianas empresas, así como a los microemprendedores. Las instituciones de microfinanzas hacen la promoción al detalle y los bancos al por mayor, puesto que las fuentes de crédito de las instituciones microfinancieras se encuentran en los propios bancos. Así que no podemos decir que sean antagonistas, más bien complementarios.

Debemos, entonces, preguntarnos qué lecciones pueden aprender los bancos tradicionales del éxito de las microfinanzas. Esto lo podemos ver, también, a través del modo en que los bancos entienden el sistema. Ven, de un lado, que las instituciones microfinancieras se están comiendo una parte de su mercado y, del otro, se dan cuenta que existe un mercado potencial, el de millones de personas que necesitan financiación, frente a los pocos millones que tienen acceso a ella. La observación del modo de operación de las instituciones microfinancieras ha hecho que los bancos también perciban que están ante una oportunidad de rentabilidad. Las microfinanzas son un trabajo

rentable puesto que al dar oportunidades de trabajo a los pobres están generando ingresos y, además, cuentan con tasas de devolución muy elevadas, que en el caso del Grameen Bank llegan al 99% de los casos. No hay que olvidar, no obstante, que para que exista esta rentabilidad es necesaria una buena gestión. Los bancos también se percatan de que las microfinanzas están apoyadas por muchos gobiernos y, en algunas regiones, hasta son impulsadas desde las instituciones públicas. Por todos estos motivos, los bancos están explorando diferentes vías de entrada en el campo de las microfinanzas.

Por un lado está el acceso directo: pueden crear en su seno células de microfinanzas para tratar de entrar en el mercado; pueden crear sociedades de servicios asociadas a la participación en filiales financieras especializadas.

Un acceso indirecto a través de la intermediación: pueden refinanciar o pueden establecer partenariados de financiación o pueden hacer contribuciones de servicio.

La más importante de las vías de entrada en los años venideros será la creación, por parte de los bancos, o bien de instituciones de microfinanzas dentro de su estructura o la propia reconversión en instituciones microfinancieras.

Dicho todo esto, es innegable que las microfinanzas también necesitan a los bancos para poder construir sistemas financieros accesibles a todo el mundo. Hay que ser conscientes de que las instituciones microfinancieras tienen una débil viabilidad en el caso que sean cooperativas y mutuas, o modelos comunitarios. En el sector se habla cada vez más y más de microfinanzas comerciales como las auténticamente rentables. De aquí que las aproximaciones “diferentes”, esas mutuas y esas asociaciones, no cuenten con un porvenir de sostenibilidad. Hay otros problemas más generalizados, derivados de la poca capacidad de supervisión de las instituciones de tutela, puesto que no siempre tienen los medios para poder hacer su trabajo correctamente. La creación de una regulación estatal es otro de los objetivos a conseguir de cara al futuro y que debería contribuir a la transformación y a la reestructuración de aquellas

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instituciones microfinancieras que, por su estructura, no cumplan los requisitos mínimos de transparencia. En la actualidad hay una ausencia generalizada de legislación para la protección de los ahorradores. Si una institución mutual entra en bancarrota, el que tenía sus ahorros lo pierde todo. No hay modo de recuperación. Por último, habría que destacar los problemas generados por la poca exactitud de las cifras, en general, en el continente africano. Esto es aplicable tanto a los censos, que dificultan la actuación de los organismos de control, así como a las propias instituciones. La falta de profesionalidad y formación hace muy difícil a las instituciones microfinancieras el proporcionar la información requerida por cualquier administración que trate de ejercer controles.

Evidentemente, frente a esto hay muchos países africanos que han empezado a reflexionar sobre la necesidad de poner en marcha una cierta legislación a nivel transnacional. Especialmente destacables son los esfuerzos de los países de la Unión Económica y Monetaria del África Occidental (Union économique et monétaire ouest-africane - UEMOA), es decir los países francófonos del África Occidental. Incluso algunos gobiernos han llegado al punto de crear ministerios destinados exclusivamente a las microfinanzas, como en Senegal y Benín.

Para concluir, diré que es importante que en el sector de los microcréditos cada actor juegue su papel. Las instituciones microfinancieras deben ocuparse de la intermediación financiera y deben proporcionar un trabajo de calidad. Las ONG y los reguladores técnicos deben reforzar la capacidad técnica y financiera de las instituciones microfinancieras a través de una mayor coordinación de sus actividades y evitando la dispersión. Los bancos tienen, a su vez, que trabajar para generalizar el ahorro. Además deben ser los proveedores de los fondos requeridos para poder prestar créditos. El estado, por su parte, tiene que crear el marco legal y tiene que definir los objetivos generales dentro del sector. Además, debe colaborar con la construcción de las infraestructuras necesarias para que los demás actores puedan ejercer su trabajo. Por ejemplo, para poder extender las microfinanzas al ámbito rural hay que tener buenas rutas para l legar a los r incones apartados y remotos. Éstas son las condiciones, el marco, que las instituciones públicas deben encargarse de construir.

El estado, por el contrario, no tiene que estar ni en la ejecución de los programas ni tampoco debería estar en el aprovisionamiento de los fondos. El Libro Azul de Naciones Unidas en materia de microcréditos marca claramente las actuaciones que los distintos actores tienen que realizar. Si, en efecto, todos los actores actúan dentro de su ámbito, sólo quedará profesionalizar el sector y mejorar la calidad de la gobernanza para así estar ante estrategias realmente eficaces.

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M. R. Rao.

Director Operativo de SKS Microfinance (India)

La especialidad de M.R. Rao es la gestión de operaciones de grandes empresas, la formulación de estrategias empresariales y la identificación de nuevos mercados. Actualmente, M.R. Rao dirige las operaciones de SKS Microfinance donde supervisa operaciones de microfinanciación en 15 estados de la India, cubriendo un total de 25.000 poblaciones a través de 800 oficinas. En apenas un año desde su llegada a la institución el número de clientes se ha cuadruplicado. Actualmente, su trabajo se centra en un proyecto de aplicación de nuevas tecnologías de la comunicación a los mecanismos de microfinanciación para la reducción de los costes de transacción.

Con anterioridad a su incorporación a SKS Microfinance, dirigida por Vikram Akula, fue General Manager de ING Vysya Life Insurance, donde creó una nueva línea de distribución a través de una red de trabajo que vinculaba a bancos de todo el país. También a trabajado como Encargado de Ventas y como Jefe de Compras del American Express Bank, y como Jefe de Ventas de Infocom Network Ltd.M.R. Rao tiene además una amplia experiencia en servicios de financiación a pequeña escala, habiendo trabajado en Esanda Finanz & Leasing Ltd., Instyle Consumer Leasing y DCL Finance Ltd.

La participación de los bancos comerciales en la microfinanciación a través de los microcréditos: nuevos retos y oportunidades para el desarrollo de los más desfavorecidos

SKS Microfinance empezó hace diez años como una organización no gubernamental, sin ánimo de lucro, y en sus primeros siete años llegó a prestar dinero a 80.000 mujeres pobres. Estos primeros tiempos se caracterizaron por la dependencia de las ayudas y las contribuciones de diferentes organizaciones. Hace 3 años optamos por convertirnos en una entidad regulada con ánimo de lucro, lo que en India se llama una Entidad Financiera no Bancaria (Non-Banking Financial Company - NBFC). Desde ese momento hemos añadido 2,1 millones de prestamistas a nuestra red de clientes; hemos dado créditos por el valor de 6.000 millones de dólares y crecemos rápidamente, a un ritmo de 180.000 clientes al mes. Sólo en el mes de mayo de 2008 concedimos 75 millones de crédito. La entidad tiene más de 8.000 trabajadores y un 90% de ellos son los hijos e hijas de nuestros primeros clientes. Vienen de las familias a las que dejamos el dinero. Algunos han pasado de ser agentes de crédito a gestionar áreas enteras en donde encabezan equipos de hasta 500 personas. En SKS Microfinance consideramos el concepto del microcrédito de una forma algo diferente de cómo lo ven otras personas: lo vemos como un canal de distribución a los pobres rurales.

Entre nuestra oferta de productos tenemos no sólo los préstamos sino también, por ejemplo, planes de cobertura sanitaria. Los pobres normalmente no tienen cobertura tal y como se tiene en tantísimos países desarrollados. Así que, si uno de los miembros de la familia se pone enfermo, se ven obligados a deshacerse de sus pocos activos o a recurrir a usureros o terminan sacando a los hijos de la escuela para cuidar a los que están enfermos. En SKS Microfinance lanzamos el seguro médico en el año 2007 y tras un año cubrimos unos 175.000 hogares. La respuesta de este producto ha sido muy buena. Las mujeres se dan cuenta de que un seguro médico les ayuda. A diferencia de otros productos de seguros, en los que hay que presionar a las personas para que los adquieran, nos enfrentamos aquí al caso contrario: los clientes vienen y preguntan por el producto. Esto demuestra dos cosas: los pobres, aunque puede que sean analfabetos, son muy listos, saben cómo utilizar su poco dinero para mejorar su vida o reducir los costes que puedan. Al seguro de cobertura médico hemos de añadir un producto de seguro de vida que cubre a nuestras clientas y a sus maridos. Ante cualquier muerte accidental pagamos el montante total del crédito al prestatario. Los créditos de

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vivienda también son algo que vamos a poner en marcha por primera vez, puesto que sabemos que existe una gran demanda. Las familias pobres no tienen, habitualmente, una vivienda en condiciones sobre sus cabezas. Muchas de ellas, de hecho, no tienen un techo sólido sobre sus cabezas que les proteja, ni del sol ni de la lluvia.

Compañías como SKS Microfinance en India o como Kashf Foundation en Pakistán han demostrado, durante los últimos cuatro o cinco años, que las microfinanzas son comercialmente viables. Es por eso que se puede prever que en los próximos dos o tres años algunos de los grandes bancos comerciales decidan entrar en el sector. Gracias a la crisis de las hipotecas de alto riesgo que comenzó en los Estados Unidos y que se extiende a otros países, los bancos deberán empezar buscar métodos seguros de dejar su dinero. Durante 30 años el Grameen Bank ha contribuido a demostrar que en las microfinanzas los créditos son repagados en un 99% de los casos. Así que es cuestión de tiempo antes de que los bancos comerciales empiecen a ofrecer servicios microfinancieros. ¿Cómo se debe hacer frente a esta competencia? Las instituciones microfinancieras deberían fijarse, no sólo en distribuir o proporcionar servicios financieros a los que están en la parte baja de la pirámide, sino también deberían comenzar a ofertar productos no exclusivamente financieros.

La realidad es que, al menos en India, la mayoría de entidades financieras –ya sean bancos, entidades de microfinanzas o demás- están viendo el sector como aquél en que uno debe estar presente en el futuro. En la prestigiosa consultoría Boston Consultancy Group hablan de los microcréditos como “el siguiente mercado en el que estar presente”. Para hacer frente, pues, a la competencia las entidades que sólo se dediquen a las microfinanzas deberán enfrentarse a bancos con unos costes más bajos y con mejor tecnología, así que tienen todas las de perder. La respuesta deber ser, entonces, tener tres o cuatro o más productos para sus clientes (ya sean relacionados con la educación, o con las hipotecas o con los seguros para empresarios…). Es decir, contar con una cesta de productos de entre los cuales el cliente pueda escoger según su poder adquisitivo para así poder estar presente en distintos segmentos. Hablando del caso indio en concreto, el mercado es inmenso: hay 500 millones de personas por debajo del umbral de la

pobreza. Nosotros estamos presentes sólo en la mitad de los estados del país, así que hay suficiente espacio para nosotros, para bancos y para otras instituciones de microfinanzas para encontrar un hueco.

Hay mucha gente que comparte una concepción errónea: pensar que los pobres no tienen necesidades, lo cual no es cierto. Desean que sus hijos vayan a la escuela, quieren tener un hogar decente donde vivir, quieren centros médicos… pero por desgracia, por su falta de poder adquisitivo a nivel individual, no pueden ni tan sólo aspirar a estos servicios. Sin embargo, si se consigue unir a 2,2 millones de clientes, se pueden poner en marcha las economías de escala de un país. Por poner un ejemplo, la póliza de seguro sanitario en SKS Microfinance cuesta, aproximadamente, unos 15 dólares al año. Es el seguro médico más barato del país. Los servicios que damos a una familia son los equivalentes a centenares de dólares. Es mucho más de lo que cualquier consumidor en el ámbito urbano puede obtener. Probablemente, un cliente habitual debería pagar tres o cuatro veces más para poder obtener una proporción similar de cobertura. Así que, la idea general es empezar a negociar con los productores, con las compañías que proporcionan servicios para conseguir mejores precios para nuestros clientes. De este modo conseguimos, o bien que terminemos por dar a nuestros clientes unos servicios que nunca habían tenido o, si ya los habían tenido, que paguen un precio muy inferior. En otras palabras: por sí mismo, el de los microcrédito es un sector económicamente viable pero, si uno empieza a añadir otros servicios en el paquete, el nivel de rentabilidad aumenta.

Hablé de los clientes, de sus necesidades y deseos, como los que tengo yo o muchas otras personas. ¿Qué es lo que está impidiendo que las microfinanzas crezcan todavía más en países como India? A día de hoy nuestra compañía se ha hecho con algo así como el 1 o 2% del mercado. Si estuviéramos hablando de otra empresa en otra industria, pongamos por ejemplo el sector de las telecomunicaciones, con una cuota de mercado del 2% en un periodo de tiempo de 10 años estaríamos hablando de un fracaso empresarial. Una de las últimas empresas de servicios de telecomunicaciones que empezó a operar en India, hace cinco años, cuenta hoy en día con unos 60 millones de clientes y tiene unas tasas de crecimiento anuales muy elevadas.

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Nosotros, que somos la mayor entidad microfinanciera del país estamos en 2,2 millones de clientes. En cualquier otro sector, por lo tanto, nuestro caso hubiera sido calificado de fracaso. Lo que nos está impidiendo llegar a las cuotas de otros sectores son las preconcepciones existentes sobre las microfinanzas, y que sólo han comenzado a cambiar hace un par de años. La poca disposición del gobierno para promocionar los microcréditos como una industria es uno de los problemas. Así como el Banco Mundial puede tener sus recelos a aumentar del 1% al 2% la cantidad invertida en microfinanzas, el gobierno indio muestra similares recelos. A eso hay que añadir el hecho de que no tengamos las organizaciones necesarias para hacer crecer el negocio. Los pobres no necesitan caridad, los pobres necesitan créditos a un precio razonable y justo en el momento en que los necesitan. Este tipo de oportunidades pueden llegar sólo cuando se hace llegar capital al sector.

Una de las razones por las que dimos el paso de entidad sin ánimo de lucro a entidad con ánimo de lucro es se nos permitía entonces tener acceso al capital comercial que necesitábamos. No queríamos seguir paseándonos con un gorro en la mano pidiendo dinero a entidades gubernamentales y otras organizaciones. ¿Para qué tener que pedir al Banco Mundial un 1% más de recursos? Veámoslo como un negocio rentable y entonces no será necesario acudir a ningún lado. A principios del año 2008 obtuvimos 55 millones de capital en una oferta pública. Teníamos 25 inversores privados que esperaban en la puerta ofreciendo capital sin reservas a pesar de que habíamos dejado claro que no íbamos a repartir dividendos y que deberíamos ver cómo evolucionaba el negocio en los siguientes cinco años. Incluso con estos condicionantes seguía habiendo 25 grandes nombres del capital privado que querían aportar dinero. En los próximos diez meses pensamos pasar de los 2,2 millones de clientes a los 5 millones. Es necesario que empecemos a ver este negocio de una forma distinta. Sí, hay un factor social en este negocio pero hay que empezar a verlo como algo rentable. No tiene por qué ser muy rentable. No hay que cobrar altas tasas de crédito. Sólo hay que usar las economías de escala y habrá grandes diferencias en el negocio: entrarán nuevos actores, habrá más competencia y eso hará bajar los precios. Y no sólo los precios bajarán, la competencia también traerá la creación de muchos nuevos servicios.

Mientras se siga sin considerar a las microfinanzas como algo rentable siempre se estará sediento de capital y si no hay capital se terminará por no poder proporcionar esos 10 o 20 dólares de crédito a la mujer que los está pidiendo. La clave es reexaminar el modo en que valoramos el sector.

Nuestras clientas empiezan con unos préstamos de 200 dólares y llegan a obtener unos 1.250 dólares en un periodo de dos a tres años. ¿Qué hacen las mujeres al tomar dinero prestado y empezar a tener beneficios en sus empresas? Intentan enviar a sus hijos a buenas escuelas. Una de las maneras de salir de la pobreza es que sus hijos reciban educación formal. La falta de educación de calidad en las zonas rurales es un gran problema. Hay escuelas públicas, probablemente en cada pueblo, pero el nivel educativo es bajo. Éste –el de la educación- es otro espacio que vemos en el que actuar para poder sacar a los pobres de la miseria. Si pensamos implantar una red de escuelas. ¿Estaremos ante un negocio social? Sí, posiblemente: estas escuelas tendrán ánimo de lucro. Vamos a cobrar una tasa a las familias que lleven a sus hijos allí, pero nosotros vamos a cobrar una tasa inferior a la que cobran las otras escuelas privadas. Proveeremos educación de mejor calidad. En los próximos dos años pensamos llegar a 1.000-1.500 escuelas, con las que podremos educar cerca de un millón y medio de alumnos. Además, queremos entrar en la formación profesional para que los hijos de nuestras clientas, y que ya son mayores de 18 años, puedan aprender un oficio y empezar un negocio propio o conseguir un buen trabajo.

Hablar de “finanzas incluyentes” es algo común últimamente, pero la realidad es que el 99% de las mujeres en nuestra compañía no tienen ni una cuenta bancaria. Se les dan créditos pero, ¿pueden guardar sus beneficios? En algunos casos, simplemente, no existen bancos donde ellas viven y, en los peores casos, los bancos no les permiten guardar sus ahorros porque, simplemente, están ahorrando 10 dólares en un año. Es por eso que nosotros nos inventamos un ‘sistema de ahorro inverso’ (reverse savings product). Se trata de un seguro que anima a las mujeres a ahorrar y, si hay algún contratiempo, reciben dinero para cubrirlo. Esto genera un interés, por supuesto. En los primeros días del producto firmamos 20.000 contratos en cinco de nuestras nueve sucursales. El coste: 1 dólar al mes. Las mujeres son sabias y conocen el valor del dinero.

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Otros negocios en los que estamos trabajando, aunque sea en diferentes estadios de desarrollo, parten de la idea que las mujeres siempre acaban pagando recargos, sea cual sea el producto que compren. Por ejemplo, por la pasta de dientes. Cualquier producto que vayan a comprar a la tienda local –la que les proporciona lo básico varias veces por semana- lo compran al pormenor. La tienda local les acaba cargando el margen de beneficio (a veces del 100 o 200%) por cada unidad de lo que vayan a comprar. Lo que tratamos de hacer es sumar la demanda y empezar a pedir lo que necesitan en forma de un único pedido a un gran distribuidor, como podría ser Walmart. La idea motriz es: se les conceden créditos, obtienen beneficios, invierten en productos de seguros, ahorran y, al final del día, deben pagar altos costes por algunas de las cosas que quieren. Y todo se resume por no tener el nivel adquisitivo necesario. Por eso queremos unir el nivel adquisitivo individual de miles de clientas y así asegurar que pagarán lo mismo que pagaríamos nosotros en nuestras compras.

Hace dos años estábamos debatiendo si era necesario que convirtiéramos SKS Microfinance en un banco. Pero el año pasado, definitivamente, decidimos que nunca nos convertiríamos en un banco. Como banco no podemos proporcionar algunos de estos servicios de los que hablamos, los no financieros. Como indiqué anteriormente, si uno empieza a proporcionar esos servicios no financieros va a conseguir fidelizar a sus clientes durante mucho más tiempo. Quizás el beneficio conseguido será mínimo, pero al final del día se podrá reducir los costes que se cobran a las mujeres, muy por debajo de lo que cobran los bancos ordinarios.

Para terminar es necesario hablar de cuáles son los retos. Sin duda, el ‘gran reto’ es el capital. A menos que una institución de microfinanzas se convierta en un ente comercial no tendrá acceso a los mercados de crédito comerciales. En segundo lugar, está la capacidad. En el mes de mayo de 2008 abrimos 114 oficinas. Hay muchos bancos que afirman que abrir más de dos oficinas por mes es un gran reto. La razón por la cual nosotros podemos abrir más de 100 oficinas por mes es que todas nuestras operaciones están estandarizadas. Estamos en 50 estados, tenemos 70.000 trabajadores y todos ellos trabajan de la

misma manera. Todos tienen un manual al cual deben recurrir sea cual sea la situación. Aunque tengamos agentes de crédito que son analfabetos, nosotros los formamos durante dos meses. Aprenden el lenguaje que deben usar con los clientes; les enseñamos las preguntas más frecuentes que plantean los clientes. Todo es estandarizado y así, sólo de esta manera, se puede crecer como hemos crecido. El tercer reto es el de los costes. Se habla habitualmente de los altos costes. Los costes son elevados en las transacciones, si las consideramos individualmente. Sin embargo, si se aplican las economías de escala, los costes se pueden distribuir. Si uno empieza a cruzar los servicios y productos, se pueden redistribuir los costes. Pero, quizás, lo más importante de cara al futuro es que la tecnología juegue un papel importante en este negocio. Todos nuestros 900 operarios tienen su propio ordenador. Lo cual no sería extraño en una empresa de crédito cualquiera, pero en un país pobre como India, en el que un porcentaje bajo de las empresas tienen ordenadores, es una parte muy importante. No obstante, lo que creemos que hará la diferencia en los costes de las transacciones en microfinanzas es la implantación de la banca móvil, que será la siguiente fase de las transacciones bancarias. Marcará la diferencia en términos de costes de operación. La banca móvil va a cambiar el modo en en que se realizan los servicios y por ello estamos invirtiendo mucho en el desarrollo de este campo. Hemos hecho pruebas piloto con parte de nuestros clientes y creemos que es algo en lo que debemos apostar. Una vez haya banca móvil, las posibilidades de la banca tradicional de entrar en el negocio van a ser menores, porque los costes de los servicios serán más bajos.

Empecé afirmando que los bancos han estado mostrando en los últimos años un especial interés en el sector microfinanciero y, estoy seguro de que lo van a tener en el futuro. Comenzaron con los préstamos al por mayor, ahora han entrado en las titulizaciones. Algunos están comprando las carteras de las instituciones de microfinanzas, a nivel de clientes. Es sólo cuestión de tiempo antes de que los bancos tradicionales entren en este negocio, ya sea de forma directa o indirecta, sea través de créditos o a través de participaciones, o financiando empresas de microfinanzas. Lo que parece más claro de todo es que la tecnología jugará un papel muy importante en todo el proceso. Y si, efectivamente, la banca móvil acaba siendo una realidad se van a ver muchos bancos tradicionales entrando en el negocio puesto que las microfinanzas llegarán a convertirse en su principal fuente de ingreso.

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Los microcréditos y la igualdad de género: un mecanismo eficaz para el empoderamiento de las mujeres en el siglo XXI

Como vicepresidenta y Senior Manager del Women’s World Banking (WWB), Inez Murray trabaja en la implementación de los productos y servicios ofrecidos por esta entidad, tratando también de mejorar el conocimiento que los clientes necesitan y valoran de los mismos. El equipo de Inez Murray utiliza técnicas cuantitativas basadas en estudios estadísticos y técnicas cualitativas tales como las discusiones del grupo para lograr dichos objetivos. Con anterioridad, trabajó como coordinadora de organización de estrategia del WWB, dedicándose a la aplicación de iniciativas innovadoras en el sector de servicios de desarrollo empresarial. Antes de pasar a formar parte de WWB en 1996, trabajó como consultora de Booz, Allen, Hamilton de Nueva York. También ha trabajado como consultora para varias ONGs. Inez posee un Master en Relaciones Internacionales por la Universidad de Columbia, en donde se especializó en el desarrollo económico/político, tras haberse licenciado en estudios de Economía y Empresa en el Trinity College de Dublín.

Inez Murray (EEUU).

Vicepresidenta del Women’s World Banking

Con sede en Nueva York, aunque registrada como Organización No Gubernamental en los Países Bajos, Women’s World Banking (WWB) es una red de instituciones que proporcionan servicios microfinancieros en diferentes lugares del mundo. WWB pretende ser un centro de provisión de servicios técnicos para las instituciones que forman parte de la red. Nuestro centro de atención son las mujeres pobres y nuestro objetivo es su empoderamiento. De aquí que mi exposición vaya a tratar de analizar cuál puede ser el futuro de las microfinanzas en el siglo XXI y cómo éstas pueden contribuir potencialmente al empoderamiento de las mujeres con bajos ingresos.

Ante todo quisiera hacer un breve repaso al sector de los microcréditos. Según un informe de Microcredit Summit Campaign, desde el año 1997 hasta finales de 2005 las microfinanzas han disfrutado de un crecimiento en su volumen de clientes del 34% aproximadamente. El número total de receptores de servicios llegó a los 113 millones, de los cuales 82 millones pertenecían al grupo de los más pobres, es decir, los que sobrevivían con menos de un dólar al día en el momento de acceder por primera vez a un préstamo. Aunque las cifras han variado desde entonces la tendencia sigue siendo la misma: el sector crece a un ritmo parecido y no tiene perspectivas de revertir la tendencia. Junto al dato del volumen total de clientes, cabría añadir que el sector se ha demostrado especialmente útil en la provisión de servicios financieros a las mujeres. Según el mismo informe del año 2005, un 83,5% de los clientes de las instituciones microfinancieras son mujeres, frente al restante 16,5% que conforman los hombres. Una combinación de estrategias puede explicar la gran diferencia entre los dos grupos.

1. Los donantes requirieron desde el principio que la mayor parte de los créditos fueran destinados a las mujeres.

2. La metodología de préstamos en grupo, en los cuales los prestatarios hacen de garantes los unos de los otros, significa que no sea necesario disponer de avales, lo cual permite a las mujeres poder acceder al servicio y a las instituciones, ir tras ellas como destinatarias de los proyectos.

3. El mantener en cantidades modestas el montante de los créditos atrae a las mujeres, que tienden a pedir créditos por menos valor,

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puesto que son menos partidarias del riesgo. No obstante, una tendencia preocupante en el sector es el hecho que la entrada de nuevos agentes privados, que tienen mayores presiones por hacer sus inversiones rentables, quieren dar cantidades de crédito mayores. Esto hace que el porcentaje de mujeres que piden préstamos disminuya, aunque en valores absolutos el número de clientas siga aumentando.

4. La simplificación del papeleo y de las explicaciones evita que haya una barrera de entrada para muchas mujeres de bajos ingresos, que suelen tener menor nivel educativo y menor conocimiento del sector financiero.

5. Campañas de promoción en los puntos en los que las mujeres se reunen, como las escuelas, así como el uso del boca a boca.

Las microfinanzas, pues, han llegado desde un comienzo más a las mujeres que a los hombres. Pero, ¿por qué motivo se ha tratado de llegar intencionadamente a ellas? Primero se podría decir que las mujeres son percibidas como una vía más “eficaz” para acabar con la pobreza. En general tienden a contribuir con un mayor porcentaje de sus ingresos a la economía familiar. Una contribución que se plasma, por ejemplo, en el hecho que gastan más dinero en la educación de los hijos, así como en las necesidades de ellos (ropa, alimentación, salud). Esta “inversión” hace que estén promoviendo los beneficios para futuras generaciones, es decir, garantizan que la salida de la pobreza sea duradera. Y, puesto que las mujeres suelen ser las responsables de hacer frente a los ‘imprevistos’ en el ciclo de la vida (nacimientos, cuidado de los ancianos y de los enfermos), tienden a tener más conciencia del ahorro. No hay que olvidar que en comunidades de bajos ingresos, el ahorro es el principal activo de los hogares. A eso podríamos añadir que, por lo general, las mujeres son más pobres que los hombres y que, el mantener barreras de acceso a los mercados (incluido el financiero) reduce la posibilidad de crecimiento económico. Estos tres puntos justifican, más allá de posiciones ideológicas, la necesidad de crear proyectos destinados a mujeres.

El sector microfinanciero se encuentra todavía hoy en una fase expansiva, frente a una posible fase de saturación del mercado. De cara al futuro será necesario hacer frente a tres grandes retos.

1. El acceso a los servicios financieros está todavía seriamente limitado. La gran mayoría de los pobres en el mundo siguen sin poder acceder a ellos. Se calcula que hay unos 500 millones de pobres que tienen necesidad de poder contar con acceso a los servicios microfinancieros, frente a los 92 millones que están siendo servidos en la actualidad.

2. Muchas instituciones microfinancieras se centran principalmente en la concesión de créditos y no en el ahorro voluntario o en los productos de seguros, que parecen ser más prioritarias para algunas comunidades. Además, los costes asociados con el préstamo son todavía muy elevados. A eso hay que añadir que la calidad de los servicios prestados debe ser mejorada para poder maximizar el impacto de las acciones.

3. No existe consenso sobre cómo hay que medir el impacto de las microfinanzas y, la gran cantidad de investigaciones realizadas se han demostrado no concluyentes. Eso no quiere decir que no creamos que las microfinanzas no tienen un gran impacto… simplemente no hemos sabido medirlo aún.

En la fase de crecimiento en la que se encuentra el sector, el número de entidades que proporcionan servicios microfinancieros va en aumento. Han entrado en el mercado nuevos competidores, incluidos bancos comerciales. Como apuntábamos antes, esto ha significado una ligera reducción en el porcentaje de mujeres que piden créditos, aunque en valores absolutos son cada vez más las que tienen acceso a los servicios bancarios. No obstante, WWB ha podido observar que hay una tendencia a la baja en el número de mujeres que ocupan posiciones de gestión en las principales organizaciones microfinancieras, tanto en puestos sénior como de rango medio.

La cuestión parece clara: las mujeres emprendedoras son una parte muy importante dentro de las economías tradicionales. A pesar de ello, siguen teniendo limitaciones en la ejecución de sus negocios y en las posibilidades de equiparar su trabajo con el de los hombres. Uno de los grandes problemas es el de la conciliación del trabajo pagado, en tanto que microempresarias, y las tareas del hogar. Muy a menudo, puesto que en muchas sociedades tradicionales a las mujeres se las

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asocia principalmente con un papel reproductivo, tienden a tener una movilidad reducida y deben desarrollar su actividad profesional en el hogar, para poder compaginar las tareas empresariales con las domésticas. Esto afecta también a los sectores en los que emprenden su carrera. Suelen ser sectores de bajo valor añadido y altamente competitivos (bollería, zapatería, costura, salones de belleza…). Su entrada en el sector productivo no comporta una mayor implicación de sus maridos en los trabajos del hogar. La doble carga laboral repercute también en las hijas que, a menudo, se ven obligadas a asistir a las madres en las tareas que se le acumulan ahora. En el sur de Asia, el 95% de los clientes de las organizaciones de microfinanzas son mujeres. Sin embargo el porcentaje que puede gestionar plenamente el dinero y su utilización es muy inferior.

Quisiera a partir de ahora hablar de cómo se puede mejorar el impacto que tienen las microfinanzas en mujeres y niñas y de qué tipo de servicios,

12 Copyright © 2008 Women’s World Banking

Improving Impact: P roduct Divers ifica tion

Birth(C, S, I)

Education(C, S, I)Marriage Of Children

(C, S)

Old Age(I, S)

Death(I, S)

Marriage(C, S)

Starts A Business(C)

Housing(C, S, I)

C = Credit; S = Savings; I = Insurance

Most MFIs are credit-centric

However, low income women need a much broader range of financial services to meet their needs

Key priorities for low income women

Build assets (e.g. home)

Save for life events & emergencies

Protect against risks

Support their families: health, education

Lifecycle Needs for Financial Services

Health(C, S, I)

que vayan con las necesidades de sus ciclos vitales, se deberían estar proporcionando. Como indicamos anteriormente muchas de las instituciones de microfinanzas se centran en proporcionar productos relacionados con el crédito. Las mujeres, no obstante, necesitan una mayor variedad de productos financieros que permitan satisfacer sus cuatro grandes prioridades: la posesión de activos (una casa, por ejemplo), el ahorro para emergencias vitales (muertes, nacimientos, enfermedades), la protección ante posibles riesgos y el apoyo a los miembros de la familia (escolarización, por poner un ejemplo). Podríamos pues agrupar en tres ámbitos las necesidades de las mujeres: la educación, la salud y la vivienda.

Nuestras clientas, no importa el país, señalan las dificultades que tienen para pagar las tasas de escolarización. La presión financiera sobre las familias por esta cuestión parece ser especialmente severa en el África subsahariana. Las investigaciones de WWB en Benín y Gambia revelan que la estacionalidad juega un papel importante, puesto que el pago de las tasas de escolarización suele coincidir con el final de la temporada de bajos ingresos. En los casos de estos dos países africanos, el comienzo de las clases en setiembre llega después de dos o tres meses de temporada de lluvias, durante la cual no se puede cultivar y, los ingresos generados por el turismo son bajos. Así que es muy evidente la oportunidad para desarrollar productos de ahorro voluntario que permitan a los clientes ahorrar en tiempos, más fáciles o más difíciles, pero con un objetivo específico como pueden ser las tasas de escolarización. A las tasas habría que añadir los costes de libros, uniformes, transporte, comida… A veces las parejas se dividen los costes de tal forma que los hombres son responsables de las tasas y las mujeres pagan el resto. No obstante, muchas de ellas se quejan de que, en realidad, son ellas las que acaban por tener que hacer frente a la mayor parte de los gastos.

Cuando se le pregunta a las mujeres, ¿por qué motivo tratan de ahorrar?, la mayoría señalan, en primer lugar, “emergencias”. Las posibles soluciones para la financiación de la sanidad son complejas, aunque no hay duda de que el acceso a los microseguros médicos y a depósitos de ahorro seguros son elementos cruciales de la receta. En la

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cobertura sanitaria la dimensión de género se convierte en prominente. Primero, como mujeres, esposas y “cuidadoras” de los ancianos, las mujeres sienten mayor responsabilidad al tener que hacer frente a posibles urgencias. No significa que los hombres no contribuyan, sino que las mujeres notan más el peso. El ahorro para urgencias médicas suele conducir con frecuencia a una asignación no óptima de los recursos. En Marruecos, por ejemplo, hemos visto que las mujeres reservan hasta un 40% de los ingresos generados por sus negocios para las urgencias médicas de la familia. Este dinero, guardado en casa, podría estar mejor invertido en otra parte. Sobre todo si tenemos en cuenta que, en general, las mujeres re-invierten mucho menos que los hombres en sus negocios. Ésta es, precisamente, una de las razones por las cuales los negocios de las mujeres no crecen en la misma proporción que los de los hombres. El acceso a seguros asequibles y a depósitos seguros permitiría cambiar esta dinámica, reduciría estos ahorros “por precaución” y, a la larga, permitiría que las mujeres generaran más ingresos.

Tener en propiedad una vivienda es un sueño para muchas personas pobres. Es, además, visto como un bien de gran valor para asegurarse una vejez digna, no sólo como activo, sino también como mecanismo asegurador. Debido a que las mujeres tienden a perder a sus maridos más a menudo, el tener la casa como colchón de seguridad es especialmente importante para ellas. Poder ampliar la casa con más habitaciones y así poderlas alquilar para obtener ingresos extra es algo que les puede beneficiar en el presente y en el futuro. Como en los dos elementos previos, educación y salud, la cuestión de la vivienda trae consigo una dimensión de género: la problemática de los títulos de propiedad. En nuestra experiencia nos hemos encontrado con muchos casos en los que el nombre del marido consta, casi por defecto en el título de propiedad, y que las mujeres prácticamente no considerarían una necesidad pedir que su nombre también fuera incluido en el papel. Este hecho convierte a las mujeres especialmente vulnerables en el caso de divorcio. En Jordania, por ejemplo, el divorcio es el acontecimiento que más presión ejerce desde un punto de vista financiero sobre las mujeres. Las mujeres divorciadas siempre acaban abandonando el hogar. El pago de una pensión alimenticia no es obligado en muchos casos por

las autoridades. De hecho el ser una mujer divorciada ya acarrea de por sí una cierta “vergüenza”, que incluso dificulta la apertura de un negocio. ¿Pueden las microfinanzas ayudar a las mujeres a conseguir que su nombre figure en las escrituras? Algunas instituciones como el Grameen Bank en Bangladesh o SEWA Bank en India han intentado fijar como requisito para acceder a un préstamo hipotecario que el nombre de la mujer conste en los títulos de propiedad. La experiencia parece interesante, aunque en el caso de SEWA, por ejemplo, los costes relacionados con la inclusión del nombre de la mujer eran demasiado elevados para que algunas familias pudieran pagarlos.

Concluiré trazando las líneas que en WWB creemos hay que seguir para conseguir que mejore el impacto que tienen los microcréditos en las mujeres. En primer lugar es necesario garantizar que, a pesar de los nuevos actores que entran en el mercado, las mujeres sigan siendo objetivo primordial de las campañas. Para aquellas mujeres que ya tienen acceso a los servicios financieros, el objetivo debería ser poder tener pleno control sobre el dinero que reciben, sin tener que pasar por la decisión de sus maridos. En todos los casos hay que pensar en un sector microfinanciero y no simplemente de microcréditos. Los productos necesarios para las mujeres van estrechamente relacionados con su ciclo vital y hay que poder adecuar la oferta a sus necesidades reales. Una mejor educación en la gestión de las finanzas del hogar será necesaria en el futuro para garantizar la salida de la pobreza. Las mujeres deben tener mayor información sobre cómo ahorrar, cómo gestionar los ahorros y sobre qué hacer ante los imprevistos y cómo maniobrar ante las deudas. Al formar a las mujeres se les dará la posibilidad de acceder a puestos dentro de las instituciones microfinancieras, posiciones que en los primeros años del sector ocupaban mayormente y que, con el paso del tiempo han ido perdiendo. Pero si hay un grupo demográfico sobre el cual haya que incidir en términos de formación es el de las niñas. Inculcar una cultura financiera, que incluya unos buenos hábitos de ahorro, puede terminar siendo la clave para que sus vidas cambien significativamente a largo plazo.

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Sara D’Mello (India).

Directora ejecutiva de Committed Communities Development Trust

Sara Lizia D’Mello proviene de la clase media-alta de la India pero vive, desde hace más de 20 años, cerca de la pobreza y marginalidad social que, lamentablemente, abunda en los suburbios de la ciudad de Bombay. Decidió dar un giro completo a su vida cuando en 1987 dejó su cómoda posición de Directora de una de las instituciones educativas más prestigiosas de Bombay, para vivir con los más pobres y marginados en una colonia de leprosos donde, por miedo, no se atrevía a entrar ni siquiera la policía. Aunque en ese momento no tenía experiencia alguna en temas de desarrollo, ni contaba con apoyo institucional, su tesón, fuerza de voluntad y la convicción de que los grupos y comunidades marginales tienen el potencial para participar en su propio crecimiento y desarrollo si se les da la oportunidad, convirtieron el barrio, hasta el momento privado de todos los servicios básicos de salud, educación, infraestructuras etc... en una comunidad unida, sana y fructífera. Hoy disponen de escuela, dispensario e infraestructuras, y se autogestiona con el liderazgo de sus propios habitantes. Sara consiguió que la ciudad de Bombay y los que en ella gobernaban tuvieran conocimiento de esta situación y exigió que los poderes públicos se implicaran. A partir de ese momento, Sara tuvo claro que debía dedicarse por entero al desarrollo comunitario de los barrios marginales de Bombay y fundó la Organización Committed Communities Development Trust.

Los microcréditos y la igualdad de género: un mecanismo eficaz para el empoderamiento de las mujeres en el siglo XXI

En la India de este siglo XXI existen dos realidades, la de las comunidades urbanas y la de aquéllos que habitan las zonas rurales. Si tratáramos de radiografiar a la mujer india actual tendríamos que trazar, como mínimo, dos retratos robot. En las urbes, las mujeres pueden aspirar a tener una educación lo suficientemente buena como para poder intentar encontrar un empleo que las haga económicamente empoderadas. Algunas, incluso, podrán llegar a realizarse como exitosas empresarias. Estas mujeres pueden ser optimistas sobre su futuro, conocen el entorno que las rodea y eso las hace pragmáticas y, al mismo tiempo, capaces de tomar decisiones aunque sigan teniendo unas limitaciones sociales que son el mayor impedimento para su pleno desarrollo. Ésa es una parte de la sociedad pero no la mayoritaria. Hay más de 300 millones de mujeres en las zonas rurales y su situación es muy diferente. Poseen un bajo nivel educativo lo cual las relega a una pobre situación socio-económica. Ni disfrutan de las mismas oportunidades que los hombres ni tienen los mismos derechos. Sistemáticamente se les deniegan derechos básicos, sobre todo relacionados con su salud reproductiva. Están, pues, subyugadas aunque cada vez son más conscientes de sus situación desigual y, por eso, están deseosas de poder ser el motor del cambio.

La India en que viven estas dos ‘mujeres prototipo’ que hemos visto es país en el que, hoy en día, 236 millones de personas tienen que sobrevivir con menos de 20 rupias al día, lo que vendrían a ser unos 40 céntimos de dólar. Si en el mundo hay 1.300 millones de personas pobres y 900 millones son mujeres, en India las proporciones son todavía menos favorables. También los niños sufren las consecuencias de esa pobreza extrema. Un 48% de las criaturas de menos de cinco años están moderadamente o severamente malnutridas. Esto conlleva unas tasas de mortalidad infantil del 54% y un índice de mortalidad relacionada con el parto de 540 mujeres por cada millón de nacimientos. Con todos estos datos en la mano, uno podría decir que en India hay mucho trabajo por hacer para conseguir que las mujeres lleguen a superar la actual situación y alcancen su pleno desarrollo. Es decir, para que lleguen a empoderarse. De aquí que quisiera hacerme la siguiente reflexión, ¿pueden los microcréditos ser un instrumento que contribuya al empoderamiento de las mujeres?

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Para poder responder a la cuestión deberemos comenzar por definir un concepto tan amplio como el de empoderamiento de la mujer. De forma visual se puede imaginar como un rompecabezas de ocho piezas que requiere de todos los elementos para tener pleno sentido. Una mujer empoderada será aquella que:

1. tenga el poder para poder tomar decisiones y que pueda actuar en aquellas cuestiones que afecten su futuro;2. tenga acceso a oportunidades (laborales, educativas, empresariales…);3. tenga cubiertas las necesidades básicas: alimentación, salud y vivienda;4. tenga confianza en sí misma y pueda vivir con la autoestima necesaria;5. se sienta segura y no amenazada por actos de violencia dentro del hogar;6. tenga posibilidad de formarse para ser consciente de la realidad;7. pueda influir en su comunidad, en un sentido extenso y más allá de sus círculos más próximos;8. sea económicamente independiente.

En la India hay diversos proyectos que persiguen uno o varios de los puntos mencionados con anterioridad y que se definen como proyectos para el empoderamiento de la mujer. Me gustaría poner el ejemplo de SEWA Bank (Self- Employed Women’s Association – ‘Asociación de Mujeres Auto-empleadas’) como caso de estudio en el uso de las microfinanzas para llegar al empoderamiento de las mujeres. La entidad fue fundada en el año 1972; entonces era una organización no gubernamental y sin ánimo de lucro para ayudar a las mujeres pobres. Basta con examinar su ‘Declaración de Propósitos’, que no ha cambiado desde entonces para ver cuál era, y todavía es, su misión:

“El SEWA Bank existe para poder llegar al mayor número de mujeres pobres trabajadoras que están involucradas en el sector informal y proporcionarles servicios financieros acorde con sus necesidades para llegar a su empoderamiento socio-económico y a su auto-desarrollo a través de su propia gestión y propiedad”

En el año 1974 la entidad reconvirtió su estatus jurídico y se transformó en una entidad bancaria. Con su nueva estructura pretendía cubrir dos grandes agujeros en la prestación de servicios financieros a las mujeres: por un lado, la carencia de capital para poder desarrollar o establecer sus posibles micronegocios y, sobre todo, la no propiedad de los bienes que utilizaban. La provisión de estos servicios debía servir para conseguir que las mujeres llegaran a tener empleos a tiempo completo que les garantizaran, más allá de una estabilidad laboral, una seguridad en los ingresos y, como consecuencia de ello, seguridad alimenticia y social. Tras tres décadas de trabajo con mujeres, en SEWA Bank reconocen haber aprendido mucho. Las lecciones aprendidas son, las que podemos oír del propio Muhammad Yunus: las mujeres son capaces de ahorrar, devuelven el dinero prestado y se pueden servir de los microcréditos para ayudarse a salir de la pobreza.

Decía que hay muchas iniciativas destinadas al empoderamiento de las mujeres en India. A la experiencia de SEWA Bank añadiré la propia, la de la organización que fundamos en Bombay en el año 1990: Committed Communities Development Trust (CCDT). Nuestro objetivo ha sido, desde un principio, superar el estigma de género, luchar contra la discriminación y tratar de llegar al auténtico empoderamiento de las mujeres. Para ello nos hemos centrado en actividades destinadas a las comunidades, tanto en materia de servicios sanitarios, como en educación social y ayuda al desarrollo. Convencidos del poder de las microfinanzas, lanzamos proyectos de microcréditos con finalidades específicas para cada comunidad. Las mujeres con las que hemos trabajado en todos estos años nos cuentan muchas historias de éxito pero no pueden responder a una cuestión que planea sobre cada una de nuestras acciones, ¿el acceso a los servicios microfinancieros por sí solo puede llevar al empoderamiento de las mujeres?

Parece estar bastante claro que el principal objetivo de los programas de microcréditos es el alivio de la pobreza más que el empoderamiento de las mujeres en sí. A pesar de que las mujeres han sido tradicionalmente el principal blanco de las acciones de las instituciones microfinancieras sería erróneo asumir que de los beneficios que aporta el acceso a los servicios financieros se derivan, automáticamente, ciertos logros sociales, como

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sería el empoderamiento de las mujeres. La experiencia de CCDT en la concesión de microcréditos nos ha llevado a identificar siete problemas que, en cierto modo, vienen a poner en entredicho que la actual estrategia de extensión de los servicios microfinancieros a los más pobres esté llevando directamente a un pleno empoderamiento de género.

1. En muchas ocasiones los préstamos concedidos a las mujeres están bajo el control de los hombres.2. Con el acceso a los microcréditos y el inicio de una actividad económica el volumen de trabajo de las mujeres se llega a duplicar.3. Los microcréditos convierten a las mujeres en el único sustento para los gastos familiares, incluso aunque el marido tenga un sueldo.4. Los ahorros y los títulos de propiedad están en muy pocas ocasiones en manos de las mujeres.5. Los niños, especialmente las niñas, pueden verse privadas del acceso de la educación por el incremento en el volumen de trabajo de las madres después de su acceso al microcrédito.6. Simplemente con la provisión de microcréditos no se atacan problemas como la violencia doméstica, las disparidades en educación y salud…7. Bajo las actuales condiciones de concesión de microcréditos, el apoyo de los hombres es crucial para que las mujeres accedan y utilicen los préstamos.

La respuesta ante estas realidades no debe ser el abandono de los proyectos de microcréditos. Lo importante es, a partir de ahora, reforzar los proyectos con mecanismos que garanticen que se tratará de llegar a las mujeres, no en un sentido amplio, sino con productos específicos para sus necesidades y que se tratará de llegar más lejos de la simple concesión de créditos. Los programas que tratan de reducir la pobreza pueden contribuir a mejorar las condiciones de las mujeres, pero requieren de un cambio de modelo. Hay que pensar en la pobreza como un elemento de múltiples facetas que conlleva que los que la padecen sean vulnerables en muchos aspectos. Una vulnerabilidad que, en el caso de las mujeres, difiere de las de los hombres. Es por eso que al diseñar proyectos para aliviar la pobreza hay que pensar en programas que vayan a llegar realmente a las mujeres, y para ello hay que facilitar el acceso a los recursos, disponiendo de una gran

movilidad y flexibilidad temporal. Aunque se tienda a ver que los microcréditos son una apuesta para el futuro, para muchas mujeres el acceso al crédito es una necesidad inmediata. Hay que saber entender las necesidades. Los años de trabajo dentro de comunidades pobres en Bombay nos han servido en CCDT a ver lo importante que puede resultar el trabajo destinado a grupos o comunidades y no a individuos particulares. Si se llega a comprender la realidad de estas comunidades el trabajo grupal es mucho más efectivo, reduce costes y permite la organización de actividades complementarias que refuercen el trabajo de capacitación de las mujeres.

Me gusta pensar en la relación entre los microcréditos y el empoderamiento de las mujeres como una escalera de seis peldaños. Al dar acceso a servicios financieros a las mujeres se les abre la puerta a poder subir, progresivamente, en esta escalera. Los microcréditos permiten que las mujeres puedan escoger entre las diferentes vías para salir de la pobreza. Se les abre un mundo desconocido para muchas: el poder de la toma de decisiones. A partir de ahí, por primera vez pueden pensar en qué acciones y qué estrategias son las mejores para su futuro. Pasan a ser conscientes de que con sus elecciones y con ese poder para decidir están teniendo la oportunidad de dar forma a su futuro. Cuando consiguen, finalmente, ser dueñas de su futuro entonces las mujeres pueden dar el último paso y alcanzar el nivel más alto, el del empoderamiento.

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Jennifer Riria (Kenya).

Directora ejecutiva de Kenya Women Finance Trust Ltd.

La Dra. Jennifer Riria es una distinguida especialista en materia de género y una reconocida experta internacional en el campo de la microfinanciación. Ha pasado los últimos años dedicados al mejoramiento y la aplicación de sistemas que permitan el empoderamiento de los sectores más humildes de la población, en particular de las mujeres. Actualmente, es miembro del comité ejecutivo del Women´s World Banking (WWB). Asimismo, es Directora Ejecutiva del Kenya Women Finance Trust (KWFT), la institución más grande de Kenia dedicada a la microfinanciación, con más de 200.000 clientes.

Es también miembro del National Bank of Kenya y trabaja en el comité de operaciones del programa Kenya Vision 2030. Su idea es lograr “llevar a las mujeres a transformar la forma en que funciona el mundo donde ellas trabajan, ampliando su acceso a los recursos productivos y el bienestar general, creando un mundo con menos sufrimiento y con más estructuras legales y económicas de apoyo para ellas y sus familias, asegurando el respecto a todas la niñas y mujeres”.

Los microcréditos y la igualdad de género: un mecanismo eficaz para el empoderamiento de las mujeres en el siglo XXI

Las mujeres afr icanas son el sustento principal de las economías del continente. Son productoras, gerentes, granjeras, comerciantes y también educadoras; en sus manos está el cuidado y la manutención de mil lones de personas; sus votos, la mayoría de los que se emiten en Áfr ica, las convierten en aval de los procesos democráticos; su talante las ha hecho parte esencial en la resolución de confl ictos. Son, por lo tanto y en resumen, generadoras de r iqueza. Y lo son a pesar de tener todas las adversidades en contra. Por citar tan sólo algunas de las durezas a las que t ienen que hacer frente: son víctimas de una sociedad patr iarcal; sufren violencia f ís ica doméstica, famil iar, muchas veces en forma de violaciones; no se les garantizan las l ibertades y los derechos humanos, comenzando por la obl igación –en demasiadas ocasiones- de casarse a muy temprana edad y terminando, por desgracia, con el desprecio cuando son portadoras del VIH.

MAINSTAY OF AFRICAN ECONOMIES

AFRICAN WOMAN

AFRICAN WOMAN HOLDING HALF THE SKY AGAINST ALL

ODDS

Majority voters

Peace makers

Educators

Farmers

Traders

Home makers

Nurses/nurtures

PovertyViolence/violation

And voiceless ness

Human Rights Abuses Lack of Access H.I.V AIDS

War & displacem

ent

F.G.MEarly marriages

Patr

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hy

Producers

Wealthcreators

Managers

T.B

Climate

change

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Hace más de diez años que, desde el Kenya Women’s Finance Trust (KWFT), tratamos de conseguir que las mujeres superen estas trabas y consigan un merecido reconocimiento dentro de la economía africana. Nuestra misión parte de la creencia en que las ‘microempresarias’ tienen la llave para sacar a África de la pobreza. Por eso, de nuestros 200.000 clientes la inmensa mayoría son mujeres. En cada uno de los casos, cada vez que se nos acerca una potencial clienta, tratamos de hacerla partícipe de nuestra misión como institución:

“Promover y acelerar la participación directa de mujeres económicamente activas en negocios viables, así como empoderarlas y mejorar sus estatus económico y social a través de la provisión de servicios financieros y no financieros eficientes, gracias al uso de tecnologías adaptadas a una economía en constante cambio”

Para poder mantenernos fieles a esta visión, tratamos de mantener el KWFT lo más viable posible. Lo hacemos pensando en el futuro y a sabiendas de que necesitamos tener la capacidad de proporcionar unos servicios financieros, y también no financieros, adecuados para las mujeres, pero que sean efectivos.

Es importante tener presente que, en la actualidad, ha quedado demostrado que las entidades microfinancieras tienen que ser capaces de proporcionar una diversidad de servicios que escapan de lo puramente financiero. En África, al igual que en otros continentes, las personas pobres son personas que han sido deshumanizadas. El papel de instituciones como el KWFT tiene que ser proporcionar un paquete holístico que les permita recuperar lo perdido. De aquí que sea vital que aprendamos a escuchar a los pobres para saber qué les ocurre y cuáles son sus auténticas necesidades.

Nuestras clientas nos han hablado y nos han contado, por ejemplo, que les resulta muy importante tener acceso al agua potable y que diariamente tienen que hacer muchos kilómetros para poder llegar a los pozos de agua. Nos han explicado que necesitan tener viviendas cerca de esos pozos. Si bien en los primeros años el dinero que nos pedían las mujeres era, en la mayoría de los casos, para abrir un negocio, ahora

también nos cuentan que necesitan construirse una casa. ¿Cuál ha sido, entonces, nuestra respuesta? Hemos desarrollado proyectos de ‘mini’ hipotecas, como antes habíamos creado planes para proporcionar ‘mini’ seguros médicos. La lista es interminable porque estos servicios son efectivos y ayudan a las familias a escapar de la pobreza. Al salir de ella, sus necesidades crecen y no se puede dejar de escucharles, puesto que, de lo contrario, volverían a retroceder por el camino sobre el que han avanzado.

En el KWFT tenemos la experiencia de 14 años proporcionando servicios diversificados a las mujeres keniatas. Una experiencia que nos permite afirmar sin reparos que al dar a las mujeres emprendedoras unos servicios financieros a los que habitualmente no tienen acceso, estamos dando un paso de gigante hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, a la vez que generamos ingresos. Se generan ingresos porque las mujeres tienen unas tasas de devolución de los préstamos que, en nuestro caso, superan el 98%. Es decir, el riesgo que se asume al proporcionar créditos a las mujeres es muy bajo.

Volvamos, no obstante, a observar desde el punto de vista de la mujer el efecto que tiene la concesión de pequeños créditos. Como decía al comienzo, las mujeres son las más desfavorecidas en África, son las más olvidadas: su voz apenas es escuchada y no tienen acceso a ciertos recursos por el poder que tienen las culturas patriarcales, que ejercen un fuerte control sobre ellas. En esta situación, lógicamente, la gran mayoría de pobres en África son mujeres. En el KWFT hemos demostrado que ofreciendo una pequeña cantidad de dinero, las mujeres no sólo tienen el potencial de ayudarse a sí mismas, sino de proporcionar mucho a sus hijos e, incluso, a sus maridos. Hay un efecto directo sobre los famil iares y, algo a lo que podíamos l lamar efecto eco, que afecta al global de la comunidad en la que la mujer vive. La clave está en proporcionar servicios que vuelvan a humanizar a las mujeres. En este punto debo destacar la diferencia que existe entre hacer cosas por las mujeres y hacer cosas con las mujeres. Con las microfinanzas el objetivo es acompañar a las mujeres en su propia generación de riqueza y en el proceso de sacarse, a sí mismas, de la pobreza.

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La experiencia del KWFT, pues, podría ser suficiente para demostrar que las microfinanzas tienen un impacto claro, tanto en el empoderamiento de las mujeres, como en el desarrollo de aquellos que las rodean. Hay cuatro realidades que pueden servir para probar esta relación causal entre microfinanzas y empoderamiento.

1. Las emprendedoras de rentas bajas invierten en actividades productivas y usan sus beneficios para construir una economía doméstica y para gastos sociales. Crean activos y contribuyen significativamente a las economías nacionales, aunque esta contribución no sea cuantificada.2. Las mujeres de rentas bajas no derrochan el dinero. Construyen una cartera de actividades productivas diversificada que permite una respuesta rápida y flexible a las circunstancias cambiantes de la actividad económica.3. Las emprendedoras no quieren que se les dé subsidios, quieren un acceso simple a unos servicios financieros que sean efectivos, eficientes y respetables.4. El acceso a los servicios financieros dota a las mujeres de voz y les da el poder de decidir sobre su propio futuro. Una vez una mujer empieza a generar ingresos, aumenta su capacidad de influencia en el hogar y en su mundo social, lo que significa que puede influir en decisiones estratégicas.

Desde el sector de las microfinanzas se ha hecho mucho a favor del empoderamiento de la mujer, pero sería pretencioso afirmar que no hay retos o no hay puntos por mejorar. Las mujeres siguen necesitando formación técnica específica para el desarrollo de su actividad económica, sea la que sea. Sin esta formación no se podrá superar otro gran problema: la baja cuota de penetración de mercado de los negocios que detentan muchas mujeres. A eso hay que añadir que siguen faltando instituciones con paquetes de servicios lo suficientemente amplios como para poder proporcionar de forma generalizada servicios de seguros ya sean médicos, de vida o de accidentes. Si a esto le añadimos que la falta de acceso al agua y a las fuentes de energía es común, estamos ante una falta de demasiados elementos de lo que llamamos “crédito plus”. Son aquellos elementos que permiten que las mujeres suban de un nivel a otro en su carrera

hacia el pleno empoderamiento. Y, nunca se llegará a este objetivo si las instituciones microfinancieras no consiguen mejorar su habilidad de crear capacidades (capacity building). Aquí hay mucho espacio en el que invertir.

Quedaría un último reto dentro del sector, aunque más difícil de realizar. A pesar de que, hasta la fecha, se ha hablado en global de entidades microfinancieras, lo cierto es que no hay un único tipo de institución que sea capaz de llegar a todos los pobres de África. Hay una clara demanda para un sector diversificado. Por ejemplo, instituciones de microfinanzas reguladas, instituciones apoyadas por el gobierno, grupos impulsados por sindicatos y grupos industriales... Lo que compartirían todas ellas en común sería que ratifican la importancia de la existencia de políticas concretas, muy concretas, en lo que se refiere a proporcionar servicios de microfinanzas en África. En otras palabras: es necesaria una estrategia clara. En esa línea va la creación del African Microfinance Action Forum (AMAF) que hemos puesto en marcha hace poco tiempo algunos de los grupos que trabajamos en las microfinanzas en el continente. Queremos crear una estrategia para así poder acercarnos a las instituciones y decirles: ‘aquí tienen una estrategia para África, hecha desde África’.

La labor que realizamos es, no cabe duda, costosa y por ello quisiera terminar haciendo una reflexión sobre cuál debe ser el papel que deben jugar los gobiernos y las instituciones públicas en este fenómeno del microcrédito. Por un lado hay una necesidad de mayor dedicación institucional para la innovación de los servicios que se prestan desde las instituciones microfinancieras. Por otro, hay una clara necesidad de apoyo económico. Soy de la opinión que los gobiernos no tienen que involucrarse en el ofrecimiento de servicios financieros. Hay un motivo claro: carecen de la infraestructura necesaria, es decir, no pueden gestionar las pequeñas redes que se requieren para proporcionar los servicios. Dicho esto, repito que la actividad microfinanciera es costosa. Esas redes, con múltiples ramificaciones, son caras de mantener y difíciles de gestionar. Las instituciones microfinancieras tienen la experiencia pero no los suficientes fondos. El gobierno tiene los fondos, pero no la experiencia. Con partidas gubernamentales concretas, destinadas a

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ASIA Y ÁFRICA

proyectos de microfinancieros, se podría crear una simbiosis efectiva. En Kenia, por ejemplo, el gobierno proporciona 1 millón de chelines (9.000€ aproximadamente) al KWFT. Ahora bien, hay que dejar claro que no todo el dinero que se pueda recibir de las instituciones va a generar ingresos. Nosotros proporcionamos servicios sanitarios, legales, de formación a las mujeres. Son, todas ellas, actividades necesarias y no seríamos una buena institución microfinanciera si no proporcionáramos todos esos servicios. Para que las mujeres usen los créditos de forma efectiva es necesario darles más que simples cantidades de dinero. Pero desgraciadamente no todos los gobiernos lo entienden. Hay que empezar por dejar claro dónde está la frontera entre los negocios y el compromiso social.

Los microcréditos y la igualdad de género: un mecanismo eficaz para el empoderamiento de las mujeres en el siglo XXI

De izquierda a derecha en la fotografía superior: J. Alfonso Ortiz, Inez Murray, Jennifer Riria y Sara D’Mello

MICROCRÉDITOS PARA EL DESARROLLO

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Entidades que han colaborado en el proyecto“Microcréditos para el desarrollo: Asia y África”

Grameen Bank (Bangladesh)Microcredit Summit Campaign (USA) Kashf Foundation (Pakistán) MicroBank, Banco Social de “la Caixa” (España)Africa Microfinance Network (Costa de Marfil) SKS Microfinance (India)Women’s World Banking (USA) Committed Communities Development Trust (India) Kenya Women Finance Trust Ltd. (Kenya) CESCE (España)

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