mi vida con el cancer
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Relatos de vivencias con el cáncer.TRANSCRIPT
La rosa de la portada es un símbolo que
representa la fugacidad de la vida y el amor.
Especialmente en los momentos
difíciles nuestra vida
debería asemejarse a una rosa,
puede ser breve, pero llena de amor.
Miguel Roselló
Qellqasqa
Mendoza, 2015
Mi vida con elCáncerY algo más
Miguel Roselló
Edición: Gerardo Tovar
Corrección: Rosa Lidia Estrella
Se permite su reproducción total o parcial
haciendo referencia a la obra original.
Primera edición, Qellqasqa, 2015
ISBN: 978-987-9441-94-7
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
Libro de edición argentina
Roselló, Miguel
Mi vida con el cáncer : y algo más / Miguel Roselló ; prólogo de Héctor Soel Tillar. -
1a ed. - Guaymallén : Qellqasqa, 2015.
64 p. ; 22 x 15 cm.
ISBN 978-987-9441-94-7
1. Cáncer. 2. Autoayuda. I. Tillar, Héctor Soel, prolog. II. Título.
CDD 158.1
Mi vida con el Cáncer Y algo más
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E l autor del presente trabajo nos deja a modo
de perlas, en diferentes mensajes, como tejiendo
una trama de su padecimiento, chispazos de una verdad
trascendente que se escapa al entendimiento médico, pero
no para aquel que cree en una fuerza superior que reina
en cada uno de nosotros.
Tal vez, cuando los tiempos futuros maduren, con un
nuevo paisaje existencial, y los hombres comprendan con
estos chispazos de una verdad innegable y trascendente,
que la curación es posible. Cuando ese tiempo no tan
lejano llegue, no serán considerados como fenómenos
raros sino como finos hilos dorados que nos unen a una
realidad Perfecta.
Miguel Roselló nos muestra que es posible si la fe
es suficientemente fuerte y grande, que podemos dejar un
mensaje en esta tierra y hasta que eso no suceda, nuestra
hora no ha llegado.
Dr. Héctor Soel Tillar
Prólogo
Mis agradecimientos
Para el doctor Héctor Soel Tillar,
quien me hizo ver que debía hacer
conocer mi actitud sobre mi cáncer,
y me impulsó a escribir.
Para mi amiga Rosa,
quien asumió la tarea de corregir
mis escritos, y me alentó a seguir.
Para mi editor, Gerardo Tovar,
quien realizó la edición de este libro
en forma totalmente desinteresada.
Y sobre todo para mi esposa,
quien mientras me estimulaba,
soportó mis cambios emocionales y nunca
hizo faltar lo que yo necesitaba para mi salud.
Para mis hijos y nietos,
de quienes he recibido siempre
cariño, aliento y amor.
A todos muchas gracias,
y espero que reciban
el amor que les envío.
“El signo más evidente de que se ha
encontrado la verdad es la paz interior.”
Amado Nervo
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Introducción
M i nombre es Miguel, nací y vivo en Mendoza,
provincia de la República Argentina. Mi cuer-
po enfermó hace seis años, digo sólo mi
cuerpo. Como podría decir mi automóvil mi reloj etc. Y
obviamente yo no soy mi automóvil ni mi reloj. Pero mi
cuerpo es una de las tres partes que forman mi humani-
dad, o sea: cuerpo mente y espíritu y necesito mi cuerpo
para manifestarme en este planeta. Cuando mi automóvil
o mi reloj se descomponen los mecánicos y los relojeros
los reparan y los vuelven a dejar funcionando. No ocurre
lo mismo con mi cuerpo ya que para la medicina reparar
un cáncer de próstata de alto riesgo no parece cosa fácil.
A partir de ese momento comencé a imaginar que
el resto de mi vida era sólo un sueño al que tenía que
convertir en placentero y reparador y no en una pesadilla,
sueño del que en algún momento tendré que despertar
para partir. Pero al ser un sueño puedo eliminar todo lo
que me hace daño y mantener lo que me deja vivir en
paz.
Tuve que tomar decisiones que cambiaron el cur-
so de mi vida, decisiones que me permitieron llevar mi
problema con serenidad. Por ese motivo los médicos me
sugirieron que lo comunicara, ya que esta enfermedad
puede sorprendernos a cualquier edad y un cambio de
actitud nos da la fortaleza para tolerar esta dolencia.
Esto fue escrito para mi familia y para las personas
que se preocupan por mi salud. Sabrán de esta forma
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cómo me siento respecto a mi enfermedad, y podré llevar
tranquilidad a todos.
Es de suponer que las personas que nos estiman
se intranquilicen, y el miedo a lo malo que pueda ocurrir
va invadiendo a todos creando un ambiente de preocu-
pación y ansiedad que es lo debemos evitar para lograr
una buena disposición hacia la enfermedad. Por eso es
imprescindible generar una condición de calma para que
todos se sientan en paz y se viva este proceso con la
mayor tranquilidad posible.
Mi actitud ante esta realidad me posibilitó vivirla con
un equilibrio que nunca hubiera imaginado. Es por eso
que, además de la sugerencia de mi médico de que debía
hacerlo, me siento con el deber de comunicarlo.
Es mi deseo que esta lectura te ayude a tranquilizar
tu mente, y que veas que el cáncer, si bien puede quitarte
la vida, también puede darte la oportunidad de que mires
esa vida desde un ángulo que nunca hubieras pensado.
Te saludo con la esperanza de que superes tu pro-
blema, que encuentres la paz y la ayuda que necesitas.
Miguel
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Porqué elijo soñar
C onvirtiendo el resto de mi vida en un sueño,
me alejo de todo lo que no necesito, no ne-
cesito a la gente tontamente conversadora, no
necesito los ruidos de la calle, no necesito que me digan
constantemente qué es lo que debo hacer y cientos de
cosas más que no me ayudan a sobrellevar mi enferme-
dad. En mi sueño me alejo de todo eso, edifico un mundo
de paz donde encuentro el amor necesario para que mi
cuerpo somatice sus elevadas vibraciones y me ayuden
con mi problema.
Estoy consciente de que es algo creado por mí, pero
quién puede asegurar que la realidad que vivimos, donde
impera el miedo y la falta de amor hacia el prójimo no
es un sueño creado por algunos locos ambiciosos.
En mi vida soñada ignoro la charlatanería política,
los problemas de la economía, los aberrantes programas
de chismes y toda la información que logra llenarnos de
estrés además de hacernos sentir impotentes al no poder
solucionar nada. Claro que alguna persona “seria” me dirá
que soy un desinformado y que así no se puede vivir. Yo
le preguntaría cuanto tiempo prolongaría mi vida el estar
“informado” (o sea digiriendo toda esa basura).
En mis sueños tengo todo lo que necesito para vivir
mis últimos tiempos en paz. Desde luego que me entero
de lo que pasa a mi alrededor pero si me hace daño no
me involucro emocionalmente en ello.
En el mundo creado por mis sueños reclamo mi
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derecho a ser feliz y me es concedido, por eso deseo
permanecer en él y despertar sólo cuando deba partir de
esta tierra.
No tengan miedo de soñar, todas las cosas bellas
fueron soñadas en algún momento.
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Hola
C reo que es necesario que explique un poco de
que se trata lo escrito en este libro. Lo primero
que escribí me lo pidió mi médico. Después
de conversar varias veces con él, y yo le expresara mi
punto de vista sobre mi cáncer y cuál sería mi actitud
sobre eso, me dijo: “Me gustaría que escribieras algo sobre
esto, porque conozco pacientes con tumores mucho menos
agresivos que el tuyo y están desesperados”. Así nació “Mi
vida con el cáncer.”
Lo demás son sólo reflexiones sobre el mismo tema.
No esperen encontrar una obra literaria, porque mis cono-
cimientos sobre literatura no son los suficientes.
Pero como dijo el dramaturgo y novelista Oscar Wilde,
“No existen más que dos reglas para escribir: tener algo
que decir y decirlo”. Yo sigo escribiendo.
Todo lo demás nació por un impulso, algo me hizo
sentar frente a la computadora y tal como los escribí en
ese momento ustedes lo podrán leer.
Tal vez al llegar esto a sus manos y conociendo
mi actitud hacia los años que me quedan, sabrán que
yo estoy en paz, ojalá esto los incentive para lograr cada
uno la suya.
También agregué algo de humor para obtener una
sonrisa, ya que a todas nuestras esperanzas debemos
acompañarlas sonriendo. Claro que a personas con otra
sensibilidad, esto les pueda dar risa, de ser así, me queda
la satisfacción de haber hecho reír a alguien insensible.
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Les dejo mis más elevados deseos de que tengan una
vida de paz y armonía, y si no es así, sepan que todo es-
fuerzo que hagan por lograrla nunca será tiempo perdido.
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Mi cáncer y yo
E scribo esto por sugerencia de mi médico y con
el espíritu de que pueda ayudar a alguien a
ver, cómo con un cambio de actitud ante el
mismo problema se puede evitar una vida de dolor y des-
cubrir otra a la que nos hemos negado inconscientemente.
Todos queremos ser felices, es más, tenemos el de-
recho de serlo y hasta la obligación de intentarlo. Muchos
creemos que hemos encontrado esa felicidad pero nor-
malmente esa felicidad está basada en cosas materiales o
depende de otras personas. Entonces ocurre que cuando
las cosas materiales por algún motivo se pierden o las
personas cambian de actitud con nosotros, perdemos esa
sensación de felicidad. Es ahí donde nos damos cuenta de
que nos sentíamos felices pero no lo éramos. La verdadera
felicidad está dentro nuestro, se llama paz interior, tenemos
que descubrirla y una vez que lo hayamos hecho nunca
más la perderemos.
Yo encontré la mía a raíz de una enfermedad, pero
estoy convencido de que no hace falta que una enfer-
medad nos presione para lograrla, sólo se necesita una
actitud distinta ante la vida y meditar sobre quiénes somos
realmente.
Al principio del año 2009 tras un examen de rutina
los médicos detectaron un cáncer en mi próstata que, por
las características del mismo, consideraron de alto riesgo.
Años atrás un pariente había fallecido del mismo problema,
sus últimos años fueron de un extremo sufrimiento. Al
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recibir la noticia me aterroricé y me ví sufriendo lo mismo
y con el problema que significaría para toda mi familia.
Pero comprendí que el miedo no me iba a ayudar en
absoluto así que después de meditar sobre esto, tome
una decisión.
Pedí una entrevista con el único médico que conocía
y que me podía entender, (hoy tengo el honor de ser su
amigo). Después de conversar unos instantes sobre el tema
le exprese lo siguiente: Doctor, le aviso que no voy a en-
trar en conflicto con mi cáncer. Pienso que si lo tengo es
por algo, debe haber muchas cosas en mi vida que debo
cambiar y seguramente por miedo o porque no me doy
cuenta no logro cambiarlas. Haré todo lo que los doctores
me indiquen pero consideraré a mi cáncer como algo que
vino para ayudarme. Tengo que agradecer las palabras de
sabiduría y aliento del médico que fueron fundamentales
para afianzar mi decisión.
Comencé por cambiar todo lo que tenía su origen
en el miedo. Entendí que en la soberbia había mucho
de miedo así que fui trabajando sobre eso; también traté
de controlar a mi ego y que él no me controlara a mí,
comencé a darle importancia a las cosas que realmente
la tenían, evité las discusiones que sólo eran una lucha
de egos y que no conducen a nada, comencé a ver a mi
tiempo como algo muy valioso que no podía desperdiciar
en tonteras, evité todas las charlas banales con gente que
sólo piensa en enfermedades o en las cosas que desea-
ría comprar con su dinero, traté de rever las creencias
religiosas que estaban basadas en el miedo. Practiqué el
desapego de las cosas materiales y de las personas. Amo
a mi familia más que nunca pero comprendí que todos
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estaban capacitados para resolver sus problemas, así que
mis miedos por lo que podía ocurrirles no tenían funda-
mento. Cambie muchas cosas y frente a las que no pude
cambiar, tome una actitud distinta.
Yo pensaba (ingenuamente) que con todo este cam-
bio en mi vida había cumplido con lo que mi cáncer me
quería enseñar y este haría remisión, o algo parecido. Pero
no fue así, me siguió acompañando y no entendía que
más quedaba por hacer, si lo que había hecho hasta ahora
era todo. Me sentía muy bien con las decisiones tomadas,
sentía tranquilidad y mucha paz. Medité mucho sobre esa
paz que iba sintiendo, fue entonces que me dí cuenta de
que el verdadero motivo de su presencia era la paz que
estaba logrando.
Algo maravilloso fue ocurriendo mientras trabajaba en
todo eso, cada miedo que desaparecía, cada actitud negativa
que cambiaba iban siendo remplazados por una paz inte-
rior que pocas veces había experimentado. Pero no es una
paz que llegaba de afuera, era una paz que surgía de mi
interior, como si hubiera estado prisionera en cada célula y
de pronto le daba la oportunidad de que se manifestase.
Por eso es una paz que nunca podemos perder por que
no depende de nada exterior, está dentro nuestro, somos
esa paz. En ese momento comencé a pensar que tal vez
tenía razón sobre mi cáncer; había venido para ayudarme.
La paz interior que iba logrando me permitió sentir
más claramente quién era yo; que una energía divina ani-
ma mi cuerpo y que como esa energía divina tenía que
tener su origen en el amor no podía enviarme un cáncer
para hacerme sufrir sino para ayudarme. No sé qué hubiera
pasado si mi actitud fuera la de maldecir la enfermedad
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y considerarme un hombre enfermo. Estoy seguro de que
esa postura basada en el miedo iba a crear una energía
negativa muy lejana del amor y permitiría que mi orga-
nismo formara las condiciones para que la enfermedad se
desarrollara. Pero contrariamente, me considero un hombre
sano, sólo tengo un cáncer que debo aprender a manejar.
Tal vez esa actitud positiva predispuso a mi organismo para
que mi cáncer no avanzara.
Ahora me doy cuenta de que la felicidad que siempre
buscamos no está fuera sino dentro de nosotros, y una
vez que conseguimos esa paz interior podemos soportar
las pérdidas de bienes o personas sin entrar en la deses-
peración, lo que nos enfermaría inevitablemente. De ocurrir
eso sería una de las veces que el universo nos manda esa
enfermedad para ayudarnos a cambiar y si no sabemos
interpretar su mensaje, estamos perdidos.
Demás esta decir que en mi familia siempre se tomó
el tema con naturalidad. Si bien yo sabía que en el fon-
do había preocupación, siempre mostraron tranquilidad y
felicidad por los buenos resultados.
Al poco tiempo de detectado el cáncer los médicos
me indicaron sesiones de radioterapia a las que me sometí
durante dos meses aproximadamente. Eso dio resultado
durante dos años pero luego el tumor se reactivó. En este
momento estoy con un tratamiento que está dando buenos
resultados. Creo que mi cáncer me va a acompañar hasta
el final de mis días, posiblemente porque aún tenga cosas
que cambiar o que hacer.
Los médicos me dicen que moriré de cualquier otra
cosa y no de este cáncer, pero si él vino para llevarme,
me iré con un amigo.
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Deseo que logren su paz interior, si la logran no
tendrán que buscar su felicidad afuera.
Gracias y paz para todos.
“La felicidad es interior, no exterior; por lo
tanto, no depende de lo que tenemos, sino de
lo que somos.”Henry Van Dyke
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Deja que la vida fluya
E l fluir de la vida es como un río. No puedes
variar su curso, puedes quitar o agregar piedras
a su lecho, incluso puedes modificar su orilla
pero el río más calmo o más tortuoso seguirá su camino.
Tú puedes creer que has cambiado la dirección de tu vida
pero en realidad has seguido en el lecho de tu río. Es
como que tu camino ya estaba predeterminado; pudiste
cambiar muchas cosas en el largo viaje pero el destino
final, tal vez, ya estaba prefijado.
En nuestra juventud hacemos grandes esfuerzos por
cambiar nuestra vida hacia un destino mejor (o que cree-
mos que es mejor). A veces lo logramos y otras no, pero
el resultado depende más del universo que de nosotros.
Lograr un buen trabajo, la búsqueda de una pareja
que llene nuestra necesidad de afecto, el buscar motivos
para sentirnos felices, el lograr no contaminarnos con lo
bajo y negativo, la eterna búsqueda de la paz, de la feli-
cidad, nos hace olvidar que aún seguimos en el cauce de
nuestro río, con un final que no conocemos y que muy
poco podemos modificar, si no somos consientes de que
estamos sujetos a la fuerza del universo y a las leyes que
lo rigen.
Cuando la juventud se va alejando de nosotros y se
hace presente nuestra madurez, nos damos cuenta de que
no tenemos tiempo (ni fuerzas) para cambiar el curso de
nuestro vida y si además tenemos una enfermedad seria,
dedicamos nuestro tiempo a investigar qué debemos
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comer, qué ejercicios hacer, que suplementos dietarios
consumir, en qué forma vivir etc. Y mientras hacemos todo
eso los últimos años se nos escapan de la mano.
Dijimos que nuestros logros dependen más de las
leyes universales que de nosotros, por lo tanto cuando la
ciencia médica no tiene respuestas, y no nos quedan más
caminos que recorrer, tenemos que recordar que aún per-
manecemos dentro del lecho de nuestro río, con un final
desconocido pero que podemos modificar, es entonces el
momento de indagar a las fuerzas que rigen el universo
y en las cuales estamos inmersos.
Es importante el conocimiento de esas fuerzas, para
que, podamos confiar y entregarnos a ellas. También de-
bemos cuidar y querer a nuestro cuerpo físico, para seguir
disfrutando de la vida en esta dimensión, donde podemos
elevar nuestras vibraciones hasta que logremos vivir en un
plano de paz, armonía y amor, mientras navegamos hasta
nuestro destino final.
Cuando el río después de su largo y tortuoso viaje
desemboca en el océano, no muere, sólo deja de ser río
para convertirse en océano.
Al llegar al final de mi camino, mi vida no dejara
de ser vida, se fundirá con el océano de la vida en otra
dimensión y me convertiré en conciencia en un mundo
de puro amor.
Mientras tanto, me abriré a las fuerzas de la natu-
raleza y del universo y dejare que mi vida fluya en paz.
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Cinco años, una eternidad
Una reflexión con lógica
Q ue cinco años de vida más parezcan una
eternidad, suena a locura, pero no para un
hombre que ya tiene ochenta. Si tengo que
guiarme por estadísticas, mis abuelos y mis padres apenas
si cruzaron los 80 años de edad, por lo tanto mi deceso
debería producirse en los próximos años.
Pero ocurre que desde el año 2009 me acompaña
un huésped llamado cáncer. De acuerdo a estadísticas de
centros médicos especializados, el promedio de vida de una
persona con cáncer de próstata a partir de que es detec-
tado es de 5 años. Yo recibí en el año 2011 tratamiento
de radioterapia por lo que el avance del tumor se detuvo
hacia fines del año 2013, año en que comenzó a reac-
tivarse. En ese momento comenzamos un tratamiento de
bloqueo hormonal lo que asegura al paciente 3 o 4 años
más de vida, eso me asegura, en teoría, una tranquilidad
hasta el año 2017, es decir hasta los 82 años, edad que
apenas superaron mis antepasados.
Claro está, que todo esto es pura teoría, cualquier
variante puede ocurrir en cualquier momento y cambiarlo
todo.
Lo que está claro es que haber tenido un cáncer me
asegura una calidad de vida más o menos aceptable hasta
los 82 años.
Haciendo un balance desde que me detectaron el
cáncer (año 2009) hasta hoy (AÑO 2015) Sólo veo grandes
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cambios en mi personalidad, en mi conciencia y en mi
espiritualidad, cambios que me convirtieron en un hombre
con menos ego, con una conciencia más abierta a las leyes
universales y aunque parezca presuntuoso, en un hombre
más pero mucho más sabio.
Apenas detectado mi cáncer comencé a tratarlo como
a un amigo que vino para ayudarme y no para destruirme
y hasta ahora lo que he obtenido de él (aparte de algunas
molestias con los tratamientos) ha sido una gran ayuda
para mi evolución.
Resumiendo, mi cáncer sólo me ha quitado calidad de
vida, pero ha sido fundamental para mi perfeccionamiento
como ser humano, mostrándome mis errores, mis princi-
pales defectos y sacudiéndome al extremo de hacerme
ver quién soy en realidad y cuál es mi integración con
el universo.
Si aprovecho toda esta ayuda que mi cáncer me ha
proporcionado y tengo la suficiente fuerza, capacidad y
sabiduría para usarla, tal vez logre prolongar mi vida 4
o 5 años más de lo que indican las estadísticas, lo que
posiblemente me convertiría en el primer caso en el que
un cáncer en vez de quitar la vida la prolongaría. Pero 5
años más para mí sería demasiado.
¡TODA UNA ETERNIDAD!
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Mis últimos caramelos
H ay una hermosa analogía entre una bolsita de
caramelos que se regala a un niño y la vida.
El niño cuando ve que su bolsita está llena,
comienza a devorar sus caramelos despreocupadamente
como si jamás se le fueran a terminar, pero cuando ve
que los que quedan son los últimos comienza a comerlos
con más calma y a saborearlos más intensamente.
Lo mismo ocurre con la vida. Cuando somos jóvenes
nos parece que la vejez está muy lejos y luchamos para
estar bien económicamente, satisfacer nuestras necesidades
de distracción y de placer mientras nos forjamos un futuro.
Pero a cierta edad vemos que nuestra bolsa de caramelos
se está agotando y es entonces cuando comienza lo mejor
de nuestra vida.
En mi juventud cometí muchos errores y también se
equivocaron conmigo, por eso bendigo a mi vejez porque
aprendí a perdonar y a perdonarme. Si en los años que
han transcurrido nos hemos preocupado por adquirir cierta
sabiduría, vamos a ver que ya no necesitamos comprar
tantas cosas inútiles, que nuestro tiempo lo podemos usar
en cosas que nos eleven y no que nos aturdan. Al estar
más sensibles podemos ver belleza en lo que antes sólo
veíamos cosas y lo que es más importante comenzamos a
darle la verdadera dimensión a la palabra AMOR. Si hemos
trabajado lo suficiente para lograr nuestra paz interior,
que es una paz que no podemos perder porque no está
relacionada con lo exterior, disfrutaremos de un estado de
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tranquilidad imposible de lograr en nuestros años jóvenes.
Al conjugar nuestra paz interior con el amor correc-
tamente dimensionado, veremos que amamos a nuestra
pareja con un amor más sereno pero más fuerte, trasla-
dando ese amor a lo que nos rodea, a todos los seres
que amamos, a la vez que disfrutamos del cariño que
ellos nos brindan.
Así como uno somatiza el estrés, el mal genio, el
mal carácter, el ego y la soberbia terminando con una
enfermedad, comenzamos a somatizar la paz y el amor
convirtiéndonos en personas sanas. En otras palabras, nos
trasformamos en viejos sabios y amables, en lugar de
viejos idiotas y malhumorados.
Descubrimos también que la verdadera felicidad está
en las cosas simples y pequeñas, si basamos nuestra feli-
cidad en las grandes cosas viviremos siempre con miedo
a perderlas.
Y para terminar voy a recordar un fragmento de la
poesía En Paz del poeta Amado Nervo.
“Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!”
“Cuando mi voz calle con la muerte,
mi corazón te seguirá hablando.”
Rabindranath Tagore
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Tuve un sueño
E ra una noche tibia. Una brisa fresca me invitó a
cerrar los ojos y el cansancio del día me llevó
a un profundo sueño. Sus borrosas imágenes
se fueron aclarando y tomando formas más concretas. Fue
entonces que vi a un hombre con una energía a su lado,
era algo muy sutil pero que inspiraba tranquilidad.
—¿Quién eres?, preguntó el hombre.
—Soy tu enfermedad respondió la energía y puedes
verme como algo que vino a terminar con tu vida en la
tierra, o, como verás, algo que ha venido para ayudarte.
Mis vibraciones son tan bajas y he hecho tanto daño que
la gente me maldice y me odia profundamente, por eso
quiero agradecerte tu actitud hacia mí, porque ha permi-
tido que mis vibraciones se eleven a un nivel en que tú
puedas verme.
—¿Has pensado quién eres tú?, preguntó la enfermedad,
a lo cual el hombre no supo qué responder. Medita sobre
eso dijo, y ahora escúchame, te diré las cosas que tendrás
que cambiar, te hablaré sobre las fuerzas universales que
nos rigen y los nuevos caminos que deberás recorrer para
que tus últimos años estén pletóricos de amor y de paz.
Escuchaba atentamente el hombre y fue entendiendo
qué cosas debía cambiar en su vida y qué senderos reco-
rrer en el futuro. Meditó sobre quién era y se sorprendió
al ver qué era mucho más de lo que él creía. Descubrió,
a través de su enfermedad, que tenía una relación directa
con las fuerzas del universo y que manejando esas fuerzas
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podía lograr su sanación. También debía quitarse el enorme
peso del ego y la soberbia.
Pudo ver que si lo lograba, era posible que naciera
un nuevo hombre, alguien capaz de reconocer lo que
realmente tiene valor, descubrir en el verdadero amor lo
que podía elevarlo más y que todo eso le permitiría lograr
una paz antes ignorada.
—Gracias, respondió el hombre y preguntó a la enfer-
medad: ¿Cuándo me dejarás?
—¿Por qué quieres que te abandone?. Te acompañare hasta
que no necesites más de mi ayuda.
—Es que tengo miedo de que cambies de parecer y termines
con mi vida.
—Sí, dada mi esencia eso puede ocurrir, pero no debes tener
miedo ya que el miedo bajará tus defensas. Sólo debes
llenar tu espíritu de amor para que se somatice en tu
cuerpo y de esa manera me será más difícil actuar.
La caricia de una nueva brisa me hizo abrir los ojos
llevándose mi sueño.
No sé si ese sueño es mi realidad, o si la realidad
que vivo es sólo un sueño.
De todas maneras, sea lo que sea, sé que debo hon-
rar el milagro de vivir gozando de una benigna calidad
de vida y que debo poner mis mejores sentimientos en
todo lo que haga.
“Si soy lo que tengo y lo que tengo
lo pierdo, entonces ¿Quién soy?”Erich Fromm
29
Una historia de amor
M e sentía muy cansado, así que me pre-
dispuse a disfrutar de un sueño reparador.
No sé en qué momento dejé la vigilia y es-
taba inmerso en mi sueño. En él vi a un personaje que
me resulto familiar, cuando lo reconocí, me sorprendió
ver al hombre que recordaba de otro sueño, aquél que
pudo hablar con su enfermedad. Sólo que esta vez no
tenía a su lado la energía que vi en el sueño anterior,
pero observando bien, pude notar que a su alrededor se
percibía una luminosidad de un delicado color violeta.
Intenté acercarme al hombre para poder ver sus
rasgos. Y me sorprendí enormemente cuando vi en él mí
propio rostro.
No entiendo, pensé, no sé que es lo que está suce-
diendo.
—¿Qué es lo que no entiendes?, dijo una voz.
—¿Quién me habla?, te escucho pero no puedo verte.
—Soy yo, la misma energía con la que hablaste en tu
sueño anterior. Claro, tú no sabías en ese sueño que el
personaje eras tú mismo.
—¡Ha!, ahora entiendo, en aquel sueño era yo el que
hablaba contigo, pero también recuerdo que podía verte
y en esta ocasión no lo puedo hacer.
—Si te fijas bien verás a tu alrededor una energía de un
suave color violeta, esa energía es tu aura, es la energía que
se manifiesta fuera de tu cuerpo y representa tu salud.
—Sí, pero, si eres la misma energía de mi sueño anterior,
entonces eres la enfermedad, no la salud.
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—Bien, dijo la salud, tu enfermedad ya no existe. Pero
creo que debo explicarte algo. ¿Recuerdas que en el sueño
anterior te enseñé cuáles eran las leyes que rigen el uni-
verso y cómo funcionaban?
—Sí, lo recuerdo, respondí.
—Bueno, sabrás entonces que una de sus leyes, la de
polaridad, dice que todo tiene su par opuesto, por lo tanto,
la enfermedad y la salud, son de la misma naturaleza pero
de distinto grado, es decir, son la misma cosa, sólo que en
un extremo, donde las vibraciones son más bajas, está la
enfermedad y en el otro extremo donde esas vibraciones
son más elevadas está la salud.
—¡Claro!, y quiere decir que si de alguna manera yo elevé
mis vibraciones, me alejé de la enfermedad y me acerqué al
otro extremo, o sea la salud. Pero, ¿puedes explicarme como
elevé mis vibraciones?, no recuerdo haber hecho nada es-
pecial.
—No tienes que hacer nada especial, respondió la salud.
Ahora te explicare: Las vibraciones más bajas son las del
miedo y contrariamente las más altas son las del amor.
No pudiste evitar al principio sentir un poco de miedo,
eso bajo tus vibraciones al nivel de la enfermedad, pero
al tratar a tu enfermedad con amor, hizo que te elevaras
vibracionalmente, colocándote más cerca de la salud.
Recuerda que la salud y la enfermedad son de la
misma esencia, así que, llenando tu corazón con mucho
amor y depositándolo en todo lo que hagas se elevaran
tus vibraciones y eso te permitirá estar más cerca de la
salud, pero no puedes rechazar el otro extremo, tienes que
aceptarlo ya que no puedes quedarte solo con la mitad
de un mismo principio.
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—Sí, ahora lo entendí y debo agradecerte nuevamente
ya que la primera vez, lo hice cuando eras mi enferme-
dad y ahora lo hago porque eres mi salud. Espero verte
nuevamente siempre como mi salud. Me siento feliz con
esta historia, gracias.
—Sí, dijo la salud, fue una hermosa historia de amor.
Me desperté al sentirme gritar ¿una historia de amor?
Una vez despierto intente razonar, ¿por qué esa ener-
gía que ahora era mi salud, me había dicho que toda lo
vivido era una “hermosa historia de amor”?
Tuve que recordar que desde que apareció mí pro-
blema en el año 2009 hasta el día de hoy, nunca hubo
agresividad en esta historia, todo se llevó bajo un manto
de amor y paz.
Sí, la salud en mi sueño, tenía razón. Fue una “hermosa
historia de amor”.
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El amigo dormido
M e abandonó un amigo que me acompañó
durante seis años, no es que se haya ido, es
que ha entrado en un profundo sueño. No
puedo decir que fui muy feliz con él durante su vigilia,
pero mi intuición me decía que tenía que verlo como una
buena señal, sólo debía descubrir que tenía que aprender
de él.
Efectivamente, su presencia y la amenaza de algo gra-
ve, originó que cambiara mi actitud ante la vida y que me
diera cuenta de las cosas que debía modificar. Todo eso
me convirtió en otro hombre, por eso tengo que confesar
que de algún modo lo extraño, pero por suerte, me dejo
un manual de instrucciones con opciones para sobrellevar
mi vida en mis próximos años.
Me doy cuenta de que he tenido el privilegio de ha-
ber gozado de un maestro (a veces muy severo) durante
tanto tiempo, por lo cual tengo que agradecerle.
También debo pedirle disculpas por haberlo tratado en
ocasiones en forma muy agresiva, pero es que la ciencia
médica no conoce otro modo. Por eso decidí entregarme
a las fuerzas del universo, las que él me insinuó que
usara para mí sanación, ya que en esas fuerzas no existe
la agresividad, sólo hay amor.
Creo que debo estar feliz de que mi tumor se haya
aletargado y de hecho lo estoy, pero hubo tantas emocio-
nes fuertes durante su tiempo de vigilia, que no puedo
evitar que una lágrima de despedida se asome a mis ojos.
34
Agradezco a los médicos la buena voluntad que pu-
sieron para prolongar mi vida, y también su sinceridad ya
que nunca me aseguraron una sanación.
A quien más debo agradecer es al Creador, a esa
energía universal y a las leyes que dejó para que rigieran
el universo y por consiguiente en todo ser vivo.
Mi mejoría se debe a aceptar esas leyes y aprender a
usarlas. La limitación de la medicina me permitió ver que
cómo alternativa debía entregarme a ellas.
Resulta difícil abandonar la medicina académica y con-
fiar ciegamente en las energías divinas, pero sí es posible
confiar en las dos.
No faltara quien diga que mi mejoría fue un mila-
gro. Pero ahora estoy en condiciones de afirmar que los
milagros no existen, como tampoco existe la casualidad,
todo es una consecuencia de la intervención de las leyes
que nos rigen.
Tampoco piensen que por que hice hablar a mi
enfermedad y luego a mi salud en un ficticio sueño, en
reflexiones escritas anteriormente, no tengo los pies sobre
la tierra.
Pero es que ahora veo que no hay nada más lamen-
table y triste que ver a alguien tan aferrado a lo material
(tan con los pies sobre la tierra) y que no tenga el valor
de soñar.
Con todo lo que veo a mí alrededor, no creo que
alguien pueda elaborar su felicidad si no incluye en su
vida un gran porcentaje de sueños y llena de bellos sen-
timientos su corazón.
Claro que si eres muy terrenal te llamaran materialista
y por lo contrario si eres muy soñador te dirán estúpido.
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Yo entonces soy estúpido y materialista. Y es la mejor
fórmula que puedo desearle a alguien para que sea feliz.
Me siento dichoso porque estoy prácticamente sano,
pero más lo estoy por estar consciente de estar vivo.
Me apena ver tanta gente que no tiene la suficiente
sensibilidad para razonar sobre lo que significa “estar vivo”.
Su mundo de problemas y necesidades ha eclipsado su
mente, al extremo de no ver que están disfrutando del
mayor milagro, de la más hermosa aventura, de algo tan
mágico que los habilita a sentir emociones, que les permite
embelesarse con un bello lugar, con un hermoso amane-
cer, que pueden disfrutar del amor de una pareja que los
eleve a niveles insospechados de dicha. Nada de eso sería
posible si no tenemos la tan ignorada vida.
Aprendí que, en esta aventura de vivir, al buscar el
afecto de una pareja se deben usar sólo los sentimientos,
a pesar del riesgo de equivocarse, no se puede esperar
encontrar la felicidad teniendo solamente “los pies sobre
la tierra”. Porque la felicidad no se encuentra, hay que
provocarla.
Y todo esto sólo se puede lograr si estamos atentos
a que transitamos por los mágicos y tortuosos caminos
de la vida.
Sólo me queda esperar que el sueño de mi amigo sea
largo y placentero, que estoy seguro que será así mientras
en mi interior no exista el ruido del miedo y del estrés.
La tranquilidad en mi mente, la paz en mi espíritu, el
amor en mi corazón, será la mejor canción de cuna para
este dormilón.
37
Resumiendo
P ensé que no escribiría más, que lo que tenía
que decir ya lo había dicho y que algunas per-
sonas que habían leído mis escritos anteriores
se sentirían felices de no tener que volver a leer algo mío.
Pero quedé sorprendido cuando la mayoría de ellas me
pidieron que lo siguiera haciendo.
No voy a referirme más al tema de mi enfermedad,
ya que todos saben cuál es mi actitud hacia ella. Pero
creo que es necesario que recordemos qué es lo que hice
y cómo fueron los resultados de tener un pensamiento
positivo ante una situación tan negativa.
Investigué cuáles fueron los motivos que me llevaron
a ese problema y traté de corregirlos.
También tuve que recordar que en esta contrariedad
no estoy solo, toda mi familia y las personas que me
quieren están preocupadas y pendientes de mi situación.
Eso hace que una actitud positiva de mi parte se convierta
en algo imprescindible para llevar tranquilidad y armonía
a mi entorno, creándose una simbiosis de paz entre todos.
En esa tarea de buscar y corregir me dí cuenta de que
mi vida comenzó a cambiar muy sutilmente, sobre todo
al no ver al problema desde punto de vista del miedo,
ya que este me llevaría sólo al dolor; traté de poner en
todo la mayor cantidad de amor que fui capaz, y eso me
llenó de optimismo y de paz para que la búsqueda fuera
más eficiente y placentera.
Pude ver que lo que se presentó como un desastre
38
llenándome de miedo, preocupación y desarmonía, se tras-
formó en algo que por el tiempo que dure mí vida me
hará sentir una persona diferente, feliz, capaz de transmitir
a mi entorno paz y tranquilidad en lugar de desarmonía
y miedo.
Quizás no prolongaré mí vida con todo esto, pero con
seguridad el resto de ella la viviré disfrutando de emo-
ciones que nunca hubiera descubierto si no fuera por mi
enfermedad y por la voluntad de cambiar lo que estaba
mal en mí vivir.
Tengo que aceptar que lo que tenga que ocurrir va
a ocurrir a pesar de los vanos intentos que pueda reali-
zar para oponerme a ello. Y que todos los esfuerzos que
pueda hacer tratando de evitarlo serán un consumo de
energía muy grande y sin ningún sentido.
Dejé de pensar en el tiempo que me queda ya que
ese es un pensamiento torturante y totalmente inútil. Trato
de hacer de mi vida una continuidad sólo de días felices
que lleno de paz y amor, sin pensar jamás en cuál será el
último. Cuando éste llegue me encontrará tan sabiamente
despreocupado que no me importará tanto.
No sé cuánto tiempo más viviré, pero depende sólo
de mí proceder para que ese tiempo sea de gozo o lo
convierta en un infierno.
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Cumpleaños
H oy recuerdo un cumpleaños, no es mi
cumpleaños biológico, pero para mí es un
aniversario que tiene un enorme significado
ya que este acontecimiento me obligó a dar nacimiento
a una nueva vida que me permitiera soportar mi enfer-
medad. Se cumplieron seis años desde que fui informado
que tenía en mi próstata un cáncer de alta gravedad. El
choque emocional que viví me hizo ver que mi antigua
y muy querida existencia llegaba a su fin ese día y que
a partir de ese momento tenía que dar comienzo a una
nueva manera de vivir
De nada me hubiera servido continuar lleno de amar-
guras miedos y preocupaciones, así que con mucho o poco
coraje tenía que cambiar mi vida actual por otra que me
permitiera vivir con armonía y serenidad. Desde luego que
para lograr eso debía modificar mi visión sobre lo que
era vivir, saber quién era yo en realidad y qué relación
tenía con el universo ya que mi perspectiva hacia la vida
debería ser diferente. El problema era cómo descubrir un
enfoque distinto y si realmente existía ese enfoque. Tuve
que meditar mucho sobre el tema y cuando lo encontré
lo exprese en “Mi Cáncer y Yo.”
Estoy satisfecho de conmemorar un nuevo aniversario
con el cáncer, ya que eso significa que aún estoy disfru-
tando de esta magia que es vivir.
Tener una enfermedad grave te hace asumir que
como el tiempo que te queda es más corto, lo tenés que
40
vivir mejor y pensar más en el ahora. El error está en que
aunque no tengas esa dolencia deberías tratar de vivir más
en el ahora ya que nada te garantiza que tu vida sea más
larga que la limitada por una enfermedad.
41
El hombre nuevo
S ería interesante pensar que el hombre en un
momento determinado pudiera cambiar en su
organismo todo aquello que estuviera viejo o
deteriorado, considerándose así un hombre nuevo.
Pero lo único que realmente habrá logrado cambiar, es
parte de su biología, él seguiría siendo el mismo hombre.
Al hablar del hombre lo hacemos pensando sólo en
lo que vemos y esa parte es justamente la que no po-
demos renovar.
Cuando reconozcamos al hombre en su concepción
completa, es decir, que está formado por un cuerpo, una
mente y su espíritu, recién podemos hablar de convertirnos
en un hombre nuevo.
El hombre va acumulando en su mente todos los
acontecimientos que lo han marcado durante su vida y esos
acontecimientos buenos o malos hacen del hombre lo que es.
Las situaciones desagradables y sobre todo los mie-
dos, colaboran para que cometamos errores o vivamos
equivocadamente. Nuestro exceso de egoísmo nos hace
creer que estamos haciendo las cosas bien, pero a veces
no es así y al no darnos cuenta seguimos cometiendo los
mismos errores. El doctor Eric Rolf nos dice: “El universo
nos habla en susurros, si no podemos escuchar nos habla
más alto. Si aún no podemos o no sabemos entender o
no queremos escuchar, nos sigue hablando más y más
alto hasta que nos da un grito. Ese grito es el dolor, la
enfermedad o el accidente”.
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Si vivimos llenos de miedos (normalmente ocultos)
soportando sin razón situaciones irritantes o haciendo algo
que nos produce estrés, seguramente contraeremos alguna
enfermedad.
Si esa enfermedad es seria y tenemos el valor de
preguntarnos por qué llegó, en vez de quejarnos de ella,
tendremos la oportunidad de que esta nos estimule para
comenzar a trabajar en nuestro cambio. Pero qué bien nos
haría superarnos cada día antes de llegar a enfermarnos
por nuestros errores.
No podemos hablar de algo nuevo sin deshacernos
de lo viejo. Vivimos en una sociedad donde parece que
sólo cuando nos imponen miedo nos sabemos comportar.
El miedo está presente en casi todas las cosas; aún en
nuestras creencias más elevadas se impone un castigo
si no actuamos de acuerdo con lo estipulado en dicha
creencia y le ponemos tanta energía a esos miedos que
terminan por controlarnos.
Yo pienso que si supiéramos realmente quiénes somos
no nos dejaríamos controlar por ellos. ¿Pero quiénes somos,
qué es esa poderosa y amorosa energía que permite que
nuestro cuerpo físico cobre vida?, ¿somos nuestro cuerpo
físico o somos esa energía?, no cabe duda que no somos
nuestro cuerpo físico ya que éste deja de existir cuan-
do esa energía lo abandona. ¿Entonces, quienes somos
realmente? El filosofo y escritor Spinoza dijo: ”no somos
inmortales pero sí somos eternos”. Hermosa definición en
muy pocas palabras.
Al darnos cuenta de que el cuerpo físico es sólo un
vehículo que obedece a nuestra mente, a nuestro espíritu a
nuestros pensamientos y emociones, entendemos que para
43
convertirnos en un nuevo hombre, debemos trabajar sobre
nuestra mente y sobre nuestro espíritu. Cuando logremos
mejorar nuestros pensamientos y emociones, comenzaremos
a experimentar el cambio, a pesar de que nuestro ego se
resistirá, ya que él quiere seguir controlando al hombre
viejo. Recordemos que el cambio se producirá en nuestra
conciencia y llegará a nuestro físico, aumentando nuestra
paz y salud.
Pero recuerden que para que recibamos ideas y pen-
samientos frescos y renovados, debemos quitar los viejos
y equivocados.
Imaginemos un tanque totalmente lleno de agua en
mal estado en el que queremos introducir agua fresca; no
podríamos hacerlo hasta desagotar el agua impura.
Logrado esto, podemos comenzar a introducir los cam-
bios en nuestra vida para intentar ser un hombre nuevo.
Comencemos por cambiar todo lo que tenga su origen
en el miedo, tenemos que entender que la soberbia es
como un blindaje que impide que el amor se manifies-
te en nuestro espíritu. Debemos controlar nuestro ego y
que él no nos controle a nosotros. Comencemos a darle
importancia a las cosas que nos ayudan y desechemos a
todas aquellas que mantenemos por miedo, evitemos las
discusiones que no conducen a nada que sólo son una
lucha de egos, Consideremos a nuestro tiempo como algo
muy valioso que no podemos desperdiciar en cosas que
nos aturdan pero sí en cosas que nos eleven; evitemos
todas las charlas banales que nos hacen perder el tiem-
po, busquemos a las que nos hacen perder la noción del
tiempo; las creencias más elevadas que están basadas en
el miedo no nos ayudan en nada. Cambiemos todas las
44
cosas que deban ser cambiadas y frente a las que no
podemos cambiar, tomemos una actitud distinta hacia ellas.
Practiquemos el desapego de las cosas materiales.
Sí aceptamos lo que realmente somos y vamos cam-
biando nuestra actitud hacia la vida, comenzaremos a
sentir esa paz interior, sin la cual no podemos lograr una
verdadera felicidad.
No es fácil desde luego, pero sí es posible. Con la
fuerza de nuestro espíritu y con el corazón colmado de
amor se puede producir la alquimia que nos convertirá en
un hombre nuevo.
Un hombre que podrá disfrutar de su paz, que al
descubrir que en su interior subyace el milagro de la
vida, que es el mayor regalo del universo, podrá crear a
su alrededor un mundo de paz, de amor y de felicidad.
Y algo más
“Crees que te falta todo y sólo te
faltan unas flores, para sobrarte todo”
Antonio Porchia
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Cómo dices que no te aman
S i un puñado de seres humanos te hizo daño
hay muchos más que te demuestran todos los
días que te quieren, y si ninguno te dice que
te ama como tú quisieras, no sufras por falta
de cariño, porque aunque tú no te des cuenta estás ro-
deada de amor.
¿Por qué buscas el amor o la aprobación sólo en las
personas si normalmente ese amor suele ser mezquino o
muy condicionado? Tú eres parte del universo y si meditas
sobre eso te darás cuenta de que eres amada incondicio-
nalmente con el amor más puro y poderoso que existe.
El pasado con mucho o poco amor te lo hicieron
otros, pero ahora estás viviendo en un presente donde
nadie te puede impedir gozar del amor que te brinda la
naturaleza y el universo.
¿Alguna vez una flor te ha tratado mal o te ha
lastimado? Como no puede hablar te ha dicho te amo
mostrándote toda su belleza.
Cuando los pájaros cantan en las mañanas ¿Qué crees
que dicen? Dicen: “cantamos para vos porque sabemos que
estas ahí y lo hacemos porque te amamos.”
Cuando tu mascota salta de alegría al verte, ¿Qué
crees que te está diciendo?
Cuando los arboles te dan sombra y frescor te están
diciendo “te amamos”.
En un hermoso amanecer, en una puesta de sol o en
una noche estrellada, el universo te está diciendo “te amo”.
¡Cómo dices que no te aman!
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¡Adiós tristeza!
H oy decidiste anidar nuevamente en mi alma.
Sé que tienes derecho a existir como todo en
el mundo, por eso te acepto hoy. Mi corazón
se descuidó y tú controlas ahora mis emociones. Sé que
dirás sólo mentiras y que intentarás hacerme creer que
son verdades.
Te regalaré por última vez veinticuatro horas del resto
de mi vida; no es para que te sientas feliz porque tú no
conoces esa palabra. Es para que descargues tus grises
sentimientos y te retires para siempre de mi vida.
Tratarás de hacerme creer que el vivir está lleno de
dolor, que amar es una pérdida de tiempo, que mis horas
son de hastío, que nada tiene valor. Te permito que me
hagas caer en lo más profundo, donde no hay la más
mínima esperanza, donde todo es oscuridad; todo te lo
permito hoy.
Disfruta haciéndome creer que este día es amargo,
triste y que no merece ser vivido; que las personas que
amo dejarán de quererme; que los sentimientos sólo me
harán sufrir. Trata de entristecerme hasta las lágrimas.
¡Todo te lo permito hoy, pero sólo por hoy!
Te he regalado un día que, a mi edad, es lo más
valioso que tengo. Mañana te expulsaré de mi corazón y
volverán a ocupar ese lugar la felicidad y la paz; ellas te
harán ver que todos tus intentos por llenar de grises donde
hay color y belleza, fueron en vano.
Porque: la vida es un milagro y es maravilloso vivirla,
amar es el sentimiento más hermoso, mis horas son de
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paz y armonía, cada nuevo día es una bella aventura que
no podemos perder, y las personas que me aman me
amparan con su amor.
Todo te lo he permitido hoy; pero no vuelvas a inten-
tar quitarme veinticuatro horas de paz porque no encon-
trarás a mi sensible corazón desprotegido. Estará cubierto
por un blindaje de amor y ocupado en ser feliz.
No trates de anidar nuevamente en mi alma. Ese
delicado y tibio espacio es para que lo habiten el amor
y mi paz.
Para siempre: ¡Adiós tristeza!
50
Anécdotas cotidianas
Mis encuentros con Teresa
Primer encuentro con Tere
E n cada barrio hay una vecina conocida que no
sabemos por qué misterio de los astros ella
está siempre informada de todo, y con tal lujo
de detalles que el mejor periodista del diario local pasaría
por inepto ante esta mujer. En nuestro barrio la encargada
de la noble misión de informar está a cargo de una vecina
llamada Teresa (Tere para los conocidos). Todos sabemos
que en su cabeza lleva un cuestionario de preguntas y un
encuentro con ella no termina hasta que haya conseguido
todas las respuestas.
Teresa es una mujer muy simpática, que con la misma
habilidad con que hace sus preguntas, elude la respuesta
cuando se le pregunta su edad, pero se supone que estará
entre los 55 y los 60 años. Tiene un rostro muy expresivo,
sobre todo sus ojos, coqueta para vestir y no muy alta,
es muy movediza y trata siempre de ser atrayente (cosa
que no logra por su afición al periodismo chismoso). No
sé de qué facultad del chisme habrá egresado, pero con
seguridad lo hizo con las mejores notas.
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Por eso en lo posible yo trato de evitar hacer contacto
con Tere.
Un buen día caminaba por las calles de mi barrio
cuando Teresa me vio, ella venía de frente así que era
tarde para intentar cualquier acción evasiva.
—¡Hola Miguel!
—¡Hola Tere! hacía mucho tiempo que no la veía (no
podían faltar los besos en la mejilla que por suerte esta
vez tenían poco maquillaje) ¿Cómo está? (¡no sé cómo se
me ocurrió hacer esa pregunta!)
—Y… usted sabe del problema con mi cadera, ahora
los médicos me indicaron nuevos estudios pero… bueno y
usted ¿cómo anda con lo suyo?
Me imagine qué era “lo suyo” y qué quería averiguar,
pero yo no estaba dispuesto a entrar en detalles que se
divulgarían por todo el barrio.
—¿Con lo mío? y bien. ¿Vio que hermoso sol que hay?
(dije en un intento de llevar la conversación a otro terreno).
La mujer se quedó mirándome por un momento en
silencio, extrañada, como esperando otra respuesta, una
que no tuviera nada que ver con el clima, hasta que por
fin como la respuesta esperada no llegaba, se decidió a
jugarse, fue derecho al tema y preguntó.
—¿Pero usted tiene cáncer no, cómo anda?
—¡Ah! sí, respondí, creo que debe andar bien hace
tiempo que no sé nada de él.
La mujer me volvió a mirar sorprendida, vaciló un
instante y si sus cuerdas vocales no emitieron el más
mínimo sonido (tal vez paralizadas por la respuesta) en
sus expresivos ojos pude leer: “me está tomando el pelo
o tiene un pariente que se llama cáncer.” Recuerdo que
52
dijo: “ah bueno” dio media vuelta y se fue mirando para
atrás como asegurándose que realmente había hablado
conmigo. Pero claro, se fue decepcionada, ella estaba en
plena tarea de actualizar su información y yo hice fracasar
su reportaje.
No sé si reírme por lo que paso o si debo buscar a
Teresa para pedirle disculpas.
Segundo encuentro (quince días después)
Recordemos que Teresa es una ávida recolectora de
información que desinteresadamente trasmite a los vecinos
que necesitan mantener actualizados los detalles de quie-
nes conviven en el mismo barrio.
Su noble tarea de recolectar información a veces se ve
frustrada por el proceder inconsciente de algún vecino, que
no entiende la loable misión de esta mujer y no le pro-
porciona los testimonios que ella necesita. Días atrás había
tenido un encuentro con ella y me negué a suministrarle
los datos sobre mi enfermedad que inocentemente me
pedía, por eso se alejo de mí notablemente decepcionada.
En cierta ocasión salía yo de un negocio y en la
puerta me encontré con Tere.
—¡Hola Tere! ¿Cómo estás? (pensé que tuteándola
borraría un poco el mal recuerdo del encuentro anterior).
—¡Hola Miguel! ¿Cómo está usted? (oh oh, ese hola
tan seco y el “usted” eran sinónimos de algo no olvidado).
De más está decir que en este encuentro no hubo
besos en la mejilla y me dí cuenta de que estaba frente
a alguien que no iba a permitir que le tomaran el pelo
nuevamente.
53
—Yo bien Tere ¿Cómo anda su cadera? (pregunté con
el mayor gesto de ternura de que fui capaz).
—Bien (respondió ásperamente).
Ella permanecía parada estoicamente frente a mí como
esperando algo. Como no había más diálogo eché mano a
mi sicología y me dije: cuando un niño está enojado si se
le regala un dulce se le suele pasar. Entonces para que se
le vaya el enojo a esta mujer tan aficionada a las noticias,
lo mejor que puedo hacer es regalarle una información
bien fresca, recordé algo que sucedió en mi cuadra el día
anterior, y le dije con mi mejor estilo de informante:
—¿Tere, vio que el matrimonio que vivía a media
cuadra de mi casa se mudó ayer? (y quedé esperando el
“ah no sabía” con una sonrisa de héroe).
—Ah sí, respondió, se fueron a vivir a Córdoba a la
casa de un hijo, porque tienen otro aquí en Mendoza
pero no se llevan muy bien. La casa no era de ellos y la
tuvieron que dejar por problemas con el alquiler.
La sonrisa de héroe se transformó en una mueca
mezcla de inocencia y estupidez. ¡Como pude pensar que
a una profesional como Tere la podía halagar con una
noticia del día anterior y que ella no conociera!
Después de esta demostración de que algo que suce-
dió ayer no es para ella una noticia fresca me dijo:
—Bueno Miguel. Me alegro que usted ande bien con
lo suyo, adiós.
Dijo “lo suyo” con gran sarcasmo, recordando segu-
ramente nuestro anterior encuentro. Dio media vuelta y
se fue, pero esta vez no miró para atrás, se fue riendo
seguramente de lo que yo llamo una noticia “fresca.”
Tuve la intención de hacer las paces con Tere olvidando
54
lo anterior y dentro de su terreno, pero es imposible es
muy buena profesional.
Así que, si yo quería congraciarme con ella, no te-
nía más remedio que aprovechar el próximo encuentro y
pedirle directamente disculpas, ya que con Tere es mejor
andar bien.
Tercer encuentro (diez días después)
Esa oportunidad llegó en un hermoso día soleado,
cuando me encontré con Tere en una esquina. Era la opor-
tunidad que esperaba para disculparme. Pero no pude evitar
que un sudor frío de pánico invadiera mi cuerpo, a pesar
de mi temor de que me manifestara su enojo, la saludé.
—¡Hola Tere!, ¡qué alegría me da verte! (creo que cerré
los ojos con miedo esperando su respuesta).
—¡Hola Miguel! Hacía días que no te veía y estaba
preocupada por vos, ¡que suerte que nos encontramos!
Esta vez el que se quedó sin poder emitir un sonido
fui yo, me quedé mirándola sin entender nada, pero tenía
que decir algo.
—Ehhh si ¿qué suerte no? (bueno, tenía que decir algo
pero no algo tan tonto).
Haciendo un esfuerzo por volver a la realidad, logré salir
del asombro de ver a esa mujer sonriente con gesto amable
frente a mí, y pensé que era la oportunidad de ofrecer mis
disculpas. Tomé una actitud de hombre serio y le dije.
—Tere, tengo que pedirte que me disculpes porque
no te contesté bien hace unos días cuando querías saber
sobre mi enfermedad.
—¡Pero Miguel no digas eso! No tenés por qué
55
disculparte. Me pasa a menudo que la gente que tiene
miedo de contar alguna intimidad me trata un poco mal.
Me parecía que esto se estaba poniendo un poco
sarcástico pero también podía ser que a Tere después
de un tiempo, se le hubiera pasado el enojo y tenía otra
actitud hacia mí.
—Bueno Tere te agradezco que hayas olvidado lo que
pasó en ese encuentro, ahora me siento más tranquilo, te
aseguro que no volverá a ocurrir.
—Sí Miguel no te preocupes, tenés que cuidarte ¿Por-
que tu problema es bastante serio no?
¡Ohh nooo!, caí como un inocente en su trampa. Aho-
ra no tengo más alternativa que responder a sus preguntas.
Con cara de humillante sumisión le dije.
—Sí Tere, es un poco serio… y respondí resignado a
todo lo que quería saber.
Tengo que aceptar que Tere es una excelente profe-
sional del chisme y no cejará en su intento de lograr lo
que quiere saber utilizando cualquier técnica. Me manejó
con tanta sutileza que me llevó a un punto que no pude
eludir sus preguntas.
No sé si Tere me perdonó o no, yo creo que se tomó
venganza, lo que es seguro es que logró su objetivo.
Esta vez al decirme adiós y besarme en la mejilla
(el calor había ablandado un poco su maquillaje y parte
de él quedo en mi cara) pude ver en su rostro un gesto
de satisfacción y en sus ojos la expresión de: “caíste ¿no?”.
Se fue tarareando alguna canción de triunfo y si no
vi mal, dando saltitos.
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Cuarto encuentro (treinta días después)
Normalmente nos quejamos de su presencia, porque
nos sentimos investigados por ella. Pero tenemos que re-
conocer que es una fuente de información muy necesaria,
ya que cualquier averiguación que se necesite hacer, la
respuesta es siempre la misma: “pregúntenle a Tere, ella
debe saber.”
Como será de necesaria su presencia que en una oca-
sión en que Tere se tuvo que internar por un problema en
su cadera, el barrio se convirtió en un caos en materia de
información. Nadie sabía nada de nadie, quién se mudó, sí
alguien se enfermó, sí hubo peleas entre vecinos, separa-
ciones, etc. Todos ignorábamos lo que ocurría en nuestro
alrededor, era muy desalentador y a la vez preocupante.
Cuando algunos discípulos de Tere comenzaban a
preguntarse preocupados cuándo regresaría para hacerse
cargo de su misión, Tere volvió.
Era notable cómo cambió la expresión del rostro de
muchas señoras al saber que su fuente de información
había regresado. Pero claro había un atraso de información
de varios días y actualizarlo no sería tarea fácil.
Una vez recuperada de su cadera, Tere comenzó su
vital e ineludible tarea de recolectar y distribuir toda la
información atrasada. Todo el barrio comenzó a cambiar:
la gente se veía más optimista, los vecinos se saludaban
y en sus rostros se notaba una expresión de tranquilidad,
parecía que todos comentaban: “volvió Tere ¡qué bueno!”
Es increíble pensar que esto suceda, pero para mucha
gente en el barrio, Tere es tan necesaria como la luz, el
gas y el agua.
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Tuve un nuevo encuentro con Tere. En esta oportuni-
dad, y después de lo que había ocurrido, ya no podía verla
como la mujer chismosa de tiempo atrás. Había reconocido
su idoneidad en materia de chismes, pero nunca pensé que
llegaría a ver en ella a un personaje tan importante para
la comunidad. Por eso cuando la salude le dije.
—¡Tere, sinceramente me alegra verte bien!
—¡Gracias Miguel! Me gustaría quedarme a conversar
con vos, pero como entenderás tengo mucho que hacer.
Claro que tenía mucho que hacer, el equilibrio de todo
el barrio dependía de ella.
Se fue muy movediza y orgullosa de que hasta yo
respetara su trabajo.
Esta es la descripción de mis encuentros con Teresa.
Ahora cuando me encuentro con ella en vez de eludirla
la saludo cortésmente.
No sé por qué ocurre todo esto, creo que en la gran
necesidad de estar comunicados, nació el teléfono, la radio,
los celulares y también los personajes como Teresa.
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Mi experienciaen un pelotero
U n viejo amigo, cuyo nieto cumplía cuatro años,
nos invitó al festejo de cumpleaños que se
realizaba en un pelotero. Como no nos atraen
mucho las reuniones en peloteros. Mi esposa (muy inteli-
gentemente) decidió no ir, pero como el insistió tanto en
que lo yo lo acompañara, fui.
El pelotero tenía capacidad para tres cumpleaños
simultáneos, un lugar estaba cerca de la entrada y dos
más adentro, uno al lado del otro, separados sólo por un
pequeño muro de cartón, pintado con dibujos infantiles.
Cuando llegué, vi a Juancito (el nieto de mi amigo)
jugando con otros chicos a la entrada del local, así que lo
salude con besos y abrazos y acto seguido me serví una
tentadora empanada que había sobre la mesa. Cuando iba
a servirme un vaso de cerveza noté algunas miradas de
asombro de personas que estaban sentadas en el lugar, y
me di cuenta del por qué de esas miradas cuando desde
el salón del fondo alguien me hacía señas saludándome.
Entonces comprendí que al ver a Juancito jugando en esa
reunión yo supuse que sería la de su cumpleaños. No
alcancé a servirme la cerveza pero me fui disfrutando de
la empanada que estaba riquísima.
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Cuando llegué a la mesa de Juancito, busqué a mi
amigo para conversar con él ya que no conocía a las otras
personas. Distinguí a la mamá de Juancito que estaba
sirviendo la torta. Ella estaba de espaldas a mí con un
plato de torta en cada mano de modo que cuando le dije
—¡hola Susana como estás!, ella se dio vuelta para
saludarme y al intentar besarme, la crema pastelera de una
de las porciones de torta terminó en mi camisa. A pesar
de los intentos por quitar toda la crema posible, no se
pudo evitar que terminara luciendo una enorme mancha
amarillenta en lo que era mi camisa nueva.
Como no podía localizar a mi amigo, me senté en
esos incómodos bancos de madera que están al lado de
las mesas, fue entonces cuando un amiguito de Juancito
se arrimó y me dijo:
—quiero Fanta.
Yo entendí que cualquier gaseosa le gustaría, así que
busque entre las botellas vacías alguna que tuviera algo y
se lo serví en un vasito de cartón.
—¡Esto no es Fanta!, grito el chiquilín, (y me miró con
cara de “parece mentira”).
Busqué entonces una botella que dijera Fanta pero
como no quería equivocarme nuevamente le pregunté
—¿esta está bien?, asintió moviendo su cabeza afirma-
tivamente. Le serví en otro vasito y esperaba que se fuera
satisfecho cuando me dijo
—¡lo quiero lleno!
Le agregue un poco más a su vaso y sin decirme,
nada levantó sus piernitas para pasar al otro lado del
banco y en ese movimiento se le volcó la mitad; ¡Sobre
mi zapato! Sentía como la gaseosa penetraba en mi pie,
60
mientras yo hacia un esfuerzo por disimular el percance.
En ese momento localicé a mi amigo que estaba
vigilando a su nieto para que no rompiera más cosas que
las que ya había roto. Me levanté para dirigirme a donde
él estaba ya que llamarlo era imposible por la música tan
fuerte. Y, mientras caminaba, escuchaba el chuac, chuac,
chuac, de mi zapato lleno de gaseosa.
Cuando me vio me dijo contento
—¡hola Miguel, que alegría verte, gracias por venir!
Y me invitó a sentarme frente a la mesa donde esta-
ban su hijo y su nuera para conversar, comer y tomar algo.
Justo en ese momento llegaban los del cumpleaños
de al lado, los que comenzaron a traer cajas con diversas
cosas. Una de ellas llamó la atención de Susana (la mamá
de Juancito), era una piñata enorme que parecía una nave
del Viaje a las Estrellas. Cuando Susana la vio le aplicó un
codazo a su marido, justo cuando éste estaba por beber
su vaso de cerveza, lo que provocó que la mitad de su
contenido se derramara sobre la única parte limpia de mi
camisa y le dijo:
—¡viste por amarrete la porquería de piñata que
compraste!
—No te preocupes (dijo su esposo) lo importante es
lo que tiene adentro, vas a ver que esa es pura pinta.
Y llegó la hora de romper las piñatas. Los de al
lado fueron los primeros; colgaron su piñata bien alto y
cuando los chicos estaban reunidos esta se abrió dejando
caer una lluvia de golosinas y algunas de ellas descendían
lentamente colgadas de un pequeño paracaídas de papel.
Juancito al ver eso clamaba a sus padres que rompie-
ran su piñata. Pero claro sus padres después de ver ese
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espectáculo hubieran querido suspender ese acto, pero ante
la lógica insistencia de su hijo no tuvieron más remedio
que intentar romper su piñata.
Luego de que esta fuera colgada (no muy alta) los
chicos se comenzaron a juntar debajo de ella. Esta piñata
se abría tirando de un cordón, y en el momento en que
el padre de Juancito intentó abrir la piñata dio un tirón
un poco fuerte y el cordón se cortó.
Los chicos quedaron decepcionados, los más chiquitos
lloraban, Los más grandecitos se quejaban y sus padres
creo que decían, “que boludo”.
La solución era subirse a una silla y tratar de abrir
la piñata manualmente, tarea que no resultó tan fácil y el
papá de Juancito terminó destrozándola como pudo.
Al volver a nuestra mesa me pareció escuchar risitas
en el cumple de al lado, y vi a Susana al borde de un
ataque de envidia, mirando con odio a su marido.
Yo pensé que después de todo esto había llegado el
momento de irme. Tenía mi pie mojado mi camisa arrui-
nada y, cuando pensaba que no me podía pasar nada
más, fui a saludar a mi amigo.
—¿La pasaste bien? preguntó.
—¡Si claro!, (mentí, desde luego). Bueno nos vemos
en cualquier momento.
—Esperate voy a llamar a Juancito para que te salude.
Yo había visto a Juancito hacía un instante. Tenía la
boca llena de chocolate, su cara lucía un maquillaje de cre-
ma y sus manos tenían una mezcla de todas las golosinas.
—No, dejalo que juegue tranquilo, dije esperando
evitar el encuentro con esa muestra viviente de todos los
dulces.
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Pero mi amigo insistió, así que cuando Juancito vino a
mi encuentro, intenté agacharme para saludarlo, pero él se
anticipó y abrazándose a mi pierna, me dijo chau y se fue.
Cuando vi mis pantalones todos manchados por las
manos de Juancito y temiendo que aún me pudieran pasar
más desastres, me fui sin saludar a nadie.
Al regresar a mi hogar y por el aspecto que tenía, fue
muy difícil explicar a mi esposa que volvía de un inocente
pelotero y no de una de esas fiestas locas.
Nunca me gustaron las reuniones en peloteros y des-
pués de esta experiencia la próxima vez iré con sandalias
un pantalón de jean usado y una camisa vieja.
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ReflexionesCuando veo a alguien llorar o reír, no pregunto por
qué lo hace. A veces siento ganas de llorar por lo que
ríen y otras de reír por lo que lloran.
Sí me elogian por algo que escribí, me da vergüenza
confesar que no es mío, se lo copie a mi espíritu.
Si hoy soy un hombre nuevo, ayer fui un hombre
viejo, y si mañana vuelvo a ser un hombre nuevo, ¿hoy
soy un hombre viejo?
Muchos vieron caer una manzana pero sólo Newton
preguntó ¿por qué? Y resolvió un gran misterio. Cada vez
que nos enfermamos gravemente deberíamos hacernos la
misma pregunta y resolveríamos otro gran misterio.
Cuando pedimos algo al universo debemos estar cons-
cientes de que estamos viviendo sólo el presente, nadie
nos puede escuchar en el ayer o en el mañana.
La diferencia entre el amor universal y el amor a una
pareja es que en el amor a la pareja existe siempre un
sentimiento de posesión.
No podemos pedir a otro que duerma por uno, pero
podría dejar de hacer ruido.
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Dormía y soñaba que era muy feliz, desperté y me
dije ¿qué hago despierto? y me volví a dormir.
La mentira tiene muchas caras y la peor de todas es
un falso “te amo.”
Nadie muere por un amor que termina, sólo deja el
corazón en suspenso, hasta que un nuevo beso lo vuelva
a la vida.
La vida no debe convertirse en un hábito, siempre
debemos recordar que es un milagro.
Creo que cuando uno escribe, convierte en concreto
lo que es abstracto.
Trato de poner belleza en lo que analizo y no analizar
lo que ya es bello.
Si tus sueños te abandonan, podrás subsistir pero
dejaras de vivir.
Cambiemos a las personas que nos hacen perder el
tiempo por aquellas que nos hacen perder la noción del
tiempo.
Nuestro obligación es tratar de mejorar siempre a la
persona que tenemos más cerca, o sea, a nosotros mismos.
Si no tienes dinero no eres pobre, eres pobre si no
tienes sueños.
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Las mujeres quieren ser iguales a los hombres ¿real-
mente aspiran a tan poco?
Si has llegado a viejo ponte contento; muy pocos
tienen ese privilegio.
¿Tan orgullosos son los libros que cuando se prestan
no vuelven?
Para mí, escribir a veces resulta imposible, pero bueno,
lo que es posible lo hace cualquiera.
Escribir no me hace más inteligente, me obliga a ser
menos ignorante.
El amor de una pareja se termina cuando empiezan
los bostezos.
Cuando dejo que lo que tenga que ser sea, vivo en
paz. Cuando trato de forzar o cambiar lo que tiene que
ser, el universo me responde con algún dolor.
Si no encuentras nada bello, prueba con el amor.
Si sales a buscar el amor encontrarás pasatiempos. El
amor es magia, llegará en cualquier momento, y donde me-
nos tú lo esperas.
Trabaja para convertirte en alguien interesante y
agradable, ya que tú eres la persona con la que pasarás
el resto de tu vida.
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Si no puedes estar solo, es porque estas en mala
compañía.
Escribo para ver mi alma manifestada en la escritura;
para ver mi rostro están los espejos.
Las mariposas evolucionaron porque se dieron cuenta
de que no nacieron para ser orugas, pero el hombre cree
que no puede ser más que lo que es: un simple hombre.
Es mejor escribir sobre cosas cotidianas que no escribir
nada.
Cuando descubro una verdad me doy cuenta de que
era lo más simple, pero siempre llego a ella por el camino
más complicado.
Si buscas el amor, desconecta tu intelecto y usa nada
más que tus sentimientos. Podrás equivocarte, pero gozarás
intensamente mientras dure ese amor.
Si algo no resultó como tú lo querías, no busques la
causa ni te amargues. Mas adelante te darás cuenta de que
el universo te estaba protegiendo porque lo que querías
no era lo mejor para ti.
En sueños una voz me dijo: “¿acaso no tienes corazón?
escribe lo que él te dicta y no escuches a tu intelecto.”
La forma más trágica de perder la vida es no aven-
turarse a vivirla.
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No pretendo excusarme de mis errores, aún teniendo
mis excusas, sólo pretendo ser perdonado y sobre todo no
olvidarme de corregirlos.
Crecemos en la medida que amamos.
El placer está tan cerca del dolor que a veces no se
por cuál de los dos estoy llorando.
Hay momentos en que la paz que siento es tan infi-
nitamente placentera que hasta vivir me molesta.
Cuando mi corazón deje de latir yo seguiré viviendo
en el latido de otros corazones amados.
La aventura de vivir me llevó a tener éxitos y fraca-
sos. Yo estaba orgulloso de mis éxitos hasta que aprendí
que fueron los fracasos los que me dieron el coraje para
conseguirlos.
Hay un punto en que nacemos y otro en que mori-
mos. El vacío entre esos dos puntos es la gran oportunidad
que nos da la vida para que lo llenemos con actos que
nos eleven espiritualmente o nos hagan descender a un
nivel en el que nos atrape lo material, perdiendo de esta
forma la oportunidad de evolucionar.
Para mí la vida es un sueño del que en algún mo-
mento tendré que despertar y partir para seguir mi cami-
no. Pero por favor no hagan ruido porque quiero seguir
soñando.
En paz
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
Amado Nervo
Índice
Mis agradecimientos 7
Introducción 9
Porqué elijo soñar 11
Mi cáncer y yo 15
Deja que la vida fluya 21
Cinco años, una eternidad 23
Una reflexión con lógica 23
Mis últimos caramelos 25
Tuve un sueño 27
Una historia de amor 29
El amigo dormido 33
Cumpleaños 39
El hombre nuevo 41
Y algo más 45
Cómo dices que no te aman 47
Anécdotas cotidianas 50
Mis encuentros 50
con Teresa 50
Mi experiencia 58
en un 58
pelotero 58
Reflexiones 63
En paz 69
Se terminó de
componer e imprimir en
agosto de 2015 en
Editorial Qellqasqa
San José de Guaymallén
Mendoza, República Argentina.
www.qellqasqa.com.ar