mente y cerebro 48 (2011) redes sociales

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n. o 48/2011 6,50 € REDES SOCIALES Cómo influyen en nuestro comportamiento y emociones 9 7 7 1 6 9 5 0 8 8 7 0 3 0 0 0 4 8 MAYO/JUNIO 2011 NUEVAS TECNOLOGÍAS INTELIGENCIA 2.0 EDUCACIÓN ¿POR QUÉ FALTAN A CLASE? PSICOLOGÍA VIOLENCIA DE GÉNERO NEUROCIENCIA SINAPSIS «DURMIENTES» PSICOBIOLOGÍA LA ADICCIÓN

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n.o48/2011

6,50 €

REDES SOCIALESCómo influyen en nuestro comportamiento y emociones

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NUEVAS TECNOLOGÍAS

INTELIGENCIA 2.0

EDUCACIÓN

¿POR QUÉ FALTAN A CLASE?

PSICOLOGÍA

VIOLENCIA DE GÉNERO

NEUROCIENCIA

SINAPSIS «DURMIENTES»

PSICOBIOLOGÍA

LA ADICCIÓN

SUMARIO

EDUCACIÓN

16 NOVILLOS ESCOLARES

Margrit Stamm

Casi todos los jóvenes dejan alguna vez de ir a clase. Los motivos no deben bus-carse exclusivamente en los alumnos: los maestros y las escuelas tienen gran parte de responsabilidad.

PSICOLOGÍA SOCIAL

20 VIOLENCIA DE GÉNERO

Francisca Expósito

La asimetría social en las relaciones entre mujeres y hombres favorece la violencia de género. Es necesario abor-dar la verdadera causa del problema: su naturaleza ideológica.

DROGAS Y CEREBRO

26 LA TRAMPA DE LA ADICCIÓN

Christian Lüscher

Drogas como la cocaína y la heroína blo-quean, a través de mecanismos neuro-nales aprendidos, la capacidad de tomar decisiones con conocimiento de causa. ¿Qué ocurre en las neuronas?

PLASTICIDAD NEURONAL

32 SINAPSIS «DURMIENTES»

Mark Hübener

Montar en bicicleta, tocar la guitarra, leer en francés. Con facilidad logramos reactivar capacidades que creíamos perdidas. Aunque no utilicemos las conexiones nerviosas correspondientes desde hace largo tiempo, una vez anuda-das, permanecen.

MIMETISMO

48 CAMALEONES SOCIALES

Arnd Florack y Oliver Genschow

La capacidad inconsciente de imitar el lenguaje, los ademanes o los gestos de otras personas nos facilita la relación con los demás; tal mimetismo también puede influir en nuestros hábitos de consumo.

CONTAGIO SOCIAL

54 JUNTOS SOMOS DIFERENTES

Nikolas Westerhoff

Familia, compañeros de trabajo, vecinos, amigos. Cada persona participa en di-versas redes sociales, las cuales influyen en los pensamientos, sentimientos y comportamientos de cada uno, incluso invaden la vida privada.

Mayo / Junio de 2011 Nº 48

48 MIMETISMO SOCIAL

78 CIBERACOSO

INTELIGENCIA Y TECNOLOGÍA 68

MALOS TRATOS 20 SINAPSIS Y APRENDIZAJE 32

REDES SOCIALES

60 COMUNIDADES VIRTUALES

David Disalvo

Facebook, Myspace, Twitter, Tuenti y otras redes sociales en Internet han evolucionado en pocos años hacia un fenómeno global. ¿Cómo influyen este tipo de relaciones en la psique de los usuarios?

SECCIONES

5 Encefaloscopio Creatividad... Estados de ánimo...

Sociabilidad... Subconsciencia... Relaciones

afectivas... Neurociencias... Neuroimagen.

9 Retrospectiva Desde el manicomio a la psiquiatría

comunitaria

36 Punto de vista ¿Psicoterapia a partir del escáner cerebral?

40 Mente, cerebro y sociedadƒ Bioelectricidad cerebral

y patologías neurológicas.

ƒ Red de proteínas en el alzhéimer.

ƒ Origen prenatal de la esquizofrenia.

ƒ Adicción a Internet.

84 Syllabus Movimiento de masas

90 Ilusiones Dos ojos, dos visiones

94 Libros Potenciación radical

Ética y naturaleza

COGNICIÓN

68 INTELIGENCIA 2.0

Christian Wolf

Navegar en Internet y jugar a videojue-gos aumenta la inteligencia visuoespa-cial y la atención. Sin embargo, su uso relega el desarrollo de otras facultades cognitivas esenciales.

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LIA SILY

CH

REDES SOCIALES54 JUNTOS SOMOS DIFERENTES

60 COMUNIDADES VIRTUALES

66 GLAMOUR EN FACEBOOK

ENTREVISTA

75 CAMBIO FUNDAMENTAL EN LAS

ESTRUCTURAS DE PENSAMIENTO

Desde hace décadas crece el prome-dio de cociente intelectual en todo el mundo. El psicólogo Heiner Rinder-mann aclara la razón del fenómeno y la función que desempeñan en ello los nuevos medios.

CONDUCTA

78 MOBBING 2.0

Dieter Krowatschek

Desde SMS ofensivos hasta alusiones ridículas en Internet. El cyberbullying, o acoso cibernético, supone una variante de violencia entre los jóvenes. ¿Qué cau-sas originan el fenómeno? ¿Cómo deben actuar padres y maestros para evitarlo?

LUIS BOU: Encefaloscopio, Ilusiones; F. ASENSI: Novillos escolares, Punto de vista, Mobbing 2.0; M.a DOLORES ESCARABAJAL: Violencia de género; IGNACIO NAVASCUÉS: La trampa de la adicción, Sinapsis «durmientes»; ROLF GÁSER: Camaleones sociales; NOELIA DE LA TORRE: Juntos somos diferentes; BRUNO MORENO: Glamour en Facebook; SIXTO J. CASTRO: Inteligencia 2.0, Cambio fundamental en las estructuras de pensamiento; MAR SANZ PREVOSTI: Syllabus

COLABORADORES DE ESTE NÚMERO

ASESORAMIENTO Y TRADUCCIÓN:

Portada: © Dreamstime / Luba V Nel

DIRECTORA GENERAL Pilar Bronchal GarfellaDIRECTORA EDITORIAL Laia Torres CasasEDICIONES Yvonne Buchholz

Anna Ferran CabezaErnesto Lozano Tellechea

PRODUCCIÓN M.ª Cruz Iglesias CapónAlbert Marín Garau

SECRETARÍA Purificación Mayoral MartínezADMINISTRACIÓN Victoria Andrés LaiglesiaSUSCRIPCIONES Concepción Orenes Delgado

Olga Blanco Romero

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Gehirn & Geist

CHEFREDAKTEUR: Dr. Carsten Könneker (verantwortlich) ARTDIRECTOR: Karsten Kramarczik REDACTIONSLEITER: Dipl.-Psych. Steve Ayan REDAKTION: Dr. Katja Gaschler, Dipl.-Phych. Christiane Gelitz, Dipl.-Biol. Anna von Hopffgarten, Dr. Andreas Jahn (Online-Koordinator), Dipl.-Theol. Rabea Rentschler FREIE MITARBEIT: Joachim Marschall SCHLUSSREDAKTION: Christina Meyberg, Sigrid Spies, Katharina Werle BILDREDAKTION: Alice Krüßmann, Anke Lingg, Gabriela Rabe REDAKTIONSASSISTENZ: Petra Mers VERLAGSLEITER: Richard Zinken GESCHÄFTSLEITUNG: Markus Bossle, Thomas Bleck

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MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 5MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 5

CREATIVIDAD

El cerebro del artistaPruebas fisiológicas sobre la relación entre la inventiva y el trastorno mental

L a creencia popular de que los artistas y pensadores origi-

nales poseen algún ramalazo de locura se encuentra muy

arraigada. Los émulos de Vincent van Gogh o Sylvia Plath

han hecho pensar que la creatividad y la locura van de la

mano. En el pasado, ciertas investigaciones establecieron una

correlación entre ambas: estudios epidemiológicos indicaban

que en las familias de individuos sumamente creativos era

más frecuente la enfermedad mental,

lo que indicaba un vínculo genético. Un

estudio realizado en Suecia expone un

mecanismo biológico: individuos sanos

y creativos comparten con las personas

con esquizofrenia ciertos rasgos en su

química cerebral.

Un equipo de investigadores del Insti-

tuto Karolinska de Estocolmo ha estudia-

do un grupo de trece personas de ambos

sexos, todas ellas creativas. Como indi-

caban en su artículo publicado en PLoS

ONE, otros científicos habían observado

con anterioridad que en el pensamiento

divergente (la capacidad de «escapar del

marco») interviene el sistema dopamíni-

co del cerebro. El equipo determinó, mediante tomografía por

emisión de positrones, la abundancia en estos individuos crea-

tivos de un «sensor», esto es, de cierto receptor de dopamina en

el tálamo y en el estriado, regiones cerebrales que procesan y

clasifican la información antes de que se torne en pensamiento

consciente, y que también se relacionan con la esquizofrenia.

El equipo observó que los individuos que exhibían menor

actividad talámica del receptor obtenían

mayores puntuaciones en las pruebas de

pensamiento divergente: daban múlti-

ples soluciones a un problema.

Trabajos anteriores habían demos-

trado que los sujetos con esquizofrenia

exhiben, asimismo, una actividad infra-

normal en el receptor de dopamina. Esta

llamativa semejanza pone de manifies-

to un vínculo clave entre la creatividad

y la psicopatología. «Para salirse del

marco puede ser conveniente no tener-

lo completamente intacto», escribe el

autor principal, Fredrik Ullén, experto

en cognición del Karolinska.

—Elizabeth King Humphrey

A unque a muchos de nosotros nos

repelen los «trabajos inútiles», que

acabamos realizando sin prestar aten-

ción, tales tareas pueden mejorar nues-

tro estado de humor, siempre y cuando

exista una excusa para desarrollarlas.

Psicólogos de las universidades de Chica-

go y Jiaotong de Shanghái ofrecieron a

sus probandos la posibilidad de elegir

entre rehacer una pulsera de cuentas o

sentarse sin hacer nada durante quince

minutos. La mayoría prefirió la segunda

opción, salvo si se les permitía reordenar

las cuentas del brazalete a su gusto. En

otro experimento, los probandos debían

cumplimentar un cuestionario; después

podían optar entre entregárselo a un

ayudante que se encontraba en la sala y

esperar a que empezase la segunda parte

del experimento, o bien matar el tiem-

po con una caminata hasta otro edificio

para entregar el documento y volver. En

todos los casos se recompensaba a los

estudiantes con un dulce al depositar su

ejercicio. Los probandos solo optaron por

el paseo si las golosinas en uno y otro

lugar eran diferentes.

Ambos experimentos parecen indi-

car que cuando existe una justificación,

como expresarse de forma artística u

obtener una recompensa distinta, las

personas prefieren ocuparse en alguna

actividad. De hecho, quienes optaron

por la versión más activa de la situación

informaron de promedio sentirse al fi-

nal de la prueba de mejor humor que

aquellas que permanecieron desocupa-

das. Sirva de consejo: la próxima vez que

deba esperar por algún motivo, piense en

alguna actividad que le mantenga ocu-

pado. Incluso acciones sencillas, como

pasear u organizar un armario, pueden

mejorar el estado de ánimo.

—Allison Bond

ESTADOS DE ÁNIMO

Excusas para ocuparseQuienes encuentran razones para ocupar su tiempo son más felices

ENCEFALOSCOPIO

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6 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

SOCIABILIDAD

Ayuda hormonal para el autismoLa administración de oxitocina parece aumentar las destrezas sociales

E n las interacciones sociales íntimas es probable que inter-

venga la oxitocina, la llamada «hormona de la confianza»,

fundamental para establecer relaciones normales. Incluso una

variante sintética podría reforzar los sentimientos de seguri-

dad. La oxitocina podría corregir, asimismo, algunas de las

deficiencias interpersonales que experimentan las personas

autistas.

En un estudio publicado en los Pro-

ceedings of the National Academy of

Sciences USA, trece adultos autistas de

gran capacidad participaron en un vi-

deojuego que requería ir pasando un

balón entre tres personajes ficticios

controlados por el ordenador. Algu-

nos de los jugadores apenas coope-

raban, por lo que para triunfar en el

juego era necesario identificarlos y no

pasarles la pelota. Tras administrarles

un placebo, los voluntarios autistas se

manifestaban incapaces de discrimi-

nar unos de otros jugadores, situación

que cambiaba si recibían oxitocina:

los probandos lograban puntuaciones similares a las que re-

gistraban los individuos no autistas, gracias a que favorecían

a los jugadores más cooperativos.

«Bajo los efectos de la oxitocina, los autistas no solo partici-

pan más en las actividades sociales, sino que logran comprender

las conductas de otros y responder de forma acorde», explica

Angela Sirigu, coautora del estudio y directora de investigación

en el Centro de Neurociencia Cognitiva de Bron en Francia.

En estudios anteriores se había observado que la oxitocina

refuerza la capacidad de los autistas adultos para percibir emo-

ciones en el habla y amortiguar el comportamiento repetitivo,

otro síntoma que se da con frecuencia en dicha enfermedad. El

compuesto ayuda también a los niños

autistas a discernir mejor las inten-

ciones de otras personas a través de

lo que expresa su mirada.

Tales estudios apenas son compro-

baciones iniciales pero inducen a pen-

sar que la oxitocina, si se administra

al poco de un diagnóstico de autismo,

podría facilitar las interacciones so-

ciales tempranas y orientarlas a favor

de un desarrollo más normal. No obs-

tante, serán necesarios muchos más

ensayos antes de que sea aprobado un

fármaco. «No contamos con un gran

número de medicamentos para tratar

los síntomas centrales del autismo, incluso podría sostenerse

que no disponemos de ninguno», explica Thomas R. Insel,

director del Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU., «así

que si este posee algún efecto, valdría la pena ensayarlo».

—Nikhil Swaminathan

A veces resulta fácil saber cuándo una

relación romántica va a fracasar. Si

resulta preferible ordenar calcetines que

tener una cita con la pareja o si a ningu-

no de los dos se le ocurre nada que decir,

parece que el asunto decae. Otra mala se-

ñal es que —conscientemente o no— se

asocie al ser amado con palabras como

muerte o ataque.

En un estudio basado en asociación de

palabras, psicólogos de la Universidad

de Rochester solicitaron a 222 personas

de ambos sexos, todas ellas casadas, pro-

metidas o con relaciones estables, que

clasificaran las palabras que les presenta-

ba un ordenador. Los probandos debían

emparejar los nombres o peculiaridades

de sus parejas con términos que evocaban

ideas gratas (paz, atención o cariño) o, por

el contrario, negativas (fastidio y crítica);

todo ello con la mayor rapidez posible.

Dicha prueba está diseñada para des-

cubrir en los sentimientos implícitos de

las personas prejuicios que no se saben o

no se quieren reconocer de forma explí-

cita. Los resultados del test demostraron

que cuanto más erraban los probandos

en aparear palabras asociadas a sus pare-

jas con palabras de significado positivo,

mayor era la probabilidad de que se sepa-

raran al cabo de un año; incluso al tener

en cuenta variables como satisfacción

o conflicto en la relación. Tras efectuar

SUBCONSCIENCIA

Pensamiento delatorUn test de prejuicios ocultos pronostica el declive de una relación

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MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 7

RELACIONES AFECTIVAS

No sin mi madreEl vínculo maternal da forma a decisiones y estados de ánimo

L os fuertes lazos emotivos entre ma-

dres e hijos aumentan la disposición

de los niños a explorar el mundo. Un efec-

to que se ha observado en humanos, mo-

nos e incluso en arañas. Cuanta mayor se-

guridad tenemos en nuestro vínculo con

mamá, más proclives somos a ensayar

cosas nuevas y a asumir riesgos, efecto

que perdura hasta la edad adulta. La mera

evocación de una caricia de la madre o su

voz por teléfono bastan para cambiar el

estado de ánimo y las opiniones de los hi-

jos; también afecta en forma mensurable

las decisiones de los vástagos.

En un estudio publicado en línea en

Psychological Science, un grupo de estu-

diantes de economía debía elegir entre

apostar sobre seguro o arriesgarse en op-

ciones inciertas, por ejemplo, entre bonos

con una rentabilidad anual garantizada

del cuatro por ciento o una participación

en acciones con retornos mucho más fluc-

tuantes. En la mitad de los casos, los ex-

perimentadores dieron a los participantes

una palmadita en el hombro de un segun-

do de duración al tiempo que les propor-

cionaban verbalmente instrucciones para

la prueba. Los estudiantes de uno y otro

sexo tocados por una experimentadora

eligieron con mucha mayor frecuencia la

opción más arriesgada, en comparación

con aquellos alentados por un hombre o

quienes no contaron con tal aliento en ab-

soluto. El contacto alentador de una mujer

pudo evocar asociaciones afectivas muy

tempranas, inspirando la misma dispo-

sición por explorar que la que se observa

en los niños pequeños cuyas madres son

afectuosas, según explica Jonathan Levav,

profesor de economía en la Universidad

de Columbia y autor del estudio.

Para confirmar que el contacto feme-

nino vincula sentimientos de seguridad

con la adopción de riesgos, se pidió a un

grupo distinto de estudiantes que efec-

tuasen decisiones financieras después de

realizar un ejercicio escrito. Una mitad

de los probandos debía redactar expe-

riencias en las que se sintieron seguros y

respaldados, mientras que la otra mitad

de los participantes debía escribir sobre

momentos de soledad e indecisión. La

evocación de sentimientos de inseguri-

dad tornó a los estudiantes del segundo

grupo receptivos a los toquecitos alen-

tadores de las experimentadoras y les

dispuso mucho más a asumir un riesgo,

al igual que un niño que participa en

una excursión escolar puede buscar el

abrazo tranquilizador de su madre antes

de subir al autobús.

Sin embargo, no es el contacto físico

la única fuente de confortación mater-

na. En un estudio publicado también en

línea en Proceedings of the Royal Socie-

ty B, investigadoras de la Universidad

de Wisconsin-Madison estresaron a un

grupo de niñas de siete a doce años: les

exigieron que realizasen ejercicios de

matemáticas y que hablasen en público.

Después, algunas niñas se reunieron con

su madre; otras solo pudieron hablar con

ella por teléfono. Las últimas liberaron

iguales dosis de oxitocina, la hormona

que induce vínculos sociales, que aque-

llas abrazadas por mamá. Ambos grupos

presentaban similares niveles bajos de

cortisol (hormona del estrés), lo que po-

dría explicar por qué tantas personas,

sean jóvenes o adultas, llaman a su ma-

dre cuando se sienten tristes.

«Se trata de un fenómeno con carácter

muy fundamental», afirma Levav. «En el

fondo, se reduce a que nuestra madre fue

la primera en abrazarnos.» Los efectos de

ese vínculo perduran.

—Ferris Jabr

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dos experimentos que utilizan clases

de palabras ligeramente diferentes, los

participantes que puntuaron por deba-

jo de la media en asociaciones positivas

con su pareja y por encima de la media

en las negativas presentaban una pro-

babilidad de un 70 o un 75 por ciento

de romper en el plazo de un año, frente

a valores del 11 al 14 por ciento de los

otros voluntarios.

Los resultados demuestran que las

actitudes negativas implícitas hacia un

compañero sentimental pueden reflejar

confusiones o quejas demasiado sutiles

como para reconocerlas de forma cons-

ciente o lamentables para admitirlas.

Mas no es posible ignorar por siempre

jamás el propio subconsciente.

—Siri Carpenter

8 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

E ntre los miles de millones

de neuronas de nuestro

cerebro corren sin cesar im-

pulsos eléctricos que generan

campos eléctricos, que a su vez

lo envuelven como una nube

invisible. Un estudio publica-

do en línea en Neuron conje-

tura que el campo eléctrico

del encéfalo no constituye un

subproducto pasivo de su acti-

vidad neuronal, como se creía.

Este campo puede contribuir

a regular de forma activa el

funcionamiento del cerebro,

sobre todo durante el sueño

profundo. Se sabía desde hace

tiempo que las fuentes exter-

nas de electricidad (como la

terapia por electrochoque)

pueden alterar la función ce-

rebral; ahora se dispone de la

primera indicación directa de

que el campo eléctrico nativo

del cerebro modifica la forma

de conducta del mismo.

En el estudio, dos neuro-

biólogos de la Universidad de

Yale, David McCormick y Fla-

vio Fröhlich, envolvieron un

corte, vivo todavía, de cerebro

de hurón en un campo eléctri-

co que remedaba al que pro-

duce un encéfalo intacto de

dicho mustélido en la fase

de ondas lentas del sueño. El

campo aplicado amplificaba y

sincronizaba la actividad neu-

ronal que todavía existía en el

corte. Tales resultados indican

que el campo eléctrico gene-

rado facilita las mismas reac-

ciones neuronales que crea-

ron el campo en un inicio, al

igual que la nube de entusias-

mo que envuelve a una mul-

titud de espectadores cuando

animan a su equipo incita al

gentío a seguir animándolo.

Dicho de otro modo, el campo

eléctrico cerebral no constitu-

ye un subproducto: se trata

de un bucle de retroalimen-

tación.

Se sabía que los períodos

de elevada actividad neuro-

nal sincronizada (como la del

sueño profundo) revisten una

importancia crucial para el

mantenimiento del funcio-

namiento normal del cere-

bro, pero nunca estuvo claro

de qué forma se coordinaban

esas fases estables, ni por qué

se descarriaban en trastornos

como la epilepsia. El estudio

apunta la posibilidad de obte-

ner algunas respuestas sobre

la función del campo eléctrico

del encéfalo, que es sorpren-

dentemente activo.

«Se trata de un descubri-

miento muy nuevo e intere-

sante», afirma Ole Paulsen,

neurocientífico de la Univer-

sidad de Cambridge, quien no

tomó parte en la investiga-

ción. «Sabíamos que campos

eléctricos débiles podían in-

fluir en la actividad cerebral,

pero nadie había comprobado

con anterioridad que los cam-

pos generados por el cerebro

pudieran influir en su propia

actividad».

Fröhlich contempla asi-

mismo posibles aplicaciones

terapéuticas, sobre todo en el

perfeccionamiento de la esti-

mulación transcraneana por

corriente continua (tDCS, por

sus siglas inglesas). Dicha téc-

nica se basa en la aplicación de

campos eléctricos débiles sobre

el cuero cabelludo con el obje-

to de tratar la depresión o los

dolores crónicos, entre otras

dolencias. En su aplicación

tradicional, la tDCS se centra

en campos eléctricos estándar,

que no varían mucho, a dife-

rencia de los dinámicos utili-

zados en el presente estudio

para remedar un cerebro vivo.

«El paso lógico siguiente con-

sistiría en utilizar estas formas

de onda más complejas en un

contexto clínico y comprobar

si mejoran el tratamiento»,

opina Fröhlich.

—Ferris Jabr

NEUROCIENCIAS

Retroalimentación neuronalEl cerebro genera campos eléctricos que influyen en su propia actividad

NEUROIMAGEN

Tres son multitudLa estructura del cerebro podría explicar

la dificultad de efectuar varias tareas a la vez

Si hemos de realizar dos cosas al mismo tiempo,

nuestro cerebro escinde, en sentido estricto, la

tarea en dos. Así se afirma en un estudio publicado

en Science. Los investigadores midieron la actividad

cerebral en tareas de empare jamiento de letras.

Cuando los probandos tenían que habérselas con

dos ristras de letras y realizar al mismo tiempo

dos tareas de emparejamiento, la actividad de una

mitad del cerebro correspondía a una de las tareas,

mientras que el trabajo de la otra mitad, a la otra

labor. Ello podría explicar nuestra notoria torpeza

para llevar a cabo tres o más tareas a la vez. Cuan-

do las actividades son más de dos... nos quedamos

sin hemisferios.

—Graciela Flores

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MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 9

RETROSPECTIVA

R egresemos a los años cincuenta del

siglo XX, en el sanatorio psiquiátrico

provincial Nuestra Señora de la Fuencisla

en Segovia. Durante mi etapa adolescente

comencé a frecuentar este «manicomio»

situado en el bello paraje serrano entre

Segovia y La Granja de San Ildefonso. Allí

trabajaba mi padre, el también psiquiatra

Agustín Jimeno Cattaneo, siguiendo las

normas asistenciales de La psiquiatría

activa de H. Simon: todos los enfermos,

incluso los catatónicos, debían estar ac-

tivos. En Segovia, las mujeres en corro,

en el patatero de la cocina, pelaban len-

tamente patatas, algunas faenaban en la

alpargatería, otras en el costurero donde

bordaban en la mejor artesanía segovia-

na preciosos manteles y juegos de sába-

nas. Los hombres se empleaban en las

vaquerías, en la labranza, en el cuidado

de cerdos y gallinas. Mi padre llevaba fi-

chas de cada uno de los pacientes en la

«laborterapia», nombre por aquel enton-

ces todavía en desuso. El hospital no solo

era autosuficiente, sino que abastecía al

Hospicio, y al Hospital Provincial. En una

limpia aunque pobre enfermería se admi-

nistraban electrochoques y curas de Sakel

de insulina, como se hacía en los mejores

centros sanitarios. Hoy sin embargo nos

horrorizaríamos de las precarias condi-

ciones de aquellos tratamientos.

Existía en la finca paludismo endémi-

co, herencia de las tropas de regulares que

se albergaron allí durante la Guerra Civil.

Mi padre realizó observaciones sobre el

paludismo espontáneo en los esquizofré-

nicos a semejanza de las curas eficaces

con paludismo que empleaba J. von Jau-

regg para el tratamiento de las parálisis

cerebrales. De este modo constató que la

fiebre producía una disminución mera-

mente sintomática de la agitación y la

ansiedad, aunque solo durante los abs-

cesos de fiebre.

Las instalaciones recientes y relativa-

mente pequeñas del sanatorio permitían

evitar las peores lacras de los «asilos ma-

nicomiales». Se hallaba en una magnifica

finca de la diputación provincial, propie-

dad anterior de los condes de Mallada

denominada ya en ese entonces «Quita-

pesares» por encontrar allí solaz la reina

regente María Cristina y su marido mor-

ganático, Muñoz.

Unidad de agudos

Muy pocos hospitales generales en Espa-

ña contaban por entonces con una uni-

dad de psiquiatría de agudos. La diferen-

cia entre esta y una unidad de crónicos

había marcado trayectorias biográficas

y posiciones doctrinales en Alemania y

Francia; es decir, en la psiquiatría dirigen-

te de la época. Una de las escasas unida-

des de agudos en España se hallaba en el

Clínico de Madrid, donde trabajaron Ro-

dríguez Lafora, B. Llopis y J. J. López Ibor,

entre otros. Las salas se encontraban en

un magnífico edificio, hoy el Museo Reina

Sofía. Allí, como asistente voluntario y

alumno de doctorado, asistí a la aparición

de nuevos fármacos, a las psicosis agudas

del alcoholismo y al kif (léase marihuana,

a la que eran adictos antiguos militares

DESDE EL MANICOMIO A LA PSIQUIATRÍA COMUNITARIAUna biografía profesional y personal resume 60 años de la historia psiquiátrica

en Alemania y España

AGUSTÍN JIMENO VALDÉS

AGUSTÍN JIMENO

en el Instituto Max Planck de Múnich en 1960. TOD

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10 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

que habían prestado servicios en Marrue-

cos), y también a brotes agudos de psico-

sis «endógenas». Todo ello en pacientes

casi todos indigentes, asistidos por la

Beneficencia Provincial.

En 1960 continué mi formación en

calidad de médico interno en la Casa de

Salud Valdecilla de Santander, otro de

los centros en España que contaban con

unidades de agudos. En el pabellón 20

se encontraban las tres unidades: una de

psiquiatría de hombres, otra de mujeres

y una tercera de pacientes neurológicos.

No estaba claro el concepto asistencial.

Había casos de ataxia de Fridreich y de

miotonía de Thomsen. La neurocirugía

también era bastante elemental, pues en

esos años no se contaba con la posibilidad

de realizar angiografías. Sin embargo, bajo

la dirección de J. M.a Aldama Truchuelo se

llevaba a cabo una asistencia individual

con la máxima calidad de la época: téc-

nicas de sugestión, de narcoanálisis, de

electrochoques, así como curas con los

psicofármacos disponibles.

Con la apertura por las hermanas hos-

pitalarias de un hospital para mujeres en

Cueto, en las laderas de El Sardinero, se

produjo una innovación asistencial im-

portante. Allí se trasladó a las enfermas

procedentes de Santander que se hallaban

dispersas por España, sobre todo en los

grandes hospitales de Palencia. La apertu-

ra de un centro específico para hombres

tuvo que esperar algunos años; con todo,

la coordinación entre ambos centros era

muy buena, pues el doctor J. M.a Aldama

Truchuelo era también director del centro

de Cueto. Empezamos a trabajar y a hacer

guardias, lo que nos proporcionó, amén

de un modesto estipendio económico, el

estudio simultáneo de pacientes agudos

y de crónicos, además del seguimiento

parcial de las escasas altas. Se iniciaba la

colaboración asistencial entre psiquiatría

de agudos y de crónicos.

La casa de salud Valdecilla ofrecía enor-

me experiencia, aunque escasa formación

docente y nula posibilidad de desarrollar

una tesis doctoral. Ello contrastaba con

su magnífica trayectoria en los años an-

teriores a la guerra, período en el que tra-

bajaron allí López Albo y Lorente de No,

uno de los primeros investigadores que

diseñó redes neuronales con capacidad de

desarrollar funciones complejas.

Experiencia en Alemania

Tras terminar en junio de 1962 la tesis

doctoral en el Instituto Max Planck de

psiquiatría de Múnich, trabajé como asis-

tente médico de la Clínica Universitaria de

Neuropsiquiatría en Giessen (Nervenkli-

nik), puesto análogo al del MIR, durante

cuyo desempeño se adquiría el título de

especialista en enfermedades nerviosas

y mentales. El lugar permitía conocer las

RESUMEN

Época de reforma

1En los años sesenta del siglo XX,

muy pocos hospitales generales

en España contaban con una unidad

de psiquiatría de agudos.

2Los servicios psiquiátricos alema-

nes ofrecían mayor posibilidad

para la formación, además de un

ejemplo a seguir para el cambio ne-

cesario en la asistencia de los centros

españoles.

3El Sanatorio de Conjo, en Santia-

go de Compostela, fue uno de

los primeros en España en adoptar

mejoras en el sistema asistencial de

los enfermos mentales.

HOSPITAL PSIQUIÁTRICO DE HEILIGENHAFEN

El centro disponía de un servicio especializado en alco-

holismo y toxicomanías. Como todo hospital alemán, el

personal iniciaba la jornada con el intercambio de informa-

ción sobre cada paciente.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 11

características asistenciales tradicionales

de la psiquiatría en Alemania.

A mediados de los años sesenta, se divi-

dieron las cátedras y sus servicios en neu-

rología y psiquiatría. Sin embargo, el título

de especialista comprendía ambas discipli-

nas, por lo que la formación obligaba a ro-

tar por ambos servicios, al menos dos años

en cada uno. En neurología tomó el cargo

de dirección F. Erbslöh, quien falleciera de

manera trágica asesinado por la madre de

uno de sus pacientes. Erbslöh era un espe-

cialista de fama mundial en enfermedades

neurodegenerativas. El responsable de psi-

quiatría era A. Derwort, interesado, sobre

todo, en neurofisiología cerebral.

El trabajo asistencial

La clínica universitaria de Giessen carecía

de Aufnahmepflicht; es decir, obligación

de ingresar. Durante las guardias sufrí

en más de una ocasión el acoso de pa-

cientes, familiares, urgencias y médicos

de familia que demandaban por teléfono

o en la puerta el ingreso del enfermo. Si

había cama disponible, ingresaba siempre

a los pacientes ante la tremenda dificultad

que suponía discutir en mi alemán toda-

vía precario. La estancia me permitió un

amplio trabajo docente y de investigación

sobre todo en psicopatología.

Ya con el título de especialista bajo el

brazo, me trasladé al Hospital Psiquiá-

trico (Landeskrankenhaus) de Heiligen-

hafen, un pueblo remoto en las orillas

del mar Báltico, perteneciente al Land

de Schleswig Holstein. Ello me permitió

conocer de primera mano una reforma

asistencial. Se trataba de un manicomio

tradicional albergado en un magnífico y

antiguo cuartel de la marina alemana que

tenía sus arsenales en la cercana ciudad

de Kiel. El hospital creaba entonces un

servicio especializado en alcoholismo y

toxicomanías al que me incorporé con el

jefe de servicio (Oberarzt) H. Derwort.

Como en todas las clínicas alemanas, la

jornada comenzaba a primera hora con una

reunión de todo el personal para comentar

e intercambiar información de cada uno de

los pacientes. También se realizaban dos

veces por semana y en cada unidad reunio-

nes a modo de terapia grupal.

Dichas terapias cumplían dos objetivos:

por un lado, el de recoger información so-

bre el enfermo; por otro, de conversación

libre para los enfermos, quienes podían

exponer su caso sin sentirse presionados.

Se intentaba excluir toda atmósfera emo-

cional o pseudo mística, a diferencia de

como es frecuente hoy en algunos grupos

y comunas en el tratamiento de toxicó-

manos. Los familiares apenas existían.

Además, el hospital se encontraba lejos

de los centros urbanos.

La mayor parte de los pacientes asis-

tían a los talleres. La organización del

personal del hospital se prestaba para

comprender la organización funcionarial

alemana, la cual no resultaba tan patente

en la Universidad de Giessen por primar

allí la organización académica. El funcio-

nariado alemán en general constaba de

tres «carreras» (Laufbahn): alta, media e

inferior; cada una de ellas con jerarquías

diferentes, con sus correspondientes suel-

dos y denominaciones. En cada carrera

se ascendía por antigüedad y méritos.

Sin embargo, el cambio de una carrera a

otra exigía pruebas específicas. Así pues,

el hospital mantenía la organización y el

funcionamiento tradicional de «antes de

las reformas psiquiátricas». Todo ello me

recordaba al cursus honorum de la Repú-

blica Romana, en el que seguramente se

inspiró Federico de Prusia para establecer

tal organización funcionarial. Como anéc-

dota, se refiere que después de la Guerra,

los militares de EE.UU. ocupantes no lo-

graban aclararse en ese bosque de deno-

minaciones que los alemanes tan puristas

intentaban perpetuar. En tal coyuntura se

dice que los estadounidenses arreglaron el

asunto llamando a todos «Herr Doktor».

Sin embargo, la dificultad mayor en el

trabajo del día a día consistía, como tan-

tas veces después volví a experimentar,

en la adecuada actitud y colaboración del

personal. Es decir, en su transformación

desde la actitud paternalista y autoritaria

a la técnica y de colaboración en los trata-

mientos terapéuticos.

Actividades extrahospitalarias

Al margen de las estrictas obligaciones en

el hospital, contactamos y colaboramos

con diversos grupos activos en la lucha

A finales de los sesenta, los servicios psiquiátricos alemanes se organizaban en

tres tipos de centros que, aparte de su propio personal de plantilla, recibían

investigadores becados alemanes y de todos los países, así como psiquiatras

que gozaban de un año sabático que dedicaban a la investigación. Estos cen-

tros eran:

p Las clínicas universitarias de agudos. Desde finales del siglo XIX casi todas las

escuelas de medicina mantenían unidades psiquiátricas o neuropsiquiátricas,

puesto que englobaban a la neurología. Dirigidas por el catedrático u ordinario,

no estaban adscritas a un área geográfica ni tenían obligación de ingresar:

podían escoger a sus pacientes en razón a su interés para la investigación o

para la docencia.

p Los grandes asilos o manicomios (Landeskrankenhaus). Como en todas partes

a mediados del siglo XX, eran instituciones fundamentalmente de beneficencia,

cerradas y con numerosos ingresos judiciales. Tales centros tenían obligación de

ingreso, fuese por orden de las autoridades médicas, judiciales o policiales, o

por su área de referencia, generalmente muy amplias. Los directores no eran

profesores, ni los centros se utilizaban para la docencia.

p Centros de Investigación pura. Los más famosos eran los acogidos a la de-

nominación de la posguerra de Institutos Max Planck que sucedieron a los

institutos Kaiser Wilhelm (Emperador Guillermo). El de Múnich fue fundado

por E. Kraepelin y sufragado por la Fundación Rockefeller americana.

Centros psiquiátricos en Alemania

12 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

antialcohólica. Los nombres de estas ins-

tituciones son análogos a los de las ONG

actuales: alcohólicos anónimos, orden de

los Buenos Templarios, la Cruz Azul (orga-

nización dependiente de la iglesia evangéli-

ca y con potentes medios) y la Cruz de Oro

(organización de la Iglesia Católica).

En Heiligenhafen aprendí las técnicas

intra y extrahospitalarias de tratamiento

y prevención del alcoholismo, experiencia

que facilitó el contacto con los equipos es-

pañoles dedicados al tema. En concreto,

con J. Santodomingo y F. Alonso Fernán-

dez. Estos contactos me ayudaron a volver

a España en 1968, año en que F. Soto Yarri-

tu me apoyó para conseguir una plaza de

jefe de servicio en el Hospital Psiquiátrico

San Francisco Javier de Pamplona. El cen-

tro psiquiátrico se hallaba en el barrio de

la Rochapea. Se trataba de un edificio in-

menso, casi escurialense. Con un enorme

cuadrado de pasillos y tránsitos anchísi-

mos y altísimos de techo; con ventanas

solo en lo alto, de forma que el exterior era

invisible. A la mitad de uno de los lados,

la entrada principal; a la derecha, todas las

unidades de hombres, a la izquierda, las de

mujeres. Una gran capilla hacía de límite,

de tal forma que los y las pacientes no se

mezclaban ni veían.

Los pabellones, unos veinte, colgaban,

por así decir, de los tránsitos que forma-

ban los lados del cuadrilátero. Todos ellos

La reforma del Sanatorio de Conjo, en Santiago de Compostela, ofrece un

ejemplo de los avances que la asistencia psiquiátrica estaba viviendo en España

entre los años sesenta y setenta del siglo pasado. Consistió en tres grandes

mejoras:

p Instalaciones. La transformación arquitectónica supuso la dotación de espacios

de intimidad, con módulos de ocho a diez camas como máximo por sala. Tam-

bién se instalaron salas de estar, agua caliente, servicios higiénicos suficientes

y accesibles, calendarios, televisores y espejos. Además, se dotó a los pacientes

de vestimenta adecuada.

p Funcionamiento médico y social. Se instauró la revisión y puesta al día de todos

los pacientes (DNI, actualización de posibles derechos, pensiones o ayudas).

Asimismo se asignó a cada paciente una cartilla de ahorro en la que se ingre-

saría el dinero procedente de la laborterapia u otras ayudas. Se empezaron a

aplicar tratamientos psicoterapéuticos (terapia ocupacional o laboral, reunio-

nes de grupo), actividades lúdicas dentro y fuera del sanatorio (romerías, baile,

salidas a la ciudad, al cine o a la playa, entre otras). Por otro lado, se puso

énfasis en la formación y selección del personal, transformando los celadores

y cuidadores en auxiliares sanitarios, supervisores de unidad, etcétera.

p Sistema asistencial. Se decidió por la cancelación del sistema manicomial y la

sectorización. Cada provincia se haría cargo de sus pacientes. Así, se desarro-

llaron servicios extrahospitalarios creándose una red de dispensarios por La

Coruña y zonas limítrofes de la provincia. También se realizó un intenso esfuerzo

por disminuir el censo de pacientes ingresados y suprimir camas (entre 1972 y

1978 se pasó de 1400 a 800 camas en el Sanatorio de Conjo). En el sistema de

financiación se incluyeron los servicios ambulatorios esenciales para mantener

a los enfermos en la comunidad.

Transformación de un sanatorio español

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 13

disponían de diversos patios y dependen-

cias. Las instalaciones de servicios, como

cocinas y roperías, se situaban de forma

análoga respecto a los tránsitos. Cada pa-

bellón contaba con servicios de comedor,

patios, salas de estar y dormitorios.

Los pabellones ostentaban en la entrada

su nombre oficial, que, como era habitual,

correspondía al de algún santo: «San Fer-

mín», «San Francisco»... Sin embargo, en la

vida cotidiana la alusión a los grupos de

pacientes se sustituía por descripciones

más expresivas y funcionales: «sucios»,

«agitados», «trabajadores», «tranquilos»,

«tontos» o «epilépticos». Había unos 600

enfermos. Muchos de ellos activos en las

dependencias del hospital o con permisos

de salida en régimen custodial. En resu-

men, se trataba de un ejemplo de lo que

no debía ser un hospital de acuerdo con

las normas de rehabilitación psiquiátrica

que había aprendido en Alemania y que

debía poner en práctica en el centro psi-

quiátrico de Pamplona.

La verdad es que dentro de su contex-

to y época, el Hospital era magnífico. Se

trataba de un manicomio, pero se habían

hecho algunos esfuerzos de renovación.

En concreto, la construcción de un pabe-

llón de agudos totalmente nuevo delante

del vestíbulo principal antiguo y de ar-

quitectura moderna y más adecuada, con

despachos que albergaban las oficinas ad-

ministrativas; también reproducía en par-

te las separaciones por sexos del Hospital

antiguo, con dos áreas de 30 camas cada

una. Aun así, parece que las discrepancias

respecto al personal más las divergencias

del director respecto a la administración

y a la Comunidad de Religiosas (de la Ca-

ridad) del Hospital retrasó su puesta en

funcionamiento.

Falto de ayudas oficiales, no pudo avan-

zarse prácticamente nada en la reforma

asistencial del hospital ni en la instalación

de psicoterapias y técnicas de rehabilita-

ción, motivo por el cual me centré en el

problema del alcoholismo. En el Hospital

me hice cargo de todos los alcohólicos, con

un seguimiento después del alta. También

«prediqué» la lucha antialcohólica por

toda Navarra, en gran parte con la inesti-

mable ayuda de las cátedras ambulantes

de la Sección Femenina.

Reforma en Galicia

El Sanatorio («manicomio») de Conjo, en

Santiago de Compostela, también fue uno

de los pocos centros de España que experi-

mentó en los años setenta un plan asisten-

cial moderno. J. M.a Hernández Cochón, a

la sazón director del Instituto de Sanidad,

y J. L. Montoya, procedente del Hospital

Psiquiátrico de Oviedo, encabezaron la ini-

ciativa, en la que me integré tras el corres-

pondiente concurso, como jefe de servicio.

El Sanatorio estaba instalado en el barrio

de Conjo. Los edificios, el sanatorio como

institución, el personal y todo el resto

pertenecían a la «mitra», es decir, el arzo-

bispado poderoso y magnífico de la gran

sede arzobispal de Santiago. La mitra ha-

bía arrendado el Sanatorio a una sociedad

mercantil. El arzobispo cardenal Quiroga

Palacios decidió, en valiente criterio, que la

situación no podía continuar así, por lo que

conminó a que se disolviera la sociedad y

vendiera el centro a la Diputación Provin-

cial de La Coruña, organismo que habría de

proceder a las necesarias reformas.

El plan de construcción consistía en un

nuevo sanatorio con 2000 camas para Gali-

cia, León y el norte de Portugal. La primera

lucha de Montoya y nuestra fue frenar esa

técnica del ladrillo y convencer a todos de

que el plan consistiría en la descentraliza-

ción, la supresión del manicomio, el de-

sarrollo de dispensarios y la obligación de

que cada provincia gallega se responsabili-

zase de sus enfermos y de su psiquiatría.

El estado del sanatorio de Conjo era la-

mentable: unos 1500 asilados, abundancia

EL SANATORIO DE CONJO

Los enfermos se hacinaban en los patios y las

celdas. El centro carecía de cuidadores y cela-

dores suficientes. Abundaban las infecciones

por sarna, piojos y, sobre todo, tuberculosis.

14 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

de deficientes y de enfermedades neuroló-

gicas degenerativas discapacitantes, haci-

namiento y masificación, internamiento

continuo en patios o en celdas, existencia

de infecciones como sarna, piojos y, sobre

todo, tuberculosis sin diagnosticar (se rea-

lizó un estudio masivo de todos los enfer-

mos y se crearon unidades antituberculo-

sas independientes de toda consideración

psiquiátrica), deficiencias en calidad y

cantidad de los cuidadores y celadores.

La mayoría de los pacientes vestían solo

un mono (sin ropa interior), llevaban los

cabellos cortados al cero, se les lavaba con

una manguera desnudos contra la pared

sobre un canalillo en los patios; primero

por delante, luego por detrás.

Las bases de la reforma

Una primera condición fue la transforma-

ción de Conjo en una fundación pública

de servicios, lo que significaba que no

estaba sometido al régimen lento y com-

plejo funcionarial. A modo de pincelada,

se realizaron tres grandes grupos de refor-

mas: una arquitectura más humanitaria,

una asistencia médica más organizada y

formada, y un sistema asistencial descen-

tralizado, que suponía el fin del sistema

manicomial.

No obstante, varias circunstancias

dificultaron las reformas. Así, falló la

integración de los enfermos mentales

en la Seguridad Social (Conjo no podía

cobrar de la Seguridad Social por pacien-

tes asegurados que ingresaran, a pesar

de solicitarlo en diversas ocasiones); no

se obtuvo la colaboración necesaria por

parte de las unidades de agudos de otros

centros (hospitales generales y univer-

sitarios); los planes de formación de los

residentes y de formación continuada o

investigación de los especialistas de plan-

tilla tuvieron poco éxito (sobre todo por

las tremendas luchas ideológico-políticas

que llegaron a paralizar el centro por cor-

to tiempo). Asimismo, aquellos que pre-

conizábamos unas reformas médico-so-

ciales nos encontramos con la resistencia

inicial de las clases ultraconservadoras

de Santiago (en puestos administrativos,

profesionales y políticos). Tuvimos tam-

bién sin embargo apoyo en otros secto-

res. Amén de insultos y amenazas en la

calle, anónimos al teléfono y al correo,

se nos acusó públicamente de promover

una terapia por la libido, de fomentar

las relaciones sexuales en el centro, de

administrar la píldora anticonceptiva

de forma rutinaria y de liberar a la ca-

lle a enfermos peligrosos. El momento

álgido fue en febrero de 1974. Al fin, la

campaña fue palideciendo para pasar a

la fase siguiente, de alguna manera más

peligrosa, pues los ataques procedieron

del mismo interior del Hospital.

Revueltas internas

La selección del abundante personal

nuevo se realizó de forma sesgada: en su

mayoría eran personas con compromisos

políticos con el partido comunista, algu-

nos grupos anarcosindicalistas y la nueva

izquierda de movimiento sindical que se

estaba organizando en Galicia. Adoptaron

la reforma hospitalaria bajo la ideología de

la antipsiquiatría en su línea más dura, se-

mejante a la de Franco Basaglia, líder de la

antipsiquiatría italiana. Eran los últimos

años de la vida de Franco. En la culmina-

ción del proceso, aprovechando las nego-

ciaciones para nuevos pactos laborales, se

promovió un movimiento supuestamen-

te asambleario que intentó usurpar toda

autoridad del Hospital. Es sabido que este

proceso ocurrió en otros lugares con tanta

o mayor virulencia, como en la asociación

de pacientes socialistas del Clínico de Hei-

delberg o en los hospitales de Madrid y

Oviedo.

HOSPITAL PSIQUIÁTRICO DE CONJO

El hacinamiento obligó a llenar hasta la antigua capilla con camas (derecha).

A la izquierda, establecimiento de «módulos» con cuatro camas como primera fase

de la reforma arquitectónica.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 15

La culminación en el centro de Conjo se

produjo entre el 2 y el 7 de julio de 1975,

con una huelga general salvaje: abandono

de los puestos de trabajo bajo las presiones

de los piquetes y que resolvió el presiden-

te de la Fundación con la supresión de la

docencia y la expulsión de responsables

en puestos superiores. En los meses si-

guientes, con nuevas convocatorias de

especialistas y residentes, volvió poco a

poco el centro a recuperar los niveles asis-

tenciales anteriores y continuó la reforma.

El 7 de julio de 1976 se declaró un terrible

incendio en el Hospital, en el que fallecie-

ron siete pacientes y quedaron destruidas

200 camas. Aunque nada pudo probarse,

todos aceptamos que aquel incendio fue

provocado.

Cuando el centro recuperó su ritmo,

con la ayuda de V. Conde López, pude

trasladarme en mayo de 1978 al Hospital

Clínico y Facultad de Medicina de la Uni-

versidad de Valladolid como jefe de sec-

ción responsable de la unidad de agudos

y profesor adjunto interino en la Facultad

de Medicina, posteriormente profesor ti-

tular numerario hasta mi jubilación. Co-

menzaba el sistema de las autonomías. En

Valladolid existían las consultas de neu-

ropsiquiatría, los centros de diagnóstico

de Sanidad y el antiguo Hospital Psiquiá-

trico Doctor Villacián. En esos primeros

años nos esforzamos en que la unidad de

agudos del centro recibiera a los pacientes

difíciles de toda Castilla y León. De esta

manera, recibiríamos pacientes de toda

la comunidad autónoma, ya que, por otra

parte, no existían unidades de agudos en

ningún otro lugar, salvo en Salamanca.

Posteriormente cada provincia fue con-

tando con sus centros y en Valladolid

mismo se crearon dos sectores o áreas, de

las cuales una pasó a ser responsabilidad

nuestra en el Hospital Clínico.

¿Quo vadis psiquiatría?

En el futuro cabe esperar que cada vez

más los trastornos menores y los sínto-

mas psicológicos individuales sean asu-

midos por «no médicos». El psiquiatra

se transformará de esta manera en su-

perespecialista capaz de aplicar técnicas

de condicionamiento y aprendizaje, o de

administrar medicamentos bajo análisis

genéticos o de liberar el producto exac-

tamente en las células diana; o de actuar

como electrofisiólogo y cirujano cerebral

y capaz de realizar sutiles investigaciones

en neuroimagen, neuroquímica y neuro-

electrofisiología en tiempo real; así como

implantar marcapasos o controlar Hol-

ters (registros electrocardiográficos) que

supervisen en todo momento conductas,

pensamientos, emociones y deseos del

paciente.

Puede que muchos se estremezcan ante

tal descripción, quizás exagerada, de la

manipulación de las funciones humanas,

pero en la psiquiatría se trata precisamen-

te de eso, de manipulación, modificación

e intervención para curar, de la misma

manera que un cirujano manipula una

pierna o un ojo extirpándolo. Lo impor-

tante y esencial, aunque por desgracia

escasamente logrado, es que todo ello se

realice bajo férreas normas morales. Kon-

rad Lorenz, uno de los padres de la etolo-

gía, ya advirtió que el problema central

de nuestra civilización es el enorme auge

de la técnica frente al enorme atraso de

la moralidad y la ley a escala mundial. En

este camino, la función de la psiquiatría

resultará cada vez más relevante.

Agustín Jimeno Valdés estudió medicina en

Valladolid. Desde 1978 hasta su jubilación en

2005, ha sido jefe de la Unidad de Hospita-

lización de psiquiatría del Hospital Clínico de

Valladolid y profesor titular de psiquiatría de su

universidad.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

ALCOHOLISMO EN NAVARRA. EPIDEMIOLO-

GÍA 1969, 1970, 1971. A. Jimeno Valdés

en Archivos de Neurobiología, vol. XXVI,

n.o 5, págs. 393-410, 1973.

CINCO AÑOS DE PSIQUIATRÍA SECTORIAL

A PARTIR DEL SANATORIO PSIQUIÁTRICO

DE CONJO EN SANTIAGO DE COMPOSTE-

LA. A. Jimeno Valdés en Archivos de

Neurobiología, vol. XLII, n.o 2, págs. 87-

114, 1979.

LA CASA DEL TEJADO COLORADO.

MEMORIA GENERAL DEL MANICOMIO DE

NAVARRA. L. J. Lizarraga Larrión. Depar-

tamento de Salud, Gobierno de Navarra;

Pamplona, 1992.

SETENTA AÑOS DE VALDECILLA. Coordina-

do por J. M.ª Izquierdo. Caja Cantabria;

Santander, 1999.

CONCIENCIA HISTÓRICA DE LA PSIQUIA-

TRÍA. PRIMERA ENTREGA. Coordinado

por J. Santodomingo Carrasco. Colegio

de Psiquiatras Eméritos. KRK Ediciones,

colección Delirema; Oviedo, 2009.

Tres aspectos caracterizaban a la psiquiatría en ese período:

p Poco experimental: Existía un distanciamiento de la psicología experimental, a

pesar de los esfuerzos de Kraepelin, discípulo de Wundt. Ello fue consecuencia

de los espectaculares triunfos en la identificación de la parálisis cerebral y de la

enfermedad de Alzheimer que dirigieron la investigación a la neuropatología.

p Poco psicodinámica: Alejamiento asimismo de las corrientes psicodinámicas.

p Demasiado filosófica: Contaminación, tras el rechazo del psicoanálisis por muy

doctrinal y poco científico, por conceptos holísticos, humanísticos, filosóficos

(existencialismo) y aun religiosos, situación que la alejaba de los paradigmas

científicos puros necesarios para su progreso. Casi todas las monografías de

los mejores profesores, sobre todo en Europa, revelaban más reflexión que

investigación.

La psiquiatría a mediados del siglo XX

16 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

R esponda con la mano en el corazón: ¿nunca

se escabulló de ir a clase cuando era niño?

Algunos piensan que haberlo hecho ocasional-

mente es motivo de prestigio y hablan a favor

de la autoafirmación de los alumnos. ¿Estamos,

por tanto, ante un «delito de caballeros»?

Si hacemos caso a los medios de comunica-

ción, la respuesta es: no. Suele leerse que en Ale-

mania medio millón de alumnos hace novillos

por sistema y que este número va creciendo de

forma alarmante. En realidad no existen datos

fiables que lo confirmen. También suele decir-

se que quien hace novillos tiene más probabi-

lidades de caer en la criminalidad o de seguir

cualquier otro descarriado camino. Los padres,

preocupados, se preguntan: ¿los novillos son

algo baladí o constituyen un problema que hay

que tomar en serio? O también: ¿qué ha movido

a huir de clase a los niños y jóvenes que lo han

hecho?

Por desgracia es difícil encontrar estudios

amplios que se ocupen de este complejo pro-

blema. Para disponer de más información sobre

el absentismo escolar en Suiza, hemos realizado

una encuesta por todo el país y hemos entre-

vistado a casi 4000 alumnos de entre 13 y 17

años, escogidos al azar. Por un lado, constata-

mos que el fenómeno está muy difundido; por

el otro, llegamos a la conclusión de que no es

posible definir un prototipo de «alumno que

hace novillos».

El 95 por ciento de los escolares reconocen

haberse ausentado de clase al menos una vez.

Pero menos de la mitad de ellos lo hace de vez en

cuando. En los seis meses anteriores a la encues-

ta estos «alumnos que hacen ocasionalmente

novillos» no se ausentaron injustificadamente

de clase más de una vez. Alrededor del 13 por

ciento de todos los alumnos declararon hacer

novillos muy a menudo (por ejemplo: durante

RESUMEN

Absentistas, ¿por qué?

1Los motivos por los

que los jóvenes se

ausentan de clase son

múltiples: desde el can-

sancio o desinterés esco-

lar hasta evitar exámenes

o profesores.

2No existe un vínculo

claro entre absentis-

mo y rendimiento escolar:

muchos de los alumnos

absentistas sacan buenas

notas.

3Sin embargo, una

ausencia prolongada

de la escuela puede de-

sembocar en un abandono

completo de los estudios.

Novillos escolaresCasi todos los jóvenes dejan alguna vez de ir a clase. Los motivos no deben buscarse

exclusivamente en los alumnos: los maestros y las escuelas tienen gran parte de responsabilidad

MARGRIT STAMM

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 17

¿QUIÉN FALTA?

La mayoría de padres y maes-

tros creen que solo hacen

novillos los malos alumnos.

Los resultados de las investiga-

ciones indican lo contrario: no

hay relación alguna entre las

notas obtenidas y el absentis-

mo escolar.

el período de la encuesta se ausentaron toda o

media jornada escolar más de cinco veces).

Una encuesta de 2004, centrada en los jóve-

nes alemanes y dirigida por el sociólogo de la

Universidad de Colonia Michael Wagner, arrojó

cifras similares. Se llega a la conclusión de que

en ambos países hay un volumen nada despre-

ciable de alumnos que faltan a clase; entre ellos,

el sexo masculino es predominante. En nuestra

encuesta, los alumnos hacían el doble de novi-

llos que las alumnas. En el estudio de Colonia

también se observó una clara diferencia.

Los motivos por los que los jóvenes adoptan

esta conducta son múltiples. Las respuestas más

frecuentes se refieren al cansancio escolar o al

desinterés por la enseñanza. Otros dicen que no

van a clase porque no quieren asistir a ciertos

exámenes, porque necesitan tiempo para hacer

los deberes domésticos o porque quieren alejar-

se de determinados profesores.

Rechazo a las horas iniciales y finalesTan variadas como los motivos son las estrate-

gias seguidas para hacer novillos. Algunos se au-

sentan de las desagradables clases del comienzo

o del final de la jornada escolar, otros huyen de

determinada asignatura. Según los resultados

de nuestro estudio, la mayoría pertenecen a los

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CH

18 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

que huyen de las horas marginales o de asig-

naturas poco gratas. También se dan aquellos

que prolongan las vacaciones por su cuenta y se

ausentan del primer o del último días de clase.

Tan solo uno de cada diez llega a faltar varios

días a la escuela.

Es, de hecho, muy corriente que los escolares

se ausenten de clase al menos de forma ocasio-

nal. Supone, por tanto, un problema que no ha-

bla solo de un grupo de alumnos flojos. En los

institutos son precisamente las clases iniciales y

finales, así como determinadas asignaturas, las

que experimentan más ausencias, incluso por

parte de muchos estudiantes buenos. ¿Es, por

ende, falso que el absentismo represente una

señal de alarma que delate problemas escolares,

en contra de lo que muchos padres, profesores

e incluso investigadores creen?

Es probable que sean justo los mejores alum-

nos quienes se ausenten reiteradamente de clase

porque se sientan exigidos por debajo de sus po-

sibilidades. Dado que aprenden más rápidamen-

te y con mayor autonomía, los adolescentes más

dotados pueden obtener rendimientos iguales

o incluso superiores a los de sus compañeros.

¿Es posible que para ellos los novillos supongan

simplemente una inteligente estrategia para al-

canzar sus objetivos con el mínimo esfuerzo?

Hemos investigado tal interrogante en otro

estudio centrado en la comparación entre el

absentismo y el rendimiento escolar de los

alumnos altamente dotados y el del resto de sus

compañeros. El resultado muestra que no puede

establecerse relación alguna entre la inteligencia

y la frecuencia de absentismo escolar.

Muchos de los alumnos altamente dotados

pertenecen a un grupo al que denominamos

«alumnos con tendencia a hacer novillos». Se

trata de jóvenes con un alto perfil intelectual

que solo de forma ocasional se ausentan de cla-

se. Es el caso, por ejemplo, de un alumno que

dijo: «Cuando tengo muchas cosas que hacer,

necesito imperiosamente disponer de un par de

horas libres». O también: «Algunas asignaturas

son tan aburridas que seguro que no me pierdo

nada si no voy a clase». Este tipo de alumnos al-

canzan un buen rendimiento escolar y no parece

que vaya a tener problemas en el futuro.

Sin embargo, también para los alumnos alta-

mente dotados es cierto que una ausencia que al

principio parece no suponer ningún problema

puede desembocar de forma paulatina en un

gran distanciamiento que lleve a malos rendi-

mientos escolares e incluso, finalmente, a una

completa ruptura con la escuela, pese a disponer

de buenas condiciones intelectuales para una

carrera exitosa.

Algo así resulta problemático en el grupo de

alumnos que podemos tipificar como «distan-

ciados». Son jóvenes que, con frecuencia, obtie-

nen varios suspensos, a pesar de tener buenas

dotes. En los tests de inteligencia consiguen

buenas calificaciones. Pero tienen poco interés

por aprender y obtienen unos rendimientos es-

colares inferiores a la media.

Quien falta a clase sale perdiendoHay distintas razones que explican dicho fe-

nómeno: al principio ciertos alumnos pueden

permitirse el lujo de saltarse alguna clase, mas

luego fracasan en asignaturas concretas y tienen

que repetir todo el curso. De esta forma, pier-

den el interés por otras materias supuestamente

fáciles, de las cuales se ausentan cada vez con

mayor frecuencia. Otros alumnos muestran ya

en primer o segundo curso una conducta absen-

tista, en algunos casos justificada incluso por los

padres, so capa de enfermedad.

Nuestro estudio anterior ya había mostrado

cómo el absentismo frecuente pone en peligro

el posterior desarrollo de niños y jóvenes. En

comparación con los alumnos que faltan a clase

en contadas ocasiones, quienes no asisten con

asiduidad obtienen peores notas y repiten curso

con casi el doble de frecuencia. El pronóstico a

largo plazo también les es desfavorable: aquellos

que faltan con reiteración tienen especial peligro

de no conseguir el certificado escolar final, con

lo que disminuyen sus posibilidades de acceder

a una plaza de capacitación superior.

Fuera de la escuela, estos alumnos con ausen-

cias frecuentes tienen más probabilidades de

entrar en conflicto con la ley. El 51 por ciento de

Por qué los alumnos faltan a clase

64 %

42 %

40 %

31 %

20 %

19 %

22 %

19 %

7 %

Falta de motivación:ningún interés por la escuela

Querer dormir más

Enseñanza aburrida

Evitar los exámenes

Preparar los exámenes en casa

Hacer los deberes

No entenderse bien con el maestro

Hacer novillos junto a otros amigos

Acoso y violencia por partede compañeros de escuela

El factor

clave para

la prevención

de los novillos

escolares es una

relación de

plena confianza

entre maestros

y alumnos

(Datos de Margrit Stamm)

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 19

ellos ya ha cometido delitos de lesiones corpora-

les, mientras que solo el 23 por ciento de los que

se ausentan ocasionalmente han perpetrado ta-

les actos. Quienes hacen novillos con frecuencia,

sobre todo si son varones, se encuentran más

involucrados en delitos de robo, participan con

mayor frecuencia en delitos de daños a la pro-

piedad y cometen más falsificaciones de firmas

o de certificados.

Trabajos realizados por científicos que desde

hace tiempo se ocupan del problema en otros

países obtienen datos semejantes. Ya en los años

noventa del pasado siglo, el investigador y peda-

gogo Ken Reid, de la Universidad Metropolitana

Swansea de Gales, demostró que el absentismo

escolar va emparejado con una elevada delin-

cuencia juvenil. Según Reid, aun no tratándose

de una relación constante, el absentismo escolar

es un factor de riesgo para el abandono de la

enseñanza y la caída en la delincuencia.

Hace tiempo que los investigadores indagan

las causas de los novillos escolares en la persona-

lidad de los jóvenes y en sus relaciones familia-

res. Se extiende la opinión de que el absentismo

supone no tanto un problema individual como

un problema del que tiene que responsabilizar-

se la escuela. Dicho crudamente: las escuelas

con unas elevadas cuotas de absentismo están

negando a sus alumnos el derecho a recibir for-

mación.

¿Puede que la razón del absentismo escolar

resida en la enseñanza? Habla a favor de ello el

hecho de que el número de ausencias a clase

varía mucho de unos colegios a otros, incluso

cuando el nivel educativo y social de los padres

es análogo. En un mismo barrio suele haber

escuelas con elevadas y otras con bajas cifras

de absentismo. De ahí que algunos expertos

tiendan a pensar que la cuota de absentismo

constituye un índice de la calidad de las escue-

las, lo mismo que lo es el resultado del informe

PISA. Hay buenas razones para suponer tal cosa,

puesto que un bajo absentismo puede elevar el

rendimiento global de los alumnos. Los maes-

tros necesitarían, entonces, invertir menos tiem-

po en «alumnos problemáticos»; todo el clima

escolar mejora.

¿Oficializar los novillos?Algunos cantones suizos intentan afrontar el

problema mediante los llamados «días como-

dín». Se trata de días del curso escolar que los

alumnos pueden tomarse libre de forma com-

pletamente oficial. Es dudoso, sin embargo, que

con esta medida se consiga reducir las faltas a

clase, pues los proyectos modelo todavía no per-

miten demostrar la repercusión que estos «días

comodín» puedan tener en el absentismo.

¿Qué más pueden hacer las escuelas? En pri-

mer lugar han de tomar el problema en serio.

Para ello, conviene que empiecen formando a

los maestros. En nuestra encuesta, la mayoría de

ellos no conocían la magnitud del absentismo

en su centro. Dos terceras partes de los docen-

tes tenían la impresión de que en sus clases no

se hacía en absoluto novillos. Solo un ocho por

ciento creía que entre sus alumnos había algu-

nos que hacían novillos con elevada frecuen-

cia. Parece ser que este porcentaje depende en

gran medida de la conducta de cada maestro en

particular. Lo esencial para la prevención de los

novillos es una relación de confianza entre los

profesores, los alumnos y los padres, además

de que todos se propongan afrontar las causas

del problema.

Conocer la magnitud del absentismo esco-

lar es una premisa necesaria. En Inglaterra, a

ciertos investigadores de la educación que tra-

bajan con proyectos modelo les ha resultado

una buena experiencia mantener un registro

homogéneo y centralizado. En él, los profesores

inscriben las ausencias de todos sus alumnos,

también aquellas que supuestamente se deben

a enfermedad. Cuando las faltas llegan a un de-

terminado número, hablan del problema con

los padres. Solo este hecho, incluso cuando se

presentan dificultades de contacto, suele pro-

ducir una mejoría.

En Oer-Erkenschwick (Renania del Norte-

Westfalia, Alemania) se ha dado un paso más.

En enero de 2009, el ayuntamiento puso en

marcha un discutido proyecto centrado en las

familias de los alumnos que se ausentan de la

escuela. Los padres de escolares que faltan con

frecuencia a clase disponen de una especie de

tarjeta en la que registran cuándo sus hijos se

presentan puntualmente a clase y cuándo acu-

den al médico. Al final del curso escolar pueden

canjear estos puntos por objetos de un valor de

hasta cien euros.

Resta por ver que este proyecto de recompen-

sa repercuta en un cambio de conducta. En todo

caso parece una medida más inteligente que las

reacciones de la mayoría de las escuelas ante las

ausencias en clase: esperar, hacer la vista gorda

y, a lo sumo, realizar controles esporádicos de

absentismo.

Margrit Stamm dirige el departamento de ciencias de la

educación de la Universidad suiza de Friburgo.

PALABRAS CLAVE

Novillos y absentismo escolarPor «hacer novillos» suele

entenderse un rechazo

consciente de las reglas

que siguen los adultos.

El absentismo escolar hace

referencia sobre todo a

casos más difíciles: estos

objetores son niños con

problemas emocionales y

de conducta que, a menudo

con el conocimiento de los

padres, abandonan por

completo la asistencia a cla-

se. En ocasiones, el miedo

o la fobia a la escuela juega

un papel importante [véase

«Absentismo escolar», por

Gerd Lehmkuhl; MENTE Y CE-

REBRO, n.o 31]. Sin embargo,

no pocas veces el rechazo o

incluso el abandono escolar

comienza con unos «inocen-

tes» novillos.

BIBLIOGRAFÍA

COMPLEMENTARIA

DIE PSICOLOGIE DES SCHU-

LESSCHWÄNZENS: RAT FÜR

ELTERN, LEHRER UND BILDUNS-

POLITIKER. M. Stamm. Huber.

Berna, 2008.

20 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

L a definición más aceptada de violencia de

género es la propuesta por la ONU en 1995:

«Todo acto de violencia sexista que tiene como

resultado posible o real un daño físico, sexual

o psíquico, incluidas las amenazas, la coerción o

la privación arbitraria de libertad, ya sea que

ocurra en la vida pública o en la privada».

En este marco conceptualizamos la violencia

como «la coacción física o psíquica ejercida so-

bre una persona para viciar su voluntad y obli-

garla a ejecutar un acto determinado». Puede

adoptar formas diferentes: física, verbal, psíqui-

ca, sexual, social, económica, etcétera. Unas for-

mas de coacción que se han ejercido, en mayor o

menor medida, a lo largo de la historia.

Un binomio inseparable

La violencia de género ha ido impregnándose

con el tiempo de significado social, adulterando

de esa manera su definición original basada en

el binomio inseparable de violencia y género.

Así, de satisfacer una necesidad de superviven-

cia se ha convertido en una conducta instru-

mental que introduce desigualdad en una rela-

ción interpersonal o mantiene una desigualdad

subyacente y estructural. Es precisamente en

este sentido que la violencia y el género se con-

vierten en un binomio inseparable, ya que la

primera se usa como mecanismo para conseguir

un plus de presencia o influencia respecto a lo

segundo.

Para explicar la conducta del maltratador se

ha apelado con frecuencia a la existencia de una

serie de psicopatologías: carácter agresivo, falta

de control de la ira o una infancia marcada por

experiencias de malos tratos. Dichas explicacio-

nes tienden a buscar una causa externa, por lo

que reducen el grado de responsabilidad de la

persona que lleva a cabo la acción.

Así, los principales modelos teóricos sobre

violencia de género proponen teorías asenta-

das en problemas de tipo individual, investigan

alteraciones de la personalidad, disposiciones

biológicas o experiencias violentas a temprana

edad que puedan explicar tales reacciones. Las

teorías basadas en la dinámica familiar asumen

que la violencia es el resultado de problemas

derivados de una interacción inadecuada en la

familia y de los patrones desadaptativos de re-

solución de problemas de pareja o familiares (o

ambos) inherentes en sus relaciones. Las teorías

sociales y culturales, por su parte, abogan por la

existencia de valores culturales que legitiman

el control del hombre sobre la mujer.

Tales hipótesis surgen precisamente ante la

necesidad de explicar el fenómeno emergente

de la violencia de género. Mas tal enfoque, en

el que las mujeres aparecen a menudo como

las víctimas y los hombres como los victima-

rios, no señala a las disposiciones biológicas o

de interacción como factores que aclaran por

sí solos la violencia de género: ni las mujeres

nacen víctimas ni los varones están predeter-

minados para actuar como agresores. De hecho,

los estereotipos sobre cómo unos y otras deben

comportarse, las experiencias que refuerzan la

conducta estereotípica y la estructura social que

apoyan la desigualdad de poder entre géneros

ha contribuido a que se originen patrones de

violencia a lo largo de nuestro ciclo vital.

En las sociedades en las que no existe una

jerarquía formal de privilegios de unos grupos

Violencia de géneroLa asimetría social en las relaciones entre mujeres y hombres

favorece la violencia de género. Es necesario abordar la verdadera causa

del problema: su naturaleza ideológica

FRANCISCA EXPÓSITO

RESUMEN

Agresión encubierta

1La cultura ha legiti-

mado la creencia de

la posición superior del

varón, lo cual ha facili-

tado que las mujeres se

sientan inferiores.

2El agresor actúa de

forma coherente con

su propio objetivo de su-

misión y control, por lo

que no existe un único

perfil de maltratador.

3Al tratarse de manio-

bras habituales, no

parecen dañinas. Las víc-

timas deben reconocer

el maltrato y rechazarlo.

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NI AGRESIVOS NI PSICÓPATAS

La violencia es un recurso que

la sociedad y la cultura pone a

disposición de los hombres para

su uso en «caso de necesidad».

22 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

sobre otros, donde hombres y mujeres ejercen el

mismo poder, los niveles generales de agresión

y de violencia contra la mujer son inferiores. En

cambio, el sistema social del patriarcado inte-

gra un mensaje claro que afirma que los más

poderosos se hallan en su derecho de dominar

a los menos poderosos y que la violencia se

contempla como una herramienta válida y ne-

cesaria para ello. Hasta hace poco, un artículo

del código penal español recogía la forma de

proceder de los hombres (maridos o padres),

otorgándoles derecho pleno sobre las mujeres

en determinadas circunstancias: «El marido que,

sorprendiendo en adulterio a su mujer, matare

en el acto a los adúlteros o a alguno de ellos,

o les causare cualesquiera lesiones graves, será

castigado con la pena de destierro. Si les produ-

jera lesiones de otra clase, quedará exento de

pena. Estas reglas son aplicables, en análogas

circunstancias, a los padres respecto de sus hijas

menores de veintitrés años y sus corruptores

mientras aquellas vivieren en la casa paterna».

El contenido de este artículo no es más que el

reflejo de una sociedad en la que las relaciones

entre hombre y mujer se articulaban en torno

a la relación de género y poder.

Objetivo: sumisión y control

El ejercicio del poder tiene dos efectos funda-

mentales, uno opresivo (uso de la violencia para

conseguir un fin) y otro configurador (redefine

las relaciones en una situación de asimetría y

desigualdad). El sometimiento se convierte en

la única salida posible para mantener la nueva

situación. La cultura ha legitimado la creencia

de la posición superior del varón, reforzada a su

vez a través de la socialización. Todo ello ha

facilitado que las mujeres se sientan inferiores

y necesiten la aprobación de los hombres para

sentirse bien consigo mismas y con el papel en

la vida para la que han sido educadas.

La asimetría de poder de un género sobre otro

ampara las diferencias y configura el diseño

«apropiado» de proceder en las relaciones: los

varones ofrecen la protección a las mujeres a

cambio de la obediencia y el sometimiento. Ellos

ocupan así una posición de control y dominio.

El carácter sutil y encubierto de dicho tipo de

sexismo («sexismo benévolo») dificulta su de-

tección al tiempo que obstaculiza las reacciones

de rechazo por parte de las afectadas.

Si la violencia de género es una cuestión cul-

tural que resulta de un proceso de socialización,

cabría preguntarse entonces si todos los hom-

bres son maltratadores o si existe una psicolo-

REGALOS ENVENENADOS

En la fase de remisión o «luna

de miel», el agresor refuerza a

su víctima con regalos o signos

de arrepentimiento, para man-

tenerla junto a él.

gía del maltratador. Según la bibliografía y mi

experiencia profesional, no se trata de hombres

agresivos ni de psicópatas. La violencia es un

recurso que la sociedad y la cultura ponen a dis-

posición de los hombres para su uso en «caso de

necesidad», dejando a criterio de cada uno cuán-

do surge ese requerimiento. No es posible, por

tanto, establecer un perfil único de maltratador:

cada cual representa el papel de forma distin-

ta y se comporta de manera diferente. Existen

formas diversas de ejercer la violencia contra las

mujeres. La cuestión estriba en poner énfasis en

la clave del problema: ¿quién agrede y por qué?

El agresor actúa de forma coherente con su ob-

jetivo de sumisión y control, lo que contribuye

a que no exista un único perfil del victimario,

ya que cada uno experimenta el poder y la ame-

naza de forma distinta y actúa en consecuencia.

Así, solo podemos inferir que el elemento único

en común entre los maltratadores masculinos

es su condición de varón.

Pese a la dificultad para determinar un perfil

concreto, existen una serie de rasgos comunes

de comportamiento en todos los hombres que

maltratan a sus parejas o ex parejas. Responsa-

bilizan a la mujer de la situación. Ellos son las

víctimas, arguyen. De hecho, con frecuencia

se escucha en los grupos de tratamiento con

hombres maltratadores comentarios como:

«[...] ella saca lo peor de mí»; «[...] lo hace para

provocarme». O se aferran a ideales masculi-

nos tradicionales. La violencia resulta para ellos

una conducta aprendida y legítima, así como una

forma de simbolizar su poder. Muchos afirman

que «es la única manera de calmarla y ponerla

en su sitio».

A los anteriores rasgos se suman una empatía

pobre, una necesidad elevada de reafirmación,

una intolerancia a no situarse a la altura de su

papel, un pensamiento rígido, la creencia de te-

ner siempre la razón en sus actos («[...] lo hago

por tu bien») y una minimización de las con-

secuencias de su comportamiento, además de

sentimientos de autoestima baja, inseguridad,

dependencia y celos. Estos últimos suponen una

actitud posesiva más allá del aspecto puramente

sexual, ya que sirven de mecanismo para conse-

guir el aislamiento social de la víctima.

Nuestro estudio cuestiona los estereotipos

relacionados hasta ahora con la conducta y los

rasgos del maltratador (como el consumo de

alcohol y drogas, las vivencias traumáticas en

la infancia, la violencia inherente al varón, los

problemas psíquicos) y destaca, en cambio, la

normalidad del agresor.

Uno de los

principales

síntomas que

experimenta

la víctima de

malos tratos

es el síndrome

del estrés

postraumático

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PLU

S

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 23

Síndrome de la mujer maltratada

Tal como mantiene Luis Bonino, psiquiatra y

director del Centro de estudios de la condición

masculina, existe una serie de micromachismos

que dificultan la visualización del fenómeno del

maltrato. Se trata de maniobras «normalizadas»

que desarrollan los varones y que prácticamente

aceptan las mujeres. Los micromachismos sir-

ven para mantener el dominio y la superioridad

de los hombres frente a las mujeres, para recu-

perar la dominación ante la que se rebela o para

poner resistencia al aumento de poder personal

o interpersonal del sexo femenino actual. En po-

cas palabras, el denominador común es atentar

contra la autonomía de la mujer.

Al tratarse de maniobras habituales, en oca-

siones encubiertas, no parecen dañinas. Incluso

se presentan antes de que afloren las situaciones

de violencia. Entre tales maniobras destacan la

insistencia abusiva (el varón persiste en imponer

su punto de vista hasta que la mujer cede por

cansancio) o la intimidación (el autor insinúa

que si no se le obedece, puede suceder algo).

Asimismo, las actuaciones encubiertas pueden

producirse durante la situación abusiva o de vio-

lencia, de tal manera que la mujer muestra difi-

cultades para interpretarlas de forma correcta.

Es el caso del paternalismo protector (el hombre

argumenta actuar siempre por el bien de la mu-

jer; porque la quiere), las maniobras de desau-

torización (descalifica cualquier trasgresión del

papel tradicional) o incluso el impedimento de

que la víctima busque ayuda para poner fin a

una relación abusiva, mediante estrategias de

lástima (el hombre se muestra incapaz de cui-

darse solo, se abandona físicamente) o con mé-

ritos (regalos, promesas de cambio y conductas

de seducción).

Sin embargo, la violencia doméstica es una

interacción. ¿Qué sucede con la mujer? ¿Existe

un perfil para la víctima? Desde que la psicóloga

Leonor Walker describiera en 1984 el síndrome

de la mujer maltratada, se han llevado a cabo

múltiples estudios en torno al tema.

Variables sociológicas como la edad, el estado

civil, la ocupación y la distribución del trabajo

doméstico aparecen como algunos factores de-

finitorios en el maltrato a la mujer. No obstan-

te, de igual forma que en el intento de definir

una psicología del maltratador, la insistencia

de un perfil concreto para la víctima dificulta

la comprensión del proceso. Resulta más eficaz

estudiar los obstáculos de las mujeres afectadas

para terminar con una relación de abuso.

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Patrón

Final mortalDe enero a abril de 2011

han fallecido un total de

19 mujeres en España vícti-

mas de violencia de género.

Solo 5 de ellas solicitaron

medidas de protección y

presentaron denuncia. La

franja de edad de las afecta-

das y los victimarios oscilaba

en un 31,6 por ciento de los

casos entre 41 y 50 años.

Un 68,4 por ciento de las

mujeres vivía en convivencia

y un 52,6 por ciento en

relación de pareja.

(Fuente: Ministerio de Sanidad,

Política Social e Igualdad)

Maltratadores «normales»

No existe un perfil único de maltratador. Tampoco se trata de hombres agresivos ni de psicópatas. Nuestro estudio pone en

cuestión los estereotipos relacionados hasta ahora con la conducta y los rasgos del maltratador, como puede ser el consumo

de sustancias tóxicas y de alcohol, la vivencia de experiencias traumáticas en la edad infantil o los problemas psíquicos. En este

último aspecto, los datos del patrón de personalidad de un grupo de maltratadores basados en el inventario clínico multiaxial

Millon-II señalan a la compulsividad como rasgo más destacado de estas personas; no obstante, el percentil no supera el grado

de normalidad, por lo que se descarta la posibilidad de una psicopatología. Otros rasgos, como la esquizofrenia, la personalidad

límite, paranoide o la neurosis depresiva, muestran un percentil aún menor (a). De todos modos, el tratamiento psicológico

contribuye a que la sintomatología específica de los maltratadores mejore, según demuestran los datos del inventario SCL-

90-R aplicado en un grupo de maltratadores. Este cuestionario indica, asimismo, la normalidad en los rasgos de personalidad

de los victimarios (b).

a b

24 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

Normalización de las conductas

Con frecuencia nos preguntamos cómo una

mujer puede permanecer en una relación de

maltrato. La respuesta es multidimensional.

Por una parte, interviene la idea que las mu-

jeres tienen del maltrato. Al tratarse de un

fenómeno cultural, muchas de ellas están

socializadas en la aceptación de patrones de

conducta abusivos sin ser conscientes de ello.

Según un estudio reciente, en torno al 90

por ciento de las entrevistadas consideraba la

agresión física como única forma de maltrato

y las participantes de mayor edad asociaban en

menor medida el hecho de sufrir golpes con la

idea de malos tratos. Los resultados reflejan la

«normalización» de determinadas conductas

en las relaciones de pareja.

El ciclo de la violencia descrito por Walker no

solo constata las diversas fases del fenómeno

(tensión-agresión-remisión), sino que también

recoge las principales sintomatologías de la

mujer maltratada, de tal manera que revela la

trampa en la que muchas mujeres caen y per-

manecen hasta incluso morir.

En la fase de remisión (o «luna de miel»), el

agresor «refuerza» a su víctima con regalos o

signos de arrepentimiento para mantenerla jun-

to a él y evitar que actúe, de manera que elude

las denuncias y el abandono de la relación. Se

trata de una ideología ambivalente que com-

bina refuerzos y castigos, y dificulta a la mujer

detectar la situación y actuar. Si el marido se

muestra unas veces hostil y otras benevolente,

la esposa tiende a pensar que su propia conducta

precipita el maltrato, por lo que se atribuye la

responsabilidad de lo ocurrido. La frecuencia

y peligrosidad de dicho ciclo aumenta con las

reincidencias. De cada recaída, él aprende que la

violencia resulta un mecanismo útil de control

y dominio sobre ella, quien cada vez se siente

más dependiente e incapaz de predecir los gol-

pes; se anula y se centra en él, volviéndose más

sumisa y dependiente en un intento de evitar

la agresión.

Una vez iniciado, ¿qué mantiene el ciclo de

violencia? La ideología sexista desempeña de

nuevo una función importante. Las mujeres

tienden a utilizar una serie de mecanismos

personales y sociales para afrontar dicha expe-

riencia. Entre tales métodos destaca la negación.

Negar el maltrato constituye un mecanismo

de defensa psicológica, no supone ni mentir ni

ocultar lo que ocurre.

Dos factores propician que se mantenga o

se rompa la relación abusiva. Por un lado, los

exteriores y sociales, por otro, los de índole

psicológica, derivados del desempeño de su rol

femenino.

La mujer es víctima de unas funciones y ac-

titudes prejuiciosas: desigualdad en el reparto

de poder entre sexos, menor empleo femeni-

no y menos recursos materiales (lo cual con-

tribuye en gran medida a mantenerla en una

situación de dependencia), además de mayores

cargas domésticas. La expectativa de salir de la

situación y valerse por sí misma es escasa. Por

otro lado, la confianza en el sistema de justicia

y social es muy débil. Todo ello influye en que

la situación no se denuncie y se perpetúe. La

mujer maltratada se siente atrapada en una

circunstancia ambivalente ya que el marido

la maltrata, sin embargo se ocupa de ella y de

sus hijos, de manera que evita alejarse; la so-

ciedad le ofrece una serie de apoyos, mas no

los percibe de forma clara, de modo que difi-

culta que se acerque a la ayuda social. Entre

tanto, los síntomas se agudizan y las secuelas

se cronifican.

Mujeres atrapadas

Sin duda, uno de los factores de mayor riesgo

para las mujeres maltratadas es el «atrapamien-

to». Estas mujeres suelen sentirse atrapadas en

sus relaciones. Su proceso de decisión se de-

termina por la inversión que han hecho en la

relación (el tiempo que llevan con el novio o

el marido, la dependencia emocional que sien-

ten, las expectativas de futuro, el significado del

matrimonio y la familia, etcétera). Es como si

se activara un sesgo que influye en la toma de

decisión, al que podríamos denominar «error

de inversionista». Las mujeres invierten mucho

tiempo y apego emocional en sus relaciones para

conseguir compromiso, seguridad y estabilidad.

Cuando empiezan a experimentar abuso, apa-

recen dudas que pueden provocar conflictos en

sus decisiones, es entonces cuando se plantean

cuánto control tiene en la relación. Si perciben

poco, acaban desarrollando la «indefensión

aprendida», actitud que supone un obstáculo

para tomar decisiones encaminadas al abando-

no de la relación. Otras razones que agrandan los

obstáculos para separase de la pareja son la de-

pendencia emocional y económica respecto del

agresor, la falta de recursos, el miedo a romper la

familia y de afrontar en solitario la atención de

los hijos, las propias vivencias familiares (tole-

rancia al maltrato aprendido en la infancia), así

como la inseguridad que crea para las mujeres

el proceso judicial.

La violencia de género en la Redwww.observatorioviolencia.org

Observatorio de la Violencia

Estadistica, victimarios, informes

y estudios, denuncias, opinio-

nes, etcétera.

www.inmujer.es

Instituto de la mujer. Ministerio

de Trabajo y Asuntos Sociales.

Estadísticas, información gene-

ral, proyectos, cursos, congresos

y seminarios, publicaciones y

cuadernos bibliográficos.

www.eclac.cl/mujer

Naciones Unidas. División de

Asuntos de Género. División

Económica para América Latina

y el Caribe.

Áreas de desarrollo económico,

social, de derechos humanos y

poder e institucionalidad (esta-

dísticas, publicaciones, análisis

e investigaciones, proyectos).

www.fundacionmujeres.es

Fundación Mujeres. Organiza-

ción sin ánimo de lucro. Docu-

mentos, campañas, legislación,

estadísticas, talleres preventivos,

etcétera.

www.pueg.unam.mx

Programa Universitario de

estudios de género. Universidad

Nacional Autónoma de México.

Líneas de trabajo, publicacio-

nes, actividades, seminarios

y noticias.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 25

Uno de los principales síntomas que expe-

rimentan las mujeres maltratadas, como su-

cede en cualquier otro tipo de delito o hecho

traumático, es el síndrome de estrés postrau-

mático (a nivel general, un 25 por ciento de los

afectados). Pero mientras que en el caso de una

agresión sexual el porcentaje se sitúa entre el 50

y el 60 por ciento, en circunstancias de maltra-

to alcanza el 51 por ciento de las víctimas. Los

síntomas principales son depresión, ansiedad,

baja autoestima e inadaptación en diferentes

áreas de la vida. Existen también otros síntomas

temporales como estrategia de afrontamiento

ante una situación insostenible (abuso de alco-

hol y fármacos). Todo ello puede provocar en

las mujeres maltratadas el desarrollo de cierto

tipo de comportamientos que pueden resultar

problemáticos fuera de la situación de maltrato.

Entre los más comunes están ciertas pautas de

comunicación de tipo manipulativo-seductor

ya que la mujer maltratada ha aprendido a ma-

nipular como medio eficaz de mantener el con-

trol de su situación. Asimismo, puede mostrarse

seductora, sexualizando las relaciones sociales

para ganar afecto y neutralizar la agresión. Y

sobre todo, desarrolla suspicacia en exceso, un

estado de hipervigilancia crónica que le hace

estar preparada para anticipar la violencia.

Todas esas estrategias que resultan adaptati-

vas en las relaciones de violencia, se tornan un

obstáculo en las relaciones normales. A conse-

cuencia de ello, la mujer maltratada manifiesta

una baja autoestima y una disminuida valora-

ción de sí misma, sentimientos que inciden en

una alta probabilidad de que conviva de nuevo

con el maltratador o empiece una relación con

otro hombre que también la maltrate. Es un

comportamiento aprendido: la mujer busca de

forma inconsciente modelos de varón (y de re-

lación) que refuercen la conducta que ellas han

aprendido ante la agresión. Las víctimas de ma-

los tratos muestran una gran complacencia y

deseo de agradar, se creen capaces de realizar

todo a la perfección que su maltratador recla-

ma. Mas, cuando fallan en esas expectativas

irreales, se sienten culpables (influencia de la

ideología sexista). Asimismo, piensan que de

ellas depende el funcionamiento de la pareja y

de la familia, convicción que se traduce en un

comportamiento sumiso, dócil en exceso, que

entorpece la recuperación posterior.

La respuesta social es otro de los elementos

fundamentales en la lucha para erradicar el

problema. La Ley Integral de Violencia de Gé-

nero es sin duda una herramienta necesaria

para ello, pero no suficiente. Urge la necesidad

de abordar la verdadera causa del problema, su

naturaleza ideológica. Una cuestión de ideología

de género que afecta a hombres y a mujeres de

esta sociedad.

Francisca Expósito es profesora de psicología social

aplicada en la facultad de psicología de la Universidad

de Granada.

Formas de maltrato

No existe un consenso claro sobre qué es violencia de género y qué conducta debe excluirse de

la tipología penal de «violencia de género». No obstante, cada forma de violencia contribuye a

establecer el patrón de «configuración» que mantiene la relación de poder y dominio del hombre

sobre la mujer. Los diferentes tipos de maltrato son:

p Violencia física (la más explícita). p Manipulación de los hijos.

p Intimidación (miradas, gestos, acciones). p Aislamiento.

p Abuso emocional.

Justificación del maltrato

Las mujeres deben evitar las racionalizaciones que justifican y contribuyen a perpetuar la situación

de maltrato, con el fin de reconocerla y evitarla. Se trata de justificaciones relacionadas con el

desempeño del papel femenino tradicional. Entre las más habituales destacan:

p Negar el daño que se sufre.

p Apelar a ideales (mantenimiento de la familia).

p No separarse por el perjuicio a los hijos.

p Atribuirse el fracaso en el papel de mujer, como esposa y madre.

Entre el domino y el sometimiento

ASIMETRÍA SOCIAL

Agresor y víctima justifican

su situación según el papel

masculino y feme nino

aprendido.

BIBLIOGRAFÍA

COMPLEMENTARIA

IT’S FOR YOUR GOOD: BENEVO-

LENT SEXISM AND WOMEN’S

REACTIONS PROTECTIVELY JUS-

TIFIED RESTRICTIONS. M. Moya,

P. Glick, F. Expósito, S. de

Lemus y J. Hart en Persona-

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cal Bulletin, vol. 33, n.o 10,

págs. 1421-1434, 2007.

DON’T ROCK THE BOAT:

WOMEN’S BENEVOLENT

SEXISM PREDICTS FEARS OF

MARITAL VIOLENCE. F. Expósi-

to, M. C. Herrera, M. Moya

y P. Glick en Psychology of

Women Quarterly, vol. 34,

págs. 36-42, 2010.

VICTIM BLAMING AND EXONE-

RATION OF THE PERPETRATOR IN

DOMESTIC VIOLENCE: THE ROLE

OF BELIEFS IN A JUST WORLD

AND AMBIVALENT SEXISM.

I. Valor-Segura, F. Expósito y

M. Moya en Spanish Journal

of Psychology, vol. 14, n.o 1,

págs. 191-202, 2011.

© F

OTO

LIA

/ P

HO

TOSA

NI

26 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

CO

RTE

SÍA

DEL

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La trampa de la adicciónDrogas como la cocaína y la heroína bloquean, a través de mecanismos neuronales aprendidos,

la capacidad de tomar decisiones con conocimiento de causa. ¿Qué ocurre en las neuronas?

CHRISTIAN LÜSCHER

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 27

Contemple por un momento el paisaje que se

muestra en estas páginas. Apacible, ¿cierto?

Incluso puede que le resulte relajante. No obstan-

te, las personas adictas a la cocaína reaccionan

de otra manera frente a la misma instantánea:

se les acelera el pulso, sus manos se humedecen

y experimentan un ansia insaciable de droga.

Dicho efecto lo observó el investigador en dro-

gadicción Daniele Zullino, del Hospital Univer-

sitario de Ginebra, en varios de sus pacientes al

mostrarles la imagen de marras.

La explicación del ensayo es sencilla: las bol-

sas blancas de plástico llenas de heno recuerdan

a los afectados el envoltorio usual de la cocaína.

En múltiples ocasiones bastan tales imágenes

para despertar un ansia poderosa de droga, in-

cluso a veces para provocar una recaída.

El experimento pone sobre el tapete el pro-

blema básico de la adicción: ciertas asociacio-

nes con el consumo de droga pueden llevar a

una pérdida de control y, con ello, a un consu-

mo forzoso. A menudo, la asociación se halla

RESUMEN

Una enfermedad cerebral

1Los mecanismos

biológicos de apren-

dizaje hacen que se

automatice el consumo

de una sustancia o una

conducta en los drogo-

dependientes.

2Drogas como la co-

caína o la heroína

modifican ciertos recep-

tores de glutamato en el

mesencéfalo. Se pone en

marcha una cascada de

señales cuyo final cul-

mina en la enfermedad

adictiva.

3La activación de los

receptores metabo-

trópicos de glutamato

impide la plasticidad

sináptica mediada por las

drogas y, con ello, quizá

también la aparición de

la adicción. Es posible que

los tratamientos futuros

actúen sobre esta diana.

IDILIO ENGAÑOSO

La imagen muestra una apacible casa de campo en Berna Alta tras la cosecha del heno. Mas para las

personas adictas a la cocaína significa algo más: la contemplación de las bolsas de plástico blancas puede

acelerar su frecuencia cardiaca, así como desencadenar un ansia insaciable de la droga.

28 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

tan arraigada que ni siquiera el sujeto adicto

la percibe. En Europa, 37 millones de personas

sufren dependencia de alguna sustancia; las dro-

gas más habituales son la nicotina, el alcohol,

la cocaína y la heroína. A ellos hay que sumar

los millones de adictos al juego o a la comida.

Desde el punto de vista clínico, todos compar-

ten una característica: la pérdida de control. A

pesar de la repercusión negativa, las personas

afectadas prefieren el consumo de una sustan-

cia o un determinado comportamiento a cual-

quier otra actividad. Una curación completa es

por ahora difícil, afirmación que, por otro lado,

denota una clara misión para la neurobiología

experimental, puesto que la adicción representa

una enfermedad del cerebro.

En los diez últimos años, los neurobiólogos

han descubierto algunos procesos corporales

que explican el trastorno. Hoy sabemos que la

activación excesiva de una pequeña parte del

mesencéfalo puede ocasionar la adicción: el área

tegmental ventral. Experimentos como el des-

crito al inicio del artículo, además de investiga-

ciones con animales, indican que la adicción se

genera a través de un aprendizaje patológico en

el que el área tegmental ventral desempeña una

función capital.

Para entender el fenómeno de la adicción, hay

que ocuparse primero de una cuestión esencial:

¿qué ocurre cuando la persona toma decisiones

soberanas? Dicha facultad aparece muy limitada

entre los adictos. Los humanos y los animales

poseen dos sistemas complementarios de toma

de decisiones que se asientan en lugares anató-

micos diferentes del cerebro según la decisión

sea planeada o automática.

La decisión sopesada persigue obtener el me-

jor resultado. Para ello exige comparar diversas

opciones, proceso que a su vez requiere tiempo.

Se trata de un procedimiento muy flexible; se-

gún las circunstancias, pueden tomarse deci-

siones diferentes.

En una decisión automática, en cambio, el

estímulo lleva de inmediato a una reacción,

Siguientes pasosLos investigadores pretenden

desarrollar modelos animales

optimizados, de manera que

representen el proceso de la

adicción de forma más comple-

ta, además de ser accesibles a

técnicas genéticas, moleculares

y de biología celular. Los nuevos

métodos —como los canales

iónicos que se activan por la luz

y que pueden introducirse de

manera selectiva en las neuro-

nas del centro de gratificación—

deberían facilitar mediante

dichos modelos una verificación

más fiable de las hipótesis.

En el lenguaje coloquial se usan, de manera indistinta, los términos «dependencia» y «adic-

ción». Sin embargo, desde el punto de vista neurobiológico, deben diferenciarse.

La dependencia se define como la aparición de un síndrome de abstinencia en cuanto

deja de administrarse la sustancia tóxica. El síndrome de abstinencia resulta muy acusado

en el caso de la heroína y otros opiáceos, puesto que aparece horas después de la última

dosis. La dependencia puede tratarse con éxito a través de un programa de desinto-

xicación.

La adicción, por el contrario, designa un estado persistente en el que, a pesar de toda

la repercusión negativa, se consume la sustancia o se adopta una determinada conducta.

Esto también significa que, tras una desintoxicación satisfactoria, la persona deja de ser

dependiente, pero sigue siendo adicta. En cuanto vuelve a tomar la droga, pierde de nuevo

el control en muy poco tiempo.

Mientras algunas drogas, como los opiáceos (la heroína, entre otras), crean una de-

pendencia rapidísima, no todas las personas dependientes son en absoluto adictas. En

el caso de los opiáceos, la adicción se da en un porcentaje reducido de consumidores;

de hecho, con la droga más adictiva, la cocaína, solo una quinta parte cumple los crite-

rios diagnósticos de adicción. Lo mismo ocurre con comportamientos y acciones como

los juegos de azar. Según los estudios epidemiológicos, la ludopatía afecta a menos de

un uno por ciento de las personas que han jugado alguna vez en su vida. La inmensa

mayoría de los individuos puede acudir sin temor al casino, ya que podrá abandonarlo

sin problemas.

La diferencia entre adicción y dependencia, además de la observación de que, incluso

tras una exposición repetida, solo una minoría pierde el control de su conducta, ha lleva-

do a plantear dos preguntas fundamentales en la investigación moderna de la adicción:

¿sobre qué estructuras cerebrales actúan las drogas?; ¿qué alteraciones producen allí?

También debe averiguarse en qué grado se diferencian las alteraciones entre las personas

que realmente padecen adicción.

Dependencia y adicción, diferentes

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 29

con la ventaja de que las acciones discurren de

forma inconsciente. Ello permite dirigir al mis-

mo tiempo la atención hacia otras actividades,

como cuando se conduce un vehículo mientras

se conversa con el copiloto.

Los experimentos conductuales con múri-

dos revelan que las drogas causantes de adic-

ción conectan entre sí los dos sistemas con una

consecuencia: la «automatización» del consu-

mo. El sujeto no decide de manera voluntaria

sobre el consumo de la droga, sino que se ve

obligado a consumirla. Para validar tal hipó-

tesis, David Belin, del Laboratorio Barry Eve-

ritts de la Universidad de Cambridge, seccionó

las vías nerviosas que comunican entre sí los

dos sistemas decisorios del cerebro en ratas

cocainómanas. Acto seguido, los animales des-

plegaron mucho menos interés por el polvo

blanco; se interrumpió la automatización del

consumo.

En 2001, Mark Ungless, del Laboratorio de

Antonello Bonci, y Robert Malenka, de la Uni-

versidad de California en San Francisco, de-

sarrollaron una observación trascendente: una

sola dosis de cocaína refuerza determinadas

sinapsis del área tegmental ventral. Dicho efec-

to, de varios días de duración, se halla media-

do por iones de calcio que entran en la célula

El área tegmental ventral del mesen-

céfalo es una acumulación de cuerpos

de células nerviosas (núcleo nervioso) con

dos tipos de neuronas: por un lado, las

neuronas de proyección liberan el neu-

rotransmisor dopamina hacia la porción

ventral del estriado (en concreto, al nú-

cleo accumbens) y hacia la corteza pre-

frontal. Las interneuronas, por su parte,

descargan el transmisor inhibidor GABA

al área tegmental ventral y frenan así la

actividad de las neuronas de proyección.

Todas las drogas adictivas incrementan las

cifras de dopamina del núcleo accumbens

(las bases moleculares se han descubierto

en los últimos años con ratones genética-

mente modificados). Hoy, los investigado-

res diferencian tres mecanismos.

1) Algunas drogas inhiben las interneu-

ronas y potencian, con ello, la actividad

de las neuronas dopaminérgicas. A este

grupo pertenecen los opiáceos, el can-

nabis, el gammahidroxibutirato (GHB) y,

probablemente, también las benzodiace-

pinas, aunque en estas últimas todavía

falta la comprobación experimental.

2) La nicotina activa directamente las

neuronas dopaminérgicas a través de los

receptores de acetilcolina a4b2. Así se

ha comprobado en un experimento con

ratones que carecían de la subunidad

b2 del receptor: los animales no mani-

festaron interés alguno por la nicotina

que se les ofrecía. Cuando Uwe Maskos,

del Instituto Pasteur de París, restauró la

subunidad b2 en las células nerviosas del

área tegmental ventral de los múridos,

estos empezaron a consumir la nicotina

ofrecida.

3) La cocaína, la anfetamina y el éxtasis

modifican el transportador de dopamina

que vuelve a captar la dopamina liberada

en el espacio sináptico entre dos neuro-

nas, de manera que bloquean el proceso

normal. Las anfetaminas penetran hasta

el interior de la célula nerviosa, donde

impiden que las vesículas sinápticas se

llenen de dopamina. De esta manera, se

eleva la concentración de dopamina den-

tro de la neurona y se invierte en última

instancia el sentido de transporte de di-

cho neurotransmisor: la célula absorbe

menos dopamina y libera más hacia la

sinapsis. Como las anfetaminas, el éxtasis

también entra dentro de la célula y con

ello destruye las neuronas, a diferencia

de la cocaína.

Las drogas como la dietilamina del áci-

do lisérgico (LSD) no aumentan, sin em-

bargo, las cifras de dopamina; por este

motivo, tampoco producen adicción.

Los tres caminos hacia la adicción

Área tegmental ventral Región ventraldel cuerpo estriado

1. Inhibiciónde interneuronas(opiáceos,cannabis, GHB,benzodiacepinas)

2. Activación directa(nicotina)

3. Bloqueode la recaptaciónde dopamina (cocaína,anfetamina, éxtasis)

Dopamina

Inter-neurona

Neuronasde proyección

GABA

Dopamina

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30 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

La cocaína en la memoria de los ratonesSe introduce el ratón en una

jaula con dos mitades diferen-

tes. Se graba al animal con una

videocámara durante 15 minu-

tos. Tras administrarle cocaína,

se aprecia una preferencia del

múrido por el lado del habi-

táculo en el que se le inyectó

la droga; en este caso, el

izquierdo. En la imagen inferior

aparece el recorrido del ratón.

a través de los receptores NMDA (receptores

ionotrópicos del neurotransmisor glutamato).

El aumento de la concentración de calcio pone

en marcha una cascada de reacciones bioquí-

micas, cuya consecuencia es la modificación

de otro tipo de receptores de glutamato, los

receptores AMPA.

Mecanismo de aprendizaje fatalEntre tanto, algunos grupos de investigación han

confirmado tal observación, incluso con otras

drogas adictivas. Estas sustancias modifican los

lugares de contacto entre las células nerviosas

del cerebro. Los neuroinvestigadores hablan de

plasticidad sináptica, un proceso neuronal que

se desarrolla siempre que aprendemos.

En nuestro laboratorio de Ginebra tratamos

de seguir la pista al mecanismo molecular que

genera la adicción. Mi colaboradora Camilla Be-

llone se centró en los receptores de glutamato de

tipo AMPA. De este modo comprobó que la sín-

tesis de tales receptores experimentan cambios

sustanciales cuando se potencia la transmisión

de la señal: en lugar de contener una subunidad

GluR2 y otra GluR1, solo contienen subunidades

GluR1.

Este juego de variaciones afecta por partida

doble en la función de la sinapsis. Los recepto-

res reaccionan entonces con más sensibilidad

—en consecuencia, la respuesta neuronal se

potencia— y, además, siguen mostrándose per-

meables a los iones de calcio, los cuales no solo

actúan como neurotransmisores para la plasti-

cidad sináptica, sino que regulan otras muchas

funciones esenciales de la neurona.

En nuestro laboratorio, Manuel Mameli in-

vestigó la posibilidad de revertir la plasticidad

producida por las drogas. Aisló cortes finos de

encéfalos de ratón en placas de Petri y com-

probó, a través de mediciones eléctricas, que

se necesita para ello otro tipo de receptores

de glutamato, los metabotrópicos. A los pocos

minutos de su activación, se producen nuevos

receptores AMPA que contienen GluR2 y se in-

corporan a la sinapsis. En otros experimentos,

Mameli comprobó que el mecanismo ocurre en

cortes cerebrales y en ratones vivos.

Los receptores metabotrópicos de glutamato

representan, pues, una especie de sistema de-

fensivo contra la adicción, lo que explicaría por

qué un pequeño porcentaje de todos los consu-

midores de drogas sufren una adicción clínica:

es posible que estas personas presenten una vul-

nerabilidad especial debido a que sus receptores

metabotrópicos se activen con dificultad.

La plasticidad originada por las drogas no

se limita al área tegmental ventral, también se

presenta en la corteza cerebral o en el núcleo

accumbens, ambos conectados directamente

con el área tegmental ventral. Para que ocurra

esta modificación cerebral en una rata, debe ad-

ministrarse de forma repetida la droga durante

al menos una semana, a diferencia del «efecto

único» característico en los receptores de gluta-

mato NMDA del área tegmental ventral.

Tal secuencia temporal lleva a pensar que las

distintas formas de plasticidad inducidas por

las sustancias tóxicas se relacionan entre sí, de

tal manera que suman juntas una reacción en

cadena. Así, las modificaciones sinápticas del

área tegmental ventral podrían, con el tiempo,

determinar cambios en las neuronas del núcleo

accumbens. Solo entonces, la toma de decisiones

pasaría al modo automático que llevaría a una

conducta compulsiva.

Con el fin de comprobar tales supuestos pue-

den efectuarse pruebas conductuales en ratones;

no obstante, la complejidad de la adicción no

puede simularse en toda su extensión en este

tipo de modelos experimentales. Por tal moti-

vo, los investigadores se concentran en algunos

aspectos como la activación de la conducta adic-

tiva a través de los contenidos de la memoria.

En este tipo de experimentos se introduce a

un ratón en una jaula dividida en dos mitades

(izquierda y derecha) con paredes de diferente

color o cenefa. Una cámara de vídeo registra,

durante un cuarto de hora, los movimientos

espontáneos del múrido; también se anota la

trayectoria que lleva a cabo.

CO

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MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 31

Dosis pequeña, larga acciónTras inyectar una dosis de cocaína al ratón, se

le mantiene mediante un obstáculo en la parte

izquierda de la jaula. Al día siguiente, se retira la

barrera. Sin embargo, el ratón permanece en la

mitad izquierda del habitáculo, ya que al parecer

asocia el color de la pared de la izquierda con la

droga. Este efecto recordatorio dura varios días.

Incluso puede provocarse semanas después al

administrar una nueva pequeña dosis de cocaí-

na al animal. Lo mismo ocurre con los humanos

toxicómanos.

Ainhoa Bilbao, del Laboratorio de Rainer

Spanagel en el Instituto Central de Salud Men-

tal de Mannheim, efectuó en 2008 la misma

prueba con un ratón modificado genéticamen-

te. El animal carecía de los receptores NMDA

en las neuronas dopaminérgicas del área teg-

mental ventral, cuya activación representa

el disparo inicial para la drogadicción. El re-

sultado fue significativo: a diferencia de los

ratones normales, una dosis única y pequeña

de cocaína no ocasionaba un efecto duradero

en la memoria. En cuanto el roedor olvidaba

la relación entre espacio y droga, no se reacti-

vaba el recuerdo. Es decir, no ocurría ningún

riesgo duradero de recaída y, en consecuencia,

tampoco aparecía ninguna adicción en el sen-

tido clínico.

Nuestro grupo comprobó asimismo que la

plasticidad sináptica inducida por las drogas

se extiende en pocos días desde el área teg-

mental ventral hasta el cuerpo estriado. Así

pues, se modifican círculos cada vez más ex-

tensos del sistema de gratificación lo que, en

última instancia, puede llevar a una pérdida

del control.

Los conocimientos crecientes de ambos me-

canismos auguran que pronto entenderemos

por qué diferentes personas presentan distinta

vulnerabilidad frente a la adicción. Es de prever

que en un período razonable de tiempo podrá

disponerse de un tratamiento causal para este

trastorno.

Christian Lüscher es neurólogo, neurobiólogo

y profesor en la facultad de medicina en la Universidad

de Ginebra.

Núcleoaccumbens

Área tegmentalventral

Cortezaorbitofrontal

Hipocampo

Mesencéfalo

Cuerpo estriado

Globo pálido

Tálamo

Corteza cerebral

Mesencéfalo

Cuerpo estriado

Globo pálido

Tálamo

Corteza cerebral

Porción dorsaldel cuerpo estriado

Sustancianegra

Lóbuloparietal

Decisiónplaneada

Decisiónautomática

DIFERENCIA DECISIVA

Las decisiones conscientes y planificadas se originan en la porción ventral

del cuerpo estriado (núcleo accumbens), en el hipocampo y en la corteza

orbitofrontal. Las decisiones automáticas, en cambio, activan otras regiones

dorsales del lóbulo parietal y del cuerpo estriado. Los dos sistemas son

regulados por la dopamina; por un lado, desde el área tegmental ventral,

por otro, desde la sustancia negra.

BIBLIOGRAFÍA

COMPLEMENTARIA

COCAINE-EVOKED SYNAPTIC

PLASTICITY: PERSISTENCE IN

THE VTA TRIGGERS ADAPTA-

TIONS IN THE NAC. M. Mameli

et al. en Nature Neuro-

science, vol. 12, págs. 1035-

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DRUG-EVOKED SYNAPTIC

PLASTICITY IN ADDICTION:

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TO CIRCUIT REMODELING.

C. Lüscher y R. C. Malen-

ka en Neuron, vol. 69,

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brero de 2011.

COCAINE INVERTS RULES FOR

SYNAPTIC PLASTICITY OF GLU-

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M. Mameli, C. Bellone,

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en Nature Neuroscience,

publicado online el 20 de

febrero de 2011.

GEH

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IEN

CE

32 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

E squiar, jugar al tenis o tejer un jersey repre-

sentan acciones motoras complejas que de-

bemos practicar durante un tiempo para llegar

a dominarlas. Una vez que las hemos interio-

rizado, tales capacidades casi nunca desapare-

cen; incluso después de un prolongado desuso

somos capaces de volverlas a ejercer con mayor

facilidad que cuando las aprendíamos. Aunque

pasen muchos años, nos sigue sorprendiendo la

rapidez con la que recordamos unos determi-

nados pasos de baile que creíamos olvidados

para siempre.

Este fenómeno tan familiar para los humanos

no ocurre solo en el aprendizaje de patrones de

movimiento. También se da en la memoria de-

clarativa, la cual almacena los recuerdos relacio-

nados con hechos y vivencias personales.

El primer científico en escrutar dicha propie-

dad de nuestra memoria fue el psicólogo alemán

Hermann Ebbinghaus (1859-1909). Ya a finales

del siglo XIX, Ebbinghaus aprendió de memo-

ria largas listas de sílabas absurdas (tipo «huk»,

«lik», «bök») para medir acto seguido cuántas

repeticiones precisaba para reproducir de for-

ma correcta una secuencia. Comprobó que, al

memorizar de nuevo una serie de sílabas ya es-

tudiada, requería de menos repeticiones para

recordarla. La diferencia entre las reiteraciones

necesarias de las primeras grabaciones y las si-

guientes la bautizó con el término «ahorro».

No solo la memoria humana dispone de tal

capacidad, sino también la de muchos animales.

Así lo demostraron los experimentos de condi-

cionamiento clásico desarrollados con conejos:

si se soplaba a los ojos del animal un chorro

de aire, este cerraba enseguida los párpados. Si

dicho estímulo se combina cada vez con un so-

nido determinado, al cabo de un rato el sonido

por sí solo desencadenaba el reflejo de oclusión

palpebral. No obstante, el aprendizaje no resul-

taba ilimitado en el tiempo, pues ocurría una

«extinción»: el estímulo acústico acababa por no

inducir el reflejo del párpado en los conejos.

Si se retomaba el experimento, se observaba

asimismo un «ahorro». Durante el segundo pro-

ceso bastaban menos combinaciones de sonido

y chorro de aire para condicionar el cierre palpe-

bral. Estudiosos de la memoria han observado

fenómenos similares incluso en organismos

simples como el caracol de mar Aplysia.

Cuando los seres humanos, así como los ani-

males, aprenden, ocurre al parecer un cambio

permanente en su sistema nervioso. Este per-

siste, al menos de manera parcial, aun cuando

el conocimiento adquirido parece haberse olvi-

dado con el transcurrir del tiempo. ¿Qué meca-

nismos neuronales subyacen a tales recuerdos

«ocultos»?

Según se sabe hasta ahora, el aprendizaje se

basa en la modificación de las sinapsis, los lu-

gares de contacto entre las células del cerebro.

Dichas conexiones neuronales pueden tornarse

más fuertes o más débiles, generar nuevos con-

tactos o destruir los ya existentes, con lo que se

modifica la transmisión de la información desde

una neurona a la siguiente.

En el condicionamiento descrito del cierre

palpebral, la idea resulta muy simple: la per-

cepción repetida y simultánea del sonido y del

chorro de aire genera nuevas comunicaciones

sinápticas entre las neuronas auditivas que

procesan los ruidos y las neuronas motoras que

desencadenan el cierre del párpado. Gracias a

dicha comunicación, el estímulo acústico puede

inducir una oclusión del párpado en el animal.

Los procesos concretos que tienen lugar dentro

Sinapsis «durmientes»Montar en bicicleta, tocar la guitarra, leer en francés. Con facilidad logramos

reactivar capacidades que creíamos perdidas. Aunque no utilicemos las conexiones nerviosas

correspondientes desde hace largo tiempo, una vez anudadas, permanecen

MARK HÜBENER

RESUMEN

Huellas del recuerdo

1El cerebro puede

recuperar las capa-

cidades que se creían

perdidas en un instante;

se trata del método del

«ahorro».

2Experimentos con

ratones demuestran

que al practicar una ac-

tividad se crean espinas

dendríticas nuevas en

las neuronas que estable-

cen contacto con otras

neuronas.

3Pese a un desuso

prolongado, las

conexiones adicionales

permanecen y permiten

refrescar el recuerdo.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 33

del cerebro son complejos; no obstante, el prin-

cipio no cambia: el aprendizaje consiste en la

modificación de la intensidad de transmisión

de las señales en la sinapsis.

¿Sobre qué mecanismo se sustenta «el ahorro»

cuando se refresca un recuerdo que se creía olvi-

dado? Para explorarlo, empleamos en el Instituto

Max Planck de Neurobiología de Martinsried un

modelo ya concebido en los años sesenta por los

entonces futuros premios nóbel Torsten Wisel y

David Hubel. Ambos médicos de la Universidad

de Harvard en Cambridge (Massachusetts) eli-

minaron temporalmente las aferencias en uno

de los ojos de los gatos jóvenes experimentales,

colocándoles un parche ocular que tan solo per-

mitía el paso de luz difusa.

Células con capacidad de adaptaciónAl cabo de unas semanas, los investigadores

restablecieron la visión normal de los anima-

les. Comprobaron que se había modificado la

actividad de las neuronas situadas en la corteza

visual (región cerebral en la que se procesan por

primera vez en conjunto las informaciones que

llegan de ambos ojos). Las neuronas del centro

de la visión respondieron con menor intensidad

ante los estímulos luminosos en el ojo que había

sido ocluido durante un tiempo, mientras que

la misma estimulación en el ojo preservado en

condiciones normales se dispararon con mayor

fuerza. Sin embargo, experimentos posteriores

revelaron que el efecto no permanecía a largo

plazo; al poco tiempo, las células nerviosas en-

trenadas de esta manera regresaban a la nor-

malidad.

En 2008, nuestro grupo demostró, mediante

la investigación con múridos, que el ahorro se

daba incluso en aprendizajes sencillos. Cuando

oscurecimos uno de los ojos de los animales solo

durante tres días y luego estimulamos ambos

ojos por separado con un haz de luz, las neu-

ronas aún no se habían adaptado a la ceguera

unilateral: siguieron igual de activas que en los

animales con visión normal, fuese cual fuese

el ojo estimulado. En cambio, las neuronas de

aquellos ratones que durante seis semanas solo

habían podido gozar de una visión monocular

reaccionaron con mayor intensidad al estimu-

larse su ojo no tapado.

Semanas después, volvimos a colocar un par-

che en el ojo de los ratones «entrenados», cuya

CO

RTE

SÍA

DEL

AU

TOR

UNIDAD ELEMENTAL DE LA MEMORIA

Las neuronas, como esta célula piramidal de la

corteza visual, son las responsables del aprendizaje.

A través de las espinas dendríticas situadas en sus

ramas se comunican con otras neuronas.

34 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

visión y actividad neuronal ya se habían norma-

lizado. Bastaron tres días para que las neuronas

aprendieran a dar de nuevo preferencia al lado

con visión normal. La primera oclusión dura-

dera propició que el aprendizaje reapareciera

en poco tiempo en las pruebas posteriores. A

pesar de tratarse de un proceso muy sencillo de

aprendizaje, el efecto coincide con el «ahorro»

descrito por Hermann Ebbinghaus en la repeti-

ción de sílabas absurdas.

Con el fin de comprender el fundamento de

las modificaciones sinápticas, desarrollamos el

mismo experimento con ratones sometidos a

modificación genética. Un microscopio de dos

fotones permitía contemplar con exactitud la

estructura de las neuronas de estos múridos.

En particular, nos interesaban las espinas

dendríticas: prolongaciones minúsculas, de

escasas milésimas de milímetro, situadas en

las neuronas. Cada una de estas espinas se

comunica, a través de una sinapsis, con otra

célula nerviosa. Poco después de la oclusión

pasajera de un ojo del ratón, el número de es-

tas espinas y, en consecuencia, el número de

sinapsis, aumentó en las células piramidales

de la corteza visual examinada. Sospechamos

que las conexiones nerviosas adicionales ex-

plicaban por qué las células respondían con

mayor intensidad ante el estímulo luminoso

en el ojo intacto.

Sin embargo, sorprendió que, incluso después

de que los animales recuperaran la visión en

ambos ojos y que las neuronas reaccionaran de

manera habitual al estímulo de luz, las espinas y

la sinapsis recién formadas permanecían, si bien

habían retrocedido bastante. ¿Podrían estas co-

nexiones nerviosas adicionales y «durmientes»

explicar que los ratones aprendieran con mayor

rapidez en la segunda ocasión de adaptación al

estímulo visual alterado?

La segunda vez, más rápidaPara verificarlo, volvimos a ocluir uno de los

ojos de los ratones experimentales. Como era

previsible, la sensibilidad de las neuronas se

desplazó enseguida hacia el lado con visión.

A diferencia del primer aprendizaje, no se for-

maron nuevas espinas, pero se conservaron las

comunicaciones debilitadas. Al tapar otra vez

el ojo no aparecían sinapsis nuevas, empero se

reforzaban las conexiones establecidas con an-

terioridad. Ello requiere un menor esfuerzo, por

lo que, en una segunda exposición, los animales

aprenden más deprisa.

La hipótesis se corresponde con una obser-

vación realizada en los últimos años por otros

científicos: cuanto mayor es una sinapsis y la es-

pina dendrítica correspondiente, más impulsos

eléctricos intensos pueden intercambiarse las

neuronas a través de ese nexo. De hecho, con la

ayuda de un microscopio de dos fotones, obser-

vamos que las espinas dendríticas nuevas que

se creaban en las neuronas de los múridos du-

rante el primer aprendizaje habían aumentado

de tamaño, aunque se contraían de nuevo tras

destapar el ojo «cegado» del ratón. En la segunda

¿Qué significa plasticidad?El concepto de plasticidad desig-

na la capacidad del cerebro para

adaptarse. En la «plasticidad

cortical», regiones enteras de la

corteza cerebral asumen nuevas

tareas en el caso de lesiones.

En cambio, la «plasticidad

sináptica» significa que la in-

tensidad con que se transmiten

las señales entre dos neuronas

se refuerza mediante el uso

repetido. Ello puede suceder

a través de procesos químicos

o del crecimiento de la sinapsis.

Antes del aprendizaje Con el aprendizaje Con el olvido Con el reaprendizaje

Dendrita Espina reciénformada

Espinareactivada

Espinaen retroceso

Axón de otraneurona

OLVIDADO, NO DESAPARECIDO

Según nuestro modelo, los

recuerdos ocultos se basan en

sinapsis que retroceden después

de una larga pausa pero que

todavía se conservan.

GEH

IRN

& G

EIS

T /

MEG

AN

IM

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 35

oclusión, su espesor volvió a reducirse. Así, el ta-

maño de las espinas variaba según la reacción de

las neuronas de la corteza visual en su conjunto

a los estímulos visuales.

Pese a que estos datos despejan los procesos

celulares que subyacen en el aprendizaje y el

fenómeno del «ahorro» en la memoria, quedan

todavía una serie de interrogantes por resolver.

Así, partimos de la idea de que, tras el primer

aprendizaje, la actividad neuronal modificada

se debe a las espinas recién formadas. Para con-

firmar tal suposición, cabe observar de forma

selectiva y exacta la sinapsis después de apli-

car un estímulo luminoso. No obstante, existen

dificultades técnicas que complican el experi-

mento, pues se trata de estructuras con tamaños

de milésimas de milímetro. Es probable que en

próximas investigaciones podamos marcar las

neuronas de la corteza visual con un pigmen-

to especial que permita visualizar los cambios

minúsculos en las concentraciones de calcio de

cada espina dendrítica.

Para probar de forma directa que las espinas

recién formadas y permanentes favorecen el

«ahorro» con el aprendizaje repetido, deberían

desconectarse de manera selectiva las sinapsis

después del primer aprendizaje, con lo que el

segundo aprendizaje duraría el mismo tiempo

que el primero. En principio, dicho experimento

puede efectuarse, por ejemplo, mediante un rayo

láser que elimine las espinas correspondientes.

Sin embargo, al poseer cada neurona cortical

multitud de miles de espinas a las que deben

sumarse otros centenares relacionados con la

oclusión de los ojos, el experimento resultaría

extraordinariamente laborioso.

Aunque resten detalles por aclarar, nuestros

experimentos revelan que con los procesos de

aprendizaje permanecen las nuevas conexiones

creadas entre las neuronas, las cuales facilitan

el aprendizaje posterior. Todo apunta a que se

trata de un principio general: la memoria no

destruye las sinapsis en desuso, sino que opta

por conservarlas en una especie de «sueño de la

Bella Durmiente». Si al cabo de años o decenios

decidimos volver a montar en bicicleta, no de-

bemos aprender de cero a guardar el equilibrio.

Las sinapsis durmientes despiertan.

Mark Hübener es director del grupo de trabajo sobre

Desarrollo del Sistema Visual en el Instituto Max Planck

de Neurobiología de Martinsried.

BIBLIOGRAFÍA

COMPLEMENTARIA

MASSIVE RESTRUCTURING OF

NEURONAL CIRCUITS DURING

FUNCTIONAL REORGANIZA-

TION OF ADULT VISUAL COR-

TEX. T. Keck et al. en Nature

Neuroscience, vol. 11, n.o 10,

págs. 1162-1167, 2008.

EXPERIENCE LEAVES A LASTING

STRUCTURAL TRACE IN COR-

TICAL CIRCUITS. S. B. Hofer

et al. en Nature, vol. 457,

n.o 7227, págs. 313-317,

2009.

SEARCHING FOR ENGRAMS.

M. Hübener y T. Bonhoeffer

en Neuron, vol. 67,

págs. 363-371, 2010.

Los investigadores se sirvieron de un microsco-

pio de dos fotones para analizar las neuronas y

otras células en detalle. Dicha técnica aprovecha

la capacidad de «fluorescencia» de algunas sus-

tancias: cuando se proyecta sobre ellas una luz

con una longitud de onda determinada, emiten

fotones que percibimos a simple vista. Un ejem-

plo conocido de este efecto son las prendas de

vestir blancas que bajo la luz ultravioleta o «luz

negra» brillan en la oscuridad.

En la microscopía de dos fotones se iluminan

con un láser las células preparadas; en el extre-

mo del láser, dos partículas luminosas inciden

de forma simultánea sobre un colorante fluo-

rescente. De esta manera se puede operar con

una luz de menos energía; solo cuando se re-

únen los dos fotones brilla el tejido. El enfoque

preciso permite, además, una mayor resolución

y un menor ruido de fondo.

Con todo, ¿cómo penetran los pigmentos

fluorescentes en las neuronas? En las placas

de cultivo se pueden introducir colorantes

que penetren en un tipo de célula. Esta técni-

ca permite, asimismo, examinar el cerebro de

animales vivos. Existen ratones modificados

genéticamente para que algunas de sus neu-

ronas fabriquen una proteína especial: la pro-

teína verde fluorescente. Para irradiar dichas

neuronas in vivo y rastrear su luz, es necesario

reemplazar antes una parte del cráneo por un

disco transparente.

Mirada nítida del cerebro con la fluorescencia

EJEMPLAR ESPLÉNDIDO

Neurona de la corteza

visual de un ratón vivo,

proyectada con un

microscopio de dos

fotones.

CO

RTE

SÍA

DEL

AU

TOR

36 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

«Imagínese la siguiente escena: en el año

2030 un joven acude a una consulta

psicoterapéutica. Padece un constante

impulso a utilizar Metanet, una versión

avanzada de Internet. Este le lleva a una

segunda existencia virtual que apenas

puede distinguir de la vida real. Se retrae

de sus relaciones sociales, con frecuen-

cia se manifiesta intranquilo. Después de

una primera conversación, el terapeuta

lo lleva a una habitación contigua en la

que se realizan escáneres cerebrales bajo

estímulos de diverso tipo. Las imágenes

muestran que el hombre en cuestión

padece un trastorno impulsivo, es de-

cir, ni una dependencia ni un trastorno

esquizoide. Asimismo, se le realiza un

análisis de sangre. A través del perfil ge-

nético del paciente, el terapeuta confirma

qué medicamentos se deben considerar

en su caso. El tratamiento sigue en la

consulta a lo largo de varias sesiones. Al

cabo de seis semanas, se le practican de

nuevo escáneres cerebrales, los cuales de-

muestran que los patrones de actividad

cerebral del paciente se han normaliza-

do. Asimismo ha mejorado el impulso a

utilizar Metanet y, en general, el sujeto

se encuentra satisfecho. El tratamiento

ha sido un éxito, por lo que, en principio,

se le da el alta.»

¿Hasta qué punto consideran realista

la visión del futuro descrita?

Gred Rudolf: No la considero ni proba-

ble ni deseable. En el fondo refleja una

interpretación demasiado mecanicista

de los procesos psíquicos. En estos pro-

cesos siempre se halla en juego la per-

sona en su totalidad, sus vivencias, su

conducta, sus relaciones con los demás.

¿Qué dicen la compañera o los padres del

joven? ¿Por qué utiliza siempre Metanet?

¿Qué hay detrás de ello? ¿Qué factores

condicionan esa conducta? Espero y su-

pongo que nunca podremos responder

a dichas preguntas a base de conceptos

fisiológicos puros.

Peter Henningsen: Yo lo veo de otra ma-

nera. Tampoco creo que llegue un mo-

mento en que se pueda diagnosticar una

enfermedad psíquica con solo conocer

un patrón de la actividad cerebral. Una

psicoterapia no puede limitarse a alterar

parámetros determinados en el cerebro.

¿Psicoterapia a partir del escáner cerebral?Los expertos intentan mejorar el diagnóstico y tratamiento de los trastornos psíquicos

con el estudio de imágenes del encéfalo. ¿Es la neuropsicoterapia la panacea para tratar

las patologías mentales, o se trata solo de una moda pasajera? ¿Nos encontramos

ante una era de manipulación del cerebro?

DEBATE COORDINADO POR JASMIN ANDRESH Y STEVE AYAN

PUNTO DE VISTA

TOD

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LO: G

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RO

THE

GERD RUDOLFp Nació en 1939 en Neunkirchen.

p De 1959 a 1964 estudió medicina en

Homburg, Colonia y Berlín.

p Fue asistente en la Universidad Libre

de Berlín.

p De 1989 a 2004 fue director médico

de la Clínica Psicosomática de Heidel-

berg.

p En 2004 recibió el premio Heigl por

méritos al servicio de la psicoterapia.

p De 2006 a 2009 fue presidente del

Consejo Científico de Psicoterapia

alemán.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 37

Aunque espero que se perfeccionen nues-

tros modelos y criterios diagnósticos. Es

posible que algunos trastornos que toma-

mos como diferentes se deban, al menos

en parte, a procesos de aprendizaje o défi-

cits funcionales similares. No se descarta

que cuando sepamos qué procesos neu-

ronales intervienen se puedan planear y

supervisar mejor los tratamientos.

Dr. Rudolf, ¿en qué se basa su temor a

un gran peligro? ¿Teme una reducción

unilateral de la persona a su cerebro?

Rudolf: Naturalmente, en la base de nues-

tras vivencias subjetivas existen siem-

pre actividades neuronales. La cuestión

es ¿de qué nos sirve este conocimiento?

Espero que la investigación neurológica

aclare la fisiología de funciones psíqui-

cas importantes como la autorreflexión,

el control de los impulsos o la empatía.

Ello ayudaría de manera decisiva al es-

tímulo terapéutico de tales funciones y a

la explicación de los trastornos. Podrían

conocerse, por ejemplo, cuándo existen

fases especialmente sensibles, es decir,

vulnerables en el desarrollo. En el trata-

miento de los niños ello puede propor-

cionar conocimientos muy significativos.

Pero en psicoterapia la relación entre el

terapeuta y el paciente resulta decisiva.

El pensamiento biologista puede llevar

a una disociación notable que podría re-

sumirse en la frase: «El que se encuentra

enfermo es mi cerebro, no yo». Muchos

hablan hoy de su amígdala, no de sus

sentimientos, o de «neuronas espejo»

en lugar de relaciones sociales. Tales ex-

presiones no aclaran nada.

Dr. Henningsen, ¿dónde ve usted las

grandes oportunidades para una «neu-

ropsicoterapia»?

Henningsen: En dos ámbitos. Por una

parte, como muestra la escena descrita,

en un futuro debe ser posible adecuar

mejor la terapia a los pacientes. Hoy ya

hemos dado importantes avances en este

sentido, por ejemplo en la búsqueda de

biomarcadores que indiquen la recepti-

vidad a determinados medicamentos.

Un problema de la terapia es que con

frecuencia deben ensayarse métodos

diversos hasta dar con el tratamiento

apropiado. Varía mucho de un paciente

a otro. Una mejor predicción de los posi-

bles efectos aportaría una ayuda impor-

tante, incluso en psicoterapia. Por otra

parte, espero que nuestros diagnósticos

sean más exactos. Una mejor compren-

sión de lo que pasa en el cerebro con

relación a los trastornos, por ejemplo,

en conductas compulsivas o en depre-

siones, contribuiría a plantear la actitud

de manera diferenciada ante pacientes

con síntomas determinados.

Los trastornos psíquicos ¿son también

enfermedades del cerebro?

Henningsen: No, de ninguna manera.

No existe ningún patrón neuronal que

permita determinar si una persona está

sana o enferma. No puede determinar-

se limitándose en exclusiva a estudiar

el cerebro. En los trastornos psíquicos

intervienen muchas dimensiones: el

pensamiento, los sentimientos, la con-

ducta, también el ambiente social en la

vida cotidiana. Aunque tampoco pueden

describirse atendiendo tan solo a estos

aspectos. A menudo los trastornos psí-

quicos van acompañados de alteraciones

neuronales, pero no necesariamente en

todos los casos. Con frecuencia no está

claro si las alteraciones neuronales son

la causa del trastorno, su consecuencia,

o la expresión de un mecanismo com-

pensatorio.

En todo caso, las explicaciones neu-

ronales de los fenómenos psíquicos re-

sultan hoy muy atractivas. Parece que

muchas personas se quedan más tran-

quilas con sus vivencias si saben que

durante ellas sucede algún fenómeno

en su cerebro. ¿Se trata de una huida o

una bendición?

Henningsen: En el ámbito psicosomáti-

co, área de la que me ocupo, se trata de

un hecho muy frecuente. Los pacientes

PETER HENNINGSENp Nació en 1959 en Stuttgart.

p De 1977 a 1984 estudió medicina en

Stuttgart, Friburgo, Berlín y Cambridge.

p Fue asistente de neurología y psicoso-

mática en Berlín y Heidelberg.

p Desde 2005 es director de la Clínica

de Medicina Psicosomática y Psicote-

rapia en el Klinikum rechts der Isar de

la Universidad Técnica de Múnich.

38 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

temen que no se les tome en serio si no

existe una causa somática de su trastor-

no. Incluso personas con depresión o es-

quizofrenia manifiestan el prejuicio de

que su enfermedad se debe a una peque-

ña lesión en el cerebro. Con frecuencia

la remisión a un proceso neuronal pro-

duce mejoría porque legitima el propio

sufrimiento.

Rudolf: Me parece que a menudo la sa-

tisfacción se la llevan los propios tera-

peutas. Si puede demostrarse que «real-

mente hay algo» que puede verse, una

causa material y perceptible del tras-

torno psíquico, parece que a los ojos de

muchos gana peso la comprensión de la

enfermedad. Creo que es contraprodu-

cente, ya que el problema se diluye en

su descripción fisiológica.

Henningsen: De todas formas considero

un avance que la investigación neuroló-

gica de hoy señale dónde radica el pro-

blema, es decir, en la cabeza. El dolor en

una parte del cuerpo con frecuencia no

tiene nada que ver con esa zona determi-

nada. En todo caso hay que prevenirse de

creer que nuestro destino se encuentra

en el cerebro. Algo similar ocurre con los

genes: desde que los desciframos, des-

cubrimos cada vez más la flexibilidad

de nuestra dotación genética. Lo mismo

puede decirse de los procesos neurona-

les: son igual de fácil o difícil de alterar,

como las vivencias y las conductas.

¿Piensan que el entusiasmo por la

neurología actual es una moda pasaje-

ra o nos encontramos ante un cambio

de paradigma?

Rudolf: Con toda mi admiración por los

avances en el conocimiento del cerebro,

no veo en ello ningún cambio funda-

mental. Sobre todo porque una parte

importante de nuestra vida psíquica

permanece todavía bastante a oscuras.

Me refiero a la fuerza que tienen nues-

tras relaciones sociales. Minusvaloramos

a menudo la importancia de su influen-

cia; incluso para las ciencias neurológicas

tal dimensión social sigue siendo en gran

parte una terra incognita.

Henningsen: Desde el punto de vista

histórico hemos superado, al menos

en parte, la estricta separación entre

psique y soma. Esto seguirá siendo así.

La separación puede haber tenido una

importancia histórica; sin un claro

alejamiento de las estrictas ideas fi-

siológicas de su tiempo, Freud y otros

hubieran tenido muchas dificultades

para desarrollar sus métodos y modelos

psicológicos. Entre tanto, por fortuna,

hemos superado esa división artificial;

vemos cómo escuelas que en otro tiem-

po mantenían posturas irreconciliables

hoy van teniéndose cada vez más mu-

tuamente en cuenta. No existe ni «la»

neurología ni una única psicoterapia,

pero las diferencias entre las posturas

dispares, como la terapia conductista, la

terapia conversacional o el psicoanálisis,

ya no resultan tan grandes. A ello han

contribuido también los hallazgos de

la neurología. En definitiva, no se trata

de quién tiene razón, sino de qué es lo

mejor para cada paciente.

A propósito, ¿puede abrir el estudio

del cerebro nuevos caminos para la te-

rapia?

Henningsen: A menudo, basta un sim-

ple mecanismo de espejos para aliviar el

dolor del «miembro fantasma» después

de una amputación. Solo puede llegarse

a ese tipo de métodos con la observa-

ción de cómo se reorganiza la corteza

somatosensorial, es decir, la parte de la

corteza cerebral donde se procesan las

sensaciones táctiles. Dichas sensaciones

«Con frecuencia minusvaloramos el poder las

relaciones sociales. También para las neurociencias

tal dimensión continua siendo una terra incognita»

Gerd Rudolf

«La exploración del cerebro tal vez pueda

en un futuro apoyar a una psicoterapia eficaz,

pero nunca la sustituirá»

Peter Henningsen

MAESTRO Y DISCÍPULO

Peter Henningsen (derecha) ejerció de asis-

tente médico de Gerd Rudolf en la Clínica

Psicosomática de Heidelberg.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 39

acompañan a los síntomas dolorosos y

pueden influenciarse mediante la esti-

mulación correspondiente. Tal vez no

podamos esperar métodos psicotera-

péuticos completamente nuevos, pero

sí podemos imaginar su perfecciona-

miento para el tratamiento de cuadros

clínicos o grupos de pacientes especí-

ficos.

Herta Flor explica que con frecuencia

en el núcleo de un trastorno psíquico

existen procesos inconscientes de apren-

dizaje. ¿Significa esto que la psicoterapia

ha de realizarse en buena parte «a espal-

das del paciente»?

Rudolf: La psicoterapia se basa, sobre

todo, en la concienciación de reaccio-

nes sentimentales o patrones de con-

ducta personales. Ello no significa que

el terapeuta tenga respuesta para todo

y que el paciente lo único que necesite

sea aceptar y adaptarse a esas verdades.

La posible solución a cada problema ha

de plantearse de manera conjunta, el

terapeuta no siempre dispone de todas

las armas para ello. En este sentido,

algunas partes esenciales de una psi-

coterapia se encuentran a espaldas del

terapeuta.

Henningsen: Me da la sensación de que

tras la fascinación por el cerebro suele

existir una especie de temor a descubrir

cosas de las que la persona no tiene ni

la más remota idea. Creo que es exa-

gerado. Tal vez en un futuro el conoci-

miento del cerebro pueda apoyar una

psicoterapia eficaz, pero nunca podrá

sustituirla.

¿Supone la investigación del cerebro

un renacimiento del inconsciente?

Henningsen: Creo que hay que tratar

el tema con precaución. Con frecuen-

cia se confunden cosas muy diferen-

tes. En principio, para los neurólogos

el inconsciente es todo aquello que el

paciente no percibe o sobre lo cual no

puede dar ninguna información. El psi-

coanálisis, por el contrario, se basa en

un modelo dinámico del inconsciente.

Freud describe incluso una estructura

perfectamente determinada del yo, del

ello y del super-yo, y postula una serie

de mecanismos, tales como represión,

sublimación o proyección. No debe

arrojarse todo ello por la borda. Otra

cuestión es hasta qué punto concep-

tos básicos de la psicoterapia pueden

confirmarse mediante la investigación

neurológica. La mayoría de los concep-

tos tienen que ver con las interacciones

sociales entre el terapeuta y el pacien-

te, interacciones que, hasta ahora, solo

han sido investigadas de manera pun-

tual por los neurólogos. Ese momento

todavía puede llegar.

ANIMADA CONVERSACIÓN

Gerd Rudolf (izquierda) y Peter Hennigsen

(segundo por la derecha) antes de la entre-

vista con los redactores Jasmin Andresch y

Steve Ayan.

ha publicado sobre el tema, entreotros, los siguientes artículos:

Salvar las neuronas nuevas,de Tracey J. ShorsMayo 2009

Lateralización del cerebro,de P. F. MacNeilage, L. J. Rogersy G. VallortigaraSeptiembre 2009

Circuitos defectuosos,de Thomas R. InselJunio 2010

Ciegos con visión,de Beatrice de GelderJulio 2010

Anticiparse al alzheimer,de Gary StixAgosto 2010

Control del cerebropor medio de la luz,de Karl DeisserothEnero 2011

Cien billones de conexiones,de Carl ZimmerMarzo 2011

Una mente extracorpórea,de Miguel A. L. NicolelisAbril 2011

Claves de la resiliencia,de Gary StixMayo 2011

40 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

MENTE, CEREBRO Y SOCIEDAD

A finales del siglo XVIII, el experimen-

to de Luigi Galvani se ganó el título

de «espectáculo de moda»: todo salón de

reuniones italiano que se preciara debía

ofrecer a sus convidados la posibilidad de

gozar del impactante y entretenido fenó-

meno científico. Los espectadores presen-

ciaban expectantes cómo las patas de una

rana se movían bajo el efecto de descargas

eléctricas, sin saber que estaban siendo

testigos de los primeros pasos hacia una

nueva ciencia conocida hoy como electro-

fisiología o incluso, por qué no, del origen

de la ingeniería biomédica.

Los resultados de las investigaciones

de Galvani propiciaron asimismo un gran

revuelo entre la comunidad científica. Ca-

laron hondo en Alessandro Volta, quien

interpretó los experimentos desde el rigor

de la física, por lo que negaba la existen-

cia de la electricidad de origen animal de

la que parecía estar convencido su coe-

táneo. Se iniciaba así una famosa contro-

versia que, fruto del afán de Volta por

detentar la razón, dio paso al invento de

la pila. No obstante, dicho ingenio no hizo

sombra a los descubrimientos de Galvani.

Giovanni Aldini, sobrino de este, demostró

con otro experimento la existencia de la

«electricidad animal» que su tío pregona-

ba. De esta manera zanjaba la discusión:

quedaba demostrada la influencia de la

energía eléctrica en el sistema nervioso y

muscular humano.

Capacidad eléctricaDesde el punto de vista celular y químico,

el desequilibrio de iones positivos y nega-

tivos en la membrana de la célula crea el

escenario necesario para propiciar la ca-

pacidad eléctrica, la cual surge en primera

instancia en forma de impulsos bioeléctri-

cos en las células. La actividad sináptica

de las neuronas constituye el ejemplo por

excelencia de flujo de corriente extracelu-

lar que produce los potenciales eléctricos

cerebrales.

Las anormalidades que ocurren en la

corteza del encéfalo pueden clasificarse,

de forma general, según su etiología (por

ejemplo, trauma, enfermedad, toxinas o

infecciones). Aunque no siempre existe

una respuesta eléctrica cerebral fácil de

detectar, la mayoría de las enfermedades

neurológicas se manifiestan desde niveles

celulares y moleculares con actividad mag-

nética medible fuera del cuero cabelludo,

lo cual permite localizar la zona dañada

del cerebro, la causa y su posible función

fisiológica.

La actividad neuronal en el cerebro hu-

mano se inicia desde las primeras etapas

de desarrollo prenatal. Como ya se sabe,

las señales generadas por el encéfalo son

eléctricas en naturaleza y representan no

solo la función cerebral, sino también el

estado del cuerpo entero. Una manera de

registrar los potenciales eléctricos genera-

dos en el encéfalo —ya sea de forma es-

pontánea o evocada por algún estímulo—

es a través del electroencefalograma (EEG),

exploración que proporciona estimaciones

de la acción sináptica a grandes escalas y

relacionadas con el comportamiento y la

cognición.

Un caso particular de registro inmediato

en el EEG frente a un «estallido» repentino

y asíncrono de flujo de corriente eléctrica

entre neuronas, sucede con la epilepsia.

Existen formas de ondas cerebrales clasi-

ficadas que permiten diagnosticar la clase

BIOELECTRICIDAD CEREBRAL Y PATOLOGÍAS NEUROLÓGICASLa mayoría de las enfermedades neurológicas se manifiestan desde niveles celulares y moleculares

con actividad magnética

CARLOS GUERRERO MOSQUERA

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ACTIVIDAD SINÁPTICA

Bajo un microscopio equipado con óptica

fluorescente, se observan neuronas motoras

en sinapsis (puntos rojos) que provocan el

movimiento del músculo esternocleidomastoi-

deo de un ratón con dos semanas de edad.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 41

La enfermedad de Alzheimer (EA) es una

patología neurodegenerativa aso-

ciada a la edad que se caracteriza por

una pérdida progresiva de la memoria

y de otras capacidades mentales a me-

dida que las células nerviosas mueren y

ciertas zonas del cerebro se atrofian. El

alzhéimer tiene una duración aproximada

de entre cuatro y doce años después del

diagnóstico.

Las investigaciones suelen asociar di-

cha patología a dos tipos de lesiones: la

aparición de placas seniles, resultantes

de la agregación del péptido amiloide

beta procedente de la ruptura enzimá-

de epilepsia además de su localización en

el cerebro. El análisis del EEG ha demos-

trado asimismo cambios de altas a bajas

frecuencias en zonas del encéfalo de pa-

cientes afectados de alz héimer. Un análisis

cuantitativo del EEG (qEEG) permite clasi-

ficar, por otra parte, pacientes con leves y

graves lesiones traumáticas cerebrales.

Interacciones neuronales en imágenesEn la actualidad, aparte del EEG, existen

dos métodos adicionales que registran

los cambios funcionales y fisiológicos de

las interacciones neuronales a nivel de

red y con una alta resolución temporal: el

magnetoencefalograma (MEG) y la ima-

gen por resonancia magnética funcional

(IRMf), cada uno de ellos con sus ventajas

y deficiencias. Así, el MEG se basa en el

análisis de campos magnéticos generados

por la bioelectricidad que fluye entre las

neuronas. Dicha técnica ha demostrado

ser útil en la detección del flujo magnético

asociado a patrones en lesiones cerebrales

traumáticas determinadas. En la epilepsia,

el MEG constituye una alternativa tremen-

damente útil en los casos en los que se

requiere emplear electrodos intracranea-

les (en ocasiones los campos magnéticos

generados por las puntas de onda en la

epilepsia parcial compleja coinciden con

sus localizaciones intracraneales). Dicha

técnica puede localizar las zonas cerebra-

les en crisis epilépticas de una forma más

exacta, por lo que registra de forma eficaz

zonas con otra disfunción cerebral.

Por su parte, la IRMf ha demostrado su

utilidad como herramienta de diagnóstico

en la evaluación de precirugía de pacientes

con epilepsia, así como en la localización

de patrones cerebrales en las zonas de la

memoria de pacientes con alzhéimer de-

bido a su alta resolución espacial. La IRMf

se ha utilizado asimismo en psiquiatría con

el objetivo de investigar la activación cere-

bral de pacientes que sufren esquizofrenia

y depresión.

Se espera en un futuro detectar o cla-

sificar la actividad eléctrica cerebral ge-

nerada por una patología neurológica a

través de algoritmos basados en aprendi-

zaje máquina.

Carlos Guerrero Mosquera

Dpto. Teoría de la señal y comunicaciones

Universidad Carlos III de Madrid

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

THE CONTROVERSY ON ANIMAL ELECTRI-

CITY IN EIGHTEENTH-CENTURY ITALY:

GALVANI, VOLTA AND OTHERS. W. Ber-

nardi en Nova Voltiana. Studies on

Volta and his Times, coordinado por

F. Bevilacqua, L. Fregonese, vol. 1,

págs. 101-114, 2000 .

THE NEUROPHYSIOLOGY OF BRAIN INJURY.

M. Gaetz en Clinical Neurophysiology,

vol. 115, págs. 4-18, 2003.

CURRENT PRACTICE OF CLINICAL ELECTRO-

ENCEPHALOGRAPHY, 3a EDICIÓN. J. Eber-

sole y T. Pedley. Lippincott Williams &

Wilkins, 2003.

UC

3M

-TSC

SEÑAL BIOELÉCTRICA EN TIEMPO Y FRECUENCIA

Primer estallido neuronal visto desde una distribución tiempo-frecuencia de una señal EEG

con epilepsia. La gráfica bidimensional permite calcular el cambio energético (en rojo, alta

energía), el valor de frecuencia y el tiempo de ocurrencia.

Frec

uen

cia

Tiempo de ocurrencia

RED DE PROTEÍNAS EN EL ALZHÉIMERLas técnicas de genética molecular revelan 200 interacciones entre proteínas

que podrían hallarse relacionadas con la enfermedad de Alzheimer

MONTSERRAT SOLER LÓPEZ, ANDREAS ZANZONI, RICART LLUÍS Y PATRICK ALOY

42 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

tica de una proteína precursora (PPA); y

de ovillos neurofibrilares, formados por

deposiciones de la proteína tau [véase

«Bases moleculares de la enfermedad de

Alzheimer», por Vernon M. Ingram; MENTE

Y CEREBRO, n.o 15].

No obstante, todavía se desconoce la

causa de tales lesiones. La mayoría de

los pacientes carecen de antecedentes

familiares, aunque en una minoría apa-

rece de manera hereditaria, con un debut

precoz de los síntomas. A pesar de los

grandes esfuerzos realizados en los últi-

mos años para entender los mecanismos

que la desencadenan, no se dispone de

tratamientos eficaces que puedan com-

batirla. Mientras que el avance en otras

enfermedades es notable, los casos de

muerte por EA siguen aumentando en

todo el mundo.

Del ordenador al laboratorioLas proteínas son los instrumentos molecu-

lares que utilizan las células para desarrollar

sus funciones. Normalmente no operan so-

las; interactúan entre ellas formando redes

intra y extracelulares. En nuestro estudio

hemos analizado la biología de la EA de

una forma global (no individualizada, como

en la mayoría de los estudios anteriores),

combinando métodos experimentales con

métodos computacionales con el fin de es-

tudiar las conexiones entre proteínas y con-

textualizarlas en su entorno biológico.

En un primer paso, utilizamos técnicas

de genética molecular para estudiar las

miles de posibles interacciones entre pro-

teínas implicadas en la enfermedad o bien

posibles candidatas, tales como aquellas

cuyos genes se localizan en regiones cro-

mosómicas relacionadas con la dolencia

de marras. Como resultado, obtuvimos un

total de 200 nuevas interacciones. Esta in-

formación, añadida a la que ya se conocía

acerca de interacciones entre proteínas

relacionadas, resultó en una red de 6000

interacciones en total, en la que participan

1700 proteínas. Constituye la mayor red de

interacciones entre proteínas asociada al

alzhéimer descrita hasta el momento.

El análisis computacional de todas esas

interacciones, realizado en el superordena-

dor MareNostrum del Centro de Supercom-

putación de Barcelona, revela un complejo

análisis de interacciones entre numerosos

grupos de proteínas intensamente conecta-

das y con funciones celulares similares. Al-

gunos de estos grupos funcionales sugieren

nuevos mecanismos moleculares que po-

drían hallarse relacionados con la enferme-

dad. Un claro ejemplo es la identificación

CO

RTE

SÍA

DE

LOS

AU

TORES

2. Caracterización de las interaccionesentre proteínas codificadaspor los genes seleccionados.

3. Análisis computacionalde las interacciones identifi-cadas y su interacción en lared de interacciones conoci-das (interactoma humano).

SuperordenadorMareNostrum

4. Generación de la redde interacciones proteínicas.

5. Análisis funcionalde los grupos de proteínas

y elaboración de mecanismosmoleculares implicados

en el alzhéimer.

1. Identificación de genesimplicados en el alzhéimer

y posibles candidatos.

De los genes a los mecanismos moleculares

La estrategia para la identificación y análisis de redes de proteínas asociadas a la enfermedad de Alzheimer se compone de

cinco pasos fundamentales, en los que se combinan métodos de genética y biología moleculares con el análisis computacional

de las interacciones. La generación de la red de proteínas asociadas al alzhéimer permite el análisis de grupos de proteínas

funcionalmente conectados y quizás implicados en dicha patología.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 43

de la proteína SITPEC (del gen ECSIT), la

cual está interconectada con otras proteí-

nas implicadas en la regulación del estrés

oxidativo, la inflamación o las alteraciones

en las mitocondrias. Curiosamente, SITPEC

también guarda relación con proteínas

que presentan alteraciones en pacientes

con alzhéimer, por lo que tales procesos

podrían estar relacionados durante el de-

sarrollo de la enfermedad, estableciendo

a SITPEC como nodo molecular.

Disfunción mitocondrialLos factores de riesgo más importantes en

la EA son el envejecimiento, el ambiente

y la predisposición genética. Nuestros es-

tudios aportan datos sobre mecanismos

moleculares que pueden contribuir a en-

tender mejor la enfermedad. En particu-

lar, concuerdan con hipótesis postuladas

anteriormente acerca del origen de la EA,

donde se implica un mal funcionamiento

de las mitocondrias como causantes prin-

cipales de la patogénesis del alzhéimer en

su forma tardía. Así, el daño oxidativo, que

podría iniciarse en las mitocondrias, en el

citosol o bien en el espacio extracelular, se

iría acumulando de forma progresiva con

la edad en las neuronas hasta desencade-

nar reacciones celulares, tales como la in-

flamación, que conducirían a los primeros

síntomas de la enfermedad.

A pesar de todos los avances, la EA se

encuentra lejos de haber revelado todos

sus secretos. Es probable que exista más de

una sola vía de enfoque. El presente traba-

jo abre la puerta a nuevas investigaciones

destinadas a su tratamiento.

Montserrat Soler López,

Andreas Zanzoni,

Ricart Lluís y Patrick Aloy

Programa Conjunto IRB-BSC

en Biología Computacional

Instituto de Investigación Biomédica

de Barcelona

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

LA GENÉTICA Y LA ENFERMEDAD DE ALZ-

HEIMER. J. Pérez Tur en Revista de Neu-

rología, vol. 30, págs. 161-169, 2000.

ALZHEIMER’S DISEASE. H. W. Querfurth

y F. M. LaFerla en The New England

Journal of Medicine, vol. 362, págs.

329-344, 2010.

INTERACTOME MAPPING SUGGESTS NEW

MECHANISTIC DETAILS UNDERLYING

ALZHEIMER’S DISEASE. M. Soler López ,

A. Zanzoni, R. Lluís, U. Stelzl y

P. Aloy en Genome Research, vol. 21,

págs. 364-376, 2010.

ALZHEIMER. VV. AA. Colección Temas

de Investigación y Ciencia, n.o 63;

4o trimestre, 2010.

Por su incidencia, su potencial cronici-

dad, su severidad y sus consecuencias

en el ámbito familiar y la sociedad en ge-

neral, la esquizofrenia se impone como

un gran reto social. Junto a la demencia,

constituye un problema prioritario de la

salud mental a escala mundial que afecta

a 1 de cada 100 habitantes, situación que

supone una repercusión humana, econó-

mica y social importante. A nivel indivi-

dual, el trastorno incide en la etapa más

productiva de la vida (en el 75 por ciento

de los casos los primeros síntomas apare-

cen entre los 16 y 25 años de edad), por lo

que los estudios, el trabajo y la vida social

plena de la persona afectada quedan da-

ñados a causa del grado de incapacidad

que produce.

El entorno familiar sufre también las

consecuencias; el cuidador debe dedicar-

se de por vida a la atención del enfermo,

sobre todo durante las etapas de crisis; en

el 50 por ciento de los casos es necesaria la

hospitalización. Por otro lado, la evolución

crónica del trastorno supone un deterioro

progresivo de todas las capacidades del

enfermo, lo cual significa un costo elevado

directo por la atención médica y paramédi-

ca recibida e indirecto por lo que dejan de

producir pacientes y familiares cuidadores.

A ello se suma el gasto intangible por el

sufrimiento que produce la psicopatología

en el paciente, la familia, los amigos y la

sociedad en general.

Aunque la esquizofrenia siempre se

consideró una patología biopsicosocial,

persiste la incógnita de hasta qué punto

es el componente biológico, el psicológico

o el social su motivo principal. A lo lar-

go de la historia, como sucede en otras

cuestiones científicas, el conocimiento

de la enfermedad ha dependido de tres

patas principales: la ideología imperante,

el desarrollo científico y técnico y el de-

sarrollo socioeconómico. En la Edad Me-

dia, el paciente esquizofrénico se creía

poseído por los demonios. Fue a partir del

desarrollo del microscopio y de las técni-

cas de imagen en los siglos XIX y XX que

comenzó a aclararse su causa orgánica,

lo que determinó la histología y la ana-

tomía patológica, además de contribuir a

la observación directa de los cerebros de

pacientes fallecidos y en vida. Se concibió

así por primera vez la esquizofrenia como

una enfermedad del cerebro.

Etiología del trastornoEn la primera mitad del siglo XX apareció

la teoría psicogénica fundamentada, entre

ORIGEN PRENATAL DE LA ESQUIZOFRENIAEl comienzo prenatal de la esquizofrenia parece cada vez más plausible.

En especial, durante el segundo trimestre de embarazo

SEGUNDO MESA CASTILLO

44 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

otros aspectos, en la falta de alteraciones

específicas en las células nerviosas. Hasta

entonces, la mayor parte de los estudios

histológicos con microscopía óptica se ha-

bían concentrado en la corteza cerebral

y en la región frontal, no en las regiones

profundas del cerebro ahora relaciona-

das con la enfermedad, en particular, el

sistema límbico. Surgió también la teoría

psicoanalítica, la cual hacía hincapié en los

factores ambientales postnatales; asímis-

mo apareció el concepto de «madre esqui-

zofrenogénica», que incide en la influen-

cia ambiental familiar de la enfermedad.

Sin embargo, más adelante los estudios

epidemiológicos de adopción (cruzados

y no cruzados), en especial de gemelos

monocigóticos, acabaron con la etiología

psicogénica postnatal.

Por su parte, la teoría sociológica, ba-

sada asimismo en el período postnatal,

apuntaba la influencia de la sociedad y

los intereses económicos (movimiento

de la antipsiquiatría). En contra de tal

teoría, se observó que la prevalencia de

la enfermedad era de alrededor un uno

por ciento en todas las sociedades (con

independencia del sistema social, econó-

mico y político); también que existía una

incidencia familiar en la enfermedad. De

esa forma pasaron a un segundo plano

los factores postnatales en relación con la

etiología de la esquizofrenia, ocupando

su lugar causas genéticas, ambientales

prenatales y perinatales como motivo de

vulnerabilidad. Los componentes psico-

sociales se consideraban factores desen-

cadenantes.

¿En los genes?La teoría genética, a través de los estudios

de adopción, se fundamenta en una mayor

incidencia familiar del problema, señalan-

do de esta manera los factores prenatales

en relación a la etiología de la enfermedad.

Mas el hecho de observar que solo el 45 por

ciento de los gemelos monocigóticos pade-

cen la enfermedad pone en entredicho tal

teoría. La herencia acaba considerándose

un factor predisponente, pero no determi-

nante. Hasta ahora no se ha identificado

un gen específico de la enfermedad; más

bien parece que genes distintos actúan de

manera conjunta y contribuyen en la apari-

ción de la psicopatología. Mas, ¿hasta qué

punto inciden los factores genéticos o los

ambientales intrauterinos? La respuesta es

aún motivo de controversia. Si la causa de

la enfermedad fuera puramente genética,

ambos gemelos idénticos (monocigóticos)

deberían manifestar la patología, ya que

proceden de un solo óvulo y comparten el

mismo genoma.

De vuelta a los estudios postnatales,

surge la teoría del neurodesarrollo, que

destaca una mayor aparición de anoma-

lías físicas, signos neurológicos menores y

alteraciones en el dermatoglifo en perso-

nas con esquizofrenia que en la población

normal. Tales anomalías se relacionan, en

humanos y en animales, con la agresión

que sufre el feto durante el segundo tri-

mestre de vida, período crítico para el de-

sarrollo del cerebro. Surge aquí de nuevo

la controversia; ¿hasta qué punto influyen

los factores genéticos? ¿y los ambientales

prenatales? Entre los últimos destacan los

trastornos nutritivos, la hipoxia, el calor

y la respuesta inmunitaria de la madre,

además de los factores infecciosos (entre

ellos, los virus y el protozoario Toxoplasma

gondi).

La teoría del neurodesarrollo de la etio-

logía de la esquizofrenia, basada en las

pruebas acumuladas de daño prenatal, se

tiene por la más consistente. Sin embargo,

no despeja la incógnita sobre qué sucede

en el cerebro de un feto en el período crí-

tico del segundo trimestre de embarazo de

Partículas víricas

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bebé)

DAÑO CEREBRAL PRENATAL

La agresión directa de una infección vírica sobre el cerebro del

feto, junto a la respuesta inmunitaria de la madre ante la presencia

de partículas víricas en las envolturas del feto, podría explicar la

posibilidad del carácter genético e infeccioso de la esquizofrenia.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 45

una madre con esquizofrenia o de una mu-

jer embarazada con riesgo de tener des-

cendencia con el trastorno. No es posible

por ahora disponer de un examen directo

en tiempo y espacio del encéfalo en ese

proceso. Solo una circunstancia eventual,

como la supresión o interrupción de un

embarazo por razones médicas, permite

estudiar el encéfalo en las circunstancias

señaladas.

En nuestros estudios hemos observado

partículas víricas que reaccionan con an-

ticuerpos contra el virus herpes simplex

hominis tipo I (HSV-1) en cerebros post

mortem de adultos con esquizofrenia (la

mayor parte menores de 40 años de edad,

etapa en la que aún persisten de forma

crítica las crisis psicóticas), en animales en

los que se ha inoculado el líquido cefalo-

rraquídeo de pacientes con esquizofrenia,

así como en el cerebro de fetos de madres

afectadas por el trastorno.

Factores ambientales intrauterinosEn nuestras investigaciones mediante mi-

croscopía electrónica observamos la pre-

sencia de partículas víricas en componen-

tes de las envolturas del feto, de origen

materno y fetal, en células del amnios y

del corion. La posibilidad de que la infec-

ción pase del feto a estructuras vecinas o,

en sentido inverso, de estas estructuras

al feto, debe motivar investigaciones pos-

teriores. La respuesta inmunitaria de la

madre puede interactuar junto a la agre-

sión directa del virus sobre el cerebro del

feto. Tal hipótesis resultaría compatible

con la teoría genética, ya que los virus

se incorporarían al genoma celular y se

transmitirían por los progenitores (proce-

so que se observa en la práctica clínica).

Ello explicaría la posibilidad del carácter

genético a la vez que infeccioso de la es-

quizofrenia.

En estudios experimentales en animales

se ha comprobado la función de las cito-

quinas en el daño cerebral en el feto, en la

placenta y en el líquido amniótico de ma-

dres expuestas previamente a infecciones.

Una investigación de las células del líquido

amniótico en el segundo trimestre de em-

barazo en mujeres con riesgo de engen-

drar descendencia con esquizofrenia debe

ser motivo de investigaciones que tengan

como objetivo fundamental la preven-

ción de la enfermedad, ofreciéndose de

tal manera la interrupción voluntaria del

embarazo o un tratamiento antiviral tem-

prano en caso de comprobarse en dichas

células (mediante técnicas de microscopía

electrónica, así como virológicas) una in-

fección activa en el período de tiempo y

espacio crítico.

Segundo Mesa Castillo

Hospital Psiquiátrico de la Habana

Las tecnologías de la información y la

comunicación (TIC), sobre todo Inter-

net, han revolucionado la forma de comu-

nicarse e informarse de las personas. Su

presencia en el hogar, el trabajo y el ocio

es omnipresente. Al igual que ha sucedi-

do con otros avances tecnológicos, y como

parte del proceso de adaptación, surgen

voces que advierten sobre sus riesgos. En

el caso de la Red, uno de los peligros más

extendidos es la posibilidad de caer en una

adicción.

La preocupación por el supuesto poten-

cial adictivo de Internet se refleja en la

cantidad creciente de publicaciones cien-

tíficas que tratan sobre el tema. Entre 1996

y 2005, de un total de 184 artículos en re-

vistas científicas de medicina y psicología

sobre adicción a las TIC, se observó que

casi el 85 por ciento de los textos publica-

dos se referían en concreto a la adicción

ENGANCHADOS A LA RED

Las aplicaciones sociales, sincrónicas y en las

que el usuario modifica su identidad son las

que mayor potencial presentan para generar

un estado adictivo. © F

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ADICCIÓN A INTERNETLo que supone un riesgo de adicción no es la Red, sino el uso excesivo de ciertas aplicaciones.

Entre ellas, los videojuegos en línea

XAVIER CARBONELL Y ANDRÉS CHAMARRO

46 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

a Internet. El resto se repartía entre la

conducta adictiva a los videojuegos, a los

juegos en línea y al teléfono móvil.

Definir el problemaPara comprender la aparición de la

adicción a Internet es necesario dife-

renciar las distintas aplicaciones o usos

del mismo, que pueden agruparse bajo

tres criterios principales: la interacción,

el tiempo transcurrido entre estímulo

y respuesta y la identidad del usuario.

Según la interacción, las aplicaciones

pueden ser sociales o individuales. En

el primer caso encontramos servicios

como el Messenger, los videojuegos en

línea, el correo electrónico, los chats y

los foros de discusión; todos ellos impli-

can una relación con otras personas. El

segundo supuesto incluye aplicaciones

de tipo individual, a saber, la navegación

por páginas web o el trabajo con un pro-

cesador de textos. Cuanto menor es el

tiempo que transcurre entre la emisión

de un estímulo por parte del usuario y la

obtención de una respuesta, más poder

reforzador manifiesta la respuesta, por

lo que su capacidad para incrementar la

frecuencia de la conducta (uso de Inter-

net) también es mayor. En dicho contex-

to, los escenarios sociales en la Red son

sincrónicos (chats, Messenger) o asincró-

nicos (correo electrónico).

El último criterio, no por ello menos

importante, es la identidad. En el uso del

correo electrónico del trabajo, cuando con-

sultamos una página web o al charlar con

nuestros amigos mediante un programa

de mensajería instantánea, mantenemos

nuestra identidad. Mas, cuando jugamos

a videojuegos en línea o participamos en

algunos chats anónimos (casi todos con

fines sexuales o románticos), la identidad

se altera.

De la misma forma que no es correcto

hablar de una adicción a la bebida —solo

producen alcoholismo las bebidas que

contienen etanol—, algunas aplicacio-

nes concretas de Internet, no la Red en

su conjunto, muestran un potencial para

provocar adicción, un estado patológi-

co. Se trata de las aplicaciones sociales,

sincrónicas y en las que la identidad se

halla en juego. Por tanto, incluyen los

chats con desconocidos y los juegos en

línea. Mas, ¿qué se entiende por juegos

en línea? En sentido literal, se trata de

juegos de rol multijugador masivo en lí-

nea (MMORPG, por sus siglas en inglés).

Dichos videojuegos permiten a miles de

jugadores introducirse en un mundo vir-

tual de forma simultánea e interactuar

entre ellos. Son un subgénero de los jue-

gos de rol, en los cuales el jugador crea un

personaje o avatar que supera niveles y

aumenta su experiencia en peleas contra

otros personajes o a través de la ejecución

de aventuras o misiones concretas. El más

popular de tales videojuegos es World of

Warcraft, que cuenta con 11 millones de

subscriptores de pago en todo el mundo.

Su segunda extensión, The wrath of the

Lich King, vendió 2,8 millones de copias

durante las primeras 24 horas de su pues-

ta a la venta. Otros juegos muy populares

son Everquest o Final Fantasy.

Mundo persistente y gratificanteSi jugar y comunicarse se consideran acti-

vidades humanas imprescindibles, ¿cómo

es posible que lleguen a resultar patoló-

gicas? Los MMORPG ofrecen una particu-

laridad muy relevante: la posibilidad de

crear una identidad propia para desen-

volverse en el juego. La alteración de la

identidad puede manifestarse tan refor-

zadora como también lo es el dinero en el

caso del juego de azar; además, permite

que el jugador sienta con mayor auten-

ticidad su «yo» en el mundo virtual que

en el real. De esta manera, los refuerzos

continuos acompañados de cambios psi-

cofisiológicos alteran el estado emocional

del jugador. Dichos estados alterados de

conciencia, a los que cuesta meses llegar

por otros medios, se originan con simples

clics en un teclado. El jugador puede en-

trar en un estado de trance altamente

gratificante.

Otra característica más propia de los

MMORPG que los acerca a la realidad es la

representación de un mundo persistente,

es decir, un mundo que sigue su curso aun-

que el participante no se halle presente.

Aunque un jugador o un grupo de jugado-

res (clan) no participen en el juego, la vida

virtual prosigue su devenir y evoluciona.

La persistencia temporal implica, pues, en

el usuario un sentimiento de pertenencia

a un grupo y una obligación de jugar. Tal

mandato puede incidir en los usos pro-

blemáticos que se observan en algunos

jugadores.

Por tanto, los juegos de rol multijuga-

dor masivo en línea aparecen como un

arma de doble filo: por un lado contienen

un claro componente socializador, fanta-

sioso y desinhibidor; por otro, presentan

el riesgo de su uso en exceso, práctica

que podría desembocar en una adicción.

Los pocos casos de personas que solicitan

tratamiento en hospitales por su adicción

a la Red corresponden a jugadores de

MMOPPG.

De todo ello cabe concluir que el térmi-

no «adicción a Internet» resulta inapropia-

do. Por otro lado, debemos permanecer

atentos a la evolución del problema en

nuestro país, así como en los países asiáti-

cos, donde el uso de las nuevas tecnologías

se halla más avanzado y las patologías re-

lacionadas podrían alcanzar proporciones

epidémicas.

Xavier Carbonell

Facultad de Psicología

Blanquerna - Universidad Ramon Llull

Barcelona

Andrés Chamarro

Facultad de Psicología

Universidad Autónoma de Barcelona

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

LA ADICCIÓN A INTERNET Y AL MÓVIL:

¿MODA O TRASTORNO? X. Sánchez-

Carbonell, M. Beranuy, M. Castellana,

A. Chamarro y U. Oberst en Adicciones,

vol. 20, n.o 2, págs. 149-160, 2008.

ALGUNAS REFLEXIONES A PROPÓSITO DE

LOS JUEGOS (Y LOS JUGADORES) DE ROL

ON LINE. IDENTIDAD Y ADICCIÓN. Antoni

Talarn y Xavier Carbonell en Revista de

Psicoterapia, vol. 19, n.o 73, págs. 50-

68, 2009.

TERAPIA DE LA ADICCIÓN A INTERNET Y

VIDEOJUEGOS EN NIÑOS Y ADOLESCEN-

TES. Rosa Díaz, Marta Beranuy y Ursula

Oberst en Revista de Psicoterapia,

vol. 19, n.o 73, págs. 69-100, 2009.

48 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

E l parecido entre los miembros de una pareja

aumenta con el tiempo. Haga la prueba: si en

su círculo de amistades cuenta con una pareja

casada o de hecho que convive desde hace años,

recupere alguna fotografía antigua de la pareja

en cuestión y compárela con una instantánea

más actual. Según determinan los estudios

psicológicos, el parecido entre las dos personas

habrá aumentado con el paso del tiempo.

El asombroso fenómeno fue descrito en los

años ochenta del siglo XX por Robert Zajonc.

El psicólogo social, junto con Ann Arbor, de la

Universidad de Michigan, realizó la siguiente

prueba: los participantes debían juzgar a partir

de unas fotografías la semejanza física entre los

dos miembros de una pareja. Los probandos atri-

buyeron un mayor grado de semejanza en los

rasgos faciales a las parejas que llevaban muchos

años de convivencia. Otro resultado a tener en

cuenta fue que cuanto más patente resultaba

la similitud de la fisonomía de ambas personas

—según la opinión de los probandos—, más sa-

tisfechos se mostraban los propios miembros

de la pareja con su relación.

En 1983, el director de cine Woody Allen llevó

a la gran pantalla y a los extremos el «efecto ca-

maleón». En su película Zelig, el personaje prin-

cipal del largometraje, Leonard Zelig, se adapta

psíquica y físicamente a su entorno. Tal es así

que cuando coincide con personas obesas, su

barriga se hincha de manera mimética.

Naturalmente, Allen exagera en su filme la

necesidad humana de sentirse aceptado por los

demás: las personas no podemos adaptar nues-

tra apariencia al entorno en tan solo unos se-

gundos. No obstante, sí es verdad que tendemos

a imitar a los individuos con los que interac-

tuamos. Los psicólogos se refieren a ello como

transformación mimética o mimetismo (del

griego clásico mimesis, «imitación»), en referen-

cia al concepto biológico homónimo. (Algunas

especies de animales adoptan las características

Camaleones socialesLa capacidad inconsciente de imitar el lenguaje, los ademanes o los gestos

de otras personas nos facilita la relación con los demás; tal mimetismo también

puede influir en nuestros hábitos de consumo

ARND FLORACK Y OLIVER GENSCHOW

RESUMEN

El reflejo en un espejo

1Los investigadores

utilizan el concepto

de mimetismo para desig-

nar la propensión a imi-

tar a los interlocutores.

2La imitación provoca

simpatía y fomenta

las relaciones comerciales.

Así, las camareras reciben

más propinas si repiten el

pedido de sus clientes.

3La observación de

una acción puede

provocar de manera in-

consciente un comporta-

miento similar en el ob-

servador: el área cerebral

responsable de la percep-

ción de movimientos se

halla vinculada a la que

gobierna los impulsos

motrices.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 49

externas de organismos más agresivos con el

objetivo de ahuyentar a sus depredadores.)

La capacidad de transformación mimética

en los humanos se inicia en los primeros días

de vida. Los recién nacidos comienzan a llorar

cuando oyen gritar a sus coetáneos; a los tres o

cuatro meses, los bebés imitan los movimien-

tos sencillos con la boca y aprenden a sacar la

lengua; ya con nueve meses reproducen las

expresiones de alegría, tristeza o enfado del

rostro de su madre. Por su parte, los progeni-

tores aprovechan la inclinación a imitar en la

primera infancia de sus hijos: un padre o una

madre abre la boca cuando acerca la cuchara

con papilla a su bebé con el fin de que actúe de

la misma manera.

A la inversa el fenómeno también funciona.

Los adultos imitan con frecuencia el lenguaje

infantil al comunicarse con los pequeños. Un

proceder que, de manera inconsciente, las perso-

nas adultas también ejercen con interlocutores

de la misma edad. Si un gallego conversa con un

andaluz, el primero acabará ceceando un poco,

mientras que el segundo terminará por adoptar

la cantinela típica en el español hablado en Gali-

cia. Con frecuencia, los dialogantes se imitan en

la velocidad del habla, el ritmo, el vocabulario;

se acaba copiando incluso la sintaxis de la otra

persona.

El tono de voz y el estado emocional tam-

bién se dejan influir por el entorno. En el año

2000, los psicólogos Roland Neumann y Fritz

Strack, de las universidades de Trier y Wurzburg,

respectivamente, mostraron a una serie de pro-

bandos la grabación de un orador que leía en

voz alta un texto filosófico, ora con tono alegre,

ora triste, con el fin de que repitiesen el texto.

Los voluntarios adoptaban la misma tonalidad

del orador, así como su estado emocional, como

demostró una encuesta posterior. Las personas

pueden mimetizarse: aquellas con un compa-

ñero bienhumorado siempre al lado afrontan la

ESPECIES TRANSFORMABLES

Las personas que se adaptan a sus socios comerciales ganan prestigio con

mayor facilidad, con lo que aumentan sus posibilidades de éxito.

«Efecto camaleón»Debe su nombre a la especie

de reptiles homónima que cam-

bia de color de piel con mayor

o menor intensidad. El camaleón

utiliza la capacidad de transfor-

mación mimética para camuflar-

se, pero también para comunicar

a sus congéneres su disposición

para el apareamiento.

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50 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

vida con mayor alegría. Este estado de ánimo se

esculpe en la expresión del rostro.

Ulf Dimberg, de la Universidad de Uppsala,

comprobó en los años ochenta el modo en que la

imitación condiciona, a largo plazo, la apariencia

externa. El psicólogo mostró a los probandos fo-

tografías en las que aparecían personas alegres

o bien malhumoradas a la vez que registraba

la actividad muscular del rostro de los partici-

pantes mediante sensores especiales. Constató

que las contracciones imperceptibles registradas

en el rostro de los voluntarios reflejaban, como

un efecto de mimetismo, las emociones de las

personas que aparecían en las imágenes.

Consonancia muscularLa repetición sucesiva de una expresión facial

fortalece los músculos activados, a la vez que

influye en los vasos sanguíneos que intervie-

nen en el movimiento; a largo plazo, ello puede

modificar la fisonomía de una persona. La imi-

tación repetida podría provocar de este modo,

con el tiempo, una semejanza de los rasgos de

los miembros de una pareja.

En 1975, los psicólogos Seymour M. Berger y

Suzanne W. Hadley, de la Universidad de Massa-

chusetts en Amherst, llegaron a conclusiones

similares. Mediante un electromiógrafo regis-

traron la actividad muscular de los probandos

mientras observaban a unos individuos a los

que se les presionaba el brazo. A los partici-

pantes espectadores se les movían los mismos

músculos que resultaban afectados por la acción

de presionar el brazo de las «víctimas».

Tales estudios sugieren que al observar movi-

mientos ajenos se activan las regiones cerebrales

que coordinan la motricidad propia de la per-

sona que observa. Los procesos generadores de

imágenes, como la tomografía por resonancia

magnética, han demostrado que determinadas

regiones del encéfalo manifiestan una activi-

dad elevada tanto al ejecutar como al observar

movimientos.

Un estudio de los neurocientíficos Nobuyu-

ki Nishitani y Riitta Hari, de la Universidad de

Helsinki, constató que la sola observación de

un movimiento activa la corteza motora pri-

maria, así como el centro para el control, coor-

dinación y ejecución de movimientos, además

de una parte del centro del habla, el área de

Broca. Nishitani y Hari sostienen que dichas zo-

nas constituyen el centro de coordinación para

COMPORTAMIENTO

SINCRÓNICO

Largos años de imitación recí-

proca explican por qué algunos

cónyuges se asemejan con el

paso del tiempo.

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MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 51

un sistema de las «neuronas espejo», las cuales

simulan el comportamiento de otra persona

[véase «El descubrimiento del otro», por Katja

Gaschler; MENTE Y CEREBRO, n.o 23]. La especial

importancia de la región del habla es posible

que provenga de la comunicación con movi-

mientos del hombre primitivo: todo indica que

nuestros antepasados se entendieron durante

mucho tiempo con las manos y los pies.

Por otro lado, los estudios llevados a cabo por

Friedemann Pulvermüller, de la Universidad de

Cambridge en Gran Bretaña, demuestran el gra-

do de unión entre el lenguaje y el movimiento.

El neurocientífico comprobó que la lectura de

una palabra como «andar» o «agarrar» es sufi-

ciente para activar áreas cerebrales responsables

de dichas acciones. Según Pulvermüller, existen

muchos elementos que inducen a suponer que,

además de la observación de movimientos, las

palabras que los designan pueden desencadenar

impulsos motrices.

Desde la perspectiva de la biología evolutiva,

todo ello tiene sentido: cuando un hombre pri-

mitivo veía a otro salir corriendo, lo aconsejable

era imitarle, sin pensarlo dos veces, ya que era

probable que el peligro acechara. Tomar precau-

ciones nunca estaba de más para asegurarse

la propia supervivencia, aunque en realidad la

situación de peligro fuese inexistente. De esta

forma, la imitación automática pudo haberse

impuesto entre nuestros antepasados.

En la actualidad, raras son las ocasiones en

las que debemos huir del ataque de animales

peligrosos, sin embargo, el mimetismo social

continúa cumpliendo una función. Mientras

que los recién nacidos utilizan la imitación para

comunicarse con sus congéneres, a la vez que

aprenden a comportarse de forma adecuada,

los adultos imitan para ser como los demás (al

mudarse de casa, por ejemplo, para integrarse

en una nueva comunidad). El mimetismo re-

sulta asimismo importante para sobrevivir: la

persona que se aísla se siente sola y, por término

medio, fallece antes que aquellos individuos que

gozan de múltiples contactos.

La psicóloga Jessica L. Lakin, de la Universidad

de Drew en Nueva Jersey, sostiene que imitamos

en especial a nuestro prójimo cuando busca-

mos adhesión social. En un estudio publicado

en 2008, pidió a unos estudiantes que jugaran

a Cyberball, un juego para ordenador basado en

el fútbol americano. Los estudiantes pensaban

que jugarían en equipo con otros participantes

de la prueba. Mas los responsables de la inves-

tigación manipularon el entretenimiento de

tal manera que algunos participantes apenas

entraban en acción, mientras que otros recibían

el balón muy a menudo. Según la hipótesis de

Lakin, el mimetismo debía surgir de forma

intensa en aquellos probandos que se sentían

excluidos del juego.

Tras finalizar la partida, entre los participan-

tes que aguardaban en una habitación se sentó

una cómplice de los científicos. La infiltrada

tenía la orden de mover el pie de una forma

determinada, dibujando un círculo. Apenas

empezó a hacerlo, los voluntarios excluidos del

juego imitaron el movimiento de forma más

ostensible que los otros participantes. En un se-

gundo experimento, los participantes excluidos

socialmente mimetizaban con mayor énfasis a

su prójimo si, por lo que parecía, este pertenecía

al otro grupo de jugadores.

Armonía mediante copiaImitamos a los otros con mayor frecuencia

si nos sentimos excluidos. También aumenta

nuestro ímpetu de mimetizar en situaciones en

las que la proximidad resulta importante por

otras razones, como cuando hablamos de temas

personales.

No obstante, ¿cumple la imitación su función?

Cuando las personas se imitan entre sí, ¿valoran

mejor a su interlocutor? Los primeros indicios de

que así es los aportó un estudio de 1979 a cargo

de Marianne LaFrance, del Boston College. Según

constató LaFrance, los escolares y los docentes

experimentaban una relación más armónica

si los primeros imitaban más a los segundos.

Sin embargo, tal relación causa-afecto resulta

incompleta: puede que el mimetismo surgiera

precisamente porque alumnos y profesores per-

cibían su relación como armónica.

Con el objetivo de determinar si la mímica

fomenta la simpatía mutua, Tanya Chartrand,

de la Universidad de Duke en Carolina del

Norte, y John Barg, de la Universidad de Yale,

realizaron a finales de la década de los noventa

diversos experimentos en los que ocultaban el

motivo real del estudio a los probandos. Una

de las conclusiones fue que cuando uno de los

responsables del experimento imitaba de ma-

nera premeditada a los participantes, la inte-

racción resultaba más fluida que si no lo hacía,

además de despertar mayor simpatía entre los

participantes. Al parecer, pues, el mimetismo

fomenta una relación armónica y la comuni-

cación social.

Tras concluir la investigación, Chartrand y sus

colaboradores preguntaron a los participantes si

¿Mata el Botox la comunicación?El reflejo de la imitación de

emociones parece ayudar a

reconocerlas. Así, al paralizar

la toxina botulínica (Botox)

determinados músculos de la

frente, los sujetos necesitan

más tiempo para comprender y

«leer» los sentimientos expresa-

dos en textos.

(«Cosmetic use of botulinum toxin

affects processing of emotional

language». D. A. Havas et al.

en Psychological Science, vol. 21,

n.o 7, págs. 895-900, julio 2010.)

El mimetismo perturba la capacidad de juicio¿Comprendemos mejor a

nuestro interlocutor cuando le

imitamos? Al contrario: cuando

se solicita a los probandos que

renuncien conscientemente al

mimetismo, valoran mejor a su

interlocutor. La capacidad para

reconocer si este último miente

o dice la verdad empeora cuan-

do los voluntarios le imitan o no

reciben instrucción alguna para

renunciar de manera consciente

a las prácticas miméticas.

(«You want to know the truth? Then

don’t mimic!», M. Stel et al. en

Psycological Science, vol. 20,

n.o 6, págs. 693-699, 2009.)

52 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

les había llamado la atención algún aspecto de

la prueba. Casi ningún probando percibió haber

sido objeto de imitación. Los sujetos también

negaron mimetizar de forma consciente a su

interlocutor. Ello sugiere que las personas utili-

zan de forma automática el mimetismo cuando

buscan la integración social.

¿Puede usarse el fenómeno para fines comer-

ciales? Nuestro grupo de investigación estudió si

el hábito de consumo deja influirse por la imita-

ción. Desde hace tiempo se sabe que las perso-

nas, por ejemplo a la hora de comer, se orientan

por los hábitos de consumo de los demás. Así lo

describe un estudio, ya clásico, que se realizó

con un par de probandos sentados a una mesa

en una habitación mientras llevaban a cabo al-

gún ejercicio escrito o miraban un vídeo. Una

fuente con galletas saladas ocupaba parte de la

mesa. Otra persona con la instrucción previa

de servirse de forma copiosa del aperitivo sa-

lado o bien dejarlo intacto se encontraba en la

estancia. Los participantes de la prueba comían

más cuando la persona «infiltrada» también se

servía del aperitivo. El notorio efecto se mostró

en todos los participantes, estuvieran hambrien-

tos o saciados.

En diversos experimentos de la Universi-

dad de Basilea y la Universidad Zeppelin de

Friedrichs hafen estudiamos, de forma conjun-

ta con nuestro compañero Simon Ineichen, si

existía la posibilidad de que una forma más

sutil de mimetismo tuviese efecto en el com-

portamiento. Nos planteamos si la observación

de una acción podía incrementar el consumo de

una bebida cuando los respectivos movimientos

solo tenían en común los músculos que inter-

venían en ellos.

Incitación a la bebidaCon el pretexto de probar una nueva bebida iso-

tónica, reunimos a un grupo de personas para

un estudio de mercado. Al mismo tiempo que

cataban nuestro refresco, los probandos contem-

plaban un vídeo en el que aparecía un deportista

que se entrenaba en el gimnasio. A una mitad

del grupo se le proyectó un corte de la graba-

ción que mostraba al deportista que contraía

sus bíceps al sostener una barra de pesas con las

manos; la otra mitad contempló unas imágenes

en las que el gimnasta levantaba la barra con los

brazos extendidos. Dado que el movimiento de

contracción de bíceps activa prácticamente los

mismos músculos que se emplean para levantar

un vaso al beber, esperábamos que el consumo

entre el primer grupo fuese más elevado. Los

resultados así lo confirmaron, aunque solo para

aquellos probandos que habían manifestado

identificarse plenamente con el deportista. Por

ENTRENAMIENTO MENTAL

La imagen de un deportista

que contrae sus bíceps (izquier-

da) incita a los espectadores a

beber una mayor cantidad de

refresco isotónico. En cambio,

el consumo resulta menor si se

contempla al gimnasta levan-

tado la barra de pesas con los

brazos extendidos (derecha).

Al observar el movimiento

de contracción de bíceps, el

espectador activa los mismos

músculos que se emplean para

alzar un vaso, por lo que tiende

a beber más.

Cuestión de valoresLos japoneses imitan más los

gestos de sus interlocutores que

los estadounidenses. Un estudio

realizado con ciudadanos de

distintos países demostró que

cuando el interlocutor se tocaba

el rostro, los asiáticos repe-

tían con mayor frecuencia el

movimiento que los probandos

de EE UU. Algunos psicólogos

sociales relacionan dicho fenó-

meno con las diferencias en los

sistemas de valores: las perso-

nas de culturas en las que se

da especial valor al rendimiento

e independencia tienden en

menor medida a la imitación

que los individuos procedentes

de culturas en las que se valora

más la cohesión social.

(«It takes two to mimic»,

por R. B. Van Baaren et al. en

Journal of Personality and Social

Psychology, vol. 84, n.o 5,

págs. 1093-1102, 2003.)

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 53

consiguiente, los efectos sutiles de la imitación

no resultan ilimitados.

Los resultados confirman una vez más la es-

trecha relación entre la percepción y la acción.

Ap Dijksterhuis, de la Universidad de Nimega,

entre otros psicólogos, defiende la existencia

de un vínculo de percepción y comportamien-

to de interacción social, en virtud del cual una

observación siempre impulsa un comporta-

miento.

Mas el ánimo de consumir no se incentiva solo

mediante la imitación interna de movimientos.

Robin J. Tanner, de la Escuela de Negocios de

Wisconsin en Madison, demostró que la simpa-

tía también desempeña una función importante.

Según su hipótesis, se prefiere a las personas que

nos imitan; a ellas se acaba comprando género

antes que a otras. En este caso, comprar se con-

vierte en una forma de comportamiento proso-

cial (comportamiento que beneficia a otros o que

tiene consecuencias positivas).

Los resultados dieron la razón a Tanner: los

probandos valoraban con mejor puntuación un

aperitivo cuando el agente comercial que pre-

sentaba el producto imitaba su postura corporal

y sus movimientos. No obstante, las opiniones

mejoraban solo cuando el agente comunicaba

con anterioridad a los participantes sobre la

importancia que tenían para él sus opiniones.

Sin dicha confesión, la imitación no hubiera ob-

tenido ningún efecto.

Es posible que el lector crea improbable que

se deje influir por tales maniobras. No obstan-

te, el ensayo de campo publicado en 2003 por

el grupo de Rick van Baaren, psicólogo social

de la Universidad de Nimega, quizá le haga du-

dar de tal convicción. El científico pidió a un

grupo de camareras que imitara a sus clien-

tes al servir, por ejemplo, repitiendo el pedido

(cliente: «Una coca cola»; camarera: «Una coca

cola»). A otro grupo de camareras se le pidió

que evitara de manera consciente tal actitud.

El primer grupo recibió por cada mesa y por

término medio un florín más de propina (casi

un euro, por entonces) que el segundo.

Si el efecto del mimetismo resulta positivo,

también puede mostrar su cara menos agradable:

de la misma manera que llegamos a casa alegres

tras una noche de diversión con los amigos, nos

podemos contagiar del mal humor del jefe o de los

compañeros de oficina. Incluso cabe la posibilidad

de que con el paso de los años nos parezcamos

cada vez más al huraño de nuestro superior.

Arnd Florack es profesor de comunicación estratégica

en la Universidad Zeppelin de Friedrichshafen. Oliver

Genschow es psicólogo y colaborador científico en la

Universidad de Basilea.

BIBLIOGRAFÍA

COMPLEMENTARIA

MIMICRY FOR MONEY: BEHA-

VIORAL CONSEQUENCES OF

IMITATION. R. B. Van Baaren

et al. en Journal of Experi-

mental Social Psychology,

vol. 39, n.o 4, págs. 393-

398, 2003.

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HAVIOR LINK. T. L. Chartrand

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cious, págs. 334-361, 2005.

OF CHAMELEONS AND CON-

SUMPTION: THE IMPACT OF

MIMICRY ON CHOICE AND

PREFERENCES. R. J. Tanner et

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págs. 754-766, 2007.

I AM TOO JUST LIKE YOU:

NONCONSCIOUS MIMICRY AS

AN AUTOMATIC BEHAVIORAL

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SION. J. L. Lakin et al. en

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vol. 19, n.o 8, págs. 816-

822, 2008.

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54 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

© ISTOCKPHOTO / IMAGE DEPOT PRO

Juntos somos diferentesFamilia, compañeros de trabajo, vecinos, amigos. Cada persona

participa en diversas redes sociales, las cuales influyen

en los pensamientos, sentimientos y comportamientos de cada uno,

incluso invaden la vida privada

NIKOLAS WESTERHOFF

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 55

E l 30 de enero de 1962, tres chicas de un

pueblo de Tanzania estallaron en una risa

incontrolable. Su ataque duró horas y se exten-

dió de forma virulenta. Hasta el 18 de marzo se

contagiaron 95 habitantes de esas carcajadas his-

téricas. Durante los siguientes diez días, la risa

alcanzó Nshamba, una población a unos 90 kiló-

metros del lugar. Allí se registró el «contagio» de

más de 200 personas. La ola fue expandiéndose

progresivamente e «infectó» a miles de habitan-

tes al oeste del territorio africano.

Este fenómeno, conocido como la «epidemia

de la risa de Tanganica», fue documentado por

última vez en 2007, de la mano de Christian F.

Hempelmann, estudioso especializado en humor

de la Universidad del Sur de Georgia en Statesbo-

ro. Para el médico y sociólogo Nicholas A. Chris-

takis, de la Universidad de Harvard en Boston, el

caso muestra hasta qué punto pueden replicar-

se y contagiarse las emociones de una persona

a otra, y supone una prueba firme de la gran

influencia que los demás pueden ejercer sobre

nuestros sentimientos y comportamientos.

Junto al politólogo James H. Fowler, de la Uni-

versidad de California en San Diego, Christakis

aportó diversos ejemplos similares en su libro

Connected! La conclusión de los investigadores fue

que el contagio no es una característica exclusiva

de los agentes patógenos, sino que las formas de

comportarnos también se expanden: la risa, los

comportamientos suicidas, las elecciones de com-

pra o los hábitos alimentarios. Esta especie de con-

tagio social dominaría diversos ámbitos de la vida

cotidiana sin que seamos conscientes de ello.

Para comprobar su hipótesis, Fowler y Chris-

takis valoraron las relaciones sociales de más de

5000 ciudadanos estadounidenses. Puesto que

cada sujeto mantenía un promedio de diez con-

tactos cercanos, obtuvieron un cuadro total de

50.000 personas, de las cuales se pudieron ex-

traer datos interesantes con suma regularidad.

El análisis estadístico reveló que el incremento

de peso de los participantes coincidía con los

kilos de más de sus amigos.

Este efecto no se puede atribuir al solo he-

cho de que compartiesen los momentos de las

comidas, según los expertos. «Los aumentos

de peso se igualaban entre contactos sociales

muy diferentes», explica Fowler. «Las parejas

y los hermanos se influían mutuamente, de la

misma manera que ocurría entre los compañe-

ros de trabajo o los amigos» [véase «Camaleones

sociales», por Arnd Florack y Oliver Genschow;

en este mismo número].

Mapa de la soledadDichos análisis sobre las redes demuestran has-

ta qué punto los humanos estamos preparados

para reproducir e incorporar comportamien-

tos ajenos. Un segundo estudio de Christakis y

Fowler constató que ello también es aplicable a

las actitudes y emociones. Los valores relativos

al humor obtenidos con regularidad de varios

miles de personas fueron organizados gráfica-

mente, formando una especie de «mapa de la

soledad».

«Cuando un amigo cercano se siente solo

unos diez días adicionales al año, aumenta el

número de días de la propia soledad en tres

y hasta cuatro días», explica Fowler. «El sen-

timiento de soledad también se transmite en-

tre aquellos vagamente conectados. Si el vecino

se siente solo durante diez días más al año, se

suman entonces dos días más de soledad en

la puerta vecina. Tan solo se pierde este efecto

cuando las personas viven distanciadas más de

un kilómetro y medio.»

Los expertos se muestran convencidos de

que en las redes sociales se transmiten los sen-

timientos y gustos según determinadas leyes

matemáticas regulares. Aquello que siente una

persona no tiene que ver estrictamente con sus

parientes o vecinos más cercanos, sino también

con gente con la que mantenga contacto.

Christakis y Fowler registraron los valores de

felicidad de miles de habitantes de la ciudad

de Framingham (Massachusetts) mediante un

minucioso trabajo con cuestionarios. Tras 32

años de estudio (entre 1971 y 2003), los datos

fueron ilustrativos: las personas infelices solían

moverse «hacia el límite de la red social y final

de una cadena de relaciones sociales».

La felicidad, muy contagiosaPor otro lado, los análisis revelaron el elevado

nivel de contagio de la felicidad. Aquel que se

hallaba en contacto directo con personas felices

parecía experimentar un auge medio de hasta

el quince por ciento en satisfacción. La persona

que conocía tan solo a un amigo de una perso-

na feliz aprovechaba alrededor de un diez por

ciento. En comparación, la ganancia de 10.000

dólares aumentaba la felicidad tan solo un dos

por ciento.

Los economistas John Knight, de la Univer-

sidad de Oxford, y Ramani Gunatilaka, de la

Universidad Monash en Melbourne, también

constataron en el año 2009 que la satisfacción

de las personas depende en gran parte del nivel

RESUMEN

Individuo y grupo

1 Los psicólogos de-

nominan contagio

social a la transmisión de

actitudes, sentimientos y

conductas que se da den-

tro de las comunidades

humanas. Tal influencia se

mantiene latente en los

integrantes del grupo.

2 Los mecanismos sub-

yacentes no están

claros. No obstante, la

identificación (inconscien-

te) con el grupo parece

importante, sea con los

amigos, la familia o una

comunidad religiosa.

3 Atender numerosas

redes sociales forta-

lece el estado psicológico

y corporal; sin embargo,

no significa una panacea

para la salud y la felicidad.

¡CHOCA ESOS CINCO!

Las comunidades humanas

fomentan rituales que se exte-

riorizan y se hacen visibles. La

influencia de los demás deter-

mina la psique del individuo.

56 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

de felicidad de otras personas de su alrededor.

Ambos científicos valoraron datos del Proyec-

to sobre los ingresos familiares en China (CHIP,

por sus siglas en inglés). En él reunieron infor-

mación acerca de los ingresos y la satisfacción

de miles de chinos de 22 provincias rurales. En

una comunidad rural en la que al conjunto de

la población le iba bien, aparecían pocos sujetos

insatisfechos y de forma aislada.

Mas la satisfacción individual no era solo atri-

buible a factores sociales. El bienestar, las condi-

ciones laborales y la salud física desempeñaban

también papeles relevantes. Las redes sociales

son formaciones complejas, en las cuales se

mezclan diversos sentimientos o emociones de

forma simultánea. Al parecer son estas las que

determinan, de forma global, si adelgazamos o

engordamos, si nos encontramos deprimidos o

alegres, incluso si nos sentimos solos o no.

Entonces, ¿determinan también la toma de

decisiones vitales? En cualquier caso, las perso-

nas reclamamos actuar con autonomía a la vez

que consideramos las opiniones de los allegados.

Aquello que creemos correcto o erróneo, nece-

sario o prescindible, repercute de nuevo sobre

nuestros actos (trátese de elecciones políticas o

de temas profesionales o familiares).

La experta en economía Ilyana Kuziemko,

de la Universidad Princeton en Nueva Jersey,

analizó varias «dinastías familiares» estadouni-

denses estudiadas previamente desde 1968 por

investigadores de la Universidad de Michigan en

Ann Arbor. A raíz de los datos de la Comisión de

estudio de la dinámica de los ingresos (PSID, por

las siglas en inglés), Kuziemko describió 823 fa-

milias primarias. Con el transcurrir de los años,

nacieron 1817 niños de ellas, las cuales, a su vez,

engendraron un total de 3666 hijos. El hallazgo

más destacado fue que los hermanos se conta-

gian el deseo de procrear.

Los sujetos con hermanos que habían tenido

hijos tenían hijos propios con más probabilidad

durante los siguientes dos años. Incluso la dife-

rencia de edad entre los niños y la cantidad de

hijos daría continuidad a la comunidad familiar,

sostiene Kuziemko. Si se deseaban dos niños,

las familias aspiraban a tener el doble de des-

cendencia, mientras que si reinaba el ideal de la

familia con un solo hijo, tuvieron el crío corres-

pondiente. Al parecer, no solo las emociones son

contagiosas; también los deseos personales y los

proyectos vitales.

Hechizo de la identidad grupal¿A qué se debe tal tendencia? Muchos psicólogos

sociales consideran que el mayor objetivo de los

miembros de una determinada red consiste en

demostrar que ellos piensan, sienten y se com-

portan de la misma manera que los demás, solo

que, por lo general, no son conscientes de ello.

Esto refuerza la propia identidad grupal y fo-

menta de manera consecuente el «nadar a favor

de la corriente», lo cual favorece a la mayoría de

las personas, porque les confiere seguridad.

El estudio Add-Health es uno de los mayores

sondeos acerca del efecto de los grupos socia-

les. Investigadores de la Universidad de Carolina

del Norte en Chapel Hill encuestaron a más de

90.000 escolares entre los años 1994 y 2008.

Cada participante debía nombrar a cinco contac-

tos cercanos y facilitar información, entre otros

temas, de su vida amorosa, sus creencias religio-

sas y sus posibles experiencias con las drogas.

De esta manera se pudo comprobar que en las

relaciones entre jóvenes aparece un alto nivel de

contagio social. Los adolescentes solían practicar

aquello que les recomendaba su círculo de ami-

gos, ya fuese el sexo sin protección, frecuentar

la iglesia o consumir marihuana.

Un estudio del sociólogo Peter Shawn Bear-

man, de la Universidad de Columbia en Nueva

York, constató en 2001 el sutil poder de un círculo

exclusivista. Bearman realizó un seguimiento de

los adolescentes creyentes de la Iglesia Bautista

¿Son contagiosos los sufrimientos?Alrededor de 16 millones de

personas en Alemania sufren

trastornos psicológicos; allí

donde existe una red de psicote-

rapeutas son más frecuentes los

problemas mentales. Es decir, en

regiones con mayor densidad de

terapeutas suele darse un mayor

índice de psicopatologías.

Algunos investigadores valoran

dicho fenómeno como una

variante especial de contagio

social: en los lugares en los que

abundan los psicólogos existe

más demanda. Las característi-

cas estructurales de la población

desempeñan en este contexto

también una función fundamen-

tal: la diferencia se da entre la

ciudad y el ámbito rural.

Cambios vitales(pérdida

de trabajo)

Pertenenciaa diversos

gruposConservarlazos con

grupos antiguos

++

++

Tiempo

Bienestar

Construirlazos con

grupos nuevos

Manejo colectivo de las crisis

Las personas que pertenecen a muchas redes sociales manejan los cambios

vitales con mayor facilidad. Una persona que se queda en el paro suele per-

der el contacto con los compañeros de trabajo, lo cual afecta a su bienestar.

Ahora bien, cuantas más alternativas de contacto tenga (desde el club de

tenis hasta ocupaciones para la comunidad), mayor posibilidad tendrá de

mantener los antiguos lazos o de entablar nuevas relaciones.

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MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 57

del Sur, quienes mostraban entusiasmo por su

voto de castidad. La mayoría de ellos se aferraba

a la fe y no practicaba sexo antes del matrimo-

nio. En caso de que tal opción provocase la burla

o el rechazo por parte de los demás, el seguidor

conservaba con más ímpetu la restricción de

su comportamiento sexual; mas si generaba en

otras personas las ganas de vivir en castidad, ¡el

sujeto tendía a romper su promesa!

Bearman señala que cuando una promesa de

una minoría religiosa es asumida por la mayoría

parece perder su efecto exclusivo como señal de

identidad. Las convenciones sociales cumplen esa

función concreta; deben unir más al grupo y deli-

mitarlo de cara al exterior. En el momento en que

deja de funcionar (porque se ha «contagiado» de-

masiada gente), pierde su finalidad y su efecto.

Otro argumento explica el fenómeno del con-

tagio social: «Cuando las personas tienen liber-

tad de hacer lo que quieren, se imitan unas a

otras», explicaba ya el filósofo moral Eric Hoffer

(1902-1983). El ser humano posee una predilec-

TOPOLOGIA DE LOS KILOS DE MÁS

El diagrama representa la red social compleja en

relación al contagio de la obesidad investigada por

el politólogo James H. Fowler y el médico Nicholas

A. Christakis. Cada círculo simboliza una persona;

las líneas son relaciones familiares o de amistad.

Cuanto más céntrico se halla un círculo, más directa

es la relación de una persona con las demás. Los

sujetos con más sobrepeso aparecen marcadas de

color verde claro: estos se hallan interconectados

sobre todo con personas también obesas, tal y

como indican las estadísticas.

En 2006, Briten S. Alexander Haslam y Stephen

Reicher, en colaboración con la BBC, replicaron

el clásico experimento de la prisión del psicólogo

Philip Zimbardo, de la Universidad de Stanford.

Demostraron un fenómeno desconcertante.

Mientras que los probandos elegidos al azar para

hacer de presos se sentían con el transcurso del

tiempo menos estresados, a aquellos que des-

empeñaban la función de vigilantes les ocurría

justo lo contrario (a). Una posible explicación se-

ría que en el primer grupo la identificación social

era mayor, y la situación común mantuvo a los

sujetos unidos (b).

El sentido comunitario promueve el humor

Duración del experimentoDuración del experimento

Presos Vigilantes

a: Sensación de estrés b: Identificación social

día 1 día 6 día 1 día 2 día 3 día 4 día 5 día 6

EL MUNDO AL REVÉS

En una «cautividad autoim-

puesta», los sujetos fueron

escogidos al azar para ser

vigilantes o presos. Mientras

que los presos iban acos-

tumbrándose a la vida tras

los barrotes (derecha), los

vigilantes sentían cada vez

mayor presión.

(«Stressing the group: social identity and the unfolding dynamics of responses to stress»,

por S. A. Haslam y S. D. Reicher en Journal of Applied Psychology, vol. 91, n.o 5,

págs. 1037-1052, 2006)

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200

6)

CORTESÍA DE JAMES H. FOWLER Y NICHOLAS A. CHRISTAKIS

58 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

ción por la sincronización: los soldados marchan

al mismo paso, los enamorados piensan en con-

sonancia, los creyentes rezan al unísono y los

hinchas corean a una sola voz.

Con el fin de examinar los efectos del com-

portamiento sincronizado, el psicólogo Scott S.

Wiltermuth, de la Universidad de Stanford en

California, convirtió su propio campus en una

academia militar. Para su estudio, publicado en

2009, hizo que los sujetos marcharan al mismo

paso. También fomentó la participación a tra-

vés de las apuestas de dinero. Observó que los

estudiantes que habían marchado previamente

juntos cooperaban más entre sí en comparación

con el grupo de control que solo había paseado

por el edificio universitario en una excursión

preparativa. Los «caminantes sincronizados»

parecían confiar más unos en otros, además de

sentirse más unidos que los «deambuladores»,

según las conclusiones de Wiltermuth.

Charles R. Seger, de la Universidad de India-

na en Bloomington, demostró cuán sencillo es

activar los sentimientos colectivos. Para ello,

planteó la siguiente cuestión a los probandos:

«¿Cómo se siente como ciudadano de EE.UU. en

este momento?» Los participantes indicaban, en

relación a su sentimiento de patriotismo, si se

sentían orgullosos, más bien culpables, rabiosos

o si miraban hacia el futuro con una actitud de

confianza o miedo. Con ello, Seger elaboró un

«perfil emocional» para cada sujeto.

Después, algunos escuchaban el himno na-

cional estadounidense o bien se les mostraban

fotografías de símbolos nacionales. Tras ello

debían describir de nuevo sus sentimientos

patrióticos con detalle. El himno y los emble-

mas nacionales acercaron las emociones de los

participantes. De forma similar a la sincronía

de los movimientos corporales bajo condiciones

determinadas, las emociones se sincronizan,

resumió Seger.

El acto de la imitación se basa, de la misma

manera que otros procesos relativos a las redes

sociales, en la similitud entre los integrantes. Te-

ner cosas en común promueve la confianza y la

comprensión mutua. Por ello los médicos suelen

relacionarse con amigos médicos y los artistas

con artistas; los padres de familia se reúnen con

otros padres de familia, y los solteros, con otros

individuos en la misma situación.

El lado oscuro de las semejanzas Sin embargo, relacionarse con gente que se ase-

meja conlleva también riesgos. En los grupos ho-

mogéneos tan solo se intercambia información

de la que los miembros ya disponen; por otro

lado, el sentimiento de similitud puede tomar

el rumbo de amenaza en situaciones de crisis:

de forma espontánea, una persona siente miedo

porque podría correr el mismo destino que su

semejante.

Para un padre de familia, la separación ma-

trimonial de otro padre con el que tiene amis-

tad le resulta más amenazante que a un hom-

bre soltero; si un vecino fumador enferma de

cáncer de pulmón, otros fumadores se sienten

incómodos; incluso, con frecuencia, excluyen

al primero, dado que la enfermedad pone en

duda el estilo de vida de los otros miembros

de la red social.

La socióloga Martina Eller analizó hace algu-

nos años las relaciones sociales de unos 1000

diabéticos. Comprobó que, con la aparición de la

enfermedad, menguaban sus redes sociales. Dos

motivos, al menos, explican la reacción: existe

una tendencia a excluir a la persona enferma; a

su vez, el propio afectado se aparta y se muestra

menos activo.

El fenómeno resulta crítico, según Eller, pues-

to que el transcurso de una enfermedad como

la diabetes depende en parte de la amplitud y

la estabilidad de las relaciones de los enfermos.

«Cuando alguien dispone de una gran red so-

cial, gozará de una mejor salud años después

que aquella persona cuya red es escasa desde

el principio», indica Eller.

Entretanto, numerosos estudios prueban que

el aislamiento social supone un importante ries-

go para la salud. Las personas que sienten el apo-

yo de los demás viven con mayor satisfacción,

durante más años y envejecen mejor. Más im-

portante que el hecho de recibir ayuda puntual

de los demás es el sentimiento de ser atendidos

en caso de emergencia. La cuestión sobre si ese

último sentimiento es real o fundado, queda en

un segundo término.

Bernadette Boden-Alaba, de la Universidad de

Columbia en Nueva York, estudió a 656 pacien-

tes que habían sufrido un infarto de miocardio.

Pudo constatar que las personas aisladas mos-

traban el doble de probabilidades de sufrir un

segundo infarto en comparación con los pacien-

tes con mayor integración social. Dicho factor

suponía un mayor riesgo para su salud que el

sedentarismo o la arteriosclerosis. Boden-Alaba

critica la poca atención de los médicos hacia los

factores sociales en la salud.

La psicóloga Sheldon Cohen, de la Universi-

dad Carnegie Mellon, constató, por su parte, que

las personas con numerosas relaciones sociales

Calidad frente a cantidadDurante mucho tiempo, los

investigadores sostuvieron que el

exceso de roles y contactos so-

ciales ejercía un efecto negativo

sobre el estado psíquico, puesto

que implicaría más obligaciones

y estrés. Estudios más recientes

afirman que el mero número

de relaciones resulta menos

preponderante que la valoración

subjetiva de su calidad.

Las psicólogas Elianne van

Steenbergen y Naomi Ellemers,

de la Universidad de Leiden,

encuestaron a mujeres exitosas y

comprometidas con su profesión.

Las trabajadoras que considera-

ban que su vida familiar era rica,

activaban más su potencial de

trabajo. Por el contrario, aquellas

que respondían aportar más en

casa era porque su actividad

laboral les había defraudado. Al

parecer, la presunta disparidad

entre trabajo y familia es una

cuestión de valoración.

(Is managing the work-family

interface worthwhile?

Benefits for employee health

and performance,

por E. F. van Steenbergen

y N. Ellemers en Journal of

Organizational Behavior, vol. 30,

n.o 5, págs. 617-642, 2009.)

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 59

sufren menos procesos de gripe y resfriados (a

pesar de su mayor exposición a los virus por su

actividad social). Los estudiosos de la resiliencia

también señalan la importancia del apoyo social

en los tiempos de crisis.

La psique aprovecha, por regla general, la va-

riedad de contactos. Según la psicóloga Jolanda

Jetten, de la Universidad de Queensland en Bris-

bane, los estudiantes que se implican en dife-

rentes redes sociales se hallan más protegidos

contra las depresiones.

En 2010, Jetten y los investigadores Cara

Pugliese y James Tonks, de la Universidad de

Exeter, establecieron que las personas con ini-

cios de demencia valoran su estado de salud de

forma más negativa que aquellas cuya enfer-

medad es más avanzada. Por lo que parece, los

enfermos más graves se consideran bien inte-

grados; si se sienten conectados, se encuentran

mejor.

Sin protección totalNo obstante, el apoyo social no beneficia por

igual. «Las redes sociales tienen efectos bene-

ficiosos sobre el sistema circulatorio», afirma

la psicóloga Beate Ditzen de la Universidad de

Zúrich. Sin embargo, no queda claro si en las

patologías inmunitarias como el sida o la he-

patitis C dicho supuesto es válido. En algunos

estudios con enfermos de sida se llegó a encon-

trar una relación inversa: cuanto más grande y

cuidadosa era la red, peor resultaban los valores

inmunológicos de los afectados.

Es probable que la creencia popular de que

«las redes fomentan la salud» induzca al error,

igual que sucede con la afirmación de que «la

televisión es culpable de la soledad». Las redes

sociales no son una panacea contra la enferme-

dad y el dolor.

¿Cómo diferenciar las relaciones beneficiosas

de las perjudiciales? Las psicólogas Barbara G.

Melamed y Gail F. Brenner desarrollaron ob-

servaciones sistemáticas del comportamiento

de 35 matrimonios mayores, en los que uno de

los miembros sufría una enfermedad crónica

desde hacía 14 años como mínimo. Anotaron al

detalle el tipo de ayuda que prestaba la pareja

a la persona enferma: ¿Le leía el periódico? ¿Le

aconsejaba sobre la medicación? ¿Le acariciaba?

¿Consideraba el enfermo que ello le ayudaba?

Prestar apoyo en exceso no resulta del todo

recomendable, ya que el enfermo se vuelve de-

pendiente con rapidez. Pese a que la pareja aten-

día al enfermo con la mejor de las intenciones

—le cortaba la comida en trocitos, le ponía la

ropa en orden, le organizaba el día—, tal interés

causaba en el enfermo la sensación de encon-

trarse peor de lo que en realidad estaba y de

tener mayores necesidades. Por el contrario, el

sostén «benévolo» resultaba suficiente. Bastaba

con estar ahí.

Mejor menos que mal, indica la quinta esen-

cia de los estudiosos. Sin duda, tarea más fácil de

decir que de acometer. Cuando sentimos estima

por una persona, deseamos apoyarla en todo

momento. Los miembros hiperactivos de una

red social obvian, pues, un detalle: para ganarse

la simpatía y la confianza de los demás basta

con dar una señal, «Estoy aquí para cuando me

necesites».

Nikolas Westerhoff es psicólogo y periodista científico.

Según el sociólogo Sören Petermann, de la Universidad Halle-Wittenberg, las redes sociales de

un solo individuo abarcan de media unas 11 personas. El margen es, empero, amplio: alcanza

entre 1 y 30 contactos. Petermann distingue tres tipos de apoyo social: instrumental (ayudar

en la mudanza, prestar favores amistosos), emocional (aconsejar y escuchar los problemas) y

social (acudir a fiestas, salir con otros). Por norma general, sugiere que el apoyo social se logra

con facilidad; el instrumental resulta más complicado.

Los miembros de una red que cumplen los tres criterios se encuentran con mayor frecuencia

en el círculo más próximo del sujeto, como los amigos íntimos. Cuanto más grande es una

comunidad, más especializados aparecen los roles. En redes sociales virtuales, como Facebook

o Twitter, es posible vincular a cientos de contactos. Sin embargo, solo seis de las relaciones

en línea suelen ser estrechas (con las que se comparten fotos y experiencias personales, por

ejemplo). En general, las personas no se involucran en grandes redes a través de Internet; la

mayoría no dispone de tiempo suficiente para ello.

Redes sociales: pequeñas y sutiles

BIBLIOGRAFÍA

COMPLEMENTARIA

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GIOUS? ESTIMATING FERTILITY

PEER EFFECTS BETWEEN SI-

BLINGS. I. Kuziemko. Prince-

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chology, vol. 32, n.o 4,

págs. 408-416, 2010.

60 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

A Javier (nombre ficticio) le gusta explicar

a todo el mundo, en todo momento y con

todo detalle sus quehaceres. Su página en Fa-

cebook expone sin cesar entradas como «He

terminado mi capuchino; ahora voy a salir a

pasear con Pluto un rato»; «He perdido la re-

ceta de mi deliciosa tarta de chocolate... vaya

desastre... glups». A la sazón de otros millones

de miembros de las redes sociales en Internet,

Javier está convencido de que sus amigos de la

Red quieren saber a cada instante acerca de su

vida, por ello procura mantenerlos informados

cada 30 o 60 minutos.

A simple vista, el comportamiento de Javier

y demás usuarios de las redes sociales puede

resultar una banalidad; sin embargo, todos ellos

participan en el mayor ensayo de interacción

social jamás realizado. Si bien Internet ha ofre-

cido desde sus inicios un ámbito flexible para

congregar mentalidades afines, la aparición de

las redes sociales contribuye a poner orden en

el caos.

En un trabajo inicial publicado en 2007, los

expertos en medios sociales Danah Boyd, de

Microsoft Research New England en Cambridge

(Massachusetts), y Nicole B. Ellison, de la Uni-

versidad estatal de Michigan, atribuyen una

triple función a los sitios web de redes sociales:

deben proporcionar un foro en el que los usua-

rios construyan un perfil público o semipúblico;

deben crear una lista de otros usuarios con los

que mantener una conexión; deben permitir

la visión y movimiento por la propia lista de

conexiones, así como de otros usuarios.

Tales requisitos los cumplen MySpace, Linke-

dIn, Bebo, Qzone (enorme sitio web de redes

sociales chino para adolescentes), el español

Tuenti y el coloso mundial Facebook. También

otros sitios que se dirigen a un público más

joven, como el Club Penguin de Disney, en el

que los chicos interactúan como personajes

animados.

Desde su lanzamiento en la Universidad de

Harvard en 2004, Facebook ha llegado a contar

Comunidades

virtualesFacebook, Myspace, Twitter, Tuenti y otras redes

sociales en Internet han evolucionado en pocos años

hacia un fenómeno global. ¿Cómo influyen este tipo

de relaciones en la psique de los usuarios?

DAVID DISALVO

ENREDOS VIRTUALES

Las redes sociales en línea per-

miten a los usuarios establecer

múltiples contactos. Su preferen-

cia de uso aparece por delante

de los correos electrónicos.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 61

con unos 600 millones de miembros en 190 paí-

ses y territorios de todos los continentes, incluso

en la Antártida. Si fuese un país, sería el cuarto

más poblado del mundo, después de EE.UU. Casi

la mitad de los miembros de Facebook lo visitan

a diario.

Otros sitios de redes sociales también se ex-

panden. LinkedIn, destinado a profesionales,

cuenta con más de 100 millones de usuarios

y cada segundo incorpora un nuevo miembro.

MySpace, que poseía la red social más extensa

hasta que Facebook la sobrepasara en 2008, re-

laciona a 63 millones de usuarios, y los siete mi-

llones de usuarios de Twitter distribuyen cada

día más de 65 millones de notas breves a quien

quiera leerlas. Aunque cerca del 40 por ciento

de los usuarios de redes sociales son adolescen-

tes y escolares, los crecimientos más rápidos en

Facebook se dan entre personas que se acercan

a los 40 años o que sobrepasan los 60.

Según datos de Nielsen Online, la comunica-

ción en las redes sociales (además de los blogs

o bitácoras que incluye) ocupa el cuarto lugar

entre las actividades en línea, por delante del

correo electrónico personal y solo por detrás de

los motores de búsqueda, los portales de interés

general (MSN, Yahoo, AOL...) y las descargas de

programas. El tiempo invertido en frecuentar las

redes sociales crece a un ritmo tres veces supe-

rior que el uso general de Internet; constituye

así cerca del 10 por ciento del tiempo total de

conexión en línea.

A medida que proliferan las redes sociales,

varía el criterio sobre el uso de Internet. De un

instrumento utilizado en el solitario anonimato

ha pasado a convertirse en un medio que incide

en cuestiones relacionadas con la naturaleza y

la identidad humana: quiénes somos, qué sen-

timos en relación a nosotros mismos y cómo

nos comportamos unos con otros. Mientras las

viejas teorías sobre la socialización en línea se

derrumban, brotan nuevas preguntas en tor-

no a la relevancia psicosocial del uso de redes

sociales.

RESUMEN

El efecto Facebook

1A medida que prolife-

ran las redes sociales,

la gente modifica su modo

de pensar acerca de Inter-

net: de un instrumento de

uso en solitario anonimato

se ha convertido en un

medio que incide en as-

pectos de la naturaleza y

la identidad humanas.

2El tiempo invertido

en sitios de red social

crece tres veces más que

el uso general de Internet.

Así, alcanza casi el diez

por ciento del tiempo total

de conexión en línea.

3Las redes sociales

pueden mitigar la

soledad y fortalecer la

autoestima, aunque tam-

bién pueden producir el

efecto contrario. Depen-

de del usuario.

© ISTO

CKPHOTO / DAN TER

O

62 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

A todos los solitariosEn general, se cree que la soledad significa un

aislamiento físico respecto a las demás personas.

Sin embargo, tal definición no acierta a expre-

sar la carga negativa del sentimiento, es decir, la

profunda decepción de sentir que las relaciones

sociales no se corresponden con las expectati-

vas. Algo semejante ocurre en la navegación a

través de distintas redes sociales; sería lógico

que la abundancia de contactos fuese una cura

de la melancolía y que, cuanto más numerosos

sean los contactos, más oportunidades habrá de

encontrar relaciones gratificantes. La realidad,

sin embargo, es más compleja.

Hasta no hace mucho, la Red se consideraba

un lugar social monótono. El neurocientífico

social John Cacioppo, de la Universidad de Chi-

cago, coautor del libro Loneliness: Human Nature

and the Need for Social Connection («Soledad:

naturaleza humana y necesidad de la relación

social»), afirma que casi todos los primeros es-

tudios sobre los usuarios de Internet con miras

sociales revelaban una tendencia al aislamiento.

La idea era que la gente utilizaba la Red como

sustitutivo de las relaciones a cara descubierta

y que los contactos establecidos por la red se

mantendrían en ese medio. Según Cacioppo, eso

resultaba ventajoso para las personas con dis-

capacidades que no podían salir y entrar, pero

no satisfacía a los demás usuarios. No sabían

con seguridad quién se encontraba en el otro

extremo de la línea. Los psicólogos criticaban

esta situación; a menudo descalificaban la socia-

lización en línea como una vía de escape para

ahorrar la molestia de unas relaciones reales a

las personas solitarias.

Esta visión fatalista de la comunicación a tra-

vés de las redes sociales comenzó a modificarse

a medida que la investigación se matizaba. En

2008, los psicólogos Kaveri Subrahmanyam y

Gloria Lin, ambos de la Universidad estatal de

California en Los Ángeles, interrogaron a 192

estudiantes de escuelas superiores sobre el uso

de Internet para comunicarse (el tiempo que de-

dicaban a ello y los sitios que solían frecuentar).

Tras ello, los participantes se sometieron a prue-

bas psicológicas con el propósito de evaluar su

nivel de soledad y de apoyo social. Ni el tiempo

total invertido en línea ni el dedicado a la propia

comunicación se compaginaban con una mayor

sensación de soledad.

Los resultados confirmaban un estudio rea-

lizado dos años antes por el psicólogo Andrew

Campbell y sus colaboradores de la Universidad

de Sydney que negaba la relación entre el tiempo

dedicado a la interconexión en línea y los niveles

de ansiedad o depresión, compañeros habituales

de la soledad. Además de no presentar mayores

recelos sociales que otras personas, los asiduos

a la Red pensaban que el tiempo dedicado a la

conexión les beneficiaba psicológicamente, pese

a manifestarse convencidos de que los usuarios

de Internet, en general, se sentían más solitarios

que el promedio de la población.

La relación entre la sensación de soledad y

la socialización en red aparece solo cuando las

variables se permutan: la soledad se estudia

entonces como precursora de la integración en

redes sociales. Para comprender la causa, hay

que recurrir a las ideas recientes sobre el com-

portamiento de un cerebro solitario. En 2009,

Cacioppo y su equipo demostraron mediante

imágenes cerebrales que los mecanismos neu-

ronales de las personas solitarias se diferencian

de las de sujetos comunicativos por su distinta

percepción del aislamiento social, componente

clave del sentimiento de soledad. Conectados

a una máquina de resonancia magnética, los

voluntarios contemplaron una serie de imáge-

nes: unas presentaban connotaciones positivas

(gente alegre, fiestas, dinero); otras, negativas

(escenas de desgracias, conflictos). A medida que

ambos grupos veían las imágenes agradables,

la zona del cerebro sensible a las recompensas

mostraba una respuesta más acusada en las per-

sonas comunicativas que en las solitarias. De

modo análogo, la corteza visual de los sujetos

solitarios respondía con mayor intensidad ante

las fotografías de escenas desagradables con per-

sonas que ante las imágenes desagradables con

objetos, lo cual sugiere que tales individuos fijan

una mayor atención en las aflicciones huma-

nas. En cambio, los probandos comunicativos

no mostraron diferencia alguna.

Dichas distinciones en la actividad cerebral

indican por qué la tendencia a la soledad dificul-

MILLONES EN FACEBOOK

El uso per capita de Facebook

entre los estadounidenses

creció un 175 por ciento en

2009; numerosos usuarios se

han apuntado a ese sitio y a

otros competidores a través

de móviles.

Los millones de

usuarios de las

redes sociales

participan

en el mayor

experimento de

interacción social

jamás realizado

GET

TY

IM

AG

ES

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 63

ta la participación en las redes sociales. Según

Cacioppo, en el cerebro de una persona retraí-

da se agudiza el estado de alerta ante posibles

amenazas sociales, aunque no se concreten de

forma expresa. En dichos sujetos, los insultos,

los desaires, las disputas y las murmuraciones

provocan niveles de tensión mucho más altos,

efecto que puede cuantificarse en parte a través

de la elevada producción de cortisol, hormona

del estrés. Tales efectos son más acusados en

la comunicación en línea, puesto que en este

caso los riesgos resultan más difíciles de prever.

Además, los largos silencios entre las respuestas

en una conversación virtual pueden suscitar el

temor en algunas personas de que estén obser-

vando o comentando a sus espaldas. También

crea inseguridad a los usuarios la multiplicidad

de posibles contactos de las redes sociales. Un

individuo solitario, con muy pocos contactos

registrados, puede sentirse incluso más inca-

pacitado a ampliarlos al ver que otros sujetos

podrían llenar un estadio con su lista de direc-

ciones favoritas.

No es de extrañar, pues, que las personas

que utilizan la tecnología como apoyo de sus

amistades ya existentes saquen el mejor pro-

vecho de las redes sociales. En un estudio en

adultos mayores, el doctorando en gerontología

Shima Sum, de la Universidad de Sydney, y sus

colaboradores descubrieron que el uso de las

redes sociales mitigaba la soledad cuando los

contactos virtuales se correspondían con físicos.

Así, las personas de edad avanzada que tratan

de establecer nuevas relaciones a través de las

redes sociales, por lo general, se sentirán más en

soledad que antes de su incursión en línea.

Sin duda, la interacción cara a cara resulta la

variable básica para calibrar los efectos de las

redes sociales. La psicóloga Laura Freberg, de la

Universidad Politécnica de California, estudió

junto a su equipo en 2009 el sentimiento de

soledad entre los miembros de Facebook: aque-

llos estudiantes que en sus relaciones cotidianas

se manifestaban comunicativos aportaban ese

talante a la red social, cosa que les beneficiaba.

Por el contrario, los probandos de ánimo retraí-

do acentuaban su carácter cuando usaban los

medios de comunicación tecnológicos.

Las personas solitarias también vuelcan en la

Red su auténtica personalidad al intentar «mu-

dar» de apariencia psicológica. De este modo,

una persona retraída y asocial podría, durante

un rato, asumir un carácter extrovertido, abier-

to y conversador, empero le será harto difícil re-

presentar ese papel durante más tiempo. Según

Freberg, la sensación de soledad proviene de

la diferencia entre lo que apetecemos y lo que

poseemos; si dicha diferencia se cronifica, pro-

voca comportamientos que repelen a los demás.

«Las redes sociales no están preparadas para

atender estas situaciones. De hecho, pueden

agravarlas», afirma Freberg. Por sí mismas, las

redes no crean ansiedades y temores en quie-

nes las usan, pero si las personas se sienten así

desde el principio, sus contertulios no tardarán

en notarlo.

Utilización en CRESCENDO

El uso de las redes sociales

creció en España un 7 por

ciento en 2010 respecto al

año anterior. En total, un 83

por ciento de los internautas

españoles utilizaron alguna

red social en el año 2010.

Las redes más populares

en 2009 fueron, en primer

lugar, Facebook, seguida de

Tuenti.

Fuente: «Estudio de hábitos de

Internet» de Ocio Networks

RELACIONES FRÍVOLAS

La difusión de las redes sociales

en Internet podría sustituir la

riqueza de las relaciones en el

mundo real por una intermi-

nable retahíla de interacciones

triviales.

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64 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

Mirarse al espejoEn teoría, los sitios de redes sociales deberían

representar todo un hallazgo para quienes ne-

cesitan reforzar su autoestima: ofrecen un es-

cenario donde practicar las aptitudes sociales

sin la necesidad de afrontar la vergüenza de un

equívoco en vivo y en directo. En un estudio so-

bre usuarios de Facebook en 2008, Cliff Lampe,

investigador mediático, desmenuzaba las venta-

jas susceptibles de acumularse para algunos de

sus miembros. El equipo de Lampe examinó a

477 usuarios al principio y al final de un período

de un año, con el fin de evaluar los cambios en

diversos parámetros de bienestar psicológico. El

uso del sitio de redes sociales guardaba estre-

cha relación con un aumento del capital social,

es decir, los beneficios tangibles derivados de

la participación en una red de ese tipo, espe-

cialmente en personas con baja autoestima. (El

capital social potencia la autoestima: depura las

aptitudes sociales, suscita alegrías más durade-

ras y aumenta el nivel de confianza.)

Los efectos positivos fueron más notables en

los adolescentes, quienes parecen más dispues-

tos a sacar provecho de la experiencia a largo

plazo. Según Lampe, los muchachos encuentran

el modo de utilizar ese capital social en otras

actividades, sobre todo, a través de la adquisición

de una mayor confianza en sí mismos cuando in-

teraccionan cara a cara. Es decir, existe un efecto

multiplicador. A una conclusión semejante llegó

en 2009 Patti M. Valkenburg, de la Escuela de

Investigación en Comunicaciones de la Universi-

dad de Ámsterdam, tras analizar las consecuen-

cias sociales del uso de Internet en adolescentes.

Descubrió que asociarse a un sitio de las redes

sociales refuerza la autoestima al potenciar la

evolución de amistades, así como intensificar la

calidad de las relaciones existentes.

El contexto de Internet estimula en los ado-

lescentes la apertura hacia los demás y la propia

presentación. Al contrario que en la comunica-

ción cara a cara, las redes sociales solo permiten

señales visuales o acústicas limitadas. Valken-

burg sostiene que, de este modo, a los adolescen-

tes les estorban menos las emociones y las mo-

lestias físicas. Sin embargo, la conexión en Red

no beneficia a todos ellos. De igual modo que

las personas solitarias, los jóvenes se benefician

de las redes sociales en Internet si las utilizan

como medio para mantener sus relaciones ya

existentes. Aunque el uso de las redes sociales

tienda a fortalecer la autoestima, la predisposi-

ción a subestimarse acentúa la repercusión de

los fracasos, sean en el cara a cara o en línea.

Quizá por facilitar el contacto y la comuni-

cación, las redes sociales se han convertido en

refugio para personas con escasa autoestima,

pero también para aquellas que se complacen

demasiado en sí mismas. Sin duda, una crítica

muy frecuente a las redes sociales es el hecho de

dar cancha a los narcisistas que reclaman aten-

ción de todo el mundo, que desean contactos sin

importarles la superficialidad de las relaciones

que se establezcan, e incluso asaltan los foros

de debate en línea con el objetivo de acaparar

el protagonismo.

Sin embargo, su arma resulta de doble filo: el

mismo foro que da pábulo al narcisista también

puede convertirse en su ruina. La doctoranda Lau-

ra Buffardi, de la Universidad de Georgia, dirigió

un ensayo de psicología social con el fin de averi-

guar los rasgos que definen a un narcisista en la

Red y así «darle caza» con facilidad. Junto con el

psicólogo W. Keith Campbell, Buffardi examinó a

130 usuarios de Facebook mediante el Inventario

de Personalidad Narcisista. Cada probando debía

elegir entre dos descripciones posibles, la que,

según su opinión, mejor correspondiese con su

persona; por ejemplo, entre «Soy más capaz que

otros» y «Tengo mucho que aprender de otros».

Las personas que puntúan alto tienden a engañar

y bromear más en sus relaciones, acaparan los

recursos y son demasiado materialistas.

El estudio comprobó que los narcisistas en la

Red se comportan de modo análogo que en el

mundo real: acumulan muchos contactos, pese

a ser superficiales, y no cesan en pregonar su

valía. También es cierto que no cuesta descubrir-

los. Personas no habituadas al uso del Facebook

mostraron una capacidad similar para detectar

a sujetos narcisistas en páginas del sitio elegi-

das al azar que al valorar la personalidad de los

amigos, capacidad determinada en anteriores

¿MÁS SOLOS?

las redes sociales pueden crear

inseguridad y ansiedad en la

gente solitaria, ya que resulta

difícil percibir las amenazas

sociales en la Red. Sin embargo,

sí pueden mitigar la soledad si

se establece comunicación con

amistades de la vida real.

El máximo

provecho de

una red social se

obtiene cuando se

basa en amistades

ya existentes

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MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 65

investigaciones. Tres características descubrían

a los narcisistas: un gran número de contactos,

una apariencia sugestiva y una fotografía de

calidad profesional.

Los narcisistas quizá no puedan pasar inad-

vertidos, pero sería más interesante saber si

llegaron a la red social provistos ya de un ego-

tismo delatador, o por el contrario, los propios

sitios de red social contribuyeron a desarrollar

tal personalidad. Las conclusiones no resultan

definitivas, aunque sí interesantes. Ciertos estu-

dios sugieren que los valores del Inventario de

Personalidad Narcisista en EE.UU. han variado

poco desde 1982; otros indican la existencia de

apreciables repuntes de narcisismo entre gru-

pos de adultos jóvenes en 2002, año en el que

nacieron las redes sociales. Sean los sitios de las

redes sociales fuente o sumidero de ese tipo de

personalidad, resulta fácil pensar que el espec-

tacular auge de estas comunidades virtuales

forma parte de la cultura de la ostentación.

Uso excesivoEl término «adicción» se asocia con facilidad a

este contexto. Póngase el calificativo que se pre-

fiera, lo cierto es que el tiempo que se invierte en

las redes sociales va en aumento. Según un infor-

me de Nielsen Online, 70 millones de miembros

de Facebook en EE.UU. consumieron 233 millo-

nes de horas en las redes sociales durante abril

de 2009. Si se compara dicha cifra con los 28

millones de horas que dedicaron 23 millones de

miembros el abril anterior, el incremento de uso

per cápita fue del 175 por ciento. Un estudio de

Nucleus Research en Boston indica que los usua-

rios «más adictos» invierten en las redes sociales

dos horas diarias de su horario laboral. De esta

manera, las compañías que permiten el acceso

a Facebook a sus empleados pueden perder el 1,5

por ciento de su productividad total.

No resulta raro que las redes sociales ejerzan

tal atracción. A semejanza de la televisión, los

videojuegos y otro tipo de medios electrónicos,

estos sitios ofrecen una gratificación instantá-

nea. Judith Donah, directora del Sociable Media

Group en el Media Lab del Instituto de Tecnología

de Massachusetts, asegura que tales redes pro-

porcionan una serie de pequeñas recompensas

mentales sin necesidad de grandes esfuerzos, las

cuales aportan energía para recargar el mecanis-

mo de la compulsión, como el estremecimiento

que siente un jugador de naipes ante una nueva

carta sobre el tapete. De forma acumulativa, su

efecto resulta poderoso y difícil de resistir.

Dedicar algo más de tiempo a las redes so-

ciales no amenaza el equilibrio psíquico de la

mayoría de la gente. De hecho, dos horas diarias

en Facebook significaría dos horas menos ante

el televisor. Sin embargo, para quienes vuelcan

sobre el teclado una personalidad compulsiva,

las horas pueden acumularse con rapidez, si-

tuación que desencadena toda una retahíla de

perjuicios en el trabajo y en casa. Las tenden-

cias obsesivo-compulsivas predisponen a una

gama de comportamientos adictivos, afirma el

neurocientífico Gary Small, de la Universidad de

California en Los Ángeles. En el caso de EE.UU.,

el grupo de riesgo es bastante nutrido, ya que

POTENCIAR LA AUTOESTIMA

El uso de Facebook puede

fomentar la autoestima en los

adolescentes: estimula su fran-

queza y apertura, además de

reforzar la confianza en sí mis-

mos al relacionarse cara a cara.

La interacción

cara a cara resulta

esencial para

nuestro modo de

ser; su riqueza

afecta a nuestro

cerebro

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66 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

uno de cada 50 adultos sufre en alguna medida

un trastorno obsesivo-compulsivo.

La red social no es más que un nuevo foro

para las malas costumbres, señalan múltiples

estudios. El investigador Scott Caplan, de la

Universidad de Delaware, argumenta que las

personas que prefieren la comunicación virtual

al encuentro cara a cara también puntúan alto

en el uso compulsivo de Internet y en utilizarlo

para alterar su estado de ánimo. En 2007, Caplan

analizó un grupo de 343 estudiantes universi-

tarios con el fin de averiguar el factor desen-

cadenante de su comportamiento compulsivo

en línea. Se basó en rasgos de la personalidad

que hacen vulnerable al individuo (aislamiento

y ansiedad social), así como actividades de la

Red que acentúan las tendencias compulsivas

(videojuegos, pornografía y apuestas).

Las redes sociales ofrecen a los usuarios maneras sencillas de

presentarse con imágenes idealizadas de sí mismos, incluso si

tales ideales no concuerdan con su personalidad real. La in-

vestigadora Soraya Mehdizadeh ha descubierto una forma de

atravesar la cortina entre el mundo real y el virtual: Facebook

como filtro para predecir el nivel de narcisismo y autoestima

de las personas.

Todavía como estudiante en la Universidad de York en To-

ronto, Mehdizadeh recibió el permiso para acceder a las cuen-

tas de Facebook de 100 universitarios. Evaluó sus actividades

en la red social: compartir fotografías, poner mensajes en el

muro y actualización del estado. También estudió la frecuen-

cia con la que los estudiantes se conectaban a Facebook y el

tiempo que duraba cada sesión. Los resultados se publicaron

en Cyberpsychology, Behavior and Social Networking.

Tras obtener la evaluación de cada participante median-

te el Inventario de la Personalidad Narcisista y la Escala de

Autoes tima de Rosenberg, descubrió que los sujetos narcisistas

y aquellos con una baja autoestima manifestaban una mayor

probabilidad de pasar tiempos prolongados en la red social

(en general, más de una hora diaria), así como de introducir

fotografías que intentasen resultar atractivas (posando o re-

tocadas con Photoshop). Los narcisistas solían promocionarse a

sí mismos a través de las actualizaciones de estado (aparecían

frases como «Soy tan glamoroso que sangro purpurina») y

la actividad en el muro (con enlaces egocéntricos del estilo

«Famosos que se parecen a mí»).

La autoestima y el narcisismo suelen aparecer relaciona-

dos, empero no siempre van de la mano. Algunos psicólogos

creen que los narcisistas, es decir, las personas con un patrón

dominante de actitud grandilocuente, una necesidad de ad-

miración y una falta de empatía, tienden a exagerar de forma

inconsciente su supuesta importancia como defensa contra los

sentimientos de inferioridad. No existen suficientes investiga-

ciones empíricas que confirmen tal vinculación, sin embargo, el

estudio de Mehdizadeh parece apoyar dicha hipótesis. Ya que

las personas narcisistas presentan una menor capacidad para

mantener relaciones íntimas o a largo plazo, Mehdizadeh pen-

só que se sentirían más atraídos por el mundo de los amigos

virtuales y de la comunicación emocional a distancia.

Aunque parece que los narcisistas pueden utilizar Facebook

con el objetivo de alimentar su ego sobredimensionado, Meh-

dizadeh no llega a confirmar que invertir un tiempo excesivo

en Facebook convierta a los usuarios en narcisistas. Asimismo

señala que las redes sociales podrían tener efectos positivos en

las personas con depresión o baja autoestima. «Si los individuos

con baja autoestima presentan una mayor tendencia a utilizar

Facebook», afirma, «la cuestión es si Facebook puede ayudar-

les a aumentar su autoestima al permitir conversar y ayudarse

mutuamente en un entorno social interactivo. No creo que sea

necesariamente negativo el hecho de que las personas con baja

autoestima utilicen Facebook».

— John H. Tucker

Glamour en Facebook

¿AUTOESTIMA DIGITAL?

El uso de las redes sociales

no tiene por qué convertir a

sus usuarios en narcisistas,

aunque sí podría conllevar

efectos positivos en las per-

sonas con baja autoestima.

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MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 67

BIBLIOGRAFÍA

COMPLEMENTARIA

BORN DIGITAL: UNDERSTAN-

DING THE FIRST GENERATION

OF DIGITAL NATIVES. John

Palfrey y Urs Gasser. Basic

Books, 2008.

DO TODAY’S YOUNG PEOPLE

REALLY THINK THEY ARE SO

EXTRAORDINARY? AN EXAMI-

NATION OF SECULAR TRENDS IN

NARCISSISM AND SELF ENHAN-

CEMENT. Kali H. Trzesniewski,

M. Brent Donnellan y Richard

W. Robins en Psychological

Science, vol. 19, n.o 2,

págs. 181-188, 2008.

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Developmental Psychology,

vol. 29, págs. 434-445, 2008.

SOCIAL CONSEQUENCES OF THE

INTERNET FOR ADOLESCENTS:

A DECADE OF RESEARCH. Patti

M. Valkenburg y Jochen

Peter en Current Directions

in Psychological Science,

vol. 18, n.o 1, págs. 1-5, 2009.

THE NARCISSISM EPIDEMIC:

LIVING IN THE AGE OF ENTITLE-

MENT. Jean Twenge y W. Keith

Campbell. Free Press, 2009.

IMÁN PARA LOS OBSESIVOS

Internet es un imán para las personas con ten-

dencias obsesivo-compulsivas. Las redes sociales

pueden proporcionar el mismo tipo de gratificación

inmediata que la televisión y los videojuegos.

De todos los factores señalados, la ansiedad

social se reveló prevalente. «Los individuos

con ansiedad social, con dificultades para los

encuentros cara a cara, se ven atraídos por las

singulares características de la conversación en

línea», señala Caplan.

El futuro de las redes socialesLa conexión a las redes sociales, hoy ya muy di-

fundida, parece destinada a penetrar todavía más

en nuestras vidas. Lampe sostiene que nos acerca-

mos a un tiempo en el que la distinción entre la

relación virtual y la física tiende a borrarse.

Habrá que luchar para evitar que la constante

invasión de la conectividad social diluya nuestras

relaciones del mundo real al arrastrarnos a inte-

racciones triviales. La socialización en Red carece

de muchos elementos esenciales de la comunica-

ción personal, entre ellos, el lenguaje corporal y

el tacto. Cacioppo asegura que la interacción cara

a cara es necesaria para nuestra manera de ser.

«Necesitamos su riqueza en nuestras vidas, y esa

riqueza afecta a nuestro cerebro.» Espera que, en

último término, la interacción de las relaciones

virtuales se vuelva más compleja, incluso plantea

la posibilidad de que en un futuro la comunicación

en línea se produzca por medio de hologramas, no

de modo bidimensional como hasta ahora, de tal

manera que preserve una parte mayor del núcleo

vital de la comunicación en persona.

Una aplicación dinámica que probablemente

no tardará en aparecer es el filtrado cognitivo.

La infraestructura de la red social, según Boyd,

va a configurarse en moldes de todo tipo, sobre

todo en servicios multimedia. El filtrado cogni-

tivo permitirá a los usuarios concentrarse en

la información ya revisada por sus respectivas

redes, lo cual ahorrará tiempo y disgustos. Por

ejemplo, a la hora de repasar listas de películas

en el teléfono móvil inteligente se podrían ver

primero las que recomienda nuestra red social

seguidas de las valoradas según nuestro límite

de calidad. No obstante, se corre el riesgo de

que la técnica limite la perspectiva de quienes

la usan, de tal manera que fomente un pensa-

miento insular, lo que nos convertiría en una

sociedad de comunidades de miopes.

Por todo ello, las redes sociales, a modo de

microcosmos, constituyen un fenómeno tan

importante. Más allá de las recetas de cocina,

las historias de mascotas y los relatos de lo que

hizo el bebé al despertarse, surge una corriente

de transformación. Lo que al principio parecía

una caprichosa aplicación de comunicación a

través de la Red tiende a ubicuidad global. No

a mucho tardar, la conexión en redes sociales

puede formar parte de cualquier herramienta de

comunicación que utilicemos: cambiará nuestra

manera de relacionarnos y, con ello, a nosotros

mismos.

David DiSalvo escribe sobre ciencia y tecnología para

varias revistas sobre psicología y neurociencias. Publica

también en Neuronarrative.com y otros blogs

GET

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68 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

Hogares sin aparatos electrónicos como un

televisor, un DVD, un ordenador con co-

nexión a Internet o una videoconsola escasean.

Los detractores de tal tendencia advierten: pa-

sar mucho tiempo conectado a la Red provoca

que el interés en la vida «real» se centre solo

en porciones de información rápida, elemental

y digerible; jugar a los videojuegos en exceso

disminuye la capacidad de atención de niños

y adolescentes, por lo que les cuesta cada vez

más concentrarse. Así de claro y conciso. Mas,

¿se trata de temores infundados o de certezas

comprobadas?

A pesar de la opinión de los agoreros, el co-

ciente de inteligencia (CI) medio de la población

mundial ha aumentado en los últimos 60 años,

un fenómeno que se conoce como el «efecto

Flynn». No existe consenso sobre el motivo,

aunque se barajan diversas causas, entre ellas, el

aumento en la etapa de educación y formación,

una mejor alimentación y la creciente tecnifi-

cación de la vida cotidiana; esta última obliga

más que nunca a digerir información nueva de

modo constante, lo que contribuye a mantener

la materia gris activa.

Sin embargo, no todas las formas de inteli-

gencia han experimentado un aumento en los

últimos tiempos. Según un estudio panorámi-

co de 2009 de la psicóloga evolutiva Patricia

Green field, de la Universidad de California en

Los Ángeles, el incremento del CI se acusa so-

bre todo en pruebas no lingüísticas, es decir, en

aquellas en las que se exige una mayor inteli-

gencia visuoespacial a través de la comparación

de diseños complejos o el giro mental de figuras

geométricas. En los tests verbales, en cambio, la

tendencia al alza se presenta menos definida, se-

gún Greenfield. Si bien el vocabulario básico de

los estadounidenses ha aumentado en las últi-

mas décadas, en las pruebas escolares de aptitud

(SAT, de Scholastic Aptitude Test), los estudian-

tes manifiestan una menor comprensión de los

conceptos abstractos. Ambos resultados podrían

deberse a la presencia casi omnipresente de la

televisión frente a una menor inclinación por

la lectura en el tiempo libre.

Por el contrario, señala Greenfield, los me-

dios electrónicos podrían ser responsables del

incremento de la inteligencia visuoespacial.

Existen estudios que apoyan tal hipótesis. En

1994, el psicólogo Peter Frensch, quien por

aquel entonces trabajaba en la Universidad de

Missouri en Columbia, demostró que los juegos

de ordenador educan el pensamiento espacial.

Junto a la psicóloga evolutiva Lynn Okagaki, de

la Universidad Purdue en West Laffayete, some-

tió a más de 100 probandos a diversas pruebas

Inteligencia 2.0Navegar en Internet y jugar a videojuegos aumenta la inteligencia visuoespacial y la atención.

Sin embargo, su uso relega el desarrollo de otras facultades cognitivas esenciales

CHRISTIAN WOLF

RESUMEN

¿Nuevo mundo inteligente?

1El cociente medio de

inteligencia aumenta

desde hace décadas.

Algunos investigadores

creen que los medios

electrónicos tienen parte

de responsabilidad en

esta tendencia.

2Ciertos estudios

muestran que el

trabajo con las nuevas

tecnologías fomenta el

pensamiento visuoespa-

cial; también fortalece la

capacidad de interaccio-

nar con diversas tareas al

mismo tiempo.

3Otras investigaciones

relacionan el uso de

los medios tecnológicos

con una conducta impul-

siva y una disminución en

la capacidad de concen-

tración.

CONEXIÓN TOTAL

En la oficina, en casa o al aire

libre. Internet y las formas mó-

viles de comunicación penetran

en nuestra vida cotidiana.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 69MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 69

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de imaginación visuoespacial. Una parte de los

sujetos se entretuvieron en varias ocasiones du-

rante seis horas con el ya clásico videojuego de

lógica Tetris (rompecabezas digital que consiste

en colocar de forma adecuada y bajo la presión

del tiempo las piezas geométricas que caen sin

cesar de la parte superior de la pantalla). En una

prueba posterior con figuras espaciales, dichos

jugadores, en especial los varones, manifestaron

una mayor destreza para solucionar las tareas

que aquellos probandos que no habían emplea-

do unas horas resolviendo el Tetris.

De entrada, el mundo de la pantalla en el que

crecen los niños y los jóvenes de hoy no resulta

dañino para el cerebro. Al contrario: el cons-

tante bombardeo mediático podría preparar a

las nuevas generaciones ante las demandas de

la vida moderna. Cada vez más se exige a los

trabajadores la capacidad de la «multitarea»,

es decir, de dedicarse a diversas labores a un

mismo tiempo.

En 2005, Paul Kearney, del Instituto Unitec de

Tecnología de Auckland, descubrió que algunos

juegos de ordenador entrenaban dicha facultad.

Kearney solicitó a sus probandos que completa-

sen un test virtual, en origen desarrollado para

los reclutas de la armada de Estados Unidos. Los

voluntarios debían afrontar de forma simultá-

nea tareas habituales en una oficina: cálculos

mentales, memorizar series de nombres en poco

tiempo, prestar atención a estímulos visuales o

acústicos, entre otras. Antes de iniciar la prue-

ba por segunda vez, parte de los sujetos jugó

durante dos horas con el videojuego de acción

Counter-strike. Estos participantes consiguieron

mejorar sus resultados en la segunda prueba de

multitarea, así como los obtenidos por aquellos

sujetos que no habían jugado. ¿Por qué? En los

juegos de disparo en primera persona como el

Counter-strike, el jugador debe superar tareas

simultáneas: mover el personaje, atacar al adver-

sario, reaccionar ante los sucesos imprevistos,

vigilar su estado de salud y su provisión de mu-

niciones, además de idear una estrategia para

llegar al siguiente nivel. El completo reto cogni-

tivo preparó a los probandos para la prueba de

tareas simultáneas final, concluye Kearney.

Todo a la vistaLos videojuegos pueden influir también en

aspectos de la atención visual. En 2003, los

investigadores de la cognición Shaw Green y

Daphne Bavelier, de la Universidad de Roches-

ter en Nueva York, compararon individuos que

habían empleado gran parte de su tiempo libre

a lo largo de los seis meses en juegos digitales

de acción con personas que nunca cogían un

mando de videojuego. En la prueba, los volun-

tarios debían detectar cuántos cuadrados des-

tellaban en una pantalla. Aquellos probandos

que habían ejercitado con anterioridad su vista

en el monitor podían detectar más estímulos en

un mismo momento; también cuando los ele-

mentos aparecían en menor número y posicio-

nes más separadas. Asimismo, los probandos

jugadores demostraron su superioridad en el

A los psicólogos les resulta difícil definir con precisión esta importante cualidad. Desde que

William Stern, de la Universidad de Breslau, introdujera en 1912 el cociente de inteligencia, se

han desarrollado sistemas de tests para cuantificar las capacidades cognitivas de las personas.

Ello llevó a Edwin Boring (1886-1968), de la Universidad de Harvard, a la afirmación lapidaria

de que «la inteligencia es aquello que miden los tests de inteligencia». La mayoría de los inves-

tigadores, entretanto, pueden comulgar con la idea de que la inteligencia se halla compuesta

de dos grandes factores: la capacidad general de pensamiento («inteligencia fluida») y los

conocimientos aprendidos («inteligencia cristalizada»). El test de estructura de la inteligencia

que se aplica con mayor frecuencia divide el primer ámbito, el pensamiento deductivo, en los

siguientes componentes:

p inteligencia visuoespacial (rotar mentalmente figuras espaciales, completar modelos desde

el punto de vista lógico, etcétera).

p inteligencia numérica (calcular, continuar una serie de números, etcétera).

p inteligencia verbal (completar frases, construir analogías, entre otras).

El saber y la capacidad de recuerdo de los candidatos que realizan el test se detectan en

tareas separadas.

¿Qué es la inteligencia?

TV totalTiempo promedio al día que

dedican los escolares de entre

6 y 13 años de edad en Alema-

nia a los diferentes medios de

información (según datos de los

tutores).

(KIM-Studio de 2008 de la Asocia-

ción de Investigadores de Pedagogía

de los Medios del Sudoeste.)

Tele

visió

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enador:

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Radio:

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23 min

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MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 71

procesamiento temporal. Los científicos inves-

tigaron también en los voluntarios el «parpadeo

de la atención», fenómeno psicológico que con-

siste en presentar, tras un primer estímulo, un

segundo objeto durante solo unos cientos de

milisegundos (elemento que escapa fácilmente

de la percepción visual). Mostraron a los sujetos

una serie de letras en negro de forma repetida y

rápida en la pantalla (diez por segundo). En un

punto aleatorio se insertó una letra en blanco.

En la mitad de los casos se añadió a la serie final

una X negra tras la letra blanca.

Después de la ejecución de cada serie, los pro-

bandos debían indicar qué letra había aparecido

en blanco, aunque el verdadero interés de los

investigadores residía en saber si los voluntarios

acertaban sobre la aparición de una X negra. La

curiosidad de los científicos obtuvo la siguiente

respuesta: aquellos participantes aficionados a

entretenerse con videojuegos mostraron cla-

ramente más aciertos que los probandos no

habituados a tal entretenimiento, sobre todo

en relación a la pregunta sobre la presencia de

una X negra tras la letra blanca. Solo cuando

aumentaba el intervalo temporal entre ambos

estímulos, los «abstemios» al videojuego alcan-

zaban resultados similares a los de los jugadores.

Pasar mucho tiempo ante el monitor, afirman

los psicólogos, podría pues incrementar la rapi-

dez en asimilar informaciones.

¿Se trata solo de un efecto de entrenamiento?

Podría pensarse también que los aficionados a

los videojuegos sienten especial atracción por

los juegos de acción, precisamente porque dispo-

nen de antemano de una mayor atención visual,

con lo que logran resultados mejores. Ante el

dilema, Green y Bavelier enviaron a una parte

de los probandos no duchos en los juegos digi-

tales a entrenarse en tales maniobras. La mitad

de ellos debía dedicar una hora al día durante

10 días al juego de disparos y puntería Medalla

de honor, mientras que la otra mitad de volunta-

rios coleccionaba puntos en el Tetris, más tran-

quilo. Los tests llevados a cabo antes y después

del periodo de entrenamiento mostraron que,

al contrario de lo que sucedía con el juego de

lógica, el de acción incrementó en gran medida

la atención visual de los participantes. Green y

Bavalier atribuyen dicho efecto a que los juegos

de acción obligan a prestar mayor atención a

multitud de objetos al mismo tiempo.

En un estudio de 2008, ambos investigadores

adujeron además un posible mecanismo por el

que desarrollan los efectos del aprendizaje; los

estímulos vinculados con recompensas condu-

cen con mayor facilidad a conexiones nuevas

en el cerebro. Los estudios han mostrado que

al jugar en el ordenador o la consola se segrega

dopamina (neurotransmisor que desempeña

una importante función en el sistema neuro-

nal de recompensa) en determinadas áreas del

cerebro, como el cuerpo estriado. Este «golpe»

de dopamina podría contribuir a que, al poco

tiempo de juego, se refuercen las capacidades

necesarias para jugar.

«Los videojuegos pueden resultar muy be-

neficiosos para capacidades como la atención

visual», confirma el pedagogo Jürgen Fritz, de

la Escuela Técnica Superior de Colonia. «Faltan

pruebas, no obstante, sobre los efectos a largo

plazo, ya que los estudios de laboratorio reali-

Iconos en vez de palabrasLos «emoticonos» que se

emplean con frecuencia en

Internet, como :-), repre-

sentan rostros estilizados.

El procesamiento de tales

pictogramas estimula una

actividad cerebral más com-

pleja que la contemplación

de rostros reales. En dicho

proceso se activan áreas res-

ponsables de la descodifica-

ción de las palabras además

de aquellas responsables del

reconocimiento de objetos

reales.(«Objects and their icons in the

brain: The neural correlates of

visual concept formation»,

por Y.-W. Shin et al. en Neuro-

science Letters, vol. 436,

págs. 300-304, 2008.)

EL CEREBRO «BUSCADOR»

La comparación de la actividad cerebral de pro-

bandos con y sin experiencia en Internet al leer el

texto de un libro y al navegar en una página web

muestra que quienes usan con regularidad los

buscadores activan al navegar por la Red regiones

cerebrales adicionales importantes para procesos de

decisión complejos.

Experto en Internet leyendo

Experto en Internet buscando en la web

Principiante en Internet buscando en la web

Principiante en Internet leyendo

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09

72 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

zados hasta la fecha solo analizan los efectos a

corto plazo.» Por otro lado, hasta ahora se ha

comprobado que las competencias adquiridas

a través de la práctica virtual pueden aplicarse a

otros juegos y tests psicológicos en pantalla, mas

resta por investigar hasta qué punto tales com-

petencias resultan útiles en el mundo real.

Internet se encuentra, desde hace algunos

años, bajo el punto de mira de científicos cog-

nitivos e investigadores del aprendizaje. Los

resultados, en parte, sorprenden. En 2008 la

psicóloga Genevieve Johnson, de la Universidad

Grant MacEwan de Edmonton en Canadá, inves-

tigó mediante tests cognitivos a alrededor de

400 estudiantes usuarios de la Red en su tiempo

libre. Para examinar la capacidad de planifica-

ción, los probandos debían hallar en una lista

de números de siete dígitos, bajo la presión de

un cronómetro, las cifras que se correspondían.

(Dicho ejercicio requiere una estrategia efectiva

de búsqueda, como puede ser comparar los tres

primeros dígitos de cada cifra.) Se ideó además

una prueba para comprobar la atención visual

de los sujetos: debían encontrar en una amalga-

ma de números impresos en distinta tipografía

aquellos que se correspondían con las indica-

ciones que los experimentadores les facilitaban

previamente.

Aquellos probandos que, según su propio tes-

timonio, navegaban con asiduidad por Internet,

obtenían mejores resultados en ambas tareas

que los participantes que se describieron como

usuarios ocasionales o incluso no consumido-

res de la conexión en línea. Según el estudio, la

capacidad de planificación a corto plazo desta-

caba, sobre todo, si los estudiantes usaban con

frecuencia la Red para preparar sus trabajos y

los buscadores en línea (como Google o Yahoo).

La atención visual, por el contrario, despuntaba

entre aquellos que utilizaban Internet preferen-

temente para comunicarse y mandar correos

electrónicos.

Búsqueda activa Según Johnson, navegar por la Red estimula la

mente. A diferencia de la televisión, el consumo

de información en Internet no sucede de forma

pasiva, sino que permite una búsqueda activa.

Sin embargo, establecer una simple relación

causa-efecto entre el uso de Internet y la inteli-

gencia no resulta de recibo: es probable que se

necesite de cierta capacidad mental que induci-

ría a las personas a navegar cada vez con mayor

frecuencia en la Red, lo que a su vez aumentaría

las capacidades cognitivas.

Si el uso regular de Internet potencia la sus-

tancia gris, ello debería acusarse asimismo en la

actividad cerebral. En 2009, el psiquiatra Gary

Small y su equipo de la Universidad de California

en Los Ángeles examinaron tal hipótesis en 24

personas adultas. La mitad de ellas, de entre 55 y

76 años de edad, no tenía ninguna o tenía muy

poca experiencia con los buscadores de Internet.

El resto de los probandos usaban con frecuencia

este tipo de servicio. Los participantes, dentro

del tomógrafo de resonancia magnética, veían

a través de una pantalla una serie de textos

relacionados con temas diversos, entre ellos, la

marcha nórdica. Las informaciones aparecían en

1940

30

25

20

15

10

5

01950 1960 1970

Año

1980 1990 2000 2010

Incr

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tos

en

el C

I

Test de matrices de Raven

WISC

En 1948 el psicólogo Read Tuddenham, de la Universidad de California en

Berkeley, señaló por primera vez que el cociente de inteligencia (CI) aumenta

con el tiempo. Comparó el CI de los reclutas estadounidenses de la Primera

y la Segunda Guerra Mundial; los resultados de los test de aptitud de la

generación más joven resultaron mejores.

A principios de los años ochenta del siglo XX, el politólogo James Flynn

empezó a recopilar los resultados de los tests de inteligencia de diferentes

países. Constató que la tendencia mundial era la subida continua: según el

test y el país, crecía el CI de generación en generación de 5 a 15 puntos, fenó-

meno conocido como «el efecto Flynn». Sin embargo, el propio descubridor

es escéptico sobre qué conclusiones se pueden sacar de ello. Según Flynn, los

test de inteligencia medirían sobre todo aquellas capacidades cognitivas que

habrían mejorado en el último siglo, el pensamiento abstracto y el científico.

Ello constituiría solo una parte de la inteligencia. El mayor incremento en

el CI se muestra en procedimientos que utilizan tareas visuales. Al parecer

se incrementa sobre todo la inteligencia espacial.

p Test de inteligencia Wechsler para niños (WISC, Wechsler Intelligence Scale for

Children), que registra, entre otras capacidades, las verbales, lógicas y matemáticas.

p El test de matrices de Raven solo consta de ejercicios con imágenes.

(«What is intelligence?», por J. R. Flynn. Cambridge University Press; Cambridge; 2009.)

Tendencia al alza

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 73

dos tipos de formato: como libro virtual o bien

distribuidas en varias páginas web, las cuales

contenían los mismos textos e imágenes, mas

los probandos debían decidir qué páginas y en

qué orden las contemplaban. Resultado: al obser-

var la reproducción virtual de las páginas de un

libro se activaban en todos los sujetos regiones

cerebrales asociadas con la lectura (en especial,

en el hemisferio izquierdo aparecían activos el

centro cerebral del lenguaje y la corteza visual).

En cambio, en la experiencia con las páginas

web, ambos grupos mostraron diferencias entre

ellos: mientras que los cerebros de los sujetos

no ejercitados en el uso de Internet presentaban

actividades semejantes a cuando leían el texto de

un libro, en los encéfalos de los «expertos en bus-

cadores» se activaban regiones del lóbulo frontal

y temporal, además del hipocampo, estructuras

cerebrales todas ellas implicadas en complejos

procesos de decisión.

Con el fin de confirmar que la navegación por

la Red provoca diferencias en la actividad cere-

bral, Small y su grupo escogieron de entre los

probandos a tres voluntarios inexpertos para

que se lanzasen a la «piscina» de las nuevas tec-

nologías: a lo largo de cinco días y durante una

hora debían buscar por separado en Internet

respuestas a preguntas preestablecidas. Tras la

búsqueda se observaría de nuevo la actividad

cerebral en el tomógrafo.

En esta segunda prueba se activaba en el ce-

rebro de los internautas novatos una red de la

región frontal izquierda, más en concreto, en

la corteza prefrontal dorsolateral. «Esta área

controla nuestra capacidad de tomar decisiones

y de relacionar unas informaciones con otras»,

señala Small. Aunque es probable que el uso

frecuente de la búsqueda en Internet ayude a

mejorar dichas funciones cerebrales, aún resta

por estudiar las consecuencias a largo plazo de

tal práctica, sobre todo en niños, cuyo encéfalo

experimenta un desarrollo más intenso.

Errores en los mensajes Los medios electrónicos pueden, pues, estimu-

lar aspectos particulares del pensamiento, así

como preparar al cerebro para ciertas exigencias

de la vida cotidiana. No obstante, otras investi-

gaciones oscurecen la cara amable del mundo

de las nuevas tecnologías. En 2009 el médico

Michael Abramson, de la Universidad Monash

en Melbourne, preguntó a más de 300 alumnos

de entre 12 y 13 años de edad sobre el uso que

hacían del teléfono móvil; también sometió a

los estudiantes a diversos tests de atención en

el ordenador. Resultado: aquellos probandos que

EREBRO 48 / 2011

ESCRIBIR BLOGS EN VEZ DE LEER

Internet, como instrumento

«multimedia», incluye textos,

música y vídeos. En la web 2.0

cada usuario puede construir

y actualizar contenidos. Así,

puede escribir un bitácoras,

colaborar en proyectos abiertos,

como wikipedia, o atender un

perfil en una red social (como

Facebook o Twitter).

74 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

telefoneaban y escribían mensajes de texto con

frecuencia mostraban una velocidad mayor de

procesamiento, aunque también cometían más

fallos. «Quizá la comunicación móvil promueva

un comportamiento impulsivo y menos contro-

lado», arguye Abramson.

Los críticos advierten desde hace tiempo que

el uso frecuente de la videoconsola refuerza

la hiperactividad y el déficit de atención. Tras

dicha sospecha andaban en 2009 la psicóloga

Kira Bailey y sus colaboradores de la Universi-

dad estatal de Iowa en Ames. Los investigado-

res distinguieron en su estudio dos formas de

atención: la variante «proactiva», en la que se

preestablecen ciertos estímulos de manera que

el sujeto anticipa mentalmente determinados

resultados, y la atención «reactiva», que ayuda

a captar los estímulos inesperados y reaccionar

después.

Los probandos divididos en jugadores usua-

les y ocasionales debían superar el test Stroop

[véase «El efecto Stroop, una colorida trampa

verbal», de Rainer Rosenzweig; MENTE Y CEREBRO

n.o 47]. La prueba consiste en nombrar los colo-

res en los que aparecen escritas unas palabras

que se refieren a su vez a nombres de colores; si

no coinciden uno con otro (como en «azul»), se

tarda más en determinar el color que significa

la palabra.

Muestras de cansancio Con el fin de medir la atención reactiva, los in-

vestigadores tomaron como base la rapidez y

la corrección con las que los probandos nom-

braban los colores cuando aparecían palabras

«incongruentes» en la pantalla. Los aficiona-

dos a los videojuegos y los no habituados a ello

obtuvieron aciertos similares. Para la atención

proactiva, los científicos comprobaron que los

sujetos se mantenían en sus trece si se alterna-

ban palabras congruentes con incongruentes. En

este caso, los jugadores versados mostraron un

peor resultado: cuanto más duraba la prueba,

más tiempo necesitaban para procesar las pala-

bras escritas en colores «equivocados» si estas

seguían a correspondencias correctas.

Las ondas cerebrales registradas a través del

electroencefalograma reflejaron también tales

muestras de enlentecimiento. Aquellas frecuen-

cias que acontecen en un control cognitivo ele-

vado continuaban en los jugadores ocasionales

alrededor de dos segundos más después de la

aparición de una palabra. En cambio, en los pro-

bandos que consumen las horas libres frente a

un monitor, la señal se mantenía solo la mitad

del tiempo; al parecer les resultaba más difícil

destinar la actividad de su lóbulo frontal por

un tiempo prolongado a la atención proactiva.

Según el coautor del estudio, Rob West, los vi-

deojugadores podrían manifestar problemas

para concentrarse en un asunto durante largo

tiempo en la vida real.

Buscar en Google tampoco fomenta la lec-

tura atenta. En 2008, científicos del Universi-

ty College de Londres investigaron el modo en

que los navegantes utilizaban las páginas web

de la Biblioteca Británica. Para ello analizaron

los rastros digitales que los usuarios dejaban

a lo largo de sus indagaciones. El resultado fue

desalentador. La investigación y la lectura en la

web se asemejan más a un rastreo superficial

de información que a la lectura detenida de un

libro: alrededor del 60 por ciento de los usua-

rios de periódicos electrónicos apenas entraban

en tres páginas. «No parece que los usuarios en

línea lean en el sentido tradicional», concluyen

los investigadores. En cambio, parecen surgir

nuevas formas de consumo de la información:

una ojeada rápida al título, al índice y al resu-

men; nada de profundizar en textos largos.

La lectura detenida, no obstante, conlleva un

significado relevante, destaca Patricia Green-

field. Muchos medios electrónicos apenas dejan

tiempo al usuario para la reflexión crítica; el

paso rápido a la siguiente información, sección,

a un nuevo clic, rompe el curso del pensamiento.

Los investigadores del desarrollo también apun-

tan los inconvenientes de la televisión. En los

años ochenta del siglo XX comprobaron que

los niños, después de una reducción a la mitad

de su consumo habitual de televisión durante

seis semanas, mostraban una conducta menos

impulsiva que antes del experimento. En 2009,

el pediatra Dimitri Christakis, de la Universidad

de Washington, demostró en más de 300 niños

el temor que los críticos venían advirtiendo des-

de hacia tiempo: cuantas más horas pasaban los

pequeños frente al televisor, menos conversan

sus padres con ellos. Dicha interacción humana

resulta sumamente importante para el desarro-

llo cognitivo en la edad preescolar. Greenfield

señala que, aunque la televisión, la Red y los

videojuegos pueden estimular la inteligencia

visual, ello sucede a costa del procesamiento

cognitivo profundo. «Cada medio posee sus

fuerzas y debilidades, y promueve capacidades

mentales a costa de otras», puntualiza la inves-

tigadora.

Christian Wolf es doctor en filosofía y periodista científico.

BIBLIOGRAFÍA

COMPLEMENTARIA

NEUE INTELLIGENZ. WARUM

WIR DURCH COMPUTERSPIELE

UND TV KLÜGER WERDEN.

S. Johnson. Kiepenheuer

& Witsch. Colonia, 2006.

TECHNOLOGY AND INFOR-

MAL EDUCATION: WHAT IS

TAUGHT, WHAT IS LEARNED.

P. M. Greenfield en Science,

vol. 323, págs. 69-71, 2009.

Crítica a los medios en el cambio de épocaHacia finales del siglo XVIII

se extendieron en Alemania

numerosas advertencias so-

bre la «adicción a la lectura»,

postura que se asemeja a las

críticas actuales a Internet.

La amalgama de libros ex-

pandiría en aquellos tiempos

demasiadas historias fútiles,

con efectos dañinos para el

espíritu de aquellos que leían

mucho: los consumidores,

principalmente jóvenes, se

distraerían y desconcen-

trarían, siempre a la busca

de consumo ligero, y ya no

sabrían separar lo esencial

de lo secundario. Hoy los

padres animan a sus hijos a

leer mucho y contemplan la

navegación por Internet con

recelo.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 75

Profesor Rindermann, ¿somos cada vez más

inteligentes?

Al menos, las personas en todo el mundo pun-

túan mejor en los tests de inteligencia que hace

dos o tres generaciones. Cuanto más se retroce-

de en el tiempo, mayor es la diferencia: hasta 20

o 30 puntos de diferencia en el cociente intelec-

tual (CI) en comparación con el comienzo del

siglo XX. El politólogo neozelandés James Flynn

fue el primero en documentar de forma siste-

mática tal incremento en distintos países. Por

este motivo hoy hablamos del «efecto Flynn».

Quizá las personas han aprendido simple-

mente a adaptarse mejor a esos tests...

Esa sería la contratesis crítica: los sujetos ex-

perimentales pueden responder mejor a las

preguntas, pero no se han vuelto más inteli-

gentes. Por ello deben buscarse más indicadores

sobre si realmente ha mejorado la capacidad

intelectual en las últimas décadas. Un factor

muy importante es que, como mínimo, las

personas en los países desarrollados acuden

durante más más tiempo a la escuela que hace

50 años; la educación fomenta naturalmente la

inteligencia. Asimismo, determinadas formas

de superstición, como las brujas o los demo-

nios, están menos difundidas en la actualidad.

La racionalidad ha aumentado.

Con lo cual llegaríamos a una pregunta difí-

cil: ¿Qué es propiamente la inteligencia?

En primer lugar, la inteligencia es la capacidad

de pensar. Dentro de ella se incluye poder sacar

conclusiones lógicas o deducir reglas generales

a partir de observaciones. Reconocer las afini-

dades de cosas diferentes y construir conceptos

son otras competencias que la componen.

¿No es demasiado occidental este plantea-

miento rigurosamente lógico?

Cierto. Un ejemplo conocido de cómo otras cul-

turas tratan este tema son las investigaciones

del psicólogo ruso Alexander Luria. En los años

treinta del siglo XX quiso investigar la inteligen-

cia de los campesinos uzbecos, poniéndoles ta-

reas como: «Allí donde siempre hay nieve, los

osos son blancos. En el norte de Siberia siempre

hay nieve. ¿De qué color son allí los osos?». Al-

gunos de los campesinos a los que se les pre-

guntaba rehusaban por sistema responder a la

pregunta. Al fin y al cabo ellos nunca habían

estado en el norte de Siberia, por lo que tampoco

podían saber de qué color eran allí los osos. No

solo no se habían introducido en absoluto en la

estructura lógica de la pregunta, sino que que-

rían hacer valer solo su propia experiencia.

¿Es nuestro pensamiento racional deductivo

forzosamente mejor?

Se podría decir que es más correcto. En muchas

actividades no se necesita una capacidad inte-

lectual racional, como, por ejemplo, cultivar la

música, disfrutar de una buena comida o man-

tener relaciones sociales. Pero la inteligencia

ayuda a solucionar problemas abstractos, una

capacidad que en el mundo moderno resulta

Cambio fundamental en las estructuras de pensamientoDesde hace décadas crece el promedio de cociente intelectual en todo el mundo. El psicólogo Heiner

Rindermann aclara la razón del fenómeno y la función que desempeñan en ello los nuevos medios

ENTREVISTA REALIZADA POR JOACHIM MARSCHALL

ENTREVISTA

HEINER RINDERMANNp Nació en 1966 en Co-

lonia.

p Estudió psicología, filoso-

fía, etnología y politolo-

gía en Heidelberg.

p Obtuvo el premio William

Stern de la Sociedad

Alemana de Psicología

en 2007.

p De 2008 a 2010 fue

profesor de evaluación

y métodos de psicolo-

gía del desarrollo en la

Universidad de Graz.

p En la actualidad es profe-

sor de psicología educa-

cional y del desarrollo en

la Universidad Técnica de

Chemnitz.

76 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

cada vez más importante. También esto, dicho

sea de paso, indica que las personas se han vuel-

to más inteligentes.

¿Por qué?

Puede ser bastante complicado utilizar un coche

o un teléfono, no digamos los ordenadores. An-

tes apenas existían aparatos técnicos; además,

resultaban de manejo mucho más fácil, ya que

carecían de tantas funciones. Si las personas no

fuesen desde el punto de vista cognitivo más

competentes que hace dos o tres generaciones,

difícilmente podrían acometer las demandas

crecientes.

Los niños nacen hoy en un ambiente más

complejo que el de sus abuelos. ¿Les convierte

ello en más inteligentes?

Sí, esa es la hipótesis básica en investigación:

un ambiente variado y estimulante fomenta

las capacidades cognitivas. Además, debe di-

ferenciarse entre conocimiento e inteligencia.

Adquirimos conocimientos en la medida en que

estudiamos las instrucciones de uso de un mo-

delo de teléfono determinado. Por el contrario, la

inteligencia sería la capacidad de aplicar aquello

aprendido a otros aparatos, lo cual resulta mu-

cho más fácil a los jóvenes de hoy.

¿Qué incrementa nuestra inteligencia, ade-

más de un período escolar más largo y la ocu-

pación con una técnica compleja?

Muchos estudios han mostrado que los padres

más educados tienen, por término medio, hijos

más inteligentes. Los progenitores universita-

rios hablan más con sus vástagos y utilizan para

ello gran variedad de palabras. Eso fomenta el

desarrollo lingüístico; también el desarrollo cog-

nitivo general de los niños. Un segundo factor

interesante es que cuantos más libros ocupan

las estanterías de la casa, más inteligentes son

los descendientes. Es posible que los niños de

familias próximas a la cultura lean, de modo

automático, más y desarrollen por ello mejor

su potencial. Quizá también las personas que

gozan genéticamente de una inteligencia más

alta poseen más libros en casa. Presumiblemen-

te sean ambas cosas.

Los niños de hoy sin diccionario en casa

pueden consultar en Internet el asunto que les

interesa. ¿Fomentan los medios electrónicos la

distribución adecuada de la inteligencia?

En todo caso, el saber se ha vuelto más accesible

gracias a Internet. Pero con frecuencia se plantea

el problema de cómo los niños y jóvenes utili-

zan la Red: para aprovecharla desde el punto de

vista mental, deben ver las páginas adecuadas.

Sin embargo, en Internet se encuentra, junto a

informaciones políticas razonables, por ejemplo,

toda la información posible acerca de extremis-

mos de izquierda y derecha. Uno mismo debe

poder elegir lo que es importante y correcto; no

basta con el acceso a la Red como tal.

¿Usted no comparte la euforia por el «saber

libre disponible para todos»?

Naturalmente que los niños y los jóvenes pue-

den adquirir conocimientos en Internet que

les sirven para la escuela o para su formación.

Un buen ejemplo de ello es Wikipedia. Sin

embargo, de la misma manera pueden jugar

en línea, descargar música o ver pornografía.

Resulta necesario seleccionar entre la masa de

información.

Los hoy nacidos crecen con Internet. Por este

solo motivo, ¿no se manejará mucho mejor la

generación actual con la avalancha de infor-

mación?

Es muy posible. Pero con ello es probable que

también se transformen de raíz nuestras estruc-

turas de pensamiento: en lugar de llegar al fondo

de las cosas, tendemos cada vez más a abordarlas

en superficie. Tal tendencia se observa también

ESCUELA E INTELIGENCIA

Los períodos más largos de

formación son una causa im-

portante del incremento del

CI promedio en las últimas

décadas.

«Si las personas no fuesen más competentes desde

el punto de vista cognitivo que hace dos o tres

generaciones, difícilmente podrían hacer frente a las

demandas crecientes de la vida cotidiana»

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 77

BIBLIOGRAFÍA

COMPLEMENTARIA

RELEVANCE OF EDUCATION

AND INTELLIGENCE FOR THE

POLITICAL DEVELOPMENT

OF NATIONS: DEMOCRACY,

RULE OF LAW AND POLITICAL

LIBERTY. H. Rindermann en

Intelligence. vol. 36, n.o 4,

págs. 306-322, 2008.

RELEVANCE OF EDUCATION

AND INTELLIGENCE AT

THE NATIONAL LEVEL FOR

HEALTH: THE CASE OF HIV

AND AIDS. H. Rindermann

y G. Meisenberg en Intelli-

gence, vol. 37, págs. 383-

395, 2009.

EDUCATIONAL POLICY AND

COUNTRY OUTCOMES IN

INTERNATIONAL COGNITI-

VE COMPETENCE STUDIES.

H. Rindermann y S. J. Ceci

en Perspectives on Psy-

chological Science, vol. 4,

n.o 6, págs. 551-577, 2009.

RECIPROCAL EFFECTS

BETWEEN FLUID AND CRYS-

TALLIZED INTELLIGENCE

AND THEIR DEPENDENCE ON

PARENTS’ SOCIOECONOMIC

STATUS AND EDUCATION.

H. Rindermann, C. Flores-

Mendoza y M. Mansur-Al-

ves en Learning and Indi-

vidual Differences, vol. 20,

págs. 544-548, 2010.

en la ciencia. Los investigadores producen resul-

tados cada vez más detallados y publican cada

vez más artículos, pero con frecuencia falta un

proyecto teórico maduro. Incluso en la filosofía

puede observarse dicho fenómeno.

¿Cómo?

Tome por ejemplo los trabajos de Peter Sloter-

dijk: resulta todo muy polifacético, muy elabo-

rado, con numerosas referencias. Sin embargo,

falta una estructura clara, faltan posiciones defi-

nidas, como en cambio sí se encuentran todavía,

por ejemplo, en Jürgen Habermas. Por ello, se

podría caracterizar a Sloterdijk como el «fósil

filosófico característico» de nuestra época. Creo

que este estilo caprichoso de pensamiento se va

a extender más.

¿Podría basarse también el incremento actual

del CI en un cambio en el modelo de pensamien-

to? Los estudios muestran que sobre todo las

capacidades visuoespaciales sacan provecho de

la progresiva estimulación de los medios.

Es cierto. Son sobre todo las tareas visuoespacia-

les las que se resuelven hoy mejor que antes. En

el test de matrices de Raven, por ejemplo, que

solo se compone de preguntas sobre imágenes,

se encuentra el mayor incremento de CI. En los

tests que exigen conocimientos de palabras o

capacidades matemáticas, el incremento dis-

minuye. En los clásicos de cultura general, los

resultados son también regresivos. Tales indicios

se reflejan asimismo en el efecto Flynn: estudios

desarrollados en Dinamarca, Noruega y Holanda

demuestran que el incremento del CI se ha dete-

nido en estos países; incluso en parte vuelve a

disminuir ligeramente el valor medio. Lo mismo

podría valer para Alemania.

Entonces, ¿no seremos más inteligentes en

un futuro?

Parece que en los países desarrollados hayamos

alcanzado un tope máximo, ya que todos los

efectos de potenciación se encuentran agotados.

Algo así como lo que sucede con los suplementos

de vitaminas: solo quien se encuentra mal nutri-

do puede aprovecharse de ellos. Mas si se come

lo suficiente y de forma variada, no presentan

ningún beneficio adicional; poco importa cuán-

tas pastillas se tomen al día.

Según lo anterior, solo podría valer para los

países industrializados ricos.

Sí. En los países en desarrollo observamos hoy

por hoy el mismo incremento de CI que en nues-

tras sociedades en el siglo XX. Por ejemplo, estu-

dios de Kenia o de la isla caribeña de Dominica

muestran que allí la inteligencia ha incrementado

con fuerza en los últimos 30 años. Por diferentes

causas. Con el crecimiento económico retrocede

la malnutrición; la educación médica también

aumenta, como por ejemplo, el conocimiento de

las consecuencias de fumar durante el embarazo.

Los padres están más educados. Eso mejora de

forma notable el desarrollo de los niños. Dicho

a la inversa: si aquí hay empeoramientos, puede

también revertirse la tendencia.

Usted suele subrayar que la democracia y el

estado constitucional dependen de la inteligen-

cia, ¿por qué?

Cuanto mayor es el grado de democratización

y la libertad política de un país, más despunta

en los estudios comparativos internacionales,

como Pisa o TIMSS. Existen diferentes modelos

explicativos para ello. Por ejemplo, los investiga-

dores han constatado que la inteligencia ayuda

a percibir la perspectiva de otros y juzgarla con

moralidad. Ambas llevan al comportamiento

democrático. Otros estudios muestran que las

personas educadas e inteligentes son, en conjun-

to, más liberales, acuden a las urnas con mayor

frecuencia y rara vez votan a partidos extremis-

tas. En el otro sentido, parece que una cultura

política abierta fomenta la inteligencia.

¿Por qué puntúa entonces tan bien en las

comparaciones internacionales de CI, por ejem-

plo China, donde las libertades políticas andan

más bien mal?

Yo lo atribuiría a la fuerte tradición del confu-

cianismo, que subraya el esfuerzo personal, la

moderación y la aplicación. Este pensamiento

profundamente arraigado, ciertamente inte-

rrumpido por la revolución cultural, parece

ahora que vuelve de nuevo a salir a flote. Tam-

bién las naciones vecinas, marcadas por el con-

fucianismo, puntúan muy bien en los tests de

CI. Con todo, en China existe un problema con

la falta de un Estado de Derecho. Eso afecta al

desarrollo económico del país y al desarrollo

cognitivo de sus habitantes.

¿Cambiará el mundo cuando todos los países

hayan agotado su CI potencial?

Creo que gracias a la formación y la inteligencia

nuestro mundo será en conjunto más pacífico,

más democrático y con un mayor Estado de De-

recho. Esa es una vieja idea de la Ilustración: el

pensamiento libera. La estamos poniendo en

práctica.

«En lugar de llegar al fondo de las cosas, tenderemos

cada vez más a abordarlas solo en superficie.

Incluso en la filosofía se observa este fenómeno»

78 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

Durante las vacaciones de verano, Ryan,

un adolescente de 13 años natural de Ver-

mont, estableció vía correo electrónico y SMS

un animado contacto con una compañera de

colegio. El interés de ella era solo fingido. Tras el

periodo estival, al encontrarse el colegial cara a

cara con la joven, ella lo calificó de «perdedor»

y se burló de él delante de todos sus amigos. El

3 de octubre de 2003, Ryan se suicidó.

También el conocido como «chico de la

Guerra de las Galaxias» (Star Wars kid) ganó

popularidad de forma trágica. En 2002, el joven

canadiense filmó por diversión, con una video-

cámara del colegio, escenas en las que aparecía

simulando luchar con una espada de rayos láser.

Algo después, unos alumnos encontraron la gra-

bación por casualidad en el ordenador escolar y

decidieron colgar las imágenes en Internet, para

regocijo general. Desde ese día, internautas de

todo el mundo han editado, añadido música,

parodiado y descargado la filmación millones

de veces. Víctima involuntaria de la fama ori-

ginada por la difusión de unas imágenes que lo

dejaban en ridículo, el adolescente cayó en una

depresión que lo llevó a seguir un tratamiento

terapéutico.

Ambos sucesos son solo dos ejemplos de

un fenómeno social en expansión: el cyber-

bullying o acoso cibernético, una modalidad de PIC

TUR

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Mobbing 2.0Desde SMS ofensivos hasta alusiones ridículas en Internet.

El cyberbullying, o acoso cibernético, supone una variante

de violencia entre los jóvenes. ¿Qué causas originan

el fenómeno? ¿Cómo deben actuar padres y maestros

para evitarlo?

DIETER KROWATSCHEK

RESUMEN

Dentro y fuera de la escuela

1El ciberacoso se de-

sarrolla a cualquier

hora a través del correo

electrónico, servicios de

mensajería instantánea o

teléfonos móviles, entre

otras herramientas elec-

trónicas.

2Si un joven padece

acoso repetido en la

escuela, el riesgo de ser

víctima de ciberacoso es

siete veces mayor.

3Padres y maestros

deben tener en cuen-

ta signos de alarma de

esta forma de violencia,

como el aislamiento o

el empeoramiento en el

rendimiento escolar de la

víctima.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 79

GRABACIONES VIOLENTAS

La violencia tradicional y la cibernética pueden

entremezclarse: los acosadores filman los ataques

físicos y luego los cuelgan en Internet.

80 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

violencia psíquica entre menores. A través del

correo electrónico, los servicios de mensajería

instantánea y teléfonos móviles, además de

otras herramientas electrónicas, niños y jó-

venes son acosados y afectados física o psico-

lógicamente.

Algunos acosadores consiguen el acceso perso-

nal a la cuenta de correo electrónico de la vícti-

ma, adoptan su nombre y envían bajo la identi-

dad usurpada mensajes agresivos dirigidos a ter-

ceras personas. En Estados Unidos, un acosador

cibernético remitió a través de una cuenta ajena

de correo instantáneo de Messenger mensajes de

contenido sexual a los compañeros de colegio del

alumno víctima de la intromisión cibernética.

Este, como cabía esperar, experimentó graves

problemas en clase.

El acosador clásico aterroriza a su víctima en

un lugar concreto y durante un espacio limita-

do de tiempo. El acoso cibernético, en cambio,

se desarrolla a cualquier hora, sea de día o de

noche. Además, no basta con cerrar la puerta

de la habitación al regresar a casa para olvidar

las humillaciones de la jornada: cualquiera pue-

de descargar fotos comprometidas en Internet

durante las 24 horas del día.

Las escasas investigaciones sobre ataques vir-

tuales contradicen los datos sobre la auténtica

magnitud del fenómeno psicosocial. Según un

estudio llevado a cabo en 2007 por científicos

del Centro de Investigación Pedagógica Empí-

rica de la Universidad de Landau, en el que se

encuestaron a cerca de 2000 alumnos de pri-

maria, secundaria y bachillerato, uno de cada

cinco escolares admitía que en alguna ocasión

había sufrido acoso virtual.

Por el contrario, un grupo de investigadores

dirigido por el sociólogo David Finkelhor, de la

Universidad de New Hampshire, informó en

2006 de que en Estados Unidos apenas uno de

cada diez internautas era víctima de acoso ciber-

nético. Estas cifras se basaban en una encuesta

telefónica y representativa efectuada a un total

de 1500 jóvenes estadounidenses de entre 10

y 17 años seleccionados de forma aleatoria. No

obstante, el número de afectados parece que no

cesa de crecer: cinco años antes, una encuesta

similar situaba en un seis por ciento el porcen-

taje de alumnos acosados.

En 2007, un episodio de acoso en un colegio

de una pequeña ciudad de Hesse produjo gran

revuelo en Alemania. Varios alumnos tortu-

raron a un compañero de su misma edad en

los vestuarios del gimnasio, grabaron la cruel

escena con un móvil y colgaron las imágenes

en Internet. Los autores justificaron su acción

alegando que la víctima llevaba el pelo largo.

Asimismo afirmaron que el chico estuvo rién-

dose todo el rato, por lo que pensaron que a él

también le divertía la situación.

Torturadores reales y virtualesEl ejemplo muestra cómo el mobbing se funde

entre dos mundos, el real y el virtual. Para mu-

chos jóvenes el asedio no finaliza al salir de la

escuela, sino que se prolonga en el ciberespacio.

Según Nancy Willard, directora del Centro para

el Uso Seguro y Responsable de Internet (CSRIU,

por sus siglas en inglés), existen dos modelos

posibles de fusión entre agresiones tradiciona-

les y virtuales. Por un lado, el acoso se inicia

en el mundo real y se traslada posteriormente

a Internet, donde el hostigador y la víctima de-

sempeñan sus respectivos papeles. Por otra par-

te, el sujeto perjudicado utiliza la Red (colgando

material comprometedor, por ejemplo) como

herramienta de venganza ante las experiencias

reales sufridas.

Michele Ybarra, investigadora de la organiza-

ción sin ánimo de lucro Internet Solutions for

Kids, desarrolló en Irvine (California) durante

los años 2004 y 2007 dos estudios con el fin de

comprobar dicha relación. Junto con Kimberley

Mitchell, de la Universidad de New Hampshire,

observó que muchos de los encuestados invo-

lucrados en extorsiones a través de Internet

—como autores, víctimas o ambos roles a la

vez— también eran objeto de un acoso con-

vencional. Así, la mitad de los que en el mundo

p Discusión acalorada (flaming, de flame, «llama» en inglés): Los jóvenes se

atacan unos a otros mientras chatean. Puede tratarse de un intercambio

breve y violento, pero también llegar al flame war, situación en la que

los interlocutores se insultan de mala manera.

p Hostigamiento (harassment): Esta variedad supone un grado más en la

interacción de insultos y vejación; su duración es también mayor. El agresor

envía cientos de mensajes insultantes.

p Ciberacoso: El acosador utiliza diversos medios electrónicos con el fin de

perseguir a la víctima. La hostiga repetidas veces con amenazas o falsas

acusaciones.

p Pegar por diversión (happy slapping): Los autores golpean a alguien

en la calle mientras uno de ellos graba la escena. Cuelgan la grabación en

Internet.

p Exclusión: Los actores expulsan a otro joven de su grupo virtual o le

niegan el acceso.

Formas de bullying cibernético

InvestigaciónLos datos referentes a la

magnitud del acoso ciberné-

tico resultan muy dispares.

La mayoría de las estima-

ciones indican que entre el

4 y el 15 por ciento de los

jóvenes están afectados.

Tales cifras dependen de la

definición que utilizan los

investigadores para el «aco-

so cibernético», así como

del grupo de personas o

edades que han elegido

para la muestra y de la

fecha de la encuesta, entre

otros factores.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 81

virtual eran de forma simultánea acosador y

acosado sufrían asimismo mobbing en la vida

real.

Si un joven padece de forma repetida acoso

en la escuela, el riesgo de que sufra a su vez mo-

bbing en el ciberespacio es siete veces mayor.

A esta conclusión llegaron en 2008 las psicólo-

gas Jaana Juvonen y Elisheva Gross, de la Uni-

versidad de California, tras entrevistar a unos

1450 usuarios de Internet.

Desinhibición en la RedEl acoso cibernético, a pesar de presentar mu-

chas coincidencias con el del mundo real, inclu-

ye aspectos novedosos, ya que el hostigamiento

a través de la Red aporta al actor virtual ventajas

significativas en comparación con el acometido

en el patio de la escuela: entre ellas, resulta anó-

nimo y de gran eficacia. Los jóvenes pueden, por

ejemplo, adoptar identidades falsas y propagar

rumores o mentiras en un amplio abanico de

personas. Según publicó en 2006 la revista Die

Polizei, en los ataques cibernéticos desciende la

inhibición natural que se origina al molestar

a otras personas, ya que los acosadores evitan

de esta manera enfrentarse cara a cara con sus

víctimas, mientras que en el mobbing real pue-

den comprobar de inmediato las consecuencias

de su conducta.

La Red, no obstante, no siempre garantiza el

anonimato. El estudio antes mencionado de Ju-

vonen y Gross señala que un 73 por ciento de los

internautas acosados se manifestaba bastante

o del todo convencido al reconocer al autor o

autores de los hechos; en su mayoría se trataba

de compañeros de clase.

¿Qué induce a los jóvenes a acosar a sus

compañeros? ¿Existen rasgos comunes entre

los acosadores? ¿Y entre las víctimas? Sea en el

patio del colegio o en Internet, los involucrados

suelen presentar anomalías psíquicas y sociales

con mayor frecuencia que sus compañeros de

clase. En 2006, las psicólogas Robin Kowalski

y Susan Limber, de la Universidad Clemson en

Carolina el Sur, observaron que todos los par-

ticipantes en casos de mobbing manifestaban

una baja autoestima.

Víctimas «puras» y acosadores-víctimas pre-

sentan mayores trastornos de angustia social

que los sujetos que desempeñan exclusivamen-

te el rol de hostigador o los no afectados. Las

investigadoras preguntaron a cerca de 4000 es-

colares cuán nerviosos se solían poner en de-

terminadas situaciones sociales, entre otras

cuestiones. Kowalski y Limber aducen que con

ayuda de los ataques de mobbing, los jóvenes

compensan problemas de angustia y autoes-

tima. Las psicólogas indicaron, a raíz de los re-

sultados de encuestas realizadas entre alumnos

de enseñanza secundaria y bachillerato, otros

motivos: el niño o adolescente acosador busca

notoriedad, quiere resultar impasible y podero-

so, actúa guiado por los celos o por la venganza;

en ocasiones ejerce el acoso simplemente por

aburrimiento.

La forma en que el menor percibía el ambiente

escolar parecía influir también en la práctica de

«psicoterror»: cuanto más vinculado se sentía a

la escuela, menos acosaba a sus compañeros. Del

mismo modo, si mantenía con un escolar de la

misma edad una relación de confianza y colabo-

ración, disminuía la práctica de mobbing. A tales

conclusiones llegó un grupo de investigadores

dirigido por Kurt Williams y Nancy Guerra, de la

Universidad de California en Riverside, a partir

de una encuesta a más de 3300 alumnos en el

año 2005.

Los mencionados estudios de Ybarra y Mit-

chell mostraban que la probabilidad de que un

joven presentase de forma habitual otro tipo

de comportamiento problemático, como agre-

sividad o trasgresión de normas, aumentaba

cuanto más acosaban a sus compañeros de es-

cuela. Jóvenes que habían acosado en el pasado

de forma reiterada a sus compañeros de cole-

gio transgredían las normas con una frecuencia

p Nunca facilitar datos personales de acceso (PIN, contraseña).

p No creer todo lo que digan los chateadores anónimos o desconocidos;

tampoco transmitirles ninguna información personal.

p Pulsar la tecla «ignorar» para dar por terminada una conversación

malintencionada.

p Informar al moderador de la sala cibernética de cualquier incidencia.

p Dejar sin respuesta los mensajes insultantes, de este modo se evita

que el acosador cibernético se sienta motivado a acometer nuevas

provocaciones.

p En caso necesario, abrir una nueva cuenta de acceso.

p Confiar en un adulto.

p Informar al proveedor de Internet, mensajería instantánea o telefonía

móvil sobre la presencia de amenazas o materiales inapropiados.

p No borrar de inmediato insultos o intimidaciones repetidas. Es mejor

conservarlas como posibles pruebas.

p Desconectar de vez en cuando el ordenador o el teléfono móvil

y relajarse.

(De la revista Die Polizei, 10/2006)

¿Cómo protegerse?

El acoso

cibernético

se puede

desarrollar

a cualquier

hora del

día y de la

noche

82 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

siete veces mayor que aquellos escolares de la

misma edad sin tales antecedentes. Establecer

a partir de dichos estudios de correlación qué

factores son causa y cuáles consecuencia del

fenómeno resulta complicado. El acoso ciber-

nético puede compensar y también reforzar la

baja autoestima.

Señales de alarmaA menudo los jóvenes sometidos a acoso en

la escuela explican que a causa de la situación

sufren depresiones, se sienten desamparados y

temerosos y les resulta difícil concentrarse. Es

probable que el acoso virtual suponga incluso

consecuencias más graves a largo plazo, ya que

los jóvenes no pueden refugiarse de la situación

ni en su casa.

En un estudio desarrollado en línea por

Kowalski en 2006, las víctimas del acoso ciber-

nético admitieron sentirse irritados, deprimidos,

estresados o turbados tras el acecho. Asimismo,

un grupo de investigadores dirigido por David

Finkelhor señalaba que en un 38 por ciento de

las víctimas, el acoso les había consternado y les

había convertido en personas temerosas.

Los efectos del acoso virtual se traducen en

ciertos signos de alarma que padres y maestros

deben tener en cuenta: después de una incur-

sión por Internet o de leer un mensaje SMS, el

adolescente se muestra emocionalmente irri-

tado, evita el contacto con compañeros de su

edad y empeora el rendimiento escolar. Dicha

conducta resulta muy significativa, ya que los

menores acosados no suelen contar su problema

a los adultos.

Datos de Juvonen y Gross indican que tan solo

uno de cada diez jóvenes informa a alguna per-

sona adulta de sufrir mobbing. Por otra parte,

la mayoría de los padres y educadores apenas

se desenvuelven con las nuevas tecnologías. En

este sentido, Nancy Wilard insiste en la necesi-

dad de que los padres muestren mayor interés

por la actividad en línea de sus hijos. También

deberían ayudarles a defenderse ante posibles

agresiones virtuales. Los adolescentes deben evi-

tar la publicación en Internet de información

que pueda utilizarse en su contra. Si un niño ya

ha sufrido acoso a través de la Red, la manera

más efectiva de reaccionar consiste en almace-

nar todo el material implicado y enviarlo a los

padres del acosador.

Los consejos de Kowalski y Limber tienen un

enfoque similar. Si se trata de un acoso inocuo,

recomiendan borrarlo e ignorarlo. En el supues-

CONMOCIÓN

Un 11,6 por ciento de jóvenes

entre 12 y 18 años reconoce

haber sufrido ciberacoso en la

Red, mientras un 8 por ciento a

través del móvil.

(Fuente: Juventud y Violencia,

Pfizer 2010)

GEH

IRN

& G

EIS

T /

STEF

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IE S

CH

MIT

T

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 83

to de que el autor sea compañero de colegio de la

víctima, conviene notificárselo al director.

El método de «no inculpación» (no blame

approach) supone un modo especial de afron-

tar el acoso cibernético. En los años ochenta,

Barbara Maines y George Robinson, psiquiatra

y director, respectivamente, de una escuela es-

pecial para niños con problemas de conducta,

desarrollaron dicho sistema. El modelo parte del

supuesto de que, por principio, el mobbing no

puede evitarse en las escuelas; el castigo tampo-

co sirve de nada. Por dicha razón, los maestros

no debieran sancionar las acciones en sí mis-

mas, sino identificar a los involucrados con el

fin de analizar juntos los problemas de base que

han llevado a tal situación. El objetivo es lograr

la comprensión del acosador hacia su víctima

para que, finalmente, le pida perdón o «hagan

las paces».

En marzo de 2008, un consultorio asesor

para casos de conflicto de Colonia, en colabo-

ración con la Federación para la Defensa Social

en Menores, presentó dicho método en diversas

escuelas de Alemania. Según señalan los pro-

motores del proyecto, la mayoría de los casos

afrontados con el método de «no inculpación»

pudieron resolverse en un plazo relativamente

corto de tiempo.

Siempre que se conozca a los acosadores y que

procedan de la misma escuela que la víctima,

ese modelo de afrontamiento resulta una herra-

mienta útil para tratar el acoso cibernético. De

todos modos, la sinceridad y la curiosidad por

los temas que preocupan a los jóvenes de hoy

son dos bases indispensables para los padres

y profesores que quieran resolver con éxito el

problema.

Dieter Krowatschek es psicólogo escolar y maestro.

Trabaja en el Servicio de Asesoramiento Psicológico

Escolar de Marburg.

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Y MÁS...

CLAUDI MANS TEIXIDÓ

Ciencia de la vida cotidiana

JULIO RODRÍGUEZ LÓPEZ

La bitácora del Beagle

LUIS CARDONA PASCUAL

Ciencia marina

BIBLIOGRAFÍA

COMPLEMENTARIA

EXAMINING CHARACTERIS-

TICS AND ASSOCIATED DIS-

TRESS RELATED TO INTERNET

HARASS MENT: FINDINGS FROM

THE SECOND YOUTH INTERNET

SAFETY SURVEY. M. L. Ybarra

et al. en Pediatrics, vol. 118,

n.o 4, págs. 1169-1177,

2006.

PREVALENCE AND PREDICTORS

OF INTERNET BULLYING.

K. R. Williams y N. G. Guerra

en Journal of Adolescent

Health, vol. 41, págs. 14-21,

2007.

CYBER BULLYING: BULLYING

IN THE DIGITAL AGE.

R. M. Ko walski et al.

Blackwell. Oxford, 2008.

p Tomar en consideración cualquier sospecha de acoso cibernético.

p Animar a los jóvenes a hablar sobre el tema.

p El objetivo principal debería ser terminar con el acoso.

p Anteponer la ayuda a la víctima al castigo del autor.

p Los acosadores también necesitan una expectativa de superación.

p Permitir soluciones alternativas como el modelo de «no inculpación» de

Maines y Robinson.

(De la revista Die Polizei, 10/23006)

Consejos para padres y profesores

84 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

SYLLABUS

Un coche atraviesa un edificio en lla-

mas. Se oyen gritos de personas y

aullidos de sirena. La gente corre sin or-

den, en confusión; cada uno busca poner-

se a salvo; ni un instante para comprobar

si alguien necesita ayuda. La desespera-

ción aumenta. La muchedumbre huye

atemorizada.

Secuencias similares se repiten en nu-

merosas películas de catástrofes de Holly-

wood, una visión sobre el comportamien-

to de las masas en peligro que alimenta, a

su vez, la imaginación de los espectadores.

¿Se corresponde el imaginario cinemato-

gráfico con la realidad?

Las escenas en las calles de Nueva York

después del ataque del 11 de septiembre de

2001 difieren del argumento sobre el com-

portamiento humano anterior. En las nu-

merosas imágenes disponibles en Internet

en relación al terrible suceso acaecido en

Nueva York destaca la formación sistemá-

tica de grupos de dos o tres personas que,

al huir, actuaban de forma relativamente

civilizada y coordinada, teniendo en cuen-

ta el miedo y las prisas del momento.

El Instituto Nacional de Estándares y

Tecnología (NIST, por sus siglas en inglés)

en Gaithersbur estudió por orden del Go-

bierno estadounidense las repercusiones

del ataque al World Trade Center. Un ca-

pítulo del informe final se centra en el

comportamiento de la gente dentro del

edificio y en el momento de la evacua-

ción. Jason Averill y los coautores del do-

cumento describen, entre otras cosas, que

muchas de las personas que se hallaban

en las torres en llamas permanecieron

largo rato en su oficina antes de inten-

tar escapar por la escalera abarrotada de

gente; fueron muy pocas las que salieron

corriendo presas del pánico o empujaron

a otras a un lado.

Según informaron en 2004 las expertas

en seguridad, Rita Fahy, de la Asociación

Nacional de Protección contra el Fuego

(NFPA, por sus siglas en inglés) de Esta-

dos Unidos, y Guylène Proulx, del Consejo

Nacional de Investigación de Canadá, mu-

chas personas se ayudaron unas a otras.

«Según se desprende de los informes

de análisis de 745 testigos, en general la

evacuación de las torres se desarrolló de

forma tranquila y ordenada», resumen

ambas investigadoras.

Escasa pérdida de controlTestimonios de otras catástrofes propor-

cionan relatos parecidos. Sobre todo, si

se trata de situaciones en las que el peli-

gro no se percibe de manera directa (por

ejemplo, cuando existe una alarma de fue-

go pero todavía no se advierte el humo);

en general reina una gran disposición a

la ayuda mutua. El experto en catástro-

fes Lee Clarke, de la Universidad Rutgers

en Nueva Jersey, afirmó en un artículo de

2002 que uno de los resultados más esta-

bles tras cincuenta años de investigación

sostiene que «los afectados directos raras

veces pierden el control».

Ello se confirma sobre todo en situacio-

nes en las que la probabilidad de escapar

de la amenaza es elevada. Así, la evacua-

ción por una escalera amplia suscita ma-

yor cooperación entre los evacuados que

la huida a través de una salida estrecha y

con gente amontonada. Tales factores de-

MOVIMIENTO DE MASAS Ante una catástrofe, ¿cunde el pánico y predomina el «sálvese quien pueda»

en una multitud humana, o impera la cooperación y la sensatez entre las personas?

El cine ha contribuido a arraigar la primera idea

TOBIAS KRETZ

RESUMEN

¡Que no cunda el pánico!

1La opinión general atribuye a

las masas humanas un compor-

tamiento irracional y egoísta, sobre

todo ante una situación de peligro.

2Encuestas a víctimas de catástro-

fes, así como la reproducción de

escenarios en el laboratorio, demues-

tran que en tales casos tiende a domi-

nar la calma.

3Un factor importante es la iden-

tidad social: el sentimiento de

grupo puede crecer ante una ame-

naza común, hecho que potencia el

altruismo.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 85

ben tenerse en cuenta a la hora de trazar

los planes de evacuación.

Por otro lado, si se observa un com-

portamiento irracional o de pánico es

probable que se deba a causas «físicas»:

en una gran multitud resulta fácil que las

personas que se encuentran al final de la

masa y que siguen a las demás desconoz-

can aquello que sucede delante. Si allí se

encuentra un obstáculo estable, como

puede ser una valla, los sujetos situados

a la cola difícilmente podrán adivinar tal

circunstancia sin la ayuda exterior.

Numerosos acontecimientos trágicos,

como la catástrofe en la Loveparade de

Duisburg, suceden por la insuficiente

comunicación de delante hacia atrás, es

decir, por la dificultad de mantener un

flujo de información en los grandes gru-

pos, carencia que como mínimo agrava

las posibles consecuencias. La necesidad

de moverse, el ambiente revuelto y el rui-

do de fondo contribuyen a incrementar

el riesgo.

En situaciones de peligro, ¿tienden los

grupos a reaccionar con menos pánico y

caos de lo que suponemos por influen-

cia de los reportajes de los medios de

comunicación? En 2009, los psicólogos

sociales Chris Cocking, de la Universidad

Metropolitana en Londres, y John Drury,

de la Universidad de Sussex en Brighton,

corroboraron dicha idea. Los investiga-

dores evaluaron unos 150 informes de

supervivientes del atentado suicida en

el metro de Londres en 2005, en el que

murieron 56 personas; otras 700 resul-

taron heridas.

El estudio sistemático de protocolos

de testigos y entrevistas reveló que una

minoría de los entrevistados hablaba de

reacciones de pánico entre los ocupantes

del metro o de situaciones egoístas del

tipo «sálvese quien pueda». Al contrario,

la mayoría de los afectados mantuvieron

la calma y se ocuparon de los heridos hasta

que llegaron los equipos de salvamento.

Junto con Stephen Reicher, en 2008

Drury y Cocking recopilaron indicios

sobre la sorprendente resiliencia de los

grupos de personas. Los tres psicólogos

sociales refieren dicho término, basado

en la capacidad de resistencia psíquica del

individuo, para mostrar su disconformi-

dad con el prejuicio de que las multitudes

tienden, por norma general, al pánico y la

irracionalidad.

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Ficción y realidad

A través de escenarios creados por ordenador se simulan los flujos de movimiento en multitudes hu-

manas. Basándose en diversos parámetros como el número, la densidad y el ritmo de las personas, el

programa VISSIM genera imágenes y vídeos que pronostican la capacidad de admisión de espacios

públicos, así como la posibilidad de congestión. Pese a depender de los datos orientativos, la simulación

puede contribuir a la detección de peligros potenciales y prevenirlos. El sistema no puede garantizar la

seguridad, aunque sí revela posibles problemas.

86 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

Las evacuaciones simuladas y los es-

cenarios de realidad virtual de sus ex-

perimentos arrojaron aún más indicios

en esta dirección: cuando la identidad de

grupo era alta entre los probandos (los

investigadores habían provocado un sen-

timiento de similitud entre ellos), estos se

manifestaban más deferentes y dispuestos

a ayudar. Según los psicólogos, las situa-

ciones de peligro pueden incluso fortale-

cer la cohesión social porque convierten

a personas desconocidas en «compañeros

de destino».

Sin embargo, debe tenerse en cuenta

que el estudio posterior de catástrofes y

el análisis de informes de testigos son sus-

ceptibles de error. El recuerdo de los super-

vivientes puede ser engañoso, y aquellos

que murieron ya no pueden opinar. Por

otro lado, los escenarios simulados para

los experimentos solo se pueden replicar

con limitaciones.

En 1951, el psicólogo Alexander Mintz,

del City College de Nueva York, realizó un

experimento de este tipo. Los probandos

debían sacar de una botella unos bolos pe-

queños atados a un cordel; solo pasaba de

una vez una figura por el cuello de la bo-

tella, por lo que si tiraban varias personas

al mismo tiempo, los bolos se atascaban y

el proceso se alargaba.

Para complicar aún más la situación, de

vez en cuando subía lentamente agua des-

de el fondo de la botella. Quien conseguía

que su bolo se mantuviera seco recibía una

recompensa, condición que aumentaba la

presión psicológica entre los participantes,

con las siguientes consecuencias: cuando

el agua no ascendía, los participantes coo-

peraban entre ellos (decidían entre todos

quién iba tirar del cordel en cada turno),

mas en la variante con agua, los bolos se

estancaban en el cuello de botella con

mayor frecuencia. El estrés dificultaba la

cooperación de grupo y, con ello, el rendi-

miento grupal.

Los resultados de Mintz no pueden

trasladarse sin más a las situaciones de

peligro, puesto que competir por una re-

compensa no supone la misma tesitura

que huir ante una amenaza de peligro.

Flujo de movimiento seguro

Las personas que se dirigen desde un lugar determinado hacia varios accesos o taquillas suelen optar

por las entradas situadas al principio, mientras que las traseras son menos frecuentadas, por lo que

se crean atascos innecesarios. A pesar de que en teoría existe suficiente sitio, las personas se amonto-

nan en aquellos lugares que consideran más cortos y directos para llegar a su objetivo. Pocos sujetos

toman caminos alternativos de manera consciente. ¿Pueden compensar su decisión caminando más

rápido? Este tipo de simulaciones analizan tales factores para la distribución óptima en aeropuertos o

estaciones de tren.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 87MENMENMENMENMENMENMENNMENMENMENMMENMENMMENENMEMENNMENEENMMENEENENMENNNNMENNNMMM TE TE TE TE TE ETETETE TETEETETEETTTETETETETETTTEEEETE Y CY CY CY CY CY CY CCYY CYY CY CCY CY CYYYY CCY CCY CYYY CYYY CCEREEREEREEREEREREEREEREREEREEREREEREERREEREEEEREEERERREEEREERERREERRRREERRRR BROBROBROBROBROBROBROROBROBROBROBROBROBRRBROBROBROBROBRBROROBROROBRORROROBBRRRRBRORORRBRRBRRORBRB OORBROOROO 4 4 44 44 4 4 484888888888 44 444444488888 4448448888888 4488884 44448 448888888848888888888888888488888484 /// ///// //////// // ////// / 22022202001202002001101101122202001011220202010022000122 1222222012 1222 1220112020 11111111111 888888888888787878777878787777888877787777788878787788888878787877788787878778777887878777777787777787777888877777788778877877788878877787788777788777788787777777888777777787777

Un motivo mínimo bastó para generar

un sentimiento de grupo que influyó en

el comportamiento de los probandos: el

paradigma del grupo mínimo. Tajfel y

John Turner formularon, basándose en los

resultados obtenidos, la teoría de la iden-

tidad social, según la cual cambiamos de

grupo de forma constante.

Sábado por la tarde. Anton y Berta

ocupan dos asientos de las graderías del

estadio de fútbol con bufandas azules;

Clemens y Dagmar, vestidos de rojo, se

encuentran en la zona contrincante. Lunes

por la mañana. Anton y Dagmar, compa-

ñeros de trabajo, echan pestes sobre Berta

y Clemens, empleados de la competencia.

Todo ello, sin conocerse personalmente.

En cuanto domina una identidad social

concreta crece la disposición a la coopera-

ción y al altruismo en un grupo, al mis-

mo tiempo que dejamos de reprimir sen-

timientos amorales contra los miembros

de otros grupos. En contra de la tesis que

establece que en una situación peligrosa

cada uno mira por sí mismo, solo la viven-

cia conjunta de una experiencia semejan-

te puede crear una identidad social y, por

consiguiente, fortalecer la cooperación y el

altruismo, según la teoría de Drury y sus

colaboradores.

Por otra parte, en la realidad, las conse-

cuencias de los actos humanos no suelen

reconocerse con tanta facilidad como en

los experimentos. ¿De qué depende, pues,

que las personas cooperen en una situa-

ción de alarma?

El psicólogo social Henri Tajfel, de

la Universidad de Oxford, realizó, casi

veinte años después que Mintz, varios

experi mentos reveladores. Dividió a sus

participantes en dos grupos según sus

preferencias secundarias, tales como la

afición por un pintor u otro (Klee frente

a Kandinsky). A continuación, los proban-

dos debían asignar un importe de dinero a

otras personas, de las que solo sabían a qué

grupo pertenecían. Podían escoger entre

importes dobles, cuya suma variaba.

Sentimiento de grupo y marginaciónAl contrario de lo que cabía esperar, los

probandos no maximizaron el importe

para los miembros de su propio grupo ni

el de los participantes en su conjunto, sino

que se preocuparon de que la diferencia

entre ambos grupos fuera la mayor posi-

ble. En otras palabras, lo importante no

era recibir más, sino que los demás obtu-

vieran menos.

Más información en Internet:

El proyecto de investigación

SKRIBT (protección de puentes

y túneles críticos en la red de carre-

teras) corresponde a una asociación

de científicos de diversas disciplinas

promovida por el Ministerio Federal

Alemán de Investigación y Técnica.

Simulan y estudian métodos para

mejorar la seguridad de flujos de

tráfico: www.skribt.org

Los investigadores realizan pruebas

con el asistente para evacuaciones

«Hermes» en el estadio de Düssel-

dorf ESPRIT Arena: www.fz-juelich.

de/jsc/appliedmath/ped/projects/

hermes-de

El software de simulación VISSIM,

desarrollado por la empresa PTV

Planung Transport Verkehr AG de

Karlsruhe, se ha impuesto en la

planificación de acontecimientos

multitudinarios y de tráfico: www.

vissim.de

© F

OTO

LIA

/ A

DIS

A

88 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

De todos modos, continúa siendo un

reto gestionar con éxito el encuentro de

miles de personas en un espacio limita-

do; objetivo para el cual se emplean cada

vez más las herramientas tecnológicas. En

2007, los físicos Anders Johansson y Dirk

Helbing, ambos de la Escuela Politécnica

Federal de Zúrich, presentaron un sistema

de alerta temprana que reconoce señales

previas a un colapso de masa humana y

activa la alarma correspondiente.

El sistema se basa en un modelo ma-

temático que Johansson y Helbing obtu-

vieron a partir del análisis de vídeos del

Hajj. Cientos de miles de musulmanes

peregrinan cada año a la Meca para ro-

dear siete veces el gran monolito negro;

en tales aglomeraciones suele haber fa-

llecidos. Cuando los investigadores pa-

saron los vídeos de las peregrinaciones

ping, describieron cómo los responsables

de la organización en torno al partido de

Alemania contra Polonia en el mundial

de fútbol de 2006 reforzaron de forma

deliberada la solidaridad de grupo entre

ambas aficiones. Debido a la relación es-

pecial entre los dos países, las fuerzas de

seguridad mantenían en su punto de mira

el partido que se celebraba en el estadio

de Dortmund; finalmente transcurrió con

igual normalidad que el resto de los en-

cuentros del campeonato.

La unión hace la fuerzaSegún Hylander y Granström, el anun-

cio a través de los altavoces del estadio

de una fiesta futbolística conjunta y las

caras pintadas con los colores nacionales

de ambos países contribuyeron a lograr el

ánimo esperado.

La identidad de grupo desaparece, sin

embargo, con rapidez en situaciones en

las que se requiere «buscar alguna cosa»

o existe la posibilidad de perder algo;

sería el caso de la inauguración de una

tienda que atrae al público con grandes

descuentos o, en el otro supuesto, las

ansias de los hinchas para entrar al es-

tadio, que tiene el acceso limitado, para

no perderse el primer minuto del par-

tido. En tales situaciones, las personas

consideran a los demás sujetos como

competencia; el posible beneficio o la

probable amenaza de pérdida dominan

el pensamiento.

Estas ideas se valoran a la hora de pla-

nificar acontecimientos multitudinarios.

La psicóloga Ingrid Hylander, del Ins-

tituto Karolinska en Huddinge, y Kjell

Granström, de la Universidad de Linkö-

Aglomeraciones a prueba

Los obstáculos pueden significar trampas fatales en los acontecimientos multitudinarios, como

sucediera en 2010 en la Loveparade celebrada en Duisburg. Por ello, es necesario estudiar los flujos

de personas en escenarios definidos con exactitud. Factores como el ambiente agitado o el ruido

de fondo contribuyen a que tales simulaciones solo se aproximen a la realidad.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 89

Tobias Kretz es doctor en física. Simula flujos de

multitudes en carretera y eventos multitudinarios

en la empresa de planificación de transporte y

tráfico alemana PTV (Planung Transport Verkehr

AG) en Karlsruhe.

alemán), iniciativa en la que participan

psicólogos. Desde Wurzburgo se investiga,

entre otras cuestiones, cómo diseñar las

salidas de emergencia para que personas

angustiadas y desorientadas sean capaces

de encontrarlas de forma fácil y rápida.

En situaciones de emergencia, las perso-

nas actúan con impulsividad (ante la ame-

naza de fuego, muchas tratan de salir por la

entrada principal en lugar de tomar la sa-

lida de emergencia más cercana). La causa

de tal comportamiento suele encontrarse

en los cambios que sufre nuestra psique en

estado de estrés; sudando, tiritando y con

el pulso a mil resulta difícil concentrarse

en la ideación de un plan de huida.

Con el objetivo de diseñar un túnel de

forma que incluso un manojo de nervios

localice la salida sin problemas, los inves-

tigadores de Wurzburgo simulan situacio-

nes de emergencia mediante escenarios

de peligro virtuales. De este modo han

comprobado que las salidas iluminadas de

color verde facilitan un reconocimiento

más rápido que aquellas señalizadas con

luz blanca.

La investigación sobre la mejor mane-

ra de conducir a las personas de un sitio

a otro en acontecimientos multitudina-

rios, estaciones de tren y aeropuertos debe

continuar. Con la simulación de flujos de

movimiento de multitudes únicamente

no llegaremos muy lejos; se necesita la

colaboración multidisciplinar entre psicó-

logos, sociólogos, informáticos, matemá-

ticos y físicos para lograr que los lugares

y acontecimientos públicos resulten más

seguros en un futuro.

a una velocidad veinte veces más alta,

descubrieron ondas de «avance-parada»

(stop-and-go) no visibles a tiempo real.

La detención repentina de una parte de la

multitud puede provocar aglomeraciones

y, con ello, cundir el pánico.

Los vídeos permitieron calcular la

oscilación en el ritmo de marcha de los

peregrinos. Al densificarse la masa, en

principio, el andar es más lento; los rit-

mos más rápidos no se deben a que los

peregrinos decidan caminar más rápido,

sino a que los empujan. Si el producto de

la densidad y la varianza de la velocidad

sobrepasa un valor crítico, la situación

amenaza con descontrolarse.

Ayuda tecnológica«Hermes», otra iniciativa de investigación

que debe contribuir a la tarea de los orga-

nizadores de acontecimientos multitudi-

narios, realiza pruebas con un asistente

de evacuación desarrollado para ello. El

dispositivo proporciona al personal de

seguridad el pronóstico del movimiento

de la masa previsto para los próximos

quince minutos. El análisis de vídeos y

las simulaciones de flujos de multitudes

actualizados permiten al sistema elaborar

tal previsión.

Ahora bien, por muy sofisticado que

resulte el plan de evacuación, carece de

valor si no repara en otro aspecto: la psi-

que humana. En la actualidad se desarro-

lla en Alemania un proyecto interdisci-

plinario de seguridad para la protección

en puentes y túneles críticos de la red de

carreteras, el SKRIBT (por sus siglas en

Cuando el comportamiento de las per-

sonas nos parece irracional en una si-

tuación de peligro, es posible que nos

influya la perspectiva. Después de una

catástrofe, por lo general, disponemos

de una información más completa de lo

ocurrido que los afectados mismos du-

rante el suceso. A partir de los conoci-

mientos sobre las causas y el transcurso

de un accidente o de una catástrofe na-

tural, resulta más fácil evaluar cuál ha-

bría sido la mejor manera de actuar. La

conducta que a posteriori puede parecer

irracional, desde el punto de vista del

afectado resulta totalmente razonable;

por ejemplo, en muchos casos la pasivi-

dad es una estrategia que en principio

contribuye al éxito.

Es importante diferenciar entre la

acción intencionada y los factores pura-

mente físicos. El hecho de que un adulto

dé un golpe a un niño en un incendio

porque el humo le ha impedido verlo no

puede considerarse una falta de altruis-

mo. Del mismo modo, las personas que

caen encima de otras que se encuentran

ya en el suelo o aquellas que pisan a otros

sujetos por la inclinación de un barco a

la deriva no actúan de forma egoísta. El

comportamiento en situaciones de emer-

gencia requiere un mínimo de libertad de

decisión; no puede determinarse simple-

mente por cuestiones físicas.

Conducta correcta en caso de emergencia: cuestión de perspectiva

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

PANIC: MYTH OR REALITY? L. Clarke

en Contexts, vol. 1, n.o 3, págs. 21-26,

2002.

DYNAMICS OF CROWD DISASTERS: AN

EMPIRICAL STUDY. D. Helbing et al.

en Physical Review, vol. E75, n.o 4,

pág. 046109, 2007.

THE MASS PSYCHOLOGY OF DISASTERS

AND EMERGENCY EVACUATIONS: A RE-

SEARCH REPORT AND IMPLICATIONS FOR

THE FIRE AND RESCUE SERVICE. C. Cocking

y J. Drury en Fire Safety, Technology,

and Management, vol. 10, págs. 13-19,

2008.

REACTIONS TO LONDON BOMBINGS.

J. Drury et al. en International Journal of

Mass Emergencies and Disasters, vol. 27,

n.o 1, págs. 66-95, 2009.

ORGANIZING A PEACEFUL CROWD:

AN EXAMPLE OF A FOOTBALL MATCH.

I. Hylander y K. Granström en Qualita-

tive Sozialforschung, vol. 11, n.o 2,

pág. 8, 2010.

90 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

ILUSIONES

Los humanos gozamos de visión este-

reoscópica. Al tener los ojos separados

horizontalmente, las imágenes que vemos

a través de cada uno de ellos resultan algo

diferentes entre sí, diferencia que a su vez

es proporcional a la profundidad relativa

(b). Las áreas visuales del cerebro miden

dichas diferencias, resultado que experi-

mentamos en la percepción del volumen

y del que hemos disfrutado todos alguna

vez de pequeños con juguetes estereoscó-

picos (a).

El procesamiento que convierte la ima-

gen retinal en visión procede por etapas.

Los rasgos rudimentarios (la orientación

de bordes, la dirección de movimiento, el

color, entre otros aspectos) se extraen en

fases iniciales (regiones V1 y V2) antes de

alcanzar las etapas siguientes en la jerar-

quía de procesamiento visual, el cual en-

gendra de manera progresiva un análisis

cada vez más refinado. Dicha descripción

por etapas no es más que una caricatu-

ra; son muchas las vías que «vuelven»

de una etapa a otra, proceso que permite

que el cerebro practique una especie de

juego de las 20 preguntas antes de llegar,

tras iteraciones sucesivas, a una solución

concreta.

De vuelta al concepto de la estereop-

sis, o visión volumétrica, puede surgir

la pregunta, ¿en qué estadio acontece la

comparación de las imágenes de los dos

ojos? Si se mira una escena que contiene

centenares de características, ¿cómo se

sabe qué rasgo visto por un ojo casa con

uno percibido por el otro ojo? ¿Cómo se

evitan las falsas concordancias? Mientras

no se logre la concordancia correcta, no re-

sultará posible medir diferencias. Se trata

del problema de la correspondencia.

Cuestión de contornos

Hermann von Helmholtz, gran físico, of-

talmólogo y fisiólogo decimonónico ale-

mán, se preguntaba sobre el problema:

¿Efectúa el celebro la comparación muy al

principio, antes de que sean reconocibles

los contornos de los objetos, o bien extrae

por separado los contornos antes de com-

pararlos? Helmholtz concluyó, aunque sin

muchas pruebas, que la percepción de la

forma de las siluetas correspondientes a

cada ojo se produce antes de la compara-

ción interocular. «La percepción mono-

cular de formas precede a la estereopsis»,

afirmó, arguyendo que la tarea de com-

parar ambas imágenes de los respectivos

ojos suponía una complejidad horrenda y

se producía en un estadio muy avanzado

del proceso de visión. Según Helmholtz,

para resolver el problema de la correspon-

dencia, el encéfalo primero reconoce las

formas, para luego comparar los perfiles

planos de dichas formas. La estrategia per-

mite al cerebro evitar (o reducir al míni-

mo) las falsas concordancias.

Casi cien años después, Béla Julesz, cien-

tífico ya fallecido y por otro lado personaje

de escasa modestia y genialidad sin par,

puso en tela de juicio la idea de Helmholtz

mientras trabajaba en los Laboratorios

Bell. Julesz se valió de un estereograma

diferente (c), para el cual utilizó configu-

raciones de gruesos puntos generados por

ordenador al azar en lugar de las fotogra-

fías o los dibujos lineales. De tal manera,

ni en la imagen del ojo derecho ni en la

del izquierdo aparecía ningún contorno o

forma reconocible. Pese a que los puntos

de la imagen se obtuvieron mediante or-

denador (como se esquematiza en d), pue-

de comprenderse el principio utilizando

una cámara digital e imágenes de puntos

distribuidos de forma casual. Se parte de

un motivo aleatorio de puntos sobre un

DOS OJOS, DOS VISIONESCada uno de nuestros ojos percibe un mundo distinto, ello proporciona matices

en la percepción de la profundidad

VILAYANUR S. RAMACHANDRAN Y DIANE ROGERS-RAMACHANDRAN

ste-

dos

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-g)

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 91

b

Ojo izquierdo Ojo derechocuadrado de unos cinco centímetros de

lado. Por otro lado, se recorta con unas ti-

jeras un cuadrado de un centímetro con

otro motivo aleatorio, al que llamaremos

C, de «cuadrado». Se centra este cuadrado

sobre la primera configuración y se toma

una fotografía para preparar la imagen del

ojo izquierdo (I). Si C se encuentra situado

en la posición correcta, resultará prácti-

camente invisible debido al camuflaje de

los puntos de fondo. Ahora se desplaza C

horizontalmente un poco hacia la dere-

cha (situándolo de modo que no se aprecie

desde el cuadrado pequeño ningún con-

torno por una superposición de puntos).

Se toma otra fotografía correspondiente

a la imagen al ojo derecho (D).

Julesz presentó a cada ojo solo una

imagen de su estereograma de puntos

aleatorios; observó con asombro que un

cuadrado pequeño destacaba y flotaba de

forma tan real que casi sintió la tentación

de asirlo, a pesar de que ningún cuadra-

do fuese visible para ninguno de los dos

ojos. El experimento original se realizó

con píxeles generados a través de medios

digitales, no con trocitos de papel, por lo

que el desplazamiento contó con una pre-

cisión digital. Así que no se trata de que

haya un cuadrado oculto en la imagen

que recibe cada ojo; matemáticamente,

ni siquiera existe en cada ojo por sí solo.

Se define exclusivamente por la diferen-

cia; el desplazamiento horizontal de C

(véase la columna de las X y las Y en d).

Julesz llegó a la conclusión de que Helm-

holtz se equivocaba. Dado que el cuadrado

emerge tan solo a resultas de una fusión

estereoscópica, la concordancia en estéreo

tiene que consistir en una medida del des-

plazamiento «punto a punto» (o «píxel a

píxel»); el perfil del cuadrado aflora solo

a partir de esta comparación. La aprecia-

ción del volumen precede a la detección de

forma (en este contexto debe entenderse

«forma» de modo intercambiable con per-

files y contornos generalizados).

La demostración de Julesz inspiró a

Jack Pettigrew, por entonces un joven es-

tudiante de medicina en la Universidad

de California en Berkeley, a examinar la

fisiología de las neuronas binoculares en

la etapa más temprana del procesamiento

binocular. Hasta entonces, el problema de

la visión estereoscópica parecía intratable:

si von Helmholtz estuviera en lo cierto,

los investigadores tendrían que habér-

selas primero con la fisiología de la per-

cepción de formas, problema que nadie

sabía abordar. Pettigrew descubrió, sin

embargo, que su corazonada era correcta:

esas células estaban extrayendo los des-

plazamientos horizontales y señalando la

estereovisión.

Esta sencilla historia se complicó cuan-

do un estudiante venido de India (Rama-

chandran) descubrió que, en ciertas cir-

cunstancias, la percepción de la forma

precedía a la visión «en estéreo», lo que

revelaba la versatilidad de los centros vi-

suales del cerebro. Ramachandran creó un

estereograma que poseía para cada ojo un

cuadrado definido por textura. Entonces

desplazó el cuadrado entero en lugar de

desplazar los puntos que definían las tex-

turas (e).

Tenía dos motivos puntuales aleato-

rios, uno en cada ojo. Pero esta vez hay un

cuadrado individualmente visible en cada

ojo, a diferencia de los motivos de Julesz.

Sigue estando formado todavía por pun-

tos repartidos al azar, pero a causa de la

diferencia en textura, hay un cuadrado vi-

sible de forma individual en cada ojo. Los

puntos que constituyen la imagen del ojo

izquierdo (incluido C) son completamente

1 0 1 0 1 0 0 1 0 1

1 0 0 1 0 1 0 1 0 0

0 0 1 1 0 1 1 0 1 0

0 1 0 A A B B 1 0 1

1 1 1 B A B A 0 0 1

0 0 1 A A B A 0 1 0

1 1 1 B B A B 1 0 1

1 0 0 1 1 0 1 1 0 1

1 1 0 0 1 1 0 1 1 1

0 1 0 0 0 1 1 1 1 0

1 0 1 0 1 0 0 1 0 1

1 0 0 1 0 1 0 1 0 0

0 0 1 1 0 1 1 0 1 0

0 1 0 Y A A B B 0 1

1 1 1 X B A B A 0 1

0 0 1 X A A B A 1 0

1 1 1 Y B B A B 0 1

1 0 0 1 1 0 1 1 0 1

1 1 0 0 1 1 0 1 1 1

0 1 0 0 0 1 1 1 1 0

c

d

92 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

distintos en los dos ojos; a diferencia de

las figuras de Julesz, no tienen correlación

mutua. Este estereograma es el recíproco

del de Julesz: existe un cuadrado visible en

cada ojo, pero los puntos que lo constitu-

yen (y su fondo) se encuentran sin relación

en los dos ojos.

Ramachandran observó que al exa-

minar esta imagen a través de un este-

reoscopio, el cuadrado central aparecía

en altorrelieve. Dado que los puntos que

definen los cuadrados carecían de corre-

lación en los dos ojos, sus colegas y él con-

cluyeron que, en este caso, la percepción

de la forma era anterior a la percepción de

profundidad. El cuadrado era reconocido

por separado en cada ojo antes de que fue-

ra medido su desplazamiento. La regla de

Julesz podría resultar infringida. El cere-

bro se vale de muchas astucias para lograr

un mismo fin. En un ambiente «ruidoso»

camuflado, es razonable que se apliquen

ambas estrategias.

La segunda presentación inventada por

él confirma esta misma tesis. Se aprovecha

de un curioso efecto visual denominado

«contornos ilusorios» ( f ). Se han hecho

cuatro «comecocos» (pacmen) con sendos

discos negros a los que se les ha recorta-

do un cuadrante. Pero lo que se ve no son

comecocos situados unos frente a otros:

lo que se percibe es un cuadrado blanco,

opaco e ilusorio, que cubre parcialmente

a cuatro discos negros situados más al

fondo. El cerebro se plantea «¿Cuál es la

probabilidad de que un científico malvado

haya alineado estos discos de esta forma

precisa? Lo más probable es que se trate

de un cuadrado opaco, y eso es lo que voy

a ver». Los lados del cuadrado son una

alucinación, llamada segmentación de

imagen.

¿Pueden dichos lados ilusorios inducir

una visión en profundidad? Comence-

mos con la figura correspondiente al ojo

izquierdo en f y desplacemos el cuadrado

ilusorio hacia la izquierda con el fin de

crear la imagen correspondiente al ojo

derecho. (Tal corrimiento supone tomar

raciones mayores del disco.) Al observar

las imágenes a través de un visor... ¡Zas!

¡El cuadrado ilusorio flota! Lo mismo que

antes, el procesamiento de formas y la seg-

mentación de la imagen se da antes que la

visión en estéreo.

Todavía se puede mejorar. Tomemos

una plantilla de este estereograma y pe-

guémoslo sobre un fondo creado por re-

petición de columnas de puntos (g). Los

puntos son idénticos en los dos ojos: no

aportan información de disparidad. Mas,

sorprendentemente, los puntos situados

en el interior del ilusorio cuadrado flotan

juntamente con él, ilusión que llamamos

captura de estéreo; los puntos son captu-

rados por el cuadrado ilusorio y llevados

hacia delante, a pesar de que ellos mismos

no han sufrido ningún desplazamiento.

Tal resultado hace pensar que la tesis de

Julesz no era correcta del todo: la estereop-

sis entraña más que la mera comparación

de píxeles a través de los dos ojos. Incluso

si se consideran las células de disparidad

de Pettigrew, es forzoso que estén extra-

yendo diminutas agrupaciones de pun-

tos orientados (no puntos individuales) y

«buscando» grupos idénticos que casen.

Pero los experimentos de Ramachandran

(también otros resultados muy parecidos

del psicólogo Lloyd Kaufman, de la Uni-

versidad de Nueva York) han permitido

ver que el mecanismo era todavía más

complejo: la imagen podría resultar seg-

mentada por oclusión implícita y crear

contornos ilusorios que sirvan de hitos

para la concordancia estereoscópica. Una

vez que esta información ha sido extraída

e

g

f

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 93

y medida la disparidad, el cerebro constru-

ye una superficie ilusoria en el espacio. El

hecho de que los puntos incluidos sean

proyectados hacia delante implica que la

superficie es retroalimentada y aplicada

a los puntos.

Así pues, podemos concluir que von

Helmholtz, Julesz, Pettigrew y Ramachan-

dran están en lo cierto: el procesamiento

visual de la estereopsis es más complejo

de lo que pensábamos. No tenemos ni

atisbos de los mecanismos fisiológicos

subyacentes a dichas interacciones. Las

neuronas detectoras de disparidades se

encuentran en V1 (como fue demostrado

por Pettigrew), pero las encargadas de la

extracción de contornos ilusorios (de la

oclusión implícita) residen en la región V2,

el siguiente estadio en sentido ascendente,

como demostró Rudiger von der Heydt, de

la Universidad Johns Hopkins. Estos des-

cubrimientos implican que ha de produ-

cirse una retroalimentación de mensajes

desde V2 hacia V1 con el fin de modular el

procesamiento de rasgos más pequeños.

Tal idea no se ha comprobado todavía.

Vilayanur S. Ramachandran y Diane Rogers-

Ramachandran investigan en el Centro para

el Cerebro y la Cognición en la Universidad de

California en San Diego.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

FUNDATIONS OF CYCLOPEAN PERCEPTION.

Bela Julesz. University of Chicago Press,

1971. (Edición MIT Press, 2006.)

THE ROLE OF CONTOURS IN STEREOPSIS.

V. S. Ramachandran, V. Madhusudhan

Rao y T. R. Vidyasagar en Nature,

vol. 242, págs. 412-414, 1973.

CAPTURE OF STEREOPSIS AND APPARENT

MOTION BY ILLUSORY CONTOURS.

V. S. Ramachandran en Perception and

Psychophysics, vol. 39, n.o 5, págs. 361-

373, 1986.

SEEING IN DEPTH: VOL. 1: BASIC ME-

CHANICS Y VOL. 2: DEPTH PERCEPTION.

Ian P. Howard y Brian J. Rogers.

Oxford University Press, 2008.

Descárgalos gratis en nuestra web

www.investigacionyciencia.es

Las cuestiones sobre la estructuray la transformación de la materia subyacenbajo los mayores retos científicos de la humanidad.La química es, por ello, una de las ciencias mástransversales y con mayor impacto en nuestra sociedad.

Con motivo del AñoInternacional de la Química,

INVESTIGACIÓN Y CIENCIA regala cada mes, durante todo el 2011,

artículos relacionados conel desarrollo y las aplicaciones

de la química.

En mayo:

RADIACTIVIDAD

Radiaciones ionizantes,por Guillem Cortés Rossell

TALLER Y LABORATORIO

Miscelánea electroquímica,por Marc Boada

94 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

L a historia de la humanidad es una his-

toria de potenciación. Homo sapiens

ha sido una especie prolífica que ha sabi-

do adaptarse tenazmente al medio. Con-

troló el fuego y creó útiles para forjar el

mundo entorno. Aprovechó abrigos donde

refugiarse o construyó habitáculos; tejió

la vestimenta que le protegía de la intem-

perie hostil. Y lo que ha revestido simpar

interés, desde el comienzo de su historia

el hombre ha pugnado por superarse a sí

mismo, mejoramos la mente con el estu-

dio y el cuerpo con la dieta y el ejercicio.

No le bastan, sin embargo, en esa tarea,

creaciones externas, como los binocula-

res, el martillo o la calculadora digital.

Hemos empezado a incorporar mecanis-

mos técnicos en nuestro organismo que

acortan las distancias entre la realidad

y lo que hasta ayer mismo pertenecía

al dominio de la fantasía científica. Las

nuevas técnicas, al prescindir de teléfonos

celulares, ordenadores de bolsillo y GPS

portátil, prometen grandes beneficios:

una creatividad intelectual aumentada,

larga vida, equilibrio de ánimo, etcétera.

Accederemos sin mediación a las fuentes

de información y la transmitiremos.

La nanotecnología desempeña una

función esencial en el desarrollo de la

potenciación humana, junto con los ade-

lantos en sistemas microelectromecáni-

cos, ingeniería genética, robótica, ciencia

cognitiva, tecnología de la información y

farmacología. Disponemos ya de diseños

para innovaciones fantásticas, como la del

respirocito: una célula roja artificial que

mantiene un reservorio de oxígeno. Un

respirocito podría instalarse en el teléfono

móvil para que la víctima de un ataque al

corazón pudiera continuar respirando una

hora más hasta recibir la asistencia médi-

ca, pese a la falta de circulación sanguí-

nea a los pulmones. Pero en manos de un

atleta o un soldado, el respirocito podría

aportar oxígeno extra a los músculos y al

cerebro, como si el individuo respirara de

una bomba de oxígeno puro.

La potenciación radical no constituye

una idea nueva. La mitología abunda en

relatos de humanos que buscan y expe-

rimentan una transformación drástica.

Pensemos en la épica de Gilgamesh, en

los relatos sobre las fuentes de eterna ju-

ventud, en la concesión, de Zeus a Titón,

del don de la vida eterna. Dante Alighieri

empleó ya el término «transumanare»

en la Divina Comedia en el sentido de

trascender la condición y percepción hu-

manas. Y Giovanni Pico della Mirandola

invitaba a esculpir cada uno su propia es-

tatua. La diferencia con la potenciación

radical actual estriba en lo que los anglo-

sajones abrevian con las siglas DIY (de «do

it yourself», lógrelo por sí mismo). En 1923,

J. B. S. Haldane, predecía en su futurista

Daedalus unos grandes beneficios para

la biología con las aportaciones de otras

ciencias. Algunas reflexiones de Julian

Huxley (New Bottles for the Wine) sirven

de punto directo de partida para la histo-

ria reciente de la potenciación radical DIY.

Llamó la atención de la posibilidad de un

cambio en la evolución de nuestra especie,

provocado por el propio hombre.

¿Ejemplos de potenciación radical? Abar-

can desde la adquisición de una inteligen-

cia capaz de superar de lejos los logros de

Einstein, Picasso, Mozart o cualquier otro

genio hasta la prolongación milenaria de

la vida sin achaques de la senescencia, pa-

sando por la experiencia de sensaciones

más excitantes que la escalada del monte

Everest o el consumo de peyote. Una for-

ma sistematizada de la potenciación radi-

cal nos la ofrece el transhumanismo, cuyo

abanderado, Nick Bostrom, lo define como

el movimiento intelectual y cultural que

afirma la posibilidad y desiderabilidad

del perfeccionamiento fundamental de

la condición humana a través de la razón

práctica y en particular mediante el de-

sarrollo de técnicas para eliminar el enve-

jecimiento y potenciar drásticamente las

facultades física, intelectual y psicológica

del hombre.

Llevada a su radicalidad, la potencia-

ción soñada nos eleva a la categoría de

superhumanos. Nicholas Agar, contrario

a ese movimiento, describe en Humanity’s

End las consecuencias destructivas para

nuestra especie. Sistematiza su crítica a

través del análisis de cuatro defensores

acérrimos de la potenciación radical:

Ray mond Kurzweil, quien sostiene que

la tecnología nos catapultará más allá de

la biología humana; Aubrey de Grey, par-

tidario de terapias antienvejecimiento que

nos hagan sortear ese destino inexorable;

Nick Bostrom, teórico de la moralidad y

racionalidad de la potenciación, y James

Hughes, sociólogo que divisa una demo-

cracia armónica entre los potenciados y

el común. Al razonar su oposición, Agar

evita caer en extremos irracionales, como

LIBROS

POTENCIACIÓN RADICALTrascendiendo los límites de la naturaleza

HUMANITY’S END. WHY WE SHOULD

REJECT RADICAL ENHANCEMENT,

por Nicholas Agar. The MIT Press; Cambridge,

Massachusetts, 2010.

MENTE Y CEREBRO 48 / 2011 95

ya lo hizo en Liberal Eugenics, sobre el fu-

turo de la raza humana.

Se opone a la potenciación radical el mo-

vimiento «bioconservador». A Leon Kass le

produce náuseas la posibilidad de neuroim-

plantes electrónicos y la potenciación ge-

nética, declara en el artículo «The Wisdom

of Repugnance: Why We Should Ban the

Cloning of Humans» y en Life, Liberty, and

the Defense of Dignity: The Challenge for

Bioethics (2002). En la misma onda, Francis

Fukuyama encuentra nuestra humanidad

demasiado frágil para resistir los múltiples

asaltos de las técnicas de potenciación; lo

razona en Our Posthuman Future: Conse-

quences of the Biotechnology Revolution

(2002). En su animadversión, Bill McKib-

ben equipara las técnicas potenciadoras

radicales con las técnicas que destruyen

el medio (Enough: Staying Human in an

Engineered Age, publicado en 2003). Esos

bioconservadores se proponen ahorrar a la

humanidad las modificaciones genéticas e

implantes electrónicos anuladores.

Kurzweil ha defendido su tesis favora-

ble a la potenciación radical en The Age of

Intelligent Machines (1990), The Age of Spi-

ritual Machines: When Computers Exceed

Human Intelligence (2000) y Singularity

is Near: When Humans Transcend Biology

(2005). Pionero en inteligencia artificial e

inventor de la técnica de reconocimiento

del habla que permite a los invidentes ser-

virse de los computadores, declara que los

avances técnicos que propiciarán la poten-

ciación radical son consecuencias de una

ley que gobierna el cambio tecnológico,

la ley de los retornos acelerados. Resume

en tres letras el significado de la ley para

nosotros: GNR, iniciales de genética, na-

notecnología y robótica.

Los genéticos, tras cartografiar el geno-

ma humano, han comenzado a ensartar

segmentos de ADN con propiedades hu-

manas e identificado genes que nos mues-

tra cuán proclives a tal o cual enfermedad

somos, el ritmo de envejecimiento o el ni-

vel de nuestra inteligencia. Para Kurzweil

la combinación de esos conocimientos

con técnicas de selección y alteración del

ADN es lo que nos constituirá más inte-

ligentes y más sanos. La nanotecnología

implica la manipulación de la materia a

escala atómica y molecular; se valdrá de

robots microscópicos, nanobots, para in-

troducirlos en el cuerpo y transformar así

al hombre. Los nanobots permitirán po-

tenciaciones que no pueden conseguirse

mediante la inserción, deleción o trans-

posición de nucleótidos; los habrá que

limpiarán nuestras arterias del colesterol

«malo», mientras que otros fijarán retales

en nuestra memoria. Otros crearán reali-

dades virtuales. Moveremos objetos con

la mente. La robótica culminará nuestro

abandono de la biología humana. Y de

su mano llegaremos a la singularidad,

un período durante el cual el ritmo del

cambio tecnológico será tan rápido y tan

profundo, que la vida humana se trans-

formará irreversiblemente. La mente del

potenciado, aunque humana, no será bio-

lógica. Sus neuronas se habrán sustituido

por circuitos electrónicos, computacio-

nalmente más eficientes e inmunes a las

enfermedades.

Aubert de Grey aborda en Ending Aging:

The Rejuvenation Breakthroughts That

Could Reverse Human Aging in Our Lifetime

(2007), escrito con Michael Rae, las bases en

que dice apoyar la prolongación de nuestra

esperanza de vida. Ante un hecho de obser-

vación común —nadie se libra de la senes-

cencia que lleva a la muerte—, se propuso

revertir el proceso: la senescencia orillable.

El principio central de De Grey concierne a

la velocidad de fuga de la longevidad, que

explica su confianza de que algunas perso-

nas vivas hoy pueden vivir mil años. Para

ello necesitamos resolver el problema de

la reparación del año asociado a la edad.

Las técnicas que inventemos y las nuevas

terapias añadirán años a la esperanza de

vida de quien tenga acceso a ellas.

Bostrom se enfrenta a quienes cuestio-

nan la moralidad y racionalidad de la po-

tenciación radical. En un artículo escrito

en 2006 para Ethics con Toby Ord («The

Reversal Test: Eliminating Status Quo Bias

in Applied Ethics») que la idea de que un

estado de cosas es mejor que otro por la

sencilla razón de que es el estado en que

las cosas son ahora constituye una sinra-

zón. Tal planteamiento, prosiguen, impide

abordar cambios que mejorarían nuestra

situación, y así ocurre a propósito de la po-

tenciación radical. En cuanto a los valores

morales que los bioconservadores dicen

defender, exponen que si realmente los

entendiéramos en su alcance cabal, reco-

noceríamos que todos deseamos las cosas

que nos vienen dadas por la potenciación

radical. Bostrom vincula posthumanidad

con potenciación radical. Por capacidad

posthumana cabe entender la que supera

el máximo alcanzable por cualquier per-

sona normal sin recurrir a medios técni-

cos; puede tratarse de una esperanza de

vida larga y sana, de la cognición (incluida

la memoria, el razonamiento deductivo y

analógico y la atención), del gusto estético

y la emoción.

Hughes, por fin, presenta su aportación

sobre el contexto social y las consecuen-

cias de la potenciación radical en Citizen

Cyborg: Why Democratic Societies Must

Respond to the Redesigned Human of the

Future (2004). Abandera un transhumanis-

mo democrático, en el que los ciudadanos

comprenderán que las enormes distancias

de poder entre los carentes de potenciación

y los radicalmente potenciados no tiene

por qué repercutir en su valoración moral.

Considerarán el cociente intelectual o la

esperanza de vida como irrelevantes para

su ubicación en la sociedad. Para Hughes,

el transhumanismo democrático asegura

un futuro de armonía.

No se discute que, en algunas circuns-

tancias, quepa hablar de obligación de

potenciación, o de razones sólidas en pro

de ella. Pensemos en la vacunación o en el

entrenamiento exigido a los pilotos para

reforzar su capacidad por mor de la segu-

ridad del pasaje. Muy distinto es el caso

de los chips implantados en el cerebro. O

la selección embrionaria de determina-

dos individuos con unas características

genéticamente buscadas. Agar aconseja

plantearse la ética de la potenciación ra-

dical desde la perspectiva del principio de

precaución. A la manera de lo que ocurre

con el calentamiento global y las medidas

a tomar para paliar el efecto invernadero,

donde sería desastroso confiar en una so-

lución desconocida hoy por hoy, también

aquí existe una gran diferencia entre un

plan que tiene visos reales de ejecutarse y

una esperanza infundada en que las cosas

nunca serán tan malas como se teme. La

carga de la prueba recae en los defensores

de la potenciación radical, quienes deben

demostrar que los obscuros escenarios

que se prevén pueden evitarse.

LUIS ALONSO

96 MENTE Y CEREBRO 48 / 2011

En las nuevas áreas que contempla la

reflexión ética, pensemos el mundo

virtual, el de la genética o el de la biología

sintética; un recurso de referencia cons-

tante es el del orden de la naturaleza, el

respeto a lo natural, que en el hombre in-

cluye su racionalidad. Ni siquiera los de

formación humanística suelen saber que

la fundamentación ontológica de la moral

en la naturaleza se articuló en el Medievo,

cuando se la unió a los conceptos de or-

den, razón y ley. Germinó en un contexto

jurídico: en torno a los conceptos básicos

de ley (lex) y derecho (ius).

Para los romanos, el derecho era in-

disoluble de la justicia. Con Cicerón, la

justicia no debe solo vincularse con el de-

recho, sino también con el bien común.

Ulpiano afirma, a comienzos del siglo III

de nuestra era, que la justicia es la volun-

tad libre y perpetua de conceder a cada

uno su derecho. Lo reiterará Ulpiano. Isi-

doro de Sevilla afirmará que ius se llama

así «quia iustum est» («porque es justo»).

Las palabras de Isidoro son retomadas por

Graciano. Este enseñó derecho canónico en

Bolonia y compiló, en la primera mitad del

siglo XII, un tratado introductorio sobre la

ley (Tractatus de legibus). Indica que la raza

humana se regulaba por un derecho natu-

ral, contenido en la ley, y unas costumbres.

Cada persona, señalaba, debe hacer con los

demás lo que quiere que se haga consigo

misma y evitar causar el daño ajeno que

no queremos para nosotros mismos. Hasta

Graciano, la sociedad medieval se regía por

usos y costumbres. Un siglo más tarde, los

juristas hablaban ya de derecho positivo.

Graciano conformó su pensamiento al Di-

gestum de Justiniano (siglo VI). Graciano

se inspiró también en las Etimologías de

san Isidoro. Los primeros comentaristas

del Decretum de Graciano subrayaron que

las costumbres, a diferencia de las leyes, no

tenían que darse por escrito. La ley se esta-

blece cuando se promulga, si bien adquiere

validez cuando entra en las costumbres de

los ciudadanos que la utilizan.

La primera persona que asoció con

la ley natural la regla de oro (compórta-

te con los demás como quisieras que se

comportaran contigo) fue Próspero de

Aquitania, un discípulo de san Jerónimo.

En ello abundaba Haimo de Halberstadt

(m. 853), para quien la ley natural consta-

ba de dos preceptos: hacer a los demás lo

que quisiéramos que los demás hicieran

con nosotros y evitar en los demás lo que

no quisiéramos para nosotros. Remigio de

Auxerre (m. 980) repetía la tradición en

su comentario al Génesis. Los primeros

textos sistemáticos sobre la misma apa-

recen en los escritos de la escuela de An-

selmo de Laon (1050-1117), que vinculaban

ley natural y razón. A finales del siglo XI

y comienzos del XII, Rupert de Deutz de-

claraba que la ley natural estaba escrita

en los corazones de los hombres y que su

expresión era la regla de oro. Hugo de san

Víctor (m. 1141), cuya obra pudo ser cono-

cida por Graciano, y Honorio Augustodu-

nensis (m. 1156) reiteraban la tradición.

En breve, la regla de oro era el mandato

y precepto de la ley natural.

Del legado jurídico de Roma, condensa-

do en el primer título del Digestum, pasó

al mundo medieval la idea de un derecho

vertebrado en tres esferas concéntricas:

el derecho natural, el derecho de gen-

tes y el derecho civil. Según la imagen

emergente de la definición de Ulpiano, el

derecho natural reúne, en su dimensión

puramente instintiva, a hombre y ani-

males. El derecho de gentes presenta una

connotación genuinamente racional, que

construye un derecho común para todos

los humanos. Cipriano pudo, pues, afir-

mar, en la segunda mitad del siglo XII, que

ius naturale, ius gentium y ius civile eran

especies de un mismo género, ius. Para

Huguccio (ca. 1190), la ley mandaba lo que

era justo y prohibía lo contrario. A finales

del siglo XII, también, Azo admitía, en su

Summa sobre el código de Justiniano, una

doble acepción de ley; en sentido restringi-

do designaba, por ejemplo, la constitución

romana; en sentido lato, todos los estatu-

tos razonables.

Si hasta el siglo XII predominaba el em-

pleo de la expresión ley natural, en el XIII

comenzó gradualmente a incorporarse

la utilización de derecho natural. Tomás

de Aquino representa ese cambio. Así, en

su primer Comentario a las Sentencias de

Pedro Lombardo mantiene todavía el uso

de ley natural. Pero cuando aborda la ley

natural en la parte moral de la Summa

theologiae (1265-1272) dubita entre derecho

natural y ley natural. Empleaba ambas ex-

presiones de manera intercambiable. Parte

de tres precursores inmediatos: Guiller-

mo de Auxerre, quien aporta la funda-

mentación de la ley natural en su Summa

aurea; Alberto Magno, maestro de Tomás y

avanzado del derecho natural, y Alejandro

de Hales, quien aborda la ley natural desde

una perspectiva teológica. Para Tomás de

Aquino, el derecho natural sería algo obje-

tivo, no una mera facultad subjetiva.

LUIS ALONSO

ÉTICA Y NATURALEZALa regla de oro en el mundo medieval

LEX UND IUS. LEX AND IUS. Dirigido por

Alexander Fidora, Matthias Lutz-Bachmann

y Andreas Wagner. Frommann-Holzboog;

Stuttgart-Bad Cannstatt, 2010.

Más información en www.investigacionyciencia.es

Mente y cerebro 47/2011

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Prejuicios del subconsciente

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Mente y cerebro 36/2009

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Ilusiones táctiles

La inteligencia de los robots

Y más...

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LA DIVERSIDAD HUMANA

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