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ARTÍCULOS Medidas más relevantes para el control y la erradicación del PRRS Resumen El síndrome reproductor y respiratorio porcino es una de las enfermedades más importantes del ganado porcino debido a su elevado coste económico. Como consecuencia, a lo largo del tiempo se han desarrollado distintas estrategias para el control y, en ocasiones, la erradicación de la enfermedad. Los primeros programas contemplaban la despoblación de la granja y la repoblación con animales negativos, una vez completado el proceso de limpieza y desinfección. Sin embargo, este sistema conlleva un coste muy elevado y en la actualidad ha caído en desuso ya que se ha demostrado que es posible el control e incluso la erradicación del virus de una explotación sin eliminar a los reproductores. La premisa para que esto sea posible es evitar la circulación del virus en las reproductoras, lo que se consigue proporcionando una inmunidad adecuada a las cerdas de renovación durante la fase de adaptación y garantizando el man- tenimiento de dicha inmunidad durante toda la vida productiva de la cerda. Para conseguir una buena inmunidad en las cerdas de renovación se pueden seguir distintas estrategias, que van desde la exposición de las cerdas a la cepa del virus que circula en la explotación, bien mediante la puesta en contacto de las cerdas de renovación con animales en crecimiento en los que circula el virus o bien mediante su inoculación con muestras biológicas que contienen el vi- rus, hasta la vacunación de las mismas. No obstante, sea cual sea el sistema empleado para inmunizar a la renovación, una condición que debe cumplirse es que el periodo transcurrido desde la exposición al virus hasta la entrada en producción sea lo suficientemente largo como para que ninguna de las cerdas sea portadora cuando entra en producción. Por otro lado, el mantenimiento de un nivel inmunitario adecuado en las cerdas en producción se suele acometer mediante la instauración de programas de vacunación periódicos de todos los reproductores. Una vez conseguido el objetivo de eliminar la circulación vírica entre los reproductores se destetarán de forma sistemática lechones negativos y éste es el momento en el que podremos intentar eliminar el virus de los cerdos en crecimiento mediante despoblaciones parciales o totales, según la estructu- ra de producción. Finalmente, cuando se tiene un flujo negativo de animales se puede plantear la erradicación como objetivo, pero antes de acometerla se debe hacer un análisis detallado y realista de los riesgos que se asumen al tener una población totalmente susceptible a la infección. Palabras clave: síndrome reproductor y respiratorio porcino, estrategias, control, erradicación Summary Key strategies for the control and eradication of PRRS Porcine reproductive and respiratory syndrome is one of the most impor- tant diseases of swine due to its high cost. As a result, different strategies of control and, sometimes, eradication have been developed over time. The first programs were based on depopulation and repopulation of the farms with negative animals, once the process of cleaning and disinfection has been completed. However, this approach is very expensive and has fallen into disuse mainly because it has been shown that it is possible to control, and even eradicate the virus from a farm, without eliminating the sow population. The premise to achieve control is to prevent virus circulation in breeding swine, which is achieved by providing adequate immunity to incoming gilts during the acclimatization period and by en- suring the maintenance of such immunity throughout the productive life of the sow. To get a good immunity in the incoming gilts different strategies can be followed, ranging from the exposure of gilts to the virus strain cir- culating in the farm, either by allocation of the gilts with infected growing pigs during the acclimatization period or by inoculation with biological samples containing the virus, to the implementation of vaccination pro- grams. However, despite the protocol used to immunize incoming gilts, a condition that must be met is that the period since exposure to the virus until breeding is long enough so that none of the gilts carry the virus when they enter the gestation barn. Regardless of the acclimatization program followed, the maintenance of an adequate level of immunity in breeding sows is often achieved by the implementation of vaccination programs. Once the goal of stopping viral circulation among breeding sows has been achieved, all piglets will be negative at weaning and this is the right time to attempt the elimination of the virus from growing pigs either by partial or by total depopulation, depending on the production system. Finally, when a negative flow of pigs have been obtained, it is possible to design an eradication program, but before eradication is undertaken, a detailed and realistic analysis of the risks that are assumed by having a completely susceptible to infection population should be performed. Key words: porcine reproductive and respiratory syndrome, strategies, control, eradication Cinta Prieto 1 y Francisco Javier Martínez Lobo 2 Imágenes cedidas por los autores Contacto con los autores: 1 Departamento de Sanidad Animal, Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid. 2 Departamento de Sanidad Animal de la Universidad de León. Email: [email protected] 14 n SUIS Nº 104 Enero/Febrero 2014 Published in IVIS with the permission of the editor Close window to return to IVIS

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14 n SUIS Nº 104 Enero/Febrero 2014

ARTÍCULOSARTÍCULOS

Medidas más relevantes para el control y la erradicación del PRRS

Resumen

El síndrome reproductor y respiratorio porcino es una de las enfermedades más importantes del ganado porcino debido a su elevado coste económico. Como consecuencia, a lo largo del tiempo se han desarrollado distintas estrategias para el control y, en ocasiones, la erradicación de la enfermedad. Los primeros programas contemplaban la despoblación de la granja y la repoblación con animales negativos, una vez completado el proceso de limpieza y desinfección. Sin embargo, este sistema conlleva un coste muy elevado y en la actualidad ha caído en desuso ya que se ha demostrado que es posible el control e incluso la erradicación del virus de una explotación sin eliminar a los reproductores. La premisa para que esto sea posible es evitar la circulación del virus en las reproductoras, lo que se consigue proporcionando una inmunidad adecuada a las cerdas de renovación durante la fase de adaptación y garantizando el man-tenimiento de dicha inmunidad durante toda la vida productiva de la cerda. Para conseguir una buena inmunidad en las cerdas de renovación se pueden seguir distintas estrategias, que van desde la exposición de las cerdas a la cepa del virus que circula en la explotación, bien mediante la puesta en contacto de las cerdas de renovación con animales en crecimiento en los que circula el virus o bien mediante su inoculación con muestras biológicas que contienen el vi-rus, hasta la vacunación de las mismas. No obstante, sea cual sea el sistema empleado para inmunizar a la renovación, una condición que debe cumplirse es que el periodo transcurrido desde la exposición al virus hasta la entrada en producción sea lo suficientemente largo como para que ninguna de las cerdas sea portadora cuando entra en producción. Por otro lado, el mantenimiento de un nivel inmunitario adecuado en las cerdas en producción se suele acometer mediante la instauración de programas de vacunación periódicos de todos los reproductores. Una vez conseguido el objetivo de eliminar la circulación vírica entre los reproductores se destetarán de forma sistemática lechones negativos y éste es el momento en el que podremos intentar eliminar el virus de los cerdos en crecimiento mediante despoblaciones parciales o totales, según la estructu-ra de producción. Finalmente, cuando se tiene un flujo negativo de animales se puede plantear la erradicación como objetivo, pero antes de acometerla se debe hacer un análisis detallado y realista de los riesgos que se asumen al tener una población totalmente susceptible a la infección.

Palabras clave: síndrome reproductor y respiratorio porcino, estrategias, control, erradicación

Summary

Key strategies for the control and eradication of PRRS

Porcine reproductive and respiratory syndrome is one of the most impor-tant diseases of swine due to its high cost. As a result, different strategies of control and, sometimes, eradication have been developed over time. The first programs were based on depopulation and repopulation of the farms with negative animals, once the process of cleaning and disinfection has been completed. However, this approach is very expensive and has fallen into disuse mainly because it has been shown that it is possible to control, and even eradicate the virus from a farm, without eliminating the sow population. The premise to achieve control is to prevent virus circulation in breeding swine, which is achieved by providing adequate immunity to incoming gilts during the acclimatization period and by en-suring the maintenance of such immunity throughout the productive life of the sow. To get a good immunity in the incoming gilts different strategies can be followed, ranging from the exposure of gilts to the virus strain cir-culating in the farm, either by allocation of the gilts with infected growing pigs during the acclimatization period or by inoculation with biological samples containing the virus, to the implementation of vaccination pro-grams. However, despite the protocol used to immunize incoming gilts, a condition that must be met is that the period since exposure to the virus until breeding is long enough so that none of the gilts carry the virus when they enter the gestation barn. Regardless of the acclimatization program followed, the maintenance of an adequate level of immunity in breeding sows is often achieved by the implementation of vaccination programs. Once the goal of stopping viral circulation among breeding sows has been achieved, all piglets will be negative at weaning and this is the right time to attempt the elimination of the virus from growing pigs either by partial or by total depopulation, depending on the production system. Finally, when a negative flow of pigs have been obtained, it is possible to design an eradication program, but before eradication is undertaken, a detailed and realistic analysis of the risks that are assumed by having a completely susceptible to infection population should be performed.

Key words: porcine reproductive and respiratory syndrome, strategies, control, eradication

Cinta Prieto1 y Francisco Javier Martínez Lobo2

Imágenes cedidas por los autores

Contacto con los autores: 1Departamento de Sanidad Animal, Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid. 2Departamento de Sanidad Animal de la Universidad de León. Email: [email protected]

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El síndrome reproductor y respi-ratorio porcino (PRRS) es una enfermedad de naturaleza vírica que afecta en exclusiva al ganado

porcino y que se considera endémica en prácticamente todo el mundo. El agente causal de la enfermedad es un virus clasi-ficado en la familia Arteriviridae y deno-minado virus del síndrome reproductor y respiratorio porcino (PRRSV). Los signos más representativos de la infección son la aparición de un fallo reproductivo en las cerdas gestantes, caracterizado por la apa-rición de abortos tardíos, partos prema-turos, un aumento en la tasa de nacidos muertos, fetos momificados y mortalidad durante la lactación (Rossow, 1998). En los cerdos en crecimiento, la infección produce signos respiratorios, de gravedad variable, y un aumento en la incidencia de infecciones secundarias que son, en la mayoría de las ocasiones, las responsables del aumento de la mortalidad durante la fase de crecimiento que se produce en granjas infectadas (Rossow, 1998). Es más, las consecuencias clínicas que tiene la infección en los animales en crecimiento dependen de varios factores entre los que los más destacados son la virulencia de la cepa que produce la infección y la conco-mitancia con otros patógenos propios de la fase de crecimiento (figura 1).Por sus características y su amplia distri-bución geográfica se considera hoy en día una de las enfermedades más importantes entre las que afectan al cerdo. Las pér-didas que causa la enfermedad han sido cuantificadas en distintas situaciones. Así, el National Pork Board de EE. UU. ha determinado en el año 2012 que la enfermedad causa unas pérdidas directas cercanas a los 664 millones de dólares anuales, a los que hay que sumar otros 478 millones de dólares que los produc-tores tienen que asumir como consecuen-cia de la implementación de medidas más estrictas de bioseguridad. Las pérdidas económicas derivadas de la enferme-dad en Europa son más variables que en EE. UU. debido a la diversidad de siste-mas productivos existentes en el entorno europeo. No obstante, en un estudio reciente se ha estimado un coste medio de 126 euros por cerda en el periodo de duración de un brote y un coste muy variable, de entre 3 y 160 euros por cerda, tras un brote (Nieuwenhuis et al., 2012).La enorme relevancia económica de la enfermedad ha motivado que se desa-

rrollen medidas de control específicas en las granjas afectadas, que originaria-mente se basaban en la utilización de las vacunas comerciales de distinto tipo. Sin embargo, con el tiempo, se ha observado que, aunque las vacunas constituyen una herramienta muy útil en los programas de control, por sí mismas no suelen ser sufi-cientes para alcanzar un control efectivo del problema y deben acompañarse de cambios tanto en el manejo de los anima-les reproductores como en el flujo de los animales en crecimiento.

ASPECTOS RELEVANTES DE LA INFECCIÓNEl conocimiento de algunas particularida-des de la patogenia y la epidemiología de la enfermedad, que se han ido estudiando con el tiempo, ha contribuido de manera notable al desarrollo de programas de control efectivos, permitiendo incluso diseñar programas de erradicación de la enfermedad que se han llevado a cabo con éxito en granjas de todo el mundo.

PatogeniaEn relación con la patogenia de la infec-ción es especialmente relevante el hecho de que el virus es capaz de atravesar la barrera placentaria e infectar a los fetos en desarrollo (Mengeling et al., 1994). Sin embargo, la infección no siempre causa la muerte de los mismos, sino que puede dar lugar al nacimiento de lechones vivos que han sido infectados in utero. Estos anima-les, aunque con frecuencia son lechones débiles que presentan una elevada morta-

lidad durante la lactación, son virémicos y suelen excretar el virus, constituyendo una fuente importante de virus para sus compañeros de camada y contribuyendo a la difusión del mismo, tanto durante la lactación como después del destete.

EpidemiologíaEn lo que se refiere a la epidemiología, además del hecho ya mencionado de que los lechones que nacen infectados cons-tituyen una fuente significativa de virus para los animales negativos, éstos también se pueden infectar durante la lactación como consecuencia de la excreción del virus por parte de sus madres (figura 2).En ocasiones es difícil diferenciar si la fuente de virus son las madres o sus com-pañeros de camada infectados in utero. No obstante, sea cual sea la fuente más importante de virus, el hecho es que muchos de los lechones que nacen negati-vos son virémicos en el momento del des-tete (Kranker et al., 1998). Esto supone un gran riesgo para la difusión del virus entre las camadas negativas tras el destete, ya que a la mezcla de animales y al estrés que supone el destete se suma la caída de la inmunidad pasiva que adquirieron los lechones durante la lactación y constituye la razón fundamental por la cual el virus se mantiene en las poblaciones de anima-les en crecimiento.Otro hecho importante desde el punto de vista epidemiológico es que las granjas son poblaciones abiertas en las cuales hay una continua entrada y salida de animales, tanto en crecimiento como reproductores.

Figura 1. La mezcla de lechones tras el destete facilita la difusión del virus desde los lechones infectados a sus compa-

ñeros de destete sanos, contribuyendo así al mantenimiento de la infección en los animales en crecimiento.

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Este hecho, unido a la relativamente baja capacidad de difusión que caracteriza al PRRSV, especialmente cuando el contacto entre los animales no es directo, hace que las poblaciones de reproductores estén constituidas en la mayoría de las ocasio-nes por una mezcla de animales que han sufrido la infección en el pasado y presen-tan, al menos, cierto grado de inmunidad; animales que se han infectado reciente-mente son virémicos y pueden potencial-mente infectar tanto a sus camadas como a otras reproductoras; y cerdas que no han sido previamente expuestas al virus y son susceptibles a la infección. Esta mezcla de animales inmunes, infectivos y susceptibles garantiza el mantenimiento de la infección entre los reproductores y una fuente conti-nuada de virus para los animales en creci-miento (figura 3).Finalmente, desde el punto de vista epi-demiológico, hay que tener en cuenta el curso de la infección en los anima-les infectados. Cuando un animal se infecta se establece de forma práctica-

mente inmediata un periodo de viremia que puede tener una duración variable, aunque suele ser más corto en anima-les adultos (Prieto et al., 2004) y más largo en animales en crecimiento (Ros-

sow et al., 1994). Sin embargo, lo más relevante es que en el transcurso de la viremia el virus se distribuye por todo el organismo, y fundamentalmente en los órganos linfoides, donde permanece una vez finalizada la misma durante perio-dos relativamente largos. En concreto, las tonsilas constituyen una localización preferente del virus y en las mismas se ha podido demostrar la presencia del ARN del virus por periodos de hasta 251 días (Wills et al., 2003) y de virus infectivo hasta el día 157 posinfección (Wills et al., 1997). La presencia de virus en dis-tintas localizaciones orgánicas durante periodos relativamente largos supone un riesgo importante desde el punto de vista epidemiológico ya que durante este tiempo el virus se puede excretar e infectar a animales susceptibles.

MEDIDAS ESPECÍFICAS DE CONTROLTodos los aspectos que hemos mencio-nado en los párrafos anteriores deben ser tenidos en cuenta cuando se diseñan programas para el control de la enfer-medad. Esto es así porque para llevar a cabo un control efectivo el primer paso que hay que dar es controlar la circula-ción del virus entre los reproductores. Esta medida permitirá evitar la infección de los lechones tanto antes del nacimiento como durante la lactación, eliminando así las posibles fuentes de virus para otros animales en crecimiento. Una vez contro-lada la infección entre los reproductores, el siguiente paso sería el control de la infección en los animales en crecimiento.

Figura 3. En granjas donde no hay establecido ningún programa de control, la población de reproductoras estará constituida por una mezcla de cerdas con inmunidad adecuada, por

infecciones previas, cerdas infectadas que eliminarán el virus y cerdas susceptibles que se pueden infectar en cualquier momento.

Figura 2. Los lechones infectados al destete infectarán al resto de lechones del lote y mantendrán la infección activa en la granja.

Susceptible Infectada

Figura 4. La existencia de subpoblaciones en la población de reproductoras puede dar lugar a infecciones transplacentarias y al

nacimiento de lechones infectados, que a su vez pueden ser fuente de virus para otros lechones durante la lactación y tras el destete.

Susceptible

Infectada

Inmune

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Figura 6. Cuanto más jóvenes sean las cerdas de renovación cuando llegan a la granja de destino, mayor versatilidad podrán

tener los programas de adaptación y consecuentemente mayor éxito.

Todas estas medidas, si se implemen-tan correctamente, podrían conducir a la erradicación de la enfermedad en una población. Sin embargo, hay que tener presente que mientras no se consiga evitar la presencia de lechones virémicos en las maternidades no se podrá controlar com-pletamente la enfermedad, aun cuando se puedan implementar otras medidas que limiten los efectos que la infección pueda tener en los animales en crecimiento (figura 4).Para controlar la circulación del virus entre los reproductores hay que evitar la existen-cia de subpoblaciones, es decir, de anima-les con distinto estatus sanitario frente al virus. Para conseguir este objetivo se pue-den seguir distintas aproximaciones, unas más agresivas o drásticas que otras. Entre ellas se pueden destacar las siguientes.

Despoblación-repoblaciónUna forma de conseguir un estatus simi-lar en todos los reproductores es vaciar la granja y, una vez limpias y desinfectadas las instalaciones, repoblar con animales negativos al virus. Esta estrategia se ha seguido en ocasiones en programas de erradicación ya que la repoblación con animales negativos garantiza la produc-ción de lechones negativos. La principal ventaja que tiene este sistema es la rapidez con la que se consigue tener una población negativa. Sin embargo, el coste que supone el sacrificio de los reproductores, la com-pra de nuevos animales y, sobre todo, la parada en la producción es muy elevado. Además, esta medida supone la pérdida del material genético de la explotación, lo cual puede ser muy relevante si pensamos en granjas de la pirámide genética.

Por otro lado, si no se persigue la erradi-cación del virus del sistema a corto plazo, sino únicamente la disminución de las pér-didas asociadas a la infección y conseguir un flujo negativo de animales, no es nece-sario trabajar con poblaciones de repro-ductores seronegativos sino únicamente con poblaciones que no mantengan la infección activa, por lo que no sería nece-sario eliminar los animales seropositivos.Finalmente, hay que tener en cuenta que el mantenimiento de poblaciones de reproductores negativos al virus exige la implementación de unas medidas de bioseguridad muy estrictas y no siempre factibles, por lo que antes de adoptar esta medida se debe hacer un análisis muy deta-llado y completo del riesgo que se asume.Por todas las razones anteriormente expuestas, esta medida de control no es muy popular en la actualidad. Existen otras aproximaciones, menos costosas y drásticas, que pueden llevar a resultados similares, aunque el periodo de tiempo necesario para conseguir el control y sobre todo la erradicación de la enferme-dad sea superior.

Inmunización de las cerdas de renovaciónEl objetivo general que se persigue en los programas de control es conseguir que todas las reproductoras se infecten y desarrollen inmunidad activa frente al virus, pero con la condición de que la infección inicial se produzca antes de que las cerdas entren en producción,

evitando así la primoinfección de cer-das gestantes (figura 5 y 6). Además, es condición indispensable que la infección se produzca con la suficiente antelación como para evitar que las cerdas de reno-vación puedan portar el virus cuando entren en producción y, potencialmente, transmitirlo a otras cerdas gestantes.Este objetivo exige actuar sobre las cerdas de renovación, para las que se han desa-rrollado distintas estrategias, unas válidas y otras que deberían evitarse. Entre ellas destacan las siguientes:

Compra de cerdas de renovación positivas al virusEsta aproximación se basa en la creen-cia de que si las cerdas ya son positivas cuando entran en la explotación, ten-drán inmunidad suficiente y no se infec-tarán cuando entren en producción. Sin embargo, esta práctica, frecuente en el pasado, está cayendo en desuso debido al riesgo que supone la introducción de cerdas positivas en cualquier explotación, aunque ésta sea positiva. Esto se debe al hecho de que las cepas del PRRSV presen-tan una variabilidad extraordinariamente alta, lo que hace que la protección cruzada entre distintas cepas sea muy variable y, en bastantes ocasiones, inexistente. Como cuando se introducen cerdas positivas en una explotación no es posible saber cuánto tiempo ha transcurrido desde la infección, es posible que esas cerdas todavía porten virus viable en los órganos linfoides y lo transmitan a la población residente, intro-

Figura 5. Los programas de control frente al PRRS pasan

necesariamente por la adaptación de las cerdas de reno-

vación que llegan a la granja como futuras reproductoras.

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duciendo así una nueva cepa en la granja de destino. Si esto sucede y la protección cruzada entre la cepa existente previa-mente en la explotación y la cepa que traen las cerdas de renovación no es sufi-ciente, la nueva cepa circulará entre los reproductores y puede causar un brote de la enfermedad. Como este riesgo es real y con frecuencia se ha descrito la entrada de nuevas cepas del virus en granjas positivas como consecuencia de la introducción de cerdas de renovación, la compra de cerdas positivas, aun cuando todavía se utiliza en algunas granjas, es una mala política y está claramente desaconsejada.

Compra de cerdas de renovación negativas y exposición a la cepa que circula en la granja antes de la entrada a producción de las cerdasEsta estrategia se basa en la teoría de que la mejor inmunidad que se puede conseguir en las cerdas de renovación es una inmuni-dad específica frente a la cepa que circula en la explotación. Si bien esto es cierto, ya que, como hemos comentado anterior-mente, las diferencias antigénicas entre las cepas del virus hacen que la protección cruzada entre distintos aislados sea, en el mejor de los casos, parcial (Labarque et al., 2004; Prieto et al., 2008), llevar a cabo este tipo de inmunización presenta ciertas dificultades que deben considerase y valo-rarse antes de decidirse por esta estrategia.Existen dos procedimientos por los cuales se puede conseguir la infección de las cer-das de renovación con la cepa circulante en la granja. El primero de ellos consiste en la puesta en contacto de las cerdas de renova-ción con animales en los que está circulando el virus para que se produzca la transmisión de la infección de forma natural (figura 7). El segundo consiste en la inoculación de las cerdas con muestras clínicas que contienen el virus de la explotación.El primer procedimiento, que parece relativamente sencillo, presenta como principal dificultad contar con una fuente constante y fiable de virus que garantice la infección rápida y sistemática de todas las cerdas de renovación que entran en la granja. Para conseguir el contagio de la infección la mejor opción es poner en contacto a las cerdas de renovación con animales en crecimiento, que son la población en la que habitualmente se mantiene la circulación del virus. Sin embargo, siempre hay que comprobar que el grupo de edad seleccionado es el

adecuado ya que cuando se avanza en el control de la enfermedad se acaba produ-ciendo un flujo negativo de animales y es mucho más complicado conseguir anima-les infectados para poner en contacto con las cerdas de renovación. Además, en el caso de las granjas de producción en múl-tiples fases no se cuenta con animales en los que circule el virus en la explotación de madres, salvo que exista una recría de cerdas de renovación dentro de la granja.Por otro lado, para que la transmisión se produzca de forma eficaz es necesario garantizar un contacto directo y conti-nuado entre animales infectados y anima-les susceptibles ya que se ha demostrado en repetidas ocasiones que el contacto indi-recto no garantiza la infección de los ani-males susceptibles (Trincado et al., 2004). Las dificultades en la transmisión entre animales infectados y susceptibles encon-trados en distintos estudios podrían expli-car el hecho de que no siempre se infecten todas las cerdas de un lote y, si algunas no se infectan, se rompe la condición de que todos los reproductores introducidos en la granja tengan una inmunidad suficiente cuando entran en producción.Un tercer problema inherente a este tipo de exposición es que la infección natural no garantiza que se produzca la infección de todos los animales a la vez ya que no se controla el momento de la infección. La transmisión dependerá de factores como el tipo de contacto entre las cerdas (y en él influyen, entre otros, el tamaño de las cua-dras, el tipo de particiones y los sistemas de ventilación) o las características de la cepa que infecta la granja.Todo ello hace que la transmisión sea un proceso continuado en el tiempo y no un

hecho puntual que sucede de forma sin-crónica en todos los animales. Este hecho es muy relevante ya que otra de las condi-ciones que hay que cumplir en el proceso de aclimatación es que haya transcurrido un periodo de tiempo lo suficientemente largo desde la infección hasta la introduc-ción en producción como para que todas las cerdas hayan dejado de ser portadoras del virus y no representen un riesgo para los reproductores en producción. Si la infección se alarga en el tiempo, también ha de alargarse el periodo de aislamiento para permitir que hasta la última cerda infectada haya eliminado el virus de su organismo.Además, para que este sistema funcione es necesario garantizar que tras la exposi-ción de las cerdas al virus, éstas estén en aislamiento total del resto de animales de la granja durante el periodo en el que por-tan virus viable para evitar la difusión de este virus a los animales que entran en con-tacto con ellas. Para ello, es necesario que la granja cuente con las instalaciones nece-sarias para poder manejar cada lote de cer-das de renovación que entra en la granja de forma totalmente independiente al resto de lotes durante un periodo mínimo de dos o tres meses (aunque en condiciones idea-les este periodo de tiempo debería ser toda-vía más largo).Otra posibilidad para conseguir la expo-sición de las cerdas de renovación al virus que circula en la granja consiste en la infec-ción controlada de las mismas inoculando por vía intramuscular una muestra bioló-gica, generalmente suero, que se sepa que contiene virus viable. La principal ventaja de esta práctica es que la infección por vía intramuscular es muy eficiente por lo que,

Figura 7. Una forma de adaptar a las cerdas de renovación es ponerlas en contacto con animales en crecimiento en los que están circulando activamernte el virus.

El principal riesgo es que los lechones no estén infectados y no se produzca la transmisión. Un inconveniente de esta técnica es que la infección de las cerdas será secuencial.

Susceptible Infectada Inmune

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si se realiza correctamente, se garantiza la infección sincrónica de todas las cerdas de un lote, evitando la entrada de animales negativos a producción y el alargamiento en el tiempo de las infecciones que con-lleva la entrada a producción de animales portadores. No obstante, esta aproxima-ción no está exenta de riesgos. En primer lugar, hay que tener en cuenta que las cer-das se podrán infectar potencialmente con cualquier patógeno que esté presente en la muestra biológica utilizada para llevar a cabo la infección. Por tanto, la primera premisa es controlar las muestras biológi-cas que se van a utilizar para asegurarnos de que estén libres de cualquier otro pató-geno conocido. Para disminuir el riesgo, en ocasiones, en lugar de utilizar directa-mente el suero de un animal infectado de forma natural, se hace un paso intermedio y un lechón joven y en buen estado de salud se inocula. Posteriormente ese ani-mal se utiliza como donante. Un segundo riesgo asociado a esta práctica es que no haya virus viable en la muestra o esté pre-sente en una cantidad menor que la dosis infectiva necesaria para conseguir la infec-ción de todas las cerdas. En el primer caso fracasará la infección e introduciremos animales negativos en producción y en el segundo caso, aunque infectemos algunas de las cerdas, el resto se tendrán que infec-tar por contacto, lo que alargará el proceso y correremos el peligro de introducir cer-das portadoras en producción. Aunque es difícil asegurar que haya virus viable en las muestras, existen ciertas estrategias que se pueden seguir para minimizar el riesgo. En primer lugar, se debe comprobar siempre que las muestras biológicas sean positivas por RT-PCR. Esto garantiza que hay virus en la muestra, pero no garantiza su viabi-

lidad. Es recomendable hacer RT-PCR a tiempo real para cuantificar la cantidad de ácido nucleico presente en la muestra. En general, durante el periodo agudo de la infección hay más virus en la muestra y esto suele reflejarse en una mayor cantidad de ácido nucleico. Además, por esta misma razón, cuando se hace un paso intermedio y se utiliza un donante, se debe obtener la muestra que se va a utilizar para infectar a las cerdas de renovación en la fase aguda de la infección y durante el pico de viremia.Con independencia de que se expongan las cerdas de renovación a animales infectados o se inoculen con muestras biológicas que contengan el virus, para garantizar que la adaptación se hace correctamente, se debe monitorizar el curso de la infección, tomando muestras de sangre y compro-bando que todas las cerdas sean virémi-cas pocos días después de la exposición al virus o a animales infectados, y que se produzca la seroconversión en un periodo máximo de un mes tras la infección.

Compra de cerdas de renovación negativas y vacunación de las mismasOtra posibilidad para introducir cerdas inmunes en producción es comprar cer-das seronegativas y vacunarlas frente al PRRS durante el periodo de adaptación (figura 8). Esta estrategia tiene la ventaja de ser más segura que las prácticas ante-riormente mencionadas ya que las cerdas se exponen a virus vacunales en lugar de a cepas virulentas del virus. Además, la apli-cación de una vacuna permite garantizar la exposición al virus de todas las cerdas al mismo tiempo. Finalmente, en el caso de que el periodo de aislamiento de las cerdas tras la exposición al virus no pueda ser lo suficientemente largo como para garanti-

zar la eliminación de virus virulentos, la vacunación es mucho más adecuada que cualquier otra práctica ya que, aunque algunas cerdas sean portadoras cuando entran en producción, es poco probable que se produzca ningún efecto adverso como consecuencia de la difusión del virus vacunal en la población de reproductores. Sin embargo, tiene el inconveniente de que la inmunización se realiza con una cepa heteróloga a la que circula en la explota-ción y la protección que se consiga será dependiente de las características de la cepa que circule en la granja. Los progra-mas de vacunación que se pueden utilizar son muy variados y serán dependientes en gran medida de la duración del periodo de adaptación. El único condicionante es que la primovacunación se debe realizar con una vacuna viva atenuada ya que se ha demostrado que la eficacia de las vacunas inactivadas cuando se aplican en animales seronegativos es muy limitada (Scortti et al., 2007, Zuckerman et al., 2007).Finalmente, existe la posibilidad de com-binar la exposición temprana al virus que circula en la granja con una vacunación posterior antes de entrar a producción en el programa de adaptación de la renovación.

Inmunización de las cerdas en producciónLa inmunización eficaz de las cerdas de renovación puede llevar por sí sola con el tiempo al control de la enfermedad en la población de reproductores. Sin embargo, este objetivo no siempre se consigue a corto plazo, especialmente cuando se ha producido recientemente un brote de la enfermedad, se sospecha que la situación de los reproductores es muy heterogénea o se cree que se producen con frecuencia

Figura 8. La adaptación de las cerdas de renovación mediante vacunación o mediante exposición controlada al virus de la granja garantiza que todos los animales se infectan a la vez y adquieren inmunidad al mismo tiempo, haciendo así más fácil la monitorización del proceso.

Susceptible Infectada Inmune

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entradas laterales de virus. En estos casos se suelen implementar programas de con-trol también en las cerdas en producción. El objetivo que se persigue es, una vez más, eliminar de forma rápida las subpobla-ciones y conseguir una inmunidad alta y homogénea en las reproductoras.En este caso, los programas vacunales se pueden basar en la aplicación tanto de vacunas vivas modificadas como de vacu-nas inactivadas o en combinaciones de ambas. Aunque en origen los programas vacunales se aplicaban mayoritariamente en cerdas durante la primera mitad de la gestación y durante la lactación, con el objetivo de mejorar la seguridad de las vacunas vivas atenuadas, en la actualidad se ha generalizado la aplicación de las vacunas en sábana. Este protocolo con-tribuye a una mayor homogeneidad en la inmunidad de las cerdas y no parece tener ningún efecto adverso, al menos cuando las vacunas se aplican en animales expues-tos al virus con anterioridad.Al contrario de lo que sucede en las cerdas de renovación, la utilización de virus de campo para inmunizar a las reproducto-ras es infrecuente. Esto se debe a que los efectos de la exposición de cerdas gestan-tes a cepas virulentas del virus son mucho más dramáticos ya que cabe esperar que se reproduzcan los signos propios de la infección. De hecho, un estudio reciente indica que cuando se utilizan vacunas para estabilizar la población de reproductores tras un brote, el tiempo medio necesario para conseguir un flujo negativo de lecho-nes es algo mayor que cuando se utiliza la cepa de campo. Pero las pérdidas aso-ciadas al brote, cuantificadas en función de los lechones que se dejan de producir, son mayores cuando se utiliza la cepa de campo que cuando se utilizan vacunas.

Cierre de la granjaCuando tras un brote se quiere estabilizar rápidamente la población de reproducto-res o cuando se emprende un programa de erradicación con frecuencia se procede al cierre de la granja. El objetivo es conse-guir que cese la circulación vírica evitando la presencia de animales susceptibles a la infección. Para ello se procede a la inmu-nización de todas las cerdas presentes, mediante vacunación o mediante expo-sición a la cepa de campo, seguido de un periodo en el que no se introducen cerdas de renovación en la granja. El periodo durante el cual la granja debe estar cerrada

Medidas específicas para controlar la circulación de virus entre los animales en crecimiento

La estabilización de los reproductores conducirá al cese de la circulación del virus en los mismos y a la producción de lechones negativos, que es el punto de partida necesario para controlar la circulación del virus en animales en crecimiento. Hay que tener muy claro que mientras no produzcamos lechones negativos al destete cualquier medida que tomemos para evitar la circulación del virus en cerdos en crecimiento estará condenada al fracaso (figura 9). Se considera que una población de reproductores es estable cuando durante un periodo de al menos 3-4 meses desteta sistemáticamente lechones negativos. Una vez verificado este extremo, se podría intentar eliminar el virus de los animales en crecimiento ya que sabemos que los animales que llegan a esas fases son negativos y que la principal fuente de virus en este caso la constituyen los animales de más edad con los que entran en contacto directa o indirectamente. En esta situación la medida más efectiva es la despoblación total de animales en crecimiento, acompañado de la limpieza, des-infección y vacío sanitario de las instalaciones. Así garantizamos que no es posible que los animales negativos entren en contacto con el virus por lo que, en ausen-cia de infecciones laterales, se mantendrán negativos hasta el final de la fase de crecimiento. Sin embargo, esta estrategia es muy costosa tanto económica como logísticamente.En algunas ocasiones, y dependiendo de la estructura de producción, es posible hacer despoblaciones parciales, que generalmente se llevan a cabo vaciando las transiciones. Este vaciado de las transiciones puede ser equivalente a la despobla-ción total de animales en crecimiento si los cebaderos son externos y podemos llevar a cabo vaciados por sitio de forma que en el sitio tres no entren en contacto lechones negativos con poblaciones positivas. Es más, si se organiza correctamen-te, en el caso de que se disponga de cebaderos externos se puede hacer tempo-ralmente wean-to-finish, lo que disminuye mucho el coste del programa al evitar la venta de animales.En el caso de que los cebaderos estén en un único sitio, el vaciado de las transiciones crea una burbuja que a veces es suficiente para evitar la transmi-sión del virus desde los lotes de más edad a los animales más jóvenes, aunque hay que tener presente que este sistema no siempre funciona. No obstante, la diferencia de edad entre los animales de lotes consecutivos es siempre beneficiosa para romper los ciclos de infección y constituye la base de la orga-nización de la reproducción por bandas para limitar la transmisión y el efecto de numerosos patógenos en animales en crecimiento, sobre todo en granjas de ciclo cerrado.

Figura 9. Si las cerdas tienen una inmunidad adecuada cuando entran en producción, no se infectarán durante la gestación y su camada será negativa al destete (izq.). Si las cerdas se infectan durante la gestación o la lactación infectarán a toda o a parte de su camada, que

será fuente de virus para otros lechones tras el destete (dcha.).

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ha de ser de al menos 7-8 meses ya que el protocolo se basa en el hecho de que si todos los animales son expuestos al virus al mismo tiempo y se mantienen en ais-lamiento durante un periodo lo suficien-temente largo como para que no queden portadores, el contacto posterior con ani-males susceptibles no supondrá ningún riesgo para los mismos. Como el periodo durante el cual se ha podido demostrar la presencia del virus en animales infectados experimentalmente nunca ha sido supe-rior a ocho meses, se utiliza esa cifra como referencia (Wills et al., 2003). Pasado este tiempo, y una vez comprobado que el pro-ceso de estabilización ha tenido éxito, se podrían introducir cerdas de renovación negativas en la granja sin que éstas se infec-taran. El proceso de renovación habitual de la granja terminaría eliminando los ani-males seropositivos y conduciendo a una población negativa.Esta es la estrategia más utilizada en la actualidad en los programas de erradi-cación del virus ya que no requiere el vaciado de la granja ni la eliminación de las cerdas positivas por lo que el coste del programa es menor. No obstante, hay que tener en cuenta que para que esta estrategia funcione es necesario que no haya ninguna otra fuente posible de virus, es decir, es necesario que no haya contacto entre las cerdas y los animales

en crecimiento. Además, como el cie-rre de granja tiene un coste asociado al envejecimiento de la población, antes de comenzar el programa se debe planifi-car la entrada de un número suficiente de cerdas de renovación de distintas edades para paliar, en la medida de lo posible, el problema. Es más, para mini-mizar el coste asociado al programa, se recomienda buscar un alojamiento alter-nativo para continuar con las cubricio-nes de cerdas de renovación fuera de la granja. Esta aproximación garantiza el mantenimiento de la producción, aun-que con ciertas dificultades logísticas.

CONSIDERACIONES FINALESLa base de los programas de control del PRRS es homogeneizar la inmunidad de las reproductoras para evitar el naci-miento de lechones infectados que puedan ser fuente de virus para otros lechones durante la lactación y tras el destete. Para conseguir este objetivo es fundamen-tal instaurar programas de adaptación de cerdas de renovación que garanticen la introducción de cerdas inmunes y no portadoras del virus en producción. Una vez conseguido este objetivo se puede plantear la eliminación del virus de los animales en crecimiento, mediante des-poblaciones parciales o totales, según las circunstancias.

En esta situación se podrían diseñar pro-gramas de erradicación, que pasarían por la entrada de reproductores negativos a producción y la suspensión de cualquier programa encaminado a mantener un estatus inmunitario elevado en las cerdas en producción. Aunque una vez estabili-zada la granja es factible erradicar el virus, antes de acometer esta empresa se deben valorar los riesgos que se asumen. En este sentido, hay que tener en cuenta que una población no inmune es plenamente susceptible a la infección y cualquier con-tacto con un virus de campo causará la infección de la población y, presumible-mente, un brote de la enfermedad. Esto implica que se debe llevar a cabo un estu-dio en profundidad de la bioseguridad de la granja para evaluar los riesgos externos e internos que existen y determinar si son asumibles o no. Aunque la descripción de los riesgos a evaluar sería prolija, pode-mos destacar que entre los factores que debemos analizar hay que considerar la localización de la granja, la fuente de animales de renovación y semen, las rela-ciones epidemiológicas con otras explota-ciones, la logística de camiones, tanto de transporte de animales como de pienso y otros materiales, los posibles vectores, el flujo de animales y personas en la explo-tación y los programas de limpieza y des-infección, entre otros.

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