matinez_moya- estudio histórico del desarrollo azucarero dominicano. 1500-1930

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  • La caa da para todo

  • Archivo General de la NacinVolumen CXXXVII

    Arturo Martnez Moya

    La caa da para todoEstudio histrico cuantitativo del desarrollo

    azucarero dominicano (1500-1930)

    Prlogo deJos Antonio Piqueras

    Santo Domingo2011

  • Archivo General de la Nacin, volumen CXXXVII Ttulo: La caa da para todo. Estudio histrico cuantitativo del desarrollo azucarero dominicano (1500-1930)Autor: Arturo Martnez Moya

    Primera edicin: agosto, 2011

    Cuidado de la edicin: Toms Castro Burdiez (editor externo del AGN)Diagramacin: Fundacin EducarteDiseo de cubierta: Fundacin EducarteIlustracin de portada: http://siglo21.com/cultura-3/el-rincon-de-cesar-retrato-intimo/attachment/rincon-de-cesar-24/

    De esta edicin: Archivo General de la Nacin, 2011Departamento de Investigacin y Divulgacinrea de PublicacionesCalle Modesto Daz Nm. 2, Zona UniversitariaSanto Domingo, Distrito NacionalTel. 809-362-1111, Fax. 809-362-1110www.agn.gov.do

    ISBN: 978-9945-074-307

    Impresin: Editora Bho, S. R. L.

    Impreso en Repblica Dominicana / Printed in Dominican Republic

  • 7

    ndice

    ndice de cuadros, grficos/11ndice del apndice/19Prlogo/23Abreviaturas/32

    Captulo I. INTRODUCCIN/33

    PRIMERA PARTE

    Captulo II. ECONOMA DEL TRAPICHE Y DE LA INDUSTRIA: desde su origen hasta 1800/471. Introduccin/472. Origen, agricultura caera y tecnologa/503. Desarrollo y decadencia/544. Productividad del esclavo y rentabilidad del

    ingenio/795. Como consecuencia una industria muy rentable/856. Los ciclos productivos afectan la rentabilidad de la industria/927. Dos economas diferenciadas/978. Conclusiones/104

  • 8

    SEGUNDA PARTE

    Captulo III. DEL TRAPICHE AL CENTRAL: de 1800 a 1899/1091. Introduccin/1092. Poblacin y economa/1133. Produccin de azcar/1374. Destino de la produccin: exportacin y

    consumo interno/1545. Volumen de caa que debi molerse, rea

    cultivada y rendimiento/1576. Trabajo y productividad/1677. Capital. Progreso tcnico/1758. Producto interno bruto azucarero/1939. Mercados: mecanismo de comercializacin y

    formacin de precios/19610. De la reciprocidad comercial al mercado

    distorsionado/20111. Relacin central azucarero-agricultor/20812. Transporte de la materia prima/21413. Rendimiento industrial/21614. Ingresos, gastos, beneficios y rentabilidad del

    ingenio y la industria/22215. Factores que explican el crecimiento de la

    industria: un estudio economtrico/23016. Conclusiones/235

    TERCERA PARTE

    Captulo IV. DEL INGENIO AL CENTRAL AZUCARERO: de 1900 a 1930/2431. Introduccin/2432. Economa nacional y azucarera/2473. Consumo privado y pblico, presin tributaria y

    endeudamiento/265

  • 9

    4. Reformas para aumentar ingresos pblicos/2735. Produccin de azcar. Crecimiento a largo plazo/2806. Un estudio de los ciclos productivos/2877. Produccin potencial. Uso de la capacidad instalada/3148. A pesar de la depresin aument el volumen/3189. Cambi la forma de comercializar/32410. Conclusiones/331

    Captulo V. MATERIA PRIMA Y TRANSPORTE/3351. Introduccin/3352. rea bajo cultivo. La materia prima/3363. Economa del colono/3554. Los colonos pierden la garanta/3895. Tierra de administracin. Facilidades legales/3986. Transporte en ferrocarril de la materia prima/4047. Conclusiones/409

    Captulo VI. MERCADO DE TRABAJO/4131. Introduccin/4132. Poblacin total, econmicamente activa e ingreso

    per cpita/4173. Oferta y demanda de trabajo. Ingresos de la industria/4194. Sobre el salario nominal/4275. Salario real. Costo de oportunidad/4356. Productividad/437 7. Progreso tcnico/4478. Nueva tecnologa. Estudio de la relacin capital/

    trabajo/4569. Tecnologa y productividad. Impacto del intensivismo/46210. Conclusiones/466

    Captulo VII. LA ACUMULACIN DE CAPITAL /4691. Introduccin/4692. Cuantificando el capital/4733. Financiando la industria/482

  • 10

    4. Aumenta el rendimiento/4965. Nueva tecnologa/5066. Surge el intensivismo/5097. Criterios de rentabilidad/5118. Costos, ingresos, beneficios y rentabilidad de

    la industria/5189. La industria dominicana ms rentable que la cubana/52910. Conclusiones/533

    CUARTA PARTE

    Captulo VIII. MODELO DE CRECIMIENTO DE LA INDUSTRIA/5371. Introduccin/5372. Dinmica del modelo azucarero/5393. Desarrollo del modelo. Anlisis de los parmetros/5454. Comparacin de los resultados/5565. El crecimiento de la industria, fue endgeno?/5596. Contabilidad del crecimiento/5617. Distribucin del ingreso que produjo la industria/5778. Impacto en la sociedad de la inversin extranjera directa/5869. Conclusiones/600

    Captulo IX. PLANTEAMIENTOS FINALES: La caa da para todo/607Definicin de unidades usadas/634Bibliografa y fuentes/635Apndice estadstico/655Glosario/709ndice onomstico/723

  • 11

    ndice de cuadros, grficos

    Segunda parte

    Cuadro III. 1. Repblica Dominicana, PIB nacional (medias anuales quinquenales) 1880-1929 128

    Cuadro III.2. Repblica Dominicana, industria azucarera, produccin de azcar, tierra sembrada y caa que debi cultivarse (medias anuales quinquenales) 165

    Cuadro III.3. Repblica Dominicana, industria azucarera, demanda de trabajo y nmina (medias anuales quinque-nales) 174

    Cuadro III.4. Repblica Dominicana, industria azucarera, valor de los ingenios (medias anuales quinquenales) 184

    Cuadro III.5. Repblica Dominicana, Industria azucarera, produccin, impuestos y salarios (medias anuales quin-quenales) 194

    Cuadro III.6. Repblica Dominicana, PIB nacional y el PIB azucarero (en pesos) (medias anuales quinquenales) 195

    Cuadro III.7. Repblica Dominicana, ingenios de San Pedro de Macors (zafra de 1893) 212

    Cuadro III.8. Repblica Dominicana, industria azucarera, ingresos, costos y beneficios (medias anuales y quinque-nales) 226

  • 12

    Cuadro III.9. Repblica Dominicana, industria azucarera rentabilidad (medias anuales y quinquenales) 227

    Cuadro III.10. Repblica Dominicana, industria azucarera, tamao de la economa azucarera relativa al producto interno bruto nacional (medias anuales quinquenales) 230

    Grfico III.1. Industria azucarera, rea sembrada de caa en tareas) 161

    Grfico III.2. Industria azucarera, cantidad de caa que de-bi cultivarse (en toneladas mtricas) 163

    Tercera parte

    Cuadro IV.1. Repblica Dominicana, PIB corriente y per cpita (medias anuales quinquenales) 256

    Cuadro IV.2. Repblica Dominicana, PIB azucarero con relacin al PIB nacional (medias anuales quin- quenales) 263

    Cuadro IV.3. Repblica Dominicana, poblacin, produccin nacional e ingreso per cpita (medias anuales quin- quenales) 265

    Cuadro IV.4. Repblica Dominicana, recaudacin impositiva y aporte por cada 100 libras de azcar 271

    Cuadro IV.5. Repblica Dominicana, industria azucarera, produccin potencial y observada (medias anuales quinquenales) 288

    Cuadro IV.6. Repblica Dominicana, industria azucarera, produccin, exportacin, consumo interno e inventario (medias anuales quinquenales) (en sacos de 320 libras) 321

    Cuadro V.1. Repblica Dominicana, industria azucarera, rea promedio cultivada y produccin promedio de caa 340

  • 13

    Cuadro V.2. Repblica Dominicana, evolucin de la propiedad (en reas) 345

    Cuadro V.3. Repblica Dominicana, superficie total, cultivada y no cultivada (zafras 1914, 1920 y 1925) 346

    Cuadro V.4. Repblica Dominicana, tamao de los ingenios segn propiedad (en hectreas) (zafras 1920 y 1925) 347

    Cuadro V.5. Repblica Dominicana, rendimiento en tonelada de caa, producida por acre de terreno 350

    Cuadro V.6. Repblica Dominicana, caa molida (en toneladas) (zafras 1918/19, 1919/20 y 1922/23) 352

    Cuadro V.7. Repblica Dominicana, produccin de azcar de los ingenios (en toneladas) (zafras 1918/19, 1919/20 y 1922/23) 353

    Cuadro V.8. Repblica Dominicana, costo del azcar y participacin de la caa (en centavos la libra y en %) (medias anuales quinquenales) 354

    Cuadro V.9. Repblica Dominicana, ingenio Angelina, caa de colono y de administracin (zafras 1914/15- 1929/30) 360

    Cuadro V.10. Repblica Dominicana, ingenio Angelina, costos caa de administracin y de colono, zafra 1925/26 (en pesos) 361

    Cuadro V.11. Repblica Dominicana/ ingenio Angelina, distribucin de ingreso entre colono e ingenio, partiendo del rendimiento del azcar de colono (promedio zafras de 1918/19 a 1929/30) 365

    Cuadro V.12. Repblica Dominicana/ ingenio Angelina, distribucin de ingreso entre colono e ingenio, partiendo del rendimiento del azcar de colono (zafras 1918/19, 1924/25 y 1926/27) 366

    Cuadro V.13. Repblica Dominicana, ingenio Angelina, ingreso que produjo el azcar de colonos y su distribu-cin (zafras 1918/19, 1924/25 y 1926/27) 367

  • 14

    Cuadro V.14. Repblica Dominicana, ingenio Angelina, pre-cio de venta y costo total promedio azcar de colonos (zafras 1918/19, 1924/25 y 1926/27) 371

    Cuadro V.15. Repblica Dominicana, ingenio Angelina, costo total ajustado para el ingenio del azcar de colonos (zafras 1918/19, 1924/25 y 1926/27 en porcentaje) 373

    Cuadro V.16. Repblica Dominicana, ingenio Angelina, distribucin del precio de venta de azcar de colonos (zafras 1924/25 y 1926/27 en porcentaje) 375

    Cuadro V.17. Repblica Dominicana, ingenio Angelina, distribucin del precio de venta del azcar crudo de colono (en pesos) 377

    Cuadro V.18. Repblica Dominicana, ingenio Angelina, avances a colonos (zafras 1914/15 a 1929/30) 381

    Cuadro V.19. Repblica Dominicana, ingenio Angelina, caa de colonos y prstamos (zafras 1918/19 a 1929/30) 382

    Cuadro V.20. Repblica Dominicana, ingenio Angelina, prstamos y azcar de colonos (zafras 1914/15 a 1929/30) 384

    Cuadro V.21. Repblica Dominicana, ingenio Angelina, comisiones e intereses cobrados a colonos (en pesos) (zafras 1914/15 a 1929/30) 386

    Cuadro V.22. Repblica Dominicana, ingenio Angelina, inters efectivo cobrado a colonos (porcentaje) 388

    Cuadro V.23. Repblica Dominicana, ingenio Angelina, compras de terrenos 390

    Cuadro V.24. Repblica Dominicana, ingenio Angelina, inversiones en terrenos (1919-1930) (en pesos) 396

    Cuadro V.25. Repblica Dominicana, industria azucarera dominicana, extensin red ferroviaria, caa transportada y relacin caa transportada/

  • 15

    Km. por das de zafra (zafras 1893, 1897, 1914 y 1925) 406

    Cuadro V.26. Repblica Dominicana, industria azucarera, Bueyes en uso para el transporte de la caa, 1908 y 1914 467

    Cuadro VI.1. Repblica Dominicana, industria azucarera, entrada de braceros 422

    Cuadro VI.2. Repblica Dominicana, industria azucarera, total de trabajadores y participacin de los extranjeros (medias anuales quinquenales) 426

    Cuadro VI.3. Repblica Dominicana, industria azucarera, promedio de trabajadores, nmina pagada y jornal diario, por perodo y por zafra (medias anuales quinquenales) 431

    Cuadro VI.4. Repblica Dominicana, industria azucarera, costo medio de produccin y jornal (medias anuales quinquenales) (centavos la libra y porciento) 433

    Cuadro VI.5. Repblica Dominicana, industria azucarera, promedio salario nominal, inflacin y salario real, por zafra y por perodo (medias anuales quinquenales) 435

    Cuadro VI.6. Repblica Dominicana, industria azucarera, participacin del salario en el producto interno bruto azucarero (medias anuales quinquenales) (en pesos) 438

    Cuadro VI.7. Repblica Dominicana, industria azucarera, produccin de azcar, cantidad y productividad del trabajador, por zafra y por perodo (medias anuales quinquenales) 445

    Cuadro VI.8. Repblica Dominicana, industria azucarera, valor promedio de los ingenios, nmero de trabajadores y relacin capital/trabajo, (medias anuales quinquenales) 459

    Cuadro VI.9. Repblica Dominicana, industria azucarera, produccin a largo plazo y diaria de azcar (medias anua-les y quinquenales) 463

  • 16

    Cuadro VII.1. Repblica Dominicana, industria azucarera, valor de los ingenios, produccin azucarera y relacin capital/produccin, por zafra y por perodo (medias anuales quinquenales) 478

    Cuadro VII.2. Repblica Dominicana, industria azucarera, capacidad de produccin y de capitalizacin (medias anuales quinquenales) 480

    Cuadro VII.3. Repblica Dominicana, ingenios controlados por las corporaciones (zafra 1925/26) 482

    Cuadro VII.4. Repblica Dominicana, industria azucarera, valor de los ingenios y beneficios de la industria (medias anuales quinquenales) (en dlares) 489

    Cuadro VII.5. Repblica Dominicana, industria azucarera, valor de los ingenios e intereses por financiamiento (me-dias anuales quinquenales) (en dlares) 490

    Cuadro VII.6. Repblica Dominicana, rendimiento de los ingenios, (en libras de azcar/ tonelada de caa) (zafras 191819, 1919/20, 1921/22 y 1922/23) 504

    Cuadro VII.7. Repblica Dominicana, industria azucarera, valor promedio de los ingenios, cantidad de trabajadores y relacin capital/trabajo, (medias anuales quinquenales) 507

    Cuadro VII.8. Repblica Dominicana, industria azucarera, produccin a largo plazo y diaria de azcar (medias anua-les quinquenales) 510

    Cuadro VII.9. Industria dominicana/costo promedio total, (la libra de azcar 96 grados pol.) (medias anuales quinquenales) 517

    Cuadro VII.10. Repblica Dominicana, industria azucarera, exportacin, ingresos y costos (medias anuales y quinquenales) 522

    Cuadro VII.11. Repblica Dominicana, industria azucarera dominicana, beneficios y rentabilidad (medias anuales quinquenales) 525

  • 17

    Cuadro VII.12. Beneficios y rentabilidad de la industria, azucarera dominicana y cubana (medias anuales quinquenales) 530

    Grfico IV.1. Estimado del PIB corriente de la economa (1905-1930) 254

    Grfico IV.2. Repblica Dominicana, PIB azucarero (1899/00 a 1929/30) 260

    Grfico IV.3. Produccin azcar y superficie cultivada (1900-1930) 284

    Grfico IV.4. Produccin mundial de azcar de caa y remolacha, produccin azcar de caa en Repblica Dominicana 286

    Grfico IV.5. Repblica Dominicana, industria azucarera, produccin real y potencial 288

    Grfico V.1. rea sembrada y cosechada de caa (1900- 1930) 338

    Grafico VI.1. Evolucin de la poblacin total y econmicamente activa (1900-1930) 418

    Grafico VI.2. Industria azucarera dominicana, nmina pagada y demanda de trabajo (1899-1930) 429

    Cuarta parte

    Cuadro VIII.1. Repblica Dominicana, industria azucarera, indicadores agrcola e industrial 542

    Cuadro VIII.2. Repblica Dominicana, industria azucarera, Contribucin de los factores al crecimiento (zafras de 1899/00 a 1929/30) 567

    Cuadro VIII.3. Repblica Dominicana/industria azucarera, fuentes de crecimiento de la produccin de azcar por perodo y por zafra (tasa de crecimiento) (zafras de 1904/05 a 1929/30) 573

  • 18

    Cuadro VIII.4. Repblica Dominicana, poblacin, ingresos per cpita nacional y azucarero, precio del azcar, salario e inflacin (medias anuales quinquenales) 578

    Cuadro VIII.5. Repblica Dominicana, beneficios y costos econmicos de la inversin extranjera directa en la industria azucarera (zafras de 1899/00 a 1929/30) (en pesos) 596

    Grfico VIII.1. Repblica Dominicana, industria azucarera, fuentes de crecimiento (1900-1930) 572

  • 19

    ndice del apndice

    Apndice I. Repblica Dominicana, provincias, poblacin total y poblacin econmicamente activa/657

    Cuadro I.1. Poblacin total (1795-1930) 658Cuadro I.2. Poblacin total y econmicamente activa 659

    Apndice II. Produccin, exportacin, poblacin, trabajadores capital y consumo per cpita de azcar/660

    Cuadro II.1. Exportacin de azcar, poblacin total, trabajadores y capital (1860-1900) 661

    Cuadro II.2. Produccin, exportacin y consumo per cpita de azcar (1868-1900) 662

    Apndice III. Produccin de azcar, precio, costos, ingresos y beneficios de la industria azucarera dominicana/663

    Cuadro III.1. Produccin de azcar, precio, costo, ingresos y beneficios de la industria (1968-1900) 664

    Cuadro III.2. Industria azucarera dominicana. Estimado de los beneficios por zafra (en millones de pesos) 665

    Apndice IV. rea cultivada, caa producida y exportacin de azcar de la industria de Repblica Dominicana/666Cuadro IV.1. rea cultivada, caa que debi cortarse y

    exportacin de azcar (1880-1900) 667

  • 20

    Cuadro IV.2Industria azucarera dominicana, produccin de azcar,

    estimado de caa molida y superficie bajo cultivo 668

    Apndice V. Produccin mundial de azcar de caa y remolacha y produccin mundial de azcar de caa/669Cuadro V.1. Produccin azucarera mundial total, de caa

    y remolacha (en toneladas mtricas) 670Continuacin cuadro V.1. Produccin azucarera mundial

    total, de caa y remolacha (en toneladas mtricas) 671

    Apndice VI. Produccin de azcar y rendimiento industrial en Cuba/672

    Cuadro VI.1. Produccin azucarera cubana (1850-1930) 673Continuacin cuadro VI. 1. Produccin azucarera

    mundial, de caa y remolacha (en toneladas mtricas) 674Cuadro VI.2. Produccin azucarera cubana 675Continuacin cuadro VI.2. Rendimientos industriales

    en la industria azucarera cubana (1903-1926) 676

    Apndice VII. Produccin, exportacin, consumo interno, capital, trabajo, gastos agrcolas y de fabricacin/677

    Cuadro VII.1. Industria azucarera dominicana, produccin de azcar, capital fsico y nmero de braceros 1899-1930 678

    Cuadro VII.2. Industria azucarera, produccin de azcar, gastos de fabricacin y de agricultura 679

    Cuadro VII.3. Industria azucarera, produccin, exportacin y consumo interno de azcar tambin valor de los ingenios tomando en consideracin solo maquinarias y equipos 680

    Cuadro VII.4. Industria azucarera dominicana, produccin, exportacin, consumo interno, inventario (miles T.M.) 681

  • 21

    Apndice VIII. Produccin, tareas sembradas, demanda de trabajo, nmina, precios en New York y Londres del azcar dominicana/682

    Cuadro VIII.1. Indicadores del crecimiento de la industria azucarera de Repblica Dominicana 683

    Cuadro VIII.2. Industria azucarera, estimado de nmina y demanda de trabajo (de 1899/00 a 1920/30) 684

    Apndice IX. Producto interno bruto (PIB)/685

    Cuadro IX. 1. Repblica Dominicana, estimado del PIB corriente de la economa 686

    Cuadro IX. 2. Repblica Dominicana, estimado del PIB de la industria azucarera (a precios corrientes) 687

    Cuadro IX. 3. Repblica Dominicana, ndices estimados del PIB 688

    Apndice X. Estadsticas de precios/689

    Cuadro X.1. Repblica Dominicana, precios de productos de consumo masivo 690

    Continuacin cuadro X.1 Repblica Dominicana, precios de productos de consumo masivo 691

    Cuadro X.2. Evolucin del precio de bienes de consumo en Repblica Dominicana 692

    Apndice XI. Comercio exterior/693

    Cuadro XI. 1. Repblica Dominicana, comercio exterior aos (1905-1930) 694

    Cuadro XI. 2. Repblica Dominicana, composicin de las principales importaciones de bienes 695

    Cuadro XI.3. Repblica Dominicana, composicin porcentual de las importaciones de bienes 696

    Cuadro XI. 4. Repblica Dominicana, principales productos de importacin (1905-1930) 697

    Continuacin cuadro XI. 5. Repblica Dominicana, principales productos de importacin 698

  • 22

    Apndice XII. Regresiones/699

    Cuadro XII.1. Industria azucarera dominicana, regresiones para determinar la funcin de produccin a largo plazo 700

    Cuadro XII.2. Industria azucarera dominicana, regresiones para determinar la funcin de produccin a largo plazo 701

    Cuadro XII.3. Industria azucarera dominicana, regresiones para determinar la sensibilidad de la inversin en activos fijos 702

    Cuadro XII.4. Industria azucarera dominicana. regresiones para determinar la funcin de produccin a largo plazo de la industria azucarera dominicana 703

    Cuadro XII.5. Industria azucarera dominicana, regresiones para determinar la sensibilidad de la inversin en activos fijos de la industria azucarera dominicana 704

    Cuadro XII.6. Industria azucarera dominicana, regresiones para determinar la funcin de produccin a largo plazo 705

    Apndice XIII. Contabilidad del crecimiento de la industriaContabilidad del crecimiento de la industria/706

    Cuadro XIII. 1. Industria azucarera dominicana, contabilidad del crecimiento 707

    Cuadro XIII. 2. Industria azucarera dominicana, contribucin de del capital y el trabajo en el crecimiento del valor agregado 708

  • 23

    Prlogo

    El moderno despegue azucarero en la Repblica Dominicana

    En el curso de la historia encontramos destinos colecti-vos que parecen escritos contra las adversidades y otros, para bien o para mal, se nos antojan gobernados por ventajas com-parativas. Sucede esto ltimo por la situacin geogrfica de la Repblica Dominicana, debido a sus riquezas naturales o porque el esfuerzo humano hace fructificar un determinado cultivo, pongamos, por ejemplo, la caa. En ocasiones, los des-tinos colectivos han de hacer frente a los inconvenientes de unas ventajas comparativas tan extraordinarias que no pasan desapercibidas a terceros. Otras veces, es el Estado y sus ad-ministradores los tentados de hacer un uso inadecuado de los beneficios, o se muestran desacertados al disear las polticas econmicas y fiscales que pudieran convertir el boom de un sector en una locomotora que arrastre a los restantes, que cree eslabonamientos y contribuya al progreso del pas mediante servicios e infraestructuras, y al bienestar de la poblacin con parte de los recursos generados.

    Los economistas ms ortodoxos de la escuela neoclsica se aferran a la nocin ventajas comparativas con la misma segu-ridad con la que un celador confa en su llave maestra y los usuarios de telefona celular aguardan la implantacin del

  • 24 Arturo MArtnez MoyA

    cargador de batera con toma de corriente universal. Es una pieza que al parecer introduce racionalidad en un mercado perfecto, en el que se combinan factores productivos rigurosa-mente precisos y en relacin proporcional, unas veces directa y, en otras, inversa: tierra, trabajo, capitales y la forma que en ocasiones revisten stos, tecnologa. Sin embargo, las ventajas comparativas no son constantes, estn sujetas a variaciones his-tricas, a la oportunidad de su aprovechamiento, al contexto internacional, al agotamiento de las condiciones que las hicie-ron posibles. Tampoco las ventajas aludidas, por s mismas, son un potenciador del crecimiento econmico, pues su aprove-chamiento depende de decisiones casi siempre empresariales y muchas veces polticas. La historia de la caa y del azcar en Santo Domingo, en la Repblica Dominicana, es un buen espejo donde contrastar la teora y ejercitar la reflexin. Desde luego, no existe mejor ventaja comparativa que la atalaya des-de la que el historiador observa el pasado, lo analiza y extrae conclusiones.

    Las reiteradas ventajas, por ltimo, pueden esconder un tra-tamiento fiscal sobre los beneficios, susceptibles de atraer y conservar inversiones en una primera etapa. De persistir, como sucede en la Repblica Dominicana durante el primer tercio del siglo xx, segn nos ilustra el autor del presente el libro, el doctor Arturo Martnez Moya, las ventajas son para otros, y el pas puede verse condenado a desaprovechar la oportunidad de haber dispuesto de un sector pujante para incidir en el con-junto de la economa. Habra que aadir que la ocasin perdi-da tambin puede serlo para hacer Estado, que es una empresa distinta de crear burocracia y levantar cuerpos de defensa y seguridad, al estilo de lo que sucedi durante la intervencin militar de los Estados Unidos de 1916-1922. No deja de ser sintomtico que a esta administracin le suceda como primer presidente de la recobrada Repblica un miembro de la saga azucarera ms poderosa del pas, Juan Bautista Vicini. Hacer Estado, en cambio, guarda relacin con el fomento del nivel

  • La caa da para todo 25

    de vida de la poblacin, la inversin en educacin, el respe-to a las iniciativas de la sociedad civil, la extensin de hbitos participativos que propicien una cultura poltica basada en la confianza entre gobernantes y gobernados, las instituciones legtimas, transparentes y responsables ante la sociedad, medi-das que no solo garantizan derechos sino que al proporcionar estabilidad se convierten a medio y largo plazo en factores de crecimiento econmico. Lo contrario, y el ejemplo se confir-ma en la fase que principia donde concluye la cronologa de este libro, proporciona alas a la destruccin de la paz civil: a la creacin de Estado por otros medios, el Estado-Leviatn, fruto de la imposicin, con usos violentos, con un coste humano y econmico desproporcionados, con un semi-monopolio patri-monial del dictador, con casi cincuenta aos desaprovechados, cuando no malversados.

    La historia de la que se ocupa el presente libro tiene varios comienzos. En el cruce de los siglos xviii y xix, poca asom-brosa por tantos conceptos que alumbraran una nueva era en Europa y en Amrica, Alejandro de Humboldt se maravill ante lo que iba a denominar las islas del azcar. Eran dominios anclados en el mar Caribe, en la regin de los trpicos, que en el ltimo siglo se haban convertido en prsperas colonias de plantacin donde se producan frutos a gran escala para el mercado exterior. Sobresala el cultivo y la produccin del dulce, sobre el que pronto, a lo largo del siglo xix, se levan-tara una poderosa industria agroalimentaria con origen en los campos de siembra, una primera transformacin en sus inmediaciones, de la que se extraan mieles y azcar cruda en varias categoras, para acabar en las refineras de los pases im-portadores y consumidores. Estos ltimos, directa o indirecta-mente, controlaban el negocio, fuera mediante la aportacin de capitales, ejerciendo el comercio, financiando las zafras, suministrando la tecnologa, aadiendo valor al producto final en la ltima fase del proceso industrial y tutelando el merca-do. La expansin del azcar desde finales del mil setecientos

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    guardaba estrecha relacin con el incremento continuado de la demanda, circunstancia que atrajo capitales europeos hacia ultramar, bien para ampliar las zonas de cultivo, para proveer stos de trabajo esclavo africano, para adquirir nueva tecnolo-ga capaz de incrementar el volumen de molienda de caa y el procesamiento del jugo. El incremento de la produccin y de la productividad permiti el descenso del precio del artculo y su consumo en proporcin creciente por las clases medias y populares, con el consiguiente incremento de la demanda. En plena revolucin industrial en Europa, los avances tecno-lgicos orientados a la industria azucarera fueron notables y constantes. Durante dcadas, el azcar y cuanto tena relacin con este se convirtieron en eficaces exponentes de la moderna globalizacin: el Caribe, el Viejo Continente, las factoras afri-canas y las ciudades portuarias de los Estados Unidos tejieron una tupida red de intercambios.

    En ese inicio de la historia de la que nos ocupamos, Santo Domingo permanece al margen de los grandes procesos, nunca escindido del todo del mundo de la caa pero durante largas etapas distanciado de la elaboracin de azcar para los merca-dos. Persisti, es natural, la planta y el trapiche que mola para el consumo local de raspadura y mascabado, o la extraccin de melazas con las que destilar buenos aguardientes y ron. Era la herencia de una historia anterior, pionera en las Antillas, cuando La Espaola se adelanta en el siglo xvi y se convierte en la puerta por la que entra en Amrica la caa, los ingenios de fabricar y todo el saber necesario para dar origen a la primera economa azucarera del Nuevo Mundo. Con ella lleg uno de los aportes esenciales de la futura poblacin dominicana en forma de inmi-gracin forzada, cautiva. Fue una experiencia excepcional de la que en fecha reciente hemos conocido en detalle cada uno de sus pasos principales y hemos comprendido su importancia an-tes relegada gracias al estudio de otro historiador dominicano, el doctor Genaro Rodrguez Morel. En la obra que prologamos, Martnez Moya integra esta experiencia, que dur casi un siglo,

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    en la secuencia posterior, dentro del largo perodo en el que el dominio espaol entra en crisis y son reformuladas las expecta-tivas de vida de los habitantes.

    Ahora bien, en la divisin del trabajo y la especializacin que trajo consigo la emergencia de las islas del azcar en el xviii, el fulgurante despegue de Jamaica y sobre todo de la parte occidental de la isla, Saint-Domingue, volvi a intro-ducir a los dominicanos en la vorgine del dulce, solo que esta vez convertidos en actores auxiliares, esto es, dedicados al rentable suministro de alimentos para una poblacin que sin cesar creca en nmero y de la que se extraa el mximo rendimiento emplendola en cultivos comerciales en lugar de aprovechar parte de su tiempo y de la tierra en la pro-duccin de bienes de subsistencia y el cuidado de ganado que exiga terrenos de pasto, los que abundaban en Santo Domingo. Convertido en despensa del Caribe, y entregado su comercio exterior al contrabando, la destruccin del Hait francs no le aprovech como sucedi con Cuba y Puerto Rico por la sencilla razn de que durante medio siglo el pas se vio envuelto en todas las peripecias que se aduearon de la isla, de la cesin por Espaa, a la Reconquista, la invasin de 1822 y la tenaz lucha por emanciparse. Es al final de la tercera proclamacin de la independencia, en 1865, cuando comien-zan a reunirse las condiciones de un cambio econmico. La guerra en Cuba y la emigracin de tcnicos y hacendados de la isla vecina, la elevacin de precios en los aos 1870 en el mercado mundial gracias a la guerra en Europa, seguida de un descenso en la dcada siguiente que conduce a consagrar all donde todava no haba tenido lugar la divisin del ne-gocio entre su fase agrcola y los centrales dotados de la lti-ma tecnologa para hacer frente a la reduccin del margen de beneficios. A lo anterior se unen los ajustes introducidos en los Estados Unidos por el trust del azcar dominado por las refineras, que emprenden una campaa, sobre una esca-la de aranceles, que permita el control del suministro en las

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    condiciones de mayor provecho a sus intereses; para lograrlo no dud en favorecer la apertura de una competencia ma-yor basada en concesiones a los nuevos pases productores (Hawi, Indonesia y Brasil). En esas circunstancias tuvo lugar la implantacin y despegue de la moderna industria azuca-rera dominicana, con dos ventajas adicionales sobre varios de sus competidoras directas: el costo de la mano de obra y una fiscalidad altamente beneficiosa para el inversor. No es que los restantes elementos permanecieran estables, sino que mantuvieron unas pautas similares a las seguidas en otras naciones a pesar de la gran inversin de capital que en poco tiempo se lleva a cabo en Repblica Dominicana en la pre-paracin de tierras y en equipamiento tecnolgico. El resul-tado, como en las pginas que siguen se pone de manifiesto, fue un crecimiento medio anual de la produccin azucarera que prcticamente duplica las tasas de evolucin mundial. De su devenir entre 1900 y 1930, y de sus consecuencias en la estructura econmica del pas, se ocupa en extenso el estudio del doctor Martnez Moya, en lo que sin duda representa la contribucin ms importante de la presente obra.

    En La caa da para todo el autor reconstruye el proceso agroin-dustrial dominicano, se detiene en cada uno de los factores que intervienen, los describe, los somete a discusin y, cuando es factible, explora las alternativas viables que se ofrecen a lo largo de tres dcadas. Finalmente, examina las disfunciones que el modelo propici en las estructuras social y econmica, mientras la gran empresa se consolidaba. La historia dominicana puede preciarse con esta contribucin de disponer de un estudio rigu-roso, como antes no se haba realizado sobre su principal lnea productiva, al menos nunca con el acopio de informacin y los presupuestos metodolgicos que aqu se siguen. A la vez, dispo-nemos de una evaluacin de lo que el azcar represent en la economa del pas y en su crecimiento econmico.

    Los datos y las conclusiones de corte empresarial que des-criben el modelo macroeconmico tienen la cualidad de estar

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    respaldados por un estudio micro de larga duracin, llevado a cabo en paralelo sobre los centrales de la casa Vicini. En con-junto, las dos partes conformaron la tesis doctoral que su autor defendi con brillantez a comienzos de 2010 en la Universidad de Sevilla. No podemos sino felicitarnos de la decisin de pre-sentarlas por separado, despus de someterlas al proceso de transformacin en libro. De esta forma podrn apreciarse, en todo su inters, como dos aportaciones complementarias en las que cada una conserva su propia entidad.

    Arturo Martnez rene algunas cualidades poco frecuentes en los autores que afrontan una tesis de historia econmica, de las que creo que ha sabido extraer lo mejor de cada una. Me refiero a su formacin de economista, primero; de hombre cercano al mundo de la empresa, despus, conocedor de sus interioridades prcticas y de la mentalidad del empresario; un autor con experiencia en la esfera de la vida pblica, que en el pasado le ha llevado a ponderar un volumen importante de informacin antes de adoptar decisiones relacionadas con la poltica econmica de un pas; en fin, su inters por la historia, que le ha llevado a especializarse en la materia. En su trabajo puede apreciarse la facilidad con la que se mueve entre los mo-delos economtricos y las tesis de niveles diferentes sobre uno u otro aspecto que, sin constituir en sentido estricto un marco terico, permiten someter a discusin los diversos factores de produccin. El resultado, por el contrario, permite al autor elaborar y debatir un modelo de crecimiento. En l destaca la capacidad de rpida capitalizacin del sector azucarero a travs de los beneficios. En segundo lugar, evala la incidencia del azcar en el PIB dominicano, sobre el que aporta informa-cin de la que en adelante no podr prescindirse. Por ltimo, el autor aborda la siempre espinosa cuestin de los beneficios y los costes en trminos sociales y nacionales.

    No desvelo ningn secreto si llamo la atencin sobre la enorme paradoja que se pone de relieve. De un lado, del rever-

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    so, el autor no duda en calificar de negativo el balance social, pues tres dcadas de crecimiento hicieron a la sociedad ms inestable y desigual, adems de comprometer la soberana do-minicana: los grandes beneficiaros fueron los inversores, con altsimas tasas de retornos, emigracin de capitales y escasa contribucin fiscal al pas. La economa familiar se hizo ms vulnerable an en los casos ms en ellos en los que los cam-pesinos participaron del proceso arrendando pequeas colo-nias dedicadas a plantar caa (a propsito, el anlisis que se ofrece es esclarecedor, de gran inters para la historia social). El desenlace del endeudamiento fue la prdida de la titulari-dad, un retroceso en la negociacin del arrobaje o la entrada en un sistema plenamente salarial. Habra que preguntarse las hiptesis son probabilidades sujetas a futura verificacin hasta qu punto ese proceso de depauperacin y abandono del campesino por el Estado, que se abstiene de arbitrar en las relaciones econmicas, acab favoreciendo ms tarde solucio-nes autoritarias y la creacin de una determinada base agraria al rgimen de Trujillo.

    Aparte de lo anterior, los terrenos se empobrecieron; se consumieron recursos naturales no reemplazados; las tierras cansadas se convirtieron en eriales o fueron ganados por las hierbas invasivas. Triste legado medioambiental

    Del lado anverso, la economa dominicana creci como an-tes no lo haba hecho, y en ese despegue el mayor peso corres-pondi a la aportacin de la industria azucarera, que no se hubiera producido, o nunca en la misma medida, sin la inver-sin extranjera o bajo pabelln extranjero. El azcar termin haciendo el siglo xx dominicano, dominndolo en su vertiente material. El azcar daba para todo, como reza el ttulo del li-bro de Arturo Martnez, que me precio de prologar. El azcar termin absorbiendo todo, escribe certeramente el autor en un pasaje. Sin embargo, no logr borrar del imaginario domi-nicano la composicin de un pueblo de familias campesinas, laboriosas, cultivadoras de frutos y viandas, dueas de un mo-

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    desto ganado de corral, tal vez de unas matas de tabaco, due-as de sus destinos por siglos a diferencia de otras islas de la regin, de esclavitud tarda a gran escala, con las que despus, sin embargo, comparti el fenmeno de la colonias agrcolas y los peones. En aquel imaginario nacional que sobrevivi a la llegada del gran central, las familias subsistan con todas las cualidades inherentes y con la sobriedad digna que concede la pobreza ms o menos solemne. Quiz subsisti debido a que cumpla con eficacia una funcin ideolgico-cultural, como una referencia inmutable, mientras el pas iba cambiando los fundamentos de su economa y de las relaciones sociales, ahora plenamente capitalistas, cuatro siglos despus de haber sido adelantada del capital mercantil; unas relaciones sociales despojadas del peso de la economa de autosuficiencia, some-tidas con todas las consecuencias a las leyes del mercado, tam-bin, tributo de los tiempos, del mercado internacional. De eso se trataba, en gran medida. Esa fue la dimensin menos til, justa y compasiva de esa oleada global que se ti de modernidad y entonces distaba de serlo. Bueno ser extraer experiencias del estudio econmico del pasado cuando se planifiquen nuevos ciclos econmicos, nuevas perspectivas de modernidad, que nunca llegan a serlo si prescinden de la condicin de los actores sociales que cada da hacen que las cosas sigan funcionando.

    Jos Antonio PiquerasCatedrtico de Historia Contempornea

    (Universitat Jaume I)Secretario de la Asociacin de Historia econmica del Caribe

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    Abreviaturas

    CIF costo, seguro y flete (Cost, Insurance and Freight).Cte. corriente.Comp. compilador.Ed. editor.Eds. editores.Etc. etctera.FOB franco a bordo (Free on Board) indica el precio de la mercanca a bordo.n.d. no disponible.PIB producto interno bruto.T.M. toneladas mtricas.

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    CAptulo i

    Introduccin

    La gran mayora de los que fundaron ingenios en la Rep-blica dominicanos y extranjeros no tenan la experiencia necesaria, y obraron como saban, e invirtieron los capitales como mejor podan. Se andaba ese camino con confianza, porque de Cuba se haba importado esta versin: la caa da para todo.1

    La verdadera fbrica de azcar est en los plantos de caa.2

    El libro que el lector tiene en sus manos, originalmente, fue nuestra tesis doctoral en historia, leda en la Universidad de Sevilla, Espaa, el 19 de febrero del 2010. El estudio se inscribe dentro de la historia empresarial, porque la mayor parte de las estadsticas micro y sectoriales utilizadas para dar respuestas a las preguntas de investigacin, aceptar y rechazar hiptesis, proceden de documentacin que descansa en el archivo pri-vado de la Casa Vicini, propietaria de los ingenios Angelina y Cristbal Coln, a la que se tuvo acceso con el conocimiento y aprobacin de don Gianni Vicini, quien posee idea muy clara

    1 Juan J. Snchez, La caa en Santo Domingo, Santo Domingo, Distrito Na-cional, Ediciones de Taller, 1972, p. 31.

    2 lvaro Reynoso, Ensayo sobre el cultivo de la caa de azcar, La Habana, Imprenta El Tiempo, 1862.

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    de la importancia que para la historia econmica dominicana tiene el grupo que preside, como se manifiesta desde el ltimo cuarto del siglo xix hasta los primeros treinta aos del xx.

    Durante seis meses, se estudiaron con libertad contratos, libros contables, planos, listados de pagos semanales y quince-nales a trabajadores en el campo de caa y de fbrica, libros de actas del Consejo de Administracin y de asambleas ordinarias y extraordinarias, facilitados por el apoyo logstico del licencia-do Campos de Moya, vicepresidente de este grupo empresarial, quizs la primera persona a quien se le expresaron los objeti-vos de esta investigacin. Se hace extensivo el agradecimiento al personal de la biblioteca de la empresa, que diligentemente asisti en la localizacin de los documentos con los cuales se elabor la base de datos, que sirvi de sustento al estudio de la economa del ingenio y de la industria en el ltimo tercio del siglo xix y durante los primeros treinta aos del xx.

    Se agradece, de manera especial, a nuestro director de te-sis el doctor Antonio Gutirrez Escudero, del Departamento de Historia Moderna, de la Escuela de Estudios Hispanoame-ricanos, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, y a nuestra tutora la doctora Manuela Cristina Garca Bernal, ca-tedrtica del Departamento de Historia de Amrica de la Uni-versidad de Sevilla, por sus oportunas observaciones tcnicas y esfuerzos administrativos coordinados, que hicieron posible la lectura de la tesis y que con xito se pudiera superar la distan-cia entre Santo Domingo y Sevilla. Tambin a ellos se agradece la conformacin del tribunal que evalu la tesis, especialistas en plantacin azucarera y en historia de Amrica. El cual fue presidido por el doctor Luis Navarro Garca, de la Universidad de Sevilla, los vocales fueron el doctor Julin B. Ruz Rivera, di-rector del Departamento de Historia de Amrica, Universidad de Sevilla, doctor Salvador Bernabu Albert, doctor Antonio Santamara Garca, ambos de la Escuela de Estudios Hispano-americanos y del Consejo Superior de Investigaciones Cien-tficas, y secretario el doctor Jos Antonio Piqueras Arenas,

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    catedrtico de Historia Contempornea de la Universitat Jau-me I, Castelln y co-director de la revista Historia social. Agra-decemos sus comentarios puntuales despus de la defensa de esta tesis, los cuales sirvieron para que el presente libro sea una versin mejorada. Tambin agradecemos la generosidad que tuvieron al otorgarle la puntuacin. Tambin a Dilia, nuestra esposa, agradecindole su paciencia y apoyo, lo mismo que a nuestros seis hijos (Leonardo, Arturito, Ramn, Cristina, Ro-sario y Mara de Jess), porque les restamos tiempo de calidad para poder terminar tanto la investigacin como el libro.

    En lo concerniente a objetivos generales y especficos, teoras, metodologa y conclusiones, esta obra es igual a la tesis. En cuanto al contenido, el libro incluye el captulo de la plantacin azucarera en su primera etapa, desde la llegada de Cristbal Coln hasta mediados del siglo xix, el cual no form parte de la investigacin original. Otra diferencia es la escritura del libro, orientada a eruditos, profesionales de la historia, economa, sociologa, profesiones afines y estudiantes universitarios, porque en la investigacin y redaccin de la te-sis se siguieron lineamientos particulares recomendados por la Universidad de Sevilla. Con motivo de la revisin del texto de la tesis, se incorporaron nuevas citas y comentarios de estudios que se consideran relevantes, publicados despus de haber le-do la tesis o que involuntariamente se haban omitido. El ttulo tambin es diferente, el de la tesis, especfico como debe ser, el de la obra, general y llamativo. Lo que es igual en tesis y libro, sin embargo, son los objetivos generales y especficos, teora, metodologa y conclusiones.

    Es oportuno indicar que antes de leerla se haba cumplido con una importante sugerencia del Departamento de Historia de Amrica de la Universidad de Sevilla, en el sentido de que previamente los resultados de la investigacin fueran someti-dos al escrutinio de especialistas. Lo que se hizo en el seminario internacional Azcar antes y despus de Coln, patrocinado por la Asociacin Internacional de Historia y Civilizacin del

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    Azcar, celebrado en Santo Domingo, Repblica Dominicana, en julio de 2006. Algunas de las conclusiones, enriquecidas por los comentarios de especialistas que asistieron al seminario, como Oscar Zanetti Lecuona, doctor en Ciencias Histricas, y miembro del Consejo Cientfico del Instituto de Historia de Cuba, aparecen editadas como obra colectiva por la Secretara Regional de Educacin y Cultura, del Centro de Estudios de Historia del Atlntico, en el ao 2009. De manera particular las conclusiones relativas a los precios, fueron presentadas en el XI Congreso Dominicano de Historia, celebrado en Santo Domingo, octubre de 2007, que con el tema Historia Contem-pornea y Globalizacin, fue organizado por el Museo de His-toria y Geografa. El trabajo titulado La historia en un mundo globalizado: interpretacin de la produccin y los precios de la economa dominicana, perodo 1905-1930, fue un esfuerzo coordinado con la doctora Dilia N. Castaos Guzmn, a quien agradezco sus aportes como investigadora. El ensayo fue pu-blicado por el Instituto de Geografa e Historia en la revista Historia, ao 2. no. 2, 2009.

    El estudio de la historia de la caa y el azcar en La Espa-ola, desde su origen hasta su desaparicin cien aos despus, est basado en nueva documentacin combinada con fuentes secundarias conocidas, en ste se demostr la existencia de ci-clos de expansin y recesin explicados por la poltica comer-cial discriminatoria de los responsables en Espaa. La tesis que se analiza, apoyada en estadsticas, es que la poltica comercial discriminatoria afect la oferta del azcar. Su comprobacin es una de las conclusiones relevantes que difieren del enfo-que tradicional, el cual explica las oscilaciones y la volatilidad del precio del azcar por el lado de la demanda. Tambin se demostr que, no obstante iniciarse en una poca de estricto control burocrtico, la industria produjo ingresos que, en su casi totalidad, beneficiaron a los seores del ingenio, quienes con rapidez multiplicaron el capital inicialmente invertido en la actividad. Con claridad se evidencia que el modelo se repite

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    en la segunda y tercera etapas del desarrollo de la industria, es decir, ciento cincuenta aos despus de haber desaparecido la actividad en su primera etapa, resurge con igual orientacin, que no es otra que explotar la riqueza nacional con una des-igual distribucin del ingreso producido. Los recursos tierra y trabajador definan la ventaja comparativa para producir caa y azcar, mientras los ingresos generados se concentraban en los dueos de las unidades productivas.

    Al plantear la tesis de que errores en la poltica comercial estancaron e hicieron desaparecer la industria del azcar, entre otras razones, nos apoyamos en el hecho de que los responsables en Espaa durante los siglos xv, xvi y xvii, se aferraron a un concepto equivocado del dinero, a diferencia de otros pases europeos de la poca. En Espaa se entenda que el metal precioso desenterrado en Amrica, que luego se funda y acuaba en forma de moneda, constitua el sistema monetario que apoyara su desarrollo y el de las Indias, sin considerar que el crdito comercial, que nada o poco tena que ver con la capacidad de extraer oro y plata, era el meca-nismo que poda garantizar la pretendida expansin ilimita-da de las economas. Porque dependiendo de comerciantes de Amberes, que de manera ordinaria avanzaban efectivo a la Corona espaola, con vencimiento a corto plazo y los pa-gos realizados con la plata extrada de las Indias, no haba manera de lograr avances econmicos sostenidos. Lo que corresponda era usar los metales como reserva en apoyo de emisiones monetarias y lneas de crdito con el exterior, en lugar de entregarlos en bruto como forma de pago. En el suelo de las Indias los metales estaban en cantidades limita-das, el tiempo demostr lo que era cierto por mandato de la naturaleza. Su uso, de la manera como se hizo, por lgica los agotaba con rapidez y limitaba su impacto en la economa, por lo que no debera causar extraeza el estancamiento del comercio externo e interno, sin posibilidad de que las econo-mas pudieran expandirse de manera sostenida.

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    Probablemente de haberse apoyado en mecanismos mone-tarios, como al creado por el Banco de msterdam en 1609, para resolver los problemas prcticos que se presentaban en el cambio de mltiples monedas que libremente circulaban y frenaban el libre comercio, al del Banco de Estocolmo, para facilitar crditos y pagos entre comerciantes en 1657, llegan-do incluso a prestar un porcentaje superior al monto de sus reservas en metlico, y en iniciativa como la del Banco de Inglaterra, que surge en 1694 para apoyar el crdito oficial y que luego se expande al privado, se hubiesen evitado pro-blemas de financiamientos en la Espaa de la poca y con-tratiempos a La Espaola por falta de circulante, con efectos diferentes para la industria azucarera y para la economa en general de la isla.3

    No obstante lo anterior, es necesario apuntar que con teoras y mtodos no se desarrolla en este libro, la incidencia negativa que tuvo el tema monetario en la industria azucarera y la eco-noma en general, en cambio se privilegia el tema de la poltica comercial y su importancia en la historia del monocultivo del azcar. Se destacan las iniciativas individuales como respuesta a polticas pblicas positivas en su fase de surgimiento, que toman la forma de privilegios impositivos y mecanismos de fi-nanciamientos que tuvieron a Espaa como fuente, paquete de incentivos que es responsable del rpido despegue de la

    3 Cuando se habla de sistema monetario sofisticado, la referencia en cuanto al mecanismo del prstamo, que expande la masa monetaria que circula. Se puede decir que es realidad cuando el Banco de Estocolmo incursiona en el prstamo. La masa de dinero en circulacin aumenta de acuerdo con un mecanismo que ilustramos con el siguiente ejemplo. Asuma un pago de 100 pesos a un comerciante de parte del banco que emite el peso; el que reciba el pago de 100 pesos lo deposita en el Banco A. Este Banco A retiene 10 pesos como reserva y presta 90 pesos a otro comerciante, quien lo deposita en el Banco B, el que a su vez retiene 9 pesos como reserva y presta 81 pesos; el que reciba el ltimo prstamo, lo deposita en el Banco C que retiene 8.1 pesos como reserva y presta 72.9 pesos, y la cadena sigue. La masa monetaria inicialmente de 100 pesos aumenta a 243.9 pesos (90+81+72.9).

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    zafra azucarera, frenado por la demanda, debido a la poltica autrquica que se apoyaba en la nada.

    Uno de los objetivos explcitos de la poltica azucarera, era contener las emigraciones hacia Nueva Espaa y otros terri-torios conquistados que contribuan a la despoblacin de La Espaola, con motivo del agotamiento de la economa mine-ra. Los frailes jernimos,4 preocupados por el hecho, son los que toman la iniciativa de financiar la actividad azucarera en 1515, imitados despus por la Corona espaola en 1518. La cobertura era amplia, se facilitaban recursos a todos aquellos interesados en fundar ingenios.

    As como capitales para adquirir tecnologa, se exoneraba del pago de tributos a los tcnicos canarios que se integraban a la actividad a solicitud de la Corona espaola. Los inversionistas se beneficiaban de la contribucin del Vaticano para fomentar la actividad, que consista en exonerar el pago del diezmo que incida en la produccin de azcar. Todo lo anterior en adicin al reparto de tierras y de agua. Lo mismo puede decirse del he-cho de que ms tarde, en la dcada de los aos veinte, Espaa no puso obstculos para que en la isla se fundiera el cobre que se utilizaba en los envases de los ingenios y que se exonerara del pago de impuestos a la importacin de herramientas.5

    Como resultado de los incentivos y de la inversin acumula-da como consecuencia, la industria naci y creci rpidamente, beneficindose de la existencia de una brecha en crecimiento

    4 Existe la informacin de que en septiembre de 1510, llegan a La Espa-ola los primeros sacerdotes dominicos, cuatro en total, dirigidos por el fraile Pedro de Crdoba. Entre ellos se encontraba fray Antn de Mon-tesinos. El ltimo domingo de adviento de 1511, de manera especfica el 21 de diciembre, es cuando Montesinos lee su famoso sermn (Bernard Lovall, Bartolom de las Casas. Entre la espada y la cruz, primera edicin, septiembre de 2009, p. 30).

    5 Informaciones tomadas de Genaro Rodrguez Morel, La economa azu-carera de La Espaola en el siglo xvi, publicado por el Centro de Estu-dos de Historia do Atlntico, Secretaria Regional do Turismo e Cultura, 2000, pp. 121-124.

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    entre oferta y demanda de azcar en Espaa, que esperaba ser satisfecha. La industria entr en crisis y hasta desapareci en menos de un siglo despus de su nacimiento. Las estadsticas confirman que no se debi al cambio en el precio de venta, ni a la falta de financiamientos, tampoco a la escasez de trabaja-dores o a la cada en la productividad. La explicacin eficiente se relaciona con los errores en la poltica comercial de Espaa que limito y estanc la oferta, situacin que se prolonga en el tiempo, es decir, la creciente brecha de demanda no pudo ser aprovechada de manera sostenida. No tuvo efecto neutral la estrategia global de maximizacin y control de todos los ingre-sos que pudiera generar la colonia. Despus del surgimiento del monocultivo de la caa, las evidencias demuestran que la actividad era incompatible con el rgimen administrativo car-gado de prohibiciones.

    La mejor prueba se obtiene al observar la historia de Saint Domingue, donde la apertura comercial y minimizacin de la burocracia, fueron claves para el crecimiento y la estabilidad de la industria. Mientras en la colonia francesa aumentaba la in-versin en la actividad azucarera y se creaban empleos produc-tivos que evitaban la despoblacin, en la colonia espaola las variables se expresaban en sentido contrario. Como lo expresan las estadsticas, desde muy temprano fue desigual el desarrollo de las dos regiones, pudindose adelantar la hiptesis de que en La Espaola tiene lugar la primera experiencia histrica de un diferencial de crecimiento, surgido por la aplicacin de polticas comerciales divergentes. Se comprueba cuando vemos que el volumen de azcar exportado y de otros renglones es superior y con tendencia al crecimiento en la colonia francesa, que sin restriccin pudo explotar su ventaja comparativa. Es diferente a lo observado en la colonia espaola debido a las exigencias burocrticas centralizadoras de Sevilla.

    Los padres jernimos se haban dado cuenta de que la produccin y exportacin de azcar eran rentables, pero apa-rentemente, no se percataron o, al menos, no fue un tema

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    que inicialmente tomaran en cuenta (no hemos encontrado evidencias documentales que lo sustenten), que se necesitaba el apoyo de una poltica comercial diferente, para aprovechar la demanda en ascenso, en Espaa y otros destinos. Excepto esto ltimo, todas las dems condiciones estaban dadas para un rpido despegue de la actividad. Lo demuestra el hecho de que los encomenderos rpidamente acumularon ganancias y lo mismo sucedi con comerciantes que llegaron a la isla con el inters de diversificarse y acrecentar su capital. No obs-tante las emigraciones, los productores azucareros disponan de suficiente oferta de trabajadores. Incluso durante la transi-cin del trabajo del indio al esclavo africano, no se reportan inconvenientes mayores. No hay evidencias de que en algn momento se produjeran brechas en el mercado laboral que limitaran la produccin de caa y de azcar.

    La historia del azcar desde su origen al inicio del siglo XV, reduce el proceso tcnico de produccin a tres fases clara-mente diferenciadas. Aunque con el tiempo se modifican para mejorar la calidad del producto, en esencia, son las mismas en la segunda y tercera etapas. La primera fase la constitua la ob-tencin del guarapo. En la primera etapa de la industria ope-raban dos fbricas diferenciadas por la tecnologa para mover los molinos. Por un lado, el trapiche simple caracterizado por la fuerza motriz de traccin animal, por el otro, la fbrica po-derosa movida con energa hidrulica.

    Ambas fbricas tenan en comn que la caa llegaba a los molinos en carreta o a lomo de animales, y que se mola en rodillos de madera, colocados de manera horizontal. El gua-rapo o jugo de la caa sala separado del bagazo, proceso que se mantuvo hasta el siglo xviii. Es precisamente en los molinos donde se producen los primeros cambios del proceso de pro-duccin, cuando se sustituye el simple horizontal por el de molinos de tres cilindros verticales.

    La segunda fase se relaciona con el cocimiento del gua-rapo. Desde el siglo xvii, el jugo se canalizaba a cuatro o

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    cinco calderos donde se herva a intensidad variada, porque la temperatura se controlaba para diferenciar el cocimiento, con hornadas alimentadas con lea y bagazo. El ltimo de los calderos, llamado tacho, era el que reciba el mayor calor, y donde terminaba el proceso de evaporacin. Comparado con el siglo xv, haba evolucionado, porque en el xvii, en algunas fbricas, el jugo de la caa se coca en calderos de cobre hasta su conversin en melaza. Donde no hubo cambio fue en el calentamiento. Desde el siglo xvi las altas temperaturas tenan el propsito de lograr el nivel de evaporacin requerido.

    La ltima fase tiene que ver con la purga. En el siglo xv se realizaba en el ltimo de los calderos que operaban en lnea, donde el lquido era sometido al fuego ms intenso. La cris-talizacin de la melaza se lograba en hormas de barro, en las que se consegua eliminar la humedad y separar la impureza. Esta sala por un orificio que estaba ubicado en la parte ms estrecha de la horma, mientras el producto final logrado, un pan de azcar con la forma de la horma, cuya calidad depen-da de la concentracin de sacarosa que tuviera. Hasta el siglo xvii, en el caldero llamado tacho, se terminaba el proceso de evaporacin. La melaza se dejaba sedimentar en moldes de barro, se secaba y cristalizaba. El producto final era similar, un pan cnico de azcar, que reciba el nombre de azcar prieta o mascabado, segn la calidad, que nuevamente estaba en fun-cin del contenido de sacarosa.

    Se ha visto hasta el momento, que en los siglos xv, xvi y xvii, fueron pocos los cambios introducidos en el proceso de pro-duccin de azcar. Veremos que en la segunda etapa, la que se inicia en 1860, se comenzaron a introducir las innovacio-nes relevantes, que en la tercera etapa, la iniciada antes de finalizar el siglo xix y que concluye en 1930, se completan los cambios para llegar a la economa del central caracterizada por la produccin en masa, donde los equipos maximizan el rendimiento de la caa molida, la productividad del trabajo y el capital. Precisamente, el estudio de la evolucin tecnolgica

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    de la industria y determinar su impacto en el crecimiento de la zafra y en la rentabilidad del negocio, fue uno de los objetivos de la investigacin para la segunda y tercera etapas. El lector se dar cuenta de que se parti de la misma hiptesis de trabajo con relacin a la tecnologa, que su aporte al desarrollo de la industria del azcar fue lo ms relevante, lo que se confirma para la industria en su segunda etapa y se rechaza para la ter-cera.

    Estos resultados no se han podido confrontar con los proce-dentes de otras investigaciones, porque cuando la historiogra-fa privilegia la tecnologa en el crecimiento, lo hace de ma-nera intuitiva, es decir, no aporta los fundamentos estadsticos que se necesitan. Sin haber sido la intencin, los resultados de esta investigacin, en cierto modo, llenan ese vaco histrico, comprobando, adems, la certidumbre de la frase acuada en el siglo xix, de que la caa da para todo, con lo que se quera destacar la confianza de los inversionistas en la rpida recupe-racin del capital invertido a pesar de que el riesgo era alto.

    Para finalizar esta introduccin se destacan las fuentes en que se apoy la investigacin. Para el estudio histrico del ingenio y la industria en su primera etapa, los datos e infor-maciones fundamentales provienen del Archivo General de Indias, Sevilla, recopilados originalmente por el historiador dominicano doctor Genaro Rodrguez Morel, que aparecen en ensayos publicados, y en estudios inditos de otros autores especialistas en la economa colonial. Para la industria en su segunda etapa, el Archivo General de la Nacin de Repblica Dominicana es la fuente principal. Se obtuvieron datos e in-formaciones relevantes, aunque tambin se reforz en trabajos de historiadores que se han ocupado del tema del azcar en el siglo xix. Para el ingenio y la industria en su tercera etapa, fueron fundamentales los papeles de los ingenios Angelina y Cristbal Coln, ricos en detalles sobre las principales va-riables de la economa de ambas fbricas, lo que permiti reconstruir la operacin de un ingenio tpico. Con el fin de

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    llegar a conclusiones sobre esta industria, los datos e infor-maciones micro se combinaron con los provenientes de otras fuentes, para elaborar indicadores que se analizaron compa-rativamente con los de la economa cubana, para conocer la importancia relativa de la industria dominicana en el contexto americano y mundial.

  • Primera parte

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    CAptulo ii

    Economa del trapiche y de la industria: desde su origen hasta 1800

    En la Isabela era tanta la fertilidad del suelo que labradores presentaron a los pocos das prueba patente de ello, en la increble celebridad y lozana con que nacieron el () y la caa de azcar.1

    1. Introduccin

    El surgimiento y rpido crecimiento de la industria de la caa y del azcar en La Espaola, es la respuesta social al vaco dejado por la economa minera, de modo que es vlido decir que la estrepitosa cada de la produccin de oro y plata acelera el modelo de plantacin. Esta ltima era intensiva en capital a diferencia de la economa minera, por lo que allegados al poder y los que tenan liquidez o probaban poseer capacidad de crdito, que eran pocos, entraban a formar parte de una nueva categora social, porque con relativa rapidez lograban multiplicar la inversin inicial.

    Como los favorecidos con facilidades crediticias y de otra naturaleza fueron unos pocos privilegiados, el nuevo modelo

    1 J. Snchez, La caa, (1893), Santo Domingo, 1972, p. 19.

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    no impacta en los sectores medios y bajos de la sociedad, son precisamente los que abandonan La Espaola en busca de mejores condiciones de vida, dejando atrs la discriminacin que se produca en el reparto de facilidades para la economa de plantacin. Porque las condiciones estaban dadas, rpido fue el surgimiento de la actividad azucarera pero tambin su declive, siendo el 1570 el ao de inflexin, coincidiendo la desaparicin de la industria con las devastaciones ejecutadas por Osorio en 1605 y 1606, que obligan a todos aquellos que tenan intereses que cuidar, propietarios de activos lquidos o de bienes, a desplazarse hacia el este de la isla o emigrar a Puerto Rico y Cuba, las posesiones ms prximas.2

    Varias fueron las consecuencias sociales de las emigraciones y de la crisis de la economa de plantacin. Una de ellas, los mulatos que haban sido subestimados por el poder colonial pudieron ocupar posiciones en la iglesia y en el tren adminis-trativo. Exista una razn de peso para ello: haba que llenar el vaco dejado por los blancos que abandonaron el territorio. Aunque el tema no es parte de la investigacin, debe tomarse en cuenta para entender la transicin de la sociedad, con mo-tivo de las emigraciones y despoblaciones.3

    2 Los ataques de Sir Francis Drake sobre Santo Domingo en 1586, a Puerto Plata, La Yaguana y otros puertos en los siguientes aos por parte de otros corsarios, combinado con el sostenido contrabando de los corsa-rios en el norte y oeste de la isla, son factores fundamentales para la decisin que tom la Corona espaola de despoblar y devastar la parte norte. El trabajo lo hizo Antonio de Osorio, quien por muerte sustituye a su hermano Diego de Osorio. Fue investido con la autoridad de Capitn General de la isla La Espaola en 1602, ejecutando las despoblaciones y devastaciones en 1605 y 1606 (Esteban Mira Caballos, Contrabando y corrupcin en La Espaola en la segunda mitad del siglo xvi. La Espao-la, epicentro del Caribe en el siglo xvi, Santo Domingo, Repblica Dominica-na, Academia Dominicana de la Historia, 2010, pp. 555, 556).

    3 De mucha utilidad ha sido el trabajo an indito facilitado por Genaro Rodrguez Morel titulado Esclavitud intensiva, que ser uno de los ca-ptulos del tomo I del libro en preparacin sobre la Historia general del pueblo dominicano. Rodrguez Morel apoya su trabajo en fuentes primarias

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    Otra de las consecuencias es la economa del contrabando, que aumenta a pesar de las medidas contrarias adoptadas por la Corona espaola. Fue un reto intolerable para los respon-sables de la administracin colonial, el contrabando y los asaltos de corsarios encabezados por los hermanos Barbarro-ja, Hawakins, Dragut y Francis Drake, entre otros, en el siglo xvi. Los hechos tenan otra lectura desde el punto de vista del bienestar de los pobladores, porque los cueros vacunos, azcar, salazones de carne, madera y la caafstula, productos que en forma de trueque los nativos entregaban a ingleses, franceses y holandeses, por textiles, herramientas, armas, ha-rina, vino y esclavos, a un precio ventajoso para los extranje-ros era el nico comercio posible debido a las restricciones y burocracia existentes.

    En este captulo se presentan los beneficios y costos sociales de la economa del contrabando. Primero se aclara el origen de la caa que lleg a La Espaola, su plantacin en sta, la tecnologa usada en las primeras fbricas, el impacto en la pro-ductividad del trabajo esclavo y en la rentabilidad del negocio. Con estadsticas se demostr que la actividad era rentable des-de su origen, que la ruina fue consecuencia de errores en la

    aun no trabajadas por autores dominicanos y extranjeros, adems de to-mar en cuenta una rica bibliografa, razn por la que para nosotros su aporte constituye una fuente de consulta de primer orden, para conocer la importancia de la esclavitud en la industria azucarera en los siglos xvi y xvii. Para completar el conocimiento del tema revisamos, adems, los trabajos de Franklin W. Knight, The Slave Society of the Caribbean, Ge-neral History of the Caribbean, vol. III, UNESCO, 1997; Herbert S. Klein, La esclavitud africana en Amrica Latina y el Caribe, Alianza Editorial, Madrid, 1986; The Atlantic Slavery Trade, Cambridge University Press, 1999; Irene A. Wright, Documents. Cane Sugar in America, American Historical Re-view, vol. XXI, no. 4, july 1916; Jess Mara Garca Aoveros, Luis de Molina y la esclavitud de los negros africanos en el siglo xvi. Principios doctrinales y conclusiones, Revista de Indias, vol. LX, no. 219, pp. 307-329, 2000; Ludgardo Garca Fuentes, La introduccin de esclavos en Indias desde Sevilla en el siglo XVI, Actas II Jornadas de Andaluca en Amrica, Sevilla, pp. 249-274, 1983.

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    poltica comercial del Consejo de Indias y del monopolio ejer-cido por la Casa de Contratacin de Sevilla, principalmente.

    2. Origen, agricultura caera y tecnologa

    La Saccharum officinarum, es el nombre cientfico de la caa de azcar, cuyo origen algunos lo sitan en Asia. Llega a Eu-ropa en el siglo iii. Los rabes, en el continente europeo, en poca de Las Cruzadas, desde el siglo ix, se destacan como productores de azcar y son los responsables de generalizar su uso como alimento de primera necesidad. Rpida fue su propagacin. Se cultiva en Chipre, Sicilia, Madeira y Granada. En el siglo xv se reportan muchas factoras de azcar de caa, pues los espaoles introducen la caa y la fabricacin del dul-ce en las Canarias y los portugueses en las islas de Madeira, Azores y Sao Thom.

    Sobre el origen de la caa y la produccin de azcar, Harry Hoetink elabora una sntesis abarcadora:

    de excepcional dulzura, su contenido energtico y el f-cil consumo de la caa cruda, parece haber fomentado su migracin del sureste del archipilago austronesio donde fue domesticada hace miles de aos hasta el continen-te asitico. En el norte de la India, en el frtil valle del Pendjab, un manuscrito del ao 325 antes de Cristo pro-bablemente se refiere a la caa del azcar; unos tres siglos despus, los descubridores y conquistadores del imperio romano introducen el llamado saccharon como extico lujo de la India en el mundo mediterrneo. Slo por el ao 500 de nuestra era encontramos, en la India tambin, la prime-ra descripcin de la produccin del azcar (hervir el jugo, producir la melaza, formar las bolas de azcar.4

    4 Harry Hoetink, Ensayos caribeos, Academia Dominicana de la Historia, vol. LXXIV, p. 15.

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    A Brasil es llevada por lusitanos en 1551, cuando la bula pa-pal Interctera Orbis reparte el Nuevo Mundo. Desde ese sitio a las colonias francesas e inglesas. Los hispanos se encargan de su propagacin por las Antillas, Amrica del Sur y Norteam-rica.5 Llega a La Isabela, en La Espaola, con Cristbal Coln en su segundo viaje en 1493, en el que, adems, transporta caballos, vacas y puercos.6 Como es de Madeira y las Canarias de donde parte el descubridor en su segunda aventura a las Indias, a esos sitios se atribuye el origen de la gramnea que se cultiva en La Espaola.7

    Como consecuencia, en La Isabela, es donde se hace la pri-mera siembra de caa en la Amrica espaola, y hasta donde se ha investigado, se desconoce el destino de la cosecha de la materia prima. Se registra, sin embargo, que la desaparicin de la caa coincide con el final de La Isabela, como la primera comunidad europea del Nuevo Mundo, por lo que no es des-cabellada la tesis de que los pobladores se comieron el fruto.

    El cultivo de la caa no muere en La Isabela porque los es-quejes se trasladaron a la Concepcin de La Vega en 1501. Su plantacin en La Vega se atribuye a Pedro de Atienza, que en sociedad con Miguel de Ballester, alcaide del lugar, por primera

    5 Sobre el origen de la caa hay una amplia bibliografa que se puede con-sultar, entre las que no existe diferencia de importancia cuando abordan el tema, razn por la que nos limitamos a recomendar el clsico de J. Galloway, The Cane Sugar Industry: An Historical Geography from Its Origins to 1914, Cambridge, Harvard Univ. Press, 1989.

    6 Cuando Cristbal Coln regresa de Espaa, el 27 de noviembre de 1493, arriba al fuerte La Navidad, en La Espaola, encontrando ruinas por todas partes, se alej del lugar con la idea de fundar una nueva ciudad al pie del Monte de Plata, Isabel de Torres. Sin embargo, el 7 de diciem-bre del mismo ao se detiene en la desembocadura del ro Bahabonico, donde funda el primer establecimiento espaol del Nuevo Mundo, que llama Isabela (Informacin tomada de Vetilio Alfau Durn, Escritos y apuntes histricos, Archivo General de la Nacin, vol. LXXIII, p. 17).

    7 Diversos ensayos se refieren al tema. Citamos a G. Rodrguez Morel, Es-clavitud intensiva, p. 119. Tambin a H. Hoetink, Ensayos, p. 17.

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    vez en La Espaola logran mieles.8 Desde muy temprano se conoce la conveniencia de una buena preparacin de las tie-rras antes de la siembra, es decir, que para lograr una buena agricultura caera, era fundamental el buen desyerbo, limpie-za y arado de las tierras con yuntas de bueyes. Se aprendi que los tallos de las caas deban ser colocados en surcos, que cuando las yemas comenzaran a surgir pasado el tiempo, de-ban ser aporcadas ms de una vez, para evitar que las ratas se las comieran. En diez meses estaban para el corte, aunque en tierras menos adecuadas se necesitaba ms tiempo. Se reporta el caso del ingenio Almirante. Sus tierras requeran de catorce a quince meses para la cosecha.

    Desde su inicio la agricultura caera fue extensiva, se usaron grandes extensiones de tierras, se preferan las que estuvieran cercanas a ros para aprovechar su fuerza, citndose a Haina, Nizao y Nigua, aunque tambin se usaron tierras ubicadas en el valle de San Juan de la Maguana, que haban probado ser frtiles para la siembra de la gramnea.9 Dada la tecnologa, trapiche o ingenio, se conoca el rendimiento promedio en azcar blanca de una tarea de caa. El ingenio, que era el de mayor potencia, demandaba ms caa, por ser el de mayor produccin y el que ms temprano iniciaba la zafra, en diciem-bre, para coincidir con la poca de lluvias.10

    Ambos, ingenios y trapiches, en su proceso de produc-cin usaban el procedimiento de los musulmanes para la extraccin y concentracin de que ya haban experimen-tado con xito en Andaluca y Valencia. En La Espaola, desde temprano, se registran intentos para ajustar el pro-ceso, refinarlo de manera especfica en 1505. Con los cam-

    8 Aunque existe la informacin de que en 1500 se producen las primeras caas (ver a Francisco Gregorio Billini, Ms que un eco de la opinin. Misce-lneos, 1874-1898, Andrs Blanco Daz (Ed.), vol. LXXVII, Santo Domin-go, Archivo General de la Nacin, p. 37).

    9 G. Rodrguez Morel, Esclavitud, p. 141.10 Ibdem, p. 142.

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    bios se pretenda obtener azcar cristalizada, pues exista la necesidad comercial de mejorar la calidad. En molinos de madera, el experimento lo realiza el hacendado Aguiln en La Vega, como ya hemos dicho, posiblemente el primer trapiche de La Espaola, fue imitado por Ballester en 1512. Ambos intentos fracasan, no logran mejorar el azcar que se comercializaba.11

    El primer molino movido por fuerza hidrulica lo constru-ye Gonzalo de Velosa en 1515. Se ubica en Yaguate, al sur de Santo Domingo, ...alcanz a hacer uno que llaman trapiche, que es el molino o ingenio que se trae con caballos donde las caas se estrujan o exprimen y se le saca el zumo melifluo del que se hace el azcar.12 De la produccin de este ingenio, se cree que es el azcar que Gonzalo Fernndez de Oviedo lleva a Espaa y que entrega al Rey Fernando el Catlico en 1516, como muestra de la calidad del producto que poda obtenerse en La Espaola. Haban transcurrido diez aos desde el fracaso de Aguiln en La Vega y cuatro aos del in-tento de Ballester, cuando el comerciante Gonzalo de Velosa logr un azcar con calidad suficiente para comercializarse en Espaa.13

    11 En 1511 el asentamiento todava era precario por la inseguridad, cares-ta, epidemias y las rivalidades entre los grupos de espaoles. Desde el inicio del siglo xvi, los indgenas se haban revelado, la resistencia se mantuvo por aos. Para 1511 la poblacin europea se estimaba en 10,000 habitantes, distribuida en 14 ciudades o aldeas muy pobres. Cuatro de las aldeas apenas tenan 300 habitantes cada una, 6 con una poblacin que oscilaba entre 400 y 600 habitantes, siendo la Concepcin de La Vega la ms poblada con ms de mil. En Santo Domingo, donde operaba el nico puerto para el contacto con la metrpoli y la sede de la adminis-tracin colonial, concentraba la tercera parte o la mitad de la poblacin (Bernard Lovall, Bartolom de las Casas, 2009, pp. 17-19).

    12 Fray Bartolom de las Casas, Historia de las Indias, Santo Domingo, 1985, p. 273.

    13 Se trata de una versin no sustentada por documentacin primaria, rei-terada por Hctor E. Cuevas P., El azcar se ahog en la melaza. Quinientos aos de azcar, Instituto Tecnolgico de Santo Domingo, 1999, p. 7.

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    En la introduccin se explica que trapiche e ingenio eran dos unidades productivas diferenciadas por la manera como se movan los molinos. La extraccin animal en el primer caso y la energa hidrulica en el segundo, energizaban y daban vuelta a los rodillos de madera que molan la caa, los cuales estaban colocados de manera horizontal. Por un lado sala el guarapo o jugo de la caa y por el otro el bagazo. El guarapo de la caa se coca en calderos de cobre, donde se converta en melaza, luego de someterse a fuego intenso para lograr el nivel de evaporacin que se deseaba.

    El proceso de la cristalizacin de la melaza era lo que segua. Se lograba en los calderos que operaban en lnea especfica-mente en el ltimo, que estaba sometido al fuego ms intenso. Se eliminaba la humedad y el cristal quedaba separado de las impurezas. El vapor sala por el orificio que tenan las hormas en la parte ms estrecha. Lo que se lograba era un pan de az-car, que tena la forma de las hormas. La calidad dependa del grado de concentracin de sacarosa que tuviera.

    3. Desarrollo y decadencia

    El oro en los ros fue la primera riqueza natural que Alonso de Hojeda detect en su viaje tierra adentro por esta Isla, cuando fue enviado por Coln para que le rindiera un informe sobre la riqueza encontrada. El informe refiere la existencia de oro en cantidades exageradas, lo que fue transmitido de la misma manera por Coln a los Reyes Catlicos y fue posiblemente, lo que motiv el intento de implantar en la nueva sociedad, una economa basada exclusivamente en la minera. Sin embargo, los problemas de organizacin de los colonizadores, retarda-ron la explotacin del oro como actividad comercial.

    En agosto de 1497, poco despus de fundarse Santo Do-mingo y tres aos despus del informe de Cristbal Coln a la Corona espaola, se descubren minas alrededor del ro

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    Haina. Con el informe y los nuevos descubrimientos, las expectativas de los Reyes Catlicos eran muy altas, porque como planteamos anteriormente, Espaa confunda la emi-sin monetaria con los metales preciosos, es decir, descuida-ron el desarrollo de un sistema monetario que sustentara el crecimiento de su economa y la de las Indias. En lugar de usar el oro y la plata como respaldo a una emisin moneta-ria, Espaa pagaba sus obligaciones en Europa con metales fundidos que converta en monedas y de esa manera haba limitado su expansin comercial, porque el descubrimiento de oro y plata dependa de las condiciones naturales de la isla recin descubierta.

    Como Espaa se endeuda de manera creciente con co-merciantes europeos, a esa misma velocidad aumentan sus limitaciones econmicas y la presin para lograr en las Indias la mayor cantidad posible de metales. Para los comerciantes extranjeros, que haban adelantado efectivo a la Corona es-paola, la esperanza de cobro dependa de la velocidad del descubrimiento de nuevos yacimientos, los que automtica-mente pasaban a ser propiedad de Espaa, mientras los sb-ditos eran autorizados a explotarlas pero bajo determinadas condiciones.

    Por la escasa cantidad de yacimientos encontrados y la limi-tada capacidad que tenan, fue de corta duracin la economa minera, adems se aceler la explotacin para cumplir los compromisos que tena Espaa.14 Con la misma velocidad se

    14 El 13 de febrero de 1502, zarpa de Sanlcar de Barrameda, situada en el curso del ro Guadalquivir, hacia la Espaola, la mayor flota, compuesta por 35 navos de diferentes tonelajes y un total contabilizado de 2,500 personas. Haba nobles, caballeros, y como escribi Bartolom de las Casas, gente de calidad. Cuando llegan a su destino a mediados de abril del mismo ao, es decir, que la flota tuvo dos meses de travesa, fueron recibidos con alegra por los colonos, que tenan tiempo instalados en las pobres aldeas. Sin perder tiempo, los recin llegados se internan en la isla para buscar el codiciado oro, pero poco tiempo despus cayeron en desilusin (B. Lovall, Bartolom de las Casas, pp. 17, 18).

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    deteriora la sociedad indgena, que no estaba acostumbrada al ritmo de trabajo que se le haba impuesto en las minas.15 El rpido descenso de la economa minera, no solo impacta negativamente en Espaa, tambin en La Espaola que se acostumbr a vivir de los metales. La manera como se termina, pone urgencia al surgimiento de una nueva economa, que diera vida a la poblacin estimada en 4,000 almas, alrededor del ao 1515.16

    Aunque diferente, por ser intensiva en capital, la caa y la produccin de azcar eran renglones prometedores, no solo por ser conocidos por los colonizadores, sino porque adems eran productos no perecederos. Los conocimientos acumula-dos en Europa, con relativa rapidez podan transportarse a las Indias, aunque exista un problema posiblemente desconoci-do o sobre el que se tena poca conciencia. La mano de obra para los caaverales no poda ser la india, que estaba en exter-minio por las malas condiciones de trabajo. Se necesitaba un trabajador de mayor fortaleza.

    En Europa, la produccin de azcar haba probado ser ren-table para el capitalista, al fisco le reportaba ingresos por im-puestos a la produccin y/o exportacin, al tiempo de paliar

    15 Importa destacar que mientras se agota en la Espaola, en Mxico y Per se descubren importantes yacimientos entre 1545 y 1565, contribuyendo a reducir las posibilidades econmicas y el inters de la corona Espaola por la primera. Como sucedi en la Espaola, con el trabajo de los indios es que se explota la primera etapa de la minera en los ltimos dos pa-ses mencionados. La minera fue la principal actividad de la economa colonial durante los siglos xvi y xvii, con los ingresos la Corona paga la burocracia y financia sus dficits comerciales en Europa (Stanley J. y Brbara H. Stein, La herencia colonial de Amrica Latina, segunda edicin, Siglo Veintiuno editores, 1971, pp. 31-33).

    16 Los datos deben ser confrontados con otros, por ejemplo, con el estima-do de 300,000 aborgenes en 1492 y 12,000 en 1517 (Jos G. Guerrero, Cultura y diversidad en Santo Domingo. Un abordaje etnohistrico, Cultura, diversidad y dilogo, Csar Zapata (Editor-Coordinador), Santo Domingo, Universidad Autnoma de Santo Domingo, Editora Bho, p. 64).

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    el desempleo. No se trataba, sin embargo, de un rengln del que se podan esperar retornos a corto plazo. Lo demuestra el hecho de que la actividad, como hemos dicho, se inicia en la Concepcin de La Vega en 1501, pasando aos para que re-portara ingresos a colonos y a la Corona espaola. En el inten-to fracasan muchos ingenios y trapiches, perdindose capitales propios y de la Corona.

    Por ejemplo, para 1520 el licenciado Rodrigo de Figueroa reporta la construccin de cuarenta unidades17 y veinticuatro aos despus, en 1544, el nmero es de solo diez ingenios y trapiches. La historiografa culpa al exceso de endeudamien-tos como causa de las quiebras.18 Sin embargo, cuando vemos la rentabilidad que tuvieron las unidades productivas, duda-mos que el endeudamiento para construirlas, haya sido la cau-sa de los fracasos. Porque, si bien es cierto, que la inversin total en un trapiche o en un ingenio era relativamente alta, no es menos cierto que los colonos invirtieron despus de lo-grar incentivos, entre los que estaban el financiamiento para adquirir la tecnologa, completado con tierras, pastos, gana-do, agua, reparto de indios. Demostramos ms adelante, que dicha inversin se recuperaba en pocos aos, por lo que no deban existir inconvenientes para pagar el capital prestado y los intereses.

    Las unidades productivas operaban con independencia econmica siguiendo el modelo europeo. Los incentivos de

    17 El dato en la carta del licenciado Rodrigo de Figueroa al Emperador, Santo Domingo, 14 de noviembre de 1520, AGI. Patronato 174, ramo 19, referencia tomada de G. Rodrguez Morel, La economa, p. 127. En cuanto a las informaciones sobre el temprano desarrollo de la industria ver a Jorge Hernndez C., Historia Universal. Amrica Latina, primera edi-cin en espaol, Siglo Veintiuno editores, 1972, p. 290.

    18 El reporte est contenido en Carta del licenciado Alonso Lpez de Ce-rrato, presidente de la Real Audiencia de Santo Domingo, dirigida a Su Majestad. Santo Domingo, 10 de enero de 1548, AGI, Santo Domingo 49, ramo III, doc. 115, La referencia fue tomada de G. Rodrguez Morel, La economa, p. 127.

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    la Corona espaola, de corta duracin, no implicaban inter-ferencias oficiales. Los colonos inversionistas dominaban sus unidades, dependan de los tcnicos que conocan la tecnolo-ga de molienda, originalmente usada para triturar aceitunas, versin procedente de Egipto, que con el tiempo y con algu-nos cambios, pasa a llamarse tecnologa de los canarios, lo que sucede en 1516.

    El progreso tcnico, que se genera cuando se pasa de una tecnologa productiva a otra, es un aporte de los tcnicos ca-narios, que haban sido importados a un costo relativamente elevado. Pocos podan permitirse el lujo de la importacin, siendo Velosa19 uno de los empresarios visionarios dispuesto a pagar el precio y el alto salario requerido por dichos tcnicos. La inversin de Velosa en tcnicos importados dio resultado. Se siguieron sus recomendaciones exitosamente, por ejemplo, cuando traslad su ingenio a un sitio donde las tierras eran ms frtiles. Se asoci a los hermanos Cristbal y Francisco de Tapia, odor de la Real Audiencia y alcaide de la Fortaleza de Santo Domingo, respectivamente, y localiz su nuevo ingenio a orillas del ro Nigua, al oeste de Santo Domingo, reportndo-le mayor productividad en 1517.

    Como cambiaba el modelo econmico, por una realidad in-soslayable, las minas se agotaron, se necesitaban financiamien-tos e incentivos. Sin el programa crediticio que inician los tres padres jernimos en 1515 y que contina la Corona espaola, no era posible el desarrollo de una industria tan exigente en ca-pital.20 Los religiosos no llegan a La Espaola con ese objetivo.

    19 Partiendo del mecanismo para hacer funcionar el molino, dos versiones de trapiches operaron en el siglo xvi. Hablamos del que estaba impul-sado por traccin humana y el otro por fuerza animal, ambos de tres cilindros de madera, colocados en posicin vertical, el jugo de la caa se reciba en una paila que era colocada en la parte baja de los cilindros.

    20 Existe la versin de que en 1518 al mismo tiempo se agotan el oro y los indios en Santo Domingo, que el aumento de precio del azcar en Europa, incentiva la inversin en el negocio de parte de encomenderos, que la co-yuntura fue de relevancia para que se redujera la resistencia que exista para

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    Su arribo es consecuencia de las quejas del padre las Casas y de los sacerdotes dominicos, que fueron enviados a la isla como avanzada para conocer sobre el trato a los indios.21

    Las instrucciones que tenan eran tres: primero, crear pue-blos de indios libres; segundo, establecer pueblos tutelados, y tercero, mantener el sistema de encomiendas, al tiempo de hacer cumplir las Ordenanzas de Burgos de 1512-1513. Evi-dentemente que eran contradictorias, la primera no encajaba con las otras dos. Era necesario decidirse. Lo que se puede interpretar es que se les dio un gran margen de decisin, siem-pre con el objetivo de proteger la vida de los indios. Sus deci-siones deban basarse en una de las instrucciones, pues exista la noticia, confirmada, de que moran por el duro trabajo en las minas, al que no estaban acostumbrados, y por enferme-dades.22 Los informes indicaban que antes que regresar al tra-bajo forzado, preferan el suicidio en masa, matar a sus hijos y abortar en el caso de las indias embarazadas, porque los que haban sobrevivido no estaban en condiciones fsicas ni psico-lgicas para continuar con el duro trabajo.23

    el cambio de modelo, de la explotacin de minas e indios a la produccin del dulce tambin con indios y luego con negros importados (ver trabajo de Frank Moya Pons, Las sociedades de plantacin en las Antillas: una visin general, publicado en Jos A. Piqueras (Ed.), Trabajo libre y coactivo en socie-dades de plantacin, primera edicin, Siglo XX de Espaa Editores, p. 52). Un planteamiento similar en Frank Pea Prez, Antonio Osorio. Monopolio, Contrabando y Despoblacin, Santiago, UCMM, 1980, pp. 72, 73.

    21 Los sacerdotes jernimos elegidos fueron fray Luis de Figueroa, fray Alon-so de Santo Domingo, fray Bernardino de Manzanelo. Con ellos vino un criado que responda al nombre de fray Juan de Salvatierra (Esteban Mira Caballos, La primera utopa americana: las reducciones de indios de los jernimos en la Espaola (1517-1519), La Espaola, 2010, p. 345.

    22 La comunidad fue diezmada por una epidemia de viruela en 1519, esti-mndose que desapareci el 75% de los indios. Si partimos de una po-blacin 26,189 indios en 1514 o de 11,000 en 1517, debi quedar en pie 19,642 o 8,250 indios (Los datos de poblacin y porcentaje tomados de Esteban Mira Caballos, La primera utopa, pp. 351, 367).

    23 Sobre la poblacin india en la isla al momento del descubrimiento se citan varias cifras contradictorias, algunas exageradas; por ejemplo, que

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    Es necesario indicar que la casi desaparicin de la comuni-dad de indios se produce en los 17 pueblos tutelados, donde fueron concentrados por los padres jernimos.24 Adems de las epidemias y de forzarlos a trabajar en las minas, para que fueran pe