maternidad creencias
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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ZARAGOZA
CARRERA DE MÉDICO CIRUJANO
MATERNIDAD, CREENCIAS Y TRADICIÓN
IMELDA ANA RODRÍGUEZ ORTIZ
ÁREA DE HUMANIDADES
2013
MATERNIDAD, CREENCIAS Y TRADICIÓN
MATERNIDAD
México es un país rico en tradiciones que perviven desde la antigüedad mesoamericana.
Algunas de las tradiciones más consolidadas se relacionan con el origen, permanencia y
trascendencia de la vida y, en este universo inquietante de dudas, hipótesis y
explicaciones, la maternidad se erige como un tema cultural central (Rodríguez, 2000;
Fuentes Fernández, 2009 et al.). La maternidad no sólo significa reproducción sexual y
crianza de los hijos, sino que se inscribe, y muy hondamente, en el imaginario colectivo
como idea de principio para crear lo nuevo, preservar el orden y vencer el temor a morir.
Esta idea de principio y permanencia se acompaña de necesidades y cuidados para que
prospere bien un embarazo y la crianza de los hijos.
Asimismo, la maternidad es un estado psico-socio-biológico de la mujer que modifica de
raíz su estatus social. Una mujer cuando se embaraza, no solamente va a parir un hijo,
también se va a parir a sí misma-como otra persona a partir de esas 40 semanas de
gestación. La maternidad modifica la identidad de la mujer y le asigna un nuevo valor y
responsabilidad frente a la vida.
El estatus de mujer-feminidad-madre empieza desde la condición de la mujer-embarazada
y se establece de manera permanente cuando se cumple el momento de reconocer a la
mujer-madre, la que ha parido, “triunfa” y cumple con el rol de convertirse en un ser para
otro como verdadera prueba de feminidad. La maternidad modifica el concepto y el lugar
social de la mujer-objeto erótico, por el de mujer-ama de casa y, a la condición de mujer
gestante, se suma el reconocimiento y la consideración a su nuevo estado fisiológico
como si fuera equivalente al estado de enfermedad y al mismo tiempo, de “gracia” y
vulnerabilidad. El embarazo como una situación plagada de riesgos o, bien, un estado de
“virtud” y benevolencia seguido en el patrón cultural de la maternidad predominante, sobre
todo, en las llamadas clases medias urbanas.
La maternidad representa una fuente de prestigio y poder para la mujer, alrededor de la
cual, se llega a ejercer un amplio dominio sobre el destino de los hijos y del esposo
aunque se sustenta en aparente debilidad para garantizar su dominio. En muchos
sentidos reproduce la ideología del sistema político-religioso y se constituye en una fuente
cultural que provee de elementos simbólicos inter generacionales.
Durante el episodio del embarazo, la mujer-madre realiza tareas extenuantes para la
procreación con gran sentido de responsabilidad sobre el éxito de esta empresa. La
laboriosidad se dirige a diversas tareas de protección, es necesario cuidar al hijo de las
mordidas que la luna llena provoca en los labios, el paladar, los dedos de la mano o un
“trozo” de la pierna; lo guarda del mal de ojo, de los espíritus chocarreros, de la envidia de
mujeres infértiles, de las brujas y sus encantamientos.
La madre empieza con un cierto tipo de crianza efectiva-afectiva desde que se sabe
fecundada, cuida al hijo de los fantasmas que se reúnen en el cruce de los caminos, en
los ríos, las montañas y las noches. Se amarra al vientre la faja o el listón rojo para que el
niño encuentre su lugar para crecer; remata las enaguas con un seguro de metal que
ensarta el escapulario, la piedra de águila o el talismán, objetos que traerán la energía
positiva al vientre para que nada se pierda o se eche a perder algo del niño en su cuerpo.
El vientre se hace molde y la vida cotidiana toma el curso hacia los difíciles trabajos de
procreación de una niña o de una varón, de un semejante, de otro ser venido,
precisamente, de la otredad. Es el tiempo durante el cual el saber popular sobre la
maternidad se despliega como una enorme red de apoyo a la mujer gestante. Ese saber
está en el ruido ordenado de los mercados, en los templos que visitan las mujeres, en las
tradiciones orales de las viejas enseñanzas femeninas, en el hilo que confecciona la ropa
y en los linimentos e infusiones que tocan y calientan el cuerpo-madre. Una vez iniciado el
proceso de ser madre, éste se continuará permanentemente.
La maternidad modifica siempre el sitio social de la mujer y, ella misma, tendrá que
esperar por nuevas decisiones, pasará el tiempo para el reacomodo de las hormonas, los
tejidos y los músculos, tendrá que identificar y significar los saldos de la nueva
experiencia que la confronta con un cuerpo escindido. Pase lo que pase, cuando la mujer
parió, ya nunca jamás podrá dejar de ser madre; con presencia o ausencia del hijo, con
aceptación de su maternidad o no, con emoción positiva o sin ella, no importa lo que
suceda, la maternidad se vive y se reproducirá como algo para siempre.
MADRE
Madre es el nombre genérico que define a una mujer o hembra que ha parido y ha “dado
a luz” un ser vivo semejante o igual a su especie. Por ello, madre equivale a hablar de
origen, lo que da vida, lo que se acuna, lo que se genera o lo que surge a partir de gestar,
procrear o desarrollar. Consecuentemente, la función generatriz no se circunscribe a lo
biológico sino que abarca la capacidad de iniciar, ordenar o alcanzar formas de
organización y existencia “de algo” que antes no existía y que, en verdad, se desconocía
como realidad propia. Esta experiencia cultural, social y moral es, a la vez,
encadenamiento en el orden de la vida toda. Madre es, ante todo, un modelo o una
manera de ser mujer, cuando se afirma que la mujer-madre se “completa”, se “realiza” o
“cumple” con su “destino o natural función generativa”. También, cuando la mujer se
asume como madre de niños adoptados, madre de sus padres o esposo, madres-mujeres
compasivas de los otros.
De manera general, podemos afirmar que la palabra madre acompaña múltiples
expresiones de molestia, tristeza, dolor, admiración o felicidad. En un sentido coloquial,
decimos por ejemplo: “la pereza es madre de todos los vicios”, “la iglesia es madre de
todos los fieles”; México es la madre patria de los mexicanos”; el idioma español es una
lengua madre; “la naturaleza es madre de la vida”; la luna es madre del ritmo de la
fecundidad” o “la tierra es madre de la fertilidad”. En estas expresiones, la noción de
madre es útil para hablar de origen, encadenamiento, consecuencia, explicación,
vinculación y encuentro.
Asimismo, y en contrasentido, cuando algo parece salir de tesitura, nivel o lógica, solemos
decir: “salió de madre” (cuando el río perdió su cauce); “valió madre” (cuando la cosa o el
asunto se echó a perder); “nos quedamos sin madre” (cuando estamos en el desamparo);
Exclamamos “¡en la madre!” (ante pérdida, enojo o estado de preocupación). Podemos
afirmar que la palabra madre acompaña casi todas nuestras expresiones de molestia,
tristeza, dolor, admiración o felicidad y, esta palabra, pertenece por igual a cualquier
forma de lenguaje. Dimensiones simbólicas que exaltan el papel procreativo de la mujer y,
al mismo tiempo, definen la condición de opresión y servicio a que las mujeres han sido
sometidas en el curso de sus vidas: “cautiverios” reales como los llamó Lagarde (2005)
para referirse a esas formas de reclusión de mujeres que representan, el hogar, la fábrica
o el convento, en donde es evidente la subordinación de las mujeres al poder.
Cada sociedad y cada grupo social, ha sido influido por una amplia cultura universal que
conforma el modelo madre, produce lenguajes, formas particulares de concepción y
estereotipos dirigidos a crear tipos o modelos ideales de maternidad que abarcan, desde
los mitos y la sublimación, hasta prácticas ordinarias y de cotidianidad doméstica. En el
caso de la cultura mexicana, podemos diferenciar entre el gran mito de la maternidad
sublimada y las “n” número de expresiones que de la maternidad existen entre las
mujeres de los diferentes sectores de la sociedad.
EL MITO DE LA MATERNIDAD
De manera general se entiende al mito como una construcción simbólica. Es un relato
sobre la vida social que contiene enseñanzas sobre la experiencia humana. Este relato no
responde a preguntas de la ciencia o del saber para transformar, sino más bien, responde
a preguntas del hombre desde la profundidad de sus emociones, sentimientos y dudas
para crear complicidad consigo mismo y asegurarse un lugar entre lo existente. El mito es
uno de los principales componentes de la cultura que produce creencias importantes
sobre el bien y el mal para orientar la conducta hacia determinados fines: el de la
sobrevivencia, entre los más importantes (Velasco Toro y Vargas Montero).
El gran mito de la maternidad en nuestro país, ha sido principalmente edificado y exaltado
en el transcurso del Siglo XX. Desde la construcción política y mediática de la madre
patria impulsada por el nacionalismo posrevolucionario como ideología del Estado y
desde la literatura, el cine y, especialmente la televisión; la formulación de la imagen
mujer-madre ha asumido un papel protagónico en la escena nacional. El concurso del 10
de mayo de 1922 al que convocó el periódico Excélsior para realzar méritos y cualidades
de una madre a través de escribirle una carta, fue una notable oportunidad para que, sin
ningún recato o concesión, los mexicanos pudieran mostrar su pasión cursi y
melodramática sobre la madre.
Esta contribución ideológica se ha venido acrecentando y se moldea de acuerdo a los
intereses del Estado. Así, durante los primeros años después de concluida la Revolución
Mexicana, la madre fue conminada a hacer patria haciendo hijos y, cuando ya no era
necesario repoblar al país, se le pidió control de su natalidad argumentando que la familia
pequeña vive mejor o pocos hijos para darles mucho. Aún siendo absurdo, el Estado
argumenta que la pobreza la producen los pobres, y, sobre todo, las mujeres pobres que
dan a luz a más pobres, y luego todavía peor, las mujeres indígenas, ancestralmente
pobres, que procrean a más indígenas cuyas tasas de natalidad y fecundidad son las más
altas del país con un crecimiento de su población anual superior al 3%, contra la media
nacional que es de 2.1%.
Como lo muestra el estudio publicado por el Instituto Nacional de las Mujeres (INM)1, las
mujeres indígenas son más vulnerables, que el resto de la población femenina, porque
históricamente han sufrido inequidades sociales, económicas y de género, de ahí que, es
el sector de la población más pobre y marginada, con menor escolaridad, sin
oportunidades de empleo; se embaracen a edades más tempranas y tienen más hijos. Por
otro lado, el machismo, la ideología religiosa y la posición dominante de los varones sobre
1 Ver anexo
el comportamiento reproductivo de las mujeres, ha alimentado también la procreación,
aunque en ella no se participe con el apoyo solidario y cercano de la pareja.
Comparativamente, en el medio urbano, la mujer ha ganando espacios en la vida pública
a través de su inserción al mercado laboral, la educación superior y el liderazgo en
diversos sectores de la sociedad. Ello ha implicado hacer la diferenciación entre la
reproducción sexual como un hecho esencialmente biológico y la maternidad como un
fenómeno propio de la cultura. Ello permite que las mujeres en las ciudades alcancen
decisiones y posibilidades de logro que mejoran su perspectiva de vida a mediano y largo
plazo. No obstante, los aspectos sublimados de la maternidad tienen mayor expresividad
e impacto entre la población de las áreas urbanas, gracias al uso mercantil del concepto
“madre” y a la complacencia de las propias mujeres.
La ideologización “moral” del papel de la maternidad ha establecido roles y
caracterizaciones atribuibles a la madre mexicana. A la idea de santidad sin mácula,
encontramos otros elementos que la mitifican, por ejemplo:
1. Una buena madre es la que sufre o, al menos, aparenta que sufre, pues la
sensiblería forma parte de los encantos que le reclama y premia la sociedad.
2. Una madre es pura, buena y santa; es un ser intocado por el pecado, la
tentación y la lujuria.
3. El pensamiento y cuerpo de una madre debe estar, primero, al servicio de los
otros. Sus aspiraciones y necesidades siempre se pueden postergar.
4. Una madre debe ser una mujer virtuosa y casta; sacrificada, humilde,
abnegada, trabajadora y responsable de hijos, esposo, casa y bienes familiares.
5. Debe ser incapaz de independizarse, asumir su libertad y lograr metas egoístas
y personales. Es incapaz de asumir su voluntad y su propia fuerza para, tenerse
a sí misma, el amor que dice tener por los demás.
6. El mayor logro de una madre es lo que hace por los demás, no importa si ella
se ve o se siente desaliñada, abandonada y triste. Solamente las malas
mujeres, las de dudosa sexualidad o las prostitutas se arreglan y presumen de
gracia, elegancia y libertad. Una buena madre es asexuada, limitada
socialmente y auto-limitada por vocación.
7. Una madre debe poseer la belleza del alma, porque la belleza del cuerpo
siempre es sospechosa. Además, una madre es piadosa y compasiva, atiende
a los enfermos y nunca se cansa. Nunca dice lo que piensa, siente o desea.
8. La madre sabrá confrontar sus propios deseos y necesidades frente al
melodrama que es su vida cotidiana y que promete un final feliz al muy largo
plazo. En cambio, las mujeres sin hijos deberán sentirse fracasadas por
desconocer el amor de los hijos y darse cuenta que su belleza no basta para
“sentirse bien” o satisfechas.
9. La “cabecita blanca”, el abandono de sí misma, la artritis y otras minusvalías de
la madre vieja, representan mucho más que daños colaterales de su lucha por
la “dignidad” de una mujer-madre, representan los atributos a una vida santa y
domesticada.
10. La mujer-madre debe ser devota de la fuerza del macho, de su falo, de sus
celos de domador y de su imagen patriarcal; debe aceptar con resignación y
respeto, los vicios del otro. Debe ser para el marido y los hijos: compañera y
aliada, sumisa y subordinada, la gran simuladora de justicia, la gran alcahueta
que protege pecados y culpas.
11. Una madre reclama la honra a su trabajo y sacrificio que es como honrar a la
patria y, en su honor, se erigen monumentos, se realizan festivales, se tallan
monumentos de piedra y se fija un día de asueto nacional.
El mito de la madre, en el imaginario colectivo, será invulnerable al discurso feminista que
tiende a transgredir los misterios del poder. El mito debe sostener la indiferenciación entre
mujeres, anular la voz personal, coartar el libre albedrío. Debe impedir la comunicación y
las alianzas entre mujeres, cerrar el paso a la defensa de sus derechos humanos,
sexuales y reproductivos; impedir que reconozcan su propia inteligencia y necesidad de
posesionarse del mundo por ellas mismas. Es incomprensible que una madre rebase los
límites de la entrega personal y mate a sus hijos, los abandone, los drogue, los humille,
los maltrate física, emocional o sexualmente o, simplemente, los ignore.
El mito de la madre tiende a eliminar el abanico extenso de las diversas formas de ser
madre en nuestro país y borra, de un plumazo, el ejercicio de otras formas de
maternidad.
LAS OTRAS MATERNIDADES
La maternidad violentada, prohibida, condicionada, forzada, negada,
aborrecida. En México, se estima que cada cuatro minutos una mujer será
violada sexualmente y el 65% de las víctimas tendrá entre 10 y 20 años de
edad. Aproximadamente, 12 mil de estas mujeres quedarán embarazadas2.
Sólo en la ciudad de México, todos los días, cinco mujeres son violadas
sexualmente. Se calcula que el 20% de las mujeres en edad fértil ha tenido un
aborto, por lo menos el 40% de los embarazos no son deseados y terminan en
niños rechazados o en abortos inducidos, mientras que el 29% de las mujeres
2 Periódico La Jornada, 25 de abril 2010, p.35; México.
tienen más hijos de los que hubieran querido y, en los hospitales públicos, 25%
de los servicios se destinan para mujeres con complicaciones por abortos mal
practicados3. No es extraña la maternidad entre las monjas que son abusadas
sexualmente considerando que su sexo ofrece “garantías sanitarias” para los
varones del clero.4
La maternidad en la pobreza, indigencia, analfabetismo, abandono,
podredumbre, hacinamiento y promiscuidad que habita en las zonas
marginadas de nuestro país, donde no hay servicios públicos, empleo, salud,
educación, razones donde fundar la esperanza. En estos lugares, la mortalidad
de las mujeres por causas maternas es muy alta, y también es alta la mortalidad
infantil por causas relacionadas con el parto y el puerperio. Mueren también
muchas madres jóvenes por carecer de atención médica oportuna y de calidad,
por haber contraído cáncer cérvico uterino; por enfermedades de transmisión
sexual, por desnutrición. Muchas mujeres cruzan el climaterio sin ningún apoyo
social, sufren enfermedades degenerativas, depresión, osteoporosis,
reumatismo, etc.
La maternidad entre las mujeres indígenas (diferentes entre sí, si son del norte,
centro o sur del país, si son zapatistas o nó) y mujeres campesinas,
trabajadoras domésticas, costureras, obreras o sexoservidoras. Todas ellas que
viven una maternidad distinta a la que se encuentran las mujeres clase media,
profesionistas y ejecutivas que viven como plantas trepadoras queriendo
alcanzar el top de ilusiones que ofrecen mensajes televisivos, revistas,
telenovelas, cine, etc. Distinta es la maternidad de las mujeres que se practican
su chequeo médico en Houston, que alquilan nodrizas o nanas y las institutrices
para los hijos (a los que sí se les puede llamar herederos), que se realizan
cirugías estéticas y tratamientos para moldear y conservar una imagen jovial y
un cuerpo-objeto sexual.
Hay maternidad diferente entre madres casadas, divorciadas, solteras, viudas,
abandonadas, engañadas; entre jóvenes y no tan jóvenes. Entre mujeres
minusválidas y discapacitadas, entre diputadas, senadoras, proletarias y
trabajadoras de la economía subterránea, entre las empleadas de una oficina
burocrática y las que nunca han salido del ámbito “hogar”. Entre las que nadie
contrata ni apoya cuando están embarazadas.
Hay también maternidad entre muchas mujeres que no son necesariamente
madres biológicas, pero que son responsables de atender a hermanos, abuelos, 3 Periódico La Jornada, 22 de julio de 1998, p. 25; México.4 Periódico La Jornada, 10 de mayo del 2001, p. 22; México.
suegros, hijos adoptivos, hijastros, etc. Se puede, incluso, llegar a ser la madre
del padre y la madre de la madre.
También ocurren formas distintas de maternidad dependiendo del credo
religioso que profesa una mujer, de su postura política, de la concepción
ideológica o la mirada filosófica, por ejemplo. Incluso, importa preguntarnos
acerca de la maternidad en el nuevo orden de la información genética, la
inseminación artificial, la clonación; y las ofertas de la tecnología virtual.
No hay que olvidar la maternidad de las madres con hijos enfermos o
incapacitados sea por daño físico o mental; la madre de los hijos presos, la
madre que purga prisión, la del migrante-ausente y del migrante-muerto. La
madre del policía y del soldado; la madre del niño robado o secuestrado, la del
drogadicto, la del niño de la calle, la madre en pobreza extrema y la del niño
maltratado y desnutrido...
Y, muy aparte, en el espacio donde habitan los grandes dolores, ahí tenemos a
la madre del dolor más verdadero, la madre del hijo-hija muerto-muerta, la
madre del hijo-hija que ha desaparecido.
Como vemos, es variada y compleja la dimensión de la maternidad. Rebasa el horizonte
físico-biológico para instalarse en una amplísima constelación de circunstancias y
significados. Tal vez, sea conveniente decir que la maternidad no es elemento que hace
comunes a las mujeres madres, sino que es exactamente, la condición que las puede
tornar diferentes entre sí. Debo decir que la maternidad es una forma de existir
cotidianamente, a contragolpe, con lo que se tenga y se pueda, con el sentido común por
delante. La madre no es una víctima, y contra ese significado debe valorarse el papel de
la maternidad, por la fuerza que ésta imprime a la sociedad y la cultura. La sublimación y
glorificación del papel reproductivo de la mujer, oscurece y oculta las aportaciones
femeninas al desarrollo de las sociedades.
EMBARAZO, PARTO Y PUERPERIO
Para importantes sectores de la población, la maternidad representa una situación de
excepción en la condición de ser mujer, pareciera como si mujer y madre fueran nociones
opuestas entre sí. En la cultura mexicana, es común que a la mujer gestante se le trate
como si estuviese atravesando por una condición de debilidad o susceptibilidad a padecer
encantamientos o brujerías que le pudieran afectar directamente en su salud y bienestar o
que pudieran afectar al producto en su desarrollo gestacional o a futuro (G. Freyermuth,
1993). Aunque se considera que el embarazo es un proceso fisiológico-natural de la
mujer, se le atribuye la capacidad de producir un exceso de calor que debe ser protegido
de “lo frío” (tanto en el consumo de alimentos como la exposición al ambiente) para evitar
que el antagonismo frío-calor ocasione problemas durante embarazo, parto y puerperio
(dolor corporal, contracciones prolongadas y dolorosas, retraso en el parto o parto
prolongado, calidad y cantidad de la leche para amamantar al bebé, etc.).
La empresa de ser madre verdaderamente inicia cuando la mujer se entera de que está
embarazada. Encontramos que la primera emoción se asocia al gusto de saberse fértil y
al interés del éxito que significa nacer al mundo un niño o niña saludable. De inmediato
sobreviene la incertidumbre y el temor al fracaso. Las dos fuentes de temor más
importantes son: fuerzas naturales y fuerzas sobre naturales que puedan impedir el
progreso del embarazo hasta su término.
El embarazo es uno de los fenómenos que sigue patrones comunes en muchas regiones
del país independientemente de su desarrollo socioeconómico; patrones que provienen de
viejas y complejas herencias sobre aquello que ha pervivido de la antigua cultura
mexicana y de sus contactos sincréticos.
El contenido simbólico y explicativo del embarazo visto desde este contexto, es muy
distinto al conocimiento de la gestación o de la reproducción humana visto desde el
conocimiento médico, no obstante, las experiencias personales entre la mujer-gestante y
el médico, con frecuencia se cruzan sin encontrarse, y, en muchas ocasiones, pasan
desapercibidas o reprobables para el profesionista. Ello motiva que la relación médico-
paciente sea lejana y a veces poco productiva para ambos.
El embarazo es “caliente” dice la tradición (Cuerno y Domínguez 1989) porque la mujer,
como la tierra se hacen fértiles merced al calor y la humedad. La mujer embarazada es
una fuerza natural que puede dañar a niños pequeños, animales o plantas. Al mismo
tiempo, el embarazo es un tránsito difícil y peligroso para la mujer y su hijo. Por ello, la
mujer y su entorno familiar debe desarrollar vigilancia y cuidado especial para evitar
aborto, malformaciones congénitas y embrujamientos.
El parto es “frío” y la exposición de la madre al aire, sangre, sudor y esfuerzo le hace
perder aún más calor, lo que pone en riesgo al binomio madre-hijo. La mujer se encuentra
en una lucha pero debe ser obediente, sumisa y humilde con la partera, tenedora,
comadrona o el médico para facilitar el alumbramiento de su hijo.
Ya con dolores de parto le suministrarán infusiones calientes preparadas con diversas
yerbas, cortezas de ciertos árboles o partes de algún animal como la cola del zorrillo o
tlacuache, chocolate con pimienta, cihuapatli, vapores de ruda. También se usará
manteca, aceite, vaselina o crema caliente sobre el vientre al que se dará masaje para
generar calor y facilitar que el bebé salga por el canal de parto. Es generalizado el uso de
la yerba conocida como cihuapatli. Asimismo, se usarán también las siguientes plantas:
salvia, manzanilla, manrubio, madreselva, artemisa (para fumigación o emplastos
vaginales durante el parto; después del parto en infusión para calmar los dolores),
pinpinela, raíz de lirio, hojas de perejil, zoapatle, flores de jazmín, canela, clavo, pimienta
negra, miel o aguamiel.
Para evitar que la placenta “suba” o se lastime la espalda de la mujer durante el parto, se
le colocará una faja, cinta o cuerda amarrada a la parte superior del vientre, con ello
también se piensa que se le facilita “pujar” a la parturienta.
Inmediatamente después del parto, la mujer bebe otras infusiones preparadas con
“hierbas calientes”. Se rezan oraciones, se incita a la mujer a ser valiente, ayudar y
resistir. Cualquier complicación es asociada a la posible conducta transgresora de la
mujer.
En algunas comunidades indígenas de nuestro país, se enciende un fuego que se
alimentará hasta pasados tres o cuatro días después del parto. También se pueden
utilizar sahumerios con copal. Suele ser en posición arrodillada o encuclillada y sostenida
por una cuerda colocada atrás de la espalda, aunque cada vez es más común encontrar
la posición supina.
El cordón se corta con piedra de obsidiana o cuchillo de madera porque el metal es frío. El
cordón se corta hasta que se expulsa la placenta. La placenta es muy importante y su
manejo cuidadoso. Al momento de ser expulsada se considera que es un “segundo
nacimiento”, posteriormente, se quema o se entierra en alguna jícara u olla nueva. Se
preserva de los animales pues si estos la comen, puede provocar daños a la madre y al
niño.
Una vez que el niño ha nacido se provoca el vómito de la mujer para facilitar la expulsión
de la placenta, con brebajes repulsivos y malolientes. También se le puede solicitar que
sople al interior de una botella o se le da a oler pimienta para provocar estornudos. La
bienvenida al nuevo ser se acompaña de alguna oración o de un breve discurso que hace
augurios por la felicidad y prosperidad de la criatura (Aguirre B., 1980). En el Códice
Mendocino se encuentra el poema de recibimiento del recién nacido: Bienvenida mazorca
de maíz, miel de panal, pedacito de obsidiana, florecita amarilla del maíz...
Otros ejemplos, citados por Cuerno y Domínguez (1989) mencionan:
Oración al varón: “no sabemos si te lograrás, si nuestro señor te prosperará y te
engendrará, o si por ventura traes alguna mala fortuna contigo. Y esto que te corto de tu
cuerpo y de en medio de tu barriga es cosa debida a Tlaltecutli que es la tierra y el sol,
han de enterrarla en medio del campo donde se dan las batallas y ésta es la señal que
eres prometido y ofrecido al sol y a la tierra, es la señal que tu profesión es el oficio de la
guerra”
Oración a la niña: “del medio de vuestro cuerpo corto y tomo tu ombligo, porque así lo
mandó y ordenó tu padre y tu madre Yoaltecutli, que es señor de la noche y Yoalticitl que
es la diosa de los baños; habéis de estar dentro de casa, como el corazón dentro del
cuerpo. En este lugar os entierra nuestro señor, aquí habéis de trabajar”.
Oración a la madre: “Hija mía muy amada, mujer valiente y esforzada, habéosle hecho
como águila y como tigre, por lo cual nuestro señor os ha puesto en los estrados y en las
sillas de los valientes soldados”.
Oración a los parientes a la partera: “Señora, hija muy amada y persona muy preciosa,
prósperamente habéis obrado, todos estamos muy contentos y gozosos porque ha venido
a luz, ha salido al mundo la criatura de nuestro amor. Estábamos esperando que al fin
habría este negocio y en qué manera obraría Cihuacoatl”.
Asimismo en el Huehuehtlahctolli5, se consigna que cuando el hijo nace, el padre se dirige
a él y dice:
Hijo mío, mi collar, mi pluma preciosa, has venido a la vida, has nacido, has venido
a salid a la tierra, en la tierra del Señor Nuestro. Te forjó te dio forma, te hizo
nacer Aquel por quien se vive, Dios. Hemos visto por ti tus madres, tus padres;
5 Nombre del libro que significa la Antigua Palabra donde se recogen testimonios sobre cómo los pueblos nahuas comunicaban entre sí enseñanzas para la vida. Con respecto a la educación de los hijos e hijas, se hace mención de 51 recomendaciones. Aquí sólo se mencionan algunos fragmentos de este texto.
y tus tías, tus tíos, tus parientes, han visto por ti, han llorado, han sufrido por ti
en tanto venías, en tanto nacías sobre la tierra.
Y ahora, por breve tiempo, has venido a mirar, has venido a crecer, has venido a
echar tallos, has venido a embarnecer, como si fueras un pajarito apenas
puedes picotear; así te has presentado, has embarnecido, te has hecho grande,
has crecido como si acabaras de salir de tu cascaroncito, como si te hubieras
arropado con algo precioso, como si te hubieran brotado tu colita, tus alitas,
como si apenas movieras tu manita, tu piececito, tu cabecita, como si ya
hicieras el intento de andar volando. (p.276).
Cuando la madre habla a la hija, cuando ésta nace, cuando la ve crecer, le dice:
Ahora mi niñita, tortolita, mujercita, tienes vida, has nacido, has salido, has caído
de mi seno, de mi pecho. Porque te ha forjado, porque te ha moldeado, te hizo,
te formó menudita, tu padre, tu señor. Ojalá no andes sufriendo en la tierra.
¿Cómo vivirás al lado de la gente, junto a las personas?. Porque en lugares
peligrosos, en lugares espantosos, con gran dificultad se vive. Así hay aspereza
en la tierra. Porque se acaban los rostros de la gente, los corazones de la gente
y los hombros de las personas, las espaldas, los codos, las rodillas...
Y bien canta, bien habla, bien conversa, bien responde, bien ruega; la palabra no
es algo que se compre. No como muda, tonta, te vuelvas. Y el huzo, la tablilla
para tejer, hazte cargo de ellos; la labor, lo que eleva, asciende como el olor, lo
que es la nobleza, el merecimiento, los libros de pintura, lo que es un modelo, el
color rojo. Así bien, al lado y junto de la gente vivirás, así merecerás en alguna
parte un poquito de bebida de maíz, una tortilla doblada, una verdurita... Lo que
harás, lo que llevarás a cuestas es aquello que es posible hacer, lo que es
llevadero...
En el puerperio es muy importante que la mujer y su hijo recuperen el calor perdido. En
algunas comunidades indígenas, de acuerdo a lo documentado por Fray Bernardino de
Sahagún en su obra Historia General de las Cosas de la Nueva España, la madre
permanecía durante cuatro días cerca del fuego que se había encendido al inicio del
parto. Al cuarto día madre e hijo eran bañados y fajados; el crío era pasado por encima
del fuego, momento en el que se mencionaba su nombre. Se apagaba el fuego y los
familiares llevaban objetos pequeños alusivos a los posibles oficios que la criatura podría
desarrollar en su vida adulta. El calor era fundamental por ello, se le tapaba todo el
tiempo, no salía de casa y no se ventilaba su cuarto. La madre era fajada para que se
recuperara de la flacidez del vientre, para evitar sangrados, “aflojamiento de cintura” o
flujos vaginales. Se hacía una visita al adivino para que, de acuerdo al día y hora de
nacimiento, atribuyera el tonalamatl y el pronóstico astrológico. En algunas zonas del
país, se usaban puntas de maguey para sangrar los genitales del niño.
Otros cuidados durante el puerperio
El ombligo siempre ha tenido importante y variado significado entre las diversas culturas
de nuestro país. Se corta con las uñas, cuchillos de madera o de metal, machetes,
piedras de obsidiana, cabeza de hachas, tijeras, piedras de moler, mazorca de maíz, un
trozo de bambú, etc. El ombligo se ponía a secar. El ombligo del varón se enterraba en
las tierras de labranza, se amarra o se entierra en un árbol cercano a la casa o en los
sitios donde había guerras. El ombligo de la niña se enterraba junto al fogón de la casa,
con la idea de asegurar su permanencia en casa y su apego a las labores domésticas. De
acuerdo al número de protuberancias (nudos) del ombligo, es que se estima el número
de hijos que una mujer podrá engendrar. Los nudos blancos indican que serán mujeres;
nudos negros, serán varones.
Visitas: se limitaban las visitas de otros niños; para prevenir la visita de brujos (as) se
colocaba en la puerta una navaja de obsidiana; las personas licenciosas provocaban el
llanto del niño (a), el miedo y la posibilidad de sufrir desmayos. Los pequeños podían
perder su tonalli (hado, fortuna, estrella).
Amamantamiento: las mujeres amamantaban hasta por cuatro años a los niños.
También acudían a nodrizas.
Durante el puerperio las mujeres eran atendidas con yerbas calientes y secas (ayozonatic,
por ejemplo) para desinflamar el útero, disminuir dolores, aliviar los riñones, producir más
leche. Las yerbas, raíces y algunas cortezas de árbol (cacao, por ejem) eran machadas o
molidas para hacer emplastos o pomadas que se untaban en los pechos, el vientre o se
introducían a la matriz; se hacía con ellas infusiones y bebidas como agua de uso, atole o
té. Era y es común la abstinencia sexual durante la cuarentena.
Alimentos no recomendables: “Fríos” porque causan cólicos, calambres y otras
molestias. Entre estos, el aguacate,
Alimentos recomendables: “Calientes”, tales como: atoles (maíz, champurrado,
almendrado), gallina cocida, caldo de res, pan, tortillas tostadas, agua, té, ajonjolí, pulque,
cerveza, agua de arroz. Se considera que la mujer parturienta ha “tomado” frío al perder
sangre.
Recibimiento del recién nacido: baño, cuidado del ombligo, nombre, arropamiento
inmovilizando brazos y piernas para que no se asuste o se torne “manilargo”, se le cubre
la cabeza, se le pone sal en la boca o se le frotan suavemente tres chiles. Se pueden
colocar amuletos de protección: semilla ojo de venado, listones, seguros, incienso, pues
existe la envidia, “mal de ojo”, el espanto, robo del tonalli, caída de mollera, pujo, susto.
Pasada la cuarentena el recién nacido era presentado a la familia y la iglesia.
Temazcal: Era muy importante la recuperación de la mujer cumplida la cuarentena pues
ello hablaba bien de los cuidados que había recibido. El baño de temazcal era
fundamental. Este se preparaba con yerbas aromáticas y consideradas “calientes” (hojas
de laurel, de naranjo, de nogal o de rosa de castilla, menta, por ejemplo. Se consideraba
restaurador por la fatiga, auxiliar en la disminución de inflamación o dolor y propiciador de
la mejor lactancia y evitar la formación de coágulos. Los baños son recomendados cada
tres o cuatro días y no más de tres baños durante el puerperio.
Reporte de una experiencia de campo
Este trabajo tiene como objetivo dar a conocer el conjunto de creencias y tradiciones
relacionadas con el embarazo, parto y puerperio, obtenidos mediante entrevistas directas
a mujeres que han sido madres. Durante los últimos siete años, realizamos 700
entrevistas a mujeres que cursaban o habían tenido la experiencia del embarazo, parto y
puerperio al momento de la entrevista. Estas entrevistas fueron realizadas por alumnos
del grupo 1109 de la carrera de Médico Cirujano de la FES Zaragoza, como actividad
académica complementaria al Seminario de Humanidades y vinculada a los Módulos
Crecimiento y Desarrollo Intrauterino y Parto, Puerperio y Período Perinatal.
Cada grupo de estudiantes diseñó un estudio descriptivo de tipo transversal con una
entrevista semiestructurada dividida en tres secciones: perfil sociodemográfico (edad,
lugar de origen, estado civil, principal ocupación, trabajo, ingreso y nivel educativo entre
otros); perfil reproductivo (número de embarazos y embarazos no deseados, hijos nacidos
vivos, intervalo intergenésico, abortos, atención prenatal y del parto y uso de
anticonceptivos). La tercera parte de la entrevista fueron preguntas abiertas y estuvo
referida a costumbres y creencias relacionadas con el embarazo, parto y puerperio. Para
este reporte, se considera prioritaria esta tercera parte de la entrevista y otros datos sólo
se utilizarán para matizar algunos aspectos.
Vale la pena señalar que entre las 700 mujeres entrevistadas, todas mencionaron alguna
actividad de tipo tradicional-cultural relacionada con el cuidado del embarazo, parto y
puerperio, por lo que consideramos que el presente reporte puede representar un material
de apoyo sociológico y antropológico para el trabajo profesional médico. Importa hacer
notar que los alumnos entrevistan a sus familiares (abuelas, madres, tías o hermanas)
con el propósito de que las mujeres entrevistadas puedan “conversar” con los alumnos en
un ambiente de confianza y afecto. Embarazo, parto y puerperio son fenómenos que
siguen patrones comunes en muchas regiones del país; patrones que provienen de viejas
y complejas herencias sobre aquello que ha pervivido de la antigua cultura mexicana y de
sus contactos sincréticos.
Las preguntas abiertas se dividieron en tres grandes apartados: creencias y tradiciones
sobre el embarazo, sobre el parto y sobre el puerperio y para agrupar las respuestas se
formaron dos grupos:
Grupo 1. Aquello que las mujeres consideran se debe hacer y/o promovieron para
cuidar su embarazo, parto y puerperio. Este segmento quedó conformado
por aquellas prácticas o medidas de protección específica, es decir, como
todo aquello que sólo se practica en esta etapa de su vida, fuera de la cual,
no suelen realizar.
Grupo 2. Aquello que las mujeres consideran se debe evitar y/o evitaron para cuidar
su embarazo, parto y puerperio. Este segmento quedó conformado por
aquellas prácticas o medidas de prevención del riesgo, es decir, que en
ésta etapa de la vida, las mujeres asumen una gran responsabilidad moral
frente a sí mismas y la familia.
RESULTADOS
La información sociodemográfica, económica y educativa, nos permite observar que
nuestra población estudiada se distribuye de modo más o menos equitativo según
grandes grupo de edad, predominando las mujeres de 35 años y más con el 53.28% y de
15 a 34 años, representaron el 46.71% (cuadro 1) y que, aunque existen diferencias en
cuanto al nivel de escolaridad, estado civil, lugar de origen y ocupación (cuadros 2, 3, 4 y
5), en ningún caso, las mujeres se abstuvieron de comentar algún aspecto cultural,
creencias o prácticas antiguas relacionadas con el embarazo, parto y el puerperio. Desde
la madre analfabeta hasta la madre con estudios universitarios, cuentan con información
tradicional que consideran de utilidad para protegerse y prevenir riesgos. Es obvio que
existe una importante transmisión del conocimiento popular relacionado con la maternidad
y que este conocimiento es aceptado y reproducido constantemente a través de las
diversas generaciones.
La gran diferencia se encuentra en el cuadro 6 donde pueden observarse, en conjunto, las
respuestas relacionadas con el grupo 1 y con el grupo 2. Aquí llama la atención la notable
diferencia entre el número de acciones realizadas de acuerdo al estadio de la gestación,
el parto y el puerperio. Podemos apreciar que se obtuvieron 189 respuestas diferentes, de
las cuales, 115 corresponden al grupo 1 (“lo que se debe hacer”) y 74 respuestas al grupo
2 (“lo que se debe evitar”). Observaremos, que la actividad de la mujer es notablemente
más intensa durante el embarazo y el puerperio y se enfrenta a emociones muy variadas
(temor, gusto, enojo, preocupación, alegría, incertidumbre, etc). Durante el parto, no deja
de participar, pero su actividad disminuye, y, cuando inicia el puerperio, se vuelve a
intensificar la actividad de la madre.
Cuadro 1. Edad Cuadro 2. Estado civil
Estado
civil
# de
Mujeres
Casada 435
Soltera 87
Viuda 56
Divorciada 35
Unión
libre
49
Separada 38
Total 700
Edad # de
mujeres
15-20 47
20-24 72
25-29 90
30-34 118
35-39 105
40-44 90
45-49 88
50 y > 90
Total 700
Cuadro 3. Escolaridad Cuadro 4. Ocupación
Escolaridad
(Nivel
concluido)
# de
mujeres
Ninguna 100
Primaria 142
Secundaria 130
Media superior 125
Superior 135
Técnica 68
Total 700
Ocupación # de
mujeres
Trabaja 205
No trabaja 435
Estudia 60
Total 700
Cuadro 5. Lugar de origen Cuadro 6. Respuestas diferentes
Lugar de
origen
# de
mujeres
Aguascalientes 5
Distrito Federal 387
Estado de México 98
Guerrero 34
Guanajuato 12
Hidalgo 15
Michoacán 19
Oaxaca 45
Puebla 34
Tlaxcala 21
Veracruz 7
Yucatán 2
Otros 21
Total 700
En el universo de las 189 respuestas diferentes se encuentra el laborioso trabajo
simbólico que acompaña al proceso de la maternidad; es una cosmovisión extensa en
interpretaciones, donde la luna, el calendario zodiacal, algunas plantas y animales así
como el cuidado personal, el uso de amuletos y otras conductas mágico-religiosas se
hacen presentes para conjurar los peligros que en su opinión acechan la maternidad.
Como no es posible desplegar en este reporte las 189 respuestas diferentes, se decidió
agrupar aquellas que son semejantes y ordenar por el número de veces que se repiten en
las entrevistas dividiéndolas por etapas (embarazo, parto y puerperio). Se han
seleccionado cinco de las medidas o recomendaciones más generales e importantes para
el embarazo, el parto y el puerperio.
Grupo 1
“lo que se debe hacer”
Grupo 2
“lo que se debeevitar”
115 74
Total de respuestas
189
CREENCIAS Y TRADICIONES DURANTE EL EMBARAZO
Grupo 1
(“lo que se debe hacer)
# Grupo 2
(“Lo que se debe evitar”)
#
Uso de seguros, tijeras u otro
metal para protección del bebé
ante los efectos de la luna, los
animales, las envidias, entre otros
156
Salir de noche cuando hay luna llena o
nueva y evitar el eclipse175
Comer bien, cumplir antojos,
comer por dos133
Cargar cosas pesadas, ni hacer
ejercicio:156
Usar ropa, listones, pañoletas o
cordones rojos para protegerse de
la mala suerte, de la luna, del mal
de ojo, entre otros
128 Beber alcohol o fumar 143
Acudir a la partera para conocer el
sexo del bebé, acomodarlo, sobar
a la mujer y predecir el momento
del parto
98 Trabajar demasiado 120
Tener buena higiene, caminar y
vendarse las piernas95 Hacer corajes o “pasar” sustos 112
CREENCIAS Y TRADICIONES DURANTE EL PARTO
Grupo 1
(“lo que se debe hacer)
# Grupo 2
(“Lo que se debe evitar”)
#
Rezar, encomendarse a Dios o a
santos135 Uso de anestesia 58
Beber infusiones calientes 96 Tomar antibióticos 43
Apoyar el parto con respiración
profunda, concentración y pujo54 Usar alhajas 21
Realizar parto psicoprofiláctico 36
Asistirse de una partera 24
CREENCIAS Y TRADICIONES DURANTE EL PUERPERIO
Grupo 1
(“lo que se debe hacer)
# Grupo 2
(“Lo que se debe evitar”)
#
Respetar la cuarentena 188
Comer ciertos alimentos como chile, cebolla, frijol, pan, guanábana, nopal,
carne de cerdo, aguacate, grasa, alimentos fríos, entre otros
169
Atender todo lo relacionado con la
lactancia materna (tomar atoles,
beber cerveza o pulque, cuidar los
pezones, entre otros)
166Exponer a la madre y al bebé a
enfriamientos157
Llevar en el cuerpo de la madre y
del bebé amuletos y protecciones
como cuarzos y “ojo de venado”154
Tener relaciones sexuales en la
cuarentena137
Tomar baños de hierbas
aromáticas y baños de temazcal 98 Cargar cosas pesadas 112
Atenciones especiales al cordón
umbilical y al ombligo (secar,
enterrar, colgar o guardar el cordón
umbilical; utilizar ciruela, piedras o
monedas en al ombligo, entre
otros)
59Cortar uñas o cabello del recién nacido
porque puede quedar mudo56
Cuando organizamos las respuestas por los aspectos más reiterados encontramos lo siguiente:
1. RECOMENDACIONES, CUIDADOS Y CREENCIAS DURANTE EL EMBARAZO
1.1. Alimentación sugerida para la mujer embarazada
Líquidos
Beber mucha agua
Beber chocolate caliente, atoles y caldos de gallina
Evitar café, té negro y té de canela
No consumir agua de coco o guanábana porque son abortivos
Dietas
especiale
s
No consumir grasas, sobre todo de tipo animal
No consumir mucha sal para evitar hinchazón de piernas
Eliminar de la dieta: chile, grasa, aguacate y alimentos “fríos”
“Comer por dos”
“Cumplir antojos”
No cenar los 3 días previos al parto para evitar náuseas o vómitos
1.2. Recomendaciones y creencias de naturaleza médica para la mujer embarazada
No cargar cosas pesadas porque se puede abortar
No tomar medicamentos porque nace deforme el bebé
Mantener buena higiene para evitar infecciones (baño diario)
Dar masaje en los senos para prepararlos a la lactancia
Asistir a la consulta prenatal
No subir mucho de peso para evitar complicaciones en el parto
Tomar Complejo B12
Acudir al dentista porque los bebés consumen el calcio de la madre
1.3. Recomendaciones y creencias de carácter mágico-religioso para la mujer embarazada
Uso de seguros, tijeras, obsidiana, cruces o metales para protección
Usar cordones o listones o ropa de color rojo
No salir de noche cuando hay luna llena o cuando haya eclipse
Rezar, hacer promesas o realizar mandas para garantizar el bienestar de madre e hijo.
Sobre todo, en los meses múltiples de tres
No descansar ni dormir mucho porque el bebé se puede pegar
Es conveniente dar masaje al vientre para “remover aquello” –enfermedad o sustancia-
que no sea de utilidad para el bebé o que sea perjudicial para la madre
Si el vientre tiene forma “redonda”, nacerá una niña6
Si el vientre tiene forma “puntiaguda”, nacerá un niño
No debe cortarse el cabello porque el bebé puede nacer mudo
No debe pintarse el cabello ni hacerse permanentes
No dormir “boca arriba” porque el bebé se puede ahogar; dormir de lado
Cuando tiembla, la mujer debe ponerse una cruz en el vientre
Usar ropa blanca en el último mes de embarazo
Usar talismanes u hojas de ruda al salir a la calle
Evitar que la comida se pegue a las ollas pues se corre el riesgo que el bebé se pegue a
la matriz
Evitar pisar cuerdas o lazos pues el bebé puede nacer con el cordón umbilical anudado al
cuello
1.4. Recomendaciones y creencias diversas para la mujer embarazada
Relacionadas con el binomio frío-calor
“Guardar” calor corporal y abrigarse bien espalda y cabeza
Evitar comer alimentos “fríos”7
6 Para que nazca una niña la madre debe colocar el velo de su boda bajo la almohada durante el embarazo y comer alimentos blandos. Para que nazca un niño la madre debe consumir carne y mariscos.7 Algunos de los alimentos que consideran “fríos” son: chile, cebolla, frijol, pan guayaba, nopal, carne de cerdo, aguacate, papa y grasa.
No lavar ropa o trastes con agua fría
No salir de noche sin protección
Si la mujer se enfría durante el embarazo o parto, sufrirá partos más dolorosos y
prolongados
Es recomendable “mantear” a la mujer para acomodar al bebé
Evitar emociones “fuertes” (sustos y disgustos)
“Platicar” con el bebé
Evitar los corajes para no dañar la bilis o “hacer” nervioso al bebé
“Ponerle” música al bebé
Usar zapatos de piso para evitar caídas
Usar ropa holgada, de colores claros y cómoda
Evitar relaciones sexuales porque se puede abortar
Dormir con los pies en alto
Realizar ejercicios respiratorios
Prender a la ropa una bolsa con piedras de cuarzo blanco
Colocar un vaso de agua bajo la cama
No tejer porque se enreda el cordón umbilical en el cuello del bebé
No trabajar demasiado para evitar un aborto
No exagerar su estado de gravidez
No usar faja porque puede abortar o adelantar el parto
No “agacharse” mucho porque puede abortar8
2. RECOMENDACIONES, CUIDADOS Y CREENCIAS DURANTE EL PARTO
Encomendarse a Dios o algún santo de la devoción
Hacer ejercicios de control de la respiración
Tomar té de manzanilla y otras infusiones muy calientes
Rezar
8 Ante la amenaza de aborto la mujer debe beber un té compuesto de: una estrella de mar, una moneda de plata, una rama de pino y tres hilos de diferente color.
Concentrarse y estar tranquila
Solicitar que no se use anestesia para que sea más rápido
Comer nopales durante las contracciones para que el bebé resbale
Mantener a la parturienta en una tina con agua caliente mientras están las contracciones
Pedir el cordón umbilical para sepultarlo en la casa
En caso de tormenta colocar una veladora cerca para evitar que un rayo se lleve al niño
3. RECOMENDACIONES, CUIDADOS Y CREENCIAS DURANTE EL PUERPERIO PARA LA MADRE
Respetar la cuarentena (evitar salir, comer bien9 y descansar10)
Fajar el vientre y vendar las piernas (algunas sugieren untar éter y ruda)
Tomar baños calientes, preferentemente, el baño deTemazcal
Tomar muchos líquidos calientes11
Mantener una buena higiene
Prohibiciones
no tener relaciones sexuales
no hacer ejercicio, no cargar cosas pesadas
no coser, no cocinar, no preparar salsa, no barrer
no mojarse los pies, evitar el frío, no salir de noche
no asistir a velorios o entierros ni recibir personas que allí hayan estado
No exponerse a la “mirada fuerte” de ciertas personas
Recomendaciones para la lactancia al pecho materno
cubrirse pies, espalda y cabeza; no mojarse ni permanecer en la intemperie
ingerir atoles, cerveza, pulque e infusiones calientes, evitar alimentos “fríos”;
ingerir yemas de huevo con vino, comer ajonjolí, maíz, ajenjo y miel
evitar enojos
lavar y lubricar los senos con “pan puerco”, “vaseline”, “aceite de bebé”, etc.
Usar elementos protectores de la envidia (talismanes, cuarzos, piedra de águila, etc)
9 Evitar comer los siguientes alimentos: picante, sandía, nopales, col, limón, papa, hielo, habas, mango, alcohol, calabaza, jícama, aguacate, carne de cerdo y otros alimentos ácidos y “fríos”.10 El mal humor de la madre provoca que el recién nacido tenga diarrea de color verde.11 Algunos de los tés se preparan con: anís, yerbabuena, árnica, laurel, amaranto, bugambilia, pirul, etc. Otros bebestibles calientes recomendados son: atole de masa, cerveza, pulque caldo de pollo, agua tibia.
Purgarse
Hacerse una “limpia” y rezar porque se ha sobrevivido
No comer cosas duras o sólidos para evitar estreñimiento
Alejar la basura de la recámara de la puérpera
4. RECOMENDACIONES, CUIDADOS Y CREENCIAS DURANTE EL PUERPERIO PARA EL HIJO-HIJA
Amamantarlo al seno materno
Proteger al bebé de envidias y mal de ojo utilizando amuletos12
Guardar o enterrar el ombligo en el jardín, maceta, patio, joyero, etc.
Usar hebra de hilo rojo o negro en la frente del bebé para quitar el hipo
No zangolotearlo para evitar la “caída de mollera”
Evitarle las cosquillas para que no se torne nervioso o tartamudo
Ofrecer al bebé té de anís o de estrella para los cólicos
Limpiar al bebé con un huevo y con la pomada de pan puerco
Poner moneda, alguna semilla o “cera de campeche” en el ombligo para que no “salte”
Sobar el abdomen con manteca y bicarbonato para evitar el empacho
Dar los primeros baños al bebé con agua de manzanilla
Acostar de lado al bebé para que no se ahogue
Colgar el ombligo en un árbol cercano a la casa o en la casa
Ponerle tomate asado en las plantas de los pies para evitar enfriamiento
No cortar cabello ni uñas al bebé porque puede quedar mudo
Alejar al bebé de los espejos para que no se asuste
Quemar el ombligo con una vela de cebo o con ocote
Contar los “nuditos” del ombligo para saber cuántos hijos se tendrán
Cubrir la cabeza del bebé para que guarde calor
12 Borlas rojas, ojos de venado, ruda con alfalfa, hierba santa o lechuga abajo de su almohada, cuarzos, imágenes religiosas, cruces, patas de conejo, reliquias, ponerle una pulsera de oro o de hilo rojo, vestirlo con ropa de color amarillo, untarle saliva en la frente, nuca y corazón. Poner un vaso de agua bajo la cama. Alejarlo del olor de las limas porque es fruta de los muertos.
Darle aceite de ricino para que expulse las flemas
DISCUSIÓN
A partir de la información obtenida, observamos que existe una activa preocupación y
laboriosidad de las mujeres por intervenir en el desarrollo de estrategias de protección al
binomio madre-hijo que aseguren, sobre todo, la vida de ambos durante el embarazo y el
puerperio mientras que, durante el parto, aumenta la preocupación pero las mujeres se
asumen como imposibilitadas de ejercer una mayor influencia. Los mayores temores
durante el embarazo son: la posibilidad del aborto y que el producto no se desarrolle
adecuadamente y pueda nacer con alguna discapacidad o malformación. Durante el
parto, preocupa que el bebé respire rápido y esté saludable. Finalmente, durante el
puerperio, la mayor preocupación gira en torno de la protección al bebé.
Es notable la pervivencia del conocimiento popular y tradicional que permea cualquier
sector de la población y que contribuye a estimular el interés y la participación colectiva
para apoyar física y emocionalmente a las madres gestantes. Al revisar las respuestas de
las entrevistadas nos damos cuenta de la importancia social que reviste el embarazo,
principalmente. El embarazo como una condición de riesgo por el temor a que el niño o
niña nazca con algún problema físico o mental, ante ello, las mujeres embarazadas
tienden a tranquilizarse en la medida en que cumplen con ciertas pautas culturales.
Es en el campo de las creencias, que el misticismo crea un lenguaje imaginario capaz de
intervenir en el ánimo de las mujeres gestantes para proveerles de un marco de
confiabilidad y un sentido de pertenencia e identidad cultural. También, se expresa un
orden ético-moral que guía las decisiones más comprometidas con la vida.
Los componentes mágico-religiosos y la información propiamente de carácter médico
hacen sinergia y se enriquecen frecuentemente una de la otra. En el caso de las
recomendaciones para el embarazo es posible afirmar que ninguna resulta contraindicada
para la salud del binomio madre-hijo. No obstante, el hecho de recurrir a un elevado
número de medidas de protección, indica no sólo el interés social que el embarazo
produce en una comunidad, sino también la enorme ansiedad con la que se vive. La vieja
tradición de que la luna muerde la boca de los niños o se come alguna parte de su
cuerpo, sobre todo de la cara o las manos, continúa siendo muy relevante entre las
mujeres que serán madres. También la luna está asociada a la fertilidad de la mujer ya
que el ciclo lunar coincide, generalmente, con el ciclo menstrual, por lo que cada fase de
la luna puede relacionarse con la posibilidad mayor o menor de embarazarse, así como
para determinar el sexo del bebé: Si es luna llena cuando ocurre el embarazo es más
probable que el hijo sea varón, si es luna nueva se anticipa que podrá ser mujer.
La importancia de acudir a la partera que realiza el trabajo de “mantear” y “sobar”, radica
en la vieja tradición de que el bebé -sobre todo si es el primero- puede pegarse al vientre
de las madres que duermen de un solo lado o que permanecen mucho tiempo sentadas y,
consecuentemente, no crecer completo, quedar “apachurrado”, o morir. Para mantear, la
partera coloca el rebozo o manta de la embarazada, o de ella misma, bajo las caderas de
la embarazada y la partera realiza con las puntas de la tela ligeros movimientos para
“sacudir” el vientre y “enderezar” al niño.
Las medidas de protección también se destinan a evitar o a contener la envidia, maldad,
celos, coraje o resentimientos contra la familia y la embarazada; emociones todas que
según las tradiciones, pueden ocasionar el aborto.
Tener buena higiene es otra de las recomendaciones más importantes y ésta incluye, en
primer lugar, la limpieza y el cuidado de la recámara donde duerme la embarazada,
parturienta o puérpera; asimismo, asear el cuerpo de la mujer, después los trastes de la
cocina, en especial las cazuelas y el molcajete, y por último, limpiar el resto de la casa.
El “prestigio” social de la maternidad, es un componente esencial de la cultura familiar que
incorpora creencias y comportamientos de carácter mágico-religioso con arraigo en
antiguas tradiciones. En este trabajo sólo se abarca el episodio que inicia con el
embarazo y concluye con el puerperio. Solamente estamos considerando a las mujeres
que desean la maternidad y que hacen o han hecho uso de saberes y prácticas
tradicionales. Que han estado en contacto con tradiciones orales acerca de mitos y
leyendas sobre estas etapas de la maternidad, que escuchan a otras mujeres y acceden a
utilizar recursos o realizar prácticas simbólicas con gran eficacia para proveerles
tranquilidad, aminorar culpas y activar mecanismos de afrontamiento ante dificultades,
sobre todo, dificultades de comunicación con médicos, enfermeras, esposos, etc.
Con respecto al parto, puede observarse una relación desigual en el número de cuidados
asumidos por la mujer. Este es un momento para depositar el cuidado de sí misma y del
bebé en otra persona que puede ser la partera o el médico. Destaca la encomienda a
diversos santos y a Dios, los rezos y las promesas; tomar infusiones calientes,
mantenerse alerta y asumir conducta de colaboración con quien esté a cargo de atender
el parto.
En cambio, durante el puerperio se despliegan las más variadas actividades de atención a
la parturienta y al recién nacido. Respetar la cuarentena tiene el enorme sentido de volver
al orden interrumpido por el embarazo e instaurar una nueva condición de la mujer-madre
(sobre todo si es primeriza) y una perspectiva de la pareja con relación a los hijos. La
madre tomará una de las decisiones más importantes, como es la de la lactancia al seno
materno y buscará su “recuperación” para poder atender al resto de la familia. Durante
este período, tres grandes tradiciones se hacen presentes en nuestro estudio: el baño de
temazcal, el destino del cordón umbilical y el tratamiento del ombligo.
El baño de temazcal y en general los baños, tienen entre otros propósitos el de liberar a la
mujer y al bebé de todos los residuos derivados del parto, restituir los tejidos, aromatizar
el cuerpo, relajar el estado emocional, “calentar la leche”, “cerrar la matriz”.
Con respecto al cordón umbilical existe un gran abanico de creencias importantes que
conducen a otorgarle, también, un especial valor simbólico. Entre los que nos
encontramos destacan: poner a secar el cordón umbilical en un árbol para incrementar la
fertilidad de la pareja; enterrarlo bajo un rosal si es de niña, o en una maceta de flores
blancas sea de niño o de niña; enterrarlo en el patio, jardín o alguna esquina de la casa
para asegurarse de que el niño no se irá; quemar el cordón con ocote y enterrarlo bajo un
árbol para que el niño crezca fuerte y alto.
En cuanto al ombligo, destaca la costumbre de ponerle una moneda de cobre, una ciruela,
un garbanzo o cera de “campeche” y vendarlo para que “no salte”. Hubo una entrevistada
que le puso un pequeño libro sobre el ombligo a su bebé, con el fin de que en el futuro
fuera una persona “estudiosa”. También es común que las mujeres quieran ver el cordón
umbilical para contarle los nudos que tiene y así poder “predecir” el número de hijos que
engendrará.
Por último, vale la pena destacar la importancia que tiene el uso de la semilla denominada
ojo de venado, para evitar la “envidia” y el “mal de ojo”. Otras medidas de protección son:
usar la ropa al revés, para evitar malas vibras; usar piedra de águila, cuarzo, metales,
listones rojos, cordones, borlitas rojas, hierbas como la ruda, el alfalfa o la lechuga bajo la
almohada del bebé, para ahuyentar problemas y convocar el buen sueño. Colgar una pata
de conejo a la cama del bebé y vestirlo con ropa amarilla para que tenga siempre “buena
suerte”.
CONCLUSIÓN
Las creencias y tradiciones sobre el embarazo, parto y puerperio entre las mujeres de
nuestro país, han constituido y permanecen como un patrón cultural sobre la maternidad.
Conjeturas, explicaciones, prácticas y rituales conforman saberes que dan cuenta del
mundo físico y social y que dotan de sentido los actos de las personas. En el entramado
de la cultura se tejen conceptos y experiencias que aseguran para los individuos cierta
idea de control y participación sobre la vida. La cultura es útil para afrontar el azar,
delimitar riesgos y asegurar una dosis de poder que contrarreste el temor a la mala
fortuna y el temor a la muerte.
La condición sublimada de la maternidad pertenece a un mundo mágico-religioso que
respalda creencias, mitos, tradiciones, ceremonias y ritos que se van desplegando en la
conciencia social gracias a la efectividad que el relato oral posee sobre nuestra capacidad
de comprender la vida. Esta eficacia simbólica es posible porque ofrece garantías para
resolver bien las cosas.
Además, el patrón cultural incluye tres elementos indispensables: la participación colectiva
que provee de identidad a un grupo, la gracia del perdón por actos indebidos o excesos
cometidos y la promesa de la restitución a la normalidad. Así se explica que en la
constitución de la pareja, el embarazo y el puerperio, familiares y amigos se involucran y
guían directa e indirectamente a los nuevos padres a través de múltiples cuidados y
recomendaciones. Cuando la mujer se embaraza se reafirma esta participación, de tal
modo que la maternidad se constituye en la contigüidad de relaciones fraternas y
protectoras.
Las creencias y las prácticas que de ellas se derivan, requieren de las mismas habilidades
complejas que requiere la producción del conocimiento “formal”. La autoridad que las
creencias tienen sobre las personas, obedece a la necesidad de formular seguridad y
firmeza para actuar en una realidad cambiante y caótica. Forman parte del entramado
simbólico que orienta nuestras acciones cotidianas. No solamente participan en un orden
gnoseológico, sino que contribuyen, ampliamente, a la integración y comunicación social
de los grupos. No obstante, la vigencia de los símbolos, la forma de comunicarlos y
objetivarlos, no está dada por su permanencia intacta, sino por el curso de sus
alteraciones, superposiciones, adecuaciones o pérdidas en las que se preserva una
determinada concepción del mundo.
En resumen:
Las entrevistadas asumen como de su especial responsabilidad el cuidado del
embarazo y el puerperio, pero asignan la responsabilidad del parto al médico o
partera.
No existe estrecha relación espacio-temporal entre los cuidados y las creencias.
Los cuidados abarcan todo el período del embarazo, en cambio las creencias se
fijan en conductas muy específicas frente a fenómenos determinados.
La vasta lista de cuidados y creencias durante el embarazo sugiere que las
mujeres viven esta etapa de su vida con mucho temor y expectativas. Se perciben
en situación de riesgo e incluso en estado de enfermedad, por ello, el parto es
también considerado como “alivio”.
Las creencias sobre los efectos negativos de la luna y sobre los efectos positivos
de las medidas de protección, se correlacionan con creencias de muy antigua
tradición.
En el listado de cuidados, puede apreciarse una visión “medicalizada”, ello sugiere
que la educación para la salud puede representar un campo fértil para disminuir la
mortalidad materna (Mellado, 1989).
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