martinez cuesta, angel - la recoleccion agustiniana, origen, historia y mensaje

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  • 7/30/2019 Martinez Cuesta, Angel - La Recoleccion Agustiniana, Origen, Historia y Mensaje

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    LA RECOLECCIN AGUSTINIANA: ORIGEN, HISTORIA Y

    MENSAJE

    NGEL MARTNEZ CUESTAArtculo publicado en el nmero monogrfico de la Revista "VidaReligiosa", 4/2010/vol.108, titulado El ciclo vital de los Institutos. Esteartculo es una herramienta til para abordar el presente de la Orden, para

    entender la historia y, sobre todo, para hacer creativa la etapa que estamosviviendo.

    1. Orgenes

    La Recoleccin Agustiniana hunde sus races en la reforma tridentina yen la aspiracin a una vida ms perfecta. Confluyen en ella dos fuentesprincipales. La primera es la herencia de la orden de san Agustn, con susleyes, su liturgia, sus santos, su organizacin y sus tradiciones. La segunda es

    el movimiento recoleto, con sus exigencias ascticas y espirituales. La primeraaporta el cauce, las estructuras materiales y la relacin bsica con san Agustny un sin nmero de referencias religiosas y culturales. La segunda enriqueceese cauce con un deseo de radicalidad, que empuja por el camino de la ascesis,de la igualdad, del recogimiento y del espritu de oracin. El concilio de Trentoprepar un clima favorable a la germinacin de estos ideales.

    a. La raz agustiniana

    Al estallar la Reforma protestante la orden agustiniana, al igual queotras rdenes, segua inmersa en la decadencia. A lo largo del siglo XVI hizo ungran esfuerzo reformador, en el que colaboraron generales de la talla deSeripando, santos como Toms de Villanueva o Alonso de Orozco y ascetas

    como Luis de Montoya y Tom de Jess. Esos esfuerzos prepararon el camino ala reforma de Trento y favorecieron la aparicin de religiosos dispuestos allevarla a cabo. Los decretos tridentinos fueron acogidos en el captulo generalde 1564 y en las constituciones de 1581. El nivel religioso de la orden subivistosamente, facilitando la aparicin de un buen nmero de pastores yescritores eminentes. Pero fueron las misiones las que aportaron la pieza mspreciosa a aquel rico mosaico. En 1533 desembarcaron siete religiosos en elpuerto de Veracruz (Mxico). En los decenios siguientes centenares dereligiosos llevaron el mensaje cristiano a la mayora de los pases de Amricadel Sur: Per (1551), Ecuador (1573), Colombia (1575), Venezuela (1580) yChile (1595); y a algunos del Extremo Oriente: Filipinas (1565), India (1572) yJapn (1602).

    b. Anhelos de mayor perfeccin

    Pero esos logros no satisfacan los anhelos de los partidarios de lasexperiencias que estaban surgiendo en otras rdenes. Por una parte, no habandesterrado todos los privilegios contrarios a la vida comn, y, por otra, ellos nose contentaban con la observancia de las constituciones. Aspiraban a una vidade pobreza real, de ms oracin, ms silencio, ms austeridad y ms igualdad.Esos ideales haban fraguado a principios del siglo XVI en el solar franciscanode Castilla y desde l se haban propagado por toda la geografa espaola. Enla segunda mitad del siglo su eco, potenciado por la irrupcin teresiana, lleg agran parte de las comunidades masculinas y femeninas de Espaa, dandoorigen en algunas de ellas a nuevas ramas de descalzos y recoletos1.

    1Sobre el origen, ideales y difusin de este movimiento espiritual puede verse mi estudio El

    movimiento recoleto en los siglos xvi y xvii, enRecollectio 5 (1982) 5-47.

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    La orden agustina no permaneci al margen. Entre 1540 y 1588 fueronapareciendo religiosos deseosos de trasplantarlos esos valores a su orden. Losprimeros misioneros de Mxico y el portugus Tom de Jess (1582) fueron losms representativos. En 1575 el captulo general de la orden aprob unadeterminacin, recogida en las constituciones del 1581, que autorizaba a las

    provincias a promulgar estatutos ms rigurosos para los religiosos que,inspirados por el Espritu Santo, quisieran abrazar una disciplina msaustera2. Esa clusula depar el cauce jurdico a los promotores de laRecoleccin.

    Tras varios intentos infructuosos, su sueo, favorecido por Felipe II,comenz a hacerse realidad en 1588. El 5 de diciembre el captulo provincial deCastilla, reunido en Toledo bajo la presidencia del general de la orden, manderigir en la provincia tres o ms monasterios de varones y otros tantos demujeres en los que se practicase un gnero de vida ms austera, la que, trasmadura reflexin, reglamentase nuestro padre provincial con sus definitorio3.

    2. La Forma de vivir

    Fray Luis de Len, encargado de dar forma al proyecto, lo concret en unescrito que titulForma de vivir (1589). Es un texto de apenas 14 capitulitos yslo tuvo vigencia jurdica hasta el ao 1637, pero su influjo sobre laorganizacin espiritual de la Recoleccin fue decisivo hasta la desamortizacinde Mendizbal (1835). Traduce el deseo de mayor perfeccin de que hablaba elcaptulo de Toledo en una intensificacin de la vida comunitaria ycontemplativa y en una acentuacin de los rasgos ascticos de la vida religiosa.El espritu de oracin es su rasgo ms caracterstico. Los recoletos dedicarndos horas diarias a la oracin mental, restringirn sus salidas del convento yse esforzarn por crear en l una atmsfera de quietud y paz que favorezca lacontemplacin.

    El segundo rasgo del texto es el amor a la vida comn perfecta. Un airecomunitario lo impregna de principio a fin. En el convento no hay lugar para elprivilegio, el peculio o el trato de excepcin. Todos sus moradores gozan de losmismos derechos y estn sujetos a las mismas obligaciones. Nadie puededisponer de cosa propia, por mnima que sea, y el trato en la comida, el vestidoy la celda es idntico para todos. Los ttulos honorficos quedan desterrados.Todo tiende a promover la paz de los religiosos entre s, [que] es muy ciertaseal [de] que el Espritu Santo vive en ellos. El nmero de frailes en cadaconvento no debe pasar de 20, porque el amor se conserva mejor entre pocos4.

    Otro de sus elementos cualificantes es la ascesis. Una ascesis que procededel radicalismo evanglico, del recuerdo idealizado de las primerascomunidades de la orden y de una antropologa teida de pesimismo y que sedescompona en mil manifestaciones que envolvan la totalidad de la vida del

    fraile. El rechazo de toda propiedad inmueble, la tosquedad de los edificios, lapequeez y desalio de las celdas, la vileza del vestido y del calzado, laabundancia de ayunos y alimentos cuaresmales, la frecuencia de lasdisciplinas, el silencio, el retiro, todo recordaba al fraile recoleto su compromisode seguir a Cristo pobre a travs de las privaciones, renuncias y estrechecesque la pobreza lleva siempre consigo.

    2Constitutiones Ordinis Fratrum Eremitarum S. Augustini, Roma 1581, p. 83.

    3En mi estudio Reforma y anhelos de perfeccin en el origen de la Recoleccin agustiniana,

    en Recollectio 11 (1988) 81-27 describo este proceso y transcribo las actas del captulo y otros

    documentos de la poca.4Forma de vivir 2, 1-3, en INSTITUTO DE ESPIRITUALIDAD [DE LOS] AGUSTINOS RECOLETOS,Formade vivir los frailes agustinos descalzos de fray Luis de Len. Edicin y estudios, Madrid 1989, p. 33-34.

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    No siempre ha sido fcil conciliar su espiritualidad con la concepcinagustiniana de la vida religiosa. En concreto, se le han reprochado suacentuado ascetismo y un cierto recelo ante el apostolado. Los promotores de laRecoleccin aspiraban a reproducir en sus comunidades la vida de lasfundaciones de san Agustn. Pero su informacin acerca de ellas era muy

    deficiente. Compartan la creencia, entonces general, de que el santo doctorhaba fundado comunidades de corte eremtico. En consecuencia, asociaban suideal religioso con las prcticas tpicas del eremitismo silencio, soledad,austeridad, apostolado limitado, recelo ante los estudios, que, por otra parte,eran las ms estimadas por el movimiento reformista de la poca.

    3. Difusin de la Recoleccin por Espaa y sus colonias

    EstaForma de vivir comenz a practicarse el 19 de octubre de 1589 en elconvento de Talavera de la Reina, desde donde se propag a los pueblosvallisoletanos de Portillo (1590) y Nava del Rey (1591). En 1596 los recoletos seestablecieron en Madrid, donde construyeron su sede central; y en 1600, en El

    Toboso. Dos aos ms tarde Roma formaba con esos cinco conventos unaprovincia recoleta.El espaldarazo romano reaviv las esperanzas de los recoletos. Con el

    apoyo del pueblo fiel en pocos aos se extendieron por la geografa espaola, ycruzaron los ocanos. El ao 1604 inician su andadura en torno a la ermitacolombiana de La Candelaria los recoletos americanos. Al ao siguiente losespaoles se asocian a la vanguardia misional de la Iglesia zarpando para laslejanas tierras de Filipinas. En 1619 se establecieron en Roma.

    En 1621 Gregorio XV elev la provincia a congregacin y encomend sugobierno a un vicario general. A finales de noviembre del mismo ao el captulogeneral de la nueva congregacin eligi a su primer vicario y la dividi encuatro provincias. Las tres primeras, localizadas en Espaa, tendran unafisonoma prevalentemente contemplativa. La cuarta, de carcter misional,comprendera los conventos y misiones de Filipinas. En 1629 absorbieron a losrecoletos colombianos que pasaron a formar la quinta provincia, que tendracarcter mixto. A imitacin de la Recoleccin espaola surgieron reformasdescalzas en Italia (1592), Francia (1596) y Portugal (1664).

    Durante el siglo XVIII la tensin religiosa decrece ostensiblemente. Elespritu mstico y misional merma en la misma medida en que crecen laaspiracin a una vida ms cmoda y la sed de ttulos honorficos con su letanade privilegios y exenciones. Fruto y, a la vez, sntoma de esa languidezespiritual son el estancamiento de la comunidad, la rutina y la decadencia dela vida comn. Entre 1688 y 1824 la comunidad no logra abrir ni una sola casaen Espaa. A mediados del siglo XVII alcanz la cifra de 1.500 religiosos y enella se mantuvo durante siglo y medio. En 1808 haba descendido a unos 1.100.

    4. Entre guerras y revoluciones

    En el sigloXIXla Recoleccin careci de libertad para programar su vida.Comenz con la invasin napolenica y concluy con la revolucin filipina.Entre ambas fechas sendas desamortizaciones desmantelaron su estructuramaterial en Espaa (1835) y Colombia (1861) e le impusieron un nuevo perfil.En Espaa perdi 32 de sus 33 conventos. Slo sobrevivi el de Monteagudo,fundado poco antes como plantel de misioneros para Filipinas. En Colombiaqued reducida a un minsculo grupo de religiosos exclaustrados sin apenasvnculos entre s.

    Esta violenta intervencin estatal modific la orientacin espiritual de la

    congregacin. Hasta 1835 haba sido una corporacin de corte contemplativo,con un fuerte apndice misional en Filipinas y otro, ms dbil, en Colombia;ahora, despojada de sus conventos y sin posibilidad de reanudar la vida comn,

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    se convierte en una congregacin de talante apostlico, adoptando toda ella unsistema de vida que hasta entonces haba sido exclusivo de una de susprovincias.

    5. Expansin por Amrica y Espaa

    En 1898 un nuevo embate puso a prueba la solidez de la Recoleccin. 34religiosos murieron a manos de los revolucionarios filipinos y otros 80 dieroncon sus huesos en la crcel. Los dems se refugiaron en Manila o huyeronprecipitadamente a Espaa. En pocos meses la congregacin se encontr con300 religiosos desocupados y desesperanzados. Slo los ms magnnimosfueron capaces de reaccionar.

    A mediados de 1899 ya andaban por Panam, Venezuela y Brasil ms de40 religiosos. Poco despus pasaron a la isla de Trinidad. Durante cuatrolustros se dedicaron casi exclusivamente al apostolado parroquial en zonasmarginadas. Hacia 1915 comenzaron a congregarse en centros propios, en loscuales era ms fcil conjugar el apostolado con la vida religiosa. Esa idea

    condujo a fundar residencias en ciudades como So Paulo (1916), Caracas(1918), Ro de Janeiro (1920) y Buenos Aires (1927); a abrir territoriosmisionales en China (1924), Colombia (1927) y Brasil (1925 y 1928) y a buscartareas compatibles con la vida comn.

    El captulo general de 1908, reunido en San Milln tras 79 aos deinterrupcin, puso fin a un periodo de experimentacin anrquica e inaugurotro en que se impuso la reflexin y se dio curso a una serie de medidas que enpocos aos condujeron la comunidad a la reconstitucin de su antiguo rgimende gobierno (1908), a su autonoma administrativa (1912), a la actualizacin desus leyes (1912) y, sobre todo, a la recuperacin de rasgos fundamentales de sufisonoma espiritual que durante el sigloXIXhaban cado en el olvido.

    6. Actualidad de la espiritualidad recoletaLa reflexin postconciliar ha concretado las aspiraciones de laRecoleccin primitiva en tres vocablos: interioridad, comunidad y apostolado. Yha visto en ellos una respuesta vlida a tres exigencias bsicas del cristiano.La contemplacin satisface su sed de soledad y de absoluto. La comunidad saleal encuentro de las exigencias de su naturaleza social, y el apostolado respondeal mandato misionero de Cristo. Son, adems, remedios utilsimos de tresgrandes males de nuestro mundo actual: la dispersin, el individualismo y elrelativismo; y equipan al religioso para sostener con xito el triple combate dela unificacin de la persona, de su sociabilidad y de su vocacin apostlica.

    La reforma recoleta fue una protesta contra la mediocridad y la rutina,protagonizada por gente radical, que quera sealarse en el servicio de su

    Seor; gente consciente de la inmensidad de Dios y de que siempre quedamucho de l por conocer y amar; de que no es propio del hombre pararse acontemplar con fruicin el camino recorrido cuando queda tanto por descubrir.Su recuerdo estimula, por un lado, a buscar modos de convertir nuestrascomunidades en lugares donde los fieles encuentren las facilidades, las tcnicasy los maestros de oracin que peda Juan Pablo II al constatar el eco que hoyencuentran las religiones orientales; y, por otro, a abrirse al mundocircunstante. La vivencia comunitaria debe traspasar los umbrales delconvento y convertir a sus miembros, a sus parroquias y a sus colegios enagentes de solidaridad, de acogida y de dilogo.

    La comunidad agustiniana tiene mucho de denuncia social, porque estconstruida no sobre las fuerzas que de ordinario rigen las colectividades

    orgullo, ambicin, afn de poder, rivalidad, sino sobre la comunin y labsqueda del otro. Con la puesta en comn de cuanto son y cuanto poseen, susmiembros muestran la posibilidad de construir la sociedad sobre pilares ms

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    solidarios. La regla de san Agustn resuena como una protesta contra ladesigualdad de una sociedad caracterizada por el egosmo y el individualismo,por la sed de poseer, el orgullo y el afn del poder5. La Recoleccin recogi susvalores y los revisti de un ropaje de sencillez, sobriedad y austeridad que loshace ms tangibles.

    La sobriedad y el silencio son rasgos constitutivos del alma recoleta.Ninguno de los dos encuentra mayor eco en nuestra cultura. Y cuando se llegaa apreciar su valor, suele faltar valenta para acogerlos y transfundirlos a lavida prctica. Sin embargo, cada da va quedando ms clara su actualidad, yaque salen al encuentro de dos de los males que ms afligen a nuestro mundo.

    La sobriedad, nombre actual de la penitencia, es el mejor antdoto contrael consumismo que tanto se depreca, pero que con tanto afn se persigue.Templa el carcter y dispone el alma a la oracin y a la lucha. No sin raznafirmaba Agustn que quien no se abstiene de cosas lcitas est cerca de caeren las ilcitas: qui enim a nullis refrnat licitis, vicinus est et illicitis6. Unautorizado intrprete actual de su pensamiento, a pesar de ser consciente delas insidias que encierra, ve en la ascesis uno de los pocos rasgos que permiten

    identificar al religioso en el mundo de hoy7

    .Tambin Juan Pablo II crea que la ascesis es indispensable a la personaconsagrada para permanecer fiel a la propia vocacin y seguir a Jess por elcamino de la Cruz8. Libera a las personas y a las comunidades delegocentrismo y la sensualidad y las capacita para dar testimonio de lascaractersticas que reviste la autntica bsqueda de Dios, orillando el peligrode confundirla con la bsqueda sutil de s mismas o con la fuga en la gnosis9.El empeo asctico es necesario para dilatar el corazn y abrirlo a la acogidadel Seor y de los hermanos10. BenedictoXVI ha insistido en la necesidad de laasctica y en su inseparable conexin con la mstica, al punto de no ser posiblela una sin la otra. En un tiempo de fragmentacin y fragilidad como es elnuestro, es necesario superar la dispersin del activismo y cultivar la unidad

    de la vida espiritual a travs de la adquisicin de una profunda mstica y deuna slida asctica. Una vida simple, pobre, sobria, esencial y austera ayudaal religioso a robustecer la respuesta vocacional, a afrontar las insidias delaburguesamiento y le acerca ms a los menesterosos11.

    5Ratio formationis Ordinis S. Augustini, Roma 2003, 32.

    6De utilitate ieiunii, 5,6: PL 40, 711.

    7T.J. VAN BAVEL, The Basic Inspiration of Religious Life, Villanova, Pennsylvania, 1996, 123-

    25. Antes (pp. 49-64) haba explicado el sentido cristiano del ascetismo. No es slo renuncia, privaciny mortificacin. Es tambin instrumento imprescindible en la tarea de la autoformacin y desarrollodel hombre. Ms gente llega a hacerse humana por el esfuerzo que por aptitud natural. La ascesis

    ayuda a ser ms libre, a superar las tensiones o, al menos, a convivir con ellas. Esa concepcin, comnentre los filsofos antiguos, est teida de egocentrismo, ya que se centra en el desarrollo de la propiapersonalidad. Resulta, por tanto, ambigua y poco satisfactoria para el cristiano. Pero no es totalmentenegativa. Infinidad de cristianos la han hecho propia en su afn por disciplinar el carcter, conseguirla virtud y llegar a la perfeccin. Pero el cristianismo valora ms su dimensin escatolgica si estemundo es transitorio, si no es nuestra morada definitiva, hay que usar de l con discrecin (1Co 7,29-31), la doctrina del pecado original y, sobre todo, el ejemplo de Cristo y de los primeros cristianos.Hoy psiclogos y socilogos subrayan sus valores sociales: libera energas para la construccin de unasociedad ms justa y humana. La sobriedad ha entrado hasta en el mundo de la publicidad, quepromueve el ahorro de energa, el respeto a la naturaleza y el cuidado de sus recursos.

    8Vita consecrata, 38.

    9Ibid., 103.

    10

    Ibid., 38.11 Carta al rector mayor de los salesianos, 1 marzo 2008: LOsservatore Romano, 3-4 marzo2008, p. 8.

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