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Martes 22 de julio de 2014 Convendría decir Convendría decir Yo transicióno. Tu transiciónas. Nosotros transicionámos... Ellos nos asesinan [1 Dólar = 15 Australes] (con la música de PEZ: Volviendo a las cavernas) “Convendría decir que la teoría revolucionaria como expresión de una verdad social, está por encima de cualquier enunciado... ” Ernesto Guevara De vuelos perdidos “...El África ofrece las características de ser un campo casi virgen para la invasión neocolonial. Se han producido cambios que, en alguna medida, obligaron a los poderes neocoloniales a ceder sus antiguas prerrogativas de carácter absoluto. Pero, cuando los procesos se llevan a cabo ininterrumpidamente, al colonialismo sucede, sin violencia, un neocolonialismo de iguales efectos en cuanto a la dominación económica se refiere. Estados Unidos no tenía colonias en esta región y ahora lucha por penetrar en los antiguos cotos cerrados de sus socios. Se puede asegurar que África constituye, en los planes estratégicos del imperialismo norteamericano su reservorio a largo plazo (…) No tiene todavía grandes intereses que defender salvo su pretendido derecho a intervenir en cada lugar del globo en que sus monopolios olfateen buenas ganancias o la existencia de grandes reservas de materias primas.” Ernesto Guevara Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental. 1966 Apuntes acerca del socialismo revolucionario en Argentina Existe una tradición política en Argentina, que no estuvo condicionada intelectualmente por el estructuralismo, el neopositivismo, o los vicios burocráticos del stalinismo rioplatense. Una experiencia militante que el peronismo al menos desde 1973, ha intentando permanentemente descalificar o neutralizar “digiriendo”. Se trata junto con la tradición anarco- sindicalista, de una de las dos verdaderas culturas revolucionarias Argentinas. El populismo revolucionario, propaganda ideológica burguesa de difusión masiva en los sesentas y setentas, se convirtió en una imposibilidad formal desde de la muerte de Perón, apenas una caricatura de lo que fuera. Puede observarse la relación directa entre el marxismo humanista de Rodolfo Mondolfo y su cátedra universitaria en la Universidad de Tucumán y las influencias de esas lecturas en la formación intelectual de Silvio Frondizi y en el núcleo original de activistas estudiantiles que acompañaron políticamente a Mario Roberto Santucho durante toda su vida. La producción intelectual del grupo MIR Praxis, liderado por S. Frondizi, sirvió de referencia teórica para numerosos grupos de militantes revolucionarios, que en algunos casos incluso utilizaron la mismas letras y nombre Movimiento de Izquierda Revolucionaria, en distintos países de Sudamérica. Otro sector estaba representado por el ala izquierda de un núcleo “trostkista”, luego conocido como “morenismo”, liderado por Ángel Bengoechea, que se integró decididamente a la estrategia promovida por las Declaraciones de La Habana. Los aportes más valioso de los sectores del populismo revolucionario, y otras corrientes maoístas. FAL. CPL. FRP. FAP. PB. OCPO. VC. fueron en general de orden práctico, operativo. Durante los setentas era posible leer algunas buenas notas de tono crítico, escritas por grupos de escaso desarrollo político, pero de buen alcance teórico como la Liga Espartaco. Todos estos grupos, aunque en distinta medida, deberían considerarse parte de esta tradición de lucha, socialista, revolucionaria y marxista latinoamericana. Unos de los aspectos destacados de esta amplia corriente marxista latinoamericanista, socialista revolucionaria rioplatense, guevarista o guevariana, es la comprensión que desestima el evolucionismo tecnocrático o burocrático, reformista y transformista, según el cual la historia resultaría (en síntesis) una linea ascendente de conquistas técnicas y científicas, y gobernar seria sinónimo de pavimentar calles que realmente no conducen, históricamente, a ninguna parte. Maurice Bishop y Fidel Castro

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Martes 22 de julio de 2014

Convendría decirConvendría decirYo transicióno. Tu transiciónas.

Nosotros transicionámos... Ellos nos asesinan

[1 Dólar = 15 Australes](con la música de PEZ: Volviendo a las cavernas)

“Convendría decir que la teoría revolucionaria como expresión de una verdad social, está por encima de cualquier enunciado... ”

Ernesto Guevara

De vuelos perdidos

“...El África ofrece las características de ser un campo casi virgen para la invasión neocolonial. Se han producido cambios que, en alguna medida, obligaron a los poderes neocoloniales a ceder sus antiguas prerrogativas de carácter absoluto. Pero, cuando los procesos se llevan a cabo ininterrumpidamente, al colonialismo sucede, sin violencia, un neocolonialismo de iguales efectos en cuanto a la dominación económica se refiere. Estados Unidos no tenía colonias en esta región y ahora lucha por penetrar en los antiguos cotos cerrados de sus socios. Se puede asegurar que África constituye, en los planes estratégicos del imperialismo norteamericano su reservorio a largo plazo (…) No tiene todavía grandes intereses que defender salvo su pretendido derecho a intervenir en cada lugar del globo en que sus monopolios olfateen buenas ganancias o la existencia de grandes reservas de materias primas.”

Ernesto Guevara Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental. 1966

Apuntes acerca del socialismo revolucionario en Argentina

Existe una tradición política en Argentina, que no estuvo condicionada intelectualmente por el estructuralismo, el neopositivismo, o los vicios burocráticos del stalinismo rioplatense. Una experiencia militante que el peronismo al menos desde 1973, ha intentando permanentemente descalificar o neutralizar “digiriendo”. Se trata junto con la tradición anarco-sindicalista, de una de las dos verdaderas culturas revolucionarias Argentinas. El populismo revolucionario, propaganda ideológica burguesa de difusión masiva en los sesentas y setentas, se convirtió en una imposibilidad formal desde de la muerte de Perón, apenas una caricatura de lo que fuera.

Puede observarse la relación directa entre el marxismo humanista de Rodolfo Mondolfo y su cátedra universitaria en la Universidad de Tucumán y las influencias de esas lecturas en la formación intelectual de Silvio Frondizi y en el núcleo original de activistas estudiantiles que acompañaron políticamente a Mario Roberto Santucho durante toda su vida. La producción intelectual del grupo MIR Praxis, liderado por S. Frondizi, sirvió de referencia teórica para numerosos grupos de militantes revolucionarios, que en algunos casos incluso utilizaron la mismas letras y nombre Movimiento de Izquierda Revolucionaria, en distintos países de Sudamérica. Otro sector estaba representado por el ala izquierda de un núcleo “trostkista”, luego conocido como “morenismo”, liderado por Ángel Bengoechea, que se integró decididamente a la estrategia promovida por las Declaraciones de La Habana. Los aportes más valioso de los sectores del populismo revolucionario, y otras corrientes maoístas. FAL. CPL. FRP. FAP. PB. OCPO. VC. fueron en general de orden práctico, operativo. Durante los setentas era posible leer algunas buenas notas de tono crítico, escritas por grupos de escaso desarrollo político, pero de buen alcance teórico como la Liga Espartaco. Todos estos grupos, aunque en distinta medida, deberían considerarse parte de esta tradición de lucha, socialista, revolucionaria y marxista latinoamericana.

Unos de los aspectos destacados de esta amplia corriente marxista latinoamericanista, socialista revolucionaria rioplatense, guevarista o guevariana, es la comprensión que desestima el evolucionismo tecnocrático o burocrático, reformista y transformista, según el cual la historia resultaría (en síntesis) una linea ascendente de conquistas técnicas y científicas, y gobernar seria sinónimo de pavimentar calles que realmente no conducen, históricamente, a ninguna parte.

Maurice Bishop y Fidel Castro

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(Esa política en que todo el dolor y el sufrimiento popular, sirven para pedir créditos al FMI y emitir pagarés a cuenta de las futuras generaciones de victimas burguesas.) Sino que lo que centralmente debe considerarse como factor determinante del desarrollo científico técnico, (eso que algunos denominan “relación del hombre con la naturaleza” no es otra cosa que la industria), son las condiciones materiales, sociales, objetivas, en que operan las relaciones de producción de la vida material y con ellas las relaciones de propiedad políticamente expresadas. El capitalismo fue también en gran medida el resultado y la consecuencia social de ese desarrollo tecnológico y del uso de herramientas que transformaron la realidad humana de un modo inimaginable algún tiempo antes de su aparición, digamos por ejemplo en la Grecia antigua o el medioevo europeo.

La comprobación, con el hallazgo arqueológico de pequeñas cajas que marcaban la posición de los planetas usados en rituales de astrología antigua, muestran la capacidad de los griegos clásicos de fabricar sofisticadas maquinas mecánicas, al tiempo que también demuestra, que el desarrollo técnico, solo tuvo como resultado un completo sistema de relaciones sociales, en unas determinadas condiciones histórico-políticas. Y que la historia humana no siempre ha sido una cronología de continuidades, sino que perfectamente las culturas humanas también pudieron haber evolucionado tecnológicamente hace veinte o treinta mil años. El hallazgo de sistemas de producción de energía, del tipo “pilas” en enterramientos egipcios, demuestra también que la electricidad no era un fenómeno desconocido hace tres o cuatro mil años.

Podemos decir que a las sociedades de la era del bronce, le correspondían formas especiales de organización de la propiedad y de la vida social. Podríamos decirlo de este modo sin pretender originalidad: las formas de Estado se corresponden con estadíos del desarrollo científico técnico, pero éstos desarrollos y aplicaciones técnicas, son sin embargo, un resultado histórico-político.

La historia es la madre de todas las disciplinas, por eso ningún proceso científico, técnico o político es imaginable sin una cronología humana, fuera de su tiempo histórico, sin un especifico marco de relaciones humanas que lo defina y lo contenga.

El marxismo, podríamos decir siguiendo a K. Kosik, es la dimensión del peligro. La doctrina y el método de la rebelión y la insumisión. El lugar exacto del individuo consciente, del sujeto crítico en la historia. Es el territorio de lo inacabado, de lo porvenir. Esta es la opinión de la tradición marxista de la que Ernesto Guevara forma parte, reactualizando sus polémicas y vitalizando su práctica. Cuyo pensamiento pone de relieve el lugar de las vanguardias populares, verdaderos anticuerpos sociales a la domesticación y el crimen capitalista. Y desafía la realidad replanteando la discusión acerca de la calidad y de los métodos apropiados para la intervención política más eficaz. Guevara y el guevarismo, afirman que es posible intervenir políticamente de forma revolucionaria en la realidad para alterar las condiciones de explotación y opresión burguesa. Y que, más aún, es necesario hacerlo para liberar al hombre de la esclavitud asalariada.

La búsqueda política de la libertad y la justicia socialista, es también, de ese modo, un proceso dialéctico de autotransformación y de superación de las manías, los condicionamientos y las patologías psicosociales, provocadas o inducidas por la vida capitalista. La militancia revolucionaria se convierte de esa forma en un método filosófico y en un recurso personal de relacionamiento político, humano, para la superación personal, que habilita un vinculo mas profundo y al mismo tiempo opera una transformación del entorno social inmediato del activista. Es esta idea la que marca cardinalmente el imaginario de los socialistas revolucionarios argentinos. Es completamente lógico, en todas las acepciones del termino, que el socialismo humanista y revolucionario sostenga la idea, con una particular lectura de la obra de Hegel, de los contractualistas, del iluminismo, del existencialismo de post guerra, del romanticismo indoamericanista y del modernismo antimperialista; (entre muchas otras corrientes intelectuales que nutren al pensamiento revolucionario latinoaméricano); de que solo aquellos que sean capaces de sublimar el deseo de libertad hasta vencer el miedo a morir, serán los que consigan liberarse de la pulsion (de muerte) que los ata y determina a vivir una vida de insatisfacción y condicionamiento.

La obra literaria de Roberto Arlt por ejemplo, refleja en buena medida, esa clase de particular síntesis filosófico-estético-ideológica, y dibuja los margenes, y los ambientes de la contracultura popular argentina, que dieron tegumento y sustrato a la nueva izquierda argentina de los años cincuentas y sesentas del siglo XX. Arlt, y Mondolfo se corresponden (no solo cronológicamente), con la generación de Victor Serge, Andreu Nin, Antonio Gramsci o Durruti por ejemplo.

Dice Horacio Tarcus:

“No se trata de una corriente política o intelectual con alto grado de cohesión interna, institucionalización y continuidad. Si bien casi todos ellos se conocieron entre sí e interactuaron unos con otros en tal o cual momento, fracasaron a la hora de construir una revista de relativa duración o un partido de cierto arraigo. Sus ideas radicales, sostenidas con opciones de vida consecuentes con ellas, se vieron sometidas a duras pruebas en tiempos de crisis, reflujo social o represión. En esos momentos dramáticos, además de las presiones externas, se vieron atravesados por enfrentamientos políticos, contradicciones internas, querellas personales. Sin embargo, desde el presente es

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posible distinguir su relativa comunidad intelectual, política y generacional, reconstruir a través de cortes y discontinuidades esa tradición de marxistas libertarios. (...)

Sin embargo, es posible distinguir hoy una franja generacional, cuya actuación pública más significativa se desarrolla en un período histórico preciso (1917-1943), y que intenta construir una identidad en torno a una concepción de la política, de la cultura y de la vida que aquí llamaré “marxista libertaria”. Este sector se movió en un espacio intermedio entre, por un lado, el marxismo oficial, identificado con la ideología dominante en la URSS desde mediados de los años ‘20, y por otro, sus críticos anarquistas. Se diferencian de los anarquistas doctrinarios por su adhesión a ciertos enunciados del marxismo clásico (rol del Estado en la transición al comunismo, defensa de la “dictadura revolucionaria” o de la acción política del proletariado), pero sin embargo tienen una concepción de la política como movilización y autoorganización de las masas, desconfían del parlamentarismo y entienden a los acontecimientos soviéticos o incluso leen a Lenin desde una perspectiva fuertemente consejista y antiautoritaria (Insurrexit). Muchos provienen del anarquismo (Etchebéhère, Milesi, Franco) o son anarquistas influidos por las alas más radicales del marxismo (Badaraco, el más excéntrico de este espacio, es un entusiasta lector de Rosa Luxemburg y Víctor Serge). Y los que provienen de tradiciones socialistas marxistas, desarrollan un pensamiento y una sensibilidad antiautoritarias ante la degeneración burocrática del comunismo. Llegados los ‘30, casi todos adherirán al trotskismo, aunque la historia de esta heterodoxia marxista argentina, si bien se vincula al primer período de emergencia del trotskismo, lo antecede en el tiempo y además, lo excede en sus definiciones teórico-políticas...”

Horacio Tarcus. Historia de una pasión revolucionaria

El espacio político, intelectual y cultural que H. Tarcus refiere como marxismo libertario y en ocasiones Néstor Kohan denomina marxismo revolucionario, siguiendo la tradición del marxismo Espartaquista hemos preferido llamarlo, Socialismo revolucionario. No solo de acuerdo a sus determinaciones de orden ideológico, sino siguiendo sus definiciones históricas y políticas nacionales e internacionales. El termino “socialista” o “socialismos revolucionarios” cronológicamente, están asociados o hacen referencia a un periodo anterior a la III Internacional, y hacia el final de la II. Paul Lafargue, representante según su suegro, el propio Carlos Marx, de la corriente proudhonista, los neokantianos, los centristas soviéticos antiestalinistas, los consejistas, los Espartaquistas, los liberales revolucionarios, los lasalleanos, todos podrían con sus propias lecturas, considerarse Socialistas Revolucionarios. Se entendía entonces, tal como debiera entenderse hoy; mas allá de las diferencias históricas y al cabo de la gran experiencia soviética del comunismo realmente existente; que la revolución social no solo era terreno exclusivo de los marxistas. Por eso entendiendo que no es correcto hablar de un socialismo marxista revolucionario y otro “marxista” contrarevolucionario. O de un “marxismo autoritario” en contraposición a otro “libertario”, decimos que el pensamiento comunista de Carlos Marx, (y las tradiciones políticas que lo esgrimen con justicia histórica), solo puede ser considerado de naturaleza libertario, democrático y revolucionario, o no se trata de marxismo sino de una falsificación. Sin embargo al evitar el uso del termino Comunismo se evitan, también referencias a la política de los partidos Comunistas oficiales, satélites de la ex URSS. (En el anexo se trata este aspecto con citas clásicas de dirigentes marxistas.)

“...Dondequiera que la lucha de clases alcance cierta consistencia, sean cuales fueren la forma y las condiciones en que el hecho se produzca, es lógico que los miembros de nuestra Asociación aparezcan en la vanguardia. El terreno de donde brota nuestra Asociación es la propia sociedad moderna. No es posible exterminarla, por grande que sea la carnicería. Para hacerlo, los gobiernos tendrían que exterminar el despotismo del capital sobre el trabajo, base de su propia existencia parasitaria.

El París de los obreros, con su Comuna, será eternamente ensalzado como heraldo glorioso de una nueva sociedad. Sus mártires tienen su santuario en el gran corazón de la clase obrera...”

La guerra civil en Francia. Carlos Marx. 30 de mayo de 1871

Una vez explicado esto diremos con Engels lo siguiente:

“...Lo mismo que en Francia en el siglo XVIII, en la Alemania del siglo XIX la revolución filosófica fue el preludio del derrumbamiento político. Pero ¡cuán distintas la una de la otra! Los franceses, en lucha franca con toda la ciencia oficial, con la Iglesia, e incluso no pocas veces con el Estado; sus obras, impresas al otro lado de la frontera, en Holanda o en Inglaterra, y además, los autores, con harta frecuencia, dando con sus huesos en la Bastilla. En cambio los alemanes, profesores en cuyas manos ponía el Estado la educación de la juventud; sus obras, libros de texto consagrados; y el sistema que coronaba todo el proceso de desarrollo, el sistema de Hegel, ¡elevado incluso, en cierto grado, al rango de filosofía oficial del Estado monárquico prusiano! ¿Era posible que detrás de estos profesores, detrás de sus palabras pedantescamente oscuras, detrás de sus tiradas largas y aburridas, se escondiese la revolución? Pues, ¿no eran precisamente los hombres a quienes entonces se consideraba como los representantes de la revolución, los liberales, los enemigos más encarnizados de esta filosofía que embrollaba las cabezas? Sin embargo, lo que no alcanzaron a ver ni el gobierno ni los liberales, lo vio ya en 1833, por lo menos un hombre;

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cierto es que este hombre se llamaba Heinrich Heine. (…) La tesis de que todo lo real es racional, se resuelve, siguiendo todas las reglas del método dialéctico hegeliano, con esta otra: todo lo que existe merece perecer. Y en esto precisamente estribaba la verdadera significación y el carácter revolucionario de la filosofía hegeliana (a la que habremos de limitarnos aquí, como remate de todo el movimiento filosófico iniciado con Kant): en que daba al traste para siempre con el carácter definitivo de todos los resultados del pensamiento y de la acción del hombre. En Hegel, la verdad que trataba de conocer la filosofía no era ya una colección de tesis dogmáticas fijas que, una vez encontradas, sólo haya que aprenderse de memoria; ahora, la verdad residía en el proceso mismo del conocimiento. (...)

Permitaseme aquí un pequeño comentario personal. Últimamente, se ha aludido con insistencia a mi participación en esta teoría; no puedo, pues, por menos de decir aquí algunas palabras para poner en claro este punto. Que antes y durante los cuarenta años de mi colaboración con Marx tuve una cierta parte independiente en la fundamentación, y sobre todo en la elaboración de la teoría, es cosa que ni yo mismo puedo negar. Pero la parte más considerable de las principales ideas directrices, particularmente en el terreno económico e histórico, y en especial su formulación nítida y definitiva, corresponden a Marx. Lo que yo aporté —si se exceptúa, todo lo más, dos o tres ramas especiales— pudo haberlo aportado también Marx aun sin mí. En cambio, yo no hubiera conseguido jamás lo que Marx alcanzó. Marx tenía más talla, veía más lejos, atalayaba más y con mayor rapidez que todos nosotros juntos. Marx era un genio; nosotros, los demás, a lo sumo, hombres de talento. Sin él la teoría no sería hoy, ni con mucho, lo que es. Por eso ostenta legítimamente su nombre.”

Federico Engels. Comentario de inicio y nota al pié en Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. (1888)

En el pensamiento político de Ernesto Guevara, es la ascendencia de origen revolucionario, heterodoxo, republicano de izquierda, antifascista, latinoamericanista, antimperialista, la que tiene mayor importancia, y no la de la tradición oficial del Partido Comunista Argentino, o la del reformismo socialcristiano o masón.

Che, en términos generacionales, es un hermano menor de la generación descrita arriba por Tarcus. No solo se trata de notorias diferencias de apreciación con relación a intelectuales como Aníbal Ponce o Ernesto Giudici, sino que desde el origen, se trata de un realismo casi instintivo, aspecto notorio de una búsqueda intuitiva, que marca distancia a si mismo, de los primeros núcleos trostkistas ya consolidados en argentina a principios de los cuarentas. Que según la opinión de Silvio Frondizi; eran por entonces, la otra cara de la moneda; representantes de los mismos modos burocráticos stalinistas y de la misma impotencia neurótica. Alberto Granado lo despliega así:

“... “Revolución sin tiros? Vos estás loco, Petiso...”. Esta frase es muy semejante en el fondo a la que me espetó hace casi diez años atrás, cuando les pedíamos a los estudiantes de secundaria que hicieran una manifestación de protesta para pedir la libertad de cientos de universitarios presos.

Corría el mes de diciembre de 1943. Por mi participación en la huelga estudiantil de la Universidad de Córdoba, y la toma de ésta durante el gobierno de facto del general Farrel, había caído preso junto con todo el grupo de la Federación Universitaria de Córdoba. Mientras duró mi detención, mis hermanos me llevaban la comida, la cual, unida a la de otros familiares y la del Comité de Huelga del FUC, contrarrestaba la bazofia que nos daban en la comisaria central, donde nos tenían detenidos sin juicio. En uno de esos viajes, Ernesto acompañó a mi hermano. Mientras recibíamos los alimentos nos daban diez minutos de visita. Aprovechando esa oportunidad expresé la idea-consigna que ya habíamos dado a muchos visitantes: promover dentro del estudiantado de la enseñanza media una manifestación pidiendo la libertad, o por lo menos el pase a disposición de los tribunales de todos los universitarios detenidos, pues hasta ese momento estábamos secuestrados, no figurábamos como detenidos ante ningún juez. Cuando terminé mi alegato, mientras Tomás, mi hermano, decía que le parecía una buena idea, el Pelao [El Che] me salió con una de las suyas: ¿Salir a desfilar sin armas para que nos caguen a palos? Ni loco. Yo no salgo si no cargo un bufoso...”

Alberto Granado. Con el Che por Sudamérica

No es sorpresa para nadie que en el Amazonas se pague con dolares estadounidenses la comida envasada. Vivimos en un régimen mundial capitalista. No es cuestión de opiniones, ni de consideraciones literarias. Un régimen de gobierno mundial de las finanzas, que cada día se asemeja más a una plutocracia totalitaria global de los especuladores burgueses, que ha dado forma y contenido a la vida en sociedad. La vida humana en todas sus formas, cotiza en la bolsa. No es posible explicar el mercado capitalista de nuestro tiempo, digamos el mercado petrolero actual por ejemplo, sin comprender las formas político-institucionales de la explotación capitalista. Sin observar por ejemplo, comparativamente, las formas actuales de la dominación, con aquellas que se correspondían con el periodo de desarrollo histórico de aquel mundo conocido como capitalismo monopolista de Estado. Los gobiernos promulgan decretos que anulan leyes, para después, hacer aprobar por ley, (y vía una sustanciosa comisión personal por “la gestión”), contratos que fueron

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redactados en las gerencias de las petroleras transnacionales.

“El parlamentarismo es un sistema gubernamental que da al pueblo la ilusión de que rige por sí mismo los destinos del país, cuando realmente todo el poder está concentrado en manos de la burguesía, y ni siquiera de toda la burguesía, sino de algunas capas sociales ligadas a esa clase. En el primer periodo de su dominación, la burguesía no comprende o no siente la necesidad de dar al pueblo esta ilusión. Por eso todos los países parlamentarios de Europa han empezado por el sufragio restringido; en todas partes, el derecho a dirigir los destinos políticos del país eligiendo diputados, ha pertenecido primero a los propietarios más o menos ricos, y sólo después se ha extendido a los ciudadanos menos favorables por la fortuna, hasta el momento en que el privilegio de algunos ha llegado a ser el derecho de todos y cada uno, en determinados países.

En la sociedad burguesa, cuanto más considerable es el patrimonio social, menor es el número de los que se lo apropian. Lo mismo ocurre con el poder: a medida que crece la masa de ciudadanos que gozan de derechos políticos y de gobernantes nombrados por elección, el poder efectivo se concentra y llega a ser el monopolio de un grupo de personalidades cada vez más reducido”

Paul Lafargue. Articulo en El Socialdemócrata (ruso) 1888

La correlación de tragedias, conquistas, genocidios y guerras permanentes es la que enhebra los períodos históricos. La constante en realidad no es la creación o el descubrimiento científico, sino la violencia y la explotación (la muerte), como mecanismo para dominar y organizar la producción y reproducción de la vida material de las personas.

“Es igualmente probable que en esta Asamblea Nacional los partidos burgueses tengan la mayoría. Pero incluso aunque este no fuera el caso, incluso si la Asamblea Nacional tuviese una mayoría socialista que decidiese la socialización de la economía alemana, tal decisión parlamentaria quedaría como un simple pedazo de papel y se enfrentaría a una resistencia encarnizada de parte de los capitalistas.

No es con el Parlamento y con sus métodos como se puede realizar el socialismo; aquí el factor decisivo es la lucha revolucionaria del proletariado, ya que solo él podrá fundar una sociedad según sus deseos. La sociedad capitalista no es otra cosa que la dominación más o menos velada de la violencia. Esta sociedad tiende ahora a volver a la legalidad del “orden” precedente, a desacreditar y a anular la revolución que el proletariado ha hecho, a considerarla como una acción ilegal, una especie de malentendido histórico. Suprimir el régimen capitalista es la única vía de salvación para el proletariado, la única que le permitirá escapar a su sombrío destino. ¿Cómo puede ser alcanzado este objetivo?. Para responder a esta pregunta, es necesario darse cuenta claramente de que únicamente el proletariado puede, por su propia acción, liberarse de la esclavitud. Se nos dice: la Asamblea Nacional es la vía que nos lleva a la libertad. Pero la Asamblea Nacional no es otra cosa que la democracia política formal, no la democracia que el socialismo siempre ha exigido. El carnet del voto no es la palanca que puede levantar y voltear al régimen capitalista. Sabemos que un gran número de países, por ejemplo, Francia, América, Suiza, poseen desde hace largo tiempo esta democracia formal. Pero en estas democracias reina igualmente el capital. Es evidente que en las elecciones a la Asamblea Nacional, la influencia del capital, su superioridad económica, se hará sentir en el más alto grado. Grandes masas de la población se situarán, bajo la presión de esta influencia, en contradicción con sus verdaderos intereses y darán sus votos a sus adversarios. Ya por esta razón la elección de una Asamblea Nacional no será jamás una victoria de la voluntad socialista. Es completamente falso creer que la democracia parlamentaria formal crea las condiciones propias para la realización del socialismo. Por el contrario, el socialismo realizado, es la condición fundamental de la existencia de una verdadera democracia...”

Karl Liebknecht ¿Qué quiere la Liga Espartaquista?. 1918

Las armas de fuego, la imprenta y el reloj mecánico, mas tarde la química orgánica por ejemplo, fueron condiciones político-técnicas fundamentales para la acumulación de capital y de recursos, como la experiencia (esperticia), que posibilitaron el desarrollo de la industria capitalista y le dieron su marco de relaciones económico-sociales a la sociedad burguesa. (La investigación científica y el desarrollo técnico estuvieron políticamente prohibidos en todo el territorio del imperio Español, durante largos y sangrientos siglos).

Un simple ejemplo es el patrón burgués de familia monogámica, que antes de ser el resultado de una legislación, fue un resultado directo del ordenamiento económico capitalista de la sociedad. La familia convencional de “pleveyos”, “prole”, hombre, mujer, hijos, es antes que nada, un patrón de acumulación de capital y de dominación social, mediante el cual el capitalista ejerce el control de la vida del trabajador, y este reproduce las jerarquías en su entorno inmediato. La ”vida familiar” es plus trabajo del cual el orden burgués también se apropia. Es lógico también que el porcentaje de casamientos haya disminuido y el de divorcios haya aumentado exponencialmente, conforme históricamente dejó de ser necesario para

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las mujeres, depender económicamente de un hombre. Y conforme las mujeres tomaron control de su sexualidad, gracias a los métodos anticonceptivos bioquímicos. Las mujeres pasaron entonces, a disputar terreno en el mercado de trabajo, y en la vida pública, que nunca antes en la historia de la humanidad habían disputado a los varones.

Como ningún fenómeno económico anterior, la industria bélica imperialista ha diseñado un orden mundial a su medida: El capitalismo de consumo. El modelo California sinónimo de insatisfacción y derroche, que justifica la guerra permanente contra la condición humana. Los recursos técnicos de la inteligencia capitalista, y de los medios masivos de control de la opinión pública mundial, las condiciones laborales o el acceso a condiciones de vida dignas; comprar salud, confort (“seguridad”) y por ende status social; no solo que no han dejado de ser aspectos centrales del desarrollo capitalista, sino que condicionan a los sujetos de tal modo que capturan su voluntad y su consciencia histórica. Los extremos se expresan por ejemplo en contratos como los que establecen que el agua de lluvia, o el curso de los ríos se transfieren de propiedad común, a propiedad y recurso económico de explotación privado, es decir dejan de ser patrimonio social para pertenecer a una empresa. O como la leche materna humana que genéticamente hablando, ya es “propiedad intelectual” de la transnacional psicópata, Monsanto.

Las armas climáticas, el uso masivo de sustancias mutagénicas y neurotóxicas en la producción industrial de alimentos o la guerra biológica y bacteriológica, que tienen por verdadera intención extorsionar a los gobiernos y controlar los indices de crecimiento de la población mundial. La capacidad de borrar selectivamente mediante procedimientos médicos la memoria humana, el descubrimiento genético de la inmortalidad, los chips de procesamiento diez o cien veces mas rápidos que el pensamiento humano, la comprobación de la capacidad de crear inteligencia artificial con computadoras, entre otros importantes desarrollos técnicos, dados a conocer públicamente en los dos o tres últimos años, implican un cambio definitivo, cualitativo, en la relación del hombre con la naturaleza. Podríamos decir que a todos los niveles desde lo biológico molecular hasta institucional y cultural. Un ejemplo brutal, sostiene que de seguir este curso de desarrollo, la industria de la muerte; la inmortalidad será en muy pocos años un producto en venta en el mercado.

La primera y mas urgente conclusión es, que un régimen político social participativo, realmente democrático, capaz de defender la vida, solo puede tener un carácter antimperialista, humanista, popular, internacionalista y por ende socialista.

ANEXOANEXO

“La abstención absoluta en política es imposible; todos los periódicos abstencionistas hacen también política. El quid de la cuestión consiste únicamente en cómo la hacen y qué política hacen. Por lo demás, para nosotros la abstención es imposible. El partido obrero existe ya como partido político en la mayoría de los países. Y no seremos nosotros los que lo destruyamos predicando la abstención. La experiencia de la vida actual, la opresión política a que someten a los obreros los gobiernos existentes, tanto con fines políticos como sociales, les obligan a dedicarse a la política, quiéranlo o no. Predicarles la abstención significaría arrojarlos en los brazos de la política burguesa. La abstención es completamente imposible, sobre todo después de la Comuna de París, que ha colocado la acción política del proletariado a la orden del día.

Queremos la abolición de las clases. ¿Cuál es el medio para alcanzarla? La dominación política del proletariado. Y cuando en todas partes se han puesto de acuerdo sobre ello, ¡se nos pide que no nos mezclemos en la política! Todos los abstencionistas se llaman revolucionarios y hasta revolucionarios por excelencia. Pero la revolución es el acto supremo de la política; el que la quiere, debe querer el medio, la acción política que la prepara, que proporciona a los obreros la educación para la revolución y sin la cual los obreros, al día siguiente de la lucha, serán siempre engañados por los Favre y los Pyat. Pero la política a que tiene que dedicarse es la política obrera; el partido obrero no debe constituirse como un apéndice de cualquier partido burgués, sino como un partido independiente, que tiene su objetivo propio, su política propia.

Las libertades políticas, el derecho de reunión y de asociación y la libertad de la prensa: éstas son nuestras armas. Y ¿deberemos cruzarnos de brazos y abstenernos cuando quieran quitárnoslas? Se dice que toda acción política implica el reconocimiento del estado de cosas existente. Pero cuando este estado de cosas nos da medios para luchar contra él, no recurrir a ellos, significa no reconocer el estado de cosas existente...”

Federico Engels.Sobre la acción política de la clase obrera - Discurso en la Conferencia de Londres. (1871)

*“... la práctica oportunista. ¿Cuál es, aparentemente, la característica principal de esta práctica? Cierta hostilidad

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para con la “teoría”. Esto es natural, puesto que nuestra “teoría”, es decir, los principios del socialismo científico, imponen limitaciones claramente definidas a la actividad práctica: en lo que hace a los objetivos de dicha actividad, los medios para alcanzar dichos objetivos y el método empleado en dicha actividad. Es bastante natural que la gente que persigue resultados “prácticos” inmediatos quiera liberarse de tales limitaciones e independizar su práctica de nuestra “teoría”.

Sin embargo, cada vez que se trata de aplicar este método, la realidad se encarga de refutarlo.(...) Está claro que si esta corriente desea subsistir debe tratar de destruir los principios de nuestra teoría y elaborar una teoría propia. (...)

Pero demuestra, a la vez, otra cosa más. Al hacer de la renuncia al objetivo socialista una condición esencial para la resurrección de la democracia burguesa, demuestra cuan inexacta es la afirmación de que la democracia burguesa es una condición indispensable para el movimiento socialista y la victoria del socialismo. El razonamiento de Bernstein cae en un círculo vicioso. La conclusión se traga las premisas.

La solución es bien simple. Visto que el liberalismo burgués ha vendido su alma por miedo a la creciente movilización obrera y a su objetivo final, llegamos a la conclusión de que el movimiento obrero socialista es hoy el único puntal de aquello que no es el objetivo del movimiento socialista: la democracia. Debemos sacar la conclusión de que la democracia no tiene otro apoyo. Debemos sacar la conclusión de que el movimiento socialista no está atado a la democracia burguesa, sino que, por el contrario, la suerte de la democracia está atada al movimiento socialista. De ello debemos concluir que la democracia no adquiere mayores posibilidades de sobrevivir en la medida en que la clase obrera renuncia a la lucha por su emancipación, sino que, por el contrario, la democracia adquiere mayores posibilidades de supervivencia a medida que el movimiento socialista se vuelve lo suficientemente fuerte como para luchar contra las consecuencias reaccionarias de la política mundial y la deserción burguesa de la democracia. Quien desee el fortalecimiento de la democracia, debe también desear el fortalecimiento, y no el debilitamiento, del movimiento socialista. Quien renuncia a la lucha por el socialismo, renuncia también a la movilización obrera y a la democracia.

La conquista del poder político

Hemos visto que la suerte de la democracia está ligada a la del movimiento obrero. ¿Pero es que el desarrollo de la democracia hace superflua o imposibilita la revolución proletaria, es decir, la conquista del poder político por los trabajadores? (...)

Ve en el curso legislativo del proceso histórico el accionar de la “inteligencia”, mientras que para él el curso revolucionario del proceso histórico revela la acción del “sentimiento”. Ve en la actividad reformista un método lento para el avance histórico, y en la actividad revolucionaria un método rápido. En la legislación ve una fuerza metódica; en la revolución, una fuerza espontánea.

Sabemos desde hace tiempo que el reformador pequeñoburgués encuentra aspectos “buenos” y “malos” en todo. Mordisquea un poco de cada hierba. Pero esta combinación afecta muy poco el verdadero curso de los acontecimientos. La pilita tan cuidadosamente construida de todos los “aspectos buenos” de todas las cosas posibles se viene abajo ante el primer puntapié de la historia. Históricamente, la reforma legislativa y el método revolucionario se rigen por influencias mucho más poderosas que las ventajas o inconvenientes de uno y otro.

En la historia de la sociedad burguesa la reforma legislativa sirvió para fortalecer progresivamente a la clase en ascenso hasta que ésta concentró el poder suficiente como para adueñarse del poder político, suprimir el sistema jurídico imperante y construir uno nuevo, a su medida. Bernstein, al denostar la conquista del poder político como teoría blanquista de la violencia, tiene la mala suerte de tachar de error blanquista aquello que ha sido siempre el pivote y la fuerza motriz de la historia de la humanidad. Desde la primera aparición de las sociedades de clases con la lucha de clases como contenido esencial de su historia, la conquista del poder político ha sido siempre el objetivo de las clases en ascenso. (...)

La reforma legislativa y la revolución no son métodos diferentes de desarrollo histórico que puedan elegirse a voluntad del escaparate de la historia, así como uno opta por salchichas frías o calientes. La reforma legislativa y la revolución son diferentes factores del desarrollo de la sociedad de clases. Se condicionan y complementan mutuamente y a la vez se excluyen recíprocamente, como los polos Norte y Sur, como la burguesía y el proletariado.

Cada constitución legal es producto de una revolución. En la historia de las clases, la revolución es un acto de creación política, mientras que la legislación es la expresión política de la vida de una sociedad que ya existe. La reforma no posee una fuerza propia, independiente de la revolución. En cada periodo histórico la obra reformista se

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realiza únicamente en la dirección que le imprime el ímpetu de la última revolución, y prosigue mientras el impulso de la última revolución se haga sentir. Más concretamente, la obra reformista de cada periodo histórico se realiza únicamente en el marco de la forma social creada por la revolución. He aquí el meollo del problema.

Va en contra del proceso histórico presentar la obra reformista como una revolución prolongada a largo plazo y la revolución como una serie condensada de reformas. La transformación social y la reforma legislativa no difieren por su duración sino por su contenido. El secreto del cambio histórico mediante la utilización del poder político reside precisamente en la transformación de la simple modificación cuantitativa en una nueva cualidad o, más concretamente, en el pasaje de un periodo histórico de una forma dada de sociedad a otra.

Es por ello que quienes se pronuncian a favor del método de la reforma legislativa en lugar de la conquista del poder político y la revolución social, en realidad no optan por una vía más tranquila, calma y lenta hacia el mismo objetivo, sino por un objetivo diferente. En lugar de tomar partido por la instauración de una nueva sociedad, lo hacen por la modificación superficial de la vieja sociedad. Siguiendo las concepciones políticas del revisionismo, llegamos a la misma conclusión que cuando seguimos las concepciones económicas del revisionismo. Nuestro programa no es ya la realización del socialismo sino la reforma del capitalismo; no es la supresión del trabajo asalariado, sino la reducción de la explotación, es decir, la supresión de los abusos del capitalismo en lugar de la supresión del propio capitalismo. ..”

Rosa Luxemburg. Reforma o revolución

*"...Del mismo modo que la acumulación del capital, con su capacidad de expansión súbita, no puede aguardar el crecimiento natural de la población obrera ni conformarse con él, tampoco podrá aguardar la lenta descomposición natural de las formas no capitalistas y su tránsito a la economía de mercado. El capital no tiene para la cuestión, más solución que la violencia, que constituye un método constante de acumulación de capital en el proceso histórico, no sólo en su génesis, sino en todo tiempo, hasta el día de hoy..."

Rosa Luxemburg: La acumulación del capital. México, Grijalbo, 1967. pg 285.

*“... Kautsky ha tenido a bien abordar el problema de manera que le permitiese empezar por la definición de la "palabra" dictadura. Muy bien. Cada cual tiene perfecto derecho a abordar los problemas como quiera. Pero hay que distinguir el modo serio y honrado de hacerlo del que no es honrado. Quien quisiera tratar seriamente el problema, abordándolo de ese modo, tendría que dar su definición de la "palabra". Entonces la cuestión quedaría clara y francamente planteada. Kautsky no lo hace. "Literalmente -escribe-, la palabra dictadura significa supresión de la democracia".

En primer lugar, esto no es una definición. Si Kautsky desea evitar la definición del concepto de dictadura, ¿para qué eligió esa forma de abordar el problema?

En segundo lugar, esto es notoriamente falso. Es lógico que un liberal hable de "democracia" en términos generales. Un marxista no se olvidará nunca de preguntar: "¿Para qué clase?" Todo el mundo sabe, por ejemplo -y el "historiador" Kautsky lo sabe también-, que las insurrecciones e incluso las grandes perturbaciones de los esclavos en la antigüedad hacían ver inmediatamente la esencia del Estado greco-romano como dictadura de los esclavistas. ¿Suprimía esta dictadura la democracia entre los esclavistas, para ellos? Todo el mundo sabe que no. El "marxista" Kautsky ha dicho un absurdo monstruoso y una falsedad, porque "se ha olvidado" de la lucha de clases...Para transformar la afirmación liberal y mentirosa de Kautsky en afirmación marxista y verdadera, hay que decir: la dictadura no significa necesariamente supresión de la democracia para la clase que la ejerce sobre las otras clases, pero sí significa necesariamente la supresión (o una restricción esencialísima, que es también una de las formas de supresión) de la democracia para la clase sobre la cual o contra la cual se ejerce la dictadura. Pero, por cierta que sea esta afirmación, no define la dictadura. [...]

Como un cachorro ciego que mete la nariz al azar en todos los sitios, Kautsky ha tropezado aquí por casualidad con una idea justa (que la dictadura es un poder no sujeto a ley alguna), pero, sin embargo, no ha dado una definición

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de la dictadura y ha dicho, además, una falsedad histórica evidente: que la dictadura significa el poder de una sola persona. Esto es incluso gramaticalmente inexacto, porque la dictadura puede ejercerla un grupo de personas, una oligarquía, una clase, etc.

Luego indica Kautsky la diferencia entre dictadura y despotismo, pero, aunque su afirmación es falsa a todas luces, no nos detendremos en ella, porque no tiene nada que ver con el problema que nos interesa. Conocida es la afición de Kautsky a volverse de espaldas al siglo XX, de cara al siglo XVIII, y del XVIII a la antigüedad greco-romana, y esperamos que, cuando el proletariado alemán implante la dictadura, tendrá en cuenta esta afición y lo nombrará, por ejemplo, profesor de historia antigua de un liceo. Rehuir una definición de la dictadura del proletariado, limitándose a elucubraciones sobre el despotismo, es o extrema necedad o muy torpe bellaquería. ¡En resumen, Kautsky, que se proponía hablar de dictadura, ha dicho a sabiendas muchas cosas falsas, pero no ha dado ninguna definición! Sin confiar en sus facultades intelectuales, hubiera podido recurrir a su memoria y sacar de los "ficheros" todos los casos en que Marx ha hablado de la dictadura. Habría obtenido, de seguro, la definición siguiente, u otra que, en el fondo, coincidiría con ella: “La dictadura revolucionaria del proletariado es un poder conquistado y mantenido mediante la violencia ejercida por el proletariado sobre la burguesía, un poder no sujeto a ley alguna.

¡Y esta sencilla verdad, verdad clara como la luz del día para todo obrero consciente (que pertenezca a la masa, y no a la capa superior de la canalla pequeñoburguesa sobornada por los capitalistas, como son los socialimperialistas de todos los países), esta verdad evidente para todo explotado que lucha por su liberación, esta verdad indiscutible para todo marxista hay que "arrancársela en guerra" al sapientísimo señor Kautsky! ¿Cómo explicarlo? Por el espíritu de servilismo de que se han penetrado los jefes de la II Internacional, convertidos en despreciables sicofantes al servicio de la burguesía.

Kautsky ha empezado tergiversando los términos, afirmando, cosa evidentemente absurda, que en su sentido literal la palabra dictadura significa dictadura de una sola persona, y luego -¡apoyándose en esa tergiversación!- declara que "por consiguiente", las palabras de Marx sobre la dictadura no tienen sentido literal (sino un sentido, según el cual dictadura no significa violencia revolucionaria, sino "pacífica" conquista de la mayoría bajo la "democracia" burguesa. (no se pierda de vista esto).

Hay que distinguir, figuraos, entre "situación" y "forma de gobierno". ¡Distinción de maravillosa profundidad, lo mismo que si hiciéramos diferencias entre la "situación" de la tontería de una persona que razona de un modo necio, y la "forma" de sus tonterías! Kautsky necesita interpretar la dictadura como "situación de dominio" (...), porque entonces desaparece la violencia revolucionaria, desaparece la revolución violenta. ¡La "situación de dominio" es la situación en que se halla cualquier mayoría bajo... la "democracia"! ¡Con este ardid de mala fe la revolución felizmente desaparece!

Pero esa trampa es demasiado burda y no salvará a Kautsky. Que la dictadura supone y significa una "situación" de violencia revolucionaria de una clase sobre otra, cosa desagradable para los renegados, es algo imposible de ocultar. Distinguir entre "situación" y "forma de gobierno" es un absurdo que salta a la vista. Hablar en este caso de forma de gobierno es triplemente necio, porque cualquier niño sabe que monarquía y república son formas de gobierno distintas. Al señor Kautsky es necesario demostrarle que estas dos formas de gobierno, como todas las "formas de gobierno" de transición bajo el capitalismo, no son sino variedades del Estado burgués, es decir, de la dictadura de la burguesía.

En fin, hablar de formas de gobierno es falsificar a Marx de manera no sólo necia, sino torpe, porque Marx, bien claramente, se refiere a la forma o tipo de Estado, y no a la forma de gobierno. La revolución proletaria es imposible sin destruir violentamente la máquina del Estado burgués y sin sustituirla por otra nueva, que, según las palabras de Engels, (carta a Bebel, marzo de 1875.) "no es ya un Estado en el sentido propio de la palabra".

V. I. Lenin. La revolución proletaria y el renegado Kautsky

*“...Es innegable que Marx ha ejercido una influencia un tanto restrictiva sobre el libre desarrollo teórico de muchos de sus discípulos. ¡Tanto Marx como Engels se vieron obligados a negar toda responsabilidad por las perogrulladas de muchos autotitulados marxistas! Los escrupulosos esfuerzos dirigidos a mantenerse “dentro de los límites del marxismo” han resultado tan desastrosos para la integridad del proceso intelectual como el otro extremo, que

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repudia totalmente el enfoque marxista y manifiesta la “independencia de pensamiento a toda costa”.

Pero es sólo en el terreno económico que podemos hablar de un cuerpo más o menos acabado de doctrinas legadas por Marx. La más valiosa de sus enseñanzas, la concepción materialista dialéctica de la historia, no se nos presenta sino como un método de investigación, unos cuantos pensamientos geniales que nos permiten entrever un mundo totalmente nuevo, que nos abren perspectivas infinitas para el pensamiento independiente, que le dan a nuestro espíritu alas para volar audazmente hacia regiones inexploradas.”

Rosa Luxemburg. Progreso y estancamiento del marxismo

*“...El sistema social socialista sólo deberá ser, y sólo puede ser, un producto histórico, surgido de sus propias experiencias, en el curso de su concreción, como resultado del desarrollo de la historia viva, la que (al igual que la naturaleza orgánica, de la que, en última instancia, forma parte) tiene el saludable hábito de producir siempre junto con la necesidad social real los medios de satisfacerla, junto con el objetivo simultáneamente la solución. Sin embargo, si tal es el caso, es evidente que no se puede decretar el socialismo, por su misma naturaleza, ni introducirlo por un úcase. Exige como requisito una cantidad de medidas de fuerza (contra la propiedad, etcétera). Lo negativo, la destrucción, puede decretarse; lo constructivo, lo positivo no. Territorio nuevo. Miles de problemas. Sólo la experiencia puede corregir y abrir nuevos caminos. Sólo la vida sin obstáculos, efervescente, lleva a miles de formas nuevas e improvisaciones, saca a luz la fuerza creadora, corrige por su cuenta todos los intentos equivocados. La vida pública de los países con libertad limitada está tan golpeada por la pobreza, es tan miserable, tan rígida, tan estéril, precisamente porque, al excluirse la democracia, se cierran las fuentes vivas de toda riqueza y progreso espirituales. (Una prueba: el año 1905 y los meses de febrero a octubre de 1917.) Allí era de carácter político; lo mismo se aplica a la vida económica y social. Toda la masa del pueblo debe participar. De otra manera, el socialismo será decretado desde unos cuantos escritorios oficiales por una docena de intelectuales.

El control público es absolutamente necesario. De otra manera el intercambio de experiencias no sale del círculo cerrado de los burócratas del nuevo régimen. La corrupción se torna inevitable (palabras de Lenin, boletín N° 29).

La vida socialista exige una completa transformación espiritual de las masas degradadas por siglos de dominio de la clase burguesa. Los instintos sociales en lugar de los egoístas, la iniciativa de las masas en lugar de la inercia, el idealismo que supera todo sufrimiento, etcétera. Nadie lo sabe mejor, lo describe de manera más penetrante, lo repite más firmemente que Lenin. Pero está completamente equivocado en los medios que utiliza. Los decretos, la fuerza dictatorial del supervisor de fábrica, los castigos draconianos, el dominio por el terror, todas estas cosas son sólo paliativos. El único camino al renacimiento pasa por la escuela de la misma vida pública, por la democracia y opinión pública más ilimitadas y amplias. Es el terror lo que desmoraliza.

Cuando se elimina todo esto, ¿qué queda realmente? En lugar de los organismos representativos surgidos de elecciones populares generales, Lenin y Trotsky implantaron los soviets como única representación verdadera de las masas trabajadoras. Pero con la represión de la vida política en el conjunto del país, la vida de los soviets también se deteriorará cada vez más. Sin elecciones generales, sin una irrestricta libertad de prensa y reunión, sin una libre lucha de opiniones, la vida muere en toda institución pública, se torna una mera apariencia de vida, en la que sólo queda la burocracia como elemento activo.

Gradualmente se adormece la vida pública, dirigen y gobiernan unas pocas docenas de dirigentes partidarios de energía inagotable y experiencia ilimitada. Entre ellos, en realidad dirigen sólo una docena de cabezas pensantes, y de vez en cuando se invita a una élite de la clase obrera a reuniones donde deben aplaudir los discursos de los dirigentes, y aprobar por unanimidad las mociones propuestas -en el fondo, entonces, una camarilla- una dictadura, por cierto, no la dictadura del proletariado sino la de un grupo de políticos, es decir una dictadura en el sentido burgués, en el sentido del gobierno de los jacobinos (¡la postergación del Congreso de los Soviets de periodos de tres meses a periodos de seis meses!) Sí, podemos ir aun más lejos; esas condiciones deben causar inevitablemente una brutalización de la vida pública: intentos de asesinato, caza de rehenes, etcétera. (Discurso de Lenin sobre la disciplina y la corrupción.)

Democracia y dictadura

El error básico de la teoría Lenin-Trotsky es que ellos también, igual que Kautsky, oponen la dictadura a la democracia. “Dictadura o democracia”, es como plantean la cuestión tanto los bolcheviques como Kautsky. Este se

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decide naturalmente en favor de “la democracia”, es decir de la democracia burguesa, precisamente porque la opone a la alternativa de la revolución socialista oponiéndola a la democracia, y por lo tanto, a favor de la dictadura. Lenin y Trotsky, por otro lado, se deciden a favor de la dictadura de un puñado de personas, es decir de la dictadura según el modelo burgués. Son dos polos opuestos, ambos igualmente distantes de una genuina política socialistaEl proletariado, cuando toma el poder, no puede nunca seguir el buen consejo que la da Kautsky, con el pretexto de “la inmadurez del país”, de renunciar a la revolución socialista y dedicarse a lademocracia. No puede seguir este consejo sin traicionarse a sí mismo, a la Internacional y a la revolución. Debería y debe encarar inmediatamente medidas socialistas, de la manera más enérgica, inflexible y firme, en otras palabras ejercer una dictadura, pero una dictadura de la clase, no de un partido o una camarilla. Dictadura de la clase significa, en el sentido más amplio del término, la participación más activa e ilimitada posible de la masa popular, la democracia sin límites.

“Como marxistas —escribe Trotsky— nunca fuimos adoradores fetichistas de la democracia formal.” Es cierto que nunca fuimos adoradores fetichistas de la democracia formal Ni tampoco fuimos nunca adoradores fetichistas del socialismo ni tampoco del marxismo. ¿Se desprende de esto que también debemos tirar el socialismo por la borda, a la manera de Cunow, Lensch y Parvus, si nos resulta incómodo? Trotsky y Lenin son la refutación viviente de esta respuesta.

“Nunca fuimos adoradores fetichistas de la democracia formal.” Lo que realmente quiere decir es: siempre hemos diferenciado el contenido social de la forma política de la democracia burguesa; siempre hemos denunciado el duro contenido de desigualdad social y falta de libertad que se esconde bajo la dulce cobertura de la igualdad y la libertad formales. Y no lo hicimos para repudiar a éstas sino para impulsar a la clase obrera a no contentarsecon la cobertura sino a conquistar el poder político, para crear una democracia socialista en reemplazo de la democracia burguesa, no para eliminar la democracia.

Pero la democracia socialista no es algo que recién comienza en la tierra prometida después de creados los fundamentos de la economía socialista, no llega como una suerte de regalo de Navidad para los ricos, quienes, mientras tanto, apoyaron lealmente a un puñado de dictadores socialistas. La democracia socialista comienza simultáneamente con la destrucción del dominio de clase y la construcción del socialismo. Comienza en el momento mismo de la toma del poder por el partido socialista. Es lo mismo que la dictadura del proletariado.

¡Sí, dictadura! Pero esta dictadura consiste en la manera de aplicar la democracia, no en su eliminación [...] Indudablemente los bolcheviques hubieran actuado de esta manera de no haber sufrido la terrible presión de la guerra mundial, la ocupación alemana y todas las dificultades anormales que trajeron consigo, lo que inevitablemente tenía que distorsionar cualquier política socialista, por más que estuviera imbuida de las mejores intenciones y los principios más firmes.

Seria exigirles algo sobrehumano a Lenin y sus camaradas pretender que en tales circunstancias apliquen la democracia más decantada, la dictadura del proletariado más ejemplar y una floreciente economía socialista. Por su definida posición revolucionaria, su fuerza ejemplar en la acción, su inquebrantable lealtad al socialismo internacional, hicieron todo lo posible en condiciones tan endiabladamente difíciles. El peligro comienza cuando hacen de la necesidad una virtud, y quieren congelar en un sistema teórico acabado todas las tácticas que se han visto obligados a adoptar en estas fatales circunstancias, recomendándolas al proletariado internacional como un modelo de táctica socialista. Cuando actúan de esta manera, ocultando su genuino e incuestionable rol histórico bajo la hojarasca de los pasos en falso que la necesidad los obligó a dar, prestan un pobre servicio al socialismo internacional por el cual lucharon y sufrieron. Quieren apuntarse como nuevos descubrimientos todas las distorsiones que prescribieron en Rusia le necesidad y la compulsión.”

Rosa Luxemburg. La revolución Rusa

*“... Como es sabido, Marx y Engels, escarmentados por los excesos descripcionistas de los socialistas utópicos, fueron muy parcos al diseñar el proyecto de socialismo u organización social a la que Marx llama "fase inferior de la sociedad comunista" (Crítica del Programa de Gotha). Y aunque esta fase se caracteriza como una sociedad a la que se transita desde el capitalismo, es evidente que el periodo de la historia real que se abrió con la revolución rusa de 1917 planteó la transición en términos distintos: del capitalismo al socialismo, y no al comunismo. Y es evidente también que en el curso de esa transición lo que surgió y se desarrolló fue el "socialismo real", es decir, un tipo de sociedad con la que Marx y Engels no contaron ni podían contar. Así pues, sin ignorar lo que puede aprovecharse de los clásicos marxistas, hay que aprovechar ante todo lo que brinda la experiencia histórica, pero

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sin considerarla, en el caso del "socialismo real", pura y simplemente en relación con Marx. En suma, la apelación acrítica y fideísta a los fundadores cierra el paso para entender lo que el socialismo será.

- La especulación idealizante o moralizante que contrapone lo que es" a "lo que debe ser". Se asume el socialismo como el gran principio desencarnado, e independiente de los agentes, condiciones y medios de su realización. Con este enfoque, el socialismo —como ideal— es lo bueno y lo justo que se desentiende de la acción política necesaria de los hombres para que lo ideal tome cuerpo en la realidad. Ciertamente, este enfoque no permite captar el núcleo esencial del socialismo, entendido éste como un ideal que, no sólo debe realizarse, sino que puede encarnarse en la vida real, en la medida en que, dadas las condiciones necesarias, se asume prácticamente.

- El convencionalismo que identifica el socialismo con lo que, pretendidamente, se ajusta a cierta convención (programa de un partido, o Constitución de un Estado)

Lo que importa aquí no es la realidad, sino lo que a espaldas de ella se proclama en la convención correspondiente. Así, por ejemplo, la Constitución soviética de 1936 convenía en considerar la propiedad social sobre los medios de producción como fundamento económico del socialismo, aunque la realidad —o sea, la propiedad estatal absoluta— lo negaba. El convencionalismo se daba aquí la mano con el más chato empirismo, al elevar cierta realidad empírica (la propiedad estatal, la economía centralizada) al nivel de la Idea (propiedad social, democracia socialista). Lo realmente existente se proclamaba así como socialismo real...”

Adolfo Sánchez Vázquez ¿De qué socialismo hablamos? Revista Dialéctica nº 21 – invierno de 1991

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