mare imbrium, - ayuntamiento de alicante

92

Upload: others

Post on 19-Jul-2022

1 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante
Page 2: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

MARE IMBRIUM,MAR DE LA LLUVIA

Taller de escritura creativa«Alicante Cultura 2013»

Page 3: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

Mare Imbrium, Mar de la lluvia.

2013 Yolanda Domenech por «La débil» 2013 Chari Barreto Ruiz por «Las voces de la lluvia» 2013 Jorge Torrente Sánchez por «Mensajera» 2013 Mamen Llavador por «Cotidianidad» 2013 María Teresa Cloquell Martín por «Sentimientos frente a la lluvia» 2013 María Antonia Vicente por «Traspasando pantallas» 2013 Fernando Medina por «Atrapado en la lluvia» 2013 Antonio Aracil Luciano por «El monzón» 2013 Paco Bas por «Miel de luna» 2013 Lilian Piqueres por «El increíble éxito de Mr. Pepe» 2013 Lola Calatayud Ruiz por «Para cuanto da una sopa» 2013 Cristina Gil Romero por «Lonely» 2013 Mar Fraile por «Uru» 2013 Susana Fuentes por «Un día de lluvia»

Reservados todos los derechos, queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin el permiso expreso de los autores.

Page 4: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

Con nuestro reconocimiento a la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Alicante,organizadora del taller de escritura creativa «Mare Imbrium, Mar de la lluvia», inserto enel programa «Alicante Cultura 2013» y al personal del Centro de las Artes, en especial aJosé Carlos, nuestro amable conserje.

Page 5: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

ÍNDICE

Prólogo ....................................................................................................... 6La débil ...................................................................................................... 9Las voces de la lluvia .............................................................................12Mensajera ................................................................................................19Cotidianidad............................................................................................ 26Sentimientos frente a la luna............................................................. 30Traspasando pantallas.......................................................................... 37Atrapado en la lluvia............................................................................. 44El monzón ................................................................................................ 53Miel de luna ............................................................................................ 55El increíble éxito de Mr. Pepe............................................................ 63Para cuánto da una sopa....................................................................... 70Lonely....................................................................................................... 74Uru............................................................................................................ 78Un día de lluvia....................................................................................... 86

Page 6: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

6

PRÓLOGO

«Mare Imbrium» ha sido un taller muy cinematográfico,más de lo habitual. Para los ejemplos prefiero películas anovelas, porque es más fácil encontrar películas que la mayoríahaya visto o que al menos conozcan. Pero «Mare Imbrium» esel «Mar de la lluvia» y eso me trajo a la mente la canción«Gotas de lluvia caen sobre mi cabeza» de «Dos hombres y undestino» y esa inolvidable escena en la que Paul Newman paseaa Katherine Ross en bicicleta mientras se oye de fondo lacanción... una escena mítica que enriquece una magníficapelícula.

«¡Entretenimiento!» oigo gritar a alguien en tonodespectivo.

Ese desprecio hacia el entretenimiento viene de antiguo, yse agudiza en épocas de crisis, pero ignora que todos losseres inteligentes necesitan entretenimiento. ¿Alguien havisto a un rebaño de ovejas «entreteniéndose»? Los perros,por el contrario, necesitan jugar, igual que los niños. Es unaconsecuencia de la inteligencia, nuestro cerebro «necesita» elentretenimiento y a medida que nos hacemos adultos ynuestra inteligencia madura, los juegos ya no son suficiente,no nos «entretienen», necesitamos algo más, necesitamosemociones, solo las emociones pueden saciar nuestra sed deentretenimiento.

«Dos hombres y un destino» es mucho más que unapelícula, es una «narración» que trasciende la técnicacinematográfica empleada para contárnosla, porque «narrar»no es grabar escenas ni amontonar palabras, narrar esprovocar emociones, narrar es crear historias. La novela o elrelato son algunas de las formas posibles de contar unahistoria y en esa tarea el dominio del lenguaje esfundamental, pero sin perder nunca de vista que la historia esmucho más grande que la herramienta que usemos paracontarla.

Las historias hablan de personajes y de lo que a lospersonajes les ocurre y cuando el personaje nos importa,entonces, y no antes, lo que le ocurre nos importa. Por laempatía que establecemos con los personajes, adquierenrelevancia los hechos que contamos y las palabras que leshacemos decir.

«Siempre nos quedará París» son cuatro palabras vacías eintrascendentes que se convierten en inolvidables porque todala historia está dedicada a hacernos empatizar con Rick, detal forma que, al llegar el clímax final, Rick nos importa tantocomo cualquiera de nuestra familia, o puede que más, y cuandotoma la decisión moral correcta, a pesar de que eso ledestroce el corazón, tenemos que agarrarnos a la butaca parano saltar a abrazarlo y consolarlo. Eso es narrar, es crearpersonajes e inventar acontecimientos que, poco a poco,disimuladamente, nos adentren por un camino queprobablemente no hubiéramos recorrido de forma voluntaria,

Page 7: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

7

hasta que todo estalle en el gran clímax y la emociónembargue al lector.

«¡Emociones!» vuelve a exclamar el cínico.Sí, emociones. Las emociones son extremadamente

poderosas. «1984», de Georges Orwell, está considerada unade las novelas más importantes del siglo XX, un estremecedoralegato contra el totalitarismo y en ella, el objetivo principalde los gobernantes es la supresión de las emociones. El delitode la pareja protagonista es amarse, dejarse poseer por laemoción y eso es algo que el poder no debe consentir. Orwellse inspiró en la realidad de los totalitarismos que conocía, elnazismo recientemente derrotado, y el stalinismo triunfante.Los dos se esforzaban por crear «hombres nuevos», que noeran más que los hombres de siempre con sus emocionescuidadosamente manipuladas para sentirse sublimados ante lafigura del líder. Por eso al poder siempre le incomodan losnarradores, los creadores de emociones: son competencia y,como mínimo, estorban. Hitler y Stalin fueron censorescompulsivos, odiaban especialmente las obras creadoras deemociones; las consideraban «arte degenerado», pero esto noes nuevo. Platón, en el 338 a.C., pidió a los gobernantes deAtenas que expulsaran de la ciudad a todos los poetas ycuentacuentos porque los consideraba peligrosos, ya quetransmitían ideas a través de las emociones y eso podíaobstaculizar el buen gobierno. Como dice Robert McKee «El

pensamiento se puede controlar y manipular, pero la emocióntiene su propia voluntad y resulta impredecible».

De esta forma, el narrador se convierte en el guardián dela emoción, porque el narrador solo puede crear desde supropio interior, desde ese lugar profundo e íntimo en el que nohay otra cosa que la verdad y por ello, cuando crea desde lahonradez de su universo interior no tiene otra alternativa quela verdad, «[...] y en un mundo de mentiras y mentirosos, unaobra de arte honrada siempre será un acto de responsabilidadsocial», citando de nuevo a McKee.

Los primeros días del taller son difíciles... incómodos. Losveo sentados ante mí, repletos de ilusión, convencidos de queles voy a enseñar a «escribir». Creen que se trata de tener«un estilo», de contar cosas «originales», de amontonarpalabras en definitiva. Mi primera tarea es desmontar todasesas ideas preconcebidas. Cuando esa visión idealizada seenfrenta con la verdadera realidad de lo que significa narrar,de lo que supone crear una historia..., al vislumbrar laauténtica dificultad de la tarea en la que se han embarcado,entonces cunde el agobio y la desilusión. Algunos abandonan,otros, por el contrario, perseveran. Son los que han sidocapaces de mirar más allá del abismo que he abierto bajo suspies, los que logran verse a sí mismos como creadores deemociones y están dispuestos a recorrer el arduo camino quelleva a esa meta.

Page 8: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

8

Pasan las semanas y se sucede el ritual, tedioso a veces,de lectura, comentario y nueva lectura. En cada intervenciónpalpo la mejoría. Ellos no lo perciben, pero cada vez lospersonajes están mejor delineados, las presentaciones nosacercan a los protagonistas de forma más eficaz y las tramasganan en coherencia... y las emociones se despiertan. Siento lailusión del padre cuyo bebé deja de gatear e intenta dar losprimeros pasos, inseguros y vacilantes. El tiempo se precipita,casi sin sentirlo, hay que empezar (¡ya!) con el relato para ellibro. Casi nadie se siente con la fuerza suficiente. Sonconscientes, ahora sí, de la dificultad de la empresa. Hay queempujar, convencer, apoyar, aconsejar, sugerir, hastaconseguir que la caras cambien... veo cómo los rictus serios serelajan y las palabras fluyen con menos dificultad... lo estánconsiguiendo, se han convertido en su propio personaje, hantriunfado ante los retos que el autor les ha planteado yesperan el merecido aplauso de su público.

Juan Carlos PereleteguiAlicante, junio de 2013

Page 9: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

9

Yolanda Domenech. LA DEBÍL

Adela era una mujer de treinta y seis años, con trastornosde personalidad, drogadicta y alcohólica. Era una mujeratractiva pero dejada. No trabajaba. Vivía con su novio Julián,en un barrio de Alicante, en el que se conocían todos.

Había estado en la casa de mi novio dando fin a la cocaínaque sobró del día anterior. No me encontraba bien. Mi noviono era bueno conmigo. Me maltrataba psicológicamente, comodicen en la tele. Nunca me llegó a pegar pero me amenazabacon hacerlo. Yo quería dejarle pero nunca lo hacía. Mipsicólogo dice que soy una dependiente emocional. Estuve todala mañana sumida en esos pensamientos.

A eso del mediodía, me fui al bar a comprar más droga yallí estaba Valentín muy pasado de vueltas. Él me acorraló conagresividad exigiéndome que nos acostásemos. Me atreví amirarle a la cara y me di cuenta de que le faltaban loscolmillos y que tenía las encías podridas.

Después empezó a toquetearme los pechos mientrasreclamaba la atención de todos los del bar. Continúoburlándose de mí, mientras hizo referencia a mis partes altiempo que se señalaba las suyas, pero después se le unió otrohombre al que conozco y que creía amigo. Empecé a tenermiedo. No sé porque no me defendí. Y eso me roía el alma.

No me marché de allí porque esperaba al camello. Cuandovino y me trajo lo mío, fui a mi casa a tomármela. Me sentíamal por lo que había pasado pero sobre todo por no haberle

Page 10: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

10

plantado cara a Valentín. Estuve en mi casa, sola, alrededor detres horas, quería ver a mi novio para contarle lo que me habíapasado. Estuve todo el rato paranoica perdida.

Salí de casa al encuentro de mi novio, Julián, en el Barriode Santa Cruz. El tenia 15 años más que yo y un bar. Muynerviosa le conté lo que había sucedido. Él me ignoró ycontinuó limpiando la barra como si tal cosa. Estábamos solos.

Cuando reclamé su atención me dijo:—Adela, después de acostarte con Paquito todo el barrio

se cree con derecho a acostarse contigo. Te han tomado porel pito del Sereno que todo el mundo tiene derecho a tocarlo.¡Trágate la fama que te has creado¡ ¡No haberte acostado conel cojo! Al que me pones en un compromiso es a mí. ¿Quéquieres? ¿Que me partan la boca? Te pasa lo qué te pasaporque eres una mierda de drogadicta. Eres basura. ¡Saco demierda! Si no fueras a esos sitios no te pasaría nada, tú tienesla culpa.

No reaccione, no me atrevía a hacer nada. Odiaba esasensación. Pero en el fondo yo no le amaba. ¿Y si lo dejaba?

Paquito fue una relación que tuve anterior a mi novio. Esun hombre que tiene la polio y no puede mantenerse en piesino es con la ayuda de sus muletas. Duró muy poco la historia,dos semanas de borracheras, él me dio afecto y ahora somosamigos íntimos. Pero me avergonzaba de mi historia conPaquito, mi novio y la gente del barrio me habían hecho que meavergonzará o me habían abierto los ojos.

Entro en el bar mi amigo Carlos y le conté lo sucedido yme dijo: Como una tía de treinta y seis años permite que letoquen las tetas. A ver dicho que no.

Mi amigo también había dado en el quid de la cuestión .Yono entendía cómo había llegado a semejante estado era comoun saco de harina al que golpean y no devuelve el golpe. Yoquería ser un muelle.

Era viernes y se celebraban Carnavales había que estarcontento a la fuerza. Yo tenía el bajón de la coca. Me sentíamal, muy mal. Fui a mi casa, me fume dos canutos y me metí enla cama.

A la mañana siguiente había quedado con Paquito y conMaría en la terraza del mercado para tomarnos unas cervezas.Le conté todo lo sucedido el día anterior y lo mal queencontraba. Estábamos sentados cuando a mis espaldasapareció Valentín y dijo algo sobre el billar.

Paquito le dijo:—¡Oye tú! Respeta a mis amigas,Respondió Valentín:—Es que ahora te dedicas a defender a los pobres.Pero el malnacido se fue.Paquito dijo:—Yo te amo, por eso te he defendido, el otro, tu novio, te

quiere para lo que te quiere. Tú no haces caso de la gente quete aprecia.

Page 11: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

11

No es verdad que Paquito me amará, sólo había encontradouna boba que se había metido con él en la cama.

María dijo:—Si me lo hubiera hecho a mí le hubiera soltado dos

sopapos que se hubiera ido caliente. ¡Vamos!—Adela tienes que cuidar de ti misma porque nadie puede

hacerlo por ti. No hay que dejarse atropellar.Paquito añadió:—Valentín sabía muy bien con quién se metía. Ella es una

bendita.Estas últimas palabras calaron en mí profundamente, me

agredían porque yo no me defendía. No tenía coraje. Todos,incluido Paquito, abusan de mí.

Sentía vergüenza de mi misma, así que me quería ir a micasa. Al despedirme le dije a María:

—Me gustaría ser como tú, te haces respetar.Ella me dijo:—Adela, por favor, cuídate.Lo siguiente que recuerdo es que estaba en la cocina cogí

el cuchillo de cortar carne y me lo metí en el bolso .Estaballena de rabia y odio hacia todas las personas que me habíanhecho daño. Yo era buena y me habían tomado por tonta.Sentía que el ataque del día anterior continuaba. Me sentíaamenazada también.

Llegué al bar donde compraba la droga. Allí estabaValentín hablando a gritos como tenía por costumbre. Meignoró. Ya no le divertía. Me acerque a su lado. Le grite:

—Hijo de puta, no tienes ningún derecho a humillarme.Siguió ignorándome Me llené de ira. Me despreciaba .Me

pareció verle una ligera sonrisa como una burla. Saqueinmediatamente el cuchillo del bolso. Se lo clave varias vecesen el hígado. Murió allí mismo. Recupere mi dignidad. Medefendí.

Page 12: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

12

Chari Barreto Ruiz es educadora infantil y nació enAlicante hace algunas décadas. Aprendió a leer cuando sólocontaba tres años y a escribir con tres y medio. Desde esemomento se dejó seducir por la magia de las palabras, de talmodo que dedicaba a la lectura el tiempo que otros niñosemplean en sus juegos.

Escribe cuentos infantiles, poemas y microrelatos yencuentra inspiración para los mismos en los recuerdos de suinfancia y en las experiencias compartidas con sus alumnos,sobrinas y con su perrita Fibi.

Las voces de la lluvia

I – PRIMERA VOZ: CRISTINA

Cuando apenas contaba cuatro años, la abuela me dijo quelas gotas de lluvia eran las lágrimas de los ángeles, quelloraban por los pecados de los hombres. A la abuela leencantaba soltarme este tipo de cosas, aunque supiera desobra que no las iba a entender. Si bien en aquel momento nocapté todo el significado de la frase, recuerdo que me sentíapenada. Me pareció terrible que los pobres ángeles sesintieran tan desconsolados como para pasar horas y horassollozando sin parar. No me extraña que, a partir de entonces,la lluvia se convirtiese para mí en sinónimo de dolor yaflicción. Su aparición solía provocarme un desasosiegodesproporcionado. Supongo que, sin saberlo, asociaba loschubascos con un malestar emocional que se traducía enintranquilidad y tristeza. Con el tiempo llegué a convencermede que cada llovizna, cada chaparrón era precursor de unacontecimiento desagradable.

Al poco de cumplir los siete años mis padres me dijeronque el Señor se había llevado al Cielo a la abuelita. Norecuerdo bien las frases que empleó mamá para contármelo, niel tiempo que le costó conseguir que reaccionara a suspalabras. Sólo recuerdo que sentí como si me golpearan muyfuerte en el pecho, un dolor sordo, un enorme vacío… y quellovía.

Page 13: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

13

Viví temiendo y detestando un fenómeno atmosférico tanordinario como inofensivo, sin disfrutar de la magia que elresto del mundo le otorgaba, pero todo esto cambió cuandoconocí a Teresa.

Llegó a Salesianas cuando ambas empezábamos tercero deEGB. Yo apenas tenía amigas en el colegio por aquel entonces ySor Carmeta, que era la bondad personificada, vio en lallegada de Teresa la oportunidad de conseguir que ampliara micírculo social. Al presentarnos, lo hizo uniendo nuestras manosy diciéndonos que teníamos que cuidar la una de la otra. Desdeese mismo momento nos convertimos en amigas y con eltiempo nos volvimos inseparables.

Formábamos una curiosa pareja. Las monjas solíandecirnos que parecíamos «el punto y la i». Tere era una de lasniñas más bajitas de nuestro curso y estaba bastanteregordeta por aquella época, mientras que yo, toda piel yhuesos como solía decir mi padre, les sacaba una cabeza alresto de la clase. Resulta chocante que nos llevásemos tanbien siento tan distintas, y no me refiero sólo al aspectofísico. Mi amiga era un torbellino, una auténtica fuerza de lanaturaleza (casi como la misma lluvia, aunque sin lasconnotaciones negativas que le atribuía a ésta); era alegre,fuerte, independiente y decidida. A mí, en cambio, mecaracterizaba la tendencia a dejarme atribular por lascircunstancias y siempre pequé de tímida y reflexiva.

Quizá fuera precisamente el hecho de ser tan diferenteslo que nos unió de ese modo tan especial. Nos

complementábamos, de manera que ella aportaba a mi vida unabuena dosis de dinamismo mientras que yo me convertía en lavoz de su conciencia, su «Pepito Grillo» particular y laconminaba a reflexionar sobre sus actos, evitando que semetiera en problemas.

Mi amiga adoraba la lluvia, parecía despertar en ellacierto instinto animal que no llegaba a comprender pero quellegué a apreciar contagiada por su entusiasmo. A su ladoaprendí a disfrutar de la belleza de las tormentas. Si llovíamientras estábamos en el colegio, hacíamos carreras con lasgotas de agua que se deslizaban por los amplios ventanales delaula, ajenas a las explicaciones y al mal genio de SorEsperanza y luego, a la salida, cuando las monjas ya no podíanvernos, cerrábamos los paraguas que nuestras previsorasmadres nos habían colocado en la cartera y hacíamos elcamino de vuelta a casa chapoteando en los charcos yemulando a Gene Kelly en «Cantando bajo la lluvia».

Si el aguacero nos pillaba juntas en una de nuestras casas,nos acurrucábamos bajo una manta, con las narices pegadas auna ventana, y nos dedicábamos a contar los segundostranscurridos entre trueno y trueno, con la esperanza de quela borrasca durase horas y nos permitiese pasar juntas elmayor tiempo posible.

Mi amiga y yo seguimos estudiando juntas hasta quetuvimos que elegir la rama de nuestras respectivas carreras.Ella decidió estudiar ciencias económicas mientras que yo me

Page 14: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

14

decanté por magisterio; siempre se me dieron bien los niños yquería convertirme en profesora, como lo fue la abuela.

A pesar de que los estudios nos llevaron por caminosseparados jamás llegamos a distanciarnos. Compartimosmuchos momentos felices y primeras experiencias, como lallegada del primer amor y la «trágica» pérdida del mismo o eltérmino de la carrera universitaria y la consecución delprimer empleo. También luchamos juntas contra la adversidad.Teresa me apoyó mientras me dejaba los nervios preparandolas oposiciones y me alentó para que no abandonara; yo estuvea su lado cuando su padre sufrió la angina de pecho que casi lecuesta la vida.

Creí que siempre estaríamos juntas, pasara lo que pasara,para apoyarnos y salir adelante, pero la lluvia, que habíallegado a convertirse en una compañía amigable y hastadeseada, volvió a mostrarme su rostro más frío y gris: Teresase marchó una tarde en que parecía haberse desencadenadoun nuevo Diluvio Universal. La empresa para la que trabajabaabría una nueva sucursal, nada menos que en Dinamarca, yenviaba a mi amiga para que ocupara el puesto de delegada enlas nuevas oficinas. Era una oportunidad de oro para ella yentendí que no quisiera desaprovecharla. Su marcha me dejóvacía y el dolor que sentí sólo puedo compararlo al queexperimenté cuando murió la abuelita.

Nos despedimos en el aeropuerto, entre abrazos,promesas, lágrimas y una lluvia torrencial. Durante los tresaños que han pasado desde entonces nos hemos visto cuando

han coincidido nuestras vacaciones y siempre que hemospodido escapar de nuestras respectivas familias. Aun así laecho de menos con demasiada frecuencia. Añoro su alegría,que era capaz de borrar de mi mente todo asomo depreocupación. Mis compañeras en la escuela me dicen que nopuedo quejarme, que ahora tenemos Internet. Se supone quedebería consolarme poder ver a mi amiga a través de la Webcam, pero no siempre es así. Aunque la cámara me acerca elrostro de Teresa no me da su calor. Esa imagen, fría y lejana,no puede abandonar su confinamiento y materializarse a milado para darme un abrazo cuando lo necesito. Hubiera dadocualquier cosa por sentirlo cuando Óscar me dejó y me quedésumida en una tristeza que me envolvía como una nube detormenta, pero hube de conformarme con ver la carapreocupado de mi amiga en la pantalla mientras escuchaba elrepiqueteo de la lluvia en los cristales de mi ventana.

II – SEGUNDA VOZ: FIBI

Va a llover, lo presiento. No es sólo que note la humedaden los huesos, es más bien la premonición —manifestada enforma de temblores y escalofríos— de que algo malo va asuceder. Llueve: tenemos problemas. Por de pronto, tengo lacerteza de que Cristina va a estar de mal humor y eso siempreme afecta.

Tenemos una relación especial, estamos tan unidas queretroalimentamos nuestras emociones. Yo preveo que ella se

Page 15: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

15

alterará y eso acaba por ponerme nerviosa. Ella me venerviosa y se altera más… y así nos van las cosas.

No llego a comprender bien porqué detesta la lluvia de esemodo. A mí no me disgusta el agua en sí (de hecho me encantachapotear en los charcos, lo he hecho desde que tengorecuerdo) pero me molestan los truenos. Les tengo pánico, meaterrorizan y, cuando los escucho, me bloqueo de tal maneraque en lo único en que puedo pensar es en huir de la situaciónlo más rápido posible y buscar un lugar seguro en el queocultarme hasta que la tormenta amaine. Si estoy en casa,corro a refugiarme al lugar más oscuro y silencioso. Mi rincónpreferido es el baño, aunque también suelo escondermedebajo de la cama. Allí me siento a salvo y puedo esperarplácidamente a que todo haya pasado, tanto el temporal comoel humor borrascoso de mi ama.

Cuando llueve las cosas se tuercen, eso es un hechocomprobado, y por eso, en cuanto veo caer las primeras gotas,si escucho su tamborileo en las ventanas o tan sólo conolfatear el aroma del agua en el ambiente, me encojo sobre mímisma y me echo a temblar.

Si tenemos que salir a pasear bajo el aguacero es aúnpeor. Imagino que Cristina anticipa el arduo trabajo que tienepor delante: localizar dónde estoy escondida (no sueloponérselo fácil), ponerme el collar y tirar de mí hasta quellego a la calle entre mis gemidos y sus imprecaciones; luego,esperar hasta que consigo centrarme y me decido a hacer misnecesidades, lo que entre unas cosas y otras me lleva unos

diez minutos y, una vez de vuelta a casa, darme una pasada detoallas y secador, hasta que mi abundante pelo queda libre dehumedad y mis pulpejos no dejan marca en el suelo. Esto leocupa un buen rato y a continuación tiene que secar su propiocabello, que es casi tan abundante como el mío aunque, en vezde ser una mezcla de marfil y canela, es todo color caramelo,liso, brillante y tan suave como la mantita en la que meacurruco cada noche.

Nuestros ojos también se parecen en cierto modo, aunquelos de mi ama tienen forma almendrada y los míos son comodos canicas color miel, o eso es lo que ella dice. CuandoCristina está de mal humor, y siempre que llueve, parece quecambian de tono, es como si se le llenaran de nubes, nubes detormenta. Sin embargo cuando está contenta (en los últimostiempos eso no ha sucedido con demasiada frecuencia) lebrillan como estrellas, la expresión le cambia y entonces todosu rostro, de piel tan blanca y suave, resplandece.

Los últimos meses han sido complicados para nosotras yeso no ha ayudado demasiado. Primero se fue Óscar y, desdeque nos dejó, mi ama apenas sonríe. No sé qué sucedió entreellos. Un día tuvieron una fuerte pelea y él se marchó de casa.Desde entonces no le he vuelto a ver y es una pena porque mecaía muy bien, solía darme chuches a escondidas y eso metocaba la fibra sensible. Le echo de menos y me apena verque, desde que desapareció de nuestras vidas, Cristina parecemucho menos feliz.

Page 16: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

16

Luego llegó la mudanza. No puedo negar que hemos salidoganando con el cambio pues antes vivíamos en un barriocéntrico, sin apenas zonas en las que pudiésemos jugar a lapelota, y ahora hemos alquilado un apartamento con accesodirecto a la playa, donde puedo retozar a mis anchas, pero losdías que duró el traslado fueron tan estresantes que aún nosestamos recuperando de ellos.

El caso es que en los últimos tiempos mi pobre ama no haencontrado demasiados motivos de alegría. De hecho diría quesólo la veo sonreír cuando se sienta ante el ordenador. No séqué verá en la pantalla –no consigo acceder a ella –, ni a quiénpertenece la voz que se escucha a través de los altavoces,pero me doy cuenta de que cuando esto sucede Cristina vuelvea ser Cristina y yo me siento la más afortunada de lasmascotas. Vuelvo a encontrarme con la joven alegre y confiadaque me rescató de la protectora, la que veló para que merecuperara cuando tuve la lesión en la espalda, aunque paraello tuviera que renunciar a un ansiado viaje a Dinamarca, laque me colma de mimos y cuidados a diario… siempre que nollueve.

Ya está, mis peores presentimientos se han hechorealidad: está lloviendo. Y yo aún no he dado mi paseo de lanoche. Mi ama no me dejará aguantar hasta mañana, esoseguro, aunque yo lo preferiría mil veces. Intento escurrir elbulto, me levanto sin hacer ruido y comienzo a caminar muydespacito por el pasillo hacia el dormitorio, tratando de nollamar su atención, pero no hay suerte, el sonido de mis uñas

sobre las baldosas me ha delatado. Ahora querrá sacarmeantes de que empiece a caer más fuerte y no habrá nada quepueda hacer para impedirlo. ¡Qué vida de perros!

III – TERCERA VOZ: TERESA

En esta época del año es raro poder disfrutar de díassoleados. Durante los meses de invierno la atmósfera parecevolverse más espesa, pesada y cenicienta. No me extraña quelos cuentos de Andersen tengan un trasfondo tan triste, éstees un clima que invita a la melancolía.

Ayer fue una de esas gloriosas excepciones: el cieloamaneció despejado por completo, sin una sola nube que loenturbiara y el ambiente pareció aligerarse. Mis compañerosestaban más animados que de costumbre y algunos, pese alfrío, se fueron al parque que discurre frente a las oficinas acomerse el bocadillo del almuerzo. Yo en cambio sentía másmorriña que de costumbre. Quizá se debiera a que la nocheanterior mi ordenador había pasado a mejor vida y me habíasido imposible conectar con Cristina. Me sentí frustrada,enferma de melancolía. Parecía sentir sobre mi piel el peso delos tres años que llevo fuera de casa, añorando el tibio sol demi tierra, a mi familia y, sobre todo, a mi amiga.

Cris tiene la impresión de que yo le hago más falta que ellaa mí. ¡No sabe cuánto se equivoca! No imagina lo mucho quenecesito su sensatez, su ternura… ¡hasta su testarudez! Y, en

Page 17: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

17

especial, ese don suyo de mostrarme con claridad lo que debohacer para solucionar un problema sea de la índole que sea.

Esta mañana, no obstante, las cosas han vuelto a lanormalidad: el cielo estaba encapotado cuando llegué altrabajo; desde la hora del almuerzo ha estado lloviendo sintregua y yo, madre de todas las contradicciones, me sientomuy, muy feliz.

Siempre me ha gustado la lluvia, es cierto, pero meguardaré mucho de atribuirle propiedades mágicas y afirmarque su aparición tiene algo que ver con mi actual estadoanímico. ¡Eso sería típico de Cristina! No, lo que sucede es queme ha ocurrido algo bueno de veras y en mi corazón parecebrillar el sol.

No veo el momento de llegar a casa para llamarla, noquería hacerlo desde el despacho y, con las prisas, me hedejado allí el paraguas. Me estoy dando una buena duchapero… ¿qué importa? Siempre me ha fascinado pasear bajo lalluvia.

IV – CUARTA VOZ

Parece que se ha decidido a salir. No sabía si lo haría perodebí suponer que no capitularía con demasiada facilidad. ¡Estan cabezota! No consiente que su mascota se quede sinpaseo, aunque eso suponga tener que enfrentarse a mí.

Como de costumbre, no lleva paraguas. Nunca lo coge, creoque también los aborrece y prefiere calarse hasta los huesos.

Eso me lleva a pensar que quizá mi presencia no le sea tandesagradable, después de todo.

La nuestra ha sido una historia compleja de amor-odio yha pasado por tantas etapas que a duras penas logrorecordarlas. Por eso me cuesta comprender hasta qué puntome detesta o qué siente por mí. Al principio me temía, mecreía portadora de malos augurios y eso le daba miedo. Escierto que estuve presente en algunos momentos dramáticosde su vida, pero se trató de simples casualidades, no hubonada personal, me limitaba a hacer mi trabajo.

Después apareció Teresa, que le enseñó a gozar de micompañía. Cristina aprendió a disfrutar de mí (y de la vida engeneral) primero por imitación, pero luego siguiendo susimpulsos, escuchando su propia voz, una voz que siempre habíaestado ahí, agazapada en su interior, pero a la que nunca habíaprestado oído.

Cuando Teresa se marchó, se llevó consigo gran parte dela seguridad y la alegría de su amiga, y volví a convertirme enla enemiga de ésta. Y así seguimos: me odia, pero se empeñaen ponerse ante mí y arrastra consigo a ese pobre animal quetambién aparenta temerme y que más que un pastor catalánparece un chihuahua melindroso y acobardado.

A pesar del clamor de mi propia voz la escucho maldecir.Suele hacerlo cuando está ante mí, es como si quisieradespertar mi furia con sus palabras o desahogar la suya.Tiene un carácter complicado pero no obstante me gusta, encierto modo me recuerda a mí misma, catártica y poderosa,

Page 18: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

18

aunque ella se empeñe en seguir creyendo que es la niña tímiday apocada que Teresa rescató de la oscuridad. No se dacuenta de la fuerza que posee en su interior. Desearíahacérsela ver, darle el empujoncito que necesita paraempezar a creer en sí misma pero, por desgracia, eso quedafuera de mi alcance. Después de todo soy, tan sólo, agua.

Escucho más imprecaciones mientras la observo.Impaciente, rebusca en el bolso que lleva colgado enbandolera. Por fin encuentra el móvil, lo descuelga y conmanos trémulas se lo lleva al oído. Tras escuchar unosinstantes, suelta un grito que no sé si es de alegría o de pesar(su perro tampoco parece saberlo, pues se ha escondidodetrás de un coche, por si las moscas, y aguarda tanexpectante como yo).

Pero enseguida lo averiguo. Sus ojos ya no están veladospor nubes de tormenta, ahora brillan como estrellas; suexpresión ha cambiado y su rostro resplandece. Ríe y llora a lavez y apenas se le entiende lo que dice, aunque en realidad nonecesito escuchar sus palabras para saber quién llama y quées lo que le están diciendo desde el otro lado de la línea.Mientras la contemplo, mis lágrimas uniéndose a las suyas y suvoz a mi voz, sé sin lugar a dudas que se trata de una llamadade Teresa anunciándole que vuelve a casa.

Fibi también parece haberlo comprendido pues se ha unidoa su ama, dando potentes ladridos y meneando la cola sincesar, en una danza, una danza bajo la lluvia.

Page 19: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

19

Jorge Torrente Sánchez es un muchacho de 16 añosnacido en Alicante. Estudiante de Ciencias y aspira a estudiarMedicina. Todo el mundo tiene vicios secretos, sucios einconfesables; pues un vicio hasta ahora sin descubrir deJorge es escribir. Nunca ha escrito nada tangible hasta laparticipación en el taller de Escritura Creativa realizado enAlicante gracias al proyecto Aula Abierta. Está muysatisfecho con la realización del taller y sobre todo con suúltimo relato Mensajera que vas a leer a continuación. Esperoque te guste.

Mensajera

Ya eran las doce de la noche. Laura se acostó, el díasiguiente tenía instituto y tendría que madrugar. Apagó la luzde su habitación y se metió entre las sábanas. Cerró los ojoscuando, de pronto, escuchó un ruido que provenía de algúnrincón de su cuarto. Le hizo caso omiso y abrazó a sualmohada. Al minuto volvió a sonar el mismo ruido, solo queesta vez mucho más fuerte. Laura decidió levantarse, se pusosus zapatillas de Metallica, su grupo favorito, y se acercó allugar de donde provenía el ruido tan desagradable: su armario.Puso su mano sobre el frío pomo de metal y se dispuso agirarlo, pero dudó. «Laura, no seas tan tonta, ¿acaso eres latípica chica de 17 años asustadiza?» No, desde luego no loera, así que no pensó más y abrió el armario. Allí estaba, unente blanquecino era el causante de los ruidos. Laura le mirófijamente, normalmente hacían ruidos y luego se iban. Pasaronun par de minutos, Laura empezaba a preocuparse, el enteseguía allí, mirándola con ojos inquisitivos.

—Por favor, ayúdame...

Todo comenzó el día de la muerte de su abuela. Lauratenía 5 años, pero recuerda ese día con viveza. Recuerda atoda su familia llorando y ella no entendía lo que pasaba.Aquella noche se acostó pronto, pero unos ruidos ladespertaron de su sueño: su abuela estaba allí, sentada en sucama. Laura intentó abrazarla, pero sus brazos pasaron a

Page 20: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

20

través de ella, entonces, desapareció. Al día siguiente Laurase lo contó a su madre, pero ella no se lo creyó y le dijo queeso significaba que la echaba mucho de menos. Desdeentonces, algunas noches entran fantasmas a su habitación,hacen ruidos para captar la atención de Laura y desaparecen.Tras varios años, Laura llegó a la conclusión de que por algúnmotivo por la noche podía ver fantasmas. Tardó años enacostumbrarse, pero con 17 años las apariciones se habíanconvertido en una pequeña rutina: venía un fantasma, hacíaruido y se iba. Nada más, bueno, nada más hasta hoy.

El día siguiente Laura no atendió en el instituto. No podíaconcentrarse, solo pensaba en la voz de aquel hombre metidoen su armario. Decía que le ayudase, pero Laura no sabía sidebía hacerlo o no. En lugar de hacer frente a la situación,Laura volvió a su cama y trató dormirse, ignorando laspalabras del fantasma. Ya a la luz del día, cuando pensaba ensu reacción se avergonzaba de ella misma, aunque reconocíaque aquel fantasma había roto sus esquemas. ¿Por qué le habíahablado? ¿Qué era lo que quería? Laura no cesaba de darlevueltas a las dos preguntas, sin hallar respuestas.

El único momento de la mañana en el que había puesto lospies en la Tierra era la clase de francés. No os equivoquéis,Laura odiaba francés. ¿Qué le había sacado de suensimismamiento? La respuesta no era qué, si no quién. Dosfilas delante se sentaba Lucas, un chico de su misma edad. De

piel blanquecina, algo escuálido y su cabello negro como elazabache brillaba cuando entraba la luz del Sol por la ventana.

A Laura le costaba aceptar lo que aquel chico provocabadentro de ella. Se había autoconvencido de que nunca estaríanjuntos, eran polos opuestos. Lucas era el chico más popular dela clase, tenía muchísimos amigos y su vida social le manteníaocupado todas las tardes. En cambio, ella era un bicho raro.No tenía amigas y pasaba todas las tardes encerrada en sucuarto escuchando música heavy. No era la típica adolescentede 17 años, pero tampoco quería serlo. Odiaba el carácter desus compañeras de clase, tan superficiales y materialistas.Aunque en el fondo Laura envidiaba una cosa de ellas: teníannovio. Últimamente había surgido en ella la necesidad deexperimentar cosas nuevas, quería tener novio y que le dijeracosas bonitas como hacían los novios de sus compañeras.

Laura estuvo toda la tarde escuchando música a todovolumen, así no oía sus pensamientos. Estaba tumbado en sucama cuando sonó una de las pocas canciones románticas deMetallica. Laura no pudo evitar pensar en Lucas. A pesar deque estaban juntos cuatro horas a la semana, casi no hablabanen clase. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no tardó enquitárselas de la cara. No iba a llorar por un chico, ya estabaharta de pasarlo mal por estar enamorada. Cogió su teléfono,buscó el número de Lucas y le envió un mensaje.

—Hola Lucas, soy Laura, de la clase de francés —le costóescribir el mensaje, tenía las manos sudorosas.

Page 21: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

21

—Hola Laura, ¿qué quieres? —Lucas no tardó enresponder, Laura pensó que tendría el móvil en las manos.

Laura no contestó. Justo en el último momento se habíaarrepentido de enviarle el mensaje, pero él ya lo había leído yrespondido. Apagó el móvil y miró por la ventana, pensativa.Se dio cuenta de que estaba anocheciendo y se acordó delfantasma. «Laura, no tengas miedo, aquel fantasma necesitabaayuda y quizá tú seas la única persona que pueda ayudarle».

Se puso el pijama y se metió en su cama, pero no sedurmió. Permaneció tensa a la espera de algún indicio que leindicase la presencia del espíritu. Pasados veinte minutosLaura entornó los ojos, fruto del cansancio, cuando escuchó unruido familiar. Había vuelto a venir. Como la pasada noche, losruidos provenían del armario, así que Laura se levantódecidida a abrirlo. Esta vez no iba a titubear. Giró el pomo yabrió el armario. Se encontró al fantasma, ahora que pudofijarse vio que era un señor de edad avanzada y de clasemedia, por la ropa que llevaba: vestía un traje negro y unacamisa blanca, muy bien planchada y limpia.

—Por favor, ayúdame —repitió el fantasma, al igual que lanoche anterior.

—¿Qué quieres? —preguntó Laura, dudaba del espíritu.—Mi nombre es Alfredo, necesito que busques algo por mí.—¿El qué? —a Laura le picaba la curiosidad y ya no

desconfiaba del espíritu, parecía buena persona.—Una carta para mi nieto.

—¿Y por qué te has molestado tanto en que te escucharapor una simple carta?

—No es una simple carta —contestó, algo molesto elfantasma—, es algo más, es un mensaje de despedida. Hacetres meses me diagnosticaron epilepsia. Me recetaron variosmedicamentos anticonvulsivos y reposo absoluto. Cuando volvía mi casa, presentí que la muerte seguía mis pasos y le escribíuna carta a mi nieto despidiéndome de él, para que le fueramás fácil superar mi muerte. Desgraciadamente tuve lo quelos médicos llaman una muerte súbita y no pude dársela. Ahorano puedo irme hasta que lea la carta, porque tengo queasegurarme de que supera mi muerte para que pueda vivir enpaz, estábamos muy unidos —a pesar de estar muerto, losojos de Alfredo brillaban cuando hablaba de su nieto.

—Te ayudaré —Laura lo había decidido mientras Alfredole contaba su historia, no podía dejarle de lado sabiendo queestaba en sus manos la paz del fantasma.

—Muchísimas gracias —pequeñas lágrimas caían de losojos de Alfredo—. Mi nieto es muy importante para mí.

—¿Y dónde está la carta? —se hacía ya tarde y Lauraestaba muy cansada, le apetecía irse a dormir.

—En mi casa. No tendrás problemas para entrar, ya quevivía solo y ahora mis hijos la han puesto en venta.Encontrarás las llaves debajo de la alfombrilla de la puertaprincipal. Mi casa es un pequeño chalet que se encuentracaminando diez minutos en esa dirección —Alfredo le señalóel este—, no tiene pérdida.

Page 22: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

22

—Me lo pensaré —a fin de cuentas, Laura tampoco ledebía nada al fantasma y colarse en la casa de alguien era muyarriesgado.

El fantasma desapareció dejando a Laura con la duda ensu mente. ¿Le ayudaría? No pudo conciliar el sueño, por unlado el deber le decía que tenía que hacerlo, tenía que ayudaral fantasma. Por otro lado el cerebro le decía que era muypeligroso entrar en la casa de un desconocido. Podríandetenerla. Tras una larga lucha interior que duró toda lanoche, Laura decidió que iría a buscar la carta.

La mañana siguiente transcurrió con normalidad, sin nadaque destacar en el instituto. Laura había tenido otra vezfrancés y otra vez se había quedado embobada con Lucas.Cada día le costaba más superar su presencia. ¿Algún día searmaría de valor para decirle lo que sentía por él?

Laura tenía planeado ir a la casa de Alfredo por la tarde,esperaba que estuviera vacía. Después de merendar y hacerlos deberes, se puso las zapatillas por si tenía que correr (elladeseaba que todo fuera bien) y se fue de su casa con unamisión entre manos.

Tras andar durante diez minutos, Laura divisó un jardín yuna pequeña vivienda algo alejada de la ciudad. Por los datosque le había dado Alfredo, aquella era su casa. Atravesó eljardín y llegó hasta la puerta principal. Levantó la alfombrillay ahí estaban las llaves, tal y como Alfredo había dicho. Entróen la casa y comenzó a buscar la carta. La primera habitación

que registró fue el salón, miró dentro de los muebles vacíos,pero no encontró la carta. Luego pasó a la cocina y buscó entodos los armarios, pero estaban completamente desiertos.Decidió subir al segundo piso, quizá la carta estaba en elcuarto de Alfredo. A mano derecha encontró una habitaciónde matrimonio que supuso sería del fantasma. Abrió todos loscajones de la mesita de noche pero la maldita carta noaparecía. Iba a rendirse cuando, por pura casualidad, la vio. Lacarta estaba sobre una cómoda de madera. ¿Cómo no la habíavisto antes? La recogió y se dispuso a salir de la casa cuandoescuchó voces. Había personas en el piso inferior.

Se asomó por las escaleras y pudo ver un hombre demediana edad trajeado que le hablaba a una pareja más joven.Laura recordó las palabras de Alfredo, la casa estaba enventa y probablemente ahora mismo la estaban mostrando ados posibles compradores. Laura se quedó paralizada, no sabíaqué hacer, pero tenía que pensar algo y rápido, no tardaríanen subir a la segunda planta.

Laura cerró suavemente la puerta de la habitación deAlfredo y comenzó a pensar: ¿qué podía hacer? Desesperadapor la situación, se dejó caer en la cama. «Ojalá pudiera serinvisible, o teletransportarme hasta mi casa». Laura comenzóa divagar pero rápidamente volvió a centrarse. No se leocurría nada hasta que, sin darse cuenta, le vino la solución ala cabeza.

Con la carta en el bolsillo de su chaqueta Laura comenzó aanudar sábanas que había encontrado en una habitación

Page 23: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

23

contigua. Abrió la ventana y arrojó las sábanas. Ató bien elextremo a la cama y comenzó su descenso.

Bajó sin problemas y se fue corriendo. No quería que lavieran. Dejó las sábanas colgando de la ventana porque le dabaigual que las vieran, no encontrarían relación con la chica.

Llegó a su casa jadeando, no estaba acostumbrada a hacerejercicio y una carrera de diez minutos la había agotado.Subió a su habitación y cogió la carta. ¿Iba a leerla? Laura laacercó más, empezó a abrir el sobre... Decidió no hacerlo. Alfin y al cabo no era asunto suyo.

Esperó a que se hiciera de noche mientras se preguntabauna y otra vez qué pondría en la carta. «Quizá solo es unacarta de despedida. O quizá hay un mapa con un tesoro. O unaherencia millonaria.» Le divertía pensar en situacionesabsurdas, así pasaba el rato hasta que viniese Alfredo.

Tras esperar una hora, apareció. Ya no estaba asustada nidesconfiaba de él, había verificado su historia y la prueba detodo era la carta.

—Aquí está la carta —Laura se la mostró.—Muchas gracias. Por fin podré irme en paz. Espero que

no te haya causado demasiados problemas.—No muchos —ésa no era la verdad, pero no quería que

Alfredo se preocupase, al fin y al cabo no había resultadoherida ni malparada—. ¿Y ahora qué?

—Los sábados por la mañana mi nieto juega al fútbol en elparque. Le reconocerás porque lleva el número once en sucamiseta. Dale la carta y dile que es de su abuelo, que no pudo

despedirse de él. Si desconfía de ti, insístele en que la lea y loentenderá. Muchas gracias otra vez —exclamó el fantasma yse esfumó.

Laura se puso el pijama y se acostó, mañana todoterminaría.

Se despertó temprano, ya que entrenan muy pronto. Sevistió y se dirigió al parque. Estaba nerviosa, nunca habíahecho este tipo de cosas. «¿Y si me mira mal? ¿Qué pasaría sipiensa que estoy loca? Y lo peor de todo, ¿llamará a lapolicía?» Casi sin darse cuenta, mientras se formulaba estaspreguntas llegó al parque. Tuvo que andar un minuto más, yaque el parque era muy amplio y el campo de fútbol estaba alotro lado.

Cuando llegó vio que, tal y como Alfredo le dijo, estabanjugando al fútbol. Vio a varios chicos que conocía, aunque lamayoría eran desconocidos. Vio la camiseta con el númeroonce. La llevaba un chico delgado y con el pelo muy oscuro.Cuando se dio la vuelta, Laura no pudo creérselo. Era Lucas.

En ese momento Laura tuvo ganas de salir corriendo deallí. No podía darle la carta. Ya estaba segura de que lecostaría, pero seguro que si el chico era Lucas le iba aresultar imposible. Si no podía ni mirarle a la cara en clase,¿cómo podría decirle que tenía una carta de su abuelo para él?Acabaron de jugar y Lucas la vio. Ya no había vuelta atrás, nopodía salir corriendo.

—Hola Lucas —dijo con voz temblorosa.

Page 24: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

24

—Hola Laura, ¿qué haces tú por aquí?—Pues tenía que hablar contigo —Laura tenía las manos

sudorosas, en su mochila llevaba guardada la carta.—¿Conmigo? ¿De qué?—No creas que estoy loca ni nada por el estilo —Laura se

ruborizó, quizá no debería haber empezado así—. Pero tengouna carta para ti. Una carta de tu abuelo.

—¿De mi abuelo? Laura, mi abuelo ha muerto. ¿Qué clasede broma es ésta? —Lucas empezaba a estar molesto, nohabía superado completamente su muerte.

—Sí. No es ninguna broma Lucas. Desde pequeña yo...Puedo ver fantasmas —Lucas se alejó instintivamente de ella,pero no se fue, eso era buena señal—, es verdad. Hace un parde días vi a tu abuelo y me pidió que fuera a su casa y cogierauna carta que había escrito para su nieto, ya que no pudoentregársela él mismo.

—Espera —Lucas le cortó a mitad del discurso—, ¿hasentrado en la casa de mi abuelo? —aquello era la gota quecolmaba el vaso.

—Sí, pero solo cogí la carta y me fui. De verdad, Lucas,tienes que creerme.

—¿Cómo voy a creerte? Estás loca —Lucas dio mediavuelta y comenzó a andar, pero Laura le cogió de la mano.

—Al menos coge la carta y léela —Laura la sacórápidamente de la mochila y se la entregó. Lucas abrió elsobre y comenzó a leer:

Querido Lucas,quiero que sepas que te quiero muchísimo. Escribo esta

carta para despedirme de ti, cuando leas esta carta ya mehabré ido. Quiero contarte una historia.

Cuando era joven, más o menos de tu edad, tenía unanovia. Se llamaba Ana y era preciosa. Los dos estábamoslocamente enamorados. Ya pensábamos en nuestra futuraboda e incluso pensábamos cómo serían nuestros hijos. Perohabía un problema, el cacique de nuestro pueblo estabaenamorado de ella. Al principio comenzó con amenazas, queríaquitarme a Ana. Más tarde comenzó a subir la hipoteca de sufamilia. No quería cedérsela, aunque tampoco podía ver cómosu familia se iba empobreciendo lentamente. La situación llegóa un punto insostenible. Subió tanto la hipoteca que no podíanpagarla, así que dejé que Ana se casase con el cacique. Toméla decisión más sabia, a pesar de que mi corazón me decía locontrario.

Desde pequeño he tenido un sentido agudo para la justicia,no podía soportar que alguien delinquiera y quedase impune.Así que, alentado por mi situación, decidí estudiar Derecho.Quería recuperarla y además ayudar a gente con problemasparecidos. Alguien debía defender a la gente del pueblo, perollegó la Guerra Civil y tuve que ir a la mili. Cuando volví debíaocuparme de mis padres y ganar el sustento para mi familia,así que no pude estudiar. Más tarde conocí a tu abuela, de laque me enamoré a primera vista y tuvimos al poco tiempo a tumadre.

Page 25: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

25

Te cuento esta historia porque veo en ti la oportunidadque nunca tuve. Eres valiente, honesto y sincero. Merecuerdas a mí de pequeño, por eso quiero decirte queestudies Derecho. Tienes la oportunidad de cambiar las cosas,de poder defender a las personas que te importan y no dejarque algunas personas se aprovechen de otras, como me pasó amí. Ya sé que tu madre quiere que estudies Ingeniería, perodesde que se escapó de casa a los 18 años porque éramos muysobreprotectores nos lleva la contraria, a pesar de quehicimos las paces el día que murió tu abuela, que fueprecisamente el día que naciste. No debes hacer caso a tumadre, no dejes que influya en tus decisiones, sé que Derechoes tu vocación. Has nacido para defender a las personas. Veoun futuro brillante en ti.

Sé que te va a costar asimilar que me haya ido. Pero debeshacerlo. Piensa que sigo vivo en alguna parte de tu corazón.Debes seguir con tu vida. Yo siempre estaré contigo y tevigilaré desde el cielo, en una estrella.

Te quiere,Tu abuelo

El papel de la carta se empapó por las lágrimas de Lucas.Laura esperaba a su lado y trataba de consolarle. Se limpió laslágrimas con la manga de la camiseta y miró a Laura.

—Muchas gracias. Siento no haber confiado en ti.—Tranquilo, lo importante es que la has leído. Ahora tu

abuelo podrá ir en paz. ¿Amigos? —por primera vez, Lucas se

fijó en su compañera de clase. Su sonrisa era deslumbrante y,debajo de su actitud misteriosa, se escondía una granpersona.

Lucas se acercó a Laura y la besó.

Tres años más tarde, Lucas y Laura salen juntos a mirarlas estrellas. Ella sabe que él echa de menos a su abuelo, peroha pasado página. Laura es muy feliz con Lucas, que estáestudiando Derecho. Su vida va viento en popa.

Una noche de verano, Laura estaba durmiendo en su cama,cuando, de pronto, un ruido provino del armario. Se acercó ylo abrió. Dentro había una niña pequeña, con una piruleta en lamano y un vestido rosa. Se acercó a Laura y le dijo:«Ayúdame».

Page 26: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

26

Mamen Llavador. Nace un 28 de Agosto en Alicante.Estudia secretariado y ejerce como auxiliar administrativo.Escribe cuento y rima infantil (CUENTOS A PAU) de loscuales tiene una extensa obra y ganado en dos ocasiones elpremio de relato corto «Cachivaches».

Ha publicado en diversas ediciones colectivas como«Relatos del taller literario Alezeia» del Instituto Juan GilAlbert; «Palabras», «Versos y cuentos desde el otoño» y«Soledad de Soledades» de la Universidad de Alicante y«Cosecha negra», de la Editorial Agua Clara.

Cotidianidad

El calor en el patio interior sube y baja internándose porlas galerías hasta asfixiar las gargantas, mientras unatranspiración pringosa resbala por la piel.

A las siete menos cuarto suena el despertador al mismotiempo que los vecinos comienzan sus cuitas asomados a lasventanas. Nuria prepara su café.

—¡Ana! ¿Viste ayer la final?—¡Menudos golazos, de los que marcan historia!—¡¡¡Jesúuus!!! ¿Estás despiertooo? Macho, anoche te

libraste de una buena, vinieron los maderos, nos birlaron elbotellón y por poco nos empaquetan.

Nuria posa con furia la cafetera a punto de cargarse lavitro. Le estallan las sienes. Se las oprime acodándose sobrela encimera:

«No tendría yo la suerte de que me tocase la lotería paracomprarme una casa lejos de todo el mundo, sin vecinos, sinnada que escuchar. Qué harta estoy, no la dejan a una nidescansar. Qué asco de vida, el día menos pensado exploto»

El sonido de la cafetera interrumpe por unos instantes sumascullar:

«...Que una tenga que irse a trabajar con este calor y amedio dormir. No es justo, no señor»

En esos momentos dirige la mirada hacia la puerta de lacocina. Su marido le está dando los buenos días abriendo losbrazos en cruz y bostezando a placer.

Page 27: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

27

—Tú sí qué eres feliz, lo mismo te dan treinta quecuarenta. ¡Vaya una dicha la tuya! ¡Si supieras lo que teenvidio! Qué más te da a ti que yo duerma o no, para lo que teimporto; pues te lo digo Paco, cada día se me hace másinsoportable vivir en esta casa, o nos mudamos o no sé lo queva a ser de mí.

—¡Leches, Nuria! Vaya unos buenos días que me das. Megustaría saber qué mosca es la que te pica cada mañana,porque siempre te levantas con el mismo humor. Es lamenopausia, porque de días críticos nada de nada —dicesocarronamente sabiendo que con ello la saca de quicio.

Mientras Nuria vierte el café en la taza le lanza unamirada de hiena, sin apartarle la vista comienza a beber sorboa sorbo soplando de vez en cuando para no quemarse. Sinperderle el rastro hace como que no lo mira pero continúa conel rabillo del ojo observando rabiosa cómo trastea por lacocina, de pronto, detiene su inspección para recrearse en lacarne flácida y los restos débiles y encrespados de lo que undía fuera una mata de pelo. El olor corporal de reciénlevantado va adueñándose de la cocina. Nuria avanza la narizhusmeando para corroborar que no ha pasado por el baño. Porúltimo advierte la metamorfosis sufrida por ese cuerpo acausa de la cerveza y la falta de ejercicio. Lo mira conindiferencia y se habla así misma:

«Hijo mío, cada día me decepcionas más. La verdad es queno me explico que hago viviendo contigo, con el perro, con elgato, con tu madre, y con los pelos que vais dejando por todas

partes. Voy a tener que tomar jalea de malta para expulsar labola que debo tener almacenada en el estómago. ¡Dios, cuántome gustaría ser libre!».

Tiene la mirada fija, como imantada, persiguiendo susmovimientos. Sin apartarla continua con su monólogo interior:

«Lo cierto es que no te aguanto, tu simpleza se me haceinsoportable. ¡Qué aburrimiento de vida! Y mírale, mástranquilo que un desfile de caracoles, dirás que se inmuta poralgo. Anda hijo, qué bien me apañé el día que dije "Sí,quiero"».

Según avanza en sus reflexiones su excitación va enaumento, ya ni le pasa el café por la garganta. Le arden losojos de rabia mientras aprisiona el asa de la taza comoqueriendo estrangularla.

«¡Si al menos tuviésemos aire acondicionado! Todo elmundo lo tiene menos nosotros porque al señor no le agrada, yyo a aguantarme. Hasta en el centro de salud he visto uncartel donde lo aconsejan para paliar estas temperaturasextremas. Está claro que no conocen a mi marido "Unventilador es más sano" me dice. Vamos, que no se lo cree niél. Eso antes, que eran muy sufridos porque no conocían losavances de la ciencia pero ahora…» Nuria deja caer la taza enel fregadero provocando un golpe. Su marido se sobresalta:«Joder Nuria que te vas a cargar la taza, pon más cuidado queno es de goma» «¡Vaya, quién habló, que su casa honró! »contesta Nuria con ironía.

Page 28: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

28

Mientras saca el tupperware del frigorífico con la comidapreparada para llevársela al trabajo sigue monologando, ahoracon los labios prietos para que la rabia no se le escape: «¡Uy!,tu madre se quedó a gusto cuando te parió. ¡Hijo, quétranquilidad la tuya, me pones a tope! ¿Por qué? ¿Por qué mepasan a mí estas cosas? ¿Por qué? Porque no soy capaz demandar todo a la mierda, por eso. Porque no tengo la valentíade separarme, o de desaparecer sin dejar rastro yéndomelejos de este asqueroso agujero. Por eso me pasa lo que mepasa, por idiota, por no decidirme a rehacer mi vida, pero esque si lo hiciera es capaz de remover cielo y tierra paraencontrarme. Es tan inútil el pobre que se siente perdido si lecambio los calcetines de sitio, y además un desastre en lacocina, a estas alturas no sabe ni poner la sartén al fuego sinque se le queme el aceite».

Nuria ha terminado de preparar la bolsa con la comida yse está calzando mientras los pensamientos martillean sucabeza:

«Si me lo propusiera podría envenenarlo, ni se daríacuenta, todo es cuestión de saturarlo a colesterol y, en un plisplas, lo mando al otro mundo».

No, eso no quería pensarlo. El inconsciente enajenado seha filtrado en su disparatado monólogo y espantada retrocedecon el pensamiento:

«Pero... ¿qué me digo? Dios mío, qué barbaridades se meocurren. Vaya un disparate que acabo de pensar. Como siga asíterminaré en el psiquiátrico de La Santa Faz».

Se retrasaba y perdería el autobús. Bajó las escalerasprecipitadamente, sin detenerse a tomar el ascensor, pero alllegar al portal se percató de que no había cogido ni las llavesni el móvil. Más acelerada aún retomó los escalonessubiéndolos de dos en dos. Llamaba insistentemente al timbreaporreando al mismo tiempo la puerta cuando le sobrevino unataquicardia repentina. Envuelta en resudor frío la encontróPaco al abrir. Se hallaba apoyada contra la pared, su fazdemudada, mientras se oprimía el corazón con ambas manos.

«Debió asustarse al verme en aquel estado porque no mehizo ninguna pregunta sino que sin mediar palabra me llevó condelicadeza al dormitorio recostándome sobre la almohadadoblada y yo entonces me arrepentí de las atrocidades quehabía pensado. Con un hilo de voz le rogué que llamase altrabajo disculpándome».

Paco estaba acostumbrado a ese tipo de crisis nerviosas,últimamente solían presentársele con frecuencia así que,después de llamar al trabajo y cambiar la tierra al gato, cogióal perro y salió a la calle con el ánimo de volver tarde, sumadre no lo necesitaba, le correspondía el turno a suhermana: «Cuanto más tiempo fuera mejor» se dijo.

A su mente acudieron las fantasías que Nuria iba contandoa los amigos sobre su próxima mudanza. La pobre ni seimaginaba que él andaba indeciso entre divorciarse o no, perono sabía cómo plantearle la situación. Estaba harto de susimpertinencias, de su mal carácter, de sus manías de

Page 29: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

29

grandeza. ¡Ni más ni menos que un adosado, con los recortes que estaba realizando el gobierno de Rajoy, como paraarriesgar su pensión. De momento no le habían

incrementado la carestía de vida. ¿Y ella? El día menospensado la ponían de patitas en la calle con esto de lasprivatizaciones. ¡Qué locura! ¡Un adosado y en primera línea deplaya! ¡Cómo que allí iba ella a encontrar la tan ansiada paz! Lapaz la encontraría bajo el cristal del ataúd. ¿Es que estamujer no se da cuenta de la realidad? ¿No tenían ya bastantesdeudas? ¿Es que pensaba que él, a sus años, iba a entramparsecon otra hipoteca? Si no fuese tan despilfarradora, —«compradora compulsiva le habían diagnosticado»— podríanhaber vivido con holgura. «Ya estoy harto de que memortifique las veinticuatro horas del día. Me ha saturado contanta gilipollez que parezco idiota».

Paco reconocía que él no colaboraba mucho en la casa,pero no era para que Nuria se pusiese hecha un basilisco cadavez que llegaba y no encontraba las cosas a su gusto. Él seesmeraba en hacerlo lo mejor posible, no lo habían preparadopara estos quehaceres y se esforzaba al máximo. Además lotenía coartado, con un tapón en la boca, y que no se leocurriese ni por asomo mentar el fútbol... Después de todo élestaba jubilado, le enviaban el sueldo a casa, tenía derecho adisfrutar. «Ya has trabajado bastante», le dijeron en laempresa. No le supo mal aquella forma de reajuste. Aún era

joven, tenía mucha vida por delante y ahora podría, si nofuese por Nuria, hacer todo aquello que había dejadopendiente. Pero ella se lo tomó muy a pecho, aún recordabasus palabras: «Menuda manera de crear puestos de trabajo,os echan a la calle y no entra ni Cristo. Así va a rejuvenecer laplantilla el nido de alacranes que es la multinacional. Si yo losé, a mí no me engañan tan fácilmente como a ti, la finalidades deshacerse de los empleados. ¡Ah! Si no hubieses invertidoel dinero en aquellos bonos, ahora podríamos disfrutar a logrande. ¡Pero hijo, es que no tienes visión de futuro, tú aguardar y a guardar, para que los cuatro sinvergüenzas selleven nuestro dinero a los paraísos fiscales».

«Lo mejor para los dos será divorciarse y que cada unorehaga su vida» , pensaba Paco. «¡Ah!, pero cualquiera seatreve, con el genio que se gasta. Algunos días se me pasa porla cabeza matarla. No sería difícil, cuestión de cianuro en elcafé. Todos conocen su mal carácter. No resultaría extrañoque quisiera suicidarse. Últimamente anda desquiciada ni lopondrían en tela de juicio. Los vecinos no vacilarían en apoyarmi versión. ¡Pero qué barbaridades se me ocurren! Como sigaasí acabaré en el psiquiátrico de La Santa Faz».

Page 30: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

30

María Teresa Cloquell Martín, nació en Alicante un ochode abril de 1966. Desde pequeña siempre le gustó escribir yya de adulta se ha presentado a varios concursos literarios enInternet (con amigos) habiendo ganado alguno.

También le apasiona la pintura. Pinta al óleo y ha expuestoalguno de sus cuadros.

Sentimientos frente a la luna

Cuando llegaba a mi casa después de una dura jornada detrabajo, observaba la luna brillante y contemplaba todo elambiente que se abría ante mis ojos. Me gustaba salir alporche del chalet con un vermouth, unas aceitunas, patatas,mejillones o lo que se terciara, para tener o intentar tener undialogo íntimo y personal con ella, y aunque supiera que no meiba a responder, como es lógico, siempre le hacía preguntas.Sobre todo eran preguntas hacia mí misma que me llevaban areflexionar sobre mi vida personal, y porqué no, tambiénlaboral, pero en especial en lo que se refería al amor, queparecía que no fuera a llegar nunca a mi vida; no es que nohubiera habido hombres en ella, pero no habían sido losuficientemente importantes como para llenarme el corazón yquedarse conmigo.

PRIMER SENTIMIENTO EN UNA NOCHE DE VERANO

Allí estaba yo, con un pareo, bañador y una copa, dispuestaa enfrentarme a la luna con una pregunta en concreto. He dedecir que mis sentimientos en aquellos momentos eranacordes con la estación en que nos encontrábamos, más bienalegre, a pesar de lo duro de las jornadas laborales. Perocomo decía, aquella noche estaba dispuesta a hacerle unapregunta en particular a la luna y fue la siguiente: ¿Deboseguir persiguiendo al amor?

Page 31: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

31

Era una pregunta muy directa, pero apasionante, porquecon cuarenta y nueve años ninguna de mis relaciones me habíallenado. La luna parecía decirme que era una lucha entre miambición profesional y mi vida personal, y en eso ella teníatoda la razón. Había puesto hasta ahora demasiado en miprofesión. Casi nunca salía de fiesta, porque siempre me traíaa casa trabajo para terminar y era una excusa, lo sé, para noligar y que alguno cayera. Eso tenía que acabar, parecíadecirme la luna, y en aquel momento, me dije que sí, que teníaque salir más y buscar lo que siempre estaba anhelando: elamor.

En medio de aquella noche de verano, yo meditabunda yabsorta como una tonta mirando el cielo, de repente me sentíobservada; me di cuenta de que mi vecino debía de llevar comoun rato mirándome y eso me hizo sonrojarme, y él, ante misonrojo y rubor, se rió.

Me invitó a dar un paseo bajo la luz de la luna, de modoque cogí a mi perro y los tres nos dispusimos a dar aquelpaseo. Al volver le di las gracias y después se las di a la lunapor una velada agradable; ella pareció decirme que buscaramas noches como aquella y sonreí.

SEGUNDO SENTIMIENTO EN UNA NOCHE DE OTOÑO

Mi mente estaba llena de tristeza, y ésta acompañaba auna tarde desapacible donde la lluvia no había cesado, perotambién se dejaba ver la luz de la luna entre las nubes y

pensaba que ojalá cuando llegara a casa el chaparrón sehubiera disipado para dejarme contemplar su luz. A mi vecinoSadoc también le gustaba la luz de ésta, le parecía mágica yde una belleza extraordinaria y puesto que los doscontrolamos las lunas llenas, varios días antes me habíainvitado a cenar a su casa y, si no llovía, pasear con nuestrosrespectivos perros. Pero qué fatalidad, a última hora tuve queretrasarme un poco más de lo previsto; tenía que terminar uninforme para mi superior que últimamente me agobiaba enexceso de trabajo y la pregunta que le pensaba hacer a la lunaprecisamente tenía que ver con mi jefe, y era la siguiente:

¿Qué se hace frente a un jefe que te llena cada vez más ymás de tareas?

Era algo que no ocurría sólo conmigo, si no era algogeneral; nos explotaba y exprimía al máximo. Aquello erainsoportable. Un buen compañero me había propuesto cambiarde trabajo, pero no me encontraba con la suficiente seguridadpara ello; la luna, como siempre, decidiría.

Al menos la cena con Sadoc fue muy agradable y amena ydescubrí algo en él que me gusto; escribía poesía en sus ratoslibres, y curiosamente era siempre sobre la luz de la luna;eran preciosas. Como había dejado de llover, paseamos y noscontamos nuestras cosas; parecía que no sólo habíaencontrado a la luna como compañera de mis confidencias ydudas, si no que aquel vecino también me ayudaba a sentirmebien y segura como en mucho tiempo no me sentía, eraestupendo.

Page 32: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

32

Al regresar me senté en el porche de casa y todavía lacontemplé brillar en el cielo durante unos minutos, los justospara saber dos cosas: una, me estaba enamorando sin darmecuenta, y la luna parecía hasta sonreír; y dos, al día siguientereuniría a unos cuantos compañeros para hacer fuerza frentea un jefe explotador.

TERCER SENTIMIENTO FRENTE A LA LUNA EN UNANOCHE DE INVIERNO

Mis sentimientos en invierno siempre eran de una totalnostalgia de la primavera, que era la estación que, sin duda,más me agradaba de todas.

Hacía un frío intenso en la ciudad, salir a la calle suponíaun esfuerzo tremendo, pero los mensajes de Wassap deSadoc y la venida del nuevo jefe (o bueno, también podía serjefa), llenaban de calor y emoción aquella mañana fría delunes.

Por fin me había embarcado en la aventura del amor yaunque todo marchaba muy bien, siempre me preguntaba lomismo:

¿DURARÍA PARA SIEMPRE ESTE ROMANCE? ¿MELLEVARÍA BIEN CON EL NUEVO JEFE? Esas eran las dospreguntas que hoy le haría a la luna y, porque no, a él, no teníaporqué tener miedo.

El primer acontecimiento esperado en aquella mañana, fuealrededor del mediodía; mi nuevo superior era una mujer,

debería tener mi edad y no parecía a simple vista explotadora,en fin, veríamos como transcurría la semana tras su llegada.Estaba muy contenta por el hecho de que fuera mujer.

Por la noche y con el trabajo finalizado, mi chico vino abuscarme a la oficina para llevarme a cenar a un restaurante ytomar algo; según él los paseos por la playa a la luz de la lunaeran muy bonitos, sí, pero había que cambiar de vez encuando, y aunque no me apetecía especialmente porque aquellanoche era luna llena, no iba a discutir ni a contradecirle,siempre se podía disfrutar de ella antes o después.

Disfrutamos de una amena cena, italiana, la favorita deSadoc, en un buen restaurante; después fuimos a un Pubcercano a tomar una copa y allí nos encontramos con unapareja de compañeros de él; entre unas cosas y otras se noshicieron las cuatro de la mañana, cogimos el coche, pero vi queno se dirigía a casa, no, fuimos a una playa de rocas y allícontemplamos la luna bella y llena, mientras él me susurrabauna bella poesía al oído, y así vimos marcharse a la luna y vinoel amanecer. Yo no le había preguntado nada a ésta, pero paraqué estropear una noche de invierno, bonita, llena de amor,con preguntas a la luna: ya habría tiempo.

CUARTO SENTIMIENTO EN UNA NOCHE DEPRIMAVERA

La primavera había inundado mi jardín de flores preciosasque daban vida a mi casa y mi carácter se había vuelto más

Page 33: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

33

alegre y dicharachero. Aunque había una contradicción enaquel sentimiento feliz; Sadoc llevaba fuera un mes portrabajo, en Nueva York y todavía faltaba otro mes para suregreso, pero mi jefa no hacía más que celebrar fiestas en sucasa y a mí me había nombrado directora de Departamento,con un equipo de diez personas a mi cargo, y debía de acudir atodas esas veladas, aunque sabía que en cuanto él volvierabuscaría una excusa para no asistir.

Al llegar a casa, tenia dos llamadas suyas en elcontestador, me decía que me había sacado billete para ir aNueva York, a pasar unos días con él, pero yo tenía unproblema y serio, me daba miedo volar; y allí me encontrabayo frente a la luna y los dos perros preguntándole a ella ¿quédebo hacer al respecto?

Y sin querer, acurrucada en una manta fina, me quedédormida mirando el cielo y con mi duda.

Al día siguiente, medio amodorrada en la terraza y conalgo de frío en el cuerpo por haberme quedado dormida fuera,la incógnita seguía en mi cabeza ¿Volaba a Nueva York yvencía mi miedo? Pero aquel interrogante tenía que eliminarlode mi mente, debía de apresurarme si quería llegar aldespacho puntual.

Durante la jornada y aunque puestos todos mis sentidoscomo siempre en mi trabajo, no dejaba de pensar en si volar ono para ir a su encuentro y de paso vencer mi miedo al avión.

De vuelta a casa, de noche ya que mi jefa organizó aúltima hora una reunión de trabajo y acabé mas tarde de lo

previsto, no dejaba de pensar en Sadoc y en el avión, y cómodemonios le explicaría que tenía miedo a volar y que se mehacía muy cuesta arriba, aunque también es cierto que semerecía que superara aquel temor y volara hacia él. De modoque al llegar a casa y todavía bastante alterada por lo que ibaa hacer, me senté delante del ordenador y confirmé un vuelopara dos días después destino Nueva York y le mandé un mailexplicándole que iría, pero que me costaba volar más de lo quese imaginaba, pero que a pesar de eso mis ganas de verle eranenormes y asumiría el reto. También le mande un mail a mijefa contándole que me tenía que marchar unos días alextranjero por causas personales y que a mi vuelta leexplicaría con detalle lo que me había llevado hasta la ciudadde los rascacielos. A los diez minutos tuve contestación de losdos: mi jefa me dijo que me daba no más de una semana ySadoc me contestó que sabía que mi miedo era el avión, peroque si no iba tardaría un largo mes todavía en verle y que nosuperaría una fobia tonta e inexplicable que podía vencer conun poco de voluntad y ese era el momento. De modo que conesta idea, apagué el ordenador, me asomé a la terraza y la luzenigmática de la luna me sorprendió y exclame: ¡lo que hace elamor!

A los dos días allí estaba yo, en el aeropuerto, con unsudor en las manos insoportable, dos tilas y varias valerianas,que esperaba que me hicieran más tolerables las ocho horasde avión que me quedaban por delante y así tome aquel vueloque me llevó a la ciudad de los rascacielos y el ansiado

Page 34: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

34

encuentro con él. Eso hacía que mis nervios fueran dobles,pero ¡qué más daba!, seguro que merecerían la pena aquellosseis maravillosos días.

QUINTO SENTIMIENTO FRENTE A LA LUNA EN UNANOCHE DE VERANO

El verano parecía que se había adelantado por aquelprimero de junio, hacía ya bastante calor, pero como estabatan alegre porque faltaban dos días para el regreso de Sadoc,me importaba muy poco las altas temperaturas que sufríamos,aunque todos mis compañeros de trabajo me lo recordabancontinuamente.

De repente surgió algo imprevisto, mi jefa me llamó aldespacho y aquello hizo que se me aceleraran más los nerviosque de por sí ya tenía alterados. Tenía ganas de saber quédemonios querría mi jefa de mí, pero también miedo porque nosabía qué querría decir aquello, si se trataba de una llamadade atención por algo que hubiera hecho mal o algo distinto, nosé, pero estaba completamente intrigada y, porqué no,asustada al mismo tiempo.

En medio de todo este suspense, recibí como a mediamañana un bonito ramo de flores que no hay que decir dequien era, recordándome que en poco más de un díaestaríamos juntos; aquello me animó y me olvidé durantebastante rato de la reunión en el despacho de la jefa y me

tomé la mañana para darle mucho impulso a mi trabajo con lasdiez personas que formaban el equipo que yo dirigía.

Acudí al despacho de mi superiora, puntual, lo era desdebien pequeña. Pegué dos suaves golpes en la puerta, mearreglé antes la ropa, eso sí (llevaba un pantalón de vestir conuna chaqueta y una camisa de media manga blanca, el pantalónera de color rojo, mi favorito). Cuando me vio entrar, mesonrió, de modo que me tranquilizó bastante. Me senté, meofreció un cigarro, que acepté y un café al que también dijesí. Cuando me dijo que había decidido trasladarme el próximoinvierno a Londres para hacerme cargo de la dirección de lasnuevas oficinas de la empresa de Arquitectura para la quellevaba trabajando más de diez años, me quede blanca como lanieve. Al ver mi reacción me preguntó si me pasaba algo, y asíera: primero, él regresaba dentro de un día, y dos, tendríaque volar otra vez, uf, qué cuesta arriba se me hacía y ademásel se quedaba aquí, tendría que coger el avión bastante amenudo para poder verle; en fin, mi respuesta, no muy rápida,fue que me lo tenía que pensar; ella me dijo que el puestomerecía la pena, que me lo había ganado y que no debía dejarlopasar por alto. Así me despedí prometiéndole que en dos díastendría mi respuesta, pero que todavía tenía que asimilarlo ypensar qué hacer.

Así transcurrió el resto de la tarde, con todos miscompañeros pasando por mi despacho, felicitándome ydiciéndome que no fuera tonta y que no renunciara a esta

Page 35: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

35

oportunidad que se abría en mi camino, y era cierto pero ¿quéhacía con Sadoc y con mi vida?

Cuando llegué a casa, me esperaban mis dos perros, el míoy el de él meneando la cola y muy contentos de verme, pero nohabía caído en un detalle: había luz en el salón, y cuandoentré, allí estaba él con un aperitivo preparado y con un regaloencima de la mesa, os podéis imaginar mi cara de felicidad.Nos besamos no me acuerdo durante cuanto tiempo, el abrazofue infinito y creo recordar que dejamos el aperitivo paraotro momento y pasamos directamente a la cama. Hacía muchotiempo que no dormía tan bien y tan relajadamente, y por uninstante olvidé la propuesta de mi jefa de esa misma tarde.Antes o después debía de contárselo, aunque mejor con eldesayuno, no quería estropear aquella estupenda bienvenida ymaravillosa noche. Por cierto, antes de dormirme vi que habíaluna llena y la contemplé de una forma distinta por primeravez, parecía muy feliz y yo también lo estaba y abrazada aSadoc me dormí.

A la mañana siguiente, él se despertó antes que yo, y mepreparó un desayuno estupendo. Cuando me vio, me besó y medijo que estaba muy feliz de haber regresado, pero que teníaalgo muy importante que decirme, y me reí; él me preguntópor qué me reía, y yo le contesté, que yo también tenía algomuy importante que decirle, de modo que como era uncaballero, me dijo que fuera yo la que comenzara. Así lo hice,cuando terminé su cara fue de absoluta alegría, por no decirde inmensa felicidad; yo no entendía nada, de modo que le dije

que me explicara porqué se reía y él me dijo que su próximodestino durante un año era Londres y que no sabía comodecírmelo, de modo que aquello nos hizo reír a los dos. Desdeentonces supe cual iba a ser mi decisión, y lo curioso fue queno la había tomado frente a la luna sino junto a él, más felizno podía ser.

Escuchando el nuevo disco de Sergio Dalma en mi coche ycantando como una loca, me encaminé al despacho dispuesta adecirle a mi jefa que el próximo invierno contaran conmigo,sabía que se iba alegrar por mí, era una persona que desde elprimer momento en que llegó a la oficina había contadoconmigo.

Y allí estaba yo en su despacho y diciéndole que prontoestaría en Londres haciéndome cargo del nuevo despacho dearquitectura, y se alegró, y todos me felicitaron. Pero huboalgo más, de repente apareció Sadoc y delante de todos miscompañeros me pidió que me casara con él. Por supuesto,acepté. Por la noche lo celebramos en casa con compañeros yamigos. Nunca llegué a pensar que una noche de luna dierapara tener un final tan feliz.

NOCHE ESPECIAL DE LUNA LLENA

Ya han pasado siete meses y aún no sé como se lasarregló, pero lo hizo: se encargó de organizar nuestra bodaque se celebró por la noche en una playa de la costalondinense, y al lado de todos nuestros familiares, amigos y

Page 36: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

36

compañeros. Fue una ceremonia preciosa, con dos violinistas yel alcalde de aquel pueblo que nos casó (curiosamente eraespañol, con lo cual los invitados se pudieron enterar de losmomentos álgidos de la ceremonia). La luna fue nuestrotestigo una vez más, desde luego sabíamos los dos que éstaiba a estar ligada siempre a nuestras vidas, y queintentaríamos inculcar a nuestros gemelos, un niño y una niñaque nacerían en unos meses, el significado que ésta tenía, o almenos lo intentaríamos. Ah y nuestros perros fueron padrinosespeciales de aquella ceremonia durante la cual no dejaron unsolo momento de menear la cola de felicidad.

Page 37: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

37

Mª Antonia Redondo Vicente- nació hace sesentaprimaveras en Soto de San Esteban (Soria) Desde niña leíatodo lo que caía en sus manos, tanto lo hacía, que hastasentada a la mesa comía y leía a la vez, por supuesto lasregañinas de su abuela eran constantes, pero nada impidió quela lectura fuera su fiel compañera de viaje, luego en elinternado comenzó a escribir, primero por desahogo ydespués por el placer que ello le producía, y con la ayuda dealgún pequeño premio conseguido, le animaron a continuarescribiendo. Pero por avatares tuvo que hacer un largoparéntesis, y que hasta ahora no se había quebrado. Graciasal taller por darle la oportunidad de dar rienda suelta a sucreatividad y cumplir así su pequeño gran sueño.

Este relato se lo dedica a Carmen y Rubén, sus hijos, aBelén, Daniel y al bebé que viene en camino, sus queridosnietos.

A Ernesto, por brindar su amistad y apoyar durante lacreación de este relato.

Traspasando pantallas

Desde la perspectiva, que le daban las cuatro semanas quellevaba sin noticias de Carlos, Adela se encontraba inquieta,quizás nerviosa, y llena de dudas, todo era nuevo para ella. Lasredes sociales siempre le habían dado reparo, porque no lascontrolaba, nunca le gustaba lo que no podía tener asido, si nodel todo, sí en su mayor parte. Solo utilizaba Internet confines culturales, a través de ello conocía ciudades que de otraforma no podría visitar, su gran pasión era viajar y de éstamanera lo podía suplir, siempre sin dejar de lado que algún díacumpliría su sueño.

Una tarde a finales del otoño, Adela se encontraba másmelancólica que de costumbre, sucumbió a la tentación, y seconectó a Internet mientras se preparaba un cafetillo muycaliente con unas gotas de leche, su eterno compañero delecturas y de tardes somnolientas, se acurrucó en su sillónfavorito y aproximando la mesita del ordenador posó su tazaen una esquina, no sin antes haber dado un pequeño sorbo.Movió los dedos de sus pequeñas manos, preparándoles para elejercicio a los que los sometería toda la tarde, suspiróprofundamente, y comenzó su bautismo en las redes sociales.Poco a poco fue perdiéndoles el respeto, avanzaba enFacebook, sorprendida con la facilidad de su manejo. Entró achatear, aquí si que receló, pues sabía que las personas loutilizaban como engañifa, y una malsana diversión, perotambién habría alguien que no mentiría, que necesitaría

Page 38: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

38

comunicarse al igual que ella. La soledad a veces pesademasiado. Con éstas y otras disquisiciones, Adela chateaba,con jóvenes y otros no tanto, hablaba con fruición,disfrutaba, por primera vez en mucho tiempo, de una tardeanimada, casi sin darse cuenta, la noche había echado sumanto y ella estaba feliz.

A la mañana siguiente, se arregló, cogió su bolso y se mirópor última vez en el espejo, antes de salir a dar su paseomatinal por la pequeña ciudad marítima que también la habíaacogido. En ella quería pasar sus primeros años de unaincipiente vejez. Adela sentía sobre sus hombros el peso de laedad, pero de una edad más amplia que la que en realidadtenía, paso a paso se acercó al bello paseo marítimo, aspirabael aire húmedo y salino que el mar le traía, siguió andando,alejándose del bullicio, buscaba un banco donde sentirse máscerca del mar, atrapada en el infinito por los azulesmaravillosos del agua y cielo mediterráneos, y la luz cegadoraacariciando sus ojos. Entonces los cerraba, dejando volar suimaginación.

Le gustaba crear un mundo de fantasía, lleno deromanticismo trasladarse a épocas pretéritas, donde sólo lapoesía y el murmullo del mar lograban llevarla, se sentía tanfeliz en sus ensoñaciones que temía abrir sus ojos y destruirsu mundo mágico.

Poco a poco, como si volviera de una regresión hipnótica,abrió sus ojos color avellana y a través de los cristalesahumados de sus gafas de sol, miró el horizonte que tanto la

fascinaba y sonrió. Hoy, pensó, hoy sería diferente, novolvería a casa como hacía otros días, hoy iba a ser su díaespecial. Encaminó sus pasos hacia el casco antiguo de laciudad y comenzó su recorrido como si fuera una turista más.Se celebraba el aniversario de Joaquín Sorolla, pero no sabíasi de su nacimiento o fallecimiento, lo había olvidado, loimportante era su obra, sus magníficos cuadros que tanto legustaron la primera vez que los contempló, ahora los volvería aver, su emoción se acrecentaba, por fin cruzó el umbral delrecoleto museo de arte contemporáneo que tantas veceshabía recorrido, se dirigió hacia la sala de la derecha, allíestaban, quedó obnubilada de nuevo y evocó con nostalgia,cuando, acompañada de sus hijos pequeños, visitaron laBiblioteca Nacional de Madrid y juntos descubrieron el colory la luz mediterránea en los pinceles del gran Sorolla, desdeentonces, creció su admiración por el pintor levantino.

Callejeando por las empinadas y estrechas calles,admiraba su arquitectura de puerto pesquero, sus casitasblancas y azules con floridos tiestos en sus fachadas,recordaban otros tiempos más bulliciosos, cuando lospescadores regresaban con la preciada carga, tras un largodía de pesca.

En una de las callejuelas, subiendo las escaleras, encontróuna taberna que invitaba a entrar y saciar el hambre con unplato marinero. Con un rápido vistazo ojeó el local y se sentóal lado de la ventana desde donde el paisaje parecía habersalido de un cuadro de Sorolla.

Page 39: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

39

Llegó a casa cansada, pero con aires renovados, apenas sincambiarse entró en la cocina, se preparó el humeante yoloroso café de cada tarde y se dispuso a navegar de nuevopor las redes sociales.

Apenas comenzó a chatear, un nick quiso entablarconversación con ella. Le habló de la Toscana, de Florencia tanmonumental, tan exquisita, pisar su suelo era trasportarse aunos tiempos pretéritos de caballeros e intrigas palaciegas, yde arte, sobre todo de arte, con Santa María de la Fiore ytodo su grupo arquitectónico, entonces Adela le preguntó porla Santa Croce, la recordaba de un documental que le pareciófascinante, sí, la conocía, entonces se le presentó, se llamabaCarlos, le gustaba viajar como a ella, con la diferencia que éllo hacía físicamente y Adela viajaba, pero a través de laspantallas del televisor o del ordenador. Le gustaba la música,el baile y la lectura, tenían varias cosas en común, laconversación fluía sin esfuerzo, se hallaban cómodos,intercambiaron sus direcciones electrónicas, quedando para latarde siguiente sobre la misma hora.

Casi sin darse cuenta se fue adentrando en el mundocibernético, sus citas vespertinas con Carlos le hacían másllevadera su soledad, elegida, pero soledad a fin de cuentas,que a veces pesaba como una losa y le impedía ser ella misma.

El tiempo iba pasando, sus charlas parecían no tener fin,las despedidas se alargaban tanto, que recordaban a dosadolescentes, cuando comienzan a descubrir el amor en todasu extensión. ¿ Cómo podía suceder, si no se conocían? Adela

no daba crédito a sus sentimientos, la estaban zarandeandocomo una vara de fresno y no podía resistirse, se sentía vivapor primera vez en muchísimo tiempo. Hizo verdaderosesfuerzos por rememorar esos sentimientos, y los encontróen su adolescencia precisamente, que ironía, ahora, a laspuertas de su vejez se cerraba el círculo. Sintió el amor dehija, de madre, pero el ¿de mujer? No, el de mujer no, su ex,no la quiso nunca, buscó en ella una madre, no una esposa, niuna compañera para hacer juntos la travesía de la vida. Quéprofunda tristeza anidaba en su alma, siempre añoró el amor,quizás influenciada por la poesía del Romanticismo, perotambién gustaba de Quevedo, era tan actual, pero el amor ¿noes siempre el mismo? Pasa el tiempo, las personas, las épocasy el amor (los sentimientos) son siempre los mismos. Adelapensó, si no estaría enamorada del amor. En su búsquedaquemó mucha energía, se sentía cansada, agotada, cada vezmás y más, no vivía, se dejaba llevar por la vida cual barco a laderiva, que soporta estoico el fuerte embate de las olas.

La Primavera había irrumpido dejando atrás el frío delinvierno, algo parecido sentía Adela en su interior, Carlosconsiguió cimbrear su vida desde lo más profundo de su ser,tanto, que le parecía vivir con un punto de irrealidad, eraamor, pasión o una ilusión desmedida, que le provocaba unextraño, porque Carlos a fin de cuentas era un extraño, no loconocía ni por fotografía, se guiaba por lo que le describía, enese aspecto era ingenua, una ingenua con mucho trayectorecorrido, menos en el sentimental.

Page 40: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

40

Todas las tardes, la luz vespertina se apagaba a la vez quesus parrafadas. Eran horas, y horas, placenteras, delante delteclado, hoy Carlos la sorprendió, quería conocerla, viajaría aMadrid desde Barcelona. Adela consintió, era un buen lugar,cualquier rincón de la ciudad era su casa, la conocía desde suslejanos quince años, cuando neófita pisó el asfalto de suscalles de gran ciudad, ella que venía de la recia estepacastellana, era un deleite para sus ojos, los que mantenía muyabiertos para no dejar escapar nada, era una esponja, loabsorbía todo, acababa de descubrir un mundo nuevo del quequería sentirse una más de sus habitantes. Sedienta comoestaba de conocimientos descubrió los museos y el Madrid delos Austrias, que tanto había oído nombrar y el Metro, todo unmundo subterráneo que transportaba cantidades ingentes depersonas. Le llamaba la atención la prisa que llevaban, siempreiban corriendo, como si fueran apagar un fuego, de ahí, quecon el tiempo bajara las escaleras a unas velocidades que atodos dejaba asombrados y lo curioso es que nunca se cayó.

A medida que se acercaba la fecha del encuentro, Adelase imaginaba a Carlos, muy alto, de ojos verdes y decomplexión fuerte, era lo que él le decía. Sin esperarlo, esatarde se rompió la magia, Carlos no se conectó, en un principioella no le dio mayor importancia, pero lo que parecía unaeventualidad se fue convirtiendo en habitual, Adela sedesencantó, tanto, tanto, que un baño de realidad inundó suespíritu y la envolvió en melancolía; pero no se encerró encasa, recuperó su rutina, sus habituales tertulias con amigas

alrededor de unas aromáticas tazas de café, recuperó lospaseos hasta la playa y sus lecturas nocturnas, no podía serbueno aquello que tanto la cambiaba. Las luces del alba laencontraban sumergida en la lectura, leía con tal fruición, queprácticamente devoraba los libros, siempre le gustó meterseen la piel de los personajes. Como actriz, no tenía las dotespara haber hecho de ello su profesión, así que la otra opciónfue convertirse en una lectora compulsiva; y ahora teníatiempo, todo el tiempo del mundo para dedicarse a ello.

La tecnología ayudaba, los libros electrónicos, que apenaspesan, y almacenan tal cantidad de libros, que cada persona esuna biblioteca andante, pero, era otra pantalla más que habíaque traspasar. ¡Oh! Sorpresa, en cuanto abrió su correo lo viollenito de emoticonos florales y de besos, era Carlos (habíadado señales de vida)..., pidió tantas disculpas y de todasformas posibles, que Adela templó su ánimo y le dio otraoportunidad.Poco a poco las confidencias se hicieron másíntimas, llegó un momento en que necesitaban sentirse máscercanos. Mientras charlaban escuchaban música, nuevossentimientos comenzaron a brotar, eran tan fuertes quetraspasaban las pantallas de los portátiles, era tan intensosque notaba rejuvenecer como si hubiese tomado una pócimabrujeril, lo había convertido en una adicción, cada tardeesperaba su dosis, su dosis ¿de qué? Pues una dulce dosis defantasía otoñal.

Adela acostumbraba desde muy niña a repasar losincidentes del día, hablando con su almohada, entonces le

Page 41: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

41

aparecían los temores, las dudas, ante la relación un tantoextraña que estaba manteniendo con Carlos, pisaba arenasmovedizas, le faltaba confianza para lanzarse al abismo, elriesgo que entrañaba era mucho, a su edad cuesta mucho másrecuperarse de un desengaño amoroso.

Durante el día no dejó de pensar en ello, y estando enestas y otras diatribas se conectó a Internet con su taza dehumeante café. Entre sorbo y sorbo pasaba el tiempo y Carlosno se conectaba. Su intuición le decía que eso era el principiode muchas tardes sin él, y no se equivocaba. A lo largo de losdías se fue atemperando, no sentía dolor más bien decepción;llegó a la conclusión que Carlos era un inmaduro emocional y unególatra, tenía una palabra para él ”cobardía”. Se habíacomportado como un niño de quince años en el cuerpo de unhombre maduro, muy maduro. ¿Todo era un sueño? No, no loera, la imperante realidad se lo mostraba tozuda una y otravez, sólo había tenido un poquito de ilusión por unos días, queandando el tiempo le harían sonreír por su ingenuidad, laexperiencia algo la había cambiado en su interior, aunque nosabía muy bien el qué.

Dispuesta a zanjar estas idas y venidas, se colocó frenteal ordenador para mandarle un correo, quedarían en Madrid, siaceptaba, se encontrarían, mientras ella maquinaba su plan B.Don Guadiana contestó con otro correo, pero esta vez sí quela sorprendió, se lo dio todo planificado para su encuentro enMadrid, y eso la descolocó. Pese a todo decidió continuar

adelante, algo no le cuadraba, había que descubrir lo que seescondía ,y si en verdad Carlos era así.

Llegó la hora por fin... quedaron para comer, desde laPuerta del Sol, su punto de encuentro, Adela lo adentró porentre las estrechas calles del viejo Madrid, buscaba unataberna con reminiscencias pasadas, con un encanto especialque hacía tiempo visitó.

El gran ramo de rosas rojas con que la obsequió la dejóanonadada, emocionada, tuvo que hacer un esfuerzo para quesu voz no se notara temblorosa, y esbozando la mejor de sussonrisas le agradeció tan buen detalle. Carlos le devolvió unafranca sonrisa, la comida transcurrió animada, su charlaagradable parecía que a Adela le hacía bajar la guardia sin sermuy consciente de ello. Fueron paseando hacia los jardines deSabatini, admirando el Palacio Real y se sentaron frente a él.Carlos tomó sus manos, las besó y un estremecimientorecorrió su cuerpo, sus ojos verdes se clavaron en los suyoscomo una espada de fuego, que la traspasó.

Sintió sus carnosos labios en los suyos, un profundo ylargo beso que no tenía fin, eso ¿qué era eso? Eso era elpreludio de una gran noche de pasión.

Despertó entre sus brazos, sus varoniles brazos y seacurrucó, se hizo más pequeña si cabe, Carlos la abrazó muyfuerte, Adela no quería tener que separarse de él...Permanecer juntos, abrazados, detener el paso del tiempo,era feliz, inmensamente feliz, nunca lo había sido tanto.

Page 42: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

42

Ese día no salieron de la habitación del hotel, entre susconfidencias y sus demostraciones amorosas, apenasnecesitaron de otro alimento; las horas pasaronirremediablemente y Carlos en poco tiempo se encontraríavolando hacia Barcelona, y ella... ¿ella qué? Se habíaenamorado perdidamente de él, ¿sería correspondida? Apenashiló este pensamiento, cuando las palabras estaban brotandode su boca, él la miró sonriente y la atrajo hacia su pechoabrazándola muy fuerte, besándola con tal pasión que disipótodas las dudas que pudiera quedarle. Fueron juntos hasta elaeropuerto de Barajas, su tiempo se extinguía y una furtivalágrima rodó por el rostro de Adela y permaneció allí aúncuando el avión de Carlos ya surcaba el cielo madrileño.Obscurecía cuando tomó el Metro hacia su casa, su cuerpoestaba en el vagón pero su mente no había salido de aquellahabitación de hotel donde conoció la mayor felicidad quepodía esperar.

Al salir del Metro apresuró el paso para engancharse alordenador y ver a Carlos, pues ahora instalaría la webcam y severían aunque extrañaba el tacto de su piel, su olor, sus besosy para que engañarse, todo él, desde el momento de suseparación. La pantalla se iluminó y su rostro también, allíestaba Carlos, con palabras dulces, con la mano en la cámarapara que ella hiciera lo propio, sentirse cerca, lo mas cercaposible, que la distancia les permitía. Así estuvieron días,semanas que a Adela le parecieron eternas, tenía unanecesidad acuciante de volver a sentirle, de sentirse mujer

entre sus brazos, Internet era tan frío…Se lo propuso aCarlos, pero esta vez sería Adela la que fuera a visitarle, noreaccionó como ella esperaba, las excusas e inconvenientesque le ponía no le resultaban creíbles, volvieron sus dudas ytemores de otro tiempo, pero ahora le rompería en milpedazos el corazón, de momento se conformaba, aunque noformaba parte de su carácter, a ver cuánto tiempo resistiríaestar en ese impás. Don Guadiana volvió a las andadas, ahoraestoy, mañana no, esta situación la desquiciaba, ¿qué tipo derelación era esa? ¿Dónde quedaba su dignidad? ¿Por quéaguantarlo? Sabía que la situación no podía alargarse en eltiempo, era un desgaste que no llevaba a ninguna parte. Adelavolvió a recibir un correo más de Carlos proponiéndole versede nuevo en Madrid, su corazón correría a su encuentro, perola razón le decía que acabara con esa relación, perjudicial,dañina, que no le aportaba nada, únicamente una dependenciasexual efímera, por que amor lo que se dice amor, Carlos no selo daba, el calor de la relación sólo lo ponía ella. Por eso noquería verle, pero ¿cómo negarse ante su tenaz insistencia yla tentación de su piel? ¿Soportaría los vaivenes de Carlos?¿Sería una mendicante de cariño? El futuro no se lepresentaba muy halagüeño, ¿qué hacer?... No le dio tiempo anada, Carlos estaba en Madrid y ella tan azorada, no se lopensó y fue corriendo hacia él.

La furia de la pasión nublaba la razón, en la mismahabitación que la primera vez se respiraba la fogosidad de doscuerpos entregados, desesperadamente, hasta los últimos

Page 43: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

43

estertores del placer. De nuevo repetían lo mismo, tanto, que,incluso no pisaron la calle, sino para alejarse.

Esta vez Adela no le acompañó, sumida en suspensamientos se dirigió a su casa, un sentimiento de culpa seapoderaba de ella; pero no pudo resistirse y encendió elportátil, Carlos estaba allí, desde su teléfono seguíaengatusándola... ella seguía perdida... ¿hasta cuando? ¿Hastacuando?... Estaba tan perdidamente enamorada de él que nosabía cómo iba a salir de esa espiral. ¿Qué hacer?... ¿Quehacer?... Se repetía machaconamente en su cerebro.Desesperada, se tiró sobre la cama y llorando atormentada sedurmió.

Page 44: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

44

Fernando Medina (Madrid 1962) manifestó desde jovensu interés por la escritura escribiendo cuentos y relatoscortos. Se presentó a varios concursos literarios, sin éxito.

En 2007 mezcló sus aficiones por la gastronomía y laescritura en un blog: «Las aficiones de Fernando». En laactualidad, basándose en el blog, trabaja en una guía turísticasobre la gastronomía alicantina

Atrapado en la lluvia

La llamada de teléfono había despertado a Luis Sampietrode su sueño resacoso. Se miró al espejo y constató su aspectofrancamente malo, tenía los ojos rojos fruto del alcoholingerido la noche anterior, jugándose el poco dinero que lequedaba en un casino virtual. No le gustaba nada aquello de loscasinos virtuales, el póker perdía su encanto al no tener elcontacto emocional con el resto de los jugadores, pero llovía amares y no quería salir de casa. Al final una noche más delluvia, póker y whisky, apenas unas monedas en su bolsillo y latarjeta a cero.

Sampietro odiaba la jodida lluvia. Estaba cansado de lalluvia, en los últimos años el clima había ido cambiando y deesos inicios de verano cálidos y secos que le gustaban, sehabían transformado en calurosos y muy lluviosos, como siaquello fuera una ciudad del trópico. Tenía que irse a algúnsitio donde el único agua que oyera caer, fuera por lastuberías.

Se volvió a mirar en el espejo y vio cómo su piel a pesar desu juventud, empezaba a ajarse y en la barba ya aparecíancanas que le deban un aspecto de desaliño y abandono, lo cualno estaba muy lejos de la realidad, le dolía la cabeza perotendría que afeitarse, hoy iba a visitarle un posible cliente, eltipo que le acababa de llamar y no quería perderle, al menosno antes de que abriera la boca y sintiera su aliento.

Page 45: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

45

De mala gana se afeitó y tenía mejor aspecto, volviómirarse en el espejo y vio como la diferencia del color de susojos se había hecho más notable. Los ojos de Sampietro eranmuy especiales, no es que viera más que los demás, pero teníanla rareza de ser de colores diferentes y muy sensibles a laluz, ya que dependiendo de la intensidad y del color de esta,eran capaces de cambiar en las tonalidades del verde hasta elgris, lo que en contraste con su piel morena y el pelo negro, ledaba un aspecto extraño que a las mujeres siempre habíaatraído mucho y que durante toda su juventud hizo que fuerala envidia de sus amigos, por la facilidad que tenía paraencontrar compañía.

Esos ojos eran aún un reclamo para ellas aunque ya no tanpotente, las canas que aparecían, la barriga que empezaba anotarse y una actitud descreída hacia todo, no provocabandemasiado atractivo a pesar del poder hipnótico de sus ojos.

Tomo una ducha, cogió una la única camisa limpia que lequedaba en el armario y decidió que en cuanto tuviera dinerovolvería a llamar a la señora que se ocupaba de las cosasbásicas de la casa.

Salió a la calle bajo la lluvia torrencial y aunque le hubieragustado coger un taxi para ir hasta el despacho, prefirióguardar lo poco que tenía para otra cosa. La verdad es quedesde hacía cinco años, desde que lo expulsaron de la policía,su situación económica no había hecho nada más queempeorar, los pocos ahorros que tenía habían desaparecido enpoco tiempo y el hecho de que lo expulsaran con deshonor no

le dio ni la oportunidad de volver ni de ningún tipo decompensación económica.

La realidad era que su expulsión fue una nueva repeticiónde aquello que había marcado su vida, como se repetían lasgotas de agua de aquel jodido día de lluvia, gotas iguales quecaen una tras otra, idénticas y que lo único que las diferenciaes el momento en que caen, pero siempre parecidas.

Llegó al despacho empapado, manando agua, el agua nohabía traspasado la ropa pero estaba allí escurriendo,mojándole las manos, el suelo, todo. Su despacho estaba en unbarrio céntrico y marginal, desde hacía algunas décadas sehabía convertido en un barrio de emigrantes ilegales,delincuentes, prostitutas, la élite de aquella sociedad, peroque con su economía era el único sitio donde se podía permitirtener un despacho. Necesitaba un cliente nuevo, un caso conel que ganar un buen puñado de dinero que diera un impulso asu vida, que le permitiera dejar atrás aquel cuchitril yaquellos trabajos de «protección, seguridad y cobro» que enel fondo no era nada más que delincuencia de poca monta comocobrar «intereses» de préstamos imposibles de devolver,«tasas» a las prostitutas o contactos con sus antiguos colegasde la policía para saber en que se estaba trabajando quepudiera afectar a sus clientes. Sus ex compañeros sabían desus andanzas y necesidades y le daban información controladapara que pudiera seguir viviendo sin dar un paso más en susactividades delictivas.

Page 46: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

46

El ruido del agua que chorreaba por las cornisas deledificio se vio interrumpido por la melodía del teléfono.

—¿Está ya en su despacho? —preguntó de forma seca.—Sí —respondió Sampietro sin mucho entusiasmo—. La

puerta está abierta, pase sin llamar.La comunicación se cortó desde el otro lado casi sin

tiempo para terminar la frase. A través del teléfonoSampietro escucho las gotas de agua al caer sobre el coche ypensó que tendría que volver a recoger el agua cuando suvisitante se fuera.

Estaba acabándose de preparar una taza de café cuandooyó unos pasos anunciando que Sergei había llegado. Sergei,como le había dicho que se llamaba era un tipo fornido de pelorubio, facciones duras y ojos claros. Unos segundos más tardeentro en el despacho de su acompañante, mismo prototipopero más alto y más fuerte y sudaba, sudaba mucho puesvestía una chaqueta que le servía para ocultar el arma queintentaba a duras penas ocultar tras ella.

Sergei hizo un gesto y su acompañante salió cerrando lapuerta tras él, al tiempo que Sampietro señalaba un sillón paraque Sergei se sentara.

Sergei miró la silla que le ofrecían y el resto de laestancia con cara de asco, preguntándose cómo alguien podríavivir en aquella cochambre. El ruido de las gotas de lluvia quese intensificaba provocaba un ruido fuerte que apagaba elcrujido de los cuerpos al sentarse sobre los desvencijadossillones.

—Usted me dirá —dijo Sampietro tomando la iniciativa dela conversación.

—Soy una persona directa así que iré al grano —aclaróSergei—. Tengo una pequeña sala de fiestas en las afueras dela ciudad y algunos otros negocios. —«La sala le blanquea eldinero del resto de los "negocios"», pensó Sampietro.«Últimamente esos ingresos se han visto muy reducidos por laintervención de la policía lo que significa que alguno de miscolaboradores me la está jugando».

—Entiendo, continúe por favor —asintió Sampietro.—Esta es Raquel, la cantante del local y una buena amiga

mía —dijo Sergei dejando una foto de una mujer sobre lamesa.

«¡Vaya, una clásica historia de cuernos!», pensóSampietro. Miró de cerca la foto y se sorprendió, la chica, unarubia platino de bote, era mona pero había estado con putasmás guapas que aquella.

—Todo el mundo me dice que debe ser ella —interrumpióSergei los pensamientos de Sampietro—, pero a mí me cuestacreerlo. La trato como una reina, tiene todo lo que desea y nosé qué mierda le puede ofrecer la policía para que le puedacompensar traicionarme —concluyó con la voz más alteradaque antes.

»Quiero que me digas lo que está pasando —continuoSergei. Me he informado sobre usted, sé que es bueno en sutrabajo, que tiene pocos escrúpulos y aún menos dinero y yoestoy dispuesto a pagarle bien.

Page 47: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

47

Sampietro se preguntó que llamaría «pagarle bien», nopodía ser demasiado exigente no fuera a perderle, perotampoco debía de rendirse sin pelea.

—Ahí tiene 10.000 —dijo sacando un fajo de billetesatados con gomas del bolsillo de su pantalón—. Tambiéntendrá acceso libre al local donde trabaja.

»Tengo algunas condiciones que debes conocer antes deaceptar —prosiguió Sergei—. Nunca me llames, no me fío denadie de mi entorno, yo te llamaré. No hables con tus amigospolicías, no estás trabajando en nada y nunca hemos estadojuntos y sobre todo no olvides que Raquel es de mi propiedady no permito que nadie me quite lo que es mío.

—Acepto —dijo Sampietro.—Esto te será útil en su tarea —dijo Sergei dejando

sobre la mesa un pen drive—. Si necesitas alguna otra cosa,dímelo, te la facilitaré, pero recuerda, yo te llamaré

Se levantó y sin decir palabra salió por la puerta dejandoque penetrara de nuevo el cansino ruido de la lluvia.

El primer día de trabajo no le llevo a ningún sitio, la chicaera una chica normal, desayunó en un bar, fue a clase de baile,comió en un bonito y discreto restaurante con Sergei, quienluego la acompañó a casa. A las ocho un coche vino a buscarla,la recogían para llevarla al trabajo.

Sampietro regreso a casa, se secó de toda aquella malditaagua acumulada durante el día y decidió ir a la sala de fiestas.Allí, pronto se dio cuenta de que se escondía una casa de

juego ilegal y por la pinta de los participantes no eranjugadores de ruleta, si no de póker, un tipo de personas que élidentificaba muy bien. La verdad es que Sergei era un tipolisto, tenía sus negocios bien diversificados, pensó con ironía.

Intento colarse en una de las timbas pero enseguida unfornido moreno le llamo la atención.

—Perdone, ¿Dónde va usted? —increpó con correcciónpero con firmeza.

—He visto que entraba gente y quise ver a donde iban —dijo Sampietro con naturalidad.

—Es una fiesta privada.Sampietro dio media vuelta con un gesto amigable hacia el

portero, pensando que no era tiempo de meterse en follones,que su propósito era otro.

Entró en la sala donde en cinco minutos empezaría acantar Raquel. Se apoyó en el fondo donde apenas era visibledesde el escenario y se dispuso a ver en acción a aquella chicapor quien alguien estaba dispuesto a gastar tanto dinero.

A los pocos minutos apareció con un vestido negro conbrillos, amplio escote que mostraba una buena parte de suspechos, minifalda y botas negras; el vestido lo insinuaba todopero no dejaba ver nada. Era una chica atractiva. Saludó alpúblico y empezó a cantar, no sonaba mal pero tampoco mejorque cualquiera de esas cantantes que se pasan el verano enuna caravana cantando de pueblo en pueblo. Pero todo cambiócuando se giró, dio la espalda al público y movió su trasero alritmo de la música. Sampietro observó como todos los

Page 48: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

48

hombres de la sala estaban hipnotizados por aquel movimientosensual, como si el tiempo se hubiera parado y solo el crujidode los hielos al deshacerse en las copas, pudiera escapar de lamagia del momento. Tras una media hora de espectáculo yrealmente había sido un espectáculo, la chica se retiró, volvióal rato y se sentó con algunos clientes con los que charlóanimadamente y a las 12 volvió a cantar y la misma burbujaatemporal se volvió a crear, como una especie de velo mágicoque hacía creer que todo lo que no fueran las caderas deRaquel carecía de importancia en todo el universo. Trasacabar y repetir el proceso de acompañar a algunos clientes, alas dos en punto el tipo que la recogió en su casa, apareció.Cambió unas palabras con la persona que estaba y se fue.

Dos días más se repitió la vigilancia bajo la lluvia, sin nadadigno de destacar, sin nada sospechoso, de no ser por tenerde amante un tipo como Sergei, se podría decir que llevabauna vida absolutamente normal. Lo único que rompía aquellarutina eran las llamadas apremiantes de Sergei para saber sidescubría algo, pero las cosas necesitaban su tiempo y así selo dijo por teléfono «si tanta prisa tiene quizás lo mejor seatorturarla para saberlo», pero el silencio que se hizo al otrolado le dio a entender a Sampietro que lo estaba pensando ydecidió que era mejor ser lo más parco posible en palabras.

Esa noche Sampietro decidió que debía conocerla paraintentar ir más rápido y así se dirigió a un camarero.

—Le podría decir a la señorita que me gustaría invitarla auna copa.

—Claro señor, yo se lo diré en cuanto acabe la actuación —contestó el camarero con una enorme sonrisa al ver la propinaque le estaba dando Sampietro.

Como siempre tras el espectáculo se retiró a su camerinoy posteriormente salió a la sala, se dirigió directa hacia sumesa.

—Me han dicho que quería hablar conmigo —dijoamablemente Raquel.

—Si por favor siéntese —añadió—, me han dicho que lagusta el champán.

Se sentó y sonrió y aquella sonrisa le llevo al pasado, a unasonrisa similar, a unos tiempos felices, a una tragediainusitada, a la venganza, la cárcel y a un cuchitril de un barriomarginal. Y ella habló y él escuchó y respondió, pero noentendió, su mente como un tornado iba de una sonrisa a otra,de presente a pasado, como el vapor que se convierte enlluvia, maldita lluvia, para volver a ser vapor.

Aquella noche Sampietro, no pudo dormir. Constantementela imagen de María venía a su cabeza. La conoció en un club dealterne de carretera, cuando entró en el reservado en el queestaba a punto de meterse una raya de coca y ella con unasonrisa franca y preciosa le dijo: esa raya no te conducirá aningún sitio interesante. Él la ignoró pero la sonrisa se lequedó grabada en la mente y empezó a frecuentar el local.Unos meses más tarde María se trasladó a su casa y recuperóuna vida que quizás nunca debió dejar. Fueron tiempos defelicidad, de pasión, de luz y de sol, pero la lluvia volvió.

Page 49: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

49

—Puedo coger hoy el coche —preguntó María—, llueve unabarbaridad.

—Si cógelo, tengo que ir juzgado a declarar contra elcanalla de Oswaldo —contestó Sampietro.

—¿Es ese tipo del que hablaban ayer en el telediario quele busca medio mundo? —preguntó María.

—El mismo.María se fue a la ducha y el agua que salía se confundía

con el agua de la lluvia en una tormenta de agua y truenosvirulenta.

Le dio un beso y le sonrió, «nos vemos esta noche cariño,que tengas un buen día», con esa sonrisa que entraba por losojos y penetraba hasta el alma.

Siguió en la cama en una especie de duermevela hasta queun sonido seco le despertó. Aquello no era un trueno, selevantó y miro por la ventana y vio una columna de humo yfuego saliendo de la acera. Se puso los pantalones y saliócorriendo por la puerta. Al salir del portal decenas de cocheshacían sonar sus alarmas y tras recorrer algunos pasosdescubrió su coche, rodeado de llamas, que agonizaban bajo lalluvia, un montón de hierros retorcidos y entre ellos el cuerpoinerte de María. La cogió la cabeza y la habló, la suplicó quesiguiera viviendo y lloró y lloró como no había llorado nunca ysus lágrimas las arrastró la lluvia para mezclarlas con lasúltimas gotas de sangre de su amada María y juntas sedirigieron rápidamente a una alcantarilla cercana.

Se suspendió el juicio y Oswaldo salió libre bajo fianza yél ciego de rabia, bajo la misma torrencial lluvia que arrastróla sangre de María, una mañana le vació el cargador de suarma reglamentaria. Fracasó, mató a un guardaespaldas peroOswaldo, junto con dos heridos por bala más, salió con tansolo un rasguño en un brazo. Y su descenso a los infiernoscomenzó con cinco años de internamiento bajo vigilanciapsiquiátrica, pero él no estaba loco, solo loco de ira ydesesperanza

Los siguientes días siguieron en la misma tónica, vigilanciadiaria que no daba ni fruto ni pistas y por la nocheconversación con Raquel a la que de mala gana debía compartircon otros clientes. Durante aquellos ratos él se sentía otrapersona, sin intentar perder el carácter profesional deaquellas conversaciones se mostraba agudo y divertido y ellale miraba los ojos y se reía, reía despreocupada y feliz, comoalguien que vivía en una burbuja a la que no afectaba lo quepudiera suceder fuera.

La noche del tercer día ella se le acercó.—Esta noche no vendrán a recogerme, tendremos más

tiempo —dijo Raquel en un tono lleno de promesas.Eso era lo que Sampietro deseaba en esa fiebre de amor

que vivía pero no era ni lo que necesitaba. Cuando ella se sentóa su lado le explicó que nadie iría a buscarla pues le habíadicho a Sergei que no era necesario pues se iría tomar unacopa con una amiga. Charlaban de todo y nada, investigándose

Page 50: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

50

y conociéndose, pero cuando tenía esa sonrisa enfrente, aSampietro se le olvidaba su misión, y las palabras de Sergei.Cuando salieron del local ella le agarró del brazo paraprotegerse de la lluvia que seguía cayendo, ahora consuavidad. Se montaron en el coche y la llevó a su casa. Ella lepropuso tomar un café pero él vio tras los cristales mojadosde un coche, al contraluz de una farola, una silueta.

—Hoy no puede ser —dijo Sampietro. Es mejor que tevayas ya.

Ella le miró sorprendida, iba a preguntarle pero vio unasombra de preocupación en sus ojos y decidió no hacerlo,estaba acostumbrada a no hacer preguntas. La distancia alportal no era grande pero la lluvia se había intensificadomarcando esas caderas poderosas y sensuales de Raquel ycuando llegó, se volvió y sonrió al tiempo que se despedía de élcon la mano.

Si su sonrisa valía 100 de los grandes, su culo no eramenos —pensó con ironía Sampietro viéndola adentrarse en elportal.

Pocos minutos después la pantalla de su móvil se encendióindicando «Identificación oculta», solo podía ser Sergei.Descolgó de mala gana, era su cliente.

—Hola Sampietro, espero no haberte despertado —sonópor los altavoces del coche.

—Creo que ya sabes que no dormía —respondió Sampietro.—Solo quería recordarte lo que te dije el primer día, —

continuó. No acepto que nadie me quite lo que es mío y aunque

no te lo dije, mucho menos la traición. No creo que necesitesmás explicaciones.

Se oyó el clic de que al otro lado habían dado laconversación por terminada. Había parado de llover y pudo veren la lejanía una luna casi llena, brillante y blanca queiluminaba la ciudad. Detuvo el coche, tenía que decidir quéhacer o bien se olvidaba de Raquel y dejaba el caso o lallamaba y la contaba la verdad y que ella decidiera. Nuncahabía sido un hombre de mucho pensar, si no más bien primeroactuar. Llamó a Raquel y como el teléfono daba señal deocupado dio media vuelta y se dirigió de nuevo a su casa. Elcoche sospechoso de antes había desaparecido. Volvió amarcar y esta vez sí hubo respuesta

—¿Que pasa que llamas a estas horas? —dijo con vozexcitada.

—Necesito hablar contigo —contesto Sampietro—, creoque estas en peligro.

Estas palabras la sobresaltaron, acababa de colgar aSergei y la conversación no había sido fácil, la había insultado,despreciado y amenazado y se había preguntado el porqué deaquello, ¿sería por Sampietro?, él no sabía nada de Sampietro¿o sí?, ¿acaso la espiaba?.

—Sube —dijo Raquel, sin tener claro que aquello era unabuena idea.

—No, es mejor que vayamos a otro sitio, cógete algo deropa, es mejor que no duermas en casa.

Page 51: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

51

Sampietro llamó a su padre y le explicó que estabatrabajando en un caso y que iría acompañado de una chica yque dormirían allí. A los pocos minutos Raquel apareció con unapequeña maleta, se metió en el coche con una mirada depreocupación y Sampietro arrancó.

Su padre les había preparado la habitación pequeña condos camas y allí sentados cada uno en una, Sampietro laexplicó por qué la había conocido, que Sergei era su cliente yella lloró y se indignó y él la hablo de las sospechas de Sergeiy de sus sentimientos, de cómo el fuego había surgido enaquellas escasas horas que habían compartido. Y ella hablo desu inocencia, de envidias y de mentiras que crecían al abrigodel dinero de Sergei, y él también la habló de susexperiencias, de cómo acababan muchas veces la chicas comoella cuando se relacionaban con gente como Sergei y entrelágrimas, besos y sudores compartidos hablaron de futuro, depromesas, de nuevas vidas donde se podría volver a empezar,con la memoria limpia.

Compraron dos billetes de avión por internet yplanificaron el día siguiente. Raquel sacaría los pocos ahorrosque tenía en el banco y Sampietro dejaría el coche enfrentede su casa, alquilaría otro, la vendría a buscar y se irían. Nodebían hablar con nadie, móviles apagados y estar por la callelo menos posible. Sergei no vería con buenos ojos que sefueran juntos y hasta mediodía que había quedado a comer

con Raquel, no saltarían las alarmas, es decir tenía menos de24 horas en el mejor de los casos.

Todo fue según lo planeado y poco antes de mediodía seencontraron en la casa, se miraron y se besaron. Salieron porla puerta «voy a cerrar con llave, vete dejando la maleta, es elcoche que está en doble fila, el blanco, lo he dejado abierto».Cuando Sampietro llego al portal vio a Raquel bajo la lluviaacercándose al coche. Abría la puerta del portal cuando unamoto se paró enfrente y Sampietro lo entendió todo. Dosfogonazos secos, un segundo después un tercero y la moto sepone en marcha. Sampietro oyó el ruido agudo de los cristalesde la puerta del portal deshacerse en añicos al caer contra elsuelo y oyó el ruido sordo de Raquel al golpear contra el sueloy como las gotas de lluvia golpeaban rítmicamente contra sucuerpo inerte y Sampietro comprendió que la lluvia creaba losbarrotes de la cárcel en la que estaba atrapado su destino.Corrió hacia ella, se arrodilló y vio dos grandes heridas debala en su pecho por las que fluía un manantial de sangre quede nuevo y como una maldición repetida, se mezclaba con lalluvia para caer a la acera y difuminarse en un pequeñoriachuelo. Aún tenía algo de vida, no podía hablar pero con susojos intentó pedir disculpas por no cumplir lo que hacía tanpoco se habían prometido.

Raquel expiró y Sampietro hizo un gesto de levantarsepara huir, pero se dio cuenta de que no hay vida cuando no haynada por lo que vivir, que si los sicarios de Sergei regresaban

Page 52: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

52

estaría allí y se tumbó sobre la acera, bajo la lluvia y seabrazó a ella, empapado de agua y lágrimas, esperando a quelos matones o la policía vinieran a buscarlo.

Page 53: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

53

Antonio Aracil Luciano tiene actualmente 65 años.Alrededor de los 45, tras padecer unos problemas de todotipo (de salud, profesionales, familiares, etc.) se dio cuentade que escribir le hacía un gran bien.

Desde entonces desarrolla esta «terapia» y el resultadoha sido sorprendentemente beneficioso, lo que unido a suafición por la lectura le ha convertido en un hombre nuevo yestará agradecido por siempre al hallazgo de ambas aficiones,que por otra parte recomienda a cuantos le rodean.

El taller de escritura le ha permitido conocer secretosque le van a facilitar en el futuro mejorar la construcción desus textos, aunque su destinatario final no sea otro que élmismo.

El monzón

El monzón llegó antes de lo esperado y aquel año de 1.969marcó nuestras vidas para siempre.

Las lluvias provocaron inundaciones muy superiores a lasde años anteriores. Al cabo de una semana veíamos conpreocupación cómo el nivel de las aguas subía constantementey era evidente que tendríamos que recoger nuestras escasaspertenencias y trasladarnos a zonas más altas.

Tardamos cinco días y sus noches en llegar y sin apenasdarnos unas horas de descanso, y al hacerlo, después decolocar lo poco que llevábamos en la vieja casa que habíapertenecido a la familia de mi madre encendimos un fuego ynos acomodamos alrededor.

Mi hermana pequeña Rajad, rompió por fin a llorar. Creoque el miedo y la tristeza impidieron a mis padres acercarse aconsolarla.

Había resistido hasta entonces a pesar de sus nueve añosde edad de forma admirable aunque en ningún momento habíapodido evitar su expresión de miedo y el cansancio no parecíahaber hecho su aparición en ella, pero ahora sucumbió —creoque lo hicimos todos— ante lo complicado de la situación.

No sé cuánto dormimos, pero al despertar —y en unestado de duermevela—, no sé por qué recordé las historiasque nos contaba aquel misionero español sobre su tierra. Nosdecía que, al igual que la nuestra, era muy llana y que en aquelpaís, España, y en su región llamada allí «La Mancha» no había

Page 54: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

54

las lluvias que periódicamente caían sobre el nuestro año trasaño y más o menos en la misma época. Nos hablaba de unpersonaje histórico llamado Don Quijote que se había vueltoloco y se dedicaba a recorrer aquel territorio de La Manchahaciendo reír a los habitantes de los pueblos que visitaba.

Mentalmente lo comparé con los santones que en nuestropaís realizaban igualmente largos trayectos mendigandoalimentos, ofreciendo oraciones y proporcionando consejos aaquellos que los solicitaban.

Ahora, mirando el fuego que nos calentaba, pensaba queestábamos bien a pesar de la modestia de la cabaña que noscobijaba y que había sido el hogar de los abuelos de mi madree imaginé que al igual que nosotros, los santones, el misioneroy ese Don Quijote, en algún momento de sus vidas volvían aese hogar, esa casa, a la que todos alguna vez querríamosregresar por modesta que fuera.

De bien poco, pensaba ahora, había servido el sacrificio demis padres para proporcionarme algunos estudios por ser elhijo mayor y varón. Ahora todo aquello se había perdido ytendríamos que empezar una nueva vida en aquella regióndesconocida. En cualquier caso me sentía bien, inclusocontento, y miré a mi alrededor con verdadera alegría pordisponer de aquella familia, aquella casa y una nueva vida pordelante.

Page 55: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

55

Paco Bas (Alicante, 1972). Informático en retirada quebusca la huida de su pragmatismo en la literatura y el guióncinematográfico. Le gusta curiosear cualquier tema que caigaen sus manos o desfile ante sus ojos. Multi-aprendiz.Aficionado a la astronomía, los juegos de mesa, las series detelevisión,…

Miel de luna

El anuncioDespués de haber succionado con la aspiradora el último

pelo que dejó mi última transformación, me senté en el sillóndispuesto a leer las noticias del día. Iba pasando páginasautomáticamente sin prestar excesiva atención al contenidoque mostraba el lector cuando apareció en la pantalla elanuncio de obligada lectura. Pretendía obviarlo como tenía porcostumbre pero esta vez me fue imposible:

SE BUSCAN HOMBRES LOBO PARA PELIGROSO VIAJE.SALARIO REDUCIDO. FRÍO PENETRANTE.

LARGOS PERIODOS DE COMPLETA OSCURIDAD.CONSTANTE PELIGRO. DUDOSO REGRESO A SALVO.HONOR Y RECONOCIMIENTO EN CASO DE ÉXITO.

REQUISITOS:- SIN PASADO SANGRIENTO

- CONTROL SANITARIO- ESTUDIOS SUPERIORES

Contemplé la opción de contestar a aquel extraño reclamo.Las posibilidades de que fuese una broma de jóvenes ociosos ouna trampa del GESS (Grupo de Exterminio de SeresSobrenaturales) eran muchas. Desde que Naciones Unidaspromulgó nuestros derechos, algunos podríamos vivir connormalidad entre los humanos pero la existencia de radicalesque no nos toleran nos obliga a ocultar nuestra condición. Por

Page 56: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

56

otro lado, los anunciantes son sometidos a rigurosos controlesy filtros de seguridad por los medios de comunicación y eso leda cierta credibilidad a la oferta y una esperanza de quefuese real. Y yo necesitaba que lo fuese. Al final, contesté.

La infanciaComo ya habrás adivinado, soy un hombre lobo y lo soy de

nacimiento. Además soy hijo único. Nací en plena luna llena yeso marcó mi carácter y el de mis padres. Para ellos fue muytraumático el parto en pleno bosque, ocultos de miradasextrañas. Al amanecer, después de recuperar todos nuestraforma humana, decidieron no volver a pasar por aquello ehicieron todo lo humano y no humano que fuese necesario paralograrlo. Mi madre era maestra de primaria y cuando noestaba en la escuela educando a sus alumnos, estaba en casavigilándome a mí. Adoraba a «sus niños» como ella los llamabay volcaba en ellos el amor que hubieran necesitado mishermanos además del que a mi me correspondía. Mi padretenía su estudio de arquitectura en casa y así pudocontrolarme sin necesitar de buscar ayuda en otras manos. Ydigo bien con controlarme porque su actitud se parecía más auna cámara de vídeo-vigilancia que a la de un padre. De sumente y sus manos salió la casa donde vivíamos con nuestrosecreto. Estaba insertada en el mismo bosque donde nací,camuflada entre viejos pinos de más de cien años. Los vecinosmás cercanos estaban al menos a dos kilómetros de distancia.Hasta los 5 años no estuve con otros niños por temor a que el

mínimo incidente terminara con un nuevo niño lobo porcontagio. Y así crecí, sólo y sobreprotegido, otros trece añosmás.

La entrevistaIba en el ascensor que me llevaba a la entrevista que

podría cambiar mi vida. Viajaba sólo, amenizado con lainadecuada sintonía de I say a little prayer de BurtBacharach. Al llegar al piso solicitado las puertas se abrieroncon elegancia y me presentaron un amplio y solitario vestíbulocon un mostrador al fondo tras el que esperaba una sonrientee impecable recepcionista. Mientras me acercaba, observabasu conjunto azul y, en especial, el adorno rojo que sujetaba supelo.

—Buenos días —dije cuando llegué al mostrador.—Buenos días —respondió la encantadora chica del tocado

rojo—. ¿En qué puedo servirle?—Estoy citado para una entrevista.—Muy bien. Coloque, por favor, su mano derecha aquí —

dijo señalando con su dedo índice un lugar exacto en elmostrador.

Acerqué mi mano al lugar que me había indicado y solo conrozar la superficie noté como comprobaba la información ensu dispositivo intraocular. En dos segundos ya debía sabertodo lo que necesita sobre mí. Se levantó y se dirigió haciauna puerta que había en un lateral.

Page 57: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

57

—Acompáñeme Sr. Bafaluy —dijo mientras abría lapuerta—. Enseguida estarán con usted. Puede esperar aquí.

Cuando se disponía a salir me preguntó:—¿Necesita algún relajante antes de la entrevista? El

escáner indica que tiene niveles altos de adrenalina y lasudoración empieza a ser excesiva.

—No,… Gracias. No necesito nada —le dije titubeando.Noté como el rubor subía a mis mejillas.—Tiene un pequeño cuarto de baño tras aquella puerta. Si

cambia de opinión, me tiene justo aquí al lado.Cerró con elegancia la puerta y me dejó solo, lo cual

aproveché para constatar que el sudor ya alcanzaba la camisay acudí presto al cuarto de baño para recomponerme lo mejorposible. Me quité la chaqueta, la corbata y la camisa y merefresqué con papeles humedecidos. Después realicé elproceso inverso: me sequé con papeles secos, me puse lacamisa, la corbata y para terminar, la chaqueta. Me atusé lospelos descolocados y salí del cuarto de baño.

Ahora había tres personas en la sala, dos hombres y unamujer, todos vestidos totalmente de blanco, ellos con traje(incluida la corbata) y ella con un vestido ajustado sin mangas.Cada uno estaba mimetizado en un sillón blanco y dudo de sino estarían allí cuando entré por primera vez. Frente a ellos,separado por una mesita de café, había otro sillón blancodispuesto para mí. Antes de sentarme saludé a los tres con unescueto «Buenos días» pero solo recibí respuesta de uno deellos, el que parecía mayor y más amable.

—Señor Bafaluy, ¿qué espera usted de esta entrevista? —me preguntó sin preámbulos la mujer.

—Conseguir una plaza para ese peligroso viaje—respondíparafraseando el texto del anuncio.

—¿Adónde supone que es el viaje?—¿Tal vez a la Antártida? —le dije con indiferencia—. El

destino no es primordial para mí.—¿Y qué le parecería ir a La Luna? —replicó el hombre

joven.—¿La Luna? ¿Un hombre lobo en La Luna? Será una broma,

¿no?—Parece desconocer su propia naturaleza, Sr. Bafaluy.

¿Sabe cuál es la verdadera causa de su transformación?—La Luna llena. Todo el mundo ha visto películas que

representaban con mucha imaginación una transformación,aunque pocas personas las han contemplado en la vida real.

—No esperábamos que usted, con sus estudios y tanimplicado en el caso, no intentase al menos encontrar unaexplicación a su «problema» —dijo el hombre jovenencomillando esta palabra con un gesto de sus dedos índice ycorazón.

—Lo intenté hace bastante tiempo pero sin éxito. Al finallo acepté como algo genético y desistí de darle otraexplicación. ¿Acaso lo saben ustedes?

—Sabemos la causa, sí —dijo la mujer.—Ilumínenme —dije con un tono de incredulidad.—Helio-3.

Page 58: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

58

—¿Helio-3?—El Helio-3 nace en las estrellas y viaja gracias al viento

solar por todo el universo por lo que es abundante en elespacio exterior y, en especial, en la superficie de La Luna. EnLa Tierra es muy escaso ya que el campo magnético lo rechazay el que hasta ahora se ha encontrado proviene en su mayoríade meteoritos. El Helio-3 es lo que provoca su mutación.Ahora bien, necesita estar muy expuesto a su influencia y esoocurre en el cenit de la conjunción Sol-Tierra-Luna.

Ante esta explicación me quedé callado mirando fijamentea su autora.

—Entonces, ¿qué creen que me ocurriría si fuese a LaLuna, rodeado completamente de Helio-3?

—No lo sabemos exactamente. Nuestros modelos teóricosnos indican que una alta y continua exposición a Helio-3 ensujetos de su especie puede conllevar una curación total desus síntomas.

—O podría matarme o convertirme en un sertodopoderoso —aporté con ironía.

—Como dijo Paracelso: «Nada es veneno, todo es veneno;la diferencia está en la dosis» —dijo con una sonrisa elhombre mayor que había permanecido callado hasta ahora.

—¿Y saben cuál es la dosis que recibiría?—No. Pero podemos controlarla —dijo la mujer.No sabía si reír o salir con furia de aquella especie de

aquelarre que me rodeaba donde yo era el sacrificio que

buscaban. Antes de tomar una decisión drástica preferíindagar en sus intenciones.

—Suponiendo que sus teorías fuesen ciertas, ¿por quéestán tan interesados en mi salvación? ¿Qué conseguiríanustedes con ello?

—Su salvación sólo suponía una excusa para que seimplicara en el proyecto —dijo el hombre joven—. Como ustedsabe, cuando recupera su forma humana, su cuerpo se renuevacurando todo tipo de heridas, lesiones o enfermedades y asílogran ustedes su desmesurada longevidad. Para el ser humanonormal, las largas estancias fuera de La Tierra conllevan unprogresivo deterioro de los sistemas inmunitario y óseo.

—Lo que quiere decir es que estudian la sustitución desimples humanos por hombres lobo en la colonización delespacio. Y yo sería su primera cobaya, ¿no?

—Usted y otros dos especímenes —aportó la mujer.—¿Hay más candidatos?—Como dijo Paul Valéry: «Un hombre solo siempre está en

mala compañía» —volvió a sentenciar el hombre mayor.

La madurezA los 18 años llegó la hora de abandonar la madriguera. Ni

mi madre, que centraba toda su atención en sus camadasadoptivas, ni mi padre, que seguía creando hogares asépticospara gente desconocida, pusieron objeción alguna a mi marcha,e incluso colaboraron con una importante asignación periódicaque les permitiría mantener la conciencia tranquila. Desde

Page 59: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

59

entonces, el único contacto que manteníamos era un mensajeal mes con acuse de recibo que coincidía con el día después dela mutación. Más conciencia tranquila.

Comencé estudios de Botánica en una antigua universidaddel siglo XX. Ya sea por inercia o carácter inducido, memantenía aislado del resto de alumnos y profesores ademásde vecinos y cualquier otra persona que tuviese necesidad decongeniar conmigo. Y así pasaron los tres años de carreraaderezados con infinitos paseos fuera de la ciudad. No mecostó demasiado doctorarme un año después con la máximanota, por eso inicié de inmediato los estudios de Geología queterminaron igual que los anteriores con la diferencia de queesta vez conocí a alguien. Mejor dicho: Aral me conoció a mí.

En el segundo año de carrera, mientras preparaba unexamen en la biblioteca, sentí como su mirada se clavabaalternativamente en mí y en un cuaderno de dibujo. Al cabo deuna hora de incómoda pose de disimulo, arrancó la hoja y laarrugó haciendo una pelota, se levantó y se acercó con todossus aperos. Al llegar a mi lado pasó de largo. Conforme sealejaba arrojó la bola de papel en una papelera y se fue de labiblioteca. Cinco segundos bastaron para salir del trance yrecuperar la hoja que ella tiró. Al desplegarla vi un eleganteretrato de mi perfil hecho al carboncillo y al pié su nombre yun número de contacto.

Empezamos a salir. Dábamos largos paseos por lanaturaleza. Yo le explicaba todo sobre cada planta que se nospresentaba por el camino y ella al mismo tiempo la replicabaen su cuaderno. Ella aprovechaba cualquier descanso pararetratarme. Me pidió que posara desnudo y lo hice sin dudar.Me dijo que entrara en aquella poza y lo hice sin dudar. Entróella en la poza y lo hicimos sin dudar. Cuando terminamos supepor fin qué era la felicidad, pero me duró el tiempo que tardóella en salir del agua. En su espalda estaban marcadas misuñas.

La llegadaFaltan treinta minutos para alunizar. Las señales sonoras

nos prescriben órdenes claras. Nos colocamos los trajespresurizados con sus correspondientes escafandras y nossentamos en nuestros confortables sillones a pesar de tenerque ir amarrados. Frente a mí, a la izquierda va Yulia, unapreciosa mujer morena de proporciones clásicas que destacapor el color de sus ojos: uno verde y el otro azul. Y, al frentea la derecha, Ron, un tipo corpulento de mirada sanguinaria.Desde que salimos de la influencia del campo gravitacional deLa Tierra, hemos notado la acción del Helio-3 en nuestroscuerpos. Ninguno ha sufrido una transformación completadebido a la impermeabilidad de la nave, pero sí ha aumentadonuestra sensibilidad auditiva, visual y olfativa, aunque dentrodel traje sólo es útil la segunda. También nos podemos

Page 60: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

60

comunicar por telepatía, cosa que utilizamos para librarnos deoídos indiscretos.

—Algo va mal. Lo presiento —me dice mentalmente Yulia.Debe ser cierto porque un escalofrío recorre todo mi

cuerpo. Tres segundos más y las alarmas suenan conestridencia. El dolor que sentimos en nuestros sensibles oídosnos enloquece. Por la radio nos piden una calma que ellos notienen. La nave se ha salido del trazado correcto y se dirigesin remisión hacia la superficie lunar a una velocidad excesiva.El impacto es brutal pese a la baja gravedad. La cápsula estádestrozada y el vacío nos ha invadido. Ron lucha por respirarpero su escafandra se ha roto. La asfixia le colapsa lospulmones y muere. Yulia no responde a mis llamadas mentales.Permanece frente a mí impasible con su dicromática mirada aninguna parte. También está muerta. Ambos habían mutadocompletamente y no les ha servido de nada. Yo estoyinmovilizado por las piernas. No puedo evadirme. Me estoyconvirtiendo en lobo y eso significa que mi traje debe teneruna fuga. La encuentro cerca de la rodilla y la pinzo con losdedos. Estoy atrapado y mi oxígeno se está acabando. Por unarendija aparece La Tierra en cuarto creciente. No está malpara ser lo último que vea.

El enemigoTras el incidente de la poza, mi actitud con Aral cambió

radicalmente. Le rehuía. Me llamaba constantemente portodos los medios a su alcance pero yo la ignoraba. El día del

plenilunio nos citamos en el bosque que tanto nos gustabarecorrer. Llegué con antelación para hacer unos preparativos.Ella lo hizo puntual a la hora concertada. No hubo besos niabrazos, sólo silencio. Esperó a que comenzara yo.

—Perdóname —dije para romper la tensión.—No sé qué tengo que perdonar —dijo sin ninguna

entonación—. Creía que la culpa la tenía yo, pero desconocía larazón.

Le pedí que me acompañara al viejo tocón que utilizábamoscomo mesa en nuestras anteriores visitas. Vio la cesta que leera familiar.

—Muy caro debe ser lo que haya ahí dentro para que teperdone —dijo a modo de advertencia.

Vaciamos el contenido de la cesta en la mesa sin decirnada y nos pusimos a comer. Mantenía su vista sobre mímientras degustaba cada alimento. Con la excusa de ir a poragua al riachuelo cercano, me puse tras ella y cuando ya no meveía le puse una argolla metálica al cuello. La tenía oculta bajoun manto de hojas secas. Estaba unida mediante una fuertecadena a una estaca clavada al suelo. Su primera reacción anteaquel ataque por sorpresa fue levantarse y alejarse, pero lalongitud de la cadena estaba calculada y al llegar al tope, latensión le hizo caer de espaldas.

—Por favor, tranquilízate —supliqué. Es por tu bien.Me miró desde el suelo sin entender la situación.—¿A qué está jugando, Cesar? —dijo con temor.

Page 61: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

61

—Tranquilízate —repetí con la intención de serenarla —.En unos minutos te va a ocurrir algo y es mejor quepermanezcas atada por seguridad. Cuando el proceso acabe tesoltaré.

—¿De qué proceso hablas? ¿Qué me va a ocurrir? —preguntó con desesperación.

—Cuando amanezca te habrás recuperado y te daré todaslas explicaciones que quieras. Pero ahora no hay tiempo. Loque hemos comido nos ayudará a que la experiencia sea menostraumática.

La Luna asomó por el horizonte y la transformacióncomenzó. Yo podía controlarme debido a la experiencia. Miapariencia se modificaba más bien poco: vello corporalabundante, orejas, nariz y ojos más grandes, colmillosprominentes, musculatura multiplicada y sentidos realzados.Además era consciente de todo lo que ocurría a mi alrededor.Ella, al contrario, se estaba convirtiendo en una verdaderaloba. A cada convulsión se alejaba más de su condición humanay cada vez me miraba con más furia. Empecé a temblar comoun simple cachorro.

Recuperamos nuestra forma humana con el ocaso de LaLuna. Yo viví todo el proceso despierto. Vi su lucha porsoltarse de la cadena, acechar su momento oportuno paraatacarme, sentirse vencida, dormirse, recuperar suhumanidad. Antes de que despertase le quité la argolla y latapé con una manta que llevaba preparada. Le dejé también

algo de ropa para que la reemplazase por la suya desgarrada.No tardó en despabilarse. No recordaba lo que hizo mientrasera loba pero sí lo anterior. Le expliqué lo mejor que pude losucedido. Escuchó todo sin hablar y después se marchó. Ahoraera ella quien me rehuía a mí. No conseguí volver a hablar conella. Su siguiente transformación fue devastadora. Atrajotanto la atención sobre si misma que el GESS la hizodesaparecer.

El encuentroMe despierto en un lugar desconocido. Estoy seguro que

me encuentro en La Luna por la baja gravedad que hay. Nollevo el traje de astronauta sino un mono blanco de fibrasintética. Me incorporo de la cama en la que me encuentropero es difícil acostumbrarse a la nueva inercia. Me sientoextraño. Mi alter-ego está callado y jamás había sucedido. Alsalir de la habitación, entro en otra más grande que pareceser una sala de estar.

—Veo que ya se encuentra mejor —dice una mujer desdesu sillón cuando me ve.

—Hola. ¿Quién es usted? ¿Dónde estoy y cómo he llegadoaquí? —pregunto sin parar pero calmado.

—Sí que se ha recuperado. Viendo su locuacidad no hayduda —dice la mujer con una amable sonrisa—. Me llamoMinerva y se encuentra, Sr. Bafaluy, en mi hogar.

—¿Me conoce?—Usted está aquí porque contestó a mi anuncio.

Page 62: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

62

—No esperaba esa respuesta —dije sorprendido—, peroya me tiene aquí aunque no se como.

—Supongo que conoce a la organización GESS, ¿no? Puesellos han saboteado el transbordador que le traía aquí. Sólopude salvarle a usted —dijo Minerva torciendo el gesto—. Pormuchas precauciones que tomemos siempre consiguenhacernos daño.

—¿Hacernos? —pregunto intrigado.—Sí. Yo también pertenezco al grupo de los Seres

Sobrenaturales. Aunque mi tótem es el oso. Cuando me hartode miel…

Parece que he encontrado un nuevo hogar. Minerva esentomóloga, más precisamente apicultora. Busca tratamientospara erradicar los perjuicios de nuestro ser conservando losbeneficios. Cuando me rescató de los restos, yo mismo era unpeligro para mí. La sobredosis de Helio-3 me hizo perder elcontrol y estuve apunto de terminar como mis compañeros deviaje. Minerva me inyectó veneno de sus abejas y ahuyentó ellobo de mí. No fue definitivo pero está cerca de lograrlo.

Hasta llegar yo, vivía sola con la única compañía de susabejas lunáticas y un par de asistentes cibernéticos. Noshemos caído bien y algo ha surgido entre nosotros. Ellatrabaja en sus experimentos y yo salgo al exterior a recogermuestras geológicas. Tomamos infusiones con miel mientrasvemos pecorear a las abejas. A veces nos enfundamos los

trajes presurizados, cogemos las bicicletas y recorremos loscaminos de regolito prensado del Mare Imbrium hasta llegar alos Montes Cárpatos y contemplamos la puesta de La Tierra ala cual ya no echamos de menos.

Page 63: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

63

Lilian Piqueres Casanova. Nacida en Alicante. Su gustopor la literatura y la filosofía ha estado , siempre presente ensu vida y en su formación académica. Licenciada en Derecho,confiesa, no haber encontrado en esa disciplina terreno parala imaginación. Escribe porque sigue sintiendo la necesidad deconocer el sentido de la vida, lo que ocultan las personas, susdeseos, lo que les impulsa e inventar personajes le ayuda asatisfacer su propósito.

En su biblioteca encontrarás a sus maestros. Aunqueextraña ver en los estantes y en estrecha selección a Galdósy a Platón, a Gala y a Dostoyevski o a Aristóteles y a SantaTeresa de Jesús.

Ha escrito algunos relatos cortos y algunos folios de unanovela todavía inconclusa. Si alguna vez leéis sus relatos,marcharéis a recónditos lugares, viajaréis en la historia y ossumergiréis en la profundidad de lo que sois, pero solo alabrigo de una hoguera compartida en una playa, os contará loque siente.

El increíble éxito de Mr. Pepe

No son más que una ilusión,un engaño, un devaneo,vanidad de vanidades,que el momento de un momentonos lo convierte en cenizas,humo, polvo, sombra y viento.Calderón de la Barca.

La Alborada era una amplia avenida cercana al centro de laciudad que constituía una de sus principales vías comerciales yen la que se erigían los edificios más caros y modernos de lalocalidad. No era aquélla una arquitectura simplemente devanguardia destinada a oficinas. Las fachadas de cristaltintado y de tonos cambiantes con la intensidad de la luz, lasinstalaciones capaces de graduar la temperatura interiorsegún las inclemencias meteorológicas externas al edificio olas medidas de vigilancia y sistemas de digitalización de losaccesos, no sólo eran explicables bajo el prisma de facilitar unentorno idílico, confortable y seguro a los afortunadostrabajadores que allí ejercieran su actividad. Por poco que unoobservara los edificios próximos, podía llegar a la conclusiónde que habían sido construidos con el ánimo de ser mejor queel colindante, mejor que el predecesor y el mejor de toda laplaza. Lo importante era el protagonismo boyante, de modoque ubicar la sede social de cualquier empresa en la zona,constituía por sí mismo, una acreditación del éxito y solidezeconómica de la misma. Las escasas construcciones antiguas,

Page 64: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

64

que aún permanecían en la plaza, y que pudieran parecerajenas a los estragos de aquélla perturbada magnificencia,tampoco abrigaban confusión alguna sobre la importancia desu propietario. Era la Alborada sin duda, una zona V.I.P. de laciudad.

El edificio Tecnológicas Martin S.A, se erigía soberbio consus siete plantas, en el número treinta y tres de la avenidaAlborada. La construcción pertenecía a un sexagenario quehabía dedicado toda su vida a fundar su empresa y, laconstrucción que llevaba su apellido, no solo debíamaterializar todo su éxito, sino también ratificar que elpremio recibido por tanto esfuerzo y renuncias, habíamerecido la pena.

Fue la sagacidad y ambición del Sr. Martin, junto conalgunos conocimientos elementales en mecánica motriz, la quesupuso el impulso inicial de su sociedad. La singladuraempresarial había comenzado en un pequeño taller demecánica para coches, heredado de su padre, que la familiaposeía en los bajos de su vivienda, ubicada en el barrio obrerode la ciudad. La constante inquietud y curiosidad de aquélhombre por extraer de los motores de los autos el máximorendimiento, le llevaba a estar en un estado de constantecreación, de modo que aquéllas piezas metálicas y grasientasdispersas en aquél cuchitril, llegaron a engullir los mejoresaños del empresario, al que sumió en una verdadera catalepsiasocial. Se podría decir, que la vida familiar del Sr. Martin,siendo hijo único como era, acabó con la muerte de sus

progenitores. Nunca hubo mujer, amigos o afición bastantefuera de su trabajo, como para distraerlo de su cometido, «yahabría tiempo para esas cosas», pensaba.

La creación de un prototipo de motor para una industriaautomovilística del país, llevó a Tecnológicas Martin, a suprimer éxito empresarial. Fue la ambición de su fundador, laque llevó a la empresa a consolidarse como una de las mejoresindustrias del mercado interior en el campo de las nuevastecnologías. Y es el Alzheimer lo que en los últimos meses,hacía olvidar al Sr. Martin gran parte de todo eso.

No era una mañana clara. El cielo plomizo de abril deslucíala ciudad, confiriéndole un aspecto sucio y gris. Pero ni lainminente amenaza de lluvia, ni tan siquiera los primerosdestellos de los relámpagos, forzaron a Sofí a abstraerse desus pensamientos. A pesar de que era temprano, su figuramenuda recorría, como una flecha, las avenidas queconstituían su camino diario hasta el lugar en el quetrabajaba. Tan ensimismada iba, que perdió la noción de dóndeestaba y solo cuando comenzó a llover con fuerza, fueconsciente de que antes de su entrada a la oficina, debíareunirse con sus tres compañeras en el Café de Aureliano, quese ubicaba en una calle cercana a la avenida Alborada dóndetrabajaban.

No eran más de las siete de la mañana, cuando Sofí llegóresoplando a la cafetería dónde era habitual encontrarse consus compañeras antes de entrar a la oficina. Esas reuniones

Page 65: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

65

vertiginosas y de café express en la barra, minutos antes deentrar al trabajo, eran casi siempre sobreentendidas, sin citaprevia, pero esa mañana todas habían extremado lapuntualidad según lo acordado la tarde anterior. La chicasaludó a Aure, el dueño del café, que le correspondió con unguiño, a la par que le señalaba el rincón más aislado de su local,elegido por sus compañeras para el encuentro, mientrastomaban sus consumiciones.

—¡Buenos días, madrugadoras inusitadas! ¡Casi llego! Sinaliento y calada hasta los huesos, pero he sido puntual, consteen acta —dijo Sofí fingiendo solemnidad, ante el seriosemblante de sus compañeras—. ¡Vaya!, ya veo que no está elhorno para bollos. Iremos pues al grano.

»Ya conocéis la mitad de la historia, Technology & TradeCompany, más conocida como Tí and Tí Coumpani —pronuncióSofí en perfecto inglés—, la más importante empresa ennuevas tecnologías en el mundo, cuya sede se halla en Londres,compró hace unos meses la mayoría de las acciones deTecnológicas Martin. Nadie duda de que para Martin, laempresa ha sido y es toda su vida. Él la fundó y la ha dirigidodurante muchos años. Hoy tampoco duda nadie, que su venta,sólo ha sido posible por la enfermedad de Alzheimer, que lefue diagnosticada y porque al consejo directivo le haimportado poco los deseos de Martin de no venderla. Loapartaron de todo órgano de decisión y como gratitud ledejaron el cargo de presidente honorífico, es decir, ya nopinta nada.

»El Consejo de Administración y Dirección inglés, nosenvió hace unas semanas a míster Blair, al que ya hemospodido conocer —puntualizó parando su discurso y lanzandouna mirada inquisidora a sus contertulias, por si observabaalguna reacción—, para supervisar e inspeccionar nuestrasinstalaciones, nuestra organización y a todo al personal de lasoficinas Martin. En fin, como todos sospechamos, ese hombreserá el más que probable nuevo director-gerente de nuestraempresa, que ha pasado a ser filial de Tí and Tí. Pero vayamosal tema que nos ocupa. Mr. Blair, vino aquí con una orden muyconcreta: nuestra gerencia española, debía elegir a uno deentre sus directivos, para que le acompañara en el ejerciciode supervisión de nuestro negocio y con la condición, de que elelegido no formara parte de su Consejo de Dirección. Endefinitiva, uno de los nuestros, será el que le refiera comotestigo directo, cuanto se cuece y se ha venido cociendo ennuestra empresa. Un asistente de dirección, en definitiva, quesegún consiga llevarse o no el gato al agua, determinará lapolítica de gestión y organización que ejercerá Tí and Tí connosotros, repercutiendo sin duda, en nuestros puestos detrabajo. Y ya sabéis, que Mr. Blair, tiene fama de notemblarle el pulso para deshacerse de quien no apoye susdecisiones.

—Er decí, —interrumpió Clara exagerando su acentoandaluz y recogiéndose su melena azabache a un lado—el señóMartin y su cohorte nos ha vendío a «La Titi», y pa colmo,piden que uno de nuestros directores sea un «confeti». Sí. ¡No

Page 66: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

66

me mirei así. ¡Mare mía! Un confeti. Un «cotillón», pa quementendái. Por mucho que Sofí lo llame asistente —dijo Claraclavando sus enormes ojos negros en los de sus compañeras.

»Esto nunca hubiera ocurrido con Martin. Ese hombre nohubiera vendido nunca su negocio y menos a una empresaextranjera. Jamás quiso desarrollar su negocio en el exterior,aunque ello supusiera menor ganancia.

»Ya conoceréis a Blair, ya —advertía Clara—. Con esapuntualidad tan exquisita, digo yo, ¿no conocerá el conceptode horario flexible? ¿o es que no le ha dado alguna vez unapretón antes de entrar al trabajo? El otro día, me llamó laatención porque llegué cinco minutos tarde. Mis Clara, mellama —puntualizó la chica—, ¿pero qué se ha creído? Y no oslo perdáis, si te marchas más tarde de tu horario, el listo secalla. ¿Y cuando habla? Lo hace en plural. «Nosotrospensamos». «Nosotros decimos» —dijo en tono de burlaimitando el acento inglés de Mr. Blair— si te da la impresiónde que tras sus espaldas va a aparecer toda la tropa delConsejo directivo, aunque no haya nadie. ¿Y el bastón que usa,sin hacerle falta? Usa uno distinto cada día. ¿Qué es, unexcéntrico? ¿Para qué lo quiere? ¿Para distinguirse de lamaná? Pero si se parece a la Pimpinela Escarlata de la novelaaquélla, que escribió hace siglos la Baronesa Orczy de Orcz. ¿Ylo mal que le sienta que le den una opinión? Que diga Rosa sino es cierto, que se reunió con su jefe, el director demarketing, para planificar la campaña publicitaria de estatemporada y el míster, no consintió que le diera ni una opinión

a pesar de los intentos del pobre Jorge por hacerle ver quealgunas cosas en España se hacen de otra manera. Si creo, queya no le ha vuelto a dirigir la palabra el muy estúpido.

—Calla y escucha Clara. Ante todo no me interrumpáis,porque pierdo el hilo y además apenas nos quedan veinteminutos —suplicó Sofí a sus compañeras.

»Hemos quedado aquí, porque a nosotras y solo a nosotras,como secretarias, tú Rosa de Jorge, el Director deMarketing, tú Clara de Santiago, Director de Ventas, Alma deJaume Director de Compras y una servidora de PepeResponsable de Relaciones Públicas, nuestro Consejo deDirección nos pidió hace unos días los contratos de trabajo decada uno de nuestros directores. De esta circunstancia,dedujimos que el asistente probablemente será uno de ellos yteniendo en cuenta que hoy han sido convocados los cuatropor la dirección, para dentro de exactamente una hora, paramí no hay duda alguna. Así es que chicas —dijo Sofírecuperando el tono solemne—, intercambiémonos informaciónsobre los perfiles profesionales y personales de nuestrosrespectivos jefes.

»Que sepamos los cuatro entraron de la mano de algunode los que compone hoy nuestra dirección general. Bueno,menos Pepe, mi jefe, que entró en la empresa porque Martindebía un favor a su padre. El currículum del hombre, no eramuy bueno que digamos y su experiencia en el negocio nula, deahí, que para cumplir con el compromiso, Martin lo nombrararesponsable de relaciones internacionales, que como sabéis al

Page 67: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

67

viejo le importaban un pimiento. Así mataba de un tiro dospájaros, cumplía con el compromiso y colocaba al reciénllegado en un lugar donde no pudiera estorbar. Por lo demásañadiré, que nunca he visto hacer un solo informe a éstehombre, es más generalmente los hago yo. En una palabra nosé realmente qué hace en la empresa, aparte de extremar lacortesía con los jefes y prepararse, cuando hay alguna juntadirectiva, algún discurso, que siempre he sospechado se losescriben —puntualizó Sofí.

—Pues con esos antecedentes, va a ser el único que vamosa descartar como candidato, porque todos los demás tienen unamplio recorrido profesional y buena formación académica.Así es que chicas, nos queda Santiago, Jorge y Jaume —dijoClara con convicción.

—Tenemos que irnos —dijo Rosa invitando a levantarse asus compañeras—. Creo que todas opinamos como Clara. Enunos días conoceremos la decisión. Ya hablaremos.

El grupo abandonó a toda prisa la cafetería. En el séptimopiso del edificio Martin, una hora después la junta directivaaguardaba la llegada de los candidatos.

No pudo evitar Sofí mirar por la espalda al que desdehacía casi un año, era el nuevo director adjunto de Blair. Mr.Pepe, como así le llamaba el inglés, pasaba, fugaz y nerviosoante su mesa profiriéndole un mecánico saludo. Aquél día alobservarlo a hurtadillas, tuvo la chica que taparse la bocapara evitar una carcajada. Llegó el hombre empapado. Portaba

en su mano izquierda su inseparable maletín. Bajo la axila delmismo lado, dos periódicos, y en la derecha abrazaba suportátil, mientras dejaba descolgar en su muñeca el paraguas,del que resbalaba un hilillo de agua que creaba, visto pordetrás, la impresión de que padecía algún problema deincontinencia urinaria. Y como aquél hombre estaba siempreen continua movilidad e inquietud, iba dejando el rastro de sutrayectoria con parada y charco incluido, ante las mesas delos directores en las que se paraba antes de llegar a sudespacho.

Contra todo pronóstico, Pepe había ganado la partida, atodo un tropel de directivos titulados, válidos y sobradamenteexperimentados. Su imagen callada y esquiva, fue confundidapor el antiguo consejo de dirección, creyéndole discreto,prudente y sobre todo inocuo. Mr. Blair, sin embargo,encontró en los halagos y sumisión de Pepe, el asistente quecreía merecer.

En poco tiempo, Technology & Trade, había convertido aTecnológicas Martin en un Leviatán, capaz de devorar todosaber y experiencia, si no colmaba la insana vanidad de Blair yla ambición de Pepe. Sofí, observaba aquélla nueva atmósfera,desde su recién estrenado puesto de secretaria de direccióngeneral, y se preguntaba, si realmente todo ese escenario defrustración silenciada y de sobreesfuerzo humillado, podríaser compensado alguna vez, con solo dinero.

La visita oficial del comité de dirección en pleno, que seesperaba al día siguiente, no fue lo que consiguió sacar de sus

Page 68: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

68

casillas a Pepe aquélla mañana. Sofí, le había comentado, a sullegada, que el Sr. Martin, había acudido a primera hora a lasoficinas. Así se lo había dicho el guardia de seguridad, que lehabía facilitado la entrada para que pudiera esperarle en sudespacho.

Desde ese instante, Pepe no había parado de ir de un ladoa otro en continua movilidad infructuosa, sin que terminara deejecutar u organizar cosa alguna.

—¿Martin? ¿A qué hora? Y ¿dónde está? —preguntabaPepe, arrugando el ceño sin ocultar su fastidio.

—Yo he llegado a las siete y media y aquí no estaba. Elguarda me ha comentado que el Sr. Martin había acudido pocoantes de las siete. Le pareció extraño verlo después de tantosmeses y sobre todo tan temprano, pero llovía y al decirleMartin que esperabas su visita y que aguardaría en tudespacho, lo dejó pasar. También comentó que Martin habíasido muy cortés y que le dijo que echaba mucho de menostodo esto y que al acompañarlo al ascensor, le dijo queprefería subir por las escaleras «para ver como seguía todo»—relató Sofí, lo más minuciosamente posible.

—¿Conmigo? ¿En mi despacho? ¿Y dónde está? Lo que mefaltaba. Y mañana «El Comité» aquí. ¿Qué querrá? —preguntaba Pepe, una y otra vez, mirando nervioso su reloj.

—Lo cierto es que he preguntado en todas las plantas ynadie ha visto al Presidente —enfatizó Sofí en un intento derecordarle a Pepe, que Martin seguía siéndolo, aunque fuera

solo honorífico. Además el turno del guarda finalizó hacerato, y no he podido preguntarle si lo vio salir.

—Está bien. No tengo tiempo para esto. Si alguien lo veque me avise inmediatamente y espero que el primero que lovea no sea Blair.

El sótano del edificio Tecnológicas Martin, permanecía enla penumbra forzada que las luces de emergenciaproporcionaban a la estancia. El edificio se hallaba vacíodesde hacía varias horas y solo el guarda nocturno custodiabala puerta principal. Martin, había accedido al sótano, despuésde recorrer cada una de las plantas supervisando lasinstalaciones y allí había permanecido desde entonces. Habíaapilado unas cajas que le servían de asiento, con el fin de quele proporcionaran la altura suficiente para poder vislumbrar loque estaba almacenado. Allí permanecía estático, observandouna y otra vez los objetos que habían sido retirados, enespera de que alguien se los llevara para destruirlos odesguazarlos. Creyó reconocer, de entre las siluetas queproyectaban las tenues luces, todo lo que allí se amontonaba.La maquinaria de su oficina. Las antiguas estanterías de sudespacho. Su mesa y su sillón de pie rodado. También lepareció ver en un rincón, el primer prototipo de motor quecreó para automóviles, en el pequeño taller de su padre. En ellado opuesto del habitáculo, resquebrajado sobre el suelo, elrótulo lumínico que había coronado el edificio con su nombre.Allí, olvidadas y arrinconadas, se esparcían sus horas de

Page 69: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

69

esfuerzo, su sacrificio, su creación y todo su ser. Martin,observó por última vez, aquélla estancia que le parecía laescena final de una obra de teatro, en la que antes de bajar eltelón, las luces van apagándose hasta dejar el escenario ensilencio y en una oscuridad iluminada. Se apeó de su trono decartón y se marchó.

Pasaban de las cinco de la madrugada, cuando los cochesde los bomberos y de la policía cruzaron veloces lasprincipales vías de la ciudad hasta llegar a la avenida de laAlborada. El edificio Martin, ardía por los cuatro costados. Elfuego había comenzado en varias plantas a la vez y la policíano tenía duda alguna de que había sido provocado.

El ensordecedor ruido de las sirenas, se confundía con elestruendo que provocaba la caída de los cristales de la fachasobre la calzada y encima de los vehículos que allí permanecíanestacionados. Las voces de la autoridad, prohibiendo al gentíoque se acercaran a la zona y el esfuerzo de los bomberos queparecía inútil, aumentaba más si cabe, la imagen caótica de lasituación. El espectáculo estaba servido.

Page 70: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

70

Lola Calatayud Ruiz nació en 1968 en Valdepeñas, CiudadReal.

Trabajadora social de formación, ha trabajado enAnimación sociocultural y en Teatro terapéutico. Ha publicadoartículos en la revista de la asociación cultural de Olba,Teruel . Actualmente publica en su blog:

www.escritovital.blogspot.com

Para cuánto da una sopa

Hacía frío ese día. Lucía había dejado preparada la nocheanterior una sencilla sopa que calentó para la comida. Concalma colocó sobre el viejo baúl que usaba como mesa, loscubiertos, un vaso con agua y un trozo de pan; en el centro, elhumeante plato con olores a cocina casera. Hacía cuatro añosque Lucía vivía en aquella casa de dimensiones pequeñas,donde mesillas, sofás y repisas se acercaban, se rozabancompartiendo formas y texturas. A veces cambiaba de lugarlos muebles, intentaba encontrar espacios imposibles, paredesaprovechables, funcionales rincones de varios usos; sólo elbaúl de madera oscura era inamovible, ocupaba el sitioperfecto. Se sentó frente a él, el caldo calentaba con el vaporsu piel; encendió entonces el televisor. Se arropó bajo su batanaranja y sintió cómo el tejido aterciopelado acariciaba sucuerpo, luego frotó las palmas de sus manos buscando entraren calor. Se dispuso a comer, descansando ya en casa, tras eltrabajo. En la pantalla se sucedían desastres de terriblesconsecuencias y se acordaba de Constance, espiritual,filosófica, que por nada del mundo comía mientras veíanoticias, salvaguardaba el alimento de energías dañinas y suser entero de agudas dentelladas de mentira o de guerra,tsunamis devastadores, irreversibles. Constance había sido suamor durante diez años y Lucía tenía muchos días marcadospor recuerdos junto a ella.

Page 71: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

71

Lucía miraba distraída el televisor; cuando algo llamaba enespecial su atención, comentaba consigo misma, cavilaciones yconjeturas sobre una forma particular de ver y de contar lascosas. Otras veces bajaba la vista y el volumen. Continuabacomiendo lentamente. No esperaba algo distinto; una rabiosaactualidad precedía la sección de moda, el gran regocijo en elfútbol y un abandono final del ser con el tiempometeorológico. Le gustaba de forma particular la sección deltiempo con sus mapas de fondo y la mujer de melena grácilque la embelesaba; este espacio tenía el don de provocarle laabsorción mental y el viaje astral. Lucía fantaseaba, porproximidad no más, con el avance que pronosticaba buen climapara el cielo que la arropaba, incubando el deseo de ver solesperennes sobre la fría llanura que habitaba. Del extremo másalejado del mapa al punto en que se encontraba, había untramo extenso, que la mujer del tiempo recorríatranquilamente, y un amplio vocabulario que embebía a Lucía;una atmósfera que abundaba en gestos, signos, señales,gráficos comparativos y numerosos hectopascales que leintrigaban. Lucía se quedaba siempre a medio camino; iniciabauna andadura por los aconteceres próximos y lejanos y sedejaba llevar, alzaba el vuelo hasta donde la llevaba cadapensamiento. Cuando amerizaba, la mujer del tiempo yaterminaba su intervención. Cada día le ocurría lo mismo.Volaba lejos sin lograr escuchar el pronóstico esperado.

Sorbía la sopa mientras trataba de digerir el restoseccionado de un telediario que contaba de artefactos,desgracias, gases tóxicos, oleadas de protestas, porcentajes,mención decorosa al día internacional que se conmemoraba,estafas, estampas y hasta trajes de comunión. Ciclones,riadas, turbulencias, maremotos, planes de emergencia, leyes,trampas, juicios, suicidios, sentencias, suposiciones… y nadade publicidad evidente. Seguía acordándose de Constance y desu enfrentamiento a la vida desde la paz. El caldo le parecióde pronto amargo y creyó que el sabor vendría de la tristezade las tragedias, de los llantos entre sinrazones, de lahumillación, de la impotencia, de la derrota y del cansancio. Elcaldo se iba templando y en la pantalla del televisor aparecióun atractivo fondo azul y un subtítulo a modo de resumen: «ElNorte no siempre es el mismo Norte». Lucía, interesada, subióel volumen. La locutora del telediario, con chaqueta correcta,mirada gélida y voz intemporal, dijo:

—A dos de las cuatro pistas del aeropuerto de MadridBarajas se les ha cambiado el nombre y esto no es algo muyusual; la última vez que ocurrió fue hace veinte años. Lamodificación depende del cambio del norte magnético.- Ycontinuó —Aunque la brújula siempre indica dónde está elNorte, el Norte no siempre está en el mismo sitio, varía segúnel lugar del planeta donde estemos; una situación influenciadatambién por los cambios en los flujos de la tierra y por el pasodel tiempo.

Page 72: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

72

¡El norte cambiaba! se asombró. ¡Ese punto crucial dereferencia! Parecía ser un dato imperceptible para algunospero de gran importancia para el personal de aeronáutica enlas pistas de aterrizaje, habían dicho.

Lucía comenzó después a reír a carcajadas mientrasapoyaba las manos en sus mejillas con gesto infantil. Le habríagustado estar en ese momento junto a sus alumnas de la clasede la mañana, donde ella había hablado de la percepción y dela relatividad de las cosas con un resultado nada previsto.Había decidido comenzar la exposición con argumentos sobreel yin y el yang mostrando cómo todo es relativo y nada esabsoluto. Más tarde, para ilustrar el tema, recurrió a otroejemplo. En la pizarra dibujó con trazos inexpertos un mapa.Mientras extendía con tiza las costas sinuosas, a su espaldase inició un murmullo que pronto se convirtió en exclamacionesy risas; frente a ella, en el extenso pizarrón, se mostraba unapenínsula apenas reconocible, un mar Mediterráneo semejantea un golfo caribeño y un estrecho que se clavaba en la costalejana del continente vecino como un arpón afilado.

—¡¿Eso es Cádiz?! ¡Ha unido Ceuta con Gibraltar!— dijouna.

—¡Te has comido el Levante!— exclamó otra.Lucía era incapaz de orientarse, confundía los puntos

cardinales y el hecho de interpretar un plano se convertía enun terrible suceso donde todo perdía objetividad. Era unauténtico desastre en este sentido. ¿Por qué se había metidoella en un terreno tan inseguro? Recordó aquel viaje a

Tenerife, en el que esperó la salida del sol desde la balconadadel hotel que daba al oeste, ejemplo elocuente de su poca,casi nula, orientación espacial.

Mientras, las alumnas continuaban con el jocoso debate,alborotadas con las similitudes y diferencias entre conceptoscomo «enfrente» y «delante», sin llegar a una conclusiónsatisfactoria. La ejemplar disertación sobre la relatividad delas cosas había dado lugar a múltiples divagaciones.

Lucía seguía riendo, ahora más serenamente, frente albaúl, frente a su plato. Decidió que añadiría esta noticia en lapróxima clase como final de un capítulo cargado de anécdotas.Recordó entonces a Einstein, quien demostró que es imposiblehallar un sistema de referencia absoluto y que todomovimiento es relativo.

Recuperó entre sus dedos la cuchara apartada y asintiócon la cabeza en su propio pensamiento: «Todo cambia, hastael norte». Miró otra vez hacia delante y, para entonces, lamujer del tiempo ya estaba presente. Oyó que habríapresencia de mar de fondo; un oleaje que se propagaba másallá de la zona donde se había generado, con olas de crestassuaves y rompientes en las costas. El viento presente en loslitorales no tenía que ver con su origen, el causante era elviento que soplaba mar adentro.

Lucía comenzó a sentir un olor característico a salitre, apescado fresco. Sorbió otra cucharada de sopa y la encontrómuy salada. Miró su plato. Creyó estar soñando. El caldo se

Page 73: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

73

había teñido de un color azul marino, pequeñas olas crecíandibujando puntillas de espuma blanca, invadiendo, con lavoluntad de las mareas, la oscura superficie del viejo baúl. Porla estrecha ventana un rayo de sol iluminaba cálidamente lahabitación, a lo lejos, cada vez más cerca, se escuchaba eláspero graznar de las gaviotas grises.

Page 74: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

74

Cristina Gil Romero vive en Alicante desde pequeña,estudió Filosofía y Letras en la Universidad (en concretoGeografía e Historia). Siempre le fascinó la literatura yexpresarse a través de las palabras escritas. Este ha sido suprimer curso relacionado con el tema y se siente muy feliz desu realización y agradecida por la oportunidad que supone deaprendizaje y de poder compartir con su profesor y suscompañeros las inquietudes que tienen en común.

Lonely

El tren se deslizaba por las vías camino de la estación. Anamiró su reloj, eran las cinco de la tarde, de repente recordóel día que era. 20 de abril. Ya habían pasado diez años desdeque Luis se marchó a Estados Unidos. Diez años sin verle, sinsaber de él. De nuevo le vino a la mente cuánto se habíanquerido, cómo una serie de desencuentros los habían llevado auna separación, no ya física sino a la separación de suscorazones.

Miró las ventanillas del tren, había empezado a caer unalluvia que cada vez se iba haciendo más persistente. Continuórecordando, imaginando como podría haber sido su vida si suinseguridad no la hubiese llevado a poner a Luis ante elultimátum de quedarse con ella en España y rechazar eltrabajo que le habían ofrecido o marcharse y con elloterminar su relación. Luis la intentó convencer de que semarchara con él, que la estancia sólo sería temporal. Tambiénle dijo que, si lo prefería, podría esperar su vuelta en Españay mientras tanto viajarían para verse cuanto les fuera posible.

Ana se había arrepentido tantas veces de su negativa acontinuar su vida al lado de Luis. Su miedo la había separadode su amor.

La lluvia cada vez caía con más fuerza, la tarde seoscureció al igual que sus pensamientos. Se dijo a sí misma queno quería acordarse de aquello, no era el momento y ademásaún la hacía sufrir.

Page 75: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

75

Cuando el tren paró por fin, Ana bajó con su maleta. Todoel mundo se apresuraba para ponerse a resguardo lo antesposible, ella también. Se dirigía rápidamente a la parada detaxis, cuando de repente vio a un perrito que se quedómirándola fijamente.

Estaba allí, inmóvil, era pequeño, se había mojado con lalluvia y estaba temblando. Ana se detuvo, sus pensamientos sefrenaron en seco. Pensó que tenía que hacer algo, aquelperrito parecía perdido o tal vez abandonado. No podíadejarle allí.

Sin dudarlo un segundo, después de hablarle ytranquilizarle, le cogió en brazos y decidió llevarle a casa. Aldía siguiente le llevaría al veterinario para que comprobasen sitenía microchip y de esa manera podían localizar a su dueño.

El perrito se dejó coger en brazos, volvió a mirarlafijamente y pareció calmarse. Después de coger un taxi yllegar a casa le acomodó en una mantita sobre el suelo y lepuso agua y comida.

Encontrar a ese pequeño animalito disipó la tristeza quehabía sentido al recordar a Luis. Se sintió útil y feliz al estarhaciendo todo lo posible para que el perrito volviera a su casao, tal vez, pensó, si su dueño no aparecía podría quedarse conella.

A la mañana siguiente después de llamar a su trabajo paradecir que estaba enferma, fue con él al veterinario. Despuésde pasarle el lector apareció el propietario, era una mujer,una tal Carmen, ahora tenía su dirección y su teléfono.

Sus emociones se encontraron, por una parte se alegró ypor otra sintió que se perdiera la posibilidad de quedarse conel animalito. Hasta había pensado en un nombre para él, en elcaso de que se quedara a su lado, le llamaría Lonely,«solitario», tal y como le encontró en mitad de la inhóspitaestación del tren.

Esa misma tarde se puso en contacto con Carmen. Lepareció una chica amable, notó que se alegró al saber que elperrito había aparecido. Le dijo que hacía tiempo que éstevivía con su ex-novio, desde que se separaron fue él quien sehabía quedado con el animal.

Le pidió a Ana su dirección y le dijo que avisaría a su ex-pareja y que si al día siguiente ella estaba en casa, le diría quese pasase a recogerle.

Ana estuvo de acuerdo y quedaron de esa forma. No pudoevitar pensar que de nuevo se iba a quedar sola.

Cuando llamaron a la puerta, Ana supo que venían arecoger a Lonely. Cuando abrió la puerta le vio, estaba allí,frente a ella, mirándola sonriente y tímido a la vez, era Luis.Ella no fue capaz de articular una sola palabra, en un primermomento.

—Ana, ¿no me dices nada, después de tanto tiempo?—Luis... yo... ¿qué haces aquí?Lonely saltaba y ladraba feliz al ver a Luis, éste le abrazó

y acarició, mientras se le llenaban los ojos de lágrimas.—¿Estás bien?, ¿verdad?... Te he echado mucho de menos.

Page 76: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

76

—Tranquilo, ya estamos juntos.Dirigiéndose de nuevo a Ana siguió hablando.—Vengo a recoger a mi perro, aún no puedo creer que

fueses tú quien le encontrara después de estar perdido dosdías.

—¿Es tuyo entonces, Luis?—Era de los dos, de Carmen y mío, nos separamos hace un

año y él se quedó conmigo. Cuando ella me dijo que le habíanencontrado y la dirección para venir a recogerle, supe queestaba contigo, aquí en esta casa donde vivimos los dos haceaños.

Ana le miraba con los ojos muy abiertos, después de diezaños, allí tenía a Luis. Prácticamente estaba igual, en su peloaparecían canas, estaba algo más delgado, pero continuabateniendo la misma mirada cálida y la dulce sonrisa que, tiempoatrás, la habían enamorado.

Sintió como si el tiempo no hubiese pasado, deseó darle unabrazo, pero fue incapaz de aproximarse más a él. Y, sobretodo, se sintió feliz por haber encontrado a ese animalillo, quehabía surgido como de la nada y que parecía estar uniéndolesotra vez.

—Luis, supe hace años que volviste de Estados Unidos,pero ya había pasado tanto tiempo...

—Lo sé Ana, entonces los dos teníamos ya otra vida,aquello que sucedió nos llevó por diferentes caminos.

Luis, se calló por unos instantes y la miró pensativo,después apartando la mirada le dijo:

—Ana, ¿qué te parece si mañana sobre esta hora vamoslos tres a dar un paseo al parque de aquí al lado y de pasohablamos con tranquilidad?

—De acuerdo, hablamos mañana Luis.Ana miró al perrito, se acercó a él, le cogió en brazos y

después de darle un beso le dijo:—Hasta mañana Lonely, nos veremos pronto, que duermas

muy bien.—Ana, ¿le has puesto un nombre?.—Sí, espero que no te importe, supongo que lo hice

pensando en el caso en que no apareciese su dueño. ¿Cómo sellama realmente?

—Es Canelo, supongo que no es un nombre muy original,pero es el que me gustó.

—A mí también me gusta, pero ¿le podré seguir llamandoLonely, si no te importa?

—No me importa Ana.—Te lo agradezco.

Esa noche los sueños de Ana estuvieron habitados porimágenes del pasado, de momentos felices en los que se veía así misma junto a Luis. Junto con otras en las que veía a Lonelycorriendo por el campo, saltando y jugando, radiante, parecíamirarles a los dos, aunque ella no se veía a sí misma ni a Luis,aún así percibía que estaban juntos.

Sintió que no tenía miedo, que todo estaba bien, quesiempre lo había estado.

Page 77: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

77

Cuando volvió a ver a Luis y a Lonely, tuvo la seguridad deque aquel reencuentro iba a suponer un cambio importante ensus vidas. Ese perrito dulce, que la miraba con ojos sabios,como si la conociera de toda la vida, había logrado que Luis yella volvieran a encontrarse.

Supo que los dos hablarían de lo que había ocurrido añosatrás, de lo que les había distanciado, pero sabía que no lesiba a importar ya nada de lo sucedido entonces.

Lo importante era que ahora ya no iban a estar solos, quela vida les estaba dando una nueva oportunidad de vivir conconfianza y alegría, mirando hacia el futuro. Y que a través deaquel ser inocente y bondadoso, de nuevo podría iniciar unnuevo camino los tres juntos.

Page 78: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

78

Mar Fraile Pérez tiene marcadas raíces castellanas. Suorigen salmantino le hace amar las leyendas y las tradiciones.Le encanta leer desde que era niña. Trabaja desde hace añoscon niños y le gustaría escribir libros para ellos.

URU

En el principio los dioses crearon a dos inmortales, Anskory Surelius, para observarlos y descubrir si era posible la vidade especies inferiores y cómo se comportarían. Los doscrecieron como hermanos, unidos por una estrecha amistad.Los dioses, al ver que eran buenos, decidieron poblar elplaneta y los bendijeron con hijos. Anskor tuvo cinco ySurelius dos. Surelius tuvo envidia de su amigo. Pensó que altener más hijos agradaba más a los dioses, y que éstos eransus favoritos. Entonces, en su corazón se instaló la oscuridad,e intentó matar a su hermano. Los dos pelearon con ferocidady al cruzar sus miradas comprendieron su error. Seesforzaron entonces en limpiar sus corazones y expulsaron lasemilla maligna fuera de ellos. Al instante, la semilla creció ytomó sus formas. Ahora había cuatro y no dos amigos. ElAnskor y el Surelius creados por los dioses con bondad en suscorazones, y el Anskor y el Surelius creados por la maldad.Aterrados, corrieron a esconderse con los suyos, pero erademasiado tarde. De todos y cada uno de sus hijos nació sudoble de maldad. Comprendiendo la inutilidad de huir hicieronfrente a su enemigo, y así comenzó una guerra que se haextendido hasta nuestros días, porque cada vez que dabanmuerte a un felonio —pues así los llamaron— del guerrero sedesdoblaba uno nuevo, impulsado por la maldad del acto. Sinsolución aparente, los nuestros cayeron en la desesperación,hasta que la casta de los sabios, recordando la profecía

Page 79: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

79

lanzada por uno de los dioses, encontró la solución. Debíanaislar y entrenar, no en el arte de la lucha sino en el de lamente, a un hijo de la casa de Anskor.

—Llegó el momento Ilia —anunció Solom—, esta nochehemos de comunicarle a Uru quién es y cuál es el sentido de suexistencia.

—¿Estás seguro Solom? —preguntó Ilia—, ¿no deberíamosesperar un poco más?, quizá cuando comience el verano…

—No —la interrumpió Solom—, el tiempo apremia y nopodemos confiar en la rapidez de aprendizaje del muchacho.Hace ya cuatro años de su aislamiento.

—Cierto sabio Solom, pido perdón —se lamentó Ilia—,pero como habrás observado la luna mayor está plena y lamenor aún no ha desaparecido. Las estaciones se alargaránesta tríada. Urum es pequeño aún. Considera pues, maestro,alargar un poco su inocencia.

—Ilia —dijo Solom—, conozco tu corazón y tu prudencia,pero tu juventud te hace ignorante. Los acontecimientos nosobligan. La casa de Anskor reclama a su heredero para acabarcon la maldición. Esta noche hablaremos con él. Le diremosquién es y cuál es su misión, y te mostrarás Ilia. Le dirástambién cual es la tuya.

Al anochecer Solom e Ilia fueron en busca del chico y lerevelaron su origen y procedencia. Le dijeron que pertenecía ala casa de Anskor, le hablaron de la guerra, del porqué de suaislamiento, de su misión y de su destino. «Vaya» pensó Uru,

«así que hay más como yo. Y la chica, Ilia, ha estado todo estetiempo en la isla y yo no me he dado cuenta, y además es miprotectora. Y, ¿tanto tiempo llevo aquí?, ¡cinco años! Meacuerdo de cuando llegué pero no de nada anterior. Teníamiedo de estar solo. Recuerdo llorar escondido debajo de lacama hasta dormirme. Y recuerdo al viejo Solom que venía averme de vez en cuando. ¿Y yo tengo que acabar con unaguerra que dura décadas?, se han equivocado de chico. Yo nosé luchar y no soy todas esas cosas que están diciendo».

—Duerme ahora. Mañana al alba comenzaremos tuentrenamiento — dijo Solom adivinando los pensamientos quecruzaban por la mente del chico.

Uru se dio la vuelta y entró en la cabaña para cumplir lasprimeras ordenes de Solom, cuando se dio cuenta de que Iliale seguía. La miró con cara mitad de asombro mitad de miedo.«¿Adónde iba aquella chica?» pensó Uru, «prefieroenfrentarme ahora mismo al enemigo antes que compartir micasa con una chica». Ilia se dio cuenta de sus sentimientos, ycon cara de superioridad le dijo:

—Uru, soy tu protectora. Eso significa que no me separaréde ti en ningún momento y bajo ningún concepto. Llevo cuatroaños haciéndolo, debo protegerte. Si yo fallo tú mueres, ytodo estará perdido. Tú dedícate a lo tuyo y yo me dedicaré alo mío —sentenció.

Cuando amaneció, Uru e Ilia salieron de la casa en buscade Solom, pero él ya estaba esperándoles. Ambos pensaban

Page 80: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

80

que el viejo sabio iba a aparecer cargado de armas de todotipo, pero se equivocaban. Solom estaba sentado en la hierbay a su lado sólo había lo que parecía un tablero de juego. Seacercaron con curiosidad y examinándolo atentamentequedaron asombrados. Se trataba de un tablero rectangularcon unos dibujos y un laberinto en su parte superior. Tambiénhabía varias fichas: una blanca, una negra y varias rojas, lascuales Solom estaba colocando alrededor del laberinto.

Uru no sabía si preguntar pero al final sedecidió.

—Maestro, ¿no íbamos a entrenar? —preguntó con cautela.

Solom lo miró fijamente y le indicó con lamano que se sentara. Comenzó por explicarleel tablero.

—Uru, esto no es un simple tablero de juego, esto esnuestro mundo, y con él te vas a entrenar. La parte inferiordel tablero representa la isla donde vivimos, la ficha blancaeres tú. La parte superior representa el enemigo. Las fichasrojas son los veladores del gran cerebro, la ficha negra es elgran cerebro, y el dibujo, el laberinto por el cual habrás deavanzar para llegar hasta él y derrotarlo —dijo Solom.

—No lo entiendo. Creí que íbamos a luchar —dijoextrañado Uru, mirando a Ilia.

Ésta, tenía la misma cara de perplejidad que Uru. Elmaestro, armándose de paciencia, les explicó a los dos

muchachos que la guerra que iban a librar no era física sinomental. Para luchar de forma tradicional ya tenían ejércitos.Lo que realmente necesitaban era alguien puro, nocontaminado por ningún tipo de mal, por pequeño que fuera,para que no pudiera desdoblarse, dando pie a la continuaciónde la eterna batalla que libraban. Alguien que además fueracapaz de dominar por completo su mente y poder doblegar lasmentes enemigas. Sobre todo una mente en concreto, la deSurelius. Les explicó que hace mucho tiempo los sabiosdescubrieron la manera de acabar con la guerra: ladestrucción mental de aquel que lo empezó todo, a través dealguien inocente, unido a un protector que velaría por suseguridad y le cedería su fuerza mental en caso denecesitarla.

—Así pues muchachos —dijo Solom—, ambos debéisentrenaros. Tendréis que dominar dos disciplinas, la sincroníamental y la estrategia.

Así pasaron los días, entrenando sin descanso. Uru resultóser un excelente mentalista, en muy poco tiempo logró unaconcentración absoluta. Al principio únicamente dejaba lamente en blanco durante largas horas, sin interrumpir esteestado con ningún pensamiento que lo distrajera. Más tardeincorporó las percepciones extrasensoriales que recibía de suentorno: primero de insectos, caracoles y pequeñas plantas;después roedores y mamíferos pequeños; más tarde animalesmayores y árboles, hasta que por fin dio el salto hasta susiguales y logró conectar con las mentes de Solom e Ilia. Había

Page 81: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

81

conseguido la sincronía mental. Ilia no se quedó atrás, puesconsiguió los mismos logros que Uru solo que invirtiendomenor tiempo que él. El viejo sabio estaba asombrado yfascinado, y sus esperanzas se afianzaban día a día. Elproceso de aislamiento y entrenamiento, repetido tantasveces en el tiempo por sus antecesores, siempre habíafracasado. Nadie creía ya en la profecía. Sólo unos pocosconfiaban todavía, y él más que ninguno, pues esta vez habíauna variable, una alteración en la constante. Pero todavía nopodía revelarlo. Debería esperar un poco más.

Comenzaba el otoño cuando Solom decidió continuar con elentrenamiento. Eligió una mañana ventosa con negras nubes.«No he podido escoger mejor el momento» se dijo el anciano,«el viento y la lluvia harán que sea más difícil y tendrán quetrabajar más duramente».

—Los pensamientos tienen volumen, color y peso —dijo elsabio—, y se mueven junto a sus dueños. Debéis ser capacesde elegir uno, buscarlo, encontrarlo e inmovilizarlo. Ilia, debesalejarte corriendo de nosotros y esconderte, pero no paresde moverte. Así, a Uru le será más difícil localizarte, pues teconfundirá con animales y plantas. Uru, debes encontrarla yretenerla. Solo cuando lo consigas podremos proseguir.

Al instante, Ilia empezó a correr y a reír dirigiéndosehacia el bosque, mientras Uru sonreía cerrando sus ojos. Nosabía si iba a poder concentrarse. Aquello era nuevo,excitante, como un juego. Cuanto más intentaba dominarsemenos lo conseguía, hasta que después de varias advertencias

mentales en forma de agudos pinchazos en su cabeza porparte de su maestro, lo logró. Respiró hondo, dejó su menteen blanco y comenzó a buscar a su amiga. Como de costumbre,Solom tenía razón. Empezó a distinguir colores y tamaños querelacionaba con seres vivos más y menos pequeños. Notó, quecuanto más grande era el animal, más le costaba acercarse aél, al igual que con las pequeñas flores y los árboles. «Eso espor el peso» le había dicho su maestro, «cuanto más pesenmás te costará aproximarte y retenerlos. Debes emplear todatu concentración y tus fuerzas». Uru lo intentaba, pero soloconsiguió aproximarse a una rana. Ésta, no paraba de darsaltos chapoteando divertida en los charcos que formaba lalluvia, así que desesperado al no poder retenerla, decidióseguir su búsqueda y encontrar a su amiga. Paseo y esquivógran cantidad de colores y tonalidades, correspondientes atodos y cada uno de los seres que habitaban la isla, y cuandoya agotado, iba a darse por vencido, la encontró. Fueimpactante. Tanto su color como el brillo que despedía no separecían a nada que él hubiera visto antes, y ejercían sobre éluna atracción difícil de resistir. Cuando volvió a la realidadestaba mareado. No sabría decir cuánto tiempo estuvo es eseestado de semiinconsciencia. Fijó su atención en el maestro.Era la primera vez que lo veía sonreír.

—Ya estáis preparados —suspiró Solom—. Id a descansar,mañana se librará la batalla final.

—¿Qué? —exclamó Uru—, ¡pero si no me he enterado denada! ¡no lo he conseguido!

Page 82: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

82

—Maestro Uru tiene razón —musitó Ilia—, ninguno de losdos ha superado la prueba, si vamos mañana a la batalla,pereceremos todos sin remedio.

—Os equivocáis ambos —terció Solom—. Habéis superadocon éxito vuestro entrenamiento y ni siquiera os habéis dadocuenta. Ilia, tú eres la verdadera elegida, heredera de la casade Anskor. Tu entrenamiento consistía no tanto en lahabilidad mental como en la perseverancia, benevolencia,coraje y disciplina. Cualidades que has demostradosobradamente al velar y alentar al que tú creías tu protegido.Uru, tú eres el protector. Se te exige sinceridad y sensatez,y tú joven amigo, destacas en ambos rasgos.

—No puede ser. No puedo hacerlo —farfulló Ilia.—Confía en ti—arguyó Solom—, recuerda que tienes a Uru

a tu lado. Deberéis romper las barreras de los guardianespara poder acceder a Surelius. Concentraos en el engaño ytramad un ardid para despistarlos. Utilizad al enemigo contraél mismo.

Y diciendo esto, Solom dio media vuelta y los dejó. Uru eIlia se quedaron de pie, contemplando cómo se alejaba sumaestro. Tenían un nudo en la garganta pues no sabían si lovolverían a ver. Decidieron acostarse en un intento de olvidarlo que les esperaba al día siguiente, pero no consiguierondormir. Antes del amanecer se pusieron en camino. Sedirigieron al extremo norte de la isla, pues necesitabansentirse lo más cerca posible del enemigo. Se sentaron alborde de un acantilado y fijaron su vista en el mar.

—He pensado en lo que dijo el maestro —dijo Ilia—, en lode despistar a los guardianes.

—Yo también —sentenció Uru—, creo que esa es nuestraúnica opción. Si atacamos directamente nos vencerán. Lomejor es que sigamos actuando como hasta ahora. Dejémoslescreer que tú eres la protectora y yo el elegido, así irán a pormí y podrás tener acceso a Surelius.

—Pero eso es demasiado peligroso Uru —advirtió Ilia—, nopodrás hacerles frente a todos tú solo.

—Creo que esa es exactamente mi misión Ilia —repuso elchico—, concéntrate en el verdadero enemigo. Recuerda quelo importante no somos nosotros, sino todos los que esperanque venzamos.

Con un fuerte asentimiento de cabeza, más por intentarfortalecerse que por estar convencidos de sus planes, secogieron de la mano y cerraron sus ojos. Una suave brisaacariciaba sus rostros, y dejando la mente en blanco,comenzaron a alejarse en busca de su enemigo. Antes demarcharse completamente, sintieron como su maestroconectaba con ellos. «Recordad, cuando no sepáis qué hacer,dejad que el inconsciente guíe vuestras decisiones. Confiad envuestra intuición». Reconfortados por los ánimos de Solom,tuvieron la sensación de que su maestro nunca les dejaríatotalmente solos. Respiraron profundamente y concentraronsus fuerzas. No tardaron en percibir claramente a los dosejércitos. Una cantidad inusitada de colores con distintosbrillos, unos más intensos que otros, y frente a ellos un solo

Page 83: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

83

color plomizo, levantando una especie de densa niebla queengullía todo aquello que se le acercaba. Más allá, tras unextenso vacío, refulgían unas mentes sólidas y poderosas, queiban desde los naranjas más ardientes hasta los rojos másfebriles.

¡Aquellos deben de ser los guardianes! —exclamó Ilia—,¡pero no veo a Surelius!

¡Son muy poderosos Ilia! —dijo Uru—, les pondré un cebopara alejarlos de ahí. Me aproximaré a sus mentes pensandoen su jefe y huiré rápidamente. Pensarán que soy el elegido,me seguirán todos. Entonces tendrás tu oportunidad.Aprovecha el momento para buscar a Surelius y atacarle. Serápida pues él intentará desgastarte y te agotará.

¡Cómo si fuera tan fácil! —se quejó Ilia—, ¡aún no sé lo quevoy a hacer para poder vencerlo!

Utiliza el elemento sorpresa. Intenta esconderte ysorpréndele en el último momento —aconsejó Uru.

«No sé dónde pretende que me esconda», opinó la chica.Mientras se debatía con sus pensamientos, Uru lanzó unataque directo a los guardianes. Se acercó a ellos sin ningunacautela y, nada más mostrarse, comenzó a huir en direccióncontraria. Rápidamente los guardianes salieron tras él,dejando el campo libre a la elegida. Ilia se sorprendió, pues seextendía ante ella el mismo laberinto que había visto tantasveces en el tablero de entrenamiento. « ¿Cómo es posible?»pensó, pero al instante se adentró en él. Estaba dentro de lamente de Surelius. Comenzó a deambular a través de pasillos

oscuros y tenebrosos que le producían una terrible sensación,como un miedo atávico. Algo que siempre había estado ahí,dormido, y ahora impregnaba todo su ser. Los pasillos estabanformados por enormes paredes de árboles secos, sin ningúnatisbo de vida. Se adentraban cada vez más en el laberinto,con giros e intrincados recovecos. No había nada reseñable,nada para poder recordar el camino de vuelta. Nada paraesconderse como le había aconsejado su amigo. Siguióbuscando alguna señal que le diera alguna pista sobre su rival.Estuvo deambulando, perdida, lo que le parecieron horas yhoras. Estaba inquieta por Uru. No sabía cómo le habría idocon los guardianes. Entonces lo notó. Sintió una sacudida,como un pequeño terremoto. Las ramas más altas de losárboles se tambalearon visiblemente y un escalofrío le heló lasangre. Se quedó paralizada un instante, el suficiente paraatisbar como una gran polvareda se levantaba veloz endirección a ella, y asomando entre las oscuras nubes queproducía, pudo vislumbrar unos terribles ojos fríos, colorsangre, acompañados por unos colmillos blancos como la nieve.Era un enorme perro, y detrás de él había miles de ellos.Corrían hacia ella rugiendo. Nunca había visto nada con unaspecto tan feroz. Solo se le ocurrió huir, pero ¿adónde?,estaba atrapada y perdida en aquel horrible laberinto, en lamente de Surelius. Con esfuerzo, pues entre el miedo y elhipnotismo que le producían aquellos ojos estaba paralizada,se lanzó a la carrera. Se le aceleró el pulso y respirabaentrecortadamente. Su miedo le hacía volverse cada poco

Page 84: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

84

tiempo mirando por encima del hombro, y veía como aquellasbestias se acercaban cada vez más. Los ojos de éstasrefulgían y sus bocas abiertas, con sus negras lenguascolgando, jadeaban intentando atrapar más aire del quepodían, como si por ello fueran a ser más veloces. Seaproximaban a Ilia. La chica, con gesto de horror, corría todolo que podían sus piernas, pero por mucho que lo hacía nopodía deshacerse de ellos. Cada vez se acercaban más. Sentíael aliento fauces en el cuello. Oía el entrechocar de suscolmillos. Ilia corría, ¡corría!, pero no podía librarse de ellos.Doblaba una esquina, y otra, y otra, y poco a poco fueperdiendo sus fuerzas, aminorando, hasta que llegó a unaabertura circular sin salida. Los perros le dieron alcancerugiendo, y lanzando poderosos ladridos que le retumbaban enlos oídos. Ilia estaba horrorizada. Se aproximaron a ella, eIlia retrocedió muy despacio hasta que su espalda chocó conel tronco de un árbol. La tenían acorralada. «El árbol» pensó,e intento subir rápidamente a sus ramas. Pero su miedo lehacía vulnerable e ineficaz. Resbaló varias veces y en una deellas los perros la atraparon. Le mordieron los tobillos y labajaron del árbol. La rodearon e inclinaron sus cabezasrugiendo, guardando pleitesía al que parecía ser su líder. Estese aproximó despacio a la chica, casi parecía que sonreía, ylanzó el primer ataque. Le asestó un bocado en el muslo. Enese momento los demás comenzaron a ladrar de nuevo y selanzaron hacia ella asestándole bocados por todo el cuerpo.«¡Ahhh! ¡me van a destrozar!», pensó Ilia. «Lo siento Solom he

fracasado». Y cuando estaba a punto de sucumbir locomprendió. Surelius había descubierto que la elegida estabadentro de su mente, y la estaba atacando con lo que mástemía. Tenía que contraatacar y rápido, o acabaría con ella.Acabaría con todo. «No es real Ilia» se dijo la chica, «nosientes el dolor, no pienses en él». Y haciéndose fuertedecidió intentarlo. Intentó levantarse una y otra vez hastaque lo consiguió, inspiró con ímpetu y con determinación leshizo frente. Proyectó su fuerza hacia ellos, pensando en ungran muro que les empujaba y les alejaba de allí cada vez másrápido, hasta que los barrió completamente. Ahora estabasola, salvo por una densa oscuridad que la rodeabacompletamente y avanzaba hacia ella. La atacó, en un abrazomortal, y empezó a oprimirla cada vez más fuerte intentandoasfixiarla. Ilia luchó. Se resistió todo lo que pudo. Ya no podíarespirar, y casi desvaneciéndose, se acordó de su amigo.«Uru» exclamó débilmente. De repente sintió un calorfamiliar. Era su amigo que estaba a su lado y acariciaba sumente reconfortándola. «Ilia brilla. Brilla como nunca lo hashecho. Yo brillaré contigo». Alentada, concentró su mente enla luna llena. Un círculo de un blanco puro e intenso que cadavez se hacía más grande. Uru se unió a su pensamiento, yjuntos agrandaron esa luna mágica hasta que traspasó susfuerzas y sus mentes y estalló, barriéndolo todo a su paso. Yentonces se dejaron ir, sabiendo que habían vencido, quehabían acabado para siempre con el mal, que los suyos seríanlibres. Sintieron la alegría de los guerreros, el júbilo y la

Page 85: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

85

armonía de sus corazones, que se unieron a los suyos, puesjuntos, sabían con certeza que ya siempre conservarían lo queles era más querido.

Page 86: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

86

Susana Fuentes Román nació en 1972 a orillas delMediterráneo, en Alicante (España) y allí reside.

Estudió la licenciatura de Geografía e Historia y la deFilología Hispánica, esta última aún por terminar. En laactualidad está al otro lado del pupitre y se dedica a laenseñanza.

Desde niña comenzó su amor por la lectura de la mano delos antiguos —que no viejos— cuentos infantiles de su madre.Su afición por la escritura nació más tarde y aún más tardedecidió compartir sus trabajos con alguien que no fuera ellamisma.

Desde enero de 2003 formó parte de la Revista DigitalLiteraria Oxigen, dirigida por Óscar Bribian. Desde octubrede 2006 y hasta la fecha colabora con la Revista DigitalLiteraria Palabras Diversas www.palabrasdiversas.com

En estas dos revistas y en otras, como Katharsis, hapublicado diversos relatos cortos, microrrelatos y algúnartículo relacionado con la literatura.

Un día de lluvia

Dedicado a quien ha dejado las cicatricesmás profundas e imborrables en mi corazón

La lluvia había creado un enorme caleidoscopio en lascristaleras de la librería que permitía a Elena disfrutar de unpequeño juego que siendo niña compartía con su padre desdeese mismo mostrador.

Por aquel entonces tenía que sentarse en un taburete altopara que sus ojos quedaran a la misma altura que los de supadre y así poder competir en igualdad de condiciones.Observaban las siluetas deformadas de la gente que pasabapor la calle y trataban de adivinar parte de sus vidas: dóndeiban, de dónde venían, a qué se dedicaban...

Ahora era ella la que trabajaba allí, en la librería que supadre había regentado durante 40 años y era Laura, la menorde sus tres hijos, la que se sentaba en el taburete para estara su altura.

―Yo creo que va a la cafetería de la esquina para tomarun helado con su novia.

La vocecilla aguada de la niña sacó a Elena de suensimismamiento.

―¿Un helado has dicho? No creo que vaya a tomar ningúnhelado con la que está cayendo y con el frío que hace.

―¿Y por qué no? Siempre es buen momento para tomar unhelado.

Page 87: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

87

―Porque no, cielo, porque no ―sentenció la madremientras colocaba un par de libros infantiles en la estanteríacorrespondiente.

Esa afirmación tan categórica como insustancial era laforma que tenía Elena de cortar cualquier encadenado depreguntas de sus hijos que previera largo e interminable. Ymientras daba por concluida la conversación, se fijaba en lacicatriz que tenía en la sien derecha el joven moreno al que suhija había concedido devoción por los helados.

Acariciaba la marca en su sien derecha sintiendo todavíalos dedos de ella recorriéndola con esa dulzura que a él leresultaba tan empalagosa y tanto despreciaba mientrasplaneaba la forma en la que iba a conseguir desembarazarsede su amante pero sin dejarle mal sabor de boca y sinperderla del todo. Siempre había pensado que era interesantetener a un grupito variado de admiradoras satisfechas queestuvieran dispuestas a retomar la relación más adelante encaso de ser necesario. Esta cuarentona de buena posiciónpodría sacarle de algún apuro económico o podría conseguirque se sintiera de nuevo encantada con satisfacer alguno desus carísimos caprichos tal y como venía haciendo los tresúltimos meses. Gracias a ella lucía aquel reloj en la muñeca yacumulaba esa cantidad de aparatitos electrónicos tansofisticados pero sus dotes como amante dejaban mucho quedesear y cada encuentro se había convertido en una ansiosacuenta atrás deseando que la separación llegara cuanto antes.

Inmerso en aquellos pensamientos, ni siquiera la vio veniry, sin saber cómo, sus paraguas quedaron enredados.

―Oh, disculpe ―musitó cuando se dio cuenta de qué era loque había sucedido y vio la cara contrariada de la muchachaque circulaba en sentido contrario al suyo y dueña delparaguas que había decidido entrelazarse en ese extrañoabrazo con el suyo.

«A ésta sí que le dedicaría toda una tarde o todo un fin desemana incluso», pensó mientras sus manos tratabantorpemente de deshacer el enredo que habían formado lapareja de paraguas y sus ojos la recorrían de arriba a abajoconfirmando su primera impresión de aquella morena de ojosverdes vestidos de tristeza.

Ella dio un tirón, desesperada ante el empeño de lasvarillas en mantenerse entrelazadas. Con ello no consiguió elobjetivo deseado sino rasgar la tela de su paraguasconvirtiéndolo en unos jirones de tela inservibles paraprotegerse de la lluvia que en ese momento caía intensa einclemente sobre su persona.

Se le escapó un pequeño gemido de disgusto mientras ensu cabeza resonaban palabras bastante desagradablesmaldiciendo su mala suerte.

―Lo siento, lo siento de veras ―volvió a farfullar Javiermientras pensaba en cómo aprovechar aquella situación paraconseguir una cita con la morena―. Ha sido culpa mía, ibadistraído pensando en mis cosas.

Page 88: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

88

―No, para nada. Ha sido culpa mía por haber dado esetirón pero es que parecía que se enredaban cada vez más y nose iba a deshacer nunca el lío de varillas. ¿Se ha roto el tuyo?

―No, tranquila, el mío está perfecto. Déjame ver si sepuede hacer algo por arreglar el tuyo.

Los dos dirigieron la vista hacia los pedazos de telarasgada y a continuación cruzaron sus miradas con una mismaexpresión y una misma idea: aquello no tenía arreglo posible,había quedado definitivamente inservible.

―Insistió en que se ha roto por culpa mía, permítemeacompañarte a donde sea que fueras o si eso te incomoda,toma el mío prestado; te dejo mi teléfono y cuando puedas,me lo devuelves. Ya te has mojado demasiado ―afirmómientras se acercaba a ella y colocaba su paraguas sobreambas cabezas.

―Iba a coger al coche para ir al trabajo, está ahí mismo,aparcado frente a la librería.

―Vamos hacia allí entonces ¿o quizás prefieres que teacompañe a casa para cambiarte de chaqueta?

―Ya voy con el tiempo pegado, eso me haría llegar muytarde y no quiero que me vuelvan a llamar la atención por eso,no importa, ya se secará.

―Tomo nota, eres tardona. De todas formas, yo acudirépuntual a nuestra cita y te esperaré sin desesperar ―afirmócon una sonrisa burlona y confiada mientras le empujaba porel brazo de una forma muy sutil pero con la suficientedecisión como para que ella obedeciera sin pensarlo y

empezara a andar junto a él hacia donde había indicado que seencontraba su automóvil.

―¿Cómo? Perdona, no he entendido bien lo que hasquerido decir ―contestó ella alzando los pómulo y arrugandolos ojos en un gesto muy suyo que reflejaba perplejidad eincredulidad.

―Si te presto mi paraguas, luego tendrás quedevolvérmelo ¿no? Pensaba que habíamos quedado en ello,ahora te apunto mi teléfono y en cuanto puedas, mañanaviernes por ejemplo, me lo devuelves. Mira, ahí en la esquinahay una cafetería en la que podríamos quedar para llevar acabo el intercambio: tú me traes el paraguas y yo te invito aun café. ¿Te parece bien?

―La verdad es que soy más de tomar té ―dijo ellaautomáticamente, con el pensamiento centrado en su aspectodesaliñado tras el remojón.

―Bien, en ese caso, tomaremos té. ¿Mañana a las cinco dela tarde te parece buena hora?

―No sabría decirte ahora mismo. Ése es mi coche, el rojo―señaló cambiando rápidamente de tercio. Muchas graciaspor acompañarme, nos vemos en otra ocasión.

―Por supuesto, toma mi paraguas y apunta mi número odame el tuyo si lo prefieres ―insistió mientras lo plegaba y selo ofrecía.

―Te estás empapando. No es necesario que me lo des, yaestoy dentro del coche a buen resguardo de la lluvia.

Page 89: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

89

Él insistió un par de veces más, plantado ante la puertaabierta del conductor, recibiendo de lleno el aguacero que nocesaba desde la noche anterior. Ante la imposibilidad decerrar la puerta del vehículo e irse a toda velocidad de allí, taly como Eva hubiera deseado, optó por aceptar y finalizarcomo fuera aquel encuentro.

―Está bien, dámelo y apunta mi número: 651104398Tal y como tenía por costumbre, varió la última cifra para

evitar ser localizada pero pudiendo dar la excusa de que lehabrían entendido mal en caso de ser cazada en su mentira.

Consiguió con ello que por fin él se apartara de su puerta;se despidió murmurando una despedida y condujo calle abajotan rápido como la circulación se lo permitió.

Giró hacia derecha e izquierda varias veces hasta llegar auna zona muy poco transitada donde pudo estacionar a unlado, a salvo de miradas curiosas y dejar por fin rodar laslágrimas que llevaba reprimiendo desde su cruce con eldesconocido de la cicatriz. Y así permaneció durante casimedia hora, sin parar de llorar desconsolada.

Hacía ya nueve meses que no trabajaba y durante esetiempo sólo la habían llamado para hacer una entrevista y eldía de la ansiada entrevista estaba resultando un completodesastre. Debería estar ya en el lugar de la entrevista peroen cambio, allí estaba, con el dinero invertido en la peluqueríaechado a perder, la máscara de pestañas dibujando sombras alo largo de sus mejillas, su mejor traje de chaqueta empapado

y sus preciosos y preciados zapatos de tacón sonando a cadapaso como una bomba neumática. Y todo por culpa de la lluvia yde aquel engreído que no miraba por donde iba. Pero luegobien que la miraba a ella ¿pero qué se había creído, que no seestaba dando cuenta?

«Supongo que el muy creído habrá pensado que no veíacomo me repasaba de arriba a abajo y se parabadescaradamente en mi escote. ¡Y que confianza en sí mismo!dando por hecho que estaba interesada en quedar con éldespués de haberme arruinado la única posibilidad que se meha presentado hasta ahora de conseguir un empleo y yo penséque era un puesto perfecto para mí pero parece ser que loshados del universo no han pensado lo mismo así que tendré queconsolarme con aquello de que todo lo que pasa, sucede poralgún motivo y siempre para bien».

Eva torció el gesto porque en realidad aquello le parecíaun consuelo para pobres de espíritu, no creía que hubieraninguna fuerza superior que organizara los acontecimientospara felicidad o desgracia de nadie.

En ese momento, sonó su teléfono móvil. Lo dejó sonar, nisiquiera hizo ademán de buscarlo en su bolso. No dejaba desonar... quizás fuera algo urgente... decidió contestar.

―Hola, buenos días ¿Eva Cifuentes? ―era una vozfemenina la que le saludaba al otro lado del teléfono.

―Sí, soy yo, dígame.―Me llamo Lidia y soy la secretaría del señor Román, tenía

usted concertada una entrevista con él pero no ha acudido.

Page 90: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

90

De repente, todo el derrotismo que inundaba el ánimo dela muchacha se desvaneció y recuperó la fuerza y entereza dela que siempre hacía gala.

―Lo siento, debería haber llamado antes pero con losnervios no me he acordado. He tenido un pequeño percance yeso me ha retrasado. Le ruego que me disculpe y, si esposible, me dé la opción de realizar la entrevista en otrohorario.

―Imaginaba que le habría ocurrido algo que le habíaimposibilitado venir porque la noté muy interesada cuandohablé con usted por teléfono el otro día y precisamentellamaba para darle una fecha alternativa: ¿podría usted acudira nuestras oficinas el próximo viernes a las cinco de la tarde?

Eva contestó sin pensarlo, no podía creer la suerte queestaba teniendo:

―Por supuesto que puedo, allí estaré, esta vez sin falta niretraso. Muchísimas gracias.

Cuando colgó el teléfono ya no veía motivos para llorarsino para sonreír abiertamente. Todo le iba a empezar a irbien a partir de ese momento, estaba segura de ello.

Lidia se sentía feliz, pensó que había hecho una buenaobra y eso siempre le hacía sentir bien consigo misma.

No conocía de nada a aquella chica pero por la foto queacompañaba su currículum y por su voz pensó que se merecíauna segunda oportunidad y, la verdad, no le había resultadonada complicado mentirle a su jefe diciéndole que ya no

quedaba nadie más por entrevistar hasta el día siguiente.Aquella tarde estaba tan despistado y ausente que hubieracreído a pie juntillas cualquier cosa que ella o cualquier otro lehubieran dicho.

―Lidia, me voy ya para casa, mañana terminaré deorganizar las anotaciones que he hecho sobre los candidatos.

―Está bien, señor Román, hasta mañana ―se despidióviendo como su jefe salía por la puerta cabizbajo.

No era en absoluto habitual que Miguel Ángel se fuera tanpronto de la oficina pero a Lidia no le extrañó en absolutodespués de su comportamiento de ese día.

Seguía lloviendo ¿desde cuándo llovía? No lo sabía, nitampoco se paró a pensarlo ni un segundo. Aquella llamada deteléfono anónima le había dejado despertado del letargo en elque estaba viviendo desde hacía ya varios años. En realidad, élya se había dado cuenta de que su mujer lo engañaba y no sólocon otros hombres (el de la cicatriz que decía la voz de lallamada era sólo uno más de un buen montón) sino en el ampliosentido de la palabra, prácticamente no compartía nada con élque fuera auténtico pero nunca quiso creerlo. Esa llamada, a laque ni siquiera hubiera atendido en otras circunstancias, lehabía afectado tanto porque lo único que había hecho eraconfirmarle lo que sabía pero creía imposible. ¿En quémomento sus vidas se separaron tanto hasta convertirlos endesconocidos?

Page 91: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante

91

Vio a la niña sentada en el taburete hablando con sumadre, con una expresión tal de alegría que no pudo más quesonreír él también a pesar de los pensamientos que le corroíanpor dentro. Vio a su madre irradiar felicidad mientras seacercaba a ella para abrazarla y besarla y recordó el día en elque él y Noelia discutieron cuando él le insinuó la posibilidadde convertirse en padres. «Tú estás loco si piensas que mevoy a deformarme, a hincharme y a llenarme de estrías portraer al mundo un bebé que lo único que va a hacer esmolestar y no dejarme hacer mi vida libremente». Parecía quetodavía estaba oyéndola decir aquello.

Sin pensarlo demasiado, entró en la librería y le pidió a ladueña que le recomendara algún libro que le entretuviera y lelevantara el ánimo. Ella enseguida le recomendó tres títulos yle dio las razones de su selección.

Primero pensó llevarse los tres tomos pero, al mirarla denuevo, se dio cuenta de que a pesar de haber pasado pordelante de aquel establecimiento cada día desde que se mudóa su actual casa, jamás había reparado en aquella mujer y,mucho menos, en aquellos ojos tan hermosos como chispeantesy llenos de vida ¿cómo podía no haberse fijado hastaentonces? Pensó llevarse solo uno de ellos para tener laexcusa de volver a por los otros. Y eso hizo. Volvió muchasveces.

―Mamá, llueve sobre la luna, como el día que papá se fuede casa.

―Sí, cielo, pero ese día también llovía en nuestroscorazones y eso ya nunca más va a pasar porque ni la lluviapuede tapar el brillo de la luna. Mírala qué hermosa luce en elcielo.

Page 92: MARE IMBRIUM, - Ayuntamiento de Alicante