marco aurelio
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Emperador Marco AurelioTRANSCRIPT
BUSTO DE MARCO AURELlO, EMPERADOR ROMANO DE LA DINASTíA DE LOS ANTONINOS ENTRE LOS AÑOS 161 Y 180 D. C.
Penúltimo augusto de la dinastía de los Antoninos, Marco Aurelio reinó sobre sus dominios con sobriedad, pero también con generosidad. Sus súbditos recordarían con reverencia al que la historia conocería como "el emperador filósofo".
El reinado de Marco Aurelio está marcado por las crecientes invasiones de los vecinos pueblos bárbaros y por una decisión no aplaudida ni por sus contemporáneos ni por el curso de los acontecimientos a su muerte: la ruptura de la continuidad sucesoria, hasta ese momento basada en méritos, y no en consanguinidad.
117 d. C.
LOS BÁRBAROS Marco Aurelio verá invertirse la tendencia conocida hasta entonces por Roma: de conquistadora, la potencia pasará a ser objeto de las incursiones bárbaras. Logrará contenerlas, pero aquello sería sólo el principio: el Imperio nunca dejaría ya de padecer el castigo del enemigo exterior.
96d.C. Nerva funda la dinastía de los Antoninos, que llevará a su apogeo al Imperio romano. Fallecido
en 98, le sucede ll'ajano, a quien había adoptado.
Muerte de Trajano, conquistador de la Dacia, Armenia, Mesopotamia y el noroeste de Arabia. Roma ha alcanzado su máxima expansión territorial.
121 d. C. Marco Aurelio nace en la capital durante el reinado de Adriano, sucesor de Trajano. El Emperador, admirado por su inteligencia, le procurará una espléndida educación.
138 d. C. • A la muerte de Adriano, el estado está pacificado y cuenta con órganos de gobierno eficientes y con una legislación en su mayoría unificada.
• Marco Aurelio es adoptado por el nuevo emperador, Antonino Pío, que respeta así el deseo de Adriano.
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144 d . C. Marco Aurelio contrae matrimonio con Faustina la Joven, hija de Antonino pío.
161 d. C. Fallece Antonino Pío, que ha consolidado la plenitud del 1m perio. Marco Aurelio accede al poder como augusto y nombra corregente (aunque sin concederle poder real) a su hermano adoptivo, Lucio Vera.
LA SUCESiÓN La línea dinástica de los Antoninos se había fundamentado no en la monarquía hereditaria, sino en la adopción de un miembro de una familia vinculada al emperador, que se demostrase capaz para gobernar. Su decisión de dejar el Imperio en manos de su hijo Cómodo se convertiría en un error.
concluye la guerra contra los partos, que en 161 habían invadido varias posesiones asiáticas de Roma. Cómodo y Annio vero, hijos de Marco Aurelio, son elevados a césares (sucesores del augusto).
167 d. C. Las legiones regresan victoriosas de Oriente, pero llevan la peste a Italia. Se abre otro frente bélico: diversos pueblos germanos han cruzado la frontera del Danubio.
el trono
175 D. C. Los invasores germanos son rechazados por Marco Aurelio, aunque las hostilidades no tardarán en reanudarse. Entretanto, uno de sus legados, Avidio Casio, se proclama emperador en Siria.
Marco Aurelio rechaza a los germanos más allá del Danubio. Avidio Casio, héroe de la lucha contra los partos, es nombrado legado de las provincias asiáticas. Al año siguiente muere el coaugusto Lucio Vero.
Se alcanza un período de paz genera 1. Los bárbaros son autorizados a establecerse en determinados puntos del Imperio como colonos. Marco Aurelio pasa el invierno en Alejandría.
177 d. C. Tras derrotar al usurpador Avidio Casio, Marco Aurelio acomete una nueva guerra danubiana. Cómodo es investido coaugustoo El Emperador emprende el regresoa Roma.
178 d. C. Nueva campaña contra los bárbaros del Danubio. Marco Aurelio se desplaza al frente germano para dirigirla personalmente.
180 d. C. Marco Aurelio pierde la vida en Vindobona (la actual Viena) a causa de la peste. Le suceden Cómodo y una Roma amenazada para siempre.
PARA SABER MÁS
BIOGRAFIA
GRIMAL, Plerre. Marco Aurelio. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1997. El hombre, el emperador, el filósofo. Un análisis de Marco Aurelio y su época a cargo de un prestigioso especialista.
ENSAYO
BRAVO, Gonzalo. Historia de la Roma antigua. Madrid: Alianza, 1998. Para situar en su contexto el reinado de Marco Aurelio, así como sus antecedentes y consecuencias.
CLÁSICOS
AURElIO, Marco. Meditaciones. Madrid: Alianza, 1999. Obra tan valiosa como bre
ve, reúne la esencia del pensamiento estoico de Marco Aurelio. Un clásico de la filosofía universal.
GIBBON, Edward. Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano. Barcelona: Alba, 2<XXl. Uno de historiadores británicos más destacados del siglo XVIII, retrata con simpatía a la dinastía antonina.
LITERATURA
HAEFS, Gisbert. La primera muerte de Marco Aurelio. Barcelona: Edhasa,
2004. Una trama de acción con toques de intriga en torno a una conjura para asesinar a Marco Aurelio.
INTERNET
Marc Aurele OU
La fin du monde antique http://visualiseur.bnf. frl Visualiseur?Destination= Gallica&O=NUMM-89448 Edición digital de la obra del escritor decimonónico Ernest Renan realizada por la Biblioteca Nacional Francesa.
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DOSSIER .
El Imperio romano
LOS PRIMEROS SíNTOMAS DE LA DECADENCIA
Perteneciente a una dinastía de emperadores
capaces, con nombres tan relevantes para la historia
como los de Trajano o Adriano, Marco Aurelio fue
digno de la línea de gobierno que hizo de Roma
el dominio más grande del mundo. Sin embargo,
tendría que enfrentarse a la aparición de males que,
a largo plazo, supondrían el declive del Imperio.
JULlÁN ELLlOT, PERIODISTA
• DOSSIER
I reinado de Marco Aure lio señala un punto de inflexión entre el período más es table y el principio del fin en el Imperio romano.
La potencia le fue legada al emperador filósofo apaciguada, próspera y tolerante. Esto fue posible gracias a la capacidad de su linaje, el de los Antoninos, para regir el Estado. La dinastía a que pertenecía Marco Aurelio supo guiar a Roma a un apogeo inusitado durante la mayor parte del siglo II d. C. Trajano había ampliado el territorio hasta su máxima expansión. Adriano, más tarde, lo había pacificado. Sucesor de éste, Antonino Pío pudo llevar así las riendas de un imperio tan gigantesco como saneado.
Continuismo sucesorio - Una clave que explica la estabilidad conse-
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guida en el siglo de los Antoninos es el continuismo sucesorio. La dinastía había evi tado mediante un senci llo mecanismo el peligro de inseguridad institucional que solían acarrear los interregnos*. El augusto* de turno elegía un sucesor con cierta antelación. Este no era un hijo a la manera de las
miliar como había sucedido en la etapa de los Julio-Claudios*, que comenzó con un Augusto y acabó en un Nerón.
Además, se pretendía que el consejo privado del mandatario aprobara la designac ión. Constituía una garantía más. Una vez escogido el futuro dirigente, solía promocionárselo
a césar*. A veces este nombra-
El emperador escogía como sucesor a qUien poseyera las aptitudes para gobernar
miento recaía en dos varones, para proteger la continuidad dinástica ante cualquier eventualidad y para que los candidatos no cejaran en su ca-
monarquías hereditarias, cuyas generaciones se relevan en el poder por vía sanguínea. Se trataba de un miembro de una familia próxima al emperador, que poseyera aptitudes evidentes para una responsabilidad como la de gobernar el Imperio. En caso afirmativo, el príncipe lo adoptaba, con lo que se evitaban procesos de decadencia fa-
pacitación. Nerva, el primer Antonino, adoptó a Trajano, quien más tarde hizo lo mismo con Adriano. Este último dio un paso más allá cuando llegó el momento de designar un heredero. Eligió a Antonino Pío, que tenía SO años, para ocupar el trono tras él y escogió también al príncipe siguiente. Era un muchacho recto y despierto, Marco Aurelio, que des-
DOSSIER .
Los Antoninos a Nerva (30-98) El Trajano (53- Adriano (76- El Antonino Pío
Fue elegido empe- 117). En política 138). Consciente (86-161). Impulsó
radar tras el ase si- exterior favoreció el de las limitaciones reformas en la jus-El linaje que gobernó de 96 a 192 nato de Domiciano, expansionismo, con económicas y mi- ticia y la adminis-condujo al Alto Imperio romano su antecesor. Para las conquistas de litares del Imperio, tración, a la vez a una edad de oro. Su efectividad evitar conflictos e Dacia y Mesopota- renunció a las que tomaba medi-comenzó a decaer durante el man- intrigas a su muer- mia. En el interior conquistas de su das sociales para dato de los dos últimos augustos*. te, escogió como mantuvo una rela- predecesor en Me- beneficiar a los
sucesor a Trajano, ción cordial con el sopotamia. A lo lar- sectores más des-..... Relación de adopción un prestigioso mi- Senado. Recibió el go de su reinado favorecidos. - Relación biológica litar al que adoptó título honorífico de realizó varios viajes
como hijo. Optimus princeps. por las provincias.
I Annia Faustina, o Faustina la
Joven. Hija de Antonino Pío, su padre rompió su compromiso matrimonial con Lucio Vero para casarla con Marco Aurelio.
ü.~ El Marco Aurelio (121-180). Conocido como el "emperador filósofo", expresó su pensamiento en sus conocidas Meditaciones. Vio aparecer los primeros síntomas de decadencia del Imperio.
Lucio vero (130-169). Hermano adoptivo de Marco Aurelio, con el que compartió la Corona imperial. Se ocupó de cuestiones militares sin disfrutar de poder efectivo.
Annia Lueilla AnnioVero Antonino Vibia Domieia Fadilla a Cómodo (161-192). El hijo al que (e 148-e 182) (163-170) Hermano geme- Aurelia Faustina Marco Aurelio designó sucesor. Con su Contrajo ma- Nombrado lo de Cómodo, Sabina llegada al trono (180) se rompió el principio trimonio con por Marco murió a los cua- adoptivo vigente hasta entonces. Su go-Lucio Vera, her- sucesor jun- tro años. mano adoptivo to con Có-de su padre. modo.
de ese instante empezó a prepararse para ceñir algún día la Corona.
Antonino Pío respetó el deseo de Adriano en lo referido a la sucesión. Actuó como un verd adero padre y maestro para Marco Aurelio aunque adoptara también a otro joven, Lucio Vero. Mantuvo además la tendencia de incorporar expertos en leyes, economía y otras áreas a su consejo privado. Pero superó a su antecesor, Adriano, al concertar unas relaciones fluidas con el Senado, en el que aumentaron los miembros orientales por pertenecer al hemisferio más pujante del Imperio.
No fue tan diplomático en el control de los asuntos exteriores. Hubo una campaña militar contra los brigantes de Britania y otra, más ardua, para sojuzgar las oleadas de beréberes que incursionaban en Mauritania. Ambas guerras concluyeron positivamente para Roma. Salvo estas dos contiendas puntuales, Antonino Pío
biemo tiránico se caracterizó por toda clase de extravagancias, como la de llamar a Ro-ma "Colonia comodiana". Murió asesinado.
consiguió prolongar la paz general diseñada por Adriano.
A su vez las arcas imperiales rebosaban gracias a la eficiencia administrativa de sus inmediatos antecesores, que moderaron la construcción de monumentos aparatosos y vigilaron con celo los ingresos y las partidas de gastos del tesoro público. Él mismo contribuyó a la riqueza fiscal con su fortuna privada. En varias ocasiones aprovisionó a las tropas y a la ple-be de la capital con fondos de su propia bolsa. Además, el Emperador amplió los productos de la anona*. Sumó al tradicional repar-to popular de trigo los de aceite y vino. También se adelantó
Antonino Pío. En la página anterior, Trajano.
a su época en materia de tolerancia religiosa y permitió la práctica de diversos credos orientales. Esta flexibilidad favoreció al cristianismo, que se fue difundiendo poco a poco.
Así pues, Marco Aurelio recibió a la muerte de su padre adoptivo, en el año 161, un estado en paz, bien orquestado política y administrativamente, con excedentes en el tesoro y con una sociedad sin problemas acuciantes pese a no estar, ni mucho menos, armonio
samente equilibrada. Parte del crédito de esta plenitud co-
rrespondía a su propia gestión. En su calidad de césar, o heredero ejecutivo, Marco Aurelio había contribuido en primera línea
al bienestar común. Como augusto perseve
ró en esta intención, lo que incluía la obediencia a sus as
cendientes dinásticos. Nada
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. DOSSIER
El triunfo de Marco Aurelio. Alegoría del pintor Giandomenico Tiepolo, s. XVIII .
más ser investido emperador, elevó a la misma dignidad a su hermano adoptivo, Lucio Vero. Aunque Marco Aurelio ostentó el grueso del poder real, la corregencia, que se prolongó hasta la muerte de Lucio, volvió a poner de relieve el carácter continuista del nuevo cabeza dellinaje an ton ino. Más tarde ofreció muestras de un desprendimiento similar. Sin embargo, esta vez Marco cometió un error funesto para el futuro de Roma. Asoció a su mandato a sus propios hijos, Cómodo y Annio Vero. O sea, que rompió la tradición antonina de adoptar a los más capaces entre los leales entroniza bies, el mecanismo que había deparado re-
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sultados tan espléndidos. Annio Vero murió al poco tiempo de su designación, pero Cómodo, también un niño por entonces, sobreviviría.
Fronteras en tensión - Pero aún faltaba tiempo para este relevo. El hombre que acababa de hacerse cargo del Imperio romano, Marco Aurelio, era excepcional. El destino, no obstante, le había reservado un difícil papel. Apenas comenzado su reinado tomó forma el desafío más serio a que habría de enfrentarse no sólo él, sino el Imperio como tal. Tan grave fue que terminó por representar al conjunto de factores -muy variados, pero todos ellos relacionados- que desmembraron la potencia más colosal de la Antigüedad. Y es que en el fin de Roma desempeña-
ron un papel determinante las invasiones bárbaras. A Marco Aurelio le tocó atajar sus inicios.
Las fronteras imperiales nunca habían sido impenetrables. Sin embargo, jamás como hasta entonces se vieron tan amenazados los limes*. De pronto las incursiones alcanzaron una envergadu ra masiva, y una vez detenida una agresión surgía otra en otro lugar, cuando no ataques simultáneos en diversos puntos. Roma, que había abandonado la política ofensiva con Adriano, tuvo que pasar a la defensiva una generación más tarde. Ya no volvería a ser la conquistadora. Se había convertido en el botín más grande de l mundo.
Estaba rodeada por naciones a su entender menos civilizadas y objetivamente más escasas de recursos.
Un exceso de confianza o de menosprecio la llevó a ignorarlas. No obstante, nada más sencillo para estos pueblos marginados que atravesar los límites imperiales y rapiñar aquello que les hiciera falta. Una mala cosecha, un empobrecimiento debido a un conflicto tribal, cualquier desequilibrio de sus condiciones de vid a podía compensarse atracando a los acaudalados romanos. La presión fronteriza desembocó en lucha armada coincidiendo con la coronación de Marco Aurelio. A
a las fuerzas productivas-, los germanos volvieron a las andadas. Marco Aurelio hubo de marchar sin demora al Danubio, y estaba en este frente cuando le soprendió la muerte en forma de peste.
Convulsión general - Su mandato había sido un extenuante ir y venir de una frontera a otra y de un problema al siguiente. Pero además de las grandes campañas contra los partos y los germanos debió plantar
partir de entonces el acoso sería permanente. Y la caída del Imperio, cuestión de tiempo.
Primero fue el turno de los partos, en Oriente. Ocuparon
Para los bárbaros, Roma se había convertido en el botín más grande del mundo
las regiones romanas de Armenia y Siria. Tras enfrentarse a la maquinaria legionaria, estos pueblos de procedencia irania perdieron las conquistas tras cinco años de agotadora contienda. Sin embargo, el armisticio no significó un respiro para Marco Aurelio. Las tropas que regresaban de Asia portaban con ellas la peste, que se propagó por todos los confines del Imperio. Sus efectos diezmaban al ejército y los civiles cuando surgió una segunda conflagración. Esta vez en el Danubio.
Un puñado de naciones germanas vadearon el río en busca de las riquezas latinas. Su avance fue tan profundo que culminó en la mismísima Italia. Era inaudito para los ciudadanos del Imperio. Los bárbaros, no obstante, fueron repelidos. Pero inmediatamente volvió a saltar la alarma en Oriente. Avidio Casio, legado asiático del Emperador, se alzó en armas y se proclamó augusto. Marco Aurelio cortó de cuajo esta usurpación y regresó a Roma para ocuparse de distintos asuntos. Tras un breve período de tranquilidad -muy relativa, pues la epidemia continuaba aniquilando a la población y con ella
cara a un avispero de revueltas internas. En África se reanudaron las hostilidades mauritanas y emergió una insurrección egipcia que llegó a las puertas de Alejandría antes de ser reprimida. Europa occidental tampoco estuvo quieta. Los galos desafiaron a las autoridades imperiales. Los catos merodearon por el limes germánico de Renania. En Britania hubo que sofocar disturbios. Incluso Hispania, una colonia tan antigua, vio levantarse vientos de guerra.
Demasiados frentes abiertos; por todo ello urgía aumentar las unidades del ejército. La situación era tan desesperada que se reclutaron tropas entre los gladiadores y hasta entre los esclavos y los reos. Marco Aurelio incluso echó mano de un recurso in-
sólito por su extremismo. Engrosó las filas imperiales
con combatientes bárbaros. Era la primera vez que se incurría en un riesgo semejante . El augusto tomó esta
decisión entre los dos ataques germanos en el
limes danubiano . Además, estableció colonias
de extranjeros en la zona. Se trataba de
Annio vero, hijo de Marco Aurelio.
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GLOSARIO
SeNicio gubernamental de la antigua Roma que se encargaba del abastecimiento de la metrópolis. La anona también designaba los artículos suministrados, en general trigo para hacer pan, así como aquellos que el Estado perCibía anualmente en concepto de impuesto en especies sobre la producción agrícola.
TItulo de los emperadores romanos. El Senado lo asignó por primera vez a Octavio, primer emperador y fundador de la dinastía de los Julio-Claudios* (a l que a menudo se conoce como Augusto), en 27 a. C Era en origen un epíteto reseNado a los lugares y objetos santos, con lo que Octavio se convertía en un personaje de carácter sagrado.
Título adoptado por todos los emperadores romanos en memoria de Julio César. A partir de Adriano (76-138), el emperador dio este título a su sucesor.
En la antigua Roma, el segundo orden social, situado entre el senatorial yel plebeyo. Sus miembros, los éqUites, o caballeros, controlaban a menudo la economía.
Lapso durante el cual se interrumpen las funciones gubernamentales o se carece de dirigencia en un estado. Suele definir el período que se extiende entre dos mandatos individuales o dinásticos.
La primera dinastía imperial romana (27 a. C-68 d. C).lniciada con Augusto (27 a. C-14 d. C), se organizó por sucesión hereditaria. Las intrigas familiares por el poder, que incluyeron diversos asesinatos, aceleraron su decadencia.
Frontera fortificada del Imperio romano. Especialmente, aquella establecida en una zona sin defensas naturales.
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paliar las desastrosas consecuencias agropecuarias de una inundación del Tíber y otra del Po, la escasez de trabajadores que acarreó la peste, el hambre generalizada que arreció tras un período de malas cosechas y la serie de terremotos que asoló Asia Menor. Sin embargo, pronto desmontó
Ya en la contienda contra los partos, al principio de su reinado, Marco Aurelio debió sufragar los gastos militares mediante impuestos extraordinarios y empréstitos obligatorios. L a voracidad del aparato bélico también le obligó a transformar en oro, armamento, pertrechos y víveres parte de sus
Los gastos bélicos obligaron a Marco Aurelio a convertir en oro parte de sus bienes
joyas, propiedades y otros objetos patrimoniales.
Pese a las partidas excepcionales, Marco Aurelio se las ingenió para continuar ofreciendo a la plebe una anona
los asentamientos. Los soldados y campesinos foráneos empezaron a agitarse y el Imperio no podía hacer frente a más conflictos.
Éste era el panorama en la retaguardia mientras la guerra, en las fronteras, bebía la sangre de los hombres más fuertes junto con cantidades fabulosas de dinero. Porque la boyante economía de los primeros Antoninos comenzaba a acusar el desgaste.
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generosa y no pocos espectáculos de gladiadores. Y eliminando, además, los sustanciosos gravámenes sobre estos juegos, una losa para los erarios municipales, que ahora debían pagarlos por entero. Ciertos estudiosos han interpretado en estos gastos una ruptura con la política económica de sus predecesores, basada en el ahorro y en el control fiscal. Lo cierto es que el Emperador cuadró la economía reajustando otros
Legionarios romanos. Relieve, siglo I d. C. En la pág. siguiente, figura de Jesús en un fresco cristiano de entre los ss. 11 y 111 d. C.
sectores. Por ejemplo, se abstuvo de fundar ciudades, redujo la inversión estatal en construcciones suntuosas, incentivó la producción a todos los niveles y mejoró los mecanismos tributarios. En resumidas cuentas, su época fue bastante más austera que la de un Adriano o un Antonino Pío. Pero tampoco había asomado aún la galopante crisis económica que padecerían sus sucesores.
Marco Aurelio también siguió en cierta forma a los precursores de su dinastía en lo relativo a la administración pública y de la justicia. Continuó centralizando la primera y humanizando la segunda. Asimismo afianzó las buenas relaciones con el Senado, en la estela de Antonino Pío. Lo renovó con miembros de las familias patricias, como de costumbre, pero también de las oligarquías provinciales, del orden ecuestre* o con gestores y juristas profesionales. Además, amplió las competencias senatoriales y le derivó mayores atribuciones de supervisión de las ciudades en general. Un dato que revela la sintonía entre el Emperador y el Senado fue la aprobación de un viejo plan de Adriano que Antonino Pío abolió por la oposición de éste. Consistía en atomizar Italia en distritos. Marco Aurelio colocó al frente de las nuevas circunscripciones a los senadores y se acabó la discrepancia.
El problema cristiano - El continuismo de este emperador se dejó sentir también en otro aspecto importante de la vida institucional romana: la religión, y, de modo singular, en el cristianismo. En este caso, sin embargo, se remitió a un modelo más antiguo que el de sus antecesores inmediatos, el de Trajano. Los fieles de esta confesión, joven y hasta sospechosa a ojos latinos, se negaban a asistir a los actos de culto oficiales, paganos para su credo. Este malentendido recíproco condujo al martirio a muchos cristianos.
El intento de usurpación de Avidio Casio UN INCIDENTE APARENTEMENTE MENOR QUE REVELÓ LA INESTABILIDAD DE LA POTENCIA DEL TíBER
El legado que había comandado las operaciones en Oriente, Avidio Casio, tenía una estrecha relación con Marco Aurelio y una más estrecha todavía con la esposa de éste, Faustina la Joven. La mujer, hija de Antonino Pío, era tan bella como intrigante. Sacando partido de la vanidad de Casio, que según parece descendía de una familia real, le ofreció el trono de Roma junto con su mano.
El legado, vencedor fáctico de los partos, vivía una borrachera de orgullo por entonces. Tras el sonoro éxito contra los iranios, Marco Aurelio le había confiado en 168 el gobierno de Asia y Egipto. Casio realizó una magnífica labor cuidando los intereses imperiales. Residente en Siria, se desplazó a Egipto, por ejemplo, donde aplastó una peligrosa revuelta. De ahí que no lo pensara dos veces cuando a
la tentadora invitación de Faustina se sumó un informe falso que declaraba el fallecimiento de Marco Aurelio. Corría 175. Avidio Casio se autoproclamó augusto*.
sostener una guerra abierta contra la mayor potencia de la época, murió a los dos meses a manos de sus propios hombres. Marco Aurelio, tras este incidente, pudo ocuparse de nuevo de asuntos más trascendentes. Pero el intento de usurpación de Casio manifestó a los cuatro vientos que el Imperio había entrado en un período de inestabilidad desconocido desde la llegada de los Antoninos.
El Imperio experimentaba la angustia de las invasiones y la peste. Para la ciudadanía, las calamidades representaban un castigo por haber desatendido a los dioses. De este modo, hubo en tiempos de Marco Aurelio un auge de la religión ancestral. Los romanos se apresuraban a realizar sacrificios y elevar plegarias para aplacar la ira divina. Todos menos los cristianos . Éstos , con su negativa a intervenir en las ceremonias públicas, confirmaban lo que decía de ellos la intelectualidad del momento: que eran sujetos perniciosos para el orden político y social. En el lenguaje más expeditivo de los magistrados, esta reticencia constituía llanamente una traición al estado . De ahí las ejecuciones. No se trataba de un asunto de fe, sino de patriotismo en momentos de emergencia.
Marco Aurelio permitió los ajusticiamientos, pero no los promovió. Tampoco inició persecuciones, pese a la inquietud que le producía el cristianismo con sus ritos extraños y su intensa propaganda, que también consideraba potencialmente sediciosa. Simplemente dejó actuar a las autoridades competentes.
Fin de una dinastía - Hombre excepcional, pero de su época, al fin y al cabo, Marco Aurelio tuvo aciertos y cometió errores en su gestión del Estado . Aunque batalló incan-
Cuando se dio cuenta de que el legítimo seguía vivo era demasiado tarde. Ya no pOdía volver atrás. Mantuvo su postura y se pronunció en rebelión. Sus sueños duraron un suspiro. Proscrito por el Senado y sin recursos con que
sablemente en las fronteras, no legó a sus sucesores una solución sostenible a este problema. Ciertamente no lo era sufragar con medidas económicas de urgencia un conflicto que se preveía duradero. Tampoco resultó oportuno dejar en manos de un muchacho de diecinueve años, su hijo Cómodo, el destino del Imperio. Lo hizo pensando que al heredero lo asesoraría un consejo privado fuerte, con abundantes atribuciones y notable profesionalidad. Sin embargo, al igual que el Senado, este gabinete era un escenario natu-ral de lucha política.
Abundaban entre sus miembros los pertenecientes al orden ecuestre, cuyos intereses se contraponían a los de una cámara dominada por ciudadanos de Oriente. Cómo
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do, muy joven y de tendencia despótica, no supo armonizar ambas instituciones. Carecía de la inteligencia de su padre y de los otros Antoninos. Se dejó guiar a ciegas por la facción de los caballeros. Hubo un complot senatorial para matarle. La conjura fue descubierta y sus responsables, eliminados. Creció el malestar en las altas esferas, donde tampoco gustaba que el nuevo príncipe se identificara públicamente con
Hércules, como un dios vivo, o que perdiera el tiempo entre gladiadores.
Respecto a la contienda en el limes danubiano, el asunto más grave cuando Cómodo ascendió al trono, optó por una paz instantánea. Hizo bien. La guerra estaba royendo un erario que ya acusaba los años de esfuerzo bélico constante, por más malabarismos que hubiera hecho Marco Aurelio. Lo relevante era que el Da-
nubio se había calmado. Fue úni-camente temporal, porque la
rueda había comenzado a girar y ya no se detendría.
El hijo del filósofo no tuvo que enfrentarse a invasiones. Sí a una inflación que intentó congelar devaluando la moneda y gravando artículos de primera necesidad. Estas medi
das drásticas, no obstante, sólo aumentaron el
descalabro económico y el descontento con su gobier-
no. En el año 192 Cómodo fue asesinado. Hacía más de un siglo que el Imperio no sufría un magnicidio. Ése fue el triste final de la dinastía más apta que jamás haya regido Roma, y una señal inequívoca del caos que se avecinaba. Tras el apogeo del siglo Il , la potencia se derrumbaría en el siguiente en una de las crisis más agudas de su historia. HyV
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. DOSSIER
on Marco Aurelio, heredero de Trajano y Adriano y último gran emperador de la dinastía hispánica de los Antoninos, parecía cum
plirse aque l ideal de Platón que auguraba la felicidad de los pueblos cuando los reyes fueran filósofos. Sin embargo, las leyes de la política y la guerra exigieron que este romano ejemplar, de alma republicana, dedicara su vida de césar a guerrear contra los bárbaros, algo que detestaba de joven pero que con el tiempo llegó a disfrutar tanto como lo hiciera con las disquisiciones filosóficas .
Estoico por naturaleza, Marco Aurelio aceptaba la realidad como un
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dictado natural al que hay que someterse. Para él lo importante era que cada ciudadano, fuera porquero o emperador, se entregase a su tarea con la mente limpia y el ánimo dispuesto. Por eso, desde pequeño, admitió sin queja lo que el destino fue acumulando sobre sus robustos hombros.
Grandes responsabilidades -A los seis años fue elevado al orden ecuestre por el propio Adriano, un rango aristocrático que le obligaba a comparecer desde niño en las ceremonias y distanciarse de sus compañeros de juegos, lo que hizo de él un muchacho taciturno. Cumplidos los ocho, se le admitió solemnemente en el colegio sacerdotal de los salios, una de las cuatro cofradías religiosas
Banquete. Pintura procedente de la ciudad romana de Herculano. siglo I d. C.
-junto a arvales, lupercios y feciales- que ayudaban a las tareas ceremoniales del colegio de pontífices para la celebración de fiestas periódicas y ejecutaban, además, los ritos de guerra y alianza en nombre del pueblo romano (Pro populo romano). Al chico retraído le abrumaba incluso la vestimenta, pues con la gruesa túnica carmesí del colegio, una coraza y casco de bronce y el pesado manto de brocado debía ejecutar las complicadas danzas sacerdotales. Aunque lo peor era soportar los banquetes rituales, en los que se comía y bebía demasiado, impropios para su edad. Tal vez de aquellos ágapes interminables, durante los cuales los sacerdotes creían poner en contacto al dios Júpiter con el pueblo, le vino su desagrado por los excesos en la mesa y su inclinación a la sobriedad.
Por entonces, el joven Marco habitaba la casa de su bisabuelo materno en el monte Celia, un enclave de mansiones patricias que rivalizaban con las villas imperiales del Palatino. Su madre, Domicia Lucilla, mujer tan exigente como cariñosa, vivía entregada a la labor de cuidar del retoño, en quien había puesto los ojos el mismísimo emperador. Tan culta como aquellas mujeres de la República que filosofaban con los hombres, Domicia insistió en que Marco hablara y escribiera en griego, porque para ella la lengua de Platón era el vehículo adecuado del pensamiento.
Huérfano de padre y tras quedarse también sin abuelo paterno, el antiguo prefecto de Roma Annio Vero, Marco gozó de la protección viril de su bisabuelo, el respetado Catalina Severo. El venerable patricio supo ver las virtudes de su prometedor descendiente y le concedió la exención de la escuela pública para que estudiara en casa con reputados seguidores de Séneca y de su escuela estoica, conocida como El Pórtico, que le enseñaron sobre todo literatura latina. Para completar su formación Domicia llamó a Diognetes, otro maestro del Pórti-
ca con quien los jóvenes aristócratas aprendían pintura, canto y danza. É l fue, más que ninguno, quien inició al joven discípulo en la reflexión fi losófica. Entre aquel círculo de pensadores que formaban la vanguardia intelectual de la época áurea de Adriano pasó su juventud Marco Aurelio.
Un filósofo militante - En plena adolescencia Marco decide "ser" un filósofo de verdad, no quiere quedarse sólo en las palabras . "Lo que es bueno para un pastor no tiene por qué ser malo para mí -argumenta a su madre-o Vestiré la túnica más tosca, me acostaré sobre tablas en el suelo. Demostraré que un aprendiz de filósofo nacido en una casa rIca es capaz de practicar su filosofía y no limitarse a hablar de ella".
Los preceptores tratan como igual a este príncipe modesto que disfruta con las disquisiciones y propone razonamien-
Trajano, emperador de Roma, con la corona de laurel. Sextercio del siglo 11 d. C.
tos ponderados. Nuevos pensadores se van añadiendo a la nutrida lista de tutores. Entre ellos destaca Junio Rustico, el filósofo que le hace conocer -y amar- la obra de Epicteto El Enquiridión, un manual de aforismos morales que le servirá de guía
que aunque le repugnara no llegó a suprimir. Esta moral de aceptación, precursora de la resignación cristiana, hacía pensar al aprendiz de césar que aunque Epicteto hubiera sido esclavo y Nerón emperador, la crueldad del
e inspiración literaria. Pero el más importante de todos los preceptores es Camelia Frontón, maestro, confidente y amigo queridísimo con quien mantendrá un vínculo fraternal que
Según su filosofía, ninguna situación, por injusta que fuese, debía reformarse
durará muchos años. Los principios estoi
cos de Marco Aurelio eran la armazón de
una mentalidad que trataba de dar a cada cosa su justo valor. Una sabiduría sin subterfugios. Pero esa ética impla-
cable con las cosas del mundo y el acon
tecer diario entrañaba una trampa sutil: nada,
ninguna situación por injusta que fuese, debía reformarse, pues todo había que aceptarlo como expresión de la naturaleza y el cosmos. Incluso la esclavitud , una lacra social
destino se compensaba porque el primero había sido sabio, y por tanto más grande y respetado por la posteridad, mientras que el segundo resultó un fantoche detestado por sus súbditos.
En la primavera de 136, cuando acaba de cumplir quince años, toma la toga viril y comienza a ser considerado como adulto en audiencias, rituales y banquetes. A diario recibe alusiones y encuentra presagios. En una salutación que los sacerdotes salios hacen a Marte arrojando cada uno una guirnalda hacia su estatua, la de Marco cae justo sobre la cabeza del dios mientras las del resto quedan a sus pies. Admirados, sus compañeros le otorgan signos de reconocimiento: será un cónsul victorioso. Cuando a veces se queja de los largos ceremoniales o los banque-
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· DOSSIER
El Imperio en armas MAR
GERMAN
• EL FRENTE DEL DANUBIO DOS GUERRAS CONTRA LOS GERMANOS QUE ANTICIPARON LAS INVASIONES BÁRBARAS
El conflicto con los partos en Oriente había desplazado allí al grueso de las fuerzas romanas estacionadas en el limes del Danubio. Aprovechando este descuido, diversas naciones ger- " manas, entre ellas la marcomana, la cuada, la sármata y la longobarda, arremetieron contra ~
la frontera imperial para saquear la zona a sus anchas. Esta inesperada campaña de pillaje ..... v anunció el funesto destino que aguardaba al estado más opulento de la Antigüedad. "-
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1 Italia invadida 2 Concesiones a los bárbaros
LUGDUNENSE GALlIA
AQUITANIA
COI
Regiones del Danubio como Panonia, Mesia, Dalmacia y Dacia se convirtieron en pasto de la furia germana desde 167. Pero los bárbaros se internaron en el territorio imperial hasta tal punto que llegaron a asediar la ciudad italiana de Aquileya. Se levaron con urgencia dos legiones en la península, incluyendo en sus filas a cualquier hombre en condiciones de pelear. Gracias a esta y otras medidas de emergencia, los germanos fueron repelidos más allá del Danubio en 168. La campaña se prolongó hasta la rendición de los pueblos invasores. Los marcomanos capitularon en 172, los cuados en 174 Y los sármatas al año siguiente.
Roma exigió la repatriación de los prisioneros de guerra y la devolución del botín incautado. Los bárbaros cumplieron estas cláusulas a regañadientes. Sin embargo, Marco Aurelio, interesado en evitar nuevos ataques, ofreció a los germanos áreas que colonizar. Buscaba pacificar el Danubio, y de paso repoblar la región, de baja densidad demográfica y necesitada de brazos que cultivaran la tierra. Para garantizar la tranquilidad general, estableció un amplio perímetro de seguridad al norte del río, y en los Alpes italianos asentó legionarios, como si se tratara de una provincia recientemente conquistada.
SAROII
MAURITANIA CESARENSE
MJ
3 Nuevas hostilidades Pese a ello, hubo un levantamiento germano que dio al traste con la convivencia pactada. El Imperio dio marcha atrás en el proyecto pionero de las colonias bárbaras. Nuevamente expulsados, los sármatas y los marcomanos volvieron a atacar la frontera en 177. Marco Aurelio, que venía de de-
rrotar al usurpador Avidio Casio en Siria y de una breve estancia en la capital, dirigió en persona la segunda fase del enfrentamiento. Levantó su campamento en las márgenes del Danubio. Sin embargo, allí la peste acabaría con su vida. De otro modo, quizá se hablaría hoy de la incorporación
al Imperio de los territorios circundantes para afianzar la integridad del estado.
deudas anteriores. De todos modos, el respiro supuesto por esta política duró poco. El Imperio romano estaba sentenciado. Los pueblos marginados de su entorno regresarían incesantemente en el futuro. Serían las temibles invasiones bárbaras del siglo 111
y los posteriores: el fin de Roma.
tes, los ayos le animan con una mezcla de compasión y envidia: "Esto no es nada, ya verás lo que te espera" .
y así, empedrándole el camino hacia la púrpura y tratándole con adulación, los cortesanos tratan de ganarse su favor sin advertir que ese hombre en ciernes huye en cuanto puede para dedicar su tiempo a la lectura. Adriano lo llama para pasear por su fastuosa vi-
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Cómodo, el hijo y sucesor del Augusto, acordó la paz con los vecinos rebeldes con objeto de enderezar la maltrecha economía romana, carcomida por los esfuerzos bélicos de su padre y por
lla a las afueras de Roma, tratando de buscar en esos ojos glaucos que tanto le recuerdan a él mismo, bálsamo a su melancolía y certeza a la sucesión.
Príncipe heredero - Cuando el Emperador designa al cónsul Antonino Pío como futuro augusto, le pide como condición que adopte a M arco como sucesor. Con 18 años,
Marco tiene que trasladarse a su pesar al Palacio Imperial del Palatino junto a su madre Domicia como césar asociado al trono. Todo el mundo piensa que él es el auténtico heredero, pues Antonino Pío, con 50 años y salud frágil, no será más que un interregno hasta que Marco madure.
Al año siguiente es nombrado cónsul y cuatro años después, en 145, se
• ORIENTE ATACA LOS PARTOS, LOS PRIMEROS EN ASOLAR EL IMPERIO ROMANO DE FORMA MASIVA
D OSS I E R .
1 Un monarca belicoso
De raíces escitas y afincados en el actual Irán, los partos constituían un viejo problema para Roma. No era la primera vez que atravesaban la frontera oriental del Imperio cuando lo hicieron en el año 161. Sin embargo, nunca hasta entonces se habían atrevido a entrar en suelo latino con todo un ejército. Marco Aurelio, recién coronado augusto, hubo de emplearse a fondo para recuperar sus posesiones asiáticas.
El conflicto se desencadenó por el afán de conquista del rey parto Vologesio 11 1. Ambicionando las fértiles provincias orientales de los romanos, dividió sus tropas en dos grandes cuerpos. Al primero, comandado por el general Cosroes, lo envió con-
tra Armenia. Al segundo, en dirección a Siria. Cosroes cumplió su misión. Ocupó Armenia y entronizó a un soberano, pacoro, leal a Vologesio. Entretanto, la expedición siria se hizo con el control de esta región tras derrotar allegado imperial.
2 La contraofensiva romana Marco Aurelio, alarmado, delegó en su corregente, su hermano adoptivo Lucio vera, el mando del ejército. Primero la acción se centró en Armenia, donde los legionarios devastaron ciudades y campos hasta doblegar a los partos y sus vasallos. Pese a estos éxitos
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SICIUA
CRETA
casa con Faustina, la hija de Antonino Pío, para establecer lazos d inást icos más sólidos. La futura emperatriz no estuvo a la altura de la elección. No es que Marco mostrara un amor desmedido por ella, aunque sí la quiso, pero la ausencia de decoro de Faustina se hizo célebre, y sus relaciones con gladiadores fornidos llegaron a ser la comidilla de la corte imperial.
PON TUS EUXINUS
parciales, la victoria correspondió principalmente a otro legado, Avidio Casio.
ARMENIA
El contraataque que dirigió desde 163 no sólo consiguió reconquis
tar las tierras perdidas. Aprovechando su avance imparable,
se aventuró en MeSQpotamia, donde fue
PERSIA adueñándose de las metrópolis de peso hasta establecer un limes en el Tigris.
3 Un triunfo amargo La guerra contra
los partos, que duró de 161 a 166,
conllevó dificultades para el Imperio, pero
al finalizar la contienda Roma se había engrandecido. En la capital, Marco Aurelio y su hermano Lucio celebraron el triunfo de rigor. Sin embargo, junto con los
soldados aclamados por el pueblo llegó a Italia un monstruo invisible y letal, la peste, que segaría las vidas de dos mil lares diarios de personas únicamente en la ciudad del Tíber. El propio Marco Aurelio moriría de uno de sus rebrotes en el año 180, en la distante Vindobona (Viena).
E n 138 m uere el gran Adriano, con la sati sfacción de haber llevado la paz al belicoso imperio que le legó Trajano y haber encontrado digno sucesor. Antonino Pío ciñe la diadema imperial, pero su reinado no será tan breve como se suponía. Durante veintitrés años continuará la política de pacificación, obras públicas y suaves reformas de su antecesor. Con-
firmado como césar asociado, Marco continúa su aprendizaje durante esos años sin moverse de Roma, apegado al corazón del Imperio. No le interesan las aventuras militares en lejanos territorios. Sigue apegado a sus libros y a los maestros del Pórtico.
El nuevo augusto - En el momento en el que por fin accede al tro-
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. DOSSIER
La muerte de Marco Aurelio. Lienzo del pintor francés Eugime Delacroix, siglo XIX.
no imperial, Roma ha alcanzado su mayor expansión: desde la gran isla de Britania en el oeste hasta Palestina en el este y desde los bosques del Danubio hasta las arenas de Mauritania, además de los magníficos territorios de Anatolia e Hispania en los bordes de Oriente y Occidente, incluidos los palacios de Siria. El limes es la línea que separa la avanzada civilización romana del resto del mundo, una frontera siempre amenazada.
Marcus Elius Aurelius Verus Antoninus Imperor es consciente de ser el depositario de una edad de oro que debe conservar y defender: una civilización ecuménica, más ambiciosa, que con la dinastía hispánica de los Antoninos había unificado Oriente y Occidente, tratando de imponer el modelo romano tanto por las armas como por la razón y el progreso. Durante veinte años pondrá todo su empeño en sujetar los numerosos territorios que abarcaba la ciudad imperial sin intentar nuevas conquistas. Al contrario que muchos de sus contemporáneos, Marco Aurelio no cree que el orbe romano sea el único asiento de cultura. Para establecer relaciones con otros pueblos envía embajadores a lugares tan distantes como China e India, aunque los contactos siempre resultan escasos y llenos de dificultades.
De filósofo a guerrero - Pero, a pesar de los buenos augurios y sus excelentes propósitos, graves problemas acecharon su reinado desde el principio, como si el destino quisiera enmendar con ferocidad los dones recibidos. La buena voluntad del Emperador se estrellaba una y otra vez contra desgracias y revueltas . Marco Aurelio tuvo que pasar la mayor parte de los veinte años que duró su gobierno yendo de una frontera a otra, achicando las vías de agua que se abrían en la pesada nave del Imperio. Gracias a su tenacidad, consiguió ir venciendo las dificultades y encontró tiempo para escribir sus M editaciones, un compendio de es-
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toicismo en el que el soldado olvida la armadura y busca la dignidad de la naturaleza humana.
Mientras pudo Marco Aurelio no salió de Roma, pero cuando las campañas reqUlfleron su presencia no eludió ponerse a la cabeza de su ejército. Resulta sorprendente que aunque careciera de experiencia militar se desempeñara en esa tarea de manera tan brillan te, algo en lo que sin duda le ayudó su conciencia de ser el primer servidor del estado.
Ser el jefe de las legiones le descubre pronto una popularidad muy distinta al clamor del populacho en Roma. Confiesa que le gusta recibir las aclamaciones y el afecto de quienes se juegan la vida con él. Disfruta, y mucho, con la vida ruda del campamento, la sobriedad sin afeites ni mujeres y la disciplina espartana.
En esta segunda etapa de su vida sus amigos no son ya filósofos, sino generales de su Estado Mayor, como Claudio Pompeyano o Helvetio Pertinax, cuyo nombre es ya glorioso. Una tras otra, las tribus que amenazan la frontera caen derrotadas. E l antiguo sedentario mueve ahora el frente en todas direcciones, su hogar es la sencilla tienda donde por la noche lee y escribe. Las legiones le adoran y los bárbaros le temen: COStobocos, marcomanos, cuados, sármatas, todos se rinden al nuevo Alejandro que busca la paz perpetua y los convierte en colonos feudatarios con tierras y concesiones.
Hasta Faustina, la esposa imperial que entretenía la separación en Roma con un tálamo concurrido, se hizo eco de su reputación entre las legiones y fue hasta el campamento
de Sirmium a comienzos del año 175, con dos de sus hijas pequeñas, para acompañar al Emperador, que estaba enfermo. Allí, la hija de Antonino Pío debió de sentir la llamada dinástica y se mostró como verdadera emperatriz, acudiendo a las ceremonias militares, atendiendo ruegos y arengando incluso a la tropa cuando Marco Aure lio no podía abandonar el lecho. De esta forma consiguió tal popularidad que las legiones le otorgaron espontáneamente el título de Mater Cas trorum (Madre de los campamentos). A Marco Aurelio le llenó de tal orgullo el títu lo que lo añadió a la nueva acuñación de moneda en la que aparecía la efigie de Faustina.
Viaje de regreso - Pacificada Asia, e l Emperador pasó el invierno de 175-76 en Alejandría, la magnífi-
ca urbe que competía e n esple ndor con Roma y en cuya biblioteca pasó sus mejores horas. L uego regresó a Europa por tierra, atravesando Pales tina y Si ria, donde se quedó horro rizado de la escasa civilización de las tribus del des ierto y escribió: "¡Oh cuados, oh marcomanos , oh sármatas, al fi n he visto gentes más hurañas que vosotros!". AIlle
DOSSIER .
La tolerancia del Emperador hacia los derechos de los demás causó asombro en la vieja ciudad ática.
A finales de año entró en Roma, donde le esperaba un recibimiento triunfal. El largo cortejo atravesaba las avenidas y los foros imperiales entre el delirio de la multitud cuando de pronto, el Emperador descen-
gar a H alala, frente al Taurus, la emperatriz Faus tina murió ines peradamente. L a leyen
Marco Aurelio creyó que
da dice que había vuelto a sus escándalos sexuales y que el Emperador sugirió a su espo-
la dignidad imperial lograría enderezar a su hijo Cómodo
sa el suicidio por decoro, en la mejor tradición es toica, pues su paciencia tenía un límite.
Marco Aurelio deseaba regresar a Roma. Se detuvo en Esmirna, ciudad plagada de palacios que tuvo la dicha de conocer antes del terremoto que la destruyó al año siguiente y donde hubo de advertir a su hijo Cómodo contra su licenciosa vida. E l joven, con apenas dieciséis años, era violento y vo lup tu oso, todo lo con trario que su pad re ; tenía co mo amante a un griego maestro en intrigas y parecían interesa rle sólo las cosas del circo. Marco Aurelio no se hacía ilusiones respecto a sus cualidades, pero quería hace rle césar y heredero del Imperio. El padre confiaba en que la dignidad imperial consiguiera enderezar al chico. La historia demostró su desastrosa equivocación.
El mal corregente - T ras Esmirna el séquito se dirigió a Atenas, la patria espiritual de Marco Aurelio. Allí visitó to-das las escuelas filosófi cas y creó un colegio, germen de las universidades medievales, con cuatro cátedras para las corrientes existentes : estoicos, aristoté li -cos (peri paté ticos), cínicos y epicúreos.
Faustina, esposa de Marco Aurelio. Estatua, s. 11 d. C.
dió del carro y dejó que lo guiara Cómodo para continuar él a pie. La mala fama del muchacho, a quien ya había hecho corregente, no engañó a los romanos. Se oyeron silbidos e imprecaciones entre la multitud.
No pudo disfrutar de su querida ciudad, pues los bárbaros del Danubio vol vieron a levantarse. Marco Aurelio, queriendo transmitir al pueblo su fe mística en la grandeza de Roma, arrojó una lanza ensangrentada en dirección al enemigo haciendo un gesto expreso de Sumo Pontífice . De nuevo volvió al frente . Pasó el año 179 en el campamento de Carnutum intentando pacificar la zona,
escribiendo pensamientos que a menudo trataban sobre
la muerte e intentando sembrar en Cómodo la responsabilidad del E s-
tado. Pero la peste cruel, que a cualquiera alcanzaba sin respetar siquiera la dignidad de un gobernante verdaderamente preocupado por su pueblo, le arrebató la vida en 180.
Murió el gran emperador y le sucedió un hijo inepto con el
que se precipitó la larga caída del Imperio. Pero Marco Aurelio , el césar filó sofo, había cumplido su papel.
Con creces. HyV
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