manzo. historiografia filosofica en la modernidad

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Manzo. Historiografia Filosofica en La Modernidad

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  • Este documento est disponible para su consulta y descarga en Memoria Acadmica, el repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin de la Universidad Nacional de La Plata, que procura la reunin, el registro, la difusin y la preservacin de la produccin cientfico-acadmica dita e indita de los miembros de su comunidad acadmica. Para ms informacin, visite el sitio www.memoria.fahce.unlp.edu.ar

    Esta iniciativa est a cargo de BIBHUMA, la Biblioteca de la Facultad, que lleva adelante las tareas de gestin y coordinacin para la concre-cin de los objetivos planteados. Para ms informacin, visite el sitiowww.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar

    LicenciamientoEsta obra est bajo una licencia Atribucin-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 Argentina de Creative Commons.

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    Para ver la licencia completa en cdigo legal, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcode.

    O enve una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California 94305, USA.

    2 de junio al 6 de julio de 2009.

    Manzo, Silvia

    Programa de Actualizacin Docente

    Cita sugeridaManzo, S. (2009) La Filosofa en la Modernidad : Interpretaciones historiogrficas y proyecciones contemporneas [En lnea]. Programa de Actualizacin Docente, Ciclo de Conferencias de Filosofa, 2 de junio al 6 de julio de 2009, La Plata. Disponible en: http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.519/ev.519.pdf

    La Filosofa en la Modernidad : Interpreta-ciones historiogrficas y proyecciones contemporneas

  • LA FILOSOFA EN LA MODERNIDAD :

    INTERPRETACIONES HISTORIOGRFICAS Y

    PROYECCIONES CONTEMPORNEAS

    Silvia Manzo

    Universidad Nacional de La Plata

    Filosofa e historia de la filosofa

    Las narraciones que presentan la filosofa moderna como un periodo particular de

    la historia de la filosofa, al igual que las narraciones sobre otros periodos de la historia de

    la filosofa, son deudoras tanto de determinadas concepciones de la filosofa como de

    ciertas concepciones de su historia y de la historia. La mirada hacia el pasado filosfico

    se sita en un presente que, implcitamente o no, delimita el campo de lo que sera la

    filosofa y lo propiamente filosfico, delimitacin que implica una seleccin de las

    manifestaciones que caracterizan la filosofa, por ejemplo sus autores, sus problemas,

    sus escenarios y sus formas discursivas. Dicho de otra manera, al narrar una historia de

    la filosofa se determinan de alguna manera quines son filsofos, qu temas son

    filosficos, dnde se hace filosofa y cmo se escribe filosofa, entre otras cosas. A su

    vez, la narracin histrica de las expresiones de ese pasado asume ciertas posiciones

    acerca de la historicidad de lo filosfico, de sus relaciones con los diferentes mbitos de

    su emergencia, de sus mtodos de investigacin y de las modalidades discursivas

    deseables para esta narracin.1

    Sin embargo, pocas veces los historiadores de la filosofa tienen por costumbre

    hacer manifiesto el punto de vista y los mtodos a travs de los cuales hacen historia,

    acaso porque muchos de ellos raramente reflexionen en profundidad sobre ello. Es decir,

    en los libros de historia de la filosofa no es muy habitual encontrarnos con una

    presentacin explcita de por qu y cmo se cuenta esa historia. Ms aun, suele ocurrir,

    al menos en nuestro medio, que en los planes de estudio de las carreras de filosofa no

    1 Para evitar confusiones, conviene recordar que la palabra historia, en este contexto, tiene dos sentidos, sentidos que otros idiomas, como el alemn, denotan mediante dos palabras diferentes. Siguiendo una distincin tradicional establecida por Hegel, podemos sealar que, por un lado, historia se refiere a los hechos ocurridos en el pasado en latn, res gestae. Por otro lado, usamos la misma palabra para denotar la narracin de los hechos pasados en latn, historia rerum gestarum.

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  • se incluyan contenidos en este sentido que problematicen la historicidad de la filosofa en

    sus objetos y sus contenidos. La ausencia de una reflexin historiogrfica en el mbito de

    la filosofa resulta particularmente llamativa y se nos presenta como paradjica, cuando

    advertimos que desde hace mucho tiempo tanto en la enseanza como en la produccin

    de textos filosficos hay un claro predominio de la historia de la filosofa. Frente a esta

    situacin cabe preguntarse: cmo es posible que los filsofos no se pregunten cmo y

    por qu hacen historia de la filosofa, si a lo que principalmente se dedican es a la historia

    de la filosofa? Cmo es que los profesionales de la filosofa se han olvidado de hacerse

    esas preguntas? Volveremos ms adelante a esta paradoja, para tratar de entender las

    causas de estas omisiones.

    Por supuesto, siempre hay excepciones. Algunos filsofos contemporneos --en

    proporcin no son muchos pero, yo dira, son cada vez ms--, se interesaron por

    preguntarse cmo y por qu hacen historia de la filosofa. Y, como era de esperar, sus

    respuestas a estas preguntas fueron bastante variadas. Me permito sealar slo algunas

    de ellas, no necesariamente las que ms me gustan. Simplemente las presento muy

    resumidamente como posibles modelos que nos ayudarn a re-pensar la historia de la de

    la filosofa en la Modernidad.

    El filsofo contemporneo norteamericano Richard Rorty ha distinguido cuatro

    gneros de historia de la filosofa: la reconstruccin racional, la reconstruccin histrica,

    la doxografa y la historia del espritu (Geistesgeschichte). La reconstruccin racional

    sera una aproximacin al pasado filosfico a partir de los problemas que resultan

    significativos para los filsofos del presente. En ella, el historiador filsofo simula un

    dialogo con los filsofos muertos. Les hace preguntas, los critica o los aprueba tomando

    como base sus presentes convicciones, sus categoras y su propio lenguaje. Poco le

    importa si esas preguntas eran significativas para los filsofos del pasado a quienes

    interpela. Tampoco le preocupa si tales palabras y categoras podran ser entendidas por

    su supuesto interlocutor. Desde esa perspectiva, los filsofos del presente (al menos

    algunos de ellos, segn Rorty) saben ms cosas que los del pasado, se encuentran en

    una situacin de superioridad, de mayor conocimiento de la verdad. Por ello, estn en

    condiciones de juzgar a los muertos y de re-educarlos, rescatar de ellos aquello que se

    acerca a las posiciones que adopta el filsofo del presente y corregir sus errores. Si bien

    Rorty asume que ese procedimiento es anacrnico, no ve en ello motivo alguno de

    objecin siempre que se lo lleve a cabo con el reconocimiento de tal anacronismo.

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  • Por otro lado, la reconstruccin histrica busca una interpretacin de los filsofos

    del pasado situndolos en su contexto histrico, tratando de comprenderlos desde su

    propia poca, recreando su escenario intelectual, su lenguaje, su vida, sus intereses.

    Sera como tratar de meterse en la cabeza de esos autores, imaginar lo que ellos

    pensaban, poniendo entre parntesis el conocimiento que tiene el historiador en su

    presente. Ambas reconstrucciones, la racional y la histrica, segn Rorty, pueden ser

    complementarias y no deberan considerarse como excluyentes. En este sentido, es as

    de la perspectiva contextualista que se podra comprender al mismo tiempo las causas de

    la ignorancia de los autores del pasado e incluso disculparlos por ello, cuando los

    evaluamos desde nuestro presente. Son valiosas por s mismas y merecen ser puestas

    en prctica.

    En cambio, el gnero que denomina doxografa le merece a Rorty un juicio

    negativo y por ello, luego de reconocer que se trata de la prctica historiogrfica ms

    conocida, propone descartarla. Este gnero se presenta como una mera recopilacin

    enciclopdica, una especie de inventario, un anticuario que repasa la filosofa desde sus

    ms remotos comienzos hasta la actualidad, sin justificar en modo alguno su clave de

    interpretacin ni de problematizacin. Sin embargo, presupone sin explicitar el contenido

    de lo filosfico e impone problemticas a un canon que no se interes por tal

    problemtica o viceversa. Habla de la filosofa como si fuera perenne y constantemente la

    misma, como un campo cuyos problemas han sido siempre los mismos en todo tiempo y

    lugar. Se ve forzada a que todos los autores que repasa tengan algo que decir sobre los

    problemas que asume como constantemente presentes en el filosofar. No admite que

    eventualmente se dan intereses contingentes de una poca por un problema en especial.

    Justamente en contra de este supuesto de la naturaleza perenne de la filosofa, se

    presenta el gnero que, al decir de Rorty, es la historia del espritu (Geistesgeschichte,

    denominacin que refleja su paradigma hegeliano). Esta mirada historiogrfica importa

    una mirada centrada en las problemticas de la filosofa y sostiene cules son los

    verdaderos y fundamentales problemas de la filosofa, estableciendo un canon a partir de

    ello. Sostiene que hay problemas fundamentales de la filosofa que son importantes per

    se y justifica el canon construido, aun cuando pueda reconocer que en la historia otros

    autores se interesaron por temas que deberan ser considerados menores, contingentes,

    pasajeros. A diferencia de la reconstruccin racional no tiene inters particular por ciertas

    soluciones de ciertos filsofos a determinados problemas, que podran no ser

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  • necesariamente los ms importantes de la filosofa. A diferencia del que hace una

    reconstruccin histrica contextualista, le interesa jerarquizar autores mayores y menores

    en funcin de los problemas abordados. A diferencia de la doxografa no impone esos

    problemas a todos los filsofos ni les hace tomar posicin por lo que no les interes, sino

    que simplemente selecciona los filsofos que tomaron parte en los problemas

    fundamentales y recorta as lo verdaderamente filosfico.

    A estos gneros propuestos por Rorty, me gustara sumar las reflexiones del

    filsofo Charles Taylor en su defensa de la visin histrica de la filosofa. De ellas me

    gustara destacar dos tareas que le pertenecen a la historia de la filosofa, la funcin

    explicitadora y la funcin emancipatoria, que muestran claramente por qu la prctica de

    la historia de la filosofa es ella misma filosfica. Coincido con Taylor en que la filosofa es

    una actividad que, en lo esencial, se dedica a examinar lo que pensamos, creemos y

    hacemos, de modo que hace ms visible lo que habitualmente de otra manera damos por

    supuesto. El examen que realiza la actividad filosfica nos da la posibilidad de explicitar

    el por qu de nuestras prcticas y discursos. Precisamente aqu tiene sentido la historia

    de la filosofa, dado que la explicitacin ms acertada se puede lograr slo cuando nos

    remontamos a los orgenes de lo que est tcito, mediante una explicacin gentica. Ese

    recorrido nos permite recordar (o, en muchos casos descubrir) cmo fue que se

    estableci determinado paradigma filosfico. Nos hace ver, al mismo tiempo, que la

    manera establecida de hacer y pensar la filosofa es apenas una de las tantas maneras

    posibles; no la nica. Esta funcin explicitadora, heurstica y, yo dira, pedaggica de la

    historia de la filosofa, se liga con una funcin emancipatoria. En este sentido la historia

    de la filosofa se articula con el anhelo de la filosofa por ser original, por proponer algo

    nuevo y distinto, anhelo particularmente presente desde la Modernidad. En este sentido,

    la bsqueda filosfica se propone superar la filosofa establecida, liberarse de ella. He

    aqu cuando la historia puede cumplir su tarea emancipatoria. Si queremos cambiar y

    criticar el sistema filosfico imperante es necesario descubrir sus orgenes, lo que ha

    quedado olvidado con el correr del tiempo en la medida en que se fue instalando,

    naturalizando, determinada prctica filosfica. Sin duda, algo que ha quedado en el olvido

    y se ha naturalizado en la filosofa actual es el giro histrico que se ha instalado desde

    hace unos doscientos aos. Me referir a la historia de ese olvido en las secciones que

    siguen.

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  • La conciencia histrica moderna

    En el periodo que se extiende aproximadamente entre los siglos XVII y XVIII se da

    una transformacin de la autoconciencia histrica que se revela en las mutaciones de los

    significados de la palabra moderno. Para entender esta transformacin ser

    conveniente echar una mirada a la representacin del tiempo histrico que caracteriz a

    los periodos precedentes. La visin de la historia caracterstica de la Antigedad asume

    un esquema cclico de la historia, sin teleologa, segn el cual se da una recurrencia del

    pasado en el presente y el futuro. Por su parte, la Edad Media se vea a s misma como

    un eslabn de la historia lineal de la teleologa de la Salvacin, revelada en las Sagradas

    Escrituras. Sus hitos son la creacin del hombre en el Paraso, la cada Adnica, la

    encarnacin de Jesucristo en la Tierra y la segunda venida de Cristo en el momento final

    de la historia. En la presentacin agustiniana, las etapas de esa historia se distinguen a

    travs la metfora de las tinieblas (el pecado) y la luz (Cristo). Su relato manifiesta la

    conciencia de estar viviendo en la ltima edad del mundo, cada vez ms cerca del fin de

    la historia. En trminos intelectuales, los medievales se ven a s mismos insertos en una

    tradicin, cumpliendo el doble rol de conservadores y a la vez superadores del pasado,

    tal como se presentan en la conocida frase de Bernardo de Chartres: enanos sobre

    hombros de gigantes.

    La contraposicin entre la luz y las tinieblas ser utilizada recurrentemente como

    metfora de los tiempos histricos. Reaparecer en el siglo XIV en Petrarca, quien

    describe amargamente su propio tiempo como una edad de oscuridad, fruto de la

    decadencia del imperio romano y la corrupcin de la Iglesia. Para Petrarca, la luz se

    encuentra no ya en un futuro de salvacin, prometido por el providencialismo cristiano,

    sino en el pasado antiguo. Con ello, Petrarca realiza una ruptura con respecto al

    Medioevo y marca as la senda a seguir por la conciencia histrica del Renacimiento. En

    el siglo XV la crisis iniciada en la baja Edad Media culmina en una autoconciencia

    histrica sin precedentes. Los filsofos renacentistas se vean a s mismos como

    protagonistas de una nueva edad de la humanidad que recuperaba el saber ms puro de

    la Antigedad greco-romana, rescatndolo de la decadencia en la que se haba

    sumergido durante siglos. La luz propia de la Antigedad reviva, renaca, en el siglo XV y

    as dejaba atrs ese periodo de oscuridad y tinieblas, ese intermedio histrico, esa era

    vaca que slo caba denominar Edad Media. Tal interpretacin y reapropiacin del

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  • pasado descansa en una idea cclica de la historia asociada con la sucesin nacimiento

    muerte renacimiento. La vuelta a la vida del pasado no supona un comienzo

    completamente original sino una recuperacin, una imitacin e incluso una veneracin del

    pasado perdido. Ms all de la diversidad de matices propia de todo momento histrico,

    el intelectual del Renacimiento crea que su misin era mirar al pasado para aprender de

    l.

    Nuevamente, en el siglo XVII, se producir una innovacin decisiva en la

    autoconciencia histrica. La famosa querella entre antiguos y modernos, iniciada en el

    seno de la Academia de Ciencias de Pars en 1687, sintetiza los contenidos claves de

    esta transformacin retomando una confrontacin ya surgida en siglo XV con el

    advenimiento del Humanismo. Uno de sus principales promotores fue Charles Perrault

    que en 1688 public Paralelo de los antiguos y los modernos en lo que concierne a las

    artes y las ciencias, un texto donde dejaba sentado como un hecho indudable que los

    modernos estaban por encima de los antiguos. Para Perrault las obras de autores

    encumbrados de la Antigedad como Platn y Homero tenan sus momentos de tedio y

    de mala calidad. Crea, en cambio, que los modernos superaban en mucho a los ms

    altos exponentes de las letras y las ciencias de los antiguos. Estas declaraciones

    provocaron reacciones adversas y suscitaron largas discusiones entre los hombres de

    letras. Si bien el espacio donde surgi la disputa era el ambiente literario sus alcances se

    extendieron a los campos de la ciencia y la filosofa en general. Las palabras de Perrault

    tuvieron tanto eco porque recogan un conjunto de ideas sobre la historia, el conocimiento

    y el arte que se encontraba en germen ya en algunos pensadores del siglo XV y

    alcanzaron su vigor en el siglo XVII, alimentadas por el proceso conocido como

    Revolucin Cientfica en paralelo a la construccin de la concepcin moderna del

    progreso.

    Los ojos de los intelectuales modernos miran hacia adelante con la conviccin de

    que hay mucho ms para saber y que el desafo del presente es superar el pasado. La

    idea del progreso ineludible se va instalando en los filsofos y alcanzar su cumbre en el

    siglo de las Luces. La imagen de la historia cambia as de forma radical. No se trata ya de

    una rueda que gira sobre s misma repitiendo ciclos, sino de una flecha que tiende

    inexorablemente hacia adelante, un mejoramiento de las artes y las ciencias, de las

    sociedades y de la humanidad como un todo. La etapa de los antiguos es asimilada con

    la infancia en la que los hombres son inexpertos, dan los primeros pasos, balbucean. El

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  • presente de los modernos representa una edad de madurez, que alberga la experiencia

    del pasado y se encuentra en mejores condiciones para la vida y el conocimiento. No

    hace falta volver a los antiguos para superar el pasado, como pretendan los autores del

    Renacimiento. No se trata del nacer de nuevo de la Edad de Oro primigenia, sino de

    seguir creciendo, de madurar, de salir de la minora de edad como dira Kant en el siglo

    XVIII, marcando a fuego para siempre el sentido de la palabra Ilustracin. La humanidad

    madura, pero no envejece, no va hacia la muerte y la enfermedad, al decir de Fontenelle.

    Precisamente en la Francia de Fontenelle, donde se da la disputa entre antiguos y

    modernos, hay un gran optimismo y una profunda veneracin por los avances de la

    ciencia que surgen de las sociedades cientficas como la Academia de Pars y la Royal

    Society de donde salen los geniales aportes de Newton. En ese clima sern los

    promotores de la Enciclopedia como Voltaire, Diderot, DAlembert y muchos otros los

    principales difusores del newtonianismo como abanderado del progreso humano.

    Con la emergencia de esta nueva conciencia, la palabra moderno sintetiza las

    capas de significados que fue acumulando a lo largo de un complejo proceso que llev

    siglos. El trmino moderno que primariamente tiene un sentido meramente temporal y

    cronolgico (actual, reciente), pasa a adquirir un significado cualitativo (nuevo, distinto) y

    finalmente adquirir un matiz valorativo de superioridad: moderno significa mejor.

    Estrechamente asociado con l, se encuentra el trmino nuevo que abunda en los

    ttulos de las obras filosficas de la poca. La nova aetas, que en el pensamiento

    cristiano hace referencia al tiempo por venir, ese tiempo que no es ms que el comienzo

    del fin de la historia, cambia de sentido hacia 1500 y se profundiza con la emergencia de

    la idea de progreso. Esa nueva perspectiva importa la conciencia de que el futuro (la

    nova aetas) ya ha comenzado y que es una superacin del pasado. La historia se piensa

    como un trnsito dirigido al futuro. En esa transicin se da una reflexin sobre la propia

    poca sin precedentes: nuestro tiempo, el tiempo actual, es el tiempo nuevo, el tiempo

    mejor. La ruptura con el pasado ser emblemtica en el ethos del siglo XVIII que se

    reflejar en el uso de trminos como revolucin, emenacipacin y progreso. En

    trminos de Koselleck, en la poca moderna crece notablemente la diferencia entre el

    espacio de la experiencia (del pasado) y el horizonte de expectativas (del futuro). La

    conciencia histrica moderna, al decir de Habermas, implica un extraer de s misma su

    propia normatividad, sin tomar nada prestado de las pocas que la precedieron. En el

    mismo sentido, Hans Blumenberg denominar legitimidad de la Modernidad a la

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  • capacidad de la poca moderna de dar sus propias soluciones a las preguntas generadas

    por la crisis tardo medieval en sus cuestionamientos sobre la relacin entre Dios y el

    mundo. Su lectura se contrapone a la tesis de Karl Lwith segn la cual la idea de

    progreso, tpico central de la autoconciencia histrica de la Modernidad, es el fruto de

    una secularizacin de la escatologa cristiana heredada del Medioevo. En ambas la

    mirada se dirige al futuro: para los medievales hay una garanta divina sobrenatural que

    alienta la certeza de que el futuro ser mejor que el pasado; para los modernos esa

    seguridad descansa en la confianza en las capacidades de la luz natural de la razn.

    El origen del canon filosfico de la Modernidad y la profesionalizacin de la filosofa

    La autoconciencia histrica que define a la poca moderna impregna el desarrollo

    de toda la actividad filosfica que se produjo en ese tiempo. La filosofa moderna, que

    mira al futuro ms que a su pasado y se reconoce a s misma como constituyendo una

    nueva edad, cuenta la historia de s misma. De tal modo, los propios filsofos modernos

    comienzan a escribir la historia de la filosofa moderna y se presentan a s mismos como

    su ltimo eslabn. Esas narraciones establecieron las bases de la historiografa de la

    Modernidad y abrieron el camino para la constitucin del canon de la filosofa moderna.

    Cul es la narracin ms habitual acerca de la historia de la filosofa que se

    extendi desde Francis Bacon hasta Immanuel Kant? Durante mucho tiempo ha

    predominado la imagen de que su gran eje fue el problema del conocimiento, alrededor

    del cual se habran desarrollado dos corrientes en fuerte confrontacin: el empirismo y el

    racionalismo. Como ejrcitos enemigos territorialmente separados por el Canal de la

    Mancha, la filosofa britnica concentrara los exponentes del empirismo, enemigos de la

    filosofa continental de neto corte racionalista. Segn este relato, a partir de la tensin

    entre racionalismo y empirismo habra surgido la filosofa kantiana como gran culminacin

    del itinerario filosfico moderno. Los empiristas aferrados a los sentidos, desprecian a los

    racionalistas convencidos de la fundamentacin apriorstica del conocimiento. As fue

    como se estableci el canon filosfico fundamental de los siete grandes de la filosofa

    moderna: Descartes, Spinoza y Leibniz, por un lado; Locke, Berkeley y Hume, por otro;

    finalmente, la superacin de esta anttesis en la obra de Kant.

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  • El gran estmulo de la concentracin del pensamiento moderno en el problema del

    conocimiento sera el escepticismo que resurge en el Renacimiento y significa una

    disrupcin sobre la cual es necesario tomar partido a favor o en contra. En tal sentido, la

    filosofa moderna estara interesada fundamentalmente en la justificacin de nuestras

    creencias y nuestros juicios. El conocimiento queda caracterizado como una actividad (o

    pasividad) de la mente del individuo. El sujeto del conocimiento que arroja el paradigma

    hace nfasis en lo individual y lo mental, dejando as de lado como un tema menor y

    subsidiario cualquier problemtica filosfica que aborde lo colectivo, lo extramental y lo

    prctico. Y as es como se fueron recortando los temas de la filosofa moderna. Todo este

    relato historiogrfico, constituye a grandes rasgos el paradigma epistemolgico de la

    filosofa moderna (Haakonssen). Esta es la imagen de la filosofa que nos resulta

    conocida, la que nos ensearon y en la que nos sentimos ms cmodos. Con diferentes

    variaciones, innovaciones y matices, sigue siendo la predominante hoy en los cursos de

    filosofa, sea en la universidad, en los institutos terciarios y en las escuelas.

    Se trata de una construccin historiogrfica que tiene sus orgenes en la historia

    de la filosofa contada al menos por algunos filsofos modernos, cuya manera de juzgar

    el pasado filosfico, se acerca mucho a lo que Rorty llam historia del espritu. Aquella

    forma de hacer historia que establece un canon y se auto-justifica, en este caso con una

    autoconciencia superadora tpicamente moderna. Ya en Francis Bacon podemos

    encontrar elementos que van en la direccin de ese paradigma. Para hacer una

    caracterizacin crtica de las clases de filosofa, Bacon usa la imagen de las araas, las

    hormigas y las abejas. Los racionalistas son como las araas, que tejen sus telas con el

    material que sacan s mismas. Ellos tienen la costumbre de construir sus filosofas a partir

    de las nociones que asumen de antemano en sus mentes, sin darle importancia a la

    naturaleza externa. Los empiristas son similares a las hormigas. Recogen y acumulan el

    material externo que les llega por los sentidos. La propuesta de Bacon consiste en

    realizar una unin entre la facultad racional y la facultad emprica y desarrollar una nueva

    filosofa siguiendo el modelo de las abejas: tomar los hechos de la naturaleza a travs de

    los sentidos y ordenarlos metdicamente para llegar a las conclusiones que nos ofrece la

    razn.

    En el siglo XVIII la esencia del paradigma epistemolgico aparece formulada en

    dos filosofas de carcter muy diferente: la filosofa trascendental del alemn Immanuel

    Kant y la filosofa del sentido comn del escocs Thomas Reid. Estos autores no

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  • escribieron historias de la filosofa pero desarrollaron su propia filosofa en relacin con la

    de sus predecesores, ponindose en dilogo crtico con ellos, con la mirada que intenta

    ofrecer una superacin, tan caracterstica de los tiempos modernos. De tal manera,

    construyeron su propia historia del espritu (Rorty) y establecieron un canon, que

    finalmente se convirti en el canon de la filosofa moderna. Si bien sus diferencias

    filosficas son profundas, sus puntos de acuerdo delinean los elementos esenciales del

    paradigma epistemolgico. Ambos coincidan en oponerse a la crisis escptica a la que

    haba llegado la filosofa de Hume. Tambin acordaron en rechazar la nocin de que el

    conocimiento se basa en ideas originadas en los sentidos. En reemplazo de esta nocin

    entendieron que el conocimiento se compone de juicios cuya objetividad est garantizada

    por condiciones que afectan a todas las mentes individuales, sean los principios del

    sentido comn (Reid) o las categoras (Kant).

    Al parecer, fue Reid el primero en hacer nfasis en la trada empirista Locke-

    Berkeley-Hume. Segn Reid, la filosofa empirista, que condujo al inaceptable

    escepticismo de Hume, sera la consecuencia de los errores inherentes al camino de las

    ideas inaugurado por Descartes y sus seguidores racionalistas. Por su parte, Kant

    sostiene que la historia de la filosofa no debe limitarse a ser meramente una historia

    emprica, a la manera de la reconstruccin que Rorty llam histrica. La historia debe

    ser una arqueologa filosfica que d cuenta racionalmente de la naturaleza de la razn.

    As es como presenta su propia filosofa como un progreso, una salida superadora de la

    contraposicin entre el dogmatismo de Leibniz y Wolff y el escepticismo de Hume

    heredero del camino iniciado por Locke.

    El paradigma epistemolgico que se estableci en gran medida gracias a estas

    narrativas ofrecidas por Reid y Kant pudo perdurar y llegar a nuestros das,

    fundamentalmente debido a la institucionalizacin de la historia de la filosofa como

    componente esencial de la enseanza de la filosofa en la universidades del siglo XIX.

    Los libros de historia de la filosofa fueron la gran estrella de la produccin filosfica de

    ese periodo y esos libros, ms all de sus variedades, orgenes y tendencias,

    interpretaban la filosofa moderna siguiendo las lneas comunes de Kant y de Reid.

    La institucionalizacin de la historia de la filosofa como parte de la profesin

    filosfica responde al fuerte historicismo que se desarrolla en el mismo momento en que

    se establece la universidad moderna en Europa con centro en Alemania, una de las

    herencias de la Ilustracin. Cuando se funda la universidad moderna en el siglo XIX la

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  • creencia compartida acerca de la naturaleza histrica de la filosofa (como parte de una

    creencia historicista general), asumida de manera paradigmtica por Hegel, se traslada a

    la enseanza de la filosofa. En tiempos anteriores, para aprender filosofa no se exiga

    como un requisito ineludible el conocimiento de la historia de la filosofa. Con el

    establecimiento de la historia de la filosofa como parte necesaria del saber profesional

    filosfico se produce lo que ha sido llamado invasin de la historia (Carpio) o giro

    histrico (Rabossi) en la filosofa. El giro histrico produjo una radical transformacin en

    la actividad filosfica que llega a nuestro tiempo.

    En este punto, volvamos al planteo de la paradoja: cmo es posible que los

    filsofos de hoy no se pregunten por qu y cmo hacen historia de la filosofa si es

    aquello a lo se dedican fundamentalmente? La respuesta parece ser, y ahora retomo las

    palabras de Taylor, que se ha producido un olvido. La historia de la filosofa en la

    formacin profesional de los filsofos de alguna manera se ha naturalizado, se ha

    convertido en algo tan asumido en las prcticas que ni siquiera entra en cuestionamiento

    por parte de sus propios actores. Es raro que a algn filsofo de hoy en da se le ocurra

    que la filosofa puede hacerse sin tomar en cuenta la historia de la filosofa. Hacer historia

    es una prctica tan internalizada, que parece no necesitar justificacin alguna. Sin

    embargo, yo creo que s es necesaria tal justificacin. De lo contrario, me parece que la

    historia de la filosofa pierde su sentido, no cumple ninguna de sus legtimas funciones y

    deja de ser filosfica.

    Por otro lado, el olvido del que hablo tiene una consecuencia especial en relacin

    con la narracin de la historia de la filosofa en la Modernidad. Luego de tantos aos de

    producido el giro histrico, no slo se ha internalizado la prctica de contar la historia sino

    tambin el paradigma epistemolgico que da cuenta de la historia de la filosofa moderna.

    Quiero decir, desde hace unos doscientos aos la historia de la filosofa moderna se nos

    presenta bajo el paradigma epistemolgico como si fuera el nico relato posible. Como

    deca, este relato nos resulta conocido, familiar, cmodo. Sin embargo, desde hace

    algunas dcadas a muchos filsofos ese paradigma les ha comenzado a incomodar. Las

    razones de la incomodidad son distintas. Tratar de analizarlas en lo que sigue.

    Incomodidad 1 del paradigma epistemolgico: los debates contemporneos sobre la Modernidad

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  • Creo que el paradigma epistemolgico incomoda de distintas maneras a dos

    grandes grupos de filsofos: por otro lado, a los filsofos contemporneos, y por otro

    lado, a los filsofos /historiadores de la filosofa moderna. La denominacin de cada

    grupo puede ser cuestionable, pero aceptmosla al menos provisoriamente en pos de la

    necesidad de distinguir un grupo de otro. Vayamos al primer caso. Tengo la impresin de

    que al menos en la mayora de los casos la incomodidad de quienes cuestionan la

    Modernidad desde los intereses y discusiones de la filosofa contempornea no tiene que

    ver con el contenido mismo de la narracin histrica de la filosofa moderna, sino con las

    consecuencias contemporneas de esa narracin y de esa filosofa. Es raro encontrar un

    filsofo contemporneo a quien le parezca que le reconstruccin del pasado que ofrece el

    paradigma epistemolgico sea errnea o limitada. Antes bien, lo que encontramos son

    reflexiones acerca del valor de ese paradigma, acerca de sus consecuencias sobre la

    sociedad y el hombre contemporneo. Prima en ellos no el inters por la adecuacin del

    paradigma en trminos de narracin histrica (inters propio de quienes abordan la

    filosofa moderna desde la reconstruccin histrica al estilo de Rorty) sino el inters por la

    adecuacin o inadecuacin en el momento actual de los conceptos filosficos por ella

    defendidos. Muchos de ellos hacen una reconstruccin racional de la filosofa. Otros

    establecen un nuevo canon, produciendo una nueva historia del espritu desde los

    problemas del filosofar que consideran fundamentales.

    La incomodidad de la que hablo est directamente ligada con las discusiones que

    desde hace unos sesenta aos distintos filsofos mantienen acerca del significado de la

    Modernidad. Luego de un largo proceso la palabra Modernidad (tambin y sus

    derivados) se estableci como categora historiogrfica para designar un periodo de la

    historia a partir del siglo XIX y sigui siendo utilizado sin cuestionamientos. Sin embargo,

    hacia fines partir del siglo XIX ese mismo trmino (tambin en su versin modernismo

    en distintos idiomas) comenz a tener nuevos usos no historiogrficos en el campo de la

    literatura, que luego se trasladaron a la arquitectura y la historia y otros campos. En la

    filosofa, el significado de la palabra Modernidad como denotando un concepto filosfico

    se convirti en un importante tema de debate fundamentalmente a partir de la segunda

    mitad del siglo XX, primero a propsito de las crisis espiritual que sacudi a Europa

    despus de la Segunda Guerra Mundial y, ms tarde, en paralelo al surgimiento de

    posiciones filosficas que se presentaron como postmodernas. En tal sentido, ms all

    de que el impacto de la posguerra haya perdido su inmediatez originaria y de que las

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  • filosofas posmodernas se hayan eclipsado, las miradas crticas persisten y, al parecer

    todava hoy a los filsofos contemporneos les importa definir qu es la Modernidad y les

    resulta controvertido emitir un juicio de valor sobre ella. Directamente ligadas, con ello, se

    encuentran las discusiones acerca del comienzo de la Modernidad. Las alternativas

    propuestas son numerosas: se inicia en el Renacimiento, en la Reforma religiosa, en

    Descartes, en Kant, entre otras hiptesis. Se trata de discusiones complejas, acaso

    secundarias, en tanto subsidiarias de la primera cuestin.

    Me remito, entonces, a hacer apenas un repaso de algunas revisiones de la

    Modernidad filosfica propuestas por los filsofos situados en los problemas de la

    filosofa contempornea. All, se plantea una amplia variedad de nuevas lecturas que

    abren un complejo abanico de matices con puntos de coincidencia y de disidencia:

    posicionamientos crticos sobre la nocin de sujeto construida en la Modernidad (Michel

    Foucault), nfasis en las peculiaridades de la conciencia histrica moderna y una

    reivindicacin de la Modernidad como un proyecto inacabado digno de ser recuperado

    (Jrgen Habermas), reivindicacin de la agenda filosfica del Renacimiento que

    fomentaba la tolerancia, la libertad y la valoracin de la esfera de la prctica antes que

    del conocimiento terico (Stephen Toulmin); rechazo de los grandes relatos del

    Modernidad dentro de las filas de la postmodernidad (Franois Lyotard, Gianni Vattimo)

    como de quienes miran amargamente la autodestruccin del ideal moderno por sus

    propias contradicciones (Theodor Adorno, Max Horkheimer). Por su parte, Bruno Latour

    sostiene que en verdad nunca hemos sido realmente modernos, dado que el proyecto

    mismo de la Modernidad contiene una suerte de hibridacin, que en cierta medida nos

    sita en una posicin ambigua entre la premodernidad y la modernidad propiamente

    dicha.

    Incomodidad 2 del paradigma epistemolgico: la renovacin de los estudios historiogrficos de la filosofa moderna

    Vayamos a otro tipo de incomodidad producida por el paradigma epistemolgico.

    En este caso los afectados son los filsofos / historiadores de la filosofa moderna, entre

    los que me incluyo. Se trata de quienes practican la historia de la filosofa de manera ms

    o menos similar a lo que Rorty denomina reconstruccin histrica. Para ellos, el

    paradigma epistemolgico es incmodo porque resulta inadecuado, estrecho, errneo,

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  • inexacto. Desde hace algunas dcadas, las nuevas tendencias en los estudios

    historiogrficos ponen de manifiesto que es necesario revisar el significado y los alcances

    de los temas, los autores, los textos y los contextos de la filosofa moderna. Tal revisin

    nos revela que el campo de estudios de la filosofa moderna se ampla notablemente y

    supera los estrechos mrgenes del paradigma historiogrfico tradicional segn el cual el

    eje del pensamiento filosfico moderno fue el problema del conocimiento. En suma, la

    nueva tendencia en la historiografa de la filosofa moderna encuentra que la focalizacin

    del pensamiento moderno en el problema del conocimiento y el canon de los siete

    grandes es insatisfactoria.

    Las nuevas miradas historiogrficas no necesariamente pretenden desechar por

    completo el paradigma epistemolgico. No obstante, encuentran que sera oportuno

    mejorarlo para superar sus limitaciones. Sintetizar algunas de ellas. La oposicin entre

    racionalismo y empirismo se ha convertido en una simplificacin excesiva de la filosofa

    moderna que por momentos se ha fosilizado y caricaturizado. El racionalismo como puro

    apriorismo no se encuentra en ningn exponente. Todos los racionalistas valoraron la

    investigacin emprica. No fueron simples metafsicos de silln; hicieron experimentos y

    observaciones cientficas. Por ejemplo, Descartes hizo experimentos e incluso admiti la

    necesidad de hacer una historia natural a la manera baconiana, a pesar de su apuesta

    por una construccin deductiva de las ciencias a partir de sus primeros principios

    metafsicos. Por su parte, los empiristas no despreciaron la razn. Asumieron que la

    mente es una tabula rasa slo en cuanto a contenidos mentales o ideas. Reconocieron la

    existencia de tendencias, principios ordenadores propios de la naturaleza humana, que

    no son producto de la experiencia ni se justifican por ella. En este sentido, Hume es uno

    de los ejemplos ms claros.

    No es posible hablar de racionalismo y de empirismo como si cada uno

    constituyera un grupo completamente homogneo, ni como frreos enemigos,

    absolutamente independientes uno de otro. Entre los miembros que la historiografa

    tradicional insert en cada grupo hubo diferencias muy significativas y esenciales.

    Pongamos por caso: al piadoso obispo Berkeley probablemente le hubiera molestado

    mucho que lo incluyeran en la trada empirista, precisamente junto a Locke, cuya filosofa

    fue su principal blanco de ataque tanto por su (supuesto) materialismo como por su

    escepticismo. Tampoco le hubiera gustado quedar vinculado con David Hume quien llev

    la crisis escptica al extremo y fue sistemticamente acusado de atesmo. A su vez, hubo

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  • coincidencias e influencias mutuas. Por ejemplo, tanto Berkeley como Leibniz estuvieron

    muy influidos por el racionalista Malebranche (en el primer caso por el ocasionalismo; en

    otro caso, por el providencialismo necesitarista). Otra distincin que parece muy forzada

    es aquella que intenta separar la filosofa continental (racionalista) de la filosofa britnica

    (empirista). Un claro ejemplo contrario es el filsofo francs Pierre Gassendi, a quien

    incluso se lo podra considerar el verdadero precursor del empirismo. Gassendi, un

    sacerdote catlico interlocutor de Descartes y de Hobbes, entre otros, sostuvo una

    filosofa de tipo experimental que concluye en un escepticismo moderado y asume la

    hiptesis atomista (todo ello, tratando de no ser tomado por ateo).

    Por otro lado, la nueva historiografa muestra que es necesario incluir todo lo que

    el paradigma epistemolgico dej afuera o lo que, en el mejor de los casos, reconoci

    como aspectos menores de la filosofa en la Modernidad. Por ejemplo, es necesario

    sumar otros autores a las figuras consideradas centrales por el canon establecido. Hubo

    muchos filsofos de gran importancia en la filosofa moderna casi ignorados en la

    enseanza de la filosofa como Gassendi, Malebranche, Puffendorf, entre muchos otros.

    Al mismo tiempo, se encuentra plenamente justificado el estudio de filsofos de menor

    peso relativo como Clarke, Glanvill o Guelincx. Por otro lado, tambin se requiere dirigir la

    mirada a un corpus de fuentes que, adems de las obras maestras de los grandes

    autores, incluya textos menos conocidos, como los epistolarios y los manuscritos que se

    hicieron pblicos mucho despus de la muerte de sus autores. Ello revelar cun

    complejas fueron las posiciones de los filsofos cannicos y cun difcil es reconocerlas

    en la caricaturizacin de la han sido objeto. Por ejemplo, encontraremos que el sistema

    deductivo perfecto que Descartes propone en los Principia a veces colisiona con los

    problemas y con las vacilaciones que manifiesta en su epistolario.

    La constelacin de debates ligados al conocimiento no puede seguir ocupando un

    lugar de privilegio como clave de explicacin para los desarrollos de la metafsica, la

    tica, la antropologa, la filosofa poltica, la filosofa de la historia y la teologa,

    caractersticos del discurso filosfico de la Modernidad. Sin duda hubo una conexin de

    estos desarrollos entre s y precisamente en ello reside uno de los rasgos ms

    fascinantes de la filosofa moderna. Al mismo tiempo, la nueva historiografa de la

    filosofa en general, y no ya la de la filosofa moderna en particular, cada vez ms asume

    que la filosofa necesita ser interpretada a luz de los complejos contextos culturales que

    la rodearon en el momento de su emergencia. Todo ello implica ampliar el horizonte de la

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  • mirada del historiador para incluir la problemtica del gnero, las biografas intelectuales,

    las perspectivas interculturales, las historias sociales, las historias institucionales, la

    problematizacin del surgimiento y la diferenciacin de la disciplinas, adems de la ya

    clsica inclusin de los contextos polticos, religiosos y econmicos generales.

    Seguramente las imgenes de la filosofa moderna que emergen de las nuevas

    perspectivas historiogrficas no tienen el carcter unificador y sintetizador caracterstico

    del paradigma epistemolgico. Acaso a partir de ellas resulte todava ms difcil definir la

    Modernidad filosfica y ensearla de un modo breve y simple. Sin embargo, creo que

    estas aproximaciones enriquecen nuestro conocimiento histrico, nos permiten reconocer

    mejor lo que ha quedado olvidado y nos pueden ayudar a crear alternativas cuando

    queramos desechar aquello que no queremos que la Modernidad nos legue.

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    Silvia Manzo