manifiesto del mono desnudo

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MANIFIESTO DEL MONO DESNUDO Ahí está el mono desnudo que se inventó a Darwin. Su cráneo está a punto de estallar, la información escapa de sus poros y alimenta innumerables seres. Tendido sobre una autopista enmohecida, su pelaje verdoso y húmedo se confunde con la única huella de la naturaleza; sus tripas atravesaron su vientre decidieron sepultarse en las entrañas de la tierra, volvieronse raíces. Cual mamífero parturiento se retorcija, chilla cuando siglos atrás su lengua decía flor y el universo abría sus pétalos. Todos acuden a él, el mono sabio ¿Qué puede compartirles? desde hace un tiempo- un tiempo eyectado con la velocidad de la luz- convirtiose en el único vegetal de la galaxia Gutenberg; se había estancado en el asfalto con el que se empeñó cubrir el planeta: lo logró!. Creímos en él, tan responsables somos que no quedó nadas más que hacer de él un culto, una religión, una espiritualidad moderna: el espíritu de la unidad y la unidad del espíritu. El uno indivisible que repose en un Estado fuerte, en un fuerte estado. ¿Dónde nos conducirá esta nueva fe? es un cuestionamiento prohibido desde que se formuló, y quien lo hizo inventó a Darwin hace tantos eones, ahora enmudeció para dar paso a su propio culto: el del mono desnudo. Lo hemos rodeado con el asombro de ver encallar a una ballena, cada quien ha donado un objeto personal para su altar. Algunos dicen que murió cuando cesaron esos horribles chillidos, pero es un sacrilegio pensar que la calma se debe a su muerte. Él es la calma. La calma emana de él. Deseamos pensarlo así, sino sería en vano donar nuestras pertenencias tan preciadas. ¡Oyeron! dicen que se ha movido… pasarán las penurias y la miseria, la hambruna cesará. Sé que crece una semilla en su interior. Así lo prefiero creer, es nuestra única fuente de vida; nuestra imaginación nos mantiene vivos y algo cuerdos. Todos se imaginan que yo soy su hijo. Soy el hombre desnudo. ¡Mira, ahí está ese mono que inventó a Darwin! Su cráneo va a estallar: toda su información escapa por los poros y alimenta innumerables seres. Tendido sobre la autopista enmohecida chilla y se retuerce, las tripas le han atravesado el vientre sepultándose en las entrañas de la tierra, volviéndose raíces. Ahora gime cuando siglos atrás decía “flor” y el universo abría sus pétalos. Sin embargo, todos acudimos a él con la esperanza de una palabra cuando él se ha convertido, desde hace un tiempo, en el único vegetal de la galaxia Gutenberg: ¡encalló en el asfalto que fabricó para cubrir el planeta, lo logró! Creímos en él. Tan responsables fuimos de está fe que no quedó otra cosa que hacer de él un culto, la espiritualidad moderna: la unidad indivisible que rige el universo y sus leyes. Créeme, no soy el único que se ha preguntado ¿Hacía donde nos conducirá esta nueva fe? Pero es un cuestionamiento prohibido desde que se formuló. El primero que hizo la pregunta creo a este mono y ahora enmudeció para dar paso a su propio culto. A este ser lo hemos rodeado con el asombro de ver encallar una ballena, cada quien ha donado algo personal para su altar. Como tu hay muchos que murmuran que ha muerto cuando cesaron sus horribles chillidos, pero es sacrílego pensar que su calma es la muerte. Él es la vida. Deseamos pensar que la calma reposa en su vida, sino sería en vano depositar nuestras esperanzas de hallar un nuevo planeta en su raza. Sé que crece una semilla en su interior. Así lo prefiero creer, es nuestra única fuente de vida; bien sabes, que nuestra imaginación nos mantiene vivos, algo cuerdos. Los demás creen que soy su heredero, no les arrebates su fe hablando de verdad. Guarda silencio hijo y coloca tu ofrenda junto a la mía. Daniel Jimenez T.

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Manifiesto del mono desnudo-Daniel Jiménez T.

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MANIFIESTO DEL MONO DESNUDO

Ahí está el mono desnudo que se inventó a Darwin. Su cráneo está a punto de estallar, la

información escapa de sus poros y alimenta innumerables seres. Tendido sobre una autopista

enmohecida, su pelaje verdoso y húmedo se confunde con la única huella de la naturaleza; sus tripas

atravesaron su vientre decidieron sepultarse en las entrañas de la tierra, volvieronse raíces. Cual

mamífero parturiento se retorcija, chilla cuando siglos atrás su lengua decía flor y el universo abría

sus pétalos. Todos acuden a él, el mono sabio ¿Qué puede compartirles? desde hace un tiempo- un

tiempo eyectado con la velocidad de la luz- convirtiose en el único vegetal de la galaxia Gutenberg;

se había estancado en el asfalto con el que se empeñó cubrir el planeta: lo logró!. Creímos en él, tan

responsables somos que no quedó nadas más que hacer de él un culto, una religión, una

espiritualidad moderna: el espíritu de la unidad y la unidad del espíritu. El uno indivisible que repose

en un Estado fuerte, en un fuerte estado. ¿Dónde nos conducirá esta nueva fe? es un

cuestionamiento prohibido desde que se formuló, y quien lo hizo inventó a Darwin hace tantos

eones, ahora enmudeció para dar paso a su propio culto: el del mono desnudo. Lo hemos rodeado

con el asombro de ver encallar a una ballena, cada quien ha donado un objeto personal para su

altar. Algunos dicen que murió cuando cesaron esos horribles chillidos, pero es un sacrilegio pensar

que la calma se debe a su muerte. Él es la calma. La calma emana de él. Deseamos pensarlo así, sino

sería en vano donar nuestras pertenencias tan preciadas. ¡Oyeron! dicen que se ha movido…

pasarán las penurias y la miseria, la hambruna cesará. Sé que crece una semilla en su interior. Así lo

prefiero creer, es nuestra única fuente de vida; nuestra imaginación nos mantiene vivos y algo

cuerdos. Todos se imaginan que yo soy su hijo. Soy el hombre desnudo.

¡Mira, ahí está ese mono que inventó a Darwin! Su cráneo va a estallar: toda su información escapa

por los poros y alimenta innumerables seres. Tendido sobre la autopista enmohecida chilla y se

retuerce, las tripas le han atravesado el vientre sepultándose en las entrañas de la tierra,

volviéndose raíces. Ahora gime cuando siglos atrás decía “flor” y el universo abría sus pétalos. Sin

embargo, todos acudimos a él con la esperanza de una palabra cuando él se ha convertido, desde

hace un tiempo, en el único vegetal de la galaxia Gutenberg: ¡encalló en el asfalto que fabricó para

cubrir el planeta, lo logró! Creímos en él. Tan responsables fuimos de está fe que no quedó otra cosa

que hacer de él un culto, la espiritualidad moderna: la unidad indivisible que rige el universo y sus

leyes. Créeme, no soy el único que se ha preguntado ¿Hacía donde nos conducirá esta nueva fe?

Pero es un cuestionamiento prohibido desde que se formuló. El primero que hizo la pregunta creo

a este mono y ahora enmudeció para dar paso a su propio culto. A este ser lo hemos rodeado con

el asombro de ver encallar una ballena, cada quien ha donado algo personal para su altar. Como tu

hay muchos que murmuran que ha muerto cuando cesaron sus horribles chillidos, pero es sacrílego

pensar que su calma es la muerte. Él es la vida. Deseamos pensar que la calma reposa en su vida,

sino sería en vano depositar nuestras esperanzas de hallar un nuevo planeta en su raza. Sé que crece

una semilla en su interior. Así lo prefiero creer, es nuestra única fuente de vida; bien sabes, que

nuestra imaginación nos mantiene vivos, algo cuerdos. Los demás creen que soy su heredero, no les

arrebates su fe hablando de verdad. Guarda silencio hijo y coloca tu ofrenda junto a la mía.

Daniel Jimenez T.