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297 MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA (1847) 1 Karl Marx y Friedrich Engels PREFACIO DE F. ENGELS A LA EDICION ITALIANA DE 1893 A los lectores italianos La publicación del "Manifiesto del Partido Comunista" coincidió, por decirlo así, con la jornada del 18 de marzo de 1848, con las revoluciones de Milán y de Berlín que fueron las insurrecciones armadas de dos naciones que ocupan zonas centrales: la una en el continente europeo, la otra en el Mediterráneo; dos naciones que hasta entonces estaban debilitadas por el fraccionamiento de su territorio y por discordias intestinas que las hicieron caer bajo la dominación extranjera. Mientras Italia se hallaba subyugada por el emperador austríaco, el yugo que pesaba sobre Alemania —el del zar de todas las Rusias— no era menos real, si bien más indirecto. Las consecuencias del 18 de marzo de 1848 liberaron a Italia y a Alemania de este oprobio. Entre 1848 y 1871 las dos grandes naciones quedaron restablecidas y, de uno u otro modo, recobraron su independencia, y este hecho, como decía Carlos Marx, se debió a que los mismos personajes que aplastaron la revolución de 1848 fueron, a pesar suyo, sus albaceas testamentarios. La revolución de 1848 había sido, en todas partes, obra de la clase obrera: ella había levantado las barricadas y ella había expuesto su vida. Pero fueron sólo los obreros de París quienes, al derribar al gobierno, tenían la intención bien precisa de acabar a la vez con todo el régimen burgués. Y aunque tenían ya conciencia del irreductible antagonismo que existe entre su propia clase y la burguesía, ni el progreso económico del país ni el desarrollo intelectual de las masas obreras francesas habían alcanzado aún el nivel que hubiese permitido llevar a cabo una reconstrucción social. He aquí por qué los frutos de la revolución fueron, al fin y a la postre, a parar a manos de la clase capitalista. En otros países, en Italia, en Alemania, en Austria, los obreros, desde el primer momento, no hicieron más que ayudar a la burguesía a conquistar el poder. Pero en ningún país la dominación de la burguesía es posible sin la independencia nacional. Por eso, la revolución de 1848 debía conducir a la unidad y a la independencia de las naciones que hasta entonces no las habían conquistado: Italia, Alemania, Hungría. Polonia les seguirá. Así, pues, aunque la revolución de 1848 no fue una revolución socialista, desbrozó el camino y preparó el terreno para esta última. El régimen burgués, en virtud del vigoroso impulso que dio en todos los países al desenvolvimiento de la gran industria, ha creado en el curso de los últimos 45 años un proletariado 1 La comunitat inconfessable, http://www.lacomunitatinconfessable.cat/karl-marx-y- friedrich-engels-%E2%80%93-manifiesto-del-partido-comunista-1847/, Julio 12, 2013 www.juridicas.unam.mx Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM http://biblio.juridicas.unam.mx

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  • 297

    MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA (1847)1

    Karl Marx y Friedrich Engels

    PREFACIO DE F. ENGELS A LA EDICION ITALIANA DE 1893

    A los lectores italianos

    La publicacin del "Manifiesto del Partido Comunista" coincidi, por decirlo as,

    con la jornada del 18 de marzo de 1848, con las revoluciones de Miln y de Berln

    que fueron las insurrecciones armadas de dos naciones que ocupan zonas

    centrales: la una en el continente europeo, la otra en el Mediterrneo; dos

    naciones que hasta entonces estaban debilitadas por el fraccionamiento de su

    territorio y por discordias intestinas que las hicieron caer bajo la dominacin

    extranjera. Mientras Italia se hallaba subyugada por el emperador austraco, el

    yugo que pesaba sobre Alemania el del zar de todas las Rusias no era menos

    real, si bien ms indirecto. Las consecuencias del 18 de marzo de 1848 liberaron

    a Italia y a Alemania de este oprobio. Entre 1848 y 1871 las dos grandes naciones

    quedaron restablecidas y, de uno u otro modo, recobraron su independencia, y

    este hecho, como deca Carlos Marx, se debi a que los mismos personajes que

    aplastaron la revolucin de 1848 fueron, a pesar suyo, sus albaceas

    testamentarios.

    La revolucin de 1848 haba sido, en todas partes, obra de la clase obrera:

    ella haba levantado las barricadas y ella haba expuesto su vida. Pero fueron slo

    los obreros de Pars quienes, al derribar al gobierno, tenan la intencin bien

    precisa de acabar a la vez con todo el rgimen burgus. Y aunque tenan ya

    conciencia del irreductible antagonismo que existe entre su propia clase y la

    burguesa, ni el progreso econmico del pas ni el desarrollo intelectual de las

    masas obreras francesas haban alcanzado an el nivel que hubiese permitido

    llevar a cabo una reconstruccin social. He aqu por qu los frutos de la

    revolucin fueron, al fin y a la postre, a parar a manos de la clase capitalista. En

    otros pases, en Italia, en Alemania, en Austria, los obreros, desde el primer

    momento, no hicieron ms que ayudar a la burguesa a conquistar el poder. Pero

    en ningn pas la dominacin de la burguesa es posible sin la independencia

    nacional. Por eso, la revolucin de 1848 deba conducir a la unidad y a la

    independencia de las naciones que hasta entonces no las haban conquistado:

    Italia, Alemania, Hungra. Polonia les seguir.

    As, pues, aunque la revolucin de 1848 no fue una revolucin socialista,

    desbroz el camino y prepar el terreno para esta ltima. El rgimen burgus, en

    virtud del vigoroso impulso que dio en todos los pases al desenvolvimiento de la

    gran industria, ha creado en el curso de los ltimos 45 aos un proletariado

    1 La comunitat inconfessable, http://www.lacomunitatinconfessable.cat/karl-marx-y-

    friedrich-engels-%E2%80%93-manifiesto-del-partido-comunista-1847/, Julio 12, 2013

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    numeroso, fuerte y unido y ha producido as para emplear la expresin del

    "Manifiesto" a sus propios sepultureros. Sin restituir la independencia y la

    unidad de cada nacin, no es posible realizar la unin internacional del

    proletariado ni la cooperacin pacfica e inteligente de esas naciones para el logro

    de objetivos comunes. Acaso es posible concebir la accin mancomunada e

    internacional de los obreros italianos, hngaros, alemanes, polacos y rusos en las

    condiciones polticas que existieron hasta 1848.

    Esto quiere decir que los combates de 1848 no han pasado en vano;

    tampoco han pasado en vano los 45 aos que nos separan de esa poca

    revolucionaria. Sus frutos comienzan a madurar y todo lo que yo deseo es que la

    publicacin de esta traduccin italiana sea un buen augurio para la victoria del

    proletariado italiano, como la publicacin del original lo fue para la revolucin

    internacional.

    El "Manifiesto" rinde plena justicia a los servicios revolucionarios prestados

    por el capitalismo en el pasado. La primera nacin capitalista fue Italia. Marca el

    fin del medioevo feudal y la aurora de la era capitalista contempornea la figura

    gigantesca de un italiano, el Dante, que es a la vez el ltimo poeta de la Edad

    Media [109] y el primero de los tiempos modernos. Ahora, como en 1300,

    comienza a despuntar una nueva era histrica. Nos dar Italia al nuevo Dante

    que marque la hora del nacimiento de esta nueva era proletaria?

    Federico Engels

    Londres, 1 de febrero de 1893

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    MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA

    Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la

    vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa

    y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes.

    Qu partido de oposicin no ha sido motejado de comunista por sus

    adversarios en el poder? Qu partido de oposicin a su vez, no ha lanzado, tanto

    a los representantes de la oposicin, ms avanzados, como a sus enemigos

    reaccionarios, el epteto zahiriente de comunista?

    De este hecho resulta una doble enseanza:

    Que el comunismo est ya reconocido como una fuerza por todas las

    potencias de Europa.

    Que ya es hora de que los comunistas expongan a la faz del mundo entero

    sus conceptos, sus fines y sus tendencias, que opongan a la leyenda del fantasma

    del comunismo un manifiesto del propio partido.

    Con este fin, comunistas de las ms diversas nacionalidades se han reunido en

    Londres y han redactado el siguiente "Manifiesto", que ser publicado en ingls,

    francs, alemn, italiano, flamenco y dans.

    I

    BURGUESES Y PROLETARIOS 2

    La historia de todas las sociedades hasta nuestros das3 4es la historia de las

    luchas de clases.

    2 Por burguesa se comprende a la clase de los capitalistas modernos, que son los

    propietarios de los medios de produccin social y emplean trabajo asalariado. Por

    proletarios se comprende a la clase de los trabajadores asalariados modernos, que,

    privados de medios de produccin propios, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo

    para poder existir. (Nota de F. Engels a la edicin inglesa de 1888).

    3 Es decir, la historia escrita. En 1847, la historia de la organizacin social que precedi a

    toda la historia escrita, la prehistoria, era casi desconocida. Posteriormente, Haxthausen ha descubierto en Rusia la propiedad comunal de la tierra; Maurer ha demostrado que

    sta fue la base social de la que partieron histricamente todas las tribus germanas, y se

    ha ido descubriendo poco a poco que la comunidad rural, con la posesin colectiva de la

    tierra, ha sido la forma primitiva de la sociedad, desde la India hasta Irlanda. La

    organizacin interna de esa sociedad comunista primitiva ha sido puesta en claro, en lo

    que tiene de tpico, con el culminante descubrimiento hecho por Morgan de la verdadera naturaleza de la gens y de su lugar en la tribu. Con la desintegracin de estas

    comunidades primitivas comenz la diferenciacin de la sociedad en clases distintas y,

    finalmente, antagnicas. He intentado analizar este proceso en la obra "Der Ursprung der

    Familie, des Privateigentums und des Staats" (El origen de la familia, la propiedad privada

    y el Estado). 2 edicin, Stuttgart, 1866. (Nota de F. Engels a la edicin inglesa de 1888).

    Vase el tercer tomo de la presente edicin. (N. de la Edit.).

    4 54. Engels incluy asimismo esta nota en la edicin alemana del "Manifiesto del Partido

    Comunista" de 1890, omitiendo nicamente la ltima frase.- 111

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    Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, seores y siervos, maestros 5y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre,

    mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta;

    lucha que termin siempre con la transformacin revolucionaria de toda la

    sociedad o el hundimiento de las clases en pugna.

    En las anteriores pocas histricas encontramos casi por todas partes una

    completa diferenciacin de la sociedad en diversos estamentos, una mltiple

    escala gradual de condiciones sociales. En la antigua Roma hallamos patricios,

    caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, seores feudales, vasallos,

    maestros, oficiales y siervos, y, adems, en casi todas estas clases todava

    encontramos gradaciones especiales.

    La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la

    sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. Unicamente ha

    sustituido las viejas clases, las viejas [112] condiciones de opresin, las viejas

    formas de lucha por otras nuevas.

    Nuestra poca, la poca de la burguesa, se distingue, sin embargo, por

    haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividindose,

    cada vez ms, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se

    enfrentan directamente: la burguesa y el proletariado.

    De los siervos de la Edad Media surgieron los vecinos libres de las

    primeras ciudades; de este estamento urbano salieron los primeros elementos de

    la burguesa.

    El descubrimiento de Amrica y la circunnavegacin de Africa ofrecieron a

    la burguesa en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de la India y

    de China, la colonizacin de Amrica, el intercambio de las colonias, la

    multiplicacin de los medios de cambio y de las mercancas en general

    imprimieron al comercio, a la navegacin y a la industria un impulso hasta

    entonces desconocido y aceleraron, con ello, el desarrollo del elemento

    revolucionario de la sociedad feudal en descomposicin.

    La antigua organizacin feudal o gremial de la industria ya no poda satisfacer la

    demanda, que creca con la apertura de nuevos mercados. Vino a ocupar su

    puesto la manufactura. El estamento medio industrial suplant a los maestros de

    los gremios; la divisin del trabajo entre las diferentes corporaciones desapareci

    ante la divisin del trabajo en el seno del mismo taller.

    Pero los mercados crecan sin cesar; la demanda iba siempre en aumento.

    Ya no bastaba tampoco la manufactura. El vapor y la maquinaria revolucionaron

    entonces la produccin industrial. La gran industria moderna sustituy a la

    manufactura; el lugar del estamento medio industrial vinieron a ocuparlo los

    industriales millonarios jefes de verdaderos ejrcitos industriales, los

    burgueses modernos.

    5 Zunfbrger, esto es, miembro de un gremio con todos los derechos, maestro del mismo,

    y no su dirigente. (Nota de F. Engels a la edicin inglesa de 1888).

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    La gran industria ha creado el mercado mundial, ya preparado por el

    descubrimiento de Amrica. El mercado mundial aceler prodigiosamente el

    desarrollo del comercio, de la navegacin y de los medios de transporte por tierra.

    Este desarrollo influy, a su vez, en el auge de la industria, y a medida que se

    iban extendiendo la industria, el comercio, la navegacin y los ferrocarriles,

    desarrollbase la burguesa, multiplicando sus capitales y relegando a segundo

    trmino a todas las clases legadas por la Edad Media.

    La burguesa moderna, como vemos, es ya de por s fruto de un largo

    proceso de desarrollo, de una serie de revoluciones en el modo de produccin y de

    cambio.

    Cada etapa de la evolucin recorrida por la burguesa ha ido acompaada

    del correspondiente progreso poltico. Estamento oprimido bajo la dominacin de

    los seores feudales; asociacin [113] armada y autnoma en la comuna6, en

    unos sitios Repblica urbana independiente; en otros, tercer estado tributario de

    la monarqua; despus, durante el perodo de la manufactura, contrapeso de la

    nobleza en las monarquas estamentales o absolutas y, en general, piedra angular

    de las grandes monarquas, la burguesa, despus del establecimiento de la gran

    industria y del mercado universal, conquist finalmente la hegemona exclusiva

    del poder poltico en el Estado representativo moderno. El Gobierno del Estado

    moderno no es ms que una junta que administra los negocios comunes de toda

    la clase burguesa.

    La burguesa ha desempeado en la historia un papel altamente

    revolucionario.

    Dondequiera que ha conquistado el poder, la burguesa ha destruido las

    relaciones feudales, patriarcales, idlicas. Las abigarradas ligaduras feudales que

    ataban al hombre a sus superiores naturales las ha desgarrado sin piedad para

    no dejar subsistir otro vnculo entre los hombres que el fro inters, el cruel pago

    al contado. Ha ahogado el sagrado xtasis del fervor religioso, el entusiasmo

    caballeresco y el sentimentalismo del pequeo burgus en las aguas heladas del

    clculo egosta. Ha hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio. Ha

    sustituido las numerosas libertades escrituradas y adquiridas por la nica y

    desalmada libertad de comercio. En una palabra, en lugar de la explotacin

    velada por ilusiones religiosas y polticas, ha establecido una explotacin abierta,

    descarada, directa y brutal.

    6 Comunas se llamaban en Francia las ciudades nacientes todava antes de arrancar a

    sus amos y seores feudales la autonoma local y los derechos polticos como tercer

    estado. En trminos generales, se ha tomado aqu a Inglaterra como pas tpico del

    desarrollo econmico de la burguesa, y a Francia como pas tpico de su desarrollo

    poltico. (Nota de F. Engels a la edicin inglesa de 1888.)

    As denominaban los habitantes de las ciudades de Italia y Francia a sus comunidades

    urbanas, una vez comprados o arrancados a sus seores feudales los primeros derechos

    de autonoma. (Nota de F. Engels a la edicin alemana de 1890).

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    La burguesa ha despojado de su aureola a todas las profesiones que hasta

    entonces se tenan por venerables y dignas de piadoso respeto. Al mdico, al

    jurisconsulto, al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia, los ha convertido en

    sus servidores asalariados.

    La burguesa ha desgarrado el velo de emocionante sentimentalismo que encubra

    las relaciones familiares, y las ha reducido a simples relaciones de dinero.

    La burguesa ha revelado que la brutal manifestacin de fuerza en la Edad

    Media, tan admirada por la reaccin, tena su complemento natural en la ms

    relajada holgazanera. Ha sido ella la primera en demostrar lo que puede realizar

    la actividad humana; [114] ha creado maravillas muy distintas a las pirmides de

    Egipto; a los acueductos romanos y a las catedrales gticas, y ha realizado

    campaas muy distintas a las migraciones de pueblos y a las Cruzadas.7

    La burguesa no puede existir sino a condicin de revolucionar

    incesantemente los instrumentos de produccin y, por consiguiente, las

    relaciones de produccin, y con ello todas las relaciones sociales. La conservacin

    del antiguo modo de produccin era, por el contrario, la primera condicin de

    existencia de todas las clases industriales precedentes. Una revolucin continua

    en la produccin, una incesante conmocin de todas las condiciones sociales,

    una inquietud y un movimiento constantes distinguen la poca burguesa de

    todas las anteriores. Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su

    cortejo de creencias y de ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las

    nuevas se hacen aejas antes de llegar a osificarse. Todo lo estamental y

    estancado se esfuma; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven

    forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones

    recprocas.

    Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos,

    la burguesa recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes,

    establecerse en todas partes, crear vnculos en todas partes.

    Mediante la explotacin del mercado mundial, la burguesa ha dado un

    carcter cosmopolita a la produccin y al consumo de todos los pases. Con gran

    sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las

    antiguas industrias nacionales han sido destruidas y estn destruyndose

    7 55. Las Cruzadas: campaas militares de colonizacin del Oriente emprendidas por los grandes seores feudales de Europa Occidental, por los caballeros y por las ciudades

    comerciales italianas en los siglos XI-XIII bajo la bandera religiosa de la liberacin de los

    santuarios cristianos en Jerusaln y otros Santos Lugares que se hallaban en poder de

    los musulmanes. Los idelogos e inspiradores de las cruzadas eran la Iglesia catlica y el

    Papa, movidos por su afn de conquistar la dominacin mundial, y la fuerza militar

    principal eran los caballeros. En las expediciones tambin tomaron parte campesinos deseosos de emanciparse del yugo feudal. Los cruzados se dedicaban al saqueo y la

    violencia tanto respecto de la poblacin musulmana como de los cristianos que habitaban

    en los pases por los que pasaban. No se planteaban slo la conquista de los Estados

    musulmanes de Siria, Palestina, Egipto y Tnez, sino tambin del Imperio Bizantino

    ortodoxo. Las conquistas de los cruzados en el Mediterrneo oriental eran efmeras, y sus

    posesiones no tardaron en volver a manos de los musulmanes.

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    continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias, cuya introduccin se

    convierte en cuestin vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que

    ya no emplean materias primas indgenas, sino materias primas venidas de las

    ms lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no slo se consumen en el

    propio pas, sino en todas las partes del globo. En lugar del antiguo aislamiento y

    la amargura de las regiones y naciones, se establece un intercambio universal,

    una interdependencia universal de las naciones. Y eso se refiere tanto a la

    produccin material, como a la intelectual. La produccin intelectual de una

    nacin se convierte en patrimonio comn de todas. La estrechez y el exclusivismo

    nacionales resultan de da en da ms imposibles; de las numerosas literaturas

    nacionales y locales se forma una literatura universal.

    [115]

    Merced al rpido perfeccionamiento de los instrumentos de produccin y al

    constante progreso de los medios de comunicacin, la burguesa arrastra a la

    corriente de la civilizacin a todas las naciones, hasta a las ms brbaras. Los

    bajos precios de sus mercancas constituyen la artillera pesada que derrumba

    todas las murallas de China y hace capitular a los brbaros ms fanticamente

    hostiles a los extranjeros. Obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a

    adoptar el modo burgus de produccin, las constrie a introducir la llamada

    civilizacin, es decir, a hacerse burgueses. En una palabra: se forja un mundo a

    su imagen y semejanza.

    La burguesa ha sometido el campo al dominio de la ciudad. Ha creado

    urbes inmensas; ha aumentado enormemente la poblacin de las ciudades en

    comparacin con la del campo, substrayendo una gran parte de la poblacin al

    idiotismo de la vida rural. Del mismo modo que ha subordinado el campo a la

    ciudad, ha subordinado los pases brbaros o semibrbaros a los pases

    civilizados, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente al

    Occidente.

    La burguesa suprime cada vez ms el fraccionamiento de los medios de

    produccin, de la propiedad y de la poblacin. Ha aglomerado la poblacin,

    centralizado los medios de produccin y concentrado la propiedad en manos de

    unos pocos. La consecuencia obligada de ello ha sido la centralizacin poltica.

    Las provincias independientes, ligadas entre s casi nicamente por lazos

    federales, con intereses, leyes, gobiernos y tarifas aduaneras diferentes han sido

    consolidadas en una sola nacin, bajo un solo Gobierno, una sola ley, un solo

    inters nacional de clase y una sola lnea aduanera.

    La burguesa, a lo largo de su dominio de clase, que cuenta apenas con un

    siglo de existencia, ha creado fuerzas productivas ms abundantes y ms

    grandiosas que todas las generaciones pasadas juntas. El sometimiento de las

    fuerzas de la naturaleza, el empleo de las mquinas, la aplicacin de la qumica a

    la industria y a la agricultura, la navegacin de vapor, el ferrocarril, el telgrafo

    elctrico, la asimilacin para el cultivo de continente enteros, la apertura de ros a

    la navegacin, poblaciones enteras surgiendo por encanto, como si salieran de la

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    tierra. Cul de los siglos pasados pudo sospechar siquiera que semejantes

    fuerzas productivas dormitasen en el seno del trabajo social?

    Hemos visto, pues, que los medios de produccin y de cambio sobre cuya base se

    ha formado la burguesa, fueron creados en la sociedad feudal. Al alcanzar un

    cierto grado de desarrollo, estos medios de produccin y de cambio, las

    condiciones en que la [116] sociedad feudal produca y cambiaba, la organizacin

    feudal de la agricultura y de la industria manufacturera, en una palabra, las

    relaciones feudales de propiedad, cesaron de corresponder a las fuerzas

    productivas ya desarrolladas. Frenaban la produccin en lugar de impulsarla. Se

    transformaron en otras tantas trabas. Era preciso romper esas trabas, y las

    rompieron.

    En su lugar se estableci la libre concurrencia, con una constitucin social

    y poltica adecuada a ella y con la dominacin econmica y poltica de la clase

    burguesa.

    Ante nuestros ojos se est produciendo un movimiento anlogo. Las relaciones

    burguesas de produccin y de cambio, las relaciones burguesas de propiedad,

    toda esta sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir como por encanto tan

    potentes medios de produccin y de cambio, se asemeja al mago que ya no es

    capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus

    conjuros. Desde hace algunas dcadas, la historia de la industria y del comercio

    no es ms que la historia de la rebelin de las fuerzas productivas modernas

    contra las actuales relaciones de produccin, contra las relaciones de propiedad

    que condicionan la existencia de la burguesa y su dominacin. Basta mencionar

    las crisis comerciales que, con su retorno peridico, plantean, en forma cada vez

    ms amenazante, la cuestin de la existencia de toda la sociedad burguesa.

    Durante cada crisis comercial, se destruye sistemticamente, no slo una parte

    considerable de productos elaborados, sino incluso de las mismas fuerzas

    productivas ya creadas. Durante las crisis, una epidemia social, que en cualquier

    poca anterior hubiera parecido absurda, se extiende sobre la sociedad: la

    epidemia de la superproduccin. La sociedad se encuentra sbitamente

    retrotrada a un estado de sbita barbarie: dirase que el hambre, que una guerra

    devastadora mundial la han privado de todos sus medios de subsistencia; la

    industria y el comercio parecen aniquilados. Y todo eso, por qu? Porque la

    sociedad posee demasiada civilizacin, demasiados medios de vida, demasiada

    industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no

    favorecen ya el rgimen burgus de la propiedad; por el contrario, resultan ya

    demasiado poderosas para estas relaciones, que constituyen un obstculo para

    su desarrollo; y cada vez que las fuerzas productivas salvan este obstculo,

    precipitan en el desorden a toda la sociedad burguesa y amenazan la existencia

    de la propiedad burguesa. Las relaciones burguesas resultan demasiado

    estrechas para contener las riquezas creadas en su seno. Cmo vence esta crisis

    la burguesa? De una parte, por la destruccin obligada de una masa de fuerzas

    productivas; de otra, por la conquista de nuevos mercados y la explotacin ms

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  • 305

    intensa de los antiguos. De qu modo lo hace, pues? [117] Preparando crisis

    ms extensas y ms violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas.

    Las armas de que se sirvi la burguesa para derribar el feudalismo se

    vuelven ahora contra la propia burguesa.

    Pero la burguesa no ha forjado solamente las armas que deben darle

    muerte; ha producido tambin los hombres que empuarn esas armas: los

    obreros modernos, los proletarios.

    En la misma proporcin en que se desarrolla la burguesa, es decir, el

    capital, desarrllase tambin el proletariado, la clase de los obreros modernos,

    que no viven sino a condicin de encontrar trabajo, y lo encuentran nicamente

    mientras su trabajo acrecienta el capital. Estos obreros, obligados a venderse al

    detall, son una mercanca como cualquier otro artculo de comercio, sujeta, por

    tanto, a todas las vicisitudes de la competencia, a todas las fluctuaciones del

    mercado.

    El creciente empleo de las mquinas y la divisin del trabajo quitan al

    trabajo del proletario todo carcter propio y le hacen perder con ello todo

    atractivo para el obrero. Este se convierte en un simple apndice de la mquina, y

    slo se le exigen las operaciones ms sencillas, ms montonas y de ms fcil

    aprendizaje. Por tanto, lo que cuesta hoy da el obrero se reduce poco ms o

    menos a los medios de subsistencia indispensable para vivir y perpetuar su

    linaje. Pero el precio de todo trabajo8, como el de toda mercanca, es igual a los

    gastos de produccin. Por consiguiente, cuanto ms fastidioso resulta el trabajo,

    ms bajan los salarios. Ms an, cuanto ms se desenvuelven la maquinaria y la

    divisin del trabajo, ms aumenta la cantidad de trabajo bien mediante la

    prolongacin de la jornada, bien por el aumento del trabajo exigido en un tiempo

    dado, la aceleracin del movimiento de las mquinas, etc.

    La industria moderna ha transformado el pequeo taller del maestro

    patriarcal en la gran fbrica del capitalista industrial. Masas de obreros,

    hacinados en la fbrica, son organizados en forma militar. Como soldados rasos

    de la industria, estn colocados bajo la vigilancia de toda una jerarqua de

    oficiales y suboficiales. No son solamente esclavos de la clase burguesa, del

    Estado burgus, sino diariamente, a todas horas, esclavos de la mquina, del

    capataz y, sobre todo, del burgus individual, patrn de la fbrica. Y es

    despotismo es tanto ms mezquino, odioso y exasperante, cuanto mayor es la

    franqueza con que proclama que no tiene otro fin que el lucro.

    Cuanto menos habilidad y fuerza requiere el trabajo manual, es decir,

    cuanto mayor es el desarrollo de la industria moderna, mayor es la proporcin en

    que el trabajo de los hombres es suplantado por el de las mujeres y los nios. Por

    lo que respecta a la [118] clase obrera, las diferencias de edad y sexo pierden toda

    8 56. Marx y Engels ya no emplearon en sus obras posteriores los trminos de valor del

    trabajo y precio del trabajo. En su lugar, empleaban conceptos ms exactos, propuestos

    por Marx: valor de la fuerza de trabajo y precio de la fuerza de trabajo (vase la

    introduccin de Engels a la obra de Marx "Trabajo asalariado y capital").

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  • 306

    significacin social. No hay ms que instrumentos de trabajo, cuyo coste vara

    segn la edad y el sexo.

    Una vez que el obrero ha sufrido la explotacin del fabricante y ha recibido su

    salario en metlico, se convierte en vctima de otros elementos de la burguesa: el

    casero, el tendero, el prestamista, etc.

    Pequeos industriales, pequeos comerciantes y rentistas, artesanos y

    campesinos, toda la escala inferior de las clases medias de otro tiempo, caen en

    las filas del proletariado; unos, porque sus pequeos capitales no les alcanzan

    para acometer grandes empresas industriales y sucumben en la competencia con

    los capitalistas ms fuertes; otros, porque su habilidad profesional se ve

    depreciada ante los nuevos mtodos de produccin. De tal suerte, el proletariado

    se recluta entre todas las clases de la poblacin.

    El proletariado pasa por diferentes etapas de desarrollo. Su lucha contra la

    burguesa comienza con su surgimiento.

    Al principio, la lucha es entablada por obreros aislados, despus, por los

    obreros de una misma fbrica, ms tarde, por los obreros del mismo oficio de la

    localidad contra el burgus individual que los explota directamente. No se

    contentan con dirigir sus ataques contra las relaciones burguesas de produccin,

    y los dirigen contra los mismos instrumentos de produccin: destruyen las

    mercancas extranjeras que les hacen competencia, rompen las mquinas,

    incendian las fbricas, intentan reconquistar por la fuerza la posicin perdida del

    artesano de la Edad Media.

    En esta etapa, los obreros forman una masa diseminada por todo el pas y

    disgregada por la competencia. Si los obreros forman masas compactas, esta

    accin no es todava consecuencia de su propia unin, sino de la unin de la

    burguesa, que para alcanzar sus propios fines polticos debe -y por ahora an

    puede- poner en movimiento a todo el proletariado. Durante esta etapa, los

    proletarios no combaten, por tanto, contra sus propios enemigos, sino contra los

    enemigos de sus enemigos, es decir, contra los restos de la monarqua absoluta,

    los propietarios territoriales, los burgueses no industriales y los pequeos

    burgueses. Todo el movimiento histrico se concentra, de esta suerte, en manos

    de la burguesa; cada victoria alcanzada en estas condiciones es una victoria de

    la burguesa.

    Pero la industria, en su desarrollo, no slo acrecienta el nmero de

    proletarios, sino que los concentra en masas considerables; su fuerza aumenta y

    adquieren mayor conciencia de la misma. Los intereses y las condiciones de

    existencia de los proletarios se igualan cada vez ms a medida que la mquina va

    borrando las diferencias en el trabajo y reduce el salario, casi en todas partes, a

    un [119] nivel igualmente bajo. Como resultado de la creciente competencia de

    los burgueses entre s y de las crisis comerciales que ella ocasiona, los salarios

    son cada vez ms fluctuantes; el constante y acelerado perfeccionamiento de la

    mquina coloca al obrero en situacin cada vez ms precaria; las colisiones entre

    el obrero individual y el burgus individual adquieren ms y ms el carcter de

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  • 307

    colisiones entre dos clases. Los obreros empiezan a formar coaliciones contra los

    burgueses y actan en comn para la defensa de sus salarios. Llegan hasta

    formar asociaciones permanentes para asegurarse los medios necesarios, en

    previsin de estos choques eventuales. Aqu y all la lucha estalla en sublevacin.

    A veces los obreros triunfan; pero es un triunfo efmero. El verdadero

    resultado de sus luchas no es el xito inmediato, sino la unin cada vez ms

    extensa de los obreros. Esta unin es propiciada por el crecimiento de los medios

    de comunicacin creados por la gran industria y que ponen en contacto a los

    obreros de diferentes localidades. Y basta ese contacto para que las numerosas

    luchas locales, que en todas partes revisten el mismo carcter, se centralicen en

    una lucha nacional, en una lucha de clases. Mas toda lucha de clases es una

    lucha poltica. Y la unin que los habitantes de las ciudades de la Edad Media,

    con sus caminos vecinales, tardaron siglos en establecer, los proletarios

    modernos, con los ferrocarriles, la llevan a cabo en unos pocos aos.

    Esta organizacin del proletariado en clase y, por tanto, en partido poltico, vuelve

    sin cesar a ser socavada por la competencia entre los propios obreros. Pero

    resurge, y siempre ms fuerte, ms firme, ms potente. Aprovecha las

    disensiones intestinas de los burgueses para obligarles a reconocer por la ley

    algunos intereses de la clase obrera; por ejemplo, la ley de la jornada de diez

    horas en Inglaterra.

    En general, las colisiones en la vieja sociedad favorecen de diversas

    maneras el proceso de desarrollo del proletariado. La burguesa vive en lucha

    permanente: al principio, contra la aristocracia; despus, contra aquellas

    fracciones de la misma burguesa, cuyos intereses entran en contradiccin con

    los progresos de la industria, y siempre, en fin, contra la burguesa de todos los

    dems pases. En todas estas luchas se ve forzada a apelar al proletariado, a

    reclamar su ayuda y arrastrarle as al movimiento poltico. De tal manera, la

    burguesa proporciona a los proletarios los elementos de su propia educacin, es

    decir, armas contra ella misma.

    Adems, como acabamos de ver, el progreso de la industria precipita a las

    filas del proletariado a capas enteras de la clase dominante, o, al menos, las

    amenaza en sus condiciones de existencia. [120] Tambin ellas aportan al

    proletariado numerosos elementos de educacin.

    Finalmente, en los perodos en que la lucha de clases se acerca a su

    desenlace, el progreso de desintegracin de la clase dominante, de toda la vieja

    sociedad, adquiere un carcter tan violento y tan agudo que una pequea

    fraccin de esa clase reniega de ella y se adhiere a la clase revolucionaria, a la

    clase en cuyas manos est el porvenir. Y as como antes una parte de la nobleza

    se pas a la burguesa, en nuestros das un sector de la burguesa se pasa al

    proletariado, particularmente ese sector de los idelogos burgueses que se han

    elevado hasta la comprensin terica del conjunto del movimiento histrico.

    De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesa, slo el

    proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las dems clases van

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  • 308

    degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado,

    en cambio, es su producto ms peculiar.

    Los estamentos medios el pequeo industrial, el pequeo comerciante, el

    artesano, el campesino, todos ellos luchan contra la burguesa para salvar de la

    ruina su existencia como tales estamentos medios. No son, pues, revolucionarios,

    sino conservadores. Ms todava, son reaccionarios, ya que pretenden volver

    atrs la rueda de la Historia. Son revolucionarios nicamente por cuanto tienen

    ante s la perspectiva de su trnsito inminente al proletariado, defendiendo as no

    sus intereses presentes, sino sus intereses futuros, por cuanto abandonan sus

    propios puntos de vista para adoptar los del proletariado.

    El lumpenproletariado, ese producto pasivo de la putrefaccin de las capas

    ms bajas de la vieja sociedad, puede a veces ser arrastrado al movimiento por

    una revolucin proletaria; sin embargo, en virtud de todas sus condiciones de

    vida est ms bien dispuesto a venderse a la reaccin para servir a sus

    maniobras.

    Las condiciones de existencia de la vieja sociedad estn ya abolidas en las

    condiciones de existencia del proletariado. El proletariado no tiene propiedad; sus

    relaciones con la mujer y con los hijos no tienen nada de comn con las

    relaciones familiares burguesas; el trabajo industrial moderno, el moderno yugo

    del capital, que es el mismo en Inglaterra que en Francia, en Norteamrica que en

    Alemania, despoja al proletariado de todo carcter nacional. Las leyes, la moral,

    la religin son para l meros prejuicios burgueses, detrs de los cuales se ocultan

    otros tantos intereses de la burguesa.

    Todas las clases que en el pasado lograron hacerse dominantes trataron de

    consolidar la situacin adquirida sometiendo a toda la sociedad a las condiciones

    de su modo de apropiacin. Los proletarios [121] no pueden conquistar las

    fuerzas productivas sociales, sino aboliendo su propio modo de apropiacin en

    vigor, y, por tanto, todo modo de apropiacin existente hasta nuestros das. Los

    proletarios no tienen nada que salvaguardar; tienen que destruir todo lo que

    hasta ahora ha venido garantizado y asegurando la propiedad privada existente.

    Todos los movimientos han sido hasta ahora realizados por minoras o en

    provecho de minoras. El movimiento proletario es un movimiento propio de la

    inmensa mayora en provecho de la inmensa mayora. El proletariado, capa

    inferior de la sociedad actual, no puede levantarse, no puede enderezarse, sin

    hacer saltar toda la superestructura formada por las capas de la sociedad oficial.

    Por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del proletariado contra

    la burguesa es primeramente una lucha nacional. Es natural que el proletariado

    de cada pas deba acabar en primer lugar con su propia burguesa.

    Al esbozar las fases ms generales del desarrollo del proletariado, hemos

    seguido el curso de la guerra civil ms o menos oculta que se desarrolla en el

    seno de la sociedad existente, hasta el momento en que se transforma en una

    revolucin abierta, y el proletariado, derrocando por la violencia a la burguesa,

    implanta su dominacin.

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  • 309

    Todas las sociedades anteriores, como hemos visto, han descansado en el

    antagonismo entre clases opresoras y oprimidas. Mas para poder oprimir a una

    clase, es preciso asegurarle unas condiciones que le permitan, por lo menos,

    arrastrar su existencia de esclavitud. El siervo, en pleno rgimen de servidumbre,

    lleg a miembro de la comuna, lo mismo que el pequeo burgus lleg a elevarse

    a la categora de burgus bajo el yugo del absolutismo feudal. El obrero moderno,

    por el contrario, lejos de elevarse con el progreso de la industria, desciende

    siempre ms y ms por debajo de las condiciones de vida de su propia clase. El

    trabajador cae en la miseria, y el pauperismo crece ms rpidamente todava que

    la poblacin y la riqueza. Es, pues, evidente que la burguesa ya no es capaz de

    seguir desempeando el papel de clase dominante de la sociedad ni de imponer a

    sta, como ley reguladora, las condiciones de existencia de su clase. No es capaz

    de dominar, porque no es capaz de asegurar a su esclavo la existencia, ni siquiera

    dentro del marco de la esclavitud, porque se ve obligada a dejarle decaer hasta el

    punto de tener que mantenerle, en lugar de ser mantenida por l. La sociedad ya

    no puede vivir bajo su dominacin; lo que equivale a decir que la existencia de la

    burguesa es, en lo sucesivo, incompatible con la de la sociedad.

    La condicin esencial de la existencia y de la dominacin de la clase

    burguesa es la acumulacin de la riqueza en manos de [122] particulares, la

    formacin y el acrecentamiento del capital. La condicin de existencia del capital

    es el trabajo asalariado. El trabajo asalariado descansa exclusivamente sobre la

    competencia de los obreros entre s. El progreso de la industria, del que la

    burguesa, incapaz de oponrsele, es agente involuntario, sustituye el aislamiento

    de los obreros, resultante de la competencia, por su unin revolucionaria

    mediante la asociacin. As, el desarrollo de la gran industria socava bajo los pies

    de la burguesa las bases sobre las que sta produce y se apropia lo producido.

    La burguesa produce, ante todo, sus propios sepultureros. Su hundimiento y la

    victoria del proletariado son igualmente inevitables.

    II

    PROLETARIOS Y COMUNISTAS

    Cul es la posicin de los comunistas con respecto a los proletarios en general?

    Los comunistas no forman un partido aparte, opuesto a los otros partidos

    obreros.

    No tienen intereses que los separen del conjunto del proletariado.

    No proclaman principios especiales a los que quisieran amoldar el movimiento

    proletario.

    Los comunistas slo se distinguen de los dems partidos proletarios en

    que, por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios,

    destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado,

    independientemente de la nacionalidad; y, por otra parte, en que, en las

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  • 310

    diferentes fases de desarrollo por que pasa la lucha entre el proletariado y la

    burguesa, representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto.

    Prcticamente, los comunistas son, pues, el sector ms resuelto de los

    partidos obreros de todos los pases, el sector que siempre impulsa adelante a los

    dems; tericamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara

    visin de las condiciones de la marcha y de los resultados generales del

    movimiento proletario.

    El objetivo inmediato de los comunistas es el mismo que el de todos los

    dems partidos proletarios: constitucin de los proletarios en clase,

    derrocamiento de la dominacin burguesa, conquista del poder poltico por el

    proletariado.

    Las tesis tericas de los comunistas no se basan en modo alguno en ideas

    y principios inventados o descubiertos por tal o cual reformador del mundo.

    [123]

    No son sino la expresin de conjunto de las condiciones reales de una

    lucha de clases existente, de un movimiento histrico que se est desarrollando

    ante nuestros ojos. La abolicin de las relaciones de propiedad antes existentes

    no es una caracterstica propia del comunismo.

    Todas las relaciones de propiedad han sufrido constantes cambios

    histricos, continuas transformaciones histricas.

    La revolucin francesa, por ejemplo, aboli la propiedad feudal en provecho

    de la propiedad burguesa.

    El rasgo distintivo del comunismo no es la abolicin de la propiedad en

    general, sino la abolicin de la propiedad burguesa.

    Pero la propiedad privada burguesa moderna es la ltima y ms acabada

    expresin del modo de produccin y de apropiacin de lo producido basado en los

    antagonismos de clase, en la explotacin de los unos por los otros.

    En este sentido, los comunistas pueden resumir su teora en esta frmula

    nica: abolicin de la propiedad privada.

    Se nos ha reprochado a los comunistas el querer abolir la propiedad

    personalmente adquirida, fruto del trabajo propio, esa propiedad que forma la

    base de toda la libertad, actividad e independencia individual.

    La propiedad adquirida, fruto del trabajo, del esfuerzo personal! Os

    refers acaso a la propiedad del pequeo burgus, del pequeo labrador, esa

    forma de propiedad que ha precedido a la propiedad burguesa? No tenemos que

    abolirla: el progreso de la industria la ha abolido y est abolindola a diario.

    O tal vez os refers a la propiedad privada burguesa moderna?

    Es que el trabajo asalariado, el trabajo del proletario, crea propiedad para

    el proletario? De ninguna manera. Lo que crea es capital, es decir, la propiedad

    que explota al trabajo asalariado y que no puede acrecentarse sino a condicin de

    producir nuevo trabajo asalariado, para volver a explotarlo. En su forma actual la

    propiedad se mueve en el antagonismo entre el capital y el trabajo asalariado.

    Examinemos los dos trminos de este antagonismo.

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  • 311

    Ser capitalista significa ocupar no slo una posicin puramente personal

    en la produccin, sino tambin una posicin social. El capital es un producto

    colectivo; no puede ser puesto en movimiento sino por la actividad conjunta de

    muchos miembros de la sociedad y, en ltima instancia, slo por la actividad

    conjunta de todos los miembros de la sociedad.

    El capital no es, pues, una fuerza personal; es una fuerza social.

    En consecuencia, si el capital es transformado en propiedad colectiva,

    perteneciente a todos los miembros de la sociedad, no es [124] la propiedad

    personal la que se transforma en propiedad social. Slo cambia el carcter social

    de la propiedad. Esta pierde su carcter de clase.

    Examinemos el trabajo asalariado.

    El precio medio del trabajo asalariado es el mnimo del salario, es decir, la

    suma de los medios de subsistencia indispensable al obrero para conservar su

    vida como tal obrero. Por consiguiente, lo que el obrero asalariado se apropia por

    su actividad es estrictamente lo que necesita para la mera reproduccin de su

    vida. No queremos de ninguna manera abolir esta apropiacin personal de los

    productos del trabajo, indispensable para la mera reproduccin de la vida

    humana, esa apropiacin, que no deja ningn beneficio lquido que pueda dar un

    poder sobre el trabajo de otro. Lo que queremos suprimir es el carcter miserable

    de esa apropiacin, que hace que el obrero no viva sino para acrecentar el capital

    y tan slo en la medida en que el inters de la clase dominante exige que viva.

    En la sociedad burguesa, el trabajo vivo no es ms que un medio de

    incrementar el trabajo acumulado. En la sociedad comunista, el trabajo

    acumulado no es ms que un medio de ampliar, enriquecer y hacer ms fcil la

    vida de los trabajadores.

    De este modo, en la sociedad burguesa el pasado domina sobre el presente;

    en la sociedad comunista es el presente el que domina sobre el pasado. En la

    sociedad burguesa el capital es independiente y tiene personalidad, mientras que

    el individuo que trabaja carece de independencia y est despersonalizado.

    Y la burguesa dice que la abolicin de semejante estado de cosas es

    abolicin de la personalidad y de la libertad! Y con razn. Pues se trata

    efectivamente de abolir la personalidad burguesa, la independencia burguesa y la

    libertad burguesa.

    Por libertad, en las condiciones actuales de produccin burguesa, se

    entiende la libertad de comercio, la libertad de comprar y vender.

    Desaparecida la compraventa, desaparecer tambin la libertad de

    compraventa. Las declamaciones sobre la libertad de compraventa, lo mismo que

    las dems bravatas liberales de nuestra burguesa, slo tienen sentido aplicadas

    a la compraventa encadenada y al burgus sojuzgado de la Edad Media; pero no

    ante la abolicin comunista de la compraventa, de las relaciones de produccin

    burguesas y de la propia burguesa.

    Os horrorizis de que queramos abolir la propiedad privada. Pero, en

    vuestra sociedad actual, la propiedad privada est abolida para las nueve

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  • 312

    dcimas partes de sus miembros; existe precisamente porque no existe para esas

    nueve dcimas partes. Nos reprochis, pues, el querer abolir una forma de

    propiedad que [125] no puede existir sino a condicin de que la inmensa mayora

    de la sociedad sea privada de propiedad.

    En una palabra, nos acusis de querer abolir vuestra propiedad.

    Efectivamente, eso es lo que queremos.

    Segn vosotros, desde el momento en que el trabajo no puede ser

    convertido en capital, en dinero, en renta de la tierra, en una palabra, en poder

    social susceptible de ser monopolizado; es decir, desde el instante en que la

    propiedad personal no puede transformarse en propiedad burguesa, desde ese

    instante la personalidad queda suprimida.

    Reconocis, pues, que por personalidad no entendis sino al burgus, al

    propietario burgus. Y esta personalidad ciertamente debe ser suprimida.

    El comunismo no arrebata a nadie la facultad de apropiarse de los

    productos sociales; no quita ms que el poder de sojuzgar por medio de esta

    apropiacin el trabajo ajeno.

    Se ha objetado que con la abolicin de la propiedad privada cesara toda

    actividad y sobrevendra una indolencia general.

    Si as fuese, hace ya mucho tiempo que la sociedad burguesa habra

    sucumbido a manos de la holgazanera, puesto que en ella los que trabajan no

    adquieren y los que adquieren no trabajan. Toda la objecin se reduce a esta

    tautologa: no hay trabajo asalariado donde no hay capital.

    Todas las objeciones dirigidas contra el modo comunista de apropiacin y

    de produccin de bienes materiales se hacen extensivas igualmente respecto a la

    apropiacin y a la produccin de los productos del trabajo intelectual. Lo mismo

    que para el burgus la desaparicin de la propiedad de clase equivale a la

    desaparicin de toda produccin, la desaparicin de la cultura de clase significa

    para l la desaparicin de toda cultura.

    La cultura, cuya prdida deplora, no es para la inmensa mayora de los

    hombres ms que el adiestramiento que los transforma en mquinas.

    Mas no discutis con nosotros mientras apliquis a la abolicin de la

    propiedad burguesa el criterio de vuestras nociones burguesas de libertad,

    cultura, derecho, etc. Vuestras ideas mismas son producto de las relaciones de

    produccin y de propiedad burguesas, como vuestro derecho no es ms que la

    voluntad de vuestra clase erigida en ley; voluntad cuyo contenido est

    determinado por las condiciones materiales de existencia de vuestra clase.

    La concepcin interesada que os ha hecho erigir en leyes eternas de la

    Naturaleza y de la Razn las relaciones sociales dimanadas de vuestro modo de

    produccin y de propiedad relaciones histricas que surgen y desaparecen en el

    curso de la produccin, la comparts con todas las clases dominantes hoy

    desaparecidas. [126] Lo que concebs para la propiedad antigua, lo que concebs

    para la propiedad feudal, no os atrevis a admitirlo para la propiedad burguesa.

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  • 313

    Querer abolir la familia! Hasta los ms radicales se indignan ante este

    infame designio de los comunistas.

    En qu bases descansa la familia actual, la familia burguesa? En el

    capital, en el lucro privado. La familia, plenamente desarrollada, no existe ms

    que para la burguesa; pero encuentra su complemento en la supresin forzosa

    de toda familia para el proletariado y en la prostitucin pblica.

    La familia burguesa desaparece naturalmente al dejar de existir ese

    complemento suyo, y ambos desaparecen con la desaparicin del capital.

    Nos reprochis el querer abolir la explotacin de los hijos por sus padres?

    Confesamos este crimen.

    Pero decs que destruimos los vnculos ms ntimos, sustituyendo la

    educacin domstica por la educacin social.

    Y vuestra educacin, no est tambin determinada por la sociedad, por

    las condiciones sociales en que educis a vuestros hijos, por la intervencin

    directa o indirecta de la sociedad a travs de la escuela, etc.? Los comunistas no

    han inventado esta ingerencia de la sociedad en la educacin, no hacen ms que

    cambiar su carcter y arrancar la educacin a la influencia de la clase

    dominante.

    Las declamaciones burguesas sobre la familia y la educacin, sobre los

    dulces lazos que unen a los padres con sus hijos, resultan ms repugnantes a

    medida que la gran industria destruye todo vnculo de familia para el proletario y

    transforma a los nios en simples artculos de comercio, en simples instrumentos

    de trabajo.

    Pero es que vosotros, los comunistas, queris establecer la comunidad de

    las mujeres! -nos grita a coro toda la burguesa.

    Para el burgus, su mujer no es otra cosa que un instrumento de

    produccin. Oye decir que los instrumentos de produccin deben ser de

    utilizacin comn, y, naturalmente, no puede por menos de pensar que las

    mujeres corrern la misma suerte de la socializacin.

    No sospecha que se trata precisamente de acabar con esa situacin de la

    mujer como simple instrumento de produccin.

    Nada ms grotesco, por otra parte, que el horror ultramoral que inspira a

    nuestros burgueses la pretendida comunidad oficial de las mujeres que atribuyen

    a los comunistas. Los comunistas no tienen necesidad de introducir la

    comunidad de las mujeres: casi siempre ha existido.

    [127]

    Nuestros burgueses, no satisfechos con tener a su disposicin las mujeres

    y las hijas de sus obreros, sin hablar de la prostitucin oficial, encuentran un

    placer singular en seducirse mutuamente las esposas.

    El matrimonio burgus es, en realidad, la comunidad de las esposas. A lo

    sumo, se podra acusar a los comunistas de querer sustituir una comunidad de

    las mujeres hipcritamente disimulada, por una comunidad franca y oficial. Es

    evidente, por otra parte, que con la abolicin de las relaciones de produccin

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  • 314

    actuales deseparecer la comunidad de las mujeres que de ellas se deriva, es

    decir, la prostitucin oficial y no oficial.

    Se acusa tambin a los comunistas de querer abolir la patria, la

    nacionalidad.

    Los obreros no tienen patria. No se les puede arrebatar lo que no poseen.

    as, por cuanto el proletariado debe en primer lugar conquistar el poder poltico,

    elevarse a la condicin de clase nacional, constituirse en nacin, todava es

    nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgus.

    El aislamiento nacional y los antagonismos entre los pueblos desaparecen

    da a da con el desarrollo de la burguesa, la libertad de comercio y el mercado

    mundial, con la uniformidad de la produccin industrial y las condiciones de

    existencia que le corresponden.

    El dominio del proletariado los har desaparecer ms de prisa todava. La

    accin comn, al menos de los pases civilizados, es una de las primeras

    condiciones de su emancipacin.

    En la misma medida en que sea abolida la explotacin de un individuo por

    otro, ser abolida la explotacin de una nacin por otra.

    Al mismo tiempo que el antagonismo de las clases en el interior de las

    naciones, desaparecer la hostilidad de las naciones entre s.

    En cuanto a las acusaciones lanzadas contra el comunismo, partiendo del

    punto de vista de la religin, de la filosofa y de la ideologa en general, no

    merecen un examen detallado.

    Acaso se necesita una gran perspicacia para comprender que con toda

    modificacin en las condiciones de vida, en las relaciones sociales, en la

    existencia social, cambian tambin las ideas, las nociones y las concepciones, en

    una palabra, la conciencia del hombre?

    Qu demuestra la historia de las ideas sino que la produccin intelectual

    se transforma con la produccin material? Las ideas dominantes en cualquier

    poca no han sido nunca ms que las ideas de la clase dominante.

    [128]

    Cuando se habla de ideas que revolucionan toda una sociedad, se expresa

    solamente el hecho de que en el seno de la vieja sociedad se han formado los

    elementos de una nueva, y la disolucin de las viejas ideas marcha a la par con la

    disolucin de las antiguas condiciones de vida.

    En el ocaso del mundo antiguo las viejas religiones fueron vencidas por la

    religin cristiana. Cuando, en el siglo XVIII, las ideas cristianas fueron vencidas

    por las ideas de la ilustracin, la sociedad feudal libraba una lucha a muerte

    contra la burguesa, entonces revolucionaria. Las ideas de libertad religiosa y de

    libertad de conciencia no hicieron ms que reflejar el reinado de la libre

    concurrencia en el dominio del saber.

    Sin duda -se nos dir-, las ideas religiosas, morales, filosficas, polticas,

    jurdicas, etc., se han ido modificando en el curso del desarrollo histrico. Pero la

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  • 315

    religin, la moral, la filosofa, la poltica, el derecho se han mantenido siempre a

    travs de estas transformaciones.

    Existen, adems, verdades eternas, tales como la libertad, la justicia, etc.,

    que son comunes a todo estado de la sociedad. Pero el comunismo quiere abolir

    estas verdades eternas, quiere abolir la religin y la moral, en lugar de darles una

    forma nueva, y por eso contradice a todo el desarrollo histrico anterior.

    A qu se reduce esta acusacin? La historia de todas las sociedades que

    han existido hasta hoy se desenvuelve en medio de contradicciones de clase, de

    contradicciones que revisten formas diversas en las diferentes pocas.

    Pero cualquiera que haya sido la forma de estas contradicciones, la

    explotacin de una parte de la sociedad por la otra es un hecho comn a todos

    los siglos anteriores. Por consiguiente, no tiene nada de asombroso que la

    conciencia social de todos los siglos, a despecho de toda variedad y de toda

    diversidad, se haya movido siempre dentro de ciertas formas comunes, dentro de

    unas formas -formas de conciencia-, que no desaparecern completamente ms

    que con la desaparicin definitiva de los antagonismos de clase.

    La revolucin comunista es la ruptura ms radical con las relaciones de

    propiedad tradicionales; nada de extrao tiene que en el curso de su desarrollo

    rompa de la manera ms radical con las ideas tradicionales.

    Mas, dejemos aqu las objeciones hechas por la burguesa al comunismo.

    Como ya hemos visto ms arriba, el primer paso de la revolucin obrera es

    la elevacin del proletariado a clase dominante, la conquista de la democracia.

    [129]

    El proletariado se valdr de su dominacin poltica para ir arrancando

    gradualmente a la burguesa todo el capital, para centralizar todos los

    instrumentos de produccin en manos del Estado, es decir, del proletariado

    organizado como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidez posible

    la suma de las fuerzas productivas.

    Esto, naturalmente, no podr cumplirse al principio ms que por una

    violacin desptica del derecho de propiedad y de las relaciones burguesas de

    produccin, es decir, por la adopcin de medidas que desde el punto de vista

    econmico parecern insuficientes e insostenibles, pero que en el curso del

    movimiento se sobrepasarn a s mismas y sern indispensables como medio

    para transformar radicalmente todo el modo de produccin.

    Estas medidas, naturalmente, sern diferentes en los diversos pases.

    Sin embargo, en los pases ms avanzados podrn ser puestas en prctica

    casi en todas partes las siguientes medidas:

    1. Expropiacin de la propiedad territorial y empleo de la renta de la tierra para

    los gastos del Estado.

    2. Fuerte impuesto progresivo.

    3. Abolicin del derecho de herencia.

    4. Confiscacin de la propiedad de todos los emigrados y sediciosos.

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  • 316

    5. Centralizacin del crdito en manos del Estado por medio de un Banco

    nacional con capital del Estado y monopolio exclusivo.

    6. Centralizacin en manos del Estado de todos los medios de transporte.

    7. Multiplicacin de las empresas fabriles pertenecientes al Estado y de los

    instrumentos de produccin, roturacin de los terrenos incultos y mejoramiento

    de las tierras, segn un plan general.

    8. Obligacin de trabajar para todos; organizacin de ejrcitos industriales,

    particularmente en la agricultura.

    9. Combinacin de la agricultura y la industria; medidas encaminadas a hacer

    desaparecer gradualmente la diferencia entre la ciudad y el campo.

    10. Educacin pblica y gratuita de todos los nios; abolicin del trabajo de stos

    en las fbricas tal como se practica hoy, rgimen de educacin combinado con la

    produccin material, etc., etc.

    Una vez que en el curso del desarrollo hayan desaparecido las diferencias

    de clase y se haya concentrado toda la produccin en manos de los individuos

    asociados, el poder pblico perder su carcter poltico. El poder poltico,

    hablando propiamente, es la [130] violencia organizada de una clase para la

    opresin de otra. Si en la lucha contra la burguesa el proletariado se constituye

    indefectiblemente en clase; si mediante la revolucin se convierte en clase

    dominante y, en cuanto clase dominante, suprime por la fuerza las viejas

    relaciones de produccin, suprime, al mismo tiempo que estas relaciones de

    produccin, las condiciones para la existencia del antagonismo de clase y de las

    clases en general, y, por tanto, su propia dominacin como clase.

    Enn sustitucin de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y sus

    antagonismos de clase, surgir una asociacin en que el libre desenvolvimiento

    de cada uno ser la condicin del libre desenvolvimiento de todos.

    III

    LITERATURA SOCIALISTA Y COMUNISTA

    1. Socialismo reaccionario

    A) el socialismo feudal

    Por su posicin histrica, la aristocracia francesa e inglesa estaba llamada

    a escribir libelos contra la moderna sociedad burguesa. En la revolucin francesa

    de julio de 1830 y en el movimiento ingls por la reforma parlamentaria9, haban

    sucumbido una vez ms bajo los golpes del odiado advenedizo. En adelante no

    9 57. Se alude al movimiento en pro de la reforma electoral que, bajo la presin de las masas, fue adoptada por la Cmara de los Comunes en 1831 y aprobada definitivamente

    por la Cmara de los Lores en junio de 1832. La reforma iba dirigida contra el monopolio

    poltico de la aristocracia agraria y financiera y abra las puertas del parlamento a la

    burguesa industrial. El proletariado y la pequea burguesa, que constituan la fuerza

    principal de la lucha por la reforma, se vieron defraudados por la burguesa liberal y no

    lograron el derecho al sufragio.- 130

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  • 317

    poda hablarse siquiera de una lucha poltica seria. No le quedaba ms que la

    lucha literaria. Pero, tambin en el terreno literario, la vieja fraseologa de la

    poca de la Restauracin10 11 haba llegado a ser inaplicable. Para crearse

    simpatas era menester que la aristocracia aparentase no tener en cuenta sus

    propios intereses y que formulara su acta de acusacin contra la burguesa slo

    en inters de la clase obrera explotada. Diose de esta suerte la satisfaccin de

    componer canciones satricas contra su nuevo amo y de musitarle al odo

    profecas ms o menos siniestras.

    As es cmo naci el socialismo feudal, mezcla de jeremiadas y pasquines,

    de ecos del pasado y de amenazas del porvenir. Si alguna vez su crtica amarga,

    mordaz e ingeniosa hiri a la burguesa en el corazn, su incapacidad absoluta

    para comprender la marcha de la historia moderna concluy siempre por cubrirlo

    de ridculo.

    [131]

    A guisa de bandera, estos seores enarbolaban el saco de mendigo del

    proletario, a fin de atraer al pueblo. Pero cada vez que el pueblo acuda, adverta

    que sus posaderas estaban ornadas con el viejo blasn feudal y se dispersaba en

    medio de grandes e irreverentes carcajadas.

    Una parte de los legitimistas franceses 12 y la Joven Inglaterra 13 han dado

    al mundo este espectculo cmico.

    Cuando los campeones del feudalismo aseveran que su modo de

    explotacin era distinto del de la burguesa, olvidan una cosa, y es que ellos

    explotaban en condiciones y circunstancias por completo diferentes y hoy

    10 Nota de Engels a la edicin inglesa de 1888: "No se trata aqu de la Restauracin

    inglesa de 1660-1689, sino de la francesa de 1814-1830"

    11 58. La restauracin de 1660 a 1689: perodo del segundo reinado de la dinasta de los Estuardos en Inglaterra, derrocada por la revolucin burguesa de este pas en el siglo

    XVII.

    La restauracin de 1814 a 1830: perodo del segundo reinado de los Borbones en Francia.

    El rgimen reaccionario de los Borbones, que representaba los intereses de la corte y los

    clericales, fue derrocado por la revolucin de julio de 1830.- 130

    12 59. Legitimistas: partidarios de la dinasta legtima de los Borbones, derrocada en

    1830, que representaba los intereses de la gran propiedad territorial. En la lucha contra

    la dinasta reinante de los Orlens (1830-1848), que se apoyaba en la aristocracia

    financiera y en la gran burguesa, una parte de los legitimistas recurra a menudo a la demagogia social, hacindose pasar por defensores de los trabajadores contra los

    explotadores burgueses.- 131, 216, 319

    13 60. La Joven Inglaterra: grupo de polticos y literatos ingleses pertenecientes al

    partido de los tories; se constituy a comienzos de los aos 40 del siglo XIX. Al expresar el

    descontento de la aristocracia terrateniente por el crecimiento del podero econmico y

    poltico de la burguesa, los miembros del grupo de la Joven Inglaterra empleaban

    procedimientos demaggicos para someter a su influencia a la clase obrera y utilizarla en

    su propia lucha contra la burguesa.- 131

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  • 318

    anticuadas. Cuando advierten que bajo su dominacin no exista el proletariado

    moderno, olvidan que la burguesa moderna es precisamente un retoo necesario

    del rgimen social suyo.

    Disfrazan tan poco, por otra parte, el carcter reaccionario de su crtica,

    que la principal acusacin que presentan contra la burguesa es precisamente

    haber creado bajo su rgimen una clase que har saltar por los aires todo el

    antiguo orden social.

    Lo que imputan a la burguesa no es tanto el haber hecho surgir un

    proletariado en general, sino el haber hecho surgir un proletariado

    revolucionario.

    Por eso, en la prctica poltica, toman parte en todas las medidas de

    represin contra la clase obrera. Y en la vida diaria, a pesar de su fraseologa

    ampulosa, se las ingenian para recoger los frutos de oro del rbol de la industria

    y trocar el honor, el amor y la fidelidad por el comercio en lanas, remolacha

    azucarera y aguardiente.14 15

    Del mismo modo que el cura y el seor feudal han marchado siempre de la

    mano, el socialismo clerical marcha unido con el socialismo feudal.

    Nada ms fcil que recubrir con un barniz socialista el ascetismo cristiano.

    Acaso el cristianismo no se levant tambin contra la propiedad privada, el

    matrimonio y el Estado? No predic en su lugar la caridad y la pobreza, el

    celibato y la mortificacin de la carne, la vida monstica y la iglesia? El

    socialismo cristiano no es ms que el agua bendita con que el clrigo consagra el

    despecho de la aristocracia.

    [132]

    B) El socialismo pequeoburgues

    La aristocracia feudal no es la nica clase derrumbada por la burguesa, y no es

    la nica clase cuyas condiciones de existencia empeoran y van extinguindose en

    la sociedad burguesa moderna. Los habitantes de las ciudades medievales y el

    estamento de los pequeos agricultores de la Edad Media fueron los precursores

    de la burguesa moderna. En los pases de una industria y un comercio menos

    desarrollados esta clase contina vegetando al lado de la burguesa en auge.

    En los pases donde se ha desarrollado la civilizacin moderna, se ha

    formado -y, como parte complementaria de la sociedad burguesa, sigue

    14 Nota de Engels en la edicin inglesa de 1888: "Esto se refiere en primer trmino a Alemania, donde los terratenientes aristcratas y los junkers cultivan por cuenta propia

    gran parte de sus tierras con ayuda de administradores, y poseen, adems, grandes

    fbricas de azcar de remolacha y destileras de alcohol. Los ms acaudalados

    aristcratas britnicos todava no han llegado a tanto; pero tambin ellos saben cmo

    pueden compensar la disminucin de la renta, cediendo sus nombres a los fundadores de

    toda clase de sociedades annimas de reputacin ms o menos dudosa".

    15 61. Los junkers: en el sentido estricto de la palabra son la aristocracia terrateniente de

    Prusia Oriental; en el lato sentido, la clase de los terratenientes alemanes.- 131

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  • 319

    formndose sin cesar- una nueva clase de pequeos burgueses que oscila entre el

    proletariado y la burguesa. Pero los individuos que la componen se ven

    continuamente precipitados a las filas del proletariado a causa de la competencia,

    y, con el desarrollo de la gran industria, ven aproximarse el momento en que

    desaparecern por completo como fraccin independiente de la sociedad moderna

    y en que sern remplazados en el comercio, en la manufactura y en la agricultura

    por capataces y empleados.

    En pases como Francia, donde los campesinos constituyen bastante ms

    de la mitad de la poblacin, era natural que los escritores que defendiesen la

    causa del proletariado contra la burguesa, aplicasen a su crtica del rgimen

    burgus el rasero del pequeo burgus y del pequeo campesino, y defendiesen la

    causa obrera desde el punto de vista de la pequea burguesa. As se form el

    socialismo pequeoburgus. Sismondi es el ms alto exponente de esta literatura,

    no slo en Francia, sino tambin en Inglaterra.

    Este socialismo analiz con mucha sagacidad las contradicciones

    inherentes a las modernas relaciones de produccin. Puso al desnudo las

    hipcritas apologas de los economistas. Demostr de una manera irrefutable los

    efectos destructores de la maquinaria y de la divisin del trabajo, la

    concentracin de los capitales y de la propiedad territorial, la superproduccin,

    las crisis, la inevitable ruina de los pequeos burgueses y de los campesinos, la

    miseria del proletariado, la anarqua en la produccin, la escandalosa

    desigualdad en la distribucin de las riquezas, la exterminadora guerra industrial

    de las naciones entre s, la disolucin de las viejas costumbres, de las antiguas

    relaciones familiares, de las viejas nacionalidades.

    Sin embargo, el contenido positivo de ese socialismo consiste, bien en su

    anhelo de restablecer los antiguos medios de produccin y de cambio, y con ellos

    las antiguas relaciones de propiedad y toda la sociedad antigua, bien en querer

    encajar por la fuerza los [133] medios modernos de produccin y de cambio en el

    marco de las antiguas relaciones de propiedad, que ya fueron rotas, que

    fatalmente deban ser rotas por ellos. En uno y otro caso, este socialismo es a la

    vez reaccionario y utpico.

    Para la manufactura, el sistema gremial; para la agricultura, el rgimen

    patriarcal: he aqu su ltima palabra.

    En su ulterior desarrollo esta tendencia ha cado en un marasmo cobarde.

    C) El socialismo alemn o socialismo "verdadero"

    La literatura socialista y comunista de Francia, que naci bajo el yugo de una

    burguesa dominante, como expresin literaria de la lucha contra dicha

    dominacin, fue introducida en Alemania en el momento en que la burguesa

    acababa de comenzar su lucha contra el absolutismo feudal.

    Filsofos, semifilsofos e ingenios de saln alemanes se lanzaron

    vidamente sobre esta literatura, pero olvidaron que con la importacin de la

    literatura francesa no haban sido importadas a Alemania, al mismo tiempo, las

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  • 320

    condiciones sociales de Francia. En las condiciones alemanas, la literatura

    francesa perdi toda significacin prctica inmediata y tom un carcter

    puramente literario. Deba parecer ms bien una especulacin ociosa sobre la

    realizacin de la esencia humana. De este modo, para los filsofos alemanes del

    siglo XVIII, las reivindicaciones de la primera revolucin francesa no eran ms

    que reivindicaciones de la "razn prctica" en general, y las manifestaciones de la

    voluntad de la burguesa revolucionaria de Francia no expresaban a sus ojos ms

    que las leyes de la voluntad pura, de la voluntad tal como deba ser, de la

    voluntad verdaderamente humana.

    Toda la labor de los literatos alemanes se redujo exclusivamente a poner de

    acuerdo las nuevas ideas francesas con su vieja conciencia filosfica, o, ms

    exactamente, a asimilarse las ideas francesas partiendo de sus propias opiniones

    filosficas.

    Y se las asimilaron como se asimila en general una lengua extranjera: por

    la traduccin.

    Se sabe cmo los frailes superpusieron sobre los manuscritos de las obras

    clsicas del antiguo paganismo las absurdas descripciones de la vida de los

    santos catlicos. Los literatos alemanes procedieron inversamente con respecto a

    la literatura profana francesa. Deslizaron sus absurdos filosficos bajo el original

    francs. Por ejemplo: bajo la crtica francesa de las funciones del dinero,

    escriban: "enajenacin de la esencia humana"; bajo la crtica francesa del Estado

    burgus, decan: "eliminacin del poder de lo universal abstracto", y as

    sucesivamente.

    [134]

    A esta interpolacin de su fraseologa filosfica en la crtica francesa le

    dieron el nombre de "filosofa de la accin", "socialismo verdadero", "ciencia

    alemana del socialismo", "fundamentacin filosfica del socialismo", etc.

    De esta manera fue completamente castrada la literatura socialista-

    comunista francesa. Y como en manos de los alemanes dej de ser expresin de

    la lucha de una clase contra otra, los alemanes se imaginaron estar muy por

    encima de la "estrechez francesa" y haber defendido, en lugar de las verdaderas

    necesidades, la necesidad de la verdad, en lugar de los intereses del proletariado,

    los intereses de la esencia humana, del hombre en general, del hombre que no

    pertenece a ninguna clase ni a ninguna realidad y que no existe ms que en el

    cielo brumoso de la fantasa filosfica.

    Este socialismo alemn, que tomaba tan solemnemente en serio sus torpes

    ejercicios de escolar y que con tanto estrpito charlatanesco los lanzaba a los

    cuatro vientos, fue perdiendo poco a poco su inocencia pedantesca.

    La lucha de la burguesa alemana, y principalmente de la burguesa

    prusiana, contra los feudales y la monarqua absoluta, en una palabra, el

    movimiento liberal, adquira un carcter ms serio.

    De esta suerte, ofrecisele al "verdadero" socialismo la ocasin tan deseada

    de contraponer al movimiento poltico las reivindicaciones socialistas, de fulminar

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  • 321

    los anatemas tradicionales contra el liberalismo, contra el Estado representativo,

    contra la concurrencia burguesa, contra la libertad burguesa de prensa, contra el

    derecho burgus, contra la libertad y la igualdad burguesas y de predicar a las

    masas populares que ellas no tenan nada que ganar, y que ms bien perderan

    todo en este movimiento burgus. El socialismo alemn olvid muy a propsito

    que la crtica francesa, de la cual era un simple eco inspido, presupona la

    sociedad burguesa moderna, con las correspondientes condiciones materiales de

    vida y una constitucin poltica adecuada, es decir, precisamente las premisas

    que todava se trataba de conquistar en Alemania.

    Para los gobiernos absolutos de Alemania, con su squito de clrigos, de

    mentores, de hidalgos rsticos y de burcratas, este socialismo se convirti en un

    espantajo propicio contra la burguesa que se levantaba amenazadora.

    Form el complemento dulzarrn de los amargos latigazos y tiros con que

    esos mismos gobiernos respondan a los alzamientos de los obreros alemanes.

    Si el "verdadero" socialismo se convirti de este modo en una arma en

    manos de los gobiernos contra la burguesa alemana, representaba adems,

    directamente, un inters reaccionario, el inters del pequeo burgus alemn. La

    pequea burguesa, legada [135] por el siglo XVI, y desde entonces renacida sin

    cesar bajo diversas formas, constituye para Alemania la verdadera base social del

    orden establecido.

    Mantenerla en conservar en Alemania el orden establecido. La supremaca

    industrial y poltica de la burguesa le amenaza con una muerte cierta: de una

    parte, por la concentracin de los capitales, y de otra por el desarrollo de un

    proletariado revolucionario. A la pequea burguesa le pareci que el "verdadero"

    socialismo poda matar los dos pjaros de un tiro. Y ste se propag como una

    epidemia.

    Tejido con los hilos de araa de la especulacin, bordado de flores retricas

    y baado por un roco sentimental, ese ropaje fantstico en que los socialistas

    alemanes envolvieron sus tres o cuatro descarnadas "verdades eternas", no hizo

    sino aumentar la demanda de su mercanca entre semejante pblico.

    Por su parte, el socialismo alemn comprendi cada vez mejor que estaba

    llamado a ser el representante pomposo de esta pequea burguesa.

    Proclam que la nacin alemana era la nacin modelo y el mescrata

    alemn el hombre modelo. A todas las infamias de este hombre modelo les dio un

    sentido oculto, un sentido superior y socialista, contrario a lo que era en realidad.

    Fue consecuente hasta el fin, manifestndose de un modo abierto contra la

    tendencia "brutalmente destructiva" del comunismo y declarando su imparcial

    elevacin por encima de todas las luchas de clases. Salvo muy raras excepciones,

    todas las obras llamadas socialistas y comunistas que circulan en Alemania

    pertenecen a esta inmunda y enervante literatura.16

    16 Nota de Engels a la edicin alemana de 1890: "La tormenta revolucionaria de 1848

    barri esta miserable escuela y ha quitado a sus partidarios todo deseo de seguir

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  • 322

    2. El socialismo conservador o burgus

    Una parte de la burguesa desea remediar los males sociales con el fin de

    consolidar la sociedad burguesa.

    A esta categora pertenecen los economistas, los filntropos, los

    humanitarios, los que pretenden mejorar la suerte de las clases trabajadoras, los

    organizadores de la beneficencia, los protectores de animales, los fundadores de

    las sociedades de templanza, los reformadores domsticos de toda laya. Y hasta

    se ha llegado a elaborar este socialismo burgus en sistemas completos.

    [136]

    Citemos como ejemplo la "Filosofa de la miseria", de Proudhon.

    Los burgueses socialistas quieren perpetuar las condiciones de vida de la

    sociedad moderna sin las luchas y los peligros que surgen fatalmente de ellas.

    Quieren perpetuar la sociedad actual sin los elementos que la revolucionan y

    descomponen. Quieren la burguesa sin el proletariado. La burguesa, como es

    natural, se representa el mundo en que ella domina como el mejor de los

    mundos. El socialismo burgus hace de esta representacin consoladora un

    sistema ms o menos completo. Cuando invita al proletariado a llevar a la

    prctica su sistema y a entrar en la nueva Jerusaln, no hace otra cosa, en el

    fondo, que inducirle a continuar en la sociedad actual, pero despojndose de la

    concepcin odiosa que se ha formado de ella.

    Otra forma de este socialismo, menos sistemtica, pero ms prctica,

    intenta apartar a los obreros de todo movimiento revolucionario, demostrndoles

    que no es tal o cual cambio poltico el que podr beneficiarles, sino solamente

    una transformacin de las condiciones materiales de vida, de las relaciones

    econmicas. Pero, por transformacin de las condiciones materiales de vida, este

    socialismo no entiende, en modo alguno, la abolicin de las relaciones de

    produccin burguesas lo que no es posible ms que por va revolucionaria,

    sino nicamente reformas administrativas realizadas sobre la base de las mismas

    relaciones de produccin burguesas, y que, por tanto, no afectan a las relaciones

    entre el capital y el trabajo asalariado, sirviendo nicamente, en el mejor de los

    casos, para reducirle a la burguesa los gastos que requiere su domino y para

    simplificarle la administracin de su Estado.

    El socialismo burgus no alcanza su expresin adecuada sino cuando se

    convierte en simple figura retrica.

    Libre cambio, en inters de la clase obrera! Aranceles protectores, en

    inters de la clase obrera! Prisiones celulares, en inters de la clase obrera! He

    ah la ltima palabra del socialismo burgus, la nica que ha dicho seriamente.

    El socialismo burgus se resume precisamente en esta afirmacin: los

    burgueses son burgueses en inters de la clase obrera.

    haciendo socialismo. El principal representante y el tipo clsico de esta escuela es el

    seor Karl Grn".

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    3. El socialismo y el comunismo critico-utpicos

    No se trata aqu de la literatura que en todas las grandes revoluciones modernas

    ha formulado las reivindicaciones del proletariado (los escritos de Babeuf, etc.).

    Las primeras tentativas directas del proletariado para hacer prevalecer sus

    propios intereses de clase, realizadas en tiempos de [137] efervescencia general,

    en el perodo del derrumbamiento de la sociedad feudal, fracasaron

    necesariamente, tanto por el dbil desarrollo del mismo proletariado como por la

    ausencia de las condiciones materiales de su emancipacin, condiciones que

    surgen slo como producto de la poca burguesa. La literatura revolucionaria que

    acompaa a estos primeros movimientos del proletariado es forzosamente, por su

    contenido, reaccionaria. Preconiza un ascetismo general y un burdo

    igualitarismo.

    Los sistemas socialistas y comunistas propiamente dichos, los sistemas de

    Saint-Simon, de Fourier, de Owen, etc., hacen su aparicin en el perodo inicial y

    rudimentario de la lucha entre el proletariado y la burguesa, perodo descrito

    anteriormente. (Vase "Burgueses y proletarios").

    Los inventores de estos sistemas, por cierto, se dan cuenta del

    antagonismo de las clases, as como de la accin de los elementos destructores

    dentro de la misma sociedad dominante. Pero no advierten del lado del

    proletariado ninguna iniciativa histrica, ningn movimiento poltico propio.

    Como el desarrollo del antagonismo de clases va a la par con el desarrollo

    de la industria, ellos tampoco pueden encontrar las condiciones materiales de la

    emancipacin del proletariado, y se lanzan en busca de una ciencia so